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I. Introducción a la Dramaturgia
Parte 2
Personajes / parlamentos
En algunas obras publicadas advertirán sutiles diferencias. El PERSONAJE puede aparecer centrado
y su parlamento debajo. O bien, en lugar de los dos puntos, puede aparece un punto y un guión de
diálogo. Pero lo que siempre queda claro es la diferencia entre el nombre del personaje (que no se
dice, sólo sirve para que el lector lo identifique) y el parlamento, que nunca está destacado en
cursiva ni en itálica, para no confundir con otros planos.
Didascalias
Esta palabra técnica designa el conjunto de textos que acompañan a los parlamentos y que están
puestos allí por el autor para indicar o bien acciones físicas, o bien entonaciones o características
expresivas para los parlamentos. También hay didascalias que describen el espacio, y también el
tiempo.
Vemos, al iniciar la escena de Los padres terribles, que se indica un movimiento de Georges.
Cuando una “línea de acción” es independiente del diálogo (en este caso, por ejemplo, sucede
antes de que ningún personaje hable), esa didascalia se escribe separada del resto de los diálogos
por un doble interlineado y se suele cambiar su tipografía, en este caso, a una cursiva o itálica.
En este caso, siempre se utilizan los paréntesis –y es el único uso que los paréntesis tienen en la
literatura dramática: distinguir una acotación de un parlamento. Los textos entre paréntesis,
generalmente llamados “acotaciones” se utilizan sobre todo para esos fragmentos breves de
acción física que acompañan un parlamento, o bien para sugerir el modo o la entonación en la que
el texto es dicho:
Una regla precisa sobre el uso de acotaciones: las acotaciones siempre se escriben antes del texto
que acotan, NUNCA DESPUÉS.
Los padres terribles hace una sencilla referencia a la locación de la escena: “Habitación de Yvonne”,
y en la página preliminar sugiere sencillamente que el “decorado es realista” y que la habitación
está en “desorden”. El estilo escueto de la locación es muy común en muchos y muy diferentes
autores; no obstante, muchos otros –sobre todo los autores de fines del siglo XIX en adelante- se
ocupan en una didascalia inicial de describir largamente y con toda precisión la escena (pueden
ver, por ejemplo, las descripciones iniciales de los clásicos de Tenesse Williams: Un tranvía llamado
deseo, o El zoo de cristal). Siempre partiendo de la premisa de que el ritmo de la lectura de una
obra es algo que bien vale la pena proteger, la cantidad y detalle de descripciones queda a criterio
del autor.
Vemos tanto en Los padres terribles, como muchas otras obras una división en actos y escenas. En
algunas otras obras también aparece la palabra “cuadros”. Esas divisiones corresponden a
convenciones vigentes en el momento de la escritura e, incluso, a convenciones añadidas con
posterioridad. La imaginación del autor puede concebir la totalidad de la obra dividida en actos, o
en escenas, o en actos y escenas, en cuadros… etcétera, pero sus delimitaciones y definiciones son
muy flexibles y personales.