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Alumnos: CÁRDENAS CHIJCHIAPAZA, MARIA TERESA


ESCOBAR RIVEROS LIZ MIREYA
RAMOS APAZA, LUIS JEAN PIERRE.
ROMERO MADUEÑO, LIDIA MARGARITA
SANCA NEYRA ALVARO DIEGO
Docente: Miguel Céspedes Carpio.
Curso: Antropología
Grado Y Sección: 2 “A”
Año: 2016

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ÍNDICE

1. INTRODUCCIÓN
2. MARCO TEORICO
3. CUERPO
3.1 Definición
3.2 Ejemplos.
3.2.1. Pueblos Indígenas.
3.2.2 Las rondas Campesinas en Perú.
3.2.3 Las juntas Vecinales.
3.3 Razones del auge de la justicia Informal.
3.4 Posibilidades, limitaciones y riesgos de justicia Informal.
3.5 Elementos para el desarrollo de la justicia comunitaria
3.6 Caracteres de la Justicia Informal
3.7 Objetivos
3.8 Ventajas y desventajas de la Justicia Informal.
3.9 Sistemas Informales de Justicia
3.10 La justicia informal no es solución.
3.11 Medios no legislativos de reconocer y vincular a las instituciones
Informales de Justicia.

4. CONCLUSIONES.
5. BIBLIOGRAFÍA.

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1. INTRODUCCIÓN

La justicia informal es un método alterno de solución de conflictos que en los últimos


años en varios países se ha impulsado puesto que la mayoría de disputas,
especialmente en zonas rurales, se gestionan mediante varios tipos de sistemas
tradicionales, no estatales, consuetudinarios, religiosos e informales Por consiguiente,
reformar el sector de la justicia significa no solamente trabajar con los sistemas judiciales
formales, sino también con los sistemas no estatales de justicia

Con frecuencia, estos sistemas no estatales de justicia funcionan en el ámbito de la


comunidad y derivan su autoridad de estructuras comunitarias y de grupos sociales, las
decisiones las toman líderes generalmente responden a prácticas religiosas, culturales
y/o tribales.

Estos sistemas paralelos de justicia han sido utilizados no solo como parte del
reconocimiento y la jerarquización de las culturas minoritarias sino también para facilitar
el acceso a la justicia a ciertas comunidades especialmente en áreas rurales. En el Perú
los sistemas de justicia informal fueron incluso reconocidos en la constitución política
del Perú formado parte del sistema formal de justicia desde el año 1823

Sin embargo estos mecanismos de justicia si bien es cierto tiene virtudes indudables
pero sus limitaciones y riesgos también son considerables

En el siguiente trabajo se encontraran diversos temas que tienen que ver con la forma
como opera la justicia informal, sus posibilidades, riesgos así como también la
importancia de los jueces de paz para articular la justicia estatal y la comunitaria.

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2. MARCO TEÓRICO:

Algunas utopías, otras cuantas quimeras: la materialización de una idea Las diferentes
discusiones abordadas en torno a la justicia, el derecho y la realidad, permeadas por las
corrientes críticas del derecho y la antropología jurídica, transitaban siempre por los
debates acerca del pluralismo jurídico, la justicia, el multiculturalismo, la eficacia del
derecho, los mecanismos alternativos de solución de conflictos, etc., éstos 3 conceptos
convergen en preguntas respecto a la democracia, el estado y la administración de
justicia, puesto que en la posmodernidad el fin último de dichos supuestos responde a
la construcción de un sistema jurídico que refleje los intereses y necesidades de la
comunidad en una estructura jurídica y judicial. A partir de la década de los setenta y
ochenta las trasformaciones al sistema judicial en aras del fortalecimiento de la
democracia en América Latina, la protección de los derechos humanos y la estimulación
del crecimiento económico, transitan por dos procesos: El reconocimiento constitucional
de nuevas jurisdicciones como la indígena e implementación de reformas a la justicia
auspiciadas e impuestas por Norteamérica a través de organismos como el Banco
Mundial y la USAID1. Paralelo a estos cambios, en Nuestra América se inicia el proceso
de transición democrática en países que estaban emergiendo de la dictadura y el
fortalecimiento de la misma en los países que no habían afrontado estos procesos, lo
cual implicaba alterar el sistema jurídico, económico y político de los mismos. Estos
fenómenos relevantes en el panorama de los diversos países ponen de presente no solo
la diversidad cultural, social y jurídica de éstos, sino que visibilizan la imposibilidad del
estado para regular todos los espacios sociales, que en teoría demandarían la
intervención de la administración de justicia estatal. Es por esta razón que el semillero se
plantea la posibilidad de investigar si los sistemas informales de justicia específicamente
los Mecanismos Alternativos de Solución de Conflictos (MASC), implementados en
América Latina contribuyen a intensificar la democracia en el ámbito nacional de cada
país

1 USAID: La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional es la


institución estadounidense encargada de distribuir la mayor parte de la ayuda exterior de
carácter no militar

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En muchos países, la mayoría de las disputas se gestionan mediante varios tipos de
sistemas tradicionales, no estatales, consuetudinarios, religiosos e informales, así como a
través de sistemas alternativos de resolución de disputas. Se estima que, en muchos
países en vías de desarrollo, aproximadamente el 80 por ciento de los casos se
resuelven mediante este tipo de mecanismos. Por consiguiente, reformar el sector de la
justicia significa no solamente trabajar con los sistemas judiciales formales, sino también
con los sistemas no estatales de justicia, con el fin de poner fin a la impunidad y
promover la paz y la seguridad a largo plazo. A la hora de desarrollar respuestas
judiciales, es importante analizar y dar respuesta a las necesidades que expresan las
sobrevivientes; en algunos casos, es posible que las sobrevivientes deseen acudir a
estructuras judiciales informales, pero es crucial que estas estructuras estén diseñadas
de un modo que limite el riesgo de estigmatización y/o el daño a las sobrevivientes.

Con frecuencia, estos sistemas no estatales de justicia funcionan en el ámbito de la


comunidad y derivan su autoridad de estructuras comunitarias y de grupos sociales. No
necesariamente distinguen entre los delitos penales y civiles; entran en juego cuando se
comete una falta de cualquier tipo que altera el orden social de la comunidad. Las
decisiones las toman líderes que responden a prácticas religiosas, culturales y/o tribales.

En situaciones posteriores a conflictos (en particular en zonas de desplazados internos y


campamentos de refugiados), normalmente se gestionan los delitos de violencia contra
las mujeres y las niñas mediante estos sistemas de justicia no estatales, porque a
menudo es la única forma de justicia disponible. Incluso en contextos que no son de
conflicto, un estudio de la OMS2 que analizaba la violencia contra las mujeres en
muchos países descubrió que entre el 60 y el 90 por ciento aproximadamente de las
sobrevivientes nunca pedía ayuda a ninguna institución oficial después de la agresión .
Las sobrevivientes tienen una probabilidad mucho más alta de acudir a canales
informales y, según la respuesta que reciban, es posible que no vuelvan nunca a pedir
ayuda. Pese a que a menudo hay problemas significativos para garantizar la justicia para
las sobrevivientes mediante mecanismos tradicionales, en muchos contextos se trata de

2 OMS, 2005: Estudio multipaís de la OMS sobre salud de la mujer y violencia doméstica contra la
mujer: primeros resultados sobre prevalencia, eventos relativos a la salud y respuestas de las
mujeres a dicha violencia: resumen del informe 1. Maltrato conyugal. 2. Delitos sexuales. 3. Salud
de las mujeres. 4. Comparación transcultural. 5. Estudios multicéntricos. 6. Estudios
epidemiológicos.

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una realidad a abordar y en algunas situaciones de conflicto puede ser más fácil influir
en ellos (en términos de desarrollar el apoyo a enfoques centrados en las
sobrevivientes) que en el sector judicial formal. Las técnicas de justicia reparadora para
casos de violencia doméstica se han empezado a analizar como sistemas
suplementarios con los que trabajar en paralelo al sector judicial formal.

Cualquier decisión acerca de trabajar con la mediación y otros mecanismos de justicia


reparadora deben tener en cuenta que estos sistemas con frecuencia no pueden poner
fin de verdad a la violencia que sufre la sobreviviente, en parte a causa de:

El hecho de que se culpe a la víctima, así como otras actitudes de los mediadores
tradicionales o de los participantes en el mecanismo de justicia tradicional en cuestión.

La premisa incorrecta de la que parten algunos mecanismos tradicionales de mediación,


según la cual la responsabilidad de la violencia es conjunta (es decir, cada parte tiene
que ceder un poco para buscar un punto intermedio), lo que no resulta adecuado para
las dinámicas de violencia doméstica.

La premisa incorrecta de que la sobreviviente y el agresor tienen la misma capacidad


para propiciar el cambio y para expresar el problema.

El potencial de las formas de justicia reparadora basadas en la reconciliación para


alimentar la “fase de disculpas” del ciclo de violencia, lo que redunda en la
vulnerabilidad de la sobreviviente ante más actos de violencia.

El riesgo de que las mujeres renuncien a sus derechos individuales para preservar la
armonía en un grupo social.

La incapacidad de muchas formas de mediación para solucionar las causas profundas


de la violencia, que es el desequilibrio de poder entre las mujeres y los hombres en la
comunidad y en la pareja, ya que en lugar de ello se centran en el incidente que
desencadenó un episodio concreto de violencia.

3. CUERPO

3.1 DEFINICIÓN:

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Sistemas de justicia informal

Comunidad campesina de jalambo- colombia

En algunos países de América latina se desarrollaron sistemas de justicia informal

entendidos como formas de resolución de conflictos que se aplican por fuera del

aparato formal de justicia, pero con autorización del ordenamiento jurídico. Estos

sistemas paralelos han sido utilizados no solo como parte del reconocimiento y la

jerarquización de las culturas minoritarias sino también para facilitar el acceso a la

justicia a ciertas comunidades, particularmente de áreas rurales. En Perú los sistemas de

justicia informal fueron incluso reconocidos en la Constitución política de país 3. El origen

de estos sistemas de justicia se encuentra en las formas de justicia comunal

3 Constitución política del peru: sistema de justicia informal

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desarrolladas por las comunidades campesinas y nativas a cargo de las autoridades

comunales, a veces con la participación de asambleas comunales.

Además de estos sistemas tradicionales, recientemente se han extendido las

experiencias basadas en lo principios de justicia informal-en un intento de

descongestionar las instituciones que brindan servicios formales de justicia. Entre estos

últimos, podemos mencionar el Centro de Arbitraje de la Cámara de Comercio de Lima,

el Colegio de Abogados de Lima y las Defensorías de Menores (DEMUNAS) Durante su

etapa inicial, estas tuvieron por finalidad, en el marco de la justicia formal, la orientación

en los procesos que involucraban a menores, pero fueron asumiendo un rol conciliador

en la solución de sus conflictos. Finalmente, también se han conferido poderes a los

notarios públicos para que intervengan en asuntos civiles no contenciosos que, más que

un pronunciamiento judicial, requieren una tramitación oficial como en el caso de

declaratorias de herederos no contenciosas, de la separación de bienes entre cónyuges

de rectificaciones de certificados o partidas de registro civil.

De acuerdo con investigaciones realizadas, la Justicia de Paz de Perú constituye el

modelo más exitosos de acceso a la justicia y, paradójicamente forma parte del sistema

formal de justicia desde 1823, año en que fue incorporada a la Constitución Política del

país .Los jueces de paz son vecinos de la comunidad respetados por sus condiciones

personales. Asumen el cargo como servicio social no remunerado. Los siguientes son

aspectos fundamentales para explicar el éxito de esta experiencia: perfil del juez,

metodología de conciliación, gratuidad de servicio y muy bajos costos del

procedimiento y accesibilidad geográfica, ya que hay un juez de paz por cada poblado

(por lo tanto, los jueces de paz cuadriplican la cantidad de jueces profesionales).

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En Guatemala, por su parte, partir de Acuerdos de Paz de 1996 se han apoyado

iniciativas tendientes al reconocimiento de aquellos asuntos en los que es permisible

recurrir a la resolución de conflictos por aplicación de normas consuetudinarias de

comunidades indígenas. En particular, el Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los

Pueblos Indígenas contempla que se cumpla el mejoramiento del acceso a la justicia

para los pueblos indígenas, el avance en el uso de su práctica jurídica consuetudinaria y

el papel de las autoridades indígenas en su aplicación. El PNUD4 tiene varios proyectos

en ejecución que poseen un impacto directo en este compromiso del gobierno. Con la

reforma del Código Procesal Penal de Guatemala, se crearon cinco juzgados paz

comunitarios en lugares donde no existían y, a la fecha, otros donde la mayoría de la

población era indígena.

Estos juzgados, integrados por personas de reconocida integridad y honorabilidad,

juzgan conductas sobre la base de principios y normas consuetudinarias y

descriminalizan conductas sobre la base de otros principios de reparación del daño

causado. No contamos con elementos de análisis que consideren el impacto que estas

normas tienen sobre las mujeres, ya que el respeto por la equidad de género en el

marco de sociedades multiculturales no puede presumirse.

De acuerdo con la información revelada, resulta llamativo que, a pesar de que los

juzgados de paz comunitarios tienen competencia para asuntos penales, en la práctica

su trabajo se ha extendido a otros asuntos de modo tal que ello pareciera indicar que

existe una demanda por mecanismos de este tipo para resolución de los conflictos.

4 El PNUD: El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) es la red mundial
de desarrollo establecida por las Naciones Unidas para proporcionar los conocimientos, las
experiencias y los recursos para ayudar a los países a forjar una vida mejor

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Procesos legales en los que no se requiere la asistencia de un abogado ( self

representation)

En algunos países desarrollados se ha extendido la práctica de proceso en los que no se

requiere la asistencia de un abogado para su presentación o seguimiento, sea en forma

total o parcial. Este es el caso de las experiencias de Estado Unidos, Australia o Canadá,

donde los tribunales reciben al peticiónante sin la representación de un abogado –

aunque esta posibilidad está condicionada a las normas procesales de cada jurisdicción

– La representación por parte del propio interesado en el proceso judicial abre, sin

embargo, varios interrogantes: ¿Que tan efectivos son esos procesos y como puede

medirse su efectividad? ¿Qué resultados obtiene las partes? ¿En qué medida puede

considerarse, si una de las partes se representó a si misma sin ayuda profesional

mientras que su contraparte fue asesorada por un abogado que conocía las normas

aplicables?

El abogado requiere asistencia profesional y seguimiento posterior por parte de

trabajadores sociales vinculados con la comunidad. Estos trabajadores cumplen la

función de brindar una explicación detallada de los proceso. Las personas y las

instancias que estarán involucradas reciben las instrucciones iniciales de los clientes

potenciales y, como las mujeres que requieren asistencia jurídica normalmente se

encuentran en una situación de crisis, son estos asistentes quienes se ocupan de

investigar los aspectos extralegales de la situación del cliente, incluyendo su situación

habitacional y financiera. Los asistentes sociales tienen un rol complementario e

integrado al proceso legal idea fuerza de este esquema es que el trabajo coordinado de

ambos profesionales redundara en mejores resultados para los clientes y para el

desarrollo del proceso.

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Las evaluaciones en los tribunales de la zona de Redfern indican que el porcentaje de

desistimientos disminuyo en forma significativa en aquellos proceso iniciados bajo el

esquema de asistencia vigente. Más aun, una vez que comenzó a regir esta forma de

asistencia, el porcentaje de casos exitosos en forma considerable.

Métodos alternativas de resolución de conflictos

Uno de los desafíos más importantes que enfrentan los países que cuentan con un

sistema establecido para la provisión de servicios jurídicos es alcanzar un nivel

razonable de costos que los haga sustentables.

Con este objetivo, Australia ha impuesto el requisito de la mediación previa a cualquier

causa civil que llegue a los tribunales, como un medio de arribar a soluciones sin poner

en marcha la maquinaria judicial. Este requisito se aplica también como condición para

otorgar subsidios en asuntos de derecho de familia. Aunque se excluye en algunos

territorios cuando ha existido violencia doméstica, en ciertas circunstancias esta no

siempre es fácilmente determinable los terceros. En respuesta a las objeciones

presentadas, los tribunales de familia de Australia adoptaron un sistema mixto de

mediación que involucra la presencia de dos mediadores, un varón y una mujer, con

una formación que combine aspectos legales, de psicología y asistencia social. En la

experiencia de estos tribunales, esta pauta ha beneficiado las posibilidades de

mediación. Por su parte, la ley de acceso a la justicia sancionada en Inglaterra también

sugiere que, entre los criterios a la importancia de contar con financiamiento suficiente y

adecuado es evidente para la existencia y subsistencia misma de un servicio de calidad.

Financiamiento que, operando en forma coordinada, permitan aumentar los recursos

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disponibles, a la vez que limitar las posibilidades de injerencia política de los

proveedores de fondos.

Por último, asegurar la independencia de los prestadores de servicios tanto de los

gobiernos federales como locales es fundamental para garantizar la estabilidad del

servicio. Esto adquiere particular relevancia cuando abogados empleados por el Estado

brindan asesoramiento sobre temas re-mecanismos periódicos de evaluación que

aseguren la calidad de los servicios y la satisfacción de los clientes.

En la medida en que haya pluralidad de prestadores de servicios, será importante

investigar las variaciones que puedan registrarse entre ellos (y que deberán existir en

tanto funcionen adecuadamente los mecanismos de control de calidad). Las

investigaciones tendrán que permitir identificar cuáles son y como están compuestas las

organizaciones de abogados y las organizaciones no gubernamentales que reciben

subsidios de Estado para brindar servicios de asistencia jurídica, y como están

integrados los cuerpos de abogados empleados directamente por el Estado. En la

selección de los prestadores de servicios jurídicos gratuitos, será importante asegurar

una equitativa representación de género, raza, etnia y religión.

Una política pública que contemple en forma parcial los principios y las limitaciones

señalados en este informe tendrá menos probabilidades de éxito en su intento de legar

a toda la población. Es necesario fomentar un proceso de debate público amplio y

comprensivo de los distintos aspectos y actores involucrados para que la política de

acceso a la justicia represente una estrategia duradera. Y esta estrategia necesariamente

tendrá que incluir medidas tendientes a eliminar las barreras de educación, leguaje,

distancia geográfica, y a asegurar, en el marco un servicio de calidad. En este contexto,

la necesidad de un sistema público que se articule en forma suficiente y transparente

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con los actores privados, pero que mantenga la centralización de la información sobre

recursos disponibles, brinda un punto de partida para el debate.

3.2 EJEMPLOS

En esta sección describiremos tres formas de sistemas informales de justicia comunitaria:

la ley indígena, las rondas campesinas del norte de Perú y la ley urbana comunitaria en

Bolivia.

La ley de los pueblos indígenas

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Comunidad campesina del pueblo Chibuleo en Ecuador

Antes de la llegada de los europeos, los pueblos indígenas de las América habían

establecido sistemas de autogobierno político y jurídico. Por lo tanto, la ley indígena

tiene un carácter especial en relación con la ley del estado: su existencia y autoridad

precede la creación del estado. Sin embargo, la imposición del control colonial tuvo un

enorme impacto en estos sistemas. En algunos casos fueron destruidos. En otros, fueron

transformados y se adaptaron a la subordinación de las autoridades indígenas al control

colonial. Los administradores coloniales toleraban las actividades normativas,

administrativas y jurisdiccionales de las autoridades indígenas para tratar asuntos

menores e internos, confinados a esferas que no incidieran (chocaran con) la “ley divina

y humana”. Las autoridades indígenas sirvieron como intermediarios útiles entre las

autoridades coloniales y la población nativa, y como un eficiente medio de control social

indirecto. Algunos sistemas legales indígenas se originaron en el período colonial.

Fueron establecidos como vínculos entre la comunidad y las autoridades coloniales, o

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fueron creados e impuestos por las autoridades coloniales. Con el paso del tiempo, los

indígenas se apropiaron de estos sistemas, los adaptaron y los convirtieron en propios.

El modelo clásico de autoridad indígena que data de este período es el sistema de

cargos, que se inspira en modelos indígenas y coloniales de servicio público, y que sigue

predominante en los Andes y Mesoamérica. En estos sistemas, los miembros de la

comunidad, usualmente los hombres, mantienen una serie de cargos de

responsabilidad creciente en la comunidad. Una vez que hubieran pasado a través de

todos esos cargos, se convertían en mayores o figuras de autoridad.

Después de la independencia, con pocas excepciones como Colombia y Guatemala, los

estados, influenciados por el liberalismo y el positivismo proscribieron los sistemas

legales indígenas y promulgaron políticas para asimilar a los pueblos indígenas y

destruir distinciones legales entre los grupos étnicos. A pesar del edicto formal, los

sistemas legales indígenas siguieron operando donde las comunidades indígenas se

mantuvieron. Como regla, mientras más remota la localización geográfica de las

culturas indígenas, mayor la autonomía y relativo aislamiento en que tales sistemas de

autoridad se desarrollaron. En lugares más próximos a las estructuras de poder del

estado, los pueblos indígenas incorporaron más aspectos de la ley y cultura occidentales

y era más probable que coordinaran sus sistemas de justicia con los del estado,

particularmente en casos que involucraban personas de fuera de la comunidad u

ofensas serias. Las versiones modernas de estos sistemas, usualmente llamadas ley

consuetudinaria, consisten en “los conceptos, creencias y normas no codificados, dentro

de una comunidad dada, definan acciones prejudiciales o crímenes; la selección de

autoridades y los procesos por los cuales éstas deben ser resultas; y las sanciones o

resoluciones decididas y aplicadas” (Sieder 1998: 98).

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A la mitad del siglo XX algunos estados reconocieron aspectos de la auto-regulación

indígena –usualmente llamados usos y costumbres o derecho consuetudinario- para

ciertos propósitos definidos, siempre que no entraran en conflicto con la ley del estado.

Por ejemplo, el estado peruano permitió cierta administración comunitaria de conflictos

de tierras durante la reforma agraria de los 60s. La Ley de Comunas de 1937 en Ecuador

tuvo la intención de regular a las comunidades campesinas y sus derechos y

responsabilidades legales, proveídas por el ejercicio de la resolución de disputas

internas. Las autoridades de la Comuna siguieron realizando funciones derivadas de las

tradiciones culturales indígenas, como también aquellas asignadas por el estado

ecuatoriano. En algunas áreas serranas de Latinoamérica, comenzando en los 60s, los

sistemas de autoridad indígena fueron remplazados por o subordinados a uniones

campesinas. Sin embargo, en la última década, muchos sistemas de autoridad indígena

han sido revividos.

Los sistemas legales indígenas han pasado por transformaciones significativas en el siglo

XX al ajustarse tanto a relaciones cambiantes con agentes externos como a cambios

dentro de sus comunidades. El ritmo del cambio aumentó en las dos últimas décadas en

respuesta a la recuperación de estructuras de autoridad indígenas, recuperación que

había sido provocada por la emergencia de fuertes movimientos sociales, regionales y

nacionales, de pueblos indígenas en la mayoría de países latinoamericanos a mediados

de los 70s y en los 80s. Por ejemplo, García observa que en las comunidades quichuas

de La Compañía y San Francisco de Chibuleo (Ecuador) “las regulaciones internas han

sido reformuladas en los últimos 10 años por las asambleas comunales, particularmente

el capítulo referido a las sanciones y penas (castigos) provenientes de una falta de

cumplimiento de las obligaciones comunitarias. Además, son enviadas a revisión anual

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para su actualización” (García 2000:15). En otra comunidad quichua, García encontró

que las autoridades comunitarias, junto con representantes de las iglesias católica,

evangélica y mormona, han establecido una nueva institución de justicia –la Comisión

de Justicia Social Autónoma- que no era parte ni de la cultura quichua tradicional, ni

estaba contemplada en la Ley de Comunas de 1937 . Por lo tanto, mientras los no-

especialistas reciben con frecuencia una versión esencialista de la cultura y los sistemas

legales indígenas, la misma que es estática y tiene la intención de proteger tradiciones

centenarias (una visión frecuentemente propagada por los propios líderes indígenas

como estrategia para defender su autonomía), los actuales sistemas indígenas son

flexibles y dinámicos y muchas prácticas y normas son de reciente cosecha.

En los casos en los que los sistemas de justicia indígena fueron reconocidos, durante el

siglo XX los estados positivistas los consideraban “ley consuetudinaria”, y como tal, una

forma de ley subordinada y con menor autoridad. La ley positivista define la ley

consuetudinaria como derivada de usos sociales y le da un rango subordinado a la ley

del estado. El concepto se deriva de la ley romana y “se refiere a la repetición secular

de las mismas prácticas hasta que se instalan en la conciencia colectiva y llegan a ser

aceptadas como normas obligatorias. Los positivistas consideraban la ley

consuetudinaria como esencialmente estática. Pero los sistemas legales indígenas están

adaptándose constantemente a circunstancias cambiantes, incluyendo las críticas

recientes de algunas de sus prácticas.

En los últimos años la ley del estado ha tenido una profunda influencia en la ley

indígena. Por ejemplo Orellana (1998) encuentra que las comunidades indígenas

bolivianas están prestas a aprender más sobre la ley del estado y a obtener documentos

concernientes a la legislación que les afecta. Cuando las autoridades indígenas y los

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miembros de estas comunidades ganan acceso a estas leyes, frecuentemente incitan

cambios que remplazan las normas tradicionales. Es posible que las autoridades usen

procesos y remedios del estado si no están seguros cómo proceder, pues su propia ley

es incompleta o poco clara, o si están preocupados por violar la ley del estado. “Esta

preocupación por la legalidad o ilegalidad de las decisiones tomadas por comunidades

indígenas es parte de la dinámica de cambio de este período histórico” (Orellana 1998:

233). Orellana también observa una tendencia creciente de la autoridades indígenas a

escribir [en papel] sus decisiones y a registrar y codificar sus normas. El Acta escrita

otorga mayor legitimidad a los procedimientos y decisiones, pero plantea problemas a

la definición de institución informal de Helmke y Levitsky5. El impacto de la ley del

estado y el grado de cooperación varía:

En áreas o regiones remotas donde el control del estado es débil, los pueblos indígenas

tienen un margen más amplio para la auto-regulación; mientras en áreas más cercanas

a los centros de control, los casos serios tienden a ser remitidos más frecuentemente a

jueces y autoridades estatales. Las autoridades indígenas han aprendido a limitar sus

funciones con el propósito de evitar la represión de autoridades estatales. Por ejemplo,

en casos serios como el homicidio, o cuando gente externa está involucrada, remiten los

casos a las autoridades del estado para evitar ser procesados por complicidad,

usurpación de funciones u otros crímenes semejantes (Yrigoyen 2001: 204).

Las autoridades indígenas han aprendido a seleccionar entre sus sistemas propios y los

del estado según sus necesidades, escogiendo el estrado que creen llevará al resultado

deseado.

5 Helmke y Levitsky :El libro editado por Gretchen Helmke y Steven Levitsky se
inscribe en esa perspectiva teórica que resalta el papel de las instituciones
informales en el funcionamiento cotidiano de las democracias contemporáneas

19
Según Assies, la presencia del estado es importante para el desarrollo y efectividad de la

ley consuetudinaria.

El hecho de llevar un caso al sistema estatal puede ser considerado una sanción en sí

mismo, o puede funcionar como una manera de preservar la paz interna. Invocar la

posibilidad de involucrar al sistema estatal puede en sí servir como una medida de

presión que impulse a las partes hacia una reconciliación, y así, paradójicamente,

refuerce la autonomía local. El acto de recurrir al sistema estatal puede provocar la

reprobación de la comunidad. Más aún, la presencia del sistema estatal circunscribe con

plena seguridad el alcance de la autonomía local y explica la auto-limitación entre las

autoridades indígenas.

Las autoridades indígenas pueden servir como la primera instancia de la adjudicación

por asuntos graves, que pueden ser subsecuentemente remitidos al sistema estatal A

menudo llevan las ofensas más graves a las autoridades estatales porque son el

resultado de conflictos que no pudieron ser reconciliados dentro de la comunidad, o

instancias de infracciones repetidas; éstas son castigadas severamente, a menudo con el

destierro, porque demuestran un rechazo a las normas de la sociedad indígena y sus

autoridades. Acudir a autoridades externas indica que la comunidad ya no busca

reintegrar al ofensor . Es también común para casos que involucran a no-indígenas el

remitirlos al estado.

Helmke y Levitsky nos previenen de no equiparar las instituciones informales con la

cultura (2002: 9), pero esta distinción es difícil de trazar respecto a la ley indígena. El

alcance de la ley indígena involucra a todos los aspectos de la vida social, a los asuntos

civiles y penales, a la religión, a la ley pública concerniente al manejo de la comunidad.

Los pueblos indígenas ven la distinción entre cultura y ley como artificial, pues la vida

20
social y legal están fusionadas en las culturas indígenas. Esta dificultad se deriva de la

naturaleza menos diferenciada institucionalmente del auto-gobierno indígena, donde

las autoridades sirven múltiples propósitos y los actos públicos tienen significados

legales, políticos, económicos, culturales e incluso espirituales. Por supuesto todos los

sistemas legales son “a la vez constitutivos de la cultura como reflexivos [que la reflejan]

de ella” porque la ley está “inextricablemente vinculada a un amplio rango de prácticas

sociales y culturales”.

Las explicaciones formalistas de las instituciones informales argumentan que las mismas

emergen para proveer “soluciones eficientes a los problemas de coordinación y acción

colectiva que emergen cuando las instituciones formales fallan” (Helmke y Levitsky 2002:

21). Aunque Helmke y Levitsky encuentran problemáticas a las explicaciones

funcionalistas, son al menos parcialmente verdaderas en este caso. Los sistemas legales

indígenas han sobrevivido por dos razones:

1. porque ayudan a perpetuar y defender la autonomía de las culturas indígenas.

2. porque los sistemas legales del estado o no son eficientes, o no son accesibles, o

no son apropiados para su cultura. Los sistemas de justicia indígena enfatizan la

resolución del conflicto y el restablecimiento de la armonía social, lo cual

refuerza el sistema comunitario de ayuda recíproca y responsabilidad mutua.

[Estos sistemas] utilizan las lenguas indígenas y son más cercanos, social, cultural

y geográficamente, a las comunidades que atienden. También son más rápidos y

menos costosos que el sistema estatal, ya que no requieren de abogados y

usualmente no existen costos. Tienen fuerte legitimidad en las comunidades

indígenas porque reflejan los valores y metas comunitarios. Los pueblos

indígenas típicamente rechazan la ley estatal porque es vista como muy cara y

21
distante, demasiado lenta, excesivamente formal, favorecedora de la élite,

necesitada de intermediarios y porque se basa en valores distintos a aquellos

mantenidos por las culturas indígenas. Se debe resaltar, sin embargo que

aunque algunos antropólogos y líderes de movimientos indígenas retratan las

comunidades indígenas y campesinas como colectividades armoniosas,

homogéneas y unificadas, se encuentran típicamente divididas por conflictos

internos (Jackson 2002: 120; Ramírez 2002: 157). Como Jackson observa,

debemos resistir la tentación de romantizarlas:

Cualquier comunidad indígena estará atravesada de conflictos, algunos en marcha,

otros resueltos pero no olvidados, como también en facciones, jerarquía y mecanismos

de toma de decisiones que excluyen y marginan a algunos miembros. Exhibirá, en

suma, valores y acciones que son cualquier cosa menos democrática o igualitaria, tal

como estos conceptos son definidos y valorizados en el occidente... La visión romántica

de los pueblos como totalidades cohesionadas y basadas en el consenso sólo puede ser

sostenida desde cierta distancia (Jackson 2002: 120).

Ramírez concuerda en que “los miembros de la comunidad frecuentemente sienten que

su voz no es escuchada, porque la élite indígena monopoliza la discusión...” (2002: 157).

La preferencia por la justicia indígena varía dependiendo de la calidad y accesibilidad

relativa de los sistemas no indígenas. En las comunidades quichuas del Ecuador que

estudió a finales de 1990, García encontró que los sistemas de administración de justicia

indígena revividos han remplazado completamente al sistema estatal formal: los

abogados y jueces en las ciudades cercanas a comunidades indígenas que

recientemente reforzaron sus propios sistemas, reportan una “ausencia total de

reclamos por parte de los indígenas en oficinas y cortes legales en los años recientes”

22
(García 2000: 15). Más aún, su superioridad frente a los foros estatales no sólo estaba

basada en su adecuación cultural: los informantes de García reportaron que era común

tanto para mestizos como para indígenas de las comunidades que carecían de dichos

sistemas, llevar sus disputas a los tribunales indígenas recientemente fortalecidos,

particularmente aquellas disputas que el estado no tiene la capacidad o la voluntad de

resolver. Como el presidente de la Unión de Pueblos Chibuleos6 observó “incluso

cuando el problema sólo es entre mestizos, vienen a resolver aquí y se van tranquilos”

(García 2000: 20). En otras ocasiones, los no-indígenas pueden equiparar la ley indígena

con vigilantismo, cuando la frustración popular por la ausencia de protección frente al

crimen se va hacia los linchamientos en las zonas rurales. En Guatemala, la ejecución

sumaria de sospechosos de un crimen se incrementó en los 90s. Pero Sieder7 nos

previene de no confundir los dos casos. Los linchamientos no resultan del ejercicio de

6 Pueblos Chibuleos: Chibuleo es un pueblo indígena que se encuentra ubicado en la sierra


central del Ecuador, perteneciente a los pueblos y Nacionalidades Kichwas del Ecuador, al
Sur-Oeste de la provincia de Tungurahua, cantón Ambato
7Rachel Sieder: profesora investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores
en Antropología Social (CIESAS) en la Ciudad de México

23
una autoridad y normas tradicionales, sino de un “clima prevalente de impunidad que

significa que los criminales casi nunca son llevados a juicio por sus acciones” como del

legado guatemalteco de autoritarismo y militarismo

Chibuleo es un pueblo indígena que se encuentra ubicado en la sierra central del Ecuador,
perteneciente a los pueblos y Nacionalidades Kichwas del Ecuador

Es difícil clasificar la ley indígena usando la tipología de instituciones informales

desarrollado por Helmke y Levitsky porque su relación con las instituciones de justicia

formal cambia dependiendo de la localización geográfica de cada comunidad indígena

como de las relaciones con el estado en cualquier tiempo dado. Un sistema legal

indígena puede ser complementario con relación a ciertos aspectos (por ejemplo: la

organización comunitaria interna) y competitiva con respecto a otros (por ejemplo: la

ley penal). La ley indígena puede ser sustitutiva en comunidades donde la ley del estado

es esencialmente inexistente, complementaria donde hay más coordinación entre las

24
autoridades indígenas y estatales, y competitiva donde las autoridades tienen relaciones

hostiles con las instituciones formales –particularmente en países donde no ha sido

todavía formalmente reconocida. Aún más, la categoría de “competitiva” está abierta a

la interpretación. Las sanciones indígenas que se interpreta que violan la ley del estado

–como el castigo corporal o el trabajo comunitario forzado- pueden ser interpretadas

como no competitivas, si el intérprete evalúa dichas prácticas en el contexto de la

cultura indígena. La Corte Constitucional colombiana considera sanciones indígenas

como éstas como constitucionales porque obedecen a un derecho constitucional de

mayor jerarquía que la ley que violan.

Dos Sistemas Comunitarios de Administración de Justicia

Helmke y Levitsky argumentan que los casos de estudio inductivos son bloques

constructivos esenciales para el desarrollo de la teoría concerniente a las instituciones

informales y aconsejan el uso de comparaciones pequeñas –o medianas-. Hacia el final

ofreceré dos estudios de caso breves de instituciones de justicia informal que son

distintas pero relacionadas con los sistemas de justicia indígena descritos antes: las

rondas campesinas del Perú rural; y las juntas vecinales en las áreas urbanas de El Alto y

Cochabamba, Bolivia. Estos dos casos fueron escogidos porque nos permiten observar

el origen de las instituciones informales, algo usualmente difícil de hacer. El caso de las

rondas es particularmente útil porque demuestra cambios marcados a través del tiempo

en el funcionamiento de las rondas. Estos sistemas son comparados con los sistemas

indígenas tradicionales en la Tabla 1. El lector debe tener en mente la imposibilidad de

presentar adecuadamente la gran variedad de sistemas legales indígenas en ese

formato esquemático.

25
“Larga vida a los ronderos/Golpes duros a los traidores

Sácales la cresta/Hasta que cambien la manera en que hacen las cosas”

a) Las Rondas Campesinas en Perú.

Rondas campesinas de la provincia de cajamarca

Las rondas campesinas se formaron por primera vez en la departamento del norte del

Perú de Cajamarca con el propósito de proveer medios de evitar y sancionar el robo de

ganado, que cundía y se había incrementado debido a la crisis económica que había

puesto a muchas familias campesinas al límite. La reforma agraria de principios de los

70 había destruido rápidamente las estructuras de autoridad de la hacienda que habían

26
prevalecido en la sierra, sin remplazarlas con un sistema de autoridad pública efectiva.

Los criminales habían corrompido a la policía y los jueces, debiendo los campesinos

defenderse a sí mismo. En gran parte de la sierra norte los sistemas de autoridad

culturales habían colapsado hace tiempo. Por lo tanto, las rondas llenaron un vacío de

poder público y privado, proveyendo su propio sistema de seguridad colectiva como

una alternativa a la devastadora pérdida de su ganado. En los tres años siguientes

cientos de comunidades de Cajamarca formaron rondas. El modelo también se

diseminó al departamento norteño de Piura, particularmente después de que El Niño de

1983 causara una devastación económica que forzó a muchos campesinos a robar para

sobrevivir . Hacia finales de los 80, se habían formado rondas en los departamentos de

Amazonas, Lambayeque y Ancash, y abarcaban más de 3.400 aldeas y más de 400.000

ronderos, que cubrían un área de más de 60.000 millas cuadradas en el norte de los

Andes.

Ladrón de cuyes recibe castigo por ronderos de la provincia de Cajamarca

27
La ausencia de estructuras de autoridad tradicionales, basadas en la cultura, como

aquellas que persisten en el sur, requiere la creación de una institución de justicia

informal totalmente nueva. “Es difícil enfatizar lo suficiente la novedad que es que las

aldeas administren justicia de la forma en que lo hicieron con las rondas a finales de los

70s y en los 80s”. La forma que tomaron no estaba basada en tradiciones étnicas, sino

en la guardia de hacienda que había sido organizada por los terratenientes para

proteger su propiedad en una era anterior, y en la experiencia de los ronderos en el

servicio militar. Estos sistemas de justicia informal no tenían la intención de remplazar al

estado. Más bien las rondas trataron de ligar las comunidades campesinas con el estado

Starn8 reporta como las rondas tomaron prestado para sus actividades los símbolos y

artefactos que asociaban con la autoridad del estado: una mesa vieja sirve como el

banco del juez; “mugrosos estatutos legales, papeles dispersos y a veces una Biblia” son

puestos en la mesa; las decisiones y los procedimientos son registrados en un libro y

notarizados; los líderes son escogidos por medio de una votación secreta en imitación

del sistema político del estado (al menos del ideal [imaginario])9). Pero las rondas no

eran simples copias de los sistemas de justicia formal: “los aldeanos adoptaron y

enmendaron estos modelos para forjar un sistema de disciplina y castigo que era

mucho más que una simple copia que algo ya existente”. Había un fuerte sentido de

propiedad de las rondas, que estaban imbuidas en los valores culturales de las

comunidades campesinas rurales del norte del Perú

8 Orin Starn Antropólogo


9 citado en Degregori y Mariños

28
Al evolucionar, las patrullas llegaron a significar para los comuneros más que los

significaba su función básica aunque limitada de proteger al ganado. Una sociedad,

desgarrada por la desconfianza, los celos, el robo, las peleas, la miseria y la corrupción,

se estaba recomponiendo. La periodización de la historia en el infierno de “antes de la

ronda” y la redención de “después de la ronda” equiparaba el orden con una política de

emancipación.

Los castigos impuestos frecuentemente eran similares a aquellos utilizados por los

sistemas indígenas de justicia, tales como el baño en agua helada en la noche, el azote,

u otras formas de castigo físico. Estos métodos también eran tomados de las acciones

de la policía en sus comunidades. Starn fue testigo con horror el uso de la tortura del

“pequeño pájaro”, que fue aprendida de la policía local, junto con otros métodos

abusivos considerados efectivos para extraer confesiones. Los comuneros perciben esos

métodos como parte del correcto procedimiento policial. El castigo corporal –

particularmente los azotes y el uso del cepo, tomados de la hacienda- era común en

los primeros años de las rondas, pero fue usado usualmente sólo para ofensas serias o

repetidas. Para reducir la posibilidad del abuso de esta sanción, un pariente o amigo del

transgresor hace el azote, lo cual también reduce la posibilidad de intervención judicial.

Una amonestación de un pariente para vivir mejor en el futuro precede el castigo, y

después la persona castigada da las gracias al azotador y a la comunidad (Starn 1999:

135). Al ser menos desesperada la situación del crimen, el uso de violencia por parte de

las rondas, al menos en los pueblos del norte estudiados por Starn, empezó a decrecer

Al disminuir el crimen y aumentar la autoridad y el prestigio de las rondas, a instancia

de los pobladores, las rondas se hicieron más activas como mecanismos de resolución

29
de conflictos. Las asambleas de las rondas fueron convocadas para administrar justicia

en asuntos criminales locales, como para reducir “altercados y peleas cuerpo a cuerpo”

(Starn 1999:113). Había varias razones por las cuales las rondas eran más efectivas en

estos aspectos. Primero, tenían el conocimiento y los recursos locales para investigar

los hechos de un caso, mientras que la policía y jueces locales no conocían la

comunidad y carecían de recursos e interés para realizar investigaciones en el sitio.

Segundo, la justicia era expedita en las asambleas de las rondas, que eran mantenidas

en promedio una vez por mes en los ochenta. La amenaza de llevar a un trasgresor a la

policía era usualmente suficiente para hacerle aceptar la autoridad de la ronda, ya que

era preferible a languidecer en la prisión por años antes del juicio. Tercero, los juicios

eran típicamente gratuitos, aunque Starn escucho de casos aislados en los que los

presidentes de la ronda cobraban honorarios o demandaban sobornos. El sistema del

estado requería honorarios, notarias, gastos de movilización, y abogados, como tiempo

fuera de las actividades económicas. Finalmente, las asambleas ocurrían en la propia

comunidad de los disputantes; no era necesario viajar al ambiente extraño e intimidante

de la ciudad, donde la humillación y el abuso eran comunes. Al tiempo que las

asambleas de las rondas se volvieron ampliamente usadas en el norte de la sierra –cada

pueblo atendiendo más de cien disputas cada año- la policía y cortes locales vieron una

dramática reducción en su carga de casos.

Las asambleas de justicia de las rondas usualmente procedían de esta manera. Tres o

cuatro casos eran oídos cada noche. Los pobladores –la mayoría hombres- se reunían y

sentaban o paraban en un círculo, con las autoridades de las rondas sentadas juntas en

una mesa dentro del círculo. A diferencia de las cortes a las que remplazaban, las

asambleas tenían la intención de facilitar la participación de la comunidad y todos los

30
participantes eran animados a hablar. Esto era importante en una cultura en que las

autoridades estatales habían impuesto siglos de silencio. El círculo tenía la intención de

implicar que nadie estaba colocado antes o después que otro. Los procedimientos

comenzaban con la presentación de un caso por parte del presidente de la ronda. El

principal testigo acusador y el acusado entonces planteaban sus posiciones. A

continuación, cualquiera podía lanzar su opinión. Al principio, el acusado y el acusador

toman posiciones extremas e intransigentes; con el paso del tiempo la muchedumbre

los presiona a ser más conciliatorio, por último demandando que lleguen a un acuerdo.

En vez de imponer un veredicto, el presidente de la ronda trata de ver el sentir de la

muchedumbre y sugerirlo como una solución. Los presidentes que tratan de imponer su

voluntad frecuentemente eran censurados y no re-electos. Los procedimientos

frecuentemente continuaban hasta la madrugada, hasta que se llegara a una resolución.

Manteniendo la obsesión peruana con la burocracia y la documentación, las asambleas

de las rondas del norte mantenían registros escritos de sus actividades, que eran

guardados en archivos comunitarios. Siempre se tomaban minutas, las decisiones eran

registradas de manera escrita y firmadas por todas las partes y los testigos de las

asambleas. Los comités dirigentes de la ronda fijaban sus sellos personales a cada

pedazo de papel (Starn 1999: 126-131).

No he tenido noticia de mujeres que sirvan a las rondas o a las asambleas. El rol de la

mujer era apoyar las rondas sancionando a aquellos que se negaban a patrullar y

alimentando a aquellos que lo hacían. Por tanto, cuando las rondas se volvieron

administraciones de justicia comunitaria, se levantó una institución enteramente

masculina para juzgar el comportamiento de las mujeres. Por supuesto esto no era

diferente del sistema estatal. Starn dice que los hombres campesinos mantenían

31
visiones discriminatorias de las mujeres y tendían a creer que habían cometido una falta.

Pegar a la mujer era una práctica común y considerada justificada si la mujer faltaba a

su deber. En muchos casos, sin embargo, las asambleas de las rondas apoyaron las

quejas de mujeres por abuso doméstico y sancionaron a sus esposos, si la fuerza usada

era considerada excesiva o el comportamiento de la mujer no merecía castigo (Starn

1999: 174).

El ejército utilizó el modelo de la ronda a finales de los ochenta y principios de los

noventa para organizar a los campesinos del sur en contra de Sendero Luminoso (Starn

1992: 90). Para mediados de los ochenta, los Andes del sur habían sido militarizados. Las

primeras rebeliones campesinas anti-Sendero ocurrieron en respuesta a ataques a

autoridades comunitarias indígenas, particularmente cuando éstas sustituían a jóvenes

senderistas por autoridades mayores. Para principios de los noventa, Sendero estaba en

guerra con un campesino que trabajaba con las fuerzas armadas. En 1991 el ejército

distribuyó más de 10.000 pistolas Winchester a las nuevas rondas campesinas (Starn

1998: 232). Pero estas rondas anti-insurgencia tuvieron un origen y propósito distintos a

las descritas más arriba.

Los esfuerzos para legalizar las rondas empezaron con la transición a la democracia en

1980, pero la oposición de partidos de centro derecha sin afiliación a la ronda (Acción

Popular, Partido Popular Cristiano) frustraron los primeros intentos. Para este tiempo,

APRA y Patria Roja habían infiltrado muchas rondas y organizado federaciones de

ronda rivales. En 1986, el presidente aprista Alan García promulgó una Ley de Rondas

Campesinas (24571), dándoles una posición legal para resistir ataques de la policía y

oficiales, y la autoridad para proteger las propiedad individual y comunidad (Degregori

y Mariños 2000: 404; Starn 1992: 105). Como las rondas crecieron en fuerza y estatura, el

32
estado tratado de controlarlas y cooptarlas. Siguieron proyectos legales para definir y

constreñir las rondas, y continúan hasta este día. Pero hasta ahora el reconocimiento

legal ha sido confinado a la protección de la propiedad y a la auto-defensa –las rondas

y sus defensores están todavía luchando por el reconocimiento legal de su derecho a

administrar justicia10 Con la declinación de las actividades de la guerrilla a finales de los

noventa y principios del 2000, las rondas se han adaptado nuevamente a las

necesidades más apremiantes de las comunidades a las que sirven. En algunas áreas

han caído en desuso: las patrullas nocturnas han sido suspendidas y se convocan

asambleas rara vez. Esto pasó en Piura, donde la administración de justicia estatal ha

mejorado dramáticamente en los noventas, y los líderes comunitarios estaban cansados

del trabajo no pagado ni agradecido de manejar las rondas (Starn 1999: 264). En otros

sitios, además de controlar el crimen, las rondas actúan como representantes políticos

ante las autoridades municipales, y se han involucrado en asuntos políticos

importantes, como la titulación de tierras (entrevistas, Cuzco, Perú, julio 2002; Degregori

y Mariños 2000: 409). En algunas áreas las rondas realizan algunos de los roles

asignados a los gobiernos municipales, usualmente sin conflicto con éstas últimas

(Degregori y Mariños 2000: 407). Sin embargo, como Degregori y Mariños argumentan

(2000: 407), el estado peruano ha fallado en cuanto a tomar ventaja del potencial de las

rondas para llenar el enorme vacío en la disponibilidad de administración de justicia, al

no vincularlas formalmente a la policía local, gobierno local o al sistema de jueces de

paz. Por lo tanto, la informalidad de las rondas continúa siendo una parte importante de

su identidad y, quizá, la fuente más fuerte de legitimidad y autonomía.

10
(Degregori y Mariños 2000: 404; comunicaciones personales, Raquel Yrigoyen 2002).

33
“Somos como los padres de todo el barrio,

orientamos y proponemos de que haya reconciliaciones”

Después de la masacre senderista de Chuppac, Huancavelica, ocurrida el 8 de


abril de 1990, el pueblo de esa comunidad se organiza en rondas campesinas

3.- JUNTAS VECINALES

El progresivo desarrollo de nuestra democracia ha implicado un proceso de


democratización de las instituciones en el ejercicio del poder local, aumentando y

34
facilitando el acceso de la ciudadanía a la participación en la gestión municipal.

Así es como han ido apareciendo, en nuestra provincia institucionalizadamente y en


otras no, las juntas vecinales. Estos organismos tienen el noble fin de articular los modos
de participación ciudadana, como forma de canalización y garantía efectiva del derecho
a participar, que es a la vez una obligación cívica. La Constitución Provincial promueve,
en su artículo 240, la creación de juntas vecinales.

Son órganos de coordinación, que tienen como misión primordial representar a los
vecinos ante la Municipalidad, para trabajar, en forma gratuita, de manera conjunta y
organizada; coadyuvando a la eficiencia en la gestión municipal, en la cimentación del
desarrollo local, dentro del marco del Principio de Planeación Local contenido en el
Artículo IX del Título Preliminar de la Ley Orgánica de Municipalidades, Ley N° 27972,
articulando así a la Municipalidad con sus vecinos. En este sentido, la presente norma
tiene por objeto establecer los mecanismos para elegir a las Juntas Vecinales. Las Juntas
de Delegados Vecinales son un conjunto de personas con vocación de servicio,
altruistas y con espíritu de superación que trabajan organizadamente y son el nexo
entre los demás vecinos de su zona y la Municipalidad. La preocupación por el
desarrollo local, ha sido una de las constantes del actual gobierno. Es así que en 1995 se
crea el Plan de Desarrollo Metropolitano (PLANDEMETRU), luego de un largo proceso
de concertación con diversas instituciones locales. Dos organismos dan viabilidad a
estos planes, las juntas vecinales y los comités de progreso. Estas juntas y comités de
alguna manera han aliviado la demanda por obras involucrando a la población en la

35
ejecución de las mismas. Las juntas vecinales surgieron en 1981. Organizaciones más
pequeñas que las juntas, son los comités de progreso, conformado por un grupo de
vecinos elegidos por la comunidad que se organizan para ejecutar una determinada
obra. Estos comités usualmente duran el tiempo que dura la obra. La junta vecinal es
definida por sus autoridades como un ente administrativo que pertenece al municipio.
Son intermediarios entre el Municipio y la comunidad. Las juntas vecinales hacen
conocer al municipio las necesidades de la población y su demanda por la ejecución de
algunas obras. Estas obras son ejecutadas por comités de progreso, los cuales se
conforman en una asamblea organizada por la población beneficiaria de las obras. La
junta vecinal y las autoridades municipales se encargan de supervisar su ejecución. Los
comités no pueden hacer gestiones directamente con el municipio, si quieren solicitar
algún material o ayuda, lo tienen que hacer por intermedio de la junta vecinal. Las
gestiones se hacen de forma conjunta, entre el comité y la Junta.

OBJETIVOS PRINCIPALES:

El Municipio promueve la creación de las juntas vecinales y apoya su funcionamiento.


Estas se integran con el objetivo fundamental de: Lograr el desarrollo de la comunidad
vecinal. Difundir la libertad, la democracia y los derechos humanos. Administrar sus
bienes y recursos. Ejercer la supervisión de toda obra o actividad que se desarrolle en su
jurisdicción pudiendo ser también, a propuesta de la autoridad municipal,
administradora y actuar como contralor de la misma, entre muchas otras funciones
Entendidas ampliamente los objetivos de las juntas, es que deviene necesario integrarlas
al ejercicio de gobierno y de administración pública efectiva; y se debe dar al menos en
tres cuestiones: 1) La descentralización del Gobierno municipal, es decir el traspaso de
competencias efectivas o capacidades de decisión sobre distintas materias. 2) El
progreso de las políticas sociales a partir de la detección de las necesidades de los
barrios. 3) La integración de las juntas vecinales en la definición del presupuesto
municipal.

FUNCIONES DE LAS JUNTAS VECINALES:

Funciones Generales De manera general, se establece que las Juntas Vecinales tienen
como función primordial escuchar y transmitir, a la autoridad municipal, las inquietudes,
sugerencias, propuestas y proyectos de todos los vecinos, en relación con el
cumplimiento de las normas municipales y la prestación de los servicios públicos

36
locales.Funciones Específicas Las Juntas Vecinales tienen, como funciones específicas, las
relacionadas con la seguridad, la supervisión, la educación, cultura, deporte y desarrollo
humano, así como también la colaboración y la formulación de propuestas.
Funciones en materia de Seguridad: a. Difundir medidas de seguridad en general, con el
propósito de instruir a los vecinos en su protección personal y patrimonial. b. Organizar
sistemas de alarma común en la zona. c. Establecer vínculos con las instituciones del
sector seguridad, a través de la Gerencia de Seguridad Ciudadana, a fin de solicitar
orientación, asesoría y apoyo sobre el particular. d. Mantener permanente comunicación
con el Serenazgo y con la Policía Municipal del distrito, a efectos de prevenir y evitar la
comisión de delitos en la zona a su cargo.
Funciones en materia de Supervisión: a. Acoger y centralizar la acción supervisora de los
vecinos de la zona, respecto de la prestación de los servicios públicos, el cumplimiento
de las normas municipales y la ejecución de obras, tanto pública como privada, que se
efectúen en su zona. b. Canalizar ante la Gerencia de Participación Vecinal, las
sugerencias y quejas formuladas por los vecinos de la zona.
Funciones en materia de Educación, Cultura, Deporte y Desarrollo Humano: a. Preparar
al vecindario para su participación activa y plena, en las diversas acciones que deberá
cumplir la Junta Vecinal en la zona respectiva. b. Promover y contribuir a la difusión y
desarrollo, en la zona, de actitudes y comportamientos que coadyuven al
fortalecimiento de los valores en el distrito, tales como el respeto mutuo, la solidaridad,
la urbanidad, las buenas costumbres y el civismo de los vecinos. c. Coordinar y
colaborar con los programas auspiciados por la Municipalidad, en materia de
Educación, Cultura, Deporte y Desarrollo Humano, promoviendo la participación activa
de los vecinos de la zona en los mismos. d. Promover e incentivar la realización de
actividades culturales y educativas en la zona, para todos los vecinos. e. Fomentar la
práctica del deporte, dentro de su zona, como medio de integración comunal y como
parte del desarrollo humano integral. f. Difundir entre los vecinos de su zona el pleno
conocimiento de las normas municipales, tanto en su contenido como en sus
propósitos. F
unciones en materia de Colaboración: a. Promover en su zona acciones que coadyuven
a la mejor ejecución de las labores municipales, tales como el cumplimiento del horario
para el retiro de basura, mantener la limpieza de las veredas, cuidar los jardines
frontales, regar los árboles, no originar ruidos molestos, entre otros. b. Motivar al
vecindario a colaborar activamente con el ornato y cuidado de la limpieza de la zona. c.
Promover que los vecinos participen activamente en acciones de orden social,
fomentando la solidaridad entre los habitantes del distrito. d. Procurar la más activa

37
participación de los vecinos en las diversas acciones que emprenda la Municipalidad y
las propias Juntas Vecinales.

PRINCIPALES PROBLEMAS QUE AFRONTAN LA JUNTAS VECINALES

En algunos casos ausencia de apoyo Municipal. En algunos casos desatención policial,


Incapacidad logística. Amenazas de parte de los aliados de la inseguridad (pandilleros
delincuentes, asaltantes, empresarios aliados a los factores de inseguridad) Falta de
implementos como silbatos, chalecos, linternas, ponchos impermeables en caso de
aquellos que deben caminar en época de lluvias y de frió. Comisarías sin teléfono. En
algunos casos han aparecido juntas que tienen como objetivo enfrentarse a los
delincuentes y ganarse terreno usando los mismos métodos.

CONCLUSIONES

Las juntas vecinales Tiene como fin lograr en su localidad desarrollo de un mejor
ambiente para las personas que viven en la zona y sea un lugar atractivo y se logre una
mejor convivencia pacifica. Las juntas vecinales ayudan a promover en su zona acciones
que coadyuven a la mejor ejecución de las labores municipales Las juntas vecinales
ayudan a difundir las medidas de seguridad con el fin de instruir a los vecinos para su
seguridad personal Las juntas vecinales colaboran permanentemente la comunicación
con el Serenazgo y con la Policía Municipal del distrito, a efectos de prevenir y evitar la
comisión de delitos en la zona a su cargo.

TABLA 1
COMPARACIÓN DE SISTEMAS DE ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA INFORMAL

LEY INDIGENA RONDAS CAMPESINAS JUNTAS VECINALES

Razones para su Regular la vida social. Perpetuar la Protección frente a los robos Replicar la cultura rural en espacios

38
aparecimiento cultura. Relacionada a las autoridades urbanos. Presentar demandas

coloniales colectivas a autoridades públicas

locales. Mediar en disputas internas,

particularmente sobre propiedad.

Actuales Preservar la autonomía política y Disuadir y castigar el crimen. Resolver Lo mismo que arriba

propósitos territorial. Complementar o substituir conflictos internos. Proporcionar

servidos los sistemas de justicia del estado. administración de justicia más eficiente

y efectiva. Servir a necesidades

comunitarias ad hoc. Representar la

comunidad ante externos.

Alcance de Amplio, incluyendo asuntos penales, Incluye asuntos penales y domésticos, Las disputas más comunes sobre

asuntos domésticos y religiosos, ley y resolución de disputas. acceso a tierra y servicios públicos.

considerados administrativa y resolución de disputas. También asuntos penales y

domésticos.

Sanciones típicas Castigo corporal leve, detenciones Azotamiento ritual leve, restitución Advertencias verbales, multas,

impuestas breves, restitución económica, trabajo económica, servicio comunitario, pérdida de derechos políticos o de

comunitario. Ofensas más serias: detención breve. Ofensas más serias: propiedad. En los casos más serios,

expulsión, castigo corporal más severo, expulsión o remitir al sistema de expulsión.

incluyendo muerte, o remitir al sistema justicia estatal. Muerte en raros casos.

estatal.

Autoridades y Las autoridades jurídicas están Los hombres del pueblo eligen las Sistema altamente burocratizado y

estructuras fusionadas con las autoridades autoridades de la ronda. Las jerarquizado de autoridades al estilo

organizacionales religiosas y políticas, elegidas a través decisiones usualmente por consenso occidental, con diferenciación de

de las costumbres comunitarias. Poca de la comunidad, con la guía del funciones. La justicia usualmente es

o ninguna diferenciación de presidente. la responsabilidad principal del

responsabilidades. Las decisiones secretario de conflictos, el

usualmente reflejan el consenso de las presidente de la junta, y, cuando es

autoridades mayores de la comunidad. apropiado, del secretario/a de

género.

Discriminación de Usualmente dominada por hombres, Completamente dominadas por El rol de la mujer es mínimo y

género con pocas excepciones. Más mujeres hombres. subordinado. Algunas juntas

en la autoridad en los últimos diez requieren servicio militar previo, que

años. excluye a las mujeres, o alfabetismo

39
que también es posible que las

excluya. Algunas actúan como

secretarias de género.

Relación con el Varía ampliamente dependiendo del Subordinación de jure a la policía y Funciones judiciales no reconocidas

sistema formal estatus de reconocimiento por el cortes locales. Considerable autonomía por el estado. Pueden coordinarse

estado. Muchos complementan, de facto, con diferentes niveles de con la policía local si está

substituyen o compiten con el estado. coordinación con los jueces de paz y la disponible. Pueden delegar asuntos

policía al estado. Varía ampliamente.

3.3 LAS RAZONES DEL AUGE DE LA JUSTICIA INFORMAL.

Las razones del auge de los procesos de informalización de la justicia en el mundo actual han

sido ampliamente estudiadas y son bastante conocidas, gracias a los trabajos y reflexiones de

autores como Mauro Capeletti o Boaventura de Sousa Santos, por no citar sino algunos de los

más lúcidos académicos en la materia; sin embargo, conviene recordar brevemente los factores

que dinamizan la justicia informal, con el fin de defender la siguiente tesis: en las sociedades

contemporáneas no se trata de optar entre que haya o no justicia comunitaria, porque

inevitablemente ésta va a desarrollarse, pues es expresión de fuerzas y dinámicas profundas; el

problema es entonces otro: ¿cómo la organizamos y qué tipo de justicia comunitaria

queremos?

Mi hipótesis de partida es entonces que inevitablemente seguirán existiendo formas de justicia

comunal porque hay una cantidad considerable de conflictos que no son, ni pueden ser,

adecuadamente resueltos por la justicia estatal. Una obvia pregunta surge: ¿cuáles son las

razones para que esas disputas no puedan ser tramitadas satisfactoriamente por las

40
autoridades judiciales oficiales? Los factores son múltiples pero creo que, por razones

metodológicas, podemos englobarlos en tres grandes categorías:

1. por una serie de obstáculos a la entrada, que impiden que ciertos conflictos accedan al

aparato judicial;

2. por una serie de disfuncionalidades del aparato judicial formal del Estado, que hace que

éste resuelva inadecuadamente ciertas disputas; y, más específico en el caso de ciertos

países,

3. por una serie de distorsiones de la política judicial que pueden acentuar esas dificultades

del aparato judicial formal. Veamos pues como esos factores obstaculizan la adecuada

resolución judicial de muchos conflictos sociales.

La sociología jurídica ha detectado numerosos tipos de obstáculos para que ciertas disputas

accedan a la administración de justicia formal. No pienso describir sistemáticamente esas

barreras sino simplemente señalar unas pocas, que nos den una idea del fenómeno.

En primer término, hay trabas económicas, que dificultan un trámite adecuado de los conflictos

de baja cuantía, pues la relación entre el costo judicial y el valor del litigio aumenta cuando

disminuye el valor de las pretensiones, por lo cual el proceso resulta proporcionalmente más

caro para los sectores populares. Un ejemplo empírico lo demuestra: en Italia, una investigación

en la década de los sesenta concluyó que los costos de un proceso sólo alcanzaban el 8% del

valor de la causa cuando esta última era elevada, pero llegaban a representar el 170% cuando

ésta era baja. Esto significa que para un conflicto de bajo valor económico, el proceso judicial

resultaba más caro que lo que está en juego en el litigio. La conclusión que se impone es obvia:

la justicia es proporcionalmente mucho más costosa para las personas de bajos recursos. Así, si

ustedes tienen un conflicto de un salario mínimo, no piensen en interponer una demanda ante

41
la justicia ordinaria porque el trámite judicial será más costoso que lo que puedan obtener, con

lo cual, como dice Cappeletti, “se tornan económicamente imposibles las causas de menor

valor, que son, típicamente, las causas de la gente pobre”.

En segundo término, existen obstáculos de tipo espacial, de suerte que para muchos usuarios

acudir a los despachos judiciales demanda una gran cantidad de tiempo, y muchas personas de

escasos recursos no pueden disponer de él, por cuanto se encuentran en la lucha diaria por la

subsistencia. Pero es más, existen muchos lugares a donde simplemente no llega el aparato

judicial estatal.

En tercer término, podemos agregar la existencia de barreras temporales y procesales, que

hacen que el trámite judicial de muchos conflictos, que las personas esperan que sean resueltos

rápidamente, pueda tomarse tres, cuatro o cinco años, en el mejor de los casos. No es pues

extraño que muchos ciudadanos de nuestro países se abstengan de acudir al aparato judicial

debido a la percepción negativa que tienen acerca de la complejidad y lentitud de los trámites.

En cuarto término, existen barreras educativas y de asesoría técnica. Así, la sociología jurídica

ha mostrado que, debido a su falta de conocimientos jurídicos y de recursos profesionales, los

sectores populares recurren mucho menos a la justicia, incluso cuando tienen derecho a

hacerlo. Por ejemplo, en una investigación realizada en Nueva York, “con personas que habían

sido víctimas de accidentes de tránsito, se verificó que 27% de los afectados de la clase baja no

hacían nada en comparación con el 2% de los afectados pertenecientes a la clase alta".

Finalmente, ciertos tipos de conflictos tienen muchas dificultades, por su propia naturaleza,

para ser adecuadamente resueltos por la justicia formal; tal sucede, por ejemplo, con muchas

disputas comunitarias y colectivas, ya que la justicia del Estado liberal de derecho fue diseñada

fundamentalmente para resolver conflictos interpersonales.

42
Las barreras a la entrada, por utilizar el argot de los economistas, impiden entonces que un

número considerable de litigios accedan al aparato judicial en nuestros países. Así, según la

más reciente encuesta sobre el tema en Colombia, de cada 100 litigios que deberían ser

resueltos por los jueces, por diversos obstáculos, sólo 48 son tramitados. Ahora bien, uno

podría argumentar que esos problemas de acceso a la justicia pueden ser enfrentados

removiendo esos obstáculos a la entrada y ampliando la oferta judicial. Y efectivamente,

algunas de esas dificultades se pueden resolver de esa manera; por ejemplo, para que ciertos

conflictos comunitarios puedan ser adecuadamente tramitados por el aparato judicial se han

diseñado, con éxito, nuevas figuras procesales, como las acciones populares y de clase, que hoy

permiten a la justicia enfrentar ciertos conflictos colectivos que en el pasado no podían ser

resueltos judicialmente. En efecto, ese tipo de acciones procesales posibilita que una sola

decisión judicial tenga efectos vinculantes para una multiplicidad de personas, lo cual permite

una tramitación eficaz de algunas controversias colectivas. En otros casos, el aumento de los

recursos para la rama judicial, o el mejoramiento de la eficiencia de los jueces en la resolución

de los casos, puede también facilitar el acceso a la justicia para los ciudadanos.

Sin embargo, la estrategia de ampliación del aparato estatal es insuficiente, al menos por dos

razones: de un lado, en las actuales coyunturas fiscales de nuestros países, no es realista pensar

que vaya a haber un aumento muy significativo del gasto en justicia puesto que nuestro

Estados tienen que satisfacer muchas otras necesidades (salud, educación vivienda, etc), en un

contexto de enormes restricciones presupuestales. Y, de otro lado, porque esa estrategia de

aumento de la oferta judicial puede ser contraproducente, en determinados casos. En efecto,

en determinados eventos, si los conflictos accedieran al aparato estatal, sería peor, porque

muchas veces la respuesta de la administración de justicia formal es, como dirían los sociólogos

“funcionalistas”, disfuncional, o sea, agrava el conflicto en vez de mejorarlo. Por ejemplo,

43
piensen ustedes que exista una diferencia muy fuerte entre lo que establece el derecho estatal

y el criterio de justicia de las comunidades; en ese contexto, permitir que esos conflictos

accedan a un aparato judicial, que se funda en valores distintos a los de la comunidad, en vez

de mejorar las condiciones de convivencia, puede generar nuevos conflictos más graves.

Entonces, no siempre, los problemas de acceso a la justicia se resuelven ampliando la oferta

judicial formal, pues esa estrategia es a veces insuficiente e incluso, como vimos anteriormente,

a todas luces contraproducente.

La crisis de la justicia como mecanismo de solución de las pequeñas controversias entre los

ciudadanos es un fenómeno bastante universal, que parecería derivar de deficiencias

estructurales del derecho liberal para enfrentar la conflictividad en las modernas sociedades de

masas. Esto explicaría que ciertas orientaciones de las reformas a la justicia, y en particular su

informalización, se encuentren en varios países, tanto desarrollados como subdesarrollados. Sin

embargo, estos problemas de acceso y de disfuncionalidad del aparato judicial pueden

agudizarse en ciertos países por algunas características específicas de su evolución cultural y de

las transformaciones de su sistema político y judicial. Por ejemplo, en Colombia, un factor que

agravó la crisis de la justicia fue que, durante muchos años, el Estado centró su interés en la

reorganización de los aparatos judiciales de excepción necesarios para reprimir el enemigo

político de turno: movimientos cívicos y populares, guerrillas, narcotráfico.

Así, la justicia, vista como un soporte de los operativos bélicos liderados por el ejecutivo, perdió

cada vez más su capacidad de resolver adecuadamente los conflictos sociales cotidianos. Su

permanente utilización con criterios excepcionales, en el empeño por combatir en forma bélica

grandes desafíos, ha impedido que ella cumpla su propio papel regulador de la convivencia

ordinaria y ha acentuado así las causas de la guerra y la violencia entre los colombianos. De esa

manera, en Colombia hemos asistido a la generalización de lo que con Mauricio García

44
denominamos una permanente “doble excepcionalidad”, puesto que por medio de medidas de

excepción, esto es provenientes del estado de sitio o de otras instituciones de emergencia, se

hacen excepciones a las garantías constitucionales, para enfrentar, por medio de la justicia, que

adquiere entonces un fuerte contenido bélico, ciertos conflictos sociales.

Los anteriores factores me llevan a concluir que en nuestros países en particular, y en general

en las sociedades contemporáneas de masas, existen dificultades objetivas para que una

cantidad de conflictos sean adecuadamente resueltos por el aparato estatal. Esto parece

prácticamente inevitable, por lo cual ineluctablemente tenderán a desarrollarse en las

sociedades mecanismos de justicia comunitaria, en el sentido más amplio del término, pues

serán las propias personas quienes buscarán resolver sus controversias por fuera del Estado.

3.4 POSIBILIDADES, LIMITACIONES Y RIESGOS DE LA JUSTICIA INFORMAL.

Constatada la necesidad de la justicia comunitaria, el interrogante natural que surge es el

siguiente: ¿conviene o no permitir que ésta se desarrolle espontáneamente, sin ningún tipo de

orientación jurídica ni estatal? La respuesta no es fácil pues la justicia informal tiene

potencialidades democráticas pero presenta también riesgos, que no son deleznables, como lo

veremos a continuación. Simplificando, creo que estos mecanismos son importantes porque

generan paz y fortalecen la democracia. Así, de un lado, la justicia comunitaria representa un

mecanismo de pacificación, que debería permitir reducir la violencia, en la medida en que

genera nuevos espacios, como señala Edgar Ardila, consensuales y constructivos, para ventilar

litigios, que no tenían antes formas adecuadas de resolución. La puesta en marcha de esos

mecanismos de justicia informal parece entonces ser no sólo necesaria sino conveniente, para

evitar que se desarrollen ciertas formas de violencia. En efecto, esa incapacidad de la justicia

45
formal para solucionar muchos conflictos cotidianos no sólo le resta credibilidad y legitimidad

sino que puede alimentar la violencia, especialmente en los sectores populares. Esos litigios no

resueltos, a pesar de tener un bajo valor económico, tienen una gran significación vivencial

para las personas involucradas; es más probable que genere violencia una disputa en torno a

200 dólares entre personas que ganan el salario mínimo –conflicto que nunca llegará a los

tribunales por su escaso monto- mientras que un debate en torno a cien mil dólares entre

personas de altos ingresos es fácil que sea resuelto de manera pacífica por un juez civil.

Existe pues en nuestros países una gran "litigiosidad represada", es decir un número importante

de conflictos que no son resueltos y que ni siquiera llegan al conocimiento de las autoridades

judiciales. Y esto tiende a generar un círculo vicioso que afecta profundamente la convivencia

ciudadana, puesto que esa litigiosidad represada es susceptible de generar violencia y, a su vez,

la violencia tiende a obstaculizar el funcionamiento de los mecanismos informales y judiciales

de resolución de conflictos, con lo cual se agrava el fenómeno de litigiosidad represada.

Al reducir la "litigiosidad represada", esto es, todos esos conflictos que no acceden al aparato

estatal y carecen de mecanismos sociales adecuados para su tramitación, la justicia comunitaria

estaría reduciendo las razones por las cuales muchos ciudadanos recurren a la violencia.

De otro lado, estos procesos incrementan la democracia, y ello al menos por cuatro razones:

1. porque acercan la justicia a los criterios populares de equidad. Por ejemplo, en muchos

países los jueces de paz o muchos árbitros comunitarios deben decidir en equidad. Y en

este contexto, equidad no significa que los jueces de paz deban recurrir a la concepción

sobre el tema de un eminente filósofo, como Aristóteles o John Rawls, sino que quiere decir

que las decisiones deben reflejar los criterios de justicia de las propias comunidades, con lo

cual el derecho se hace más permeable a lo popular;

46
2. porque son procesos participativos pues restituyen a las personas y a las comunidades la

capacidad de resolver sus propias controversias, ya que en general las decisiones se fundan

en el asentimiento de las partes involucradas;

3. porque se fundan en el consenso, en la búsqueda de acuerdos, con lo cual incrementan la

deliberación democrática, puesto que los ciudadanos deben aprender a defender los

derechos propios pero reconociendo la legitimidad de los derechos ajenos. El espacio de la

discusión pública pacífica debería entonces verse fortalecido. Y

4. finalmente, porque, como lo han mostrado los llamados enfoques “transformadores” en el

campo de la medicación, una solución conciliada de un conflicto tiende a fortalecer dos

virtudes democráticas esenciales para un ciudadano: su autonomía, pues le enseña a

manejar sus propios problemas, pero también la búsqueda del acuerdo, obliga a la persona

a comprender al otro y expresar preocupación y consideración por sus intereses y valores,

lo cual la vuelve un individuo más compasivo, solidario y con capacidad de reconocimiento

del valor de las diferencias y del pluralismo.

Pero hay más. La justicia informal también puede permitir una cierta descongestión de los

tribunales de controversias que, por sus características, no conviene que reciban un tratamiento

judicial. Este alivio de la carga de trabajo de los jueces podría permitir que el aparato judicial se

tornara más eficaz para solucionar otros conflictos, que sí requieren intervención judicial. El

acceso a la administración de justicia, y su credibilidad y legitimidad, deberían verse

incrementados, lo cual redunda en beneficio de la democracia y la paz en nuestras sociedades.

La justicia informal tiene entonces virtudes democráticas indudables. Sin embargo, sus

limitaciones y riesgos son también considerables. Así, estas formas de resolución de conflictos

operan adecuadamente únicamente en determinados contextos, por lo cual suelen no ser

viables en otros escenarios. En particular, numerosas investigaciones empíricas han concluido

47
que el presupuesto para que funcionen justicias consensuales es la existencia de una sociedad

civil vigorosa, que se funde en valores compartidos. Así, en su trabajo sobre justicia sin derecho,

sostiene Auerbach que la integración valorativa, cultural y normativa de la comunidad es un

condicionante del éxito de la justicia privada comunitaria, pues "sólo cuando existe congruencia

entre los individuos y su comunidad, con valores y deberes compartidos, existe la posibilidad

de justicia sin derecho", esto es de una justicia aplicada por la misma comunidad. Ahora bien,

muchas de nuestras sociedades se encuentran fracturadas culturalmente, ya sea por fenómenos

de violencia, ya sea por la coexistencia de estructuras sociales y grupos muy heterogéneos, de

suerte que prácticamente no existen comunidades, en el verdadero sentido del término, lo cual

dificulta mucho la puesta en marcha exitosa de formas de justicia comunal.

Pero no sólo existen escenarios en donde las propuestas de justicia informal pueden ser

ilusorias, por cuanto tienen muy pocas posibilidades de funcionar, sino que incluso la cuestión

es más grave: en determinados casos, estas estrategias operan, pero en vez de contribuir a

democratizar la sociedad, lo que hacen es perpetuar situaciones de dominación y exclusión. Y

es que los riesgos de estos procesos no son para nada deleznables.

Así, el primer peligro de los mecanismos informales es que su desarrollo puede generar

resultados injustos, ya sea para las propias partes, cuando hay desigualdad entre ellas, o ya sea

para terceros que no participan en las negociaciones. Así, la justicia comunitaria, cuando hay

profunda desigualdad entre las partes, tiende a darle la victoria a los más poderosos, como lo

demuestran distintos estudios empíricos. Por ejemplo, en Nueva York, después de la creación

del tribunal de vivienda destinado a "resolver de modo expedito, informal y

desprofesionalizado, los conflictos entre inquilinos y patrones, el número de lanzamientos

aumentó". Y, en otros eventos, dos personas pueden llegar a un acuerdo, que sea adecuado y

útil para ellas; sin embargo, ese pacto puede tener efectos desastrosos para otras personas,

48
que no pueden incidir en el desarrollo de las conversaciones. En tales casos, la informalización

puede tener efectos perversos, al legitimar acuerdos, que son convenientes para los partícipes,

pero que tienen resultados globales injustos. Esto muestra pues que la justicia comunitaria no

siempre es muy justa.

De otro lado, y directamente ligado a lo anterior, en ciertos contextos, la justicia informal puede

degenerar en prácticas despóticas de venganza y violencia entre los pobladores. En especial, la

justicia comunitaria de tipo sancionador puede ser muy problemática pues carece de las

condiciones necesarias - neutralidad, independencia, respeto al diferente, etc., - para

imponerse como un sistema legítimo de imposición de castigos, por lo cual, el rechazo

sistemático de la policía y de los jueces puede conducir a prácticas de justicia comunitaria

caracterizadas por la intolerancia y la eliminación del agresor (limpieza social), aun tratándose

de miembros de la misma comunidad. El riesgo de la tiranía aparece siempre que la autoridad

comunitaria se confunde con la autoridad estatal y de manera específica con la autoridad

judicial penal. Por ello, la justicia comunitaria debe estar inserta en una sociedad organizada

por un sistema constitucional de protección de derechos. Esto muestra entonces que la justicia

no puede ser solamente comunitaria, a riesgo de dejar de ser justicia.

En tercer término, la justicia informal puede trivializar las demandas ciudadanas de cambio

social. Hace un cierto tiempo, algunas perspectivas radicales criticaban el reformismo político

porque decían que era un mal sustituto de la revolución, por cuanto la puesta en marcha de

cambios puntuales postergaba el logro de las transformaciones verdaderamente importantes y

estructurales de la sociedad. Con ese criterio, podría uno entonces criticar a la justicia

comunitaria, porque ésta puede operar incluso como un sustituto de las reformas sociales, al

desagregar las demandas ciudadanas frente a problemas estructurales de inequidad y

discriminación, los cuales deberían ser enfrentados por medio de decisiones de justicia estatal o

49
de reformas políticas, y no como acuerdos intersubjetivos entre las partes. La justicia informal

trivializa entonces las demandas ciudadanas por transformaciones estructurales y justas de la

sociedad, siendo ésta una de las objeciones más fuertes que en Estados Unidos hacen muchos

juristas progresistas a los mecanismos alternativos de resolución de conflictos. Así, el profesor

Owen Fiss, entre muchos otros, argumenta que estas formas de justicia empobrecen la función

del derecho y de la administración de justicia, que no sólo busca asegurar la paz social y

resolver eficientemente disputas sociales, sino que también pretende contribuir a la formación

de sociedades más justas, por medio de la aplicación de los valores contenidos en la

Constitución. Por ello, la justicia informal puede bloquear ciertas reformas, que son necesarias

en términos de justicia social, al evitar el pronunciamiento de los tribunales sobre estos

aspectos. Así, según esta perspectiva, si en Estados Unidos, en los años cincuenta, los casos de

segregación racial, en vez de haber sido llevados a los tribunales, hubieran sido tramitados por

mecanismos informales de resolución de conflictos, la segregación en los Estados Unidos

hubiera perdurado mucho más tiempo, ya que nunca la Corte Suprema habría declarado

inconstitucional esa forma de discriminación, porque todas las demandas hubieran sido

resueltas como disputas puramente privadas entres dos personas. Todos esto entonces

muestra que la justicia comunitaria no es entonces siempre progresista.

En tal contexto, y en cuarto término, estos procesos de informalización también pueden operar

como un mecanismo sutil para desactivar ciertos movimientos de organización comunitaria, en

la medida en que se obliga a los movimientos sociales a pasar por determinados cauces

jurídicos y formas institucionales. La justicia comunitaria sería entonces un dispositivo para

judicializar la participación social y hacerle perder así su carácter comunitario. La justicia

comunitaria no siempre es entonces tan comunitaria como se piensa.

50
Por último, estos procesos pueden legitimar una descarga de las obligaciones que tiene el

Estado social de brindar el servicio público de administración de justicia, con lo cual se produce

una discriminación inconstitucional entre los ciudadanos: habría entonces una justicia judicial de

primera, que opera para los ciudadanos más pudientes, mientras que estos mecanismos

informales constituirían una justicia de segunda para los pobres y marginados. Los procesos de

informalización, en vez de operar entonces como una nueva oferta de servicios judiciales, se

traducen entonces en un nuevo obstáculo al acceso a la justicia. Precisamente por esa razón, la

Corte Constitucional de Colombia, en la sentencia C-160 de 1999, anuló unas normas legales

que hacían obligatorio que las personas intentaran la conciliación antes de poder acudir a la

justicia estatal. Ese tribunal consideró que establecer, en forma rígida, ese requisito de

procedibilidad violaba el derecho de todas las personas a acceder a la administración de

justicia, por cuanto el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social no contaba con los medios

físicos y personales para atender en forma pronta, oportuna, eficaz y eficiente las solicitudes de

conciliación de las personas, con lo cual ese requisito se tornaba en un obstáculo

desproporcionado para acudir ante los jueces. La justicia comunitaria no siempre es entonces

igualitaria ni equitativa. Vemos entonces que varios factores conspiran contra el potencial

democratizador de los mecanismos informales de resolución de conflictos: la desigualdad de

las partes, la instrumentalización por fuerzas políticas, en ciertos caso el alejamiento de la

comunidad pero en otro su excesiva dependencia, su utilización como descarga de las

obligaciones estatales y mecanismo para desarticular demandas sociales colectivas. Estos

factores hacen que lo que normalmente constituye una de las grandes ventajas de estos

mecanismos -su informalidad- se convierta en un peligro, por la eliminación de las garantías y

la vulneración de los derechos ciudadanos. No debemos olvidar que las formalidades -que no

51
el ritualismo- tienen en su origen un rol garantista. No por casualidad afirmaba Montesquieu

que "las formalidades de la justicia son necesarias a la libertad".

3.5 ELEMENTOS PARA EL DESARROLLO DE LA JUSTICIA COMUNITARIA.

El anterior examen podría llevar a algún crítico inteligente de los procesos de informalización

de la justicia a argumentar que esos mecanismos son "inocuos" para la pacificación y

democratización, pues no funcionan en muchos casos; y cuando operan, suelen ser "inicuos",

ya que en sociedades con fuertes desigualdades sociales, la justicia comunitaria tiende a

acentuar y reproducir las relaciones de dominación y de explotación.

Esta afirmación sobre las limitaciones y riegos de la justicia informal, si bien resulta exagerada,

es por lo menos importante para comprender que la justicia comunitaria no sirve para todo,

pues no es adecuada para enfrentar ciertos conflictos. Por consiguiente, es necesario

desarrollarla por medio de estrategias que potencien sus virtudes democráticas y pacificadoras,

y reduzcan sus riesgos antidemocráticos. Esto nos conduce a un interrogante particularmente

difícil: ¿qué elementos debemos tomar en cuenta para que la justicia comunitaria y los jueces

de paz operen verdaderamente como elementos de democratización y de construcción de paz

en nuestros países? No creo que existan fórmulas claras ni mágicas en este aspecto; sin

embargo, me permito ofrecer, para la discusión, algunas líneas de reflexión y de trabajo, que

considero que pueden ser útiles.

En primer término, creo que nuestro horizonte teórico y práctico debe ser el siguiente: la

informalización de la justicia es interesante, siempre y cuando ésta se piense en términos de

democratización de la resolución de los conflictos. Esto significa que no basta decir que hubo

un progreso por cuanto algunos procedimientos judiciales fueron simplificados o se sustrajo del

52
aparato judicial el conocimiento de un litigio. Lo importante es determinar si esa

informalización contribuyó a la democracia o no. Esta precisión permitiría entonces precisar

cuáles informalizaciones son perversas, en la medida en que acentúan situaciones de

dominación y discriminación, y cuales son adecuadas y deben entonces ser promovidas.

En segundo término, es importante articular, hasta donde sea posible, los procesos de

informalización con movimientos comunitarios y estímulos a la participación ciudadana. Por

ejemplo, todo indica que una de las virtudes que han tenido algunas de las casas de justicia de

la justicia en Colombia es que si bien están conformadas por entidades estatales, han logrado

insertarse en algunas dinámicas comunitarias, gracias a la actividad creativa de algunos de los

funcionarios de esas casas. De esa manera, en algunos casos, las casas de justicia, que habían

sido concebidas por algunos como una simple descentralización de la oferta estatal de servicios

judiciales, han logrado convertirse en espacios de reunión comunitaria y de convocatoria social.

En tercer término, los procesos de desarrollo de formas comunitarias de justicia no deben ser

desvinculados de la puesta en marcha de estrategias de reconstrucción y democratización del

aparato judicial formal. Así, como ya lo señalé, la ausencia de una justicia estatal, eficaz y

democrática, aumenta considerablemente los riesgos de que la justicia comunitaria evolucione

en forma perversa y se convierta en un instrumento despótico y autoritario. Pero igualmente,

muchas investigaciones han mostrado que la eficacia de la justicia formal estimula ciertos

mecanismos de resolución alternativa de conflictos, como la conciliación, pues las partes saben

que si no llegan a un acuerdo, de todos modos habrá una decisión rápida de la controversia

por parte de un juez, lo cual incentiva a las personas a realmente encontrar ellas mismas una

solución. La justicia informal no debe entonces ser vista como sustituta sino como

complementaria de la justicia estatal formal. Esto no significa, obviamente, que debamos

53
postergar cualquier experiencia de justicia informal hasta que hayamos reconstruido el aparato

judicial formal, pero sí, que es necesario articular estrategias de reforma en ambos campos.

En cuarto término, el desarrollo de la justicia comunitaria debe ser concebido como un proceso

permanente de aprendizaje, a fin de evitar un excesivo gusto por la novedad, que termine por

cancelar y dejar de lado experiencias previas exitosas, únicamente por el prurito, de parte de

algunas agencias estatales o privadas, de incorporar una nueva herramienta o institución. Por

ejemplo, en el caso colombiano, existe el riesgo de que lo positivo que se ganó con los

conciliadores en equidad, institución puesta en marcha hace unos diez años se pierda con una

implementación apresurada de los jueces de paz, que no tome en cuenta las especificidades

locales ni los resultados obtenidos anteriormente en las distintas localidades. Por ello es

necesario diseñar mecanismos de evaluación permanente de las distintas formas de resolución

alternativa de los litigios, con el fin de contar con elementos empíricos que permitan decidir

cuáles instrumentos funcionan adecuadamente, y deben ser fortalecidos, y cuáles, por el

contrario, no dan los resultados esperados, y deben entonces ser reformados o abandonados.

Lo anterior nos conduce a una quinta idea, que es fácil de formular pero muy difícil de

implementar y es ésta: la puesta en marcha de formas de justicia comunitaria debe ser

entendida, desde el Estado, como una política pública global, y desde las comunidades, como

una forma de creación de movimiento social. La justicia es una tarea que no se logra, de

manera concomitante, sin la realización de otras tareas, tan complejas o aún más complejas

que ella, que a falta de términos más específicos, podemos denominar como procesos de

construcción social e institucional. La implantación de formas de justicia informal debe entonces

ser pensada como una política pública en donde participan numerosos actores no estatales.

Esto significa que, en lo posible, la justicia comunitaria debe estar articulada al conjunto de las

dinámicas locales, pues para que brinde sus potencialidades pacificadoras y democratizadoras,

54
los distintos mecanismos no pueden ser desarrollados en forma aislada. De igual manera, la

justicia comunitaria debe vincularse a ciertos procesos globales.

Finalmente, como es obvio, una reflexión ineludible y permanente es la evaluación de los tipos

de conflictos que deben pasar por los aparatos judiciales y cuáles no, de acuerdo con sus

características. Así, puede sostenerse que las disputas de menor incidencia, esto es, aquellas

que se circunscriben a bienes transables o, incluso, las que ven afectado un interés público pero

cuya denuncia o trámite resulta aún más costoso para la víctima, pueden eventualmente

quedar libradas a la voluntad de las partes, o ser resueltas la margen de la función judicial. En

cambio, ameritan trámite judicial aquellos conflictos que involucren un interés general

relevante, por los bienes o principios que afecta, o por los sujetos involucrados. Esto significa

que es necesario establecer una cierta jerarquización de los conflictos en virtud de su distinta

relevancia pública, pero tal definición debe ser no sólo objeto de debate democrático sino que

tiene, además, que articularse a estrategias de acceso a la justicia, porque uno de los grandes

defectos de las reformas judiciales en el país es que han sido pensadas desde la oferta –desde

los operadores- y no desde la demanda –desde los usuarios-.

3.6 CARACTERES DE LA JUSTICIA INFORMAL

Es

55
1. Eunómica. Los participantes de ocupan de sus problemas con las reglas
implantadas por ellos mismos.
2. Consensual. No funciona por el principio de mayoría, sino por decisión colectiva,
de complementariedad, de consenso.
3. Informalidad. La gente participa sin formalidades, con su lenguaje común, y sin
erogaciones económicas.
4. No profesional. Los implicados concurren personalmente y se enfrentan “cara a
cara”; no hay jueces de derecho sólo hay guías y orientadores del mismo nivel
de los participantes o implicados.
5. Colectiva. Las partes del conflicto son consideradas en el ambiente en que el
problema se presenta, por esto, no son considerados individualmente, sino en
relación y con participación de amigos y parientes.
6. No estatal. No deben participar las autoridades estatales; si concurren deben
tener el único objetivo de equilibrar las fuerzas. Organizaciones no estatales y de
servicio social, pedagogos o trabajadores sociales, participan sólo si contribuyen
a lograr los objetivos de la justicia comunitaria: la expedita concreción de la
justicia y paz dentro la comunidad.

3.7 Objetivos

56
La reconciliación,

El arrepentimiento del autor de la conducta reprobada,

La rehabilitación del autor,

La reparación del daño, y

El retorno de la paz y armonía entre los miembros de la comunidad.

El objetivo de la Justicia comunitaria no es la penalización del afectado sino más bien la


rehabilitación y reintegración a la comunidad. Por eso existe la posibilidad de
arrepentimiento en esta clase justicia.

3.8 VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE LA JUSTICIA INFORMAL

Ventajas

1. Rapidez. La solución de conflictos es rápida. No existe una dilación entre los


hechos (conductas reprobadas) y las resoluciones.
2. Gratuidad. Ahorro económico para las partes. El acceso a la justicia es y fácil y no
tiene ningún costo económico.
3. Reparadora. Los daños ocasionados por la conducta reprobada son pagadas en
especie, dinero o trabajo a la victima.
4. Eficacia. Existe un escaso riesgo de corrupción de los mediadores, ya que los
encargados de administrar justicia son elegidos y controlados democráticamente
por la base social, poseen por lo tanto un prestigio y legitimidad muy grande.

Desventajas

1. El agresor pasa a ser víctima y viceversa


2. El Estado se desmenuza en miles de cabezas de la comunidad.
3. Vulneración de los derechos humanos y los derechos fundamentales
individuales.
4. Los prepotentes tienen todas las posibilidades de ganar en un enfrentamiento
“cara a cara”.

57
5. La persona que tienen el apoyo de la comunidad siempre tiende a imponerse.

La justicia en manos de la comunidad

El 45% de los municipios de algunos países no cuenta con un juez, según datos de la
Defensoría del Pueblo. Del total de 337 municipios en todo el país, sólo el 23% tiene un
fiscal y el 3% cuenta con un defensor público. Los centros de conciliación o mediación, que
ayudan en casos especiales en el tema de justicia, sólo existen en áreas urbanas.

La solución para la resolución de conflictos en áreas rurales que no cuentan con


servicios de justicia es la justicia originaria indígena campesina, compuesta por
autoridades, normas y procedimientos acordes a la tradición de los propios pueblos. La
justicia originaria indígena campesina está reconocida oficialmente en la Nueva
Constitución Política del Estado (ncpe) como un sistema parejo al de la justicia original.

La Constitución actual, en vigor desde 2009, es la primera en equiparar la justicia


comunitaria con la ordinaria y con la agroambiental, que trata sobre conflictos

58
emergentes de la posesión, derecho de propiedad y actividad agraria, así como de la
actividad forestal y de uso y aprovechamiento de aguas.

Por mano propia

Debido a linchamientos que se produjeron desde los primeros años de la década


pasada, el concepto de justicia comunitaria comenzó a criminalizarse.El caso del pueblo
de Ayo Ayo, en el departamento de La Paz, es uno de los más conocidos.

El 15 de junio de 2004, Benjamín Altamirano, quien fuera alcalde del Municipio de Ayo
Ayo desde 2001, murió después de haber sido secuestrado en la ciudad de La Paz,
torturado y quemado. Los autores del linchamiento argumentaron que habían aplicado
su sistema de justicia tradicional como castigo a los actos de corrupción que le atribuían
algunos pobladores.

De los 25 imputados por la muerte de Altamirano, ocho fueron sentenciados a 30 años


de cárcel.

Casos similares se fueron sucediendo hasta el punto de que el concepto de justicia


comunitaria tuvo que ser rebautizado para aparecer en la Constitución 2009 como
“justicia indígena originaria campesina”, explica Nelson Cox, director general de Justicia
Indígena Originaria Campesina, unidad dependiente del viceministerio de mismo
nombre.Sin embargo, los linchamientos continuaron.

Tipificación tradicional

En la noche del 14 de agosto de 2012, los brasileños Max Díaz y Jefferson Castro Lima
fueron sacados de un cuartel policial por una turba de vecinos y quemados vivos en San
Matías.

El pueblo está ubicado en el departamento de Santa Cruz, a 800 km de la capital, Santa


Cruz de la Sierra, en la frontera con la ciudad carioca de Porto Limão.

Para las autoridades, lo que pasó en San Matías y en el altiplánico Ayo Ayo se trata de
justicia por mano propia, o sea, un crimen. Todavía no hay culpables del caso del
asesinato de los dos súbditos extranjeros y la fiscalía departamental, encargada de la
investigación, no se pronuncia sobre el tema. El caso envolvió el acto violento de
linchamiento, el cual es prohibido por ley.

59
Los ajusticiamientos, explica Cox, no son permitidos ni en el ámbito originario, ni en el
indígena, ni en el campesino.

“La fenomenología de los linchamientos se presenta ante la falta de creencia del


ciudadano en que la administración de justicia está respondiendo a cabalidad a sus
expectativas de acceso a la justicia”, dice Cox.

Falta de profesionales

La falta de jueces y tribunales agrava el problema. Para una población estimada en 10,4
millones de personas, hay 764 jueces y tribunales en el país, según el Informe Anual de
la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Bolivia
(acnudh), de febrero de 2012.

Sin profesionales para todo el territorio, la justicia originaria indígena campesina tiene
un importante papel pero no puede ser aplicada para solucionar todos los tipos de
crímenes. Por ejemplo, los temas de terrorismo, asesinatos, narcotráfico y corrupción
deben ser juzgados en la justicia ordinaria.Cox reconoce que el Estado no llega a todas
las áreas de los municipios con la jurisdicción ordinaria, lo que “ha generado que exista
mayor fortaleza en la institucionalización de lo que ya eran los saberes ancestrales”.

Uno de estos lugares dónde la justicia ordinaria no ha llegado es la ciudad de El Alto,


urbe muy poblada colindante con la sede de gobierno. De decenas de postes de las
escasas farolas de sus calles cuelgan muñecos ahorcados que portan un cartel con el
mensaje: “Ladrón que sea pillado será linchado”. La costumbre también está en auge en
los barrios populares de La Paz.

Los linchamientos han descendido durante los últimos cuatro años, según la acnudh. Sin
embargo, según el informe de las Naciones Unidas, “no se han registrado avances en la
mayoría de los procesos penales relativos a casos de años anteriores”.

Durante los primeros diez meses de 2011, la acnudh reportó 20 casos, entre
linchamientos e intentos, que se saldaron con nueve muertos y 30 heridos. En el mismo
periodo de 2010 fueron 45 casos de linchamiento o tentativa de hacerlo, con el
resultado de 21 muertos y 58 heridos.

“En el Altiplano (en la parte occidental del país) es donde más se ve la violencia”, dice
José Luis Vargas, experto en el tema y coordinador de proyectos de la Red Participación
y Justicia (rpj), una asociación de organizaciones sociales.

60
En Bolivia, la justicia originaria indígena es una alternativa a la falta de jueces. La
tradición de los pueblos bolivianos para juzgar crímenes puede acelerar las soluciones
de conflictos en un país multiétnico del que el 62 por ciento de su población es
indígena, según la acnudh.

“No creo que exista un pueblo indígena originario que no tenga su forma propia de
administrar justicia”, comenta Vargas, quien apunta también las ventajas de este sistema
frente a la jurisprudencia ordinaria: “Es rápida, gratuita y no está en manos de unos
pocos”.

3.9 SISTEMAS INFORMALES DE JUSTICIA:

Una apuesta por la pluralidad En los contextos latinoamericanos la observación de

realidad ha producido la creación de un concepto que permita definir y reorientar

dichas circunstancias, el pluralismo jurídico definido como la coexistencia de más de un

campo jurídico en el mismo espacio geopolítico, provoca la necesidad de una

interpretación pluricultural de las leyes, el reconocimiento de diferentes roles, dinámicas

y fines sociales de los distintos niveles organizativos de un sector de la población y sus

instituciones. Este se ha proyectado como base para definir un “sistema informal de

justicia” en el cual se encuentren prácticas de solución de conflictos ancestrales,

culturales y métodos no judiciales (informales) reconocidos por la ley para resolver

conflictos y administrar justicia. Al comprender el campo jurídico como un espacio

donde se incluya “a los actores, símbolos, ideas, relaciones de poder e instituciones

sociales que constituyen la práctica del derecho…” y un orden social conformado por la

peculiaridad de generar “…pronunciamientos –desde leyes y sentencias de las

autoridades oficiales hasta decisiones extraoficiales de líderes comunitarios acatadas por

los miembros de la comunidad- que tiene poder de imponerse con fuerza de autoridad,

61
de convertirse en regla”14, nos permite comprender los sistemas informales de justicia

como aquellas formas control de social formal o no, algunas reglamentadas por el

estado y dependientes de él, otras no, que operan al interior de una sociedad para

administrar justicia y en las cuales no media intervención judicial. Asimismo dentro de

dicha categoría encontramos una subdivisión que permite comprender el panorama de

resolución de conflictos en América Latina. En primera medida, existen prácticas

culturales y sociales que no se hallan reconocidas por la Constitución ni reglamentadas

por ningún tipo de ley y a las cuales denominamos “justicia propia” y en un segundo

término, aquellos procedimientos creados a partir de una ley o reconocidos por la

constitución, institucionalizados, no regulados de forma sustancial sino procedimental y

operados por un ciudadano o un abogado a la cual llamamos “justicia plural”15, dentro

de esta encontramos dos ramificaciones especificas: a) Justicia indígena y b) Métodos

Alternativos de Solución de Conflictos. La primera nace a partir de prácticas ancestrales

de los pueblos indígenas, las cuales en la década de los noventa empiezan a ser

reconocidas constitucionalmente en los diferentes países: En Colombia la Carta Política

de 1991 reconoció la jurisdicción especial indígena y sus prácticas propias, así como el

pluralismo jurídico y el multiculturalismo; en México en el 2001 se realizó una reforma

constitucional sobre los derechos y la cultura indígena; en 1996 Ecuador inicia una serie

de reformas constitucionales que consagran al Estado como multiétnico y pluricultural,

para 1998 finalizan dichas reformas contemplando en 9 artículos y en el preámbulo de

la Constitución los derechos de los pueblos indígenas; Perú en la Carta de 199311

reconoce a las autoridades de las comunidades campesinas y nativas funciones

jurisdiccionales para ejercer dentro de su ámbito territorial, entre otros. En estos

11 Carta de 1993 reconoce a las autoridades de las comunidades campesinas y nativas funciones
jurisdiccionales

62
procesos se han presentado varias tensiones entre los pueblos indígenas y los estados,

relacionadas con uno de los presupuestos de este reconocimiento, como es la

coordinación con el sistema judicial nacional y la imposición de límites a la justicia

indígena: La Constitución Nacional, la ley y los tratados internacionales, trayendo

consigo un fortalecimiento de las organizaciones y del movimiento social indígena en

gran parte de los países Latinoamericanos . Para efectos del proyecto, se estudiará la

subdivisión de los Mecanismos Alternativos de Solución de Conflictos, en la cual se

encuentran aquellos métodos creados por la ley que propenden por la solución de la

controversias a partir del consenso de las partes como anteriormente se expuso, estos

se caracterizan por reunir tres elementos: a) Base legal: Los métodos para resolver

conflictos se consagran en la ley o en la Constitución, el operador debe respetar la Carta

Política y los parámetros impuestos por la ley para condensar el arreglo; b) Base

institucional: El impulso de estos mecanismos depende básicamente de una institución

del Estado que los regula, promociona, desarrolla y tiene a su cargo la responsabilidad

de los mismos; y c) Desarrollo técnico: Operar estos métodos implica una capacitación

integral que permita la adquisición de habilidades especificas en áreas como el abordaje

del conflicto, técnicas de negociación y conciliación, elaboración de actas y el

conocimiento de la ley relativa a la materia. En el ámbito nacional dichos mecanismos

son impulsados y definidos principalmente por tres actores: los promotores, los

operadores y los generadores de política pública, quienes tienen la tarea de trazar los

rumbos de los MASC12 en los diferentes sectores de la sociedad al generar estrategias,

procesos y dispositivos de participación que originan el acercamiento de la comunidad

12
MASC Los medios alternativos de solución de conflictos

63
al escenario de lo público para la construcción de ordenes sociales y jurídicos, abriendo

el camino para la trasformación social de los conflictos y de la visión frente al imaginario

de la institucionalización de la administración de justicia. A partir de allí es necesario

comenzar a pensar cómo influyen estos procesos en la consolidación democrática de

los países de la región, si esa relación directa con el estado tiende a captarlos o no y

evaluar si realmente responden a la filosofía participativa con la que se gestaron.

3.10 La justicia informal (paralela) como solución

64
Algunas de las principales funciones del Estado es la de proveer seguridad e impartir
justicia. De esta forma se evita que los hombres se hagan justicia por su propia mano
y se imponga la Ley del más fuerte. Cuando el Estado no es capaz de cumplir con
estas dos funciones básicas, los ciudadanos suelen cubrir esta falencia recurriendo a
salidas violentas y desproporcionadas: linchamientos, asesinatos, formación de
cuadros paramilitares (guardianes y vengadores).
"El hombre es lobo para el hombre, decía Hobbes en el siglo XVIII. Sin Estado,
argumentaba el filósofo, el hombre es incapaz de pensar el bien común y refrenar su
egoísmo. Así, el Estado se torna necesario para organizar la vida social, para poner
límites al accionar humano e incentivar la colaboración".
Una década de kirchnerismo han terminado atrasando a una de las sociedades más
avanzadas de América Latina. La pésima conducción económica de Argentina, se
relejó en una descomposición social de este país. La criminalidad se ha disparado de
tal forma, que los usualmente civilizados argentinos, han comenzado a linchar a
ladrones y asaltantes hartos de que la policía y las instituciones encargadas de la
seguridad no hagan nada para defenderlos.
Otras formas más orgánicas para enfrentar a la inseguridad, son la formación de
“autodefensas" (Rondas). Comunidades enteras se arman y organizan para
defenderse de un enemigo común que pone en riesgo la integridad de las personas o
de su propiedad. Eso viene ocurriendo últimamente en Michoacán (México), en la que
los poblados de esta región se unieron para poner fin a los abusos que cometían los
cárteles. En el Perú sucedió lo mismo para enfrentar a Sendero y, en su momento fue
una contribución determinante para la derrota del terrorismo.
En nuestro país, las rondas campesinas surgieron en Cajamarca para detener al
abigeato. Las rondas acabaron primero con los cuatreros y obtuvieron tal nivel de
respeto que empezaron a institucionalizarse. Ya no solo patrullaban y capturaban

65
ladrones sino que empezaron a impartir justicia. Estas rondas jugaron un papel crucial
para impedir que Sendero ingrese a Cajamarca.
Recientemente, se han producido un par de fenómenos que han ido distorsionando el
papel de las rondas. El primero, su politización. De alguna forma han sido capturadas
por partidos con agendas anti sistema como Patria Roja. Segundo, ante la poca
efectividad de la justicia formal, han ido incrementando sus capacidades para impartir
justicia, al punto que hoy la policía ha dejado de entregar a los delincuentes que
captura a la fiscalía, como ordena el Código Penal, para dejarlos en custodia de los
ronderos. Está práctica ha sido legitimada luego por las Cortes Superiores, que han
terminado reconociendo que las rondas tienen la capacidad de detener a personas (el
artículo 149 de la Constitución, ya les permitía impartir cierto tipo de justicia, para
aspectos menores). Actualmente, existen una serie de denuncias contra los ronderos
por sus excesos que llegan a castigos físicos o por su participación en marchas y
protestas en las que recurren a la violencia contra las fuerzas del orden, los
periodistas, o contra particulares para, supuestamente, defender sus intereses.
Tercero, el “éxito” de las rondas campesinas, ha hecho que se las imite en las
ciudades. Ahora en Cajamarca, departamentos y en algunos distritos limeños se han
organizado rondas urbanas.
Es evidente que este tipo de justicia paralela o informal no es deseable. La única
forma de legitimar la democracia es demostrando que es capaz de resolver los
problemas de los ciudadanos. Además, este tipo de justicia no tiene las salvaguardas
necesarias que evitan que los inocentes sean condenados y, que todos puedan
defenderse adecuadamente de las acusaciones que se les hacen y con las instancias
propias de la democracia.
En el Perú, además de lo reseñado, se viene institucionalizando la justicia “popular” o
comunal, habiendo zonas del país, donde un turista puede terminar enfrentado a un
grupo de comuneros que detentan un poder no regulado y que es desconocido por la
gran mayoría de ciudadanos del Perú y del Mundo. Es importante que se
institucionalice la justicia y que sea ejercida solo por quien debe hacerlo: el Estado.
CAMPAÑA CHAPA TU CHORO
"Si damos un escarmiento a los delincuentes, no volverán a robar. Ellos han perdido el
miedo a la policía, pero ahora le tendrán miedo a la población", escribe por chat un
miembro de "Chapa tu choro y déjalo cuadripléjico".
El año pasado fuimos testigos de un suceso bastante interesante en redes sociales,
una iniciativa aparecida en Facebook para promover en Perú que los ciudadanos
tomen justicia con sus propias manos contra los ladrones.
Y lo hacen, pese a que tomar la justicia con las propias manos es un delito que el
Codigo Penal peruano sanciona con cuatro años de cárcel si causa lesiones graves y
hasta 25 años en caso de muerte.
"La aparición de estas páginas muestra un desconocimiento y un desprecio por las
normas por parte de la población. Están instigando a las personas a cometer actos
delictivos. Las sanciones pueden ser altísimas", advierte Romy Chang, abogada
penalista peruana.
Sin embargo, cerca de un 53% de peruanos se mostró a favor de esta campaña según
una encuesta de Datum el año pasado. Perú es uno de los países en Latinoamérica
que muestra más apoyo social a tomar la justicia con las propias manos, detrás de

66
Ecuador y El Salvador, según un estudio de USAID sobre Crimen, Corrupción y
Justicia Popular, del 2015.
Las páginas llevan nombres como "Chapa tu choro y déjalo paralítico", "Chapa tu
choro y báñalo en sangre", "Chapa tu choro y masácralo", entre otras del mismo tono
violento.
Seguro las recuerdan, eran cuentas en la red social que difundían videos de peruanos
apaleando o azotando a presuntos "choros" o imágenes de presuntos ladrones,
desnudos en la calle con letreros que dicen "Soy ratero".
Esta movilización en redes comenzó con la página de Facebook "Chapa tu choro
Perú" fue creada por Cecilia García, una empresaria y periodista de la sierra central
del país, que detalló el origen del portal web para BBC Mundo. He aquí sus
declaraciones.
"Una vecina encontró a un hombre tratando de robar en su casa y lo llevó a la
comisaría, pero la Policía lo liberó. Eso causó gran indignación. Entonces, acordamos
que ya no llevaríamos a los delincuentes a las comisarías. Colgamos carteles, como
ya se hacía en otros barrios, advirtiendo que nosotros mismos los castigaríamos.
Publicamos fotos de los carteles en redes y sin que yo me lo imaginara, el tema se
viralizó".
Después de la página, comenzaron a aparecer otras cuentas de Facebook que
añadían los términos violentos mencionados anteriormente.
García asegura que su página solo promovía "chapar al choro" y que sólo les advertía
que los iban a "disciplinar". Y explica que la razón por la que la gente ha decidido
tomar la justicia por sus manos es porque "no les queda otra opción".
"Comprendo la indignación que tenemos todos de que te roben y no pase nada",
agrega.
En junio de 2015, la creadora de la campaña dio una entrevista a un diario de su
localidad en la que reveló su interés por postular al Congreso del Perú.
Han aparecido varias páginas en Facebook exhortando a linchar a los delincuentes.
Los responsables dicen que quieren combatir la corrupción en el poder judicial
peruano"
Sus fines políticos pueden ser un factor detrás del éxito de esta movilización, cree el
sociólogo Noam López, investigador del Laboratorio de Estudios sobre el crimen y la
violencia de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
La principal preocupación es en Lima
Otra razón detrás de la acogida de la campaña es la sensación de inseguridad que se
vive en ciudades como Lima, capital del Perú.
El 82% de su población considera que la delincuencia es el principal problema que
afecta su calidad de vida, según la encuesta Lima Cómo Vamos, del 2014. El
sociólogo Noam López agrega que 9 de cada 10 personas se siente insegura en la
ciudad.
"'Chapa tu choro…' se enfoca en el control postrobo. Una vez ocurrido, la indicación es
atrapa al delincuente y golpéalo. Esto sucede porque la policía, las instituciones que
ofrecen seguridad han descuidado el trabajo para prevenir la delincuencia, el trabajo

67
anterior al robo. Además, el ciudadano sabe que una vez que se comete el delito, el
delincuente no va a ir preso", explica Noam López.
Las leyes peruanas permiten que los ciudadanos detengan a los delincuentes
José Luis Pérez Guadalupe, ministro del Interior del Perú, reconoció el aumento de la
delincuencia y las deficiencias de la Policía ante el problema.
"Ciertamente ha habido un desborde delictivo y la Policía tiene problemas. Los
agentes son insuficientes y no alcanzan a cubrir todos los lugares del país. Puede ser
también que los informes que entregan a la Fiscalía sobre los detenidos estén mal
hechos, por lo que terminan libres, pero estamos mejorando en eso", dijo.
Pese a estas debilidades, el ministro de Interior aseguró que sí hay casos en los que la
Policía captura a los delincuentes en flagrancia, pero menos del 10% de los detenidos
que los agentes entrega a la Fiscalía o el Poder Judicial, termina en la cárcel.
"Debemos afinar las coordinaciones entre la Policía, la Fiscalía y el Poder Judicial. Las
tres instituciones debemos asumir nuestra corresponsabilidad en este tema de 'Chapa
tu choro'", dijo.
¿Hay solución?
El ministro del Interior ha planteado la propuesta "Chapa tu choro, pero ponlo en
manos de la justicia”, para que los peruanos no tomen la justicia con sus propias
manos.
Las leyes peruanas permiten efectivamente que los ciudadanos retengan a los
delincuentes, pero exige que los lleven a una comisaría en un plazo de cuatro horas.
"Es legal capturar a los delincuentes. Lo ilegal es agredirlo una vez capturado.
Rechazamos totalmente este acto de violencia. Esta campaña es peligrosa. Los que
tomen justicia por sus propias manos van a terminar en la cárcel", aseguró
Impotencia de los jueces
El surgimiento de sistemas paralelos o informales aparecen cuando, como pasa hoy
en el Perú, los crímenes y delitos se incrementan día a día, mes a mes, año a año, al
punto que hoy la seguridad es la principal exigencia que los ciudadanos le hacen a los
políticos. En Lima y provincias (en unas más que en otras) nada parece detener esta
ola criminal que cobra vidas y afecta enormemente la vida de las personas. Los
funcionarios públicos, policías, jueces y fiscales se muestran impotentes, incapaces o
indiferentes para absolver este reclamo.
ACTO UNO: 56 delincuentes armados entran a una vivienda en Lince, destruyen y
toman todo lo que pueden.
ACTO DOS: Tres horas más tarde, la policía entra y atrapa a toditos los 56
delincuentes en delito flagrante y los detiene.
ACTO TRES: La jueza Haydee Vergara dice que no hay suficientes pruebas, que no
son peligrosos, y los suelta.
La película se llama: Después se quejan de la campaña Chapa tu choro, o chapa tu
juez, o ya no se sabe a quién chapar para que esto se arregle.

68
Los esposos Efrén y Janet Domínguez estaban en su casa en Lince el 28 de agosto
últimos, cuando aparecen 2 combis con delincuentes armados con combas, martillos y
hasta pistolas, golpearon a Janet, los echaron a la calle, destruyeron la casa, soldaron
fierros en las puertas para que nadie entra. 3 horas después la policía cerco toda la
manzana, tumbo las puertas y logro ingresar a la casa y detener a los 56 delincuentes,
fueron trasladados a la comisaria de lince y de ahí a seguridad del estado. En el
atestado ya la policía había determinado que los detenidos habían actuado con
violencia extrema al ingresar al inmueble, y resultan ser presuntos autores del delito
contra el patrimonio, usurpación agravada, robo agravado, resistencia, y
desobediencia a la autoridad y asociación ilícita.
La fiscal a cargo del caso Ludgarda Tacuri García, formalizo la denuncia penal contra
54 de 56 como presuntos autores de delitos contra el patrimonio, usurpación agravado
y daños agravados, y da cuenta en su denuncia que la mayoría de los acusados al
prestar sus manifestaciones policiales coinciden en señalar que si ingresaron a la
vivienda, a realizar un desalojo y les iban a pagar 100 a 150 soles, es decir ellos
mismo admitieron el hecho, por eso la fiscal pide la prisión preventiva por que además
de que hay elementos de convicción para acusarlos, si hay peligro de que obstaculicen
el proceso, no tienen arraigo domiciliario ni laboral ni familiar… y que hizo lo jueza?
Poner un post en su Facebook y… lo soltó
Indignante. HAYDEE VERGARA RODRIGUEZ. A pesar de las evidentes pruebas de
usurpación agravada por parte de 56 matones que ingresaron violentamente a un
domicilio causando destrozos en el mobiliario y estructura del inmueble y de la
denuncia anteriormente mencionada de la fiscal, esta jueza decidió liberar a todos los
implicados en este hecho delictivo. Las pruebas estaban ahí: Ingreso violento al
inmueble, imágenes transmitidas por TV en vivo y en directo sobre el hecho, destrozo
de bienes muebles e inmuebles, robo, hurto, amenaza, registro audiovisual del
momento del hecho y de las consecuencias del delito cometido, etc. en resumen, en
flagrancia.

Augusto Thorndike y la campaña “chapa tu juez y déjalo paralítico”

El siempre polémico periodista Thorndike, en una acalorada presentación vía Canal


N, mostró su total rechazo ante la decisión de la jueza Vergara, llegando a incluso,
pedir que la campaña “Chapa tu choro” sea modificada por “Chapa a los jueces
ineptos y corruptos y déjalos paralíticos”.

Es por ello que el Poder Judicial no cuenta con la confianza de la población ni de


instituciones como la Policía Nacional del Perú. El mensaje que se está enviando a la
población desde este poder del Estado es el equivocado, y es la razón por la que
muchos ciudadanos alientan la violencia contra los ladrones con la campaña “chapa tu
choro y déjalo paralítico”: La policía atrapa a los ladrones, asesinos, marcas, matones,
etc. pero el Poder Judicial peruano los deja en libertad.

69
3.11 MEDIOS NO LEGISLATIVOS DE RECONOCER Y VINCULAR A LAS

INSTITUCIONES INFORMALES DE JUSTICIA

En ausencia de legislación que especifique la relación de los indígenas con la ley del

estado, los estados han desarrollado otros medios de implementar el nuevo

reconocimiento constitucional de la ley indígena: a través del desarrollo de

jurisprudencia, al ser llevados los casos ante las cortes, y a través del desarrollo de

relaciones institucionales entre el estado y los sistemas de justicia indígena.

La Corte Constitucional de Colombia ha actuado como un legislador de ipso en la

ausencia de legislación implementada. Ninguna otra corte superior ha hecho esto

todavía13Aunque a menudo contradictorio, tomar conjuntamente los fallos de la Corte

ha establecido un amplio alcance para el ejercicio de la ley indígena. Debido a que

cerca de todos los asuntos que puedan presentarse han alcanzado a su Corte en la

última década, Colombia proporciona un modelo interesante para los estados que

tratan de implementar el pluralismo legal. En Colombia, sin embargo, no todos los

conflictos de jurisdicción son resueltos por las cortes. Instituciones del estado también

pueden intervenir para negociar una componenda.

Un caso de 1994 (Sentencia T-254) estableció tres importantes principios para

interpretar la jurisdicción especial indígena. Primero, las tradiciones culturales deben ser

respetadas en la medida que esas tradiciones han sido conservadas; eso es, a menos

contacto e influencia de la cultura occidental, mayor el alcance para la autonomía

cultural en la aplicación de la jurisdicción especial indígena. Segundo, las autoridades

indígenas no deben violar en sus decisiones los derechos humanos internacionales o los

13 Cabedo Mallol 1998.

70
derechos constitucionales fundamentales de mayor rango que la diversidad cultural.

Tercero, la ley indígena está ranqueada por encima de la legislación ordinaria que no

protege derechos constitucionales fundamentales, y por encima de la ley civil ordinaria

(Van Cott 2000a: 217). El asunto de las perspectivas conflictivas del proceso correcto fue

presentada en un caso de 199614 en el que un defensor indígena reclamo que sus

derechos habían sido violados porque no se le permitió el uso de un abogado frente a

las autoridades comunitarias de justicia, y porque las autoridades lo habían sentenciado

a estar confinado en una cárcel estatal, una sentencia inusual para esta comunidad. La

Corte decreto en contra del demandante argumentado que el uso de un abogado no

era una norma en el sistema de administración de justicia de esta comunidad. En ese

caso la Corte estableció una importante regla: cuando limitaciones son necesarias para

defender un derecho constitucional de mayor jerarquía, estas limitaciones deben tener

el menor impacto posible sobre la autonomía indígena y la integridad cultural. La Corte

concluyó que estos “derechos intangibles” están limitados a “el derecho a la vida, la

prohibición de la esclavitud y la prohibición de la tortura”, porque existe un “consenso

intercultural” en estos derechos15 El caso de jurisdicción indígena más sensacional

ocurrió entre 1996 y 1997. Siete hombres fueron acusados de ser los “autores

intelectuales” del asesinato de un alcalde indígena del pueblo Páez más grande,

Jambaló. El cabildo (gobierno comunitario) de Jambaló16 encontró a los acusados

culpables y los sentenció a azotamiento con un látigo de cuero, los expulsó de la

comunidad, y los despojó de sus derechos políticos como indios. El principal acusado,

14
Sentencia T-349
15
traducido por Assies, citado en Assies próxima aparición.

16
Jambaló: está situado al sur occidente Colombiano y al nororiente del Departamento del
Cauca, provincia de Oriente en la Cordillera Occidental posee una inmensa riqueza natural

71
Francisco Gembuel, quien recibió la sentencia más dura, llevó el caso a la corte

municipal del crimen en Santander de Quilichao. La corte defendió a Gembuel,

dictaminando que “el cabildo había negado a los acusados la oportunidad de

defenderse a sí mismos, que los jueces en el caso se encontraban prejuiciados, que el

azotamiento constituyó tortura y que por lo tanto, era ilegal ante la ley internacional”. La

Asociación de Cabildos del Norte Páez apeló a una corte superior, la que afirmó el

dictamen de la corte inferior. La Asociación de Cabildos llevó entonces el caso a la Corte

Constitucional, la misma que dictaminó que aunque el azotamiento fue incorporado a

partir de la cultura colonial española, había llegado a formar parte de la cultura Páez, y

que su uso causaba daño no permanente ni serio17. Además, su objeto no era causar

dolor o humillación, sino purificar a los acusados y, así, facilitar su reintegración a la

comunidad (un argumento que está en conflicto con la expulsión simultánea de los

acusados en este caso). Sánchez considera este fallo como “realmente paradigmático

desde un punto de vista hermenéutico” porque reconoce un amplio alcance a la

autonomía de las autoridades indígenas basado en el reconocimiento de la existencia

de órdenes simbólicos no occidentales que dan significado a culturas no occidentales18

En respuesta a la emergencia de esta jurisprudencia de derechos indígenas, y a la

necesidad de coordinar los sistemas legales estatales e indígenas, ha aparecido una

enorme bibliografía en la última década en el campo de la antropología jurídica. Uno de

los mayores depositarios y generadores de esta bibliografía es RELAJU19, creada en un

encuentro en Quito, Ecuador, en 1997 (Castro Lucic y Sierra

17
Sentencia T523/1997
18
Sánchez Botero 2000
19
la Red Latinoamericana de Antropología Jurídica

72
1998: 10). Adicionalmente, dos seminarios internacionales han sido organizados en el

tema de atender el problema de coordinar las jurisdicciones indígena y estatal,

resultado en la publicación de dos gruesos volúmenes editados (Alvarez y Vacaflor 1998;

varios autores 1999).

Otra forma de ligar los sistemas de justicia indígena y estatal es a través de la creación

de los jueces de paz comunitarios que trabajen con las autoridades indígenas a la vez

que representan al Estado. Estos proyectos están en camino en Guatemala y Perú. Los

jueces de paz peruanos “coexisten en 5000 comunidades campesinas, alrededor de

1000 comunidades nativas y un número similar de rondas campesinas (Arditos 2001: 1).

En muchos casos, los jueces de paz van más allá de la ley del Estado en la incorporación

de asuntos culturales y costumbres y normas indígenas locales en sus procedimientos y

decisiones (Ardito 2001: 10). Los jueces de paz pueden dividirse el trabajo de la

administración de justicia con las autoridades nativas. Por ejemplo, es común para la

primera hacerse cargo de asuntos específicamente señalados por las normas del Estado,

mientras la última resuelve conflictos sociales o crímenes no considerados como tales

por la ley estatal. En otras partes, las autoridades tradicionales pueden manejar asuntos

que involucran a miembros de la comunidad, mientras los jueces de paz manejan

asuntos que involucran al menos a una persona externa a la comunidad. Donde las

autoridades locales, las rondas campesinas por ejemplo, son efectivas y autónomas,

como en el departamento norteño de Cajamarca, los jueces de paz pueden

desempeñar un papel completamente ceremonial o una función notarial y relegar la

mayoría de la administración de justicia a las rondas e incluso participar en las

actividades de las rondas. En algunos casos, las autoridades comunitarias pueden

73
delegar los casos a los jueces de paz mientras, a su vez, los jueces de paz pueden pedir

a las autoridades comunitarias que actúen como garantes de sus decisiones y sanciones

–por ejemplo, asegurando que el trasgresor complete su servicio comunitario- o que

capturen a un miembro de la comunidad para que sea llevado ante el juez.

En Guatemala, las Naciones Unidas están auspiciando un proyecto para implementar el

nuevo Código de Procedimiento Penal, artículo 552 bis. Esta norma proporciona un

espacio dentro de los jueces de paz comunitarios recientemente creados para el uso de

los usos y costumbres indígenas. Estas deben ser creadas en los distritos donde no hay

una autoridad administrativa oficial. Aunque añaden rapidez, oralidad y proximidad a la

administración de justicia, y representan la primera vez que los jueces son escogidos de

la comunidad a la que sirven, los jueces de paz comunitarios no son una parte orgánica

de la organización social y política maya. También constituyen un reto a las autoridades

tradicionales existentes y a los alcaldes indígenas, dado que estos habían sido

previamente los que resolvían disputas locales, creando una separación de los poderes

políticos y jurídicos que no existe en la cultura indígena.

74
fundadores de las rondas campesinas en el Perú

CONCLUSIONES

75
1. La justicia informal es un método alterno de resolución de conflictos que como

hemos podido observar representa potencialidades democráticas debido a que

son procesos participativos debido a que le dan a las comunidades la capacidad

de resolver sus propias controversias

2. La justicia informal tiene entonces virtudes democráticas indudables como por

ejemplo de facilita la justicia a ciertas comunidades particularmente a zonas

rurales, permite una cierta descongestión de los tribunales de controversias que,

por sus características, no conviene que reciban un tratamiento judicial

3. Sin embargo, sus limitaciones y riesgos son también considerables: así tenemos

que la justicia informal para solucionar muchos conflictos cotidianos puede

alimentar la violencia, generando prácticas despóticas de venganza y violencia

entre los pobladores,

También tenemos que su desarrollo puede generar resultados injustos, ya sea

para las propias partes, cuando hay desigualdad entre ellas, tiende a darle la

victoria a los más poderosos, como lo demuestran distintos estudios empíricos

4. La justicia informal no debe ser vista como sustituta sino como complementaria

de la justicia estatal formal siempre y cuando se articulen estrategias de reforma

para potencializar estos mecanismos de resolución alternativa

5. En el sistema informal de justicia se encuentran prácticas de solución de

conflictos ancestrales, culturales y métodos no judiciales (informales)

reconocidos por la ley para resolver conflictos y administrar justicia

76
77
BIBLIOGRAFIA:
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78

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