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FERNANDO SARRÁIS

ANÁLISIS PSICOLÓGICO
DEL HOMBRE

EUNSA
EDICIONES UNIVERSIDAD DE NAVARRA, S.A.
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

© 2011. Fernando Sarráis


Ediciones Universidad de Navarra, S.A. (EUNSA)
Plaza de los Sauces, 1 y 2. 31010 Barañáin (Navarra) — España
Teléfono: +34 948 25 68 50 - Fax: +34 948 25 68 54
e-mail: info@eunsa.es
ISBN: 978-84-313-2822-1
Depósito legal: NA 2.945'2011

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Sumario
I. INTRODUCCIÓN
II. LA ENTREVISTA PERSONAL
Tipos de entrevista según su estructuración
Capacidad de observación
Capacidad de empatía
Actitudes del entrevistador que facilitan la
comunicación
III. LA ENTREVISTA CLÍNICA
Datos biográficos
Motivo de consulta
Historia de la enfermedad
Funciones básicas: sueño, apetito, ánimo, libido
Hábitos de conducta
Historia médica
Historia biográfica
Historia familiar
Descripción de la personalidad
IV. EL ESTUDIO PSICOLÓGICO DE LOS DEMÁS: MÉTODOS COMPLEMENTARIOS
Conocimiento a través del lenguaje corporal
Conocimiento emocional-reflexivo
Conocimiento interactivo
Conocimiento mediante métodos especiales
El estudio biográfico como vía de conocimiento de los demás
El conocimiento del propio modo de ser para conocer a los
demás
V. LA PERSONALIDAD
Concepto de personalidad
La personalidad madura
Tipos de personalidad y de carácter
VI. BIBLIOGRAFÍA

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Introducción

El ser humano es uno de los enigmas más apasionantes y


complejos que reta a la comunidad científica. Desde la antigüedad
el hombre ha estudiado al hombre para entender sus sufrimientos
y alegrías, y las razones por las que algunos provocan
sufrimientos y alegrías a los demás. Los puntos de vista, los
enfoques y las perspectivas de esos estudios han ido variando y
ampliándose para aportar, cada uno de ellos, un grano de
conocimiento hasta llegar a producir un pequeño granero, que
admite infinitos nuevos granos más.
Se ha estudiado al hombre como cuerpo sano (biología y
fisiología humana), como cuerpo enfermo (fisiopatología
humana); como un ser psicológico normal (temperamento,
carácter, personalidad), o no (psicopatología); como ser espiritual,
como ser social, o cultural, etc.
El objeto de este trabajo es presentar algunos conocimientos
sobre aspectos psicológicos del ser humano sano y enfermo, y
recomendar algunos caminos y herramientas del método para
lograr esos conocimientos, todo ello fruto de 25 años de estudio,
enseñanza y práctica en psicología y psiquiatría.
Durante ese tiempo he tenido que explicar a mis alumnos la
asignatura de Psicopatología, que trata de los síntomas psíquicos
más frecuentes de las funciones psíquicas: percepción, memoria,
afectividad, pensamiento, sueño, apetito, tendencia.

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Empezaba siempre explicando que el método de trabajo de la


psicopatología se basa en la recogida de información que el
paciente nos transmite oralmente, en la obtenida por la
observación cualificada de los signos físicos y del lenguaje
corporal y finalmente la aportada por diferentes pruebas físicas y
psicológicas.
Son muchos los manuales de psicopatología ya publicados y
todos ofrecen conocimientos similares, aunque varíen en algunos
aspectos de organización y exposición. La mayoría se dedican, sin
embargo, de modo exclusivo o preferente, al «objeto de estudio de
la psicopatología», es decir, a describir y analizar los síntomas de
las funciones psíquicas. De ese modo nos preparan para hacer
diagnósticos fiables de las enfermedades, síndromes o trastornos
mentales, materia esta propia de los tratados de Psiquiatría. La
Psicopatología queda así reducida a una propedéutica de la
Psiquiatría.
En este trabajo he querido centrarme especialmente en «el
método de estudio». Espero que mi ya larga experiencia me
permita aportar algo que pueda ser de utilidad a los alumnos que
deben estudiar Psicopatología y a algunos profesionales de la
Psicología y de la Psiquiatría.
El instrumento más eficaz para el conocimiento del paciente
con problemas psicológicos es la entrevista clínica orientada a
redactar la historia clínica, tarea común a todas las especialidades
de medicina, pero que tiene peculiaridades propias cuando se
trata de obtener y registrar datos sobre patología mental.
El profesional de la salud mental debe aprender a recoger la
información relevante, para poder hacer un diagnóstico
psicopatológico, y a diferenciarla de la no relevante. Se trata de
hacer una indagación parecida a la que estamos acostumbrados a
ver en las películas de investigación criminal (y, más
recientemente, en los seriales sobre enfermedades). Hay que
estudiar el delito (diagnóstico de enfermedad) para encontrar al
culpable (etiología). En el caso de los profesionales de la salud el
asunto no acaba con la detección del culpable, sino con el
tratamiento del enfermo y la supervisión de su eficacia.

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La entrevista personal

1. TIPOS DE ENTREVISTAS SEGÚN SU ESTRUCTURACIÓN

Cada escuela de psicología y psiquiatría tiene su propio tipo


de entrevista, que varían según su estructura. La mayoría de ellas
son semiestructuradas, pues constan de una serie de apartados y
preguntas previamente establecidas (estructura rígida), a las que
el paciente puede contestar libremente (respuestas no
estructuradas). Requieren un tiempo razonable, que se puede
reducir si el entrevistador tiene experiencia y dirige la entrevista
con agilidad. Dado que el entrevistador actúa como verdadero
director de la entrevista, su modo de actuar se denomina «actitud
directiva».
Las entrevistas basadas en pruebas, cuestionarios y escalas
son y se llaman entrevistas estructuradas, pues constan de
preguntas fijas y permiten solo unas pocas respuestas para
escoger (respuestas fijas). Estas entrevistas requieren menos
tiempo de dedicación por parte del entrevistador (incluso pueden
realizarse sin su presencia), son más objetivas y permiten hacer
comparaciones entre distintos sujetos o pacientes, por lo que son
muy utilizadas en los estudios clínicos. Se prestan a hacer estudios
orientativos (cribado) sobre salud y enfermedad mental, y a
evaluar la intensidad de las manifestaciones clínicas.

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Las entrevistas libres o no estructuradas, ahora casi en


desuso, son las que utilizan los psicoanalistas, que dejan hablar al
paciente con toda libertad de lo que le viene a la cabeza. En esas
entrevistas, el psicoterapeuta estimula al paciente a que hable de
los temas que él considera importantes. Este papel del terapeuta
se denomina «actitud no directiva», pues no dirige por donde debe
ir la entrevista sino que se limita escuchar y, si fuera necesario, a
estimular a hablar al paciente. La entrevista libre requiere mucho
tiempo de dedicación y, como produce mucha información, obliga
a un trabajo arduo para distinguir la información relevante de la
superflua. Además, es fácil que, en razón de la duración y la
intensidad de la comunicación, puedan establecerse relaciones de
dependencia entre entrevistador y entrevistado (ver tabla 1).

Tabla 1
Tipos de entrevista según su estructura

1. Entrevista estructurada
a) Recoge de forma sistemática y precisa información sobre los
aspectos que se quieren explorar.
b) Las preguntas están prefijadas y definidas, y las respuestas están
determinadas, pues se dan al entrevistado varias opciones
concretas.
c) La interpretación de las respuestas se realiza de acuerdo con unos
criterios establecidos.
2. Entrevista semiestructurada
a) Las preguntas e interpretación se planifican previamente, pero con
cierto grado de libertad de acción por ambas partes (entrevistador y
entrevistado) para abordar temas que pueden surgir durante la
misma.
b) Se suele utilizar un protocolo de actuación para facilitar al
entrevistador seguir el modelo preestablecido.
3. Entrevista libre
a) No se estructura ni planifica previamente.
b) Es la más ágil y espontánea, y la que proporciona más información
en general, pero requiere cierto dominio por parte del entrevistador
para estimular al entrevistado a hablar y para saber diferenciar la
información relevante de la irrelevante.

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En este texto se analizará la entrevista clínica, que es


semiestructurada y consta de varios apartados. Los temas que se
estudian pueden variar en número y orden. Sus aspectos más
importantes son las preguntas que se han de incluir en cada
apartado y la recogida de las respuestas. Más adelante
expondremos con detalle qué apartados y preguntas son los más
relevantes y qué respuestas las más frecuentes, o las más capaces
de generar otras preguntas y otras respuestas, progresivamente
más nucleares o importantes. Finalmente trataremos de las
inferencias interpretativas que el entrevistador puede hacer y los
modos de validar su veracidad.

2. CAPACIDAD DE OBSERVACIÓN

Las ciencias naturales han avanzado en su conocimiento


gracias a la observación, realizada por los científicos o
investigadores, de los fenómenos que se repiten en la naturaleza
por estar sometidos a leyes, y exponer esas leyes en forma de
fórmulas matemáticas.
Las ciencias humanísticas, cuyo objeto es el hombre, también
han progresado al conocer las leyes que regulan el
funcionamiento humano, que se han descubierto gracias a la
observación detenida, repetida y cualificada de los fenómenos
humanos, realizada por los investigadores dedicados al
conocimiento del ser humano sano y enfermo.
La psicología y la psiquiatría se han beneficiado del
conocimiento de las ciencias naturales que estudian el
funcionamiento biológico y fisiológico del cerebro, base orgánica
del actuar humano. Pero la fisiología del cerebro no puede
explicar algunos fenómenos humanos, como el conocimiento y el
amor, que trascienden a la biología por ser supramateriales.
La capacidad de observación es una habilidad compleja, que se
desarrolla mediante el entrenamiento, y que permite conocer las
cosas en profundidad. Es una habilidad que, perfeccionada con la
práctica y con el conocimiento teórico, lleva a fijarse (a prestar

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atención) en las cosas y los fenómenos, tanto en su apariencia


global o general (el todo), como en sus detalles (los elementos); y
todo ello con la finalidad de llegar a conocer el porqué de su ser y
su existencia (sus causas). Ha de pasar por la formulación de
hipótesis y su verificación en la realidad, pues conocer el ser de las
cosas por sus causas es el conocimiento más profundo. Al
principio, las respuestas a esos porqués nos las dan los expertos,
de modo directo o a través de sus publicaciones; más tarde,
cuando uno mismo llega a ser experto, las respuestas nos las da la
propia experiencia.
Los zapateros tienden a observar los zapatos que llevan las
personas y se dan cuenta a primera vista de qué piel están hechos,
si son buenos o malos y si están cuidados o no, e incluso de qué
marca son. Cosa semejante ocurre con las demás profesiones. A
ese hábito de percibir particularidades y juzgarlas, de saber sobre
lo que se observa, se le suele llamar en el lenguaje común
«deformación profesional».
En psiquiatría y psicología es necesario desarrollar el hábito
de observar y conocer en profundidad el funcionamiento mental
del ser humano, sano y enfermo, y así adquirir una mayor
capacidad de observación de los fenómenos psíquicos.
La observación experta del ser humano es el producto de
aprender a oír lo que el sujeto en estudio dice y cómo lo dice, y de
percatarse de lo que no dice (y debiera decir). Y eso, unido a saber
interpretar el lenguaje corporal, especialmente la cara de las
personas, que es la parte del cuerpo más expresiva («es el espejo
del alma»), sobre todo de las situaciones emocionales que está
viviendo. La cara expresa dos tipos de información: la del presente
(cómo está afectivamente esa persona ahora) y la del tiempo
habitual (cómo suele ser una persona de ordinario). La manera de
ser va dejando una huella profunda en la cara, en forma de
arrugas o líneas profundas de la piel, producidas por los
movimientos repetidos de los músculos faciales. Las huellas de la
situación emocional del presente son más superficiales y se
superponen a las de la manera de ser. Por esto, podemos saber
que una persona es seria pero ahora está alegre; que una persona
es alegre pero ahora está triste o preocupada. Podemos ver en la

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cara de una persona que, aunque es bondadosa, ahora está


enfadada y disgustada, y aparenta ser peligrosa.
Otras partes del cuerpo también aportan información de la
situación personal actual y de la manera de ser habitual. Hay
mucha literatura que enseña a interpretar la posición y los
movimientos corporales. Es necesario crecer en el conocimiento
del lenguaje corporal para ir mejorando nuestra capacidad de
observación.
También podemos desarrollar nuestra capacidad de
observación del ser humano si vamos afinando la sensibilidad de
otros sentidos: tacto y olfato.
Al dar la mano a una persona cuando la saludamos, podemos
percibir si tiene hiperhidrosis (sudoración de manos), lo que suele
interpretarse como señal de que está nerviosa, o de que es
nerviosa. Si una persona aprieta fuerte la mano al saludar, se
puede suponer que es una persona enérgica, o que ha querido
expresar afecto y acogida, o que es apasionada y pone pasión en
todo, también al dar la mano. Lo contrario se podría afirmar de
personas que dejan la mano floja al saludar.
Los profesionales del masaje o los médicos al hacer la
exploración física pueden captar con el tacto si una persona esta
tensa, lo que supone estar ansioso. A veces, esa tensión muscular
es tan fuerte que se puede decir de esa persona que no solo está
tensa, sino que lo está habitualmente, lo cual suele darse en gente
temerosa e insegura.
Está muy extendido hoy el hábito de adornar el cuerpo y
perfumarlo. Muchas personas eligen un perfume en consonancia
con sus gustos, que derivan de su manera de ser. Hay personas
que por su inseguridad, debida a su baja autoestima, necesitan
causar una buena o excelente impresión, y recurren para eso a
perfumes muy estimados y valorados por la mayoría de la gente.
Pueden pretender así adquirir seguridad en el trato con los demás
y superar su timidez y ansiedad social. Otras personas inseguras
no se atreverán a usar un perfume intenso por miedo a llamar la
atención y ser juzgadas, prefieren pasar inadvertidas, ser
invisibles a la percepción de los demás.
También en esta área, hay expertos que podrían ofrecer

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información específica sobre las personas en función de sus


preferencias en lo relativo a música, ropa, películas y libros
preferidos.
Para los profesionales de la psicología y la psiquiatría, que, a
diferencia de muchos otros colegas, no disponen de pruebas
analíticas de laboratorio o de técnicas de imagen que
proporcionen información cualificada del modo de ser y de estar
de las personas, es de importancia capital aprender a desarrollar
bien y en profundidad la capacidad de observación de los
fenómenos psicológicos normales y patológicos.

3. CAPACIDAD DE EMPATÍA

Si, como acabamos de ver, la observación experta desde juera


de las personas es muy importante para el conocimiento
psicológico, no lo es menos la observación desde dentro del
propio sujeto, esto es, sentir lo que sienten los demás y conocer
por qué se sienten así. A esta capacidad de meterse dentro de los
demás, de entenderles en profundidad, se llama empatía.
La empatía es la capacidad cognitiva de percibir lo que otro
individuo puede sentir. También es un sentimiento de
participación afectiva en la realidad que afecta a otra persona. Es
el acto mental de ponerse en el lugar de otra persona.
(Wikipedia).
Empatizar es sintonizar con la vivencia afectiva del otro. Del
mismo modo que para oír la radio, ver la televisión o comunicarse
con alguien mediante un radioteléfono, se necesita sintonizar una
determinada frecuencia, es necesario empatizar para poder
conocer la vivencia afectiva que una persona tiene en el presente o
la que tuvo en el pasado cuando pasó por cierta experiencia vital.
El ser humano tiene dos motores que mueven su vida
psicológica (funciones psíquicas): la voluntad (que sigue a la razón
o conciencia intelectual que juzgan sobre lo bueno y conveniente)
y la afectividad (que busca lo que le es agradable o evita lo
desagradable).

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Por esta razón, conocer mediante la empatía la situación


afectiva de un sujeto no se limita a conocer solamente lo que
siente, sino también comprender cómo los sentimientos y
emociones que el sujeto siente están actuando sobre su
imaginación, memoria, percepción, pensamiento y conducta.
Podemos entonces decir que comprendemos o entendemos lo que
una persona está viviendo y por qué hace ciertas cosas que hace a
impulsos de la afectividad.
Para conocer es necesaria la participación del pensamiento, es
decir, la capacidad o facultad de la mente por la que partiendo de
unos conocimientos, y mediante la aplicación de las leyes de la
lógica, llega a otros. Los conocimientos de los que parte tienen
diferentes procedencias: unos le son proporcionados por la
percepción de la realidad a través de los sentidos; otros, por la
memoria que guarda los conocimientos del pasado (tanto de los
obtenidos por percepción como de los derivados del mismo
pensamiento en el pasado); otros, por la imaginación que ensaya
secuencias de imágenes unidas por las leyes de la lógica por
impulso de la afectividad (asociación afectiva de imágenes).
La situación afectiva del otro produce, en el sujeto observador
o entrevistador que ha adquirido un hábito arraigado de empatía,
una especie de contagio o sintonía emocional que
automáticamente estimula su imaginación, que produce una
secuencia de imágenes que enriquecen el conocimiento acerca de
las repercusiones vitales que el sujeto entrevistado experimenta al
sentir lo que siente. De ahí que el entrevistador pueda decirle «me
imagino lo que está viviendo», que es sinónimo de decir
«comprendo la situación que está viviendo». Eso hace referencia
no solo a un sentimiento compartido, sino también a un
conocimiento, a un modo empático de conocer.
Cada persona tiene más o menos desarrollada su capacidad de
empatía, que se sitúa en algún punto del continuo que va de la casi
nula empatía al máximo de empatía.
La empatía, al ser un hábito afectivo-cognitivo enraizado en la
personalidad, depende tanto del entrenamiento (repetición de los
actos), como de la capacidad innata (recibido genéticamente con
el temperamento). Esta última tiene que ver con la sensibilidad

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emocional o resonancia afectiva con que se nace, de ordinario


mayor en las mujeres que en los hombres, pero que varía de unas
personas a otras con independencia del sexo. Las personas más
afectivas reaccionan con mayor intensidad a los estímulos
ambientales y a los signos corporales expresivos de las vivencias
emocionales de los otros. Ya desde pequeños aprenden fácilmente
a oír sus vivencias internas, y, en virtud del fuerte impulso a
conocer que tiene la inteligencia infantil, tienden a preguntarse
qué es lo que sienten, por qué lo sienten y qué significado tienen
esos sentimientos. Así se va desarrollando el hábito de la empatía:
sentir, conocer lo que se siente y cómo repercute lo que se siente
en la conducta interior y exterior de las personas. La empatía se
desarrolla en el niño mientras se va conociendo a sí mismo y
conoce sus emociones y lo que ellas significan.
De aquí que una persona no pueda sintonizar o empatizar
emocionalmente con los otros si no es capaz de darse cuenta de
sus propias vivencias emocionales, o no las entiende o no percibe
la relación que se da entre las vivencias emocionales y sus
manifestaciones físicas (psicosomáticas), conductuales y
cognitivas. De las personas ciegas a sus vivencias emocionales
(por falta de sensibilidad innata, por carecer de interés por la
afectividad o por represión de las vivencias afectivas), se dice que
tienen un rasgo de personalidad llamado alexitimia (incapacidad
para leer las vivencias afectivas). Entre esas personas son
frecuentes los cuadros psicosomáticos, los trastornos
somatomorfos e histéricos (disociativos y conversivos), pues al no
conocer sus propias vivencias afectivas y las manifestaciones
físicas en que pueden expresarse, no han aprendido a controlar la
afectividad ni a disminuir su influencia somática. Se comprende
que las personas con alexitimia carezcan de empatía y que, como
entrevistadores, sean poco capaces de conocer en profundidad a
los demás.
De aquí que suela decirse que para poder conocer a los demás
es preciso conocerse a sí mismos. Friedrich von Schiller definió el
concepto de empatía con estas palabras: «... si quieres conocerte,
observa la conducta de los demás; si quieres comprender a los
demás, mira en tu propio corazón». Daniel Goleman, que acuñó la

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expresión inteligencia emocional, dice algo parecido: «La


conciencia de uno mismo es la facultad sobre la que se erige la
empatía: cuanto más abiertos nos encontremos a nuestras propias
emociones, mayor será nuestra destreza para comprender los
sentimientos de los demás» (ver tabla 2).
Tabla 2
Características de las personas empáticas

• Inteligentes, tanto racional como emocionalmente (inteligencia


emocional).
• Sensibles, al entorno y a sus vivencias internas. Poseen lo que se ha
venido a llamar "radar social".
• Observadoras, saben proceder desde el todo a los elementos, de
dentro afuera de las personas y de fuera adentro, de los efectos a las
causas.
• Buenas oyentes, una de las claves esenciales de la empatía es la
escucha activa, que supone preguntarse el porqué de lo que escucha,
elaborar hipótesis causales y comprobarlas con preguntas delicadas, y
todo eso hecho de modo espontáneo y casi automático.
• Sociables y afectivas, saben expresar afecto y emociones adecuadas a
la situación ambiental.
4. ACTITUDES DEL ENTREVISTADOR QUE FACILITAN
LA COMUNICACIÓN

Es difícil y arduo establecer un listado completo de las


características del entrevistador que influyen en el proceso de
conocimiento de los demás. Comprende un sinfín de cualidades
que van desde las características más fisiológicas (p. ej.: edad,
sexo, raza, color de los ojos, fisonomía, tipo de voz) hasta las
psicológicas o espirituales (p. ej.: esquemas mentales,
concepciones del mundo y de las personas, rasgos de carácter,
creencias religiosas). Hay numerosas publicaciones, sobre todo
procedentes de autores dedicados a la orientación pedagógica y a
la psicoterapia, en las que se hace una pormenorizada exposición
de este tema.
En este texto vamos a considerar brevemente dos actitudes
del entrevistador importantes para facilitar la comunicación en la
entrevista: irradiar confianza, que evitará las actitudes

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defensivas que en este puede despertar el temor, y dar una


imagen de sabiduría o profesionalidad, que motive al sujeto a
cooperar para mejorar su situación personal.

4.1. Infundir confianza

La confianza no es una actitud que se imponga sino que se


inspira; se inspira mediante un cortejo de manifestaciones
personales que deben ser reflejo real de la bondad, honradez,
comprensión, tolerancia y sincero deseo de ayudar del
entrevistador. Se presupone que para ser un buen consejero,
médico o educador es necesario esforzarse cada día por ser una
persona buena o virtuosa, y dar así una auténtica buena
impresión. Al inspirar confianza, se eliminará o reducirá el miedo
del sujeto en estudio a ser conocido tal como es, con sus virtudes,
defectos, carencias, fortalezas, limitaciones.
Se van a señalar a continuación, aleatoriamente, algunos
aspectos y conductas que fomentan la confianza del entrevistado
en una entrevista clínica:
a) Apariencia física. Importa la corrección en el vestir
(conjunción de colores, planchado, lustre de los zapatos,
adecuación a la moda, concordancia con la edad) y el aseo y
arreglo personal (corte y peinado del pelo, la barba, el maquillaje,
la dentadura, el olor personal, cuidado de las uñas).
b) Cortesía y normas de educación. A todos nos gusta que
nos traten con deferencia, pues nos da la impresión de que somos
valorados positivamente, que se reconoce nuestra dignidad como
persona. Citaré algunos ejemplos de cortesía que son importantes
en el primer momento de una relación de ayuda: recibir de pie en
nuestro despacho a una persona que acude a nosotros, darle la
mano con un gesto acogedor y con una expresión facial afectuosa;
invitarle a sentarse y ponerse cómodo (algunas personas se
sientan de modo envarado, rígido y en el borde del asiento;
invitarle a que se acomode le sugiere, desde el primer instante,
nuestro interés por su bienestar); iniciar uno mismo la

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conversación con un comentario amable en el que se le haga


visible nuestro deseo de servir o ayudar lo mejor que podamos;
decir, por ejemplo: «espero poder ayudarle en algo», o
preguntarle «¿en qué puedo ayudarle?». Otras manifestaciones de
cortesía durante la entrevista pueden ser: no permitir que haya
interrupciones, y si, por teléfono o desde la puerta, alguien nos
dice que precisa nuestra atención, hemos de responder en
presencia del entrevistado que estamos ocupados; si fuese
imprescindible atender a quien nos interrumpe, es exigido pedir
permiso al entrevistado para hacerle esperar un momento («me
permite un momento, por favor»), e incluso darle alguna
información del motivo de la urgente necesidad surgida; eso hace
ver al entrevistado el respeto que le tenemos. Si se ve necesario
tomar algunas notas para no perder partes significativas de la
información que nos da la persona entrevistada, es bueno pedirle
autorización para hacerlo, pues sabe que lo escrito podría
trascender a otras personas por expresa intención nuestra o por
descuido. Además, él puede decirnos las cosas para que le
escuchemos y no para que las anotemos. Esa autorización es más
necesaria en el caso de querer grabar la entrevista en
magnetófono o en vídeo. Se ha de tener presente, sin embargo,
que en las relaciones médico-enfermo el hecho de tomar notas no
requiere pedir permiso al entrevistado, pues es una costumbre
aceptada, que, por formar parte del esperado buen ejercicio del
oficio médico, presupone el permiso tácito del paciente, por lo que
pedirlo podría sorprender al paciente y crearle desasosiego.
Nunca conviene escribir demasiado: podría dar la impresión de
ser uno un taquígrafo, y, sobre todo, porque haría perder el
contacto visual que tanto estimula la comunicación interpersonal.
c) Cordialidad y afabilidad en el trato. La sonrisa o la
expresión jovial deben formar parte, casi siempre, de la actitud
inicial de acogida, pues es un factor muy importante para
fomentar confianza. En especial ante personas que se intuye son
tímidas, es importante que esa expresión llana y jovial esté muy
marcada al principio, aunque después, durante la entrevista, la
tonalidad expresiva dependerá del contenido de la información
que se va recibiendo (sería ilógico sonreír cuando el entrevistado

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nos está contando una desgracia o un asunto objetivamente serio).


Siempre, sin embargo, la expresión del entrevistador ha de
mostrar un interés sincero por la situación vital del entrevistado y
por las cosas que esté contando. Se han de evitar expresiones de
distracción, tedio, aburrimiento, prisa, enfado, recriminación,
desprecio, y cualquier otra que el entrevistado pueda interpretar
como una actitud negativa hacia él o hacia lo que nos está
relatando. Esas expresiones pueden, excepcionalmente, ser
adecuadas en etapas avanzadas de la relación con el entrevistado,
cuando ya se tiene confianza y se quiere enfatizar con ellas
algunas sugerencias ya dadas sobre errores o fallos del
entrevistado que están en la base de su problema (actúan como
castigo psicológico para evitar que repita esos errores). Como
manifestación de atención e interés por lo que el entrevistado nos
comunica conviene intercalar frases o comentarios de
congratulación o alabanza («es usted una persona afortunada,
brillante, generosa, trabajadora»), o de conmiseración («parece
que es usted una persona que ha tenido que sufrir mucho» o
«menudo jaleo en el que está usted metido» o «estas situaciones o
problemas hacen sufrir mucho»); y también comentarios que
muestran que nos damos por enterados o que somos cabalmente
conscientes de lo que nos dice («así que usted está solo en la
vida», «así que usted está arruinado», «así que usted pocas veces
en su vida ha sido feliz», etc.). Algunas veces un gesto adecuado
hace la misma función que los comentarios anteriores. Esas
manifestaciones intercaladas en el relato del entrevistado le
estimulan a seguir profundizando o matizando su comunicación.
Sirven también para expresar al entrevistado nuestro sincero
interés por sus cosas, los comentarios que resumen lo que nos ha
contado: «me quiere decir que nunca ha encontrado satisfacción
en su trabajo» o «parece que su problema es la falta de
comunicación con su mujer» o «parece que su infancia fue muy
frustrante a causa de la mala relación entre sus padres»; conviene
hacer estos comentarios-resumen al finalizar el relato con objeto
de no interferir en él, o pueden intercalarse a modo de
recapitulación de problemas o bloques informativos. Esto último
es especialmente importante en sujetos de discurso muy

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complicado o farragoso.
Al finalizar el relato, conviene estimular al entrevistado a que
revele otras informaciones, generalmente más dolorosas y
desagradables, incluso sugiriéndole el área vital que, a la vista de
lo que ha comunicado, pueda tener importancia especial en su
problema: «hay alguna cosa más que desee decirme» o «cree que
hay alguna cosa relevante que se le ha pasado decirme». Este
recurso es especialmente interesante en personas reservadas,
tímidas, o en las que dan la impresión de no quedarse satisfechas
con lo que han dicho. No conviene, sin embargo, insistir
demasiado, a pesar de tener una clara intuición de que han callado
algo importante, pues hay que permitir que se tomen el tiempo
oportuno para contar sus cosas y dejar el asunto para otra
ocasión. Los entrevistados suelen agradecer ese respeto a su
intimidad y corresponden con una mayor información en la
próxima ocasión.
Así pues, se trata de mantener un equilibrio entre la
estimulación que le ayude a vencer la inercia lógica de toda
comunicación al hablar sobre asuntos personales y el respeto a su
protagonismo e iniciativa personal. Ese equilibrio determinará la
cadencia y el contenido concreto de sus informaciones. A veces, si
conviniera acelerar el ritmo y la profundidad de la comunicación
íntima, se podría recordar al entrevistado que el objetivo de esa
especial relación interpersonal es el alivio de su problema o de su
mal, mediante el consejo o la actuación profesional específica, que
han de basarse en una correcta toma de conciencia de todos los
pormenores de dicho problema o mal. Por ejemplo, se le puede
decir: «perdóneme que insista, pero para que me sitúe mejor en su
problema necesitaría que concretase un poco más tal o cual
aspecto»; o «ya sabe usted que mi deseo es ayudarle a resolver su
problema, y aún no veo claro los aspeaos relevantes de su
situación. Quizá ha dejado de decirme algún matiz que pueda
ayudarme...».
d) Serenidad, dominio y seguridad personal. Cuando una
persona acude a otra en busca de ayuda para problemas
personales, desea encontrar en ella esas características personales
pues irradian confianza, al producir una impresión de solidez y

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firmeza y, por lo tanto, de apoyo fiable. Es difícil dar esa impresión


si realmente no se poseen esos rasgos de carácter, pero, si se
poseen, se ha de modular su expresión en función de la mayor o
menor necesidad de confianza y seguridad del sujeto. Como esas
características tienen que ver con el control voluntario de las
emociones personales, es necesario mostrar al entrevistado ese
control. En primer lugar, evitando los enfados: hay pacientes o
asesorados que agreden verbalmente a su médico o tutor,
echándoles en cara fallos o errores; viene a ser lo que los
psicoanalistas denominan transferencia negativa o
contratransferencia, cuya finalidad suele ser hacerles perder el
equilibrio psicológico y poner de manifiesto su debilidad, de modo
que el entrevistado no sienta tan intensamente que su situación
de inferioridad. En segundo lugar, adecuando las reacciones
emocionales que producen los acontecimientos que nos relatan:
si el entrevistado captara repulsa, desconcierto, temor, susto,
preocupación, incertidumbre o curiosidad morbosa, tenderá a
matizar o a cesar la información que nos estaba dando. En tercer
lugar, mostrando paciencia ante los rodeos o resistencias del
relato, o ante exigencias del sujeto motivadas por la prisa en hallar
una solución a sus problemas. Finalmente, en la constancia de
criterio después de escuchar las dudas que pueda expresar ante
nuestras indicaciones.
e) Consideración y respeto del otro. La buena presencia
física y los detalles de educación y cortesía expuestos más arriba
son ya manifestaciones de consideración y respeto hacia el
entrevistado, pues se realizan como reconocimiento de su
dignidad. Conviene, sin embargo, añadir algunas manifestaciones
más.
- Tratar de usted, al menos al comienzo de la relación, y
sobre todo si existe una notable diferencia de edad, suele
prestigiar la figura del otro. Este tratamiento produce
cierta distancia psicológica entre los comunicantes, fácil de
superar con otras manifestaciones de la comunicación
verbal y gestual. Cabe la posibilidad de un posterior apeo
del tratamiento. De esta manera se evitan malos entendidos

20
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

y herir susceptibilidades propias de un prematuro uso del


«tú».
- Escuchar con sincero interés produce en el que habla la
impresión de ser digno de ser oído. Los gestos o
expresiones de aburrimiento, distracción, desinterés o
prisa, llevan al comunicante a abreviar su información y a
quedarse en un nivel superficial en lo que comunica.
- Mostrarse respetuoso con las opiniones, conductas y
sucesos de la vida pasada y presente del otro. El hecho de
criticar o regañar al entrevistado con palabras o gestos de
desaprobación, al menos al comienzo de una relación,
puede frenar total o parcialmente su sincera comunicación,
o a limitarla a cosas que, a su parecer, van a recibir la
aprobación del entrevistador.
- Seguir delicadamente las normas de corrección al pedir y
ceder la palabra. Interrumpir con frecuencia al otro, no
dejarle finalizar su argumentación, corregirle errores de
expresión, o apremiarle a ser breve son conductas que
entorpecen seriamente la comunicación.
- Ser delicado al solicitar nuevas informaciones o al pedir
una ampliación de la información, bien por el tono y el
gesto empleado, bien pidiendo permiso para hacerlo («por
favor, podría aclararme un poco más tal aspecto» o «me
permite que le haga una pregunta»). Este proceder es más
necesario cuando el tema sobre el que se pregunta puede
ser molesto o incómodo para el entrevistado.
f) Sinceridad, coherencia, naturalidad y espontaneidad. La
mayoría de los humanos sentimos una especial atracción por esos
rasgos personales, tanto para poseerlos como para desearlos en
los demás. Por esta razón, si adornan a la persona a la que
solicitamos una ayuda (el entrevistador), sentiremos una mayor
facilidad para exponer nuestras necesidades y dar a conocer su
origen. Una persona sincera resulta fácil de conocer, pues la
sinceridad no solo supone decir la verdad de lo que uno piensa de
las cosas y las personas, sino ser verdadero; es decir, mostrar con
la palabra, el gesto, el porte y la conducta nuestro genuino modo
de ser. De esa manera el entrevistado sabrá interpretar con

21
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

facilidad la impresión que su presencia y sus confidencias


producen en nosotros, y se sentirá más seguro y confiado.
La coherencia personal -entendida como concordancia entre
los planteamientos teóricos o intelectuales y los prácticos o
conductuales- produce en el entrevistado una impresión de
seriedad, fortaleza y dignidad, que favorece la confianza y la
confidencia (resulta patente la falta de poder de convicción de un
médico que prohíba filmar o beber a un paciente cuando él mismo
lo hace destempladamente). Por lo tanto, para que una persona
pueda ayudar eficazmente a otros mediante consejos o
asesoramiento, es necesario que antes sepa ayudarse a sí misma y
viva los consejos que da, que adquieren de ese modo la fuerza de
la experiencia real.
La naturalidad y la espontaneidad, virtudes derivadas o
relacionadas con la sinceridad, la sencillez y la humildad, suponen
en el sujeto que las posee una notable madurez personal, o, lo que
es lo mismo, una notable seguridad en sí mismo, una buena
autoestima que lleva a comportarse en virtud de criterios
personales, no en función de demandas ambientales. Lógicamente,
como la mayoría de los sujetos que solicitan ayuda a otros carecen
de suficiente madurez, autonomía o criterios de actuación,
acudirán a pedir esa ayuda a las personas que consideran que
pueden aportársela, guiándose para ello de las características
personales que suponen relacionadas con lo que necesitan, como
son las virtudes que hemos señalado.

4.2. Mostrar sabiduría y ciencia

La sabiduría, o conocimiento científico sobre la materia en la


que se solicita asesoramiento, no se presupone por el hecho de
desempeñar un cargo o profesión, sino que debe ser demostrada,
sin ostentación, al entrevistado. El talento rubrica la autoridad y
dignidad de un profesional, que ya posee las características
personales descritas en el epígrafe anterior. Carecer de él le hace
ineficaz e indigno de confianza. Como es lógico, al comienzo de su
carrera, la gran mayoría de los profesionales poseen el

22
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

conocimiento científico en grado moderado y van creciendo en él


con el ejercicio profesional. Por eso, es necesario que, en los
primeros años de su trabajo, el profesional, si quiere inspirar
confianza en las personas que acuden a él, deba cuidar con esmero
su buen hacer, es decir, poner en práctica las características
personales señaladas en el apartado anterior. De ese modo,
adquirirá un hábito que le facilitará mantener este buen hacer
toda su vida profesional.

23
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

III
La entrevista clínica

1. DATOS BIOGRÁFICOS 1.1.


Edad
Hay enfermedades de comienzo más frecuentes a cierta edad,
y enfermedades que raramente se inician a cierta edad.
Así por ejemplo, la esquizofrenia y el trastorno bipolar tienen
un comienzo en el decenio de los 20 años, aunque puede
adelantarse o retrasarse unos años. Se han descrito algunos casos
de trastorno bipolar de comienzo tardío, después de los 40 años,
pero es raro; por eso, se han de descartar otras causas (tumor
cerebral, tratamiento con corticoides, o consumo de drogas). En
los últimos años se ha hablado mucho de los trastornos bipolares
y de la esquizofrenia de inicio en la infancia, pero se trata de casos
poco frecuentes.
No puede pensarse que una persona entre los 30 y los 40 años
sufra una demencia, por lo que, ante alteraciones serias de la
conducta, habría que pensar en una esquizofrenia, otro tipo de
psicosis, un delirium u otras causas. Hace unos años aparecieron
varios casos de demencia en gente joven que produjeron gran
perplejidad, hasta que se probó que se debían al consumo de
carne de vaca contaminada por priones. Los animales contraían la
enfermedad por consumir piensos contaminados con residuos
(cerebro, vísceras) procedentes de animales con encefalopatía
espongiforme (enfermedad de las vacas locas), similar a la
enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (enfermedad familiar de inicio

24
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

posterior a los 50 años), que se expresa con síntomas de una


demencia de evolución muy rápida.
Conocer la edad del sujeto de estudio es importante también
porque hay algunos períodos de la vida en los que tienden a darse
situaciones de crisis personal, acompañadas de altos niveles de
ansiedad o circunstancias vitales que exigen un elevado y
prolongado esfuerzo de adaptación para mantener el equilibrio
psicológico. Al inicio de la crisis se pueden presentar síntomas y
signos de desequilibrio psicológico, tales como ansiedad, angustia,
tristeza, irritabilidad, activismo, que pueden llegar a formar un
síndrome psicopatológico, que desaparecerá con el nuevo ajuste.
En personas especialmente vulnerables o psicológicamente
frágiles, ese desajuste o desequilibrio puede ser muy intenso o
duradero, y requerir tratamiento especializado.
Ejemplos de crisis relacionadas con la edad son la
adolescencia, la década de los cuarenta, la menopausia en las
mujeres, la jubilación, la época en la que los hijos abandonan el
hogar («síndrome del nido vacío»), la viudedad.
Algunas de estas crisis se deben a cambios biológicos
importantes como la adolescencia y la menopausia. Otras se deben
a cambios ambientales profundos y duraderos.
También es posible que el estrés que conlleva adaptarse a los
cambios ligados a estas crisis pueda activar una predisposición
genética a ciertas enfermedades psiquiátricas, como, por ejemplo,
la esquizofrenia, los trastornos delirantes persistentes (antigua
paranoia), el trastorno bipolar o las depresiones endógenas
recurrentes.
Como ya se indicó, las crisis de la edad tienen más riesgo de
producir alteraciones psiquiátricas cuando la personalidad previa
de la persona es más frágil o vulnerable. Antiguamente se decía
que estas personas eran neuróticas y, en el lenguaje de la calle, se
les llamaba personas inmaduras. Una explicación simplificada,
pero válida, de la manera de ser de estas personas es que su
afectividad manda más y entra en conflicto con la «cabeza»
(inteligencia y voluntad). De ahí lo de inmaduros, pues por dentro
son como niños, y lo propio de los niños es guiarse principalmente
por los afeaos.

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Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

1.2. Sexo

Como en el caso de la edad, hay algunas enfermedades


mentales más frecuentes en la mujer, mientras que otras lo son en
el varón. Como en la práctica médica hay que buscar primero la
patología más frecuente en cada edad y en cada tipo de persona,
es necesario estar alerta y buscar lo más frecuente también en las
personas según su sexo.
Algunos ejemplos son los siguientes:
- Los trastornos de la alimentación, muy frecuentes en
mujeres (de cada 10 pacientes con anorexia nerviosa, 9 son
mujeres).
- Los trastornos de la sexualidad (especialmente las
parafilias) son mucho más frecuentes en el hombre.
- Los trastornos afectivos, sobre todo la depresión, son dos
veces más frecuentes en las mujeres que en los hombres.
- Los trastornos por consumo de droga y los trastornos del
control de la conducta son más frecuentes en los hombres.
En los últimos años, con la presión por lograr la igualdad en el
comportamiento entre hombre y mujeres, también se están
reduciendo las diferencias en la frecuencia de algunos trastornos
psiquiátricos que antes eran más característicos de uno de los
sexos (el alcoholismo y otras adicciones, por ejemplo).
La raíz de estas diferencias en la patología mental según el
sexo está en las diferencias biológicas. Las mujeres están muy
vinculadas por la naturaleza a la maternidad, por eso tienen una
estructura anatómica y fisiológica y psicológica que las capacita
para cumplir la finalidad procreativa de modo adecuado. La
preparación psicológica tiene que ver con la mayor capacidad
afectiva de las mujeres que les hace sentir y dar afecto con más
intensidad. Esta mayor capacidad afectiva de las mujeres, si no
está en equilibrio con las capacidades intelectivas y volitivas, las
hace más propensas a padecer trastornos de ansiedad y del
humor.
El intenso vínculo del cuerpo con la mente (sobre todo con la
afectividad) que se da en el ser humano, en el caso de la mujer,
explicaría la necesidad que tienen las mujeres de sentirse bien con

26
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

su cuerpo para estar bien afectivamente. Este sería uno de los


factores que explicaría la mayor incidencia de la anorexia nerviosa
y del trastorno dismórficos en las mujeres.
Los cambios hormonales cíclicos en la ovulación y la
menstruación, y su influjo en el sistema límbico cerebral,
explicarían los frecuentes cambios de humor de las mujeres, que
en algunas, por su fragilidad psicológica debida a su personalidad,
pueden presentar características de un trastorno del humor y
requerir tratamiento. Estos cambios de humor asociados a los
cambios hormonales, en ocasiones se pueden acompañar de
alteraciones en el control de la conducta (ya se ha dicho más
arriba que la afectividad junto a la voluntad son los dos motores
de la conducta humana) y explican algunas conductas como las
compras compulsivas o la hiperfagia («ansia por comer») de
dulces y chocolate, y la cleptomanía en forma del llamado
«shoplifting» (robo en tiendas) y el juego patológico (bingo,
máquinas tragaperras, lotería, apuestas deportivas).

1.3. Estado civil

Hasta hace unos años era más fácil establecer el estado civil de
las personas (soltero, casado, separado, viudo). Ahora es algo más
difícil, pero el esquema antiguo sigue siendo orientativo.
Una persona casada durante años y que se lleve bien con
esposo/a sugiere que tiene ciertos valores descubiertos por su
esposo/a y que ha sido un motivo importante para su elección
para compartir toda la vida. Si, además, la buena relación ha
perdurado durante años, permite suponer que su psicología es
suficientemente flexible y adaptable para evitar serios conflictos
en la convivencia que podría romper la relación. Lo anterior hace
pensar en una normalidad de personalidad en la persona en
estudio y, por lo tanto, los posibles problemas psicológicos por los
que es estudiada se han de atribuir a factores ambientales
especialmente graves o a causas de origen biológico. Permitiendo,
no con total seguridad, excluir la fragilidad psíquica de los
trastornos de personalidad, que es frecuente en la patología

27
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

antiguamente denominada «neurótica».


Una persona soltera de edad mayor a la media de contraer
matrimonio, indica alguna dificultad para comprometerse con
alguien de por vida. Si además, sigue sin tener marido/mujer o
pareja, se ha de suponer que existe alguna dificultad personal por
la que no consigue ser querido/a, o que ese cariño perdure en el
tiempo. Si la razón es que la persona en estudio no consigue
enamorarse de nadie, o no encuentra a nadie digno del que
enamorarse, y si el interesado no sabe cuál es la razón, la razón es
afectiva (la razón tiene sus razones, fáciles de conocer por la
razón, y la afectividad (o el corazón) tiene las suyas, más difícil de
conocer por la razón). Y la razón afectiva más frecuente es el
miedo a sufrir. Siempre que se ama, además de ser feliz, se sufre.
Algunas personas son tan sensibles, tan sufridoras, que no
soportan sufrir y este pánico a sufrir impide amar, o apaga el amor
o la atracción al poco de surgir de una manera inconsciente y
automática. Dando prioridad al no sufrir (por una especie de
fobia) sobre el amor.
Si una persona se ha enamorado muchas veces, o ha salido con
muchas personas pero durante poco tiempo, sin llegar a casarse o
casándose pero separándose al poco tiempo, permite suponer
alguna razón en su manera de ser, en su personalidad, que
también puede explicar la patología por la que en ese momento es
estudiada psicológicamente. Una razón que explica algunos de
estos casos, es la superficialidad y egocentrismo de la afectividad
de estos sujetos. Necesitan estar enamorados, emocionalmente
excitados, pero no saben amar. El vínculo es solo emocional, no de
la voluntad, que es la que quiere o ama. Como las emocionales son
pasajeras, cuando se pasa el enamoramiento, o «el capricho»,
necesitan sustituirlo por otro. No quieren el compromiso, que
supone sacrificio y esfuerzo, sino la emocionante sensación del
enamoramiento.
Otra razón de este último caso, podría ser una persona con
una personalidad narcisista o histriónica, que son egocéntricas y
necesitan la admiración y reconocimiento en exclusiva de los
demás. No saben darse sino pedir a los demás más y más, hasta
que los agotan o agobian (los exprimen como a un limón) y tienen

28
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

que huir para sobrevivir psicológicamente. Son personas


inseguras, con complejo de inferioridad, que solo se sienten
valiosas y seguras cuando alguien les dice continuamente qué
guapos/as o qué admirables son (como el espejo de la bruja de
Blanca Nieves). Cuando sus parejas se cansan de ser los
adoradores incondicionales, los abandonan. Al ser abandonados
necesitan sustituir inmediatamente el admirador, para ello ponen
en práctica sus bien desarrollados, desde niños, dotes de
seducción. Esas dotes son conductas y gestos superficiales,
postizas y pasajeras, pues desaparecen cuando ya han conseguido
seducir a alguien. Estas personas sufren intensos trastornos
neuróticos cuando no consiguen su objetivo por carecer de
tolerancia a la frustración y de adecuados mecanismos de defensa
ante la angustia que les producen las frustraciones.
Lógicamente, si la persona estudiada se ha quedado viuda o se
ha separado recientemente, es posible que la alteración psíquica
por la que es estudiada pueda tener que ver con su gran
sufrimiento que supone esta situación, especialmente cuando
había un fuerte vínculo de amor, cuando se habían compartido
muchos años y cuando la pérdida del ser querido ha sido muy
brusca, sin tiempo de asimilación psicológica. De las dos
situaciones, separación y viudedad, la primera puede ser más
traumática si la razón es haber sido abandonado/a por otra
persona, con lo que supone de ser pospuesto y, por lo tanto, ser
considerado «inferior». Ser abandonado/a por otra persona
produce una importante pérdida del autoestima y seguridad
personal, que puede influir muy negativamente en la vida
ordinaria por producir falta de seguridad y temor a equivocarse
en la educación de los hijos, en el trabajo, en la relación con los
amigos, que es una continua fuente de ansiedad, que puede
prolongarse en el tiempo mucho más allá del suceso de
separación.
Se pueden analizar con detalle todos los estados civiles y las
razones que dan los sujetos en estudio, pero aquí se han expuesto
solo algunas interpretaciones generales a modo de ejemplos
ilustrativos. Cada profesional tendrá que ver si ha de profundizar
en estas situaciones para obtener información concreta de la

29
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

persona a la que está estudiando psicológicamente, teniendo


siempre en mente que detrás de cada suceso, de cada situación, de
cada fenómeno psíquico hay una razón, una causa, algunas veces
conocidas por el interesado y otras no; algunas causas racionadas
y otras emocionales.

1.4. Número de hijos

Los padres tratan de enseñar a sus hijos a ser buenas


personas, pero también los hijos enseñan a los padres a ser
buenos educadores, cometiendo errores y aciertos, corrigiendo los
primeros y repitiendo los segundos. Hay una intensa y prolongada
interrelación padres-hijos, y estudiaremos más adelante los
principales patrones educativos de los padres y su efecto en la
personalidad de los hijos. Pero en este apartado trataremos de
analizar cómo el número de hijos puede aportar información
sobre la persona en estudio. Nos centraremos en los dos casos
extremos (no tener hijos o tener muchos hijos) pues son más
fáciles de interpretar.
La mayoría de las personas casadas o en pareja que no
quieren tener hijos es porque piensan primero en realizar sus
proyectos personales (sociales, económicos, profesionales) antes
que el proyecto de hacer familia. Esto implica cierto grado de
egocentrismo, con una necesidad de control del propio entorno y
de la propia vida, que les permita obtener éxitos para sentirse
bien consigo mismos. En este poner por delante lo personal a
tener hijos y contribuir a que se desarrollen sanos y felices, puede
intuirse cierta dificultad para amar, y, por tanto, una menor
probabilidad de ser feliz (y sufrir depresiones), que es una puerta
que se abre hacia fuera de sí mismo, hacia los demás («da más
alegría dar que recibir» según el dicho).
Otras razones, menos racionales y más emocionales, para no
tener hijos o solo uno o dos, es el temor a sufrir, a complicarse la
vida y pasarlo mal: «¿y si nos salen mal?». Vivir la vida con temor a
sufrir es el camino más directo para no ser libres. La libertad es
una condición de la voluntad no de la afectividad, las personas que

30
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

actúan por miedo no actúan libremente. Vivir con miedo (a sufrir),


lleva, con el tiempo, a tener fobias (miedos patológicos a cosas
normales).
En el caso contrario, tener muchos hijos, que para muchas
personas de Occidente es una insensatez, una conducta irracional
y una falta de control de la capacidad generadora, es, para otras
personas, conscientes del beneficio que hacen unos hermanos a
los otros, una escuela de virtudes, que enseña a los padres a ser
generosos con su tiempo, fomenta la capacidad de sacrificio,
enseña a poner a los demás por delante de uno, a saber compartir,
la sobriedad (en estas familias hay que compartir y privarse de
muchas cosas superfluas), la reciedumbre y el orden (pues si no
hay orden no se puede salir del caos), etc. Para muchos de estos
padres, estas virtudes son más importantes que el bienestar
material que se puede dar a un hijo único.
Los casos intermedios, dos y tres hijos, precisan un estudio
más específico de las motivaciones de los padres, para conocerlos
mejor.
1.5. Número de hermanos y lugar en la fratría

Las experiencias tempranas dejan una huella profunda en el


carácter de las personas. Es lógico que las experiencias infantiles
varíen mucho en función del número de hermanos, el lugar que se
ocupa en la fratría y si los hermanos son de un sexo o de otro.
Hay una clara diferencia en el ambiente familiar entre un hijo
único y un hijo de una familia numerosa (más de tres hijos).
El hijo único aprende en la familia que es único, que es el
centro de atención de sus padres, que todo es para él (la comida
del niño, la ropa el niño, la habitación del niño). Por otra parte, el
hijo único deja de aprender otras cosas buenas que equilibran el
psiquismo humano: compartir, tolerar, ceder, cuidar, esperar, etc.
A veces, los hijos únicos por «envidia» de los niños que tienen
hermanos, desean ser adoptados como hermanos por otros niños
y se vuelcan en atenciones y cariño con esos niños, y esta
necesidad de ser queridos por otros niños va desarrollando en los
hijos únicos una excesiva tendencia a agradar a los demás que les
hará ser dependientes en la vida adulta.

31
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

Los niños de familia muy numerosas tienen ventajas y alguna


desventaja sobre los hijos únicos:
- Desarrollan mejor las habilidades sociales pues tienen
frecuentes y duraderas relaciones con sus hermanos y con
los amigos de sus hermanos, con diversos conflictos que
deben aprender a resolver y a evitar.
- Desarrollan mejor la capacidad de conocer y adaptarse a los
demás y la empatía, evitando el egocentrismo, muy
frecuente en los hijos únicos.
- Son más independientes y autónomos pues sus padres, por
imposibilidad real, no los protegen tanto como a los hijos
únicos, dando lugar a que crezcan menos dependientes.
- Desarrollan la imaginación para conseguir de los adultos,
sus padres, lo que desean, pues tienen que competir con
otros hermanos para atraer su atención, ganarse su cariño y
conseguir de ellos que accedan a sus deseos, pues sus
padres no son tan accesibles como lo son los que solo
tienen un hijo. Algo parecido tienen que hacer con sus otros
hermanos para conseguir de ellos atención, cariño, apoyo y
protección.
- Como desventaja, puede suceder que los hijos de familias
numerosas, a veces, desarrollan cierto sentimiento de
carencia afectiva pues pueden recibir menos cariño de sus
padres que un hijo único, ya que estos deben atender a los
otros hijos, tienen muchas tareas que realizar en el hogar y
fuera del hogar para sacar a la familia adelante, y, a veces,
por el cansancio de tanto trabajo no se encuentran en
condiciones de ser cariñosos y afectivos con sus hijos.
- Otra desventaja en la imitación de malas conductas de los
mayores por parte de los pequeños por admiración o
porque «si lo hace mi hermano, yo también puedo hacerlo».
En Occidente, hoy en día, por la tendencia a tener solo dos
hijos, es frecuente que los matrimonios tengan una pareja de
hijos: niño y niña. En estas familias no se puede hablar de hijos
únicos, pues son dos, pero sí son únicos por el sexo (un varón
único y una hembra única). En las familias numerosas los
hermanos sirven de modelos a imitar por los pequeños,

32
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

transmitiéndose la educación de los padres entre los hijos. En la


familia con una pareja de hijos, por las diferencias psicológicas
entre el niño y la niña, no es fácil que sirvan de modelo uno al otro,
y si se llevan mal (a veces es frecuente por competitividad por el
cariño de los padres y por afán de afirmar el yo ante el otro)
sirven de modelo de conflicto entre sexos para cuando sean
adultos. Por el contrario, si la relación es muy buena, puede
ayudarles a aprender a relacionase bien con personas del otro
sexo en la vida adulta, pero puede dificultar las relaciones con los
novios/as y esposo/a que presentan otros aspectos más fuertes
que los de la fraternidad. En las familias numerosas los hijos
tienden a hacer cuadrilla con los hermanos del mismo sexo, si no
hay mucha diferencia de edad, por lo que no suele haber la
relación especial que se da entre dos hermanos de una pareja de
hijos.
El lugar en la fratría es un factor que hace variar los patrones
de relación dentro de la familia, con lo que varía también la
influencia que sufren los hijos en su manera de ser o personalidad.
Se puede especular mucho sobre este aspecto, pero vamos a
analizar solo tres posibilidades: el hijo mayor, el pequeño y el
intermedio.
Existe un estereotipo de la manera de ser de los hijos en estos
tres casos, que se basan en generalizaciones de algunos casos
reales. Al ser estereotipo una abstracción no se cumple con
exactitud en cada individuo real, pero nos sirve de orientación
para conocer a la persona en estudio, como sirve un mapa para
orientarnos en un territorio desconocido.
A continuación se expondrán algunas características de estos
estereotipos de personalidad, que tienen que ver con los
diferentes patrones educativos de los padres que se verán más
adelante:
- Los hijos mayores de una familia con varios hijos, suelen
ser responsables, cumplidores de las normas y
obligaciones, serios, reservados, formales, con elevada
autoexigencia y heteroexigencia, con metas y proyectos
elevados (ambiciosos), luchadores, competitivos,
inconformistas. En ellos prima la cabeza (inteligencia y

33
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

voluntad) sobre el corazón (sentimientos y emociones). Y al


tener tan elevados niveles de exigencia, pueden sentirse
inferiores e inseguros, por estar siempre por debajo de sus
aspiraciones y no tener la seguridad de llegar a satisfacerlas
algún día.
- Los hijos pequeños suelen ser la imagen especular de los
hermanos mayores. En ellos predomina el corazón sobre la
cabeza, por lo que suelen ser más afectivos, más empáticos,
disfrutadores. Por su menor voluntad suelen ser
inconstantes, inestables, caprichosos, dependientes de
otros, egocéntricos, poco autoexigentes, conformistas.
- Los hermanos intermedios, también llamados «sándwich»
(entre pan y pan) por estar entre hermano y hermano,
tienen una personalidad menos definida. Suelen ser
introvertidos, autosuficientes, afectivos más que
voluntariosos, pero con una afectividad interiorizada y
poco expresada hacia los demás, por lo que aparentan
frialdad emocional pero son muy afectivos. Son sociales
porque necesitan mucho afecto, pero no se apegan ni
dependen de los demás porque soportan bien la soledad y
porque al tener buena autoestima están bien consigo
mismos.
En estas características de la manera de ser según el lugar en
la fratría hay variaciones según el sexo de los hermanos por arriba
y por abajo. No es lo mismo tener un hermano del mismo sexo o
de diferente por encima o por debajo. En general, para el hermano
menor es mejor tener un hermano del mismo sexo por encima,
que le sirva de protector, introductor social y modelo de conducta.
Aunque tiende a ver en el menor un afán de ser diferente para
afirmar su propio yo.
Para finalizar este apartado del influjo de la familia en la
manera de ser de sus miembros, diremos que las descripciones de
la manera de ser expuestas no son ni exactas ni exhaustivas ni se
quiere encasillar a las personas, solo se intenta apuntar que el
molde hace la pieza y que el número de hermanos y el lugar en la
fratría influyen en el tipo de ambiente educativo familiar, que es el
molde en el que se forma la personalidad de los hijos.

34
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

1.6. Profesión o estudios

La profesión y el grado de estudios alcanzado pueden dar


información indirecta sobre la manera de ser de las personas que
queremos estudiar psicológicamente.
Aquellas personas con profesiones que han requerido estudios
difíciles y exigentes, permiten suponer que poseen una fuerte
voluntad, son constantes, disciplinadas, sacrificadas, con
tolerancia a la frustración, autodominio y autoexigencia. Por otra
parte, se sobreentiende que tienen un buen nivel intelectual, que
es un factor de buen rendimiento académico y de buen pronóstico
de las enfermedades psiquiátricas. Otro factor de buen pronóstico
es ser joven, pues se es más flexible y con más capacidad de
aprender y modificar los hábitos perjudiciales y adquirir otros
más beneficiosos.
Hay personas con profesiones muy prácticas que nos sugieren
que en ellas domina una tendencia a ser realista y práctico, o al
menos, si no tienen esa tendencia natural, pueden haber adquirido
estos hábitos por el ejercicio de su profesión. Otras profesiones,
por el contrario, son más especulativas y abstractas, y se
relacionan con aspectos de un carácter reflexivo, especulativo,
curioso, lógico.
Las profesiones muy volcadas hacia el servicio y ayuda a los
demás son preferidas por personas sociables, afectivas, generosas,
bondadosas. Otras profesiones, por contrario, aíslan al sujeto de la
gente por realizar su trabajo de forma solitaria. Estas profesiones
son preferidas por personas más introvertidas, quizá tímidas e
inseguras, poco sociables. Aunque la razón de estas preferencias
puede estar en la manera de ser, es preciso profundizar en las
razones personales de esas preferencias preguntando al
interesado.
Las profesiones más manuales y mecánicas exigen una menor
capacidad intelectual y una mayor habilidad psicomotriz, y
pueden sugerir también menos capacidad de esfuerzo, de
voluntad y de menor nivel aspiración y ambición. Hay que ser
cauteloso con estas inferencias negativas, pues puede que una
persona tenga este tipo de profesión por factores ambientales,

35
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

como la falta de recursos y oportunidades, y no por factores


personales.
El grado de satisfacción en el trabajo es otra fuente de
información sobre el sujeto. Una persona satisfecha con su trabajo
permite suponer buena capacidad de adaptación a las tareas y a
las personas con las que se debe relacionar por el trabajo. La
insatisfacción habitual tiene que ver con rasgos negativos y hasta
patológicos de la personalidad, que conviene estudiar para
tratarlos, y que pueden relacionarse también con la patología por
la que el paciente acude a ser estudiado.
Es necesario tener en cuenta que algunas profesiones son muy
exigentes y producen en el trabajador un estrés permanente que,
con el paso del tiempo y al aumentar la edad del sujeto, puede
causar patología psíquica y física. Esto ocurre, por ejemplo, en los
trabajos realizados «cara al público», pues el ser humano es
exigente y problemático. También producen un elevado y habitual
estrés aquellos trabajos con grandes responsabilidades, en los que
las decisiones del trabajador pueden implicar importantes
repercusiones económicas, de salud o sobre la vida de otras
personas. Algunos ejemplos de estos trabajos que producen estrés
elevado son los profesores, maestros, directores de personal,
directivos empresariales, pilotos de avión o de barcos,
profesionales de la salud. Si una persona con estas profesiones
acude a un especialista aquejado de alguna patología psíquica o
psicosomática, conviene tener en cuenta la posible relación con el
estrés habitual que produce su trabajo.
Algunos trabajadores sometidos a frecuentes cambios de
turno pueden sufrir alteraciones del sueño a las que con el tiempo
se les asocian trastornos de ansiedad y depresión. Algo parecido
puede ocurrir con las personas que sufren acoso laboral por sus
compañeros (para competir en la promoción o ascenso) o por los
superiores.
En general, cualquier trabajo que produzca habitualmente
emociones negativas (estrés, aburrimiento, frustración, miedo),
puede causar problemas psicológicos con el tiempo. Por esta
razón conviene preguntar siempre por el grado de satisfacción
laborar de la persona en estudio. Algo parecido puede decirse de

36
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

cualquier otra actividad habitual: conyugal, parental, social,


académica, escolar, deportiva.
1.7. Lugar de nacimiento y lugar de residencia

Del lugar de residencia y de nacimiento se puede obtener


también información para conocer a una persona y poder
entender mejor su manera de ser normal o explicar su patología.
A través de los sentidos las personas van recibiendo estímulos
ambientales a los que se habitúan. Los estímulos sensoriales
activan el sistema límbico cerebral (sistema relacionado con la
afectividad) produciendo ciertas emociones y sentimientos que
van modificando su reactividad emocional.
La luminosidad, el color dominante de la naturaleza, los
sonidos, los espacios, la orografía, la temperatura, la pluviometría
impresionan los sentidos y modifican el funcionamiento cerebral,
produciendo un «enraizamiento fisiológico» con el entorno.
Por otra parte, la forma de ser de las personas del lugar en
que se nace y se crece, por el aprendizaje, va dejando una huella
en la manera de ser (sentir, pensar, hablar y comportarse), y a
este proceso se podría denominar «enraizamiento psicológico»
del ser humano.
Por estos enraizamientos, se suele decir que los asturianos
son muy «sentidos» (muy sensibles y afectivos); que los gallegos
son desconfiados e introvertidos; que los catalanes son muy
prácticos, trabajadores y con iniciativa; que los andaluces son
artistas, disfrutadores, extrovertidos; que los vascos con
idealistas, sacrificados, trabajadores. Se trata de estereotipos
regionales, que también se dan a nivel nacional, y que no se
cumplen con exactitud ni en todos los individuos de esos
territorios, pero que orientan para conocer a las personas de una
región como un mapa orienta para conocer un territorio.
En relación con este enraizamiento en un territorio, en el que
intervienen los procesos psicológicos de adaptación y asimilación,
cuando una persona cambia su lugar de residencia puede sufrir un
estrés psíquico y fisiológico. En los individuos más vulnerables,
puede ser la causa del problema psicológico que les ha llevado a
ser estudiados.

37
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

Como ejemplos ilustrativos están el delirio paranoide del


emigrante y la depresión de los que se trasladan a zonas del norte
de un país o de un continente donde las horas de luz solar son
escasas la mayoría de los días del año.
También pueden producir trastornos psicológicos los
marcados cambios de temperatura, de densidad de población (ir
de un pueblo a una gran ciudad, o viceversa), de altitud (ir de la
montaña a la costa, o viceversa). En general, cuando las
diferencias ambientales son muy notables, puede ocurrir que
ciertos individuos, quizás menos flexibles psicológicamente, sean
incapaces de adaptarse al cambio y sufrir intensa ansiedad, que
con el tiempo rompa su equilibrio psicológico.
Por otra parte, para el bienestar psíquico necesitamos cierto
grado de afecto, por esto quienes cambian de residencia de un
lugar en el que las personas eran más afectuosas a otro donde son
menos afectivas o menos expresivas pueden sufrir un «síndrome
de abstinencia» de afecto de tal nivel que les cause una depresión.

2. MOTIVO DE CONSULTA

La mayoría de las personas que acuden a un terapeuta están


sufriendo psicológicamente y desean explicar su mal cuanto antes,
para que, también cuanto antes, se les dé una solución para dejar
de sufrir. Conviene, por eso, empezar pronto preguntando por «el
motivo de consulta», es decir, con la recogida de información
sobre la enfermedad que les aqueja.
Para obtener en el menor tiempo posible la información más
relevante, y obviar la trivial, es necesario tener un buen método
de recabar los datos necesarios, que es una habilidad que cada
profesional va perfeccionando con la práctica clínica. En este texto
se va a sugerir un método que, no siendo el ideal ni el mejor de los
posibles, trata de ser un método racional. Sigue una serie de pasos
de actuación lógicos, guiados por el propósito de recoger
información suficiente para establecer el diagnóstico, con un
elevado porcentaje de adecuación con lo que el paciente sufre.
Este método es el de la entrevista semiestructurada, ya

38
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

explicada más arriba, muy utilizada en el campo médico y


psicológico. En ella hay una serie de preguntas previstas de
antemano, a las que el paciente responde con libertad (se le deja
decir lo que quiera) y, en función de esas contestaciones, el
terapeuta hace libremente preguntas no preestablecidas. Permite
a ambas partes expresarse con flexibilidad, al tiempo que facilita
ahondar en los temas capitales y dejar a un lado los aspeaos
accidentales.
La pregunta clave para iniciar la entrevista es: «qué le trae a la
consulta» o «qué le pasa», o «cuál es su problema».
Es una pregunta concreta pero abierta a cuanto el paciente,
desde su punto de vista o desde su vivencia, quiera y pueda
explicar sobre su padecimiento. Según su capacidad de
introspección («insight»), los pacientes varían mucho al describir
o explicar sus molestias. Algunos dan una información muy
acertada, adecuada, importante y ordenada de su problema. Se
puede decir que estos pacientes dan todas las piezas del
rompecabezas ya montado. Solo falta poner nombre al problema
(diagnóstico) y aplicar un tratamiento.
En el otro extremo, están los pacientes incapaces de dar una
mínima información sobre su problema. Se limitan a decir que
están mal, que están sufriendo mucho, que no se encuentran bien;
pero no pasan de ahí: repiten una y otra vez lo mismo. A estos
pacientes es necesario hacerles un interrogatorio casi-policial
sobre lo que sienten física y psicológicamente. Es como meter y
sacar a ciegas un gancho en un pozo para ver qué se pesca. Con
este sistema existe el riesgo de que el entrevistador obtenga
respuestas que no contribuyen a conocer la enfermedad del
paciente o que le conduzcan por un camino equivocado, que lleve
a descubrir patologías secundarias pero no la principal.
En el medio están los pacientes que con un poco de ayuda del
entrevistador, con algunas preguntas concretas, dan toda la
información necesaria para hacer el diagnóstico. El diagnóstico es
el resultado de la recogida, selección y ordenación de la
información aportada por el sujeto en estudio, según unos
criterios que ha de conocer el entrevistador.
Los pacientes citados en primer lugar saben lo que les pasa y

39
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

por qué les pasa, pero desean saber cómo resolverlo, y, si fuera
posible, prevenir las recaídas. Estos pacientes tienen mejor
pronóstico pues van a entender mejor la solución que se les
proponga (el tratamiento). A los pacientes que, por carecer de
introspección, tienen dificultad para conocer el problema y sus
causas, les va a costar también entender las pautas de tratamiento
y, por eso, su pronóstico es peor.
Una vez recogida la información relevante para el diagnóstico
del problema del sujeto en estudio, es importante conocer los
acontecimientos vitales relacionados con el inicio de la
enfermedad.
Cuando existen acontecimientos claramente relacionados con
el problema, se debe valorar si son de suficiente entidad para
atribuirles un papel causal. Si fuera así, el sujeto podría estar
sufriendo un trastorno reactivo. Si el acontecimiento precipitante
existe pero no es de entidad suficiente, se puede pensar que el
trastorno es reactivo pero que se da en un sujeto
psicológicamente frágil o vulnerable, debido a una personalidad
patológica o a rasgos patológicos de su personalidad. Se trataría
entonces de la patología antiguamente llamada «neurótica». En
estos casos, además de tratar el cuadro desencadenado por el
acontecimiento vital, se ha de tratar el trastorno de personalidad
para evitar su fragilidad psicológica y prevenir así futuros
problemas.
En el polo opuesto están los trastornos mentales de origen
biológico, debidos a una alteración del cerebro, a veces estructural
o anatómica, pero, con más frecuencia, funcional o fisiológica; que
pueden aparecer y reaparecer sin ningún acontecimiento vital que
los desencadene. Pueden también activarse o agudizarse por
efecto de acontecimientos vitales activadores del cerebro (tanto
de signo negativo como positivo para el paciente). En estos casos
se habla de trastornos endógenos o biológicos precipitados por
acontecimientos vitales. El tratamiento es el mismo en un caso y
otro (con acontecimiento precipitante o sin él), pero, de cara a la
prevención de futuras recaídas, se deben intentar evitar los
acontecimientos o regímenes de vida precipitantes. Entre estos,
los más frecuentes son: el acortamiento de las horas de sueño, las

40
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

alteraciones del ciclo sueño-vigilia (trasnochar, trabajo a turnos),


el consumo de sustancias que afectan al metabolismo cerebral
(alcohol y drogas, fármacos) y las situaciones de estrés agudo y
crónico.

3. HISTORIA DE LA ENFERMEDAD

Hay cuatro preguntas que el paciente debería responder para


contextualizar la enfermedad y llegar a un buen diagnóstico. Estas
preguntas son: ¿Qué le pasa? ¿Cómo es lo que le pasa? ¿Cuánto
tiempo hace que le pasa? ¿Por qué le pasa?
Es probable que el paciente haya respondido ya a estas
preguntas, sobre todo a las dos primeras, en el apartado «motivo
de consulta». Pero en este momento es bueno confirmarlo, hacer
esas preguntas o pedir alguna especificación.
La tercera pregunta (¿«cuánto hace que le pasa»?) trata de
delimitar el tiempo que lleva el paciente sufriendo la enfermedad.
Se podrá así concretar si se trata de un proceso agudo o crónico, y
si es un primer episodio o un episodio que se repite en el tiempo
(recaída o recurrencia).
También en relación con el tiempo conviene determinar si la
intensidad de los síntomas es igual a lo largo del día o varía de
intensidad de la mañana a la tarde-noche («variación circadiana»),
cuándo suele ser mayor esa intensidad y si las variaciones en la
intensidad se relacionan con algún contexto ambiental
determinado. En psiquiatría, para realizar un diagnóstico se
precisa, además de un número determinado de síntomas,
concretar el tiempo que vienen durando y el patrón (permanente
o episódico) de su presentación en el tiempo.
La respuesta del paciente a la pregunta «¿por qué le pasa?»
permite conocer el grado de autoconocimiento, que es un factor
que ayuda a establecer el pronóstico de la enfermedad. Las
personas que conocen bien lo que les pasa y los factores que han
intervenido en su causa, tienen mejor pronóstico que las que no
tienen ese conocimiento, pues entenderán mejor y aplicarán más
adecuadamente las indicaciones terapéuticas para recuperarse y

41
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

prevenir recaídas. Es difícil que una persona que ignora las


circunstancias que le afectan negativamente pueda defenderse de
ellas.
Finalmente, interesa saber también qué acontecimientos o
situaciones le han producido mejora cuando ha estado mal, para
incluir esas estrategias de mejora o alivio en las pautas
terapéuticas que se le indiquen.

4. FUNCIONES BÁSICAS: SUEÑO, APETITO, ÁNIMO Y LIBIDO

Estas funciones fisiológicas sufren la influencia de los estados


psicológicos patológicos. El grado y el tiempo de alteración de esas
funciones permiten estimar la gravedad de la enfermedad y medir
la eficacia del tratamiento y calcular el tiempo que se deberá
mantener.
En ocasiones, esas funciones se alteran antes de que aparezca
la enfermedad y se normalizan cuando han desaparecido ya sus
síntomas principales. Pueden también anunciar una recaída. Hasta
que no se normalicen estas funciones básicas no se debería iniciar
la retirada del tratamiento.
A continuación vamos a considerar qué información pueden
aportar las diferentes alteraciones de las funciones básicas.

4.1. Sueño

La alteración más frecuente del sueño es el insomnio, que es


una disminución de la cantidad y/o de la calidad del sueño. El
insomnio impide o limita el efecto reparador, físico y psíquico, del
sueño normal y disminuye el bienestar y el rendimiento vital
durante el día.
El sueño es la función fisiológica más sensible a muchas y muy
diversas formas de enfermedad (física y psíquica), de modo que
dormir bien es la mejor señal de estar sano.
Cualquier enfermedad física, por el malestar corporal que

42
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

produce, impide dormir bien y causa algún tipo de insomnio. Lo


mismo ocurre con cualquier trastorno psíquico que produzca
malestar psíquico: desde una mera preocupación a la angustia
intensa que acompaña a las crisis de pánico o a las depresiones
endógenas, pasando por la angustia asociada a los delirios de las
psicosis o a la agitación de una fase maníaca (en este caso no hay
malestar, sino un bienestar excesivo y una elevada energía vital
que no precisa reparación nocturna).
En general, las personas tranquilas y contentas por el día,
duermen bien por la noche. Por el contrario, las personas
ansiosas, preocupadas, temerosas, sufridoras, angustiadas por el
día tienen problemas de insomnio por la noche.
El insomnio de conciliación suele darse en personas que
acumulan tensión y ansiedad por el día y llegan a la hora de
dormir con excitación cerebral elevada, que requiere mucho
tiempo para atenuarse mediante la relajación y entrar en la fase
de somnolencia, que precede al sueño. Hay otras causas de
excitación cerebral: tomar estimulantes, alcohol, cenas copiosas o
muy condimentadas y realizar actividades emocionantes antes de
la hora de dormir. También pueden impedir dormir bien las
adicciones (tabaco, alcohol, drogas, internet, deportes, sexo). Al
dejar esas actividades, suele darse un síndrome de abstinencia
más o menos intenso, que crea malestar y que también puede
perturbar seriamente el descanso.
Hay algunas personas que usan el sueño como mecanismo de
huida del sufrimiento psíquico, se han acostumbrado a ello desde
niños y les resulta fácil dormirse cuando tienen cualquier
preocupación o malestar. En estos casos, el malestar psicológico
no produce insomnio sino hipersomnia («hipersomnia reactiva»),
que desaparece cuando desaparece el motivo de sufrimiento o
malestar. Todos hemos experimentado el efecto beneficioso del
sueño cuando estamos algo preocupados. Cuando por la noche nos
acostamos para dormir con un problema que nos hace sufrir, al
levantarnos por la mañana estamos menos preocupados, vemos el
problema más sencillo y pequeño. Pero, en ocasiones, el problema
es tan grave que no deja dormir y no se tiene la oportunidad de
lograr ese efecto saludable del sueño.

43
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

Hay que diferenciar la hipersomnia reactiva o psicógena de la


hipersomnia biológica, originada por una alteración del
funcionamiento cerebral llamada narcolepsia, que es una
enfermedad de fuerte carga genética y cuyo único tratamiento es
la toma de estimulantes. Se ha comprobado recientemente que es
útil añadir a los estimulantes una sustancia sedante (ácido
gamma-hidroxibutírico) por la noche para dormir mejor y tener
menos sueño durante el día.
Otros trastornos del sueño asociados a enfermedades
psiquiátricas, que reducen su efecto reparador, son las
alteraciones de su calidad: las pesadillas y el sueño fragmentado
por despertarse frecuentemente.
Las pesadillas son fenómenos de la imaginación durante el
sueño, que producen angustia por su contenido amenazante para
el yo. Se dan en personas que suelen sufrir angustia por el día,
bien por padecer una depresión, un trastorno por angustia o una
psicosis. Si no se tratan esos trastornos psiquiátricos de base, las
pesadillas no desaparecen. También pueden sufrir pesadillas las
personas que han padecido miedos gran parte de su infancia y
tienen incorporado a su personalidad el hábito del temor, por lo
que viven en una actitud de alerta permanente y a la defensiva.
Durante el sueño la angustia y el temor impulsan a la imaginación
a crear sueños de contenidos angustiosos.
El sueño fragmentado por frecuentes despertares es, por
superficial y poco reparador, un sueño de mala calidad. Aunque
sus causas más frecuentes son las enfermedades físicas: síndrome
de apnea del sueño, problemas prostáticos que producen
polaquiuria (necesidad de orinar muchas veces por la noche un
poco cada vez) y los dolores crónicos. Pero es también frecuente
que se deba a un estado de ansiedad o preocupación permanentes,
que permite dormir por cansancio pero con un sueño superficial e
interrumpido (fases II y III): es lo que se suele llamar un
duermevela (dormir pero estando en vela). Un ejemplo típico es el
de las madres que están esperando la llegada de una hija que ha
salido por la noche, o la de una madre que se pasa la noche en
durmevela pendiente de cualquier ruido que pueda hacer su bebé
enfermo.

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Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

Hay personas que padecen un trastorno de ansiedad


generalizada, cuyo síntoma más característico es la preocupación
habitual, por todo. Estas personas duermen preocupadas y suelen
hacer un duermevela, con frecuentes despertares.
Hay otros problemas que disminuyen la calidad y acortan la
duración del sueño, que se estudian en el capítulo de los
trastornos específicos del sueño de los manuales de psiquiatría.

4.2. Apetito

El apetito es también una función fisiológica muy sensible a


las alteraciones física y psíquica de la persona.
Todas las madres se preocupan cuando un niño no come bien
y se alegran de tener hijos con buen apetito. Esto ha cambiado
recientemente, por la presión social sobre los peligros del
sobrepeso de los adultos y, sobre todo, de los niños.
A las madres les preocupa especialmente la salud física de sus
hijos, y saben por experiencia que cuando están enfermos pierden
el apetito y lo recuperan cuando mejoran. En su mente, apetito y
salud van unidos. Cuando un paciente, convaleciente de una grave
enfermedad física, empieza a comer bien y con gusto, todos los
que le rodean, familiares y personal médico, empiezan a pensar
que está cerca la curación definitiva.
Las enfermedades mentales o psíquicas también alteran el
apetito. Por otra parte, es frecuente que los tratamientos
farmacológicos usados en psiquiatría aumenten el apetito.
Los trastornos psicológicos y las situaciones vitales que
causan ansiedad, suelen acompañarse de un apetito aumentado. Y
las personas que, por su manera de ser, viven con ansiedad
habitual, sienten como una sensación de vacío en el estómago que
hay que llenar y que no se calma por mucho que se coma. Es clara
la relación entre la ansiedad o nerviosismo y «oralidad». Por
oralidad se entienden ciertas conductas en las que está implicada
la boca: comer, beber, filmar, morderse las uñas, hablar. Estas
conductas orales calman la ansiedad pasajeramente. Cuando una

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Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

persona come con ansiedad, o para calmar la ansiedad, suele


hacerlo deprisa y tiende a comer pequeñas cantidades muchas
veces durante el día («picar» comida). Al hambre relacionada con
la ansiedad se la suele llamar bulimia o hiperfagia ansiosa, que es
una de las causas más frecuentes de obesidad mórbida, resistente
a los tratamientos dietéticos. En los últimos años, los sujetos que
la padecen son los candidatos más habituales al tratamiento de
cirugía bariátrica para resolver su obesidad.
Por el contrario, las enfermedades que producen, o se
acompañan de, angustia tienden a aminorar el apetito, a producir
anorexia. La angustia, que significa angostura, estrechez, es vivida
por los pacientes como una opresión precordial, o un nudo en la
garganta o en el estómago, que impide apetecer o aceptar
alimentos, que son rechazados hasta que no mejora o desaparece
la angustia.
Así como la ansiedad es propia de las personas con
personalidades nerviosas o ansiosas o con trastornos de ansiedad,
la angustia se da en personas con depresión mayor o endógena,
con una psicosis y durante las crisis de pánico (tabla 3).

Tabla 3
Diferencia entre angustia y ansiedad

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Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

Angustia Ansiedad

Cualidad Física y constrictiva Noética y expansiva

Reacción Sobrecogimiento Sobresalto

Matiz Somático y estático Psíquico y dinámico

Localización Precordial, garganta, Aparato respiratorio


epigastrio
Paralelismo Tristeza Euforia

Presentación Depresión Manta, trastornos ansiedad


Significación
Espacio opresivo (angostura) Tiempo (sensación de prisa)

Potenciación humana
Limitación humana (bloqueo) (activación)

Algunas personas con trastornos de ansiedad y, sobre todo,


con depresión, pueden presentar una alteración cualitativa del
apetito, que consiste en una especial avidez o apetito por
alimentos ricos en hidratos de carbono, especialmente de dulces.
La explicación de esa conducta está en su metabolismo: esos
alimentos estimulan la liberación de insulina, que favorece la
entrada en la célula de los nutrientes (glucosa, aminoácido, ácidos
grasos), que circulan por la sangre tras la absorción intestinal de
los alimentos. Un aminoácido, el triptófano, está libre de esa
acción de la insulina y se mantiene en la sangre, y tiene más
facilidad para entrar en las neuronas, dado que no ha de competir
con otros aminoácidos por los transportadores de membrana.
Dentro de las neuronas, el triptófano es utilizado para sintetizar
una mayor cantidad de serotonina (5-hidroxitriptamina), que es
un neurotransmisor implicado en reducir la ansiedad y mejorar el
ánimo.
Otra alteración cualitativa del apetito es la preferencia por
productos con cacao, como el chocolate. Algunas personas con
tendencia a padecer síntomas depresivos o estados de ánimo bajo
lo apetecen para beneficiarse de su acción estimulante.
Los «antojos» son otra variación cualitativa del apetito, que

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Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

ocurre en el 60-90% de las embarazadas, y que consiste en la


preferencia por ciertos alimentos y bebidas (frutas ácidas, dulces,
lácteos, alimentos salados y condimentados, alimentos fríos y
bebidas con gas) porque disminuyen las náuseas que presentan
debido a la progesterona (hormona que mantiene el embarazo).

4.3. Animo

Es frecuente que las personas hablen de cómo se sienten o de


lo que sienten en diversas situaciones y circunstancias de su vida.
Pero a la hora de hablar de la afectividad y de sus diferentes
elementos cualitativos, es necesario definirlos con precisión, para
no confundirlos o mezclarlos.
Hay cierta unanimidad en diferenciar tres tipos de vivencias
afectivas: emociones, sentimientos y estados de ánimo o humor, y
en reconocer que hay alteraciones de cada una de estas facetas de
la afectividad.
En la mayoría de las enfermedades mentales, pero
especialmente en los trastornos del humor, se altera la
afectividad, apareciendo simultáneamente vivencias patológicas
en sus tres elementos.
Con un propósito pedagógico se van a comentar ahora por
separado algunas alteraciones del ánimo, para ver qué
información se puede obtener sobre las personas que las sufren.
El ánimo o el humor básico es como la música de fondo de
nuestra vida. En ese fondo se sobreimponen otras músicas y
sonidos, de intensidad y cualidad diferentes, que son las
emociones y los sentimientos.
Las emociones y sentimientos tienen que ver con:
- estímulos ambientales y la significación que el individuo les
da;
- sensaciones físicas del propio cuerpo, que el paciente siente
e interpreta según sus experiencias pasadas, y ante las que
reacciona emocionalmente según está acostumbrado a
hacerlo;
- las imágenes, recuerdos y pensamientos que un sujeto tiene

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Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

en un momento determinado, y que se acompañan de una


reacción emocional, que irá desapareciendo con el tiempo,
pero que deja una huella afectiva que son los sentimientos.
Las diferentes emociones y sentimientos experimentados en
la vida dan forma al humor de base o ánimo, como ocurre en el
lecho del río, que se va formando con los sedimentos de los
materiales arrastrados en épocas anteriores. Estudiando ese lecho
de la afectividad (el ánimo) podemos saber cómo está y cómo es
una persona.
Hay personas que habitualmente tienen un ánimo negativo:
temeroso, triste, preocupado, frustrado, insatisfecho,
desesperanzado, desengañado, inseguro. Otras, por el contrario,
pueden tener habitualmente un ánimo positivo: alegre, exultante,
expectante, optimista, sereno, tranquilo, seguro, confiado,
esperanzado.
Esa afectividad de fondo se puede usar como un espejo.
Sabemos lo que hay enfrente del espejo mirando la imagen que en
él aparece reflejada. Si una persona está preocupada, es porque le
preocupa algo de lo que está viviendo o pensando; estimando la
intensidad de la preocupación, deduciremos la importancia que
esas cosas tienen para ese individuo.
Si es una persona que está siempre preocupada, sabemos que
se trata de una persona de carácter o personalidad «preocupona»
(temerosa). Estar preocupado significa temer que algo que va a
ocurrir puede tener consecuencias negativas y va a hacerle sufrir,
y es a este sufrimiento lo que realmente teme. Si una persona está
asustada o temerosa, es que algo de lo que vive o imagina que va a
vivir o recuerda haber vivido es un peligro para su bienestar físico
o psíquico. La conducta de huir o de enfrentarse a los miedos
puede variar la intensidad de la reacción de miedo ante las
situaciones (reales o imaginarias) de peligro, y suele ser un
elemento importante en el tratamiento de estas personas.
Así pues, las modificaciones del estado de ánimo dependen de
los estímulos reales e imaginarios y de la manera como las
personas responden a ellos, lo que, a su vez, dependerá de cómo
ha reaccionado habitualmente en el pasado a estímulos
semejantes, de modo que ha desarrollado un hábito que ha llegado

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Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

a formar parte de su manera de ser o personalidad.


Se puede analizar cada uno de los estados de ánimo de las
personas, para intentar obtener un conocimiento o información
sobre las situaciones que está viviendo un individuo o que ha
vivido a lo largo de su vida y han dejado una huella estable en su
ánimo.
El objetivo final de este análisis del estado de ánimo es llegar a
saber si el sujeto está en una situación anímica normal o
patológica, es decir, si presenta una tristeza normal, debida
vivencias negativas, o tiene una depresión; y si esa situación
anímica es pasajera o permanente, es decir, si se trata de
oscilaciones normales del ánimo o es una manera de ser
(personalidad) del individuo.
Hay oscilaciones anímicas patológicas. Son la ciclotimia
(ánimo elevado y ánimo bajo, pero dentro de una intensidad
baja-moderada y de corta duración (días); y el trastorno bipolar
(elevaciones y descensos del ánimo muy intensos y que duran
meses).
Hay también maneras de ser patológicas por tener un estado
de ánimo habitual patológico como la apatía, melancolía, angustia,
inseguridad, sentimiento de inferioridad, sentimiento de duda,
preocupación, pesimismo, irritabilidad. Se diagnostica de distimia
a la depresión leve, pero permanente, por tener que ver con una
personalidad muy frágil o melancólica.
Se ha de tener en cuenta en el análisis psicológico de un
individuo, que la afectividad influye en todas las funciones
psíquicas y en la conducta de una persona. Por esa razón, se debe
conocer el estado de ánimo en que se encuentra el individuo en el
momento en que nos informa de su mundo interior y de lo que
percibe en el mundo exterior, para saber hasta qué punto la
información que aporta es real o realista, y estimar cuánta
distorsión ha introducido en lo que ha contado. La afectividad, el
estado de ánimo de cada momento, es lo que hace subjetivo a cada
individuo y, por lo tanto, le hace único y distinto de los demás. Así
pues, conociendo su situación afectiva o anímica, la de cada
momento y la habitual, podemos conocer algo de la vida pasada de
las personas, que ha dejado una huella en su afectividad, y

50
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

comprender el modo en que ve el mundo y se ve a sí mismo.

4.4. Libido o apetito sexual

Al igual que el sueño, la libido, o apetito sexual, es un


termómetro fino de la situación física, psíquica y social de las
personas. Así como en el sueño la alteración más frecuente es el
déficit de sueño, en cantidad o calidad, también en el caso de la
libido lo más frecuente es la disminución.
Aunque sea menos frecuente, vamos a tratar aquí primero del
aumento de la libido, para después profundizar en su disminución.
El aumento de la libido se relaciona con estados de ánimo
elevados. Se da en estados de alegría normal, pero, especialmente,
en los de alegría excesiva o patológica. La otra cara de la moneda
es que la falta de alegría, por los motivos que sea, disminuye la
libido.
El trastorno bipolar, tipo I o tipo II, en sus fases maniaca o
hipomaniaca es el trastorno psíquico con el mayor grado de
alegría (euforia) y, consecuentemente, el de mayor aumento de la
libido, que puede manifestarse en forma de gran dificultad para
controlar la conducta sexual, que puede conducir a la
desinhibición sexual y a conductas sexuales de riesgo.
Otra causa frecuente de aumento de la libido es la toma de
alcohol a dosis bajas y moderadas y de sustancias estimulantes
(anfetaminas, cocaína), aunque el consumo prolongado y excesivo
de sustancias produce un efecto contrario, un descenso de la
libido.
Algunas situaciones psicológicas pueden aumentar la libido.
Las más frecuentes son aquellas en las que el individuo
experimenta emociones y sentimientos negativos de intensidad
leve y moderada, pues, si su intensidad es elevada, disminuye o
anula la libido. Entre esos estados afectivos negativos está el
aburrimiento, el sentimiento de soledad, de frustración, de
insatisfacción, de rabia o ira (violencia y libido se asocian a veces,
en especial en el varón). En estos casos, el placer sexual sirve de

51
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

evasión o neutralización de las emociones negativas, pues la


sexualidad produce liberación de endorfinas y estas producen
sensaciones próximas a la euforia. Si un individuo tiene el hábito o
la costumbre de utilizar su sexualidad como antídoto de sus
emociones y sentimientos negativos, se produce una asociación
por condicionado y, cuando surgen vivencias afectivas negativas,
se siente el impulso de anularlas, llevando a cabo ciertas
conductas sexuales productoras de euforia.
Otra causa que aumenta la libido es la realización frecuente de
conductas sexuales, que crean un hábito que, como todo hábito,
conlleva un impulso a reiterar esas conductas. El deportista se
siente impulsado a hacer deporte; el fumador a fumar; el bebedor
a beber. Esto se ve con mucha claridad en los individuos adiaos al
sexo, que sienten un fuerte impulso a buscar el placer sexual
mediante actividades de pensamiento, imaginación, percepción y
acción de contenido sexual.
Hay también causas biológicas del aumento de la libido y de la
conducta sexual (hipersexualidad), como ocurre en personas con
alteraciones cerebrales, como lesiones del lóbulo frontal
(síndrome frontal), algunos casos de epilepsia del polo temporal y
en pacientes bajo medicación dopaminérgica para tratar su
enfermedad de Parkinson (el centro cerebral del placer o
recompensa son neuronas conectadas mediante la dopamina).
Los casos anteriores de hipersexualidad se deben diferenciar
del caso de personas con una personalidad histriónica, o con
rasgos histriónicos en su personalidad, que pueden dar una
imagen de seductoras, provocativas y hasta exhibicionistas en la
esfera sexual, pero que buscan no tanto obtener placer sexual,
sino llamar la atención y manipular la voluntad de las personas de
su entorno para conseguir afecto, admiración y reconocimiento.
Es frecuente que estas personas tengan una libido disminuida,
pues son como niños/ as que quieren jugar a seducir pero no
buscan la intimidad sexual.
Las encuestas afirman que los homosexuales (varones y
mujeres) tienen, en general, una libido más intensa que los
heterosexuales. No se conoce la causa, pero parece estar más
relacionada con aspectos psicológicos que biológicos. Se trata de

52
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

personas más centradas (cognitiva y afectivamente) en la


sexualidad y que, por ello, desarrollan un interés mayor por lo
sexual, con fuertes hábitos de fantasía, pensamiento, percepción y
conductas de contenido sexual. Como ya hemos dicho, el hábito es
una fuerza que empuja en la dirección de las acciones que lo
desarrollan.
A continuación se expondrá una visión general de la
información que se puede obtener sobre personas analizando la
causa de la disminución de la libido. Para un estudio más
profundo y completo se han de consultar los textos especializados
sobre disfunciones sexuales.
En la mayoría de los estudios sobre la incidencia de esta
disfunción sexual, las cifras están en torno al 40% de las mujeres y
el 30% de los hombres. Es esta una cifra más elevada que la que se
podría suponerse a la vista de las imágenes y mensajes que
difunden los medios de comunicación, que tienden a dar la
impresión de que el ser humano es un ser hipersexual.
Las causas más frecuentes de la disminución de la libido son
similares en el hombre y la mujer, y son de tres tipos: físicas,
psicológicas y sociales o relaciónales (algunos autores incluyen
este último tipo dentro del tipo psicológico).
Las causas físicas (orgánicas) más frecuentes son:
- Alcoholismo.
- Abuso de drogas (heroína, cocaína, cannabis).
- Obesidad y sedentarismo.
- Anemia.
- Astenia.
- Medicamentos (antidepresivos, antihipertensivos,
antiandrogénicos).
- Dolores crónicos y dolor relacionado con la actividad
sexual.
- Déficit de testosterona (que normalmente desciende con la
edad pero puede disminuir por algunas enfermedades).
- Enfermedades físicas: diabetes, cáncer, hipertensión
crónica, hipotiroidismo, enfermedad coronaria grave,
adenoma de hipófisis.
Las causas psicológicas más frecuentes son:

53
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

- Estrés o ansiedad crónica.


- Depresión.
- Insomnio crónico.
- Ansiedad o miedo en torno a la sexualidad o sus
consecuencias (embarazo, contagios, fracaso en la ejecución
del acto sexual).
Las causas sociales más frecuentes son:
- Exceso de trabajo.
- Serios problemas de relación conyugal (mutua
desvalorización, conflicto, violencia, rechazo y falta de
respeto).
- Atención a hijos pequeños.
- Falta de intimidad ambiental.
- Preocupaciones económicas y de salud, serias y
persistentes.
- Fracasos repetidos en la vida laboral y social, que afectan a
la autoestima y a la confianza personal.
- Falta de atractivo e higiene de la otra persona.
Así como la repetición de conductas sexuales (imaginarias y
reales) crea un hábito que impulsa a la repetición y, por lo tanto,
aumenta el apetito sexual o libido, también el hábito de
autocontrol, de evitación de las conductas sexuales, lleva a la
disminución de la libido, lo que hace más fácil la abstinencia. Esto
es lo que ocurre en las personas que tienen un compromiso
personal de celibato.
En esta línea, los estímulos eróticos que, por
condicionamiento biológico y aprendido, impulsan a realizar
conductas (respuestas) sexuales, actúan aumentando la libido.
Una persona que está sometida o se somete a frecuentes e
intensos estímulos eróticos puede sentir un importante
incremento de la libido, durante la estimulación y después de la
misma, por tendencia a revivirlas en la imaginación. Lo contrario
ocurre con la supresión de los estímulos eróticos, lo cual forma
parte de los tratamientos de las adicciones sexuales.

5. HÁBITOS DE CONDUCTA

54
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

El ser humano tiende a expresar su modo de ser en su


conducta. En todo lo que hace está presente una señal, una huella,
de su mundo interior. Cada conducta, entendida como acción con
una finalidad, se debe a un motivo que conecta siempre con el
propio modo de ser: actuamos porque nos gusta, nos interesa,
deseamos sentirnos bien, o porque amamos a alguien o algo, por
quedar bien, para que nos quieran. También el modo de hacer las
cosas se relaciona con la manera de ser: con perfección, con orden
o desorden, despacio o deprisa, llamando la atención o sin
llamarla, con optimismo o pesimismo, con ilusión o sin ella.
Con frecuencia, cuando se pregunta a una persona por qué ha
hecho lo que ha hecho, responde que no lo sabe. Esta contestación
tiene varias razones, y cada una de ellas nos dice algo sobre el
modo de ser de esa persona.
Una posibilidad es que no quiera dar a conocer al que
pregunta sus razones para actuar: por falta de confianza, por
temor al juicio del que pregunta, por avergonzarse de sí mismo
por sentirse poco valioso o poco digno para mostrarse tal y como
es a los demás, por ser introvertido y le cuesta hacerlo pues no
está acostumbrado a hablar de sí mismo.
Otra razón es que desconoce realmente la causa de su
comportamiento. Esto se da en personas que tienen una escasa
capacidad de introspección («insight»). La introspección es una
habilidad que se logra con años de práctica de preguntarse a sí
mismo cómo soy y por qué me comporto como lo hago. Se trata
del hábito de examinarse a sí mismo, que tienen las personas
empeñadas en alcanzar un objetivo personal en la vida, y se
examinan con frecuencia para ver si se han desviado de su
objetivo. Esto no ocurre cuando alguien siente poco interés por sí
mismo, por no valorarse o no quererse suficientemente. Estos
individuos vuelcan todo su interés en ser valorados y queridos por
los demás, por esto siempre están pendientes del ambiente que les
rodea y no prestan atención a su mundo interior: se convierten así
en unos completos desconocidos para sí mismos. Su conducta está
motivada, sin que sean conscientes de ello, por estímulos y metas
externas, cuya razón última está en ser queridos y valorados, y
evitar así el sufrimiento que supondría el rechazo y el

55
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

menosprecio de las personas de su entorno.


Así pues, examinar el comportamiento de las personas y las
razones profundas de manera de actuar, es un modo eficaz de
conocerlas. En especial, es útil el estudio de los comportamientos
habituales, los llamados hábitos de conducta, pues tienen relación
con los rasgos de la personalidad.
Dejando para más adelante el análisis de algunos hábitos
básicos de conducta y su relación con la personalidad, vamos a
considerar aquí algunos hábitos, comunes a muchas personas,
pero más o menos cargados de significación clínica.

5.1. Hábito de fumar y de beber alcohol

Las personas con ansiedad, por su manera de ser o como


reacción a situaciones especiales, suelen recurrir a la «oralidad»
para calmarse. Ya se dijo, páginas atrás, que por oralidad se
entienden ciertas conductas en las que está implicada la boca o el
uso de la boca (comer, beber, filmar, morderse las uñas, hablar); y
que la ansiedad se asocia a otras emociones negativas: miedo,
preocupación, inseguridad, duda, tristeza. Algunas conductas de
oralidad, sobre todo fumar, beber alcohol y comer, producen
cambios bioquímicos cerebrales que se acompañan de
sensaciones placenteras y de emociones positivas, que actúan
neutralizando o sustituyendo las emociones negativas previas.
El deseo de fumar y beber aumenta cuando la vivencia
negativa del sujeto se hace más intensa. Por la misma razón, es
frecuente que los fumadores que han dejado el tabaco sientan un
fuerte impulso de volver a fumar cuando se encuentran en
situaciones de gran ansiedad (exámenes, oposiciones) o que
causan gran preocupación o frustración.
Algo parecido ocurre con el consumo de alcohol que, por su
efecto relajante al actuar como inhibidor cerebral, elimina las
sensaciones y emociones negativas que acompañan a la ansiedad;
a dosis bajas, la relajación se acompaña de cierta euforia. Esta es
una de las razones por las que los jóvenes acuden al alcohol los
fines de semana: «para disfrutar». El alcohol les quita la timidez y

56
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

ansiedad social típica de la gente joven, derivada de la baja


confianza que tienen en sí mismos cuando se encuentran
formando parte de grupos numerosos. Al relajarse, son capaces de
hacer cosas (bailar, hablar con espontaneidad, reírse de sí
mismos), que les resultan más gratificantes que estar en un rincón
y callados por la timidez.
Las personas que sufren crónicamente sentimientos de
frustración, amargura, tristeza, desesperanza, son las que incurren
en mayor riesgo de consumir alcohol en exceso y de modo
habitual; más en el caso de los hombres, pues les cuesta más
reconocer que sufren y necesitan ayuda, y deciden entonces
«medicarse» por su cuenta con el alcohol, en vez de acudir a un
profesional para que les indique un tratamiento.
También las mujeres con sentimientos negativos habituales
corren el riesgo de automedicarse con el alcohol, en vez de
tratarse con antidepresivos y ansiolíticos, pues no hay nada tan
rápido como el alcohol para cambiar los estados de ánimo
negativos, aunque este cambio sea pasajero y produzca después
sentimientos negativos de culpa o vergüenza por haber abusado
del alcohol.
Las personas que sufren emociones negativas intensas tienen
poca tolerancia a la frustración: por eso, suelen ser impulsivas, es
decir, actúan de modo automático, sin pensar en las
consecuencias. Corren así mayor riesgo de realizar acciones que
neutralizan las emociones negativas de modo inmediato, a pesar
de que sean inadecuadas, peligrosas y potencialmente adictivas
(alcohol, drogas, compras, juego, sexo).

5.2. Café y otros estimulantes

Las personas que toman dosis bajas de estas sustancias


pueden hacerlo por necesidad o por estar acostumbrados a ellas,
por la ayuda que les supone en ciertos momentos del día o del año
para combatir cierta somnolencia o astenia que acompaña a los
cambios biológicos circadianos o estacionales. Probablemente,
podrían conseguir el mismo efecto con ejercicio físico regular,

57
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

durmiendo las horas necesarias, siguiendo un horario de trabajo


adecuado a su edad y sus cualidades personales y una dieta
equilibrada. Pero esos métodos no son apreciados por la mayoría
de las personas; o no pueden seguirse con regularidad, dadas las
exigentes demandas de la competitiva sociedad de hoy, en la que,
además, los estimulantes son muy accesibles y de efectos muy
rápidos, y gozan, además, de aprecio en una sociedad que ha
prestigiado el consumo de sustancias y medicamentos para lograr
el bienestar instantáneo.
Hay personas que, por su manera de ser, son más propensas al
consumo de sustancias para modificar su condición biológica y
subsecuentemente modificar su condición psíquica. Estas
personas poseen poca tolerancia a la frustración (no soportan la
somnolencia, el cansancio, la falta de concentración o
distraibilidad, la lentitud de pensamiento que acompaña al
cansancio psíquico, etc.); son impacientes e impulsivas, por lo que
necesitan sentirse como ellas desean inmediatamente; además,
están acostumbradas a conseguirlo haciendo algo, lo que sea, en
especial lo que en otras ocasiones les ha dado resultado, como es
el caso del consumo de café y estimulantes. Hay una relación
directa entre la intensidad de esos rasgos de carácter y el
consumo de estimulantes.
Otros rasgos de carácter que pueden llevar a un consumo
excesivo de estimulantes son el perfeccionismo, la competitividad
o la necesidad de éxitos para superar la baja autoestima que
sienten. Tales personas están en tensión permanente para hacer
todo lo que deben hacer y hacerlo perfectamente. Eso les exige
estar al 100% de sus capacidades y energías; pero cuando no se
sienten así y ven su éxito en peligro, sienten un gran temor al
fracaso y están dispuestas a hacer lo que sea necesario para volver
a sentirse en plena forma y disponer de todas sus energías
intactas. Pero eso no se puede conseguir sin estimulantes. Este
proceso de tensión y esfuerzo continuo por hacer muchas cosas y
con perfección, al cabo del tiempo, acaba en una situación de
cansancio crónico progresivo hasta llegar a producir los
trastornos denominados neurastenia, astenia crónica,
«surmenage», «burn out» (síndrome del quemado) o una

58
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

depresión crónica (llamada distimia), que ya no responden a los


estimulantes y que no tienen tratamiento curativo.
5.3. Drogas

En la actualidad y en nuestra sociedad, las drogas son muy


accesibles, forman parte de un gran negocio y aparecen donde la
capacidad adquisitiva es alta. En consecuencia, son muchas las
personas que las han probado y que terminan consumiéndolas
habitualmente. Aunque, por fortuna, los consumidores siguen
siendo una minoría de la población general, la frecuencia más alta
se da entre los jóvenes. Eso supone un grave obstáculo para que
puedan completar el desarrollo normal de su personalidad.
Como en el caso del consumo de alcohol y tabaco, las personas
que prueban las drogas, y las que las consumen habitualmente, lo
hacen por motivos que, en la mayoría de los casos, no proceden de
la razón (pensamiento) sino del corazón, es decir, de la
afectividad. Por contraste, las personas que no las han probado
también tienen sus razones para evitarlas. Así pues, preguntar la
razón por la que alguien consume, o no, drogas podrá aportar
información sobre su manera de ser.
Como muchas personas no se conocen a sí mismas, es
probable que no sepan las razones profundas por las que
consumen drogas. El entrevistador necesita, por eso, conocer
cuáles son las causas más frecuentes por las que las personas
consumen o no consumen ciertas sustancias, y tratar así de
averiguar cuál de ellas es la que encaja en cada individuo,
mediante informaciones paralelas y complementarias.
En general, las personas consumen sustancias porque les
alivian el sufrimiento, bien de modo directo (disminuyendo su
intensidad, o suprimiendo emociones negativas asociadas a él,
como son el miedo, la angustia y la tristeza); bien de modo
indirecto (provocando intensas emociones positivas que
enmascaran o tapan las negativas, a semejanza de un antídoto
contra un veneno o cuando se toma una sustancia dulce para
quitar el sabor de otra amarga).
Las drogas más consumidas se pueden agrupar en tres clases:
cannabinoides (marihuana), estimulantes (cocaína y anfetaminas)

59
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

y opioides (heroína, morfina, analgésicos opiáceos).


Las sustancias que contienen cannabinoides, como la
marihuana y otros productos derivados, se fuman; actúan
produciendo una inhibición cerebral parecida a la del alcohol, que
se acompaña de relajación y despreocupación. Mucha gente, entre
ellos los adolescentes y adultos jóvenes, la consumen para
disminuir el malestar psicológico de las dificultades ordinarias de
la vida. Los consumidores habituales acaban presentando el
síndrome del «pasota», una especie de indiferencia ante los
problemas y responsabilidades, que lleva a la pasividad o a la
búsqueda de sensaciones visuales, táctiles y auditivas que están
amplificadas por el efecto de la marihuana. Se trata de una huida
del sufrimiento, de evitar las frustraciones de la vida, que es una
conducta que impide el normal desarrollo de la personalidad, del
que forma parte la capacidad de tolerar los inevitables fracasos y
asperezas de la existencia. Esa tendencia a evitar, de modo
inmediato y permanente, la frustración usando cannabinoides,
abre el camino al consumo de otras sustancias para producir
euforia, placer o sensaciones especiales. Se ha comprobado
experimentalmente que el consumo de cannabis facilita el
consumo de otras drogas más duras, así como el consumo de
tabaco facilita el consumo de cannabis.
El segundo grupo de sustancias más consumidas son los
estimulantes (cocaína y anfetaminas y sus múltiples derivados:
crack, éxtasis y metanfetamina), que producen de modo inmediato
una sensación física y psíquica de euforia, de alegría química.
Las personas más propensas a consumir estimulantes de
modo habitual son las que necesitan dar una imagen valiosa,
poderosa e importante de sí mismas. Como dice el refrán «dime de
qué presumes y te diré lo que no tienes», las personas sienten
necesidad de dar esa imagen porque carecen de seguridad,
autoestima, firmeza, fortaleza y energía interior.
Propenden también a consumir este tipo de sustancias los
individuos que tienen un sentimiento habitual de tristeza y
abatimiento, que acuden a los estimulantes por la euforia que
producen, para neutralizar sus sentimientos negativos.
Las personas muy necesitadas de éxito y, por lo tanto, muy

60
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

competitivas, deseosas de triunfar sobre los demás, pueden


recurrir a los estimulantes en busca de la energía suplementaria
necesaria para asegurarse el éxito, que les haga ser valorados por
los demás y no sentirse así inferiores.
El tercer grupo de drogas más consumidas son los opioides. La
mayoría de quienes consumen estas sustancias de modo habitual
son personas que sufren mucho crónicamente. A veces ese
sufrimiento no es porque su vida sea muy dura, sino porque
tienen muy escasa capacidad de sufrimiento y de tolerancia a la
frustración. Por alguna razón (médica o por amigos) han
descubierto que los opioides (heroína, metadona, analgésicos
opioides) «bajan el volumen» de sufrimiento que sienten, y, según
la dosis, llegan a eliminarlo, con la ventaja de que esos efectos se
consiguen casi de inmediato después de administrarse la
sustancia.
Así pues, la persona con permanente tristeza, frustración o
insatisfacción puede acudir a los estimulantes en busca de
«alegría química» y puede, con más frecuencia, tomar opioides
para insensibilizarse ante el sufrimiento que le causan sus estados
de ánimo negativos.
Es difícil que una persona alegre, contenta y feliz pruebe las
drogas o que acabe siendo un adicto o consumidor habitual: no
necesita el efecto que se espera de ellas, pues lo tiene de modo
normal. El problema radica en que no es frecuente alcanzar esa
alegría habitual sin haber aprendido antes a sufrir con buen
humor, a sobrellevar bien los fracasos y adversidades («poner al
mal tiempo buena cara»). Hoy no se educa en la resistencia al
sufrimiento para lograr los objetivos valiosos que hacen feliz
(«quien algo quiere, algo le cuesta»).
Para finalizar este apartado, se puede afirmar que, si tenemos
en mente las características más habituales de los consumidores
de drogas, podemos conocer más profundamente a los sujetos que
estudiamos y que consumen drogas. Este conocimiento es
necesario para intentar eliminar la causa que les ha llevado al
consumo y evitar las recaídas por medio de un tratamiento
etiológico.

61
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

5.4. Consumo habitual de fármacos

Conociendo qué medicamentos toma un paciente de modo


habitual podemos saber qué enfermedad crónica padece. No
hemos de olvidar que una enfermedad crónica suele afectar
psicológicamente de un modo intenso. Eso ocurre especialmente
en el caso de las enfermedades graves que, al ser una amenaza
continuada a la vida del paciente, causan un estado de temor
continuo, que dificulta que una persona esté contenta, tenga
iniciativas e ilusiones de futuro. Muchas veces, esas enfermedades
acaban produciendo una depresión.
Los males crónicos que cursan con dolor intenso y
permanente (artrosis, migrañas, artritis, úlceras digestivas,
neuralgias, etc.) obligan a los pacientes a tomar analgésicos de
modo continuado, por lo que pueden desarrollar dependencia a
ellos, o sufrir cambios de humor en relación con la presencia o
ausencia de dolor según estén o no bajo el efecto de los
analgésicos. Los medicamentos de mayor consumo en el mundo
son los analgésicos.
Hay algunas personas que por su personalidad (anancástica,
dependiente, ansiosa) tienden a vivir con una ansiedad elevada o
estrés habitual, lo que, con el tiempo, termina por producir
alteraciones somáticas, diferentes de unas personas a otras, y que
se agrupan en los llamados trastornos psicosomáticos o
somatomorfos. Uno de estos es el dolor crónico (cefalea, dorsalgia,
fibromialgia). Para calmar sus dolores y poder seguir viviendo con
normalidad, esos pacientes precisan tomar analgésicos a diario y
en dosis crecientes. Por ello, ante quienes consumen
habitualmente analgésicos se ha de investigar la razón y la posible
relación con el estrés crónico y con una personalidad propensa a
acumular estrés.
Cuando vemos que una persona toma medicación psiquiátrica
(antidepresivos, tranquilizantes, hipnóticos, neurolépticos y
estabilizadores del humor) podemos conocer que tiene un
problema psicológico. Sabiendo el tipo y dosis de medicación
psiquiátrica, podremos intuir qué tipo de problema psicológico
padece. Conviene, sin embargo, confirmarlo preguntando

62
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

directamente al sujeto en estudio o a su familia.


Si una chica joven (especialmente adolescente) toma laxantes
a diario y en cantidad elevada, y está muy delgada, podemos intuir
que puede tener un trastorno alimentario (anorexia nerviosa).
Si una persona, sobre todo mujer, está siguiendo tratamiento
continuado con hormona tiroidea, es muy probable que padezca
un hipotiroidismo. Conviene tenerlo en cuenta porque ciertos
síntomas: cansancio, anergia, desgana y apatía, pueden ser
síntomas de hipotiroidismo y nos indicarían que la paciente está
inframedicada, cosa que ocurre en el inicio de la enfermedad. Por
el contrario, los síntomas de agitación, intranquilidad interna,
agitación psicomotriz, aceleración del lenguaje, irritabilidad, en
una paciente en tratamiento con hormona tiroidea, permite
sospechar que pueda estar medicada en exceso. Tanto los
síntomas del hipotiroidismo como los de hipertiroidismo pueden
confundirse con los de una depresión y de un trastorno de
ansiedad, respectivamente.
Ya hemos comentado el riesgo de aumento de la libido por la
ingesta de los medicamentos para tratar la enfermedad de
Parkinson. Estos fármacos también pueden producir episodios
psicóticos. El tratamiento continuado con corticoides puede
producir episodios de hipomanía o manía. Los medicamentos con
efectos anti- colinérgicos pueden provocar en los ancianos
delirium y episodios confusionales.
Hay muchos otros medicamentos que se toman de modo
continuado para tratar enfermedades crónicas. Tanto la
enfermedad como el tratamiento pueden producir alteraciones
psicológicas y conductuales, a corto o largo plazo. Conocer bien
cuáles son esas enfermedades y esos tratamientos puede ayudar a
aclarar el origen de cierto número de problemas psíquicos para
los que no se encuentra explicación.

5.5. Aficiones o «hobbies»

El hombre nace, pero también se hace. El comportamiento


habitual deja una huella en la manera de ser de las personas. Esta

63
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

huella es más profunda cuanto más temprano se desarrolla un


determinado hábito. Está comprobado que los niños son muy
moldeables e influenciables, y que las experiencias tempranas
dejan una huella profunda. Si esas experiencias son negativas
pueden producir traumas (bloqueos emocionales de ciertas
habilidades básicas); pero, si son positivas, aportan habilidades
para la buena adaptación y el equilibrio psicológico personal para
toda la vida.
Conocer las aficiones más arraigadas y practicadas por una
persona y sus posibles efectos psicológicos puede darnos
información relevante sobre su modo de ser. Se expondrán a
continuación algunos ejemplos ilustrativos, que, por supuesto, no
agotan el tema.
El deporte regular supone, y contribuye a desarrollar, en las
personas que lo realizan, capacidad de sacrificio, tolerancia a la
frustración, y fuerza de voluntad necesaria para el autodominio.
Libera también la tensión o estrés que se acumula con los
quehaceres ordinarios, con lo que ayuda a prevenir los trastornos
relacionados con la ansiedad. Se cumple así el adagio latino «mens
sana in corpore sano».
Los deportes de equipo, si se practican de modo habitual,
ayudan a desarrollar habilidades sociales, entre ellas la empatía y
la flexibilidad mental, tan necesarias para evitar conflictos
sociales, hacerse querer y aprender a querer a los demás. El cariño
es necesario para el equilibrio psíquico.
Las personas que tienen la afición d ejugar al ajedrez
desarrollan el pensamiento lógico o razonamiento, la empatía y el
autocontrol, evitando la impulsividad y el predominio emocional
en el comportamiento. Una persona que quiere ganar en el ajedrez
debe pensar bien todas las opciones propias y las de sus
oponentes: desarrolla entonces su capacidad de empatía, al tener
que ponerse en lugar de sus contrarios. Además, necesita pensar
muchas jugadas posibles, no basta con pensar la siguiente: eso
desarrolla la capacidad de previsión de futuro y también la de
sacrificio, cuando decide perder una pieza a corto plazo para
ganar al final la partida. Así pues, es una afición que ayuda mucho
al desarrollo equilibrado del psiquismo humano.

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Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

Las personas que tienen aficiones artísticas (música, pintura,


decoración, danza) suelen poseer una gran sensibilidad afectiva y
la desarrollan mucho. La sensibilidad afectiva es necesaria para la
empatía y el conocimiento emocional de los demás, pero, si no
está compensada con una voluntad fuerte y una racionalidad
robusta, puede convertirse en un factor de desequilibrio
emocional, causante de sufrimiento y predispone a la depresión.
Las aficiones que tienen relación con la naturaleza (caza,
pesca, recolección de frutos naturales, jardinería, etc.) permiten
suponer que las personas que las practican tienen mucha
sensibilidad afectiva y son «buenas» (tranquilas, pacíficas,
naturales, sencillas) pues la naturaleza, que es buena, transmite
esa bondad a las personas que pasan mucho tiempo en contacto
con ella, como afirma el refrán: «Dime con quién andas y te diré
quién eres».
La finalidad de todas las aficiones es disfrutar y relajarse. Las
personas que tienen muchas aficiones y las practican con
regularidad están «inmunizadas» psicológicamente frente al
efecto negativo, a corto y largo plazo, de las tareas ordinarias que
exigen esfuerzo, cansan, tensan, preocupan, hacen sufrir y
producen emociones negativas. Así pues, es probable que quien
aprende a mantener un equilibrio adecuado entre obligaciones y
aficiones sea una persona psicológicamente estable, que sabe dar
importancia a lo que la razón dice que es necesario hacer y a lo
que la afectividad necesita para descansar de esas obligaciones.
Resumiendo, el análisis de las aficiones de una persona
permite conocer, en parte, qué inclinaciones naturales le han
impulsado a desarrollarlas y cómo le han influido y moldeado la
personalidad.

6. HISTORIA MÉDICA

En línea con la idea comentada de que el «hombre nace y se


hace», se puede afirmar que las experiencias vitales van
moldeando la personalidad de cada persona. En este proceso no

65
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

solo importan las experiencias concretas (su intensidad, su signo


positivo o negativo, su frecuencia), sino también la reacción
psicológica que causan. Dos personas pueden sufrir una intensa
experiencia negativa, pero su efecto puede ser muy diferente en
una u otra. La reacción psicológica depende de factores ajenos a la
experiencia como son:
- la sensibilidad emocional, determinada genéticamente y
que es un elemento del temperamento con el que se nace;
- el apoyo psicológico por parte de las personas del entorno
(el mejor antídoto del sufrimiento es el cariño);
- y los mecanismos psicológicos de defensa, aprendidos en
experiencias previas, que ayudan a combatir las emociones
negativas (la fuente principal de este aprendizaje es el
ejemplo de las personas del entorno).
Las enfermedades graves y las intervenciones quirúrgicas son
experiencias fuertes, que provocan emociones intensas en las
personas que las sufren. Su impacto psicológico, a corto y largo
plazo, puede ser negativo o positivo, lo cual depende de la edad, el
temperamento y los mecanismos psicológicos de defensa de los
sujetos; del apoyo que reciben de otras personas; y de factores
relacionados con la enfermedad y el tratamiento (años que ha
durado la enfermedad, intensidad del sufrimiento que produce,
secuelas que haya podido dejar, gravedad y tiempo del
impedimento para realizar una vida normal, efectos indeseados
del tratamiento).
Cualquier enfermedad que produzca un defecto físico visible
importante y permanente en un niño pequeño afectará de modo
negativo y permanente su autoestima y le producirá cierto grado
de inseguridad y ansiedad, que tratará de resolver en función de
lo vea hacer a las personas de su entorno y de los consejos
recibidos de las personas significativas. Esta manera de resolver la
inseguridad existencial producirá también modificaciones
importantes en su manera de ser.
Algunas personas que se hacen duras sufriendo, aguantarán
bien otros sufrimientos futuros (se habitúan, hacen «callo»
psicológico); otras, en cambio, aguantan menos los sufrimientos,
se hacen temerosos e hipocondríacos (se han sensibilizado y

66
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

desarrollan «fobia» a sufrir). Este efecto de signo opuesto depende


de la actitud que haya tenido la persona ante los sufrimientos
padecidos: de aceptación, no de conformismo, en el primer caso; o
de rechazo (queja, lamento, enfado, tristeza) en el segundo.
Escoger una u otra actitud depende mucho de los ejemplos vistos
en otras personas, y también de la actitud general de la sociedad
hacia el sufrimiento. Es difícil que una persona acepte un
sufrimiento cuando ve que sus seres queridos no aceptan el
sufrimiento de verle sufrir.
6.1. Intervenciones quirúrgicas

Saber si una persona ha sido sometida a intervención


quirúrgica y qué tipo de intervención, permite suponer que ha
sufrido un estrés de cierta intensidad, tanto por la intervención
como por la enfermedad, pues se piensa, en general, que son más
graves las enfermedades que precisan cirugía. Cabe suponer que
cuanto más grave haya sido la enfermedad y más seria la
intervención quirúrgica que ha requerido, más intensa habrá sido
la experiencia vital, y mayor su repercusión psíquica. Averiguar
cómo una persona reaccionó ante esas vivencias sirve para
conocer su capacidad de tolerancia al sufrimiento y a la
frustración.
Interesa obtener esa información desde dos perspectivas, la
del paciente y la de su familia, para ver si coinciden o no. Si no
hubiera coincidencia, interesará analizar la razón del desacuerdo,
que, de ordinario, se origina en el modo de ser del paciente.
Algunos son introvertidos y no muestran sus emociones; otros son
muy extrovertidos, las expresan de modo exagerado, y dan de
ellas una versión errónea por exceso.
Hay intervenciones quirúrgicas que tienen un efecto muy
positivo en la autoestima y seguridad personal, pero que, a la vez,
dan pistas sobre la posible influencia negativa que la enfermedad,
motivo de la operación, ha tenido en la manera de ser del paciente.
Eso ocurre en los casos de defectos físicos congénitos o adquiridos
tempranamente en la vida, que, por ser considerados
negativamente por las personas del entorno, suelen acompañarse
de un complejo de inferioridad de intensidad variable. Es el caso

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Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

de los niños que padecen estrabismo, labio leporino, miopía


intensa, orejas en soplillo, cifosis o escoliosis, y otras
deformaciones de la cara y del cuerpo que son visibles por las
demás personas.
La cirugía reparadora de esos trastornos libera a los pequeños
pacientes de una gran carga psicológica negativa, aunque no se
puede olvidar que la restauración de la autoestima y seguridad
personal suele requerir más tiempo que la recuperación de la
normalidad física. En los casos de defecto físico corregible,
informar tempranamente al niño de que, cuando llegue el
momento oportuno de su desarrollo físico, su defecto será
corregido o mejorado con la cirugía, disminuye el daño psicológico
que produce, pues fomenta la esperanza de que el sufrimiento es
solo temporal. La esperanza es un factor clave en el buen
pronóstico de las enfermedades y en la eficacia de los
tratamientos. De todos modos, conviene practicar esas
intervenciones lo antes posible para evitar las repercusiones
psíquicas negativas profundas y permanentes.

6.2. Enfermedades graves

La gravedad de las enfermedades determina la intensidad del


sufrimiento físico y psíquico que producen en el paciente y sus
familiares. La gravedad tiene que ver con la intensidad y duración
del sufrimiento, y con las secuelas físicas y sociales que conllevan.
Estas dos últimas características (la duración, la gravedad de las
secuelas) son las que más repercusión psíquica tienen a largo
plazo, y las que pueden ejercer efectos negativos (baja autoestima,
inseguridad, sentimiento crónico de frustración), o también
positivos (tolerancia a la frustración, resistencia al sufrimiento,
capacidad de superación). Como ya hemos adelantado, el sentido
de la influencia psicológica depende de la reacción emocional del
sujeto, que depende, a su vez, del ejemplo de los seres queridos
ante el sufrimiento propio y el del paciente, pues son el principal
modelo para ese aprendizaje.
Con frecuencia, las enfermedades crónicas y con secuelas

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Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

importantes (parálisis, sordera, cegueras, cojeras, diabetes,


alergias, etc.), impiden la realización de ciertas actividades físicas,
sociales y académicas normales. Esta imposibilidad de ser como
los demás, lleva a las personas que las padecen a sentirse
inferiores, lo que afecta negativamente a la autoestima, la
seguridad en sí y al estado de ánimo, y aumenta el riesgo de sufrir
trastornos de ansiedad y del humor en la vida adulta.
La información de cómo se han llevado los sufrimientos y las
limitaciones físicas de las enfermedades padecidas nos servirá
para conocer la personalidad del paciente y su posible
vulnerabilidad psicológica para padecer trastornos psiquiátricos.

6.3. Pérdida de conciencia

Toda pérdida de conciencia supone que el funcionamiento


normal del cerebro ha sufrido un daño relevante, que podría, o no,
dejar secuelas cerebrales permanentes con repercusiones directas
(lesión cerebral) o indirectas (reacción psicológica) en el
funcionamiento cognitivo y afectivo del individuo.
La información detallada de las ocasiones en que se ha
perdido la conciencia, su duración, causa y secuelas puede darnos
pistas importantes para entender la manera de ser y de
comportarse de la persona estudiada.
Las causas más frecuentes de pérdida de conciencia son los
traumatismos craneoencefálicos, la falta de riesgo cerebral
(lipotimias y alteraciones cardíacas), la hipoglucemia, los
derrames y trombosis cerebrales, las crisis epilépticas (aunque
propiamente no son una pérdida de conciencia) y las crisis
disociativas (antigua histeria de disociación).
En los traumatismos craneoencefálicos con pérdida de
conciencia puede haber una afectación funcional pasajera con
recuperación completa; pero puede también producirse una
afectación estructural, con destrucción neuronal, que deje
secuelas permanentes en el funcionamiento cerebral y en el
funcionamiento psicológico. Esta afectación permanente varía
cuantitativa y cualitativamente en función del número y

69
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

localización de las neuronas afectadas.


La duración y profundidad de pérdida de conciencia, el tipo de
amnesia producida (anterógrada y/o retrógrada), el grado de
afectación motora y sensorial; si hay situación de coma, su
intensidad; y la imagen de lesión cerebral obtenida con las
pruebas de neuroimagen, pueden ayudar a estimar las posibles
secuelas a largo plazo.
En las pérdidas de conciencia por problemas de riego
sanguíneo encefálico puede darse una gran variación en la
afectación cerebral, desde casos de alteración funcional pasajera
con recuperación completa (lipotimias, accidentes
cerebrovasculares transitorios) hasta lesiones con secuelas
permanentes, tanto a nivel motor como cognitivo-conductual.
Se dan casos de afectación leve pero permanente del cerebro a
consecuencia de una parada cardíaca (arritmias graves o infartos
de miocardio), con falta de riego cerebral de más de cinco minutos
de duración, que, gracias a las maniobras de resucitación
cardiopulmonar y a la atención cardiológica temprana, se
consigue recuperar la función cardíaca y el paciente sobrevive sin
secuelas motoras o sensoriales. Pero, sin que se sepa claramente
la causa, presentan un deterioro leve pero permanente del
funcionamiento psíquico, que repercute negativamente en el
rendimiento laboral, familiar y social. Se trata de una situación
paradójica pues el cerebro estructuralmente parece no estar
dañado, pero el funcionamiento psicológico ha empeorado hasta
el punto de que se puede perder el trabajo, producir una ruptura
matrimonial, perder la empatía social y tener problemas con los
amigos. Se sospecha que la afectación cerebral podría localizarse
en algunas conexiones neuronales subcorticales, especialmente
del sistema límbico.
Esos trastornos cognitivo-afectivo-conductuales que son
consecuencia de afectación cerebral por un traumatismo o por
alteración de riego vascular se diagnostican como un «trastorno
orgánico de la personalidad», un cajón de sastre donde se incluyen
también las alteraciones de conducta permanentes debidas al
consumo crónico de drogas o alcohol, a ciertas enfermedades
degenerativas como la esclerosis múltiple, a infecciones

70
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

cerebrales como la tuberculosis y toxoplasmosis, a la hipertensión


intracraneal idiopática y otras enfermedades.
Las pérdidas de conciencia por crisis hipoglucémicas no
suelen producir afectación estructural del cerebro pues son
pasajeras, aunque, si no se tratan con rapidez, pueden tener riesgo
vital. Así pues, o se produce una recuperación completa o pueden
conducir a la muerte. Es rara la situación intermedia con lesión
cerebral permanente. En los enfermos con diabetes tipo I, estas
crisis hipoglucémicas son frecuentes, y en su curso evolutivo suele
haber afectación vascular cerebral, capaz de causar lesiones
multiinfarto cerebral, que puede acabar produciendo, después de
muchos años, una demencia vascular (la segunda en frecuencia
después de la demencia de Alzheimer).
En las crisis convulsivas, debidas a una activación brusca y
generalizada del cerebro, ocurre también una afectación del nivel
de conciencia, de intensidad variable según el tipo de crisis. En el
caso de las crisis tónico-clónicas, que son las más frecuentes y
típicas, además de la disminución del nivel de conciencia se
produce una afectación de la musculatura de todo el cuerpo, con
una fase de contractura tónica que dura unos pocos segundos,
seguida por otra de movimientos clónicos de las extremidades y la
cabeza, más duradera que la fase tónica. Estas crisis son
motivadas por lesiones cerebrales de diferente causa: toma de
ciertos medicamentos, traumatismos, tumores cerebrales, fiebre
muy elevada (sobre todo en niños), intoxicaciones, infecciones. Se
dan también en la enfermedad llamada epilepsia, que está
producida por un núcleo de neuronas bien patológicamente muy
sensibles a ciertos estímulos, bien capaces de avivarse
espontáneamente, saltándose el control de las neuronas
inhibidoras, y que contagian su actividad a todo el cerebro.
Las crisis convulsivas son fáciles de diagnosticar por una
persona con un poco de experiencia, sobre todo si se presentan en
la versión clásica tónico-clónica. Es más difícil el diagnóstico
cuando se trata de las llamadas crisis parciales (simples o
complejas) en las que los síntomas principales son
cognitivo-afectivos.
Tiempo atrás, las crisis convulsivas se confundían con las

71
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

crisis histéricas, que veremos a continuación, sobre todo cuando


estas últimas se acompañan de agitación psicomotriz, que puede
parecerse al tipo de crisis convulsiva tónico-clónica.
En la actualidad, las crisis histéricas con pérdida o
disminución de conciencia se denominan trastornos disociativos.
Se trata de unas pérdidas de conciencia psicógenas (por una
reacción emocional). Estos episodios de desconexión de la
realidad mediante el desvanecimiento suelen ocurrir ante
situaciones de gran carga emocional negativa (frustraciones), en
personas de gran sensibilidad emocional y escasa tolerancia a la
frustración, rasgos propios de la personalidad histriónica.
Es preciso, por tanto, estudiar bien las características de las
pérdidas de conciencia para saber si son de origen orgánico
(afectación cerebral) o psicógeno (reacción emocional). Una vez
descartado el origen orgánico, mucho más frecuente, se analizará
la posibilidad de su origen psicógeno. Ayuda a confirmarlo la
pérdida de conciencia ante una situación frustrante, mayor
duración de las crisis (varios minutos), mayor aparatosidad y falta
de tipicidad de los movimientos durante la crisis y la presencia de
rasgos de personalidad histriónica, y la ausencia de signos y
síntomas de organicidad durante el episodio de pérdida de
conciencia (descontrol de esfínteres, reacción vegetativa, daño
físico al caerse).
Conocer con certeza que la persona en estudio padece una
pérdida de conciencia disociativa, permite suponer una manera de
ser histriónica, cuyas características se estudiarán con más detalle
en la parte final de este libro. Es esta una información muy
importante para entender y tratar a estas personas.
6.4. Molestias físicas habituales

Por la estrecha relación entre cuerpo y mente, que se


denomina unidad psicosomática del ser humano, las sensaciones
físicas positivas (relax, bienestar) producen emociones positivas
(contento, tranquilidad, optimismo, disfrute, seguridad); y las
negativas, su equivalente psíquico negativo. Y también al revés:
las vivencias psíquicas de un signo u otro tienen repercusiones y
manifestaciones físicas de la correspondiente tonalidad. Para leer

72
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

las manifestaciones físicas de las vivencias psíquicas se precisa


conocer el lenguaje gestual y corporal, que es una vía
complementaria para conocer a las personas. Más adelante nos
detendremos con detalle en algunos aspeaos del lenguaje
corporal. Ahora realizaremos una primera aproximación al tema.
Desde hace muchos años existen listas de trastornos
somáticos o físicos originados por trastornos psíquicos. Incluso
hay profesionales dedicados al estudio de esa relación, que
constituye una especialidad llamada medicina psicosomática. Son
continuadores de los médicos internistas o especialistas en
patología general que se interesaron en esa relación patológica
mente-cuerpo.
Más recientemente, los psiquiatras han reivindicado este
grupo de enfermedades por su origen psíquico, que hoy se
denominan «trastornos somatomorfos» o «trastornos por
somatización». Todos los órganos y sistemas orgánicos pueden
presentarlos. Uno de los más frecuentes es el «trastorno por dolor
somatomorfo», que es un dolor crónico en diversas partes del
cuerpo y de difícil tratamiento.
En este apartado no se incluyen las manifestaciones somáticas
de ciertos cuadros psiquiátricos específicos, como son la
depresión, los trastornos por angustia, las psicosis con
alucinaciones cenestésicas y propioceptivas, ni los trastornos
conversivos (antigua histeria de conversión).
Es necesario conocer bien los trastornos somatomorfos más
frecuentes y típicos, para diagnosticarlos pronto y evitar a los
pacientes el largo peregrinar por diversos especialistas que les
someten a multitud de pruebas físicas.
En todos los manuales de psiquiatría hay buenas
descripciones de los trastornos somatomorfos más frecuentes y
de los equivalentes somáticos de la depresión, de los síntomas
físicos que acompañan a las crisis de angustia, de los cuadros
somáticos que son alucinaciones o delirios corporales y de los
trastornos conversivos más frecuentes.
A continuación se exponen algunas manifestaciones somáticas
frecuentes de las personas con ansiedad elevada y habitual, pues
la ansiedad es síntoma que forma parte de muchos trastornos

73
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

psiquiátricos (trastornos de ansiedad y trastornos del humor) y


de muchos trastornos físicos (trastornos somatomorfos y algunas
enfermedades autoinmunes como el vitiligo y la psoriasis).
La ansiedad pone en acción el sistema de la alerta del cuerpo,
que es el sistema vegetativo simpático. Este forma una malla de
fibras nerviosas situada en las paredes de las arterias y libera
adrenalina para producir su efecto en todo el organismo.
Mediante tal acción simpático-adrenérgica, el organismo activa
más su funcionamiento, gasta más energía y termina por cansarse.
Si la activación es continua y no equilibrada por el sistema de
descanso y de recuperación de energía, el sistema vegetativo
parasimpático, que libera acetilcolina para realizar su acción, se
producen alteraciones funcionales y, más tarde, lesiones orgánicas
permanentes.
Las manifestaciones físicas más frecuentes de la actividad
simpático-adrenérgica, y por lo tanto de la ansiedad, son:
- A nivel cutáneo: hiperhidrosis (sudoración) de manos y
otras partes del cuerpo, frialdad de manos y pies, palidez de
la cara, caída del cabello (por vasoconstricción de las
arterias capilares).
- A nivel muscular: temblor de manos, tics, dolor mandibular
por contracción permanente de los músculos maseteros,
tartamudeo, inquietud psicomotriz, cefalea tensional,
sensación de cansancio por tensión muscular habitual.
- A nivel digestivo: gastritis, el colon irritable, dificultad para
tragar (bolo esofágico o gástrico), aumento o disminución
del apetito, onicofagia.
- A nivel cardiovascular: hipertensión arterial, taquicardia,
migraña.
- A nivel renal: poliuria (frecuente necesidad de orinar).
- A nivel inmunológico: descenso de la inmunidad celular
que facilita las infecciones, sobre todo víricas.
- A nivel del sueño: insomnio, sueño superficial y no
reparador, pesadillas, bruxismo (movimientos de frotación
de las mandíbulas entre sí, con desgaste de los dientes y
dolor en los músculos maseteros al levantarse) y aumento

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Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

de las parasomnias (movimientos, gritos, somniloquia,


sonambulismo, terrores nocturnos).
Conocer la relación que estas alteraciones tienen con la
ansiedad permite discernir que una persona está ansiosa, o que es
ansiosa si estas manifestaciones son habituales y no
circunstanciales, y la intensidad de la ansiedad tiene relación con
la intensidad de sus manifestaciones corporales.

7. HISTORIA BIOGRÁFICA

Ya hemos comentado que las experiencias vitales durante la


infancia van modelando la manera de ser (el carácter o
personalidad) a partir de unas inclinaciones naturales
determinadas genéticamente (temperamento). Las experiencias
vitales pueden ser positivas y negativas, pueden ser únicas o
repetidas, esporádicas o habituales. Estas últimas, como es el caso
de los patrones educativos de padres, maestros y modelos
sociales, están presentes en la vida de una persona durante años y
producen una influencia poco perceptible, pero constante,
dejando una profunda huella en la personalidad: son como el agua
del río que va puliendo las piedras del cauce.
Conocer el contexto en el que ha vivido un individuo permite
intuir la huella que ha dejado en su manera de ser. Es como tratar
de conocer la forma de un objeto mirando el molde en el que se ha
formado.
Con este fin, podemos pedir al sujeto en estudio que escriba su
biografía. Aunque es más asequible y concreto solicitarle que haga
una lista de unas pocas (cinco, diez) experiencias positivas
importantes de su vida, y de otras tantas negativas, y que relate
cómo las ha vivido. Más adelante se expondrá la manera de
realizar el análisis detallado de esas biografías.
Otras veces, se pregunta al paciente algunos aspeaos de las
etapas más significativas de su vida, para deducir la influencia que
hayan podido ejercer en su modo de ser. Esto es lo que veremos a
continuación.

75
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

7.1. La infancia

Al preguntar al sujeto sobre su pasado, se ha de empezar por


la infancia. Cada entrevistador suele preferir ciertas preguntas y
las formula a su manera. Aquí se seguirá una determinada pauta
de preguntas y un modo de interpretar las respuestas del sujeto,
para ilustrar cómo obtener información sobre las personas
estudiadas.
Conviene empezar por una pregunta general y después pasar
a otras más particulares. Así por ejemplo, a la pregunta general
sobre si «fue feliz de niño» podemos obtener tres posibles
respuestas: «si», «no», «no sé». Estas respuestas pueden ser más o
menos coincidentes con la realidad objetiva, pues una persona ha
podido tener una infancia dura, incluso desgraciada, pero, si la
impresión subjetiva es de una infancia feliz, hemos de suponer
que la repercusión en su psiquismo no ha sido negativa.
Agatha Christie dice, en el inicio de su autobiografía, que «no
hay nada más importante para una persona que tener una infancia
feliz». La felicidad es una fuerza que empuja al ser humano a
desarrollar al máximo sus potencialidades. La infelicidad, en
cambio, encoge, inmoviliza y repliega sobre sí mismas a las
personas, les impide vivir según sus posibilidades, y llega a frenar
o detener el desarrollo normal de la personalidad. Eso, en la vida
adulta, puede dar lugar a una gran variedad de patologías
psiquiátricas.
Sea afirmativa o negativa la respuesta sobre la felicidad en la
infancia, la pregunta siguiente es ¿por qué? Conviene saber por
qué file feliz o infeliz. A modo de ilustración sobre la información
que se puede obtener de las posibles respuestas a esta pregunta,
vamos a analizar las más habituales.

a) Fui feliz porque todo me fue bien (nunca tuve problemas, al


menos problemas importantes)
Cuando una persona durante la infancia ha sido feliz porque
no ha tenido conflictos, se puede intuir que es una persona que no
ha aprendido a superar o resolver problemas, y tal carencia puede

76
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

favorecer que, cuando se le presenten problemas importantes,


pueda sufrir un desequilibrio psíquico. Es como si un niño no se
hubiese puesto la vacuna del sarampión y no tiene anticuerpos
contra este virus, por lo que si se infecta en la vida adulta puede
sufrir graves consecuencias por afectación cerebral.
Para ahondar y concretar más, conviene preguntar ¿por qué
no ha tenido problemas durante la infancia? Una posible
respuesta es que sus padres siempre se los han solucionado, sus
problemas pasaban a ser problemas de sus padres. Esto supone
una sobreprotección familiar, que tiende a crear personalidades
dependientes de los demás y llevar, en la vida adulta, a una
búsqueda continua de protección en los otros para resolver las
dificultades normales de la vida. Esa protección se consigue,
solamente en parte y por cierto tiempo, mediante la sumisión a
otros y a costa, por tanto, de perder mucha libertad y autonomía
personales.

b) Fui feliz porque las personas de mi entorno me querían


Sentirse querido es un ingrediente principal del buen
desarrollo psicológico de la persona. Otro ingrediente necesario es
sentirse exigido, a cada edad, a cumplir las correspondientes
obligaciones, pues adquirir nuevos aprendizajes cuesta, requiere
un esfuerzo. Unos padres o educadores que creen que amar o
querer a sus hijos o alumnos supone no hacerles sufrir, hasta el
punto de no exigirles nada que les cueste esfuerzo ni castigarles
cuando se portan mal, o bien han entendido mal el cariño, o bien
se quieren más a ellos mismos, ya que no quieren ellos sufrir
viendo sufrir a las personas que quieren, en lugar de enseñarles a
sufrir con aceptación y buen ánimo. Eso puede ocurrir, a veces,
con niños o niñas que pasan mucho tiempo con sus abuelos, que
les dan mucho cariño y no les exigen nada por no hacerles sufrir.
Veremos con más detalle, en un capítulo posterior, el influjo de
este patrón educativo en la formación de la personalidad.
Se puede intuir que, si un niño/a ha sido querido por sus
padres, educadores y compañeros/as, ese niño/a de pequeño
tenía cosas valiosas que hacían que los demás le quisieran; entre

77
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

esas cosas valiosas, una relevante es el buen carácter. Al ser


premiados con cariño, los niños de buenas maneras y de buen
carácter, persisten en ese modo de comportarse, lo que hace
suponer que, en el futuro, seguirán siendo personas de buen
carácter y con buena capacidad de empatía, que les llevará
adaptarse bien a los demás de su entorno, con lo que se llevarán
bien con ellos, y, de ese modo, se harán querer. Esta capacidad de
adaptación supone flexibilidad psíquica (cognitiva y afectiva).
c) No fui feliz
A las personas que no fueron felices durante la infancia,
cuando se les pregunta por la razón pueden decir que no la saben,
sea por una represión u olvido inconsciente de las vivencias
negativas, sea por falta de conocimiento personal, que les lleva a
no saber lo que les afecta. Saben solo que se sienten mal, que no
son felices, pero ese es un conocimiento de los efectos y no de la
causa y, por tanto, superficial. Tal ignorancia del yo profundo
puede significar desinterés de uno mismo, por sentirse sin valor
(inferior) y, por tanto, indigno de ser querido: todo el mundo se
interesa por conocer lo que quiere y a quién quiere.
Otra razón por la que alguien contesta diciendo que no sabe
por qué fue infeliz, puede que sea por no desear contarlo (para no
volver a sufrir), y piensa que diciendo que no lo sabe nadie va a
insistir en que lo cuente. Por esto, cuando alguien conteste así, se
le ha de preguntar si es cierto que no sabe la causa, o prefiere no
contarla. Los que contestan que prefieren no contarla hacen
suponer que se trata de algo vergonzoso o humillante; o que aún
no lo han asimilado, y les sigue haciendo sufrir cuando lo
recuerdan. No serán capaces de contarlo hasta que tengan mucha
confianza en la persona que trata de conocerles.
Hay quienes creen saber la razón de su infelicidad, pero no la
conocen con profundidad. Estas personas pueden decir que no
fueron felices porque sus padres preferían a sus hermanos; o
porque, por ser el líder o la líder de la clase, los profesores le
tenían manía; o porque, por ser ricos sus padres, sus compañeros
le tenían envidia. Los que proyectan en el mundo exterior la causa
de sus problemas o sufrimientos, hacen sospechar que quizás no
se conocen bien porque no soportan la verdad sobre sí mismos,

78
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

que es negativa y les haría sufrir. Prefieren auto engañarse y


proyectar la culpa en los demás.
Cada sujeto emplea desde niño algún mecanismo de defensa
psicológico para combatir el sufrimiento. El empleado en el caso
que acabamos de señalar se denomina «proyección» de
responsabilidades o culpas en los demás. Algunos de estos
mecanismos son eficaces a corto plazo (evitan el sufrimiento o lo
disminuyen) , pero pueden a largo plazo provocar patología
psíquica. Por esta razón, a las personas que no han sido felices
desde niños, después de preguntarles la causa, conviene
preguntarles como combatían ese sufrimiento o en qué se
refugiaban para no sufrir. Podremos así descubrir qué mecanismo
de defensa emplearon entonces, y que, por desarrollar un hábito,
siguen empleando en la vida adulta.
En todos los libros de psicología se incluye la lista de esos
mecanismos de defensa: negación, proyección, desplazamiento,
disociación, formación reactiva, fantasía, compensación,
represión, racionalización (justificación), sublimación, regresión,
aislamiento, anulación o reparación, introspección (ver tabla 4).
A veces la razón para la infelicidad durante la infancia es muy
concreta y bien conocida por la persona en estudio. Puede que sea
por ser hijo/a único/a y haberse sentido muy solo/a al tener a sus
padres trabajando todo el día. Estas personas desarrollan un
profundo rechazo (fobia) a la soledad, y durante su vida adulta se
empeñan en estar siempre acompañadas, sintiendo un gran temor
a volver a quedarse solas; pueden tener conflictos con los demás
al tratar de retenerlos junto a ellas y no dejarles libres. Suelen
ahogar a los demás por ser posesivas, controladoras, celosas.
Otra razón específica de la infelicidad infantil puede ser un
defecto físico (obesidad, orejas en soplillo, cojera, tartamudez),
que les produce un profundo sentimiento de inferioridad o un
grado mayor o menor de ansiedad social (hasta la fobia social) por
avergonzarse de su físico. El sobrepeso, sobre todo en las mujeres,
puede dar lugar a una preocupación excesiva por la imagen
corporal, hasta llegar a la anorexia nerviosa, o a poner la base de
su seguridad y autoestima no en valores internos personales, sino
en su aspecto físico, lo que podría llevar al histrionismo o

79
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

narcisismo.

80
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

Tabla 4
Mecanismos de defensa psicológicos

Anulación. Consiste en pensar, recordar, imaginar, percibir o actuar de una


manera opuesta a aquellas que nos han producido emociones negativas y
así evocar emociones positivas que las neutralicen o anulen. Es frecuente
que cuando una persona trata mal a otra por dejarse llevar del mal genio se
sienta culpable y que, para aliviar esa culpabilidad, trate especialmente
bien a la siguiente persona con la que interactúe y así sentirse bien.
Aislamiento. Consiste en separar los pensamientos, percepciones,
recuerdos, imágenes o juicios sobre los propios comportamientos negativos
de la reacción emocional que producen. Es como poner un muro de
separación entre el mundo cognitivo y el afectivo para no sentirse mal ante
ciertas vivencias psíquicas negativas. También podría decirse que es un
proceso de autoanestesia de la afectividad para no sentirse mal ante las
propias vivencias negativas.
Compensación. Es el mecanismo por el que una persona trata de
compensar o equilibrar los sentimientos y emociones negativas que se
sufren a causa de limitaciones, fracasos, errores o carencias, mediante el
desarrollo de capacidades positivas o valiosas, reales o imaginarias, para
sentirse afectivamente bien.
Conversión. Cuando sufre una vivencia negativa que se produce angustia
intensa, algo insufrible y que requiere una liberación inmediata, algunas
personas buscan esa liberación en el mundo exterior mediante diversas
estrategias, otras lo canalizan a través de su cuerpo, por la estrecha
relación mente-cuerpo, en forma de dramáticos trastornos físicos (parálisis,
cegueras, afonías), que se acompañan de importantes cambios en el
entorno de la persona y muchas veces liberan al paciente de la situación
que le provocaba la angustia. Estos trastornos físicos (conversivos)
desaparecen cuando desaparece en el paciente la angustia y el temor a
volver a padecerla, pero vuelven a aparecer en situaciones semejantes.
Desplazamiento. Consiste en desviar la energía o el impulso que producen
las emociones intensas (positivas y negativas), surgidas en respuesta a
estímulos ambientales, hacia otros estímulos sin relación con los
originarios. Esto ocurre cuando no pueden dirigirse al estímulo que las
provoca. Es frecuente que ocurra con la ira provocada por una situación o
una persona, que impulsa a la violencia, que se dirige normalmente hacia el
causante de la ira. Pero, si por miedo a represalias no puede dirigirse hacia
el causante, se dirige a otros objetos o personas (dando lugar a fenómeno
del «chivo expiatorio»). En el caso de una persona que ama a otra y es
rechazada por esta, cuando canaliza su amor hacia otra persona a la que no
ama: lo hace solamente en apariencia, a modo de sustituto.

81
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

Fantasía. Este mecanismo consiste en crear con la imaginación un mundo


fantástico en el que todo sale como uno desea y uno se siente así bien,
pues logra neutralizar los sentimientos negativos que produce la realidad
que está viviendo. Consiste en realizar y lograr de forma imaginaria lo que
se desea intensamente y que difícilmente se podría alcanzar en la realidad.
Cuanto más vaya creyendo que ese mundo fantástico es real, o puede
llegar a ser real, tanto más intensas son las emociones que produce su
contemplación. En los casos extremos llega a la mitomanía: contar a los
demás como verdaderos hechos no ocurridos, sino imaginados, en los que
el sujeto queda bien o evita quedar mal. Esto es así porque el sujeto se cree
sus fantasías y, por lo tanto, sus mentiras.
Fijación. En el desarrollo normal de la personalidad, el sujeto puede
descubrir que la nueva etapa a la que ha llegado le genera angustia. Tiende
entonces a huir de ella, o a no entrar en ella, volviendo con la mente y el
comportamiento a etapas anteriores del desarrollo (infancia, adolescencia,
cuando era soltero o casado) en las que era feliz. Se dice que esas personas
se han quedado «ancladas» o «fijadas» en etapas de su vida pasada porque
les resulta mucho más gratificante y menos conflictiva. De ese modo, la
maduración normal de la personalidad queda detenida.
Formación reactiva. Cuando una persona siente impulsos o deseos que
chocan con su manera de pensar, o se le ocurren ideas o intensos
sentimientos negativos (odio, venganza, ira) que le producen angustia,
intenta liberarse generando vivencias opuestas, o buscando la seguridad de
correr menos riesgos si llevara a cabo los impulsos indeseables,
experimentara los sentimientos que rechaza, o pusiera en práctica las ideas
peligrosas que se le ocurren.
Identificación. Cuando una persona se siente mal consigo misma (inferior,
inútil, fracasada) busca identificarse con personajes reales o de ficción
(cine, literatura) que poseen los valores que se desean intensamente pero
que no se pueden lograr a corto plazo. Es un proceso psicológico de
ponerse imaginariamente en la piel del ídolo y sentirse bien por poseer los
valores y capacidades que se desean. En casos extremos, los sujetos llegan
a vestirse, actuar, hablar, pensar y vivir como el personaje admirado. El
grado máximo se llama introyección, una vivencia delirante en la que el
sujeto vive como si él fuese realmente la persona con la que se identifica
(caso de D. Quijote de la Mancha).
Negación. A veces las personas que sufren un acontecimiento real, que les
produce angustia intensa e insoportable, tratan de engañarse a sí mismas
convenciéndose de que eso no ha ocurrido, que es un sueño, que no es
verdad. Niegan que lo real sea real. Es lo que le ocurre a una madre a la que
acaban de comunicar que su hijo ha muerto en un accidente: su respuesta
es repetirse una y otra vez «no puede ser, no puede ser».

82
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

Proyección. Cuando nos sentimos mal con nosotros mismos por cosas que
hemos hecho mal (sentimiento de culpa) o por defectos que tenemos
(sentimiento de inferioridad), tendemos a echar la culpa a algo o alguien
del mundo exterior. De ese modo, no nos sentirnos culpables; o tendemos
a pensar que nuestros defectos los tienen también los demás y nos
consolamos con «el mal de muchos» (no siendo inferiores sino iguales); o
pensamos que los demás no tienen una cualidad positiva que nosotros
poseemos o que no saben lo que nosotros sabemos. Nos sentimos así
superiores porque al proyectar nuestras limitaciones, defectos o ignorancia
en los demás los hacemos inferiores a nosotros. Cuanto más convencidos
estemos de que el mundo exterior es el culpable, o que es inferior a
nosotros, o es como deseamos que sea, menos malestar o angustia se
siente.
Racionalización. Existe una estrecha relación entre pensamiento y
afectividad. Pensamos lo que nos gusta pensar y evitamos pensar en lo que
nos desagrada. Cuando nos sentimos mal por cosas que pensamos,
hacemos o sentimos porque son malas según nuestros esquemas mentales
o porque tenemos miedo a sufrir castigos o a sentirnos culpables, tratamos
de utilizar el pensamiento para convencernos de que no somos culpables
recurriendo a múltiples excusas: «fue sin querer», «los demás me obligaron
a hacerlo», etc. Es equivalente a justificarse o excusarse.
Regresión. Este mecanismo de defensa consiste en volver a vivenciar
mediante la memoria y la imaginación situaciones del pasado en las que
uno se sentía feliz, seguro, protegido, optimista. También se puede intentar
volver a sentirse bien realizando conductas idénticas a las que en el pasado
producían sentimientos positivos (hacer deporte, trabajar, ser amable,
cumplir el deber, no consumir sustancias). Esto ocurre cuando en el
presente se están viviendo situaciones muy negativas que provocan
angustia o añoranza intensas y retornamos a tiempos pasados mejores. En
casos muy graves el paciente puede sentirse y vivir como cuando era muy
niño y se sentía protegido por sus padres. Se da en sujetos de personalidad
muy frágil.
Represión. Consiste en echar fuera de la conciencia todo aquello (ideas,
recuerdos, imágenes, percepciones, impulsos) que resulta penoso,
doloroso o inaceptable para el sujeto, olvidándolo; aunque nunca del todo,
ya que sus huellas quedan en el inconsciente como una especie de cicatriz
que a veces impide el funcionamiento normal del individuo.
Sublimación. Cuando una persona está sufriendo intensamente siente una
gran fuerza que le empuja a evitar la causa de ese sufrimiento. Cuando no
lo consigue puede emplear esa energía en hacer cosas muy buenas, ideales,
que le producirán intensas emociones positivas que neutralizarán su
sufrimiento. Es una forma de desplazamiento y está en la base de algunas
conductas altruistas.

83
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

También, el no haberse sentido querido por las personas de su


entorno puede causar infelicidad infantil. Estos sujetos, en la vida
adulta, viven impulsados por el temor a no ser queridos o a verse
rechazados o abandonados, por lo que se pasan la vida tratando
de ganarse el cariño de los demás, incluso a costa de someterse a
ellos o de renunciar a sus proyectos y autonomía. En lugar de ser
libres y felices, viven dependiendo de los demás, siempre
insatisfechos, y corren riesgo serio de acabar padeciendo una
depresión crónica.
Otras personas no han sido felices durante la infancia por
haber perdido tempranamente a uno de sus progenitores, o algún
otro ser querido, y por haber visto sufrir a otras personas por esas
pérdidas. Los niños y adolescentes sufren más que los adultos,
pues son más sensibles y no han desarrollado aún mecanismos de
defensa psicológicos. Por esta razón, sienten de modo especial la
pérdida de seres queridos que, cuando se vuelve a repetir (un
amigo íntimo, un novio), pueden reaccionar de forma
desproporcionada o dramática, con angustia intensa, y acaban por
desarrollar una fobia a las pérdidas afectivas, que les lleva a evitar
involucrarse emocionalmente con los demás. Eso suele dar lugar a
serios problemas de relación con amigos, colegas, parejas en la
vida adulta; o, por el contrario, convertirles en seres posesivos,
celosos, controladores de las personas que quieren (parejas,
esposos, hijos) para a evitar perderlos, lo cual puede generar
problemas serios de relación interpersonal y provocar la huida de
sus seres queridos porque se sienten ahogados emocionalmente y
sin libertad.
Así pues, en general, una persona que no ha sido feliz durante
la infancia tiene dificultades para ser feliz en su vida de adulto. Es
posible superarlas con esfuerzo y con la ayuda de personas de su
entorno, pero se corre el riesgo de no conseguirlo y de caer en
alguna patología psiquiátrica. Muchas novelas de Charles Dickens
describen casos de niños con una infancia desgraciada que en la
vida adulta consiguen ser felices; pero siempre con la ayuda de
buenas personas, aunque también los niños de Dickens sufren con
aceptación o resignación, es decir, sin amargarse, sin quejarse o
lamentarse, sin enfadarse ni dejarse arrastrar de la tristeza. El

84
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

sufrimiento infantil así llevado hace «callo», aumenta la tolerancia


a la frustración, y prepara para llevar bien los sufrimientos de la
vida adulta; viene a ser como una vacuna psicológica ante las
frustraciones de la vida, que inmuniza contra el riesgo de padecer
problemas psiquiátricos y que hace fácil sentirse feliz con «poco».
Pero no todos los niños que sufren durante la infancia
consiguen llevarlo bien y ser felices a pesar del sufrimiento. Por
eso, interesa analizar bien la huella que haya podido dejar en su
personalidad, para intentar resolver esas secuelas antes de que
produzcan patología psiquiátrica.
Los niños felices tienen, por el contrario, mayores
posibilidades de ser adultos felices, con la condición de que hayan
aprendido a sufrir con buen ánimo y no solo que hayan sido felices
por haber estado aislados en una burbuja psicológica, privados de
todo tipo de sufrimiento o esfuerzo.
Con respecto a las personas que contestan «no sé» a la
pregunta sobre su felicidad durante la infancia, se ha de indagar si
esa respuesta es verdadera o significa que no quieren hablar de su
infancia. Para ello conviene preguntar también si ¿fue infeliz? Si
contesta que no fue infeliz, puede que responda que no sabe si fue
feliz porque tuvo momentos de felicidad y otros de infelicidad, y
no sabe si la balanza se inclina hacia un lado u otro. En este último
caso, hay que preguntar qué es lo que le hizo feliz y lo qué le hizo
infeliz, y tratar de interpretar las huellas que cada uno de esos dos
tipos de experiencia le hayan podido dejar en su personalidad.
Conviene, de todas formas, preguntarles si recuerdan muchas o
pocas cosas de su infancia:
- Los que contestan que recuerdan pocas cosas o ninguna, dan
pie para sospechar que han tratado de olvidarlas por ser
negativas. Para no sufrir, esos sujetos han empleado el
mecanismo de «represión». Y, aunque no recuerden
detalles, la huella negativa de haber sufrido o haber sido
infeliz durante su infancia ha quedado en su personalidad y
puede ser la causa de problemas psicológicos durante la
vida adulta.
- A los que no saben si fueron felices pero recuerdan muchas o
bastantes cosas de su infancia, se les ha de pedir que

85
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

cuenten algunos de esos recuerdos para ver el tono afectivo


que tienen. Si la mayoría de los recuerdos presentan un
tono positivo y agradable, se puede inferir que tuvieron una
infancia favorable. Pero se les preguntará también si
recuerdan sucesos desagradables (es normal que se
recuerden, salvo si se han reprimido) y cómo creen que los
llevaron, y si los han superado o siguen influyéndoles
negativamente. Si solo recuerdan cosas desfavorables, se
puede pensar que tuvieron una infancia difícil.
De los que, al preguntarle por hechos concretos, dicen que no
saben si fueron felices, pero recuerdan sucesos favorables y
desfavorables, podría sospecharse que tienen una característica
de personalidad llamada alexitimia: imposibilidad de leer su
mundo emocional, de no saber si algo les hace feliz o infeliz.
La alexitimia suele ser consecuencia del uso habitual del
mecanismo de defensa psicológico llamado «disociación»
(«splitting»), que consiste en separar e incomunicar el mundo
afectivo del mundo cognitivo de la persona. El sujeto sabe lo que
vive y lo que pasa a su alrededor, pero es incapaz de saber cómo le
afecta emocionalmente. No ser consciente de que se sufre
afectivamente y de ese modo no sufrir viene a ser una versión
emocional del refrán: «Ojos que no ven, corazón que no siente». Si
no se sabe que se sufre, no se sufre, aunque se está sufriendo, pero
ese sufrimiento acaba manifestándose en el cuerpo o con
fenómenos conversivos y disociativos (antigua histeria). Los
anestesistas y cirujanos saben que un paciente anestesiado e
inconsciente sufre el estrés del trauma quirúrgico; que, por
ejemplo, por activación del sistema vegetativo simpático, puede
producir úlceras de estrés en el aparato digestivo. Por eso, aplican
medicación preventiva.
Después de haber preguntado en general sobre la infancia y
de analizar las respuestas obtenidas, conviene hacer al sujeto
algunas preguntas más específicas y concretas, para poner en
claro si ha estado sometido a influencias negativas que hayan
podido repercutir en su personalidad, esto es, si los signos que
presenta se deben a problemas psicológicos tempranos que han
perdurado en la vida adulta.

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Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

1. Problemas perinatales.
2. Problemas en la adquisición de habilidades (lectura,
escritura, lenguaje).
3. Problemas en el control de esfínteres.
4. Habilidad para hacer amigos.
5. Características principales de la manera de ser durante la
infancia.
6. Problemas emocionales: miedos, timidez, onicofagia,
alteraciones del sueño, tolerancia a la frustración
(rabietas).
7. Signos de hiperactividad y déficit de atención.
8. Problemas de disciplina y de violencia.
9. Acontecimientos vitales especialmente negativos.

1. Problemas perinatales
Algunos fenómenos negativos ocurridos durante el embarazo,
sobre todo en el primer trimestre de embarazo (abuso de
sustancias, toma de medicación, diabetes gestacional, deficiencias
vitamínicas, en especial de ácido fólico), pueden producir lesiones
físicas y cerebrales en el feto y en el neonato, que repercutirán en
su desarrollo psicológico.
Hay otros problemas que ocurren en el momento del parto
(como la falta de oxigenación cerebral, traumas
craneoencefálicos) o en el período neonatal (hiperbilirrubinemia,
infecciones) que son capaces de producir lesiones cerebrales
permanentes con afectación cognitiva, afectiva y conductual.
También pueden afectar al desarrollo psicológico normal del
niño otros problemas que surgen en el puerperio (muerte
materna, depresión posparto y otras enfermedades psiquiátricas
de la madre), que afectan al cuidado del niño y pueden dejar una
secuela psicológica permanente de difícil diagnóstico, por ser
complicado aislarla de las otras influencias ambientales.
Conviene dejar anotados en la historia estos acontecimientos
vitales tempranos, para tenerlos en cuenta, pues, aunque la
intensidad de su repercusión psíquica a largo plazo depende de
muchos otros factores, puede ayudar a entender algunos
trastornos de la personalidad.

87
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

2. Problemas en la adquisición de los aprendizajes


normales
A medida que el cerebro se va desarrollando, va permitiendo
el aprendizaje de las habilidades motoras, cognitivas y afectivas,
que se produce con mayor facilidad en los llamados «períodos
críticos» (tiempo en el que es más fácil un determinado
aprendizaje). Conviene aprovechar esos períodos críticos para
aprender bien pues, fuera de ese período, cuesta más aprender y,
en especial, será muy costoso cambiar los malos aprendizajes por
otros mejores.
Los niños normales aprenden las habilidades propias de cada
fase a edades parecidas, con variaciones pequeñas en el tiempo.
Cuando un niño se adelanta de modo notable en esas
adquisiciones, se suele decir que es un niño precoz; cuando las
adquiere a edades muy tardías, se dirá que es un niño retrasado.
Hay tres factores principales que intervienen en la adquisición
de los aprendizajes infantiles, además del normal desarrollo
cerebral: la inteligencia (medida con el cociente intelectual), la
afectividad y la estimulación ambiental.
- El cociente intelectual tiene una base genética, heredada de
los padres, que está sometida a influencias biológicas negativas
tempranas. Estas pueden afectar a la carga genética
(cromosomopatías, que producen déficits intelectuales
congénitos) o al funcionamiento cerebral (déficits intelectuales
tempranamente adquiridos), que dificultan el normal ejercicio de
la capacidad intelectual.
Los niños con una inteligencia por encima de la media suelen
ser precoces en sus aprendizajes. Lo contrario ocurre con los
niños con un cociente intelectual por debajo del rango
considerado normal, que aprenden con retraso y de modo
defectuoso en relación directa con el nivel del déficit intelectual.
Es importante conocer el cociente intelectual de los niños a fin
de adaptar a su nivel las exigencias educativas. Se han de evitar las
exigencias no realistas y la presión excesiva de padres y
educadores, que abocan sistemáticamente al fracaso y provocan
un intenso sentimiento de inferioridad e inseguridad en los niños

88
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

de cociente intelectual bajo, que producirá una dificultad añadida


al rendimiento académico.
Igualmente es útil conocer el cociente intelectual de los niños
muy inteligentes o superdotados, pues permite confirmar esa
sospecha y da seguridad al educador en sus planteamientos de
mayor exigencia para ayudarles a desarrollar el hábito de trabajo.
Si se les exige como a los normales, podrían alcanzar los objetivos
académicos ordinarios sin necesidad de trabajar, con lo que no
desarrollarían hábitos de esfuerzo y constancia en el trabajo, lo
que supone un riesgo elevado de fracaso en la vida adulta.
- La afectividad es el segundo factor en importancia
implicado en el aprendizaje infantil. Las emociones y sentimientos
positivos (seguridad, autoestima, alegría, tranquilidad, confianza),
son como el aceite que lubrifica el motor y lo hace funcionar bien.
Las capacidades cognitivas (inteligencia, atención, memoria,
imaginación y voluntad) rinden al máximo cuando una persona
está contenta y tranquila. Lo contrario ocurre con las emociones y
sentimientos negativos (angustia, ansiedad, tristeza, pesimismo,
inseguridad, miedo, sentimiento de inferioridad), que pueden
disminuir el rendimiento intelectual o, en el caso de emociones
muy intensas, bloquearlo.
Es conocido el caso de niños que han adquirido las habilidades
normales de su edad, que, al sufrir una situación emocional
«negativa» (nacimiento de un hermano y pérdida de estatus,
muerte o ausencia de los padres, enfermedad grave) retroceden
en su aprendizaje y se comportan como niños de menor edad.
Un niño que tiene un temor intenso a sufrir daño físico o
psíquico (vergüenza, ridículo, burlas, rechazo), se repliega sobre sí
mismo y deja de hacer las cosas que debería hacer y, en
consecuencia, deja de aprender lo que debería aprender pues se
aprenden con la práctica.
- La estimulación ambientales el tercer factor determinante
del aprendizaje. Los niños aprenden del entorno y lo hacen por
imitación y por exigencia. Los que no tienen buenos modelos
aprenden defectuosamente; a los que se les exige poco, porque se
les da todo hecho o fácil, se les priva de aprender lo difícil, que
suele ser el aprendizaje más valioso.

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Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

Los niños a los que no se les marcan metas adecuadas en los


períodos críticos de aprendizaje y no se les estimula para que las
alcancen con premios y castigos, no se esfuerzan por aprender, se
quedan rezagados respecto a los compañeros de su edad. Eso
puede llevarles a sentirse inferiores y a intentar compensar ese
sentimiento de inferioridad destacando en áreas negativas
(violencia, indisciplina, consumo de sustancias).
Por todo lo dicho, cuando un niño no adquiere a la edad
normal los aprendizajes normales (andar, hablar, control de los
esfínteres, lectura, escritura, cálculo, cumplimiento de reglas,
juegos en grupo), deberá ser estudiado en las tres áreas
mencionadas: inteligencia, afectividad y estimulación ambiental.
Si el retraso en el aprendizaje ha sido constante desde el
nacimiento, es probable que se deba a una capacidad intelectual
baja (retraso mental o inteligencia límite) o a una alteración de la
capacidad cognitiva del espectro del autismo.
Si el niño ha aprendido adecuadamente hasta un cierto
momento en el que se detiene ese progreso normal, o incluso
retrocede, lo más probable es que esté viviendo una situación
emocional reactiva a influencias ambientales negativas en la
esfera familiar, escolar o social. Hoy en día, una de las causas más
frecuentes es la ruptura de la unión familiar.
En el caso de niños con el síndrome de hiperactividad y déficit
de atención, que es un trastorno orgánico cerebral, los
aprendizajes se ven afectados negativamente por la falta de
atención y constancia en el trabajo. En esos casos, el rendimiento
académico varía mucho de unos niños a otros, pues el síndrome
no es homogéneo en su intensidad. También se puede atribuir una
disminución del rendimiento al hecho de que estos niños viven
una situación emocional negativa al sufrir un continuo rechazado
de sus compañeros y ser castigados frecuentemente por sus
padres y educadores por su escaso autocontrol y disciplina. Así
pues, estamos ante un caso mixto de deterioro cognitivo y de una
situación emocional negativa.
Cuando un niño tiene un retraso en uno solo de los
aprendizajes normales, como la lectura o escritura, puede que
padezca una alteración específica del aprendizaje de esas

90
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

habilidades, no una alteración general como en los casos


anteriores. Las causas más frecuentes son: la dislexia, en el caso de
la lectura, y padecer sordera o hipoacusia severa o tartamudez, en
el caso del habla.

3. Problemas en el control de esfínteres


La causa de estos problemas puede ser orgánica o psíquica. La
causa orgánica puede deberse a un defecto en las vías nerviosas
implicadas en el reflejo de la micción y defecación o a una lesión
del esfínter vesical o anal.
En esos casos, si el niño nunca llegó a controlar los esfínteres:
se habla de enuresis (orina) y encopresis (heces) primarias. Y su
causa más frecuente es la enfermedad llamada «espina bífida»,
que proviene de un cierre incompleto del tubo neural durante el
desarrollo embrionario, que afecta a las estructuras vertebrales
lumbo-sacras y meníngeas y a las raíces nerviosas de la médula a
ese nivel, en las que se incluyen las fibras nerviosas implicadas en
el reflejo de la micción y defecación. Por fortuna, la frecuencia de
esta patología ha disminuido mucho al extenderse la práctica,
después de comprobarse el papel del ácido fólico en el cierre del
tubo neural, de que las mujeres tomen ese factor vitamínico
durante todo el embarazo.
Cualquier niño que ha tenido, hasta avanzada la infancia,
problemas en el control de esfínteres, sobre todo en el caso de la
encopresis, presentará una importante disminución de su
autoestima, que afectará el desarrollo normal de su personalidad.
Cuanto más tarde un niño en controlar sus esfínteres, más grave
será el impacto negativo sobre su psiquismo.
Cuando no se detecta una causa orgánica de la enuresis y la
encopresis, se ha de pensar en una causa psicológica,
especialmente una situación afectiva negativa. La encopresis de
origen psicológico constituye un problema mucho más grave que
la enuresis de origen psicológico. Y la posibilidad de solucionar el
problema psíquico causante disminuye con el tiempo que haya
durado la falta de control de esos reflejos.
La situación afectiva de los niños con falta de control de

91
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

esfínteres suele consistir en un estado habitual de ansiedad,


miedo y frustración. Por ser muy «controladores» y no expulsar
ese malestar mediante rabietas o conductas violentas o de
indisciplina, manifiestan esa ansiedad a través de alteraciones
corporales, entre las que se encuentran la enuresis y la encopresis.
En la vida adulta, estos sujetos son propensos a los trastornos
psicosomáticos o somatomorfos y a los trastornos conversivos y
disociativos.

4. Problemas para hacer amigos


La facilidad de los niños para hacer amigos, es decir, para
querer y ser querido por los otros niños de su edad, es un rasgo
psicológico de normalidad. Hacer amigos con facilidad presupone
tener capacidad de adaptación a los diferentes tipos de niños y a
los diferentes entornos sociales. Eso requiere un buen control
personal y buenas cualidades cognitivas y afectivas.
Por lo tanto, se puede suponer de ese niño que tiene buena
capacidad intelectual, empatía y sensibilidad emocional para dar y
recibir afecto, que es capaz de conocer bien a los demás y a sí
mismo, y que sabe tratar bien a los demás y decidir qué amigos le
convienen y van a congeniar con él.
Los niños aceptan como amigos a aquellos niños que valoran y
aprecian. Los niños que son aceptados como amigos por muchos
niños es seguro que tienen cualidades personales valiosas, lo que
presupone un buen desarrollo de la personalidad.
La razón de que algunos niños tengan dificultad para ser
aceptados como amigos radica en que poseen ciertas
características negativas, tanto en el plano físico (pequeños,
gordos, gafotas), como en el psicológico (tímidos, vergonzosos,
apocados, pasivos, temerosos) o en el conductual (egoístas,
violentos, callados, retraídos, solitarios). Por una parte, los
defectos físicos pueden afectar negativamente al desarrollo de la
personalidad produciendo baja autoestima e inseguridad
personal; por otra parte, las características negativas psicológicas
y conductuales pueden deberse a alteraciones de la personalidad,
que pueden perdurar hasta la vida adulta, y ser la causa de los

92
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

problemas por los que un individuo es estudiado


psicológicamente.
Cuando un sujeto responde que durante su infancia tuvo
dificultades para hacer amigos, se le ha de preguntar la razón.
Puede que la conozca y nos la diga, y tendremos que estudiar si
tiene relación con su manera de ser y si ha afectado su desarrollo
psicológico normal. Si no conoce la causa, convendrá informarse
preguntando a sus familiares. Ignorar esa causa nos informa ya de
cierta dificultad para conocerse a sí mismo, que puede deberse a
una capacidad intelectual pobre o a una falta de capacidad de
introspección, cuyas implicaciones negativas ya hemos explicado
más arriba.
5. Problemas emocionales durante la infancia
Se llamaban antiguamente «signos neuróticos de la infancia» e
incluían los siguientes: miedos, timidez, onicofagia, rabietas,
caprichos.
Si estos signos son tan intensos que impiden la realización de
las actividades normales de los niños de su edad, pueden
considerarse patológicos y precisan tratamiento, para que no
impidan el desarrollo normal de su personalidad ni persistan
hasta la vida adulta. También pueden ser de intensidad leve o
moderada, con escasa repercusión en las actividades ordinarias
del niño; pero, si persisten muchos años, podrán ser considerados
patológicos y precisar tratamiento.
Antes de iniciar el tratamiento, conviene hacer un buen
diagnóstico etiológico para conocer la causa y tratar de resolverla,
y evitar así recaídas u otros problemas psíquicos. Estos problemas
emocionales suelen deberse a una mezcla de factores ambientales
negativos (familia, escuela y entorno social) con ciertos rasgos
temperamentales, que hacen al niño más vulnerable a aquellos. El
factor principal de vulnerabilidad personal es la hipersensibilidad
emocional, de modo que el sujeto reacciona con emociones
intensas a los estímulos ambientales, que, si son muy negativos y
muy duraderos, pueden provocar un estado de intenso temor o
angustia. Ese estado bloquea psicológicamente al niño, le impide
el desarrollo normal de su personalidad y puede llevarle a una

93
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

situación de temor permanente, inseguridad y tensión psíquica,


susceptible de durar toda la vida y hacerles propensos a padecer
trastornos de ansiedad, del humor y somatomorfos.
Lo que acabamos de explicar tiene que ver con niños
miedosos, tímidos, y con onicofagia. Por su parte, las rabietas
frecuentes se dan en niños muy caprichosos, con escasa tolerancia
a la frustración, escaso control de sus emociones, impulsividad,
dependencia de gratificaciones inmediatas y egocentrismo, lo que
se relaciona, en la vida adulta, con los trastornos narcisistas,
histriónicos y dependientes.
6. Problemas de disciplina y violencia
Con frecuencia los niños manifiestan sus problemas
emocionales con trastornos de conducta. Los niños más que las
niñas, tienden a expresar su malestar afectivo interior
(frustración, tristeza, angustia) con conductas violentas (verbales
y físicas) y enfrentándose con las figuras de autoridad
(indisciplina e incumplimiento de sus reglas, normas y castigos).
Las niñas, por el contrario, cuando están sufriendo intensamente
tienden a aislarse, a no interaccionar con los demás, al mutismo, a
no comer y, sobre todo en la adolescencia, a autolesionarse.
Si estas conductas se presentan solo en el ámbito familiar son
menos graves que si se presentan en las otras esferas de la vida
del niño (colegio, amigos), ya que supone un mejor control por
parte del niño. Si la situación afectiva interna que desencadena
esas conductas no se trata a tiempo, pueden quedar arraigadas en
la manera de ser del niño y convertirse en el modo habitual de
encontrar alivio en las situaciones emocionales negativas durante
toda la vida. Hacer sufrir a los demás cuando se está sufriendo es
una tendencia natural, que alivia el sufrimiento a corto plazo, pero
que, a largo plazo, produce más sufrimiento, pues conlleva castigo
y rechazo por parte de las personas que son víctimas de esas
conductas violentas.
Es frecuente que niños maltratados, que han sufrido temor
constante por ser víctimas y testigos de violencia en su entorno
familiar y social, imiten esas conductas durante la infancia y en la
vida adulta, pasando ellos a ser los maltratadores. Estos niños

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Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

padecen un estado interior de permanente de temor, frustración,


rabia, insatisfacción afectiva, que predispone a la violencia
defensiva y ofensiva ante estímulos mínimamente frustrantes, que
actúan como la gota que colma el vaso, ya lleno, de frustración.
Las conductas de indisciplina y violencia, si son habituales y
persistentes, y sin clara relación con un estado de ánimo triste,
pueden interpretarse como manifestaciones de un desarrollo
psicopático de la personalidad.

7. Problemas de hiperactividad y/o déficit de atención


Desde hace unos años, este trastorno ha adquirido gran
relevancia en la psiquiatría y pedagogía porque es corriente
(afecta al 5% de la población infantil), y produce gran sufrimiento
a los pacientes y a las personas de su entorno, sin embargo, tiene
un tratamiento eficaz, que evita las frecuentes y serias
complicaciones que, a nivel académico y social, produce en el
desarrollo armónico de la personalidad.
Conviene tenerlo en mente cuando se estudia a niños y
adultos, pues, aunque es un trastorno que mejora con la edad,
suele seguir produciendo síntomas en la vida adulta (ver tabla 5).

8. Acontecimientos vitales relevantes durante la infancia


Conviene hacer esta pregunta de modo amplio. Si el sujeto
señala algún acontecimiento especial, se le ha de preguntar cómo
lo llevó, para ver si ha podido dejar una huella profunda (negativa
o positiva) en su personalidad. Algunos acontecimientos ya se han
comentado más arriba, pero pueden volver a salir en este
momento de la entrevista y habrán de analizarse con más detalle.
Son de especial relevancia aquellos sucesos que tienen que
ver con los padres y hermanos (muertes, separaciones,
enfermedades graves, violencia doméstica, frecuentes cambios de
residencia, ausencias prolongadas, consumo de alcohol y
sustancias por los miembros de la familia). A estos hay que añadir
los problemas de los sujetos en la escuela, las relaciones con los
amigos y en la propia salud. Estos acontecimientos producen un
impacto tanto mayor cuanto más jóvenes son los sujetos, por

95
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

tener menos capacidad de asimilación y de defensa psicológica.

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Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

Tabla 5
Trastorno de hiperactividad y déficit de atención

Es un problema de falta de atención, exceso de actividad, impulsividad o


una combinación de ellos. Para diagnosticar estos problemas como
trastorno de hiperactividad con déficit de atención (THDA), deben estar por
fuera del rango normal para la edad y desarrollo del niño.
El THDA es el trastorno de la conducta más común en la niñez y afecta a
aproximadamente del 3 al 5% de los niños en edad escolar. Este trastorno
se diagnostica mucho más frecuentemente en niños que en niñas.
La mayoría de los niños con THDA tienen al menos otro problema de
desarrollo o de comportamiento, u otro problema psiquiátrico (depresión o
trastorno bipolar).
Síntomas de falta de atención:
1. No logra prestar atención cuidadosa a los detalles o comete errores por
descuido en el trabajo escolar.
2. Tiene dificultad para mantener la atención en tareas o juegos.
3. Parece no escuchar cuando se le habla directamente.
4. No sigue instrucciones y no logra terminar el trabajo escolar, o deja los
deberes u obligaciones en el lugar de trabajo.
5. Tiene dificultad para organizar sus tareas y actividades.
6. Evita o le disgusta comprometerse en tareas que requieran esfuerzo
mental continuo (como las tareas escolares).
7. Con frecuencia pierde juguetes, tareas escolares, lápices, libros o
herramientas necesarias para las tareas o actividades.
8. Se distrae fácilmente.
9. Se muestra a menudo olvidadizo en las actividades diarias.
Síntomas de hiperactividad:
1. Juega con las manos o los pies o se retuerce en su asiento.
2. Abandona su asiento cuando lo que se espera de él es que se quede
sentado.
3. Corre y trepa excesivamente en situaciones inapropiadas.
4. Tiene dificultad para jugar en forma silenciosa.
5. A menudo habla excesivamente, está «en movimiento» o actúa como si
fuera «impulsado por un motor».
Síntomas de impulsividad:
1. Emite respuestas antes de que termine de escuchar la pregunta.
2. Tiene dificultades para esperar su turno.
3. Se entromete o interrumpe a los demás (irrumpe en conversaciones o
juegos).

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Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

9. Características principales de la manera de ser


durante la infancia
A modo de punto final de la recogida de información sobre la
infancia, conviene preguntar a los interesados cómo eran de
pequeños, pues esas características son los gérmenes o semillas
de los rasgos de la personalidad adulta.
Algunos sujetos no saben qué responder, pues no tenían
capacidad de introspección, por falta de capacidad intelectual o de
interés por sí mismos (por no quererse), ya que uno quiere
conocer lo que le interesa por valorarlo y quererlo. Si se insiste en
pedirles que digan algo de cómo eran, estos sujetos pueden acabar
contando lo que sobre su manera de ser decían sus padres, sus
amigos y profesores, lo que supone que tienen una mayor
confianza en el parecer de los demás que en el suyo propio, cosa
frecuente en personas con baja autoestima e inseguridad, que
encuentran seguridad en la opinión de los demás.
Otros sujetos recuerdan cómo eran y dan una serie de
características (positivas y/o negativas). Conviene preguntarles si
siguen siendo de esa manera o si han cambiado, a mejor o a peor,
y la razón de ese cambio: por deseo propio o por influjo del
ambiente. En este último caso, se podría inferir cierta dependencia
emocional del ambiente.
Otra pregunta que se debe hacer a las personas que recuerdan
cómo eran de niños es ¿por qué eran así? Pueden contestar que
para agradar a los padres y profesores; para que les quisieran; por
miedo a que les castigasen o a que su padre se enfadase; porque le
gustaba ser así; por imitar a sus hermanos mayores; etc. Cada una
de estas respuestas puede darnos idea de las metas y objetivos
personales, de la relación emocional con las personas de su
entorno y del dominio de la razón o de la afectividad en su
comportamiento. También, en este caso, se debe preguntar si
ahora es como es por las mismas razones.
7.2. Escolarización

Después de la familia, la escuela es otro factor de máxima


influencia en el modelado de la personalidad. El análisis de la

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Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

experiencia escolar de un sujeto permite obtener datos


importantes para conocerle.
En este campo vamos a analizar varios apartados:
a) Gusto por los estudios.
b) Rendimiento académico.
c) Problemas de relación con los compañeros y educadores.
d) Nivel de estudios alcanzado y edad en que finalizó esos
estudios.

a) Gusto por los estudios


Es una realidad comprobada que gusta lo que se nos da bien,
aquello en que se disfruta. Por el contrario, nos disgusta lo que
cuesta, lo que se nos da mal y nos hace sufrir.
Así pues, si a un niño le gusta estudiar e ir a clase, y si, además,
saca buenas notas, se debe deducir que se le da bien estudiar;
recibe además reconocimiento y consideración de sus
compañeros, profesores y padres. Sacar buenas notas supone que
el individuo tiene buena capacidad intelectual y suficiente fuerza
de voluntad para cumplir con las obligaciones académicas y para
controlar su afectividad, limitando las muchas gratificaciones que
ofrecen juegos y diversiones, y que podrían ser un obstáculo al
estudio. La buena capacidad intelectual y la fuerte voluntad son
dos factores importantes en el desarrollo adecuado de la
personalidad.
Del gusto por los estudios y por ir al colegio se puede colegir
que el niño disfruta de la convivencia con sus compañeros y que
tiene una buena relación con los profesores. No sienten gusto por
ir al colegio ni por estudiar los niños que sufren rechazo y
violencia por parte de los compañeros o son frecuentemente
castigados por los profesores.
Por esto, a quien responde que no le gustaba ir al colegio se le
ha de preguntar la razón, y si no la sabe, se le preguntará si tenía
problemas con los compañeros y/o los profesores. Si confirmara
que esa era la razón, se le debe preguntar cuál cree que era el
motivo de su mala relación con ellos. Puede que lo sepa o no; que
culpe a la maldad de los demás (proyección de la culpa en el

99
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

exterior); o que lo atribuya a sus propias cualidades negativas:


habrá que confirmar, en este caso, si son verdaderas o proceden
de un concepto muy negativo de sí mismo (sentimiento de
inferioridad), que suele producir conductas intrapunitivas por el
hábito de autoculpabilizarse, muchas veces sin motivo real.
De cualquier forma, es probable que los problemas de
relación, habituales, no circunstanciales, de un individuo con sus
compañeros y profesores se deban a algo negativo en su carácter,
su conducta o su porte exterior. Descubrir esos aspectos negativos
y analizar su relación con su manera de ser, permite obtener
información muy útil.
También es importante analizar las repercusiones que, en la
autoestima y en la capacidad para establecer relaciones sociales
adecuadas, hayan podido dejar esas experiencias negativas en las
relaciones tempranas con los demás en el ámbito escolar.

b) Rendimiento académico
Acabamos de comentar que los buenos resultados académicos
suponen una buena capacidad intelectual y una voluntad fuerte.
Pero también es necesario que el escolar se encuentre
afectivamente bien, pues cualquier situación afectiva negativa
(angustia, temor intenso, tristeza) bloquea o impide el ejercicio de
las funciones cognitivas (inteligencia y voluntad).
Si a un niño que habitualmente saca buenas notas, le
suspenden en varias asignaturas durante una temporada, o solo
en una pero sistemáticamente, es muy probable que esté pasando
por alguna situación afectiva negativa temporal o que mantenga
una mala relación con el profesor de la asignatura en la que es
suspendido.
Cuando en el rendimiento académico de un niño se dan
muchos cambios, se ha de pensar en que sufra cambios
emocionales frecuentes y que, por tanto, estemos ante un niño
muy sensible e influenciable emocionalmente por el ambiente.
Estos niños necesitan desarrollar la voluntad para controlar su
afectividad y así ganar estabilidad.
Un niño normal, no superdotado, suspende algún examen de
vez en cuando, o saca un aprobado justo. Es interesante conocer

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Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

cómo reacciona ante estos «fracasos» académicos, esa reacción


nos puede ayudar a conocer su tolerancia a la frustración, que está
relacionada con su capacidad de sufrimiento y el control que su
voluntad ejerce sobre la afectividad para que las reacciones
emocionales y conductuales ante acontecimientos negativos sean
adecuadas o proporcionadas.
Hay niños muy competitivos que buscan afirmar su yo a
través de las buenas notas. Para esos niños un suspenso no solo es
un simple fallo, sino un fracaso personal que puede provocarle
una reacción exagerada en intensidad y en duración. Los niños con
baja autoestima o sentimiento de inferioridad tienen necesidad de
afirmar su yo. En los niños competitivos, conviene comprobar si
existe esa escasa valoración de sí mismo y, en caso afirmativo,
tratar de conocer las causas de la baja autoestima para
solucionarlas y procurar que no sigan provocando sentimientos
de minusvalía, que producen inseguridad y una excesiva
dependencia de los éxitos y resultados positivos. A veces, la causa
está en unos padres perfeccionistas y muy exigentes, que quieren
tener un hijo excelente y lo incitan a conseguir metas cada vez
más difíciles.
c) Problemas de relación con los compañeros y educadores
Cualquier dificultad seria o repetida en la relación con los
demás, en este caso con los compañeros y educadores, permite
sospechar que el niño tenga un problema personal (de
personalidad o emocional).
Un niño con baja tolerancia a la frustración o sin empatía,
tendrá frecuentes choques con los demás por considerar que no le
tratan bien o no le tienen en cuenta como él lo desea o espera.
Un individuo con intensas emociones negativas (miedo,
angustia, tristeza, vergüenza), tiende, si es niño, a la irritabilidad y
a la violencia; y, si es niña, al aislamiento, soledad y mutismo. En
ambos casos se ve afectada la relación con los demás.
El hecho de que un niño quiera establecer relaciones de afecto
muy intensas con un solo niño o niña, y de que sienta celos cuando
éstos juegan o hablan con otros, como si quisiera tener un afecto y
trato en exclusiva con ellos, indicaría una personalidad posesiva y
egocéntrica, que podría interpretarse como derivada tanto de la

101
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

necesidad excesiva de recibir afecto, como del temor a perder ese


afecto si se compartiera con otros: en consecuencia, tratan de
blindar la fidelidad del afecto mediante la posesión y el chantaje
emocional. Es posible que esos niños sean hijos únicos, que han
recibido el cariño de sus padres en exclusiva, y que quieran que
eso siga siendo así con los amigos y/o educadores que escogen
como fuentes de afecto en el ámbito escolar. O puede ocurrir que
sean niños que, por haber perdido a un padre o una madre que les
quería mucho, tengan miedo a volver a sufrir esa pérdida con el
cariño de los compañeros o educadores preferidos: ese temor les
lleva a ser posesivos a fin de asegurarse que no los van a perder a
ellos también.
En algunos casos, el niño que hace sufrir a sus compañeros o
educadores está tratando de repetir el modelo de hermanos o
padres en el ámbito familiar. Es decir, un niño que sufre porque
son hermanos o sus padres le hacen sufrir a él de modo habitual,
puede escoger a ciertos compañeros (generalmente menores o
más débiles que él) como «chivos expiatorios» a los que hace
sufrir para liberar de ese modo la rabia generada en el ambiente
familiar. De modo semejante, un niño que tiene problemas de
relación con sus padres, pero a los que no se enfrenta porque les
tiene miedo, puede desarrollar una postura oposicionista a otra
figura de autoridad, a la que hace sufrir para vengarse de sus
padres (es un mecanismo de «desplazamiento» de la violencia).
Ese patrón de conducta puede consolidarse y explicar los
problemas de relación del sujeto en estudio con las figuras de
autoridad en la vida adulta; o, si ha tenido conflictos con su madre
durante la infancia, puede explicar sus problemas de relación con
las mujeres.
En resumen, detrás de los problemas de relación en la infancia
hay una causa radicada en la personalidad o en el estado de ánimo
del niño, que conviene analizar pues podría seguir actuando en la
vida adulta.

d) Nivel de estudios alcanzado y edad en que finalizó


los estudios

102
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

Los estudios son tarea ardua, que requiere un esfuerzo


continuado. En ellos no faltan las incertidumbres y frustraciones, a
veces frecuentes. A un individuo que durante la infancia ha
superado los estudios y sus dificultades y ha llegado al final
previsto, se le puede atribuir equilibrio emocional, tolerancia a la
frustración, adecuado autocontrol personal y un nivel intelectual
suficiente. Todas estas características psicológicas son
condiciones positivas, que favorecen el desarrollo normal de la
personalidad.
Los sujetos de una personalidad normal no están libres, sin
embargo, de sufrir alteraciones biológicas cerebrales que
desencadenen trastornos psiquiátricos; pueden también ser
afectados por el efecto negativo de patrones de conducta
inadecuados (consumo de drogas, alcohol, estrés crónico), que
rompen el equilibrio psíquico y producen un deterioro de la
personalidad, previamente normal. Pero estos patrones de
conducta inadecuada son más frecuentes en personas de rasgos
de personalidad negativos (inseguridad, dependencia, baja
autoestima).
Así pues, del individuo que ha finalizado los estudios
elementales en el plazo previsto se puede pensar que ha
desarrollado adecuadamente su personalidad; y que, si presenta
en la vida adulta problemas psicológicos, es muy probable que
tengan que ver con alteraciones biológicas genéticamente
determinadas, con consumo de sustancias, con enfermedades que
afectan al cerebro o con patrones de conducta perjudiciales para
su equilibrio psíquico previo.
Cuando individuos que no han acabado sus estudios, o que los
han acabado mal o tardíamente, presentan en la vida adulta
problemas psicológicos se ha de sospechar una probable causa
psicológica, y que el origen de sus problemas esté en algún defecto
de inteligencia y/o de su equilibrio emocional.
Ya hemos comentado que los niños con déficit intelectual, o
con un cociente intelectual cercano al límite inferior de la
normalidad, tienen muchas dificultades para entender y aprender
las materias académicas y, con frecuencia, suspenden a pesar de
estudiar. La dificultad para aprender y la continua frustración que

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Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

les producen sus fracasos desarrollan en ellos un rechazo afectivo


hacia el estudio y a la asistencia a clases, y es muy frecuente que
estos niños abandonen pronto los estudios, si no se tiene la
prudencia de aplicar tempranamente una «adaptación curricular»,
que evite los fracasos repetidos y la consiguiente desmotivación
del niño. Ya hemos señalado la importancia de conocer el cociente
intelectual de todos los alumnos lo antes posible, para prevenir el
fracaso de los niños de capacidad intelectual baja si se les exige
como a los de inteligencia media-alta.
Otra razón del fracaso escolar y abandono temprano de los
estudios es el desequilibrio emocional, con un predominio de la
afectividad («hago solo lo que me gusta y apetece, no lo que
debo») sobre la razón y la voluntad («debo estudiar y quiero
estudiar, y estudio»). Tales niños se acostumbran a hacer lo fácil y
agradable, y huyen de lo difícil y desagradable. Funcionan a
impulsos de las emociones y sentimientos. Eso les hace muy
dependientes de los estímulos ambientales (que son los que
provocan las emociones), muy inestables (por ser la afectividad
muy cambiante) y muy impulsivos, pues la conducta sigue a las
emociones y no se someten al juicio de la inteligencia ni al control
de la voluntad. En la vida adulta estos individuos suelen presentar
con frecuencia patología psiquiátrica: trastornos de ansiedad,
depresiones, consumo y dependencia de sustancias y trastornos
somatomorfos.
Hay otras razones, hoy menos frecuentes, de abandono
temprano de los estudios, como son tener que hacerse cargo de
tareas familiares y cuidados de los hermanos (sobre todo en caso
de niñas) y ayudar al negocio familiar (en el caso de niños).
Aunque asumir responsabilidades tempranamente puede ser un
factor de madurez precoz de la personalidad, puede también
inducir un hábito excesivo de sentido del deber y de
responsabilidad, que lleva a tomarse las cosas demasiado en serio
y a no adoptar hábitos de relax y disfrute que compensen el estrés
y tensión de las responsabilidades. Esas personas son más
proclives a sufrir dolencias relacionadas con el estrés crónico
(trastornos de pánico o de ansiedad generalizada, enfermedades
psicosomáticas o somatomorfas, depresión, insomnio).

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Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

7.3. Adolescencia

La adolescencia es una larga época de crisis (3-4 años), un


tiempo de cambios importantes en todas las facetas de la vida, que
exigen un esfuerzo grande de asimilación y adaptación. Todo
esfuerzo produce tensión, que puede romper el equilibrio
psicológico y provocar trastornos psiquiátricos. Esos
desequilibrios alteran y detienen, a su vez, el proceso normal de
maduración de la personalidad.
No vamos a entrar en un análisis profundo de los cambios que
se producen en un adolescente. Hay muchos y buenos textos de
psicología sobre la adolescencia y los fenómenos que ocurren en
ella. Analizaremos solo unos pocos aspeaos de la vida del
adolescente, para intentar obtener así información que ayude a
comprender la manera de ser del sujeto adulto en estudio:
a) Si fue feliz o no, y las razones de una u otra posibilidad.
b) Si tuvo muchos o pocos amigos.
c) Si tuvo problemas de relación con amigos y padres, y la
razón.
d) Rendimiento académico durante la adolescencia.
e) Consumo de sustancias, y el motivo.
f) Experiencias afectivas y sexuales.
g) Acontecimientos vitales relevantes. Enfermedades
psiquiátricas.

a) Si fue feliz o no, y las razones de una u otra posibilidad


Este apartado es similar al que expusimos en la infancia. Pero,
en este período, tiene un interés mayor, pues la personalidad está
ya bastante establecida y, si presenta algún tipo de fragilidad,
puede, con la tensión de la adolescencia, romperse y dar patología
psiquiátrica. Esa fractura exige ser tratada para evitar que el
individuo se introduzca en la vida adulta psíquicamente dañado,
lo que podría impedirle lograr sus objetivos vitales y abocarle de
por vida a la frustración e infelicidad existencial.
Las dos respuestas extremas a esta pregunta general, dan
información clara sobre los sujetos. Si responden que fueron

105
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

felices en la adolescencia, hay que comprobar que es cierto, pues


hay individuos que afirman haber sido felices cuando no lo fueron
porque son muy reservados y no quieren mostrar sus
sufrimientos ni que los demás se metan en su vida. Si es verdad
que fueron felices, permite suponer que su personalidad está
dentro de la normalidad; que han alcanzado un buen equilibrio
entre cognición y afectividad, que puede no ser perfecto todavía,
pero tienen la vida por delante para perfeccionarlo.
Si responden que no fueron felices, se ha de suponer que
tuvieron algún problema personal que no se lo permitió. Pudo
deberse también a razones no personales, es decir, ambientales,
objetivas: una violación, un embarazo no deseado, muerte de los
padres, una enfermedad grave, física o psíquica. Pero esas razones
son raras y no debemos pensar primero en lo raro, sino en lo
frecuente. De todas las formas, se debe obtener información sobre
las causas preguntando al interesado cuál cree que fue el motivo
de su felicidad o de su infelicidad durante la adolescencia.

b) Si tuvo muchos o pocos amigos


La amistad supone dar cariño y ser querido, pues los amigos
no son solo compañeros de diversión. Tener capacidad para
querer y ser querido supone cierta normalidad de personalidad.
Algunos adolescentes están muy centrados en sí mismos, solo
se quieren a sí mismos; necesitan de los demás para pasarlo bien,
pero no sienten la necesidad de ayudarles a ser felices y a que
disfruten.
Otros son incapaces de querer porque tienen miedo a sufrir;
temen que aquellos a los que podrían querer les defrauden y les
hagan sufrir, quizás por experiencias semejantes tenidas en la
infancia.
Otros no son capaces de querer porque son perfeccionistas e
idealistas. Se exigen demasiado a sí mismos para quererse y
gustarse; y exigen demasiado también a los demás para quererlos.
Tienden a sentirse siempre defraudados consigo mismos y con los
demás.
En fin, cuando un individuo no ha sabido querer, no suele ser

106
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

correspondido con cariño por los demás; no consigue ser amigo ni


tener amigos. Entonces conviene investigar la causa,
preguntándole cuál cree que es la razón. La respuesta que dé
puede ser o no verdadera: algunos echan la culpa siempre a los
demás; otros, por el contrario, por tener ciertos defectos que,
muchas veces, son convicciones exageradas e irreales sobre sí
mismos, se autoculpabilizan.
A los individuos que contestan que durante la adolescencia
tuvieron pocos amigos, se les debe preguntar la razón y, si no la
saben, sugerirles las posibilidades más frecuentes para ver si
reconocen alguna de ellas:
- Por ser muy exigentes en la amistad, pocos cumplen con sus
exigencias.
- Por temor a que les hagan sufrir. Requieren mucho tiempo
y mucho trato antes de confiar profundamente en alguien,
lo que supone que no les será fácil hacer muchos amigos: no
tienen tiempo material para dedicar muchas horas a
muchos conocidos.
De esos ejemplos podemos ya inferir algo sobre su manera de
ser: los primeros son muy exigentes, lo que implica ser
perfeccionista e idealista; los segundos son temerosos (miedo a
sufrir), por lo que se ha de suponer que son emocionalmente muy
sensibles y que tienen baja tolerancia a la frustración.
En las personas que durante la adolescencia tuvieron un
número muy elevado de amigos y, por tanto, mucho éxito social,
se ha de investigar el porqué, pues, aunque lo más frecuente es
que, como ya se expuso más arriba en el apartado de la infancia, se
deba a sus buenas cualidades personales, en ciertos casos eso
ocurre porque esas personas necesitan, como si se tratara de una
dependencia afectiva patológica, ser queridos, aceptados y
admirados por los demás. Puede ser que algunas de esas personas
sufrieran mucho durante la infancia (porque fueron rechazadas
por sus compañeros, porque vivieron solas mucho tiempo, por ser
hijos únicos, porque vivieron en pueblos aislados y con pocos
jóvenes, o porque al cambiar frecuentemente de residencia no
pudieron mantener las amistades). La necesidad perentoria de
ganarse el cariño del mayor número de personas del propio

107
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

entorno, lleva a estos individuos a tener que actuar


continuamente para agradar los demás, lo que implica renunciar,
por temor a no ser queridos, a la libertad interior de ser ellos
mismos cuando están delante de otros. Esta falta de libertad les
impide ser felices y les llena de insatisfacción y frustración.

c) Si tuvo frecuentes problemas de relación con amigos y


padres, y la razón
Dentro de ciertos límites, es normal que se tengan conflictos
con los demás, incluyendo a los padres y amigos. Interesa, por eso
y de modo especial, determinar por qué en algunos casos se ha
dado una ausencia total de conflictos, y por qué en otros los
conflictos han sido muy frecuentes. En esos casos extremos, las
respuestas obtenidas nos darán información interesante sobre los
sujetos en estudio.
Hay personas que no chocan con nadie porque, desde niños,
han sido enseñadas a evitar conflictos y han desarrollado un
fuerte hábito de autocontrol, bien de las manifestaciones visibles
del malestar interno producido por los demás, bien por el dominio
de la misma afectividad, que llega a impedir que surjan en ellas
emociones negativas o que puedan alcanzar intensidad, en
especial en el caso de la ira. De ese modo, no tienen dificultades
para dominar los brotes de violencia o daño a los demás. Son, por
eso, personas pacíficas, flexibles y tolerantes.
En ambos casos se puede decir que tienen bien desarrollada la
voluntad, la facultad psicológica para el autocontrol, y que tanto
influye en el desarrollo adecuado de la personalidad. Lógicamente,
es más sano el segundo caso, el del autocontrol de la afectividad.
Si la razón de la ausencia de conflictos fuese el temor a no ser
querido o a ser abandonado, eso implicaría que tal individuo está
muy necesitado de afecto, lo que podría deberse a que durante la
infancia sufrió cierto grado de carencia afectiva. En efecto,
quienes, durante la infancia, han sufrido carencia afectiva o han
perdido a personas que les aportaban cariño, presentan una
constante necesidad de afecto, sienten un gran temor de ser
rechazados y abandonados, y suelen tener una autoestima baja.
No podemos olvidar que querer y valer van unidos: «si no me

108
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

quieren, es porque no valgo».


A pesar de las frecuentes frustraciones que sufren, esos chicos
pasan la adolescencia, época propensa a la irritabilidad y al
conflicto, sin chocar con los demás, por temor a perder su afecto:
amplifican cada vez más su dependencia emocional de los otros,
pues viven para agradarlos y para sentirse queridos por ellos, y
pierden así la libertad de autorrealizarse. Por esta razón, padecen
una constante insatisfacción personal y frecuentes frustraciones,
pues esperan demasiado de los demás, y, con frecuencia, no lo
obtienen. Acaban, si no cambian, padeciendo depresiones en su
vida adulta.
En el caso de los adolescentes que han presentado frecuentes
conflictos con los demás, debemos distinguir tres grupos: 1. los
que han presentado conflictos frecuentes con sus padres, pero no
con los amigos, 2. los que han presentado frecuentes conflictos
con sus amigos, pero no con sus padres y 3. los que han
presentado frecuentes conflictos con padres y amigos.
1. Es probable que el adolescente que presenta muchos
conflictos con sus padres pero no con los amigos, tenga
unos padres muy controladores y posesivos. Consiguieron
que su hijo se les sometiera durante la infancia, y lo han
convertido en un individuo dependiente. Al llegar a la
adolescencia, por la necesidad de ser aceptado por sus
amigos y por el deseo de libertad propio de la edad, el
sujeto sustituye la dependencia de sus padres por la
dependencia de sus amigos: se somete a estos, y abandona
las conductas que sus padres habían logrado inculcarle.
Ante el cambio observado en el hijo, esos padres posesivos
y dominantes, compiten por su hijo con los amigos, y
originan un permanente conflicto padres-hijo.
Por otra parte, la necesidad del hijo de depender de los
demás, le lleva a someterse a sus amigos para sentirse
protegido y seguro, y, por eso, evitan cualquier conflicto
con ellos.
2. El adolescente con muchos conflictos con sus amigos, pero
pocos o ninguno con sus padres:
- Puede deberse a que sus padres le han tratado siempre

109
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

como un ser especial, único (quizás por ser hijo único o


por ser el varón primogénito). Estos sujetos por estar
acostumbrados a ser «el rey» en casa, buscan serlo
también entre sus amigos y, si no lo consiguen, chocan
con ellos. Es verdad que en todo grupo de amigos suele
haber un líder, pero es un líder natural, que surge
espontáneamente por la manera de ser de ese individuo.
En el grupo, el líder no se impone porque lo desee o
porque esté acostumbrado a serlo en su familia. Los
adolescentes «reyes» en casa por sus privilegios
familiares desarrollan rasgos de personalidad narcisista,
que les hacen ser de trato muy difícil, pues siguen
exigiendo privilegios allá por donde vayan, lo que es
causa de frecuentes conflictos con sus amigos.
- Otra razón por la que un adolescente puede tener
conflictos con los amigos y no con sus padres es por
tener un complejo de inferioridad, que le hace ser
emocionalmente hipersensible y sufrir mucho por
cualquier actitud de los demás que suponga falta de
estima hacia él. Por esta razón, vive a la defensiva, tiende
a interpretar como ofensas los gestos normales de
amigos y compañeros, y defiende su yo de modo
violento. En casa, sus padres, que le conocen bien y
saben de sus reacciones violentas, consiguen evitar
conflictos en el ambiente familiar absteniéndose de
cualquier gesto que pudiera provocar las reacciones
violentas del hijo.
3. En el caso de individuos con frecuentes conflictos en su
casa y en la calle, la razón suele estar en la personalidad del
sujeto,
que hace muy difícil su adaptación social. Les falta
flexibilidad psicológica y poseen escaso control de sus
emociones, especialmente de la irritabilidad, y eso les lleva
al continuo conflicto con los demás. Es frecuente que estos
individuos tengan la afectividad como principal modo de
comunicarse con los demás: de una parte, son
emocionalmente hipersensibles; de otra, se les hace difícil

110
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

entender a los demás y entenderse a sí mismos, pues su


nivel intelectual, aunque normal, es bajo; en consecuencia,
su principal apoyo para saber cómo interactuar con los
otros está en sus sentimientos del momento. Estos
individuos suelen ser muy poco estimados por los demás,
incluso rechazados; ellos captan ese rechazo, pero no son
capaces de entender la razón, y eso les genera frustración
intensa, les irrita y les lleva al conflicto.
En los adolescentes, es más probable que sus pautas de
relación con los demás perduren en la vida adulta, a diferencia de
las de la infancia. Es, por ello, necesario establecer lo antes posible
un tratamiento etiológico (causal) de las que causan problemas y
conflictos.

d) Rendimiento académico durante la adolescencia


El rendimiento académico es un buen termómetro para
conocer el equilibrio psicológico de un adolescente. Ya se ha
comentado su utilidad para determinar las características
psicológicas de un niño.
La adolescencia, por la acción de las hormonas sexuales, es
una época de intensificación de la vida afectiva, que, para bien o
para mal, influye notablemente en el rendimiento académico.
Un adolescente que aspira con fuerza a hacer una
determinada carrera, puede utilizar la fuerza de su deseo afectivo
para estudiar más intensamente, con más constancia, tratando de
mejorar su rendimiento. Para estos sujetos, la ilusión por entrar
en la universidad y obtener buenas notas, puede ser un refugio en
el que meterse en las frustraciones y fracasos de sus relaciones de
amistad y pareja. Así pues, al individuo que afirma haber tenido
durante la adolescencia un buen rendimiento académico se le ha
de preguntar por la razón de él, para saber si ha sido el refugio
ante los fracasos en otras áreas de su vida, o si se hay otras
razones, que convendría investigar igualmente.
Lo más frecuente es que las tensiones afectivas y los nuevos
intereses de la adolescencia, vividos con el apasionamiento propio
de esa edad (amistad, enamoramientos, curiosidad por problemas

111
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

sociales, sexualidad), atraigan fuertemente su atención y mermen


su capacidad de concentrarse en los estudios, lo que puede llevar
a un descenso o un fracaso del rendimiento escolar.
La adolescencia es una época de gran sensibilidad emocional,
que impulsa a buscar estados emocionales nuevos e intensos. El
contrapeso está en la fuerza de la voluntad, que trata de empujar a
cumplir el deber que la conciencia presenta en cada momento,
como puede ser el trabajar para superar los estudios. Solamente
los que entran en la adolescencia con una voluntad fuerte pueden
contener la fuerza afectiva que impulsa a la búsqueda de
emociones y sensaciones agradables e inmediatas, y hacerse
capaces de cumplir las tareas académicas, que, en muchos casos,
se presentan como difíciles y desagradables, y, en otros,
frustrantes por no alcanzar los resultados deseados.
Los niños inteligentes pero con poca voluntad, que han ido
pasando de curso con poco esfuerzo, suelen fracasar
académicamente en la adolescencia, pues las materias son más
difíciles y el torbellino emocional en que viven les distrae y les
empuja en una dirección contraria a la del estudio.
También los niños poco inteligentes suelen fracasar
académicamente en la adolescencia. Durante la infancia han ido
pasando de curso con justeza, apoyándose en un notable esfuerzo
de voluntad que les permitía memorizar las cosas mecánicamente,
pero sin entender bien la materia. Durante la adolescencia, los
contenidos de los cursos exigen mayor grado de abstracción y no
son fáciles de entender; además, la memoria mecánica y «eidética»
(fotográfica) disminuye en la adolescencia, para dar paso a la
memoria semántica, de significados y lógica, que depende y se
basa en la comprensión y no en la repetición.
Por todo lo anterior expuesto sobre el rendimiento académico
en la adolescencia, se ve la necesidad de aclarar, mediante una
detallada recogida de información, las posibles causas de las
dificultades observadas para conocer mejor al individuo en
estudio.

e) Consumo de sustancias, y el motivo

112
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

Es una experiencia común y bien documentada que la


adolescencia es una época de elevado riesgo de consumo de
sustancias. También se ha establecido una relación entre el inicio
temprano de ese consumo con:
1. Una mayor intensidad del consumo en el futuro.
2. Mayor duración del tiempo de consumo, por arraigarse
más como hábito de conducta.
3. Mayor riesgo de escalada del consumo a otras sustancias
más peligrosas y de pluridependencia de sustancias.
4. Mayor riesgo de abandono de hábitos saludables (deporte,
trabajo, estudio, relaciones estables) y de adoptar hábitos
no saludables de la vida, especialmente de otras adicciones
(sexo, juego), y de conductas violentas.
Una consecuencia del consumo de sustancias, y en especial de
la dependencia, además del perjuicio para la salud física, es el
deterioro del proceso de formación de una personalidad normal y
equilibrada, con mayor riesgo de desencadenar patología
psiquiátrica en la vida adulta.
Ya hemos mencionado más arriba la relación entre consumo
de sustancias y ciertas características de la personalidad
productoras de emociones y sentimientos negativos (ansiedad,
inseguridad, hipersensibilidad emocional, baja autoestima), que se
busca neutralizar mediante el consumo de sustancias. Los
adolescentes tienden a sufrir intensas emociones negativas,
propias de esa edad crítica, pero, como todavía no han
desarrollado suficientemente su tolerancia a las frustraciones ni la
paciencia, buscan huir de esas vivencias negativas con el consumo
de sustancias, que son capaces en pocos momentos de cambiar el
estado de ánimo.
Otras razones de la propensión al consumo de sustancias por
los adolescentes son:
- la necesidad de pertenecer a un grupo y el miedo a no ser
aceptados en el grupo si no se imitan los patrones de
conducta de consumo;
- la necesidad de aceptación y éxito social, que se busca a
través de dar una imagen positiva, que se logra más
fácilmente con el efecto de ciertas sustancias;

113
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

- el afán de libertad, que se asocia con lo prohibido o lo no


convencional, pues durante la infancia se han visto
obligados a hacer cosas correctas, convencionales y
aprobadas por las figuras de autoridad. Esta última razón
para el consumo de sustancias, especialmente de las
ilegales, y para realizar conductas socialmente prohibidas,
es más fuerte en los adolescentes que sienten mayor
necesidad de libertad porque han vivido su infancia con
intensa dependencia y sumisión. Estos individuos han
desarrollado el hábito infantil de depender, el cual, en la
adolescencia, les lleva a depender de las sustancias.

f Experiencias afectivas y sexuales


Ya hemos comentado que, en el ser humano y en el mundo
animal, existen unos «períodos críticos» para el aprendizaje. Se
trata de un tiempo en el que es más fácil aprender las cosas, el
aprendizaje es más profundo y es más difícil de modificar con
aprendizajes posteriores. De ahí la importancia de aprender bien
en esa etapa.
Estos periodos se dan en todas las funciones psíquicas cuando
se ponen en marcha, y dependen del desarrollo cerebral. Hay
períodos críticos para aprender los movimientos corporales, el
habla, la escritura, el cálculo, la empatía, las reglas de relación
social, la conciencia ética-moral, etc.
La adolescencia, por el efecto de las hormonas sexuales en el
sistema límbico (áreas neuronales del cerebro), es una etapa
crítica de la sexualidad y del amor romántico. Hay personas que
pueden ser precoces en el despertar de estas funciones psíquicas
y otras pueden ser retrasadas. Estos desfases suelen tener
relación con la madurez de la personalidad, que se relaciona con
las experiencias durante la infancia.
Los patrones de conducta en la sexualidad y en el amor
romántico durante la adolescencia, tienen relación con los
modelos y las normales sociales, y pueden determinar el modo de
vivir estas funciones toda la vida. Si son adecuados, pueden
contribuir a la felicidad, y si son erróneos, pueden producir
insatisfacción, frustración y trastornos psiquiátricos.

114
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

Dado que la afectividad tiene una gran fuerza en los


adolescentes, que, en muchos sujetos, supera a la fuerza de la
voluntad, y dado que la sexualidad y el amor romántico producen
afeaos muy intensos, es necesario un ejercicio continuo de la
voluntad para ejercer el control de esos dos fenómenos y no
acabar sufriendo una dependencia de los estímulos y vivencias de
estas dos áreas, que reducirá la libertad e impedirá ser feliz.
Por esta razón, conviene obtener información de cómo se han
vivido la sexualidad y el amor romántico durante la adolescencia y
si se han vivido relacionados o separados. Aunque todo el mundo
acepta que el ideal es vivirlos integrados, hoy existe una gran
presión social para separar estos fenómenos. Aprender a vivirlos
por separado durante el período crítico del aprendizaje de la
adolescencia constituye un inconveniente difícil de superar
después, durante la vida adulta.
Al ser la adolescencia una época de sufrimiento y en la que,
por falta de entrenamiento es una sociedad muy sobreprotectora
de los niños, los sujetos tienen todavía poca capacidad de sufrir, es
frecuente que los adolescentes, para huir del sufrimiento,
recurran a conductas que producen intensas y rápidas emociones
positivas. Ya hemos comentado algunas de ellas (alcohol, drogas,
videojuegos, películas). Ciertas conductas sexuales, sobre todo la
masturbación, la pornografía y la erótica, son muy accesibles y de
rápida acción para cambiar el signo de las emociones. Los
adolescentes, que usan su sexualidad con esta finalidad, tienen un
elevado riesgo de acabar en una adicción sexual.
Hay adolescentes con marcada inseguridad y muy baja
autoestima que tratan de afirmar su yo, o sentirse valiosos,
mediante la conquista de una pareja tras otra. Lo que les interesa
es enamorar a otras personas, sobre todo si son valiosas y bellas,
para así sentirse ellos valiosos. Tienen, por eso, numerosas
parejas durante la adolescencia. Cuando se les pregunta si se han
enamorado de sus parejas, no saben qué decir; algunos contestan
que solamente se han sentido atraídos. A la pregunta de si la
atracción les duró mucho, pueden responder que, una vez
conquistada, empezaban a perder interés por ella y a interesarse
por otras personas. Eso apoya la idea de que su deseo de

115
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

conquistar buscaba el mero sentirse bien, no un deseo de


compromiso duradero.
En el caso de los adolescentes varones, y últimamente
también en algunas adolescentes, unido al deseo de conquista
para sentirse valiosos, está el deseo de tener relaciones sexuales
por placer, pero, sobre todo, para presumir ante los amigos de
este tipo de conquista sexual, pues supone haber rendido
complemente a su pareja, hasta el extremo de acceder a entregar
su cuerpo, y así provocar la admiración de los amigos y sentirse
importante.
Ocurre también que algunos adolescentes tienen muchas
parejas pero durante poco tiempo. Se trata de sujetos que han
sufrido carencia afectiva durante la infancia y tienen una
necesidad patológica de ser queridos. Durante la adolescencia,
momento en el que la afectividad está más en carne viva, sienten
más intensamente esa necesidad y, como no pueden colmada en
su entorno familiar, tratan de satisfacerla en el cariño de las
personas de su entorno, entre ellas las numerosas parejas que
conquistan. Estas les abandonarán al poco tiempo, pues llegan a
sentirse explotadas, exprimidas como un limón, pues han dar
afecto de modo continuo y creciente, sin recibir a cambio un
cariño equivalente.
En el caso de adolescentes que han tenido un número
reducido de parejas (2-3), interesa saber cuánto tiempo duraron y
quién rompió. Hay personas con problemas serios de
personalidad que suelen tener dificultad para mantener las
relaciones afectivas prolongadas. Un adolescente que conquista
varias parejas suele poseer ciertas cualidades positivas (belleza,
inteligencia, buen humor), pero si todas terminan por
abandonarlo hay que sospechar que algo negativo y más profundo
hay en su personalidad, que solo es descubierto con el trato, y que
provoca el rechazo y abandono de la pareja. Conviene preguntar
en esos casos por qué le han dejado sus parejas, pues, aun cuando,
de una parte, no siempre sabe la razón y, de otra, la razón que le
han dado sus parejas no siempre es la verdad, esa pregunta puede
orientarnos para elaborar algunas hipótesis:
- Puede que sea posesivo, controlador y celoso, lo que supone

116
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

cierta inseguridad, baja autoestima y temor a sufrir por


perder a una persona que se quiere.
- Puede que la razón sea que es como un niño, egocéntrico,
caprichoso y manipulador, y lo que desea la pareja es una
persona madura y generosa.
- Otra razón frecuente es que se trate de un individuo
perfeccionista, idealista, y, por ello, muy exigente consigo
mismo y con las personas que ama, a las que quiere con la
condición de que sean como él quiere, no como realmente
son. Muestra así una actitud exigente, demandante,
controladora, que reacciona con enfado cuando aquellas no
actúan según su criterio.
Hay adolescentes que pasan toda esta época sin pareja, y
hasta sin enamorarse. Interesa preguntarles por la razón de esa
realidad. Los que no han tenido ninguna pareja, pero lo han
deseado intensamente e incluso se han enamorado varias veces
pero sin llegar a ser correspondidos, puede deberse a que tienen
algunas características negativas, físicas o de personalidad, que no
les hace atractivos. Estas características y la falta de éxito afectivo
repercuten seriamente en su autoestima, seguridad personal y
conducta social.
Es interesante conocer las razones por las que algunos
adolescentes no se han enamorado nunca durante la adolescencia,
pues puede ayudar a entender su personalidad y su conducta. En
algunos casos, habrá sido porque han puesto todo su interés en
lograr un éxito en algún otro objetivo personal (estudios, deporte,
familia), y no han tenido ni tiempo ni deseo de distraerse con el
amor. A veces, esos objetivos prioritarios y de interés exclusivo,
pueden ser un refugio o una excusa plausible para no sufrir el
riesgo de enamorarse y no ser correspondidos, y de sentirse
entonces rechazados y humillados. Esto esconde cierto
sentimiento de inferioridad, que hace a las personas muy
sensibles a los fracasos, que agudizan todavía más la consciencia
de su inferioridad. En otros casos se debe a una escasa tolerancia a
la frustración que, en algunos individuos, produce unas reacciones
emocionales y conductuales muy intensas y llamativas (como
rabietas de niño pequeño). En ocasiones esas reacciones causan

117
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

miedo en los propios sujetos, en relación con la falta de control de


sí mismos y con hacer el ridículo ante los demás. Por esta razón
tienen miedo a enamorarse y evitan hacerlo, huyendo
inmediatamente cuando alguien les gusta o les cae bien.
g) Acontecimientos vitales relevantes. Enfermedades
psiquiátricas
Incluimos en este mismo epígrafe los acontecimientos vitales
relevantes y las enfermedades psiquiátricas durante la
adolescencia, porque existe una relación bidireccional entre
ambos fenómenos. Por la fragilidad emocional de los adolescentes,
los acontecimientos vitales negativos intensos pueden originar
trastornos psiquiátricos. En la adolescencia son más frecuentes
algunos trastornos psiquiátricos (trastornos de la alimentación,
bipolares, esquizofrenia, fobia social, agorafobia), que causan un
fuerte impacto psicológico en el frágil equilibrio psíquico de los
adolescentes.
Conocer los acontecimientos vitales serios sufridos en la
adolescencia (muerte de seres queridos, separación de los padres,
accidentes o enfermedades graves, reveses de fortuna) y cómo los
han llevado psicológicamente, puede darnos información
interesante sobre la personalidad del sujeto que está siendo
estudiado.
Así mismo, saber si ha presentado algún trastorno
psiquiátrico en esa época nos dará indicios valiosos: si se trata de
trastornos endógenos o biológicos, sobre la posible etiología
genética que los predispone; si esos trastornos son de tipo
psicógeno, sobre la vulnerabilidad psicológica debida a una
personalidad con rasgos patológicos.
Tiene especial interés el estudio detallado de los trastornos
psiquiátricos de inicio en la adolescencia y de la vulnerabilidad de
la personalidad, detectada en la adolescencia a raíz de reacciones
anómalas a los acontecimientos vitales, pues la precocidad de su
diagnóstico y tratamiento es un factor importante de buen
pronóstico a largo plazo.
También interesa conocer si durante la adolescencia se han
iniciado conductas de consumo perjudicial de sustancias o
prácticas adictivas (sexo, juego, compras, internet), pues el 85%

118
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

de los sujetos con adicciones durante la vida adulta se han iniciado


en ellas durante la adolescencia. En estos casos, interesa saber
cómo y por qué el interesado se inició en esas conductas, para
saber si buscaba solucionar algún tipo de dificultad psicológica. Si
así fuese y para evitar las recaídas, se deberá intentar solucionar
tanto la conducta adictiva como la dificultad psicológica de base.

7.4. Carrera y profesión

a) Elección, dificultades, satisfacción con la carrera.


b) Grado de satisfacción en el trabajo.
c) Problemas serios de relación con compañeros y
superiores.
d) Tensión y preocupación que genera el trabajo.
La carrera universitaria y el trabajo profesional son un buen
banco de pruebas para detectar problemas psicológicos serios y
defectos importantes de la personalidad.
Al hablar del rendimiento en los estudios de los niños y
adolescentes se señalaron ya algunos problemas relacionados con
el fracaso académico. Aquellas explicaciones servirán, con las
debidas matizaciones, para entender las causas del fracaso en la
carrera profesional.

a) Elección, dificultades y satisfacción con la carrera


En la actualidad, y en los países del primer mundo, ha
aumentado notablemente la cifra de estudiantes universitarios
que empiezan sus estudios al finalizar la adolescencia. Que esos
sujetos hayan superado los cursos previos a la universidad hace
suponer que tienen un nivel intelectual medio-alto y que su
equilibrio psicológico, determinado fundamentalmente por el
autocontrol ejercido por la voluntad sobre la afectividad, puede
considerarse dentro de la normalidad.
En nuestro interés por llegar a un conocimiento profundo del
sujeto en estudio, trataremos también de obtener información de
aspectos relacionados con los estudios universitarios, realizados

119
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

al inicio de su edad adulta, un tiempo muy importante de la vida.


A la pregunta por qué escogió la carrera, o carreras, que
inició y terminó, cabe dar muchas y diversas contestaciones.
Analizando la contestación que dan a ella los distintos individuos,
podemos inferir algunas características de la manera de ser de
cada uno.
Algunos contestarán que era un deseo mantenido desde la
niñez. Esto hace suponer estabilidad y firmeza en los deseos y
planteamientos, rasgo propio de personas que, como veremos más
adelante, tienen un carácter secundario, según la tipología de
Heyman-Le Senne. Tener una clara y constante vocación es el
mejor vaticinio de una buena carrera, pues supone una
motivación fuerte y arraigada de superar todas las dificultades
que ese trabajo conlleva.
Las respuestas a la pregunta por la razón de haber elegido una
carrera pueden mostrarnos varios patrones de motivos más o
menos típicos.
1. Uno de ellos puede ser la admiración por el padre o la
madre, que tiene esa profesión. Esto significa que los
padres han sido personas valiosas y probablemente de
una gran personalidad, que los hace admirables a los ojos
de sus hijos. Estos padres suelen ser buenos modelos, de
profesionales y de personas, para sus hijos, por lo que es
probable que sus hijos también tengan una buena
personalidad.
Pero eso no siempre es así, pues con alguna frecuencia,
padres muy exitosos e importantes tienen hijos que
desean imitarlos, para adquirir su valor y su prestigio,
pero que, al no lograrlo, desarrollan un profundo
sentimiento de inferioridad al compararse con sus padres
y quedarse siempre por debajo de ellos. Además, han visto
cómo, desde niños, han sido tratados por los demás como
los hijos de fulanito o menganita, pero no reconocidos por
ser ellos mismos: van adquiriendo así la conciencia de que
su identidad en la sociedad es ser hijos de sus padres y no
seres con identidad propia. Esta vivencia puede
producirles insatisfacción y frustración crónicas, que se

120
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

acompañan de rechazo a sus padres, culpables de su


frustración. Tal rechazo de los padres no solo puede
impedirles identificarse con ellos, sino que, en su empeño
por adquirir una identidad propia, puede inclinarles hacia
todo lo opuesto a lo que piensan, sienten y hacen sus
padres. Tratan así de evitar que se les confunda con sus
padres y ser lo opuesto de lo que ellos son.
2. Si la razón de la clara y constante vocación profesional es
la ilusión de los padres de que su hijo haga determinada
carrera para dar continuidad al negocio, o mantener el
despacho o la consulta de uno de ellos, le están poniendo
ciertamente en bandeja su futuro profesional, pero a costa
de no tomar él una decisión capital en su vida. Le están
enseñando a dejar en manos de otros las decisiones
cruciales, a no arriesgarse a decidir por sí mismo: eso
supone aceptar un papel secundario de persona
dependiente, lo que puede desencadenar problemas
psicológicos cuando desaparecen las figuras de autoridad.
3. Cabe que alguno afirme que escogió una determinada
carrera por ser la más fácil, o porque es la carrera que
hace su novia y quiere estar todo el día con ella. Estas
motivaciones, y otras parecidas, indican un predominio de
la afectividad sobre la voluntad en la toma de decisiones, y
es probable que tengan una falta de autocontrol y de
libertad personal.
4. Una persona a la que le ha costado mucho decidirse a
escoger la carrera, por miedo a equivocarse en algo tan
importante, o por no terminar de saber cuál es la mejor o
la más adecuada para ella, permite suponer que es una
persona insegura, dubitativa y temerosa.
Respecto a los problemas y a la satisfacción con la carrera
escogida, está claro que un joven que decide hacer una carrera
para dedicarse a una profesión concreta, si no consigue acabarla, o
lo hace después de muchos fracasos y dificultades, puede sentirse
un fracasado y perder la confianza y la autoestima personal de por
vida. Así como las primeras experiencias de un niño dejan una
huella profunda en su modo de ser, las primeras experiencias en la

121
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

vida adulta, la carrera en este caso, puede dejar también una


profunda huella: positiva, si son éxitos; negativa, si son fracasos.
Lógicamente, la satisfacción tiene relación con los éxitos
conseguidos. Ocurre, sin embargo, a veces, que personas
idealistas, exigentes, perfeccionistas se sienten insatisfechas con la
carrera, no porque hayan tenido fracasos, sino porque los
profesores, las materias y el ambiente universitario no han
cumplido sus expectativas. Puede suponerse que a esas personas
les falta flexibilidad mental para adaptarse a la realidad, por
quedarse fijadas en planteamientos imaginarios. Corren el riesgo
de ser unos eternos insatisfechos y frustrados, que proyectan la
culpa en la realidad externa, en vez de achacarla a su idealismo o
fantasía. Esa actitud suele llevar a la inadaptación social.
De una persona que disfruta de su carrera, a pesar de los
esfuerzos que hubo de hacer para superar los obstáculos, que se
siente satisfecha de lo que ha escogido y contenta por el
rendimiento obtenido, se ha de suponer que posee una buena
capacidad de adaptación, de tolerancia a la frustración, de
autocontrol, en definitiva, una buena estructura de su
personalidad. Estos sujetos pueden padecer enfermedades
psiquiátricas de origen biológico, como cualquier otra persona,
pero, por su buena resistencia psíquica al estrés, no parecen
propensos a padecer trastornos reactivos, de adaptación, o de la
esfera neurótica.

b) Grado de satisfacción en el trabajo


El trabajo es una actividad que ocupa muchas horas en la vida
de una persona, es su principal dedicación. De ahí que, si el
balance entre las emociones positivas y negativas, que el trabajo
produce en un individuo es muy favorable a las primeras, el
trabajo será un factor importante de salud física y psíquica. Si
ocurre lo contrario, tarde o temprano, producirá algún tipo de
trastornos.
Por otra parte, el trabajo es un importante campo de
entrenamiento para adquirir cualidades positivas de personalidad
y para pulir o quitar cualidades negativas. Aunque hay una gran

122
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

variedad de trabajos, la mayoría de ellos requieren constancia,


esfuerzo continuado, responsabilidad, obediencia, cooperación y
tolerancia a la frustración.
Entre las cualidades positivas que se adquieren con el
ejercicio prolongado de una actividad laboral están:
- la disciplina personal, que se basa en el desarrollo de la
voluntad;
- la tolerancia a la frustración;
- la colaboración o cooperación con los demás compañeros
para obtener un objetivo común;
- la empatía, ponerse en lugar de los demás y evitar lo que
desune y fomentar lo que une;
- la flexibilidad mental, para adaptarse a los nuevos objetivos
y nuevos compañeros;
- el conocimiento realista de las propias capacidades,
habilidades y deficiencias;
- la constancia;
- la obediencia.
Conviene empezar preguntando al individuo de modo general
si está satisfecho con el trabajo, para luego pasar a realizar
preguntas más concretas.
1. A los sujetos que responden que están satisfechos con su
trabajo, hay que preguntarles cuál es la razón, si esa
satisfacción viene de atrás o es solo reciente; si esa
satisfacción se limita al trabajo o incluye también otros
aspectos de su vida.
Si la satisfacción es habitual, a pesar de los problemas que
siempre surgen en el trabajo, se ha de suponer que
estamos ante un individuo con capacidad para manejar
los problemas y tolerar la frustración que conllevan.
Si la satisfacción laboral se acompaña de insatisfacción en
otras áreas de la vida, conviene analizar la razón de esa
discordancia. A veces, el individuo se pone como principal
objetivo de su vida el éxito profesional, y lo hace como vía
para afirmar su yo y resolver así cierto sentimiento de
inferioridad. Pueden, por ese motivo, desatender o
abandonar otras áreas (familia, amigos, aficiones) y, en

123
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

consecuencia, hiera de su trabajo ni disfrutan ni se


relacionan bien con las personas, lo que les induce a
refugiarse más en el trabajo. Se crea así una espiral o
círculo vicioso que lleva a una progresiva insatisfacción en
su vida familiar y social y una satisfacción casi adictiva
con las tareas laborales.
2. Si un individuo contesta que no está satisfecho, o que,
incluso, está amargado o frustrado con su profesión o
trabajo, se han de analizar las razones que nos ofrece, a fin
de discernir si son objetivas o subjetivas, temporales o
habituales, o de causa interna, externa o mixta.
- Si la respuesta parece objetiva, se puede pensar en que
el sujeto posee un buen equilibrio emocional, pues el
subjetivismo y la distorsión de la realidad suelen tener
como causa una emotividad excesiva. Si nos parece que
su respuesta es muy subjetiva, pensaremos que el
sujeto presenta un desequilibrio emocional, en el que su
sensibilidad excesiva se impone a la razón y produce
distorsiones en la percepción de la realidad.
- Si el sujeto en estudio atribuye la causa de su
insatisfacción al mundo exterior y nos parece objetivo,
puede ser que se deba a las personas que le rodean en
el trabajo, o a las condiciones laborales. Si se debe a
esas personas, conviene preguntarle cuál cree que es la
razón por la que los compañeros de trabajo le hacen
sufrir. Si contesta que se debe a un solo compañero, se
puede pensar que ha podido encontrarse con una
persona que tiene algún problema psicológico, pero si
son varios los compañeros que coinciden en hacerle la
vida laboral frustrante, hay que pensar que la causa
puede ser que el individuo en estudio tenga algunas
cualidades personales que molestan a los demás. Suele
tratarse de rasgos negativos, no propiamente defectos,
como ser ingenuo, carecer de sentido del humor, ser
demasiado sincero, ser algo radical en sus opiniones,
ser demasiado hablador o imprudente. Si, al analizar
sus respuestas o al interaccionar con él, percibimos

124
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

alguno de esos rasgos, convendrá averiguar por qué


tiene esas cualidades negativas; muchas veces, pueden
ser manifestación de rasgos más profundos de su
personalidad: falta de empatía, rigidez mental y/o
emocional, inseguridad, autocontrol reducido, afán de
afirmar el yo por tener sentimiento de inferioridad, etc.
A estos individuos con insatisfacción laboral habitual hay que
preguntarles también ¿cómo lo llevan?, para intentar conocer su
resistencia a la frustración y los mecanismos de defensa que
emplean en las situaciones que les producen emociones negativas.
Pues, si manejan bien el estrés y la frustración, las dificultades
laborales pueden ser una oportunidad para desarrollar más
profundamente su habilidad de adaptación a lo negativo, que les
hará menos vulnerables en otras situaciones adversas. En el caso
de que respondan que el apoyo de familiares y amigos les ayuda a
llevar su frustración laboral, podemos conocer que se trata de un
individuo con buen apoyo social, y suponer que sus problemas se
dan solo en el trabajo, no en la familia ni en el ambiente social: de
eso podremos inferir que el individuo tiene cualidades positivas,
que le hacen ser aceptado y querido fuera del trabajo.
De un individuo que tiene problemas laborales, en la familia y
con los amigos, o que no tiene amigos, se ha de sospechar que es
persona con serios problemas psicológicos, que le llevan a chocar
con las personas de su entorno, y que esta podría ser la razón de
sus problemas laborales. Es capital conocer cuáles son esas
características negativas personales, para ayudarle a resolverlas y
evitar la cronificación o el agravamiento de sus problemas.
Para terminar esta apartado, repetimos lo ya dicho: la
satisfacción en el trabajo y en otras áreas de su vida indica que la
persona tiene cualidades psicológicas positivas y, por tanto, está
«inmunizado psicológicamente» a los problemas psiquiátricos de
tipo neurótico o psicógeno.

c) Problemas serios de relación con compañeros y superiores


Este epígrafe es continuación y se relaciona con el anterior,
pues como ya se ha comentado, muchas veces, la insatisfacción

125
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

laboral se debe a problemas de relación con las personas del


trabajo.
En general, una persona con problemas psicológicos serios
tendrá conflictos de relación con los demás, mientras que una
persona sana y equilibrada psicológicamente es fácil que sepa
adaptarse bien a las personas de su entorno y no cree dificultades.
Las características psicológicas negativas y positivas intensas
y arraigadas hacen que la dificultad o facilidad para relacionarse
con los demás sea más general, es decir, que abarquen más áreas o
todos los ambientes (trabajo, familia, sociedad) en que se
desenvuelve dicho individuo.
Cuando un sujeto afirma que tiene problemas de relación con
los compañeros y/o jefes, conviene preguntarle si esos problemas
son continuos o transitorios, si son frecuentes o esporádicos, si
generan conflictos externos o solo sufrimiento interno, si sabe
cuál es la causa de esos problemas y, finalmente, si se dan también
con personas fuera del ambiente laboral. Cada respuesta a esas
preguntas nos dará oportunidad de conocer diversas
características psicológicas del individuo en estudio.
Hay algunos rasgos de personalidad que provocan con
frecuencia problemas de relación con los demás:
1. Los individuos con sentimiento de inferioridad tienden a
ser muy susceptibles y a estar a la defensiva. Interpretan la
actuación de los demás en clave de ataque y menosprecio, y
reaccionan atacando («la mejor defensa es el ataque»), lo
que provoca que los demás, a su vez, se defiendan
atacando. De ese modo, estos individuos acaban
confirmando su sospecha de que son maltratados o
atacados. También suelen ser muy competitivos, necesitan
éxitos y ganar a los demás, para sentirse superiores a ellos.
Generan así conflictos con los compañeros de trabajo, a la
vez que son sumisos con sus superiores, conscientes de
que son los jefes quienes otorgan los éxitos y reconocen el
mayor valor de unos trabajadores sobre otros mediante las
promociones a puestos superiores.
2. Los individuos con una personalidad paranoide, o con
rasgos de personalidad de suspicacia y desconfianza,

126
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

también tienden a malinterpretar las acciones de los


demás, no por hipersensibilidad emocional como los
anteriores, sino en virtud de sus esquemas mentales
erróneos. Piensan que los demás les rechazan, maltratan,
desprecian, fastidian, lo que les lleva a tener problemas de
relación con todo el mundo, especialmente con los más
cercanos: compañeros próximos y jefes inmediatos.
3. Hay algunos individuos que durante la infancia han sufrido
muchas humillaciones por las personas de autoridad
(padres, profesores y autoridades civiles), que les han
marcado con una especie de fobia hacia las figuras de
autoridad. Eso les lleva, cuando son adultos, a tener
conflictos solamente con las figuras de autoridad, también
en el trabajo. Otros, con esas mismas experiencias
infantiles, en lugar de desarrollar fobia, adquieren un
hábito intenso de sumisión hacia la autoridad, que les hace
ser muy sumisos en el trabajo con los jefes. Esa actitud
servil puede producir el rechazo de sus compañeros y ser
motivo de conflicto con ellos, que la ven como algo
degradante.

d) Tensión y preocupación que genera el trabajo


Todo trabajo exige un esfuerzo físico y mental, y, por eso,
cansa. Cuando trabajamos utilizamos todas nuestras facultades y
las «desgastamos». Si no se aprende a establecer el adecuado
equilibrio entre cansancio y descanso, tensión y relax,
sufrimientos y alegrías, se acaba en un «desequilibrio» que puede
producir trastornos de diferente tipo: por somatización (antes
enfermedades psicosomáticas), de ansiedad, del humor
(especialmente la depresión, pues «después de la tensión, viene la
depresión»), Y también adicciones (alcohol, drogas, comida, juego,
sexo, etc.), que se utilizan como vías de escape o evasión de las
emociones y sensaciones negativas que acompañan al cansancio
psíquico del estrés crónico. Por otra parte, el estrés continuado
puede poner en marcha, o provocar recaídas de, enfermedades
psiquiátricas de origen biológico como la esquizofrenia, el

127
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

trastorno bipolar y los trastornos delirantes.


Hay trabajos que estresan y cansan más que otros, porque
implican mucha responsabilidad y esfuerzo. Hay también
personas que, por su manera de ser, tienden a padecer estrés
crónico, independientemente del trabajo que realicen. Este es el
caso de los sujetos con una personalidad anancástica, propia de
individuos controladores, superordenados, rígidos e
hipersensibles emocionalmente, temerosos, dependientes de
éxitos, con baja tolerancia a la frustración, inseguros,
perfeccionistas, hiperresponsables, obsesivos, y con autoestima
baja. Hay otros dos tipos de personalidad, afines a la anancástica,
que tienden también a sufrir estrés crónico y agotamiento
psíquico: son las personalidades ansiosas o evitativas y las
dependientes. En la parte final del libro se explicarán con detalle
las características de estas personalidades.
En general, los individuos con algún tipo de personalidad que
les dificulte relacionarse bien con los demás, están expuestos a
sufrir estrés laboral crónico, ya que, en la mayoría de los trabajos,
hay que relacionarse con la gente durante muchas horas. Esos
tipos de personalidad son: paranoide, esquizotípica, narcisista,
histriónica y borderline.
A la vista de ese riesgo de estrés laboral crónico, conviene
preguntar a los sujetos en estudio si el trabajo que realizan les
produce estrés intenso, si este es habitual o circunstancial y qué
hacen para combatirlo.
Si un sujeto presenta un estrés intenso habitual, es muy
probable que tenga algún tipo de personalidad propensa al estrés
de las que hemos citado más arriba. Es más lógico que el estrés
circunstancial sea de origen ambiental, como ocurre con las
personas que trabajan en condiciones objetivamente estresantes
(elevada responsabilidad, ocupaciones peligrosas, trabajo cara al
público). En estos casos, conviene preguntar si, para prevenir el
estrés crónico, ponen en práctica actividades que relajan y
descansan.

7.5. Matrimonio, familia, vida en pareja

128
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

Al igual que el trabajo, la vida en familia y en pareja ocupa


muchas horas en la vida de una persona, gran parte del tiempo
que deja libre el trabajo.
Además, por los fuertes lazos afectivos que se dan en la familia
y con la pareja, los problemas que surgen en este ámbito suelen
tener una fuerte repercusión afectiva negativa. Por el contrario, el
afecto que se recibe por parte de las personas de la familia y las
vivencias positivas en ese ámbito (seguridad, aceptación, relax,
confianza), tienen una repercusión positiva profunda, que puede
ser un eficaz preventivo y el mejor antídoto frente a los problemas
laborales y/o sociales serios, y del estrés crónico.
Para resaltar la importancia del ambiente familiar, conviene
saber que, en la clínica práctica, la incidencia de trastornos
psiquiátricos causados por problemas familiares es mayor que la
causada por problemas laborales.
Como en los apartados anteriores, trataremos del modo de
obtener información sobre algunos aspectos relacionados con la
vida familiar y la vida en pareja, con el propósito, no de ser
exhaustivos, sino de hacer una especie de chequeo de esta área.
Si el individuo contesta a las preguntas generales dando a
entender que existen problemas importantes, se puede hacer una
investigación más detenida, con preguntas más concretas sobre:
a) Tiempo de noviazgo.
b) Motivo de casamiento o de convivir en pareja.
c) Número de hijos.
d) Dinámica familiar: relación entre esposos y con los hijos.

a) Tiempo de noviazgo
En los últimos años, en los países del primer mundo, se ha
producido un cambio intenso y rápido en las relaciones afectivas.
Parece que, de momento, este cambio no va a detenerse, y por ello
ignoramos cuáles van a ser los tipos de relación afectiva que
subsistirán en el porvenir. Como este libro no trata de la
sociología de la familia y su futuro, vamos a mantenernos en la
visión tradicional de familia. El lector deberá extrapolar la
información que se puede obtener con las preguntas que vamos a

129
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

analizar a otras formas de relación afectiva presentes en la


sociedad.
La información sobre el individuo en estudio, que se expone
en este apartado, complementa y continúa la información referida
en el apartado sobre las relaciones afectivas de la adolescencia,
pues muchos noviazgos se inician en esa época o poco después.
Tiene especial interés analizar los noviazgos muy cortos y los
muy largos, pues son los que pueden sugerir información más
relevante sobre la manera de ser de los individuos.
1. Hay varias razones por las que una pareja se ha casado o
comprometido, o decidido vivir en pareja, después de un
período corto (semanas o pocos meses) de noviazgo o
relación afectiva:
- Una razón frecuente es la de huir del control paterno o
de la casa familiar porque allí se estaba sufriendo por
los frecuentes conflictos, entre los padres o con los
padres. Una persona que toma la decisión de casarse o
vivir con su pareja para huir de una situación de
sufrimiento familiar invita a suponer que su tolerancia
a la frustración es limitada y/o que puede haberse
acostumbrado, antes de ese compromiso o a raíz de él,
a realizar conductas de huida o escape ante las
situaciones negativas. Habrá que confirmar esta
posibilidad preguntándole al individuo si ha llevado a la
práctica otras conductas de huida, sabiendo que
pueden realizarse también mediante el consumo de
sustancias o practicando conductas compulsivas que
producen emociones y sensaciones placenteras o
agradables, y no solo cambiando de lugar de residencia.
Hay otras conductas de huida o escape muy llamativas
como son los trastornos disociativos y conversivos
(antigua histeria).
- Cuando la razón de un noviazgo breve no es la de huir
de la casa paterna, se puede pensar que estamos ante
una persona impulsiva o poco reflexiva, que se deja
llevar de las emociones muy intensas, que bloquean su
capacidad de reflexión y les impulsan a conductas que

130
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

satisfacen de modo inmediato sus necesidades


afectivas. Si se confirma este supuesto, se puede inferir
que se trata de un individuo en el que la afectividad
domina sobre la voluntad.
Los individuos que presentan este desequilibrio
psicológico son muy propensos a sufrir patología
neurótica. Puede que esa manera de ser (impulsiva,
apasionada, emocional) se dé solamente en uno de los
miembros de la pareja, el que no es el sujeto de estudio.
En este supuesto interesa conocer por qué el individuo
que nos consulta acepta el compromiso con tan breve
período de conocimiento previo. Una de las razones
puede ser la ya dicha (la huida de su casa paterna); otra
podría ser su manera de ser dependiente, que le lleva a
no ser capaz de tolerar pérdidas afectivas, por lo que
acepta someterse a la otra parte a cambio de que ésta
no le abandone. Esta última suposición debe ser
confirmada preguntando al interesado cuál fue la razón
por la que aceptó el compromiso propuesto por la otra
parte (impulsiva y emocional). Si contesta que lo hizo
por miedo a que le abandonase, se puede afirmar su
dependencia.
2. En el caso contrario, el noviazgo muy largo (años),
interesa preguntar al individuo en estudio la razón de
haber demorado tanto el compromiso. Puede que la razón
sea la negativa de su pareja, no la de nuestro individuo. En
este caso, interesa conocer la razón de la pareja. Si fuera
porque ve en el individuo en estudio ciertas
características negativas, que le hace dudar de que sea la
persona adecuada para un compromiso definitivo,
conocer esas características negativas, nos aportaría
información valiosa. Si resulta que la razón por la que la
pareja retrasa el compromiso es por características
negativas suyas: inseguridad, dudas, temor al compromiso
o a equivocarse; o por tener compromisos o proyectos
prioritarios (promoción profesional, atender a sus padres
enfermos, necesidad de cierto bienestar económico antes

131
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

de comprometerse, etc.). En ese caso, interesa saber por


qué el individuo en estudio sigue esperando años a que su
pareja acepte comprometerse. Analizando sus respuestas
podemos obtener información sobre su manera de ser:
miedo a quedarse solo/a, miedo a sufrir si rompe, miedo a
sentirse culpable de que su pareja se enfade y sufra. De
estas razones se puede inferir baja tolerancia a la
frustración, predominio de la afectividad (miedo) sobre la
razón (características del neuroticismo o inmadurez) y
dependencia emocional de los demás.

b) Motivo de casamiento o de convivir en pareja


La convivencia entre personas, especialmente la convivencia
íntima, es una tarea complicada, pues exige la puesta en acción de
habilidades sociales: tolerancia, flexibilidad, empatía, generosidad,
espíritu de sacrificio, sinceridad, lealtad, educación, amabilidad,
cortesía.
Como muchas de estas habilidades no se poseen de modo
natural, se deben desarrollar con la convivencia y con la práctica
durante cierto tiempo. Por ello, los primeros años de convivencia
son de adaptación y es frecuente que se den conflictos y se sufra
por ellos. Como la capacidad de soportar sufrimiento varía con las
personas, pero no parece ser una característica de los jóvenes de
la sociedad occidental, hemos de ver en ella una de las razones del
aumento de las rupturas del compromiso matrimonial y de pareja.
A la vista de las dificultades propias de la convivencia, se ha de
concluir que es muy conveniente que el compromiso de convivir
se base en un afecto fuerte y estable, que es un buen «pegamento»
y medicación muy eficaz para sanar las heridas que se producen
en los conflictos de pareja.
Por eso, conviene preguntar al individuo en estudio, cuando
está casado o vive en pareja, la razón por la que se comprometió.
1. Lo «normal» o habitual es que respondan que porque se
querían y deseaban formar una familia. Cuanto más cariño
se tengan mejor pronóstico tiene la relación a largo plazo.
El cariño depende mucho de la admiración mutua. Si los

132
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

miembros de una pareja o matrimonio descuidan su lucha


personal por ser admirables física y psíquicamente,
pueden perder la admiración de la otra parte y a
continuación pueden perder el cariño. Es difícil que una
relación tan próxima e intensa pueda perdurar sin cariño.
2. Las personas que se casan por dinero, porque se ha
producido un embarazo no deseado, por huir de la casa
paterna, por compartir ideales (políticos, literarios, o de
otro tipo) crean una unión muy frágil, con un alto riesgo
de que no perdure si no consiguen desarrollar un intenso
afecto mutuo. Analizando cada una de las razones por las
que se han casado o comprometido, se pueden inferir
ciertas características personales del sujeto en estudio,
que habrá que confirmar con otros datos o preguntándole
directamente al sujeto si creen que las posee:
- Del que se casa por dinero, por lo que eso supone de
estatus, lujo y bienestar, se puede intuir que es una
persona hedonista, materialista, superficial,
egocéntrica, interesada.
- De quienes se casan para ocultar un embarazo no
deseado, circunstancia cada vez menos frecuente, dada
la facilidad de abortar y la presión a favor del aborto en
la sociedad occidental, se ha de suponer que se trata de
personas temerosas, dependientes y sumisas.
- De quien se casa porque comparte ideales con la pareja,
o porque la idealiza por ser una persona famosa,
poderosa, culta, se puede inferir que estamos ante una
persona idealista, imaginativa, fantasiosa, romántica,
hipersensible, que quizá trata de resolver su baja
autoestima mediante la conquista de alguien valioso o
admirable que le transmite valor ante los demás.
3. Hay algunas otras razones que con alto riesgo de producir
convivencias conflictivas, como la de las personas que se
casan por compasión de la otra persona, por suplir la falta
de un padre o una madre, por necesitar un terapeuta en
casa, para ocultar o resolver la homosexualidad, por
despecho de un desengaño amoroso o por haber sido

133
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

abandonadas por otra pareja, para tener hijos (aunque en


nuestra sociedad ya no es tan frecuente por las relaciones
sexuales libres o por la inseminación artificial).
En fin, conviene preguntar las razones profundas de los
compromisos matrimoniales o de pareja, pues podemos obtener
información interesante de la manera de ser de un individuo, y
también sobre las posibles vivencias negativas por las que está
pasando una persona en un compromiso anudado en razones
incorrectas.

c) Número de hijos
Los hijos son, ya antes de nacer, un reto para los padres. La
actitud de muchas parejas ante este reto depende de su manera de
ser.
Es cada vez es más frecuente encontrar individuos, solos o en
pareja, que no desean tener hijos. Interesa preguntarles la razón
de ese rechazo a los hijos, pues de sus respuestas se pueden
inferir apreciaciones sobre su manera de ser.
1. Algunos afirman que no quieren tener hijos porque es una
responsabilidad que no pueden asumir. A estas personas
conviene preguntarles por qué no pueden asumir esa
responsabilidad, siendo así que asumen otras. La
respuesta puede variar y, en muchos casos, parece
razonable y lógica, pero, en el fondo, viene a ser una
racionalización del «miedo» a sufrir si los hijos sufren, o si
tienen problemas de salud o psicológicos, o si salen malas
personas y les produce vergüenza y sentimientos de culpa
por no haberles educado bien. Si se confirma este temor al
preguntarles directamente, se puede inferir en su manera
de ser:
- cierta baja tolerancia a la frustración,
- inseguridad para acometer la tarea de educar y, en
general, de llevar a cabo responsabilidades;
- cierta actitud pesimista, que les hace ponerse en lo peor
y anticipar el fracaso y los problemas y evitar asumir
responsabilidades;

134
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

- egocentrismo, de pensar primero en su propio


bienestar;
- a veces estas personas son, también, perfeccionistas y
controladoras. No soportan que las cosas se desvíen de
sus proyectos y deseos, por lo que tratan de controlar el
mundo exterior para que sea como ellos quieren, y así
no sufrir. Por esta razón, no desean tener hijos, seres
potencialmente libres, que pueden escoger modos de
ser y actuar contrarios a los deseos de los padres, y no
resultar «perfectos» ni «controlables».
2. Hay personas muy sensibles, que han sufrido mucho en su
vida desde la infancia, y no han encontrado apoyo
psicológico en las personas de su entorno, por lo que no
han sabido asimilar el sufrimiento y, en vez de hacerse
fuertes por la costumbre y el hábito de sufrir, se han
vuelto vulnerables al sufrimiento, o han desarrollado una
fobia a sufrir, que les empuja a huir de toda situación real
o imaginaria de dolor moral o físico. Estos sujetos
rechazarán de plano tener hijos, también por miedo como
los anteriores, porque suponen que sus hijos van a sufrir
como ellos y les van a hacer sufrir a ellos.
3. Algunas personas no desean tener hijos porque poseen
una personalidad narcisista, y solamente tienen interés en
ellas mismas. Carecen de empatía, no desean querer a los
demás, no sienten la necesidad de tener hijos ni quieren
dar vida a otros seres. Si esas personas tienen hijos,
tratarán de que esos hijos les admiren o sean motivo de
autosatisfacción o de admiración por los demás; si no lo
consiguen, se desentenderán de ellos.
En el caso de padres que desean tener solo un hijo:
1. Algunos de esos padres afirman que no pueden tener más
que un hijo porque los dos padres deben trabajar duro
para pagar las letras de la hipoteca de la casa, del coche y
atender otros gastos que les permiten llevar una vida
agradable. Se puede suponer en esos individuos una
actitud egocéntrica y hedonista, que les lleva a poner por
delante de la vida de los hijos los bienes materiales y el

135
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

bienestar personal.
2. Otros individuos pueden afirmar que solamente desean un
hijo para poder darle todo lo mejor, educarle bien y evitar
el riesgo de que sea una mala persona, para luego
arrepentirse de haberlo tenido o sentirse culpables de no
haberlo atendido bien. A veces, esas afirmaciones son
racionalizaciones de razones emocionales más básicas,
como el miedo a perder la propia libertad, deseo de llevar
a cabo ciertos proyectos o gustos personales, o afán de
controlarlo todo para sentirse seguros y tranquilos.
3. Otras personas, especialmente mujeres, que no han sido
queridas, o que nunca se han sentido queridas, quizá por
algún defecto físico o psicológico, desean concebir un hijo,
incluso estando solteras o sin pareja, al objeto de tener a
una persona que les quiera solo a ellas, para lo que lo
educan de un modo posesivo y dependiente, haciéndole
sentirse culpable cuando no busca como objetivo principal
de su conducta agradar a su madre. De estas personas se
puede inferir su profunda carencia afectiva y su «hambre»
de afecto, que se acompaña de baja autoestima,
hipersensibilidad emocional, egocentrismo, escasa
empatía, dependencia emocional, baja tolerancia a la
frustración, permanente insatisfacción, inestabilidad
emocional e irritabilidad.
Se invocan otras razones para no tener hijos, o para tener
solamente uno, que son menos frecuentes, y que denuncian un
modo de ser extraño de los individuos que las dan. Citaré algunos
ejemplos de modo ilustrativo, sin analizar la personalidad de los
individuos:
- Algunas mujeres pueden rechazar los hijos por no soportar
ver su cuerpo deformado por el embarazo, o por tener un
temor fóbico al parto (por haber visto a alguna mujer sufrir
los dolores del parto).
- Algún hombre no quiere más que un hijo al haber visto
sufrir los dolores del parto a su mujer en el primer hijo, y
no soportan la idea de que su mujer, a la que quieren con
locura, vuelva a sufrir tal situación.

136
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

- Otros hombres pueden no desear tener hijos, o más de un


hijo, por querer a su mujer para ellos solos. Aceptan un solo
hijo por el empeño o chantaje de su mujer, pero no quieren
más para no tener que compartir el cariño de su mujer con
más hijos. Estos individuos vivirán celosos y compitiendo
con su hijo único por el cariño de su esposa, haciendo que
su hijo se sienta rechazado por el padre.
- Alguna mujer puede desear un solo hijo para vivir la
experiencia de la maternidad o para tener una persona que
le quiera, a la que colmar de mucho cariño, pero no quiere
más hijos por temer que su pareja o marido la pueda
abandonar (como otras personas en su vida) y tenga que
hacerse cargo ella sola de sus hijos.
Hay individuos que solo desean tener dos hijos, a poder ser
una parejita (niño y niña), en una sociedad que establece como
norma de procreación un par de hijos como máximo por pareja. Al
preguntarles por la razón de esa decisión, es muy probable que
den la respuesta que la sociedad establece: que en esta sociedad
donde los dos padres han de trabajar fuera de casa para adquirir
el dinero suficiente para pagar la hipoteca y dar a sus hijos una
vida con bienestar y una educación de calidad no se puede tener
más de dos hijos. Respecto a la manera de ser de estos individuos,
se puede inferir que se trata de personas con tendencia a
someterse a las normas sociales para conseguir aceptación social
y evitar ser señalado o rechazado socialmente por ser
«irresponsable». Esto supondría cierta dependencia social y baja
tolerancia a la frustración.
Se puede suponer que las personas que desean más de dos
hijos y, en especial, las que desean una familia numerosa forman,
en la sociedad occidental de hoy, una categoría especial, una
forma de ser peculiar, y diferente de la de quienes tienen
numerosos hijos pero sin desearlos, como fruto del azar o del
descuido.
- Los individuos que desean una familia numerosa poseen, o
desean poseer, capacidad de sacrificio, tolerancia a la
frustración, altruismo, generosidad, autocontrol, seguridad
personal, idealismo, firmeza y estabilidad emocional. Por

137
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

otra parte, el esfuerzo de sacar adelante a varios hijos


produce un efecto modelador de la personalidad de los
padres, al fortalecer la voluntad, necesaria para el
autocontrol y para alcanzar los rasgos que acabamos de
enumerar.
Es verdad que en una familia muy numerosa abundan los
problemas, sobre todo cuando los esposos o la pareja no están
unidos de modo firme y no cuentan con apoyos familiares y de
amistad. Es posible entonces que se agote la resistencia psíquica
de los padres y lleguen a enfermar. Es un riesgo que debe tenerse
en cuenta para intentar prevenirlo.

d) Dinámica familiar: relación entre los esposos


y entre padres e hijos
Entendemos por dinámica familiar el conjunto de relaciones
que se dan entre los miembros de una familia. Por ser la primera
en el tiempo, la más importante es la relación entre los esposos o
miembros de la pareja, que será el modelo del que aprenderán los
hijos.
La dinámica familiar puede ser habitualmente buena o mala;
cambiante o inestable; circunstancial o por temporada; a mejor o a
peor con el paso del tiempo; sana o patológica. El impacto
emocional en cada uno de los miembros de la familia depende del
tipo de dinámica y de las características de su personalidad.
Preguntar al individuo en estudio cómo le afectan los
problemas de relación con su pareja o con sus hijos, y cómo actúa
entonces, puede darnos pistas para conocer cómo es su manera de
ser.
Sería complejo analizar aquí las diferentes posibilidades de
reacción del individuo a los conflictos de pareja, la intensidad de
estas reacciones y su proporción con la intensidad de los
conflictos que las desencadenan, y las conductas que ponen en
marcha para resolverlos. Que estas conductas agraven o
prolonguen el conflicto unas veces, y otras lo resuelvan o
abrevien, depende de que estén guiadas por las emociones
surgidas del conflicto (generalmente negativas como la
frustración, ira, rechazo); o, por el contrario, se basen en un

138
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

análisis racional de las situaciones y en la aplicación de soluciones


razonables y voluntarias, lo que es muestra de autocontrol
emocional y buena tolerancia a la frustración.
En todo conflicto relacional se debe tener en cuenta el papel
que en su origen y desarrollo desempeñan las reacciones
emocionales y conductuales de los miembros de la pareja,
fuertemente determinadas por la manera de ser de cada uno.
Analizar con detalle esos aspectos puede ayudarnos a hacer
un buen diagnóstico de la dinámica familiar, de los factores
causales más frecuentes e importantes en sus conflictos, y de la
capacidad de cada uno de los miembros de esa familia de
solucionarlos o evitarlos. Eso es necesario con vistas a una posible
orientación o terapia familiar.
Ese análisis es útil también para conocer la posible patología
psíquica y de la personalidad de cada uno de los miembros del
núcleo familiar, pues, en muchas ocasiones, los conflictos de
relación se deben a un trastorno psiquiátrico de uno solo de los
miembros de la familia, que acaba enfermando la relación familiar.
Hay individuos que son conflictivos en todas sus relaciones
personales: familia, trabajo y sociedad. Ya hemos visto más arriba
algunos ejemplos de personas que crean conflictivos en el trabajo,
en el colegio o con los amigos y compañeros. Hay también
personas con un control de sí mismas suficiente para evitar los
conflictos con los otros, cuando sus respectivas relaciones son
esporádicas y superficiales, pero que no son capaces de evitar
provocar conflictos con personas ligadas a ellas por una relación
profunda, estrecha y habitual, como ocurre en la familia.
Lógicamente, la alteración o problema de esos individuos es
menos grave que el de los sujetos que tienen frecuentes conflictos
con todas las personas de su entorno.
De los individuos que habitualmente se llevan bien con todo
tipo de personas, incluyendo los miembros más próximos de su
familia, se puede inferir que tienen un buen equilibrio emocional,
que poseen cualidades positivas de personalidad en mayor grado
y número que negativas, buena empatía, flexibilidad mental para
adaptarse bien a los demás, elevada inteligencia y fuerte voluntad
para reaccionar racionalmente y no emocionalmente ante las

139
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

situaciones potencialmente conflictivas y ante las frustraciones


ordinarias de la vida de relación. Todas estas características, y
otras que no citamos, hacen de estos individuos menos propensos
a sufrir ellos patología psíquica y a producir patología en los
demás miembros de la familia.
Para el estudio de la personalidad de un individuo, a través de
los patrones de relación con su pareja y con sus hijos, interesa
conocer, sobre todo, los patrones habituales: en fin de cuentas, los
rasgos de carácter son patrones de conducta habituales.
Cuando un individuo se porta con los otros de modo muy
cambiante, este modo de relación ya es un patrón habitual (un
patrón inestable), que proviene de un individuo dominado por su
afectividad: esta es, por esencia, cambiante en función de los
estímulos del mundo exterior y del mundo interior (vivencias
físicas y psíquicas del momento). Según la caracteriología francesa
de Heyman-Le Senne, estos individuos serían considerados
«primarios».
Por contraste, en los individuos con patrones muy estables y
habituales de relación parecen dominar los hábitos o rasgos de
personalidad en los que están involucradas la razón y la voluntad,
aunque el origen de esos patrones pueda estar en la afectividad.
En la vertiente negativa de las relaciones con los demás, están
aquellas personas susceptibles, que piensan habitualmente que
los demás les tratan mal, o no les tratan como ellos esperan que se
les trate. Debajo de la susceptibilidad suele haber un sentimiento
de inferioridad e hipersensibilidad emocional, que les hace muy
subjetivos y egocéntricos, por lo que distorsionan la percepción de
lo que hacen los demás, exagerando lo negativo y minusvalorando
lo positivo. Lo mismo ocurre con los autoritarios, dependientes,
posesivos, violentos, intolerantes, racistas, egocéntricos, etc.
En el caso de los patrones habituales positivos estarían las
personas tolerantes, comprensivas, pacíficas, divertidas, amables,
respetuosas, generosas, cariñosas, serviciales.
En todos estos casos, el análisis profundo de las razones en
que se sustentan esos patrones habituales de relación es una
fuente importante de conocimiento de la personalidad del
individuo en estudio y también de los patrones de relación

140
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

familiar que vivió de pequeño en su familia de origen.


Antes de finalizar la parte de la entrevista dedicada a la
dinámica familiar, se ha de preguntar al individuo en estudio
cómo fue y cómo es la relación con sus hermanos y hermanas, y
analizar esas relaciones.
En este análisis pueden aparecer aspeaos positivos y
negativos, que ya hemos analizado más arriba al estudiar los tipos
de relación que se pueden dar entre las personas, pero con
intensidad mayor, por la fuerte implicación emocional y la larga
duración en el tiempo de las relaciones familiares.
A veces aparecen patrones habituales de celos, envidias,
comparaciones, competitividad, admiración, dependencia,
manipulación y chantaje emocional, dominio y opresión, que
nuestro sujeto de interés mantuvo con uno o varios de sus
hermanos o sufrió por parte de alguno de ellos. Entre estos
patrones de relación, ha cobrado especial interés en los últimos
años, a raíz del aumento de casos de personalidad borderline, el
de aquellos sujetos que han sufrido abuso físico y/o sexual por
parte de otros hermanos, o padres, durante la infancia y
adolescencia.

8. HISTORIA FAMILIAR

La familia en la que nace y crece un individuo es como el


molde en el que se forman las piezas. En la familia biológica un
individuo recibe la forma física (biológica) a través de la dotación
genética, y recibe también con ella un conjunto de
predisposiciones de buena salud o de trastornos de base biológica,
tanto físicos, como psíquicos.
Siguiendo con la analogía del molde y las piezas, se podría
imaginar cómo es una pieza viendo el molde. Por eso, analizando
la carga genética y la dinámica familiar podemos adquirir
abundante información sobre un individuo nacido y criado en una
familia. Todos hemos oído alguna vez el dicho: «Si quieres saber
cómo será tu mujer de mayor, mira a tu suegra».

141
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

Existen aspectos de la personalidad que tienen una


determinación genética. Es lo que en otras épocas se llamó
temperamento, que se va modificando en la dirección de la
tendencia natural (biológica) o en la dirección contraria según las
influencias ambientales, por el aprendizaje activo (voluntario) o
pasivo (experiencias tempranas que producen intensas y
repetidas reacciones emocionales). Ya hemos hablado de la fuerza
determinante de los aprendizajes tempranos, especialmente
durante los períodos llamados «críticos».
Aprendemos por imitación de modelos del entorno, pero la
mayor o menor identificación con estos depende del afecto que se
tenga por ellos. Ese afecto tiene que ver con las experiencias
positivas (afectivamente hablando), que ese modelo ha producido
en el individuo, y que los psicólogos conductistas mencionan como
modelos y aprendizajes que generan refuerzo positivo (sentirse
bien). Así pues, en una familia con una buena dinámica familiar en
la que los miembros experimentan un balance positivo entre
vivencias agradables y desagradables, se aprenden muchas cosas
por imitación unos de otros.
En algunos libros de pedagogía se recoge un esquema
educativo basado en dos dimensiones: cariño-aceptación,
desafecto-rechazo; y normas-estable, falta de normas-no estables
(ver figura 1), que se explicará con más detalle en este libro más
adelante, al hablar de la formación de la personalidad.

142
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

Figura 1

El proceso educativo tiene más variables que esas dos


dimensiones, pero estas son importantes y deben tenerse muy en
cuenta para evitar inducir patologías psiquiátricas con la
educación.

8.1. Árbol genealógico

En la sociedad occidental, en la que se ha producido un


terremoto estructural de la familia, está ganando cada vez más
importancia la realización de un árbol genealógico para conocer
las influencias biológicas y psicológicas que un individuo ha
recibido durante su infancia. Ahora un individuo puede haber
tenido padres biológicos, uno o varios padres adoptivos,
hermanos de sangre, hermanastros y abuelos biológicos, abuelos
adoptivos, etc.
Una vez hecho el árbol genealógico interesa saber cuánto
tiempo el individuo ha pasado con los distintos miembros de la

143
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

familia y el tipo de relación afectiva que con ellos ha mantenido,


para deducir qué tipo de influencias ha recibido y qué manera de
ser puede haber desarrollado. No conviene olvidar que esas
inferencias tendrían que ser corroboradas de modo directo,
preguntando al interesado o mediante otras fuentes de
información.

8.2. Antecedentes psiquiátricos familiares

El análisis de los antecedentes psiquiátricos familiares tiene


como objetivo hacer una estimación de las predisposiciones
genéticas a padecer las enfermedades que el individuo en estudio
haya podido heredar. Se ha de tener en cuenta que en la
heredabilidad de las enfermedades psiquiátricas no hay genes
autosómicos dominantes sino una herencia poligénica, por lo que
la incidencia genética es baja. Se ha calculado una incidencia
máxima de alrededor del 46% de probabilidad de padecer una
enfermedad si ambos
Tabla 6
Heredabilidad de la esquizofrenia y trastorno bipolar
Carga Riesgo
Tipo de relación
genética enfermar
Gemelos idénticos (Nonocigóticos) 100% 46%
Los dos padres con la enfermedad — 46%
Gemelos no idénticos (dicigóticos) 50% 14%
Solo el padre o la madre con la enfermedad 50% 13%
Hermano no gemelo con la enfermedad 50% 10%
Sobrinos y sobrinas con la enfermedad 25% 3%
Esposo/a con la enfermedad 0% 2%
Individuos sin relación de parentesco 0% 1%

Tabla 7
Prevalencia de las enfermedades mentales en la población general

144
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

Prevalencia
Esquizofrenia 1%
Trastorno bipolar 1%
Bulimia nerviosa 2%
Anorexia nerviosa 1%
Trastorno de Pánico 4%
Agorafobia 5%
Trastorno ansiedad generalizada 5%
Fobia simple 11%
Fobia social 13%
Trastorno obsesivo-convulsivo 3%
Depresión mayor 17%
Trastorno de somatización 2%
Alcoholismo 14%
Trastornos de Personalidad 10%
Fuente: Reide y Kaufmann/ Kessler y cois. 1994.
progenitores padecen a la vez una determinada enfermedad o si
un hermano gemelo monocigótico la padece. Esa tasa cae por
debajo del 15% si solamente un progenitor la padece. Y sigue
bajando la probabilidad de padecerla si la presentan solo
familiares de segundo grado.
La incidencia de las enfermedades psiquiátricas varía mucho
de unas a otras y de unos estudios a otros, siendo la depresión la
que tiene máxima incidencia, alrededor del 15% de la población
(tablas 6 y 7).
El interés en averiguar los antecedentes psiquiátricos
familiares no está en conocer solo la carga genética, sino también
el ambiente y la dinámica familiar en que el individuo en estudio
ha vivido, pues la enfermedad psiquiátrica de alguno de sus
progenitores o hermanos puede haber causado un estrés elevado
y permanente en la familia, que exige a todos sus miembros un
continuado esfuerzo de autocontrol. En estos casos, conviene
preguntar al individuo en estudio si vivió la enfermedad de ese
miembro de la familia y cómo le afectó.

145
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

Hay patologías psiquiátricas que no se transmiten por los


genes, sino que afectan por modelado y refuerzo positivo. Algunas
madres transmiten su preocupación por la delgadez a sus hijos; y
también algunos padres su preocupación obsesiva por el orden y
la perfección; otros padres transmiten su temor hipocondríaco o
su histrionismo, su inseguridad o ansiedad.
En el apartado sobre el carácter de los padres nos
detendremos en estos aspectos o rasgos negativos de su
personalidad, que son más fáciles de transmitir por modelado.

8.3. Relación con los padres y los hermanos

El ser humano es un ser social, necesita relacionarse con los


demás para conseguir satisfacer sus necesidades físicas básicas y
colmar sus necesidades psicológicas, en especial la de afecto. Esta
tiene dos aspeaos: uno pasivo (ser querido), el otro activo
(querer).
Esta habilidad social se va desarrollando poco a poco desde el
nacimiento, y depende del tipo de relación que se tiene con los
miembros de su familia, con los compañeros del colegio y con los
compañeros de la calle. Dada la intensidad, en tiempo y en afectos,
de la relación con los miembros de su familia, interesa conocer
con detalle cómo ha sido esta durante la infancia y adolescencia,
los períodos de mayor influencia en el desarrollo de la
personalidad.
La relación de afecto en la familia depende tanto del patrón
educativo y del carácter de los padres, como de la estructura y
dinámica familiar.
Los padres temerosos e inseguros tienden a controlar y
proteger excesivamente a sus hijos, y eso puede dar lugar a hijos
inseguros y temerosos, y necesitados, para sentirse seguros y sin
miedo, de la protección de otras personas. Eso les hace ser
emocionalmente dependientes.
Unos padres desconfiados, suspicaces, paranoides aplican esa
actitud de sus relaciones con los demás al trato con sus hijos, y
pueden hacer que sus hijos, al no percibir que sus padres confían

146
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

en ellos, se sientan inseguros y con baja autoestima. Además,


aplican las distorsiones perceptivas que observan en sus padres a
su modo de relacionarse con otras personas, y acaban por ser
ellos también paranoides.
Los padres perfeccionistas, hiperexigentes, obsesivos,
controladores, pueden aplicar ese patrón de conducta en el trato
con sus hijos, y les premian cuando siguen esos comportamientos,
o les castigan si siguen los contrarios. De ese modo, hacen que sus
hijos copien su propia manera de ser.
También hay una visión en positivo, de buenos patrones en la
relación entre padres e hijos, que favorece la libertad de estos, su
confianza, su autoestima, su valentía y su seguridad. Si hemos
hecho hincapié en la versión negativa de esas relaciones es por el
interés clínico de este libro, que trata de ayudar a conocer los
signos, síntomas y rasgos patológicos, con vistas a realizar un
diagnóstico y a establecer un plan terapéutico. Es también cierto
que todo plan terapéutico pretende llevar al individuo enfermo a
la salud y devolverlo a la normalidad, lo cual exige conocer bien la
normalidad psíquica de las personas y de los ambientes en que las
personas se desenvuelven. Lo mismo cabe decir de la prevención,
que trata de impedir o alejar las influencias negativas que
favorecen la enfermedad y las recaídas.
La tarea de enseñar los patrones normales y sanos de relación
familiar la vienen desempeñando, como cosa propia, la pedagogía
y la psicopedagogía. No parece oportuno adentrarse en su terreno,
ajeno a la psicopatología, la materia que aquí nos concierne.
Después de la relación con los padres, la relación entre los
hermanos ofrece grandes oportunidades para aprender a
relacionarse con los demás en la vida adulta. Ya hemos hablado
algo de ello al estudiar la influencia del lugar en la fratría del
individuo en estudio. Ahora diremos algunas cosas más a este
respecto. Como en el resto del libro, nos limitaremos a dar algunas
pinceladas ilustrativas del tema, pues el objetivo de estas páginas
es ayudar a adquirir la actitud intelectual de analizar e investigar
la realidad psicológica del ser humano, dejando mucha libertad
para practicarla. Por eso, se ha evitado ofrecer series de patrones
fijos, mapas psicológicos o plantillas prefabricadas donde encajar

147
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

a toda costa al sujeto en estudio, con lo que haríamos violencia a la


realidad para encajarla en esquemas abstractos o en clichés
estereotipados.
Un individuo que no tiene hermanos carece de esta
oportunidad de experimentar una relación intensa e íntima con
individuos del propio nivel o estatus. En cambio, el que tiene
varios hermanos, pero todos de su mismo sexo, si se relaciona
bien con ellos aprenderá a relacionarse bien con las personas de
su sexo en la vida adulta, pero tendrá que aprender en otros
ambientes a convivir con personas de otro sexo. En este sentido,
una buena armonía entre hermanos de diferente sexo puede
facilitar la relación con personas del otro sexo en la vida adulta,
aunque una experiencia negativa temprana entre hermanos de
sexo diferente puede dificultarla en la vida adulta.
Un ejemplo de experiencia negativa se da cuando un hermano
mayor (varón, más frecuentemente) ha tratado a su hermano
pequeño como objeto de gratificación, experimentación o juego
sexual. Esto es más frecuente cada día por el despertar más precoz
de los niños a la sexualidad, por influjo de la pornografía y erótica
de las películas, videojuegos y contenidos de internet. Estos
individuos, tanto el sujeto activo como el pasivo, ponen en primer
plano su ser sexuado, que es lo mismo que poner en primer plano
su pensamiento, sentimiento y conducta sexuada, y dejan en
planos más profundos su ser racional y su voluntad libre: eso crea
un desequilibrio en su personalidad al dar prioridad a las
vivencias que producen emociones intensas, en vez de darlo a un
proyecto de conocimiento y amor del bien para sí mismo y para
los demás, que suele producir la satisfacción o felicidad personal.
Las relaciones entre hermanos dominadas por la envidia, la
competitividad, la sumisión o la dependencia, pueden desarrollar
en ellos un patrón firme que ejerce su influencia negativa sobre
otras relaciones íntimas en su vida de adulto, que lleva a estos
individuos a la soledad afectiva y, finalmente, a cuadros
depresivos.
Hay otros casos especiales de relación entre hermanos, menos
frecuentes, pero con importantes repercusiones en la vida adulta
del individuo en estudio. A modo de ejemplo, citaremos algunos:

148
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

a) Las chicas que, por ser las mayores de una familia


numerosa, con padres enfermos o que trabajan fuera de
casa, han de hacerse cargo de sus hermanos pequeños,
desarrollan un hábito fuerte de asumir la responsabilidad
y, para sentirse bien, necesitan cuidar a alguien de su
entorno, como una obligación que, si no se cumpliera,
provocaría sentimientos de irresponsabilidad y egoísmo.
En su vida adulta, tienden a tratar a los demás como si
fueran sus hermanos menores, y los ven como necesitados
de cariño, indefensos y dependientes. De una parte, tal
conducta generará conflictos con las personas que no
quieran dejarse cuidar o controlar; por otra, creará una
estresante carga de responsabilidad hacia los que se dejan
cuidar y supervisar. Esas personas corren el riesgo, al
llegar a la década de los 40 años, de caer en el
agotamiento psíquico, bajo la forma de astenia crónica,
fibromialgia, neurastenia, o distimia.
b) Otro caso especial es el de un hermano o hermana que
tiene un excesivo cariño a otro, generalmente menor y de
otro sexo, de tal modo que, erigido en su guardián,
interfiere y obstaculiza todo tipo de relación de amistad y
de pareja, pues teme que tales personas engañen a su
protegido/a o no sean dignos de él/ella. En el fondo,
pretende inconscientemente que su hermano/a encuentre
como pareja un ser ideal que le haga sumamente feliz.
c) Otro caso puede ser el del hijo que tiene un hermano
mayor, perfecto, que sus padres le ponen constantemente
como modelo para que lo imite. El pequeño capta que sus
padres quieren y admiran al mayor, pero, sintiéndose
incapaz de ser como él, no solo abandona la esperanza de
poder conquistar la admiración de sus padres, sino que
decide ser todo lo contrario a su hermano mayor, y así
atraer la atención de sus padres, no por ser bueno, sino
por ser un problema. Este sujeto, en la vida adulta, se
relacionará con personas problemáticas, porque durante
su infancia desarrolló un rechazo emocional (fobia) hacia
lo perfecto, correcto y adecuado (lo que representaba su

149
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

hermano modelo y alababan sus padres), el ideal que no


pudo lograr y que fue para él motivo de frustración y
humillación continuas.
8.4. Carácter de los padres

Ya se ha mencionado que, para los hijos, el carácter de los


padres es modelo para imitación o rechazo, que determinará de
modo importante la dinámica familiar y el tipo de relación entre
los miembros de la familia.
Ahora trataremos de ahondar un poco más en este aspecto,
siendo más específicos. Se trata de preguntar al sujeto en estudio
que nos diga cómo era la personalidad de sus padres. Por lo
general, el sujeto no suele ser un experto en el conocimiento
psicológico y es probable que no sea capaz de describir con detalle
el modo de ser de sus padres ni explicarnos su propio modo de ser
cuando, en el siguiente apartado, se lo preguntemos. Por esta
razón, con frecuencia, es necesario ayudarle mediante preguntas
más concretas sobre los rasgos básicos de la personalidad, a las
que pueda responder sí o no.
En el caso de que los individuos en estudio sepan describir el
modo de ser de sus padres, es conveniente cerciorarse de la
realidad de lo que afirman, pidiéndoles que nos den algún ejemplo
en los que sus padres mostraban ese modo de ser. Esto es
importante, porque hay personas que tienen el hábito de
proyectar en los demás su propio modo de ser, siguiendo el reirán
que dice: «Piensa el ladrón que todos son de su condición
(ladrones)». También puede ocurrir que un hijo tenga preferencia
por uno de sus progenitores, del que describirá rasgos positivos,
mientras que solamente describirá rasgos negativos de aquel por
el que siente rechazo. Esta distorsión emocional de la percepción y
memoria de los demás, incluidos los progenitores, es más
frecuente en personas muy afectivas, cuyas reacciones
emocionales a los estímulos perceptivos son tan intensas que
afectan las capacidades cognitivas determinantes del
conocimiento: percepción, imaginación, recuerdo y pensamiento.
Si intuimos que la persona en estudio es muy emocional, tenemos
que intentar corregir sus distorsiones de la realidad para que la

150
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

información que nos aporta sea válida. No hemos de descartarla


pues, a veces, el corazón (afectividad) percibe cosas que la cabeza
(inteligencia) no ve. Una persona muy racional y volitiva puede no
entender o percatarse de la actuación de las personas que se
mueven por impulsos afectivos (sentimientos y emocionales),
mientras que una persona emotiva sí podrá captar y entender, por
haber vivido y actuado como la persona que está describiendo.
A continuación, daremos algunos ejemplos de distorsión
emocional de la personalidad de los padres, que precisan
corrección:
a) Un hijo muy sensible describirá a su padre firme y
exigente, como duro y despiadado, porque a él le afectaba
mucho la exigencia.
b) Un hijo muy afectivo y necesitado de cariño describirá a
sus padres poco expresivos, como secos, despegados y
egoístas, pues siempre le parecía poco el cariño que le
daban.
c) Un hijo desordenado, caótico e indisciplinado describirá a
sus padres ordenados, correaos y metódicos, como
obsesos y maniáticos del orden y la disciplina.
d) Un hijo con sentimientos de inferioridad y con necesidad
patológica de éxitos y triunfos, para lograr la admiración
de los demás y así sentirse valioso, puede describir a sus
padres con logros normales en su vida pero no
triunfadores, como unos fracasados, cobardes, débiles,
perdedores. Pues estas personas suelen ser muy
extremistas, del tipo «blanco o negro; perfecto o desastre;
triunfador o perdedor».
Lógicamente, la percepción que un hijo tiene de sus padres,
indica si les quiere y les admira o no, lo que permite inferir en qué
medida ha tratado de imitarles o no; y nos permitirá, por tanto,
suponer su manera de ser, extremo que, como ya hemos dicho, ha
de confirmarse con preguntas directas, con la observación de su
conducta o con el análisis de los resultados de los oportunos test e
inventarios.
Ningún individuo es perfecto, sino que tiene rasgos positivos y
negativos, e, incluso, la intensidad de estos rasgos puede variar a

151
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

lo largo de la vida por el esfuerzo en cambiar. Por esta razón, la


influencia de la manera de ser de los padres en los hijos también
será mixta, con aspeaos positivos y negativos. Además, suele
ocurrir que las parejas y esposos suelen ser complementarios en
muchos aspectos de su manera de ser, de modo que su influencia
en la personalidad de los hijos es una mezcla de las influencias de
ambos padres, aunque puede ocurrir que se modifique por la
mayor afinidad y preferencia de un padre por ese hijo y de ese hijo
por uno de sus padres. Por eso, a los individuos en estudio,
además de preguntarles cómo eran sus padres, conviene
preguntarles con cuál se llevaba mejor, para deducir una posible
mayor influencia e identificación, y así hacer suposiciones más
exactas sobre su personalidad.
Independientemente de la descripción que los sujetos nos
hagan de la manera de ser de sus padres, conviene completar esas
descripciones preguntando por algunos rasgos de personalidad
importantes para el equilibrio psicológico de todo ser humano:
autoestima, seguridad-inseguridad personal,
dependencia-independencia emocional del entorno, sensibilidad
emocional, tolerancia a la frustración, autocontrol, capacidad de
sentir y expresar afecto, empatía, capacidad intelectual.

8.5. Profesión de los padres

Aunque puede considerarse que lo que más determina la


manera de ser de una persona es el ejemplo parental, con sus
patrones habituales de conducta que reflejan sus rasgos de
personalidad, la profesión de los padres puede aportar cierta
información contextual de la estructura y dinámica familiar en la
que el individuo en estudio se forma.
El dicho «el hábito no hace al monje» quiere expresar que la
conducta externa, las apariencias, no reflejan perfectamente el
contenido, la manera de ser. Apoyando esta idea hay otras
sentencias que dicen «no te fíes de las apariencias», «dime de qué
presumes y te diré lo que no tienes». Por eso, las personas con la
misma carrera, oficio o profesión pueden ser muy distintas de
manera de ser. Pero es también cierto que muchas profesiones,

152
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

para ser bien hechas, exigen ciertas conductas que, al repetirse


durante años, producen unos hábitos que se arraigan en la manera
de ser. Cumpliéndose así la máxima de «o vives como piensas o
acabas pensando como vives». Nos hacemos según como vivimos.
Y una profesión vivida durante muchas horas al día y muchos años
transforma a las personas, perfeccionándolas, o destrozándolas,
según se viva con perfección o mal.
Por lo dicho, para intentar obtener información útil sobre la
manera de ser de los padres conociendo su profesión u oficio, es
necesario saber también si tuvieron prestigio en dicha profesión,
pues eso supone haberla realizado con la perfección proporcional
a las capacidades personales.
Al inicio de esta sección, al hablar de la profesión del sujeto en
estudio se señalaron algunas características personales que se
desarrollan en algunas profesiones. Aquí ahondaremos un poco
más en este aspecto, aplicándolo a los padres, pero sin hacer una
revisión de todos los principales oficios o profesiones, porque
sería tedioso.
a) Las profesiones que suponen haber realizado una carrera
dura y difícil, autorizan a suponer que los sujetos en los
que las ejercen tienen:
- cierto grado de ambición y exigencia personal, pues no
buscan lo más fácil y cómodo, sino aquello que es
valioso e importante para uno mismo y para los demás,
- fuerza de voluntad, que es la que debe empujar al
individuo a realizar los esfuerzos duros y continuados
necesarios para llevar a cabo la carrera,
- finalmente, cierto predominio de la inteligencia y
voluntad sobre la afectividad, aspecto que caracteriza
bien al ser humano.
b) Las profesiones y oficios manuales bien realizados,
permiten suponer en las personas que las realizan:
- capacidad de esfuerzo y dominio de la voluntad,
tolerancia a la frustración, autocontrol y sentido del
deber,
- cierta bondad interior, que conlleva sensibilidad
emocional, actitud pacífica, serena, flexible y tolerante,

153
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

y otras virtudes (hábitos buenos), si estos trabajos se


efectúan en contacto con la naturaleza (p. ej., labores
del campo, ganadería, reforestación, guardas forestales,
pesca, caza, etc.), pues ésta es buena y hace buenos a los
que están habitualmente en contacto con ella y trabajan
bien. Así lo afirma el dicho «dime con quién andas y te
diré quién eres».
c) Aquellas profesiones en las que se asumen muchas
responsabilidades porque de ellas dependen la seguridad
y el bienestar de muchas personas, permiten suponer que
las personas que las ejercen son:
- seguras,
- con buen autocontrol de las emociones para poder
decidir racionalmente lo mejor,
- buena tolerancia a la frustración (pues deben asumir
sus errores, que cometen como todo ser humano, pero
errores con gran impacto en los demás),
- independencia emocional, para actuar según criterios
personales con independencia de la opinión o parecer
de otras personas.
d) Las profesiones al servicio de otros (sanitarios, amas de
casa, servicio doméstico, funcionarios), favorecen en las
personas que las ejercen el desarrollo de ciertas
cualidades personales:
- el interés por los demás, que supone y despliega la
capacidad de empatía, la generosidad, la capacidad de
sacrificio, el altruismo y la capacidad de sentir y
expresar afeaos.
e) En las profesiones que requieren hacer el trabajo con muy
alta calidad, las personas que las ejercen tienen y
desarrollan cualidades como:
- capacidad de orden, meticulosidad, precisión, elevada
autoexigencia y autocontrol, gran capacidad de
observación de los pequeños detalles, lo que conlleva
intensidad y control de la atención y concentración.
Se podría seguir con otras profesiones: lo señalado parece
suficiente para motivar al investigador a analizar cómo los hábitos

154
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

profesionales pueden determinar los rasgos de personalidad. Es


momento ya de intentar pasar de la conducta externa, aquí
conducta profesional, a la manera de ser interna.

9. DESCRIPCIÓN DE LA PERSONALIDAD

En los apartados anteriores hemos intentado, de modo


indirecto, adquirir información sobre la situación psicológica y la
manera de ser del individuo en estudio. Ahora es el momento de
preguntarle directamente cómo es su manera de ser, su
personalidad, teniendo en cuenta que no será una información
objetiva, pues como dice el refrán: «Nadie es buen juez en causa
propia».
La calidad de la información que obtengamos de esta manera
dependerá de varios factores que veremos a continuación, que
conviene conocer para refinar, corregir y completar los datos
obtenidos.
Cuando una persona contesta que no sabe cómo es y no puede
dar información de sí misma, es posible que sea cierto; pero no es
lo probable, ya que, una persona verdaderamente deseosa de
ayudar a su conocimiento, mostrará interés en cooperar en la
investigación sobre sí misma, diciendo algo por mínimo,
superficial, externo y conocido que sea; o recurre, incluso, a algo
que los otros dicen de ella, lo que confirmaría que realmente no se
conoce con profundidad.
La respuesta rápida y directa «no sé cómo soy» señala, la
mayoría de las veces, que el interrogado no quiere decir cómo es,
lo que sucede, por ejemplo, por temor a darse a conocer, por
vergüenza de sí mismo, por pensar que no es una persona valiosa,
falta de confianza, o por intenso pudor hacia lo personal (debido a
un hábito adquirido de no mostrarse cómo se es). Ante esa
respuesta negativa, podremos, al menos, hacer inferencias o
suposiciones sobre el sujeto, que hemos de corroborar
recurriendo a la información obtenida de modo indirecto (de
familiares y conocidos y con los métodos complementarios que
veremos a continuación), pues si persistimos en preguntar de

155
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

modo directo, es probable que siga diciendo que no sabe o que


niegue lo que hemos intuido de él.
Las personas somos como las cebollas o las alcachofas,
tenemos varias capas y dentro está el cogollo. Es probable que una
persona se conozca superficialmente e, incluso, con una
profundidad media. Pero para llegar al cogollo, a los rasgos que
dominan e informan la conducta, necesitan la ayuda del
investigador que busca, mediante preguntas y ejemplos concretos,
las manifestaciones de esos rasgos nucleares. Ya hemos dado una
lista de ellos al estudiar la manera de ser de los padres (tabla 8).
Una incógnita añadida, al intentar averiguar si una persona
tiene determinados rasgos nucleares, es conocer la intensidad de
los mismos: muchas personas en su proceso de desarrollo y
maduración pueden tener algunos rasgos nucleares positivos,
pero es necesario saber si están muy poco, medianamente o muy
desarrollados. Sin determinar ese punto, es arriesgado afirmar
que su personalidad es normal o patológica. Un criterio que ayuda
a salir de esta duda es

156
• Autoestima.
• Seguridad-inseguridad.
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE
• Dependencia-independencia emocional.
• Sensibilidad emocional.
• Tolerancia a la frustración.
• Autocontrol.
• Capacidad de sentir y expresar afecto.
• Empatia.
• Capacidad intelectual.
Tabla 8
Rasgos básicos de personalidad

constatar si el individuo sufre patología psiquiátrica diagnosticada


a consecuencia de su fragilidad o vulnerabilidad de personalidad.
Una personalidad que genera patología es patológica, pero habrá
que evaluar también si es leve, moderada o grave.
Como ya hemos comentado, este texto tiene un sesgo hacia lo
patológico, es decir, su interés principal es ayudar a descubrir en
los individuos en estudio los signos, síntomas y rasgos
patológicos. Ese es el mejor modo de ayudar a los profesionales y
estudiantes, y a quienes se dedican a la atención de otros, a
determinar si el sujeto en estudio está enfermo, o es propenso a
padecer enfermedades psiquiátricas, para que puedan orientar
tempranamente el estudio, diagnóstico y tratamiento de esa
patología. Se podrá evitar así que con el paso del tiempo el cuadro
inicial se agrave por asociación con otras enfermedades
(comorbilidad), se cronifique, o se haga resistente a los
tratamientos, de tal manera que esos sujetos ya no puedan
mantener ciertas conductas de normalidad en el trabajo, la familia
y las relaciones sociales.
Con esa finalidad, conviene estudiar si los sujetos presentan
rasgos con alguna de las personalidades patológicas más
frecuentes en nuestra sociedad: dependiente, ansiosa y
anancástica, que el DSM-IV de la APA (Asociación Americana de
Psiquiatría) incluye

157
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

dentro de un mismo «cluster» (grupo), el cluster C, calificado


como el de las personas con ansiedad habitual.
Estas tres personalidades tienen en común algunos rasgos
negativos: baja autoestima, inseguridad, ansiedad, actitud
temerosa, hipersensibilidad emocional. Pero se diferencian entre
sí por el modo con que tratan de resolver su malestar existencial:
1. Las personas con personalidad ansiosa o evitativa
(comúnmente llamados «nerviosos»), tratan de evitar (o
huir de) las situaciones que a todo el mundo les producen
ansiedad o miedo, y que a ellos, ya ansiosos, les producen
una angustia cercana al pánico, que los bloquea
mentalmente. Por esta razón son personas evitativas,
retraídas, solitarias, introvertidas (huyen hacia su
interior), tímidas, vergonzosas.
2. Las personas con personalidad dependiente tratan de
resolver su inseguridad y ansiedad buscando refugio en
otras personas que tienen unas características opuestas a
ellas (seguras, buena autoestima, valientes, fuertes,
valiosas), para que les transmitan valor, las protejan y así
les den seguridad y les quiten el temor existencial. Para
lograr ser aceptadas por sus protectores suelen ser
sumisas, complacientes, leales, serviciales, obedientes,
aduladoras.
3. Las personas con personalidad anancástica
(obsesivo-compulsiva, para la psiquiatría americana)
tratan de resolver su inseguridad mejorando su
autoestima, para lo que intentan ser tenidas en alta estima
o valoración por quienes están a su alrededor. Piensan
que lo conseguirán si hacen muchas cosas y todas
perfectas. Esto les lleva a ser obsesivas con sus
obligaciones, hiperresponsables, perfeccionistas,
controladoras (para no fallar nunca), meticulosas,
ordenadas, voluntariosas, concienzudas, rígidas (se
aferran a lo que ya conocen y hacen bien, pues lo nuevo
implica cometer errores para aprender a hacerlo bien),
baja tolerancia a la frustración (propensión a la ira cuando
las cosas no son como ellas esperan), actitud temerosa (de

158
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

poder fracasar, de qué pensaran los demás de ellas),


competitivas (pues solo los ganadores son admirados y
estimados por los demás).
En la parte final de este texto se expondrán las características
de todas las personalidades patológicas. Aquí hemos querido
detenernos en las más frecuentes, para estar más familiarizados
con ellas. Podremos así sondear a los sujetos en estudio, buscando
los rasgos propios de esos tipos de personalidad, con vistas a
confirmarlos o descartarlos, y a ponderar su intensidad. Eso
permitirá establecer un correcto plan terapéutico o preventivo.
Es frecuente que los individuos estudiados no tengan una
personalidad patológica establecida, pero presenten algunos de
sus rasgos, que si no se detectan pronto y no se modifican, irán
arraigándose con el tiempo, afectando más a la conducta, y
desarrollando otros hábitos negativos propios de esas
personalidades patológicas. Conviene no olvidar que nadie nace
con esas personalidades patológicas, sino que se van
desarrollando al vivir de una determinada manera durante mucho
tiempo. Esto último es también importante para el tratamiento
psicoterapéutico, pues si una personalidad se hace viviendo de
una determinada manera, se puede «deshacer» o modificar
viviendo de una manera distinta. Se cumple así la máxima de: «o
vives como piensas, o acabas pensando como vives».
Hay que tener en cuenta que, cuando hablamos de una
manera de ser o personalidad, causada por un modo de
comportarse de años de duración, no nos referimos solamente a la
conducta externa de las personas, sino también a su «conducta
interna», a patrones regulares de pensar, sentir, imaginar,
recordar y percibir.
Se debe tener en cuenta, cuando se analiza la manera de ser de
un individuo y se le pregunta sobre las características de su
personalidad, que la percepción de sí mismo y de los demás está
muy influida por la afectividad de cada momento. Por eso, si el
sujeto está atravesando una situación afectiva especialmente
positiva o negativa, de origen normal o patológico, distorsiona en
cierto sentido la percepción que entonces tiene de sí mismo: la
mejora, si su ánimo es elevado; o la empeora, si su ánimo es bajo.

159
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

En estos casos, aparecen, en la descripción que los sujetos hacen


de sí mismos, más o menos exagerados los rasgos reales de su
personalidad; o surgen rasgos «nuevos», que no son propiamente
parte de su personalidad, sino más bien síntomas de la situación
psicológica que está viviendo (sentimientos de inferioridad,
incluso de fracaso en las depresiones; elevada autoestima, incluso
ideas de grandeza, en una fase maníaca).
Finalizada esta parte, en la que se ha recogido información
comunicada por el paciente e interpretada por el investigador, se
expondrán a continuación diversos métodos para obtener otros
datos sobre las personas, a los que suele calificarse de
complementarios o indirectos, y que ayudan a corroborar, rebatir,
completar o matizar la información directamente obtenida del
sujeto en estudio.
De ordinario, la información aportada por el paciente, junto
con la impresión de realismo y veracidad que comunica al
entrevistador, puede determinar que este piense que ya no es
necesaria más información y renuncie a usar los métodos
complementarios. Sin embargo, en esos casos es una medida de
prudencia acceder a la información obtenida por alguno de los
métodos complementarios porque, aunque suelen corroborar la
información dada por el paciente, enriquecen el conocimiento del
sujeto y dan más seguridad al investigador de cara al diagnóstico.
No obstante, siempre que haya dudas o incertidumbres sobre la
veracidad de la información obtenida de modo directo, es obligado
utilizar los oportunos métodos complementarios.

160
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

El estudio psicológico de los demás:


métodos complementarios

1. CONOCIMIENTO A TRAVÉS DEL LENGUAJE CORPORAL

Desde muy pequeños, los seres humanos, en los sucesivos


contactos con las personas del entorno, van aprendiendo a
reconocer en la expresión de los demás sus estados internos. La
sonrisa se interpreta como que se está contento o que se quiere
mostrar una actitud favorable. Una cara seria hace suponer cierta
preocupación o una reprobación hacia los demás. Así se puede
seguir con otras expresiones faciales: tristeza, aburrimiento, asco,
etc.
Siempre se ha dicho que «la cara es el espejo del alma». Aquí,
el término «alma», comprende el mundo de vivencias interiores.
En la expresión de la cara se pueden distinguir dos tipos de gestos.
Unos, transitorios, que suponen una situación interior actual y,
por tanto, pasajera: contento, preocupación, distracción,
aburrimiento. Otros, permanentes, que son consecuencia de
repetidas experiencias semejantes y se corresponden con un
rasgo básico de la personalidad: en la vertiente negativa,
melancolía, timidez, desconfianza; y bondad, seguridad, decisión,
jovialidad, nobleza, en la vertiente positiva.
Como ha puesto de manifiesto Barbottin en su libro El
lenguaje del cuerpo, no solo la cara (en especial los ojos y la
boca) es

161
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

vehículo de comunicación gestual de las vivencias personales, sino


que todo el cuerpo expresa al ser personal, tanto el de un
momento histórico concreto, como el de su personalidad, de su
biografía global. Así pues, el modo de hablar, andar, vestir, o de
estar quieto, tiene cierta relación con el modo de ser o estar una
persona en el mundo.
Muchos investigadores han estudiado en profundidad el
lenguaje de los gestos, tratando de establecer su papel en el
proceso de comunicación de los individuos de una sociedad.
También han intentado deslindar los gestos innatos,
determinados genéticamente, de los que se adquieren por
aprendizaje en el contexto cultural de cada sociedad. Ejemplos de
gestos innatos son la expresión de miedo, susto, sorpresa, asco,
atención, que son gestos emocionales reactivos a estímulos
ambientales. Ejemplos de gestos culturalmente aprendidos son las
conductas de educación o de cortesía, como dar la mano o ceder el
paso.
Ambos tipos de manifestaciones corporales son susceptibles
de control voluntario por parte del sujeto. Aunque resulta más
difícil en el caso de los gestos innatos, es posible lograrlo si el
entrenamiento de su control se inicia en etapas tempranas de la
vida, como se realiza en las culturas orientales y, menos
marcadamente, en el mundo anglosajón. Este control gestual se
manifiesta también en cualquier sujeto que trata de ocultar ante
los demás sus vivencias interiores con el objeto de no
proporcionar una información ventajosa a los circunstantes.
Todas las personas intelectualmente normales emplean el
lenguaje verbal y gestual con notable perfección, sin que sepan
describir los avatares, acontecimientos y etapas de su adquisición.
En el temprano proceso de adquisición del lenguaje -verbal y
gestual- se aprenden sus dos direcciones: emisión y recepción. Es
decir, se aprende a exteriorizar de modo inteligible para los
demás las vivencias interiores, al tiempo que se aprende a
interpretar las exteriorizaciones gestuales de las vivencias
interiores de los otros.
Gracias a este conocimiento gestual, se puede establecer una
gran variedad de relaciones positivas con los demás y satisfacer la

162
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

fuerte necesidad de «dominar» la situación, de saber cómo actuar


en cada momento y ante cada persona. Para ello se debe explorar
el ambiente y las expresiones de los otros, para ir trazando un
guion mental de la conducta a realizar para lograr lo que interesa
conseguir. En definitiva, con el conocimiento concreto y
discriminativo de la comunicación interpersonal, se sabe hacer el
papel oportuno en un ambiente social concreto, a semejanza de
cómo un actor sabe «encarnar» su papel en una película.
El aprendizaje del lenguaje corporal se realiza durante la
infancia y depende de varios factores: del modelado expresivo de
los adultos que rodean al niño, del entrenamiento en expresarse
espontáneamente y no replegarse sobre sí mismo por temor, y de
la adecuada retro alimentación que reciben de las personas de su
entorno, que le dicen si sus impresiones sobre los gestos de los
demás son correctas. Hay padres que, a propósito, hacen una
interpretación errónea de sus gestos para que sus hijos no sufran
o no se preocupen; por ejemplo, cuando los hijos les ven tristes y
les preguntan por qué lo están, los padres responden que no lo
están, con lo que vienen a decir a sus hijos que se han equivocado
en su lectura gestual y que, por tanto, no deben fiarse de sus
interpretaciones gestuales. Una conducta así repetida puede crear
perplejidades en los niños, les persuade de que no saben leer el
lenguaje corporal y, a la larga, les causa problemas de relación
social en la vida adulta.

2. CONOCIMIENTO EMOCIONAL-REFLEXIVO

Cuando una persona percibe la realidad, además de adquirir


un conocimiento, una información, sobre el mundo, recibe a la vez
una impresión emocional. La realidad conocida no nos deja
indiferentes. El movimiento afectivo que acompaña a toda
percepción depende tanto de las características objetivas de la
realidad, como de las experiencias previas del sujeto: estas le
hacen ser más o menos sensible a los estímulos y, en especial,
determinan la cualidad o tonalidad de la emoción que suscitan los
estímulos percibidos. Así pues, se puede afirmar que tenemos un

163
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

conocimiento afectivo del mundo.


En el conocimiento de las personas con las que tratamos
también se da un conocimiento afectivo o emocional. La mayoría
de las personas emplean esta información de manera elemental,
desconectada de la del oportuno conocimiento intelectual; es
decir, se conoce emocionalmente al otro -me cae bien, me gusta,
me aburre, me cansa, me irrita-, sin que suscite la consiguiente
reflexión sobre su significado, sobre la razón por la que esa
persona me cae bien, me gusta o me aburre, una reflexión que nos
ayudaría a conocer con más profundidad a los demás.
Como la relación entre ambos tipos de conocimiento es
bidireccional, también el conocimiento intelectual del otro puede
modificar la impresión emocional inicial. Nos ocurre, con alguna
frecuencia, que una persona que, inicialmente, nos cayó mal o nos
disgustó pasa a caernos bien o a agradarnos cuando la conocemos
con profundidad. Aun entonces, sigue siendo interesante saber la
razón por la que inicialmente nos cayó mal, pues podría darnos un
conocimiento especial sobre esa persona, al que vamos a llamar
conocimiento emocional-reflexivo.
La coordinación de los conocimientos adquiridos por vía
afectiva e intelectual se enriquece con un entrenamiento
adecuado. Es lo que ocurre con los profesionales que se dedican a
la ayuda terapéutica o pedagógica de los demás. En esos
profesionales la interpretación causal de las emociones aparecidas
en su relación con los otros les sobreviene de un modo casi
simultáneo y automático, gracias al hábito adquirido por la
repetición; en cambio, las personas no experimentadas solo lo
consiguen mediante una reflexión posterior. La experiencia ayuda
a lograr el hábito de atender simultáneamente a sí mismo
(movimientos afectivos reactivos) y a los otros (su modo de
actuar, hablar, vestir, gesticular), y a que la respuesta ante la
pregunta «¿por qué me siento así ante esta persona?» surja casi
simultáneamente.
Para mejorar en este tipo de conocimiento
emocional-reflexivo es necesario tomar algunas precauciones. Hay
sujetos que tienen un modo de comunicarse con los demás muy
emocional, caracterizado por una exageración expresiva (verbal y

164
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

gestual), con el objetivo de provocar emociones en sus


interlocutores, y en función de la cualidad e intensidad del eco
emocional que observan en ellos van modulando su propia
expresividad. Así pues, con estas personas se deberá extraer la
verdadera información sobre su modo de ser aplicando un
coeficiente de corrección basado en su grado de «histrionismo» y
en la reactividad emocional que uno mismo está dando a ese
«histrionismo», pues si esa reactividad fuera pobre, el
protagonista tenderá a exagerar más aún su conducta
comunicativa.
El conocimiento emocional-reflexivo que se obtiene de una
persona puede estar o no en concordancia con el conocimiento
que de ella hemos alcanzado por otros canales de información
(lenguaje verbal, gestual, escrito). En general, cuando el
investigador o entrevistador es una persona experta, la
concordancia de la información obtenida de fuentes diversas
dependerá del grado de naturalidad, espontaneidad,
transparencia, coherencia y sencillez del sujeto en estudio. Los
sujetos en los que no se dan estas características suelen ser
personas que necesitan dar una impresión favorable y ser
valorados positivamente por los demás (heteroestima). Eso les
lleva a exagerar y aumentar la información positiva y a poner en
sordina la negativa: tratan así de causar una impresión emocional
favorable y que el entrevistador le tenga por un individuo bueno y
valioso.
3. EL CONOCIMIENTO INTERACTIVO

Cuando dos personas se encuentran y se establece una


comunicación entre ellas, sobre todo en los primeros momentos,
se produce un mutuo estudio, mediante la emisión de mensajes
verbales y gestuales que requieren una respuesta del otro en esos
dos canales de comunicación. Esas respuestas son analizadas por
cada uno de ellos para hacerse una idea del modo de ser de su
interlocutor. Viene a ser como los primeros escarceos o tanteos de
los deportistas de competición enfrentados uno contra uno
(boxeo, esgrima, ajedrez), que tratan de descubrir las estrategias
del otro, las fisuras y puntos débiles de las defensas que siempre

165
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

se establecen ante un oponente.


Al inicio de toda comunicación interpersonal, sobre todo de la
que trata de influir en el otro para ayudarle o para obtener de él
una respuesta deseada, se emiten opiniones, pareceres, preguntas
sobre aspectos generales o personales, que buscan producir un
eco determinado (gestos y palabras) en el interlocutor en función
de su manera de ser y de su actitud vital. Analizando ese eco
obtenemos datos que complementan la información verbal que de
sí mismo nos da y la que obtenemos por la observación de su
aspecto externo. Viene a ser como el sondeo del fondo del mar que
hacen los submarinos mediante el sonar, o como la exploración
que realizan los médicos de los órganos internos mediante la
ecografía o el eco- doppler.
Como en otros métodos de exploración psicológica, la
formación y la experiencia cualificada del sujeto que sondea a otro
mediante pautas interactivas, harán que esta etapa del
conocimiento de los demás sea más corta, al tiempo que obtiene
más información. La experiencia del investigador confiere al
sondeo un aire espontáneo, natural, en todo semejante a una
inocente conversación interpersonal, que pone en segundo plano
su carácter de estudio psicológico. En consecuencia, se esfuman
las actitudes de defensa o malestar que despierta el hecho de estar
siendo analizado por otro. Por eso, toda conducta gestual o verbal
aparentemente inquisitorial del entrevistador provoca una
inmediata resistencia al análisis, sirviéndose el entrevistado de
una serie de pautas de camuflaje, como ocurre con los calamares
que sueltan tinta para oscurecer el campo visual del enemigo o
como hacen los submarinos soltando señuelos cuando su casco
recibe el impacto de una onda de sonar de otro submarino o de un
barco de superficie.
Hay personas que, cuando se dan cuenta de que están siendo
estudiadas o interrogadas, utilizan como defensa el ataque; esto
es, tratan de ser ellas las que inquieren o interrogan, para
establecer así una paridad o correspondencia en el intercambio
mutuo de información. Es como decir: «yo te cuento algo de mí, si
tú me cuentas algo de ti; si me cuentas algo superficial de ti, yo te
contaré algo superficial de mí». Cuando alguien, el entrevistador

166
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

en nuestro caso, está genuinamente interesado en conocer al otro


y se encuentra ante una reacción defensiva como la descrita,
deberá actuar en función del estatus socialmente asignado a
ambos interlocutores: sería ilógico que un paciente que acude al
médico porque se encuentra mal, a la pregunta de qué le pasa o si
le duele la cabeza, le respondiese al médico preguntándole por su
salud, y este tuviera que exponer al paciente sus molestias. Es
lógico, en cambio, que en interacciones comunes, que no buscan
una ayuda cualificada y profesional, se establezca un intercambio
de información paritario. Incluso en las situaciones de ayuda, el
profesional, aunque sin sentirse en la obligación de dar
información de él, puede, dentro de ciertos límites marcados por
la ética y el sentido común, comunicar algunos aspeaos
personales, bien por iniciativa propia o bien a demanda del
interesado, con el objetivo de fomentar su confianza y la
colaboración en el análisis psicológico.
Una depurada técnica de sondeo o de conocimiento
interactivo es especialmente importante en las relaciones
interpersonales de corta duración, que exigen obtener, en poco
tiempo, información suficiente para hacer un diagnóstico
-educativo, psicopatológico, caracteriológico, sociocultural- en
función del cual se recomendarán ciertas estrategias de actuación
a los sujetos estudiados. En las situaciones en las que se dispone
de mucho tiempo para la comunicación y el conocimiento de otra
persona, no es necesario ser muy incisivo o directo en la
investigación, pues, con la familiaridad ya alcanzada, todo sujeto
baja sus defensas personales y colabora en darse a conocer con
detalle.
Una modalidad de este método de conocimiento interactivo se
presenta cuando el entrevistador utiliza para el sondeo las
primeras impresiones del modo de ser o de estar de los demás,
obtenidas a partir de precedentes fuentes de información, con la
intención de verificarlas y validarlas. Así pues, si un sujeto nos ha
dado la impresión de estar preocupado, o triste, o enfadado, o
temeroso, podemos decirle: ¿parece que está usted preocupado?
Él nos puede contestar afirmativamente y explicarnos la razón de
sus preocupaciones, con lo que, además de verificar (obteniendo

167
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

un conocimiento cierto) nuestra impresión, obtenemos una


información complementaria (la causa de la preocupación).
No siempre el sujeto, al que se le pide la verificación de una
impresión, responde sinceramente, pues la sinceridad está en
función del interés que tenga de ser conocido y ayudado. Cuando
un individuo responde negando la veracidad de nuestra impresión
(no estoy preocupado), puede que esté tratando de resistirse a ser
conocido. Podremos encontrar algunas señales o pistas de esta
actitud en el modo de negar, en la expresión que acompaña a la
negación (solo los individuos muy acostumbrados a mentir
pueden hacerlo con claros visos de veracidad). Puede ocurrir
también que el individuo niegue sinceramente que está
preocupado, aun estándolo en realidad: eso ocurre en sujetos con
una marcada dificultad para conocer sus estados afectivos, debido
a la característica personal que se conoce con el nombre de
alexitimia (incapacidad de leer los estados anímicos o afectivos).
Para comprobar la existencia de alexitimia se han de explorar las
señales y signos psicofisiológicos asociados a los estados afectivos.

4. CONOCIMIENTO MEDIANTE MÉTODOS ESPECIALES 4.1.


Narcoanálisis. Hipnoanálisis. Asociación libre
Se recogen estas tres estrategias utilizadas en el estudio
psicológico en un mismo apartado por tener un objetivo parecido:
el conocimiento de material inconsciente, es decir, de conflictos o
vivencias emocionales que el sujeto no puede recordar o no asocia
con las conductas problemáticas o síntomas psicopatológicos
conscientes con las que se relacionan. Se supone que la
incapacidad para recordarlas se debe al empleo inconsciente de
un mecanismo de defensa del yo, que se llama «represión», cuya
finalidad es evitar la angustia que conllevaría recordar tales
conflictos o vivencias; o se debe a la escasa habilidad del sujeto
para su propio conocimiento personal (falta de capacidad de
introspección); o a un esfuerzo voluntario para olvidar cierto
material de consciencia que suscita sentimientos desagradables
(angustia, tristeza, remordimiento).
El narcoanálisis y el hipnoanálisis consisten en producir en el
sujeto un estado de conciencia especial, en el que se anulan o se

168
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

reducen las barreras voluntarias e involuntarias que le impiden


recordar vivencias con fuerte carga emocional. No se trata de
provocar un estado de hipermnesia en el que se facilita la función
evocadora de la memoria, como ocurre en ciertos estados
emocionales de gran intensidad (situaciones de inminente peligro
de muerte, por ejemplo) o bajo el efecto de sustancias
estimulantes psicoactivas (anfetaminas, por ejemplo). Al aplicar
estos métodos, se recordarán solo las vivencias obstaculizadas por
barreras emocionales.
En el narcoanálisis tal estado especial de conciencia se
consigue mediante un psicofármaco de la familia de los
barbitúricos, el tiopental sódico, en dosis adecuada a cada
paciente, que se va administrando en perfusión endovenosa en
función del nivel de conciencia del sujeto, evitando llegar a
dormirlo.
En el hipno análisis, el estado especial de conciencia se
caracteriza por una sugestibilidad elevada y el mantenimiento de
un vínculo estrecho con el hipnotizador, y se induce mediante una
técnica de sugestión verbal o por concentración sobre algún
estímulo somático o ambiental que varía con una cadencia
determinada. El sujeto, en este estado de hipnosis o «trance»,
puede recordar y verbalizar, por sugerencia del hipnotizador, la
vivencia objeto del análisis.
La asociación libre se define como la verbalización
espontánea, no censurada por el paciente, de todo lo que le viene a
la mente: pensamientos, imágenes y sentimientos, cuando el
individuo se esfuerza por estar lo más relajado posible. Freud
consideró está estrategia como la mejor para llegar hasta los
afectos más profundos. En este método de estudio psicológico, el
estado especial de conciencia se consigue mediante la relajación
máxima que el paciente pueda lograr, y la intención mental y
verbal de expresarse con absoluta libertad, sin preocuparse de
ningún orden lógico, ni de vergüenzas o pudores, ni de la
relevancia o trivialidad de los elementos que surgen en la
conciencia siguiendo las leyes de la asociación que rigen la
memoria, y la mente en general. Estas leyes son:
a) La ley de la contigüidad en el espacio-, las cosas o

169
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

vivencias que se dan en el mismo lugar se fijan, se


conservan y se evocan juntas en la memoria. Por eso,
cuando alguien no sabe dónde ha dejado alguna cosa que
ha perdido, trata de repasar mentalmente los lugares en
que ha estado, pues el objeto perdido si se ha dejado
conscientemente en algún sitio se recordará al recordar
ese sitio en el que se ha dejado; pero si se ha perdido
inadvertidamente, al no estar asociado a ningún lugar, no
se recordará al repasar los sitios en los que se ha estado,
pues solo se evoca o recuerda lo que se fijó o guardó
conscientemente.
b) La ley de la sucesión en el tiempo: junto al espacio, el
tiempo es el otro lado del marco, que encuadra nuestras
vivencias en la realidad y sitúa los datos en la memoria.
Así pues, recordando una fecha concreta y los sucesos que
ocurrieron en esa porción de tiempo determinada, se
pueden recordar otros sucesos que se dieron
simultáneamente, sus protagonistas, y el lugar en el que
ocurrieron. Esto explica que una persona no reconozca a
otra si no recuerda juntamente el lugar o el tiempo en que
la conoció por primera vez. Y más generalmente, un
individuo es incapaz de conocer el mundo que le rodea si
no reconoce el tiempo y el espacio en el que está en cada
momento. Esa incapacidad se da en personas que, a causa
de proceso mental anormal, sufren desorientación
espacio-temporal.
c) La ley de semejanza: los elementos de la conciencia
-ideas, sentimientos, imágenes- atraen, como un imán, a
otros elementos de la memoria que son semejantes.
d) La ley del contraste: los elementos de la conciencia
-ideas, sentimientos, imágenes- atraen, como un imán, a
otros elementos de la memoria que son opuestos.
Debido a estas leyes de la memoria, un sujeto, al que se invita
a recordar libremente lo que crea importante de su pasado, puede
recordar cosas que creía olvidadas.

170
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

4.2. Análisis de los sueños y de las fantasías

Los ensueños y las fantasías son un producto de la


imaginación, que enlaza y reelabora, siguiendo una secuencia más
o menos lógica, imágenes guardadas en la memoria. La fuerza
generadora de estas secuencias de imágenes surge de la
afectividad. Los temas de fondo de los sueños y fantasías tienen
que ver con las emociones y los sentimientos que el sujeto está
sintiendo. Soñamos y fantaseamos con situaciones o vivencias que
nos dan miedo, nos preocupan, nos interesan vivamente,
añoramos, deseamos, nos intrigan, nos tienen perplejos. Cuando
esas imágenes son generadas por la angustia y la tristeza, surgen
las pesadillas y las imágenes pesimistas y delirantes (de culpa, de
ruina, de hipocondría, que son las típicas de los estados
depresivos).
A muchas personas les resulta difícil explicar con palabras sus
estados afectivos y sus conflictos emocionales. El análisis de sus
sueños nocturnos (ensueños de la fase REM) y los diurnos
(fantasías) es, en manos de un especialista, una fuente de
información sobre esos estados afectivos y sobre las vivencias que
los causan.
Se ha de tener muy en cuenta, en el análisis de las secuencias
de imágenes (sueños y fantasías), el principio vigente en la ciencia
experimental que afirma que «no se puede hacer ciencia, es decir,
establecer leyes, sobre la base de datos aislados». Las leyes
explican hechos que se repiten, que suceden una vez y otra de la
misma manera. Por eso, cualquier información fiable obtenida del
análisis de los sueños y fantasías ha de estar apoyada en el estudio
de los elementos que aparecen repetidamente en ellos, y que han
de ser interpretados en concordancia con las informaciones sobre
el sujeto, obtenidas por otros medios de estudio psicológico.
El estudio de los ensueños ha recibido una atención muy
especial por los seguidores del psicoanálisis. Estos autores, sobre
todo los pioneros, resaltaron el simbolismo de los elementos que
aparecen en los sueños, es decir, el mensaje escondido que
encierran las imágenes de los sueños. Consideran los sueños como
una especie de mensaje cifrado en un código secreto. Según ellos,

171
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

esta es la única forma en que los contenidos inconscientes,


rechazados por el yo consciente, pueden pasar a ser conscientes.
El analista ha de conocer las claves para descifrar los mensajes
codificados que encierran los sueños, claves que aprende al
realizarse el psicoanálisis a sí mismo.
Como el simbolismo de los sueños es una hipótesis no
verificada y no existe un manual universal para descifrar dichos
mensajes, por ello han abundado las exageraciones
interpretativas, lo que ha traído un notable escepticismo sobre el
valor informativo de los sueños. Para corregir este defecto, es
preferible quedarse en el nivel literal de los ensueños y analizar
los siguientes datos:
- personajes que se repiten en los sueños y que son
relevantes para el sujeto;
- el contexto en el que aparecen dichos personajes informará
del tipo de relevancia de dichas personas (contextos
negativos o positivos, alegres o tristes, de miedo o de
seguridad);
- si el sujeto que sueña aparece o no en el ensueño, y qué
papel desempeña en él (éxito o fracaso, activo o pasivo,
agradable o desagradable, bondadoso o malvado);
- lugar, circunstancias y tema del contenido del sueño
(profesional, familiar, deportivo, recreativo-lúdico,
sexual-sentimental), para conocer cuáles son los temas de
especial interés del sujeto.
Todas estas características de los ensueños tienen que ver con
el mundo interior del sujeto que sueña, y la frecuencia de
aparición de los elementos sugiere el grado de importancia que
tienen
para él.
El estudio de las fantasías presenta una característica
diferencial con respecto al estudio de los ensueños. Por ser los
ensueños, desde el punto de vista de su voluntariedad, meros
fenómenos pasivos, los sujetos se sienten menos responsables de
ellos, lo cual, unido a que todos sentimos curiosidad por conocer
su significado, hace fácil relatarlos en el curso del estudio
psicológico. En cambio, en las fantasías, el sujeto es más activo,

172
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

más voluntario, en la medida que se deja llevar de ellas; consiente


en ellas porque le son útiles en algún sentido, pues le evaden de la
realidad desagradable o le anticipan el futuro deseado (éxitos,
placeres o venganzas). Por esa razón, el protagonista de las
fantasías suele sentirse remiso o pudoroso para contarlas, pues es
consciente de que revelan aspectos personales, más emocionales
que racionales, que podrían ser evaluados negativamente por el
entrevistador. Así pues, el estudio de las fantasías requiere que el
paciente tenga confianza con el entrevistador, o que este le pida
que las ponga por escrito, pues suele costar menos usar ese medio
de exposición que el verbal, cara a cara.
Conviene que el entrevistador no pregunte por las fantasías
sino, mejor, por las ilusiones personales. Evita así que el sujeto
sospeche que, si contara sus fantasías, le pudiera considerar como
un ser «fantasioso», rasgo negativo en nuestra cultura, que prima
la racionalidad sobre la imaginación (movida ésta por la
afectividad).
En el análisis de las fantasías se aplica el método descrito para
el análisis de los sueños, por lo que se buscan los elementos que se
repiten, a fin de captar, con cierto grado de certeza, las
características personales del sujeto. Interesa analizar: tema,
contexto, personajes, papel y situaciones en que aparece el sujeto.
En el caso de las fantasías, sin embargo, se ha de tener en cuenta
también el tiempo dedicado a fantasear, la viveza y el realismo de
las imágenes elaboradas y la repercusión emocional que tienen en
el individuo.
No se puede olvidar que una fantasía exagerada o
escasamente realista (fantástica), puede conducir a una pérdida
de realismo (sentido de realidad) y a una importante distorsión de
la percepción de la realidad (percepción irreal de la realidad), que
dificultarán la adaptación del sujeto a su realidad y le crearán
conflictos entre realidad y percepción, que pueden acompañarse
de angustia.
Hay un tipo de persona que se sitúa en el polo opuesto al que
acabamos de mencionar. Se trata de individuos de escasa
capacidad imaginativa, que se aferran rígidamente a la realidad
más inmediata percibida, y con un funcionamiento mental muy

173
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

racionalista y voluntarioso, sin la flexibilidad que la imaginación


aporta a la vida psicológica. Esta rigidez mental suele hacer a los
individuos duros pero quebradizos, que pueden romperse por el
estrés que les supone tener que adaptarse a una realidad
enormemente cambiante. Lo hacen sufriendo trastornos de
ansiedad, depresiones y, con menor frecuencia, crisis psicóticas
reactivas.
4.3. Análisis de los dibujos y del lenguaje oral y escrito

El ser humano cuando realiza algo -cuando actúa- deja su


huella, su sello personal en lo hecho, en especial si lo realiza
libremente, es decir, siempre que no imite o copie.
El análisis de esas huellas puede darnos información sobre la
manera de ser del agente de la acción. Ese análisis cobra máxima
importancia ante sujetos que no pueden dar una adecuada
información de sí mismos (de su modo de ser o estar) por medio
del lenguaje oral o escrito, como ocurre en los niños pequeños, o
en adultos que sufren enfermedad psíquica o atraviesan ciertas
situaciones emocionales (temor, desconfianza, bloqueo,
oposicionismo, inhibición); y también en los que tienen un nivel
intelectual tan bajo o tan escasa capacidad de introspección, que
no pueden conocer su mundo interior ni expresarlo.
d) Es ya tradicional el uso de los dibujos para el estudio
psicológico de los niños. El dibujo de la familia se sigue
empleando de modo habitual, pues los problemas emocionales de
los niños están muy relacionados con la dinámica familiar. El
tamaño de las figuras de sí mismo y de los miembros de su familia,
el lugar en el que colocan las figuras, la proximidad y distancia de
unas figuras con otras, dan pistas para conocer el ambiente
familiar. Por otra parte, el grado de perfección y de detalle del
dibujo informan de la capacidad intelectual el niño.
Otros dibujos que realizan los niños, sobre todo los que
dibujan libre y espontáneamente, aportan información útil sobre
su modo de ser y estar. Los siguientes aspeaos del dibujo son los
más informativos:
1. El tema del dibujo: los personajes, objetos y lugares dan a

174
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

conocer el impacto emocional y las impresiones que el


entorno ha producido en el autor, y los intereses y valores
que atribuye a los seres que le rodean. Un niño que pintaba
repetidamente campos de fútbol y jugadores que lanzaban
penaltis, era portero de fútbol. Una niña que pintaba casas
rurales con balcones llenos de tiestos con flores, vivía en un
pueblo. Otro niño que pintaba barcos pesqueros con redes
llenas de peces, era de un pueblo pesquero.
2. El tamaño y lugar de colocación de los objetos y figuras:
a mayor tamaño y lugar más céntrico en la hoja del dibujo,
más importancia emocional tienen para el autor, y
generalmente de signo positivo. Las cosas negativas
tienden a no percibirse: no se recuerdan ni se dibujan; o a
percibirse y recordarse difusamente, por lo que se pintan
muy pequeñas y en un rincón.
3. El número de veces que dibuja un objeto, una figura, un
lugar. a mayor repetición, mayor importancia y valor
emocional.
4. Los colores empleados: el negro u otros colores muy
oscuros suelen indicar un estado emocional negativo
(tristeza, angustia); los colores chillones (rojo, naranja)
pueden indicar excitación, nerviosismo, miedo; los colores
más suaves en tono e intensidad (azul celeste, verde claro,
amarillo) están en sintonía con emociones positivas
(alegría, tranquilidad, seguridad, ilusión).
5. El contexto del dibujo (el cielo y el paisaje): un cielo con
un sol grande supone una situación emocional positiva en
el autor, lo contrario se sospecha cuando el cielo está
pintado de color oscuro o tiene grandes nubes. Los paisajes
con riqueza de plantas, árboles y animales pueden
relacionarse con estados emocionales positivos. La
naturaleza es positiva y produce emociones positivas.
Como en toda ciencia, para poder establecer leyes es
necesario que los sucesos se repitan, por lo cual es importante
tener un buen número de dibujos de un mismo sujeto para poder
afirmar con certeza algo acerca de su manera de ser.

175
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

b) El análisis de la voz tiene mucho interés para los otorrino-


laringólogos, porque a través de ese estudio saben si existe algún
defecto del aparato fonador y del modo de hablar.
En las películas de espías se ven escenas en las que se analiza
la voz para saber si una persona está diciendo la verdad, pues las
situaciones que producen emociones intensas (temor, angustia)
alteran las conductas automáticas, entre ellas el lenguaje oral. Ya
hemos señalado que la ansiedad puede hacer que una persona
tartamudee.
Desde el punto de vista psicológico, interesa analizar el modo
de hablar del sujeto en estudio para saber si está viviendo una
situación emocional intensa:
- Cuando una persona está enfadada, eleva el tono de voz y
suele hablar más deprisa.
- Cuando está triste habla lentamente, con un tono de voz
apagado, poco audible, como si no tuviese fuerza para
hablar o como si no quisiese que la gente se enterara de su
sufrimiento. Además, habla poco, entrecortadamente, y
puede quebrársele la voz cuando siente la congoja previa a
llorar y cuando llora.
- Cuando una persona está ansiosa, tiende a hablar deprisa.
- Cuando tiene miedo, tiende a hablar con un tono voz bajo
(en susurro), como si no quisiera atraer la atención del
peligro que teme.
- Cuando alguien siente angustia intensa, que se vive como
opresión o bloqueo, el sujeto siente dificultad para pensar y
también para hablar, por lo que su lenguaje es como
telegráfico, con largas pausas por incapacidad para hablar.
- Algo parecido ocurre cuando se siente gran vergüenza, que
se acompaña de angustia. En esas situaciones el sujeto
tiende a no poder hablar; si habla, es para contestar a algo
que se le pregunta con insistencia y lo hace con
monosílabos.
- Cuando una persona está alegre tiende a hablar mucho pero
a un ritmo normal, con un timbre de voz claro y alto, como
si quisiese que todo el mundo se diera cuenta de que está
alegre.

176
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

- Si se está tranquilo y relajado, el lenguaje oral es pausado,


con el mismo tono, ni altos ni bajos.
- La persona entusiasmada o apasionada por algo habla
deprisa, con tono alto y con seguridad y convicción en lo
que dice.
Además de analizar el influjo emocional en el lenguaje oral,
interesa también analizar el modo de hablar normal o habitual,
cuando el sujeto no sufre especiales emociones, para intentar
conocer su manera de ser.
- Las personas tranquilas hablan con un tono y ritmo de voz
pausado y homogéneo.
- Las personas seguras hablan con firmeza, tono fuerte y
claro pero sin gritar; lo hacen sin miedo a que se las escuche
y se entienda lo que quieren decir. Ponen un tono de
convicción en lo que dicen.
- Las personas alegres hablan como las personas seguras,
pues alegría, optimismo y seguridad suelen ir unidas.
Intercalan, con frecuencia, en su discurso oral risas, bromas,
alabanzas para los demás; su lenguaje tiene tintes de
entusiasmo y apasionamiento, que ya hemos comentado.
- Las personas inseguras hablan habitualmente como las
personas ansiosas, dubitativas y temerosas, con voz de tono
apagado, como si temiesen que los demás las oigan, no
estén de acuerdo y las rebatan o critiquen. En general, son
calladas; cuando hablan, lo hacen con brevedad y con frases
cortas. Se interrumpen fácilmente si ven un gesto de
desaprobación en los demás. Hablan y se escuchan a la vez,
como si estuviesen analizando lo que dicen como para
asegurarse de que era eso lo que debían decir. Este lenguaje
oral es parecido al de los temerosos, vergonzosos y tímidos.
- Las personas tristes, melancólicas o pesimistas, hablan con
tono apagado, sin energía, como se habla en un velatorio o
en un momento trágico. Suelen hablar poco, como si no
valiese la pena decir nada y no hubiera esperanza: todo lo
que se pueda decir no sirve de nada.
- Los individuos preocupados hablan como los angustiados y
los sufridores crónicos. Su tono de voz es normal pero con

177
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

tensión, con temor, lo que hace que el ritmo sea algo más
rápido de lo normal.
Un aspecto importante y clarificador del lenguaje oral, para
saber cómo está y cómo es una persona, es el contenido de lo que
se dice.
- Las personas alegres y tranquilas cuentan cosas agradables
y positivas.
- Las personas tristes y angustiadas cuentan cosas negativas,
dolorosas.
- Las personas temerosas, inseguras y preocupadas cuentan
cosas negativas que pueden ocurrir en el futuro, que les van
a hacer sufrir a ellas y a las personas que quieren.
- Las personas dubitativas y obsesivas hablan de modo
repetido de lo que dudan y les obsesiona, tratando de que
alguno de los que las escuchan les resuelva las dudas o
saque de la obsesión.
- Las personas pesimistas y desengañadas hablan solamente
de cosas negativas y desgracias, como si se regodeasen en lo
negativo y en el mal ajeno («mal de muchos, consuelo de
tontos»).
- Las personas con sentimiento de inferioridad dicen con
mucha frecuencia cosas de sí mismas que dejan ver el poco
aprecio y valoración que se tienen, mientras que lo que
dicen de los demás es siempre bueno: los demás sí que
saben, sí que hacen bien las cosas; en cambio, ellas no
saben, no hacen bien las cosas.
- En las personas narcisistas el contenido de su lenguaje oral
siempre gira en torno a ellas mismas, y siempre quedando
bien y buscando ser admiradas.
- El lenguaje oral de las personas desconfiadas, suspicaces y
paranoides está cargado de expresiones en las que se
aprecia su falta de confianza en los demás y su convicción
de que estos buscan molestarlas o tratarlas mal.
El lenguaje oral también permite conocer cómo es la
inteligencia de una persona. Las personas inteligentes piensan
deprisa y, en consecuencia, hablan deprisa. Al entender con
rapidez las cosas y saber bien lo correcto, hablan con seguridad,

178
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

firmeza y convicción. Las personas inteligentes entran a fondo en


la realidad que viven y saben relacionar las cosas entre sí. Al
hablar, dan a conocer aspectos profundos de las cosas, escondidos
a los menos inteligentes, y saben decir las implicaciones que una
cosa tiene para otras, por las conexiones que presentan entre sí.
Las personas menos inteligentes hablan sobre todo de sus
vivencias emocionales (lo que les gusta, lo que les desagrada, lo
que temen, preocupa, ilusiona, etc.), pues cuando la inteligencia es
menor, la afectividad es mayor, y se vive en un plano muy
emocional.
c) Existen muchos estudios sobre el análisis del lenguaje
escrito para conocer la manera de ser de una persona. De hecho,
hay una especialidad, la grafología, que tiene un buen número de
seguidores, aunque ha vivido mejores épocas, pues en la
actualidad es un campo de estudio minoritario, probablemente
por ser más teórico y especulativo que concreto y objetivo. Sigue
utilizándose con eficacia por la policía forense para reconocer la
autoría de una firma o un texto manuscrito, en asuntos judiciales y
para la autentificación de documentos (testamentos).
Cuando una persona escribe libremente, suele tratar de lo que
le interesa, ama o le gusta, pues escribir sobre lo que produce
emociones negativas le llevaría a revivirlas y a volver a sufrir.
Cuando escribe estas cosas negativas, lo hace, casi siempre, en
busca de apoyo: informa a alguien para que, entendiéndole bien,
pueda ayudarle. Esto último lo veremos en el apartado de la
biografía como vía de conocimiento de las personas.
Mediante el análisis de la forma de la escritura, no del
contenido, se pueden intuir cosas concretas, aunque algo
generales, sobre la persona que escribe. Pondremos algunos
ejemplos:
- De una persona que escribe un texto, y cada palabra, desde
el principio al final, con la misma altura y forma parecida, se
puede inferir que es una persona en la que domina la
voluntad, que le hace ser estable, equilibrada, constante,
ordenada. Las personas muy afectivas, emocionales,
apasionadas, tienen una escritura irregular en la que lo
importante es lo que quieren decir, no la forma de decirlo.

179
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

También las personas que quieren dar una buena imagen


porque les preocupa el juicio de los demás, se esmeran en la
forma de sus escritos y tratan de que sea ordenada, bonita,
pulcra y constante. Se esforzarán en controlar el modo y la
forma de la escritura.
- Las personas impulsivas y apasionadas escriben de modo
muy irregular, pues se dejan llevar de la emoción de cada
instante en el que escriben. Suelen escribir deprisa y
cometen frecuentes errores, por lo que el texto está lleno de
correcciones hechas sobre la marcha. Escriben según se les
van ocurriendo las ideas, sin reflexionar sobre ellas, por lo
que han que rectificar muchas veces. Su escritura está
salpicada de tachones, rectificaciones, repeticiones y
desorden en la estructura gramatical, pues tratan de
transmitir no tanto ideas lógicas y bien conectadas, sino
vivencias emocionales. Suelen empezar las frases y las
palabras con claridad, pero las acaban con una escritura
poco inteligible. Algo parecido ocurre con las personas
ansiosas, que viven con prisa, lo cual las lleva a escribir
como acabamos de decir en los apasionados e impulsivos.
Estas personas, como tienen prisa por explicarse, por
transmitir lo que desean, por acabar lo que escriben, suelen
escribir con una letra pequeña, que requiere menos tiempo.
Los que escriben con letra grande suelen ser personas
tranquilas, lentas, grandilocuentes, previsoras. La escritura
con
letras grandes también supone ser una persona
extrovertida, algo teatral, con deseo de impresionar a los
demás o llamar su atención. Se ha de tener en cuenta que
los pacientes de Parkinson, independientemente de su
manera de ser, terminan escribiendo con letra muy
pequeña (micrografía), para diferenciarlo de los casos
anteriores mencionados que escriben con letra pequeña.
- Las personas tímidas, inseguras, temerosas, escriben en letra
pequeña pero inteligible, como si temiesen ser mal
entendidas, o juzgadas negativamente, o a que se burlen de
ellas y las hagan sufrir. El tímido e inseguro se esconde

180
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

detrás de una buena forma de escritura, pero el texto es


poco inteligible, como si no quisiera que se entienda lo que
dice y así no le conozcan ni puedan juzgarle mal.
Como es lógico, hay personas que no cumplen los estereotipos
de escritura y de lenguaje oral que acabamos de exponer, como
tampoco ocurre que todos los gallegos sean desconfiados; los
alemanes, muy trabajadores; y los ingleses, fríos y flemáticos. Lo
referido puede servir para orientarnos en el conocimiento de los
demás, como nos sirve un plano para andar por una ciudad.

4.4. Invéntanos, escalas y test

En el empeño por asemejar la ciencia psicológica y


psiquiátrica a las demás especialidades que estudian al ser
humano sano y enfermo, ha ido surgiendo una serie de
herramientas para cuantificar y medir las cualidades,
características, rasgos y síntomas psicológicos. Con esta finalidad
se han creado diversos test, cuestionarios, inventarios y escalas de
medida. Unos son autoaplicados (realizados por el sujeto en
estudio) y otros son heteroaplicados (cumplimentados por el
investigador). Unos se emplean para detectar la existencia de
ciertas cualidades normales o patológicas en los sujetos (inventa-
ríos, test proyectivos, cuestionarios), otros para medir dichas
cualidades (escalas) y otros para medir las capacidades normales
de un individuo (test psicométricos).
Muchas de estas herramientas son imprescindibles en los
estudios de investigación, para objetivar la existencia de patología
y para comprobar y medir la respuesta a las intervenciones
terapéuticas ensayadas.
En la práctica clínica se emplean para ayudar a realizar el
diagnóstico de una enfermedad psiquiátrica, para medir su
gravedad y la eficacia del tratamiento. Las enfermedades mentales
más frecuentes son las que tienen más herramientas de este tipo.
Los tests psicométricos se emplean para medir la inteligencia
con vistas a diagnosticar sujetos deficientes, dudosos y

181
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

superdotados, para saber si los problemas de rendimiento


académico de un niño tienen que ver con un bajo nivel intelectual
y para detectar y medir el deterioro cognitivo adquirido por lesión
del cerebro, especialmente por traumatismos craneoencefálicos y
enfermedades degenerativas.
Entre los test de inteligencia más utilizados están: Leiter
(escala manipulativa internacional de Leiter), Wisc (Wechsler
Infant Intelligence Scale), Raven (test de matrices progresivas) y
la escala de inteligencia de Stanford-Binet.
Con el alargamiento de la expectativa de vida de la población,
ha aumentado la frecuencia de las demencias y, por tanto, el uso
de baterías de test neuropsicológicos para evaluar el deterioro
cognitivo. Las más usadas son el Minimental test, el test de
Barcelona, el test de Boston, el test de retención visual de Benton,
el test de Bender, la figura compleja de Rey, la batería de test de
Luria, el test del dibujo de la figura humana de Goodenough.
Los tests proyectivos como el Rorschach y el TAT, han sido
muy utilizados en psiquiatría, pues permite que los individuos,
con dificultad para comunicar sus problemas por falta de
confianza o de autoconocimiento, expresen esa manera de
sentirse o la manera de ser casi sin darse cuenta al explicar lo que
ven en las imágenes de los test.
Estos test consisten en múltiples imágenes sin forma concreta
o sin un contexto que las explique; el sujeto tiene que contar qué
es lo que ve o lo que cree que quieren decir las imágenes. Dado
que las imágenes no dicen nada, es el sujeto el que tiene que
imaginarse lo que dicen, por eso se llama proyectivos a estos test,
pues el sujeto proyecta en las imágenes lo que evocan en su
pensamiento y en su afectividad.
El test de Rorschach es bueno para favorecer las proyecciones
psicóticas. Las personas que sufren delirios (síntoma capital de las
psicosis), perciben e interpretan la realidad de modo delirante. Es
lo que ocurría a Don Quijote que interpretaba los molinos como
gigantes. Por esta razón, las imágenes del Rorschach, al no
representar nada concreto, actúan como un botón de arranque
para que el sujeto cuente sus vivencias psicóticas.
El TAT (test de apercepción temática) es muy útil para que los

182
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

sujetos proyecten sus alteraciones emocionales, característica


propia de las enfermedades antiguamente llamadas neuróticas. El
test consta de imágenes bien formadas pero sin contexto, por lo
que la interpretación está basada en lo que los sujetos se
imaginan. La imaginación está fuertemente determinada por la
afectividad, es especial, en algunos pacientes.

TAT Rorschach
Otros test proyectivos son el de Frustración de Rosenzweig y
el test de familia. Con el primero se busca analizar la tolerancia a
la frustración y hacia dónde un individuo frustrado canaliza la
irritabilidad provocada por la frustración. El segundo test, muy
empleado en el estudio de los niños, ya se comentó al hablar del
análisis de los dibujos.
El inventario más empleado, por su gran utilidad en el
diagnóstico de las alteraciones psicológicas y de la personalidad,
es el MMPI (Minnesota Multiphasic Personality Inventory). Consta
de 567 preguntas o ítems a los que el sujeto debe señalar
verdadero o falso. Estaría, por ello, dentro de lo que se entiende
por entrevista escrita estructurada (preguntas fijas, respuestas
fijas), que permite obtener puntuaciones de fiabilidad y
puntuaciones de diez escalas clínicas (hipocondría, depresión,
histeria, psicopatía, masculinidad/feminidad, paranoia,
psicastenia, esquizofrenia, hipomanía, introversión social). La
interpretación del perfil de puntuaciones del MMPI por un
profesional con experiencia, permite obtener una radiografía
psicológica detallada, clara y fiable de la personalidad y de la
situación afectiva de un individuo. Es una herramienta muy útil

183
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

para ayudar al diagnóstico clínico.


Finalmente, se han de comentar las escalas de medida,
utilizadas para valorar la intensidad de una enfermedad
psiquiátrica, o determinar si los síntomas, signos, rasgos y
conductas que presenta un individuo tienen intensidad o
frecuencia suficiente para ser considerados normales o
patológicos. También son útiles para valorar cuánto ha mejorado
un paciente con el tratamiento y si ha llegado a la normalidad o a
la curación.
Las escalas pueden ser autoaplicadas (cumplimentadas por el
paciente) o heteroaplicadas por el investigador. En las escalas se
pide al sujeto que trate de medir la intensidad de su malestar. Hay
escalas numéricas (ordinales), mediante las cuales el paciente
puede puntuar la intensidad con una cifra dentro de un margen
(de 1 al 5 o de 1 al 10). Hay escalas nominales (leve, moderado,
grave, muy

184
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

Perfil de un MMPI
MMPI2 - Hoja de perfil*
Nombre: .......................................................................................
Apellidos: .....................................................................................
Edad: ..............................................................................................
Fecha: ............................................................................................
Solicitado por: ...........................................................................
HOMBRE

* Para uso exclusivamente experimental.

185
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

grave), (ausente, presente, habitual), (nunca, pocas veces, muchas


veces). Hay escalas de razón (0, Vi, Vi, %, 1), (0, 10%, 20%, 30%) y
escalas de intervalo (menor, igual, mayor).
Muchas enfermedades y síndromes frecuentes tienen sus
propias escalas de valoración. Vamos a señalar algunos ejemplos:
a) Depresión:
- Escala de Hamilton para la depresión.
- Escala de Beck.
- Escala de autoevolución de Zung.
- Escala de depresión de Mongomery-Asberg.
b) Trastornos de ansiedad:
- Test de Hamilton para la ansiedad.
- Escala de ansiedad de Zung.
- Escala de ansiedad manifiesta de Taylor.
- Escala STAI (State-Trait Anxiety Inventory o
cuestionario de ansiedad estado-rasgo).
c) Trastorno obsesivo-compulsivo:
- Escala de Yale-Brown.
d) Trastornos alimentarios:
- Anorexia nerviosa: EAT, EDI, EPI, FES.
- Bulimia nerviosa: BITE, EAT, EDI, FDI-IS, EPI, CIT- CA,
ABOS, ECA.
- BITE (bulimia Investigatory Test),
- ECA (encuesta de comportamiento alimentario),
- EDI (Eating Disorden Inventory),
- EPI (Eysenck Personality Inventory),
- FES (Family Ennironment Scale o escala de clima
familiar),
- EAT (Eating Attitude Test),
- ABOS (Anorexia Behabior Observation Scale u
observación de la conducta anoréxica para padres),
- CITCA (cuestionario infantil para los trastornos de la
conducta alimentaria).
e) Esquizofrenia:
- PANSS (Positive and Negative Schizophrenia Scale o
escala de síntomas positivos y negativos de la
esquizofrenia).

186
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

f) Trastorno por déficit de atención e hiperactividad


(TDAH):
- WISC (Wechsler Infant Intelligence Scale),
- CPT (Conner’s Continuous Performance),
- Test de caras,
- Test de colores y palabra de Stroop.
g) Alcoholismo:
- Test CAGE (Cut-Annoyed-Guilty-Eye).
h) Trastornos de la personalidad:
- MCMI (Millón Clinical Multiaxial Inventory).
- MIPS (Millón Inventory Personality Styles).
i) Abuso de drogas:
- DAS Y (Drug Abuse Screening Test).
j) Trastorno bipolar:
- Escala de manía de Goldberg.
- Escala MRS (Mania Rating Scale).

4.5. Pruebas biológicas de laboratorio

Partiendo del hecho de que el hombre es un todo, una unidad


de partes no sumadas sino imbricadas, es lógico encontrar
relaciones bidireccionales entre las funciones biológicas y las
psicológicas. Esto supone que algunas modificaciones del
funcionamiento anatomofisiológico normal produzcan variaciones
del funcionamiento psicológico y viceversa.
La ciencia del siglo XX y comienzos del XXI se ha
caracterizado, entre otras cosas, por su afán cuantificador. En
consecuencia, se ha llegado en la fisiología humana a medirlo casi
todo. No ocurre lo mismo en el campo de la psicología, pero, como
acabamos de ver, van siendo numerosas las pruebas de medida de
las funciones mentales. En los últimos decenios, se ha tratado
tanto de establecer correlaciones entre las pruebas fisiológicas y
las psicológicas, como de medir los signos biológicos relacionados
con las funciones psíquicas.
El afán de curar y/o aliviar las alteraciones psicopatológicas
ha hecho que se buscasen las bases etiológicas en la anatomía y en

187
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

el funcionamiento de las estructuras orgánicas relacionadas con


los procesos mentales. Con esta finalidad se han medido múltiples
variables biológicas buscando diferencias entre sujetos sanos y
enfermos, para así conocer qué variables se relacionan con el
estado de enfermedad («marcadores de estado»). De resultas de
esas investigaciones, se han publicado listas de enfermedades
orgánicas con manifestaciones psicopatológicas y de cuadros
psicopatológicos con variaciones anormales en las cifras de los
elementos bioquímicos del organismo.
Cualquier proceso patológico (tumoral, infeccioso,
degenerativo, metabólico, carencial, funcional) que afecte
primaria o secundariamente al cerebro puede provocar
manifestaciones psicopatológicas. Muchas de esas enfermedades
producen modificaciones en la composición de los líquidos
internos (sangre y líquido cefalorraquídeo), que se pueden medir
en el laboratorio. Expondremos algunos ejemplos, sin ánimo de
agotar el tema.
Algunas de las enfermedades que cursan con síntomas
psicopatológicos no ofrecen dificultades para su diagnóstico, pues
los síntomas motores, sensoriales o de alteración de la conciencia
que presentan ayudan a establecer el diagnóstico. Así ocurre, por
ejemplo, con la epilepsia, la esclerosis múltiple, los tumores
cerebrales o las meningitis.
Otras enfermedades orgánicas con síntomas psiquiátricos
precisan la práctica de pruebas de laboratorio y de neuroimagen,
para realizar un diagnóstico diferencial frente a ciertas
enfermedades psiquiátricas:
a) Anemias. Pueden presentar un cuadro clínico con cierto
parecido a una depresión. Los datos analíticos de los glóbulos
rojos, de la hemoglobina, del hematocrito y de otros parámetros
relacionados con la serie de células rojas, nos indicarán el tipo,
intensidad y duración de la anemia, y podrán sugerirnos su causa.
La etiología de la anemia (una leucemia, un cuadro hemorrágico
agudo o crónico, un proceso hemolítico) influye en la
sintomatología pseudodepresiva.
b) Infecciones. Pueden cursar con un importante descenso de
la vitalidad de los individuos que las padecen, que simula un

188
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

cuadro depresivo o una psicastenia. En este caso, es el recuento de


las células blancas o leucocitos el que nos orientará hacia un tipo u
otro de infección. Son muy típicos los cuadros de astenia,
decaimiento, tristeza, apatía, irritabilidad en algunas infecciones
crónicas (tuberculosis, parasitosis intestinales, hepatitis víricas, y,
en general, los cuadros víricos como la gripe, la mononucleosis)
Algunas infecciones víricas o bacterianas pueden afectar primaria
o secundariamente al sistema nervioso central (SNC) y producir
síntomas psicopatológicos específicos; así ocurre con la sífilis, el
herpes, el SIDA o la toxoplasmosis.
c) Las alteraciones endocrinas. Podrán confirmarse por la
medición de los niveles sanguíneos de las hormonas de las
distintas glándulas de secreción interna. La patología funcional de
los ejes hipófiso-tiroideo e hipófiso-suprarrenal presenta
manifestaciones clínicas susceptibles de ser confundidas con
algunos cuadros psicopatológicos: el hipotiroidismo tiene cierta
semejanza sintomática con la depresión; el hipertiroidismo puede
parecerse a un trastorno por ansiedad; el síndrome de Addison
(insuficiencia corticosuprarrenal) puede cursar con
sintomatología depresiva; el Síndrome de Cushing (hiperfunción
corticosuprarrenal) puede acompañarse de un síndrome
depresivo o maníaco, o de un trastorno psicótico no afectivo.
d) Los niveles de diversos metabolitos, productos de la
degradación terminal de diferentes sustratos que, como la urea y
la bilirrubina, son eliminados en condiciones normales por el
riñón y el hígado, pueden acumularse en sangre cuando estos dos
órganos no pueden eliminarlos con suficiente rapidez, por
insuficiencia del funcionamiento de dichos órganos o por exceso
de producción de esos productos. Entonces pueden intoxicar el
cerebro y originar alteraciones de conciencia, de conducta y
diversos síntomas psicopatológicos.
También pueden medirse los niveles sanguíneos de
sustancias tóxicas o psicoactivas, tanto de origen endógeno
como exógeno (drogas, alcohol). La medición de su nivel en la
sangre puede ayudar a establecer un diagnóstico etiológico de las
manifestaciones psíquicas anormales que pueden producir.
Hay otros elementos de la sangre que pueden medirse

189
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

cuando se presentan alteraciones psicopatológicas determinadas.


Un ejemplo es la batería de pruebas de laboratorio para el estudio
de las demencias. Algunas de ellas se deben al déficit de vitaminas
(cianocobalamina B12, tiamina Bi, niacina B3); otras, a
alteraciones de las glándulas endocrinas (suprarrenal,
paratiroides; otras, al depósito de ciertos metales en el
parénquima cerebral (plomo, cobre, hierro). Desde el punto de
vista del pronóstico, es importante saber si la demencia tiene su
origen en alguna de las alteraciones que acabamos de señalar,
pues son tratables y el sujeto es susceptible de curación o de
mejoría; mientras que si la causa es de otro origen -como ocurre
en el 90% de los casos- solo cabe esperar un progresivo
empeoramiento hasta la muerte del individuo que la padece.
El análisis del líquido cefalorraquídeo (LCR) puede
proporcionar datos de interés. En condiciones normales sus
componentes químicos y celulares presentan un rango de valores
que pueden alterarse en ciertas enfermedades que afectan al SNC
(infecciones, tumores, lesiones vasculares, enfermedades
degenerativas) y que pueden cursar con manifestaciones
psicopatológicas.
Hay escasas pruebas del LCR que ayuden a corroborar el
diagnóstico y a establecer el pronóstico de las enfermedades que
tradicionalmente estudia la psiquiatría (neurosis, psicosis,
psicopatías o trastornos de la personalidad). Ante la fundada
sospecha de que ciertos neurotransmisores (sustancias que
establecen comunicación funcional entre las neuronas a través de
sus conexiones sinápticas), como son la noradrenalina, la
serotonina, la dopamina, la acetilcolina y otros, desempeñan un
papel relevante en el funcionamiento psíquico normal, se vienen
midiendo desde hace años los productos de la degradación o
eliminación de estos neurotransmisores en el LCR, con el
propósito de descubrir diferencias entre las personas sanas y los
enfermos psíquicos. Esas investigaciones se justifican por el hecho
de que, hasta ahora, no ha sido posible medir directamente los
niveles cerebrales de los distintos neurotransmisores, ni tampoco
existe una relación consistente entre los niveles de esos
neurotransmisores en la sangre (más fácil de medir) y en el

190
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

cerebro. Pero, de momento, los resultados de estos estudios sobre


neurotransmisores y sus metabolitos en el LCR no han permitido
establecer conclusiones útiles para el diagnóstico; por eso, apenas
se usan en la práctica clínica. La pobreza de resultados de esos
análisis y estudios podría deberse a la enorme complejidad de los
sistemas neuronales en los que intervienen los
neurotransmisores, las múltiples interrelaciones que se dan entre
los diferentes sistemas neurona- les, y a la participación de
muchas otras sustancias que modulan el funcionamiento de los
principales sistemas neuronales del cerebro.

4.6. Registro y medición de variables fisiológicas periféricas

Todos hemos oído hablar de «la máquina de la verdad», que se


aplica a las personas para saber si dicen la verdad sobre algo, y
que aparece en novelas y películas de espías, o en diversos
programas de televisión.
Estas máquinas se basan en poner al sujeto unos sensores
conectados por cable a una pantalla de ordenador, que registra
variaciones de potencial y flujo de una corriente bioeléctrica,
reflejo de ciertas funciones fisiológicas reguladas por el sistema
nervioso vegetativo, y que tienen relación estrecha con las
vivencias emocionales.
Si una persona está tranquila y contenta su sistema nervioso
vegetativo está en equilibrio y el registro eléctrico de las funciones
fisiológicas es neutro o normal.
Las variables fisiológicas que se registran son:
- actividad eléctrica cerebral (las ondas alfa son las que
reflejan tranquilidad);
- la conducción eléctrica de la piel, que depende del sudor,
que aumenta cuando hay ansiedad;
- la temperatura de la piel, que tiene que ver con la
circulación arterial cutánea, que disminuye cuando hay
ansiedad por vasoconstricción y aumenta cuando el sujeto
se relaja por vasodilatación;
- la tensión de los músculos de la cabeza (frontal, temporal),

191
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

que son más sensibles a las emociones;


- el ritmo cardíaco, que aumenta con la ansiedad;
- el ritmo respiratorio, que aumenta en paralelo con el ritmo
cardíaco.
Esos registros fisiológicos se alteran cuando hay ansiedad, que
aparece acompañando a otras situaciones emocionales
(excitación, preocupación, temor, odio, irritabilidad, prisas). No
son, por tanto, específicos de cada una de las vivencias
emocionales.
Sirven también para conocer cuándo una persona está
tranquila. Por esta razón, se han utilizado para el tratamiento del
estrés o ansiedad mediante una técnica de bioautorregulación
(«biofeedback»), A los sujetos se les da información visual o
acústica de la intensidad de su ansiedad o tensión psíquica
reflejada por las variables fisiológicas mencionadas. A
continuación se les enseña a relajarse a la vez que se les sigue
informando de los cambios que aparecen en su situación
fisiológica, para que sepan qué acciones son las que les relajan y
cuáles no, y cómo repercute en las variables fisiológicas una
recaída en la ansiedad, de modo que aprendan a evitar las
imágenes, recuerdos o pensamientos que les hacen perder el
estado de relajación. Así pues, la técnica de bioautorregulación
ayuda al paciente a conocer qué vivencias interiores le producen
ansiedad y también el modo de combatirla.
Por otra parte, como la patología de la ansiedad es muy
frecuente, esa medida de las variables fisiológicas ayuda a los
profesionales a confirmar el estado de ansiedad del paciente y a
conocer su intensidad.

4.7. Técnicas de neuroimagen

Se entiende como técnicas de neuroimagen aquellas


intervenciones realizadas mediante aparatos que elaboran una
imagen del cerebro. Hay técnicas que producen imágenes de la
estructura del cerebro y del cráneo (envoltorio óseo); mientras
que otras generan imágenes del funcionamiento del cerebro.

192
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

Las técnicas de neuroimagen estructural permiten ver tanto


las alteraciones cerebrales congénitas (producidas durante la
formación del cerebro en el vientre materno), como las
adquiridas, en especial las que producen destrucción neuronal
(traumática, vascular, infecciosa, tóxica, degenerativa), o las
causadas por procesos tumorales (benignos y malignos).
Muchas de esas alteraciones estructurales del cerebro se
revelan en las imágenes obtenidas por técnicas de neuroimagen,
como la tomografía axial computarizada (TAC) y la resonancia
magnética nuclear (RMN). Las lesiones del cráneo (fracturas
óseas, deformaciones, tumores) pueden verse en una radiografía
simple de la cabeza. Las lesiones del cráneo, traumáticas o no,
pueden producir alteraciones del funcionamiento del encéfalo y
de los nervios que de él salen, que se manifiestan en alteraciones
sensoriales, motoras, y del funcionamiento psíquico, en forma de
alteraciones del nivel de conciencia o con perturbaciones
cognitivas, afectivas y conductuales.
Las manifestaciones patológicas debidas a lesiones de la
estructura física del cerebro se engloban bajo el epígrafe de
trastornos orgánicos cerebrales o patología orgánica cerebral.
Las enfermedades psiquiátricas no suelen tener un substrato
orgánico estructural. No se descubre en ellas cambios de la
estructura del cerebro, sino solo una alteración de su
funcionamiento. Por eso, las técnicas de neuroimagen estructural
no sirven para diagnosticar esos trastornos. En el momento en
que un paciente, con síntomas psiquiátricos, presente imágenes de
una alteración estructural del cerebro a la que atribuir esos
síntomas, será diagnosticado de un trastorno orgánico cerebral
(con un nombre específico) que produce síntomas psiquiátricos.
Como no es fácil, ni ético por el riesgo en que se incurre,
investigar mediante técnicas invasivas las alteraciones del
funcionamiento cerebral, hoy la esperanza está depositada en las
técnicas de neuroimagen funcional: el PET (tomografía por
emisión de positrones), el SPECT (tomografía computarizada por
emisión de fotones individuales) y la resonancia magnética
funcional. Se trabaja con ellas para conocer cuáles son las áreas y
circuitos neuronales implicados en las enfermedades

193
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

psiquiátricas. De hecho, se están realizando en todo el mundo


multitud de estudios de neuroimagen funcional en enfermedades
psiquiátricas y se van obteniendo algunos conocimientos
interesantes. Han resultado de gran utilidad para el diagnóstico
precoz y el diagnóstico diferencial de las demencias, pero aún no
han proporcionado procedimientos de relevancia para el
diagnóstico, tratamiento y pronóstico de las clásicas
enfermedades psiquiátricas.
En el inicio de una demencia, cuadro neurodegenerativo con
muerte neuronal, no es fácil diferenciar las alteraciones
estructurales de esa enfermedad de las que dependen del
deterioro normal debido a la edad, pues la mayoría de las
demencias se inician en ancianos. Cuando la demencia está
avanzada es fácil ver que la atrofia cortical debida a la muerte de
neuronas (visible en técnicas de neuroimagen estructural) es
mucho mayor que la atrofia cortical ligada a la edad avanzada. Las
técnicas de neuroimagen funcional muestran que la actividad
cerebral en la demencia es significativamente menor que en los
sujetos ancianos normales; y permiten, además, diferenciar un
tipo de demencia de otro, dato útil para predecir la evolución de la
enfermedad.
Hay muchos estudios de neuroimagen funcional que tratan de
determinar qué áreas y circuitos neuronales están implicados en
las funciones psíquicas normales, con vistas a saber qué ocurre
cuando estas funciones normales se alteran en las enfermedades
psiquiátricas. Se sabe, por ejemplo, que hay áreas del placer o
recompensa (implicadas en la patología adictiva), áreas que se
activan cuando se hacen cálculos matemáticos, se siente atracción
por otra persona, se ven imágenes visuales o se piensa con
imágenes. En fin, se van sabiendo cosas parciales del
funcionamiento cerebral, pero son piezas, todavía pocas y muy
pequeñas, de un puzzle formado por muchas piezas y muy
interconectadas. Habrá que seguir trabajando con paciencia y
esperar hallazgos más importantes mediante las actuales y futuras
técnicas de neuroimagen funcional.

194
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

5. EL ESTUDIO BIOGRÁFICO COMO VÍA DE CONOCIMIENTO


DE LOS DEMÁS

Hay personas que se explican muy bien con el lenguaje oral,


porque cuentan con varias destrezas: facilidad de palabra, una
habilidad que han adquirido con la práctica; seguridad en sí
mismas y no se bloquean al ver que alguien las está escuchando
cuando cuentan cosas íntimas o personales; y buena capacidad de
introspección y además conocen la relación entre sus experiencias
vitales y su repercusión anímica. Si tienen un problema, esas
personas pueden explicar bien lo que les pasa y por qué les pasa:
solamente necesitan que se les diga cómo resolverlo.
Otras personas se expresan mejor por escrito. Es también
probablemente una habilidad adquirida, facilitada quizás por un
factor innato, al poseer unas áreas cerebrales del lenguaje escrito
mejor preparadas para ese aprendizaje.
Otra razón importante para animar a un individuo en estudio
a que escriba su biografía, o a que aporte su diario personal, es
que el investigador no dispone de tiempo suficiente para escuchar
con detalle su historia personal. Es más fácil leer y seleccionar la
información interesante cuando está escrita.
Sea por una razón u otra, a algunos individuos se les pide que
hagan un relato autobiográfico escrito. Los diarios son útiles, pero
la mayoría de personas no llevan un diario. Algunos psicólogos y
psiquiatras, sobre todo de orientación conductista, piden al
paciente que lleve un diario mientras está en tratamiento, para
que ponga en él qué estímulos le provocan síntomas o conductas
patológicas, qué hace entonces para evitarlos o resolverlos, y qué
eficacia tienen esas estrategias. Otras veces se le pide que lleve un
diario de las circunstancias ambientales o internas (pensamientos,
sentimientos, recuerdos, imágenes) que desencadenan sus
conductas patológicas, para así determinar la secuencia
estímulo-respuesta patológica, poder enseñar a controlar y evitar
los estímulos que provocan las respuestas patológicas, y,
finalmente, buscar estímulos que produzcan respuestas sanas o
normales.
Se trata de entrenar al sujeto a tomar conciencia de su

195
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

problema (con el motivo de tener que ponerlo por escrito) y a


participar en su solución: al ser más consciente de su enfermedad,
podrá ser protagonista activo de su curación, y evitará las
situaciones externas e internas de riesgo, a la vez que promueve
otras que previenen la enfermedad. Un ejemplo muy conocido es
el de los terapeutas que aplican terapia cognitivo-conductual: que
piden a los sujetos que escriban los pensamientos previos a las
conductas patológicas, y después les piden que piensen de otra
manera y registren la repercusión que tiene en su conducta. Así
podrán hacerse conscientes de la relación que existe entre
pensamiento y conducta, y viceversa; y verán la conveniencia de
evitar los pensamientos que desencadenan conductas patológicas
y los pensamientos patológicos que surgen cuando realizan ciertas
conductas y, como consecuencia, podrán interrumpir de ese modo
los círculos viciosos patológicos pensamiento-conducta.
Volviendo a la biografía como método de conocimiento
personal, se trata de pedir al sujeto que describa con detalle cómo
vivió psicológicamente los cinco o diez sucesos más importantes
de su vida. El investigador tendrá que interpretar esos relatos, de
modo semejante a como ha interpretado los relatos verbales.
El primer análisis de esta información es el del contenido de
los relatos escogidos como los más importantes, después viene el
análisis de cómo fueron vividos interiormente.
Ya hemos expuesto el fenómeno del olvido de las cosas
negativas del pasado, como mecanismo de defensa para evitar
volver a sufrir, que puede sesgar la selección de los relatos
biográficos. Teniendo esa limitación en cuenta, el análisis
biográfico siempre aporta algún tipo de información útil.
Al analizar la temática de los relatos y de las coincidencias que
se dan entre ellos, podemos advertir varias cosas:
1. Que todos los relatos o la mayoría sean sucesos negativos, o
su contrario, que todos sean positivos. Ambos casos opuestos son
fáciles de interpretar. En el primero, se puede pensar que el sujeto
ha tenido una infancia difícil, que probablemente ha dejado una
huella negativa en su manera de ser, que se ha de investigar, salvo
que ya se conozca por la información obtenida mediante la
entrevista. Si se sabe ya cuál es esa huella, ahora con los relatos

196
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

sabemos su causa. Si no se sabe cuál es la huella negativa en la


personalidad, se ha de indagar preguntando directamente al
sujeto en estudio «cómo le afectaron esas vivencias». Si no supiese
responder, habrá que preguntar a su familia y estudiar con
detenimiento los test e inventarios que se le pidan cumplimentar.
Lógicamente, el sujeto que cuenta relatos biográficos
positivos, es probable que no haya recibido influencias negativas
en su personalidad, y que el problema por el que es estudiado sea
de origen biológico o reactivo.
2. Si los relatos son unos positivos y otros negativos, importa
analizar si hay coincidencias entre ellos. Así por ejemplo, si los
negativos coinciden en referirse a la pérdida de seres queridos
(por muerte o separación), se puede suponer que estamos ante
una persona emocional, que, por sentir carencias afectivas, puede
haber desarrollado ciertos temores: a perder seres queridos y a
no querer a los demás por miedo sufrir si los pierde.
Si el tema de los relatos negativos es haber sufrido
humillaciones, rechazos o fracasos, es probable que hayan
afectado a su autoestima y experimente sentimientos de
inferioridad, acompañados de inseguridad, hipersensibilidad
emocional, temor y otros rasgos que, ya lo hemos visto, se asocian
con la autoestima baja.
Si los temas negativos se refieren a enfermedades, a una grave
o crónica, o a varias enfermedades, puede ocurrir que lo haya
llevado bien y se haya hecho más fuerte psicológicamente; o
puede ocurrir que haya desarrollado un sentimiento de
inferioridad, o adquirido una mentalidad de enfermo, débil e
incurable, que le lleve a centrarse en sí mismo, en su salud física y
espere de los demás que estén pendientes de él, como lo habían
hecho cuando estaba enfermo. Puede entonces suceder que la
enfermedad o la necesidad de cuidar su salud física le sirva de
excusa para no cumplir sus obligaciones normales.
Al analizar los sucesos positivos, habrá que ver si se dan
coincidencias de tema, lo que indicaría que el sujeto valora
positivamente ese tema, y lo hace porque lo necesita
psicológicamente. Estos temas pueden ser: éxitos, reconocimiento
y afecto de otras personas, aventuras con los amigos,

197
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

enamoramientos o reuniones familiares.


Una vez realizado el análisis general, conviene hacer un
análisis más detallado y profundo de la vivencia interior de los
sucesos que relata. Se trata de reconocer cómo le afectaron,
cuánto tiempo le duró su influencia, hasta qué punto le afectó,
considerando la repercusión que han tenido en su vida normal, y
la proporcionalidad entre suceso y la reacción psicológica. Se ha
tener en cuenta la edad del sujeto cuando vivió el suceso y tuvo
esa reacción, pues una reacción emocional muy intensa ante un
estímulo negativo o positivo muy pequeño, a edades avanzadas
supondría cierto grado de inmadurez. Por el contrario, una
reacción leve ante un suceso grave a una temprana edad
(infancia), puede hacer pensar en cierta resistencia psicológica,
debida a madurez psíquica que supone buen control emocional, o
puede deberse a cierta insensibilidad emocional innata
(personalidades psicopáticas).
Para finalizar este análisis biográfico, señalaremos que en el
caso de saber, por la entrevista, que el sujeto en estudio ha sufrido
varios sucesos importantes (positivos o negativos), que no han
sido recogidos en los relatos biográficos, habría que analizar el
porqué de esa omisión e incluso preguntar al sujeto directamente
por qué no los ha incluido en su selección de relatos biográficos. A
veces, es muy ilustrativo lo que un paciente no cuenta y la razón
por la que no lo cuenta, tanto en la entrevista oral como en su
relato escrito.

6. EL CONOCIMIENTO DEL PROPIO MODO DE SER PARA CONOCER


A LOS DEMÁS

Así como hay personas que saben conducir un coche con


perfección, pero apenas conocen nada de la mecánica del
automóvil, hay muchas personas que se comportan
adecuadamente en su ambiente, a pesar de tener un escaso
conocimiento de la raíz de sus motivaciones, emociones y
conductas. Se puede decir que esas personas viven en la superficie

198
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

de sí mismas, sin comprenderse del todo. Esa frecuente realidad,


puede deberse a la enorme fuerza de atracción del mundo exterior
que exige una notable inversión de esfuerzo psicológico, para
asimilar la abundante información que nos presenta y adaptarnos
a las metas y objetivos que nos plantea.
En consecuencia, las personas de nuestro tiempo no tienen ni
la energía ni el interés suficientes para profundizar en su propio
conocimiento: el porqué de sus afeaos, preferencias,
preocupaciones, finalidades. Podría decirse de los casos más
extremos que son como un barco a la deriva que, por no tener
carta de navegación ni motor propio, es movido por el capricho de
las olas y del viento.
La adolescencia es una época de la vida en la que se siente con
gran fuerza la necesidad de conocerse y ser dueño o protagonista
de la propia existencia. Eso explica que muchos jóvenes lean libros
de psicología o de filosofía, asistan a conferencias sobre los temas
humanos más profundos y se cuestionen numerosos interrogantes
sobre sí mismos. Después de esta etapa vital, la fuerte exigencia de
rendimiento que la sociedad occidental reclama desvía su total
atención hacia el mundo circundante, de modo que los deseos de
autoconciencia terminan por apagarse.
El camino que va desde nuestra conciencia hasta las entretelas
o profundidades de nuestra personalidad no es fácil de recorrer:
es más bien complicado, enmarañado, por lo que es frecuente
cansarse de él y abandonarlo, para, como dicen algunos, no
«complicarse la vida». Conviene tener un guía que nos vaya
informando de los conocimientos parciales que aparecen en el
proceso de autoconciencia, nos los interprete y nos sugiera vías o
caminos alternativos de progreso cuando no sepamos por dónde
seguir.
Algunas personas se plantean el interrogante de si vale la pena
el esfuerzo de conocerse más allá del saber práctico, necesario
para desenvolverse con éxito en el entorno propio. La
contestación no es sencilla.
En primer lugar, se ha de afirmar que conocerse a sí mismo no
cuesta tanto esfuerzo como en un principio parece. Se trata de
adquirir un hábito o costumbre que, ya se sabe, es tarea costosa al

199
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

comienzo, pero una vez adquirido se practica con poco esfuerzo,


de modo casi automático. El hábito de conocerse consiste en
preguntarse el porqué de aquellas vivencias relevantes de nuestra
existencia cotidiana. Y así, por ejemplo, si uno se enfada, no basta
saber que se ha enfadado: es preciso preguntarse «¿por qué me he
enfadado ante tal suceso o estímulo ambiental? Y, lógicamente,
hay que tratar de responderse a esa pregunta.
En el proceso de conocimiento personal hay varios niveles,
cada vez más profundos, que se transitan cuando nos
preguntamos sucesivamente el porqué y el porqué del porqué.
Volviendo al último ejemplo: una vez sabido el motivo del enfado
cabe hacerse la pregunta de por qué me ha enfadado ese estímulo.
Cualquiera que sea la respuesta que nos demos, podríamos insistir
y preguntarnos el porqué del porqué. Lógicamente, no siempre
podremos encontrar una respuesta inmediata a la pregunta, pero,
por las leyes propias de la psicología (con nombres acuñados por
la Psicología de la Forma), como la ley del cierre (completar
aquello que está incompleto) y la ley de la pregnancia (acabar las
cosas de la manera más perfecta), las cuestiones no resueltas o
inacabadas quedan abiertas en nuestra memoria a la espera de
solución. Puede ser que, más adelante, a raíz de sucesos
semejantes, aparezca la luz y encontremos la respuesta a la
interrogación no contestada, y continuemos entonces
progresando en el autoconocimiento. Eso no ocurriría si no nos
cuestionásemos sobre el porqué de nuestras vivencias.
En segundo lugar, el proceso de conocimiento personal,
aunque arduo y no libre de riesgos, tiene un premio valioso que
compensa los esfuerzos que exige: el de ser más protagonista en el
curso de la propia vida. Cuando una persona conoce las razones
profundas de sus tendencias, de sus necesidades (desde las más
biológicas hasta las más espirituales) y de los afectos que
determinan su conducta en una dirección determinada, es capaz
de sentar un juicio de valor (algo es bueno o malo en relación con
los fines de su existencia) y, de acuerdo con ese juicio, será capaz
de tomar una decisión sobre esas razones, para que, a corto o
largo plazo, sigan influyendo, o dejen de hacerlo, en el gobierno de
la propia conducta. Por el contrario, si no se conocen las raíces de

200
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

los movimientos afectivo- tendenciales de la conducta, la voluntad


solo podrá ceder a ese empuje o establecer un dique o freno, con
lo que se crea un conflicto entre el motor afectivo-tendencial y el
motor volitivo, que provocará angustia suficiente para bloquear y
estropear el funcionamiento psicológico normal.
Otro aspecto del premio que se alcanza con el conocimiento
personal, es la capacitación para una más profunda comprensión
de los demás. Es muy difícil, sin conocerse a sí mismo, conocer a
los demás con profundidad. El proceso de autoconciencia es el
banco de pruebas para el conocimiento de los demás. No
necesariamente uno ha de preceder al otro, pues muchas veces
van en paralelo, interactúan recíprocamente: cuando uno se
conoce, puede conocer mejor a los demás; y, conociendo a los
demás, me voy conociendo mejor a mí mismo. Por supuesto, en
ese proceso, existe un factor de ayuda añadido que no hemos de
descuidar: el conocimiento sobre el funcionamiento psicológico
que se adquiere con la literatura especializada y con las nociones
de los maestros en psicología.
Para los que aún duden del interés que tiene el conocimiento a
fondo del ser humano, añadiré que, si es posible apasionarse por
el conocimiento de seres creados muy inferiores al hombre
(piedras, insectos, animales, plantas, fósiles, sellos), mucho más
apasionante es el conocimiento del hombre, que no solo es el ser
más elevado de la creación visible, sino que es un microcosmos
fascinante que nunca acabaremos de conocer.
Existe abundante material bibliográfico que aborda el
conocimiento del ser humano desde diversos puntos de vista. Pero
siguen siendo incontables los interrogantes que plantea el
hombre, tanto como individuo como ser social, que todavía no han
encontrado respuestas. En lo que nos concierne, esos
interrogantes no se refieren solamente a cómo curar las
enfermedades mentales, sino a cómo ayudar a los educadores
(padres, maestros y conciudadanos) a favorecer el desarrollo de
una personalidad sana. La madurez personal presupone un
adecuado conocimiento y un dominio inteligente de uno mismo.
Eso nos hace más libres y, consecuentemente, con una posibilidad
mayor de ser felices, objetivo general del hombre.

201
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

V
La personalidad

1. CONCEPTO DE PERSONALIDAD

A la hora de estudiar y hablar de la personalidad nos


encontramos con una maraña de elementos constitutivos muy
interrelacionados. Esta complejidad ha hecho que en los tratados
sobre la personalidad se planteen varios modelos explicativos sin
que, de momento, ninguno se imponga como realmente
convincente, acabado y válido: es lo que ocurre cuando una
realidad no está aun suficientemente conocida. Los autores
exponen cada uno su propia explicación teórica, pero no se llega a
un acuerdo entre ellos. Por eso, aquí no se van a desarrollar los
principales sistemas teóricos sobre la personalidad, tratados ya en
la abundante literatura especializada, sino una explicación teórica
más, basada en el conocimiento fenomenológico adquirido
durante muchos años de enseñanza y práctica clínica.
La mayoría de individuos, cuando comentan su forma de ser,
empiezan por decir ciertas características de su modo de sentir,
pensar y actuar; por ejemplo: «soy alegre, optimista, extrovertido,
apasionado, imaginativo, sentimental». Analizando cualitativa y
cuantitativamente este conjunto de características o rasgos de
personalidad de los diferentes sujetos, se puede afirmar que cada
individuo tiene una personalidad propia, distinta de la de los
demás.

202
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

Pero nos encontramos con que, al comparar entre sí las diferentes


personalidades, es posible establecer ciertas semejanzas entre
ellas, de tal modo que podemos agruparlas en un reducido
número de tipos o categorías. La agrupación de las personas en
tipologías o caracteriologías viene de antiguo, y son muchos los
autores que han elaborado sus propias tipologías. Algunas de ellas
alcanzaron, por un tiempo, notable difusión, como, por ejemplo,
las de Hipócrates, Kretschmer, Jaensch, Sheldon, Jung, René Le
Senne y Spranger.
El afán de clasificar a las personas según su manera de ser
tiene que ver, quizás, con la necesidad de conocer rápida y
profundamente al interlocutor social, para poder comportarse
adecuadamente ante él. La experiencia nos muestra que todos
estudiamos a los demás con el deseo de esbozar un esquema o
patrón de su carácter o manera de ser, que se irá retocando con
posteriores informaciones sobre dicha persona. El patrón
resultante orienta nuestro modo de tratar a ese individuo. Como
saben los iniciados en psicología, la necesidad de formar patrones
cognitivos de la realidad que nos rodea a fin de orientar nuestra
conducta, no comprende solo el mundo de las relaciones
interpersonales, sino los otros campos del comportamiento
humano. Hay una teoría psicológica que se conoce como «teoría
de los mapas cognitivos».
Cada categoría o tipo de personalidad comprende algunas
características que son muy marcadas, a las que algunos autores
denominan «elementos principales» o «factores de primer orden»,
y otras características menos salientes, que se consideran como
secundarias. En ocasiones, en el lenguaje común, se llega a definir
a una persona por la característica más dominante de su
personalidad, y así se dice que es un perfeccionista, pesimista,
sentimental, nervioso, impulsivo.
También salta a la vista que, en el conjunto de características,
rasgos o elementos de las categorías humanas, algunas son
consideradas socialmente positivas y otras negativas. Cuando en
la personalidad de un individuo dominan las características
positivas se le suele considerar como «persona con carácter o con
personalidad». Se podría afirmar que, en la sociedad, el conjunto

203
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

de características que se tienen por valiosas son las que aparecen


encarnadas por los héroes de las obras literarias y del cine, y en
los estereotipos modélicos del carácter de una sociedad. Los
valores de la personalidad no son elegidos o determinadas
arbitrariamente en las diferentes culturas y sociedades, pues se
observa que algunos de ellos son comunes a muchas sociedades
distintas. Suelen responder a inclinaciones o tendencias básicas de
la naturaleza humana: coherencia, nobleza, altruismo, sinceridad,
sencillez, laboriosidad, creatividad, lealtad, valentía, decisión. Hay
otras características cuya estimación varía con el tiempo y el
lugar, dependen de la época y del área geográfica: corresponden a
elementos menos profundos de la persona y, por eso, son menos
decisivos en el desarrollo personal; esto ocurre con ciertos
patrones de virilidad o feminidad, o de cortesía.

2. LA PERSONALIDAD MADURA

Como es evidente, todo ser humano nace inmaduro biológica y


psíquicamente. Con el tiempo y en paralelo, va madurando en
ambos aspectos. Los cambios psíquicos más llamativos son
precedidos y anunciados muy de cerca por cambios físicos, pero
será la madurez psíquica la condición principal para lograr la
felicidad y satisfacción personal. Las características de una
persona madura son difíciles de concretar. Se hace necesaria, sin
embargo, describirlas aunque solo sea de modo aproximado, para
dar a los padres un modelo o guía para la educación de la
personalidad de sus hijos.
En un nivel general de análisis, las siguientes características
se dan en las personas psicológicamente maduras:
1. Una percepción detallada y realista de sí mismas y de la
realidad que les rodea, lo que presupone un buen control
de la afectividad, imaginación y fantasía.
2. Un dominio personal para dirigir la propia conducta, según
unos planes o metas previamente establecidos, lo que
presupone seguridad personal y responsabilidad de las
propias decisiones, y una suficiente independencia de los

204
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

demás y de los condicionamientos ambientales.


3. Una afectividad en armonía y equilibrio jerárquico con la
inteligencia y la voluntad, pues, en las diferentes
situaciones personales, la afectividad ha de someterse a la
primacía de la inteligencia o razón.
La maduración, o perfeccionamiento del individuo como
persona, se consigue en la medida en que «sale de sí mismo» y se
relaciona con el mundo, y pone en acción todas sus capacidades,
que, de ese modo, pasan a ser realidad personal.
La apertura de una persona al exterior depende en parte de
las características del ambiente que le rodea: si es afectivamente
cálido se abrirá a él y podrá enriquecerse en él; si el ambiente es
afectivamente frío, el sujeto se repliega sobre sí mismo, reduce sus
relaciones con él, por lo que no actualiza y desarrolla sus
capacidades potenciales.
La influencia del ambiente social en el moldeamiento o
maduración de la personalidad se mantiene durante toda la vida
de la persona, pero, debido a la plasticidad para el aprendizaje que
poseen los niños, esa influencia es mucho más intensa en el
período infantil. A partir de la adolescencia, el desarrollo personal
depende más de decisiones propias que del influjo externo.
A través de su experiencia en el ambiente, el niño adquiere
conocimientos, hábitos y formas de ver la vida, que constituirán su
peculiar modo de ser (personalidad) y determinarán su felicidad o
infelicidad presentes y futuras.
Son tres los ámbitos de actividad y experiencia, de capital
importancia, que forman el ambiente del niño: la familia, la
escuela y el grupo de amigos.
La familia es el área primaria y más importante para la
maduración de una persona, por las peculiares y especialísimas
relaciones interpersonales que en ella se establecen.
No es fácil concretar qué características del ambiente familiar
favorecen la formación de una personalidad madura en sus
miembros más jóvenes. Algunos autores señalan que estas
características se pueden agrupar en dos grandes dimensiones:
cariño-aceptación y estabilidad-normativa.
El cariño y la aceptación, consecuencia del verdadero amor,

205
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

permiten que el niño se manifieste abiertamente y sin temores. Se


hace así posible que desarrolle sus capacidades mediante el
comportamiento espontáneo, a la vez que sus padres pueden
corregirle y enseñarle. El cariño facilita la aceptación y asimilación
de las correcciones paternas por parte del niño.
Por otro lado, los niños manifiestan deseos de saber cómo son
las cosas y cómo deben comportarse, para lo que requieren de sus
padres que establezcan unas normas, que deben ser estables y
unánimes por parte de ambos padres, para no producir conflicto y
confusión en los hijos, y hacer ineficaces esos patrones
normativos.
Estas dos dimensiones (cariño-aceptación,
estabilidad-normativa) construyen un mundo seguro alrededor
del niño, pues este se siente querido y aceptado por lo que es y no
solo por lo que hace; y sabe, además, con claridad cuáles son las
normas con las que guiar su comportamiento. El sentimiento de
seguridad es el mejor abono para que crezca y madure la
personalidad.
A continuación se exponen, someramente, los errores más
frecuentes en estas dos dimensiones educativas y su impacto en la
personalidad de los hijos.
2.1 Los errores más frecuentes en la actitud paterna en
la dimensión cariño-aceptación: Rechazo
(manifiesto o encubierto) y sobreprotección
(simple o compensadora)

a) El rechazo
1. El rechazo manifiesto es el resultado del abandono
absoluto o de la hostilidad manifiesta hacia el niño por los
padres (niños maltratados). No es muy frecuente y su
efecto en el niño ha recibido diferentes nombres, entre los
más conocidos están: «síndrome de carencia afectiva»,
«depresión anaclítica de Spitz».
Algunas consecuencias del rechazo manifiesto en la
personalidad del niño son:
- Frecuentes reacciones de intensa agresividad y deseos

206
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

de revancha
- Tendencia a presentar sentimientos de infelicidad
angustiosos
La delincuencia es una de las posibles consecuencias
finales de este patrón educativo.
2. El rechazo encubierto es consecuencia de un sentimiento
de rechazo del hijo por parte de los padres. Este
sentimiento no es aceptado abiertamente por los padres,
pero se manifiesta en un trato excesivamente exigente y
duro con el hijo, justificado por un deseo de educarle para
que sea «un hombre de provecho en la vida».
La conducta tiránica de estos padres tiene como objetivo
lograr de su hijo modos de comportamiento superiores a
su edad. Suele acompañarse de un escaso reconocimiento
de los aspectos y logros favorables de sus hijos, que son
siempre comparados con sujetos modélicos, a fin de
estimularlos a superarse continuamente.
La principal consecuencia que el rechazo encubierto
induce en la personalidad del hijo es un afán de
perfeccionismo, rígidamente establecido, fundamentado
en un profundo sentimiento de inferioridad e
insatisfacción personal. No es infrecuente que, en la vida
adulta, padezca una patología de tipo neurótico.

b) La sobreprotección
1. La sobreprotección simple es consecuencia del amor
excesivo, absorbente, sobre todo por parte de la madre,
que espera del hijo una actitud recíproca. Se manifiesta en
una irrupción excesiva de los padres en la vida cotidiana
del niño, que restringe la autonomía de este.
2. La sobreprotección compensadora es consecuencia de
los sentimientos de culpa en los padres por anteriores
actuaciones de rechazo, que les conduce al polo opuesto.
El efecto típico de este tipo de actitud sobreprotectora
parental es el «niño mal criado», que se caracteriza por:
- Ser demasiado juicioso para su edad, debido al excesivo

207
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

contacto con personas mayores.


- Gran inmadurez emocional -síndrome de retraso
afectivo-, que le dificulta aceptar y soportar las mínimas
dificultades de la vida.
- Reacciones muy infantiles en su conducta: enuresis,
huida de dificultades, mentira fácil para evitar las
responsabilidades.
- Carácter egoísta, tiránico con los inferiores, a los que
exige atención y reconocimiento excesivos; indisciplina
y explosiones emocionales ante la disciplina.
2.2. Los errores más frecuentes en la actitud
paterna en la dimensión
estabilidad-normativa: autoritarismo y
permisivismo.

a) Causas del autoritarismo


- Un sentimiento de incapacidad o inseguridad de los padres
en la educación de los hijos, que les lleva a controlarlos en
exceso, a fin de estar seguros de que así conseguirán que
sean como ellos desean.
- Una personalidad perfeccionista en alguno de los padres,
que quiere que todo a su alrededor, incluyendo a sus hijos,
sea perfecto; por eso, los controlan continuamente y les
obligan a hacer las cosas como ellos piensan que deben ser
hechas.
- Un desplazamiento, en forma de tiranía con los hijos, de la
sumisión o falta de reconocimiento de uno de los padres
respecto al otro, o por parte de otras figuras de autoridad.
Las consecuencias más frecuentes del autoritarismo parental
en los hijos son una gran sumisión, el resentimiento o la huida del
ambiente familiar, y, en particular, el sentimiento de inferioridad,
que produce una personalidad insegura y ansiosa.

b) Causas del permisivismo


- La sobrevaloración del niño por parte de los padres, que les
lleva a abandonar su papel de educadores (mi hijo no

208
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

necesita que le enseñen cómo debe hacer las cosas), que


produce en los hijos un déficit de aprendizaje normativo y
de autocontrol.
- La despreocupación y desinterés de los padres hacia el niño
por falta de tiempo, cansancio o enfermedad física.
- La compensación a una infancia difícil y dura de los padres,
que lleva a rodear a sus hijos de todo lo desean y evitarles el
sufrimiento en todo momento («para que no sufran como
ellos sufrieron»).
A consecuencia de esta falta de educación en la familia, los
niños se muestran tiránicos, egoístas, dominantes, lo que les
dificulta relacionarse con los compañeros de su edad, que
lógicamente rechazan esas actitudes.
Una posible explicación general de esos errores educativos es
que los padres se preocupan mucho por prevenir la enfermedad
física de los hijos, pero no tanto de su salud psíquica.
Probablemente porque sus consecuencias no son mortales o
porque no se manifiestan hasta después de muchos años, siendo la
adolescencia una época frecuente en la que afloran por primera
vez los signos de inmadurez psicológica en forma de problemas de
conducta o de un trastorno psiquiátrico. Pero ese descuido trae
consecuencias que perduran muchos años en forma de neurosis
de ansiedad, fóbicas, obsesivas, depresiones y trastornos de
personalidad.
Es misión de los centros educativos, y en particular de sus
departamentos psicopedagógicos, fomentar en los padres la
preocupación por la maduración psíquica de sus hijos, dándoles,
además, las orientaciones adecuadas para secundar
apropiadamente el desarrollo de su personalidad. No basta ser
padre para saber educar a los hijos, hay que aprender a educarlos,
si se quiere contar con garantías para conseguirlo.

3. TIPOS DE PERSONALIDAD Y DE CARÁCTER

A la hora de iniciar el apartado de las categorías o tipos de


personalidad, es necesario establecer una división entre tipos

209
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

normales y patológicos, y afirmar que, en el mundo real, es difícil


encontrar individuos prototípicos de cada categoría clasificatoria.
Lo habitual es que las personas se sitúen en zonas intermedias
entre dichas categorías, aunque la mayor proximidad a una de
ellas permite clasificarlas.
Aquí se expondrá como clasificación de tipos humanos
normales la caracteriología de René Le Senne, por su amplia
difusión en nuestro país y por su sencillez y claridad. Como
clasificación de personalidades patológicas (psicopatías o
trastornos de personalidad) se seguirá la clasificación más
reciente de la Organización Mundial de la Salud.

3.1. Caracteriología de René Le Senne

La caracteriología de René Le Senne, inspirada en las


investigaciones llevadas a cabo por Heymans y Wiersma, ha dado
origen a numerosos estudios y publicaciones. Quizá una de las
elaboraciones más extensas y de más interés pedagógico sea la de
Grieger, 1975.
En esta exposición me limitaré a describir brevemente cada
uno de los ocho tipos de caracteres de esta clasificación. Pero
antes es necesario definir las tres propiedades o dimensiones en
las que se apoya: emotividad, actividad y resonancia (primariedad
y secundariedad).
1. Emotividad: es la capacidad de conmoverse ante los
acontecimientos de la vida cotidiana. El «sujeto emotivo»
(E) sufre fuertes movimientos afectivos ante estímulos
débiles. Así pues, la emotividad se reconoce por la
desproporción entre la importancia objetiva de un
acontecimiento y el impacto subjetivo que causa. Son
rasgos típicos del sujeto emotivo el humor variable, la
excitabilidad, la inquietud, la impresionabilidad, la
tendencia a sobrevalorar las cosas. No todos los emotivos
expresan esa cualidad externamente, por lo que no se
debe confundir emotividad con la expansibilidad o

210
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

extraversión. La emotividad tiene un doble influjo sobre


las funciones superiores: por una parte, influye
positivamente porque favorece el desarrollo de intereses
y es un factor de motivación, dando lugar a un predominio
de la inteligencia intuitiva; por otra, influye negativamente
al producir cierta dificultad para la abstracción y el
pensamiento objetivo. El sujeto no emotivo (no E) es la
imagen especular de emotivo.
2. Actividad: es la necesidad natural que empuja, con más o
menos fuerza, a actuar. Esta propiedad se reconoce en los
individuos observando cómo reaccionan frente a los
obstáculos que encuentran en la consecución de sus
metas. El «sujeto no activo» (no A) duda, retrocede, se
desanima y, con frecuencia, abandona. Los sujetos no
activos tienden a la sumisión y dependencia de los demás,
a la pasividad, al pesimismo y a evitar las
responsabilidades. En cambio, el «sujeto activo» (A) se
siente estimulado a superar los obstáculos, a poner en
acción todos sus recursos para triunfar, en definitiva, los
considera como un reto. Estos sujetos están
habitualmente ocupados, se concentran rápidamente en la
tarea, son decididos, perseverantes, diligentes. La
actividad favorece la capacidad para adoptar decisiones,
tener iniciativas y adquirir conocimientos por experiencia
personal, y se relaciona con el espíritu práctico y el
optimismo.
3. Resonancia: es la manera de reaccionar a los sucesos
externos. Si estos sucesos tienen efecto sobre la conducta
del sujeto en el momento en que son percibidos, la
resonancia es primaria (P); si el efecto sobre la conducta
aparece distanciado del hecho externo, la resonancia es
secundaria (S). Los «sujetos primarios» suelen reaccionar
de forma rápida y contundente ante las ofensas que
reciben, pero se olvidan pronto de ellas. Viven muy
pendientes del presente y les atrae la novedad. Esto les
lleva a ser flexibles, con buena capacidad de adaptación y
reacción rápida, que les hace propensos al entusiasmo y al

211
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

apasionamiento, pero les dificulta ser objetivos,


coherentes y sistemáticos, por lo que actúan de modo
disperso y superficial. El «sujeto secundario» tarda mucho
en reaccionar y le cuesta tiempo olvidar lo negativo. Vive
en el pasado, se aferra a sus recuerdos y principios y, con
frecuencia, es prisionero de sus rutinas y prejuicios. Esto
le lleva a ser reflexivo, ordenado, sistemático,
perseverante, coherente, en perjuicio de la originalidad y
de la rapidez en la acción.
Tipos de caracteres: la distinta forma de combinarse estas
tres propiedades da lugar a ocho tipos de caracteres. De ellos,
cuatro son emotivos y cuatro no emotivos; cuatro activos y cuatro
no activos; cuatro son primarios y cuatro secundarios.
Fórmula Denominación Ejemplos históricos

E-nA-P NERVIOSO E. Poe, Byron, Machado


E-nA-S SENTIMENTAL Rousseau, Larra

E-A-P COLÉRICO Lope de Vega, V. Hugo

E-A-S APASIONADO Napoleón, Santa Teresa

nE-A-P SANGUÍNEO Maquiavelo, Voltaire

nE-A-S FLEMÁTICO Darwin, John Stuart Mili

nE-nA-P AMORFO La Fontaine

nE-nA-S APÁTICO Luis XVI

1. Nervioso (E-nA-P): inquieto, cambia continuamente de


intereses y de ocupación. Se entusiasma con lo nuevo,
pero solamente busca resultados prácticos e inmediatos.
Pasa fácilmente de la euforia al abatimiento, en función de
los acontecimientos positivos o negativos. Desordenado,
indisciplinado e inconstante en el trabajo. Pierde el tiempo
y su voluntad es débil, pues se mueve a impulsos de sus
emociones. Indeciso, inestable, generoso, sociable y
cariñoso.
Su inteligencia es creativa y opera con imágenes.

212
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

Imaginativo, muy expresivo y espontáneo. Extrovertido.


Mal dotado para la comprensión, la memorización, la
abstracción y el razonamiento lógico.
2. Sentimental (E-nA-S): muy sensible, retraído, inseguro,
muy vulnerable, indeciso, tímido, pesimista. Busca el
aislamiento y la soledad. Susceptible, rencoroso, difícil de
reconciliar. Se desmoraliza fácilmente. Lento en el trabajo.
Introvertido. Su inteligencia es concreta, con escasa
aptitud para la comprensión, la organización lógica y la
abstracción.
3. Colérico (E-A-P): con fuerte tendencia a la acción, está
siempre ocupado en alguna actividad y en la realización de
numerosos proyectos. A causa de su primariedad
improvisa, se precipita, malgasta sus energías y cae en la
dispersión. Abandona muchos planes cuando aparece
algún obstáculo. Extrovertido. Su inteligencia está
inclinada hacia lo concreto, lo inmediato, lo imaginativo y
lo técnico. Es una inteligencia práctica, que comprende
con rapidez y tiene capacidad de improvisación. Mal
dotado para establecer generalizaciones y hacer síntesis,
por una escasa capacidad de integrar conocimientos
nuevos dentro de esquemas más amplios.
4. Apasionado (E-A-S): con gran capacidad de trabajo. Está
en actividad continua y centrada en un determinado
objetivo. En cada momento tiene una pasión dominante
que es el motor de su existencia. Independiente, enérgico,
decidido, perseverante, sobrio, poco valeroso. Muy
competitivo, no sabe perder en los juegos o en el deporte.
Inteligencia verbo- conceptual y sistematizante, muy apta
para la abstracción y el razonamiento lógico, con
capacidad de inventiva, buena memoria, atención,
imaginación y rápida comprensión. Es un carácter muy
capaz.
5. Sanguíneo (nE-A-P): de mentalidad pragmática y
calculadora, es muy poco sensible para todo lo que no le
reporte algún provecho material. Solo le mueven los
resultados a corto plazo. Es práctico y positivo. Es cerebral

213
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

-piensa todo fríamente-, optimista, afectuoso y sociable.


Extrovertido. Su inteligencia tiene muchos aspeaos
positivos: comprensión rápida, claridad y precisión en las
ideas, capacidad de crítica -sobre todo de los demás,
menos de sí mismo- y flexibilidad. Entre los aspeaos
negativos de su pensamiento está su escasa capacidad de
síntesis, continuidad y sistematización. Aunque es
trabajador, con alguna frecuencia se deja llevar de la
superficialidad y la chapucería.
6. Flemático (nE-A-S): de ánimo muy estable, reposado,
tranquilo, reflexivo, callado. Prefiere trabajar y divertirse
solo. Muy ordenado y metódico, puntual, rígido en el
aprovechamiento del tiempo, preocupado por la
objetividad y la exactitud de todas las cosas, con mucho
sentido común. Extrovertido. Su inteligencia de tipo
conceptual es lenta pero aguda y profunda, con buena
aptitud para comprender lo esencial, clasificar, ordenar y
sistematizar lo que aprende, muy bien dotada para las
ciencias abstractas. Buena memoria y concentración, pero
con poca imaginación y un campo de intereses estrecho.
7. Amorfo (nE-nA-P): carece de curiosidad y sentido
práctico, muy perezoso, centrado en la búsqueda de
placeres sensibles-comer, beber, sexo, dormir-. Poco
original y emprendedor, se deja llevar por los demás.
Despilfarrador, impuntual, desordenado, sociable y dócil.
Carece de vitalidad y entusiasmo. Extrovertido. Razona
con lentitud y de forma superficial. Incapacitado para el
pensamiento abstracto. Rechaza el esfuerzo, suele aplazar
y descuidar las tareas que se le encomiendan y tiende a
aprovecharse del trabajo de sus compañeros. Indeciso,
torpe, inadaptado.
8. Apático (nE-nA-S): encerrado en sí mismo, melancólico,
testarudo, con escasa vitalidad, perezoso, rutinario,
pasivo, indiferente. Introvertido. Su inteligencia, como la
del amorfo, posee escasas aptitudes y está mal dotada
para extraer lo esencial, para la abstracción y para
establecer relaciones lógicas. Carece de intereses

214
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

intelectuales.

3.2. Clasificación de los trastornos de


personalidad de la Organización Mundial de
la Salud (OMS)

Se trata de trastornos graves de la constitución del carácter o


personalidad, que casi siempre se acompaña de serios problemas
personales y sociales. Los trastornos de personalidad tienden a
aparecer en la infancia y adolescencia y a perdurar,
manifestándose durante la edad adulta.
A continuación se presentan las pautas generales de
diagnóstico correspondientes a estos trastornos de personalidad.
Existen descripciones complementarias y correspondencias
terminológicas con la otra clasificación clínica más difundida hoy
en día, la de la Sociedad Americana de Psiquiatría, que los lectores
interesados pueden encontrar en la bibliografía de referencia.
1. Personalidadparanoide. sensibilidad excesiva a los
contratiempos y desaires. Incapacidad para perdonar
agravios o perjuicios y predisposición a rencores
persistentes. Suspicacia y tendencia a distorsionar las
experiencias propias, interpretando las manifestaciones
neutras o amistosas de los demás como hostiles o
despectivas. Sentido combativo y tenaz de los propios
derechos. Predisposición a los celos patológicos y a
sentirse importantes, que les conduce a tener una actitud
autorreferencial constante. Preocupación por
«conspiraciones», sin fundamento, en el entorno
inmediato o en el mundo en general.
2. Personalidad Esquizoide-, frialdad emocional, despego o
embotamiento afectivo, Incapacidad para sentir placer y
para expresar sentimientos de simpatía, ternura o de ira.
Con respuesta pobre a los elogios o a las críticas. Poco
interés por relaciones íntimas y de confianza con personas
de otro sexo. Preferencia por actividades solitarias y

215
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

permanente actitud de reserva. Marcada preferencia por


devaneos fantásticos. Dificultad para reconocer y cumplir
las normas sociales, que les lleva a presentar
comportamientos excéntricos.
3. Personalidad disocial (psicópatas, en el lenguaje
común)-, cruel despreocupación por los sentimientos de
los demás y falta de capacidad de empatía. Actitud
marcada y persistente de irresponsabilidad y
despreocupación por las normas, reglas y obligaciones
sociales. Incapacidad para mantener relaciones personales
duraderas. Muy escasa tolerancia a la frustración, con bajo
umbral para descargas de agresividad. Incapacidad para
sentir culpa y para aprender de la experiencia, en
particular del castigo. Marcada predisposición a culpar a
los demás o a ofrecer racionalizaciones verosímiles de su
comportamiento conflictivo.
4. Personalidad emocionalmente inestable, marcada
predisposición a actuar de un modo impulsivo sin tener en
cuenta las consecuencias, junto a un ánimo inestable y
caprichoso. Mínima capacidad de planificación. Frecuentes
e intensos arrebatos de ira, que conducen a actitudes
violentas o a manifestaciones explosivas, fácilmente
provocadas al recibir críticas o ante los obstáculos a la
realización de sus actos impulsivos.
a) Tipo impulsivo (personalidad impulsiva): sus
características dominantes son la inestabilidad
emocional y la ausencia de control de impulsos, con
frecuentes explosiones de violencia o comportamientos
amenazantes, en especial ante la crítica de terceros.
b) Tipo límite (personalidad límite o borderline): además
de las características de inestabilidad emocional,
presenta confusión o alteración de la imagen de sí
mismo, preferencias internas (incluyendo las sexuales)
y proyectos personales. Frecuentes relaciones intensas,
superficiales e inconstantes, que son origen de crisis
emocionales repetidas y acompañadas de amenazas o
intentos de suicidio o de actos autoagresivos.

216
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

5. Personalidad histriónica (histérica, en el lenguaje


común)-. tendencia a representar papeles, a la teatralidad
y a la expresión exagerada de las emociones. Muy
sugestionable y con facilidad para dejarse influir por los
demás. Afectividad lábil y superficial. Búsqueda imperiosa
de emociones, de ser apreciado por los demás y de
realizar actividades en las que es el centro de atención.
Comportamiento y aspecto marcados por un deseo
inapropiado de seducir. Preocupación excesiva por el
aspecto físico. Puede presentar además egocentrismo,
indulgencia para sí mismo, anhelo de ser apreciado,
sentimientos que son fácilmente heridos y conducta
manipuladora constante para satisfacer las propias
necesidades.
6. Personalidad anacástica (obsesivo-compulsiva, de la
psiquiatría americana): falta de decisión, dudas y
preocupaciones excesivas, que reflejan una profunda
inseguridad personal. Preocupación excesiva por detalles,
reglas, listas, orden, organización y horarios.
Perfeccionismo, que interfiere con la actividad práctica.
Rectitud y escrupulosidad excesiva junto con
preocupación injustificada por el rendimiento, hasta el
extremo de renunciar a actividades placenteras y a
relaciones personales. Pedantería y convencionalismo, con
una capacidad limitada para expresar emociones. Rigidez
y obstinación. Insistencia poco razonable en que los
demás se sometan a la propia rutina. Irrupción no deseada
e insistente en la propia conciencia de pensamientos o
impulsos, que no concuerdan con sus principios.
7. Personalidad ansiosa o evitativa: sentimiento constante
y profundo de tensión emocional, temor y preocupación
por ser un fracasado, por la falta de atractivo personal o
por ser inferior a los demás. Temor excesivo a ser
criticado o rechazado en sociedad. Resistencia a entablar
relaciones personales, si no es con la seguridad de ser
aceptado. Restricción del estilo de vida, debido a la

217
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

necesidad de tener una total seguridad personal. Evitación


de actividades sociales o laborales, que impliquen
contactos personales íntimos, por el miedo a la crítica,
reprobación o rechazo.
8. Personalidad Dependiente, fomentan o permiten que
otras personas asuman responsabilidades importantes de
la propia vida. Subordinan las necesidades propias a las de
aquellos de los que dependen y muestran resistencia a
hacerles peticiones, incluso las más razonables.
Sentimientos de angustia y soledad al encontrarse solo,
debido a miedos exagerados a no ser capaz de cuidar de sí
mismo. Temor a ser abandonado por una persona con la
que se tiene una relación estrecha y a ser dejado a su
propio cuidado. Capacidad limitada para tomar decisiones
cotidianas sin el consejo o seguridad de los demás. Puede
presentar, además, una percepción de sí mismo como
inútil, incompetente y carente de valor.
9. Otros trastornos específicos de la personalidad,
categoría que incluye los trastornos de personalidad que
no satisfacen ninguna de las pautas de los tipos de
personalidad anteriores: personalidad narcisista,
excéntrica, inmadura, pasivo- agresiva, psiconeurótica.
Personalidad mixta-, categoría para aquellas
personalidades que presentan una mezcla de
características de varias de las personalidades anteriores.
Algunos autores han realizado comparaciones entre las
características de los caracteres de Le Senne y los trastornos de
personalidad de las clasificaciones clínicas, para intentar su
unificación, pero no se han logrado conclusiones definitivas a
pesar de ciertas semejanzas. La caracteriología de Le Senne sigue
usándose en el campo educativo, mientras que, lógicamente, la
clasificación de los trastornos de personalidad se emplea en el
campo clínico.

218
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

Bibliografía

BARBOTIN, E., El lenguaje del cuerpo, EUNSA, Pamplona 1977.


CABANYES, J., MONGE M. A., La salud mental y sus cuidados, 2.a ed.,
EUNSA, Pamplona 2010.
GRIEGER, P, Caracteriología y renovación pedagógica, tomo I, Marfil
Al- coy, Valencia 1975-
LE SENNE, R., Tratado de caracteriología, El Ateneo, Buenos Aires
1953-
MARTI GARCÍA, M. Á., La intimidad, 7.a ed., Ediciones Internacionales
Universitarias, Madrid 2007.
Clasificación Internacional de Enfermedades, 10.a revisión.
Organización Mundial de la Salud 1992.
ORTUÑO, E, Lecciones de Psiquiatría, Médica Panamericana, S.A.,
Madrid 2009.
SARRAIS, F. «Estrés en la población general», Tiempos Médicos, Anuario
1995, 55-59.
—, «Tratamiento de la ansiedad. Estilo de vida. Tratamiento
farmacológico. Posología. Efectos secundarios. Interacciones.
Aspectos especiales. Criterios de respuesta. Asociaciones.
Indicaciones especiales: embarazo, ancianos, insuficiencia renal y
hepática, disfunción sexual y obesidad», en Unidad
Enfermedades Psiquiátricas (1), Enfermedades del ánimo y
psicosis, ORTUÑO, Felipe (coord.), Medicine, 10.a serie, Elsevier
España, S.L. 2011.
ScoTT WETZLER, Ph. D., Medición de las enfermedades mentales:

219
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

evaluación psicométricapara los clínicos, Áncora, S.A., Barcelona


1991.

220
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

Astrolabio

SALUD Y MEDICINA Deporte para todos / Jórg Stáuble


Conozca su diabetes (3.a edición) / Emilio Moneada Lorenzo
La enfermedad epiléptica / Francisco Abad Alegría
Dormir mejor. Causas y tratamiento del insomnio / Luis María Gonzalo
El buen hacer médico / David Mendel
Comentarios al Código de Ética y Deontología Médica (2. a edición) / Gonzalo Herranz
Psicoterapia básica / Richard Parry
Muerte cerebral. Biología y ética / Jesús Colomo Gómez
SIDA: Aspectos ético-médicos / Juan Moya y Femando Mora
Reflexoterapia: Bases neurológicas / Luis María Gonzalo
Homosexualidad y esperanza. Terapia y curación en la experiencia de un psicólogo (5. a edición) /
Gerard van den Aardweg
Antropología del dolor. Sombras que son luz / Johannes Vilar i Planas de Famés La verdad sobre
los tranquilizantes / Rafael Montoya Sáenz
El sueño, los sueños, un mundo misterioso. Los ritmos naturales de la vigilia y del descanso, los
más frecuentes trastornos de la noche, las conquistas de la medicina del sueño / Flio Lugares
y Luciana Omicini
La hipertensión. ¿Qué se puede hacer, qué debe evitarse? / Michele Lombardo
Deontología farmacéutica. Concepto y fundamento / José López Guzmán y Ángela Aparisi
Miralles
Cerebro y afectividad / María Gudín
Romper el círculo vicioso. Salud intestinal mediante la dieta. Dicto para la enfermedad de Crohn,
la colitis ulcerosa, la diverticulüis, la enfermedad celíaca, la fibrosis quísticay la diarrea crónica
(3.a edición) / Elaine Gottschall Teoría elemental de la
gastronomía / Juan Cruz Cruz
Intervención dietética en la obesidad (l.areimpr.) / Giuseppe Russolillo, Icíar Astiasarán, J. Alfredo
Martínez
Consejos médicos para la tercera edad / Eduardo Alegría, Luis María Gonzalo, Juan Luis Guijarro,
Jesús Ibáñez, Emilio Quintanilla, Jesús Repáraz, Ricardo Zapata Cefaleas / Pablo Irimia Sieira, Eduardo
Martínez Vila La ansiedad. Un enemigo sin rostro / Javier Schlatter Navarro
Comer bien a cualquier edad / J. Alfredo Martínez, Susana Santiago, M. Iosune Zubieta Depresión y
enfermedad bipolar en niños y adolescentes / César Soutullo Esperón Ejercicio y calidad de vida.
Claves para mantener la salud mental y física / Luis María Gonzalo (Coord.).
¿Sabemos realmente qué comemos? Alimentos transgénicos, ecológicos y funcionales / Amelia A.
Marti del Moral y J. Alfredo Martínez Hernández (Eds.)
Cómo prevenir y curar lesiones deportivas / Alfonso del Corral, Francisco Forriol Campos, Javier
Vaquero Martín
Comprendiendo la homosexualidad (2.a ed.) / Jokin de Irala
Sin miedo. Cómo afrontar la enfermedad y el final de la vida (2.a edición) / Miguel Ángel Monge
Esquizofrenia / Felipe Ortuño
Aborto y contracepción / Guillermo López
Health Institutions at the Origin of the Welfare Systems in Europe / Edited by Pilar León Sanz
Elementos de dietoterapia / Arantza Ruiz de las Heras y J. Alfredo Martínez
Ingestas Dietéticas de Referencia (IDR) para la población española / Federación Española de
Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD)
Ser felices sin ser perfectos. Estrategias de cambio para un anancástico (2.a edición) / Javier
Schlatter Navarro
Alimentación, ejercicio físico y salud / Diana Ansorena y J. Alfredo Martínez

221
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

Alimentación y deporte / Javier Ibáñez Santos e Iciar Astiasarán Anchía


Análisis psicológico del hombre / Femando Sarráis
ANTROPOLOGÍA Y ÉTICA
El viaje hada la propia identidad / Eduardo Terrasa
La persona humana y su formadón en Max Scheler / Sergio Sánchez-Migallón Ética filosófica. Un
curso introdudorio (2.a edición) / Sergio Sánchez-Migallón Cristianismo y Ciencias en la
Universidad / Sergio Sánchez-Migallón y José Manuel Jiménez Amaya (Eds.)

CIENCIAS
Hablando de la relatividad / J. L. Synge
Plantas y animales de España y Europa (3 a edición) / Harry Garms
Creación y misterio / Pascual Jordán
Introducdón a la estadística (2 tomos) / M. J. Moroney
Plantas medicinales / Margarita Fernández y Ana Nieto
Tras la evoludón. Panorama Histórico de las Teorías Evoludonistas / Carlos Javier Alonso La
agonía del dentifidsmo. Una aproximación a la filosofía de la ciencia / Carlos Javier Alonso
Historia básica de la denda / Carlos Javier Alonso
Homo Cybersapiens. La inteligenda artificial y la humana / Tirso de Andrés La tierra prometida.
Una respuesta a la cuestión ecológica / Pablo Martínez de Anguita El evoludonismo y otros mitos.
La crisis del paradigma darwinista / Carlos Javier Alonso Medicamentos genéricos. Una
aproximadón interdisciplinar / José López Guzmán (Coord.)
Hay un embrión en mi nevera / Enrique Bonet y José María Pardo Sáenz Cuestiones acerca de la
evolución humana / Natalia López Moralalla
El cerebro. Lo neurológico y lo trascendental / Amadeo Muntané, María Luisa Moro y Enrique R.
Moros
La comunicadón matemo-filial en el embarazo. El vínculo de apego (3 a edición) / Enrique Sueiro
Villafranca y Natalia López Moratalla
De la Neurociencia a la Neuroética. Narrativa dentífica y reflexión filosófica / José Manuel
Giménez Amaya y Sergio Sánchez-Migallón
Para pensar. Evolucionismo, mente y cerebro, género, estrés^. / Luis María Gonzalo // José Luis
Ve-
layos (Coord.)
El no nacido como padente / José María Pardo Sáenz
Evolución y creadón. Ciencias de los orígenes, hipótesis evolucionistas y metafísica de la creación
/ Joaquín Ferrer Arellano
La mirada de la denda y la mirada de Dios. Sofía / Diego Martínez Caro Retos matemáticos con
soluciones / Juan Flaquer y David Puente

EDUCACIÓN
La educación como rebeldía (4.a edición) / Oliveros F. Otero
Los adolescentes y sus problemas (7.a edición) / Gerardo Castillo
Las posibilidades del amor conyugal (3 .a edición) / Rodrigo Sancho
La educación de las virtudes humanas (15 .a edición) / David Isaacs
El tiempo libre de los hijos (5.a edición) / José Luis Varea y Javier de Alba
Autonomía y autoridad en la familia (5 a edición) / Oliveros F. Otero
Preparación para el amor (3.a edición) / Rodrigo Sancho
Educación y manipulación (4.a edición) / Oliveros F. Otero
Los niños leen / José Luis Varea y Rosa María Sáez
La libertad en la familia (3.a edición) / Oliveros F. Otero
El derecho de los padres a la educación de sus hijos / Mana Elton
Los padres y los estudios de sus hijos (3 .a edición) / Gerardo Castillo
La mujer frente a sí misma (5.a edición) / Carmen Balmaseda
Qué es la orientación familiar (4.a edición) / Oliveros F. Otero
Los padres y la orientación profesional de sus hijos (3 . a edición) / Gerardo Castillo
La educación para el trabajo (2.a edición) / Oliveros F. Otero
Feliz Tercera Edad (2.a edición) / David Isaacs, Luis María Gonzalo y cois.
Diálogos sobre el amor y el matrimonio (4.a edición) / Javier Hervada

222
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

La educación de la amistad en la familia (3 .a edición) / Gerardo Castillo


Cuestión(es) de método. Cómo estudiar en la Universidad (2.a edición) / R. de Ketele y cois.
Cartas a un joven estudiante / Alvaro d'Ors
Posibilidades y problemas de la edad juvenil. Un dilema: ¿intimidad o frivolidad? / Gerardo
Castillo
Coeducación. Ventajas, problemas e inconvenientes de los colegios mixtos / Ingber von Martial y
María Victoria Gordillo
Desarrollo moral y educación / María Victoria Gordillo Josemaría Escrivá de Balaguer y la
Universidad / Autores varios La rebeldía de estudiar. Una protesta inteligente (2. a edición) /
Gerardo Castillo Política y educación / Antonio-Carlos Pereira Menaut
Guía de lecturas infantiles y juveniles / Yolanda Castañeda, María del Carmen Lomas y Elena
Martínez
Educación de la sexualidad / José Antonio López Ortega
Un veneno que cura. Diálogo sobre el dolor y la felicidad (2.a edición) / José Benigno Freire Cómo
mejorar la educación de tus hijos / José Manuel Mañú Noáin La hora de la familia (4. a edición) /
Tomás Melendo Cómo entender a los adolescentes / Enrique Miralbell
Aprendiendo a ser humanos. Una Antropología de la Educación (3 a edición) / María García Amil-
buru
La fiebre de la prisa por vivir. Jóvenes que no saben esperar / Gerardo Castillo Humor y
serenidad. En la vida corriente (6.a edición) / José Benigno Freire La creatividad en la
orientación familiar / Oliveros F. Otero
Discursos sobre el fin y la naturaleza de la educación universitaria (2. a edición) / John H.
Newman Ser profesor hoy (5.a edición) / José Manuel Mañú Noáin
La pasión por la verdad. Hacia una educación liberadora / Tomás Melendo y Lourdes Millán-Pue-
lles
Educar con biografías / Oliveros F. Otero
¡Vivir a tope! De cómo Frankl superó a Freud (4.a edición) / José Benigno Freire
Profesores del siglo XXI / José Manuel Mañú Noáin
Escuela del siglo XXI / José Manuel Mañú Noáin
Trilogía de la «Residencia de Estudiantes» / Eugenio d’Ors
Vivir y convivir en una sociedad multicultural / Jutta Burggraf
Flos Sophorum. Ejemplario de la vida de los grandes sabios / Versión de Pedro Llenera
La educación familiar en los humanistas españoles / Francisco Galvache Valero
El arte de invitar. El diálogo como estilo educativo / Patricia Bonagura
Anatomía de una historia de amor. Amor soñado y amor vivido / Gerardo Castillo
La vida escolar de tus hijos / José Manuel Mañú Noáin
Crecer, sentir, amar. Afectividad y corporalidad (2.a edición) / Juan Ramón García-Morato Retos
educativos de la globalización. Hacia una sociedad solidaria (2. a edición) / Francisco Alta-
rejos,Alfredo Rodríguez Sedaño, Joan Fontrodona ¿Quieres enseñar en Secundaria? ¡Atrévete! /
José Luis Mota Garay, Antonio Crespillo Enguix Ocho cuestiones esenciales en la dirección de
centros educativos (2.a edición) / David Isaacs Educación diferenciada, una opción razonable /
José María Barrio Maestre (ed.)
Padre no hay más que uno / Diego Ibáñez-Langlois
Ayudar a crecer. Cuestiones de filosofía de la educación (1 a reimpr.) / Leonardo Polo
Aprendizaje Permanente / José Luis García Garrido e Inmaculada Egido Gálvez (Coords.)
Ciudadanía y democracia en la educación / Miguel Rumayor
Teoría de la Educación. Un análisis epistemológico / Concepción Naval
Amor a fuego lento. 16 testimonios de éxito / Gerardo Castillo
El trabajo de los profesores. Virtudes en los educadores (2.a edición) / David Isaacs
La afectividad. Eslabón perdido de la educación / Alvaro Sierra
Virtudes para la convivencia familiar. Vivir unidos y dejar vivir (2.a edición) / David Isaacs
Enseñar y aprender. Una propuesta didáctica / Concepción Naval
Educación de la sociabilidad / Concepción Naval
La educación en peligro / Inger Enkvist
Aprender a divertirse / Marisa Rosa Espot y Jaime Nubiola

ESPIRITUALIDAD
Mujeres valientes. Meditaciones sobre las mujeres en el Evangelio (4.a edición) / Enrique Cases

223
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

Una cita con Dios. Pablo Cardona


I. Adviento y Navidad (2.a edición)
II. Pascua
III. Tiempo Ordinario. Semanas 1.a a 12.a
IV. Cuaresma
V. Tiempo Ordinario. Semanas 13.a a 23.a
VI. Tiempo Ordinario. Semanas 24.a a 34.a
Hombres ante Dios. Meditaciones sobre los hombres en el Evangelio / Enrique Cases
Meditaciones para el Camino de Santiago / Tomás Trigo
A la luz de su mirada (2.a edición) / Juan Ramón García-Morato
Dios sin idea del mal / Juan Miguel Gamgues
Vivir el domingo / José Antonio íñiguez Herrero
Tres misterios de misericordia. Inmaculada Concepción - Presentación - Anundación / Marie-Do-
minique Philippe, o.p.
Contemplación de los Misterios del Rosario / Jesús Martínez Conversaciones con la Virgen /
Pedro Estaún
El hombre frente a su muerte. ¿El absurdo o la salvarión? / Marie-Dominique Goutierre
Cómo acertar con mi vida. La mirada del hombre ante su destino (2. a edición) / Juan Manuel Roca
Meditaciones ante el retablo de Torreciudad / Antonio María Ramírez
Creados por amor, elegidos para amar (2.a edición) / Juan Ramón García-Morato
Aprender a querer, saber vivir / Juan Ramón García-Morato
Juego, ecología y trabajo. Tres temas teológicos desde las enseñanzas de san Josemaría Escrivá
/ Rafael Hernández Urigüen

FAMILIA
La más bella aventura. El amor conyugal y la educación de los hijos / Luis Riesgo Ménguez y
Carmen Pablo de Riesgo
CONVERSACIONES SOBRE EDUCACIÓN FAMILIAR Luis Riesgo Ménguez y Carmen Pablo de Riesgo
I. Lo que los padres no deberíamos olvidar
II. Infancia
III. Adolescencia
IV. Juventud
V. Abuelos y nietos
El lugar al que se vuelve. Reflexiones sobre la familia (5 a edición) / Rafael Alvira
Mujer y hombre frente a los nuevos desafíos de la vida en común / Jutta Burggraf
Casarse: un compromiso para toda la vida (3 a edición) / Amadeo Aparicio Rivero
El matrimonio a examen / Amadeo Aparicio Rivero
Ocio y tiempo libre: un reto para la familia / Ignasi de Bofarull
Políticas familiares / Carolina Montoro Gurich y Guillermo Barrios Baudor (Dirs.)
La realización personal en el ámbito familiar / Gerardo Castillo
La paternidad en el pensamiento de Karol Wojtyla (1950-1979) / Rafael Hurtado

FILOSOFÍA Y CIENCIAS SOCIALES


Manual sobre el aborto (2.a edición) / Dr. J. C. Willke y esposa
Libertad en la sociedad democrática / Jean-Claude Lamberti
La última edad (2.a edición) / Diego Díaz Domínguez
De Aristóteles a Darwin (y vuelta) (3.a edición) / Etienne Gilson
Los herejes de Marx / Manfred Spieker
Analítica de la sexualidad / Autores varios
El enigma del hombre (2.a edición) / Manuel Guerra
Introducción a la antropología filosófica (6.a edición) / José Miguel Ibáñez Langlois Agonía de la
sociedad opulenta / Augusto del Noce Crítica de las utopías políticas / Robot Spaemann
La supresión del pudor, signo de nuestro tiempo y otros ensayos (2. a edición) / Jacinto Choza
Sobre el estructuralismo / José Miguel Ibáñez Langlois Las raíces de la violencia / Sergio Cotta
Etica: cuestiones fundamentales (9.a edición) / Robert Spaemann
Dimensiones de la realidad / Juan José R. Rosado
La barbarie de la reflexión. Idea de la historia en Vico / Juan Cruz Cruz

224
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

Al otro lado de la muerte. Las elegías de RQke / Jacinto Choza


Alimentación y cultura. Antropología de la conducta alimentaria / Juan Cruz Cruz
Sentido del curso histórico / Juan Cruz Cruz
Elementos de Filosofía y Cristianismo / Jesús García López
Sobre la razón poética / María Antonia Labrada
El mundialismo económico frente a la Europa cultural / Jacqueline Ysquierdo Hombrecher
Libertad como pasión / Daniel Innerarity
La intimidad (2.a edición) / Miguel-Angel Martí García
Razones del corazón. Jacobi entre el romanticismo y el clasicismo / Juan Cruz Cruz
Las virtudes / Peter T. Geach
El poder de la sinrazón / José Luis del Barco
La ilusión (2.a edición) / Miguel-Angel Martí García
Libertad en el tiempo. Ideas para una teoría de la historia / Juan Cruz Cruz Ciencia, ateísmo y fe en
Dios (2.a edición) / José Antonio Sayés Tomás de Aquino. Vida, obras y doctrina / James A. Weisheipl
Los otros humanismos / Jacinto Choza
La renovación pragmatista de la filosofía analítica. Una introducción a la filosofía contemporánea
del lenguaje (2.a edición) / Jaime Nubiola
La convivencia / Miguel-Angel Martí García La
irrealidad literaria / Daniel Innerarity Sexo y
naturaleza / Autores varios La tolerancia /
Miguel-Angel Martí García
Dignidad: ¿una palabra vacía? / Tomás Melendo y Lourdes Millán-Puelles
Tras las ideas. Compendio de Historia de la Filosofía (2.a edición) / Carlos Goñi Zubieta
De dominio público. Ensayos de teoría social y del hombre / Higinio Marín
El pensamiento de Edith Stein / Michel Esparza
El taller de la filosofía. Una introducción a la escritura filosófica (5 .a edición) / Jaime Nubiola
Expertos en sobrevivir. Ensayos ético-políticos / Ana Marta González
Orden natural y persona humana. La singularidad y jerarquía del universo según Mariano
Artigas / Miroslaw Karol
El viviente humano. Estudios Biofilosóficos y Antropológicos / Alejandro Serani Merlo El trabajo.
Comunión y excomunicación / Nicolás Grimaldi
En busca de la naturaleza perdida. Estudios de bioética fundamental / Ana Marta González El
diablo es conservador / Alejandro Llano Sueño y vigilia de la razón / Alejandro Llano
La verdadera imagen de Romano Guardini. Etica y desarrollo personal / Alfonso López Quintás
De Foucault a Derrida. Pasando fugazmente por Deleuze y Guattari, Lyotard, Baudrillard /
Amalia Quevedo
El misterio de los orígenes / Joaquín Ferrer Arellano Breve teoría de la España moderna /
Femando Inciarte
La justicia política en Tomás de Aquino. Una interpretación del bien común político / Gabriel
Chalmeta
¿Sentido o sinsentido del hombre? / Edmond Barbotin Nuevas cuestiones de bioética / José
Miguel Serrano Ruiz-Calderón
Por un feminismo de la complementariedad. Nuevas perspectivas para la familia y el trabajo /
Ángel Aparisi y Jesús Ballesteros (eds.)
Filosofía y vida de Eugenio d’Ors. Etapa catalana: 1881-1921 / Marta Torregrosa Una visión
global de la globalizadón / Antxón Sarasqueta
La implantación de los derechos del paciente. Comentarios a la Ley 41/2002 /Pilar León Sanz
(ed.). El caos del conocimiento. Del árbol de las ciencias a la maraña del saber / Juan Arana
Deseo, violencia, sacrificio / Alejandro Llano
Siniestra. En torno a la izquierda política en España / Héctor Ghiretti
La filosofía analítica y la espiritualidad del hombre. Lecciones en la Universidad de Navarra /
GE.M. Anscombe (Edición de JM. Torralba y J. Nubiola)
Una filosofía de la esperanza: Josef Pieper / Bemard N. Schumacher
Derecho a la verdad. Valores para una sociedad pluralista / Andrés Ollero
La experiencia social del tiempo / Rafael Alvira, Héctor Ghiretti, Montserrat Herrero (Eds.)
Claves para una antropología del trabajo / Mana Pia Chumos Humanidades para el siglo XXI /
Rafael Alvira y Kurt Spang (Eds.)
Peirce y el mundo hispánico. Lo que C. S. Peirce dijo sobre España y lo que el mundo hispánico ha

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Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

dicho sobre Peirce / Jaime Nubiola y Femando Zalamea Cultura y pasión / Alejandro Llano
La disolución en Yugoslavia / Romualdo Bermejo García y Cesáreo Gutiérrez Espada Pensar en
libertad / Jaime Nubiola
Más allá de la división del trabajo / Agustín González Enciso (Ed.)
Origen del hombre. Ciencia, Filosofía y Religión (3 a edición) / Mariano Artigas y Daniel Turbón
Una tentación totalitaria. Educación para la Ciudadanía / Jesús Trillo-Figueroa y Martínez-Conde
La realidad social: transformaciones recientes en España / Antonio Lucas Marín (Ed.)
Del sexo al género. La nueva revolución social / M. a Isabel Llanes Bermejo ¿Qué es el dinero? /
Javier M.a Ramos Arévalo
Melancolía y tedio / Amalia Quevedo
Una tierra, dos Estados: Análisis jurído-político del conflicto árabe-israelí / Romualdo Bermejo
García y Pilar Pozo Serrano Caminos de la filosofía / Alejandro Llano
Historia del feminismo (siglos XIX y XX) (2.a edición) / Gloria Solé Romeo RELIGIÓN
En memoria de Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer (2.a edición) / Alvaro del Portillo, Francisco
Ponz y Gonzalo Herranz
Homenaje a Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer / Autores varios
Fe y vida de fe (3.a edición) / Pedro Rodríguez
A los católicos de Holanda, a todos / Cornelia J. de Vogel
La aventura de la teología progresista / Comelio Fabro
¿Por qué creer? (3a edición) / San Agustín
¿Qué es ser católico? (2.a edición) / José Orlandis
Razón de la esperanza (2.a edición) / Gonzalo Redondo
La fe de la Iglesia (3.a edición) / Karol Wojtyla
Juan Pablo I. Los textos de su Pontificado
La fe y la formación intelectual / Tomás Alvira y Tomás Melendo
Juan Pablo II a los universitarios (5 .a edición)
Juan Pablo II a las familias (5 .a edición)
Juan Pablo II a los enfermos (3 .a edición)
Juan Pablo II y el orden social. Con la Carta Encíclica Laborem Exercens (2.a edición)
Juan Pablo II habla de la Virgen (3 .aedición)
Juan Pablo II y los derechos humanos (1978-1981) (2.a edición)
Juan Pablo II a los jóvenes
Juan Pablo II, la cultura y la educación
Juan Pablo II y la catequesis. Con la Exhortación Apostólica Catechesi Tradendae
Me felicitarán todas las generaciones / Pedro María Zabalza Umiza
Juan Pablo II y los medios de comunicación sodal
Creación y pecado (2.a edición) / Cardenal Joseph Ratzinger
Sindicalismo, Iglesia y Modernidad / José Gay Bochaca
Etica sexual / R. Lawler, J. Boyle y W. May
Ciencia y fe: nuevas perspectivas / Mariano Artigas
Juan Pablo II y los derechos humanos (1981-1992)
Ocho bienaventuranzas (2.a edición) / José Orlandis Los nombres de Cristo en la Biblia / Ferran
Blasi Birbe
Vivir como hijos de Dios. Estudios sobre el Beato Josemaría Escrivá (5. a edición) / Femando Ocá-
riz e Ignacio de Celaya
Los nuevos movimientos religiosos. (Las sectas). Rasgos comunes y diferenciales (2. a edición) /
Manuel Guerra Gómez
Introducción a la lectura del “Catecismo de la Iglesia Católica” / Autores varios La personalidad
del Beato Josemaría Escrivá de Balaguer (2.a edición) / Autores varios Señor y Cristo / José
Antonio Sayés (agotado)
Homenaje a Mons. Alvaro del Portillo / Autores varios Confirmando la Fe con Juan Pablo II / José
Luis García Labrado Santidad y mundo / Autores varios
Sexo: Razón y Pasión. La racionalidad social de la sexualidad en Juan Pablo n / José Pérez Adán
y Vicente Villar Amigó
Los doce Apóstoles (2.a edición) / Enrique Cases Martín
Ideas éticas para una vida feliz. Guía de lectura de la Veritatis splendor / Josemaría Monforte
Revuelta
Jesucristo, Evangelizador y Redentor / Pedro Jesús Lasanta

226
Fernando Sarráis ANÁLISIS PSICOLÓGICO DEL HOMBRE

Teología y espiritualidad en la formación de los futuros sacerdotes / Pedro Rodríguez (Dir.)


Esposa del Espíritu Santo / Josemaría Monforte
De la mano de Cristo. Homilías sobre la Virgen y algunos santos (3.a edición) / Cardenal Joseph
Ratzinger
Servir en la Iglesia según Juan Pablo II / Jesús Ortiz López Iglesia y Estado en el Vaticano II /
Carlos Soler Un misterio de amor. Solteros ¿por qué? / Manuel Guerra Gómez Pero, ¿Quién creó a
Dios? / Alejandro Sanvisens Herreros
Las sectas y su invasión del mundo hispano: una guía / Manuel Guerra Gómez Cristología breve /
Enrique Cases
Qué dice la Biblia. Guía para entender los libros sagrados (2. a edición) / Antonio Fuentes
Mendiola Comprender los Evangelios / Vicente Balaguer (Coord.)
Cristianos y democracia / César Izquierdo y Carlos Soler (Editores) (1 a reimpr.)
El impacto de la Biblia. Textos que hablan y hacen cultura / Juan Luis Caballero (Editor)
El celibato sacerdotal. Espiritualidad, disciplina y formación de las vocaciones al sacerdocio (2. a
edición) / Juan Luis Lorda (Editor)
Belleza y misterio. La liturgia, vida de la Iglesia / José Luis Gutiérrez-Martín El mensaje social
cristiano / Julio de la Vega-Hazas (Ed.)
Los Angeles. Apuntes de la enseñanza de Santo Tomás / Jesús Sancho B ielsa Creer y amar con
Benedicto XVI (2.a edición) / José Luis García Labrado
Naturaleza y Misión de la Teología. Ensayos sobre su situación en la discusión contemporánea /
Joseph Ratzinger
Al hilo de un pontificado. El gran «sí» de Dios / Ramiro Pellitero
En busca de una ética universal: un nuevo modo de ver la ley natural. Documento y comentarios
/ Tomás Trigo (Ed.)
La misión del sacerdote en la Iglesia / Ramiro Pellitero (Dir.)
La historia de Cristo, amor de Juan Pablo II / Pedro Beteta
Introducción a los escritos de san Juan. Evangelio, Cartas y Apocalipsis / Juan Chapa (Ed.)
La oración dejuan Pablo n con los Salmos / Gloria Heras (Ed.)
Amor, justicia y caridad / Juan José Pérez-Soba
¿Qué es el derecho en la Iglesia? / Carlos José Errázuriz M.

SOCIOLOGÍA
Introducción a la sociología (5 .a edición) / Antonio Lucas Marín
El laberinto social. Cuestiones básicas de sociología (4.a edición) / Pablo García Ruiz
Lo femenino. Género y diferencia (3 .a edición) / Carlos Goñi Zubieta
Positivismo y violencia. El desafío actual de una cultura de la paz / José María Barrio Maestre
Identidad cristiana. Coloquios universitarios / Antonio Aranda (Ed.)
Sociología. El estudio de la realidad social / Antonio Lucas Marín

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