Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
EL MOVIMIENTO OBRERO
1. REGIONALISMOS Y NACIONALISMOS
Durante el siglo XIX, el sentimiento nacionalista se reavivó entre una burguesía que estaba
protagonizando la revolución industrial. En España, la industrialización se concentra
especialmente en Cataluña y País Vasco, hecho que atrae a numerosa población de otras
comunidades españolas, provocando una reacción defensiva de autoafirmación en ciertos
sectores de las sociedades receptores de inmigración. El centralismo liberal de la Restauración
y la crisis del 98 con la pérdida de las últimas colonias, provoca en esos territorios una
reivindicación de las propias peculiaridades (cultura, lengua, historia, …) y de autogobierno.
Estos movimientos tuvieron diferente fuerza y cariz (más radical o más moderado) según las
regiones. Los partidos dinásticos (el Liberal y el Conservador) de la Restauración no fueron
capaces de construir un nacionalismo español que abarcara a todos los territorios y pueblos de
España. Por el contrario, el nacionalismo centralista español que forjaron se formó en contra de
otros nacionalismos periféricos (País Vasco, Cataluña, …). Esta dinámica y sus consecuencias
perviven aún hoy.
La región pionera en desarrollar un movimiento regionalista fue Cataluña, donde a lo largo del
siglo XIX había tenido lugar un crecimiento económico superior al de cualquier otra región
española. La industrialización había hecho de Barcelona y su entorno la primera zona industrial
1
de España y había propiciado el nacimiento de una influyente burguesía de empresarios
industriales. Este nuevo grupo social sentía que sus intereses económicos estaban poco
representados en los diferentes gobiernos e hizo de la defensa del proteccionismo un elemento
aglutinador.
Hacia 1830 surgió en Cataluña un amplio movimiento cultural y literario conocido como la
Renaixença (Renacimiento). Su finalidad era la recuperación, normalización y reconocimiento
de la lengua y de las señas de identidad de la cultura catalana, pero sin aspiraciones políticas.
Las primeras formulaciones catalanistas con contenido político vinieron de la mano de Valentí
Almirall que fundó el Centre Catalá (1882), organización que pretendía sensibilizar a la opinión
pública catalana para conseguir la autonomía. Por ello, Impulsó la redacción de un “Memorial
de Agravios” a Alfonso XII que denunciaba la opresión de Cataluña y reclamaba la armonía entre
los intereses y las aspiraciones de las diferentes regiones españolas.
Valentí Allmiral
A finales del siglo XIX el regionalismo pasó a convertirse en verdadero nacionalismo. La crisis
del sistema político de la Restauración (1898) aumentó el interés de la burguesía catalana por
tener su propia representación política al margen de los partidos dinásticos. Por ello se creó
un nuevo partido en 1901, la Lliga Regionalista que contó entre sus principales líderes a Enri
Prat de la Riba y Francesc Cambó. Presentaba un programa político conservador que luchaba
contra el corrupto e ineficaz sistema político de la Restauración y abogaba por un reformismo
político que otorgase la autonomía a Cataluña. Aspiraban a tener representantes en las
2
instituciones que defendiesen los intereses del catalanismo. Sus éxitos electorales en Barcelona
a partir de 1901 la convirtieron en la fuerza hegemónica en Cataluña hasta 1923.
Francesc Cambó
1.2. El nacionalismo vasco
El nacionalismo vasco surgió en la década de 1890. En sus orígenes hay que considerar la
reacción ante la pérdida de una parte sustancial de los fueros tras la derrota del carlismo: pero
también el desarrollo de una corriente cultural en defensa de la lengua vasca, el euskera, que
dio lugar a la creación del movimiento de los euskaros, con un importante componente religioso
y de defensa de las tradiciones.
Sabino Arana fue su gran propulsor, que sentía una gran pasión por la cultura autóctona de
Euskalerria. Arana creyó ver un gran peligro para la subsistencia de la cultura vasca (el euskera,
las tradiciones y la etnia vasca) ante la llegada de inmigrantes procedentes de otras regiones de
España a las zonas mineras e industriales de Bilbao, como resultado de la enorme expansión de
la minería y la siderurgia vascas en el último tercio del siglo XIX. Por ello fundó el Partido
Nacionalista Vasco con el que pretendían impulsar la lengua y las costumbres vascas y defendía
la pureza racial del pueblo vasco. La influencia social y geográfica del nacionalismo vasco fue
desigual. Se extendió sobre todo entre la pequeña y media burguesía, y en el mundo rural. La gran
burguesía industrial y financiera se distanció del nacionalismo
Sabino Arana
En un principio se declararon independentistas con respecto a España, pero esta posición fue
evolucionando hacia el autonomismo. Aunque a la muerte de Arana aparecieron disensiones
3
dentro del nacionalismo vasco, su progreso electoral fue constante en las primeras décadas del
siglo XX. Su principal rival fue el carlismo que también reclamaba la vuelta de los fueros.
Fue más débil y tardío pese a contar con una sociedad más homogénea y con una población
mayoritariamente campesina en la que la lengua y tradiciones culturales estaban más
arraigadas.
A mediados del siglo XIX, se inició una corriente que dio lugar a O Rexurdimiento, que significaba
el redescubrimiento literario de la lengua y la cultura gallega, cuya figura literaria de mayor
influencia fue la poetisa Rosalía de Castro.
Una minoría intelectual, insatisfecha por la situación del país, responsabilizaron a los políticos
gallegos de su atraso económico que forzaba a muchos de ellos hacia la emigración. Fue durante
la última etapa de la Restauración cuando el galleguismo fue adquiriendo un carácter más
político, pero era bastante minoritario.
2. El movimiento obrero
La primitiva legislación liberal no contemplaba ningún tipo de normativa que regulara las
relaciones laborales y prohibía explícitamente la asociación obrera, porque se considera
contraria a la libertad de contratación. Ante esta situación, las primeras manifestaciones de
protesta obrera contra el nuevo sistema industrial adquirieron un carácter violento, clandestino
y espontáneo.
4
A mediados del siglo XIX, se produjeron las primeras agitaciones sindicales en Cataluña. La
polémica decisión de los fabricantes textiles al alargar el tamaño de las piezas, mientras se les
pagaba la misma cantidad por cada una. Ante esto, se convocaron reuniones y se eligieron a sus
representantes para negociar con los patronos. A partir de este movimiento se formó el primer
embrión de asociacionismo obrero: la Sociedad de Tejedores, fundada en Barcelona en 1840.
Estos primeros seudosindicatos eran federaciones que agrupaban a los trabajadores por oficios
y, a semejanza del de los tejedores, se crearon otros del mismo estilo (hiladores, impresores,
tintoreros). Estas organizaciones, además de su función reivindicativa eran Sociedades de
Protección Mutua, es decir, los trabajadores pagaban una pequeña cuota que se destinaba a
pagar el salario en caso de enfermedad, despido o huelga. No se trataba todavía de un verdadero
sindicato, pues su función era sobre todo de protección ante la adversidad y carecía de un
programa reivindicativo propio.
En los años del Bienio Progresista, proliferaron las agitaciones sociales y el obrerismo inició su
expansión a otras zonas de España. La mayor tolerancia de los gobiernos progresistas con las
asociaciones obreras y por el empeoramiento de la crisis económica que provocó el aumento de
los precios de los alimentos estimuló las reivindicaciones obreras. Eran organizaciones obreras
alejadas del sindicalismo moderno, pero marcaron el inicio del sindicalismo de clase y consolidó
la huelga como instrumento de defensa de los obreros.
Durante el Sexenio Democrático, la nueva situación de tolerancia política permitió a las fuerzas
obreras salir de la clandestinidad y actuar públicamente, hecho que favoreció la expansión del
movimiento obrero organizado. En este período se introduce en España ideas socialistas y
anarquistas al mismo tiempo que se forman los primeros núcleos vinculados a la Primera
Internacional como la AIT (Asociación Internacional de Trabajadores).
5
El anarquismo fue la ideología obrera más influyente en la Restauración. Fue introducido
durante el Sexenio por el italiano Giuseppe Fanelli, discípulo de Bakunin, fundador del
anarquismo, que viajó a Madrid y Barcelona para crear los primeros núcleos de afiliados a la
Internacional. Se empiezan a organizar desde 1881 a partir de la Federación Regional Española.
Es difícil conocer su fuerza social dado su abstencionismo electoral y el sistema de organización
en pequeñas células. Entre sus propuestas estaban el rechazo radical de cualquier poder
superior del Estado y sus instituciones, el igualitarismo, el fin del dinero, la renuncia a la
participación política, el rechazo a la religión y a la Iglesia y la educación popular. La mayor
difusión se dio entre el campesinado andaluz y los obreros catalanes. Su oposición a toda forma
de poder y la acción violenta contra miembros del gobierno (Cánovas o Martínez Campos) o de
la burguesía bomba del Liceu de Barcelona que mató a más de 20 personas), lo convirtieron en
una amenaza contra el poder establecido.
Guiseppe Fanelli
Durante la etapa 1893-97 se dieron lugar importantes actos de violencia social: atentados
contra personajes de la política de la Restauración (Cánovas o Martínez Campos), bomba en el
Liceo de Barcelona o ataques contra procesión del Corpus. Fueron duramente reprimidas,
6
muchas veces de manera indiscriminada por las fuerzas de orden públicos (Procesos de
Montjüic).
En lo que se refiere al socialismo, en 1871 llegó a Madrid Paul Lafargue, yerno de Karl Marx e
impulsó el grupo de internacionalistas madrileños favorables a las posiciones marxistas.
Integrado entre otros por Pablo Iglesias, este grupo desarrolló, a través del periódico La
Emancipación, una amplia campaña a favor de la necesidad de la conquista del poder político
por la clase obrera.
En 1879 un grupo de obreros madrileños entre los que se encontraba Pablo Iglesias fundaron el
Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Era un partido de masas de corriente marxista
fundamentalmente de los trabajadores que abogaba por la revolución social. Presentaban un
programa de reformas que incluían el derecho a la asociación, reunión y manifestación, sufragio
universal, la abolición de la propiedad privada y la sociedad de clases, reducción de las horas de
trabajo, prohibición del trabajo infantil y otras medidas de carácter social. El partido creció
lentamente en toda España, pero fue en Madrid, Asturias, País Vasco y Málaga donde pronto
arraigaron. Tuvo un difícil desarrollo en lugares dominados por el anarcosindicalismo, como en
Cataluña, y tampoco penetró en el mundo agrario hasta muy avanzado el siglo XX. En 1889, se
afilió a la Segunda Internacional y contribuyó a introducir en España la Fiesta del Trabajo,
instituida el 1 de mayo a partir de 1890.
Pablo Iglesias
En 1888 se creó la UGT por parte de los socialistas que respondían al modelo de sindicatos de
masas que acogía todos los sectores de la producción y se organizaban en secciones de oficios
en cada localidad. Para aumentar su base social se declaró no vinculado a la política. Defendió
la negociación colectiva entre patrones y obreros para la mejora de los contratos laborales y el
derecho a huelga.