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Clase 8

Modernidad Liquida- Bauman

Hace una comparación entre los elementos líquidos y solidos con traspaso a la modernidad.

La modernidad arranca cuando el espacio y el tiempo se separan de la practica vital y pueden


ser teorizados como categorías de estrategia y acción independientes.

Los líquidos, no se fijan fácilmente en el espacio ni se atan n el tiempo, aparte se desplazan con
facilidad. En cambio, los solidos tienen una clara dimensión espacial, pero neutralizan el
impacto.

La fluidez o la liquidez son metáforas que se pueden utilizar a la sociedad actual.

Los solidos se los puede igualar al viejo orden, a lo antiguo que hay que derribar. Mientras que
líquidos son la modernidad que quieres restablecer un nuevo orden, un espíritu “libre” que
quiere erosionar lo sólido.

Si bien la idea es liberarse del viejo orden. La Liquidez lo que hace es formar nuevos y mejores
sólidos, ya que cuando cae lo antiguo se forma un nuevo orden (sólido). Por más libres y
volátiles que sean los individuos siempre van a estar sujetos a un subsistema que va a dar
cierta rigidez y ordenamiento.

A esto se le suma que actualmente ya no se parte de una premisa individual para cambiar un
orden de lo social (con que esa liberta la consiga cada uno alcanza, ya no se hace el esfuerzo de
llegar a un alcance masivo).

Lo que se da hoy es una redistribución y una reasignación de los “poderes de disolución” de la


modernidad. Los individuos debían dedicarse a la tarea de usar una nueva libertad para
encontrar el micho apropiado y establecerse en él, siguiendo finalmente las reglas y
modalidades de conducta correctas y adecuadas a esa ubicación.
Facebook y el declive del hombre privado (Ingrid Sarchman)

“Cada persona retirada dentro de sí misma se comporta como si fuese un extraño al destino de
los demás. Sus hijos y sus buenos amigos constituyen para él la totalidad de la especie
humana. En cuanto a sus relaciones con sus conciudadanos, puede mezclarse entre ellos, pero
no los ve; los toca, pero no los siente; él existe solamente en sí mismo y para él sólo. Y si en
estos términos queda en su mente algún sentido de familia, ya no persiste ningún sentido de
sociedad” (Sennett, 1976).

La tv de los años 70 tenía como objetivo (en esta linea) era la interactividad y la reclusión a lo
íntimo y privado. Con la llegada de internet, la relación fue bidireccional: además de recibir,
ahora comenzaba a emitirse el mensaje. La creciente democratización de esta tecnología
revolucionó los conceptos de comunicación, y por ende de las relaciones sociales.

La ecuación era clara: a mayor crecimiento del área de lo íntimo, menos relación con el
exterior, y en consecuencia, mayores relaciones virtuales, con todo lo que eso suponía. Si el
dispositivo telefónico ya había excluido los gestos de la interacción (la materialidad corporal),
estos nuevos modos aplanaban la imagen, reemplazando letra escrita por voz, volviendo todo
mucho más ambiguo.

Si la historia fuera un proceso lineal, entonces todo habría sucedido según una creciente
tendencia de aislamiento combinada con una cada vez más evidente virtualización de las
relaciones sociales. Si la televisión contribuyó a mediar el contacto con el mundo exterior, si la
aparición de Internet ahondó aún más en la intimidad como bien, hasta para el contacto más
íntimo, Facebook quebró la lógica aun en las zonas donde el celo por lo privado había
colonizado los lugares más evidentes y menos discutidos.

Con Facebook no pasó mucho tiempo hasta que el “genial invento” se viralizó y la red incluyó,
además de viejos compañeros de estudio, nuevos modos de relación, construyendo novedosas
alianzas. De todos modos conservó algo que la diferenció de otras redes. Porque si al comienzo
los usuarios daban de alta sus perfiles con datos verdaderos, lo hacían porque era el único
modo de encontrar y ser encontrados, ese diferencial se sostuvo, aun cuando los nuevos
contactos ya no eran necesariamente viejos conocidos. Ya deja de ser una plataforma para
buscar a viejos conocidos, el punto central pasar por ver y ser vistos por otros. A medida que
pasó el tiempo las tecnologías acompañaron a este proceso de virtualización.

Por otro lado, la importancia de la fotografía. La imagen de perfil, debía ser una ventana al
mundo privado de cada uno. Algo atrayente para los miles de usuarios ávidos de privacidad
ajena. Esto también debía mostrar una pequeña recopilación del tiempo (fotos de chicos,
adolecentes, en el trabajo etc).

De ese modo, todo el andamiaje construido alrededor de lo privado no sólo terminó de


derrumbarse, sino que se puso en duda, incluso su posible existencia. Cada uno desde su
propio “muro” se abocó a la original tarea de construirse una nueva identidad hecha de
fragmentos de frases, comentarios, “posteos”, especialmente soportados por fotos. Pero lo
fundamental en este fenómeno, queda claro, fue la casi total anulación de lo privado

Podría establecerse una relación sostenida en la hipótesis de que las redes sociales
contribuyen a construir un tipo de narración autobiográfica, apoyada especialmente en las
imágenes digitales. Lo que podría resultar relevante, es el modo en el cual estas imágenes se
van hilando, a la manera de un tapiz que con cada puntada cuenta su “lugar en el mundo”
desde un sitio particular, y sin precedentes en la historia de la modernidad. Mostrar la
intimidad se vuelve voluntario y esto da pie a que cualquier persona tuviera sus 15 minutos de
fama para mostrarse y ser reconocido.

Así, las redes sociales se erigen como nuevos soportes para un (nuevo) intento de construcción
identitaria. Todo lo que el usuario sube, al hacerlo con un formato “no profesional”, construye
el efecto de sentido de lo verdadero, de lo que siempre estuvo allí, al tiempo que logra la
identificación de aquel que ve. De esta manera, la narración autobiográfica, erigida como
terapia psicoanalítica, género literario, o cualquier manifestación subjetivo-artística, para
volverse algo que cual- quiera no sólo puede componer, sino consumir.

La autobiografía se construye con premeditación. Las fotos son tomadas con una
intencionalidad y se piensan como eslabones de relato a los otros. Desde el comienzo están
teñidas de prejuicio por la reacción del ojo ajeno. Como un modo, incluso de enrostrar ese
eslabón icónico en un modelo de vida que seguramente reflejará los modos correctos del
“deber ser”. En ese sentido, Facebook ofrece la opción “me gusta” para señalar que el usuario
comulga con algo de lo que se ve en el muro, ya sea propio o ajeno. Y por supuesto,
“megustear” en muro ajeno es un gesto del buen ciudadano virtual, de agradable compañero
social. Claro está, coleccionar una enorme cantidad de aprobaciones ajenas es la mejor
manera de testear la aceptación, o no, en la mirada de los otros.

Pero como lo nuevo siempre conserva improntas de lo anterior, esta configuración mantiene
las necesidades de construcción subjetiva social, especialmente la del sujeto productivo,
centrado y asegurando, en todo momento, la conservación y reproducción de la especie.

Clase 9
Del mito del Narciso a la selfie. Una arqueología de los cuerpos codificados (Norberto
Leonardo Murolo)- Investigación y el análisis del fenómeno de la selfie, desde una perspectiva
comunicacional.

En la contemporaneidad asistimos a la búsqueda por parte de los nuevos medios de sus


propias identidades narrativas. Estas vienen acompañadas, generalmente, de novedosos usos
de las tecnologías. Las redes sociales virtuales se encuentran insertas en una dinámica
narrativa del Yo, propia de Internet. El sujeto de la comunicación se cuenta generalmente a sí
mismo, tiene amigos, seguidores y narra la cotidianidad de su vida para ellos. Alrededor de
estas dinámicas, la imagen ocupa un lugar central. De allí que se afianzara la fotografía como
práctica privilegiada en este espacio.

El mito de Narciso es probablemente el primer relato relevante alrededor de la propia imagen.


Este mito nos habla de la imagen de uno mismo como engaño, y de allí sienta las bases para
pensar los sentidos en la relación que establecemos con esa dimensión del Yo, la cual en
diversos usos asume un lugar preponderante.

Por otro lado hay que tener en cuenta que la imagen (autorretratos, pinturas etc) construidas
en diferentes momentos históricos constituyen formas de representación de sus autores,
quienes con ellas proponen también una crítica y una forma de mostrarse ante sus
inconvenientes personales y ante las problemáticas sociales que los rodean. Ofician así como
un arte comprometido con su situación, que nos habla de sus autores como representación de
su mirada interpelante, pero también de un estilo de época.

Otro ejemplo de la literatura es el retrato de Dorian Grey que propone reflexionar sobre el
lugar de la propia imagen en las relaciones sociales y las puertas que abre la belleza, en
conjunto con la seducción y el poder.

Vernos bellos y controlar la imagen que ven de nosotros se torna entonces un universal. Se
trata de un imposible por el cual luchar en todo momento a pesar de saber que es una disputa
perdida contra el tiempo. Freud sostenía en El malestar en la cultura que existen tres
elementos que le causan sufrimiento al sujeto social: uno de ellos es el propio cuerpo, “que,
condenado a la decadencia y la aniquilación, ni siquiera puede prescindir de los signos de
alarma que representan el dolor y la angustia”. Controlar la imagen que los demás ven de
nosotros nos posiciona como todopoderosos de alguna dimensión de la construcción, al menos
la semiológica, de nosotros mismos.

Walter Benjamin quien se interesó por reflexionar acerca de una problemática consciente de
época: el surgimiento del cine y la fotografía (en relación a las pinturas) no ve en ello una
devastación cultural sino un cambio en los esquemas de “percepción sensorial”. Las
problemáticas, entonces, giraban en torno tanto al lugar de las masas como receptoras de
imágenes, como del lugar del arte mimético ante la fotografía, que ya no tendría como
mandato principal copiar la naturaleza, sino que la recortaría y (re)presentaría con sus colores
y sus formas sin aparente codificación.

Para el fin de la construcción semiológica de uno mismo, la imagen es el soporte elegido y la


fotografía su forma más ritualizada. También el nivel de la connotación se manifiesta
evidenciando el carácter mítico de la objetividad fotográfica- determinado ‘tratamiento’ de la
imagen bajo la acción del creador y cuyo significado, estético o ideológico, remite a
determinada ‘cultura’ de la sociedad que recibe el mensaje” (Barthes). La construcción que se
encuentra detrás de las imágenes, sean propias o de otros gestores, recortan una posible
manera de mostrar al referente.

En el marco de este cambio tecnológico, las cámaras fotográficas fueron bajando sus costos y
se diseminaron como propiciadoras de usos domésticos. Con esto la construcción de una
propia imagen ahora también puede tener lugar en el uso amateur y a cualquiera le es posible
dedicarle parte del tiempo de ocio a llevarla a cabo para ser retratada en fotografías.

Las cámaras fotográficas, y los teléfonos móviles, participan entonces de prácticas sociales de
la construcción de la imagen de uno mismo (elementos como el timer, subir la imagen desde la
cámara por medio de internet, reconocimiento facial etc).

Cuando surgen las redes sociales virtuales propician entonces una cultura colaborativa y un
escenario del Yo. Las dinámicas que surgen con cámaras fotográficas, telefonía móvil y
desarrollos de la edición de estas producciones tienen que ver con una perspectiva
sociocultural, más que tecnológica, donde los antecedentes que narramos en cuanto a la
historia de las representaciones de la propia imagen en la vida cotidiana ofician como
genealogía inconsciente de las prácticas actuales.

La fotografía participa de usos habituales en la configuración de la semiología personal en


redes sociales virtuales. La imagen digital es un espacio donde los jóvenes se sienten seguros,
quien más quien menos tiene una imagen en donde se gusta a sí mismo y la presenta ante los
demás en esa copresencia virtual de las redes sociales. Cada uno en su perfil se expone
irremediablemente: cede ante los demás mostrándose —no puede no hacerlo—, pero tiene la
libertad dentro de la red de elegir el modo de hacerlo. La visibilidad se vuelve un objetivo
central para ellos. De allí que se creen las más diversas formas comunicacionales y dinámicas
de exposición en las redes sociales virtuales.

La selfie es una práctica social. Toma notoriedad en 2014 en los Oscar. Esa imagen se convirtió
en el tuit más compartido de la historia, con 1,7 millones de retuits en una hora. Como
metáfora, su genealogía, entonces, data en Hollywood, espacio central de la industria cultural
contemporánea. Esta sincronización entre la televisión y la red social virtual le granjea
retroalimentación con el público y una suerte de sensación de formar parte que las redes
sociales virtuales proponen como capital de los televidentes.

En este escenario, la selfie se construye como un producto transmediático que fluye de la


pantalla televisiva, y que inmediatamente se puede comentar en Internet desde el sofá de
nuestra casa con el teléfono móvil en la mano, lugar material y simbólico que ocupa(ba) el
control remoto. La selfie participa en este caso como disparador en la decisión de intervención
de los usuarios en el programa de televisión que están viendo.

En este terreno comunicacional, donde se habilita a las audiencias a participar, las redes
sociales virtuales juegan un rol de relevancia. En estos casos, la construcción de imágenes
sigue siendo una de las maneras más habituales de participar en los perfiles de redes sociales
virtuales de los programas televisivos, con el fin de presentarse con rostro como sujetos de la
comunicación, sobre todo cuando desde los medios se les solicita que compartan fotografías
mostrando sus cotidianidades.
Cabe aclarar que este uso de las fotografías autotomadas ya era habitual entre los jóvenes del
modo en que lo describíamos. Sin embargo, como “formato” propio de Internet, como
específicamente discurso de las redes sociales virtuales, necesitó de otro medio masivo, de la
promoción de celebrities del cine y la televisión, para que fuera conocido.

Pone como ejemplo a fotolog y los floggers donde con una imagen podías ver la vestimenta el
pelo y como formaban parte de una “tribu”. Las redes sociales virtuales, se presentan para los
jóvenes principalmente como imagen. Los lugares de perfil, portada, álbumes y estados donde
poner fotografías resultan entonces espacios privilegiados en la construcción semiológica de
uno mismo. En estas imágenes se busca alcanzar regímenes de visibilidad cercanos al máximo
de “interesante”, “sexy”, “cool”, “inteligente”, “divertido” y “bello”, se pueda.

La imagen participa de la codificación de la pose, juega con la fotogenia, emplea objetos y un


espacio determinado en una sintaxis aprendida y reproducida, al tiempo que con el uso de
programas como Photoshop o los filtros proporcionados por Instagram evidencia un trucaje
con el fin mismo del esteticismo.

La práctica social con las redes sociales virtuales tiene que ver con la elección de nuestra
propia imagen, su codificación y representación. Esta nueva forma de presentarnos es mítica
porque atiende a cánones establecidos socialmente sobre lo bello y lo deseable y se atiene a
ellos.

Exhibirse tiene relación directa con las ganas de agradar. No siempre para gustar en términos
amorosos o sensuales, sino para ser elogiado, popular y, de ello, aceptado.

Por su parte, para los jóvenes, los modos de relacionarse con el chico o chica que les gusta
mediante tecnologías es una cuestión que ocupa un lugar relevante a la hora de los usos de las
redes sociales virtuales y la mensajería instantánea. La fotografía de Facebook participa de
todas las codificaciones que queramos implementarle y por ello seduce, busca gustar y a veces
engañar con arte y maña.

Se trata de un juego de seducción implícito que no necesita de explicaciones; se propone la


amistad de Facebook, se acepta y se charla sabiendo que “se están conociendo”. Si no se
quiere tener contacto con esa persona, ni siquiera se acepta o se borra a ese contacto; no
parece haber una condescendencia propia de la “educación” presencial, esa que decreta que
el saludo no se le niega a nadie.

Hay distintos tipos de fotografía. La “fotografía recuerdo” es la de un evento social como por
ejemplo un casamiento, una foto periodística (Lo anterior a la cámara masiva). Después están
las fotos mas bien domesticas con un soporte tecnológico masivo.

Michel de Oliveira (2014) propone reflexionar acerca de fotografías para lembrar (recordar) y
fotografías para esqueçer (olvidar). En este sentido, el punto central de la fotografía tiene que
ver con sus usos sociales, los cuales se tornan contingentes y cambiantes según el momento
histórico y las dinámicas comunicacionales que integran.

En esa contextualización, la selfie participa de una lógica diferente a la de la fotografía del


evento social. La definición de selfie incluye ser compartida vía redes sociales virtuales, por lo
cual en su constitución se encuentra el carácter de ser vista en el mismo momento que se
toma. Los mensajes en las redes sociales virtuales son efímeros, a las pocas horas quedan
tapados por otros contenidos y por otros seguimientos, por otros compartimientos, por otros
favoritos. Mientras la fotografía del evento social se trata de una fotografía del recuerdo, la
selfie es instantánea, es sincrónica, es la fotografía del ahora.

La fotografía del evento social se construye desde el pasado, para el presente en tanto pasado.
La selfie se construye desde el presente para el presente en tanto presente.

Los artistas, deportistas y políticos famosos comparten con sus seguidores mediante prácticas
sociales y comunicacionales una muestra de lo extraordinario de sus talentos y saberes,
ocupan lugares a donde los ignotos no acceden, y mediante las redes sociales virtuales sus
seguidores buscan que muestren parte de su cotidianidad.

Por más que el anclaje específico de sus sentidos y la impregnación a lo sincrónico sean
característicos de la selfie, se trata sin embargo de un testimonio de época que podría
brindarnos muchas pistas acerca del tipo de sociedad en que se inscribe. Si las selfies fueran
archivadas, sistematizadas y clasificadas, serían quizás uno de los mayores testimonios
culturales fotográficos que una época histórica pudo haber tenido.

Ahora bien, ¿cuál es la apuesta estética de la selfie?, y si la hay, ¿cuál es la dimensión política
que la constituye? Su estética se asienta en una belleza objetivada propia de los rostros y las
sonrisas que en redes sociales virtuales son insumos necesarios. Su dimensión política radica
en las decisiones que se toman en la construcción. En la selfie no controlamos otras
dimensiones, como si somos buenos, verdaderos o inteligentes, pero proponemos en las
estéticas una especie de desiderátum de la imagen del Yo que arroja pistas para leernos.

Entonces, ¿para qué se produce la selfie? Para que los otros nos vean. La idea detrás de ella es
ejercer una especie de control sobre lo que los demás ven de nosotros y, por extensión, sobre
la imagen mental que se produce en los otros sobre nosotros, siempre intentando estar lo más
cercanos al estereotipo de belleza deseable en la sociedad y el momento histórico que
atravesamos.

Entonces, ¿para quién se produce la selfie? Para nosotros mismos. Como Narciso, en un primer
momento nos enamoramos de nosotros mismos en cada imagen que tomamos de nuestros
rostros y cuerpos. Elegimos en cuál nos vemos bien y descartamos las fotografías en las que
no, las editamos y controlamos esa presentación en las redes. Por un momento somos tapa de
revista.

La selfie, como producto de las redes sociales virtuales, busca una belleza superficial, pero
también índices de pertenencia y la ilusión de superar, por lo tanto, una de las dimensiones
que tiranizan la vida en sociedad. La selfie se posiciona en la escena de la comunicación actual
como la forma que encontró el sujeto social contemporáneo para sentar las bases de una
estética política del Yo en búsqueda táctica de saldar una de las grandes y universales
incertidumbres del ser humano: su propia imagen ante los otros y, por extensión, ante el
mundo.
El amor en los tiempos de Tinder-Paola Bonavitta-

Hoy, las redes sociales y las nuevas tecnologías modificaron las formas de comunicar y de
amar. Las personas se conocen a través de una pantalla y establecen vínculos desde allí:
vínculos efímeros, líquidos, superfluos.

El amor del siglo XX, como algo impuesto orden social (matrimonio arreglado). Este a medida
que trascurrió el siglo se fue modificando, en parte por la vida social que se llevaba (mayor
vida diurna y nocturna), comienza el termino de media naranja.

Transitando la segunda década del siglo XXI, el amor, el romance y la pasión hallan nuevos
escenarios que tienen que ver con el mundo virtual y la revolución tecnológica. Comenzando
por las salas de chat y pasando por Facebook la interacción virtual de solo texto a poder
vernos.

De esto ultimo, pasamos al surgimiento de aplicaciones que se usan directamente desde el


celular y que funcionan a modo de “delivery sexual-amoroso”. Tinder, Kickoff y Brenda llegaron
al mundo para instalarse como espacios propios de una modernidad líquida que usa y abusa
del amor líquido, y donde la inmediatez se vuelve urgente y las emociones ocupan segundos
planos.

Los ritmos de la globalización y el capitalismo presionan y estas opciones “a la carta” permiten


adaptarnos a nuevos vínculos que satisfacen la idea de amor actual. Esto conlleva también
otras consecuencias como el incremento de la desconfianza en las parejas ya consolidadas, las
violencias que acarrean la celotipia y el descreimiento en tradiciones ancestrales como el
matrimonio.

Giddens (1999) menciona el paso histórico del amor romántico al amor confluente, ambos
completamente distintos, el primero más tradicional relacionado con una visión idílica de las
relaciones afectivas, y el segundo, libre y prácticamente sin ataduras. Esto, considerándolo en
un contexto donde todo se vuelve fugaz, inmediato y superficial.

Estas mediaciones tecnológicas en las relaciones afectivas están constituidas por dispositivos
que van desde el artefacto que permite a una pareja continuar su interacción sin importar
espacio o tiempo, hasta las aplicaciones que le facilitan a sus usuarios identificar personas en
su entorno con quienes podrían entablar una relación. La transición a formas de relación
afectiva mediadas por ciertas tecnologías tiene importantes consecuencias que se hace preciso
teorizar. Esta reconfiguración del amor podría contribuir a la descomplejización y erosión de
las relaciones sociales, así como a un cambio sin retorno en la manera de vincularnos.

Hay algo que está claro, es que estas redes han modificado vínculos, pero nunca acabarán con
ellos, pues el contacto real es indispensable para el amor y la sexualidad.

Tinder opera como un intermediario que, tomando en cuenta los datos de perfil de Facebook
del usuario, brinda opciones de personas compatibles en edad, intereses, zonas geográficas y
amigos en común

Otras herramientas similares, basadas en el empleo de ordenadores y otros dispositivos,


tienen como fin producir una apariencia de realidad que permita al usuario tener la sensación
de estar presente en ella (Raya González, 2011). Estas buscan, sobre todo, solucionar el
problema del amor a distancia.
LovePalz y Frebble. Ambas herramientas se basan en la tecnología háptica, es decir, aquella
que permite el contacto físico entre ser humano-máquina o ser humano con otro ser humano,
en la que un aparato media la relación. Estas aplicaciones posibilitan la comunicación con los
demás sin recurrir a las relaciones cara a cara.

Estas aplicaciones no son más que una representación del entramado social actual. Relaciones
líquidas en un mundo líquido, que comienzan y se evaporan en el mismo instante, donde la
pasión dura segundos y el amor es efímero. Donde la apuesta no trasciende el presente y los
vínculos no apuntan a la perdurabilidad.

A lo largo del tiempo la concepción del amor fue cambiando. En esta posmodernidad actual (o
modernidad reflexiva, como la llama Giddens) el amor romántico ha perdido su razón de ser.
Las redes sociales han permitido que las personas se conozcan mediante plataformas digitales
de interacción, abandonando cada vez más las nociones de “conquista”, “coqueteo” y
“romance”. Las computadoras e internet están contribuyendo a reflexibilizar y replantear el
mapa de las relaciones amorosas y sexuales al abrir nuevas posibilidades, modelos y
estereotipos.

En estas plataformas virtuales, las y los individuos se conectan para entablar en algún sentido
una relación de pareja, pero muchas de estas relaciones son líquidas, en términos de Bauman:
la globalización, que nos lleva al consumismo, se ha apoderado del amor para convertirlo en
otra mercancía más. La definición romántica del amor (“hasta que la muerte nos separe”) está
pasada de moda, ya que ha trascendido su fecha de vencimiento debido a la reestructuración
radical de las estructuras de parentesco de las que dependía y de las cuales extraía su vigor e
importancia.

Este amor, que se nutre de la virtualidad, podría denominarse, en palabras de Giddens (1999)
amor confluente, pues es un amor contingente, activo y por consiguiente, choca con las
expresiones de “para siempre”, “solo y único”, que se utilizan en el complejo amor romántico.
Podría decirse que es un tipo de amor más libre, desvinculado de los prejuicios de antaño
sobre el estar necesariamente juntos en el mismo espacio para demostrar afecto, hasta
posiblemente sin la base de una institución religiosa en la que se busque la legitimidad de su
unión.

Es un amor también más individualista, donde prima el deseo de satisfacer ya, aquí y ahora, el
deseo sexual/sensual/erótico, sin necesidad de proyectar hacia el futuro, sin necesidad de
entregar nada a cambio, ni de desnudar el alma y las emociones. Es una propuesta para
mantener las emociones resguardadas, de consumo rápido, propia de una sociedad
consumista y capitalista.

Bauman instala la noción de amor líquido que sería la manera de relacionarse en la actualidad.
El amor líquido fluye determinado por la pasividad de la tecnología que provee Internet, en el
sentido de que el modo de vinculación actual se entiende como metáfora de las relaciones
virtuales. Por esta razón Bauman prefiere hablar de “conexiones” en vez de “relaciones”, y de
“redes” en vez de “parejas”, para denominar mejor las dinámicas interpersonales actuales.

A pesar de este panorama sobre las conexiones en nuestras sociedades actuales, Bauman
asegura que existe una desesperada necesidad de “interconectarse” y, en definitiva, esto es lo
que anima a exhibir la vida privada en la escena pública. A este “mostrar intimidades”, Bauman
no deja de predecirlo como una consecuencia misma de la modernidad líquida.

Estamos en una transición de un mundo hacia otro: de aquella formación histórica anclada en
el capitalismo industrial, que rigió desde fines del siglo XVIII hasta mediados del XX —y que fue
analizada por Michel Foucault bajo el rótulo de “sociedad disciplinaria”—, hacia otro tipo de
organización social que empezó a delinearse en las últimas décadas. Foucault había destacado
lo que llamó una anatomopolítica, caracterizada por ser una tecnología individualizante del
poder, basada en el escrutar en los individuos, en sus comportamientos y en sus cuerpos, con
el fin de atomizarlos, es decir, producir cuerpos dóciles y fragmentados. Está basada en la
disciplina como instrumento de control del cuerpo social, penetrando en él hasta llegar a sus
átomos: los individuos particulares. Al individuo concreto se le aplica, entonces, el control, la
vigilancia y el castigo.

Foucault advierte que “la visibilidad es una trampa”. A través de esta óptica de vigilancia, dice,
la sociedad moderna ejercita sus sistemas de control de poder y conocimiento. Foucault
sugiere que en todos los planos de la sociedad moderna existe un tipo de “prisión continua”:
todo está conectado mediante la vigilancia (deliberada o no) de unos seres humanos sobre
otros, en busca de una “normalización” generalizada.

Unos y otros nos vigilamos mutuamente, constantemente, aunque protegemos nuestros cuer-
pos reales. Aparecemos virtualmente, nos mostramos virtualmente a través de una cámara,
una pantalla, un blog... pero nuestro cuerpo permanece en el ámbito privado, protegido por
mí mismo.

El panorama ha cambiado y, ahora, se recurre a lo que Gilles Deleuze llamó “sociedades de


control”: regímenes apoyados en tecnologías electrónicas y digitales para establecer el
dominio del alma, lo que podría llamarse “biopoder”.

Las redes virtuales son, en realidad, un fenómeno social muy amplio, que atraviesa toda
nuestra cultura y da forma a nuevos modos de trabajar, amar, estar en el mundo. Porque ya no
nos rigen ni el temor al castigo ni la devoción por el cumplimiento del deber: para bien o para
mal, estamos regidos por el culto al cuerpo, la autorreferencia, la fascinación por el éxito
individual. Nos convertimos en una cultura que, cada vez más fuerte, exclama: “Yo, yo... y yo”.

Queda claro que los tiempos que corren son tiempos de exaltación del Yo, obsesión por la
imagen y propagación de realities shows y blogs; de reconocimiento de las diferencias y
estímulo a la construcción de la individualidad, tanto como de exhibicionismo, insatisfacción y
soledad.

Los vínculos cambian, así como las redes creadas interactivamente; las necesidades y las
maneras del decir se alteran, los discursos y sus contenidos se modifican. Las lógicas de vida,
convivencia y consumo han cambiado. El mercado conquistó cada rincón de nuestras vidas.
¿Cómo no iba a conquistar el terreno sentimental? El amor “a la carta” es una de las aristas de
un “mundo delivery” que se está planteando en la era global.
Clase 10
Revolución digital y tendencias culturales: el fenómeno influencer (Liliana Arroyo)

Influencer: perfiles de personas que marcan de tendencias y lideran opiniones, lo que se


identifica con el término. Acá damos siete claves para entender por qué este fenómeno ha
revolucionado a grandes sectores publicitarios como la moda y la belleza.

Ahora que estamos en riesgo de infoxicación, parece que la cultura está más accesible que
nunca. La revolución digital nos lo acerca prácticamente todo a unos clics. Pero ya no es solo el
acceso lo que se reinventa, sino también quién hace qué: creadores y consumidores se
confunden.

Son líderes de opinión

Son como un marcador de tendencias para los usuarios es una especie de faro que da luz en la
inmensidad informativa de la red. Por otra parte, para las marcas, entidades u organizaciones,
son más bien semáforos que actúan como reclamo para redirigir el tráfico hacia sus páginas
web.

Rompen la verticalidad y la jerarquía tradicional

Es un modelo de comunicación en dos direcciones, mucho más afín a la organización de las


sociedades hacia las que avanzamos. Ya no se trata de la comunicación directa, en una
dirección y sin retorno, sino que genera un diálogo entre usuarios. Se abandona la idea del
consumidor como agente pasivo en el proceso de prescripción y se le da la opción de formar
parte a través de los contenidos, los comentarios, los «me gustan» y los botones de compartir
y retuitear.

Crean contenidos basados en la emoción

Bajo un aura de espontaneidad y naturaleza, se encapsula toda una ingeniería para ofrecer un
mensaje apoyado en un tono cercano y simple, a menudo en clave de historia contada en
primera persona. En la era de la posverdad los hechos ya no interesan, la atención persigue las
emociones y los valores. Tenemos sed de experiencias, más que de la información por sí
misma. Especialmente la audiencia millennial orientada a experimentar vivencias únicas y
diferentes. Buscan(buscamos) llegar a explorar emocional o sensorialmente algo que
realmente nos sacuda la indiferencia.

Utilizan la empatía para conectar

La empatía es el catalizador y la intimidad abierta de las redes ofrece esta sensación de


conversación o intercambio «entre iguales». La opinión de los demás nos importa más que lo
que la propia marca nos pueda decir y explicar del producto. (92% de los usuarios confía más
en las review que en la publicidad tradicional).

Esto está ligado a la confianza y la credibilidad, que son indispensables para que alguien se
plantee la opción de destinar un tiempo a leer aquel contenido, a consumir ese producto o a
destinar una cantidad de dinero por pequeña que sea. Es aquel pequeño empujón para acabar
de decidir si aquello vale o no la pena.

La conexión con estos perfiles influyentes también está condicionada por las características
que poseen estas personas: cuanto más similares sean los usuarios, más fuerte será la
capacidad empática y de identificación.
Influyen sin invadir

Se trata de un tipo de sugestión más persuasiva que invasiva. A menudo va de la mano el


contenido nativo que queda integrado de forma más orgánica y sin interrumpir la experiencia
del usuario de lo que está viendo o sintiendo. También se ahorran los bloqueadores de
anuncios, ya que la gracia es que no se percibe como un contenido diferenciado, patrocinado y
comercial.

Son gurús de comunidades virtuales

La capacidad de los influencers en su alcance depende en buena parte de la comunidad que


puedan crear a su alrededor. Por un lado, hay lo que se conoce como los efectos de la red, es
decir, la idea de que cuantos más usuarios tenga mayor valor aportarán.

Pero si un influencer forma parte de una red en la que hay otros influencers, las probabilidades
de que el mensaje se difunda exponencialmente o incluso de manera viral serán más altas. En
este sentido, es fundamental también que la comunidad de seguidores, usuarios o potenciales
participe, especialmente compartiendo y haciendo circular ese contenido.

Todo el mundo puede ser embajador

Hoy no hay que ser una celebridad para convertirse en influencer. Esto abre las puertas a que
cualquiera pueda ser embajador de una idea, marca o movimiento, cuando las organizaciones
detectan que alguien es un dinamizador de la información de la red y que tiene una
determinada masa crítica.

Sin ser exactamente un oficio, ser influencer puede convertirse en una forma de vida
remunerada. Las retribuciones dependen en muy buena medida del tamaño de la audiencia.) y
especialmente de la capacidad de generar «ruido». Están empezando a aparecer plataformas
que pueden hacer de agencias de influencers.

los influencers son una forma indirecta pero infalible de segmentar la audiencia por género,
edad, gustos, valores y preferencias. En el fondo, no deja de ser una forma de generar
estrategias para incentivar el consumo.
Vistos, geolocalizaciones y selfies. Tecnologías de la comunicación móviles y usos de
control (Leonardo Murolo)
Este articulo sale de inquietudes surgidas de la tesis doctoral “Hegemonía de los sentidos y
usos de las tecnologías de la comunicación por parte de jóvenes” . Para esto se entrevistó a un
de jóvenes.

El presente ensayo busca indagar las apropiaciones sociales de las tecnologías de la


comunicación móvil, con especial focalización en los usos sociales de la vigilancia y el control.
El desarrollo tecnológico de la geolocalización tiene su contracara en la incorporación a las
prácticas sociales cuando. La posibilidad de saber si el interlocutor vio un mensaje enviado o la
última vez que se conectó también pueden devenir en prácticas que involucran la vigilancia del
otro. Finalmente, analizamos los usos de la selfie y la construcción semiológica de uno mismo
como narrativa que va corriendo los límites de lo público a lo privado y de lo privado a lo
íntimo.

Como punto de partida, es posible ampliar la mirada para pensar los usos de la telefonía móvil
como dispositivo de vigilancia y control no solamente entre padres e hijos sino en todo tipo de
relación interpersonal.

Hay dos posturas frente a la tecnología. Por un lado, se encontraría el determinismo


tecnológico como aquella posición indeseable por culturalistas que ven en esas ideas un
positivismo que anula al sujeto con correlatos imposibles de corroborarse en la realidad. De la
vereda de enfrente, se encontrarían las posiciones que postulan al sujeto social como creador
de prácticas y, por extensión, de cultura.

Podemos señalar tres dicotomías que marcaron el sendero de la producción académica ante el
cruce entre tecnología y sociedad: tecnofobia vs. tecnofilia, apocalípticos vs. integrados, crítica
vs. incorporación. En estas primeras posturas podríamos ubicar el abordaje que planteamos
ante los usos de vigilancia y control de las tecnologías de la comunicación móviles. Una
perspectiva crítica de estos usos ayuda a desplazarnos del escenario de los usos celebrados de
las tecnologías por ser posibilitadoras de simplificar prácticas, acortar distancias y tiempos.

Entenderemos la vigilancia como la actividad de conocer la actividad del otro, si nos responde,
donde se encuentra y que está haciendo. Mientras que el control es cuando le solicitamos al
interlocutor que nos envíe información.

Pensar las tecnologías como formas culturales implica comprender que no se trata de juzgarlas
moralmente como aparatos buenos o malos, sino que son los sujetos quienes crean prácticas
de sentido con las tecnologías en el marco de contextos sociales específicos. (Raymond
Williams). Por lo tanto, las discusiones y demás problemas derivados de este acceso a la
intimidad de los cuerpos tienen que ver con una problemática comunicacional y cultural más
que tecnológica.

El concepto de incorporación como aquel estadio donde las tecnologías forman parte de las
subjetividades al punto que los sujetos ya no se preguntan por estos usos invisibilizados en su
vida cotidiana. Hay incorporación cuando se suplantó el reloj y el despertador por el teléfono.
Hay incorporación tecnológica, finalmente, cuando los sujetos sociales no reflexionan sobre la
artificialidad de sus prácticas (Roger Silverstone, Erik Hirsch y David Morley).
A las audiencias las ubicamos en el entramado de una cultura en la que convergen diversos
usos tecnológicos, agrupamientos sociales ligados a gustos, clase social, género, consumos de
la industria cultural y finalmente las consideramos sujetos que producen y negocian sentidos.

La aplicación WhatsApp, mundialmente utilizada, propone una gran determinación: tenerla


descargada en el teléfono. Esto es porque cuando una tecnología se masifica, se ingresa a su
uso para poder participar de grupos, compartir materiales, espacios en común, lógicas de
trabajo, de estudio o sociales.

En este sentido, la aplicación de mensajería instantánea WhatsApp se usa para diferentes


prácticas. Estas posibilidades de una aplicación de smartphone no son obligatorias ni hay
momentos donde deban usarse. Son los sujetos sociales quienes mantienen relaciones con
otros sujetos. Nada en WhatsApp dice cómo usarlo, dónde y con quiénes (ejemplo llamar a
alguien a la madrugada o esperar al día siguiente).

A diferencia del correo electrónico, que se asienta en la comunicación diferida, una aplicación
de mensajería instantánea requiere de la respuesta inmediata. En WhatsApp, por ejemplo, se
muestra con un doble tilde celeste que el interlocutor vio el mensaje enviado. A la vez se
puede conocer la hora de la última vez que se conectó a la aplicación.

Nos encontramos entonces ante un trastocamiento de las dimensiones espaciotemporales,


esto implica que depende de las relaciones que generemos con otros es si debemos o no estar
disponibles todo el tiempo para los demás.

Enviar la ubicación implica una imagen de mapa que señala el lugar donde está el usuario. Al
clickear en este enlace en forma de imagen se abre la aplicación Google Maps, la cual permite
ampliar, contar la distancia desde donde se encuentra el destinatario. Dependiendo de las
relaciones que generemos permitimos o no que se nos solicite “la ubicación” y enviarla sin
advertir un avance en nuestra intimidad. (algo similar ocurre con Facebook “amigos cerca”
donde das permiso para que vean tu ubicación).

En entrevistas con jóvenes nos relataron que la migración de esta generación de Facebook a
Instagram se debe a que en Facebook están los padres. Esa huída al control de la generación
adulta tiene que ver con configurar una imagen pública liberada de la mirada familiar.

La segunda dimensión de apropiación de Instagram por parte de los jóvenes es la huída del
stalkeo. Se trata de una actividad censurada socialmente sobre todo si quienes ingresan a
nuestros perfiles en redes sociales no forman parte de nuestros contactos. En este sentido, al
no dejar huella de vacaciones, festejos y momentos privados, las historias de Instagram
proponen la instantaneidad del momento y la imposibilidad del stalkeo posterior.

Por otra parte, la imagen en Instagram se sostiene en una narrativa central: la selfie (ver
resumen de selfie clase 9).

La diferencia en Tinder y Happn son en principio tres: que los demás están cerca, que son
desconocidos –ni amigos ni seguidores- y que el fin es encontrarse en persona. De allí, la
geolocalización que es un avance tecnológico, una posibilidad que dependerá de los usos, se
traduce en incorporación social.

En la actualidad no hablamos de una sociedad de control clásica, distópica, de arriba hacia


abajo, sino del control entre sujetos: amigos, seguidores y hasta desconocidos.
Los usos de las tecnologías móviles como dispositivos de vigilancia y control, la mayoría de las
veces se incorporan sin ponerlos bajo crítica. De este modo son las relaciones que generamos
con otros sujetos sociales las que pueden permitir o no que nos controlemos la ubicación y nos
solicitemos información personal.

Dice Rosalía Winocur que podemos entender el teléfono móvil como un “dispositivo
imaginario para mantener bajo control la incertidumbre”. Los límites se van corriendo y cada
sujeto considera si su ubicación es el precio correcto a pagar para no discutir con una pareja,
poder tener un encuentro casual con amigos o conocer a alguien para tener una cita. Lo cierto
es que el uso de la geolocalización recuerda a las más complejas distopías literarias y
cinematográficas donde se relega autonomía y privacidad a un poder superior. En este caso,
parece una relación horizontal asentada en dispositivos de control. Son sujetos comunes, no
entidades del estado ni del mercado las que controlan donde se encuentran los cuerpos y qué
deberían hacer por la proximidad de conocidos y desconocidos por conocer.
Clase 11
La neurociencia cognitiva ¿una ciencia base para la psicología? Fernando Maureira

hay quienes postulan que la neurociencia cognitiva, como la ciencia que trata de entender la
relación entre la función cerebral y los estados mentales, debe constituirse como la base
teórica y empírica de la psicología. Resulta fundamental integrar las neurociencias cognitivas a
la formación de los psicólogos como base para su futura práctica clínica. Sin duda que la
neurociencia cognitiva debe convertirse en la base científica que justifique el quehacer de la
psicología.

la psicología se encarga de estudiar el comportamiento humano, en esto parece no existir una


definición clara del objeto de la psicología como área de estudio del comportamiento humano
relacionado con algo.

¿Qué ciencia puede entregar las bases del comportamiento humano?

En 1956 se funda la neurociencia cognitiva con el fin de entender cómo las funciones
psicológicas son generadas a partir de las neuronas y los circuitos que generan (como
antecedente en 1791 Luigi Galvani descubrió la existencia de actividad eléctrica en los
animales).

“La Neurociencia no sólo no debe ser considerada como una disciplina sino que es el conjunto
de ciencias cuyo sujeto de investigación es el sistema nervioso con particular interés en cómo
la actividad del cerebro se relaciona con la conducta y el aprendizaje” (Salas).

“El cometido de la neurociencia es comprender los procesos mentales merced a los cuales
percibimos, actuamos, aprendemos y recordamos” (Kandel).

La neurociencia se sustenta en conocimientos empíricos obtenidos desde la biología del


sistema nervioso, de sus estructuras y funciones que permiten generar bases explicativas para
muchos procesos complejos.

El primer paso en el conocimiento de la mente es entender cómo las neuronas llegan a


organizarse en vías de comunicación, y cómo células nerviosas individuales del encéfalo se
comunican mediante la transmisión sináptica

Para algunos autores se hace fundamental la unión de la ciencia de la mente y la ciencia del
encéfalo. De esta forma podría darse una base científica y contrastable a un sinnúmero de
procesos psíquicos.

Es importante resaltar que la neurociencia abarca un gran número de áreas de investigación.


De esta forma es posible constituir los fenómenos cognitivos a partir de información
proveniente de diversas líneas de investigación biológica.

Según Kandel, la tarea de esta ciencia interdisciplinar consiste en «aportar explicaciones de la


conducta en términos de actividades del encéfalo, explicar cómo actúan millones de células
nerviosas individuales en el encéfalo para producir la conducta y cómo, a su vez, estas células
están influidas por el medio ambiente, incluyendo la conducta de otros individuos.

El funcionamiento del cerebro es un fenómeno múltiple, que puede ser descrito a nivel
molecular, celular, organizacional del cerebro, psicológico y/o social. La Neurociencia
representa la suma de esos enfoques.
Neurociencia Cognitiva: fusión de Neuroanatomía, Neurofisiología, Biología del Desarrollo,
Biología Celular y Molecular y Psicología Cognitiva. Partimos de esta regla áurea: Toda
actividad humana puede, y debe, ser abordada desde diferentes niveles de análisis.

La neurociencia aparece como la disciplina que se encarga de la explicación de los fenómenos


neurales que subyacen a la conducta. Los avances alcanzados en los últimos 50 años por esta
área de estudio han permitido un avance significativo en la comprensión de procesos como la
atención, la motivación, las emociones, la memoria, el lenguaje, el aprendizaje y la conciencia.

La psicología y la neurociencia mostraron un intento de relación dando origen a las


“neurociencias cognitivas”. Aquí el cerebro se vuelve el centro de estudio de la psicología,
logrando lentamente la superación del dualismo mente-cerebro. Sin embargo, este trabajo en
conjunto no logró los resultados esperados, que se debió a una crisis de la psicología, que no
posee marco teórico, incluso que se encuentra en una etapa pre-científica.

La neurociencia cognitiva entrega el conocimiento de las regiones cerebrales que funcionan en


el desarrollo de una actividad cognitiva, gracias a sus avances en neuroimagen, de manera tal
que puede relacionarse claramente estados mentales con funciones cerebrales. En la
actualidad se hace patente la necesidad de una base científica para la psicología, dando un
marco teórico integrador.

Para originar tal marco teórico es necesario comenzar por estructurar conceptos claros y que
permitan explicar los diversos fenómenos psíquicos de los cuales se encarga la psicología. La
neurociencia cognitiva es la ciencia que busca entender cómo la función cerebral da lugar a las
actividades mentales, tales como la percepción, la memoria, el lenguaje e incluso la conciencia.

CONCLUSIONES

La psicología carece de un marco teórico adecuado que entregue los fundamentos de su


accionar, y de igual forma adolece del lenguaje necesario para explicar los fenómenos
mentales, ya que su conocimiento proviene de la tradición filosófica. Esto ha llevado a
catalogar a la psicología como una pre-ciencia. Sin embargo, la neurociencia cognitiva puede
convertirse en la base científica que dé sustento al hacer de la psicología. La neurociencia ha
mostrado avances importantes en la comprensión de los fenómenos mentales, entendiendo
éstos como actividades neurales; de esta forma puede entregar el lenguaje científico y
conceptualizaciones sobre las patologías mentales, de las cuales la psicología adolece.
Clase 12
GROOMING Guía práctica para adultos

Se llama GROOMING a la acción deliberada de un adulto de acosar sexualmente a un niño o


niña mediante el uso de Internet. Siempre es un adulto quien ejerce el grooming.

El mecanismo del grooming suele incluir un pedido de foto o video de índole sexual o erótica.
Cuando consigue la foto o el video, comienza un período de chantaje en el que se amenaza a la
víctima con hacer público ese material si no entrega nuevos videos o fotos o si no accede a un
encuentro personal.

Se toma a Internet como un instrumento capaz de potenciar los distintos tipos de abuso.

Hay dos tipos de grooming:

1- Cuando no existe la fase previa de relación y generación de confianza: el acosador


logra tener fotos o videos sexuales de los chicos mediante la obtención de contraseñas
o hackeo de cuentas. En este caso el material es obtenido a la fuerza.
2- Cuando existe una fase previa donde el acosador busca generar confianza en el niño o
niña. En este caso, el material es entregado por el chico. Para generar esa confianza el
adulto se vale de distintas herramientas:
a- Se hace pasar por un chico o una chica menor
b- Toma los gustos y preferencias que los chicos vuelcan en la web para producir una
falsa sensación de familiaridad o amistad. Aprovecha la información para que los
chicos piensen que comparten preferencias y de esa forma acelerar y afianzar la
confianza.
c- Utiliza el tiempo para fortalecer e intensificar. El tiempo transcurrido varía según
los casos, pero el abusador puede lograr su objetivo en una charla o esperar meses
e incluso años. Esto ayuda a que el chico se olvide o deje de tener presente que del
otro lado hay un desconocido y pase a considerarlo un amigo.

Es necesario destacar la importancia que tiene la cámara web, ya que se vuelve indispensable,
en muchos casos, para que el chico se exhiba ante el adulto. Como explicábamos
anteriormente, los abusadores se valen de programas que producen un falso video para
aparentar ser un o una joven.

Hay tres componentes constantes en este tipo de casos:

1- Amistad: se refiere al contacto para conocer gustos, costumbres y rutinas de los


chicos.
2- Relación: se busca ganar confianza. Para lograr el objetivo, se apunta a generar
confesiones íntimas y privadas que pueden tomar más o menos tiempo.
3- Componente sexual: el material entregado por el chico se vuelve luego objeto de
chantaje.

Fases del Grooming:

1- Contacto y acercamiento: el acosador se vale de herramientas para mentir sobre su


edad al entrar en contacto con el chico.
2- Componente sexual: el acosador consigue que el chico le envíe alguna fotografía o
video con componentes sexuales o eróticos.
3- Ciberacoso: si el menor no accede a sus pretensiones sexuales, el ciberacosador lo
amenaza con difundir la imagen con mayor carga sexual que haya capturado a través
de Internet.

¿Cómo prevenirlo?

La principal forma de prevención es explicarles anonimato en internet y brindarles


herramientas para que comprendan los riesgos que existen al compartir datos personales en la
web y que conozcan las formas de prevenirlos.

Cuando los chicos están aún en la infancia, la posibilidad de hablar con desconocidos
efectivamente debe estar regulada por los padres o familiares. Para los adolescentes, en
cambio, recomendamos reforzar el diálogo, la confianza e inculcar una mirada crítica y
reflexiva sobre sus actitudes en la web.

Puntos que los adultos responsables deben trabajar con los chicos:
1- No dar información o imágenes comprometedoras por chat.
2- No utilizar la cámara web cuando chatean con desconocidos.
3- Evitar que les roben la información comprometedora.
4- Las buenas prácticas respecto de las contraseñas (Es necesario colocar contraseña,
Utilizar contraseñas seguras, Evitar usar la misma contraseña).
5- Comprender que los datos que se vuelcan en Internet pueden caer en manos de
desconocidos con malas intenciones.
6- Evitar el uso de sus nombres completos y datos personales en los e-mails.
7- No utilizar el nombre completo como nick o usuario.
8- Ser cuidadosos con los datos personales que se vuelcan en la red. Más allá de
configurar la privacidad.

Es importante que los padres tengan una actitud activa y presencial durante el uso de internet
por parte de los chicos:

1- Es necesario que los padres tengan presencia en su vida online.


2- Es necesario que los padres sepan qué características tienen las páginas que los chicos
usan.
3- Es necesario que los padres sepan cómo configurar la privacidad.
4- Es necesario que los padres acompañen a los chicos.
5- Es necesario que los padres confíen en sus hijos.

¿Cómo detectar el Grooming?

Una de las principales recomendaciones para detectar si un chico o chica es víctima de


grooming, otro tipo de acoso u hostigamiento es prestar atención a sus cambios de conducta o
humor. Si un chico presenta repentina tristeza, descenso en el rendimiento escolar o
necesidad de soledad, es necesario charlar en confianza para entender qué le ocurre ya que
podría estar siendo víctima de alguna de las situaciones nombradas.

¿Qué hacer si pasa?

Si se detecta un posible caso de grooming, la primera medida que un adulto debería tomar es
charlar con la víctima. Debe evitarse la revictimización, es decir, echarle la culpa de lo ocurrido,
como así también interrogarlo en diferentes ámbitos y obligarlo a contar muchas veces lo que
ocurrió.
Detallamos opciones de acción que debe tomar un adulto una vez que toma noción del caso de
grooming:

a- Denunciar el perfil del acosador.


b- Analizar el tipo de delito que se llegó a cometer.
c- Pensar en hacer la denuncia penal.
d- Para guardar las pruebas del acoso será necesario no borrar conversaciones y
eotografiar o capturar la pantalla y almacenar esta información en algún dispositivo.
e- La importancia de la denuncia hay que enmarcarla no solo en el delito cometido, sino
en la certeza de que los abusadores no suelen atacar a una sola víctima.
f- Al momento de detectarse el caso de grooming, es importante limitar la capacidad de
acción del acosador (Revisar el dispositivo, Revisar y reducir las listas de contactos de
las redes sociales)

CIBERBULLYING

¿Qué es?

El ciberbullying tiene lugar cuando un menor sufre amenazas, hostigamiento, humillación u


otro tipo de molestias realizadas por otro menor mediante la publicación de textos, imágenes,
videos y audios a través de medios electrónicos, como telefonía móvil, correo electrónico,
mensajería instantánea, redes sociales, juegos online, entre otros.

Características

1- VIRALIZACIÓN: Esta viralización causa un grave perjuicio a la víctima acosada, quien


además de sufrir por la conducta discriminatoria en sí, sufre un daño mayor por la
difusión de esa información difamatoria.
2- NO HAY DERECHO AL OLVIDO: realmente no existe tal cosa como el derecho al olvido,
pues por más de que se borre la información difamatoria publicada, si otra persona ya
la guardó, comentó o compartió, ésta seguirá difundiéndose. A su vez, los registros de
navegación guardan datos, provocando que no se pueda garantizar la verdadera
desaparición de la información
3- FALSA SENSACIÓN DE ANONIMATO: Nadie hace ciberbullying cara a cara todo ocurre
en el anonimato. Esta “falsa” sensación de anonimato genera una también “falsa”
sensación de minimización de la agresión, provocando que un sin número de personas
puedan sumarse, multiplicando el círculo de sujetos agresores.
4- DIVERSOS DISPOSITIVOS PARA EL HOSTIGAMIENTO: El ciberbullying se puede realizar a
través de diversos medios electrónicos.
5- NO REGISTRO DEL OTRO: Al realizar ciberbullying, en cambio, se desconoce el impacto
inmediato que genera en la víctima y esto hace que se profundice la humillación.

Los perfiles que utilizan los agresores, por lo general, no se condicen con los perfiles de estas
mismas personas en la vida real.

En el ciberbullying hay tres actores. El acosador, la víctima y los espectadores.

Formas de Ciberbullying
1- Hostigamiento: envío de imágenes denigrantes, seguimiento a través de software
espía, envío de virus informáticos, elección en los juegos online del jugador menos
habilidoso para ganarle constantemente humillando a la víctima ante otros.
2- Exclusión: denegación a la víctima del acceso a foros, chats o plataformas sociales.
3- Manipulación: uso de información de redes sociales para modificarla y difundirla fuera
del contexto en el que se la encontró.

Consecuencias

Cualquier tipo de discriminación implica, como consecuencia, la humillación para la víctima.


Pero al producirse en redes sociales o servicios de mensajería instantánea, las consecuencias
se potencian expandiéndose.

Para la víctima: la viralización del contenido logra que el dato o información difamatoria llegue
a una cantidad mayor de personas, extendiéndose la humillación y perdurando en el tiempo.

Para el victimario: en el caso de que se detecte al victimario, queda un registro de su accionar y


se asociará su perfil con lo acontecido tanto en el presente como en el futuro.

Para todos los espectadores: en la web las publicaciones no se olvidan ni desaparecen. La


información perdura por fuera del contexto de los protagonistas, provocando que el perjuicio
que sufre la víctima continúe indefinidamente, sin importar que el agresor o cómplice se haya
arrepentido o que la víctima haya podido superar lo ocurrido. El acoso se vuelve una “cicatriz”
que perdurará en su reputación online tanto en el presente como en el futuro. Por ejemplo,
ante una futura búsqueda laboral la agresión podría volverse un antecedente a considerar por
un posible empleador.

Cómo detectar casos

Las víctimas de ciberbullying suelen manifestar cambios en su conducta, principalmente


tristeza o depresión, sufriendo variación en su rendimiento escolar. Generalmente, están
permanentemente en contacto con dispositivos electrónicos para mantenerse al día sobre las
publicaciones que hacen sobre ellos en las redes sociales y otros medios. El inquietante deseo
de estar a solas en sus habitaciones es un síntoma que se presenta frecuentemente. Los
adultos deben estar atentos a los cambios de conducta o estado de ánimo de los chicos para
poder ayudarlos y acompañarlos.

Prevención y Acción

1- Diálogo: mantener una charla abierta con los chicos que les permita expresar aquello
que les ocurre sirve para detectar en forma temprana los casos de ciberbullying.
2- No minimizar ni exagerar la situación.
3- Actuar escuchando las necesidades de los niños.
4- Alentar el diálogo sobre el tema con el grupo de pertenencia.
5- Desalentar la venganza.
6- Evitar que los chicos compartan información difamatoria de otros.
7- . Participación en las redes sociales.
8- Utilizar las herramientas que brindan las redes sociales para reportar el acoso o
bloquear al acosador.
9- . Consultar con organismos autorizados.
Gente recién me puedo poner de lleno con este TP. El primer párrafo lo voy a modificar ya
que Andrés Vernazza no tiene publicaciones en Instagram que no sean sus videos de ticktok, ni
tampoco hace publicaciones q redirijan a su página web de manera frecuente.

Por otro lado, había que utilizar 3 conceptos distintos de los que vimos en clases lo hay uno (el
concepto de Selfie) en el drive, no se si los otros dos lo tienen hechos y no los subieron, porque
hay un arte que dice completar.

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