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Boletin de La Fogata

"NUESTROS SUEÑOS Y LUCHAS, NO CABEN EN SUS URNAS"

MARZO 2001 - MARZO 2021 - 20 AÑOS DE LA PÁGINA


 DE LOS COMPAÑEROS....
AÑO XX - ABRIL 2021 -
www.lafogata.org - correo@lafogata.org

COLOMBIA DUELE, NO DEJEMOS SOLA A COLOMBIA....


 
 

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Boletin de La Fogata

Colombia: Estado terrorista colonizado, disfrazado de democracia


por Narciso Isa Conde

La extrema subordinación del poder constituido a EEUU ha aplastado drásticamente la soberanía colombiana, quizás
como ningún otro caso latino-caribeño

El velo se ha corroído y desgastado tanto que ya no encubre.


Las máscaras se caen al piso.

Las mentiras al desnudo no resisten más repeticiones de agencias, medios y cadenas de desinformación al servicio del
llamado “mundo libre”.
Lo tanto es inocultable.

CIA, DEA, MOSSAD, PENTÁGONO-COMANDO SUR… ya no pueden ocultar sus complicidades y sus culpas en la explosiva crisis
política colombiana y su larga estela de muertes, desapariciones y sufrimientos.

Las bases militares estadounidenses, el ingreso de Colombia a la OTAN y la extrema subordinación del poder constituido a
EEUU ha aplastado drásticamente la soberanía colombiana, quizás como ningún otro caso latino-caribeño.

Allí no hay posibilidad de rejuego de autonomía limitada. El coloniaje imperial es feroz y, además, complacientemente aceptado
por los protagonistas y beneficiarios de de esa falsa democracia.

Las intermediaciones nativas tipo DAS, Centrales de Inteligencia de las Fuerzas Armadas, Presidentes, Ministros de Defensa,
oligarcas, comunicadores… suben a la superficie por más que traten de enterrarlos o encubrirlas.

Los mercenarios, bajo el manto de corporaciones gringas, no pueden negar el patrocinio de EEUU.

 Más de seis mil “falsos positivos” en los gobiernos de Uribe y de Santos no es poca cosa. El objetivo prioritario de las acciones
criminales planeadas desde la Central de Inteligencia de la Armada Nacional en Bogotá, ha sido asesinar a líderes sindicales y
sociales, eliminar ex -guerrilleros firmantes de la paz y generar terror en gran escala.

El paramilitarismo -forjado por la asesoría estadounidense, tutelado por el alto mando militar y alimentado por la narco-
corrupción- se ha desbordado grotescamente en la ejecución de innumerables fechorías, tanto en la guerra impuesta como en la
“paz” chueca o chimba.

BAJO EL DOMINIO DE UN ESTADO TERRORISTA NO PUEDE HABER PAZ

Antes se decía que los asesinatos y las masacres eran causados por la existencia y el accionar de las guerrillas, y hasta se
pregonaba que la “democracia colombiana” estaba por esa razón compelida a una “profilaxis” violenta.

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Tal versión procuraba poner las cosas al revés, pese a que la “democracia representativa” colombiana, se tornó tempranamente
en un Estado súper-violento y poco después en Estado terrorista y narco-terrorista integral.

La violencia, plagada de masacres, fosas comunes, moto-sierras, mutilaciones, asesinatos y torturas, se inició a finales de la
década de los 40 con el asesinato de Gaitán y el genocidio campesino, y desde entonces no ha cesado.

La Marquetalia de Marulanda solo fue una digna respuesta del campesinado masacrado y del atrevido y audaz inicio del pueblo
de esa joven Nación al legítimo ejercicio del derecho a la insurrección; derecho reconocido por la ONU, antes de ser
políticamente pervertida por EU y la UE.

No puede escapar a estas necesarias valoraciones subversivas del largo imperio de la mentira oficial, el hecho de que cada vez
que la insurgencia colombiana ha intentado acordar la paz, la violencia se ensaña más contra ella y contra su pueblo.

Esto fue lo que aconteció cuando, luego de un pacto de paz, la Unión Patriótica pasó a la legalidad: el costo fue de alrededor de
5000 víctimas mortales del Terrorismo de Estado santanderiano.

Pasa ahora, inmediatamente después del intento de paz concertado en la Habana y traicionado tan pronto fue proclamado, y
quien sabe si desde antes de “cuajar”.

Porque en verdad, con un Estado Terrorista y sus gobiernos asesinos, es imposible lograr garantías de paz. A quien ejerce la
cultura de la muerte con tanta pasión y sin el menor escrúpulo, no le cuesta nada engañar; más bien siente placer y se regocija
de no cumplir la palabra empeñada.

El Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz de Colombia (IDEPAZ) destacó que “desde la firma del Acuerdo de Paz en
Colombia, en 2016, hasta el 15 de julio de 2020, 971 líderes sociales y personas defensoras de derechos humanos han
sido asesinadas en el país”, y adicionalmente se produjeron 31 masacres con un total de 132 víctimas

Pero no solo. El terror continuó en ascenso en el último semestre del 2020, en plena pandemia; y el balance en el 2021, de
enero a la fecha, es el siguiente:

- Otros 57 líderes sociales y activistas de derechos humanos fueron asesinados/as.

- 22 ex–guerrilleros/as corrieron la misma suerte.

- Y las masacres se elevaron a 91, mientras en las protestas del 1ro. de Mayo contra otro intento de masacre fiscal, fueron
acribillados/as 19 colombianos/as tras las descarada orden del Presidente Duque de “disparar” a matar.

A los compases de esa ruta macabra, EEUU, la Unión Europea, el Estado terrorista Israelí y el Grupo de Lima, no han cesado en
involucrarse con ese poder colombiano colonizado y gansterizado en la pérfida misión de desestabilizar y revertir el proceso
bolivariano; activando toda la plataforma militar y paramilitar de ese Estado vasallo en vía de ser reventado por un pueblo que
ha dicho basta y ha vuelto a rebelarse como lo hizo en aquel bogotazo y en aquella Marquetalia, de nuevo activadas.

Es muy penoso que para que se produzcan algunas tímidas críticas de los ya degradados organismos multilaterales de este
injusto y maltrecho orden internacional, tenga que evidenciarse tan cruel balance; mientras, apostando al olvido y a la
perpetuación del sistema en crisis, sus mentores de seguro seguirán llamando “democracia” al engendro oligárquico-imperial
colombiano y a todos los regímenes parecidos.

En tanto ellos apuestan al olvido y a prolongar lo que, como en Chile, Haití, Honduras…sus bravos pueblos impugnan, en el
campo de la fuerzas transformadoras de Nuestra América no debe haber espacio para vacilar en respecto a la pertinencia de la
insumisión colectiva y a la solidaridad sin límites que debe conducir a aislar a sus criminales opresores, en procura de que el
pueblo colombiano arranque de raíz el régimen oprobioso que le han impuesto y ajuste cuenta con sus verdugos.

5-5-2021 Santo Domingo RD

Colombia: el gobierno genocida debe renunciar


por Oscar Rotundo

Balcanizar al país y avanzar hacia Venezuela

Mayo 3/21. –La furia descontrolada de un gobierno incompetente y ahogado por la apetencia insaciable de una clase política
empresarial empeñada en seguir con la fiesta de rapiña al erario público, desconociendo la brutal y caótica circunstancia en la
que se encuentra Colombia, no solo es producto de la crisis estructural del capitalismo global en pandemia, es también
producto del agotamiento de la mascarada política con la que se mantenían en el poder y que, los deja ante el mundo siendo lo
que realmente son; una banda de asesinos saqueadores.

La protesta popular y multisectorial contra esta nueva embestida económica y social que el gobierno de Iván “Uribe” Duque
pretendía imponer contra los millones de ciudadanos que apenas subsisten con salarios miserables y que empujaba a sectores
medios y pequeños propietarios y empresarios, a la quiebra y al desempleo, no ha terminado.

El retiro del proyecto de reforma tributaria se produce ante el descontrol político que generó la represión militar y policial en
todo el país, mostrando ante el mundo a esa Colombia que no se puede ocultar con mentiras, ni con discursos formales y
acartonados.

Las calles del país están bañadas con la sangre de un pueblo combativo cansado de los abusos del poder inescrupuloso de la
misma sanguijuela que gobierna década tras década.

Un Parasito que corroe hasta las entrañas los frutos del trabajo incansable de obreros, campesinos y profesionales, que mina las
posibilidades de un futuro digno a cientos de miles de estudiantes que tratan de abrirse paso en una sociedad manejada como
un “Contry club” al servicio de una casta privilegiada que termina viviendo en el exterior después de haber usufructuado del
estado benefactor en la “fiesta para pocos” que organizan los gobernantes de turno.

Duque plantea, de manera descarada que «La reforma no es un capricho. La reforma es una necesidad. Retirarla o no, no era la

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discusión. La verdadera discusión es poder garantizar la continuidad de programas sociales»

Para el 29 de abril de 2021, el DANE (Departamento Administrativo Nacional de Estadística), indicaba “La pandemia por el
coronavirus llevó a un aumento de 6,8 puntos porcentuales de pobreza monetaria, que ascendió a 42,5% en 2020. Eso significó
que 21 millones de personas están en esa condición durante ese periodo.Por su parte, el indicador de la pobreza extrema
ascendió a 15,1%, lo que quiere decir que hubo un incremento de 5,5 puntos.

Asimismo, el Dane también actualizó la línea de pobreza extrema y señaló que está en $145.004 pesos, y la monetaria en
$331.688, que también cambia según las zonas geográficas y su nivel de ingresos”.

Con estos datos suministrados por el Estado colombiano, el presidente Iván “Uribe” Duque presentó al Congreso el proyecto de
reforma tributaria con dos ejes centrales: el aumento del IVA y ampliación de la base impositiva sobre los salarios.

Su cantinela de que la reforma no era un capricho, queda más clara; es una imposición por parte de la oligarquía y lo de que era
necesidad, También.

Su estratagema política se derrumba y con ella su gobierno. No alcanza con la renuncia de Carrasquilla, Iván «Uribe» Duque
tiene que renunciar para que se pare la sangría al pueblo colombiano y para que se adelanten las elecciones y se democratice y
pacifique el país.

Esta posibilidad parece lejana, porque hace décadas que los amanuenses del imperialismo están atornillados al poder y las
organizaciones políticas, que deberían representar al pueblo, vuelven a demostrar no estar a la altura de los acontecimientos,
cuando todavía las hordas militares y policiales y sus cómplices civiles siguen cometiendo atrocidades sobre la población.

Escenas como estas se están sucediendo en todo el país ante la mirada indiferente de “gobiernos democráticos” de la región
para los cuales la vida de las personas no vale nada; ni que hablar de la bochornosa Organización de Estados Americanos y sus
correlatos Humanitarios, que no piden una reunión urgente para terminar con esta violación flagrante a todos los pactos y
convenciones internacionales.

Esta Colombia de las imágenes representa a la verdad desnuda que los hipócritas politiqueros tratan de ocultar con agravios y
mentiras.

Es la cara del fascismo, que no se detendrá y al cual ni la legalidad cómplice, ni las campañas cosméticas de los multimedios
mercenarios, harán que aparezcan de forma diferente.

Militarizar al país, ensangrentar al pueblo e impedir las elecciones, forma parte de una trama que sin lugar a dudas se
corresponde con un guion extranjero, que pretende elevar la conflictividad y convertir a la región en un teatro de operaciones
bélica para poder avanzar con el viejo sueño fascista de derrotar al supuesto «castro-Chavismo».

Balcanizar al país y avanzar hacia Venezuela, parece un plan fantasioso y descabellado, pero cuando la oligarquía se desespera,
de un momento a otro se puede pasar del horror al espanto.

PIA Global

Movilizaciones, cacerolazos y plantones en todo el país


Paro Nacional en Colombia contra la reforma tributaria de Iván Duque
Por Juan Manuel Boccacci

El presidente presentó en el Congreso un proyecto de reforma tributaria con dos ejes centrales: aumento del IVA y
ampliación de la base impositiva sobre los salarios. La medida generó el rechazo de entidades sindicales, organizaciones
sociales, estudiantiles. “Contra el paquetazo de Iván Duque”, sostiene la convocatoria al paro del «28A».

El presidente de Colombia Iván Duque presentó en el Congreso un proyecto de reforma tributaria con dos ejes centrales:
aumento del IVA y ampliación de la base impositiva sobre los salarios. La medida no podría haber sido peor recibida por la
sociedad. Duque logró unificar a un conglomerado de organizaciones sindicales, indígenas, estudiantiles, partidos políticos y de
pymes, que organizaron un paro nacional este miércoles con movilizaciones en todo el país. Rechazan que el gobierno financie
la crisis del covid-19 tocando los ingresos de la clase media y los sectores populares. Además, reclaman que se eliminen los
beneficios a las grandes empresas. En suma, una crítica al modelo neoliberal, del cual Colombia es uno de sus grandes
exponentes en Latinoamérica.

Contra el «paquetazo»

La noche anterior al 28A, como denominaron a este paro sus organizadores, la Justicia intentó frenar la medida de fuerza. El
Tribunal Administrativo de Cundinamarca (departamento al que pertenece Bogotá) había ordenado suspender las marchas. Sin
embargo, el Comité Nacional del Paro (CNP) que aglutina a más de 50 organizaciones sindicales y sociales, mantuvo la
convocatoria. “Por la paz, por la vida, por la democracia y contra el paquetazo de Iván Duque”, es el lema con el que
convocaron, pidiendo que se cumplan las medidas de bioseguridad, ya que Colombia se encuentra en plena tercera ola del
coronavirus.

Desde temprano se vieron columnas de personas marchando por las calles de Bogotá, Cali y Medellín. Hubo cortes de rutas y
movilizaciones que tuvieron como destino edificios gubernamentales. Mientras tanto el presidente habló durante un evento
donde se conmemoró un año desde el ingreso de Colombia a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos
(OCDE). Allí se mostró dispuesto al diálogo. “Como Gobierno queremos construir consensos con el Congreso, sin líneas rojas,
pensando en los ingresos que estabilicen finanzas y manteniendo la protección a los más vulnerables por el tiempo que sea
necesario”, sostuvo el mandatario.

El tono parecía muy distinto al de día previos, cuando Duque defendió a ultranza el proyecto de Ley de Solidaridad Sostenible,
como denomina el gobierno a la reforma tributaria. El presidente había afirmado que el país necesitaba recaudar para paliar la
crisis que trajo la pandemia. “Esta no es una reforma tributaria, se trata de una financiación al país por lo que ha sido la
pandemia y las consecuencias económicas que ha traído”, sostuvo el mandatario. El Ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla,
había explicado que con esta ley pretenden recaudar 23 billones de pesos (seis mil millones de dólares) para sanear las finanzas

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públicas. En concreto, la propuesta conformada por 163 artículos establece: ampliar la base del IVA, aumentar el impuesto al
salario y al patrimonio de persona físicas y jurídicas.

Desde la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), la entidad gremial más importante del país que aglutina a 700 mil personas,
catalogaron a la ley como un golpe a la clase media y los sectores más bajos. “La extensión del IVA va a recaer sobre productos
de la canasta familiar que no estaban gravados. De ahí se recaudarán unos diez mil billones de pesos”, dijo el Secretario General
de la CUT, Diógenes Orjuela, a Página/12. El dirigente también criticó la idea de ampliar la cantidad de trabajadores que paguen
un impuesto al salario. “Tres millones más entrarían a tributar. El gobierno bajaría la base tributaria a 2.500.000 pesos
colombianos, cuando antes estaba en 4.200.000”, señaló el dirigente sindical.

La pandemia golpeó fuerte a la economía colombiana. Durante el año pasado el desempleo aumentó cinco puntos según datos
oficiales, alcanzando al 15,9 por ciento de la población. En tanto que la pobreza se ubica en torno al 38,9 por ciento, según
datos de CEPAL, mientras que consultoras locales sostienen que estaría cerca del 50 por ciento del país. El gobierno lanzó en
abril del año pasado el Ingreso Solidario que perciben unas tres millones de familias vulnerables. La suma que recibirán hasta
junio de este año equivale a 43 dólares mensuales, cuando el salario mínimo es de 259 dólares.

Recorte hacia abajo

Desde el sector sindical reclaman que la reforma tributaria no toca a las grandes empresas. “Mantiene privilegios para las
multinacionales por casi 40 billones de pesos colombianos anuales. Les hemos dicho al gobierno que elimine esos privilegios y
tendrían dinero suficiente para resolver la crisis y mucho más”, sostuvo el líder de la CUT. Por su parte Jairo Estrada, doctor en
Economía y profesor de la Universidad Nacional de Colombia, criticó el supuesto “impuesto a las grandes fortunas” que
contempla el proyecto gubernamental. “Lo que se espera recaudar de ahí no se compara con lo que se pretende obtener de los
sectores medios y bajos de la población”, señaló Estrada. Este impuesto será del uno por ciento para los patrimonios líquidos de
personas físicas mayores a 1.300.00 dólares, y de dos por ciento a partir de cuatro millones de dólares.

En sintonía con los reclamos sindicales y de organizaciones sociales, Estrada sostiene que es necesario gravar la renta
financiera. “Se tienen que eliminar las exenciones impuestas en las últimas dos o tres décadas, en el marco de lógicas
neoliberales, para incentivar la inversión de corporaciones transnacionales. Esas políticas no trajeron beneficios a la sociedad.
Esta reforma deja quietos a quienes más renta y patrimonios tienen”, indicó el economista. A su vez criticó las políticas sociales
del gobierno. “Son subsidios ridículos que pueden estar bordeando los 50 o 60 dólares al mes. Al mismo tiempo se habla de
subsidiar a la pequeña y a mediana empresa, lo cual no está mal, pero en Colombia el mayor empleo está en el sector informal
de la economía y no se ve favorecido por estas políticas”, sostuvo Estrada.

En este contexto se conoció que el gobierno colombiano renovaría su flota de aeronaves militares. Duque planearía comprar 24
aviones de guerra por un monto de cuatro mil millones de dólares. Estrada señaló que Colombia es el segundo país de la región
con el mayor gasto militar, ubicado después de Brasil. “Gastamos 9.200 millones de dólares en seguridad y defensa. Estamos
ante una política gubernamental que solo da una respuesta militar, represiva, a las necesidades de las regiones”, sostuvo el
economista.

En este sentido, en las calles también se reclamó por la escalada de violencia contra líderes y lideresas sociales. El senador Iván
Cepeda, del partido Polo Democrático Alternativo, señaló que durante 2020 más de 270 firmantes del acuerdo de paz fueron
asesinados. “Han vuelto las masacres, el desplazamiento forzado, la implantación de minas. Fenómenos que se había logrado
desaparecer con el Acuerdo de Paz de 2016, y que con este gobierno está reapareciendo, no en los mismos índices, pero sí está
logrando que se despierten esta clase de acciones violentas”, sostuvo Cepeda. Para el senador se trata de una política de Duque
con fines electorales. “Las elecciones presidenciales son el año entrante. Está buscando que lleguemos a ese momento con una
escalada de violencia que vuelva a poner en la agenda la necesidad de un gobierno autoritario y de mano dura”, sostuvo el
político.

Colombia alzada contra la reforma tributaria regresiva de Duque


Por Camilo Rengifo Marín
Estrategia

En las distintas ciudades y el campo de Colombia miles de personas manifestaron este miércoles contra del proyecto de reforma
tributaria promovido por el gobierno ultraderechista de Iván Duque, en medio de una grave crisis económica, social y financiera
y del más alto pico de muertes por covid-19..

Centrales obreras, profesores, organizaciones civiles, indígenas, afrodescendientes, de pymes, y otros sectores populares
rechazan el proyecto que está en curso en el Congreso por considerar que castiga a los menos favorecidos y es inoportuno en
plena crisis desatada por la pandemia.

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Duque logró unificar a un conglomerado de organizaciones que organizaron un paro nacional en rechazo a que el
gobierno financie la crisis del covid-19 tocando los ingresos de la clase media y los sectores populares, y en reclamo a
la eliminación de los beneficios a las grandes empresas. En suma, una crítica al modelo neoliberal, del cual Colombia es uno de
sus grandes exponentes en Latinoamérica.

“El gobierno no quiere escuchar a los ciudadanos, no quiere escuchar a los partidos políticos, no quiere escuchar a la academia
sobre esa petición tan sentida de retirar la reforma que va a poner a aguantar hambre a más millones de colombianos”, afirmó
Francisco Maltés, presidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), quien resaltó que la reforma tributaria no toca a las
grandes empresas.

 “Mantiene privilegios para las multinacionales por casi 40 billones de pesos colombianos anuales. Les hemos dicho al gobierno
que elimine esos privilegios y tendrían dinero suficiente para resolver la crisis y mucho más”, sostuvo Maltés, quien añadió que
las marchas –“masivas, vigorosas y pacíficas”- del paro nacional continuarán.

El líder sindical afirmó que en las ciudades en donde sea posible, donde no haya confinamiento, se llevará a cabo la jornada del
primero de mayo, Día del Trabajador. En las ciudades en las que las condiciones no lo permitan, la protesta se hará a través de
las redes sociales.

Crisis económicosocial

La obsecuencia con una política neoliberal, sumada a la pandemia, agravó la crisis de economía colombiana. El Producto Interno
Bruto del país se hundió un 6,8% en 2020 y  el desempleo alcanzó el 18,1% en febrero, en un país donde la informalidad cobija
a casi la mitad de la población. La pobreza se ubicó en torno al 38,9 por ciento, según la CEPAL, pero consultoras locales
sostienen que está cerca del 50 por ciento del país.  

En Colombia el mayor empleo está en el sector informal de la economía y no se ve favorecido por estas políticas. El gobierno
lanzó en abril del año pasado el Ingreso Solidario que perciben unas tres millones de familias vulnerables. La suma que
recibirán hasta junio de este año equivale a 43 dólares mensuales.

Mientras, se conoció que el gobierno colombiano renovaría su flota de aeronaves militares con la compra de 24 aviones de
guerra por cuatro mil millones de dólares. Colombia es el segundo país de la región, después del gigante Brasil, con el mayor
gasto militar.

El ultraderechista presidente Iván Duque, al que le queda poco más de un año en el poder, con una popularidad de poco más
del 30 por ciento,  pretende recaudar el equivalente a unos 6.300 millones de dólares entre 2022 y 2031 con la reforma
tributaria, que grava los servicios básicos en zonas de clase media, los funerales y crea un impuesto sobre la renta a las
personas que ganen más de 656 dólares mensuales, en un país donde el salario mínimo es de 248 dólares.

El gobierno hizo todo lo posible para evitar la proesta:  El Tribunal Administrativo de Cundinamarca, emitió un auto que
despertó todo tipo de reacciones en la sociedad, en vísperas del Paro Nacional: ordenó aplazar las protestas hasta que en
Colombia haya inmunidad rebaño contra el Covid-19. Defensores de derechos humanos presentaron una tutela ante el Consejo
de Estado y pidieron a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que intervenga.

En Bogotámiles de manifestantes protegidos con mascarillas avanzaron desde distintos puntos hacia el centro de la ciudad. Al
ritmo de tambores y bajo consignas como “a parar para avanzar, viva el paro nacional”, las marchas transcurrieron con algunos
bloqueos en las vías y duros enfrentamientos con la policía

Cali es la ciudad donde se presentaron más disturbios. Los indígenas Misak hicieron derribaron la estatua de Sebastián de
Belalcázar, conquistador español que fundó la capital del Valle del Cauca, a quien consideran uno de los grandes responsables
del genocidio indígena.

Después de la presentación de la nueva Reforma Tributaria, tercera del actual gobierno, se revivió una ola de inconformismo
social congelada desde inicios del 2020 por efectos de la pandemia. No se propone cobrar más impuestos a quienes más tienen
sino que, consecuentes con un gobierno de ricos y para ricos, descarga el peso impositivo sobre la clase media y los sectores
populares, golpeados por el desempleo y la informalidad.

La inconformidad popular es generalizada, el rechazo a la ley puede significar la continuidad de las protestas, ante la negativa
del gobierno a retirar la propuesta.

Camilo Rengifo Marín, Economista y docente universitario colombiano, analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis
Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

https://estrategia.la/2021/04/29/colombia-alzada-contra-la-reforma-tributaria-regresiva-de-duque/

Cali, capital de la resistencia y la sucursal del infierno del general Zapateiro


Camilo Rengifo Marín|
Estrategia

No es casual que uno de los focos de las protestas más duras y de los enfrentamientos más violentos de la última semana en
Colombia, haya sido Cali. Los informes de brutalidad policial, de asesinatos a manos de los cuerpos y fuerzas de seguridad
estatales se amontonan en los archivos de diversos organismos humanitarios, pero siguen escuchándose las ráfagas de
disparos de la policía militarizada y de un Ejército desbocado.

Pese a los llamamientos de organismos internacionales como la Unión Europea (UE) y Naciones Unidas de cesar la represión
contra los manifestantes, el general Eduardo Zapateiro promueve a sus hombres seguir reprimiendo en las calles de Cali con su
armamento de guerra.

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Zapateiro ha estado a cargo de diferentes batallones militares nacionales y extraterritoriales (en  Israel, en 1982 comandó un
Batallón en Sinaí) y actualmente dirige la tropa en el Ejército. Fue un elemento clave en operaciones contra las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC), estuvo al frente de la llamada Operación Fénix de 2008, en la que se asesinó al
comandante Raúl Reyes, segundo líder histórico de esta organización guerrillera.

Asimismo, Zapateiro lideró dos operaciones militares para rescatar civiles y militares secuestrados por la guerrilla, las llamadas
operaciones Jaque y Camaleón. Operación Jaque se efectúo en coordinación de Alto Mando Militar del gobierno de Uribe bajo el
mando de su entonces ministro de Defensa Juan Manuel Santos, con la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense, en
julio de 2008.

Parte de la estrategia usada fue usurpar la figura de la Cruz Roja Internacional: pintaron helicópteros de blanco y usaron los
logotipos de esa organización para disuadir. En la ejecución de este plan fue liberada Ingrid Betancourt, excandidata
presidencial y excompañera de fórmula de Clara Rojas,

Además, el futbolista de la selección colombiana Juan Fernando Quintero y sus familiares acusan públicamente a Zapateiro de
ser parte de la desaparición física de su padre Jaime Enrique Quintero, que en 1995 prestaba servicio militar bajo su mando en
Medellín.

De acuerdo con el grupo de hackers Anonymous, el Ejército está creando una cortina de humo en el país. El grupo filtró una
presunta conversación del 2 de mayo en Cali en la que se escucha a Zapateiro, quien asegura que recibió la orden del
presidente de militarizar la ciudad de Cali y tomar cartas frente a los manifstantes.

«Estamos haciendo las cosas bien (…) Acá estamos ofrendando nuestra vida, nuestra humanidad por salvar la democracia que
algunos quieren destruir, estamos haciendo todo bien», indicó Zapateiro a un grupo de policías.

Se suceden  asesinatos de jóvenes en los barrios de Siloé, Puerto Rellena, Loma de la Cruza. El gobierno de Iván Duque con
sangre y fuego quiere fraccionar, acabar la resistencia popular. “La población ha dado con un cíclope de gran ineptitud política,
preformado por un cretinismo individual: el presidente Iván Duque, el cual se perpetua bajo la ignominia escabrosa de su pater
familiae: el genocida Álvaro Uribe”, señala Sara Leukos.

El cíclope de Iván Duque recurre a la represión a través Zapateiro quien expresó de manera autosuficiente y autoritariamente:
“Tengo 480 hombres orgánicos, 16 pelotones en estos momentos desplegados en Cali. Eso es inicialmente la primera fase, señor
presidente, me voy con la segunda orden del señor presidente de la República y es la campaña al apoyo para la recuperación de
esta cadena productiva que tenemos que romperla”.

Desconocer a las autoridades

El uribismo le quitó de facto el mando al alcalde de Cali,  en la práctica mandan el general Zapateiro  y los terratenientes de los
ingenios, que se están tomando la ciudad a   sangre y fuego;  han incendiado casas,  en los barrios de Siloé, La Luna, el Lido
han entrado disparando con fusiles y los tanques de guerra han entrado a los barrios;  se está fraguando un autogolpe.

Una Cali histérica y desabastecida, con pocos alimentos y poca gasolina, que quiere ser escuchada y le responden con represión
militar y cerrando el aeropuerto,  se convirtió, al mismo tiempo, en la capital de la resistencia y la sucursal del infierno.

Cali estaba completamente bloqueada por todos sus puntos principales y una red de comités populares integrados por jóvenes,
trabajadores, precarios, estudiantes, mujeres, obreros y profesionales ejerce un control del territorio para respaldar el pliego de
peticiones de una respuesta efectiva y una solución a los problemas sociales, de salud, empleo, movilidad, hambre, libertades,
respeto por la vida.

A los caleños les explotó en las manos una bomba social que se había demorado en estallar: se sumaron en  pandemia la
pobreza, el hambre, el terrorismo, la delincuencia, una buena dosis de polarización política, el cansancio que produce un
gobierno nacional indolente y la ausencia de liderazgo del gobierno local.

Es la verdadera “sucursal del infierno” desde la década de 1930, cuando la  guardia cívica, “pájaros” y cuadrillas bandoleras eran
contratadas por los terratenientes para desplazar a los colonos (que habían huido de los departamentos de Nariño, Quindío,
Antioquia durante la Guerra de los Mil Días).

Luego fue la larga etapa de “La Violencia” y, a partir de mediados de los ’70, el Cartel de Cali (con sus 8.000 parapolíticos del
proceso así denominado), seguido por el  Cartel del Norte del Valle y sus sucesores antes y después de la “desmovilización” de
Uribe y el Plan Colombia de Estados Unidos (con los paramilitares de Los Rastrojos, por ejemplo).

En paralelo, la modernización de la agroindustria azucarera en la zona plana del Valle y la sustitución de la agricultura
cafetalera por la cocalera en la zona de ladera redujeron los productores a la condición de siervos de la gleba de terratenientes
y  traquetos.  Y el tiro de gracia fueron los TLC’s con los EEUU y la Unión Europea (2012 y 2013, respectivamente) que
impactaron fuertemente al campesinado.

El periodista caleño Juan Andrés Valencia señala que “no son pocos los caleños que creen que se trata de una lucha entre la
izquierda y la derecha, entre «una fuerza oscura que quiere derrocar el régimen» y «un régimen opresor establecido».

“Y de ñapa, están convencidos de que la reforma tributaria es lo único que se estaba reclamando. Pero se equivocan. Ese fue
solo el detonante. Es ingenuo pensar que el caos que se está viviendo en Cali se reduce a una confrontación entre dos
ideologías”, añade.

Hay que tener en cuenta que Cali es una de las dos ciudades más violentas de Colombia y esté dentro de las cincuenta más
violentas del mundo: su tasa de 37,68 % de homicidios por cada 100.000 habitantes (puesto 39) así lo confirma.

Desde que se implementó la elección popular de alcaldes y gobernadores en Colombia, Cali ha demostrado una inclinación
marcada a elegir candidatos alternativos o progresistas. El mandato del último conservador terminó en el 2001, 20 años atrás

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La universidad pública siempre ha tenido un rol protagónico en las grandes manifestaciones de Cali, ciudad a la que llegan
miles de personas buscando oportunidades -inmigrantes del suroccidente colombiano y el Pacífico, víctimas del conflicto- pero
también delincuentes para crear o fortalecer bandas dedicadas al tráfico de drogas, lo cual genera guerras entre pandillas por el
control de las rutas y los territorios.

Entre el 2016 y el 2019 el desempleo se redujo a niveles históricos, al punto que Cali fue la ciudad que más empleo generó
entre las cinco principales del país. Pero llegó la pandemia y con ella, el hambre y más pobreza. Hoy tiene 7.000 policías  para
dos millones y medio de habitantes.

El alcalde Jorge Iván Ospina fue candidato por el Partido Verde, un político que se ha caracterizado por su capacidad mediática,
lo cual hace llamativo el hecho que en esta coyuntura haya decidido guardar silencio y pasar inadvertido, tras señalar que la
responsabilidad del orden público era del presidente Duque.

“No tengo pruebas, pero tampoco dudas: el paro en Cali ha sido saboteado. No hay que ser muy inteligente para saber que
quien mejor capitalice esta crisis quedará muy bien posicionado en la próxima carrera presidencial. El pulso es evidente”, dice
Juan Andrés Valencia.

* Economista y docente universitario colombiano, analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE,
www.estrategia.la)

Colombia: Los pueblos rompen el cerco


Por Raúl Zibechi *

Una de las características del capitalismo en su fase actual de tormenta pandémica, es el encierro de pueblos enteros
bajo diferentes modalidades que, en realidad, persiguen los mismos objetivos: aislar a las y los de abajo para acelerar la
acumulación por despojo.

Por eso, cada vez que los pueblos rompen el cerco militar y paramilitar, político y mediático, se convierten en estímulo
para los demás, marcan rumbos y nos enseñan todo lo que podemos aprender para seguir adelante. Romper el cerco es
tanto como defender la vida en un sistema de muerte.

Estos días en Colombia se realizó la Minga Indígena, Negra y Campesina, que arrancó en el suroccidente, en el Cauca y continuó
en Cali, recorrió varias ciudades y pueblos para llegar ocho días después a Bogotá. En todo su recorrido, la Minga (trabajo
comunitario o tequio) dialogó con poblaciones que comparten sus mismos dolores, en un país que se desangra por la violencia
narco-militar-paramilitar, con cientos de líderes sociales asesinados.

El núcleo de la resistencia son los pueblos originarios del Cauca, agrupados en gran medida en el Consejo Regional Indígena del

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Cauca (CRIC), fundado en 1971 en el contexto de una vasta lucha por la recuperación de tierras, que se saldó con la dispersión
de los grandes terratenientes. El pueblo Nasa con sus proyectos de vida, lanzados en la década de 1990, es uno de los mejor
organizados de Colombia.

Los ocho pueblos originarios que se agrupan en el CRIC se asientan en 84 resguardos (territorios reconocidos por la
Constiución de Colombia) que son gobernados por 115 cabildos elegidos por las poblaciones. A su vez, los cabildos se agrupan
en 11 asociaciones, en nueve regiones estratégicas del Cauca.

Vale que el lector eche una mirada al mapa donde se asientan los territorios indígenas del Cauca que ocupan 5 mil kilómetros
cuadrados poblados por unos 200 mil habitantes. En algunas regiones, los pueblos originarios coinciden geográficamente con
pueblos negros y campesinos, lo cual ha permitido que las experiencias y modos de cada quien se contaminen con las otras.

Además de la economía y la justicia propias, como las denominan, la realización de mercados de intercambio de alimentos por
trueque, sin usar dinero, pero sin equivalencias (no necesariamente intercambian un kilo por un kilo, sino en base a las
necesidades), los pueblos originarios formaron la Guardia Indígena, una de las mayores creaciones de autodefensa del
continente.

Siete mil guardias controlan, durante la pandemia, la entrada y salida de personas y vehículos de sus resguardos, armados con
bastones ceremoniales o chontas. La Guardia está integrada por niños, niñas, mujeres, hombres, autoridades espirituales y
culturales, es elegida en las comunidades y se orienta según el criterio de Guardar, cuidar, defender, preservar, pervivir, soñar
los propios sueños, oír las propias voces, reír las propias ri-sas, cantar los propios cantos, llorar las propias lágrimas.

La Minga hacia Bogotá, en la que participaron 8 mil miembros de pueblos originarios, negros e indígenas, fue escoltada por las
guardias, con especial protagonismo de las mujeres y los jóvenes. Fue recibida y acompañada por miles de personas que vienen
resistiendo la represión de cuerpos militarizados, contra los que se levantaron en las jornadas memorables del 9 al 11 de
setiembre, en las que ardieron varias dependencias policiales.

La confluencia con los trabajadores urbanos fue potenciada por la participación de la Minga en el paro nacional de las centrales
sindicales del 21 de octubre, a casi un año de la revuelta social de noviembre de 2019, que se inició precisamente con una
amplia movilización sindical que fue desbordada por estudiantes y jóvenes de las barriadas periféricas.

Para quienes se muestran escépticos ante las formas de lucha de los pueblos originarios, ahí está el notable ejemplo de las
Guardias, que crecen como manchas de aceite expandiéndose hacia otros sectores. En Colombia ya hay más de 70 mil guardias,
incluyendo, además de Guardias Indígenas de decenas de pueblos (en Colombia existen 102 pueblos originarios), las Guardias
Cimarronas de los pueblos negros y las Guardias Campesinas.

Cada pueblo cuenta con sus propios territorios: palenques negros y zonas de reserva campesina se suman a los resguardos
indígenas, conformando un tapiz multicolor de resistencias y dignidades. La Colombia de abajo se va articulando con la
creación de espacios urbanos, algunos organizados en torno a huertas periurbanas, en ciudades como y en grandes urbes como
Bogotá (Colectiva Huertopía).

Los pueblos de Colombia consiguieron romper el cerco, aunque seguirá la ofensiva paramilitar contra sus territorios, porque el
modelo neoliberal extractivo no está dispuesto a retroceder. Un detalle nada menor: donde gobierna la derecha, la confluencia
de los abajos va más rápido.

* Periodista, escritor y pensador-activista uruguayo, dedicado al trabajo con movimientos sociales en América Latina.

Israel en casa
Por Renán Vega Cantor

Miremos la imagen. Una retroexcavadora está destruyendo una casa, es una máquina que es accionada por orden de un Estado.
La imagen es bien conocida a nivel mundial, porque representa la omnipotencia criminal del Estado de Israel contra el pueblo
palestino, al que todos los días los ocupantes sionistas les destruyen sus casas. Puede pensarse que la fotografía corresponde a
Israel. Pero no, es de Colombia, así como se lee. La fotografía registra el momento en que una retroexcavadora destruye una
casa en la localidad de Soacha, un municipio pegado a la capital de la República. Alguien podría indagar, pero qué tiene de

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especial esa fotografía, si todos los días en cualquier lugar una retroexcavadora derrumba una casa, como parte de un proyecto
urbanístico o de remodelación de vivienda. Sí, pero no se trata de nada de eso. Lo que la fotografía registra es el momento en
que una máquina destruye una casa por orden del Ministerio de Defensa (sic), con el argumento que en ella funcionaba una olla
expendedora de drogas. Es, por supuesto, una casa de pobres. Junto a la acción destructiva, posa el Ministro de Defensa (sic) en
persona, quien hace un discurso para explicar y justificar la acción. En el Twitter oficial lo dice de esta forma: “Se derriban casas
en Soacha. Volvimos a golpear a los criminales del microtráfico, ya hemos tumbado 64 ‘ollas’ en todo el país. En
#Soacha,
#Cundinamarca, derribamos expendio de venta y consumo de estupefacientes.
#SinTregua contra el negocio de delincuentes
que siembran miedo entre los colombianos”.

Nos enteramos, entonces, que es una acción oficial del Estado colombiano, y que el Ministerio de Defensa (sic) está derribando
lo que cataloga como “ollas”. La imagen se repite y el mismo personaje ‒famoso ya por el bombardeo de colombianos, entre
ellos niños‒, recita la letanía: “Acabamos con otro símbolo del mal en
#Cartagena En el piso quedó olla de expendio y consumo
de drogas, no descansaremos hasta acabar con el negocio criminal del microtráfico. Cuando una olla cae, llevamos tranquilidad
a las familias.
#SinTregua en la defensa de los colombianos”.  En otro de sus trinos, el ministro bombardeador de niños afirma:
“Cumplimos primeros 30 días del
#Plan100ContraElMicrotráfico. Ya acabamos con 68 ollas en todo el país. Hoy derrumbamos la
pesadilla del barrio Olaya Herrera de
#Cartagena, un símbolo del mal que rodeaba entornos escolares afectando a nuestros
jóvenes
#SinTregua contra narcocrimen”.

Para una mejor comprensión del asunto, miremos en conjunto la secuencia de imágenes:

El derribamiento de casas es festejado por el ministro de Defensa (sic) en persona como un éxito en la lucha contra el
microtráfico. Muchas preguntas origina este comportamiento estatal: ¿El estado colombiano está autorizado legalmente para
derribar una vivienda cuando se le venga en gana? ¿Por el hecho que una casa sea un lugar donde se expenden estupefacientes
se le puede derribar? ¿Qué leyes lo reglamenta y quién las expidió? ¿Si para desalojar a los habitantes de una vivienda deben
seguirse unos procedimientos legales, para derribar casas no operan? ¿Dónde queda el fuero administrativo y judicial de los
alcaldes y de personal de la rama jurisdiccional a la hora de derribar viviendas? ¿Pasan a ser entes decorativos? ¿El Ministerio de
Defensa (sic) consultó a esas autoridades civiles y judiciales para derribar las casas? Estos son asuntos que el ministro Diego
Molano se pasa por la faja, procediendo al estilo mafioso del Estado de Israel. Como se ve, el asunto no es de poca monta, pero
al parecer a nadie le importa. ¿Dónde están esas ONG jurídicas para denunciar este grave hecho, que es un antecedente funesto
de una práctica que de generalizarse va a implicar que el Estado dictamine cuales casas se van a derrumbar, incluyendo las de
sus opositores políticos que sean catalogados como narcotraficantes?

Para sopesar el sentido antipopular de esta medida es de notar este evidente sesgo de clase: se tumban casas donde habitan
pobres y en barrios abandonados y tugurizados, pero jamás se derriban las viviendas de los “hombres de bien”, como lo
ejemplifica lo sucedido con el exembajador Fernando Sanclemente, en cuya finca funcionaban tres laboratorios para procesar
cocaína, gran cantidad de insumos para procesar estupefacientes y 9 kilos de cocaína, lista para ser puesta en circulación. ¿Por
qué no se derribó esta casa-mansión-laboratorio de cocaína de un funcionario del gobierno de Iván Duque? La pregunta en sí
misma ofende, porque la respuesta es evidente: por una cuestión de clase, y de estatus, ya que los narcotraficantes de alto
vuelo son intocables, y más cuando forman parte del círculo dominante y su narcoestado.

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Narco-finca laboratorio de Fernando Sanclemente, funcionario del gobierno de Iván Duque. Una olla de alto nivel que nunca será
derribada.

En este país de la ignominia cotidiana a flor de piel, cada cosa que acontece es terrible y pasa de agache, acostumbrados como
estamos al terrorismo de Estado. Por eso, un acontecimiento de esta magnitud no es noticia, es casi una anécdota, cuando es la
expresión de algo nuevo en la lógica represiva, que replica lo que hace Israel en tierras palestinas. En efecto, esta práctica
criminal la efectúa Israel desde hace décadas, sin que al mundo le importe. Los cuerpos represivos de Israel llegan a una
vivienda, desalojan a sus habitantes ‒aunque también se han dado casos en que derriba la vivienda con sus moradores
adentro‒, les concede diez minutos para que salgan y saquen alguno de sus enseres y luego, con buldóceres y retroexcavadoras
les derriban la vivienda, como se registra en esta foto:

Imagen

Israel derribando las casas de los palestinos

Los resultados humanos de esa práctica, el sufrimiento, el dolor, la miseria y desolación de los palestinos no importa, todo por
la grandeza criminal del Estado de Israel. (Ver foto).

Imagen

En el caso de Israel, uno de los motivos que se suele argüir para justificar la destrucción de las casas de los palestinos es que
allí vivía alguno de los palestinos que ataca a las tropas de Israel o alguno de sus familiares. Por eso como parte de una
venganza de sangre (al estimo mafioso), el Estado de Israel era el único que recurría a aplicar, sin juicio de ninguna clase,
aquello del delito de sangre. Los familiares son culpables de lo que haga alguien de la familia y la familia entera lo paga, en este
caso con la destrucción de su vivienda. Pues, en Colombia, que replica el método sionista, las cosas no son diferentes, pues nos
enteramos de que, en nombre de un patrullero de la Policía que murió en una riña en Bogotá, llamado Edwin Caro, fue demolida

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una casa en Soacha. Método sionista, puro y simple. Esto no tiene nada de novedad. Es una copa vulgar de una de las
modalidades criminales de Israel. 

Todo este truculento proceder nos remite otra vez a aquella afirmación de que Colombia es el Israel de Sudamérica, afirmación
que puede escandalizar a algunos, en la medida en que dicen con razón que Israel es un país rico, con alto desarrollo de
tecnología, que puede vacunar a sus habitantes (aunque mata a los palestinos), mientras que en Colombia no hay nada
parecido. Eso es cierto, pero debe agregarse, Colombia es un Israel subdesarrollado, que replica lo netamente criminal de ese
Estado genocida, tales como sus prácticas cotidianas de bombardear las tierras de Palestina, perseguir a sus habitantes,
torturarlos, desaparecerlos, encarcelarlos, impedir su libre circulación dentro de su propio territorio y destruir sus viviendas.
Por eso, el espíritu criminal de Israel se replica en Colombia. En suma, Israel en Casa y derrumbando casas.

De lo real maravilloso a lo real horroroso


Por Alberto Pinzón Sánchez
Rebelión

En el hervidero de ideas antimperialistas que era la U. Nacional de Bogotá en 1970, no era mucho lo que se sabía sobre
el Instituto Lingüístico de Verano (ILV), sobre el que se hacían numerosas denuncias acerca de los extraños manejos
lingüístico-religiosos de claro contenido neocolonialista en diferentes comunidades indígenas colombianas. En el
departamento de Antropología a donde todos los compañeros recurrían en busca de más y precisa información tampoco
existía la información necesaria. Era un vacío muy preocupante 

Fue así como una compañera estudiante y militante de la Juco U Nacional aficionada al teatro, dijo ser amiga de un joven
abogado y periodista que había hecho una investigación amplia sobre el tema  y estaba dispuesto a venir al departamento a
tener un conversatorio “académico” con los futuros antropólogos, resaltando la palabra “académico”. Se aceptó ampliamente la
propuesta y fue así como vino Fernando Garavito a nuestro salón de actos y nos dio un explicación muy pormenorizada  sobre
todo de los aspectos legales que regían la relación de esa agencia lingüística-religiosa de los EEUU, traída por el presidente
Lleras Camargo durante su gobierno para que mediante cartillas bíblicas dotara de alfabetos las varias lengua indígenas que en
esa fecha todavía quedaban en territorio colombiano.  A todos los asistentes a esa charla nos quedó clara la vía amplia de
exploración que se abría, que posteriormente daría sustento al movimiento de denuncias y rechazo que culminarían décadas
después a la salida de dicho Instituto lingüístico de Colombia. No volví a ver en persona a Fernando Garavito, aunque le seguí
enviando colaboraciones para el magazín cultural que organizó en Cali con el sugestivo nombre de “Extravagario” y  que publicó
cumplidamente.

El periodista Garavito, un hombre realmente honesto y sincero de mi generación, siguió su vocación íntima y continuó
ampliando denuncias, así como simpatías entre sus lectores con exquisitas y calificadas columnas donde retrataba de cuerpo
entero a los poderosos y empingorotados corruptos y venales gobernantes que empezaban a abrirle paso a los narco
paramilitares para la toma del Estado; lo que le granjeó (como a muchos otros intelectuales críticos colombianos por ejemplo a
García Márquez) no ya la antipatía, sino el odio fascista característico que los envenena por dentro.

Escribió la columna “? Porqué los autores del desfalco de la nación a través del banco del pacífico, ocupan los más altos cargos
administrativos del nuevo gobierno del presidente Uribe Vélez?”, fue despedido miserablemente del “liberal y democrático”
periódico El Espectador. Lo amenazaron, y debió exiliarse en el 2002 en los EEUU.

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Pero afortunadamente ese mismo año ya en el exilio “productivo”, y antes de morir en un lamentable y extraño accidente de
tránsito en uno de esos arenales yermos que bordean alguna carretera en el Estado de Nuevo Méjico, había tirado una piedrita
sobre las tersas y quietas aguas superficiales que cubren ese lago estancado y en descomposición que se llama régimen de
Colombia, al haber escrito  en compañía del también periodista estadounidense Joseph Contreras, “ La biografía no autorizada
del señor de las sombras, Álvaro Uribe Vélez”, libro pionero y esclarecedor que no ha parado de continuar editándose en
sucesivas ediciones, y que generó una ola de ondas concéntricas cada vez más amplias en ese lago quieto pero en fermentación
irreversible.

Vinieron luego  toda una serie de estremecedoras denuncias públicas y de verdades dichas por la miles de victimas de las
atrocidades que aquel “Señor de las Sombras” descrito Garavito y Contreras, que en silencio y protegido por la impunidad oficial
había ordenado en silencio,  a sus  compinches y cómplices, cometer en su fanática y sanguinaria carrera hacia el Poder del
Estado colombiano y la toma de su institucionalidad. A más denuncias más impunidad, cinismo y ley del silencio; más
estigmatizaciones y represión militar contra los denunciantes acusándolos de ser seguidores de los anticolonialistas y
liberadores Simón Bolívar y el Apóstol Martí, insultándolos con el baldón de ser “Castro Chavistas”, cuando sin sospecharlo el
vituperio resultó ser una honra estimulante para continuar con las denuncias y la resistencia total.

Y así, hasta que  finalmente el escrito de Garavito y Contreras, enriquecido y actualizado por el también abogado periodista
Daniel Mendoza, en una serie documental web con el nombre de Matarife, un genocida innombrable, empezó a erosionar
definitivamente la imagen del “atractivo dirigente con cara de eterno adolescente revestido de teflón al que nada se le pega” (
¡ay de la revista Semana!), hasta hacerla perder toda su legitimidad y legalidad y convertir al innombrable señor de las sombras
en el  simple delincuente  “subjudice” que es ahora.

Hoy día internacional del proletariado , 1 de mayo de 2021, el pueblo colombiano, un poco más consiente de la carnadura real
(talante le dicen) de sus dirigentes y gobernantes, quienes después del asesinato de J E Gaitán en 1948 supieron montar un
régimen de horror contrainsurgente  y desde inicios de los 70 lograron blindarlo con las huestes y carapintadas fascistas-narco-
paramilitares comandadas por el Señor de las Sombras; está mostrando en las calles y carreteras colombianas la profunda crisis
social y humana a la que la conducido finalmente el pelele cebado “que dijo Uribe”. Crisis generalizada que se estaba larvando
desde hace mucho tiempo en las profundidades de aquel apacible lago de aguas estancadas que no alcanzaba a percibirse en
su superficie, pero que los dominantes exhibían satisfechos como una de las democracias más antigua del continente. Una
Suiza criolla sin suizos, una Atenas suramericana sin Partenón y sin griegos. En fin.

Mejor sería decir: Una Colombia martirizada durante siglos por aquellos descendientes ideológicos y políticos de aquél otro
Señor de las Sombras del siglo XIX, de bigotico relamido envuelto en una capa roja de legalidad (cualquier cosa con tal de que
sea una ley) llamado F. P. Santander, asesino silencioso del Libertador Simón Bolívar, que dejó una escuela política a sus
continuadores oligárquicos para conservar el poder sobre la base de guerras y masacres y, contando con la ignorancia pasividad
y bondad de nuestro pueblo, convertir al país en una horrorosa e ignominiosa fosa común, vergüenza de la humanidad
doliente.

Pero nada es eterno en el mundo y hoy la toma de conciencia popular movilizada, anuncia venturosamente que la Crisis de
Hegemonía del régimen colombiano es irreversible (OJO crisis de hegemonía según el concepto gramsciano) que si bien a causa
de la brutal represión armada anunciada posiblemente  no se resuelva de inmediato,  si queda claro que ha entrado en un
espiral de desarrollo  progresivo, hacia su superación dialéctica, el aufheben de la filosofía de la praxis.

No dudo en agradecer a Fernando Garavito los caminos que mentalmente me abrió: Allá en el salón de Antropología en el 70
sobre el Instituto Lingüístico de Verano que tanto me sirvió para obtener mi grado de antropólogo, y luego en el 2002, con el
libro biográfico sobre Uribe Vélez que desde la fecha de su publicación me sirvió para crear el concepto de Miniführer con el
que pude escribir tan extensamente  sobre el régimen fascista colombiano al que ya le comenzó a cantar el cisne negro.

Fuente Imagen: Internet. 

Dos momentos, dos procesos: Gaitán y Petro

por Fernando Dorado


Popayán, 7 de abril de 2021

El próximo 9 de abril se cumple el 73° aniversario del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. Desde 1936 los terratenientes
habían desatado una violencia sistemática contra los campesinos colombianos con ocasión de la ley 200 que fue una
tímida reforma agraria aprobada por el gobierno de Alfonso López Pumarejo. Allí tenemos los orígenes de la violencia
que aún hoy sufrimos.

A partir de ese contexto realizamos una reflexión histórico-política que relaciona dicho momento con la situación actual que
vive Colombia en 2021. Revisamos esa historia para identificar semejanzas y diferencias pero, principalmente, para aprender de
los acciones de los actores sociales, colectivos e individuales, que protagonizaron tales hechos.

Sabemos que es una apuesta arriesgada por todo lo trágico y dramático que hay detrás de esa historia, y porque de inmediato

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surge el riesgo de la repetición histórica, el miedo a que el ciclo se repita y el pueblo colombiano tropiece con la misma piedra.
¡Nos arriesgamos!

Los momentos electorales: Gaitán y Petro

Hemos afirmado que Colombia vive un “nuevo momento político” de cara a las elecciones de 2022. El político progresista
Gustavo Petro hoy es un candidato viable y fuerte para la Presidencia después de realizar un ejercicio importante en 2018, en
donde la casta dominante ayudada por el llamado “centro” no solo trampeó esa elección mediante el fraude y la compra de
votos sino que usó la fábula del “castro-chavismo” para meterle miedo a la población.

De igual manera, después de 1946 Jorge Eliécer Gaitán se proyectaba como futuro presidente de Colombia al frente ya no sólo
del partido liberal sino de un movimiento antioligárquico. Ese hecho ocurría después de que la oligarquía utilizó al político de
origen libanés Gabriel Turbay, con un historial importante dentro del partido liberal y en la gestión gubernamental de la época,
para dividir a las fuerzas liberales y facilitarle la elección al partido conservador.

En ambos casos los dos líderes populares (Gaitán y Petro) logran construir un electorado propio y se convierten en el objetivo a
derrotar. Gaitán no sólo se había “apropiado” del partido liberal sino que contaba con seguidores dentro de los conservadores.
Y ahora, Petro con su propuesta de Pacto Histórico ha empezado a construir una coalición de amplio espectro social y político
que atrae a dirigentes y electores de diversos sectores y se convierte en una alternativa cierta de poder.

Los personajes y sus luchas: Petro y Gaitán

En ambos casos, tanto Gaitán como Petro, construyeron un liderazgo nacional durante un largo período de luchas políticas y
sociales con base en una permanente acción proselitista y en una preparación teórica y conocimiento de la realidad. El primero
se destacó desde cuando en el Congreso de la República denunció con valentía y brillantez la “masacre de las Bananeras”
(1928), y el segundo, cuando enfrentó a los políticos vinculados, perpetradores y promotores de los
grupos paramilitares
durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez (2006-7).

En forma similar, Gaitán y Petro, son políticos con características particulares que los distancian de las fuerzas tradicionales,
tanto de derecha como de izquierda. Gaitán tenía ideas socialistas, se identificaba con los trabajadores, campesinos y sectores
oprimidos, pero no compartía la deriva autoritaria que había hecho carrera en la Unión Soviética. Esa posición y su forma de
liderar, que era calificada de caudillista, hizo que los comunistas de la época no solo lo vieran como un rival sino que lo
convirtieron en un verdadero enemigo.

Así mismo, Petro en la actualidad propone desarrollar el capitalismo para sacar al país de la premodernidad pero, a la vez,
impulsa la democratización de la propiedad de la tierra y la
industrialización del proceso productivo. En ello, se plantea superar
la economía extractivista y enfrentar el cambio climático. No pretende instaurar el socialismo y llama a construir una efectiva e
incluyente democracia. También muestra un liderazgo arrollador, algo personalista, se ha mostrado hasta ahora incapaz de
generar una organización fuerte y estable, y se ha enfrentado en diversos momentos con las fuerzas tradicionales de izquierda,
que le piden ser más vertical frente al gobierno de los EE.UU. y le cuestionan, como hicieron los comunistas con Gaitán, ciertas
veleidades y acercamientos a políticos tradicionales (Santos).

Las dos coyunturas históricas: 1930 y 1991

Lo más interesante de este ejercicio tiene que ver con la coyuntura histórica que vivió Gaitán y la que hoy protagoniza Petro. Es
importante anotar antes de avanzar que si el análisis se centra únicamente en el comportamiento de los partidos y/o
movimientos o en las acciones, cualidades y defectos de los dirigentes, las conclusiones siempre serán una distorsión de la
realidad. Es decir, si no se ubican los actores individuales en el contexto de la lucha de clases y en el marco de la dinámica de
los movimientos sociales, ello no servirá para orientar la acción actual.

Veamos entonces algunas coincidencias y similitudes de esas coyunturas de los años 30-40s del siglo XX y en la de los años 90s
e inicios del XXI. También trataremos de precisar las diferencias. La primera gran coincidencia consiste en que tanto Gaitán
como Petro son fruto de procesos sociales y políticos en donde una hegemonía política es derrotada. En 1930 se oficializa la
caída de la hegemonía conservadora ante el empuje principalmente de las masas obreras y la rebelión de sectores indígenas y
campesinos en su lucha por la tierra y sus derechos.

Igual ocurre en 1991, en donde la hegemonía de los partidos tradicionales del Frente Nacional entra en crisis y esas
agrupaciones políticas se ven empujadas a promover algunos cambios presionados por los numerosos paros cívicos,
movilizaciones sociales y el actuar de la insurgencia, que por entonces todavía no se había degradado políticamente en medio
de un conflicto que posteriormente fue permeado por el narcotráfico y por los intereses de las empresas transnacionales que
poco a poco instrumentalizaron la guerra en su beneficio.

En 1930 el partido liberal representaba -en cierto grado- a una débil y vacilante burguesía que intentó tímidamente enfrentar a
los grandes terratenientes y liderar a los sectores populares para modernizar el Estado. No obstante, los capitalistas de
entonces no tenían la fuerza social y política para liderar una verdadera “revolución en marcha” (dixit López Pumarejo), y lo que
intentaban en verdad era impedir que los trabajadores y campesinos (indígenas, negros y mestizos) pudieran desarrollar un
proyecto político propio.

Un buen instrumento para cumplir esa tarea fue el partido comunista que orientado desde Moscú aplicaba la política de los
“frentes populares”, o sea, de alianza entre los trabajadores y las burguesías “antifascistas”. Gaitán se deslinda de esa política. Él
había observado cómo los principales dirigentes del
Partido Socialista Revolucionario PSR (Tomás Uribe Márquez y otros) habían
sido relegados y estigmatizados como “anarquistas” por negarse a ir a la cola de la burguesía y por ello intenta crear su propio
partido UNIR. No logra ese propósito debido a que el grueso de la población rural se mantenía bajo el control de los partidos
tradicionales, especialmente en las áreas de mayor desarrollo económico en donde los terratenientes y comerciantes habían
construido formas de control corporativo en alianza con la iglesia y los gremios productivos (ejemplo, la Federación Nacional de
Cafeteros fundada en 1927).

En cambio, y allí está la gran diferencia con la época actual, en estos tiempos el control social y político de la oligarquía está
resquebrajado y sólo se sostiene con la política de miedo que encabeza Uribe apoyándose en los errores de la insurgencia
armada. La urbanización del país ha hecho que aparezcan nuevos sectores sociales en las grandes ciudades que es lo que ha
permitido que surjan fuerzas políticas independientes de los partidos tradicionales y que éstas, a pesar de la política de miedo,
estén hoy en plena expansión y fortalecimiento como se puede comprobar
revisando las elecciones de los últimos años.

En este análisis es importante recordar que la débil y vacilante burguesía industrial que sobrevivía en los años 80s del siglo

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pasado (XX) es totalmente derrotada y hasta desaparecida por la aplicación de las políticas neoliberales. La gran paradoja
consiste en que es el hijo del burgués que encabezaba la “revolución en marcha” de la época de Gaitán quien le da la estocada
final a la clase social que lideraba su padre (Alfonso López Pumarejo) en la anterior coyuntura. Él es el gran diseñador de la
política neoliberal en Colombia y el promotor de la alianza con las mafias narcotraficantes. Es el gran enterrador de los restos
de la “burguesía nacional”. No es otro que Alfonso López Michelsen.

Es decir, en 1930 la burguesía industrial de Colombia está un poco a la ofensiva, en crecimiento y tratando de ocupar su lugar
político. Por el contrario, en 1991 esa clase social es derrotada, es subordinada y absorbida por los capitalistas
transnacionalizados (muchos de los cuales son a la vez grandes terratenientes), que lo hicieron privatizando y saqueando las
empresas estatales y nacionales que se habían construido en la fase anterior con los esfuerzos de millones de colombianos, y
además, sin ningún rubor fortalecen sus bancos con los dineros del narcotráfico.

Una aproximación al momento actual

Hoy la nación colombiana no tiene futuro en manos de la oligarquía que se sostiene a punta de violencia, corrupción, alianzas
mafiosas y entrega de la riqueza al gran capital global. Desde los tiempos de Gaitán la burguesía colombiana mostró su
incapacidad para liderar un proyecto nacional y fue cómplice del asesinato del caudillo popular en 1948, acción planificada
desde el imperio estadounidense que tuvo la aprobación del conjunto de las castas dominantes. Por ello la gran tarea sigue
siendo la “restauración moral de la república” que impulsaba Gaitán.

El drama descrito por Gaitán en la siguiente cita sigue siendo vigente: “En Colombia hay dos países, el país político y el país
nacional, el país político que piensa en sus empleos, en su mecánica y en su poder y el país nacional que piensa en su trabajo,
en su salud, en su cultura, desatendidos por el país político. El país político tiene rutas distintas a las del país nacional.
¡Tremendo drama en la historia de un pueblo!”[1].

Durante estos 73 años el país sufrió un conflicto armado promovido e instrumentalizado por el imperio y la alianza burgués-
terrateniente en el poder, mientras los sectores populares no lograban construir procesos y liderazgos que se propusieran un
proyecto de nación que le ofreciera a los sectores productivos y a los trabajadores del campo y de la ciudad, una vía para
construir una base económica propia, industrializada, moderna, con visión ecológica, en democracia y en paz.

Ese ideal que era el mismo de Jorge Eliécer Gaitán hoy se está concretando en cabeza de Gustavo Petro.

Conclusiones por desarrollar

 Petro pareciera transitar por caminos similares a los de Gaitán pero tiene mejores condiciones para construir un proyecto
independiente de los partidos tradicionales. ¡Hay que hacerlo bien, sin ambigüedades y sin sectarismo!
El alzamiento popular de corto plazo, sin sujeto social cohesionado y sin conducción política que protagonizó el pueblo
colombiano después del asesinato de Gaitán, demuestra que se hace necesario ir más allá de la estructura y de la práctica
electoral. ¡Hay que derrotar las visiones cortoplacistas y coyunturalistas!
La crisis actual no es sólo de los partidos tradicionales sino de toda la sociedad colombiana y de la humanidad en general,
como lo demuestra la actual pandemia. Por ello, se requiere que el Pacto Histórico propuesto por Petro sea concebido y
construido con los mejores hombres y mujeres de esta nación. Si logramos hacerlo estaríamos dándole continuidad y
concreción a los sueños de “un hombre que era un pueblo”[2].

[1] Alocución de Gaitán el 20 de abril de 1946 en el Teatro Municipal de Bogotá.

[2] “Yo no soy un hombre, soy un pueblo”, frase que utilizaba Gaitán en sus discursos. 

Petro y Bateman, dos momentos y una continuidad


Por Fernando Dorado
Blog: https://acortar.link/gSfNg

La pasada semana pasó sin pena ni gloria el 19 de abril. Este año no fue una fecha muy recordada ni conmemorada. Fue el día
de 1970 que la oligarquía colombiana ejecutó un fraude monumental contra el exgeneral Gustavo Rojas Pinilla, candidato de la
Alianza Nacional Popular ANAPO, partido político que fundó en compañía de su hija María Eugenia.

Pero también fue el día escogido por Jaime Bateman y un grupo de revolucionarios soñadores que en 1974 lanzaron el
Movimiento 19 de abril (M-19) con una campaña publicitaria muy particular promoviendo un veneno para “matar ratas”. Fue una
guerrilla urbana que realizó acciones espectaculares para hacer una pedagogía política bastante eficaz para su tiempo.  

En este corto artículo se rememora ese momento y sobre todo se recuerda la personalidad de su fundador y principal ideólogo
político, Jaime Bateman, para relacionarlo con el momento actual y buscar la continuidad de ese proceso en Gustavo Petro,
principal dirigente de la Colombia Humana, quien fue militante de ese movimiento siendo casi un adolescente.

El momento -como siempre- era de lucha y auge popular. Eran tiempos de luchas campesinas e indígenas en los territorios y de
obreros en las ciudades. La ANUC estaba al frente, en 1971 se había fundado el CRIC, se fortalecía FECODE y se avanzaba con el
“sindicalismo independiente” hacia la fundación de la CUT. En 1977 se realizó el gran paro cívico nacional.

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Boletin de La Fogata

En ese marco apareció el M19 siguiendo el estilo y formas de las guerrillas urbanas de Uruguay, Argentina y otros países, como
los Tupamaros y los Montoneros. Sin embargo, esta “guerrilla” tenía unas particularidades únicas: no levantaba un programa
socialista sino democrático; no se alineaba con la URSS o China sino que se deslindaba levantando un programa nacional-
popular; no llamaba a la guerra sino a la paz y al diálogo.

En 1990, luego de más de una década de lucha -con aciertos y errores- el M19 logra un acuerdo de paz con el gobierno de
Virgilio Barco, se desmoviliza y se integra a la lucha por transformar a Colombia aceptando participar con las reglas de un
Estado que se define como una “democracia restringida”. Ese proceso de paz al que se suman otras pequeñas guerrillas, es el
detonante para la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente en 1991.

A partir de ese momento la lucha política en Colombia cambia de escenario. Bateman había muerto misteriosamente en 1983, la
oligarquía durante esos años asesinó a miles de militantes de la Unión Patriótica y a 4 candidatos presidenciales importantes
(Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo Ossa, Luis Carlos Galán y Carlos Pizarro), pero a pesar de todo, las fuerzas democráticas
insistieron y se aprobó una nueva Constitución como un pacto de paz.

Más allá de sus posiciones políticas (que para su tiempo fueron precursoras y de avanzada democrática) lo que caracterizó a
Bateman fue su gran sentido de la oportunidad histórica, sus esfuerzos por conectar con la mentalidad y las necesidades de la
gente, su irreverencia costeña, su espíritu democrático y la alegría revolucionaria que trasmitía, y por sobre todo, su sentido
práctico para generar organización “no burocrática”.

Quien tuviera una idea o un plan interesante, relativamente viable, que más o menos se correspondiera con los objetivos y
metas propuestas por el M19, recibía tanto del “comandante Pablo” como de los demás dirigentes un “¡Hágale hermano!, pero
tenía la obligación de hacerse responsable de la tarea hasta sus últimas consecuencias. Así construyó Bateman una
organización que más que en ideas se apoyaba en una fuerte y efectiva “red de afectos”.    

En 1980 Bateman a la cabeza del M19 lanzó la iniciativa del “diálogo nacional”. Dicho diálogo fue rechazado por el grueso de la
oligarquía y las guerrillas “comunistas” no entendieron ese mensaje/estrategia, como tampoco lo comprendieron cuando esa
“conversación nacional” se realizó -parcialmente- al calor de la asamblea constituyente.

Gustavo Petro en lo fundamental se ha mantenido dentro de esa línea. Tal vez no ha logrado construir una organización
nacional como lo fue el M19 pero ha ayudado a desencadenar un movimiento popular que poco a poco va cuajando alrededor
del Pacto Histórico que se ha convocado, y que se está impulsando y construyendo. La esencia del “diálogo” es igual pero ahora
el “pacto” tiene claramente identificados a quienes no podrán ser parte del mismo.

Hoy el momento es diferente al que protagonizó el M19 pero las tareas centrales son las mismas. Si se observa hacia atrás con
una mirada crítica pero realista, podríamos decir que finalmente los sueños y la estrategia planteada por Bateman -después de 4
décadas de haberse propuesto- tiene todas las condiciones para empezar a materializarse.

Si el Pacto Histórico se alimenta de los frustrados “diálogos nacionales y regionales” que se han realizado en el pasado, y si no
se asume como una tarea definitiva o como una meta final sino como un proceso que se irá desarrollando en el tiempo (más
allá del ejercicio electoral o de las ejecutorias de un gobierno), es muy seguro que después de tantas frustraciones y violencias,
el pueblo y la sociedad colombiana aprendan a dialogar y a avanzar en paz.

Seguramente Jaime Bateman Cayón si estuviera vivo diría… ¡Palabra que sí!

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