Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
Ante esta realidad, ¿debemos tener criterios para seleccionar de qué debates
debemos participar y cómo necesitamos posicionarnos? Más aún: ¿habrá
ponderaciones bíblicas que nos ayuden a decidir qué debatir y cómo
debatir?
Creo que si. Por eso, me gustaría compartir con usted diez preguntas que
tomo en cuenta, sobre la base de la Biblia, que me hacen, la mayoría de las
veces, contener mi ímpetu de ingresar en un debate teológico. Espero que
le sea útil. Si usted está de acuerdo o en desacuerdo, sus comentarios son
muy bienvenidos. Lo que sugiero es que al ser tentado a entrar en alguna
discusión acerca de fe, antes de entrar usted siempre se haga estas diez
preguntas (lea con extrema atención las citas de la Biblia):
3. ¿Quiero participar de ese debate por amor a aquel con quien estoy
debatiendo o para derrotarlo, en un ejercicio de ego cuya función es
mostrar que yo sé mucho y soy capaz de vencer los argumentos del
prójimo?
“Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso.
Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a
Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El
que ama a Dios, ame también a su hermano.”(1 Juan 4: 20-21)
“El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.”(1Juan 2: 6)
“Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con
todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se
oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la
verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de
él.”(2 Tim. 2: 24-26)
“El que comienza la discordia es como quien suelta las aguas; Deja, pues,
la contienda, antes que se enrede. […] El que ama la disputa, ama la
transgresión; Y el que abre demasiado la puerta busca su ruina.[…] Los
labios del necio traen contienda; Y su boca los azotes llama.”(Pv 17: 14,19;
18: 6)
“Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles
y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna
y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el
mundo;” (Fp 2: 14-15)
“¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de
vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?”(Santiago 4:
1)
“Hermanos míos, ¿de qué le sirve a uno alegar que tiene fe, si no tiene
obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe? Supongamos que un hermano o una
hermana no tiene con qué vestirse y carece del alimento diario, y uno de
ustedes le dice: «Que le vaya bien; abríguese y coma hasta saciarse», pero
no le da lo necesario para el cuerpo. ¿De qué servirá eso? Así también la fe
por sí sola, si no tiene obras, está muerta. Sin embargo, alguien dirá: «Tú
tienes fe, y yo tengo obras». Pues bien, muéstrame tu fe sin las obras, y yo
te mostraré la fe por mis obras. ¿Tú crees que hay un solo Dios?
¡Magnífico! También los demonios lo creen, y tiemblan. ¡Qué tonto eres!
¿Quieres convencerte de que la fe sin obras es estéril?”(Santiago 2: 14-20)
Mi hermano, mi hermana, sigamos la orientación bíblica: “Examínese,
pues, el hombre a sí mismo …” (1 Cor. 11:28). Sea honesto en ese
examen. Analice cuáles son las verdaderas motivaciones que le llevan a
participar en debates sobre la fe, ya sea con cristianos, sea con
incrédulos. Todos los días veo a cristianos comprometerse en debates sobre
aspectos de la fe que llevan de la nada a ningun lugar; que sólo promueven
riñas, golpes y contiendas entre hermanos; muchas veces motivados por
ego, vanidad y partidismo; de forma totalmente disociada de la práctica de
la piedad. Esto es en programas de televisión, programas de radio,
publicaciones en facebook, podcasts, blogs, vlogs.