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PRESENTACIÓN

Documentación, interpretación y ejecución: Perspectivas actuales de la


investigación histórica de la danza

No es nueva en México la preocupación por enseñar historia de la danza. Desde la


institucionalización de la danza concebida como una actividad sistemática y
profesional, la historia de la danza ha aparecido de modo recurrente como materia de
los programas de estudio.

De manera paralela a la transmisión de habilidades corporales técnicas y creativas se


ha incrementado, en efecto, el interés por dotar a los alumnos de un panorama cultural
que les permita contextualizar su actividad en un mapa más amplio. Sin embargo, en
contraste con el carácter práctico de la mayoría de las materias referidas a las
habilidades técnicas que requiere la formación de un profesional de la danza (bailarín,
coreógrafo, maestro), la historia de la danza se ha planteado, durante mucho tiempo,
como una materia “teórica” (en la que uno no se mueve) complementaria, y que pocas
veces ha estado ligada al aprendizaje del saber práctico. Conscientes de lo insustancial
de esta separación tajante entre el conocimiento práctico y la linealidad de unos datos
históricos sin cuerpo, algunos maestros e investigadores se han pronunciado en contra
de una historia de la danza reducida a mero saber nominal pleno de datos, fechas,
nombres de personalidades y obras, o a listados de estilos y corrientes de los que sólo
se conoce el nombre y no el contenido, así como contra la práctica cotidiana del
movimiento entendido como a-histórico, como conocimiento intemporal aparentemente
desarraigado de los procesos históricos.

En rigor, la investigación y la enseñanza de la historia de la danza tendrían que ver con


el conocimiento de los modelos formativos dancísticos a lo largo de la historia, es decir,
con los modos de moverse, de utilizar el cuerpo, el tiempo y el espacio que han estado
vigentes en cada momento de la historia. De tal modo que conocer la historia de la
danza, idealmente, tendría relación con la capacidad de entender e incluso reproducir
kinéticamente, los patrones formativos de las diversas formas de danza.

Esta cuestión del abordaje de los modos de moverse plantea problemas tanto a la
investigación como a la educación:

1. A la investigación le propone el problema epistemológico de redefinir la idea de


lo que es conocer en el terreno de la historia de la danza. En realidad, el
conocimiento de la historia de la danza no puede reducirse a procesos
intelectuales sino que debe incluir la materia prima de los sucesos por conocer:
el movimiento de las danzas. Para la historia de la danza el objeto se vuelve
entonces teórico-práctico, y requiere de herramientas metodológicas que
permitan abordarlo en esa dimensión dual. Cabe aclarar que no se descarta la
recopilación y sistematización de datos y la organización de fechas, obras y
personalidades como parte del acervo documental de la danza, básico e
indispensable. De hecho, los nuevos enfoques de la investigación y educación
de la historia de la danza sin duda encuentran apoyo en ellos, pero con la idea
de trascenderlos hacia un conocimiento de nuevo tipo.
La fusión de lo teórico y lo práctico en la investigación de la danza tiene ya
antecedentes importantes en Estados Unidos y Europa pues, cada vez más, la
investigación se sustenta en trabajos de revitalización y reconstrucción práctica
de los modos de moverse en distintas épocas, y también en la investigación de
campo que permite al investigador apropiarse kinéticamente de las danzas que
sobreviven actualmente. Así, los problemas que se enfrentan en México sobre la
redefinición y problematización de los aspectos históricos de la danza, son
compartidos en otros países.

Estos estudios históricos presentan, más que un corpus homogéneo de


conocimientos acabados, un conjunto de problemas epistemológicos y
metodológicos, que hacen más adecuado el nombre de “Investigación histórica
de la danza”, y no el de “Historia de la danza”, para denominar un campo de
estudio en ebullición.

2. En lo que toca a la educación, es por la vía del hecho que en las diferentes
escuelas profesionales mexicanas se ha buscado la fusión, desde diversos
puntos de vista, del saber conceptual y práctico cuando se imparte la materia de
historia de la danza. La firmeza con la que se ha emprendido la reintegración de
lo teórico-práctico conducirá, en un futuro próximo, a una auténtica vinculación
de la historia de la danza con otras materias prácticas, especialmente con la
coreografía: en el mejor de los casos la coreografía tendría que funcionar como
una especie de laboratorio de la primera, pues en realidad no ha existido
procedimiento ni producto coreográfico que no se haya arraigado en un
momento histórico específico. La materia de historia de la danza enfatizaría,
entonces, el aspecto temporal sin descuidar el estructural, y la de coreografía
destacaría el aspecto estructural sin descuidar el evolutivo e histórico.

Por el momento, los maestros involucrados en este proceso de fusión teórico-


práctico enfrentan problemas para “historizar” los modos de formar y para
“formatizar” el devenir histórico, planteando diferentes tipos de experiencia
educativa. En esencia, quizá el problema básico reside en conseguir un
equilibrio entre los recursos experimentales y el material documental e
interpretativo adecuado. Y es que cuando se habla de experimentar en historia
de la danza, no se trata de “inventar” o “crear” danzas en el sentido más estricto;
más bien se propone “reconstruir” danzas que ya han sido producidas
históricamente. Es aquí donde el material teórico y documental debe cumplir una
función distinta a la que le había asignado la tradicional “Historia de la danza”:
en la actualidad, el material documental puede ser algo más que los textos por
leer y memorizar; ahora, en el contexto de una historia de la danza teórico-
práctica, este material puede dar forma, sentido y matices a la experimentación
del movimiento.

Un concepto central de la investigación histórica de la danza es, pues, el de


reconstrucción. La investigación debe emprender la tarea de refinar sus métodos
interpretativos a fin de interrogar la documentación disponible, de manera tal que
pueda rescatarse todo lo que sirva para “reconstruir” el movimiento. Esta
reconstrucción no equivale a una “imitación” objetiva y verdadera de cómo se
movían las personas en otras épocas. Es evidente que la propia cultura
sensorial, simbólica y corporal va a configurar la interpretación de otras formas
de movimiento.
Por otra parte, la documentación que alude al movimiento en las diferentes
épocas, puede asumir características diversas: desde una danza de corte
completamente registrada según las técnicas de anotación de su época, hasta el
acceso sólo a ciertos parámetros compositivos y a referencias sobre usos de
tiempo, energía y espacio que no implican el registro de movimientos corporales
concretos. Así, mientras que en el primer caso se presenta un problema de
interpretación del registro escrito, en el segundo se trata casi de imaginar en
gran parte, a partir de ciertos lineamientos generales de movimiento, la manera
probable en que se movía la gente.

En la reconstrucción o reejecución del movimiento que propone la investigación


histórica de la danza se produce, pues, un juego entre las posibilidades de
“imitación” y las necesidades de “invención”, según los documentos disponibles.
De aquí la importancia del apoyo documental a la experimentación, en la medida
en que los documentos ofrecen elementos para la imitación o recreación, y
convierten la ejecución en un proceso que puede, incluso, confrontarnos con la
propia forma de movernos: encontrar dificultades para ejecutar y empatizar con
ciertas danzas y no con otras será infinitamente enriquecedor.

Además, reconstruir el movimiento de determinada época supone la fusión entre


los tradicionales procesos historiográficos —búsqueda, recopilación y
clasificación de material documental— o antropológicos —investigación de
campo, observación participante— (la elección de métodos depende mucho de
la distancia histórica de la manifestación dancística por estudiar, del tipo de
documentos disponibles) y los métodos específicos para el examen de la
corporiedad y el movimiento humano: los registros y anotaciones de movimiento,
el análisis de movimiento y los fundamentos psicomotrices, en primer plano.

Investigar y enseñar historia de la danza requiere, ahora, de una revisión previa


de los logros y fracasos de quienes han intentado la fusión de tales métodos
para la investigación. En primer lugar es necesario conocer los problemas de
acopio documental específicos de la danza, y en segundo, los problemas
interpretativos de la historia de la danza que nos llevan a interrogar los
documentos en dos sentidos: a) el contexto histórico al que pertenecen el
documento mismo y las danzas que refiere, y b) la dimensión kinética que hay
que descubrir y reconstruir de estas danzas.

En el marco de esta nueva modalidad de la historia de la danza, que ocupa tanto


a los investigadores como a los maestros, el trabajo que aquí se presenta —que
consiste en una serie de varias antologías— pretende apoyar, justamente, el
aspecto documental y teórico de este enfoque dual de la investigación histórica
de la danza. Estamos seguros de que este conjunto de recopilaciones será de
gran utilidad para todos los interesados en apropiarse de herramientas
interpretativas adecuadas para apoyar el trabajo de investigación y
reconstrucción histórica del movimiento.
Sugerencias para la utilización de este material

Para los investigadores profesionales y los interesados en procesos de investigación


específicos, este material puede servir como punto de partida para orientar una
búsqueda más exhaustiva. Los textos antologados exponen algunos de los problemas
de investigación fundamentales, por lo que pueden sugerir nuevas direcciones a la
formulación de los problemas de interpretación o a las líneas de rastreo de material
documental adicional.

Para los docentes de la materia “Investigación histórica de la danza”, vigente en el plan


de estudios de la licenciatura en coreografía de la Escuela Nacional de Danza
Contemporánea, este material apoya directamente los contenidos del programa.

Sin embargo, aunque existe una lógica que ordena el conjunto de los textos, dada su
abundancia no parece realista suponer que cada antología pueda agotarse en un
semestre. La diversidad de textos, algunos más apropiados para el uso del docente y
otros para la lectura colectiva con los alumnos, permitirá gran flexibilidad en su uso.

En efecto, la abundancia de material presenta un amplio margen para la elección de los


documentos según el nivel y las necesidades de los alumnos según los intereses y los
enfoques preferidos por el docente, e incluso para que éste incluya otro material de
consulta para él o para los alumnos. Es indispensable, eso sí, que el docente conozca
la lógica organizativa de los textos, expuesta por lo general en la introducción de cada
antología; esto le permitirá, en todo caso, los cortes y las elecciones adecuadas sin que
el material pierda el sentido general de sus conexiones.

Debe añadirse que en lo que toca al apoyo del trabajo experimental, algunos textos que
se ocupan de fenómenos de movimiento muy concretos (revisión de terminología,
nociones de análisis de movimiento, motores psíquicos y físicos del movimiento,
exposición de códigos particulares, modos de organización dancístico-dramáticos,
etcétera) pueden servir al coordinador para el diseño más sistemático de ejercicios
prácticos de ejecución y experimentación de alguna forma dancística particular.

En realidad, lejos de pretender que el alumno absorba por completo la información


contenida en cada una de las antologías, con este material se busca abrir un abanico
de posibilidades para el aprendizaje teórico y las experiencias prácticas que los
docentes, con su cuerpo, estructurarán de acuerdo con sus intereses y necesidades.

Hilda Islas

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