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ESTUDIOS BÍBLICOS ELA:

LA VIDA, LA MUERTE Y EL AMOR


(ECLESIASTÉS Y CANTARES)
2
[p 2]
A menos que se indique lo contrario, todas las citas están
tomadas de la versión Reina-Valera 1960
© 1999
Ediciones Las Américas, A.C.
Prohibida la reproducción
parcial o total
ISBN 968-6529 77-2
Ex libris eltropical
3
[p 3]
CONTENIDO
1. Todo es vanidad
Eclesiastés 1:1–11
2. Desilusiones de la vida
Eclesiastés 1:12–2:26
3. El trabajo es inútil
Eclesiastés 3:1–4:16
4. ¿Quién sabe cuál es el bien del hombre?
Eclesiastés 5:1–7:14
5. No hay justicia
Eclesiastés 7:15–9:10
6. Ni la sabiduría protege del mal
Eclesiastés 9:11–11:6
7. ¡El espíritu vuelve a Dios!
Eclesiastés 11:7–12:14
8. Primeros cantares
Cantares 1:1–14
9. Estoy enferma de amor
Cantares 1:15–3:5
10. Las bodas del rey
Cantares 3:6–5:1
11. Una pareja de ensueño
Cantares 5:2–6:12
12. Últimos cantares
Cantares 6:13–8:14
4

La vida y la muerte Eclesiastés

Todo esfuerza es vano si no hay juicio después de la muerte 1:1–11:6 Habrá juicio después de la muer-
te 11:7–12:14

lntroducción 1:1– El esfuerzo es in- Enigmas de la vida 5:1– ¡El Espíritu vuelve a
11 útil 1:12–4:16 11:6 Dios! 11:7–12:14

Autor y tema 1:1– Creencias que no ¿Quién sabe el bien del Alégrese, hombre, pero acuérde-
3 cuadran 1:12–18 hombre? 5:1–7:14 se 11:7–8
Autor 1:1 Las cosas inúti- Peligros en la adoración 5:1– Alégrate, joven, pero acuérda-
les 2:1–26 7 te 11:9–12:8
Tema 1:2–3
Vivir por el pla- Peligros en el ahorro 5:8–6:9 Acuérdate antes de la vejez 11:9–
Nada cambia 1:4– cer 2:1–11 12:5
11 Vacíos en la sabiduría 6:10–
Adquirir sabidu- 7:14 Acuérdate antes de la muerte 12:6–
En la naturaleza 1:4– ría 2:12–17 8
8 No hay justo 7:19–29
Ahorrar 2:18–23 No seas demasiado jus- Teme y guarda 12:9–14
En la historia 1:9–11
Comamos y beba- to 7:15–18
mos 2:24–26 No hay justicia 7:15–9:10
El trabajo es in- Cualquiera puede ser victi-
útil 3:1–4:16 ma 8:1–9
Tiempos inoportu-
Recompensas injustas 8:10–
nos 3:1–15 17
Opresiones e injusti-
Un mismo destino 9:1–10
cias 3:16–22; 4:1–3
Ni la sabiduria protege del
Éxitos mal paga-
mal 9:11–11:6
dos 4:4–16
Nadie conoce su tiem-
po 9:11–12
El pobre es despreciado 9:13–
16
La insensatez estropea la sabidu-
ria 9:17–10:20
Hay que lanzarse en ignoran-
cia 11:1–6
5
[p 5]

1
Todo es vanidad
Eclesiastés 1:1–11
¿Le gustan los acertijos? ¿Se divierte armando rompecabezas? ¿Le retan los enigmas? ¿Le entretienen
las historias que concluyen de manera sorpresiva? Si usted respondió afirmativamente a alguna de estas pre-
guntas, le va a encantar el libro de Eclesiastés. De principio a fin es un largo enigma compuesto de misterio
tras misterio. Tan pronto como hemos logrado resolver uno, nos presenta otro. Pero recompensa nuestro
esfuerzo no solamente con satisfacciones intelectuales, sino también con consejos valiosos para la vida coti-
diana y una orientación central que nos motivará a servir a Dios sin importar lo que venga.
De entrada debemos aclarar que los estudiosos discrepan mucho en cuanto a cómo resolver los enigmas
de Eclesiastés. interpretan de maneras variadas tanto sus detalles como su mensaje principal. En esta breve
obra no será posible analizar los diversos puntos de vista, por lo que nos limitaremos a explicar la interpreta-
ción que nos parece mejor.
“Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad” (1:2). El hecho de
que este versículo sea el más conocido de Eclesiastés no implica que su interpretación sea fácil. ¿Quién fue
el Predicador? ¿Por qué se le llama así? ¿Por qué dice que todo es vanidad? ¿Tendrá razón? ¿No [p 6] con-
tradice otras partes de la Biblia? ¿Qué valor puede tener para nosotros un escrito que anuncia que todo es
vanidad? ¿Qué significa exactamente “vanidad” y la expresión repetitiva “vanidad de vanidades”?
No claudiquemos ante el desafío. Con oración a Dios y confianza en el Espíritu Santo, analicemos Ecle-
siastés, buscando respuestas a estas preguntas y otras igualmente importantes con que nos toparemos en el
camino.
EL PRIMER ENIGMA: EL AUTOR
1:1

¡PENSEMOS!

¿Cómo llama el primer versículo al autor de Eclesiastés?


¿Por qué será que le llama así? ¿Qué pistas proporciona
para identificarlo? ¿Habrá sido escrito este versículo por el
mismo autor, o por otra persona?

Los ¡PENSEMOS! que aparecen al principio de cada sección contienen preguntas sobre el contenido e
interpretación del texto bíblico. Se deben contestar antes de leer la exposición. Sirven para hacer un estudio
inductivo del texto. El maestro de escuela dominical o de un estudio bíblico las puede emplear para guiar al
grupo a discutir el pasaje. La exposición que sigue aclarará las dudas y explicará más el texto. Algunas sec-
ciones concluyen con otro ¡PENSEMOS!, que incluyen preguntas sobre la aplicación del pasaje.
Al igual que Proverbios y muchos de los libros proféticos, Eclesiastés comienza identificando a su autor.
Pero no lo hace de manera sencilla y directa, sino a través de una especie de adivinanza. Esto nos indica que
el libro estará lleno de enigmas que tendremos que resolver para sacar a luz su mensaje.
De hecho, en ninguna parte de Eclesiastés hallamos el nombre del autor. Siempre se le da el mismo título
que se emplea aquí: “el Predicador”. No obstante, el mismo v. 1 nos proporciona [p 7] dos pistas sobre su
identidad: fue hijo de David y rey en Jerusalén. Lógicamente, saltamos a la conclusión de que el Predicador
fue Salomón.
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Pero nunca falta algún listo que nos aconseje precaución. “Fíjense”, dirá, “que el texto no dice con clari-
dad quién fue rey en Jerusalén: el predicador o sólo David. Además, ¿no recuerdan que en la Biblia ‘hijo de
David’ también puede significar ‘nieto de David’, o ‘tataranieto de David’, o aun ‘descendiente de David’?
El Predicador podría ser cualquier descendiente de David”. El listo nos da en qué pensar, pero esta vez su
advertencia resulta innecesaria, pues en el v. 12 el Predicador mismo aclara que él fue rey en Jerusalén, y
agrega que reinó sobre Israel.
Sólo Salomón cumple esos requisitos, pues después de su muerte, el reino se dividió, y ningún otro des-
cendiente de David logró reinar sobre Israel, sino sólo sobre Judá. Concluimos ahora con más seguridad que
el Predicador fue Salomón. No obstante, las palabras del listo nos han servido; nos han advertido que pode-
mos encontrar algunas trampas en la interpretación de Eclesiastés, y trataremos de estar preparados para
sortearlas.
AUTOR DE ECLESIASTÉS:
EL PREDICADOR = SALOMÓN
El hecho de que Salomón sea el autor es la primera pista que indica que Eclesiastés es literatura sapien-
cial. En ese tipo literario, el tema principal es la sabiduría, pues “sapiencial” significa “relativo a la sabidu-
ría”. El libro más conocido de esta categoría es Proverbios, también compuesto por Salomón (ver Proverbios
1:1). Job y unos diez salmos también son sapienciales. En todos esos escritos, la sabiduría da señalamientos
para lograr una vida de éxito, prosperidad, buena salud, largos años, buena fama y felicidad. Básicamente
enseñan que el triunfo se obtiene confiando [p 8] en Dios y obedeciéndolo: trabajando con diligencia,
haciendo justicia, amando al prójimo.
MENSAJE DE LA LITERATURA SAPIENCIAL:
EL ÉXITO SE LOGRA OBEDECIENDO A DIOS.
¿Por qué al autor no se le llama por su nombre, sino sólo “el Predicador”? Una de las razones debe ser lo
que ya hemos anticipado: el libro está lleno de enigmas, y la identidad del Predicador es uno de ellos. Otra
razón tal vez sea que en Eclesiastés, Salomón habla no tanto como rey, sino como maestro de sabiduría.
La palabra “Predicador” ha llegado a ser el título del libro. El vocablo hebreo es Qohélet, que literalmen-
te significa “predicador o maestro en la asamblea”. La traducción en griego es Ekklesiastés, de la cual se
deriva el título Eclesiastés en castellano. Para aclarar su significado, muchas ediciones modernas de la Biblia
colocan la frase “o el Predicador” en el encabezado del libro. ¿Lo hace la suya?
“ECLESIASTÉS” SIGNIFICA “EL PREDICADOR”
Come indica el v. 1, casi todas las palabras de Eclesiastés son del Predicador, pero en 12:9–14 habla otro
maestro de sabiduría, el editor del libro, que no era el Predicador, sino que escribió acerca de él. Escucha-
mos su voz también en 1:1 y en la frase “dijo/dice el Predicador” en 1:2, 7:27 y 12:8.
Salomón enseñó el contenido de Eclesiastés durante su reinado sobre Israel (971–931 a.C.). Pero no sa-
bemos cuándo vivió el editor, ni cuándo puso el libro en su forma final.
[p 9] EL ENIGMA PRINCIPAL: EL TEMA DEL LIBRO
1:2–3

¡PENSEMOS!

Según el v. 2, ¿qué es vano? Según el v. 3, ¿qué es vano?


¿Qué significa la palabra “vanidad”?

Estos dos versículos son de los más importantes del libro, pues resumen su idea central. Por ello, mere-
cen un análisis acucioso.
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El v. 2 presenta la parte medular del tema: todo es vanidad. El Predicador repetirá ese mensaje hasta el
cansancio a lo largo de 1:2–11:6. Aquí lo subraya a través de la repetición. La palabra “vanidad” se halla
cinco veces en 1:2, y la expresión “vanidad de vanidades” es muy enfática, algo así como “la vanidad más
grande” o “la peor de todas las vanidades”. Este término significa “inútil” o “sin sentido”. Salomón lo usará
unas 33 veces en los primeros nueve capítulos para decir que la vida no tiene sentido, porque el trabajo es-
forzado y bien hecho es inútil.
Esta última idea se introduce en 1:3, donde la pregunta retórica espera la respuesta “ninguno”. Por su-
puesto, no es que el trabajo sea totalmente inútil. Más adelante, el Predicador reconoce que el perezoso pue-
de morir de hambre (ver 4:5), y que en moderación, la faena puede ser hasta placentera (ver 2:24). Más bien,
lo que quiere decir 1:3 es que el trabajo esforzado no aprovecha. El que hace lo recto y cumple sus labores
con excelencia no logra ventaja sobre aquel que se esfuerza menos.
Este escepticismo nos sorprende, pues contradice otras partes de la Biblia. Especialmente va contra Pro-
verbios, que enseña por ejemplo, que “la mano de los diligentes enriquece” (Proverbios 10:4) y que “el alma
de los diligentes será prosperada” (Proverbios 13:4). Sin duda, el Predicador creía en esas doctrinas, pero
observaba que no siempre se cumplían. En ese sentido eran como todos los proverbios, pues éstos no son
promesas inquebrantables, sino descripciones resumidas de lo que generalmente [p 10] sucede. Las excep-
ciones afligían a nuestro autor. Si algunos no eran recompensados por su rectitud y diligencia, sus esfuerzos
eran inútiles y el mundo no tiene sentido. Aunque alguno acataba las enseñanzas de la literatura sapiencial,
no había seguridad que tendría más éxito en la vida que los malvados y perezosos.
En la queja del Predicador no debemos pasar por alto la última frase del v. 3: “debajo del sol”. Esta ex-
presión volverá a aparecer varias veces a lo largo del libro. Se refiere al mundo de los vivientes, en contraste
con el de los muertos. Mediante esa frase, el Predicador advierte que lo que él acaba de decir en los vv. 2 y 3
es cierto solamente si nos limitamos al mundo de los vivientes.
TÉRMINOS CLAVE DE ECLESIASTÉS 1:2–3:
1. Vanidad = Inútil, sin sentido
2. Provecho = Ventaja
3. Debajo del sol = En el mundo de los vivientes
En los tiempos veterotestamentarios no había una revelación clara sobre la vida de ultratumba. Muchos
israelitas creían que esencialmente todo terminaba con la muerte (ver 9:10; Salmos 6:5; Isaías 38:18–19). En
un tiempo Salomón había pensado de igual manera, pero ya no. En Eclesiastés él muestra que no creer en un
juicio divino después de la muerte conduce a conclusiones desastrosas. Si la vida se limita a lo que sucede
“debajo del sol”, el trabajo esforzado puede ser vano, porque no hay garantía de que jamás recibirá su re-
compensa merecida.
Al final del libro, tanto Salomón como el editor afirmarán que definitivamente Dios juzgará todas nues-
tras obras (11:9; 12:14). Por tanto, no es vano temerlo y guardar sus mandamientos (11:10; 12:1, 13). Explo-
raremos estos textos en el capítulo 7, donde veremos por qué Salomón cambió de parecer, pero por [p 11] el
momento resumamos el contenido de 1:2–3:
TEMA DE ECLESIASTÉS:
ESFORZARNOS ES INÚTIL
SI NO HAY JUICIO DESPUÉS DE LA MUERTE.

¡PENSEMOS!

¿El tema de Eclesiastés le anima, o le desanima? ¿Alguna


vez usted ha trabajado bien sin ser reconocido o recompen-
sado por ello? ¿Se sintió tentado a esforzarse menos en el
futuro? Para vencer esa tentación, ¿cómo le ayuda el recor-
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dar que Dios nos juzgará después de la muerte?

LA IMPOSIBILIDAD DE CAMBIAR EL MUNDO


1:4–11

¡PENSEMOS!

Según el v. 4, ¿qué cosa no cambia? ¿Cuáles son las tres co-


sas en los vv. 5–7 que no cambian? Según los vv. 9–10, ¿con
qué frecuencia sucede algo nuevo?

Habiendo presentado su idea central en los vv. 2–3, el Predicador ahora comienza a comprobarla. Su
primera evidencia es la repetición continua en la naturaleza (1:4–8) y en la historia humana (1:9–11).
La repetición continua en la naturaleza (1:4–8)
A todos nos gusta pensar que somos importantes. Esperamos que nuestro paso por la tierra deje alguna
huella. Sin embargo, observa el Predicador, aunque muchas generaciones han nacido y muerto, y la nuestra
hará lo mismo, la naturaleza sigue igual, como si nunca hubiéramos existido (1:4). Por cierto, el sol cambia
[p 12] de posición en el cielo durante el día y durante la noche (1:5), el viento cambia del sur al norte, o vi-
ceversa (1:6), y el agua de los ríos no para de fluir de un lugar a otro (1:7). Pero esos movimientos cíclicos y
continuos no son cambios de verdad. Más bien, subrayan que en la naturaleza todo sigue inalterable.
El ser humano no sólo no logra cambiar el mundo natural. Ni siquiera llega a entenderlo (1:8). Aun el
más inteligente, por mucho que investigue, lea y reflexione, jamás logrará dominar más que un pequeño
porcentaje del saber humano. Peor aún, todo el saber humano en conjunto, la suma de lo que la humanidad
sabe acerca del mundo, no llega ni cerca de ser una comprensión completa. Siempre nos quedan más cosas
qué ver con los ojos y oir con los oídos, siempre nos fatigaremos antes de poder explicarlo todo.
La repetición continua en la historia humana 1:9–11
Tampoco logramos cambios reales en la actuación humana. Aun cuando pensamos haber hecho o visto
algo nuevo, nos engañamos, porque olvidamos que algo semejante ya se ha hecho (1:9–10). Esto era más
cierto en los tiempos de Salomón que ahora, pero aun muchos de los avances tecnológicos y científicos de la
edad moderna se basaron en logros de generaciones anteriores. No cabe duda que la venida de Cristo unos
mil años después de Salomón trajo muchas novedades (ver 2 Corintios 5:17).
Sin embargo, en la sociedad humana en general los cambios no han sido tan grandes. Todavía no super-
amos los efectos desastrosos del pecado humano, y todos los esfuerzos “nuevos” para hacerlo resultan repe-
ticiones de métodos antiguos.
Una de las razones por las que creemos hacer cosas nuevas es que olvidamos lo que otros han hecho
(1:11). Cuando estudiamos la historia, nos sorprende descubrir que mucho de lo que pasa hoy tiene su para-
lelo en el pasado pero aun los historiadores han sido incapaces de rescatar muchos sucesos del olvido. [p 13]
Lamentablemente, esto significa que las cosas “importantes” que nosotros creemos estar haciendo tampoco
serán recordadas en el futuro.
Entonces, ¿para qué esforzarnos? Cómo ya dijo el Predicador, es inútil hacerlo (ver 1:3), pues todo lo
que hacemos pasará luego al olvido. Es un pensamiento deprimente, pero sólo para aquellos que no creen en
el juicio divino después de la muerte. Si en verdad Jehová nos recompensa en la vida de ultratumba, nuestro
trabajo en el Señor, aun el trabajo que nadie recuerda, no es en vano (ver 1 Corintios 15:58).

¡PENSEMOS!

¿Qué nos dice acerca de Dios la constancia en la naturaleza?


¿Cómo sería afectada su vida si no pudiera contar con la
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promesa de que “mientras la tierra permanezca, no cesarán
la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el in-
vierno, y el día y la noche” (Génesis 8:22)? Alabe a Jehová
por esos beneficios leyendo el salmo 104:10–24.

Si entendemos sólo una pequeña parte de la creación de


Dios, ¿quién es más inteligente, él o nosotros? ¿Es sabio, en-
tonces, contender con el Omnipotente cuando él permite que
suframos (ver Job 40:2–5; 42:1–6)? Eleve al Señor una ala-
banza por su omnisciencia y sabiduría. ¿Qué tanto recorda-
rán de usted cincuenta años después de su muerte? ¿Es más
sabio buscar fama en la tierra, o recompensas eternas en el
cielo? ¿Qué puede usted hacer para lograr recompensas
eternas?

[p 14]
10
[p 15]

2
Desilusiones de la vida
Eclesiastés 1:12–2:26
“Imagina que no hay cielo… ningún infierno debajo de nosotros. Imagina que toda la gente vive para
hoy… vive en paz”. Así reza una canción todavía popular de John Lennon en inglés. Según ella, si dejára-
mos de creer en el juicio de ultratumba, el mundo sería mejor. En cierta ocasión, Salomón se puso a analizar
cómo sería la vida si todo terminara con la muerte, pero sus conclusiones discrepan mucho de las ideas de la
canción mencionada. El Predicador incluso llegó a aborrecer la vida. En Eclesiastés 1:12–2:26 nos cuenta su
experimento.
CREENCIAS QUE NO CUADRAN
1:12–18

¡PENSEMOS!

¿Qué nos dicen 1:12 y 16 acerca del Predicador? Según 1:13


y 17, ¿qué tareas emprendió? Según 1:14, 15 y 18 ¿a qué
conclusiones llegó?

Cuando Salomón reinaba sobre Israel (1:12), Dios lo bendijo dándole más sabiduría que ningún otro ser
humano (1:16; ver 1 Reyes 3:12; 4:29–31). Entonces emprendió la tarea de tratar de [p 16] entender lo que
sucede con los seres humanos (1:13). Limitó su investigación a lo que se hace “debajo del cielo”, es decir,
en el mundo de los vivientes (1:13). No tomó en cuenta la posibilidad de que hubiera recompensas más allá
de esta vida. Puso esa limitación porque, como muchos otros israelitas, él no estaba seguro de que habría
juicio y vida después de la muerte (ver 3:20–21; 9:2–3).
En particular, el rey analizó lo que sucedía con los sabios y con los insensatos que se entregaban a sus
locuras y desvaríos (1:17). Para él la sabiduría consistía sobre todo en ser justo (ver Proverbios 1:2–3; 8:12,
20) y trabajar diligentemente (ver Proverbios 10:5). Creía que al sabio Dios le daría éxito, salud, buena fa-
ma, larga vida, prosperidad y felicidad (Proverbios 3:13–18). Estaba igualmente convencido de que el cami-
no de los insensatos, caracterizado por el egoísmo, la impiedad y la pereza, conduciría a la destrucción (Pro-
verbios 2:22; 4:14–17, 19).
Al observar lo que pasa a ambos grupos, seguramente Salomón vio que en efecto, muchos de los sabios,
tarde o temprano, prosperaban, y a muchos de los necios les iba mal. Sin embargo, había excepciones. Algu-
nos rectos sufrían intensamente, y algunos impíos disfrutaban de una vida suave hasta el día de su muerte.
Por mucho que se esforzaba por entender esos casos, Salomón jamás pudo hacer que armonizaran con sus
creencias. En fin, existían contradicciones que él no podía resolver y tantas lagunas, que ni siquiera alcanza-
ba a contarlas (1:15).
Al darse cuenta de los padecimientos de los justos y de la prosperidad de los malos se sentía afligido
(1:14). Sentía que sería más feliz si hubiera quedado ignorante de esas incongruencias entre sus creencias y
la vida real (1:18).
LO TORCIDO QUE NO SE PUEDE ENDEREZAR:
ALGUNOS JUSTOS SUFREN[p 17]
Y ALGUNOS INJUSTOS PROSPERAN.
11

¡PENSEMOS!

¿Ha conocido usted a algún justo que nunca prosperó? ¿Ha


sabido de algún malvado que en esta vida nunca sufrió por
su maldad? ¿Cómo explica usted esos casos? ¿Significan que
Dios es injusto?

VIVIR POR EL PLACER ES INÚTIL


2:1–11

¡PENSEMOS!

Haga una lista de los placeres que Salomón probó según 2:1–
10. ¿A qué conclusión llegó acerca de ellos, según 2:1 y 11?
¿Por qué llegó a esa conclusión? (v. 2)

Habiendo resumido las conclusiones generales de su investigación en “todo lo que se hace debajo del
cielo” (1:13–18), aquí Salomón profundiza en tres partes de la misma: los placeres (2:1–11), la sabiduría
(2:12–17) y el ahorro (2:18–23).
Primero, el rey se entregó a una gran variedad de placeres (2:1). Disfrutó del vino (2:3), construyó casas
y parques para su uso personal (2:4–6), recibió la atención de una multitud de siervos (2:7a), observó la mul-
tiplicación de su ganado (2:7b), la acumulación de riquezas (2:8a) y disfrutó las melodías de los artistas de la
música (2:8b). (En aquellos tiempos, en que no había radio ni grabaciones, sólo los ricos, que tenían medios
para contratar artistas, podían gozar de música de alta calidad.)
También contrajo matrimonio con muchas esposas y concubinas; a eso se refiere la frase “los deleites de
los hijos de los hombres” en 2:8. En fin, debido a su poder y riquezas, no tuvo que negarse a sí mismo nin-
gún placer (2:10).
Sin embargo, no había desenfreno en su vida. Conocer los [p 18] placeres fue una especie de experimen-
to científico para Salomón (2:9b). Su propósito era descubrir en qué actividad valdría la pena que los seres
humanos se ocuparan durante su vida (2:3).
Curiosamente, de todos los placeres, lo que más le gustó al monarca fue el trabajo (2:10). Más que des-
cansar en sus casas y parques, le agradaba construirlos. Más que ser mimado por sus siervos y músicos, le
satisfacía el esfuerzo de conseguirlos. Más que poseer ganado y riquezas en abundancia, le encantaba traba-
jar para acumularlos. Con frecuencia nos quejamos de nuestra carga de trabajo, pero irónicamente, cuando
no hay trabajo nos aburrimos. El Creador nos hizo de tal forma, que difícilmente podemos estar contentos
por mucho tiempo si no estamos haciendo algo productivo.
No obstante, al final de sus observaciones, Salomón confirmó lo que seguramente ya sabía desde el prin-
cipio: vivir por los placeres era vano (2:1, 11). Aun el trabajo que tanto le había gustado era inútil, porque,
como los otros deleites, era egoísta. Esto se subraya mediante la repetición de las palabras “para mí” y “me”
en 2:4–8. Si bien los placeres dan felicidad por un rato, no sirven para nada más (2:2). No son productivos;
no ayudan a nadie. Paradójicamente, el que vive para satisfacerse a sí mismo jamás se sentirá satisfecho con
su vida.
VIVIR POR LOS PLACERES ES INÚTIL PORQUE ES EGOÍSTA

¡PENSEMOS!

¿Cuánto tiempo podría usted estar feliz si se le prohibiera


todo trabajo? ¿Por qué? ¿Qué le da más felicidad en su vida
12
ahora? Si usted recibiera mucho dinero mañana, ¿qué pla-
ceres conseguiría que ahora no puede costear? ¿Qué le daría
más satisfacción: los nuevos placeres, o lo que le da felicidad
ahora? ¿Por qué?

[p 19] ADQUIRIR SABIDURÍA ES INÚTIL


2:12–17

¡PENSEMOS!

¿Qué cosas compara Salomón en 2:13? ¿Cuál es mejor?


¿Por qué (2:14a)? Según 2:14b–16, ¿qué cosa sucederá tanto
al sabio como al necio? ¿Cómo se sintió Salomón cuando
pensó en esto (2:17)?

Si Salomón sabía desde el principio que vivir por los placeres era inútil, acerca de la sabiduría creía lo
contrario. No había cosa mejor que ella (ver Proverbios 2:1–12). Sin embargo, no le bastaba sólo creerlo;
quería asegurarse de ello.
Como paso siguiente en su esfuerzo por entender lo que sucede en el mundo de los vivientes (ver 1:13),
el rey comparó la sabiduría con la insensatez (2:12). Difícilmente algún otro tendría las mismas oportunida-
des que Salomón para conocer tan ampliamente ambas cosas (ver 2:12b y 1:16). (Aquí “2:12b” significa la
segunda mitad de 2:12. De manera semejante “2:14a” en el ¡Pensemos! de arriba se refiere a la primera mi-
tad de 2:14. Usaremos este tipo de referencia cuando sea necesario remitir al lector a sólo una parte del ver-
sículo.)
La primera conclusión del Predicador no sorprende: la sabiduría tiene clara ventaja sobre la insensatez,
porque el prudente evita muchos errores en los cuales caen los necios (2:13–14a). Esta conclusión parece
obvia, y concuerda con la perspectiva bíblica en general (ver Proverbios 1:26–29; 14:16; 28:26).
Pero el hijo de David se puso a reflexionar más intensamente. Se le ocurrió que un mismo destino espera
a los sabios y a los insensatos (2:14b). ¡Ambos morirán! Aun a él, el más sabio de todos, le sucedería igual
que como a los más necios (2:15a). Al contemplar esto, Salomón se desalentó por completo. Todo su esfuer-
zo por adquirir sabiduría había sido vano, porque él iba a terminar exactamente como el necio: muerto
(2:15b).[p 20]

LOS SABIOS

→ LA MUERTE

LOS NECIOS

Frente a esta realidad brutal, algunos sabios se consolaban con la esperanza de que su recuerdo perdura-
ría (ver Proverbios 10:7). Pero Salomón había visto que la gente rápidamente olvida a los difuntos (2:16).
Angustiado, tuvo que admitir que la muerte hacía vana, inútil, toda la sabiduría que él tanto había trabajado
por obtener (2:17).

¡PENSEMOS!

Si Salomón hubiera creído en las recompensas divinas que se


entregarán después de la muerte, ¿cómo habría aliviado esa
doctrina su angustia? ¿Qué diferencia habrá entre el sabio y
el necio después de la muerte?
13

AHORRAR ES INÚTIL
2:18–23

¡PENSEMOS!

Según 2:18–19, ¿qué pensamiento afligía a Salomón? ¿Qué


pensamiento le afligía según 2:21? Según 2:22–23, ¿qué le
inquietaba? ¿Qué oración se repite al final de 2:19, 21 y 23?
¿Qué quiere decir aquí?

¿Quién no reconoce que ahorrar es una virtud? Sabemos que debemos procurar gastar menos que lo que
ganamos. Así tendremos una reserva para el futuro, y para dejar a nuestros hijos. Ahora bien, ahorrar no es
fácil. Primero, uno tiene que privarse de ciertas compras. Luego, tiene que proteger el ahorro. Tiene [p 21]
que decidir si lo guarda en el banco, o si lo invierte. Si escoge esta opción, tiene que encontrar una inversión
que crezca, y siempre corre el riesgo de perder su dinero. Con todo y estas dificultades, creemos que vale la
pena ahorrar.
Salomón también creía en el ahorro. En cierta ocasión escribió: “Tesoro precioso y aceite hay en la casa
del sabio; mas el hombre insensato todo lo disipa” (Proverbios 21:20). Dejar una herencia sustancial es una
meta loable: “El bueno dejará herederos a los hijos de sus hijos” (Proverbios 13:22). Sin embargo, en su
análisis de lo que sucede en el mundo de los vivientes (ver 1:13), el Predicador vio que el ahorro puede re-
sultar inútil, o hasta dañino. Expuso sus reflexiones al respecto en tres párrafos (2:18–19, 20–21, 22–23),
cerrando cada uno con el estribillo “Esto también es vanidad” (vv. 19, 21, 23).
Primero recordó que al morir, tendría que dejar atrás todas sus riquezas (2:18). No podría llevarlas con-
sigo al mundo de los muertos. Segurametne se había consolado pensando que quedarían para sus hijos. Pero
luego pensó que quizá ellos las gastarían mal. Le repugnaba que todo lo que él acumulara mediante su es-
fuerzo y la sabiduría, tendría que dejarlo a personas que tal vez resultarían necias (2:18–19). Si ellas derro-
charan todo, convertirían en vanidad todo su ahorro (2:19b).
Asimismo, le desanimaba pensar que todo lo que ganara mediante su trabajo y sabiduría iría a parar en
manos de quienes jamás habían laborado para ello (2:20–21). Eso era injusto, y podría ser dañino para el
heredero. Salomón reconocía que el trabajo era clave para la formación de líderes, que “la mano de los dili-
gentes señoreará; mas la negligencia será tributaria” (Proverbios 12:24). Quizá sus hijos, por estar viviendo
del fruto de la labor de su padre, nunca superarían la pereza. En tal caso, su ahorro sería peor que inútil; sería
desastroso.
Salomón observó que hay quienes se sacrifican para aumentar su hacienda. Trabajan largas horas, y de
noche duermen mal por sus preocupaciones económicas (2:23). Nunca disfrutan de sus recursos. Quizá se
han convencido a sí mismos de que trabajan [p 22] y ahorran para que sus hijos puedan vivir mejor que
ellos. Sin embargo, el Predicador ya había visto que las herencias pueden hacer más daño que bien (2:19,
21). ¿Para qué sudar tanto, entonces? (2:22) Una vez más, Salomón tuvo que concluir que cualquier ajetreo
es vano e inútil ante la muerte (2:23b). Así como había llegado a aborrecer su vida porque los sabios mueren
al igual que los necios (2:17), así llegó a aborrecer su trabajo y el acumular bienes (2:18).
LA MUERTE HACE INÚTIL EL ESFUERZO DE:
1.- ADQUIRIR SABIDURÍA (2:15–16)
2.- AHORRAR (2:18–23).
COMAMOS Y BEBAMOS
(2:24–26)
14

¡PENSEMOS!

¿A qué conclusión llegó Salomón acerca de lo que es mejor


para el hombre? (2:24) Según 2:26, ¿qué da Dios al hombre
que le agrada? ¿Qué da al pecador? ¿Por qué Salomón lla-
mó a esto “vanidad y aflicción de espíritu”?

Salomón había visto que la muerte hace inútil el esfuerzo humano. El que estudia mucho para hacerse
sabio no tiene mejor destino que el insensato (2:15–16). El que trabaja y ahorra no disfruta sus bienes, sino
que los deja para otro, quien tal vez los administre mal (2:18–23). Concluyó, entonces, que lo mejor es no
matarse, ni privarse de comodidades, sino disfrutar la comida, la bebida y el trabajo moderado (2:24).
Ahora bien, deleitarse en los placeres sencillos no es un mal consejo. Algunas personas se vuelven adic-
tas al trabajo. Otros aceptan tantos compromisos, aun en la obra del Señor, que nunca [p 23] tienen tiempo
para relajarse y gozar de las bendiciones cotidianas que Dios les da. El convivio alrededor de la mesa es una
experiencia sabrosa. Trabajar productivamente causa alegría.
Sin embargo, la conclusión de Salomón no fue sólo que estas cosas son buenas, sino que son lo mejor
que la vida ofrece. Eso es harina de otro costal. ¿Vivir rectamente no es mejor que comer bien? ¿Adorar al
Señor no es mejor que disfrutar de una bebida refrescante? ¿Reconciliar a un pecador con Dios mediante la
fe en Jesucristo no es mejor que alegrarse en el trabajo?
Por supuesto que servir a Jehová es mejor que la comida, la bebida y la alegría en el trabajo, pero sola-
mente porque él nos juzgará después de la muerte. Vale la pena estudiar para hacerse sabio, porque esa la-
bor será recompensada en el tribunal de Cristo. El ahorro sabio también será premiado allí, aun si la genera-
ción siguiente malgasta lo acumulado. Sin embargo, nos dice el Predicador, si no hay juicio después de la
muerte, estos esfuerzos para hacer lo correcto pueden causarnos sufrimientos que jamás serán recompensa-
dos. Siendo así las cosas, concluyó él, es más seguro contentarnos con las alegrías sencillas. Como dijera el
apóstol Pablo siglos después: “si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos”
(1 Corintios 15:32b).
Luego Salomón agregó algunas ideas que parecen ser más piadosas. Afirmó que las alegrías provienen
de Dios (2:24). Repitió la misma idea en el v. 25, aunque eso no queda muy claro en la Versión Reina-
Valera (para una mejor traducción, ver por ejemplo, la Versión Popular (Dios Habla Hoy): “Porque, ¿quién
puede comer, o gozar, si no es por él?”. Luego dijo que Dios da sus bendiciones a quienes le agradan, y que
a ellos les pertenecerá tarde o temprano lo que los pecadores acumulan (2:26).
Después de ver tantas ideas raras en Eclesiastés, nos tranquiliza el v. 26, pues concuerda con el resto de
la Biblia (ver, por ejemplo, Proverbios 13:22; 28:8; Job 27:16–17). Sin embargo, contradice lo que Salomón
acaba de decir en el v. 19, y lo que [p 24] repetirá de varias maneras en los próximos capítulos (ver 4:1–3;
7:15; 8:10–14; 9:1–3). Además, al terminar de pronunciar las oraciones piadosas del v. 26, también las de-
claró “vanidad y aflicción de espíritu”. Esas palabras muestran que si bien el Predicador había citado una
enseñanza ortodoxa de los sabios de Israel, doctrina que él mismo quería creer, lo hizo sólo para dictaminar
que en la vida real las cosas no siempre resultan así.

¡PENSEMOS!

Según 1 Timoteo 4:3–4, ¿por qué debemos disfrutar de los


alimentos? ¿Qué podría usted hacer para disfrutarlos más?
¿Qué podría hacer para alegrarse más en el trabajo?

Elevemos una oración de gratitud a Dios por la comida, la


bebida y el trabajo.

Para usted, ¿la comida, la bebida y la alegría en el trabajo


15
son lo mejor en la vida? Si no, ¿qué cosas son mejores? ¿Va-
le la pena sacrificar el disfrute de los alimentos y del trabajo
por esas cosas? ¿Por qué?
16
[p 25]

3
El trabajo es inútil
Eclesiastés 3:1–4:16
¿Alguna vez ha trabajado usted larga y diligentemente en un proyecto que fracasó? ¿Recuerda la frustra-
ción que le causó? ¡Qué pérdida de tiempo! Hasta dan ganas de llorar. ¿Le gustaría invertir toda su vida en
labores que no prosperan? Precisamente esa posibilidad indeseada es la que el Predicador nos hace conside-
rar en Eclesiastés 3 y 4.
TIEMPOS INOPORTUNOS
3:1–15

¡PENSEMOS!

¿Qué relación hay entre las dos clases de “tiempos” mencio-


nados al principio de 3:4? ¿En cuántos de los pares de tiem-
pos enumerados en 3:2–8 se halla esta misma relación?
¿Cómo ilustra esta relación la verdad anunciada en 3:1?
Según 3:11, ¿quién sabe el tiempo oportuno para cada acti-
vidad, y quién no lo sabe? ¿A qué conclusiones conducen
estas reflexiones? (3:9, 12)

En 3:2–8, el Predicador enumera veintiocho actividades y [p 26] afirma que cada una tiene su tiempo.
Esto significa no sólo que todas ellas suceden en cierto tiempo, sino también que hay tiempos oportunos
para cada una. Las veintiocho actividades están agrupadas en catorce pares de polos opuestos. Es decir, de-
ntro de cada par, la segunda actividad es lo contrario de la primera. Por ejemplo:

3:2a Nacer es lo contrario de morir


3:2b Plantar es lo contrario de arrancar
3:3a Matar es lo contrario de curar
3:3b Destruir es lo contrario de edificar
Etcétera ________ es lo contrario de ________

Los polos opuestos de 3:2–8 ilustran la verdad expresada en el v. 1: “todo tiene su tiempo”. Hay un
tiempo oportuno para todo, aun para actividades totalmente opuestas. Por ejemplo, hay tiempos convenien-
tes para plantar, y tiempos ideales para lo contrario, arrancar lo plantado (3:2).
Ahora bien, obviamente esos tiempos no son lo mismo. La época para arrancar lo sembrado generalmen-
te no es buena para la siembra también. Así, dentro de cada par un momento puede ser apropiado para una
de las actividades, pero no para ambas. Por ejemplo:

3:4a El tiempo de llorar No es tiempo de reír


3:4b El tiempo de endechar No es tiempo de bailar
3:5a El tiempo de ________ No es tiempo de ________
Etcétera
17
Allí está la dificultad. ¿Cómo saber cuándo debemos hacer las cosas? Es un problema importante, por-
que si acertamos, los resultados pueden ser favorables, pero si escogenos el tiempo inadecuado para una
actividad, las consecuencias pueden ser nefastas.[p 27]
Lamentablemente, nadie, ni siquiera el más sabio, siempre escoge bien. Aun el agricultor más experi-
mentado puede plantar demasiado temprano, o demasiado tarde, y pagará caro su error (3:2). ¿Quién no lu-
cha con el problema de saber cuándo callarse y cuándo hablar (3:7)? En la ola de secuestros que azota a
América Latina, algunas personas han sido traicionadas y entregadas a los criminales por sus supuestos ami-
gos. Es trágico que las víctimas hayan confiado en individuos a quienes debían haber tratado como enemi-
gos (esto es lo que “aborrecer” significa en 3:8). No supieron el tiempo de “aborrecer”. En verdad puede ser
difícil saber cuándo abrazar, y cuándo no hacerlo (3:5), cuándo pelear, y cuándo hacer las paces (3:8).
El único que siempre sabe los tiempos correctos es Dios. De hecho, él ha establecido el tiempo perfecto
para todo, y lo que se realiza en su tiempo apropiado resulta hermoso (3:11a). Además, el Creador “ha pues-
to eternidad en el corazón” de los seres humanos (3:11a). Es decir, nos ha permitido entender que los “tiem-
pos” que vivimos son parte de un plan que el Soberano está llevando a cabo, desde la eternidad pasada hasta
la eternidad futura (3:14–15).
Sin embargo, no alcanzamos a entender más que una mínima parte del plan que Dios está desarrollando
en la historia (3:11b). Por mucho que el hombre se esfuerce por entenderlo, no lo logra (3:10). Por tanto, no
siempre sabemos cómo trabajar en amionía con ese plan. Puesto que no podemos discernir el tiempo oportu-
no para cada actividad, es posible que nuestro trabajo arduo no nos rinda provecho ni ventaja sobre la perso-
na que se ha esforzado menos (3:9).
¿QUIÉN CONOCE EL TIEMPO OPORTUNO?
DIOS SIEMPRE LO SABE;
LOS HOMBRES NO SIEMPRE LO SABEMOS.
[p 28]
Así las cosas, el Predicador razonó que no era prudente emprender grandes proyectos. Iniciar un nuevo
negocio, buscar un empleo mejor, tratar de cambiar el mundo para bien —tales aventuras son demasiado
peligrosas. Todo el esfuerzo podría resultar en vano. Entonces, lo mejor era contentarse egoístamente con la
comida, la bebida y el trabajo moderado (3:12–13). En este contexto, “hacer bien en su vida” (3:12) no sig-
nifica “ser justo”, sino “hacer lo agradable”, o, como dice el v. 13, “gozar el bien”. Los placeres sencillos
son el mejor don de Dios que se puede esperar en la vida (3:13).
Esta conclusión es chocante. No nos costa pensar que nuestra vida no tiene más propósito que gozar la
comida, bebida y algunos ratos alegres en el trabajo. Recordemos que el Predicador describe la vida desde la
perspectiva de que no hay juicio después de la muerte. En el tribunal de Cristo la labor realizada para el Se-
ñor será recompensada, aun cuando no haya fructificado aquí. “debajo el sol”. Pero si no hay tal juicio, dice
el Predicador, es más seguro pasar la vida esforzándose poco.

¡PENSEMOS!

¿Ha fracasado en algún proyecto por equivocarse en cuanto


al tiempo oportuno? ¿Se debe intentar algo arriesgado aun
cuando no se sabe si es el tiempo conveniente?

OPRESIONES E INJUSTICIAS
3:16–22; 4:1–3

¡PENSEMOS!

Según 4:1, ¿qué cosas vio el Predicador? ¿A qué conclusión


18
llegó? (4:2–3) ¿Qué tiene que ver el 4:1 con el 3:16? Según
3:17. ¿qué esperanza aguardaba el Predicador? Según él,
¿qué pasaba con el ser humano después de la muerte? (3:19–
21) ¿A qué conclusión llegó en (3:22)?

[p 29] En su análisis de “todo lo que se hace debajo del cielo” (1:13), el Predicador observó las violen-
cias, es decir, las opresiones (4:1). Vio que los oprimidos no tenían consolación, pues los opresores podero-
sos les arrancaban el fruto de su trabajo (4:1). Tan deprimido se puso al contemplar esos casos, que concluyó
que los explotados estarían más felices si ya hubieran muerto (4:2) o si nunca hubieran nacido (4:3).
El Predicador también notó que los aliados de los opresores eran los jueces corruptos. En los tribunales
hallaba impiedad e iniquidad en lugar de juicio justo (3:16). Trataba de consolarse pensando que no siempre
sería así. Dios permitía las injusticias para que les seres humanos vieran que son semejantes a las bestias
(3:18). Pero como todo tiene su tiempo debajo del cielo (3:1), Salomón esperaba que algún día el Juez Justo
corregiría las injusticias de este mundo, dando al recto y al impío lo que merecían respectivamente (3:17).
Se asía de esta esperanza porque no estaba seguro de que habría un juicio después de la muerte. Pensaba
que después de ésta, lo mismo sucedía a los seres humanos que a los animales (3:19). Indiscutiblemente el
cuerpo de ambos regresaba al polvo (3:20). En cuanto a lo inmaterial, nadie sabía si el espíritu humane subía
a Dios para juicio, o no (3:21). En tiempos de Salomón no había clara revelación bíblica al respecto, y, por
supuesto, era imposible que alguien viajara al mundo de los muertos para averiguar qué sucedía allí (3:22).
Los versículos 19–22 son muy importantes para entender por qué el Predicador dio enseñanzas tan raras
en Eclesiastés. Él, como muchos otros israelitas, no creía en que habría un juicio divino después de la muer-
te y que se repartirían recompensas divinas. Llegó a convencerse de esa doctrina al final del libro, pero pri-
mero, en 1:2–11:6, muestra que si no hay un juicio en ultratumba, mucho de lo que hacemos y creemos no
tiene sentido. Es vanidad (ver la última oración de 3:19).[p 30]
RAZÓN DE LAS ENSEÑANZAS RARAS DEL
PREDICADOR: IGNORANCIA ACERCA DEL JUICIO
DIVINO POSTERIOR A LA MUERTE.

¡PENSEMOS!

¿Siempre castiga Dios las injusticias en esta vida? Si no, ¿lo


hará alguna vez? ¿Defiende Dios siempre a los oprimidos en
esta vida? Si no, ¿les hará justicia?

ÉXITOS MAL PAGADOS


4:4–16
A continuación, el Predicador va a exponer tres ejemplos de trabajadores que realizan sus responsabili-
dades con diligencia, excelencia y éxito, pero no disfrutan de una recompensa justa por sus logros

¡PENSEMOS!

Según 4:4, ¿qué problema puede causar el trabajo con exce-


lencia? Según 4:5, ¿qué problema puede causar la pereza?
¿Qué concluyó, entonces, el Predicador acerca del esfuerzo
en el trabajó? (4:6)

Lamentablemente, cuando una persona se desempeña con excelencia, muchas veces otros, por envidia, le
hacen la guerra (4:4a). Le causan tantas tribulaciones, que su buena labor, en vez de traerle alegría y buena
fama, le resulta fuente de aflicción (4:4b). Por otro lado, tampoco es sabia la pereza, pues por ella se puede
19
morir de hambre (4:5). El Predicador concluyó, entonces, que lo mejor es cumplir con las faenas de forma
mediocre, lo suficiente para sobrevivir, pero no tan bien como para destacarse (4:6). Claro que ese consejo
es otro resultado de no creer en el juicio divino después de la muerte.[p 31]

¡PENSEMOS!

¿Trabajó mucho o poco el hombre que se menciona en 4:8?


¿Ganó riquezas, o no? ¿Qué problema había con su trabajo?
Según 4:9–12, ¿cuáles son cuatro ventajas de ser dos en vez
de uno?

En su investigación de todo lo que se hace debajo del cielo (ver 1:13), Salomón supo de un hombre que
trabajó incansable y prosperó por ello (4:7–8). Sin embargo, éste nunca se puso a pensar quién disfrutaría de
su fortuna (4:8). No la aprovechaba él, pues no cesaba de trabajar, y además defraudaba a su alma del bien
(4:8). Tampoco la gozaría ningún familiar, pues el hombre no tenía ni esposa, ni hijo ni hermano (4:8). Todo
su esfuerzo, aunque exitoso, era vanidad e inútil (4:7b, 8b).
Partiendo del caso del hombre solo, el Predicador enumeró algunas ventajas de contar con un acompa-
ñante. Una empresa con dos trabajadores tiende a prosperar más que cuando hay sólo uno, y, además, el
compañerismo ameniza las labores (4:9). Si uno de los dos cae en un hoyo durante un viaje, o si decae su
ánimo, el otro le levantará (4:10). Si tienen que pasar la noche a la intemperie, los dos se calentarán mutua-
mente (4:11). Si un atacante fuera demasiado fuerte para uno, los dos juntos lo podrían resistir (4:12a). Sa-
lomón concluyó que si ser dos es mejor que estar solo, aún más ventajoso es ser tres (4:12b), o cuatro, o
cinco, etc.

¡PENSEMOS!

¿Quiénes son las dos personas comparadas en 4:13? ¿Cuál es


mejor? ¿Qué tiene uno que el otro no tiene? Según 4:14,
¿qué hazaña logró el muchacho? ¿Qué tan popular fue?
(4:15–16a) ¿Sería popular después? (4:16)

Al final de esta sección, el Predicador relata la historia de un muchacho pobre y un rey viejo (4:13). En
los tiempos bíblicos se consideraba que los jóvenes eran inferiores a los ancianos y, [p 32] por supuesto,
también los pobres comparados con el rey. Sin embargo, en este caso el menesteroso, a pesar de su corta
edad, tenía algo que le permitió superar al monarca: la sabiduría. Esta suplía su falta de riquezas, poder y
años de experiencia. De hecho, debido a ella el muchacho pudo subir de la cárcel al trono (4:14).
Su inteligencia y prudencia lo convirtieron en una figura muy popular (4:15–16a). Sin embargo, sospe-
chaba Salomón, en las generaciones posteriores no sería recordado con cariño, sino con crítica (4:16b). El
haber superado su condición social y sus espectaculares éxitos políticos resultarían en vanidad (4:16a), pues
no le traerían renombre perdurable.

¡PENSEMOS!

¿Critica usted a las personas que han tenido más éxito que
usted? ¿A quién felicitará esta semana por haber tenido más
éxito que usted?

¿Es usted adicto al trabajo y la ganancia? ¿Qué cosas son


más importantes para usted que el trabajo y la ganancia?
¿Cómo lo demostrará esta semana?
20

¿Critica usted al que trabajaba en su puesto anteriormente?


¿Qué cosa buena dirá acerca de esa persona en esta semana?
21
[p 33]

4
¿Quién sabe cuál es el bien del hombre?
Eclesiastés 5:1–7:14
¿Cómo podemos lograr éxito en la vida? ¿Qué debemos estar haciendo hoy para disfrutar de la bendición
divina mañana? Tres respuestas aparentemente buenas a estas preguntas son: adorar a Dios, ahorrar dinero y
vivir sabiamente. Sin embargo, Eclesiastés 5:1–7:14 mostrará que aun esas acciones no nos pueden asegurar
el éxito si es que Dios no da recompensas después de la muerte.
PELIGROS EN LA ADORACIÓN
5:1–7

¡PENSEMOS!

Según 5:1, ¿qué se debía hacer en la casa de Dios, y qué no


se debía hacer? Según 5:2, ¿qué no se debía hacer en la casa
de Dios? ¿A qué clase de “palabra” se refiere el v. 2? (ver v.
5) Según la última oración del v. 7, ¿qué se debe hacer?

[p 34] Muchos israelitas pensaban que Jehová los bendeciría si cumplían con sus obligaciones religiosas.
La idea no era mala, pero en aquel tiempo, al igual que hoy, había muchos que entendían mal esas obliga-
ciones. En 5:1–7 el Predicador les señaló dos de esos errores y aclaró cuál era su deber ante el Señor.
Una manera equivocada de buscar la bendición divina era ofreciendo el sacrificio de los necios (5:1).
Dios había establecido los sacrificios como medios para recibir perdón (ver Levítico 4:26). Lamentablemen-
te, muchos israelitas cayeron en el error de pensar que el sacrificio daba el perdón en forma automática, aun
cuando no hubiera arrepentimiento. Ofrecían el sacrificio de los necios, pues no abandonaban su conducta
necia.
El Predicador advertía a sus hermanos israelitas, entonces, que cuando llevaban sus sacrificios al templo,
aun más importante que el rito de ofrecer el animal era oir la palabra de Dios y obedecerla (5:1). Por eso,
Samuel reprendió a Saúl diciendo: “Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar aten-
ción que la grosura de los carneros” (1 Samuel 15:22).
Otra manera errónea de buscar la bendición divina era haciendo votos a la ligera. Muchos israelitas, al
pedir a Dios algún favor, trataban de persuadirlo haciendo un voto. Le prometían grandes cosas si él contes-
taba su oración. Así, por ejemplo, Ana juró que si Jehová le daba un hijo, ella lo dedicaría a él todos los días
de su vida como nazareo (1 Samuel 1:11). Pero, a diferencia de Ana, muchos israelitas no pagaban sus vo-
tos. Una vez que el Señor les concedía su petición, no querían cumplir con lo prometido.
Salomón aconseja, entonces, que debemos pensar dos veces antes de hacer un voto a Dios, pues no se
trata de una promesa a un semejante, sino al Rey del cielo (5:2). Si incumplimos, él no se complacerá con
nosotros (5:4). En tal caso, es mejor no prometer (5:5), porque en lugar de la bendición que buscamos, reci-
biremos la ira y el castigo divino por nuestro pecado (5:6).
En cambio, la mejor manera de buscar la bendición de Dios es temerlo (5:7). Esto involucra más que só-
lo reverenciarlo o [p 35] respetarlo. Temer a Dios significa tener miedo de desobedecerlo (ver Éxodo 20:20).
Es conducirnos por la vida estando convencidos de que él recompensa la conducta: castiga a los injustos, y
bendice a los que le obedecen. De manera que 5:1–7 concluye como comenzó, aclarando que la obediencia
al Señor es más importante que los ritos y los votos.
Sin embargo, como veremos más adelante, aun la obediencia no nos garantiza una vida de éxito.
22
CÓMO RECIBIR LA BENDICIÓN DE DIOS
¿Oyendo para obedecer? Sí (5:1)
¿Sacrificando, pero no obede- No (5:1)
ciendo?
No (5:2–6)
¿Haciendo muchos votos?
Sí (5:7)
¿Temiendo a Dios?

¡PENSEMOS!

En la actualidad, ¿en qué ritos confía la gente para conse-


guir la bendición de Dios? ¿Confía usted en algún rito más
que en la obediencia cotidiana? ¿Ha hecho alguna promesa a
Dios que no ha cumplido? ¿Qué hará al respecto?

PELIGROS EN EL AHORRO
5:8–6:9
Riquezas con problemas (5:8–20)

¡PENSEMOS!

Según 5:8, ¿cómo consiguen riquezas algunas personas? Se-


gún 5:10–12, ¿qué problemas traen las riquezas? Según
5:13–14, ¿qué puede suceder con el ahorro? ¿A qué conclu-
sión llegó el Predicador acerca de lo que [p 36] el hombre
debe hacer (5:18)? Si lo hace, ¿de qué no se acordará mucho
(5:20)?

El ahorro es una buena forma de prepararse para el futuro (Proverbios 21:20). Sin embargo, Salomón
advirtió en 2:18–23 que aun esa actividad tan prudente puede resultar inútil. En 5:8–20 ampliará el tema,
señalando algunos otros peligros de la acumulación de bienes.
Algunas riquezas están contaminadas, pues se consiguen mediante la opresión de los pobres y la perver-
sión de derecho (5:8a). Los gobiernos deben proteger a sus ciudadanos de tales injusticias. Sin embargo,
debido a la burocracia corrupta o ineficiente, comúnmente los explotados quedan indefensos ante los pode-
rosos (5:8b).
Otro problema con las riquezas es que no sacian (5:10). Se cuenta que en cierta ocasión se preguntó al
millonario John D. Rockefeller cuánto dinero es suficiente. Su famosa respuesta fue: “Un poco más”. Difí-
cilmente se satisface uno con lo ahorrado; siempre quiere más.
Otro problema es que en la medida que uno logra aumentar sus ingresos, al mismo ritmo se multiplican
los egresos (5:11a). Curiosamente, muchas personas que ganan bastante ahorran poco o hasta se endeudan.
Con sus ojos ven las riquezas que ingresan sólo para gastarlas luego (5:11b).
En lugar de seguridad y tranquilidad, las riquezas pueden traer inquietud y preocupación. El trabajador
pobre, exhausto de su día de labores, disfruta del sueño (5:12a). En cambio, el rico puede padecer de insom-
nio por temor a perder sus abundantes posesiones (5:12b).
Quizá lo peor de todo es que en efecto los ahorros se pierden. Se pueden esfumar en un mal negocio, de
suerte que el que era rico queda sin nada para dar a sus hijos (5:13–14). Pero aun los que evitan inversiones
desastrosas definitivamente perderán sus bienes algún día. Cuando mueran, saldrán de este mundo tan des-
23
nudos como cuando entraron (5:15–16). No podrán llevarse [p 37] nada de la ganancia de su trabajo, aunque
hayan pasado muchas penas para ahorrar (5:17). Todo su esfuerzo fue en vano (5:16).

PROBLEMAS CON LAS RIQUEZAS

Posibles problemas Problema inevitable


1. Obtenerlas mediante la opresión Perderlas al morir (5:15–17)
(5:8)
2. No saciarse con ellas (5:10)
3. Gastarlas todas (5:11)
4. Perder el sueño por ellas (5:12)
5. Perderlas en un mal negocio (5:13–
14)

¡PENSEMOS!
¿Cuáles son algunos ejemplos de riquezas obtenidas por la opresión de los pobres y la perversión del
derecho? ¿Alguno de sus ingresos está contaminado por esos pecados? ¿Cómo podemos evitar sentir
un amor insaciable por el dinero? ¿Cómo podemos controlar los gastos para que no aumenten más
rápido que los ingresos? ¿Qué debemos hacer si las preocupaciones económicas nos quitan el sueño?
(ver 1 Timoteo 6:17) ¿Cómo podemos evitar perder nuestros ahorros en un mal negocio? Según 1
Timoteo 6:18–19, ¿cómo podemos acumular tesoros en el cielo?

Habiendo enumerado algunos de los problemas que traen las riquezas, el Predicador concluye que lo
aconsejable es no afanarse por ellas, sino disfrutar de la comida, la bebida y el trabajo mientras se pueda
(5:18). Esta es esencialmente la misma conclusión ya expresada en 2:24; 3:12–13, 22. La persona que tiene
riquezas y también puede disfrutarlas (5:19) es bendecida en forma especial por Dios. A continuación, Sa-
lomón cierra esta sección con un pensamiento cínico. Gozar de la comida, la bebida [p 38] y el trabajo nos
entretiene y así evitamos pensar en la brevedad de la vida (5:20). ¡El don divino resulta siendo un opio, una
distracción para hacernos olvidar que algún día todo terminará con la muerte!
Una vez más, el Predicador ha mostrado que si no existe el juicio divino después de la muerte, la vida
carece de sentido. Aun los consejos más sensatos, como el de ahorrar para el futuro, resultan deficientes.
Dicha sin felicidad (6:1–9)

¡PENSEMOS!

Según 6:1–2, ¿qué mal experimentan algunos ricos? Según


6:3, ¿quién es peor que un abortivo? ¿Por qué? (6:4–6)

El Predicador observó que a algunas personas, Dios les da riquezas sin la capacidad de disfrutarlas (6:1–
2). Sea por exceso de trabajo, tensiones, problemas familiares o alguna otra razón, esas personas, aunque
tienen a su alcance todo lo que pudieran desear, no son felices.
Ese gran mal sucede también con otros favores divinos. Aun las bendiciones más grandes imaginables
—por ejemplo, engendrar cien hijos, o vivir muchos años— son inútiles si uno no halla satisfacción en ellas
ni es honrado después de su muerte (6:3). De hecho, dice el Predicador, sería mejor haber muerto antes de
nacer.
Parecería que al abortivo le sucede lo peor posible, pues viene al mundo de los vivientes sólo para pasar
directamente a las tinieblas de la muerte (6:4). Jamás conoce el mundo de los vivos (6:5a). Sin embargo,
24
tiene más reposo que la persona que no disfruta de sus bendiciones (6:5b–6). Ambos terminan en la muerte,
pero el abortivo llega allí sin haber sufrido las angustias del hombre infeliz (6:6b).[p 39]

ES MEJOR: ES PEOR:
SER ABORTIVO TENER BENDICIONES
Y NO DISFRUTARLAS

Una vez más, el Predicador concluye que lo mejor es que uno deje de esforzarse por mejorar su situación
económica, y que se contente con lo que tiene (6:7–9). Pero a la vez reconoce que vivir así, sin sueños ni
metas, es vanidad y aflicción de espíritu (6:9).

¡PENSEMOS!

¿Qué bendiciones le ha dado Dios? ¿Qué debe hacer para


disfrutarlas más?

VACÍOS EN LA SABIDURÍA
6:10–7:14

¡PENSEMOS!

Según 6:12, ¿por qué no sabemos cuál es el bien del hombre


en la vida? Según 7:2, ¿por qué es mejor ir a la casa donde
hay luto? Según 7:7, ¿en qué error puede caer aun el sabio?
Según 7:10, ¿es sabio añorar los tiempos antiguos? Según
7:14, ¿quién hizo el día del bien, y quién hizo el día de la ad-
versidad?

La sabiduría señala cómo podemos alcanzar una vida de éxito con la bendición divina (ver Proverbios
3:13–18). Y Salomón era el más sabio de todos (ver 1:16; 1 Reyes 4:29–31). Sin embargo, él mostrará que
aun la sabiduría más acertada no puede garantizar una buena vida.
Comienza recordándonos que todo lo que sucede, Dios lo ha decidido desde antes (6:10a). Contender
con el Todopoderoso en cuanto a su plan soberano es sólo multiplicar palabras inútiles [p 40] (6:10–11). El
hombre es incapaz de cambiarlo.
Ahora bien, Dios no nos revela el plan que tiene para nuestra vida en forma detallada. Entonces debemos
atenernos a las enseñanzas sabias, como las del libro de Proverbios, para saber qué debemos hacer hoy para
prosperar mañana. Sin embargo, ni los consejos más prudentes nos aseguran una vida feliz, porque ni el más
sabio puede enseñar al hombre lo que le espera en el futuro (6:12). Este problema era muy agudo en los
tiempos veterotestamentarios, en que había muy poca revelación sobre lo que sucederá después de la muerte.
En 7:1–12 el Predicador ilustra las limitaciones de la sabiduría, especialmente con respecto a cuál es el
bien del hombre en la vida (ver 6:12). Lo hace mediante cuatro grupos de proverbios que hablan acerca de
qué es lo mejor (7:1–4, 5–7, 8–10, 11–14). En cada sección comienza con proverbios que expresan verdades
reconocidas, pero luego muestra que aun esas instrucciones excelentes tenían sus vacíos o conducían a con-
clusiones desagradables.

ENSEÑANZAS SABIAS CONCLUSIONES CHOCANTES

7:1 7:2–4
7:5–6 7:7
25
7:8–9 7:10
7:11–12 7:13–14

Salomón principia con dos proverbios acerca de la reputación (7:1a) y del día de la muerte (7:1b). El se-
gundo tal vez nos sorprenda, pero significa que el día de la muerte, en contraste con el día de nacimiento, el
individuo ya ha logrado ser y hacer algo. Luego, con base en ese proverbio, el Predicador propone una idea
chocante: es mejor ir a los velorios que a las fiestas (7:2–4). En la casa del luto uno se pone a reflexionar
sobre el hecho de que todos llegan al mismo fin: la muerte (7:2). Pensar [p 41] en ello entristece, pero ayuda
a entender la vida (7:3).
La palabra “corazón” que aparece al final de 7:3 no se refiere a los sentimientos, sino a la mente y el en-
tendimiento. Significa lo mismo en 7:2 y 7, y frecuentemente en el Antiguo Testamento.
La siguiente enseñanza reconocida está plasmada en 7:5–6: es mejor ser reprendido por los sabios que
alegrarse con los necios. Pero ese principio sensato tiene una deficiencia: la reprensión del sabio puede ser
callada o tergiversada mediante la corrupción (7:7). Las dádivas de los opresores entontecen al sabio a tal
grado, que puede hasta llegar a reprender a los inocentes y defender a los injustos.
El tercer grupo de verdades aceptadas sobre lo que es mejor para el hombre se halla en 7:8–9. Pero el
primer dicho refuta otra creencia de los sabios de Israel. Ellos daban por sentado que los antiguos eran más
sagaces que las personas de sus tiempos (ver, por ejemplo, Job 8:8–10). Pero el Predicador aduce que si el
fin de un asunto es mejor que su principio (7:8a), es insensato considerar que los tiempos pasados fueron
mejores que los actuales (7:10). Un juego de palabras hebreas resalta el vínculo entre estos dos versículos,
pues el vocablo que se traduce “principio” en el v. 8 es muy similar al término vertido por “pasados” en el v.
10.
El último grupo de proverbios afirma que la sabiduría es buena (7:11), pues protege y preserva la vida
(7:12. En 7:11–12 las palabras “ciencia” y “sabiduría” son sinónimos). Sin embargo, nos recuerda el Predi-
cador que ni la sabiduría puede garantizar una larga vida, pues nadie entiende las aparentes contradicciones
que hay en la obra divina (7:13). El mismo Dios que nos da días de bien también nos manda días adversos,
de tal manera que no sabemos si mañana será de bendición o de angustia (7:14). Menos aún sabía Salomón
qué pasaría después de su muerte.[p 42]

¡PENSEMOS!

De los buenos consejos de 7:1, 5–6, 8–9 y ll–12, ¿cuál le hace


más falta a usted? ¿Cómo lo seguirá esta semana? ¿Cómo le
ayuda el recordar que algún día va a morir? ¿Muestra usted
favoritismo con alguien por las dádivas que le da? ¿Vive
añorando el pasado, o buscando las oportunidades y retos de
hoy? ¿Cómo le ayuda Romanos 8:28 a hacer frente a los su-
frimientos inesperados e inexplicables de la vida?
26
[p 43]

5
No hay justicia
Eclesiastés 7:15–9:10
Hay inicuos que jamás en la vida son castigados por sus maldades, y hay gente buena que sufre extraor-
dinariamente. ¿Cómo puede Dios permitir tanta injusticia? Una parte de la respuesta es que el Juez de toda
la tierra dará a cada cual su recompensa justa después de la muerte. Pero, ¿cómo contestaríamos a esa pre-
gunta si no creyéramos que hay un juicio después de la muerte? Ese es el problema que expone el Predica-
dor en Eclesiastés 7:15–9:10.
NO SEAS DEMASIADO JUSTO
7:15–18

¡PENSEMOS!

Según 7:15, ¿qué situaciones chocantes había visto el Predi-


cador? ¿Qué consejos chocantes da en 7:16–17? ¿Cómo se
desprenden estos consejos de las situaciones del v. 15?

El Predicador había observado que algunos mueren precisamente por ser justos, y hay impíos que alar-
gan su vida mediante sus maldades (7:15). Concluye entonces, que si ser justo y sabio [p 44] pone en riesgo
la vida, es mejor no insistir en hacer lo correcto (7:16). Por otro lado, tampoco recomienda entregarse a la
maldad e insensatez, porque eso también puede conducir a una muerte prematura (7:17). En fin, lo más
aconsejable es ser sabio y justo cuando convenga, pero recurrir al pecado cuando sea necesario (7:18a).
¡Qué chocantes son esas enseñanzas! Sin embargo, son la conclusión lógica de no creer en que hay vida
después de la muerte. Si todo termina con la muerte, hay que alargar nuestros días a toda costa. Así, una vez
más el Predicador muestra que si no hay recompensas más allá de este mundo, nuestras enseñanzas más fun-
damentales acerca de la conducta —por ejemplo, que uno debe ser justo, no importa el costo— no tienen
sentido.
El v. 18b parece contradecir los versículos 15–18a, pero literalmente el hebreo del v. 18b reza: “Porque
aquel que a Dios teme, saldrá bien en todo”. A la luz del contexto, quiere decir que el justo, al morir, saldrá
de este mundo así como todos los demás (Salmos 146:4) e irá al mismo lugar que ellos. Esa creencia, dice
Eclesiastés, conduce a la idea repugnante de que nunca se debe poner en peligro la vida, ni por causa de la
justicia.

¡PENSEMOS!

¿Ha oído usted de alguien que murió por hacer lo justo? ¿Ha
oído de algún malvado que se ha librado de la muerte por
medios pecaminosos? ¿Es injusto Dios cuando permite tales
cosas? ¿Está usted de acuerdo en que uno debe ser injusto
cuando le convenga? Explique su respuesta.

NO HAY JUSTO
7:19–29
27

¡PENSEMOS!

Según 7:19, ¿qué hace la sabiduría? Según 7:20, ¿cómo es el


hombre? ¿Qué evidencias de esto dan 7:21–22? [p 45] Según
7:29, ¿cómo llegó el hombre a ser pecador?

El Predicador inicia esta sección con una verdad reconocida, para luego señalar un problema con ella (ya
vimos el mismo proceder en los párrafos 7:1–4, 5–7, 8–10 y 11–14). El principio aceptado era que la sabidu-
ría fortalece al sabio (7:19). El problema con esa enseñanza es que nadie es completamente sabio porque
nadie es totalmente justo (7:20). En la literatura sapiencial del Antiguo Testamento la verdadera sabiduría
está caracterizada sobre todo por obras de justicia (ver v. 16; 9:1; Proverbios 1:2–3; 8:12, 20).
PUESTO QUE
JUSTICIA = SABIDURÍA,
ENTONCES,
SI NO HAY JUSTO = NO HAY SABIO
Después de aseverar que no hay nadie que sea justo (7:20), el Predicador presenta algunas evidencias
(7:21–29). Para que uno se convenza de su propio pecado, basta que preste atención a las críticas que se
hacen en su contra (7:21) o expresadas por su propia boca (7:22). Si el patrón oyera todo lo que su siervo
dice acerca de él, tendría que confesar que algunas de las cosas son ciertas (7:21). Por otro lado, si no las
acepta, sino que acusa a su siervo de difamarlo, se ha condenado a sí mismo, porque debe recordar que él
mismo ha hablado igualmente mal de otros (7:22).
Las investigaciones del Predicador nos proporcionan más evidencias (7:25). Él había hallado especial-
mente peligrosa a la mujer mala (7:26), pero aun entre todas las personas que había conocido, muy pocas
había encontrado que fueran siempre dignas de confianza (7:27–28). Aunque Dios creó al hombre recto,
cada uno ha buscado muchos pecados (7:29).[p 46]

EVIDENCIAS DE QUE NO HAY JUSTO

LAS CRÍTICAS LAS INVESTIGACIONES


l. Del siervo (7:21) 1. De la mujer mala (7:26)
2. De uno mismo (7:22) 2. De hombres y mujeres (7:28)

¡PENSEMOS!
¿Sobre quiénes ejerce usted autoridad? ¿Qué cosas malas dirán esas personas acerca de usted?
¿Hasta qué grado tendrán razón? ¿Qué debe usted hacer al respecto?

¿De quiénes habla mal usted? ¿Lo que usted dice es pecado? ¿Qué debe hacer al respecto?

¿Se siente usted tentado por una mujer u hombre “cu yo corazón es lazos y redes, y sus nianos liga-
duras”? Según 7:26, ¿qué debe hacer al respecto?

CUALQUIERA PUEDE SER VÍCTIMA


8:1–9
28

¡PENSEMOS!

¿Qué virtud alaba 8:1? ¿Qué consejo dan 8:2–3 acerca de la


conducta en relación con el rey? ¿Cuál será el resultado de
seguir ese consejo según 8:5a? Según 8:5b, ¿qué discierne el
sabio? ¿Cómo contradice el v. 7 al 5b? Según 8:8, ¿de qué
día no puede nadie librarse? Según 8:9, ¿quién a veces hace
mal a otro?

De nuevo, el Predicador comienza una sección con enseñanzas sapienciales aceptadas, y luego revela sus
debilidades. Esta vez la verdad reconocida era que la sabiduría señala cómo llevarse bien con los poderosos
(8:1–5). La deficiencia en esa idea es que nadie sabe lo suficiente como para anticipar todos los problemas y
librarse de ellos (8:6–9).[p 47]
No cabe duda que la sabiduría proporciona grandes beneficios (8:1). Por ejemplo, indica cómo mantener
una buena relación con el rey (8:2–5). El sabio reconoce que debe guardar el mandamiento del rey (8:2) y no
participar en rebeliones (8:3), porque el monarca tiene mucho poder (8:4). El que siguiera esas pautas no
experimentaría mal a manos del gobernante (8:5a). Esto es aún más cierto en el caso del sabio que puede
discernir cómo y cuándo actuar (8:5b; el vocablo que se traduce “juicio” aquí significa “modo” o “proce-
der”).
Sin embargo, dice el Predicador, esto es poner demasiada confianza en la sabiduría. Como hay un tiem-
po para todo, incluyendo para las desgracias, no se puede evitar sufrir el mal (8:6). Ni siquiera el más sabio
puede adivinar siempre lo que ha de ser, ni cuándo sucederá (8:7). Aun si alguno fuera tan astuto que lograra
librarse de los demás “tiempos” funestos, lo vencerá el peor de todos, el día de la muerte (8:8). Y esa muerte
a veces viene a manos del rey, o de otra persona que detenta el poder (8:9).

¡PENSEMOS!

¿Cuáles son algunos tiempos malos que sobrevienen aun a


los más sabios? ¿Sabe de algún caso de una persona sabia
que sufrió injustamente a manos de los que detentaban el
poder?

RECOMPENSAS INJUSTAS
8:10–17

¡PENSEMOS!

Según 8:10, ¿qué situaciones injustas había observado el


Predicador? Según 8:11, ¿cuál es uno de los resultados de la
impunidad? Según 8:12–13, ¿qué sabía el Predicador acerca
de los justos y los impíos? Según 8:14, ¿qué vanidad sucede
sobre la tierra? A la luz de todo esto, ¿a qué conclusión llegó
el Predicador en 8:15? [p 48] Según 8:17, ¿quién entiende las
obras de Dios en el mundo?

El Predicador había observado que algunos inicuos morían sin haber sufrido por sus pecados y, para
colmo de males, eran recordados con honra, mientras que los rectos eran olvidados (8:10). El hecho de que
29
ni Dios ni el gobierno castigaba a los inicuos fomentaba la maldad entre los vivientes (8:11). No es que Sa-
lomón ignorara la doctrina de que Dios bendice a los que le temen y atribula a los impíos (8:12–13; la Ver-
sión Popular, Dios Habla Hoy traduce mejor la primera parte del v. 12: “¡Así resulta que el que peca y sigue
pecando vive muchos años!”). El problema era que esa enseñanza sapiencial no siempre cuadraba con la
realidad. De hecho a veces sucedía exactamente lo contrario: los justos sufrían y los impíos prosperaban
(8:14).

RECOMPENSAS CRUZADAS

CONDUCTAS RECOMPENSAS JUSTAS RECOMPENSAS


REALES
Temor a Dios Les irá bien (8:12)
Les va mal (8:14)
Impiedad Les irá mal (8:13)
Les va bien (8:14)

¡PENSEMOS!
¿Sabe usted de algún inicuo que es recordado con honra? ¿Sabe de algún justo que ha
sido olvidado después de su muerte? ¿Qué puede hacer usted para resucitar su me-
moria?

Frente a esas injusticias, el Predicador concluyó una vez más que lo más que se puede esperar de la vida
es un poco de felicidad cuando estamos en la comida, la bebida y las fiestas (8:15; ver los pasajes semejantes
en 2:24–26; 3:12–13, 22; 5:18–20). El [p 49] autor llegó a esa conclusión pesimista porque, después de una
investigación exhaustiva del asunto, había visto que nadie podía explicar las recompensas injustas (8:16–
17). Nosotros entendemos que la solución tiene que ver con el juicio después de la muerte, pero Salomón no
creía todavía en esa doctrina.
UN MISMO DESTINO
9:1–10

¡PENSEMOS!

Según 9:1, ¿quién controla el destino de los justos, y los sa-


bios? ¿Qué mal señalan 9:2–3? Según 9:3, ¿cuál es el suceso
que acontece a todos? Según 9:5–6, ¿qué ventajas tienen los
vivientes sobre los muertos? A la luz de todo esto, ¿qué con-
sejos da el Predicador en 9:7–10? Según 9:10, ¿qué concepto
tenía el Predicador del mundo de los muertos?

Con base en sus reflexiones e investigaciones, el Predicador concluyó que los justos y sabios no pueden
estar seguros de que serán bendecidos, pues Dios soberanamente decide su futuro (9:la). A pesar de sus bue-
nas obras, no saben si serán amados u odiados (9:1b).
Peor aún, un mismo destino funesto espera a todos, no importa cuál haya sido su conducta (9:2). Ese
destino es la muerte (9:3). El que todos lleguen al mismo fin, sean buenos o malos, era para el Predicador un
“mal”, no sólo porque es injusto, sino también porque fomenta la maldad e insensatez que impera entre los
seres humanos (9:3).
Sin embargo, lo que más subrayó Salomón en este párrafo era que la muerte, el destino de todos, es la
peor cosa que sucede al ser humano (9:4), porque los difuntos no tienen recompensa. No la tienen en el
mundo de los muertos, porque allí están inconscientes (9:5). Tampoco la reciben en la tierra, porque bajo el
sol su memoria es puesta en olvido (9:5). Nadie los ama [p 50] más; ni siquiera son odiados o envidiados
(9:6a). En fin, no figuran para nada en el mundo de los vivientes (9:6b).
30
A la luz de esas reflexiones, el Predicador llega a la misma conclusión que había anunciado cinco veces
(9:7–10; ver 2:24–26; 3:12–13, 22; 5:18–20; 8:15). Esta vez la explica más. Si todos llegamos al mismo
destino, independientemente de nuestro comportamiento (9:2), significa que Dios ha de estar contento con
nuestras obras desde ahora, sean buenas o malas (9:7). Por lo tanto, no hay por qué esforzarnos para hacer lo
que le agrada. Lo recomendable, entonces, es disfrutar de la comida y la bebida (9:7), de vestidos y perfu-
mes finos (9:8), de la relación matrimonial (9:9) y cualquier otra actividad que nos proporcione algún gusto
(9:10). Hay que aprovechar esos placeres ahora, porque al llegar el destino final de todos, la muerte, no po-
dremos hacer ni pensar nada (9:10b).
EL DESTINO COMÚN ES UN MAL PORQUE:
Fomenta la maldad entre los hombres 9:3
Los difuntos no tienen recompensa 9:4–6
Los muertos no saben ni hacen nada 9:10

A esas alturas de sus investigaciones y reflexiones, el Predicador todavía estaba muy lejos de compren-
der el concepto cristiano relativo a los muertos. Sin embargo, sus conclusiones chocantes siguen demostran-
do hasta el día de hoy que si no hay vida después de la muerte, la vida en la tierra es un contrasentido.
31
[p 51]

6
Ni la sabiduría protege del mal
Eclesiastés 9:11–11:6
¿Le gusta fracasar? ¿Le agrada sufrir? ¿Quisiera morir joven? Por supuesto que no. Todos deseamos evi-
tar calamidades, y la Biblia nos ayuda a hacerlo. Por ejemplo, el libro de Proverbios está lleno de consejos
para lograr una vida larga, próspera y feliz. El nombre que el Antiguo Testamento da a ese tipo de enseñan-
zas es “sabiduría”. Si tal sabiduría es apreciada por nosotros, imagínese cuánto la valoraba la gente de los
tiempos de Salomón, cuando creían que la única vida que tendrían era la terrenal. Si al morir no volverían a
vivir más, era sumamente importante que su tiempo aquí fuera placentero y exitoso. Para lograr esa meta, los
seguidores de Jehová se dejaban guiar por la sabiduría bíblica. Sin embargo, el Predicador ya ha señalado
que ni siquiera esa instrucción nos puede guardar de todo el mal (ver 7:11–14; 8:6–9). En 9:11–11:6 amplia-
rá esa deprimente conclusión.
[p 52] NADIE CONOCE SU TIEMPO
9:11–12

¡PENSEMOS!

¿Qué dice 9:11 acerca de los sabios y prudentes? Según 9:12,


¿por qué nadie puede evitar el mal siempre?

Normalmente se espera que el más hábil triunfe. No obstante, el Predicador había observado que no
siempre es así (9:11). Ni siquiera los sabios y prudentes pueden estar seguros de prosperar pues suceden
demasiados “tiempos” y “ocasiones” imprevistos (9:11b). Así como los peces y las aves son apresados sin
advertencia alguna, así también la calamidad cae sobre el hombre, aun sobre el sabio, cuando menos la espe-
ra (9:12). Si bien es cierto que un “hombre prevenido vale por dos”, nadie es capaz de prever y evitar todas
las desventuras. Y si alguno pudiera hacerlo, tarde o temprano quedaría atrapado por el peor tiempo de to-
dos: la muerte.

¡PENSEMOS!

¿Ha conocido usted a alguien que llevaba todas las de ganar,


pero luego sufrió un revés totalmente inesperado? ¿Cuál fue
la causa? ¿Cuáles son algunas calamidades que podrían caer
sobre usted? ¿Cuáles de éstas no se pueden evitar aun me-
diante la sabiduría?

EL POBRE ES DESPRECIADO
9:13–16

¡PENSEMOS!

Según 9:14, ¿qué problema tenía la ciudad pequeña? ¿Quién


la libró (9:15)? ¿Cómo lo hizo (9:15)? ¿Qué le pasó al liber-
tador después (9:15–16)?
32
[p 53] Los prejuicios de la gente pueden ser otra causa de sufrimiento para el sabio. Como ejemplo, el
Predicador cuenta la historia de un hombre que, sin recursos económicos, logró mediante la aplicación de la
sabiduría salvar a su pequeña ciudad del ataque de un rey fuerte (9:14–15). Ese héroe merecía que su hazaña
se celebrara por generaciones y que sus consejos fueran buscados por todos. Sin embargo, sus conciudada-
nos no le reconocieron para nada, por la sencilla razón de que era pobre (9:15–16). Los maestros de Israel
tenían razón al enseñar que la sabiduría es mejor que la fuerza (9:16a), pero nuestros prejuicios tontos privan
a algunos sabios de su justa recompensa (9:16b).

RECOMPENSA DEL HOMBRE POBRE Y SABIO

TRATO QUE MERECÍA TRATO QUE RECIBIÓ


Honra Menosprecio
Ser escuchado Ser ignorado

¡PENSEMOS!
En su región, ¿qué grupos son considerados menos sabios? ¿Qué actitud tiene usted hacia las
personas de esos grupos? ¿Qué saben hacer mejor que usted? ¿Qué beneficio ha recibido de
ellos? ¿Cómo les puede reconocer esta semana por sus capacidades y sabiduría?

LA INSENSATEZ ESTROPEA LA SABIDURÍA


9:17–10:20
Un insensato destruye mucho bien 9:17–10:3

¡PENSEMOS!

Según 9:17 ¿cuáles son las palabras mejores? Según 9:18,


¿qué es mejor que las armas militares? Según 9:18, ¿quién
destruye mucho bien? Según 10:1, ¿cuánta locura se requie-
re para causar problemas serios? Según 10:3, ¿cómo se re-
conoce al insensato?

[p 54] Otra cosa que puede dañar al más sabio son las imprudencias de los insensatos. Para exponer esto,
el Predicador vuelve a una técnica que ha utilizado en los capítulos 7 y 8. Cita verdades reconocidas para
luego señalar sus debilidades. Aquí la enseñanza aceptada era que la sabiduría es fuente de mucho bien
(9:17–18a). La laguna de csa docirina era que un poco de necedad puede destruir todo el bien construido por
la sabiduría (9:18b–10:1).
No cabe duda que las palabras más quedas del sabio son de mayor valor que el griterío del líder de los
necios (9:17). Por ejemplo, como la historia de 9:13–15 ilustra, frente a una invasión del enemigo la sabidu-
ría puede más que las armas más poderosas (9:18a).
Sin embargo, trágicamente un solo pecador, actuando con imprudencia, puede destruir todo el bien lo-
grado mediante mucho esfuerzo sabio (9:18b). Así como una pequeña mosca que cae en el perfume y muere
allí puede echarlo a perder, así también un pequeño error cometido por un individuo incauto puede deshacer
todas las obras positivas de personas sabias y honorables (10:1; la segunda mitad de este versículo está me-
jor traducida en la Biblia de las Américas: “Un poco de insensatez pesa más que la sabiduría y el honor”).
Puesto que vivimos y trabajamos en relación con otras personas, no podemos evitar depender de ellas. Y
como la cadena no es más fuerte que su eslabón más débil, el sabio puede sufrir mucho por las fallas de los
tontos.
En 10:2–3 el Predicador manifiesta su disgusto por el daño que causan los necios. En el v. 2, así como
frecuentemente en el Antiguo Testamento, el vocablo “corazón” significa lo que hoy llamaríamos “mente”.
33
El pensamiento del sabio está a su mano derecha; es decir, merece honor (10:2a; ver Mateo 25:34). En cam-
bio, la mentalidad del insensato es despreciable y digna de castigo (10:2b; ver Mateo 25:41). Las acciones
más sencillas del necio delatan su falta de cordura (10:3).[p 55]

¡PENSEMOS!

¿Conoce usted a alguien que habla poco y en voz baja, pero sabiamente? ¿Conoce a al-
guien que habla mucho y recio, pero dice insensateces? ¿A cuál de ellos presta usted más
atención?

¿Sabe de alguna situación en que un pequeño error destruyó macho bien? ¿Cuáles son
algunos detalles pequeños que usted debe vigilar con esmero? ¿Hay algún detalle impor-
tante en la iglesia que nadie atiende?

La sabiduría es que la
mejor insensatez,

PERO

La sabiduría es por la
estropeada insensatez.

Los gobernantes insensatos son peligrosos 10:4–7

¡PENSEMOS!

Según 10:4, ¿qué se debe hacer cuando el jefe se enoja con


uno? Según 10:5–6, ¿qué problema se da a veces en los go-
biernos?

De nuevo, el Predicador cita un consejo reconocido para luego agregarle un “pero”. Los maestros de Is-
rael enseñaban que cuando el gobernante se enojaba con uno de sus subalternos, éste no debía renunciar a su
puesto (10:4a; ver 8:3). Más bien, si mantenía la calma, lograría aplacar la ira de su jefe (10:4b).
Ahora bien, ese consejo era bueno para circunstancias ordinarias. Sin embargo, el Predicador había visto
que a veces los gobernantes eran demasiado necios (10:5–6). Esto sucedía especialmente con quienes llega-
ron a puestos altos sin experiencia ni [p 56] capacitación en el ejercicio de la autoridad (10:7). Irracionales y
embriagados por el poder, eran sumamente peligrosos, a tal grado que aun los consejos como el v. 4 podrían
ser inútiles para salvar al cortesano de su ira.

¡PENSEMOS!

¿Cómo reacciona usted cuando su jefe se enoja con usted?


¿Cómo trata usted a las personas bajo su autoridad cuando
hacen algo que le desagrada?

El insensato es un peligro para sí mismo 10:8–14

¡PENSEMOS!

¿Cuáles son los cinco trabajos enumerados en 10:8–9, 11?


¿Qué sucede con los cinco trabajadores? A la luz de 10:10,
¿cuál sería una forma insensata de cortar leña? Según 10:12,
34
¿qué causan las palabras del necio? ¿Cómo son sus palabras
según 10:13? Según 10:14, ¿habla el necio mucho, o poco?

El Predicador sigue expresando su frustración con los necios por el daño que hacen. Tan descuidados
son en sus trabajos, que se convierten en peligro aun para sí mismos (10:8–9). Son capaces de pretender
encantar una serpiente sin saber hacerlo y perder la vida en el proceso (10:11).
Igualmente destructivas son sus palabras. Causan la ruina del necio mismo (10:12), y de principio a fin
son nocivas para quienes les prestan atención (10:13). El insensato habla mucho, como si fuera un sabeloto-
do (10:14). Profesa ser experto aun en cosas que nadie sabe, como en lo que sucederá en el futuro (10:14).
Los ineptos se cansan en el trabajo porque no emplean métodos eficientes (10:15a). Por ejemplo, cuando
cortan leña gastan energías innecesariamente, pues no se les ocurre afilar el hacha (10:10). Hay quienes son
tan tontos, concluye el Predicador con [p 57] cierta exageración intencionada, que ni saben el camino más
directo a la ciudad, que es el lugar más conocido de su región (10:15b).

¡PENSEMOS!

¿Hay medidas de seguridad que usted pasa por alto en su


trabajo? ¿Cuáles son las posibles consecuencias de no tomar
precauciones?

¿Habla usted mucho, o poco? ¿Expresa su opinión sobre


muchas cosas, o pocas? ¿Con qué frecuencia opina sobre
cosas que realmente desconoce?

¿Aprende usted nuevas y mejores métodos de trabajo, o in-


siste en hacer las cosas a su manera?

El gobierno insensato es una desgracia para su nación 10:16–18

¡PENSEMOS!

Según 10:16, ¿qué tipo de gobierno es malo? Según 10:17,


¿qué tipo de gobierno es bueno? Según 10:18, ¿cuáles son los
resultados de la pereza?

De todos los insensatos, tal vez los más dañinos son los que se han encumbrado ea el gobierno. La na-
ción dirigida por un rev inmaduro e inexperto sufrirá mucho (10:16a). El Predicador reconoce que hay ex-
cepciones (ver 4:13–16), pero generalmente gobiernan mal quienes no tienen experiencia en el asunto. Igual
de perjudiciales son los funcionarios que emplean sus puestos no para servir al pueblo, sino para servirse a sí
mismos (10:16b). Debido a su pereza, la economía, el sistema de justicia, la seguridad, los servicios sociales,
las carreteras —en fin, todo el país— se deteriora como una casa descuidada (10:18). En contraste, los go-
bernantes bien formados y trabajadores pueden ser una bendición inmensa (10:17).[p 58]
LOS INSENSATOS SON PELIGROSOS:
A. En el gobiemo (10:4–7)
B. En su trabajo (10:8–11)
C. En sus palabras (10:12–14)
B. En su trabajo (10:15)
A. En el gobierno (10:16–18)
Dos consejos irónicos (10:19–20)
35

¡PENSEMOS!

¿Qué cosas recomienda 10:19? ¿Qué advertencia da 10:20?

A la luz del daño que pueden causar los insensatos aun a los sabios (9:17–10:18), el Predicador ofrece
dos consejos irónicos. Primero recomienda agenciarse de lo necesario para disfrutar de la vida: la comida, el
vino y, sobre todo, el dinero (10:19). Es la misma conclusión a la cual había llegado ya seis veces (ver 2:24–
26; 3:12–13, 22; 5:18–20; 8:15; 9:7–9). Si uno no puede protegerse por complete de los necios, y si no hay
vida después de la muerte, lo mejor es disfrutar de los placeres mientras es posible. Y claro, el dinero sirve
para sacarlo a uno de muchos apuros.
El segundo consejo es una advertencia: no se debe criticar nunca a los que detentan el poder, pues de al-
guna manera pueden saberlo (10:20). Las expresiones “ni aun en tu pensamiento digas” y “ni en lo secreto
de tu cámara digas” son hipérboles, exageraciones intencionales para dar énfasis. Quieren decir “no lo digas
a nadie, ni a tus amigos de confianza”. Las aves de este versículo son las “orejas”, o sea, los que informan a
los poderosos acerca de sus detractores. Ser delatado ante gobernantes necios e iracundos (ver 10:4, 6) puede
ser sumamente peligroso. Y si no hay vida después de la muerte, hay que hacer todo lo [p 59] posible para
evitar perder la única vida que uno tiene.
Por supuesto, el Predicador reconoció que si hay un juicio después de la muerte, esos consejos pierden
toda validez. Si Dios nos va a recompensar más allá de esta vida, hemos de ocuparnos de cosas mucho más
importantes que los placeres, y debemos estar dispuestos a arriesgar aun la propia vida en pro de la justicia.
HAY QUE LANZARSE EN IGNORANCIA
11:1–6

¡PENSEMOS!

¿Qué promesa,expresa 11:1? ¿Qué advertencia da 11:2?


Según 11:2, 5 y 6, ¿qué cosas ignoramos? ¿Qué predicción
expresa 11:3? ¿Qué advertencia hace 11:4? ¿Qué recomen-
dación hace 11:6?

Una cuarta razón por la cual ni la sabiduría puede guardarnos de todo mal es que muchas veces tenemos
que actuar sin suficiente información. Por ejemplo, el comerciante tiene que invertir, pero no puede estar
seguro cuál de sus negocios fracasará y cuál será exitoso (11:1–2). El agricultor tiene que sembrar y cose-
char sin saber de antemano las condiciones climáticas (11:3–6).
Pata exponer esos problemas, el Predicador recurre al método ya conocido de presentar una enseñanza
aceptada, para luego señalar sus limitaciones. El primer adagio habla del comercio marítimo: el que envía
mercancía en los barcos tiene que esperar muchos días para recuperar su inversión, pero a la larga será bien
recompensado (11:1). El dicho se podría aplicar a otros tipos de negocios también. Era una enseñanza sabia,
pero, como casi todos los proverbios, no era una promesa infalible, sino una descripción de lo que general-
mente ocurre. No podía asegurar el éxito, porque algunas empresas fracasan. Por eso, en el v. 2, el Predica-
dor recomienda repartir la inversión entre varios proyectos, [p 60] pues no se puede saber cuál de ellos re-
sultará mal.
La segunda verdad reconocida se da en el v. 3: cuando las nubes son negras, lloverá, tan seguro como
que el árbol caído no se mueve. Ese principio era valioso para el agricultor, pero no siempre era cierto, y lo
que es más importante, no siempre se sabía de antemano cuándo aparecerían las nubes llenas de agua. El
problema, dice el Predicador, es que quien espera seguridad acerca del tiempo no sembrará por temor a que
el viento se lleve la semilla, y no segará por temor a que la lluvia eche a perder lo cosechado (11:4). Ningún
agricultor puede prosperar así. Más bien, tiene que trabajar duro, sin saber de antemano si sus decisiones
36
acerca de cuándo sembrar y cosechar serán acertadas (11:6). Y así uno tiene que comprometerse muchas
veces ignorando lo que Dios hará (11:5).
POR QUÉ NI LA SABIDURÍA
PROTEGE DE TODO MAL:
1.- Nadie sabe cuando vendrá un tiempo malo 9:11–12
2.- Los prejuicios privan a los sabios de su recom- 9:13–16
pensa
9:17–10:20
3.- Los insensatos pueden dañar aun al sabio
11:1–6
4.-Tenemos que actuar en ignorancia

¡PENSEMOS!

¿Qué acciones tiene que emprender usted sin contar con to-
dos los elementos para emitir un juicio? ¿Es posible vivir sin
tomar riesgos? ¿En qué tipos de proyectos debe usted repar-
tir su inversión o su esfuerzo entre varias opciones? ¿Hay
algún proyecto que usted no ha emprendido porque espera
mejores condiciones? ¿Es tiempo de iniciarlo ahora, o toda-
vía no?
37
[p 61]

7
¡El espíritu vuelve a Dios!
Eclesiastés 11:7–12:14
En la sección final del libro, el mensaje cambia radicalmente. Antes, el Predicador se había quejado de
que todos tienen el mismo destino (9:2); aquí nos advierte que Dios juzgará nuestras obras (11:9). Antes,
dudaba que el espíritu humano subiera al cielo después de morir (3:21); aquí no muestra dudas al respecto
(12:7). ¿A qué se debe ese cambio de parecer? ¿Qué importancia tiene para nosotros? ¿Tenía razón el Predi-
cador en su primera opinión, o en su conclusión final? Estas son las preguntas que nos ocuparán en el estu-
dio de 11:7–12:14.
ALÉGRESE, HOMBRE, PERO ACUÉRDESE
11:7–8

¡PENSEMOS!

Según 11:7, ¿cómo son la luz y el sol? ¿Qué representan


aquí? (ver 6:3–5) Según 11:8, ¿qué debe recordar el hom-
bre? ¿Qué representan las tinieblas en el v. 8? (ver 6:3–4)

[p 62] Los verbos “alegrarse” y “acordarse” marcan la estructura de 11:7–8 y 11:9–12:8. Cada sección
llama a alegrarse en la vida, pero también a recordar que seremos juzgados por Dios después de la muerte.

11:7–8 11:9–12:8

Alégrese (11:8) Alégrate (11:9)


Acuérdese (11:8) Acuérdate (12:1)

Es agradable estar vivo (11:7). En este versículo, “la luz” y “ver el sol” representan la vida, así como en
6:5 y 7:11. El Predicador nos invita a alegrarnos durante nuestros años de vida (11:8a). El verbo hebreo que
se traduce “tenga gozo” en 11:8 es el mismo que está vertido en “alégrate” del versículo siguiente. La prime-
ra oración del v. 8 está traducida con más exactitud en la Versión Reina-Valera Actualizada: “Si el hombre
vive muchos años, alégrese en todos ellos” (la Biblia de las Américas dice más o menos lo mismo). Esta
invitación hace eco de lo dicho en 2:24–26; 3:12–13, 22; 5:18–20; 8:15; 9:7–10; 10:19.
A la vez, el Predicador nos exhorta a acordarnos que sin excepción, al llegar a su fin nuestra vida, todos
pasaremos al mundo de los muertos (11:8b). En contraste con “la luz”. que representa la vida en el v. 7, “las
tinieblas” del v. 8 representan al mundo de los muertos, así como sucede en el capítulo 6:4. El Predicador
dice: “…aunque un hombre viva muchos años y en todos ellos tenga gozo, acuérdese sin embargo, que los
días de las tinieblas serán muchos” (v. 8). Con esto, nos trae a la memoria que aunque vivamos “muchos
años” (v. 8a) en la tierra, después pasaremos “muchos días” en el mundo de los muertos (v. 8b). Obviamen-
te, los “muchos años” bajo el sol serán breves en comparación con los “muchos días” que vendrán después,
pues éstos serán eternos (ver 12:5). Para descubrir por qué el [p 63] Predicador nos llama a recordar nuestra
existencia de ultratumba, y por qué recalca su larga duración, tenemos que seguir leyendo hasta el 12:7.
El v. 8 concluye con: “Todo cuanto viene es vanidad”. Sería natural pensar que esta oración habla de la
existencia después de la muerte. Sin embargo, en las 33 veces que la palabra “vanidad” ha aparecido en el
libro hasta este punto, siempre se ha referido a la vida en la tierra (como, por ejemplo, en 9:9). Si ese es el
38
caso aquí también, ¿qué podría significar “todo cuanto viene es vanidad”? De nuevo, tendremos que seguir
leyendo para poder interpretar esta oración correctamente.

¡PENSEMOS!

¿Cuántos años vive la mayoría de la gente? ¿Cuántos años


tiene la persona más vieja que usted conoce? ¿Cuántos años
viviremos después de la muerte? A la luz de esos números,
¿qué es más importante: la vida terrenal, o la existencia de
ultratumba? ¿En cuál de las dos debemos pensar más?

ALÉGRATE, JOVEN, PERO ACUÉRDATE


11:9–12:8
Acuérdate antes de la vejez 11:9–12:5

¡PENSEMOS!

¿A quién se dirige el Predicador en 11:9? ¿Qué le invita a


hacer? ¿Qué le dice que debe saber? Según 11:10, ¿qué debe
hacer el joven? ¿Qué debe hacer según 12:1? ¿Qué período
de la vida se describe en 12:1b–5? ¿Qué evento de la vida se
describe en 12:6–7? ¿Qué diferencia hay entre 12:7 y 3:20–
21?

Después de hablar en 11:7–8 de los seres humanos en general, el Predicador ahora se dirige específica-
mente a los jóvenes. [p 64] Los invita a alegrarse en su juventud y a satisfacer sus deseos, pero con ciertas
limitaciones, porque Dios los juzgará según todas sus obras (11:9). Por lo tanto, mientras disfrutan la ado-
lescencia, deben evitar el enojo y otras maldades (11:10).
Las últimas palabras del v. 9 nos sorprenden, porque en lo que va del libro, Salomón ha dicho lo contra-
rio. Se ha quejado porque Dios no siempre castiga a los seres humanos, pues “hay justos a quienes sucede
como si hicieran obras de impíos, y hay impíos a quienes acontece como si hicieran obras de justos” (8:14).
Tampoco ha aceptado que habrá un juicio después de la muerte (ver 9:2–5, 10). ¿Por qué ahora de repente
asevera que “sobre todas estas cosas te juzgará Dios”? (11:9) No hay respuesta a esa pregunta en el v. 9. Una
vez más tenemos que seguir leyendo hasta 12:7 para poder resolver nuestras dudas.
Nos surge otra interrogante al final del v. 10. ¿En qué sentido son vanidad la adolescencia y la juventud?
En 1:2–11:6 la palabra “vanidad” ha significado “inútil” o “sin sentido”. Aquí, sin embargo, el contexto in-
dica que se debe interpretar como “transitorio, pasajero”. El Predicador exhorta al joven a recordar que al-
gún día será juzgado por Dios (11:9) porque su juventud pasará rápido (11:10b).
A la vez, el uso del vocablo en el sentido de “transitorio” en el v. 10 nos da la clave para resolver nuestra
duda pendiente sobre la última oración del v. 8. Allí, “vanidad” debe tener el mismo significado. En ese ver-
sículo, entonces, el Predicador nos señala que aunque vivamos muchos años, en realidad todo cuanto sucede
en la vida dura poco, y luego comenzarán los días eternos más allá del sol.
Nuestra interpretación de la palabra “vanidad” en 11:8 y 10 queda confirmada en 12:1. Allí el Predicador
insta al joven a acordarse de Dios durante su juventud, porque pronto llegarán los días desagradables de la
vejez. Sí, es bueno disfrutar los años de buena salud (11:9), pero también debemos utilizar nuestras energías
para servir a Aquel que nos creó. Cuando seamos grandes, cada vez irá disminuyendo lo que podamos hacer
físicamente [p 65] para él.
Las molestias de la vejez se enumeran en 12:2–5 mediante una serie de figuras. Puede ser una época de
días oscuros y tristes (12:2). Los músculos tiemblan y los huesos se encorvan (12:3a). Las muelas empiezan
39
a escasear, los ojos se oscurecen (12:3b), y los oídos se ensordecen (12:4a). El sueño es ligero, y las cuerdas
vocales ya no cantan como antes (12:4b). Como se caen fácilmente, algunos ancianos temen las alturas y
hallan terrores en el camino (12:5). El cabello se vuelve blanco como la flor del almendro, y el que saltaba
como langosta en su juventud ahora camina lentamente (12:5; en lugar de “la langosta será una carga”, tal
vez esta frase se deba traducirse “la langosta se arrastra”, como dice la Biblia de las Américas). El apetito se
pierde por completo (12:5). En fin, el anciano se acerca a la muerte y a su morada eterna (12:5).

CONTRASTES ENTRE LA JUVENTUD Y LA VEJEZ

EN LA JUVENTUD EN LA VEJEZ
Alégrate 11:9 No habrá contentamiento 12:1–2
Sirve al Creador 11:9–12:1 No habrá fuerzas para servir a Dios 12:3–5

Acuérdate antes de la muerte 12:6–8


Si en la vejez hay menos fuerzas para servir al Señor que en la juventud (12:1–5), toda posibilidad de
hacerlo desaparece en el momento de la muerte (12:6–7). El v. 6 emplea dos figuras para hablar de ese mo-
mento. El cuenco de oro era una lámpara suspendida de una cadena de plata. Cuando la cadena se quiera, la
lámpara cae al suelo y se rompe, y la luz, que representa la vida, se apaga. El agua de la fuente y del pozo es
otro símbolo de la vida. El agua no puede ser obtenida ni retenida cuando se rompen el cántaro y la rueda.
Así como la rueda rota cae al fondo del pozo, así también el difunto desciende a la tumba.[p 66]
El v. 7 es el clímax no sólo de 12:1–7, sino también de todo Eclesiastés. Este penúltimo versículo del
discurso del Predicador revela por primera vez su conclusión de que el espíritu del fallecido vuelve a Dios.
Salomón pensaba de otra manera en 3:19–22. Allí dudaba que fuera posible saber si después de la muer-
te el espíritu humano sube al cielo o si, como el del animal, desciende al polvo. ¿Por qué habrá cambiado de
parecer? La respuesta está en la alusión de 12:7 a la historia de la creación. El polvo del cuerpo lógicamente
vuelve a la tierra, porque de allí fue tomado (12:7a; ver Génesis 2:7; 3:19). En cambio, el espíritu no procede
del polvo, sino que Dios lo dio (12:7b; ver Génesis 2:7). Entonces la lógica indica que el espíritu humano no
desciende abajo al polvo, sino que regresa a su fuente, Dios.

SU ORIGEN SU DESTINO

EL CUERPO EL POLVO EL POLVO


EL ESPÍRITU DIOS DIOS

Ahora entendemos por qué exhortó el Predicador al joven a acordarse de su “Creador” en 12:1; el relato
de la creación nos da la pista para saber el paradero del espíritu del difunto. El autor aclara que el juicio de
todas las obras que se menciona en 11:9 se realizará cuando el espíritu vuelva a su Hacedor, ascendiendo al
cielo para comparecer ante el Juez de toda la tierra.
Pero esto también significa que sí hay vida después de la muerte, y en esa vida cada uno tendrá su re-
compensa según lo que haya hecho en la tierra. Ahora comprendemos que por eso el Predicador nos llamó
en 11:8 a acordarnos de los muchos días que viviremos en el mundo de los muertos. Lo que hacemos en esta
breve vida determinará cómo pasaremos toda la eternidad.
Ahora también se ve que la vida no es vanidad. Si bien no todos reciben su justa recompensa aquí en la
tierra, lo harán [p 67] cuando el espíritu vuelva a su Hacedor y a lo largo de toda la eternidad. Vale la pena,
entonces, esforzarnos para hacer todo lo mejor posible y actuar siempre con justicia, porque el hombre pue-
de tener mucho provecho “de todo su trabajo con que se afana debajo del sol” (vea 1:2).
“VUESTRO TRABAJO EN EL SEÑOR NO ES EN VANO” (1 CORINTIOS 15:58).
El versículo 12:8 parece contradecir lo que acabamos de decir, pues repite que todo es vanidad, suma-
mente vano. Así, el Predicador termina como comenzó (ver 1:2). Sin embargo, 12:8 no significa lo mismo
40
que 1:2, pues Salomón ahora ve las cosas desde una perspectiva muy diferente. Hemos visto que en 11:8 y
10 él utiliza la palabra “vanidad” ya no para decir “inútil” o “sin sentido”, sino “transitorio”. Aquí hace lo
mismo. De suerte que concluye todo su discurso subrayando que la vida, aun la más larga, es efímera. Hay
que aprovecharla cada día para hacer tesoros eternos en el cielo (ver Mateo 6:19–20).

CAMBIO EN LA PERSPECTIVA DEL PREDICADOR

1:2 Todo es vanidad = El esfuerzo es inútil y la vida no tiene sentido


12:8 Todo es vanidad = La vida pasará rápido

¡PENSEMOS!
¿Qué década pasó más rápido para usted, la más reciente, o
la primera de su vida? ¿Vive usted para hoy, o para la eter-
nidad? ¿Qué puede hacer esta semana para acumular teso-
ros eternos en el cielo?

[p 68] TEME Y GUARDA


12:9–14

¡PENSEMOS!

Según 12:9–10 ¿qué cosas buenas hizo el Predicador? Según


12:11, ¿cómo son las palabras de los sabios y de los maes-
tros? Según 12:13, ¿qué es lo más importante para el hom-
bre? ¿Por qué es tan importante según 12:14?

De repente, en 12:9, escuchamos otra voz, aparentemente la del editor del libro. Puesto que el discurso
del Predicador ha sido bastante difícil de entender, el editor agrega dos aclaraciones.
Fácilmente podemos confundirnos, pensando a lo largo del libro que el Predicador cree las ideas chocan-
tes que escribe. En realidad él quiere decir que esos conceptos serían ciertos solamente si no hubiera vida
después de la muerte. Quiere demostrar que no creer en el juicio de ultratumba conduce a conclusiones to-
talmente inaceptables. Si nos equivocamos acerca de su mensaje, posiblemente llegaremos a pensar que fue
un maestro falso.
Por eso, el editor afirma lo contrario (12:9–11). Puntualiza que el Predicador fue sabio, que enseñó sabi-
duría al pueblo, y que investigó, compuso y coleccionó muchos proverbios (12:9; ver también 1 Reyes 4:29–
32; Proverbios 1:1). Lo que escribió fue la verdad, y la plasmó con gran arte literario (12:10). Aunque nos
incomoden sus palabras como aguijones, como sucede con las de otros maestros sabios, también son como
clavos que nos dan una orientación segura e inconmovible (12:11). Y, lo que es más importante, son inspira-
das por Dios y usadas por él para pastorearnos (12:11b).
A continuación, el editor esclarece las conclusiones principales del Predicador (12:12–14). El lector
puede haberse confundido acerca de ellas, porque no se dan sino hasta el final del discurso [p 69] de Salo-
món (en 11:7–12:8), y se expresan en forma sutil y contradicen las ideas expuestas a lo largo de 1:2–11:6.
Podemos fatigarnos antes de percibir el verdadero mensaje de Eclesiastés (12:12).
Las conclusiones del Predicador son dos, y ambas se relacionan entre sí. La primera es que lo más im-
portante en la vida es temer a Dios (12:13). Esto significa obedecerlo, y creer que él castigará a los malos y
bendecirá a los justos (ver Éxodo 20:20). Para nosotros, implica poner nuestra fe en Jesucristo para recibir el
perdón de nuestros pecados y la salvación del castigo eterno. El temor al Señor también nos impulsa a obe-
decerlo, esperando recibir tarde o temprano una recompensa de su mano.
41
La segunda conclusión es que en efecto Dios juzgará toda obra, incluso las que están encubiertas
(12:14). El v. 7b ha indicado que eso sucederá después de la muerte, y otros textos bíblicos indican que
habrá una serie de juicios en el tiempo de la Segunda Venida. El Nuevo Testamento aclara que no somos
salvos por nuestras obras, sino por la fe en Jesucristo. A la vez, todos los pasajes acerca de los juicios divi-
nos enseñan que nuestras obras serán juzgadas. De manera que en verdad tiene sentido temer a Dios y obe-
decerle, pues nuestro trabajo en el Señor no es en vano (1 Corintios 15:58).

DOS ACLARACIONES (12:9–14)

El predicador No enseña errores, sino sabiduría 12:9–11


El mensaje Teme a Dios, porque él juzgará 12:12–14

¡PENSEMOS!
¿Qué pecados encubiertos comete usted? ¿Quién los
ve? ¿Qué buenas obras hace usted sin que nadie se dé
cuenta? ¿Quién las ve? Según 12:14, ¿cuál será el re-
sultado?
42

[p 70] Celebración del amor conyugal Cantar de los Cantares

Primeros canta- Las bodas del Una pareja de ensue- Últimos cantares 6:13–8:14
res 1:1–3:5 rey 3:6–5:1 ño 5:2–6:12

El cantar más Ved al rey Salo- Otro sueño de amor perdi- Subiré a la palmera 6:13–7:10
bello 1:1 món 3:6–11 do 5:2–8
Petición de los convidados 6:13a
Amores mejores Me iré al monte de la Llegada del amado 5:2–5
que el vi- mirra 4:1–8 Pregunta de la novia 6:13b
Ida del amado 5:6–8
no 1:2–4 Respuesta de los convidados 6:13b–
Toda tú eres hermo-
Morena pero Diálogo con las donce- 7:5
sa 4:1–7
codicia- llas 5:9–6:3
Anhelo del novio 7:6–9a
ble 1:5–6 Ven conmigo 4:8
Primera pregunta 5:9
Vine a mi huer- Entrega de la novia 7:9–10
Bromas entre Un marido de ensue-
enamora- to 4:9–5:1 Amores en el campo 7:11–13
ño 5:10–16
dos 1:7–8 ¡Cuán hermosos son tus ¡Si fueras como hermano
Segunda pregunta 6:1
Zarcillos de oro amores! 4:9–11 mío! 8:1–4
te hare- Un marido leal 6:2–3
Huerto y fuente Debajo del manzano te desper-
mos 1:9–11 eres 4:12–5:1 Eres imponente como ejér- té 8:5
Mi amado repo- citos 6:4–12
Ponme como sello 8:6–7
sa entre mis Hermosura de la espo-
pechos 1:12– Soy muro, y mis pechos to-
sa 6:4–10
14 rres 8:8–10
Amores de la esposa 6:11–
Lluvia de cum- Mi viña es mía 8:11–12
12
plidos 1:15– Apresúrate, amado 8:13–14
2:3
Amor en la casa
del vino 2:4–7
El corzo sobre
los mon-
tes 2:8–17
Amor perdido y
hallado 3:1–5
43
[p 71]

8
Primeros cantares
Cantares 1:1–14
Hace algunos meses fui invitado a predicar sobre el primer capítulo del Cantar de los Cantares. Preparé
el sermón sabiendo que los niños saldrían a sus clases de escuela dominical antes de la predicación. Sin em-
bargo, en el día indicado, al entregarme el púlpito, el pastor anunció que ese domingo los niños se quedarían
para el mensaje. El cambio me puso en aprietos, pues Cantares 1, así como todo el libro, se trata de un tema
para adultos y jóvenes: el amor erótico. De hecho, mucha gente considera que esa temática no tiene nada de
espiritual y que, por lo tanto, no se debe exponer en la iglesia nunca. Sin embargo, Jehová le dedicó al tema
todo un libro de las Sagradas Escrituras. Nos incumbe, entonces, escudriñar el Cantar de los Cantares, pues,
como el resto de la Biblia, es “inspirado por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para ins-
truir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”
(2 Timoteo 3:16–17).
Al igual que con Eclesiastés, hay muchas opiniones diferentes en cuanto a la interpretación del Cantar de
Cantares. No será posible presentar y evaluar todos los puntos de vista aquí, sino que nos limitaremos a ex-
plicar, y a veces defender, la interpretación que nos parece mejor.
[p 72] EL CANTAR MAS BELLO
1:1

¡PENSEMOS!

Según 1:1, ¿quién escribió el libro? ¿Qué significa el título


“Cantar de los Cantares”?

El primer versículo del libro da a conocer su título y su autor. En hebreo, la repetición de la palabra
“cantar” en el título es una forma de expresar el grado superlativo. Ya vimos que “vanidad de vanidades” en
Eclesiastés 1:2 y 12:8 quiere decir “la vanidad más grande” o “la peor de todas las vanidades”. Los títulos
“Dios de dioses, y Señor de señores” incluidos en Deuteronomio 10:17 proclaman que Jehová es el Dios y
Señor supremo sobre todos. De manera similar, “Cantar de los Cantares” significa “el mejor de todos los
cantares” o, a la luz del contenido del libro, “el más bello de todos los cantares”.

“CANTAR DE = “EL MÁS BELLO DE


LOS CANTARES” LOS CANTARES”

Puesto que el título es un poco largo, se suele abreviar a “Cantares”. La abreviatura resulta apropiada,
pues aunque el libro completo es un solo cantar (en el título el singular “Cantar” señala esto), a la vez está
compuesto de muchos cantares o poemas más breves.
El autor fue Salomón. Él compuso mil cinco cantares (1 Reyes 4:32), pero el Cantar de los Cantares es el
más hermoso de todos.
[p 73] AMORES MEJORES QUE EL VINO
1:2–4

¡PENSEMOS!
44

¿Quién habla en 1:2a? ¿Acerca de quién habla? ¿Qué desea?


¿A quién habla en 1:2b–3? ¿Qué aspecto suyo alaba en
1:2b? ¿Qué aspecto alaba en 1:3? ¿Qué pide al inicio 1:4?
¿Qué título usa para su amado en 1:4?

Después del encabezado (1:1), el autor inicia zambulléndonos en una relación apasionada de dos enamo-
rados. No dice quiénes son, ni su edad, ni su estado civil, ni nada del historial de su amor. De manera que, al
leer el libro tendremos que ser buenos detectives, juntando pistas para descubrir lo que podamos acerca de
los dos protagonistas.
La que toma la palabra en 1:2–4 es la mujer. Primero habla acerca de su amado, expresando su anhelo
ardiente por sentir sus besos (1:2a). Luego se dirige directamente a él para ensalzar sus amores y su nombre
(1:3). Su “nombre” se refiere a su reputación. Ella lo ama no sólo por su atractivo físico, sino también por-
que tiene buena fama. Tan buenos son sus atributos, que ella reconoce al final del v. 3 que otras doncellas
quisieran arrebatárselo.
Los versículos 2–3 revelan desde el principio que Cantares no es literatura sapiencial. Es decir, a dife-
rencia de Proverbios y Eclesiastés, las otras obras bíblicas de Salomón, su tema no será el de cómo lograr
éxito en la vida. Más bien celebrará el amor romántico y erótico de una pareja. El v. 2 sugiere que se trata de
una relación en etapa avanzada, aunque la última oración del v. 3 indica que los enamorados todavía no
habían entrado en el lazo del matrimonio. El v. 4 nos ayuda a definir la relación con más exactitud.[p 74]
TEMA DE CANTARES:
EL AMOR ERÓTICO DE UNA PAREJA
En el v. 4 la mujer ruega a su novio llevarla en pos de él, para que juntos puedan correr a sus cámaras.
En lugar de “Atráeme; en pos de ti correremos”, muchas versiones dividen las oraciones de la forma siguien-
te: “Atráeme en pos de ti. ¡Corramos!” A la luz del resto del versículo, esta traducción tiene más sentido.
De repente, la mujer deja de dirigirse a su amado para hablar de nuevo acerca de él. Lo llama “rey”, no
porque literalmente lo fuera, sino porque era un título que la poesía romántica de la época usaba para referir-
se al novio. Anuncia que su rey ahora la ha llevado a sus cámaras, donde se alegrarán juntos. Por largo tiem-
po recordarán la dulzura de sus amores.
Los cambios súbitos en el discurso de la novia nos pueden confundir. Comienza hablando acerca de su
amado (1:2a), luego abruptamente se dirige directamente a él (1:2b–4a), entonces vuelve a hablar acerca de
él en el v. 4a (“el rey me ha metido en sus cámaras”), y concluye dirigiéndose a él (1:4b). En castellano no
se escribe con tantos cambios de este tipo, pero el fenómeno no es raro en la poesía hebrea. Por ejemplo, el
salmo 23 habla acerca de Jehová en los primeros tres versículos, luego habla directamente a él en los versí-
culos 4–5, y de nuevo acerca de él en el v. 6.
En el Israel de los tiempos bíblicos. ¿cuándo habría sido aceptable que una novia entrara en las cámaras
de su “rey” para que juntos se gozaran en sus amores? La única respuesta posible es: en la noche de bodas.
Esto sugiere que 1:2–4 es un epitalamio, o sea, un cántico compuesto para ser entonado en la celebración de
una boda. Como veremos, los demás poemas del libro parecen tener el mismo propósito. Muchos de ellos
comienzan hablando de enamorados no casados pero concluyen [p 75] colocándolos en la cama matrimo-
nial.
Las bodas israelitas diferían de las ceremonias solemnes que celebramos hoy en día. Eran fiestas que du-
raban hasta siete días. En uno de ellos (el primero en algunos lugares y tiempos, y el último en otros), la
pareja entraba por vez primera en la cámara nupcial y consumaba el casamiento. A ese momento culminante
apuntan los epitalamios de Cantares.
GÉNERO LITERARIO DE CANTARES:
“EPITALAMIOS”, CANCIONES PARA LAS BODAS
45
Los enamorados de Cantares, así como en muchas canciones modernas, son anónimos. No son nadie en
particular, sino una pareja representativa. Salomón tomará el papel de ambos para expresar a lo largo del
libro los sentimientos de muchos novios. Por eso podemos identificarnos con ellos, hallando en sus expe-
riencias muchas que nosotros hemos vivido, algunas que debemos resucitar, y otras que nos hace falta ini-
ciar.
¿QUIÉNES SON LOS ENAMORADOS DE CANTARES?
UNA PAREJA REPRESENTATIVA DE NOVIOS
Al final del v. 4, la novia vuelve a reconocer que otras doncellas están enamoradas de su hombre. Sin
embargo, ella no se enoja, sino que les da la razón. La atracción que sienten es una evidencia de la alta cali-
dad de su varón.

¡PENSEMOS!

¿Qué tan importante es la buena fama cuando una persona


busca cónyuge? ¿Se enoja usted cuando otras mujeres
hablan bien de su esposo, o se alegra de que sus [p 76] bue-
nas calidades sean reconocidas?

¿Cuáles son algunos apodos cariñosos que los enamorados


usan hoy en día? ¿Qué apodos emplean usted y su cónyuge?
¿Qué apodo romántico podría usted usar más con su cónyu-
ge?

¿Con qué frecuencia se besan usted y su cónyuge?

¿Qué puede usted hacer esta semana para que se alegren


más en sus amores?

MORENA PERO CODICIABLE


1:5–6

¡PENSEMOS!

¿Quién habla en 1:5? ¿De qué color era su piel? ¿Por qué
tenía ese color (1:6)? A la luz de 1:5–6, ¿qué color de piel se
consideraba el más atractivo en aquella sociedad?

El v. 5 da inicio a un segundo epitalamio. De nuevo habla la novia, pero la escena es diferente. Ella se
dirige a las “hijas de Jerusalén”, las señoritas que vivían en la ciudad capital. Reconoce que su piel no tiene
la blancura que era señal de belleza en aquella sociedad. Más bien es morena, como las tiendas hechas de
pieles de cabra, cubiertas con pelo negro. La palabra “cortinas” también se refiere a cierto tipo de tienda,
como se nota en Jeremías 4:20 y 49:29. De hecho, está traducida “tiendas” en Habacuc 3:7b.
La novia no se deja amilanar por la moda. Aunque no es blanca, reclama ser hermosa (1:5). Explica que
es morena por ser trabajadora (1:6). Sus hermanos le habían asignado faenas fuera de casa, y los rayos del
sol la habían bronceado. Por cuidar bien de las viñas familiares, no pudo cuidar su propia viña, es decir, su
cuerpo.[p 77]

¡PENSEMOS!

En la actualidad, ¿cuál es el estereotipo de la mujer guapa?


46
¿Cuál debe ser el color de su piel y de su cabello? ¿Cómo
debe ser su figura? ¿Qué tan alta debe ser? ¿Cómo debe ser
su cara? ¿Se siente mal usted, hermana, por no reunir todas
estas características? ¿Usted, hermano, critica a su esposa
por no tener una belleza que en realidad es inalcanzable?
¿Qué puede una mujer hacer para ser “codiciable” aunque
no sea una “super modelo”?

¿Qué es más importante, que una mujer sea hermosa, o tra-


bajadora? ¿Por qué? ¿Cuáles son algunas tareas de las mu-
jeres que les restan belleza? ¿Qué puede hacer la mujer para
preservar su belleza a pesar de sus labores?

BROMAS ENTRE ENAMORADOS


1:7–8

¡PENSEMOS!

¿A quién habla la novia en 1:7? ¿Qué información le pide?


¿Qué cumplido le da el novio? (1:8) ¿Qué información le da
en respuesta a su petición?

Todavía es la mujer la que habla en 1:7, pero otra vez la escena ha cambiado. Comenzamos a ver que los
epitalamios de 1:2–14 son bastante breves.
La novia ahora se dirige a su prometido. Después de protestarle su amor, le pregunta dónde puede en-
contrarlo al mediodía. Quiere estar con él durante la siesta. También bromea con él, insinuando que si no lo
encuentra, alguno de sus compañeros puede robársela. De esa forma le recuerda que es atractiva no solamen-
te para él.
A continuación, por primera vez en el libro, el novio toma la palabra. Él también es bromista. Da a en-
tender que ella sabe [p 78] dónde encontrarlo, pero si no, él estará alerta para hallarla cuando ella aparezca,
antes que sus compañeros pastores puedan reaccionar (1:8). En medio del juego verbal le asegura su amor
mediante el cumplido “oh hermosa entre las mujeres”.
Los vv. 7–8 dan la impresión de que ambos novios son pastores. En el mundo antiguo, la poesía de Egip-
to y de Mesopotamia empleaba lenguaje similar al de los enamorados. No es que fueran pastores literales,
sino que se presentan bajo esa figura para evocar un ambiente romántico. De manera que el desposado era
tanto “rey” (1:4) como “pastor”.

¡PENSEMOS!

¿Qué aportan las bromas a una relación entre enamorados?


¿Qué tipo de bromas dañan la relación?

¿Cuándo fue la última vez que usted dijo a su cónyuge que le


amaba? ¿Con qué frecuencia se lo debe decir?

¿Cómo se siente usted cuando su cónyuge le dice “Te amo”?

ZARCILLOS DE ORO TE HAREMOS


1:9–11
47

¡PENSEMOS!

¿Quién habla en 1:9–11? ¿A quién le habla? ¿Qué joyas


mencionan los vv. 10–11? Según 1:10, ¿cuál es la función de
esas joyas?

El novio prosigue alabando la cabeza y cuello de su amada, que van adornados con joyas. La compara
con una yegua de los carros de faraón (1:9) porque los caballos de Egipto eran hermosos e iban ricamente
ataviados. (Por cierto los egipcios, al igual que los antiguos en general, usaban machos para jalar sus carros,
pero el novio aquí dice “yegua”, porque se refiere a su mujer.) Trae a colación dos tipos de joyas que le em-
bellecen (1:10), y promete hacerle más (1:11).[p 79]
Los versículos 10–11 hacen contrapeso con la interpretación extrema de textos como 1 Timoteo 2:9 y 1
Pedro 3:3. En su contexto, esos pasajes no prohíben que la mujer utilice joyas, sino que advierten contra un
adorno exagerado y subrayan que para una belleza verdadera, son más importantes las buenas obras que las
joyas, los peinados y los vestidos (1 Timoteo 2:10), así como un espíritu afable y apacible (1 Pedro 3:4).
En 1:9 el varón llama a su prometida “amiga mía”. Esto no significa que no fueran novios todavía. Más
bien se trata de otro título de cariño empleado por los enamorados de aquellos tiempos, como muestra el
paralelo entre “mi amado” y “mi amigo” en 5:16. La expresión volverá a aparecer en 1:15; 2:2, 10, 13; 4:1,
7; 5:2; y 6:4.

¡PENSEMOS!

¿Cuántas joyas debe usar la mujer cristiana? ¿Cuántas jo-


yas ha comprado usted para su esposa durante el último
año? ¿Cuándo le dará más?

MI AMADO REPOSA ENTRE MIS PECHOS


1:12–14

¡PENSEMOS!

¿Quién habla en 1:12–14? ¿Acerca de quién habla? ¿A qué


lo compara en 1:13? ¿A qué lo compara en 1:14? Según 1:13,
¿dónde reposa el amado?

En este epitalamio la novia compara a su rey, es decir, a su amado (ver la explicación de la palabra “rey”
en 1:4), al perfume de su cuerpo. Mientras él se reclina en su sofá, ella siente el olor de su nardo (1:12). El
nardo es una planta aromática, de la cual se hacía un perfume exquisito.
Luego nos damos cuenta que la novia también está reclinada en el sofá, donde su amado reposa entre sus
pechos como la bolsita de mirra suspendida de su cuello (1:13). (La mirra era [p 80] una resina aromática
extraída de árboles en Arabia e India, que se importaba a Israel.) Luego ella lo compara a la alheña de las
viñas de En-gadi (1:14), arbusto que emite una fragancia fuerte y agradable. En-gadi era un oasis que se
encontraba en el litoral occidental del mar Muerto, pero aquí “las viñas de En-gadi” son simbólicas. Ya
hemos visto que la viña representa el cuerpo de la novia al final del v. 6, y el paralelismo entre los vv. 13 y
14 sugiere que aquí “las viñas de En-gadi” son más específicamente sus pechos.

PARALELISMOS EN 1:13–14

1:13. Mi amado es un manojito de mirra que reposa entre mis pechos


48
para mí racimo de flores de alheña en las viñas de En-gadi
1:14 Es para mí
mi amado

Desde luego, es inapropiado que un varón repose entre los pechos de su novia si no son casados, espe-
cialmente cuando se toma en cuenta que el verbo hebreo que se traduce “reposa” literalmente significa “re-
posa toda la noche” (Biblia de las Américas). De nuevo vemos que los poemas de Cantares son epitalamios,
cánticos que se entonaban en la fiesta de las bodas en anticipación de la primera noche de amores. El “recli-
natorio” del rey resulta siendo una figura de la cama nupcial.

¡PENSEMOS!

Una ayuda sencilla para avivar el fuego del amor en nuestro


matrimonio es besar a nuestro cónyuge por lo menos una vez
al día. En el sermón que mencioné al inicio de este capítulo,
hice lo posible por comunicar a los adultos y jóvenes las
ideas de Cantares 1 sin ofender a los pequeños. Al concluir,
encargué a los niños que preguntaran a sus padres diaria-
mente si se habían besado [p 81] sado ese día. El domingo
siguiente, varios dimos testimonio de que nuestros hijos, fiel
y gustosamente, habían cumplido con su tarea. ¿Por qué no
asigna usted la misma responsabilidad a sus vástagos? Se lo
recomiendo.

[p 82]
49
[p 83]

9
Estoy enferma de amor
Cantares 1:15–3:5
¿Fue más romántica la primera semana de su matrimonio, o la semana que acaba de pasar? Es normal
que algo de la pasión inicial se vaya calmando. Pero en medio de las ocupaciones, los problemas y los con-
flictos, puede disminuir demasiado. El pasaje de Cantares que estudiaremos en este capítulo nos presentará
algunos ejemplos de cómo avivar el romance con nuestro cónyuge.
LLUVIA DE CUMPLIDOS
1:15–2:3

¡PENSEMOS!

¿Quién habla en 1:15? ¿A quién habla? ¿Qué le dice?


¿Quién habla en 1:16a? ¿A quién habla? ¿Qué le dice? Se-
gún 1:16b–17, ¿dónde estaba el lecho de la pareja? ¿Quién
habla en 2:1? ¿Con qué flores se compara? ¿Qué le responde
el novio en 2:2?

¿Quién habla en 2:3? ¿Con qué compara a su amado? A la


luz de 2:3b, ¿qué ha hecho con su amado?

El novio inicia este epitalamio alabando la belleza de su [p 84] “amiga”, particularmente de sus ojos
(1:15). Ella le devuelve el cumplido (1:16) y sensualmente trae a colación el “lecho” de la pareja, que estaba
en el suelo debajo de los árboles del bosque. Allí se acostarían juntos entre las flores y las hierbas (1:16b), y
las ramas se extenderían sobre ellos como las vigas de su “casa” (1:17). De esa manera, la novia poética-
mente anticipa la primera noche en el lecho nupcial.
Luego ella “lamenta” modestamente, pero con coquetería, que su belleza es la de una flor silvestre, una
del montón (2:1). La “rosa de Sarón” no era lo que hoy llamamos rosa, sino una flor que crecía abundante-
mente en Sarón, la llanura costera de Israel entre Jope y el monte Carmelo. Los estudiosos piensan que se
trata de un narciso, o azafrán, o tal vez del jacinto. El “lirio de los valles” de aquel entonces tampoco era lo
que hoy conocemos con ese nombre, sino otra flor silvestre que se parecía al lirio o al loto.
El novio, sensible a las palabras y emociones de su amada, recoge el término “lirio”, no para asentir a su
apreciación humilde, sino para aseverar lo contrario. Lejos de ser solamente una entre las demás doncellas,
ella las supera como hace el lirio con los espinos (2:2).
Una vez más, la prometida devuelve el cumplido. Si ella es como el lirio entre los espinos, su amado
aventaja a los otros jóvenes como el manzano a los árboles silvestres (2:3a).

Cumplidos para la novia Cumplidos para el novio

Eres hermosa (1:15) Eres hermoso (1:16)


Eres un lirio entre los espinos (2:2) Eres un manzano entre los árboles silvestres (2:3)

No es que en realidad la pareja fuera tan guapa. De otra manera, muchas partes de Cantares tendrían es-
casa aplicación para nosotros. Más bien, la belleza que los novios se atribuyen uno a otro es aquella que todo
50
enamorado, y sólo él, percibe. Para [p 85] todo pretendiente, su Dulcinea es un lirio entre los espinos, y toda
flechada ve a su galán como manzano entre los árboles silvestres.
La novia concluye el poema anunciando que ella se ha sentado bajo la sombra de su “manzano”, y ha sa-
boreado su dulce fruto (2:3b). Mediante esas figuras da a entender que ha hecho el amor con él. Así como en
1:4 y 13, la mujer concluye el cantar celebrando la relación íntima disfrutada en la noche de la boda.

¡PENSEMOS!

¿Qué cumplidos decía a su cónyuge cuando eran novios o


prometidos? ¿Cuáles de ellos debe resucitar? ¿Qué cumpli-
dos le dirá esta semana?

AMOR EN LA CASA DEL VINO


2:4–7

¡PENSEMOS!

¿Quién habla en 2:4? ¿Acerca de quién habla? ¿A dónde la


llevó? Según 2:5, ¿cómo se sentía la novia? Según 2:6, ¿qué
desea? ¿Qué pide a las doncellas de Jerusalén en 2:7?

Todo este breve cantar se ubica en la cámara nupcial. La novia la llama poéticamente “la casa del ban-
quete” (2:4), o, traduciendo literalmente el hebreo, “la casa del vino”. La denomina así porque allí disfrutará
de los amores de su varón, más deliciosos y embriagantes que el mejor vino (ver 1:2, 4).

Figuras de la cámara nupcial en 1:1–2:4

1:4 Las cámaras del rey

1:12 El reclinatorio del rey

1:16–17 El lecho debajo de los árboles

2:3 La sombra del manzano

2:4 La casa del vino

[p 86] Su esposo ya la había introducido en “la casa del vino”. La expresión hebrea que se traduce como
“me llevó” en 2:4 es la misma que está vertida por “me ha metido” en 1:4. Esos dos versículos expresan
ideas similares, aunque con figuras diferentes (ver también 3:4).
Ahora la novia espera la dulzura de la relación íntima. Todo es amor. El amor del novio es tan patente
como una bandera enarbolada sobre su esposa (2:4). Ella, por su parte, se siente enferma de amor (2:5).
Pide pasas y manzanas, alimentos que, en la poesía de aquella época, eran idóneos para sostener a los
enamorados (2:5a). Por supuesto, fuera del novio no había nadie presente, sino que la esposa dirige su peti-
ción a personas imaginarias. “Apóstrofe” es el nombre que se da a la figura literaria de hablar a alguien au-
sente. (Hay un ejemplo claro de un apóstrofe en 2 Samuel 18:33, donde David dirige palabras de angustia a
su hijo Absalón, aunque éste había muerto y su cadáver estaba sepultado a varios kilómetros de distancia.)
Después de exteriorizar su anhelo de recibir el abrazo inminente de su esposo (2:6), la novia conjura a
las doncellas de Jerusalén diciéndoles que no los interrumpan en toda la noche, hasta que su amor se haya
saciado (2:7). Ese es otro ejemplo de la figura del apóstrofe, pues las doncellas obviamente no estaban pre-
51
sentes en la cámara de la pareja. En 2:7 el verbo hebreo que se traduce como “hagáis velar” es en realidad
otra forma del verbo anterior que se vertió como “despertéis”. Ambas palabras significan más o menos lo
mismo. Por eso, la Biblia de las Américas traduce “que no levantéis ni despertéis”.
Algunas ediciones de la Biblia tienen encabezados para identificar quién habla en cada párrafo. Esos
subtítulos nos ayudan, pero no son parte del texto de las Escrituras, y están sujetos a error humano. Varias
ediciones equivocadamente asignan el v. 7 al esposo. Ese desacierto resulta de su interpretación de “el
amor” que aparece casi al final del versículo. Piensan que significa “mi amada”, pero más bien tiene su
acepción normal, así [p 87] como en 2:4 y 5.
PALABRA CLAVE DE 2:4–7: AMOR
Su bandera sobre mí fue amor (2:4).
Estoy enferma de amor (2:5).
No despertéis al amor (2:7).
La esposa conjura a las doncellas “por los corzos y por las ciervas del campo”, imitando así el sonido en
hebreo de un juramento normal, es decir, en que se juraba por Dios. El vocablo hebreo traducido como “cor-
zos” es homónimo de una parte de la frase “Dios de los ejércitos”, y la frase vertida por “las ciervas del
campo” suena similar a “El Shaddai” (título traducido “Dios Todopoderoso” en Génesis 17:1). La novia
hace este juego de palabras porque en la poesía de aquellos tiempos, los corzos y las ciervas eran figuras que
se asociaban con el amor (ver 2:9, 17; 4:5; 8:14; Proverbios 5:19).

¡PENSEMOS!

¿Con qué frecuencia pide usted a su marido que le abrace?


¿Cuándo lo hará esta semana?

¿Qué cosas pueden interrumpir el disfrute de la relación


íntima hoy? ¿Qué pueden los esposos hacer para evitar esas
interrupciones?

EL CORZO SOBRE LOS MONTES


2:8–17

¡PENSEMOS!

Según 2:8, ¿cómo viene el amado? ¿A dónde llega? (2:9)


¿Qué hace allí? (2:9) ¿Qué invitación hace a la novia? (2:10)

Según 2:11, ¿qué época del año es? ¿Qué sucede en esa [p
88] época? (2:12–13)

¿Qué pide el amado a la novia en 2:14? Según 2:16, ¿cómo es


la relación entre los novios? ¿Qué invitación hace la novia a
su amado en 2:17?

En este epitalamio la novia relata la llegada de su amado para tomarla como esposa. Oye su voz desde
lejos, cuando él, cual gacela, viene corriendo por los montes y collados (2:8–9a). La expresión hebrea tradu-
cida “cervatillo” (2:9) es literalmente “joven de los ciervos” (ver la Versión Reina-Valera, Revisión 1995).
No se refiere a un animal en su infancia, sino a un venado crecido pero todavía ágil y lleno de vigor.
El “corzo” llega a la casa de la familia de la novia. Se acerca a la pared, e impacientemente busca a su
prometida por todas las ventanas y celosías (2:9). La llama, invitándola a salir para gozar con él de la belleza
52
primaveral (2:10). Han pasado el frío y las lluvias del invierno (2:11), y la naturaleza se ha despertado con
flores y canciones (2:12–13). Huelga decir que juntamente con la naturaleza, se ha avivado el amor.
El galán repite la invitación a su novia a salir a él (2:13, ver v. 10). Ahora la compara con una paloma
que se esconde en las grietas de la peña, y le ruega mostrarle la hermosura de su rostro y permitirle oir su
melodiosa voz (2:14).
Como veremos en 2:16–17, las llamadas del novio de los vv. 10–14 no piden solamente una cita con la
señorita, sino su mano en matrimonio. La respuesta de ella en el v. 15 es muy difícil de interpretar, pues no
se sabe qué representan las zorras, ni qué significa “nuestras viñas”. Debemos buscar una interpretación que
encaje en el contexto. Puesto que en 1:6 “mi viña” es el cuerpo de la doncella, en 2:15 las viñas en cierne
deben ser los cuerpos de los jóvenes, llenos de deseos del amor. Tal vez, entonces, lo que la novia pide aquí
es que nada ni nadie estorbe o interrumpa los amores de la pareja (ver una idea similar en 2:7). Otra posibi-
lidad es que ella coquetamente confiesa que las doncellas están indefensas ante los jóvenes agresivos como
el [p 89] novio. Algunos equivocadamente piensan que las zorras representan a las mujeres que buscan ro-
barle su hombre a la novia, pero en hebreo, la palabra que se traduce “zorras” no es femenina como en caste-
llano, sino masculina.
La mujer sigue hablando en el v. 16, pero la escena ya no es la casa de su familia, sino el lecho nupcial.
La pareja ha intercambiado votos de lealtad en la boda (2:16a), y ahora físicamente disfrutan de su entrega
mutua. El esposo, cual corzo, pace entre los lirios del cuerpo de su esposa (2:16b), y ella lo invita a gozarse
en su persona toda la noche (2:17). El verbo que se traduce “apacienta” en el v. 16, también significa “se
apacienta”, como en 4:5. A la luz del v. 17, esta segunda acepción cabe mejor aquí.
El cantar concluye como comenzó, comparando al amado con un corzo o cervatillo que corre sobre los
montes. Pero hay una diferencia. En 2:8–9 el novio corre ágilmente por las montañas para llegar a la casa de
su prometida. Ahora en 2:17 ella lo incita a ser igual de ágil sobre los montes de Beter, símbolo de su propio
cuerpo.

2:8–9 2:17

Él viene saltando sobre los montes Sé semejante al corzo o al cervatillo


(2:8)
Sobre los montes de Beter
Mi amado es semejante al corzo o al
cervatillo (2:9)

¡PENSEMOS!
¿Cuándo invitará usted a su cónyuge para que
juntos disfruten de la belleza de la naturaleza?
¿Qué lenguaje poético y qué cumplidos usará
para invitar a su cónyuge a hacer el amor?
(ver. 2:14)

¿Cómo influye la lealtad mutua en el disfrute


de la relación íntima? ¿Cómo ayuda el disfrute
de la relación íntima a fortalecer la lealtad mu-
tua?

[p 90] AMOR PERDIDO Y HALLADO


3:1–5

¡PENSEMOS!

¿Quién habla en 3:1? ¿Dónde estuvo? ¿Qué hizo allí? ¿Tuvo


53
éxito?

¿Qué decidió hacer entonces? (3:2) ¿Tuvo éxito?

Según 3:3, ¿quiénes la hallaron? ¿A quién halló ella des-


pués? (3:4) ¿A dónde lo llevó? ¿Qué les pide a las doncellas
de Jerusalén? (3:5)

¿Qué verbo aparece cuatro veces en 3:1–2? ¿Qué verbo apa-


rece en cada uno de los versículos 1–4?

En este poema, la novia cuenta un sueño. Comienza relatando que buscó a su amado sin hallarlo (3:1). El
hecho de que estaba en su cama cuando inició la búsqueda es la primera pista de que lo que ella narrará a
continuación fue un sueño. También indica que en el sueño ella y su amado ya estaban casados.
Entonces la esposa decidió salir a las calles y plazas de la ciudad para buscar a su marido, pero de nuevo
su esfuerzo fue infructuoso (3:2). La repetición en cuatro ocasiones del verbo “buscar” y dos veces de la
oración “no lo hallé” en 3:1–2 subraya su frustración y angustia.

3:1 3:2

Busqué, busqué Buscaré, busqué

No lo hallé No lo hallé

Por supuesto, en la vida real sería un contrasentido que una dama solitaria saliera por las calles de la ciu-
dad a altas horas de la noche. Correría el riesgo de ser atacada, como se ve en 5:7. Ella debería esperar en
casa el regreso de su marido, o pedir que algunos amigos o familiares le acompañaran a buscarlo. La impru-
dencia de la mujer aquí es otra evidencia de que lo que ella relata es un sueño, pues en los sueños solemos
hacer los [p 91] disparates más escandalosos. ¿Quién no se ha despertado sudando, para luego descubrir con
un alivio enorme que las locuras que creía estar cometiendo no eran más que una pesadilla?
El verbo “hallar” vuelve a aparecer en el v. 3. Sin embargo, no es que la esposa haya encontrado a su
amado, sino que los guardas de la ciudad la hallaron a ella. Aparentemente no tenían una reputación inta-
chable (ver 5:7), pero en ese sueño, no molestaron a la indefensa, sino que le permitieron seguir su camino.
No es sino hasta el cuarto “hallar” que la protagonista al fin encontró al que amaba su alma (3:4). Ella no
aclara por qué él había salido de casa. Probablemente no había ninguna razón en particular, pues en los sue-
ños muchas cosas suceden inexplicablemente.

LOS CUATRO “HALLAR”

3:1 No lo hallé

3:2 No lo hallé

3:3 Me hallaron

3:4 Hallé al que ama mi alma

La esposa tomó fuertemente a su varón y lo llevó a la cámara de su madre (3:4). La frase que se traduce
“la que me dio a luz” significa literalmente “la que me concibió” (Biblia de las Américas, Versión Reina-
Valera Actualizada). De modo que en su sueño, la novia metió a su amado en la misma habitación donde su
madre la había concebido. Desde allí conjuró a las doncellas de Jerusalén para que no los interrumpieran
hasta que su amor se saciara (3:5, ver 2:7).
54

¡PENSEMOS!

Hasta aquí en Cantares, quien ha hablado más para animar


la relación íntima ha sido la mujer. Hoy día, muchos varones
se quejan de que sus esposas no son [p 92] seductoras.
¿Cuándo tomará la iniciativa, hermana, para hacer el amor
con su marido?
55
[p 93]

10
Las bodas del rey
Cantares 3:6–5:1
Uno de los factores más relevantes para que un matrimonio sea feliz es la relación íntima. La satisfac-
ción de ella “cubrirá multitud de pecados”, pero la insatisfacción magnifica otros problemas. La sección de
Cantares que estudiaremos en este capítulo ofrecerá a los varones en particular, una orientación para hacer
del acto de amor una experiencia empapada de placer para la pareja.
VED AL REY SALOMÓN
3:6–11

¡PENSEMOS!

¿Qué respuesta da 3:7 a la pregunta de 3:6? A la luz de 3:7–


8, ¿cuál es la función de los sesenta valientes? Según 3:9–10,
¿qué materiales se usaron para hacer la carroza? Según
3:11, ¿quién está adentro de la carroza? ¿Qué adorno lleva?

Este epitalamio describe la llegada de Salomón a Jerusalén para su boda. Algunos piensan que habla de
alguno de los muchos matrimonios del famoso rey. Sin embargo, en la exposición [p 94] de 1:4 y 12 expli-
camos que la poesía romántica de aquellos tiempos frecuentemente hablaba de los enamorados como si fue-
ran realeza. Aquí debe suceder lo mismo. Es decir, en 3:6–11 Salomón representa a todo novio en el día de
su boda. O, dicho de otro modo, en esa ocasión tan especial, todo novio es el rey Salomón.
SALOMÓN REPRESENTA A TODO NOVIO
LLEGANDO A SU BODA.
La mayor parte del cantar habla de la litera de Salomón. Hay una progresión en su descripción empezan-
do desde afuera (3:6–8) y hacia adentro (3:9–10), culminando con la identificación del pasajero (3:11).
El poema principia con la duda de un atalaya que estaba en el muro de Jerusalén. Él divisó a la distancia
una procesión que se dirigía hacia la ciudad, y preguntó qué sería (3:6).
La interrogante “¿Quién es ésta?” implica que la respuesta debe ser “la novia de Salomón”, o algo por el
estilo. Sin embargo, la prometida jamás se menciona en 3:6–11, y la respuesta que se da a la pregunta es “la
litera de Salomón” (3:7). Por eso, el inicio del v. 6 probablemente debe traducirse: “¿Qué es eso?”, como
dicen la Versión Popular (Dios Habla Hoy) y la Revisión Reina-Valera 1995.
La litera era una especie de vehículo sin ruedas, que era llevado por hombres o caballos. Desde lejos se
veía el humo que subía por el incienso que se quemaba en el cortejo (3:6). Cuando se hubo acercado más, se
distinguían los sesenta guerreros israelitas, armados y diestros (3:7–8) que rodeaban la litera para proteger al
rey de asaltantes, fieras, o cualquier otro peligro.
Cuando la carroza entró en la ciudad, los habitantes pudieron apreciar su belleza. Salomón la hizo de los
materiales más preciosos: [p 95] madera del Líbano, plata, oro y púrpura (3:9–10). En lugar de “grana”, la
mayoría de las versiones traduce “púrpura”. La tela de ese color era muy cara, pues el tinte, hecho del líqui-
do segregado por un molusco marino, era muy escaso.
56
La lista de materiales concluye con el “amor” (3:10). Por supuesto, ése es un material que se usa sólo en
sentido poético. Las doncellas de Jerusalén arreglaron el interior de la litera con los materiales idóneos para
incitar al amor.
A esas jóvenes se les llama para que vean quién está en la carroza (3:11). Es el rey Salomón, coronado
para su boda. La palabra “desposorio” que se usa aquí, no significa “compromiso para casarse”, sino “ma-
trimonio”. Casi todas las versiones traducen con más claridad “día de su boda”. La corona no es la diadema
real, sino un adorno para la cabeza del novio, hecho por su madre. Esa corona se menciona en Isaías 61:10
en la Versión Popular, la Biblia de las Américas y la Versión Reina-Valera Actualizada.
Desde luego, nadie más en Israel tenía una litera tan magnificente como la de Salomón, ni una guardia
personal de sesenta guerreros. Sin embargo, aun el novio más pobre llegaba a su boda de la manera más ele-
gante posible, acompañado de sus apuestos amigos y coronado por su madre para “el día del gozo de su co-
razón”. Actualmente, el novio también se pone de gala, como un rey, el día de su casamiento.

¡PENSEMOS!

¿Qué cosas hacemos hoy para que el novio sea “rey de la


boda”? ¿Se debe gastar dinero para que la boda sea elegan-
te?

ME IRÉ AL MONTE DE LA MIRRA


4:1–8

¡PENSEMOS!

¿Quién habla en 4:1? ¿A quién habla? ¿Qué es lo primero [p


96] que le dice? ¿Qué partes de su cuerpo describe en 4:1–5?
Según 4:6, ¿a dónde irá? ¿Cuándo irá allí? ¿En qué se ase-
meja 4:7 a 4:1? ¿Qué invitación hace el novio en 4:8?

En este epitalamio el novio se dirige a su “amiga”, primero para admirar su belleza (4:1–7), y luego para
pedirle que se case con él (4:8).
Toda tú eres hermosa 4:1–7
Comienza y concluye la primera sección alabando la hermosura de su novia en forma total (4:1a, 7). En-
tre esas dos alabanzas, elogia varias partes de su cuerpo, comenzando con la cabeza y siguiendo hacia abajo.
Expresa cada cumplido, menos uno, mediante un símil, el cual es una figura literaria que utiliza la palabra
“como” para comparar dos cosas que, aunque esencialmente diferentes, tienen alguna característica en co-
mún. Como vivimos en una cultura diferente, muchos de los símiles de 4:1–5 nos parecen raros, y en varios,
nos es difícil captar cuál es el punto de comparación que el novio quiere señalar.

SÍMILES EN LA DESCRIPCIÓN DE LA “AMIGA”

4:1 Tus ojos como palomas


4:1 Tus cabellos como manada de cabras
4:2 Tus dientes como manada de ovejas
4:3 Tus labios como hilo de granada
4:3 Tus mejillas como cachos de granada
4:4 Tu cuello como la torre de David
57
4:5 Tus pechos como gemelos de gacela

El varón principia ensalzando los rasgos de la cabeza de su prometida: sus ojos (4:1), sus cabellos (4:1),
sus dientes (4:2), sus labios (4:3), su boca (4:3) y sus mejillas (4:3).[p 97]
El movimiento de sus párpados le recuerda el gracioso aleteo de las palomas (4:1). En lugar de “como de
paloma”, casi todas las versiones traducen mejor “como palomas”. Aun la Versión Reina-Valera traduce así
la misma expresión en 1:15.
El novio compara tanto el cabello como los dientes de su amiga con una manada, pero en sentidos con-
trarios. Su cabello es tan negro como una manada de cabras de Galaad, la tierra montañosa que estaba al
lado oriente del río Jordán (4:1), y sus dientes tan blancos como una manada de ovejas trasquiladas y lava-
das (4:2). De éstos, la joven no había perdido ninguno, sino que cada uno tenía su pareja: cada uno tenía su
gemelo, ninguno estaba sin cría (4:2b). En lugar de “todas con crías gemelas”, sería mejor traducir “todas
son gemelas”, y en lugar de “ninguna entre ellas estéril”, sería más exacto traducir como la Biblia de las
Américas: “ninguna de ellas ha perdido su cría”.
Los labios de la doncella son como una cinta de escarlata, y su boca es hermosa (4:3). La palabra hebrea
que se traduce “habla” también puede significar “boca” (Versión Reina-Valera Actualizada). Esa acepción
cabe mejor aquí, pues todo el pasaje se refiere a las partes del cuerpo. El elogio de la boca se expresa sin
símil. Esa variación del patrón que aparece en 4:1–5 llama la atención a la fuente de los besos (ver 1:2 y
4:11).
Aun a través del velo se notaba que las mejillas de la prometida eran rojas como el interior de la granada
(4:3). Aparentemente su velo era transparente.
Habiendo celebrado la hermosura de la cabeza, el cántico baja al cuello erguido y adornado como la to-
rre de David (4:4). No sabemos nada acerca de esa construcción, salvo lo que dice el v. 4. Sin embargo, es
razonable suponer que era una de las torres que estaban en el muro de Jerusalén. Los guerreros la engalana-
ban colgando sus escudos en su exterior (Ezequiel 27:10 menciona una costumbre similar). Así era como los
collares de la novia embellecían su cuello.
A continuación, el elogio desciende a los pechos, que con donaire, como gemelos de gacela, se apacen-
taban entre lirios [p 98] (4:5). Al pensar en ellos, el novio se excita tanto, que interrumpe su descripción de
los encantos físicos de su prometida para anunciar su intención de disfrutarlos toda la noche de la boda (4:6).
El “monte de la mirra” y el “collado del incienso” son metáforas líricas que hablan de los dos pechos, entre
los cuales reposaba una bolsita de perfumes (ver 1:13). Los “montes de Beter” tienen un significado similar
en 2:17.
Ven conmigo 4:8
Habiendo alabado su belleza, el novio invita a su amiga a unirse con él en matrimonio. Lo hace poética-
mente, llamándola a venir con él desde los montes del Líbano (4:8). Le aplica un nuevo título: novia mía.
Esta es una traducción más exacta que “esposa mía” (Versión Popular, Versión Reina-Valera Actualizada).
El término hebreo se usa para hablar de la mujer que está a punto de casarse, así como de la recién casada.
No aparece en Cantares fuera de esta sección, pero aquí el varón lo repetirá en 4:9, 10, 11, 12 y 5:1.
El verbo que se traduce como “mira” a veces significa “viaja” o “desciende”. El contexto en general y el
paralelismo con “ven” en particular indican que aquí las dos últimas acepciones cabrían mejor que la prime-
ra. Así la Biblia de las Américas traduce “baja”, y la Versión Reina-Valera Actualizada tiene “desciende”.
El Líbano abarcaba dos cordilleras aproximadamente paralelas que estaban al norte de Israel. Amana era
una montaña de la cadena oriental, y Senir y Hermón eran dos nombres de otro pico en el sur de la misma
sierra (ver Deuteronomio 3:9). Obviamente la novia no vivía en las cumbres del Líbano, y mucho menos en
las guaridas de los leones. Más bien, las montañas y las fieras representan cualquier cosa que pudiera separar
a los novios (hay una figura similar en 2:14).

¡PENSEMOS!
58

¿Cuándo fue la última vez que usted alabó la hermosura [p


99] de su cónyuge? ¿Cuándo fue la última vez que criticó su
apariencia? ¿Qué cumplido le dará esta semana relativo a su
aspecto físico?

VINE A MI HUERTO
4:9–5:1

¡PENSEMOS!

¿Quién habla en 4:9? ¿A quién le habla? Según 4:9, ¿qué ha


hecho ella? ¿Qué aspectos de ella alaba el novio en 4:10–11?

¿A qué cosas le compara en 4:12 y 15? ¿Qué significan las


palabras “cerrado” y “sellada” en 4:12?

¿Qué invitación hace ella en 4:16? Según 5:1, ¿cómo respon-


de el amado a la invitación?

¿Quién habla al final de 5:1? ¿A quiénes habla? ¿Qué exhor-


tación les hace?

¡Cuán hermosos son tus amores! 4:9–11


La escena cambia y, como nos daremos cuenta al ir adentrándonos en 4:9–5:1, nos encontramos de nue-
vo en la cámara nupcial después de la boda. Entonces, 3:6–5:1 terminará en el mismo lugar que casi todos
los poemas de Cantares.
Todavía es el varón el que habla, y otra vez comienza alabando a su novia, pero ahora no tanto por su
belleza, sino por sus encantos sensuales (4:9–15). Le pone un nuevo título, “hermana” (4:9). Esta es otra
expresión romántica, empleada también en la poesía del antiguo Egipto. Se repetirá en 4:10, 12 y 5:1, pero
fuera de este poema sólo en 5:2.
El novio confiesa a su nueva esposa que hasta el detalle más pequeño de ella —uno de sus ojos, una gar-
gantilla de su cuello— lo ha conquistado (4:9). Le devuelve los cumplidos de 1:2–3, exclamando que sus
amores y perfumes son insuperables (4:10). Sus besos son tan deliciosos como la leche y la miel (4:11).
[p 100] Huerto y fuente eres 4:12–5:1
El varón ensalza a su “hermana” llamándola huerto y fuente (4:12). Las palabras “cerrado” y “sellada”
recalcan que ella es virgen, habiéndose guardado pura para su esposo. Es un huerto de frutos y fragancias
exóticos, reservado para el deleite exclusivo de él (4:13–14). Es una fuente cuyas refrescantes aguas saciarán
la sed de su marido y de nadie más (4:15; muy similar es Proverbios 5:15–19). Muchas de las plantas enu-
meradas en 4:13–14 no crecían en Israel, sino que tenían que ser importadas a gran costo. En la vida real,
sólo un rey tendría un huerto con semejante vegetación.

LA NOVIA ES:

Huerto cerrado (4:12a) Huerto exótico (4:13–14)


Fuente cerrada (4:12b) Fuente refrescante (4:15)

Enseguida, el novio pide a los vientos que soplen en su huerto para que exhale sus aromas (4:16a). Aqui-
lón es el viento del norte, y Austro el del sur. No es imposible que la persona que habla en el v. 16a sea la
59
novia, pero el contraste entre “mi huerto” y “su huerto” del v. 16 indica que primero habla el varón, y luego
la esposa.
En efecto, ella le responde en el v. 16b invitándole a entrar en su huerto para disfrutar sus aromas y su
dulce fruta. El acepta gozosamente, y luego le expresa el placer exquisito que ella le ha proporcionado (5:1).
Salomón concluye el poema amoroso animando a los casados a gozar del amor sensual plenamente (5:1).
La frase que se traduce como “bebed en abundancia” es literalmente “bebed y embriagaos” (Biblia de las
Américas). En Cantares, “amigo” y “amado” son términos muy usados por los enamorados (ver 5:16). De
modo que aquí Salomón se dirige tanto a los novios del poema que están en su cama nupcial como a todos
los lectores que ya se han casado, con objeto de instarlos a saborear el [p 101] amor plenamente y a beber de
él hasta la embriaguez.

¡PENSEMOS!

En 4:1–16, el novio no apresura la relación íntima, sino que


prepara a su esposa mediante muchas frases románticas y
eróticas. ¿Hace usted lo mismo con su costilla? ¿Con qué
expresiones le conquistará en la próxima oportunidad?

En el poema, la novia se había guardado virgen para su es-


poso. ¿Es éste un deber sólo de las mujeres, o también de los
varones? ¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a mante-
nerse castos? ¿Quiénes disfrutan más de la relación íntima
cuando se casan: los vírgenes, o los que han tenido relaciones
anteriormente?

[p 102]
60
[p 103]

11
Una pareja de ensueño
Cantares 5:2–6:12
Cuanto más conocemos a la gente, más vemos sus defectos. Esto sucede especialmente en el matrimo-
nio. Aquella persona que en un tiempo nos parecía perfecta, ahora la vemos con más deficiencias que virtu-
des. En vez de echarle flores, la criticamos. No es que haya realmente perdido todos sus encantos, sino que
no prestamos a ellos la misma atención que antes. La porción de Cantares que estudiaremos en este capítulo
nos sugiere algunas maneras de captar una visión renovada del cónyuge que una vez nos enamoró.
OTRO SUEÑO DE AMOR PERDIDO
5:2–8

¡PENSEMOS!

¿Quién habla en 5:2? ¿Qué hacía? ¿Qué hacía su corazón?


¿A quién escuchó? ¿Qué pedía el amado? ¿Qué razón dio?

¿Cómo respondió la mujer en 5:3? Según 5:4a, ¿qué hizo el


amado? ¿Cómo reaccionó la mujer? (5:4b–6a) Según 5:6,
¿qué descubrió cuando abrió la puerta?

[p 104] ¿Qué hizo entonces? (5:6) ¿Tuvo éxito? (5:6) Según


5:7, ¿quiénes la hallaron? ¿Qué le hicieron? ¿A quiénes se
dirige la mujer en 5:8? ¿Qué les pide?

Llegada del amado 5:2–5


En 5:2–6:3 la mujer relata un sueño. Comienza contando que dormía, pero con su mente (5:2). Es decir,
estaba soñando. La palabra “corazón” no se refiere a los sentimientos, sino, como frecuentemente en el An-
tiguo Testamento, a lo que hoy llamamos “mente” (ver la explicación de este vocablo en Eclesiastés 7:3).
A continuación, la protagonista narra lo que sucedió en su sueño. La primera parte, hasta el 5:8, se ase-
meja en varios aspectos al sueño de 3:1–5, pero el resto no tiene paralelo con aquél.
En su fantasía nocturna, la joven escuchó a su amado tocando a la puerta de su casa y pidiendo permiso
para entrar (5:2). Él insistió amorosamente, llamándola con cuatro títulos cariñosos: hermana mía, amiga
mía, paloma mía y perfecta mía. Adujo que necesitaba entrar porque su cabeza estaba mojada por el rocío,
pretexto que no ocultaba ni quería ocultar a nadie que sus verdaderas intenciones eran otras.
La mujer replicó usando el mismo tono bromista. Puso dos pretextos para no abrirle: se había quitado la
ropa y se había lavado los pies (5:3). Como el v. 5 mostrará, no es que ella realmente estuviera rehusando la
entrada a su varón, sino que sólo estaba jugando con él. De hecho, su primer pretexto es eróticamente pro-
vocativo.
Cuando el galán metió su mano para intentar abrir la puerta, la heroína ya no aguantó más (5:4). Sus en-
trañas se estremecieron (5:4b), y ella, perfumada, se levantó para dar entrada a su conquistador (5:5). El vo-
cablo que se traduce “corazón” en el v. 4 no es el mismo que significa “mente” en el v. 2, sino que literal-
mente es “entrañas” (Biblia de las [p 105] Américas), región del cuerpo donde se sienten las emociones.
Los vv. 2–5 indican que en el sueño, los enamorados ya están casados, pues de otra manera sus acciones
y palabras serían totalmente inapropiadas en el antiguo Israel.
61
Salida del amado 5:6–8
Cuando la esposa al fin abrió la puerta, su amado ya no estaba allí (5:6). Tan fuerte fue la desilusión que
sintió, que por poco sufre un desmayo. Precisamente eso es lo que significa “salió mi alma”, expresión que
en Génesis 35:18 se aplica a la muerte de Raquel.
Al igual que en 3:1–5, no se explica por qué el marido se fue del lugar. Como ya comentamos al exponer
ese pasaje, en un sueño no tiene por qué haber una razón lógica. Lo que sí es claro es que la dama sufre in-
tensamente porque ha perdido a su amado.
Ella reaccionó de la misma manera que como en el primer sueño, saliendo locamente a las calles de la
ciudad para buscar a su esposo, pero sin éxito (comp. 5:6b con 3:2). De nuevo, cuando ella no pudo hallarlo
(5:6b), los guardas la hallaron a ella (comp. 5:7a con 3:3). Esta vez no se libró de ser maltratada por ellos
(5:7). El texto no explica por qué la agredieron. Se puede entender como un caso de brutalidad policiaca. De
todas forma, recordamos que en un sueño no tiene que haber una razón lógica de lo que sucede.
De repente, la protagonista se dirige a las doncellas de Jerusalén, para implorarles que si ellas hallan a su
amado (“hallar” es la palabra clave de 5:6–8), le informen que ella lo desea apasionadamente (5:8). Esa peti-
ción inicia una conversación que continuará hasta el final del sueño en 6:3. Sin embargo, el diálogo no se
empalma naturalmente con el relato de 5:2–7. ¿Acaso las jóvenes de Jerusalén andaban por la ciudad duran-
te la noche? Claro que no. Aquí estamos frente a otra incongruencia del sueño.[p 106]

SUCESOS QUE NO TIENEN EXPLICACIÓN EN EL SUEÑO

5:6 Salida del amado


5:6 Salida de la mujer en la noche
5:7 Golpiza de los guardias
5:8 Aparición de las doncellas

¡PENSEMOS!
Cuando usted y su cónyuge están separados, ¿se echan de
menos, o se sienten aliviados? ¿Qué pueden hacer las parejas
para fomentar la primera reacción y evitar o corregir la se-
gunda?

DIÁLOGO CON LAS DONCELLAS


5:9–6:3

¡PENSEMOS!

¿Quiénes hablan en 5:9? ¿A quién se dirigen? ¿Qué le pre-


guntan?

¿Quién habla en 5:10? ¿Acerca de quién habla? ¿Qué aspec-


to suyo describe en 5:10? ¿Qué partes de su cuerpo describe
en 5:11–16? Según 5:10b, ¿qué tan guapo es? Según 5:16,
¿qué tanto de él es guapo?

¿Quiénes hablan en 6:1? ¿A quién se dirigen? ¿Qué le pre-


guntan? ¿Qué ofrecen hacer? ¿Qué respuesta da la novia a
su pregunta? (6:2) ¿Cómo interpreta esa respuesta en 6:3?
62
Primera pregunta de las doncellas 5:9
Enseguida, las doncellas responden a la súplica de la esposa, preguntándole qué tiene de especial su
amado para que ella lo busque con tanta urgencia (5:9). Al llamarle “la más hermosa de todas las mujeres”
hacen eco del cumplido que su novio le hizo en 1:8.
[p 107] Un marido de ensueño 5:10–16
La interrogante de las doncellas da pie para que la mujer elogie la hermosura física de su compañero. La
estructura de este poema es similar a la de 4:1–7. Comienza y concluye alabando la lozanía general del ama-
do (5:10, 16). Entre esas dos alabanzas generales elogia los miembros de su cuerpo de arriba para abajo,
empezando desde la cabeza hasta los pies (5:11–15). Sin embargo, rompe esa progresión en el v. 16, pues
guarda para el clímax la dulzura de su paladar.
La joven principia con el color de la piel de su amado, diciendo que es resplandeciente y sonrosado
(5:10). El vocablo que se traduce “blanco” literalmente es “resplandeciente” (Biblia de las Américas), y la
voz vertida por “rubio” es más exactamente “rojo” (Versión Reina-Valera Actualizada, Revisión de 1995 de
la Versión Reina-Valera). 1 Samuel 16:12 y 17:42 también atribuyen ese color a David.
Para encomiar los miembros del cuerpo varonil, la esposa emplea una serie de comparaciones:

COMPARACIONES EN LA DESCRIPCIÓN DEL AMADO

5:11 Su cabeza como oro finísimo


5:11 Sus cabellos como el cuervo
5:12 Sus ojos como palomas
5:13 Sus mejillas como era de especias
5:13 Sus labios como lirios
5:14 Sus brazos como cilindros de oro
5:14 Su abdomen como marfil
5:15 Sus piernas como columnas de alabastro
5:15 Su aspecto como el Líbano

La heroína describe la cabeza de su marido como oro de la más alta calidad (5:11). Quizá se refiera al
aspecto de su cutis, o [p 108] sencillamente quiera decir que su cabeza es preciosísima.
Luego habla de las características de la cabeza: los cabellos (5:11b), los ojos (5:12), las mejillas (5:13a)
y los labios (5:13b). De manera que hasta el 5:13 sigue un desarrollo muy similar al elogio que el novio hizo
de ella en 4:1–3.
Los cabellos del amado son negros como el cuervo (5:11b). El vocablo después de “sus cabellos” apare-
ce sólo aquí y su significado es incierto. Algunas versiones traducen “crespos” (Versión Reina-Valera),
otras, “ondulados” (Versión Popular, Versión Reina-Valera Actualizada), y todavía otras “racimos de pal-
mera” (Biblia de las Américas).
Sus ojos parpadean como el aleteo agraciado de las palomas cuando se lavan junto a los arroyos (5:12a).
En el centro de la parte blanca del ojo, la pupila y el iris están engastados como joyas (5:12b).
De sus mejillas, donde brota la barba perfumada, emanan fragancias exquisitas (5:13a). Sus labios tam-
bién exhalan perfumes (5:13b). La costumbre de ungir la barba con perfume se menciona también en Salmos
133:2.
De la cabeza, la descripción desciende a los brazos (5:14a), luego al abdomen (5:14b), entonces a las
piernas (5:15a) y por último a los pies (5:15a). Pinta cada parte como si el cuerpo del amado fuera una esta-
tua compuesta de materiales costosos y adornada con joyas.
63
Los brazos del marido son como cilindros de oro engastados de piedras preciosas (5:14a). En hebreo, la
palabra “manos” a veces incluye los brazos. En Jeremías 38:12 incluso está traducida como “sobacos”. Aquí
debe referirse a los brazos, pues se cree que el vocablo vertido por “anillos” significa más bien “cilindros” o
“barras” (Biblia de las Américas, Versión Reina-Valera Actualizada).
El abdomen de aquel adonis tenía el color y textura del marfil (5:14b). La palabra que se traduce “cuer-
po” es más bien “abdomen” o “vientre” (Biblia de las Américas, Versión Reina-Valera Actualizada). Lo que
se denominaba “zafiro” en el mundo antiguo [p 109] es lo que hoy llamamos lapislázuli, un mineral de color
azul hermosísimo.
La esposa compara las piernas de su marido con columnas de alabastro, y sus pies con basas de oro fino
(5:15a). El vocablo que se traduce “mármol” se refiere específicamente al alabastro (Biblia de las Améri-
cas), una especie de mármol translúcido, con visos de colores, y capaz de ser pulido hermosamente.
Habiendo llegado a los pies, la enamorada vuelve a una perspectiva más amplia y describe el “aspecto”
del objeto de su pasión (5:15b). La comparación con los cedros del Líbano implica que ella tiene en mente la
dignidad de su figura recta y alta.
Antes de concluir, la mujer regresa a la cabeza para poner de relieve la dulzura de su paladar (5:16a). Es-
ta referencia a los besos del amado (ver 1:2) constituye el clímax del retrato poético, no sólo porque viene al
final, sino también porque rompe con la progresión que llevaba de arriba para abajo en los vv. 11–15a.
La descripción pormenorizada del marido está enmarcada por dos loas generales. La mujer comenzó de-
clarando que su varón es el más guapo entre diez mil (5:10) y concluye aseverando que todo él es codiciable
(5:16a). Por supuesto, su apreciación es subjetiva, pues toda esposa puede decir lo mismo de su marido.
Sus últimas palabras del v. 16 nos recuerdan que ella ha estado alabando a su amado ante las doncellas
de Jerusalén, en respuesta a su pregunta del v. 9. Aquí lo llama por única vez en el libro “mi amigo”, título
de cariño que él ha empleado con ella frecuentemente (ver la explicación de 1:9).
Segunda pregunta de las doncellas 6:1
Entusiasmadas por el retrato del amado, las jóvenes preguntan hacia dónde se fue, y ofrecen ayudar a
buscarlo (6:1)
Un marido leal 6:2–3
Detectando en el ofrecimiento de las doncellas un interés [p 110] desmedido, la mujer les aclara que su
galán ya se ha casado con ella. Comunica esto líricamente, usando unas oraciones en doble sentido (6:2–3).
Primero les dice que su amado ha descendido a su huerto (6:2). Esa respuesta parece no compaginar con
la primera parte del sueño, donde la mujer desesperadamente buscaba a su varón sin éxito (5:6–8). Inexpli-
cablemente ella ha dejado de preocuparse por hallarlo, que aparentemente es otra de las incongruencias del
sueño. Sin embargo, al comparar el “huerto” del amado con las eras de especias no se refiere a un jardín
literal, sino a sí misma (ver 4:12–15). A ese huerto él descendió en la noche de la boda para pacer allí y re-
coger los lirios del placer (6:2; ver 4:16–5:1).
Más claro habla ella en 6:3, donde anuncia que la pareja ha intercambiado votos de lealtad. Es decir, se
han casado. Por eso, su varón ahora pace entre los lirios de su cuerpo (6:3b; ver 4:5). En 6:2 y 3 el verbo que
se traduce “apacentar” significa más exactamente “apacentarse” o “pacer”, así como en 2:16. El v. 3 es casi
igual al 2:16, salvo que el orden de las primeras dos oraciones está invertido.

2:16a Mi amado es mío y yo suya


6:3a Yo soy de mi amado y mi amado es mío

En fin, la esposa no se preocupa más por hallar al amado, porque ahora se da cuenta que nunca lo ha
perdido.

¡PENSEMOS!
64

Cuando usted habla con otros acerca de su cónyuge, ¿lo ala-


ba, o lo critica? ¿Con quién alabará a su cónyuge esta sema-
na? ¿Qué le dirá acerca de su cónyuge?

¿Quiénes disfrutan la relación íntima más en el matrimonio:


[p 111] los que se mantienen fieles a su cónyuge, o los que
tienen relaciones ilícitas? ¿Cómo pueden los casados refor-
zar su lealtad mutua? ¿Cómo ayuda en este sentido la rela-
ción íntima?

ERES IMPONENTE COMO LOS EJÉRCITOS


6:4–12

¡PENSEMOS!

¿Quién habla en 6:4? ¿A quién habla? ¿Qué es lo primero


que le dice? ¿A qué cosas la compara en 6:4? ¿Qué partes de
su cuerpo describe en 6:5–7?

¿Qué contraste hay entre los números en 6:8 y la cifra que


está al principio del v. 9? ¿Cuál es el propósito de ese con-
traste? Según 6:9b–10, ¿qué apreciación hicieron las muje-
res del aspecto de la amada?

¿Quién habla en 6:11? ¿A dónde fue? ¿Para qué fue allí?


Según 6:12, ¿qué le sucedió allí?

Este epitalamio confirma por parte del marido las palabras de su esposa del v. 3. Allí ella proclamó que
los dos eran leales el uno a la otra, y él ahora lo demuestra, dirigiendo a ella un cantar que celebra tanto su
belleza (6:4–10) como sus amores (6:11–12).
Hermosura de la esposa 6:4–10
El elogio de su lindeza hace eco del poema de 4:1–8. Aquí, como allá, comienza y termina alabando su
hermosura en general (6:4, 8–10), y entre esas dos alabanzas exalta varias partes de su cuerpo (6:5–7).
Las primeras palabras de 6:4 son casi iguales a las de 4:1, pero esta vez el varón compara la belleza de su
media naranja con la de dos famosas ciudades israelitas. Testimonios del esplendor de Jerusalén se hallan en
Lamentaciones 2:15, Jeremías 6:2 y Salmos 48:2. Cuando Israel se dividió después de la muerte [p 112] de
Salomón, Tirsa llegó a ser la capital del reino del norte por unos sesenta años, hasta el reinado de Omri (1
Reyes 14:17; 15:21, 33; 16:6, 8–10, 15, 17–18, 23).
Cuando miraba a su guapa amada, el marido se sentía tan indefenso como si estuviera ante un potente
ejército (6:4b).
Al entrar en detalles, él principia, como en 4:1, con las partes de la cabeza —los ojos (6:5), el cabello
(6:5), los dientes (6:6) y las mejillas (6:7)— pero esta vez no irá más allá de ellas. Los ojos en particular lo
conquistan (6:5; ver 4:9). Por supuesto, aunque él pide a su costilla apartarlos, en realidad es lo último que él
desearía. El elogio del cabello, los dientes y las mejillas (6:5b–7) es casi una repetición exacta de 4:1b–2, 3b.
Ahora casado, el hombre sigue halagando a su mujer en los mismos términos que utilizó cuando la corteja-
ba.
Esta vez concluye su cantar protestando, mediante una serie de hipérboles, que su “amiga” es la más be-
lla de todas las representantes del sexo femenino (6:8–10). Mujeres hay en abundancia en Israel: sesenta
reinas, ochenta concubinas del rey y doncellas sin número (6:8). Sin embargo, ninguna de ellas iguala en
65
belleza a su “paloma” (6:9). Esto se subraya mediante el contraste entre las cantidades del v. 8 —sesenta,
ochenta y sin número— y el número que aparece al inicio del v. 9: “una”.
Las primeras cifras también implican que Salomón escribió el libro temprano en su reinado, pues al final
tenía setecientas reinas y trescientas concubinas (1 Reyes 11:3). Las concubinas eran esposas, pero de una
categoría oficial inferior a las reinas. Las doncellas no pertenecían al harén real, sino que eran las señoritas
de la nación (ver 2:2–3).
La amada es única no solamente entre las demás mujeres; es también la única de su madre (6:9). Aun su
progenitora, quien seguramente ama a todas sus hijas, reconoce que las otras no se comparan en hermosura
con la protagonista del cantar.
Al verla por primera vez, todas las mujeres, aun las esposas del rey, quedan maravilladas (6:9). Cuando
viene acercándose, comparan su hermosura con el resplandor del alba, la luna y el [p 113] sol (6:9–10).
Concluyen el elogio de su belleza como el varón lo comenzó: anunciando que ella es imponente como ejér-
citos (6:4, 10).
Por supuesto, los vv. 9 y 10 no se deben interpretar literalmente. Son hipérboles, exageraciones literarias
para poner énfasis en una idea. No es que las doncellas, reinas y concubinas realmente alaben a la amada,
sino que el esposo poéticamente pone en boca de ellas lo que él siente. (¿Alguna vez todas las mujeres se
han puesto de acuerdo para alabar a otra como más bella que ellas?) Quien realmente considera que la espo-
sa es la más hermosa de todas es su marido, felizmente cegado por el amor.
HIPÉRBOLES DE 6:8–10
La amada es la más bella de todas las mujeres (6:8–9).
Las reinas y las concubinas alaban a la amada (6:9–10).

¡PENSEMOS!

¿Qué rasgos del cuerpo de su cónyuge alabará usted esta


semana? ¿Cuándo lo hará? ¿Permite usted todavía que el
amor lo ciegue, o ve a su cónyuge solamente con ojo crítico?

Amores de la esposa 6:11–12


Habiendo celebrado la belleza de su esposa, el marido ahora ensalza sus amores (6:11–12). Como sucede
en todo Cantares, para hablar de ese tema tan delicado Salomón recurre al lenguaje velado y figurado.
El amado relata que descendió al huerto de los nogales (6:11). Los encabezados de algunas ediciones de
la Biblia indican que es la mujer quien habla aquí. Sin embargo, la oración hace eco de 6:2 y 5:1, donde el
huerto es la esposa, y la entrada [p 114] del hombre en el huerto representa la relación íntima. El 6:11 debe
interpretarse de manera similar.
Luego, el marido cuenta que su alma súbitamente lo puso entre los carros de Aminadab (6:12). No sa-
bemos qué o quién era Aminadab, ni nada acerca de los carros de Aminadab. Sin embargo, a la luz del v. 11,
la oración debe encerrar un modismo que alude al éxtasis de la relación íntima.
Así que el esposo líricamente da a entender que entró a su señora para disfrutar con ella los placeres del
amor (6:11), y ella no le defraudó (6:12).

¡PENSEMOS!

Algunas parejas no hablan de temas sexuales porque les da


vergüenza, o porque consideran que es pecado hacerlo.
Otros tratan el sexo con un lenguaje clínico, o hasta soez.
Cantares nos presenta otra opción: hablar del tema, pero
con delicadeza poética. ¿Cómo debemos enseñar acerca del
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sexo en la iglesia hoy día? ¿Cómo debe ser el lenguaje eróti-
co que los cónyuges utilizan entre sí?
67
[p 115]

12
Últimos cantares
Cantares 6:13–8:14
Una actividad que unifica a una pareja en el matrimonio es recordar juntos las experiencias del pasado.
De esas experiencias, una de las más preciosas seguramente fue el día de la boda. A lo mejor sucedieron
cosas graciosas, inesperadas y memorables. Intercambiamos votos de lealtad hasta la muerte, nos entrega-
mos el uno al otro, e iniciamos una relación íntima y erótica sin paralelo. Cantares 6:13–8:14 nos ayudará a
revivir los deleites de esa ocasión única.
SUBIRÉ A LA PALMERA
6:13–7:10

¡PENSEMOS!

¿Quiénes hablan en 6:13? ¿A quién hablan? ¿Qué le piden?


¿Con qué pregunta responde ella? ¿Qué respuesta le dan?

¿Qué partes del cuerpo de la novia describe 7:1–5?

¿Quién habla en 7:6? ¿A quién habla? ¿Qué es lo primero


que le dice? (7:6) Según 7:7–9, ¿qué quiere hacer con ella?

[p 116] Petición de los convidados 6:13a


Al inicio de este epitalamio los convidados festivamente ruegan a la novia, quien se aparta hacia la cá-
mara nupcial, que vuelva para que la miren una vez más (6:13a). La llaman “la sulamita”. Ese título, que se
deriva del vocablo shalom “bienestar completo”, significa “la bendita” o “fuente de bienestar”. En el texto
hebreo, el capítulo 6 termina con el v. 12, y nuestro v. 13 es el primero del capítulo 7.
Pregunta de la novia 6:13b
Al preguntar qué ven en ella (6:13b), la novia indirectamente invita a los convidados a alabar su belleza
Respuesta de los convidados 6:13b–7:5
La concurrencia primero responde que su aspecto da tanta alegría como una danza de mucha gente
(6:13b). En lugar de “la reunión”, casi todas las versiones traducen mejor “la danza”.
Luego los convidados contestan con más detalle, retratando a la estrella de la boda de abajo hacia arriba
(7:1–5). La alaban desde los pies (7:1) hasta el cabello (7:6), pasando por los muslos (7:1), el ombligo (7:2),
el abdomen (7:2), los pechos (7:3), el cuello (7:4), los ojos (7:4), la nariz (7:4) y la cabeza (7:5).
Al hablar de sus pies, le llaman “hija de príncipe” (7:1). Así como el novio es el “rey” (ver la explicación
de 1:4 y 12), así su compañera es la princesa de la boda.
Declaran que sus muslos han sido formados a la perfección (7:1). Por supuesto, nunca los han visto, así
como tampoco han mirado su ombligo, vientre o pechos (7:2–3). Más bien los cumplidos son convenciona-
les, para ser cantados a cualquier mujer en su boda. En fin, ¿qué novia no es bella en ese día?
Los convidados comparan el ombligo de la joven con una copa, cuya bebida embriagante el novio pronto
probará (7:2a). Su abdomen tiene la forma y color del trigo amontonado (7:2b). La moderna preferencia por
68
mujeres delgadas habría parecido extraña a los antiguos. El trigo era también símbolo de la fertilidad [p 117]
femenina. Los lirios que cercan el vientre son las partes más eróticas del cuerpo femenino (4:5; 2:16; 6:2–3).
En 7:3 los asistentes describen los pechos de la misma manera que el novio en 4:5. También como él,
comparan el cuello a una torre (ver 4:4), pero esta vez una imaginaria, de marfil (7:4). El cuello tiene la for-
ma de una torre y el color y textura de marfil (comp. 5:14).
Así como hicieron el varón en 4:1–3 y 6:5–7 y la mujer en 5:11–13, los amigos ahora pormenorizan el
elogio de la cabeza (7:4–5). Las pupilas de los ojos, rodeadas por el iris, son como estanques de agua que
reflejan la luz (7:4). La nariz es como “la torre del Líbano”, que aparentemente era una montaña en la cordi-
llera al occidente de Damasco (7:4). Su cabeza es majestuosa como el monte Carmelo de la costa de Israel
(7:5a; Jeremías 46:18; Isaías 35:2).
El cabello de la sulamita, tan hermoso como la carísima púrpura (7:5b; ver la explicación de 3:10), ha
capturado el corazón del amado. Después de la palabra “púrpura”, se debe traducir como casi todas las ver-
siones: “Un rey está preso en sus trenzas”. El rey atrapado es el novio, así como en 1:4 y 12.
Anhelo del novio 7:6–9a
Seguramente el novio ha unido su voz a la de los convidados de 6:13–7:5, pero en 7:6–9 toma la palabra
solo. Resume lo que todos acaban de decir (7:6), luego alaba la estatura de su novia (7:7) y entonces le ex-
presa su deseo de hacerle el amor (7:7–9). Anhela acariciar y besar sus pechos (7:7b–8), disfrutar el aroma
de los besos de su nariz (7:8b) y saborear los de su boca (7:9a). La palabra que se traduce “boca” en el v. 8
es literalmente “nariz”. Los besos de narices se mencionan en la literatura romántica del antiguo Egipto,
donde, por ejemplo, un poeta escribió: “El aliento de tu nariz me da vida”.
Entrega de la novia 7:9–10
Después de la primera línea del v. 9 la novia interrumpe a su [p 118] hombre para ofrecerle el buen vino
de su paladar, que entrará en él, fluyendo sobre sus labios y dientes. En lugar de “Y hace hablar los labios de
los viejos”, probablemente se debe traducir el final del v. 9 como hace la Versión Popular (Dios Habla
Hoy): “que resbala por los labios y los dientes”.
La novia concluye el epitalamio entregándose a su amado, y regocijándose de que sus deseos se sacian
en ella (7:10). Esto, por supuesto, sucede en la cama nupcial.

¡PENSEMOS!

Los científicos dicen que los varones se excitan sexualmente


por la vista, pero las mujeres por las palabras románticas y
eróticas, como las de 7:7–9. ¿Qué palabras eróticas dirá us-
ted, hermano, a su esposa esta semana?

AMORES EN EL CAMPO
7:11–13

¡PENSEMOS!

¿Quién habla en 7:11? ¿A quién se dirige? ¿A dónde le invi-


ta a ir? Según 7:12–13, ¿qué le ofrece allí?

Cantares concluye como comenzó: con una serie de epitalamios breves. En el primero de esos poemas
finales, la novia invita a su amado a salir al campo para disfrutar allí de sus amores (7:11–13).
En lugar de “moremos en las aldeas” (7:11), la Versión Popular traduce con más exactitud:
“PASAREMOS LA NOCHE
69
ENTRE FLORES DE ALHEÑA”.
[p 119] Casi todas las versiones tienen “pasar la noche” o su equivalente en lugar de “moremos”. Hay
más debate sobre la otra parte de la oración, pero las otras veces que la palabra hebrea aparece en Cantares
no significa “aldeas”, sino “flores de alheña” (1:14; 4:13). De manera que, así como en 1:16, la novia llama
a su varón a acostarse con ella en el suelo entre las flores. Así alude líricamente a los encantos de la cámara
nupcial.
Nuevamente repite la invitación en 7:12. La segunda y tercera líneas hacen eco de 6:11, texto que habla
poéticamente de la relación íntima (ver la explicación de 6:11). Por si hubiera alguna confusión, al final de
7:12 la novia promete sin ambages dar sus amores a su esposo. Le entregará las dulces frutas, nuevas y añe-
jas, que ella ha guardado para él, y sólo para él (7:13). Las “puertas” de la pareja no son las de una casa lite-
ral, sino de casas imaginarias que están debajo de los árboles (ver la explicación de 1:17).

¡PENSEMOS!

¿Qué frutas dulces entregará usted a su marido esta sema-


na? ¿Qué hará para que sus amores no caigan en la rutina,
sino que incluyan frutas nuevas y excitantes?

¡SI FUERAS COMO HERMANITO MÍO!


8:1–4

¡PENSEMOS!

¿Quién habla en 8:1? ¿A quién habla? Según 8:1–2, ¿qué


quisiera hacer? ¿Qué desea según 8:3? ¿Qué pide en 8:4?

También en este segundo cantar breve es la novia quien habla. De nuevo se dirige a su varón, para mani-
festar su anhelo de darle sus amores. Quisiera estar en libertad para besarlo en público, como si fuera un
hermanito suyo (8:1). Desea poder [p 120] llevarlo a la cámara de aquella que le había concebido, para en-
tregarle allí su vino embriagador (8:2).
Enseguida, la escena cambia a la cámara nupcial. Casi repitiendo 2:6–7, la novia exterioriza su hambre
del abrazo inminente de su esposo (8:3), y luego conjura a las doncellas de Jerusalén diciéndoles que no les
interrumpan hasta que su amor se haya saciado (8:4; ver la explicación de 2:7).

¡PENSEMOS!

En 7:10–13 y también en 8:1–2, es la esposa quien invita.


¿Cuándo invitará usted a su marido a hacerle el amor?
¿Cómo lo hará?

DEBAJO DEL MANZANO TE DESPERTÉ


8:5

¡PENSEMOS!

¿De quién habla 8:5a? ¿Qué hace ella? ¿Quién habla en


8:5b? ¿A quién habla? ¿Qué hizo?
70
Este breve epitalamio resume toda la boda, hablando de su inicio y su culminación. Principia con la voz
emocionada de los convidados, cuando divisan a la novia llegando en el cortejo nupcial, recostada sobre su
amado (8:5a). Luego el versículo salta todas las actividades de la boda para llevarnos a su consumación.
Después de su primera unión carnal, la esposa declara con voz de alegría que ella ha “despertado” a su mari-
do en el mismo lugar donde su madre lo concibió, es decir, en la cámara nupcial (hay una idea similar en
3:4). El manzano aquí representa ese recinto delicioso.
PRINCIPIO Y CULMINACIÓN DE LA BODA
Principio: Los novios suben del desierto.
Culminacion: La novia “desperto” a su marido.
[p 121] En lugar de “tuvo dolores” sería mejor traducir “concibió”, así como ese mismo verbo está verti-
do en Salmos 7:14. Si bien el encabezado en muchas ediciones de la Biblia indica que en el v. 5b el amado
habla a la mujer, el hebreo claramente indica lo contrario: ella se dirige a él.
PONME COMO UN SELLO
8:6–7

¡PENSEMOS!

¿Quién habla en 8:6? ¿A quién le habla? ¿Qué le pide? ¿Qué


características del amor subrayan 8:6–7?

Este poema representa lo que la novia pide y ofrece en la boda. Llama a su novio a mantenerla cerca de
él, y le promete un amor leal.
Primero le ruega guardarla tan cerca de él como un sello (8:6). En aquellos tiempos el sello era la pose-
sión más cuidada, pues servía como firma y medio de identificación. Se guardaba junto al corazón sujeto por
un lazo que se ataba alrededor del cuello (Génesis 38:18, 25), y sobre el brazo cuando se llevaba como anillo
en la mano (Jeremías 22:24). A la vez “sobre tu corazón” sugiere “en lo más íntimo de tu ser” o “en tus pen-
samientos”, y “sobre tu brazo” implica “públicamente” o “en tus acciones”. En lugar de “marca” se debe
traducir “sello” (Biblia de las Américas, Versión Reina-Valera Actualizada); es la misma palabra usada ya al
inicio del versículo.
A continuación, la novia describe el amor que ella ofrece a su varón. Es tan fuerte como la muerte, la
cual, una vez que se aferra a alguien, no le suelta (8:6). Arde como un fuego inapagable (8:6–7). Es un rega-
lo que ella entrega voluntariamente, [p 122] pues jamás lo podría comprar el novio u hombre alguno (8:7b).

¡PENSEMOS!

¿Qué pueden hacer los casados para mantenerse cerca uno


del otro?

SOY MURO, Y MIS PECHOS TORRES


8:8–10

¡PENSEMOS!

¿Quiénes hablan en 8:8? ¿De quién hablan? ¿Qué problema


buscan resolver? Según 8:9, ¿cuáles son los planes alternati-
vos que adoptan?
71

¿Quién habla en 8:10? ¿Qué dice acerca de sí misma?

Este corto epitalamio retrocede al tiempo en que la novia todavía no había llegado a la pubertad. En ese
entonces, sus hermanos se preguntaban qué harían para guardarla y prepararla para su matrimonio (8:8). En
Israel, cuando el padre había fallecido, los hermanos eran responsables de arreglar el matrimonio de sus
hermanas (Génesis 24:29–60; Jueces 21:22). La expresión “cuando de ella se hablare” era un modismo que
significaba “cuando ella sea pedida” (Versión Popular, Biblia de las Américas).
Los hermanos adoptaron planes alternativos (8:9). Si su hermana se mantuviera casta como un muro, la
recompensarían con adornos de plata (8:9a). En cambio, si ella se portara demasiado abierta con los varones,
como una puerta, la harían menos accesible (8:9b). La última parte del v. 9 debe traducirse como en la Biblia
de las Américas: “la reforzaremos con tablas de cedro”.
Luego el poema salta al tiempo del casamiento. La novia anuncia a sus hermanos y a los convidados que
ella se ha guardado casta, pero ahora es físicamente madura y atractiva a su amado (8:10). La palabra que se
traduce “paz” es shalom; incluye no sólo la paz, sino también la felicidad y bienestar en general. [p 123] El
novio ve en su mujer una fuente de toda clase de bendición (ver la explicación de “sulamita” en 6:13). En
lugar de “la que halla paz”, se debe traducir “la que trae paz”, como en la Nueva Versión Internacional en
inglés:
“HE LLEGADO A SER EN SUS OJOS COMO UNA QUE
TRAE CONTENTAMIENTO”
(Traducción del autor de la Nueva Versión Internacional en inglés).

¡PENSEMOS!

¿Qué bendiciones aporta usted a su matrimonio? ¿Qué ben-


diciones recibe de su cónyuge?

MI VIÑA ES MÍA
8:11–12

¡PENSEMOS!

Según 8:11, ¿qué tuvo Salomón? ¿Qué hizo con ella?

¿Cómo era ella?

¿Quién habla en 8:12? ¿Qué tiene? ¿Cómo es ella?

Este cantar es una alegoría, en la cual el novio exalta el valor de su esposa sobre todo el harén del rey.
Comienza hablando de una viña de Salomón (8:11). Así como el huerto mencionado en 4:16–5:1 y la vi-
ña en 1:6 representan a la novia, aquí la viña de Salomón simboliza a sus esposas. El nombre de Baal-hamón
sirve de pista, pues significa “señor (o “esposo”) de una multitud”. Entonces, los guardias eran los custodios
del harén real.
Una viña cuya fruta valía miles de siclos de plata (8:11) sería inmensa y de extraordinaria calidad (Isaías
7:23). Desde luego, las esposas del rey eran de la más alta calidad. A la vez, la cifra [p 124] de “mil” evoca
el número de las esposas que tuvo Salomón según 1 Reyes 11:3.
Con todo, el novio estima que su viña, su esposa, vale más que las mil de Salomón y todas las demás
damas de la corte real (8:12; hay una idea similar en 6:8–9). No la ha entregado a los guardias, sino que ella
“está delante de él” en la boda, y dentro de poco él saboreará su dulce fruta.
72
En hebreo, la expresión “mi viña, que es mía” (8:12) es una repetición exacta de la frase que se traduce
“y mi viña, que era mía” en 1:6. La viña pertenecía a la mujer (1:6), pero ella ahora la entrega por amor a su
marido (8:12; ver 4:16–5:1).

SÍMBOLOS DE LA ALEGORÍA

Símbolo Interpretación

Viña de Salomón (8:11) Harén de Salomón


Guardas (8:11) Encargados del harén
Alto valor del fruto (8:11) Alta calidad de las esposas
“Mi viña” (8:12) La novia del amado

¡PENSEMOS!
¿Cuándo fue la última vez que dijo usted a su
cónyuge cuánto le estima? ¿Cuándo se lo dirá
esta semana? ¿Cómo puede un varón demos-
trar con sus acciones que valora a su esposa
más que a todas las demás?

APRESÚRATE, AMADO MÍO


8:13–14

¡PENSEMOS!

¿Quién habla en 8:13? ¿A quién le habla? ¿Qué le pide?


¿Con qué invitación responde ella en 8:14?

El amado inicia este último epitalamio suplicando a la novia [p 125] que le haga saber que lo ha escogi-
do a él de entre todos los compañeros que la desean (8:13). Ella le responde con la invitación esperada, de
hacerle el amor (8:14). “Las montañas de aromas” son el cuerpo perfumado de la novia o, más específica-
mente, sus pechos, aromatizados por la bolsita de especias que reposa entre ellos (ver 1:13).
El v. 14 se asemeja bastante a 2:17 y 4:6 (ver la explicación de esos textos). Constituye una conclusión
apta para la celebración de la boda y para todo el Cantar de los Cantares.

¡PENSEMOS!

[p 126] [p 127] [p 128] [p 129] [p 130] ¿Cuáles son algunas


maneras en que Cantares le ha ayudado en su matrimonio?
¿Cuáles son algunas de sus enseñanzas que usted todavia
espera poner en práctica?

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