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Universidad Nacional de Salta

Licenciatura en Ciencias de la Comunicación


Estado, Poder y Medios en Argentina y Latinoamérica
Prof. Víctor Ligarribay

Trabajo Práctico N°1 : LIBERTAD DE EXPRESIÓN


Y DERECHO A LA COMUNICACIÓN

JESICA APARICIO
JUAN PABLO VASQUEZ
JUAN ARIAS
EDUARDO LAXI
PAULO CAZÓN
La perspectiva ideológica del gobierno de la alianza de Cambiemos

Las políticas de comunicación implementadas por el gobierno de la alianza Cambiemos, según detalla
Martín Becerra, se ubican claramente en las perspectivas ideológicas que corresponden a las teorías
consecuencialistas.

Afirma Becerra que el gobierno de Mauricio Macri restauró el dogma del mercado como rector de las
comunicaciones. Prevalece la matriz restauradora en la nueva política de comunicaciones que busca
reponer el statu quo vigente hasta 2008. Hablamos entonces de la teoría tradicional del mercado de
ideas, la cual sostiene que sin intervenir de ninguna manera, lo racional-verdadero prevalecerá y
demostrará su validez frente a otros argumentos. Claramente, la situación actual argentina se justifica
en un énfasis decimonónico donde la libertad de expresión es sinónimo de libertad de empresa. Hoy
disciplina el mercado. En base a estas líneas, los gigantes del sector de las comunicaciones mejoraron
sus condiciones para acceder y explotar recursos públicos y maximizar beneficios

En este panorama, el rol del Estado es sumamente ausente. El actual gobierno: “reguló” la situación a
través de decretos, tomó el control de las autoridades regulatorias de AFSCA y AFTIC, liberó a los
cable operadores de los límites a la concentración de mercado, prorrogó todas las licencias -lo que
obtura la realización de concursos-, habilitó la trasferencia de licencias audiovisuales con uso de
espectro (sin que medie un escrutinio por parte de la autoridad estatal) y logró que los planes de
adecuación a la ley audiovisual devinieran abstractos. Esto, en las teorías consecuencialistas, se
justifica debido a que no debe existir intervención alguna –de parte del Estado ni de ningún actor
social- destinada a condenar/proteger ningún tipo de expresión. Así, la toma de decisiones a través de
decretos -por un grupo reducido y en favor de intereses económicos- da cuenta de un proyecto de
gobierno que no busca abrir la discusión a la sociedad ni la participación de los actores sociales
involucrados y afectados -tanto de manera directa e indirecta- (a diferencia de lo que ocurrió con el
enorme proceso democrático que se generó a través de los foros y encuentros de diferentes sectores
y espacios de la sociedad que culminaron con la sanción de la Ley N 26.522, Ley de Servicios de
Comunicación Audiovisual).

¿Qué intereses se encuentran detrás de esta decisión del Estado en no intervenir? Las omisiones
también son una decisión política. Al respeto Becerra es contundente: “Si no regula el Estado, la
propiedad es regulada por los actores más potentes.” Se verifica, entonces, esta búsqueda de la
verdad en la política de “convergencia plena” que proyecta un mercado con tres o cuatro operadores
que puedan “hacer todo”. Es decir que los grupos del sector audiovisual pueden prestar servicios de
telecomunicaciones e Internet y viceversa. Además, actualmente hay una mayor presencia de
capitales estadounidenses en los medios argentinos, lo cual ejemplifica la perspectiva del gobierno
cuando arbitra conflictos con gigantes industriales.

Opinión: “Es por abajo” por Ramiro Beltrán, docente de la carrera en Ciencias de la
Comunicación UBA, para Página 12.

Sin lugar a dudas, Beltrán plantea en su artículo una postura arraigada en los postulados de las
teorías de interés real, ya que manifiesta la necesidad del derecho a la comunicación en función de
los intereses de las personas involucradas y de los intereses colectivos en la expresión de ideas en
informaciones. En este sentido, el valor intrínseco de la libertad de expresión es el pluralismo y es
considerada un bien público. La misma es esencial para la participación en la vida política de la
comunidad y para provocar ideas críticas e ideas controvertidas que requieren protección.

El autor hace una crítica a los trece artículos de la “ley corta” de comunicaciones (sustentada en las
teorías consecuencialistas). Plantea así la contracara de está, y propone una “ley larga” construida
desde abajo, que proteja y visibilice el derecho de todxs a expresarse, informarse y distribuir
contenidos, servicios y tecnologías. Cuando pensamos en y desde “abajo”, estamos considerando
las minorías, lxs más débiles, las organizaciones sin fines de lucro, las comunidades. En síntesis, el
pueblo. Para esto, se requiere un rol activo del Estado, que actúa principalmente como garante. El
mismo, interviene en defensa del establecimiento efectivo de las condiciones que posibiliten el
pluralismo al que lleva la equidad de las oportunidades. Así, la intervención, está vinculada al
fomento de las expresiones -que de otro modo no podrían ser conocidas y a las que el público no
tendría posibilidad de acceder-.

Hay un estadío de equidad preliminar y función deliberativa de la política que se logra a través de la
participación en democracia, la soberanía popular y la aplicación de regulaciones estatales sobre los
medios electrónicos de radiodifusión con el fin de asegurar que haya diversidad de puntos de vista
de asuntos públicos que ayuden al sistema de libertad de expresión. En este sentido, afirma Beltrán
que al Estado le cabe pensar la regulación a los intermediarios de Internet, cuya capacidad de daño
a los cimientos de la convivencia democrática quedó expuesta en las últimas elecciones de los
países centrales (dicho comentario toma relevancia en el marco del debate de la ley Pinedo Fellner).

Este último planteo cristaliza también, -tanto en el artículo del Beltrán como en los postulados de las
teorías de interés real- el desarrollo de una cultura democrática, que implica que todos tengan la
misma oportunidad de participar en la producción de la cultura y en el desarrollo de ideas que
contribuyan a la conformación de las comunidades a las que pertenecen.
Se trata de preservar la plenitud y franqueza del debate público: asegurarse de que las personas
sean conscientes de todas las cuestiones con las que entran y de los argumentos a favor y en contra

La Libertad de Expresión concebida desde este punto de vista confiere derechos y refleja valores
plurales de la diversidad y la variedad, además de ser considerada un bien público. Es esencial para
la participación en la vida política de la comunidad y provocar ideas críticas e ideas controvertidas
que requieren protección. Promueve la deliberación democrática sobre asuntos de políticas públicas.
Una última línea se basa en el acceso a los bienes culturales, donde se entiende que la cultura
permite participar libremente en la difusión de ideas y en la creación de significados que les permiten
constituirse como tales
El desarrollo de una cultura democrática implica que todos tengan la misma oportunidad de participar
en la producción de la cultura y en el desarrollo de ideas que contribuyan a la conformación de las
comunidades a las que pertenecen. Se trata de preservar la plenitud y franqueza del debate público:
asegurarse de que las personas sean conscientes de todas las cuestiones con las que entran y de
los argumentos a favor y en contra
En este sentido, el derecho público es un instrumento de la autodeterminación colectiva y el Estado
un amigo de la libertad.

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