Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
ii
Superior (Capes) pelo apoio institucional e financeiro; a Pedro Lucena, por ter criado a
nossa logomarca, e a João Dias, pelo projeto gráfico; por fim, somos muito gratos a
Aldo Dinucci, por nos ter confiado a confecção desse número especial, e às
pesquisadoras e aos pesquisadores que com ele contribuíram – cabe agora à leitora e ao
leitor avaliá-lo.
Marcus Souza
Marcos Silva
Maxwell Lima Filho
Editores Convidados
iii
ALMA ARISTOTÉLICA Y MENTE CONTEMPORÁNEA:
DIVERGENCIAS Y CONVERGENCIAS DE UN PROBLEMA
DIFÍCIL
Marcelo D. Boeri
Pontificia Universidad Católica de Chile
RESUMEN: El propósito de este ensayo es mostrar algunos puntos de acuerdo y desacuerdo entre
la teoría aristotélica del alma y algunas discusiones contemporáneas de la mente. Primero, discuto
algunos aspectos importantes del modelo psicológico de Aristóteles; para aclarar su argumento,
mostraré el valor de algunos de los principios metafísicos aristotélicos básicos (materia-forma,
potencia-acto) en el dominio psicológico. Luego regresaré a la discusión de algunas lecturas
contemporáneas de la psicología aristotélica y procuraré mostrar por qué, al menos algunos aspectos
de dicha psicología, todavía pueden tomarse seriamente y por qué (siguiendo los rótulos
habitualmente empleados en la filosofía de la mente contemporánea) es susceptible de ser leída
desde perspectivas diferentes.
ABSTRACT: The purpose of this essay is to show some points of agreement and disagreement
between Aristotle’s theory of the soul and some contemporary discussions of the mind. First, I
discuss some important aspects of Aristotle’s psychological model. In order to clarify his argument,
I will show the value of the basic Aristotelian metaphysical principles (matter-form, potentiality-
act) in the psychological domain. Then I shall return to the discussion of some contemporary
readings of the Aristotelian psychology and try to show why, at least some aspects of such
psychology, can still be taken seriously and why (following the labels usually employed in the
contemporary philosophy of mind) it can be read from different perspectives.
Este texto recoge, desarrolla y complementa algunas ideas y argumentos presentados antes en
Boeri (2009, 2010, y 2018), y en Boeri & Kanayama (2018). También presento aquí algunos
desarrollos e ideas que no se encuentran en ninguno de esos trabajos. Este trabajo es un resultado
parcial del Proyecto Fondecyt 1150067 (Chile).
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
§ Introducción
El interés filosófico por el “alma” (ψυχή) – i.e., qué es, cuáles son sus propiedades,
en qué se distingue del cuerpo, su rol en procesos psicológico-cognitivos tales como
percepción, imaginación o representación, memoria, pensamiento, y su papel en la
explicación de la decisión práctica – es un tema de vieja data. El primer tratamiento
sistemático de este problema filosófico, centrado especialmente en el alma o mente, se
remonta a los antiguos griegos, aunque los análisis y discusiones más sofisticadas y agudas
se encuentran recién en Platón y Aristóteles.
Por lo general (a veces por razones ciertamente atendibles), ni Platón ni Aristóteles
son tenidos en cuenta en las discusiones contemporáneas de filosofía de la mente y, cuando
se los considera, se los cita como “intentos fallidos” en la exploración de la mente, por así
decir, (cuyo fracaso a veces se atribuye a la ausencia de una ciencia empírica de la mente y
a una fisiología particularmente defectuosa) y como una referencia obligada si lo que se
pretende hacer es un repaso histórico cuando el debate se centra en lo que suele llamarse “la
historia del problema mente-cuerpo”. En dicha historia se habla de tres paradigmas: el
aristotélico, el cartesiano y el “científico” materialista1. En las discusiones contemporáneas
de las últimas seis o siete décadas la palabra “alma” ha sido cuidadosamente omitida y
reemplazada por el término (supuestamente más neutro) “mente”. En efecto, la palabra
“alma”, se argumenta, conlleva un peligro potencial para el tratamiento filosófico y
científico de esa entidad dadas sus implicancias teológicas y presumiblemente
trascendentes (en el sentido deflacionario de una entidad que podría seguir existiendo y
ejerciendo sus poderes más allá de la muerte física). Sin embargo, si uno explica que
Aristóteles suele referirse al alma como a una entidad que garantiza procesos tales como la
respiración, la reproducción, los procesos fisiológicos asociados a la nutrición, la
percepción, el pensamiento teórico y el cálculo racional, los fenómenos de la imaginación o
la representación, los deseos, el sentir dolor o placer, miedo o ira, etc., esa sospecha queda
1
Cf., por ejemplo, Crane & Patterson (2000, p. 2-4).
2
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
en cierto modo eliminada2. Desde la perspectiva aristotélica el alma es, más que una
entidad trascendente por su misma naturaleza, el principio de los seres vivos3, aquello que
explica y garantiza ciertas funciones básicas que dan cuenta del hecho de que uno se
encuentra frente a un ser vivo. Desde luego que también hay otros prejuicios para eliminar
la consideración de los antiguos de los problemas psicológicos del horizonte científico-
filosófico contemporáneo: la ciencia sobre la que se funda la discusión de los problemas
psicológicos en la Antigüedad es tan primitiva (y a veces está tan llena de errores) que lo
más razonable es dejar de lado cualquier tipo de examen que tenga en cuenta las
discusiones de los filósofos antiguos (y, por lo que aquí importa especialmente, Aristóteles)
en el debate de los problemas filosóficos de la mente4.
Algunas de estas razones explican el hecho de que, en la mayor parte de los casos,
los abundantes libros y artículos dedicados a discutir los problemas filosóficos de la mente
no mencionan (ni siquiera al pasar) lo que los filósofos antiguos suelen proponer y
argumentar en ese dominio. Hay, no obstante, algunas interesantes excepciones: hace varias
décadas Hilary Putnam comenzó a interesarse por las posiciones aristotélicas en torno del
alma y de todos los fenómenos asociados a ella. Aunque más no sea de un modo primitivo,
algunas tesis y argumentos aristotélicos se acercaban a su enfoque funcionalista en el
dominio de la discusión especializada de filosofía de la mente5. Algunas intuiciones de
Putnam parecen coincidir con la tesis de Aristóteles, según la cual todo se define por su
2
Con esto no estoy sugiriendo que la palabra “alma” deba ser restituida al debate contemporáneo de
la discusión mente-cuerpo. Sólo estoy indicando que varios prejuicios que habitualmente se asocian
a dicha palabra se basan en creencias falsas o al menos infundadas. Por lo demás, la palabra
“mente” deriva del término latino mens, que es la traducción que Cicerón y otros escritores latinos
antiguos hacen del griego νοῦς, que, en el modelo psicológico de Aristóteles, no es más que una
“especie de alma” (cf., por ejemplo, Cicerón, Disputas Tusculanas V 39). Toda vez que incluyo un
término griego o latino lo acompaño de una traducción (todas las traducciones de los textos
antiguos citadas literalmente me pertenecen).
3
De anima (De an.) 402a6-7; la idea ya se encuentra en Platón (Fedón 105c9-d4).
4
Varios de esos prejuicios contemporáneos son sin duda justificados: Aristóteles pensaba que el
centro de la vida psíquica es el corazón, no el cerebro (cf. De an. 403a31; 432b31; 408b25. Acerca
de las partes de los animales [PA] 665a10-667b. En 670a25-26 habla del corazón como de “la
acrópolis del cuerpo”, seguramente porque es “la parte prioritaria” del animal (PA 666a10; De an.
424a25; cf. también Acerca de la sensación y de los sensibles [Sens.] 439a1-2 y PA 656a27-28). El
cardiocentrismo de Aristóteles es discutido en detalle por Morel (2011, p. 70-74), quien muestra
tanto el lugar crucial que ocupa el corazón como principio básico de la vida como su papel en
relación con las funciones cognitivas y la acción. Para la relevancia del corazón en la fisiología de
Aristóteles, véase la sofisticada explicación de Corcilius & Gregoric (2013, p. 58-60).
5
Cf. Putnam (1997), p. xiv; Putnam (1997a, p. 302).
3
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
función (ἔργον) y cada cosa es lo que verdaderamente es cuando es capaz de llevar a cabo
su función propia6. Ahora bien, si lo que sostiene el funcionalismo es cierto, entonces, el
dolor o el placer pueden ser realizados por diferentes tipos de “estados físicos” en
diferentes tipos de cosas, o sea, pueden ser “múltiplemente realizados”. A pesar de lo que
han argumentado algunos funcionalistas sobre el hecho de que el funcionalismo no caería
ni en el dualismo ni en el materialismo, el funcionalismo ha resultado una teoría
especialmente atractiva a aquellos que pretenden dar una explicación materialista de los
estados mentales. De hecho, algunas variantes de la posición materialista sostienen que
cualquier estado que sea capaz de desempeñar los papeles antes descritos debe ser un
estado físico. Si uno quisiera incorporar las teorías psicológicas aristotélicas a esta
discusión, como han hecho varios prestigiosos aristotelistas contemporáneos y algunos
filósofos de la mente contemporáneos7, tendría que preguntarse si cabe alguna posibilidad
6
Cf. Meteorologica 390a10-13; Acerca del movimiento de los animales 703a34-b2; PA 641a2-3;
654b4, 657a6 et passim. Para una defensa de una lectura funcionalista de la psicología aristotélica
cf. Nussbaum & Putnam (1995). Nussbaum ya había defendido esa interpretación en su obra de
1985. En el texto que compuso junto con Putnam ella parece retractarse en parte de lo dicho antes,
pues ahora parece negar que las condiciones materiales o físicas puedan suministrar condiciones
suficientes para los estados psíquicos (cf. Nussbaum & Putnam, 1995, p. 33). Este artículo conjunto
fue escrito en reacción a las objeciones de Burnyeat (1995), quien niega que Aristóteles precise
“bases categóricas suficientes” para la existencia de las disposiciones psíquicas, una negación que
sería de índole “racionalista”. De este modo, la explicación de la existencia de una actividad
psíquica no dependería de – al menos no exclusivamente – la estructura material del organismo; la
explicación es de naturaleza racionalista y depende de un recurso a la mera disposición o poder para
la actividad mental que posee el organismo (cf. Burnyeat, 1995, p. 21-22). Esto, sin embargo, no
significa que las disposiciones o poderes psíquicos no requieran ciertas condiciones de tipo físico
(por ejemplo, como dice Aristóteles, para que haya visión debe haber cierto material trasparente,
además de un órgano sensorio en buenas condiciones). No obstante, tales materiales sólo
suministran condiciones necesarias, no suficientes de la visión.
7
Nussbaum & Putnam (1995). Véase también el trabajo pionero de Sorabji (1979), quien
argumenta que el funcionalismo psicológico (i.e., la teoría que establece que los estados mentales
son estados funcionales de los organismos) tiene un precedente relevante en la filosofía de la mente
de Aristóteles. Una posición similar puede verse también en Nussbaum (1985, Essay 1). Si lo que
Sorabji y Nussbaum sugieren es correcto, Aristóteles, como los funcionalistas contemporáneos,
habría evitado respaldar el materialismo reductivo (que en el ejemplo aristotélico discutido en De
an. I corresponde a las posiciones psicológicas de los atomistas) y el dualismo (que en la discusión
dialéctica del mismo libro de De an. corresponde a Platón). Modrak, en cambio, sostiene una
posición que, a mi juicio, es mucho más matizada y que, probablemente, hace más justicia al texto
de Aristóteles: la psicología aristotélica no puede asimilarse al funcionalismo psicológico
contemporáneo sin más, entre otras razones, porque Aristóteles no está dispuesto a dar
descripciones funcionales de estados anímicos que no hagan ningún tipo de referencia a la
fisiología (cf. Modrak, 1987, p. 6; p. 38-43).
4
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
8
En vista de la brevedad y para no repetirme demasiado, remito a Boeri (2009), donde he
argumentado que, a pesar de que pueden detectarse en Aristóteles “rasgos funcionalistas” en el
sentido contemporáneo, no hay razones para creer que él habría estado de acuerdo con la tesis de
que la identidad de un estado mental se determina por sus relaciones causales con estímulos
sensorios, otros estados mentales o la conducta, caracterización general a partir de la cual se sigue,
al menos según algunos funcionalistas, que los estados mentales son “múltiplemente realizables”,
i.e., que pueden darse en diferentes sistemas (incluso en sistemas artificiales) siempre y cuando
tales sistemas lleven a cabo de una manera apropiada las funciones apropiadas (cf. Fodor, 2008, p.
91).
9
Davidson (2005, p. 290).
10
Por razones de espacio omitiré una discusión detallada de las tres capacidades cognitivas básicas
según Aristóteles: (i) sensación/percepción, (ii) imaginación/representación y (iii) pensamiento; sin
embargo, a veces haré referencia al pasar a ellas.
5
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
6
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
categoriales (De an. 402a23-25). Además, (2) también deberá examinarse si el alma se
encuentra entre lo que “es en potencia” o más bien es una cierta “actualidad” o “actividad”
(ἐντελέχειά τις). El análisis rápidamente muestra que no puede ser sino una sustancia y un
cierto tipo de sustancia, i.e., una sustancia en el sentido de “forma” (porque sustancia puede
entenderse en tres sentidos: como materia, como forma y como compuesto de materia y
forma, es decir, como el individuo). Las razones de Aristóteles para pensar que el alma
debe ser una forma (esto es, una entidad inmaterial con poderes activos) es que la materia
(que en el compuesto es el cuerpo) es esencialmente pasiva o inerte. Un caballo, un ser
humano o una planta no son un mero conjunto de carne, huesos, sangre, pelos, tallos o
raíces, sino ese conjunto de cosas dispuestos formalmente de cierta manera y la entidad que
las dispone de esa manera determinada es el alma que, considerada desde la perspectiva
metafísica, es la forma en el compuesto que es “este caballo”, “esta persona” o “esta
planta”11. Según Aristóteles, las cosas materiales requieren de algo que las cohesione (τὸ
συνέχον; De an. 410b12) y, en el caso de los seres vivos, ese “algo cohesionante” es el
alma. Pero ¿por qué el alma cohesiona al cuerpo y éste al alma? Porque cuando el alma
abandona el cuerpo, argumenta Aristóteles, éste se dispersa y se pudre (De an. 411b7-9; cf.
también PA 641a17-19). El materialista podría argumentar que no es posible que el alma
“salga de o abandone” el cuerpo: a menos que Aristóteles esté hablando de manera
metafórica, este tipo de categorías espaciales no pueden aplicarse al alma, ya que ella no es
un cuerpo. Más aún, ¿cómo puede una entidad incorpórea estar en un cuerpo? Aristóteles
no tiene la menor duda de que el alma (una forma) está en el cuerpo y muy probablemente
replicaría al materialista que el alma no está en el cuerpo de la misma manera en que lo está
un cuerpo en otro cuerpo, sino como la forma está en la materia12.
El argumento de Aristóteles para llegar a su primera definición de alma procede así:
(i) entre los cuerpos naturales, algunos tienen vida y otros no; (ii) por “vida” debe
11
La idea de Aristóteles es que todo lo existente (ya sea que se trate de un objeto natural o artificial)
es producido por algo “actualmente” existente” (i.e., ya existente) a partir de lo que es tal “en
potencia” (ὑπ' ἐνεργείᾳ ὄντος γίγνεται ἐκ τοῦ δυνάμει τοιούτου). No hay rostro, mano o carne sin
que haya alma en ello; es sólo en sentido homónimo o equívoco (ὁμωνύμως) que algo podrá
llamarse “rostro”, “mano” o “carne” si ya no hay alma en ello (Aristóteles, Acerca de la generación
de los animales [GA] 734b19-31).
12
Este tipo de objeción materialista puede parecer fuera de lugar, pero Alejandro de Afrodisia fue
sensible a la objeción fisicalista (cf. su De anima 13, 10; véase también Aristóteles, Física 210a14-
24, donde explica los significados de “estar en”).
7
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
13
Aquí aparece por primera vez en el De an. la especie más básica o primitiva de alma: el alma
nutritiva o vegetativa, lo que en De an. (415a23-14; 416a18, 434a21-25) y otros tratados (Ética
Nicomaquea [EN]1097b34, donde habla de “vida nutritiva y de crecimiento”; GA 736a34, b8;
757b15 et passim) llama θρεπτικὴ ψυχή o τὸ θρεπτικόν (“lo nutritivo” en el sentido de “facultad
nutritiva”; De an. 413b4-6; 414a30-32; 415a17; cf. también Ética Eudemia 1219b20; GA 735a16;
744b32-33; Sens. 436b16; 443b20). La capacidad o potencia nutritiva es “primera” o “prioritaria”
en el sentido de que es la que, en un sentido básico o prioritario garantiza la primera o más básica
forma de vida que es condición de las demás: la nutrición y la reproducción del ser vivo (De an.
416b21-22; 416b 25).
14
Es decir, el ser vivo que se nutre a sí mismo y se reproduce (una planta, un caballo o un ser
humano) es un individuo corpóreo, es decir, una “sustancia” en el sentido de un compuesto de
materia y forma.
15
Cf. Metafísica 1029a1-7 y, especialmente, 1049a27-36.
16
El otro argumento poderoso a favor de la interpretación atributista se relaciona con la
caracterización del alma como “actualidad primera” (ver la segunda definición de alma – D2 – en lo
que sigue), i.e., como la capacidad de ejercer una actividad: la capacidad de ejercer una actividad es
anterior a su ejercicio (De an. 412a21-b1). Al describir el alma como un conjunto de capacidades o
facultades (δυνάμεις), que refieren a funciones vitales, Aristóteles elimina la posibilidad de que el
alma pueda identificarse con el cuerpo y, por ende, con un sujeto. La capacidad de alimentarse es
diferente de estar alimentándose, la de sentir dolor, placer o miedo, diferente de estar sintiendo de
manera efectiva esas afecciones. También Putnam (1997b, p. 279) se pronuncia a favor de una
lectura atributista cuando escribe: “as Aristotle saw, psychological predicates describe our form, not
our matter”. Ésa es también la estrategia de Barnes (1979, p. 34 ss).
8
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
17
El significado preciso de ὀργανικόν ha sido objeto de un intenso debate; Bos argumenta que en
Aristóteles ὀργανικόν nunca significa “orgánico”, sino “instrumental” (Bos, 2000, p. 25; 2002, p.
278-279; 2003, p. 11-12; 84-90). Una lectura menos radical y más matizada puede verse en
Polansky (2007, p. 160-161) y Mittelman (2013, p. 548-551).
18
Algunas de esas dificultades son discutidas por Filópono, Comentario al De anima de Aristóteles,
215, 1-216, 26, ed. Hayduck; Bodéüs (1993, p. 44-49), Charlton (1995) y, más recientemente, por
Polansky (2007, p. 154-159) y Zucca (2015, p. 94-101).
9
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
lo identifican como tal y que, por lo tanto, ya está formalmente determinado como un
cuerpo que puede desplegar funciones vitales específicas19. Si esto es así, las definiciones
aristotélicas de alma parecen redundantes, porque sería tanto como decir que el alma es la
forma de algo que ya tiene forma – toda vez que un cuerpo es cuerpo si y sólo si funciona
como tal, porque ya está “informado” como el cuerpo que es y está dotado de las
capacidades que le permiten cumplir determinadas funciones orgánicas –, con lo cual el
modelo hilemórfico aplicado a la explicación del viviente como compuesto de materia y
forma al menos resulta complicado.
De acuerdo con D2, el alma es una “actualidad primera”. En De an. 412a22-26
Aristóteles aclara que “actualidad” (ἐντελέχεια) puede entenderse de dos maneras: (a) en
potencia (la expresión aristotélica es mucho más lacónica: “como el conocimiento”) y (b)
en acto (como “el teorizar”, i.e., el ejercicio del conocimiento). El alma también puede
entenderse como una capacidad porque es la facultad de ejercer una actividad (una cosa es
el sentido de la vista, otra la visión en el sentido de “estar viendo”; De an. 426a14-15). Es
decir, la potencia (o capacidad) es anterior a la actividad, ya que la capacidad de ejercer una
actividad es anterior a su ejercicio (De an. 412a21-b1 y EN 1103a26-31, donde aparece el
argumento con más claridad y tomando como ejemplo la posesión de capacidades
perceptivas y su ejercicio)20. Que éste debe ser el significado de “actualidad primera” es
claro en la analogía con el sueño y la vigilia21. Pero también lo es a partir de otro pasaje en
19
Por eso, un cadáver no es un cuerpo en sentido estricto; por una especie de “economía semántica”
se puede decir que un cadáver sigue siendo un cuerpo, pero en sentido estricto no lo es porque no
funciona como tal (cf. Acerca de la generación y la corrupción 321b28-33. El ojo de un muerto
sigue llamándose “ojo”; GA 735a5-9). Sobre este importante detalle, cf. la discusión de Williams
(2008, p. 222).
20
Claro que, visto el problema desde la perspectiva ontológica, las actividades y acciones (αἱ
ἐνέργειαι καὶ αἱ πράξεις) son conceptualmente (κατὰ τὸν λόγον) anteriores a las facultades o
capacidades (De an. 415a18-20).
21
“Es evidente” (φανερόν), dice Aristóteles, que el alma es una actualidad como el conocimiento
(ἐπιστήμη), es decir, como una capacidad. Pero ¿cómo explica esta “evidencia”? Argumentando que
hay que presuponer la existencia del alma, ya sea que uno esté durmiendo o esté despierto. El
ejemplo del sueño y la vigilia sirve para mostrar la relación potencia-acto: cuando el animal está
despierto todas sus funciones vitales “están en acto”. El animal dormido, en cambio, es comparable
a la actualidad en el sentido del conocimiento (i.e., poseer el conocimiento y no estar utilizándolo;
De an. 412a25-26), ya que hay funciones vitales (como las perceptivas e intelectuales) que se
encuentran mitigadas o “desactivadas”. Dado que el animal que está durmiendo sigue vivo (i.e., está
“animado” y, por ende, tiene alma, ya que ésta sigue animando al animal, aun cuando algunas
funciones no estén operando), el alma debe ser una actualidad como el conocimiento que, aunque
no se está ejerciendo, puede ejercerse. A esta altura debería haber quedado ya resuelto el problema:
10
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
el que Aristóteles explica los significados de potencia-capacidad (De an. 417a22-29): (i) se
podría llamar a algo “conocedor” como si se dijera que “un hombre es conocedor” porque
“hombre” se encuentra entre los que conocen o tienen conocimiento, o (ii) como cuando
decimos que ya es conocedor el que tiene la gramática, pero no la ejerce. Cada uno de ellos
posee una potencialidad, pero no del mismo modo: el uno porque su género y materia es de
tal índole, el otro porque, cuando quiere, es capaz de efectuar una actividad teórica, si nada
externo se lo impide. Este argumento confirma que lo que Aristóteles entiende por
actualidad primera es una capacidad en el sentido de una “propiedad disposicional”22.
En la definición D3 el alma es la actualidad o actividad primera de un cuerpo natural
orgánico u “orgánico instrumental” (el cuerpo es un medio o instrumento del alma, pues es
aquello a través mediante lo cual se “despliegan” los poderes psicológicos). El alma es una
sustancia en el sentido que corresponde a la explicación o definición de una cosa (después
de todo, es una “forma”) y en cuanto es lo que es para un cuerpo natural orgánico. Si no
fuera así, se podría decir que un hacha (i.e., un artefacto en el mapa ontológico aristotélico)
es un cuerpo natural y que su esencia es su alma (De an. 412b11-17). Este ejemplo muestra
que Aristóteles visualizó, al menos ex hypothesi, el problema de si es posible que haya alma
en un artefacto, y su respuesta es, claramente, que no es posible (éste puede entenderse
como un argumento aristotélico en contra de la “múltiple realizabilidad de lo mental”, que
es un aspecto relevante del funcionalismo). La forma de hacha es solamente la estructura
conceptual que determina qué es ese objeto como tal, pero no es “alma” en el sentido de la
sustancia formal que garantiza funciones vitales como nutrirse, sentir o pensar. Si la forma
de hacha fuera “alma”, el hacha ya no sería un artefacto, sino un cuerpo natural que
es una “actualidad” porque el alma sigue ejerciendo sus funciones activas, y es “primera” porque las
capacidades son anteriores a las actividades. La interpretación de estos pasajes es muy
controvertida; para un tratamiento más detallado de las dificultades (desde la Antigüedad a nuestros
días), cf. Filópono, Comentario al De anima de Aristóteles, 216, 1-26; p. 217, 9-15, ed. Hayduck;
Granger (1996, p. 20-28); Schields (2016, p. 170-171); Miller, Jr. (2018, p. xxvi-xxxi).
22
Ver Granger (1996, p. 21). No deja de ser sorprendente, sin embargo, que Aristóteles piense en
una “actualidad” en términos de capacidad o potencialidad, lo cual parecería una contradicción en
los términos. Una manera de resolver ese problema sería sugerir que, además del hecho de que el
alma debe entenderse como una capacidad que puede ser actualizada o activada, está pensando en lo
que en otros pasajes llama “el alma primera o prioritaria” (De an. 405b4-5; 416b20-25), es decir, el
alma nutritiva, que es la forma básica de vida que sigue “actuando” mientras el animal duerme. Esta
sugerencia, que no puedo desarrollar aquí, puede ser útil para explicar el ejemplo del sueño y la
vigilia: mientras el animal duerme hay capacidades psíquicas que están mitigadas (cf. nota anterior),
pero el animal sigue estando vivo.
11
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
potencialmente podría albergar alguna forma de vida (De an. 412b15-17). Solamente hay
alma en los entes naturales, los mismos que Aristóteles distingue con toda precisión en
Física 192b8-14 como diferentes de los artificiales.
Aunque Aristóteles debe estar aclarando con cierta frecuencia que el alma no está
mezclada con el cuerpo (De an. 407b1-5; 429a24-25; cf. Sentido 440b1-25, donde es claro
que, en su opinión, una mezcla sólo lo es entre cuerpos) y que no es un cuerpo, afirma que
está localizada en el cuerpo y que existe o se da a través del cuerpo. Esto último explica por
qué el cuerpo es un “instrumento” – ὄργανον – del alma (415b18-19), y puede ayudar a
comprender el intento de Aristóteles por distanciarse del dualismo sustancialista de Platón
(i.e., la tesis de que el alma puede seguir existiendo aparte del cuerpo; Fedón 78c-79b).
Pero, (i) si el alma aristotélica es una entidad inmaterial y si (ii) uno puede entender por
dualismo la tesis de que hay dos tipos de sustancia diferente (una física – que es el objeto
de la ciencia natural – y otra mental presumiblemente no física – que es el “material” del
que se componen nuestros estados de conciencia)23, ¿en qué sentido puede decirse que
Aristóteles no es un dualista? Los estudiosos de Aristóteles suelen argumentar que el rótulo
“dualismo” no puede aplicarse apropiadamente a Aristóteles (especialmente cuando
“dualismo” significa “dualismo sustancial”), ya que él niega que el alma (el alma
“numérica” o “individual”, no la “específica”; De an. 415b7) pueda continuar existiendo
independientemente del cuerpo.
Los aristotelistas tienden a rechazar la opinión de que Aristóteles respalde una
visión dualista, ya que tanto en De an. como en otras obras psicológicas considera que el
ser vivo es un todo unificado24. En efecto, si las capacidades psicológicas son vistas como
funciones de un todo psicofísico unificado, lo psicológico no puede oponerse a lo físico y,
por ende, no hay dualismo. Sin embargo, en la medida en que Aristóteles distingue (como
Platón) el alma del cuerpo como dos cosas ontológicamente diferentes (esta es una
caracterización habitual del “dualismo” en la filosofía contemporánea de la mente), me
23
Kim (1998, p. 3-4, p. 211-212). Watson (1999, p. 244). Beakley & Ludlow (2006, p. 3).
24
Un compuesto de materia y forma; véase MOREL 2006, p. 122-124, y 2007, cap. III. 3.
CHARLES 2008.
12
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
parece que todavía se puede decir que él también avala un cierto tipo de dualismo25.
Cuando Aristóteles define el alma como “la actualidad primera de un cuerpo natural
orgánico” enfatiza el hecho de que hay que descartar la pregunta de si el cuerpo y el alma
son una sola cosa (De an. 412b5-9)26, como también hay que descartar la posibilidad de que
la cera y la figura que a ella se le imprime sean una sola cosa. Es decir, lo que hay que
hacer es distinguir la materia de cada cosa de aquello de lo cual es materia. Además, el
texto claramente señala que el alma no es un cuerpo porque éste es un sustrato, en tanto que
el alma puede entenderse como “algo del cuerpo”, i.e., un atributo (De an. 412a15-19; este
pasaje parece respaldar de nuevo la lectura atributista de la psicología aristotélica). Pero el
rechazo de una lectura dualista de la psicología aristotélica radica especialmente en el
hecho de que el hilemorfismo presupone que no hay forma sin materia ni materia sin forma;
si eso es así, el ser vivo (ζῷον) es una unidad psicofísica que solamente puede distinguirse
en sus componentes de un modo conceptual.
Aristóteles hace esfuerzos ingentes por apartarse del dualismo sustancialista de
Platón; de modo expreso y probablemente pensando en la tesis platónica sugiere (De an.
414a19-20) que el alma no puede existir separada del cuerpo y que, aun cuando ello no
necesariamente significa que el alma no persista después de la muerte de la persona27,
enfatiza el hecho de que el alma no puede existir independientemente del cuerpo (De an.
413a3-5; después de todo, el alma es una forma y las formas sólo existen en el compuesto).
Aristóteles no tiene dudas de que las partes nutritiva y sensitiva (o perceptiva) del alma no
pueden seguir existiendo después de la muerte, aunque sí sospecha (tal vez como una
rémora de su platonismo implícito que viola la premisa hilemórfica, según la cual una
forma no puede existir si no es en el compuesto) que al menos el alma racional puede
25
Para esa caracterización habitual de dualismo cf. supra n. 23. De una manera más cautelosa
Shields sugiere que Aristóteles adopta un modo no cartesiano de dualismo sustancial (que
habitualmente se denomina “dualismo superveniente” en el dominio de la filosofía contemporánea
de la mente): la sustancia inmaterial del alma “sobreviene” a la sustancia material del cuerpo
(Shields, 1988, p. 106). Este enfoque ha sido seriamente cuestionado (cf. Bolton, 2005, p. 216).
26
Una advertencia de Aristóteles contra el riesgo de “reificar” el alma al plantear cuestiones
inapropiadas acerca de su unidad con el cuerpo (como agudamente hace notar Mittelmann, 2013, p.
546).
27
El alma racional en su función de “intelecto agente”, que se da “separado” (del cuerpo o, tal vez
mejor, del intelecto paciente) es, dice Aristóteles, “inmortal y eterno” (De an. 430a22-23: ἀθάνατον
καὶ ἀΐδιον). No hay acuerdo entre los intérpretes respecto del significado de “separado” (χωρισθείς).
Omito aquí la discusión de este complicado problema; para una explicación pormenorizada, cf.
Gerson (2005, p. 152-162) y Boeri (2010, p. LI, n. 53 y p. CXII-CXXIII).
13
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
existir sin el cuerpo. Más aún, si el alma se identifica con la forma y el cuerpo con la
materia (De an. 412a17-19; 412b6-8; 414a14-19), y si debe haber una cierta relación de
dependencia entre la forma y la materia, no puede haber una forma separada (en el sentido
de una “separación real”, que para Aristóteles es claramente espacial: τόπῳ; De an.
413b15) de su correspondiente materia28.
También se podría sugerir que la psicología aristotélica es un cierto tipo de
“sustancialismo”; claro que Aristóteles aclara que se trata de una sustancia “en el sentido de
forma” (εἶδος), pero decir que el alma es una forma no está exento de dificultades. Bernard
Williams sostiene que el hilemorfismo aristotélico que subyace a su psicología es sólo una
forma “educada” (polite) de materialismo (Williams, 2008, p. 224-225)29. Williams (2008,
p. 219) y Kenny encuentran el origen de la dificultad en una ambigüedad en la noción de
forma: si se dice que el alma es una sustancia (lo cual puede llevarnos a pensar que es una
“cosa”) y luego resulta que el alma es más bien una propiedad, hay una ambigüedad crucial
en la noción de forma. Cuando Kenny se refiere a esa ambigüedad de la forma aristotélica y
distingue entre una noción abstracta de forma y una noción entendida en el sentido de un
agente motriz o eficiente, parece que el punto de vista aristotélico se oscurece30. La
definición de alma sugiere que ella no es una cosa, sino una propiedad de una cosa, de
donde parece seguirse que Aristóteles avalaría un enfoque atributista. El problema de
Williams y Kenny es que algo no puede ser a la vez un x abstracto (la forma sustancial que
es el alma aristotélica, tal como se la define en D1) y un x concreto que puede ser un agente
de cambio. Pero eso no es un problema para Aristóteles, ya que, por una parte, no toda
sustancia aristotélica es una “cosa” (si por “cosa” se entiende un objeto perceptible del
mundo empírico). La forma sustancial en un ser humano es aquello por la cual una persona
es una persona, o aquello que hace a una persona una persona (εἶδος aquí debe significar
“esencia”). En cada uno de estos casos el “hace” es el “hace” de la causalidad formal, como
cuando decimos que es una cierta forma la que “hace” de un trozo de madera una mesa.
28
Sobre el problema de si el alma está o no localizada en distintas partes del cuerpo, cf. Movia
(1991, p. 288-289). Éste, desde luego, no es un problema para el materialismo contemporáneo, pero
sí lo fue para Aristóteles quien, aun argumentando a favor de la inmaterialidad del alma, advierte
los problemas que hay para explicar cómo esa entidad inmaterial está en el cuerpo y tiene poderes
causales sobre él.
29
Jaworsky (2016, p. 213-217) ha presentado un conjunto de argumentos vigorosos en contra de la
sospecha de Williams. Sería interesante discutirlos; omito hacerlo en vista de la brevedad.
30
Cf. Kenny (1994, p. 149).
14
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
15
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
cosas semejantes, aunque, según el principio de que “lo semejante es conocido por lo
semejante”, debería hacerlo. Esta objeción parece un poco presuntuosa, pero sirve para
neutralizar la sospecha de que un objeto corpóreo por sí mismo sea capaz de desarrollar
actividades psicológicas (como conocer y percibir).
Si bien la atribución de Aristóteles a Platón de la tesis de que lo semejante es
conocido por lo semejante tiene una base textual bastante precisa en los textos platónicos
(cf. Timeo 45c2-d3), es de todos modos sorprendente que en su objeción a esa tesis atribuya
a Platón la idea de que un objeto corpóreo es capaz de conocer o percibir, pues conocer y
percibir son actividades psicológicas por excelencia también en la psicología platónica. En
todo caso, lo que Aristóteles parece querer señalar es que esas actividades psicológicas no
pueden estar ancladas en lo corpóreo, por un lado; pero su interés principal es enfatizar que
los elementos (fuego, aire, agua y tierra) – que son como la materia – requieren de un
principio unificador que los mantenga juntos y los determine de cierta manera (De an.
410b12). Esto, leído en el trasfondo de la metafísica aristotélica, es la relación entre la
materia (que es inerte) y la forma (que es capaz de “poner en movimiento” la materia).
La objeción aristotélica fundamental al fisicalismo presocrático y, en cierto modo, a
la “metafísica naturalizada” de su tiempo es que el alma lo es de “un cierto tipo de
cuerpo”31; en lo que creo que fue su intento de superar el materialismo reductivo de los
presocráticos y el inmaterialismo extremo de Platón, Aristóteles postula una especie de “co-
dependencia” entre alma y cuerpo (que a su vez deriva de la dependencia recíproca entre
materia y forma), pero en tal co-dependencia el alma no puede ser el principio vital de
cualquier tipo de cuerpo, sino de aquel en el que puede tener lugar el despliegue de
funciones psíquicas bien definidas (cf. el ejemplo del hacha en De an. 412b10-17). Si este
argumento es razonable, hay al menos un motivo para pensar que la psicología de
Aristóteles puede entenderse como un capítulo de su física y, por ende, también de su
biología. Los seres vivos aristotélicos son entidades físicas, pero Aristóteles los explica
recurriendo a sus nociones metafísicas fundamentales, según las cuales cualquier individuo
perceptible es un compuesto de materia y forma.
31
La “metafísica naturalizada” se entiende como la teoría que afirma que dicha metafísica se refiere
a un dominio dentro de lo empírico, no a un dominio que vaya más allá de él (cf. Esfeld, 2018, p.
143-144).
16
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
La idea de fondo, entonces, es que no hay cuerpo sin alma ni alma sin cuerpo;
después de todo, es el propio Aristóteles quien afirma que “el alma no es/existe sin un
cuerpo ni es cierto tipo de cuerpo” (De an. 414a19-20). Creo que la relevancia de esta sutil
observación no puede ser exagerada; de hecho, es descriptiva de la manera en que la
psicología aristotélica se aleja de la psicología platónica (“el alma no existe sin un cuerpo”)
pero, al mismo tiempo, conserva un supuesto fundamental del platonismo (“el alma no es
un cuerpo”). La innovación de Aristóteles consiste en subrayar que las operaciones
psicológicas no pueden ocurrir independientemente de un cuerpo. Este tipo de enfoque
podría entenderse como la “teoría psicológica del término medio”, siendo los dos extremos
de este término medio un “materialismo burdo”, por un lado (vinculado en cierta medida a
una metafísica naturalizada representada por los atomistas), y un “inmaterialismo puro”
(Platón), por el otro (asociado a la metafísica no naturalizada). Las objeciones que ponen en
duda que la forma sea activa y la materia pasiva parten de un conjunto de premisas
materialistas que Aristóteles rechaza, pero el problema más interesante es, en mi opinión,
por qué él niega que la materia por sí misma pueda tener poderes activos. Una explicación
razonable aquí, creo, es que esté reaccionando al hilozoísmo tan característico de los
filósofos presocráticos. Esos filósofos, sostiene Aristóteles, suponen que todo es cuerpo,
pero no proporcionan una razón para explicar por qué la materia está en movimiento (como
de hecho parece estarlo), e implícitamente declaran que la materia es un objeto en
movimiento. El milesio Tales parece haber supuesto que el alma es algo capaz de mover,
17
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
“si, en realidad, sostuvo que la piedra imantada tiene alma porque mueve al hierro” (De an.
405a19-21). Más tarde, Aristóteles conjetura que, después de los que afirman que el alma
estaba mezclada en el universo mismo, por esa razón “Tales pensó que todo estaba lleno de
dioses” (411a7-8).
Este famoso dictum, atribuido a Tales (tanto por Aristóteles como por Platón, Leyes
899b), constituye la versión más evidente del hilozoísmo presocrático, la tesis de que la
materia está animada. El ejemplo del imán (en 405a19) sugiere que incluso las cosas
aparentemente inertes parecen tener vida. La tesis de que “todo está lleno de dioses” es una
cierta forma de lo que en la actualidad suele entenderse por “pansiquismo”, es decir, la
afirmación que atribuye alguna forma de conciencia a la materia. Aristóteles da varias
razones en contra de este punto de vista; una de ellas es que el alma que está en el aire o en
el fuego no produce un ser vivo, mientras que sí lo produce cuando está en los elementos
mezclados.
Para concluir esta sección, discutiré brevemente lo que entiendo como “el método
dialéctico en acción”; argumentaré que cuando Aristóteles discute con los materialistas
psicológicos (que lo preceden o de su época) trata con teorías que tienen principios falsos
pero razonables, por un lado, y principios falsos y burdos, por el otro. Los puntos de vista
de Empédocles y Platón son buenos ejemplos de lo que he llamado “teorías falsas y
burdas”: sostener que “lo semejante es conocido por lo semejante” no sólo es falso (por lo
que ya he explicado), sino que, en la medida en que confiere poderes cognitivos a los
elementos por sí mismos (es decir, a un trozo de materia por sí misma), también constituye
una posición burda. Pero en opinión de Aristóteles, el mejor ejemplo de una tesis que es a
la vez falsa y burda es la de aquellos que, como Jenócrates, sostienen que el alma es un
número que se mueve por sí mismo. Llegado a este punto Aristóteles piensa que ya ha
demostrado que el alma no puede ser movida, y si no es movida en general, es evidente que
tampoco puede ser semoviente (cf. De an. 408b30-409a10; en el pasaje 408b32 califica la
tesis de que el alma es un número como “la más absurda, o irracional”: ἀλογώτατον).
Pero, por otro lado, Aristóteles también presenta tesis que, según mi distinción
inicial, a pesar de ser falsas, contienen algunos ingredientes razonables. De hecho, cuando
observa que aquellos que han hecho la suposición razonable (405a5) según la cual, lo que
pone en movimiento por su propia naturaleza está entre las cosas primarias, encuentra una
18
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
razón para comprender por qué algunos declararon que el alma es fuego. La tesis es falsa
porque, en su opinión, un objeto corpóreo es inerte por naturaleza y, por tanto, no puede
identificarse con el alma, que en su propia naturaleza es algo activo y cuyas capacidades
biológicas e intencionales no pueden reducirse a un cuerpo (además del hecho de que, si el
alma fuera un cuerpo, habría dos cuerpos en el mismo lugar, lo que para Aristóteles es
absurdo; De an. 409b2-e). Pero esta posición también es de alguna manera razonable en la
medida en que el fuego es el más sutil e incorpóreo de los elementos (405a6-7). Así,
aunque la tesis es falsa, proporciona un ingrediente decisivo para la doctrina aristotélica del
alma: la incorporeidad.
19
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
es una creencia o un deseo en virtud de lo que hace y no en virtud de los materiales de los
que su sistema está compuesto. No es analizando el sistema sino su función como
comprenderemos el proceso. Cualquier sistema puede tener mente a condición de que sea
capaz de realizar la función adecuada32.
Aunque tanto las lecturas materialistas33 como las espiritualistas34 han reclamado
que su interpretación de la psicología aristotélica es la correcta, los desacuerdos reinantes
parecen deberse a la falta de precisión de los textos psicológicos de Aristóteles al hablar de
“lo anímico-mental” o, mejor aún, al carácter exploratorio de sus escritos. Sin duda,
Aristóteles tiene numerosas certezas (que, además, argumenta cuidadosamente) acerca de lo
anímico o mental: (i) el alma no es un cuerpo, pero (ii) no “existe” si no es a través del
cuerpo. (iii) El alma es el principio de los seres vivos, ya que garantiza determinadas
funciones vitales de los mismos. (iv) Si el alma es una forma, hay dudas razonables para
suponer que el alma “numérica” (i.e., individual) no puede persistir después de la muerte
(cf. De an. II 4). (v) La capacidad de alimentarse o de percibir es diferente de estar
alimentándose o de experimentar una percepción (visual, por ejemplo). Pero si el sistema
corpóreo-fisiológico no se encuentra en buenas condiciones, no es posible activar esas
capacidades35.
32
“Dos sistemas son funcionalmente isomórficos si hay una correspondencia entre los estados de
uno y los estados del otro que conserve las relaciones funcionales” (Putnam, 1997a, p. 291; el
destacado en itálica es de Putnam). Es decir, dos sistemas pueden tener constituciones muy
diferentes y ser isomórficos desde el punto de vista funcional (cf. p. 292-293). Desde el punto de
vista de la realización de la función la realización físico-química del sistema es completamente
accidental para el funcionalismo (p. 293).
33
Atributismo, funcionalismo, emergentismo, materialismo no reductivo (sobre el cual, cf. Sorabji,
1979, p. 49, n. 22; ver también infra n. 35).
34
Burnyeat (1995; 1995a). Sobre el contraste espiritualismo-materialismo, cf. la discusión de Zucca
(2015, p. 143-151).
35
La lectura emergentista de Aristóteles a veces puede resultar interesante. Según los emergentistas,
los estados mentales no son idénticos a los estados físicos del cerebro ni pueden reducirse a ellos,
pero tampoco son independientes de los mismos. A diferencia del materialismo reductivo, el
emergentismo afirma que respecto de la estructura y la función de ciertos sistemas físicos complejos
se dan propiedades que son únicas y que no se encuentran en las partes más pequeñas de la materia.
Dichas propiedades de los sistemas más complejos no son reductibles a las de los elementos
constitutivos, aun cuando no pueden existir sin ellos (cf. Kim, 1998, p. 226-229). Shields es uno de
los aristotelistas contemporáneos que ha defendido una interpretación “emergentista-superviniente”
de la psicología aristotélica (cf. Shields, 1988), según la cual el alma es una cosa que “sobreviene”
al cuerpo. Aristóteles habría planteado un cierto tipo de “dualismo sustancialista”, que Shields
prefiere llamar “dualismo superviniente”, una interpretación que parece haber abandonado en su
20
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
reciente traducción comentada del De an. (Shields, 2016), donde, hasta donde he podido ver, ya no
argumenta a favor de entender la psicología aristotélica como un dualismo superviniente.
36
Esta aguda observación es de Sorabji (1979, p. 43, n. 2).
37
Cf. Granger (1996, p. 34). El funcionalismo no es (al menos no necesariamente) materialista en
sentido reductivo en la medida en que permite que pueda conservarse la inmaterialidad de los
estados mentales. Sin embargo, exige que todo estado mental sea ejemplificado en algún tipo de
sistema material: para cualquier variedad de funcionalismo, el “organismo” será una cosa material,
y aunque todos sus estados serán estados materiales, algunos de dichos estados materiales también
serán estados mentales porque serán capaces de satisfacer ciertas funciones propias de lo mental.
21
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
38
La tesis de que no hay correlaciones estrictamente “legales” entre los fenómenos “mentales” y los
“físicos”, lo cual establece que el dominio de lo mental, debido a su esencial falta de normatividad,
no puede ser un objeto serio de investigación científica. Cf. Davidson (2004, p. 121).
39
Davidson (1980, p. 214). Desde el momento en que Davidson admite que hay interacciones
causales en las que intervienen eventos mentales, también debe admitir que tales eventos mentales
pueden funcionar como factores causales, puesto que son idénticos a ciertos eventos físicos. Esto,
sin embargo, no implica que las propiedades mentales sean reductibles a propiedades físicas.
40
Davidson (1980a, p. 230-231).
41
Tanto el monismo anómalo de Davidson, como el funcionalismo de Putnam pueden entenderse
como ejemplos de “materialismo no reductivo”. Al menos algunas formas de emergentismo y de
funcionalismo tienen, por tanto, razones para asimilar algunas tesis psicológicas de Aristóteles a sus
propias explicaciones. En efecto, aunque Aristóteles distingue con claridad los ítems físicos de los
anímicos, defiende con especial interés la tesis de que no es posible que los estados anímicos se den
independientemente del cuerpo o de ciertos estados corpóreos.
22
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Aristóteles quiere aclarar (i) cuáles son las condiciones físicas que permiten ciertos
procesos fisiológicos y anímicos (es decir, vitales) como la respiración. Sin laringe, no hay
respiración, y los pulmones son la parte del cuerpo que permite que el animal respire. (ii) El
lugar que fundamentalmente necesita de la respiración es el que “está en torno del
corazón”; Aristóteles afirma esto porque, erróneamente, pensaba que el corazón es el centro
de la vida anímica del animal (aunque hay un sentido en el que uno debería ser caritativo
con él, ya que no cree que el corazón sea el centro de la vida mental, sino “anímica”, y
anímica debe significar vital en sentido amplio: vida nutritiva, perceptiva y mental en el
sentido de “intelectual”). Si el corazón deja de latir, el animal muere y, obviamente,
también cesan todas las funciones vitales ancladas en cada una de las “partes” del alma. (iii)
Cuando el aire es inspirado entra dentro del cuerpo, de donde parece inferir que (iv) la
“voz” (φωνή; i.e., un sonido articulado y significativo), vista desde una perspectiva
puramente fisiológica, no es más que el impacto o choque del aire inspirado contra la
tráquea. Pero ese impacto o choque es producido por o a causa del alma “dispersa” en esas
partes. Es decir, sin la función anímica respectiva (en este caso debe tratarse de la función
anímica correspondiente al alma nutritiva o vegetativa, porque la respiración es parte de los
procesos vitales vegetativos), no puede producirse ese impacto y, por ende, tampoco la voz.
Para concluir: creo que por las razones que he dado el hilomorfismo es clave para
entender el proyecto aristotélico de psicología filosófica. Pero por eso mismo, el modelo
psicológico aristotélico, además del hecho de basarse en una fisiología errónea o deficiente,
parte de una premisa que la mayor parte de las teorías contemporáneas de la mente
rechazan: un objeto natural es, como cualquier otro objeto del mundo perceptible (el “único
mundo” diría un filósofo contemporáneo para quien el materialismo es un punto de partida
42
Es decir, de la respiración. Sobre la relevancia de la laringe como condición necesaria de la
respiración y, por ende, de la voz, cf. Aristóteles, Investigación de los animales 535a29-30. Los
peces son áfonos porque carecen de laringe y de pulmones (Investigación de los animales 535b14-
15).
23
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
43
Burnyeat (1995, p. 19).
44
Parece que Aristóteles entrevió esto con claridad al proponer lo que antes he llamado su “teoría
psicológica del término medio” (para la cual me permito enviar a Boeri, 2018, p. 154-155; p. 161-
165).
24
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
BARNES, J. Aristotle’s concept of mind. In: J. Barnes, M. Schofield & R. Sorabji (Eds.).
Articles on Aristotle (psychology and aesthetics). London: Duckworth, 1979, p. 34-41.
BEAKLEY, B. & LUDLOW, P. (Eds.). The philosophy of mind. Classical problems/
contemporary issues. Cambridge, MA: MIT Press (2nd ed.), 2006.
BODÉÜS, R. Aristote. De l’âme (Traduction et presentation par Richard Bodéüs). Paris :
Flammarion, 1993.
BOERI, M.D. μήτ' ἄνευ σώματος εἶναι μήτε σῶμά τι ἡ ψυχή (Aristóteles, De anima B 2.
414 a 19-20). A propósito del alcance de las interpretaciones funcionalistas de la psicología
aristotélica y del carácter causal del alma. Elenchos (Rivista di studi sul pensiero antico)
XXX Fascicolo 1, p. 53-97, 2009.
_____. Aristóteles. Acerca del alma (Traducción, introducción, notas y apéndice). Buenos
Aires: Editorial Colihue, 2010.
_____. Plato and Aristotle on what is common to soul and body: some remarks on a
complicated issue. In: Marcelo D. Boeri, Yasuhira Y. Kanayama & Jorge Mittelmann
(Eds.) Soul and mind in greek thought. Psychological issues in Plato and Aristotle. Cham:
Springer, 2018, p. 153-176.
BOERI, M.D., KANAYAMA, Y. General introduction. In: Marcelo D. Boeri, Yasuhira Y.
Kanayama & Jorge Mittelmann (Eds.). Soul and mind in greek thought. Psychological
issues in Plato and Aristotle (citado arriba), p. 1-15, 2018.
BOLTON, R. Perception naturalized in Aristotle’s De anima. In: R. Salles (Ed.)
Metaphysics, soul, and ethics in ancient thought. Themes from the work of Richard Sorabji.
Oxford: Oxford University Press, p. 209-244, 2005.
BOS, A. Why the soul needs and instrumental body according to Aristotle (Anim. I, 3,
470B13-26). Hermes, vol. 128, N° 1, p. 20-31, 2000.
_____. “Aristotelian” and “Platonic” dualism in hellenistic and early christian philosophy
and in gnosticism. Vigiliae Christianaei, 56, p. 273-291, 2002.
_____. The soul and its instrumental body. A reinterpretation of Aristotle’s philosophy of
living nature. Leiden: Brill, 2003.
BURNYEAT, M. F. Is an Aristotelian philosophy of mind still credible? In: Nussbaum, M.
C. & Rorty, A. O. (Eds.). Essays on Aristotle’s De Anima. Oxford: Oxford University
Press, 1995, p.15-26.
25
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
_____. How much happens when Aristotle sees read and hears middle C? Remarks on De
anima 2.7-8. In: Nussbaum, M. C. & Rorty, A. O. (Eds.). Essays on Aristotle’s De Anima,
(citado arriba), 421-434, 1995a.
CHARLES, D. Aristotle’s psychological theory. In: J. J. Cleary & G. M. Gurtler, S.J.
(Eds.). Proceedings of the Boston Area Colloquium in Ancient Philosophy, vol. 24, Issue 1.
p. 1-29, 2008.
CHARLTON, W. Aristotle’s definition of soul. In: T. Irwin (Ed.). Aristotle. Metaphysics,
epistemology, natural philosophy. New York & London, 1995, p. 244-260.
CORCILIUS, K. & GREGORIC, P. Aristotle’s model of animal motion. Phronesis 58, p.
52-97, 2013.
CRANE, T. & PATTERSON, S. (Eds.). History of the mind-body problem. New York:
Routledge, 2000.
DAVIDSON, D. Mental events. In: D. Davidson. Essays on actions and events. Oxford:
Clarendon Press, p. 207-227, 1980.
_____. Psychology as philosophy. In: D. Davidson. Essays on actions and events. Oxford:
Clarendon Press, p. 229-244, 1980a.
_____. Could there be a science of rationality? In: D. Davidson. Problems of rationality.
Oxford: Clarendon Press, p. 117-134, 2004.
_____. Aristotle’s action. In: D. Davidson. Truth, language, and history. Oxford: Oxford
University Press, p. 277-294, 2005.
ESFELD, M. Metaphysics of science as naturalized metaphysics. In: A. Barberousse, D.
Bonnay & M. Cozic (Eds.). The philosophy of science. A companion. Oxford: Oxford
University Press, p. 142-170, 2018.
FILÓPONO. In: Aristotelis De anima libros commentaria (ed. M. Hayduck). Berlin:
Academiae Litterarum Regiae Borussicae (cito por número de página y línea de esta
edición), 1897.
FODOR, J. The language of thought revisited. Oxford: Clarendon Press, 2008.
GERSON, L. Aristotle and other platonists. Ithaca: Cornell University Press, 2005.
GRANGER, H. Aristotle’s idea of the soul. Dordrecht-Boston-London: Kluwer, 1996.
JAWORSKI, W. Structure and the metaphysics of mind: how hylomorphism solves the
mind-body problem. Oxford: Oxford University Press, 2016.
26
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
27
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
SHIELDS, C. Soul and body in Aristotle. Oxford Studies in Ancient Philosophy, 6, p. 103-
137, 1988.
_____. Aristotle, De anima (translation with an introduction and commentary). Oxford:
Oxford University Press, 2016.
SORABJI, R. Body and soul in Aristotle. In: J. Barnes, M. Schofield & R. Sorabji (Eds.).
Articles on Aristotle (psychology and aesthetics). London, 1979, 42-64 (1a ed. 1974).
WATSON, R. A. Dualism. In: R. Audi (Ed.). The Cambridge dictionary of philosophy (2nd.
ed.). Cambridge: Cambridge University Press, p. 244–245, 1999.
WILLIAMS, B. Hylomorphism. In: Bernard Williams. The essence of the past. Essays in
the history of philosophy (ed. by Myles Burnyeat). Princeton and Oxford: Princeton
University Press, 2008, p. 218-227.
ZUCCA, D. L’anima del vivente. Vita, cognizione e azione nella psicologica aristotelica.
Brescia: Morcelliana, 2015.
28
A CAPTAÇÃO DO OBJETO COGNITIVO PELA EPISTEMOLOGIA
DE ARISTÓTELES
RESUMO: O texto tenta construir um argumento sobre a captação de objetos cognitivos pela
alma, em Aristóteles. Da repetição de percepções indiferenciadas, a imaginação obtém imagens
que condensa numa única experiência, da qual forma o universal. Esse resultado só pode ser
atingido porque os dados colhidos das faculdades perceptivas são traduzidos pelos elementos
significativos da linguagem, permitindo a formulação de juízos verdadeiros e falsos, pelos quais
a realidade pode ser descrita.
PALAVRAS-CHAVE: Aristóteles. Percepção. Sensíveis. Imaginação. Experiência.
Universais.
ABSTRACT: This text tries to construe an argument on how the soul grasps cognitive objects
in Aristotle. From the repetition of undifferentiated sense perceptions, imagination gets images
condensed in a single experience from which the universal is formed. Such result can only be
achieved because the data collected from sense perception were captured by the significative
elements of discourse enabling the formulation of true and false judgements through which
reality may be described.
Platão
1
A ‘objeto’ não corresponde nenhum termo ou expressão definida em grego. O termo é ao
longo deste texto tomado em dois sentidos: 1. como o complemento da função de um órgão,
aquilo que ele capta: cor, som, cheiro, sabor, textura; 2. a “coisa” definida, o “isto” que o sujeito
percipiente percebe: um homem, uma mesa etc.
2
Apesar de não sustentar de forma explícita a estrita incomunicabilidade entre as duas
competências.
30
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Aristóteles
31
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
semelhante”3, conclui que é do dessemelhante, mas que o órgão percipiente acaba por se
tornar semelhante ao [objeto] percebido 4 (417a18-20, 418a3-6; III2, 425b22-23).
Resolvida esta dificuldade preliminar, pode então avançar para a análise da faculdade
perceptiva.
3
Bom exemplo será: Empédocles DK31B109 (31A86). Note-se que, apesar da sua relação com
o tópico, este fragmento do Agrigentino não é citado neste passo (já fora em I2,402b, 12-14,
noutro contexto). O fragmento que formalmente defende essa tese é de Demócrito (Sexto Adv.
math. VII 116-118), mas pode se tratar de uma concepção espalhada, veja-se DA III3, 427a22-
23; 427b2-5, comentado adiante.
4
“O [órgão] percipiente é em potência aquilo que o percebido já é em ato. Não é, portanto,
afetado por ser semelhante ao percebido, porém, uma vez afetado, se assemelha e é tal como
ele” (418a3-6). Significa isto que — ao receber a forma sem a matéria [do percebido] (II12,
424a19-20) —, o órgão é afetado, se tornando receptivo da forma sensível (424a24-28). Sobre o
problema posto pelo tipo de ‘alteração’ envolvido na percepção do dessemelhante, ver II5, e M.
Burnyeat (2002).
5
Embora atribua a infalibilidade à percepção dos sensíveis próprios, Aristóteles adverte ser
possível o erro pela relacionação desses sensíveis, por exemplo, com os corpos físicos que os
suportam (418a16-17).
32
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Cada faculdade, enquanto potência, realiza a sua função captando, em ato, pela
atividade do órgão próprio, o objeto específico deste6, sendo cada sentido constituído
como uma proporção (logos), definida a partir do par de contrários que é capaz de
captar7. O intermediário medeia a interação do órgão com o seu objeto, visto Aristóteles
defender que o sensível não atua diretamente sobre o órgão (419a13-35).
A captação dos sensíveis próprios é infalível. No entanto, como é raro que um
destes sensíveis seja percebido isoladamente (por exemplo, uma cor sem extensão, um
som alheio ao choque que o produz, um gosto sem o cheiro ou textura a eles associado:
418a16), no momento em que a sua captação é concomitante com a atividade de outros
sentidos, deixa de ser infalível.
Nestes casos, o filósofo pensa que intervém na percepção um outro tipo de
sensíveis, a que chama comuns, por serem ao mesmo tempo captáveis por diversos
sentidos (418a18-20 8 ). Por exemplo, o granulado branco, percebido pelo tato e pela
vista sobre a mesa, é identificado pelo gosto como ‘açúcar’, se adoça, ou como ‘sal’, se
em vez disso salga.
Dado a gama dos sensíveis comuns abarcar “movimento, repouso, figura,
grandeza, número” (DA II6, 418a17-18, ou “unidade”: III1, 425a15-16) 9 , é fácil
perceber que nenhum objeto corpóreo pode ser percebido, se não for mediante o
6
“A percepção é, em potência, aquilo que o sentido é em ato” (DA II5, 418a3-4). Todavia, a
verdade da percepção reside no percebido (som, cor, cheiro etc.) e não no “estado mental” que
“internamente” o capta (EVERSON, 1995, p. 268), apesar de “órgão e potencialidade serem o
mesmo”, mas “não o [seu] ser” (424a25).
7
Aristóteles sustenta que todas as cores percebidas se situam entre a luz e a treva, como todos
os sons entre o agudo e o grave. Quando a experiência perceptiva não permite a manifestação de
contrários, ocorrem diferentes percepções, como aquelas que o quadro acima exemplifica, em
relação ao olfato, gosto e ao tato.
8
“São comuns a todos, pois constituem certo tipo de movimento, sensível pelo tato e pela vista”
(418a19-20).
9
Outros “comuns” são apontados noutras fontes (SHIELDS, 2016, p. 226, indica várias;
POLANSKY, 2007, p. 256; ver ainda a crítica à caracterização dos diversos “comuns”: p. 256-
259).
33
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Consciência
10
Tendo Aristóteles esclarecido que tanto os sensíveis per se como os comuns são percebidos
como próprios (II6, 418a19-20) e que não há um órgão próprio dos sensíveis comuns (III1,
424b23-24, 425a13-b11), estes só podem ser percebidos porque cada sentido funciona como
próprio e como comum. Quando vemos uma cor, vemos também o seu limite definido por
outras, e o repouso ou movimento etc., que seriam difíceis de perceber se a vista fosse o único
sentido e o “branco” o seu objeto (DA III1, 425b6-11; EVERSON, 1995, p. 282-290).
11
Os ‘sensíveis por acidente’ “envolvem a identificação de objetos coincidentes com objetos
especiais ou comuns” (SHIELDS, 2016, p. 224, p. 227).
12
A partir da tradução de V. Caston (2002). Notar as mudanças de foco nos passos que referem
a receptividade das formas sem a matéria: onde era mencionado “o sentido” (aisthêsis: II12,
424a17), aparecerá adiante “o órgão” (aisthêtêrion: III2, 425b23); onde antes eram apontadas
“as formas sensíveis”, depois se lê “o sensível”, no singular (tou aisthêtou); ver o comentário de
Polansky (2007, p. 383, p. 401) ao passo citado, e também o de C. Shields (2016, p. 263-267).
34
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Síntese
O percurso realizado pelo filósofo nos sete últimos capítulos de DA II, aos quais
se acrescentam os três primeiros de DA III, atesta a múltipla funcionalidade do
tratamento conferido às faculdades sensoperceptivas. Incorporando diversos tipos de
sensível num processo que inicia a recepção de dados perceptivos, a Psicologia de
Aristóteles atinge um grau de sofisticação inédito, revelando o seu poder no modo como
a sensopercepção vai interagir com outras faculdades e subsistemas cognitivos.
13
Caston usa contra Sisko (2004) o flagrante exemplo de alguém que, além de perceber que há
“um ônibus avançando velozmente”, percebe também que é “contra ele” que, com perigo,
avança, para mostrar isso mesmo (2004, p. 532).
35
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
14
Note-se a falta, no grego clássico, de um termo que signifique inequivocamente ‘palavra’. O
termo traduz a expressão ta graphomena, “as coisas escritas”.
15
Tradução de Ricardo Santos, 2016; ver as notas à tradução.
16
A referência ao DA no final do passo citado atesta a relação íntima dos dois tratados, no que
diz respeito à questão discutida.
17
Ao contrário de Platão, que estrutura a realidade a partir do modo como pode ser captada
pelas competências cognitivas, Aristóteles parte da sua análise da linguagem para relacionar
Epistemologia e Ontologia.
36
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
1-3, 16a19-17a22), pois, esses “sons” vocais são de três tipos: ‘nomes’ e ‘verbos’, além
do ‘enunciado’ (logos) por eles formado.
De que é o nome ‘nome’? Nas Categorias, o Estagirita analisa os diferentes
tipos de expressões combinadas por enunciados. São elas as “substâncias” —
“primeira” e “segunda” — e os dois ‘acidentes’: simples e “substancial” (Cat. 2a20-b9).
Podemos considerar que estes quatro tipos de entes exemplificam “coisas” que,
percebidas “na alma”, podem ser ditos pelo discurso.
Por exemplo, no enunciado — “Sócrates é homem” —, ‘Sócrates’ é o nome
próprio que identifica o sujeito — uma “substância primeira” —, enquanto ‘homem’
nomeia a “substância segunda” — o gênero, o universal —, à qual Sócrates pertence. Os
universais são aqui vistos como classes, das quais os particulares, reunidos sob a mesma
definição, são membros.
Mas o que é uma ‘definição’? Por exemplo, o enunciado — “O homem é um
animal racional” — constitui a definição do gênero ‘homem’, e aponta “animal
racional” como o “acidente substancial”, aquilo que “existe” em todos os (sujeitos)
particulares incluídos no gênero e “é dito” deles. Falta ainda referir os acidentes que
“existem num sujeito”, mas não são ditos dele, porque não o definem (por exemplo,
“alto/baixo”, “gordo/magro” etc).
Estes quatro tipos de nomes são algumas das “coisas ditas”, sem as quais não
seria possível referir quaisquer entes, nem reconhecer as diferenças que os distinguem e
permitem o seu conhecimento. Mas isso só pode acontecer porque o poder significativo
de cada um se manifesta de modo diferente. Os nomes são sons vocais significativos por
convenção, que se não referem ao tempo (DI 2, 16a19-21); enquanto os verbos
acrescentam o tempo (passado, presente, futuro) à significação daqueles (3, 16b6-7).
Essa diferença permite que, combinados com eles, possam ser usados para afirmar ou
negar uma coisa de outra: seja um universal, um acidente, ou um predicado, como os
elencados nas Categorias.
Ao instrumento linguístico que permite afirmar e negar chama-se ‘enunciado’.
Este é um conjunto de sons vocais, dos quais cada um dos elementos que combina —
nome e verbo — é significativa, por enunciar algo, sem afirmar ou negar (4, 16b26-28).
Afirmando e negando, o enunciado torna-se “verdadeiro” ou “falso” (4, 17a3-4),
manifestando a aptidão da linguagem para representar a realidade exterior, tal como os
sentidos a proporcionam às faculdades cognitivas.
37
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
O problema do universal
A formação do universal
18
Caracterizado como “um animal de tal e tal tipo” (100b2-3), “o universal significa uma
essência real” (IRWIN, 1982, p. 255-266), cuja forma inteligível é captada pelo pensamento
(DA III, 4, 429a27-28; tradução de L. Angioni, 2004).
38
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
19
Tradução de H. Carteron, 1996.
39
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
DA III,3
A imaginação
20
A transição da suposição à opinião implica que aquela seja proposicional. A afinidade da
suposição com “saber, opinião, sabedoria prática e seus contrários” (427b26-28; 428a, 22-24),
confirma esta leitura (WEDIN, 1988, p. 145-146).
40
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
ou falsa —, mas a opinião segue a “crença” (pistis), e esta, a razão discursiva, que
nenhum outro animal possui, embora muitos tenham imaginação.
Portanto, como a opinião não acompanha a percepção, não é [adquirida] através
dela, nem se mistura com ela — ou seria objeto dela —, é claro que não será a
combinação das duas (428a24-27). Resta-lhe ser a combinação da opinião “com aquilo
de que também há a percepção” (28-29), se concluindo que: “imaginar é opinar sobre
aquilo que se percebe, não por concomitância” (428b1-2).
Então, a “imaginação será uma espécie de movimento que não ocorre sem a
percepção”. Em percipientes de algo, resulta da percepção em ato desse algo a que
necessariamente se assemelha. Como, porém, “o percipiente pode agir e ser afectado
por muitas coisas, [a imaginação] pode ser verdadeira ou falsa” (428b11-16).
Pois, sendo apenas a percepção dos próprios verdadeira — ao contrário da dos
comuns e dos concomitantes —, o movimento por elas produzido será diferente da
sensopercepção atual, quando esta não está presente ou quando é distante (428b25-30).
Da percepção ao pensamento
21
Para quem a imaginação é entendida como “uma experiência sensorial não-paradigmática”.
Contra, M. Wedin, que defende a imaginação como uma “teoria canônica consistente” (1988, p.
64-90).
41
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Crítica a Platão
22
O exemplo da imagem do Sol, na qual o tamanho do astro é comparado com o de um pé
(428b3-4) não sortiria efeito se o percipiente não estivesse consciente da natureza ilusória dessa
aparência (POLANSKY, 2007, p. 422-423).
42
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Conclusão
REFERÊNCIAS
43
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
44
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
45
AS CONSEQUÊNCIAS DE ESQUECER AUSTIN
(CONCEPÇÕES DE CONTEXTO E VARIEDADES DE
CONTEXTUALISMO)1
Sofia Miguens
Universidade do Porto (Portugal)
RESUMO: J.L. Austin afirmou: “Quando examinamos o que devemos dizer quando, que
palavras devemos usar em que situações, estamos a olhar não meramente para as palavras (ou
“significados”, o que quer que estes sejam) mas também para as realidades de que falamos com
essas palavras que usamos”. Neste artigo analiso a forma como Michael Williams (Williams,
2018, 2019) segue a sugestão de Austin em discussões recentes com outro epistemólogo,
Duncan Pritchard (Pritchard, 2016). O resultado é a explicitação de algumas (más)
consequências de nos esquecermos de Austin quando professamos ser ‘contextualistas’. Um
objectivo central do artigo é identificar diferentes concepções de contexto pressupostas por
diferentes variantes de contextualismo epistemológico.
ABSTRACT: J.L. Austin claimed: “When we examine what we should say when, what words
we should use in what situations, we are looking again not merely at words (or “meanings”,
whatever they may be) but also at the realities we use words to talk about”. In this article I will
examine the way Michael Williams (Williams, 2018, 2019) follows Austin’s lead in recent
exchanges with another epistemologist, Duncan Pritchard (Pritchard, 2016), in order to spell out
some (bad) consequences of forgetting Austin when one is a contextualist. One main goal of the
article is to identify different conceptions of context underlying varieties of epistemic
contextualism.
1
O trabalho aqui apresentado foi desenvolvido no âmbito do Projecto The epistemology of religious
belief: Wittgenstein, grammar and the contemporary world (PTDC/FER-FIL/32203/2017), financiado
pela FCT (Fundação para a Ciência e a Tecnologia – Portugal). As traduções dos originais citados no
corpo do texto são minhas. Os originais aparecem em nota de pé de página.
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
1. Contextualismo em epistemologia
2
Para uma introdução ao pensamento de J.L. Austin publicada no Brasil, cf. Miguens (2016). Ver
também Miguens (2019).
3
Duncan Pritchard e Michael Williams têm sido importantes para nós no projecto Epistemology of
Religious Belief para compreender o reflexo na epistemologia das crenças religiosas das diferentes formas
de o contextualista enfrentar o céptico. O tópico é trabalhado no projecto quer por pessoas que têm
convicções religiosas pessoais quer por pessoas que não as têm. Esta é no entanto uma questão que aqui
deixarei totalmente de parte.
48
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
E continua:
4
Para este contexto de história da filosofia contemporânea, ver Miguens (2019).
5
E noutros lugares, nomeadamente nos Estados Unidos.
6
Austin (1962). Na edição brasileira foi escolhido o título Sentido e Percepção (São Paulo, Martins
Fontes, 2004).
7
« (…) the question of truth or falsity does not turn only on what a sentence is, nor yet on what it means,
but on, speaking very broadly, the circumstances in which it is uttered. Sentences are not as such either
true or false».
49
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
(…) pegar num feixe de frases (ou proposições como Ayer prefere
dizer) impecavelmente formuladas numa linguagem ou outra e as
dividimos naquelas que são verdadeiras e naquelas que são falsas,
também não poderia ser questão de pegar do nosso feixe de frases
naquelas que são prova para outras, naquelas que são ‘testáveis’, ou
naquelas que são ‘incorrigíveis’9 (AUSTIN, 1962, p. 110-11).
8
« But it is really equally clear, when one comes to think of it, that for much the same reasons there could
be no question of picking out from one’s bunch of sentences those that are evidence for others, those that
are ‘testable’, or those that are ‘incorrigible’. What kind of sentences uttered as providing evidence for
what depends, again, on the particular circumstances of particular cases; there is no kind of sentence
which as such is evidence-providing, just as there is no kind of sentence which as such is surprising, or
doubtful, or certain, or incorrigible, or true”.
9
« (…) take a bunch of sentences (or propositions as Ayer prefers) impeccably formulated in some
language or other and sort them out in those that are true and those that are false», there could be no
question of picking out from one’s bunch of sentences those that are evidence for others, those that are
‘testable’, or those that are ‘incorrigible’.»
50
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
O que Austin quer sublinhar é que o faz prova de quê depende das
circunstâncias particulares de casos particulares. O ponto acerca de linguagem é que
nenhum tipo de frase é por si, por ser uma frase desse tipo, fornecedor de prova ou
evidência. Quando Austin liga as duas observações (a observação semântica e a
observação epistemológica) com a expressão ‘pelas mesmas razões’ o que ele está a
fazer é sublinhar a dependência das circunstâncias, quer da verdade (o ser verdadeira ou
falsa de uma frase – ou melhor, de uma enunciação, utterance), quer do facto de algo
constituir evidência ou prova de alguma coisa.
É aqui que encontramos o ponto que me interessa no diferendo entre Williams e
Pritchard. É que, embora Williams admita que ele e Pritchard partilham muita coisa nas
sua leitura de Da Certeza (WITTGENSTEIN 1972), ele pensa que Pritchard é cego à
dependência das circunstâncias austiniana, que está, por sua vez, muito próxima daquilo
que Wittgenstein quer defender em Da Certeza. Na leitura de Pritchard, o grande
propósito de Wittgenstein em Da Certeza é mostrar que a justificação epistémica é
local, i.e. que o inquérito racional não coloca em questão a totalidade das crenças. Isto
é muito diferente de pensar que a significação, a verdade e a prova são dependentes das
circunstâncias, que é o que pensa Williams. Essa diferença é o meu interesse
fundamental no presente artigo.
51
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
10
«The questions we raise and our doubts depend on the fact that some propositions are exempt from
doubt, are as it were like hinges on which those turn.»
11
«That is to say, it belongs to the logic of our scientific investigations that certain propositions are in
deed not doubted»
12
«But it isn’t that the situation is like this: We just can’t investigate everything, and for that reason we
are forced to rest content with assumption. If I want the door to turn, the hinges must stay put.»
52
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Olhemos para um exemplo muito simples. Digamos que Austin, ele próprio, diz:
Eu vivo em Oxford (ou que eu digo: Eu vivo no Porto). Ele tem a certeza disso. A
pessoa ao seu lado não tem a certeza disso, não tem de ter. A pessoa ao lado de Austin
pode perfeitamente duvidar do que Austin diz (ou um amigo brasileiro pode duvidar do
que eu digo quando digo que vivo no Porto). Mas Austin, ele próprio, não pode duvidar
que vive em Oxford e eu própria não estou em posição de duvidar do que digo e penso
quando digo ‘Eu vivo no Porto’. Que forma poderia ter a dúvida de Austin sobre viver
em Oxford? Ele tem a certeza. Que forma teria a minha dúvida acerca de viver no
Porto? Eu tenho a certeza. Mas uma tal certeza não pode ser provada. O que poderia
constituir prova? Será que, no caso de Austin, o facto de receber correspondência em
seu nome, com um endereço de Oxford, constitui prova de que vive em Oxford? Será
que saber que vive em Oxford é algo que ele conclui a partir daí? Por exemplo, ele
recebe a correspondência endereçada a si e pensa: bem, eu devo viver em Oxford, já que
esta correspondência está endereçada a um Mr. J. L. Austin, e tanto quanto sei J. L.
13
«We know with the same certainty we believe any mathematical proposition, how the letters A and B
are pronounced, what the colour of human blood is called, that other human beings have blood and call it
‘blood’».
53
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Austin sou eu. Isto significa que eu devo viver em Oxford 14 . Seria muito estranho
pensar assim. Mas, claramente, também não se trata de uma verdade auto-evidente.
Como pode algo assim ser conhecimento?
Lembremo-nos da tese de Austin na passagem com que comecei: não existem
frases que sejam em si e por si duvidáveis ou indubitáveis – como se houvesse a pilha
das frases que seriam verdadeiras e a pilha das frases que seriam falsas, a pilha das
frases que fornecem evidência e a pilha das frases que precisam de provas (que em si,
an sich, precisam de provas). Se mesmo assim há certezas, proposições-dobradiça das
quais estamos tão certos quanto podemos estar certos de alguma coisa, então (e este é o
ponto de Austin e o ponto de Williams) isso significa que existem certezas objectivas
que não estão ligadas nem a razões conclusivas nem à auto-evidência. A ideia que entra
aqui então é a ideia de que uma certeza objectiva pode estar simplesmente ligada à
ausência de dúvidas razoáveis. Perguntamos: faz sentido duvidar disto? Por exemplo:
eu sei que vivo no Porto. Faz sentido eu duvidar disso? Não, que não faz sentido.
Williams preocupa-se evidentemente por explicitar o que significa aqui ‘fazer sentido’
(veja-se WILLIAMS, 2019, p. 73, acerca de ‘making sense’). Parece colocar-se uma
alternativa: será que não faz sentido duvidar porque duvidar disto seria ininteligível?
Ou será que não faz sentido duvidar porque duvidar disto seria totalmente irrazoável?
Williams escolhe as duas, ambas estão em causa no fazer ou não fazer sentido de uma
dada forma de pensar; retomarei este ponto mais à frente. A grande insistência de
Williams (presente no título do seu livro de 1991, Unnatural Doubts) é que dúvidas
também precisam de fundamento, não são apenas as crenças que precisam de
fundamento. O que Williams quer dizer com isto é que é preciso ter razões especificas
para duvidar de algo, da mesma forma que é em geral preciso ter razões específicas para
ter uma dada crença. Ora, pode simplesmente acontecer que numa dada circunstância
tudo fale a favor de p (por exemplo que eu tenho duas mãos, que o mundo não começou
a existir há 5 minutos atrás, que eu vivo no Porto) e nada fale contra. Então, nessa
circunstância eu não tenho razão para duvidar.
Frequentemente, os cenários para dúvida são trazidos à discussão nos termos das
chamadas ‘alternativas pertinentes’ (relevant alternatives). Vale a pena recordar que a
ideia de alternativas pertinentes que fez tanto trabalho na epistemologia das ultimas
décadas tem a sua origem em Austin, e precisamente no mesmo contexto que comecei
14
Claro que conseguimos imaginar circunstâncias excepcionais – por exemplo em que alguém ficou
amnésico – em que esta situação faria sentido. Mas elas são precisamente anormais.
54
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
por evocar, i.e. em Sense and Sensibilia, as lectures de Oxford sobre percepção. A ideia
surge quando Austin está a considerar a percepção e a insdiscriminabilidade subjectiva
de percepções verídicas e ilusões e quer saber o que poderia aliviar as dúvidas que aí
surjam.
Consideremos um exemplo muito conhecido de Sense and Sensibilia: digamos
que p é a proposição ‘está um pintassilgo no jardim’. Eu sei que está um pintassilgo no
jardim. Dizer que eu sei que p, que eu sei que está um pintassilgo no jardim é dizer que,
para os presentes propósitos e na presente situação, não existe uma alterativa pertinente.
Não significa que seja suficiente para estabelecer definitivamente que não se trata, por
exemplo, de um pintassilgo empalhado. Saber que p é o que é e não é muitas outras
coisas, diz Austin. Austin está, portanto, a sugerir que eu conte como sabendo que está
um pintassilgo no jardim mesmo se não sei que não é um pintassilgo empalhado, e se
for um pintassilgo empalhado, então evidentemente não é um pintassilgo.
Note-se que Pritchard pensa que Austin está simplesmente a sublinhar quão
diferentes são as nossas práticas comuns de avaliação epistémica e a avaliação radical
que o céptico exige. Ele crê que isso é tudo o que Austin faz (veja-se PRITCHARD,
2016, p. 68). Creio que o que Austin diz não é tão pouco, ou tão fraco, como Pritchard
pensa, mas não entrarei por aí.
De qualquer forma, certamente os leitores já reconheceram aqui a forma de
argumentos cépticos radicais, tais como o Génio Maligno ou o Cérebro numa Cuba.
Estes são formuláveis como um Argumento a partir da Ignorância (AI). CS é um
cenário céptico, como o cenário do Génio Maligno, p uma proposição como, por
exemplo, ‘Estas mãos são minhas’:
55
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Wile E. Coyote a flutuar por cima do abismo não nos faz duvidar da
lei da gravidade (WILLIAMS, 2019, p. 76)15.
15
«Wile E. Coyote floating above off the cliff on the screen does not make us doubt the law of gravity».
Wile E. Coyote é uma personagem de série de animação (Looney Tunes).
56
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
57
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
pode alguma vez ser conhecimento e certeza. Ao contrário do que diz Pritchard, estas
convicções não são arracionais ou inaptas para o conhecimento. Da forma como
Williams vê as hinges, estas não são compromissos viscerais: elas permitem
wissenschftlichen Untersuchungen16, i.e. investigações científicas (no sentido em que
‘científico’ tem em alemão e que se aplica a todas as áreas académicas e não apenas às
ciências naturais e formais). Pense-se no papel de acreditar que ‘o mundo não começou
a existir há cinco minutos atrás’ quando se está a escrever um artigo de história do
Brasil ou de Portugal. Tal crença não é um compromisso visceral e no entanto é uma
hinge, no sentido que está ser discutido.
16
O termo é de Wittgenstein.
17
«I'm not sympathetic to it (attributor contextualism) because my notion of context was never that notion
of context. What is their notion of context? It is a notion of “conversational” or “dialectical context”
according to which you can change the standards of justification and focus on the standards for
knowledge that are enforced by what error possibilities are brought up in the conversation. In the end
“context” is a matter of the question under discussion – about what error possibilities need to be excluded
by one's evidence or whatever, if one is to be knowledgeable.»
58
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
18
«Being in a position to know is a matter of how you are fixed in the world, and not just what error
possibilities are fleeting through your mind» (Williams em Couto & Corti, no prelo).
19
Pritchard (2016, p. 12). Pritchard chama a esta proposição a proposição E.
20
A expressão, tal como é usada por Williams significa prioridade do conhecimento experiencial
relativamente ao conhecimento do mundo externo (Williams, 2019, p. 62).
59
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
21
«(…) the issue of closure is a red herring. For Wittgenstein as for me, the crucial mistake is taken in the
first premise [of the Argument from Ignorance above, dealt with the radical skeptical scenarios)
The premise builds in two assumptions. The first is that an ‘everyday proposition’, as a candidate for
being known, can be identified simply by some broad feature of its content: it about a determinate object
or situation that can be recognized without specialist knowledge. The second is that there is no evident
reason to doubt the proposition’s truth: as far as we can tell, the situation appears to be conducive to our
knowing what we take ourselves to know. Both assumptions are wrong. The proper objects of epistemic
evaluation are what Austin calls ‘statements’: claims made (or commitments undertaken) by particular
speakers in particular circumstances. Whether a statement expresses knowledge, or a commitment
amounts to knowledge, depends on what is claimed, by whom, where and when. Being in a position to
know engages all four aspects of a person’s epistemic circumstances.»
‘
60
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
61
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Gostaria por isso de acabar com uma citação de Austin, de A Plea For Excuses (Austin
1970):
22
«While it might ultimately have been Wittgenstein’s intent [in OC] to motivate his anti-skepticism by
appeal to a highly context-sensitivity account of meaning, we should be wary of saddling ourselves with
this philosophical baggage if we can avoid it. For to take this kind of line (…) is to make oneself hostage
to wider philosophical claims, extending well beyond epistemology that may not be themselves plausible
in the final analysis.»
23
«I have never thought that one could treat epistemology as a kind of self-standing subspecialty, in the
way some people do today. I don't believe there are clear lines between epistemology, philosophy of
language, philosophy of mind, and metaphysics».
24
«When we examine what we should say when, what words we should use in what situations, we are
looking again not merely at words (or “meanings”, whatever they may be) but also at the realities we use
words to talk about: we are using a sharpened awareness of words to sharpen our awareness of, though
not as the final arbiter of, the phenomena».
62
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Aquilo que Austin representa para os muitos filósofos que se declaram austinianos,
como Williams, é a ideia segundo a qual em filosofia, pelo menos, não há uma coisa tal
que seja ‘meramente olhar para palavras’, como não há uma coisa tal que seja
meramente olhar para o conhecimento ou para a certeza sem querer saber de what we
say when (o que dizemos quando) e onde, e a quem e em que situação mundana, quando
dizemos que sabemos que p. Isto é algo que devemos manter em mente quando
discutimos num contexto epistemológico exemplos tais como ‘eu sei que estou sentado
à minha secretária, a escrever no meu computador’ ou ‘eu sei que estas mãos são
minhas’.
REFERÊNCIAS BIBLIOGRÁFICAS
AUSTIN, J.L. Sense and sensibilia. Oxford: Oxford University Press, 1962.
_____. A Plea for Excuses. In: AUSTIN, J.L. Philosophical papers. Oxford: Oxford
University Press, 1970.
COUTO, D. & CORTI, L. Contextualism in context – interview with Michael Williams.
In: Avant – Trends in Interdisciplinary Studies (no prelo).
MIGUENS, S. J.L. Austin, o realismo de Oxford e a epistemologia: uma releitura de
“Other Minds”. Revista Aurora, v. 28, n. 44, p. 653-686, 2016.
_____. Uma leitura da filosofia contemporânea – figuras e movimentos. Lisboa:
Edições 70, 2019.
PRITCHARD, D. Epistemic angst. Princeton NJ: Princeton University Press, 2016.
RYSIEW, P. Epistemic Contextualism. In: Zalta, N. (Ed.) The Stanford encyclopedia of
philosophy (Winter 2016 Edition). Disponível em:
<https://plato.stanford.edu/archives/win2016/entries/contextualism-epistemology/>
WILLIAMS, M. Unnatural doubts. Princeton NJ: Princeton University Press, 1991.
_____. Problems of knowledge. Oxford: Oxford University Press, 2001.
_____. Wittgenstein’s refutation of idealism. In: McMANUS, D. (Ed.). Wittgenstein
and scepticism. London: Routledge, 2004.
_____. Beyond unnatural doubts. In: MARCHESAN E. & ZAPERO, D. (Eds.).
Context, truth and objectivity. London: Routledge, 2019.
WITTGENSTEIN, L. On certainty. New York: Harper, 1972.
63
COMO SER INTENCIONALISTA E DISPOSICIONALISTA
André Leclerc
UnB/CNPq1
ABSTRACT: Intentionalists believe that intentionality, the relational property of being about something,
is constitutive of mentality. Brentano’s thesis says: 1) the mental is intentional; 2) nothing physical
exhibits that property. Dispositionalism, I believe, should be extended to include all mental properties,
which are also dispositional and realized physically in the brain, like the solubility of sugar which is
realized in its molecular structure. My aim is to show how we can be intentionalists (by accepting the first
part of Brentano’s Thesis) and dispositionalists at the same time (by accepting that mental states, acts and
events have a physical base of realization). In a nutshell: the intentional is the manifestation of mental
dispositions. Dispositions in general, psychological dispositions in particular, are two-sided and
presupposes, on the one hand, a physical realization, and a manifestation which is properly mental, on the
other. Something has to be said about language in that context, because public representations instantiate
semantic properties which also are intentional, and many of our mental states have their content specified
by the use of a sentence belonging to a public language.
1
Essa pesquisa foi desenvolvida graças a uma bolsa de produtividade do CNPq (processo 305365/2012-
6). Quero agradecer a Dra. Gesuína de Fátima Elias Leclerc pela leitura sempre atenta e as observações
valiosas.
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Algo extraordinário apareceu cedo na evolução da vida – ou talvez junto com ela
–, quando organismos adquiriram a capacidade de representar, de alguma forma, o meio
ambiente e de antecipar acontecimentos. Não sabemos com precisão quando e por quê.
Certamente, para ter a capacidade de representar, um organismo deve apresentar um
certo nível de complexidade. São chamados hoje de “intencionalistas” aqueles que
acreditam que esta propriedade relacional, a de ser acerca de algo, é constitutiva do
que é, para um organismo, ter uma mente. O que é mental é intencional. Essa
propriedade relacional pode ser instanciada não só por representações mentais de todo
tipo, como estados (crenças, desejos, intenções), eventos (como percepções, sensações,
dores, orgasmos, etc.), e atos mentais (julgar, decidir, lembrar, deliberar), como também
por representações públicas como fotografias, retratos, partituras, gráficos, mapas,
frases, palavras, etc. Temos boas razões para pensar que representações públicas
existem e são úteis somente porque existem organismos providos de mentalidade que as
usam na realização de seus planos, em particular nos planos comunicacionais. As
representações públicas são artefatos concretos cuja definição remete a necessidades,
desejos, ou intenções de usuários potenciais. De outro modo, nenhuma representação
pública (palavras, gráficos, mapas, etc.) poderia referir a algo ou ter um referente.
Todas as representações mentais e públicas “referem” ou “indicam”, ou ainda
“apontam” para algo que pode ser um objeto material concreto, algo abstrato (o único
número primo par), um estado de coisas simplesmente possível (que Rio Grande do Sul
seja um Estado independente da federação brasileira), um fato (a Inglaterra está fora da
UE), um evento (está chovendo), um outro estado mental (minha alegria motiva meu
desejo de ligar para minha esposa), uma propriedade instanciada (viajar a 800
quilômetros por hora), uma propriedade nunca instanciada (viajar mais rápido do que a
luz), algo inexistente (o Eldorado), ou ainda um artefato abstrato que necessita de uma
base material, como é o caso das instituições e dos personagens fictícios, que não
existem sem uma base material para funcionar, mas não se identificam com ela (o STF
não se identifica com um edifício nem com grupo de juízes, e os personagens fictícios,
como Hamlet ou Sherlock Holmes, são objetos culturais que existem graças a livros
concretos (token books), películas, CDs, e a atividade mental de pessoas interessadas,
etc.). Vivemos cercados de artefatos e as representações públicas são claramente
artefatos. Temos até boas razões para acreditar que muitas de nossas representações
66
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
***
67
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Júpiter). Palavras ou signos não têm o mesmo significado para sempre ou em todos os
contextos de uso. Um aperto de mão entre dois desconhecidos pode ser um sinal de boa
vontade e colaboração entre duas pessoas; entre duas pessoas que acabam de brigar, tem
outro significado; entre dois inimigos de longa data, é ainda diferente; quando envolve
dois velhos amigos, pode ser o sinal de que a relação esfriou (por que eles não se
abraçam?); e o famoso aperto de mão do Marechal Pétain e de Adolf Hitler causou uma
profunda tristeza, porque significou, para grande parte da nação francesa, a rendição.
Esse fenômeno da variabilidade do sentido das palavras usadas em contexto, nós o
chamamos de plasticidade do sentido. A plasticidade não se explica em termos de
ambiguidade. Temos um caso autêntico de ambiguidade quando a lista dos possíveis
significados associados a uma palavra é finita, fechada. A inspiração aqui vem da ideia
de textura aberta introduzida por Friedrich Waismann (1945): há sempre novas
possibilidades de aplicação para termos já em uso. Nunca podemos fechar a lista.
***
68
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
69
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Crane 1996) e outros, é realista. O mesmo vale para a concepção de Stephen Mumford
& Rani Anjum (2011). As disposições deixaram de ser metafisicamente e
epistemicamente suspeitas. Desapareceu, aos poucos, a tentação de reduzir ou de
eliminar as propriedades disposicionais na metafísica, na filosofia da mente e na
filosofia da ciência.
A atribuição de uma disposição pressupõe a verdade de um condicional
contrafactual (subjuntivo). Jansen (2007), um especialista em Aristóteles, sugere a
seguinte forma lógica para as propriedades disposicionais: (dyn (MC)) (x), em que
“dyn” está para lembrar a dynamis aristotélica, “M” para as manifestações da
disposição, “C” para o conjunto de circunstâncias favoráveis ou auspiciosas, e “x”
para qualquer objeto podendo instanciar a propriedade. A análise das propriedades
disposicionais que adotamos neste ensaio foi proposta recentemente por Justin C.
Fisher. Se um pedaço de açúcar tem a propriedade disposicional de solubilidade,
então é verdade que se ele fosse colocado numa solução aquosa, então se dissolveria.
Se a água de uma garrafa fosse envenenada, então, se ela fosse ingerida, ela causaria
danos à saúde. Estes são condicionais contrafactuais (ou contrafáticos), ou
condicionais subjuntivos. O verbo principal do antecedente está no modo verbal
subjuntivo e o verbo principal do consequente está no modo condicional. De modo
geral o conceito de disposição que vamos pressupor e usar aqui pode ser enunciado
assim:
3
Ver Justin C. Fisher, 2013, p. 450.
70
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
da primeira língua não resulta de nenhum treinamento especial. Tudo parece tão natural,
um simples jogo de imitação sem esforço, até o aprendizado da escrita na escola, com a
gramática e tudo mais, que representa um primeiro verdadeiro treinamento especial com
a linguagem. Ao chegar na escola, no entanto, já sabemos falar. Mas quando se trata de
línguas adicionais, precisamos treinar a pronúncia, aprender a reconhecer as palavras e a
segmentar corretamente a cadeia falada e, ainda, a procurar várias vezes a mesma
palavra no dicionário para fixar seu significado.
John L. Austin introduziu uma distinção muito importante na teoria da
linguagem, a distinção entre as convenções descritivas e as convenções demonstrativas.
As convenções descritivas são capturadas pelos lexicógrafos. Depois de muitas
observações e consultas, o lexicógrafo chega à conclusão de que a palavra “café”
designa algo como a semente de um arbusto tropical que, uma vez torrada e moída,
produz uma bebida estimulante e levemente amarga com o acréscimo de água quente.
Essa descrição é o núcleo de sentido da palavra, mas a palavra tem outros usos ligados
ou derivados desse núcleo de sentido. “Café” às vezes pode designar uma cor, ou uma
certa quantidade da bebida (um café = uma xícara de café), ou ainda o lugar onde se
pode beber café etc. A convenção descritiva é uma abstração sobre os usos permitidos
numa comunidade. Sempre tem um caráter geral, pois nunca remete a algo particular,
real, histórico, concreto.
Agora, como falamos sempre em contextos altamente específicos, o uso da
palavra “café” normalmente tem um significado muito claro determinado pelas
convenções demonstrativas. Essas convenções são um conjunto de indicações que fixam
com precisão o significado em contexto. A frase “Querida, o café está pronto!” dita às 7
horas da manhã significa o mesmo que: “Vem, a cafeteira está na mesa”; por sua vez,
“Querida, quer um café?” significa: “Gostaria de uma xícara de café?”. A frase
“Querida, me desculpe, esqueci de comprar o café” significa que não comprei o pó de
café, etc. Essas frases são compreendidas imediatamente, sem dificuldade, em razão de
um conjunto de indicações contextuais claras que elimina qualquer equívoco. Elas
determinam condições de verdade ou de satisfação facilmente acessíveis para todos os
participantes da conversação, e os termos usados remetem a objetos, eventos ou
situações concretas.
O que é parte de meu idioleto é o núcleo de sentido das palavras, não o sentido
enriquecido e determinado em contexto pelas convenções demonstrativas. O sentido da
palavra “cortar”, por exemplo, pode variar muito de um contexto para outro. O que
71
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
podemos dizer sobre as disposições de uma pessoa competente que sabe usar a palavra
“cortar”, uma palavra suscetível a enormes variações contextuais de sentido? Cortamos
diversas coisas ou materiais com diversos instrumentos (faca, machado, serra, bisturi,
laser, cortador de grama, fio quente, canivete, espada, punhal etc.). Podemos afirmar o
seguinte: se ela tivesse considerado a questão de saber se o uso da palavra “cortar” em
circunstâncias favoráveis é apropriado ou não, então, após considerar seu melhor juízo,
ele responderia sinceramente que sim. Wittgenstein recomenda associar a compreensão
de uma expressão, frase ou série aritmética a uma habilidade (o “domínio de uma
técnica”) e não a algo que teríamos em mente, um conceito, uma ideia, uma imagem,
uma função ou fórmula que teria o poder de determinar de uma só vez todas as
aplicações possíveis de uma expressão linguística ou de uma regra e que seria presente
de alguma forma em todas as aplicações corretas. Essa orientação de Wittgenstein é
muito bem-vinda para as línguas naturais. Querer aplicar às línguas naturais as mesmas
técnicas de análise do discurso usadas para as linguagens arregimentadas da lógica e das
ciências não dá bons resultados. Em muitos casos não sabemos exatamente qual é a
função que devemos associar a uma expressão como seu significado. Uma maneira de
mostrar isso de modo convincente é usar a notação --‐-λ para especificar o significado de
uma palavra muito comum de uma língua natural sujeita a enormes variações
contextuais, como a palavra “cortar”. Cortar a grama é uma atividade muito diferente de
cortar um bolo, ou cortar com um bisturi, com um machado etc. O resultado é a seguinte
função:
em que “X” é uma variável de segunda ordem que percorre o domínio das “maneiras
de cortar”, “x” está para o agente do contexto, e “y” para qualquer objeto a ser cortado
(ver Recanati, 2010, p. 34). Trata-se de algo (uma função) extremamente abstrato,
portanto, e a ideia de que algo dessa natureza deve estar presente na mente de qualquer
falante competente, em todas as ocasiões de uso correto da palavra “cortar” é,
simplesmente, delirante. E nem consideramos os usos figurados da palavra, como
“cortar o orçamento”, “cortar a luz” etc. Mas podemos sempre atribuir uma disposição
(ou feixe de disposições interligadas) a um locutor competente capaz de usar a palavra
“cortar”. Sua compreensão da expressão “cortar”, ou de qualquer outra expressão,
frase ou série aritmética, depende de uma habilidade.
72
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Faca
Cortador
Machado
de grama
Bisturi
(No meu idioleto, o espaço vetorial para a palavra “cortar” poderia ser representado
assim)
***
73
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Minha hipótese de trabalho neste breve ensaio poderia ser descrita assim: as
disposições psicológicas, como as outras disposições (físicas), têm duas faces 4: uma,
objetiva, como realização física no cérebro dos agentes, e outra, subjetiva e,
propriamente, psicológica, como manifestação intencional. Conceitos, que são
disposições, podem ser analisados em termos funcionais (como Frege viu muito bem) e
que se manifestam nas suas aplicações. Os conhecimentos em geral são disposições;
mais especificamente, o conhecimento dos significados (a competência semântica) é um
conjunto enorme de disposições. A consciência também é uma capacidade. Sigo Lynne
Rudder Baker quando disse que “[u]ma pessoa é um ser consciente mesmo quando
dorme e deixa de manifestar consciência”5. A famosa “perspectiva em primeira pessoa”
é a manifestação de uma disposição. Na mesma veia, Simone Gozzano reconstrói as
propriedades fenomenais (qualia) como a manifestação de propriedades disposicionais6.
As disposições não funcionam em isolamento. Peter Geach dá o exemplo de um
aquecedor que tem a capacidade de aquecer e manter a temperatura de uma sala em
até, digamos, 28o C, sob a condição de que as janelas estejam todas fechadas. Um
dançarino experiente tem muito mais facilidade para aprender uma nova dança do
que um principiante, porque pode usar movimentos que já domina perfeitamente e
pode coordená-los com um novo ritmo, numa nova sequência. Uma violonista
experiente não demora para aprender uma nova melodia; ela já sabe todos os acordes,
e combiná-los de uma nova maneira dá pouco trabalho. A noção de repertório é
usada em teoria da ação desde Arthur C. Danto (1973). Os repertórios variam muito
de uma pessoa para a outra. Algumas podem mexer as orelhas, por exemplo, outras
não. A variedade cultural, a diversidade dos interesses, a educação e o trabalho fazem
o resto. Cada pessoa acaba tendo um repertório altamente específico, único. Isso se
aplica aos idioletos: nossos repertórios de disposições semânticas variam muito de
uma pessoa para a outra. Quem fala um segundo ou terceiro idioma, há pouco tempo,
tem um idioleto mais pobre do que os falantes nativos; quem estudou mais tempo ou
lê muito tem um idioleto mais rico em relação aos amigos com um grau de educação
formal inferior ou que lê menos etc.
4
Nancy Cartwright, What Makes a Capacity a Disposition? Center for Philosophy of Natural and
Social Sciences.
<Http://personal.lse.ac.uk/cartwright/PapersGeneral/what%20a%20capacity%20a%20disposition.pdf>
Em particular, p. 4 e 12.
5
L. Rudder Baker (2013, p. 175).
6
Ver S. Gozzano (2018).
74
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
75
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
***
Agora, podemos chegar à nossa conclusão: se aceitarmos o intencionalismo, a
tese plausível de que a intencionalidade é a marca do mental, podemos propor essa
7
Sigo aqui a convenção que consiste em usar maiúsculas para denotar conceitos. Assim, na frase
“Cavalos são quadrúpedes”, a palavra “cavalo” é usada para denotar os cavalos; em “cavalo tem seis
letras”, estamos falando da própria palavra. É a distinção tradicional entre uso e menção. Mas
“CAVALO” denota o conceito de cavalo.
76
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
PRINCIPAIS REFERÊNCIAS
77
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
78
PSYCHOLOGICAL CONCEPTS IN COGNITIVE
NEUROSCIENCE: SOME REMARKS ON BENNETT &
HACKER’S PHILOSOPHICAL FOUNDATIONS OF
NEUROSCIENCE
Marcelo Carvalho
Universidade Federal de São Paulo
1.
For most right-handed people only the left hemisphere can speak or
communicate through writing. It also rules most of the capacity to deal with
language, although the right hemisphere may understand spoken words to a
limited extend and probably deals with the music of speech. When the
callosum is cut, the left hemisphere sees only the right half of the visual field;
the right hemisphere, the left half. Each hand is controlled by the opposite
hemisphere, although the other hemisphere can produce some of the coarser
movements of the hand and arm. Except under special conditions both
hemispheres can hear what is being said...1
1
CRICK, 1995, p. 169f.; after BENNETT & HACKER, 2014, p. 388-9.
2
BECHTEL, MANDIK & MUNDALE, 2001, p. 4-7.
3
Cf. e.g., DESCARTES, 1996, VOL 11 (Les passions de l’ame), Art. 31-31.
4
BENNETT & HACKER, 2014, p. 3.
80
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
5
BENNETT & HACKER, 2014, p. 3.
6
Wittgenstein says that “we can draw a boundary [for a concept] – for a special purpose. Does it
take this to make the concept usable? Not at all! Except perhaps for that special purpose.”
WITTGENSTEIN, 2009, 69.
7
BENNETT & HACKER, 2014, p. 71 and p. 97-103.
8
BENNETT & HACKER, 2014, p . 114.
81
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
2.
Central to Bennett & Hacker’s description of their project is that the conceptual
investigation they propose, notwithstanding its relevance, “leaves” neuroscientist’s
achievements “as they are.”
9
BENNETT & HACKER, 2014, p . 114.
82
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Philosophy must not interfere in any way with the actual use of language, so it
can in the end only describe it. / For it cannot justify it either. / It leaves
everything as it is. / It also leaves mathematics as it is, and no mathematical
discovery can advance it.10
10
WITTGENSTEIN, 2009, 124.
11
BENNETT & HACKER, 2014, 115; this also implicitly refers to WITTGENSTEIN, 2009,
103.
83
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
psychological concepts, with which neuroscientists actually work, but which they
inadvertently misuse.”12 The assertion that a conceptual scheme stands at the foundation
of neuroscientific research implies (in this context) that it determines the description of
the results of this research and of experience in general. Any such result is to be viewed
only through the glasses of a particular conceptual scheme. It follows that, “meaning
precedes truth,” conceptual investigation precedes empirical science, and that Bennett &
Hacker’s philosophical criticism precedes (neuro)science.13
Instead of comparing conceptual schemes to glasses, Bennett & Hacker refuse
and criticize Helmholtz’s supposition that perception involves the development of an
unconscious hypothesis based on inductive inferences from the senses. According to
Bennett & Hacker, this theory is incorrect, among other reasons, because
12
BENNETT & HACKER, 2014, 144 (italics added); “It [the crypto-Cartesianism of
contemporary neuroscience] leads to incoherent descriptions of the results of neuroscientific
research, and sometimes to the formation of incoherent research programs.”
13
“Whether a hypothesis makes sense must be settled in advance of determining its or its
evidential support” (BENNETT & HACKER, 2014, 382). This idea finds explicit support in
Wittgenstein’s earlier works, the Tractatus and in the Philosophical Remarks.
14
BENNETT & HACKER, 2013, p. 9.
15
“I recently became familiar with the more recent, so-called Kantian philosophy, and I may
impart one of its leading ideas to you without fear of its shattering you as deeply, as painfully,
as it has me. For, after all, you are not versed enough in the whole matter to grasp its import
completely. I shall therefore speak as clearly as possible. If everyone saw the world through
green glasses, they would be forced to judge that everything they saw was green, and could
never be sure whether their eyes saw things as they really are, or did not add something of
84
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
their own to what they saw. And so it is with our intellect. We can never be certain that what
we call Truth is really Truth, or whether it does not merely appear so to us. If the latter, then
the Truth that we acquire here is not Truth.” KLEIST, 1982, p. 95.
16
WITTGENSTEIN, 2009, 103.
17
For the critique of the orthodox interpretation about the relationship between Wittgenstein’s
middle period works (The Big Typescript, Philosophical Grammar) and the Philosophical
Investigations, cf. STERN, 2004; ENGELMANN, 2013; MEDINA, 2002; CARVALHO, 2014.
18
For Wittgenstein’s use and criticism of the idea of a “schema”, cf. WITTGENSTEIN, 2009,
73, 86, and 134-6.
19
BENNETT & HACKER, 2014, p. 114; “[It] will not deprive neuroscience of any of their
hard-won and remarkable achievements. On the contrary, it will enable those achievements to
be seeing clearly, striped of the conceptual confusion in which they are currently all too often
wrapped.”
20
BENNETT & HACKER, 2014, p. 116.
85
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
If, ‘in psychology there are experimental methods and conceptual confusion’
(PI p. 232/197), philosophical investigation into psychological concepts will
affect empirical psychology, for it may show that some questions are senseless,
that some experiments rest on incoherent presuppositions, and that some
experimental results do not prove what they are held to demonstrate.21
both the left and the right hemispheres may be conscious simultaneously in
different, even in mutually conflicting, mental experiences that run along in
parallel.23
The experiment that supports this conclusion goes as follows. After the
commissurotomy, the patient is presented to different pictures in his right and left visual
fields. He describes what he sees with his right side as a “normal person” (a person
without a commissurotomy) does. If, however, a picture is shown to his left side (to his
right, “non-speaking” hemisphere), “the results are quite different.”
21
BAKER & HACKER, 2009, p. 266.
22
After BENNETT & HACKER, 2014, p. 389.
23
After BENNETT & HACKER, 2014, p. 389-90.
86
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
The left hand (largely controlled by this non-speaking hemisphere) can point to
and identify unseen objects by touch (...). But when the patient is asked to
explain why his left hand behaves in that particular way, he will invent
explanations on the basis of what his left (speaking) hemisphere saw, not on
what his right hemisphere knew.24
Bennett & Hacker refuse attributions of consciousness and speech to the brain or
its parts, like the ones that are used in this description. As an alternative, they propose to
present the experiment’s result in the following way:
The light stimulus (...) affected the right hemisphere, the severance of which
from the left hemisphere deprived the patient of the ability to describe or be
visually aware of what was present to him on the left of his visual field,
although, remarkably, he was, by pointing, able to associate correctly what was
there (...). Nevertheless, he did not know why he made that association (not
being aware of the snow scene presented to him [to the right hemisphere]), and
confabulated a tale to explain why he has done so (a confabulation comparable
to those produced by subjects to explain their post-hypnotically suggested
behavior). This, in turn, is (crudely) explicable by reference to the fact that the
visual stimulation of the right hemisphere is disconnected from the left
hemisphere, so that the patient is deprived of his normal cognitive capacity to
be visually aware of what is presented to him and to recognize and describe
familiar objects that are thus presented. It does not, however, deprive him of
the ability to associate what was visually presented to him on the screen with
an appropriate object (...) – but without knowing why he is doing so. / It is
senseless to speak of the right hemisphere observing the action of the left hand,
for neither hemispheres of the brain can observe or fail to observe anything at
all.25
24
After BENNETT & HACKER, 2014, p. 389.
25
BENNETT & HACKER, 2014, p. 392.
87
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
something that does not seem central to the argument. It also avoids talking about what
the right or the left hemispheres do know since hemispheres “cannot be either aware or
unaware of anything,” only human beings can do that.26 But as a result, the description
proposed by Bennett & Hacker is not able to explain why there are different reactions to
what is presented to different sides of the brain (a consequence, in Crick’s description,
of their different “abilities” and the lack of “communication” between them after the
commissurotomy). To Bennett & Hacker, only human beings can communicate. How is
it possible to explain that the patient in the example does not present a plausible verbal
justification of his choice without asserting that the linguistic ability resides mainly in
the left side of the brain, and that, as a consequence, the split-brain is not capable of
talking about what is presented only to its right hemisphere, instead of being, in a clear
sense of the word, aware of it? Bennett & Hacker’s alternative description does not give
us a full and plausible explanation about the experiment’s results. The vocabulary’s
revision they propose seems to be either irrelevant or unacceptable.
We may also ask what are the facts in the experiment? What remains the same
after changing the description? Is the statement that the light stimulus affects the right
side of the brain (made by Bennett & Hacker) a fact? Is it independent of any conceptual
schema? Doesn’t it imply attributing awareness or sensibility to parts of the brain? Will
this fact be the same in any different conceptual schema? What is the relevance, then, of
a conceptual schema? How can we draw the line between what is a fact and what
changes with the conceptual schema? It is not clear how these questions can be
answered within Bennett & Hacker’s framework. In the end, if all our descriptions
depend, at least partially, on the concepts we use, how is it possible to say that the
philosophical investigation proposed in Philosophical Foundations of Neuroscience
does not undermine neuroscientist’s empirical results?
There is a remaining question about the relationship between the book’s
perspective and Wittgensteinian philosophy. That the ideas of conceptual “hygienizing”
and “determination by a conceptual schema” do not find support in Wittgenstein’s
Philosophical Investigations, as we assert, do not have relevance only as part of a debate
in the history of philosophy, about how to read Wittgenstein. The conceptions presented
by Bennett & Hacker are, in fact, close to some ideas from Wittgenstein’s work in his
middle period, particularly to the Philosophical Remarks (1930) and The Big Typescript
26
BENNETT & HACKER, 2014, p. 391.
88
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
3.
Bennett & Hacker’s conceptions of “philosophical foundation of science” and
“conceptual hygiene,” 27 do not have a place in the Philosophical Investigations. The
Investigations rarely refers to foundations, and never in Bennett & Hacker’s sense. The
unique exception to that is the very last remark of the PPF28, where Wittgenstein says
that the investigations about psychology that he presents are also possible in
mathematics and that they are not psychological or mathematical investigations. He says
that “it might deserve the name of an investigation of the ‘foundations of mathematics’”
(echoing the same expression that appears in the “Preface”). Instead of it, Wittgenstein
criticizes foundationalism in many other places, particularly in his Remarks on the
Foundations of Mathematics (a book that received from its editors a title that contradicts
its content). Wittgenstein does not present his philosophical work as an analysis or a
search for foundations, but as clarification.
That mathematics does not need a foundation does not imply that there is no
27
Cf. BENNETT & HACKER, 2014, p. 116.
28
WITTGENSTEIN, 2009, PPF, xiv, 372. Another relevant reference can be found in
Wittgenstein’s “Preface”.
29
WITTGENSTEIN, 1978, VII, 16; Cf. also MÜHLHÖLZER, 2010, I, 1.
89
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
30
WITTGENSTEIN, 1974, 401-2.
31
WITTGENSTEIN, 1974, 110; cf. CARVALHO, 2016.
32
Prescribing a correct use of language is not easily adjustable to Wittgenstein’s later
philosophy. It becomes clear to him in the early 1930s that he could not talk about a connection
between language and something outside it, and that his analysis remains “inside language.”
Even in an ostensive definition, “there is no confrontation of a sign with reality.” According to
this intermediary conception, the meaning is relative to grammar. In the Philosophical
Investigations, however, the concept of “grammar” does not have the same use that it had in the
middle period, and it is not as relevant as it was before. From this latter perspective, the
previous use of “grammar” was idealist, formalist, and still shared a residual referentialist
perspective. It is particularly clear in the intermediary conception of “rule,” strongly criticized
by Wittgenstein in the Philosophical Investigations. From this new perspective, a word has
meaning only in the context of forms of life, of a culture. The first thing to do when we are
presented to a new word, in a new context, is asking how people use it. The ordinary mistakes
in the use of concepts are relative to these contexts. Philosophy may only show, for example,
that we suppose to attribute use to some expressions when, in fact, we do not. This seems to be
the case of the word “know” in expressions like “I know I have a pain”. The problem here is
not a particular use of “to know” that is absolutely forbidden and nonsense, but that we, in our
practices, do not attribute a use, a meaning, to it, and, as a consequence, that we cannot point to
an effective case in which we mean it, we cannot identify any difference between saying “I
know I have a pain” and saying “I have a pain.”
90
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
33
WITTGENSTEIN, 2009, 124.
34
WITTGENSTEIN, 1966, p. 35.
35
WITTGENSTEIN, 1966, p. 37.
91
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
4.
Bennett & Hacker seems to conceive that the “mereological fallacy” is a
pervasive problem in psychological neuroscience.
The debate about the mereological fallacy refers to an argument from Aristotle’s
De Anima: “to say that the soul [psyché] is angry is as if one were to say that the soul
weaves or builds. For it is surely better not to say that the soul pities, learns or thinks,
but that a man does this with his soul”.37 Aristotle’s assertion that it is “better not to”
attribute anger to the soul is part of his argument in support of a particular conception
about the soul. It is not a general contraposition to any such attribution. Bennett &
Hacker’s argument, by its turn, is not circumscribed to particular language games with
the concepts of “soul” and “brain.” It is a logical objection to any attribution of
psychological concepts to the brain. It also presents a general demand for a specific kind
of criterion to the use of psychological concepts. A strikingly result of accepting their
argument seems to be that we are not allowed to say about the soul that it knows, feels,
dies, etc., since all our criteria for attributing these concepts refer to body actions, not to
the soul.
Bennett & Hacker relate the mereological fallacy also to Descartes’ Homunculus
36
BENNETT & HACKER, 2014, p. 111. “Like Cartesianism, it [cognitive neuroscience]
ascribes psychological attributes to a part of a human being. Furthermore, it explains the
possession of psychological attributes by a human being by reference to the psychological
attributes allegedly ascribable to a part of the human being, namely, to the brain. This (…) is
not an error of fact, but a logical or conceptual error.” (BENNETT & HACKER, 2014, 111);
“It comes to this: Only of a human being and what resembles (behaves like) a living human
being can one say: it has sensations; it sees, is blind; hears, is deaf; is conscious or
unconscious.” (WITTGENSTEIN, 2009, 281)
37
ARISTOTLE, 2016, 408b, 12-
15.
92
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
argument. In the Dioptrics, Descartes rejects the supposition that the eye produces an
image that is sent to the brain.38 If there is an image in the brain, there must be another
eye to see it (hence the homunculus), which, by its turn, produces another image,
leading to an infinite regress. Descartes’s intention is to refuse the demand for an
explanation about how the “inverted image” produced in the eye is “corrected” in the
brain. The Homunculus argument is interesting and useful but is different from that of
Aristotle. It is useful to contrapose the supposition that there are images in the brain (or
in the mind). However, it does not imply or support that there is a mereological fallacy.
There is no reason in Descartes’ argument to suppose that a mereological fallacy is a
problem in the attribution of seeing to the brain, instead of being possible to reformulate
his argument as a mereological fallacy.
In a reformulation of their argument about the mereological fallacy, Bennett &
Hacker say that we do not have a criterion for the attribution of thinking to the brain,
only to an entire animal. This is a general argument against any kind of “reductionism.”
The problem with it is to know how we should understand the demand for a criterion
for the use of a word. Bennett & Hacker’s conception about it seems close to that of N.
Malcolm in his presentation of what he supposes to be Wittgenstein’s “private language
argument.” Malcolm demands a public or behavioral criterion to determine the reference
of a word. “Only by being associated with criteria could a word mean something.”39 It
follows that sensation terms are “conceptually tied to criteria with behavioral conditions
of satisfaction”40. These criteria are, in the end, behaviors, and Malcolm’s demand is
“essentially a form of the old verificationist dogma of the Vienna Circle.”41
38
Cf. DESCARTES, AT VI, 130: “as if there were yet other eyes within our brain by mean of
which we could perceive [an image resembling an external object];” cf. also COTTINGHAM,
2008, p. 19-20, and KENNY, 2008, p. 172-3.
39
NIELSEN, 2008, p. 77.
40
NIELSEN, 2008, p. 92.
41
NIELSEN, 2008, p. 92.
42
BUCK, 1962, p. 196, apud NIELSEN, 2008, p. 92.
93
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
There is well-established literature showing that behind the kind of demand for
criteria presented by Malcolm lies the positivist concept of verification.44 But even if we
accept such a request, a neuroscientist could still answer that they may present clear
criteria for their attribution of psychological concepts, clearer than human behavior:
thinking and seeing is identified and situated in the brain by an MRI while the person
answers some question or sees an image. It can even be shown that the same process
happens in every instance that a perception or memory is accessed. Neuroscientists are
not simply attributing to parts of the body what may be assigned only to the whole body.
Otherwise, they would also conclude that feet also think and see. They have reasons for
saying that thinking happens in the brain, that it is a brain process – the MRI, for
instance. Beyond that, if we apply the mereological argument to other contexts, we will
also reject, together with saying that the brain thinks, that Earth moves and that we
know somebody is sick because we have a lab exam, and not because we can identify
specific symptoms.
From a Wittgensteinian point of view, there is no clear-cut and stable use or
meaning of a word: uses constitute families. Wittgenstein’s “private language
argument,” for instance, is not an investigation about the criteria for applying some
psychological words, but about the way we use them, with the intention of making clear
that some uses of psychological concepts are not what they seem to be. Meaning is
understood as the effective use we make of words. How can that conciliate with Bennett
& Hacker’s supposition that they shall “sketch out the conceptual framework for
neuroscience”?45 Transposing ordinary psychological vocabulary to descriptions about
the brain presents real problems. It is not evident that the vocabulary may be changed
43
BENNETT & HACKER, 2014, p. 81-82.
44
MALCOLM, 1954, p. 530-559.
45
BENNETT & HACKER, 2014, p. 114.
94
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
5.
In an exemplary fragment of the Philosophical Investigations, Wittgenstein
evaluates the translation of psychological concepts into brain processes. It is part of the
debate about the criteria for saying that a student is reading a word (instead of
“accidentally” saying it). After a certain point, repetition in the student’s behavior may
lead to that conclusion. But the question “about that first word” remains: “the change
when the pupil began to read was a change in his behavior; and it makes no sense here
to speak of ‘a first word in his new state’.”47
But isn’t that only because of our too slight acquaintance with what goes on in
the brain and the nervous system? If we had a more accurate knowledge of
46
NÖE, 2006, p. 39-44.
47
WITTGENSTEIN, 2009, 157.
95
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
these things, we would see what connections were established by the training,
and then when we looked into his brain, we would be able to say: “Now he has
read this word, now the reading connection has been set up.” — And it
presumably must be like that – for otherwise how could we be so sure that there
was such a connection? That it is so is presumably a priori – or is it only
probable? And how probable is it? Now, ask yourself: what do you know about
these things? — But if it is a priori, that means that it is a form of representation
48
which is very appealing to us.
If more accurate knowledge about the brain could unveil that psychological
concepts correspond to brain processes, one could look at the student’s brain and search
for the first event of “reading.” It would allow us to identify the first word the student
read, the first time “the reading connection has been set up.” Things being so, one could
suppose that a brain process, not the student’s behavior, is what is called “reading.” The
discomfort with not being possible to point to the “one thing” that we call “reading” is
what leads, in Wittgenstein’s example, to the search for something hidden in the brain.
A brain process is, supposedly, the thing that “is the meaning” of “reading.” The
situation is similar to the one Wittgenstein describes ironically in his commentaries
about ostensive definitions:
The brain process plays the role of a hidden thing meant by “reading.” Against
this conception, Wittgenstein contraposes the central idea of the Philosophical
Investigations, that meaning does not presuppose or imply reference. We play language-
games with words, they have a place in our actions, in our forms of life. The use of a
words presupposes training, not definitions. That a word or sentence is meaningful
results from our practices, not from a fixed relationship between sounds and “things” (or
48
WITTGENSTEIN, 2009, 158.
49
WITTGENSTEIN, 2009, 36.
96
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
processes) in the world. We say the student is reading as a reaction to his behavior. That
is the game we were trained to play with this word. As a consequence, we cannot
determine the first word and sentence he read. The idea that the meaning of
psychological concepts is a brain process insists on finding “something” that is reading,
hidden behind our use of that word. It is accessory in supporting the conception about
meaning that Wittgenstein is criticizing in the Philosophical Investigations.
The problem Wittgenstein sees in presenting brain processes as the meaning of
psychological concepts (or, at least, the criterium for ascribing such concepts) is not the
mereological fallacy that could be identified, for example, in saying that “the mind
reads.” The problem is that moving the reference of a word to inside the brain does not
solve the initial problem. How is it to be identified the particular brain processes
correlated to specific psychological concepts? It is determined either a priori (as a
necessary connection) or as something inferred from experience (and only probable).
Saying that it is a conclusion from experience means that the assertion that the student is
reading at a certain time is what allows us to associate reading with what is
simultaneously happening in his brain. This is an empirical inference, and the possibility
of misidentifying the proper mental process is always present. Any conclusion about
such a connection must be confronted with our preliminary recognition that the student
was reading. Our final criterium for ascribe “reading” is, therefore, still the student’s
behavior. The translation of psychological concepts to brain processes seems to be a
paraphrase of the habitual use of these concepts.
If we say, on the other hand, that the connection between “reading” and a
particular process in the brain is necessary and a priori, Wittgenstein concludes that “it
is a form of representation [Darstellungsform] which is very appealing to us.” To be a
priori, the correlation should be set as a definition. We do not discover brain processes
behind the use of such concepts, we assert them as the meaning of psychological
concepts – even when it is not congruent with our everyday use of “reading,” for
instance. There is no problem with such definitions, but the result is that we have a
different concept, and, in the end, there is no reason to suppose that there is a
correlation between brain processes and ordinary psychological concepts.
Wittgenstein’s remarks about “reading” and brain processes are exemplary of his
perspective on the use of psychological concepts in neuroscience. It potentially involves
a mistaken conception about meaning as a reference relationship. The reason for
searching the brain processes correlated to “reading” is often to assure referentiality to
97
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
this concept. Beyond that, to assert that there is a brain process we call “reading,” either
we presuppose the ordinary use of this concept and try to find something recurrent in the
brain when the student is reading, or we say it by definition, obtaining a different
concept (what is much less appealing and useful than saying that what we ordinarily call
“reading” means a brain process). Wittgenstein does not object, however, to the
supposition that reading is a brain process, or to attributing reading to the brain. If there
is a place for that in our practices (and it can easily be supposed), if there is a game we
play with it, the word is as meaningful as any other. Philosophy is not prescriptive about
meaning, but it makes clear that the result of our experiments and ideas may not be what
we expected: the development of neuroscience does not assure that psychological
concepts mean brain processes. Even when the meaning of these concepts is the use
neuroscience makes of it.
REFERENCES
98
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
99
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
10
0
FENOMENOLOGIA HERMENÊUTICA E AS NOÇÕES DE
CONFIANÇA E MEMÓRIA CORPORAL NA DESCRIÇÃO DA
EXPERIÊNCIA DA ENFERMIDADE1
1
Este trabalho recebeu o apoio do CNPq.
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
1. Introdução
102
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
103
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
2. Dúvida corporal
2
A descrição da dúvida corporal apoia-se fortemente na teoria dos sentimentos existenciais
(RATCLIFFE, 2005, 2008 e 2015).
104
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
105
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
O suposto adjunto às ações e aos projetos que sofre uma perturbação com a
enfermidade é a certeza corporal. Esse fenômeno não é de natureza dóxica ou uma
atitude proposicional, apesar de poder ser expresso e elaborado proposicionalmente.
Portanto, “certeza” não designa um valor epistêmico de uma crença. Certeza corporal é
um fenômeno afetivo, um sentimento corporal. Trata-se do sentimento de estar
confiante em relação ao funcionamento e operação usuais do próprio corpo. É o senso
de que o corpo é hábil e continuará sendo capaz tal como o foi no passado. Além disso,
é um sentimento de possibilidade, de abertura e de habilidade: “eu posso”, “meu corpo é
capaz”. Tal sentimento é pervasivo, subjazendo de modo tácito, pré-reflexivo e reflexo
aos movimentos, ações e projetos (CAREL, 2016, pp. 89-91).3
De outro lado, a certeza corporal possui uma fenomenologia, um “what is like”.
Nela, se apresentam as qualidades vivenciadas do ser capaz, do sentir-se confiante e
familiarizado nos afazeres. O sentimento de confiança, além disso, é referido ao corpo,
é um sentimento corporal. Como tal, a certeza corporal é um reflexo da ação e dos
funcionamentos habituais do próprio corpo. É um sentimento originado do operar
habitual do próprio corpo (CAREL, 2016, p. 91).
Nesse ponto, é relevante ressaltar duas características básicas da certeza corporal
que permitem desenvolver a análise na direção da abordagem fenomenológico-
hermenêutica na teoria da enfermidade. Em primeiro lugar, a certeza corporal é
entendida como um sentimento corporal. Além disso, Carel (2016, p. 89) sustenta que a
certeza corporal é um componente dos sentimentos existenciais. Surge, então, o
problema de elucidar a relação de dependência entre sentimentos. Dado que os
sentimentos existenciais e a certeza corporal são ambos sentimentos corporais, o
problema especifica-se na dependência entre sentimentos corporais. A teoria dos
sentimentos corporais oferece um recurso para abordar esse problema na medida em
que distingue sentimentos dirigidos ao corpo ou partes do corpo, sentimentos em que o
corpo opera como veículo da relação intencional a algo e sentimentos corporais pré-
intencionais que condicionam as relações intencionais. Permanece a sugestão de que,
sendo integrados por sentimentos de certeza corporal, os sentimentos existenciais sejam
3
Sobre a diferença entre sentimentos reflexos e reflexivos, ver Collombetti e Ratcliffe, 2012, p. 146.
106
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
107
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
4
A teoria do engajamento material fornece uma abordagem da memória corporal a partir de uma
perspectiva enactivista (MALAFOURIS; KOUKOUTIK, 2018), mas ainda não foi integrada no marco
metodológico da fenomenologia hermenêutica.
108
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
razão de sua formação por meio da interação do corpo com o ambiente e também em
razão de sua reatualização flexível em interações futuras (FUCHS, 2017, p. 337). Nesse
sentido, a memória corporal, como habitualidade da efetuação vital pré-reflexiva e
familiaridade do corpo com o ambiente, é atuante em situações de reconhecimento.
Como tal, a categoria que subjaz à dinâmica de reconhecimento na memória corporal é
a da semelhança (FUCHS, 2000, pp. 77-81).
Em relação à explicitação, a memória corporal revela-se como de difícil
explicitação declarativa e até mesmo como não verbalizável enunciativamente. Nela, as
vivências reiteradas estão fundidas sem que se destaquem como individualizadas
(FUCHS, 2000, p. 72; 2018, p. 52). Não obstante, os dois sistemas da memória
implícita e explícita não são separados, mas exibem uma estreita conexão (FUCHS,
2000, p. 85). Mesmo reconhecendo que a demonstração da dependência causal da
memória explícita em relação à implícita não é de competência filosófica (CASEY,
2000, pp. 147-148), a abordagem fenomenologia sustenta que a memória corporal
possibilita um acesso da memória explícita ao passado (FUCHS, 2012a, p. 19).
Naturalmente, esse é um tema que demanda investigações empíricas e conceituais mais
detalhadas. Contudo, uma notável característica se depreende da limitação na
explicitação declarativa da memória corporal. Na recordação explícita de eventos
ocorridos, há um constitutivo traço autonoético. O evento recordado também está
referido à pessoa que se lembra. De sua parte, porém, a memória corporal possui uma
peculiar anonímia. O passado não precisa mais ser recordado, pois tornou-se presente.
Os feitos e vivências conscientes penetram num substrato anônimo, do qual a
consciência se retira. Memória corporal significa, portanto, esquecimento biográfico
(FUCHS, 2000, p. 76; 2017, p. 336).
Essas características permitem reconhecer o papel básico que é atribuído à
memória corporal. Seus rendimentos são concebidos como condicionantes de traços
fundamentais da experiência e da identidade pessoal. A abordagem fenomenológica da
memória corporal resulta no reconhecimento da corporeidade como locus de um nível
primário e pré-reflexivo da experiência significativa (FUCHS, 2017, p. 340; CASEY,
2000, p. 149). Os rendimentos da memória corporal implícita são vistos como
constitutivos do significado perceptivo. Dito em outros termos, a gênese do significado
perceptual (e também dos de ordem mais elevada) deve ser orientada para o
condicionamento oferecido pela intencionalidade operativa da memória corporal
(SUMMA, 2012, p. 30).
109
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
110
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
111
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
112
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
6. Confiança
5
Sobre a noção de dependência ontológica, ver Tahko (2015) e Correia (2008).
113
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
114
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
medida em que está referida ao sentimento de dúvida que se instala com a ruptura na
confiança corporal, será considerado apenas um aspecto do desenvolvimento da
confiança: a confiança em pais ou cuidadores.
115
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
116
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
trocas miméticas constroem o senso de que as ações podem ser feitas correta ou
incorretamente. Na troca rítmica da imitação, acontece a formação de zonas normativas,
a aquisição do senso de dignidade própria e o reconhecimento da condição de pessoa
vulnerável (BERNSTEIN, 2011, pp. 410-411).
Um duplo resultado pode ser destacado dessa reconstrução do desenvolvimento
da confiança infantil. De um ponto de vista teórico, a confiança corporal não depende
apenas da formação da habitualidade e da memória procedimental. Ela depende da
formação da rede da confiança e, portanto, da sequência desenvolvimental que pode
levar à confiança infantil. De um ponto de vista metodológico, a fenomenologia da
enfermidade, centrada na experiência da dúvida corporal, precisa integrar tanto uma
fenomenologia da memória procedimental quanto uma fenomenologia do
desenvolvimento da confiança infantil. Esses dois temas serão programaticamente
considerados a seguir.
117
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
118
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
119
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
portanto, uma sintonia consigo mesmo. Nesse caso, seria uma afinação afetiva
(Stimmung) que subjaz o contar-se como importante para alguém, na acepção específica
de que as necessidades próprias são sentidas como merecedoras da atenção e do cuidado
por parte daqueles de quem o infante depende.
Em resumo, as duas direções esboçadas formam dois campos de execução da
abordagem fenomenológico-hermenêutica. Está em vista nesse contexto a elucidação
dos compromissos ontológicos implicados nos aspectos conativo e cognitivo-normativo
da imitação. A hipótese a ser justificada consiste precisamente na pretensão de que há
aspectos hermenêuticos na apreensão da normatividade e na sintonia afetiva consigo
mesmo que subjazem ao antecedente fundamental da confiança infantil (o senso de
importar para cuidadores e pais). À continuação, será examinada uma contribuição da
abordagem fenomenológico-hermenêutica para a análise da base sobre a qual se assenta
a confiança corporal, a saber, a memória corporal procedimental.
120
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
6
Sobre a ontologia do modo de ser da vida orgânica, ver: Skocz (2004), Ainbinder (2012), Engelland
(2015) e Reis (2012, 2018 e 2019).
121
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
122
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
dizer, fecha o acesso a outros modos de ser (LINDÉN, 1997, pp. 99-100). Daqui se
segue a hipótese de que a finitude na apreensão de ser introduz uma finitude que não é
apenas cultural na configuração específica da estrutura liberadora-restritiva da
habitualidade.
Num nível mais específico, no entanto, a abordagem fenomenológico-
hermenêutica da memória procedimental oferece uma complexidade adicional. Nos
seres humanos, evidencia-se uma unidade de modos de ser diferentes. Nos entes
humanos, a constituição é existencial, mas os elementos componentes têm o modo de
ser da vida. Existência é o modo de ser constitucional, ao passo que vida é o modo
composicional dos seres humanos. Isso significa que a habitualidade humana não
apenas está constituída por apreensão compreensiva de ser, mas é composta por uma
habitualidade orgânica baseada em aptidões pulsionais reguladas. Esse é um tema que
não foi elaborado por Heidegger. Um problema relevante nesse contexto é o exame da
relação de dependência entre os dois modos de ser e, por conseguinte, entre os dois
modos de habitualidade. Além de uma dependência existencial (não há habitualidade
baseada em compreensão de ser sem habitualidade baseada em aptidão orgânica),
7
haveria também uma dependência essencial simétrica? Ou seja, há um
condicionamento recíproco entre os diferentes modos de formação de habitualidade?
Esse problema integra um programa mais amplo no marco do pluralismo
ontológico hermenêutico. Sua identificação, contudo, é suficiente para indicar a direção
geral de investigações que são fomentadas numa abordagem fenomenológico-
hermenêutica. Para concluir, indicarei a seguir um grupo de temas que também
integram esse mesmo programa, retomando a temática geral da contribuição da
fenomenologia hermenêutica para a elucidação da experiência da enfermidade.
10. Conclusão
7
Sobre a noção de dependência essencial, ver Tahko (2015, pp. 98-104).
123
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
8
Essa interpretação, frequente na literatura fenomenológica, foi qualificada como analógica, por
exemplo, em Rawlinson (1982, p. 75), Leder (1990a, pp. 19, 33, 83-84) e Toombs (1988, p. 225, n. 82;
1992, p. 136, n. 7), e também apresentada como literal por Svenaeus (2000b, pp. 130-131) e Carel (2016,
p. 99).
124
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
REFERÊNCIAS BIBLIOGRÁFICAS
125
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
126
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
127
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
SUMMA, M. Body memory and the genesis of meaning. In: KOCH, S. C.; FUCHS, T.;
SUMMA, M. & MÜLLER, C. (Orgs.). Body memory, metaphor and movement.
Amsterdam: John Benjamins, 2012, p. 23-41.
SVENAEUS, F. The hermeneutics of medicine and the phenomenology of health.
Dordrecht: Kluwer Academic Publishers, 2000a.
_____. The body uncanny – further steps towards a phenomenology of illness.
Medicine, health care and philosophy, 3, p. 125-137, 2000b.
_____. Hermeneutics of clinical practice: the question of textuality. Theoretical
Medicine and Bioethics, 21, p. 171-189, 2000c.
TAHKO, T. Introduction to metametaphysics. Cambridge: Cambridge University Press,
2015.
TOOMBS, K. Illnes and the paradigm of lived body. Theoretical Medicine, 9, p. 201-
226, 1988.
_____. The meaning of illness. A phenomenological account of the different
perspectives of physician and patient. Dordrecht: Springer, 1992.
128
LINGUAGEM E ENATIVISMO: UMA RESPOSTA NORMATIVA PA-
RA A OBJEÇÃO DE ESCOPO E O PROBLEMA DIFÍCIL DO CON-
TEÚDO
Marcos Silva
Departamento de Filosofia (UFPE/CNPq)
marcossilvarj@gmail.com
Iana Cavalcanti
Mestranda em Filosofia (UFPE)
ianavcavalcantii1@gmail.com
Hugo Mota
Mestrando em Filosofia (UFPE)
hugousa17@gmail.com
RESUMO: A linguagem não precisa ser vista como um problema para enativistas radicais. A objeção do
escopo usualmente apresentada para criticar explicações enativistas só representa um problema, se tivermos
uma visão referencialista e representacionalista da natureza da linguagem. Apresentamos uma hipótese nor-
mativa para a grande questão do problema difícil do conteúdo, a saber, a respeito de como práticas linguísti-
cas se desenvolvem de mentes sem conteúdo. Nós portamos conteúdo representacional quando dominamos
relações inferenciais e dominamos relações inferenciais quando dominamos relações normativas, especial-
mente quando somos introduzidos em quadros de autorizações e proibições. Inspirados no anti-
intelectualismo do segundo Wittgenstein e no inferencialismo de Brandom, apresentamos a hipótese que a
linguagem emerge da ação inferencialmente articulada a partir de elementos normativos e não da manipulação
em estados mentais internos de conteúdos fixados pela referência a coisas externas.
ABSTRACT: Language does not have to be held as a problem for radical enactivists. The scope objection
usually presented to criticize enactivist explanations is a problem only if we have a referentialist and represen-
tationalist view of the nature of language. Here we present a normative hypothesis for the great question con-
cerning the hard problem of content, namely, on how linguistic practices develop from minds without content.
We carry representational content when we master inferential relations and we master inferential relations
when we master normative relations, especially when we are introduced into frameworks of authorizations
and prohibitions. Inspired by the anti-intellectualism of the later Wittgenstein and Brandom’s inferentialism,
we present the hypothesis that language emerges from inferentially articulated action from normative ele-
ments and not from manipulation in internal mental states of contents fixed by reference to external things.
1. Introdução
De acordo com Hutto e Myin (2013, 2017), uma revolução enativista está em curso
nas discussões sobre a cognição. Aspectos internalistas, individualistas e intelectualistas na
abordagem da cognição estão sendo desafiados. Com efeito, a ideia própria que a cognição
deve ser identificada com algum processo de manipulação simbólica de conteúdos em esta-
dos mentais internos que representam elementos externos ao indivíduo está sendo substituí-
da por abordagens que enfatizam elementos enativos, situados, extensos e corporificados na
assim chamada 4-E cognition.
As abordagens da recente tradição 4E-Cognition caminham para uma investigação
de atividades cognitivas a partir do enfoque nos aspectos “E” da mente, a saber: (i) embodi-
ed (corporificado), em que é sustentada a tese de que “at least some ― not all by any me-
ans, but some ― mental processes are constituted not just by brain processes but by a com-
bination of these and wider bodily structures and processes.” (ROWLANDS, 2010, p. 54);
(ii) enactive (enativo), em que a investigação se direciona para a maneira como um organ-
ismo articula suas ações com as exigências do meio onde está inserido; (iii) extended (es-
tendido), na qual se defende a noção de que “at least some mental processes ― not all, but
some ― extend into the cognizing organism's environment in that they are composed, part-
ly (and, on the version I am going to defend, contingently), of actions, broadly construed,
performed by that organism on the world around it.” (ROWLANDS, 2010, p. 58); e (iv)
embedded (situado), onde se examina como o organismo pode usar um meio especifica-
mente localizado para reduzir o trabalho de uma tarefa cognitiva. Assim, a tradição 4E-
Cognition examina problemas para além do âmbito representacional (HUTTO & MYIN,
2013, 2017; CLARK, 2016), possibilitando a modificação da própria noção de representa-
ção fora de uma matriz intelectualista (NÖE, 2004; CARVALHO, 2019; ROLLA, 2019).
Hutto e Myin (2013, 2017) são representantes da vertente autodenominada radical de
enativismo, o radical enactive cognition (REC). Eles defendem que a tese cognitivista a-
cerca da ubiquidade da representação ou de conteúdos representacionais em atividades
cognitivas é falsa. Contudo, vale notar que REC não desafia a tese cognitivista com o seu
contrário, a saber, a tese que nenhuma atividade cognitiva envolva a manipulação em esta-
130
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
dos internos de conteúdo representacional, como Di Paolo et al. (2018) fazem. O REC de-
safia a tese da ubiquidade da representação do cognitivismo com a sua contraditória, a sa-
ber, que nem todo ato cognitivo envolve a manipulação de representação em estados men-
tais internos.
No presente trabalho, é examinado o assim chamado problema do escopo apresen-
tado contra o REC. Pretendemos apontar uma hipótese de como estender a revolução da
4E-cognition para a linguagem. Alguns autores defendem que o REC não pode ser genera-
lizado para todas as atividades cognitivas (scale up problem). O escopo explicativo do REC
seria limitado ao âmbito de atividades cognitivas básicas, onde há a interação imediata e
atual do organismo com o meio onde está inserido. Como consequência, atividades cogniti-
vas mais sofisticadas, que envolvem capacidades linguísticas, simbólicas e matemáticas,
por exemplo, constituiriam um desafio intransponível para a abordagem enativista. Uma
explanação destas competências parece requerer que nos movamos para além do aqui-
agora, dos dados imediatos da experiência, do acoplamento direto com o ambiente, em ou-
tras palavras, aonde prescindimos da interação dinâmica atual com o ambiente onde esta-
mos inseridos.
O objetivo do presente trabalho é apresentar uma saída normativa através da qual o
REC poderia enfrentar a objeção de escopo. Pretendemos fazer o REC avançar em escopo,
além da cognição básica, em direção a discussões sobre a filosofia da linguagem inspirados
na filosofia da linguagem do segundo Wittgenstein e de Brandom. Mostraremos que o “tip
of the cognitive iceberg”, onde a linguagem é tradicionalmente situada, não deveria ser nem
intelectualista e nem representacionalista. É importante notar que a objeção de escopo só é
um desafio intransponível se tivermos uma visão equivocada da natureza da linguagem. Se
linguagem for um fenômeno inferencialista e normativo, baseada fundamentalmente em
termos do lidar competente com autorizações e proibições de ações a partir de critérios pú-
blicos, e não como uma atividade prioritariamente descritiva, é possível apresentarmos uma
narrativa naturalista coerente com o REC para explicar a emergência da linguagem.
Assim, apresentamos uma hipótese normativa para a grande questão a respeito de
como práticas linguísticas se desenvolvem de mentes sem conteúdo. Nós portamos conteú-
do representacional quando dominamos relações inferenciais e dominamos relações infe-
131
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Uma das discussões mais profícuas na tradição filosófica é a respeito do que nós
somos ou do que define nossa natureza como seres humanos. Podemos dizer que uma tradi-
ção intelectualista da filosofia, com frequência, coloca a ênfase na resposta a esta questão
em alguma propriedade especial de nossa cognição para nos distinguir de outros animais.
De maneira que a pergunta sobre quem nós somos é identificada com a pergunta “o que é
pensar?” ou “o que é ser racional?”, ou com jargão mais intelectualista, “como manipula-
mos intelectualmente conteúdos representacionais dentro de nossas mentes de maneira que
possamos descrever com acurácia estados de coisas externos?”. Com esta pergunta em
mente, esta tradição gostaria de explicar a singularidade do ser humano na natureza. Com
efeito, algumas qualidades são elencadas para nos distinguir de outros organismos como
132
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
133
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
134
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
nidades durante um período longo como precondições de nossas atividades cognitivas, ca-
racterísticas comumente negligenciadas em uma tradição intelectualista da cognição.
No contexto da discussão acerca da natureza da mente, pensamento, cognição e ra-
cionalidade, as últimas décadas de fato testemunharam a emergência da 4-E Cognition co-
mo uma alternativa ao I-Cognition. A primeira é uma plataforma interativa, relacional e
dinâmica que tenta prover ferramentas conceituais originais para o nosso entendimento do
que somos. Esta abordagem incorpora, assim, insights biológicos dentro do debate acerca
da cognição, ao chamar atenção para fatos básicos sobre organismos vivos, negligenciados
pela tradição intelectualista, tais como sua atividade perceptual de autoconstrução
(autopoiesis), sua necessidade de estar constantemente se adaptando a mudanças de condi-
ções do meio ambiente (adaptatividade), e a sua responsividade seletiva a aspectos especí-
ficos do meio ambiente criando seu próprio mundo de significado (enação). Desenvolvendo
esta visão, enativistas radicais exploram um passo corajoso ao removerem completamente o
conteúdo representacional da explicação de atividades cognitivas básicas em organismos
simples e também no nível humano.
De acordo, a visão intelectualista conservadora que o conteúdo é a marca do cogni-
tivo deveria ser rejeitada. Como resultado, a neurociência não deveria continuar a focar no
desenvolvimento de métodos e técnicas que nos possibilitem estudar o que causa o que den-
tro do cérebro. Filosofia, de acordo com 4-E Cognition, deveria motivar uma nova agenda
na neurociência ao oferecer um caminho conceitual alternativo sofisticado o suficiente, mas
parcimonioso, de fazer sentido do trabalho da cognição sem ter que introduzir extravagân-
cias teóricas ou conceituais, nos permitindo evitar mistérios teóricos sobre a lacuna entre o
interior e o exterior ou a subjetividade e a objetividade.
Este programa de pesquisa radical teve sucesso em prover explicações para uma
grande variedade de atividades cognitivas básicas (HUTTO & MYIN 2013, 2017). Contu-
do, uma solução direta da total naturalização do conceito de conteúdo e representações
mentais requer, dentre outras coisas, explicar como é possível sair da fundação básica da
cognição que é alegadamente não-conteudística para uma teoria do conteúdo mental usando
somente recursos naturalistas. A questão é como prover uma narrativa completa e sem la-
cunas naturalistas para a cognição. Com efeito, críticos concernentes à possibilidade de um
135
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
programa totalmente enativo puseram desafios como “a objeção de escopo”, como vimos, o
problema do REC se provar relevante para a investigação de problemas tradicionais relaci-
onados com cognição superior envolvendo conceitos como informação com conteúdo, es-
tados representacionais, pensamento simbólico, inferências lógicas, conhecimento matemá-
tico, etc.
Teóricos enativistas, como Hutto e Myin (REC), Nöe (Enativismo Sensório Motor),
Thompson, Varela e Rosch (Enativismo Autopoiético) podem ser identificados como apoi-
ando abordagens ascendentes (bottom up) metodológicas para a explicação de fenômenos
cognitivos. Neste sentido, são autores em que a pretensão teórica envolve explicar caracte-
rísticas propriamente humanas como a cultura e a linguagem a partir da continuidade com
nossas características compartilhadas com outros animais não-humanos. Uma justificativa
comum para a defesa dessa perspectiva enativista é a de que o papel do corpo biológico foi
injustamente marginalizado durante boa parte da história da filosofia. Neste caso, entender
processos básicos do corpo como aqueles que permitem, por exemplo, nossa capacidade de
se movimentar habilidosamente em um ambiente é de fundamental importância para enten-
der processos mais complexos, como aqueles que permitem nossa capacidade, por exemplo,
de raciocinar, pois eles estariam intimamente acoplados.
Neste contexto, a linguagem somente seria um desafio para abordagens enativistas se
adotássemos uma posição referencialista e representacionalista como teoria semântica de
base de nossas explicações sobre como expressões linguísticas ganham significado. O refe-
rencialismo é uma tese da filosofia da linguagem que estipula que o significado da lingua-
gem deveria, em última análise, redundar na referência de termos a coisas extra-
linguísticas. É fácil notar a continuidade com teses representacionalistas mais gerais. Para
um referencialista, as expressões linguísticas só ganham significado por se remeterem dire-
ta ou indiretamente à referência, ou em outras palavras, as expressões da linguagem só ga-
nham significado ao se tornarem representação de elementos extra-linguísticos. Nesta tradi-
ção, proposições, por exemplo, só teriam sentido, por exibirem suas condições de verdade,
por serem compostas por nomes que denotam ou representam objetos no mundo. Como
consequência, se uma proposição exibir um nome que não tem referência, por exemplo, o
sentido de uma sentença estaria ameaçado; ela não poderia representar estados de coisas do
136
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
mundo de maneira veritativa. Como explicar novamente como nossas representações lin-
guísticas podem descrever estados de coisas possíveis no mundo sem supor alguma isomor-
fia metafísica entre mundo e linguagem? Como explicar a nossa pretensa referência interna
a coisas externas no mundo? A base da linguagem deveria estar no etiquetar de coisas no
mundo através de nomes a partir da repetição de algum ato de ostensão mental ou físico? A
natureza da nossa linguagem deve ser de fato representar estados de coisas do mundo?
Assim, se a referência perder o papel de destaque para a definição do significado lin-
guístico e assumirmos um posicionamento pragmatista da linguagem, uma visão que de-
fende uma inseparabilidade entre conhecer e agir no mundo (LEGG & HOOKWAY, 2019),
o desafio do escopo seria, no mínimo, enfraquecido. Moyal-Sharrock (2019) afirma, por
exemplo:
The connection between the name and the thing is not made by an act of
ostension, not by merely hooking gestures on to their public referents, but
by contextualized repetition in practice […] in first picking up the linguis-
tic expression, the child is not describing with it or referring with it, but
still reacting with it. (Moyal-Sharrock, 2019, p. 9).
137
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
percepção deveria já ser articulada conceitualmente para suplantar a lacuna entre percepção
e cognição de alto nível (MCDOWELL, 1994). Os problemas concernentes à aplicação de
nossos conceitos à nossa percepção para que possamos julgá-la com correção parece ter que
impregná-la inteiramente de conteúdo intencional.
Entretanto, de acordo com a interpretação de REC, como vimos, mentes básicas e
cognição básica não portariam conteúdo. “Cognição básica” significa todas as atividades
cognitivas exceto aquelas envolvendo linguagem pública e sistemas simbólicos culturais.
Da perspectiva do REC, conteúdo não é uma característica de toda a cognição. A cognição
que envolve conteúdo é uma realização especial de animais sociais especiais. Uma vez que
“conteúdo" deveria significar possuir condições de correção (acurácia e condições de ver-
dade) e uma vez que Hutto e Myin negam respostas kantianas e cartesianas que incorporam
representações por toda a cognição, eles devem oferecer uma explicação de como o conteú-
do emerge na natureza.
Para isto, eles defendem o que chamam de Duplex Account, a saber: a tese que a base
biológica e natural deveria encontrar uma plataforma social para que o conteúdo emergisse
na natureza. Aprofundando a agenda radical, o modo de investigação de REC é abandonar
a tese intelectualista a respeito do processamento interno de informação sobre o mundo
externo em favor de um know how puramente corporificado. Se mentes básicas não tem
conteúdo, então elas também não são veículos para suportar conteúdos. De acordo com esta
visão, criaturas inteligentes capazes de pensamento com conteúdo, como nós, deveriam
participar de e dominar práticas sócio-culturais estabelecidas ao longo de um período longo
de interações materiais complexas com o meio e com outros indivíduos. Estas práticas de-
veriam envolver representações públicas que dependem, para sua existência, de uma gama
de instituições e costumes contingentes. Participar de tais práticas sócio-culturais estabele-
cidas é necessário para a emergência de formas de cognição envolvendo conteúdo. De a-
cordo com Rolla (2018, p. 33), “a tese enativista está comprometida com as ideias de que a
percepção se direciona fundamentalmente a possibilidades de ação/interação com objetos e
eventos do ambiente.”
Hutto e Myin apresentam as motivações explícitas do REC ao afirmarem que: “tak-
ing the radical REC line is motivated by a desire to provide a complete and gapless natural-
138
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
istic account of cognition, right here, right now.” (HUTTO & MYIN, 2017, p. 41). Todas
as explicações naturalistas que competem para entender a cognição básica devem enfrentar
o que chamam de Hard Problem of Content (HPC) de um modo ou de outro. Como é pos-
sível ter, a partir de fundações informacionais não-conteudísticas, uma teoria de conteúdos
mentais usando somente narrativas coerentes com as ciências naturais e que não pressu-
põem passos ou postulados metafísicos? Hutto e Myin (2017) explicam:
REC assumes that the normative practices required for claim making
arose with the advent of special kinds of practices was made possi-
ble by the establishment of sociocultural niches. (…) The trick to under-
standing the emergence of content is to understand the emergence
of a special sort of normative sociocultural practice involving the use
of public symbols. Thus unless there is something deeply mysterious about
social conformity and cultural evolution, there is nothing in the proffered
explanation that introduces any inexplicable gap into nature. (HUTTO &
MYIN, 2017, p. 146, destaques nossos).
Mesmo que algo mais seja dito para explicar o que há de distintivo na cognição hu-
mana que permita o tipo de performance característica da cognição superior, como
matemática, lógica e raciocínios contrafactuais, essa explicação ainda deixaria em aberto
como a linguagem emerge a partir da participação em práticas socioculturais, e um crítico
do enativismo poderia apontar que a explicação de dois níveis, a Duplex Account, apenas
pressupõe que, em algum momento, criaturas com certos traços biológicos efetivam habili-
dades linguísticas, mas que não explica como isso de fato ocorre.
Para enfrentarmos a objeção de escopo e oferecermos uma hipótese para a emergên-
cia de conteúdo pela linguagem no mundo natural é importante termos uma postura anti-
intelectualista. Cognição não deve ser pensada em termos de uma entidade consumindo e
manipulando representações, assim como a linguagem não deve ser pensada como um veí-
culo de representações do mundo a partir da referência a objetos. Em oposição, ambas,
cognição e linguagem, devem ser pensadas como capacidades especiais de alguns animais
corporificados de se engajar deontologicamente em trocas permanentes e dinâmicas com
outros animais em partes selecionadas do seu ambiente. Se engajar "deontologicamente"
aqui é crucial, porque nos oferece a posição normativa que precisamos para enfrentar o
desafio do escopo em relação à linguagem. Normatividade, como usamos regras e critérios
139
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
para corrigir nossas práticas e ações, não é um subproduto de uma substância imaterial
computando coisas desaclopadamente do mundo, mas é fundamental para o entendimento
de nossa racionalidade de maneira geral e de nossa linguagem, em específico.
Com efeito, a linguagem só é um desafio para o enativista, caso tenhamos a visão
incorreta dela. Entendimento, significado, cognição são conectados primeiramente através
de inferências de ordem prática que constituem e articulam nossas ações no mundo e não
através da referência abstrata a partir de estados mentais internos de objetos do mundo.
Nossas práticas cognitivas, as maneiras a partir das quais nós agimos no mundo, são infe-
rencialmente articuladas e podem, portanto, ser testadas e controladas publicamente. Ser
racional como nós é de fato coordenar e dominar dinamicamente vários tipos de raciocínios
práticos heterogêneos e conformá-los a inúmeras pressões sociais e ambientais.
Neste contexto anti-intelectualista, podemos retornar a questão que abre esta seção:
"o que nós somos então?". O que ser é racional? O que significa desempenhar atividades
cognitivas? Um proposta enativista, coordenada com o inferencialismo linguístico de tipo
social e deontológico, afirma que o que é especial sobre nós não é o que temos dentro de
nossas mentes, mas sim o que nós fazemos no mundo. Como nós agimos no mundo é o que
nos torna especiais. Nós somos criaturas que, antes mesmo do domínio da linguagem, nos
damos regras, normas, critérios para avaliar coisas e nossas ações em um mundo instável e
misterioso. Nós fazemos este mundo inteligível para nós ao agirmos nele a partir de regras
e acordos que determinam um quadro de autorizações e proibições inferencialmente articu-
ladas.
Sim, nós podemos enfrentar o problema do escopo, pelo menos em relação a lin-
guagem, se tivermos uma abordagem da linguagem que enfatize elementos pragmatistas,
enativos e normativos para lidar com cognições complexas de maneira coerente com o na-
turalismo. A nossa plataforma de lançamento, coerente com a Duplex Account do REC, são
práticas sociais. Ou melhor, práticas sociais que já devem ser inferencialmente articuladas
em quadros de autorizações e proibições que constituem as regras e critérios pelos quais
controlamos e corrigimos nossas práticas. Nossas atividades cognitivas no mundo estão
imersas em um espaço de comprometimentos, autorizações e proibições. Neste contexto,
moralidade não é a consequência de sermos seres linguísticos e lógicos, mas deveríamos
140
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
141
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
distintos para fins distintos e não redutíveis a funções representacionais de objetos e estados
de coisas externos. Esta visão wittgensteiniana da linguagem pode ser usada pelo REC para
enfrentar a objeção de escopo.
Como vimos, segundo Hutto e Myin (2013), o intelectualista acredita que a cogni-
ção redundaria na manipulação intelectual de símbolos e apresenta a objeção de escopo ao
REC justamente por acreditar que só há atividade cognitiva se houver manipulação interna
de conteúdo representacional. Com efeito, o intelectualista pode eventualmente conceder
que o modelo explicativo de credenciais naturalistas do REC poderia ser empregado para
atividades cognitivas muito básicas, mas duvida que possa ser generalizado para atividades
mais sofisticadas:
REC approaches dealing with most cases of bona fide cognition
would be, accordingly, of limited value, on the assumption that they
won’t scale up. Call this the Scope Objection. It allows one to ac-
cept certain antirepresentationalist lessons learned from the lab and
nature while safe in the knowledge that even if representations aren’t
needed to explain the most basic forms of cognition this doesn’t pose an
interesting threat to intellectualism. (HUTTO & MYIN, 2013, p. 45).
Com efeito, o intelectualista poderia defender que talvez o REC poderia lidar bem
com a cognição de animais muito simples e robôs, mas não com aspectos importantes e
sofisticados da cognição humana. Contudo, Hutto e Myin são otimistas em provar que o
representacionalismo do intelectualista é uma maneira inadequada para se investigar a cog-
nição de maneira geral e a linguagem em particular. Representações, em verdade, só seriam
necessárias em alguns casos especiais de cognição humana. Assim, Hutto e Myin contestam
o intelectualista:
142
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
But should that assessment prove mistaken—that is, should REC ap-
proaches make substantial inroads into explaining important forms of
human cognition—then the boot might just be on the other foot, for it
might turn out that representationally hungry tasks make up only a very
small portion of mental activity. Representationally based cognition might
be just the tip of the cognitive iceberg. (HUTTO & MYIN, 2013, 46).
143
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Duplex Account, a saber, que a cognição básica não envolveria representações e conteúdos
veritativos, mas a cognição superior envolveria, mantemos uma lacuna difícil de ser expli-
cada: “With Enactivism ― particularly Dan Hutto and Erik Myin’s Radical Enactivism —
representational content is out of the picture in basic human cognition. Does this mean that
Enactivism loses its grip when it comes to higher level cognition?” (MOYAL-
SHARROCK, 2019, p. 2).
Um exemplo importante de tentativa de naturalização da linguagem é proposta pela
teleosemântica. Esta abordagem movimentou uma gama de autores, como Millikan (1984),
em favor da concepção de que o conteúdo mental portaria uma normatividade oriunda de
uma função biológica:
According to teleological theories of content, what a representation repre-
sents depends on the functions of the systems that produce or use the rep-
resentation. The relevant notion of function is said to be the one that is
used in biology and neurobiology in attributing functions to components
of organisms. (NEANDER, 2018).
144
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
sada e integrada de muitas maneiras, permitindo o seu acesso posterior. Ao invés disto,
Hutto e Myin abordam a cognição em termos wittgensteinianos, isto é, eles tomam ativida-
des cognitivas superiores, como a linguagem, como know how, ao invés de know that. As-
sim avançam na discussão através do exame de atividades e práticas regradas ao invés de
teorias verdadeiras sobre a realidade e através da investigação de competências e habilida-
des ao invés de propriedades de substâncias. Eles também aplicam o método de Wittgen-
stein neste contexto, quando eles afirmam que “certain conceptual problems do not warrant
straight solutions, they warrant dissolution by rethinking the underlying assumptions that
bring them into being and make them seem, at once, intractable yet unavoidable.” (HUTTO
& MYIN, 2017, p. 39).
Mesmo assim, diante de tais dificuldades como o HPC, Hutto e Myin procuram en-
frentar esses desafios buscando indícios de que haveria de fato alguma diferença fundamen-
tal entre tipos de mentes distintas; neste caso, entre mentes com conteúdo mental e mentes
básicas. Em suma, Hutto e Myin assumem que a mente com conteúdo (somente a humana)
se diferencia da mente básica quando há presença de linguagem e cultura; mais especifica-
mente, quando há presença de símbolos usados publicamente, tendo assim a chamada ca-
racterística de condição de satisfação. Desta forma, a prática sociocultural que envolve o
uso de símbolos e normas públicas é o que possibilita a existência de mentes com conteúdo
representacionais, como prevê a sua Duplex Account. Como consequência, criaturas capa-
zes de cognição com conteúdo devem dominar práticas especiais estruturantes, ou seja,
práticas envolvendo normas públicas para o uso de símbolos, onde tais normas dependem
para sua existência de uma variedade de costumes e instituições.
Moyal-Sharrock (2019) descreve que, neste ponto, o enativismo radical (REC) esta-
ria endossando posições que enativismo algum deveria endossar:
Hutto and Myin’s kink sounds like Deacon’s Rubicon. It reflects the view
that divides animal forms of communication from language proper. On
such a view, language essentially requires the manipulation of symbols —
the possibility to go from basically expressive modes of communication to
referential or representational modes of communication. For there to be a
language — or for our ancestors to have crossed this Rubicon — they had
to have mastered the ability to use sounds that hooked up with referents
by representing them. This is a view which, it seems to me, ought not to
145
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Neste sentido, o REC parece fazer surgir ― ainda que não explicitamente ― uma la-
cuna entre nós e outros animais no ponto específico do uso da linguagem. Ainda que Hutto
e Myin assumam que o fato de possuirmos mentes com conteúdo não excluiria a presença
da cognição básica, fica claro que o argumento cria uma demarcação incoerente à proposta
inicial do enativismo, e também com a proposta inicial do REC. Neste caso, parece que o
REC, ao perceber a seriedade muitas vezes negligenciada do problema da existência do
conteúdo mental no mundo natural (HPC) ― ou, mais ainda, da passagem da mente sem
conteúdo para a mente com conteúdo ― busca uma explicação que o coloca em dificulda-
des com a sua própria visão enativista.
Moyal-Sharrock (2019) utiliza argumentos voltados às características da cognição
animal e ao enativismo Wittgensteiniano para apoiar uma concepção de linguagem centrada
em seu uso e para fragilizar o critério de demarcação apresentado por Hutto e Myin. A lin-
guagem, em sua proposta, passa a ser compreendida como um comportamento, uma ação,
não especialmente diferenciada em tipo de qualquer outra ação ou comportamento animal,
mas apenas em grau. Ela afirma: “Note that Hutto and Myin do find their own continuity
story gappy in one respect: ‘it can’t fill in all the relevant details’ (Hutto & Myin, 2017, p.
140). So I will now try — with the help of Wittgenstein — to fill in some of those details.”
(MOYAL-SHARROCK, 2019, p. 7).
Para compreendermos a argumentação de Moyal-Sharrock (2019), nos voltaremos
em maior detalhe à exposição e análise de seu enativismo Wittgensteiniano.
A concepção naturalista de Wittgenstein de que a linguagem é uma ação e uma ex-
tensão de um comportamento primitivo ― ou seja, ela seria apenas mais uma maneira de
aprender a se comportar e agir no mundo dentre outras ― é esclarecedora para demonstrar
fragilidades na demarcação apresentada até agora. Essa visão Wittgensteiniana se contrapõe
à visão tradicional das teorias do significado na história da filosofia. Como afirmam
Biletzki & Matar (2018):
146
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
147
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
sariamente) à palavra “dor” e ao conteúdo da palavra dor, mas está aprendendo a reagir
com a palavra “dor” ou com a proposição “tenho dor”, ampliando, assim, seu repertório de
comportamentos e reações à dor. Desta maneira, não está claro que a linguagem tenha
sempre uma relação íntima com conteúdos representacionais ― partir dessa imagem da
linguagem, teríamos suporte para rejeitar a tese representacionalista de que toda cognição
envolve necessariamente conteúdo representacional.
A partir dessa interpretação, seria possível descrever um uso legítimo de linguagem
feito, por exemplo, por uma criança que está aprendendo a falar, sem que seja necessário
afirmar que ela deve ser capaz de realizar atividades que requerem uma cognição complexa,
como representar estados mentais a partir de símbolos. Neste contexto, Moyal-Sharrock
(2019) afirma:
The connection between the name and the thing is not made by an act of
ostension, not by merely hooking gestures on to their public referents, but
by contextualized repetition in practice […] in first picking up the linguis-
tic expression, the child is not describing with it or referring with it, but
still reacting with it. (MOYAL-SHARROCK, 2019, p. 9).
Rules of grammar are simply expressions of the norms of sense that are
socially generated and maintained; they grow out of, and with, our natural
ways of acting and our socio-cultural practices. Grammar does not gener-
ate language; nor does it exist independently of language or action; it is
embedded and enacted in what we say and do. (MOYAL-SHARROCK,
2019, p. 12).
148
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
beyond the here-and-now environment also indicates that animals are ca-
pable of false representation. But this crosses Hutto and Myin’s dividing
line between animal and human cognition. For, on their view, forms of
cognition are content-involving in that ‘they represent the world in ways
that can be true or false, accurate or inaccurate, and so on’ (Hutto & Myin,
2017, p. xii). (MOYAL-SHARROCK, 2019, p. 6).
As Whiten and Byrne (1988) have shown, all groups of monkeys and apes
use deception, though the insight necessary to plan or understand decep-
tion seems restricted to great apes (Byrne 1999, p. 203). Examples of de-
ception include: leading other animals towards or away from places; mak-
ing them think that the agent has been hurt; concealing the excited glances
that would reveal a hidden food, or concealing the food itself in the hand
or under the body… Prelinguistic children often misrepresent their feel-
ings and behaviour—sometimes concealing the latter, and exaggerating
the former by forced crying. (Moyal-Sharrock, 2019, p. 6).
Todos estes casos descritos envolveriam a noção de engano ― ou, como chama
Wittgenstein, uma raiz primitiva da dúvida. “An ape who tears apart a cigarette, for exam-
ple. [...] The mere act of turning an object all around and looking it over is a primitive root
of doubt.” (Remarks on the Philosophy of Psychology, II §345). E isto, por sua vez, envol-
veria a noção de condição de satisfação, tão cara ao conceito de “conteúdo representacio-
nal”, atribuído por Hutto e Myin apenas à espécie humana com o advento do uso de símbo-
los públicos da linguagem. Moyal-Sharrock, 2019, critica:
149
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
than those of primates but they evolve from those, without a kink. (MO-
YAL-SHARROCK, 2019, p. 14).
A partir dessa perspectiva pragmatista da linguagem ― que pode ser descrita como
uma técnica (Investigações Filosóficas §199) ou uma atividade ―, concluímos que a lin-
guagem não precisa ser um empecilho para a tese de continuidade entre mentes básicas e
complexas. Na próxima seção, veremos como desenvolver a ideia do enativismo Wittgens-
teiniano que linguagem é fundamentalmente ação a partir do pragmatismo e inferencialis-
mo de Brandom.
150
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
explicar a linguagem a partir de práticas sociais regradas ou jogos. Contudo, mesmo que a
linguagem possa ser entendida, também, no âmbito pragmático e comportamental, ainda há
a pergunta de como a linguagem como jogo evolui de mentes sem conteúdo. A hipótese a
ser defendida nesta seção é: Nós portamos conteúdo representacional na linguagem quando
dominamos relações inferenciais e dominamos relações inferenciais quando dominamos
relações normativas, especialmente quando respondemos apropriadamente a quadros de
autorizações e proibições. Desenvolvemos ideias Wittgensteinianas a partir do
inferencialismo de Brandom para mostrar que a linguagem emerge da ação inferencialmen-
te articulada a partir de elementos normativos e não da manipulação em estados mentais
internos de conteúdos fixados pela referência a coisas.
Hutto e Myin (2017) lidam com o que chamamos de enigma moderno concernente à
articulação entre percepção e julgamento ao usarem noções sociais e normativas. Assim
como vimos, o problema moderno pode ser posto da seguinte forma: como nós transitamos
da percepção para crença ou julgamento? Parece que a percepção já deveria ser conceitu-
almente articulada e impregnada de conteúdos representacionais para que o julgamento
pudesse se aplicar sistematicamente a ela. A partir deste problema, Hutto e Myin defendem
que “it is possible, in principle, to explain the origins of content-involving cognition in a
scientifically respectable, gapless way. RECers aim to do so by making special reference to
the important role played by sociocultural scaffolding.” (HUTTO & MYIN, 2017, p. 122).
O trabalho do REC, como vimos, deveria ser, pois, procurar explicar como estados
mentais com conteúdo surgem a partir de um processo de domínio de práticas sociocultu-
rais de tipos especiais. Que tipo de prática social daria oportunidade para a emergência de
conteúdos representacionais? REC já aponta que o desenvolvimento de práticas intersubje-
tivas e da nossa sensibilidade em relação a normas relevantes para a linguagem surgem com
o domínio do uso de sistemas simbólicos públicos. Hutto e Myin defendem, pois, que:
Content only arises when special sorts of sociocultural norms are in place.
The norms in question depend on the development, maintenance, and sta-
bilization of practices involving the use of public symbol systems through
which the biologically inherited cognitive capacities can be scaffolded in
particular ways. (HUTTO & MYIN, 2017, p. 145).
151
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
152
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
redondada através de uma coisa quadrada em um gol, são as regras de nossos jogos de lin-
guagem que fazem alguns sons que emitimos (ou de marcas físicas que produzimos) se
transformarem em palavras e expressões significando alguma coisa. Esta visão é posta ex-
plicitamente pelo segundo Wittgenstein e é desenvolvida por Brandom.
Nossas práticas linguísticas, pensa Brandom inspirado em Wittgenstein, podem ser
articuladas do mesmo modo. Nós somos jogadores no que é chamado de jogo de dar e de-
mandar razões, o jogo mais fundamental que podemos jogar. Este jogo pode ser central-
mente articulado em termos de dois tipos de status deontológicos, a saber, comprometimen-
tos e autorizações. Comprometimentos se referem ao que nós somos obrigados a fazer de
acordo com regras do jogo. Ao passo que autorizações são nossas permissões de fazer algo
ou performar uma atividade de acordo com regras do jogo. No mesmo sentido que altera-
mos o status deontológico do jogo de xadrez quando movemos uma torre para por o rei em
xeque, quando fazemos uma asserção, por exemplo, não estamos apenas tentando descrever
estados de coisas externos, mas também alteramos o conjunto de status em nossa comuni-
dade linguística.
Brandom (2008) descreve sua filosofia da linguagem como um inferencialismo ex-
pressivista pragmático. Por inferencialismo ele quer dizer uma abordagem da semântica de
acordo com a qual conceitos e proposições só adquirem seu significado em virtude do papel
que desempenham em inferências. De maneira mais detida, a concepção da linguagem de
Brandom é articulada em termos de duas noções primitivas, a saber, asserções e inferências.
Ele descreve a primeira como: “The core case of saying something is making a claim, as-
serting something.” (BRANDOM, 2008, p. 42). E a segunda é entendida como o ato de
inferir uma asserção de outra e o know how prático de “sort inferences into those that are
and those that are not materially good ones.” (BRANDOM, 2008, p. 44). De fato, as noções
de asserção e inferência são internamente relacionadas, como “[a]ssertions are essentially
[...] speech acts that can play the role both of premises and conclusions of inferences.”
(BRANDOM, 2008, p. 42). Agora, neste ponto de vista, raciocínio redunda em fazer mo-
vimentos, dar passos entre asserções de acordo com propriedades de inferências socialmen-
te estabelecidas, como oferecer razões para asserções com as quais se comprometeu ou de-
153
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
mandar razões de outros, assim a linguagem aparece como um jogo de fazer asserções, e
usá-las para dar e demandar razões de outros.
Making It Explicit (1994) de Brandom é provavelmente a primeira tentativa comple-
tamente sistemática e tecnicamente rigorosa de lidar e explicar o significado de expressões
linguísticas em termos do seu uso governado por normas sociais (“significado como uso”,
segundo o slogan Wittgensteiniano). Como consequência, temos uma explicação não repre-
sentacionalista da intencionalidade do pensamento e da racionalidade da ação também.
Brandom tenta atingir estes objetivos ao oferecer uma abordagem inferencialista oposta a
uma semântica clássica baseada no referencialismo e na semântica de condições de verdade
para linguagens naturais. Oferece, portanto, baseado no inferencialismo, uma explicação do
papel expressivo da lógica e do vocabulário semântico tais como “verdade”, “referir”, e
“representar”. Assim, ao começar com atitudes normativas práticas e os status deontológi-
cos de comprometimento e autorização para asserções, e normas que são implícitas em nos-
sas práticas de dar e perguntar por razões, a obra de Brandom tenta traçar uma rota social
do raciocínio à representação. Finalmente, Brandom também enfatiza o caráter holista da
semântica inferencialista: “one cannot have any concepts unless one has many concepts (...)
the content of each concept is articulated by its inferential relations to other concepts.” As-
sim, “concepts, then, must come in packages (though it does not yet follow that they must
come in just one great big one).” (BRANDOM, 2000, p. 15-16).
Isto também traz luz para o paralelo entre linguagem e jogos. Assim como um pe-
daço de madeira se torna uma peça no jogo de xadrez em virtude somente de ser governado
por certas regras do jogo e pela relação destas regras com todas as outras regras do jogo,
uma expressão significa algo em função de ser governada por regras do jogo de linguagens
e de suas relações com outras regras em vários outros jogos. Por conseguinte, assim como
as regras do xadrez constituem um espaço no qual podemos desfrutar jogos de xadrez, as
regras dos nossos jogos de linguagem constituem o espaço de significação de nossas práti-
cas.
O fenômeno de regras dentro do contexto de nossas práticas linguísticas também
foram discutidas por Wittgenstein (1953). Como vimos, ele apontou a grande diversidade
de “jogos de linguagem”, mas também levou a atenção para o problema de como nós a-
154
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
prendemos, seguimos e mantemos regras que são inerentes a estes jogos. Wittgenstein de-
fendeu alguns pontos cruciais de regras que não são imediatamente óbvias: especialmente
que nossas regras não são todas explícitas, porque para sermos capazes de seguir uma regra
temos que interpretá-la, e para interpretá-la corretamente, nós iríamos precisar de alguma
outra regra, o que nos levaria para um regresso ao infinito.
Brandom defende que jogos de linguagem são governados por regras inferenciais,
ou que nossa linguagem é inferencialmente articulada. As regras inferenciais são o que é
necessário para fazer a linguagem ser um veículo do jogo de dar e receber razões. Assim,
para sermos capazes de dar razões, temos que ser capazes de fazer asserções que servem de
razões para outras asserções, assim nossa linguagem deve oferecer sentenças que acarretam
outras sentenças. Para sermos capazes de demandar razões, nós devemos ser capazes de
fazer asserções que desafiam outras asserções, assim nossa linguagem deve nos oferecer
sentenças que são incompatíveis com outras sentenças. Assim nossa linguagem deve ser
estruturada por acarretamentos e, especialmente, por relações de incompatibilidade materi-
al.
Neste sentido, é importante notar que, subjacente a inferências e incompatibilidade,
estão certos status normativos, que seres discursivos adquirem e mantêm ao usarem a lin-
guagem. Estes status compreendem vários tipos de comprometimentos e autorizações. As-
sim, por exemplo, quando faço uma asserção, estou me movimentando em um quadro de-
ontológico de comprometimentos e autorizações. Com efeito, por exemplo, quando faço
uma asserção, me comprometo em dar e receber razões para ela quando for desafiado. E ao
asserir algo, também autorizo pessoas a reasserirem minha asserção refletindo qualquer
novo possível desafio. Esta ação recíproca de compromissos e autorizações é também a
fonte subjacente da relação de incompatibilidade, uma vez que comprometimento de uma
asserção exclue a autorização para outras. Adicionalmente, existe a relação de herdar com-
promissos e autorizações, por exemplo, por me comprometer com “isto é um cachorro”, eu
estou comprometido também com ˜isto é um animal” e se tiver autorizado a asserir “está
chovendo”, eu estou autorizado também a asserir “as ruas estão molhadas”.
A ideia de Brandom é que viver em uma sociedade humana é estar inserido em uma
rede rica de relações sociais normativas que possuem diferentes tipos de status normativos.
155
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Estes status alcançam muitas dimensões. Acreditamos que esta é a plataforma de lançamen-
to normativa que precisamos para o desafio de naturalizar a linguagem. A comunicação
linguística constitui um importante estrato destes status (compromissos e autorizações) e
entender linguagem significa ser capaz de, dentre outras coisas, de acompanhar os status de
um interlocutor. Precisamos de uma distribuição social anterior a linguagem já com status
normativos, para possibilitar a multiplicidade de perspectivas que fazem a objetividade do
conteúdo linguístico possível, tirando a centralidade do papel de representações na nossa
cognição linguística. Temos conteúdo, porque temos linguagem que, por sua vez, emerge
de jogos mais rudimentares que jogamos com status normativos.
A resposta de Brandom ao desafio de Wittgenstein a respeito da impossibilidade da
explicitação de todas as regras da linguagem, de fato é defender que ao menos as regras
mais fundamentais devem permanecer implícitas em nossas práticas. Elas existem a partir
dos status normativos de falantes, o seu tratamento das asserções de outros, e também das
suas próprias, como correto ou incorreto.
Inspirados no segundo Wittgenstein e em Brandom, vemos como a linguagem não
precisa ser vista como um problema para enativistas radicais. A objeção de escopo usual-
mente apresentada para criticar explicações enativistas só representa um problema, se ti-
vermos uma visão referencialista e representacionalista da natureza da linguagem. Mas ao
usarmos a ideia pragmatista de que a linguagem é constituída por jogos, atividades regra-
das, que são, por seu turno, inferencialmente articuladas em função de status normativos e
deontológicos, como compromissos e autorizações entre indivíduos, vemos que o desafio
de naturalização do conteúdo pode ser respondido. Apresentamos a hipótese aqui do uso do
inferencialismo pragmático para superar o problema difícil do conteúdo.
Trata-se, então, de uma hipótese normativa para a grande questão a respeito de co-
mo práticas linguísticas se desenvolvem de mentes sem conteúdo. Nós portamos conteúdo
representacional quando dominamos relações inferenciais e dominamos relações inferenci-
ais quando dominamos relações normativas, especialmente quando somos introduzidos em
quadros de autorizações e proibições. Assim, a linguagem e o conteúdo representacional
emergem da ação inferencialmente articulada a partir de elementos normativos em práticas
156
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
regradas e não da manipulação em estados mentais internos de conteúdos fixados pela refe-
rência a coisas externas.
5. Considerações finais
157
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
REFERÊNCIAS
158
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
HAUGELAND, J. Truth and rule-following. In: J. Haugeland (Ed.). Having thought: es-
says in the metaphysics of mind. Harvard: Harvard University Press, 1998.
HUTTO, D. & MYIN, E. Radicalizing enactivism: basic minds without content. Cam-
bridge, MA: MIT Press, 2013.
_____. Evolving enactivism: basic minds meet content. Cambridge, MA: MIT Press, 2017.
LEGG, C. & HOOKWAY, C. Pragmatism. The Stanford Encyclopedia of Philosophy
(Spring 2019 Edition), Edward N. Zalta (Ed.), 2019. URL =
<https://plato.stanford.edu/archives/spr2019/entries/pragmatism/>.
MCDOWELL, J. Mind and world. Cambridge: Harvard University Press, 1994.
MILLIKAN, R. Language, thought, and other biological categories: new foundations for
realism. The MIT Press, 1984.
MOYAL-SHARROCK, D. From deed to word: gapless and kink-free enactivism. Synthese,
An International Journal for Epistemology, Methodology and Philosophy of Science, 2019.
https://doi.org/10.1007/s11229-019-02218-5.
NEANDER, K. Teleological theories of mental content. The Stanford Encyclopedia of Phi-
losophy (Spring 2018 Edition), Edward N. Zalta (Ed.), 2018. URL =
<https://plato.stanford.edu/archives/spr2018/entries/content-teleological/>.
NÖE, A. Action in perception. Cambridge, MA: MIT Press, 2004.
PUTNAM, H. Renewing philosophy. Harvard: Harvard University Press, 1992.
ROLLA, G. Enativismo radical: exposição, desafios e perspectivas. Princípios: Revista de
Filosofia (UFRN), v. 25, n. 46, 2018.
_____. Reconceiving rationality: situating rationality into radically enactive cognition. Syn-
these. Special Issue Radical Views on Cognition, 2019. DOI:
https://doi.org/10.1007/s11229-019-02362-y
ROWLANDS, M. The new science of the mind: from extended mind to embodied phenom-
enology. The MIT Press, 2010.
STICH, S. The fragmentation of reason: preface to a pragmatic theory of cognitive evalua-
tion. Cambridge: MIT Press, 1990.
159
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
160
O DESAFIO DA INTEGRAÇÃO EXPLANATÓRIA PARA O
ENATIVISMO: ESCALONAMENTO ASCENDENTE OU
DESCENDENTE
Giovanni Rolla
Universidade Federal da Bahia
1
A distinção entre as variedades de enativismo geralmente dá-se da seguinte maneira. O que hoje alguns
chamam de enativismo autopoiético (MATURANA & VARELA, 1980; VARELA, 1979) caracteriza-se
pela tese de que a ação relevante para a cognição é uma ação de automanutenção e autoprodução da
identidade do sistema cognitivo, chamada de autopoiese. Como veremos em mais detalhes a seguir,
alguns proponentes dessa vertente defendem que há uma continuidade forte entre vida e cognição, isto é,
que as condições de emergência para sistemas vivos são ipso facto condições de emergência para
sistemas cognitivos (THOMPSON, 2007), outros qualificam essa tese e acrescentam condições de
adaptação como uma condição complementar (DI PAOLO, 2005; DI PAOLO; BURHMANN;
BARANDIARAM, 2017). O enativismo sensório-motor (NOË, 2004, 2012; O’REGAN; NOË, 2001)
defende marcadamente a tese de que o entendimento de habilidades sensório-motoras é condição
necessária para a consciência perceptual, sendo, portanto, uma tese a respeito de estados fenomênicos.
Fica em aberto, nessa perspectiva, como a noção de entendimento é usada, o que, em uma leitura menos
caridosa, interpretaria o enativismo sensório-motor como contrabandeando noções representacionais. Por
fim, o enativismo radical (HUTTO; MYIN, 2013; 2017) argumenta por um não-representacionalismo
forte, segundo o qual não há bases epistemologicamente viáveis que permitam tratar processos cognitivos
como instanciando propriedades semânticas. Nessa perspectiva, como veremos abaixo, a intencionalidade
mínima de agentes cognitivos é não-representacional.
2
Outra maneira de interpretar esse aspecto do enativismo é que não existe uma diferença conceitual, ou
ao menos não há boas bases para aceitar essa diferença, entre a relevância meramente causal de uma fonte
de cognição e a constituição da cognição por essa fonte.
3
Brooks, na verdade, escreve: “quando nós examinamos inteligências de nível muito simples, nós
descobrimos que representações explícitas e modelos do mundo simplesmente atrapalham [get in the
way]. Ocorre que é melhor usar o mundo como seu próprio modelo” (BROOKS, 1991, p. 140).
162
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
tese afirmativa explicita o que conecta o agente ao mundo nessa nova perspectiva, a
saber, a ação exploratória do agente no seu meio imediato. Isso significa que é a partir
da ação que o agente efetiva a sua presença—o que ecoa, não por acaso, a tradição
fenomenológica de Merleau-Ponty e Heidegger. Assim, de acordo com o enativismo, a
unidade mínima de análise para qualquer ato cognitivo é a relação dinâmica de
acoplamento entre agente e ambiente, uma relação que ocorre, por um lado, em função
das disposições morfológicas do agente e, por outro, em função das constantes e
variáveis ambientais que aquelas disposições permitem ao organismo explorar
proficientemente. Por essa razão, o enativismo implica a hipótese de que a cognição
possui um nível irredutivelmente corporificado e situado.
A concepção enativista da mente rejeita, portanto, uma concepção clássica—mas
o faz com um alto preço a pagar. Segundo a concepção clássica, uma mente é
essencialmente uma entidade que articula, compõe e combina representações. Os
proponentes contemporâneos do representacionalismo, com efeito, entendem esses
processos representacionais como subpessoais, visto que estão aquém do limiar da
consciência e do controle do sujeito. Mas o ponto crucial é que o processamento
cognitivo vai desde a recepção crua de estímulos sensoriais até a formação de
pensamentos conscientes que permitem a tomada de decisões baseadas nesses
pensamentos (FODOR, 1975; 1983), de modo que todas as etapas da cognição seriam
explicadas pelo mesmo recurso teórico, a saber, o processamento de informações por
meio da articulação de representações. A concepção clássica, portanto, não encara
nenhum desafio de integração ou de unidade explanatória. Ela encara outro tipo de
desafio, o que ajudou a motivar o surgimento do programa de pesquisa em cognição
corporificada, a saber: operacionalizar uma concepção representacionalista da mente em
que a ação não ocupa nenhum papel distintivo. O enativismo, ao introduzir uma
concepção de cognição básica, que é biologicamente mais simples do que a cognição
tradicionalmente tomada como o alvo das ciências cognitivas e da filosofia da mente;
não oferece a mesma vantagem inicial. Não há garantias de integridade explanatória na
perspectiva enativista, ao contrário do que se pressupunha no paradigma
representacionalista, pois o enativismo introduz uma cisão entre cognição básica e o que
podemos chamar por enquanto de cognição superior (como veremos, essa qualificação
é ela mesmo alvo de disputa).
163
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
4
O enativismo radical proposto por Hutto e Myin (2013, 2017) defende a ideia de que o único tipo de
informação cientificamente respeitável é a informação como covariação ou variação nomológica de
estados. Esses autores pretendem rejeitar a ideia, herdada da psicologia ecológica, de que sistemas
cognitivos operam através de informação para ação. Há, no entanto, tentativas de compatibilizar as duas
noções, veja CARVALHO; ROLLA (no prelo), VAN DIJK; WITHAGEN; BONGERS (2015),
SEGUNDO-ORTIN; HERAS-ESCRIBANO; RAJA (2019).
164
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
cognição superior envolveria explicar como seria possível um decoplameno, por assim
dizer, e não mais um acoplamento, do sujeito em relação ao mundo.
É nessa perspectiva que surge o desafio de integração explanatória para o
enativismo. Alguns autores concebem esse desafio como exclusivamente um caso de
escalonamento ascendente (scale up), como comentaremos na seção seguinte. De
acordo com essa perspectiva de resposta ao problema, a fim de ampliar o alcance
explanatório do programa de pesquisa, o enativista deve mostrar como a cognição
básica pode ascender a performances de cognição superior sem descaracterizar a teoria
enativista, isto é, retendo a ênfase explanatória na ação. A opção por caracterizar o
desafio de integração explanatória apenas como um caso de escalonamento ascendente,
no entanto, já é uma escolha tendenciosa do ponto de vista conceitual, porque não
contesta o modo como a cognição superior é caracterizada. Com efeito, na terceira
seção, discutiremos uma alternativa que visa, de certo modo, desmistificar a cognição
supostamente superior—isto é, que ao fim e ao cabo deve rejeitar o próprio rótulo de
cognição “superior” e que talvez considere mais adequado o título de cognição
“complexa”. Essa perspectiva, ao invés de escalonar ascendentemente a cognição
básica, visa escalonar descendentemente (scale down) a cognição complexa, tornando-a
mais próxima da cognição básica, o que significa explicar ambas pelos mesmos
recursos, sem cisões explanatórias.
165
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
166
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
conteúdo representacional (HUTTO; SATNE, 2015, p. 530). Sem dúvidas essa é uma
maneira de entender a intencionalidade na contramão da tradição inaugurada por
Brentano, mas um enativista radical pode argumentar que nada na concepção de
direcionamento implica direcionamento descritivo, ou direcionamento que respeite
condições de acurácia ou de verdade—isto é, intencionalidade representacional. Com
efeito, há um precedente desse tipo de explicação no projeto teleosemântico de
naturalização da intencionalidade.
O projeto teleosemântico, que teve seu apogeu nos anos 80, pretendia explicar
como estruturas naturais permitem ao organismo direcionar-se ao mundo a partir da
seleção evolutiva (DRETSKE, 1988; MILLIKAN, 1984; 2004; 2005; PAPINEAU,
1987). A versão mais refinada das teorias teleosemânticas, tal como apresentada por
Ruth Millikan, concebe que estruturas naturais selecionadas evolutivamente cumprem
uma função própria que, quando consumidas pelo sistema cognitivo, dão origem ao
conteúdo representacional. O exemplo, um tanto batido, é o do sapo que possui as
habilidades intencionais de rastrear, alcançar e comer moscas, de tal modo que essas
habilidades seriam a base para o conteúdo representacional dos seus estados
intencionais. A bem conhecida objeção a esse projeto é que explicações baseadas em
seleções evolutivas são extensionais—elas explicam como o sapo dirige-se a moscas,
mas não selecionam uma entre infinitas descrições possíveis através das quais isso
poderia ser feito (“pequeno inseto que se move no ar”, “ponto escuro que voa”, “coisa
com asas que se mexe assim-e-assado”, etc.). Isso, por sua vez, é o fundamental para
fixar o conteúdo da representação —que, portanto, permanece sem uma explicação
natural. Como Jerry Fodor famosamente colocou: a evolução “se importa com quantas
moscas você come, não sob qual descrição vocês as come” (FODOR, 1990, p. 73).
Apesar do fracasso em explicar a emergência da representação, Hutto e Satne (2015) e
Hutto e Myin (2017) argumentam que esse projeto ainda é bem sucedido em explicar
um nível biologicamente básico, não representacional, de intencionalidade. Com efeito,
a teleosemântica tem como herdeiro conceitual o que os enativistas radicais chamam de
proto-intencionalidade (Ur-intentionality), isto é, o aperfeiçoamento evolutivo que
permite exercícios não-acidentais de engajamento entre sujeito e mundo. É por meio das
habilidades biológicas que herdamos, adquirimos e refinamos que somos capazes de
interagir inteligentemente com o mundo, direcionarmo-nos a ele, sem representá-lo.
167
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
168
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
169
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
170
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
171
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
172
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
173
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
perceptivo que o organismo tem com o seu ambiente, o mundo envolvido pela atividade
de produção de sentido vai além do aqui e agora, envolvendo virtualidades que só serão
atualizadas pela interação e ação do organismo ao longo do tempo.
Esse percurso sobre as bases da abordagem ecológica-enativista foi necessário
para entendermos agora como a imaginação pode ser reelaborada de modo a dispensar
representações. Suponha que você seja convidado a imaginar a casa onde você cresceu.
Você visualiza a disposição dos cômodos, algumas decorações, o quadro da sua banda
preferida em seu quarto etc. Nenhuma dessas coisas está presente a você aqui e agora.
Para ter essa imaginação, não precisaria de representações? Os autores chamam esse
tipo de imaginação de imaginação de memória episódica. Segundo os autores, o que
fazemos ao ter esse tipo de imaginação é reencenar (re-enact) deliberadamente
experiências passadas. Ao fazê-lo, nosso organismo ocupa estados que são semelhantes
aos que ele teve ao ter experiências da sua casa. Na perspectiva ecológica-enativista,
isso significa que o organismo ocupará também alguns estados de prontidão para a ação
que ele ocuparia se estivesse percebendo a casa. Como vimos, essa seria a maneira pela
qual a atividade de produção de sentido conferiria significado a interações efetivas com
o ambiente. Assim, a imaginação de memória episódica é caracterizada como “atividade
de fingir fazer o que é feito na percepção” (KIVERSTEIN; RIETVELD, 2018, p. 156).
É uma espécie de faz de conta que se apoia nos recursos já adquiridos da percepção e
que não envolve qualquer representação6. Através da reecenação, a imaginação produz
sentido. É digno de nota que em algumas dessas situações de imaginação chegamos a
mover os olhos e levemente o corpo, como faríamos se estivéssemos percebendo o
objeto imaginado. Pode-se objetar que, para imaginar a casa em que viveu na infância, o
sujeito deveria ter um modelo ou representações das affordances dessa casa. Mas isso
não é necessário. As habilidades incorporadas por meio das quais o sujeito se prepararia
para agir se o objeto estivesse presente são suficientes para o agente “fingir atuar os
6
Pode-se questionar se a conversa sobre “fingir ou fazer de conta o que é feito na percepção” não é uma
maneira camuflada de falar de representações ou conteúdos semânticos. Mas não é o caso. Assim como,
para alguns enativistas, perceber é entendido como a posse de habilidades sensório-motoras (NOË, 2004),
fingir ou fazer de conta seria também entendido como a posse de habilidades semelhantes, mas não
idênticas, às sensório-motoras, já que elas poderiam ser exercidas sem a correspondente estimulação
sensorial que é necessária no caso da percepção. A reencenação deve ser encarada mais pelo lado motor,
a preparação corporal, e as consequências para a fenomenologia do corpo vivido que se seguem daí. De
maneira bastante similar, Hutto e Peeters afirmam que “os radicais (enativistas) procuram explicar formas
básicas de aprendizagem e memória inteiramente em termos de saber-fazer reencenado (re-enacted know-
how)” (HUTTO; PEETERS, 2019, p. 105).
174
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
7
Um exemplo trivial para perceber a autonomia das próprias interações sociais são as situações
corriqueiras em que, andando em um corredor apertado, cruzamos com outra pessoa que vem da direção
oposta. Nos movemos para o lado para dar passagem, mas a pessoa simultaneamente faz o mesmo, nos
encontrando novamente um diante do outro e a interação assim prossegue, sem que queiramos, até que
um pare e o outro dê a passagem. Note que durante um tempo a dinâmica das nossas interações assumiu
uma vida própria, se auto-produzindo à revelia dos nossos interesses de chegar aos nossos respectivos
destinos.
175
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
176
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
4. Conclusão
177
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
REFERÊNCIAS BIBLIOGRÁFICAS
178
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
179
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
GALLESE, V. et al. Action recognition in the premotor cortex. Brain, [s. l.], v. 119, p.
593–609, 1996.
HUTTO, D. D. & MYIN, E. Radicalizing Enactivism: Basic Minds without Content.
Cambridge, Massachusetts: MIT Press, 2013.
_____. Evolving enactivism: basic minds meet content. Cambridge, Massachusetts: The
MIT Press, 2017.
HUTTO, D. D. & PEETERS, A. The roots of remembering: radical enactive
recollecting. In: MICHAELIN, K; Debus, D. & PERRIN, D. (Eds.). New directions in
the philosophy of memory. New York: Routledge, 2018. p. 97–118.
HUTTO, D. D. & SATNE, G. The natural origins of content. Philosophia, [s. l.], v. 43,
n. 3, p. 521–536, 2015.
KEE, H. Horizons of the word: words and tools in perception and action.
Phenomenology and the Cognitive Sciences, p. 1–28, fev. 2020.
KIVERSTEIN, J. D. & RIETVELD, E. Reconceiving representation-hungry cognition:
an ecological-enactive proposal. Adaptive Behavior, v. 26, n. 4, p. 147–163, ago. 2018.
_____. Scaling-up skilled intentionality to linguistic thought. Synthese, p. 1–20, fev.
2020.
MATURANA, H. & VARELA, F. Autopoiesis and cognition: the realization of the
living. Dordrecht: D. Reidel Publishing Company, 1980.
MILLIKAN, R. Language, thought and other biological categories. Cambridge,
Massachusetts: MIT Press, 1984.
_____. Varieties of meaning: The 2002 Jean Nicod lectures. Cambridge: MIT Press,
2004.
_____. Language: a biological model. Oxford: Oxford University Press, 2005.
NOË, A. Action in perception. Cambridge, Massachusetts: MIT Press, 2004.
_____. Varieties of presence. Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press,
2012.
O’REGAN, J. K. & NOË, A. A sensorimotor account of vision and visual
consciousness. Behavioral and Brain Sciences, [s. l.], v. 24, n. 05, p. 939–973, 2001.
Disponível em: http://www.journals.cambridge.org/abstract_S0140525X01000115
PAPINEAU, D. Reality and representation. Oxford: Oxford University Press, 1987.
ROLLA, G. Radically enactive high cognition. Dissertatio, [s. l.], v. 47, p. 26–41, 2018.
180
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
181
UM CAMINHO DO MEIO ENTRE TRADIÇÃO E RADICALISMO EM
COGNIÇÃO
ABSTRACT: While the cognitivist theory of the mind presents the brain as the exclusive locus of cognition,
working isolated manipulating its representations, in the descriptions of radical enactivism the roles of brain,
body and environment get confused in the total dynamics that characterise the embodied embedded behavior.
Putting the phenomenon of learning in focus, our middle way approach finds an equilibrium between the two
opposing positions: in an interactive process, where the body and the elements of the environment are in di-
rect contact with each other, the brain encounters opportunities to give form to a behavior that is capable to
reach the goal. We analyze and develop this idea with the help of an análogo between the intelligent behavior
and the operation of a machine, and between learning and the construction of the machine. The first result we
obtain is the identification of fundamental gaps in the cognitivist and enactivist explanations. The most inter-
esting result, however, consists in the observation that the cognivist and enactivist projects are working on the
same problem: the construction and operation of cognitive machines. Not only that, but that which missing on
each of them seems to be offered by the other — which allows us to portray the two in continuity.
1. Introdução
184
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Vendo as coisas desse modo, o antagonismo entre as duas posições se dissolve, e nós pas-
samos a perceber os dois projetos em continuidade.
2. Cognitivismo
Não é preciso muita astúcia ou grandes poderes de introspecção para se chegar à realização
de que, ordinariamente, nós pensamos e depois fazemos as coisas. Essa observação aparen-
temente inocente pode ser tomada como um ponto do partida para se derivar boa parte das
ideias que servem de base para a teoria cognitivista da mente. O primeiro passo consiste em
dividir a cognição em duas partes: o pensamento é tomado como a cognição propriamente
dita e a causa do comportamento inteligente subsequente, que é tomado como a mera mani-
festação externa, ou resultado visível do processo cognitivo. A seguir, observa-se que uma
das marcas que distingue o comportamento inteligente é o fato de que ele é sensível ao con-
texto — qualquer sorte de objetivo pré-especificado (possivelmente implícito) deve ser
efetivamente alcançado em um contexto onde podem haver diversos elementos, relevantes
ou irrelevantes para a situação. E agora é preciso explicar essa dependência do processo
cognitivo com relação aos fatores externos. A ideia de que os elementos externos fazem o
papel de causa da cognição deve ser descartada por uma série de motivos simples: o pen-
185
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
O ponto mais atraente da visão cognitivista da mente é que esse conjunto de ideias pode ser
transformado em uma poderosa e concreta teoria da cognição, com o auxílio das noções de
formalização e computação. A dificuldade mais óbvia associada ao esquema descrito acima
é que se, de um lado, a noção de estados mentais com conteúdo informativo sobre estados
de coisas externos é intuitivamente clara e aparentemente fiel à nossa experiência conscien-
te do mundo, de outro lado, essa ideia se provou extremamente difícil de ser capturada com
precisão por meio de explicações naturalistas. A solução que foi encontrada para dar conta
dessa dificuldade é um tanto indireta. O primeiro passo consiste em postular que os estados
mentais são constituídos pelas chamadas representações mentais, como já foi indicado aci-
ma. A seguir, há uma pequena mudança de perspectiva: ao invés de se apoiar em uma co-
nexão direta entre as representações internas e os elementos externos, procura-se encontrar
suporte na maneira como as representações são manipuladas. A inspiração para esse mo-
vimento parece ter sido o programa formalista em matemática: "the discovery that large
swaths of mathematics can in fact be formalized ... — i.e., that the semantic relationships
intuitively deemed important in a domain like geometry can in fact be preserved by infer-
186
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
ences sensitive only to the syntactic form of the expressions" (Horst, 2007). A ideia, então,
é que as representações mentais devem ter tanto uma dimensão semântica (i.e., uma corres-
pondência com objetos e estados de coisas externos) como uma dimensão sintática (i.e., um
conjunto de propriedades formais precisas), de modo que a cognição possa ser explicada
em termos de um processo de raciocínio que consiste na manipulação de representações por
meio de operações que: (1) dependem apenas da forma sintática das representações, e (2)
preservam as suas relações semânticas. Finalmente, o passo final da solução consiste em
lançar mão da noção de computação para explicar como "it is possible to design a mecha-
nism that is capable of evaluating any formalizable function" (Horst, 2007). Portanto, em
resumo, "formalization shows us how to tie semantics to syntax ... [while computation]
shows us how to link up syntax to causation" (Horst, 2007). Essa solução não é apenas ele-
gante, mas, tendo em vista os resultados da teoria da computação que mostram como
funções computáveis arbitrariamente complexas podem ser definidas com base em um pe-
queno conjunto de funções primitivas (utilizando, por exemplo, composição e recursão),
parece ter, em princípio, todas as condições de explicar comportamentos cognitivos arbitra-
riamente complicados.
187
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
the non-existent requires, prima facie, the use of some inner resource which enables appro-
priate co-ordination without constant ambient input to guide us. Whatever plays that kind
of inner role is surely going to count as some kind of internal representation" (Clark e
Toribio, 1994). Clark e Toribio também chamam atenção para uma segunda classe de casos
em que o problema não é tanto que os fatores externos relevantes estão ausentes, mas que a
propriedade relevante ou aspecto da situação a que o sistema deve responder não está dire-
tamente associada a nenhum parâmetro físico com que o sistema possa interagir: "These are
states of affairs which are highly relational or otherwise functional and `abstract'. ... It is
hard ... to see how to set up a system to track such properties unless it is capable to sub-
summing a variety of superficially very different inputs under a common rubric, and then
define further processing events not over the sensory array but over some inner item or pat-
tern whose content correspond to the more abstract property in question" (Clark e Toribio,
1994). A conclusão que se quer obter aqui é que até se pode admitir que existam situações
onde o comportamento inteligente pode ser explicado em termos da interação direta com
elementos do ambiente. No entanto, essas situações corresponderiam apenas a uma classe
restrita de fenômenos que não inclui os casos realmente interessantes de cognição, marca-
dos pelo raciocínio sobre o `ausente' e o `abstrato'. Não apenas isso, mas a investigação
desses exemplos mais simples de cognição não nos colocaria em uma posição melhor para
entender os casos interessantes de verdade. Isto é, existiria uma limitação ou insuficiência
fundamental associada com a abordagem dinâmica interativa à cognição, que só poderia ser
superada adotando-se um conjunto de princípios básicos inteiramente diferente: representa-
ções internas e processamento de informação.
3. Enativismo radical
A estratégia adotada pelo enativismo radical para se afirmar contra a tradição foi realizar
um ataque direto e frontal à noção que se encontra no centro da teoria cognitivista da men-
te: a noção de conteúdo representacional. A principal fonte de dificuldade, de acordo com
Hutto e Myin, é que "[t]he familiar cognitivist talk of information processing — certainly,
to the extent that it takes seriously that information is some kind of commodity that carries
abstract contentful messages — evokes ... serious scientific mysteries" (Hutto e Myin,
188
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
2017, p.31). Isto é, como vimos na seção anterior, o cognitivismo se apoia na ideia de que
os sentidos capturam informação do ambiente, que então é codificada e processada para
definir e controlar o comportamento inteligente. Mas, o que é exatamente capturado e codi-
ficado pelos sentidos, e como isso é colocado à disposição para consumo e manipulação
pelos processos neuronais que se encontram mais adiante? Por outro lado, se nós não de-
vemos levar a estória de conteúdo informacional a sério, então nós podemos perguntar qual
é o valor explanatório real da teoria cognitivista da mente? Para avançar a sua posição nos
termos mais fortes possíveis, Hutto e Myin elaboram cuidadosamente essas observações
iniciais na forma do chamado Hard Problem of Content (HPC, ou o problema difícil do
conteúdo). A primeira observação é que existe uma lacuna na narrativa cognitivista: não é
claro como a noção abstrata de conteúdo informacional, que é supostamente extraído do
ambiente, codificado pelos sentidos e manipulado pelos processos cognitivos, se conecta
com descrições detalhadas de como os mecanismos físicos que suportam a cognição real-
mente operam. A suposição de que essa lacuna deve ser explicada de maneira cientifica-
mente respeitável coloca, então, um dilema para o cognitivista. Na primeira perna do di-
lema está a observação de que a noção de informação-como-covariância possui "impecca-
ble naturalistic credentials": "a state-of-affairs is said to carry information about another
state-of-affairs if and only if it lawfully covaries with that other state-of-affairs, to some
specified degree" (p.29). Portanto, a possibilidade está aberta para o cognitivista oferecer os
detalhes da estória de codificação e processamento de informação com base na noção de
informação-como-covariância. Mas, ter essa noção bem definida de informação não parece
tornar o problema nem um pouco mais fácil: "How can relations that hold between
covarying states-of-affairs be literally ‘extracted’ and 'picked up' from the environment so
as to be 'encoded' within minds?" (p.30). Hutto e Myin também observam que a utilização
de um "quasi-communicative vocabulary" de sinalização e recepção de mensagens também
não ajuda muito, pois a noção de códigos mentais ou neuronais é igualmente problemática.
Em resumo, trazer a noção de informação-como-covariância para a mesa não elimina a la-
cuna das explicações, e é tarefa do cognitivista mostrar como isso pode ser feito. É claro, a
possibilidade também está aberta para que o cognitivista encontre alguma outra noção cien-
tificamente respeitável de informação, e isso corresponde à outra perna do dilema: "[This]
requires identifying an alternative notion of information with sound naturalistic credentials
189
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
that can do the additional explanatory work necessary to validate the standard information
processing story" (p.31). No entanto, Hutto e Myin acham improvável que qualquer uma
das noções alternativas de informação disponíveis possam ter sucesso onde o melhor can-
didato falhou.
190
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
boundaries of skin and skull, just as long as they make an appropriate contribution to ex-
plaining the overall shape of the system responsiveness" (p.21). Uma vez que o cérebro
perde o seu status privilegiado de centro da cognição, a percepção não deve mais ser enten-
dida como tendo a função de prover informação para os processos que operam dentro da
cabeça. Na dinâmica total que agora caracteriza a cognição, a percepção corresponde ape-
nas a um dos lados da interação que entrelaça agente e ambiente — o outro lado sendo, é
claro, a ação. Além disso, esses dois, percepção e ação, por vezes se encontram tão funda-
mentalmente conectados que é difícil separá-los um do outro, sendo preferível então falar
de um laço sensório-motor. Tomando emprestado uma expressão de Hutto e Myin, e assu-
mindo o ponto de vista do agente cognitivo, nós podemos dizer que os laços sensório-
motores são processos dinâmicos ativos "in the service of getting an effective, practical grip
on the world" (p.22).
191
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
ponto de vista matemático, sistemas descritos por equações diferenciais são sistemas não
lineares. Acontece que (certos) sistemas não lineares exibem propriedades de (auto-
)organização, no sentido de que o estado global do sistema é atraído para certas regiões do
seu espaço de fase, e é repelido de outras regiões. Na medida em que algumas variáveis do
sistema não linear descrevem os estados de elementos do ambiente, o seu comportamento
(auto-)organizado modela a maneira como agentes cognitivos adquirem padrões articulados
de resposta a mudanças externas. E, na medida em que a dinâmica dessas variáveis ambien-
tais é controlada por outras variáveis do sistema de equações, mudanças nessas últimas va-
riáveis modelam as intervenções que o agente pode realizar nos elementos do ambiente.
Finalmente, como não existe assimetria entre as variáveis do sistema, não existe um centro
privilegiado de ação ou controle — e aqui nós temos o "Equal Partner principle".
Como se deveria esperar, conceber a cognição como sistemas dinâmicos governados por
sistemas dinâmicos por conjuntos de equações diferenciais tem as suas implicações concei-
tuais. Especificamente, isso nos leva a perceber o fenômeno cognitivo como o desenrolar
de "continuous, temporal and interdependent changes" (p.24). A ideia mais saliente aqui é a
evolução de variáveis contínuas em um tempo contínuo, que está implicada pela caracteri-
zação da dinâmica em termos de equações diferenciais. Mais sutilmente, há aqui a ideia de
que tudo acontece de maneira síncrona, no sentido de que uma mudança em uma das variá-
veis se propaga imediatamente pelo sistema (de equações) afetando a dinâmica das outras
variáveis. Em outras palavras, não há pausa para iniciar um processo (cognitivo) paralelo,
cujo resultado é então utilizado quando se retorna à ação. Essa observação, por outro lado,
envolve a ideia de que um sistema dinâmico não se presta a uma decomposição em compo-
nentes (funcionais): o comportamento deve ser "understood as the overall responsiveness of
a complex system" (p.29). Em certo sentido, essas implicações conceituais são bastante
convenientes para o enativismo radical porque, tomadas em conjunto, elas correspondem a
uma negação do paradigma de processamento de informação e a visão de que a cognição
deve envolver a manipulação de representações internas: "purely embodied know-how is
not grounded in or mediated by any kind of knowledge" (p.29). Mais precisamente, Hutto
e Myin querem desafiar a visão de que "there must be concrete mediators of perception and
behavior in the form of discrete representations" (p.35). De acordo com eles, "the putative
192
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
work that discrete, concrete representations mediating perception and action do is twofold:
they are meant to distill what is encountered through learning and thereby they come to
modulate a complex set of possible behaviors" (p.34,35). Isto é, as representações discretas
entram em cena (para o cognitivista) para dar conta do fato empírico de que agentes inteli-
gentes estão constantemente modificando o seu comportamento para se adaptarem a mu-
danças que ocorrem no ambiente. Mas, Huto e Myin observam que esse fato empírico pode
ser explicado em termos de modificações estruturais (sem conteúdo) que se acumulam no
curso da história de interações entre o agente e o ambiente. A plasticidade do cérebro é o
candidato natural para explicar essas modificações: "Through ... processes of organism-
environment adjustments the weights of neural connections change and are recalibrated"
(p.26). Mas, Hutto e Myin rapidamente acrescentam que "relevant changes can also be lo-
cated in the environment", e, presumivelmente, no corpo também. Com essa explicação em
termos de modificações estruturais (sem conteúdo), Hutto e Myin estão mais uma vez
reafirmando a sua posição conceitual: "[radical enactivism] is cautious in the way it under-
stands the character and basis of such changes — it steers clear of casting them in infor-
mation processing and representational terms" (p.26).
4. Um caminho do meio
Antes de começar a exposição das nossas ideias a respeito de um caminho do meio para
investigar a cognição, é bom deixar claro já de início que nós estamos conscientes dos ris-
cos envolvidos em manobrar nessa terra de ninguém. De fato, Hutto e Myin são bastante
explícitos e enfáticos em suas advertências: "And, of course, we don't want to mess with
Mister In-Between (...) Hybrid accounts tend to inherit weaknesses rather than resolving
fundamental problems — so, where possible, it is best to steer clear of ... halfway house
proposals" (p.xv). O que parece preocupar a eles aqui são soluções que, na tentativa de
encontrar algum tipo de compromisso com a posição tradicional, terminam vulneráveis à
mesma crítica que foi formulada ao cognitivismo (isto é, o HPC): "The agenda ... is not
merely to tinker with and reform the notion of representation and thereby modestly adjust
the vision of cognition associated with" (p.36). Em vista desse perigo, o conselho
inequívoco de Hutto e Myin é que adotemos a posição radical, onde "[g]oing radical ... is to
193
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Tendo deixado esse ponto claro, nós vamos motivar a nossa procura por um caminho do
meio com a observação de que existe uma lacuna na explicação radical. A posição radical
assume que a atividade cognitiva corporificada "takes the form of more or less successful
organism-environment couplings" (p.25), onde esses acoplamentos correspondem a com-
plexos padrões de interação entre fatores cerebrais, corporais e ambientais. A questão natu-
ral que se coloca, então, é como esses padrões complexos de interação surgem e se estabe-
lecem em primeiro lugar? Examinando como Hutto e Myin lidam com esse problema, nós
encontramos passagens como: "embodied skills are aquired and emerge as a consequence
of a history of interactions between learners and their embedding environment" (p.25), and
"Through sustained, context-sensitive, active engagements with wordly offerings, organ-
isms are changed so as to be able to get `a grip on the patterns that matter for the interac-
tions that matter'" (p.25), and "through adjusting and attuning to the world over time ... or-
ganisms enactively evolve their most fundamental cognitive capacities" (p.25), e por aí vai
(ênfases adicionadas). Mas, então, nós podemos perguntar novamente: como? como? co-
mo? — isto é, quais são os processos e mecanismos por trás dessa emergência, mudança,
ou evolução enativa? Hutto e Myin parecem estar se apoiando na propriedade de auto-
organização exibida por sistemas dinâmicos não lineares quando eles mencionam "the
complex self-organizing responsiveness of learners acquiring skills in embodied activities"
(p.24). Mas, nós podemos argumentar, não é razoável esperar que o complexo cérebro-
corpo-ambiente se auto-organize espontânea e consistentemente, de uma maneira que é
adaptativa e funcional da perspectiva do organismo. Portanto, a lacuna que requer explica-
ção é como os acoplamentos organismo-ambiente, que constituem o comportamento cogni-
tivo corporificado, se estabelecem no contexto de uma história de interações continuadas.
Felizmente, essa lacuna não é tão séria quanto aquela apontada pelo HPC. Mas, como ve-
remos a seguir, para eliminá-la será necessário dar alguns passos atrás com relação à posi-
ção radical.
194
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Como já fizemos com as duas abordagens anteriores à cognição, nós vamos tentar derivar
as ideias principais do nosso caminho do meio a partir de uma observação simples: existem
ocasiões em que nós nem pensamos nem atuamos de maneira fluente, mas tentamos coisas
aqui e ali para ver o que pode dar certo. O que nós temos em mente aqui são situações
práticas com as quais nós não estamos familiarizados ou nunca nos engajamos antes, mas já
temos alguma ideia do que se tratam. Por exemplo, imagine que você quer aprender a andar
de monociclo. Você tem um bem na sua frente e sabe que isso é possível, mas você sim-
plesmente não consegue fazê-lo. Parece claro que nenhuma quantidade de pensamento pode
ajudá-lo aqui, e você também não pode conceber um plano que permita organizar o apren-
dizado como um processo passo a passo. Assim, você decide pegar o monociclo e começar
a fazer as suas tentativas. No início tudo parece dar errado. Você não sabe onde deve posi-
cionar as suas pernas, como movimentar os seus braços, e também não sabe onde deve co-
locar a sua atenção. E, sempre que você se sente um pouquinho mais confiante para arriscar
alguma coisa, você acaba indo parar no chão. Em meio a toda essa frustração, no entanto,
você eventualmente se dá conta de que fez algo certo: você não perdeu o equilíbrio tão rá-
pido dessa vez. Mas, você não tem a menor ideia do que aconteceu. Então, você continua
com as suas tentativas, as coisas começam a se encaixar, e daqui a pouco você será capaz
de dar algumas voltas curtas e desengonçadas. Com o tempo, e muita persistência, você
será capaz de chegar finalmente ao ponto em que o andar de monociclo é um comporta-
mento fluente. Nesse momento, você e o monociclo serão, como que, uma coisa só, se mo-
vimentando juntos como a operação contínua e suave de uma máquina.
Nessa última frase nós encontramos afinal a nossa ideia principal: nós propomos conceber
o comportamento cognitivo como a operação de uma máquina. Mais precisamente, nós
assumimos que os agentes cognitivos estão sempre na posição de tentar fazer avançar a sua
situação atual em direção a algum objetivo que lhes interessa — isto é, eles estão sempre
confrontando o mundo a partir de uma perspectiva interessada, e estão sempre com a dispo-
sição de fazer alguma coisa. Nos casos mais simples, um simples ato como mudar a posição
do corpo, ou se mover para outro lugar, ou empurrar alguma coisa (ou alguém) para o lado,
pode resolver a situação. Os casos mais interessantes, no entanto, são marcados pelo fato de
195
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
que nenhuma ação simples poderia ser efetiva, e a situação deve ser resolvida pela articula-
ção de diversos elementos, que podem envolver fatores do ambiente. Isto é, todo um nexo
causal deve ser articulado para mover a situação na direção que se deseja. Esse nexo causal
é exatamente o que nós queremos dizer com o termo "máquina".
Mas, na maior parte do tempo os agentes cognitivos estão apenas manifestando comporta-
mentos que já foram aprendidos, o que consiste basicamente em colocar certas máquinas
em operação. Nesses momentos, o agente está completamente imerso na situação, concen-
trado em oferecer respostas imediatas a estímulos imediatos do ambiente (para manter a
máquina operando), e nenhuma ideia tangível de objetivo precisa estar presente em sua
cabeça — a experiência já mostrou no passado que o comportamento em geral produz o
resultado que se quer. Em particular, as noções de cálculo e planejamento parecem comple-
tamente fora de lugar aqui. Como se pode ver facilmente, essas descrições se aproximam
bastante da concepção radical de cognição baseada em sistemas dinâmicos, defendida por
Hutto e Myin. Na medida em que todas as interações entre os componentes de uma máqui-
na são de natureza causal, "the factors that shape the trajectory of [the] system do not do so
"in the sense of 'instructing' how it should behave or of 'monitoring' its evolution"" (Co-
lombetti 2014, citado por Hutto e Myin, 2017). Ou, como nós diríamos, cada componente
da máquina está ocupado com a sua própria tarefa, puxando ou empurrando componentes
vizinhos, sem se preocupar com o que os outros estão fazendo. Além disso, "neural, bodily
and environmental factors all make equally important contributions" (i.e., o Equal Partner
principle), no sentido de que uma falha em qualquer um deles é suficiente para interromper
a boa operação da máquina.
196
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
ção). Por outro lado, esse movimento não nos leva de todo até a posição cognitivista, por-
que a construção não é tarefa exclusiva de um cérebro isolado que opera com representa-
ções. Ao contrário, como vimos no exemplo do monociclo, cérebro, corpo e ambiente to-
mam parte juntos no processo de construção da máquina (ou aprendizado). O método de
construção é basicamente o método da tentativa e erro: através do engajamento corporal
com os elementos do ambiente, regularidades subjacentes à situação são descobertas, ou
melhor, o seu impacto sobre o estado do organismo é detectado, e, com base nisso, certos
graus de liberdade são fixados definindo a estrutura da máquina. Existe uma pequena suti-
leza aqui, no fato de que as mudanças estruturais podem ocorrer em todos os três parceiros
(cérebro, corpo e ambiente), e todas essas mudanças contribuem para a forma final do com-
portamento. No entanto, apenas o cérebro toma algumas dessas mudanças como "boas ou
não" (adaptativas ou não adaptativas), e utiliza esses "julgamentos" para guiar a construção.
Em outras palavras, apesar de todos os três parceiros participarem ativamente (e serem
transformados) no processo de aprendizado, o cérebro é o gerente da construção. E aqui nós
encontramos mais uma diferença com relação a posição radical: o cérebro foi colocado de
novo no centro, contrariando o "Equal Partner principle". De fato, a ideia de uma assimetria
entre organismo e ambiente não é estranha ao enativismo: em seu artigo seminal "Biology
of Intentionality", Francisco Varela nos diz que "in [the] dialogic coupling between the
living unit and the physico-chemical environment, the balance is slightly weighted towards
the living since it has the active role in the reciprocal coupling” (Varela, 1992). Nós acredi-
tamos que a nossa analogia da máquina, e a consequente separação entre o momento da sua
construção e o momento da sua operação, contribui para que se veja com mais clareza co-
mo se pode ter uma assimetria entre cérebro, corpo e ambiente, mesmo na situação em que
todos os três participam de maneira ativa no processo da cognição.
197
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Mas, se nós não precisamos do conceito de informação para entender a operação de uma
máquina, talvez esse vocabulário possa ser necessário para entender o processo da sua
construção. De fato, a atividade humana de projetar e construir máquinas faz uso intensivo
de informação. Mas, para tirar proveito das regularidades causais de uma situação não é
preciso que elas sejam descobertas uma a uma e codificadas na forma de um mapa, que em
seguida pode ser usado em busca de uma concatenação de causas e efeitos capaz de nos
aproximar do objetivo. Quando nós estamos fisicamente engajados com a situação, a inte-
ração do nosso corpo com os elementos do ambiente é governada por regularidades causais
cujo desenrolar, então, tem um efeito sobre o nosso estado interno — e.g., o nosso sentido
de equilíbrio, no exemplo do monociclo. Dessa forma, após o fato, o cérebro tem a oportu-
nidade de classificar os movimentos que foram tentados como "bons", no sentido de que
eles parecem nos fazer aproximar do objetivo, ou como "não-bons", no sentido de que eles
são inefetivos ou nos colocam em um estado indesejado. Isso parece ser o que Hutto e
Myin tem em mente quando eles falam que o trabalho dos sentidos consiste em "trying to
ensure — within suboptimal limits — that organismic activity satisfies specific, narcissistic
organismic needs" (p.71). Uma vez que os movimentos são julgados como "bons" ou "não-
bons", o cérebro pode fixar seletivamente graus de liberdade (ou boundary conditions) e
gradualmente produzir concatenações de movimentos, em um processo que eventualmente
constrói um nexo causal (ou máquina) que nós usualmente chamamos de comportamento
cognitivo. Em resumo, nós não precisamos introduzir o conceito de informação em nossas
explicações para entender nem a operação nem a construção da máquina.
198
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Mas, apesar disso, o conceito de informação ainda assim pode ser útil para explicar porque
o método de construção esboçado acima pode ser tão efetivo. Lembre que a noção de in-
formação-como-covariância se refere à ideia de que se um estado covaria regularmente com
outro estado, então pode-se dizer que cada um deles carrega informação sobre o outro. Mas,
na medida em que toda regularidade causal tende a produzir estados covariantes, nós deve-
ríamos esperar encontrar esse tipo de informação em todo lugar. Hutto e Myin colocam
essa ideia nos seguintes termos: "Information in this sense is perfectly objective and utterly
ubiquitous — it literally litters the streets" (p.30). Em particular, isso significa que haverão
abundantes oportunidades para que um agente em aprendizado interaja com fatores que são
ou diretamente relevantes para a tarefa cognitiva em questão, ou carregam informação so-
bre os fatores relevantes — mesmo que, nesse segundo caso, os fatores relevantes estejam
distantes, ausentes, ou mesmo não existam (no presente). A observação crucial, a seguir, é
que se pode aproveitar oportunisticamente as informações-como-covariância sem estarmos
conscientes delas — isto é, sem sabermos sobre o que ela nos dá informação. Para clarificar
esse ponto, considere a diferença entre (1) fazer alguma coisa porque em geral ela funciona
bem (ou funcionou bem da última vez), e (2) fazer alguma coisa porque se sabe que ela é
relacionada (ou covaria) com uma outra coisa, e isso nos assegura que tudo provavelmente
irá bem. Ambas as estratégias podem ser efetivas, mas na primeira delas a noção de infor-
mação só precisa entrar em cena, após o fato, se alguém quiser entender porque, afinal de
contas, as coisas deram certo. Em outras palavras, procedendo de acordo com a estratégia
(1), interagindo com estímulos locais e ajustando as suas reações, você pode eventualmente
dar forma a comportamentos cognitivos relativamente complexos, que podem trazê-lo mais
próximo daquilo que está distante, revelar aquilo que está ausente, ou fazer aparecer aquilo
que ainda não existe. E, ao tentar dar conta desse comportamento, mais tarde, um observa-
dor externo pode achar conveniente descrever a situação em termos informacionais. E essa
observação nos leva para a última parte da nossa história.
5. Discussão
199
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
As três abordagens à cognição que foram esboçadas nas últimas seções concentram a sua
atenção sobre aspectos diferentes do problema — e pode-se dizer que a discordância entre
as duas primeiras se deve a esse fato. De acordo com a breve (e incompleta) exposição que
fizemos, o cognitivismo se interessa pela situação em que o pensamento é utilizado para
resolver problemas por meio da manipulação de informação, o enativismo se interessa pelo
caso de comportamentos corporais que se engajam diretamente com os elementos do ambi-
ente, e o nosso caminho do meio se interessa pela dinâmica do processo de aprendizado.
Aproximadamente relacionadas com esses interesses, mas não na mesma ordem, estão três
perspectivas diferentes que se podem adotar com relação ao comportamento inteligente: a
primeira delas procura entendê-lo em termos de interações causais entre mecanismos muito
básicos, onde não parece haver espaço para o uso de vocabulário informacional; a segunda
se questiona a respeito de como esse tipo de articulação causal adaptativa pode surgir e se
estabelecer no contexto da interação de um agente com o ambiente; e a terceira que saber,
não como o comportamento opera em baixo nível nem como ele veio a aparecer, mas por-
que ele é efetivo em produzir os seus resultados adaptativos — e é aqui que o vocabulário
informacional vem prestar os seus serviços.
O ponto que nós queremos chamar à atenção aqui é que mesmo que uma máquina tenha
sido construída e opere sem o uso de informação, ainda assim ela pode ser submetida a uma
análise informacional. Isto é, com o objetivo de tentar entender porque tudo funciona direi-
to, nós introduzimos vocabulário informacional para dar sentido a uma articulação distribu-
ída de eventos e componentes que, em última análise está ancorada apenas em interações
causais. O papel do vocabulário informacional nesse caso — mais especificamente, infor-
mação-como-covariância — é explicitar, codificar e abstrair toda uma série de regularida-
des causais que subjazem a operação da máquina, mas que não são relevantes para um en-
tendimento em alto nível da sua lógica de operação. A parte mais interessante dessa histó-
ria, a seguir, é que, uma vez que as regularidades causais foram abstraídas e codificadas em
vocabulário informacional, elas dão acesso a um novo método de construção de máquinas:
a concatenação de relações de causa e efeito por meio da inspeção e manipulação de descri-
ções ou representações. De fato, a atividade de construção de máquinas por esse novo mé-
200
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
todo acaba produzindo todo um novo conjunto de regras: regras que indicam como conectar
relações de causa e efeito em diferentes situações (tendo em vista certos objetivos). Essas
regras, por sua vez, também podem ser explicitadas e codificadas em vocabulário informa-
cional. E o acesso a essas regras traz ainda mais uma novidade. Isto é, na medida em que
nós temos regras que indicam como conectar relações de causa e efeito (de modo adaptati-
vo) com base em diferentes aspectos de uma situação, nós podemos construir máquinas que
reorganizam a sua estrutura causal com base na percepção de (ou a interação com) aspectos
seletivos da sua situação atual. Nos parece que esse tipo de máquinas pode ser descrito ge-
nuinamente como máquinas que operam em termos informacionais. Em resumo, a análise
da operação de uma máquina já construída nos dá acesso a um novo modo de construção de
máquinas, que por sua vez dá acesso a um novo modo de operação de máquinas. E quando
nós chegamos a esse ponto, fica extremamente difícil ver as coisas de outro modo. Isto é,
nós passamos a conceber a cognição (e as máquinas), mesmo em suas manifestações mais
básicas, em termos informacionais — o que corresponde, em última análise, a uma
inversão.
O projeto enativista, nesse sentido, pode ser visto como a tentativa de realizar uma desin-
versão. E o obstáculo com que ele se depara é a dificuldade de se produzir explicações que
nos permitam entender o funcionamento de sistemas adaptativos complexos sem utilizar o
vocabulário informacional. Isso não é uma tarefa nada fácil e o sucesso que tem sido obtido
é limitado, no sentido em que até hoje nós testemunhamos a polêmica entre representacio-
nalistas e anti-representacionalistas, e até hoje se acusa o projeto enativista de dar conta
apenas de formas de cognição muito básicas, e de uma maneira que não é informativa para
a investigação de fenômenos cognitivos mais interessantes. Nesse contexto, a nossa tentati-
va de encontrar um caminho do meio acaba oferecendo uma nova perspectiva para analisar
a situação. Especificamente, ao invés de focar a atenção em estratégias para a descrição do
funcionamento de máquinas, a nossa abordagem se concentra no processo da sua constru-
ção. E os resultados dessa mudança de perspectiva são basicamente dois. O primeiro deles é
que, ao entender com clareza a dinâmica do aprendizado por tentativa e erro, onde as regu-
laridades causais que estruturam a nossa situação são detectadas por meio dos efeitos que
elas tem sobre a nossa atividade de aprendizado, e a nossa reação a elas são incorporadas
201
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
ou não ao nosso comportamento, oportunisticamente, com base nesses efeitos, nós acaba-
mos por contribuir com o projeto enativista de desinversão. Isto é, na medida em que fica
mais claro como comportamentos adaptativos complexos podem surgir e se estabelecer sem
o uso de informação, fica mais plausível o caso de que comportamentos adaptativos com-
plexos possam operar sem o uso de informação.
Nesse ponto, nós podemos utilizar mais uma vez a nossa abordagem do caminho do meio
para realizar uma pequena mudança de perspectiva. Isto é, do mesmo modo que, com rela-
ção ao enativismo, nós redirecionamos o olhar de uma perspectiva de operação para uma
perspectiva de construção, aqui também, com relação ao cognitivismo, nós podemos nos
questionar a respeito da origem da máquina cujo funcionamento ele descreve. Aqui, entre-
tanto, surge uma pequena sutileza: o cognitivista pode muito bem responder que a sua má-
quina aparece como resultado de um processo de evolução por seleção natural. Pode ser.
202
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Mas, não é essa estrutura mais básica da máquina que nos interessa em nosso questiona-
mento. Lembre que a máquina do cognitivista opera manipulando informações e represen-
tações (com conteúdo). Parece razoável assumir que isso (i.e., as informações e as ope-
rações que são aplicadas sobre elas) não pode ter aparecido por meio de evolução por sele-
ção natural — ou, pelo menos, não toda a informação que nós utilizamos em nossas ativi-
dades cotidianas. E também não é razoável assumir que a mera percepção desengajada da
realidade possa ser a origem da informação que precisamos. Esse tipo de percepção pode
nos dar acesso, supostamente, a estados de coisas externos. Mas, isso não basta. Para que a
manipulação (sintática) de representações possa ser efetiva, é preciso ter regras que indi-
quem como essas representações se relacionam umas com as outras, e como essas represen-
tações e as operações que nós realizamos sobre elas se relacionam com as nossas habilida-
des práticas e os objetivos que nós queremos alcançar. Mais uma vez, não é razoável as-
sumir que a mera percepção desengajada de um objeto ou uma cena nos daria acesso à ma-
neira como eles reagiriam às nossas manipulações com relação aos objetivos que queremos
alcançar — a menos que, de alguma maneira, esse objeto ou cena já nos sejam familiares;
mas, então, nós podemos nos questionar a respeito da origem dessa familiaridade.
Tendo eliminado essas possíveis respostas fáceis, nós perguntamos novamente: daonde
vêm as regras que nos permitem manipular as representações? ou, daonde vem o conteúdo
associado a essas representações? A única alternativa que parece ter restado é: o engaja-
mento direto com a realidade no contexto da construção de máquinas (ou articulações de
relações causais) por meio de tentativa e erro. Isto é, somente quando nós nos colocamos a
manipular os objetos e estados de coisas à nossa volta por meio de nossas habilidades práti-
cas na tentativa de alcançar os objetivos que nos interessam é que nós descobrimos como
esses objetos e estados de coisas reagem às nossas tentativas de manipulação. Essa desco-
berta, é claro, se dá apenas após o fato. Isto é, quando nós percebemos os efeitos (positivos,
negativos, ou nulos) das nossas tentativas (com relação aos objetivos que nós queremos
alcançar). Mas, aquilo que é percebido como um efeito, pode em seguida ser utilizado co-
mo uma causa. Isto é, assumindo que a relação de causa e efeito que acabou de ser detecta-
da corresponde a uma regularidade causal da situação em que nós estamos trabalhando, o
mesmo tipo de movimento que nos levou à descoberta pode ser utilizado em seguida para
203
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
produzir o mesmo tipo de efeito em contextos semelhantes. Aqui estão as regras que permi-
tem a máquina do cognitivista funcionar, e esse é o segundo resultado da mudança de pers-
pectiva proporcionada pelo nosso caminho do meio.
6. Conclusão
Para encerrar, nós vamos tentar ver as coisas de um ponto de vista mais alto. Como já foi
observado, a nossa abordagem do caminho do meio não se coloca em oposição e termina
por contribuir com o projeto enativista. Isto é, ao mostrar como se pode construir uma má-
quina manipulando diretamente os elementos da situação e experimentando os efeitos das
regularidades causais a que eles estão submetidos, se torna mais plausível a ideia de que
máquinas (cognitivas) consideravelmente complexas possam operar sem o uso de informa-
ção ou representações internas. Além disso, a nossa análise também mostra que a máquina
que o enativista deseja descrever (sem utilizar o conceito de informação) é constituída pela
articulação de regularidades causais que precisam ser descobertas por meio do engajamento
direto com a realidade. Em outras palavras, na base do comportamento corporal engajado
com a realidade, pelo qual o enativista se interessa, está a atividade de descoberta das re-
gras do jogo — que, nesse momento, ainda permanecem implícitas e não codificadas em
linguagem.
204
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Ora, mas agora as coisas estão começando a ficar mais claras. Nós dissemos um pouco
mais atrás que a nossa abordagem do caminho do meio se interessa pela dinâmica do pro-
cesso de aprendizado. E que a perspectiva ou atitude investigativa associada a ela consiste
no questionamento a respeito de como articulações causais adaptativas podem surgir e se
estabelecer no contexto da relação de um agente com o ambiente. O que as observações
acima revelam é que o processo de aprendizado ou emergência das articulações causais
adaptativas pode ser analisado como sendo constituído por duas etapas. A primeira delas
corresponde ao que nós chamamos de descoberta das regras do jogo, ou a detec-
ção/explicitação de regularidades causais/correlações potencialmente úteis com relação ao
objetivo que se deseja alcançar. E a segunda consiste na articulação propriamente dita des-
sas regras para se construir a máquina cognitiva que efetivamente alcança o objetivo.
205
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
dos de lado na perspectiva cognitivista. Quando fazemos isso, nós observamos que, do pon-
to de vista estrutural, o projeto enativista e o projeto cognitivista estão tratando essencial-
mente do mesmo problema — apesar de que sobre uma base de regras diferentes em cada
caso. Não apenas isso, mas aquilo que falta a cada um deles parece ser oferecido pelo outro.
Isto é, a crítica recorrente que se faz à abordagem enativista ao problema da cognição é que
os seus métodos não escalam para além de um certo nível de complexidade e, por esse mo-
tivo, não são capazes de dar conta de fenômenos cognitivos mais interessantes. Esse pro-
blema não se apresenta para a abordagem cognitivista porque o vocabulário informacional é
rico em recursos de abstração, modularização, generalização, etc., que permitem manipular
uma grande quantidade de elementos de forma organizada e, dessa maneira, dar conta de
situações arbitrariamente complexas. Por outro lado, a crítica recorrente que se faz à abor-
dagem cogntivista ao problema da cognição é que não é nem um pouco claro como os seus
símbolos e outras estruturas sintáticas se relacionam com as noções de significado, conteú-
do, etc. Essa dificuldade é a base do problema difícil do conteúdo, formulado por Hutto e
Myin, e também aparece nas discussões sobre inteligência artificial, na forma do problema
do aterramento simbólico (symbol grounding problem, Harnad 1990). Esse problema, é
claro, não se apresenta para a abordagem enativista pois, na medida em que ela descreve o
engajamento direto de um agente com o ambiente, ela já está trabalhando, digamos assim,
em um contexto semântico — a sua dificuldade, de fato, consiste em explicar como é que a
dimensão sintática pode surgir nesse contexto. Portanto, ao invés de continuar alimentando
uma polêmica entre o projeto enativista e o projeto cognitivista para a cognição, a nossa
abordagem do caminho do meio sugere que seria mais adequado perceber os dois projetos
em continuidade um com o outro.
REFERÊNCIAS
206
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
207
PROPOSTAS ENATIVAS E A QUESTÃO DA CONTINUIDADE
ENTRE FORMAS DE COGNIÇÃO
RESUMO: Analisaremos duas vertentes do enativismo, a autoproclamada “radical” por Hutto e Myin
(2013; 2017) e aquela encontrada em Linguistic Bodies de Di Paolo, Cuffari e De Jeagher (2018). A
primeira ocupa-se principalmente da tarefa de identificar dificuldades internas a qualquer teoria que
pretenda valer-se de uma noção naturalizada de conteúdo semântico para explicar as capacidades
perceptual e motora de organismos vivos. Traçando uma divisão entre cognição básica e cognição
superior, RECers distinguem faculdades cognitivas intuitivamente mais complexas da percepção e do
movimento corporal. Isso coloca aos enativistas autoproclamados radicais a dificuldade de reconciliar
cognições básica e superior sob uma linha explicativa contínua. A segunda vertente que analisaremos é
uma que de fato faz a primeira parecer conservadora, na medida em que seu programa consiste em
eliminar qualquer linha fronteiriça entre cognições básica e superior, estabelecendo assim uma
continuidade naturalista entre linguagem e vida. Argumentamos, assim, que a proposta de Di Paolo,
Cuffari e De Jaegher ao mesmo tempo cumpre os objetivos e evita as dificuldades encontradas em Hutto
e Myin.
ABSTRACT: We examine two varieties of enactivism: Hutto and Myin’s (2013;2017) self-proclaimed
radical enactivism (REC), and the one we encounter in Di Paolo, Cuffari and De Jeagher’s (2018). The
former mainly focuses on takes the task of identifying difficulties internal to any theory that intends to
deploy a naturalized notion of semantic content to account for living organisms’ perceptual and motor
capacities. By tracing a division between lower and higher cognition, RECers distinguish intuitively
complex cognitive faculties from mere perception and bodily movement. This brings forward to RECers
the burden of reconciling basic and higher cognition under a continuous explanatory line. The second
trend we will examine is one that ends up making the first one seem too conservative, insofar as its
program consists in eliminating any borderly line between basic and higher cognition, thus establishing a
naturalistic continuity between life and language. We will argue, thus, that Di Paolo, Cuffari and De
Jeagher’s proposal at the same time both accomplishes Hutto and Myin’s goals and avoids its traps.
KEYWORDS: Philosophy of Cognitive Sciences. Enactivism. Low and Higher Cognition. Sense-
making.
1
Doutorando do PPGFIL UFRGS. Bolsista CAPES. E-mail de contato:jeferson.diello@gmail.com
2
Mestrando do PPGFIL UFRGS. Bolsista CAPES. E-mail de contato: pedro.noguez@ufrgs.br
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
1. Introdução
3
A convergência das teses enativistas com aquelas da psicologia ecológica é uma tendência
recente, ver Rietveld e Kiverstein (2014), Kiverstein e Rietveld (2018) e Chemero (2009).
4
Destaca-se a obra de Turvey et al. (1981), de grande importância para formação de um novo
grupo de psicólogos experimentais que rejeitam uma visão representacionalista da percepção. Nela,
busca-se clarificar a afirmação de que existem leis ecológicas que associam o organismo com as
possibilidades de ação no ambiente. A partir dessa contribuição se tornou possível formular mais
precisamente e testar a tese de que a percepção é percepção imediata de possibilidades de ação do
organismo no ambiente em que se encontra.
210
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
5
Luiz Henrique Lopes dos Santos (2008), O Olho e O Microscópio
6
Um exemplo já clássico, embora recente, dessa reabertura à metafísica é Shaffer (2009), On
What Grounds What
211
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
7
Da sigla em inglês 'Radical Enactive Cognition'
8
DI PAOLO, E., CUFFARI, E. C., & JAEGHER, H. D. Linguistic Bodies: the Continuity
between Life and Language. Cambridge:MA: The MIT Press. 2018
212
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
9
Deve-se salientar que, embora comum, a atitude de definir fenômenos cognitivos como
fenômenos que envolvem representações do ambiente da parte de estruturas orgânicas é uma atitude
criticada não apenas pelos enativistas. Ver e.g. Ramsey (2007; 2015)
213
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
10
Ver Anscombe (1981), Intentionality of Sensation
11
Todas as traduções de citações são de responsabilidade dos autores para os propósitos deste
artigo.
214
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
215
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
escuta, expressividade facial e gestual, etc. De maneira secundária, ainda que relevante,
12
Um exemplo de abordagem desse tipo é encontrado em Dennett (1991): “todas as variedades de
percepção – de fato todas as variedades de pensamento ou atividade mental – são obtidas no cérebro por
processos multitrack e paralelos de interpretação e elaboração de entradas sensórias” (p. 111).
13
A proposta de LB visa ser uma continuidade e aprimoramento do que veio a ser chamado
enativismo autopoiético (classificação não utilizada na obra, referida apenas pela alcunha “enativismo”).
O enativismo autopoiético é caracterizado por sua ênfase na autonomia sui generis e especialmente
dinâmica dos organismos vivos, a autopoiesis. O locus classicus dessa vertente são a obra de Maturana e
Varela (1980) e o projeto de Varela (1979) de pensar a autonomia em termos biológicos e reinserir a
noção de organismo na teorização em Biologia. Di Paolo et al. (2018) entendem que a autonomia
primordial a partir da qual podemos compreender a cognição é, não mais a autopoiesis, mas a autonomia
exibida por sistemas autônomos adaptativos (como ficará claro nas próximas páginas).
216
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
corpos como ingredientes que influenciam, por vezes até modulam instantaneamente
configuração represente seus arredores e sirva de base para sua intelecção e exploração
do mundo.
Pelos parâmetros propostos em LB, um corpo vivo deve ser visto antes de tudo
como um sistema operacionalmente fechado (SOF). Um sistema operacionalmente
fechado é um conjunto de processos, cada componente do qual viabiliza a subsistência
de ao menos um outro componente do conjunto e é, ele próprio, viabilizado por algum
subconjunto de processos do sistema. Porém, corpos vivos são também precários, o que
quer dizer que a duração temporal da estabilidade de qualquer dos processos que
compõe o SOF de um organismo é limitada a, no máximo, a duração temporal da
estabilidade do sistema como um todo. Na medida em que a precariedade é uma
condição de um sistema processual dependente de condições ambientais externas ao
fechamento operacional do último, a subsistência do sistema sob a característica do
fechamento operacional caracteriza uma forma de auto-individuação, nada mais do que
a mantida diferenciação entre sistema e ambiente, que é precariamente reproduzida pelo
desenrolar dos processos de troca material e energética entre os dois âmbitos, até que a
diferenciação entre estes se esvaia (evento inevitável para qualquer SOF precário).
Todo SOF precário é caracterizado assim como sistema autônomo, por
definição: fechamento operacional precário =Def autonomia. Assim, por exemplo, as
raízes, o caule e as folhas de uma planta formam um sistema autônomo, que por sua vez
é como um todo dependente da irradiação solar; como o processo de irradiação solar
ocorre independentemente da fotossíntese, ele não pertence ao sistema autônomo da
planta. A distinção entre organismo e ambiente se dá conjuntamente, a partir da
emergência de um sistema autônomo, e se desvanece com a inviabilização (morte) do
primeiro. O entendimento de organismos em termos de processos constituintes, e não de
estruturas, não é casual; a precariedade do sistema autônomo exige trocas energéticas e
materiais, diretas ou indiretas, de cada processo componente com o ambiente
217
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
circundante, a fim de que o sistema não se desintegre. Por isso, “mudanças podem, às
vezes, ser reversíveis ou podem ser cumulativas e potencialmente levar a
transformações irreversíveis. Em diferentes medidas, organismos são sempre
históricos.” (DI PAOLO et al, 2018, p.29)
Organismos ou sistemas autônomos são matematicamente concebidos, em
diversas abordagens enativistas a fenômenos cognitivos (não somente em LB), como
sistemas dinâmicos. Dois aspectos bastam, aqui, para compreendermos esse modo de
descrever. Em primeiro lugar, os valores das variáveis que descrevem o estado de um
organismo são sempre valores de taxas de alteração; a variável correspondente a
determinada característica quantitativa tende, a cada instante e com maior ou menor
intensidade, a assumir um valor maior ou menor que o atual. Em segundo lugar, as
equações diferenciais que determinam os estados de cada processo do organismo são
acopladas a equações diferenciais que determinam os valores de estados de processos
tanto de dentro quanto de fora do sistema; esse acoplamento nada mais é do que o fato
de que cada equação descritiva do estado de um processo constitutivo do sistema terá
parâmetros cujos valores serão determinados por equações descritivas de estados de
outros processos (isto é, os parâmetros das primeiras serão representados como
variáveis nestas últimas equações). Assim se expressam, mais precisamente, a
dinamicidade e a dependência mútua dos conjuntos de processos que servem de base à
análise enativista da cognição: o sistema dinâmico organismo-ambiente.
Entre dois riscos, (a) o de isolamento completo do conjunto de processos que
compõe o organismo perante seu ambiente, tal que sua autonomia seja absoluta, mas
faça desvanecer a viabilidade dos processos componentes, e (b) o de completa abertura
ao ambiente, que permita a intensificação das trocas necessárias com este, mas
comprometa a integridade do sistema, emerge aquilo a que as autoras e o autor de
Linguistic Bodies chamam “tensão primordial da vida” (LB, p. 37). Com a constituição
de um sistema organismo-ambiente, com a supramencionada tensão que o caracteriza,
poderá emergir também o equivalente enativista à “perspectiva individual” da qual
descrições fenomenológicas são objeto no nosso caso, humano. Ela (se emerge) emerge
como agência, que é uma assimetria entre o que se dá com os processos que compõem o
sistema autônomo enquanto conjunto, de um lado, frente àqueles que constituem o
ambiente circundante, de outro: apenas o conjunto de processos que constitui o sistema
autônomo tende à auto-individuação, que é justamente a tensão entre (a), a auto-
diferenciação, e (b), a auto-produção. Agir é, portanto, a regulação do sistema autônomo
218
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
219
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
220
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
221
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
claro, são relações entre agentes e interações, não de agentes com outros agentes.
Mecanismos resolutivos dessa tensão (análogos à produção de sentido para a auto-
individuação) serão formas remodeladas e readaptadas de uma agência agora
peculiarmente dirigida à adaptação a um ambiente social, a produção de sentido
participatória, na qual agentes não apenas regulam seus próprios acoplamentos e
influenciam outros agentes “mas também conjuntamente regulam o acoplamento mútuo
seguindo normas que pertencem à situação interacional, tais como ser sensível a quebras
interativas e tentar conjuntamente recuperar-se destas” (DI PAOLO et al, 2018, 146).
Ocorre, a partir da sedimentação de estruturas sensório-motoras remoduladas
pela produção de sentido participatória, um crescente arraigamento do conhecimento
prático de aplicação originalmente própria a contextos interacionais, conhecimento o
qual é cada vez mais partilhado por diversos membros, de uma comunidade
proporcionalmente alargada de pessoas. A gênese de um tal processo, que deverá
culminar por fim em algo a que possamos chamar “aculturamento”, reside nalgo tão
simples como o relatado no experimento de Reed et al. (2006), mencionado em LB. No
experimento, os sujeitos são incumbidos da tarefa de girar uma manivela pesada, ora
individualmente, ora em conjunto, mas (dadas as condições de teste) em nenhum
momento cientes de seu estado gregário atual. Conforme relatado, a condução da tarefa
se demonstrou mais eficiente quando realizada em díade, muito embora estes tenham
sido os casos em que os sujeitos experimentais tivessem relatado maiores dificuldades.
Mais interessante do que isso, todavia, é que, característica dessas situações de maior
sucesso relativo, os movimentos dos sujeitos experimentais eram miméticos daqueles de
grupos musculares em tensão e distensão coordenada. A partir da perspectiva
generalizada da produção de sentido participatória, o que ocorre na dinâmica
interacional é a enação de tarefas complementares, como duas metades de um aperto de
mão, ou um aceno com a cabeça do transeunte que responde ao gesto alheio de liberar-
lhe a passagem. São conjuntos de atos de co-regulação social. A sedimentação desse
tipo de habilidade em diversos contextos dá origem à sensibilidade de cada indivíduo
hábil com relação à correção (rightness) de conjuntos paradigmáticos e sintagmáticos de
atos sociais de co-regulação, sejam estes próprios ou alheios. E tal sensibilidade lhes
oportuna remodelar, adaptar, ou mesmo adotar conjuntos paradigmáticos e
sintagmáticos de atos sociais que se sedimentaram em contextos interacionais distintos
daqueles que lhes fossem mais familiares. O objetivo do aprendizado que se vai assim
obtendo é sempre o mesmo, da parte do indivíduo: tornar a relação entre si próprio e os
222
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
223
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
passamos ao largo, aqui, das diferenças ambientais que possam dividir cada exemplo
em gêneros mais específicos): cada um destes baliza, à sua maneira, a gama de aspectos
expressivos possíveis das elocuções que circunscreve, tanto quanto a postura, os gestos
e, potencial, mas não necessariamente, as palavras empregues por quem produz a
elocução. No fato de também a remissão tácita de certos atos elocutórios a outros atos
ou atitudes (não necessariamente dialógicos) encontrar-se subordinada pragmática e
expressivamente a gêneros de participação, reside a origem de possíveis “dissonâncias
de gênero” (LB, pp. 96-7). Imagine-se, por exemplo, um encontro inesperado entre ex-
namorados: muitas práticas bem sedimentadas naquele gênero de participação local
terão de ser readaptadas, “on the fly”, pelas duas pessoas, conforme os balizamentos
ambientais específicos do lugar e do tempo do reencontro; nada garante o sucesso
sequer parcial desse conjunto de movimentos readaptativos. A sensibilidade a um tal
tipo de ameaça à integridade de interações sociais faz com que as pessoas assumam o
papel de intérpretes e reguladoras das próprias elocuções, o que as autoras e o autor
rotulam como “autocontrole social” (controle de si mesma sob ambos aspectos do
engajamento dialógico: pragmático e expressivo), que difere-se do autocontrole
individual, adaptativo, da estrutura sensório-motora por se tratar de uma autoimposição
de normas propriamente dialógicas, necessariamente advindas da familiaridade com o
desempenho de papéis de elocução e interpretação em determinados gêneros
participativos. Isso não exclui a sempre presente possibilidade de desentendimento e
dissonância de gênero, mas efetivamente a atenua e, o que é mais importante, lança
considerável luz sobre nossa capacidade deliberativa, (por assim dizer) introspectiva e
de tomada de decisões complexas, ao mesmo tempo em que nos permite dispensar vias
explicativas usuais como as que implicam contemplação de estados internos, endosso de
regras subjetivas, representações.
A possibilidade de encenar diálogos consigo mesmo expõe o corpo linguístico à
última e definidora de suas tensões entre abertura ao mundo e diferenciação de seu
entorno material e social. O reporte de elocuções pode ser feito não só para si mesmo,
mas também a outras pessoas; esse reporte é uma re-encenação (reenactment) de uma
elocução qualquer, seja da pessoa a quem é dirigida (que pode ser a pessoa que a
produz), seja de qualquer outra. É um novo ato, com o que a elocução reportada será re-
encenada e tematizada com características próprias ao contexto material presente e de
acordo com as intenções de se fazer a remissão (ironia, sarcasmo, lembrete,
ensinamento). A tensão emergente de uma tal capacidade vem de dois fatos: por um
224
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
lado, o corpo linguístico aculturado, imerso na vida social incorpora elocuções, que se
transformam em parte de sua prática habitual perante encontros com o ambiente e com
outras pessoas nos quais ele se engaja com maior frequência. Mas, por outro lado, o
mesmo corpo linguístico também incarna certas elocuções, ao reportar elocuções a si
próprio a fim de emular diálogos reinterpretativos, rememorativos, auto-regulativos. A
incarnação é um processo de diálogo consigo próprio como outro, no que as intenções, o
histórico, os afetos e as crenças de outras pessoas ganham abertura para modular o
conjunto de práticas elocutórias já incorporadas pelo agente e serem, eventualmente,
elas mesmas incorporadas.
Ao cabo da história que nos é contada em Linguistic Bodies, duas coisas são
certas. Primeiro, qualquer atitude proposicional que imaginemos, seja ela crença, ação,
desejo, ponderação, etc, terá de ser explicada por meio da especificação o mais acurada
possível de variáveis sócio-ambientais características, sob uma perspectiva
temporalmente estendida, do sistema organismo-ambiente tomado como “portador” da
dada atitude. Segundo, a tarefa de especificar uma proposição à qual o sujeito se
relaciona adquire, no contexto científico, no máximo um papel heurístico, salvo não for
prejudicial ao entendimento do modo como as capacidades cognitivas de um organismo
de fato operam, sob este ou aquele aspecto. Com efeito, sequer o aspecto expressivo de
uma elocução é materialmente isolável de qualquer aspecto pragmático; em o sendo, por
exercício de abstração idealizante, obteríamos com isso um juízo, um comprometimento
explícito com a verdade de uma proposição, destilado de todas as características de seu
endereçamento a alguém, em algum lugar, em alguma língua, com tais ou quais
propósitos. Nem tal noção, nem, está claro, a ainda ulteriormente idealizada noção de
proposição desempenham, para a cognição, qualquer papel explicativo, ontogenético, ou
constitutivo.
4. Conclusão
De acordo com a proposta de Hutto e Myin, seres humanos são mentes básicas
(estão engajados em processos de cognição básica) quando em atividade tais quais a
percepção. Não devem ser descritos como manipulando representações. Todavia,
quando olhamos para nosso próprio percurso evolutivo vemos em nossa interação com
o ambiente “[o] estabelecimento e manutenção de práticas sócio-culturais que fazem
225
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
226
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
14
Exceções a esse apego em alguma medida o justificam. Autores que dispensam a explicação de
crenças, desejos, etc., como atitudes proposicionais “jogam fora o bebê com a água do banho”, por assim
dizer, tratando como fantasiosa qualquer ambição humana àquilo que é próprio à proposição: a verdade.
Ver e.g. Rorty, R. (1979). O entendimento da produção de sentido como seleção afetiva de características
ambientais, concebido em Linguistic Bodies, parece evitar esse resultado.
227
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
sem no entanto passarem a ser tomadas como ininteligíveis: são ficções lógicas, e não
parte dos traços cognitivos de qualquer forma de vida. A continuidade entre vida e
linguagem é capaz de explicar as mais diversas complexidades de comportamento do
mundo animal (incluindo nós mesmos) por um mesmo enquadramento teórico, de modo
naturalista e sem descontinuidades.
REFERÊNCIAS BIBLIOGRÁFICAS
228
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
229
NOMES PRÓPRIOS: O PRINCÍPIO DE RUSSELL E O
ARGUMENTO SEMÂNTICO1
Sagid Salles
Doutorado em Filosofia pela Universidade Federal do Rio de Janeiro
RESUMO: Tenho dois objetivos principais neste artigo. Primeiro, desenvolver uma versão de
Teoria da Identificação, oriunda de Strawson e Evans, para a referência dos nomes próprios. A
teoria não é desenvolvida em detalhes, mas seus elementos centrais são revelados, com foco no
seu tratamento do fenômeno da referência por empréstimo. No centro da teoria está o Princípio
de Russell que, aplicado à referência dos nomes próprios, afirma que a identificação do objeto
nomeado é uma condição necessária para o sucesso da referência. Segundo, responder ao
desafio colocado pelo argumento semântico inspirado em Kripke e Donnellan. Este argumento
pode ser usado para mostrar que identificação não é uma condição necessária para o sucesso na
referência. Sustento que ele não é efetivo contra versão de Teoria da Identificação defendida
aqui.
ABSTRACT: I have two main goals in this paper. First, I develop a version of Theory of
Identification for the reference of proper names, one which comes from Strawson and Evans.
The theory is not developed in detail, but its central elements are revealed, focusing on its
treatment of the phenomenon of reference borrowing. At the center of this theory is Russell’s
Principle which, applied to the reference of proper names, states that the identification of the
named object is a necessary condition for the success of reference. Secondly, I reply to the
challenge posed by the semantic argument inspired by Kripke and Donnellan. This argument
can be used to show that identification is not necessary for the success of reference. I defend
that it is not effective against the version of Theory of Identification advocated here.
1
Muitas pessoas contribuíram para a produção deste artigo. Agradeço especialmente a Guido
Imaguire, Marco Ruffino, Ludovic Soutif, Iago Bozza, André Pontes, Roberto Horácio de Sá
Pereira e Elizielly Martins pelos seus comentários e objeções a este ou a manuscritos
anteriores. Também agradeço à CAPES pelo financiamento da pesquisa que tornou este artigo
possível.
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Introdução
232
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
233
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
requerimento muito forte sobre falantes comuns pode ser devida ao fato de que não
percebemos que estes falantes dispõem de uma variedade de modos de identificação dos
objetos nomeados. Tão logo percebemos a variedade disponível aos falantes,
percebemos que em cada contexto de sucesso na referência há um deles em jogo.
O problema é que, mesmo que aceitemos a lista acima, existem razões iniciais
contra PR. Kripke e Donnellan forneceram exemplos que podem ser usados para
mostrar que alguns falantes (i) têm sucesso em fazer referência a algo através de um
nome N, mas (ii) são incapazes de identificar o referente de N em alguma das três
formas acima. Ora, de acordo com PR, (i) e (ii) não podem ser simultaneamente
verdadeiras. Logo, PR é falso. Este argumento ficou conhecido como argumento
semântico2.
Consideremos primeiro um exemplo de Kripke (1972, p. 95). Suponha que um
professor introduza o nome “Newton” a alunos que jamais tiveram contato com este
nome. Tudo que o professor diz aos alunos é “Newton foi o mestre de Platão”. Neste
caso, a única informação que os alunos têm sobre Newton é falsa. Não há qualquer
coisa que eles possam fazer para identificar Newton, pois não possuem qualquer um dos
três modos de identificação mencionados acima. Mas é lícito supor que mesmo assim os
alunos podem se referir a Newton através do nome introduzido. Se um deles disser
“Newton foi o mestre de Platão”, estará dizendo uma falsidade sobre Newton.
Considere agora um dos exemplos de Donnellan (1972). Suponha que uma
criança acaba de acordar em uma festa e é apresentado por seus pais a uma pessoa
chamada “Tom”, que lhe profere algumas palavras. No outro dia, a criança diz aos seus
pais “Tom é um bom homem”. A criança é capaz de dizer que havia um Tom na festa,
mas não é capaz de reconhecer-lhe ou de identificar-lhe por meio de uma propriedade
identificadora. Ao que parece, a criança é incapaz de identificar Tom por qualquer dos
três modos de identificação da lista acima. Ainda assim, Donnellan acredita que há boas
razões para dizer que a criança teve sucesso em se referir a Tom. Por exemplo, os pais
da criança poderiam dizer que, embora ela tenha encontrado com mais de um indivíduo
chamado “Tom”, só um disse coisas doces a ela.
2
Mas repare que não era a intenção de Kripke e Donnellan refutar PR. Eles forneceram o
argumento semântico como um argumento contra versões de teorias descritivistas da
referência dos nomes. Devitt e Sterelny (1999, p. 62) apresentam o mesmo tipo de argumento,
mas já tendo em mente também a noção de identificação.
234
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
2 Nomes e identificação
2.1 Produtores
Devitt e Sterelny (1999, p. 66) corretamente notam que há pelo menos dois
fenômenos que uma teoria da referência precisa explicar: o fenômeno da fixação do
referente e o fenômeno da referência parasitária ou do empréstimo da referência. No
primeiro caso, queremos explicar como um nome pode ser atribuído a um objeto. Em
geral, isto ocorre através de um batismo3. No segundo, queremos explicar como a
referência pode passar de falante para falante, como um nome pode ser difundido de um
3
Como esperado, o conceito de batismo levanta problemas filosóficos interessantes. Os
exemplos paradigmáticos de batismo são os casos em que um falante é capaz de discriminar
perceptivamente um objeto e, a partir daí, realiza um ato de fala declarativo da seguinte forma:
Este objeto se chamará N. Mas há casos de introdução de um nome para um objeto que
diferem destes exemplos em um ou outro aspecto. Por exemplo, o contato perceptivo não é
necessário para o batismo, dado que, como veremos, existem batismos por descrição. Além
disto, podemos pensar em casos de introdução de nomes que não envolvem a intenção de
introduzir um nome, ou nos quais um sujeito atribui um nome a muitos objetos diferentes
através da realização de um único ato de fala. De fato, podemos pensar em casos legítimos de
introdução de um nome que diferem de forma tão significativa do que chamaríamos de
“batismo” que sequer é claro que possam ser considerados casos de batismo (TEXTOR, 2010,
p. 113). Uma vez que meu interesse neste artigo está muito mais no que ocorre após o batismo
– mais especificamente, no fenômeno da referência por empréstimo – não vou lidar com estes
problemas aqui.
235
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
sujeito S para um sujeito S’, de modo que, ao ouvir (ler...) S usar um nome N para
referir-se a um objeto x, S’ também adquire a capacidade de usar N para referir-se a x.
Há pelo menos dois modos reconhecidos pelos quais podemos atribuir nomes
próprios aos objetos. Primeiro, podemos introduzi-los através de batismo por ostensão.
Neste caso, o objeto está perceptivamente presente ao falante, que pode simplesmente
dizer (talvez apontando para ele): ele se chamará N. Segundo, podemos introduzir
nomes por meio de descrições. Neste caso, estipulamos que o referente do nome será
quem quer que seja o único a possuir uma determinada propriedade ou conjunto de
propriedades. Defensores de PR podem explicar o primeiro tipo de caso apelando à
cláusula (c) (conhecimento por contato) e o segundo apelando à cláusula (a)
(conhecimento de propriedades individuadoras). Assim sendo, estes casos não são
prima facie problemáticos para PR.
A cláusula (b) (reconhecimento) também não é sem utilidade. Pelo menos se
aceitarmos, como Evans (1982, p. 376) e McCulloch (1989, p. 281-282), que nem tudo
que ocorre depois do batismo é referência por empréstimo. Ambos pensam que nomes
próprios geralmente envolvem um conjunto de usuários que (i) possuem acesso
privilegiado ao referente do nome, e (ii) cuja habilidade de fazer referência por meio do
nome não é explicada em termos da habilidade de outros falantes. Evans chama a estes
usuários os “produtores” da prática de uso do nome4.
Consideremos o primeiro aspecto da descrição acima: os produtores de um nome
possuem alguma forma privilegiada de acesso ao referente do mesmo. O exemplo mais
claro de acesso privilegiado são as pessoas que podem se encontrar repetidas vezes com
o referente do nome, adquirir novas informações baseadas em certos encontros e
combiná-las com aquelas adquiridas em encontros anteriores. Estes encontros repetidos
permitirão aos falantes a combinação de informações novas com as antigas apenas se os
falantes forem capazes de reconhecer o referente do nome com base em sua aparência.
Suponha que eu encontre João agora e que descubra que ele está magro e rico. Estas
4
Apesar de a concepção de produtor brevemente esboçada aqui claramente remeter à de Evans,
alguns aspectos da última são ignorados por mim. Evans estava primordialmente interessado
em teorias do pensamento ou do significado e seu interesse se revela naturalmente em sua
explicação dos produtores. Por exemplo, ele fez questão de ressaltar que os produtores de um
nome N adquiriram a capacidade de ter pensamentos demonstrativos da forma “Este é N”
acerca de seu referente, e agora mantém a habilidade de tê-los e expressá-los nas
circunstâncias apropriadas devido à sua capacidade de reconhecer o referente de N com base
em sua aparência (EVANS, 1982, p. 376). Minha exposição dos produtores, por outro lado,
ignora a conversa sobre pensamentos demonstrativos ou de quaisquer outros tipos.
236
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
5
Repare que digo “a capacidade destes produtores” e não dos produtores em geral. Isto porque
acredito que há produtores que não são capazes de reconhecer o referente do nome com base
em sua aparência, e cuja capacidade de fazer referência é explicada em termos do modo
descritivo de identificação. Mais especificamente, acredito que há produtores do que Evans
chamou de “nomes descritivos”. A ideia de produtores de nomes descritivos é certamente
estranha, e rejeitada por Evans (1982, p. 378). Entretanto, penso que uma defesa desta ideia
pode ser tornada plausível se reconhecermos, seguindo McCulloch (1989, sec. 71 e 72), que
existe um tipo especial de descrições definidas, descrições estas que nos colocam em uma
relação privilegiada com o referente do nome relevante. Seja como for, não vou investigar este
tipo de caso aqui. Como já dito, meu interesse primordial é na referência por empréstimo, que
é um fenômeno relevante para os consumidores, e não para os produtores de um nome. De
resto, Strawson (1959, p. 31-38) e Evans (1982, cap. 5) são fontes interessantes de discussão
sobre a capacidade de reconhecer objetos e os problemas que ela envolve.
237
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Comecemos com a hipótese de que nomes próprios, por si só, são ferramentas de
identificação, no sentido de que servem para identificarmos seus referentes. Para
descartar esta hipótese, basta notar que é um fato conhecido de nossa linguagem que
diferentes objetos podem possuir (e frequentemente possuem) o mesmo nome.
Hospitais podem fornecer um exemplo dramático da ineficiência dos nomes
como mecanismos de identificação. Em hospitais, é importante que os pacientes sejam
identificados de forma precisa. A má identificação pode ter consequências graves.
Imagine que um enfermeiro precise aplicar uma injeção contendo um medicamento
específico em uma paciente. Mas só o que recebe para identificá-la é que se chama
“Maria”. O enfermeiro encontra uma paciente chamada “Maria” e aplica-lhe a injeção.
Mas havia duas pessoas com este mesmo nome no hospital, e quem precisava da injeção
era a outra. Neste caso, a consequência de usar o nome como ferramenta de
identificação poderia ser desastrosa.
Para evitar este tipo de consequência, alguns hospitais adotam a estratégia de
acoplar o que Jackson (2010, p. 8) chamou de “marcadores” aos nomes. Pode-se, por
exemplo, identificar o paciente pelo seu nome + a data de seu nascimento. No caso de
haver risco de coincidência de nomes e datas, podemos acoplar ainda mais marcadores.
A moral da história é que se os nomes não são suficientes, podemos somar a eles mais
material para tornar a identificação possível. A ideia pode ser estendia para toda a
linguagem natural. Por um lado, nomes próprios são más ferramentas de identificação,
pois diferentes indivíduos podem possuir o mesmo nome. Por outro, falantes comuns
podem adicionar marcadores aos nomes, de modo a formar um material suficientemente
rico para a identificação do referente. Nas próximas páginas, veremos como exatamente
isto ocorre.
238
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
6
Russell (1912, cap. v; 1905; 1972, p. 29) e Frege (1892) são normalmente considerados os
primeiros descritivistas. O Descritivismo Clássico tem inspiração em suas obras, mas não é
óbvio que algum deles tenha realmente defendido isto. Costa (2009) apresenta argumentos
persuasivos contra a tese comum de que Russell e Frege teriam defendido o Descritivismo
Clássico, atribuindo aos mesmos o começo de uma versão mais refinada de Descritivismo.
239
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
240
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
chamado N. Mas dado que (provavelmente) há vários indivíduos chamados N, isto não
será suficiente. Assim, S pode usar seu marcador £ para distinguir um indivíduo
específico dentre aqueles chamados N: aquele acerca de quem £ é uma informação
difundida. Para que a identificação de S tenha sucesso, é necessário que exista uma
prática de usar o nome N para fazer referência a um objeto x, na qual £ seja uma
informação difundida acerca de x. Resumo este processo dizendo que S tem a habilidade
de identificar x como aquele a quem os membros desta prática se referem.
Até onde sei, Evans foi o primeiro a reconhecer – no capítulo 11 de The
Varieties of Reference – este papel dos marcadores para a referência dos nomes, e foi
seguido por Sainsbury (2005), Jackson (2010), Campbell (2002, sec. 2.5) e outros. A
despeito de nem todos terem exatamente a mesma imagem em mente, em todos os casos
a proximidade é inegável. Uma diferença importante em relação a Evans é que ele não
pensava que a identificação fosse uma condição necessária para a referência dos nomes,
mas apenas para termos pensamentos (crenças, conhecimento etc.) envolvendo nomes.
Falo algo sobre isto na próxima seção. Já Jackson propõe que falantes que usam seus
marcadores deste modo possuem, na verdade, conhecimento da propriedade
determinante do referente, e este conhecimento que envolve crenças identificadoras do
mesmo. Conforme veremos no próximo parágrafo, não me comprometo com isto.
Sainsbury e Campbell não dizem muito sobre como os marcadores funcionam. De todo
modo, esta imagem não é nova.
É necessário insistir em alguns pontos. Primeiro, não estou supondo que S tenha
de possuir conhecimento proposicional de uma descrição metalinguística qualquer. É
verdade que o referente de N, como usado por ele, será o objeto chamado N acerca de
quem £ é uma informação difundida, mas S não precisa ter conhecimento proposicional
ou ser capaz de especificar isto. Na verdade, sequer assumo que S tenha uma crença
identificadora da forma o referente de N é o objeto chamado N acerca de quem £ é uma
informação difundida. Só o que sustento é que ele tem a habilidade prática de
identificar o referente de N. Por outras palavras, ele sabe como usar seu material
identificador para distinguir o referente do nome de todos os outros objetos do mundo.
Como dito no parágrafo anterior, Jackson acredita que um falante possui este tipo de
habilidade prática apenas se conhece a propriedade determinante do referente, e este
conhecimento envolve crenças identificadoras do mesmo (JACKSON, 2010, p. 7). Se
ele estiver correto, então a existência da habilidade prática acima será, no fim das
241
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
242
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
específica se referem. O referente de seu uso será quem quer que seja o objeto na
origem da prática relevante. Isto sugere dois modos nos quais a identificação de um
consumidor pode falhar. Estes modos nos ajudarão a esclarecer o que é um consumidor
competente de um nome.
Primeiro, o material identificador pode falhar por haver mais de um objeto
acerca de quem os marcadores possuídos pelo falante são informações difundidas.
Imagine que todo o material que eu possua seja o nome “João” + o marcador “é um
marceneiro”. Existem muitas pessoas chamadas “João” e, correspondentemente, muitas
práticas de uso envolvendo este nome. Por sua vez, o marcador “é um marceneiro” é
uma informação difundida em muitas destas práticas. Assim, o material em questão não
me fornecerá a habilidade de distinguir qualquer indivíduo como aquele a quem os
membros de uma prática específica se referem.
Mas mesmo que o material seja suficientemente rico para me fornecer a
habilidade de identificar o referente do nome como aquele referido pelos membros de
uma prática específica, pode acontecer de esta prática não levar a lugar algum. Imagine
que eu seja um especialista na filosofia de Sócrates, de modo a possuir um material
identificador muito rico. Mas agora suponha que Sócrates seja uma invenção de Platão.
Neste caso, meu material me permitirá indicar de qual prática de uso do nome
“Sócrates” eu participo. Sou capaz de indicar que falo do alegado filósofo e não do
alegado jogador de futebol. Existe uma prática específica de uso do nome “Sócrates” na
qual meus marcadores são informações difundidas. Se existisse um objeto a quem os
membros desta prática se referem, eu teria sucesso em identificá-lo. Mas dado que não
existe qualquer objeto referido pelos membros desta prática, não identifico realmente
qualquer objeto.
Repare que o último caso é diferente do primeiro. No primeiro, meu material
identificador não me tornava capaz de situar meu uso do nome em qualquer prática
específica. Existiam várias práticas de uso do nome nas quais meu marcador era uma
informação difundida. No último, meu material me permite fazer isto, mas a
identificação falha porque os membros da prática não se referem a qualquer pessoa.
Apenas no primeiro a falha da identificação ocorre devido à pobreza do material
identificador.
243
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Um último ponto merece nossa atenção. Nem todo marcador funciona do modo
descrito acima. Existe uma classe de marcadores especiais que nos fornecem modos
(mais) diretos de apontar a prática de uso de nome da qual participamos. Há casos em
que o único marcador de um falante é algo como “a pessoa a quem Fulano se referiu em
tal e tal situação”. Na verdade, este parece ser um caso em que o falante identifica o
referente do nome por conhecer uma propriedade individuadora dele. Ele conhece uma
propriedade que somente aquele objeto satisfaz: a propriedade de ser o único objeto
referido por Fulano naquela situação. A intenção do falante não parece ser referir-se ao
objeto de quem a informação “a pessoa a quem se Fulano referiu” é difundida. Ao
contrário, sua intenção é se referir a quem quer que Fulano tenha se referido, e ponto. O
sucesso na referência dependerá, neste caso, de ser verdade que Fulano se referiu a um e
somente um indivíduo na situação relevante.
Marcadores como “é famoso” também são frequentemente usados como um
modo mais direto de os falantes indicarem a qual prática seu uso do nome pertence.
Geralmente, falantes usam este marcador de modo que o que é importa não é apenas se
ou não ele é uma informação difundida acerca do referente do nome. Imagine que todo
o material identificador que associo a “Sócrates” seja “é um filósofo famoso”. Suponha
que exista um desconhecido estudante de filosofia, chamado “Sócrates”, que difunda
244
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
3 O argumento semântico
245
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
falantes ignorantes não são casos nos quais intuitivamente há sucesso nos atos de
referência7.
(a) Considere primeiro o seguinte exemplo. Imagine que um sujeito ouça seus
amigos conversando acerca de Platão, mas não o que falam acerca do mesmo. Suponha
também que este seja o primeiro contato dele com o nome “Platão”. Neste contexto,
imagine que ele pergunte o seguinte:
(1) Quem é Platão?
Intuitivamente, nosso sujeito tem sucesso em se referir a Platão pelo
proferimento de (1). Entretanto, não é capaz de identificar o mesmo. Afinal, por
suposição, ele não ouviu o que os amigos disseram sobre Platão e não possuía qualquer
informação anterior que pudesse ajudar. Este é um caso alegadamente óbvio de sucesso
da referência sem capacidade de identificação.
Concordo que seja um caso óbvio de referência bem-sucedida, mas recuso que o
sujeito não seja capaz de identificar Platão. Na verdade, temos um caso claro de sucesso
da identificação. Nosso sujeito pode identificar Platão como a pessoa a quem seus
amigos se referiram (quando proferiram “Platão” há alguns segundos atrás). Para ver
que ele tem esta habilidade, basta reparar que, ao invés de (1), ele poderia muito bem ter
perguntado “Quem é este Platão de quem falavam?”.
Agora voltemos ao exemplo de Kripke. Naquele caso, o professor introduz o
nome “Newton” aos alunos com uma única descrição falsa (“o mestre de Platão”).
Supostamente, eles não possuem qualquer outra informação. Ainda assim, nossa
intuição é que os alunos são capazes de se referir a Newton por este nome. Neste ponto,
já é possível perceber o que há de errado com o exemplo. A suposição de que aquele
seja o único material identificador dos alunos é falsa. Eles são capazes de identificar
Newton como a pessoa a quem seu professor se referiu (por ‘Newton’ na última aula).
Portanto, não se trata de um caso envolvendo falantes ignorantes.
Os dois casos acima revelam um modo importante no qual os consumidores
podem identificar o referente dos nomes no momento de sua aquisição. É um fato de
nossa linguagem que os falantes precisam de pouca coisa para adquirir um nome. O
7
É importante notar que, daqui por diante, a avaliação do argumento semântico levará em conta
não três, mas quatro modos de identificação. Por outras palavras, interpretarei os exemplos de
Kripke e Donnellan como supostos casos nos quais os falantes são bem-sucedidos em suas
tentativas de se referir a algo através de um nome, mesmo sendo incapazes de identificar o
referente em qualquer um dos quatro modos descritos ao longo do texto.
246
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
modo de identificação esboçado nos dois parágrafos acima está de acordo com este
suposto fato. A afirmação de que um falante, ao ouvir pela primeira vez o proferimento
de um nome N, pode identificar o referente de N do modo acima não é algo
extraordinário. Embora o modo de identificação em questão possua suas limitações, é
legítimo e largamente acessível aos falantes comuns.
A moral da história é que a avaliação de um exemplo a favor do argumento
semântico deve levar em conta não apenas a informação explicitamente transmitida pelo
proferimento dos interlocutores, mas também o contexto do proferimento como um
todo. Nos casos acima, os interlocutores não disseram “N é a pessoa a quem me refiro”,
mas o contexto permitiu os ouvintes saberem disto. Os exemplos acima envolvem o que
Goodman (2016) chama de “casos de testemunho puro”. Uma característica essencial
destes casos é que “o ouvinte (...) não tem meios independentes de identificar o objeto
sobre o qual se discute” (GOODMAN, 2016, sec. 6.1, tradução minha). Nestas
circunstâncias, a única forma que o ouvinte tem de identificar o referente de N é
recorrendo ao proferimento do falante e ao material fornecido pelo contexto do mesmo.
É importante ressaltar, portanto, que os ouvintes têm outras fontes de informação além
daquilo que é explicitamente comunicado pelos falantes. Estas fontes podem ajudá-los a
obter um material rico o bastante para identificar o referente do nome usado pelos
últimos. Em alguns casos, o material disponível a um ouvinte inicialmente ignorante
pode ir muito além daquilo que é explicitamente comunicado pelos falantes. Se um
professor de filosofia diz “as próximas aulas serão sobre Sócrates”, os alunos podem
justificadamente supor que o referente de “Sócrates” é um filósofo, ou talvez até mesmo
que seja um famoso filósofo, já que será o assunto de várias aulas.
Em conclusão, alguns exemplos nos quais alegadamente há falantes ignorantes
referencialmente bem-sucedidos não são realmente casos de falantes ignorantes. E
assim fica estabelecida a primeira parte de minha resposta.
(b) Passemos agora aos casos que realmente envolvem falantes ignorantes. Para
obter um caso deste tipo, basta fazer uma pequena modificação no exemplo de Kripke
considerado acima. Imagine a mesma situação, mas suponha que os alunos tenham
esquecido quem lhes introduziu o nome. Neste contexto, todo o material identificador
que eles possuem é o nome “Newton” mais o marcador “é o mestre de Platão”.
Conforme sabemos, este marcador não é uma informação verdadeira de Newton e
247
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
sequer é uma informação difundida dele. Agora, suponha que um dos alunos, chame-lhe
“Joãozinho”, diga o seguinte a seu pai:
(2) Newton foi o mestre de Platão.
São casos como este que favorecem o argumento semântico, pois intuitivamente
Joãozinho teve sucesso em se referir a Newton, mas é incapaz de identificá-lo. Antes de
responder ao desafio posto pelo exemplo, é preciso ressaltar dois pontos.
Primeiro, é comum que falantes e ouvintes façam pressuposições uns sobre os
outros. Concentremo-nos nas pressuposições dos ouvintes. Os ouvintes usualmente
pressupõem que os falantes estão se referindo a algo. Se um amigo nos diz que N é F,
supomos que ele está usando N como um nome, que é capaz de usar este nome, que ele
tem sucesso em se referir a algo por este nome etc. Em contextos ordinários, não
adentramos em dúvidas céticas sobre a pessoa que nos fala. Além disto, em alguns
contextos pressupomos não apenas que o falante se refere a algo, mas que ele se refere a
algo/alguém específico. Se um estudante pergunta a seu pai “Newton foi um físico
importante?”, o pai pode pressupor que ele fala de Isaac Newton.
Em segundo lugar, repare que as pressuposições dos ouvintes não são infalíveis.
Eles podem fazer pressuposições equivocadas sobre o falante. Mais especificamente,
existem situações nas quais o ouvinte está justificado em fazer uma pressuposição sobre
o falante, mas sua pressuposição é falsa. Imagine que o amigo de Marquinhos se chame
Newton, e que conte a ele que é um físico famoso. Em dúvida sobre se o que ouviu é ou
não verdade, Marquinhos pergunta a seu pai: Newton é um físico famoso? O pai, que
não está informado do contexto da dúvida de Marquinhos, certamente estará justificado
em pressupor que ele fala de Isaac Newton. Mas esta pressuposição é incorreta, dado
que ele fala de seu amigo. É fácil pensar em outros exemplos do tipo. Suponha que um
grupo de fãs de futebol está conversando sobre Sócrates, o grande jogador do
Corinthians. Um deles diz que Sócrates foi um gênio e outro responde que ninguém era
tão inteligente quanto Sócrates. Neste contexto, Chico entra na conversa e diz, com a
intenção de falar do Sócrates filósofo, “Sócrates foi um homem admirável”. Está claro
que os outros, que agora ocupam a posição de ouvintes, estão justificados em pressupor
que Chico fala do jogador de futebol. Mas esta pressuposição é falsa.
Imagino que nenhum dos pontos acima seja controverso, mas eles nos ensinam
uma lição importante: se queremos saber se alguém tem sucesso em se referir a algo,
então devemos voltar nossa atenção ao falante. Do mero fato de que os ouvintes estão
248
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
justificados em pressupor que o falante tem sucesso em se referir a algo não se segue
que o falante de fato se referiu a qualquer coisa. No que segue, argumentarei que os
exemplos mais plausíveis a favor do argumento semântico não respeitam esta lição. Os
exemplos são apenas casos nos quais os ouvintes estão justificados em pressupor que o
falante se referiu a algo, mas não revelam qualquer intuição interessante sobre os
falantes.
Retornemos ao caso de Joãozinho. Seu pai está justificado em pressupor que ele
está usando “Newton” como um nome e que se refere a alguém. Em verdade, se o pai
conhecer um pouco de história da física, está justificado até mesmo em pressupor que
Joãozinho fala de Isaac Newton (não é o que você, no lugar dele, pressuporia?).
Todavia, sabemos agora que nada disto implica que o garoto tenha de fato se referido a
algo. Para saber se Joãozinho se referiu a algo, devemos investigar a situação dele, e não
a de seu pai. O nosso problema, então, é o seguinte: o exemplo mostra algo de relevante
sobre o sucesso de Joãozinho em se referir a algo?
Imagine o mesmo exemplo, mas agora mude o nome “Newton” por “Maria” e o
marcador “foi o mestre de Platão” por “é legal”. Isto é, imagine que Joãozinho disse (3)
ao invés de (2).
(3) Maria é Legal.
Uma vez mais, o pai estará justificado em fazer um conjunto de pressuposições
acerca de Joãozinho. Agora, no entanto, ele não pressupõe que Joãozinho se refere a
alguém que ele conhece. Talvez o pai não se lembre de conhecer alguém chamada
“Maria” ou talvez se lembre de muitas pessoas com este nome, mas o importante é que
não assume que Joãozinho esteja falando desta ou daquela pessoa. Neste contexto, é
apropriado para o pai fazer perguntas como “quem é Maria?” ou “de quem está
falando?”. Pergunte-se: qual poderia ser a resposta de Joãozinho? Por suposição, a
resposta teria de ser algo como “Eu não sei”. O pai poderia perguntar “como você
conheceu Maria?” ou “me conte mais sobre ela”, e a resposta teria de ser “eu não sei”,
“não há mais a dizer” etc. O pai poderia insistir “conte-me qualquer coisa sobre ela!”.
Novamente, a resposta teria de ser algo como “Já disse, não sei!”, e talvez o garoto
completasse “mas ela é legal”. Será este exemplo um caso muito intuitivo de sucesso na
referência? Estaríamos justificados em pensar que é óbvio ou pelo menos intuitivo que
Joãozinho se refere a algo? Tanto quanto posso ver, não há qualquer coisa óbvia aqui.
Sequer é intuitivo que o garoto seja um usuário competente do nome “Maria”.
249
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
250
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
pessoa específica: Isaac Newton. Dado esta pressuposição, seria apropriado para o pai
dizer coisas como “Newton não foi o mestre de Platão” ou “Você está errado. O mestre
de Platão foi Sócrates”. No caso de Maria, esta última pressuposição não existe; o pai
não assume que sabe de quem o filho está falando. Devido a isto, seria natural que ele
perguntasse “Quem é Maria?” ou “De quem está falando?”. O que muda de um exemplo
para outro são as pressuposições que o pai faz sobre o proferimento de seu filho e, com
elas, o tipo de resposta que seria apropriado dar ao mesmo. Até agora, nada de
interessante sobre o falante (o Joãozinho) foi revelado. O que podemos dizer sobre
Joãozinho é que em ambos os casos ele se encontra numa situação de ignorância. Basta
formular o exemplo de modo a realmente ressaltar esta situação de ignorância e
percebemos que não há qualquer sucesso intuitivo da referência aqui. O veredicto sobre
se Joãozinho se refere não pode ser dado pelas intuições. O que vale para o caso de
Maria vale para o de Newton.
Deixe-me insistir um pouco mais no exemplo de Newton. Suponha que
Joãozinho decida usar seu material identificador para buscar por mais informações
sobre o indivíduo a quem ele (supostamente) se refere. Ao fazer uma pesquisa,
encontrará diferentes resultados sobre alguns indivíduos chamados “Newton”. Como
poderia ele estar justificado em acreditar que algum destes resultados é sobre a pessoa a
quem ele (supostamente) se refere? De fato, ele não estará justificado em fazer este
movimento. Isto tem a consequência de que Joãozinho, na situação de ignorância em
que se encontra, não é capaz de acumular informações sobre o alegado objeto referido.
Por outras palavras, existe um sentido no qual ele é incapaz de aprender coisas novas
sobre o (suposto) referente do nome. Joãozinho também é incapaz de indicar de quem
fala. Ele não é capaz de indicar de qual pessoa chamada “Newton” ele fala, nem de qual
prática de uso de nome participa. Se o pai lhe perguntasse de quem fala, rapidamente
ficaria ciente de que o garoto é incapaz de explicar se fala de Isaac Newton, de seu
vizinho chamado “Newton” ou de qualquer outro Newton do planeta. Existe por isto um
sentido no qual o garoto é incapaz de ensinar qualquer informação ulterior sobre o
(suposto) referente do nome. Numa situação cognitiva destas, seria no mínimo estranho
que ele iniciasse ou participasse de conversações envolvendo o nome. De modo geral,
quando o material identificador de um falante não é rico o bastante, não é claro qual o
ponto em iniciar ou participar de conversações por meio de proferimentos como (2) ou
(3). A despeito disto, pode ser argumentado que Joãozinho de fato é capaz de se referir a
251
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
algo por meio de seus proferimentos. Todavia, e isto é o mais importante, o exemplo
não é um caso intuitivo de sucesso da referência. A tese de que falantes como Joãozinho
se referem é controversa, e não uma intuição comum.
Em resumo, o exemplo de Newton é um caso no qual os ouvintes estão
justificados em pressupor que o falante teve sucesso no ato de se referir a algo. Se
pensarmos da perspectiva do ouvinte, também pressuporemos que houve sucesso da
referência. Argumentei, contudo, que devemos nos colocar na perspectiva do falante.
Uma vez que fazemos isto, as intuições se dissipam.
O mesmo vale para o exemplo de Donnellan. A única razão que ele fornece para
a tese de que a criança se referiu a Tom é que seus pais estariam justificados em
pressupor que ela o fez. É verdade que seus pais estariam justificados em fazer esta
pressuposição, mas daí não se segue que a criança de fato se referiu a algo. Os pais
sabem que havia muitas pessoas chamadas “Tom” na festa e viram uma delas
conversando com seu filho. Se nos colocarmos no lugar dos pais, teremos razões para
fazer as mesmas pressuposições. Mas tão logo nos colocamos no lugar da criança e
ficamos cientes de sua situação cognitiva, não mais há razão para tomar como intuitivo
o sucesso da referência. De fato, dado a pobreza de seu material identificador, pode-se
duvidar até mesmo que se trate de um usuário competente do nome.
Em conclusão, argumentei que alguns exemplos a favor do argumento semântico
são realmente casos intuitivos de sucesso na referência, mas não são casos de falantes
ignorantes. Por outro lado, alguns exemplos são realmente casos de falantes ignorantes,
mas não são casos nos quais intuitivamente há sucesso na referência. De fato, forneci
uma receita de dois passos para qualquer um que pretenda avaliar um exemplo a favor
do argumento semântico: (i) verifique se não há alguma informação relevante
contextualmente implícita e (ii) se coloque na perspectiva do falante, e não na do
ouvinte. Se seguirmos estes passos, evitamos a maior parte dos exemplos.
Por fim, penso que Evans (1982, sec. 3.3) cedeu mais do que precisava aos
exemplos de Kripke e Donnellan. Ele acreditou que o argumento semântico de fato
mostrava que falantes ignorantes podem ser bem-sucedidos na referência por nomes. O
que o argumento não mostraria é que estes falantes têm sucesso em pensar sobre os
referentes. A ideia central é que as condições para um sujeito pensar sobre um objeto
através de um nome são mais rigorosas do que as condições para um sujeito se referir e
dizer coisas através do nome. Kripke e outros não teriam percebido o abismo que há
252
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
entre dizer (ou referir-se) e pensar. Mesmo que Evans esteja certo sobre sua distinção
entre dizer e pensar, acredito que esteja errado quanto ao argumento semântico. Os
exemplos acima, nos quais falantes ignorantes usam nomes, não são casos intuitivos de
sucesso referencial. A distinção importante para explicar a falha dos exemplos não é a
distinção entre dizer e pensar; mas entre a perspectiva do falante e a perspectiva do
ouvinte. Seja como for, não precisamos nos perder muito nisto. O ponto importante é
que minha defesa do Princípio de Russell é uma defesa deste princípio para a referência.
Neste sentido, é mais radical do que o próprio Evans desejaria.
Considerações finais
Nas últimas décadas surgiu uma teoria mista da referência que está entre o
Descritivismo Clássico e o Causalismo. Esta teoria aceita a lição de Kripke e Donnellan
sobre a importância de uma cadeia histórico-causal para o fenômeno da referência por
nomes, mas também coloca um requisito epistêmico sobre o mesmo. Por um lado, a
referência por nomes é um fenômeno histórico que envolve uma cadeia de usuários
relacionados (causalmente) entre si. Por outro, a habilidade de usar um nome com
sucesso envolve a capacidade de identificar seu referente. Neste artigo, defendi que a
identificação pode, em alguns casos, ser entendida como uma habilidade prática de
identificar o referente do nome como aquele a quem os membros de uma prática
específica se referem. Penso que este modo de identificação é fundamental para
entender o papel dos consumidores dos nomes e a referência por empréstimo.
A expressão “habilidade prática” tem importância especial aqui. A identificação
é uma condição necessária para o sucesso da referência por nomes, mas não é uma
condição tão forte quanto possa parecer. Os falantes comuns não precisam de muito
para diferenciar o objeto nomeado dos outros objetos do mundo. Mais especificamente,
um consumidor de um nome pode se referir a algo através do uso do nome mesmo que
não tenha conhecimento proposicional de que o objeto nomeado é o(a) F. De fato,
minha sugestão é que a habilidade de identificação dos consumidores não precisa ser
encarada como um tipo de conhecimento proposicional. Para que um consumidor seja
capaz de se referir a algo pelo uso de um nome, basta que saiba como usar o seu
material identificador para situar-se em uma prática específica de uso de nomes.
253
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Por fim, a inclusão de uma habilidade prática no Princípio de Russell não é algo
novo. Provavelmente a capacidade de reconhecer objetos com base em sua aparência –
que foi incluída como um dos modos relevantes de identificação – é já uma habilidade
prática. Além disto, seria um equívoco interpretar falantes com tais habilidades como
falantes ignorantes. Aceitar que o conhecimento discriminatório dos falantes seja
entendido em termos de uma habilidade prática é diferente de aceitar que falantes
ignorantes (sem conhecimento discriminatório) acerca de um objeto podem se referir a
ele por meio de seu nome próprio.
REFERÊNCIAS
254
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
255
DE VOLTA AO QUARTO DE MARY
RESUMO: Neste artigo, apresento uma análise do Argumento do Conhecimento (AC), tal
como formulado em Jackson (1982) a partir da estória de Mary, assim como de algumas das
principais objeções que lhe foram dirigidas. Depois de apontar as razões pelas quais penso que o
AC escapa dessas objeções, ofereço uma objeção que me parece incontornável e que reduz
consideravelmente a potência ofensiva do AC contra o fisicalismo.
1. Introdução
2. As estórias e o argumento
258
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
informação física sobre certo tópico X, mas não têm toda informação sobre X. Jackson
(1982) narra duas estórias, a estória de Fred e a estória de Mary.
A primeira estória é sobre um sujeito que vê pelo menos uma cor que ninguém
mais sabe como é. Diante de uma pilha de tomates, que aos nossos olhos são
unicamente vermelhos, Fred vê duas cores tão diferentes quanto amarelo e azul, cores
que ele chama respectivamente de vermelho1 e vermelho2. Como ninguém mais vê o
que Fred vê, podemos dizer que Fred sabe de algo sobre vermelho1 (e vermelho2) que
nós não sabemos. Além disso, mesmo que alguém viesse a estudar a fisiologia de Fred e
chegasse a ter toda a informação física sobre as mudanças fisiológicas que ocorrem no
corpo de Fred quando ele vê vermelho1 (ou vermelho2), isso ainda não seria suficiente
para dar a essa pessoa informação sobre como é ver vermelho1 (ou vermelho2).
A segunda estória é a mais famosa. A apresentação que Jackson faz da sua
personagem dificilmente poderia ser mais objetiva:
Com base nesse relato, Jackson levanta uma questão: o que acontecerá se Mary
conseguir sair do seu quarto? Ela obterá alguma informação nova sobre cores? Se
respondermos que sim, então temos que admitir duas coisas:
(2) Em seu quarto, Mary tinha toda informação física sobre cores.
(3) Em seu quarto, Mary não tinha toda informação sobre cores.
259
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
260
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
termos de informação. Ocorre, porém, que Jackson (1982) não faz um uso muito
rigoroso dos termos ‘informação’ e ‘conhecimento’, dando a ideia de que os termos
podem ser intercambiados livremente no âmbito da discussão do AC. Com efeito, no
artigo, vemos o autor afirmar indistintamente que Mary obteria informação nova sobre
cores se escapasse do seu quarto e que Mary aprenderia algo novo sobre cores em tal
situação. Em razão dessa frouxidão no uso dos termos, o AC pode ser formulado tanto
em termos de informação como em termos de conhecimento. Na verdade, é possível
encontrar na discussão empreendida por Jackson não apenas uma alternância entre
afirmações sobre as novas informações e os novos conhecimentos obtidos por Mary; em
certa altura, aparecem também afirmações sobre os novos fatos que Mary descobre ao
deixar sua prisão. Apesar dessas variações, de uma forma ou de outra, a discussão é
consistente, girando sempre em torno da possibilidade de certa mudança na condição
epistemológica de Mary no momento de sua hipotética soltura. Nesse sentido, a alcunha
de ‘Argumento do Conhecimento’ parece justificada.
Uma quarta observação faz-se necessária para esclarecer que a versão do AC
que aparece em Jackson (1982) é diferente da que aparece em Jackson (1986). No artigo
de 1986, Jackson trata de algumas objeções que foram feitas ao AC logo numa primeira
onda de reações à publicação de Epiphenomenal Qualia. Para tentar desfazer certos
equívocos, ele acaba por reformular seu argumento original. Dessa vez, Jackson
apresenta o caso de Mary em termos de ‘fatos físicos’, ao invés de apresentá-lo em
termos de ‘informação física’. Em consequência disso, o AC ganha uma nova
expressão. O raciocínio agora é o seguinte:
Embora Jackson entenda que essa versão do AC estabelece o seu ponto de forma
mais convincente, minha impressão é de que ocorre exatamente o contrário. Se na sua
primeira versão o argumento recebia as críticas dos fisicalistas, agora ele enfrentará
objeções tanto de fisicalistas quanto de céticos acerca de outras mentes. Em razão disso,
considero que essa reformulação torna o argumento mais frágil. Assim, neste artigo, vou
261
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
deixar de lado essa versão do AC para me dedicar unicamente a sua primeira versão, a
qual me parece mais frontal.
Uma quinta e última observação sobre o AC é a de que ele é muito convincente
para quem não esteja guarnecido de certas precauções filosóficas, e que, mesmo para
muita gente que discorda de sua conclusão, não é nada fácil mostrar onde ele tropeça.
Isso parece ser uma consequência da sua evidente simplicidade. Se analisarmos a
instância do AC apresentada acima, reconheceremos sem dificuldade que a derivação de
C1 a partir de P2 e P3 é trivial. De fato, essa passagem pode ser vista como uma
instância do silogismo Baroco (Premissa maior: toda informação física sobre cores é
possuída por Mary em seu quarto; premissa menor: alguma informação sobre cores não
é possuída por Mary em seu quarto; conclusão: alguma informação sobre cores não é
informação física sobre cores). Outrossim, a derivação de C2 a partir de P1 e C1 é
imediata. Dessa forma, se há um problema com o AC, ele não parece ser devido a um
simples erro de inferência. Destarte, a única opção disponível para quem discorda do
resultado do AC é tentar mostrar que alguma de suas premissas é falsa ou ambígua.
Efetivamente, é isso que farão os que contestam o argumento.
Não há muitas críticas à premissa (2), uma vez que ela é vista, em geral, como
uma estipulação, e entende-se que o autor tem liberdade para estipular como é ou deixa
de ser o caso que ele mesmo está imaginando. Esse é o procedimento padrão quando
apresentamos um experimento de pensamento. Escolhemos os traços gerais que a
262
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
situação imaginária deve ter e pedimos para o ouvinte/leitor imaginá-la assim. Se aquilo
que o autor nos pede não é absurdo, ele está autorizado a pedi-lo.
Contudo, há quem defenda que Jackson nos pede demais quando nos pede para
imaginar que Mary tinha toda a informação física sobre cores no seu quarto preto e
branco. Dennett, por exemplo, argumenta que não é claro qual seria a extensão do
conhecimento de um ser humano que possuísse toda informação física sobre cores. Ele
afirma que “it's hard for anyone to imagine the consequences of someone knowing
absolutely everything physical about anything!” (DENNETT, 1991, p. 400). Talvez
fosse até o caso que tal pessoa pudesse conceber como são as cores que nunca viu ou
pudesse alcançar pelo menos aproximações1. De fato, Dennett insiste que seria plausível
imaginar Mary saindo de seu quarto sem ficar nem um pouco surpresa com as coisas
coloridas que veria. Por essa razão, é tentador pensar que a crítica de Dennett é dirigida
contra a premissa (3), mas essa não é forma correta de entender sua argumentação. Na
verdade, o problema para ele está na premissa (2), no fato de que não podemos conceber
exatamente o que ela descreve, o que nos impede também de saber o que ela implica.
A meu ver, essa crítica perde o ponto, pois só teríamos uma razão para recusar a
premissa (2) se tivéssemos razão para acreditar que ela é um contrassenso. Dennett não
nos dá uma razão para acreditar nisso; o que ele faz é evidenciar que não conhecemos os
detalhes acerca da condição epistemológica de uma pessoa que tem toda informação
física sobre determinado tópico. Isso é uma deficiência nossa e não implica logicamente
que o cenário seja impossível. Se ele é possível, podemos supor que a premissa (2) é
verdadeira e avaliar a premissa (3) de acordo com as nossas intuições.
Outra crítica feita à premissa (2) é a de que ela é ambígua, posto que o termo
‘informação física’, que ocorre nela, também é ambíguo. Horgan (1984) contém uma
crítica desse tipo. O argumento é que ‘informação física’ pode significar tanto
‘informação científica’ (‘informação explicitamente física’, na terminologia de Horgan)
como ‘informação sobre o mundo físico’ (‘informação ontologicamente física’, na
terminologia de Horgan). Horgan admite que a estória de Mary dá suporte à primeira
leitura, mas sustenta que a tese fisicalista expressa na premissa (1) deveria ser entendida
com base na segunda leitura. O seu veredito é então que o ataque do AC ao fisicalismo
“is fallacious, being an equivocation on two different senses of the phrase ‘physical
information’” (HORGAN, 1984, p. 149).
1
Paul Churchland envereda por uma linha argumentativa semelhante em Churchland (1985, p.
25-6).
263
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Jackson não deu muito importância à crítica de Horgan, dedicando a ela apenas a
nota 1 do seu artigo What Mary Didn't Know, de 1986. Nessa nota, ele esclarece que sua
compreensão do fisicalismo é de que ele implica que, se alguém soubesse tudo o que
pode ser expresso em linguagem explicitamente física, essa pessoa saberia tudo. Com
esse esclarecimento, Jackson dá a entender que o termo ‘informação física’ tem uma
única leitura possível em todas as proposições do AC, a saber, a leitura na qual
‘informação física’ significa ‘informação científica’. Isso é suficiente para rebater a
crítica de Horgan de que o AC é uma instância da falácia de quatro termos. Há, porém,
um ponto da crítica de Horgan que, a meu ver, não é respondido adequadamente pela
nota de Jackson. Vou falar mais sobre isso no final desta seção.
Uma última crítica à premissa (2) é aventada em Van Gullick (2004). A
acusação agora é de que, à luz de certa hipótese, a premissa ocultaria um disparate. O
raciocínio é o seguinte: se a experiência de cores é a única forma de obtermos certo tipo
de informação física sobre cores, uma situação em que S tem toda informação física
sobre cores é logicamente incompatível com uma situação em que S nunca viu outras
cores além de variantes de preto e branco.
Outra vez, o problema aqui é que o argumento depende de uma hipótese que
Jackson não é obrigado a aceitar. Se ‘informação física’ significa ‘informação
científica’, então a situação em que Mary tem toda a informação física sobre cores é
uma situação em que ela domina uma teoria completa das cores assim como uma teoria
completa do processamento neurofuncional das cores. E, uma vez que Jackson sustenta
que quem tem toda informação física sobre x sabe tudo o que há para saber sobre x de
um ponto de vista físico, Mary pode carecer de certas experiências de cores e ainda
assim ter toda informação física sobre cores. Em suma, não há nenhuma contradição
oculta na premissa (2). É verdade que alguém poderia querer levantar uma objeção
contra a acepção que Jackson dá à noção de informação física, mas, nesse caso, a crítica
já não seria de que a premissa (2) oculta um contrassenso, mas de que o uso que Jackson
faz de ‘informação física’ não é adequado.
b) Objeções à premissa 3
264
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
premissa (3) precisa responder. As mais célebres respostas a essa questão foram
oferecidas em Nemirow (1980), Lewis (1983) e Churchland (1985)2. Aqui vai um
resumo delas, juntamente com algumas considerações sobre sua pertinência.
Os artigos de Laurence Nemirow e David Lewis lançam as bases de uma
importante crítica ao AC que veio a ser conhecida como hipótese da habilidade.
Segundo essa posição, Mary não ganhará informação nova sobre cores se vier a escapar
do seu confinamento, ela só ganhará novas habilidades. Nemirow, comentando as ideias
de Nagel sobre a consciência, repele a tese de que compreender uma experiência seja
uma questão de apreender fatos. Para ele, isso é antes uma questão de adquirir certas
habilidades. Lewis, por sua vez, desenvolve essa ideia e apresenta a hipótese da
habilidade da seguinte forma:
Our proper answer, I think, is that knowing what it’s like is not the
possession of information at all. It isn’t the elimination of any hitherto
open possibilities. Rather, knowing what it’s like is the possession of
abilities: abilities to recognize, abilities to imagine, abilities to predict
one’s behavior by means of imaginative experiments (LEWIS, 1983,
p. 131).
2
Apesar de ter sido motivado por uma controvérsia iniciada em Churchland (1985), Churchland
(1989) não mira mais na premissa (3); de fato, nem mesmo visa o AC apresentado em Jackson
(1982), mas a versão revisada oferecida em Jackson (1986). Como minha intenção é revisar
algumas das principais objeções à versão original do AC, não vou me deter em Churchland
(1989).
265
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
ganhará nova informação. Para Lewis, nós podemos ser essas máquinas. Mary,
especificamente, ilustraria o caso de alguém que, por um tempo, tem a informação sobre
cores, mas não tem o template. No dia de sua fuga, ela tem a experiência, produz o
template e adquire as habilidades de reconhecer, lembrar e imaginar novas cores, mas
com isso ela não ganha informação nova sobre cores.
A analogia de Lewis não é propriamente uma explicação de como adquirimos
novas habilidades, mas é algo que injeta intuições. O problema principal com ela é o
problema comum a todas as analogias: não há garantias de que a coisa a ser explicada
seja mesmo semelhante ao exemplo em seus aspectos essenciais. Mas concedamos que
somos de fato como a terceira máquina descrita no parágrafo anterior. Uma questão
emerge imediatamente: o que é o template? Lewis não dá detalhes. Não obstante, se se
trata de fato de algo similar a um template, e se Mary adquire um desses quando, por
exemplo, contempla o céu azul pela primeira vez, então provavelmente trata-se de um
modelo de azul (uma amostra de azul, um espectro de matizes de azul, um padrão de
ativação neuronal?). Nesse caso, por ocorrência de sua evasão, Mary não adquire apenas
uma habilidade, mas, antes de tudo, um tipo novo de representação que lhe confere
certas habilidades. Seja como for, é certo que o template é alguma coisa diferente de
uma habilidade, e pode-se argumentar que Mary adquire um conhecimento novo sobre
cores ou uma informação nova sobre cores justamente porque adquire conhecimento ou
informação sobre esse template. Mas se é assim, a premissa 3 do AC está correta. A
alegação de que Mary adquire novas habilidades deixa incólume a verdade da premissa
3 dado que a aquisição dessas habilidades parece depender da aquisição de um novo
conhecimento. Deve-se notar, porém, que, se o template é um padrão de ativação
neuronal, Mary já tinha conhecimento de sua estrutura em seu cárcere, ela só nunca o
instanciara; de todo modo, quando o instancia, ela não fica sabendo nada de novo sobre
seu processamento neuronal da cor experienciada. Defensores da hipótese da habilidade
podem argumentar assim. A réplica do defensor do AC, no entanto, pode ser a seguinte:
quem responde que Mary adquire uma nova informação quando vê azul pela primeira
vez pensa assim porque considera que a informação nova de Mary é sobre a aparência
do azul, não sobre qualquer representação neuronal do azul. Essa informação é
essencialmente distinta de qualquer informação sobre o funcionamento do cérebro de
Mary, e nada na defesa da hipótese da habilidade fornece qualquer razão para
266
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
abandonarmos essa intuição. Por essa análise, pode-se concluir que a hipótese da
habilidade não é suficiente para refutar o AC 3.
Churchland (1985) apresenta uma objeção contra a premissa (3) que poderíamos
chamar de resposta dos modos de conhecimento 4. A objeção é inspirada nas sugestões
anteriores de Nemirow e Lewis, ainda que tente ultrapassá-las em abrangência. Na
leitura de Paul Churchland, a essência da objeção da habilidade é a constatação de que o
AC explora uma ambiguidade de ‘knows about’, o que o tornaria uma falácia de
equivocação. Na premissa (2), quando se diz que Mary sabia tudo que se pode saber de
físico sobre cores, a expressão ‘sabia ... sobre’ indica conhecimento proposicional,
enquanto que, na premissa (3), quando se assevera que Mary não sabia tudo sobre cores,
a expressão ‘sabia ... sobre’ indica conhecimento do tipo know how. Ou seja, o novo
conhecimento de Mary é apenas uma habilidade, não é conhecimento proposicional, de
modo que (2) e (3) não suportam a conclusão de que o novo conhecimento de Mary não
é físico. Churchland observa, porém, que essa equivocação não depende de uma
dicotomia entre conhecimento proposicional e conhecimento performativo, mas do fato
de que podemos saber uma mesma coisa de muitos modos. A situação não é dual, mas
plural. Isso ocorre porque podemos recorrer a diferentes formas de representação para
representar os mesmos fatos. Baseado na ideia de que o cérebro dispõe de diferentes
meios de codificação de informação, Churchland sustenta que o que ocorre por ocasião
da soltura de Mary é que ela adquire uma nova forma de representar informações sobre
cores, uma forma de representação não proposicional que consiste em padrões de
ativação do córtex visual, algo que só está disponível para quem já tem familiaridade
com as cores do mundo. Ocorre que a aquisição dessa nova forma de representação não
dá a Mary um novo conhecimento sobre cores, mas apenas um novo meio de
representar as informações sobre cores que ela já tinha em forma proposicional. A
conclusão, portanto, é de que a premissa (3) do AC é falsa.
Mais uma vez, na minha opinião, a linha de argumentação mais viável para o
defensor do AC parte da observação de que a intuição responsável pelo nosso impulso
de assentimento à premissa (3) é uma intuição sobre o que Mary fica sabendo sobre a
aparência das cores. É verdade que as cores que passam a ser percebidas por Mary
precisam ser representadas em seu cérebro, mas isso não é tudo, também é verdade que
3
É claro que numa discussão mais aprofundada da hipótese da habilidade, outras alternativas de
defesa da hipótese seriam examinadas e ofereceriam novos desafios para o defensor do AC.
4
Outra possibilidade é denominá-la de ‘hipótese da familiaridade’ (‘acquaintance hypothesis’),
como aparece em Nagasawa, Ludlow & Stoljar (2004).
267
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
tais cores terão certa aparência quando vistas por ela. É essa aparência que, antes, a
despeito de seu extraordinário cabedal de informação física, Mary não conhecia e agora
conhece. Se é assim, a alegação de que Mary pode recorrer a novas formas de
representação neural de cores a partir de sua evasão não é suficiente para falsear a
premissa (3). A nova forma representacional que é disponibilizada para Mary pela
experiência vem junto com o conhecimento da aparência dessa mesma experiência.
Dessa forma, o AC se mantém.
c) Objeção à premissa 1
A objeção à premissa (1) ficou por último porque, a meu ver, ela é a única que
realmente pode solapar a força do AC. Este é o momento de retomar um ponto mais
tenaz da objeção apresentada em Horgan (1984), precisamente aquele ponto que,
conforme mencionei, não foi adequadamente tratado por Jackson. Um ponto de Horgan
contra o AC era de que ele derrapava ao fazer um uso ambíguo do termo ‘informação
física’. Esse ponto é rechaçado por Jackson da forma mais sumária possível, ao indicar
que o termo sempre se refere à informação expressa ou exprimível em linguagem
científica; nos termos próprios deste artigo, para Jackson, ‘informação física’ significa
univocamente ‘informação científica’ (‘informação explicitamente física’, na
terminologia de Horgan). Mas há outro ponto na crítica de Horgan que não recebe de
Jackson a devida atenção, que é este: não é pacífico asseverar que o fisicalismo declara
que toda informação é informação explicitamente física. Talvez alguns fisicalistas
desejem subscrever essa asserção, mas nem todos, talvez nem a maioria. Em outras
palavras, não resta evidente que a premissa (1) do AC deva ser acatada. Com efeito,
como vimos, o próprio Horgan sugere uma caracterização diferente do fisicalismo, uma
pela qual o fisicalismo declara que toda informação é informação ontologicamente
física, vale dizer, informação sobre o mundo físico, havendo informação sobre o mundo
físico que não é informação exprimível em linguagem científica.
Quem dá a caracterização de fisicalismo mais adequada, Jackson ou Horgan?
Mais importante do que dar uma resposta a essa questão, embora haja uma sugestão de
resposta mais adiante, é examinar como o AC se comporta em relação a essas diferentes
concepções de fisicalismo. Por conveniência, chamemos a de Jackson de ‘fisicalismoJ’ e
a de Horgan de ‘fisicalismoH’, e usemos ‘informação científica’ no lugar de ‘informação
física’. Podemos com isso formular uma versão do AC para cada proposta fisicalista:
268
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Versão J:
Versão H:
Está claro que a versão H não prova a falsidade do fisicalismoH uma vez que,
nela, P1 é falsa. Se consertássemos P1, escrevendo que o fisicalismoH declara que toda
informação é informação ontologicamente física, não poderíamos mais derivar C1,
tampouco C2, de modo que o fisicalismoH permaneceria intocado pelo argumento.
Desse modo, a conclusão é de que o AC é absolutamente inócuo para o fisicalismoH.
A versão J, por outro lado, até onde percebo, é uma refutação contundente do
fisicalismoJ. Desde que essa é a versão pretendida por Jackson, pode-se dizer que ele
conseguiu montar um argumento que funciona. Um grande inconveniente, porém, é que
o argumento tem alcance limitado; ele funciona apenas para o fisicalismoJ (isso, é claro,
se considerarmos que as outras objeções ao AC são ineficazes). Outro inconveniente,
vinculado ao primeiro, é que não há qualquer plausibilidade em pensar que era o
objetivo de Jackson montar um argumento de alcance limitado. Como bom dualista que
era, a intenção de Jackson só podia ser a de refutar o fisicalismo integralmente. É claro
que ele pensou estar apresentando uma refutação geral quando apresentou o AC. Nesse
sentido, uma vez que não foi isso que foi apresentado, ele fracassou. O fracasso é ainda
mais evidente quando entramos no mérito da questão sobre qual seria a caracterização
mais apropriada do fisicalismo, a de Jackson ou a de Horgan.
269
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
270
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
qual, no final das contas, parece de fato constituir a concepção mais razoável de
fisicalismo.
4. Conclusão
Apesar das considerações anteriores, não quero encerrar esta discussão pondo
em relevo o fracasso do AC em cumprir o que se espera dele. Pelo contrário, nestes
últimos parágrafos enfatizarei dois pontos positivos do AC, um que diz respeito ao que
ele demonstra atualmente, e outro que concerne a algo que ele pode nos ajudar a
compreender através de uma de suas conclusões.
Apesar do que foi sustentado no final da seção anterior, é quase certo que ainda
haverá fisicalistas que adotarão o fisicalismoJ. É concebível que o próprio Jackson tenha
tal visão do fisicalismo pelo fato de essa ser a visão professada por muitos fisicalistas.
Isso ocorre porque gostamos de pensar na ciência como uma forma sistemática de obter
informação sobre tudo o que existe. Aceitar que há informação física que não é
explicitamente física equivale a aceitar que há informação que não podemos obter pela
via da ciência. Aparentemente, para as consciências mais suscetíveis, o pensamento de
que há tal limite para a ciência é intolerável.
O AC, mesmo com todas as suas limitações, pode ser um remédio contra essa
forma exagerada de estimar os poderes da ciência. Se reexaminarmos a versão J do AC,
veremos que uma consequência trivial de C1 é a de que há informação que não é
informação científica. Essa consequência é obtida independentemente do que venhamos
a pensar sobre a natureza dessa informação, seja ela é física ou não. Ora, se há
informação que não é informação científica, então a ciência não pode nos contar a
história toda sobre o mundo. Em particular, a ciência não pôde dar a Mary o azul do
céu, ou o vermelho dos tomares maduros, e talvez não possa efetivamente nos dar o
quale de experiência alguma. Talvez seja como Einstein disse uma vez, a ciência não
nos dá o gosto da sopa. Apontar para essa conclusão é um mérito do AC que não
deveria ser subestimado.
Essas observações me trazem ao segundo ponto positivo do AC que quero
ressaltar. O ponto é que o AC nos conduz a essa constatação de que a nova informação
obtida por Mary não é informação científica e, a partir dessa constatação, podemos
raciocinar assim: muito bem, a informação nova de Mary não é do tipo que a ciência dá,
sendo, por outro lado, do tipo que a experiência dá; mas por que isso é assim? Por que a
271
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
ciência não pode entregar essa informação que a experiência entrega? Vamos chamar
esse tipo de informação de informação fenomênica. Com a adoção desse rótulo, a
questão pode ser reformulada da seguinte maneira: o que há na informação fenomênica
que a coloca fora do alcance da ciência?
Tenho investigado essa questão há algum tempo e pretendo apresentar minhas
conclusões em breve em outro artigo. No momento, o que posso dizer é que a
investigação exigiu de mim uma análise da estrutura da aparência5. O primeiro passo
dessa análise foi a observação de que a informação fenomênica, como qualquer
informação, precisa de uma estrutura representacional (um medium) onde possa ser
codificada. Ora, o que poderia constituir a estrutura representacional da informação
fenomênica senão as qualidades que dão às nossas experiências a aparência que elas
têm, a saber, os qualia? De fato, essa é a primeira sugestão que gostaria de fazer no
momento, os qualia constituem a estrutura representacional da informação fenomênica.
Uma segunda sugestão é a de que um sujeito de experiência só pode tomar consciência
de uma informação fenomênica se estiver consciente da sua estrutura representacional.
Ora, estar consciente dos qualia de uma experiência equivale a estar consciente da
aparência dessa experiência, algo intrinsecamente subjetivo. A partir dessas sugestões,
emerge uma resposta à questão apresentada no final do parágrafo anterior: o que coloca
a informação fenomênica irremediavelmente fora do alcance da ciência é sua estrutura
representacional. Uma vez que essa estrutura tem uma existência puramente subjetiva e
que a ciência lida apenas com a objetividade, segue-se que a ciência não pode e nunca
poderá nos dar informação fenomênica. Seja essa análise correta ou não, o fato é que ela
só se tornou possível graças às visitas que fiz ao quarto de Mary.
5. REFERÊNCIAS BIBLIOGRÁFICAS
273
SÃO MEMES REPLICADORES? A CRÍTICA DE SPERBER À
MEMÉTICA1
Gustavo Leal Toledo
Universidade Federal de São João del-Rei
lealtoledo@ufsj.edu.br
1
Agradeço o apoio do CNPq e demais entidades através do projeto pelo edital CNPq Nº
28/2018. Uma análise preliminar da crítica de Sperber foi dada na seção 10.1 de minha Tese do
Doutorado e foi apresentada na ANPOF de 2016, no GT de Filosofia da Neurociência, e no X
Encontro de Filosofia e História da Ciência do Cone Sul. Agradeço às críticas, sugestões e
elogios dos professores Osvaldo Pessoa Junior, Gabriel Mograbi e Paulo Abrantes.
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
2
Está sendo usado aqui o que Dennett chama de “Postura Intencional” (1998). Os memes e os
genes não querem realmente nada, apenas se reproduzem com maior ou menor eficácia, mas
podemos tratá-los como se quisessem. Utilizamos a postura intencional apenas para simplificar
o discurso e torná-lo mais intuitivo. Como Dennett nos mostra, utilizamos esta estratégia a todo
o momento e ela é bem-sucedida quando nos permite prever o comportamento do que estamos
tratando. Deste modo, quando é dito que um meme “quer entrar em uma mente” ou que um
gene “quer ser copiado”, apenas estamos indicando que as mudanças que aumentem a
possibilidade disso que ele “quer” tenderão e se tornar mais comuns.
276
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Baseado nestas ideias, uma nova ciência foi proposta por Dawkins, Dennett e
Blackmore: a Memética. Várias críticas a esta ciência já foram abordadas em outros
lugares, em artigos e apresentações (LEAL-TOLEDO, 2009, 2010, 2013a, 2013b,
2013c, 2014a, 2014b, 2014c, 2016, 2017). O foco deste trabalho é analisar mais uma
delas, criada por Dan Sperber, que parece ir contra o próprio núcleo conceitual da
Memética. Para Sperber, a aprendizagem social não pode ser vista como um processo de
replicação, mas sim como recriação. Neste caso, não há nada que é passado de pessoa
para pessoa e, deste modo, não existiriam os memes.
Normalmente, damos por certo a nossa habilidade de nos comunicar com os
outros e assumimos que quando falamos somos entendidos da maneira que falamos,
pelo menos dentro de certos limites razoáveis. Mais importante ainda, assumimos que o
entendimento originado foi causado pelo que falamos, ou seja, que foi possível passar
uma informação de uma mente para a outra. Esta é a base para entendermos os memes
como informações armazenadas em cérebros que são transmitidas, isto é, replicadas.
Mas Dan Sperber nos diz que o processo de transmissão de informação pode ser muito
diferente de um comunicador ativo transmitindo algo para um receptador passivo. Em
poucas palavras, ele diz que já que o receptador na verdade não recebe a informação,
melhor seria chamá-lo de criador, ou, pelo menos, de transformador.
Normalmente, acreditamos que a informação foi passada porque ela é capaz de
criar o mesmo comportamento em dois indivíduos diferentes. Se um professor diz para
o aluno que “Cabral descobriu o Brasil”, isso faz com que o aluno também tenda a dizer
que “Cabral descobriu o Brasil”. Por isso assumimos que a informação que estava na
mente do professor foi passada para a do aluno. Mas Sperber nos diz que “tipos muito
diferentes de estados mentais podem fazer surgir comportamentos de crença idênticos”
(SPERBER, 1996, p. 89. Minha tradução). Em outras palavras, a informação na mente
do aluno pode ser consideravelmente diferente da que está na mente do professor, mas
ainda assim produzir o mesmo comportamento.
Bonner (1980, p. 107) nos dá um exemplo que é bastante ilustrativo: quando
buzinamos ou ouvimos uma buzina de um carro, podemos assumir muitas informações
diferentes causando o mesmo comportamento. Pode ser “você passou o sinal vermelho”
ou “sua porta está aberta” ou “seu pneu está vazio” ou “obrigado por me deixar passar”
ou “eu também sou de Carangola” ou “sai da frente seu...” etc. De agradecimentos a
xingamentos, todos causam praticamente o mesmo comportamento. Só somos capazes
de distinguir baseados no contexto. Mas se o contexto não mudar muito, seríamos
277
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Uma pessoa tem uma regra mental que origina um determinado comportamento.
Tal comportamento é imitado por outra pessoa, mas pode ser que seja a partir de uma
regra mental completamente diferente. No caso paradigmático que Blackmore e
Dawkins nos deram, onde uma espécie de brincadeira de telefone sem fio é feita, mas
com uma criança ensinando para a outra algum tipo de origami, é bem possível que a
regra mental de uma criança para realizar tal origami seja bem diferente da regra de
outra criança. Assim, esta regra não seria replicada de indivíduo para indivíduo.
Vemos aí um típico problema no qual é importante a resposta de se o que é
copiado é o comportamento ou a informação cerebral, pois se for o comportamento,
então as críticas de Sperber não fazem sentido. O comportamento parece ser replicado
sem absolutamente problema nenhum, é a cópia da regra mental que gera dúvidas. Se
tratarmos os memes como comportamentos ou disposições para o comportamento, então
não há problemas aqui. Se os tratarmos também, como é bastante comum, como
padrões de comportamentos, também não há grandes problemas no fato de que estes
padrões sejam armazenados ou originados de formas diferentes no cérebro. Isso deu
origem ao que poderíamos chamar de “behavioristas meméticos”:
278
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
279
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
280
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Memes não seriam como vírus que são passados entre indivíduos; eles seriam
continuamente feitos, desfeitos e refeitos durante a comunicação.
A única diferença da crítica de Sperber para a crítica comum dos outros
antropólogos é o fato de que eles costumam falar de culturas no modo mais geral,
enquanto Sperber está preocupado com os processos particulares de transmissão. Isto
torna esta crítica muito mais forte. No entanto, é simples entender que do mesmo modo
que “macarrão” pode ter significados diferentes entre italianos e chineses, a mesma
sequência de nucleotídeos pode ter efeitos bem diversos em espécies distintas
simplesmente porque está atuando conjuntamente com outros genes em outro ambiente
(LEAL-TOLEDO, 2016).
Mas, voltando a Sperber, a cultura seria re-produzida, no sentido que é produzida
de novo e de novo, mas não reproduzida no sentido de ser copiada de um para o outro
(cf. SPEBER, 2000, p. 164). Para ele, três condições deveriam ser satisfeitas para haver
uma “real replicação”. Para B ser uma replicação de A: B tem que ser causado por A, B
tem que ser similar em aspectos relevantes a A e, por último, o processo que gera B tem
que obter de A as informações que fazem B ser similar a A. O problema com a
Memética seria esta última cláusula. Neste sentido, a passagem de memes seria
semelhante a uma risada contagiosa, ou seja, o riso inicial causa os outros risos, que são
semelhantes, mas não há realmente a passagem de nenhuma informação. É o que
Blackmore (1999) chamou de “contágio”.
No entanto, se a informação que fez B ser similar a A não veio de A, de onde veio
então? Sperber não está propondo uma grande coincidência cósmica, uma harmonia pré-
estabelecida. Boyd e Richerson, embora concordem com Sperber de que a cultura não
precisa ser necessariamente replicada para ser passada, sabem da necessidade de mais
pesquisas:
281
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
informação, mesmo que não seja da maneira direta. Como nos diz Aunger: “A causa da
similaridade entre a informação nos cérebros de A e de B é o resultado da psicologia
evolutiva, não da memética” (AUNGER, 2000, p. 216. Minha tradução).
A informação não seria passada, mas reconstruída baseada em princípios que
garantem sua semelhança durante todo o processo. Esta resposta, na verdade, pode ser
considerada como uma versão da resposta dada a Blackmore sobre o papel da imitação
na passagem de memes (LEAL-TOLEDO, 2013a): não importa muito se foi por
imitação ou não, importa que o meme foi passado e sabemos que assim o foi porque
quem o recebeu é estatisticamente mais provável de apresentar tal meme do que a média
da população. Sperber, assim como Blackmore, exige um conceito de replicação muito
restrito, onde o meme passado tem que ser quase idêntico ao meme recebido, quando o
importante é só que ele seja mais parecido com a sua fonte do que com a média da
população. Do mesmo modo que Blackmore considera somente a imitação como forma
de transmissão de informação memética – e se esquece que o que importa não é a
imitação exata, mas sim que a informação tenha sido passada –, Sperber se preocupa
apenas com o que causa a similaridade entre os dois comportamentos, quando o que
realmente importa é se tal similaridade existe ou não; seja lá como ela tenha sido
causada.
Podemos lembrar aqui que os microprocessos da transmissão memética que
Sperber está criticando eram desconhecidos por Darwin em relação à transmissão
genética. Este chegou a dizer n’A Origem das Espécies que “as leis que regulam a
hereditariedade são geralmente desconhecidas” (DARWIN, 2004, p. 29). Na verdade,
nem mesmo Mendel compreendia tal transmissão: ao fazer seus estudos de reprodução e
ao analisar os fenótipos, ele pôde tratar dos genes sem nem mesmo saber o que eles
eram de fato. Hoje em dia, não é muito diferente. Sabemos razoavelmente o que é um
gene e como ele é transmitido, mas se vamos descobrir se algum caractere é herdável,
não precisamos fazer uma análise molecular ou observar a fecundação. Ainda se
trabalha com experimentos de reprodução e também com o conceito de herdabilidade
que, nas palavras de Ridley (2006, p. 264), “é a extensão quantitativa na qual a
descendência se assemelha aos seus progenitores, em relação à média da população”.
Uma característica pode ser herdável, mas não ter herdabilidade. Mas o inverso não é
esperado. Se uma característica dos filhos é mais parecida com a dos pais do que com a
média da população, pode-se assumir com razoável tranquilidade que é herdável,
mesmo que não seja por herança genética.
282
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Sperber chega a dizer que um mito parece ter uma vida própria, espalhando-se e
sobrevivendo por conta própria. Para Sperber, então, as tradições mitológicas mais
comuns seriam aquelas mais facilmente lembradas, as que fossem difíceis de serem
lembradas seriam esquecidas ou tenderiam a ser atraídas em direção a formas mais
memoráveis (cf. SPERBER, 1985, p. 86, in: DENNETT, 1998, p. 374). Diferente de
outras crenças, como crenças políticas ou matemáticas, que precisam mais de um
283
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
No entanto, é fácil perceber que o que ele aqui chamou de atratores foi chamado
de ambiente pela memética. O ambiente, de certa maneira, direciona ou canaliza o
desenvolvimento memético. B não precisa ter tirado de A as características que o faz
semelhante a este, ele pode ter tirado do próprio processo. Se tivermos a constância de
que este processo tende a produzir B a partir de A, não precisamos de mais nada. Se
cérebros reconstroem as informações através da observação do comportamento de outro
indivíduo, então eles não precisam receber esta informação diretamente.
284
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Em outras palavras, a informação que fez B ser semelhante a A não precisa ter
vindo de A, como Sperber defende, pois pode ter vindo do próprio ambiente, no caso,
do próprio cérebro humano. Ou melhor, pode ter vindo do próprio processo de
replicação. Acontece que, em um processo que leva de A a B, pode ser que as regras de
tal processo sejam bastante restritivas, de modo que, dada a condição inicial A, tais
regras levam a B. Tais regras, no caso da Memética, seriam regras cognitivas para a
interpretação do comportamento dos outros.
Voltando ao caso de Chomsky, podemos ver que este é um perfeito exemplo do
que foi dito acima: a restrição das regras garante a transmissibilidade. Dado um número
mínimo de sentenças que uma criança ouve, as regras do aprendizado da linguagem
evocam a gramática universal. Do mesmo modo, B não precisa ter tirado de A as
características que o faz semelhante a este, ele pode ter tirado do próprio processo. Se
tivermos a constância de que este processo tende a produzir B a partir de A, não
precisamos de mais nada para utilizar modelos meméticos.
Assim, em relação à crítica de Sperber de que regras não são copiadas, pois o
mesmo comportamento pode ser originado de muitas regras, podemos lembrar que para
que seja possível aplicar a esta transmissão memética um modelo epidemiológico ou de
genética das populações, basta que o indivíduo que está recebendo o meme tenha maior
probabilidade de expressá-lo no futuro do que a média da população. Ou seja, basta que
tratemos com o conceito de herdabilidade. Se o processo de aprendizagem causa uma
diferenciação estatística aumentando a probabilidade, em relação ao resto da população,
do indivíduo recebedor do meme utilizá-lo em seu comportamento, de modo a passar
este meme adiante, então temos herdabilidade e, por consequência, podemos usar os
modelos matemáticos da biologia para tratá-los. Podemos fazer Memética.
Deste modo, vemos que o problema é muito menor do que aparenta ser. Parece
óbvio o suficiente que alguém que assistiu uma aula ou conversou com uma pessoa ou
mesmo leu um livro tem maior chance de repetir a informação contida neles e passá-la
para outros do que um do mesmo grupo, mas que não teve a mesma experiência. Se este
é o caso, então é suficientemente seguro dizer que o meme foi passado, ou seja, foi
herdado, foi replicado. Esta solução parece indicar que, ao menos inicialmente,
devemos deixar de lado a distinção de Blackmore (1999) entre “copiar a regra” e
“copiar o produto” e tratar a Memética de um modo mais próximo do Behaviorismo
Memético, deixando a questão de Sperber de se comportamentos iguais implicam em
regras mentais iguais para ser discutida e solucionada pela neurociência no futuro. A
285
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Memética pode simplesmente ser feita sem solucionar este problema, basta a
constatação da herdabilidade cultural.
Deste modo, fica claro que o que Sperber está defendendo não é substancialmente
diferente do que a Memética defende, e ele mesmo admite que estas duas explicações
para a semelhança cultural – a dos atratores e a selecionista –, não são excludentes (cf.
SPERBER, 1996, p. 108). A disputa aqui é só como se dá o microprocesso da passagem
de informação, se ele é direto ou indireto; mas o relevante é que tal passagem se dá. O
macroprocesso de Sperber não é diferente do da Memética, e não é sem motivo que os
dois tratam a cultura através da epidemiologia.
REFERÊNCIAS BIBLIOGRÁFICAS
AUNGER, R. What’s the matter with memes? In: GRAFEN, A. & RIDLEY, M. (Eds).
Richard Dawkins: how a scientist changed the way we think. Oxford: Oxford
University Press, 2006, p. 176-191.
BLACKMORE, S. The meme machine. Oxford: Oxford University Press, 1999.
_____. The meme’s eye view. In: AUNGER, R. Darwinizing culture: the status of
memetics as a science. Oxford: Oxford University Press, 2000, p. 25-43.
BLOCH, M. A well-disposed social anthropologist’s problems with memes. In:
AUNGER, R. Darwinizing culture: the status of memetics as a science. Oxford: Oxford
University Press, 2000, p. 189-205.
BONNER, J.T. The evolution of culture in animals. Princeton: Princeton University
Press, 1980.
DARWIN, C. A origem das espécies. Rio de Janeiro: Ediouro, 2004.
DAWKINS, R. O gene egoísta. Belo Horizonte: Editora Itatiaia, 2001.
DENNETT, D.C. Memes and the exploitation of imagination. Journal of Aesthetics and
Art Criticism, 48, 1990, p. 127-135.
_____. Consciousness explained. Boston: Little, Brown and Company, 1991.
_____. A perigosa ideia de Darwin. Rio de Janeiro: Rocco, 1998a.
_____. Memes: myths, misunderstandings and misgivings. 1998b. disponível em:
<http://ase.tufts.edu/cogstud/papers/MEMEMYTH.FIN.htm>
_____. The evolution of culture. 1999. disponível em:
<http://www.edge.org/3rd_culture/dennett/dennett_p1.html>
286
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
287
A ABORDAGEM FILOGENÉTICA DA MENTE NO
NATURALISMO BIOLÓGICO DE JOHN SEARLE
Maxwell Morais de Lima Filho1
Universidade Federal de Alagoas (UFAL)
max.biophilo@gmail.com
RESUMO: Objetivamos explorar neste trabalho a componente evolutiva que perpassa o naturalismo
biológico, teoria proposta pelo filósofo contemporâneo John Rogers Searle como solução ao problema
mente-corpo. Inicialmente, traçaremos um panorama histórico a respeito das concepções evolutivas de
Jean-Baptiste Pierre Antoine de Monet (Cavaleiro de Lamarck) e de Charles Robert Darwin. Em seguida,
utilizaremos a distinção delineada por Ernst Mayr entre Biologia Evolutiva e Biologia Funcional para
defender que Searle está comprometido com os dois vieses quando assevera que os fenômenos mentais
são fenômenos biológicos. Por fim, detalharemos a abordagem filogenética da mente no naturalismo
biológico.
ABSTRACT: We aim to explore in this work the evolutionary component that pervades biological
naturalism, a theory proposed by the contemporary philosopher John Rogers Searle as a solution to the
mind-body problem. Initially, we give a historical overview of the evolutionary conceptions of Jean-
Baptiste Pierre Antoine de Monet (Knight of Lamarck) and Charles Robert Darwin. Next, we employ the
distinction set forth by Ernst Mayr between Evolutionary Biology and Functional Biology to argue that
Searle is committed to both biases when he asserts that mental phenomena are biological phenomena.
Finally, we detail the phylogenetic approach to the mind in biological naturalism.
KEYWORDS: Mind-Body Problem. John Rogers Searle. Biological Naturalism. Evolutionary Biology.
Phylogenetic Approach.
2 Pimenta (2018, p. 358-9) alega que o naturalista francês se guia pelo seguinte princípio
filosófico para retratar a ordem natural: “[A] distribuição dos animais, dos invertebrados até os
mamíferos, deve reproduzir com exatidão a complexificação progressiva das formas naturais, e
a Taxonomia propriamente dita é tomada como o complemento metódico a esse quadro
histórico da natureza, processo gradual que vai do mais simples ao mais complexo”.
290
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
3 Segundo Caponi (2011a, p. 2), é somente com a publicação d’A Origem das Espécies (1859)
que podemos falar de adaptacionismo, haja vista o lugar secundário que a adaptação das
estruturas biológicas às demandas ambientais ocupa na Teologia Natural e na História Natural
anterior a Darwin: “O adaptacionismo […] é um modo de entender os seres vivos que somente
se impõe como uma necessidade nessa ordem de escassez na qual Darwin transformou a
natureza. Este é um modo de entender os seres vivos que […] não tinha lugar e não tinha por
que tê-lo dentro dessa imagem da natureza que a teologia natural e a história natural anterior a
1859 haviam construído com base na presunção de um plácido, generoso e até tolerante
equilíbrio natural”. Caponi (2011b) também especifica que o que passou a ser conhecido no
século XX por adaptacionismo se originou nesta passagem de Darwin (2018, p. 210): “cada um
dos detalhes da estrutura de todas as criaturas vivas […] pode ser visto como algo que teve
utilidade especial a alguma forma ancestral, ou como algo que tenha atualmente utilidade
especial para alguns descendentes daquela forma [...]”.
4 Lamarck esposava uma visão deísta na qual inexistia qualquer espaço para a noção de alma
imaterial dos seres vivos, como nos ensina Martins (2007, p. 35): “A concepção de Lamarck
pode ser considerada materialista em vários sentidos. Negando a necessidade de qualquer tipo
de alma para explicar a vida, ele reduziu as explicações biológicas ao estudo da matéria e suas
forças. Todos os fenômenos observados nos animais e vegetais devem assim ser explicados por
291
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
julga que o sistema nervoso é responsável pela produção dos movimentos musculares,
das sensações, das emoções e do intelecto, o que denota a atualidade de seu
pensamento.
Charles Darwin acompanhou Lamarck na assunção genérica de que não
precisamos recorrer ao sobrenatural para explicar as faculdades psíquicas humanas.
Compreendemos o porquê quando vislumbramos que o impacto causado com a
publicação d’A Origem das Espécies reverbera até hoje em áreas que transbordam os
limites da Biologia, como é o caso da Filosofia da Mente. Um dos objetivos principais
de Darwin (2018) nesse livro é refutar a tese de que as espécies biológicas foram criadas
separadamente por Deus; para argumentar contra essa assertiva, o naturalista inglês
postula que a seleção natural é o principal agente transformador dos organismos ao
longo do tempo geológico devido à sua capacidade de conservar as variações
promissoras e suprimir as deletérias5. Ele conjecturou que o crescimento numérico dos
organismos seria exponencial se estivessem em condições ideais, mas isso não ocorre
porque a limitação de recursos torna estáveis as populações naturais por gerar uma
competição ferrenha entre os indivíduos – luta pela existência –, na qual somente alguns
sobrevivem.
Se observarmos atentamente, veremos que os indivíduos de uma população são
diferentes no que se refere a muitas características anatômicas, fisiológicas e/ou
comportamentais, e muito dessa variabilidade é transmitida dos progenitores aos seus
descendentes. Isso significa que aqueles que possuírem características favoráveis serão
beneficiados na luta pela existência (elevada probabilidade de sobrevivência), terão
maior chance de procriar (sucesso reprodutivo) e, portanto, de passar tais atributos a
seus descendentes. A sobrevivência desigual dos indivíduos por seleção natural ao
longo de numerosas gerações acarretará a mudança contínua e gradual das populações,
isto é, sua evolução biológica. Podemos representar esse duradouro e paulatino processo
ao imaginarmos uma imensa e frondosa árvore na qual os ramos terminais
correspondem às espécies que já desapareceram (galhos mortos) e às atuais (galhos
vivos), não esquecendo que muitas espécies perecerão (extinção) e que ainda brotarão
novas ramificações (especiação).
causas naturais, sem assumir a existência de entes imateriais. A rejeição de almas (ou do
espírito) torna sua teoria monística”.
5 Utilizamos aqui algumas ideias que foram apresentadas em Lima Filho (2015b e 2017a).
292
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
293
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Ora, caso a evolução do mais relevante dos órgãos se deva à mesma “lei” geral
que opera na natureza e o cérebro seja o responsável pelos “poderes mentais
superiores”, a singularidade humana não apenas é compatível, mas também explanável
pela descendência com modificação a partir de formas ancestrais. Em boa medida, são
as faculdades mentais que desvendam o porquê de os seres humanos se distribuírem
pelos mais variados habitat, bem como explicam as modificações que impomos ao
6 Para Ernst Mayr, a rápida evolução do sistema nervoso humano possibilitou o surgimento da
linguagem, da transmissão cultural e incrementou o cuidado parental. Mayr (2008, p. 318)
assevera ainda que a linguagem é exclusivamente humana: “A linguagem não existe entre os
animais. Claro, muitas espécies têm sistemas elaborados de comunicação vocal, mas estes
consistem num intercâmbio de sinais; não há sintaxe sem gramática. Quando se dispõe apenas
de sinais, não é possível relatar a história de acontecimentos passados ou fazer planos
detalhados para o futuro”. O linguista Noam Chomsky concorda com o biólogo alemão no que
diz respeito a esse diferencial humano; ele fundamenta sua teoria da gramática gerativa na
Biologia ao traçar paralelos entre o “órgão da linguagem” e os demais órgãos do corpo,
afirmando que eles são reflexos da expressão genética e consistem em partes de um sistema
corpóreo mais complexo. De acordo com o linguista estadunidense, um cientista marciano que
visitasse nosso planeta teria a impressão, por conta da gramática universal da linguagem, que
todos os humanos se comunicam pela mesma língua, a despeito das variações de “sotaque”
observadas aqui e ali. Não obstante esse caráter biologicizante, Chomsky (1998, p. 17) é
partidário da tese de que a recente evolução da linguagem humana a torna funcionalmente
isolada dos outros sistemas biológicos de comunicação, como os dos insetos e das aves: “A
faculdade humana de linguagem parece ser uma verdadeira ‘propriedade da espécie’, variando
pouco entre as pessoas e sem um correlato significativo em qualquer outra parte”. As biólogas
Eva Jablonka e Marion Lamb (2010, p. 233) seguem o filósofo Ernst Cassirer para defender que
a singularidade humana reside em nosso sistema de herança simbólico, o qual é responsável
pela organização, transferência e aquisição de informações: “Assim como Cassirer, nós
escolhemos os símbolos como traço diagnóstico dos seres humanos, porque a racionalidade, a
capacidade linguística, a habilidade artística e a religiosidade são todas facetas do pensamento e
da comunicação simbólicos”.
294
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
ambiente e o domínio que exercemos sobre outras formas de vida. Darwin (2004, p. 94)
assegura que provêm dessas faculdades as estratégias que nos permitem viver em
ambientes tão inóspitos como o gélido Polo Ártico ou o escaldante Deserto do Saara,
que nos capacitam a domesticar plantas e animais e nos possibilitam subjugar espécies
fisicamente superiores:
7 Blanc (1994, p. 15) sustenta que todas as contendas neodarwinistas orbitam ao redor dessa
averiguação: “[A] partir do momento em que admitimos que a espécie humana é uma espécie
entre muitas outras, originadas de animais que a precederam, as leis científicas da evolução e da
origem das espécies estabelecidas para estes últimos devem necessariamente se aplicar à
primeira”. No tocante à transmutação das espécies e à evolução das faculdades mentais, Searle é
um herdeiro longínquo de Lamarck e de Darwin; nesse quesito, o naturalismo biológico é
conceitualmente mais próximo da Teoria Sintética da Evolução, cuja um dos arquitetos foi Ernst
Mayr.
8 Apesar de não ser o nosso foco neste artigo, salientamos que Searle (2012, p. 18) também
sustenta uma visão naturalista acerca da linguagem: “Como seria tratar a linguagem
naturalisticamente, no meu sentido? O primeiro passo seria o que muitos filósofos têm resistido
a dar, isto é, ver a significação linguística – a significação de sentenças e de atos de fala – como
uma extensão de formas de intencionalidade biologicamente mais fundamentais que as que
temos nas crenças, desejos, lembranças e intenções, e ver essas coisas, por sua vez, como
295
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
para negar a existência de almas imateriais, assim como para defender que a consciência
tem um significado evolutivo, é causalmente eficaz e se encontra distribuída em várias
espécies animais.
Searle (2000) considera como posições-padrão filosóficas a existência de um
mundo externo independente, ao qual temos acesso direto através dos nossos sentidos e
sobre o qual podemos fazer afirmações verdadeiras sobre ele, desde que correspondam
aos fatos mundanos. Em realidade, essas pressuposições não são simples “pontos de
vista” e devem antes ser consideradas como o “Pano de Fundo” do pensamento e da
linguagem, pois questioná-las conduziria inevitavelmente ao absurdo. Para Searle
(2000, p. 38-9), as tarefas filosófica e científica só fazem sentido se existir um Universo
“real” que de nós independa e que por nós possa ser conhecido. Como esse mundo
preexiste e é condição de possibilidade para as teorias filosóficas e científicas, seria um
equívoco considerar o próprio realismo externo como sendo uma teoria:
296
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
10 A posição aristotélica de que o coração sedie as percepções e as emoções não implica que o
órgão cardíaco também seja a sede do pensamento; supondo hipoteticamente que o fosse (“algo
que Aristóteles nunca disse”), Boeri (2010, p. LXXV- LXXVI) faz a seguinte observação: “a
decadência ou a destruição do coração explana por que não podemos continuar pensando, mas
isso não explica que o pensamento ou a intelecção sejam simplesmente destruídos. A única
coisa que isso ilustra é que o aniquilamento do meio pelo qual se manifesta o pensamento
resulta na perda e, finalmente, no desaparecimento do pensar ou, em outras palavras, o coração
seria a condição necessária dos estados anímicos, mas não pode a eles identificar-se”.
11 Historicamente, o surgimento da concepção que explica a mente a partir do cérebro se deu
com Alcméon, autor de um Tratado da Natureza e responsável pelo desenvolvimento da Escola
Médica Pitagórica. Para Teofrasto, ele foi o primeiro investigador a escudar que a consciência é
uma característica exclusivamente humana e que os demais animais dispõem apenas de
sensações. Desbravador na prática da dissecação e primeiro a esposar uma concepção
cerebrocêntrica, defendeu que o órgão cefálico recebe as informações sensoriais e é tomado por
sede da alma imortal. Como realça Jacquemard (2007), não devemos esquecer que é no interior
da visão pitagórica mais abrangente que se encontra essa concepção metafísico-fisiológica na
qual a alma seria uma vibração da Harmonia que rege todo o Universo. Rooney (2018, p. 11)
assim descreve seu pioneirismo teórico-prático: “O cérebro foi promovido pela primeira vez à
sede do intelecto pelo antigo filósofo grego Alcmeão de Crotona, no século V a.C. Ele foi a
primeira pessoa conhecida a realizar dissecações com a intenção de descobrir como o corpo
funciona. Dissecou o nervo óptico e escreveu sobre o cérebro como centro do processamento
das sensações e da composição do pensamento”.
12 Foi na Inglaterra do século XVII, com as pesquisas de Thomas Willis – médico de Oxford
influenciado pelos ensinos de Hipócrates, Aristóteles, Galeno, Paracelso e Van Helmont – que a
abordagem cerebrocêntrica se consolidou. A vida desse estudioso transcorreu durante um
período atravessado por transformações políticas, guerra civil e avanços científicos que
atingiram, entre outros locais, a região de sua Universidade. Foi exatamente nessa conturbada
época que talentosos filósofos naturais dessa instituição – exemplificados por Robert Boyle,
Christopher Wren, John Wilkins e Thomas Willis – uniram forças para formar o Oxford Club e
a Royal Society. Na opinião de Zimmer (2004), a agitação social, acompanhada da excitação
intelectual, fizera com que o jovem médico se autodecretasse a tarefa de dissecar a alma
humana. Como a investigação anímica não pode prescindir de sua contraparte corpórea, Willis
foi antes de tudo um anatomista que investigou minuciosamente o cérebro. Ele próprio cunhou o
termo Neurologia e é devido às suas relevantes contribuições que não raramente encontramos
nos manuais seu nome associado à origem da Neurociência moderna. Ele chegou à conclusão –
após conduzir acurados estudos com numerosas espécies, inclusive a humana – de que o cérebro
se associa funcionalmente à medula e aos nervos para formar o sistema nervoso, sendo enfática
sua defesa da centralidade do órgão cerebral tanto para o corpo quanto para a alma. Segundo
Monducci (2010), ele descreveu o ser humano como o único animal a possuir duas almas – uma
animalesca (ou corpórea) e outra, racional (que para ele é sinônimo de mente) – no seu livro De
Anima Brutorum Quae Hominis Vitalis ac Sensitiva Est.
297
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Síntese Estendida nos séculos XX e XXI. Por ser um emergentista, o autor d’A
Redescoberta da Mente considera que tanto a Neurociência quanto a Biologia Evolutiva
se assentam necessariamente no nível mais básico, ou seja, na Teoria Atômica. Sendo
assim, por mais que as teorias atômica, evolutiva e neurocientífica possam ser refutadas
no futuro, já estão estabelecidas o suficiente para figurarem como pano de fundo
científico no estudo da consciência.
O que Searle chama de Teoria Atômica é a convicção genérica de que o
Universo é composto de matéria que se agrupa em níveis cada vez mais complexos
formando sistemas, os quais podem ser subsistemas de sistemas mais complexos.
Destarte, existe o patamar mais elementar constituído por “partículas” subatômicas, as
quais formam átomos, e estes formam micromoléculas, que se estruturam em
macromoléculas etc. Consequentemente, a constituição e a explicação causal dos
sistemas complexos se dão por referência aos subsistemas no sentido de que o
comportamento do micronível elucida o macrofenômeno em questão.
No tocante às outras duas teorias utilizadas pelo filósofo estadunidense, a
distinção proposta pelo biólogo Ernst Mayr13 (1998; 2006 e 2008) entre Biologia
Evolutiva14 (ou Histórica) e Biologia Funcional15 (ou Mecanicista) clarifica o duplo
papel explicativo que as Ciências Biológicas fornecem ao estudo científico da
13 Em Lima Filho (2017b e 2017c), expusemos essa diferenciação antes de discorrermos sobre
a abordagem ontogenética da mente no naturalismo biológico.
14 Essa discriminação também foi feita pelo Prêmio Nobel François Jacob em seu livro A
Lógica da Vida, publicado originalmente em 1970. Jacob (1983, p. 14) descreve a “atitute
integrista” ou “evolucionista” com as seguintes palavras: “Para ela, não somente o organismo
não é dissociável em seus elementos constituintes, como há frequentemente interesse em vê-lo
como elemento de um sistema de ordem superior, grupo, espécie, população, família ecológica.
Essa biologia se interessa pelas coletividades, pelos comportamentos, pelas relações que os
organismos mantêm entre si e com o seu meio. Procura nos fósseis o indício da emergência das
formas que vivem atualmente. Impressionada com a incrível diversidade dos seres, analisa a
estrutura do mundo vivo, procura a causa dos caracteres existentes, descreve o mecanismo das
adaptações. Seu objetivo é especificar as forças e os caminhos que conduziram os sistemas
vivos à fauna e à flora atual”.
15 A “atitute tomista” ou “reducionista” é assim caracterizada por Jacob (1983, p. 14-5):
“Segundo ela, o organismo é sem dúvida um todo, mas deve ser explicado apenas pelas
propriedades das partes. Ela se interessa pelo órgão, pelos tecidos, pela célula, pelas moléculas.
A biologia tomista procura dar conta das funções unicamente pelas estruturas. Sensível à
unidade de composição e de funcionamento que observa atrás da diversidade dos seres vivos, vê
nos desempenhos do organismo a expressão de suas reações químicas. [...] Variando as
condições, repetindo as experiências, especificando cada parâmetro, tenta controlar o sistema e
eliminar suas variáveis. Sua esperança é decompor o mais possível a complexidade, para
analisar os elementos com o ideal de pureza e certeza representado pelas experiências da física e
da química. [...] Certamente não se trata de negar os fenômenos de integração e de emergência.
Sem dúvida, o todo pode ter propriedades que não existem em seus elementos constituintes.
Mas estas propriedades resultam da própria estrutura destes componentes e de sua articulação”.
298
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
299
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Searle (2010c, p. 55) sustenta que seria equivocado paralisar a investigação por conta
disso porque a ausência de uma definição apurada não o impede de propor a seguinte
definição de senso comum:
suficiente, haja vista que não estaríamos conscientes quando sonhamos por conta do caráter não
verídico das experiências oníricas. Como defende Costa (2005, p. 10), é importante que as
experiências verídicas se integrem umas às outras, pois “para ser do que realmente é o caso, a
experiência precisa vir coerentemente unificada, integrada a outras”.
17 Searle (2006, p. 133) aceita como fato que animais como golfinhos, babuínos e cães são
conscientes, mas é cauteloso quando afirma que “não sabemos, atualmente, até onde a
consciência se estende para baixo na escala evolutiva”. Aliás, a linguagem por ele utilizada pode
nos levar ao equívoco de que estamos diante de uma “escada” – e não de uma “árvore” –
evolutiva. Searle (2010d, p. 95) se mostra indignado com aqueles que negam de modo
contraintuitivo que animais não humanos – como o seu cachorro Ludwig, por exemplo –
possuam consciência, intencionalidade e pensamento: “chego à minha casa vindo do trabalho e
Ludwig corre para me receber. Ele pula para lá e para cá e balança o rabo. Tenho certeza de
que: (a) ele está consciente; (b) ele está ciente de minha presença (intencionalidade); e (c) essa
percepção produz nele um estado de prazer (processo de pensamento)”.
300
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
18 Consoante Reale (1997, p. 81), Aristóteles afirmava que somente o intelecto humano é que
“vem de fora” e é “divino”: “[E]mbora provindo do ‘exterior’, o intelecto permanece na alma
[...] durante toda a vida do homem. Que o intelecto ‘provenha do exterior’ significa, pois, a sua
transcendência no sentido de diferença de natureza; ou seja, significa alteridade de essência
relativamente ao corpo; significa a proclamação da dimensão meta-empírica, supra-sensível e
espiritual que em nós existe. É realidade divina presente em nós”.
301
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Ora, ninguém supõe, por exemplo, que os cães possam ser levados a
compreender a mecânica quântica; o cérebro do cão simplesmente não
é desenvolvido àquele grau. E é fácil imaginar um ser que, ao longo
da mesma progressão evolutiva, seja mais desenvolvido do que nós,
que esteja para nós aproximadamente como estamos para os cães. Da
mesma forma como achamos que os cães não podem compreender
mecânica quântica, assim este produto evolutivo imaginário concluiria
que, embora os seres humanos possam entender mecânica quântica, há
muita coisa que o cérebro humano não pode compreender.
19 Chomsky (2005, p. 143) segue a linha de raciocíno de que somos parte do mundo natural
para advogar que certas questões podem ser refratárias à nossa capacidade biológica e, além
disso, para defender que a investigação científica resulta de uma correlação contingente entre
mente e mundo: “Precisamos ser cuidadosos para não sucumbir a ilusões sobre evolução e seus
milagres adaptativos. Não há nada na teoria da evolução que sugira que devemos ser capazes de
responder a questões que podemos formular, mesmo em princípio, mesmo que tenham
respostas, ou que devemos ser capazes de formular questões corretas. Na medida em que
podemos, temos ciência empírica, um tipo de propriedades de convergência fortuitas da mente e
propriedades do mundo extramental”.
302
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Mas não deveríamos nunca esquecer quem somos; e, por sermos como
somos, é um erro admitir que tudo o que existe é compreensível aos
nossos cérebros. É claro que metodologicamente temos de agir como
se pudéssemos entender tudo, porque não há nenhuma maneira de
conhecer o que não podemos: para saber os limites do conhecimento,
teríamos de conhecer os dois lados do limite. Dessa forma, a
onisciência potencial é aceitável como um artifício heurístico, mas
seria auto-enganação supô-la um fato.
20 Em Lima Filho (2015a), logo após mostrarmos o papel desempenhado pela Teoria Atômica
no naturalismo biológico, abordamos o experimento de pensamento do zumbi filosófico.
303
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
304
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
23 Greco (2006, p. 11) faz a seguinte especificação: “Essa incrível máquina [o cérebro] pesa
pouco, somente 1,5 quilo – menos de 3% do peso de uma pessoa de 75 quilos. Mas é uma voraz
consumidora do oxigênio que entra em nossos pulmões a cada segundo: 25% dele, para ser mais
exato”.
305
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
306
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
307
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
26 Expusemos as críticas que Searle tece às principais correntes da Filosofia da Mente em Lima
Filho (2019).
308
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
REFERÊNCIAS BIBLIOGRÁFICAS
309
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
310
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
_____. Pode-se estudar cientificamente a consciência? In: ARAÚJO, A. et. al. (Orgs.).
Pragmatismo, filosofia da mente e filosofia da neurociência. São Paulo: Associação
Nacional de Pós-Graduação em Filosofia (Coleção XVII Encontro ANPOF), 2017b, p.
379-95. Republicado em: SOUZA, M. J. A. de & LIMA FILHO, M. M. de (Orgs.).
Escritos de filosofia II: linguagem e cognição. Maceió: Edufal, 2017c, p. 67-89.
_____. A consciência é um fenômeno biológico: a crítica de John Searle às principais
correntes da filosofia da mente. In: SOUZA, M. J. A. de & LIMA FILHO, M. M. de
(Orgs.). Escritos de filosofia III: linguagem e cognição. Porto Alegre: Editora Fi, 2019,
p. 69-97.
MARTINS, L. A-C. P. Lamarck, evolução orgânica e materialismo. In: MORAES, J. Q.
de (Org.). Materialismo e evolucionismo: epistemologia e história dos conceitos.
Campinas: Unicamp, Centro de Lógica, Epistemologia e História da Ciência, 2007, p.
11-38.
MAYR, E. O desenvolvimento do pensamento biológico: diversidade, evolução e
herança. Trad. Ivo Martinazzo. Brasília: Editora UnB, 1998.
_____. Biologia, ciência única: reflexões sobre a autonomia de uma disciplina
científica. Trad. Marcelo Leite. São Paulo: Companhia das Letras, 2006.
_____. Isto é biologia: a ciência do mundo vivo. Trad. Claudio Angelo. São Paulo:
Companhia das Letras, 2008.
MONDUCCI, D. Thomas Willis e o De anima brutorum: uma análise da concepção de
alma humana e animal. Dissertação (Mestrado em Filosofia) – Pró-Reitoria de Pesquisa
e Pós-Graduação, Universidade São Judas Tadeu, São Paulo, 2010.
PIMENTA, P. P. A trama da natureza: organismo e finalidade na época da ilustração.
São Paulo: Editora Unesp, 2018.
RABELLO, G. M. da M. Aristóteles para neurociência: proposta de um modelo
conceitual para o estudo da cognição. 2014. 128f. Tese (Doutorado em Ciências) – Pró-
Reitoria de Pesquisa e Pós-Graduação, Universidade Federal de São Paulo, São Paulo,
2014.
REALE, G. Introdução a Aristóteles. Trad. Artur Morão. 10. ed. Lisboa: Edições 70,
1997.
ROONEY, A. A história da neurociência: como desvendar os mistérios do cérebro e da
consciência. Trad. Maria Beatriz de Medina. São Paulo: M. Books do Brasil Editora,
2018.
311
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
312
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
313
UM ITINERÁRIO DE REFLEXÃO SOBRE O MENTAL
316
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
físicas podem causar o mental? Se o físico pode causar o mental, tal causalidade
depende apenas da atividade interna do cérebro.
A questão da causação mental é um tema recorrente no texto e tem como ponto
alto a reflexão de Jaegwon Kim, apresentada no final da segunda parte, com seu
Argumento da Superveniência, que solapa a tese de um possível fisicalismo não
reducionista e torna ininteligível um ideia da causação mental. Admitir um fisicalismo
redutivo, em que toda causalidade é determinada por propriedades físicas de nível
inferior (subatômico), coloca em dificuldade as explicações de senso comum
(psicológico), na consideração do autor, fundamentais para nossa compreensão do
domínio do mental. Nesta discussão, Leclerc busca mostrar o preço alto a se pagar por
romper com as convicções de senso comum, especialmente na explicação do
comportamento e de nossas ações.
No final do texto, André Leclerc tenta mostrar que as propriedades semânticas
de uma palavra são extrínsecas à representação gráfica ou acústica da palavra (cores,
traços, sons...), ou seja, elas dependem dos usos e hábitos linguísticos de uma
comunidade. Se se pode comparar a estrutura das frases e a estrutura do conteúdo
mental de nossas crenças, intenções etc., então “propriedades semânticas de nossos
conteúdos mentais também são relacionais e extrínsecas” (p. 146). Aqui os temas do
externalismo x internalismo e da causação mental voltam de modo requalificado e
colocam dificuldades para o fisicalismo redutivo, especialmente o de Kim. A rápida
retomada do experimento da Terra Gêmea de Putnam incrementa a dificuldade
reducionista, a mente não está presa ao cérebro, existem elementos extrínsecos, não
intrínsecos ao cérebro, ou às reações eletroquímicas de nível básico.
Merece destaque as referências do livro, além de numerosas, atualizadas e
abrangentes, dão importantes indicações das opções teóricas do autor, mas são,
sobretudo, bons guias de pesquisa para iniciantes e pesquisadores.
Sem dúvida, é um livro a ser lido pelos interessados na problemática da mente
(iniciantes ou não). O texto é uma contribuição muito boa para o entendimento do
debate filosófico atual sobre a mente, cumprindo um papel importante no contexto dos
textos de introdução ao tema em língua portuguesa.
317
ENFRENTANDO O PROBLEMA DA CONSCIÊNCIA1
David J. Chalmers
Australian National University/ New York University
1
Artigo publicado originalmente no Journal of Consciousness Studies, 2 (3), p. 200-19, 1995.
Agradeço a Francis Crick, Peggy DesAutels, Matthew Elton, Liane Gabora, Christof Koch, Paul
Rhodes, Gregg Rosenberg e Sharon Wahl por seus comentários.
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
1. Introdução
320
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
2 A noção de reportability tem difícil tradução para o português. Seu equivalente direto é
“relatabilidade”, embora esta não seja uma palavra muito usual. O termo está relacionado a
report, que pode ser traduzido como “relato” ou, em certos contextos, “relatório”. O verbo “to
report” equivale em português a “relatar”. Quando falamos de reportability em filosofia da
mente, referimo-nos à habilidade que seres conscientes têm de relatar ou comunicar seus
próprios estados mentais ou, mais especificamente, do fato de que estados mentais são passíveis
de serem relatados por tais seres. Ainda que a palavra “relatabilidade” possa causar
estranhamento, preferimos utilizá-la aqui por dois motivos principais. Primeiro, trata-se de um
termo técnico recorrente em investigações sobre a consciência. Mas também porque, ao usar
uma única palavra em vez de uma expressão como “habilidade de relatar” ou algo similar, não
nos vemos obrigados a impor adaptações demasiadamente extensas ao discurso original do
autor (Nota do Tradutor [N. do T.]).
321
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
322
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
esse organismo, e um estado mental é consciente se há algo que é estar nesse estado. Às
vezes, termos como “consciência fenomênica” e “qualia” também são usados aqui, mas
acho mais natural falar em “experiência consciente” ou simplesmente “experiência”.
Outra maneira útil de evitar confusão (usada, por exemplo, por Newell 1990; Chalmers
1996) é reservar o termo “consciência” para os fenômenos da experiência, usando o
termo menos carregado “estado de ciência” (awareness) 3 para os fenômenos mais
diretos descritos anteriormente. Se tal convenção fosse amplamente adotada, a
comunicação seria muito mais fácil. Como as coisas estão hoje, frequentemente, aqueles
que falam sobre “consciência” estão conversando sem se entender.
A ambiguidade do termo “consciência” é frequentemente explorada tanto por
filósofos quanto por cientistas que escrevem sobre o assunto. É comum vermos um
artigo sobre consciência começar com uma invocação do mistério da consciência,
notando a estranha intangibilidade e inefabilidade da subjetividade e preocupando-se
que até então não tenhamos nenhuma teoria do fenômeno. Aqui, o tópico é claramente o
problema difícil – o problema da experiência. Na segunda metade do artigo, o tom se
torna mais otimista, e a teoria da consciência do próprio autor é delineada. Ao examiná-
la, essa teoria acaba sendo uma teoria de um dos fenômenos mais diretos – o da
relatabilidade, do acesso introspectivo, ou qualquer outro. No fim das contas, o autor
declara que a consciência acabou se revelando tratável, mas, ao leitor, resta o
sentimento de ter sido vítima de uma propaganda enganosa (bait-and-switch). O
problema difícil permanece intocado.
3. Explicação funcional
Por que os problemas fáceis são fáceis, e por que o problema difícil é difícil? Os
problemas fáceis são fáceis precisamente porque eles concernem à explicação de
habilidades cognitivas e funções. Para explicar uma função cognitiva, precisamos
apenas especificar um mecanismo que pode desempenhar a função. Os métodos da
323
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
ciência cognitiva são bem adequados para esse tipo de explicação e, assim, são bem
adequados para os problemas fáceis da consciência. Em contraste, o problema difícil é
difícil precisamente porque não é um problema sobre o desempenho de funções. O
problema persiste mesmo quando o desempenho de todas as funções relevantes é
explicado. (Aqui “função” não é usada no sentido teleológico estreito de algo que um
sistema é projetado para fazer, mas no sentido mais amplo de qualquer papel causal que
um sistema pode desempenhar na produção de comportamento).
Explicar a relatabilidade, por exemplo, é apenas explicar como um sistema
poderia executar a função de produzir relatos sobre estados internos. Para explicar o
acesso interno, precisamos explicar como um sistema poderia ser afetado de maneira
apropriada por seus estados internos e usar a informação sobre esses estados no
direcionamento de processos posteriores. Para explicar a integração e o controle,
precisamos explicar como os processos centrais de um sistema podem reunir os
conteúdos de informação e usá-los na facilitação de vários comportamentos. Todos
esses são problemas que dizem respeito à explicação de funções.
Como explicamos o desempenho de uma função? Especificando um mecanismo
que desempenha a função. Aqui, modelagens neurofisiológicas e cognitivas são
perfeitas para a tarefa. Se quisermos uma explicação detalhada de baixo nível, podemos
especificar o mecanismo neural que é responsável pela função. Se quisermos uma
explicação mais abstrata, podemos especificar um mecanismo em termos
computacionais. De uma forma ou de outra, o resultado será uma explicação completa e
satisfatória. Uma vez que tenhamos especificado o mecanismo neural ou computacional
que desempenha a função do relato verbal, por exemplo, a maior parte do nosso trabalho
de explicação da relatabilidade chega ao fim.
De certa forma, o ponto é trivial. É um fato conceitual sobre esses fenômenos
que sua explicação envolve apenas a explicação de várias funções, uma vez que os
fenômenos são definíveis funcionalmente. A relatabilidade estar instanciada em um
sistema significa apenas que o sistema é capaz de gerar relatos verbais de informações
internas. Um sistema estar acordado significa apenas que ele está adequadamente
receptivo a informações do ambiente e que é capaz de usá-las para guiar o
comportamento de maneira apropriada. Para entender que esse tipo de coisa é um fato
conceitual, note que alguém que diz “você explicou o desempenho da função do relato
verbal, mas não explicou a relatabilidade” está cometendo um erro conceitual trivial
sobre a relatabilidade. Para explicar a relatabilidade, a única coisa possivelmente
324
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
325
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
explicou como elas são experienciadas”, ela não está cometendo um erro conceitual.
Essa é uma questão adicional não trivial.
Essa questão adicional é a questão chave no problema da consciência. Por que
todo esse processamento de informações não ocorre “no escuro”, livre de qualquer
sensação interior? Por que acontece que, quando formas de onda eletromagnéticas
colidem com uma retina e são discriminadas e categorizadas por um sistema visual, essa
discriminação e categorização são experienciadas como uma sensação de vermelho
vivo? Sabemos que a experiência consciente realmente surge quando essas funções são
desempenhadas, mas o fato mesmo de ela surgir é o mistério central. Há uma lacuna
explicativa (um termo que devemos a Levine 1983) entre as funções e a experiência, e
precisamos de uma ponte explicativa para atravessá-la. Uma mera descrição das funções
permanece em um lado da lacuna, de forma que os materiais para a ponte devem ser
encontrados em outro lugar.
Isso não quer dizer que a experiência não tenha função. Talvez se revele que ela
desempenha um papel cognitivo importante. Mas para qualquer papel que ela possa
desempenhar, haverá mais na explicação da experiência do que uma simples explicação
da função. Talvez se revele mesmo que, ao longo da explicação de uma função, seremos
levados ao insight chave que nos permitirá explicar a experiência. No entanto, se isso
acontecer, a descoberta será uma recompensa explicativa extra. Não há nenhuma uma
função cognitiva tal que possamos dizer antecipadamente que a explicação dessa função
explicará automaticamente a experiência.
Para explicar a experiência precisamos de uma nova abordagem. Os métodos
explicativos usuais da ciência cognitiva e da neurociência não são suficientes. Esses
métodos foram desenvolvidos precisamente para explicar o desempenho de funções
cognitivas e eles são bons para isso. Mas, na forma em que eles são, são equipados
apenas para explicar o desempenho de funções. Quando se trata do problema difícil, a
abordagem padrão não tem nada a dizer.
326
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
focam e quais aspectos eles acabam explicando, descobrimos que o alvo final da
explicação é sempre um dos problemas fáceis. Vou ilustrar isso com dois exemplos
representativos.
O primeiro é o da “teoria neurobiológica da consciência”, esboçado por Crick e
Koch (1990; ver também Crick, 1994). Essa teoria está centrada em certas oscilações
neurais de 35 a 75 hertz no córtex cerebral. Crick e Koch levantam a hipótese de que
essas oscilações são a base da consciência. Isso ocorre em parte porque as oscilações
parecem estar correlacionadas com o estado de ciência (awareness) em várias
modalidades diferentes (nos sistemas visual e olfativo, por exemplo) e também porque
elas sugerem um mecanismo pelo qual a ligação (binding) de conteúdos de informação
pode ser alcançada. A ligação é o processo pelo qual parcelas de informação sobre uma
única entidade representadas separadamente são reunidas para serem usadas em um
processamento posterior, como quando informações sobre a cor e a forma de um objeto
percebido são integradas a partir de rotas visuais separadas. Seguindo outros (por
exemplo, Eckhorn et al., 1988), Crick e Koch levantam a hipótese de que a ligação pode
ser alcançada pelas oscilações sincronizadas de grupos neuronais que representam o
conteúdo relevante. Quando duas informações devem ser unidas, os grupos neurais
relevantes oscilam com a mesma frequência e fase.
Os detalhes de como essa ligação pode ser alcançada ainda são pouco
compreendidos, mas suponha que eles possam ser resolvidos. O que a teoria resultante
poderia explicar? Claramente, ela poderia explicar a ligação dos conteúdos de
informação e poderia, talvez, gerar uma descrição mais geral da integração da
informação no cérebro. Crick e Koch também sugerem que essas oscilações ativam os
mecanismos da memória de trabalho, de forma que no futuro pode haver uma descrição
dessa e, talvez, de outras formas de memória. Em algum momento, a teoria poderia
levar a uma descrição geral de como a informação percebida é vinculada e armazenada
na memória para uso em processamento posterior.
Essa teoria seria valiosa, mas não nos diria nada sobre por que os conteúdos
relevantes são experienciados. Crick e Koch sugerem que essas oscilações são os
correlatos neurais da experiência. Essa afirmação é discutível – a ligação também não
ocorre no processamento inconsciente de informação? Mas mesmo que ela seja aceita, a
questão explicativa permanece: por que as oscilações dão origem à experiência? A única
base para uma conexão explicativa é o papel que eles desempenham na ligação e no
armazenamento, mas a questão de por que a ligação e o armazenamento devem eles
327
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
próprios ser acompanhados pela experiência nunca é abordada. Se não soubermos por
que a ligação e o armazenamento devem dar origem à experiência, contar uma história
sobre as oscilações não pode nos ajudar. Por outro lado, se soubéssemos por que a
ligação e o armazenamento deram origem à experiência, os detalhes neurofisiológicos
seriam apenas a cereja do bolo. A teoria de Crick e Koch ganha seu terreno assumindo
uma conexão entre a ligação e a experiência e, portanto, não pode fazer nada para
explicar esse link.
Não creio que, em última instância, Crick e Koch estejam abordando o problema
difícil, embora alguns tenham lhes interpretado como afirmando isso. Uma entrevista
publicada com Koch fornece uma declaração clara das limitações das ambições da
teoria.
328
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
329
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
330
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
sobre sua estrutura, fornecendo uma espécie de explicação não redutiva de seus aspectos
estruturais (falarei mais sobre isso adiante). Isso é útil para muitos propósitos, mas não
nos diz nada sobre por que, antes de mais nada, a experiência deve existir.
Uma quinta estratégia que é razoável é isolar o substrato da experiência. Afinal,
quase todo mundo admite que a experiência surge de um modo ou de outro a partir dos
processos cerebrais, e faz sentido identificar o tipo de processo do qual ela surge. Crick
e Koch apresentam seu trabalho como isolando o correlato neural da consciência, por
exemplo, e Edelman (1989) e Jackendoff (1988) fornecem argumentos relacionados. A
justificação desses argumentos requer uma análise teórica cuidadosa, especialmente
porque a experiência não é diretamente observável em contextos experimentais, mas,
quando aplicada criteriosamente, essa estratégia pode lançar uma luz indireta sobre o
problema da experiência. Ainda assim, a estratégia é claramente incompleta. Para uma
teoria satisfatória, precisamos saber mais do que quais processos geram a experiência:
precisamos de uma descrição do porquê e do como. Uma teoria da consciência completa
deve construir uma ponte explicativa.
5. O ingrediente extra
Vimos que existem razões sistemáticas de por que os métodos usuais da ciência
cognitiva e da neurociência falham em explicar a experiência consciente. Eles são
simplesmente o tipo errado de método: nada do que eles nos dão pode produzir uma
explicação. Para explicar a experiência consciente, precisamos de um ingrediente extra
na explicação. Isso cria um desafio para aqueles que levam a sério o problema difícil da
consciência: qual é o seu ingrediente extra e por que isso deveria explicar a experiência
consciente?
Não faltam ingredientes extras. Alguns propõem uma injeção de caos e dinâmica
não linear. Alguns acham que a chave está no processamento não-algorítmico. Alguns
apelam para futuras descobertas em neurofisiologia. Alguns supõem que a chave para o
mistério estará no nível da mecânica quântica. É fácil entender por que todas essas
sugestões são apresentadas. Nenhum dos antigos métodos funciona, então a solução
deve estar em algo novo. Infelizmente, todas essas sugestões sofrem dos mesmos
antigos problemas.
O processamento não-algorítmico, por exemplo, é apresentado por Penrose
(1989; 1994) por causa do papel que pode desempenhar no processo de insight
331
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
332
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
333
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
estruturas e funções, e esse é o tipo de coisa que uma descrição física pode implicar.
Quando se trata de um problema que está para além da explicação de estruturas e
funções, esses métodos são impotentes.
Isso pode parecer remanescente do argumento vitalista de que nenhuma
descrição física poderia explicar a vida, mas os casos não são análogos. O que motivou
o ceticismo vitalista foi a dúvida de que os mecanismos físicos pudessem desempenhar
as muitas funções notáveis associadas à vida, tais como o comportamento adaptativo
complexo e a reprodução. O argumento conceitual de que a explicação de funções é o
que é preciso foi aceito implicitamente. Mas por carecerem de um conhecimento
detalhado sobre os mecanismos bioquímicos, os vitalistas duvidaram que algum
processo físico pudesse desempenhar as funções relevantes e apresentaram a hipótese
do espírito vital como uma explicação alternativa. Depois que se revelou que os
processos físicos podiam desempenhar esse papel, as dúvidas dos vitalistas
desapareceram.
Com a experiência, por outro lado, a explicação física das funções não vem ao
caso. Em vez disso, a chave aqui é a questão conceitual de que a explicação das funções
não é suficiente para a explicação da experiência. Essa questão conceitual básica não é
algo que uma investigação neurocientífica adicional afetará. De maneira semelhante, a
experiência não é análoga ao élan vital. O espírito vital foi apresentado como um
postulado explicativo para explicar as funções relevantes e, portanto, poderia ser
descartado quando essas funções fossem explicadas sem ele. A experiência não é um
postulado explicativo, mas sim um explanandum por si só, e, portanto, não é um
candidato a esse tipo de eliminação.
É tentador notar que vários tipos de fenômenos intrigantes acabaram se
mostrando explicáveis em termos físicos. Mas todos eles eram problemas sobre o
comportamento observável de objetos físicos, os quais se resumiam a problemas na
explicação de estruturas e funções. Por esse motivo, esses fenômenos sempre foram o
tipo de coisa que uma descrição física poderia explicar, mesmo que em alguns
momentos houvesse boas razões para suspeitar que essa explicação não se concretizaria.
A indução tentadora a partir desses casos falha no caso da consciência, a qual não é um
problema sobre estruturas físicas e funções. O problema da consciência é desconcertante
de uma maneira totalmente diferente. Uma análise do problema nos mostra que a
experiência consciente não é exatamente o tipo de coisa que uma descrição totalmente
redutiva poderia explicar de forma bem-sucedida.
334
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Neste ponto, alguns se sentem tentados a desistir, defendendo que nunca teremos
uma teoria da experiência consciente. McGinn (1989), por exemplo, argumenta que o
problema é difícil demais para nossas mentes limitadas: somos “cognitivamente
fechados” no que diz respeito ao fenômeno. Outros argumentaram que a experiência
consciente se encontra totalmente fora do domínio da teoria científica.
Eu acho que esse pessimismo é prematuro. Este não é o momento de desistir, é o
momento no qual as coisas ficam interessantes. Quando métodos de explicação simples
são descartados, precisamos investigar as alternativas. Uma vez que a explicação
redutiva falha, a explicação não redutiva é a escolha natural.
Embora um número considerável de fenômenos tenha se mostrado inteiramente
explicável em termos de entidades mais simples que eles próprios, isso não é universal.
Na física, por vezes acontece que uma entidade deve ser considerada como fundamental.
Entidades fundamentais não são explicadas em termos de nada mais simples. Em vez
disso, elas são consideradas básicas, e é apresentada uma teoria de como elas se
relacionam com tudo o que resta no mundo. Por exemplo, no século XIX, descobriu-se
que processos eletromagnéticos não podiam ser totalmente explicados em termos dos
processos inteiramente mecânicos aos quais as teorias físicas anteriores apelavam, então
Maxwell e outros introduziram a carga eletromagnética e as forças eletromagnéticas
como novos componentes fundamentais de uma teoria física. Para explicar o
eletromagnetismo, a ontologia da física precisou ser expandida. Novas propriedades e
leis básicas foram necessárias para fornecer uma descrição satisfatória dos fenômenos.
Outros elementos que a teoria física considera como fundamentais incluem a
massa e o espaço-tempo. Não se fez tentativa nenhuma de explicar esses elementos em
termos de algo mais simples. Mas isso não exclui a possibilidade de uma teoria da
massa ou do espaço-tempo. Existe uma teoria complexa de como esses elementos se
inter-relacionam e das leis básicas nas quais eles se inserem. Esses princípios básicos
são usados para explicar muitos fenômenos familiares que concernem a massa, o espaço
e o tempo em um nível superior.
Eu sugiro que uma teoria da consciência deva considerar a experiência como
fundamental. Nós sabemos que uma teoria da consciência requer a adição de algo
fundamental à nossa ontologia, uma vez que tudo na teoria física é compatível com a
335
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
336
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
337
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
338
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
339
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
340
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
341
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
342
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
sobre como se pode alcançar o estado de ciência. Por exemplo, Crick e Koch sugerem
que as oscilações de 40 Hz são a porta de acesso (gateway) pela qual as informações são
integradas na memória de trabalho e, assim, disponibilizadas para processos posteriores.
Da mesma forma, é natural supor que a atividade estendida temporalmente de Libet seja
relevante precisamente porque somente esse tipo de atividade atinge a disponibilidade
global. O mesmo se aplica a outros correlatos sugeridos, como o “espaço de trabalho
global” de Baars (1988), as “representações de alta qualidade” de Farah (1994) e as
“entradas seletoras (selector inputs) para os sistemas de ação” de Shallice (1972). Todos
eles podem ser vistos como hipóteses sobre os mecanismos do estado de ciência: os
mecanismos que desempenham a função de disponibilizar a informação de maneira
direta para o controle global.
Dada a coerência entre consciência e estado de ciência, segue-se que um
mecanismo do estado de ciência será ele próprio um correlato da experiência consciente.
A questão de exatamente quais mecanismos no cérebro governam a disponibilidade
global é empírica – talvez haja muitos desses mecanismos. Mas se aceitarmos o
princípio da coerência, temos motivos para acreditar que os processos que explicam o
estado de ciência serão ao mesmo tempo parte da base da consciência.
Este princípio afirma que quaisquer dois sistemas com a mesma organização
funcional de baixa granularidade terão experiências qualitativamente idênticas. Se os
padrões causais da organização neural fossem duplicados no silício, por exemplo, com
um chip de silício para cada neurônio e os mesmos padrões de interação, então as
mesmas experiências surgiriam. De acordo com esse princípio, o que importa para a
emergência da experiência não é a composição física específica de um sistema, mas o
padrão abstrato de interação causal entre seus componentes. Este princípio é
controverso, é claro. Na opinião de alguns (e.g., Searle, 1980), a consciência está ligada
a uma biologia específica, de modo que um isomorfo de um humano feito de silício não
é necessariamente consciente. Contudo, acredito que o princípio possa receber um apoio
significativo da análise de experimentos mentais.
Muito brevemente: suponha (a fins de uma reductio ad absurdum) que o
princípio seja falso e que pudesse haver dois sistemas funcionalmente isomórficos com
experiências diferentes. Talvez apenas um dos sistemas seja consciente, ou talvez
343
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
ambos o sejam, mas possuem experiências diferentes. Para fins de ilustração, digamos
que um sistema é feito de neurônios e o outro de silício, e que um experiencia vermelho,
enquanto o outro experiencia azul. Os dois sistemas têm a mesma organização, então
podemos imaginar que um se transforme gradualmente no outro, talvez substituindo-se
os neurônios, um por um, por chips de silício com a mesma função local. Assim,
adquirimos um espectro de casos intermediários, cada um com a mesma organização,
mas com uma composição física ligeiramente diferente e com experiências ligeiramente
diferentes. Nesse espectro, deve haver dois sistemas, A e B, entre os quais substituímos
menos de um décimo do sistema, mas cujas experiências diferem. Esses dois sistemas
são fisicamente idênticos, com a exceção de que um pequeno circuito neural em A foi
substituído por um circuito de silício em B.
O passo chave no experimento mental é identificar o circuito neural relevante
em A e instalar ao lado dele um circuito de silício causalmente isomórfico, com um
interruptor entre os dois. O que acontece quando ligamos o interruptor? Por hipótese, as
experiências conscientes do sistema mudarão – digamos, para fins de ilustração, que do
vermelho para o azul. Isso decorre do fato de que o sistema após a mudança é
essencialmente uma versão de B, enquanto antes da mudança é apenas A.
Mas considerando as suposições, não há como o sistema perceber as mudanças!
Sua organização causal permanece constante, de forma que todos os seus estados
funcionais e disposições comportamentais permanecem fixos. Até onde ele sabe, nada
de anormal aconteceu. Não há espaço para o pensamento: “Hum! Algo estranho acabou
de acontecer!” De maneira geral, a estrutura de qualquer pensamento desse tipo deve ser
refletida no processamento, mas aqui a estrutura do processamento permanece constante.
Se houvesse tal pensamento, ele deveria flutuar totalmente livre do sistema e seria
totalmente incapaz de afetar o processamento posterior. (Se ele afetasse o
processamento posterior, os sistemas seriam funcionalmente distintos, ao contrário da
hipótese). Podemos até ligar e desligar o interruptor várias vezes, de forma que as
experiências de vermelho e de azul dancem em alternância diante do “olho interno” do
sistema. Segundo a hipótese, o sistema nunca pode perceber esses “qualia dançantes”.
Considero que essa é uma reductio da suposição original. É um fato central
sobre a experiência, muito familiar do nosso próprio caso, que sempre que as
experiências mudam significativamente e estamos prestando atenção, podemos perceber
a mudança. Se não fosse esse o caso, seríamos levados à possibilidade cética de que
nossas experiências estão dançando diante dos nossos olhos o tempo todo. Essa hipótese
344
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
tem o mesmo status da possibilidade de o mundo ter sido criado há cinco minutos:
talvez seja logicamente coerente, mas não é plausível. Dada a suposição extremamente
plausível de que mudanças na experiência correspondem a mudanças no processamento,
somos levados à conclusão de que a hipótese original é impossível e que quaisquer dois
sistemas funcionalmente isomórficos devem ter o mesmo tipo de experiências. Para
colocar em termos técnicos, as hipóteses filosóficas dos “qualia ausentes” e dos “qualia
invertidos”, embora logicamente possíveis, são empírica e nomologicamente
impossíveis.
(Alguns podem desconfiar que um isomorfo de silício de um sistema neural
possa ser impossível por razões técnicas. Essa questão está aberta. O princípio da
invariância diz apenas que se um isomorfo for possível, então ele terá o mesmo tipo de
experiência consciente).
Há mais a ser dito aqui, mas isso já dá um primeiro sabor da ideia. Mais uma vez,
esse experimento mental se baseia em fatos familiares sobre a coerência entre a
consciência e o processamento cognitivo para chegar a uma conclusão forte sobre a
relação entre a estrutura física e a experiência. Se o argumento vingar, sabemos que as
únicas propriedades físicas diretamente relevantes para o surgimento da experiência são
as propriedades organizacionais. Isso atua como mais uma forte restrição a uma teoria
da consciência.
345
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
346
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
4 Termo de difícil tradução para o português, em geral “it from bit” aparece em textos
especializados no original, em inglês. Em tradução livre, “coisas a partir de bits” (N. do T.).
347
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
natureza do mundo. Por exemplo, é comum notar que a física caracteriza suas entidades
básicas apenas extrinsecamente, em termos de suas relações com outras entidades, que
são elas próprias caracterizadas extrinsecamente, e assim por diante. A natureza
intrínseca das entidades físicas é deixada de lado. Alguns argumentam que tais
propriedades intrínsecas não existem, mas então nos resta um mundo que é puro fluxo
causal (um puro fluxo de informações), sem propriedades com as quais a causalidade
pode se relacionar. Se admitirmos que existam propriedades intrínsecas, uma
especulação natural, dado o que foi dito acima, é que as propriedades intrínsecas do
físico (as propriedades com as quais, em última instância, a causalidade se relaciona)
são elas próprias propriedades fenomênicas. Podemos dizer que propriedades
fenomênicas são o aspecto interno da informação. Isso poderia responder uma
preocupação com relação à relevância causal da experiência – uma preocupação natural,
dada uma teoria na qual o domínio físico é causalmente fechado e na qual a experiência
é suplementar à física. A visão informacional nos permite entender como a experiência
pode ter um tipo sutil de relevância causal em virtude de seu status como a natureza
intrínseca do físico. Provavelmente, é melhor ignorar essa especulação metafísica
quando o propósito é de desenvolver uma teoria científica. Mas ao abordar algumas
questões filosóficas, ela é bastante sugestiva.
8. Conclusão
348
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
cuidadosas. O problema difícil é um problema difícil, mas não há razão para acreditar
que ele permanecerá perpetuamente sem solução.
Leitura adicional
Bibliografia
Akins, K. What is it like to be boring and myopic?. In: B. Dahlbom (Ed.). Dennett and
his Critics. Oxford: Blackwell, 1993.
Allport, A. What concept of consciousness? In: A. Marcel & E. Bisiach (Eds.).
Consciousness in contemporary science. Oxford: Oxford University Press, 1988.
Baars, B.J. A cognitive theory of consciousness. Cambridge: Cambridge University
Press, 1988.
Bateson, G. Steps to an ecology of mind. Chandler Publishing, 1972.
Block, N. On a confusion about the function of consciousness. Behavioral and Brain
Sciences, 18 (2), p. 227-247, 1995.
Block, N.; Flanagan, O. & Güzeldere, G. (Eds.). The nature of consciousness:
philosophical and scientific debates. Cambridge, MA: MIT Press, 1996.
Chalmers, D. J. The conscious mind. New York: Oxford University Press, 1996.
Churchland, P. M. The engine of reason, the seat of the soul: a philosophical journey
into the brain. Cambridge, MA: MIT Press, 1995.
349
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
350
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Levine, J. Materialism and qualia: the explanatory gap. Pacific Philosophical Quarterly,
64, p. 354-61, 1983.
Lewis, D. Reduction of mind. In: S. Guttenplan (Ed.). A companion to the philosophy of
mind. Oxford: Blackwell, 1994.
Libet, B. The neural time factor in conscious and unconscious events. In: G. R. Block &
J. Marsh (Eds.). Experimental and theoretical studies of consciousness (Ciba
Foundation Symposium, 174). Chichester: John Wiley and Sons, 1993.
Loar, B. Phenomenal states. Philosophical Perspectives, 4, p. 81-108, 1990.
Lockwood, M. Mind, brain, and the quantum. Oxford: Blackwell, 1989.
McGinn, C. Can we solve the mind-body problem? Mind, 98, p. 349-66, 1989.
Metzinger, T. Conscious experience. Paderborn: Schöningh, 1995.
Nagel, T. What is it like to be a bat? Philosophical Review, 4, p. 435-50, 1974.
Nelkin, N. What is consciousness? Philosophy of Science, 60, p. 419-34, 1993.
Newell, A. Unified Theories of Cognition. Cambridge, MA: Harvard University Press,
1990.
Penrose, R. The emperor’s new mind. Oxford: Oxford University Press, 1989.
_____. Shadows of the mind. Oxford: Oxford University Press, 1994.
Rosenthal, D.M. A theory of consciousness. In: N. Block, O. Flanagan, and G.
Güzeldere (Eds.). The nature of consciousness. Cambridge, MA: MIT Press, 1996.
Seager, W.E. Metaphysics of consciousness. London: Routledge, 1991.
Searle, J.R. Minds, brains and programs. Behavioral and Brain Sciences, 3, p. 417-57,
1980.
_____. The rediscovery of the mind. Cambridge, MA: MIT Press, 1992.
Shallice, T. Dual functions of consciousness. Psychological Review, 79, p. 383-93, 1972.
Shannon, C.E. A mathematical theory of communication. Bell Systems Technical
Journal, 27, p. 379-423, 1948.
Strawson, G. Mental reality. Cambridge, MA: MIT Press, 1994.
Tye, M. Ten problems of consciousness. Cambridge, MA: MIT Press, 1995.
Velmans, M. Is human information-processing conscious? Behavioral and Brain
Sciences, 14, p. 651-69, 1991.
Wheeler, J.A. Information, physics, quantum: the search for links. In: W. Zurek (Ed.).
Complexity, entropy, and the physics of information. Redwood City, CA: Addison-
Wesley, 1990.
351
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Wilkes, K.V. Yishi, Duh, Um and consciousness. In: A. Marcel & E. Bisiach (Eds.).
consciousness in contemporary science. Oxford: Oxford University Press, 1988.
352
COMO PODEMOS CONSTRUIR UMA CIÊNCIA DA
CONSCIÊNCIA?1
David J. Chalmers
Australian National University/ New York University
RESUMO: Nos últimos anos, houve uma explosão de trabalhos científicos sobre a consciência
na neurociência cognitiva, na psicologia e em outros campos. Tornou-se possível pensar que
estamos nos movendo em direção a um conhecimento científico genuíno da experiência
consciente. Mas, afinal, o que é a ciência da consciência, e que forma deveria tal ciência assumir?
Oferecemos aqui um panorama geral dessa agenda.
ABSTRACT: In recent years there has been an explosion of scientific work on consciousness
in cognitive neuroscience, psychology, and other fields. It has become possible to think that we
are moving toward a genuine scientific understanding of conscious experience. But what is the
science of consciousness all about, and what form should such a science take? This paper gives
an overview of the agenda.
1 Publicado originalmente em M. Gazzaniga (Ed.). The Cognitive Neurosciences III. MIT Press,
2004.
2 DFIME - UFSJ; PPGFIL - UFSJ; POSDEFIL - UFOP.
3 PPGFIL - UFSJ.
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
354
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
2. Explicando os dados
355
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
não há, em princípio, nenhum obstáculo para encontrá-los e o mesmo vale, portanto,
para a explicação dos dados relevantes de terceira pessoa.
Esse tipo de explicação é comum em muitas áreas diferentes da ciência. Por
exemplo, na explicação dos fenômenos genéticos o que precisava ser explicado era a
função objetiva de transmissão de características hereditárias através da reprodução.
Watson e Crick isolaram um mecanismo potencialmente capaz de executar essa função:
a molécula de DNA, através da replicação dos filamentos de dupla hélice. À medida que
passamos a entender como a molécula de DNA executa essa função, os fenômenos
genéticos passaram a ser gradualmente explicados. O resultado é uma espécie de
explicação redutiva: explicamos os fenômenos de nível superior (fenômenos genéticos)
em termos de processos de nível inferior (biologia molecular). Seria plausível esperar
que o mesmo tipo de modelo se aplicasse às ciências da mente, ao menos no que
concerne a explicação do funcionamento objetivo do sistema cognitivo em termos
neurofisiológicos.
Quando se trata de dados de primeira pessoa, entretanto, esse modelo deixa de
funcionar. A razão disso é que dados de primeira pessoa – os dados da experiência
subjetiva – não dizem respeito ao funcionamento objetivo. Uma maneira de ver isso é
notar que mesmo que se tivéssemos um levantamento completo de todas as funções
objetivas relacionadas à consciência – discriminação perceptiva, integração, relato
verbal e assim por diante – ainda pode haver uma questão a mais: por que todas essas
operações estão associadas à experiência subjetiva? E mais: por que cada operação está
associada ao tipo específico de experiência subjetiva ao qual está associada?
Simplesmente explicar as funções objetivas não responde essas questões.
A lição é que, enquanto dados, dados de primeira pessoa são irredutíveis a dados
de terceira pessoa e vice-versa. Ou seja, os dados de terceira pessoa, por si só, fornecem
um catálogo incompleto dos dados que precisam ser explicados: se explicarmos apenas
dados de terceira pessoa, ainda não explicamos tudo. Da mesma forma, os dados de
primeira pessoa, por si só, também são incompletos. Uma ciência da consciência
satisfatória precisa admitir ambos os tipos de dados e construir uma conexão
explanatória entre eles.
Que forma essa conexão poderia tomar? Uma posição intermediária sustenta que,
apesar de existirem dois tipos de dados, é possível explicar os dados de primeira pessoa
completamente em termos do material fornecido pelos dados de terceira pessoa. Muitos
pensam, por exemplo, que poderíamos explicar os fenômenos da experiência subjetiva
356
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
357
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
consciência não reduzirá os dados de primeira pessoa a dados de terceira pessoa, mas
articulará as conexões sistemáticas entre esses dados. Onde há covariação sistemática
entre dois tipos de dados, espera-se que haja princípios sistemáticos que subjazam e
expliquem a covariação. No caso da consciência, podemos esperar princípios-ponte
[bridging principles] sistemáticos que subjazam e expliquem a covariação entre dados
de terceira e de primeira pessoa. Uma teoria da consciência seria, em última instância,
uma teoria desses princípios.
Cabe destacar que essas questões fundacionais são controversas e existem várias
concepções alternativas. Uma classe de concepções (e.g., DENNETT, 1991) sustenta
que os únicos fenômenos que precisam de explicação são aqueles que dizem respeito ao
funcionamento objetivo. A versão mais extrema dessa concepção diz que nem mesmo
existem os tais dados de primeira pessoa sobre a experiência. Uma versão menos radical
dessa concepção diz que todos os dados de primeira pessoa são equivalentes a dados de
terceira pessoa (tais como, por exemplo, dados sobre relatos verbais), de forma que uma
explicação sobre dados de terceira pessoa seria capaz de explicar tudo. Outra classe de
concepções (e.g., CHURCHLAND, 1997) aceita que os dados de primeira pessoa
precisam de uma explicação adicional, mas defende que tais dados poderão ser
explicados redutivamente pela neurociência do futuro. Uma versão dessa concepção
defende que a neurociência futura poderá ir além de estrutura e dinâmica de maneiras
que não podemos sequer imaginar atualmente. Outra versão defende que se pudermos
encontrar correlações suficientes entre estados cerebrais e consciência, isso valeria
como uma explicação reducionista.
Já argumentei contra essas concepções em outras oportunidades (CHALMERS,
2002). No que se segue, entretanto, pretendo me concentrar em projetos construtivos
para uma ciência da consciência. Durante a discussão, o raciocínio esboçado acima será
algumas vezes pressuposto, mas muito do que será dito poderá ter aplicações mesmo
para concepções alternativas.
358
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
da consciência sempre levou os dados de primeira pessoa a sério. Boa parte dos
trabalhos principais em psicofísica e em psicologia da percepção, por exemplo, se ocupa
de dados de primeira pessoa sobre a experiência perceptiva subjetiva. Na pesquisa sobre
percepção inconsciente, a distinção de primeira pessoa entre presença e ausência de
experiência subjetiva é crucial. Mais recentemente, um número crescente de pesquisas
tem se concentrado nas correlações entre dados de primeira pessoa sobre a experiência
subjetiva e dados de terceira pessoa sobre processos cerebrais e comportamento.
Articularei a seguir o que julgo serem alguns dos projetos mais importantes para
uma ciência da consciência, com exemplos fornecidos por pesquisas existentes.
359
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
360
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
361
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
362
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Isso nos leva ao que talvez seja o projeto principal da pesquisa científica atual
sobre a consciência: a busca pelos correlatos neurais da consciência (METZINGER,
2000; CRICK e KOCH, 2004). Um correlato neural da consciência (CNC) pode ser
caracterizado como o sistema neural mínimo que está diretamente associado a estados
de consciência. Presumivelmente, o cérebro como um todo é um sistema neural
associado a estados de consciência, mas nem toda parte do cérebro está igualmente
associada à consciência. O projeto dos CNCs almeja isolar partes relativamente
limitadas do cérebro (ou características relativamente específicas do processamento
neural) que estão diretamente correlacionadas à experiência subjetiva.
Pode ser que haja muitos CNCs diferentes para diferentes aspectos da
experiência consciente. Talvez haja, por exemplo, um sistema neural associado ao
estado de estar consciente, em oposição ao estado estar inconsciente (talvez no tálamo,
ou no tronco encefálico; ver SCHIFF, 2004), e haja outro sistema neural associado a
conteúdos específicos da consciência visual (talvez em alguma parte do córtex visual), e
ainda outros sistemas associados aos conteúdos da consciência em diferentes
modalidades sensórias. Qualquer proposta do tipo, entretanto, pode ser vista como uma
articulação de um vínculo entre dados de terceira pessoa sobre processos cerebrais e
dados de primeira pessoa sobre experiência subjetiva.
Nos últimos anos, o progresso mais notável, de longe, coube ao estudo dos
CNCs da consciência visual. Os trabalhos de Milner e Goodale (citados acima) sobre a
via ventral fornecem um exemplo desse tipo de pesquisa. Outro exemplo é a pesquisa de
Nikos Logothetis e colegas sobre a rivalidade binocular em macacos (e.g.,
LOGOTHETIS, 1998; LEOPOLD, MAIER e LOGOTHETIS, 2003). Quando estímulos
discrepantes são apresentados ao olho esquerdo e ao direito, os participantes do
experimento usualmente têm experiências subjetivas alternadas. Logothetis treinou
macacos para sinalizarem tais mudanças em suas experiências visuais e correlacionou
essas mudanças a mudanças nos processos neurais subjacentes. Os resultados indicaram
que mudanças na experiência visual estão correlacionadas apenas de maneira fraca a
mudanças nos padrões de disparo neural no córtex visual primário: nessa área, o disparo
neural estava mais fortemente correlacionado ao estímulo do que à experiência. No
entanto, mudanças na experiência visual estavam fortemente correlacionadas a
mudanças em padrões de disparo neural nas áreas visuais posteriores, como o córtex
temporal inferior. Esses resultados parecem sugerir que o córtex temporal inferior é um
363
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
candidato melhor do que o córtex visual primário para ser o CNC da consciência visual.
É claro que nenhum resultado experimental isolado poderá oferecer evidências
conclusivas quanto à localização de um CNC, mas uma ampla quantidade de evidências
quanto à localização dos CNCs da visão tem se acumulado nos últimos anos (KOCH,
2004), e é de se esperar que muito mais esteja a caminho. Se bem sucedido, esse projeto
estabelecerá conexões altamente específicas entre processos cerebrais e experiências
conscientes.
364
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
365
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
mesma coisa (LOCKWOOD, 1989; CHALMERS, 1996). Outro ainda poderia tomá-los
como constituindo a base da identificação entre propriedades da consciência e
propriedades físicas (SMART, 1959; PAPINEAU, 2002). Tais princípios poderiam
também ser combinados com diferentes concepções da relação causal entre processos
físicos e a consciência (ver CHALMERS, 2002). Para muitos propósitos, entretanto, a
ciência da consciência pode permanecer neutra acerca dessas questões filosóficas.
Podemos simplesmente tomar tais princípios como princípios de correlação, enquanto
nos mantemos neutros acerca de sua natureza causal subjacente e seu estatuto
ontológico. Isso possibilita uma ciência da consciência robusta, ainda que não tenhamos
uma solução amplamente aceita para o problema filosófico mente/corpo.
366
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
367
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
1. Privacidade
O obstáculo mais óbvio para a coleta de dados de primeira pessoa diz respeito à
privacidade de tais dados. Na maioria das áreas da ciência, os dados são
intersubjetivamente disponíveis: eles são igualmente acessíveis a um amplo grupo de
observadores. No caso da consciência, entretanto, os dados de primeira pessoa acerca
das experiências subjetivas são diretamente disponíveis apenas para o sujeito dessas
experiências. Para outros, tais dados de primeira pessoa são disponíveis apenas
indiretamente, mediados pela observação do comportamento do sujeito ou de seus
processos cerebrais. As coisas seriam mais simples se houvesse um “conscienciômetro”
que pudesse ser apontado para um sujeito qualquer e fosse capaz de revelar para todo
mundo as suas experiências subjetivas. Mas na ausência de uma teoria da consciência,
não há tal conscienciômetro à disposição. Isso impõe uma profunda limitação à ciência
da consciência, mas não uma limitação paralisante. Para início de conversa, qualquer
sujeito tem acesso direto aos dados de primeira pessoa de suas próprias experiências. É
de se imaginar que mesmo Robson Crusoé, em sua ilha deserta (e equipado com a
tecnologia mais moderna de imageamento cerebral), seria capaz de avançar
consideravelmente em direção a uma ciência da consciência a partir de observações de
primeira pessoa. Em termos mais práticos, cada um tem acesso indireto aos dados de
primeira pessoa das experiências dos outros através de indicadores comportamentais
desses dados.
Na prática, o modo mais comum de coletar dados sobre as experiências
conscientes de outros se dá através de seus relatos verbais. Nesse caso, os relatos
verbais não são tratados simplesmente como dados de terceira pessoa (como faria um
368
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
369
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
de Logothetis, por exemplo, requer que se pressuponha que os macacos são conscientes
e que os estímulos visuais que os macacos podem explorar no controle voluntário do
comportamento são percebidos conscientemente.
Essas pressuposições parecem razoáveis para a maioria das pessoas, mas elas
vão além das exigidas no caso do relato verbal. Quanto mais nos distanciamos do caso
humano, mais questionáveis se tornam as pressuposições necessárias. Por exemplo,
seria bastante difícil tirar conclusões sobre a consciência a partir de experimentos com
insetos. De qualquer forma, relatos verbais de humanos, combinados com indicadores
comportamentais de primatas, dão aos pesquisadores o acesso a dados de primeira
pessoa suficientes para engendrar um bom número das pesquisas em andamento.
2. Metodologias
370
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
3. Formalismos
371
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
5. Conclusão
REFERÊNCIAS BIBLIOGRÁFICAS
372
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
373
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
374
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
375
UMA EXPLICAÇÃO NATURAL DA CONSCIÊNCIA
FENOMÊNICA1
Max Velmans
Goldsmiths, University of London
RESUMO: Fisicalistas comumente argumentam que experiências conscientes não são nada
mais do que estados do cérebro, e que qualia conscientes são propriedades físicas do mundo
externo, independentes de um observador. Embora isso pressuponha o ‘manto da ciência’,
normalmente ignora as descobertas científicas: na fisiologia sensorial, na percepção, na
psicofísica, na neuropsicologia e na psicologia comparativa, por exemplo. Consequentemente,
embora o fisicalismo busque naturalizar a consciência, ele dá uma explicação antinatural da
mesma. É possível, entretanto, desenvolver um modelo reflexivo, não redutivo e natural de
como a consciência se relaciona com o cérebro e com o mundo físico. Este artigo introduz tal
modelo, e como ele interpreta a natureza da experiência consciente. Dentro deste modelo, o
mundo físico tal como é percebido (o mundo fenomênico) é entendido como parte da
experiência consciente e não como separado dela. Enquanto em nosso dia a dia tratamos este
mundo fenomênico como se ele fosse o “mundo físico”, na verdade ele é apenas uma
representação biologicamente útil de como é o mundo, e tal representação pode diferir em
muitos aspectos do mundo descrito pela física. A forma como o mundo percebido se relaciona
com o mundo descrito pela física pode ser investigada pela ciência normal (p. ex., através do
estudo da fisiologia sensorial, da psicofísica e assim por diante). Esse modelo de consciência
parece ser consistente tanto com a evidência de terceira pessoa de como o cérebro funciona
quanto com a evidência de primeira pessoa de como é ter uma determinada experiência. De
acordo com o modelo reflexivo, experiências conscientes são realmente como elas parecem ser.
ABSTRACT: Physicalists commonly argue that conscious experiences are nothing more than
states of the brain, and that conscious qualia are observer-independent, physical properties of
the external world. Although this assumes the ‘mantle of science’, it routinely ignores the
findings of science, for example in sensory physiology, perception, psychophysics,
neuropsychology and comparative psychology. Consequently, although physicalism aims to
naturalise consciousness, it gives na unnatural account of it. It is possible, however, to develop a
natural, nonreductive, reflexive model of how consciousness relates to the brain and the
physical world. This paper introduces such a model and how it construes the nature of conscious
1
Artigo publicado originalmente em NeuroQuantology, 3, p. 164-179, 2005.
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
experience. Within this model the physical world as perceived (the fenomenal world) is viewed
as part of conscious experience not apart from it. While in everyday life we treat this
phenomenal world as if it is the "physical world", it is really just one biologically useful
representation of what the world is like that may differ in many respects from the world
described by physics. How the world as perceived relates to the world as described by physics
can be investigated by normal science (e.g. through the study of sensory physiology,
psychophysics and so on). This model of consciousness appears to be consistent with both third-
person evidence of how the brain works and with first-person evidence of what it is like to have
a given experience. According to the reflexive model, conscious experiences are really how they
seem.
Definindo a consciência
2
O termo “memória de trabalho” (em inglês “working memory”) se refere a um conceito central
na psicologia cognitiva e na neurociência, e pode ser definida como um sistema que armazena
ativamente informações na mente para que seja possível executar tarefas verbais ou não verbais,
tais como o raciocínio matemático ou a compreensão de algo, e para deixar a informação
disponível para outros processos informacionais. Nota do tradutor (N. do T.).
3
O termo “executivo central” (em inglês “central executive”) se refere grosso modo a um tipo
de sistema responsável pela supervisão da integração da informação processada pelo sistema da
memória de trabalho, e também pela coordenação dos sistemas a ele subordinados, os quais, por
sua vez, são responsáveis pela manutenção de curto prazo da informação. O conceito de
378
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Felizmente definições não precisam ser definitivas para que a pesquisa tenha
início. É suficiente que, para determinados objetivos de pesquisa, definições sejam
similares o bastante para que diferentes pesquisadores possam concordar que estão
investigando a mesma coisa. Na medida em que a ciência começa a desemaranhar as
causas da consciência, as funções da consciência, como a consciência se relaciona com
processos não conscientes no cérebro e assim por diante, nossa compreensão do que é a
consciência se aprofundará – pois tais relações formam parte do significado do termo
(seu significado conotativo, ou seu sentido). Esse foco de atenção mútuo seguido pela
investigação da natureza daquilo para que se dirige a atenção (e como isso se relaciona
com outras coisas) é fundamental para como os fenômenos vêm a ser entendidos de uma
forma socialmente compartilhada. Nesse sentido, vir a entender a natureza da
consciência não é diferente de vir a conhecer a natureza de qualquer outra coisa.
Todavia, antes que qualquer investigação possa começar, deve-se “apontar” ou
“destacar” os fenômenos aos quais o termo se refere e, consequentemente, o que fica de
fora. Na vida cotidiana, há duas situações contrastantes que formam nossa compreensão
do termo “consciência”. Temos conhecimento de como é estarmos conscientes (quando
estamos acordados) por oposição a não estarmos conscientes (quando estamos em um
sono sem sonhos). Também compreendemos como é estarmos conscientes de algo
(quando estamos acordados ou sonhando) por oposição a não estarmos conscientes
desse algo. Essa compreensão cotidiana nos fornece uma posição simples para começar.
Uma pessoa ou outra entidade está consciente se ela experiencia algo; inversamente, se
uma pessoa ou entidade não experiencia nada, ela não está consciente. Elaborando um
pouco, podemos dizer que quando há consciência, há conteúdo fenomênico.
Inversamente, quando não há conteúdo fenomênico, não há consciência. Isso está bem
perto do uso cotidiano e, para este artigo, é tudo o que precisamos. Para minimizar a
confusão, também permanecerei tão perto quanto possível do uso cotidiano da
linguagem natural para termos relacionados. No uso comum, o termo “consciência” é
frequentemente sinônimo de “estado de ciência” [awareness] ou “estado de ciência
379
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
4
O termo “awareness” está entre os diversos termos e expressões de origem inglesa com difícil
tradução para o português. Em contextos triviais, as palavras “consciousness” e “awareness”
podem ser ambas traduzidas como “consciência”. No entanto, “awareness” também pode ser
utilizada para expressar algo próximo à “ciência”, no sentido de “estar ciente de algo” ou “ter
conhecimento de algo”. Em seu livro The counscious mind, David Chalmers escreve que a
awareness é uma propriedade psicológica associada à consciência fenomênica, e pode ser
analisada de forma geral como um estado no qual temos acesso a alguma informação e podemos
usá-la no controle de nosso comportamento. Ele escreve ainda que uma pessoa pode estar ciente
(aware) de um objeto no ambiente, de um estado de seu corpo, de um estado mental, dentre
outras coisas. A ciência (awareness) de uma informação traz consigo a habilidade de
intencionalmente direcionar um comportamento dependendo daquela informação. Ainda
segundo Chalmers, isso faz da noção de “estar ciente de” uma noção funcional. Segundo ele,
muitas noções psicológicas da consciência podem ser resumidas em algum tipo de ciência de
algo, ou “awareness de algo”. Por exemplo, a atenção pode ser analisada como um grau
particularmente alto de awareness de um objeto ou evento. Cf. CHALMERS, David. The
counscious mind: in search of a fundamental theory. Philosophy of Mind Series. Oxford
University Press, 1996, p. 28 em diante. A distinção entre consciousness e awareness é
retomada em outros escritos de Chalmers, como em CHALMERS, David. “Facing up to the
problem of consciousness”, Journal of Consciousness Studies, 2 (3), p. 200-219, 1995, para
citar apenas mais um exemplo. (N. do T).
380
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
consciência, já que ela não tem localização. Na melhor das hipóteses, pode-se apontar
para o local no qual a consciência faz contato com o mundo material. De acordo com
Descartes, esse local é a glândula pineal, localizada no centro do cérebro. Filósofos
fisicalistas e funcionalistas (p. ex., Searle, 1992; Dennett, 1991) argumentam que a
consciência não é nada mais do que um estado ou função do cérebro. Pode ser difícil
apontar com precisão para tais estados ou funções, já que provavelmente elas são
propriedades distribuídas de grandes populações neuronais (cf. Dennett e Kinsbourne,
1992). No entanto, caso tivéssemos que apontar, apontaríamos para o cérebro. Em
resumo, dualistas clássicos e reducionistas discordam veementemente sobre o que é a
consciência, mas concordam (aproximadamente) sobre onde ela está. Na medida em que
a consciência pode ser de alguma forma localizada, essa localização é em algum lugar
no cérebro.
Em Velmans (1990, 2000), eu argumentei que essa visão atualmente popular não
tem base nem na ciência nem na experiência cotidiana. Para se decidir onde a
consciência está (ou se ela tem alguma localização), deve-se prestar atenção em sua
verdadeira fenomenologia. É verdade que existem algumas experiências que, de modo
superficial, parecem estar localizadas no espaço, ou, no máximo, em algum lugar na
cabeça ou no cérebro, exatamente como dualistas e reducionistas afirmam. Exemplos
incluem pensamentos e sentimentos vagos, tais como os pensamentos verbais, os
sentimentos de entendimento e outros semelhantes que acompanham a leitura deste
texto. Entretanto, a maioria das experiências tem uma fenomenologia muito diferente,
por exemplo, as experiências do corpo ou do mundo externo.
Deixe-me ilustrar com um exemplo bem simples. Suponha que você espete um
alfinete no seu dedo e experiencie uma dor aguda. Dentro da filosofia da mente, a dor é
geralmente considerada um caso paradigmático de um evento mental consciente. Mas
onde está a dor? Tolhidos por suas pressuposições teóricas, dualistas e reducionistas
consideram que esta é uma questão bastante difícil. Entretanto, se forçados a apontar,
eles apontariam (vagamente) na direção do cérebro (veja os comentários de Nagel,
Harnad, Searle, Marcel e Dennett, seguindo Velmans, 1993). Eu entendo esta questão
como sendo bastante fácil: a dor que se experiencia está no dedo. Caso fosse necessário
381
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
apontar para ela, deveríamos apontar para onde o alfinete entrou. Qualquer leitor que
tenha dúvidas sobre essa questão pode tentar o experimento.
Deixe-me esclarecer que essa marcante diferença de opinião é sobre a dor que se
experiencia, não sobre as causas físicas antecedentes (a deformação e dano à pele
causado pelo alfinete) ou sobre as causas e correlatos neurais da dor. As causas e
correlatos neurais proximais da dor estão indiscutivelmente localizados no cérebro. Mas
as causas e correlatos neurais de uma determinada experiência não são eles mesmos
essa experiência. Na ciência, causas e correlatos não são identidades ontológicas. Eu fiz
uma análise detalhada de como causas e correlatos se relacionam com identidades
ontológicas em Velmans (1998, 2000), por isso não vou trabalhar a questão aqui.
Essa localização subjetiva de dores em partes do corpo em vez de “em lugar
nenhum” ou “no cérebro” exemplifica um princípio geral que nos conduz para longe
tanto do dualismo quanto do reducionismo e na direção de um modelo “reflexivo” de
como a consciência se relaciona ao cérebro e ao mundo físico (cf. Velmans, 1990). Em
muitos aspectos, não há diferença entre essas posições teóricas. Por exemplo, o
dualismo, o reducionismo e o modelo reflexivo concordam que existem causas e
correlatos físicos e neurofisiológicos de uma determinada experiência dentro do cérebro
– e que podemos deixar que a ciência descubra quais são. Mas elas discordam sobre a
natureza e a localização dos efeitos (as experiências resultantes). Dualistas afirmam que,
sendo construídas de res cogitans, experiências não têm localização ou extensão no
espaço (embora elas se comuniquem com o cérebro). Reducionistas afirmam que, sendo
estados ou funções do cérebro, todas as experiências devem estar no cérebro (a despeito
de como elas pareçam). De acordo com o modelo reflexivo, a única evidência da
fenomenologia consciente vem de fontes de primeira pessoa. Consequentemente, as
propriedades dessa fenomenologia só podem ser determinadas a partir de fontes de
primeira pessoa. Para aparências conscientes, a aparência é a realidade (Searle, 1992).
Consequentemente, se uma dor parece estar no dedo, então é lá onde a dor está. O dano
produzido por um alfinete no dedo, uma vez que é processado pelo cérebro, acaba como
uma dor fenomênica no dedo, localizada mais ou menos onde o alfinete entrou. É por
isso que o processo todo é chamado de “reflexivo”.
Note que se alguém cravar um alfinete em seu dedo e prestar atenção na
consequente fenomenologia da dor, não terá uma experiência adicional de dor nem no
cérebro nem “em lugar nenhum”. Tampouco pode uma dor fenomênica no cérebro ou
382
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
“em lugar nenhum” ser observada por um observador externo (de uma perspectiva de
terceira pessoa apenas suas causas e correlatos neurais podem ser observados). Dado
que não há evidência nem de primeira nem de terceira pessoa para a dor fenomênica no
cérebro ou “em lugar nenhum”, eu sugiro que esta é uma ficção teórica, introduzida por
pensadores dualistas e reducionistas com o objetivo de fazer seus modelos funcionarem.
Apenas o modelo reflexivo é consistente com a evidência do senso comum.
Para apresentar o princípio básico de uma forma mais geral: as experiências
estão onde temos a experiência de que elas estão. A figura 1, por exemplo, ilustra um
processo similar com um gato fenomênico. Como antes, uma entidade ou evento inerva
órgãos sensoriais e inicia o processo perceptivo, embora nesse caso a entidade
iniciadora esteja localizada além da superfície corporal, no mundo externo. Como antes,
neurônios aferentes e áreas de projeção corticais são ativados, junto com áreas de
associação, traços de memória de longo prazo e assim por diante, e representações
neurais do evento iniciador são finalmente formadas dentro do cérebro – nesse caso,
representações neurais de um gato. Mas a sequência causal completa não termina aqui.
O sujeito S também tem uma experiência visual de um gato e, como antes, podemos
perguntar como é essa experiência. Nesse caso, a pergunta apropriada a se fazer é “O
que você vê?”. De acordo com o dualismo, S tem uma experiência visual de um gato
“em sua mente”. De acordo com os reducionistas, parece haver um gato fenomênico “na
mente de S”, mas isso não é nada mais do que um estado de seu cérebro. De acordo com
o modelo reflexivo, enquanto S está contemplando o gato, sua única experiência visual
do gato é o gato que ele vê no mundo lá fora. Se lhe fosse pedido que apontasse para
esse gato fenomênico (sua “experiência do gato”), ele deveria apontar não para o seu
cérebro, mas para o gato como-percebido, no espaço lá fora, além da superfície
corporal. Nisso S não é diferente de um observador externo E. O gato como percebido
por S é o mesmo como percebido por E (ainda que visto da perspectiva de S em vez de
visto da perspectiva de E). Isto é, uma entidade no mundo é reflexivamente
experienciada como sendo uma entidade no mundo.
É claro que nem todas as entidades e eventos que experienciamos têm uma
localização e extensão tão claras no espaço fenomênico tridimensional. Também temos
experiências “internas” tais como pensamentos verbais, imagens, sentimentos de saber
de algo, desejos experienciados e assim por diante. Tais experiências interiores
realmente parecem ter uma fenomenologia do tipo que caracteriza a res cogitans de
383
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
384
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
385
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
(junto com localizações e extensões diferentes), mas, mesmo assim, eles são aspectos
daquilo que experienciamos. Juntas, tais experiências internas, sensações corporais, e
entidades e eventos externos experienciados formam os conteúdos de nossa consciência
– os quais não são nada mais do que nosso mundo fenomênico cotidiano.
386
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
extensão espaciais, há uma discordância difundida a respeito do que isso implica para a
natureza da consciência e sua relação com o mundo físico. Berkeley, por exemplo, é um
idealista, James um monista neutro, Whitehead um teórico processual e Tye um
fisicalista. Em Velmans (2000), eu desenvolvo o monismo reflexivo, uma análise do
que está acontecendo que não é nenhuma dessas (embora incorpore elementos de muitas
posições).
Em um curto artigo para uma publicação de filosofia, só é possível introduzir
umas poucas consequências do modelo reflexivo e como este se traduz no monismo
reflexivo (uma abrangente posição filosófica). Então, como uma introdução, vou me
focar aqui em apenas uma questão fundamental: como o modelo compreende a
intencionalidade consciente (que consciência é consciência de algo). Para colocar a
teoria em um contexto filosófico também contrastarei a análise que desenvolvo com as
de Armstrong (1968), Block (1997) e Tye (1995).
387
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
388
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
para S e para E para acessarem a informação naquele modelo mental diferem (cf.
Velmans, 1991).
Um observador externo, inspecionando o cérebro de um sujeito, precisa confiar
em seus próprios sistemas exteroceptivos (normalmente a visão)5, auxiliados por
equipamentos físicos (exames de tomografia por emissão pósitrons, imagens de
ressonância magnética funcional etc.). Visto dessa maneira (dessa perspectiva de
terceira pessoa), um modelo mental visual no cérebro do sujeito pode aparecer na forma
de uma ativação neural em uma série de mapas de características relativamente distintos
distribuídos por todo o sistema visual do sujeito. Não sabemos com precisão o que é
necessário para tornar conscientes tais representações neurais. No entanto, dada a
natureza integrada das experiências visuais, é razoável supor que, quando tais atividades
neurais distribuídas de fato se tornam conscientes, elas devem estar ligadas umas às
outras de alguma forma, talvez através de oscilações sincrônicas de 40 Hz. Também
podemos esperar que haja influências (físicas) observáveis no padrão de atividade
corporificado no modelo mental a partir de fragmentos de memória existentes
(correspondendo aos efeitos da expectativa, do conhecimento armazenado etc.). A
despeito de como o mais sutil detalhe venha a ser, vista da perspectiva de E, a
informação (sobre o gato) no modelo mental de S provavelmente tomará uma forma
neural, ou outra forma física. Em termos do que E pode observar diretamente do modelo
mental de S, esse é o ponto final na parte científica da história.
Entretanto, o arranjo observacional pelo qual o sujeito acessa a informação em
seu próprio modelo mental é inteiramente diferente. Como, no caso de E, a informação
em seu próprio modelo mental é traduzida em algo que ele pode observar ou
experienciar – mas tudo aquilo que ele experiencia é um gato fenomênico no mundo lá
fora. Enquanto ele foca sua atenção no gato, ele não se torna consciente de ter um
“modelo mental de um gato” na forma de estados neurais. Ele tampouco tem uma
experiência de um gato “em sua cabeça ou cérebro”. Em vez disso, ele se torna
consciente do que os estados neurais representam – uma entidade no mundo externo lá
fora. Em resumo, a informação codificada no modelo mental de S (sobre a entidade no
5
Em biologia, “sistemas exteroceptivos” são sistemas de um determinado organismo
responsáveis pela percepção de estímulos vindos de fora que agem sobre aquele organismo (por
exemplo: estímulos visuais, táteis ou olfativos). (N. do T).
389
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
mundo) é idêntica seja vista por S ou por E, mas a maneira na qual a informação parece
ser formatada depende da perspectiva a partir da qual ela é vista.
Deixe-me ilustrar com uma simples analogia. Vamos supor que a informação
codificada no cérebro do sujeito é formada em um tipo de “holograma de projeção”
neural. Um holograma de projeção tem uma propriedade interessante: a imagem
tridimensional que ele codifica é percebida como estando no espaço lá fora, em frente a
sua superfície bidimensional, contanto que seja vista de uma perspectiva apropriada
(frontal) e que seja iluminada por uma fonte de luz apropriada (frontal). Visto a partir de
qualquer outra perspectiva (pelo lado ou por trás), a única informação que se pode
detectar sobre o objeto está nos complexos padrões de interferência codificados na placa
holográfica. De modo análogo, a informação no “holograma de projeção” neural é
exibida como um objeto visual, tridimensional, no espaço lá fora apenas quando é visto
a partir da perspectiva apropriada de primeira pessoa do sujeito que percebe. E isso
acontece apenas quando as condições necessárias e suficientes para a consciência são
satisfeitas (quando há “iluminação por uma fonte de luz apropriada”). Vista de qualquer
outra perspectiva externa, a informação no holograma de S parece ser nada mais do que
representações neurais no cérebro (padrões de interferência na placa).
O “holograma de projeção” é apenas uma analogia, é claro – mas é uma analogia
útil na medida em que partilha de algumas das características aparentemente intrigantes
das experiências conscientes. A informação exibida na imagem holográfica
tridimensional é codificada em padrões bidimensionais sobre uma placa, mas não há
nenhum sentido no qual a imagem tridimensional está ela própria “na placa”. Da mesma
forma, não há nenhum sentido no qual o gato fenomênico observado por S está “em sua
cabeça ou seu cérebro”. De fato, a imagem holográfica em 3D sequer existe (como uma
imagem) sem um observador apropriadamente localizado e uma fonte de luz apropriada.
De forma semelhante, a existência do gato fenomênico requer a participação de S, o
agente que experiencia, e todas as condições exigidas para a experiência consciente (em
sua mente/cérebro) têm que ser satisfeitas. Finalmente, uma determinada imagem
holográfica só existe para um determinado observador, e só pode se dizer que ela tem
extensão e está localizada onde tal observador percebe que ela esteja! De forma similar,
o gato fenomênico de S é privado e subjetivo. Se S o percebe como estando no espaço
fenomênico lá fora, para além da superfície corporal, então, a partir de sua perspectiva,
ele está no espaço fenomênico lá fora, para além da superfície corporal.
390
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Projeção perceptual
391
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Em suma, esse paciente erroneamente julgou que o corpo visto por alucinação na
cama era seu corpo real, e tentou livrar-se de seu corpo real (que julgava ser a
alucinação), a fim de tornar-se unificado novamente – um poderoso exemplo da
natureza projetada e construída do corpo como-experienciado. Mas não precisamos
realmente de tais exemplos marcantes para demonstrar que há algo interessante
acontecendo que precisa de explicação. O simples fato de esta PALAVRA parecer estar
aqui fora nesta página (em vez de no seu cérebro) ilustra que o fenômeno é ubíquo e
real.
O mundo como-percebido é parte dos conteúdos da consciência. Alguns
princípios iniciais que se seguem a partir da análise acima devem agora estar claros.
Dentro do modelo reflexivo o mundo físico como-percebido é parte dos conteúdos da
consciência. Os conteúdos da consciência não estão em algum lugar ou espaço separado
“na mente ou no cérebro”. Isto é, em termos da fenomenologia não existe nenhuma
separação clara entre o que nós normalmente pensamos como sendo o “mundo físico”, o
“mundo fenomênico” e “o mundo como-percebido”. Dito isso, o mundo físico cotidiano
como-percebido realmente tem que ser distinguido do mundo mais abstrato descrito
pela física (e por outras ciências). De acordo com o modelo reflexivo, o mundo físico
392
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Em Velmans (2000, cap. 7), faço uma análise detalhada de como o sistema
mente/cérebro traduz as energias descritas pela física em um mundo-como-
experienciado. Não vou repetir essa análise aqui. Basta dizer que os dados da física, da
fisiologia sensorial, da percepção e da psicofísica deixam claro que o mundo percebido
“modela” apenas uma seleção dos eventos e energias que a física descreve. Há energias
eletromagnéticas de vários tipos, que permeiam o espaço e até mesmo penetram nossos
corpos, para as quais os nossos olhos (e outros órgãos dos sentidos) são cegos. Há sinais
produzidos por animais e insetos para os quais nossos ouvidos são surdos. Cada sistema
sensorial tem seus próprios limites de resolução. Mudanças na intensidade da luz de
menos de aproximadamente 5% ou do som de menos de aproximadamente 20% não são
percebidas como mudanças. Uma mudança na frequência de som de 1000 Hz para 1005
Hz produz uma elevação apenas perceptível no tom, mas não uma mudança de 4000 Hz
para 4005 Hz. Uma mudança de comprimento de onda eletromagnética de 480 para 481
nanômetros produzirá uma mudança perceptível no matiz, mas não uma mudança de
550 para 551 nanômetros. O nosso sentido do olfato e do gosto monitora, mas nos diz
pouco sobre a química das substâncias que inalamos e ingerimos. A sensação e a
percepção estão limitadas em sua resolução espacial para detectar eventos de tamanho e
distância que sejam relevantes para ações humanas normais e para nossa sobrevivência
– para além disso, precisamos de microscópios e telescópios. Nossos sistemas sensoriais
são também estruturados para detectar eventos de certa duração. Por exemplo, lâmpadas
elétricas na verdade piscam 50 vezes por segundo (a frequência da rede elétrica).
Entretanto, essa “frequência de oscilação” é mais rápida do que o sistema visual pode
determinar, o que faz a luz parecer contínua. Em contraste, o movimento de uma flor
saindo da terra é muito lento para ser visto, então é preciso uma reprodução em câmera
rápida para “ver” o movimento.
393
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
394
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
comprimentos de onda adequados (em torno de 700 nm) e (b) o sistema visual traduzir
essa energia eletromagnética em uma experiência de cor vermelha. Dessas duas
condições, (b) é a mais importante. Isto é, o sistema visual pode produzir uma
experiência de cor sem ser inervado por luz na região de 700 nm (por exemplo, em
sonhos, imagens vívidas e alucinações). Mas sem sistemas visuais do tipo apropriado, as
ondas de luz de 700 nm não têm absolutamente cor alguma (a cor, como tal, não é uma
propriedade eletromagnética). Em contraste, Armstrong afirma que os objetos são
“vermelhos” havendo ou não alguém para percebê-los. Como van der Heijden et al.
(1997) notam (no comentário deles sobre uma posição semelhante adotada por Block,
1995), tal ponto de vista simplesmente não leva a sério as ciências naturais.
Entretanto, de acordo com Block (1997), van der Heijden et al. estão
É claro que Block está certo em apontar que as representações neurais de rosas
vermelhas não precisam elas mesmas ser coloridas. Mas ninguém está defendendo que
elas sejam. O que é defendido é que, uma vez que um sistema visual humano normal
seja ativado de uma forma adequada, isso resultará em uma experiência visual de uma
cor vermelha, independentemente de se a cor corresponder a uma propriedade física no
395
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
mundo lá fora. Penfield & Rasmussen (1950), por exemplo, demonstraram que a
estimulação direta por microeletrodos do sistema visual resultou em experiências
visuais, bem como a estimulação do lobo temporal em experiências auditivas, e a
estimulação do sistema somatossensorial em experiências táteis, e assim por diante.
Tendo em conta que tais qualia visuais, auditivos e táteis podem existir na ausência de
propriedades físicas que eles normalmente representam, não é tão fácil ver como eles
podem ser reduzidos a tais propriedades físicas.
Uma defesa da opinião de que o “vermelho” e outros qualia são propriedades do
mundo independentes de um observador em vez de propriedades da experiência também
foi recentemente formulada por Tye (1995). Tye argumenta (como eu faço em Velmans,
1990) que todos os “qualia” são representacionais. Ele também concorda que qualia tais
como a “vermelhidão” não parecem estar “na mente ou no cérebro”, mas parecem estar
firmemente ligados a objetos no mundo. Mas ele tem uma explicação completamente
diferente de por que os qualia parecem estar lá fora. De acordo com Tye, isso resulta do
fato de experiências perceptivas serem transparentes:
396
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
realmente existe lá. Essas representações podem ou não corresponder bem ao mundo
descrito pela física. Por exemplo, a distância percebida dos eventos experienciados
representa bastante bem a distância mensurada para eventos próximos, mas falha
completamente para grandes distâncias (p. ex., a distância percebida do sol nos dá pouca
indicação de sua distância mensurada). A localização percebida e a distância resultam
de processos mentais pré-conscientes de modelagem que envolvem a “projeção
perceptual”.
De acordo com Tye, no entanto, os estados representacionais internos são
“transparentes”. Ou seja, nós “vemos através de” nossas representações de cor, cheiro e
assim por diante, as cores e cheiros como eles realmente são no mundo lá fora. Tye
baseia seu argumento, em parte, em como as coisas parecem para nós e, em parte, na
evidência de que qualia percebidos realmente correspondem muito bem às propriedades
medidas pela física.
Como observa Tye,
Dado que nós experienciamos tais cores como não sendo relativas àquele que
percebe, ele considera a ideia de que elas são relativas àquele que percebe como
“simplesmente inverossímil” (p. 145).
Dado que o fisicalismo rotineiramente nega a credibilidade das aparências como
um guia para como as experiências realmente são, Tye apoia seu argumento em um
terreno instável. Há muitos contraexemplos óbvios. As cores das superfícies podem
parecer ser independentes de um observador, mas as cores das pós-imagens não
parecem. Se alguém fixa a vista em uma mancha vermelha durante alguns minutos, por
exemplo, tal pessoa experienciará uma pós-imagem verde que se projeta em qualquer
superfície na qual o olho se fixa. O tamanho aparente da pós-imagem também aumenta
conforme aumenta a distância estimada da superfície. Então, se a aparente dependência
397
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Por que deveria ser assim? Certamente a resposta mais direta é que o
sistema visual humano tem, como uma de suas funções, a de detectar
as cores reais e objetivas das superfícies. De alguma forma, o sistema
visual consegue determinar que cores os objetos realmente têm, muito
embora a única informação imediatamente disponível a ele seja
concernente a comprimentos de onda (p. 146).
Depois de uma revisão de algumas das evidências relevantes, Tye conclui que
398
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Tye está certo em apontar que a maneira como a cor percebida é mapeada em
certos padrões de refletância de luz pode ser mais invariante do que às vezes se pensa.
Afinal, do ponto de vista evolutivo, faz sentido que nossos sistemas de percepção
identifiquem invariâncias físicas quando elas ocorrem, traduzindo-as em experiências
relativamente invariantes. No entanto, mesmo uma correlação perfeita entre qualia
percebidos e eventos descritos pela física não estabeleceria sua identidade ontológica
(causação e correlação não estabelecem identidade – veja acima). De fato, as descrições
físicas como tais não contribuem em nada para explicar por que um padrão de
refletâncias de luz deve ser percebido como “vermelho” e outro como “verde”,
enquanto um padrão de refletâncias de luz na região do ultravioleta é visto como
absolutamente nada (a menos que aconteça de se ser uma abelha). Nem descrições
físicas explicam a forma bastante arbitrária na qual o sistema visual traduz energias
eletromagnéticas com comprimentos de onda ordenados em uma escala de proporção
em categorias de cor ordenados em uma escala nominal. Se nossas experiências
simplesmente “espelhassem” o mundo, nós esperaríamos que as relações entre as
propriedades descritas pela física fossem mais fielmente preservadas na forma em que
tais relações são experimentadas. A isso se deve acrescentar as muitas diferenças na
forma como determinadas propriedades físicas podem ser experimentadas tanto dentro
de quanto entre espécies (ver Velmans, 2000, cap. 7, para uma revisão). Como van der
Heijden et al. (1997) observam, a opinião segundo a qual qualia percebidos existem no
mundo de uma forma que é livre de tais influências biológicas simplesmente não leva a
sério as ciências naturais.
Conclusão
399
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Referências
400
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
401
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
ZAJONC, A. Catching the light: an entwined history of light and mind. London:
Bantam Press, 1993.
402
THE ROLE OF WEALTH AND THE VALUE OF POVERTY
IN SOCRATIC LITERATURE:
A READING OF AESCHINES’ CALLIAS AND TELAUGES
Francesca Pentassuglio
“Sapienza” University of Rome
ABSTRACT: The paper focuses on Socrates’ views on wealth and poverty in Aeschines’
Callias and Telauges. Given the fragmentary status of both works, I will examine the scanty
surviving testimonies in relation to some parallel passages by other Socratics, in order to enrich
the understanding of Aeschines’ lost dialogues.
The first part of the paper addresses the theme of wealth from a ‘biographical’ perspective,
by dealing with a set of sources attesting to Aeschines’ life of poverty. In the second part of the
paper the analysis focuses on the philosophical discussion regarding the problem of wealth, by
tackling the peculiar view of the relationship between πενία and πλοῦτος and the related non-
material conception of wealth expounded in the Callias and the Telauges. In the concluding
section I will briefly examine the parallel accounts in Xenophon’s Oeconomicus and
Memorabilia, so as to reconstruct the wider debate about the problem of wealth raised within
the logoi Sokratikoi.
For all those first-generation philosophers ‘for whom Socrates was a hero’ –
wrote Schaps – ‘money and wealth, and the equation of wealth with money, were
problematic’1. This apparently vague utterance makes a crucial point, as we will see,
about the problem of wealth in Socratic literature. It can thus be taken as a starting point
for my analysis, which aims to explore this issue by focusing on Socrates’ views on
wealth and poverty in Aeschines’ dialogues – namely, in the Callias and the Telauges.
Given the fragmentary status of both works, I will examine the scanty surviving
testimonies in relation to some parallel passages by other Socratics, so as to enrich the
understanding of Aeschines’ lost dialogues and to reconstruct, at least in part, the wider
debate about the problem of wealth raised within the logoi Sokratikoi.
The paper first addresses the theme of wealth from a ‘biographical’ perspective,
by dealing with a trait that all sources ascribe to Aeschines, and which proves to be
connected to his relationship with Socrates: his life of poverty. The close analysis of a
set of texts dealing with a certain ‘Aeschines son of Sellus’ – who, though poor,
presented himself as a rich man – will pave the way for the examination of some
fundamental accounts of Socrates’ attitude towards wealth, which represents a sort of
topos in the Socratic dialogues.
This will allow me to shift, in the second part of the paper, from the biographical
level to a philosophical discussion regarding the problem of wealth. Socrates’ ‘boasting’
about his poverty – and his peculiar view of the relationship between πενία and πλοῦτος
– is based on a specific, non-material conception of wealth that is expounded in some of
Aeschines’ dialogues, particularly the Callias and the Telauges.
The arguments presented by Aeschines’ Socrates bear a close resemblance to
those found in other Socratic dialogues, particularly Xenophon’s account in the
Oeconomicus and the Memorabilia. In the concluding section I will briefly examine
these different accounts for the purpose of reconstructing the wider debate on the
problem of wealth in which Aeschines’ dialogues are to be placed.
1
See David M. Schaps, ‘Socrates and the Socratics: When Wealth Became a Problem’, The Classical
World 96/2 (2003), 142.
404
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
405
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
testimonies is highly controversial. A first complication is due to the fact that the
Aeschines presented here is called the ‘son of Sellus’ and that this appellation is not
attested elsewhere. As we learn from Vesp. 1243–7, this Αἰσχίνης ὁ Σέλλου5 was a
‘well-trained and clever musician’ (ἀνὴρ σοφὸς καὶ µουσικός), and a character
explicitly associated with wealth (χρήµατα καὶ βίαν / Κλειταγόρᾳ τε κἀµοὶ / µετὰ
Θετταλῶν). Along with the Wasps, (probably) the same Aeschines is mentioned in the
Birds, where he is presented again as a man of great means: ‘I suppose
Cloudcuckooland must be the place where the wealth (τὰ πολλὰ χρήµατα) Theogenes
boasts about is hidden, and Aischines’ money too’ (Aristoph. Av. 821 ss.; transl. by S.
Halliwell).
Now, as I already had the chance to show6, it is possible to argue that ὁ Σέλλου
is not a patronymic in Aristophanes, and thus that these verses would not be attesting to
a (third)7 different tradition about the name of Aeschines’ father. First, it is noteworthy
that, in the Wasps (1267), Aristophanes applies the appellation ὁ Σέλλου also to
Amynias (ἀλλ᾽ Ἀµυνίας ὁ Σέλλου µᾶλλον οὑκ τῶν Κρωβύλων, κτλ.), who is often
ridiculed for his poverty and boastfulness. Yet, we know from the same comedy that
this Amynias was the son of Pronapus (74: Ἀµυνίας µὲν ὁ Προνάπους), and thus the
genitive Σέλλου certainly does not indicate the name of his father. Therefore, one might
argue that also in the case of Aeschines the appellation ὁ Σέλλου is not used as a
patronymic, but as a nickname or a pseudo-patronymic, with further examples being
found in Aristophanes8, and a parallel in Hipponattes9.
It is also worth focusing briefly on the origin of the appellation, and hence on
the sense of the comic invective. We know from the Iliad that the Σελλοί were Zeus’
priests in Dodona and that they lived in extreme poverty:
5
Aeschines is given the same patronymic in Vesp. 323–6, while in 459 he is presented as ὁ Σελλαρτίου.
The latter is to be understood, according to Meister, in the sense of Σελλοῖς ἄρτιος (‘zu Sellen passend,
Sellengenosse’): see Richard Meister, ‘Αἰσχίνης ὁ Σελλοῦ’, Jahrbücher für classische Philologie 141
(1890), 675. For a different interpretation see Douglas M. MacDowell, Aristophanes. Wasps (Oxford:
Clarendon Press, 1971), 195–6. Other comic distortions of proper names can be found, in the same
comedy, in verses 342, 466, 592, and 836.
6
See Pentassuglio, Eschine di Sfetto. Tutte le testimonianze, 27–9.
7
The majority of sources present Aeschines as the son of Lysanias: see Suid. s.v. Σωκράτης (fr. 7 P.);
Plat. Apol. 33e (fr. 9 P. = VI A 5 SSR); Ael. Aristid. De rhet. 1.66 (fr. 23 P. = VI A 10 SSR); Philostrat.
Vit. Apoll. 1.35, 1 (fr. 26 P. = VI A 14 SSR); Phrinicus ap. Phot. Biblioth. cod. 61 (fr. 50 P. = VI A 33
SSR). Both the Suida (s.v. Αἰσχίνης = fr. 39 P. = VI A 25 SSR) and Diogenes Laertius (2.60 = fr. 5 P. = VI
A 3 SSR) attest to a second tradition according to which Aeschines is the son of Charinus.
8
Cf. Aristoph. Vesp. 1267 (τῶν Κρωβύλου) and Ach. 1131 (Λάµαχον τὸν Γοργάσου).
9
Fr. 32.34 West (42a–b. 43 Degani): Έρµῆ, φίλ’ Έρµῆ, Μαιαδεῦ, Κυλλήνιε.
406
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Zeus, lord, Dodonaean, Pelasgian, who dwell afar, ruling over wintry
Dodona – and about you live the Selli, your interpreters, men with
unwashed feet who sleep on the ground (transl. by A. T. Murray and
W. F. Wyat ).
We may conclude that when Aeschines is given the appellation ὁ Σέλλου, this is
probably to be understood in the sense that he has the same nature and way of life as a
‘Sellus’10. Nonetheless, while accepting this interpretation, the problem of the
identification of the character remains open, and it must be acknowledged that only
Meister argued in favour of the identification of this Aeschines son of Sellus with the
Socratic philosopher11. The only other association between the two figures can be found
in the Socratis and Socraticorum Reliquiae, but it is quite indirect: the section of
Giannantoni’s collection devoted to Aeschines Socraticus (VI A) includes the above-
mentioned scholium to Aristophanes’ Birds (823a = VI A 6 SSR), which – according to
an edition12 posterior to that consulted by Giannantoni13 – mentions an Αἰσχίνης
Σελλοῦ, while also reporting the same information about his poverty and boastfulness.
Regardless of this, the main argument against the identification remains the
chronology of Aristophanes’ comedies, and particularly of the Wasps14. This proves,
indeed, incompatible with the little we know about Aeschines’ life: if we hold, on the
basis of the biographical sources at our disposal, that Aeschines’ birth is to be placed
around 435 BCE15, then he was certainly too young to be defined as an ἀνὴρ σοφὸς καὶ
µουσικός in 422 BCE, when Aristophanes’ Wasps was first staged. Unless we re-assess
10
See MacDowell, Aristophanes. Wasps, 178; Giuseppe Mastromarco and Piero Totano, eds, Commedie
di Aristofane, vol. 2 (Torino: Utet, 2006), 204, note 177. In this regard, Meister argued that the genitive ὁ
Σέλλου is used here as an equivalent of the adjective Σέλλιος (‘der Sellische’) and hence that it is to be
interpreted as a ‘quasi patronimisches Genitiv’, just like ‘son of heros’ (‘Heldensohn’) is employed in
place of ‘heroic’ (‘heldenhaft’): see Meister, ‘Αἰσχίνης ὁ Σελλοῦ’, 675.
11
Meister, ‘Αἰσχίνης ὁ Σελλοῦ’, 676.
12
Scholia in Aristophanem, sumptus suppeditante Instituto Batavo scientiae purae (N.W.O.), pars II:
Scholia in Vespas; Pacem; Aves et Lysistratam, fasc. III: Scholia vetera et recentiora in Aristophanis
Aves, edidit D. Holwerda (Groningen: Egbert Forsten, 1991).
13
Scholia graeca in Aristophanem cum prolegomenis grammaticorum, varietate lectionum optimorum
codicum integra, ceterorum selecta annotatione criticorum item selecta, cui sua quadam inseruit Fr.
Dübner (Parisiis: A. Firmin Didot, 1877). The edition is flawed and presents a much shorter version of the
scholium.
14
In this regard, I am indebted to Michele Corradi for his valuable observations during the discussions at
the conference, and for his extremely helpful comments on the earlier version of the paper. They made me
tackle the chronological problem more seriously and re-think the issue of the identification of Aeschines
‘son of Sellus’ with the Socratic philosopher. Also the following interpretation of the scholium and of the
testimonies provided by the Byzantine lexica depends on this re-assessment of the question.
15
See Pentassuglio, Eschine di Sfetto. Tutte le testimonianze, 24–5.
407
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
823a. α: All the wealth of Aeschines: he was poor too, even though he
showed reluctance when it came to wealth and claimed he was rich.
And Aeschines was the ‘son of Sellus’. By extension, people like him
were called ‘Selloi’ and the act of boasting ‘styling oneself a Sellus’.
823a. β: because this Aeschines was poor too, even though he rejected
(wealth) and claimed he was rich. And Aeschines was the ‘son of
Sellus’, who was a boaster. By extension, the act of boasting was also
defined as ‘styling oneself a Sellus’ (my translation).
Suid. s.v. σεσέλλισαι (fr. 16 P.): µάτην ἐπῆρσαι. ἀπὸ Αἰσχίνου τοῦ
Σελλοῦ, ὀς ἦν κοµπαστὴς καὶ ἀλαζὼν ἐν τε τῷ διαλέγεσθαι καὶ ἐν τῷ
προσποιεῖσθαι πλουτεῖν. Λυκόφρων δ’ ἀπέδωκε τὸ σελλίζεσθαι ἀντὶ
τοῦ ψελλίζεσθαι. ὁ γὰρ Αἰσχίνης πένης ὢν ἐθρύπτετο ἐπὶ πλούτῳ,
λέγων ἑαυτὸν πλούσιον. ἦν δὲ Αἰσχίνης Σελλοῦ. ἐκ µεταφορᾶς δὲ
ἔλεγον τοὺς τοιούτους Σελλούς καὶ τὸ ἀλαζονεύεσθαι σελλίζειν17.
‘To style oneself a Sellus’: to exalt oneself vainly. This comes from
Aeschines ‘son of Sellus’, who was a charlatan and a boaster in
discussions and in pretending to be rich. Lycophron used the
expression ‘styling oneself a Sellus’ instead of ‘speaking vaguely’.
Indeed, Aeschines, though poor, claimed that he was rich. And
Aeschines was the ‘son of Sellus’. By extension, people like him were
called ‘Selloi’ and the act of boasting ‘styling oneself a Sellus’ (my
translation)18.
16
As far as the Aeschines mentioned in the Birds is concerned, we do not run into the same chronological
difficulties. Nonetheless, the character is generally identified with the Aeschines ‘son of Sellus’ of the
Wasps: see Mastromarco and Totano, Commedie di Aristofane, 204; Zachary P. Biles, and S. Douglas
Olson, eds, Aristophanes. Wasps (Oxford: Oxford University Press, 2015), 193: ‘cf. Av. 823, where what
must be the same Aeschines is ridiculed for being poorer than he claims’.
17
Cfr. Phot. s.v. σεσέλλισαι: µάτην ἐπῆρσαι. ἀπ’Αἰσχίνου τοῦ Σελλοῦ, ὃς ἦν κοµπαστὴς καὶ ἀλαζὼν ἐν τε
τῷ διαλέγεσθαι καὶ ἐν τῷ προσποιεῖσθαι πλοῦτειν. Λυκόφρων δ’ ἀπέδωκε τὸ σελλίζεσθαι ἀντὶ τοῦ
ψελλίζεσθαι.
18
Cf. Hesych. Alex. s.v. σεσέλλισαι: ‘Styling oneself a Sellus’: there is a certain Aeschines, called ‘son of
Sellus’, a boaster in discussions and in pretending to be rich; extremely poor, so that anyone else like him
408
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
In all likelihood, scholiasts knew nothing about this character, and thus the
alleged information about Aeschines ‘son of Sellus’ may be of autoschediastic origin.
Nonetheless, we cannot exclude that what lies at the root of the story invented by the
scholiasts is a conflation between the Aristophanic character and Aeschines of Sphettus,
who – as we will see – in his dialogues had extensively dealt with the issues of wealth
and poverty, in terms that are not far from the scholium.
Interestingly, on the basis of the name ‘Sellus’ Phrynicus coined the verb
σεσέλλισαι, again in relation to Aeschines, who boasted about his wealth despite being
extremely poor (fr. 10.1: ἄγαµαι, Διονῦ, σοῦ στόµατος, ὡς σεσέλλισαι). This is exactly
the idea that we find in the explanation of the verb by the Byzantine lexicographer. If
we combine the testimony of the scholium with the information provided by the entry
σεσέλλισαι of the Suidas, Photius and Hesychius of Alexandria, it is possible to obtain a
coherent portrait of the character these sources refer to: Aeschines the ‘son of Sellus’
was someone extremely poor (Hesych. Alex. s.v. σεσέλλισαι: πενόµενος δὲ καθ’
ὑπερβολήν) who in discussions boasted (ibid.: ἀλαζὼν καὶ ἐν τῷ διαλέγεσθαι) and
claimed that he was rich (Schol. in Aristoph. Av. 823: λέγων ἑαυτὸν πλούσιον).
Although we cannot rely on explicit textual evidence (the scholia never mention
the name of Aeschines of Sphettus), it may be supposed that the erudite tradition has
erroneously identified the Aristophanic Aeschines with the Socratic philosopher, and
that the scholiasts used some Socratic material (particularly from Aeschines) in order to
explain Aristophanes’ verses. This was probably due to a certain resemblance with the
conception of wealth expounded in Aeschines’ works. Indeed, besides the information
about Aeschines’ poverty, these testimonies introduce a crucial element: the ‘son of
Sellus’, though poor, presented himself as a rich man (as we read in the scholium to the
Birds) or even ‘pretended to be rich’ (as the Suidas and Hesychius report). More
significantly, according to the same scholium, he showed a certain reluctance towards
wealth (θρυπτόµενος καὶ αὐτὸς ἐπὶ πλούτῳ).
Now, this peculiar view of the relationship between wealth and poverty seems to
underlie a non-material conception of πλοῦτος that leads us to Aeschines’s dialogues,
and that represents the core of the following investigation. The apparent paradox of
presenting oneself as a rich man although living in poverty may be properly understood
is said to <style himself a Sellus> (Αἰσχίνης τις ὑπῆρχε Σελλοῦ καλούµενος, ἀλαζὼν καὶ ἐν τῷ
διαλέγεσθαι καὶ ἐν τῷ προσποιεῖσθαι πλοῦτειν, πενόµενος δὲ καθ’ ὑπερβολήν, ὡς τοὺς παραπλησίους
τούτῳ καλεῖσθαι <σεσέλλισαι>).
409
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
in the light of a peculiar conception of wealth that is not only expounded by Socrates in
the Callias and the Telauges (see section II), but also recalls the figure of Socrates –
particularly as described in Xenophon’s Socratic writings.
It is important, in this regard, to mention some anecdotal evidence showing that
Aeschines’ poverty became a specific topic of conversation between Socrates and his
‘pupil’. According to an anecdote reported for the first time by Seneca, while other
pupils used to offer Socrates gifts, Aeschines – pauper auditor – claimed that he could
not find anything to give him, and that in this respect only he felt poor. Therefore, he
decided to present Socrates with the only ‘thing’ he had: himself (itaque dono tibi, quod
unum habeo, me ipsum). With this offer – Seneca finally observes – ‘Aeschines outdid
Alcibiades […] and the generous gifts of all the wealthy young men’ (De benef. 1.8, 1-2
= fr. 12 P. = VI A 6 SSR; transl. by M. Griffin and B. Inwood)19.
Now, Socrates’ attitude towards wealth is a recurring theme in Socratic writings.
As is well known, Plato’s Socrates invokes his poverty in front of the judges as
evidence that he has devoted his life to practising διαλέγεσθαι, without charging any
money for wisdom (Apol. 23b–c; 31c; 38b; cf. Resp. 1.338b). Equally renowned is
Aristophanes’ account in the Clouds, where Socrates and his companions are defined by
Phidippides as ‘the quacks, the pale-faced wretches, the bare-footed fellows’ (vv. 102–
3: τοὺς ἀλαζόνας τοὺς ὠχριῶντας τοὺς ἀνυποδήτους)20. Moreover, in Xenophon’s
Oeconomicus Socrates himself tells Ischomachus: πένης καλοῦµαι (11.3), and – even
more explicitly – in Memorabilia 1.2, 58–9 the philosopher places himself among the
πένητες. What seems particularly relevant here, beyond Socrates’ economic status21, is
how he conceives the problem of wealth, and thus the reason why (according to some
sources) he knowingly chose poverty.
The most telling testimony in this sense is that provided by Xenophon’s Socratic
writings, which may be read in parallel with the sources on Aeschines as the ‘son of
Sellus’ just examined. Indeed, the same paradox of presenting oneself as a rich man
while having no resources applies to Socrates both in book 2 of the Oeconomicus and in
several passages of the Memorabilia. In the Oeconomicus, Socrates is asked to provide
19
The same anecdote can be found in Diogenes Laertius (2.34), who reports a shorter version of the story:
‘Aeschines said to him, ‘I am a poor man and have nothing else to give, but I offer you myself’ (πένης
εἰµὶ καὶ ἄλλο µὲν οὐδὲν ἔχω, δίδωµι δέ σοι ἐµαυτόν), and Socrates answered, ‘Nay, do you not see that
you are offering me the greatest gift of all?’’ (fr. 13 P. = VI A 6 SSR; transl. by R. D. Hicks).
20
Even more strikingly, in the Birds Aristophanes coins a new verb from the name of Socrates
(ἐσωκράτουν) to label those who had long hair and ‘went dirty like Socrates’ (1280–3).
21
On this topic see Schaps, ‘Socrates and the Socratics: When Wealth Became a Problem’, 141.
410
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
advice on how to increase one’s belongings, and replies to Critobulus: ‘I certainly think
I have no need of more money and am rich enough (οὐδέν µοι δοκῶ προσδεῖσθαι
χρηµάτων, ἀλλ᾽ ἱκανῶς πλουτεῖν). But you seem to me to be quite poor, Critobulus, and
at times, I assure you, I feel quite sorry for you’ (2.2; transl. by O. J. Todd). The
paradoxical character of Socrates’ statement clearly emerges in what follows: when
Critobulus asks how much his property would fetch at a sale, he answers it ‘might
readily sell for five minae’ (2.3). Therefore, the wealth Socrates boasts about is not of a
material kind: as he further clarifies, ‘my property is sufficient to satisfy my wants, but I
don’t think you would have enough to keep up the style you are living in and to support
your reputation, even if your fortune were three times what it is’ (2.4).
A peculiar view of wealth begins here to emerge. In particular, it follows from
the idea of the ‘inner’ nature of true wealth: a) the actual poverty of the so-said ‘rich’,
who are constantly unsatisfied and, conversely, b) the actual wealth of those who never
lack what is necessary to meet their needs, despite having little or no resources.
Therefore, men are truly ‘rich’ when they don’t feel the need for what they don’t
possess and are capable of limiting their needs and hence of satisfying them with
minimal material resources. This is the same conception underpinning some assertions
Socrates makes in the Memorabilia (1.2, 1; 1.3, 5–8; 1.6, 2–10)22, and also the same
theory expounded – according to the scanty testimonies at our disposal – in Aeschines’
Callias and Telauges.
II. Aeschines
II.1. The Callias
Closer attention should now be paid to the Callias, and in particular to the
discussion about πλοῦτος that is supposed to represent the core of the dialogue. The
starting point to reconstruct the content of the work is the testimony provided by the
pseudo-Socratic epistle VI (fr. 114 P. = VI A 74 SSR) and by Plutarch’s Life of Aristides
(25.4–9 = fr. 115 P. = VI A 75 SSR). The epistle gives a detailed account of a Socratic
discussion about the problem of wealth, which already Hirzel had traced back to
Aeschines’ Callias23. In particular, the reference to a dispute between a father and a son
who squanders all his money (in paragraphs 7–8) may be connected to the διαφορά
22
Cf. Mem. 1.2, 5; 14; 1.5, 6 and Cyr. 1.5, 12; 1.6, 17.
23
See Rudolf Hirzel, Der Dialog. Ein literarhistorischer Versuch (Leipzig: S. Hirzel, 1895), 135.
411
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
24
There is no agreement among scholars about how the term should be interpreted: see Friedrich G.
Welcker, ‘Unächtheit der Rede des Lisias gegen den Sokratiker Aischines’, Rheinisches Museum 2
(1834), 422; Hermann, De Aeschinis Socratici reliquiis, 14; Hirzel, Der Dialog. Ein literarhistorischer
Versuch, 135, note 2; Heinrich Krauss, Aeschinis Socratici Reliquiae (Leipzig: B. G. Teubner, 1911), 91,
note 163.
25
Even though the author does not expressly cite Aeschines, already Welcker and Hermann argued that
Plutarch’s account preserved a portion of the Callias; see Welcker, ‘Unächtheit der Rede des Lisias gegen
den Sokratiker Aischines’, 427 and note 29, and Hermann, De Aeschinis Socratici reliquiis, 12.
412
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
To respond to this charge, Callias claims he often proffered aid to Aristides, who
always refused to accept it by replying that ‘it more became him to be proud of his
poverty than Callias of his wealth’ (25.5; transl. by B. Perrin). In Aristides’ following
words we find an explicit reference to the issue of ὀρθὴ χρῆσις: while it is easy to find
those ‘who use wealth well or ill’ (εὖ τε καὶ κακῶς χρωµένους) – states Arsitides – it is
rare ‘to find a man who endured poverty with a noble spirit’ (ibid.).
By combining Plutarch’s account with the epistle, it may be argued that the
discussion about the value of wealth was inserted in a wider debate on the issue of ὀρθὴ
χρῆσις, just as in Xenophon’s Oeconomicus (1.7 ff.; 13 ff.). It can therefore be supposed
that a more general question lies in the background of the dialogue, such as: under what
circumstances is something to be considered ‘good’, and hence to bring benefits? More
particularly, we may imagine a discussion on the ὀρθὴ χρῆσις of wealth and on the issue
of whether wealth could make one happy.
It should be noted, however, that this topic is dealt with from different
perspectives in the two sources: while the pseudo-Socratic epistle stresses the risks and
the pernicious consequences of a misuse of wealth (making the way of life of a πένης
like Socrates preferable), Plutarch’s passage suggests the idea that, while anyone can
make good or bad use of wealth, only a few people succeed in bearing poverty ‘in a
noble way’ (γενναίως), especially among those who cannot be ‘otherwise than poor’
and are ashamed of the fact (πενίαν αἰσχύνεσθαι). That is not, however, the case of
Socrates, nor that of Aristides who, like a ‘second’ Socrates, has chosen to live in
poverty and proudly proclaims his way of life.
Ultimately, it may be argued that Aeschines meant to represent various types of
poverty, through a comparison between as many figures of ‘poor’ people which, as we
will see, finds clearer expression in the Telauges. At any rate, we only know the
conclusion of such a (possible) discussion on the issue of ὀρθὴ χρῆσις: neither poverty
nor wealth in themselves make one happy, as it all depends on the use one makes of
both.
413
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Cratyl. 21 p. 8, 26–8 = fr. 125 P. = VI A 83 SSR) refers that Hermogenes was mocked
by Aeschines ‘for being dominated by money’ (ὡς χρηµάτων ἥττων); moreover, he did
not take care of his companion Telauges and let him be ‘unkempt’ (ἀθεράπευτον)26.
Secondly, we know from Athenaeus (5.220a = fr. 126 P. = VI A 84 SSR) that in the
same dialogue Aeschines ridiculed Critobulus because of his ignorance and coarseness,
and that he also attacked ‘Telauges himself for paying a fuller half an obol per day to
rent the robe he wore, and for wrapping himself in a sheepskin, fastening his shoes with
rotten rope’ (transl. by S. D. Olson).
It is not possible within the limits of this paper to examine in depth all the
characters who are mentioned here along with Telauges, and who engage in
conversation with Socrates also in Plato’s and Xenophon’s works27. What we may argue
is that the issue of Hermogenes’ poverty triggered a wider discussion about the way of
life and unkemptness of the so-called ‘Pythagorists’28. The sources clearly seem to
indicate that Aeschines portrayed Telauges as a ‘unkempt’ man (ἀθεράπευτος) who –
according to Athenaeus – fastened his sandals with worn laces and regularly wore a
κῴδιον, or fleece29. With regard to this item of clothing, it is worth mentioning an
anecdote reported by Marcus Aurelius, where Socrates himself is presented as a
κωδιοφόρος (11.28) who wears a coarse fleece as a garment (that is to say, as a
ἱµάτιον), just like the κωδιοφόρος Telauges depicted by Aeschines. The sense of this
mockery may lie in the fact that the reason behind this mode of dress differs in the two
cases: Socrates, according to Marcus Aurelius’ account, made use of a κῴδιον because
of his poverty and because he did not care about ‘exterior’ things such as clothing;
Telauges, on the contrary, used it to show off his ideal of self-sufficiency. Now,
26
According to Dittmar this scene is to be placed at the beginning of the dialogue, when Hermogenes
introduces his friend Telauges to Socrates. His function, therefore, would be simply to introduce the main
character of the dialogue, and then participate in the following conversation with a minor role: see
Heinrich Dittmar, Aischines von Sphettos. Studien zur Literaturgeschichte der Sokratiker (Berlin:
Weidmann, 1912), 227. Mársico believes instead that the scanty testimonies do not allow us to determine
what kind of role Hermogenes played in the Telauges: see Claudia Mársico, Los filósofos socráticos,
Testimonios y fragmentos, vol. 2: Antístenes, Fedón, Esquines y Simón (Buenos Aires: Editorial Losada,
2014), 421, note 105.
27
For a wider analysis of the characters, I will refer to Pentassuglio, Eschine di Sfetto. Tutte le
testimonianze, 207–11.
28
This hypothesis had already been put forward by Dittmar, Aischines von Sphettos. Studien zur
Literaturgeschichte der Sokratiker, 229.
29
Socrates’ mocking is to be understood in the light of the specific use of the κῴδιον provided for by
Athenian customs, which limited the use of fleeces to the domestic sphere: see Pollux Onomast. 7.16;
Hesych. Alex., Etym. Magn. and Suid. s.v. κῴδιον,; Aristoph. Ran. 1478; Plut. 166; Eq. 400; Schol. in
Aristoph. Eq. 400; Plutarch. Vit. dec. orat. 842c (cf. Vit. Ages. 12); Plat. Prot. 315d; Diog. Laert. 2.139;
Iambl. Vit. Phyt. 216.
414
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
30
For a parallel, see the words Socrates addresses to Critobulus in Xenophon’s Oeconomicus (6.16):
ἐνίους ἐδόκουν καταµανθάνειν τῶν καλῶν τὰς µορφὰς πάνυ µοχθηροὺς ὄντας τὰς ψυχάς.
415
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
277e; 280e–282b); in other words, the other side of the ‘correct use’ of wealth turns out
to be the ‘correct use’ of poverty. Particularly telling in this respect is an anecdote about
Socrates reported by Diogenes Laertius (2.36): ‘When Antisthenes turned his cloak so
that the tear in it came into view, ‘I see’, said he, ‘your vanity through your cloak’ (διὰ
τοῦ τρίβωνος τὴν κενοδοξίαν)’ (transl. by R. D. Hicks).
It may be concluded that Aeschines focused the Telauges on the issue of poverty
in all its various facets; by featuring a wide-ranging discussion about πενία, the dialogue
presents a thematic overlap with the Callias. More particularly, we might imagine that
in the dialogue Aeschines presented a sort of ‘ladder’ leading to the Socratic ideal –
embodied only by Socrates himself – via a series of ‘steps’ represented by the positions
of the other characters, from the farthest (Critobulus) to the closest (Hermogenes).
III. Parallels
The debate on the problem of wealth, which in some respects also involves
Democritus (B 77 D.–K.), represents a topos in Socratic literature, especially in
Xenophon’s works on Socrates. The Oeconomicus, in particular, allows us to draw a
close comparison as regards for the general conception of wealth expounded by
Socrates and the issue of ὀρθὴ χρῆσις31.
At the beginning of the work, Socrates leads Critobulus to admit that not
everything a person owns can be defined as κτήµατα, and Socrates’ interlocutor finally
concedes that only ‘things that are beneficial to a person’ can be called ‘property’ (1.7).
In this reply, Critobulus changes the term used by Socrates (κτήµατα) to χρήµατα,
‘possession’ or ‘money’, a slight fudge which is unlikely to be accidental: for it allows
Socrates to play on the etymology of the term χρήµατα (from χράοµαι) so as to argue
that nothing, not even money (ἀργύριον: 1.12–13), is χρήµατα for a person who does
not know how to use it; conversely, even enemies may be of benefit to those who know
how to take advantage of them (1.14).
This position can be read in parallel with Socrates’ argument in the Memorabilia
(1.2, 1; 1.3, 5; 1.6, 1–10): Socrates’ reluctance to value πλοῦτος is based on the
principle that wealth is not actually a matter of money at all, but a matter of knowledge
and especially of self-control. In this respect, I shall make a quick reference to a famous
passage of the work (1.6, 1–10) where Socrates identifies εὐδαιµονία with µηδενὸς
31
For an in-depth investigation of Socrates’ position on wealth in the Oeconomicus, see Schaps, ‘Socrates
and the Socratics: When Wealth Became a Problem’, 142 ff., which I closely follow here.
416
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
δεῖσθαι. After saying that ‘he was so frugal that it is hardly possible to imagine a man
doing so little work as not to earn enough to satisfy the needs of Socrates’ (1.3, 5), in
book 1 Xenophon has the philosopher put forward a line of argument similar to that of
the Oeconomicus. In a conversation with Antiphon, who considered him a ‘teacher of
unhappiness’ (κακοδαιµονίας διδάσκαλος) living ‘worse than a slave’, Socrates
highlights the benefits of his moneyless way of life (1.6, 1–8).
It should then be pointed out that further parallels can be drawn with
Antisthenes’ argument in Xenophon’s Symposium, with special regard to the
provocative praise of wealth pronounced in chapter 4 (34–44). Here I can only touch
upon Antisthenes’ λόγος, which immediately follows Charmides’ speech and carries the
view conveyed there to the extreme: while the previous speech was aimed at describing
the freedom recovered after the loss of riches (4.29–32), Antisthenes goes so far as to
state not only that a person who owns nothing is not to be considered poor (as
Charmides argued), but also that such a person shall esteem him- or herself as the
richest. It is worth mentioning Huss’ opinion that the fundamental opposition between
Antisthenes’ and Charmides’ speeches (‘being proud of one’s own wealth’ vs. ‘being
proud of one’s own poverty’) may have been drawn from Aeschines’ Callias32.
The end point of the speech is, once more, τὸ µηδενὸς προσδεῖσθαι, that ‘having
no needs’ that Niceratus wishes to borrow from Antisthenes (4.41)33. Moreover, the
arguments Antisthenes puts forward to assert the ‘inner’ nature of true wealth bear a
close resemblance to the position upheld by Socrates in book 2 of the Oeconomicus.
Indeed, here Critobulus seems to be in the same condition as Charmides before his fall
into poverty (Symp. 4.30), and Socrates opposes his view by endorsing the kind of
wealth that Antisthenes is proud of: he shows that someone is to be judged rich not on
the basis of his possessions but on the basis of his ability to make correct use of them.
The two speeches on wealth, therefore, show some close similarities, also from a
linguistic point of view34; to some extent, they overlap: in both cases ‘inner’ wealth is
32
See Bernhard Huss, Xenophons Symposion. Ein Kommentar (Stuttgart-Leipzig: B. G. Teubner, 1999),
22.
33
From a similar perspective, Antisthenes feels compassion (οἰκτίρω: 4.37) for those rich citizens who
consider themselves so poor that they strive to have more, just like Socrates feels compassion (οἰκτίρεις:
2.4; οἰκτίρω: 2.7) for Critobulus, who seems to embody precisely that kind of Athenian citizen
Antisthenes takes pity on.
34
Furthermore, Brancacci places Antisthenes’ χρῆσις τῶν ὀνοµάτων, which concerns the ‘correct use’ of
things, names and judgements, within the wider debate on ὀρθὴ χρῆσις: see Aldo Brancacci, Oikeios
logos. La filosofia del linguaggio in Antistene (Bibliopolis: Napoli, 1990), 75. I will leave aside here any
comparison with the pseudo-Platonic Eryxias, on which see at least Georg Gartmann, Der
417
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
associated with moral freedom and social freedom, the former being the precondition
and the latter the goal.
Sure enough, Xenophon was not the only author to address these issues. In
Plato’s Euthydemus Socrates argues that no good can be truly such without knowledge
(278e–282d), and that wealth, strength, honor, etc. are even pernicious to the ignorant
(218c–d). A further, well-known parallel can be found in Socrates’ argument in the
Lysis (207d–210d, particularly 208e). Nonetheless, it should be noted that only in
Xenophon is the notion of ὀρθὴ χρῆσις explicitly (and exclusively) bound to the
problem of wealth.
What emerges is a complex network of references connecting several logoi
Sokratikoi with regard to the topic of πλοῦτος, which turns out to be connected to the
fundamental issues of self-sufficiency and freedom from want35. The parallels between
Aeschines’ Callias and Xenophon’s Socratic writings, in particular, are so many and of
such kind that we may suppose, following Dittmar, that the Callias was a crucial source
for the composition of Xenophon’s Symposium, and that to some extent it also inspired
the first two chapters of the Oeconomicus and Memorabilia 1.6 (which Dittmar
considered to be the source of the pseudo-Socratic epistle VI, together with the
Callias)36.
pseudoplatonische Dialog Eryxias (Diss. Bonn, 1949), and Renato Laurenti, ed., Pseudo Platone. Erissia
(Bari: Laterza, 1969), particularly 62–3.
35
See Rainer Nickel, ‘Das Verhältnis von Bedüfnis und Brauchbarkeit in seiner Bedeutung für das
kynostoische Ideal der Bedürfnislosigkeit’, Hermes 100 (1972), 42–6.
36
Dittmar, Aischines von Sphettos. Studien zur Literaturgeschichte der Sokratiker, 209.
37
See Schaps, ‘Socrates and the Socratics: When Wealth Became a Problem’, particularly 131; 133; 140–
4.
38
See Moses I. Finley, L’economia degli antichi e dei moderni (Roma-Bari: Laterza, 2008), 35–6. This
was true, according to Schaps, both for the archaic age in general and for the dramatists: see Schaps,
‘Socrates and the Socratics: When Wealth Became a Problem’, 134–9 and 139–40. What prevailed was
the idea that material wealth was both necessary and good.
418
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
the end of the fifth century it was being replaced by a more skeptical view of wealth.
The problem ‘is it good to be rich?’ was posed in a new way, and the first generation of
Socratics had to integrate this idea of wealth into their views and philosophical theories.
This is why – to go back to the opening question of our analysis – for all of them, for
the first time, money and wealth, and even the very equation of wealth with money,
became problematic.
Bibliography
419
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Hirzel, Rudolf, Der Dialog. Ein literarhistorischer Versuch (Leipzig: S. Hirzel, 1895).
Holwerda, Douwe, ed., Scholia in Aristophanem, sumptus suppeditante Instituto Batavo
scientiae purae (N.W.O.), pars II: Scholia in Vespas; Pacem; Aves et Lysistratam, fasc.
III: Scholia vetera et recentiora in Aristophanis Aves (Groningen: Egbert Forsten,
1991).
Huss, Bernhard, Xenophons Symposion. Ein Kommentar (Stuttgart-Leipzig: B. G.
Teubner, 1999).
Krauss, Heinrich, Aeschinis Socratici Reliquiae (Leipzig: B. G. Teubner, 1911).
Laurenti, Renato, ed., Pseudo Platone. Erissia (Bari: Laterza, 1969).
MacDowell, Douglas Maurice, Aristophanes. Wasps (Oxford: Clarendon Press, 1971).
Mársico, Claudia, Los filósofos socráticos, Testimonios y fragmentos, vol. 2: Antístenes,
Fedón, Esquines y Simón (Buenos Aires: Editorial Losada, 2014).
Mastromarco, Giuseppe, and Piero Totano, eds, Commedie di Aristofane, vol. 2 (Torino:
Utet, 2006).
Meister, Richard, ‘Αἰσχίνης ὁ Σελλοῦ’, Jahrbücher für classische Philologie 141
(1890), 673–78.
Murray, Augustus T., and William F. Wyat, trans., Homer. The Iliad, vol. 2
(Cambridge, MA.: Harvard University Press, 1999).
Nickel, Rainer, ‘Das Verhältnis von Bedüfnis und Brauchbarkeit in seiner Bedeutung
für das kynostoische Ideal der Bedürfnislosigkeit’, Hermes 100 (1972), 42–7.
Olson, Douglas S., trans., Athenaeus. The Learned Banqueters, vol. 2 (Cambridge, MA.:
Harvard University Press, 2006).
Pentassuglio, Francesca, ‘Eschine di Sfetto: alcune nuove testimonianze’, Méthexis 29
(2017), 59–88.
––––, Eschine di Sfetto. Tutte le testimonianze (Turnhout: Brepols, 2017).
Perrin, Bernadotte, trans., Plutarch. Plutarch’s Lives (Cambridge-London: Harvard
University Press-Heinemann, 1916).
Plàcido, Domingo, ‘Esquines de Esfeto: las contradicciones del socratismo’, in Livio
Rossetti and Alessandro Stavru, ed., Socratica 2005: studi sulla letteratura socratica
antica presentati alle Giornate di studio di Senigallia (Bari: Levante, 2008), 119–33.
Schaps, David M., ‘Socrates and the Socratics: When Wealth Became a Problem’, The
Classical World 96/2 (2003), 131–57.
Todd, O. J., trans., Xenophon. Xenophon in Seven Volumes, vol. 4 (Cambridge-London:
Harvard University Press-Heinemann, 1979).
420
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Welcker, Friedrich G., ‘Unächtheit der Rede des Lisias gegen den Sokratiker
Aischines’, Rheinisches Museum 2 (1834), 391–410 (= Kleine Schriften, 1: Zur
griechischen Litteraturgeschichte, erster Teil, Bonn 1844).
421
CICERO'S CRITICISM OF STOIC RHETORIC
Diogo da Luz
PhD Student - PUCRS
ABSTRACT: My goal with this article is to present the elements involved in Cicero's criticism
of Stoic rhetoric. First, I will present the rhetoric of the Stoics based on the testimonies we have
left on these philosophers. Soon after, I will expose Cicero's criticisms of the Stoics. Next, I will
argue that Cicero's criticisms arise because his proposal with rhetoric is different from the
Stoics' proposal. Due to this difference, it is necessary to understand that the Stoics, on the other
hand, also had motives to defend their vision of rhetoric in face of Ciceronian criticism.
RESUMO: Meu objetivo neste artigo é apresentar os elementos envolvidos na crítica de Cícero
à retórica estoica. Inicialmente apresentarei a retórica dos estoicos baseado nos testemunhos que
nos restaram sobre esses filósofos. Logo depois, exporei as críticas assinaladas por Cícero aos
estoicos. Em seguida, argumentarei que as críticas de Cícero surgem em consequência de que
sua proposta com a retórica é diferente da proposta estoica. Em função dessa diferença, é
preciso compreender que os estoicos, em contrapartida, também tinham motivos para defender
sua visão de retórica perante as críticas ciceronianas.
Initial considerations
The philosopher, orator, and lawyer Marco Tullius Cicero is one of the main
references to understand the philosophy of the Hellenistic period. Much of what is
known today of the Skeptical, Epicurean, and Stoic schools is due to his books. With
expository and critical texts, the Roman analyzes several details of these schools at the
same time as he presents his opinions, giving his work an intellectual insight worthy of
note. Therefore, Cicero often serves as a reference for those who want to know the
philosophy of the time. Given the scarcity of material left from this period, testimonies
such as those of Cicero often guide the interpretation of what the philosophical
approaches of his time would be.
On the other hand, despite the great relevance of Ciceronian expositions, it is
neither necessary nor advisable to analyze the issues of the schools cited only by
Cicero's testimonies. Although he is cautious and shows great intellectual honesty, he
often elaborates criticisms that have no proper counterpoint. In our view, this seems to
be the case with our subject, namely, the Stoic rhetoric. While Cicero contextualizes the
rhetoric of Stoics with some information and examples, he does not address certain
details that can be found in other works and testimonies. In this case, we aim, with this
article, to explore Cicero's criticism of Stoics in the light of a greater understanding of
what Stoic rhetoric is and what its purpose is.
According to Atherton (1988, p. 424), the roots of Stoic rhetoric can be found in
Plato's works. Inspired by the dialogues, Stoics defend an orator with knowledge, who
is just and who wants only to improve his fellow citizens. In this case, it makes no sense
for Stoics to seek ways of persuasion in rhetorical strategies that appeal to something
other than good judgment on the issue1. Their purpose is for the orator to speak well,
1
It is not my objective, in this text, to deal with rhetorical elements used by later Stoics. It is known, for
example, that Seneca reveals his rhetorical education in his texts. For more on Seneca, see REALE, 1994,
p. lxxiii-lxxv.
424
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
always in view of something correct and just, using rhetoric to adjust speech so as to
speak with precision (QUINTILIAN. Inst. Orat., I 15, 34)2 and to show the truth. Thus,
although there is a Stoic rhetoric, and it is considered a science (epistéme) (DIOGENES
LAERTIUS, VII, 42), its aim is not to achieve the mere convincing of the public, but to
make good use of lógos - this being understood as discourse and reason - in order to
encompass all that is necessary to good argumentation.
Stoics do not use discursive adornments in their rhetoric, preferring a cleaner and
more frank discourse. To them, there are five virtues in every speech: pure Greek
(hellenismós), clarity (saphéneia), conciseness (syntomía), propriety or adaptation to the
theme (prépon) and distinction (kataskeué). Stoics also establish two types of vices,
barbarism (barbarismós) and solecism (soloikismós). Diogenes Laertius describes the
meaning of each of them:
As González observes, pure Greek, clarity and distinction are virtues proper to what
classical rhetoric describes as simple or flat style. According to Cicero, the simple style
does not involve speaking things to please the audience or to manipulate their passions,
but is a sober speech aimed at establishing a good instructive argumentation
(GONZÁLEZ, 2011, p. 172-175). The other two virtues, propriety (or adequacy) and
conciseness are characteristically Stoic. Propriety refers to what is appropriate to speech,
which is the subject or object in question: it is the subject that establishes what must be
said and the way it is to be said (CICERO. De finibus, III, 19), not the auditorium and
its circumstances. In this, the Stoics differ from classical rhetoric, since the latter
characterizes propriety as adequacy to the public, which in Cicero is linked to the idea
of decorum (decorum): “Ciceronian decorum undoubtedly has much to do with the
2
CRISIPO DE SOLOS, fr. 385.
425
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Sophist concern for kairos: the sense of opportunity that makes the orator know what
things to say, how to say them, to whom to say them and at what precise moment
(GONZÁLEZ, 2011, p. 176).
Conciseness, in turn, is probably the most evident virtue of Stoic discourse.
Through conciseness, Stoics reject what others would place as a virtue of speech:
ornament (CICERO. De Oratore, 24, 79). Concise speech is transparent, without
adornment, only adhering to what is necessary. Furthermore, conciseness seems to
agree with Zeno's emphasis on brevity in the argument (ATHERTON, 1988, p. 412). In
this case, it is worth quoting M. Schofield's interpretation on that brevity3:
Therefore, Stoics do not consider good speeches that tend to flourishes and
digressions that make it long and excessive. They seek to express what is important for
the understanding of facts, distancing themselves from strategies that appeal to
pompous or argumentative subterfuge.
According to Diogenes Laertius (VII, 42), Stoic rhetoric is established in three
formats: deliberative (political), forensic, and encomiastic (solemn speech). This
classification is conservative, as Gourinat (2000, p. 45) noted, as is the division of
rhetorical speech into invention/discovery (heúresis), enunciation (phrásis),
organization or arrangement (táxis), and representation (hypókrisis). Still regarding
rhetorical speech, equally traditional is the division into preface (prooímion), exposition
(diégesis), refutation of the opposing parties (pròs toùs antidíkous) and epilogue
(epílogos) (DIOGENES LAERTIUS, VII, 43).
According to Cicero, Stoics not only consider rhetoric a science, but also a virtue
(De Oratore, III, XVIII, 65). This last aspect is important because they hold that the
virtues are all united, being impossible to possess some virtues and not others
3
Atherton also quotes this passage in his article (cited above). Indeed this seems to show very well what
the Stoics had in mind.
426
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
(STOBAEUS. Eclogae, II, 63, 6-25)4. Therefore, they consider that the achievement of
good rhetoric is tied to other virtues (QUINTILIAN. Inst. Orat., I, 15, 34)5. In this case,
not only the study of the forms, distinctions and details of speech is enough, but it is
also necessary that the people themselves be virtuous in the other areas of life in order
for their rhetoric to be excellent. To understand this, we can rescue the example of the
Stoic Cato, whose striking rhetoric is allied to his famous righteousness of intentions
and conduct (PLUTARCO. Vidas Paralelas, Catão, o Jovem).
Stoicism is a philosophical current that adheres to the improvement of the
individual as a whole, which considers the most diverse facets of the human being to be
holistically connected (GILL, 2006, p. 33-34). In view of this, they do not see any
purpose in a methodology that deals exclusively with the science of rhetoric and ignores
improvement in other aspects. Moreover, Chrysippus, for example, does not see clarity
and pure Greek as necessarily indispensable to good rhetoric, because they are often of
diminished importance in detriment of the good intentions of the orator (PLUTARCH.
De Stoic. Rep., 1047A-B)6. Besides, the correct appropriation of the subject, namely, its
knowledge, provides conditions for a more natural and direct expression. As Cato
said,”seize the subject, the words will follow" (IULIUS VICTOR. Ars Rhetorica, I, 17).
In De Oratore (II, 157-160), Cicero criticizes the Stoic style, defining it as obscure,
scarce, and without spirit. He does not consider that Stoics can be of any help to those
who want to speak well, because they attribute great importance to dialectics which,
according to Cicero, does not contribute to the discovery of the truth, but only to test it.
By believing in dialectics, Stoics get lost in logical details and even stick themselves in
their own splinters, creating difficulties for themselves.
Because they prefer substance over form, Stoics were considered to be less
persuasive in assemblies. Cicero combats Stoic austerity and brevity even though, on
4
SVF III, 280.
5
CRISIPO DE SOLOS, fr. 385.
6
CRISIPO DE SOLOS, fr. 40.
427
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
the other hand, they are attractive to a Roman cultural elite for representing a natural
and direct type of expression (STROUP, 2007, p. 27).
Cicero, in turn, bets on a more ornate rhetoric, appealing to methodical strategies of
persuasion, emotional manipulation, and care for the ethos of his listeners. An example
of this is the difference between Cicero and Chrysippus when it comes to the final part
of the speech, the epilogue: whereas to Chrysippus - as to Plato - the function of the
epilogue is to "summarize each aspect in the end to remind those who listen to you of
what has been said" (SPENGEL, Ars Rhetorica I, 454)7, to Cicero (De Inventione, I, 98,
52-53), recapitulation is only one of the three parts of the epilogue, being included also
indignation (indignatio) and compassion. In the last two aspects, absent from the Stoic
proposal, occurs, respectively, aggression against the adversary and praise for oneself.
In addition, the conclusion is carried out energetically, so as to stir the emotions of the
auditorium.
In relation to the invention of arguments, Cicero says that Stoics do not teach how
to find out what to say, on the contrary, they even prevent it. Cicero says:
To discover what to say in a rhetorical speech, Cicero follows the path trodden by
Aristotle, whom he praises, by carrying out a study of every rhetorical tópos (locus),
which is nothing more than the thirst for arguments (argumentorum sedes) and the
topica being the art of finding arguments. The Roman criticizes Stoics in this matter,
stating that they have abandoned this art, since they have restricted themselves only to
the science of judgment, which they call dialectics. For Cicero, the topica is more
7
SVF II, 286.
428
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
important than the analysis of judgment, and should be placed first, being also called
the “art of invention” (inventio) (CICERO. Topica, 6-8).
As Nuñez points out, inventio is the “study of the various types of causes and the
arguments that must be used on each occasion” (NUÑEZ, 1997, p. 14), “it is the
obtaining and preparation of the appropriate arguments to the different types of causes”
(NUÑEZ, 1997, p. 24). The cause, in this sense, refers to the constitutio (or status) of
the question under discussion, to the situation in dispute, which in Greek translates as
stasis8. For this reason, inventio is the art of finding arguments in the various types of
questions, it is what enables the orator to identify the status of a cause and extract
arguments from appropriate “places” (loci). For example: a controversy concerning a
murder presents a conjectural status, as it refers to a fact (CICERO. De Inventione, I,
10-11), and an argument for the defense of the accused of committing such a crime can
be found in the locus of enumeration. As Cicero exemplifies:
8
As Atherton says: “The stasis (or status [or constitutio]) of a case, roughly speaking, is the 'issue' on
which it turns the point which if decided will determine the outcome of the whole case”. (ATHERTON,
1988, p. 393 [note 4]). Or as Cicero reports: "constitutio is the first conflict that arises when rejecting the
accusation. For example: ‘you did this’, ‘you did not do it’ or ‘I was entitled to do it'” (De Inventione I,
10).
429
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
of philosophy and rhetoric to be relevant, because in this way it is possible for orators to
contribute to the qualification of public affairs, opening space for the insertion of
philosophy in political and legal debates as well as other fields relevant to citizenship9.
Furthermore, philosophy also serves to give content and good training to orators. In
doing so, Cicero attaches great importance to the figure of the orator for the formation
of the Roman public man (NUÑEZ, 1997, p. 25-26), an attribution that has become
famous and certainly remarkable for the history of Rome.
Philosophy (sapientia), as noted, is an important component for the formation of
the orator, since it contributes greatly to eloquence. In this sense, Cicero proposes an
end to the dispute between rhetoricians and philosophers, presenting as a solution for
the orator the union between these two worlds. This split between rhetoric and
philosophy, which became famous with Plato (PINTO, 2010, p. 81-82), is criticized by
Cicero, since, according to the Roman, this gives less power of persuasion to the
philosophical content itself. In view of this, Cicero brings Greek philosophy to the
Roman way of life (AUVRAY-ASSAYAS, 2018, p. 58-62), more accustomed to the
pursuit of political eloquence by means of imposing and solemn speeches.
On the other hand, although Cicero considered the Stoic speech not very eloquent,
preferring and praising the Aristotelian contribution, it is important to note that the
Roman went beyond Aristotle's proposal: although the Stagirite occupied himself with
the theme of passions in his Rhetoric, his emphasis still remained on the structure of
arguments. Cicero, for his part, preferred to do the opposite: he devoted himself more to
what derives from the self-representation of the orator and the passions aroused in the
public than to the proofs derived from arguments (FREITAS, 2017, p. 113-114).
Back to Stoics
For Cicero (De Oratore, I, LIII 228-LV 233), an emblematic case that highlights
the problem of Stoa rhetoric was the condemnation of the Stoic Publius Rutilius Rufus.
Rufus refused to make passionate appeals and gave up any ornament in his defense
9
“(...) the interest of the city is not to separate philosophy and eloquence, but to unite both (CICERO. De
Inventione, I, 1, 1 e 4,5).
430
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
speech, restricting himself to the pure truth that the subject allowed. This case is
interesting because it bears similarities to the way Socrates performed his defense, as
described by Plato in his Apology. Socrates did not make an ingenious or beautiful
speech, but asked the judges to ignore the way in which he would express himself and
dwell only on the analysis of the matter (MAY, 2002, p. 64). The Athenian rejected the
strategies of conventional oratory and demonstrated great dialectical skill.
Just as Socrates was not persuasive enough in his defense, it can be said that the
same was true for Rutilius Rufus. To Cicero (De Oratore. I, 230), Rufus was a great
human being, but unfortunately he did not obtain absolution precisely because of his
Stoic insistence not to worry about abundance in speech and not to appeal to strategies
of emotional manipulation. In affirming this, Cicero wanted to demonstrate that Stoic
rhetoric has little power of persuasion to the public.
According to Atherton (1988, p. 34-36), Socratic dialectics is not oriented to
political speeches or to a large audience, but to one-on-one philosophical encounters.
Stoics, on the other hand, seek to provide a model of discourse that embraces both the
public and the private spheres, since the Stoic philosopher does not have a public and a
private language. In view of this, Atherton maintains, Stoic rhetoric, subsidized by the
analysis of judgments of its dialectics, may even prove more precise, but less
convincing to a plural audience. Moreover, and not least important, Atherton argues that
because Stoics regard rhetoric as a virtue, they end up disregarding the public success of
speeches, since virtue is a matter of private success. By seeing virtue in good speech,
Stoics eliminate the public criteria of success and failure.
On the other hand, it is known, as has already been seen, that it is not the case that
Stoics bring only elements of dialectics for the elaboration of rhetorical speech. Despite
Socratic influence, there is also, in Stoicism, a specific study of rhetoric. It cannot be
said that Stoics simply ignore methods of organizing speech in a way that is better
understood by the public. What they do, in fact, is to devote themselves not to the
particularities of their audience, but to what is common between the orator and any
public: reason. Taking into account the human condition of dealing with judgments,
Stoics establish a clear rhetoric in order to make the issues evident. To Stoicism, as to
Socrates, evil is only done by mistake, since no one chooses evil because they want to,
but because they have made a mistake. Even passions (which are negative emotions for
431
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
Stoics) occur through judgments, because they are the fruit of opinions, of a view of the
world, of things, or of people (DIOGENES LAERTIUS, VII, 110-116). For this reason,
it is also not the case that they disregard the emotional reaction of the public through
speech: in fact, Stoics know that they can arouse various emotional reactions, because
they are tied to the opinions that the listeners possess. As the speech develops, the
judgments of the listeners are put to the test and may trigger particular passionate
reactions, according to each person. Thus, it is not the case to claim that the sobriety of
Stoic rhetoric necessarily implies cold speeches or, as Sarah C. Stroup mentions (2007,
p. 27), more adequate for a library. The core of the matter is that Stoics try to make an
exposition in the best possible way through speech: it is the challenge of speaking
veraciously, and the main goal is not simply to win a legal or political dispute.
Commitment to the truth requires much more than commitment to advocate in a judicial
or ideological cause.
What Cicero criticizes in Stoicism is precisely what caused Stoic innovation in the
field of rhetoric: the incorporation of dialectical questions (GOURINAT, 2000, p. 41).
Stoic accuracy of speech provided by the dialectical resource indicates a greater concern
than the persuasion of a particular audience with a particular culture. Although Cicero
criticized the position of Stoá philosophers, considering it unfit for political oratory10, it
is important to note that Stoics understand the political ideal of harmony (homónoia) by
a broader view, since they refer to the cosmic dimension of the human being, a
dimension that underpins cosmopolitanism, the universal citizenship based on a
community of rational beings. In view of this, communion by lógos is the most
important thing for Stoics, since, for them, reason is what underpins politics beyond the
different kinds of ethos of peoples (MARCUS AURELIUS, Meditations, IV, 4).
A more specific example of how dialectics adheres to rhetoric can be found in the
thought of the Stoic Posidonius. Thanks to Quintilian's testimony, we know that
Posidonius makes an analysis of the status of rhetoric in the light of dialectics. In
Institutio Oratoria, Quintilian states that the Stoic divides status (stásis) into two genres,
having each genre subdivisions. These genres are (I) vox (language) and (ii) res
10
Criticism that philosophy found no place in the conciliation of a broader audience is also noted by
Philodemus in SUDHAUS, Philodemi Volumina Retórica II, col. XVIII, 9-20, p. 223 (Fr. 388 - Crisipo
de Solos).
432
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
(thing/fact), and are directly associated with the division of Stoic dialectics into phoné
(significant) e prágmata (signifieds) (KIDD, 2004, p. 687). As Quintilian states, these
genres are subdivided as follows:
Under language he thinks come the questions: 'Does this have any
meaning?'; 'What is its meaning?'; 'How many meanings has it?'; 'And
how?' Under fact he classifies 'conjecture', which he says depends on
sense-perception; 'quality', that is definition of the fact, which
Posidonius names as conceptual; and 'relation'. A result of this
classification is another division into 'written' [law] and 'unwritten'
(QUINTILIAN. Institutio Oratoria, III, 6, 37-8)11.
REFERENCES
ATHERTON, C. Hand over Fist: The Failure of Stoic Rhetoric. The Classical Quarterly,
New Series, Vol. 38, No. 2, p. 392-427, 1988.
AUVRAY-ASSAYAS, C. Cícero. Trad. Jane Pessoa. São Paulo: Estação Liberdade,
2018.
CÍCERO. As últimas fronteiras do bem e do mal. In: CÍCERO, M. T. Textos Filosóficos.
Trad. J. A. Segurado e Campos. Lisboa: Fundação Calouste Gulbenkian, 2012.
CICERO. De Oratore I, II. Trans. E. W. Sutton & H. Rackham. Loeb, 1967.
CICERÓN. La Invención Retórica. Trad. Salvador Nuñez. Madrid: Gredos, 1997.
CICERO. Tópica. Trad. Tobias Reinhardt. Oxford University Press, 2003.
CRISIPO DE SOLOS. Testimonios y fragmentos. Tradução de F. Javier Campos
Daroca e Mariano Nava Contreras. Madrid: Gredos, 2006. v. 1 e 2.
11
Fr. 189 Edelstein-Kidd.
433
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
DIOGENES LAERTIUS. Lives of the Eminent Philosophers. Trad. Paula Mensch and
edited by James Miller. Oxford University Press, 2018.
EDELSTEIN, L.; KIDD, I. G. Posidonius: The Fragments. Cambridge: CUP, 2004, v.
1.
FREITAS, E. S. Platão, Isócrates e Aristóteles no De Oratore, de Cícero. Itinerários,
Araraquara, n. 45, jul./dez, p. 103-118., 2017.
GILL, C. The Structured Self in Hellenistic and Roman Thought. New York: Oxford
University Press. 2006.
GONZÁLEZ, C. Elocuencia estoica y persuasión ciceroniana: dicurso veraz vs discurso
inverosímil, Episteme NS, v. 31, n. 2, p. 171-191, 2011.
GOURINAT, J-B. La Dialectique des Stoïciens. Paris: Vrin, 2000.
IULIUS VICTOR. Ars Rhetorica. In: HALM, C. (ed.) Rhetores Latini Minores. Leipzig:
Teubner, 1863.
KIDD, I. G. Posidonius: The Commentary (ii). Cambridge: CUP, 2004, v. 2.
KIDD, I. G. (ed.). Posidonius: The translation of the fragments. Cambridge: CUP, 1999,
v. 3.
MARCO AURÉLIO. Meditações. In: EPICURO – LUCRÉCIO – CÍCERO – SÊNECA
– MARCO AURÉLIO. 3. ed. São Paulo: Abril Cultural, 1985. Coleção Os Pensadores.
MAY, J. M. Ciceronian Oratory in Context. MAY, J. M. (ed.). Brill’s Companion to
Cicero: Oratory and Rhetoric. Leiden; Boston; Köln: Brill, 2002.
NUÑEZ, S. Introducción. In: CICERÓN. La Invención Retórica. Trad. Salvador Nuñez.
Madrid: Gredos, 1997.
PINTO, M. F. Retórica e filosofia na formação do pensamento moderno. O que nos faz
pensar, n. 27, maio, p. 59-91, 2010.
PLUTARCO. Vidas Paralelas. Trad. Gilson César Cardoso; introd. e notas de Paulo
Matos Peixoto. São Paulo: Paumape, 1992, v. 4.
REALE, G. La filosofia di Seneca come terapia dei mali dell’anima. In: SENECA. Tutti
gli scritti in prosa: dialoghi, trattati e lettere. Milano: Rusconi, 1994.
SCHOFIELD, M. The Syllogisms of Zeno of Citium, Phronesis, n. 28, 1983.
STROUP, S. C. Greek Rhetoric Meets Rome: Expansion, Resistance, and Acculturation.
In: DOMINIK, W.; HALL, J. (ed.). A Companion to Roman Rhetoric. Blackwell, 2007.
434
CIÊNCIA E METAFÍSICA1
RESUMO: O objetivo deste trabalho é analisar –do ponto de vista histórico e conceitual– a
relação entre metafísica e ciência.
ABSTRACT: The goal of this work is to analyze –from a historical and conceptual point of
view– the relationship between metaphysics and science.
KEYWORDS: Metaphysics. Science. Scientific research.
1
O presente trabalho foi realizado com apoio da Coordenação de Aperfeiçoamento de Pessoal
de Nível Superior –CAPES, Brasil; código de Financiamento 001, AUXPE (1898/2016).
Pesquisador Fapitec.
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
1. Considerações iniciais
437
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
comparada com a ciência empírica a metafísica parece “estéril e inútil” ([1963]: 44-5;
grifo meu).
Outra característica distintiva da metafísica, segundo Collingwood, é o fato de
ser especulativa. A expressão ‘metafísica especulativa’ e os termos ‘especulação’,
‘suposição’ ou ‘conjetura’ foram usados como sinônimos pelos próprios metafísicos
(Agassi [1964]: 194). Com esses termos, eles queriam indicar que as doutrinas
metafísicas são reflexivas, intelectuais, a priori da experiência.
As críticas dos filósofos modernos aos escolásticos ou ‘metafísicos’ se
centraram, principalmente, no caráter especulativo de suas teorias. Na tradição
empirista, de fato, o termo ‘abstração’ adquiriu uma conotação pejorativa. Para os
empiristas, as teorias metafísicas, por especulativas, eram dogmáticas e autoritárias, pois
não se submetiam à crítica a partir da experiência. Francis Bacon, por exemplo,
diferencia dois procedimentos de construção de teorias: o ‘de indução’ e o ‘de
especulação’. A indução é, para Bacon, o método da ciência, e está baseado na
observação e na experimentação. A especulação, segundo ele, tem sua origem nas
“fábulas” e “fantasias [especulativas] da metafísica” (cf. Bacon, [1620], I: 44, 61; II:
15). Segundo destaca Bacon, indução e especulação são procedimentos opostos e
irreconciliáveis.
Outro exemplo paradigmático da tradição indutivista é Newton. Com o dictum
‘não faço hipóteses’ (hypotheses non fingo’), Newton pretendia, precisamente, demarcar
a metafísica especulativa da ciência empírica. Para Newton, não se deve especular ou
conjeturar ou pressupor nada quando se faz ciência. A ciência, para ele, só admite
enunciados construídos a partir da experiência.
As posições de Bacon e de Newton são úteis para exemplificar a observação
inicial de que aquilo que para alguns autores é metafísica, para outros é ciência. Bacon
entende que é possível fazer inferências ampliativas da experiência a inobserváveis. É
bem conhecida sua pesquisa sobre a natureza do calor, em que ele infere que o calor dos
corpos macroscópicos se deve ao movimento imperceptível de corpúsculos
microscópicos (cf. [1620]: II.20). Em contraposição, para alguns intérpretes, o ‘não
fazer hipóteses’ de Newton restringe a pesquisa científica só a enunciados legaliformes
–que podem ser descobertos por “indução horizontal”, i.e., generalizando–, eliminando
2
Metafísica: “Estudo da estrutura fundamental da realidade em geral, da natureza final de tudo o que
438
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
a pesquisa sobre enunciados teóricos –que podem ser descobertos por “indução
vertical”, i.e., inferindo inobserváveis como a melhor explicação disponível (cf. Psillos
& Curd 2008: xxi).
A terceira característica que Collingwood destaca é que a metafísica é não-
empírica. Ou seja, que suas afirmações não têm sua origem, nem sua justificação, na
observação ou na experimentação (cf. Mumford 2008). Essa característica –o fato de as
teorias metafísicas serem supra-empíricas– se apresenta em contraste com as teorias da
ciência, que pretendem ser empíricas.
As críticas de Reichenbach à metafísica se centram nessa oposição: “A ciência
moderna”, afirma, “não reconhece a autoridade do [metafísico] que afirma conhecer a
verdade por intuição, a partir de um insight no mundo das ideias, ou [...] nos princípios
do ser, ou a partir de qualquer fonte supra-empírica” (1949: 310, apud Callender 2011:
37).
Podemos mencionar, como uma quarta característica, que metafísica e ciência
utilizam diferentes conceitos e categorias. A metafísica utiliza conceitos gerais como
‘substância’, ‘universal’, ‘propriedade’ etc., que são diferentes dos conceitos das
ciências particulares (Morganti 2013: 9).
Desde a segunda metade do século XIX, a ciência e a metafísica foram
distinguidas, precisamente, a partir das características mencionadas. William Whewell,
que introduziu o termo ‘cientista’, definiu a quem faz ciência como aquele que
‘pesquisa com método’, em oposição a quem toma decisões cognitivas ‘por intuição a
priori’ –ou seja, com pressupostos metafísicos.
O importante aqui é observar que as características mencionadas, apesar de
serem recorrentes nas definições do termo ‘metafísica’, não conseguem demarcar com
precisão a ciência da metafísica. Com relação à afirmação de que a metafísica é
abstrata, pensemos, por exemplo, na cosmologia. A cosmologia é uma disciplina
abstrata, mas é considerada ‘científica’. E com relação à afirmação ‘a metafísica é
especulativa’? Essa característica, como vimos, servia de demarcação para os empiristas
clássicos, que entendiam que é possível ascender indutivamente a partir da experiência,
e que esse procedimento inferencial era epistemicamente melhor do que a especulação.
Hoje, entretanto, o principal objetivo da ciência já não é fazer generalizações, mas
construir hipóteses teóricas –ou seja, hipóteses que costumam postular entidades e
processos inobserváveis. Por isso, muitos filósofos da ciência entendem que as teorias
têm elementos conjeturais ou especulativos. Os mesmos problemas surgem com o
critério de que a metafísica é supra-empírica. A ‘tese da subdeterminação’ nos mostra
que as hipóteses teóricas estão subdeterminadas pela evidência –isto é, que a lógica e a
experiência, por si sós, não podem determinar a aceitação de uma teoria científica.
Além disso, como mostrarei daqui a pouco, muitos princípios metafísicos não estão
divorciados da realidade –ou seja, não são supra-empíricos.
Ainda que as características ponderadas –ter pressupostos abstratos,
especulativos e absolutamente não-empíricos– não consigam definir o termo
‘metafísica’ com precisão, são as mesmas que estão por trás da maioria dos debates
sobre o assunto. Por exemplo: quando Carnap classifica Heidegger como ‘metafísico’ e
qualifica como ‘metafísicas’ frases heideggerianas como “a angústia revela o Nada” ou
“o próprio Nada nadifica”, se baseia nessas características (cf. Carnap 1969). As
características distintivas do conceito de metafísica não conseguem separar claramente a
metafísica da ciência. De qualquer forma, tanto os leitores ocasionais como os
participantes do debate entendem qual é o referente que Carnap tem em mente quando
usa o termo ‘metafísica’. Por isso, essas características, apesar de suas limitações, são
suficientes para a presente exposição.
3. Relações e oposições entre ciência e metafísica
Podemos passar agora a analisar as principais interpretações sobre a relação
entre metafísica e ciência.
Identifiquei quatro interpretações, mas não são todas necessariamente
incompatíveis entre si.
(1) A primeira é a relação de oposição. Essa relação está implícita na distinção
apresentada, no ponto anterior, sobre as características específicas da metafísica e da
ciência.
Os grandes críticos da metafísica são, é claro, os empiristas. Dado que o
princípio fundamental de seu programa está relacionado com o objetivo de construir o
conhecimento exclusivamente a partir da experiência, eles, em conseqüência, se opõem
a qualquer forma de especulação a priori, abstrata e não-empírica –i.e., metafísica.
440
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
441
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
se colocava a filosofia natural como o tronco (com a metafísica como suas raízes), e nos
ramos as demais ciências: medicina, mecânica, física, moral etc. (cf. Hubner 1988 e
Cornman et al. 1982: 1-3).
Pensemos, como exemplo, nas teorias metafísicas sobre a natureza da matéria
dos atomistas gregos. Essas teorias foram posteriormente desenvolvidas pelos filósofos
da natureza do século XVII, e deram origem às ciências da física e da química (cf.
Clericuzio 2000: III). Observemos, como indiquei nas Considerações iniciais, que a
transição de uma pesquisa metafísica a uma pesquisa científica é contínua, e por isso
nem sempre existe acordo sobre onde finaliza a metafísica e onde começa a ciência. Isso
explica os desacordos que mencionei no começo, em que Wartofsky interpreta que o
atomismo do século XVII é um programa metafísico, Ruth Putnam que é um programa
científico e Kuhn que é um programa em parte metafísico e em parte científico. Essas
duas interpretações, como vimos, ainda que vinculem a metafísica e a ciência do ponto
de vista genético, as consideram áreas independentes.
(3) Existe uma terceira forma de relação, que entende que a metafísica exerce
influência sobre a ciência, já que orienta heuristicamente a pesquisa científica.
(4) Existe, também, uma quarta forma de relação, que é o complemento da
anterior: consiste na afirmação de que a atividade científica também exerce influência
sobre a metafísica. Segundo esta concepção o sucesso de uma teoria científica leva à
consolidação dos pressupostos metafísicos nos quais a teoria está baseada; o fracasso, à
revisão ou eliminação desses pressupostos.
4. A metafísica influencia a ciência
Todos somos metafísicos; a ciência deriva historicamente da metafísica.
Karl Popper, apud Rowbottom, 2004: 3
442
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
justificação. Essa distinção foi formulada em 1938 por Hans Reichenbach, mas está
implícita ao longo de toda a história da Filosofia da ciência.
Na primira metade do século XX essa distinção é defendida tanto por
empiristas lógicos como Carnap como por racionalistas críticos como Popper.
Basicamente, a distinção indica que para estudar a atividade científica devemos fazer
uma distinção entre dois ‘contextos’ de análise, o ‘de descoberta’ e o ‘de justificação’.
O ‘contexto de descoberta’ está relacionado com as atividades de descoberta ou
invenção de teorias, atividades supostamente subjetivas, privadas, a-racionais ou
irracionais. É o lugar da ‘imaginação’, da ‘intuição’, do instinto, dos sonhos –e, o que é
relevante para nosso tema– da metafísica. O ‘contexto de justificação’ está relacionado
com as atividades em que se avaliam as hipóteses com método, “com lógica e
experimento”, e se determina se estas hipóteses podem ser aceitas enquanto hipóteses
científicas. O contexto de justificação, segundo os defensores desta concepção, é o
único contexto em que se decidem questões de racionalidade, objetividade e
cientificidade. É, portanto, o único de interesse filosófico. Desse modo, a metafísica é
eliminada da Filosofia da ciência.
Ainda que a distinção entre contextos foi sistematicamente questionada nas
últimas décadas, é importante para esta exposição, pois, como destaca Seager, continua
sendo “uma importante muralha contra a metafísica” (2000: 289).
Hempel, em seu livro Filosofia da ciência natural, exemplifica muito bem essa
oposição entre contextos –que se superpõe à distinção entre metafísica e ciência. Ele
diz: “Ao estudar o movimento planetário, Kepler foi inspirado por seu interesse numa
doutrina mística sobre os números”. Aqui Hempel faz referência ao projeto de Kepler,
desenvolvido em seu Mysterium Cosmographicum, de construir um modelo de
movimento planetário baseado nos cinco sólidos perfeitos de Pitágoras. Em outras
palavras: em pressupostos metafísicos. “Mas isso não impede que a objetividade
científica fique salvaguardada” –acrescenta Hempel. E ele especifica: “Pois as hipóteses
podem ser livremente inventadas e propostas, mas só podem ser aceitas e incorporadas
ao corpus do conhecimento científico se resistirem ao escrutínio crítico, especialmente,
contrastando suas implicações mediante observação e experimentação” ([1966]: II).
Essa passagem esclarece praticamente todas as questões implícitas no debate
metafísica e ciência: para a concepção clássica, a filosofia só deve ocupar-se da análise
443
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
444
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
3
Como toda orientação heurística, os pressupostos metafísicos são falíveis (cf. Gillies 1993: 201). Mas essa questão
nos leva para longe de nosso tema.
445
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
446
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
metafísicos rivais tais como o que afirma que ‘existe ação a distância’, ou que ‘existem
causas incorpóreas’, ou que ‘existem causas finais’. Por isso alguns autores, que
destacam o papel do atomismo na constituição do pensamento científico na
modernidade, entendem que “A Revolução científica foi básica e essencialmente sobre
metafísica” (Griffin 1996 apud Dilworth 2006: 260).
Da metafísica à ciência, da ciência à metafísica
Observemos que a relação metafísica/ ciência não se dá só no sentido de que as
crenças metafísicas orientam e regulam a atividade científica. A atividade científica
também exerce influência sobre a metafísica: o sucesso de uma teoria científica leva à
consolidação dos pressupostos metafísicos nos quais está baseada; o fracasso, à revisão
ou eliminação desses pressupostos (cf. McAllister 1996 e Wartofsky 1967). Dito de
outro modo: assim como a metafísica pode condicionar e orientar a pesquisa científica,
também a própria dinâmica científica pode ter um impacto sobre a metafísica. Em
outras palavras: a relação é mais do que de integração: existe uma inter-relação
dinâmica entre as duas disciplinas.
Como indiquei antes, os pressupostos metafísicos são considerados ‘metafísicos’
porque não podem ser confrontados diretamente com a experiência. Mas, nesse
contexto, devemos enfatizar o termo ‘diretamente’: o fato de os pressupostos
‘metafísicos’ não poderem ser diretamente confrontados com a experiência não implica
que não tenham nenhuma relação com a experiência.
Bibliografia
448
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
449
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
450
PROMETHEUS – N. 33 – May – August 2020 - E-ISSN: 2176-5960
451