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Sabemos que la lengua es un corpus de pres- cripciones y habitos comun a todos los escri- ~ tores de una época. Lo que equivale a decir que ~ Ia lengua es como una naturaleza que se desliza ~ enteramente a través de la palabra del escritor, sin darle, sin embargo, forma alguna, incluso sin alimentarla: es como un circulo abstracto _ de verdades, fuera del cual, solamente comien- za a depositarse la densidad de un verbo solita- rio. Encierra toda la creacién literaria, algo asi como el cielo, el suelo y su interaccién dibu- _ jan para el hombre un habitat familiar. Es me- nos una fuente de materiales que un horizonte, es decir, a la vez limite y estacién, en una palabra, la extensién tranquilizadora de una ia. El escritor no saca nada de ella en nitiva: la lengua es para él mds bien como ‘linea cuya transgresién quizé designe una naturaleza del lenguaje: es el area de una definicién y la espera de un posible. ; iso oficial, sino a, propiedad indivisa de re los hombres y no de los escritores; permanece fuera del ritual de las Letras; es un objeto social — por definicién, no por eleccién. Nadie puede, sin preparacion, insertar su libertad de escri- tor en la opacidad de la lengua, porque a tra- w is f vés de ella, esta toda la Historia, completa y fo so unida al modo de una Naturaleza. De tal ma- at 1,0 nera, para el escritor, la lengua es sélo un horizonte humano que instala a lo lejos cierta pier dela familiaridad, por lo demas negativa: decir que certi0 dev Camus y Queneau hablan la misma lengua, es | oducto sélo presumir, por una operacién diferencial, } sire la Literatu todas las lenguas, arcaicas o futuristas, que no | tl, xe eleva ap hablan: suspendida entre formas aisladas y des- J tis del escritor conocidas, la lengua del escritor es menos un J ponsbilidad, Bs | fondo que un limite extremo; es el lugar geo- sia . métrico de todo lo que no podria decir sin per- J Neca ra sec der, como Orfeo al volverse, la estable signifi- } {1,1 ) » Come cacién de su marcha y el gesto esencial de su so- tau Stilo $6] ciabilidad. c Osis Ciegy La lengua esta mas aca de la Literatura. Eles- | » Baje qu tilo casi mas alla: imagenes, elocucién, léxico, } {,. dy my es nacen del cuerpo y del pasado del escritor ¥ Wy to 4 Ndo poco a poco se transforman en los automatismos | jy dk Uy e Orq de su arte. Asi, bajo el nombre de estilo, s¢ ny Nu forma un lenguaje autarquico que se hunde en mt ety la mitologia personal y secreta del autor, en esa rs & “ity t q hipofisica de la palabra donde se forma la pti Jy. h na mera pareja de las palabras y las cosas, donde s¢ ony Ney q \, jnstalan de una vez por todas, los grandes te Fy ‘yyy Md mas verbales de su existencia. Sea cual fuere SY yy } de , efinamiento, el estilo siempre tiene algo en bru- ‘que atti 0: es una forma sin objetivo, el producto de un “Omp tra, empuje, no de una intencién, es como la dimen- De Ng y _ Sidr vertical y solitaria del pensamiento. Sus re- €8 6 Ma, e encias se oe en el nivel de una biologia leo, 0 Uy le un pasado, no de una Historia: es la “‘cosa’ ? 8 ciey escritor, su esplendor y su prisién, su soledad. deciy q Indiferente y transparente a la sociedad, cami- a lengua < na cerrado de la persona, no es de ningun modo i etencial producto de una eleccion, de una reflexién Stas, que n, A sobre la Literatura. Es la parte privada del ri- sladas y d oF tual, se eleva a partir de las profundidades mi- ‘ &- ticas del escritor y se despliega fuera de su res- “Ss Menos un _ponsabilidad. Es la voz decorativa de una carne el lugar geo- desconocida y secreta; funciona al modo de una decir sin per- ‘ecesidad, como si, en esa suerte de empuje floral, el estilo sdlo fuera el término de una me- tamorfosis ciega y obstinada, salida de un in- fralenguaje que se elabora en el limite de la car- table signifi- cial de su so ple ey del mundo. EI estilo es propiamente un erature. Ge, onan de orden germinativo, la transmuta- ycios - , cién de un Humor. De este modo las alusiones A escrito oi del estilo estan distribuidas en profundidad; la coo ‘ bra tiene una estructura horizontal, sus se- av stir os estan en la misma linea que sus palabras e de jue" ® y lo que esconde se desanuda en la duracién de se sé $ of u continuo; en la palabra todo esta ofrecido, \ gv? 4 fa inado a un inmediato desgaste, y el verbo, e fo y su movimiento son lanzados hacia , «4 iz ibolido: es una transferencia sin hue- co* ig "i el contrario el estilo sdlo tiene aa 4 rs ety ee Qué ES LA ESCRITURA? : 19 20 una dimension vertical, se hunde en el cerrado de la persona, compone su op } partir de cierta experiencia de la materia; ef estilo no es sino metafora, es decir ecuacién en- tre la intencion literaria y la estructura carnal del autor (es necesario recordar que la estructu- ra es el residuo de una duracion). El estilo es asi siempre un secreto; pero la vertiente silenciosa de su referencia no se relaciona con la naturale- za movil y sin cesar diferida del lenguaje; su se- creto es un recuerdo encerrado en el cuerpo del escritor; la virtud alusiva del estilo no es un fe- nomeno de velocidad, como en la palabra, don- de lo que no es dicho, sigue siendo de todos mo- dos un interin del lenguaje, sino un fendmeno de densidad, pues lo que se mantiene derecha y suje. Encuentra alli tora y aqui la de sy 208 Se trata ™ tealme; profundamente bajo el estilo, reunido dura of “tr de yp, tiernamente en sus figuras, son los fragmentos bene 8esticy|. de una realidad absolutamente extrafia al len- J, jj; S de Orden guaje. El milagro de esta transformacién hace es, *0sformm del estilo una suerte de operacién supra-litera” Dean ccs 4 ria, que arrastra al hombre hasta el umbral del } &;, k it fotny poder y de la magia. Por su origen bioldgico ¢ welds ‘atiay &% estilo se situa fuera del arte, es decir; inn dail pacto que liga al escritor con la soct , mos imaginar por tanto a autores que prefiera? Ja seguridad del arte a la soledad del estilo. © es el tipo mismo del escritor sin estilo cuy# nera artesanal explota el placer By, Poh) Sey ta, cierto ethos clasico, como Saint-Saens © dy, we “ey a Bach o Poulenc a Schubert. En “eyitlth ing Ir Ry moderna —la de Hugo, Rimbaud o esta saturada de estilo y es arte slo por cia a una intencidn de la Poesia. La oridad del estilo, es decir el lazo absoluta- te libre del lenguaje y de su doble carnal, pone al escritor como si fuera un Frescor encima de la Historia. El horizonte de la lengua y la verticalidad del ilo dibujan pues, para el escritor, una natu- leza, ya que no elige ni el uno ni el otro. La gua funciona como una negatividad, el limi- inicial de lo posible, el estilo es una Necesi- iNO un fendmeno antiene derecha y y, reunido dura 0 on los fragmento te extraia ® qcion hue toria y aqui la de su propio pasado. En ambos os se trata realmente de una naturaleza, es decir de una gesticulacién familiar, donde sélo energia es de orden operatorio, que aqui enu- ra, alli transforma, pero nunca juzga 0 sig- nifica una eleccién. s form! Pero toda forma es también valor; por lo que, in pa-lite Dc heliclen, Costit ult a sn SUP ntre la lengua y el estilo, hay espacio para otra acl J us dad formal: la escritura. En toda forma lite- asta e bi aria, existe la eleccién general de un tono, de osige®. fu? in ethos si se quiere, y es aqui donde el escritor deo 4 dualiza claramente porque es donde se 5 ied Lengua y estilo son antecedentes , ja ait toda problemitica del lenguaje, lengua y ¢s- P ural del Tiempo y de la la identidad formal ece realmente fuera de la instalacién de las norm: de las constantes del estilo, alli. tinuo escrito, reunido y encerrado ral, te en una naturaleza lingiiistica perfec lp m0 fa of inocente, se va a hacer finalmente 040 gv? sa € total, eleccién de un comportamiento ul : “nid afirmacién de cierto Bien, comprom yestas Y de 4s al escritor en la evidencia y la comuni le} En efecto est una felicidad o de un malestar, y ligando la for- comparables, Pp 9 ma a la vez normal y singular de su palabra an movimiento 1 : la amplia Historia del otro, Lengua y estilo son tor sobre el us0 SOC fuerzas ciegas; la escritura es un acto de solida- que asume. Coloca ridad histérica. Lengua y estilo son objetos; la} mitica literaria, qu escritura es una funcién: es la relacién entre} escritura es por lot la creacién y la sociedad, el lenguaje literario} 4. |, forma, la elece transformado por su destino social, la formal de |; ¢,.| el escrit captada en su intencién humana y unida asi 2 de sy ees itor las grandes crisis de la Historia. Por ejemplo, Tingin Mod aa Merimée y Fenelon estan separados por fenme} ¢ «..;, 900 la de nos de lengua y por accidentes de estilo; siMf p.,, deacuee tra embargo practican un lenguaje cargado de Thee, misma intencionalidad, se refieren a una mism4} un, idea de la forma y del fondo, aceptan un ee de orden de convenciones, son el encuentro de ak mismos reflejos técnicos, emplean con los mis} te, mos gestos, a un siglo y medio de distancia, instrumento idéntico, sin duda un poco modi Rise, olucign One: SOCiag Nieng; dag en q Rin “Op cado en su aspecto, pero en modo alguno ¢! ld Bay 2 situacién 0 en su uso: en suma, tienen la dis i M escritura. Por el contrario, casi contemporene al Mo Merimée y Lautréamont, Mallarmé y a 8) *h ; RoE nae ley Queneau, Claudel y Camus, que habla- o hablan el mismo estado histérico de nues- a lengua, utilizan escrituras profundamente 1 fin, la moral, lo natural de su palabra, de al modo que la comunidad de época y de len- a es poca cosa en relacién con escrituras tan ' opuestas y definidas por su misma oposicién. _ En efecto, estas escrituras son distintas pero 4 un movimiento idéntico: la reflexién del escri- tor sobre el uso social de su forma y la eleccién que asume. Colocada en el centro de la proble- b matica literaria, que sdlo comienza con ella, la a ibn ect : relacién ‘i eseritura es por lo tanto esencialmente la moral le nguaje lites de la forma, la eleccién del area social en el seno social, la for de la cual el escritor decide situar la Naturaleza ina y unida de su lenguaje. Pero esta area social no es de pe Por jem!’ inguin modo la de un consumo efectivo. Para : fen ‘| escritor no se trata de elegir el grupo social los po silo; a el que escribe: sabe que, salvo por medio res de er {:!de una Revolucién, no puede tratarse sino de e card pit misma sociedad. Su eleccidn es una eleccién en 4 yn 8 le conciencia, no de eficacia. Su escritura es go r 2 modo de pensar la Literatura, no de ex- Pe 10 la. O mejor aun: porque el escritor no de ningun modo modificar los datos ob- ; del consumo literario (estos datos pura- re histéricos se le escapan, incluso si es cons- po 9 a de ellos), transporta voluntariamente la yy eu guaje libre a las fuentes aa EL GRADO CERO 24 ms yy v lenguaje y no en el momento de 9a cone egg ese len, , , th, fer eso la escritura es una realidad ambi- py f if! ; gua: por una parte nace, sm duda, de una con- | // od ig frontacién del escritor y de su sociedad; por ey) on of" otra, remite al escritor, por una suerte de trans- Py! foo Ike 4 ferencia tragica, desde esa finalidad social has- ta las fuentes instrumentales de su creacién. No pudiendo ofrecerle un lenguaje libremente con- sumido, la Historia le propone la exigencia de un lenguaje libremente producido. De esta manera la eleccién, y luego la respon- sabilidad de una escritura, designan una Liber- y : : ee bat tad, pero esta libertad no tiene los mismos limi- batty neutro, en i Historia. d tes en los diferentes momentos de la Historia jeter poco & POC Al escritor no le esta dado elegir su escritura en una especie de arsenal intemporal de for- mas literarias. Bajo la presién de la Historia y de la Tradicién se establecen las posibles es- crituras de un escritor dado: hay una Histo- ria de la Escritura; pero esa Historia es doble: en el momento en que la Historia general pro- pone —o impone— una nueva problematica del lenguaje literario, la escritura permanece todavia llena del recuerdo de sus usos ante- riores, pues el lenguaje nunca es inocente: las palabras tienen una memoria segunda que s prolonga misteriosamente en medio de las sig- nificaciones nuevas. La escritura es precisa~ mente ese compromiso entre una libertad y recuerdo, es esa libertad recordante que libertad en el gesto de eleccidn, no ya en su dura ii, um criptografic. C4 Como Libertad, La 6 Mente va omen ety tot, tt ° Un Na ig a k rib” d Abeta . 4 Yad +S May , inate h Sin duda puedo hoy elegirme tal o cual ded hh itura, y con ese gesto afirmar mi libertad, aie Sy Cte a 8 ender un frescor o una tradicién; pero no . lib, ti edo ya desarrollarla en una duracién sin vol- |, “he “yerme poco a poco prisionero de las palabras del luc} d "igey otro e incluso de mis propias palabras. Una obs- y e % | tinada remanencia, que llega de todas las escri- ” Ug oly, turas precedentes y del pasado mismo de mi “Signay 7 "8, propia escritura, cubre la voz presente de mis Ne los is na lie palabras. Toda huella escrita se precipita como tos ¢ 1M un elemento quimico, primero transparente, ¢ ly Hig, imocente y neutro, en el que la simple duracién Clegir sy Cty hace aparecer poco a poco un pasado en suspen- Ntemporal de fy, Si6n, una criptografic cada vez més densa. thn de ly Hin Como Libertad, la escritura es sdlo un mo- tas poste mento. Pero ese momento es uno de los mas ex- cen fas pos plicitos de la Historia, ya que la Historia es oy hay un Ho siempre y ante todo una eleccién y los limites ’ Historia «4! de esa eleccién. Y porque la escritura deriva de ae genet un gesto significativo del escritor, roza la His- jstor! opel toria mas sensiblemente.que cualquier otro cor- evs ot e de la literatura. La unidad de la escritura cut i oo clasica, homogénea durante siglos, la pluralidad id sis”! de las escrituras modernas, multiplicadas desde de *. cien afios hasta el limite mismo del hecho ca rario, esa forma de estallido de la escritura ri9 esa, corresponde a una gran crisis de la coria total, visible de modo mucho mis con- o en la Historia literaria propiamente dicha. para el | to” de un Balzac del es una variacién de escuela; lo hi eet) Pa ey : 26 EL GRADO 1 que opone sus escrituras es una en el instante mismo en que dos estruct; némicas se imbrican, arrastrando en a lacién cambios decisivos de mentalid. ve icién lad con ciencia, i y ESCRITURAS POLITICAS Todas las escrituras presentan un aspecto de cer- co extrafio al lenguaje hablado. La escritura no |) es en modo alguno un instrumento de comuni- |} cacién, neo es la via abierta por donde sdlo pa- saria una intencién del lenguaje. Es todo un | ys} desorden que se desliza a través de la palabra y le da ese ansioso movimiento que lo mantiene en un estado de eterno aplazamiento. Por el con- trario, la escritura es un lenguaje endurecido & que vive sobre si mismo y de ningun modo esta Hy encargado de confiar a su propia duracion una u sucesién movil de aproximaciones, sino que, re el contrario, debe imponer, en la unidad y Ia }, sombra de sus signos, la imagen de una P: alabra construida mucho antes de ser inventada- Lo que opone la escritura a la palabra, es el hecho de que la primera siempre parece simbélica introvertida, vuelta ostensiblemente hacia 4 pendiente secreta del lenguaje, mientras que @ segunda no es mas que una duracién de signe vacios cuyo movimiento es lo unico significa” tivo. Toda la palabra esta encerrada en ese 9°

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