Você está na página 1de 6

EL CAMPO

(Antonio Machado)
La tarde está muriendo
como un hogar humilde que se apaga.

Allá, sobre los montes,


quedan algunas brasas.

Y ese árbol roto en el camino blanco


hace llorar de lástima.

¡Dos ramas en el tronco herido, y una


hoja marchita y negra en cada rama!

¿Lloras?... Entre los álamos de oro,


lejos, la sombra del amor te aguarda.
LA HIGUERA
(Juana de Ibarbourou)
Porque es áspera y fea,
porque todas sus ramas son grises,
yo le tengo piedad a la higuera.

En mi quinta hay cien árboles bellos:


ciruelos redondos,
limoneros rectos
y naranjos de brotes lustrosos.

En las primaveras,
todos ellos se cubren de flores
en torno a la higuera.

Y la pobre parece tan triste


con sus gajos torcidos que nunca
de apretados capullos se visten...

Por eso,
cada vez que yo paso a su lado,
digo, procurando
hacer dulce y alegre mi acento:
-Es la higuera el más bello
de los árboles en el huerto.

Si ella escucha,
si comprende el idioma en que hablo,
¡qué dulzura tan honda hará nido
en su alma sensible de árbol!

Y tal vez a la noche,


cuando el viento abanique su copa,
embriagada de gozo, le cuente:
-Hoy a mi me dijeron hermosa.
DAME LA MANO Y DANZAREMOS
(Gabriela Mistral)
Dame la mano y danzaremos;
dame la mano y me amarás.
Como una sola flor seremos,
como una flor, y nada más...

El mismo verso cantaremos,


al mismo paso bailarás.
Como una espiga ondularemos,
como una espiga, y nada más.

Te llamas Rosa y yo Esperanza;


pero tu nombre olvidarás,
porque seremos una danza
en la colina y nada más...
El VIENTO EN LA ISLA
(Pablo Neruda)
El viento es un caballo:
óyelo cómo corre
por el mar, por el cielo.

Quiere llevarme: escucha


cómo recorre el mundo
para llevarme lejos.

Escóndeme en tus brazos


por esta noche sola,
mientras la lluvia rompe
contra el mar y la tierra
su boca innumerable.

Escucha como el viento


me llama galopando
para llevarme lejos.
EL CARACOL
(Rubén Darío)
En la playa he encontrado un caracol de oro
macizo y recamado de las perlas más finas;
Europa le ha tocado con sus manos divinas
cuando cruzó las ondas sobre el celeste toro.

He llevado a mis labios el caracol sonoro


y he suscitado el eco de las dianas marinas,
le acerqué a mis oídos y las azules minas
me han contado en voz baja su secreto tesoro.

Así la sal me llega de los vientos amargos


que en sus hinchadas velas sintió la nave Argos
cuando amaron los astros el sueño de Jasón;

y oigo un rumor de olas y un incógnito acento


y un profundo oleaje y un misterioso viento...
(El caracol la forma tiene de un corazón.)

Você também pode gostar