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OUT a © bey Louis Attnasser Tbe 1 ie el Propitdat de est EL Canad, eapyrat by Garner sErechos de roprodacein, Ue Waducson ge camera de Fane Sane (excepto Advertencia para. todos lo alse). scsi elickin Casas a daca ¥ ot fs cubierta)s EDERAL AIA, © A ate! Wen Constiucion, 1839, Barcelona tt TImpreso en Roaanya.Vlle Verdaxue Capellades Barcelone Printed im Spat isramarion. 196, sdaplacion reset. Advertencia Tengo confianza en el lector: sé que comprenderd las razones politicas, ideoldgicas y tedricas que ins piraton. estos ensayos filosdficos ya viejos; que discernird en ellos una evolucién y un desplazamien- fo internos que conducen a las nuevas tesis que figs : Para leer El Capital en Ideologia y aparatos.ideoligicos de Estado; Sabra, pues, que es en la ruta abierta por las indica. clones contenidas en esas uiltimos textos por donde me parece necesario proseguir en lo. sucesive wa investigucion que comencé hace ya mds de quince anos, ‘Si quisiera resumir en pocas palabras et objeto peculiar de esta investigacion y su ambicion, dirta Primeramente que, en wna época y en un mundo en que, 0 bien combaten ferozmente a Marx, 0 bien Je cubren de honores académicas desfigurdndoto bajo fa mascara de interpretaciones burguesas (eco nomisno, tecnocratisino, huumanisma), he intentado poner de relieve que a dl debemos el mayor descic brimiento de la historia humana: precisamente aguél gue. abre a los hombres 1a comprensién cientifica (materialista y dialéctica) de su propia historia coma historia de la lucha de clases. Accontinuacion diria que esa ciencia no puede ser ana ciencia como las otras, 1a ciencia para todavia idealistas (1841-1844); ni por ak ganas obras todavia muy equivocas como La ideo logia alemand,' 0 como los Grundrisse, esborus tra ducidos al francés con el titulo incorrecto de Fuan- damentos de la Critica de ta Economia Politica mi _tampoco por el célebre Prefacio a la Contribucton,! en el que Marx define en términos muy equivocos (por ser de ralz hegeliana) la de Ia ), Sin embargo, cllo no nos exime de decir unas palabras acerca dc! tipo muy especial de dificultad ‘que presenta El Capital, en tanto que escrito. de icoria pura, tenicndo presente en todo momento este hecho fundamental: que no son las dificultades tes: ricas, sino las dificultades politicas las que deter. minan en dltima instancia toda lectura de Bl Capi. tal, y de su libro 1 Todo el mundo sabe que, sin la tcoria cientifiea ‘correspondiente, no puede haber una prictica cien tilica, es decir, una prictica que produzca nuevos ‘conocimientos cientificos. Toda ciencia descansa, fen consecuencia, sobre su teorta especifica. El hecho de que esta teoria cambie, se complique, se sm ‘que paralelamente con el desarrollo de ta ciencia considerada, no altera en absoluto In cucstion, fo éQué es esta teorfa indispensable a toda ciencia? Es un sistema de conceptos cientificos basicos. Basia con pronunciar esta sencilla afirmacion para deseir bbrir dos aspectos esenciales de toda teoris cientifica, 1) los conceptos basicos, y 2) su sistema, Estos concepios, son, precisamente, conceptos es decir nociones abstractas. Primera dificallad. de Ja teoria: habituarse a la prictica de Ia abstraccién. Este aprendizaje, porque —y, sin embargo, no se le puede tocar on las manos ni ver con los ojos. Por ejemplo, el eoncepto de valor de cambio, el concepto de capital social total, el concepto de trabajo socialmente nece: sario, ete, Todo esto puede explicarse facilmente. Segundo punto: los conceptos basicos existen cen forma de un sistema y por eso constituyen una teoria, Una teoria es, en efecto, un sistema riguroso de conceptos cientificos bisicos. En una teoria cien tifica, los conceptos basicos no estén ordenados de ‘cualquicr manera, sino siguiendo un orden rig Es preciso, por lo tanto, conocer este hecho y adqui: rir poco a poco la practica del rigor. El rigor (la sis tematizacion) no es una fantasia, ni un lajo formal, sino una necesidad vital de toda ciencia, de toda prictica cientifica. Es lo que, en su Prefacio, Mars denomina el rigor del «arden de exposicién» de una teoria cientifica Dicho esto, es preciso saber cual es el objeto de EL Capital, en otras palabras cual es el ob lizado en el libro 1 de El Capital. Marx lo dice cla ramente: es «el ntodo de produccién capitalista, y las relaciones de producciin y de circulacién que a él corresponden>. Se trata, pues, de un objeto absivacto. Porque, en efecto, ¥ contra lo que pueda parecer, Marx no ‘analiza ninguna esociedad concre- ta», ni tan siquiera Inglaterra a la que refiere cons tantemente a fo largo de toda el libro I, sino el moda de produccidn capitalista y nada més. Este objeto ces abstracto: significa, por tanto, que es terriblemen- te real y que no se puede encontrar nunca en estado puro, puesto que solamente existe en las sociedades 0 ‘encillamente: para poder analizar es: capitalistas concretas (Inglaterra, Francia, Rusia, etc....), hay que saber que estan do~ minadas por esta realidad terriblemente concreta € invisible» (a simple vista) que es el modo de pro- duccion capitalista. «Invisibles: es decir, abstracto. Este ultimo punto puede resultar equivoco. Hay que prestar mucha atencién para evitar las falsas. dificultades provocadas por estos equivocos. Por ejemplo, ef hecho de que Marx hable de Ia situacién conereta de Inglaterra no debe hacemos creer que la analiza realmente, Marx habla de Inglaterra tint camente para «ejemplificars su teoria (abstracta) del modo de produccién capitalista. En resumen: existe, efectivamente, una dificultad de lectura de El Capital que es una dificultad tedrica, debida a la naturaleza abstracta y sistematica de los conceptos bisicos de la teorfa, o del andlisis tedrico. Hay que tener presente que se trata de una dificultad real, objetiva, y que no se puede superar mas que mediante el aprendizaje de la abstraccién y del rigor cientificos. Hay que tener presente, ademas, que este aprendizaje dura més de un dia. Fn consecuencia, un primer consejo de lectura: tener siempre muy ‘presente esta nocién de que El Capital es. una obra de teoria, que tiene por objeto los metsnismos del modo de produccidn eapitalista, y sélo éstos. En consecuencia, un segundo eonsejo de letura: | no hay que buscar en El Capital nivun libro de ehis- toria concreta> ni un libro de economia politica | sempiticas, en el sentido en que los historiadores | y los economistas entienden estos términos. Por el contrario, hay que encontrar en él un libro de teoria que analiza cl modo de produccién capitalista. La, historia (concreta) y la economia (empirica) tienen | otros objetos i 18 En consecuencia, este rercer consejo de lectura: ‘cuando se tropiece Gon una dificultad de lectara de orden tedrico, hay que saberlo, y tomar, por consi- guiente, las medidas oportunas. No hay que aprest rarse; hay que volver atras, cuidadosamente, lenta- mente, y no seguir avanzando hasta que la dificultad haya resuelto, Tener en cuenta que un aprendizaje de la teoria es indispensable para leer un libro tebrico, Saber que se puede hacer camino al andar, 2 condicién de respetar las condiciones que s¢ aca- ban de exponer. Saber que no se aprende a la prime- ra, ni repentinamente, ni definitivamente, a andar por cl'camino de la teor'a, sino poco @ poco, paciente- mente, humildemente. Bste es el precio del éxito. En la practica, esto significa que no se puede comprender el libro I mas que a condicion de re- leerlo cuatro o cinco veces seguidas, el tiempo ne- cesario para haber aprendido a andar por el camino de la teoria. La presente advertencia tiene por objeto guiar los primeros pasos de las lecturas por el camino de !a teorial Pero antes es preciso decir cuatro palabras acer cca del piiblico que va a leer el libro I de El Capical. ¢Quignes formarén parte de este publico? 1. Proletarios, 0 asalariados ditectamente emt pleados en la produccién de bienes materiales. 2. Trabajadores asalaciados no-proletarios (des- de el simple empleado, hasta el cuadro medio y su- perior, al ingeniero ¢ investigador, al profesor, etc.). 3. ‘Artesanos urbanos y rurales 4, Micmbros de profesiones liberales. 5. Estudiantes universitarios y bachiflleres. Entre los protetarios y asalariados que leerin cl fibro I de El Capital figuran, naturalmente, hombres y mujeres a quienes la prictica de la lucha de clases 9 en sus organizaciones sindicales y politicas les ha dado cieria «idea» de la’ teoria marxista. Esta idea puede ser mas @ menos correcta, segtin se trate, de proletarios o de asalariados no-protetarios: “por lo general no es una idea excesivamente errénea. Entre los restantes lectores del libro I de El Ca pital figaran, naturalmente, hombres y mujeres que tambien tienen, por su parte, cierta «idea» de la teo- ria marxista. Por ejemplo, los universitarios y mas concretamente los «historiadoress, los «economistas» y numerosos idedlogos de diversas disciplinas (pues- to que, como es sabido, hoy dia todo el mundo se denomina «marxista> en el campo de las ciencias humanas), Ahora bien, lo que estos intelectuales tienen en la cabeza a propdsito de la teoria marxista, en un noventa por ciento son ideas erréneas, que ya fueron cexpuestas en vida de Marx y repetidas luego incan- sablemente, con una notable falta de imaginacion. Estas mismas ideas ertoneas han sido fabricadas y difundidas desde hace un siglo por todos los eco- nomistas € idedlogos burgueses y pequefio-burgue- ses? para «refutats la teoria marxista Estas ideas apenas han tenido dificultad en oga- nare un vasto piiblico, que por otra parte ya estaba, debido a sus prejuicios ideolégicos antisocialistas y antimarxistas, «ganado» de antemano. Este vasto publico est compuesto, ante todo, intelectuales y no de obreros, porque, como. dec Engels, aunque no puedan penetrar en las demos- ‘raciones més abstractas de El Capital, los. proleta: rios no se dejan coger en él. En cambio, incluso los intelectuales y los estue diantes mas generosamente ). 2. Comenzar la lectura del libro T por la sec cién UI (cLa transformacion del dinero en capital»), 3. Leer atentamente las secciones Il, Il («La produccién de Ia plasvalia absolutas) y TV (sLa pro- duccién de la plusvalia relativa»). 4. Dejar de lado la seccién V (einvestigactones ulteriores sobre la plusvalia»). 5. Leer atentamente las secciones VI («FI sala- neia el siguiente méto- » tio»), VI («La acumulacién del capitals) y VIII («La acumulacion primitivas). 6. Finalmente, comenzar a leer, con infinitas precauciones, la seccién I («La mercaneia y el dine- to»), sabiendo que siempre sera dificil de compren- der incluso después de varias lecturas de las restan- tes secciones, sin Ia ayuda de algunas explicaciones profundas.” Garantizo a Tos lectores que quieran observar escrupulosamente este orden de lectura, recordando constantemente lo que se ha dicho respecto a las di- ficuliades politicas y tedricas de toda lectura de El Capital, que no tendran ningin motivo para la- mentarlo. PUNTO II Voy a tratar ahora de las dificultades tedricas que obstaculizan una lectura rapida y, a veces, en determinados puntos, una lectura muy atenta’ del libro I de EU Capital. Tnsisto en que es precisamente apoyéndose en estas dificultades como la ideologia burguesa inten- ta convencerse —pero, zlo consigue realmente?— de que, desde hace mucho tiempo, ha logrado «refu- tars la teorfa de Marx, La primera dificultad es de orden muy general. Por la sencilla razén de que el libro T no es més gue el primer libro de una obra que consa de cuatro libros. He dicho: cuatro. Porque, si bien generalmente se conoce Ia existencia de los libros I, II y Ill, ¢ incluso si se han leido, se olvida por lo general el libro IV, suponiendo que se conozca su existencia, 1, OF Una slenea revolurnarta,Rresnien dt Mb. I de BI Capa, Este «misterioso» libro TV sdlo es misterioso para aquellos que piensan que Marx es un historia- dor» entre muchos otros, autor de una Historia de las doctrinas econdmicas, debido a que Molitor tra- dujo, si se puede decir asf, con este titulo * una obra profundamente teérica que se titula en realidad Teorias sobre la plusvali ‘Sin duda alguna, el libro 1 de El Capital es el tinico que Marx publicé en vida. Los libros II y UIT fueron publicados por Engels después de su muerte, en 1883, yel libro IV por Kautsky.* ¥ Por eso en 1886, en el Prefacio a la edicién inglesa, Engels pudo decir que el libro T «forma casi una unidad». En realidad, cuando no se disponia todavia de los siguientes, libros, habia que considerarlo «como una obra inde- pendiente>.? Pero éste no es nuestro caso. En efecto, dispo- nemos actualmente de los cuatro libros, en alemén * y en francés."* Debo indicar a los que les sea posi- ble, la conveniencia de referirse constantemente al texto aleman para controlar la traduceién, no sélo del libro IV (plagado de graves errores), sino tam- bign de los libros II y III (en los que algunas dificul- tades terminoldgicas no siempre han sido correcta- mente resuelias), ¢ incluso del libro T, traducido por Roy, en una versidn revisada por completo por €l propio Marx y en algunas péginas rectificada y a veces sensiblemente aumentada, Porque Marx, que desconfiaba de la capacidad teérica de los lectores, franceses, en diversos pasajes atenué peligrosamente a ce, ete om tl ie eee ne er, Ta Rae aS Rus Bal Ai, Rn las Bil. Socinies, Paris, fos Is. I, H1, FIL. Fin tas EA. Coste, ob Sas Fa a oe o‘el tule: Historie erica ae Ta tera de fe plavala, 31 IVEASIDAD DE MURCIA cA E Ja nitidez de las expresiones conceptuales original Ta lectura de los otros tres libros permite solu- cionar algunas de las enormes dificultades teéricas | del libro I, ante todo las concentradas en Ia terrible seccin I . Efectivamente, la seccién I del libro 1 se presenta en un orden de exposicién cuya dificultad deriva, mayoritariamen te, de este prejuicio hegeliano. Ademés, Marx redac 16 una decena de veces este comienzo, antes de darle su forma «definitivas, como si tropezara con tuna dificultad que no era tinicamente de exposicicn. Voy a dar, en pocas palabras, el principio de la solucién. Ta teoria del evalor-trabajo» de Marx, que todos | Jos xeconomistas» ¢ idedlogos burgueses le han re- prochado con argumentos ridiculos, es inteligible, a condicién de considerarla como un caso particu Jar de una teoria que Marx y Engels llamaron la «ley del valor», 0 ley de la distribucién de la cantidad de fuerza de trabajo disponible segtin los diversos sec- tores de Ia produccién, distribucién indispensable para la reproduccién de las condiciones de la pro- duccién. «Incluso un nifioy podria comprenderla, fice Marx a partir de 1868, en términos que desmien- ten este inevitable «comienzo arduo» de toda cien- cia, Sobre la naturaleza de esta ley, remito, entre otros textos, a las cartas de Marx a Kugelmann, del 6 de marzo y del 11 de julio de 1868.° st Mth 9 Be, S08 Me 9 La Che, mr te BS Gr barat intr fi Capita, 86, Sociee, Pas, pp. 7,29 ea 3 La teoria del «valor-trabajo» no es el tinico pur: to difieil del libro 1. Hay qne afaditle, desde lue- go, Ia teorfa de In plusvatia, pesadilla de los eco nomistas e idedlogos burgueses, que le dirigen re proches de «metafisicas, (Kokettieren) «con la termino- logia peculiar de Hegels. Debemos sacar las conse- cuencias de este hecho, lo que supone, en - creen que Marx desarrolla, al tratar de la composi- cin orgénica del capital, una teorfa de la empresa, 0 por decirlo en términos marxistas, una teoria de la unidad de produccién. No obstante, Marx dice exac- tamente lo contrario: habla en todo momento de la composicion del capital social total, pero en la forma de un ejemplo en apariencia concreto cuan: do da cifras [por ejemplo, sobre 100 millones: ca pital constante = 40 millones (cuarenta por cien) ¥ capital variable = 60 millones (sesenta por cien)] Por tanto, Marx no habla en este ejemplo con ci- fras, de una u otra empresa, sino de una «fraceién del capital total». Lo que hace es razonar, para como- didad del lector, y para «fijarle las ideas», con un ejemplo «concreto» (es decir, con cifras), pero este 39 ejemplo concreto tnicariente le sitve de ejemplo para hablar del capital social total. De acuerdo con este punto de vista, hay -que sefialar que en ninguna parte de El Capital se en cuentra una teoria de Ia unidad de produccién, fii una teoria de Ja unidad de consumo capitalistas. En estos dos puntos, Ia teoria de Marx todavia est por completar. ‘Asimismo, debo subrayar la importancia politica de esta confusién, disipada definitivamente por Le nin en su teoria del Imperialismo.* Es sabido que Marx proyectaba hablar en £l Capital del «mercado mundial», es decir, de la tendencia a la extension por el mundo entero de las relaciones de produccién capitalistas, Esta «tendencia» ha encontrado su ex: presidn més completa en el imperialismo, Es muy importante medir su decisive alcance politico, que Marx y la I Internacional haban calibrado perfec: tamente En efecto, si bien la explotacién capitalista (ex: torsién de la plusvalia) tiene lugar en las empresas capitalistas, en las que se contrata a los obreros asalariados (y estos obreros son sus victimas y, por Jo tanto, sus mds inmediatos testigos), esta explota cién local no es més que una pequefia parte de un. sistema de explotacién ...generalizado que se ex- tiende progresivamente de las grandes. empresas industriales urbanas a las empresas capitalistas agra rias y a las formas mas complejas de los restantes sectores (artesanado urbano y rural: explotaciones sagricolas familiares», empleados y funcionarios, et- cetera), no sélo en un pais capitalista, sino en el conjunto de los paises capitalistas y, finalmente, en el mundo entero (por medio de la explotacion colonial directa, apoyada en la ocupacién milita 20. Bt erin, fase seprior det captions en Obras escrias, ence fmnour Ba Pgs, Sol 190, 1 pp 0 in militar: colonialismo, ¢ indirecta, sin ocupa rneacolonialismo Existe, de hecho, una verdadera Internacional capitalista, transformada desde finales del siglo x en Ja Internacional imperialista, a la que el Mov miento obrero y sus, principales dirigentes (Marx y, después, Lenin) han respondido con una Tnternacio- pal obrera (la primera, la segunda y la tercera Internacional). Los militantes obreros reconocen este hecho real en su préctica del internacionalismo pro- Jetario. Coneretamente, esto significa que saben muy bien: 1. Que son directamente explotados en a em: presa (unidad de produccién) capitalista en que trabajan. 2. Que no pueden Hevar la lucha tinicamente cen el plano de Ta propia empresa, sino que, por el contrario, deben extender la lucha primero en el plano de la correspondiente produccién nacional (fe- deraciones del Metal, de la Construccién, de los Transportes, ete.)y después en el plano del conjunto de los diferentes sectores de la produccién nacional (por ejemplo, Confederacién general de los trabaja- dores) y ea el plano mundial (por ejemplo, Federa- cion sindical mundial). TEsto por Io que respecta a la lucha econémica de clase. Naturalmente, ocurre lo mismo, a pesar de la disolucién formal de Ia Internacional, en lo que concierne a la lucha politica de clase. Por eso hay que leer el libro 1a la luz, no sélo del Manifiesto (EiProletarios de todos los paises, unios!»), sino también de los estatutos de Ia primera Tnternacio- nal, de la segunda y de Ia tercera y por supuesto 2 la luz de la teoria leninista del imperialismo. Decir esto no es salirse en absoluto del libro T de EI Capital para ponerse a chacer politica» a propé- a sito de una obra que, parece ser, trata tinicaniente ede economfa politica». Es, por el contrario, tomarse en serio el hecho de que Marx, mediante un prodi- gioso descubrimiento, ha abierto al conocimiento sientifico y a la prictica consciente de los hombres ‘un nuevo continente, el continentehistoria, y que, como todo descubrimiento de una nueva ciencia, este descubrimiento se ha prolongado en la historia de esta ciencia y en la practica politica de los hombres ‘que la han hecho suya. Si Marx no pudo escribir el capitulo de El Capital que proyectaba redactar bajo el titulo de Mercado mundial, fundamento y base del internacionalismo proletario, como réplica a la In- ternacional capitalista_y posteriormente imperialis- ta, a T Internacional, fundada por Marx en 1864, tres aiios antes de la publicacién del libro T de El Ca- pital, ya habia comenzado a escribir en los hechos este mismo capitulo, cuya continuacién escribié Le- nin, no s6lo en su libro EI imperialismo, fase supe- rior del capitalismo, sino, ademas, en la’ Fundacion de la 111 Internacional (1919), Por supuesto que todo esto es, sino incompren- sible, si al menos muy dificil de comprender, cuando se ¢S un «economista> o incluso un ehistoriador», con mayor razén cuando se es un simple «idedlogos de la burguesfa. Por el contrario, todo esto es muy facil de comprender cuando se es un proletario, es decir, un obrero asalariado en economia politica, de la que hasta aquel momento ‘no habia tenido mas que un conocimicnto indirecto y super ficial. Apasionados trabajos en bibliotecas, sobre los eco- romistas, los informes de Tos Inspectores de fabricas y toda Ta docamentacion disponible (ef. las cartas de esta epoca en Carcas sobre Bl Capital) 4. FY Capt und de W Roe, del RCE, Mesto: a i IV, PISETTY a ee aa TPsaee y Enact, Mantirt dc Pars’ Come, Essen saras as ep Job Tone Eds ee Langue cranes, Maso fy vl Bee ale Eh eles apo Eater, 3 Sts Oy R- Aplers eae, Made else Seat td eC Mor Es: rs one ‘SPQ Mare a’ Engels, Caras sobre 21 Copal, of. cotalina y casttana por de Natit, Borvoe, sar Carian Kugetmai Se Mare, iatac Stprecheaie por Ed. Avanar, Dueaoe Aer a. 45 4. Los Grundrtsse, compllactin de manuseritos prepare: tories de la Contribuciin a Critica de ta somomta pote tiea que sera publicada en 1859. Solsmeate una parte de {estos textos psara a frtnar parte de fa Contribuctns La ie portant invoducsion a ln Contrucion permaneso india Fn mumorosos pasajes de fs Grandrisse(raductdos 0 pu to de ser publicados por las edctoues Antaropos, Parison i desncertado titslo Ge Fondemente de la critique de fico ‘ons pottgne), se nota una forte fine hefelina, cow. Binada‘con excrecsneine de homanisine feuerbachunno, Suto com a ideslogia alemiana’ los Grunrisce proporccoaria todas Tas citacones ambiguas ncccsaras fod las nt pretacones idealistas de ta teorin marssta: puede pede ine ain ningin peligro de equlvocarse 5 La Contrbuetin @ la ciflea dela economia politica (1850) cuya parte esenial (Soria el dinero) ha pasado a ta seccin I dl libro T de Bi Capital. El cere Prefacio, lespracadament, esd. muy tofu por ‘una concep hegelianeevolucionista, que’ desaparecerden un noventa, fueve. por cien en EY Capital y tolalmente en los textos Posteriores de" Mars Saari, precio y ganancia (1865).* Conterencias de Mark ante un piblicobrero, Texto sty importante en ‘tue aparecen claramente fos: compos de ET Capt, 7.NLi eorrespondencia sobre Et Capital anterior i865, recopida con ch ttl de Cartes sobre El Captale" ell Puede verse at deseubiero como Marx pide tnorinacin a Excelente seapitalsts que era Engels cera dels procooos de trabajo, dels instrament de trabajo (rnaquinaras), 80 bre la compostlon eriginaria del capital en tna empress, Sobre ia roacin dens forentesfeacctones dl capital et Podemos ver también come Marx somete a Engels sus hips tess, sus Tesltados, como Marx le hace varias preguntas 9 Hine eu cuenta su Tespucrs, En lio “descubrisos, qu, Inueho antes de 1867, Mare tenia en la cabesa lo esensal de EV Capital, no s6l0 del Hib T, sino tambien de oro Tt 5 6 ideo alomane (85) Tad, caatca ea Bicone 2, Bore ‘oom 9 Trad. case Welate em exe Ea Paros Unidos Bl, gi Monday, ta aa re FE calc He ei, Meco WS, Mag el Sri ae Sar enn) por Funny Cn ual eee cat chit haa 8. Stan, 96 ofp ‘3eManetingeis, Cortes sobre BI Capt, op, Bata sichn inlays "ss Cte ers y Epes tat uct de iting plod 0 46 eens el libro TH, puesto que Marx habla muy a menudo de ts feoria de Ia tenta del suelo y de la tendencia decreciente de Ta cuota de ginancla (que no apareceran hasta el libro 13, Dpublieado en 1894 por Bngels después de la muerte de Mars), IL. Textos posteriores @ El Capital, sean de Marx 0 de ‘otros grandes autores (Engels, Lenin, etc) "Textos que poseen una doble utilidad: arrojar luz sobre ‘alganos puntos dificiles de £1 Capital, o al menos facilitar Si lectura; prolongar las Investigaciones de la teoria fun Gada por Marx, demostrando con aplicaciones concretas 13 fecundidad de esta teorla ‘La segunda parte del Anti During de Engels (1877)"" que resume, sencillamente, io esencial dal libro 1 9. “La Critica de! programa de Gotha, de Mars (3815)." Simples Randglossen (Notas al margea), escritos por Marx, sobre el proyecto dle Programa comtn que debia vervir dé base a Ia unién orgéniea del Partido Obrero Sociallemé crata (marxista) la Asociacién General de Trabajadores ‘Alemanes (orientada por F. Lassalle) en 1 Partido Social- ‘Geméecrata Aleman, Ambas organizaciones hicieron caso omi: 0 de las eriticas de Marx y de Engels, los cules pensaron en desolidarizarse pablicamente dela’ nueva organizacion, ‘aunque renunciaron a ello pargue Ia burguesia «vio en el Programa lo que en realidad no habla». Estas sencillas Notas ‘al margen de Marx tienen un valor incalculable: hablan de fos prineipios que debe guiar toda politica de unidad, de Ie revolucidn y del socialismo, cuatro afos después de la Comuna de Paris. En ellos puede basarse una tcoria del Derecho: el Derecho es siempre burgués. No es la spropiedad Colectivas (noetén juridiea) «de los medios de producciéne, Sino su sapropiacion colectiva» To que define el modo de Droduccign socialista, Tesis fundamental: no hay que com fundlt las relaciones jurfdicas y Tas relaciones de produccién. ‘La historia de Ins desventuras de la Critica es ilustrativa Prohibida su publicacion por la direcciin del Partido Social- demécrata, no pudo aparecer piblicamente hasta... dieciseis ‘afios mis tarde, gracias a Engels, que debié jugar astuta- mente con la misma direccién y consiguid su propésito asi de casualidad. La direccién del Partido Socialde. fmdcrata se oponia radicalmente a la publicacton de las Notas criticas de Marx «a fin de ao poner trabas a la unk dad con mucstros camaradas lassallianos... lo Ed ae, Mn Trt,» pig de M.Sc» TEL Re Aor ody Madi, 196, C. Mernt, Ends: Obras ecole, a menos en la traduccion francesa de lac Editions Sociales (Et Capita, tomo TH, paginas. 241253)? En ellos. vernos, de manera itrecusable, en qué direccién avanzsba el. pens miento tedrico de Mare, sin ningun resto de influencias hhumanistaeuerbachiana 0 hegeliana, I. Prefacios, articulos de Engels, recogidos con el titulo e Estudios sobre EI Capital. Son anilisis de primer orden, ‘my claros, aunque afectados, como ocurre a veces con Engels, que por otra parte, tenia momentos de genialidad teoriea, por algunos fallos (ejemplo: la tesis segim Ia cual la ley del valor» habria dejado de actuar después del siglo x1)" 12." Quiénes son tos «Amigos del Pueblos, de Lenin (1394: Lenin tenia veinticusiro afios). Critica de ta ideologia Idealistahumanista de los populistas. Exposicién de los ptinciplos epistemoldgicos del descubrimionto ciontifico de ‘Mars. Afirmacion categorica de que la dialéetica de Marx no tiene nada que ver con la de Hegel, BB. El desarrolio det capitalismo en Rusia, de Lenin (1899: Lenin tena veintinueve afios). La Gnica obra de so: ciologia cientifiea que existe en ef mundo y que todos Jos Sociéiogos deberian estudiar con mucha atencisn. Aplicaciin dde Ia teoria del modo de produccion feudal y capitalista a la formaciéersocial rusa de fines del siglo xIx, cuando las relaciones de produccién capitalistas invaden el campo, st Dlanvindo las relaciones de prodvccién feudales. Esta obra ontiene Jo esencial de los humerasos estudios que Lenin habia consagrado, de 1804 a 1899, en sn critica de los «eco: nomistas» populistas, y «romanticas», las tesis fundamen: tales del libro II de Ft Capital, en un texto de una claridad y de un rigor sorprendentes. Texto que hay que poner en Felacion con La cuestion agraria de Kautsky (1903), que Le: rin tenia en gran estima y, principalmente con «Nuevos Glementos sobre las leves del desarrollo del capitalismo en ta agricultura> (1915)""en que Lenin trata de la eparadojae 1. ora margiaes sobre Wagwe, em El Copal, FCB, op. ty vp. iss, tabi coat 1 on Petit yee aruse de Hogs se eoeunta ee Ce pal, iia FEE op ot Fog Hea 1 pe A festados de Sie alr sabre Bt Cape ea ists eogass oes ims, Carp, Boca WT une: Obras eis, en sites, 0, o. 8 | {ue supone el elevado desarrollo capitatista de las pequesias cexplotaciones agricolas en los EU. al lado de las gran es explotaciones capitalistas, Los «especialistase franceses fen scuestiones agrarias» deberian estar enormeimente intere ‘silos por leer atentamente este texto, por otra parte muy aactwrl, y en aprender como se deben . Por ejem- plo, el continente Historia antes de Marx estaba ocu- pado por las filosofias de la historia, por la econo: nia politica, etc, La apertura de un continente por tuna ciencia’ continental no sélo pone en duda el 1, Esse echo canteane con el alo aen Jey BE Copa, Si to Kat de >. 55 derecho y los méritos de los anteriores ocupante: sino que también reestructura completamente laa terior configuracién del «continente». No se puede indefinidamente una metafora, de lo contra- que decir que la apertura al conocimiento cientifico de un nuevo continente supone un eanibio de terreno, 0 una «rupturay epistemoldgica, etc. Dejo para vosotros la realizacién de los trabajos de costura provisionales para unir entre sf todas esas metaforas. Pero un dia habra que hacer algo dis- tinto de coser y remendar: una teoria de la historia de la produccién de conocimientos. Tesis 4. Todo gran descubrimiento cientifico pro vyoca una enorme transformacién en la filosofia. Los descubrimientos. cientificos que abren los grandes continentes. cientificos constituyen las principales fechas de periodizacién de la historia de la filosofia: 1. Continente (Matemdticas): nacimiento de la Filosofia. Platén. 2. Continente (Fisica): transformacién profunda de la filosofia, Descartes. 3, Gran continente (Historia, Marx): revolucién en la filosofia, anunciada por la XT Tesis sobre Feu- erbach. Fin de la filosofia clisica, que no seré ya interpretacién del mundo, sino transformacién» del mundo. «Transformacién del mundo»: palabras enigméti cas, proféticas, pero enigméticas. de las viejas téenicas de adaptacién social y de readaptacién so- cial: igcnicas ideoldgicas, Este es el gran escandalo de toda la historia intelectual contemporénea: todo el mundo habla de Marx, casi todo el mundo se con- sidera més © menos marxista en ciencias humanas © sociales. Pero, zquién se ha tomado la molestia de leer atentamente a Mars, de intentar comprender su novedad y sus consecuencias tedricas? Salvo excep- ciones, los especialistas de las ciencias humanas si guen trabajando, cien afios después de Marx, con ana- cronismos ideoldgicos, igual que los fisicos aristo- télicos seguian trabajando con la fisica aristotélica cincuenta aiios después de Galileo, 2Qué filésofos no consideran a Engels y a Lenin como nulidades filoséficas? Creo que ni siquiera pueden contarse con los dedos de una mano. Incluso no todos los filésofos comunistas tie- rnen un buen concepto de Engels y de Lenin como «fildsofoss, sino todo lo contrario. ¢Qué filosofos han estudiado la historia del movimiento obrero, la 37 historia de Ja revolucién de 1917 y de Ia revolucién china? Marx y Lenin tienen el honor de compartir ste destino de parias intelectuales con Freud, y de ‘ser, cuando se habla de ellos, traicionados como es traicionado Freud. Este escdndalo no es un escin dalo: entre las ideas filosoficas reina Jo que se Hama telaciones de fuerza, que son relaciones de fuerza ideoldgicas, es decir, politicas. Son las ideas filos6- ficas burguesas las que estan en el poder. La cues tidn del poder es la cuestién mimero uno también en filosofia. Efectivamente, la filosofia es, en tiltima ins, taneia, politica. Tesis 5. zC6mo considerar el descubrimiento cien- tifico de Marx? ‘Si tomamos al pie de la letra lo que Marx nos dice acerca de la dialéctica real de Ia historia, no ‘son los «hombres» quienes hacen Ja historia, aunque su dialéctica se realice en ellos y en su préctica, sino Tas masas en las relaciones de la lucha de clases. Esto en lo referente a la historia politica, la historia ge neral. En la historia de las ciencias, ocurre, salvando las proporciones, lo mismo. No son los individuos quienes hacen la hist de las ciencias, aunque su dialéctica se realice en ‘ellos, y en su prictica, Los individuos empiricos, co- nocidos por haber efectuado tal o cual descubri- miento, realizan, en su préctica, unas relaciones y una conjuncién que los sobrepasan. "Aqui podemos plantear el problema de las rela- ciones Marx-Hegel Voy a hacer una exposicién extraordinariamente esqitematica, que debe tomarse solamente como cl indicio de un problema y la indicacién de las condi- ciones esquematicas de su planteamiento. Para esbozar este planteamiento, tomaré de nuevo ‘como punto de partida la referencia de Engels, reco- ida y desarrollada por Lenin, conocida por el nom 58 bre de las Tres fuentes del marxismo. Fuentes es ‘una nocién ideoldgica caduca, pero lo que mas nos importa es que Engels y Lenin no plantean el pro- blema'en términos de historia individual, sino en términos de historia de las teorias. Aparece en es cena una combinacién de tres «personajes teérico: la filosofia clisica alemana, la economia politica glesa y el socialismo francés; es decir, Hegel, Ricay- do, y BabeufFourier, SaintSimon, etc. Para sim- plificar y para mayor claridad en la exposicién, dejo parcialmente de lado el socialismo francés y consi dero tinicamente a Ricardo y a Hegel, comio repre- sentantes simbélicos de la economia politica inglesa y de la filosofia alemana, Voy a emplear el esquema extremadamente ge neral de la «préctica teérica> que propuse hace cinco afios en un articulo sobre la dialéctica materialista © @ @ (materia prima (instrumentos de (producto te6riea} _produccién teérica) _teérico) e 9 Cer agian gu oe 9 ee ve tiie ae ee aes Ec es Sm oa de Ja dialéctica hegeliana sobre la teoria valor-tra- bajo (R)-+la lucha de clases (S F). a el en del trabajo de la dialéctica hegeliana 1 Hemos tomado como materia prima la rela cién Marx-Hegel (G'1). Hemos hecho «trabajars s0- bre esta materia prima los instramentos de produc: cién tedrica G’2 (el propio Marx-algunas otras ca tegorias) a fin de producir un resultado G'3: lo que Lire le Capital puede contener de no aberrante. Este trabajo es provisional, en primer lugar para no- sotros. El proceso de trabajo tedrico debe prose- guirse en un nuevo ciclo en el que G’2 podré ser representado por la relacién (més 0 menos errénea) entre Marx y Lire le Capital, etc, La experiencia en- sefia muy rapidamente que uno no puede limitarse a este circulo interior; para avanzar hay que pa- sar necesariamente por la experiencia de la lucha de clases.] Volviendo al Esquema I, El Capital es el produc- to del trabajo de la dialéctica hegeliana sobre Ri- cardo, etc. Tesis completamente clésica, en la cual pueden por supuesto basarse tanto las interpretaciones orto: doxas marxistas como antimarxistas, puesto que esta tesis, en su formulacién esquematica, puede autori- zar la creencia de que la relacion de Marx con Ri- cardo se reduce a una relacién de aplicacién de Hegel a Ricardo. ‘Sin embargo, esta tesis se afirma siempre en la tradicién clasica simulténeamente con otra tanto © més repetida: la tesis de la inversin. No es Hegel aplicado a Ricardo, sino Hegel invertido. Expresién enigmatica. ¢Qué significa inversin? Primer indicio de un problema. Segundo indicio. De él pueden encontrarse gran imero de ejemplos en los clisicos del marxismo. Tomaré uno de ellos: las declaraciones paradéjicas y aparentemente contradictorias de Lenin sobre la relacién Marx-Hegel. a En cQuiénes son los amigos del pueblo?, Lenin dice que Marx no tiene relacion alguna con las tria- das hegelianas, y que El Capital no es en modo al- ‘guno su aplicacién a Ricardo. Pero en sus Notas de lectura (Ilamadas Cuader- nos sobre la dialéctica) Lenin escribe: «Aforismo: No puede comprenderse correctamente El Capital de K. Mars, y en especial su primer capitulo, sin haber estudiado a fondo y comprendido toda la Logica de Hegel. En consectiencia, ningiin marxista ha com- prendido a Marx medio siglo después de su muer- te» (1) (ES. 149) No obstante, una pagina antes, en las mismas notas, Lenin escribe: «El andlisis de los silogismos en Hegel recuerda el plagio que Marx hace de He- gel en el primer capitulo» (E-S., 147) Expresién que se parece particularmente a otra famosa y enigmética expresién de Marx, cuando, en a nota final a la segunda edicion alemana de El Capital, dice: «Bn el mismo momento en que redac- taba el primer volumen de El Capital, los grufiones, pretenciosos y mediocres epigonos, que hoy dfa im- peran en la Alemania culta, se recreaban hablando de Hegel al modo como el atrevido Mendelsohn arre- metia, en tiempo de Lessing, contra Spinoza tra tandolo de «perro muertos. Esto fue lo que me de- cidid a declararme abiertamente discfpulo de este gran pensador, y en el capitulo sobre Ia teoria det valor Hegué itcluso a flirtear (Kokettieren) acd y alld con su peculiar manera de expresarse...» Extrafa aplicacién de’ Hegel a Ricardo, Resu- miendo: 1, No Hegel, sino Hegel invertido. Inversién= nimero racional extraido de toda su envolutra mis- tica. 2. Ademés, un flirt» con la forma de expre- sign hegeliana (dice Marx) ; un «plagio» (dice Lenin) 3. Sidejamos de lado el «plagioy y el flirt, queda esa extrafia inversién. Es la inversién del idealismo en materialismo, la materia en el lugar de Ia idea, Pero esta afirmacién es demasiado genérica en rele cién con el problema que tenemos planteado. Porque es0 ya lo habia dicho y hecho Feuerbach dentro de la ideologia. Ahora bien, nuestra inversién no se refiere sélo a la concepcidn general del mundo, sino aun punto muy preciso: Ia dialéctica. Marx la cin- viertes, puesto que su dialéctica es eexactamente lo contrarios de la dialéctica hegeliana, zOué ¢s lo contrario de la dialéctica hegeliana? Misterio. Hay que ir més lejos, hasta el miicleo racional, es decir, un contenido que posee un valor teérico cientifico. Ya no se puede hablar-de inversién, sino de extrac- cidn critica, de una «desmitificacién» de la dialéc- tica. ¢Oué significa desmitificar? Por tanto, ya no podemos seguir hablando de aplicacién He reunido estos indicios y, con mucho esfuerzo y al precio de muchas torpezas, he avanzado Ia si- guiente hipdtesis: 1. Marx no ha «aplicado» Hegel a Ricardo. Ha hecho trabajar algo de Hegel sobre Ricardo. 2. Este algo de Hegel es, en primer lugar Hegel invertido. La inversin de Hegel afecta tinicamente a la concepcién del mundo = la inversién del idea lismo-en materialismo. Concepcién del mundo tendencia. Nada més. La tendencia de una concep cidn del mundo no origina ipso facto conceptos cientificos. 3. Este algo de Hegel es, pues, algo muy diferen- te de la inversion de la tendencia idealista en tenden- cia materialista, Es algo que afecta a la dialéctica Aqui la metéfora de la inversién ya no sirve para nada y ¢s sustituida por otra, Invertir la dialée- tica hegeliana = desmitificatla = separar el niicleo racional de la envoltura irracional, Esa separacion 8 no es una simple eleccién (tomar algo y dejar algo). Solamente puede tratarse de una transformacién. La dialéctica de Marx sélo puede ser la dialéctica hegeliana trabajada-transformada. 4. Marx, por lo tanto, hace trabajar a Hegel sobre Ricardo; hace trabajar una transformacién de la dialéctica Hegeliana sobre Ricardo. Es preciso decir que, en efecto, la dialéctica he- geliana ha sido transformada por el trabajo tebrico que ésta ha efectuado sobre Ricardo. El instrumen- to de trabajo tedrico que transforma la materia pri- ma teérica es, a su vez, transformado por su tra- bajo de transformacién, El resultado es Ia dialéctica en accién en EI Ca- pital: ya no es la dialéctica hegeliana, sino una dia Héctica muy diferente Hemos tomado como materia prima de nuestro trabajo esta diferencia, como lo he indicado en el esquema IT De ahi los resultados que figuran en Pour Marx? y Lire le Capital. Esencialmente, hemos encontrado en Marx: —Una concepeién no hegeliana de la historia, —Una concepeién no hegeliana de la estructura so- cial (un todo estruciurado como dominante. —Una concepcién no hegeliana de la dialéctica. Estas tesis, si tienen fundamento, originan impor- tantes consecuencias para la filosofia: en primer lugar, el rechazo del sistema bisico de las categorias filosoficas clisicas. Dicho sistema puede escribirse ast (Origen = ([Sujeto = Objeto] = Verdad) = Fin =. Fundamento) Este sistema es circular, puesto que el Funda- ‘Siglo NXT TH del Th oo : 64 aiento reside en que la adecuacién del sujeto y del objeto debe ser el origen teleolégico de toda verdad, No puedo justificar ahora esta secuencia circular: De este rechazo se sigue una nueva concepcién de la filosofia, que no es s6lo waa concepcion nueva sino una nueva modalidad de existeneia, incluso di- ria una nueva préctica de la filosofia, un discurso filoséfico que habla al margen del diseurso filosstico clisico. Para entenderlo, utilizaremos la analogia del_psicoandlisis. 1. Se trata de efectuar un desplazamiento = mover algo en la disposicién interna de Jas catego. ras filosoficas, 2. De modo que el discurso filosdfico cambic de modatidad —hable diferente—, lo eval origina la diferencia entre interpretar el mundo y transfor mar el mundo, 3. Sin que por ello la Filosofia desaparezca. Aparentemente Ja. filosofia es el discurso amas consciente posible. En realidad es el discurso de un inconsciente, No se trata de suprimir la filosofia, como tampoco se trata de suprimir lo inconscionte en Freud. Es necesario, mediante un trabajo sobre los fantasmas de la filosofia (que son la base de sus categorias), mover algo en la disposicion de las instancias del inconsciente filoséfico, a fin de que el discurso inconsciente de la filosofia encuentre sa lugar —y hable en voz alta desde el lugar propio que Je asignen las instancias que lo producen, Dejo estas cuestiones de capital importancia, Queda un punto por tratar, Todo Jo que hemos publicado sobre Hegel deja de lado Ia herencia posi- tiva que Marx, segtin él mismo confiesa, ha recibido de Hegel. Marx ha transformado la dialéctica hepelia- na, pero debe a Hegel este don capital; Ja idea de la dialéctica. De eso no hemos hablado. Quisiera decir algo sobre ello: 6 En Ja nota final a la segunda edicién alemana de El Capital, Marx habla de Ta dialéctica en los siguien- tes términos: «... la mixtificacin que la diakéctica sufre en manos de Hegel no quita nada al hecho de ‘que él haya sido el primero en exponer (darstellen), con amplitud y conciencia, sus formas generales de movimiento. En él la dialéctica estaba cabeza abajo. Hay que invertirla para descubrir en el interior de la envoltura. mistica el niicleo racional. 2En su forma mixtificada, la dialéctica fue una moda alemana, porque parecia transfigurar el esta do de cosas vigente (das Bestehende). En su forma (Gestalt) racional, constituye un escandalo y un mo- tivo de horror para los burgueses, »Debido a que al mismo tiempo que la compren- sién del estado de cosas vigente incluye la com prensién de su negacién y de su destruccién nece- sarias, debido a que concibe toda forma desarrollada en el curso del movimiento, y, por tanto, también en su aspecto efimero, no se deja inmovilizar por nada, es, en su esencia, critica y revolucionaria.» Dos nociones sobresalen en este text 1. La dialéctica es critica y revolucionaria. Notemos, sin embargo, la ambivalencia de la dia- léctica, Esta puede ser: a) 0 transfiguracién del estado de cosas vigen- te, «del hecho consumado» (Bestehende), del orden existente. La dialéctica: bendicién del orden existen- te (social, cientifico). b) 0 critica y revolucionaria: implica la relativi- dad de todo orden establecido, social y tesrico, de Jas sociedades y de los sistemas, de las instituciones y de los conceptos. La dialéctica: critica de Jo absoluto por el rela- tivismo histérico. Este punto esta muy claro en Engels: la dialé tica pone en movimiento los conceptos. Repeticién 6 inmediata del tema hegeliano: La razén, critica del entendimiento; la razon pone en movimiento los ‘conceptos del entendimiento. La oposicién clisica dentro del marxismo entre materallemo/metaiic _ opesicgn metaisc/daléctice no es més que la repeticién de la oposicién hegeliana entre entendimiento y razén. Si s6lo Hegamos hasta aqui, no hemos salido de Hegel. Todo sigue siendo muy formal y por lo tanto muy peligroso, La prucba de ello es la interpretacién esponténeamente relativista/historicista de esta con- cepcién de la dialéctica como eritica de la fijacién del entendimiento. La contraprueba est en la enérgica reaccién de Lenin contra el relativismo y el histori- ccismo (Materialismo y empiriocriticismo), ideologias burguesas de Ia historia y de la dialéctica. 2. Pero hay algo mucho més importante: la dialéctica hegeliana contiene un niicleo racional. Qué es ese micleo? Para averiguarlo, hay que dar un largo rodeo. Es preciso volver de nuevo sobre fa historia teérica de Marx. El momento decisivo de esa historia es Ja ruptura con Feuerbach, Esta ruptura se revela, con la rapidez de un relémpago, en las tesis sobre Feucr- bach. Las tesis sobre Feuerbach fueron escritas apre- suradamente tras este acontecimiento teorico fun. damental: la introduccién de Hegel en Feuerbach (que tiene lugar en los Manuscritos del 44). Los Ma- nuscritos son un texto explosivo. Hegel, reintrodu do por la fuerza en Feuerbach, provoca un prodigioso acting out de la contradiccién tedrica del joven Marx, en el que se consuma la ruptura con el huma- nismo tedrico, Hablar de Ia ruptura de Marx con el humanismo tedrico es una tesis muy precisa. Si Marx rompié con oa reer reece ares e eee EEE esta ideologia es porque antes ta habi la habis abrazado(y no fue una union nanny s porque esta exlstin, El homer ee oe abrazé es el de Feuerbach. Ree _Como todos los jovenes hegellsnos, Marr brisea'Feserbach en condiciones muy Paice elas cuales, sguiendo aA Cormre bees Ga otra ocasin. Feuerbach ssalvor tesican ‘urante un tiempo, a los jévenes hegelianos radi. ruder de este sacro Estado prusiano que, sieade sts siv la Rezén y la Libertad, se empettbe on igaosee su propia setenciay, perscverando mis all de Ie convenient en a sintaain ye despotisme.-Fevertace Jos salvovteovieamente dindoes ia clave de a oo, iccién razén-sinrazin, mediante Ue eons la alienacion del hombre. i = a,Evidentemente, nadie puede pretender, bajo ni fin coneepto, ni siguiera a itlo de marca iy rrarse de Feuerbach mediante un cémodo expedien. te de algunas citassuyas,o de Marx o de Enel ann nes si lo habian leido. Tampovo puede hatere te diante este adjetivo, fruto de la comodidad y de la Sstorancta, que, sin embargo, suena tan bien en ‘las polémicas: antropologia especulaiva, Come si ba ara, ae quitar la especulacién a la antropologia para ae [a snstopoogia (Guponiendo que alguien, pa ue quiere designarse con este nombre) tenge a fundamento, Cuando sc le arranea la cabers a no va demasiado lejos. Como si bastara también con Pronunciar palabray mgions para llamar secon ach por os nombre '(los filésofos, aun no siendo pe- fros guardianes, son como vosottes y Jor tang Yengan, hace falta, al menos, lamarlos por ee nae bre). Brocuremos, por tanto, llamar a Feuerbach nombre, o al menos, por su nombre aber 68 bach de los afios 39-45, es decir del autor de La eser cia del cristianismo y de los Principios de la filosofia del futuro, y no del Feuerbach posterior al 48, que, contrariamente a sus primeras consignas, afadid mucha «agua a su vino» por miedo a la Revolu- cién (1848). | El Feuerbach de La esencia det cristianismo ocu- | pa en Ja historia de la filosofia un lugar sencilla- | ‘mente extraordinario, Realiza el enorme esfuerzo de | poner afin a la filosofia clasica alemana», de de bar (con mas precision, sinvertire).a Hegel, et ht mo de los filésofos, con quien se acaba la historia, mediante una filosofia tedricamente reirdgrada con relacién a Ja gran filosofia idealista alemana, El calificativo retrégrada, hay que entenderlo en un sentido preciso. Si bien Is filosofia de Feuerbach lleva en su seno las huellas det idealismo alemén, sus fundamentos tedricos (datan de antes del idea- lismo aleman. Con Feuerbach, retrocedemos de 1810 a 1750, del siglo x1x al siglo xv111, Paradojicamente —por ‘razones que bastarian para asustar a una | buena «dialéctica» procedente de Hegel, gracias a | su carécter retrogrado en la teoria, la filosofia de | Feuerbach ejercis ciertos beneficiosos efectos progre- sistas en la ideologia y hasta en la historia politica de sus partidarios. Pero pasemos a otra cuestién. {Qué entendemos por una filosofia que lleva fas huellas del, idealismo aleman pero que ajusta las | cuentas a éste y a su supremo representante, Hegel, con un sistema tedricamente retrégrado? Con a expresiGn huellas del idealismo aicman in- | dicamos que Feuerbach hace suyos los problemas | filosoficos planteados por el idealismo alemén. En primer lugar, los problemas de Ia razén pura y de la razén préctica, de Ia naturaleza y de la libertad, | del conocimiento (zqué puedo conocer?), de ta moral 8 (eau debo hacer?) 7 de la religidn (¢qué puedo es perar?), Es decir, fos problemas kantianos funda- mentales, pero «repensados» a través de la critica y-de las soluciones hegelianas (en conjunto, ta cri- tica de las distinefones 0 abstracciones Kantianas, que para Hegel son consecuencia de-un desconocimiento de la raz6n, relegada al papel del entendimiento). Feuerbach plantea los problemas del idealismo ale man, con la intencién de dares una solucién de tipo hegeliano; quiere, en efecto, pensar la unidad de las distinciones, 0 abstracciones kantianas, con algo pa- recido a la Idea hegeliana, Este «algo» parecido a la Idea hegeliana, incluso siendo su inversion radical, es el hombre, 0 la naturaleca, o la Sinnlichkeit (al mis- ‘mo tiempo materialidad sensible, receptividad ¢ in- tersubjetividad sensible). Querer mantener unido todo este conjunto, es decir, pensar como una unidad unida estas tres no- ciones: Hombre, Naturaleza y «Sinnlichkeits, es un empefio filosdfico demencial, que convierte la «fi- losofia» de Feuerbach en un deseo filosdfico, en una incoherencia teérica recubierta de hecho por un «an- helo» de imposible coherencia filosdfica. «Anhelo» ‘conmovedor, ciertamente, hasta egar a lo patético, puesto que expresa y prociama con gritos solemnes su desesperada voluntad de salir de una ideologia filosofica, de Ia que en definitiva seguiré siendo cl rebelde, €l prisionero. El hecho es que esta imposible unidad ha dado lugar a una obra que ha jugado un papel en la historia y ha producido desconcertantes resultados, unos inmediaios (en Marx y sus compa- fieros), otros diferidos (en Nietzsche, en la fenome- nologia, en una determinada corriente teolégica mo- derna, inclusive en la reciente chermenéuticar que de ella procede). Es una unidad (HombreNaturaleza-Sinnlichkeit) imposible que permitié a Fenerbach- «resolver los 0 grandes problemas filosoficos del idealismo aleman, esuperando» a Kait ¢ cinvirtiendo» a Hegel. Por ejemplo, los problemas kantianos de Ja distincion entre [a razén pura y la razén préctica, de la natura Jeza y de la libertad, etc,, se solucionan en Feuerbach mediante un principio tinico: el hombre y sus atr butos. El problema kantiano de la objetividad cien- tifica, como el problema hegeliano de la religién, Jos resuelve Feuerbach con una extraordinaria teoria de Ia objetividad especular (cel objeto de un ser es la objetivizacion de su esencias: el objeto —los ob- jetos— del hombre son la objetivizacién de la esen- cia humana). El problema kantiano de la Idea y de Ja historia, superado por Hegel con su teorfa del Es- piritu como momento supremo de la Idea, lo so- luciona Feuerbach con una extraordinaria teorfa de la intersubjetividad constitutiva del género hu- mano. En la base de todas estas soluciones se en cuentra siempre el hombre, sus atributos y sus ob- jetos «esenciales» («reflejos» especulares de su esen- cia) Fl hombre es en Feuerbach el concepto iinico, originario y fundamental, stil para todo, que hace las veces del sujeto transcendental, del sujeto nou- ménico, del sujeto empirico y de la Idea kantianos, y que sustituye igualmente a la Idea hegeliana. El «fin de la filosoffa clasica alemana» es, simplemente, la supresién verbal de sus soluciones respetando sus problemas. Es la sustitucién de sus soluciones por tuna nociones filoséficas heterdclitas, recogidas indis- criminadamente de la filosofia del siglo xvi (el sen- sualismo, el empirismo, el materialismo de la Sinn- lichkeit, extraidos de la tradicién derivada de Con- dillac; ‘un pseudobiologismo vagamente inspirado en Diderot ; un idealismo del hombre y del «corazén= sacados de Rousseau), unificadas a base de juegos de palabras teéricos bajo el concepto de hombre. n De ahi ese extraordinario planteamiento y e808 resultados que Feuerbach podia sacar de su inco hierencia, alternativa y simultdneamente (y, para él, no habia en ello malicia ni. incoherencia alguna) marcrialista, idealista, racionalista, sensualista, em- pirista, realista, atea y humanista, De ahi sus impre- caciones contra la especulacién de Hegel, reducida a la abstraceién. De ahi sus apelaciones a lo concreto, ‘a las «cosas mismas», a lo real, a lo sensible, a la materia, contra toda forma de alienacién, cuya esen- cia ultima la constituye, en su opinion, la abstraccién. De ahf el significado de su «inversion» de Hegel, que Marx abraz6 durante mucho tiempo considerin- dola como la eritica real de Hegel, si bien, en rea- lidad, permanece en sv totalidad prisionera del em: irismo, empirismo cuya teoria sublimada es Hegel: invertir el atributo en el sujeto, invertir la Idea en lo real sensible, en la materia, invertir lo abstracto en lo conereta, ete. Todo eso’ bajo Ia categoria de hombre que es 10 real, lo sensible y lo concreto. Vieja tonada, cnyas trasnochadas variaciones todavia podemos oir hoy da Este es el humanismo tedrico con el que tuvo que habérselas Marx, Digo tedrico, puesto que el hombre no es para Feuerbach solamente una Idea en sentido kantiano, sino el fundamento tedrico de toda su «filosofias, como lo fue el cogito para Descartes, el sujeto trascendental para Kant y la Tdea para Hegel. Es este mismo humanismo tedrico el que volvemos a encontrar actuando en los Manuscritos del. 44 Pero antes de volver a Marx, hay que decir toda- via unas palabras sobre las consecuencias de esta posicion filoséfica paradéjica, que pretende abolir tadicalmente el idealismo aleman, pero que respeta sus problemas y cree poder resolverlos con la inter- veneién de un conglomerado de conceptos del si n glo xvi, reunidos bajo la expresion tedrica de hom- bre, que les garantiza Ia unidad y coherencia «fi- losoficase Puesto que no se puede evolver» impunemente mds hacia atrds de una filosofia, conservando al mis- mo tiempo los problemas que ésta ha puesto al des- cubierto, Ia consecuencia fundamental de esta re- gresion tedrica, correlativa de la conservacién de problemas actuales, es provocar una prodigiosa con- iraccién de la problematica filos6tica existente, bajo la apariencia de su sinversions, que no es tmas que el imposible «deseo» de invertirla, Engels y Lenin fueron perfectamente conscientes de esta «contraccién> con relacion a Hegel. «Compa- rado a Hegel, Feuerbach es inferior» Vayamos a lo esencial. Lo que, imperdonablemente, Feuerbach ha sacrificado de Hegel es la historia y ia dialéctica, 0, mejor dicho, ya que es uno y lo mismo en Hegel, la historia o la dialéctica. Tampoco aqui Marx, Engels y Lenin se equivocaron: Feuerbach es materialista en las ciencias, pero... es idealista en historia; habla de la naturaleza, pero... no habla de la historia —Ia naturaleza ocupa su lugar—; no es dialéctico, ete Precisemos, con todo el material de que dispone- mos, estos fundamentados juicios. Es cierto que Feuerbach habla de la historia, cuando cree distinguir la «naturaleza humana hindi», sjudaica», «romana», ete. Pero no hay en él una teoria de la historia. Y, sobre todo, no hay ninguna huella de esa teoria de Ia historia que debemos a Hegel, con- cebida como proceso dialéctico de produccién de figuras. Es cierto, y ya podemos comenzar a decirlo de de ahora, que aquello que estropea irremediablemen- te Ia concepeién hegeliana de la historia, como pro- eso dialéctico, es su concepcién teleoldgica de Ta dia léctica, inscrita en las mismas estructuras de la B dialéctica hegeliana en un punto en extremo preciso: la Authebung (superaciéa-que-conserva-losuperado como-superado-asumido), expresada inmediatamente en Ia categoria de la negacidn de la negacién (0 ne- gatividad) Cuando se critica Ia filosofia de Ia historia hege liana porque es teleoldgica, porque desde sus orige- nes persigue una finalidad (la realizacién del saber absoluto), y, en consecuencia, cuando se rechaza Ia teleologia en la filosofia de ia historia, pero acep- tando al mismo tiempo tal cual la dialéctica he- geliana, se cae en una extraa contradiccién ; porque la dialéetica hegeliana es también teleoldgica en sus estructuras, puesto que la estructura clave de la dialéctica hegeliana es la negacion de la negacién, to cual es ia teleologia misma, idéntica a la dialéctica. Por esta razén Ia cuestién de las estructuras de la dialéctica es la cuestién clave que domina todo el problema de una dialéctica materialista. Por eso Stalin puede ser considerado como un filésofo mar- xista perspicaz, al menos en este punto, por haber borrado la negacion de la negacién de las eleyess de la dialéetica. Pero en la medida, y digo en la medida, en que en la concepcidn hegeliana de la historia y de Ja dialéctica puede hacerse abstraccién de la teleo- logia, el resultado es que debemos a Hegel algo que Feuerbach, ofuscado por su apresurada busqueda del hombre y de lo concreto, fue absolutamente incapaz de comprender: 1a concepcién de la histo proceso. Indudablemente, puesto que ha sido tras- asada a sus obras, y Fl Capital es buena prueba de ello, Marx debe a Hegel esta categoria filoséfica de- cisiva de proceso. Le debe algo mas todavia, algo que Feuerbach tampoco ni siquiera imagin6, Le debe el concepto de proceso sin sujeco. Es de buen tono decir en las conversaciones filoséficas, con las que a veces se m escriben libros, que en Hegel la historia es «la his- toria de la alienacién dei hombre». Independiente- mente de lo que se esté pensando al pronunciar esta expresién, se enuncia una proposicidn filosofica que posce un sentido implacable, que volver a encon- trarse facilmente en sus retofios, suponiendo que no se sepa discernir en la madre. Se enuncia que la his- toria es un proceso de alienacién que tiene un sujeto, y este sujeto es el hombre. Y, sin embargo, como muy bien lo habia obser vado'Hyppolite, no hay nada més extrafio al pensa- miento de Hegel que esta concepcién antropoldgica dela historia. Para Hegel, la historia es efectivamen- te un proceso de alienacién, pero este proceso no tiene por sujeto el hombre. En primer lugar, en la historia hegeliana el protagonista no es el hombre, no el espiritu, y, si se quiere @ cualguier precio tun «sujeto> en la historia (lo que bajo la categoria de esujeto> es, ademés, falso) hay que buscarlo en los epueblos», 0 mas exactamente (y con ello nos acer camos mds a la verdad) en los momentos del desen volvimiento de la idea convertida en espiritu. ¢Qué podemos decir sobre esto? Fso tan sencillo, pero, si se quiere «interpretarlo» bien, eso tan importante desde el punto de vista tedrico: Ta historia no es la alienacién del hombre, sino la alienacién del espiritu, es decir, el tiltimo momento de la alienacién de la Idea, Para Hegel, el proceso de alienacién no comien- za con la historia (bumana), puesto que la historia no es mas que la alienacién de Ia naturaleza, la cual es, a su vez, alienacién de la Légica. La alienacién, que ¢s la diaiéetica (en dltima instancia negacion de la negacién 0 Aufhebung), 0, hablando mas cla- ramente, el proceso de alienacién no es, como qui- siera una corriente de la filosofia moderna que «corri- gee y «limita» a Hegel, propio de la historia humana, Desde el punto de vista de la historia humana el 6 proceso de alicnacién ha comenzado ya desde sier bre. Ello significa, si se toma esta expresion en serio, ‘gue, en Hegel, la historia es coneebida como un. pro- seco de alienacién sin sujeto, 0 un proceso dialéc- fico sin sujeto. Si se considera, por un instante, que toda la teleologia hegeliana esté contenida, en las frases que acabo de enunciar, en las categorias de la alicnacion, o en lo que constituye la estructura domi mrante de la categoria de la dialéctica (negacion de la negacion), y se intenta, si es posible, hacer abstrac- cham de lo que en estas expresiones representa Ta te feologfa, nos queda la formula: Ja historia es we proceso sin sujeto. Creo poder afirmar gue esta ca. Tegoria de proceso sin sujeto, que, desde huego, hay ue arrancar a Ja teleologia hegeliana, representa, Sin duda, la principal deuda teorica que ata a Marx’ con Hegel. ‘Ya sé que, en dltimo término, hay en Hegel un ste jeto de este proceso de alienacién sin sujeto. Pero es tin sujeto bien extrafio, sobre el que podrian hacer- SE gumerosas ¢ importantes observaciones, Este suje~ to es la feleologia misma del proceso, es fa Idea, en 1 proceso de aitoalienacién que 1a constituye en Ia Idea. No es ésta una tesis esotérica sobre Hegel; puede verificarse a cada paso, es decir en cada «momentos el proceso hegeliano, Decir que no existe ningtin sujeto» del proceso de alienacién, ya sea cn Ia his fora, en Ja naturaleza o en la Légica, es decir senci- Tlamente que no se puede en ningin «momento» asis: nar como sujeto del proceso de alienacién ningtin sujeto» de ningsin tipo: ni tal ser (tampoco el hom: bre), ni tal pueblo, ni tal «momento» del proceso, ti la historia, ni 1a naturaleza, ni la Logica. El unico sujeto del proceso de alienacién es ef mismo proceso en su teleologia. El sujeto del proce go mo ee lampoco e! fin de este mismo proceso (ello 6 puede prestarse a contusiones: go dice Hegel que A espiritu es el «devenir-sujeto de Ta sustancia»?), Sino el proceso de alienacién en tanto que persigue Su fin, es decir el propio proceso de alienacién en tanto que teleol6gico. ‘Teleoldgico no es tampoco tna determinacion que se afiada desde fuera al proceso de alienacién sin- Sujeto. La teleologia del proceso de alienacién esta inserita textualmente en su definicién en el concepto de alienacién, que es la propia teleologia en ef inte- rior del proceso. ‘A partir. de aqui puede comenzar a aclararse el extraito papel de la Logica en Hegel. Porque, qué ts la Logica? La ciencia de la Tdea, es decir, !a ex: posicién de su concepto, el concepto del proceso Fe alienacién sin sujeto 0, en otras palabras, el con- epto del proceso de autoalienacién que no se dis- tingue, considerado en su totalidad, de Ja Idea. Asi concebida, la Légica, © concepto de la Idea, es la Gialectica, el «camino» del proceso en tanto que pro- eso, cl emétodo absoluto». Si la Légica no se di tingue del concepto de Ia Idea (del proceso de alie- nacién sin sujeto), es, pues, el concepto de este ex- trafio sujeto que buscamos. Pero como este sujeto es tinicamente el concepto del propio proceso de dlienacion, en otras palabras, como este sujeto es fa diakéetica, o sea el propio movimiento de la ne gacién de la negacién, ahi puede verse Ja extraor- dinaria paradoja de Hegel. Bl proceso de alienacién Sin sujeto (es decir, la dialéctica) es el tinico sujeto que Hegel reconoce. No hay otro sujeto en este pro- Geso, El sujeto es el propio proceso, dado que no existe otro sujeto. ‘Si queremos saber qué es Io que, en ultimo tér- mino, ocupa el lugar de «sujetor en Hegel, deberemos buscar en la naturaleza teleolégica de este proceso, ‘en la naturaleza teleoldgica de la dialéctica: el fin esta n ya dado en el origen. Por eso en Hegel tampoco hay brigen, ni comienzo (que no seria sino su fenémeno). EL origen, inkerente a Ix naturaleza teleol6gica del proceso (puesto que ¢sta no es sino la reflexion de su fin) debe ser negado desde el momento en que ésta es afirmada, a fin de que el proceso de alienacién sea un proceso sin sujeto. Nos Ilevaria demasiado lejos justificar esta proposicién que he avanzado nica mente con el fin de anticipar ulteriores investigacio- nes. Esta exigencia inevitable (afirmar y, al mismo tiempo, negar el origen), Hegel la asume consciente. mente en su teoria del comienzo de Ia Logica: el ser es inmediatamente no-ser. El comienzo de la L6- gica es la teoria de la naturaleza no originaria del origen. La Légiea de Hegel es el origen afirmado-ne- gado, primera formulacién de un concepto que Derrida ha introducido en la reflexién filosética, la tachadura Pero esta «tachadura» hegeliana, que constituye, desde su comienzo, la Légica, es negacién de la ne- gacién, dialéctica, y por lo tanto teleolégica. Es en Ia teleologia donde se halla el verdadero sujeto hege- iano, Eliminada la teleologia, queda esta categoria filoséfica que ha heredado Marx, la categoria de proceso sin sujeto. Esa es Ja principal deuda positiva de Marx con respecto a Hegel, el concepto del proceso sin sujeto. Este concepto sostiene todo Bi Capital. Marx era perfectamente consciente de ello, como lo atestigua esta nota a la edicidn francesa de El Capital afiadi- dda por Marx (E.S. I, p. 181). Marx, £1 Capital, 1, p. 181 (anotado tinicamente en la edicién francesa): «La palabra proceso, que expresa un desarrollo considerado en el conjunto de sus condiciones rea- les, pertenece desde hace mucho tiempo al lenguaje cientifico de toda Europa. En Francia fue introdu- 8 cida primeramente, con mucha timidez, en su forma latina de processus, »Posteriormente ha ido introduciéndose, despro- vista de este pedante disfraz, en los libros de quimica, psicologia, ete., y en algunos textos metalisicos. Aca- bara obteniendo su carta de ciudadania. Obsérvese, de paso, que los alemanes y los franceses en su len: guaje ordinario emplean la palabra “proceso” en su sentido juridico» Observemos, también, que el concepto de proceso sin sujeto sostiene, igualmente, toda la obra de Freud Pero hablar de proceso sin sujeto implica que la nocién de sujeto sea una nocién ideoldgica. consideramos seriamente esta doble tesis: J. el concepto de proceso es un concepto cien- tifico; : 2.” la nocién de sujeto es una nocién ideolégica ; resultan dos consecuencias: ™ 1, Una revolucién en las ciencias, pues la cien- cia de la historia es formalmente posible. 2. Una revolucién en la filosofia, dado que toda Ja filosofia clasica se basa en las categorias de suje- to+objeto (objeto = reflejo especular del sujevo). ‘Sin embargo, esta herencia positiva es todavia formal. El problema planteado es: gCudles son las condiciones del proceso histérico? A partir de ahora Marx ya no le debe nada a Hegel. Sobre este punto decisivo, Marx aporta algo sin pre- cedentes. Todo proceso se da bajo determinadas rélaciones: las relaciones de produccién (que son el objeto ex- clusivo de El Capital) y otras relaciones (politicas, ideologicas). No podemos dar por terminada nuestra refle- xién sobre este descubrimiento cientifico y sus con- secuencias filoséficas; por el contrario, sdlo hemos comenzado a sospecharlas y a comprender su impor- p tancia, No hace falta decir que no sera la ingeniosa ideologia estructuralista la que podrd proporcionar los instramenios para explorar el inmenso espacio del continente que Marx ha abietto para nosotros (jlas Verbindungen de Marx no tienen nada que ver con una ecombinatorias !), Este continente esti abierto desde hace cien afios. Los tinicos que han penetrado en él son los mi- Jitantes de la lucha de clases revolucionaria. Para vergiienza nuestra, los intelectuales ni siquiera sos- pechan a existencia de este continente, salvo para anexionarlo y explotarlo como una vulgar colonia. Debemos reconocer y explotar este continente para liberarlo de sus actuales ocupantes. Para pe- netrar en él basta con seguir los pasos de aquéllos que nos han precedido desde hace cien afios, los mi- litantes revolucionarios de la lucha de clases. De bbemos aprender, a su lado, Io que ellos ya saben. So- lamente con esta condicién podremos, también no- sotros, realizar en él nuevos descubrimientos, como los que anunciaba Marx en 1845, descubrimientos que ayuden no a «interpretar» el mundo, sino a trans- formarlo. ‘Transformar el mundo no es explorar la Luna, es hacer Ia revolucion y construir el socia- lismo, sin retroceder hacia el capitalismo, EI resto, incluida Ja Luna, se nos dari por afta didura. 23 enero de 1968 Lenin, lector de Hegel Ep una conferencia pronunciada hace un afio y editada por Maspéro (Paris, 1969) con el titulo de Ténine et la Philosophie,’ intenté demostrar que de- biamos considerar que Lenin habia aportado una contribucién capital al materialismo dialéctico, que Lenin habia realizado un verdadero descubrimiento, en relacién con Marx y Engels y que este descubri- miento podia resumirse en Ja siguiente tesis: la teoria cientifica de Marx provoca, no una filosofia nueva (llamada el materialismo dialéctico), sino una nueva prdctica de la filosoffa, exactamente una practica de Ia filosofia que se apoya en la posicién de clase proletaria en filosofia. Este descubrimiento, a mi parecer esencial, puede formularse con las siguientes tesis: 1. La filosofia no es una ciencia y no tiene ob- jeto propio, en el sentido que una ciencia tiene un objeto. 2. La filosofia ¢s una prdctica de intervencién politica que se ejerce en forma teérica 3. a filosofia interviene esencialmente en dos dominios privilegiados: el dominio tedrico de los efectos de la lucha de clases y el dominio tedrico de los efectos de la practica cientifica, 4. En su esencia, la filosofia se produce en el dominio tedrico por la conjuncién de los efectos de la lucha de clases y de los efectos de la practica cientifica. 5. Lafilosofia interviene, pues, politicamente, en forma teérica, en estos dos dominios, el dominio de la préctica politica y el dominio de la préetica cien- 1. Trtuid a ese por la Ba, Noe Yur, 19. Venue ar Uifica: ambos dominios de intervencién le son pro- ios, en la medida en que ella misma es producida por la combinacién de los efectos de esas dos prdc- ticas, 6. Toda filosofia reproduce una posicién de clase, una «toma de partidos en el gran debate que domina toda la historia de la filosofia: el debate entre el idcalismo y el materialismo. 7. La revolucion marxistaleninista en filosofia consiste en rechazar la concepcién idealista de la | filosofia (Ia filosofia como «interpretacién del mun. do»), la cual, mientras que ella misma actia de este modo, niega que Ia filosofia represente una osicién de clase y en adoptar en filosofia la posicién de clase proletaria, que es materialista; en defini va, en instaurar una nueva prictica de la filosofia, | materialista y revolucionaria, que produce el rest tado de una separacién de clases en Ia teoria Todas estas tcorias estin contenidas, explicita 0 implicitamente, en Materialismo y empiriocriticis ‘mo Por mi parte, no he hecho ms que comenzar a exponerlas explicitamente. Materialismo 9 empi, riocriticismo data de 1908, En aquel tiempo, Lenin todavia no ha leido, o verdaderamente leido, a Hegel. Lenin no leyé atentamente a Hegel hasta 1914 6 1915, Debemos observar que inmediatamente antes de leer 4 Hegel —la pequetia Légica, la Gran Logica y, final- mente, la Filosofia de la historia—, Lenin lee a Feuer. bach (en 1914), ‘As{ pues, Lenin lee a Feuerbach y a Hegel en 1914-1915, durante los dos primeros afios de la gue- ra interimperialista, nueve afios después de ser aplastada la Revolucién de Octubre de 1908 en el momento més eritico de toda la historia del movi- miento obrero, cuando éste es traicionado por los partidos socialdemdcratas de la II Internacional, que 2 Trades esale 700 E Ge, Mac, In, 2 de este modo abrian en la prictica de la Santa Alian- za la gravisima escision que, debia desembocar en el gigantesco esfuerzo de Leain y de los bolchevi ques, en Ja Revolucion de 1917 y en la fundacion de la II Internacional. : Hoy dia, abril de 1969, mientras existe una se- gunda escisién de hecho en el Movimiento comunista internacional, mientras el PCCh celebra su IX Com- igreso y se prepara en Moseti la Conferencia Interna ional de los Partidos Comunistas, quiz no sea del todo indiferente reflexionar acerca de Lenin, lector, en 19141915, de la Logica de Hegel. No es hacer er dicién, sino flosofia, y como la filosofia es la politica en el interior de la teoria, es, pues, hacer politica. Ademas, tenemos, comparado con Lenin, la inmensa ventaja de no vivir en una guerra mundial y'de ver con mayor nitidez en el futuro del. Mavimiento co- imunistaintemacional, a pesar de su escsin actual mnizé, incluso, gracias a su escision actual, a pesar dela poca informacion que sobre ella tenemos, Siem: pre hay tiempo para reflexionar. La paraddjica actitud de Lenin, lector de Hexel, puede explicarse mediante la confrontacién de dos hechos: 1, Primer hecho En 1854, en Quiénes son tos Amigos del Pueblo, Lenin, que con toda seguridad no ha leido todavia a Hegel y que sélo conoce de éste lo que dicen de él Marx, en el Postfacio a la segunda edicién alemana de Bi Capital, y Engels en el AniéDiihring y on el Ludwig Feuerbach, jLenin dedica una docena de paginas a la diferencia entre la dialéctica materialis. ta de Marx y la dialéctica de Hegel! Esas doce piginas constituyen una categsrica de 83 claracién de antihegelianismo. La conclusién que de elas se saca es (cito la nota de Lenin): «Lo absurdo que resulta acusar al marxismo de dialéctica hege- Tiana» (edicién Obras escogidas en. 2 volimenes, 1 gina 125), Poco antes, Lenin ha citado a Marx, afi mando que su método «se opone directamente al método hegeliano» (p. 118). En cuanto a las for- mas hegelianas de Mars, aquellas que figuran en 1 Capital, en particular en la seceién T del libro 1, ¥ que el propio Marx considers como el resultado de un flirt (Kokectieren) con la terminologia pecu- liar de Hegel, no son, en opinién de Lenin, sino smodos de hablar de Marzs..., que pertenecen «a los origenes de la doctrina», aéadiendo con enorme sensatez que eno se debe condenar una teoria por sus origenes» (p. 115). Lenin ahade tambien que las formulas hegelianas de Ia dialéctica, el xesque- ma dialéctico vaciow de las triadas es cuna tapa dera y una envolturas y que no s6lo es posible des tapar, sin alterar para nada el contenido de la marmita que se descubre y el fruto que se monda 0 descorteza, sino que incluso se debe destapar y des cortezar para ver lo que hay dentro de la marmita y dentro del fruto Vuelvo a repetir que en 1894 Lenin ain no habia leido @ Hegel, pero habia lefdo muy atentamente y habia comprendido, como nunca nadie lo ha com- prendido —tenia entonces veinticuatro afios—, El Capital de Marx, hasta el punto que la mejor intro- duccidn a £1 Capital se encuentra en Lenin. Por eso parece ser que Ia mejor manera de comprender a Hegel y Ia relacién de Marx con Hegel es haber leido ycomprendido primeramente El Capital Segundo hecho En 1915, en sus notas de lectura de la Gran Légi- ca, Lenin escribe esta frase que cito a continuacién y gue todo el mundo conoce de memoria: «Aforismo: hno se puede comprender enteramente El Capital de Karl Marx, y en particular su primer capitulo, sin haber estudiado y comprendido profundamente toda la Logica de Hegel. ;; En consecuencia, ningin mar- xista ha comprendido a Marx medio Siglo despues de su muerte! !» (doble exclamacion de Lenin) (ES, pagina 149). Evidentemente, para un lector superficial, esta ltima afirmacién contradice las anteriores declara- ciones de 1894, porque en lugar de declaraciones an- tihegelianas, nos encontramos ahora con una decla- racién radicalmente prohegeliana. Una declaracién tan radical que, si la aplicamos al propio Lenin, al Lenin autor de los prodigiosos textos sobre Fl Capi- {al de los aiios 1893-1905 y otros...,j él mismo se nos presenta como alguien que «#0 ha comprendido en absoluto a Mars», puesto que antes de 1914-1915, Le- nin no habia , mientras que Lenin, por su parte, se sirve de 1a critica de Kant por Hegel para criticar a Kant desde el punto de vista de la ciencia, de la objetividad cien- tifica, y de su correlato logico, la existencia material de su objeto. Asi es como se ejerce la prictica del descorteza- miento, de la mondadura, de la depuracién, en un punto en que esa préctica es posible: Lenin recoge lo que le interesa, desde su propio punto de vista, del discurso de Hegel, hecho a partir de un punto de vista muy diferente. Lo que determina el ps de eleccién es la diferencia en el punto de vista: Lenin es la primacia de la ckencia y de su objeto ma. terial, mientras que para Hegel, como es bien sabi do, la ciencia —es decir, las ciencias de los sabios (que residen en el entendimiento)— no posee, en absoluto, la primacia: puesto que, en Hegel, la cien- cia est sometida a la primacia de la religion y de la filosofia, entendida como la verdad de Ia reli- gion. B. El capitulo sobre ta idea absoluta Vamos de paradoja en paradoja, puesto que aca: amos de decir que lo que le interesa a Lenin en Ey Selina are ‘kage pas neat 9 cor (50) Ba Ratt a encaramce om ‘he Stain cl a ft ht Sp one isthe ott refund vee 95 Hegel es la eritica de Kant, pero desde el punto de vista de la objetividad cientifica, y no desde el punto de vista de su verdad, Ja cual, para resumir, est | del proceso de alienacién de un sujeto, la ese representada en Hegel por la idea absaluta, Lenin, no obstante, se interesa apasionadamente por el ca- pitulo sobre la idea absoluta, que, en su opinion, es casi materialista «Bs curioso que en todo el capitulo sobre la idea absoluta no se mencione casi en absoluto la palabra “Dios” (solamente una vez medio aparece el “con. cepto divino”); y, ademis, N, B., este capitulo no contienc casi ningtin idealismo especifico, sino que tiene como sujeto esencial el método dialéctico,» La suma y el resumen, la ditima palabra de Ia Lagica de Hegel, es el método dialéctico, hecho por completo sobresaliente. Y atin mas: la obra més idealista de Hegel es Ta que contiene menos idealismo y mds materialismo, «Es contradictorio, pero real»’ (pagi- ra 192), i (ose ¢Cémo explicar esta paradoja? De una forma bastante sencilla. Pero para eso debo efectuar previamente una vuelta atrés, EI afio pasado, en una conferencia pronunciada en el seminario de J. Hyppolite, mostré cual era la deuca tedrica de Marx con Hegel. Tras un examen critico de la dialéctica de lo que puede denominarse la experimentacién conceptual efectuada por Marx en los Manuscritos de 1844, en donde Ia teorta Feuer- bachiana de la alienacion de la esencia humana sufte una inyeccién hegeliana, muy exactamente la del proceso de alienacién histérica, pude hacer ver como esta combinacién inestable y explosiva fue, por una arte, efectivamente abandonada por Marx (los Ma- ruscritos no fueron, publics y sus tsis progre sivamente desmentidas) y, por otva, el origen de una explosion a een La tesis inestable sostenida por Marx en los 96 Manuscritos de 1844 es que la historia es la historia genérica del hombre alienado en el strabajo alic- nado». ‘Ahora bien, es precisamente esta tesis la que explota, Bl resultado de esa explosién es ta volatili- yacion de las nociones de sujeto, de esencia humana ¥ de alienacién, nociones que desaparecen completa. mente atomizadas, y es también la liberacién del concepto de proceso sin sujelo, concepto que esta ten la base de todos los andlisis de El Capital. El propio Marx confirma este punto en una inte- resante nota de la edicién francesa de El Capital interesante: puesto que Marx se vio obligado a aiiadir esta nota tres 0 cuatro afios después de Ja aparicién de Ia edicién alemana, es decir, después de un espacio de tiempo que le permitié comprender la importancia de esta categoria y de enunciarla por s{ misma), Marx escribe: «La palabra proceso, que expresa un derecho con siderado en el conjunto de sus condiciones reales, pertenece desde hace tiempo al lenguaje cientifico de toda Europa. En Francia, primeramente, fue it troducida timidamente bajo la forma latina de pro- cessus. Mas tarde, se desliz6, despojada de este dis- fraz pedantesco, en los libros de quimica, fisiologfa, eteétera, y en algunas obras de metafisica. Terminaré por obtener carta de naturaleza. Observemos, de pasada, que los alemanes, como los franceses, en el enguaje ordinario, emplean Ia palabra “‘proceso” en su sentido juridico» (EI Capital, Editions Sociales, tomo I, pagina 181). Ahora bien, proceso sin sujeto para quien «sabe leer de forma materialista Ia Légica de Hegel, es exactamente lo mismo que puede encontrar en el capitulo sobre la Idea absoluta. J. Hyppolite habia ya demostrado con gran acierto que la concepcién ” hegeliana de la historia no tenfa nada de antropo- logica. Prueba: la historia es el espiritu, es decir, lo que puede ser presentado en forma «de historias Para Hegel —contrariamente al error sostenido por Kojéve y por el joven Lukics, y después por muchos otros, que sienten como vergiienza de la dialéctica de la naturaleza—, la dialéctica no es en absoluto lo propio de la historia, lo cual significa que la his- toria no contiene en s{ misma, en ninguna forma, su propio origen. La tradicién marxista ha tenido toda la razon al retomar la tesis de la dialéctica de Ia na: turaleza, lo cual significa polémicamente que la historia es un proceso sin sujeto, que la dialéctica actuando en la historia no es Ia obra de un sujeto cualquiera, sea éste absoluto (Dios) 0 simplemente humano, sino que el origen de la historia esta situado ya —desde siempre— antes de la historia, y que, por consiguiente, no existe ni origen, ni sujeto filosdfico, propios de la historia. No obstante, lo que aqui nos interesa es que la naturaleza, en opinién de Hegel, no es origen de sf misma, sino que ella misma es el resultado de um proceso’ de alienacién que no co- mienza con ella, siendo, por lo tanto, un proceso que tiene su origen en otra parte: en la Ldgica. ‘Ahora es precisamente cuando las cosas son mas apasionantes. Porque, evidentemente, Lenin borra con una palabra la absurdidad de la naturaleza como producto de la alienacién de la légica y, sin embar. g0, afirma al mismo tiempo que el capitulo sobre la’ idea absoluta es casi materialist, Sorprendente. En realidad, goudl es el status de Ia légica en Hegel? Es doble: por un lado, la légica es el origen mismo, mas alli del cual no se puede ir, y aquello con lo que comienza el proceso de alienacién ulterior. En consecuencia, aparentemente este proceso de alie- nacidn tiene un sujeto: la légica. Pero cuando se in- vestiga atentamente, precisamente en el capitulo so- 98 bre la idea absoluta, cul puede ser la maturaleza» de este sujeto, que seria absoluto, se advierte que os cl origen negaddo en tanto que origen. Podemos verlo en dos puntos precisos: En primer lugar, en el comienzo de la légica, que niega aquello por lo que ella comienza desde el mis- mo comienzo, negando inmediatamente el ser en la nada, lo cual no puede significar mas que una cosa: es preciso afirmar y al mismo tiempo negar sit origen, ¢ preciso, por consiguiente, negar el sujeto desde el mismo instante en que se introduce. En segundo lugar, en la célebre tesis hegeliana de gue la idea absolute es simplemente ef método abso- {uto, el cual, por el hecho de no ser sino el propio movimiento del proveso, no es sino la idea del proceso considerado como el tinico absoluto. Es en esta doble tesis de Hegel donde Lenin apli- ca su lectura materialista. Y éste es el motivo por el cual esta tan fascinado por Ia idea absoluta. Lenin descorteza y depura también este punto, conser- vando cl absoluto y rechazando la idea que Hegel se hace de él, lo cual equivale a decir que Lenin extrae de Hegel esta proposicion: existe una sola cosa en el mundo que sea absoluta, es el método, 0 et concepto del proceso, él mismo absoluto. Y tal como el propio Hegel, por el comienzo de la légica (ser. = nada) y por el propio lugar que ocupa la lética {origen negado como origen, sujeto negado como sujeto), invita a hacerlo, Lenin descubre allt la con- firmacion de que es preciso (cosa que, por otra par- te, ya habia aprendido con una simple lectura atenta de El Capital) suprimir por completo todo origen y todo sujeto, y afirma: lo que es absoluto es ef proceso sin sujeto, a la vez en la realidad y en el co- nocimiento cientifico. Dado que esta proposicion aflora, es decir, esta constantemente a flor de piel —digo de piel—, basta 99 con mondar esta delgada piel para obtener el con- cepto marxistaleninisia de la dialéctica materialista, de lo absoluto del movimiento, del proceso absolute de la realidad del método: y, muy exactamente, de la validee cientifica fundamental del concepto de pro: 230 sin sujeto, como se ve en El Capital y en otras partes, en Freud, por ejemplo. Asi, pues, la tesis materialista de Ia existencia material y de la objetividad del conocimiento cien- Uifico encuentra aqui, en el capitulo sobre la Idea absoluta, su confirmacién, a la vez radical y descon- certante. Confirmacion completamente desconcertan te para un lector de Hegel que no haya lefdo a Marx, peto confirmacion perfectamente coherente para un lector de Hegel que haya lefdo a Marx. Mejor atin: confirmacién perfectamente coherente para alguien gue, sin haber lefdo a Hegel, podia hablar de él con plena ignorancia, es decir, con pleno conocimiento de causa, en el sentido propio del término —como lo habia hecho un joven de veinticuatro afios que, en 1894, escribié las doce piginas sobre Hegel a que me he referido antes. Partiendo de estas observaciones, os pido que intentéis, por vuestra cuenta, releer a Lenin leyendo a Hegel, y que me digdis si la escandalosa proposicion que he enunciado antes no es la verdad misma «Desde hace ciento cincuenta arios nadie ha com- prendido a Hegel. Para comprender a Hegel habria sido preciso estudiar y comprender profundamente El Capital de Marx.» Gracias a Lenin, podemos comenzar, no a leer, ni interpretar, sino a comprender, naturalmente transformandolo, el mundo filos6fico hegeliano. Debo recordar, finalmente, que esta intuicién de Hegel por Lenin, primero, y la lectura de Hegel por Lenin, después, tinicamente han sido posibles desde tun punto de vista de clase proletario y de la nueva 100 préctica de la filosofia que de él se sigue. Quiz4 po- damos, ahora, sacar de ello alguna leccién para el presente y para el porvenir, puesto que, a pesar de todo, para el Movimiento obrero internacional mar- xista, Ia situacién de 1969 es menos grave que en 1915, lo cual no significa que la tarca a realizar no sea inmensa, sino que es menos dificil, a pesar de las apariencias. Pero con una condicién, la misma que exigia Marx a sus lectores en el umbral mismo de El Capital: que tengan el valor de «pensar por si mismos» y pensar lo que se prepara, incluso a me- dio y largo plazo, en el interior de las masas, puesto que son ellas y no los filésofos quienes hacen la historia. 101 Sobre la Ideologia y el Estado r Ideologia y Aparatos Ideoldgicos de Estado (Notas para una investigacion) Sobre la reproduccién de las condiciones de la produccién En este momento debemos introducir algo que ya hemos entrevisto, con la brevedad de un relatn- ago, en nuestro andlisis, cuando hablabamos de la necesidad de renovar los medios de produccién para ‘que la produccién sea posible. Era una observacién que indicdbamos de pasada. Ahora vamos a consi- derarla en si misma. Como decia Marx, «incluso un nifio sabe que, si una formacién social no reproduce las condiciones de la produccién al mismo tiempo que produ puede durar ni un afto».* La condicién en dltima ins tancia de la produccién es, pues, la reproduceién de Jas condiciones de la produccion. Esta puede ser «simple» (reproduciendo tinicamente las condiciones de la produccién anterior) o (aumen- tandolas). De momento, dejemos de lado esta ultima distincion, Qué es, pues, la reproduccién de las condiciones de produccién? Por este camino nos introducimos en un terreno a la vez muy familiar (desde el libro TI de El Capital) y particularmente desconocido. Las rigidas eviden- {Ea‘Sios cxpenns so cen: por amit te aula ale ae ‘ane inifotictonas aun dein WsaP) . 2 Cane Kegeimay, aL TMGS Lae tr Te Cpe, Ed. Secale, sy ra Sopcin r Rog Cars oe Cop ane Mision iS 60 ch poe BE ae = 105 cis (evidencias ideol6gicas de tipo cempirista) del linicamente de la simple préctica productiva (por 1a abstracta en relacién con el proceso de on), actan hasta tal punto en eonjunto | con nuestra «consciencia> cotidiana, que es extrema damente dificil, por no decir cai imposible ‘Tews hasta el punto de vista de fa reproduccidm. Sin ean argo. al margen de ert punto de vst, todo sigue siendo absiracto (més que parcial: deformado) i nivel de Ja produccién y, con mayor razén ain, de la simple prictica, ee Intentaremos examinat | ir esas cuestiones metédi- Para simplificar nuest i [= muestra exposicién, y si conside- ramos ue toda formacién social depended luccién dominante, podemos deci €l proceso de production uli lac faetas Srna ‘ fas fuera tivas existentes en jo niles Saas en y bajo determinadas relaciones coc aT GoDsigwiente, para existe, toda formacién social debe, al mismo tiempo que produce, y precisa mente para poder produci, reproducir las condi ies de su producci6n, Debe reproducir, por lo tantor 2+ as fuerzas productivas. . Las relaciones de produccién existentes. por lo tanto: Reproduccion de los medios de produccién " re l, o los teéricos emacroeconomistas» ace as), puesto que Marx lo demostré ‘rrefutablem + posh acs eg nes rein 106 condiciones materiales de 1a produccién: Ia repro Guccion de Ios medios de produccién. ‘Cualquier economista, que en ell no se diferen. cia de cualquier capitalista, sabe que hay que tener previsto, cada aiio, con qué reemplazar lo que se Tesgasta o se usa en la produccién: materia prima, instalaciones fijas (edificios), instrumentos de pro- Guccién (maquinaria), etc. Decimos: cualquier cco fomista — cualquier capitalista, desde el momento En que ambos expresan el punto de vista de Ia em- presa, limiténdose simplemente a cambiar opiniones Rcerea de los términos de la préctica financiera contable de la empresa. Pero nosotros sabemos, gracias al genio de Ques- nay, que fue el primero en plantear este problema ue csalta a la vista», yal genio de Marx, que lo resol- Mis, que la reproduccién de las condiciones materia: les de la produccién no pueden plantearse al nivel de la empresa, porque no es en ésta donde aquélla existe en sus condiciones reales. Lo que ocurre a tnivel de la empresa es un efecto que permite ink camente hacerse una idea de la nevesidad de Ta Feproduccién, pero que no permite en absolute com- prender sus condiciones ni sus mecanismos. ‘Un solo instante de reflexion basta para conven cernos de ello: el Sr. X..., capitalista, que produce on su fabrica de hilados tejidos de lana, debe erepro- Gucir» su materia prima, su maquinaria, etc, Ahora bien, no es él quien las produce para su propia produccién, sino otros capitalistas: el Sr. Y..., aca- Salado ganadero de Australia ; el Sr. Z..., importante metalirgico productor de méquinas instrumientos, et- cétera, los cuales: deben, asimismo, para producir estos productos que condicionan la reproduccién de fas condiciones de la produccién del Sr. X..., Tepro- ducir las condiciones de su propia producci6n, y fast sucesivamente; todo ello en proporciones tales 107 uc, en el mercado nacional, cuando no en el mer- cado mundial, la demanda de los medios de produc- ion (para la reproduccién) pueda ser satisfecha por la oferta. Para comprender este mecanismo que desemboca en una especie de «hilo sin fin», es necesario seguir los pasos «globales» de Marx y estudiar principal- mente las relaciones de circulacién del capital entre el sector I (produccién de los medios de produccién) y el sector HI (produccién de los medios de consu- mo), y Ia realizacién de la plusvalia, en los libros TL y IL de Ef Capital, No vamos a entrar en el anilisis detallado de esta cuestién. Nos basta con haber mencionado la existencia de la necesidad de la reproduccién de las condiciones materiales de la produccién. Reproduccién de la fuerza de trabajo No obstante, hay algo que no habra dejado de sorprender al lector. Hemos hablado de la repro duceién de los medios de produccién, pero no de la reproduccién de las fuerzas productivas. Hemos silenciado, por tanto, la reproduccién de lo que distingue las fuerzas productivas de los medios de produccién, a saber: la tuccién de la fuerza rode reproduceién de la fuer Si bien la observacién de lo que ocurre en la empresa, en particular el examen de la prictica financiero-contable de las previsiones de amortiza- cién-inversion, podria proporcionarnos una idea apro- ximada de Ja existencia del proceso material de la reproduecién, vamos a entrar ahora en un terreno en el que la observacién de lo que ocurre en Ja empresa es, si no totalmente, sf al menos casi enteramente inutil, y ello por una razén evidente: la reprodue 108 cién de la fuerza de trabajo tiene lugar, en lo esen- cial, fuera de la empresa. {Como se asegura la reproduccién de la fuerza de trabajo? Se asegura proporcionando a la fuerza de trabajo el medio material de reproducirse: mediante cl sa- lario. El salario figura en la contabilidad de cada empresa, pero como «capital de mano de obras,’ y fen ningiin caso como condicién de la reproduccién ‘material de Ja fuerza de trabajo. Y, sin embargo, es precisamente asi como «ac- tia», puesto que el salario representa Gnicamente a parte del valor producido por el empleo de la fuerza de trabajo, indispensable para su reproduc- cién: entendémonos, indispensable para la repro- duccién de la fuerza de trabajo del asalariado (para alojarse, vestirse y alimentarse; en definitiva, para encontrarse en esiado de volver a presentarse al dfa siguiente —cada dia que Dios nos da— a Ia puerta de Ia empresa); y ahadamos: indispensable para el mantenimiento y Ia educacién de los hijos en los que el proletatio se reproduce (en niimero de x ejem- plares: x puede ser igual a 0, 1, 2, etc.) como fuerza de trabajo, Recordemos que esta cantidad de valor (e) sala rio), necesaria para la reproduccién de la fuerza de trabajo, esté determinada, no sélo por las necesida- des de un SMIG «biol6gicos, sino por las necesidades de un minimo histérico (Marx observaba: los obre- ros ingleses necesitan cerveza y los proletarios fran- ceses, vino), es decir, historicamente variable. Indiquemos también que este minimo es histori- co en un doble sentido, por el hecho de que no esta determinado por las necesidades historicas de la clase obrera «reconocidas» por la clase capitalista, sino por las necesidades histéricas impuestas por 3. ans ft coco ec de esta cxretn: eit vee 109 medio de la lucha de clase proletaria (lucha de clase doble: contra el aumento de la duracién del trabajo y contra la disminucién de los salarios). Sin embargo, no es suficiente con asegurar a la fuerza de trabajo las condiciones materiales de su reproduccién, para que sea efectivamente reprodu- cida como fuerza de trabajo. Hemos dicho antes que la fuerza de trabajo reproducida debia ser «compe- tente», es decir, apta para ser utilizada en el com- plejo sistema del proceso de produccién. El desa- rrollo de las fuerzas productivas y el tipo de unidad historicamente constitutive de las fuerzas produc tivas en un momento dado producen este resul- tado: la fuerza de trabajo debe ser (diversamente) cualificada y, por tanto, debe reproducirse como tal, Diversamente: segiin las exigencias de la division técnico-social del trabajo, en sus diferentes spues tos» y «empleos», Ahora bien, gcdmo esta reproduccién de Ja cuali- ficacién (diversificada) de la fuerza de trabajo se asegura en el régimen capitalista? A diferencia de lo que ocurria en las formaciones sociales esclavistas y de servidumbre, esta reproduccién de la cualifi- cacién de la fuerza de trabajo tiende (se trata de tuna ley tendencial) a ser asegurada, no ya «sobre la marcha» (aprendizaje en la produccién misma), sino cada vez mas al margen de la produccién: por medio del sistema escolar capitalista y mediante otros pro- cedimientos e instituciones. Porque, en resumidas cuentas, ¢qué se aprende cn Ia escuela? Se Hega més 0 menos lejos en los es- tudios, pero de todos modos se aprende a leer, a escribir, a contar. Asf, pues, algunas técnicas y bas tantes cosas més todavia, incluidos algunos elemen- tos (que pueden ser rudimentarios 0, por el contra: rio, profundos) de «cultura cientifica> 0 . Pero al mismo tiempo, y también con ocasion de estas téenicas y estos conocimientos, se aprenden cen la escuela las ereglas del buen comportamiento, ces decir, de la adecuada actitud que debe observar seguin e! puesto que est «destinado» a ocupar, todo agente de la division del trabajo: reglas de la moral, de la conciencia civica y profesional, lo que, hablando claramente, significa reglas del respeto de la division téenico-social del trabajo y, en definitiva, reglas del orden establecido por medio de la dominacion de clase. En la escuela se aprende también # chablar bien el francés», a «redactar> correctamente, ¢3 de- cir, en realidad (para los futuros capitalistas y sus servidores), a «gobernar bien», es decir (soluciéa ideal), a «hablar bien» a los obreros, etc. Para enunciar este hecho en un lenguaje més cien- tifico, diremos que la reproduccién de la fuerza de trabajo exige, no sélo una reproduccién de su cuali- ficacion, sino también, y simultineamente, una re- produccién de su sumision a las reglas del orden establecido, es decir, una reproduccién de su sumi- sidn a la ideologia dominante por parte de los obreros y una reproduccién de la capacidad de ma- nejar convenientemente Ia ideologia dominante por parte de los agentes de Ia explotacién y de la repre- sidn, a fin de que aseguren también «mediante la palabras el dominio de Ia clase dominante En otras palabras, fa escuela (pero también otras instituciones 0 aparato del Estado ensefian ciertas habilidades», pero mediante formas que aseguren ef sometimiento a la ideologia dominante, o bien el do- minio de su «prdcticas, Todos los agentes de la pro- duccidn, de la explotacién y de la represién, para no try hablar de los «profesionales de la ideologia» (Marx), deben estar, en diversos grados, del Estado, explicitamente desde el 18 Brumario y las Luchas de clases en Francia, de Marx. Para resumir la «teoria marxista del Estado» so- bre este punto, podemos decir que los clisicos del marxismo han afirmado en todo momento que: 1) el Estado ‘es el aparato represivo de Estado; 2) hay que distinguir entre el poder de Estado y el aparate de Estado; 3) el objetivo de la lucha de clases con. cierne al poder de Estado, y, por consiguiente, a la utilizaciOn, por las clases (6 la alianza de clases, o de fracciones de clase) que detentan el poder de Estado, del aparato de Estado en funcién de sus objetivos dé 120 be apoderarse del poder clase; y 4) el proletariado debe apodes mn a de Estado a fin de destruir ol soaato de Eta ba En aparnto de Estado Compleat deren, po a raea seme on en tres odes oer mio un proseso radial, ch de Ia dstrucion del Estado (fin del poder de Estado y de todo apara- 10 de Estado). = : Por Jo tanto, desde este punto de vista, lo q ie nosrtron propontames tiara stoi a Nose ou et tim a comple sae cn fre sega, ur eb deo ne ol Hetncadon, cio fannie > pope! pe eo ee oreo SO ee aise tiplaoroe Los Aparatos Ideolégicos de Estado Lo que se debe afiadir a la «teoria marxista» del Debemos introtlucimnoe pot prudentermente, 9 erreno en el que, de hecho, los clasicos Sa gee aon cen ar Bina Ba sec, rT ae su aes politica, han tratado: eae aaa co como acabamos de hacerlo. Han reco- ap os ae oe ener 321

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