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LUNA.

Cisne redondo en el río, ojo de las catedrales, alba fingida en las hojas soy; ¡no
podrán escaparse! ¿Quién se oculta? ¿Quién solloza por la maleza del valle? La
luna deja un cuchillo abandonado en el aire, que siendo acecho de plomo quiere
ser dolor de sangre. ¡Dejadme entrar! ¡Vengo helada por paredes y cristales! ¡Abrir
tejados y pechos donde pueda calentarme! ¡Tengo frío! Mis cenizas de soñolientos
metales, buscan la cresta del fuego por los montes y las calles. Pero me lleva la
nieve sobre, su espalda de jaspe, y me anega, dura y fría, el agua de los
estanques. Pues esta noche tendrán mis mejillas roja sangre, y los juncos
agrupados en los anchos pies del aire. ¡No haya sombra ni emboscada, que no
puedan escaparse! ¡Que quiero entrar en un pecho para poder calentarme! ¡Un
corazón para mí! ¡Caliente, que se derrame por los montes de mi pecho; dejadme
entrar, ¡ay, dejadme! (A las ramas.) No quiero sombras. Mis rayos han de entrar
en todas partes, y haya en los troncos oscuros un rumor de claridades, para que
esta noche tengan mis mejillas dulce sangre, y los juncos agrupados en los
anchos pies del aire. ¿Quién se oculta? ¡Afuera digo! ¡No! ¡No podrán escaparse!
Yo haré lucir al caballo una fiebre de diamante. (Desaparece entre los troncos)

NOVIA.
¡Porque yo me fui con el otro, me fui! (Con angustia.) Tú también te hubieras ido.
Yo era una mujer quemada, llena de llagas por dentro y por fuera, y tu hijo era un
poquito de agua de la que yo esperaba hijos, tierra, salud; pero el otro era un río
oscuro, lleno de ramas, que acercaba a mí el rumor de sus juncos y su cantar
entre dientes. Y yo corría con tu hijo que era como un niñito de agua, frío, y el otro
me mandaba cientos de pájaros que me impedían el andar y que dejaban
escarcha sobre mis heridas de pobre mujer marchita, de muchacha acariciada por
el fuego. Yo no quería, ¡óyelo bien!, yo no quería. ¡Tu hijo era mi fin y yo no lo he
engañado, pero el brazo del otro me arrastró como un golpe de mar, como la
cabezada de un mulo, y me hubiera arrastrado siempre, siempre, siempre, aun
que hubiera sido vieja y todos los hijos de tu hijo me hubiesen agarrado de los
cabellos.
Véngate de mí; ¡aquí estoy! Mira que mi cuello es blando; te costará menos
trabajo que segar una dalia de tu huerto. Pero ¡eso no! Honrada, honrada como
una niña recién nacida. Y fuerte para demostrártelo. Enciende la lumbre. Vamos a
meter las manos: tú, por tu hijo; yo, por mi cuerpo. Las retirarás antes tú.

MADRE.
¿No hay nadie aquí? (Se lleva las manos a la frente.) Debía contestarme mi hijo.
Pero mi hijo es ya un brazado de flores secas. Mi hijo es ya una voz oscura detrás
de los montes. (Con rabia) No quiero llantos en esta casa. Vuestras lágrimas son
lágrimas de los ojos nada más, y las mías vendrán cuando yo esté sola, de las
plantas de los pies, de mis raíces, y serán más ardientes que la sangre.
Aquí. Aquí quiero estar. Y tranquila. Ya todos están muertos. A medianoche
dormiré, dormiré sin que ya me aterren la escopeta o el cuchillo. Otras madres se
asomarán a las ventanas, azotadas por la lluvia, para ver el rostro de sus hijos. Yo
no. Yo haré con mi sueño una fría paloma de marfil que lleve camelias de
escarcha sobre el camposanto. Pero no; camposanto no, camposanto no: lecho de
tierra, cama que los cobija y que los mece por el cielo. (Entra una mujer de negro
que se dirige a la derecha y allí se arrodilla. A la VECINA.) Quítate las manos de la
cara. Hemos de pasar días terribles. No quiero ver a nadie. La tierra y yo. Mi llanto
y yo. Y estas cuatro paredes. ¡Ay! ¡Ay! (Se sienta transida.) He de estar serena.
(Se sienta.) Porque vendrán las vecinas y no quiero que me vean tan pobre. ¡Tan
pobre! Una mujer que no tiene un hijo siquiera que poderse llevar a los labios.

Doña ROSITA LA SOLTERA.


Rosita: (Arrodillada) Me he acostumbrado a vivir muchos años fuera de mí,
pensando en cosas que estaban muy lejos, y ahora que estas cosas ya no existen,
sigo dando vueltas y más vueltas por un sitio frío, buscando una salida que no he
de encontrar nunca. Yo lo sabía todo. Sabía que se había casado; ya se encargó
un alma caritativa de decírmelo, y he estado recibiendo sus cartas con una ilusión
llena de sollozos que aun a mí misma me asombra. Si la gente no hubiera
hablado; si vosotras no lo hubiérais sabido; si no lo hubiera sabido nadie más que
yo, sus cartas y su mentira hubieran alimentado mi ilusión como el primer año de
su ausencia. Pero lo sabían todos y yo me encontraba señalada por un dedo que
hacía ridícula mi modestia de prometida y daba un aire grotesco a mi abanico de
soltera. Cada año que pasaba era como una prenda íntima que arrancaran de mi
cuerpo. Y hoy se casa una amiga y otra y otra, y mañana tiene un hijo y crece, y
viene a enseñarme sus notas de examen, y hacen casas nuevas y canciones
nuevas, y yo igual, con el mismo temblor, igual; yo, lo mismo que antes, cortando
el mismo clavel, viendo las mismas nubes; y un día bajo al paseo y me doy cuenta
de que no conozco a nadie; muchachos y muchachas me dejan atrás porque me
canso, y uno dice: «Ahí está la solterona», y otro, hermoso, con la cabeza rizada,
que comenta: «A ésa ya no hay quien le clave el diente». Y yo lo oigo y no puedo
gritar sino «vamos adelante», con la boca llena de veneno y con unas ganas
enormes de huir, de quitarme los zapatos, de descansar y no moverme más,
nunca, de mi rincón. TÍA. ¡Hija! ¡Rosita! ROSITA. Ya soy vieja. Ayer le oí decir al
Ama que todavía podía yo casarme. De ningún modo. No lo pienses. Ya perdí la
esperanza de hacerlo con quien quise con toda mi sangre, con quien quise y... con
quien quiero. Todo está acabado... y sin embargo, con toda la ilusión perdida, me
acuesto, y me levanto con el más terrible de los sentimientos, que es el
sentimiento de tener la esperanza muerta. Quiero huir, quiero no ver, quiero
quedarme serena, vacía (¿es que no tiene derecho una pobre mujer a respirar con
libertad?). Y sin embargo la esperanza me persigue, me ronda, me muerde; como
un lobo moribundo que apretara sus dientes por última vez.

UN TRANVÍA LLAMADO DESEO.


BLANCHE: -También yo amé a alguien y perdí a la persona a quien amaba. -Era
un niño, nada más que un niño, cuando yo era una muchachita aún. A los dieciséis
años, descubrí... el amor: de golpe y en forma muy completa, demasiado
completa. Fue como si a una le mostraran bajo una luz cegadora algo que siempre
había estado en la penumbra; así descubrí el mundo. Pero fui desdichada. Me
desilusioné. En aquel niño había algo distinto, una nerviosidad, una suavidad, una
ternura que no parecían las de un hombre, aunque distaba de parecer
afeminado... Y, con todo... aquello estaba allí. Acudió a mí en busca de ayuda. Yo
no lo sabía. ¡No supe nada hasta después de casarnos, cuando nos fugamos y
volvimos y sólo adiviné que yo no había logrado satisfacerlo en cierta forma
inimaginable y no podía darle la ayuda que él necesitaba, pero de la cual no podía
hablar! Temblaba aferrándose a mí... ¡Pero yo no lo sacaba, resbalaba y caía allí
con él! Yo no lo sabía. No sabía nada, salvo que lo amaba insoportablemente,
pero sin poder ayudarle ni ayudarme a mí misma. Luego, lo descubrí. En la peor
de las formas imaginables. Entrando repentinamente en una habitación, que creía
vacía... y que no lo estaba, porque había allí dos personas... el niño con quien me
había casado y un hombre mayor que él, su amigo desde hacía años... (Blanche
se interrumpe, se levanta, va a primer término.) Más tarde, fingimos que no se
había descubierto nada. Sí, todos fuimos en automóvil al casino de Moon Lake,
muy ebrios y riendo sin cesar. ¡Bailamos «La Varsoviana»! (Se oyen unos
compases de «La Varsoviana», que luego se extinguen.) Repentinamente, en
plena danza, el niño con quien me había casado se zafó de mis brazos y salió
corriendo del casino. Unos pocos instantes más... ¡y sonó un tiro! Salí a toda prisa,
todos salimos... ¡y rodeamos aquella cosa horrible que estaba al borde del lago!
No pude acercarme, había demasiada gente. Entonces, alguien me cogió el brazo.
«¡No se acerque más! ¡No querrá verlo!» ¿Ver? ¿Ver qué? Entonces, oí voces que
decían: «¡Allan! ¡Allan! ¡El hijo de los Grey!». ¡Se había metido un revólver en la
boca y había disparado, volándose... la tapa de los sesos! (Desfallece, se cubre el
rostro.) Fue porque, en la pista de baile... no pudiendo contenerme, yo le había
dicho de improviso: «¡Lo sé! ¡Lo he visto! ¡Me das asco!». (Vuelve a oírse «La
Varsoviana.») Y entonces, el reflector que iluminaba el mundo se apagó y nunca
hubo para mí desde aquel día una luz más intensa que la de esta vela de cocina...
(enfrentándola): -¡Yo, yo, yo recibí los golpes sobre mi rostro y mi cuerpo! ¡Todas
esas muertes! ¡La larga procesión hasta el cementerio! ¡Papá! ¡Y mamá! ¡Y el
terrible espectáculo de Margaret! ¡Estaba tan hinchada que no pudieron acostarla
en un féretro! ¡Hubo que quemarla como si fuese basura! Tú apenas volviste a
tiempo para los funerales. Y los funerales son hermosos comparados con las
muertes. Son silenciosos, pero las muertes no siempre lo son. A veces su
respiración es ronca, a veces tartajosa, a veces le gritan a uno: ¡No me dejen ir!
Hasta los viejos suelen decir: ¡No me dejen ir! ¡Como si uno pudiera detenerlos!
Los funerales son silenciosos, con flores hermosas. Y..., ¡oh, en qué suntuosas
cajas se los llevan! No habiendo estado junto a la cama cuando gritaban: ¡No me
dejen ir!, no podrías sospechar esa lucha por respirar y ese sangrar. Pero yo lo vi.
¡Yo lo vi, lo vi! ¡Y ahora me dices con los ojos, descaradamente, que yo tuve la
culpa de que se perdiera Belle Rêve! (Stella va hacia el centro, Blanche la sigue,
la aferra.) ¿Cómo diablos crees que pagamos por toda esa enfermedad y esa
muerte? (Blanche está junto al hombro de Stella.) ¡La muerte es cara, señorita
Stella! ¡E inmediatamente después de Margaret, murió la vieja prima Jessie! ¡Ay,
el Ceñudo Segador había sentado sus reales sobre nuestra escalinata!... Stella
¡Belle Rêve fue su cuartel general! ¡Por eso se me escurrió de entre los dedos,
querida! ¿Cuál de ellos nos dejó una fortuna? ¿Cuál de ellos nos dejó siquiera un
centavo de seguro? Sólo la pobre Jessie..., cien dólares para pagar su ataúd. ¡Eso
fue todo, Stella! ¡Y yo, con mi triste sueldo de la escuela! (Stella amaga un paso
hacia la izquierda.) Sí, acúsame. ¡Sigue pensando que yo dejé perderse Belle
Rêve! ¡Que yo la dejé perder! ¿Dónde estabas tú? ¡En la cama con tu polaco!

UN TRANVÍA LLAMADO DESEO:


BLANCHE (adelantándose más hacia la izquierda): -¡Stanley actúa como un
animal, tiene los hábitos de un animal! ¡Come como un animal, se mueve como un
animal, habla como un animal! ¡Hasta hay en él algo de... subhumano...! ¡Algo que
no ha llegado aún a la etapa humana! Sí... ¡Tiene algo de simiesco, como esas
láminas que he visto en... los estudios antropológicos! Miles y miles de años han
pasado de largo a su lado y ahí lo tienes. Stanley Kowalski... ¡el sobreviviente de
la Edad de Piedra! ¡Ahí lo tienes, llevando a su casa la carne cruda de la presa
que acaba de matar en la selva! Y tú... tú estás aquí... ¡esperándolo! ¡Quizá te
golpee, o tal vez gruña y te bese! ¡Eso, si se han descubierto ya los besos!
(Avanza a primer término.) ¡Anochece, y los demás gorilas se reúnen! ¡Ahí,
delante de la caverna, todos están gruñendo como él, bebiendo y mordiendo y
moviéndose con pesada torpeza! ¡Su partida de póquer! ¡Así llamas tú a esa...
fiesta de gorilas! Alguien gruñe... Uno de esos animales intenta apoderarse de
algo... ¡y ya empezó la gresca! ¡Dios mío! Puede ser que distemos mucho de estar
hechos a la imagen de Dios, pero, Stella... (Se sienta junto a Stella y la rodea con
el brazo.) Hermana mía... ¡se han hecho algunos progresos desde entonces! ¡Ya
han aparecido en el mundo cosas como el arte... como la poesía y la música! ¡En
algunas personas han empezado a nacer sentimientos más tiernos! ¡Tenemos que
acrecentarlos! ¡Y aferrarnos a ellos, y retenerlos como nuestra bandera! En esta
oscura marcha hacia lo que está cada vez más próximo... ¡No te quedes atrás...
no te quedes atrás con los brutos!

HAMLET DE WILLIAM SHAKESPEARE.


HAMLET: Dirás este pasaje en la forma que te le he declamado yo: con soltura de
lengua, no con voz desentonada, como lo hacen muchos de nuestros cómicos;
más valdría entonces dar mis versos al pregonero para que los dijese. Ni
manotees así, acuchillando el aire: moderación en todo; puesto que aun en el
torrente, la tempestad, y por mejor decir, el huracán de las pasiones, se debe
conservar aquella templanza que hace suave y elegante la expresión. A mí me
desazona en extremo ver a un hombre, muy cubierta la cabeza con su cabellera,
que a fuerza de gritos estropea los afectos que quiere exprimir, y rompe y
desgarra los oídos del vulgo rudo; que sólo gusta de gesticulaciones
insignificantes y de estrépito. Yo mandaría azotar a un energúmeno de tal especie:
Herodes de farsa, más furioso que el mismo Herodes. Evita, evita este vicio.

LA VIDA ES SUEÑO DE CALDERÓN DE LA BARCA.


CLARÍN: En una encantada torre, por lo que sé, vivo preso. ¿Qué me harán por
lo que ignoro si por lo que sé me han muerto? ¡Que un hombre con tanta hambre
viniese a morir viviendo! Lástima tengo de mí. Todos dirán: «bien lo creo»; y bien
se puede creer, pues para mí este silencio no conforma con el nombre Clarín, y
callar no puedo. Quien me hace compañía aquí, si a decirlo acierto, son arañas y
ratones. ¡Miren qué dulces jilgueros! De los sueños desta noche la triste cabeza
tengo llena de mil chirimías, de trompetas y embelecos, de procesiones, de
cruces, de disciplinantes; y éstos unos suben, otros bajan, unos se desmayan
viendo la sangre que llevan otros; mas yo, la verdad diciendo, de no comer me
desmayo; que en esta prisión me veo, donde ya todos los días en el filósofo leo
Nicomedes, y las noches en el concilio Niceno. Si llaman santo al callar, como en
calendario nuevo San Secreto es para mí, pues le ayuno y no le huelgo; aunque
está bien merecido el castigo que padezco, pues callé, siendo criado, que es el
mayor sacrilegio.

CASA DE MUÑECAS.
NORA: Siéntate; va a ser largo. Tengo mucho que decirte. (Pausa) Realmente lo
que pasa es que: no me comprendes. Y yo nunca te he comprendido tampoco...
hasta esta noche. Estamos aquí sentados uno frente a otro. ¿No te extraña esta
anomalía?... (Pausa)... Llevamos ocho años casados. ¿No te percatas de que hoy
es la primera vez que tú y yo, marido y mujer, hablamos con seriedad? Desde que
nos conocimos no hemos tenido una sola conversación seria. Estoy diciéndote
que nunca hemos intentado llegar juntos al fondo de las cosas. Tú no me has
comprendido jamás. Se han cometido muchos errores conmigo, Torvaldo...
Cuando vivía con papá, él me manifestaba todas sus ideas y yo las seguía. Si
tenía otras diferentes, me guardaba muy bien de decirlo, porque no le habría
gustado. Me llamaba su muñequita, y jugaba conmigo ni más ni menos que yo con
mis muñecas. Después, vine a esta casa contigo... Quiero decir que pasé de
manos de papá a las tuyas. Tú me formaste a tu gusto, y yo participaba de él... o
lo fingía... no lo sé con exactitud; creo que más bien lo uno y lo otro. Tú y papá
han cometido un gran error conmigo: son culpables de que no haya llegado a ser
nunca nada. ¿Quieres educarme? Debo procurar educarme a mí misma. Tú no
eres capaz de ayudarme en esta tarea. Para ello necesito estar sola. Y por esa
razón voy a dejarte. Necesito estar completamente sola para orientarme sobre mí
misma y sobre lo que me rodea. Ya no creo en ser esposa y madre. Creo que ante
todo soy un ser humano, igual que tú... o, al menos, debo intentar serlo. Sé que la
mayoría de los hombres te darán la razón, y que algo así está escrito en los libros.
Pero ahora no puedo conformarme con lo que dicen los hombres y con lo que está
escrito en los libros. Tengo que pensar por mi cuenta en todo esto y tratar de
comprenderlo. Lo lamento, Torvaldo, porque has sido siempre bueno conmigo...
Pero no lo puedo remediar; ya no te amo. Y por eso no quiero quedarme aquí ni
un instante más. (Pausa). Bien. Ahora todo ha acabado. Adiós.

Don Juan Molière


ACTO PRIMERO ESCENA TERCERA DON JUAN:
Le confieso, señora, que no poseo talento para disimular, y que mi corazón es
sincero. No le diré nunca que experimento los mismos sentimientos hacia usted ni
que ardo de deseos de reunirme con usted, ya que, está comprobado que no he
partido más que por huir de usted, no por los motivos que haya podido figurar, sino
por un puro motivo de conciencia y para no creer que con usted pueda yo vivir sin
pecado. He sentido escrúpulos, señora, y he abierto los ojos del alma ante lo que
hacía. He reflexionado en que, para casarme con usted, la he arrebatado a la
clausura de un convento, haciéndola romper unos votos que la ligaban a otra
parte, y que el Cielo está muy celoso de esta clase de cosas. Me ha invadido el
arrepentimiento y he temido al enojo celestial. He creído que nuestro matrimonio
no era más que un adulterio encubierto que atraería alguna desgracia de las
alturas, y que, en fin, debería yo intentar olvidarla y darle algún medio de volver a
sus primeras cadenas. ¿Querría, señora, oponerse a tan santo pensamiento,
atrayendo, al retenerla así, la enemistad del Cielo?

Sueño de una noche de verano William Shakespeare


ACTO TERCERO ESCENA SEGUNDA PUCK:
Mi señora está enamorada de un monstruo. Mientras cerca de su retiro sagrado y
solitario pasaba la hora de su lánguido sueño, ha llegado una compañía de
cómicos imbéciles, de groseros artesanos que trabajan para ganarse la vida en las
tiendas de Atenas. Venían a ensayar una pieza que debe representarse el día de
las bodas del insigne Teseo. El más necio de la estúpida cuadrilla, encargado del
papel de Píramo, ha salido de escena y ha entrado en un matorral. Yo he
aprovechado el momento para encasquetarle una cabeza de asno. Al tocarle el
turno de volver a escena para contestar a Tisbe, mi actor ha salido. Apenas le han
visto los demás, cuando han huido, semejantes el ánade silvestre que ha
encontrado el ojo del cazador en acecho o a una bandada de chovas rojizas al
escuchar la detonación del mosquete, que ora bajan, ora alzan el vuelo, y de
pronto se dispersan y hienden los campos del aire con precipitado aleteo. Al ruido
de mis pasos, cae de vez en cuando uno por tierra, gritando que lo asesinan y
pidiendo socorro a Atenas. En su turbación, sus insensatos terrores se forjaron un
enemigo de cada objeto inanimado. Los abrojos y espinas desgarraban sus
vestidos: a éste la manga; a aquel el sombrero, que se apresuraban a abandonar.
Mientras los cazaba de este modo, había dejado en la escena al lindo Píramo en
su metamorfosis, cuando Titania ha despertado y en seguida se ha enamorado de
un jumento.

MONÓLOGO: SER O NO SER... HAMLET – SHAKESPEARE


Ser o no ser, he aquí la cuestión. ¿Qué es más elevado para el espíritu, sufrir los
golpes y dardos de la insultante fortuna o tomar armas contra el piélago de
calamidades y, haciéndoles frente, acabar con ellas? Morir..., dormir; no más ¡Y
pensar que con un sueño damos fin al pesar del corazón y al los mil naturales
conflictos que constituyen la herencia de la carne! ¡He aquí un término
devotamente apetecible! ¡Morir... dormir, tal vez soñar! ¡Si, ahí está el obstáculo!
Pues es forzoso que nos detenga el considerar qué sueños pueden sobrevivir en
ese sueño de la muerte, cuando nos hayamos liberado del torbellino de la vida.
¡Esta es la reflexión que da tan larga vida al infortunio! Pues ¿Quién soportaría:
los ultrajes y desdenes del mundo, los agravios del opresor, las afrentas del
soberbio, los tormentos del amor desairado, la tardanza de la ley, las insolencias
del poder y los desdenes que el paciente mérito recibe del hombre indigno,
Cuando uno mismo podría procurar su reposo con un simple estilete?
¿Quién querría llevar tales cargas, Gemir y sudar bajo el peso de una vida
afanosa, Sino fuera por: Temor a algo tras la muerte, la ignorada región de cuyos
confines ningún viajero retorna,
Temor que desconcierta nuestra voluntad y nos hace soportar los males que nos
afligen antes de lanzarnos a otros que desconocemos? Así la conciencia nos
vuelve cobardes a todos y así el primitivo matiz de la resolución desmaya con el
pálido tinte del pensamiento, y las empresas de gran aliento o importancia, por esa
consideración, tuercen su curso y pierden el nombre de acción.
Pero... ¡la hermosa Ofelia! Graciosa niña, espero que mis defectos no serán
olvidados en tus oraciones.
https://www.youtube.com/watch?v=tjYKAsVUnKo
https://www.youtube.com/watch?v=qbTj1Co33lY
https://www.culturagenial.com/es/ser-o-no-ser-esa-es-la-cuestion/

MONÓLOGO MEDEA.
Salgo de mi palacio, ¡oh mujeres corintias!, para que no me reconvengáis. Sé bien
que algunos que viven en el extranjero, lejos de su patria, son orgullosos, y que
otros, de costumbres apacibles y olvidadizos de ella, pasan tranquilamente la vida.
No mora la justicia en los ojos de los hombres, pues antes de conocer a fondo a
los demás, odian a la simple vista, sin ser provocados a ello por injuria alguna. El
que recibe hospitalidad debe adoptar las costumbres de la ciudad que se la da,
pues no alabo al ciudadano, sea el que fuere, de arrogante índole, que con su
necedad molesta a sus conciudadanos. Este mal, que me ha sobrevenido cuando
no lo esperaba, ha desgarrado mi corazón acabando conmigo, y como la vida no
tiene ya atractivo para mí, deseo morir, ¡Oh amigas! Mi esposo, el peor de los
hombres, me ha abandonado, cuando en él tenía cifrada mi mayor dicha; de todos
los seres que sienten y conocen, nosotras las mujeres somos las más
desventuradas, porque necesitamos comprar primero un esposo a costa de
grandes riquezas y darle el señorío de nuestro cuerpo; y este mal es más grave
que el otro, porque corremos el mayor riesgo, exponiéndonos a que sea bueno o
malo. No es honesto el divorcio en las mujeres, no es posible repudiar al marido.
Habiendo de observar nuevas costumbres y nuevas leyes, como son las del
matrimonio, es preciso ser adivino (no habiéndolas aprendido antes, como sucede,
en efecto) para saber cómo nos hemos de conducir con nuestro esposo. Si
congenia con nosotras (y es la mayor dicha) y sufre sin repugnancia el yugo, es
envidiable la vida; si no, vale más morir. El hombre, cuando se halla mal en su
casa, se sale de ella y se liberta del fastidio o en la del amigo, o en la de sus
compañeros; mas la necesidad nos obliga a no poner nuestra esperanza más que
en nosotras mismas. Verdad es que dicen que pasamos la vida en nuestro hogar
libres de peligros, y que ellos pelean con la lanza; pero piensan mal, qué más
quisiera yo embrazar tres veces el escudo que parir una sola. Pero tu suerte es
distinta de la mía, y contigo no rezan mis palabras; esta es tu patria, este tu hogar
paterno, y aquí disfrutas de las comodidades de la vida y del trato de los amigos;
yo sin ellos, desterrada, sufriendo afrentas de mi marido, que me robó de un país
bárbaro, no tengo madre, ni hermano, ni parientes que me consuelen en esta
calamidad. Sólo, pues, desearía que me indicases algún medio de vengarme de
estos males que mi esposo me causa, y del que le dio a su hija en matrimonio, y
de ella, y que lo calles. Porque la mujer es siempre tímida, cobarde en la lucha y
sin ánimo para mirar tranquilamente el acero; pero cuando la injuria que recibe
afecta a su tálamo conyugal, no hay nadie más cruel.
Ver en: https://www.youtube.com/watch?v=C5etW5mX3Tw

ROSADO.
(Feliz se presenta) Rosa (uro). 38. Mi obsesión con el rosa comenzó a los 13 año,
más o menos. Empecé a comprar objetos de todo tipo, cartucheras, lápices,
sábanas, mochilas, fundas, cortinas, encendedores, submarinos, de juguete claro,
rosa, todo siempre de color rosa. Sí, me teñí el pelo rosa y ve vestí completamente
de rosa, claro, mi casa es absolutamente rosa. ¡cállate Didi!, guau…guau…
silencio.
Lo que más me gusta es llegar al trabajo, porque en la oficina todos visten de
blanco o de negro, por eso cuando entro, toda vestida de rosa, me miran con
envidia y veo como se les enfría la transpiración, porque voy delicadamente
cubierta de ropa rosa. Y cuando llego a la casa me sirvo una gelatina, jajaja…
adivinen el color, sí, rosa y algodón de azúcar de ese mismo color y torta, rosada y
carne de color rosa y no roja. .
Didi…por favor…Didi…
¿Sabían que desde muy niña tengo obsesión con la Pantera Rosa?, ah y mi
animal favorito es el flamenco. Se dan cuenta, el rosa para mí es la felicidad, por
eso el objeto que vea de ese color tengo que poseerlo, comprarlo, robarlo, pedirlo
suplicando, humillándome de ser necesario, como sea, si es rosa debe ser mío,
mío. Didi…Didi… upa Didi…venga Didi…
No sé qué le pasa, desde que lo teñí de color rosa no me hace caso y muestra
ese comportamiento tan extraño. Didi… upa cosita…Didi. Didi… rosa…rosa…
Didi….Didi…Didi… upa Didi…Didi…rosa, Didi…Didi…upa…Didi.
No sé qué hacer, le compré su collar, su correa, su camita, su casa, su hueso de
juguete, todo rosa y me costó mucho encontrar comida para ella de color rosa,
pero está tan extraña… , Didi…upa…upa… Didi…qué te pasa…Didi…Didi…
¿Didi?, Didi… muévete, ¡no…no!

¿QUIÉN SOY?
Llegue a este mundo de forma natural engendrado en el vientre de una mujer. No
soy una prueba, ni monito de ensayo in vitro, mi genética viene de indios,
españoles y negros, soy de África, soy de Europa, soy de América del sur, soy del
lago de Maracaibo, soy de los llanos del Guarico, soy del gran rinoceronte de
Venezuela. Soy hijo de la tierra, soy hijo del sol, la luna y las estrellas del inmenso
y enigmático universo. Soy un hombre de orígenes en disputas teóricas que han
creado cientos de teorías religiosas y científicas, soy de Dios semejante a él, soy
de los viajeros del universo, soy de la evolución del mono, soy homosapien el
hombre que piensa, el erguido, el caminante el que nace y muere, duerme y
despierta, el del día frente al gran sol y el que en la noche duerme al lado de la
risueña luna plateada inmortal. ¿Quién eres? solo soy yo y tú? 

EL NIÑO DEL PERRO AZUL.


Vivo al frente del único parque de la ciudad, un parque poblado de árboles de
diferentes especies donde destaca el arrayán, la araucaria y los aromos, también
destacan algunas plantas ornamentales sin flores ni fruto que en conjunto,
conforman un bosque bastante tupido. Desde la ventana de la sala puedo
observar a las personas que pasean, caminan y entran y salen de este sitio.
Todos los días veía llegar del colegio a un niño de unos diez años con la pesada
maleta de los útiles escolares, pero notaba algo extraño en su forma de caminar,
no era el peso, era la actitud de quien esconde un secreto. Lo veía como entraba a
su casa y demoraba dentro de ella una hora, más o menos, y finalmente se
asomaba con un enorme perro azul, de una extraña raza, que me miraba con ojos
asesinos. Siempre cruzaban la calle y penetraban entre la espesura del bosque
como buscando algo. Después de varias semanas de ver esta escena repetida,
decidí tomar valor y preguntarle qué buscaba, a pesar del miedo que me
provocaba el enorme perro azul. Así que un día lo esperé en la calle y cuando
llegó a la altura donde me encontraba lo encaré amablemente y él respondió
sosteniendo con dificultad la correa del perro.
-       Disculpa mi curiosidad, le dije, pero todos los días veo que entras al bosque
con tu perro como buscando algo, ¿me puedes decir que buscas?
-       Claro que sí, señor, buscamos algo.
-     ¿sí, y me puedes decir qué es?
-       Un Unicornio azul. Y vi que el perro se reía como un ser humano y ambos
siguieron de largo sumergiéndose nuevamente en la espesura del bosque.

RADIAL.
Radio. Se escucha cortina musical. El locutor sentado detrás de una mesa,
tiene un micrófono. Hay un martillo, un plato, huevos, objetos con los que
realizará los efectos de sonido.
Escuché que el Presidente de México negó el peligro del Coronavirus y casi lo
derrocan, (da una puñalada con rostro feroz y se queda en pausa durante 3
segundos) el Presidente de Brasil salió a la calle incluso a dar la mano,
llamando a la población a ir a restaurantes y discos y los brasileños estudian
sacarlo a patadas del gobierno. (Da un martillazo en una mesa, mira a la
cámara irónico en pausa de 3 segundos. Toma un huevo, lo levanta ) Trump,
el bárbaro, terminó acusando a los chinos de la pandemia para que los nor-tea-
me-r-ica-nos (dice la palabra en estacato, silaba por sílaba lentamente) se
olviden que él se negó a llamar a una cuarentena nacional…(suelta el huevo en
un plato y se rompe. Toma un segundo huevo), también escuché que el
Ministro de Salud de Israel se negó a llamar a la cuarentena y después avisaron
que estaba enfermo (tira el segundo huevo) …Boris Jhonson de Inglaterra dijo:
este es un virusito…(juega infantil) un virulín virulón pom pom… virusillito, un
virus guagüita que no hace ñaña…sí y cayó en coma…agonizó 15 días y hoy
llama a encerrarse en casa y no salir (rudo…feroz toma el micrófono, va
alterándose con signos de paranoia) porque puede ser un virus muy, muy ,
pero muy peligroso y , fíjense ustedes, lo único que tenemos claro es que este
virus es absolutamente democrático, democrático como ninguno… y no distingue
entre pobres y ricos o entre estadista y el ciudadano común. Por eso, cuando la
Subsecretaria en Chile nos llama a tomar café con normalidad o el Ministro a
comer empanadas, yo digo, este virus es a prueba de vivos, de giles, de pánfilos,
de ganadores, de perdedores, de papanatas y por supuesto, es un virus a prueba
de huevones (toma el martillo y da golpes violentamente para desquitarse de
la ira. Mira a la cámara, inmóvil por 4 segundos. Vuelve a escucharse la
cortina musical del inicio de la presentación)

LA CHARLA MÉDICA.
Con ropa de médica, dará una charla en el consultorio médico. Se quita la
mascarilla y habla muy amablemente.
(Es una mujer falsa. más amable, mucho más, exagera, salamera) Señoras y
señores, por favor, les ruego que eviten tocar a otras personas. (sonrísa grande,
idiota, tratando de complacer) Sí. Eviten tocar objetos. Sí. Eviten, en la medida
de lo posible, tocar todos los objetos que le rodean, incluido su propio cuerpo
(sonríe muy complaciente) )
Por favor, no se masturben (Reacciona, se da cuenta que dijo algo
inapropiado, pausa 3 segundos: Alterada, muy confundida, sufre) . No, no
tiene nada que ver con la epidemia, pero es mejor evitar las tentaciones. (Pausa 3
segundos, sonríe nerviosa) No tosa (tose tres veces, fuerte) , (tiránica. Ordena
como un déspota, un capataz) no sonría, no llore, no cante y no baile…
inmóviles, inmóviles, por favor, eviten tocar cosas que puedan estar sucias, no
toque los ganchos, no se sienten en el inodoro, no besen a su madre ni a su
esposa, (más ruda aún ) esposo ni a sus hijos… usted no puede confiar en nadie.
(sufre) Cuidado extremo con los bancos públicos, con subirse al auto de un
desconocido, (dramática. Sufre ) aunque no sea por el coronavirus, los extraños
pueden ser perversos, (pausa 3 segundos realista…seria) pero también los
conocidos… (Asertiva. ES profundo, filosófico) a veces vale más pájaro en
mano que desconocido volando. (acordándose, acelerada) Evite abrazar a las
personas o estrechar sus manos, evite amar o ser amado, incluso a tener sueños
donde abraza a las persona, aunque sean personas limpias porque los sueños
son sueños y uno nunca sabe en qué mierdero pueden terminar, piense por
ejemplo en el sueño de la democracia occidental que terminó en tragedia
totalitaria, donde a los inmigrantes se le impide entrar o salir del país (Ríete,
sonríe más nerviosa, empieza a sufrir…) claro, eso fue antes de la pandemia,
(pausa 3 segundos) durante la pandemia y más fuertemente será: (grítalo)
¡después que termine la pandemia!, porque los pueblos con miedo son la
pesadilla de la libertad. Miren, les sugiero ser más cuidadosos con los gestos
espontáneos, (violenta, castigadora, amenazante) muerte al que se toques la
nariz y guillotina para el que se frotes los ojos. No bese ni se bese, no acaricie ni
que lo acaricien, no disfrute por Dios y, (empieza a sufrir, mucho) por sobre todo,
no deje que alguien recorra lascivamente su inmaculado cuerpo, porque el cuerpo
es sagrado dice la Santa Iglesia Católica. Duerma con los ojos abiertos y no
trabaje (seria, profunda) y si se mira bien, usted está muerto desde el día que
nació y anda de pie porque es un porfiado de mierda. (ruda, violenta) Así que ojo
con lo que toca… ojo, pestaña y ceja.(repite ojo, pestaña y ceja 2 veces
colocándose la máscara).

LAVO MIS MANOS EN PANDEMIA.


Grábalo en un lavamanos, cada cierto tiempo te lavas con agua y jabón. Es
serio… no hay humor. Hablas permanentemente a la cámara, y sólo desvías
la vista cuando te lavas, esto será cada vez con más desesperación.
Estamos en un período de crisis. Hay una pandemia azotando el mundo, las
instrucciones son certeras y claras, sólo la prevención y la higiene puede
salvarnos. Por eso en la mañana lavo mis manos a conciencia, lavo mis dientes
a conciencia, ordeno mi pelo a la conciencia del espejo y desocupo mis tripas, en
conciencia. Y así, con esa higiene matutina de toda una vida, consigo olvidar los
ojos arrancados por la policía en Chile, los muertos en batallas desiguales de
piedra contra bala, de carros lanza gases contra piedras, de batallones entrenados
contra muchachos que gritan y gritan y gritan. Sí, me lavo con violencia para que
mi conciencia no me traicione. Porque por más agua y jabón que use no puedo
olvidar los ojos arrancados por la policía Federal de Francia o los ojos mutilados
en Irak o los ojos, los ojos, los ojos de la gente que luchó por el derecho a ver el
mundo.
Pero no me olvido de la pandemia, antes de comer, y considerando las
recomendaciones del Servicio de salud, vuelvo a lavar mis manos con un buen
desinfectante para olvidar a los inmigrantes amontonados en Lesbos, niños
navegando a la deriva en el mediterráneo o viejos desfilando en caravanas
frente a la frontera de Estados Unidos. Y, por la noche, lavo nuevamente mis
manos, las lavo muchas veces, tal vez durante horas, luego cepillo
acuciosamente mis dientes y defeco con odio, defeco con rabia, defeco aterrado
tratando de vaciarme y olvidar que en Yemen, cada diez minutos, muere un niño
a causa de los bombardeos y del hambre, que en Siria arrojan bombas de racimo
sobre a los civiles, que en Chile los mapuches se llaman gente de la tierra y no
tienen tierra. Me acuesto limpio y trato de pensar que no estoy enfermo, aunque
sé que estamos irremediablemente contagiados, porque hace mucho tiempo que
ya nos convertimos en higiénicos desalmados.

LOS ANTIDEPRESIVOS.
Mujer altamente intoxicada, desbordada.
(Con su cara encima de la cámara 5 segundos y comienza a hablar) Malditos
antidepresivos… son lo peor que me ha pasado, uno tras otros, uno tras otro y (la
cámara la enfoca de medio cuerpo, alegre, evadida de la realidad) veo todo
la raja… la raja, sertralina, fluoxetina, paroxetina, guau… el encierro me tiene
flaca y acinturada, me tomo otro, la gente me parece linda, los hombres un culto a
la honestidad, dos pastllas más… el sexo me parece monstruoso. Ya no tengo
que ponerme desodorante, huelo a rosas y tampoco he debido depilarme porque
(ruda) las selvas amazónicas están aquí, aquí y soy ambientalista ¡carajo!. (feliz)
Sí, fluoxetina, cilatropán, Buprobión, esto es bakán, ya no necesito comunicarme
con nadie, (voceando los textos) rompan los televisores, netflix vale hongo,
rompan los celulares, cuarentena hasta los cincuenta años, por favor, con
antidepresivos los niños son verdaderamente dulces y mi jefe es un verdadero
caballero, vean, vean, el mar inunda mi cuarto, internet me hace volar, volar y
volar, sí, desde aquí recorro las galaxias más lejanas, aquí en mi mano está el
universo.
(Tierna) Mis amigos me buscan y me quieren, mi novio es como yo creía que era,
incluso todos los jóvenes guapos del pueblo se convierten en uno solo y me
adoran… (triste) ya terminaremos este encierro y sin antidepresivos comenzaré a
perder mi belleza y todo será oscuro, sin galaxias, sin océanos y sin la alegría de
una pastilla para reemplazar la felicidad.(acerca la cara a la cámara y pone un
frasco de antidepresivo, 5 segundos de imagen) FIN
Enlaces vídeo YouTube:

Monólogo de la novia:
https://www.youtube.com/watch?v=E5-gmWQhr3M
https://www.youtube.com/watch?v=5EsPVb7Askw

Monólogo de la luna:
https://www.youtube.com/watch?v=tYZOJla7fiM
https://www.youtube.com/watch?v=OHDPR_JN2aM
https://youtu.be/e2i_huMuG3s

Monólogo de la madre:
https://www.youtube.com/watch?v=vec9bHpmPW4
https://www.youtube.com/watch?v=hoejy1DKxeQ

Romancero gitano:
http://literocio.com/lomagazine/la-alumna-de-margarita-xirgu/

La novia y un tranvía llamado deseo:


https://www.facebook.com/watch/?v=738339236899048

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