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I. INVALIDEZ
1. Inexistencia
2. Nulidad
3. Anulabilidad
II. INEFICACIA
1. El mutuo disenso
2. El desistimiento unilateral en la teoría general
3. Rescisión
4. Resolución
5. Revocar
6. Disolver
7. Denunciar
8. Renunciar
INEFICACIA E INVALIDEZ
Con la expresión “ineficacia del contrato” se hace referencia a todos aquellos casos en los que
el contrato no llega a desplegar sus efectos a los que estaba destinado. Los contratos son
para cumplirlos y así nos obligamos mediante nuestra firma en ellos.
Por tanto, podemos decir que los supuestos de ineficacia contractual pueden dividirse en dos
grandes bloques:
I. Invalidez [como ineficacia del contrato]: es aquel que está afectado por la existencia de los
elementos esenciales del contrato que no resultan admisibles para el ordenamiento
jurídico. Dentro de la invalidez, según la gravedad de las circunstancias podemos distinguir
entre:
1. Inexistencia.
2. Nulidad (contratos que pueden ser nulos).
3. Anulabilidad (contratos que pueden ser anulables).
– Error.
– Violencia.
– Intimidación.
– Dolo.
II. Ineficacia [en sentido estricto]: incluye todos aquellos supuestos en que existen ciertos
defectos extrínsecos al contrato que al principio era valido[1], resulta que llevan parejos la falta
de efectos. También se recogen otras figuras “raras” que en mayor o menor medida pueden
plantearse ante una relación contractual[2] como son:
1. Mutuo disenso.
2. Desistimiento unilateral.
3. La rescisión.
4. La resolución.
5. Revocar.
6. Disolver.
7. Denunciar.
8. Renunciar.
I. INVALIDEZ
1. Inexistencia
Concepto
Se considera “contrato inexistente” aquel que omite algún elemento exigible, esto es, el que
carece de algún elemento esencial del negocio jurídico.
El TS usa el término inexistencia para los contratos que no reúnen los requisitos del art. 1261
CC, y que tiene lugar cuando tampoco reúne el acto las condiciones requeridas por la ley.
Esto tiene realmente tres clasificaciones de actos inválidos, a saber: inexistencia, nulidad y
anulabilidad[3]. Así pues, consideremos inexistentes aquellos actos o negocios jurídicos y/o
contractuales a los que les falte algún elemento sustancialmente básico y no responden a su
propia definición.
El concepto de inexistencia tiene su origen en la doctrina francesa[4], basada en la
jurisprudencia que había tasado las causas de nulidad, pero esta se vio obligada a elaborar un
concepto que incluyera los defectos del negocio jurídico más relevante, que no habían sido
incluidos por la ley.
2. Nulidad
2.1. Concepto
La nulidad absoluta [también llamada radical o de pleno Derecho] es la mayor calificación que
establece el ordenamiento jurídico. Pues esta priva de eficacia jurídica a la relación
contractual[5]. Esto es, el contrato nulo no produce efecto alguno (quod nullum est, nullum
producit effectum).
Por ello, cuando hablamos de los movimientos patrimoniales de bienes y derechos deben
deshacerse volviendo a la situación originaria del patrimonio. Esto será como una restitución
del patrimonio desplazado.
La nulidad es definitiva, el paso del tiempo no la subsana, y se podrá ejercitar la acción en
cualquier momento sin que pueda caducar o prescribir. La nulidad tiene lugar cuando el acto
[contractual] es contrario a las normas imperativas o prohibitivas[6] o cuando carece de algún
requisito del art. 1261 CC (consentimiento, objeto y causa) que se entiende inexistente.
3. Anulabilidad
3.1. Concepto
A diferencia de la nulidad absoluta, radical o de pleno Derecho, la anulabilidad (o nulidad
relativa[7]) presenta una anomalía [menos grave que la nulidad absoluta] procedente de
determinados vicios de la capacidad o voluntad que dan lugar a la acción de nulidad o de
impugnación.
La anulabilidad es una clase de invalidez enfocada [por lo general] a la protección de una de
las partes de la relación contractual, únicamente esta parte es la legitimada para alegarla, la
cual producirá la destrucción del acto con carácter retroactivo o la convalidación de la relación
contractual mediante confirmación. Encontramos en el art. 1313 CC: “La confirmación purifica
al contrato de los vicios que adoleciera desde el momento de su celebración”. Se desprende
pues, del pintoresco vocabulario que una vez subsanadas las anomalías o defectos de los
vicios será plenamente válido.
Esta suerte de anulidad está contemplada en el Código Civil, dice el 1300 CC: “Los contratos
en que concurran los requisitos que expresa el art. 1261 CC pueden ser anulados, aunque no
haya lesión para los contratantes, siempre que adolezcan de alguno de los vicios que los
invalidan con arreglo a la ley”. Esto es, que aunque cumplan los tres requisitos del art. 1261
CC pueden ser anulados por alguna de las partes aunque no sufran lesión alguna.
II. INEFICACIA
1. El mutuo disenso
Desde el punto de vista de la Teoría General del Contrato, que como ya sabemos, el contrato
supone un acuerdo de la voluntad de las partes por el que se obligan a cumplir algo, o a seguir
un determinado comportamiento de observancia mutua o recíproca. Lo curioso de esta figura
es que el Código Civil no la menciona, pero las partes tienen la posibilidad de celebrar un
nuevo contrato con el fin de privar de efectos al anterior, esto se denomina [con el nombre
poco agraciado de] "mutuo disenso"[14]. Este nuevo contrato está encaminado a romper el
acuerdo anterior [el consenso] existente. Por un nuevo contrato, que habrá de reunir los
requisitos generales más los adicionales. Sostenemos que el nuevo contrato puede subsanar
el anterior y complementarlo [como ocurre en el caso de los segundos testamentos que, o bien
anulan al anterior o lo complementan si no lo modifican sustancialmente. Creemos pues, que
estaríamos ante el mismo caso de complementariedad mediante el mismo medio] en lugar de
privarlo de efectos.
3. Rescisión
Al margen de las figuras de nulidad y anulabilidad, en el Código Civil son muchas las
referencias que se hacen al término de rescisión para entender que se trata de un acto
extintivo[18], no obstante el Código Civil contempla como figura de ineficacia la rescisión. Este
recoge dos tipos de regímenes diferentes a saber, la rescisión cuyo título lleva “De la rescisión
de los contratos”, Capítulo V del Título II del Libro III arts. 1290 a 1299, recoge todo lo
concerniente a la rescisión en general, lo que es en sí todo un logro para poder distinguirlas de
otras figuras similares[19]. Y de “La nulidad de los contratos” [nulidad de anulación no
debiendo ser confundida con la anulabilidad] Capítulo VI del Título II del Libro III arts. 1300 a
1314.
Podemos definir la "rescisión" como aquella ineficacia de un contrato el cual cumple desde el
principio todos los requisitos, pero éste causa un daño a alguna de las partes (o terceras)
contratantes[20] [el legislador de la época tuvo en cuenta dos características], así pues se
extinguirá unilateralmente por el daño ocasionado siempre que venga recogido en la ley. Es
un instrumento de carácter legal cuya aplicación e interpretación estarán sujetas a la ley. El
ordenamiento jurídico dispondrá de una acción rescisoria para cesar su eficacia. La rescisión
será subsidiaria cuando no se pueda acudir a otras figuras[21]. Entonces, entendemos que la
rescisión produce la ineficacia del contrato, no así su extinción definitiva que es efecto del
desistimiento.
Las causas de rescisión que podemos encontrar en el Código Civil podremos agruparlas en
tres puntos.
3.1. Rescisión por lesión
El término lesión significa un perjuicio para una de las partes contratantes. El Código Civil
expresa que serán rescindibles: “Todos los contratos que puedan llevar a cabo los tutores sin
la debida o pertinente autorización”, hay que estar atento a las sucesivas modificaciones del
art. 1291 CC[22]. Los celebrados en representación de los ausentes, siempre que éstos hayan
sufrido la lesión a que se refiere el número anterior, esto es, más de la cuarta parte de valor de
la cosa (art. 1291 CC) y no se haya celebrado el contrato con autorización judicial. La partición
de herencia, siempre que el daño sea superior a la cuarta parte (art. 1074 CC). Fuera de los
casos indicados “ningún contrato se rescindirá por lesión” art. 1293 CC.
4. Resolución[24]
Es la terminación de la relación contractual cuando una de las partes en una obligación que es
recíproca no puede o no quiere cumplir, y da por terminada la relación jurídica con la parte que
incumple[25].
Se diferencia así de los contratos que tienen en su clausulado una fecha o condición
resolutoria, por ejemplo en un contrato de arrendamiento la condición resolutoria será la fecha
fin del contrato.
Ahora bien, si extinguimos el contrato por resolución, el problema que se nos plantea es la
resolución del contrato por incumplimiento total o parcial de las obligaciones. Pensemos que el
mero retraso no supone el incumplimiento de la obligación[26]. Hay jurisprudencia al respecto,
la STS 27 de noviembre de 1992 nos da una serie de pautas para terminar un contrato
conforme al art. 1124 CC y será necesario que se cumplan los siguientes requisitos a saber:
a) Reciprocidad de las obligaciones.
b) Exigibilidad de las obligaciones.
c) Cumplimiento por el reclamante de lo que le corresponda.
d) Voluntad rebelde del obligado al pago o de acusado de incumplimiento[27].
Y según dicta el TS los requisitos para ejercer la facultad resolutoria serían:
1) Que el reclamante o demandante haya cumplido su obligación o que acredite que se
encuentre en condiciones de hacerlo.
2) Que la otra parte no cumpla o no haya cumplido a lo que se obligó. Si el
incumplimiento es parcial, permite la aplicación del art. 1124 CC. El incumplimiento
impedirá la satisfacción económica de ambas partes. En resumen, el incumplimiento
[total o parcial] que haya malogrado de forma grave las expectativas del contratante que
reclama la resolución.
3) Que ambas partes se encuentren ligadas por un contrato bilateral.
4) Que la obligación cuyo incumplimiento fundamenta el ejercicio de la facultad
resolutoria sea exigible.
5) Que la frustración del contrato resultante del incumplimiento sea obvia, o al menos
demostrable.
Es necesario interpretar con cuidado este precepto ya que el párrafo segundo contempla el
cumplimiento o la resolución de la obligación y lleva pareja una indemnización de daños e
intereses en ambos casos. La particularidad de todo esto es que la resolución no es
subsidiaria, es decir, si pedimos el cumplimiento y no se nos concede no pedimos
subsidiariamente la resolución, sino que se podrá pedir lo que mejor convenga a nuestra
situación, e incluso se podrá ejercer la resolución después de pedir el cumplimiento cuando
sea imposible éste.
En este sentido, de por imposible, supongamos que el objeto del contrato se ha destruido, ese
resarcimiento e indemnización ¿nos cubre el valor del dicho objeto? El valor se tasa conforme
a valor de mercado actual o el valor de su adquisición, nada nos dice el precepto que parece
guardar silencio sobre este extremo. Incluso podríamos asociar el término "imposible" a fuerza
mayor y causa fortuita. La resolución tiene efecto retroactivo y eficacia restitutoria, por lo que
ambas partes deberán reintegrarse mutuamente el objeto del contrato que hubieran recibido.
5. Revocar
La acepción revocar se usa como sinónimo de finalización de la relación jurídica [lleva
aparejado el carácter extintivo]. Es una potestad de una de las partes intervinientes.
Encontramos la revocación en varios apartados del Código Civil como son donaciones, arts.
644 y siguientes, donde se pueden ver cómo el legislador usa los términos revocar y rescindir
indiferentemente. El mandato, art. 1732. En materia de testamentaria, arts. 737 y ss.
Entendemos pues, que la revocación es una declaración de voluntad unilateral que deja sin
valorar otro anterior que depende exclusivamente de la voluntad. Para ejercitar la revocación
como consecuencia de la extinción se usarán sólo los motivos tasados por la ley. Pero
cualquier acuerdo de irrevocabilidad que pacten las partes en el negocio jurídico será
considerado como contrario a la propia esencia del contrato[28] y otros lo consideran posible
siempre y cuando no vaya contra el orden público y moral.
La figura de la revocación no está regulada [defecto que se extiende a otras figuras] el término
está contaminado por otras figuras como desistimiento, rescisión, resolución y demás los
cuales son de topología y naturaleza variada y con particularidades diferentes. Son muchas
las situaciones en el derecho civil donde encaja la revocación, como potestad que se otorga a
una de las partes para ejercitar la extinción del negocio o relación. Vemos pues que en el
mandato existen particularidades en su configuración jurídica. La revocación es la exposición
de la autonomía privada, es el ejercicio de una facultad, un derecho potestativo que viene de
la voluntad de las partes.
6. Disolver
En pocas ocasiones vemos en el Código Civil la palabra “disolver” que se usa para la extinción
de la relación o negocio por voluntad de una sola de las partes.
Esto se ve en la sociedad bien porque los socios decidan disolverla de común acuerdo, o bien
que uno de ellos renuncie a pertenecer a dicha sociedad condenándola a su extinción. Así
pues, disolver es deshacer, desaparecer algo, una relación jurídica por la voluntad unilateral
de las partes que hace desaparecer el vínculo que les mantenía unido.
En este extremo, como señala Albaladejo[29] la sociedad se extingue por voluntad de
cualquiera de los socios, en las condiciones que prevea la ley, y que considera que son:
1. Que intervenga un motivo justo a juicio de los tribunales.
2. Que no se señale tiempo de duración de la sociedad. Cabe el desistimiento
(renuncia) de un socio, puesto en conocimiento del resto de ellos, de buena fe y con
antelación.
3. Si la sociedad se constituye acorde a la legislación mercantil, permita esta su
disolución por voluntad de un socio, arts. 1700 y 1670 CC.
7. Denunciar
Lo primero que nos viene a la cabeza es el acto de denuncia ante la policía, nada más lejos de
la realidad.
No se recoge en el Código Civil dicho término para la extinción de una relación jurídica, pero sí
se anuncia en alguna legislación especial que nos indica formas de extinción del negocio por
la voluntad unilateral de una de las partes.
8. Renunciar
La renuncia recoge la facultad de extinguir unilateralmente relaciones contractuales en los
casos previstos por el OJ u otorgados en la ley a las partes.
La palabra "renuncia" significa pues, rechazar algo que ya se poseía y es de carácter
individual ya que es de carácter unilateral, no cabe la situación de que ambas partes
enfrentadas ejerciten a la vez una renuncia sobre una misma relación o negocio jurídico. En
este sentido hay doctrina que defiende la renuncia bilateral, pero nosotros mantenemos que
esto sería más bien una causa de disolución del negocio jurídico.
El término renuncia lo usa el legislador para expresar –como no– diversas situaciones tanto en
renuncia de derechos [ejemplo, art. 6.2] como renuncia de acciones [arts. 1102, 1188][30].
Esta figura que a priori renuncia tanto a derechos como acciones, posteriormente renunciará
con efectos extintivos y unilaterales.
[1] Carlos Lasarte Álvarez. Contratos: principios del Derecho civil III. 11ª ed. Marcial Pons.
Madrid. 2008. Pág. 128.
[2] Concepción Rodríguez Marin. El Desistimiento unilateral (como causa de extinción del
contrato). Editorial Montecorvo SA. Madrid. 1991.
[3] Elementos de derecho civil, tomo II Derecho de obligaciones y contratos, Vol.1º parte
general teoría del contrato. VVAA. Lacruz Madrid Dykinson 2003. VVAA.
Pág. 538.
[4] Federico Arnau Moya. Lecciones de Derecho civil, tomo II obligaciones y contratos.
2008/2009 Universidad Jaume I. Pág. 192.
[5] Cfr. José Castan Tobeñas. Derecho civil español, común y foral. Tomo III Derecho de
obligaciones. La obligación y el contrato en general. 16ª ed. Reus, SA. Madrid. 1992. Pág. 760
y ss.
[6] Carlos Lasarte Álvarez. Contratos: principios del derecho civil III. 11ª ed. Marcial Pons.
Madrid. 2008. Pág. 129.
[7] José Castan Tobeñas. Derecho civil español, común y foral. Tomo III Derecho de
obligaciones. La obligación y el contrato en general. 16ª ed. Reus, SA. Madrid. 1992. Pág.
766.
[8] Elementos de Derecho civil II derechos de obligaciones y contratos Vol.1º parte general
teoría del contrato. VVAA. Lacruz Madrid Dykinson 2003. VVAA. Pág. 346.
[9] Cfr. Carlos Lasarte Álvarez. Contratos: principios del Derecho civil III. 11ª ed. Marcial Pons.
Madrid. 2008. Pág. 23.
[10] Carlos Lasarte Álvarez. Contratos: principios del Derecho civil III. 11ª ed. Marcial Pons.
Madrid. 2008. Pág. 24 y ss.
[11] Así lo defiendo, personalmente, el que debería estar más protegido no tanto que sea una
mujer frente a un hombre, sino por el nivel de conocimientos o estudios que puedan tener
cada uno.
[12] Ejemplo [En un ataque de rabia maquino un plan que consiste en echar aceite por las
zapatas de freno de la moto de mi adversario con el fin de asustarle o de provocarle un
accidente serio].
[13] Art. 1270 segundo párrafo CC “El dolo incidental sólo obliga al que lo empleó a
indemnizar daños y perjuicios”.
[14] Carlos Lasarte Álvarez. Contratos: principios del Derecho civil III. 11ª ed. Marcial Pons.
Madrid. 2008. T 14, pág. 140. Federico Arnau Moya. Lecciones de Derecho civil
II, obligaciones y contratos. 2008/2009 Universidad Jaume I. Pág. 190. UNIR "Extinción del
contrato". Tema 10. Derecho privado de los contratos I.
[15] A mayor abundamiento léase: Rodríguez Marín, Concepción. El desistimiento unilateral
(como causa de extinción del contrato). Editorial Montecorvo SA. Madrid. 1991. Álvarez
Moreno, María Teresa. El desistimiento unilateral en los contratos con condiciones generales.
Editorial Edersa. Madrid. 2000.
[16] Carlos Lasarte Álvarez. Contratos: principios del Derecho civil III. 11ª ed. Marcial Pons.
Madrid. 2008.
[17] Penitencial (art. 1153 CC).
[18] Concepción Rodríguez Marin. El Desistimiento unilateral (como causa de extinción del
contrato). Editorial Montecorvo SA. Madrid. 1991. Pág. 99 y ss.
[19] Se usa en determinados contratos como compraventa, arts. 1469, 1470, 1472 y 1486.2.
vicios ocultos arts. 1486 a 1490.
[20] Art 1291.
[21] Federico Arnau Moya. Lecciones de derecho civil II, obligaciones y contratos.
2008/2009 Universidad Jaume I. Pág. 191.
[22] A mayor abundamiento véase: José Castan Tobeñas. Derecho civil español, común y
foral. Tomo tercero, derecho de obligaciones. La obligación y el contrato en general. 16ª ed.
Reus, SA. Madrid. 1992. Federico Arnau Moya. Lecciones de Derecho civil II, obligaciones y
contratos. 2008/2009 Universidad Jaume I. Carlos Lasarte Álvarez. Contratos: principios del
Derecho civil III. 11ª ed. Marcial Pons. Madrid. 2008.
[23] Art. 1295.
La rescisión obliga a la devolución de las cosas que fueron objeto del contrato con sus frutos,
y del precio con sus intereses; en consecuencia, sólo podrá llevarse a efecto cuando el que la
haya pretendido pueda devolver aquello a que por su parte estuviese obligado.
Tampoco tendrá lugar la rescisión cuando las cosas, objeto del contrato, se hallaren
legalmente en poder de terceras personas que no hubiesen procedido de mala fe.
En este caso podrá reclamarse la indemnización de perjuicios al causante de la lesión.
[24] Concepción Rodríguez Marín. El desistimiento unilateral (como causa de extinción del
contrato). Editorial Montecorvo SA. Madrid. 1991. Pág. 105 y ss.
[25] Art. 1124.
La facultad de resolver las obligaciones se entiende implícita en las recíprocas, para el caso
de que uno de los obligados no cumpliere lo que le incumbe. El perjudicado podrá escoger
entre exigir el cumplimiento o la resolución de la obligación, con el resarcimiento de daños y
abono de intereses en ambos casos. También podrá pedir la resolución, aun después de
haber optado por el cumplimiento, cuando éste resultare imposible. El Tribunal decretará la
resolución que se reclame, a no haber causas justificadas que le autoricen para señalar plazo.
Esto se entiende sin perjuicio de los derechos de terceros adquirentes, con arreglo a los arts.
1295 y 1298 y a las disposiciones de la Ley Hipotecaria.
[26] Sts 14 octubre 1994
[27] UNIR "Extinción del contrato". Tema 10. Derecho privado de los contratos I. SSTS 8
noviembre 1995 y 14 febrero 1991.
[28] Estudios de Derecho civil, II: parte general (reprod. facs. de la ed. de Madrid: sucesores
de Ribadeneyra, 1911. Felipe Sánchez Román, Analecta editorial, 2004.
[29] Curso de Derecho civil II, Derecho de obligaciones y contratos, Barcelona, 1984. Pág.
461.
[30] La renuncia de la acción también es en si mismo un derecho, e derecho a ejercitar una
acción. Por lo tanto quedaría englobado en el mismo.