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Dimensões
Transmídia

Fernando Irigaray
Vicente Gosciola
Teresa Piñeiro-Otero
Organizadores

Prefácio Renira Gambarato


Ria Editorial - Comité Científico

Abel Suing (UTPL, Equador)


Alfredo Caminos (Universidad Nacional de Córdoba, Argentina)
Andrea Versutti (UnB, Brasil)
Angelo Sottovia Aranha (Universidade Estadual Paulista – W, Brasil)
Anton Szomolányi (Pan-European University, Eslováquia)
Carlos Arcila (Universidad de Salamanca, Espanha)
Catalina Mier (UTPL, Equador)
Denis Porto Renó (Universidade Estadual Paulista – UNESP, Brasil)
Diana Rivera (UTPL, Equador)
Fatima Martínez (Universidad do Rosário, Colômbia)
Fernando Ramos (Universidade de Aveiro, Portugal)
Fernando Gutierrez (ITESM, México)
Fernando Irigaray (Universidad Nacional de Rosario, Argentina)
Gabriela Coronel (UTPL, Equador)
Gerson Martins (Universidade Federal de Mato Grosso do Sul – UFMS, Brasil)
Hernán Yaguana (UTPL, Equador)
Jenny Yaguache (UTPL, Equador)
Jerónimo Rivera (Universidad La Sabana, Colombia)
Jesús Flores Vivar (Universidad Complutense de Madrid, Espanha)
João Canavilhas (Universidade da Beira Interior, Portugal)
John Pavlik (Rutgers University, Estados Unidos)
Joseph Straubhaar (Universidade do Texas – Austin, Estados Unidos)
Juliana Colussi (Universidad do Rosario, Colombia)
Koldo Meso (Universidad del País Vasco, Espanha)
Lorenzo Vilches (UniversitatAutònoma de Barcelona, Espanha)
Lionel Brossi (Universidad de Chile, Chile)
Maria Cristina Gobbi (Universidade Estadual Paulista – UNESP, Brasil)
Maria Eugenia Porém (Universidade Estadual Paulista – UNESP, Brasil)
Manuela Penafria (Universidade da Beira Interior, Portugal)
Marcelo Martínez (Universidade de Santiago de Compostela, Espanha)
Mauro Ventura (Universidade Estadual Paulista – UNESP, Brasil)
Octavio Islas (Pontificia Universidad Católica, Equador)
Oksana Tymoshchuk (Universidade de Aveiro, Portugal)
Paul Levinson (Fordham University, Estados Unidos)
Pedro Nunes (Universidade Federal da Paraíba – UFPB, Brasil)
Raquel Longhi (Universidade Federal de Santa Catarina – UFSC, Brasil)
Ricardo Alexino Ferreira (Universidade de São Paulo – USP, Brasil)
Sergio Gadini (Universidade Estadual de Ponta Grossa – UEPG, Brasil)
Thom Gencarelli (Manhattan College, Estados Unidos)
Vicente Gosciola (Universidade Anhembi Morumbi, Brasil)
Dimensões Transmídia. Fernando Irigaray, Vicente Gosciola & Teresa Piñeiro-Otero
(Orgs.). - 1a Edição - Aveiro: Ria Editorial, 2019.
475 p.

Livro digital, PDF.


Arquivo Digital: download e online
Modo de acesso: www.riaeditorial.com
ISBN 978-989-8971-15-9
© Prefácio Renira Gambarato
1. Transmídia. 2. Storytelling. 3. Comunicação. 4. Narrativa. 5. Estudos dos media.
I. Irigaray, Fernando. II. Gosciola, Vicente. III. Piñeiro-Otero, Teresa. IV. Título.

Copyright das imagens pertencem aos seus respectivos autores.


© Design de Capa: Denis Renó
Diagramação: Luciana Renó

© Ria Editorial
Aveiro, Portugal
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La Dinámica de las Interfaces, las Ciudades
y el Tiempo. La Realidad Social como una
Reproducción Transmedial Constante

Leonardo Corzo

La realidad es una construcción social continua. “El orden social


es un producto humano, o, más exactamente, una producción humana
constante” (Berger & Luckmann, 2012). Las personas al interactuar,
conformar y sostener los agregados humanos, construyen y reconstruyen
continuamente los ambientes sociales en los que sus vidas se desarrollan.
En este tiempo nuestro, esta producción humana continua se reproduce
a través de procesos comunicativos transmediales (Jenkins, 2003), ra-
dicados en ambientes hipermediáticos (Scolari, 2008). Estos procesos
se configuran y reconfiguran a través de las personas y en sus mentes,
materializandose en un ecosistema de interfaces en relación. El flujo
de esta dinámica imprime en la mente y en los sentidos el rostro conti-
nuamente mutante de la reproducción transmedia de la realidad social.
Los ambientes que las personas crean en el transcurso de su exter-
nalización (McLuhan, 1996), vuelven a actuar sobre ellas en un inter-
cambio continuo de mutuas determinaciones. Estos ambientes pueden
entenderse como una estructuración de la relación entre las extensiones
y las interiorizaciones de los sujetos, sus intereses y necesidades. En

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este proceso, los sujetos se construyen y reconstruyen en su relación
consigo mismos, con los demás y con el medio que habitan y reproducen.
Como producto de la multiplicación de medios, tecnologías y len-
guajes en proceso de extensión de las personas, los ambientes sociales
enfrentan una transformación continua. En la actualidad, los ambientes
se configuran en ecosistemas hipermediáticos y al interior de estos, la
tendencia expansiva, contagiosa y mutante de los procesos comunicativos
materializándose y estructurándose en redes cada vez más complejas y
participativas, va constituyendo la trama de una realidad social que se
reproduce transmedialmente.
Los ambientes creados por las extensiones de las personas mani-
fiestan a través del rostro siempre mutante de sus interfaces, patrones
y abstracciones, diferenciando dispositivos y mecanismos, sosteniendo
ofrecimientos en actualización constante, como configuraciones concretas
y posibles de la materia. Las interfaces se ofrecen a nuestros sentidos,
llamándose por muchos nombres, exclaman en silencio sus intenciones
y extienden a las personas mientras las conectan. Estas pueden expli-
carse como “entornos de interacción donde diferentes actores humanos
y tecnológicos intercambian información y ejecutan acciones” (Scolari,
2018, p. 32), por lo que los sujetos habitan las interfaces tanto como
estas los habitan a ellos.
Pensar la realidad social como una experiencia de reproducción
transmedial, habilita un acercamiento a las configuraciones y procesos
que dan forma a las sociedades, en tanto sitúa la comunicación en un
espacio que se despliega dispuesto al análisis, ocurriendo en y a través
de las personas. Dentro de la línea de estudio de la ecología de me-
dios, definida por su objetivo de estudiar “el impacto que producen los

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medios — y las tecnologías en general— sobre la cultura de las socie-
dades...” (Islas, 2015, p. 1065), se busca desbloquear la configuración
de las interfaces sociales y agregar detalles al mapeo de los universos
transmediales. El proceso involucra desentrañar los procesos comunica-
tivos transversales a las sociedades, desplegarlos al análisis, palpar sus
texturas reconociendo como en un relieve bajo los dedos, dispositivos
y mecanismos en relación y actualización constante.

La Plasticidad de los Términos

Introducido por Marsha Kinder en el año 1991 al analizar relaciones


de intertextualidad en contenidos narrativos de entretenimiento para
niños, y luego reformulado y popularizado por Henry Jenkins en el año
2003, el término transmedia describe aquellas producciones culturales que
se aprovechan del escenario convergente y la nueva lógica participativa
del ecosistema hipermediático para crear relatos con múltiples puntos
de entrada, mayores niveles de complejidad y abiertos a la posibilidad
de su expansión a través de la creatividad de los públicos.
Desde sus orígenes el concepto fue “adoptado por los profesiona-
les y académicos hasta convertirse en la última década en una de las
keywords del mundo de la comunicación.” (Scolari, Lugo Rodriguez, &
Masanet, 2019, p. 118), y con el paso del tiempo, cada vez más diferen-
tes disciplinas incorporaron el término a sus discursos sobre sí mismas
y a su particular entendimiento de la realidad. Así como su reflejo, el
término no pudo más que expandirse por la apropiación de los sujetos.
En los últimos años algunos investigadores recogieron el concepto
para proponer alternativas de enseñanza y aprendizaje enfocadas en

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procesos colaborativos desde una lógica educativa transmedia. Los
modelos y prácticas incorporadas por los jóvenes en el contexto de
la convergencia cultural (Jenkins, 2008) por fuera de las instituciones
educativas, pueden también utilizarse en el proceso de aprendizaje,
desarrollando diferentes formas de interactividad con los contenidos,
dispersos en diferentes soportes tecnológicos y en múltiples lenguajes;
con los profesores, articulados como moderadores y promotores del
aprendizaje; y con los otros estudiantes y redes de personas interesadas
(Amador, 2013).
Por su parte, Renó y Flores (2012) señalan la hibridación de los
postulados de los procesos comunicativos transmedia con la disciplina
periodística. Los autores definen el periodismo transmedia como “una
forma de lenguaje periodístico que contempla, al mismo tiempo, distintos
medios, con diversos lenguajes y narrativas a partir de muchos medios
dirigidos a diferentes usuarios y todo esto gracias a la interactividad
del mensaje” (p. 16).
La fragmentación de los consumidores y su comportamiento fluido
y promiscuo, habilitó la extensión del concepto transmedia también
en los departamentos de comunicación, marketing y publicidad de
las empresas. En estos, la intención creció puesta en la creación de
vínculos cada vez más estrechos entre los contenidos y las audiencias,
creando valor para las marcas impulsando estrategias que las acerquen
a los públicos a través de diferentes medios. El concepto de transmedia
branding desde el campo de la comunicación corporativa es planteado
por Burghardt Tenderich (2014) como un proceso de comunicación en
el que la información sobre una marca es integrada en una narrativa que
se extiende a través de contribuciones interdependientes en diferentes

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canales de mediación con el propósito de crear una experiencia de marca
interactiva y vinculante.
Con la mutación del término transmedia, sus usos, abusos e interpre-
taciones, o lo que es igual, su apropiación e institucionalización, podemos
observarlo desbordado de sí mismo, colmado de nuevas conexiones
y ampliándose hasta abarcar la totalidad de la trama comunicativa.
Su territorio es una red global que se hace y deshace continuamente,
tironeando de los individuos, desplegando un manto de sensibilidades
sobre el mundo y escondiendo sus mecanismos en todas partes y a
simple vista. Transmedia es la forma de reproducción de la realidad
social, en tanto habitamos un ecosistema de extensión de las personas
que se presenta como una red de relaciones de fragmentación, fluidez
e intercambio en actualización constante.
Al reproducirse en un ecosistema de interfaces, al hipermediatizar-
nos, el ecosistema se extiende a sí mismo. Aceptando ser parte de estos
ecosistemas, los sujetos habilitan en el contrato de convivencia, que los
procesos transmedia se conduzcan en sus mentes e interacciones. De
esta forma, el individuo constitutivo de la actualidad es un sujeto que
ha interiorizado un conjunto de procesos comunicativos específicos que
establecen formas de relacionarse consigo mismo, con los demás y con
el mundo que lo sostiene y lo circunda a través de diferentes medios,
tecnologías y lenguajes.
Para abordar la actual ecología de extensiones en su adecuada pro-
fundidad y dimensión, se hace necesario abrir, identificar, separar y
comparar analiticamente las interfaces que la componen, sus disposi-
tivos y mecanismos. Con este objetivo como eje, el texto continúa en
el próximo apartado sumando a la identificación de los componentes

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necesarios al proceso de análisis transmedia de la reproducción de los
ambientes sociales, sigue con un análisis de las ciudades como expe-
riencias transmedia que se reproducen a través de diferentes dispositi-
vos y mecanismos creando universos de materialidad e interacción, y
concluye con una introducción a la idea de la experiencia del tiempo
en los actuales ecosistemas hipermediáticos.

Mecanismos y Dispositivos en las Interfaces

Según Scolari “las interfaces nos rodean, siempre estuvieron ahí, des-
de mucho antes de la invasión de las pantallas interactivas” (2018, p. 48).
Los hilos de representación del término pueden descubrirse en tiempos
remotos, con las primeras apropiaciones humanas de los elementos
y mecanismos de la naturaleza inmediata para la satisfacción de las
necesidades básicas. Despejando el concepto de interfaz de sus apro-
ximaciones digitales más cercanas, estas pueden ser entendidas como
espacios de interacción, comprendiendo que un espacio es cualquier
materialización socialmente objetivada, que en su capacidad extensiva,
sostiene un campo de posibilidades de relación entre las personas y el
mundo que las rodea.
Una comprensión ampliada de los procesos comunicativos transmedia
incluye los procesos de interacción continua al interior del ecosistema
de las interfaces. Como configuraciones de la materia en sus diferen-
tes niveles de organización, las interfaces son el espacio en donde las
personas interactúan con sí mismas, con los demás y con el mundo
que las rodea. Agregar detalle y profundidad al análisis de la realidad
social hace necesario acercarse al ecosistema de las interfaces que re-

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producimos, recorrerlo con curiosidad e inquietud para acompañarnos
de soluciones. Considerando que en la actualización de las interfaces
habita tanto el carácter instituyente de lo propuesto como la actualización
en las apropiaciones, este proceso exploratorio e inquisitivo implica
reconocer los dispositivos y mecanismos que interactúan al conformar
los ofrecimientos que se actualizan en la relación entre las personas y
sus extensiones, así como las secuencias de acciones que éstos habilitan.
Los ofrecimientos pueden ser entendidos como unidades de com-
plementariedad (Gibson, 1986) en la relación entre las personas y las
interfaces. Dispositivos y mecanismos por su parte, son las unidades
mínimas de materialización de las interfaces y de sus posibilidades de
interacción, que en su relación y variación configuran los ofrecimientos
que componen. Al relacionarse los elementos y funcionamientos por su
actualización, las interfaces se conocen a sí mismas.
Los ofrecimientos pueden indicarnos claramente su función y su
carácter a través de la simplicidad y el grado de habituación en sus
formas, las interfaces, sin embargo, no son lugares calmos ni dóciles
ni permanecen siempre iguales a sí mismas. Son escenarios de perma-
nentes disputas y conciliaciones. El conflicto entre apropiación, como
actualización de lo posible, y propuesta, en tanto ordenación particular
de dispositivos y mecanismos, se dirime en el juego de actualización
constante de la relación entre las personas y las interfaces. “En la interfaz
los sujetos también negocian, discuten, acuerdan o rompen relaciones”
(Scolari, 2018, p. 32) y este proceso por momentos conflictivo, por mo-
mentos armonioso y casi nunca predecible, imprime continuamente el
rostro del intercambio social, con sus expresiones variables, sus capri-

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chosos estados de ánimo, el desgaste, las ondulaciones y las continuas
transformaciones que siguen al paso del tiempo.

La Ciudad como una Experiencia Transmedia

En Las Ciudades Invisibles (2017), aquella llamada Eudoxia, se


contiene en el arte de un tapiz que cuelga de una pared, y se representa
como una misma experiencia que se materializa en diferentes inter-
faces según una lógica comunicativa transmedia. Los habitantes de
Eudoxia pueden no entender la relación que existe entre la ciudad a la
que pertenecen y los ornamentos del tapiz en donde esa misma ciudad
está contenida. Se encuentren igual a sí mismos, representados en sus
líneas, curvas y nudos.

Todo habitante de Eudoxia compara con el orden inmóvil del tapiz


una imagen de la ciudad, una angustia que son suyas y cada uno
puede encontrar escondida entre los arabescos una respuesta, el
relato de su vida, las vueltas del destino (Calvino, 2017, p. 110).

Por la arquitectura de su escritura, Italo Calvino describe las estruc-


turas subyacentes de la habitabilidad a la vida en sociedad. Expresa una
imagen vincular y por momentos contradictoria sobre la experiencia
humana de ser parte de una ciudad, habitarla, construirla y pensarla.
Eudoxia tiene tantos habitantes como actualizaciones de sus ofreci-
mientos y se extiende a nosotros como una reproducción constante de
su experiencia en diferentes materialidades. El tapiz, la ciudad y las
personas, el oráculo que responde sobre la relación entre la ciudad y
el tejido, los dioses y las órbitas en que giran los mundos, pueden ser
pensados como relatos de lo mismo que vuelven a pensarse y repro-

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ducirse. Cada persona que contempla la ciudad trazada en los patrones
del tejido, actualiza la construcción de la realidad social de la interfaz.
En una ciudad se mezclan las representaciones colectivas con las
identidades individuales dando forma a los acuerdos y desacuerdos
continuos que sostienen la vida en las sociedades. Estos acuerdos y la
dinámica de su expresión física pueden ser procesos entendidos también
como interfaces, en tanto que espacios de interacción, conflicto y con-
ciliación, armonizan un diseño de orden con la sed y el hambre de una
multiplicidad de imaginarios. Para Martijn de Waal la esfera pública urbana

siempre consiste en una acumulacion de todo tipo de procesos de


intercambio. La vida cotidiana, en gran medida, se centra en sin-
tonizar la identidad individual con la colectiva, en unir el presente
con el pasado y en armonizar las preocupaciones y los intereses de
diferentes tipos de poblaciones urbanas (2015, p. 24).

Las ciudades se experimentan, se nos expresan y nos vuelven, junto


a sí, instituidos. Como ambientes artificiales donde se desarrolla la vida
en sociedad, son configuraciones fundamentales en la determinación de
la vida de quienes las habitan o visitan. La relación entre las diferentes
interfaces va estableciendo las determinaciones de las instituciones y la
constitución del ambiente social. En “La imagen de la ciudad”, Kevin
Lynch (2008) describe los procesos de institución de la imagen mental
y social de las ciudades a través de la forma y los elementos del trazado
urbano. La descripción de la estructuración social en Lynch es táctil. Se
compone de zonas, hitos, nodos, sendas y bordes que funcionan como
dispositivos y mecanismos reconocibles actuando en la conformación
de la experiencia de la ciudad. Las personas se adaptan a su contorno,
funcionan junto a los elementos del diseño de la ciudad, y del juego de

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instituciones que las atraviesan, extraen y modelan su propia identidad
y su realidad social.
En el caso de los hitos urbanos, Lynch señala que éstos son puntos
de referencia que destacan en el tejido urbano tanto por sus caracte-
rísticas físicas en cuanto a su aspecto y a su ubicación, como por un
valor cultural e histórico que los vuelve fácilmente reconocibles y
memorables. Con el tiempo los procesos sociales se transforman, las
estructuras mutan y la materia se imprime a los sentidos en nuevas y
complejas formas. Los hitos urbanos sin embargo conservan su capa-
cidad de congregación y su predominancia institucional a través de la
transmutación de su valor cultural. Éste se compone de la historia de
la relación entre las interfaces y constituye universos de experiencia
y de sentido que se reproducen a través de la relación entre diferentes
tecnologías, actualizaciones y materialidades.
El poder del número que poseen los hitos urbanos se reproduce por
diferentes plataformas. La iglesia Catedral de la ciudad de Córdoba en
Argentina, el Duomo de Florencia en Italia y la Alhambra en Granada
(España), son hitos cuya experiencia transmedia recorre diferentes
interfaces. Cargadas de acontecimientos y formadas bajo la presión
de la evolución histórica, las interfaces son el rostro de una intrincada
estructura subyacente actualizándose constantemente. Cantón-Correa
y Alberich-Pascual (2019) coinciden en la naturalidad de la recurrencia
transmedial de los “puntos calientes” de una ciudad. Los hitos urbanos
son predominantes en la economía urbana de la atención social y está
lógica de funcionamiento, como entidad de determinación, va conquis-
tando nuevas materialidades en el proceso de su expansión. Así como
puntos calientes al interior de la narrativa turística del consumo y la

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economía de la atención en las ciudades, en las redes sociales centradas
en la fotografía digital compartida como Instagram, los hitos urbanos
también concentran el mayor número de publicaciones.

En el caso de Granada no resultara ninguna sorpresa descubrir que


la Alhambra, el monumento más visitado de España, con más de dos
millones y medio de visitantes al año, sea el punto que atraiga las
miradas de turistas y residentes de una ciudad que define su identi-
dad visual a partir del complejo monumental… (Cantón-Correa &
Alberich-Pascual, 2019, p. 5).

Lev Manovich (2009), promotor principal de la analitica cultural,


explora y describe la realidad construida socialmente a través de la fo-
tografía digital compartida en Instagram. Propone entender los modos
en que las personas experimentan las ciudades, la arquitectura y las
estructuras urbanas a través de análisis computacionales de grandes
volúmenes de información generada en internet. En el universo de
datos producido digitalmente, la analitica cultural busca los patrones
subyacentes a los procesos sociales e identifica instituciones del com-
portamiento y la representación para describir la experiencia actual de
la vida en las ciudades.

La fotografía compartida en redes sociales es un indicio efímero


de millones de momentos intrascendentes si se considera aislada-
mente, pero puede aportar nuevo conocimiento sobre los espacios,
los cuerpos que los ocupan, las estéticas, los modos de vida y el
significado de la práctica fotográfica en un momento y lugar dados
si se estudian colectivamente (Sued, 2018, p. 19)

Los resultados de las investigaciones en el campo de la analítica


cultural en cuanto a los volúmenes de representación y visualización

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de los espacios y los elementos de las ciudades en las redes sociales
digitales, muestras más recurrencias predigitales que disrupciones
en el actual ecosistema de medios. Ejemplo de este fenómeno es la
distribución centro - periferia que Cantón-Correa y Alberich-Pascual
identifican en la ciudad de Granada considerando cantidades crecientes
de publicaciones geolocalizadas en los hitos urbanos de la ciudad y la
forma en que la cantidad disminuye al ampliarse la distancia de los
barrios a estos hitos.
Estudios dentro de esta perspectiva como los realizados por John
Boy y Justus Uitermark (2017) en Amsterdam, señalan también una
invisibilización transversal que pone en contacto diversas interfaces
de la experiencia transmedia de la vida en sociedad. Las ciudades
contemporáneas expresan una gran cantidad de inequidades, tanto en
términos de distribución de recursos como en materia de reconocimiento
y visibilidad. Las zonas alejadas de los centros históricos, culturales
y comerciales de la ciudad se disminuyen para soportar el número de
la representación en las redes sociales digitales. La disminución de la
comunicación y los derechos de expresión de diversos grupos y zo-
nas es un fenómeno histórico omnipresente que viaja entre interfaces
reproduciendo la compleja estructura del desentendimiento humano.
Boy y Uitermark concluyen que las relaciones de representación y
visibilidad de las diversas zonas y elementos de las ciudades expresan
una profunda asimetría. Mientras algunos nodos e hitos son elevados
a la centralidad de la atención y la significación, otras zonas son ig-
noradas y permanecen periféricas. El proceso de actualización de la
ciudad no puede ser pensado sin la actualización de los grupos sociales
que la habitan. Está formación particular de la relación entre interfaz

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y apropiación social, sugiere para los autores que las redes sociales di-
gitales continúan incorporando dolencias transmediales. Mientras que
los sectores disminuidos lo continúan estando, los grupos, entidades e
instituciones con mayor poder simbólico y adquisitivo se afirman con
más fuerza en los procesos de determinación de la representación social.
Las redes sociales digitales, así como las ciudades y dentro de estas,
los hitos urbanos, encuentran su particular configuración y su perso-
nalidad en una actualización constante de la apropiación y la potencia
de los grupos y los sujetos. Las interfaces se componen de diferentes
dispositivos y mecanismos, y la relación entre estas extensiones y las
personas imprime continuamente el rostro de la realidad social. Las
interfaces, las ciudades como las redes sociales digitales, las posibles
configuraciones de la institucionalización, todas las formas del inter-
cambio y la la organización, hablan sólo sobre sí mismas. En el pro-
ceso de expresarse, desarrollan su discurso y este se hace sentido en la
inteligencia de las personas. Si no se actualizaran en el intercambio,
las interfaces desaparecerían, y en su proceso de decirse para existir,
se delatan a sí mismas.
La ciudad hibrida, multiplica a las personas y las extiende. El diá-
logo entre las interfaces materializa y configura la experiencia de las
personas sobre la vida en sociedad. Todas las interfaces son las demás.
Todas reproducen la realidad social al actualizarse a través de las per-
sonas. El ambiente hipermediático se reproduce por la relación entre
las interfaces en proceso de extensión. Las ciudades contienen en sí
mismas una multiplicidad de otras interfaces, que a su vez la contienen
y contienen a otras en sí, estableciendo un juego de conflictos, inter-
cambios y contaminaciones entre diferentes órdenes de organización

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de la materia. Cada interfaz permite sus propias formas de recorrer o
experimentar una ciudad que es sólo una parte del universo ampliado
de la experiencia de una realidad transmedia.

Moverse con el Tiempo

Habitamos un tiempo hipermediatizado. El tiempo se percibe


como desordenado, impropio e inaccesible. Operando como una fuer-
za opuesta a la autodeterminación. La sincronía y la habitabilidad
armónica de los tiempos parecen alejarse de la experiencia de las per-
sonas. Byung-Chul Han (2015) afirma que “La aceleración actual tiene
su causa en la incapacidad general para acabar y concluir. El tiempo
aprieta porque nunca se acaba...” (p. 14). El autor señala la pérdida del
sentido orientacional del tiempo, y si tal vez no su pérdida completa,
la complejización del reconocimiento y la habitabilidad de las tem-
poralidades disponibles. Lo único que tenemos es tiempo y a la vez,
nunca es suficiente. El tiempo parece nunca coincidir consigo mismo.
La contradicción es posible en un tiempo transmediático, construido
permanentemente a través de diferentes materializaciones de temporali-
dades socialmente reproducidas. El tiempo se fragmenta distribuyéndose
como una red de desencuentros entre personas e interfaces habitando
diferentes temporalidades.
La reproducción de la realidad en el actual ecosistema hipermediático
aleja a las personas de la posibilidad de autodeterminar la experiencia
de su tiempo. La complejización del ecosistema de interfaces altera los
relieves de la atención fragmentando las distancias y esta “supresión
de la distancia en la Tierra” (Han, p. 39) reduce la experiencia a una

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yuxtaposición de momentos sin enlace ni continuidad. Las conexio-
nes ocurren afuera de las personas y estas son cada vez más, parte de
estructuras complejas e inabarcables que exclaman su distancia con
respecto a los sujetos.
Internet y los dispositivos digitales crean la ilusión del dinamismo,
aparentan movimiento continuo mientras reproducen trabas y destiem-
pos transversales. La velocidad del intercambio y la multiplicación del
número no permiten apreciar la dinámica que conecta a las personas con
el juego de las interfaces. Un botón en una pantalla nos introduce en un
nuevo dominio de la realidad a través de un cambio de plataforma. La
pantalla de nuestro celular nos muestra un mapa de la ciudad en donde
se verifica a tiempo real la posición del repartidor que está trayendo
un pedido de comida a nuestro domicilio. La ciudad en el celular en
donde avanza en tiempo real el repartidor en movimiento, es la misma
ciudad que el repartidor recorre en su vehículo durante la entrega. Son
diferentes interfaces al interior de la ciudad como una experiencia trans-
media. En diferentes interfaces operan diferentes tiempos producidos
por la dinámica de una relación constante entre lo social, lo mental y
lo material. Algún aspecto de la experiencia está contenido en el signo,
de lo contrario, la acción se anularía y el botón no podría ser pulsado
porque sobre el mismo no se habría llegado a un acuerdo. El signo, al
extenderse hacia el infinito en su imposibilidad de ser lo que representa,
es a su vez, infinitamente incompleto. La reproducción de la realidad
continúa su curso a través de la actualización de las extensiones de las
personas permaneciendo como un proceso subyacente cuyos mecanismos
elementales están ocultos a simple vista en el rostro de las interfaces.

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La temporalidad se fragmenta, los niveles de implicación escalan en
red y la instantaneidad disuelve las distancia y los intervalos. El tiempo
en el actual ecosistema hipermediático es una experiencia transmedia.
La aceleración general del tiempo descrita por Byung-Chul Han, se
advierte como la percepción de una temporalidad transversal, es decir,
como el tiempo de una interfaz en otro orden de organización de la
materia. “Si se observa con detenimiento, la aceleración se descubre
como una inquietud nerviosa que da tumbos de una posibilidad a otra.
Nunca se llega a la tranquilidad, es decir, a un final” (Han, p. 26). Las
personas se mueven entre las interfaces sin ataduras variando entre lo
efímero y habitando un tiempo promiscuo y desarraigado que conduce
a la fragmentación de la experiencia del ser humano.
En el cuento del escritor alemán Hermann Hesse “El hacedor de
lluvia”, el tiempo de las personas se establece en un diálogo entre los
intereses y necesidades del grupo humano, y los dispositivos y meca-
nismos de las interfaces naturales. El autor describe una aldea primitiva
hace miles de años con una experiencia de vida regida por el movimiento
de los astros en el firmamento y los ciclos de la naturaleza. Al describir
el aprendizaje de la disciplina del regidor del clima, el miembro de la
tribu encargado de predecir las lluvias y los ciclos de la siembra y la
cosecha en base a las disposiciones de los cuerpos en el cielo, el autor
señala la importancia de ser capaz de interpretar a favor las interfaces
de la naturaleza.

Determinar el tiempo fugaz y caprichoso, reconocerlo, adivinarlo y


predecirlo... acechar el secreto de la interdependencia de las nubes y
tormentas con la posición de la luna, que tanto influía en la sementera
y en la granazón del fruto, así como en el logro o perdición de la
vida de los hombres y las bestias (Hesse, 1985, p. 452).

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El clima, las estaciones y los patrones de movimiento de la luna, el
sol, las estrellas y los planetas se convierten en interfaces naturales al
momento de ser actualizadas por la mentalidad humana como configu-
raciones materiales en las cuales se extienden y depositan las posibi-
lidades de realización de sus necesidades e intereses. En la posición y
el movimiento de la luna el hacedor de lluvia identifica dispositivos y
mecanismos perceptibles que interactúan con los tiempos de la siem-
bra y la cosecha en función de la necesidad alimentaria de la aldea, de
cuya satisfacción depende su capacidad de subsistencia. El sol y la luna
funcionan como interfaces en tanto estructuran la vida de las personas
estableciendo ritmos y coordenadas específicas para la reproducción
de la realidad.
El actual ecosistema de medios se contenía ya en potencia en aquellas
interfaces primitivas, y el desarrollo tecnológico se ha basado en los
patrones de la naturaleza para derivar de ellos nuevas temporalidades.
Los agentes en los ecosistemas hipermediáticos se encuentran en una
temporalidad compleja que se ha configurado a través de las múltiples
conexiones entre las extensiones de las personas en el curso de su propia
reproducción. Con la multiplicación de las interfaces y la adopción de
temporalidades múltiples que comenzaron a determinar la vida de las
personas, la ruptura y distorsión de la experiencia del mundo comienza
una fragmentación y aceleración que transforma a las personas en rehenes
inconscientes del flujo de múltiples temporalidades ajenas e impuestas.
Las coordenadas espaciales y temporales están rompiendo sus enlaces
tradicionales. Las perturbaciones en el ecosistema mediático creado por
las tecnologías digitales, están configurando una temporalidad “atempo-
ral” señalada por Castells (2000) que disuelve el tiempo desordenando

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los acontecimientos y haciéndolos simultáneos, atrapando a los sujetos
en una “fugacidad eterna”. La pérdida de las estructuras de larga du-
ración del sentido aplanan la experiencia del tiempo en una sucesión
continua de instantes de los que las personas no alcanzan a sostenerse
y está fugacidad, como efecto del predominio de la experiencia de lo
efímero y lo instantáneo, habilita el planteo de un conjunto de fuerzas
encontrando sus temporalidades en permanente disputa.
Representados como dispositivos y mecanismos encarnados en y
a través de las personas en un juego de fuerzas por la instauración y
expansión de diferentes universos narrativos, las interfaces nos adentran
en su tiempo y al habitarlo, lo reproducimos y lo hacemos nuestro.
El tiempo está en las relaciones y la dinámica de estas relaciones
construye un espacio para la intervención de la voluntad y creatividad
de los agregados sociales. La transmedialidad de la realidad no puede
pensarse sin la determinación y la participación de los sujetos entendidos
como agentes creativos potencialmente determinantes de sus ecosistemas
sociales (Ardini & Caminos, 2018). Si el tiempo se experimenta como
ajeno y esclavizante, le corresponde a las personas volver a hacerlo
propio. Transformar el tiempo de los ambientes para construirlos como
espacios cada vez mejor habitables.
Al analizar la trama de transitabilidad de una ciudad como com-
ponente de una experiencia transmedia o la experiencia ficcional de
una tribu primitiva sobre el tiempo en su relación con los ciclos y
movimientos de la luna, el factor común es la construcción de las
personas en interacción constante con un ecosistema de interfaces. La
actualización de las interfaces y la relación de las sociedades con y a
través de ellas, son factores constitutivos de la realidad social de cada

430
época. Considerando la mutabilidad e inmutabilidad (Saussure, 1945)
de las interfaces, y ante la perspectiva de una experiencia armónica de
las interfaces como espacios de autodeterminación de las personas, se
plantea una posibilidad que da lugar a un imperativo. Es necesario, lo
sigue siendo, conquistar espacios de poder para la autodeterminación
del proceso de reproducción transmedia de la realidad social. Profun-
dizar a la vez que extender el análisis, distinguir los dispositivos y
mecanismos que componen las interfaces, y describir las relaciones
entre éstas y los grupos sociales, son vías posibles y necesarias para la
comprensión y transformación de la experiencia de institución de los
sujetos y las sociedades.

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