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Los nuevos desafíos doctrinarios y normativos de la teoria garantista de cara al siglo XXI
Omar A. Benabentos, Mariana Fernández Dellepiane
1 Introducción a los ejes temáticos de nuestra ponencia.............................................. 405
2 Aspiraciones y deudas pendientes de la corriente garantista...................................... 408
3 Las antinomias que exhiben los sistemas de procesamiento y
juzgamiento publicistas........................................................................................... 410
4 La teoría garantista y el derecho procesal constitucional............................................ 411
5 Referencias sobre los nuevos paradigmas que sustentan al derecho procesal
constitucional y su compatibilidad con modelo garantista o acusatorio para
el proceso civil........................................................................................................ 413
6 Conclusiones.......................................................................................................... 416
Referencias............................................................................................................ 418
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EDITORIAL
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DOUTRINA Artigos
Iniciativa probatoria de oficio
Resumen: En este artículo se plantean los términos generales del debate existente en la doctrina respecto
de la necesidad, o al menos la conveniencia, de que la búsqueda de “la verdad” o la mayor aproximación
posible a ella constituya o no un elemento esencial para la resolución del tribunal, todo ello en el marco del
debate más general respecto a cuál debe ser el rol del tribunal en el proceso. En ese debate se enfrentan
las posiciones de los generalmente denominados “activistas” y los habitualmente llamados “garantistas”.
En cuanto a la prueba estas dos concepciones del proceso jurisdiccional tienen diferencias que se reflejan
principalmente en tres áreas, de las cuales en este artículo se analiza solamente la primera: la iniciativa
probatoria del tribunal, el deber de colaboración de las partes y las cargas probatorias dinámicas.
En lo que refiere al Derecho Procesal de Uruguay resulta de diversas disposiciones del C.G.P. que — en
solución de compromiso criticable — tanto las partes como el tribunal tienen iniciativa probatoria. No obstante
lo expuesto, lo que sí ha sido y es discutido es si el sistema que admite este Derecho Procesal otorga o
impone una iniciativa probatoria amplísima tanto para los interesados principales como para el tribunal, o si
ella se encuentra limitada para este último. Todo ello es objeto de análisis en el presente trabajo.
Palabras-clave: Activismo procesal. Garantismo procesal. Iniciativa probatoria del Tribunal. Imparcialidad
del tribunal.
Introducción
El centro del debate planteado respecto a la admisibilidad o conveniencia de
la consagración legislativa de la iniciativa probatoria de oficio, guarda principalmente
relación con si la imparcialidad del tribunal —que se reconoce como el elemento que
singulariza a la función jurisdiccional— se encuentra o no afectada en el caso de que
al tribunal se le otorgue iniciativa para el aporte de fuentes de prueba a través de la
posibilidad de resolver, de oficio, la producción de medios de prueba.
Para dejar en evidencia la importancia de la imparcialidad debe recordarse que,
incluso y como ejemplo, la propia Corte Interamericana de Derechos Humanos ha
elevado a la categoría de presupuesto y no solamente de elemento del Debido Proceso,
a la exigencia contenida en el art. 8.1 de la Convención o Pacto de San José, dentro de
la cual está comprendida la de que el tribunal sea verdaderamente Imparcial.
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Alejandro Abal Oliú
GARCÍA RAMÍREZ, Sergio, Derecho Procesal Contemporáneo, t. I, Editorial Jurídica de Chile, Santiago de Chile,
1
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Iniciativa probatoria de oficio
De esta forma y conforme a los activistas, siempre sin perjuicio de los diversos
matices ya apuntados (que en ocasiones resultan ser verdaderamente muy importantes),
el tribunal podría tener participación en el inicio mismo del proceso (asumiendo la
pretensión aún sin planteo de los interesados) y en su desistimiento, aunque por
cierto esto no lo sostiene prácticamente nadie en los regímenes no autoritarios; en
la determinación de cuál será el objeto de ese proceso, es decir, en la determinación
de los hechos y en la requisitoria, lo cual sí es sostenido por algunos de los autores
que pertenecen a esta corriente; en cuál debe ser el objeto (el “tema”) de la prueba,
inclusive con independencia de la conformidad de las partes en los procesos de materia
disponible, lo cual también es promovido por algunos de estos autores; y, en definitiva,
en la búsqueda de la “verdad” acerca de la existencia de los hechos (al menos respecto
de los hechos que integran el objeto de la prueba), por lo que el tribunal debería, para
esto último, disponer de una iniciativa “de oficio” que le permitiera aportar al proceso
las fuentes de prueba que entienda convenientes (principalmente para complementar la
actividad de las partes en ese sentido, y con diversas limitaciones según de qué autor se
trate). Todo esto sin perjuicio de que por su lado las partes tendrían el más amplio deber
de colaborar con buena fe en esa búsqueda de la “verdad” emprendida por el tribunal.
Por otro lado, según los procesalistas que integran la corriente denominada
“garantista” —actualmente representada, entre otros muchos y para poner solo un
par de ejemplos por todos conocidos, por el español Juan Montero Aroca y el argentino
Adolfo Alvarado Velloso, y probablemente seguida en mi país por la gran mayoría de
los procesalistas más jóvenes — de acuerdo a su naturaleza la misión y posición del
tribunal jurisdiccional no puede sino ser, siempre, la que corresponde al rol de un
“tercero” ante las partes; tercero que resolverá sólo sobre lo que estas soliciten y
conforme lo que ellas le planteen, sin apartarse nunca de esa calidad de tercero (que
precisamente por ser tercero le otorga un rol distinto al de las partes).
De esta forma y concretamente en cuanto a la iniciativa probatoria de los
tribunales, señala esta corriente de pensamiento procesal que es incompatible la
calidad de tercero imparcial que debe tener el tribunal con la de investigador de los
hechos (ni siquiera de los hechos que se encuentran en el objeto de la prueba),
lo que es propio de la tarea de las partes y que de hacerse de oficio corrompe la
imparcialidad del tribunal.
Pues bien, en lo que se refiere a la prueba estas dos concepciones del
proceso jurisdiccional tienen diferencias que se reflejan principalmente en tres áreas
particularmente sensibles: la posible iniciativa probatoria del tribunal, el posible
deber de colaboración de las partes y la posible admisibilidad de la teoría de las
denominadas “cargas probatorias dinámicas”.
De estas tres áreas en esta ponencia voy a detenerme en la primera, con
particular énfasis sobre el estado del debate y la legislación de Uruguay a su respecto.
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pérdida de imparcialidad que dicha iniciativa probatoria “de oficio” podría conllevar,
ha expresado por ejemplo el Profesor italiano Taruffo2 que:
Intentando en igual sentido refutar algunas de las críticas que se han hecho
a la iniciativa probatoria de los tribunales postulada por el “activismo procesal”, el
español Vásquez Sotelo3 ha manifestado que:
2
TARUFFO, Michele, "Poderes probatorios de las partes y del juez en Europa”, Rev. Iberoamericana de Derecho
Procesal, nº 10, 2007, Buenos Aires, pág. 339.
3
VÁZQUEZ SOTELO, José Luis, Iniciativas probatorias del juez en el proceso civil, Rev. Iberoamericana de
Derecho Procesal, nº 13, Buenos Aires, 2009, págs. 238/240.
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Iniciativa probatoria de oficio
4
PALAVECINO CÁCERES, Claudio, El retorno del Inquisidor. Crítica a la Iniciativa Probatoria Judicial, Fondo
Editorial de Derecho y Economía — La Ley Paraguaya (Breviarios Procesales Garantistas nº 5), Asunción, 2011,
págs. 60/61.
5
CHIOVENDA, Giusseppe, citado por PICÓ I JUNOY, Joan, “Los principios del nuevo proceso civil español”, en
XVIII Jornadas Iberoamericanas y XI Uruguayas de Derecho Procesal, F. C. U., Montevideo, 2002, pág. 204.
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puesto que por ejemplo la duda que puede conducir al tribunal a disponer prueba de
oficio a través de “diligencias para mejor proveer” (en Uruguay arts. 193 y 194 del
C.G.P.), o a ejercer la iniciativa de oficio en otras etapas anteriores del proceso (por
entender que existen medios de prueba que podrían haberse aportado y que no
se aportaron), puede eventualmente —según el caso — favorecer tanto al actor o
como al demandado.
Así, por ejemplo, si en un proceso solamente se ha ofrecido prueba testimonial, y
aún antes de haberse diligenciado la misma el tribunal advierte que existe la posibilidad
de diligenciar prueba pericial no solicitada, las resultancias de esta última podrían
favorecer indistintamente al actor o al demandado (aunque, lo importante y cierto es que
con su iniciativa probatoria el tribunal sólo va a favorecer a uno de ellos, y lo va a hacer
en perjuicio de lo sostenido por el otro). Por otra parte, aún tratándose de diligencias
para mejor proveer la prueba de oficio podría disponerse no sólo ante la duda de si
realmente existieron los hechos alegados por el actor en su pretensión, sino inclusive
sobre si realmente existieron, por ejemplo, los hechos que configuran una prescripción
extintiva o una excepción de contrato no cumplido alegadas por el demandado (aunque
también es claro que esta prueba sólo va a poder favorecer a aquella parte que alegó
los hechos sobre los cuales existe duda, y nunca a la otra parte).
En cualquier caso, por cierto que si pudiera realmente llegarse a “la verdad”
absoluta sobre la existencia de los hechos debería considerarse seriamente la
posibilidad de que los tribunales intenten llegar a ella por cualquier medio, incluso
— quizás hasta a costa de poner en peligro su imparcialidad. Mas pareciera ser
que como afirma por ejemplo Montero Aroca,6 la aspiración de obtener la “verdad
objetiva” acerca de la existencia de los hechos es realmente de imposible realización
por los seres humanos, y ante ello de lo único que se trata es de obtener tan solo
una razonable convicción del juez, y “[...] la convicción acaba por referirse a la
probabilidad. La certeza se produce cuando la inteligencia manifiesta la realidad de
una afirmación, pero la certeza absoluta solo puede producirse en el campo de la
física o la matemática, no en el del proceso, en el que solo cabe una certeza moral,
que se resuelve en la convicción, en cuanto medida psicológica de la certeza”.
Como conclusión de un relevamiento de este debate, y aun entendiendo por
mi parte que el tribunal no debería tener ninguna iniciativa probatoria so riesgo de
corromper su imparcialidad, puede señalarse que este tema quizás no vaya a estar
nunca totalmente cerrado.
Y en este último sentido quizás deba admitirse —como señala entre otros
Taruffo y resulta de la investigación de la Jurisprudencia — que en la enorme mayoría
MONTERO AROCA, Juan, “Los poderes del Juez en el proceso civil”, Rev. Uruguaya de Der. Procesal,
6
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de los procesos los tribunales ni siquiera ejercen esta iniciativa probatoria limitada
que les impone la ley, con lo cual a los efectos prácticos en cierta forma el problema
se traslada sobre todo a un encuadre general y teórico de la misión del tribunal, más
que a la discusión concreta sobre cuáles deben ser sus concretos poderes-deberes
en materia de iniciativa probatoria.
En otro orden pero vinculado a lo anterior, no me parece posible eludir el
problema que se plantea respecto a la iniciativa probatoria del tribunal cuando se
trata de procesos de materia indisponible.
Advierto sobre ello que si el proceso refiere a una materia que el legislador
considera que es indisponible para las partes, el dejar la iniciativa probatoria exclu
sivamente en manos de los interesados principales (partes y gestores) puede
conducir, indirectamente, a dejar en manos de ellos la disponibilidad de ese derecho
que conforme a la ley es indisponible, en fraude entonces de la regla conforme a la
cual el mismo es indisponible (y ello aún cuando la actividad de esos interesados
principales no sea fraudulenta, sino simplemente indolente o equivocada).
En estos casos de procesos de materia indisponible debería o bien concluirse que
es necesario otorgar al tribunal iniciativa probatoria para complementar la prueba ofrecida
por las partes, o, en otra posibilidad que entiendo mucho más adecuada para preservar
la imparcialidad del tribunal, concluirse que debe darse intervención al Ministerio Público
para que, en caso de advertir que de hecho a través de la prueba (generalmente de su
omisión) se está disponiendo por las partes del Derecho indisponible, el mismo ejerza
por su parte iniciativa probatoria para evitar que ello ocurra.
No puedo sin embargo concluir con estas consideraciones sin dejar constancia
de que a través de una radical reforma de la legislación (y la práctica) marcadamente
inquisitorias del Proceso Penal en el Uruguay, el nuevo “Código del Proceso Penal”
sancionado recientemente por el Parlamento (ley nº 19.293 del 19 de diciembre de
2014), por decisión expresa de los proyectistas que fue unánimemente aceptada por
el Parlamento y el Poder Ejecutivo, el Tribunal no tienen nunca iniciativa para aportar
fuentes de prueba ni ordenar la producción de medios de prueba. En otras palabras,
carece totalmente de iniciativa probatoria.
Por otro lado aunque directamente vinculado a lo que he expuesto, entiendo que
constituye un grave error —que indiscutiblemente afecta la imparcialidad del tribunal
(y por lo tanto su misma caracterización como tribunal jurisdiccional) — el postular,
como lo ha hecho parte de la Doctrina Laboral en Uruguay, que en materia de Derecho
del Trabajo la ley debe otorgar una amplísima iniciativa probatoria al tribunal, como
una forma de concretar lo que llaman la “desigualdad compensatoria” que debería
darse en tales procesos, dejándose así de lado la “igualdad” en el tratamiento
procesal pese a que ella constituye un principio cardinal del proceso jurisdiccional.
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Una versión de las respectivas posiciones puede verse por ejemplo en CIPRIANI, Franco, Los orígenes del
7
autoritarismo procesal: El codice di procedura civile, Fundación para el Desarrollo de las Ciencias Jurídicas,
Breviarios procesales garantistas nº 4, Neuquén, 2013, 104 págs., y TARUFFO, Michele, La Prueba, Marcial
Pons, Madrid, 2008, págs. 172/183.
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a) ¿La iniciativa probatoria del tribunal le permite el aporte de cualquier medio de prueba?
Como he anotado, el numeral 4 del art. 24 del Código pareciera establecer una
iniciativa del tribunal que le permitiría introducir al proceso cualquier medio probatorio
(prueba documental, prueba por informes, declaración testimonial, informe pericial,
etc.). Sin embargo, el siguiente numeral del mismo artículo señala el poder deber del
tribunal para introducir de oficio sólo tres medios de prueba (los tres por declaración),
dando además a entender que se trata de una segunda convocatoria de quienes ya
antes fueron convocados a declarar por iniciativa de las partes (“disponer en cualquier
momento la presencia de los testigos, de los peritos y de las partes, para requerirles
las explicaciones que estime necesarias al objeto del pleito”).
Por otro lado, una larga serie de diferentes disposiciones del mismo Código
establecen igual poder deber del tribunal, pero vinculado sólo a algunos concretos
medios de prueba.8
Se trata de los arts. 148 (señala que la regla que el mismo establece es sin perjuicio de la posibilidad del
8
tribunal de interrogar a las partes conforme al numeral 5 del art. 24), 149.2 (establece que el tribunal puede
interrogar a las partes de oficio y en la audiencia sin necesidad de previa citación), 149.3 (indica que el tribunal
puede citar de oficio a una parte para declarar en una audiencia, en cuyo caso la no comparecencia tendrá las
consecuencias que indica el art. 149.4), 160.2 (establece que el tribunal podrá citar de oficio al testigo que la
parte asumió la carga de hacer comparecer y no compareció, remitiéndose la norma para indicar tal poder deber
al numeral 5 del art. 24), 161 (consagra el poder deber del tribunal de disponer de oficio el careo entre testigos
o entre estos y las partes), 177.2 (indica que luego de emitido un dictamen pericial a pedido de parte, el tribunal
puede disponer de oficio que se reciba un nuevo dictamen pericial), 180 (señala que al resolver sobre los puntos
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Iniciativa probatoria de oficio
que serán objeto de dictamen pericial, el tribunal podrá de oficio incluir otros diferentes), 183.3 (consagra el
poder deber del tribunal de requerir del perito propuesto por las partes las aclaraciones y ampliaciones que
estime convenientes, y disponer, también de oficio, la realización de un nuevo peritaje), 186 (establece que el
tribunal puede de oficio disponer una inspección de personas, lugares o cosas, con la finalidad de esclarecer
hechos) y 188 (indica que el tribunal puede, de oficio, ordenar la reproducción de hechos).
A estas disposiciones se deben aún añadir el art. 193.2 y la parte final del actual numeral 4 del art. 346, referidos
a las “diligencias para mejor proveer”, en cuyo ámbito y siempre que (según la Doctrina y Jurisprudencia) exista
algún aporte probatorio previo de la parte que aparentemente se verá beneficiada, es posible la producción de
oficio de cualquier medio de prueba, excluyéndose en la teoría solamente la declaración de interesado principal
por absolución de posiciones y la declaración de interesado principal bajo juramento.
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Alejandro Abal Oliú
manifestado en ocasión de las “IIas. Jornadas de Técnica Forense”9 que “El juez
tiene el poder deber de aportar por su iniciativa medios probatorios referentes a
los hechos alegados por las partes, complementando la actividad de estas y no
supliéndolas. Estos son limitados en número y oportunidad para los procesos en
general, e ilimitados en ambos rubros para los procesos de carácter social”.
Empero, distinta a la precedente es la conclusión sobre cuales medios de
prueba debe producir de oficio el tribunal según nuestra actual legislación cuando
se trata de los procesos que el art. 350 del Código denomina “de carácter social”
(procesos de familia, laborales, agrarios y quizás otros como los correspondientes a
“intereses difusos” etc.).
Como según también ya he fundado ampliamente con anterioridad (26), de
acuerdo a lo que dispone el art. 350.5 del C.G.P. (ratificado para los procesos de
materia laboral en el art. 1 de la ley nº 18.572, pero terminantemente rechazado por
el legislador en el nuevo Código del Proceso Penal), en estos procesos el tribunal
deberá producir de oficio todos los medios de prueba que estime admisibles,
pertinentes, conducentes y necesarios, sin limitación de clase alguna en cuanto a la
clase de medio de prueba de que se trate (salvo respecto al interrogatorio de parte
por absolución de posiciones).
La solución —que en el momento de proyectarse el Código aparece como una
solución de compromiso entre lo que pensaban los codificadores y lo que entendían
otros juristas (especialmente laboralistas) — la entiendo altamente criticable, y se
repite aún más intensamente en la muy criticable legislación que actualmente regula
las especialidades del proceso de materia laboral. Como ya señalé, en lugar de esta
solución que si se aplica por el tribunal torna prácticamente como no jurisdiccional
al proceso de materia laboral, lo que corresponde es que la Comunidad ponga
buenos abogados a disposición gratuita de la parte supuestamente más débil, o
consagre una mayor participación al Ministerio Público y/o establezca a través de la
ley razonables presunciones legales simples a favor de esa parte que se supone más
débil. Pero no elegir el camino más fácil de quebrar la imparcialidad del tribunal y en
definitiva terminar tornando al proceso como un procedimiento de naturaleza quizás
administrativa y no como el proceso jurisdiccional que debería ser.
IIAS. JORNADAS DE TÉCNICA FORENSE, “Conclusiones”, Rev. de Técnica Forense, nº 2, Montevideo, 1991,
9
pág. 155.
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Iniciativa probatoria de oficio
c) ¿La iniciativa probatoria del tribunal puede ser ejercida en cualquier momento?
Dejando de lado las diligencias para mejor proveer que tienen un momento
muy preciso para su ordenamiento y producción, se debe concluir que los concretos
medios de prueba que el Código establece que deben disponerse de oficio por el
tribunal pueden disponerse en cualquier momento de la primera instancia, con dos
precisiones: a) que de acuerdo a lo ya expuesto cuando se trata de algunos de
esos medios de prueba el tribunal no puede ejercer su iniciativa probatoria sin una
actividad previa que resulte del proceso (en particular, testigos, peritos y careos); y
b) que cuando concluye la Audiencia Complementaria (o la única audiencia si fuere
el caso), ya no es posible que se produzcan de oficio otros medios de prueba, salvo
a través de diligencias para mejor proveer (o luego en la etapa de liquidación de
ABAL OLIÚ, Alejandro, Derecho Procesal, tomo IV, F.C.U., Montevideo, 2014, págs. 68/71.
10
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Alejandro Abal Oliú
d) ¿La iniciativa probatoria del tribunal se encuentra limitada por el objeto del proceso?
Aún para quienes, en Uruguay, postulan el llamado activismo procesal (de los
jueces), el tribunal se encuentra limitado en cuanto a su iniciativa probatoria por
el objeto del proceso. Se trata, en efecto, de que al no poder el tribunal incorporar
de oficio al objeto del proceso la existencia de ningún hecho que pudiere fundar la
requisitoria que debe resolverse, carece absolutamente de utilidad el que el mismo
pudiera disponer de oficio la producción de medios de prueba sobre tales hechos
(medios de prueba que si los hubieren propuesto las partes serían rechazados por
“manifiestamente impertinentes”).
En realidad solamente un sistema procesal con proyecciones inquisitivas — y
contrario por ello al carácter propiamente jurisdiccional que en el mismo debe tener un
tribunal — podría permitir al tribunal introducir hechos al objeto del proceso y, como
consecuencia de ello, habilitarlo a producir pruebas sobre estos hechos. Nuestro sistema
procesal (el general, pues aún subsisten rasgos fuertemente inquisitivos en otros
procesos, como por ejemplo el penal o el aduanero), claramente no tolera está posibilidad.
Cuando se considera este punto en relación a los procesos “de carácter social”
nada cabría añadir a lo expresado precedentemente.
e) ¿La iniciativa probatoria del tribunal se encuentra limitada por el objeto de la prueba?
La respuesta a esta pregunta solamente puede ser una: resulta impertinente
cualquier medio de prueba que se proponga para controlar la existencia de hechos
que no integren el objeto de la prueba (de eso trata precisamente y tal cual veremos
en la próxima sección el control de “pertinencia” de los medios probatorios). Por lo
tanto también sería impertinente un medio de prueba con tales características aún si
es dispuesto por el tribunal.
En consecuencia, en el proceso en general la iniciativa probatoria que
limitadamente otorga el C.G.P. al tribunal deberá ejercerse solamente sobre hechos
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Iniciativa probatoria de oficio
que integren no solamente el objeto del proceso, sino también el objeto de la prueba
del concreto proceso de que se trate.
En este marco del objeto de la prueba, ¿puede (y en todo caso debe) el tribunal
disponer prueba sobre hechos alegados por los interesados principales en sus
demanda y/o contestación pero, sobre los cuales ellos no solicitaron la producción
de medios de prueba?
Para responder a esta pregunta y pese a que lo que se dirá a continuación
contradice una concepción “garantista” del proceso de la que participo (pues puede
concluirse que en parte el C.G.P. efectivamente la contradice), deberá estarse a lo
que se concluyó en apartados precedentes, y conforme a ello debería expresarse que
tratándose de hechos que se encuentren en el objeto de la prueba y aunque nada hayan
propuesto las partes para probarlos, el tribunal debería ejercer la iniciativa probatoria
que le otorga e impone nuestro Código vigente, pero siempre que los medios de prueba
que dispone de oficio producir se encuentren entre aquellos que está autorizado a
disponer de esa forma, y siempre que los disponga cuando previamente medió alguna
iniciativa probatoria de las partes al respecto, y que los disponga en los momentos del
proceso en los que según hemos visto los puede disponer.
Si bien en los procesos sobre materia indisponible el objeto de la prueba es
amplísimo, no necesariamente un proceso de carácter social es un proceso sobre
materia indisponible; más en todos los casos debe concluirse que la regla a su
respecto es la misma que para los procesos en general: la iniciativa probatoria del
tribunal se encuentra siempre acotada a los hechos que integran el objeto de la
prueba, y esta regla no puede ser violentada ni siquiera en los procesos de carácter
social (aún cuando en ellos, según acabamos de señalar, muchas veces ese objeto
de la prueba — por ser en tales casos también procesos sobre materia indisponible
— sea mucho más amplio de lo normal). Por ende sigue siendo válida para estos
procesos la regla conforme a la cual todo medio de prueba que no refiera a hechos
que se encuentran en el objeto de la prueba será un medio de prueba impertinente.
Conclusiones
1) El debate existente en la doctrina respecto de la necesidad, o al menos la
conveniencia, de que la búsqueda de “la verdad” o la mayor aproximación posible a
ella constituya o no un elemento esencial para la resolución del tribunal, se enmarca
en el debate más general respecto a cuál debe ser el rol del tribunal en el proceso.
En ese debate se enfrentan las posiciones de los generalmente denominados
“activistas” y los habitualmente llamados “garantistas”.
En lo que refiere a la prueba estas dos concepciones del proceso jurisdiccional
tienen diferencias que se reflejan principalmente en tres áreas particularmente sensibles,
de las cuales en este artículo se analiza solamente la primera: la iniciativa probatoria
del tribunal, el deber de colaboración de las partes y las cargas probatorias dinámicas.
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Alejandro Abal Oliú
Referencias
ABAL OLIÚ, Alejandro, “Iniciativa probatoria del tribunal”, Estudios del Código General del Proceso, t.
I, 2a. edición, F.C.U., Montevideo, 1995, págs. 189/216.
ABAL OLIÚ, Alejandro, “La verdad y el proceso jurisdiccional en Uruguay (Truth and Judicial Process
in Uruguay)”, en Derecho Procesal: dilemas sobre la verdad en el Proceso Judicial, UPB. Editorial
Lasallista, Medellín, Colombia, 2014, págs. 187/223.
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Algunas prospectivas del proceso civil y
garantismo
Andrea A. Meroi
Profesora Titular Ordinaria de Derecho Procesal I, Facultad de Derecho, Universidad Nacional
de Rosario (Argentina). Miembro Titular del IPDP.
1 Introducción
Allá por el año 2000, el Profesor Juan Montero Aroca publicó un pequeño gran
libro titulado El Derecho Procesal en el siglo XX1 en el que, según sus propias palabras,
intentaba una síntesis de la evolución conceptual del Derecho Procesal y una relación
de los problemas que la realidad ha ido suscitando en los procesos civil y penal, con
las respuestas ofrecidas para solucionarlos.
A quince años vista, la vigencia de ese cuadro de situación nos conmueve e
invita a reflexionar, en el ámbito del proceso civil, acerca de la profundización de esos
problemas sabiamente avizorados, de algunas respuestas ensayadas y de su relación
con el garantismo procesal.
Interesa analizar cómo se resuelve el “eterno problema del proceso civil”,2 esto
es, el balance entre acceso a la jurisdicción y efectiva protección de los derechos del
individuo, por un lado, con el derecho a ser oído, por el otro.
2 Los problemas
Evidentemente, la mayor dificultad que sigue desafiando al proceso civil y
poniendo en crisis su existencia misma es el vertiginoso aumento de la litigiosidad.
Allá por el 2000 Montero Aroca se permitió afirmar que “[m]ientras el proceso civil
fue un instrumento por el que la reducida clase media de un país solucionaba sus
MONTERO AROCA, Juan, El Derecho Procesal en el siglo XX, Valencia, Tirant-lo-Blanch, 2000.
1
CAPONI, Remo, “Transnational Litigation and Elements of Fair Trial”, en Procedural Justice, Heidelberg,
2
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 37-57, abr./jun. 2015 37
Andrea A. Meroi
Así, fue Luigi Ferrajoli quien difundió la expresión garantismo penal (pp. 33 y ss.) y garantismo procesal (si bien
4
a los fines penales, v. pp. 537 y ss.), aunque en ambos casos con acepciones “susceptibles de ser traslada-
das a todos los campos del ordenamiento jurídico” (p. 851) (FERRAJOLI, Luigi, Derecho y razón, trad. Perfecto
Andrés Ibáñez et al., 3ª ed., Madrid, Trotta, 1998, en especial v. Capítulo 13, “¿Qué es el garantismo?”, pp.
851 y ss.). Limitado al derecho procesal, podemos citar las obras de ALVARADO VELLOSO, Adolfo, Sistema pro-
cesal. Garantía de la libertad, Santa Fe, Rubinzal-Culzoni, 2009, 2 tomos; Garantismo procesal versus prueba
judicial oficiosa, Rosario, Juris, 2006; El garantismo procesal, en “Activismo y garantismo procesal”, Academia
Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba, Córdoba, 2009, pp. 145 y ss., así como los debates
consignados en Proceso civil e ideología, Juan MONTERO AROCA (coord.), Valencia, Tirant lo Blanch, 2006;
etcétera. También puede v. LORCA NAVARRETE, Antonio M., Estudios sobre garantismo procesal, Dijesa, 2009.
38 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 37-57, abr./jun. 2015
Algunas prospectivas del proceso civil y garantismo
5
FERRAJOLI, cit., p. 540.
6
“La proclamación de los derechos fundamentales, como por lo demás del principio de igualdad y por otro lado
de la representación, equivale a la estipulación de valores. Y contiene, por eso, un elemento de utopía, siendo
la utopía un elemento integrante de la noción de valor en el sentido de que es propio de los valores el hecho
de no ser nunca perfectamente realizables o de una vez por todas y de admitir siempre una satisfacción sólo
imperfecta, es decir, parcial, relativa y contingente. Precisamente por esto los valores son universales e impe-
recederos” (FERRAJOLI, cit., p. 866).
7
Sobre el tema, puede v. FERRAJOLI, Luigi, Derechos y garantías. La ley del más débil, trad. Perfecto Andrés
Ibáñez y Andrea Greppi, 2ª ed., Madrid, Trotta, 2001, en especial, pp. 24/25. Asimismo, puede v. nuestro
trabajo en coautoría con CHAUMET, Mario E., ¿Es el derecho un juego de los jueces?, Revista Jurídica La Ley,
2008-D, bol. 18.06.2008, pp. 1/7.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 37-57, abr./jun. 2015 39
Andrea A. Meroi
8
BESTF, Arthur; ZALESNE, Deborah; BRIDGES, Kathleen; CHENOWETH, Kathryn, Peace, Wealth, Happiness, and
Small Claim Courts: A Case Study, Fordham Urban Law Journal, Vol. 21, Issue 2, 1993, Article 4; consultado
en <http://ir.lawnet.fordham.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1390&context=ulj> el 10 de marzo de 2015.
9
Cfr. WHELAN, Christopher J. (ed.), Small Claims Courts: a comparative study, Oxford (England): Clarendon
Press; New York: Oxford University Press, 1990.
40 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 37-57, abr./jun. 2015
Algunas prospectivas del proceso civil y garantismo
Inspirados en las small claims courts de los EE.UU., a iniciativa del Tribunal
Superior de Rio Grande do Sul y con el apoyo de AJURIS (la asociación de jueces de
ese estado), en 1981 comenzaron a funcionar de modo experimental unos juzgados
de pequeñas causas.
En 1984 se aprobó la ley federal 7244, que creaba los Juzgados de Pequeñas
Causas con competencia para entender en asuntos cuya cuantía no superara los
veinte (20) salarios mínimos.
La Constitución Federal de 1988 institucionalizó los juzgados especiales, “... inte
grados por jueces togados, o togados y legos, competentes para la conciliación, juicio
y ejecución de causas civiles de menor cuantía e infracciones penales de menor
potencial ofensivo, mediante procedimientos orales y sumarísimos, permitiéndose,
en las hipótesis previstas en la ley, la transacción y el enjuiciamiento de los recursos
por grupo de jueces de primer grado” (art. 98).
La ley 9099 (26 de septiembre de 1999), reglamentaria de esta materia a nivel
federal, determinó la creación de Juzgados Especiales en todos los Estados, pero el
nombramiento de jueces legos y conciliadores quedó en el ámbito discrecional de
cada uno ellos. Algunos atribuyen a los jueces letrados todas las funciones; otros,
instituyeron sólo la figura del conciliador.10
Los Juzgados Especiales Civiles y Criminales creados por esta ley son órganos
de la justicia ordinaria con funciones de conciliación, conocimiento y ejecución en las
causas de su competencia.
Sus principios inspiradores son la oralidad, la simplicidad, la informalidad, la
economía procesal y la agilidad, con la constante búsqueda de la conciliación o transacción.
La competencia de los juzgados especiales civiles comprende la conciliación,
proceso y juzgamiento de causas civiles de menor complejidad, así consideradas: a)
las causas cuyo valor no exceda de cuarenta (40) salarios mínimos; b) las sometidas
por el Código Procesal Civil al trámite sumario; c) el desalojo para uso propio; d) las
acciones posesorias sobre bienes inmuebles cuyo valor no exceda a los cuarenta
salarios mínimos. Son asimismo competentes para promover la ejecución de sus
propias resoluciones y de títulos ejecutivos extrajudiciales cuyo valor no exceda los
cuarenta salarios mínimos. Quedan excluidas de la competencia de estos juzgados
las causas de naturaleza alimentaria, concursal, fiscal y de interés de la Hacienda
Pública, así como las relativas a accidentes de trabajo, lo concerniente al estado y
capacidad de las personas, aun de índole patrimonial. La opción por el procedimiento
“Apenas los Estados de Río Grande del Sur, del Mato Grosso del Sur, del Paraná y del Acre crearon figuras
10
de los Jueces Legos y Conciliadores” (RODYCZ, Wilson Carlos, El Juzgado Especial y de Pequeñas Causas en
la solución del problema del acceso a la justicia en Brasil, en <http://www.cejamericas.org/index.php/biblio-
teca/biblioteca-virtual/doc_view/1464-el-juzgado-especial-y-de-peque%C3%B1as-causas-en-la-soluci%C3%B3n-
-del-problema-del-acceso-a-la-justicia-en-brasil.html>, consultado el 10 de marzo de 2015).
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 37-57, abr./jun. 2015 41
Andrea A. Meroi
11
“2. Se decidirán también en el juicio verbal las demandas cuya cuantía no exceda de seis mil euros y no se
refieran a ninguna de las materias previstas en el apartado 1 del artículo anterior” (art. 250 LEC).
12
NIEVA FENOLL, Jordi, ¿Es antieconómico litigar por menos de 1.000 euros? Planteamiento de soluciones para
las reclamaciones de pequeña cuantía, Justicia 2007, pp. 39-40.
13
Cfr. <http://eur-lex.europa.eu/LexUriServ/LexUriServ.do?uri=CELEX:32007R0861:ES:HTML>, consultado el
10 de marzo de 2015.
42 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 37-57, abr./jun. 2015
Algunas prospectivas del proceso civil y garantismo
- la seguridad social;
- el arbitraje;
- el derecho laboral;
- los arrendamientos de bienes inmuebles, excepto las acciones sobre
derechos pecuniarios;
- las violaciones del derecho a la intimidad y de otros derechos de la
personalidad, incluida la difamación.
El procedimiento presenta las siguientes características:
- se trata de una vía alternativa a los distintos procedimientos que en puedan
existir en los ordenamientos nacionales y a la que puede acogerse libremente
el litigante;
- se admiten las reclamaciones de deudas pecuniarias y las no pecuniarias,
pero siempre que se puedan cuantificar económicamente;
- la legislación procesal del Estado miembro en el que se desarrolle el proceso
es supletoria de los aspectos procesales no regulados;
- la intervención de abogado u otro profesional del derecho no es vinculante;
- los Estados miembros deben garantizar que las partes reciban asistencia
práctica para completar los formularios, la cual debe incluir información técnica;
- el procedimiento es predominantemente escrito, sin perjuicio de la celebración
de vista oral si lo piden las partes o lo considera necesario el órgano
jurisdiccional;
- el órgano jurisdiccional no exigirá una valoración jurídica en la demanda,
informará a las partes sobre las cuestiones procesales y podrá conciliar
entre ellas;
- el procedimiento debe estar presidido por los principios de simplicidad, rapidez
y proporcionalidad. Es conveniente que se hagan públicos los pormenores de
los costes y que haya transparencia en los medios para establecerlos.
3.1.4 Elementalmente, la justicia especial o de pequeñas causas satisface el
postulado garantista de asegurar la real vigencia del derecho de acción. Refiriéndose
a la garantía de la defensa en juicio, Alvarado Velloso nos enseña que resulta un error
restringirla a la esfera de actuación del demandado civil o del reo penal y que, por el
contrario, rige plenamente para ambos contendientes.14
Esto es particularmente así en el momento inicial del pleito, para el que expresa
o implícitamente las cartas magnas consagran la inviolabilidad de la defensa en juicio
de los derechos del ciudadano. Quizá con términos más remozados, el inveterado
derecho de acción (derecho de instar a la autoridad) trocó en derecho a la tutela
judicial efectiva o a la jurisdicción.15
Cfr. CAPPELLETTI, Mauro; GARTH, Bryan, The Worldwide Movement to Make Rights Effective, Milano, Giuffrè,
15
1978; GONZÁLEZ PÉREZ, Jesús, El derecho a la tutela jurisdiccional, Madrid, Civitas, 1984, etcétera. Rosatti
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 37-57, abr./jun. 2015 43
Andrea A. Meroi
El hecho de que este tema haya sido objeto de un particular estudio —y hasta
de un “movimiento”16— obedece al impacto que esa realidad ocasionó al sistema
judicial en su conjunto. Un autor lo pintará con palabras asaz elocuentes: “Nos
referimos a la democratización del acceso a la justicia, mediante la cual, como
parte de un proceso más abarcativo, amplios segmentos de la población han podido
incorporarse al sistema jurídico-político, accionar ante los tribunales e incoar de ese
modo el procedimiento judicial. Esta transformación es consecuencia de los cambios
sociales que, por un lado, generaron la expectativa de un mayor acceso a la justicia
al compás de la redistribución de los bienes económicos a clases antes excluidas, y,
por otro, hicieron presión sobre el sistema político para que estos derechos fueran
reconocidos en las normas legales y constitucionales. La incorporación de grandes
masas ciudadanas al sistema social y político generó la recepción de las mismas
por el sistema jurídico, que comienza a estar interconectado con los anteriores.
Concomitantemente, el reconocimiento de los derechos individuales y su eficacia
vinculante resaltan la necesidad lógica de una instancia ante la cual sean exigibles por
sus titulares [...] A ello debemos sumarle que la materia justiciable, por el fenómeno
de la juridificación, se acrecentó en proyección geométrica durante la segunda mitad
de este siglo, con lo cual el ciudadano tiene acceso hoy a la justicia en una proporción
que no la tenía en tiempos pasados y que además puede someter a ella toda una
serie de cuestiones que antes le estaban vedadas”.17
Sin embargo, las altas promesas constitucionales de acceso a la jurisdicción
suelen dificultarse o desalentarse por condiciones de la realidad entre las que destaca
la inacción de los poderes públicos o la insignificancia económica. Hace ya algunos
años, Ramos Méndez se preguntaba: “¿Quién es el necio que se atreve a reclamar
estas modestas sumas ante los Tribunales de Justicia? Sin embargo, ésta es la
necesidad del ciudadano de a pie para sentir que verdaderamente toca la justicia
cuando la necesita”.18
3.1.5 En estos mecanismos de atención a las “pequeñas causas”, al tiempo que
la garantía de acceso se cumple, otras veces se resiente la imparcialidad del juzgador.
Esto ocurre particularmente en aquellos ordenamientos que superponen las funciones
de conciliación (y, aun, de mediación) y adjudicación del conflicto por autoridad.
Así, y respecto del caso brasileño, se sostiene que las mayores dificultades surgen
con la eventual confusión entre el papel de conciliador y de juez y, consiguientemente,
el desempeño insatisfactorio de ambas funciones: como conciliador, se corre el
hablará de derecho a la jurisdicción antes del proceso, como “el derecho a exigir del Estado — monopolizador
del servicio de administración de justicia — el cumplimiento de los presupuestos jurídicos y fácticos necesa-
rios para satisfacer el cometido jurisdiccional ante la eventualidad de una litis concreta” (ROSATTI, Horacio D.,
El derecho a la jurisdicción antes del proceso, Buenos Aires, Depalma, 1984, p. 47)
16
V. nota anterior.
17
THURY CORNEJO, Valentín, Juez y división de poderes hoy, Buenos Aires, Ciudad Argentina, 2002, pp.
256/257.
18
RAMOS MÉNDEZ, Francisco, El mito de Sísifo y la Ciencia Procesal, Justicia 88, Nº 2, p. 271.
44 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 37-57, abr./jun. 2015
Algunas prospectivas del proceso civil y garantismo
19
FAISTING, André Luiz, “O dilema da dupla institucionalização do Poder Judiciário: o caso do juizado especial
de pequenas causas”, en O sistema de justiça, Maria Teresa Sadek (Org.), Série Justiça, Fundação Ford, São
Paulo, Sumaré, 1999, pp. 43-44.
20
En España, se ha afirmado que “El procedimiento verbal, actualmente existente en nuestra Ley de Enjuiciamiento
Civil, no es adecuado para que un ciudadano lego en Derecho acuda a defender sus pretensiones ante un Juez.
Su regulación está prevista pensando, en el fondo, en la presencia de abogados. Y por ello, en lugar de acudir
a un juicio jurisdiccional, se queda en casa lamentándose de la injusticia del sistema. Quizás haya llegado
el momento de asumir que estas pequeñas reclamaciones, y otras como la mayoría de las reclamaciones de
consumo, no precisan de un proceso basado en esquemas del pasado. Por ello, entiendo que estas reclama-
ciones habrían de resolverse informalmente en juicios prima facie, en presencia judicial, por supuesto, pero
en principio de ningún otro profesional del Derecho. La experiencia de estos juicios está dando unos frutos
óptimos en los arbitrajes de consumo, a la vista de las estadísticas y pese a la existencia de algunas deficien-
cias que habrán de ser solucionadas en un futuro. Pero la mayoría de los ciudadanos tienen su caso resuelto
en un plazo variable de entre pocos días o semanas, a un máximo de tres meses. Y son enormes las tasas de
satisfacción entre los ciudadanos. Tasas estas —más que otras — que tanta falta le hacen a nuestra justicia
profesional” (NIEVA FENOLL, cit., 40-41).
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Andrea A. Meroi
características más disruptivas del Derecho Procesal de este tiempo, así como uno
de sus desafíos más importantes.
Al iniciar su trabajo, Redish y Berlow adelantan que así como hay poco consenso
en la comunidad académica acerca de por qué existe esta “isla de colectivismo en un
mar de resolución de disputas individuales”, hay un acuerdo casi universal acerca de
la necesidad de alguna herramienta para sustanciar reclamos colectivos masivos.21
La efectiva vigencia del derecho de acción para ese tipo de pretensiones es una
clara exigencia del garantismo procesal.
3.2.1 Sabido es que, una vez reconocidos por el legislador (constitucional o
infraconstitucional), los derechos materiales no pueden ser negados a base de impedir
a los ciudadanos que peticionen su tutela judicial. El legislador ordinario puede,
respecto de intereses privados, no elevarlos a la condición de derechos subjetivos
(salvo en el caso de que tengan reconocimiento en la Constitución) pero, configurado
un derecho subjetivo en la ley, no puede luego negarse la posibilidad de que su titular
inste la tutela.22 En otros términos, en la medida en que la actividad jurisdiccional
del Estado representa la respuesta dada para la prohibición de la autodefensa, es
necesario proporcionar al titular de un interés jurídicamente protegido exactamente
aquello que el Derecho sustancial le concede.23 La omisión en establecer esas vías
de tutela sería inconstitucional.24
Desde la perspectiva del particular que insta, Montero Aroca ha señalado el
principio de oportunidad —que conforma toda la actuación del derecho privado por
los órganos jurisdiccionales— como punto de partida para comprender la idea de
legitimación.25
En un sistema de derechos subjetivos privados,26 “el principio general del que
hay que partir es el de que sólo el titular del derecho puede disponer del mismo...
Desde esta perspectiva parece claro que el legislador no puede discrecionalmente
legitimar a quien no afirme la titularidad del derecho subjetivo, porque ello equivale a
permitir disponer del derecho a quien no es su titular”.27 De ahí que las excepciones
que constituyen la legitimación extraordinaria deban responder a “motivos objetivos,
21
REDISH, Martin H.; BERLOW, Clifford W., The class action as political theory, 85 Wash. U. L. Rev. 753 (2007), p.
754, consultado en <http://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=1071191>., el 10 de marzo de 2015.
22
MONTERO AROCA, Juan, Introducción al derecho procesal. Jurisdicción, acción y proceso, Madrid, Tecnos,
1976, p. 126.
23
PÉREZ RAGONE, Álvaro J. D., Prolegómenos de los amparos colectivos, en Revista de Derecho Procesal, Nº 4,
pp. 103 y ss., Santa Fe, Rubinzal-Culzoni, 2000, p. 88, con cita de Dinamarco y Marinoni.
24
Así, se ha afirmado que “desconocer, negar, o estrangular la legitimación procesal, privando de llave de acceso
al proceso a quien quiere y necesita formular pretensiones en él para hacer valer un derecho, es inconstitucio-
nal” (BIDART CAMPOS, Germán, Tratado Elemental de Derecho Constitucional Argentino, 2ª ed., Buenos Aires,
Ediar, 1993, t. I, p. 351).
25
MONTERO AROCA, Juan, La legitimación colectiva de las entidades de gestión de la propiedad intelectual,
Granada, Comares, 1997, pp. 29/30; el destacado es nuestro.
26
Como lo es la Argentina, cfr. Constitución Nacional, arts. 14, 17, 18, 19, 28, 33, 42 y cc.
27
MONTERO AROCA, La legitimación colectiva..., cit., p. 35.
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Algunas prospectivas del proceso civil y garantismo
razonables y proporcionados. Esos motivos son los que han ido cambiando, pasándose
de lo privado a lo colectivo, de supuestos de escasa trascendencia social a otros en
los que puede estar implicado gran número de personas”.28
La justificación social de estas nuevas “legitimaciones” suele plantearse,
precisamente, en términos de garantía de la defensa en juicio de los derechos
involucrados. Dice Trionfetti que “las acciones colectivas son instrumentos de protección
de la libertad (en sentido amplio) o de la propiedad que posibilitan el acceso a la tutela
efectiva de ciertos derechos que, disputados dentro del formato decimonónico de
ejercicio de la acción, serían inviables, costosos o de difícil tutela”.29 A su entender,
“la clave para optar por un proceso colectivo reside en la existencia de una suerte de
condensación de elementos que no pueden ser absorbidos o procesados en la matriz
clásica sin riesgo de ineficacia o colapso para el sistema judicial”.30
Afinando el concepto, y contemplando las peculiaridades de nuestros
ordenamientos, Maurino, Nino y Sigal justifican la existencia del “caso colectivo”
en las hipótesis de intereses supraindividuales y de intereses plurales homogéneos
de difícil acceso jurisdiccional.31 También se ha dicho que “el criterio óptimo se da
cuando sin la agregación de procesos el acceso a la justicia es inalcanzable”.32
En el derecho anglosajón —aun desde una perspectiva liberal de respeto a la
autonomía individual— se ve a las class actions como un catalizador del logro de los
fines individuales: se trata de una herramienta para ayudar a la persona a perseguir
sus propios intereses y un medio de profundización de la autonomía al proveerle la
opción de una estrategia colectiva alternativa para maximizar sus reclamos a través
de un proceso de colectivismo voluntario.33
Por lo demás, siempre será bueno recordar que “los agentes finales de los
derechos son individuos, que la identificación de grupos es ante todo una herramienta
para asegurar protección a las personas que participan de cierta situación
28
Ibídem. Por lo demás, muchas veces se confunden los conceptos de interés, legitimación y representación.
De allí que sea “menester distinguir un objeto del proceso supraindividual, un ámbito de legitimados plural
y un portador individual. Es importante distinguir, a su vez, dentro de lo que genéricamente se denomina
objeto — pretensión — supraindividual, los casos que versan sobre intereses supraindividuales en sentido
propio — colectivos o difusos — (lo cual sí constituye ya un auténtico supuesto de legitimación “colectiva”) de
aquellos en que lo que existe es una pluralidad de derechos individuales homogéneos, conexos (de titularidad
y legitimación individual, privativa), que no son, en realidad, supuestos de legitimación “colectiva” sino, en
todo caso, de acumulación de pretensiones y, eventualmente, de representación conjunta. El primero sería el
caso de un particular, miembro de un determinado grupo social, que insta la retirada o la no difusión de unas
determinadas manifestaciones injuriosas a ese grupo; el segundo el de las class actions norteamericanas”
(GUTIÉRREZ DE CABIEDES E HIDALGO DE CAVIEDES, La tutela..., cit., p. 188).
29
TRIONFETTI, Víctor Rodolfo, Aspectos preliminares sobre la tutela jurisdiccional de los derechos difusos, co-
lectivos y homogéneos, en OTEIZA, Eduardo [Coordinador], Procesos colectivos, Santa Fe, Rubinzal-Culzoni,
2006, pp. 155/156.
30
MAURINO, Gustavo; NINO, Ezequiel; SIGAL, Martín, Las acciones colectivas, Buenos Aires, Lexis Nexis, 2005,
pp. 159/160.
31
V. su lograda idea de “caso colectivo”, op. cit., pp. 199 y ss.
32
LORENZETTI, Ricardo Luis, Justicia colectiva, Santa Fe, Rubinzal-Culzoni, 2010, p. 125.
33
REDISH; BERLOW, cit., p. 806.
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Andrea A. Meroi
colectivamente relevante; pero que al final del día, quienes viven o mueren, ganan
o pierden son las personas individuales. Esto nos lleva a sugerir que el diseño
de las acciones colectivas debería ser sensible a reconocer algunos aspectos
fundamentales del derecho de defensa que recaigan en los individuos afectados,
además de asegurarlos plenamente respecto del grupo considerado como unidad de
acción en el proceso, a través de los legitimados colectivos”.34
3.2.2 La acertada elección del legitimado es clave a la hora de garantizar el
derecho de defensa en juicio de todos los miembros del grupo o clase de afectados.
Respecto de la acreditación de la representación adecuada se han previsto,
básicamente, dos sistemas: a) aquel que confía la comprobación de la existencia
de la representación adecuada al juez del caso concreto (sistema de las class
actions estadounidenses);35 b) aquel que predetermina de antemano quiénes son
los representantes adecuados (sistema de la mayoría de los regímenes de derecho
continental, que legitiman a ciertos sujetos o categorías de sujetos: ministerio público,
defensor del pueblo, asociaciones o ciertas asociaciones, el “afectado” etc.).
Es en función de los desequilibrios que se han constatado respecto de la
legitimación activa de ciertos sujetos en nuestros sistemas36 que ha ido ganando
terreno la necesidad de controlar, en el caso concreto, la existencia de una verdadera
representación adecuada, entendiendo por tal el conjunto de condiciones personales,
profesionales, financieras, etcétera, suficientes para garantizar una apropiada
defensa de las pretensiones colectivas. Y en lugar de abandonar ese control a la
entera discrecionalidad judicial, se propicia “la previsión normativa de parámetros a
tener en cuenta... en primer lugar, para objetivar el sistema en la medida de lo posible
y, en segundo lugar, para exteriorizar la preferencia del legislador respecto de los
elementos enunciados”.37
Por nuestra parte, entendemos que si bien la caracterización del estándar
representación adecuada es perfectible, su previsión y constatación se impone como
exigencia de la garantía de la inviolabilidad de la defensa en juicio: “en la medida
en que las consecuencias del obrar del legitimado “extraordinario” (activo o pasivo)
sean capaces de repercutir favorable o desfavorablemente en la esfera de interés de
34
MAURINO; NINO; SIGAL, cit., p. 250.
35
“One or more members of a class may sue or be sued as representative parties on behalf of all only if... (4) the
representative parties will fairly and adequately protect the interests of the class...” (Federal Rule 23, a), 4º).
Adhieren al mismo sistema Canadá y Australia. V. nuestro trabajo Procesos colectivos. Recepción y problemas,
Santa Fe, Rubinzal-Culzoni, 2008, pp. 94 y ss.
36
Al respecto puede v. nuestro trabajo Posibles desequilibrios en la recepción de modelos de legitimación para
la tutela de intereses supraindividuales y plurales homogéneos, en “XX Jornadas Iberoamericanas de Derecho
Procesal: Problemas actuales del proceso iberoamericano”, Málaga, octubre de 2006, t. II, en especial pp.
326/327. Asimismo, GIDI, Antonio, A representação adecuada nas ações coletivas brasileiras. Uma proposta,
en Revista de processo, 61 (2002); PELLEGRINI GRINOVER, Ada, Ações coletivas..., pp. 11-27.
37
GIANNINI, Leandro J., La representatividad adecuada en las pretensiones colectivas, en OTEIZA, Eduardo
[Coordinador], Procesos colectivos, Santa Fe, Rubinzal-Culzoni, 2006, p. 200.
48 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 37-57, abr./jun. 2015
Algunas prospectivas del proceso civil y garantismo
múltiples sujetos, sin que éstos necesariamente hayan prestado su voluntad expresa
o tácita, la salvaguarda de la garantía del debido proceso (art. 18, Constitución
Nacional; art. 8º, Convención Americana de Derechos Humanos) hace necesaria la
existencia de mecanismos que aseguren que quien va a actuar gestionando y hasta
disponiendo de intereses que no le pertenecen, lo haga apropiadamente”.38
Claro está que esto es solo un muy pequeño aspecto de la cuestión: resta
elaborar todo un sistema de controles y contrapesos relacionados con el “derecho de
defensa en juicio” que tiene que ver con el régimen de notificaciones, la posibilidad
de excluirse del grupo, la intervención de terceros, los efectos de la sentencia, el
régimen recursivo, entre otros.
3.2.3 En lo que refiere a los intereses plurales homogéneos, es habitual la
discusión en torno a si el proceso colectivo debe regularse con un mecanismo de
inclusión (opt-in) o de exclusión (opt-out) de los miembros al grupo o clase.
En el sistema opt-in los miembros del grupo deben incluirse en el proceso
colectivo a fin de que la sentencia que se dicte los alcance. En el sistema opt-out los
miembros del grupo deben excluirse del proceso colectivo a fin de que la sentencia que
se dicte no los alcance y, así, poder decidir no demandar o demandar individualmente.
El sistema opt-in, mayoritario en Europa, es la regla en Inglaterra, Suecia,
Alemania y, para algunos, en Italia. El sistema opt-out, paradigmático de las class
actions estadounidenses, rige también en Portugal y, bajo ciertas circunstancias, en
Dinamarca, Noruega y los Países Bajos.
El debate entre opt-in y opt-out plantea dificultades a la hora de equilibrar los
derechos individuales y la exigencia de eficacia procesal. Según Hodges su resolución
debe pasar, en última instancia, por una opción política que maximice la posibilidad
de una respuesta justa. A sabiendas de que la elección involucra consideraciones de
poder y de abuso, se pregunta: ¿cómo hacer para satisfacer las pretensiones legítimas
de un número significativo de personas haciendo responder a los demandados sólo
cuando corresponde?39
El mismo autor considera que esa opción política de adscribir a uno u otro
sistema reclama la consideración de tres aspectos técnicos:
a) En primer lugar, debe lograr el resultado de producir un efecto vinculante
para todos quienes tengan derecho, con un mínimo costo y demora.
En este sentido, la regla opt-in puede constituir una barrera (por falta de
conocimiento o de recursos para asumir los costos) para la satisfacción de
reclamos genuinos; por el contrario, la regla opt-out puede abultar el número
de reclamantes y aumentar la presión sobre el demandado para transigir.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 37-57, abr./jun. 2015 49
Andrea A. Meroi
40
Íd. íd., pp. 120/122.
41
Para conocer aspectos de la controversia en los países de la Unión Europea, v. HODGES, cit., pp. 123 y ss.
42
Íd. íd., pp. 126/127.
43
BERMÚDEZ MUÑOZ, Martín, La acción de grupo. Normativa y aplicación en Colombia, Bogotá, Editorial
Universidad del Rosario, 2007, p. 347 (bastardillas en el original).
44
Ley 24.240, reformada por la Ley 26.361.
45
LORENZETTI, Justicia..., cit., p. 136.
46
LORENZETTI, Justicia..., cit., p. 136.
50 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 37-57, abr./jun. 2015
Algunas prospectivas del proceso civil y garantismo
3.2.4 Hemos visto que una de las varias justificaciones del proceso colectivo
es la insignificancia de la pretensión actora o la formidable disparidad de fuerzas
con la parte demandada (vgr. casos de daños a los consumidores, de reclamos de
ciudadanos frente al Estado, de demandas de vecinos frente a grandes conglomerados
industriales contaminantes, etcétera).
Sin embargo, la habilitación al ejercicio colectivo de esas pretensiones no implica
“asumir ni el derecho del más débil ni la responsabilidad del poderoso, por el simple
hecho de serlo”,47 por lo que se debe garantizar la efectiva igualdad de las partes.48
Más allá de otros despliegues, la expresión más paradigmática de la igualdad
procesal es la efectiva y real vigencia del contradictorio,49 que reclama singulares
concreciones en los procesos colectivos.50
Asimismo y desde otra perspectiva, consideramos que la aspiración a que el
conflicto sea resuelto definitivamente puede leerse en esta clave.
Ésa ha sido la solución del derecho estadounidense en el que —cualquiera sea
su sentido— la sentencia que recaiga en el procedimiento de class action extiende
sus efectos a todos los miembros actuales y potenciales de la clase que no hayan
ejercido oportunamente el derecho de excluirse (opt-out).
En los ordenamientos de raíz continental, en cambio, esa solución es muy
resistida. Así, en la Exposición de Motivos del Código Modelo de Procesos Colectivos
para Iberoamérica.51 leemos que “[c]on relación a los intereses o derechos individuales
homogéneos, la opción de la legislación brasileña, mantenida en el Código, es de la
cosa juzgada secundum eventum litis: o sea, la cosa juzgada positiva actúa erga
omnes, beneficiando a todos los miembros del grupo; pero la cosa juzgada negativa
sólo alcanza a los legitimados a las acciones colectivas, pudiendo cada individuo,
perjudicado por la sentencia, oponerse a la cosa juzgada, promoviendo su acción
individual en el ámbito personal”.
Sin embargo, crecen las voces a favor de la extensión de la cosa juzgada
cualquiera sea el sentido de la decisión o, dicho de otro modo, a que el conflicto sea
resuelto de manera definitiva.52 Más aún, se habla de un derecho del demandado a
47
OTEIZA, Eduardo, Comentario al Artículo 4, en “Código Modelo de Procesos Colectivos. Un diálogo iberoameri-
cano” (Antonio Gidi; Eduardo Ferrer Mac Gregor, coordinadores), México D.F., Ed. Porrúa, 2008, p. 99.
48
“El crédito o el descrédito de los procesos colectivos en gran medida dependen del aseguramiento efectivo de la
igualdad de las partes. No puede haber inferencias normativas sobre la responsabilidad de una de ellas” (ibídem).
49
Cfr. PROTO PISANI, Andrea, Lezioni di Diritto Processuale Civile, 5ª ed., Napoli, Jovene editore, 2006, pp. 200 y ss.;
PICARDI, Nicola, “Audiatur et altera pars”. Le matrici storico-culturali del contraddittorio, en Rivista Trimestrale di
Diritto e Procedura Civile, 2003, Nº 1, pp. 10 y ss.; Il principio del contraddittorio, en Rivista de Diritto Processuale,
1998, Volume LIII, pp. 674 y ss. Asimismo, puede v. nuestro trabajo Resignificación del “contradictorio” en el
debido proceso probatorio, en “Controversia Procesal”, Universidad de Medellín, 2006, pp. 69 y ss.
50
Vgr., los que asume el Código Modelo de Procesos Colectivos para Iberoamérica (Instituto Iberoamericano de
Derecho Procesal, aprobado el 28 de octubre de 2004; puede v. en <www.iidp.org>), en los artículos 5, II, par.
4º; 10, par. 2º; etcétera.
51
Ver nota anterior.
52
Cfr. UCÍN, María Carlota, El rol de la Corte Suprema ante los procesos colectivos, en Revista de Derecho
Procesal, Santa Fe, Rubinzal-Culzoni, 2009-1, p. 346.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 37-57, abr./jun. 2015 51
Andrea A. Meroi
la resolución definitiva del conflicto,53 aclarándose que, en todo caso, “[s]i el temor
de otorgarle efectos plenos de cosa juzgada a la sentencia en la acción de grupo
proviene del temor acerca de que el grupo no haya sido adecuadamente informado de
la existencia de la acción o de que no haya sido adecuadamente representado en ella,
lo que hay que tomar es medidas para asegurar que estos dos aspectos del proceso
se cumplan adecuadamente”.54
3.2.5 Ya hemos visto que el garantismo procesal pone especial énfasis en el
principio de la imparcialidad del juzgador, entendido como la exigencia de que el juez sea
un verdadero tercero respecto de las partes en litigio (impartialidad), no se encuentre en
situación de subordinación jerárquica respecto de alguna de las partes (independencia)
y no tenga interés en la solución del litigo (imparcialidad propiamente dicha).55
Claro está, se trata de un concepto cuya realización práctica presenta no pocas
dificultades, tal y como lo advirtieron varios autores.56 Por esa razón, el garantismo
considera la imparcialidad como una representación prescriptiva (y no descriptiva),
equivalente a un “conjunto de cánones deontológicos: el compromiso del juez de no
dejarse condicionar por finalidades externas a la investigación de lo verdadero, la
honestidad intelectual que como en cualquier actividad de investigación debe cerrar
el interés previo en la obtención de una determinada verdad, la actitud “imparcial”
respecto de los intereses de las partes en conflicto y de las distintas reconstrucciones
e interpretaciones de los hechos por ellas avanzadas, la independencia de juicio y
la ausencia de preconceptos en el examen y en la valoración crítica de las pruebas,
además de en los argumentos pertinentes para la calificación jurídica de los hechos
por él considerados probados”.57
El propio Ferrajoli reclama ciertas condiciones para acercarse a ese modelo
ideal de imparcialidad; a saber:
53
“El demandado tiene la obligación de someterse a la jurisdicción del Estado y debe acatar los fallos que esta
profiera, sin que resulte lógico que lo convoquemos a un proceso cuya decisión de condena lo obligará, advirti-
éndole que en el caso de ser absuelto la sentencia no será definitiva. Así como en el proceso penal aplicamos
el principio del non bis in idem que no permite juzgar a una persona dos veces por la misma causa, en el pro-
ceso civil el efecto de la cosa juzgada también debe garantizarle al demandado no ser demandado dos veces
por los mismos hechos” (BERMÚDEZ MUÑOZ, cit., pp. 373/374).
54
Íd. íd., p. 375.
55
Cfr. ALVARADO VELLOSO, Adolfo, Introducción..., t. 1, p, 261. Puede v., asimismo, nuestro trabajo La imparcia-
lidad judicial, en “Activismo y garantismo procesal”, cit., pp. 41/56.
56
Así, Werner Goldschmidt, quien reivindicaba un juez “tan imparcial como sea posible” (GOLDSCHMIDT, Werner,
La imparcialidad como principio básico del proceso [“partialidad” y “parcialidad”], discurso de incorporación
como miembro de número del Instituto Español de Derecho Procesal, publicado en “Conducta y Norma”,
Librería Jurídica, Valerio Abeledo, Buenos Aires, 1955, p. 135). Sobre la importancia y actualidad de este pen-
samiento, puede v. nuestro trabajo El principio de imparcialidad del juez (las opiniones precursoras de Werner
Goldschmidt y los desarrollos actuales del tema), en “Dos filosofías del derecho argentinas anticipatorias: ho-
menaje a Werner Goldschmidt y Carlos Cossio”, Miguel Ángel Ciuro Caldani (Coordinador), Rosario, Fundación
para las Investigaciones Jurídicas, 2007, pp. 135/145.
57
FERRAJOLI, Derecho... , cit., p. 56.
52 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 37-57, abr./jun. 2015
Algunas prospectivas del proceso civil y garantismo
58
“El juez... no debe gozar del consenso de la mayoría, debe contar, sin embargo, con la confianza de los sujetos
concretos que juzga, de modo que éstos no sólo no tengan, sino ni siquiera alberguen, el temor de llegar a
tener un juez enemigo o de cualquier modo no imparcial” (FERRAJOLI, Derecho..., pp. 581/582).
59
Íd. íd., p. 583.
60
Cfr. VERBIC, Francisco, Procesos colectivos, Buenos Aires, Astrea, 2007, pp. 371 y ss.; GONZÁLEZ ZAMAR,
Leonardo, Lineamientos para un proceso colectivo eficaz. Medidas cautelares, tutela anticipatoria, intervención
del juez, en “Procesos colectivos”, dir. Eduardo Oteiza, cit., pp. 328 y ss.; etcétera.
61
Cfr. MONTERO AROCA, Juan, Los principios políticos de la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil. Los poderes del
juez y la oralidad, Valencia, Tirant lo Blanch, 2001, pp. 71, con cita de CARRERAS, La función del juez en la
dirección del proceso civil (Facultades materiales de dirección), en “Estudios de Derecho Procesal”, Barcelona,
1962; FENECH, Facultades procesales de dirección, en el mismo volumen; SERRA, Liberalización y socializa
ción del proceso civil, en Revista de Derecho Procesal Iberoamericana, 1972; CORDÓN, En torno a los poderes
de dirección del juez civil, en Revista de Derecho Privado, 1969.
62
BERMÚDEZ MUÑOZ, cit., p. 35. El autor ejemplifica: “El juez no puede asumir el rol de defensor de los inte-
reses del grupo, e instituciones como la facultad de citar de oficio a terceros responsables atentan contra su
aludida condición de tercero en el conflicto; la tendencia de nuestra legislación de asignarle al juez funciones
que no le corresponden (como la de conciliar y la de decretar pruebas que incumbe solicitar a las partes) no
sólo atenta contra la imparcialidad del juzgador, sino que no permite que cumpla con la función de resolver los
litigios, que es la que realmente le corresponde” (todas las bastardillas son del autor).
63
V. UCÍN, cit., pp. 341 y ss. La misma autora, en coautoría, habla de la necesidad de conformar el litisconsorcio
colectivo propio de estos procesos (v. UCÍN, María Carlota; ZLATAR, Alex, “Acciones colectivas: la legitimación
procesal a la luz del Código Modelo para Iberoamérica”., X Jornadas Bonaerenses de Derecho Procesal, Junín,
noviembre de 2003, publicada en <www.eldial.com>, Suplemento de Derecho Procesal).
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 37-57, abr./jun. 2015 53
Andrea A. Meroi
64
Más aún, el criterio debe considerarse estricto: “Por estas razones, y aun cuando lo que interesa no es tanto
la perfección formal de quien actúa, sino la producción del daño público o masivo que es preciso evitar, no es
éste un ámbito demasiado propicio para pregonar la absoluta vigencia del principio in dubio pro legitimatione”
(LORENZETTI, Justicia..., p. 139).
65
Es la conclusión a la que llega Bermúdez Muñoz al analizar el artículo 56: “Es evidente que si uno de los casos
que se establecen como excepción a los efectos de cosa juzgada erga omnes de la sentencia que se profiera
en la acción de grupo es precisamente la circunstancia de que los intereses de una de las víctimas no fueron
representados en forma adecuada por el representante del grupo, el juez está obligado a tomar medidas que
garanticen que el apoderado del grupo representa adecuadamente sus intereses...” (cit., p. 289).
66
Cfr. Federal Rule 23, (e); CMPCI, art. 11, par. 3º y 4º.
67
Vgr., VERBIC, cit., pp. 351 y ss.; v., asimismo, la doctrina brasileña citada en GOMES JÚNIOR, Luiz Manoel,
Comentario al artículo 11, en “Código Modelo...”, cit., pp. 187 y ss.
68
Vgr., MUÑOZ BERMÚDEZ, cit., pp. 357 y ss.
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Algunas prospectivas del proceso civil y garantismo
colectivos para Iberoamérica, que habilita la producción oficiosa de pruebas, bien que
“con el debido respeto de las garantías del contradictorio”.
Ello, por supuesto, no obsta a que —con los recaudos de rigor para la
preservación de la imparcialidad— el juzgador pueda ordenar medidas para mejor
proveer o diligencias finales.69
3.2.7 Desde otra perspectiva, y a fin de preservar ahora la independencia y la
adecuada separación de funciones con los demás poderes del Estado, es dable exigir
al juez que intervenga sólo ante la presencia de un caso o controversia.
El requisito pertenece a la más arraigada tradición argentina70 y también ha sido
recordado en la literatura estadounidense al criticar las llamadas “settlement class
actions”, caracterizadas por la ausencia de una disputa a ser llevada a litigio.71
Afinando el concepto, Lorenzetti recuerda que la exigencia de causa o controversia
impone tres recaudos de orden público: a) interés concreto, inmediato y sustancial;
b) acto u omisión ilegítimos; y c) perjuicio diferenciado, susceptible de tratamiento
judicial. Respecto de este último concluye que no se trata de “la exclusividad del
daño, sino de su diferenciación; lo que significa que quien invoca legitimación debe
señalar un móvil distinto del mero interés en el cumplimiento de la ley. De lo contrario,
caemos en la acción popular o en instancias de mera denuncia, o participación
ciudadana indiferenciada basada en el mero interés de legalidad objetiva”.72
Ello, para no señalar el riesgo cierto de que, al redistribuir recursos como modo
de cumplir la ley sin la adjudicación de un caso o controversia, el juez se transforme
en una autoridad (meramente) administrativa.73
La exigencia de caso o controversia facilita la toma de decisión judicial informada.
Ello es particularmente así en los procesos colectivos, donde la participación procesal
individual es impracticable y el resultado tendrá valor de cosa juzgada para los ausentes.74
3.2.8 Finalmente, y habida cuenta de que se trata de casos habitualmente
regulados por principios y reglas en las que abundan los conceptos indeterminados,
69
Al estilo, vgr., del artículo 435 de la Ley de Enjuiciamiento Española.
70
La necesidad del examen de la existencia de “causa”, “surge de los arts. 116 y 177 (100 y 101 antes de la
reforma de 1994) de la Constitución Nacional, los cuales, siguiendo lo dispuesto en la sección II del art. III
de la ley fundamental norteamericana, encomiendan a los tribunales de la república el conocimiento y deci-
sión de todas las ‘causas’, ‘casos’ o ‘asuntos’ que versen —entre otras cuestiones— sobre puntos regidos
por la Constitución; expresiones estas últimas que, al emplearse de modo indistinto, han de considerarse
sinónimas, pues ... aluden a un proceso ... instruido conforme a la marcha ordinaria de los procedimientos
judiciales” (Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos 322:528, considerando 5º). En el mismo sentido,
“Es necesario que haya causa, conflicto o controversia, siendo abstracto el daño cuando el demandante no
puede demostrar un agravio diferenciado respecto de la situación en la que se hallan los demás ciudadanos y
tampoco puede fundarse su legitimación para accionar en el interés general de que se cumplan la Constitución
y las leyes” (Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos 321:1352).
71
REDISH; KASTANEK, Settlement..., pp. 545 y ss.
72
LORENZETTI, Justicia..., p. 141.
73
Cfr. REDISH; KASTANEK, Settlement..., p. 552.
74
Íd. íd., p. 572.
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Andrea A. Meroi
4 Conclusiones
Como decía Montero Aroca, la realidad está condicionando nuestros estudios
procesales, demandando nuevos y eficaces instrumentos para hacer frente a una
demanda cada vez mayor de acceso a la jurisdicción. Compartimos, entonces, la
preocupación de quienes miran perplejos estos nuevos mecanismos: es cierto
que muchas de esas respuestas son incompletas y perfectibles, particularmente
en función de una serie de valores de la más alta escala en la axiología procesal.
Sin embargo, estamos convencidos de que —maguer la larga lista de debilidades,
omisiones, superposiciones e indeterminaciones que es dable constatar en la
mayoría de los “subsistemas latinoamericanos” (si se nos permite la expresión)—
estos mecanismos “han venido para quedarse”.
Bien se ha dicho que cada vez que un sector de la realidad social exige criterios
especiales de justicia, el derecho va conformándose a ese tipo de exigencias,
modificándose las ramas jurídicas existentes y, en algunos casos, constituyendo
ramas autónomas.75 En el propio ámbito del proceso, “criterios especiales de justicia”
demandaron la instrumentación de procedimientos especiales para —también—
especiales pretensiones: los juicios ejecutivos, las pretensiones cautelares, las
pretensiones de menor cuantía, el amparo (o tutela), el hábeas corpus, los interdictos
y tantos más son una clara muestra. En todos ellos, a qué dudarlo, hay sacrificios
o postergación de ciertos valores en pos de la consecución de otros, también
socialmente ponderables.
Ciertamente, la garantía más ostensiblemente involucrada es la del derecho
de acción, la del acceso a la jurisdicción para una categoría de pretensiones que,
de no contar con estos especiales mecanismos, carecen de todo tipo de respuesta
jurisdiccional. Particularmente en punto a las “acciones colectivas”, la notoria
preocupación actual del derecho procesal puede correlacionarse con el auge de los
estudios de la “acción procesal” en las postrimerías del s. XIX: entonces se luchaba
contra el poder de un Estado absoluto, ahora se ha tomado conciencia de otras
Cfr. CIURO CALDANI, Miguel Angel, Estudios de filosofía jurídica y filosofía política, Rosario, Fundación para las
75
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Algunas prospectivas del proceso civil y garantismo
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Reflexiones sobre la tolerancia
1
Que ya retirado a la vida privada, pobre, ciego y olvidado, le dictó a su mujer y a sus dos hijas el inmortal poema
El Paraíso perdido.
2
Voltaire, Seudónimo de Francois Marie Arouet, Sobre la tolerancia. Traducción de Carlos Chies, Barcelona (s.f.).
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Reflexiones sobre la tolerancia
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Proudhom Pierre J. La sanción moral. La justicia. Catecismo Político. Estudios de Filosofía práctica, traducción
3
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Ver La Nación del 6 de mayo de 1996 y la escueta pero incisiva carta de lectores de Daniel Herrendorf que
4
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Reflexiones sobre la tolerancia
5
En Doxa nº 11 1992 pag. 117.
6
Los derechos civiles y políticos, en la terminología constitucional norteamericana, son un conjunto de faculta-
des particularmente protegidas por los ordenamientos estaduales y federales.
Los derechos políticos, son aquellos que habilitan a los ciudadanos a participar en el ejercicio del control
gubernamental.
Los derechos civiles son aún menos precisos, ya que la expresión es en realidad una abreviatura para todo un
complejo de relaciones entre los individuos entre sí y entre los grupos del que los individuos forman parte.
Genéricamente, la expresión derechos civiles se refiere en los Estados Unidos a los distintos ámbitos de
libertad individual y privada que no pueden ser obliterados por el poder del Estado.
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Ariel Álvarez Gardiol
La teoría respecto al tema es relativamente sencilla ya que en definitiva prescribe que hay ciertos derechos
individuales que son considerados tan esenciales para el despliegue integral de la personalidad, que simple-
mente no pueden ser afectados y consecuentemente toda acción del Estado dirigida en ese sentido, no puede
ser tolerada.
Sin embargo, el modelo de segregación desarrollado en el sur luego de la guerra de secesión, fue formalmen-
te aprobado por la Suprema Corte de los Estados Unidos, en una causa que sentó jurisprudencia: Plessy v/
Ferguson en el año 1896.
En ese caso se sostuvo que la ley de Luisiana que requería a los ferrocarriles la necesidad de proveer sepa-
radas pero idénticas comodidades a los pasajeros blancos y a los negros, no configuraba en la tesis de la
Corte una denegación del principio de igual protección de la ley, consagrando el principio de “iguales, pero
separados”.
Costó sin duda muchos años en la vida institucional de los Estados Unidos, que el voto disidente de aquella
decisión en la persona del Chief Justice John Marshall que, originario del Estado de Virginia, integrara la
Suprema Corte durante treinta y cuatro años (nadie superó ese límite temporal) y fraguara luego en nuevos
pronunciamientos del alto tribunal, primero tímidamente en Missouri ex. rel. Gaines v/ Canada del año 1938,
más tarde en Sipuel v/ University of Oklahoma de 1948, que logró consagración final en Brown v/ Board of
Education en 1954, en el que se estableció firmemente que en el campo de la educación pública la doctrina
del separate but equal no debería ser aplicada tardándose cuarenta y tres años en aceptar los argumentos del
JusticeMarshall en aquella memorable decisión.
Las enmiendas Décimo Tercera, Décimo Cuarta y Décimo Quinta a la Constitución de los Estados Unidos, que
se incorporaron terminada la Guerra de Secesión, fueron agregadas para proteger la recientemente ganada
libertad de los negros.
La Enmienda Décimo Tercera prohibió la esclavitud y la servidumbre involuntaria, salvo que fuese como conse-
cuencia de un castigo o un crimen.
La Enmienda Décimo Cuarta definió la ciudadanía, disponiendo que ningún Estado podría abrogar los privile-
gios e inmunidades de la ciudadanía ni privar a las personas de la vida, de la libertad o de la propiedad sino
como consecuencia de un debido proceso legal, estableciendo asimismo un mecanismo para reducir como
castigo la representación en el Congreso a los estados que limitasen el derecho de votar a los ciudadanos
varones adultos.
Por fin la enmienda Décimo Quinta dispuso que el derecho de votar no debiera ser negado, sobre la base de
raza o color o anterior condición de servidumbre. Pareciera indudable que la vaguedad y ambigüedad del texto
de las frases que integraban la Décimo Cuarta Enmienda, la constituyeron en la fuente de mayores discordias
en su aplicabilidad y fue también, como consecuencia, el objeto de la mayor cantidad de decisiones del máxi-
mo Tribunal de la Nación.
Sin embargo, la Corte fue avanzando más y más con los años sobre la adecuada interpretación de la cláusula
de protección igualitaria, no obstante que pareciera evidente que definir los términos de la expresión igual
protección de las leyes, con algún grado de precisión, era una empresa casi imposible.
No obstante, a partir de la idea de que la enmienda había sido incorporada, entre otras razones, pero priorita-
riamente, para garantizar la nueva libertad ganada por los negros, que los colocaban en situación de igualdad
de tratamiento, tanto en los derechos civiles básicos como en sus derechos políticos, es inevitable aceptar
que los términos de la enmienda que hubiesen podido dar cabida a una interpretación amplia de su texto, se
limitaron a una muy restrictiva intelección de sus preceptos.
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Reflexiones sobre la tolerancia
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Ariel Álvarez Gardiol
pública a lo que nos referíamos. Cumplir con esa obligación implica hablar de una
conducta civil aun cuando se trate de una conducta perturbadora del ordenamiento.
Para tratar de acercarnos con perfiles más precisos a la figura a la que queremos,
podríamos referirnos a tres claros exponentes de los que es factible llamar la tradición
de la actitud desobediente.
El primero de ellos, que es autor de una obra que se llama Desobediencia Civil
(Civil desobedience) fue Henry David Thoreau (1817-1862) y que además del plano
de lo literario lideró una acción de protesta contra la guerra invasora de EEUU contra
México y enarboló públicamente denuncias por la política esclavista y el trato injusto
hacia los indios.
Tan solo hay cinco o seis hombres, en la historia de los Estados Unidos de
Norteamérica que, para mi, tienen un gran significado. Uno de ellos es Thoreau.
Pienso en él como en un representante de un carácter que, por desgracia, hemos
dejado de forjar. De ninguna manera es un demócrata, tal como hoy lo entendemos es
lo que Lawrence llamaría: “un aristócrata del espíritu”, o sea lo más raro en encontrar
sobre la faz de la tierra: un individuo. De todos modos, no le interesaba la política; era
un tipo de persona que, de haber proliferado, hubiera provocado la inexistencia de los
gobiernos. Esta es, a mi parecer, como la mejor clase de hombre que una comunidad
puede producir. Y es por eso que siento hacia Thoreau un respeto y una admiración
desmesurados.
El secreto de su influencia, todavía latente es muy simple. El fue un hombre en
cuerpo y alma, con un pensamiento y una conducta de perfecto acuerdo. Asumió la
responsabilidad de sus acciones y de sus afirmaciones. La palabra compromiso no
existía en su vocabulario. La historia contemporánea apenas ha producido un puñado
de hombres de ese calibre.
El segundo es Nohandas Karamchand Ghandi (1869-1948) conocido
mundialmente con el seudónimo de Mahatma (alma grande), quien tomó de la literatura
de Thoraeu la actitud de desobediencia, dándole su propio perfil y universalizándolo
mediante el desarrollo de una estrategia de resistencia no violenta que se manifestó
durante todo su largo liderazgo político como activo luchador de movimientos de
protesta contra el trato degradante y la legislación discriminatoria contra los indios:
nos decía: “puesto que soy imperfecto y necesito la tole rancia y la bondad de los
demás, también he de tolerar, los defectos del mundo, hasta que pueda encontrar el
secreto que me permita ponerles remedio”.
La tercera figura representativa de este modelo o actitud desobediente es la de
Martín Luther King (1929-1968) quien encontró en sus precedentes las claves para
organizar un movimiento de resistencia no violenta contra la discriminación racial en
los EEUU donde no eran necesariamente integracionistas.
Esta fue la época en que la Suprema Corte de los EEUU elaboró la famosa
doctrina “Plessy” según la cual negros y blancos tenían los mismos derechos, pero
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A cooperação como alternativa ao
antagonismo garantismo processual/
ativismo judicial
Palavras-chave: Ativismo judicial. Garantismo processual. Princípio do devido processo legal. Princípio da
cooperação.
Sumário: 1 Considerações introdutórias – 2 Digressão sobre as correntes antagônicas – Garantismo
processual e ativismo judicial – 3 Princípio do devido processo legal – 4 O princípio da cooperação como
meio termo entre ativistas e garantistas – 5 Conclusão – Referências
1 Considerações introdutórias
Fiquei muito honrada pelo convite para participar desse importante e essencial
debate sobre garantismo e ativismo, que é a temática que envolve o Congresso
Interamericano de Direito Processual.
Há muito tempo que venho refletindo se realmente existe, e se devemos reforçar
essa divisão, entre garantismo processual, de um lado, em contraposição ao ativismo
judicial, de outro, classificando juristas e órgãos julgadores nas categorias estanques
de “ativistas” e “garantistas”, conforme posicionamento que acolhe ou atitudes que
tomam no exercício da jurisdição.
A inquietude que sempre me assaltou com relação a esse tema advém do fato
de que ambos as escolas embasam sua visão sobre como deve se portar o juiz, no
modelo constitucional do processo e no princípio do devido processo legal.1 Ora,
Por exemplo, Glauco Gumerato Ramos afirma que se pode entender o garantismo processual como “o
1
movimento dogmático voltado a estudar e propor que a utilização e o manejo do processo civil pelo juiz e
pelo jurisdicionado, o seja na perspectiva das garantias prescritas no modelo semântico constitucional de
processo jurisdicional, sem que por razões outras que não as expressamente previstas na Constituição possa
a jurisdição (poder) subjugar, tergiversar ou se apartar do rigoroso cumprimento do devido processo legal
(=garantia) (Aspectos semânticos de uma contradição pragmática. O garantismo processual sob o enfoque
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Arlete Inês Aurelli
da filosofia da linguagem. In: DIDIER JUNIOR, Fredie et al. (Coord.). Ativismo judicial e garantismo processual.
Salvador: JusPodivm, 2013. p. 252).
José Levi Mello do Amaral Junior e Juliano Ramos Monteiro, por sua vez, afirmam que o ativismo judicial é um
instrumento necessário para o estágio em que se encontra a sociedade moderna, uma vez que permite uma
melhor concretização dos direitos fundamentais e até mesmo a distribuição da justiça social (Estado de direito
e ativismo judicial. São Paulo: Quartier Latin, 2010. p. 170).
2
Nesse sentido, Sérgio Luiz de Almeida Ribeiro define que “o garantismo é uma visão ideológica do processo,
que prestigia a imparcialidade do juiz e o sistema acusatório, em detrimento do sistema inquisitivo, tendo
como fundamento a Constituição Federal, assegurando às partes, por meio do devido processo legal, ampla
participação na atividade jurisdicional para defesa de seus interesses, e mitigando ao máximo os poderes dos
juízes”. (Por que a prova de ofício contraria o devido processo legal? Reflexões na perspectiva do garantismo
processual. In: DIDIER JUNIOR, Fredie et al. (Coord.). Ativismo judicial e garantismo processual. Salvador:
JusPodivm, 2013. p. 639).
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A cooperação como alternativa ao antagonismo garantismo processual/ativismo judicial
3
Repensando a prova de ofício na perspectiva do garantismo processual. In: DIDIER JUNIOR, Fredie et al.
(Coord.). Ativismo judicial e garantismo processual. Salvador: JusPodivm, 2013. p. 260.
4
O garantismo processual. In: DIDIER JUNIOR, Fredie et al. (Coord.). Ativismo judicial e garantismo processual.
Salvador: JusPodivm, 2013. p. 29.
5
Adolfo Alvarado Velloso. O garantismo processual. In: DIDIER JUNIOR, Fredie et al. (Coord.). Ativismo judicial
e garantismo processual. Salvador: JusPodivm, 2013. p. 27; RAMOS, Glauco Gumerato. Repensando a prova
de ofício na perspectiva do garantismo processual. In: DIDIER JUNIOR, Fredie et al. (Coord.). Ativismo judicial e
garantismo processual. Salvador: JusPodivm, 2013. p. 260. DIDIER JUNIOR, Fredie. Os três modelos do direito
processual: inquisitivo, dispositivo e cooperativo. In: DIDIER JUNIOR, Fredie et al. (Coord.). Ativismo judicial e
garantismo processual. Salvador: JusPodivm, 2013. p. 211.
6
Conforme DIDIER JUNIOR, op. cit., p. 211.
7
Ativismo e garantismo na corte interamericana de direitos humanos. In: DIDIER JUNIOR, Fredie et al. (Coord.).
Ativismo judicial e garantismo processual. Salvador: JusPodivm, 2013. p. 411.
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Arlete Inês Aurelli
realizar, sob pena, inclusive, de ferir o princípio da demanda. Por outro lado, o juiz
deve sempre respeitar o contraditório. No entanto, se para preservar o direito, para
garantir a efetividade da tutela, o juiz tomar a frente, respeitando o princípio do devido
processo legal, o modelo constitucional do processo e as normas processuais, não
há o que criticar. O jurisdicionado espera e anseia por isso.
8
Juiz ativista x juiz ativo: uma diferenciação necessária no âmbito do processo constitucional moderno. In:
DIDIER JUNIOR, Fredie et al. (Coord.). Ativismo judicial e garantismo processual. Salvador: JusPodivm, 2013.
p. 293-294.
9
Idem, p. 291.
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A cooperação como alternativa ao antagonismo garantismo processual/ativismo judicial
10
Idem, p. 294
11
Princípios do processo civil na Constituição Federal. São Paulo: Revista dos Tribunais, 1995, p. 29-30.
12
Idem, p. 33.
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Arlete Inês Aurelli
processo civil podem garantir uma efetiva tutela jurisdicional aos direitos substanciais
deduzidos diariamente. Ou seja, não mais interessa apenas justificar esses princípios
e garantias no campo doutrinário. O importante hoje é a realização dos direitos
fundamentais e não o reconhecimento desses ou de outros direitos”, e ensina que
o devido processo legal substancial diz respeito à limitação ao exercício do poder
e autoriza ao julgador questionar a razoabilidade de determinada lei e a justiça das
decisões estatais, estabelecendo o controle material da constitucionalidade e da
proporcionalidade”.13
Em sentido processual, o princípio do devido processo é a linha mestra que
engloba todas as outras garantias constitucionais insertas na Constituição Federal,
como o contraditório e a ampla defesa, a igualdade entre as partes, o acesso à
justiça, a imparcialidade, a fundamentação das decisões judiciais, razoável duração
do processo, o princípio do juiz natural, a proibição da prova ilícita etc.
Assim, bastaria a norma constitucional haver adotado o princípio do dues
process of law para que daí decorressem todas as consequências processuais que
garantiriam aos litigantes o direito a um processo e sentença justa. É por assim dizer
o gênero do qual todos os demais princípios são espécies.
Dinamarco, nesse sentido, ensina que “direito ao processo justo é, em primeiro
lugar, o direito ao processo tout court — assegurado pelo princípio da inafastabilidade
do controle jurisdicional que a Constituição impõe mediante a chamada garantia da
ação. Sem ingresso em juízo não se tem a efetividade de um processo qualquer e
muito menos de um processo justo. Garantido o ingresso em juízo e até mesmo a
obtenção de um provimento final de mérito, é indispensável que o processo se haja
feito com aquelas garantias mínimas: a) de meios, pela observância dos princípios e
garantias estabelecidas; b) de resultados, mediante a oferta de julgamentos justos,
ou seja, portadores de tutela jurisdicional a quem efetivamente tenha razão. Os meios,
sendo adequadamente empregados, constituem o melhor caminho para chegar a
bons resultados. E, como afinal o que importa são os resultados justos do processo
(processo civil de resultados), não basta que o juiz empregue meios adequados se
ele vier a decidir mal; nem se admite que se aventure a decidir a causa segundo seus
próprios critérios de justiça, sem ter empregado os meios ditados pela Constituição e
pela lei. Segundo a experiência multissecular expressa nas garantias constitucionais,
é grande o risco de erro quando os meios adequados não são cumpridos. Eis o
conceito e conteúdo substancial da cláusula due process of law, amorfa e enigmática,
que mais se colhe pelos sentimentos e intuição do que pelos métodos puramente
racionais da inteligência”.14
13
Devido Processo legal substancial, artigo publicado em 16 jun. 2005. Disponível em: <http://www.
mundojuridico.adv.br/sis_artigos/artigos.asp?codigo=6>. Acesso em: 15 nov. 2010.
14
Instituições de direito processual civil. São Paulo: Malheiros Editores, 2001. p. 94.
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A cooperação como alternativa ao antagonismo garantismo processual/ativismo judicial
PASSOS, J. J. Calmon de. Função social do processo. Jus Navigandi, Teresina, ano 7, n. 58, 1º ago. 2002.
15
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Arlete Inês Aurelli
16
AURELLI, Arlete Inês. Função social da jurisdição e do processo. In: ZEFELATO, Camilo; YARSHELL, Flavio Luiz.
40 anos da teoria geral do processo no Brasil – passado, presente e futuro. São Paulo: Malheiros editores,
2013. p. 124-146.
17
Eficácia social da prestação jurisdicional. Revista de informação legislativa, v. 31, n. 122, p. 291-296, abr./
jun. 1994.
80 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 73-85, abr./jun. 2015
A cooperação como alternativa ao antagonismo garantismo processual/ativismo judicial
18
Nesse sentido, Benedito Silvério dos Santos assevera que “A CF fixa como fundamentais ao Estado
Democrático de Direito a cidadania e a dignidade da pessoa humana (art. 1º, II, III), tendo por objetivos básicos
construir uma sociedade livre, justa e solidária (art. 3º I), erradicar a pobreza e a marginalização e reduzir as
desigualdades sociais e regionais (III) e promover o bem de todos, sem preconceitos de origem, raça, sexo,
cor, idade e quaisquer outras formas de discriminação. (IV). Sendo todos iguais perante a lei, no direito à vida
(CF, art. 5.) insere-se a moradia ou habitação, necessitando a pessoa de um teto para fins civis (Ter domicilio)
o que reforça a dignidade. A moradia é um direito social (art. 6º) e a propriedade atenderá a sua função social
(art. 5º XXIII e 182, parágrafo segundo)” (Tratado de usucapião. São Paulo: Saraiva, 2008. p. 989).
19
Marcos Afonso Borges, nesse sentido, afirma que o juiz tem por obrigação “atuar o direito objetivo, não por
meio de uma interpretação literal e formalista, mas atendendo aos fins sociais da lei, às exigências do bem
comum e, em não havendo norma específica, mediante aplicação da analogia, dos costumes e princípios
gerais do direito. Os poderes, os deveres e as faculdades do juiz no processo, REPRO 95/174.
20
Idem, p. 260
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Arlete Inês Aurelli
21
No novo CPC podem-se verificar os seguintes artigos, entre outros, onde se vê a manifestação do princípio da
cooperação:
Art. 5º Aquele que de qualquer forma participa do processo deve comportar-se de acordo com a boa-fé.
Art. 6º Todos os sujeitos do processo devem cooperar entre si para que se obtenha, em tempo razoável,
decisão de mérito justa e efetiva.
Art. 7º É assegurada às partes paridade de tratamento em relação ao exercício de direitos e faculdades
processuais, aos meios de defesa, aos ônus, aos deveres e à aplicação de sanções processuais, competindo
ao juiz zelar pelo efetivo contraditório.
Art. 8º Ao aplicar o ordenamento jurídico, o juiz atenderá aos fins sociais e às exigências do bem comum,
resguardando e promovendo a dignidade da pessoa humana e observando a proporcionalidade, a razoabilidade,
a legalidade, a publicidade e a eficiência.
Art. 9º Não se proferirá decisão contra uma das partes sem que ela seja previamente ouvida.
Parágrafo único. O disposto no caput não se aplica:
I - à tutela provisória de urgência;
II - às hipóteses de tutela da evidência previstas no art. 311, incisos II e III;
III - à decisão prevista no art. 701.
Art. 10. O juiz não pode decidir, em grau algum de jurisdição, com base em fundamento a respeito do qual
não se tenha dado às partes oportunidade de se manifestar, ainda que se trate de matéria sobre a qual deva
decidir de ofício.
Art. 11. Todos os julgamentos dos órgãos do Poder Judiciário serão públicos, e fundamentadas todas as
decisões, sob pena de nulidade.
22
Conforme Fredie Didier Junior. Os três modelos do direito processual: inquisitivo, dispositivo e cooperativo.
In: DIDIER JUNIOR, Fredie et al. (Coord.). Ativismo judicial e garantismo processual. Salvador: JusPodivm,
2013. p. 211.
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A cooperação como alternativa ao antagonismo garantismo processual/ativismo judicial
Além disso, no novo CPC, o artigo 10 determina que o juiz não poderá decidir,
em lugar algum de jurisdição, sem que se tenha oportunizado às partes o direito
de se manifestar. É mais uma manifestação do contraditório coparticipativo, ou
seja, manifestação do princípio da cooperação/colaboração. Assim, é manifestação
do princípio da cooperação quando as partes tem oportunidade de se manifestar
sobre as alegações da parte contrária. Com isso, fortalece-se o contraditório e
dessa forma tem-se uma maior colaboração dos sujeitos do processo, ou seja, das
partes juntamente com o juiz, o qual, com base no contraditório, poderá resolver
adequadamente o conflito que lhe foi submetido à apreciação.
Glauco Gumerato Ramos, nesse sentido, afirma que: “o princípio da cooperação
— ou da colaboração — reforça importância do contraditório como técnica de
concretização da dialética do processo e impõe um alto grau de comprometimento do
juiz para com as partes, e destas em relação àquele, de modo a propiciar que o fruto
da atividade desenvolvida pelo Poder Judiciário seja apto a resolver adequadamente
o litígio que lhe foi submetido”.23
Assim, a concepção de que o processo é um meio de interesse público na
busca da justa aplicação do ordenamento jurídico no caso concreto caracteriza uma
evolução do princípio do contraditório, exigindo a participação ativa das partes ao
lado de um juiz também ativo, no centro da controvérsia, primando-se pela isonomia
entre os sujeitos do processo. O dever de cooperação envolve também o juiz, que
deverá firmar sua atuação como agente colaborador do processo, inclusive como
participante ativo do contraditório, não mais se limitando a ser mero fiscal de regras.
Em consequência, não mais se pode admitir o magistrado apático, que aguarda
manifestações das partes para, somente então, atuar.
Nesse sentido Cássio Scarpinella Bueno explica com precisão que o contraditório
participativo deve ser entendido como “o direito de influir, de influenciar, na formação
da convicção do magistrado ao longo de todo o processo. Não se deve entendê-lo
somente do ponto de vista negativo, passivo, defensivo. O Estado-juiz, justamente por
força dos princípios constitucionais do processo, não pode decidir, sem que garanta
previamente amplas e reais possibilidades de participação daqueles que sentirão,
de alguma forma, os efeitos de sua decisão. Justamente em função desta nova
compreensão dos elementos ciência ou informação é que o princípio do contraditório
relaciona-se intimamente, com a idéia de participação, com a possibilidade de
participação na decisão do Estado, viabilizando-se assim, mesmo que no processo, a
realização de um dos valores mais caros para um Estado Democrático de Direito”.24
23
RAMOS, Glauco Gumerato. Repensando a prova de ofício na perspectiva do garantismo processual. In: DIDIER
JUNIOR, Fredie et al. (Coord.). Ativismo judicial e garantismo processual. Salvador: JusPodivm, 2013. p. 266.
24
Curso sistematizado de direito processual civil. São Paulo: Saraiva, 2012. p. 108. v. 1.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 73-85, abr./jun. 2015 83
Arlete Inês Aurelli
5 Conclusão
Em conclusão, entendemos que o princípio da cooperação pode ser uma
razoável solução para encontrar um meio termo entre ativismo judicial e garantismo
processual, permitindo a efetivação do princípio do devido processo legal, segundo o
modelo constitucional do processo.
Referências
AMARAL JUNIOR, José Levi Mello do; MONTEIRO, Juliano Ramos. Estado de direito e ativismo judicial.
São Paulo: Quartier Latin, 2010.
AURELLI, Arlete Inês. Função social da jurisdição e do processo. In: ZEFELATO, Camilo; Yarshell,
Flavio Luiz. 40 anos da teoria geral do processo no Brasil – passado, presente e futuro. São Paulo:
Malheiros editores, 2013. p. 124-146.
BORGES, Marcos Afonso. Os poderes, os deveres e as faculdades do juiz no processo, REPRO 95/174.
BUENO, Cássio Scarpinella. Curso sistematizado de direito processual civil. São Paulo: Saraiva,
2012. v. 1.
DIDIER JUNIOR, Fredie. Os três modelos do direito processual: inquisitivo, dispositivo e cooperativo. In:
DIDIER JUNIOR, Fredie et al. (Coord.). Ativismo judicial e garantismo processual. Salvador: JusPodivm,
2013. p. 207-217.
GOMES, Gustavo Gonçalves. Juiz ativista x juiz ativo: uma diferenciação necessária no âmbito
do processo constitucional moderno. In: DIDIER JUNIOR, Fredie et al. (Coord.). Ativismo judicial e
garantismo processual. Salvador: JusPodivm, 2013. p. 287-302.
NERY JÚNIOR, Nelson. Princípios do processo civil na Constituição Federal. São Paulo: Revista dos
Tribunais, 1995.
PASSOS, J. J. Calmon de. Função social do processo. Jus Navigandi, Teresina, ano 7, n. 58, 1º ago.
2002. Disponível em: <http://jus.uol.com.br/revista/texto/3198>. Acesso em: 03 mar. 2015.
RAMOS, Glauco Gumerato. O garantismo processual sob o enfoque da filosofia da linguagem. In:
DIDIER JUNIOR, Fredie et al. (Coord.). Ativismo judicial e garantismo processual. Salvador: JusPodivm,
2013. p. 255-286.
RAMOS, Glauco Gumerato. Repensando a prova de ofício na perspectiva do garantismo processual. In:
DIDIER JUNIOR, Fredie et al. (Coord.). Ativismo judicial e garantismo processual. Salvador: JusPodivm,
2013. p. 255-286
RIBEIRO, Sergio Luiz Almeida. Reflexões na perspectiva do garantismo processual. In: DIDIER JUNIOR,
Fredie et al. (Coord.). Ativismo judicial e garantismo processual. Salvador: JusPodivm, 2013.
STRECK, Lenio Luiz; SALDANHA, Jânia Maria Lopes. Ativismo e garantismo na corte interamericana de
direitos humanos. In: DIDIER JUNIOR, Fredie et al. (Coord.). Ativismo judicial e garantismo processual.
Salvador: JusPodivm, 2013. p. 395-427
84 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 73-85, abr./jun. 2015
A cooperação como alternativa ao antagonismo garantismo processual/ativismo judicial
VELLOSO, Adolfo Alvarado. O garantismo processual. In: DIDIER JUNIOR, Fredie et al. (Coord.). Ativismo
judicial e garantismo processual. Tradução de Glauco Gumerato. Salvador: JusPodivm, 2013. p. 13-38.
ZAVASCKI, Teori Albino. Eficácia social da prestação jurisdicional. Revista de informação legislativa,
v. 31, n. 122, p. 291-296, abr./jun. 1994.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 73-85, abr./jun. 2015 85
Arquitetura racional do processo civil no
Estado constitucional
Palavras-chave: Aristóteles. Processo civil. Estado constitucional. Fundamentos. Meios. Fins. Instituto
jurídico.
Sumário: Introdução – 1 Conceito de fundamento, fim e meio de concretização de um instituto jurídico – 2
Fundamentos do processo civil no Estado constitucional – Epistemologia e ontologia processual – 3 Fins do
processo civil no Estado constitucional – Teleologia processual – 4 Os meios do processo civil no Estado
constitucional – Pragmatismo processual – Conclusão – Referências
Introdução
O Processo Civil contemporâneo não pode ser compreendido de outra forma
que não por meio da especificação das exigências que são impostas pelo conceito de
“Estado Constitucional”. Em verdade, no contexto jurídico atual, há uma implicação
mútua entre os dois conceitos, tendo em vista duas diferentes relações de causalidade
que se estabelecem (a) tanto a partir da ideia do processo civil como um meio de
efetivação dos fins que são próprios do Estado constitucional, (b) quanto a partir
da noção do Estado constitucional como o fundamento último dos fins materiais
que são próprios do processo civil. Isso significa dizer que, em uma perspectiva, o
processo civil age como um simples meio para a concretização da ideia de Estado
constitucional, mas, em outra perspectiva, o processo civil se apresenta a partir dos
seus próprios fins, os quais somente conseguem ser explicados e justificados em
razão daquilo que o Estado constitucional representa.
De um lado, o processo civil, inegavelmente, representa ramo do direito que,
considerado em sentido estrito, assume função instrumental no que se refere à
realização e à proteção de outros fins que sejam relevantes ao direito. Isso se dá
pelo fato de ser inerente ao próprio conceito de “processo” ou de “procedimento”
a ideia de uma ordenação formal de determinadas etapas cuja execução jamais se
justifica como um fim em si mesmo, mas sempre com o propósito de se atingir outro
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Arthur Maria Ferreira Neto
1
Para um estudo detalhado de autor que desenvolve essa proposta, vide MITIDIERO, Daniel. Processo civil e
estado constitucional. Porto Alegre: Livraria do Advogado, 2007.
2
AUDI, Robert. The Architecture of Reason – The Structure and Substance of Rationality. Estados Unidos da
América: Oxford University Press, 2001.
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Arquitetura racional do processo civil no Estado constitucional
3
Sobre a importância da compreensão analógica — e não unívoca — de conceitos no campo da ética e do
Direito, vide a noção de casos centrais e sentidos focais em FINNIS, John. Aquinas, p. 43-47.
4
FINNIS, John. Aquinas, p. 44-45.
5
A palavra grega Aitia é traduzida, simultaneamente, como causa e explicação, o que permite entender como,
nessa linha de raciocínio, explicar o que é um objeto é o mesmo que indicar as suas causas.
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Arthur Maria Ferreira Neto
MILLER JR., Fred D. Nature, Justice, and Rights in Aristotle’s Politics. Oxford: Clarendon Press, p. 339.
6
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Arquitetura racional do processo civil no Estado constitucional
devem realizar o seu fim próprio), o que permite, por sua vez, atribuir a ele
um direcionamento normativo.7
Feitas essas considerações preliminares, cabe definir como as quatro causas
acima explicitadas podem ser úteis no esclarecimento do Fundamento (material e
formal), dos fins e dos meios de um determinado instituto jurídico.
7
“Aristotle thus clearly thinks that final causes are compatible with natural necessity, in the sense that living
systems have teleological properties and also contain material components which are governed by natural ne-
cessity” (MILLER JR., Fred D. Nature, Justice, and Rights in Aristotle’s Politics. Oxford: Clarendon Press, p. 339).
8
Por exemplo, um instrumento de formalização de vínculo intersubjetivo para se transigir sobre bens e direitos
de titularidade dos partícipes dessa relação.
9
Por exemplo, o reconhecimento da posição de determinado sujeito na plena titularidade de domínio sobre
objeto disponível e lícito.
10
Por exemplo, o reconhecimento de que determinado ato praticado por agente agride ou ameaça determinado
bem ou valor digno de proteção, o que o qualifica como contrário ao direito.
11
Por exemplo, a exigência de quantia pecuniária imposta ao particular por meio de critério isonômico, não puni-
tivo, e destinada a alguma entidade estatal.
12
Em um esforço de extrema simplificação, poder-se-ia dizer que, no contrato, seria a sua natureza relacional,
intersubjetiva e dispositiva de bens e direitos; na propriedade, a sua natureza de apropriação legítima de coi-
sas disponíveis e o seu traço cogente e excludente em relação a terceiros; no crime, a natureza de ilicitude e
de agressão a bens jurídicos; e, no tributo, a sua natureza relacional, pecuniária, não punitiva etc.
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13
Por essa razão, não se avança neste trabalho na especificação dos fins dos quatro institutos jurídicos que
foram antes invocados (contrato, propriedade, crime e tributo) como mero reforço ilustrativo do argumento
pretendido. Sabe-se que qualquer tentativa de se justificar os possíveis fins desses institutos jurídicos, princi-
palmente no espaço limitado deste trabalho, será prontamente alvo de crítica e de divergência.
14
Sobre a perda contemporânea do nosso sentido teleológico, impõe-se a leitura de REALI, Giovanni. Saber dos
antigos – Terapia para os tempos atuais. São Paulo: Edições Loyola, 1999.
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Arquitetura racional do processo civil no Estado constitucional
de análises de eficiência na produção de resultados. Isso, por sua vez, irá exigir a
habilidade de promoção de juízos de mensuração e de quantificação, bem como de
avaliação probabilística acerca da chance de acerto no atingimento de resultados
desejados, na medida em que a identificação do meio a ser utilizado em determinado
contexto (ou em determinado sistema jurídico) impõe que se verifique a intensidade e
a probabilidade com que o fim poderá ser atingido por meio do uso deste ou daquele
conjunto de mecanismos.
Tais características fazem com que os meios assumam traços menos estáveis e
menos gerais do que o fundamento e os fins que se atribuem a um instituto jurídico, razão
pela qual estes últimos permitem um maior esforço de abstração e universalização.
Já a definição dos meios que devem ser empenhados para a concretização de fins
inerentes a uma prática jurídica somente se mostra pertinente a partir do momento
em que se levam em consideração os elementos variáveis e oscilantes da realidade
concreta sobre a qual esses irão incidir. O controle, portanto, da legitimidade dos
meios exigirá verificação empírica dos resultados que podem ser produzidos por força
do seu uso e permitirá uma análise contextual das particularidades relevantes do
sistema jurídico em que deverão ser aplicados.
Por essa razão, os meios — diferentemente do fundamento e do fim de um
instituto jurídico — envolvem matéria que melhor se afeiçoa a escolhas políticas
contingentes. Por isso, os meios se revestem de traços predominantemente
convencionais, ou seja, fundam-se na manifestação volitiva daqueles operadores do
direito com competência para dispor sobre os instrumentos jurídicos que devem ser
utilizados para a promoção de determinado fim.15 Aliás, seria, sem dúvida, um tanto
contraintuitivo e implausível pensar-se em um determinado conjunto de mecanismos
que pudessem ser justificados como tendo a mesma aplicabilidade em todos os
contextos jurídicos imagináveis.
Tais características permitem vislumbrar os meios de realização de um instituto
jurídico como sendo objetos de mais fácil consensualização e aceitação pelos
operadores do direito, até porque a demonstração e a justificação da eficiência de um
instrumento podem ser, na maior parte dos casos, comprovadas empiricamente com
relativa segurança. Por outro lado, não se pode negar que o ceticismo e o relativismo
acerca da possível objetividade de fins no direito acabam, por derivação, refletindo-se
muitas vezes também em uma certa desconfiança e constante instabilidade sobre
o acerto nos meios que devem ser utilizados em determinado contexto jurídico. Isso
porque, novamente, se não definimos com antecedência e com alguma precisão
Por exemplo, exigir testemunhas para a validação de um determinado contrato, ou o registro em cartório de pro-
15
priedade imobiliária ou a fixação de pena de reclusão quando do cometimento de determinado tipo criminal ou
cobrança de tributos à alíquota de 10% representam meios eleitos pelo legislador para a efetivação dos respec-
tivos institutos jurídicos, os quais manifestam traços contingentes referentes às respectivas práticas jurídicas.
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SARLET, Ingo Wolfgang. A eficácia dos direitos fundamentais: um teoria geral dos direitos fundamentais na
16
perspectiva constitucional. 11. ed. rev. atual. Porto Alegre: Livraria do Advogado, 2012.
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Dito isso, cabe um primeiro alerta, qual seja: não se está aqui desenvolvendo
qualquer teoria de processo civil. Em verdade, pretende-se tão somente apresentar-
se aqui a matriz ou a moldura dentro da qual diferentes teorias processuais podem
ser expostas, discutidas e, inclusive, avaliadas em seu mérito. Agimos aqui, portanto,
apenas como o assistente do pintor que posiciona a tela, organiza os pincéis e separa
as variadas tintas para a execução do ofício daquele que irá realizar a obra de arte.
Vejamos, portanto, de modo sintético, quais poderiam ser considerados os
fundamentos formais e materiais do processo civil.
MITIDIERO, Daniel. Elementos para uma teoria contemporânea do processo civil brasileiro. Porto Alegre:
17
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Arthur Maria Ferreira Neto
Essa, aliás, a racionalidade por trás da condenação por litigância de má-fé prevista no artigo 17 do Código de
18
Processo Civil.
98 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 87-125, abr./jun. 2015
Arquitetura racional do processo civil no Estado constitucional
19
WILLIAMS, Bernard. Morality. Estados Unidos da América: Cambridge University Press, 1993.
20
MACINTYRE, Alasdair. The Tasks of Philosophy – Selected Essays. Reino Unido: Cambridge University Press,
2006. p. 31. v. I.
21
Por exemplo, se entro em um Banco e grito “isto é um assalto” devo esperar reações negativas e de temor
por parte daqueles que estão interagindo nesse ambiente. Se, no processo judicial, peticiono renunciando
de modo irretratável ao direito em que se funda a ação, devo esperar que não mais obterei o acolhimento da
minha pretensão original.
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22
TUGENDHAT, Ernst; WOLF Úrsula. Propedêutica lógico-semântica: Rio de Janeiro: Vozes, 2005.
23
Contemporaneamente, tal concepção recebeu uma releitura pelo lógico e matemático polonês Alfred Tarski,
segundo o qual, formalizando o raciocínio adotado pela tradição aristotélica, reconhece que “a verdade de uma
oração consiste em seu acordo (ou correspondência) com a realidade”. Tal concepção é por ele ilustrada pela
conhecida proposição: “A afirmação ‘a neve é branca’ é verdadeira se e somente se a neve for branca” (Logic,
Semantics, Meta-Mathematics. Estados Unidos da América: Hackett Publishing Company, 1983).
24
ARISTÓTELES; BARNES, Jonathan (Editor). Nicomachaen Ethics. In: The Complete Works of Aristotle. Estados
Unidos da América: Princeton University Press, 1995. vols. 1 and 2.
25
AQUINO, Tomás de. Verdade e conhecimento. 1. ed. São Paulo: Martins Fontes, 2002.
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Arquitetura racional do processo civil no Estado constitucional
é a consciência individual desse sujeito pensante que é responsável por uma fixação
autônoma de um critério de construção da “verdade”. Assim, de acordo com essa
tradição, a objetividade que se agrega ao conceito de verdade jamais poderá ser
compreendida como tendo sido propriamente constituída pelo sujeito. A perspectiva
do indivíduo é necessariamente compreendida como uma apreensão parcial e
limitada da realidade, razão pela qual não pode, coerentemente, exercer uma força
criativa plena daquilo que se reconhece como verdadeiro (coisa ou proposição), já que
“verdade” é conceitualmente definida como a instância final e plena para se atestar
a objetividade de algo como algo. Com efeito, o conceito de verdade pressupõe
que existem essências no mundo, as quais não estão à livre disposição do arbítrio
humano, razão pela qual exigem, para serem efetivamente compreendidas, que haja
uma atividade de compatibilização com o intelecto de determinado ser humano que
possui, em potência, a capacidade de apreendê-las.
Por óbvio, nem a realidade nem o seu conhecimento verdadeiro representam
elementos que estão prontos e acabados à livre disposição de todo e qualquer
indivíduo que deseja acessar e produzir proposições verdadeiras. Toda e qualquer
pretensão de veracidade pressupõe que o indivíduo cognoscente — que deseja
adquirir conhecimento verdadeiro sobre determinado objeto — tenha desenvolvido
determinadas capacidades intelectuais e práticas que o permitam promover juízos
e raciocínios verdadeiros sobre algo que não está completamente ao seu dispor.
Certamente, a verdade como adequação não propõe que haverá sempre garantia de
acesso ao conhecimento verdadeiro nem pretende justificar como verdadeira qualquer
apreensão da realidade que seja promovida pelo indivíduo. Muito pelo contrário, já
que, de acordo com essa concepção, as chances de erro no conhecimento verdadeiro
são uma possibilidade constante e recorrente, até porque as falhas cognitivas podem
ser atribuídas tanto ao intelecto do ser humano (e.g., ignorância, insuficiência de
informação ou deficiências na formação de capacidades intelectuais específicas
podem prejudicar o conhecimento verdadeiro) quanto ao contexto no qual a realidade
se apresenta (e.g., dificuldades empíricas ou destruição de evidência podem
inviabilizar o acesso verdadeiro à realidade). Esta concepção ainda permite promover
a importante diferenciação entre o acessar algo como verdadeiro e o justificar a
proposição verdadeira a si mesmo e aos demais, distinção conceitual essa que
permanece obscurecida nas duas outras concepções.26
Os conceitos de verdade e de justificação não podem ser idênticos nem podem ser sobrepostos. Isso porque
26
é possível haver veracidade de uma proposição mesmo quando não se tenha a sua justificabilidade racional.
Aliás, somente surge necessidade de justificação racional quando há disputa entre versões distintas acerca
da verdade pertinente àquele debate. A própria atividade de justificar algo somente adquire sentido relevante
quando se almeja comunicar a outros alguma proposição que tenha a pretensão de ser verdadeira. De outro
lado, em tese, acidentalmente e de modo contingente, é possível justificar a outrem uma proposição que, pos-
teriormente, se mostre como falsa (MACINTYRE, Alasdair. The Tasks of Philosophy – Selected Essays. Reino
Unido: Cambridge University Press, 2006, p. 58. v. I).
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27
Por isso, para Hegel “A verdade é o todo” (Fenomenologia do espírito, p. 21 Apud TUGENDHAT, Ernst; WOLF.
Úrsula. Propedêutica lógico-semântica: Rio de Janeiro: Vozes, 2005. p. 188).
28
Para uma versão mais contemporânea desta visão, vide DAVIDSON, Donald. Uma teoria coerencial da verdade e
do conhecimento. In: CARRILHO. Manuel Maria. Epistemologia: posições e críticas. Portugal: Fundação Calouste
Gulbenkian, 1991. “Uma forma talvez melhor de pôr a situação é dizer que há uma presunção a favor da verdade
de uma crença que coere com uma massa significativa de crenças. [...] Assim, ... se o conhecimento é uma cren-
ça verdadeira justificada, então pareceria que todas as crenças verdadeiras de um crente consistente constitui-
riam conhecimento. [...] Todas as crenças são assim justificadas neste sentido: são suportadas por numerosas
outras crenças (de outro modo não seriam as crenças que são), e têm uma presunção a favor da sua verdade. A
presunção aumenta quanto mais significativo for o corpo de crenças com a qual a crença coere. ... Do ponto de
vista do interprete, a metodologia reforça uma presunção geral de verdade..” (Op. cit., p. 332/359).
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Arquitetura racional do processo civil no Estado constitucional
29
SPROVIERO, Mário Bruno. Verdade e a evidência — Estudo introdutório. In: Verdade e conhecimento. São
Paulo: Martins Fontes, 2002. p. 88.
30
HABERMAS, Jürgen. Verdad y justificación. Espanha: Trotta, 2002. p. 246/249. Imperativo, porém, ressaltar
que, em seus escritos mais recentes, Habermas tem reconhecido exageros e equívocos de sua postura pas-
sada, afirmando a necessidade de se render, ao menos em parte, à concepção clássica de verdade enquanto
correspondência: “[A] verdade que alegamos para uma proposição aqui e agora, no nosso contexto e na
nossa linguagem, deve transcender qualquer contexto dado de justificação. Segundo uma forte intuição que
nós temos, a verdade é uma propriedade que as proposições não podem perder — uma vez que uma propo-
sição é verdadeira, ela é verdadeira para sempre e para qualquer público, não só para nós. Por outro lado,
as asserções bem justificadas podem se revelar falsas, nós associamnos à verdade de uma proposição uma
alegação que aponta para além de todos os dados justificativos disponíveis. [...] Até a pouco tempo, eu procu-
rava explicar a verdade em função de uma justificabilidade ideal. De lá para cá, percebi que essa assimilação
não pode dar certo. Reformulei o antigo conceito discursivo de verdade, que não é errado, mas é pelo menos
incompleto” (A ética da discussão e a questão da verdade. São Paulo: Martins Fontes, 2004. p. 59/60)
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 87-125, abr./jun. 2015 103
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Sinteticamente, Habermas afirma ser necessária a presença das seguintes características para que seja de-
31
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32
Utilizaremos neste estudo a proposta de leitura da teoria da justiça aristotélica desenvolvida por Luís Fernando
Barzotto (Filosofia do direito – Os conceitos fundamentais e a tradição jusnaturalista. Livraria do Advogado,
2010). Também presente em BARZOTTO, Luis Fernando. Justiça social – Gênese, estrutura e aplicação de um
conceito. Revista da Procuradoria do Município de Porto Alegre, n. 17, 2003, p. 17/56.
33
ARISTÓTELES. Livro I da Ética a Nicômacos (1129ª). 4. ed. Brasília: UnB, 2001.
34
BARZOTTO, Luis Fernando. Filosofia do direito – Os conceitos fundamentais e a tradição jusnaturalista. Livraria
do Advogado, 2010.
35
“Assim, as ações legais são ações justas, na medida em que atribuem à comunidade aquilo que lhe é devido”.
(BARZOTTO, Luis Fernando. Filosofia do direito – Os conceitos fundamentais e a tradição jusnaturalista. Livraria
do Advogado, 2010. p. 82).
36
Esse primeiro sentido geral de justiça é atualizado por Tomás de Aquino, o qual, com frequência, reporta-se
à expressão justiça legal. Aquino, retomando a definição do Jurista Romano Ulpiano, conceitua a expressão
justiça como sendo o “hábito pelo qual, com vontade constante e perpétua, é dado a cada um aquilo que é
seu [dito de outro modo, o que lhe é devido]”.
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37
BARZOTTO, Luis Fernando. Filosofia do direito – Os conceitos fundamentais e a tradição jusnaturalista. Livraria
do Advogado, 2010.
38
BARZOTTO, Luis Fernando. Filosofia do direito – Os conceitos fundamentais e a tradição jusnaturalista. Livraria
do Advogado, 2010.
39
“[...] não leva em conta os sujeitos da relação igualitária, mas sim as coisas que devem ser igualadas. Em
outras palavras, a justiça diortótica, ao contrário da justiça distributiva, à qual importa os méritos das partes,
visa apenas a medir impessoalmente o dano e a perda, supondo iguais os termos pessoais” (FERRAZ JUNIOR,
Tércio Sampaio. Estudos de filosofia do direito – Reflexões sobre o poder, a liberdade, a justiça e o direito. São
Paulo: Atlas, 2002. p. 187).
108 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 87-125, abr./jun. 2015
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40
Por exemplo, um típico contrato de compra e venda deve seguir o critério fixado pela justiça comutativa.
41
ARISTÓTELES. Nicomachean ethics, p. 1785; AQUINO, Tomás de. On Law, Morality and Politics. Estados
Unidos da América: Hackett Publishing Company, 1988. p. 167; FERRAZ JUNIOR, Tércio Sampaio. Estudos
de filosofia do direito – Reflexões sobre o poder, a liberdade, a justiça e o direito. São Paulo: Altas, 2002, p.
186-187; BARZOTTO, Luis Fernando. Justiça social – Gênese, estrutura e aplicação de um conceito. Revista
da Procuradoria do Município de Porto Alegre, n. 17, 2003, p. 17/56.
42
Como exemplos de relação de justiça distributiva, podemos citar os casos jurídicos típicos de (a) um concurso
público, de (b) uma licitação, de (c) um benefício de assistência social e de (d) cobrança de impostos, todas
situações essas em que o particular será alvo de distribuição de bem ou encargos com base em uma quali-
dade concreta e específica que justifica racionalmente tal distribuição (como por exemplo, respectivamente,
(a) o mérito individual manifestado em provas e títulos, (b) o menor preço praticado pelo licitante vencedor,
(c) a carência financeira da pessoa que receberá o benefício assistencial e (d) a capacidade econômica do
contribuinte do imposto).
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Arthur Maria Ferreira Neto
43
Artigos 170 e 193 da Constituição de 1988.
44
BARZOTTO, Luis Fernando. Filosofia do direito – Os conceitos fundamentais e a tradição jusnaturalista. Livraria
do Advogado, 2010, p. 95 e seguintes.
45
“Na justiça social, portanto, que trata do reconhecimento da condição de membro da comunidade e dos direi-
tos e deveres inerentes a esta condição, a reciprocidade determina o que é devido entre os membros: X deve
y a Z na medida em que Z deve y a X” (Op. cit., p. 96).
46
Podemos projetar como exemplos de relações de justiça social a proibição universal da tortura ou da
escravidão.
110 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 87-125, abr./jun. 2015
Arquitetura racional do processo civil no Estado constitucional
47
Não se quer dizer com isso que custas judiciais e a fixação de verba sucumbencial não possam seguir outro
critério de justiça, pois nos casos especiais de assistência judiciária gratuita e a estipulação de honorários
contra a Fazenda Pública será necessário ainda recorrer-se a uma fundamentação jurídica adicional pautada
em uma relação de justiça distributiva.
48
MITIDIERO, Daniel. Colaboração no processo civil. 2. ed. São Paulo: Revista dos Tribunais, 2011.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 87-125, abr./jun. 2015 111
Arthur Maria Ferreira Neto
processual deve ser analisado a partir de duas instâncias diferentes, mas interligadas,
as quais poderão manifestar, inclusive, certa prioridade axiológica uma em relação
à outra, permitindo, assim, que, em determinados casos de conflito, as conclusões
extraídas da primeira instância de finalidades predetermine — parcialmente — a
forma de interpretação das finalidades que se localizam na segunda.
Para tornar mais clara essa ideia geral e mantendo-nos fiel à linha de pensamento
que inspira o presente trabalho, cabe-nos apresentar, de modo sintético, a tese
aristotélica acerca das diferentes instâncias teleológicas que ordenam e direcionam a
ação humana (aqui obviamente incluído o universo jurídico como um todo). Aristóteles
é, possivelmente, o primeiro e o mais expressivo pensador a tentar explicar a atividade
racional do ser humano por meio da descrição e da ordenação dos distintos fins que
guiam a atividade de qualquer ser humano. Para ele, tanto a execução de uma ação
humana concreta e individual quanto instauração de uma determinada prática jurídica
a ser compartilhada dentro de uma comunidade sempre almejam determinado fim.49
De acordo com essa tradição, portanto, a realização desse fim é o critério para se
atribuir sentido e bem compreender tanto a ação humana quanto a prática jurídica.
É por isso que a ação somente se torna inteligível quando compreendida e ordenada
com base nos diferentes tipos de fins que, por meio dela, se pretendem promover. A
realidade prática do Direito, portanto, indica uma pluralidade de fins que se conectam
e que atribuem valor às mais variadas atividades praticadas pelos seres humanos.
Essa pluralidade, porém, não indica a existência de fins particulares esparsos
e incomunicáveis, como dados isolados do agir humano. Pelo contrário, tais fins
particulares, para esclarecerem e garantirem sentido à ação humana, pressupõem
uma integração, mais ou menos harmônica, dentro de uma estrutura teleológica mais
compreensiva. Assim, a atribuição de valor a uma determinada ação humana ou a
uma determinada prática jurídica pressupõe a possibilidade de ajustar e reconduzir tal
experiência a um ordenamento hierárquico de fins particulares.50 Tal estrutura avalia
a ação com base em uma distinção funcional de três tipos de fins:51
(a) fins puramente intermediários e instrumentais, os quais, do ponto de
vista prático e não meramente técnico, são meios para a concretização de
outro fim. A compreensão desse fim instrumental aponta, na melhor das
hipóteses, para um bem exterior que pode ser concretizado pela ação, ou
49
“Every art and every enquiry, and similarly every action and choice, is thought to aim at some good; and for this
reason the good has rightly been declared to be that which all things aim” (ARISTÓTELES). BARNES, Jonathan
(ed.). Nicomachaen ethics, VI, 2. The Complete Works of Aristotle. Estados Unidos da América: Princeton
University Press, 1995. p. 1729. vols. I and II.
50
VIGO, Alejandro G. Aristóteles – Una Introducción. Argentina: Instituto de Estudios de la Sociedad, 2006. p. 191.
51
Op. cit., p. 192.
112 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 87-125, abr./jun. 2015
Arquitetura racional do processo civil no Estado constitucional
52
Por exemplo, o fim intermediário do martelo é ser movimentado para bater ou aplicar pressão sobre outro ob-
jeto. Essa finalidade técnica e utilitária do martelo, porém, em uma perspectiva prática, é apenas o meio para
a geração de outro fim, que pode ser o de criar um utensílio ou uma obra de arte. O simples bater o martelo
com eficiência não dá sentido pleno a atividade realizada por meio desse instrumento.
53
Por exemplo, comer salada (um fim meramente instrumental) com o objetivo de gerar, por meio dessa ação, saú-
de no corpo. A busca pela saúde é, pois, um fim em si que justifica, objetivamente, a ação humana em concreto.
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Arthur Maria Ferreira Neto
SARLET, Ingo Wolfgang. Dignidade da pessoa humana e direitos fundamentais. Porto Alegre: Livraria do
54
Advogado. 2012. Vide, ainda, SARLET, Ingo Wolfgang. As dimensões da dignidade da pessoa humana. Revista
Brasileira de Direito Constitucional – RBDC, n. 09, p. 361-88, jan./jun. 2007.
114 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 87-125, abr./jun. 2015
Arquitetura racional do processo civil no Estado constitucional
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Arthur Maria Ferreira Neto
poderia projetar um ou outro instrumento que deveria ser justificado como sendo,
necessariamente, correto ou adequado em todos os contextos jurídicos imagináveis.
Seria impensável sustentar, por exemplo, que o prazo de 10 dias para a interposição
de determinado recurso seria o lapso temporal razoável a ser exigido em todos os
sistemas jurídicos possíveis ou ainda que determinada ferramenta de constrição do
patrimônio do executado seria legítima em todas as realidades jurídicas (mais ou
menos estáveis; mais ou menos protetivas de direitos individuais). Na verdade, todo
e qualquer instrumento processual deverá ser avaliado não apenas com base na sua
adequação normativa (i.e., a sua compatibilidade com as demais normas integrantes
do sistema jurídico), mas também com base nas condições fáticas de possibilidade
para sua aplicação, o que pressupõe a existência de determinadas expectativas e
práticas sociais que são previamente indicadas pelo contexto jurídico em que tais
mecanismos deverão ser incidir. É por isso que um instrumento processual que
funciona bem em determinada comunidade jurídica poderá ser absolutamente ineficaz
em outra realidade jurídica.
Conforme exposto no item 1.3, a causa eficiente ou instrumental de determinado
objeto pressupõe raciocínios técnicos de eficiência, nos quais se promovem juízos
de mensuração (i.e., quantitativa e qualitativa) e de probabilidade (i.e., estimativas
acerca de chance de ocorrência de resultado desejado), de modo que a avaliação
acerca da compatibilidade de um instrumento processual à realidade jurídica de sua
aplicação deverá levar em consideração as oscilações contingentes do ambiente
em que esse deverá operar, razão pela qual o legislador, quando da análise do
mecanismo processual que será alvo de positivação, terá espaço para livremente
deliberar acerca das alternativas processuais que estarão à sua disposição, de modo
a estimar a opção que possa ser mais eficiente em termos quantitativo, qualitativo
e probabilístico.
A margem de liberdade garantida ao legislador neste campo, somado ao
traço contingente e casuístico inerente aos meios de concretização de um instituto
jurídico, poderiam passar a impressão de que essa instância do processo civil não
estaria submetida a instrumentos de controle, mesmo quando organizada com base
na ideia de Estado constitucional. No entanto, dentro da matriz teórica aqui sendo
desenvolvida, tal conclusão certamente não seria procedente. Isso porque, a partir da
estrutura teórica das quatro causas aqui utilizada, a produção técnica dos meios está
submetida a, pelo menos, dois níveis de controle jurídico, os quais visam a delimitar
a margem de liberdade que o legislador pode exercitar na eleição dos instrumentos
processuais que serão positivados. Podem esses dois níveis de controle, serem
compreendidos como limites pré-positivos ao arbítrio do legislador processual.
Em primeiro lugar, os meios estão formal e materialmente subordinados aos
fundamentos do processo civil. Conforme antes analisado, qualquer exposição
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Arquitetura racional do processo civil no Estado constitucional
teórica da disciplina processual deverá ser elaborada com base em uma teoria da
verdade e uma teoria da justiça, de modo que os meios que serão constituídos
como ferramentas processuais não poderão querer negar a pretensão de veracidade
que visa a ser reproduzida dentro do processo, do mesmo modo que não poderão
pretender contraditar a intenção básica de se atribuir às partes o que a elas é devido
com base em determinado critério isonômico que visa a distribuir encargos ou
vantagens no ou por meio do processo. A título de exemplo (hipotético), poderíamos
pensar na situação extrema de uma regra processual que fixasse determinado prazo
para que uma das partes exercitasse a prerrogativa de destruir provas relevantes
à discussão jurídica em disputa. Ou ainda poderíamos imaginar um determinado
mecanismo processual manifestamente injusto que autorizasse ao juiz atribuir ganho
de causa ao autor, apenas em razão de sua hipossuficiência, não obstante tivesse
esse reconhecido, expressamente, nos autos a improcedência de seu próprio pleito.
Tais situações, mesmo que possam ser compreendidas como reductio ad absurdum,
são, de qualquer modo, ilustrativas de como um meio — mesmo que extremamente
eficiente — pode ser ilegítimo e inválido, na medida em que contradiz determinado
fundamento do processo civil.
Em segundo lugar, não se pode perder de vista que a margem de liberdade para
a eleição casuística dos instrumentos processuais também está subordinada aos
fins do processo civil e do Estado constitucional. Por essa razão, nenhum instrumento
processual poderia ser legitimamente positivado pelo legislador que viesse a depreciar
ou a impedir a concretização plena de finalidades inerentes ao processo civil ou ainda
que viessem a agredir determinado direito básico do jurisdicionado. Com efeito, o
mecanismo processual escolhido poderá ser controlado e analisado em razão do
grau de eficiência com que realiza e promove os fins que o direcionam, bem como
poderá ser rechaçado como arbitrário em razão de violação a determinado direito
fundamental, o que não permitirá a sua utilização em nenhum contexto jurídico, não
importando quão eficiente se mostre tal instrumento processual.
Neste ponto, cabe detalhar os tipos normativos que a teoria do direito
contemporânea vem elaborando como forma de controlar os meios eleitos pela
legislador, com base em critérios jurídicos que permitem a avaliação da eficiência e
da compatibilidade com a realidade concreta em que esses deverão ser aplicados.
Para tanto, devemos aqui recorrer aos tipos normativos denominados por Ávila como
os postulados normativos da proporcionalidade e da razoabilidade, os quais, segundo
ele, são metanormas, dotadas de função metodológica, que viabilizam a correta
aplicação de regras e princípios aos casos concreto.55 No item que segue, portanto,
55
ÁVILA, Humberto. Teoria dos princípios: da definição à aplicação dos princípios jurídicos. São Paulo:
Malheiros, 2003.
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56
“A doutrina identifica como típica manifestação do excesso de poder legislativo a violação ao princípio da
proporcionalidade ou da proibição de excesso (Verhältnismässigkeitsprinzip; Übermassverbot), que se revela
mediante contraditoriedade, incongruência, e irrazoabilidade ou inadequação entre meios e fins. No Direito
Constitucional alemão, outorga-se ao princípio da proporcionalidade (Verhältnismässigkeit) ou ao princípio da
proibição de excesso (Übermassverbot) qualidade de norma constitucional não-escrita, derivada do Estado
de Direito. [...] Portanto, a doutrina constitucional mais moderna enfatiza que, em se tratando de imposição
de restrições a determinados direitos, deve-se indagar não apenas sobre a admissibilidade constitucional da
restrição eventualmente fixada (reserva legal), mas também sobre a compatibilidade das restrições estabe-
lecidas com o princípio da proporcionalidade” (MENDES, Gilmar Ferreira. O princípio da proporcionalidade na
jurisprudência do Supremo Tribunal Federal: novas leituras. Revista Diálogo Jurídico, a. 1, v. 1, n. 5, p. 1-25,
ago. 2001, p. 2).
57
ÁVILA, Humberto. Teoria dos princípios: da definição à aplicação dos princípios jurídicos. São Paulo: Malheiros,
2003. p. 105-6.
118 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 87-125, abr./jun. 2015
Arquitetura racional do processo civil no Estado constitucional
58
Art. 620. Quando por vários meios o credor puder promover a execução, o juiz mandará que se faça pelo modo
menos gravoso para o devedor.
59
“DNA: submissão compulsória ao fornecimento de sangue para a pesquisa do DNA: estado da questão no
direito comparado: precedente do STF que libera do constrangimento o réu em ação de investigação de pater-
nidade (HC 71.373) e o dissenso dos votos vencidos: deferimento, não obstante, do HC na espécie, em que
se cuida de situação atípica na qual se pretende — de resto, apenas para obter prova de reforço — submeter
ao exame o pai presumido, em processo que tem por objeto a pretensão de terceiro de ver-se declarado o pai
biológico da criança nascida na constância do casamento do paciente: hipótese na qual, à luz do princípio da
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 87-125, abr./jun. 2015 119
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proporcionalidade ou da razoabilidade, se impõe evitar a afronta à dignidade pessoal que, nas circunstâncias,
a sua participação na perícia substantivaria” (STF, 1ª Turma, Ministro Sepúlveda Pertence, DJ, 15 maio 1998,
PP-00044).
60
“O postulado da razoabilidade aplica-se, primeiro, como diretriz que exige a relação das normas gerais com
as individualidades do caso concreto, quer mostrando sob qual perspectiva a norma deve ser aplicada, quer
indicando em quais hipóteses o caso individual, em virtude de suas especificidades, deixa de se enquadrar na
norma geral. Segundo, como diretriz que exige uma vinculação das normas jurídicas com o mundo ao qual elas
fazem referência, seja reclamando a existência de um suporte empírico e adequado a qualquer ato jurídico,
seja demandando uma relação congruente entre a medida adotada e o fim que ela pretende atingir. Terceiro,
como diretriz que exige a relação de equivalência entre duas grandezas” (ÁVILA, Humberto. Teoria dos princí-
pios: da definição à aplicação dos princípios jurídicos. São Paulo: Malheiros, 2003. p. 121).
120 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 87-125, abr./jun. 2015
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61
Não se pode esquecer de que o legislador padroniza regras de conduta estimando o comportamento médio a
ser esperado da maioria dos indivíduos.
62
Vide citação transcrita no tópico referente à equidade em sentido aristotélico (ARISTÓTELES. Livro V, capítulo
10, da Ética a Nicômacos (1129ª). 4. ed. Brasília: UnB, 2001).
63
Sobre o chamado overruling no Direito contemporâneo, vide SCHAUER, Frederick. Playing By the Rules: A
Philosophical Examination of Rule Based Decision-Making in Law and in Life. Estados Unidos da América:
Oxford University Press, 1991.
64
A congruência é “empregada como diretriz que exige uma vinculação das normas jurídicas com o mundo ao
qual elas fazem referência, seja reclamando a existência de um suporte empírico e adequado a qualquer ato
jurídico, seja demandando uma relação congruente entre a medida adotada e o fim que ela pretende atingir”
(ÁVILA, Humberto. Sistema constitucional tributário. São Paulo: Saraiva, 2004. p. 409).
65
Op. cit., p. 409.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 87-125, abr./jun. 2015 121
Arthur Maria Ferreira Neto
66
“Taxa Judiciária. Taxa Judiciária É Tributo Da Espécie Taxa. Essa Natureza Jurídica Não Foi Alterada Com A
Edição Da Emenda Constitucional Nº 7/77. Se A Taxa Judiciária, Por Excessiva, Criar Obstáculo Capaz De
Impossibilitar A Muitos A Obtenção De Prestação Jurisdicional, É Ela Inconstitucional, Por Ofensa Ao Disposto
Na Parte Inicial Do §4º Do Artigo 153 Da Constituição. Representação Julgada Procedente Em Parte, Para
Declarar-Se A Inconstitucionalidade Das Expressões “Dos Procuradores Do Estado Nos Casos Previstos Neste
Capitulo, Bem Como Sobre Todos Os Atos Extra-Judiciais Praticados Por Tabeliaes, Oficiais De Registros
Publicos, De Distribuição E De Protestos De Titulos, Das Serventias Oficializadas Ou Não” E “Ou Pelos
Serventuarios, Conforme Previsto Neste Artigo” Do Caput Do Artigo 112; Dos §§1º, 2º E 3º Desse Mesmo
Artigo 112; Do Inciso Viii Do Artigo 114; Do Artigo 118 E De Seus Paragrafos; Do Artigo 123; Do Artigo 124;
Do Artigo 125 E De Seus Paragrafos; Do Artigo 129; Dos Incisos I E Iii, E Das Expressões “Ou Confessada Em
Pedido Ja Existente” Do Inciso Ii, Todos Do Artigo 130; Do Artigo 133; Do Artigo 134, Caput E Incisos; Todos
Eles Na Redação Dada Pela Lei 383, De 4 De Dezembro De 1980, Do Estado Do Rio De Janeiro, A Qual Alterou
A Que Vinha Do Decreto- Lei 403, De 28 De Dezembro De 1978 E Da Lei 289, De 5 De Dezembro De 1979,
Que Ja Haviam Modificado O Decreto-Lei 5, De 15 De Marco De 1975, Do Mesmo Estado; E É Inconstitucional,
Por Fim, O Artigo 3º Da Própria Lei 383, De 4 De Dezembro De 1980, Acima Referida”. (STF, Pleno, Ministro
Moreira Alves, DJ, 28 set. 1984, PP-15955).
67
Para uma análise mais detalhada desse ponto, vide o nosso Classificação Constitucional dos Tributos pela
perspectiva da Justiça. Porto Alegre: Livraria do Advogado, 2006.
122 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 87-125, abr./jun. 2015
Arquitetura racional do processo civil no Estado constitucional
Conclusão
O objetivo do presente trabalho não foi o de detalhamento e o de preenchimento
de conteúdo relacionado a um campo específico do direito. A exposição do esquema
explicativo que parte de uma tradição de pensamento específica (aristotélico-tomista)
poderia, em tese, ser utilizada no esclarecimento de qualquer ramo do direito. Neste
estudo, em verdade, buscou-se estender tais ideias ao campo do processo civil,
principalmente quando esse é pensado com base no conceito de Estado constitucional
fundado na pressuposto da existência de direitos fundamentais inerentes ao ser
humano que necessitam ser efetivados.
Portanto, pretendeu-se aqui apenas dedicar-se à tarefa de desenhar uma
moldura teórica, a qual tem a pretensão de fixar os pressupostos (epistemológicos,
ontológicos, teleológicos e pragmáticos) que podem ser pensados pelo teórico do
direito e podem ser invocados pelo operador do direito — quando diante de casos
concretos — com o intuito de atribuir um mínimo de racionalidade aos institutos
jurídicos que formatam a nossa atividade diária no direito.
O esforço de especificação do fundamento, dos fins e dos meios de qualquer
instituto jurídico presta-se a garantir não apenas mais inteligibilidade e objetividade às
nossas práticas, mas visa também a fornecer determinados critérios que se prestam
a controlar a legitimidade e a racionalidade das escolhas jurídicas particulares que
são feitas por aqueles que conduzem, com prioridade, a produção e estruturação do
nosso fenômeno jurídico (i.e., o legislador e o juiz).
Por isso, entendemos que o presente trabalho pode ser tomado como um
esforço propedêutico na organização de ideias que podem ser utilizadas por aquele
que efetivamente se dedica ao estudo sistemático do processo civil, ao qual caberá
especificar e detalhar os conceitos operadores da disciplina processual. Com efeito,
se a intuição inicial deste trabalho estiver correta no que se refere à definição de
fundamento, fim e meio e no que se refere ao seu modo de sua aplicação ao direito
processual civil, devem ser tais considerações iniciais tomadas como ponto de partida
para uma posterior e mais profunda explicitação das nossas práticas processuais.
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Processo jurisdicional democrático –
Relação entre verdade e prova
Resumo: O texto relaciona os conceitos de prova e verdade, demonstrando que no processo jurisdicional
democrático a verdade é construída pelo consenso.
Palavras-chave: Direito Processual Democrático. Prova. Verdade. Legitimidade.
Sumário: I Introdução – II Teorias clássicas sobre a “verdade” – III “Verdade” e prova – IV Prova, “verdade”
e o (in)consciente – V “Verdade”, processo e decisão jurisdicional – VI Verdade, prova e o novo Código de
Processo Civil – VII Conclusão – Referências
I Introdução
A relação entre verdade e prova é um dos pontos mais tormentosos do direito
processual, tanto no Brasil quanto no mundo. Verificamos que a prova, muitas vezes,
leva o julgador a acreditar que ela é a representação da realidade. Tal erro em acreditar
que ela é uma representação fiel da realidade induz a inúmeros erros judiciários e
compreensões equivocadas quanto à aplicação do direito.
Este texto tem como objetivo desconstruir a ideia de que a prova é a representação
da realidade, bem como justificar que erros judiciários podem ocorrer, na análise da
prova, por conta de interpretações judiciais equivocadas sobre esta e seu objeto.
Buscaremos informar que a prova é um elemento interpretativo, que depende
da subjetividade humana. A análise da prova é uma atividade dialógica, na medida do
debate em contraditório das partes e dos fundamentos jurisdicionais.
Com essa introdução, será necessário tecer algumas considerações sobre as
principais teorias acerca da verdade existente no mundo jurídico e filosófico. Vejamos.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 127-143, abr./jun. 2015 127
Carlos Henrique Soares
CHAUÍ, Marilena. Convite à filosofia. 2. ed. São Paulo: Ática, 1995. p. 100-101.
1
128 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 127-143, abr./jun. 2015
Processo jurisdicional democrático – Relação entre verdade e prova
2
BARROS, Marco Antonio de. A busca da verdade no processo penal. São Paulo: Revista dos Tribunais,
2002. p. 15.
3
Cf. Rosemiro Pereira Leal: “A valoração da prova é, num primeiro momento, perceber a existência do elemen-
to de prova nos autos do procedimento. Num segundo momento, pela valorização, é mostrar o conteúdo de
importância do elemento de prova para a formação do convencimento e o teor significativo de seus aspectos
técnicos e lógico-jurídicos de inequivocidade material e formal” (Teoria geral do processo: primeiros estudos.
9. ed. Rio de Janeiro: Forense, 2010. p. 135).
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 127-143, abr./jun. 2015 129
Carlos Henrique Soares
4
MALATESTA, Nicola Framarino dei. A lógica das provas em matéria criminal. Trad. Paolo Capitanio. 3. ed.
Campinas: Booksseller, 1996. p. 21.
5
DA COSTA, N. C. A. O conhecimento científico. 2. ed. São Paulo: Discurso Editorial, 1999.
130 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 127-143, abr./jun. 2015
Processo jurisdicional democrático – Relação entre verdade e prova
6
Cf. Carlos Henrique Soares, em seu livro “Estatuto da advocacia e processo constitucional”, diz que há a
afirmação específica de que a participação do advogado e seus argumentos devem ser necessários para que
se possa ter um processo democrático e constitucional. Isso significa dizer que o advogado, por meio de suas
interpretações e provas, necessariamente, contribui para o processo de formação da verdade processual
(Estatuto da advocacia e processo constitucional. Belo Horizonte: Del Rey, 2014).
7
LEAL, Rosemiro Pereira. Teoria geral do processo. 6. ed. São Paulo: IOB Thomson, 2005. p. 193.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 127-143, abr./jun. 2015 131
Carlos Henrique Soares
Nas democracias, a “prova” não é parâmetro para a busca da “verdade real”. O ato
de “provar” é entendido como “representar e documentar, instrumentando, os elementos
de prova pelos meios de prova”.8 A prova, na democracia, não pretende estabelecer a
“verdade”, mas, sobretudo, ser uma garantia do devido processo constitucional.
Para cumprir essa sua função de garantia do devido processo constitucional a
“prova” enuncia-se pelos conteúdos lógicos de aproximação dos seguintes princípios:
a) indiciariedade; b) ideação; e c) formalização. Na lição de Leal:
8
LEAL, Rosemiro Pereira. Teoria geral do processo. 6. ed. São Paulo: IOB Thomson, 2005. p. 193.
9
LEAL, Rosemiro Pereira. Teoria geral do processo. 6. ed. São Paulo: IOB Thomson, 2005. p. 192.
10
Cfr. Rosemiro Pereira Leal: “Nos arts. 131 e 332 do CPC, provar é ato reconhecido pela Jurisdição, e não ativi-
dade de demonstrar pelo instituto da prova. O CPC, nesse passo, é de irretocável autocracia (1973). Não tem
eixo teórico no paradigma do Estado de Direito Democrático, não adota o instituto da prova em sua plenitude
enunciativa de operacionalização de direitos fundamentais. Assim, quando é suprimida a produção de provas
em nome do “livre convencimento” do juiz (art. 131, do CPC) ou de uma justiça rápida ou pela retórica da sin-
geleza dos casos, temos a ilusória resolução das demandas pelo delírio enganoso do consenso ou pela utopia
do diálogo inesclarecido ou a terminação do caso pelo esquecimento do conflito. Exercer jurisdição sem proce-
dimento é abolir a prova legal de existência do due process, porque, para existir Processo, é preciso produzir
procedimento (espaço-tempo-formalizado), segundo a lei asseguradora da ampla defesa, do contraditório, da
isonomia, do direito ao advogado e gratuidade dos serviços judiciários na defesa de direitos fundamentais”
(Teoria geral do processo. 6. ed. São Paulo: IOB Thomson, 2005. p. 193).
11
Cf. Ada Pellegrini Grinover: “[...] a antítese “material-formal” é criticável quer do ponto de vista terminológico,
quer do ponto de vista substancial. É igualmente simplista a ulterior correlação: processo penal — verdade
material; processo civil — verdade formal. Pressupõe ela a imagem de um processo civil, imutavelmente preso
ao dogma da absoluta disponibilidade do objeto do processo e dos meios de prova, o que é inexato do ponto
de vista do direito positivo, bem como do ponto de vista histórico” (Liberdades públicas e processo penal. 2.
ed. São Paulo: Revista dos Tribunais, 1982. p. 82).
12
Cf. TOURINHO FILHO, Fernando da Costa. Processo penal. 29. ed. São Paulo: Saraiva, 2007. v. 1. p. 37: “No
processo civil vigoram as presunções, as ficções, as transações, elementos todos contrários” à declaração de
certeza da verdade material. Se o réu, no Processo Civil, estando em jogo interesses disponíveis (que constitui
regra), reconhece a procedência do pedido, extingue-se o processo com a resolução do mérito (art. 269, II, do
CPC). No Processo Penal, não; a confissão não passa de simples meio de prova".
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Processo jurisdicional democrático – Relação entre verdade e prova
ser entendida como elemento construído ou reconstruído pelo debate das partes
(contraditório). Daí, e somente por isso, se justifica, em alguns casos, a admissão ou
não de fato, por presunção, ou seja, sem que o mesmo pudesse ser provado. A esse
respeito, esclarece Theodoro Jr. que:
13
THEODORO JR. Humberto. Curso de direito processual civil. 47. ed. Rio de Janeiro: Forense, 2007. v. I. p. 33-34.
14
CAMBI, Eduardo. Direito constitucional à prova no processo civil. São Paulo: Revista dos Tribunais, 2001. p. 72-73.
15
SOARES, Carlos Henrique. Estatuto da advocacia e processo constitucional. Belo Horizonte: Del Rey, 2014. p. 295.
16
Cfr. José Lebre de Freitas: “a proibição da chamada decisão-surpresa tem sobretudo interesse para as ques-
tões, de direito material ou de direito processual, de que o tribunal pode conhecer oficiosamente: se nenhuma
das partes as tiver suscitado, com concessão à parte contrária do direito de resposta, o juiz — ou o relator
do tribunal de recurso — que nelas entenda dever basear a decisão, seja mediante o conhecimento do mérito
seja no plano meramente processual, deve previamente convidar ambas as partes a sobre elas tomarem
posição, só estando dispensado de o fazer em casos de manifesta desnecessidade” (Introdução ao processo
civil: conceito e princípios gerais à luz do código revisto. Coimbra: Coimbra Ed., 1996. p. 103).
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 127-143, abr./jun. 2015 133
Carlos Henrique Soares
17
DESCARTES, René. Discurso do método. Trad. Maria Ermantina Galvão. São Paulo: Editora Martins Fontes,
2001. p. 38.
18
MLODINOW, Leonard. Subliminar: como o inconsciente influencia nossas vidas. Trad. Cláudio Carina. Rio de
Janeiro: Zahar, 2013.
134 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 127-143, abr./jun. 2015
Processo jurisdicional democrático – Relação entre verdade e prova
19
MLODINOW, Leonard. Subliminar: como o inconsciente influencia nossas vidas. Trad. Cláudio Carina. Rio de
Janeiro: Zahar, 2013. p. 23.
20
Cf. Leonard Mlodinow: “Na verdade, esses elementos ambientais têm uma influência poderosa — inconscien-
te — não só no quanto escolhemos comer, mas também no sabor da comida. Por exemplo, vamos supor que
você não coma só no cinema, mas também vá a restaurantes, às vezes a restaurantes que oferecem mais do
que um menu com vários tipos de hambúrgueres. Esses restaurantes mais elegantes costumam escrever no
menu termos como “pepino crocante”, “purê de batatas aveludado” e “beterrabas gralhadas sobre o leito de
rúcula”, como se nos outros restaurantes o pepino fosse troncho, o purê de batatas tivesse textura de algodão
e as beterrabas viessem nadando em óleo. Será que um pepino crocante fica mais crocante com outro nome?
Será que um cheseburguer com bacon se torna comida mexicana se for apresentado em espanhol? Será
que uma descrição poética pode fazer com que um macarrão com queijo deixe de ser uma quadrinha para se
transformar num haicai?” (Subliminar: como o inconsciente influencia nossas vidas. Trad. Cláudio Carina. Rio
de Janeiro: Zahar, 2013. p. 28).
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 127-143, abr./jun. 2015 135
Carlos Henrique Soares
136 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 127-143, abr./jun. 2015
Processo jurisdicional democrático – Relação entre verdade e prova
O mundo objetivo não é mais algo a ser retratado, mas apenas o ponto
de referência comum de um processo de entendimento mútuo entre
membros de uma comunidade de comunicação, que se entendem sobre
algo no mundo. Os fatos comunicados não podem ser separados do
processo de comunicação, assim como não se pode separar a suposição
de um mundo objetivo do horizonte de interpretação intersubjetivamente
compartilhado, no qual os participantes da comunicação desde sempre
já se movem. O conhecimento não se reduz mais à correspondência
entre proposições e fatos. É por isso que apenas a virada lingüística,
coerentemente conduzida até o fim, pode superar de uma só vez o
mentalismo e o modelo cognitivo do espelhamento da natureza.21
HABERMAS, Jürgen. Verdade e justificação. Ensaios filosóficos. São Paulo: Loyola, 2004. p. 234.
21
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 127-143, abr./jun. 2015 137
Carlos Henrique Soares
e discutidos pelos interessados do ato final. Tal fato sugere “um conceito antifun
damentalista de conhecimento e um conceito holístico de justificação”.22
Habermas, citando Rorty, salienta que “nada pode valer como justificação a
não ser por referência ao que já aceitamos” e conclui daí “que não podemos sair de
nossa linguagem e de nossas crenças para encontrar algum teste que não seja a
coerência”23 Coerência, para Habermas, é justamente a “justificação” da sentença
ou enunciado de linguagem por crenças já existentes sobre o mundo. No entanto,
saliente-se, que não basta que uma sentença ou coisa julgada seja coerente para
ser verdadeira. É necessário atender ao critério de “justificação”, que só se realiza
através do princípio do discurso.
Segundo informa Dalla-Rosa:
22
HABERMAS, Jürgen. Verdade e justificação. Ensaios filosóficos. São Paulo: Loyola, 2004. p. 242.
23
HABERMAS, Jürgen. Verdade e justificação. Ensaios filosóficos. São Paulo: Loyola, 2004. p. 242.
24
DALLA-ROSA, Luiz Vergílio. Uma teoria do discurso constitucional. São Paulo: Landy, 2002. p. 25.
25
HABERMAS, Jürgen. Verdade e justificação. Ensaios filosóficos. São Paulo: Loyola, 2004. p. 249-250.
26
HABERMAS, Jürgen. Verdade e justificação. Ensaios filosóficos. São Paulo: Loyola, 2004. p. 254.
138 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 127-143, abr./jun. 2015
Processo jurisdicional democrático – Relação entre verdade e prova
27
HABERMAS, Jürgen. Direito e democracia entre facticidade e validade. Rio de Janeiro: Tempo Brasileiro, 1997.
v. I. p. 297 e ss.
28
HABERMAS, Jürgen. Verdade e justificação. Ensaios filosóficos. São Paulo: Loyola, 2004. p. 258.
29
HABERMAS, Jürgen. Direito e democracia entre facticidade e validade. Rio de Janeiro: Tempo Brasileiro, 1997.
v. I. p. 292.
30
Cf. Rosemiro Pereira Leal que “o postulado de Habermas de que a força do direito nas democracias se expres-
sa na circunstancialidade de os destinatários das normas se reconhecerem como seus próprios autores só é
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 127-143, abr./jun. 2015 139
Carlos Henrique Soares
acolhível num espaço-jurídico processualizados (em conotações fazzalarianas e neo institucionalistas) em que
as decisões não seriam atos jurisdicionais de algum protetor ou mero provedor dos procedimentos democra-
ticamente constitucionalizados (devido processo legal), mas atos processualmente preparados na estrutura
procedimental aberta a todos os sujeitos (partes: pessoas físicas, jurídicas, coletivas; órgãos judiciais; juízes;
instituições estatais, Ministério Público e órgãos técnicos) figurativos e operadores dessa instrumentalidade
jurídico-discursiva na movimentação efetivadora, correicional e recriativa dos direitos constitucionalizados por
uma comunidade que se candidate a se constituir, a cada dia, em sociedade jurídico-política democrática no
Estado constitucionalizado” (Teoria processual da decisão jurídica. São Paulo: Landy, 2002. p. 131).
140 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 127-143, abr./jun. 2015
Processo jurisdicional democrático – Relação entre verdade e prova
VII Conclusão
Diante das principais reflexões, concluímos que a prova é um elemento subjetivo.
A verdade é fruto do pensamento racional e irracional. Quando se busca provar
algo, no fundo queremos apenas convencer outros ouvintes que nossos pensamentos
devem prevalecer sobre outros. O convencimento se dá no processo jurisdicional pelo
debate, pela garantia de influência e pela fundamentação das decisões. No entanto,
deve-se ter cuidado, o pensamento possui uma parte racional e outra irracional ou
inconsciente e, portanto, a sua verdade ou realidade pode estar impregnada de
preconceitos, dos quais não está disposto a abrir mão e isso interfere diretamente
na forma como se relaciona com a realidade e com premissas tomadas como
verdadeiras. Só existe realidade e verdade dentro do pensamento humano de cada
sujeito. Somos aprisionados dentro dos nossos próprios pensamentos. Vivemos sós
com nossas verdades e realidades.
A prova, por ter um fator subjetivo, sofre influência de fatores externos e
internos, de condições ambientais e da própria pré-concepção que o sujeito possui
Cf.: Ronaldo Brêtas de Carvalho Dias, em seu livro Processo Constitucional e Estado Democrático de Direito,
31
antevendo a necessidade de melhor interpretar a constituição para melhor funcionamento do processo jurisdi-
cional, nos informa que uns dos principais princípios do Estado Democrático de Direito é justamente o princípio
da vinculação da jurisdição ao Estado Democrático de Direito. Informa ainda que esse princípio “[...] decorre de
imperativo lógico do próprio sistema constitucional, pois se origina da ideia de uma ordem normativa jurídico-
-fundamental resultante da conexão interna entre democracia e Estado de Direito, princípios positivamente
constitucionalizados, aos quais jungidas todas as funções e atividades exercidas pelos órgãos do Estado
sem qualquer exclusão (Constituição Federal, artigo 1º)”. Isso significa que não é possível que a jurisdição
lance mão de bases judicantes ausentes de pressupostos legais. Deve o julgador, no momento da sentença,
respeitar todos os princípios elencados e positivados pela Constituição e pelas leis, sob pena de agressão
direta ao Estado de Direito. “Assim, os órgãos jurisdicionais, ao proferirem suas decisões, cumprindo e finali-
zando a função jurisdicional, deverão fazê-lo direcionados pelo princípio da vinculação ao Estado Democrático
de Direito. Este princípio se otimizará pela incidência articulada de dois outros princípios, ou subprincípios
concretizadores (LARENZ) no ato estatal de julgar. Nesta ótica, os princípios concretizadores do princípio maior
da vinculação da jurisdição ao Estado pois nela se concretiza, em essência, a função jurisdicional exercida
pelo Estado Democrático de Direito vêm a ser o princípio da supremacia da Constituição e o princípio da re-
serva legal (ou princípio da prevalência da lei)” (Processo constitucional e Estado Democrático de Direito. Belo
Horizonte: Del Rey, 2010. p. 114).
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 127-143, abr./jun. 2015 141
Carlos Henrique Soares
Resumen: El texto se refiere a los conceptos de la prueba y la verdad, lo que demuestra que en el processo
jurisdicional democrático la verdad es construida por consenso.
Palabras claves: Procedimiento Procesal Democrático. Prueba. Verdad. Legitimidad.
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R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 127-143, abr./jun. 2015 143
Reformas processuais: estatalismo
ou privatismo? Por um modelo
comparticipativo
Dierle Nunes
Doutor em Direito Processual (PUC Minas/Università degli Studi di Roma “La Sapienza”).
Mestre em Direito Processual (PUC Minas). Professor permanente do Programa de Pós-
Graduação em Direito da PUC Minas. Professor adjunto na PUC Minas e na Universidade
Federal de Minas Gerais. Secretário-Geral Adjunto do Instituto Brasileiro de Direito Processual.
Membro fundador da Associação Brasileira de Direito Processual Constitucional. Membro da
Comissão dos Juristas que assessorou o novo Código de Processo Civil na Câmara dos
Deputados. Advogado.
Resumo: O texto aborda os riscos de se interpretar as reformas processuais sem analisar seus fundamentos.
Palavras-chave: Reforma. Processo. Novo Código. Código de Processo Civil brasileiro.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 145-152, abr./jun. 2015 145
Dierle Nunes
1
Cf. KOHLER, Josef. Ueber processrechtliche Verträge und Creationen. Gesammelte Beiträge zum Zivilprozeß.
Berlin: Scientia Verlag Aalen, 1894. Reedição: 1969.
2
KOHLER, Josef. Ueber processrechtliche Verträge und Creationen. cit. p. 130-144.
3
KOHLER, Josef. Ueber processrechtliche Verträge und Creationen. cit. p. 144-150.
4
KOHLER, Josef. Ueber processrechtliche Verträge und Creationen. cit. p. 159-163.
5
Para uma análise no campo probatório cf. PEZZANI, Titina Maria. Il regime convenzionale delle prove. Milano:
Giuffrè, 2009.
6
THEODORO JR, Humberto et al. Novo Código de Processo Civil: fundamentos e sistematização. 2. ed. Rio de
Janeiro: GEN Forense, 2015.
7
Idem.
8
CADIET, Loïc. Les conventions relatives au process en droit français. Sur la contractualisation du règlement des
litiges. cit. p. 7-8.
9
NUNES, Dierle; BAHIA, Alexandre. Processo e república: uma relação necessária. Revista Justificando.
Disponível em: <http://migre.me/mbYh3>.
10
CARPI, Federico. In: Quaderni della rivista trimestrale di diritto e procedura civile. Accordi di parti e processo.
Milano: Giuffrè, 2008. p. 2-3.
11
Na França a assertiva é de CADIET, Loïc. Les conventions relatives au process en droit français. Sur la contrac-
tualisation du règlement des litiges. cit. p. 20.
146 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 145-152, abr./jun. 2015
Reformas processuais: estatalismo ou privatismo? Por um modelo comparticipativo
12
CAPONI, Remo. Autonomia private e processo civile. cit. p. 102.
13
NUNES, Dierle. Por un proceso civil efectivamente constitucionalizado. In: RÚA, Mónica Bustamante. Reformas
procesales em Colombia y en el mundo. Medellín: Universidad de Medellin, 2014. p. 47-49.
14
KLEIN, Franz. Zeit-und Geistesströmungen im Prozesse. Frankfurt am Main: Vittorio Klostermann, 1958.
15
NUNES, Dierle José Coelho. Processo jurisdicional democrático: uma análise crítica das reformas processuais.
Curitiba: Juruá, 2008.
16
KLEIN, Franz. Zeit-und Geistesströmungen im Prozesse. Frankfurt am Main: Vittorio Klostermann, 1958.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 145-152, abr./jun. 2015 147
Dierle Nunes
Essas reviravoltas, que lançaram seus reflexos por todos os lados, colocavam,
segundo ele, evidentemente em apuros toda a vida jurídica. Nesse aspecto, o processo
não era poupado. Colocavam-se novas demandas ao seu mecanismo e à sua performance.
Não podemos negligenciar que o jurista tecia considerações acerca de uma
época na qual havia uma divisão estanque do papel das funções estatais (Judiciário/
Legislativo/Executivo) e, nesses termos, na qual o processo civil e a Jurisdição se
prestavam a dimensionar somente conflitos privados, notadamente envolvendo
questões de propriedade, posse, contratos, família e sucessões (litígios bipolares).
Tal horizonte interpretativo reduzia a discussão processual a uma perspectiva
técnica e permitia que ao processualista somente fosse necessária a análise de
institutos que permeassem sua trilogia estrutural (Processo – Jurisdição – Ação).
Apesar da já clara percepção, à época, do caráter publicístico do sistema
processual (que infelizmente reduziu, paulatinamente, a preocupação dos estudiosos
com questões meramente formais e com a tendência romântica de se acreditar que
os problemas seriam resolvidos com alterações legislativas e com o reforço do papel
dos juízes), este era pensado de modo bastante reducionista, buscando somente
resolver as tradicionais questões burocráticas, de custo, de celeridade e de acesso à
justiça (em sua versão liberal). Questões ainda vistas como técnicas.
Viveu-se, nestes termos, durante algumas décadas, uma discussão acadêmica,
legislativa e pragmática vinculada à busca de transição de um processo liberal
(liberalismo processual) para um processo social (socialização processual).17
E neste período, a incipiente constitucionalização jurídica no direito estrangeiro
(a partir da década de 1920), ao alcançar o campo processual, no entanto, impunha
uma reformulação na leitura de seus institutos.18
Após o segundo pós-guerra, começa a mudar paulatinamente o quadro até
aqui descrito, eis que se implementa a rejeição de ações políticas que visavam a
uma melhoria social, inclusive em países de regime democrático-liberal. Além disso,
configura uma maior abertura da ciência jurídica aos problemas da sociedade.19
Nos dizeres de Picardi, uma passagem de um Gesetzstaat (Estado de Leis) para
um Richterstaat (Estado de Juízes),20 com diminuição da importância do legislador e
potencialização do papel da magistratura.21
17
NUNES, Dierle José Coelho. Processo jurisdicional democrático: uma análise crítica das reformas processuais.
Curitiba: Juruá, 2008.
18
BARACHO, José Alfredo de Oliveira. Processo e Constituição: o devido processo legal. Revista da Faculdade
de Direito da UFMG, Nova Fase, Belo Horizonte, ano XXX, n. 23/25, p. 59, 1980/1982. Segundo o autor: “os
estudos dos institutos do processo não podem ignorar seu íntimo relacionamento com a Constituição, prin-
cipalmente tendo em vista os instrumentos indispensáveis à garantia e modalidades de defesa dos Direitos
Fundamentais do homem”.
19
DENTI, Vittorio. Processo civile e giustizia sociale. Milano: Edizioni di Comunità, 1971. p. 31.
20
Perceba-se que esta tendência de desmoronamento de um Estado legislativo Parlamentar já era apontada em
1932 por Carl Schmitt (p. 3), que vislumbrava a existência de Estados Jurisdicionais onde a última palavra ao
se dirimir um conflito não era dada pelo legislador, mas, sim, pelo juiz (p. 6). Afirmava, ainda, que o ethos do
Estado jurisdicional garantia ao juiz julgar imediatamente, em nome do Direito e da Justiça, sem mediações
148 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 145-152, abr./jun. 2015
Reformas processuais: estatalismo ou privatismo? Por um modelo comparticipativo
ou imposições de outros poderes não judiciais. Para tanto, o Direito e Justiça deveriam possuir um conteúdo
unívoco (SCHMITT, Carl. Legalidad y legitimidad. Madrid: Aguilar, 1971. p. 12).
21
PICARDI, Nicola. La vocazione de nostro tempo per la iurisdizione. Rivista Trimestrale di Diritto e Procedura
Civile, Milano, Giuffrè, 2004. p. 42.
22
NUNES, Dierle José Coelho. Processo jurisdicional democrático: uma análise critica das reformas processuais.
Curitiba: Juruá, 2008.
23
A expressão está sendo utilizada no sentido trazido em HABERMAS, Jürgen. Facticidad y Validez: sobre el de-
recho y el Estado Democrático de Derecho en términos de teoría del discurso. Trad. Manuel Jiménez Redondo.
Madrid: Trotta, 1998. cap. 1; ver ainda: PEDRON, Flávio Quinaud. A teoria discursiva do direito e da democra-
cia de Jürgen Habermas. Jus Navigandi, Teresina, ano 19, n. 3935, 10 abr. 2014. Disponível em: <http://
migre.me/nJIF0>. Acesso em: 27 dez. 2014. E não como aquele veiculado ao pensamento expresso em
GOLDSCHMIDT, James. Princípios gerais do processo civil. Belo Horizonte: Líder, 2002.
24
Adotada pelo novo Código de Processo Civil. Para melhor compreensão consultar: THEODORO JR, Humberto et
al. Novo Código de Processo Civil: fundamentos e sistematização. Rio de Janeiro: GEN Forense, 2015.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 145-152, abr./jun. 2015 149
Dierle Nunes
25
Como já se disse em várias outras oportunidades, v.g. NUNES, Dierle; BAHIA, Alexandre Melo Franco. Por um
novo paradigma processual. Revista da Faculdade Direito do Sul de Minas, Pouso Alegre, n. 26, p. 79-98, jan.-jun.
2008. Disponível em: <http://migre.me/o0ukH>.
26
NUNES, Dierle et al. Curso de direito processual civil – Fundamentação e aplicação. Belo Horizonte; Fórum, 2011.
150 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 145-152, abr./jun. 2015
Reformas processuais: estatalismo ou privatismo? Por um modelo comparticipativo
27
Acerca do processo constitucional. Cf. BRÊTAS DE CARVALHO DIAS, Ronaldo. Processo constitucional e Estado
Democrático de Direito. Belo Horizonte: Del Rey, 2010.
NUNES, Dierle; BAHIA, Alexandre. Processo constitucional: uma abordagem a partir dos desafios do estado
democrático de direito. Revista Eletrônica de Direito Processual, p. 236-262, jul.-dez. 2009.
28
NUNES, Dierle. Direito constitucional ao recurso: da teoria geral dos recursos, das reformas processuais e
da comparticipação nas decisões. Rio de Janeiro: Lumen Juris, 2006. NUNES, Dierle. Processo jurisdicional
democrático. cit.
29
THEODORO JR, Humberto et al. Novo Código de Processo Civil: fundamentos e sistematização. 2. ed. Rio de
Janeiro: GEN Forense, 2015.
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Dierle Nunes
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Algumas considerações sobre as
iniciativas judiciais probatórias
1 Até meados dos anos 1980, no Brasil, o exercício dos poderes instrutórios
pelos juízes era modestíssimo. À época, o princípio dispositivo ainda era levado
a sério. Hoje, há o inverso: no dia a dia forense, assiste-se cada vez às iniciativas
judiciais probatórias. Aliás, uma geração inteira de processualistas está formando-se
sob a crença na concepção publicística do processo como traço indelével da própria
“natureza das coisas”. Ou seja, tornou-se dogma a ideia de que o juiz deve ter amplas
iniciativas probatórias a fim de que possa descobrir a verdade e, com ela, fazer justiça
no caso. Não sem razão esse dogma se reforça quando se sabe que em nosso País o
direito probatório é relegado a um segundo plano. Quando se percorrem países latino-
americanos e anglo-saxões e neles se esmiúça o conteúdo programático dos cursos de
processo civil, de plano já se nota a importância que conferem ao estudo das normas
sobre prova. Não raro, leciona-se direito probatório como disciplina destacada. Trata-
se de epistéme que não se limita à prova nos processos das chamadas jurisdições
“contenciosa” e “voluntária”; vai além, enfrentando problemas probatórios próprios
aos processos penal e administrativo mediante reflexões fundadas em bases político-
filosóficas e dogmático-constitucionais. No Brasil, em contraposição, a matéria da prova
é quase sempre ministrada nos cursos de graduação e pós-graduação lato sensu em
um único semestre (quando não em um bimestre). Todavia, essa pouquidade não se
justifica. Afinal, o direito probatório é decerto o sub-ramo da Processualística mais
permeável a influxos ideológicos, razão pela qual é indefectivelmente termômetro para a
aferição do grau de democraticidade de um país. Nem é preciso dizer que, nas Américas
espanhola e portuguesa, é comum os juízes atuarem sob uma mescla bem-intencionada
de monarquia esclarecida com socialismo fabiano. Isso lhes dá um sem-número de
poderes, que por vezes descambam para o summum malum da arbitrariedade.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 153-173, abr./jun. 2015 153
Eduardo José da Fonseca Costa
No Brasil, porém, é ainda diminuto o grupo de juristas que se opõe a esse estado
de coisas. Aqui, o juiz superpoderoso não só é tolerado como vangloriado. Contudo,
essa exaltação deve-se mais a uma cultura inercial que a uma escolha refletida.
Até agora, são poucos os processualistas que se debruçam sobre as perigosas
implicações das iniciativas judiciais probatórias. Talvez isso explique a passividade
com a qual se aceitam em nosso país excentricidades como as teorias das cargas
probatórias dinâmicas, da parcialidade positiva do juiz e do cooperativismo processual.
Afinal, não há por essas bandas alicerce dogmático mínimo para imprimir-se uma
contraforça a essas doutrinas autoritárias. Tudo se passa como se pairasse sobre o
ativismo judicial probatório o mais absoluto consenso. Não sem razão essas doutrinas
são muitas vezes defendidas por autores que não dialogam criticamente com a nata
do garantismo processual. Isso acaba gerando um conhecimento unilateral de baixa
densidade científica. Daí a necessidade constante de realimentar-se o debate entre
ativistas e garantistas.
2 O juiz toma iniciativa probatória somente quando uma dúvida o acomete. Imbuído
de certeza, não teria motivo para dilações: proferiria imediatamente a sentença. Ela
seria de procedência se o juiz tivesse certeza a respeito da existência da pretensão
alegada pelo demandante; de improcedência seria se a certeza fosse da inexistência
da pretensão. Em regra, a cognição exauriente produz certeza. Todavia, isso nem
sempre acontece. Não por outra razão o gênio prático romano criou a vedação do non
liquet: se após apreciar todos os fundamentos e argumentos trazidos pelas partes o
juiz estiver em estado de incerteza, ainda assim terá de julgar, sob pena de indevida
denegação de prestação jurisdicional. Por isso, o engenho processual forjou a salutar
figura da sentença de improcedência por falta de provas [“actore non probante, reus
absolvitur, etiam si nihil, ipse præstiterit”]. Trata-se, na realidade, de um “juízo de
certeza por equiparação jurídica”. Afinal de contas, conquanto não seja clara para
o juiz a inexistência do direito afirmado pelo autor, julga-se como se a inexistência
fosse certa e a respectiva sentença faz coisa julgada material. É a faceta processual
civil do adágio in dubio pro reo. Daí já se nota que a improcedência por falta de
provas tem como fundamento constitucional a norma do inciso LVII do artigo 5º da
Constituição Federal (cuja incidência é infelizmente circunscrita pela processualística
tradicional ao âmbito processual penal).
Quando o juiz ordena oficiosamente uma prova para afastar seu estado de
dúvida, pode ser que: a) já saiba que ela favorecerá o autor; b) já saiba que ela
favorecerá o réu; c) não saiba quem ela favorecerá.
Em (a), verifica-se uma quebra de imparcialidade, porquanto o juiz trabalha
para o autor, não se contentando com uma sentença de improcedência por falta de
provas. Em (b), também há quebra, já que o juiz auxilia o réu, não se satisfazendo
com uma sentença de procedência. Em ambas as situações, o juiz já escolheu
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Algumas considerações sobre as iniciativas judiciais probatórias
seu favorecido, mas não pode beneficiá-lo, pois não encontra respaldo no quadro
probatório oferecido pelas partes. Por isso, ele decide abandonar a equidistância e
abraçar precipitadamente a causa de uma das partes, coadjuvando-a. Ele sente-se
estimulado a complementar as provas para que outro resultado desponte no processo.
Enfim, tenta forçar uma vitória que, embora esperada por ele, até então não vingou.
Daí por que a assimetria de forças é manifesta. Afinal, uma parte conta consigo e
com o juiz; a outra, tão apenas consigo. É indiscutível que todo juiz traz preferências
em seu mundo intrapsíquico; no entanto, é inaceitável que a preferência por uma
das partes invada o mundo extrapsíquico e se materialize em atos funcionais de
privilegiamento. O desejável “juiz neutral” é o juiz funcionalmente neutro, que não
ajuda nem prejudica. Por isso, não basta que ele seja imparcial [= imparcialidade
psicológica = imparcialidade subjetiva = imparcialidade propriamente dita]; é preciso
que também seja impartial [= imparcialidade funcional = imparcialidade objetiva =
“terceiridade”]. Ou seja, o juiz não deve ter atuação probatória, como se parte fosse.
A correlação necessária entre imparcialidade e impartialidade é indisfarçável, pois.
Os ativistas soem afirmar que o exercício dos poderes instrutórios só implicaria
quebra de parcialidade se o juiz os exercesse “de maneira parcial”, ou seja, “com
o intuito de favorecer uma parte ou outra, o que não aconteceria, contudo, quando
ele os exercita “de modo imparcial”, ou seja, com o escopo objetivo de obter
conhecimentos relevantes e úteis para a apuração da verdade. Nada é mais ingênuo.
Afinal de contas, é impossível devassar o mundo intrapsíquico do juiz para perquirir
as suas intenções e verificar se ele objetiva favorecer uma das partes ou descobrir
a verdade. A parte que foi prejudicada por uma prova ex officio nunca terá como
demonstrar com qual intenção o juiz agiu. Além do mais, ele dificilmente declarará
o seu intento de favorecimento. Por isso, o controle dos poderes instrutórios do juiz
não pode ser realizado a partir de elementos anímicos. Com isso se vê a pura retórica
que há nos excertos doutrinários e nos julgados que admitem a possibilidade de o juiz
determinar provas de ofício, “desde que o faça com imparcialidade e resguardando
o princípio do contraditório”. Daí o enorme proveito operacional da categoria da
impartialidade: mesmo que subjetivamente o juiz não queira favorecer uma das
partes [= imparcialidade], a prova por ele determinada será nula, pois objetivamente
favorecerá uma delas [= partialidade].
Na verdade, a maioria dos ativistas processuais se apega à situação (c): a
prova de oficio seria lídima quando o juiz não antevê quem dela se pode aproveitar.
Em primeiro relance, o argumento impressiona. Todavia, sua fragilidade torna-se
visível após um crivo mais cuidadoso. Quando o juiz ordena uma prova à míngua de
requerimento da parte, só pode haver cinco resultados possíveis: 1) prova de fato
constitutivo do direito do autor; 2) prova de fato impeditivo do direito do autor; 3)
prova de fato extintivo do direito do autor; 4) prova de fato modificativo do direito do
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Eduardo José da Fonseca Costa
autor; 5) prova de nada. De pronto, percebe-se que os resultados (2), (3), (4) e (5)
revelam uma dilação probatória absolutamente inútil, o que atenta contra o princípio da
economia processual. Posto que favoreçam o réu, há tempos a demanda já poderia ter
sido rejeitada por ausência de provas. Isso revela que o magistrado sempre visou ao
resultado (1). Por conseguinte, aqui, existe apenas um único beneficiário real: o autor.
Normalmente, quando o juiz exerce seus poderes instrutórios, ele trabalha para
o proponente da demanda. Existe predisposição a isso. Quando busca a verdade,
decerto o juiz não sabe quem será o beneficiário, mas sabe perfeitamente a quem quer
beneficiar. Portanto, as iniciativas judiciais probatórias não passam de “técnica (mal
disfarçada) de provisão judicial de interesses do demandante”. Longe de prestigiar
a “máxima igualdade efetiva entre as partes” (Daniel Mitidiero), a iniciativa do juiz
no terreno probatório — a pretexto de superar a “visão individualista e privatista do
processo” — é a consagração da própria desigualdade efetiva. Em verdade, onde vige
o iudex potest in facto supplere, geralmente ali o autor é “mais igual” que o réu. O
ativismo judicial implica — de regra — um desequilíbrio ex professo em favor do autor.
Logo, não existe exercício de poderes instrutórios bacteriologicamente assépticos.
Frise-se que essa constatação é lógico-processual e, portanto, universal. Trata-
se de um raciocínio abstrato, que diz respeito a todo e qualquer sistema de direito
processual civil moderno. Ele não pressupõe que o processo civil seja um negócio
particular, voltado a um fim privado. Tampouco parte de postulados liberais para lutar
contra o aumento dos poderes do juiz. Talvez por isso os ativistas, por falta de melhor
razão, não o enfrentem.
3 O garantismo não é filho ideológico do liberalismo, assim como o ativismo
não é filho ideológico do autoritarismo. Todavia, observa-se fenômeno interessante:
nem todo sistema processual que admite poderes instrutórios oficiais pertence a um
país autoritário, mas todo país autoritário tem um sistema processual que incentiva
os poderes instrutórios oficiais. Por sua vez, todo sistema que veda a seus juízes
iniciativas probatórias pertence a um país liberal, nunca a um país autoritário. Daí
já se nota que, embora não exista uma relação determinística entre liberalismo e
garantismo e entre autoritarismo e ativismo, há indisfarçáveis afinidades eletivas
[Wahlverwandtschaften]. Liberalismo e garantismo têm como credo comum a fé nas
garantias individuais e a descrença no papel soteriológico do Estado (o que sobreleva a
categoria do processo). Em contrapartida, socialismo, fascismo e ativismo sustentam
a insuficiência das garantias individuais e a confiança no Estado (o que destaca a
categoria da jurisdição). Por isso o garantismo é processual e o ativismo é judicial. De
qualquer maneira, embora a raiz do debate não seja ideológica, na superfície algumas
polarizações desse tipo são inevitáveis.
A ala enragée do ativismo procede da seguinte maneira: (1) associa o garantismo
ao “privado” e ao “liberal”; (2) demoniza os dois termos, associando-os à inferioridade,
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Algumas considerações sobre as iniciativas judiciais probatórias
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Algumas considerações sobre as iniciativas judiciais probatórias
se o juiz alegar que não se pode prever o favorecido, o interesse será do réu, pois
aqui — como visto acima — o único beneficiário possível será o autor. Como cediço,
a jurisprudência uníssona do STJ entende que as causas de suspeição descritas no
art. 135 do CPC formam um rol taxativo (cf.,e.g., 4ª Turma, AGA 520.160, rel. Min.
Fernando Gonçalves, DJ, 16 nov. 2004, p. 285; 3ª Turma, REsp599.264, Min. Nancy
Andrighi, DJ, 18 abr. 2005, p. 314; 3ª Turma, AGA 444.085, rel. Min. Humberto
Gomes de Barros, DJ, 22 ago. 2005, p. 259; 4ª Turma, AGA 1.422.408, rel. Min.
Maria Isabel Gallotti, DJe, 21 fev. 2013; 2ª Turma, REsp 1.425.791, rel. Min. Herman
Benjamin, DJe, 19 mar. 2014). Nesse sentido, a prova ex officio não seria fundamento
para a exceptio suspiscionis.
Porém, doutrina e jurisprudência mais hodiernas vêm acertadamente
relativizando o entendimento. Desde que em 1974 os israelenses Amos Tversky e
Daniel Kahneman publicaram famoso artigo sobre algumas propensões inconscientes
da mente à tomada de decisões enviesadas (“Judgement under uncertainty: heuristics
and biases”), os grandes centros de pesquisa de psicologia comportamental
cognitiva passaram a identificar mais de quarenta dessas propensões [cognitive
biases]. No campo especificamente judicial, descobriu-se, por exemplo, que: o juiz da
liminar tende a confirmá-la em sua sentença [confirmation bias]; o juiz da instrução
tende a sentenciar contaminado pela prova oral que diante dele foi produzida
[representativeness bias]; o juiz tende a crer que os danos presentes eram previsíveis
no passado [hind-sight bias]; o juiz tem dificuldade de ignorar as provas ilícitas
[anchoring-and-adjustment bias]; o juiz tende a supervalorizar laudos produzidos por
peritos oficiais [ingroup bias]. Embora não haja ainda estudo específico sobre isso,
suspeita-se que na iniciativa probatória oficial o juiz tende a supervalorizar a prova
por ele angariada, invalidando inconscientemente as contraprovas [egocentric or self-
serving bias]. Aliás, há décadas autores como Francesco Carnelutti e Cordón Moreno
apontam que o juiz — em prejuízo à sua imparcialidade — tende a dar mais crédito a
provas por ele determinadas do que às provas trazidas pelas partes, como se a prova
ex officio fosse “sua” (o que em termos psicanalíticos equivaleria a uma espécie de
“projeção egoica” do juiz sobre a prova cuja produção determinou). Tudo isso já seria
suficiente — por força de prudência e precaução— para que as iniciativas probatórias
oficiais sejam evitadas, não temerariamente estimuladas. Afinal, de nada valeria
submeter a atividade probatória do juiz aos princípios da motivação e contraditório:
ele desprezaria as contraprovas e forjaria — o que não é difícil — a fundamentação
analítica que mais lhe aprouvesse. Nem mesmo a recorribilidade é capaz de erradicar
esses influxos de irracionalidade: as partes teriam de resignar-se a um juiz de primeiro
grau parcial e de contar somente com a imparcialidade das instâncias superiores (o
que é absolutamente inconstitucional).
Daí já se percebe que a suspeição não é um problema técnico-legislativo ou
puramente dogmático-processual, mas psicológico-cognitivo e filosófico. Não cabe à
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 153-173, abr./jun. 2015 159
Eduardo José da Fonseca Costa
ciência jurídica explicar, por meio de simples cálculo de princípio e regras, o grau de
comprometimento da imparcialidade judicial pelas iniciativas probatórias oficiais. A
dogmática, porque lida com textos de direito positivo, não detém o aporte metodológico
adequado para abordar a questão. A psique dos juízes não é a “região ôntica” própria
da dogmática jurídica; enfim, não é a CF, o CPC e as leis processuais extravagantes
que responderão se a capacidade de discernimento decisório dos juízes fica total ou
parcialmente afetada quando ele ordena provas sem requerimento das partes. Em
meio aos ativistas, talvez Michelle Taruffo seja o único que se debruça sobre esses
problemas, embora sob enfoque mais epistemológico e menos psíquico-cognitivo.
De qualquer maneira, mesmo que se entenda que o art. 135 do CPC traz um
rol taxativo, é possível enquadrar a prova ex officio na hipótese descrita no inciso
V (“reputa-se fundada a suspeição de parcialidade do juiz, quando interessado no
julgamento da causa em favor de uma das partes”) (d. n.). Tradicionalmente, entende-
se que o interesse no julgamento é o da vantagem, material ou moral, que possa
tirar o juiz, com a decisão da causa em certo sentido. Todavia, o entendimento é, por
demais, restrito. O interesse não tem de significar somente a inclinação do juiz para o
que lhe traz alguma utilidade ou proveito pessoal. O juiz tem interesse no julgamento
quando, conquanto não possa extrair qualquer vantagem para si, está imbuído de
sentimento de cuidado em relação a uma das partes e se empenha funcionalmente
para favorecê-la in casu. O juiz não quer o resultado para si, mas só para a parte que
decidiu ajudar. Aqui, o sentimento do juiz não é egoísta, mas altruísta. Quer auxiliar
uma das partes por motivos humanitários ou ideológicos.
Não se pode esquecer que a iniciativa judicial probatória gera duas consequências
jurídicas negativas: 1) o afastamento do juiz por suspeição; 2) a nulificação da prova,
que há de ser desconsiderada. Poder-se-ia argumentar que o juiz que ordena a prova
ex officio deve também afastar-se ex officio da causa para que a sentença seja ditada
por outro juiz funcionalmente imparcial. Contudo, a prova ex officio é nula e o nulo não
produz efeitos [quod nullum est nullum producit effectum]. Não é possível, a pretexto
de remover o juiz, convalidar a prova. Mesmo que se declare suspeito, o juiz não
verá referendada a prova que ordenou. Ela será irremediavelmente ineficaz. Portanto,
não basta que o juiz da prova de ofício não seja o mesmo da resolução do mérito.
Outrossim, é preciso que a prova de ofício seja desprezada.
7 Não há razão para que a proteção ao vulnerável enseje a quebra da
imparcialidade judicial. A inferioridade de armas que o assola pode ser remediada com
outros institutos. Não raro, o juiz sente-se tentado a imprimir tônus mais inquisitivo
ao processo quando a parte postula sem advogado. No Brasil, o ius postulandi da
parte é previsto para âmbitos processuais como a reclamação trabalhista (CLT, arts.
791 e 839), o habeas corpus (CPP, art. 654), o Juizado Especial Estadual (Lei nº
9.099/99, art. 9º), o Juizado Especial Federal (Lei nº 10.259/2001, art. 10), a ação
de alimentos (Lei nº 5.478/68, art. 2º), a arbitragem (Lei nº 9.307/96, art. 21,
160 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 153-173, abr./jun. 2015
Algumas considerações sobre as iniciativas judiciais probatórias
§3º) e a revisão criminal (CPP, art. 623). Todos esses dispositivos são de duvidosa
constitucionalidade em face do que se prescreve o art. 133 da Constituição Federal
de 1988 (“O advogado é indispensável à administração da justiça”). De todo modo,
a atribuição de capacidade postulatória à parte garante-lhe acesso formal à justiça
[= obtenção da atenção judiciária], mas não necessariamente acesso material
[= obtenção de efetiva tutela jurisdicional]. Afinal, muitas vezes, o êxito na causa
depende de um bom desempenho probatório.
Lembre-se que a produção da prova é, ao mesmo tempo, ciência e arte. É
preciso apreender dogmaticamente os princípios e as regras do direito probatório (o
que somente é viável nos bancos das escolas de direito). Além disso, é indispensável
que se dominem a técnica probatória e as estratégias de atuação forense (o que
somente é possível com os anos de prática profissional). Ora, quase sempre, a parte
sem advogado não domina uma coisa nem outra; portanto, sua atuação probatória
costuma ser desastrosa. Com isso se vê que o ius postulandi da parte é autoflagelo
legalmente induzido. Mais: os dispositivos de lei que o preveem são meros textos a
serviço de um democratismo judiciário demagógico.
Daí a indispensabilidade do advogado (CF, art. 133), infelizmente tratada pelos
tribunais e pelo legislador ordinário federal como flatus vocis, como dicção retórica
sem consequência prática. Por essas e outras, muitos juízes condoem-se da parte
desassistida e se arvoram na condição de justiceiros, socorrendo-a. Todavia, é
possível explorar melhor as potencialidades do sistema processual civil brasileiro
vigente e minimizar o problema sem que o juiz abandone a sua equidistância. Enfim,
é plenamente viável um garantismo probatório sem dar as costas à realidade social.
É bem verdade que a desigualdade social não pode ser erradicada pelo processo.
Entretanto, atenta contra os valores do republicanismo democrático a possibilidade
de a sentença ser um prêmio a quem não tenha razão, embora conte com melhor
capacidade econômica e com a maior habilidade do seu advogado. Talvez falte ao
direito brasileiro dispositivo semelhante ao Artigo VI do Código Procesal Civil peruano,
segundo o qual “el juez debe evitar que la desigualdad entre elas personas por razones
de sexo, raza, religión, idioma o condición social, política o económica, afecte el
desarollo o resultado del proceso”. De qualquer forma, a igualação material de armas
entre as partes: a) não pode ficar ao alvedrio de avaliações subjetivas e vinculações
político-ideológicas; b) não pode ensejar a quebra da imparcialidade judicial.
No que diz respeito a (a), não há no CPC brasileiro o estabelecimento de
critérios objetivos de aferição de vulnerabilidade processual. Sem isso, não é dado
ao juiz inventar critérios unilteralmente, sob pena de atentar contra a legalidade.
Insuficiência econômica, debilidade na saúde, desinformação jurídica, falta de
advogado, deficiência na atuação probatória e ausência de discernimento podem ser
critérios de lege ferenda. Contudo, sem que estejam previstos em lei, não se podem
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Algumas considerações sobre as iniciativas judiciais probatórias
com as consequências de sua escolha. Por ora, o processo civil ainda é um dos
palcos do livre-arbítrio.
Poder-se-ia cogitar da possibilidade de o juiz nomear dativo ou defensor público
— de forma cumulativa ou substitutiva — em favor da parte vulnerável já “patrocinada”
por advogado inábil.
Se a nomeação for cumulativa, todo cuidado será pouco. Ainda que haja
flagrante falência técnica no patrocínio dos interesses do vulnerável, pode o advogado
contratado melindrar-se caso seja coadjuvado a fórceps por outro profissional, o que
poderá gerar tumulto processual. Ademais, o advogado constituído pela parte e o
advogado nomeado pelo juiz podem divergir quanto à melhor forma de patrocinarem-
se os interesses da parte representada.
Se a nomeação for substitutiva, haverá grave desnaturação da representação
por advogado no processo civil. A substituição do advogado por latente falência técnica
é tão apenas possível no processo penal. Aqui, o título da atuação advocatícia não
é a outorga procuracional de poderes representacionais, mas a assunção voluntária
de um múnus público. Eventual existência de procuração ad judicia entra no suporte
fático da assunção não como elemento nuclear, mas periférico. O defensor é um órgão
autônomo da etapa judicial da persecução penal, embora órgão obrigatoriamente
parcial, uma vez que no processo penal o direito de defesa é indisponível. O
advogado recebe atribuição legal de poder-dever público-funcional para que trabalhe
exclusivamente em favor do acusado. Logo, mais do que um representante da parte,
o defensor é sujeito do processo penal. Ora, quem exerce um dever-poder funcional ou
função de maneira insuficiente, deficiente ou inexistente, tende a perder a titularidade.
Assim ensina a teoria geral do direito. É o que se passa, p. ex., com o poder familiar,
a tutela, a curatela, o poder de gerência, as funções públicas. Situação similar ocorre
no processo penal com o defensor que opera com latente falência técnica. No Brasil,
se já houver defensor dativo, é possível a nomeação de outro, podendo o acusado,
porém, a todo tempo, nomear um advogado de sua confiança (CPP, artigos 263, 422
e 449, parágrafo único); se já houver defensor constituído, é possível a nomeação ad
hoc de dativo para a prática de ato específico e determinado, sem que o advogado
escolhido pela parte seja destituído (CPP, art. 497, V). Todavia, nada disso é previsto
para o processo civil brasileiro.
8 Não se pode esquecer de que o advogado tem interesse moral e econômico
na vitória dos seus clientes. Antes de distribuir a petição inicial, ele já tece um
juízo prévio sobre os pontos de fato que se controverterão e que, por isso, serão
objetos de prova. Por isso, já sai à cata, por exemplo, de nomes de testemunhas
e meios de probatórios pré-constituídos que haverão de corroborar as alegações
contidas na exordial. Quase sempre, documentos indispensáveis faltantes já foram
procurados em vão. Mesmo assim, muitas vezes, o juiz desconfia das pesquisas
preliminares promovidas pelo advogado e determina ex officio a juntada do que antes
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Eduardo José da Fonseca Costa
forenses que “o juiz constrói uma meia-verdade a partir de duas mentiras”, diz-se
algo de real, que deve ser aceito com resignação pragmática, não com inconformismo
moral. Juiz que se sente responsável pela prova não descobre a verdade e, por
tabela, perde a sua imparcialidade. Por isso, ele não deve descer à realidade apesar
das partes [movimento catagnóstico — do grego “κάτα” + “γνωση” = “conhecimento
de cima para baixo”]; é a realidade que tem de dialeticamente ascender ao juiz
mediante o debate entre elas [movimento anagnóstico — do grego “ανά” + “γνωση” =
“conhecimento de baixo para cima”]. Enfim, é às partes — e somente a elas — que
cabe a adução do material de fato que há de servir à decisão judicial [iudex iudicare
debet secundum allegata et probata partium]. Decididamente, a ciência e a arte do
foro não são aléticas [do grego “αλέθεια” = “verdade”], porém, máquicas [do grego
“μάχη” = “debate”]. O processo civil não é um método investigativo, mas um método
(pacífico) de debate. Ele não possui uma dimensão propriamente “epistêmica”,
mas simplesmente compositiva. Portanto, o magistrado deve contentar-se com uma
convicção acerca dos fatos, não verificá-los, comprová-los, creditá-los, buscar a
certeza de sua existência ou procurar a verdade real do ocorrido no plano da realidade.
A verdade pode despontar no processo civil e é desejável que isso aconteça; todavia,
trata-se de probabilidade, não de necessidade. Os garantistas não são”deniers”,
“veriphobics” ou “nemici della verità”, como alega Michele Taruffo, mas não estão
dispostos a pagar qualquer preço por ela.
É evidente que os garantistas não defendem o processo civil como um âmbito
pré-ordenado a “erros e falsidades”. Porém, seriam intelectualmente desonestos se
dissessem que o direito processual civil não transige, uma vez ou outra, com equívocos
e mentiras. Se assim não fosse, não haveria como explicar, no Brasil: i) a presunção
de veracidade dos fatos afirmados pelo autor em hipótese de revelia; (CPC, art. 319);
ii) a presunção de veracidade dos fatos que, por meio da coisa ou do documento não
exibido pelo requerido, o requerente pretendia provar (CPC, art. 359); iii) a inadmissão
da prova que, conquanto elucide a verdade dos fatos, foi obtida por meio ilícito (CF,
art. 5º, LVI); iv) o trânsito em julgado de sentença irrescindível fundada em perícia
ou testemunho falso (Lei nº 9.099/99, art. 59); v) o decurso do prazo decadencial
de dois anos para rescindir sentença fundada em perícia ou testemunho falso (CPC,
art. 495); vi) a impossibilidade de ser analisado o mérito da cobrança caso o réu não
apresente embargos monitórios (CPC, art. 1.102c); vii) a presunção de confissão
dos fatos alegados contra a parte que, intimada pessoalmente, não comparece ou,
comparecendo, se recusa a depor (CPC, art. 343); viii) a sentença de improcedência
por falta de provas; ix) a proibição de utilização, pelo juiz, de sua ciência privada
dos fatos, mesmo que eles não despontem no processo; x) a impossibilidade de
testemunho de fato sob sigilo profissional. Com isso se percebe que a verdade é um
dos tantos objetivos do processo. Mas não é o único e não se sobrepõe aos demais.
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Algumas considerações sobre as iniciativas judiciais probatórias
Não por outro motivo, p. ex., as testemunhas não se podem submeter a polígrafos
ou detectores de mentiras: haveria afronta ao princípio constitucional da dignidade
da pessoa humana.
Isso mostra que o magistrado decide o fato. A ocorrência fática dá-se per iudicis
definitionem. Não por outro motivo res iudicata pro veritate accipitur. Nesse sentido, as
eficácias ou energias emanadas das sentenças podem ser pragmaticamente divididas
em duas classes: (1) constatativas (não interferem no mundo); (2) performativas
(alteram o mundo). A partir daí chega-se a seis subclasses: (1.1) constatação de
situação jurídica [= declaração]; (1.2) constatação de ilícito [= condenação]; (1.3)
constatação de fato [= “declaração de fato”]; (2.1) constituição [= nascimento,
modificação ou extinção de situação jurídica]; (2.2) mandamento [= ordem]; (2.3)
execução [= transferência de valor da esfera do réu para a do autor].
12 É usual entre os ativistas a afirmação de que se deve hoje pensar mais em
justiça e menos em ciência processual. No entanto, durante séculos, o intelecto humano
buscou libertar o direito de incoerências sistêmicas, interpretações racionalmente
incontroladas e imprevisibilidades comportamentais. A ciência processual tal
como hoje conhecida nada mais é do que o resultado desse permanente esforço
inconcluso. A dogmática jurídica do processo civil apresenta-se fundamentalmente
como uma combinatória de três modelos: analítico (que organiza, sistematiza, define,
conceitua e classifica, fixando os pontos de compreensão do sistema); hermenêutico
(que constrói cânones de interpretação-aplicação metodologicamente estruturados);
pragmático (que diminui os espaços entre a teoria e a prática, elaborando estratégias
de atuação forense, definindo fórmulas bem-sucedidas de redação de arrazoados
e observando empiricamente o funcionamento dos institutos no quotidiano do
foro). Logo, diante de todo esse cabedal epistemológico, a apresentação da justiça
como finalidade do processo revela um angustiante atraso no desenvolvimento
do pensamento processualístico. Trata-se de um retrocesso a velhos atavismos
voluntaristas que se julgavam superados pela lógica e pela razão.
Não se nega a importância da justiça como valor para o direito. Todavia, é
preciso bem compreender o locus que ela ocupa na experiência jurídica. Para
além das regras há os princípios; para além dos princípios há os fundamentos. Os
princípios concretizam os fundamentos; as regras concretizam os princípios. É quase
infinita a quantidade de regras. São múltiplos os princípios. Todavia, só existem dois
fundamentos: justiça e segurança. Elas são o arquétipo dual universal de validade
material de todo e qualquer ordenamento jurídico. É materialmente inválida a norma
jurídica que promane segurança sem mínimo de justiça, que promane justiça sem
mínimo de segurança e que promane injustiça e insegurança. Se se tratar de uma
regra, ela fatalmente ferirá um principio. Se se tratar de um princípio, ele fatalmente
ferirá um fundamento. Note-se que a segurança e a justiça são categorias normativas
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Algumas considerações sobre as iniciativas judiciais probatórias
dos poderes do juiz e se esses poderes promovem a “verdadeira paz social” (José
Roberto dos Santos Bedaque), pergunta-se: por que o mundo ainda se afunda em
injustiças e perturbações? Poder-se-ia afirmar que o aumento da desagregação
tem como causas outros fatores, que suplantam a pacificação proporcionada pelo
ativismo judicial. No entanto, a afirmação não passaria de palpite incomprovado. Na
realidade, as ciências sociais — especialmente as sociologias funcionais de Parsons
e Luhmann — nos ensinam que a “verdadeira paz social” nasce da absorção dos
conflitos por procedimentos legitimados e legitimadores de resolução de disputas.
Isso nada tem a ver com a obsessão pela “verdade a todo custo”.
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Efetividade processual, princípio da
cooperação e poderes instrutórios
1
CAPPELLETTI, Mauro; GARTH, Bryant. Acesso à justiça. Tradução de Ellen Gracie Northfleet. Porto Alegre:
Fabris, 1988. p. 15.
2
DINAMARCO, Cândido Rangel. A instrumentalidade do processo. São Paulo: Malheiros, 2008. p. 319.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 175-190, abr./jun. 2015 175
Elias Marques de Medeiros Neto
3
ANDREWS, Neil. O moderno processo civil. Tradução de Teresa Arruda Alvim Wambier. 2. ed. São Paulo: RT, 2012.
4
ANDREWS, Neil. O moderno processo civil. Tradução de Teresa Arruda Alvim Wambier. 2. ed. São Paulo: RT, 2012.
5
Cf. redação encaminhada para sanção presidencial em fevereiro de 2015.
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Efetividade processual, princípio da cooperação e poderes instrutórios
eficiente formal resposta do Poder Judiciário quanto à solução da lide, mas também
se compreendendo a garantia de própria realização do direito material tutelado.6
Como a jurisdição tem como fim a resolução de conflitos,7 almejando à obtenção
da paz social,8 é certo que o princípio da efetividade do processo torna-se verdadeira
essência da jurisdição; principalmente porque um processo tardio, ineficaz e sem real
impacto no mundo dos fatos, fracassando na tutela e na realização do direito material,
não terá proporcionado nem a paz social, nem o almejado adequado desfecho da
resolução de conflitos.9
O princípio da efetividade processual se relaciona com o princípio da eficiência,10
o qual, além de estar previsto no artigo 37 da CF de 1988, passa a estar positivado
no artigo 8º do NCPC.
Acerca do princípio da eficiência, Maria Sylvia Zanella Di Pietro doutrina que:
“pode ser considerado em relação ao modo de atuação do agente público, do qual se
espera o melhor desempenho possível de suas atribuições, para lograr os melhores
resultados; e em relação ao modo de organizar, estruturar, disciplinar a administração
pública, também com o mesmo objetivo de alcançar os melhores resultados na
prestação do serviço público”,11 e “há que se ter sempre presente a ideia de que
o processo é instrumento para aplicação da lei, de modo que as exigências a ele
pertinentes devem ser adequadas e proporcionais ao fim que se pretende atingir.
Por isso mesmo, devem ser evitados os formalismos excessivos, não essenciais
à legalidade do procedimento que só possam onerar inutilmente a administração
pública, emperrando a máquina administrativa”.12
Alexandre de Moraes, na mesma linha, ensina que o princípio da eficiência
é: “aquele que impõe à administração pública direta e indireta e a seus agentes a
persecução do bem comum, por meio do exercício de suas competências de forma
imparcial, neutra, transparente, participativa, eficaz, sem burocracia e sempre em
busca da qualidade, primando pela adoção dos critérios legais e morais necessários
6
BUENO, Cassio Scarpinella. Curso sistematizado de direito processual civil. 6. ed. São Paulo: Saraiva, 2012.
p. 91. v. 1.
7
“A pacificação é o escopo magno da jurisdição e, por consequência, de todo o sistema processual (uma vez
que todo ele pode ser definido como a disciplina jurídica da jurisdição e seu exercício). É um escopo social,
uma vez que se relaciona com o resultado do exercício da jurisdição perante a sociedade” (ARAÚJO CINTRA,
Antônio Carlos de; GRINOVER, Ada Pelegrini; DINAMARCO, Cândido Rangel. Teoria geral do processo. 23. ed.
São Paulo: Malheiros, 2007. p. 30).
8
A necessidade de a jurisdição resolver de forma eficiente a lide está na doutrina de Cândido Rangel Dinamarco:
“A força das tendências metodológicas do direito processual civil na atualidade dirige-se com grande intensida-
de para a efetividade do processo, a qual constitui expressão resumida da ideia de que o processo deve ser
apto a cumprir integralmente toda a sua função sócio político jurídica, atingindo em toda a plenitude todos os
seus escopos institucionais” (A instrumentalidade do processo. São Paulo: Malheiros, 2008. p. 277).
9
DINAMARCO, Cândido Rangel. A instrumentalidade do processo. São Paulo: Malheiros, 2008. p. 319.
10
BONAVIDES, Paulo; MIRANDA, Jorge; AGRA, Walber de Moura. Comentários à Constituição Federal de 1988.
Rio de Janeiro: Forense, 2009. p. 728.
11
DI PIETRO, Maria Sylvia Zanella. Direito administrativo. 13. ed. São Paulo: Atlas, 2001. p. 83.
12
DI PIETRO, Maria Sylvia Zanella. Direito administrativo. 13. ed. São Paulo: Atlas, 2001. p. 504.
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Elias Marques de Medeiros Neto
13
MORAES, Alexandre de. Direito constitucional. 17. ed. São Paulo: Atlas, 2005. p. 300.
14
Fábio Soares de Melo enfatiza que “o princípio da eficiência tem por finalidade principal a obrigatoriedade de que
a atuação da administração pública obtenha resultados de forma satisfatória e eficiente” (MELO, Fábio Soares
de. Processo administrativo tributário: princípios, vícios e efeitos jurídicos. São Paulo: Dialética, 2012. p. 54).
15
DIDIER JR., Fredie. Apontamentos para a concretização do princípio da eficiência do processo. In: FREIRE,
Alexandre (Org.). Novas tendências do processo civil. Salvador: Podium, 2013. p. 433.
16
WATANABE, Kazuo. Da cognição no processo civil. 2. ed. Campinas: Bookseller, 2000. p. 142.
17
CANOTILHO, J. J. Gomes. Direito constitucional. 6. ed. Coimbra: Almedina, 1993. p. 652-653.
18
CASTRO LOPES, Maria Elizabeth de; LOPES, João Batista. Princípio da efetividade. In: OLIVEIRA NETO, Olavo
de; CASTRO LOPES, Maria Elizabeth de (Coord.). Princípios processuais civis na Constituição. São Paulo: Ed.
Campos Jurídico, 2008. p. 244-245.
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Efetividade processual, princípio da cooperação e poderes instrutórios
julgamento não será antecipado, mas precipitado... Tem-se, pois, que a celeridade
processual não pode vulnerar as garantias constitucionais entre as quais se colocam
a ampla defesa e a produção da prova”.
José Roberto dos Santos Bedaque,19 na mesma direção, doutrina que: “Processo
efetivo é aquele que, observado o equilíbrio entre os valores segurança e celeridade,
proporciona às partes o resultado desejado pelo direito material. Pretende-se aprimorar
o instrumento estatal destinado a fornecer a tutela jurisdicional. Mas constitui perigosa
ilusão pensar que simplesmente conferir-lhe celeridade é suficiente para alcançar a
tão almejada efetividade. Não se nega a necessidade de reduzir a demora, mas não
se pode fazê-lo em detrimento do mínimo de segurança, valor também essencial ao
processo justo. Em princípio, não há efetividade sem contraditório e ampla defesa. A
celeridade é apenas mais uma das garantias que compõem a ideia do devido processo
legal, não a única. A morosidade excessiva não pode servir de desculpa para o sacrifício
de valores também fundamentais, pois ligados à segurança do processo”.20
Portanto, a duração razoável do processo e a celeridade são fundamentais para
que a efetividade processual possa ser garantida, mas tais qualidades não devem
mitigar os importantes princípios inerentes ao due process of law, sendo este outro
fundamental elemento para a conquista da efetividade processual: “a celeridade não
pode atropelar ou comprometer o processo giusto de que nos fala Comoglio, ou seja,
o reconhecimento e a garantia dos direitos, a fundamental exigência de efetividade
técnica e qualitativa, o contraditório, o juiz natural etc. Sobre preocupar-se com a
celeridade, deverá o magistrado indagar, em cada caso, qual deva ser a duração
razoável do processo. Em outras palavras, o processo deve durar o tempo necessário
e suficiente para cumprir seus escopos, nem mais, nem menos”.21
19
BEDAQUE, José Roberto dos Santos. Efetividade do processo e técnica processual. São Paulo: Malheiros,
2007. p. 49.
20
Não são diferentes os magistérios de João Batista Lopes e Cássio Scarpinella Bueno: “Como se pretende sus-
tentar, porém, efetividade não é sinônimo de celeridade, ainda que deva ser considerada aspecto importante
daquela, como se exporá mais adiante. [...]. Verifica-se, para logo, que o conceito de efetividade é mais com-
plexo do que geralmente se supõe, não se identificando, pura e simplesmente, com o resultado do processo.
É necessário que o resultado alcançado obedeça ao princípio do devido processo legal, isto é, que as garantias
do processo sejam observadas, que se tenha um processo equo e giusto, como dizem os italianos. Também
não se pode confundir efetividade com celeridade processual. Se é certo que a celeridade constitui um valor a
ser perseguido, especialmente ante o quadro atual de morosidade da justiça, também é exato que a idéia de
efetividade não se exaure na de celeridade” (LOPES, João Batista. Princípio da proporcionalidade e efetividade
do processo civil. In: MARINONI, Luiz Guilherme (Coord.). Estudos de direito processual civil. Homenagem ao
Professor Egas Dirceu Moniz de Aragão. São Paulo: RT, 2006. p. 135); e “O grande norte a ser seguido pelo
legislador e, consequentemente, pela técnica processual é o do princípio da efetividade da jurisdição, ou do
acesso à justiça ou à ordem jurídica justa, constante do artigo 5º, XXXV, da Constituição Federal, sempre equi-
librado e dosado, como bom princípio que é, pelos princípios do devido processo legal e do contraditório e da
ampla defesa (artigo 5º, LIV e LV, da Constituição Federal)”. (BUENO, Cássio Scarpinella. Curso sistematizado
de direito processual civil. São Paulo: Saraiva, 2007. p. 148. v. 1). No mesmo sentido: DINAMARCO, Cândido
Rangel. A instrumentalidade do processo. São Paulo: Malheiros, 2008. p. 360.
21
LOPES, João Batista; CASTRO LOPES, Maria Elizabeth. Novo Código de Processo Civil e efetividade da jurisdi-
ção. Revista de Processo 188. São Paulo: RT, 2010. p. 173-174.
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Elias Marques de Medeiros Neto
O devido processo legal está previsto na CF de 1988, em seu artigo 5º, LIV.
É o princípio base para todo o sistema processual,22 tendo em sua essência a
orientação de respeito às garantias processuais positivadas em favor das partes na
Constituição Federal e nas demais normas infraconstitucionais. Dentre tais garantias,
se destacam o direito ao contraditório23 e à ampla defesa,24 o respeito ao princípio
da legalidade,25 o dever de os magistrados motivarem suas decisões e a publicidade
dos atos processuais26 (artigo 93, IX, da CF de 1988), o direito à prova,27 a proibição
à prova ilícita,28 o dever de se conferir tratamento igualitário às partes,29 o direito ao
juiz natural e imparcial.30 Nelson Nery Jr.,31 com didática, sintetiza: “E é nesse sentido
unicamente processual que a doutrina brasileira tem empregado, ao longo dos anos,
a locução devido processo legal', como se pode verificar, v.g., da enumeração que se
fez das garantias dela oriundas verbis: a) direito à citação e ao conhecimento do teor
da acusação; b) direito a um rápido e público julgamento; c) direito ao arrolamento
de testemunhas e à notificação das mesmas para comparecimento perante os
tribunais; d) direito ao procedimento contraditório; e) direito de não ser processado,
julgado ou condenado por alegada infração às leis ex post facto; f) direito à plena
igualdade entre acusação e defesa; g) direito contra medidas ilegais de busca e
apreensão; h) direito de não ser acusado nem condenado com base em provas
ilegalmente obtidas; i) direito à assistência judiciária, inclusive gratuita; j) privilégio
contra a auto-incriminação. Especificamente quanto ao processo civil, já se afirmou
22
“Em nosso parecer, bastaria a norma constitucional haver adotado o princípio do due process of law para que
daí decorressem todas as conseqüências processuais que garantiam aos litigantes o direito a um processo
e a uma sentença justa. É, por assim dizer, o gênero do qual todos os demais princípios constitucionais do
processo são espécies. Assim é que a doutrina diz, por exemplo, serem manifestações do “devido processo
legal” o princípio da publicidade dos atos processuais, a impossibilidade de utilizar-se em juízo prova obtida
por meio ilícito, assim como o postulado do juiz natural, do contraditório e do procedimento regular” (NERY JR.,
Nelson. Princípios do processo civil na Constituição Federal. 8. ed. São Paulo: RT, 2004. p. 60).
23
“O que caracteriza fundamentalmente o processo é a celebração contraditória do procedimento, assegurada
a participação dos interessados mediante exercício das faculdades e poderes integrantes da relação jurídica
processual. A observância do procedimento em si próprio e dos níveis constitucionalmente satisfatórios de
participação efetiva e equilibrada, segundo a generosa cláusula due process of law, é que legitima o ato final
do processo, vinculativo dos participantes” (DINAMARCO, Cândido Rangel. A instrumentalidade do processo.
São Paulo: Malheiros, 2008. p. 77).
24
NERY JR., Nelson. Princípios do processo civil na Constituição Federal. 8. ed. São Paulo: RT, 2004. p. 172.
25
SILVA, José Afonso da. Curso de direito constitucional positivo. 14. ed. São Paulo: Malheiros, 1997. p. 400.
26
OLIVEIRA.NETO, Olavo de. Princípio da fundamentação das decisões judiciais. In: OLIVEIRA NETO, Olavo de;
CASTRO LOPES, Maria Elizabeth de (Coord.). Princípios processuais civis na Constituição. São Paulo: Ed.
Campos Jurídico, 2008. p. 201.
27
LOPES, João Batista. A prova no direito processual civil. 3. ed. São Paulo: RT, 2006. p. 166-168.
28
SHIMURA, Sérgio. Princípio da proibição da prova ilícita. In: OLIVEIRA NETO, Olavo de; CASTRO LOPES, Maria
Elizabeth de (Coord.). Princípios processuais civis na Constituição. São Paulo: Ed. Campos Jurídico, 2008. p.
263-264.
29
FERREIRA FILHO, Manoel Gonçalves. Direitos humanos fundamentais. 2. ed. São Paulo: Saraiva, 1998. p.
118. No mesmo sentido: BUENO, Cássio Scarpinella. Curso sistematizado de direito processual civil. 6. ed.
São Paulo: Saraiva, 2012. v. 1.
30
NERY JR., Nelson. Princípios do processo civil na Constituição Federal. 8. ed. São Paulo: RT, 2004.
31
NERY JR., Nelson. Princípios do processo civil na Constituição Federal. 8. ed. São Paulo: RT, 2004. p. 70.
180 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 175-190, abr./jun. 2015
Efetividade processual, princípio da cooperação e poderes instrutórios
ser manifestação do due process of law: a) a igualdade das partes; b) garantia do jus
actionis; c) respeito ao direito de defesa; d) contraditório. Resumindo o que foi dito
sobre esse importante princípio, verifica-se que a cláusula procedural due process
of law nada mais é do que a possibilidade efetiva de a parte ter acesso à justiça,
deduzindo a pretensão e defendendo-se do modo mais amplo possível, isto é, de ter
his day in Court, na denominação genérica da Suprema Corte dos Estados Unidos”.
Um processo que observa o devido processo legal, pautado pelo respeito às
garantias constitucionais, mas que também observa a necessidade de eficiência,
celeridade e duração razoável, demonstra a preocupação com a efetividade na
solução do conflito.
A efetividade processual também mantém íntima relação com a noção de
acesso à justiça, termo este muito presente quando se examina o inciso XXXV do
artigo 5º da CF de 1988.
Para a adequada compreensão do que se entende como acesso à justiça, é
inevitável a observância das ondas de transformação de que sabiamente falam Mauro
Cappelletti e Bryant Garth.32
Pela lição dos referidos mestres, o pleno acesso à justiça pode ser obtido pela
preocupação em possibilitar aos menos favorecidos economicamente o acesso à
informação e ao uso das ferramentas processuais necessárias para a proteção dos
seus direitos. Essa seria a primeira onda de transformação, garantindo-se o acesso à
justiça para aqueles que tradicionalmente são excluídos, por fatores econômicos, do
sistema de proteção dos direitos.
A segunda onda de transformação está na busca de proteção aos interesses
difusos e coletivos, almejando-se tutelar os interesses da sociedade como um todo,
e não só o direito individual de cada cidadão.
A terceira onda reside no desafio de o Estado e o Poder Judiciário atuarem
efetivamente na resolução dos conflitos que são apresentados; sendo missão do
sistema jurídico não só entregar ao jurisdicionado uma formal resposta para o conflito
através de uma decisão ou sentença, mas também conferir a ele todas as ferramentas
processuais necessárias para a efetiva realização do seu direito.
José Roberto dos Santos Bedaque,33 acerca da relação entre o acesso à justiça
e a efetividade processual, disserta que “entre os direitos fundamentais da pessoa
encontra-se, sem dúvida, o direito à efetividade do processo, também denominado
direito de acesso à justiça ou direito à ordem jurídica justa, expressões que pretendem
representar o direito que todos têm à tutela jurisdicional do Estado. Essa proteção
32
CAPPELLETTI, Mauro; GARTH, Bryant. Acesso à justiça. Tradução de Ellen Gracie Northfleet. Porto Alegre:
Fabris, 1988.
33
BEDAQUE, José Roberto dos Santos. Tutela cautelar e tutela antecipada: tutelas sumárias e de urgência (ten-
tativa de sistematização). 3. ed. São Paulo: Malheiros, 2003. p. 341.
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Elias Marques de Medeiros Neto
34
BUENO, Cassio Scarpinella. Curso sistematizado de direito processual civil. 6. ed. São Paulo: Saraiva, 2012.
p. 91. v. 1.
35
CAPPELLETTI, Mauro; GARTH, Bryant. Acesso à justiça. Tradução de Ellen Gracie Northfleet. Porto Alegre:
Fabris, 1988.
36
MANCUSO, Rodolfo de Camargo. Acesso à justiça. São Paulo: RT, 2011. p. 475.
182 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 175-190, abr./jun. 2015
Efetividade processual, princípio da cooperação e poderes instrutórios
37
Não sendo outra a doutrina de Kazuo Watanabe: “O direito e o processo devem ser aderentes à realidade, de
sorte que as normas jurídico-materiais que regem essas relações devem propiciar uma disciplina que responda
adequadamente a esse ritmo de vida, criando mecanismos de segurança que reajam com agilidade e eficiência
às agressões ou ameaças de ofensa. E, no plano processual, os direitos e pretensões materiais que resultam
da incidência dessas normas materiais devem encontrar uma tutela rápida, adequada e ajustada ao mesmo
compasso” (WATANABE, Kazuo. Da cognição no processo civil. 2. ed. Campinas: Bookseller, 2000. p. 141).
38
MANCUSO, Rodolfo de Camargo. Acesso à justiça. São Paulo: RT, 2011. p. 115.
39
BARBOSA MOREIRA, José Carlos. Efetividade do processo e técnica processual. Revista de Processo. São
Paulo: RT, 1995. n. 77, p. 168.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 175-190, abr./jun. 2015 183
Elias Marques de Medeiros Neto
40
BEDAQUE, José Roberto dos Santos. Poderes instrutórios do juiz. 5. ed. São Paulo: RT, 2011. p. 19.
41
CASTRO LOPES, Maria Elizabeth de. O juiz e o princípio dispositivo. São Paulo: RT, 2006.
42
WATANABE, Kazuo. Cultura da Sentença e Cultura da Pacificação. In: YARSHELL, Flávio Luiz; MORAES, Mauricio
Zanoide de (Coord.). Estudos em homenagem à Professora Ada Pellegrini Grinover. São Paulo: DPJ, 2005. p. 689.
184 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 175-190, abr./jun. 2015
Efetividade processual, princípio da cooperação e poderes instrutórios
si, promove a facilitação para uma solução amigável da controvérsia. E, mesmo não
ocorrendo o acordo, as técnicas do case management permitem ao juiz eliminar as
questões frívolas e planejar o processo, fazendo-o caminhar para o julgamento com
eficiência e sem custo exagerado”.
Não há dúvida de que o princípio da cooperação também é destinado ao
magistrado na sua relação com os demais sujeitos processuais, sendo esta a leitura
que bem faz a doutrina processual portuguesa: “A ideia de cooperação no CPC de
Portugal como um dever processual é bem ressaltada pelo processualista português
Miguel Teixeira de Sousa, para quem se pode extrair desse princípio positivado
basicamente quatro principais deveres do órgão judicial: a) dever de esclarecimento; b)
dever de prevenção; c) dever de consultar as partes; e d) dever de auxiliar as partes”.43
No direito processual português, o princípio da cooperação está positivado
no artigo 7º do CPC de 2013: “na condução e intervenção do processo, devem
os magistrados, os mandatários judiciais e as próprias partes cooperar entre si,
concorrendo para se obter, com brevidade e eficácia, a justa composição do litígio”.
Fredie Didier Jr., acerca do princípio da cooperação no direito processual português,
bem sinaliza que “é fonte direta de situações jurídicas ativas e passivas, típicas e
atípicas, para todos os sujeitos processuais, inclusive para o órgão jurisdicional”.44
Abílio Neto,45 ainda sobre o princípio da cooperação no direito processual
português, ressalta que a aplicação deste princípio vincula o órgão jurisdicional em
sua relação com as partes, transformando-se em verdadeiro dever, o qual “desdobra-
se em dois deveres essenciais: um é o dever de esclarecimento ou de consulta, isto
é, o dever de o tribunal esclarecer junto das partes as eventuais dúvidas que tenha
sobre suas alegações ou posições em juízo, de molde a evitar que a sua decisão
tenha por base a falta de esclarecimento de uma situação e não a verdade sobre
ela apurada; o outro é o dever de prevenção ou de informação, ou seja, o dever de
o tribunal prevenir as partes sobre eventuais deficiências ou insuficiências das suas
alegações ou pedidos e de as informar sobre aspectos de direito ou de fato que por
elas não foram considerados”.
E conforme leciona com maestria Fredie Didier Jr.,46 o modelo de um processo
pautado pelo princípio da cooperação apresenta uma diferente perspectiva de estudo
sobre o papel dos sujeitos processuais, com um olhar além da tradicional dicotomia
existente entre o princípio dispositivo e o princípio inquisitivo, facilitando, talvez, uma
43
ZUFELATO, Camilo. Análise comparativa da cooperação e colaboração entre os sujeitos processuais nos proje-
tos de novo CPC. In: Freire, Alexandre et al. Novas tendências do processo civil. Salvador: JusPodivm, 2013.
p. 113).
44
DIDIER JR., Fredie. Fundamentos do princípio da cooperação no direito processual civil português. Coimbra:
Coimbra Ed., 2010. p. 109.
45
NETO, Abilio. Novo Código de Processo Civil Anotado. 2. ed. Lisboa: Ediforum, 2014. p. 92.
46
DIDIER JR., Fredie. Fundamentos do princípio da cooperação no direito processual civil português. Coimbra:
Coimbra Ed., 2010. p. 42.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 175-190, abr./jun. 2015 185
Elias Marques de Medeiros Neto
leitura mais equilibrada desses princípios, pautada no intenso diálogo entre os sujeitos
processuais no trâmite do processo: “A organização do processo não prescinde de
uma distribuição das funções que devem ser exercidas pelos sujeitos processuais.
Cada um deles exerce um papel, mais ou menos relevante, na instauração, no
desenvolvimento e na conclusão do processo. A doutrina costuma identificar dois
modelos de estruturação do processo: o modelo adversarial e o modelo inquisitorial
[...]. Em suma, o modelo adversarial assume a forma de competição ou disputa,
desenvolvendo-se como um conflito entre dois adversários diante de um órgão
jurisdicional relativamente passivo, cuja principal função é a de decidir. O modelo
inquisitorial organiza-se como uma pesquisa oficial, sendo o órgão jurisdicional o
grande protagonista do processo. No primeiro sistema, a maior parte da atividade
processual é desenvolvida pelas partes; no segundo, cabe ao órgão oficial esse
protagonismo. [...]. Nada impede que o legislador, em relação a um tema, encampe
o princípio dispositivo e, em relação ao outro, o princípio inquisitivo. Por exemplo:
no direito processual civil brasileiro, a instauração do processo e a fixação do objeto
litigioso são em regra atribuições da parte. Já em relação à investigação probatória,
o CPC admite que o juiz determine a produção de provas ex officio. Difícil portanto
estabelecer um critério identificador da dispositividade ou da inquisitoriedade que
não comporte exceção. [...]. Assim, talvez seja mais adequada a proposta de Daniel
Mitidiero, para quem há um terceiro modelo de processo civil: o modelo cooperativo...
Este modelo caracteriza-se pelo redimensionamento do princípio do contraditório,
com a inclusão do órgão jurisdicional no rol dos sujeitos do diálogo processual, e
não mais como um mero espectador do duelo das partes. O contraditório volta a ser
valorizado como instrumento indispensável ao aprimoramento da decisão judicial, e
não apenas como uma regra formal que deveria ser observada para que a decisão
fosse válida. A conclusão do processo deixa de ser determinada pela vontade das
partes. Também não se pode afirmar que há uma condução inquisitorial do processo
pelo órgão jurisdicional, em posição assimétrica em relação às partes. Busca-se uma
condução cooperativa do processo, sem protagonismos”.
Uma maior cooperação entre as partes, em soma com uma intensa participação
do magistrado na relação com as partes e na busca da melhor e mais efetiva solução
para a lide está na essência do NCPC; o qual nada mais objetiva do que traduzir o
anseio de dar a cada ato processual o máximo de rendimento possível, possibilitando
ao titular do direito material obter a realização deste último, em prazo razoável, dentro
dos princípios da eficiência, economia processual, celeridade e devido processo legal.
Um grande exemplo da adoção, pelo NCPC, do modelo cooperativo do processo
civil, está no artigo 357, o qual permite a adoção de acordo procedimental (com a
necessidade de homologação do acordo pelo magistrado), bem como incentiva o
saneamento compartilhado, pautado pelo intenso diálogo entre os sujeitos processuais:
186 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 175-190, abr./jun. 2015
Efetividade processual, princípio da cooperação e poderes instrutórios
Art. 357. Não ocorrendo nenhuma das hipóteses deste Capítulo, deverá o
juiz, em decisão de saneamento e de organização do processo:
I - resolver as questões processuais pendentes, se houver;
II - delimitar as questões de fato sobre as quais recairá a atividade
probatória, especificando os meios de prova admitidos;
III - definir a distribuição do ônus da prova, observado o art. 373;
IV - delimitar as questões de direito relevantes para a decisão do mérito;
V - designar, se necessário, audiência de instrução e julgamento.
§1º Realizado o saneamento, as partes têm o direito de pedir
esclarecimentos ou solicitar ajustes, no prazo comum de 5 (cinco) dias,
findo o qual a decisão se torna estável.
§2º As partes podem apresentar ao juiz, para homologação, delimitação
consensual das questões de fato e de direito a que se referem os incisos
II e IV, a qual, se homologada, vincula as partes e o juiz.
§3º Se a causa apresentar complexidade em matéria de fato ou de
direito, deverá o juiz designar audiência para que o saneamento seja feito
em cooperação com as partes, oportunidade em que o juiz, se for o caso,
convidará as partes a integrar ou esclarecer suas alegações.
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Elias Marques de Medeiros Neto
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Efetividade processual, princípio da cooperação e poderes instrutórios
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47
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Elias Marques de Medeiros Neto
Art. 9º Não se proferirá decisão contra uma das partes sem que ela seja
previamente ouvida. Parágrafo único. O disposto no caput não se aplica:
I - à tutela provisória de urgência;
II - às hipóteses de tutela da evidência previstas no art. 311, incisos II e III;
III - à decisão prevista no art. 701.
Art. 10. O juiz não pode decidir, em grau algum de jurisdição, com base em
fundamento a respeito do qual não se tenha dado às partes oportunidade
de se manifestar, ainda que se trate de matéria sobre a qual deva decidir
de ofício.
SOUZA, André Pagani. Vedação das decisões – surpresa no processo civil. São Paulo: Saraiva, 2014. p. 178.
48
190 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 175-190, abr./jun. 2015
Rumos do garantismo processual: Brasil
e América Latina — Garantismo na Corte
Interamericana de Direitos Humanos
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 191-200, abr./jun. 2015 191
Fauzi Hassan Choukr
nem sempre linear evolução de conteúdo, uma de suas muitas formas de compreensão
como a “[d]o nome da teoria liberal do direito penal, ou seja, do paradigma normativo
— de matriz iluminista — do “direito penal mínimo”.1
Contudo, restringir “garantismo” à esfera do sistema penal não faz eco à
complexidade do pensamento do autor que tem sua produção largamente identificada
com o vocábulo, Lugi Ferrajoli, que constrói uma teoria do Direito na qual o ponto
de partida — submissão ao primado da Constituição — se desenvolve de forma a
separar o direito da moral (como decorrência direta da legalidade estrita) e, no campo
hermenêutico, a evitar o emprego de ponderações à maneira de um constitucionalismo
principiológico que leva à expansão do ativismo judicial como consequência lógica —
e inevitável — de uma teoria do Direito e da Constituição banhada por decisionismos
fruto de ponderação e proporcionalismos.
Temos que é adequado concluir como possível a extensão do conceito de
constitucionalismo apregoado por Ferrajoli ao movimento contemporâneo de
supranacionalidade das fontes do Direito na construção de um modelo jurídico
(interno e internacional) que tenha como eixo político de sua concepção a proteção
aos direitos fundamentais/direitos humanos de modo que não se tornem apenas
promessas vazias, mas que traduzam uma realidade concreta que possa superar a
potencial apatia pela sua irrealidade/ineficácia.2
E, neste ponto, o constitucionalismo-garantista defendido por Ferrajoli nas bases
apontadas, ao se deparar com o diálogo supranacional de textos abarcadores de direitos
humanos pode ter algo de limitado na medida em que necessitará de abordagens mais
“abertas” na tarefa hermenêutica, dada a natureza dos direitos incorporados.
Disso se pode depreender que, malgrado se concorde com as posturas
garantistas na forma preconizada pelo autor, é difícil deixar de reconhecer que a
dinâmica de construção dos direitos humanos na forma como compreendida nesta
quadra do estado das sociedades democráticas é mais dinâmica que àquela
encontrada no Iluminismo que se poderia dizer “clássico” a exigir uma expansão que
o neojuspositivismo pode não conseguir responder.
Recorde-se que as condições políticas após o fim da Guerra Fria propiciaram o
surgimento de uma fase de expansão de compromissos internacionais voltados para
a proteção dos “direitos humanos” que, malgrado a polissemia que lhes cerca não
se trata, reduzidamente, de uma noção “confusa, ilusória” e, possivelmente, “efeito
1
A respeito o fundamental texto de IPPOLITO, Dario. O garantismo de Luigi Ferrajoli. Revista de Estudos
Constitucionais, Hermenêutica e Teoria do Direito (RECHTD) 3(1): 34-41 janeiro-junho 2011. Nesse artigo
encontra-se esclarecedora evolução do vocábulo e os caminhos que levaram à sua concepção atual.
2
NEVES, Marcelo. A Força Simbólica dos Direitos Humanos. Revista Eletrônica de Direito do Estado, n. 4.
Salvador: Instituto de Direito Público da Bahia, out./dez. 2005, 35 p.
192 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 191-200, abr./jun. 2015
Rumos do garantismo processual: Brasil e América Latina — Garantismo na Corte ...
3
E esse é somente o inicio da crítica. VILLEY, Michel. O direito e os direitos humanos. SP: Martins Fontes,
2007.p. 17
4
A propósito, Lutz, Ellen e Kathryn Sikkink. The Justice Cascade: The Evolution and Impact of Foreign Human
Rights Trials in Latin America. Chicago Journal of International Law 2 (1):1-34, 2001.
5
Ratner, Steven R. and Jason S. Abrams. Accountability for Human Rights Atrocities in International Law:
Beyond the Nuremberg Legacy. New York: Oxford University Press, 1997.
6
BOBBIO, Norberto. A era dos direitos. Rio de Janeiro: Campus, 1992. p. 28.
7
O sistema interamericano de proteção dos direitos humanos teve seu início formal com a Declaração
Americana dos Direitos e Deveres do Homem, aprovada pela Nona Conferência Internacional Americana
(Bogotá, Colômbia, 1948), durante a qual também foi criada a Organização dos Estados Americanos – OEA.
8
Ratificada pelo Brasil em 25.09.1992.
9
O sistema interamericano fortaleceu-se com a Convenção Interamericana, assinada em San José, Costa Rica,
em 22 de novembro de 1969, tendo entrado em vigor em 18 de julho de 1978, nos termos do artigo 74, inciso
2, da Convenção, quando foi depositado o décimo primeiro instrumento de ratificação e registrado na ONU em
27 de agosto de 1979, sob o nº 17.955. No texto será designada também por CADH.
10
Desde 10 de dezembro de 1998.
11
Adotado pela Resolução nº 2.200-A da Assembleia Geral das Nações Unidas, em 16 de dezembro de 1966.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 191-200, abr./jun. 2015 193
Fauzi Hassan Choukr
Aprovado pelo Decreto Legislativo nº 226, de 12.12.1991. Ratificado pelo Brasil em 24 de janeiro de 1992.
Em vigor no Brasil em 24.04.1992. Promulgado pelo Decreto nº 592, de 06.07.1992.
12
Adotada em 12 de agosto de 1949 pela Conferência Diplomática destinada a Elaborar as Convenções
Internacionais para a proteção das Vítimas da Guerra, que reuniu em Genebra de 21 de abril a 12 de agosto
de 1949, com entrada em vigor na ordem internacional: 21 de outubro de 1950, tendo havido a adesão pelo
Brasil em 29 de junho de 1957.
13
Assim, por exemplo: Convenção sobre Asilo (assinada em 1928; ratificação ou adesão em 03 de setembro de
1929); Convenção sobre Asilo Político (assinada em 1933; ratificada em 23 de fevereiro de 1937); Convenção
para a Prevenção e a Repressão do Crime de Genocídio (assinada em 1948 e ratificada em 04 de setembro
de 1951; Convenção (nº 98); Convenção Relativa ao Estatuto dos Refugiados (assinada em 1951 e ratificada
em 13 de agosto de 1963); Convenção sobre Asilo Diplomático (assinada em 1954; ratificação ou adesão
em 17 de setembro de 1957); Convênio Suplementar sobre a Abolição da Escravidão, do Tráfico de Escravos
e das Instituições e Práticas Análogas à Escravidão (assinada em 1956; adesão em 06 de janeiro de 1966);
Protocolo sobre o Estatuto dos Refugiados (1966; assinado em 1967; adesão em 07 de março de 1972);
Convenção contra a Tortura e Outros Instrumentos ou Penas Cruéis Desumanas ou Degradantes (assinada
em 1984 e ratificada em 28 de setembro de 1989); Convenção Interamericana para Prevenir e Punir a Tortura
(1965; assinada em 1985 e ratificada em 20 de julho de 1989).
14
Ver, dentre outros, TRINDADE, Antonio Augusto Cançado. “A interação entre direito internacional e o direi-
to interno na proteção dos direitos humanos. Arquivos do Ministério da Justiça, Brasília, v. 46, n. 182, p.
27-54, jul./dez. 1993. No mesmo sentido, PIOSEVAN, Flávia. Direitos Humanos e o Direito Constitucional
Internacional, São Paulo: Max Limonad, 1996. BASTOS, Celso; MARTINS, Yves Gandra da Silva. Comentários
à Constituição do Brasil, São Paulo: Saraiva, 1988-1989; ROCHA, Fernando Luiz Ximenez. A incorporação
dos tratados e convenções internacionais de direitos humanos no direito brasileiro. Revista de Informação
Legislativa, ano 33, n. 130 abr./jun. 1996, p. 77-81.
15
Veja-se a posição de Carvalho Ramos, André, que, juntamente com outros autores, anotava a autoexecu-
toriedade dos tratados versados sobre direitos humanos e sua inserção em nível constitucional e, apoiado
em vasta lição doutrinária, afirmava ter a Constituição de 1988 incorporado automaticamente as normas de
tratados internacionais de direitos humanos ratificados pelo Brasil, mas, em face das divergências com a
jurisprudência (vide tópico supra) e da própria doutrina sugeria a adoção de uma “terceira via”, qual fosse, “a
aceitação da compatibilidade das normas constitucionais com a normatividade internacional de proteção aos
direitos humanos como presunção absoluta, em face dos princípios da Constituição de 1988» (O estatuto do
Tribunal Penal Internacional e a Constituição Brasileira. In: CHOUKR, Fauzi Hassan; AMBOS, Kai (Org.). Tribunal
penal internacional, São Paulo, RT, 2000, p. 263-264).
194 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 191-200, abr./jun. 2015
Rumos do garantismo processual: Brasil e América Latina — Garantismo na Corte ...
16
Por certo essa maximização interpretativa exige um ambiente cultural próprio para sua semeadura e colheita,
a dizer, a formação juridical cumpre também aqui um (ou “o”) papel primordial. A extensão do presente ar-
tigo não permite o devido aprofundamento e desdobramentos nesse sentido. Ver, para início de discussão,
LOUREIRO, M. F.; CHOUKR, F. H. Ensino jurídico, críticas e novas propostas: paisagem no horizonte?. In:
RODRIGUES, Horácio Wanderlei; MEZZAROBA, Orides; MOTTA, Ivan Dias da (Org.). XXII Encontro Nacional do
CONPEDI/UNICURITIBA – Tema: 25 anos da Constituição Cidadã: os atores sociais e a concretização susten-
tável dos objetivos da República. Florianópolis: FUNJAB, 2013. p. 266-290.
17
E o mesmo poderia ser refletido para seu reconhecimento por outros espaços de poder institucionalizado,
reflexão esta que escapa aos objetivos do presente texto que se cinge a nuances do tema focados especifica-
mente em relação ao saber jurídico e sua exigibilidade judicial.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 191-200, abr./jun. 2015 195
Fauzi Hassan Choukr
18
FERRAJOLI, Luigi. Direito e razão: teoria do garantismo penal. Tradução de Ana Paula Zomer Sica et al. 3. ed.
rev. Sao Paulo: Revista dos Tribunais, 2010.
19
Para uma demonstração dessa diferença, veja-se LOSSO, Tiago Bahia. Estado Novo — discurso, instituições
e práticas administrativas. Campinas, SP: [s. n.], 2006.
20
A esse respeito, Barroso, Luís Roberto. Constituição e tratados internacionais: alguns aspectos da relação
entre direito internacional e direito interno. In: MENEZES DIREITO, Carlos Alberto; TRINDADE, Antonio Augusto
196 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 191-200, abr./jun. 2015
Rumos do garantismo processual: Brasil e América Latina — Garantismo na Corte ...
tanto mais ampla, pela observância, nos limites da margem nacional de apreciação,21
das decisões dos tribunais internacionais, notadamente a Corte Interamericana de
Direitos do Homem.22
No entanto, no direito brasileiro houve uma opção técnico-política pelas reformas
segmentadas, cujas supostas virtudes são sobejamente suplantadas por suas
deficiências estruturais23 e a reconstrução do modelo24 processual penal brasileiro
trilha caminhos distintos quando comparado àqueles observáveis no contexto geral
da América Latina, em especial aos da América do Sul e mesmo alguns europeus.
Tais diferenças importam quando são analisados fatores determinantes das
reformas, destacando-se os seguintes aspectos: (i) opção pelo método das reformas;
(ii) participação da comunidade acadêmica; (iii) participação dos atores intervenientes
no sistema penal e da comunidade acadêmica; (iv) participação da sociedade civil e,
finalmente, (v) o modo de atuação do Parlamento e do Poder Executivo na condução
dos movimentos reformistas.
A metodologia das reformas processuais penais no Brasil é explicada a partir
da divisão proposta por parte da doutrina,25 que a fez em “quatro perspectivas: a)
pontual; b) setorial; c) parcial; d) global”, sendo que “a primeira modifica, suprime
ou amplia determinados dispositivos, atendendo a interesses localizados quanto à
natureza do bem jurídico afetado, aos meios ou modos de execução do ilícito e à
resposta penal...”.
A segunda, como a própria designação indica, afeta setores do Código, como
ocorreu com a Lei nº 6.416, de 24.05.1977. A “parcial”, não definida com exatidão
no texto citado, é apenas exemplificada pela edição das Leis nºs 7.209/1984 e
Cançado; PEREIRA, Antonio Celso Alves. Novas perspectivas do direito internacional contemporâneo: estu-
dos em homenagem ao Professor Celso D. de Albuquerque Mello. Rio de Janeiro: Renovar, 2008. Ainda:
Mazzuoli, Valerio de Oliveira. Teoria geral do controle de convencionalidade no direito brasileiro. RT 889/105.
21
A esse respeito ver, por todos, DELMAS-MARTY, Mireille. Les forces imaginantes du droit – Le relatif et
l’universe. Paris: Seuil, 2004.
22
Sobre a observância de forma vinculante das decisões das cortes internacionais ao direito interno, RAMOS,
André de Carvalho. Direitos humanos em juízo. São Paulo: Max Limonad, 2001. v. 1. 573 p. Ainda: PIOVESAN,
Flávia. Força integradora e catalizadora do sistema interamericano de proteção dos direitos humanos: desafios
para a pavimentação de um constitucionalismo regional RIASP 25/321.
23
Inúmeros trabalhos procuram demonstrar a incongruência entre o modelo constitucional e aquele proveniente
do estado autoritário que gerou o código “em vigor”. A título ilustrativo, veja-se CHOUKR, Fauzi Hassan. A
ordem constitucional e o processo penal. Revista Brasileira de Ciências Criminais. São Paulo, v. 2, n. 8,
p. 57-68, out./dez. 1994; COUTINHO, Jacinto Nelson de Miranda. Introdução aos princípios gerais do direito
processual penal brasileiro. Porto Alegre, Revista de Estudos Criminais, v. 1, 2001, p. 26-51; PRADO, Geraldo
Sistema acusatório: a conformidade constitucional das leis processuais penais. 4. ed. Rio de Janeiro: Lumen
Juris, 2006.
24
Observe-se com DELMAS-MARTY, Mireille. Modelos e movimentos de política criminal. Trad. de Edmundo
Oliveira. RJ: Ed. Revan, 1992: “o modelo deve... respeitar certas regras: de coerência lógica (critério de vali-
dade interna) e de adequação à realidade (validade externa). em outras palavras, a construção de um modelo
supõe a elaboração de um esquema tão próximo quanto possível da realidade, sem deixar de obedecer a uma
lei elementar de composição” (p. 51).
25
DOTTI, René Ariel. A reforma do código penal (história, notas e documentos) RBCCRIM 24/179. Disponível em
<www.revistasrtonline.com.br>.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 191-200, abr./jun. 2015 197
Fauzi Hassan Choukr
7.210, de 11.07.1984 e, por fim, as reformas globais são mencionadas pela mesma
fonte de forma exemplificativo, com “a) com a outorga do Código Criminal do Império
(1830), substituindo o direito das ordenações ...; b) com o Código Penal de 1890,
que nasceu com a mudança da forma política do Estado (da Monarquia para a
República)” e, por fim, “com o Código Penal do Estado Novo (1940) que teve como
bases fundantes o regime autoritário de Governo e paradigmas da Escola Técnico
Jurídica que orientou o Codice Penale de 1930”.
A classificação parece inofensiva e suas premissas/consequências jurídico-
políticas não são explicitadas no texto mencionado nem tampouco aparecem de
forma clara nos textos acadêmicos sobre o assunto.26
Desta forma, o Brasil se coloca tardiamente na rota das reformas globais
empreendidas pela imensa maioria dos países latino-americanos27 que reconstruíram
suas bases politico-jurídicas no Estado de Direito,28 bem como em relação a alguns
países paradigmáticos para a cultura processual brasileira, como Itália e Portugal que,
com maior ou menor velocidade, adaptaram por completo sua estrutura processual
às bases constitucionais condizentes com a reforma política, assim como com os
textos internacionais29 diretamente aplicáveis ao tema30 e buscaram dar, assim, vida
prática — e não meramente retórica — à clássica concepção de ser o processo penal
“o sismógrafo da constituição,”31 ao que devemos acrescer nesta quadra histórica,
também, o “sismógrafo dos textos internacionais de direitos humanos”.
26
Algumas das manifestações críticas a essa “opção”podem ser encontradas em COUTINHO, Jacinto Nelson
de Miranda. Legibus solutio: a sensação dos que são contra a reforma global do CPC. Boletim IBCCrim, São
Paulo, v. 18, n. 210, p. 8-9, maio 2010.
27
Para uma ampla visão do cenário reformista na América Latina, consulte-se AMBOS, Kai; CHOUKR, Fauzi
Hassan. A reforma do processo penal no Brasil e na América Latina. São Paulo: Método, 2001.
28
Para uma análise crítica dos projetos reformistas, inclusive quanto à importância nesse processo dos integran-
tes das carreiras jurídicas, bem como a crítica à posição brasileira, consulte-se LANGER, Máximo. Revolución
en el proceso penal latinoamericano: difusión de ideas legales desde la periferia. Disponível em: <www.cejaa-
mericas.org>.
29
A propósito veja-se CHIAVARIO, Mario, “Les mouvements de réforme du procès pénal et la protection des
droits de l’homme en Italie”, (1993) 64(3-4) Revue internationale de droit pénal/International Review of Penal
Law 1193-1211; CHIAVARIO, Mario. Le procès pénal en Italie, [S.n.t.], 1992, [15] p.; in Mireille Delmas-Marty,
sous la direction de, Procès pénal et droits de l’homme; vers une conscience européenne: travaux du colloque
organisé au Centre Georges-Pompidou/par la Bibliothèque publique d’information et le journal “Le Monde”, 26
et 27 mars 1991, Paris: P.U.F., 1992, 311 p., à la p. 81 (collections; Les voies du droit), ISBN: 2130443044.
30
Neste ponto a seguinte observação: el Derecho procesal penal de los países latinoamericanos, observado
como conjunto, ingresó, a partir de la década del’80, en un período de reformas totales, que, para el lector
europeo, puede compararse con la transformación que sufrió el Derecho procesal penal de Europa continental
durante el siglo XIX. No se trata, así, de modificaciones parciales a un sistema ya adquirido y vigente, sino, por
lo contrario, de una modificación del sistema según otra concepción del proceso penal. Descrito sintéticamen-
te, se puede decir que este proceso de reformas consiste en derogar los códigos antiguos, todavía tributarios
de los últimos ejemplos de la Inquisición — recibida con la conquista y la colonización del continente —, para
sancionar, en más o en menos, leyes procesales penales conformes al Estado de Derecho, con la aspiración
de recibir en ellas la elaboración cumplida en la materia durante el siglo XX. MAIER, Julio B. J.; e STRUENSEE,
Eberhard, Las reformas procesales penales en América Latina, Buenos Aires: Ad-Hoc, 2000, p. 17.
31
Expressão construída no direito comparado (ROXIN, Claus. Derecho procesal penal. Buenos Aires: Editores Del
Puerto, 2003. p.10, entre outros) e que recorrentemente surge em determinados segmentos da doutrina na-
cional ganhando, contemporaneamente, espaço na jurisprudência do STF. Nesse sentido: “7. A boa aplicação
dos direitos fundamentais de caráter processual, principalmente a proteção judicial efetiva, permite distinguir
198 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 191-200, abr./jun. 2015
Rumos do garantismo processual: Brasil e América Latina — Garantismo na Corte ...
o Estado de Direito do Estado Policial. O prestígio desses direitos configura também elemento essencial de
realização do princípio da dignidade humana na ordem jurídica, impedindo que o homem seja convertido em
objeto dos processos estatais. 8. Os direitos de caráter penal, processual e processual-penal cumprem papel
fundamental na concretização do moderno Estado Democrático de Direito. 9. A aplicação escorreita ou não
dessas garantias é que permite avaliar a real observância dos elementos materiais do Estado de Direito e
distinguir civilização de barbárie. A diferença entre um Estado totalitário e um Estado Democrático de Direito
reside na forma de regulação da ordem jurídica interna e na ênfase dada à eficácia do instrumento processual
penal da prisão preventiva. 10. O direito processual penal é o sismógrafo da Constituição, uma vez que nele
reside a atualidade política da Carta Fundamental. O âmbito de proteção de direitos e garantias fundamentais
recebe contornos de especial relevância em nosso sistema constitucional. 11. A ideia do Estado de Direito
também imputa ao Poder Judiciário o papel de garante dos direitos fundamentais. É necessário ter muita cau-
tela para que esse instrumento excepcional de constrição da liberdade não seja utilizado como pretexto para
a massificação de prisões preventivas. Em nosso Estado de Direito, a prisão é uma medida excepcional e, por
essa razão, não pode ser utilizada como meio generalizado de limitação das liberdades dos cidadãos (STF. HC
91386 / BA.
Rel. Min. Gilmar Mendes.
Julgamento: 19.02.2008).
32
COUTINHO, Jacinto Nelson de Miranda. Glosas a verdade, dúvida e certeza de Francesco Carnelutti. Revista da
Academia Paranaense de Letras Jurídicas, Curitiba, v. 1, n. 1, p. 97-121, 2001.
33
Caso Acosta Calderón vs. Equador; Caso López Álvarez vs. Honduras e Caso Palamara Iribarne vs. Chile, entre outros.
34
Lei nº 12.403 de 2011 que, após 11 anos de tramitação não previu essa providência, por sinal ignorada no
anteprojeto elaborado pela comissão de juristas instituída à época.
35
Caso Acosta Calderón Vs. Equador. Sentença de 24.06.2005: Tal y como lo ha señalado en otros casos, este
Tribunal estima necesario realizar garantía establecida en el artículo 7.5 de la Convención son claros en cuanto
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Fauzi Hassan Choukr
a que la persona detenida debe ser llevada sin demora ante un juez o autoridad judicial competente, conforme
a los principios de control judicial e inmediación procesal. Esto es esencial para la protección del derecho a la
libertad personal y para otorgar protección a otros derechos, como la vida y la integridad personal. El simple
conocimiento por parte de un juez de que una persona está detenida no satisface esa garantía, ya que el
detenido debe comparecer personalmente y rendir su declaración ante el juez o autoridad competente.
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Como se derrotó en Chile cargas
probatorias dinámicas – Su diferencia
con el principio de facilidad de la prueba
Introducción
Resulta asombroso constatar como la doctrina nacional y extranjera tienden a
confundir el concepto de cargas probatorias dinámicas —en adelante CPD— con el
concepto del principio de la facilidad o disponibilidad de los medios de prueba.
Esta confusión tuvo un efecto gravitante en como la doctrina Chilena en un sector
mayoritario se convenció de la inconveniencia de las CPD, según pasamos a explicar.
A esta altura de la evolución de la ciencia del Derecho Procesal, nadie duda que
la carga de la prueba debe ser atribuida, por regla general, a la parte que alega el
hecho en que se funda la norma jurídica que lo beneficia. Además la doctrina también
coincide en que en ciertos casos excepcionales, corresponde la carga de la prueba
a la parte que se encuentre en mejores condiciones de probar, entendiendo por tal
circunstancia la disponibilidad de los medios probatorios, siempre y cuando esta
reversión sea realizada por la ley y no por el juez.
Si la inversión de la carga de la prueba es realizada por el juez, nos encontramos
en presencia de una carga probatoria dinámica. Este es nuestro concepto, el cual
debe ser considerado como correcto según explicaremos.
En efecto, las CPD han sido concebidas, desde su origen, con ciertos elementos
que resultan sustanciales a esta teoría.
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Francisco Pinochet Cantwell
1
PEYRANO, Jorge Walter et al. Cargas Probatorias Dinámicas. Argentina: Rubinzal-Culzoni, Editores, 2008. p. 638.
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Como se derrotó en Chile cargas probatorias dinámicas – Su diferencia con el principio de facilidad de la prueba
2
PEYRANO, Jorge Walter et al. Cargas Probatorias Dinámicas. Op. cit., p. 60.
3
PEYRANO, Jorge W. Nuevos Lineamientos de las Cargas Probatorias Dinámicas. En: Cargas Probatorias Dinámicas.
Peyrano, Jorge W. (Director) Lépori White, Inés (Coordinadora). 2008. Rubinzal-Culzoni Editores. p. 20.
4
PEYRANO, JORGE W., op. cit. (n. 5). p. 22.
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Francisco Pinochet Cantwell
5
Algunos casos son muy significativos. En la SAP Alicante de 4 de marzo de 2002 (AC 2002, 825) se trataba
de una reclamación de cantidad hecha por Telefónica respecto de una facturación absolutamente despropor-
cionada y del deber de la compañía de comprobar el correcto funcionamiento del teléfono.
6
MONTERO AROCA, Juan, op. cit., p. 132.
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Como se derrotó en Chile cargas probatorias dinámicas – Su diferencia con el principio de facilidad de la prueba
7
GARCIA GRANDE, Maximiliano. “Las cargas probatorias Dinámicas. Su inaplicabilidad”. Editorial Juris, Rosario,
Argentina, 2008, p. 77.
8
GARCIA GRANDE, Maximiliano, op. cit., p. 78.
9
GARCIA GRANDE, Maximiliano, op. cit., p. 79.
10
Memorable fue la asistencia del Profesor Eugenio Benítez Profesor de Derecho Procesal Civil de la Facultad de
Derecho de la Pontificia Universidad Católica, con todo los alumnos de su curso Derecho Procesal, quién, por
lo tanto, es testigo.
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Francisco Pinochet Cantwell
11
Cuestiones orgánicas también fueron objeto de crítica por parte de los profesores. Ellos juzgan negativamente
la inclusión de disposiciones que establecen de forma inequívoca que el precedente, tratándose de la Corte
Suprema, tendrá el carácter de vinculante. Lo expuesto constituye una clara vulneración a una disposición que
sirve de sustento esencial para todo el ordenamiento jurídico, se trata del artículo 3º del Código que Civil que
establece el efecto relativo de las sentencias judiciales.
12
Declaración pública sobre Reforma Procesal Civil. X Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Santa Cruz, 11 de
agosto de 2012.
13
TAPIA RODRIGUEZ, Mauricio, Observaciones al Proyecto de Ley que establece un nuevo Código Procesal Civil,
a la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia de la Cámara de Diputados, recogidas por la Secretaria
de la Comisión en el Boletín 8197-07, p. 107.
14
TAPIA RODRIGUEZ, Mauricio, op. cit. p. 108.
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Como se derrotó en Chile cargas probatorias dinámicas – Su diferencia con el principio de facilidad de la prueba
15
REYES POBLETE, Miguel Angel. Observaciones a proyecto de ley que establece un nuevo Código Procesal Civil,
a la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia de la Cámara de Diputados, recogidas por la Secretaria
de la Comisión en el Boletín 8197-07, p. 113.
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Francisco Pinochet Cantwell
u ofrecimiento de la fuente de prueba. Nada impide a una parte ofrecer una prueba
determinada, más allá que para su producción ulterior tenga que actuar la contraria;
si no lo hace, debieran entrar a jugar presunciones en su contra. Nada impide a la
parte demandante, por más que haya estado anestesiada en un quirófano, ofrecer
prueba pericial médica para probar una mala praxis. Ahora si no lo hace y el juez del
proceso aplica una carga probatoria dinámica, directamente se está favoreciendo a
esa parte a costa del derecho de defensa de la contraria.
Como se ve, son dos cosas muy diferentes
Esta confusión de la doctrina nacional, incluso en foros y seminarios también ha
sido evidente. Ocurrió particularmente en el caso de los profesores que asesoraron y
redactaron la norma sobre carga probatoria dinámica contenida en el Proyecto de Ley
de nuevo Código Procesal Civil, que absolutamente inconscientes de los efectos que
esta doctrina puede tener sobre el régimen general de presunción de pruebas no sólo
alterando sino que incluso derogándolo tácitamente —quedando en consecuencia sin
efecto—, pusieron inadvertidamente una norma similar a la excepción del Nº 6 del
artículo 217 a Ley de Enjuiciamiento Civil Española que sí soluciona adecuadamente
la alteración del régimen de presunciones.16
No advirtieron los autores del Proyecto de Ley Chileno que esta norma del
artículo 217 Nº 6, al decir que “las normas contenidas en los apartados precedentes
se aplicarán siempre que una disposición legal expresa no distribuya con criterios
especiales la carga de probar los hechos relevantes”, estaba al final del artículo
mencionado que es el que regula la carga de la prueba en la LEC.
En cambio en el proyecto de nuestro país, esta norma venía al comienzo del
artículo 294 del Proyecto, encontrándose la carga probatoria dinámica establecida
16
Un sector de la doctrina argentina ha señalado que las cargas probatorias dinámicas, que claramente tuvieron
su origen en las ideas del doctor Jorge W. Peyrano en Argentina, habrían pasado posteriormente a países como
España, donde estarían recogidas en la Ley de Enjuiciamiento Civil Española en su artículo 217, en sus Nº 4 y
Nº 5, cuando dicha disposición lo que contiene en realidad, son distintas hipótesis legales en las que el peso
de la prueba es invertido por el propio legislador.
En efecto, las hipótesis señaladas son aquellas que tienen lugar en juicios sobre competencia desleal, sobre
publicidad ilícita y sobre discriminación en razón del sexo, en los cuales corresponderá al demandado la carga
de la prueba. En las primera dos hipótesis le corresponde acreditar la exactitud y veracidad de las indicaciones
y manifestaciones realizadas y de los datos materiales que la publicidad exprese respectivamente. En tanto que
la última hipótesis, corresponde al demandado probar la ausencia de discriminación en las medidas adoptadas.
Es decir, el artículo 217 inciso 6 de la Ley de Enjuiciamiento Civil Española, atribuye en forma clara y precisa, en
sus Nº 4 y 5 al demandado la carga de la prueba respecto de los supuestos de hecho que menciona en cada caso.
Entonces no se trata de una carga probatoria dinámica, porque nada ordena el juez, es la propia ley la que está
invirtiendo el peso de la prueba.
En consecuencia, las partes de estos juicios no pueden ser cualquier justiciable sino los que se individualizan
específicamente. Es decir aquellas que están relacionadas con ciertas actividades económicas, en las cuales
se puede producir actos de competencia leal, publicidad ilícita o discriminación en razón del sexo de la persona.
Cabe tener presente que el Nº 6 del artículo análisis señal que para la aplicación de lo dispuesto en los apar-
tados anteriores de este artículo, el tribunal deberá tener presente la disponibilidad y facilidad probatoria que
corresponde a cada una de las partes del litigio.
Cómo se observa del tenor literal de la norma transcrita, en ninguna parte se está entregando al juez la facul-
tad de invertir la carga probatoria, facultad que ya hemos dicho, es la esencia de la carga probatoria dinámica.
La norma simplemente le indica al juez que debe tener presente la disponibilidad y facilidad probatoria que
corresponde a cada una de las partes del litigio, para aplicar lo dispuesto en los artículos anteriores.
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Como se derrotó en Chile cargas probatorias dinámicas – Su diferencia con el principio de facilidad de la prueba
17
Seminario sobre Reforma Procesal Civil realizado con fecha 27 de septiembre de 2012en el Aula Magna
Manuel José Irarrazaval de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
18
GONZÁLEZ COULON, María de Los Ángeles. “La carga dinámica de la prueba y sus límites”, Editorial Thomson
Rheuters, Edición agosto 2013, Santiago de Chile, Editorial LegalPublishing Chile.
19
GONZÁLEZ COULON, María de Los Ángeles. op. cit., p. 58.
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Francisco Pinochet Cantwell
Pero ni aún empezado el juicio y el inicio de este resulta útil para la seguridad
jurídica de las partes, porque dentro del esquema de juicio oral esta advertencia va
a tener lugar en la audiencia preparatoria, de tal forma que la única oportunidad de
la cual dispondrían las partes para determinar cuáles son los medios de prueba que
requerirán en esa misma audiencia y ni siquiera eso. En efecto, como los medios
de prueba deben acompañarse en conjuntamente con la demanda y, a su turno, el
demandado conjuntamente con su contestación, tal advertencia preliminar resulta
completamente ilusoria o, si se prefiere, derechamente ineficaz.
El peligro de esta inadvertencia antes del litigio ha sido señalado también por el
profesor Diego Palomo para quién “la simple verificación de la oportunidad procesal
del aviso que se contempla, esto es la audiencia, debiera hacer saltar los alarmas
ya que la regulación propuesta no asegura esta efectividad y puede generar hipótesis
de indefensión que debieran ser repudiadas en un modelo procesal que pretende
levantarse desde el respeto a los principios jurídicos del proceso.20
20
PALOMO VELEZ, Diego. Las cargas probatorias dinámicas: Es indispensable darse todas estas vueltas?
Revista Ius et Paxis, año 19, Nº 2 2013, p. 447-464.
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Expectativas em torno do Novo CPC.
Entre o ativismo judicial e o garantismo
processual 1
I
Falar em “justiça”, “justiça civil”, “justiça penal”, “processo justo” e outras
coisas do gênero acaba por dissimular uma orientação solipsista-autoritária no
vislumbre e na concretização do fenômeno processual, civil ou penal. Explico: é uma
ilusão supor que no plano epistemológico o direito e o processo trabalhem com a ideia
de “justiça”. Mas não é só. Quando se diz que “a Justiça no país está congestionada
pelo acúmulo de processos”, a ideia de “Justiça” é aí utilizada no plano semiótico-
pragmático como sinônimo de Poder Judiciário. Aqui se alevanta um paralogismo:
a (falsa) ideia de que ao Judiciário e aos seus juízes cabe fazer “justiça”. Nada
contra aos que assim pensam. Somos constitucionalmente livres para pensar. Mas a
observação da realidade nos revela a implosão da premissa.
O Direito — fruto do imperfeito racionalismo humano, e não da perfeição que
é própria da divindade — tem dois atributos empíricos que justificam a sua razão
de ser: (i) estabelecer vinculatividade nas relações intersubjetivas; (ii) proporcionar
segurança jurídica.
A “justiça”, ainda que possa sugerir algo eticamente “para o bem”, no fundo
reflete um sentimento pessoal-idiossincrático-subjetivo que nos acomete diante
de uma determinada situação. Quando vemos nos noticiários que políticos ditos
corruptos, motoristas supostamente irresponsáveis causadores de acidentes no
Texto-base da minha intervenção no XXVI Encontro Panamericano de Direito Processual, o congresso interna-
1
cional do Instituto Panamericano de Direito Processual (IPDP), ocorrido em 28-29 de maio de 2014, na sede
da OAB/MG.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 213-225, abr./jun. 2015 213
Glauco Gumerato Ramos
2
Cf. o meu “Poderes do juiz: ativismo (=autoritarismo) ou garantismo (=liberdade) no projeto do Novo CPC”, em
DIDER JR; Fredie (Org.). Leituras complementares de processo civil. 9. ed. Salvador: JusPodivm, 2011.p. 507-
514. Publicado também em espanhol (Poderes del juez: activismo (=autoritarismo) o garantismo (=libertad)
en el Proyecto de nuevo CPC de Brasil) no livro em homenagem a Juan Montero Aroca. El derecho procesal
Español del siglo XX a golpe de Tango — “Liber Amicorum, en homenaje y para celebrar su LXX cumple-
años”. Coord.: COLOMER, Juan-Luis Gómez, VILAR, Silvia Barona, CUADRADO, Pía Calderón. Valencia: Tirant lo
Blanch, 2012. p. 363-372.
3
Cf. o meu “Aspectos semânticos de uma contradição pragmática. O garantismo processual sob o enfoque da
filosofia da linguagem”. RBDPro 82/217, abr.-jun. 2013. Publicado também em Ativismo judicial e garantismo
processual. In: DIDER Jr, Fredie et al. (Coord.). Salvador: JusPodivm, 2013. p. 245-253.
214 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 213-225, abr./jun. 2015
Expectativas em torno do Novo CPC. Entre o ativismo judicial e o garantismo processual
são criadas. Isso acontecendo, maiores serão as chances de o Direito que daí resulta
também representar, por via reflexa, os postulados éticos inspiradores das regras
jurídicas que lhe deram origem. Mas ainda assim o respectivo fenômeno (=Direito
que reflete postulados éticos) será mais uma “coincidência” que propriamente uma
“consequência natural” de um dever ser. Se determinada Lei é eticamente “boa” ou
“ruim” na visão desta ou daquela pessoa física titular do poder jurisdicional, isso não
lhe permite subverter o estabelecido pelo legislador democrático para, a la postre, fazer
valer a própria orientação ética quando do proceder e do julgar no curso do processo.
II
Trago comigo a diretriz principiológica extraída da experiência e da racionalidade
que mostra que as ocorrências de grande dimensão social, política, econômica,
jurídica etc. nunca são exclusivamente boas ou excessivamente ruins. Sempre haverá
os dois lados: o bom e o ruim, revelando uma espécie de maniqueísmo sociológico
capaz de redirecionar condutas muitas vezes já estabilizadas pela inércia. Foi assim
após o naufrágio do Titanic, no Mar do Norte, na década de 10 do século XX, onde
foram radicalmente mudadas, para melhor, algumas regras que regiam a construção
de transatlânticos. Recentemente, em março de 2015, após o desastre aéreo nos
Alpes franceses do voo que seguia Barcelona-Dusseldorf, acusou-se o copiloto de
ter se trancado na cabine do avião e provocado sua queda num momento em que o
comandante teria se ausentado. Imediatamente após essa revelação, passou-se a
anunciar que várias Companhias áreas estavam declarando que mudaria a regra que
permite ao piloto ou ao copiloto se ausentar da cabine, deixando-a com apenas um
condutor. Ou seja: são ocorrências de grande dimensão que provocam uma adaptação
para melhor nas regras de regência da respectiva atividade.
Algo parecido passa com os grandes esquemas legislativos, como um grande
código, por exemplo. Aqui, especificamente me refiro ao novo CPC, Lei nº 13.105,
de 17 de março de 2015. É evidente que o novo regramento processual civil não é
exclusivamente bom ou excessivamente ruim. Não é panaceia, como também não é o
colapso de tudo. Afirmam os artífices do projeto de lei que o antecedeu, que além de
ter sido positivado sob um regime democrático — ao contrário do que se passou com
o Código Buzaid4 —, o novo CPC também foi fruto de um amplo debate democrático,
já que juristas em geral, processualistas em especial, setores dos mais diversos da
sociedade civil puderam opinar para dar o seu pitaco. Se as sugestões foram aceitas
ou não, isso é outro tema. Mas o fato é que a possibilidade de sugerir as mais
Cf. o meu “Alfredo Buzaid”, RePro 183/319, maio 2010. Também publicado em Processualistas históricos
4
do Brasil, v. I, Coord. CALMON, Petrônio, HOFFMAN, Paulo. Instituto Brasileiro de Direito Processual (IBDP):
Brasília, 2010. p. 21.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 213-225, abr./jun. 2015 215
Glauco Gumerato Ramos
diversas alterações ao projeto originário realmente existiu. Não se nega isso. Mas
entre um amplo debate democrático e um CPC de viés efetivamente democrático — e
republicano, claro! — em todas as suas várias e multifacetadas dimensões, há uma
distância generosamente larga que a realidade posta não é capaz de ocultar. Alguns
me dirão — e já me disseram — “que é muito difícil uma mudança de paradigma na
maneira como as autoridades conduzem o processo jurisdicional”. Daí eu pergunto:
“para que então fazer um “novo CPC”? Esse dilema me faz lembrar Giuseppe Tomasi
di Lampedusa: “Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi”.
Num só golpe: seria uma espécie de gattopardismo processual.5
Por isso não é unânime a adesão ao “novo CPC” entre os processualistas civis
brasileiros, seja quanto à conveniência, seja quanto ao conteúdo.6 O fato, rigorosamente
não impressiona. Como toda e qualquer questão da vida, as grandes movimentações
legislativas também são capazes de dividir opiniões, posto que a dimensão multifacetada
das ideias que compõem e integram o ambiente social projeta as inclinações humanas
para direções diversas, algo, em suma, demasiadamente normal.
Mas um fato que particularmente me chama a atenção é a euforia de alguns
setores da doutrina processualcivilística que revela uma aparente ingenuidade juvenil,
pois procura fazer crer que o novo CPC fará uma revolução na estrutura da chamada
“justiça civil” do país, com um processo mais célere, mais efetivo, mais justo, com
pessoas mais felizes, e outras tantas palavras motivacionais de incentivo e de
esperança que parecem ignorar a experiência daqueles que militam e estudam sobre
as coisas do foro cível brasileiro, em qualquer de suas instâncias.
Rigorosamente é como se ignorassem que desde 1994 — portanto, há mais
de duas décadas — o CPC Buzaid foi sendo reformado, reformado, reformado por
inúmeras leis que também tiveram a missão de “viabilizar a celeridade processual”,7
com o “enaltecimento do poder do juiz e/ou do relator” para, com isso, proporcionar
a todos um processo “justo” e “efetivo”. Ou seja: reformou-se fomentando o
hipertrofismo da autoridade, mas sem que isso trouxesse os resultados esperados.
Todos sabem que a experiência ficou aquém do almejado pelos artífices da reforma
do CPC. Tanto é que agora mudar-se-á novamente, só que desta vez a fúria legiferante
não se contentou em apenas reformar. Encontrou ambiente político para a aprovação
de um novo código, um “novo” CPC, radicado no mesmo paradigma epistemológico
de seu antecessor.
5
Cf. o meu O processo civil gattopardista dos Juizados Especiais. SERAU JR., Marco Aurélio; DONOSO, Denis
(Coord.). RBDPro 77/37, jan.-mar. 2012. Também em Juizados Especiais Federais — Reflexões nos dez anos
de sua instalação. Curitiba: Ed. Juruá, 2012. p. 33-40.
6
Cf. o meu Garantismo processual e poderes do juiz do projeto de CPC. DIDIER JR, Fredie et al (Coord.). Novas
tendências do processo civil – Estudos sobre o Projeto de Novo Código de Processo Civil. Salvador: JusPodivm,
2014. p. 641-643. v. 2.
7
Cf. o meu “Crítica macroscópica ao fetiche da celeridade processual. Perspectivas do CPC de hoje e no de
amanhã”, RePro 239/421, jan. 2015.
216 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 213-225, abr./jun. 2015
Expectativas em torno do Novo CPC. Entre o ativismo judicial e o garantismo processual
III
Fazer torcida contra a realidade posta seria desbragada tolice. Na essência,
contraproducente. Afinal de contas o novo CPC está aí e a partir dele teremos o
regramento geral do processo civil. Mas certas coisas devem ser ditas para que se
possa bem avaliar a dimensão da Lei processual geral que temos e a que estaremos
submetidos tão logo cessada a vacatio legis de 1 (um) ano (NCPC, art. 1.045). Em
suma: é de se perguntar o que efetivamente há de novo no “novo” CPC.
Quando se faz essa pergunta e se arrota analiticamente a lei que partirá e a lei
que virá, salta aos olhos que estamos diante: i) de uma nova numeração topográfico-
legal de artigos que já existiam, ii) de um amontoado de enunciados prescritivos
redacionalmente repetidos e/ou reescritos com equivalente conteúdo, iii) da inclusão
de uma ou outra técnica procedimental (=ex.: incidente de resolução de demandas
repetitivas; NCPC, art. 976 e ss.), iv) da supressão de técnicas procedimentais (=ex.:
reconvenção em peça autônoma, será deduzida na peça contestatória; NCPC, art.
343, caput), v) da redução das hipóteses de intervenção de terceiros (=ex.: não mais
existirão a nomeação à autoria e a oposição, sendo que esta última foi convertida em
ação autônoma de procedimento especial; NCPC, art. 119 e ss.; art. 682-686), vi)
da adoção da técnica instrutória da direct examination; NCPC, art. 459, caput), vii) da
advertência legal para que o juiz faça aquilo que sempre deveria ter feito (=ex.: dever
de fundamentar as decisões; NCPC, art. 489, §1º, inc.), viii) de alguma alteração/
supressão de técnicas ligadas ao procedimento recursal (=ex.: prazo de interposição
comum de 15 dias; NCPC, art. 1.003, §5º; supressão dos embargos infringentes), ix)
da adoção de técnica voltada à harmonização da jurisprudência — positivamente —
posta a serviço da segurança jurídica (=ex.: o já mencionado incidente de resolução
de demandas repetitivas, NCPC, art. 976 e ss.), e assim por diante.
São mudanças cosméticas que retocam o que já se tem e/ou que determinam o
que já era para ser do modo que legislativamente agora se propõe. Afinal, não parece
que seria necessário dizer aos juízes que a uniformidade-integridade da jurisprudência
deve orientar o rumo das decisões judiciais, ou mesmo que suas decisões devem ser
fundamentadas. Valores constitucionais que determinam o modo de ser do processo
já nos advertem sobre como devemos operar essa atividade complexa regida pela
ampla defesa, pelo contraditório e pelos recursos que lhe são próprios, ainda mais se
tivermos em conta que o quadrante esquemático onde funcionam essas engrenagens
é de caráter republicano.
Enquanto arquétipo, enquanto estrutura de funcionamento democrático e
republicano voltada a acomodar a ação (=liberdade), o processo (=garantia) e a
jurisdição (=poder), o novo CPC segue fundado no mesmo paradigma de autoridade
— leia-se: de protagonismo judicial — do seu antecessor, igualmente esquálido
em acusatoriedade, o que de resto é uma fraqueza que jamais poderia “alquebrar
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 213-225, abr./jun. 2015 217
Glauco Gumerato Ramos
8
Cf. “Juiz contraditor?”, DELFINO, Lúcio, ROSSI, Fernando, RBDPRo 82/229, abr.-jun. 2013. Publicado também no
Ativismo judicial e garantismo processual. DIDER Jr, Fredie et al. (Coord.) Salvador: JusPodivm, 2013, p. 443-463.
9
Cf. o meu “Sistema de enjuizamento escalonado (ou procedimento judicial funcionalmente escalonado).
Repesando o modelo de processo”, RBDPro 71/65, jul.-set. 2010.
10
Cf. o meu “Repensando a prova de ofício”, RePro 190/315, dez./2010. Publicado também na coletânea
Ativismo judicial e garantismo processual. DIDER Jr, Fredie et al (Coord.). Salvador: JusPodivm, 2013, p.
255-272. V. ainda, em espanhol (Repensando la prueba de oficio), em Derecho Procesal Contemporáneo —
Ponencias de las XXII Jornadas Iberoamericanas de Derecho Procesal, Tomo II, Instituto Iberoamericano de
Derecho Procesal. Cord. OLIVEIROS, Raúl Tavolari. Santiago de Chile: Editorial Thomson Reuters Puntolex,
2010, p. 947-961.
11
Cf. “Atuação dos poderes instrutórios do juiz fere a sua imparcialidade? SIM”, COSTA, Eduardo, CHOUKR,
Fauzi Hassan, RAMOS, Glauco Gumerato. RBDPro 70/220, “Seção Direto ao Ponto”, abr.-jun. 2010.
218 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 213-225, abr./jun. 2015
Expectativas em torno do Novo CPC. Entre o ativismo judicial e o garantismo processual
IV
Aos poucos a processualcivilística brasileira vem se inteirando e deixando de
ignorar o debate que a doutrina internacional há algum tempo vem estimulando em
torno do ativismo judicial e do garantismo processual.13 Sem dúvida, duas formas
opostas de vislumbrar os fenômenos decorrentes do processo e que seguramente
estão radicadas em paradigmas ideológicos diversos, cujo problema, mais do que
meramente ideológico, acaba por mostrar importantes reflexos de ordem técnico-
processual. Não me desfiz da crença de que ativistas e garantistas pretendem uma
melhora geral dos resultados obidos através do processo jurisdicional. Não obstante,
12
Cf. o meu “Proceso jurisdiccional, república y los institutos fundamentales del derecho procesal”, RBDPro
88/251, out.-dez./2014.
13
Cf. o meu “Ativismo e garantismo no processo civil: apresentação do debate”. Publicado originalmente na
Revista MPMG Jurídico, n. 18, out./nov./dez. 2009, p. 8-15, publicação oficial do Centro de Estudos do
Ministério Público de Minas Gerais. Posteriormente também na RBDPro 70/83, abr.-jun. 2010, na Revista da
AGU 24/79, e na Revista Jurídica UNUJUS (UNIUBE – Universidade de Uberaba) 13/19, maio 2010. Publicado,
ainda, nas coletâneas Ativismo judicial e garantismo processual. DIDER Jr., Fredie et al. (Coord. ). Salvador:
JusPodivm, 2013, p. 273-286, e Processo Civil – Nas tradições brasileira e iberoamericana. FREIRE, Alexandre
et al. (Coord.). Florianópolis: Conceito Editorial, 2014. p. 222-230.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 213-225, abr./jun. 2015 219
Glauco Gumerato Ramos
cada qual por caminhos diferentes. Daí surge o viés ideológico da celeuma entre uma
e outra dessas correntes do pensamento processual.14
Utilizando-me de termos linguísticos que viabilizam a compreensão pragmática
do que pretendo dizer, afirmo que os ativistas querem que o processo sirva para a
atuação solipsista do juiz voltada a ministrar “justiça” no caso concreto, que será
atingida se fizer “justiça social” (=ativismo socialista) ou se fizer a “justiça” que
atenda aos interesses gerais pretendidos pelo direito objetivo derivado da vontade
do Estado (=ativismo fascista).15 Para os garantistas, a “justiça” é feita quando
são respeitadas as garantias constitucionais decorrentes da ampla defesa, do
contraditório, da imparcialidade, da impartialidade, da legalidade, da motivação das
decisões, da separação dos poderes e assim por diante. Nesses singelos arremedos
de tentativa de sugerir conceitos porosos para que se identifique de partida uma
ou outra dessas concepções que moldam o pensamento dogmático processual, de
imediato se observa a forte carga ideológica que por ventura possa estar dissimulada
em cada uma dessas concepções. É por isso que o ativismo judicial, por exemplo,
permite: (i) que o juiz defira tutela antecipada inaudita altera parte, (ii) que o juiz tenha
amplos poderes instrutórios de ofício, (iii) que o juiz prevento siga tendo o controle
do processo para ao final resolvê-lo etc. Do mesmo modo que, também por conta de
parâmetros ideológicos, o garantismo processual, por exemplo: (i) não aceita tutela de
urgência sem o contraditório prévio, (ii) não aceita que o juiz tenha poderes instrutórios
de ofício por que isso lhe afeta a imparcialidade e lhe retira da impartialidade, (iii)
não aceita que o processo gire como uma espécie de turbilhão decorrente da força
centrípeta-inquisitiva que atrai todas as resoluções incidentais e finais para as
mãos do onipotente juiz prevento. Nota-se, portanto, que o ativismo potencializa a
jurisdição e com isso reforça a autoridade do poder estatal. Por sua vez, o garantismo
concebe o processo para que, somente a partir dele, o poder jurisdicional possa ser
concretizado de maneira legítima, democrática e republicana, o que naturalmente
acontecerá conforme forem sendo cumpridas as etapas procedimentais garantidoras
das regras constitucionalmente previstas para tal fim.
O fato é que muito além das questões ideológicas que porventura se escondem
ou se revelam nos discursos dogmáticos antagônicos entre ativistas e garantistas,
estão as questões técnicas que atingem o processo jurisdicional visto por cada uma
dessas duas correntes de pensamento.
Cf. o meu “Actual debate en el procesalismo brasileño: garantismo o activismo?”, RePro 221/381, julho/2013.
14
Cf. AROCA, Juan Montero. “Sobre el mito autoritario de la buena fe procesal”, em Proceso civil e ideología —
15
Un prefacio, una sentencia, dos cartas y quince ensayos (coordinador Juan Montero Aroca), Tirant lo Blanch:
Valencia, 2006, p. 294-353. V. ainda, com muito proveito, COSTA, Eduardo, “Los criterios de la legitimación
jurisdiccional según los activismos socialista, fascista y gerencial”, RBDPro 82/205, abr.-jun./2013.
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Expectativas em torno do Novo CPC. Entre o ativismo judicial e o garantismo processual
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Glauco Gumerato Ramos
V
Como dito acima, fazer torcida contra a realidade posta seria desbragada tolice.
Por outro lado, exagerar na torcida por algo ainda inerte, quando muito incipiente,
seria o triunfo da crença sobre a experiência. Portanto, ainda não há nada o que se
comemorar no que diz respeito ao novo CPC, rigorosamente nada. Mas diante da
nova realidade que será inaugurada a partir de segunda metade do mês de março
de 2016, tão logo vencida a vacatio legis imposta pela Lei nº 13.105/2015, não se
poderá deixar passar em branco o fato de que no plano analítico estaremos, sim,
diante de um novo regramento legal, de um novo CPC, portanto.
A carga emblemática que um evento como esse pode ter na realidade é algo
sintomático. Afinal de contas, as grandes ocorrências do mundo da vida nunca
serão exclusivamente boas ou excessivamente ruins. A partir da entrada em vigor no
“novo” CPC, tornar-se-á possível a formação dogmática de uma processualcivilística
verdadeiramente comprometida com as regras constitucionais que formam o
modelo semântico de processo jurisdicional, viabilizando que se compatibilize esse
modelo semântico ao modelo pragmático do processo que praticamos. É dizer: uma
processualcivilística comprometida com o garantismo processual. Assim agindo, a
competente doutrina brasileira estará colaborando para que possamos seguir na
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Expectativas em torno do Novo CPC. Entre o ativismo judicial e o garantismo processual
crença de que, realmente, teremos um novo CPC, não apenas fruto de um projeto de
lei gerado do debate democrático, como alardeiam os seus artífices, mas acima de
tudo democrático — e republicano, claro! — na maneira de ser pensado, operado e
concretizado, viabilizando que o direito produzido a partir de suas regras seja o resultado
do equilibro constitucional e contínuo da liberdade (=ação), da garantia (=processo) e
do poder (=jurisdição), e jamais a consequência irracional da arbitrariedade fomentada
pelo sentimento subjetivo-idiossincrático de “justiça” que possa conduzir ativamente
o proceder e o decidir materializados a partir da autoridade.
Não tenho dúvida de que uma das dimensões positivas (=boas) da vinda do
novo CPC é que, por mais uma vez, nos está sendo dada a chance de operarmos com
suas regras dentro do marco constitucional republicano e democrático da atualidade,
e isso passa pelo garantismo processual.
Luigi Ferrajoli é um importante teórico do garantismo jurídico ainda que suas
ideias tenham versado de maneira mais pormenorizada sobre as coisas das ciências
penais. Mas o fato é que suas profundas reflexões também podem servir para dar
suporte às especulações sobre o garantismo processual (=civil ou penal), até porque
este é espécie daquele.
Ferrajoli propõe três significados à ideia de garantismo. O primeiro designa um
modelo normativo de Direito baseado na estrita legalidade, algo próprio do Estado de
Direito; o segundo designa uma teoria jurídica da “validade” e da “efetividade”, onde
aparecem separados o “ser” (=jurídico) do “dever ser” (=moral) no Direito; o terceiro
significado tem o garantismo como filosofia política baseada na doutrina laica de
repartição entre “direito” e “moral”, assim como entre “validade” e “justiça”.16
Em síntese de simplificação, e confessadamente sob inspiração dessa tríplice
divisão efetuada pelo mestre italiano, proponho as três dimensões do garantismo
processual de forma coerente com o que até aqui foi desenvolvido: (i) a filosófica e
crítica do direito processual, (ii) a da atuação pragmática no dia a dia do processo, iii)
a das alterações e reformas legais.
A primeira dimensão do garantismo é a filosófica e crítica do direito processual.
Aqui, faz-se necessário que os processualistas e os operadores do processo
partam para uma revisitação-reformulação dos conceitos até agora aprendidos
com a dogmática tradicional. Temos aprendido, temos ensinado e temos praticado
um direito processual onde se legitima o protagonismo judicial. Temos aprendido
assim porque se acredita que esse protagonismo viabiliza o alcance do “justo”, mas
temos nos esquecido que para que se atinja a meta (=sentença) há um método
(=processo) organizado a partir de um feixe de garantias constitucionais pautadas
Cf. FERRAJOLI, Luigi, Direito e razão – Teoria do garantismo penal. Tradução: SICA, Ana Paula Zomer et al. 3.
16
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 213-225, abr./jun. 2015 223
Glauco Gumerato Ramos
VI
O ativismo judicial é forte na crença de que o juiz maneja o processo —
ou deve manejá-lo — como um “redentor” de todos os males sociais, ainda que
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Expectativas em torno do Novo CPC. Entre o ativismo judicial e o garantismo processual
para isso tenha que se afastar das garantias constitucionais. Ou seja: confia-
se demasiadamente no sentimento de “justiça” do juiz pessoa física e tal fato
potencializa o protagonismo judicial.
Por seu turno, o garantismo processual — meu postulado como jurisdicionado,
cidadão e processualista — concebe o processo como um método de debate
republicano e democrático, onde o poder não pode subjugar ou ir mais além das
garantias constitucionais das partes demandantes. É dizer: maneja-se o processo
jurisdicional de acordo com o previsto no plano das garantias estabelecidas contra
o eventual arbítrio que irracionalmente pode partir do poder estatal. Os poderes do
Estado são e devem ser harmônicos entre si e por isso o garantismo processual
é forte na convicção de que o protagonismo judicial fomentado pelo ativismo é —
sem prejuízo de outros — um obstáculo à concretização da regra constitucional da
separação dos poderes.
Os argumentos retóricos de caráter metajurídicos que há mais de um século
vêm insuflando o ativismo judicial já deram mostras que, muito provavelmente, o
rumo por ele proposto não é o mais adequado à realidade social e constitucional. Se
assim não fosse, não estaríamos mudando outra vez as leis do processo. Já é tempo
de empreendermos esforços no sentido de um processo civil garantista, posto que
racionalmente adequado ao paradigma republicano e democrático. E o novo CPC está
aí para nos testar. Caberá a nós aceitar o desafio.
Jundiaí-SP, março de 2015
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 213-225, abr./jun. 2015 225
La institución del apercibimiento en el
derecho procesal civil peruano
Introducción
Somos conocedores que son poderes de la Jurisdicción, el Coertio, como
facultad del Juez de emplear los medios necesarios dentro del proceso, para que se
cumpla sus mandatos judiciales; así como el Executio; como facultad de los jueces
para hacer cumplir sus resoluciones inclusive con el apoyo de otras autoridades;
cuyas facultades de los Órganos Jurisdiccionales se encuentran previstos en el
Código Procesal Civil, en forma expresa, así como en forma tácita.
El poder de coerción que tienen los Jueces; es el hecho de constreñir la voluntad
ajena o emplear toda clase de apremios dentro del proceso, ofrece medidas de
carácter disciplinario, que se pueden practicar contra las partes del proceso, así como
contra funcionarios, testigos, peritos etcétera; permitiendo que la administración de
justicia, sea realizable.
Con esta introducción, nos estamos refiriendo al instituto del derecho procesal
conocido por los franceses como Astreintes, y nosotros como Apercibimiento; que
constituye el paradigma de los medios compulsorios procesales y se singulariza por
involucrar la amenaza de una sanción; ante el incumplimiento de un mandato judicial.
Como veremos más adelante esta institución ha suscitado entusiasmos; pero
también opiniones dubitativas sobre su real eficacia y su aplicación no ha sido del
todo lo amplia y difundida que sería de desear; es así que no hemos encontrado
estudios por parte de procesalista reconocidos, con el rigor científico que se merece
esta institución procesal.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 227-239, abr./jun. 2015 227
Hílmer Zegarra Escalante
Concepto de Apercibimiento
Si nos apoyamos en los diccionarios de la lengua española al igual que
los especializados sobre la materia del derecho; el apercibimiento tiene dos
acepciones principales:
a) la que se hace alusión a una corrección disciplinaria y;
b) la que indica una prevención especial, porque se concreta en una advertencia
conminatoria, respecto de una sanción también especial. Esta advertencia
es intimada por la autoridad judicial; con potestad para el acto preventivo.
En el lenguaje legislativo de apercibimiento y prevención, se estima como de
conceptos equivalentes; en ambos casos se da la medida preventiva que tienen por
finalidad corregir la incorrección de una conducta o la ilicitud y aun la inmoralidad de
la misma, en la esfera del Derecho; a cuyo efecto se hace uso de la conminación de
una sanción en potencia, en el acto mismo del apercibimiento.
Esto quiere decir, que en las esferas jurídicas de la organización del Estado
se practica disciplinariamente el apercibimiento como medida consecutiva a la
amonestación simple, para los casos en que el funcionario sea reincidente en una
falta o incorrección que no llegue a constituir un delito.
Esto quiere decir; que cualquier orden judicial, puede asumir el rango de dicha
medida conminatoria, que será siempre un mandato derivado como nos dice el
profesor Peryano; es decir, “que presupone la existencia de, al menos, un mandato
anterior desobedeciendo al que se busca hacer cumplimentar en homenaje al valor
eficiencia en el proceso”.
En este contexto, en la administración de justicia en el campo constitucional,
civil, penal, laboral, administrativo etcétera se concede facultades al Juez como
director del proceso; bajo el presupuesto de “conservar una conducta procesal
correspondiente a la importancia y respeto de la actividad judicial; entre otras: aplicar
las sanciones disciplinarias que el Código Procesal y otras normas establezcan”.
Así tenemos que, de acuerdo al artículo 53 del mismo Código Procesal Civil
Peruano y en atención al fin promovido, se faculta al Juez a:
a) imponer multa compulsiva y progresiva destinada a que la parte o quien
corresponda, cumpla con sus mandatos con arreglo al contenido de su
decisión;
b) la multa es establecida discrecionalmente por el Juez dentro de los límites
que fija este Código, pudiendo reajustarla o dejarla sin efecto sin considerar
que la desobediencia ha tenido o tiene justificación; y
c) disponer la detención hasta por veinticuatro horas de quien resista su
mandato sin justificación, produciendo agravio a la parte o a la majestad del
servicio de justicia.
228 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 227-239, abr./jun. 2015
La institución del apercibimiento en el derecho procesal civil peruano
Naturaleza jurídica
Si nos apoyamos en la historia del derecho, nos daremos cuenta que el origen
histórico de esta medida conminatoria fue pretoriano; desde el derecho romano y a
posteriori del dictado de una resolución judicial; y en lo que corresponde a nuestro
País, tenemos el Diccionario del siglo IXX, del Dr. Francisco García Calderón quien
nos dice que: “el apercibimiento es el requerimiento que hace el Juez a alguno
para que ejecute lo que le manda o tiene mandado o para que proceda como debe,
conminándolo con multa, pena o castigo , si no lo hiciere. En este sentido se manda
al deudor para que pague, bajo apercibimiento de embargo, se obliga al litigante a que
conteste el traslado pendiente, bajo apercibimiento de contumacia”.
El Diccionario de Guillermo Cabanellas nos dice: “El apercibimiento es el
requerimiento hecho por el Juez, para que uno ejecute lo que le manda o tiene mandado
o para que proceda como debe, conminándolo con multa, pena o castigo si no lo hiciere.
– El término “bajo apercibimiento” es una expresión usual en ciertos documentos
judiciales, como cédulas, requerimientos, notificaciones, y emplazamientos. Se utiliza
para significar que puede tener consecuencias desfavorables, e incluso sanciones,
por decir el llamamiento hecho; así tenemos: “bajo apercibimiento de tenerla por
confesa si deja de comparecer sin alegar justa causa ... bajo apercibimiento de seguir
el juicio en rebeldía, si no contesta la demanda, dentro del término legal”.
El Diccionario Jurídico Omeba, nos da a conocer que: “el apercibimiento es
la potestad del poder jurisdiccional para imponer correcciones disciplinarias a los
litigantes abogados y funcionarios, con la finalidad de mantener el decoro y buen
orden en los juicios”.
El profesor Peyrano nos ilustra al respecto, cuando nos da a conocer que:
“el apercibimiento, constituye una especie del género de los medios compulsorios
procesales; así como intentando profundizar en el análisis de su naturaleza, se ha
afirmado que la misma es muy próxima a la de una medida cautelar”; sin llegar a
ser dicha medida.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 227-239, abr./jun. 2015 229
Hílmer Zegarra Escalante
230 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 227-239, abr./jun. 2015
La institución del apercibimiento en el derecho procesal civil peruano
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 227-239, abr./jun. 2015 231
Hílmer Zegarra Escalante
Nada importa que ese deber tenga o no carácter patrimonial, pero debe tratarse
de una obligación de cumplimiento posible. De otro modo, solo se lograría agravar
una imposibilidad objetiva de cumplimiento.
3. Es necesario un incumplimiento de ese deber, el Apercibimiento es un
Mandato Derivado: el incumplimiento del deber impuesta en la resolución; debe ser
recalcitrante, es decir injustificado; en el proceso judicial debe existir la presencia
de una postura persistencia y obstinada del deudor que ante el incumplimiento, lo
que torna recalcitrante la negativa de éste a satisfacer el derecho de su acreedor y
especialmente la voluntad del Juez, que interviene como director del proceso. Sin
embargo, no debe ser cualquier incumplimiento, para que se autorice la aplicación del
apercibimiento, especialmente su ejecución; ya que puede utilizarse otros medios más
comunes y menos gravosos, para forzar la voluntad del deudor y llevarlo al cumplimiento,
sin recurrir a las sanciones conminatorias que contiene el apercibimiento, en cuanto a
su ejecución. Podemos decir, a modo de comparación que el apercibimiento son los
efectos de los antibióticos, en el caso de las enfermedades; el hecho de recurrir en
forma ilimitada ante cualquier afección, es el de sanar provisionalmente al enfermo,
al precio de reducir las defensas de la enfermedad y no dejarlo expuesto a eventuales
infecciones futuras más graves.
En conclusión; debe reservarse el uso de los apercibimientos para la oportunidad
en que los medios normales o de todos los días se demuestren ineficaces para
combatir el mal que se pretende derrotar.
Esto quiere decir que el Apercibimiento es un “mandato derivado”; es decir la
consecuencia de haberse desobedecido previamente otra orden judicial, respecto de
la cual se pretende su acatamiento; de allí que la finalidad del apercibimiento es el
valor en eficacia del proceso.
4. La expedición de una resolución sancionadora: ante el hecho que el deudor
- sujeto del deber - persista en el incumplimiento de la prestación ordenada en la
primera resolución, se faculta la expedición por parte del Juez de otra segunda
resolución sancionadora.
5. Las resoluciones a expedirse son facultativas, e imperativas: tanto la resolución
que contiene el apercibimiento como la sancionadora, son facultativas, no son de
obligación por parte del Juez; este criterio son propios de las facultades coercitivas,
de acuerdo a la primera parte del artículo 52 del Código Procesal Civil; contexto que
también lo concibe las citadas normas jurídicas del Código Procesal Constitucional.
Asimismo son imperativas, en la medida que la norma jurídica contenga una
ordenanza; aplicándose los principios procesales de vinculación y de formalidad;
reconocidos en el numeral IX del Título Preliminar del Código Procesal Civil Peruano.
Sin embargo es de anotar que si el Juez no aplica el apercibimiento en el
momento procesal, como director del proceso; puede perder autoridad y eso es fatal
en lo que corresponde al ejercicio de sus funciones; y como correlato el Juez puede
ser sancionado disciplinariamente.
232 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 227-239, abr./jun. 2015
La institución del apercibimiento en el derecho procesal civil peruano
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 227-239, abr./jun. 2015 233
Hílmer Zegarra Escalante
234 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 227-239, abr./jun. 2015
La institución del apercibimiento en el derecho procesal civil peruano
Clases de apercibimiento
Para conocer su clasificación, tendremos en cuenta los siguientes aspectos:
a) Personal
Por sus efectos, el apercibimiento, se orienta a conminar o constreñir la
voluntad del deudor de la prestación; llamándosele la atención, e inclusive disponer
su detención hasta por 24 horas.
b) Patrimonial
Por sus efectos, el apercibimiento se orienta afectar el patrimonio del deudor,
bien con la imposición de multas o de otras medidas de la misma naturaleza; inclusive
practicándose las medidas cautelares, correspondientes.
c) Por la naturaleza de la prestación
Este aspecto es muy importante, porque el Juez debe tener en cuenta el principio
de congruencia; esto es, que no puede ir más allá del petitorio que contiene el escrito
de apercibimiento, ni fundar su decisión en hechos diversos de los que han sido
alegados por las partes.
d) Por sus categorías
Uno de los temas más importantes dentro de la categoría del apercibimiento, lo
constituye sin lugar a dudas el tópico cuándo es expreso o virtual; de tal forma que
puede tener las siguientes categorías:
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Hílmer Zegarra Escalante
1. El apercibimiento expreso
Es aquel apercibimiento declarado directamente por la norma jurídica, por lo
general con las expresiones: de declararse la rebeldía, de imponerse una multa, de
ordenarse una detención de trabarse una medida cautelar; como por ejemplo el de
archivarse el expediente.
El Código Procesal, entre otros casos de apercibimiento; considera dentro de este
contexto, el apercibimiento de inadmisibilidad y de improcedencia de una demanda
interpuesta; conforme a lo prescrito en el artículo 128 ; e inclusive para que se declare
infundada una demanda, conforme al artículo 200 del mismo cuerpo de leyes.
En igual forma se aplica el apercibimiento expreso, en los demás procesos
concebidos por el Código Procesal; referente a los requisitos de forma y de fondo; a
que se refieren los artículos 424,425 y 426 del citado código.
Al respecto; dejo constancia mi inquietud , se puede declarar rebelde si no
contesta la demanda de inconstitucionalidad al Congreso o a la Comisión Permanente
(en caso que no se encuentre en funciones, si se trata de Leyes y Reglamentos
del Congreso); al Poder Ejecutivo, o a los otros órganos del Estado a que se hace
referencia en dicha norma jurídica, si existe el presupuesto doctrinario, referente a
la rebeldía, que no pueden ser declarados rebeldes dichos órganos, porque tienen la
obligación de contestar la demanda; bajo responsabilidad de sus funcionarios.
2. El apercibimiento tácito
Es aquel apercibimiento, conocido como virtual, que sin ser declarada directamente;
por el supuesto de hecho de una norma jurídica, se deduce o infiere indubitablemente
de una actitud o de circunstancias de comportamiento que revelen su existencia; o por
contravenir el orden público, las buenas costumbres o normas imperativas.
En iguales términos se presenta el apercibimiento tácito, cuando la parte
demandada no contesta la demanda se declarará rebelde al emplazado de acuerdo al
artículo 458 del Código en comento.
En esta misma situación tenemos a los representantes del Ministerio Público
y al Curador Procesal; a quienes no se les puede declarar rebeldes, porque tienen la
obligación de apersonarse y de contestar, una demanda.
236 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 227-239, abr./jun. 2015
La institución del apercibimiento en el derecho procesal civil peruano
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 227-239, abr./jun. 2015 237
Hílmer Zegarra Escalante
cautelares contra los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, el Ministerio Público, así
como los órganos constitucionales autónomos, los Gobiernos Regionales y Locales y
las Universidades.
Asimismo, la mencionada norma jurídica prescribe que, tampoco proceden las
medidas cautelares contra bienes de particulares asignados a servicios públicos
indispensables que presten los Gobiernos referidos en el párrafo anterior, cuando
con su ejecución afecten su normal desenvolvimiento.
En estos casos, el apercibimiento simplemente es un “sable de papel”; no surte
ningún efecto para lo de la finalidad del proceso
Sin embargo de acuerdo a los principios que regulan el Código Procesal Civil,
los apercibimientos se pueden aplicar contra el Estado; especialmente contra los
funcionarios que lo representen; quienes inclusive pueden ser destituidos.
Conclusiones
Primera
El Apercibimiento, contribuye que se practique la tutela jurisdiccional efectiva y a
la consecuencia de la eficacia en el proceso; permitiendo que el derecho se realice; y
por consiguiente se efectivice los derechos sustanciales; postulados por las partes, es
decir contribuye para que se dé cumplimiento al numeral III del Código Procesal Civil.
Segunda
El Apercibimiento, apunta a un mejor cumplimiento de las órdenes judiciales,
previendo los obstáculos que pudieran dificultar su materialización o adoptando las
medidas necesarias para removerlas; es decir es un elemento facilitador, para que
se realice la justicia; contribuyendo la ejecución de la autoridad, propia de todo
órgano jurisdiccional.
Tercera
El apercibimiento, siendo una medida conminatoria, no es una diligencia
cautelar, sino un “mandato derivado” que, puede entre otras cosas propender a la
eficacia de una medida precautoria.
Cuarta
Por la naturaleza jurídica y los principios reguladores de la rebeldía, no se
puede declarar rebeldes al Congreso, al Poder Ejecutivo; al igual que a los órganos
regionales o municipales; así como a los representantes del Ministerio Público y el
Curador Procesal; porque tienen obligación de contestar una demanda.
Quinta
La institución del apercibimiento, tendrá eficacia jurídica, en la medida que los
organismos jurisdiccionales, de todas las instancias, hagan uso de su aplicación
correcta y oportuna.
238 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 227-239, abr./jun. 2015
La institución del apercibimiento en el derecho procesal civil peruano
Sexta
El apercibimiento contiene toda una filosofía de la prueba; ya que si bien
es cierto ésta es producto de la inteligencia razonadora, es problema axiológico y
normativo; especialmente es la realización del derecho. Tan bien es cierto, que sin el
apercibimiento, el derecho muchas veces no llegaría a realizarse.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 227-239, abr./jun. 2015 239
Limites ou alcances do devido processo
conforme a Constituição desde a ótica
da iniciativa probatória e a sentença
Introdução
Na primeira metade do século XX, os grandes temas do Direito Processual eram
compostos pela conhecida trilogia de ação, jurisdição e processo. Na segunda metade
do mesmo, referiram-se principalmente à prova e à iniciativa probatória do juiz.
Atualmente, estimamos que os grandes temas do Direito Processual é e será o
devido processo conforme a Constituição e a congruência processual.
Neste trabalho, pretendemos realizar um desenvolvimento dos temas indicados,
desde a ótica das chamadas medidas para resolver melhor a prova de ofício e os ônus
dinâmicos da prova e a sentença válida.
a) Medidas para resolver melhor
Sabemos que estas são de iniciativa do juiz, na etapa da citação para ouvir
sentença, e a análise que submetemos à consideração do leitor consiste em estudar
os prováveis resultados produzidos como consequência de decretar-se alguma
medida para resolver melhor.
a) Se o juiz não tem dúvidas ou bem se tem convicção probatória dos funda
mentos da ação, dará lugar à demanda em cumprimento de seu dever. Aqui
é desnecessário decretar medidas para resolver melhor.
b) Se tem dúvidas ou falta de convicção probatória dos fundamentos da ação,
em cumprimento desse mesmo dever, recusará a demanda.
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Hugo Botto Oakley
242 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 241-271, abr./jun. 2015
Limites ou alcances do devido processo conforme a Constituição desde a ótica ...
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 241-271, abr./jun. 2015 243
Hugo Botto Oakley
Suíça
Artigo 37 da Lei Processual Federal de 1947: “O Juiz pode dispor prova que não
emana das partes”.
Alemanha
O juiz tem faculdades para dispor de ofício de todos os meios de prova,
exceto testemunhal, podendo ordenar de ofício às partes e a terceiros a exibição de
documentos referidos pelas partes e também dispor inspeção de coisas, conforme
artigos 142 e 144 introduzidos por modificação do ano 2001.
Estados Unidos da América
O juiz pode dispor de ofício de provas testemunhais não apresentadas
pelas partes e interrogar as testemunhas. Também pode dispor da assessoria de
testemunhas experientes nomeando os peritos: regras 614(a), 614 (b) e 706 das
Federal Rules of Evidence.
Inglaterra
Não existe faculdade para dispor de prova de ofício, mas conforme as Civil
Procedure Rules de 1998, o juiz pode indicar às partes as questões de fato sobre
as que se requer prova, que tipo de prova e como se desenvolvem no juízo, bem
como também como se desenvolvem as testemunhais escritas, autorização de
depoimentos e sua ampliação e ordenar às partes aclarações e relatórios, incluindo
ordenar que uma parte forneça informação à outra e também designar peritos sobre
evidências técnicas: Rules 321; 325; 181; 359; 3515.
Espanha
Artigos 429 e 435 do ano 2000.
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Limites ou alcances do devido processo conforme a Constituição desde a ótica ...
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Hugo Botto Oakley
1
ECHANDÍA, Teoría General del Proceso..., p. 433.
2
ARAZI, Derecho Procesal Civil y Comercial, p. 139.
3
GUASP, Jaime. Derecho Procesal Civil. 3. ed. Madrid, España: Instituto de Estudios Políticos, 1968. Tomo I. p. 535.
4
QUINTERO y PRIETO, ob. cit.
5
ORTELL RAMOS, M. y otros. Derecho Jurisdiccional II, p. 281.
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Limites ou alcances do devido processo conforme a Constituição desde a ótica ...
Por sua vez, podemos afirmar que recorrer aos dicionários gerais ou especializados
não arroja melhores luzes de uniformidade a respeito do conteúdo e alcance da
congruência.
Vejamos três exemplos:
O Dicionário da Real Academia Espanhola a define como “do latim congruentia,
de congrúnus, congruente. Conformidade de extensão, conceito, e alcance entre a
sentença e as pretensões das partes formuladas no juízo”.6
Por sua vez, Luis Ribo Durán define-a da seguinte forma: “É a qualidade
técnica mais importante que deve ter toda sentença; consiste na vinculação entre
a pretensão processual e o decidido na sentença. Por isso, diz-se que há sentença
congruente com a demanda e com as demais pretensões oportunamente deduzidas
no litígio, quando a sentença faz as declarações que aquelas exijam, condenando ou
absolvendo ao demandado e decidindo todos os pontos litigiosos que tenham sido
objeto do debate”.7
E, em terceiro lugar, De Santo define-a como a “Conformidade de expressão,
conceito e alcance entre a sentença e as pretensões das partes formuladas no juízo”.8
Seguindo com as citações doutrinárias referidas expressa ou tacitamente, direta
ou indiretamente, ao conceito de congruência processual, merecem destacar-se de
uma lista quase inumerável, para os efeitos desta investigação, as seguintes:
6
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, ob. cit.
7
RIBO DURAN, ob. cit.
8
DE SANTO, ob. cit.
9
DE LA PLAZA, Manuel. La Casación Civil, Editorial Revista de Derecho Privado, Impresiones Gráficas, Madrid,
España, 1944, p. 323.
10
GUASP, ob. cit., p. 517.
11
Idem, p. 517.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 241-271, abr./jun. 2015 247
Hugo Botto Oakley
12
ARAGONESES, ob. cit., p. 87.
13
Idem, p. 10-11 (texto citado do original).
14
RIVADENEYRA, M. Los Códigos Españoles Concordados y Anotados. Madrid, España: Editorial La Publicidad,
1848. Tomo II. p. 291 y ss.
15
GUASP, ob. cit., p. 516.
16
DE LA PLAZA, ob. cit., pp. 327 y 328.
17
DE LA PLAZA, ob. cit., p. 329.
248 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 241-271, abr./jun. 2015
Limites ou alcances do devido processo conforme a Constituição desde a ótica ...
18
GUASP, ob. cit., p. 518.
19
DE LA PLAZA, ob. cit. p. 328.
20
ROCCO, Alfredo. La Sentencia Civil. Traducción del Dr. Eduardo Ozeiros. Madrid, España: Ediciones La España
Moderna, sin fecha.
21
ARAGONESES, ob. cit., p. 89.
22
Idem, p. 116.
23
Idem.
24
RIBO DURÁN, ob. cit., p. 34.
25
DE SANTO, ob. cit., p. 78.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 241-271, abr./jun. 2015 249
Hugo Botto Oakley
Esta noção como tal delimita o conteúdo e alcance das providências do juiz
em relação com as petições formuladas pelas partes, com a finalidade de
que exista identidade jurídica entre o resolvido ou decidido e o pedido.26
É a necessária conformidade que deve existir entre a sentença e as
pretensões deduzidas em juízo.27
Conformidade que deve existir entre a sentença e a pretensão ou
pretensões que constituem o objeto do processo, mais a oposição ou
oposições quando delimitam este objeto.28
O princípio normativo que delimita o conteúdo das resoluções judiciais
que devem proferir-se, de acordo com o sentido e alcance das petições
formuladas pelas partes, para que exista identidade jurídica entre o
resolvido e as pretensões e exceções ou defesas oportunamente alegadas,
a não ser que a lei outorgue faculdades especiais para separar-se de elas.29
Toda pretensão tem que ser examinada nos limites em que foi combatida.30
Com o que o princípio de congruência assinala ao juiz a obrigação de não
sentenciar além do pretendido nem menos do concedido nem sobre coisa
diferente. Mas tal relação, tem de referir-se à relação da sentença sobre o
campo do controvertido.31
Aquele princípio normativo dirigido a delimitar as faculdades resolutórias
do órgão jurisdicional pela qual deve existir identidade entre o resolvido
e o controvertido, oportunamente, pelos litigantes, e em relação
com os poderes atributivos em cada caso ao órgão jurisdicional pelo
ordenamento jurídico.32
Princípio normativo que exige a identidade jurídica entre o resolvido,
em qualquer sentido pelo juiz na sentença e as pretensões e exceções
propostas pelas partes.33
Vê no dever de congruência uma garantia dupla, porque, de um lado,
estabelece as regras às que deve de submeter-se o juiz, evitando a
possível arbitrariedade judicial, e, de outro, supõe também segurança
para os litigantes, pelo que o dever de congruência se funda no princípio
jurídico natural de audiência.34
Dever de congruência quando sua raiz última se reduz à tutela e proteção
dos direitos do homem como ser individual frente aos interesses da
coletividade.35
A violação da congruência implica a transgressão daquele direito, já que
a atividade probatória, as exceções ou simples defesas se orientam
logicamente pelas pretensões formuladas no processo.36
26
QUINTERO Y PRIETO, ob. cit., p. 120.
27
ARAZI, Derecho Procesal Civil y Comercial, ob. cit., p. 139.
28
GUASP, Derecho Procesal Civil, ob. cit., p. 535.
29
ECHANDÍA, Teoría General del Proceso, ob. cit., p. 433.
30
ARAGONESES, ob. cit., p. 30.
31
Idem, p. 43.
32
Idem, p. 87.
33
ECHANDÍA, ob. cit., p. 76.
34
MILLÁN, ob. cit., p. 21.
35
Idem, p. 18.
36
ECHANDÍA, ob. cit., p. 76.
250 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 241-271, abr./jun. 2015
Limites ou alcances do devido processo conforme a Constituição desde a ótica ...
37
ARAGONESES, ob. cit., p. 141.
38
ARAGONESES, ob. cit., p. 142.
39
ECHANDIA, ob. cit., p. 435.
40
ARAGONESES, ob. cit. p. 144.
41
GUASP, Jaime, Comentarios a la Ley de Enjuiciamiento Civil. Segunda edición. Madrid, España: Editorial Aguilar,
1948. Tomo I. p. 935 y ss.
42
AVSOLOMOVICH, Alex, Lürhrs, Germán y Noguera, Ernesto: Nociones de Derecho Procesal. Valparaíso, Chile:
Editorial Jurídica de Chile, 1965. p. 29.
43
Idem.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 241-271, abr./jun. 2015 251
Hugo Botto Oakley
44
Idem, p. 34.
45
POZO SILVA, Nelson. La sentencia. El juez y la Sentencia. Santiago, Chile: Ediciones Jurídicas La Ley, 1993. p. 274.
46
GUASP, ob. cit.
47
POZO SILVA, ob. cit. p. 265.
48
ECHANDÍA, ob. cit.
49
DE LA RUA, Fernando. Teoría General del Proceso. Ediciones Depalma, Buenos Aires, Argentina, 1991, p. 146.
50
Idem, p.153.
51
COUTURE, ob. cit.
252 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 241-271, abr./jun. 2015
Limites ou alcances do devido processo conforme a Constituição desde a ótica ...
que são destinadas e, por sua própria natureza, adequada para obter a
resolução solicitada.52
Ao ator lhe corresponde provar os fatos constitutivos fundamentadores da
pretensão, que são normalmente os que produzem os efeitos jurídicos, e o
demandado deve render prova dos fatos impeditivos ou extintivos que opõe
para eliminar os efeitos jurídicos, e fazer ineficaz a pretensão exercitada.53
Na maioria das ações a identidade dos fatos só pode estabelecer-se em
função da relação jurídica deduzida em juízo. Ademais do que dentro de uma
mesma categoria jurídica, a norma material pode conceder diferentes ações
em base a fatos idênticos. A tutela jurídica que se pretende dependerá da
norma material que se invoque e a ação exercitada será uma ou outra.54
A não designação da norma pela parte ou sua alegação errônea não
terá repercussão para a eficácia da pretensão ou defesa, se o fato
fixado se encaixa a norma que o julgador estime correta, a menos ou a
salvo de engano evidente, fundamento de cassação e isso pela ação se
individualiza pelo fato e, em consequência a incongruência só é possível
por alteração da causa petendi e não pela mudança de vista jurídica.55
O direito o sabe o juiz, ele é livre para aplicar o Direito, é livre para
concordar com o ato, dissentir com ele, e inclusive reparar suas omissões
em matéria de Direito, é livre para pesquisar, interpretar dentro das regras
legais e aplicar o Direito.56
O que vincula ao tribunal é o conteúdo das pretensões, não sua
fundamentação jurídica, pois o tribunal não se obriga a adaptar em sua
sentença as alegações em direito que formulem as partes, sendo livre
para aplicar o direito, ainda sem alegação de parte, mas sempre se
atendo a suas pretensões.57
A congruência não significa conformidade rígida e literal com os pedidos
deduzidos, senão adequação aos fatos alegados e à pretensão esgrimida
com esta base fática sempre sem alterar a causa de pedir nem a ação
exercitada nem outorgar nada que não tenha sido instado, e, portanto,
guardando as identidades, pois os elementos subjetivos e objetivos da
demanda e contestação determinam o âmbito da controvérsia e, portanto,
também o que se pede (petitum) e as ocorrências em cuja virtude se
formula a petição (causa petendi).58
A designação do pedido tem de fazer-se com precisão qualitativa e
quantitativa; o petitum deve deixar reconhecer que modalidade do
exercício da potestade jurisdicional se solicita (condenação, declaração,
constituição, etc.) e o conteúdo material de dito exercício de modo claro e
preciso. Este duplo aspecto da precisão tem como fim evitar no possível
a incongruência por excesso ou por defeito na futura sentença.59
52
MILLÁN, ob. cit., p. 52.
53
VELASCO SANTELICES, Rodrigo: La Pretensión en el Proceso Civil. Santiago, Chile: Editorial Jurídica Ediar-
ConoSur, 1998. p. 42.
54
MILLÁN, ob. cit., p. 57.
55
ARAGONESES, ob. cit.
56
FARREN CORNEJO, Fernando, La Congruencia Procesal, Revista de Derecho de la Universidad Católica de
Valparaíso, Valparaíso, Chile, p. 47.
57
MILLÁN, ob. cit., p. 57.
58
Idem.
59
MILLÁN, ob. cit.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 241-271, abr./jun. 2015 253
Hugo Botto Oakley
60
Idem.
61
VELASCO SANTELICES, ob. cit., p. 37.
62
Revista de Derecho y Jurisprudencia, Tomo LII, Sec. 1ª, p. 81.
63
POZO SILVA, ob. cit. p. 237.
64
Idem, p. 238.
65
Idem, p. 238.
66
ARAGONESES, ob. cit. p. 222.
254 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 241-271, abr./jun. 2015
Limites ou alcances do devido processo conforme a Constituição desde a ótica ...
67
ECHANDÍA, ob. cit., p. 433.
68
MILLÁN, ob. cit., p. 105.
69
CASARINO VITERBO, Mario: Manual de derecho procesal. Tercera edición. Santiago, Chile: Editorial Jurídica de
Chile, 1974. Tomo IV. p. 314.
70
ARAGONESES, ob. cit. p. 889 y ss.
71
MILLÁN, ob. cit.
72
Idem.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 241-271, abr./jun. 2015 255
Hugo Botto Oakley
2 Alcances e limites
De todos os conceitos expostos se pode extrair o seguinte em relação aos
alcances e limites reconhecidos tradicionalmente a respeito da congruência processual:
a) limite por ultra petita;
b) limite por extra petita;
c) limite por citra petita.
Em todos esses limites, que poderíamos qualificar de internos ou propriamente
de congruência processual, a definição de sua participação, por sua vez, tem um
limite externo e que é o necessário para a comprovação do respectivo limite interno,
73
MILLÁN, ob. cit.
74
Idem.
75
ARAGONESES, ob. cit., p. 121.
76
ECHANDÍA, ob. cit.
77
ECHANDÍA, ob. cit.
256 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 241-271, abr./jun. 2015
Limites ou alcances do devido processo conforme a Constituição desde a ótica ...
3 Incongruência
3.1 Classes de incongruência
Revisada a doutrina mais clássica a respeito da incongruência, tratando de
estabelecer um ponto de partida, parece-me que a classificação de Jaime Guasp em
positiva, negativa ou mista é a mais clara.
A incongruência é positiva, quando “a sentença concede ou nega o que ninguém
pediu, dando ou recusando mais quantitativa ou qualitativamente do que se reclama”.
É negativa quando “a sentença omite decidir sobre algumas das pretensões
processuais”.
É mista quando concorre “uma combinação da positiva e da negativa”, isto é,
naqueles casos em que “as sentenças decidam sobre objetos diferentes ao pretendido”.
Segundo sabemos, partindo de sua origem românica, a classificação de
incongruência mais conhecida é:
Incongruência por Ultra Petita (ne eat judex ultra petita partium)
Incongruência por Extra petita (ne eat extra petita partium)
Incongruência por Infra petita (ne eat judex infra petita partium)
Incongruência por Citra petita (ne eat judex citra petita partium).
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 241-271, abr./jun. 2015 257
Hugo Botto Oakley
78
GUASP, ob. cit.
79
MILLÁN, ob. cit.
80
ARAGONESES, ob. cit., p. 121.
258 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 241-271, abr./jun. 2015
Limites ou alcances do devido processo conforme a Constituição desde a ótica ...
81
ECHANDÍA, ob. cit.
82
MILLÁN, ob. cit., p. 155.
83
MILLÁN, ob. cit., p. 28.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 241-271, abr./jun. 2015 259
Hugo Botto Oakley
4 A arbitrariedade da sentença
A pergunta natural é: Quando a sentença é ou não arbitrária?
Dois conceitos são os que deveríamos analisar, para tentar responder à pergunta
anterior. Eles são: razão ou razoável e arbítrio ou arbitrário.
Razoável significa aquilo que se apresenta como o conjeturável ou previsível,
conforme o processo, sistema, direito, e, arbitrário aquilo em que coincide uma vontade
não governada pela razão, “apetite” ou capricho ou impulso instintivo motivado por
um desejo ou por puro desejo, apartado das regras ordinárias e comuns.
Já vimos que a jurisprudência mecânica, representada pela fórmula N X H =
Decisão, muito própria da análise do chamado realismo jurídico norte-americano,
qualificou a essa forma de raciocinar como “fundamentalismo jurídico”, “formalismo”,
“dedutivismo” ou “teoria fonográfica do direito”.
Também dissemos que a rejeição da aplicação da lógica redutiva levou à busca
dos fundamentos da decisão do juiz em fatores como:
- intuicionismo;
- personalidade do juiz;
- teoria da gastronomia jurídica.
Agora, distinguindo entre processo de descoberta e processo de justificativa, a
lógica dedutiva e independente das críticas que se possam formular, a nosso modo
de ver, podem e devem ser aplicáveis em todo processo, conseguindo-se assim ou
ao menos se tentando que a decisão judicial, à parte de incorporar elementos da
personalidade ou intuições ou ambientais, incorpore necessariamente os chamados
parâmetros do razoável.
Também já citamos aos autores Miller e Howell, que com toda razão, em nosso
conceito, sustentaram que “A razão... não é a vida do direito. É parte do direito, mas
a vida? Não”.84
Se por razão entendemos a derivação lógica a partir dos princípios gerais e
abstratos, então o processo não atua assim; no entanto, se entendemos por razão
um processo de observação disciplinado unido a um reconhecimento de que existe
uma eleição entre valores alternativos e o estudo das possíveis consequências da
decisão, então a razão tem um papel de primeira ordem.
Mas, cuidado, a razão não é a solução exclusiva para resolver a arbitrariedade
da sentença, pois, seguindo a Paul Freai, a quem já também citamos e reproduzimos,
“uma sentença pode ser racional e, no entanto, não merecer aprovação, por não ser
correta nem justa”.85
260 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 241-271, abr./jun. 2015
Limites ou alcances do devido processo conforme a Constituição desde a ótica ...
86
Tomo 238, p. 73.
87
Tomo 238, p. 566.
88
Tomo 242, p. 179.
89
CARRIÓ, Genaro: El recurso extraordinario por sentencia arbitraria. Argentina: Editorial Abeledo Perrot, 1978.
p. 315.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 241-271, abr./jun. 2015 261
Hugo Botto Oakley
5 Natureza jurídica
O caráter de princípio normativo da congruência processual é a opinião uniforme
existente por parte da doutrina ibero-americana.
90
MAYO DE INGARAMO, Cecilia: Las reglas del sentenciar. trabajo expuesto en el Tercer Congreso Nacional de
Derecho Procesal Garantísta en la Provincia de Azul, Argentina, 2001.
91
COUTURE, ob.cit., p. 277.
92
DÍAZ, Clemente.
93
BIELSA, Rafael: Nociones generales de derecho procesal civil. Madrid, España: Editorial Aguilar, 1966. p. 66.
94
PASSI LANZA, Miguel A. El Recaudo de la fundamentación como condición de la sentencia constitucional. LL,
Tomo 97, p. 943.
262 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 241-271, abr./jun. 2015
Limites ou alcances do devido processo conforme a Constituição desde a ótica ...
6 Fundamentos
Sobre os fundamentos jurídico-processuais da congruência processual, sustentou-
se que o princípio de congruência é uma derivação do princípio dispositivo. Aragoneses
expressa que “as partes possuem o domínio completo tanto sobre o direito substantivo
quanto sobre os direitos processuais implícitos no juízo no sentido de que são livres
de exercitá-los ou não. Neste sentido, é indubitável a íntima conexão entre o princípio
dispositivo e o de congruência já que nem a atividade processual pode versar sobre
outra coisa nem a sentença ir além da pretensão deduzida na demanda”.97
Também se sustentou que o princípio de congruência é um derivado do princípio
de contradição, expressando a este efeito Devis Echandía: “o juiz não pode impor uma
condenação maior ou diferente, ou deixe de resolver. Em certo sentido pode dizer-se
que se o juiz condena a algo não pedido, o demandado não teve ocasião de contradizer
esse ponto; mas a observação é aparente, porque a contradição da prova em geral e
a oportunidade de fazer-se ouvir permanecem incólumes nessa hipótese”.98
95
MILLÁN, ob. cit., p. 21.
96
Idem, p. 18.
97
ARAGONESES, ob. cit., p. 141.
98
ECHANDIA, ob. cit., p. 435.
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Hugo Botto Oakley
99
ARAGONESES, ob. cit, p. 142.
100
GUASP, Comentarios a la Ley de..., ob. cit.
101
ECHANDÍA, ob. cit., p. 435.
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Limites ou alcances do devido processo conforme a Constituição desde a ótica ...
partes naqueles supostos nos que o ordenamento jurídico lhe confere a vigilância de
ofício de tais extremos”.102
Assim proposta a congruência processual quanto a seus fundamentos,
sustentamos que é base essencial para que exista uma sentença legítima.
CONGRUÊNCIA PROCESSUAL
RAZOABILIDADE COERÊNCIA
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Hugo Botto Oakley
8 A motivação da sentença
Proposto que a sentença do tribunal ad quem pode ser confirmatória ou revogatória
da de primeira instância, sob a só condição de que esta seja válida ou isenta de vício
de nulidade como o é a incongruência, é necessário estabelecer os limites do raciocínio
jurídico lógico e coerente que permita legitimar a sentença além de sua validez formal.
Aqui, pensamos, surge o grande tema da motivação da sentença ou do chamado
raciocínio motivado da sentença, onde se requer uma fundamentação íntegra ou
completa, além de logicamente raciocinada, para que se possa concluir a respeito de
sua validez de fundo.
Neste contexto, toda e cada pretensão proposta pelas partes, seja do demandante
ou demandado, bem como toda prova rendida sobre os fatos controvertidos, requerem
um raciocínio lógico e coerente para poder entender por que o juiz aceita ou recusa
umas ou outras, devendo explicar isso pormenorizadamente de forma tal que qualquer
indivíduo possa compreender o raciocínio coerente e lógico do sentenciador que o
levou a decidir em tal ou qual sentido.
Poderá não ser de nosso gosto o resultado da decisão expressado na sentença
e inclusive não compartilhar ou estar em desacordo com o raciocínio do sentenciador,
mas sua análise tem que levar qualquer um a concluir que é um resultado de
decisão jurisdicional motivado lógica e coerentemente e conforme o direito. Só assim
poderemos concluir a existência de uma sentença congruente e, portanto, legítima,
ainda que, reiteramos, não concordemos com sua decisão e motivações.
9 Revisão da sentença
Sabemos, até agora que o vício de incongruência exclusiva e excludentemente
só pode coincidir na sentença. Assim se entendeu por toda a doutrina processual,
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Limites ou alcances do devido processo conforme a Constituição desde a ótica ...
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Hugo Botto Oakley
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Limites ou alcances do devido processo conforme a Constituição desde a ótica ...
Caso contrário, ocorre que sobre uma sentença nula, raciocina-se para confirmá-
la ou revogá-la, o que em si é juridicamente incorreto.
E isso não é menor nem intransponível, já que no alcance que demos nesta tese
à congruência processual, além do tradicional, limitado à correlação entre o pedido e o
sentenciado, isto é, também incluindo naquela a correlação entre a prova legalmente
rendida e o sentenciado em base a ela, só pode o tribunal entrar a resolver corretamente
na revisão da sentença de primeira instância, confirmando-o ou revogando-o, se está
frente a uma sentença válida. Concorre-se um vício de incongruência, como o seria
em caso a sentença resolvesse sem a adequada correlação com a prova legalmente
rendida, primeiro deve anular a sentença e depois ditar uma inteira e nova sentença
sobre os fatos e o direito respectivo. Caso contrário, mistura-se uma sentença nula
com um raciocínio confirmatório ou revogatório que requer uma sentença válida para
que o mesmo possa plasmar-se em dita sentença.
Portanto, na correlação entre a prova legalmente rendida e a sentença, a busca
de dita correlação o será com respeito ao raciocinado sobre ela, com o qual neste
alcance da congruência o importante será a parte considerativa da sentença e não
sua parte resolutiva, a fim de verificar se a sentença é congruente ou incongruente,
isto é, nem mais nem menos, que se é legal ou ilegal.
Nada mais que essa é a transcendência de nossa tese. Também, nada menos
que isso.
Nosso conceito: a congruência processual é a relação coerente e lógica que
deve coincidir entre as pretensões das partes e o resolvido na sentença e também
entre a prova rendida pelas partes e o resolvido sobre ela na sentença.
Como se vê claramente, nosso conceito amplia o campo de ação da congruência
e isso, por verdadeiro, com a mesma consequência, isto é, será incongruente e
portanto anulável aquela sentença que não só desrespeite a relação entre as
pretensões e a sentença, senão também aquela que não resolve conforme a prova
legalmente rendida exclusivamente pelas partes, em base à prova decretada pelo juiz
ou em que não se respeitam as regras de ônus e apreciação ou valoração da prova.
Reiteramos, sustentamos e afirmamos que será anulável ou sofrerá de um
vício de nulidade, aquela sentença ditada em contravenção às regras de iniciativa
probatória, ônus probatório e valoração probatória e que é equivocada à posição
doutrinal daqueles que sustentam que não é um vício de incongruência ou in
procedendo, senão que de fundo ou in iudicando.
Assim, entendemos por congruência processual a necessária coerência e razoa
bilidade que deve coincidir em todo ato processual em si e a respeito do conjunto
de atos processuais constitutivos do procedimento, tanto desde a perspectiva de
suas origens como desde a perspectiva de seus resultados potenciais e possíveis,
passando por seus desenvolvimentos e delimitados somente pelos pressupostos dos
fatos que os possibilitam, a norma que os regula e o valor que os justifica.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 241-271, abr./jun. 2015 269
Hugo Botto Oakley
Por sua vez, a sentença (continente e conteúdo que resolve dando a cada um
o seu no caso concreto) deve ser o resultado de um método (processo) congruente e
seu mérito resolutivo (meta) deve também basear-se num raciocínio lógico e coerente
(congruente) dentro do marco legal estabelecido, do que segue que só na medida
em que as instituições processuais do procedimento e o raciocínio fundamento da
sentença sejam congruentes, aquela, qualquer seja seu resultado, será legítima.
Portanto, não resulta possível pensar numa sentença de segundo grau côngrua em
base a uma sentença de primeiro grau incongruente, pois sobre o nulo não pode
raciocinar-se corretamente, devendo sempre, em áreas da necessária estrutura lógica
e coerente que deve ter toda sentença, realizar-se um raciocínio completo em base
a uma estrutura válida. Caso contrário, corre-se o sério risco do raciocínio incoerente
e ilógico e, portanto, arbitrário. Tratar de compatibilizar um raciocínio válido com um
baseado numa estrutura nula, além de perigoso, na maioria dos casos, se não em
todos, provocará um resultado incoerente e ilógico, isto é, não congruente.
Conclusões
1) Deve-se legislar o termo de “ultra prova”, como causa de nulidade da sentença,
a respeito dos casos em que se decrete prova de ofício, se alterem as regras do ônus
da prova ou se alterem as regras de valorização ou apreciação da prova.
2) Devem incorporar-se ao Código Processual Civil os seguintes artigos: “é nula
a sentença que raciocina sobre prova agregada de ofício”, “é nula a sentença que
altere as regras do ônus da prova” e “é nula a sentença que altera as regras de
valoração ou apreciação da prova”.
3) A congruência processual é base fundamental da estrutura orgânica do
procedimento e coincidindo neste cumpre-se sistematicamente com a exigência base
do devido processo constitucional de razoabilidade e justiça. Assim, deve coincidir
entre as pretensões das partes e o resolvido na sentença e também entre a prova
legalmente rendida pelas partes e o resolvido sobre ela na sentença.
Três citações importantes finais:
1. “As resoluções judiciais não devem “surpreender” às partes, afetando sua
defesa. (Augusto Morello, La Prueba, Editora Platense, 1991, p. 69).
2. “A primazia do princípio de economia não pode fazer-se com sacrifício da
segurança, bilateralidade e certeza que subjaz na base do sistema processual dispositivo
vigente”. (Augusto Morello, La Eficacia del Proceso, 2. ed., Hammurabi, p. 376-377).
3. Fraates, o rei de partos, propôs a Pompeyo passar por alto o tratado com
os persas e tirar-lhes terras para que o limite fosse o Eufrates. Pompeyo contestou:
“Nós, os romanos, preferimos como limite o Direito”.
270 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 241-271, abr./jun. 2015
Limites ou alcances do devido processo conforme a Constituição desde a ótica ...
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La Reforma Procesal Civil – Una
necesidad, pero no a costa de un
retroceso
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 273-278, abr./jun. 2015 273
Hugo Muñoz Basaez
274 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 273-278, abr./jun. 2015
La Reforma Procesal Civil – Una necesidad, pero no a costa de un retroceso
más, que tales características no son patrimonio exclusivo del Sistema Inquisitivo o
del Sistema Acusatorio, respectivamente, ya que tales aspectos (que solo son reglas
técnicas y no principios) pueden o no concurrir en uno o en el otro Sistema.
Lo que realmente distingue a uno u otro sistema son aquellas cosas, instituciones
o características, y más propiamente denominados Principios, que son o no compatibles
con aquellos, como lo son por una parte la Igualdad ante la Ley (llamada también
igualdad de las partes, también igualdad de armas) y en segundo lugar el requisito
excluyente del órgano que ejerce jurisdicción que es la Imparcialidad del Juzgador.
Respecto del primer principio señalado, la “igualdad de armas”, poderosa y
elocuente proyección de la igualdad ante la ley, llamado por algunos como la igualdad
de oportunidades, se parte de la base de la existencia y respeto de una regla de oro,
partimos de la garantía de las garantías y esta no es otra sino que aquel tratamiento
que la autoridad debe dispensarles a los justiciables en un proceso judicial que
no puede ser sino precisamente tratar como iguales a quienes concurren ante la
autoridad para que les dé solución pacífica y hetero compositiva a su conflicto.
Como señala dilecta y acertada doctrina, la gran virtud del proceso es que a
través de ese instrumento, puedo igualar a los que por definición son desiguales.
Esta afirmación no es un capricho ni apropiación del Garantismo Procesal. Esta
afirmación descansa precisamente en el motor del Estado de Derecho que consagra
con precisión la declaración constitucional de que todas las personas somos iguales
en dignidad y derechos y tratándose de una situación jurídica en que ambos se
encuentran en pie de igualdad, la autoridad así debe comportarse respecto de ambos
y tratarlos en consecuencia.
Por desgracia, esto que es tan evidente, y que nadie podría hoy en pleno siglo XXI
discutir, en la normativa que se propone, el Proyecto hoy en sede del H. Senado, se ve
duramente alterada y peligrosamente consagrada, abriendo una puerta a la arbitrariedad,
de la forma que explico a continuación respecto del segundo principio señalado.
En relación a la Imparcialidad, este atributo imprescindible de respeto, libertad
y de congruencia con el Debido Proceso, el proyecto lo reglamenta y desconoce en la
forma legislativa propuesta, en los artículo 288 inciso 2º, 289, 290, 342 parte final,
345 y 350 inciso 2ºdel proyecto, los cuales deben ser eliminados o sustancialmente
reformulados.
Esta critica formal, se funda precisamente en que otorgan facultades probatorias al
Juez que debe resolver el conflicto. Esta potestad otorgada al Juez Civil, puede afectar y
yo afirmo que afecta gravemente la debida y necesaria imparcialidad que la Constitución
garantiza a las partes y exige del Juez, a través del Debido Proceso que regula.
Como es sabido, la Constitución Política de la Republica de Chile, consagra una
serie de derechos y garantías entre otras normas en su artículo 19, y dentro de éstas,
se consagra de manera implícita el “Debido Proceso”. Esta situación probablemente
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Hugo Muñoz Basaez
276 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 273-278, abr./jun. 2015
La Reforma Procesal Civil – Una necesidad, pero no a costa de un retroceso
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 273-278, abr./jun. 2015 277
Hugo Muñoz Basaez
BASAEZ, Hugo Muñoz. La Reforma Procesal Civil – Una necesidad, pero no a costa
de un retroceso. Revista Brasileira de Direito Processual – RBDPro, Belo Horizonte,
ano 23, n. 90, p. 273-278, abr./jun. 2015.
278 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 273-278, abr./jun. 2015
A ação rescisória no Novo Código de
Processo Civil
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 279-306, abr./jun. 2015 279
Humberto Theodoro Júnior
O próprio termo garantismo, aliás, não tem correspondido a uma noção histórica
unívoca, pois filosoficamente, em suas origens, reportava-se apenas à garantia de um
processo estritamente fiel às conquistas do devido processo legal, tal como definido
pela ordem constitucional.1 Mais modernamente foi que a crítica feita em nome da
filosofia garantista se concentrou, de forma mais direta, sobre a necessidade de não
se confundir, como ocorria no jusnaturalismo, justiça com direito e efetividade com
validade normativa, e outros problemas da espécie ligados às ideologias políticas. A
superação deles é que deveria ocorrer através de adoção de um modelo normativo de
direito, “concebido pela estrita legalidade”, de acordo com aquilo que se passou a ter
como “um primeiro significado” para a noção de garantismo.2
Para o garantismo assim visto, procede-se à maximização da exigência de
tutelar, na ordem constitucional, os direitos fundamentais do indivíduo, como
liberdade pessoal, liberdade de imagem, liberdade religiosa, liberdade da propriedade
privada,3 liberdades essas que haveriam de prevalecer no processo civil, limitando os
poderes e faculdades do juiz.
Para início de ponderação convém considerar, nesse conflito — que é mais
ideológico do que normativo — que, segundo os garantistas, o mal a combater seria
o aumento sempre crescente dos poderes do juiz, os quais o colocam num patamar
superior ao das partes. A publicização do processo teria reduzido a liberdade de ação
dos litigantes, tornando o juiz — como comandante supremo do procedimento e da
pesquisa probatória —, um agente autoritário da justiça, um verdadeiro ditador judicial.
Em nome do combate a esse autoritarismo, o movimento garantístico preconiza
medidas como: (i) redução do protagonismo judicial, de modo a diminuir seu papel
no comando do processo; (ii) ampliação da disponibilidade das partes sobre seus
direitos em jogo no processo; (iii) reconhecimento da ampla liberdade das partes para
escolher os remédios processuais de seu interesse e para definir e produzir os meios
de prova que considerem úteis e adequados à defesa de seus interesses disponíveis;
(iv) reconhecimento do descompromisso do Judiciário com a apuração da verdade
(matéria que só diz respeito aos litigantes), devendo limitar-se à avaliação da prova
trazida ao processo pelas partes, ou seja, o juiz, para se manter imparcial, deve ser
privado de iniciativa probatória.
Reconhece-se a existência de doutrinadores de peso, mas não numerosos, que
se empolgam na defesa dessa garantia ampla da autonomia e liberdade das partes
1
CANTEROS, Fermín. Estrutura básica de lós discursos garantista e ativista del derecho procesal. In: Temas pro-
cesales conflitivos - 6. Rosario: Ed. Juris, 2012, p. 8. Cf. JOUVIN NETO, Armênio Clovis. Garantismo processual
X ativismo judicial. Algumas reflexões sobre o conflito entre as duas teorias. In: Arlete Inês Aurelli et al. (Org.).
O direito de estar em juízo e a coisa julgada. Estudos em homenagem a Thereza Alvim. São Paulo: RT, 2014.
p. 66.
2
FERRAJOLI, Luigi. Direito e razão: teoria do garantismo penal. 4. ed. São Paulo: RT, 2014. p. 785-788.
3
IPPOLITO, Dario. O garantismo de Luigi Ferrajoli. Revista de estudos constitucionais, hermenêutica e teoria do
direito, n. 3(1), p. 36; apud JOUVIN NETO, op. cit. p. 65.
280 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 279-306, abr./jun. 2015
A ação rescisória no Novo Código de Processo Civil
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 279-306, abr./jun. 2015 281
Humberto Theodoro Júnior
282 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 279-306, abr./jun. 2015
A ação rescisória no Novo Código de Processo Civil
Falso e injusto, portanto, é o juiz que resolve um litígio, ciente de que a prova
do fato básico da causa não foi produzida, embora nada houvesse a impedi-la. A
imparcialidade não pode manietá-lo, bloqueando o acesso à verdade, quando nada o
impedia de conhecê-la. Parcialidade realmente grave, e incompatível com o processo
justo, é a que comete o juiz que decide a demanda em favor de uma das partes,
consciente de que o faz por falta de uma prova que estaria perfeitamente ao seu
alcance, e que só não veio aos autos por ignorância ou desamparo técnico daquele
que perdeu a causa.
É preciso não confundir ativismo judicial com gestão do processo pelo juiz.
Não se pode, realmente, tolerar o juiz que se torna advogado de uma das partes,
diligenciando ostensivamente pela defesa de seus interesses, de maneira desleal
e desigual em relação ao tratamento dispensado ao outro litigante. Imparcialidade,
em processo, quer dizer igualdade no modo de velar pelo exercício dos direitos e
garantias de ambas as partes.
A busca da verdade das alegações dos litigantes não é tarefa apenas deles;
é missão também do juiz, a quem cabe fazer justiça aos contendores, e não se
consegue fazer justiça ao arrepio da verdade. Logo, tanto ou mais que as partes,
o juiz tem de buscar, pelas provas, a apuração da verdade que interesse à justa
composição do litígio, missão suprema do Poder Judiciário.
Diante de um quadro fático-jurídico relevante em que as necessárias provas não
foram diligenciadas pelas partes, ou o foram de maneira insuficiente para formar um
razoável convencimento, o juiz, como diretor do processo e responsável pela justa
composição do conflito, não pode ser inibido na iniciativa probatória. Não se trata, in
casu, de simples faculdade judicial, “mas sim de um dever de esclarecer os fatos não
explorados ou que não estão suficientemente esclarecidos”.4
Aliás, toda dinâmica do direito processual codificado conspira para que o
juiz não se alheie da direção da fase instrutória do processo. Assim é que, após
a litiscontestação, compete-lhe, por força de lei, sanear e organizar o processo,
resolvendo as questões processuais pendentes e “delimitando as questões de
fato”, ocasião em que especificará “os meios de provas admitidos”, a seu respeito
(CPC/1973, art. 331, §2º; NCPC, art. 357, II). É, pois, ato de seu ofício, definir e
determinar os meios de prova úteis ao esclarecimento dos fatos deduzidos pelas
partes na fase postulatória do processo. No Código Novo acrescenta-se a possibilidade
de complementar essa tarefa com a definição da “distribuição do ônus da prova”
(NCPC, art. 357, III), quando entender que a partilha legal não seja adequada às
particularidades dos casos dos autos (NCPC, art. 373, §1º).
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 279-306, abr./jun. 2015 283
Humberto Theodoro Júnior
Para o direito positivo, como se vê, o importante não é tanto o poder do juiz
de iniciativa probatória — o qual de resto é consagrado por texto expresso do CPC
de 1973 (art. 130) e do Novo CPC (art. 370) —, é a forma democrática com que
esse poder haverá de ser exercitado: tenham ou não as partes requerido certa
modalidade probatória, o juiz determinará sua produção, se entender necessária para
o esclarecimento das alegações deduzidas no processo, e definirá, se for o caso,
a quem caberá o ônus de produzi-la. Tudo isso será discutido e resolvido à luz do
contraditório, e dentro da sistemática de cooperação entre partes e juiz, na tarefa
comum de obter a justa composição do litígio.
O Novo CPC, aprimorando a técnica do Código atual, procura tornar tão real
esse sistema cooperativo que prevê que seja o saneamento, nas causas complexas,
realizado em audiência, na qual o juiz “convidará as partes a integrar ou esclarecer
suas alegações” (NCPC, art. 357, §3º), antes de delimitar as questões de fato sobre
as quais recairá a atividade probatória e de determinar os meios de prova a utilizar.
JOUVIN NETO, Armênio Clovis. Garantismo processual X ativismo judicial, cit., p. 67-68.
5
PEYRANO, Jorge Walter. Sobre el activismo judicial, activismo e garantismo procesal. Academia Nacional de
6
Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba, 2009, p. 12; apud JOUVIN NETO, op. cit, p. 68.
284 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 279-306, abr./jun. 2015
A ação rescisória no Novo Código de Processo Civil
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 279-306, abr./jun. 2015 285
Humberto Theodoro Júnior
A meu ver e salvo melhor juízo, o garantismo por que anseia a sociedade
democrática de nosso tempo não é o que afasta o juiz da preocupação pelo destino
do processo, mas aquele que assegura seu comando firme à frente do processo,
imparcial, mas não indiferente à justiça do provimento a ser produzido, sempre dentro
do clima de efetiva cooperação entre todos os sujeitos da relação processual.
286 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 279-306, abr./jun. 2015
A ação rescisória no Novo Código de Processo Civil
É por isso que se reconhece não ser a rescisória remédio adequado para
reabertura da busca de solução mais justa para o litígio. O tempo de prevalência da
justiça já se encerrou. Após a res iudicata, a garantia constitucional prevalente é a da
estabilidade da relação jurídica composta em juízo. É por isso que são excepcionais
e de interpretação estrita os casos em que a lei processual abre oportunidade para a
ação rescisória (CPC/1973, art. 485; NCPC, art. 966).
7
PONTES DE MIRANDA, Francisco Cavalcanti. Tratado das ações. São Paulo: RT, v. IV, p. 527.
8
MARTINS, Pedro Batista. Recursos e processos de competência originária dos tribunais. Rio de Janeiro:
Forense, 1957, n. 54, p. 78.
9
PONTES DE MIRANDA, Francisco Cavalcanti. Op. cit., loc. cit.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 279-306, abr./jun. 2015 287
Humberto Theodoro Júnior
10
AMARAL SANTOS, Moacyr. Primeiras linhas de direito processual civil. 4. ed. São Paulo: Max Limonad, 1973,
v. III, p. 446.
11
VIDIGAL, Luís Eulálio de Bueno. Comentários ao Código de Processo Civil. São Paulo: RT, 1974, v. VI, p. 39.
12
PONTES DE MIRANDA, Francisco Cavalcanti. Comentários ao Código de Processo Civil (de 1939). 2. ed. Rio de
Janeiro: Forense, 1960, v. X, p. 149.
13
VIDIGAL, Luís Eulálio de Bueno. Op. cit., p. 36.
14
BARBOSA MOREIRA, José Carlos. Comentários ao Código de Processo Civil. 15. ed. Rio de Janeiro: Forense,
2009, v. V, n. 68, p. 108-109.
288 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 279-306, abr./jun. 2015
A ação rescisória no Novo Código de Processo Civil
4 Objeto da rescisória
O CPC de 1973 previa o cabimento da rescisória contra “sentença de mérito
transitada em julgado” (art. 485, caput). Reconhecia-se, porém, a impropriedade do
enunciado legal, já que não apenas as sentenças ressalvem o mérito das causas,
também podem fazê-lo os acórdãos dos tribunais e as decisões interlocutórias em
primeiro grau de jurisdição.
O novo CPC aprimora o texto permissivo da ação rescisória, dispondo que é
suscetível de rescisão “a decisão de mérito transitada em julgado” (art. 978). Duas
consequências podem-se extrair do dispositivo legal inovador:
(a) o mérito não é solucionável apenas pela sentença, ou pelo acórdão que a
substitui, em caso de recurso; pode, também, ser enfrentado, pelo menos
em parte, em decisão incidental (NCPC, art. 356, I), que não ponha termo
ao processo (pense-se no indeferimento em parte da petição inicial pelo
reconhecimento da prescrição de algumas das pretensões cumuladas
15
Dispositivos equivalentes constam dos arts. 535, I e 525, §1º, I, do Novo CPC.
16
MESQUITA, José Inácio Botelho de. Da ação civil. São Paulo: RT, 1975. p. 99.
17
FADEL, Sérgio Sahione. Código de Processo Civil comentado. Rio de Janeiro: J. Konfino, 1974, v. III, p. 72.
18
MARQUES, José Frederico. Manual de direito processual civil. Campinas, Bookseller, 1997, v. III, n. 704,
p. 257.
19
BARBOSA MOREIRA, José Carlos. Op. cit., n. 65, p. 100.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 279-306, abr./jun. 2015 289
Humberto Theodoro Júnior
20
DIDIER JR., Fredie; CUNHA, Leonardo Carneiro da. Curso de direito processual civil. 10. ed. Salvador:
JusPodivm, 2012, v. 3, p. 385.
21
CPC/1973, art. 267, IV e VI. 3. “’Por não impugnar decisão de mérito, não cabe ação rescisória contra decisão
que apenas extinguiu o processo, pela ocorrência de ilegitimidade ativa ad causam’ (Supremo Tribunal Federal,
QO na AR nº 1.203/PR, Tribunal Pleno, Rel. Min. Ellen Gracie, DJ de 02.05.03)” (STJ, 1ª Seção, AR 2381/RJ,
Rel. Min. Castro Meira, ac. 09.12.2009, DJe, 1º fev. 2010). No mesmo sentido: “[...] Assim, não pode verdejar
a pretensão de através de Ação Rescisória, se rescindir decisão que acolhendo alegativa de litispendência,
extinguiu o processo com base no artigo 267, V do Código de Processo Civil, com aplicação de multa por
litigância de má-fé” (STJ, 1ª T., REsp 182.906/PE, Rel. Min. José Delgado, ac. 20.10.1998, DJU, p. 112, 15
mar. 1999).
22
CPC/1973, art. 268.
23
Admitindo a rescisória, na espécie: CF. YARSHELL, Flávio Luiz. Ação rescisória. São Paulo Malheiros, 2005,
p. 163/164; SOUZA, Bernardo Pimentel. Introdução aos recursos cíveis e à ação rescisória. 2. ed. Belo
Horizonte: Mazza Edições, 2001. p. 501. Na jurisprudência a tese também já foi acolhida: "[...] 3. O rigor da
expressão ‘sentença de mérito’ contida no caput do artigo 485, do CPC, tem sido abrandado pela doutrina e
jurisprudência. 4. O acórdão confirmatório de sentença que decreta extinto o processo sob alegação de inci-
dência de coisa julgada, quando esta não ocorreu, é passível de reforma via ação rescisória" (STJ, 1ª T., REsp
nº 395.139/RS, Rel. Min. José Delgado, ac. 07.05.2002, DJU, p. 149, 10 jun. 2002).
24
STF, AR 1.056-6/GO, Rel. Min. Octavio Gallotti, DJU, 25 maio 2001; REPRO 104/263-272.
290 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 279-306, abr./jun. 2015
A ação rescisória no Novo Código de Processo Civil
O NCPC toma posição expressa sobre o problema, dispondo que, nas hipóteses
previstas para a rescindibilidade, admitir-se-á seja rescindida, também, “a decisão
transitada em julgado que, embora não seja de mérito, impeça nova propositura da
demanda” ou inadmita recurso contra o julgamento de mérito (art. 966, §2º).25
25
No regime do Código de 1973, já defendíamos a tese ora adotada pelo NCPC (THEODORO JÚNIOR, Humberto.
Curso de direito processual civil. 55. ed. Rio de Janeiro: Forense, 2014, v. I, n. 601, p. 787).
26
Op. cit., loc. cit.
27
Nessa linha, o STJ chegou a decidir: “Ação rescisória. Apelação não conhecida por deserção. Precedentes
da Corte. 1. Precedentes da Corte considerando admissível a rescisória quando não conhecido o recurso por
intempestividade, autorizam o mesmo entendimento em caso de não-conhecimento da apelação por deserção.
Ressalva do Relator. 2. Recurso especial conhecido e provido” (STJ, 3ª T., REsp nº 636.251/SP, Rel. Min.
Menezes Direito, ac. 03.02.2005, DJU, 11 abr. 2005). Em sentido contrário: STJ, 4ª T., REsp nº 489.562/SE,
Rel. Min. Cesar Asfor Rocha, ac.19.08.2003, DJU, p. 277, 06 out. 2003.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 279-306, abr./jun. 2015 291
Humberto Theodoro Júnior
STJ, 4ª T., REsp nº 489.562/SE, Rel. Min. Cesar Asfor Rocha, ac. 19.08.2003, DJU, p. 277, 06 out. 2003.
28
292 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 279-306, abr./jun. 2015
A ação rescisória no Novo Código de Processo Civil
29
“1. A sentença judicial que, sem adentrar o mérito do acordo entabulado entre as partes, limita-se a aferir a
regularidade formal da avença e a homologá-la, caracteriza-se como ato meramente homologatório e, nessas
condições, deve ser desconstituída por meio da ação anulatória prevista no art. 486 do CPC, sendo descabida
a Ação Rescisória para tal fim. 2. Agravo regimental improvido” (STJ, 4ª T. AgRg no REsp 1.440.037/RN, Rel.
Min. Antônio Carlos Ferreira, ac. 09.09.2014, DJe, 18 set. 2014). 1. “É cabível a ação anulatória nos termos
da lei civil, diversa da rescisória, contra ato judicial que não dependa de sentença, ou em que esta for me-
ramente homologatória, conforme o art. 486 do CPC” (STJ, Corte Especial, AgRg na Pet 9.274/BA, Rel. Min.
Arnaldo Esteves Lima, ac. 07.08.2013, DJe, 13 ago. 2013).
30
“2. Conforme jurisprudência sedimentada no STJ, é cabível ação anulatória para atacar arrematação realizada
em feito executivo. Precedentes: REsp. n. 66.596 / RS, Terceira Turma, Rel. Min. Waldemar Zveiter, julgado
em 28.11.1995; REsp. n. 11.535 / RS, Quarta Turma, Rel Min. Athos Carneiro, julgado em 10.12.1991;
REsp. n. 150.115/DF, Terceira Turma, Rel. Min. Carlos Alberto Menezes Direito, julgado em 3.12.1998; REsp.
n. 442.238/PR, Terceira Turma, Rel. Min. Carlos Alberto Menezes Direito, julgado em 27.05.2003; AgRg no Ag
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Humberto Theodoro Júnior
n. 638.146/GO, Quarta Turma, Rel. Min. Barros Monteiro, julgado em 21.06.2005; REsp. n. 859.614 / RS,
Primeira Turma, Rel. Min. Luiz Fux, julgado em 04.12.2008; REsp. n. 130.588 / SP, Quarta Turma, Rel. Min.
Fernando Gonçalves, julgado em 16.08.2005” (STJ, 2ª T., REsp 1.254.590/RN, Rel. Min. Mauro Campbell
Marques, ac. 07.08.2012, DJe, 14.08.2012).
31
CPC/1973: “Art. 485. A sentença de mérito, transitada em julgado, pode ser rescindida quando: I - se verificar
que foi dada por prevaricação, concussão ou corrupção do juiz; II - proferida por juiz impedido ou absolutamente
incompetente; III - resultar de dolo da parte vencedora em detrimento da parte vencida, ou de colusão entre as
partes, a fim de fraudar a lei; IV - ofender a coisa julgada; V - violar literal disposição de lei; Vl - se fundar em
prova, cuja falsidade tenha sido apurada em processo criminal, ou seja provada na própria ação rescisória; Vll
- depois da sentença, o autor obtiver documento novo, cuja existência ignorava, ou de que não pôde fazer uso,
capaz, por si só, de lhe assegurar pronunciamento favorável; VIII - houver fundamento para invalidar confissão,
desistência ou transação, em que se baseou a sentença; IX - fundada em erro de fato, resultante de atos ou
de documentos da causa”.
294 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 279-306, abr./jun. 2015
A ação rescisória no Novo Código de Processo Civil
partes, a fim de fraudar a lei (art. 485, III). O novo Código ampliou as duas hipóteses:
(i) não só o dolo, mas também a coação praticada pelo vencedor, pode autorizar
a rescisão; e (ii) além da colusão entre as partes, também a simulação, quando
arquitetada para fraudar a lei, é causa justificadora da rescisória (NCPC, art. 966, III).
A configuração do dolo — ato voluntário da parte vencedora em prejuízo do
vencido —, não mais exige, na evolução do direito processual, necessariamente,
a má-fé do litigante, bastando que seja revelada uma ofensa ao princípio da boa-
fé objetiva, que o novo Código adota, como “norma fundamental” (art. 5º). Assim,
para efeito da rescisão da sentença, bastará, por exemplo, o silêncio ou a conduta
omissiva da parte vencedora, acerca de fato ou comportamento relevante para a
solução da causa, para que sua conduta desleal e desonesta, frente ao adversário
sucumbente, se torne causa para a rescisão do decisório.32
Colusão (ou conluio) e simulação são ambas figuras de fraude na atividade
processual, sempre com a finalidade de fraudar a lei. A diferença está em que a
colusão se dá sempre por meio de ato bilateral, envolvendo as duas partes do
processo, enquanto a simulação pode ser praticada por ambas ou apenas uma
delas. Além disso, a colusão pode consumar-se mediante ato puramente omissivo,
quando, por exemplo, autor e réu combinam em que a ação de cobrança de dívida
inexistente não será contestada com o objetivo de fraudar credores. Já a simulação
exige atividade concreta de criação de um negócio jurídico que aparente confere ou
transmite direitos a pessoas diversas daquelas às quais realmente se conferem ou
transmitem (Cód. Civ., art. 167, §1º, I); ou em que conste declaração, confissão,
condição ou cláusula não verdadeira (idem, II); ou ainda, aqueles cujos instrumentos
sejam antedatados ou pós-datados (idem, III).
Sobre a aplicação da boa-fé objetiva no julgamento de ação rescisória fundamentada em dolo processual, c.f.
32
DIDIER JÚNIOR, Fredie; CUNHA, Leonardo Carneiro da. Curso, cit., v. III, p. 418-419. Na mesma linha, para o
STJ restou configurado dolo processual no caso em que as partes ajustaram transação mediante a qual cum-
prida certa condição por uma delas, a outra desistiria da demanda. No entanto, malgrado cumprida a condição
pelo réu, o autor deixou de requerer a desistência, acabando a ação por ser julgada procedente nos termos da
inicial, por falta de defesa. Assentou o acórdão do STJ: “4 - In casu, o réu foi induzido a quedar-se inerte na
esfera da ação originária, o que culminou com a decretação de sua revelia e a prolação de sentença que julgou
procedentes os pedidos insertos na inicial, o que evidencia a violação ao art. 485, III, 1ª parte, do diploma
processual civil [CPC/73]. 5 - A doutrina interpreta que a noção de dolo traz ínsita, ainda, a idéia de que a parte
sucumbente sofreu impedimento ou gravame em sua atuação processual para que reste delimitada a causa de
rescindibilidade, tal como se descortina no presente caso. 6 - Assim, uma vez constatada a ocorrência de afron-
ta ao dispositivo indicado, dá-se provimento ao presente recurso especial para determinar a desconstituição
da r. sentença de mérito, com a retomada do julgamento da ação originária pelo órgão jurisdicional de 1º grau”
(STJ, 4ª T., Resp nº 656.103/DF, Rel. Min. Jorge Scartezzini, ac. 12.12.2006, DJU, p. 595, 26 fev. 2007).
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 279-306, abr./jun. 2015 295
Humberto Theodoro Júnior
33
BARBOSA MOREIRA, José Carlos. Comentários ao Código de Processo Civil. 15. ed. Rio de Janeiro, Forense,
2009, v. V, n. 78, p. 131.
34
BUENO, Cássio Scarpinella. In: MARCATO, Antônio Carlos (Coord.). Código de Processo Civil interpretado. São
Paulo: Atlas, 2004. p. 1.477.
35
STJ, 2ª Seção, AR 236/RJ, Rel. Min. Sálvio de Figueiredo, ac. 31.10.1990, DJU, 10 dez. 1990, p. 14.790;
STJ, 3ª Seção, AR 3.382/PR, Rel. Min. Arnaldo Esteves Lima, ac. 23.06.2010, DJe, 02 ago. 2010.
36
“Não cabe rescisória por ofensa a literal disposição de lei, quando a decisão rescindenda se tiver baseado em
texto legal de interpretação controvertida nos tribunais” (Súmula 343/STF). “A rescisão baseada no art. 485,
V, do CPC [NCPC, art. 966, V] só se mostra possível quando a lei é ofendida em sua clara literalidade, eviden-
ciando exegese absurda” (STJ, 2ª Seção, AgRg na AR 4.180/RS, Rel. Min. Sidnei Benetti, ac. 25.03.2009, DJe,
02 abr. 2009). “Para que a ação rescisória fundada no art. 485, V, do CPC [NCPC, art. 966, V] , prospere é ne-
cessário que a interpretação dada pelo decisum rescindendo seja de tal modo aberrante que viole o dispositivo
legal em sua literalidade. Se, ao contrário, o acórdão rescindendo elege uma dentre as interpretações cabíveis,
296 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 279-306, abr./jun. 2015
A ação rescisória no Novo Código de Processo Civil
Violação manifesta, referida pelo art. 966, V, do novo Código exprime bem a
que se apresenta frontal e evidente à norma, e não a que decorre apenas de sua
interpretação diante da incidência, sobre determinado quadro fático.
Por último, também andou corretamente o novo Código quando optou por
apontar, com vistas ao cabimento da rescisória, para a violação à norma jurídica, e
não mais para a violação à disposição de lei.
Dispositivo é texto, mero enunciado, que pode servir de caminho para, através
da interpretação, descobrir e revelar a norma a ser aplicada em determinado caso.
Mas, pode existir norma que não esteja expressa em texto explícito e direto, como
acontece com a aplicação dos princípios gerais e com o preenchimento das lacunas
da lei. Assim, “normas não são textos nem o conjunto deles, mas os sentidos
construídos a partir da interpretação sistemática de textos normativos”.37
Assim, com a adoção da ideia de normas jurídicas, em lugar de disposição de
lei, o novo Código supera a divergência outrora existente sobre ser cabível ou não a
rescisória por violação de princípio. Se tanto regras (leis) como princípios são normas,
restou certo que o regime atual autoriza a rescisória para a violação manifesta tanto
das regras legais como dos princípios gerais.
ainda que não seja a melhor, a ação rescisória não merece vingar, sob pena de tornar-se ‘recurso’ ordinário com
prazo de interposição de dois anos (REsp 9.086/SP). A ação rescisória não se destina a revisar a justiça da
decisão” (STJ, 2ª Seção, AR 464/RJ, Rel. Min. Barros Monteiro, ac. 28.05.2003, DJU, 19 dez. 2003, p. 310.
No mesmo sentido: STJ, 1ª Seção, AR 3.244/SC, Rel. Min. Luiz Fux, ac. 11.02.2009, DJe, 30 mar. 2009).
37
ÁVILA, Humberto. Teoria dos princípios – da definição à aplicação dos princípios jurídicos. 5. ed. São Paulo:
Malheiros, 2006. p. 30.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 279-306, abr./jun. 2015 297
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A ação rescisória no Novo Código de Processo Civil
38
STJ, 2ª Seção, REsp nº 300.084/GO, Rel. Min. Humberto Gomes de Barros, ac. 28.04.2004, DJU, 06
set. 2004, p. 161; STJ, 4ª T., REsp nº 189.306/MG, Rel. p/ac. Min. Cesar Asfor Rocha, ac. 25.06.2002,
DJU, 14.10.2002, p. 231; STJ, 4ª T., REsp nº 653.942/MG, Rel. Min. Honildo Amaral de Mello Castro, ac.
15.09.2009, DJe, 28 set. 2009.
39
BARBOSA MOREIRA, José Carlos. Considerações sobre a chamada “relativização” da coisa julgada material.
Revista Forense, v. 377, p. 56-57. Cf., também, DIDIER JR., Fredie; CUNHA, Leonardo José Carneiro da. Curso
de direito processual civil, cit., v. 3, p. 439/440; THEODORO JÚNIOR, Humberto. Curso de direito processual
civil. 55. ed. Rio de Janeiro: Forense, 2014, v. I, n. 610, p. 794-795.
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40
“[...] O laudo do exame de DNA, mesmo posterior ao exercício da ação de investigação de paternidade, consi-
dera-se “documento novo” para aparelhar ação rescisória (CPC, art. 485, VII) (STJ, 2ª Seção, REsp 300.084/
GO, Rel. Min. Humberto Gomes de Barros, ac. 28.04.2004, DJU, 06 set. 2004, p. 161). No mesmo sentido:
STJ, 4ª T., REsp 653.942/MG, Rel. Min. Honildo Amaral de Mello Castro, ac. 15.09.2009, DJe, 28 set. 2009.
41
STJ, 3ª Seção, AR 1.427/MS, Rel. Min. Gilson Dipp, ac. 08.09.2004, DJU, 11 out. 2004, p. 231; STJ, 3ª
Seção, AR. 1.135/SP, Rel. Min. Hamilton Carvalhido, ac. 28.04.2004, DJU, 1º jul. 2004, p. 169.
42
OLIVEIRA, Pedro Miranda. A rescisória fundada em documento novo e o início da contagem do prazo deca-
dencial. In: AURELLI, Arlete Inês et al. (Coord.). O direito de estar em juízo e a coisa julgada – Estudos em
homenagem a Thereza Alvim. São Paulo: Revista dos Tribunais, 2014. p. 939.
300 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 279-306, abr./jun. 2015
A ação rescisória no Novo Código de Processo Civil
Logo, se por desleixo a parte não produziu o documento disponível por ocasião
do recurso, não poderá utilizá-lo como base para a ação rescisória. Terá ele perdido a
qualidade de documento novo, para os fins de ataque à sentença transitada em julgado.
Essa restrição, contudo, só se aplica aos recursos ordinários, porque são apenas
eles que devolvem ao tribunal ad quem a reapreciação do suporte fático e probatório
da decisão impugnável. No estágio dos recursos extraordinários, a descoberta de
documento capaz de modificar a convicção formada no decisório recorrido, mesmo
sendo anterior à formação da coisa julgada, não ensejaria sua reforma.
Assim, embora a regra geral seja a desqualificação, para a rescisória, de
documento obtido antes do trânsito em julgado, haverá casos em que a literalidade do
art. 966, VII, do Novo CPC não será observada: tal acontecerá quando a descoberta do
documento acontecer em momento que o priva da possibilidade de influir no recurso
especial ou extraordinário. Segundo o objetivo institucional da ação rescisória, que é
o de invalidar a sentença contaminada de grave injustiça, a regra em exame terá de
ser flexibilizada para recepcionar como documento novo aquele obtido mesmo antes
do trânsito em julgado do decisório rescindendo.
“O interesse público, hábil a determinar a intervenção obrigatória do Ministério Público, não se configura pela
43
simples propositura de ação em desfavor da Fazenda Pública” (STJ, 5ª T., REsp 702.875/RJ, Rel. Min. Arnaldo
Esteves Lima, ac. 19.02.2009, DJe, 16.03.2009); “A intervenção do Parquet não é obrigatória nas demandas
indenizatórias propostas contra o Poder Público. Tal participação só é imprescindível quando se evidenciar
a conotação de interesse público, quer não se confunde com o mero interesse patrimonial-econômico da
Fazenda Pública. Precedentes deste Tribunal e do Pretório Excelso» (STJ, 2ª T., REsp 465.580/RS, Rel. Min.
Castro Meira, ac. 25.04.2006, DJU, 08 maio 2006, p. 178. No mesmo sentido: STJ, 1ª T., REsp 801.028/DF,
Rel. Min. Denise Arruda, ac. 12.12.2006, DJU, 08 mar. 2007, p. 168; STF, 1ª T., RE nº 96.899/ES, Rel. Min.
Néri da Silveira, ac. 03.09.1985, DJU, 05 set. 1986, p. 15.834).
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Humberto Theodoro Júnior
8 Caução
Dispõe a lei vigente que o ajuizamento da rescisória deve ocorrer mediante
depósito de 5% do valor da causa, para garantir pagamento de multa aplicável no
caso de improcedência ou inadmissibilidade da demanda, decretada por unanimidade
de votos pelo tribunal competente (CPC/1973, art. 488, II). Essa exigência, que
funciona como pressuposto processual, é afastada quando a rescisória for proposta
pela União, Estado, Município ou Ministério Público (art. 488, parágrafo único).
O novo CPC amplia a isenção, estendendo-a para a União, os Estados, o Distrito
Federal, os Municípios, suas respectivas autarquias e fundações de direito público,
o Ministério Público, a Defensoria Pública e todos os beneficiários da gratuidade de
justiça (art. 968, §1º).
Por outro lado, o valor da caução, e consequentemente, da multa, fica submetido
a um teto, não podendo ultrapassar mil salários mínimos (art. 968, §2º).
9 Competência
Regra importante, asseguradora do princípio de economia processual e de
garantia de efetivo acesso à tutela jurisdicional, foi instituída pelo §5º do art. 968
BARBOSA MOREIRA, José Carlos. Comentários ao Código de Processo Civil. 15. ed. Rio de Janeiro: Forense, 2009,
44
v. V, n. 120, p. 201; DIDIER JR., Fredie; CUNHA, Leonardo Carneiro da. Curso de Processo Civil, cit., p. 466.
302 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 279-306, abr./jun. 2015
A ação rescisória no Novo Código de Processo Civil
CPC de 1973: “Art. 512- O julgamento proferido pelo tribunal substituirá a sentença ou a decisão recorrida no
45
que tiver sido objeto do recurso” (a regra se acha repetida no art. 1.005 do NCPC).
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depois que o processo já tenha se encerrado, mesmo que a última decisão transitada
em julgado não tenha sido um julgamento de mérito.
Esse entendimento, todavia, atrita com a clássica posição da doutrina e do
Supremo Tribunal Federal, que sempre consideraram possível o fracionamento do
julgamento do mérito, do qual decorreria a formação também fracionária da coisa
julgada e, consequentemente, o estabelecimento de prazos distintos para manejo de
rescisória contra cada um dos capítulos autônomos com que a resolução do objeto
litigioso se consumou.
Aliás, o dispositivo do art. 975, que unifica o prazo da ação rescisória, sem respeitar
a formação parcelada da res iudicata, padece de inconteste inconstitucionalidade. O
STF, analisando justamente a Súmula 401 do STJ, que serviu de base para a regra
do NCPC, abordou o seu conteúdo para, reconhecendo a natureza constitucional do
tema, reafirmar que, à luz da garantia do art. 5º, XXXVI, da CF, não é possível recusar
a formação de coisa julgada parcial, quando as questões de mérito se apresentem
como autônomas e independentes entre si, e foram submetidas a julgamento que
fracionadamente se tornaram definitivos em momentos processuais distintos.46
Entre os fundamentos do aresto do STF, merecem destaque os seguintes:
a) Precedente recente da Suprema Corte havia concluído pela executoriedade
imediata de capítulos autônomos de acórdão condenatório, reconhecendo o
respectivo trânsito em julgado, com exclusão apenas daqueles capítulos que
teriam sido objeto de embargos infringentes.47
b) O mesmo entendimento estaria contido nas Súmulas 354 (“em caso de
embargos infringentes parciais, é definitiva a parte da decisão embargada em
que não houve divergência na votação”) e 514 (“admite-se ação rescisória
contra sentença transitada em julgado, ainda que contra ele não se tenha
esgotado todos os recursos”).
c) O STF admite a coisa julgada progressiva, ante a recorribilidade parcial
prevista no processo civil.48
d) No plano constitucional, a coisa julgada, reconhecida no art. 5º, XXXVI,
da CF, como cláusula pétrea, constitui aquela que pode ocorrer de forma
progressiva, quando fragmentada a sentença em partes autônomas.
e) Ao ocorrer, em datas diversas, o trânsito em julgado de capítulos autônomos
da sentença ou do acórdão, ter-se-á a viabilidade de rescisórias distintas,
com fundamentos próprios. Em tal caso, a extensão da ação rescisória não
46
STF, 1ª T., RE 666.589/DF, Rel. Min. Marco Aurélio, ac. 25.03.2014, DJe, 03 jun. 2014.
47
STF, Pleno, AP 470-11ª QO/MG, Rel. Min. Joaquim Barbosa, ac. 13.11.2013, DJe, 19 fev. 2014.
48
CPC/1973: “Art. 505. A sentença pode ser impugnada no todo ou em parte” (NCPC, art. 1.002). CPC/1973:
“Art. 512. O julgamento proferido pelo tribunal substituirá a sentença ou a decisão recorrida no que tiver sido
objeto de recurso” (NCPC, art. 1.008, g.n.).
304 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 279-306, abr./jun. 2015
A ação rescisória no Novo Código de Processo Civil
seria dada pelo pedido, mas pela sentença, que comporia o pressuposto da
rescindibilidade.
f) O acórdão do STF, por fim, prestigiou a Súmula nº 100 do TST, cujo inciso
II dispõe que “havendo recurso parcial no processo principal, o trânsito em
julgado dá-se em momentos e em tribunais diferentes, contando-se o prazo
decadencial para a ação rescisória do trânsito em julgado de cada decisão,
salvo se o recurso tratar de preliminar ou prejudicial que possa tornar
insubsistente a decisão recorrida, hipótese em que flui a decadência a partir
do trânsito em julgado da decisão que julgar o recurso parcial”.
11 Contagem do prazo
Embora decadencial (e, por isso, fatal), o prazo para propor a rescisória não vence
durante férias forenses, recesso, feriados ou em dia em que não houver expediente,
como deixa claro o §1º do art. 975 do NCPC. Ocorrida a hipótese, o vencimento dar-
se-á no primeiro dia útil imediatamente subsequente à ultrapassagem do embaraço.
Outra novidade é a previsão do termo inicial diferenciado, estabelecido em
função da causa petendi:
A regra geral é contar-se o prazo da ação rescisória a partir da data do trânsito
em julgado (art. 975, caput).
No caso, porém, do inc. VII do art. 966, “o termo inicial do prazo será a data
de descoberta da prova nova”. Não se poderá, todavia, eternizar a possibilidade de
descobrir tal prova, porque isso fragilizaria, excessivamente, a segurança jurídica
que é a base da garantia constitucional prestada à coisa julgada. À vista disso, o
dispositivo que permite contar o prazo da rescisória a partir da descoberta da prova
nova estabelece o prazo máximo para que a ação seja proposta, que é o de cinco anos,
contados do trânsito em julgado (art. 975, §2º). Atingido esse marco, encontrada ou
não a prova nova, consumada estará a caducidade do direito potestativo de propor a
ação rescisória.
Outra regra especial é a que, na hipótese de rescisória baseada em simulação
ou colusão das partes, prevê a contagem do prazo em cogitação a partir do momento
em que se tem ciência da fraude. Mas essa alteração do dies a quo aplica-se apenas
ao terceiro prejudicado, e ao Ministério Público, quando não tenha intervindo no
processo (art. 975, §3º). Àquele que figurou como parte ou interveniente no feito
em que se pronunciou a decisão rescindenda (inclusive o MP) não se estende a
contagem privilegiada.
A lei nova não repetiu, no §3º, a estipulação de prazo máximo, tal como havia
feito no §2º, relativamente à descoberta da prova nova. A razão de deixar aberto
ilimitadamente o prazo para a rescisória, enquanto os estranhos ao processo não
têm ciência da simulação ou da colusão para fraudar a lei, prende-se à circunstância
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 279-306, abr./jun. 2015 305
Humberto Theodoro Júnior
de se deparar com atos contaminados por nulidade e não apenas por anulabilidade
(Código Civil, arts. 166, VI e 167), agravados ainda, pelos reflexos nocivos produzidos
para além dos interesses dos sujeitos da relação processual.
Belo Horizonte, 31 de março de 2015
306 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 279-306, abr./jun. 2015
Ativismo judicial na tutela jurisdicional
diferenciada
Introdução
O advento do novo Código de Processo Civil suscita numerosos debates
doutrinários a respeito dos poderes do juiz na direção e instrução do processo.
Sem analisar, em profundidade, as vertentes que se formaram a respeito do
tema, é possível afirmar-se que os autores pátrios se inclinam, majoritariamente, no
sentido de conferir ao magistrado o papel de protagonista principal do processo, e
não o de simples convidado de piedra.1
Daí, porém, a conceder-lhe poderes de investigação ou a considerá-lo “dono do
processo”2 vai uma distância abissal.
Com efeito, o processo deve ser visto como um sistema, ou seja, um conjunto
orgânico de elementos, e não a simples reunião ou soma deles. Como todo sistema,
possui alguns atributos dentre os quais sobrelevam a unidade, a organização e a harmonia.
Posto que doutrina autorizada atribua ao juiz a função de diretor material do
processo,3 tal condição não lhe confere poderes ilimitados no exercício da atividade
jurisdicional. Assim, por exemplo, ao juiz não é dado decidir com base em suas
impressões pessoais, nem escorar-se em elementos estranhos ao processo,
1
Expressão utilizada por Santiago SentísMelendo (La prueba. Buenos Aires: EJEA, 1978. p. 323).
2
Maria Elizabeth de Castro Lopes é categórica ao assinalar que o juiz não é “dono do processo (dominus pro-
cessi), pois este é um instrumento público”. Ressalta, também, que ele “não é investigador, pois tal função
pode comprometer psicologicamente o ato de julgar” (O juiz e o princípio dispositivo. São Paulo: Revista dos
Tribunais, 2006. p. 152).
3
Assim, CAPPELLETTI (La oralidade y las pruebas en el processo civil. Trad. Santiago SentísMelendo. Buenos
Aires: EJEA, 1972. p. 124).
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 307-315, abr./jun. 2015 307
João Batista Lopes
Cf. COUTURE, Eduardo J. Fundamentos del derecho procesal civil. Buenos Aires: Depalma, 1972. p. 151,
4
e CAPPELLETTI, Mauro. Proceso, ideologías, sociedad. Trad. Santiago SentísMelendo e Tomás A. Banzhaf.
Buenos Aires: EJEA, 1974. p. 523.
308 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 307-315, abr./jun. 2015
Ativismo judicial na tutela jurisdicional diferenciada
Com efeito, o que importa é a preservação do devido processo legal (rectius, devido
processo constitucional), de modo que não se vê inconveniente na utilização do adjetivo
ativista para indicar o juiz dinâmico e preocupado com a efetividade do processo.
O debate acerca do ativismo ganha especial relevo em matéria probatória, mas
também se reveste de importância em tema de tutela jurisdicional diferenciada, como
veremos adiante.
5
Cf. CUNHA, Antônio Geraldo da. Dicionário Etimológico Nova Fronteira. Rio de Janeiro: Nova Fronteira, 1986.
p. 448.
6
RAMOS, Glauco Gumerato. Ativismo e garantismo no processo civil. Apresentação do debate (texto disponível
no Google, p. 14).
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 307-315, abr./jun. 2015 309
João Batista Lopes
310 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 307-315, abr./jun. 2015
Ativismo judicial na tutela jurisdicional diferenciada
tanto nas obrigações de fazer como nas de não fazer, seja para evitar a
ocorrência do ilícito, seja para impedir sua continuação.
Breve consulta à jurisprudência demonstra a ampla utilidade da tutela inibitória. Assim, a providência tem
8
sido adotada em várias hipóteses entre as quais: a) contra o descumprimento de ordem judicial para exclusão
do nome do devedor do cadastro de inadimplentes (v.g., TJSP-Agr. Instr. 0154707-72-2013.8.26.0000 – 4ª
Câmara de Direito Privado – Rel. Des. Teixeira Leite, j. 17.10.2013; desrespeito a determinação judicial
para realização de cirurgia (TJSP-Agr.2057/74-45.2014.8.26.0000 – 4ª Câm.de Direito Privado – Rel. Fábio
Quadros – j. 26.06.2014) ou para cessar utilização de som mecânico e ao vivo sem isolamento acústico (TJPR
-Agr. Instr. 66.1140300-0 – 4ª Câm. Civel – Rel. Des. Guido Döbeli – j. 20.05.2014); mandado para entrega
de móveis sob pena de multa (TJSP-Agr. Instr. 2063877-26.2013.8.26 – 29ª Câm. de Direito Privado – Rel.
Des. Francisco Thomaz – j. 09.04.2014) ou para abstenção de desconto em folha de empréstimo bancário
(TJPR-Agr. Instr. 48.1215053-9 – 16ª Câm. Cível – Rel. Des. Gilberto Ferreira – j. 26.05.2014).
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 307-315, abr./jun. 2015 311
João Batista Lopes
ofensa ao direito, donde se conclui que, mesmo na ausência de texto legal expresso,
a proteção constitucional existe e ao juiz são conferidos poderes para tornar concreta
essa proteção. Assim: a) para impedir que a demora na prestação jurisdicional faça
perecer o direito ou comprometer seu pleno exercício, o sistema indica a tutela cautelar;
b) para obtenção de efeitos práticos do provimento antes do exame do mérito, a tutela
antecipada;c) para hipótese de o credor estar munido de prova escrita que não constitua
título executivo, a tutela monitória; d) para hipótese de pedido lastreado em prova
documental segura, a que o réu não oponha impugnação séria, a tutela de evidência;e)
para impedir a ocorrência do ilícito ou obstar seu prosseguimento, a tutela inibitória.
O poder conferido ao juiz na tutela jurisdicional diferenciada não se confunde
com discricionariedade, pelo menos no sentido que esse termo é empregado no
Direito Administrativo.
A doutrina tradicional conceitua o ato discricionário como aquele em que há
liberdade de escolha por parte do administrador segundo alguns critérios como a
conveniência e a oportunidade.9
Concepção mais recente inclina-se no sentido de que, na discricionariedade,
há certa margem de liberdade conferida ao administrador para escolher um dos
comportamentos possíveis segundo critérios de razoabilidade para atender à
finalidade da lei.10
Importa ressaltar que essa margem de liberdade tem diminuído na medida em
que são aprovadas e aplicadas políticas públicas que têm de ser respeitadas pelo
administrador.
É inquestionável, porém, que no plano judicial a liberdade de atuação é menor
que no administrativo. Por exemplo, o Secretário da Educação pode optar pelo
emprego de verba para reforma de uma escola em lugar de construir uma nova. Já o
juiz, ao apreciar um pedido de liminar, não pode fugir da observância dos requisitos
exigidos para sua concessão (por exemplo, o fumus boni iuris e o periculum in mora
na tutela cautelar). Presentes os requisitos legais, não há espaço para opção do juiz,
que tem o dever de deferir a medida.
Igual raciocínio se faz em outra modalidade de tutela diferenciada, a tutela inibitória.
Desde que demonstrada a iminência da prática de um ilícito (independentemente de prova
do dano), o juiz não terá possibilidade de optar pela concessão, ou não, da providência.
9
Assim, Hely Lopes Meirelles: “Atos discricionários são os que a Administração pode praticar com liberdade de
escolha de seu conteúdo, de seu destinatário, de sua conveniência, de sua oportunidade e do modo de sua
realização" (Direito administrativo brasileiro. 8. ed. São Paulo: Revista dos Tribunais, 1981. p. 143).
10
Celso Antonio Bandeira de Mello escreve: “Discricionariedade é a margem de liberdade que remanesça ao
administrador para eleger, segundo critérios consistentes de razoabilidade, um, dentre pelo menos dois com-
portamentos cabíveis perante cada caso, a fim de cumprir o dever de adotar a solução mais adequada à
satisfação da finalidade da lei, quando por força da fluidez das expressões da lei ou da liberdade conferida no
mandamento dela não se possa extrair objetivamente uma solução unívoca para a situação vertente” (Direito
administrativo brasileiro.11. ed. São Paulo: Malheiros, 1999. p. 641-642).
312 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 307-315, abr./jun. 2015
Ativismo judicial na tutela jurisdicional diferenciada
11
O clássico FERRARA assinala: “O texto da lei não é mais do que um complexo de palavras escritas que servem
para uma manifestação de vontade, a casca exterior que encerra um pensamento, o corpo de um conteúdo
espiritual.
A lei, porém, não se identifica com a letra da lei. Esta é apenas um meio de comunicação.
[...] A missão do intérprete é justamente descobrir o conteúdo real da norma jurídica, determinar em toda a
plenitude o seu valor, penetrar o mais que é possível (como diz Windscheid) na alma do legislador, reconstruir
o pensamento legislativo.
Só assim a lei realiza toda a sua força de expansão e representa na vida social uma verdadeira força normati-
va”. (Interpretação e aplicação das leis. 3. ed. Trad. de Manuel Domingues de Andrade. 1978. p.127/128.
12
RASELLI. Alessandro. Studi sul potere discrezionale del giudice civile. Milão: Giuffrè, 1975. p. 263. No Brasil,
Barbosa Moreira defendeu a tese em clássico estudo apontando como exemplos o modo de pagamento da
pensão alimentar e a fixação do rumo de passagem em favor do prédio encravado (cf. Regras de experiência
e conceitos juridicamente indeterminados. Rio de Janeiro: Revista Forense, 261/15). No mesmo diapasão
Eduardo Melo de Mesquita: “Na discricionariedade há uma prerrogativa, mercê do ‘espaço livre’ destinado ao
aplicador da norma, para que pronuncie o direito sem exorbitar desse intervalo, nem extrapolar os limites do
razoável, do exigível, do adequado, do proporcional. Dentro dos quais a adjudicação do poder fora outorgada”
(Tutelas cautelar e antecipada. São Paulo: Revista dos Tribunais, 2002, p. 342).
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 307-315, abr./jun. 2015 313
João Batista Lopes
3 Conclusões
O processo deve ser visto como um sistema, ou seja, um conjunto orgânico de
elementos, e não a simples reunião ou soma deles.
Posto que doutrina autorizada atribua ao juiz a função de diretor material do
processo, tal condição não lhe confere poderes ilimitados no exercício da atividade
jurisdicional.
É necessário pôr em relevo os limites do processo que, ao revés do que
sustentam alguns, não tem o condão de garantir o acesso à ordem jurídica justa,
mas apenas à ordem jurídica tout court.
Não obstante a ausência de disposição legal expressa, deve ser admitida a
tutela inibitória, tanto nas obrigações de não fazer como nas obrigações de fazer, seja
para evitar a ocorrência do ilícito, seja para impedir sua continuação.
Não se deve superestimar as garantias constitucionais a ponto de sacrificar as
normas da legislação infraconstitucional que rege o processo.
A tutela jurisdicional, do mesmo modo que a tutela comum, tem como
fundamento a necessidade ou utilidade do provimento para resolver situação de crise
do direito material, razão por que, preenchido esse requisito, não sobra para o juiz
margem de liberdade para optar por solução que não seja o deferimento do pedido.
Não há que se falar, assim, em discricionariedade na tutela jurisdicional diferenciada.
Referências
BANDEIRA DE MELLO, Celso Antonio. Direito administrativo brasileiro. 11. ed. São Paulo: Malheiros,
1999.
BARBOSA MOREIRA, José Carlos. Regras de experiência e conceitos juridicamente indeterminados.
Rio de Janeiro: Revista Forense 261/15.
BEDAQUE, José Roberto dos Santos. Efetividade do processo e técnica processual. São Paulo:
Malheiros, 2007.
CAPPELLETTI, Mauro. Proceso, ideologías, sociedad. Trad. Santiago SentísMelendo e Tomás A.
Banzhaf. Buenos Aires: EJEA, 1974.
CAPPELLETTI, Mauro. La oralidade y las pruebas en el processo civil. Trad. Santiago SentísMelendo.
Buenos Aires: EJEA, 1972.
Entre outros, WAMBIER, Teresa Arruda Alvim. Omissão judicial e embargos de declaração. São Paulo: Revista
13
dos Tribunais, 2005, p. 361/362. BEDAQUE, José Roberto dos Santos. Efetividade do processo e técnica pro-
cessual. São Paulo: Malheiros, 2007, p. 108-109 e LEITE. Luciano Ferreira. Interpretação e discricionariedade.
São Paulo: RCS Editora Ltda., 2006. p. 82/162.
314 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 307-315, abr./jun. 2015
Ativismo judicial na tutela jurisdicional diferenciada
COUTURE, Eduardo J. Fundamentos del derecho procesal civil. Buenos Aires: Depalma, 1972.
CUNHA, Antônio Geraldo da. Dicionário Etimológico Nova Fronteira. Rio de Janeiro: Nova Fronteira, 1986.
FERRARA, Francesco. Interpretação e aplicação das leis. 3. ed. Trad. de Manuel Domingues de
Andrade, 1978.
RAMOS, Glauco Gumerato. Ativismo e garantismo no processo civil. Apresentação do debate. Texto
disponível no Google.
LEITE. Luciano Ferreira. Interpretação e discricionariedade. São Paulo: RCS Editora Ltda., 2006.
LOPES, João Batista. Curso de direito processual civil. São Paulo: Atlas, 2005. v. I.
LOPES, Maria Elizabeth de Castro. O juiz e o princípio dispositivo. São Paulo: Revista dos Tribunais,
2006.
MEIRELLES, Helly Lopes. Direito administrativo brasileiro. 8. ed. São Paulo: Revista dos Tribunais,
1981.
MELENDO, Santiago Sentís. La prueba. Buenos Aires: EJEA, 1978.
MESQUITA, Eduardo Melo de. Tutelas cautelar e antecipada. São Paulo: Revista dos Tribunais, 2002.
RASELLI. Alessandro. Studi sul potere discrezionale del giudice civile. Milão: Giuffrè, 1975.
WAMBIER, Teresa Arruda Alvim. Omissão judicial e embargos de declaração. São Paulo: Revista dos
Tribunais, 2005.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 307-315, abr./jun. 2015 315
Limitaciones al derecho de defensa
en el proceso sumarísimo del código
procesal civil peruano
Sumario: 1 Concepto y razón de ser de los procesos sumarios – 2 Características de todo proceso sumario
– 3 Naturaleza de los procesos sumarios – 4 Limitaciones en los procesos sumarios – 5 Limitaciones en
el proceso sumarísimo del código procesal civil peruano – 6 Conclusiones
1
CABANELLAS, Guillermo. Diccionario Enciclopédico de derecho usual: Tomo VII, 15ª edición, Editorial Heliasta
S.R.L., Buenos Aires, 1982. p. 567.
2
DICCIONARIO JURÍDICO MEXICANO. Instituto de Investigaciones Jurídicas, 8ª edición, Editorial. Porrúa S.A.
1872. p. 195.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 317-337, abr./jun. 2015 317
José Alfredo Lovón Sánchez
Idem. p. 485.
4
318 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 317-337, abr./jun. 2015
Limitaciones al derecho de defensa en el proceso sumarísimo del código procesal civil peruano
CONTRERAS CAMPOS, Elmer E. La inconstitucionalidad del proceso sumarísimo del Código Procesal Civil pe-
5
ruano, hacia una teoría general de los procesos sumarios. Revista Cathedra, año VI, Nro. 10, Lima 2003. p.
372-373.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 317-337, abr./jun. 2015 319
José Alfredo Lovón Sánchez
desposesión del demandante por actos del demandado y la época en que se realizaron
los hechos. Como los medios probatorios deben estar dirigidos a acreditar sólo tales
alegaciones, la cognición ha sido limitada.
Aquellos que definen a los procesos sumarísimos como producto de la
indeterminación procesal:
El profesor italiano Andrea Proto Pisan es el jurista que sostiene esta posición.
Para este autor los procesos sumarios son aquellos en los que el legislador no ha
regulado de manera expresa el procedimiento, sino que ha dejado a la discrecionalidad
del juzgador la formación del iter procesal, de acuerdo a las exigencias del caso
materia de litis.
Los procesos sumarios en Italia tienen como característica peculiar la
indeterminación (a diferencia de España y Perú), los procedimientos son dejados a
criterio del juez. El legislador no ha regulado la estructura de los procesos sumarios,
ni la actividad de las partes ni la del juez, ante esta indeterminación, es el juez quién
asume la dirección del proceso. La indeterminación procedimental está dirigida a
abreviar la resolución del conflicto.
Aquellos que definen a los procesos sumarios como procesos con cognición
incompleta debido a la limitación de las alegaciones o por la brevedad del procedimiento:
El profesor Giuliano Scarselli reconoce que la cognición incompleta en los
procesos sumarios se origina de dos formas: la primera, cuando el legislador de
manera conciente restringe el número de alegaciones que pueden oponerse durante
el proceso (p.e., el juicio ejecutivo). La segunda variante de los procesos sumarios
se origina por la brevedad del procedimiento; la reducción de los plazos ocasiona que
las partes, en algunos casos, no puedan presentar todos los medios probatorios que
crean que acrediten su derecho.
Como por ejemplo de este proceso sumario, Scarselli ha tomado a la famosa
Clementina Saepe Contingit.
320 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 317-337, abr./jun. 2015
Limitaciones al derecho de defensa en el proceso sumarísimo del código procesal civil peruano
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José Alfredo Lovón Sánchez
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Limitaciones al derecho de defensa en el proceso sumarísimo del código procesal civil peruano
ESCRIBANO, C. Demanda, Reconvención y Hechos Nuevos, Ghersi Editor, 2ª edición, Buenos Aires. p. 123.
6
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 317-337, abr./jun. 2015 323
José Alfredo Lovón Sánchez
El mismo autor indica que en el siguiente supuesto, los hechos mencionados por
la otra parte al contestar la demanda son frecuentes. El demandado, al contestar la
demanda, acompañará junto a su alegaciones otros medios probatorios que permitan
probar su derecho, pero el demandante está imposibilitado de ofrecer nuevas pruebas.
Esto afecta su actividad probatoria y le causa indefensión. Ejemplo: Juan y Pedro
son comerciantes y, como tal, realizan múltiples transacciones, hasta que surge un
conflicto entre ellos. Juan demanda a Pedro por el pago de 5 000 nuevos soles
acreditando su derecho con un contrato de mutuo. Al contestar la demanda, Pedro
acepta la deuda de 5 000 nuevos soles, pero señala que no le paga a Juan porque
éste le debe la suma de 6000 nuevos soles en virtud de un contrato de compraventa,
acreditando su derecho con el documento respectivo el instituto que alega Pedro para
no pagar la deuda es la compensación.
Este proceso, por la cuantía, se tramitará conforme al proceso sumarísimo,
donde se prohíbe los medios probatorios extemporáneos, y como las pruebas dirigidas
a probar los hechos alegados en la contestación de la demanda se consideran medios
probatorios extemporáneos, Juan ya no tendrá derecho a ofrecer nuevas pruebas.
Imaginemos que Juan ya hubiera pagado 5 500 nuevos soles, e incluso, tuviera
los recibos; ya no se le admitirá estos medios probatorios por ser extemporáneos.
En conclusión, la prohibición a ofrecer medios probatorios extemporáneos, es
una forma más de limitar la posibilidad de proponer los medios de prueba, derecho
que se encuentra protegido por la garantía de defensa procesal.8
A continuación se transcriben los artículos 428º, 429º y 440º del C.P.C.:
CONTRERAS CAMPOS, Elmer E. La inconstitucionalidad del proceso sumarísimo del Código Procesal Civil
8
peruano. En Revista Cathedra Espíritu del Derecho, revista de los estudiantes de derecho de la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos, año VI, Nro. 10, Lima 2003. p. 380.
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Limitaciones al derecho de defensa en el proceso sumarísimo del código procesal civil peruano
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326 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 317-337, abr./jun. 2015
Limitaciones al derecho de defensa en el proceso sumarísimo del código procesal civil peruano
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 317-337, abr./jun. 2015 327
José Alfredo Lovón Sánchez
La reconvención
Es el derecho que asiste a la parte demandada para que pueda en el mismo
proceso en que ha sido demandado, interponer su propia demanda y que sea
tramitada conjuntamente con la demanda originaria. Es previsible que la tramitación
conjunta de las dos pretensiones pueda generar un proceso más complejo y por
tanto más lato. Si el demandado puede, perfectamente, interponer su demanda en
proceso independiente, no nos parece desacertado que el legislador haya optado
Expediente judicial Nº 2003-0774, tramitado ante el Primer Juzgado de Paz Letrado de Arequipa.
11
Institución del Estado peruano administradora de los tributos y encargada también de otorgar autorizaciones
12
328 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 317-337, abr./jun. 2015
Limitaciones al derecho de defensa en el proceso sumarísimo del código procesal civil peruano
Idem. p. 379.
13
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 317-337, abr./jun. 2015 329
José Alfredo Lovón Sánchez
el proceso sumarísimo está regulado como un proceso que causa indefensión, pues
los plazos que otorga para incorporar los medios probatorios son muy breves.
En los procesos sumarísimos existen, además, una serie de limitaciones
expresadas en cada una de las materias reguladas. Por ejemplo, si el desalojo se
sustenta en la causal de falta de pago o vencimiento del plazo, sólo son admisibles
como medios probatorios el documento, la declaración de parte y la pericia, ¿Por
qué? Porque el legislador, haciendo una valoración abstracta considera que el pago
solo se puede probar a través de tales medios probatorios. Sin embargo no existe
ninguna razón por la cual, debe excluirse a priori los demás medios probatorios. Esta
circunstancia constituye una violación flagrante del derecho de tutela judicial, pues se
le cierra la puerta a una de las partes de poder alegar y probar lo que le favorezca con
las pruebas pertinentes, que juzgue convenientes.
Así como sucede esto en el proceso de desalojo, existen otros procesos como
las tercerías, en las que el demandante debe probar su derecho con documento
público o privado pero de fecha cierta, y ningún otro medio probatorio es admisible.
Estos son otros casos de restricciones en el proceso sumarísimo.
5.4 En la sentencia
El plazo para expedir la sentencia establecido por el legislador de diez días es
demasiado corto, tanto así que en la realidad nunca se cumple. Debería establecerse
un plazo mayor, que sea más razonable para que el juez pueda juzgar adecuadamente
cada caso, y para que se pueda cumplir en la realidad.
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Limitaciones al derecho de defensa en el proceso sumarísimo del código procesal civil peruano
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José Alfredo Lovón Sánchez
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Limitaciones al derecho de defensa en el proceso sumarísimo del código procesal civil peruano
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José Alfredo Lovón Sánchez
Según el Dr. Remigio Pino Carpio,16 las situaciones que debían concurrir concurrir
para que proceda la contradicción, eran las siguientes:
- La contradicción de una sentencia sólo está expedita para que se vuelva a
debatir la parte sustantiva, esto es, la causa jurídica por la que ha habido
necesidad de iniciarse el juicio, y que por deficiencia de la prueba o porque
el juicio se siguió en rebeldía del demandado, la pretensión de éste no ha
podido alcanzar un fallo justo;
- No está expedita la contradicción por ninguna irregularidad procesal, porque
si éstas no se corrigen, oportunamente, dentro del mismo juicio, quedan
convalidadas; salvo el caso de una nulidad absoluta, que dará lugar a que
se anule todo los actuado ya sea de oficio, o a solicitud de parte en el
mismo proceso o en vía incidental, mientras las sentencia no haya quedado
consentida.
PINO CARPIO, Remigio. Nociones del Derecho Procesal y Comento del Código de Procedimientos Civiles, tomo
16
334 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 317-337, abr./jun. 2015
Limitaciones al derecho de defensa en el proceso sumarísimo del código procesal civil peruano
17
Idem. p. 9.
18
Enciclopedia Jurídica Omeba. Tomo IV. Bibliografía Omeba. Argentina, 1984. p. 971.
19
QUINTERO, Beatriz y PRIETO, Eugenio. Teoría general del Proceso. Tercera Edición. Editorial Temis S.A. Bogotá-
Colombia. 2000. p. 503.
20
GIMENO SENDRA, Vicente, MORENO CATENA, Víctor y CORTÉS DOMÍNGUEZ, Valentín. Derecho Procesal Civil.
Editorial Colex. Madrid., 1996. p. 313.
21
Idem. p. 313.
22
ALSINA, Hugo. Tratado Teórico Práctico de Derecho Procesal civil y Comercial. Tomo IV. Ediar S.A. Editore.
Buenos Aires, 1961. p. 124-125.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 317-337, abr./jun. 2015 335
José Alfredo Lovón Sánchez
material, pero no a la inversa, porque la cosa juzgada material tiene como presupuesto
a la cosa juzgada formal. Por ejemplo, la sentencia dictada en juicio ejecutivo tiene
fuerza de cosa juzgada formal y permite su ejecución, pero carece de fuerza de
cosa juzgada material, porque queda a salvo al vencido el derecho a promover juicio
ordinario para obtener su modificación; y lo mismo ocurre en los juicios sumarios
en general. Por el contrario, la sentencia dictada en juicio ordinario produce cosa
juzgada material, porque supone la inadmisibilidad de todo recurso, y tiene como
consecuencia la imposibilidad de modificar la decisión”.
El actual Código Procesal Civil de 1993 no contempla un proceso de contradicción
de sentencia, por lo tanto las sentencias recaídas en juicios ejecutivos y sumarísimos
no pueden ser contradichas o revisadas en ningún proceso ulterior. Las partes que se
vean afectadas por una sentencia que los agravia, no pueden recurrir de la misma en
un proceso amplio de contradicción, a pesar que en los procesos sumarísimos, como
hemos analizado durante este trabajo, sus plazos son muy breves además de las
otras limitaciones ya expuestas y no permiten acreditar en muchos casos, en forma
fehaciente, las pretensiones de los justiciables, de manera que cause convicción en
el juez al momento de sentenciar.
Si en un proceso sumario la prueba ha sido deficiente porque este procedimiento no
permite otras pruebas que no sean de actuación inmediata o porque no se puede ofrecer
pruebas sobre hechos que surgieron después de la postulación al proceso ni siquiera en
segunda instancia, ¿no estaríamos frente a un caso que amerita la necesidad de debatir
la parte sustantiva de un proceso en otro proceso contradictorio y amplio para debatir los
hechos que causan agravio para una de las partes? Creemos que sí.
Ahora, ¿qué motivaciones tuvo el legislador del Código para suprimir este
proceso? Las desconocemos. Por lo pronto, sólo nos queda recordar el concepto de
este tipo de proceso que nos dice que “la necesidad de llegar a una decisión rápida
en atención a la índole misma del litigio, impone el conocimiento limitado por parte
del juez y restringe la procedencia de los medios de prueba, sin perjuicio de que la
cuestión de fondo pueda ser examinada en plenitud en juicio distinto”, y esto no
sucede en el Código Procesal peruano, limitando una vez más el derecho de defensa
de las partes y por eso, también una vez más, consideramos que es inconstitucional.
6 Conclusiones
Las conclusiones preliminares del presente capítulo son las siguientes:
Primera: Los plazos legales excesivamente cortos impiden al demandado
preparar la contestación a la demanda, además de interponer tachas, oposiciones,
excepciones y defensas previas, de manera tal que tenga la oportunidad de
contradecir con amplitud suficiente en un plazo razonable los hechos alegados por
el demandante; consecuentemente los plazos muy breves vulneran el derecho a la
tutela judicial efectiva, al debido proceso y al derecho de defensa.
336 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 317-337, abr./jun. 2015
Limitaciones al derecho de defensa en el proceso sumarísimo del código procesal civil peruano
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 317-337, abr./jun. 2015 337
O “bom litigante” – Riscos da
moralização do processo pelo dever de
cooperação do novo CPC
Lúcio Delfino
Pós-Doutor em Direito pela Universidade do Vale do Rio dos Sinos (UNISINOS). Doutor em
Direito pela Pontifícia Universidade Católica de São Paulo. Membro do Instituto Brasileiro
de Direito Processual. Membro do Instituto Pan-Americano de Direito Processual. Diretor da
Revista Brasileira de Direito Processual. Professor universitário. Advogado.
Resumo: Discute-se a positivação do dever da cooperação no art. 6º do novo Código de Processo Civil.
Numa abordagem fenomenológica, objetiva-se criticar sua apropriação moralista do contraditório substancial,
com prejuízo da autonomia do Direito. Procede-se historiando o debate em torno da categoria cooperação e
comparando o pan-principialismo ao fechamento da discricionariedade judicial pelo devido processo. Ao final,
verifica-se a necessidade de dimensionar a eficácia do dispositivo, restringindo sua aplicabilidade ao juiz.
Palavras-chave: Cooperação. Novo Código de Processo Civil. Pan-principiologismo.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 339-354, abr./jun. 2015 339
Lenio Luiz Streck, Lúcio Delfino, Rafael Giorgio Dalla Barba, Ziel Ferreira Lopes
1 Introdução
É hoje lugar-comum em escritos doutrinários a tratativa entusiasta da cooperação
processual, cuja suposta matriz basilar seria o contraditório em sua feição substancial,
que, para além do binômio informação-reação, revela um “direito de influência” na
construção dos provimentos jurisdicionais. Percebeu-se que, em uma democracia, a
efetiva participação de todos os sujeitos que operam no âmbito processual é inexorável,
sobretudo a daqueles que experimentarão as consequências das respostas ofertadas
por juízes não eleitos e cujo cargo lhes foi entregue via concurso público. Elementar
isso. De há muito deveríamos ter dado adeus ao solipsismo.
Mais do que isso, é inerente ao contraditório um vigor democrático que eleva
sobremaneira a sua função de controlar a jurisdição: a imperatividade proveniente
da norma constitucional constrange o juiz a curvar-se diante dela, a respeitar seu
conteúdo, a observá-la em atenção aos seus novos matizes, o que em última análise
quer significar mais segurança jurídica, transparência e previsibilidade, garantia
no sentido de que se encontra vedada a produção de decisões em desatenção à
dialética processual.
O contraditório é um tributo à liberdade das partes no processo — exercitada
nos limites da lei, obviamente —, um coringa que lhes avaliza a autoridade do
seu discurso, do seu labor argumentativo e probatório em prol de seus interesses
pessoais, certificação de que a decisão judicial seguirá rumo previsível, alheio à
surpresa e a raciocínios solipsistas. É um direito em favor dos litigantes contra o
arbítrio estatal. Em outros termos: o contraditório traduz-se em direito fundamental e,
deste modo, sua observância (= dever de cumprimento, de respeito) cumpre ao juiz,
que representa o Estado no âmbito do processo judicial.
Feito o introito, cabe indagar: o que é isto — a cooperação processual? Estando
a resposta no arranjo previsto no novo CPC, o que se pode dizer, com segurança,
é que se trata de algo que não se encaixa bem com o que diz a Constituição e sua
principiologia. Insistimos: cooperação não é princípio. Posto no novo CPC, o art. 6º
diz que “todos os sujeitos do processo devem cooperar entre si para que se obtenha,
em tempo razoável, decisão de mérito justa e efetiva”. Sugere o dispositivo, numa
primeira leitura, que a obtenção de decisões justas, efetivas e em tempo razoável
— diretrizes relacionadas umbilicalmente com o que está previsto nos incisos XXXV
e LXXVIII do artigo 5º da Constituição — não seria propriamente direito dos cidadãos
brasileiros e estrangeiros residentes no país, mas também deveres a eles impostos.
É o legislador, de modo sutil, depositando sobre as costas do jurisdicionado parcela
imprevisível do peso da responsabilidade que compete ao Estado por determinação
constitucional. Uma “katchanga” processual. Você quer uma decisão justa, efetiva e
tempestiva? Então, caro utente, para o fim de consegui-la deverá cooperar com o juiz
e, sobretudo, com a contraparte, e esperar igual cooperação de ambos.
340 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 339-354, abr./jun. 2015
O “bom litigante” – Riscos da moralização do processo pelo dever de cooperação do novo CPC
1
HEIDEGGER, Martin. Tempo e ser. Trad. de Ernildo Stein. In: Conferências e escritos filosóficos. São Paulo:
Nova Cultural, 1996. (Coleção Os Pensadores).
2
CUNHA, Leonardo José Carneiro. O processo civil no Estado constitucional e os fundamentos do Projeto do
Novo Código de Processo Civil Brasileiro. Revista de Processo, São Paulo: RT, v. 209, jul., 2012. Disponível
em: <www.idb-fdul.com/uploaded/files/2013_09_09293_09327.pdf>. Acesso em: 15 dez. 2014.
3
TARUFFO, Michelle. Uma simples verdade: o juiz e a construção dos fatos. São Paulo: Marcial Pons, 2012. p.
65-66 e 199.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 339-354, abr./jun. 2015 341
Lenio Luiz Streck, Lúcio Delfino, Rafael Giorgio Dalla Barba, Ziel Ferreira Lopes
4
DELFINO, Lúcio; ROSSI, Fernando F. Juiz contraditor? Revista Brasileira de Direito Processual. ano 15, n. 59,
jul./set., Belo Horizonte: Fórum, 2007.
5
SOUSA, Miguel Teixeira de. Estudos sobre o novo processo civil. 2. ed. Lisboa: Lex, 1997. p. 67.
342 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 339-354, abr./jun. 2015
O “bom litigante” – Riscos da moralização do processo pelo dever de cooperação do novo CPC
6
STRECK, Lenio Luiz; MOTTA, Francisco José Borges. Um debate com (e sobre) o formalismo-valorativo de
Daniel Mitidiero, ou “colaboração no processo civil” é um princípio? Revista de Processo, v. 213, São Paulo:
RT, 2012. p. 13.
7
OLIVEIRA, Carlos Alberto Alvaro de. O formalismo-valorativo no confronto com o formalismo excessivo. Revista
da Ajuris, Porto Alegre, n. 104, 2006. p. 55/57.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 339-354, abr./jun. 2015 343
Lenio Luiz Streck, Lúcio Delfino, Rafael Giorgio Dalla Barba, Ziel Ferreira Lopes
Nesse viés, a forma teria a tarefa de indicar “as fronteiras para o início e o
fim do processo, circunscrever o material a ser formado, e estabelecer dentro de
quais limites devem cooperar e agir as pessoas atuantes no processo para o seu
desenvolvimento”, trazendo a noção de previsibilidade a todo o procedimento. Assim,
seria a forma que impediria que a realização do procedimento fique deixada ao
simples arbítrio do juiz, servindo como controle aos “[...] eventuais excessos de uma
parte em face da outra, atuando por conseguinte como poderoso fator de igualação
(pelo menos formal) dos contendores entre si”.8
Todavia, nessa linha teórica o formalismo e o próprio processo seriam direcio
nados a um telos, a uma finalidade que são os valores histórica e culturalmente
situados. Nesse sentido, o processo refletiria “[...] toda uma cultura”, constituindo-se
na expressão “das concepções sociais, éticas, econômicas, políticas, ideológicas e
jurídicas, subjacentes à determinada sociedade e a ela características, e inclusive de
utopias”.9 Desse arcabouço teórico é que emergem os fundamentos do formalismo-
valorativo e da proposta do “princípio da cooperação processual”.
Trabalhando nesse marco teórico legado por Alvaro de Oliveira, Daniel Mitidiero
tentaria uma refundação de toda a processualística cível (depois do que denomina de
processos isonômico e assimétrico), sob o princípio da cooperação:
8
OLIVEIRA, Carlos Alberto Alvaro de. O formalismo-valorativo no confronto com o formalismo excessivo. Revista
da Ajuris, Porto Alegre, n. 104, 2006. p. 57.
9
OLIVEIRA, Carlos Alberto Alvaro de. O formalismo-valorativo no confronto com o formalismo excessivo. Revista
da Ajuris, Porto Alegre, n. 104, 2006. p. 59.
10
MITIDIERO, Daniel. Bases para a construção de um processo civil cooperativo: o direito processual civil no
marco teórico do formalismo valorativo (Tese de doutorado). Porto Alegre: Universidade Federal do Rio Grande
do Sul, 2007. Disponível em: <http://www.lume.ufrgs.br/bitstream/han dle/10183/13221/00064277
3.pdf?...1>. Acesso em: 10 ago. 2014. p. 11-12.
11
STRECK, Lenio Luiz. Verdade e consenso: Constituição, hermenêutica e teorias discursivas. 4 ed. São Paulo:
Saraiva, 2011. p. 528.
344 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 339-354, abr./jun. 2015
O “bom litigante” – Riscos da moralização do processo pelo dever de cooperação do novo CPC
era: “e se as partes não quiserem cooperar com o Estado? O cidadão tem o dever
de cooperar com sua parte adversa? Em que condições um standard normativo
desse teor pode efetivamente ser aplicado em um Estado Constitucional? E ainda,
haverá sanções no caso de não cooperação?”. Evidentemente, se princípios são
normas, isto é, se são enunciados normativos que prescrevem condutas, não podem
simplesmente fazer sugestões para que as partes cooperem processualmente.
A “cooperação processual” não é um princípio; não está dotada de densidade
normativa; as regras que tratam dos procedimentos processuais não adquirem
espessura ontológica face à incidência desses standard. Dito de outro modo, a
“cooperação processual” — nos moldes que vem sendo propalada — “vale” tanto
quanto dizer que todo processo deve ter instrumentalidade ou que o processo deve
ser tempestivo ou que as partes devem ter boa fé. Sem o caráter deontológico,
o standard de não passa de elemento que “ornamenta” e fornece “adereços” à
argumentação. Pode funcionar no plano performativo do direito. Mas, à evidência,
não como “dever ser”.12
Segue-se um artigo de Mitidiero, replicando que a cooperação funcionaria:
Assim, abre ainda mais frentes de divergência com a CHD. Por um lado, diz
restringir a cooperação ao juiz; por outro, há sempre essa ameaça axiológica rondando
as partes, com o juiz eventualmente assumindo o segundo plano da tese.
12
STRECK, Lenio Luiz. Verdade e consenso: Constituição, hermenêutica e teorias discursivas. 5. ed. São Paulo:
Saraiva, 2014. p. 593.
13
MITIDIERO, Daniel. Colaboração no processo civil como prêt-à-porter: um convite ao diálogo para Lenio Streck.
Revista de Processo, v. 194, São Paulo: RT, 2011. p. 62.
14
MITIDIERO, Daniel. Colaboração no processo civil como prêt-à-porter: um convite ao diálogo para Lenio Streck.
Revista de Processo, v. 194, São Paulo: RT, 2011. p. 62.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 339-354, abr./jun. 2015 345
Lenio Luiz Streck, Lúcio Delfino, Rafael Giorgio Dalla Barba, Ziel Ferreira Lopes
15
STRECK, Lenio Luiz; MOTTA, Francisco José Borges. Um debate com (e sobre) o formalismo-valorativo de
Daniel Mitidiero, ou “colaboração no processo civil” é um princípio? Revista de Processo, v. 213, São Paulo:
RT, 2012.
16
Cf. STRECK, Lenio Luiz. Hermenêutica Jurídica e(m) crise: uma exploração hermenêutica da construção do
Direito. 11 ed. Porto Alegre: Livraria do Advogado, 2013. p. 78.
346 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 339-354, abr./jun. 2015
O “bom litigante” – Riscos da moralização do processo pelo dever de cooperação do novo CPC
17
Cf. DWORKIN, Ronald. Levando os direitos a sério. Trad. de Nelson Boeira. São Paulo: Martins Fontes, 2011.
Especialmente os capítulos sobre o modelo de regras I e II (model of rules I and II).
18
Construção de Lenio Streck, que pode ser vista em Lições de crítica hermenêutica do direito. Porto Alegre:
Livraria do Advogado, 2014, passim.
19
DWORKIN, Ronald. Levando os dreitos a sério. Trad. de Nelson Boeira. São Paulo: Martins Fontes, 2011. p. 78.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 339-354, abr./jun. 2015 347
Lenio Luiz Streck, Lúcio Delfino, Rafael Giorgio Dalla Barba, Ziel Ferreira Lopes
DWORKIN, Ronald. O império do direito. 2. ed. São Paulo: Martins Fontes, 2003. p. 274.
20
DWORKIN, Ronald. Uma questão de princípio. Trad. de Luis Carlos Borges. 2. ed. São Paulo: Martins Fontes,
21
348 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 339-354, abr./jun. 2015
O “bom litigante” – Riscos da moralização do processo pelo dever de cooperação do novo CPC
22
MITIDIERO, Daniel. Colaboração no processo civil como prêt-à-porter: um convite ao diálogo para Lenio Streck.
Revista de Processo, v. 194, São Paulo: RT, 2011. p. 62.
23
STRECK, Lenio Luiz. Verdade e consenso: Constituição, hermenêutica e teorias discursivas. 5. ed. São Paulo:
Saraiva, 2014. p. 610 e seguintes.
24
NUNES, Dierle. Processo jurisdicional democrático: uma análise crítica das reformas processuais. Curitiba:
Juruá, 2009.
25
A coordenação dos planos de ação pela “regulação normativa das interações estratégicas, sobre as quais os
próprios atores se entendem” Cf. HABERMAS, Jürgen. Direito e democracia: entre facticidade e validade. Tomo
I. Trad. Flavio Beno Siebeneichler. Rio de Janeiro: Tempo Brasileiro, 1997. p. 46.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 339-354, abr./jun. 2015 349
Lenio Luiz Streck, Lúcio Delfino, Rafael Giorgio Dalla Barba, Ziel Ferreira Lopes
cooperam para o resultado final”.26 Cada sujeito já tem seu papel institucionalizado
para que possa concorrer, à sua maneira, para a formação do provimento comum.
Sobre isso, Habermas rebate Robert Alexy:
Ora, somente por boa delimitação valeria falar em cooperação das e entre
as partes: se fosse tomada em um sentido “fraco” (da legalidade e dos standards
profissionais) e/ou “oblíquo”, quando a diferenciação funcional no processo,
respeitada em suas especificidades, transcende no resultado final os papéis
concretos dos sujeitos. Há nisso uma reserva liberal: seguindo seus interesses,
cada parte concorre numa “mão invisível” para o bem da comunidade processual. Na
perspectiva de Habermas, é verdade que:
Mais do que isso, diríamos que esses interesses pessoais não precisam sequer
ser virtuosos, bastando que os vícios privados submerjam nos benefícios públicos,
como na “Fábula das Abelhas”29 de Bernard de Mandeville. As partes têm o direito de
participar na decisão judicial (coisa pública), mas o juiz não pode intervir na defesa técnica
26
NUNES, Dierle; BAHIA, Alexandre. Processo e república: uma relação necessária. Disponível em: <http://
justificando.com/2014/10/09/processo-e-republica-uma-relacao-necessaria/>. Acesso em: 18 dez. 2014.
27
HABERMAS, Jürgen. Direito e democracia: entre facticidade e validade. Tomo I. Trad. Flavio Beno Siebeneichler.
Rio de Janeiro: Tempo Brasileiro, 1997. p. 288.
28
HABERMAS, Jürgen. Direito e democracia: entre facticidade e validade. Tomo II. Trad. Flavio Beno Siebeneichler.
Rio de Janeiro: Tempo Brasileiro, 1997. p. 323.
29
“Por fim, valemo-nos de uma fábula liberal, a das abelhas, de Mandeville. Elas viviam prosperamente em sua
colmeia, até que um grupo de abelhas “neovirtuosas” decidiu dar um fim aos vícios (corrupção era o menor
deles!). Foram à rainha e pediram que fosse decretada a virtude. E assim se fez. Todos virtuosos. Bom?
Não. Ruim. Sem vícios, a sociedade começou a ruir. Advogados ficaram sem trabalho, procuradores não
tinham quem denunciar, médicos sem pacientes, policiais ociosos. Fracasso total. As abelhas se reuniram
e pediram à rainha o restabelecimento dos vícios. Moral da história? É impossível uma sociedade formada
apenas por virtuosos” Cf. STRECK, Lenio Luiz; KARAM TRINDADE, André. Vícios privados, benefícios públicos.
Folha de S. Paulo [coluna Opinião], São Paulo, 13 dez, 2014. Disponível em: <http://www1.folha.uol.com.
br/opiniao/2014/12/1561785-lenio-streck-e-andre-karam-vicios-privados-beneficios-publicos.shtml>. Acesso
em: 26 fev. 2015.
350 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 339-354, abr./jun. 2015
O “bom litigante” – Riscos da moralização do processo pelo dever de cooperação do novo CPC
de uma parte (coisa privada), senão para velar pelos mínimos limites assegurados à
ação da contraparte. As partes não têm responsabilidade política. O juiz, sim.
Numa palavra final: se o “dever de as partes cooperarem” não for fulminado
(ou mitigado mediante interpretação conforme a Constituição) pelo STF, poderemos
estar repristinando um protagonismo de mais de 100 anos atrás. Não se ignora a
filiação habermasiana da expressão, segundo a verte Dierle Nunes.30 Contudo, além
das divergências hermenêuticas quanto à ética do discurso,31 preocupa-nos essa
positivação do que seria um pressuposto teórico (“busca cooperativa da verdade”
como “única motivação”).32 Seria, talvez, problemático prescrever normativamente na
ordem dos motivos, num ter-de-agir, onde há apenas uma “coerção transcendental
fraca”.33 Ademais, pode-se arriscar a própria garantia de influência das partes ao
positivar esse artigo, propiciando um álibi legislativo para o solipsismo judicial. Esse
suposto dever (ético) de cooperação poderia comprometer o direito (jurídico mesmo)
à comparticipação.
Considerando o habitus jurídico herdado, não é difícil imaginar o juiz, como
presidente dos trabalhos (sim, paradoxalmente, quer-se a democracia e o regime
processual, neste caso, continua “presidencialista”), dizendo: vocês têm de cooperar
para que eu possa decidir com justiça. Consequentemente... E aí começa o drama
das partes. Vai sobrar para os advogados.
Não estamos de implicância. Preocupam-nos as palavras, que não valem
como signos “em si”, mas por toda rede simbólica que entretém e que não fica
esquecida: a tradição vem à fala. Eis a tarefa hercúlea de lidar com a “consciência
dos efeitos da história” (Wirkungsgeschichtliches Bewußtsein), como nos ensina
Gadamer, deixando com que o fenômeno seja desvelado ao intérprete.34 Aqui não
vai qualquer metodologização para abrir a interpretação, senão o reconhecimento
de que os princípios a fecham, acabando com discricionariedades do juiz e também
do legislador. Assim, para não expungir o artigo 6º do novo CPC e salvá-lo, a única
solução parece ser uma “interpretação conforme a Constituição”, em algo como:
“Todos os sujeitos do processo [leia-se: o juiz] devem cooperar entre si [leia-se:
com as partes] para que se obtenha, em tempo razoável, decisão de mérito justa e
efetiva” (tachado, grifo e interpolação nossas). Somente aí se poderia assentir com
30
NUNES, Dierle. Para além do Novo Código de Processo Civil ... e para sua leitura.... In: Justificando, nota de
rodapé nº 11. Disponível em: <http://justificando.com/2015/01/08/para-alem-do-novo-codigo-de-processo-
-civil-e-para-sua-leitura/>. Acesso em: 1º mar. 2015.
31
Cuja projeção contrafática se afastaria de um a priori existencial.
32
HABERMAS, Jürgen. Direito e democracia: entre facticidade e validade. Tomo I. Trad. Flavio Beno Siebeneichler.
Rio de Janeiro: Tempo Brasileiro, 1997. p. 215.
33
HABERMAS, Jürgen. Direito e democracia: entre facticidade e validade. Tomo I. Trad. Flavio Beno Siebeneichler.
Rio de Janeiro: Tempo Brasileiro, 1997. p. 216.
34
GADAMER, Hans-Georg. Wahreit und Methode: Grundzüge einer philosophischen Hermeneutik. 6. ed. Tübingen:
J. C. B. Mohr (Paul Siebeck), 1990. p. 346.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 339-354, abr./jun. 2015 351
Lenio Luiz Streck, Lúcio Delfino, Rafael Giorgio Dalla Barba, Ziel Ferreira Lopes
6 Considerações finais
É notória a tendência em se vincular o contraditório substancial à cooperação.
Não se trata apenas de correlação desnecessária à democratização da relação
jurisdicional; por todo o exposto, verifica-se o antagonismo entre as propostas.
No enfoque pan-principialista, apela-se à cooperação como corretivo moral
da litigiosidade, com prejuízo para a autonomia do Direito. Num excurso sobre o
caso Farber, vê-se com Dworkin a apresentação genuína de um princípio na práxis
processual, desafiando até o apelo ao bem-estar geral.
Quanto ao cooperativismo teoricamente referenciado — para além de nossas
divergências jusfilosóficas —, o art. 6º parece ter sido positivado contrariando até
mesmo suas propostas. Nisso, registre-se que sua redação contempla a cooperação
entre partes, possibilidade rechaçada pela escola do formalismo-valorativo. Igualmente,
vale pensar nos contratempos que suscita para a teoria da comparticipação,
entendida enquanto garantia de influência das partes na decisão judicial: na medida
em que atravessa a ordem dos motivos com um ter-de-agir positivado em “cláusula
genérica”, municia a parcela da magistratura que “decide-conforme-a-consciência”
com um álibi legal para assediar a defesa técnica. Quando o legislador condiciona
o comportamento dos sujeitos processuais a que se obtenha em “tempo razoável,
decisão de mérito justa e efetiva”, não parece exagero imaginar que daí se siga o
sacrifício das partes como solução para a tal crise funcional do sistema de justiça.
Afinal, a validade do artigo 6º deve ser constitucionalmente limitada à
“cooperação pelo juiz”. Diríamos, inclusive, que o juiz deve fazer muito mais que
35
NUNES, Dierle; BAHIA, Alexandre. Processo e república: uma relação necessária. Disponível em: <http://
justificando.com/2014/10/09/processo-e-republica-uma-relacao-necessaria/>. Acesso em: 18 dez. 2014.
36
Expressão cunhada por Lenio Luiz Streck em O que é isto – decido conforme minha consciência? 2. ed. Porto
Alegre: Livraria do Advogado, 2010. p. 110.
352 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 339-354, abr./jun. 2015
O “bom litigante” – Riscos da moralização do processo pelo dever de cooperação do novo CPC
The “Good Litigant” – Risks of Moralizing the Process by the Duty to Cooperate in the New Civil
Procedure Code
Abstract: It discusses the legal regulation of the duty to cooperate in the article 6 of the new Civil Procedure
Code. In a phenomenological aproach, aims to criticize its moralistic appropriation of the substantial
contradictory, with losses to the autonomy of law. Proceeds reporting the debate about the category and
comparing the pan-principialism view to the elimination of judicial discretion by the due process. After all,
verifies the need to limit its applicability to the judge.
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projeto do Novo Código de Processo Civil brasileiro. Revista de Processo, São Paulo: RT, v. 209, jul.,
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354 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 339-354, abr./jun. 2015
O Novo CPC e o Hermeneutic Turn
do Direito brasileiro – Condições e
possibilidades
1 Introdução
A palavra hermenêutica deriva do grego hermeneuein, adquirindo vários
significados no curso da história. Por ela, busca-se traduzir para uma linguagem
acessível àquilo que não é compreensível. Daí a ideia de Hermes, um mensageiro
divino, que transmite — e, portanto, esclarece — o conteúdo da mensagem dos
deuses aos mortais. Ao realizar a tarefa de hermeneus, Hermes tornou-se poderoso.
Na verdade, nunca se soube o que os deuses disseram; só se soube o que Hermes
disse acerca do que os deuses disseram. Trata-se, pois, de uma (inter)mediação.
Desse modo, a menos que se acredite na possibilidade de acesso direto às coisas
(enfim, à essência das coisas), é na metáfora de Hermes que se localiza toda a
complexidade do problema hermenêutico. Trata-se de traduzir linguagens e coisas
atribuindo-lhes um determinado sentido.
Na história moderna, tanto na hermenêutica teológica como na hermenêutica
jurídica, a expressão tem sido entendida como arte ou técnica (método), com efeito
diretivo sobre a lei divina e a lei humana. O ponto comum entre a hermenêutica
jurídica e a hermenêutica teológica reside no fato de que, em ambas, sempre houve
uma tensão entre o texto proposto e o sentido que alcança a sua aplicação na
situação concreta, seja em um processo judicial ou em uma pregação religiosa. Essa
tensão entre o texto e o sentido a ser atribuído ao texto coloca a hermenêutica diante
de vários caminhos, todos ligados, no entanto, às condições de acesso do homem
ao conhecimento acerca das coisas. Assim, ou se demonstra que é possível colocar
regras que possam guiar o hermeneuta no ato interpretativo, mediante a criação, v.g.,
de uma teoria geral da interpretação; ou se reconhece que a pretensa cisão entre o
ato do conhecimento do sentido de um texto e a sua aplicação a um determinado
caso concreto não são de fato atos separados, ou se reconhece, finalmente, que as
tentativas de colocar o problema hermenêutico a partir do predomínio da subjetividade
do intérprete ou da objetividade do texto não passaram de falsas contraposições
fundadas no metafísico esquema sujeito-objeto.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 355-372, abr./jun. 2015 355
Lenio Luiz Streck
A crise que atravessa a hermenêutica jurídica possui uma relação direta com
a discussão acerca da crise do conhecimento e do problema da fundamentação,
própria do início do século XX. Veja-se que as várias tentativas de estabelecer regras
ou cânones para o processo interpretativo a partir do predomínio da objetividade
ou da subjetividade ou, até mesmo, de conjugar a subjetividade do intérprete com
a objetividade do texto, não resistiram às teses da viragem linguístico-ontológica
(Heidegger-Gadamer), superadoras do esquema sujeito-objeto, compreendidas a partir
do caráter ontológico prévio do conceito de sujeito e da desobjetificação provocada
pelo circulo hermenêutico e pela diferença ontológica.
A viragem hermenêutico-ontológica, provocada por Sein und Zeit (1927), de
Martin Heidegger, e a publicação, anos depois, de Wahrheit und Methode (1960), por
Hans-Georg Gadamer, foram fundamentais para um novo olhar sobre a hermenêutica
jurídica. A partir dessa ontologische Wendung inicia-se o processo de superação dos
paradigmas metafísicos objetivista aristotélico-tomista e subjetivista (filosofia da
consciência), os quais, de um modo ou de outro, até hoje têm sustentado as teses
exegético-dedutivista-subsuntivas dominantes, naquilo que vem sendo denominado
de hermenêutica jurídica.
Assim, o mundo é como é porque existem e existiram paradigmas filosóficos.
Queiramos ou não. Achemos Kant ou Heidegger uns chatos ou herméticos. Digamos
até bobagens como “para que serve essa coisa complicada que é a Filosofia.”... Ou
coisas como “até a aula anterior, vocês estudaram o sexo dos anjos; agora vocês
vão estudar direito comigo”, como faz, por exemplo, o protótipo do professor que se
orgulha em desdenhar a Filosofia. A propósito, veja-se o problema que a ausência
da Filosofia na discussão acerca do que é positivismo acarreta. Autores importantes
discutem “casos fáceis” e “casos difíceis” como se não existissem paradigmas
filosóficos. Como se, por exemplo, acreditar no positivismo exclusivo (ou excludente)
não tivesse relação com a tese de que só há normas gerais... e como se isso não
tivesse relação com o paradigma metafísico-clássico.
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O Novo CPC e o Hermeneutic Turn do Direito brasileiro – Condições e possibilidades
1
Aqui faço, outra vez, um corte epistemológico para explicar que o que se tem visto no plano das práticas jurí-
dicas nem de longe chega a poder ser caracterizada como “filosofia da consciência”; trata-se de uma vulgata
disso. Em meus textos, tenho falado que o solipsismo judicial, o protagonismo e a prática de discricionarie-
dades se enquadram paradigmaticamente no “paradigma epistemológico da filosofia da consciência”. Advirto,
porém, que é evidente que o modus decidendi não guarda estrita relação com o “sujeito da modernidade” ou
até mesmo com o “solipsismo kantiano”. Esses são muito mais complexos. Aponto essas “aproximações”
para, exatamente, poder fazer uma anamnese dos discursos, até porque não há discurso que esteja “em
paradigma nenhum”, por mais sincrético que seja.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 355-372, abr./jun. 2015 357
Lenio Luiz Streck
2
Ver, também, Gadamer, Verdade e método II: a história do conceito como filosofia. Ainda, Heidegger, Nietzsche II.
3
Cf. Wahrheitstheorien in der neueren Philosophie. Eine kritisch-systematische Darstellung. Wissenschaftliche
Buchgesellschaft, Darmstadt 1978; Auflage 1993; Grundlagen einer Theorie der Wahrheit. W. de Gruyter,
Berlin/New York 1990.
358 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 355-372, abr./jun. 2015
O Novo CPC e o Hermeneutic Turn do Direito brasileiro – Condições e possibilidades
taxação e tampouco a explicitação dos meios de provas que as partes podem lançar
mão. Os meios moralmente ilegítimos não podem ser utilizados. Isso quer dizer que
a prova não pode ser ilícita, questão regulada pela Constituição no art. 5º., LVI.
A parte efetivamente inovadora está em um silêncio legislativo e não em um
enunciado explícito. Para tanto, basta uma leitura atenta do Art. 369:
O juiz apreciará a prova constante dos autos, independentemente do sujeito que
a tiver promovido, e indicará na decisão as razões da formação de seu convencimento.
Uma olhada atenta nos dirá que o dispositivo é praticamente igual ao art. 131
do CPC derrogado, com uma sutil diferença. O art. 131 dizia que “o juiz apreciará
livremente a prova”. Foi expungida a expressão “livremente”, colocando uma pá de
cal sobre o assim denominado “principio do livre convencimento”, que, na realidade,
jamais fora um princípio.
Observe-se que não foi somente nesse dispositivo que ocorreu a substancial
alteração. Também o artigo 401 do Projeto oriundo do Senado dizia que “A confissão
extrajudicial será livremente apreciada pelo juiz”. E no artigo 490 lia-se que “A
segunda perícia não substitui a primeira, cabendo ao juiz apreciar livremente o valor
de uma e outra”.
Em comum a todos eles a eliminação do livre convencimento. Portanto, não
poderá o juiz ou tribunal referir que a decisão x foi exarada desse modo em face da
livre apreciação da prova ou de seu livre convencimento. Isso implica outra questão
absolutamente relevante: por uma decorrência lógica, não poderá o juiz fundamentar
a decisão alegando que “julgou segundo sua consciência,” (temos o clássico voto do
Ministro Humberto Barros, em que disse “não se importar com o que diz a doutrina”)
uma vez que isso seria repristinar a expressão derrogada, conspurcando, assim,
a vontade legislativa. Isso também fará com que se altere, substancialmente, a
jurisprudência sobre a “fundamentação nos embargos de declaração”. Vedadas,
portanto, decisões do tipo: “O sistema normativo pátrio utiliza o princípio do livre
convencimento motivado do juiz, o que significa dizer que o magistrado não fica preso
ao formalismo da lei [...] levando em conta sua livre convicção pessoal” (Recurso
Cível 5001367-22.2011.404.7119). Do mesmo modo, inadmissíveis de agora
em diante decisões como esta: “O juiz, na linha de precedentes do STF, não está
obrigado a responder a todas as questões articuladas pelas partes. As razões de meu
convencimento são suficientemente claras. Rejeito os embargos”.
O NCPC, ao retirar o poder de livre convencimento ou livre apreciação, assume
um nítido sentido “não protagonista”, afastando o velho instrumentalismo e os
fantasmas do antigo “socialismo processual” (Büllow, Menger, Klein). Não se pode
mais invocar, igualmente, o princípio (sic) da presunção racional. O novo Código não
compactua com presunções, mesmo que venham com epítetos como “racional” etc.
Trata-se de uma opção paradigmática feita pelo legislador. A decisão judicial exige
exercício prático, senso de dever, capacidade de se adotar uma atitude reflexiva em
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 355-372, abr./jun. 2015 359
Lenio Luiz Streck
4
STRECK, Lenio Luiz. Verdade e consenso. 4. ed. São Paulo: Saraiva, 2011. p. 486.
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O Novo CPC e o Hermeneutic Turn do Direito brasileiro – Condições e possibilidades
A discussão acerca do papel do juiz e das partes e sua relação com a iniciativa
probatória ainda está longe de terminar. Em face do silêncio eloquente do legislador
do novo CPC no sentido de o juiz não mais ter livre apreciação da prova e livre
convencimento, tudo está a indicar uma viragem hermenêutica na doutrina e na
jurisprudência pátrias.
Nesse sentido, assume relevância a crítica que deve ser feita ao ativismo
judicial. É preciso ter claro que há uma significativa diferença entre ativismo e
judicialização da política, sendo o primeiro behaviorista, quando o juiz se substitui
ética e moralmente ao legislador, e o segundo é contingente, ocorrendo de forma
excepcional por incompetência-inércia dos demais poderes da República.
Registre, por absoluta relevância, que a nova redação do capítulo atinente ao
papel do juiz e à apreciação da prova é incompatível com atitudes ativistas. Nesse
sentido, a desconfiança que Arruda Alvim já tinha com o ativismo mesmo na vigência
do CPC revogado, dando como exemplo os casos em que se permite às partes
renunciarem de seus direitos materiais, ocasião em se torna questionável a iniciativa
probatória do juiz.5 Neste aspecto, parece, a partir de agora, inconcebível um julgado
como o do STJ, na lavra do relator Min. Helio Quaglia Barbosa (RESP 629.312-DF), em
que, sustentado em Candido Dinamarco, sustentava que o “sadio ativismo judicial”
(sic) não era incompatível com a imparcialidade do juiz.
Por evidente — repito — não se está, a partir de uma leitura “originalista” do
novo CPC, dizendo que o juiz, agora, é uma figura inerte, apenas assistindo a luta
entre as partes. Uma leitura em conjunto dos dispositivos do CPC indica que isso não
é assim. Continua a existir o poder de buscar provas de ofício, por exemplo. Além
disso, a própria substancialidade do devido processo legal não permite que haja
manipulação probatória pelas partes.
O que há de novo é a responsabilidade política do juiz; o que é novo é que ele
não é o protagonista do processo; o que é inovador é que houve uma opção legislativa
por um novo paradigma de compreensão dos objetos e do mundo. A fundamentação é
a condição de possibilidade para a legitimidade da decisão, sendo que esta não pode
estar baseada no sentimento pessoal do julgador.
Trata-se da assunção da tese de que o julgamento deve se dar por princípios e
não por questões políticas, por convicção moral ou outros argumentos teleológicos.
Simplesmente o legislador quis dizer: o cidadão, quando vai ao Judiciário, não vai
pedir a opinião pessoal do juiz sobre determinado assunto; ele quer que o juiz diga
o que o direito tem a dizer para ele. O legislador despersonalizou a aplicação da lei;
em outras palavras: em uma democracia, não se pode depender da bondade ou da
maldade de quem vai dizer o direito. Afinal, todo o poder emana do povo e em seu
nome será exercido.
5
ALVIM, Arruda. Manual de direito processual civil. 16. ed., São Paulo: RT, 2013. p. 988.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 355-372, abr./jun. 2015 361
Lenio Luiz Streck
6
“Art. 882. Os tribunais, em princípio, velarão pela uniformização e pela estabilidade da jurisprudência, obser-
vando-se o seguinte: [...]”
362 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 355-372, abr./jun. 2015
O Novo CPC e o Hermeneutic Turn do Direito brasileiro – Condições e possibilidades
Sigo. Coerência não é simplesmente se ater ao fato de que cada nova decisão
deve seguir o que foi decidido anteriormente. Claro que é mais profunda, porque exige
consistência em cada decisão com a moralidade política (não a comum!) instituidora
do próprio projeto civilizacional (nos seus referenciais jurídicos) em que o julgamento
se dá. A ideia nuclear da coerência e da integridade é a concretização da igualdade,
que, por sua vez, está justificada a partir de uma determinada concepção de dignidade
humana. Entre igualdade e liberdade, devemos ficar com a igualdade. Não posso, por
exemplo, transferir recursos dos outros para fazer a felicidade de um.
A integridade quer dizer: tratar a todos do mesmo modo e fazer da aplicação
do direito um “jogo limpo” (fairness — que também quer dizer tratar todos os casos
equanimemente). Exigir coerência e integridade quer dizer que o aplicador não pode
dar o drible da vaca hermenêutico na causa ou no recurso, do tipo “seguindo minha
consciência, decido de outro modo”. O julgador não pode tirar da manga do colete um
argumento que seja incoerente com aquilo que antes se decidiu. Também o julgador
não pode quebrar a cadeia discursiva “porque quer” (ou porque sim).
Um exemplo parafraseado de Dworkin: suponhamos que por algum tempo
o Judiciário vinha declarando que os membros de diversas profissões (médicos,
engenheiros, dentistas) eram responsáveis por danos causados por negligência, mas
que os advogados eram imunes. Chega ao Judiciário uma nova causa envolvendo,
agora, a responsabilidade civil de causídicos. Por coerência, os advogados deveriam
ficar imunes naquela causa. Afinal, é assim que as cortes vinham decidindo, inclusive
a Corte Suprema. Só que, em face da integridade do direito, a tal imunidade feria a
igualdade. Logo, a coerência deve ser quebrada pela integridade, passando também
os advogados a responderem civilmente. Bingo!
Examinando o dispositivo que exige coerência e integridade, devemos lê-lo em
consonância com o parágrafo 4º do artigo 927, que exige também que os juízes
e tribunais, nos casos de mudança de enunciado de súmula, de jurisprudência
pacificada ou da tese adotada em julgamento de casos repetitivos, observarão a
necessidade de fundamentação adequada e específica, considerando os princípios da
segurança jurídica, da proteção da confiança e da isonomia. Veja-se: não basta falar
em segurança jurídica, proteger a confiança e falar da isonomia, se as decisões não
obedecerem à coerência e a integridade. Ou seja: sem atentar para a integridade, por
exemplo, a principiologia e a Constituição poderiam ser violadas, mesmo preservando
a isonomia ou a confiança. Uma cadeia sucessiva de erros somente é contida com o
apelo à integridade. Por isso, a leitura terá que ser feita em conjunto.
Portanto, sob esta chave de leitura, o novo regime de precedentes aparece
vocacionado a superar a padronização insensível, que há tempos vinha orientando
um autoritário modelo de “gestão judicial”. Para além do explicitado pelo legislador,
o art. 926 descortina um horizonte democrático para todo o resto do Código, por
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 355-372, abr./jun. 2015 363
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7
NUNES, Dierle. Processo jurisdicional democrático. Curitiba: Juruá, 2009.
8
Cf. BRUM, Guilherme Valle. Uma teoria para o controle judicial de políticas públicas. Rio de Janeiro: Lumen
Juris, 2014. p. 124-150. Outro livro recomendado é de Rafael Tomás de Oliveira, Decisão judicial e conceito
de princípio. Porto Alegre, Livraria do Advogado, 2008.
364 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 355-372, abr./jun. 2015
O Novo CPC e o Hermeneutic Turn do Direito brasileiro – Condições e possibilidades
que devem (ought to) tomar; determina que eles têm um dever (have a duty to) de
reconhecer e fazer vigorar certos padrões.9
Lido em sua melhor luz, o NCPC abre as portas para que se adote, finalmente,
uma teoria da decisão judicial efetivamente democrática. Penso, como venho deixando
claro em alguns textos especializados, que o problema da democracia, no processo,
deve ser equacionado de dois modos: primeiro, por meio de um procedimento em que
se garanta, via contraditório, uma decisão participada (na linha daquilo que Marcelo
Cattoni e Dierle Nunes, para citar apenas estes, sugerem); segundo, através dos
fundamentos que compõem a decisão jurídica (e aqui é que aparece, de forma mais
nítida, o dever judicial de manter a coerência e a integridade de princípios). Levadas
essas exigências mais a fundo é possível concordar com a tese de Francisco Motta,
de que a interpretação construtiva da Constituição leva à tese de que uma decisão
jurídica e democraticamente correta deve ter a sua legitimidade confirmada por uma
dupla dimensão da resposta correta: procedimento constitucionalmente adequado e
a interpretação dirigida à integridade.10
Quais as vantagens de se manter íntegra a jurisprudência? Simples: Integridade
quer dizer o entrelaçamento com a legalidade e a constitucionalidade. O Poder
Público deve ter uma só voz. Quer dizer: a integridade está ligada à questão da
legitimidade da coerção oficial.11 Compreenderam? É disso que trata, afinal, a
“emenda streckiana-dworkiniana” do NCPC: de trazer o problema da democracia
para o coração do Direito. Essa é, digamos assim — e se me permitem dizer — a
“minha interpretação autêntica da emenda”.
Quero ser mais claro ainda: são justamente as dimensões de ajuste e valor
(fit e value), componentes integridade (uma virtude política, para Dworkin), que
fornecem o material necessário para que se considerem, da forma correta, os
argumentos dos sujeitos processuais (reconhecidos enquanto membros de uma
comunidade política genuína).
Trazer a integridade para o âmago do processo não é, portanto, fazer uma
perfumaria jurídica, ou criar um cosmético destinado a cair em concursos públicos ou
a impulsionar a venda de novos livros. É, isto sim:
- Levar a sério o processo e os direitos de seus participantes;
- É uma mudança de postura, ou de atitude interpretativa com relação ao
processo e as disposições que lhe dizem respeito;
- É enxergar nos contraditores não meros opositores ou adversários, mas sim
membros de uma comunidade política genuína, que são governadas por princípios
9
DWORKIN, Ronald. Levando os direitos a sério. São Paulo: Martins Fontes, 2011. p. 78.
10
Cf. Motta, Francisco. Ronald Dworkin e a decisão jurídica. Tese de doutoramento defendida na Unisinos-RS,
Capes 6, sob minha orientação. Livro no prelo.
11
DWORKIN, Ronald. O império do direito. 2. ed. São Paulo: Martins Fontes, 2003, p. 227-32.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 355-372, abr./jun. 2015 365
Lenio Luiz Streck
comuns (e não apenas por regras criadas pelo jogo político) e que, justamente por isso,
aceitam a integridade, já que aceitam “a promessa de que o direito será escolhido,
alterado, desenvolvido e interpretado de um modo global, fundado em princípios”.12
É entender que coerência é um conceito intercambiável; um tribunal pode decidir
coerentemente, só que de forma equivocada; portanto, coerência necessariamente
não quer dizer acerto; por isso a integridade é a garantia para a interrupção de uma
coerência equivocada.
Penso que poderemos viver tempos de accountabillity. De prestação de contas.
Depende de nós. E que não transformem o NCPC em instrumento a ser ensinado
por intermédio de funk ou sertanejo universitário. Peço, portanto, ao pessoal do
direito facilitado, mastigado, flambado, tuitado, glaceado, em palavras cruzadas,
simplificado, resumidinho e resumidinho do resumidinho, assim como aos professores
que ensinam cantando: “muita calma nessa hora”. Não façam nada errado: consultem
um advogado! Vamos dar uma chance ao Direito.
5 Crítica à ponderação
O texto do novo CPC tem muitos avanços, expressivos avanços, como venho
dizendo. Mas tem algumas coisas esquisitas. Bizarras. Nesse rol está o parágrafo 2º
do art. 489, vazado nos seguintes termos:
Devo dizer, desde logo, que o direito se constitui em e com uma linguagem que
adquire especificidade própria. Assim, se a lei diz que três pessoas disputarão uma
cadeira no (para o) Senado, nenhum jurista pensará que a disputa se travará sobre o
móvel de quatro pernas. Então a palavra normas não pode ser lida como sinônimo de
leis ou regras. Do mesmo modo, parece evidente que a palavra ponderação também
não pode ser entendida como simplesmente alguém dizendo “ponderando melhor,
vou fazer tal coisa”...
Se estamos entendidos, quando o legislador fala em “ponderação”, podemos
estar certos de que está se referindo a longa tradição representada pela recepção
(embora absolutamente equivocada), em terrae brasilis, da ponderação (Abwägung)
da Teoria da Argumentação proposta por R. Alexy.13 Com certeza, nosso legislador,
12
DWORKIN, idem, ibidem.
13
Posso, aqui, usar até um adversário de Gadamer, E. D. Hirsch Jr (in Validity in Interpretation. New York, Yale
University Press, 1967. p. 70 e ss.), para dizer que um conceito compartilhado pode unir a particularidade do
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O Novo CPC e o Hermeneutic Turn do Direito brasileiro – Condições e possibilidades
ao invocar uma “colisão entre (sic) normas” (sic), reportou-se a isso, o que acarreta
gravíssimas consequências. Já falei muito e já critiquei sobremaneira o ab-uso disso
que por aqui chamamos de “ponderar”. Posso afirmar, com dados empíricos, que seu
(ab)uso — em terras brasileiras — tem sido problemático. Para termos uma ideia,
Fausto de Moraes, Premio Capes 2014, sob minha orientação, mostra, em tese
doutoral, que a nossa Suprema Corte, nas quase duzentas vezes que lançou mão da
ponderação nos últimos dez anos, em nenhum dos casos o fez nos moldes propostos
por seu criador alemão.
Surpreende, portanto, que o novo CPC incorpore algo que não deu certo. Pior:
não satisfeito em falar da ponderação, foi mais longe na tropelia epistêmica: fala
em colisão entre normas (seria um abalroamento hermenêutico?) o que vai trazer
maiores problemas ainda, pela simples razão de que, na linguagem jurídica, regras
e princípios são...normas. E são. Já ninguém duvida disso. Logo, o que vai haver
de “ponderação de regras” não tem limite. Ou seja, sem exageros, penso que o
legislador cometeu um equívoco. Ou as tais “normas-que-entram-em-colisão” seriam
os tais “postulados”, “meta-normas” pelas quais se faz qualquer coisa com o direito?
Isso tem nome: risco de estado de natureza hermenêutico, eis o espectro que ronda,
no mau sentido, o direito brasileiro.
Robert Alexy é um autor sofisticado. Originalmente, desenvolve uma teoria
jurídica orientada ao reconhecimento de elementos axiológicos no texto constitucional
alemão, uma vez que assume a tese professada no Tribunal Constitucional alemão
de que a Constituição seria uma “ordem concreta de valores”. Alexy não diz que a
ponderação que o Tribunal Alemão faz seria irracional, mas que ela seria passível
de racionalidade pela teoria que ele propôs. Assim, pode-se dizer que Alexy é um
defensor da possibilidade de fundamentação racional argumentativa das decisões
que ponderam (embora ele não critique as decisões do Tribunal). Para tanto, elabora o
seu conceito e validade do Direito a partir da conjugação dos elementos da legalidade
conforme o ordenamento jurídico, da eficácia social e, ao final, de uma correção
material que chamará de pretensão de correção.
Assim, o ponto central sobre a relação entre Direito e Moral em Alexy se dá
a partir da incorporação de direitos fundamentais ao sistema jurídico, uma vez que
se trata de enunciados com uma vagueza semântica maior que a das meras regras
jurídicas. Desenvolve, assim, uma teoria dos direitos fundamentais que tem como
uma de suas características centrais a noção de que nos casos em que o litígio
jurídico pode ser resolvido pela mera previsão de uma regra, aplica-se a técnica da
subsunção (casos fáceis); no entanto, devido à abertura semântica das normas
significado com a sociabilidade da interpretação. Com isso, fica difícil dizer que a palavra “ponderação” nada
tem a ver com Alexy.
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Lenio Luiz Streck
14
Roberto Ludwig traduz como “norma de direito fundamental associada”.
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O Novo CPC e o Hermeneutic Turn do Direito brasileiro – Condições e possibilidades
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O Novo CPC e o Hermeneutic Turn do Direito brasileiro – Condições e possibilidades
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Lenio Luiz Streck
6 Considerações finais
Foi um passo importante para a teoria do direito a expulsão do livre convencimento
do Código de Processo Civil. Foi um longo trabalho de convencimento que tive que
fazer junto ao Relator do projeto na Câmara, Deputado Paulo Teixeira. A emenda
supressiva da livre apreciação da prova tem um conteúdo histórico-paradigmático.
Ao lado da retirada do livre convencimento, consegui também convencer o Relator
a incluir a obrigação de a jurisprudência obedecer aos princípios da coerência e da
integridade, problemática já sedimentada de há muito por autores do porte de Ronald
Dworkin e Neil MacCormick.
Por tais razões, deve haver uma chave de leitura do novo CPC, constituída pela
conjunção dos arts. 10, 926 e a consciência das consequências da retirada do poder
de livre apreciação da prova.
Para tanto, a doutrina deve assumir o seu papel fulcral: doutrinar. Isso
significa dizer que a doutrina deve criar aquilo que denomino Verdade e Consenso de
“constrangimentos epistemológicos”. Uma democracia necessita de controles sobre
as Instituições. Elas devem ser livres, mas não autóctones e tampouco autoritárias. A
construção dos sentidos das leis — e do novo CPC — implica esse ressuscitamento
da doutrina. O direito não é — e não pode ser — aquilo que os tribunais dizem que
é. Ele é um produto intersubjetivo. E o primeiro passo foi dado com a inserção dessa
relação sujeito-sujeito no novo CPC, superando o velho esquema sujeito-objeto.
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La argumentación jurídica como
presupuesto de legitimidad de
la decisión jurisdiccional bajo la
perspectiva del garantismo procesal*
*
Este artículo hace parte del proyecto de Investigación institucional denominado: "Implicaciones de la teoría
de la argumentación jurídica para un debido proceso probatorio", financiado por la Universidad de Medellín y
desarrollado por la autora del mismo en calidad de investigadora.
1
DE ASIS ROIG, Rafael. Jueces y normas. La decisión judicial desde el ordenamiento. Editorial Marcial Pons,
ediciones jurídicas S.A. Madrid, 1995. Pág. 110.
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Liliana Damaris Pabón Giraldo
Introducción
Las diversas decisiones que profieren los funcionarios jurisdiccionales en
Latinoamérica en ocasiones no son fundamentadas, o lo son de forma insuficiente
o de forma contradictoria, lo cual ha llevado a que las mismas gocen de falta de
credibilidad, o poca aceptabilidad entre los sujetos procesales frente a las cuales se
profirió y frente a la comunidad en general; lo que conduce a afirmar que la función
jurisdiccional y su decisión se encuentran en crisis. Es por ello que se hace necesaria
la aplicación de la argumentación jurídica, como aquella que permite un mayor control
de la decisión jurisdiccional. Pues es precisamente en la decisión jurisdiccional
donde la argumentación jurídica cumplirá su papel, como garantía de justicia, como
expresión de la voluntad general, como actividad dialéctica, que se da producto de la
interacción de los sujetos procesales, para que permee la actividad jurisdiccional y la
dote de racionalidad.
De ahí que la argumentación jurídica en todo tipo de procesos y actualmente
con la entrada en vigencia de los sistemas orales en Brasil y en América Latina,2
específicamente en Colombia,3 debe ser una herramienta útil de razonamiento judicial,
que erradique la arbitrariedad del órgano judicial, que sea una garantía efectiva e
imparcial de aplicación del derecho y de las demás fuentes, que facilite el control
de la actividad judicial por parte de los ciudadanos y de los órganos en general, que
sea un sistema de mejoramiento y de perfeccionamiento de las providencias de los
funcionarios jurisdiccionales, y que sea presupuesto indispensable para garantizar
una serie de derechos, como el debido proceso, el derecho de defensa, el derecho de
contradicción y los demás que lo componen, en vista de que a través de ésta, se dan
las razones y los elementos principales para controvertir y defenderse.4
Sólo de esa manera se llega a una decisión en donde se imponen cargas argu
mentativas a los funcionarios jurisdiccionales, de tal forma que exista transparencia en sus
decisiones, para que éstas sean coherentes y tengan consistencia, en aras de no caer en
el ilusionismo, lograr aceptabilidad y de esa forma lograr que se legitime la decisión.
2
Un sistema oral es aquél sistema basado en el lenguaje oral, verbal, hablado, no en el lenguaje escrito.
3
En Colombia con la Ley 906 de 2004 se modificó el código de procedimiento penal, tendiente a un sistema
acusatorio, cuya característica principal es la oralidad, lo mismo que La ley 1149 de 2007, código de proce-
dimiento laboral, Ley 1437 de 2011 en materia de lo contencioso administrativo y mediante la Ley 1395 de
2010 y el código general del proceso Ley 1564 de 2012, se proyecta la oralidad en materia civil.
4
RAMÍREZ GÓMEZ, José Fernando. Principios Constitucionales del Derecho Procesal Colombiano; investigación
en torno a la Constitución Política de 1991. ed. 1ª. Medellín, Señal Editora. 1999. Pág. 197.
5
Diccionario de la real academia de la lengua española. Vigésima segunda edición. En: <http://www.rae.es/
rae.html>. Consultado el 7 de septiembre de 2009 a las 4.51 p.m.
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La argumentación jurídica como presupuesto de legitimidad de la decisión jurisdiccional bajo la...
En todo proceso existen presupuestos del proceso, tales como los presupuestos
procesales, los materiales y los de bilateralidad de la audiencia, denominados por
Beatriz Quintero como “condiciones para la constitución de la relación jurídica procesal,
como requisitos a los que debe sujetarse su nacimiento, condiciones de existencia
del proceso”;6 requisitos que se exigen para adelantarlo de forma válida y finalmente
proferir una decisión, como manifestación jurídica o voluntad plasmada para dar
solución a una causa de fondo, lo que supone necesariamente el agotamiento de un
proceso interno.
En esa medida, las decisiones jurisdiccionales que el juez adopte dentro del
proceso también tienen requisitos, de tal forma que el proceso se desarrolle como
método de debate dialéctico entre los sujetos procesales que en él participan, y así
propenda por garantizar una serie de principios procesales, como son el derecho de
defensa, el derecho de contradicción o bilateralidad de la audiencia, el derecho de
publicidad, el derecho de impugnación, entre otros, previstos en el debido proceso.
Precisamente, el mecanismo principal por medio del cual se logra la efectiva aplicación
de los principios procesales relacionados, es a través de la motivación de las decisiones.
Es importante advertir que se ha tratado indistintamente la motivación y la
argumentación de la decisión y no obstante ambos buscar fundamentarla, es necesario
aclarar que aunque son términos diversos, no se excluyen, más si se complementan.
En la actualidad, en el derecho procesal contemporáneo debe hacerse referencia
a la necesidad de argumentar las decisiones, más que de dar una motivación de ellas;
consistente no sólo en expresar motivos basados en la persuasión, en aspectos
subjetivos, emotivos o en la intuición del funcionario jurisdiccional, sino en expresar
razones, es decir, dar motivos de la decisión pero bajo criterios racionales, de tal
forma que permitan dar una respuesta o solución más convincente a la mayoría de
personas de lo debatido y decidido, en tanto la racionalidad es el parámetro de la
argumentación jurídica.
Al respecto expresa Habermas,7 “Sólo se puede considerar que un enunciado
es un enunciado verdadero racionalmente fundamentado si todos los interlocutores
potenciales pueden llegar a un acuerdo sobre ese enunciado en una discusión que
cumpla las condiciones de la situación del discurso ideal”, que para él consiste en el
consenso fundamentado.
De lo anteriormente expuesto, se puede colegir, que la argumentación jurídica
consiste en argumentar, esto es, en dar razones con claridad, coherencia, precisión y
pertinencia de las ideas por medio de las cuales se pretende solucionar un problema.
Argumentar es dar razones en la decisión y de la decisión, la primera constituye las
6
QUINTERO, Beatriz y PRIETO, Eugenio. Teoría general del derecho procesal. Cuarta edición. Editorial TEMIS S.A.
Bogotá – Colombia. 2008. Pág. 399.
7
FETERIS EVELINE T. Fundamentos de la argumentación jurídica. Revisión de las teorías sobre la justificación de
las decisiones judiciales. Traducción Alberto Supelano. Universidad Externado de Colombia. Bogotá Colombia.
Octubre de 2007. Pág. 107.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 373-383, abr./jun. 2015 375
Liliana Damaris Pabón Giraldo
razones internas, esto es, la corrección lógica de los argumentos; en tanto la segunda
son las razones externas, encargadas de la fundamentación de las premisas. Sólo
así, cuando se haga uso de una justificación interna y de una justificación externa, tal
como la clasifica Wroblewski, es cuando se puede afirmar que en la decisión se aplicó
una argumentación jurídica.
Esto, por cuanto la decisión jurisdiccional no es un asunto interno del proceso,
lo que allí se decide trasciende diversos escenarios como acto de comunicación
por excelencia dentro del proceso jurisdiccional, tiene diversos destinatarios y esas
decisiones deben ir impresas de determinados requisitos y cualidades con la finalidad
de que tengan legitimidad y eficacia; y uno de esos requisitos es la argumentación
jurídica, en tanto constituye una condición necesaria en el proceso, que permitirá un
control de la decisión y generará en la sociedad aceptabilidad de la decisión.
8
GARCÍA, Eloy. “El último triunfo de la libertad”: la democracia constitucional ante su momento maquiavélico.
1ra. Edición. Temas de derecho público Nro. 58. Universidad externado de Colombia. Instituto de estudios
constitucionales Carlos Restrepo Piedrahita. Bogotá-Colombia. Junio 2000. Pág. 34.
9
<http://www.bibliojuridica.org/libros/4/1650/21.pdf>. JONGITUD ZAMORA, Jacqueline. Legalidad, legitimi-
dad y legitimación. Implicaciones éticas. Consultado el 1 de septiembre de 2009 a las 11.41 p.m. Pág. 1.
376 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 373-383, abr./jun. 2015
La argumentación jurídica como presupuesto de legitimidad de la decisión jurisdiccional bajo la...
10
GARCÍA, Eloy. “El último triunfo de la libertad”: la democracia constitucional ante su momento maquiavélico.
Op. cit. Pág. 21.
11
Ibíd. Pág. 36.
12
Ibíd. Pág. 36.
13
GARCÍA AMADO, Juan Antonio. Legitimidad y derechos humanos. En: R. Soriano, C. Alarcón, J. Mora (Coords.),
Diccionario crítico de los derechos humanos, La Rábida, Universidad Internacional de Andalucía. Sede
Iberoamericana, 2000. Disponible en: <http://www.geocities.com/jagamado/currypub.html#ponencias>.
Consultado el día 2 de septiembre de 2009 a las 4.31 p.m. Pág. 1.
14
Ibíd. Pág. 6.
15
Ibíd. Pág. 7.
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Liliana Damaris Pabón Giraldo
16
<http://www.fride.org/publicacion/457/comentario>. MOLINERO ALVAREZ, Natalia. Legalidad y legitimidad en
el uso de la fuerza. Universidad de Aberdeen. FRIDE. Comentario, julio de 2008. Consultado 1 septiembre de
2009 a las 2.35 p.m. Pág. 9.
17
<http://www.bibliojuridica.org/libros/4/1650/21.pdf>. JONGITUD ZAMORA, Jacqueline. Legalidad, legitimi-
dad y legitimación. Implicaciones éticas. Op. cit. Pág. 9.
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La argumentación jurídica como presupuesto de legitimidad de la decisión jurisdiccional bajo la...
Alvarado Velloso, porque “la realiza el Estado conforme con un orden jurídico
esencialmente justo y como consecuencia de un proceso”;18
- lógica, esto es, adecuada a las reglas del pensamiento lógico y la experiencia
común;
- motivada, es decir, tener una derivación razonada del derecho vigente con
relación a la pretensión esgrimida y en función de los hechos probados en el
proceso; además debe ser congruente, o sea, versar exclusivamente sobre
lo pretendido y resistido por las partes.
Lo que conduce a afirmar, que en el campo del derecho y específicamente del
derecho procesal, se debe adoptar en la actualidad una decisión racional en pro
de la legitimidad. Y solo se verá legitimada tal decisión, cuando exista un grado de
aceptabilidad entre sus destinatarios. Legitimidad que descansa en un consenso
real.19 Y es precisamente esta aceptación la que se mide con credibilidad y confianza;
tal como lo establece Ferrero citado por Eloy García,20 cuando afirma que un pueblo
necesita más que fuerza para mantenerse unido y ese algo es la legitimidad, ya que
ésta es una forma de aceptación, confianza y obediencia, por parte del pueblo hacia
el gobierno. Esa aceptación debe serlo por la mayoría, y es precisamente por ello que
la legitimidad engloba los valores de un Estado constitucional democrático, en tanto
se buscan decisiones justas para todos, y no decisiones buenas para algunos, figura
que sólo se consigue a través del Estado Democrático de Derecho.
18
ALVARADO VELLOSO, Adolfo. Garantismo procesal contra actuación judicial de oficio. Valencia. Tirant lo blanch.
2005. Pág. 449.
19
<http://www.bibliojuridica.org/libros/4/1650/21.pdf>. JONGITUD ZAMORA, Jacqueline. Legalidad, legitimi-
dad y legitimación. Implicaciones éticas. Op. cit.. Pág. 10.
20
<http://www.usergioarboleda.edu.co/derecho/derecho_constitucional/resena_eloy_garcia.htm>. GARCÍA, Eloy.
“El último triunfo de la libertad”: la democracia constitucional ante su momento maquiavélico. Consultado el 2
de septiembre de 2009 a las 4.37 p.m.
21
ALVARADO VELLOSO, Adolfo. Garantismo procesal contra actuación judicial de oficio. Op. cit. Pág. 47.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 373-383, abr./jun. 2015 379
Liliana Damaris Pabón Giraldo
tanto hoy en América Latina, debe propenderse por un proceso que sirva de tutela de
los derechos y garantías constitucionales y controle además el poder; solo de esta
forma la función jurisdiccional aunada a la argumentación jurídica, será el motor que
otorgue confianza a la comunidad.
Al respecto cabe decir que, la Teoría de la Argumentación jurídica es una
herramienta racional, que juega un papel fundamental en la decisión, buscando que la
misma se ajuste a un modelo procesal garantista, que se convierta en sustento de los
procesos de elaboración lógica y dialéctica de las decisiones. En el campo jurídico, es
una herramienta que ayudará a que los jueces tomen en cuenta su discrecionalidad y
límites en sus decisiones judiciales, pero sin caer en la arbitrariedad; es dar un mayor
sentido argumentativo y valorativo a los hechos y medios de prueba existentes en un
proceso para proferir con base a estos una decisión racional. Por eso, la decisión
jurisdiccional debe ser producto de un debido proceso que le imprima un sello de
racionalidad, pero además debe ser formalmente correcta.22
La argumentación jurídica como medio de comunicación entre los sujetos
procesales, permite llegar al consenso, a la aceptabilidad, a la adhesión y al
reconocimiento de la decisión proferida por el funcionario jurisdiccional. En palabras
de Michelle Taruffo:
22
Artículo 1 Constitución Política de Colombia de 1991: “Colombia es un estado social de derecho organizado
en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática,
participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las
personas que la integran y en la prevalencia del interés general”.
23
VÁSQUEZ SÁNCHEZ, Omar. De lo que la teoría de la argumentación jurídica puede hacer por la práctica de la
argumentación jurídica. En: Revista Telemática de Filosofía del Derecho, Nro. 12, 2009, pp. 99-134. <http://
www.filosofiayderecho.com/rtfd/numero12/04-12.pdf>. Consultado el 12 de mayo de 2009 a las 1.38 p.m.
Pág. 106.
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La argumentación jurídica como presupuesto de legitimidad de la decisión jurisdiccional bajo la...
Conclusiones
La legitimidad es la adecuación de un ordenamiento jurídico a valores y principios
y la legitimación, es entendida como consenso, aceptación, adhesión y reconocimiento.
La argumentación jurídica más que una forma de persuasión, es una forma de
convencer, para lograr adhesión de un auditorio, basándose en criterios racionales.
Cuando la decisión jurisdiccional se encuentra argumentada, se logrará
fácilmente su aceptación, y es precisamente este aspecto el que le da legitimidad
como expresión de la racionalidad; ya que no habrá legitimidad si hay tiranía; y solo
si no hay arbitrariedad, entonces habrá legitimidad.
24
UPRIMY YEPES, Rodrigo. Legitimidad y conveniencia del control constitucional de la economía. cablemodem.
fibertel.com.ar/seminario/uprimny.doc. Consultado el 2 de septiembre a las 4.47 p.m. Pág. 10.
25
GASCÓN ABELLAN, Marina. Los hechos en el derecho. Bases argumentales de la prueba, editorial Marcial
Pons, Ediciones jurídicas y sociales S.A. Madrid – Barcelona. 1999. Pág. 225.
26
GHIRARDI A., Olsen. FERNANDEZ E., Raúl. ADRUET S, Armando. GHIRARDI, Juan C. La naturaleza del razona-
miento judicial (El razonamiento débil). Ediciones Alveroni. Córdoba – República Argentina. 1993. Pág. 42.
27
DE ASIS ROIG, Rafael. Jueces y normas. La decisión judicial desde el ordenamiento. Op. cit. Pág. 105.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 373-383, abr./jun. 2015 381
Liliana Damaris Pabón Giraldo
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La argumentación jurídica como presupuesto de legitimidad de la decisión jurisdiccional bajo la...
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Coisa julgada, Constituição Federal e o
novo Código de Processo Civil
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 385-388, abr./jun. 2015 385
Luiz Eduardo Ribeiro Mourão
386 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 385-388, abr./jun. 2015
Coisa julgada, Constituição Federal e o novo Código de Processo Civil
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 385-388, abr./jun. 2015 387
Luiz Eduardo Ribeiro Mourão
MOURÃO, Luiz Eduardo Ribeiro. Coisa julgada, Constituição Federal e o novo Código
de Processo Civil. Revista Brasileira de Direito Processual – RBDPro, Belo Horizonte,
ano 23, n. 90, p. 385-388, abr./jun. 2015.
388 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 385-388, abr./jun. 2015
Discricionariedade judicial em matéria
probatória
1 Considerações gerais
Ao ensejo da realização do XXVI Encontro do Instituto Panamericano de Direito
Processual (IPDP), em Belo Horizonte, com o eixo temático “Rumos do garantismo
processual: Brasil e América Latina”, afigura-se relevante a discussão de um dos
aspectos que envolve a atuação do juiz no processo, qual seja, a admissibilidade da
discricionariedade judicial em matéria probatória.
O tema dos poderes do juiz e, particularmente, dos seus poderes instrutórios
já foi objeto de detidos estudos por ilustres doutrinadores, não sendo esta a sede
própria para aprofundar o exame da questão.
Contudo, parece oportuno recordar a posição de Cappelletti a respeito do
princípio dispositivo e dos poderes do juiz no processo, constante de suas obras La
oralidad y las pruebas en el proceso civil1 e La testimonianza della parte nel sistema
dell’oralità,2 que já tivemos oportunidade de examinar em estudo anterior, em que
ressaltamos a sua contribuição científica sobre o assunto em tela.
O grande processualista refere-se ao tema ao defender a chamada direção
material do processo. Para isso, procedeu a uma grande revisão dos conceitos,
principalmente no que se refere a aforismos como nemo iudex sine actore e iudex
debet iudicare secundum allegata et probata a partibus.
1
CAPPELLETTI, Mauro. La oralidad y las pruebas en el proceso civil. Trad. Santiago Sentís Melendo. Buenos
Aires: EJEA, 1972.
2
CAPPELLETTI, Mauro. La testimonianza della parte nel sistema dell’oralità. Primeira parte. Milano: Giuffrè,
1974.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 389-395, abr./jun. 2015 389
Maria Elizabeth de Castro Lopes
3
SANTOS, Moacyr Amaral. Primeiras linhas de direito processual civil. 3. ed. São Paulo: Saraiva, 1977. v. 2. p.
303 e ss.
4
BARBOSA MOREIRA, José Carlos. O juiz e a prova. RePro 35/178-184, São Paulo: Revista dos Tribunais,
1984.
5
MIRANDA, Vicente. Poderes do juiz no processo civil brasileiro. São Paulo: Saraiva, 1993. p. 217.
6
BEDAQUE, José Roberto dos Santos. Poderes instrutórios do juiz. 3. ed. São Paulo: Revista dos Tribunais,
2001. p. 158 e ss.
390 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 389-395, abr./jun. 2015
Discricionariedade judicial em matéria probatória
juiz também pode produzir provas junto com as partes, pois considera o juiz como
interessado no resultado do processo. Para ele, o juiz deve ter participação ativa com
poder investigativo.
A seu turno, João Batista Lopes,7 embora se filiando à doutrina que propugna
pelo fortalecimento dos poderes do juiz e de suas iniciativas probatórias, faz restrições
quanto à prova documental e testemunhal, que, salvo exceções expressas na lei,
deve competir às partes, uma vez que não cabe ao juiz sair a campo para obtê-las.
Para nós, não se pode converter o juiz em investigador de fatos, pois a função
de julgar é incompatível com a de investigar. Além disso, impor aos juízes o dever de
pesquisar provas conflita com a realidade do dia a dia forense, pois não se ignora que
eles, de modo geral, possuem carga de processos acima do razoável e, assim, não
tem condições materiais para fazer investigações.
O juiz é sujeito da relação processual, mas não pode ser o único protagonista
dela. Por outras palavras, o processo não tem dono, mas apenas um diretor ou
condutor, razão por que não se pode desprezar os ônus que competem às partes,
inclusive no campo probatório.
Contudo, reconhecemos que existe uma forte tendência doutrinária no sentido do
fortalecimento dos poderes do juiz e de conferir-lhe plenos poderes para determinação
de provas de ofício.
LOPES, João Batista. A prova no direito processual civil. 2. ed. São Paulo: Revista dos Tribunais, 2002. p. 76.
7
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Maria Elizabeth de Castro Lopes
8
El activismo de los jueces. In: Derecho procesal civil actual. La Plata: Librería Editora Platense, 1999. p.
364/402.
9
RAMOS, Glauco Gumerato. Ativismo e garantismo no Processo Civil. Apresentação do debate. Disponível no
Google, p. 3.
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Discricionariedade judicial em matéria probatória
Deve-se, pois, distinguir juiz ativista de juiz ativo. Ser ativista não é assumir a
defesa de uma das partes, mas sim dirigir o processo de forma dinâmica para que ele
cumpra efetivamente seus objetivos: alcançar a justiça e a segurança das relações
jurídicas com espírito de pacificação dos conflitos.
A discussão sobre o ativismo judicial suscita indagação sobre a admissibilidade
do poder discricionário do juiz em matéria probatória.
Em primeiro lugar, nos parece importante saber se existe o chamado poder
discricionário judicial. Para isso, buscamos em doutrina assentada a classificação
de ditos poderes e encontramos na lição de Vicente Miranda o que buscamos. Ele
propõe a seguinte classificação essencial dos poderes do juiz:
Regras de experiência e conceitos juridicamente indeterminados. Revista Forense, 261/15, jan./mar. 1978.
11
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 389-395, abr./jun. 2015 393
Maria Elizabeth de Castro Lopes
3 Conclusão
O juiz não é dono do processo e também não é investigador de fatos, pois esta
função é incompatível com a de julgar com serenidade.
Não vemos problema na utilização da expressão juiz ativista se a intenção for
designar o juiz dinâmico que assume a direção do processo.
Contudo, recusamos a proposta de conferir ao juiz o poder de decidir à margem
da lei, fazendo prevalecer suas convicções pessoais. Também não aceitamos a figura
do juiz assistente social que toma partido em favor de uma das partes.
Por outro lado, não aceitamos a chamada discricionariedade judicial em matéria
probatória. O que a lei estabelece é que cabe ao juiz determinar as provas necessárias
à instrução do processo e não aquelas que ele, sponte propria, achar convenientes
ou oportunas. Além disso, a concessão de poder ilimitado para determinação de
provas de ofício mesmo na hipótese de direitos disponíveis conflita com a ideia de
que o juiz não é o único personagem da relação processual, que deve contar também
com a participação do autor e do réu na tarefa de esclarecimento dos fatos.
12
Studi sul potere discrezionale del giudice civile. Milão: Giuffrè, 1975. p. 263.
13
Omissão judicial e embargos de declaração. São Paulo: Revista dos Tribunais, 2005. p. 361/362,
Efetividade do processo e técnica processual. São Paulo: Malheiros, 2007, p.108/109 e Interpretação e dis-
cricionariedade. São Paulo: RCS Editora Ltda., 2006. p. 82-162.
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Discricionariedade judicial em matéria probatória
Referências
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Tribunais, 1984.
BEDAQUE, José Roberto dos Santos. Poderes instrutórios do juiz. 3. ed. São Paulo: Revista dos
Tribunais, 2001.
BEDAQUE, José Roberto dos Santos. Efetividade do processo e técnica processual. São Paulo:
Malheiros, 2007. p. 108-109.
BERIZONCE, Roberto. El activismo de los jueces. In: Derecho procesal civil actual. La Plata: Librería
Editora Platense, 1999.
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Buenos Aires: EJEA, 1972.
CAPPELLETTI, Mauro. La testimonianza della parte nel sistema dell’oralità. Primeira parte. Milano:
Giuffrè, 1974.
LEITE, Luciano Ferreira. Interpretação e discricionariedade. São Paulo: RCS Editora Ltda., 2006.
LOPES, João Batista. A prova no direito processual civil. 2. ed. São Paulo: Revista dos Tribunais, 2002.
MIRANDA, Vicente. Poderes do juiz no processo civil brasileiro. São Paulo: Saraiva, 1993.
RAMOS, Glauco Gumerato. Ativismo e garantismo no processo civil. Apresentação do debate. Disponível
no Google.
RASELLI, Alessandro. Studi sul potere discrezionale del giudice civile. Milão: Giuffrè, 1975.
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1977. v. 2.
WAMBIER, Teresa Arruda Alvim. Omissão judicial e embargos de declaração. São Paulo: Revista dos
Tribunais, 2005.
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Breve visión comparativa del
tratamiento de la actividad probatoria
en el Código General del Proceso
de Colombia, en el Novo Código de
Processo Civil de Brasil y en el proyecto
de Código Procesal Civil de Chile
Resumen: El presente artículo analiza, desde una perspectiva garantista, los principales aspectos de la
actividad probatoria en las más recientes normativas procedimentales civiles de América del Sur, así del
proyecto de Chile en esta materia.
Palabras clave: Prueba. Procedimiento. Civil.
Sumario: I Aspectos generales – II Iniciativa probatoria – III Rol del juez en la producción de la prueba – IV
Prueba de oficio – V Medios de prueba – VI Admisibilidad – VII Valoración – VIII Carga de la prueba – IX
Establecimiento de los hechos en la sentencia – X Corolario final – Referencias
I Aspectos generales
Con la progresiva fijación de parámetros mínimos a respetar en la sustanciación
de los procedimientos judiciales conforme al debido proceso, establecidos por los
tribunales y organismos internacionales de derechos humanos, las normativas
nacionales han debido adecuarse a éstos, sea espontáneamente o gracias a condenas
o recomendaciones de estas entidades.
Este fenómeno se ha venido desarrollando en todo el mundo occidental con
mayor o menor intensidad.
Dentro de este escenario se comprende en forma central la actividad probatoria,
que siempre ha sido el corazón de los procedimientos, independiente de las
pretensiones que se ventilen, de la autoridad que resuelva y de la época.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 397-404, abr./jun. 2015 397
Miguel Ángel Reyes Poblete
II Iniciativa probatoria
Todas las normativas analizadas coinciden en conferir a los litigantes un rol
principal en el ofrecimiento y procedimiento de material probatorio (Art. 169 CGPC,
Art. 369 NCPC así como los arts. 2 y 288 PCPC).
Sin embargo, a renglón seguido confieren una amplia iniciativa en este ámbito
al tribunal, pues todas ellas coinciden en concebirlo como una suerte de “director del
debate” como establecen en términos generales los Arts. 42 Nº4, 169 y 170 CGPC,
Arts. 139 VIII NCPC, y Arts. 288 inciso 2º PCPC, sin perjuicio de desarrollo que hago
detalladamente a continuación.
Entendiendo a este efecto como tales los cuerpos legislativos íntegramente nuevos y no modificaciones, aún
1
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Breve visión comparativa del tratamiento de la actividad probatoria en el Código General del Proceso ...
IV Prueba de oficio
Todos los textos analizados permiten, en mayor o menor medida, prueba de
oficio, de la forma que brevemente se pasa a exponer.
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Miguel Ángel Reyes Poblete
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V Medios de prueba
Todos los textos analizados contemplan una apertura para la producción de
cualquier medio idóneo para lograr la convicción del tribunal (Art. 165 CGPC,2 369
NCPC3 y Art. 286 PCPC).
En el caso del proyecto chileno, la referencia es genérica.4 En cambio la
normativa de Brasil menciona los medios de prueba legales y otros legítimamente
obtenidos, para en el caso de Colombia mencionar detalladamente los mecanismos
normativos y una referencia genérica final.
VI Admisibilidad
El proyecto de Chile contempla, al igual que leyes previas (Código Procesal
Penal, Ley de Tribunales de Familia y código del trabajo) la posibilidad de pedir la
exclusión de las pruebas ofrecidas. En este caso, en el Art. 292 y ello:
- Impedirá que sean rendidas en juicio;
- Por “que fueren manifiestamente impertinentes o no idóneas; las que
tuvieren por objeto acreditar hechos públicos y notorios; las que resultaren
sobreabundantes; las que hayan sido obtenidas con infracción de garantías
fundamentales o hubieren sido declaradas nulas y aquellas que recaigan
sobre hechos no controvertidos, a menos que, en este último caso, se tratare
de cuestiones indisponibles para las partes”.
En Brasil se contempla expresamente la admisibilidad de la prueba testimonial,
salvo regla legal que lo restringa, arts. 442 a 444.
En Colombia, el Código permite al juez inadmitir la petición de documentos
cuando éstos se pudieran haber obtenido en virtud del derecho de petición, art. 173
inciso 2º. El mismo cuerpo legal prohíbe admitir prueba pericial sobre puntos de
derecho, salvo derecho extranjero y costumbre.
VII Valoración
Todos los cuerpos legales analizados establecen como forma de valoración de
la prueba la sana crítica, aunque con diversa redacción (Arts. 176 CGPC, Arts. 371 y
375 NCPC, Art. 298 inciso 1º PCPC).
2
Son medios de prueba la declaración de parte, la confesión, el juramento, el testimonio de terceros, el dicta-
men pericial, la inspección judicial, los documentos, los indicios, los informes y cualesquiera otros medios que
sean útiles para la formación del convencimiento del juez”.
3
As partes têm o direito de empregar todos os meios legais, bem como os moralmente legítimos, ainda que não
especificados neste Código, para provar a verdade dos fatos em que se funda o pedido ou a defesa e influir
eficazmente na convicção do juiz.
4
“Art. 286 inciso 1º “Todos los hechos y circunstancias pertinentes para la adecuada solución del conflicto
sometido a la decisión del tribunal podrán ser probados por cualquier medio obtenido, ofrecido e incorporado
al proceso en conformidad a la ley”.
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Miguel Ángel Reyes Poblete
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Breve visión comparativa del tratamiento de la actividad probatoria en el Código General del Proceso ...
Art. 294 inciso 2º “El tribunal podrá distribuir la carga de la prueba conforme a la disponibilidad y facilidad
5
probatoria que posea cada una de las partes en el litigio lo que comunicará a ellas, con la debida antelación,
para que asuman las consecuencias que les pueda generar la ausencia o insuficiencia de material probatorio
que hayan debido aportar o no rendir la prueba correspondiente de que dispongan en su poder”.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 397-404, abr./jun. 2015 403
Miguel Ángel Reyes Poblete
sucinta, pero “con precisión, los motivos de hecho y de derecho en que se basaren
las decisiones tomadas”, no bastando la “simple relación de actuaciones o piezas del
registro desmaterializado”.
Por su parte, la norma colombiana en el Art. 280 requiere que la motivación se
limite al “examen crítico de las pruebas con explicación razonada de las conclusiones
sobre ellas, y a los razonamientos constitucionales, legales, de equidad y doctrinarios
estrictamente necesarios para fundamentar las conclusiones, exponiéndolos con
brevedad y precisión, con indicación de las disposiciones aplicadas”, exigiendo al tribunal
“calificar la conducta procesal de las partes y, de ser el caso, deducir indicios de ella”.
Por último, el nuevo código del Brasil en su art. 489 establece como elemento
esencial de la sentencia de mérito, en lo pertinente a este texto: Los fundamentos en que
el juez analizará las cuestiones de hecho, Nº II. A contrario sensu, no se considera fundada
si sólo indica el material probatorio sin explicar su relación con la cuestión decidida §1 Nº I.
X Corolario final
Del análisis de los textos indicados cabe colegir que en general la tendencia
ha sido ampliar las funciones de los jueces, particularmente en materia probatoria.
Ello tiene detractores, fundamentalmente por parte del garantismo en virtud de la
aplicación de la constitucional igualdad ante la ley, y adeptos, por el “deber de buscar
la verdad real”, ambas tesis que exceden con creces este breve análisis normativo.
Comparative Vision of Evidence Activity Regulation General Process Code of Colombia, Brazilian New
Civil Procedure Code and the Project of Civil Procedure Code of Chile
Abstract: This article analyzes from a guarantee perspective, the main aspects of the presentation of
evidence in the most recent civil procedural regulations of South America and chilean project in this area.
Referencias
ALVARADO VELLOSO, ADOLFO, La prueba judicial, Editorial Tirant Lo Blanch, Valencia, España, 2006.
REYES POBLETE, MIGUEL ANGEL, Medios de Prueba, editorial Librotecnia, Santiago, Chile, 2014.
TARUFFO, MICHELE, La prueba de los hechos, Editorial Trotta, MAdrid, España, 2011.
VALENZUELA NAVARRO, JORGE, la carga de la prueba y la iniciativa probatoria de oficio, en reforma a la
justicia civil. Una mirada desde la judicatura, AA.VV., ediciones jurídicas de Santiago, Santiago, Chile, 2015.
REYES POBLETE, Miguel Ángel. Breve visión comparativa del tratamiento de la actividad
probatoria en el Código General del Proceso de Colombia, en el Novo Código de Processo
Civil de Brasil y en el proyecto de Código Procesal Civil de Chile. Revista Brasileira de
Direito Processual – RBDPro, Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 397-404, abr./jun. 2015.
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Los nuevos desafíos doctrinarios y
normativos de la teoria garantista de
cara al siglo XXI
Omar A. Benabentos
Miembro Titular del Instituto Panamericano de Derecho Procesal.
Palabras clave: Teoría garantista. Desafíos doctrinarios y normativos. Siglo XXI. Derecho procesal
constitucional.
Sumario: 1 Introducción a los ejes temáticos de nuestra ponencia – 2 Aspiraciones y deudas pendientes
de la corriente garantista – 3 Las antinomias que exhiben los sistemas de procesamiento y juzgamiento
publicistas – 4 La teoría garantista y el derecho procesal constitucional – 5 Referencias sobre los nuevos
paradigmas que sustentan al Derecho procesal constitucional y su compatibilidad con modelo garantista o
acusatorio para el proceso civil – 6 Conclusiones – Referencias
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Omar A. Benabentos, Mariana Fernández Dellepiane
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Los nuevos desafíos doctrinarios y normativos de la teoria garantista de cara al siglo XXI
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Omar A. Benabentos, Mariana Fernández Dellepiane
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Los nuevos desafíos doctrinarios y normativos de la teoria garantista de cara al siglo XXI
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Omar A. Benabentos, Mariana Fernández Dellepiane
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Los nuevos desafíos doctrinarios y normativos de la teoria garantista de cara al siglo XXI
que ese mal es superior al mal de la disputa entre los litigantes no podrá arribarse a
buen puerto en modo alguno.
Así, institutos como la acumulación de cargas procesales, que exigen la afirmación
y el ofrecimiento de los medios de prueba en el mismo acto, situación que impide exponer
adecuadamente la teoría del caso y exige que las partes salgan a probar en un esfuerzo
inútil y desmedido, ya que la prueba no recae sobre los hechos contradichos sino sobre
sus propias afirmaciones; notificaciones ficcionales (notificación automática), en donde
las partes no toman real conocimiento de actos esenciales del proceso, la caducidad de
instancia, que implica la negación a resolver el conflicto, las negligencias probatorias, la
limitación en el número de testigos, límites para denunciar hechos nuevos, trabas que
alejan al juez del conocimiento de los hechos, entre otras vallas que ponen lejos, muy
lejos la proclamada meta de la verdad real.
Y el abismo se profundiza, como ya lo dijimos, cuando los publicistas pretenden
compatibilizar la falsaria idea de la verdad real o la justicia pantónoma (que en sus
creencias puede ser alcanzada en procesos no penales), con el paradigma que
venimos denunciando que es quizás el que más daño a provocado al pensamiento
procesal contemporáneo. Ese paradigma por sí solo, y mucho más al ser replicado
en normas positivas (todas las denunciadas en el parágrafo anterior), tornan muy
inconsistentes a los códigos forjados en la falsaria tesis…que el proceso es un
mal en sí mismo... (sic). Esta extravagancia dogmática lo ha descalabrado todo. La
concepción proviene de Frank Kleín (tantas veces alabado por la doctrina publicista),
sin advertir que, o se busca la verdad real y ese es el ideario de un código publicista,
(y, por tanto, se eliminan todas las ficciones antes denunciadas), o se colocan todas
estas ficciones porque, terminamos convencidos que “el proceso, al ser un mal en
sí mismo, es un mal para la sociedad aún mayor que para los propios litigantes” y si
esto es así, debe terminar cuanto antes (y “a como fuere”) sin importar casi en nada
que correspondencia tiene la verdad procesal con lo acontecido en la realidad.
Concluyendo: si toma por este rumbo del proceso como un “mal” es casi
obligatorio dejar de lado la “pancarta” del deber del juez de arribar a esa inasible
verdad. De modo indudable, el cúmulo de ficciones no le permiten alcanzar a la
jurisdicción los grados mínimos de conocimiento necesarios para fallar con las
herramientas que necesita para acceder a ciertos niveles de correspondencia
entre los hechos expuestos por las partes y el producto que generan los procesos
publicitas-ficcionales.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 405-418, abr./jun. 2015 411
Omar A. Benabentos, Mariana Fernández Dellepiane
412 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 405-418, abr./jun. 2015
Los nuevos desafíos doctrinarios y normativos de la teoria garantista de cara al siglo XXI
autorizados para sostener esta urgente alineación. La cercanía nos servirá para
demostrar que la doctrina publicista se encuentra con graves problemas para
demostrar como un “derecho constitucional procesalizado” puede ser conciliable con
normas positivas inspiradas en la rancia corriente activista.
Si ese pensamiento se hace carne entre nosotros, el de ocupar espacios, proponer
códigos procesales constitucionales (desde otra mirada, ya varios códigos procesales
constitucionales contienen propuestas publicistas, con el riesgo que ello conlleva), y
si tenemos presente que el derecho procesal constitucional es la parcela de nuestra
ciencia que más empuje ha tomado en estas últimas décadas, podemos mantener la
esperanza que la teoría garantista, siendo compatible en un todo con el derecho procesal
constitucional (y dejando los recelos menores de lado) servirá para ampliar el ámbito
de debate y llevarnos tanto a la redacción conjunta, no sólo de códigos procesales no
penales, sino a la construcción de los Códigos Procesales Constitucionales que se
están esparciendo por la región con nuevos paradigmas epistémicos.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 405-418, abr./jun. 2015 413
Omar A. Benabentos, Mariana Fernández Dellepiane
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Los nuevos desafíos doctrinarios y normativos de la teoria garantista de cara al siglo XXI
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 405-418, abr./jun. 2015 415
Omar A. Benabentos, Mariana Fernández Dellepiane
6 Conclusiones
Para ir resumiendo sobre el sentido y razón de ser de nuestra ponencia
expresamos que la filosofía, la dogmática, el ideario y la imposición de “los blindajes
constitucionales” y el respeto a las mandas de los derechos humanos fundamentales
de todas las personas, si bien son conquistas muy valiosas, no nos alejan de nuestras
cavilaciones sobre la permanente tensión entre el individuo y los que gobiernan, que
son los que pueden poner en serios riesgos de ser suprimidos o atenuados estos
logros. Y esa tensión es verificable, muy a nuestro pesar, frente a la seducción que
sigue ejerciendo el aceptarlos en lo formal, pero negarlos en la realidad, en especial
por parte de los poderes ejecutivos de ciertos Estados de la región (aunque en el
discurso político se proclame lo contrario).
Y desde el costado que más nos interesa: es un dato concreto que el poder
judicial también puede contaminarse de este ideario y entender que los derechos
fundamentales procesales ceden si el precio de su respeto puede mellar el “ideal
de justicia” que tiene ese juez y la “búsqueda de la verdad en el proceso” que ese
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Los nuevos desafíos doctrinarios y normativos de la teoria garantista de cara al siglo XXI
juez proclama como valor absoluto. Sabemos desde donde venimos (en nuestro
pasado remoto y reciente), y desde donde venimos no es precisamente una fuente
de tolerancia, de democracia auténtica y sentido de la responsabilidad de las clases
gobernantes (de todos los poderes), sino todo lo contrario. Estará en nosotros
identificar hacia donde van realmente las democracias constitucionales, y prestar
más atención aún a la posición que se le adjudique a quienes tienen la ominosa
misión de juzgarnos. Nos debe quedar en claro hacia a donde apunta La juridicidad,
el modo de procesar y juzgar que impera o imperará en la región. Está en juego que
el discurso sobre los derechos humanos procesales no se quede sólo en expresiones
de deseos intangibles para el justiciable.
En todo caso la apuesta nos trasciende: que todo lo que se construya de
ahora en más, y todo lo construido, no sea para alimentar nuestra vanidad científica.
Esencialmente debe mirar a los destinatarios del sistema, ellos son los que deben
recobrar la confianza perdida, y más concretamente el justiciable, sobre todo en aquello
que hemos edificado los procesalistas para la solución de los conflictos jurídicos. No
tomar nota que todo lo que se ha diseñado en los sistemas normativos procesales
no penales en la región y todo lo actuado por la judicatura merece para el hombre
de la calle un serio y sostenido reproche. En últimas, ignorar el reproche es una
huida hacia delante y ser fugitivos de una realidad que no queremos (o no podemos)
cambiar. En las ciencias no se insiste (o no se debería insistir) en recetas que no
trajeron los resultados esperados. Algo diferente, tanto en lo normativo, como en los
nuevos espacios del procesalismo moderno debemos ocupar, y urgentemente, los
enrolados en la corriente garantista. Es lo que se nos está exigiendo. Sencillamente
deberíamos redoblar nuestros esfuerzos para “dar la talla”. Será en todo caso en el
ámbito de estos Congresos, en donde concurren lo más distinguido del pensamiento
procesal de la región, el espacio adecuado para la auto-reflexión, o mejor aún, para
las críticas, las apuestas, la exhortación a tomar los riesgos que, más temprano que
tarde, deben ser tomados por la comunidad científica para mantener un estándar
mínimo de credibilidad (que hoy decididamente no hemos alcanzado).
Nos permitimos, para cerrar, apelar a unas reflexiones vertidas en la tesis
doctoral (para cobijarnos en reconfortante ámbito de las ideas son propias de la
pura la teoría, que en este caso nos hemos negado a abordar, pero, finalmente, nos
tentamos de no cerrar nuestra ponencia sin una breve incursión por este sendero y
expresar algo sobre el ideal que expresa el garantismo).
Si, compelidos por buscar en unas pocas palabras que entendemos o cual es
la esencia del “Garantismo Procesal”, diríamos:…El proceso es garantía de libertad.
Si el proceso se resolviera en consideración al subjetivismo del juzgador, como fruto
de su voluntad, sería arbitrariedad y opresión. La sentencia, dictada de acuerdo a lo
afirmado, negado y confirmado en la causa es garantía y prenda de libertad. No es
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 405-418, abr./jun. 2015 417
Omar A. Benabentos, Mariana Fernández Dellepiane
Referencias
BENABENTOS, Omar Abel, Teoría General Unitaria del Derecho Procesal, 1ª. ed., Ed. Juris, 2001,
Rosario, Argentina
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418 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 405-418, abr./jun. 2015
Garantia da motivação das decisões no
Novo Código de Processo Civil brasileiro:
miradas para um novo processo civil1
Sumário: 1 Motivação das decisões no Brasil – 2 Limites impostos pela motivação – 3 O contraditório como
princípio estruturante do processo – 4 Identificação das decisões imotivadas – 5 À guisa de conclusão
1
Agradeço ao mestrando e colega de Escritório, André Gustavo Orthmann, pelo auxílio na pesquisa e pelos
debates que redundaram nas conclusões do presente ensaio.
2
Ver: STF, Repercussão Geral na QO no AI nº 791.292/PB, rel. Min. Gilmar Mendes, j. em 23.06.2010; STF,
RE nº 418.416/SC, rel. Min Sepúlveda Pertence, j. em 10.05.2006; STF, MS nº 26.163/DF, rel. Min. Cármen
Lúcia, j. em 24.04.2008. Cumpre, no entanto, registrar entendimento divergente do Min. Marco Aurélio
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 419-436, abr./jun. 2015 419
Paulo Henrique dos Santos Lucon
com essa orientação, para esse Tribunal, também deve ser considerada motivada
decisão que se limita a se reportar aos fundamentos de outra decisão, a chamada
e tão controvertida motivação per relationem.3 O Superior Tribunal de Justiça, a seu
turno, não considera nula a decisão motivada de maneira sucinta ou deficiente.
Da análise que se faz dessas máximas e das decisões que as deram origem,
constata-se que a preocupação maior dos tribunais brasileiros ao julgarem adequada
ou não determinada motivação é não sobrecarregar os magistrados no exercício de
sua função judicante. O excesso de processos no Brasil é uma realidade terrível; são
quase 100 milhões de processsos, muitos dos quais o próprio Estado figura como
litigante. Essa pressão para dar vazão à demanda provoca uma inegável perda de
qualidade das decisões judiciais, pois uma fundamentação exauriente de todos os
elementos da controvérsia exige dedicação do magistrado à causa.
Este ensaio procura analisar a adequação da motivação, não sob essa
perspectiva, preocupada com o gerenciamento do Poder Judiciário, mas sim sob a
ótica do garantismo, ou seja, da proteção dos jurisdicionados, com o propósito de
demonstrar o seguinte teorema: não pode ser considerada motivada a decisão que
de alguma forma impossibilite o exercício do contraditório.
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Garantia da motivação das decisões no Novo Código de Processo Civil brasileiro...
essere suasiva, della bontà della sentenza. Da quando la giustizia è scesa dal cielo in terra e si è cominciato
ad ammettere che il responso del giudice è parola umano e non oracolo sovrannaturale e infallibile che si
adora e non si discute, l’uomo ha sentito il bisogno, per accertar la giustizia degli uomini, di ragioni umane; e
la motivazione è appunto quella parte ragionata della sentenza che serve a dimostrare che la sentenza è giusta
e perchè è giusta: e a persuadere la parte soccombente che la sua condanna è stata il necessario punto di
arrivo di un meditato ragionamento e non frutto improvvisato di arbitrio e di sopraffazione” (CALAMANDREI,
Piero. Processo e democrazia. Padova: CEDAM, 1954. p. 96).
5
Ver: “A observação de Franz Neumann no Behemoth [1942: 360-361] é primorosa: as frases ‘são nulos os
contratos contrários à ordem pública, ou que sejam contrários à razão ou à moral’ e ‘será punido quem pratique
um ato que a lei declara punível ou que, de acordo com os princípios de uma lei penal e de acordo com um
saudável sentimento popular, merece punição’ não são regras jurídicas. Não são racionais e representam uma
universalidade falsa, apesar do caráter geral de sua expressão. É frequente que a sociedade contemporânea
não possa chegar a algum acordo quanto a determinada ação ser contrária à moral ou não razoável, se uma
punição corresponde ou não ao saudável sentimento popular. Em outras palavras, esses conceitos carecem
de conteúdo inequívoco. E conclui: ‘um sistema legal que construa os elementos básicos de suas normas
a partir dos chamados princípios gerais ou padrões jurídicos de conduta não é senão um escudo que oculta
medidas individuais” (GRAU, Eros Roberto. Por que tenho medo dos juízes (a interpretação/aplicação do direito
e os princípios). 6. ed. refundida do ensaio e discurso sobre a interpretação/aplicação do direito. São Paulo:
Malheiros, 2013. n. 11. p. 22-23).
6
Ver: MACCORMICK, Neil. Rhetoric and the rule of law. New York: Oxford, 2005. p. 78-100.
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Paulo Henrique dos Santos Lucon
7
Ver: TARUFFO, Michele. Idee per una teoria della decisione giusta. Rivista Trimestrale di Diritto e Procedura
Civile. Milano, v. 51, n. 2, p. 315-328, 1997.
8
Ver: TARUFFO, Michele. La motivazione della sentenza civile. Padova: CEDAM, 1975, n. 5. Esp. p. 450.
9
Ver: é possível afirmar que essa função extraprocessual da motivação só se manifesta em um Estado de
Direito. Tanto é assim que a obrigatoriedade da motivação somente passou a ser prevista na legislação dos
países europeus a partir da segunda metade do século XVIII no arvorecer do iluminismo (TUCCI, José Rogério
Cruz e. A motivação da sentença no processo civil. São Paulo: Saraiva, 1987. n. 1. p. 1 e ss.).
10
Ver: LIEBMAN, Enrico Tulio. Do arbítrio à razão. Reflexões sobre a motivação da sentença. Teresa Alvim (trad.).
Revista de Processo, v. 29, São Paulo: Revista dos Tribunais, 1983. p. 80.
11
Ver: TARUFFO, Michele. La motivazione della sentenza civile. Padova: CEDAM, 1975. p. 334.
12
Ver: TARUFFO, Michele. La motivazione della sentenza civile. Padova: CEDAM, 1975. p. 374-375. A respeito
dos escopos da motivação — subjetivo, técnico e público —, TUCCI, José Rogério Cruz e. A motivação da
sentença no processo civil. São Paulo: Saraiva, 1987. n. 5. p. 21-24.
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Garantia da motivação das decisões no Novo Código de Processo Civil brasileiro...
parte decidir impugnar a decisão que lhe é prejudicial, é a motivação que permitirá a
individuação de modo preciso dos vícios da decisão que constituirão os fundamentos
da impugnação, e por isso, conforme se verá nos próximos itens que seguem a este,
não deverá ser considerada motivada a decisão que subtraia da parte que sucumbiu
as informações necessárias ao exercício do contraditório.13
A motivação suficiente, assim, é garantia de um contraditório efetivo, capaz
de, por um lado, tutelar a parte beneficiada de maneira adequada, e por outro,
possibilitar uma reação da parte contrária com fundamentos mais sólidos, se eles
existirem. Apenas pontos colaterais ao litígio, não essenciais ou de importância
menor, irrelevantes ou de escassa relevância para o julgamento da causa é que
podem deixar de ser analisados pelo magistrado em seu exercício de justificação.
O que não se tolera, contudo, são as omissões no essencial, naquilo que poderia
inverter o resultado do julgamento. Isso viola os princípios, fórmulas e regras de
direito positivo atinentes à motivação da sentença, chocando-se de frente com a
garantia político-democrática do devido processo legal.14
13
Ver: TARUFFO, Michele. La motivazione della sentenza civile. Padova: CEDAM, 1975. p. 375-379; LUISO,
Francesco Paolo. Diritto processuale civile. 6. ed. Milano: Giuffrè, 2011. p. 43 e ss. v. I. José Rogério Cruz e
Tucci assim resume todas as funções desempenhadas pela motivação das decisões judiciais: “a motivação
deve ser expressa, clara, coerente e lógica, para demonstrar que o julgamento é legítimo, válido e justo. No
plano subjetivo, o órgão dotado de jurisdição, evidenciará a ratio scripta que se construíra em sua mente.
Persuadirá, outrossim, a parte sucumbente, mostrando-lhe que o decisum é resultado de verdadeira atuação
do ordenamento jurídico. Os motivos da sentença, já quanto à vertente de natureza técnica, propiciam a análise
crítica dos horizontes do julgado, ensejando, desse modo, a correta interposição de eventual recurso, bem como
melhor exame, pelo órgão ad quem, da justiça e legalidade das decisões a ele submetida. Do ponto de vista
constitucional, e, portanto, extraprocessual, vimos que a obrigatoriedade da motivação da sentença, sob controle
generalizado e difuso, pressupõe a efetividade das normas que garantem o direito de defesa e a imparcialidade
e independência do juiz” (A motivação da sentença no processo civil. São Paulo: Saraiva, 1987. p. 147).
14
Ver: “non sarà necessário che la motivazione si soffermi su tutti i punti discussi dalle parti, ma dovrà dare
sufficiente e convincente ragione della conclusione a cui Il giudice è per venuto nella decisione della causa”
(LIEBMAN, Enrico Tullio. Manuale di diritto processuale civile. 4. ed. Milão: Giuffrè, 1981. n. 270. p. 221. II).
15
Ver: FAZZALARI, Elio. Istituzioni di diritto processuale civile. 8. ed. Padova: CEDAM, 1996. p. 29.
16
Ver: O contraditório, portanto, pode ser considerado exemplo de norma a induzir comportamentos mesmo não
havendo um dispositivo específicos que lhe seja diretamente correspondente. Nesse sentido: “Em alguns
casos há normas mas não há dispositivo. Quais são os dispositivos que prevêem os princípios da segurança
jurídica e da certeza do Direito? Nenhum. Então há normas, mesmo sem dispositivos específicos que lhes
deem suporte físico” (ÁVILA, Humberto. Teoria dos princípios. 10. ed. São Paulo: Malheiros, 2009. cap. 2. n.
2.1. p. 30-31). Ver, nesse mesmo sentido: “La causa giustificatrice del principio del contraddittorio si rinviene
nel normale carattere bilaterale della domanda che ha per destinatari il giudice e colui nei cui confronti chi
propone la domanda pretende che il provvedimento richiesto produca i suoi effetti. La legge dialettica cui è
ispirato il processo imprime carattere recettizio alla domanda, nel senso che il provvedimento non può essere
emanato se la domanda non è stata portata a conoscenza sia del giudice sia della controparte” (PISANI,
Andrea Proto. Lezioni di diritto processuale civile. 5. ed. Napoli: Jovene, 2012. cap. V. n. 3. p. 200 e ss).
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respeitado como deveria, está-se, então, diante de um processo que não pode ser
definido como justo.17 De acordo com a atual configuração do Estado Constitucional,
não se pode conceber que qualquer decisão judicial, independentemente da matéria
nela versada, inclusive aquelas que versem a respeito de questões cognoscíveis
de ofício, seja tomada sem prévia manifestação das partes a respeito. Essa é uma
diretriz a ser observada em todo e qualquer processo, ainda que observada em graus
de jurisdição distintos. A propósito, já há muito tempo o art. 16 do Novo Código de
Processo Civil francês estabelece o dever de o juiz fazer observar o contraditório,
inclusive no que diz respeito às matérias suscitadas de ofício, ocasião em que deve
às partes ser franqueada ampla participação.18 O mesmo ocorre, aliás, no Brasil, com
o Novo Código de Processo Civil, já que de acordo com o art. 10 desse novo diploma
“o juiz não pode decidir, em grau algum de jurisdição, com base em fundamento a
respeito do qual não se tenha dado à partes oportunidade de se manifestar, ainda
que se trate de matéria sobre a qual deva decidir de ofício”.
O contraditório, assim, não é a ciência apenas bilateral (pelos sujeitos parciais
do processo) dos atos e termos do processo, mas é a ciência de tais atos por todos
os sujeitos da relação jurídica processual. O principal destinatário do contraditório é o
juiz, que deve observá-lo a todo o momento ao longo do arco procedimental. Eventual
infringência ao contraditório não permite o exercício da ampla defesa e provoca
violação frontal à garantia do devido processo legal. É certo que o contraditório é
pautado pelo binômio informação-reação, mas enquanto a informação deve estar
sempre presente, a reação é eventual e depende da iniciativa da parte, nunca de
um ato de poder, que seria absolutamente ilegítimo. Assim, poder-se-ia definir mais
precisamente o contraditório pelo binômio informação necessária-reação possível. Por
isso, a citação, por exemplo, assume um papel de extrema relevância no processo
civil, pois ela viabiliza o contraditório. Nulidade e inexistência de citação são vícios
tão graves, portanto, que podem ser aduzidos a qualquer tempo no processo, e até
17
Ver: a doutrina italiana se ocupa deste tema em especial por conta do art. 111 de sua Constituição: “Se,
allora, l’accento cade — più che sulle caratteristiche di completezza o sui profile di analiticità della rispettiva
regolamentazione per legge — sulla variabile (cioè, maggiore o minore) ‘effettività’ dell’attuazione di quelle
garanzie minime, ne deriva un’importante conseguenza. Qualsiasi ‘processo’ (o modelo e tipo di ‘processo’)
è (o puo essere) ‘giusto’, solo se ed in quanto la ‘legge’ vi abbia previsto o comunque ‘regolato’ un’adeguata
attuazione di tutte quelle condizioni minime coessenziali, che (in base all’art. 111, secondo comma) si
intendono all’uopo, in termini assoluti e inderogabili, necessarie e sufficienti” (COMOGLIO, Luigi Paolo. Etica e
tecnica del “giusto processo”. Torino: Giappichelli, 2004. p. 60).
18
Ver: “le juge doit, en toutes circonstances, faire observer lui-même le principe de la contradiction. Il ne peut
retenir, dans sa décision, les moyens, les explications et les documents invoqués ou produits par les parties
que si celles-ci ont éte à même d’en débattre contradictoirement. Il ne peut fonder sa décision sur les moyens
de droit qu’il a relevés d’office sans avoir au préalable invité les parties à présenter leur observations”. Como
observado por Roger Perrot e Henry Solus, “a partir du moment où le juge est appelé à participer activement à
l’instruction de la cause en relevant d’office certains moyens ou en modifiant de sa propre autorité la qualifi-
cation des faites, des devoirs s’imposent à lui comme aux parties elles-mêmes et, en particulier, le devoir de
provoquer les observations des parties sur les moyens dont peut dépendre la solution d’un litige qui met en
cause leurs propres intérets” (Droit judiciaire privé, v. I, p. 22).
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Garantia da motivação das decisões no Novo Código de Processo Civil brasileiro...
mesmo após o trânsito em julgado por meio de ação autônoma (ação declaratória de
inexistência de relação jurídica processual).19
O contraditório está precisamente no direito de participação no processo com
a utilização de todos os meios legítimos e disponíveis destinados a convencer o
julgador a outorgar uma decisão favorável a quem tem direito. A defesa em juízo
é garantia do contraditório e a igualdade de armas assume o valor de condição de
legitimidade constitucional da norma processual. Deve-se sempre ter em mente
que o postulado do due process of law, do qual os princípios do contraditório e da
ampla defesa são corolários, há de ser sempre observado. Não se pode conceber um
processo unilateral, em que somente uma parte age no sentido de obter vantagem
em relação ao adversário, sem que este apresente suas razões ou, pelo menos,
sem que se lhe dê efetiva oportunidade de manifestar-se. Fundamentalmente, o
processo é caracterizado pelo contraditório estabelecido no procedimento adequado
às particularidades do direito material, sendo a participação assegurada aos
interessados por meio do exercício das faculdades e poderes que integram a relação
jurídica processual.20
Enquanto princípio jurídico,21 o contraditório produz efeitos sobre outras normas
jurídicas de forma direta e indireta. Por conta da eficácia direta os princípios exercem
uma função integrativa, pois agregam elementos não previstos em subprincípios ou
regras. Assim, ainda que não haja regra expressa determinando a oitiva das partes a
respeito de ato judicial com “potencial” de influir na esfera jurídica de uma delas, deverá
ser oportunizada a sua manifestação por conta justamente dessa função integrativa
do contraditório.22 É o que ocorre, v.g., nos casos em que os juízes têm de modificar
sua própria decisão por conta de algum vício interno a ela (omissão, obscuridade
ou contradição). Tal modificação não pode se dar sem a prévia manifestação das
partes a respeito. Diz-se “potencial”, pois, em hipóteses excepcionais, quando tal
característica não se fizer presente, há de ser considerada legítima a dispensa de
manifestação da parte. É o que ocorre, por exemplo, no direito brasileiro com a
possibilidade de resolução imediata do processo com o decreto de improcedência
no caso de processos repetitivos. O art. 285-A do Código de Processo Civil brasileiro
de 1973 estabelece que “quando a matéria controvertida for unicamente de direito
19
Cfr. LUCON, Paulo Henrique dos Santos. Garantia do tratamento paritário das partes. In: Garantias constitucio-
nais do processo civil. São Paulo: Revista dos Tribunais, 1999, n. 5. p. 102-108.
20
Cfr. LUCON, Paulo Henrique dos Santos. Garantia do tratamento paritário das partes. In: Garantias constitucio-
nais do processo civil. São Paulo: Revista dos Tribunais, 1999, n. 5. p. 102-108.
21
Ver: na definição de Humberto Ávila “os princípios são normas imediatamente finalísticas, primariamente
prospectivas e com pretensão de complementariedade e de parcialidade, para cuja aplicação se demanda
uma avaliação da correlação entre o estado de coisas a ser promovido e os efeitos decorrentes da conduta
havida como necessária à sua promoção” (Teoria dos princípios. 10. ed. São Paulo: Malheiros, 2009. cap. 2.
n. 2.4.3. p. 78-79).
22
ÁVILA, Humberto. Teoria dos princípios. 10. ed. São Paulo: Malheiros, 2009. cap. 2. n. 2.4.8.1.2. p. 97 e ss.
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Garantia da motivação das decisões no Novo Código de Processo Civil brasileiro...
23
Ver: No direito brasileiro há previsão legal que autoriza o julgamento por amostragem de processos repetitivos
no âmbito do Supremo Tribunal Federal (CPC/1973, art. 543-B; CPC/2015, art. 1.036) e do Superior Tribunal
de Justiça (CPC/1973, art. 543-C; CPC/2015, art. 1.036). Assim, quando houver multiplicidade de recursos
com fundamento em idêntica questão de direito, caberá ao presidente ou ao vice-presidente do tribunal de
origem admitir 2 (dois) ou mais recursos representativos da controvérsia, os quais serão encaminhados aos
Tribunais Superiores, ficando suspensos os demais recursos especiais até o pronunciamento definitivo dos
Tribunais Superiores (CPC/2015, art. 1.036, §2º). Ou então, o relator do julgamento do recurso no Tribunal
Superior ao identificar que sobre a controvérsia já existe jurisprudência dominante, poderá selecionar 2 (dois)
ou mais recursos representativos da controvérsia para julgamento da questão de direito independentemente da
iniciativa do presidente ou do vice-presidente do tribunal de origem (CPC/2015, art. 1036, §5º) e determinará
a suspensão do processamento de todos os processos pendentes, individuais ou coletivos, que versem sobre
a questão e tramitem no território nacional (CPC/2015, art. 1.037, inc. II). Julgada a decisão paradigmática
nos recursos afetados, os órgãos colegiados declararão prejudicados os demais recursos versando sobre
idêntica controvérsia ou os decidirão aplicando a tese firmada (CPC/2015, art. 1.039, caput).
24
Ver: ÁVILA, Humberto. Teoria dos princípios. 10. ed. São Paulo: Malheiros, 2009. cap. 2. n. 2.4.8.1.3. p. 98 e ss.
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Paulo Henrique dos Santos Lucon
administração da justiça. É por isso que uma decisão que não observa o contraditório
– uma decisão surpresa – possui natureza antidemocrática. Traçando um paralelo com
os outros poderes estatais, pode-se afirmar que se a legitimidade desses agentes
decorre da representação popular que se manifesta por meio de eleições periódicas,
a legitimidade dos membros do Poder Judiciário está condicionada ao dever de
oportunizar a possibilidade de os cidadãos se manifestarem em juízo quando sujeitos
ao imperium estatal.
Além dessa função definitória, também por conta da eficácia indireta dos
princípios, o contraditório desempenha uma função interpretativa, uma vez que ele é
utilizado na atividade de interpretação de normas construídas a partir de outros textos
normativos, restringindo ou ampliando seus sentidos. Por exemplo, o dispositivo do
Código de Processo Civil brasileiro que estabelece a presunção de veracidade dos fatos
não contestados pelo réu deve ser interpretado com granus salis, em especial nos
casos em que o réu comparece em juízo a posteriori. Nessas hipóteses, em respeito
ao contraditório, ao revel, por exemplo, deve ser oportunizado, se não encerrada a
fase instrutória, o ônus de produzir as provas que possam eventualmente infirmar as
alegações do autor. Se o juiz possui poderes instrutórios para tanto, por que não permitir
ao revel que melhor conhece os elementos da controvérsia que também o faça?
Por fim, e esta é a função do contraditório que mais de perto interessa aos
propósitos deste ensaio, tem-se que os princípios jurídicos exercem uma função
bloqueadora que consiste na capacidade de afastar elementos incompatíveis
com o estado ideal de coisas a ser por eles promovidos. Desse modo, caso uma
determinada regra, por exemplo, preveja a concessão de certo prazo para a prática
de um ato processual, mas no caso de tal prazo ser incompatível com a natureza
do ato a ser praticado, para garantir o regular exercício do contraditório e a efetiva
proteção dos direitos do cidadão, um prazo adequado deverá ser garantido pelo juiz
em razão dessa função bloqueadora do princípio do contraditório. Da mesma forma,
em virtude dessa função bloqueadora do contraditório, é que se deve considerar não
motivada decisão que de alguma maneira impossibilite o exercício do contraditório.
Isso ocorrerá quando a parte que sucumbiu ficar impossibilitada de se insurgir contra
decisão que lhe foi desfavorável por conta de alguma omissão do julgador que deixou
de explicitar como deveria o seu convencimento. Vale dizer, a função bloqueadora do
princípio do contraditório faz com que seja considerada imotivada a decisão que leve
a parte que sucumbiu a não dispor de informações suficientes para se insurgir contra
a decisão que lhe foi desfavorável, e isso se dá, conforme veremos no item a seguir,
quando o juiz se descola dos fatos e das particularidades do caso em análise. A
motivação e o contraditório, portanto, estão interligados de modo que a primeira não
pode ser considerada adequada se o segundo não puder ser exercido.
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Garantia da motivação das decisões no Novo Código de Processo Civil brasileiro...
De maneira mais precisa, 65 (sessenta e cinco) leis alteraram o Código de Processo Civil de 1973 desde a
25
sua entrada em vigor, são elas: 1. Lei nº 5.925/1973; 2. Lei nº 6.246/1975; 3. Lei nº 6.314/1975; 4. Lei
nº 6.355/1976; 5. Lei nº 6.515/1977; 6. Lei nº 6.745/1979; 7. Lei nº 6.771/1980; 8. Lei nº 6.780/1980;
9. Lei nº 6.820/1980; 10. Lei nº 6.851/1980; 11. Lei nº 7.005/1982; 12. Lei nº 7.019/1982; 13. Lei nº
7.219/1984; 14. Lei nº 7.270/1984; 15. Lei nº 7.359/1985; 16. Lei nº 7.363/1985; 17. Lei nº 7.513/1986;
18. Lei nº 7.542/1986; 19. Lei nº 8.038/1990; 20. Lei nº 8.079/1990; 21. Lei nº 8.455/1992; 22. Lei nº
8.637/1993; 23. Lei nº 8.710/1993; 24. Lei nº 8.718/1993; 25. Lei nº 8.898/1994; 26. Lei nº 8.950/1994;
27. Lei nº 8.951/1994; 28. Lei nº 8.952/1994; 29. Lei nº 8.953/1994; 30. Lei nº 9.028/1995; 31. Lei nº
9.040/1995; 32. Lei nº 9.079/1995; 33. Lei nº 9.139/1995; 34. Lei nº 9.245/1995; 35. Lei nº 9.280/1996;
36. Lei nº 9.415/1996; 37. Lei nº 9.307/1996; 38. Lei nº 9.462/1997; 39. Lei nº 9.668/1998; 40. Lei
nº 9.756/1998; 41. Lei nº 9.868/1999; 42. Lei nº 10.173/2001; 43. Lei nº 10.352/2001; 44. Lei nº
10.358/2001; 45. Lei nº 10.444/2002; 46. Lei nº 11.112/2005; 47. Lei nº 11.187/2005; 48. Lei nº
11.232/2005; 49. Lei nº 11.276/2006; 50. Lei nº 11.277/2006; 51. Lei nº 11.280/2006; 52. Lei nº
11.341/2006; 53. Lei nº 11.382/2006; 54. Lei nº 11.418/2006; 55. Lei nº 11.419/2006; 56. Lei nº
11.441/2007; 57. Lei nº 11.672/2008; 58. Lei nº 11.694/2008; 59. Lei nº 11.965/2009; 60. Lei nº
11.969/2009; 61. Lei nº 12.008/2009; 62. Lei nº 12.122/2009; 63. Lei nº 12.125/2009; 64. Lei nº
12.195/2010; 65. Lei nº 12.322/2010. Como se constata, desse total, 46 (quarenta e seis) leis foram
editadas após a década de 1990.
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Paulo Henrique dos Santos Lucon
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Garantia da motivação das decisões no Novo Código de Processo Civil brasileiro...
ao caso concreto. De maneira didática, pode-se afirmar que os direitos são deduzidos
no processo por meio da alegação de fatos, que, se subsumidos na previsão da
norma jurídica abstrata, são considerados aptos ou não a produzir os efeitos jurídicos
pretendidos pelas partes. A decisão judicial deve constituir, portanto, o fruto de uma
atividade cognitiva do juiz que se debruça sobre estes três elementos em conjunto:
fato, norma e efeito jurídico. Em linha máxima é possível distinguir as decisões sobre
uma questão de fato das decisões que envolvem uma questão de direito.26 Enquanto
as primeiras pressupõem uma atividade de caráter cognitivo, fundada sobre provas,
que visa a acertar a verdade ou falsidade dos fatos da causa, as do segundo tipo
pressupõem uma atividade hermenêutica, cujo escopo é individuar o significado de
uma norma e as consequências jurídicas que dela derivam no caso concreto.27 Diz-
se que a decisão judicial não pode versar apenas sobre uma questão de fato ou
apenas sobre uma questão de direito, pois ambas não são merecedoras de tutela
pelo ordenamento jurídico.28 Em realidade, porém, o fundamento maior da vedação às
justificativas que se limitam a analisar as questões de fato ou as questões de direito
de maneira isolada e estanque não é nenhuma incompatibilidade de caráter lógico. O
que se pretende com essa vedação nada mais é do que tutelar o exercício do direito
de defesa e do contraditório. Um único fato, como se sabe, pode ser subsumido em
mais de uma fattispecie legal, e desse modo originar diversos efeitos jurídicos. Se o
juiz não indicar precisamente qual é a fattispecie, a parte que sucumbiu não saberá
quais desses efeitos atingirão a sua esfera jurídica. Por outro lado, também será
violado o direito de defesa e o contraditório se o conteúdo da motivação limitar-se à
análise de uma simples norma jurídica, geral e abstrata. Normas desse tipo, como
se sabe, por definição, podem ser aplicadas em uma série indefinida de fattispecie
concreta. Se o juiz, ao justificar sua decisão, limitar-se à indicar a norma aplicável ao
caso e não indicar o porquê da sua incidência ao caso concreto, a parte que sucumbiu
não terá condições de conhecer qual é o bem da vida efetivamente outorgado à
26
Ver: “[A]ffermare che tale distinzione esiste non significa affermare che essa sia sempre facilmente individuabile,
ne tanto meno che la complessa attivita che va sotto il nome di ‘giudizio’ sia topograficamente separabile in
due zone al loro interno omogenee, l’una corrispondente al giudizio di fatto e l’altra al giudizio di diritto. Al
contrario, i due tipi di giudizio si connettono ed intersecano in vari modi secondo uno schema dialettico,
soprattutto nela decisione finale, e non sempre è agevole la distinzione tra l’uno e l’altro; tuttavia, osservare
che giudizio di fatto e giudizio di diritto sono intrinsecamente connessi e dialetticamente interdependenti
non significa che il primo coincida col secondo, ne tanto meno che entrambi si confondano in un tertium
genus indeterminato ed indefinibile sul piano razionale” (TARUFFO, Michele. Giudizio (teoria generale). In:
Enciclopedia Giuridica Treccani, vol. XV, Roma, 1988).
27
Ver: TARUFFO, Michele. Giudizio (teoria generale). In: Enciclopedia Giuridica Treccani, vol. XV, Roma, 1988.
28
Ver: “Oggetto [...] di qualsiasi forma di tutela giurisdizionale contenziosa, possono essere solo diritti,
situazioni giuridiche soggettive concrete (anche se future) e non meri fatti (anche se giuridicamente rilevanti)
o norme: i fatti e le norme sono elementi indispensabili che devono essere conosciuti dal giudice per potersi
pronunciare sulla esistenza o inesistenza del diritto fatto valere in giudizio, ma l’accertamento contenuto in
ogni provvedimento giurisdizionale ha ad oggetto unicamente i diritti” (PISANI, Andrea Proto. Lezioni di diritto
processuale civile. 5. ed. Napoli: Jovene, 2006. p. 138-140).
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 419-436, abr./jun. 2015 431
Paulo Henrique dos Santos Lucon
parte vitoriosa, não conhecerá qual o fato principal que levou àquela decisão nem
tampouco a prova que foi determinante para esse resultado.
b) Utilizar conceitos indeterminados sem explicar o motivo concreto de sua
incidência no caso. Como visto, torna-se cada vez mais rotineira a utilização pelo
legislador de termos jurídicos indeterminados para a regulamentação das condutas
sociais. Isso implica o deslocamento de competência decisória do Legislativo para
o Judiciário que passa, portanto, a ter o dever de materializar esses termos à luz
das especificidades de cada caso concreto que lhe é submetido.29 Por exemplo, o
art. 422 do Código Civil brasileiro estabelece que “os contratantes são obrigados a
guardar, assim na conclusão do contrato, como em sua execução, os princípios da
probidade e boa-fé”. Referidos princípios, contudo, manifestam-se de maneira diversa
em cada espécie contratual, por isso incumbe ao magistrado em sua justificação
explicitar cada um dos deveres de conduta esperados em função da incidência desses
princípios. Se não for explicitada a materialização atribuída pelo juiz ao termo jurídico
indeterminado, a parte que sucumbiu não terá, em suma, conhecimento da conduta
reputada reprovável pelo magistrado.30
c) Invocar motivos que justificariam qualquer outra decisão. Apenas frases
prontas na motivação merecem repúdio, porque nada elucidam e dão a nítida e
frustrante impressão de que o julgador nada examinou nos autos. Algumas decisões
são, infelizmente, compostas por frases que poderiam estar em todo e qualquer
29
Ver: Carlos Ari Vieira Sundfeld assim resume o desafio do julgador diante da necessidade de aplicar os
princípios jurídicos: “ao deliberar com base em textos normativos de extrema indeterminação (em princípios),
o juiz tem de suportar o ônus da competência e o ônus do regulador. Como não há fundamento algum para
a presunção absoluta de que é do Judiciário, e não de outros órgãos, a competência para construir soluções
jurídicas específicas a partir de princípios, sua intervenção em cada caso depende de elementos especiais
de ordem institucional que a justifiquem, e eles têm de ser identificados pela decisão (ônus da competência).
Ademais, a simples pertinência do princípio ao caso não é bastante para justificar a solução específica, sendo
indispensável formular de modo explícito a regra geral que se vai aplicar, justificando-a com a análise profunda
das alternativas existentes, de seus custos e ainda de seus possíveis efeitos positivos e negativos (ônus do
regulador)” (Princípio é preguiça. In: Direito e interpretação. Racionalidade e instituições. São Paulo: Saraiva,
2011. p. 287 e ss).
30
Ver: “Ao julgarem com base em princípios, os juízes exercem função regulatória — e não podem fazê-lo
superficialmente. Nosso sistema pode suportar a delegação da tarefa de regular ao Judiciário. Pode até admitir
a substituição de regulações legais ou administrativas por outras, criadas pelos juízes. Mas é preciso que
estes cumpram os mesmos ônus que têm os reguladores. Elaborar e enunciar com clareza e precisão a regra
que, a partir dos princípios, entendem dever ser utilizada para resolver os casos concretos, do mesmo modo
que o regulador faz regulamentos, com suas especificações, antes de sair tomando atitudes caso a caso.
Estudar com profundidade a realidade em que vão mexer, entender as características e razões da regulação
anterior, identificar as alternativas regulatórias existentes, antever os possíveis custos e os impactos, positivos
e negativos, em todos os seus aspectos, da nova regulação que se cogita instituir, comparar as características
da regulação existente e da cogitada. Tudo isso tem de aparecer na motivação da decisão judicial. Em suma,
é preciso que o Judiciário, transformado em regulador, comporte-se como tal, com todos os ônus que isso
envolve. Do contrário, teremos decisões puramente arbitrárias, construídas de modo voluntarista, gerando
uma jurisprudência capaz de flutuar ao sabor das intuições e dos azares — em resumo: pura feitiçaria. É
preciso insistir nisto: citar múltiplos, belos e vagos princípios, transcrever páginas e páginas de elogios a eles,
manifestar propósitos generosos, nada disso é motivar; é soltar fumaça” (SUNDFELD, Carlos Ari Vieira. Princípio
é preguiça. In: Direito e interpretação. Racionalidade e instituições. São Paulo: Saraiva, 2011. p. 304 e ss.)
432 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 419-436, abr./jun. 2015
Garantia da motivação das decisões no Novo Código de Processo Civil brasileiro...
31
Ver: TARUFFO, Michele. La motivazione della sentenza civile. Padova: CEDAM, 1975. n. 5. Esp. p. 450.
32
Ver: PICARDI, Nicola. Appunti sul precedente giudiziale. Rivista Trimestrale di Diritto e Procedura Civile. Milano:
Giuffre, 1985, ano XXXIX.
33
Ver: “Constata-se realmente que, considerando o valor, in abstracto, dos precedentes judiciais, a influência
destes é deveras similar em ambos os sistemas: de fato, enquanto naqueles países que seguem o modelo de
common law, a força vinculante dos anteriores julgados tem-se tornado mais flexível, nos dos ordenamentos
codificados é incontestável a difusa e constante tendência de os juízes aterem-se aos precedentes na
fundamentação da ratio decidendi”. (TUCCI, José Rogério Cruz e. Precedente judicial como fonte do direito.
São Paulo: Revista dos Tribunais, 2004. p. 26).
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 419-436, abr./jun. 2015 433
Paulo Henrique dos Santos Lucon
conhecidas as técnicas que eles utilizam para evitar tal vínculo quando consideram
que o precedente é injusto ou já tenha sido superado (distinguishing, overruling). Não
bastasse isso, por outro lado, nada impede que um precedente de civil law tenha
caráter formalmente vinculante com expressa previsão legal inclusive. Em algumas
hipóteses essa previsão está contida até mesmo no próprio texto constitucional. As
decisões proferidas pelo Supremo Tribunal Federal brasileiro na esfera do controle
abstrato de constitucionalidade, por exemplo, possuem essa característica. Para as
decisões definitivas de mérito proferidas nessa sede, o art. 102, §2º, da Constituição
Federal brasileira estabelece que elas produzirão eficácia contra todos e efeito
vinculante em relação aos demais órgãos do Poder Judiciário e aos órgãos e entidades
da Administração Pública em todas as esferas da Federação. Independentemente
dessa discussão a respeito da natureza jurídica das manifestações judiciais, sejam
elas consideradas fontes de direito ou não, fato é que cada vez mais a elas se faz
referência nas decisões judiciais, seja porque, por um lado, isso diminui o esforço
argumentativo dos magistrados, seja porque, por outro lado, agindo assim, maior
é a probabilidade de ser dispensado tratamento isonômico aos jurisdicionados.
Ademais, observar a chamada ratio decidendi de um julgado anterior no julgamento
de novos casos tem sempre grande relevância, na medida em que isso assegura
benefícios para o sistema, como, por exemplo, a previsibilidade de uma determinada
interpretação jurisprudencial, outra forma de manifestação do princípio da segurança
jurídica.34 Os magistrados, contudo, para que suas decisões sejam reputadas como
justas, ao utilizarem determinada norma jurisprudencial, têm o ônus de demonstrar
as razões da sua aplicação ou não ao caso concreto, o que implica a necessidade de
analisar as particularidades de cada caso, do precedente e do caso em exame, para
demonstrar que em função da similitude fática entre eles é justificável a aplicação
da mesma razão de decidir. Além disso, caso se considere que o entendimento
jurisprudencial aplicável a princípio ao caso encontra-se superado, tem o magistrado
o ônus de demonstrar, no caso de superação do entendimento, quais as razões que o
Ver: “A ratio decidendi [...] constitui a essência da tese jurídica suficiente para decidir o caso concreto (rule of law).
34
É essa regra de direito (e, jamais, de fato) que vincula os julgamentos futuros inter alia. Sob o aspecto analítico,
três são os elementos que a integram: a) a indicação dos fatos relevantes (statement of material facts); b) o
raciocínio lógico-jurídico da decisão (legal reasoning); e c) o juízo decisório (judgement). Cumpre esclarecer que
a ratio decidendi não é pontuada ou individuada pelo órgão julgador que profere a decisão. Cabe aos juízes, em
momento posterior, ao examinarem-na como precedente, extrair a ‘norma legal’ (abstraindo-a do caso) que poderá
ou não incidir na situação concreta. [...] Para a correta inferência da ratio decidendi, propõe-se uma operação
mental, mediante a qual, invertendo-se o teor do núcleo decisório, se indaga se a conclusão permaneceria a
mesma, se o juiz tivesse acolhido a regra invertida. Se a decisão ficar mantida, então a tese originária não pode
ser considerada a ratio decidendi; caso contrário, a resposta será positiva. Como regra necessária à decisão, não
se confunde com o obiter dictum, vale dizer, passagem da motivação do julgamento que contém argumentação
marginal ou simples opinião, prescindível para o deslinde da controvérsia. O obiter dictum, assim considerado, não
se presta para ser invocado como precedente vinculante em caso análogo, mas pode perfeitamente ser referido
como argumento de persuasão” (TUCCI, José Rogério Cruz e. Perspectiva histórica do precedente judicial como
fonte do direito. Tese apresentada para concurso ao cargo de Professor Titular de História do Direito da Faculdade
de Direito da Universidade de São Paulo, São Paulo, 2003. p. 171-175).
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Garantia da motivação das decisões no Novo Código de Processo Civil brasileiro...
levaram a não aplicar a regra jurisprudencial ao caso concreto. Só assim a parte que
sucumbiu terá condições de se insurgir contra essa decisão para demonstrar que a
superação apontada pelo magistrado não encontra correspondência na realidade e,
portanto, não se justifica.
f) No caso de colisão entre normas, o órgão jurisdicional deve justificar o objeto
e os critérios gerais da ponderação efetuada, enunciando as razões que autorizam
a interferência na norma afastada e as premissas fáticas que fundamentam a
conclusão. É ínsito aos princípios jurídicos, independentemente da teoria que se adote
para explicar a natureza dessas normas jurídicas, um estado latente de tensão e
de conflito uns com os outros. A opção pelo predomínio de um princípio sobre o
outro, contudo, não pode se dar de maneira arbitrária, conforme a conveniência do
magistrado. É preciso que ele explicite cada um dos passos por ele realizados no juízo
de ponderação para optar por um ou outro dos princípios em conflito de acordo com
os valores atuais de uma nação, respeitado sempre os direitos fundamentais. Esse
juízo, como se sabe, compreende uma análise da adequação, da necessidade e da
proporcionalidade em sentido estrito da medida adotada. Sob a ótica da adequação o
juiz deve demonstrar, em síntese, que a medida por ele adotada é apta a realização do
fim almejado, e sob a ótica da necessidade ele deve analisar as medidas alternativas a
essa e que possam promover o mesmo fim sem restringir, na mesma intensidade, os
direitos fundamentais em conflito, e por fim, ao realizar o exame da proporcionalidade
em sentido estrito, o magistrado deve responder em síntese às seguintes perguntas
para que sua decisão possa ser considerada motivada: “o grau de importância da
promoção do fim justifica o grau de restrição causada aos direitos fundamentais?”.35
5 À guisa de conclusão
A atividade de justificação das decisões judiciais acompanha o contexto
sociocultural em que está inserido o procedimento estatal de resolução de
controvérsias. Na atual configuração dos Estados Democráticos de Direito, típicos
da civilização ocidental, em que estão consagrados direitos humanos de primeira,
segunda e terceira gerações, não se pode conceber a figura de um juiz que resolva
os conflitos jurídicos que lhe são submetidos sem explicitar de maneira adequada os
motivos determinantes que o levaram a agir dessa maneira. Neste ensaio, procurou-
se analisar a adequação da motivação sob a óptica do princípio do contraditório.
Buscou-se também demonstrar que por conta da função bloqueadora desempenhada
por esse princípio não deve ser considerada motivada a decisão que de alguma
maneira impossibilite a insurgência da parte que sucumbiu porque dela foi suprimida
Ver: ÁVILA, Humberto. Teoria dos princípios. 10. ed. São Paulo: Malheiros, 2009. cap. 2, n. 2.4.8.1.3. p. 175 e ss.
35
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Paulo Henrique dos Santos Lucon
LUCON, Paulo Henrique dos Santos. Garantia da motivação das decisões no Novo
Código de Processo Civil brasileiro: miradas para um novo processo civil. Revista
Brasileira de Direito Processual – RBDPro, Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 419-
436, abr./jun. 2015.
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Processualismo tecnocrático versus
processualismo tecnológico: da
eficiência quantitativa à efetividade
qualitativa no direito processual civil
Wilson Engelmann
Doutor e Mestre em Direito Público pelo Programa de Pós-Graduação em Direito (Mestrado
e Doutorado) da Universidade do Vale do Rio dos Sinos — UNISINOS/RS/Brasil; Professor
deste Programa das atividades: “Transformações Jurídicas das Relações Privadas” (Mestrado)
e “Os Desafios das Transformações Contemporâneas do Direito Privado” (Doutorado);
Professor de Metodologia da Pesquisa Jurídica em diversos Cursos de Especialização em
Direito da UNISINOS. Professor de Teoria Geral do Direito e Introdução ao Estudo do Direito
do Curso de Graduação em Direito da UNISINOS. Líder do Grupo de Pesquisa JUSNANO
(CNPq); Bolsista de Produtividade em Pesquisa do CNPq.
Resumo: Efetividade do (e no) processo não se confunde com a mera eficiência. A eficiência do processo
busca o máximo de resultados com um mínimo de esforço. Ocorre que a efetividade do processo sob um
viés econômico (ou quantitativo) enfraquece a qualidade do processo, da fundamentação do julgamento
e, por fim, da busca pela pacificação social. Assim, vive-se hoje no limiar entre o choque de duas formas
de processualismo: de um lado o que doravante denominaremos de processualismo tecnocrático, a partir
do qual o processo se revela como uma técnica de aceleração na resolução das demandas judiciais
(sentido quantitativo); e, de outra banda, o processualismo tecnológico, que se utiliza do atual estado da
técnica — em especial dos sistemas informatizados — para contribuir com a hermenêutica (filosófica) na
concretização da efetividade do processo (sentido qualitativo).
Palavras-chave: Processo. Tecnologia. Tecnocracia. Eficiência. Efetividade do processo. Processualismo
tecnocrático. Processualismo tecnológico.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 437-464, abr./jun. 2015 437
Ricardo Augusto Herzl, Wilson Engelmann
Introdução
Este trabalho tem por objetivo colocar em xeque alguns paradigmas que têm
norteado grande parte da doutrina processual civil na elaboração de mecanismos
que buscam e defendem, a todo custo, a aceleração das demandas judiciais como a
sendo a solução da lavoura.
Todavia, para além da celeridade processual como um valor em si representado,
partimos da hipótese de que a obtenção da qualidade da prestação da tutela jurisdicional
não está ligada ao seu desenvolvimento no menor tempo possível, construído a partir
de fórmulas genéricas, mas sim no transcorrer do tempo necessário para que haja o
desvelar, o revelar, o florescer da resposta mais adequada à Constituição, o que só
é possível a partir da facticidade, do caso em concreto.
Pressupomos, também, que o tempo necessário ao amadurecimento da causa
depende de fatores endógenos e exógenos ao processo. Sem dúvida um dos fatores
exógenos (e que, aos poucos, transmuta-se em endógeno) relaciona-se com o grau
de evolução e o uso do aparato tecnológico que se encontra à disposição dos juristas
à sua época.
Assim, nossa breve investigação tentará responder a algumas perguntas que,
dada a relevância do tema, tornam-se fundamentais. No que consistiria a efetividade do
processo? Até que ponto estaríamos dispostos a sacrificar a qualidade das decisões
judiciais em nome de uma pretensa “eficiência”? A tecnologia, neste contexto, pode
ser um aliado na busca pela efetividade do processo ou apenas mais um meio de
dominação e justificação de uma justiça institucionalizada?
Neste sentido, a pesquisa será perspectivada pelo ângulo do método
fenomenológico-hermenêutico. Sabendo-se que o método de abordagem visa aproximar
o sujeito (pesquisador) e o objeto a ser pesquisado. Por isso, cabem algumas
considerações sobre a metodologia que sustenta o projeto e a pesquisa propriamente
dita: o “método” fenomenológico-hermenêutico.1
Vale dizer, não se fará uma análise externa, como se o sujeito e o objeto
estivessem cindidos. Pelo contrário, o sujeito (o pesquisador) está diretamente
implicado, pois relacionado, com o objeto de estudo, o qual interage com ele e sofre
as consequências dos seus resultados (suas descobertas e potencialidades). Logo,
não se trata de uma investigação alheia ao pesquisador: ele está inserido no mundo
onde a pesquisa será desenvolvida. Aí o significado do fenômeno.2
1
STEIN, Ernildo. Introdução ao método fenomenológico heideggeriano. In: Sobre a essência do fundamento.
conferências e escritos filosóficos de Martin Heidegger. Tradução de Ernildo Stein. São Paulo: Abril Cultural,
1979. (Coleção Os Pensadores).
2
É por isso que se concorda com o Professor Lenio Luiz Streck quando afirma: o verdadeiro caráter do método
fenomenológico não pode ser explicitado fora do movimento e da dinâmica da própria análise do objeto. [...]
Em decorrência disso, a introdução ao método fenomenológico somente é possível, portanto, na medida em
que, de sua aplicação, forem obtidos os primeiros resultados. Isto constitui sua ambigüidade e sua intrínseca
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Processualismo tecnocrático versus processualismo tecnológico...
circularidade. Ao se aplicar esse movimento, constata-se que a sua explicitação somente terá lugar no momen-
to em que tiver sido atingida a situação hermenêutica necessária. Atingida esta, descobre-se que o método se
determina a partir da coisa mesma. No movimento do círculo hermenêutico, onde a pré-compreensão antecede
a compreensão/interpretação/aplicação que se dará sentido aos resultados da pesquisa, onde o investigador
(o aluno) estará diretamente implicado. Portanto, isto somente será possível a partir da experiência do pesqui-
sador, mediante sua pré-compreensão de mundo, da vida e dos resultados que a pesquisa poderá produzir na
sociedade (STRECK, Lenio Luiz. Jurisdição constitucional e hermenêutica: uma nova crítica do direito. 2. ed.
rev. e ampl. Rio de Janeiro: Forense, 2004. p. 4).
3
VIEIRA PINTO, Álvaro. O conceito de tecnologia. Rio de Janeiro: Contraponto, 2005. p. 137-139. v. 1.
4
Chamaremos técnica ao procedimento da natureza (a causalidade) em razão da semelhança com fins, a qual
encontramos nos seus produtos. Aquela técnica por sua vez divide-se em intencional (technica intentionalis) e
em não intencional (technica naturalis). A primeira significará que a faculdade produtora da natureza segundo
causas finais teria que ser considerada como uma espécie particular de causalidade; a segunda significará
que ela é em absoluto idêntica, quanto ao fundamento, ao mecanismo da natureza, e que ajuizar a sua con-
junção contingente com os nossos conceitos de arte e com as respectivas regras, como simples condição
subjetiva para a ajuizar, será falsamente interpretado como uma espécie particular de produção natural. (In:
KANT, Immanuel. Crítica da faculdade do juízo. 3. ed. São Paulo: Saraiva, 2012. item 72).
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Ricardo Augusto Herzl, Wilson Engelmann
5
GALIMBERTI, Umberto. Psiche e Techne: o homem na idade da técnica. São Paulo: Paulus, 2006. p. 30.
6
HEIDEGGER, Martin. A questão da técnica. Palestra proferida em 18.11.1983. Revista Scientiae Studia,
São Paulo, v. 5, n. 3, p. 375-398, 2007. Disponível em: <http://www.revistas.usp.br/ss/article/downlo-
ad/11117/12885>. Acesso em 04 dez. 2014.
7
Ibidem, p. 385.
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Processualismo tecnocrático versus processualismo tecnológico...
E o homem, a cada conquista, maravilha-se por suas obras, mas também por
um menor prazo de estupefação e em um ritmo cada vez mais acelerado. Imagine-se,
hoje, com um telefone celular do tamanho de um tijolo ou com o acesso à internet
por meio de um modem com rede discada? Há vinte anos tratavam-se das grandes
novidades que revolucionaram a comunicação global.
VIEIRA PINTO, Álvaro. O conceito de tecnologia. Rio de janeiro: Contraponto: 2005. p. 29-41. v. I.
8
Ibidem, p. 38.
9
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Ricardo Augusto Herzl, Wilson Engelmann
Ainda, Vieira Pinto denuncia a evidente distância entre teoria e práxis tecnológica,
porquanto os técnicos são especialistas em ramos da atividade fabricadora, o que
lhes retira a abstração necessária à percepção da realidade, típica dos filósofos. Por
deficiência de uma acurada formação crítica, os técnicos mostram-se incapacitados
para apreciar a natureza do trabalho que desenvolvem e qual a importância de sua
função em um contexto maior.
Todavia, com a globalização do conhecimento e o desenvolvimento de técnicas
cada vez mais complexas, a atitude cognoscitiva do técnico irá se transformando
qualitativamente. Cada vez mais, portanto, o técnico será forçado a se defrontar e
assumir posições críticas. De outra banda, os teóricos terão que se desprender da
completa abstração idealista para se moldar às técnicas e objetos artificiais que
recobrem a realidade social.11
10
Ibidem, p. 221.
11
Ibidem, p. 222.
12
Ibidem, p. 225.
13
CHAUÍ, Marilena. O que é ideologia? São Paulo: Brasiliense, 2001, passim.
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Processualismo tecnocrático versus processualismo tecnológico...
PINTO, Álvaro Vieira. O conceito de tecnologia. Rio de janeiro: Contraponto, 2005, p. 291. v. 1.
14
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Ricardo Augusto Herzl, Wilson Engelmann
No âmbito do Direito Processual Civil a busca pela eficiência (que muitas vezes é
confundida com efetividade) torna-se traço distinto, inegável e aclamado, proveniente
tanto dos mandamentos legais — fonte primária — como da práxis construída pelos
operadores do direito. Como reduzir o crescente número de demandas a tramitar
pelos tribunais? Como tornar mais céleres os meios de prestação jurisdicional?
Assim, é perfeitamente possível fazer um importante contraponto que se
estabelece no atual cenário do Direito Processual Civil: quando técnicas processuais
transformam o processo tecnológico (qualitativo) em processo tecnocrático
(quantitativo). É o que veremos adiante.
15
GOYTISOLO, Juan Vallet de. O perigo da desumanização através do predomínio da tecnocracia. São Paulo:
Mundo Cultural, p. 159.
16
CAPPELLETTI, Mauro. Juízes legisladores? Porto Alegre: Sérgio Fabris, 1993. p. 23-25.
17
Ibidem, p. 39.
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Processualismo tecnocrático versus processualismo tecnológico...
Ibidem, p. 46.
18
DINAMARCO, Cândido Rangel. A instrumentalidade do processo. 14. ed. São Paulo: Malheiros, 2009.
19
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 437-464, abr./jun. 2015 445
Ricardo Augusto Herzl, Wilson Engelmann
20
STRECK, Lenio Luiz. O que é isto – decido conforme minha consciência? 4. ed. Porto Alegre: Livraria do
Advogado, 2013. p. 107.
21
STRECK, Lenio Luiz. Verdade e consenso: constituição, hermenêutica e teorias discursivas. 4. ed. São Paulo:
Saraiva, 2011.
446 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 437-464, abr./jun. 2015
Processualismo tecnocrático versus processualismo tecnológico...
BEDAQUE, José Roberto dos Santos. Efetividade do processo e técnica processual. 2. ed. São Paulo:
22
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Ricardo Augusto Herzl, Wilson Engelmann
O tema verdade como eficácia — explicitamente declarado pela palavra poética, arbitrária, como diz Píndaro,
23
do éthimos do deus ou do herói, ou seja, do seu verdadeiro significado — funde imediatamente a palavra
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Processualismo tecnocrático versus processualismo tecnológico...
verdade (alétheia) com a palavra justiça (diké), porque onde a palavra é eficaz, no sentido de “faz ser” ou “não
ser”, não se dá verdade que não seja conforme à justiça. [...] Guardião do mito, o poeta canta para descrever
aquilo que é antes do tempo, para arrancar as vidas da dissolução do tempo, para reproduzir na terra a ordem
que o tempo não arranha. Esses três cantos referem-se respectivamente aos deuses, aos heróis e às regras
rituais, que a palavra poética “faz ser” (kraínei) arrancando-os do Esquecimento, que de outra forma os absor-
veria. Sua missão é transcender o tempo e ganhar o eterno. [...] Desse modo, a verdade mítica desenvolve, em
termos de eficácia, uma dupla função, que consiste em inaugurar um horizonte representativo estável em que
todas as coisas já encontraram sua solução, e em des-historicizar o devir histórico, cuja dramaticidade nasce
quando não há mais uma meta-história que contém um sentido ulterior em relação àquele que a irrupção do
negativo faz aparecer como sentido último. Como horizonte da crise, a verdade mítica controla a negatividade
do negativo evitando que se expanda; como lugar da des-historização do devir a relativiza, permitindo enfrentar
as perspectivas incertas como se tudo já estivesse resolvido no plano metafísico, segundo os modelos que
o mito expõe e o rito reforça. A eficácia do rito não é verificada a posteriori, com procedimentos de controle,
mas é garantida a priori, pela persuasão mítica. Em casos de fracasso ou falta de resultado, a justificação que
salvaguarda as regras da eficácia é buscada ou na incorreção do gesto ritual ou na não-idoneidade do executor
do gesto, quer pode ser puro ou impuro, digno ou indigno, onde no nível pessoal antecipa-se aquele sistema
de duplas que a filosofia, ao despedir o mito, instituirá o nível impessoal na polaridade verdadeiro-falso (In:
GALIMBERTI, Umberto. Psiche e Techne: o homem na idade da técnica. São Paulo: Paulus, 2006. p. 395-396).
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 437-464, abr./jun. 2015 449
Ricardo Augusto Herzl, Wilson Engelmann
Assim, as metas não são um problema em si. Mas podem se tornar a depender
de como são elaboradas e aplicadas. Nesse ponto, algumas perguntas surgem: Quem
decide o que deve ou não fazer parte de uma meta do Judiciário? Como as metas são
construídas (será que existe alguma criteriologia)? Até que ponto as metas podem
guiar e melhorar o nosso trabalho sem que nos tornemos reféns delas mesmas?
O sistema de metas para o Poder Judiciário, como um todo, nasce em 2009
após o 2º Encontro Nacional do Judiciário, realizado no dia 16 de fevereiro de 2009,
em Belo Horizonte. Este evento reuniu os Presidentes de todos os tribunais brasileiros
com a finalidade de delinear o Planejamento Estratégico do Poder Judiciário, sob a
coordenação do Conselho Nacional de Justiça.24
Inicialmente foram estabelecidas dez metas para o ano de 2009:25
<http://www.cnj.jus.br/gestao-e-planejamento/eventos/encontros-nacionais/2-encontro-nacional-do-judiciario>.
24
<http://www.cnj.jus.br/images/metas_judiciario/2009/relatorio_cnj_formato_cartilhav2.pdf>.
25
450 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 437-464, abr./jun. 2015
Processualismo tecnocrático versus processualismo tecnológico...
26
<http://www.cnj.jus.br/gestao-e-planejamento/metas/metas-prioritarias-de-2010>.
27
<http://www.cnj.jus.br/gestao-e-planejamento/metas/metas-2011>.
28
http://www.cnj.jus.br/evento/eventos-realizados/5-encontro-nacional-do-judiciario/metas-2012>.
29
http://www.cnj.jus.br/gestao-e-planejamento/metas/metas-2013>.
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Ricardo Augusto Herzl, Wilson Engelmann
Neste sentido, o desabafo do magistrado federal Vilian Bollmann: Logicamente que o Judiciário tem que usar
30
as ferramentas administrativas para melhor gerir seus recursos. É natural que, sem utilizar as modernas técni-
cas de gestão (como também não estão os demais Poderes do Estado Brasileiro), o Poder Judiciário, ao iniciar
os seus debates, sinta a necessidade de fazê-lo em alto grau de cobrança, o que levou a uma primazia na exi-
gência de um juiz administrador. Porém, o pêndulo entre o “juiz gestor” e o “juiz que faz justiça” tem que voltar
para um ponto médio, pois, como já alertava Aristóteles, a virtude é um meio termo entre dois excessos. Aliás,
o relatório Justiça em Números de 2012 (ano base 2011) demonstra que houve um aumento de produtividade
do Judiciário (7,7 %), mas o aumento ainda maior do número de demandas (8,8%)! Com isso, tendo a mesma
estrutura e fazendo mais do mesmo, sujeitos a cobranças cada vez maiores, os juízes e servidores atingirão
um ponto que, na Engenharia, seria chamado de fadiga de material, se é que isso já não está ocorrendo, dado
o número crescente de lesões por esforço repetitivo atingindo os juízes e servidores integrantes do Judiciário.
Por fim, sobrevoando as reflexões apresentadas, é possível traçar algumas conclusões. A primeira é a de que
o processo de elaboração das Metas Nacionais do Poder Judiciário deve envolver não apenas os Tribunais,
mas também os juízes, servidores e cidadãos, para que elas reflitam, de fato, aquilo que é possível e neces-
sário para uma Justiça de qualidade. Além disso, este envolvimento gerará metas mais condizentes com a
situação real do Judiciário e um comprometimento no seu cumprimento, uma vez que aqueles que decidem em
conjunto se sentem mais responsáveis pelo resultado. A segunda é que as Metas não devem ser buscadas
cegamente, pois não são um fim em si mesmo, mas sim um instrumento para identificar os obstáculos para
a Justiça e, a partir deste diagnóstico, promover sugestões de ações administrativas e reformas legais que
permitam a melhoria do serviço Judiciário. A terceira é que as Metas devem ir além da visão gerencial, dos
meios, para buscar os fins, que são a promoção da paz social e a afirmação da Justiça como algo concreto
para todos os cidadãos. A valorização do Judiciário é importante tanto para os juízes quanto para a instituição
e para o cidadão, que depende do Estado-Juiz para cumprir as promessas dadas pela Constituição de 1988
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Processualismo tecnocrático versus processualismo tecnológico...
(In: BOLLMANN, Vilian. CNJ deve rever definições de metas para o Judiciário. Revista Consultor Jurídico,
29 nov. 2013. Disponível em: <http://www.conjur.com.br/2013-nov-29/vilian-bollmann-cnj-rever-definicoes-
-metas-judiciario>. Acesso em 06 jan. 2015).
31
[...] Em Dworkin, a garantia contra a arbitrariedade está no acesso a uma moralidade institucional; em Gadamer,
essa “blindagem” se dá através da consciência da história efetual, representada pela suspensão de todo o juízo
e o questionamento dos próprios pré-juízos por parte do outro e pelo texto. Em Dworkin, há uma única resposta
correta; na hermenêutica, a partir dos seus dois teoremas fundamentais (círculo hermenêutico e diferença
ontológica) e na leitura que faço de Gadamer, há uma resposta verdadeira, correta; nem a única e nem uma
entre várias corretas; apenas “a” resposta, que se dá na coisa mesma. [...] (In: STRECK, Lenio Luiz. Verdade e
consenso: constituição, hermenêutica e teorias discursivas. 4. ed. São Paulo: Saraiva, 2011. p. 67).
32
Sobre o tempo no direito recomenda-se consulta à obra de François Ost (O tempo do direito. Lisboa: Instituto
Piaget, 2001).
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 437-464, abr./jun. 2015 453
Ricardo Augusto Herzl, Wilson Engelmann
O projeto de novo Código de Processo Civil tramitou primeiramente no Senado Federal (Projeto de Lei do
33
Senado nº 166 de 2010). Na Câmara dos Deputados, a proposição foi renumerada, passando a tramitar
como Projeto de Lei nº 8.046, de 2010, sendo o texto final aprovado e reenviado ao Senado Federal em mar-
ço de 2014. Por fim, após a aprovação do relatório do Senador Vital do Rêgo e a votação de alguns poucos
destaques, o Senado Federal aprovou o novo CPC determinando a sua remessa à sanção presidencial, em
17.12.2014 (In: BRASIL. Código de Processo Civil. Substitutivo da Câmara dos Deputados ao Projeto de Lei
do Senado 166 de 2010. Disponível em: <http://www.senado.gov.br/atividade/materia/detalhes.asp?p_cod_
mate=116731>. Acesso em 28 de dezembro de 2014).
454 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 437-464, abr./jun. 2015
Processualismo tecnocrático versus processualismo tecnológico...
34
Art. 244. A citação será feita: [...] V - por meio eletrônico, conforme regulado em lei. §1º Com exceção das
microempresas e das empresas de pequeno porte, as empresas públicas e privadas ficam obrigadas a manter
cadastro junto aos sistemas de processo em autos eletrônicos, para efeito de recebimento de citações e inti-
mações, as quais serão efetuadas preferencialmente por esse meio. §2º O disposto no §1º aplica-se à União,
aos Estados, ao Distrito Federal, aos Municípios e às entidades da administração indireta. [...]
35
Art. 255. São requisitos da citação por edital: [...] II - a publicação do edital na rede mundial de computadores,
no sítio do respectivo tribunal e na plataforma de editais do Conselho Nacional de Justiça, que deve ser certi-
ficada nos autos. [...]
36
Art. 268. As intimações realizam-se, sempre que possível, por meio eletrônico, na forma da lei. Parágrafo úni-
co. Aplica-se ao Ministério Público, à Defensoria Pública e à Advocacia Pública o disposto no §1º do art. 244.
37
Art. 230. Nos atos de comunicação por carta precatória, rogatória ou de ordem, a realização da citação ou
intimação será imediatamente informada, por meios eletrônicos, pelo juiz deprecado ao juiz deprecante. [...]
Art. 261. As cartas deverão, preferencialmente, ser expedidas por meio eletrônico, caso em que a assinatura
do juiz deverá ser eletrônica, na forma da lei.
38
Art. 234. Os atos processuais serão cumpridos por ordem judicial. [...] §3º Admite-se a prática de atos processu-
ais por meio de videoconferência ou outro recurso tecnológico de transmissão de sons e imagens em tempo real.
39
Art. 171. No caso de impossibilidade temporária do exercício da função, o conciliador ou mediador informará
o fato ao centro, preferencialmente por meio eletrônico, para que, durante o período em que perdurar a impos-
sibilidade, não haja novas distribuições.
40
Art. 183. A União, os Estados, o Distrito Federal, os Municípios e suas respectivas autarquias e fundações de
direito público gozarão de prazo em dobro para todas as suas manifestações processuais, cuja contagem terá
início a partir da intimação pessoal.
41
Art. 874. É lícito ao exequente, oferecendo preço não inferior ao da avaliação, requerer lhe sejam adjudicados
os bens penhorados. §1º. Requerida a adjudicação, o executado será intimado do pedido: [...] III - por meio
eletrônico, quando, sendo caso do §1º do art. 244, não tiver procurador constituído nos autos. [...]
42
Art. 285. A petição deve vir acompanhada de procuração, que conterá os endereços do advogado, eletrônico e
não-eletrônico, para recebimento de intimações. [...]
43
Art. 317. A petição inicial indicará: [...] II - os nomes, os prenomes, o estado civil, a existência de união es-
tável, a profissão, o número no cadastro de pessoas físicas ou no cadastro nacional de pessoas jurídicas, o
endereço eletrônico, o domicílio e a residência do autor e do réu; [...]
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 437-464, abr./jun. 2015 455
Ricardo Augusto Herzl, Wilson Engelmann
44
Art. 105. [...] §1º A procuração pode ser assinada digitalmente, na forma da lei. [...]
45
Art. 196. As unidades do Poder Judiciário deverão manter gratuitamente, à disposição dos interessados,
equipamentos necessários à prática de atos processuais e à consulta e ao acesso ao sistema e aos docu-
mentos dele constantes. Parágrafo único. Será admitida a prática de atos por meio não eletrônico no órgão
jurisdicional onde não estiverem disponibilizados os equipamentos previstos no caput. Art. 197. As unidades
do Poder Judiciário assegurarão às pessoas com deficiência acessibilidade aos seus sítios na rede mundial de
computadores, ao meio eletrônico de prática de atos judiciais, à comunicação eletrônica dos atos processuais
e à assinatura eletrônica.
46
Art. 12. Os juízes e os tribunais deverão obedecer à ordem cronológica de conclusão para proferir sentença
ou acórdão. §1º A lista de processos aptos a julgamento deverá estar permanentemente à disposição para
consulta pública em cartório e na rede mundial de computadores. [...]
47
Art. 153. O escrivão ou chefe de secretaria deverá obedecer à ordem cronológica de recebimento para publica-
ção e efetivação dos pronunciamentos judiciais. §1º A lista de processos recebidos deverá ser disponibilizada,
de forma permanente, para consulta pública. [...]
48
Art. 925. [...] §2º Os tribunais darão publicidade a seus precedentes, organizando-os por questão jurídica
decidida e divulgando-os, preferencialmente, na rede mundial de computadores.
49
Art. 976. A instauração e o julgamento do incidente serão sucedidos da mais ampla e específica divulgação
e publicidade, por meio de registro eletrônico no Conselho Nacional de Justiça. §1º Os tribunais manterão
banco eletrônico de dados atualizados com informações específicas sobre questões de direito submetidas
ao incidente, comunicando-o imediatamente ao Conselho Nacional de Justiça para inclusão no cadastro. §2º
Para possibilitar a identificação das causas abrangidas pela decisão do incidente, o registro eletrônico das
teses jurídicas constantes do cadastro conterá, no mínimo, os fundamentos determinantes da decisão e os
dispositivos normativos a ela relacionados. §3º Aplica-se o disposto neste artigo ao julgamento de recursos
repetitivos e da repercussão geral em recurso extraordinário.
50
Art. 156. O juiz será assistido por perito quando a prova do fato depender de conhecimento técnico ou cientí-
fico. [...] §2º Para formação do cadastro, os tribunais devem realizar consulta pública, por meio de divulgação
456 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 437-464, abr./jun. 2015
Processualismo tecnocrático versus processualismo tecnológico...
na rede mundial de computadores ou em jornais de grande circulação, além de consulta direta a universidades,
a conselhos de classe, ao Ministério Público, à Defensoria Pública e à Ordem dos Advogados do Brasil, para
a indicação de profissionais ou órgãos técnicos interessados.
51
Art. 739. Ultimada a arrecadação, o juiz mandará expedir edital, que será publicado na rede mundial de compu-
tadores, no sítio do tribunal a que estiver vinculado o juízo e na plataforma de editais do Conselho Nacional de
Justiça, onde permanecerá por três meses, ou, não havendo sítio, no órgão oficial e na imprensa da comarca,
por três vezes com intervalos de um mês, para que os sucessores do falecido venham a habilitar-se no prazo
de seis meses contados da primeira publicação. [...]
52
Art. 743. Feita a arrecadação, o juiz mandará publicar editais na rede mundial de computadores, no sítio do
tribunal a que estiver vinculado e na plataforma de editais do Conselho Nacional de Justiça, onde permanecerá
por um ano; não havendo sítio, a publicação far-se-á no órgão oficial e na imprensa da comarca, durante um
ano, reproduzida de dois em dois meses, anunciando a arrecadação e chamando o ausente a entrar na posse
de seus bens.
53
Art. 753. [...] §3º A sentença de interdição será inscrita no registro de pessoas naturais e imediatamente pu-
blicada na rede mundial de computadores, no sítio do tribunal a que estiver vinculado o juízo e na plataforma
de editais do Conselho Nacional de Justiça, onde permanecerá por seis meses, na imprensa local, uma vez,
e no órgão oficial, por três vezes, com intervalo de dez dias, constando do edital os nomes do interdito e do
curador, a causa da interdição, os limites da curatela e, não sendo total a interdição, os atos que o interdito
poderá praticar autonomamente.
54
Art. 195. Os tribunais divulgarão as informações constantes de seu sistema de automação em página própria
na rede mundial de computadores, gozando a divulgação de presunção de veracidade e confiabilidade. [...]
55
Art. 211. A prática eletrônica de ato processual pode ocorrer em qualquer horário até as vinte e quatro horas
do último dia do prazo. Parágrafo único. O horário vigente no juízo perante o qual o ato deve ser praticado será
considerado para fim de atendimento do prazo.
56
Art. 227. Os litisconsortes que tiverem diferentes procuradores, de escritórios de advocacia distintos, terão
prazos contados em dobro para todas as suas manifestações, em qualquer juízo ou tribunal, independente-
mente de requerimento. §1º Cessa a contagem do prazo em dobro se, havendo apenas dois réus, é oferecida
defesa por apenas um deles. §2º Não se aplica o disposto no caput aos processos em autos eletrônicos.
57
Art. 408. Considera-se autêntico o documento quando: [...] II - a autoria estiver identificada por qualquer outro
meio legal de certificação, inclusive eletrônico, nos termos da lei; [...]
58
Art. 435. O juiz requisitará às repartições públicas em qualquer tempo ou grau de jurisdição: [...] §2º As repartições
públicas poderão fornecer todos os documentos em meio eletrônico, conforme disposto em lei, certificando, pelo
mesmo meio, que se trata de extrato fiel do que consta em seu banco de dados ou do documento digitalizado.
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Ricardo Augusto Herzl, Wilson Engelmann
não autenticados, por sua vez, não possuirão tal presunção, mas seu valor probante
será apreciado pelo magistrado à luz do caso em concreto. Logo, a ausência de
certificação não desqualificará, em princípio, as informações constantes dos
documentos eletrônicos particulares.59
A nova lei processual presume a autenticidade das fotografias extraídas
da Internet,60 dos extratos bancários eletrônicos e dos documentos digitalizados
pelos servidores da Justiça, pela promotoria, pela defensoria, pelos procuradores
públicos e pelos advogados, devendo o detentor preservar os documentos originais
em seus arquivos — caso haja discordância quanto ao seu conteúdo — até o final
da marcha processual.61
A videoconferência, certamente, será uma das maiores ferramentas da qual fará
uso o processo eletrônico. Poderá ser utilizada na colheita do depoimento pessoal
quando a parte residir em outra comarca ou subseção judiciária,62 na colheita de prova
testemunhal,63 na acareação entre testemunhas ou testemunhas e partes,64 durante
a realização de prova pericial65 e até mesmo quando da entrevista de interdição.66
59
Art. 436. A utilização de documentos eletrônicos no processo convencional dependerá de sua conversão à for-
ma impressa e de verificação de sua autenticidade, na forma da lei. Art. 437. O juiz apreciará o valor probante
do documento eletrônico não convertido, assegurado às partes o acesso ao seu teor.
60
Art. 419. [...] §1º A fotografia digital e as extraídas da rede mundial de computadores fazem prova das imagens
que reproduzem; se impugnadas, deverá ser apresentada a respectiva autenticação eletrônica ou, não sendo
possível, realizada perícia. [...]
61
Art. 422. Fazem a mesma prova que os originais: [...] V - os extratos digitais de bancos de dados públicos e
privados, desde que atestado pelo seu emitente, sob as penas da lei, que as informações conferem com o
que consta na origem; VI - as reproduções digitalizadas de qualquer documento público ou particular, quando
juntadas aos autos pelos órgãos da justiça e seus auxiliares, pelo Ministério Público e seus auxiliares, pela
Defensoria Pública e seus auxiliares, pelas procuradorias, pelas repartições públicas em geral e por advo-
gados, ressalvada a alegação motivada e fundamentada de adulteração. §1º Os originais dos documentos
digitalizados mencionados no inciso VI deverão ser preservados pelo seu detentor até o final do prazo para
propositura de ação rescisória. §2º Tratando-se de cópia digital de título executivo extrajudicial ou de documen-
to relevante à instrução do processo, o juiz poderá determinar seu depósito em cartório ou secretaria. [...]
62
Art. 382. Cabe à parte requerer o depoimento pessoal da outra, a fim de ser interrogada na audiência de instru-
ção e julgamento, sem prejuízo do poder do juiz de ordená-lo de ofício. [...] O depoimento pessoal da parte que
residir em comarca, seção ou subseção judiciária diversa daquela onde tramita o processo poderá ser colhido
por meio de videoconferência ou outro recurso tecnológico de transmissão de sons e imagens em tempo real,
o que poderá ocorrer, inclusive, durante a realização da audiência de instrução e julgamento. [...]
63
Art. 450. [...] §1º A oitiva de testemunha que residir em comarca, seção ou subseção judiciárias diversa da-
quela onde tramita o processo poderá ser realizada por meio de videoconferência ou outro recurso tecnológico
de transmissão de sons e imagens em tempo real, o que poderá ocorrer, inclusive, durante a realização da
audiência de instrução e julgamento. §2º Os juízos deverão manter equipamento para a transmissão e recep-
ção dos sons e imagens a que se refere o §1º.
64
Art. 458. [...] §2º A acareação pode ser realizada por videoconferência ou outro recurso tecnológico de trans-
missão de sons e imagens em tempo real.
65
Art. 461. [...] §4º O especialista, que deverá ter formação acadêmica específica na área objeto de seu depoi-
mento, poderá, ao prestar seus esclarecimentos, valer-se de qualquer recurso tecnológico de transmissão de
sons e imagens com o fim de esclarecer os pontos controvertidos na causa.
66
Art. 749. O interditando será citado para, em dia designado, comparecer perante o juiz, que o entrevistará mi-
nuciosamente acerca de sua vida, negócios, bens, vontades, preferências, laços familiares e afetivos, e sobre
o que mais lhe parecer necessário para convencimento quanto a sua capacidade para prática de atos da vida
civil, devendo ser reduzidas a termo as perguntas e respostas. [...] §3º Durante a entrevista, é assegurado o
emprego de recursos tecnológicos capazes de permitir ou auxiliar o interditando a expressar suas vontades e
preferências e a responder às perguntas formuladas. [...]
458 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 437-464, abr./jun. 2015
Processualismo tecnocrático versus processualismo tecnológico...
67
Art. 331. [...] §7º A audiência de conciliação ou de mediação pode realizar-se por meios eletrônicos, nos ter-
mos da lei.
68
Art. 364. [...] §5º A audiência poderá ser integralmente gravada em imagem e em áudio, em meio digital ou
analógico, desde que assegure o rápido acesso das partes e dos órgãos julgadores, observada a legislação
específica. §6º A gravação a que se refere o §5º também pode ser realizada diretamente por qualquer das
partes, independentemente de autorização judicial.
69
Art. 381. A existência e o modo de existir de algum fato podem ser atestados ou documentados, a requeri-
mento do interessado, mediante ata lavrada por tabelião. Parágrafo único. Dados representados por imagem
ou som gravados em arquivos eletrônicos poderão constar da ata notarial.
70
Art. 519. O cumprimento provisório da sentença será requerido por petição dirigida ao juízo competente. Não
sendo eletrônicos os autos, será acompanhada de cópias das seguintes peças do processo, cuja autentici-
dade poderá ser certificada pelo próprio advogado, sob sua responsabilidade pessoal: I - decisão exequenda;
II - certidão de interposição do recurso não dotado de efeito suspensivo; III - procurações outorgadas pelas
partes; IV - decisão de habilitação, se for o caso; V - facultativamente, outras peças processuais consideradas
necessárias para demonstrar a existência do crédito.
71
Art. 852. Para possibilitar a penhora de dinheiro em depósito ou em aplicação financeira, o juiz, a requerimento
do exequente, sem dar ciência prévia do ato ao executado, determinará às instituições financeiras, por meio
de sistema eletrônico gerido pela autoridade supervisora do sistema financeiro nacional, que torne indisponí-
veis ativos financeiros existentes em nome do executado, limitando-se a indisponibilidade ao valor indicado
na execução. [...] §6º Realizado o pagamento da dívida por outro meio, o juiz determinará, imediatamente, por
meio de sistema eletrônico gerido pela autoridade supervisora do sistema financeiro nacional, a notificação da
instituição financeira para que, em até vinte e quatro horas, cancele a indisponibilidade. §7º As transmissões
das ordens de indisponibilidade, de seu cancelamento e de determinação de penhora, previstas neste artigo
far-se-ão por meio de sistema eletrônico gerido pela autoridade supervisora do sistema financeiro nacional.
[...] §9º. Quando se tratar de execução contra partido político, o juiz, a requerimento do exequente, determi-
nará às instituições financeiras, por meio de sistema eletrônico gerido por autoridade supervisora do sistema
bancário, que torne indisponíveis ativos financeiros somente em nome do órgão partidário que tenha contraído
a dívida executada ou que tenha dado causa à violação de direito ou ao dano, ao qual cabe exclusivamente a
responsabilidade pelos atos praticados, na forma da lei.
72
Art. 835. Obedecidas as normas de segurança instituídas sob critérios uniformes pelo Conselho Nacional de
Justiça, a penhora de dinheiro e as averbações de penhoras de bens imóveis e móveis podem ser realizadas
por meios eletrônicos.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 437-464, abr./jun. 2015 459
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73
Art. 880. Não sendo possível a sua realização por meio eletrônico, o leilão será presencial. §1º A alienação
judicial por meio eletrônico será realizada, observando-se as garantias processuais das partes, de acordo
com regulamentação específica do Conselho Nacional de Justiça. §2º A alienação judicial por meio eletrônico
deverá atender aos requisitos de ampla publicidade, autenticidade e segurança, com observância das regras
estabelecidas na legislação sobre certificação digital. [...]
74
Art. 904. Ao receber o mandado de levantamento, o exequente dará ao executado, por termo nos autos, quita-
ção da quantia paga. Parágrafo único. A expedição de mandado de levantamento poderá ser substituída pela
transferência eletrônica do valor depositado em conta vinculada ao juízo para outra indicada pelo exequente.
75
Art. 928. Far-se-á a distribuição de acordo com o regimento interno do tribunal, observando-se a alternativida-
de, o sorteio eletrônico e a publicidade.
76
Art. 940. Os votos, os acórdãos e os demais atos processuais podem ser registrados em documento eletrôni-
co inviolável e assinados eletronicamente, na forma da lei, devendo ser impressos para juntada aos autos do
processo, quando este não for eletrônico. [...]
77
Art. 935. [...] §4º É permitido ao advogado cujo escritório se situe em cidade diversa daquela onde está
sediado o tribunal realizar sustentação oral por meio de videoconferência ou outro recurso tecnológico de
transmissão de sons e imagens em tempo real, desde que o requeira até o dia anterior ao da sessão.
78
Art. 942. A critério do órgão julgador, o julgamento dos recursos e das causas de competência originária que
não admitem sustentação oral poderá realizar-se por meio eletrônico. §1º O relator cientificará as partes, pelo
Diário da Justiça, de que o julgamento far-se-á por meio eletrônico. Qualquer das partes poderá, no prazo de
cinco dias, apresentar memoriais ou oposição ao julgamento por meio eletrônico. A oposição não necessita de
motivação, sendo apta a determinar o julgamento em sessão presencial. §2º Caso surja alguma divergência
entre os integrantes do órgão julgador durante o julgamento eletrônico, este ficará imediatamente suspenso,
devendo a causa ser apreciada em sessão presencial.
79
Art. 1.035. O relator poderá requisitar informações aos tribunais inferiores a respeito da controvérsia; cumpri-
da a diligência, intimará o Ministério Público para manifestar-se. §1º Os prazos respectivos são de quinze dias
e os atos serão praticados, sempre que possível, por meio eletrônico. [...]
80
Art. 1004. [...] §3º É dispensado o recolhimento do porte de remessa e retorno no processo em autos eletrônicos.
81
1.014. [...] §5º Sendo eletrônicos os autos do processo, dispensam-se as peças referidas nos incisos I e II
do caput, facultando-se ao agravante anexar outros documentos que entender úteis para a compreensão da
controvérsia.
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Processualismo tecnocrático versus processualismo tecnológico...
82
Art. 1.026. [...] §1º Quando o recurso fundar-se em dissídio jurisprudencial, o recorrente fará a prova da diver-
gência com a certidão, cópia ou citação do repositório de jurisprudência, oficial ou credenciado, inclusive em
mídia eletrônica, em que houver sido publicado o acórdão divergente, ou ainda com a reprodução de julgado
disponível na rede mundial de computadores, com indicação da respectiva fonte; em qualquer caso, as circuns-
tâncias que identifiquem ou assemelhem os casos confrontados devem ser mencionadas. [...]
83
Art. 1040. [...] §4º O recorrente provará a divergência com certidão, cópia ou citação de repositório oficial ou
credenciado de jurisprudência, inclusive em mídia eletrônica, onde foi publicado o acórdão divergente, ou com
a reprodução de julgado disponível na rede mundial de computadores, indicando a respectiva fonte, e mencio-
nará as circunstâncias que identificam ou assemelham os casos confrontados.
84
Art. 97. A União e os Estados podem criar fundos de modernização do Poder Judiciário, aos quais serão re-
vertidos os valores das sanções pecuniárias processuais destinadas à União e aos Estados, e outras verbas
previstas em lei.
85
Art. 194. Compete ao Conselho Nacional de Justiça e, supletivamente, aos tribunais, regulamentar a prática
e a comunicação oficial de atos processuais por meio eletrônico e velar pela compatibilidade dos sistemas,
disciplinando a incorporação progressiva de novos avanços tecnológicos e editando, para esse fim, os atos
que forem necessários, respeitadas as normas fundamentais deste Código.
86
Importante artigo publicado recentemente sob o título de "OAB e CNJ lançam projeto para unificar processos
virtuais no país" dispõe que: O Conselho Nacional de Justiça e a Ordem dos Advogados do Brasil lançaram
nesta terça-feira (02/12/2014) o projeto Escritório Virtual do Processo Eletrônico. O objetivo é permitir que
qualquer pessoa possa acessar os processos virtuais por meio de um único sistema e endereço eletrônico
utilizando um software desenvolvido pelo CNJ. A ideia é que o usuário possa acompanhar processos de seu
interesse de forma unificada, sem precisar entrar no sistema do Processo Judicial Eletrônico (PJe) ou nos
específicos dos tribunais. A OAB e o CNJ querem que as informações de todos os processos estejam reunidas
em um único endereço na internet, facilitando a busca e o acompanhamento por advogados, procuradores,
defensores públicos, membros do Ministério Público e pela população em geral. O protocolo conjunto foi
assinado pelo presidente do CNJ, ministro Ricardo Lewandowski, e pelo presidente da OAB, Marcus Vinícius
Furtado Coêlho, durante a realização da 200ª Sessão Ordinária do Conselho. “O ideal que nós queremos
atingir é a unificação de todos os sistemas, pois não achamos correto nem eficiente que cada tribunal tenha
o seu próprio sistema”, afirmou Lewandowski. A primeira parte do projeto deve ser concluída em março de
2015, quando haverá a possibilidade de comunicação entre os vários sistemas e processos de diferentes
tribunais do país, diz o protocolo. O ministro afirmou que o sistema unificado facilitará o acesso de recursos
aos tribunais superiores. “São passos em direção à meta da unificação”, acrescentou Lewandowski. Além da
participação da advocacia no processo de implantação do Escritório Virtual, Coêlho destacou a agilidade que
o software poderá trazer para a comunidade jurídica. “O diálogo entre os sistemas facilitará a vida dos advo-
gados, dos membros do Ministério Público, da Procuradoria e da Defensoria Pública”, pontuou o presidente
da OAB. [...] O Escritório Virtual pretende ser de fácil utilização e acessibilidade. Em um primeiro momento,
o usuário poderá fazer consultas em todos os tribunais que já operam o PJe. Posteriormente, o projeto será
aprimorado para incluir todos os tribunais participantes do Modelo Nacional de Interoperabilidade (MNI), pre-
visto na Resolução Conjunta nº 3/2013. O sistema deverá permitir localização de processos de interesse, a
apresentação de qualquer manifestação processual, bem como a entrega de petição inicial (Revista Consultor
Jurídico, 02 de dezembro de 2014. Disponível em: <http://www.conjur.com.br/2014-dez-02/oab-cnj-lancam-
-projeto-unificar-processos-virtuais-pais>. Acesso em 05 dez. 2014.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 437-464, abr./jun. 2015 461
Ricardo Augusto Herzl, Wilson Engelmann
Conclusão
A efetividade (hermenêutica) do processo manifesta-se pela qualidade
da prestação da tutela jurisdicional. Qualidade significa respeito às dimensões
democrática, responsável e comparticipativa, em que o juiz não é compreendido
apenas como um mero observador, estranho ao processo, mas sim participa (junto)
com as partes na busca e construção da (metáfora da) resposta correta, o que se dá
pelo desvelamento.
E, exatamente por existir apenas (um)a alétheia, para que um processo seja
considerado efetivo jamais poderá prescindir da qualidade dos meios processuais e
das decisões, o que pode ser obtido pelos vetores da integridade (respeito às leis e à
Constituição) e coerência (em relação à doutrina e aos julgamentos anteriores). Não
há, portanto, o que se relativizar ou se transigir, em nome de números.
E a razão é muito simples: o processo jamais pode ser encarado como um
meio institucionalizado de simulacro da verdade. Ora, assim como não existem meias
justiças e tampouco existem meias verdades, também não existem meias sentenças.
Não é possível abrir mão da qualidade, jamais, sob pena de a Justiça produzir injustiça
(enrustida e qualificada).
A tecnologia, por sua vez, aplicada ao processo, pode se tornar a mocinha ou o
vilão da história, a solução ou o problema. Trava-se hoje, portanto, a grande batalha
entre duas formas de processualismo: o processualismo tecnocrático (sentido
quantitativo) e o processualismo tecnológico (sentido qualitativo).
Caberá à doutrina e, em especial à academia, dialogar com — e, se necessário,
constranger — o Legislativo e o Judiciário para evitar que o processo não se revela apenas
como uma técnica (econômica) de aceleração na resolução das demandas judiciais.
Neste contexto, torna-se imprescindível aproximar humanidade e tecnologia, com
a utilização do atual estado da técnica — em especial, dos sistemas informatizados
— para contribuir na concretização da efetividade do (e no) processo.
Art. 1.050. Os atos processuais praticados por meio eletrônico até a transição definitiva para certificação digital
87
ficam convalidados, ainda que não tenham observado os requisitos mínimos estabelecidos por este Código,
desde que tenham atingido sua finalidade e não tenha havido prejuízo à defesa de qualquer das partes.
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Processualismo tecnocrático versus processualismo tecnológico...
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464 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 437-464, abr./jun. 2015
A garantia a um processo sem armadilhas
e o Novo Código de Processo Civil
Rogerio Mollica
Mestre e Doutor em Direito Processual pela Universidade de São Paulo. Membro do Instituto
Brasileiro de Direito Processual (IBDP) e do Centro de Estudos Avançados de Processo (Ceapro).
Resumo: O presente artigo tem por objetivo apresentar o tema da “jurisprudência defensiva”, que foi a
forma que os Tribunais, principalmente os Superiores, encontraram para eliminar recursos. Não podendo
julgar todos os recursos que lhes eram enviados, os Tribunais passaram a criar armadilhas processuais
para eliminar recursos antes de seu julgamento. Foi a verdadeira seleção natural em que somente os
recursos mais fortes e bem preparados sobreviveriam a esse filtro informal. Na sequência, analisa-se de
que forma o Novo Código de Processo Civil abordou o problema e como procurou eliminar ou ao menos
mitigar as armadilhas hoje existentes.
Palavras-chave: Jurisprudência defensiva. Armadilhas processuais. Formalismo. Novo Código de Processo Civil.
Introdução
O nosso sistema permite o amplo acesso ao Judiciário. A própria Constituição
Federal garante que “a lei não excluirá da apreciação do Poder Judiciário lesão ou
ameaça a direito” (art. 5º, XXXV). Existem outros mecanismos para que esse acesso
se efetive, como os juizados especiais, nos quais em ações de pequeno valor não é
necessária a presença de um advogado e o benefício da justiça gratuita1 caso a ação
seja ajuizada na Justiça Comum.
Com a proliferação de ações individuais, é claro que tivemos um enorme
congestionamento no Judiciário, com uma grande demora na tramitação dos feitos.
Dezenas de reformas pontuais foram efetuadas para tentar dar maior agilidade aos
processos, entretanto, foram meros paliativos frente à enxurrada de ações individuais
que passaram a inviabilizar nossos Tribunais.
Desta forma, resolveu-se pela elaboração de um novo Código de Processo
Civil que previsse uma nova forma de tramitação para as ações repetitivas, visando
A Lei nº 1.060/50 permite o exercício do benefício da justiça gratuita mediante uma simples declaração de
1
insuficiência de recursos.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 465-475, abr./jun. 2015 465
Rogerio Mollica
As armadilhas processuais
O processo não pode ser um campo minado, no qual se espalham várias
armadilhas para que os recursos sejam eliminados antes do seu julgamento. Não se
pode mais conceber que os Tribunais passem mais tempo procurando por eventuais
defeitos do que para o julgamento dos recursos propriamente ditos.
Atualmente o recurso que sobrevive a todas as armadilhas processuais que
lhe são impostas já deve ser tido como um vitorioso e certamente o advogado que o
preparou despendeu mais tempo tentando evitar equívocos formais e procedimentais do
que abordando o mérito. É a verdadeira seleção natural aplicada aos recursos, já que
somente os mais fortes e bem preparados sobrevivem e podem ter o seu mérito julgado.
Sendo impossível o julgamento dos milhares de processos que chegavam aos
Tribunais, esses passaram a adotar a estratégia de eliminar processos em massa,
para que com a artificial substancial redução de feitos, eles pudessem continuar
julgando os poucos casos escolhidos e que conseguiram passar pelo estreito funil da
O excesso de formalismo como obstáculo à celeridade processual. In: CARNEIRO, Athos Gusmão; CALMON,
2
Petrônio (Coord.). Bases científicas para um renovado direito processual. Brasília: Instituto Brasileiro de Direito
Processual, 2008.
466 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 465-475, abr./jun. 2015
A garantia a um processo sem armadilhas e o Novo Código de Processo Civil
3
Para Fernanda Mercier Querido Farina “A solução patológica da “jurisprudência defensiva” vem como verdadei-
ro escudo à avalanche de processos que ingressa nos Tribunais Superiores todos os dias e que se acumula
mês a mês. É a resposta jurisprudencial incorreta a um problema que mereceria uma solução legislativa coe-
rente — quiçá constitucional”. Para a Autora, a solução seria a introdução do requisito da repercussão geral
também para os Recursos Especiais (Jurisprudência defensiva e a função dos Tribunais Superiores. Revista
de Processo, n. 209, São Paulo, Revista dos Tribunais, 2012, p.139/140).
4
Esse é o entendimento de José Roberto dos Santos Bedaque ao defender que “O culto à forma favorece aquele
que pretende valer-se do processo para obter resultados que o direito material não lhe concede. O desprezo
à técnica gera insegurança e eterniza os processos. Já se disse que piores que a complexidade causada pelo
formalismo excessivo são a incerteza e a insegurança decorrentes da imperfeita ou obscura formulação das
regras formais, bem como a completa ausência de sanção pela não-observância da forma. É preciso, pois, har-
monizar esses interesses conflitantes. Não abandonemos o formalismo processual, porque útil à obtenção de
determinados objetivos. Mas não o transformemos no fim último do processo, pois, se o fizermos, estaremos
encobrindo a injustiça com uma capa de legalidade. A forma visa exclusivamente a conferir aos litigantes aquilo
que os meios primitivos de solução dos conflitos — especialmente a autotutela — não asseguravam: um me-
canismo apto a proporcionar-lhes o resultado justo, entendido este como aquele resultante da real participação
dos interessados na formação do convencimento do juiz. Acesso à ordem jurídica justa é o que o formalismo
processual pretende garantir. Só isso nada mais.” (Efetividade do processo e técnica processual, p. 101/102).
5
Neste ponto é de se concordar com Glauco Gumerato Ramos quando defende que “Nessa perspectiva a
celeridade processual não deveria ser tão cultuada, tal qual fetiche, onde muitas vezes dá o tônus de certas
tomadas de posição pela jurisprudência. Nossa preocupação deveria estar concentrada na razoável duração
no processo, e não na celeridade-aceleração-finalização de um problema trazido à solução do Judiciário pelo
jurisdicionado, ainda mais quando essa pressa em exterminar mais um caso não é diretamente proporcional à
qualidade do remédio — ou do veneno — ministrado para acabar com o problema”. (Crítica macroscópica ao
fetiche da celeridade processual. Perspectiva do CPC de hoje e no de amanhã. Revista de Processo, n. 239,
São Paulo: Revista dos Tribunais, 2015, p. 428).
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 465-475, abr./jun. 2015 467
Rogerio Mollica
Segundo o professor Barbosa Moreira a “Atividade judicial que deixe de conduzir à decisão do mérito (da causa
6
ou do recurso) é causa de frustração. O ideal seria que sempre se pudesse chegar àquela etapa final. Isso
obviamente ressalta quando se cuida do meritum causae, já que só o pronunciamento da justiça acerca dele é
capaz de resolver definitivamente o litígio e, tanto quanto possível, assegurar ou restaurar o império do direito.
Mesmo a respeito de outras questões (interlocutórias), porém, seria sempre desejável, em linha de princípio,
que o itinerário do recurso prosseguisse até a definição do them decidendum: quando nada, isso contribuiria
para a formação de um corpo de jurisprudência sobre questões (incidentes) que podem assumir ponderável
relevância, como as concernentes à legitimação ad causam, à admissibilidade de certa prova etc. É inevitável
o travo de insatisfação deixado por decisões de não-conhecimento; elas lembram refeições em que, após os
aperitivos e os hors d´oeuvre, se despedissem os convidados sem o anunciado prato principal. A essa luz,
o que se espera da lei e de seus aplicadores é um tratamento cuidadoso e equilibrado da matéria que não
imponha sacrifício excessivo a um dos valores em jogo, em homenagem ao outro. Para usar palavras mais
claras: negar conhecimento a recurso é atividade correta — e altamente recomendável — toda vez que esteja
clara a ausência de qualquer dos requisitos de admissibilidade. Não devem os tribunais, contudo, exagerar na
dose; por exemplo, arvorando em motivos de não conhecimento circunstâncias que o texto legal não cogita ,
nem mesmo implicitamente, agravando sem razão consistente exigências por ele feitas, ou apressando-se a
interpretar em desfavor do recorrente dúvidas suscetíveis de suprimento” (Restrições ilegítimas ao conheci-
mento dos recursos, p. 270).
468 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 465-475, abr./jun. 2015
A garantia a um processo sem armadilhas e o Novo Código de Processo Civil
concederá o prazo de cinco dias ao recorrente para que seja sanado vício ou
complementada a documentação exigível. Por sua vez o art. 938, §1º, versa que
constatada a ocorrência de vício sanável, inclusive aquele que possa ser conhecido
de ofício, o relator determinará a realização ou a renovação do ato processual, no
próprio Tribunal ou em primeiro grau de jurisdição, intimadas as partes.
Com a entrada em vigor do artigo 76, §2º, perderá sentido a Súmula 115 do STJ,
que prevê que na instância especial é inexistente recurso interposto por advogado
sem procuração nos autos.
Já a previsão do artigo 938, §1º seria a ampliação da extensão do atual artigo
515, §4º do CPC a todos os recursos, já que a previsão atual, a princípio, só seria
cabível ao recurso de apelação.
Em suma tais previsões são extremamente benéficas ao jurisdicionado, pois
vão permitir que vícios sejam sanados possibilitando o julgamento dos recursos.
b) Fim do Recurso Prematuro
O art. 218, §4º, estabelece que será tempestivo o ato praticado antes do termo
inicial do prazo, afastando assim a tese tão difundida em nossos Tribunais do não
conhecimento do recurso prematuro. Já o artigo 1024, §5º, afasta a necessidade
de ratificação de recurso interposto anteriormente ao julgamento de embargos de
declaração opostos pela parte contrária, desde que esses sejam rejeitados ou não
alterem a conclusão do julgamento anterior.
Os Tribunais Superiores também acabaram criando a tese do Recurso
Prematuro, isto é, o protocolizado antes da publicação da decisão recorrida. Neste
caso, os Tribunais também entendiam que o recurso seria intempestivo. Por esse
entendimento, o recurso pode ser intempestivo se interposto antes de iniciado ou
depois de expirado o prazo recursal.7
O professor Cândido Rangel Dinamarco critica o referido entendimento, pois segundo o Mestre “As decisões
7
tomadas pelos órgãos colegiados de um tribunal são sujeitas a um complexo iter de formação, principiando
pela discussão da causa ou recurso em sessão de julgamento, eventual sustentação oral pelos advogados
das partes, tomada dos votos dos julgadores, proclamação do resultado pelo presidente e intimação desse
resultado pela imprensa, seguindo-se a tudo isso uma série de providências destinadas à lavratura, assina-
tura e registro do acórdão, o qual será afinal anexado aos autos. Nesse momento o acórdão está publicado,
ou seja, a partir daí existe no mundo jurídico um julgamento que poderá ser objeto do recurso em que cada
caso o sistema processual admitir. Estamos no campo da existência de um ato jurídico processual perfeito e
acabado, o qual poderá então ter a eficácia que a lei lhe atribuir. A outra publicação, aquela que pelo jornal
oficial se faz, não se confunde com aquela primeira. O acórdão cuja ementa e conclusões são enviados à
imprensa já está previamente publicado, no sentido de que já é um ato público, um ato processual perfeito e
acabado e, portanto, recorrível conforme as disposições legais pertinentes (recorrível pela via de embargos de
declaratórios, dos infringentes, recurso especial, extraordinário etc.). O reclamo ao escopo aceleratório dos
prazos recursais entra no presente contexto como um poderoso reforço de raciocínio, servindo para demons-
trar como a posição do Supremo Tribunal Federal opera uma inversão lógica ao sustentar que não tem direito
ao recurso aquele que se antecipa à sua própria intimação mediante uma iniciativa que imprime ao processo
ainda mais celeridade que aquela exigida pelo sistema. Se tenho diante de mim uma sentença ou acórdão
já juridicamente existente porque tornado público no processo, e se esse ato às vezes já é capaz de produzir
imediatamente efeitos inconvenientes ao meu interesse, o recurso que interponho antes de ser intimado pela
imprensa concorre para uma aceleração maior, vindo ao encontro do objetivo de aceleração concebido pelo
legislador, não de encontro a ele” (Tempestividade dos recursos, p. 22/23).
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Rogerio Mollica
8
AI nº 703269, Rel. Min. Luiz Fux, julgado, à unanimidade, em 06.03.2015. O antigo posicionamento do
Plenário do Supremo Tribunal Federal pode ser verificado nos Embargos de Declaração na ADIn nº 2.075-7/RJ,
DJU, 27 jun. 2003.
9
Para um apanhado de todos os problemas envolvendo o preparo dos recursos, recomenda-se a leitura do texto
de Márcio Carvalho Faria intitulado: O Formalismo exacerbado quanto ao preenchimento de guias de preparo.
Revista de Processo, n. 193, São Paulo: Revista dos Tribunais, p. 231/252).
10
O professor Barbosa Moreira critica “o excesso de rigor. Pode suceder que, efetuado o preparo dentro do prazo
recursal, o recorrente, por uma ou por outra razão, deixe de juntar à petição o comprovante do pagamento. Isso
ocorrerá com maior probabilidade, mas não exclusivamente, quando o recurso seja interposto antes do dies
ad quem. A jurisprudência firme do STJ repele a possibilidade de que aproveite ao recorrente a comprovação
posterior da realização tempestiva do preparo: se o comprovante não acompanhou a petição de interposição,
o recurso estará fatalmente deserto. Parece-nos criticável o apego à letra do art. 511, caput, na redação
dada pela Lei nº 9.756, de 17-1-1998. Ao nosso ver, o essencial é que o recurso seja preparado no prazo da
interposição. Caso o haja sido, não há razão bastante para impedir que a simples comprovação venha depois”
(Restrições ilegítimas ao conhecimento dos recursos, p. 282).
11
Sobre o problema entende José Carlos Barbosa Moreira que a “Questão que se vem pondo, e nem sempre re-
solvendo bem, é a atinente às peças não obrigatórias. Alude o art. 525, nº II, a “outras peças que o agravante
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A garantia a um processo sem armadilhas e o Novo Código de Processo Civil
entender úteis”, para estabelecer que podem, “facultativamente”, instruir a petição. O art. 544, §1º, não repe-
te a cláusula; ao falar, porém das “peças apresentadas pelas partes”, especifica as que “obrigatoriamente”
constarão do instrumento, e com isso admite, sem sombra de dúvida, que se juntem outras: serão, é óbvio,
aqui também, aqueles que “o agravante entender úteis”. Concebe-se que ao relator, ou ao órgão julgador, pa-
reça ainda obscuro algum ponto, em relação ao qual se presuma que haja elementos esclarecedores em peça
não obrigatória nem juntada pelo agravante. A providência adequada consistirá em determinar que se junte
a peça; não andará bem o tribunal caso negue conhecimento ao recurso por causa da falta desta. É pouco
razoável exigir do agravante que preveja in totum as eventuais dúvidas do relato ou do órgão julgador, para
juntar todas as peças que aquele ou este, por seu turno, venha acaso a reputar úteis, ou mesmo necessárias.
Afinal de contas, a facilidade de compreensão varia enormemente de uma para outra pessoa...” (Restrições
ilegítimas ao conhecimento dos recursos, p. 279).
12
Para o conceito, origens e caracterização do prequestionamento vide Luis Guilherme Aidar Bondioli,
Embargos de Declaração, p. 252 e seguintes.
13
Hugo de Brito Machado levantou o referido problema e diz não entender “que um tribunal superior, ou su-
premo, deixe de conhecer de um recurso ao mesmo interposto, apenas porque deixou de ser indicado um
dispositivo de lei, ou órgão oficial em que foi publicado o julgado apontado como divergente, quando o as-
sunto questionado tornou-se de pleno conhecimento dos julgadores, e se sabe que o julgado recorrido está
em franca desarmonia com a lei, ou com a jurisprudência. O tempo dos julgadores é gasto, mas a injustiça é
prestigiada, por conta do formalismo. lamentavelmente, é significativo o número de casos nos quais termina
prevalecendo um julgado contrário ao Direito, mesmo tendo sido interposto o apelo extremo, e discutido longa-
mente a questão no STJ e no STF. Não ocorre economia processual, nem se evita a perda de tempo. Apenas
se presta homenagem ao formalismo. Entre as restrições ao cabimento dos recursos especial e extraordinário
merece destaque o problema do prequestionamento, que se assemelha, de certo modo, à questão do duplo
grau de jurisdição. Sustentam os defensores do formalismo que o prequestionamento é indispensável para
evitar a supressão das instâncias ordinárias. mais importante, porém, do que a preservação de tais instâncias
é a prevalência do Direito material. Assim, é inadmissível prevaleça uma decisão que impõe maus tratos ao
Direito, apenas porque alguma questão, importante para ensejar o cabimento do apela extremo, não foi co-
locada nos graus ordinários da jurisdição”. Logo em seguida o autor conclui que “Melhor seria considerar-se
ocorrido o prequestionamento com a colocação da questão pela parte. Examinada, ou não, poderia a questão
ser colocada ao exame da instância especial. Essa fórmula teria pelo menos as seguintes vantagens: a) me-
nos demorada seria a solução definitiva do caso, sem a penalização da parte por uma falta que é do julgador;
b) estaria eliminada a extrema injustiça, que se consuma nos casos em que a jurisprudência do STJ, quanto
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Rogerio Mollica
ao mérito, é favorável á tese do recorrente, e seu recurso resta não examinado á míngua de embargos de
declaração; c) reduziria em cerca de cinqüenta por cento o número de recursos especiais nesses casos” (O
processualismo e o desempenho do Judiciário, p. 34/35).
14
Neste sentido é o entendimento de José Welligton Bezerra da Costa Neto “É óbvio que a regra mencionada
deixa válvula de escape que poderá ser mal utilizada, qual seja, a menção de que a legitimidade do sanea-
mento depende de não se reputar “grave” o vício formal, conceito indeterminado que poderá ainda servir às
barricadas soerguidas na instância extraordinária”., (O esforço do projeto de Código de Processo Civil contra a
jurisprudência defensiva. Revista de Processo, n. 233, São Paulo, Revista dos Tribunais, 2014, p. 142).
15
Mais uma vez se socorre ao entendimento do professor José Carlos Barbosa Moreira quando defende que
“incorre em excesso de rigor o tribunal que nega conhecimento ao recurso por mero fato de não estarem
assinadas as razões. Nem será forçosamente insuprível a falta de assinatura do advogado na própria petição
de interposição. A tal respeito, averbe-se que não encontra amparo na lei a distinção entre instâncias, que se
costuma fazer, para sustentar que o suprimento é viável até o segundo grau de jurisdição, mas deixa de o ser
no recurso especial e no extraordinário. Nenhum texto legal consagra, em termos explícitos ou implícitos, a
diferença de tratamento” (Restrições ilegítimas ao conhecimento dos recursos, p. 278).
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A garantia a um processo sem armadilhas e o Novo Código de Processo Civil
Considerações finais
Parece claro que nem todos os problemas da morosidade do Judiciário podem
ser resolvidos por meio de reformas processuais, pois a maioria dos problemas é
estrutural e demanda um maior investimento governamental no Poder Judiciário.
Portanto, em que pese a recente edição do Novo Código de Processo Civil, é difícil
acreditar que teremos um processo seguro e célere só pela sua edição.
16
O problema é muito bem relatado por José Wellington Bezerra da Costa Neto “Na verdade este novo postulado
visa contornar a problemática definição da real natureza da questão debatida, por vezes entendida como de
ofensa reflexa à Constituição, o que obstaculiza o conhecimento do extraordinário, e por outras, entendendo-se
que a par da questão federal suscitada, haveria fundamento constitucional suficiente para manter a decisão
recorrida e a parte não interpôs o extraordinário, o que impediria o conhecimento do especial. A este respeito
convém lembrar o teor das Súmulas 126 do STJ e 283 do STF que respectivamente dizem: “É inadmissível
recurso especial quando o acórdão recorrido assenta em fundamentos constitucional e infraconstitucional,
qualquer deles suficiente, por si só, para mantê-lo, e a parte vencida não manifesta recurso extraordinário”
e “É inadmissível o recurso extraordinário, quando a decisão recorrida assenta em mais de um fundamento
suficiente e o recurso não abrange todos eles” (O esforço do projeto de Código de Processo Civil contra a
jurisprudência defensiva. Revista de Processo, n. 233, São Paulo, Revista dos Tribunais, 2014, p. 143/144).
17
Neste sentido Oliveira Júnior, Zumar Duarte de, Roque, André Vasconcelos, Gajardoni, Fernando da Fonseca
e Dellore, Luiz defendem que seria muito melhor que o referido parágrafo tivesse a seguinte redação: “§2º A
ocorrência de feriado local ou a suspensão de expediente forense na instância inferior poderá ser comprovada
após o ato de interposição do recurso”. (A Jurisprudência defensiva ainda pulsa no novo CPC. Site Consultor
Jurídico, 06 set. 2013. Disponível em: <www.conjur.com.br>, p. 3).
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 465-475, abr./jun. 2015 473
Rogerio Mollica
18
Para o professor José Roberto dos Santos Bedaque “não é convincente a tese da relação necessária entre
procedimento e interesse público, o que determinaria a observância rigorosa do rito, sob pena de nulidade do
processo. Ao prever as regras procedimentais, o legislador imagina ser aquela a forma mais adequada para
o correto desenvolvimento do processo. Mas se, em determinada situação concreta, o descumprimento de
determinada exigência formal relacionada ao rito não comprometedor o objetivo imediato da norma, nem o
escopo maior do processo, e desde que respeitados os princípios do contraditório e da ampla defesa, não há
por quê reconhecer relevância ao vício” (Efetividade do processo e técnica processual, p. 67). Mais para frente
o Professor prossegue dizendo que “Processo não é coisa das partes. São múltiplos os interesses envolvidos
em uma demanda judicial, ainda que seu objeto seja exclusivamente privado. Além do aspecto econômico —
afinal de contas, a jurisdição é mantida com os impostos pagos por todos —, as soluções podem transformar-
-se em orientação jurisprudencial sobre determinado tema, o que acaba influindo na própria segurança das
relações jurídicas” (p. 69).
19
Assim, é de se concordar com a conclusão de Hugo de Brito Machado de que “o formalismo no trato das ques-
tões é um fator significativo de descrédito do Judiciário, tanto porque aumenta consideravelmente a demora
na solução dos litígios, como e especialmente porque enseja soluções diversas para casos absolutamente
iguais do ponto de vista do direito material, violentando flagrantemente o princípio da isonomia e isto as pes-
soas em geral não podem assimilar. E o que é pior, o formalismo contamina e praticamente inutiliza, ou reduz
a utilidade das medidas com as quais se tenta melhorar o desempenho do Poder Judiciário. Por tal razão,
parece-nos que o ponto de partida para uma solução compatível com os desafios do século que se aproxima
está especialmente no combate ao formalismo, emprestando-se aos julgado maior conteúdo axiológico, e
especialmente maior atenção aos fins do Direito, e ao caráter apenas instrumental do processo” (O processu-
alismo e o desempenho do Poder Judiciário, p. 44).
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A garantia a um processo sem armadilhas e o Novo Código de Processo Civil
Referências
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O paradigma processual ante as
sequelas míticas do Poder Constituinte
originário
Resumo: A afirmação de uma teoria do discurso, sem apontar qual teoria se elege para a compreensão
do que seja discurso, transforma o discurso numa expressão autopoiética que oculta suas origens teórico-
linguísticas, passando a significar mero elo comunicativo-intersubjetivo, não construído pela principiologia
do devido processo, a propiciar vigência eternizante de um direito dito material egresso da autoridade
mítica ou histórico-estatal (poder constituinte originário) e de uma sociedade civil e política pressupostas
que se reforçam no imaginário do espaço cibernético.
Palavras-chave: Paradigma processual. Poder Constituinte originário. Direito material. Discurso. Estado
telemático.
1 Introdução
Os resquícios do poder constituinte originário é que nos remetem, em planos
históricos mais remotos, ao horizonte mítico, tradicional e utópico dos atualmente
chamados direitos materiais (maternais) surgidos de poderes, juízos ordálicos,
simulacros, forças onipotentes, vontades coletivas naturais e de sistemas normativos
de fundo organicista, num sincretismo fundante (ativação) de uma imaginária
maternidade (matricialidade) normativa em que os pontos jurídicos se operam num
total anonimato que ganha nome, nas metáforas criticistas e sociologistas, de
liberdade de pensamento e de “relações humanas e sociais” a criarem uma pauta
primordial de direitos a ser recebida, como adequada, por uma suposta sociedade
política ou transmitida em forma de leis parlamentarizadas para o povo praticar e
cumprir. Por isso, muitos estudiosos da teoria do direito (principalmente do direito
constitucional e civil) não se desapegam da palavra “poder” em todas as suas
narrativas, porque nela vão costurar outras mais grandiloquentes como “força, fluxo
normativo, vontade popular, tomada de decisões”, a ocultar a explicação do que
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Rosemiro Pereira Leal
LEAL, Rosemiro Pereira. Principiologia jurídica do processo na teoria neo-institucionalista. In: DIDIER JR, Fredie;
1
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478 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 477-491, abr./jun. 2015
O paradigma processual ante as sequelas míticas do Poder Constituinte originário
DIMOULIS, Dimitri. Positivismo jurídico – Introdução a uma teoria do direito e defesa do pragmatismo jurídico-
2
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3
480 R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 477-491, abr./jun. 2015
O paradigma processual ante as sequelas míticas do Poder Constituinte originário
5
ROUANET, Sérgio Paulo. Édipo e o Anjo – Intinerários freudianos em Walter Benjamin. 2. ed. Rio de Janeiro:
Biblioteca Tempo Universitário, n. 63, 1990. p. 139.
6
POPPER, Karl. Conhecimento objetivo. Belo Horizonte: Editora Itatiaia e Editora das USP, 1975. p. 216 e
seguintes.
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Rosemiro Pereira Leal
mas também pró ou contra alguma proposição da proposta. É possível descrever sem
argumentar e as funções inferiores da linguagem (expressiva e sinalizadora) estão
sempre presentes quando se utilizam as superiores, tendo estas o “controle plástico”
das inferiores, mas às vezes as inferiores se mostram mais agradáveis (piada, riso)
e experimentam uma vitória passageira sobre as superiores. Diz Popper que “não só
nossas teorias nos controlam, como podemos controlar nossas teorias (e mesmo
nossos padrões; existe aqui uma espécie de retrocarga). E se nos sujeitamos a
nossas teorias, fá-lo-emos então livremente, após deliberação”.7
Em Popper, como se infere, não há proibição, pela via da discussão crítica
(linguístico-evolucionária-problematizante), de eleger uma entre várias teorias como
marco de controle de nosso pensar, como também, a partir da teoria adotada,
podemos controlar as nossas teorias. Não quer dizer que teorias não possam ser
trocadas, substituídas, eliminadas. Porém, entre teorias concorrentes, há de se
buscar o melhor padrão teórico-regulador para não abolir emocionalmente o sistema
que se sustenta por uma testificação teórica continuada à realização de propósitos
e objetivos. No direito democrático, a linguagem teórico-processual apresenta uma
relação de inclusão com as ideias humanas de vida, liberdade e dignidade, daí não
se conceber vida humana sem concomitante abertura ao contraditório, ampla defesa
e isonomia. Humana não seria a vida se vedado ao homem descrever e argumentar.
A consciência humana, em Popper, só é possível de formação e crescimento
se, na antítese dos contrários, o homem se deparar com a irritabilidade (incômodo,
desconforto, apreensão, mal-estar) ante um problema a resolver, a solicitar um sentido
no sem-sentido ou vice-versa de tal sorte a gestar significações nos pontos diacríticos
do desespero linguístico e, daí para frente, numa linha evolucionária de significação
crescente, “a consciência começa a antecipar meios possíveis de reagir a movimentos
possíveis de experiência e erro e seus possíveis resultados”. A consciência gera
“sistemas linguísticos exossomáticos”8 que, fora da consciência, podem tornar-se
“sistema legal” para controle e crescimento da própria consciência e, por óbvio, tais
“sistemas” equivalem a antecipação de meios (universo de significados preventivos)
de sua própria preservação. Não é dado na democracia discursivo-processual excluir
alguém da formação exossomática de sua consciência teórico-coletiva.
A constituição democrática, quanto a direitos fundamentais, nos moldes
colocados pela teoria neoinstitucionalista do processo, não suplica grandes indagações
ou alentadas obras para se concluir que tais direitos são imediatamente exequíveis,
porque a lidar com esses direitos pelas hipóteses criticistas ou historicistas (não
críticas no sentido de Popper) da reserva do possível, não se tem estatuto definidor
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O paradigma processual ante as sequelas míticas do Poder Constituinte originário
do Estado Democrático de Direito. Uma teoria de vida, e não a vida entitiva (zoé-
byos) ou o pragmatismo da vida, é que há de ser adotada e não mais uma vida dita
social por aperto de mãos ou abraços (byos-polytikos), mas por escolha entre teorias
como modelos linguístico-construtivos a expressarem o homem na sua complexa
existência, outorgando-lhe continuadamente a oportunidade de desistir de suas
teorias, substituindo-as, eliminando-as, fiscalizando-as, modificando-as a serviço da
formação de uma sociedade de falantes (parlêtres)em que o sentido da conduta de
cada qual e de todos seja processualmente pactuado (constitucionalizado) se a escolha
recair na teoria da democracia em suas acepções pós-modernas. É por isso que o
controle de constitucionalidade há de se fazer de modo difuso, incidental-concreto
e abstrato, incessante e irrestrito, porque é este que vai propiciar a testificação
teorizada do sistema jurídico, conferindo-lhe legitimidade pela oportunidade sempre
aberta a todos de eliminação de erros que possam causar entraves à fruição dos
direitos fundamentais.
Por isso o equívoco de Chalmers9 é grosseiro ao supor que Popper havia
sustentado que existiria uma teoria conclusivamente (exaurientemente) testada. Ora,
se Popper assim o dissesse, certamente não poderia ter, como fez, distinguido uma
sociedade aberta de uma sociedade fechada. Claro que a pior troca é trocar a vida
por um direito à vida pior que a zoé-byos e o byos polytikos, porque o direito, como
forma milenar de dominação, só recentemente sofreu uma refutação problematizante
nos fundamentos de seus conteúdos normativos para que o direito à vida não fosse
o dique linguístico que vedasse a abertura para a vida humana. Apontar um “mundo
da vida” como esfera pública ofensiva de um agir comunicativo autopoiético entre
falados na “Outridade” (contexto de sentidos pragmatizados) não trabalha vida pela
possibilidade linguística do contraditório na criação do direito à vida e este como
vida vivida no direito ao contraditório. É prestante o pensamento de Popper quanto
à falibilidade e transitoriedade dos paradigmas que se enunciam por via do embate
entre “teorias concorrentes” com preferência por uma delas (ou por várias) após
rigorosa testificação teorizada.
A mera escolha de uma teoria forte feita por uma comunidade científica como
núcleo irredutível a merecer relevância, a exemplo do que ensina Thomas Kuhn,10
não implica necessariamente testificação, porque o ímpeto histórico da comunidade
pode ser de ideológica progressividade e não de possibilidades de degenerescência
do núcleo temático eleito. Em Popper e Lakatos, como anota Chalmers,11 a ousadia
das proposições não se contigenciam historicamente e, em Popper especialmente,
as teorias devem errar ou apresentar erros mais rapidamente possível (Wheeler) para
9
CHALMERS, A. F. O que é a ciência afinal? 2. reimpr. São Paulo: Editora Brasiliense, 1997, p. 95.
10
KUHN, Thomas S. A estrutura das revoluções científicas. 6. ed. Editora Perspectiva, 2001. p. 246.
11
CHALMERS, A. F. ob.cit., p. 124.
R. bras. Dir. Proc. – RBDPro | Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 477-491, abr./jun. 2015 483
Rosemiro Pereira Leal
que se fortaleçam. Daí, uma sociedade (que é uma teoria), que se queira aberta,
construir-se-á ante teorias rivais, mas, para isso, é necessário problematizá-las, o que,
em direito, para uma sociedade aberta, no discurso de testificação, impõe escolher
uma entre as teorias processuais do discurso como a melhor (mais resistente) a
tornar constitucionalmente disponíveis, para todos, conjecturas falseabilizantes
(argumentações) continuadas com o fim de instituir e constituir juridicamente
(estabilizar) uma forma linguística de compartilhamento de sentidos de vida, liberdade
e dignidade. Com efeito, uma Teoria da Constituição democrática, na concepção pós-
moderna da falibilidade dos sistemas, há de passar pela compreensão curricular
da teoria do processo como enunciativa (descritiva-argumentativa) dos direitos
fundamentais (fundantes) da correlação humana contraditório-vida, ampla defesa-
liberdade e isonomia-dignidade.12
12
LEAL, Rosemiro Pereira. Direitos fundamentais do processo na desnaturalização dos direitos humanos. In: O
Brasil que queremos, PUC Minas, 2006.
13
HABERMAS, Jürgen. Para a reconstrução do materialismo histórico. 2. ed. São Paulo: Editora Brasiliense,
1990. p. 220.
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O paradigma processual ante as sequelas míticas do Poder Constituinte originário
14
HABERMAS, Jürgen. ob. cit., p. 221.
15
HABERMAS, Jürgen. ob.cit., p. 228.
16
HABERMAS, Jürgen. ob.cit., p. 228.
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Rosemiro Pereira Leal
homem é um ser condenado ao pesadelo trágico do viver minando o seu próprio sonho.
O que lhe restaria era colorir o sonho para amenizar a sua fatal e absurda existência.
Esse discurso de dominação que tanto agrada as mentes liberalizantes e
assegura eternamente a liderança carismática burocratizada em perfis de Estado,
União e Poder Público é que forjou uma novíssima dimensão da linguagem (a
midiática) que, por artifícios eletroeletrônicos, é atualmente o eco chamativo de todos
os desesperados onde a voz imagética do virtual se magistraliza em sua jornada
secular de alienação das massas eruditamente ignorantes. Os multimeios são as
veias flamejantes do organismo estatal que, em nome dos avanços da informática,
penalizam e vigiam pelas vias postais eletrônicas (e-mails) ou concedem defesas
em tempos unilateralmente preclusivos e fazem dos usuários os serviçais não
remunerados da operacionalização computadorizada de suas máquinas contábeis
e estatísticas. Cognominar, como quer Habermas, essa mixórdia de “sociedade
complexa” é conferir um prêmio ao absurdo da atuação social autoalienante onde os
sistemas, aos moldes de Luhmann, pensam e espoliam os homens.
Ora, a chamada sociedade complexa, além de não ser sociedade, e sequer
complexa, porque centrada em marcos de crenças coletivas já ideologicamente
sistematizadas, é um conglomerado mítico em que se despontam os componentes
ditos identificatórios do dinheiro, poder e solidariedade, que as comporiam em sua
atuação integrativo-política. O que se demonstra facilmente nos dias atuais é que
ao homem não foi possível ainda construir uma Sociedade Humana a qualquer
título, porque a tentativa de construí-la na ágora (espaço natural da esfera pública)
ou por princípios universalizantes e transcendentais pressupostos vem fracassando
secularmente. O desespero é tal que, com o advento da cibernética, o pseudocidadão
dos sociologistas e cientistas políticos de todas as tendências transformou-se num
net: um navegante que troca as águas, a terra e o ar da realidade nua (espaço telúrico-
atmosférico), pela dimensão das imagens que saem do milagre eletroeletrônico das
partículas e ondas estruturais da natureza (cibermetafísica desterritorializante) para
aí viver uma “second-life” com seus ícones e avatares ficticiamente construídos
(comunidades virtuais). Essa evitação da angústia do natural para o artificial torna o
virtual um natural indolor, prazeroso e agradável em substituição ao natural realístico
onde os que matam não escapam da morte. Lá no ciber o espaço é liso, sem rugas
e de várias cores escolhidas, sem obstáculos irremovíveis, onde se plantam mortes
e vidas imunes a punições, leis, sanções. Lá o liberal realiza o sonho delirante de
se liberar integralmente, dando máxima potência à sua livre vontade. Lá a proteção
e o abandono podem ser imagetizados em suas mais inventivas e indiscriminadas
versões: dos “games” românticos, líricos e lúdicos, aos mais cruéis e promíscuos.
A fuga para uma “second-life” em face da vida desumana da “first-life” é outro
salto mortal da ainda lamentável impotência teórica dos homens para a construção
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O paradigma processual ante as sequelas míticas do Poder Constituinte originário
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Rosemiro Pereira Leal
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ALMEIDA, Andréa Alves. Processualidade jurídica e legitimidade normativa. Belo Horizonte: Fórum, 2005.
21
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Rosemiro Pereira Leal
The Procedural Paradigm before the Mythical Sequels of the Original Constituent Power
Abstract: The affirmation of a discourse theory, without pointing which theory one elects to understand
what discourse is, transforms the discourse in an autopeitical expression that hides its theoretic-linguistic
origins, coming to mean a mere inter-subjective-communicative link, not constructed by the due process
principle. This gives eternal operation of a said material law that egresses from a mythical authority or state-
historic (constituent original power) and of a civil and political society in a presupposition that is empowered
in the cyber space imaginary.
Keywords: Procedural Paradigm. Constituent Original Power. Material Law. Telematics State.
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Biblioteca Tempo Universitário, n. 63, 2. ed. 1990.
WEBER, Max. Economia e sociedade. 3. ed. UNB, 1994. v. I.
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La administrativización de los procesos
jurisdiccionales
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Teresa Borges García
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La administrativización de los procesos jurisdiccionales
...una ley o código, sea cual fuere la materia que regula, es siempre
expresión de la concepción ideológica propia de la sociedad en que se
hace y de la sostenida por los responsables políticos que lo hacen... [...]
...el pretender desterrar la política del derecho, se basa en una opinión
deformada de lo que aquélla sea; el pretender reducir el derecho a
política, se basa en una concepción totalitaria de ésta, desconocedora de
las garantías de aquél...
1
MONTERO AROCA, Juan. Separata titulada: “El proceso civil llamado ‘social’ como instrumento” contenida en
la obra Proceso civil e ideología. Un prefacio, una sentencia, dos cartas, quinces ensayos. Moción de Valencia
y Declaración de Azul. Segunda edición. Editorial San Marcos, Lima, Perú, 2009. (pp. 134 y ss., 152 y ss.).
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Teresa Borges García
...La Sala observa que dicha Resolución expresamente indica que fue
dictada con ocasión “...del Procedimiento Previo a las Demandas, contenido
en los artículos 94 al 96, ambos inclusive de la Ley para la Regularización
y Control de los Arrendamientos de Vivienda, los artículos 7 al 10, ambos
inclusive de la Ley Contra el Desalojo y Desocupación Arbitraria de
Viviendas, los artículos 35 al 46, ambos inclusive del Reglamento de la
Ley para la Regularización y Control de los Arrendamientos de Vivienda...”
(corchetes de esta Sala) ...
...De la cita anterior se desprende que, (refiriéndose al artículo 10 del
Decreto Nº 8.190) habiéndose agotado en sede administrativa la fase
conciliatoria en forma infructuosa, es decir, “...cuando no hubiere acuerdo
entre las partes...”, “el funcionario administrativo actuante “...deberá
motivar la decisión que correspondiere, con base a los argumentos y
alegatos presentados por éstas “ (artículo 9), tal y como en efecto lo hizo
la SUNAVI en el caso que nos ocupa y se encuentra reflejado en el texto
de la Resolución No. 00151-12/12/2012 cuya copia certificada cursa
en autos, la cual indica que en fecha 25 de octubre de 2012 celebró
la Audiencia Conciliatoria con la presencia de ambas partes, asistidas
de abogado y, en conformidad con el artículo 9 del Decreto con Rango,
Valor y Fuerza de Ley Contra el Desalojo y la Desocupación Arbitraria de
Viviendas resolvió declarar “...procedente la petición de desocupación
realizada por la Arrendadora”...
Luego de analizar las normas del Decreto Ley, concluye:
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La administrativización de los procesos jurisdiccionales
...Ello así, esta Sala declara, con fundamento a los argumentos expuestos,
que las actividades prescritas en el Decreto con Rango, Valor y Fuerza de
Ley contra el Desalojo y la Desocupación Arbitraria de Viviendas, a ser
ejecutadas por funcionarios judiciales deben ser ejecutadas por un juez
civil, bien que los realicen en el marco del proceso judicial o con ocasión
o a consecuencia del procedimiento administrativo que sustancia la
SUNAVI, como sucede en el caso que nos ocupa. Así se establece...
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2
MONTELEONE, Girolamo. Separata titulada: “Principios e ideologías del proceso civil, Impresiones de un “revi-
sionista”” contenida en la obra Proceso civil e ideología..., Ob. cit. (pág. 105).
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La administrativización de los procesos jurisdiccionales
La gran pregunta de este siglo es: ¿será que para eludir un proceso garantista,
la nueva filosofía procesal será legislar administrativizando los procesos, para
convertirlos en procedimientos administrativos donde rijan los superados principios
inquisitoriales del Santo Oficio, en su época de máximo terror?
Marzo, 2015
3
MONTERO A., Juan. El proceso civil llamado “social”..., Ob. cit. (pág. 165).
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La imparcialidad y los poderes del juez
según el Tribunal de Justicia de la Unión
Europea
I Introducción
Es por todos sabido que la distinta naturaleza de los intereses en juego en un
proceso civil y en uno penal determina la diferente configuración del uno y del otro.
Frente al proceso informado por el principio de oportunidad — el civil — se erige
ese otro, el penal, en el que la naturaleza pública de los intereses en juego hace
desembocar en un proceso necesario o informado por el principio de legalidad.
Tal y como recoge el artículo 216 de la Ley de Enjuiciamiento Civil española,
principio base del proceso civil es el dispositivo o de justicia rogada. En virtud del mismo
el inicio de proceso civil no se produce ex oficio por el órgano jurisdiccional sino que es
a instancia de parte. El particular decide libremente si desea acudir a juicio para obtener
la tutela de su derecho o si, en cambio, prefiere dejarlo insatisfecho — o incluso, si
opta por acudir a soluciones alternativas de resolución de conflictos como la mediación
o el arbitraje —. Pero además, y en virtud también del principio dispositivo, del mismo
modo que es a la parte a la que le corresponde decidir sobre el inicio del proceso
también a ella compete determinar sobre qué quiere que verse el mismo, es decir, es
a ella también —en concreto, al demandante — a quien corresponde fijar el objeto del
proceso, delimitando el demandado el objeto de debate a través de su resistencia.
Junto con el principio de justicia rogada, el de aportación de parte impide al
juez aportar hecho alguno al proceso; no solo es que no pueda introducir los hechos
determinantes del objeto del proceso sino que ni siquiera puede aportar hechos
accesorios o complementarios. La aportación de la prueba a instancia de parte
también (con alguna matización, vid. arts. 429.1, II, y 435 LEC) cierra el círculo de las
facultades materiales de dirección en el proceso civil.
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Virginia Pardo Iranzo
En definitiva, son las partes quienes fijan el objeto del proceso y de debate
correspondiéndoles a ellas, salvo puntuales excepciones, introducir los hechos
constitutivos, impeditivos, extintivos y excluyentes (arts. 19, 217, 399 y 405 LEC).
Por su parte, el artículo 218 LEC impone al juez el deber de congruencia: “Las
sentencias deben ser claras, precisas y congruentes con las demandas y con las
demás pretensiones de las partes, deducidas oportunamente en juicio”.
Teniendo en cuenta que el proceso civil es dispositivo, que los intereses en
juego son privados, no puede desconocerse la existencia de procesos civiles de
carácter no dispositivo, es decir, de procesos civiles en los que los intereses públicos
priman sobre los privados, en los que la existencia de normas imperativas de derecho
civil hace que lo esencial no sea la autonomía de la voluntad sino la aplicación de
dichas normas y en los que los principios propios del proceso civil ceden, dando
lugar a la existencia de características más propias del proceso penal (por ejemplo,
concediendo legitimación al Ministerio Fiscal). Es lo que ocurre, por ejemplo, en los
procesos sobre el estado civil de las personas o sobre la capacidad.
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La imparcialidad y los poderes del juez según el Tribunal de Justicia de la Unión Europea
de los órganos jurisdiccionales de los distintos Estados Miembros; éstos son los
jueces ordinarios en la aplicación del Derecho de la Unión, lo que conlleva el riesgo
de generar interpretaciones diferentes del Derecho de la unión. Es decir, mientras
que son los jueces nacionales los que aplican la normativa emanada de la Unión
en los procesos sujetos a su conocimiento, el TJUE controla en líneas generales
la conformidad del Derecho derivado de la Unión con los Tratados pero también la
adecuación de los ordenamientos jurídicos internos de los Estados miembros con el
derecho “comunitario”.
Si bien inicialmente la Unión Europea se limitó a establecer normativa de carácter
sustantivo, quedando el derecho procesal a la competencia exclusiva del legislador
interno de cada Estado, con el paso de los años los aspectos procesales que han
sido tratados por la Unión han ido en aumento. Sirvan de ejemplo, el Reglamento (CE)
1206/2001 del Consejo, de 28 de mayo de 2001, relativo a la cooperación entre los
órganos jurisdiccionales de los Estados miembros en el ámbito de la obtención de
pruebas en materia civil o mercantil, o la Directiva 2011/99/UE del Parlamento y del
Consejo de 13 de diciembre de 2011 sobre la orden europea de protección.
Pero además de estas normas europeas de carácter procesal —que deben ser
acatadas por los diferentes Estados Miembros—, en los últimos tiempos, a través de
diversas sentencias —”prejudiciales”—, el TJUE ha tocado un tema adjetivo de suma
importancia, que afecta a la propia conformación del proceso civil, cual es el relativo
a los poderes del juez, llegando a soluciones que a veces encajan mal con el reparto
de funciones entre el juez y las partes realizada por nuestra ley procesal civil y que, a
pesar de ello, obligan a los jueces españoles.
b) La cuestión prejudicial
Como decimos, ha sido el TJUE, a través de varias sentencias resolviendo
cuestiones prejudiciales, planteadas por jueces muchas veces españoles, quien
está moviendo los cimientos del proceso civil español ampliando las funciones que
tradicionalmente el juez tiene encomendadas en el mismo.
La cuestión prejudicial tal vez sea el instrumento más importante dentro del
sistema de control jurisdiccional establecido por el derecho de la Unión.1 A través de
ella, regulada en el artículo 267 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea
(TFUE), el órgano jurisdiccional de un Estado Miembro, que está conociendo de
un proceso en el que debe aplicarse una norma de la Unión, pregunta al TJUE
sobre la validez de dicha norma (cuestión prejudicial de validez) o le pide que la
interprete (cuestión prejudicial de interpretación). Se trata, como vemos, de un
instrumento de colaboración o cooperación de los órganos jurisdiccionales de los
Estados Miembros y el TJUE.
LIÑAN NOGUERAS, D., Instituciones y Derecho de la Unión Europea, Tecnos, 2010, con MANGAS MARTÍN, A.
1
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El juez nacional que quiere plantear una cuestión prejudicial ante el TJUE lo
hace por escrito tras haber suspendido su procedimiento hasta que el TJUE resuelve.
El procedimiento prejudicial, que no es otra cosa que un incidente procesal, no
tiene carácter contradictorio —aunque se permite a las partes del litigio principal
a los Estados Miembros interesados y a las Instituciones de la Unión presentar
observaciones—. Lo importante, con todo, es la fuerza que la sentencia del Tribunal
de Luxemburgo respondiendo a la cuestión prejudicial tiene. La sentencia prejudicial
de interpretación da la interpretación correcta de la norma, vinculando con autoridad
de cosa juzgada no solo al juez que formuló la pregunta —que ha de resolver su
litigio siguiendo la interpretación realizada por el Tribunal de Justicia— sino a todos
los órganos jurisdiccionales de todos los Estados Miembros. Es importante también
destacar que los efectos son ex tunc, es decir, desde que se dicta la resolución, no
extendiéndose los mismos a supuestos juzgados con anterioridad a la sentencia del
tribunal de Luxemburgo.
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La imparcialidad y los poderes del juez según el Tribunal de Justicia de la Unión Europea
Según el propio TJUE “cada caso en el que se plantee la cuestión de si una disposición procesal nacional hace
2
imposible o excesivamente difícil la aplicación del Derecho de la Unión debe analizarse teniendo en cuenta el
lugar que ocupa dicha disposición en el conjunto del procedimiento y el desarrollo y las peculiaridades de éste
ante las diversas instancias nacionales (entre otras, Sentencia de 14 de junio de 2012, C-618/10 y de 14 de
marzo de 2013, C-415/11).
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Para un análisis crítico de dichas resoluciones véase PARDO IRANZO, V., “La especial protección de los consu-
3
midores por la Directiva 93/13/CEE del Consejo: el control judicial de la nulidad de la cláusula arbitral”, en La
Armonización del Derecho Procesal tras el Tratado de Lisboa, Thomson Reuters, 2012, pp. 485 y ss.
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La imparcialidad y los poderes del juez según el Tribunal de Justicia de la Unión Europea
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Virginia Pardo Iranzo
IV Conclusión
Sobre la base de la existencia de intereses de carácter público —no, por tanto,
meramente individuales— el órgano jurisdiccional de la UE ha ido ampliando los
poderes del juez civil en los procesos entre consumidores y profesionales. Todos
los ciudadanos, a entender del TJUE, —en cuanto que potenciales consumidores—
estamos interesados en la desaparición de las cláusulas abusivas; una manera
adecuada de luchar contra ellas es permitir al juez que incluso de oficio pueda
decretar su invalidez garantizando así el principio de efectividad de la protección que
la norma europea dispensa.
4
El juez que plantea la cuestión prejudicial alega que con arreglo al artículo 400 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil al demandante no se le concedería ni siquiera la posibilidad de acudir a un proceso posterior en el que
presentara una nueva demanda para hacer valer pretensiones que hubiesen podido deducirse, cuando menos
con carácter subsidiario, en un primer procedimiento, puesto que en virtud de la cosa juzgada dicha demanda
resultaría inadmisible. Es decir, que finalizado el proceso relativo a la resolución del contrato no podría iniciar-
se uno nuevo solicitando la rebaja del precio y ello porque, al haberse podido interponer esta pretensión, al
menos de manera subsidiaria, en el primer procedimiento, quedaría cubierta por la cosa juzgada.
Debe advertirse, como ya ha hecho parte de la doctrina, que es, cuanto menos, discutible que el no ejercicio
en un proceso de una pretensión subsidiaria impida su ejercicio posterior por quedar cubierto por la cosa
juzgada. El artículo 400 LEC obliga a alegar los distintos hechos o fundamentos o títulos jurídicos en que se
base lo que se pide en la demanda pero no se refiere a la necesidad de alegar las distintas pretensiones
(CORDÓN MORENO, F., “La posibilidad de que el juez otorgue de oficio una tutela jurisdiccional no pedida por
el consumidor (STJUE de 3 de octubre de 2013)”, en <www.uclm.es/centro/cesco>, 29 de octubre de 2013;
CALDERÓN CUADRADO, M. P., “Derechos, proceso y crisis de la justicia”, Discurso de ingreso en la Real
Academia Valenciana de Jurisprudencia y Legislación. Cuaderno núm. 85, 2014.
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La imparcialidad y los poderes del juez según el Tribunal de Justicia de la Unión Europea
De esta manera, y aunque el vicio no sea alegado por el consumidor, puede ser
tenido en cuenta por el juez de oficio y en cualquier momento: al admitir la demanda,
posteriormente aunque haya precluido el momento para hacerlo, incluso al conocer
de los recursos. También el juez de la ejecución —y fíjense que la función del juez
ejecutor es bien distinta a la de decir el derecho— podría hacerlo. Aunque nos parece
que puede aceptarse que en algún momento de la declaración el juez de oficio revise
el carácter abusivo de una cláusula, desde luego, y a pesar de la existencia de
ese interés público, que el juez que ejecuta pueda realizar ese control, cuando ni
siquiera ha sido alegado el carácter abusivo de la cláusula durante el procedimiento
declarativo, nos parece más que discutible.
Con todo, la última de las sentencias da un salto cualitativo en cuanto a la
ampliación de los poderes del juez civil. Ya no se trata solo de conceder la facultad de
apreciar de oficio hechos impeditivos o extintivos —tengamos en cuenta que, en los
supuestos a los que se refieren las sentencias que se pronuncian sobre el control de
las cláusulas abusivas, hay una tutela jurisdiccional pedida por la parte y al juez se le
atribuye el control de oficio de los hechos impeditivos o extintivos para la concesión
o no de dicha tutela—, sino de introducir una tutela nueva no pedida por la parte. Es
evidente, entonces que el principio de justicia rogada se desvanece, o lo que es lo
mismo, el principio dispositivo base del proceso civil queda anulado y además, en
un supuesto en el que ni siquiera se advierte la existencia de un interés público, al
menos desde nuestro punto de vista.
Nos parece, en consecuencia, que si el propio juez puede introducir en el proceso
la tutela a conceder, si puede otorgar algo ni siquiera pedido por la parte, su posición
se aleja de ese punto neutro de tercero imparcial para acercarse peligrosamente a la
condición de parte. No parece descabellado concluir que, en cierta manera, el tribunal
está supliendo la inoperancia o, incluso, la falta de diligencia de la parte (o, mejor,
de su abogado) y ello se hace, qué duda cabe, en detrimento de la parte contraria.
PARDO IRANZO, Virginia. La imparcialidad y los poderes del juez según el Tribunal
de Justicia de la Unión Europea. Revista Brasileira de Direito Processual – RBDPro,
Belo Horizonte, ano 23, n. 90, p. 505-513, abr./jun. 2015.
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