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Mg.

Mario Baeza Cáceres


Los músculos del tronco, denominados
tradicionalmente como “abdominales”, están
formados por un complejo entramado de
músculos dispuestos a modo de capas
superpuestas, cada uno con una función
específica pero funcionalmente asociadas entre
ellos.
Estos músculos profundos del abdomen forman
lo que mecánicamente se conoce como “core”.
Se trata de un bloque funcional que
proporciona estabilidad y protección a la
columna, al tiempo que transmite con mejor
eficacia las fuerzas entre el tren superior y el
inferior.
De este grupo de músculos obtienes la mayor
parte de la fuerza de tu cuerpo: los utilizas, por
ejemplo, para patear una pelota, levantar un
objeto pesado, mantenerte de pie, etc.
Entre estas funciones destacan:

Estabilización del tronco y mejora de la postura


corporal.
Mantener el equilibrio.
Transmisión de fuerzas y de movimientos.
Mejora de la propiocepción.
Servir de protección para la región abdominal.
Estabilizar el tronco y mejorar la postura
corporal

El core es el principal responsable de


mantener erguido nuestro
cuerpo cuando estamos de pie o
sentados, además de mantener su
postura cuando estamos en otras
posiciones.
Nuestra postura corporal depende en
gran medida del buen estado de la
musculatura del core, ya que las
descompensaciones o la falta de
entrenamiento de la misma se podrán
traducir en la adopción involuntaria de
una mala postura corporal.
Y como el cuerpo humano es una
cadena, la adopción continuada de una
mala postura terminará derivando en la
aparición de dolores y de otro tipo
de problemas físicos.
Mantener el equilibrio

Directamente relacionado con la estabilización del tronco,


encontramos que el core es también responsable de
mantener nuestro equilibrio.
Cuando practicamos un deporte podemos saltar, tirarnos al
suelo y levantarnos, inclinarnos hacia los lados… en definitiva,
hacer cualquier tipo de movimiento. Para poder mantener el
equilibro en todas estas situaciones es necesaria la actuación
del core.
Esta mejora en el mantenimiento del
equilibrio supondrá una mejora en
cualquier acción que realicemos a lo
largo de nuestro día.
Transferir las fuerzas y el movimiento
Algo que también hemos nombrado anteriormente es
que el core es el nexo a través del cual se transmiten la
mayor parte de los movimientos corporales y de la fuerza
que realizan las articulaciones.
En los casos en los cuales el core no se encuentra en un
estado óptimo de forma, esta transferencia no se va a
realizar de manera efectiva y, por lo tanto, va a repercutir
de manera negativa en los movimientos realizados.
Si el core no se encuentra
entrenado, estos movimientos no
serán fluidos, su potencia no será la
adecuada, y un mayor número de
músculos se verán obligados a
realizar esfuerzos mayores de lo
que les corresponde.
Mejorar la propiocepción
La propiocepción es un sentido
que se encarga de hacer sentir a
nuestro cuerpo la posición en la
cual están situados los músculos, o
dicho de otro modo, tener
conciencia de nuestra posición
corporal en el espacio.
La actividad propioceptiva
beneficiada por el entrenamiento
del core se verá potenciada
cuando nos encontremos
sobre superficies inestables (algo
que podremos aplicar a una gran
cantidad de deportes).
Actúa a modo de protección de
nuestro torso
Los músculos son la capa externa y visible
de nuestro cuerpo, y ello les convierte en
la primera barrera de protección con la
que cuentan los órganos internos.
Entre estos órganos encontramos el
estómago, los intestinos o los riñones,
entre otros. Ante la ausencia de
huesos que los protejan, la musculatura
del core va a ser la encargada de realizar
esta función en caso del golpes, caídas,
punzadas…
Cuanto más fuerte sean los músculos del
core, mayor protección ofrecerán a estos
órganos, siempre dentro de sus
posibilidades.
Como puedes ver sus funciones van
mucho más allá de lucir un buen
abdomen en una foto.

Hablamos de estabilidad, hablamos de fuerza,


hablamos de corregir la postura y hablamos
de evitar lesiones y dolores tan comunes como
la lumbalgia.
Rutinas CORE

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