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Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 11, Nº 32, 2012, p.

119-140

Think Tanks, saber experto


y formación de agenda política
en el Chile actual*
Juan Pablo Pinilla
Universidad de Chile, Santiago, Chile. Email: jppinilla@ug.uchile.cl

Resumen: El artículo indaga en los canales de influencia de los centros de


estudio privados o think tanks en el proceso de formación de agenda política en
Chile. Un esquema de clasificación para las organizaciones existentes en el país es
propuesto, caracterizando los rasgos de centros académicos, centros de apoyo, cen-
tros partidarios y centros de gestión. Se busca describir el desenvolvimiento de las
distintas organizaciones y determinar el rol de la gestión de saber experto en la
definición de asuntos para la agenda política.
Palabras clave: Think Tanks; Políticas de la Experticia; Saber Experto;
Agenda Política.

Think tanks, expert knowledge and political agenda


setting in Chile today
Abstract: The paper explores the channels of influence of think tanks in
the process of political agenda setting in Chile. A classification scheme for
organizations in the country is proposed, characterizing the features of academic
think tanks, advocacy think tanks, party think tanks and contract think tanks. It
seeks to describe the performance of different types of organizations, and determi-
ne the role of knowledge expert management in defining issues of the political
agenda.
Key words: Think Tanks; Politics of Expertise; Expert Knowledge; Political
Agenda.

Think tanks, conhecimento especializado e definição da


agenda política no Chile hoje
Resumo: O artigo explora os canais de influência dos think tanks no
processo de definição de agenda política no Chile. Um esquema de classificação
para as organizações no país é proposto, caracterizando as características de gru-
pos de reflexão acadêmica, a defesa think tanks, grupos de reflexão e festa contrato
think tanks. Pretende-se descrever o desempenho de diferentes tipos de
organizações, e determinar o papel de especialista em gestão do conhecimento na
definição de temas da agenda política.
Palavras-chave: Think tanks; Política de especialização; conhecimento
perito; agenda política.

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Introducción
En un mundo cada vez más interconectado, las políticas públicas,
sean originadas en gobiernos, por influencia de grupos empresariales, enti-
dades supranacionales, organizaciones no gubernamentales, actores priva-
dos o alguna combinación entre estos, representan un medio de interven-
ción cada vez más relevante en la sociedad (Wedel et. al., 2005: 31). Ac-
tualmente la formulación de políticas congrega a una red heterogénea de
actores más o menos dispersos, vinculados entre sí por relaciones de poder,
recursos, ideologías e influencias interdependientes. Es en esta articula-
ción donde el Estado ya no se relaciona a una esfera pública amorfa, sino,
y cada vez con más frecuencia, con “actores corporativos que disponen de
sus propias bases de poder” (Willke, 2006: 185). Los distintos colectivos
de la sociedad civil buscan hacerse partícipes del proceso político y jugar
un rol importante –aunque a menudo difuso e indirecto– en la configura-
ción de los asuntos públicos. En este marco han ganado visibilidad nuevos
actores privados. Tales referentes tienden a circular por fuera de las institu-
ciones académicas tradicionales, formando organizacionales de diverso giro,
entre las que se hallan firmas consultoras, entidades internacionales, orga-
nizaciones no gubernamentales, y centros de estudio privados o think tanks.
Con un incremento sostenido durante las últimas cuatro décadas, los
así denominados think tanks se encuentran hoy entre las más activas insti-
tuciones expertas con interés por la política pública; especialmente en paí-
ses como Estados Unidos, Canadá y Gran Bretaña, donde representan agen-
tes gravitantes del escenario político (Abelson, 2009; Rich, 2004; Abelson
& Carberry, 1998). Abocados de manera general al ejercicio de asesora-
miento e influencia, su presencia se ha multiplicado alcanzando unos seis
mil cuatrocientos centros repartidos por 120 países (McGann, 2011). Una
de las razones que explican su protagonismo se asocia a la abundancia cre-
ciente de informaciones que deben procesar los tomadores de decisiones,
frente a lo cual se vuelve imprescindible contar con referentes donde obte-
ner consejos oportunos y análisis de controversias públicas (Limoges, 1993).
Frente a esto, el recurso al saber experto se ha tornado recurrente en las
distintas fases del proceso político en regímenes democráticos (Fisher, 2009).
En los intersticios del vínculo entre Estado, partidos políticos y so-
ciedad civil, los think tanks se han destacado como detentadores de deter-
minada expertise. Uno de los ámbitos en los cuales parecen desempeñarse
con relativo éxito dice relación con la tematización y visibilización de te-
mas públicos. ¿Cómo los think tanks locales participan de la definición de
agendas? ¿Es posible hallar particularidades en las intervenciones de las
distintas organizaciones? ¿Qué lugar tiene la expertise gestionada en los
centros y cómo sus expertos logran obtener mejores oportunidades para
colocar temas en el debate político? Son algunas de las cuestiones que guían
el texto.

Para abordar estos problemas se introduce en primer lugar la noción


de “políticas de la experticia”, con objeto de aludir a los nuevos
condicionamientos que modelan la formulación de políticas en la actuali-

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dad. Luego se hace referencia a los think tanks, en tanto organizaciones


especializadas en la gestión de conocimiento experto. Haciendo uso de una
tipología que ordena los centros de estudio privados locales según sus orien-
taciones académicas (academic think tanks), de apoyo (advocacy think
tanks), de gestión (contract think tanks) y partidarias (party think tanks);
se analiza el desenvolvimiento de los think tanks en la construcción de
agenda política, identificando sus medios de intervención e influencia. El
artículo cierra con una reflexión sobre el proceder de los centros de estudio
y la gestión de la experticia en el horizonte de la participación ciudadana y
la calidad de la democracia en Chile.

Políticas de la experticia y think tanks


En la actualidad es posible constatar que la premisa “normativa”
que guía la toma de decisiones democrática comparte espacio con premisas
de tipo “cognitivas”, sustentadas en la creencia de que las decisiones de los
asuntos públicos pueden basarse en conocimientos y consideraciones de
experticia (Willke, 2007: 35-6). Los recursos que ofrece la ciencia aplicada
se incorporan la formulación de políticas, dando lugar a espacios para que
una experticia individual o colectiva tome parte en la deliberación de la
política pública.
La provisión de evidencia oportuna para la toma de decisiones ad-
quiere entonces relevancia crítica (European Commission, 2008; UNESCO
& ISSC, 2010; Duflo & Takavarasha, 2010). Las investigaciones técnicas,
se asegura, brindan lineamientos que pueden llegar a permear y transfor-
mar los modos de pensar los temas de política, tanto a nivel de la opinión
pública como de las autoridades electas (Rich, 2004). Las “ideas” pueden
incentivar la acción proveyendo “hojas de ruta” particulares en los dilemas
de política; empujando a los encargados de la toma de decisiones a seguir
direcciones precisas y brindándoles buenas razones para adoptar determi-
nados cursos de acción (Campbell, 1998). Para esto el recurso a la experticia
resulta fundamental, en la medida que permite dotar de credibilidad técnica
un saber que puede servir de base para la deliberación entre las autoridades.

En el marco de una gradual extensión de políticas basadas en


experticia, la “gestión de saber experto” sirve como vía de traducción entre
evidencia científica y decisión política al momento de evaluar alternativas
(Pinilla y Godoy, 2010). Bajo estas nociones, la idea de políticas basadas
en experticia alude a un marco para la discusión de los asuntos públicos
caracterizado por (a) la aparición de organizaciones público-privadas con
interés por la definición de lo público; (b) la incorporación de un “actor
experto” al juego político; y (c) la emergencia de un medio simbólico de-
nominado “experticia”.

En el contexto latinoamericano el auge de las políticas de la experticia


se ha manifestado en un creciente número de expertos, en general ligados
al área económica y financiera, que pasan a ocupar posiciones gravitantes

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en el sector público y privado, especialmente desde la década del sesenta


en adelante (Centeno & Silva, 1998; Markoff & Montecinos, 1994; Cente-
no, 1993). Es así como se expande un nuevo recurso para otorgar validez y
razonabilidad técnica a la formulación de políticas. Cabe indicar, en esta
dirección, que la “experticia” no se funda en un conocimiento neutro en
términos normativos o valóricos: su vara de medición está lejos de los
estándares de producción científica de la academia. Todavía más, cuando
un actor social o una organización ofrecen su experticia en una materia
determinada, el valor de ésta no radica en atributos de verdad o falsedad.
Como indican autores,

“no se trata de un conocimiento teórico propio de la academia y de


las universidades, sino de un tipo de subproducto experto dirigido a
quienes toman decisiones y cuyo objetivo es su aplicabilidad en el
terreno práctico” (Gárate, 2008: 68).
En efecto, existe cierto acuerdo en señalar que la experticia no fun-
da su efectividad en la cualidad de verdad del saber (Fischer, 2009: 143),
sino más bien en su aplicabilidad en servicio de ciertas decisiones o accio-
nes (Limoges, 1993). La experticia puede comprenderse, en consecuencia,
como una forma elaborada de la influencia social, que ha conseguido cierta
especialización al apoyarse en un marco institucional y en organizaciones
particulares, una de las cuales son los think tanks.

Los think tanks han llegado a representar, en efecto, las organiza-


ciones más numerosas dedicadas a la investigación y asesoría en políticas
(Abelson, 2009; Rich, 2004). A menudo se los ha considerados como cen-
tros de pensamiento cuyo fuerte reside en la especialización temática y la
expertise que desarrollan en ámbitos de política particulares (McGann,
2008). Se caracterizan por ofrecer orientaciones y consejos técnicos a par-
tidos políticos y gobiernos de turno, así como por establecer vínculos con
variados actores, entre ellos universidades, grupos de interés, fundaciones,
organizaciones no gubernamentales, sindicatos, y gremios empresariales.
Con independencia de los éntasis puestos por los autores (Cf. Rich,
2004: 11; Bellettini, 2007: 113; Uña, 2007: 180), los think tanks pueden
definirse como organizaciones privadas –centros, institutos, fundaciones–,
que, manteniendo cierta autonomía, aspiran a la intervención en políticas
públicas y la influencia en la toma de decisiones por medio de la produc-
ción de ideas y la gestión de experticias (Pinilla y Godoy, 2010). En Amé-
rica Latina organizaciones de estas características no aparecen sino hasta
inicios de los años sesenta. Pero es durante los procesos de transición de-
mocrática cuando los think tanks y centros de estudios comienzan a tener
protagonismo en la región (Brunner, 1985; Puryear, 1994; Gárate, 2008).
Durante la década de 1990 se asiste a lo que podemos denominar una terce-
ra generación de centros. El retorno a la democracia permite la difusión de
actores privados, entre ellos think tanks y expertos vinculados a las refor-
mas económicas y al diseño de un nuevo marco institucional (Belletini,
2007: 114). Las investigaciones sobre la experiencia chilena han puesto

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especial atención en los casos de la política económica, subrayando la pre-


sencia de los denominados Chicago Boys, los Monjes del CIEPLAN y otros
expertos que participaron en instituciones privadas y luego se desempeña-
ron activamente durante los Gobierno de la Concertación (Gárate, 2010;
Silva, 2006, 1991).

Valiéndonos de un criterio de operacional, se ha aplicado una clasi-


ficación que permite visualizar las diferencias entre los think tanks chile-
nos; considerando que estas organizaciones han debido adaptar sus medios
y canales de influencia a distintos ámbitos, especializando funciones y de-
finiendo prioridades. El esquema busca identificar funciones prioritarias,
sacando a la luz los rasgos más distintivos de cada organización.1

Figura 1. Esquema de clasificación de think tanks en Chile

Fuente: Pinilla y Godoy (2010). Datos en sitios web y entrevistas de los autores.

El grueso de organizaciones registradas asume la forma de “centros


de apoyo” o advocacy think tanks; esto es, instituciones que otorgan un
respaldo experto a la promoción de ideas y valores de los distintos actores
involucrados en la definición de los asuntos públicos. Los “centros partida-
rios” o party think tanks pueden considerarse una variación de los anterio-
res, sólo que aquí el vínculo con un partido político específico es directo y
generalmente explícito. En centros de gestión o contract think tanks sólo
califica una organización, en parte por sus similitudes con oficinas de
consultoría y de asesorías, que carecen de pretensiones de incidencia sobre
la esfera pública y poseen más bien fines de lucro. Finalmente, los academic

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think tanks o también llamados “universidades sin estudiantes” están mar-


cados por un desarrollo en el área de investigación y publicación (propias o
de terceros). Se caracterizan por una fuerte confianza en académicos e in-
vestigadores, financiados principalmente por el sector privado, y estudios
en detalle como principal producto.

Los distintos centros han colaborado a la formación de un diálogo


político, generando alternativas y opciones para los tomadores de decisio-
nes. Sin embargo, las intervenciones se realizan de diferentes maneras y en
distintas etapas del ciclo de políticas. A continuación se expondrán los
medios de influencia característicos de las distintas organizaciones, poniendo
el foco en el proceso de formación de agenda y priorización de asuntos
para la política.

Think tanks y formación de agenda política


Think tanks y gestión de la experticia

¿A qué se debe que algunos asuntos lleguen a formar parte de las


prioridades de los gobiernos, mientras que otros quedan olvidados o son
pasados por alto? Esta tal vez sea una de las principales interrogantes del
estudio del ciclo de políticas públicas, y uno de los aspectos que cualquier
analista debe tener en consideración hoy (Howlett & Ramesh, 2003). El
cómo emergen y llegan a definirse los asuntos públicos tiene consecuen-
cias a la hora de proponer alternativas y formular políticas. Como han des-
tacado los investigadores, la temprana definición de los temas, su
visibilización y problematización, dice mucho respecto a los modos de re-
solución pertinentes (Kingdon, 1995; Rich, 2004).

El concepto de “agenda” puede ser comprendido como el listado de


temas y problemas a los cuales oficiales de gobierno, y agentes
extragubernamentales fuertemente vinculados a ellos, se encuentran pres-
tando atención en un momento dado (Kingdon, 1995: 3). De este modo, la
formación de agendas propone llamar la atención sobre el proceso dinámi-
co de visibilización y reconocimiento de temas para la política (Howlett &
Ramesh, 2003: 120ss). El interés estriba entonces en especificar el rol de
los think tanks locales en el establecimiento de la agenda política, compa-
rando el desempeño y particularidades de cada tipo de organización.

Debe considerarse que los centros tienen un interés creado en dar la


impresión de que ejercen una influencia importante, por lo que es fácil
sobreestimar el éxito de sus ofertas de experticia (Abelson, 2007). Ante
esto, resulta razonable partir del supuesto que los think tanks poseen dife-
rentes grados de influencia, y que utilizan canales específicos para hacer
valer sus intereses y “fijar la agenda” (Braun et. al., 2007).
En el caso de los centros de apoyo, sus actividades se encuentran
estrechamente ligadas a la prestación de experticia a programas políticos

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amplios. El vínculo ideológico que sostienen con grupos de interés, suma-


do a su dependencia de fuentes de financiamiento, hace que uno de los
desafíos de los centros sea garantizar una autonomía suficiente, de modo
tal que su imagen pública no se vea afectada de manera permanente. En
efecto, muchas de estas organizaciones reciben recursos de entidades inter-
nacionales como la Fundación Hanns Seidel, de orientación socialcristiana
conservadora; la Fundación Friedrich Ebert, de cariz socialdemócrata y
ligada al Partido Socialista; la Fundación Konrad-Adenauer, de corte
socialcristiano vinculado a la Democracia Cristiana; o la Fundación Rosa
Luxemburgo, ligada al Partido Comunista.

En el país estos centros tradicionalmente se alinean a conglomera-


dos políticos. Libertad y Desarrollo ha sido, por ejemplo, el principal refe-
rente en la prestación de experticia técnica y suministro de ideas a la Alian-
za por Chile y la Coalición por el Cambio. Uno de sus fundadores, Cristián
Larroulet, pasó a formar parte del Gobierno de Sebastián Piñera en calidad
de Ministro Secretario General de la Presidencia. Representando uno de
los think tanks más importantes de Chile y América Latina, hoy forma par-
te, junto con el Instituto Democracia y Mercado, de la Red Liberal de Amé-
rica Latina (RELIAL), una plataforma para fortalecer la cooperación y co-
laboración de instituciones de la región de corte liberal.
Otra organización importante corresponde a la Corporación
Expansiva, organización fundada por el ex Ministro de Hacienda Andrés
Velasco. En el centro confluyeron sectores socialdemócratas y liberales, y
se caracterizó por tener una importante injerencia en el Gobierno de Michelle
Bachelet (Silva, 2007). Luego, bajo el Directorio de Jorge Marshall, la
organización se vinculó al Instituto de Políticas Públicas de la Univer-
sidad Diego Portales, refundando Expansiva-UDP. Esta configuración,
única en el país, hizo de Expansiva un centro con carácter de difusión
académica hasta mediados de 2010, cuando la alianza se rompió debido
al interés de la universidad por acentuar el carácter académico de sus
programas.
CIEPLAN representa uno de los centros de apoyo de mayor gravita-
ción en la historia del Chile actual. Fundada por figuras de la política na-
cional tales como Alejandro Foxley, José Pablo Arellano y René Cortázar,
fue históricamente asociado a la gestión tecnócrata de la experticia sobre
políticas económicas durante la transición democrática (Gárate, 2010; Sil-
va, 1991). Hoy en día abocado a instalar y difundir una agenda de creci-
miento y equidad para Latinoamérica, CIEPLAN sigue concertando a im-
portantes asesores y expertos del espectro político, entre ellos Eugenio
Tironi, Patricio Meller y Francisco Javier Díaz.

Un aspecto clave en la gestión de experticia de estas organizaciones


dice relación con el manejo mediático y la construcción de una imagen
pública. Con este propósito, los centros se han especializado tanto en la
difusión de sus productos como en la intervención en medios de comunica-
ción. Dentro de lo primero, se pone énfasis en la simplificación del conoci-

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miento experto y su difusión a través de diversas series de publicaciones.


Como indicó uno de los consultados,

“el trabajo científico o académico también debe tener una dimen-


sión de vulgarización, en circunstancias en que hay que saber
masificar un conocimiento complejo” (Alfredo Joignant, Corpora-
ción Expansiva).

De este modo, publicaciones como Estudios y Propuestas de


CIEPLAN, Serie en Foco de Expansiva, Temas Públicos de Libertad y
Desarrollo, Colección Ideas de Chile 21, han logrado llegar a una audien-
cia heterogénea, formada por asesores, decisores políticos, parlamentarios,
investigadores y expertos de entidades internacionales.

En lo relativo a la exposición mediática, los centros de apoyo han


desplegado esfuerzos para que sus académicos aparezcan con frecuencia
en periódicos y portales Web. Los expertos expresan opiniones
institucionales e individuales sobre un amplio espectro de temas de política
coyuntural y de mediano plazo. Ejemplo de ello es la sección de columnas
de opinión que La Segunda ha dedicado a expositores de think tanks nacio-
nales, así como columnistas estables en medios como El Mercurio, La Ter-
cera y El Mostrador.

La aproximación a los temas de agenda en tales centros emana des-


de preceptos normativos generales, como son los contenidos en las decla-
raciones de principios de las organizaciones. Comúnmente aluden a pautas
valóricas que decantan en lineamientos para inspirar la labor del think tank:
gremialistas, social demócratas, libertarios, liberal cristianos, etc. En cier-
tos casos remiten a la figura de un actor político de renombre, y en otros a
grupos de interés que apoyan el centro vía transferencia de recursos –bajo
la figura de donaciones corporativas o desde personas naturales–. La ex-
presión de esta matriz ideológica permea las investigaciones, así como sus
intervenciones en la agenda.
Los centros suelen operar además como sedes de reunión entre figu-
ras prominentes de la política local e internacional. Brindar esta plataforma
les otorga acceso a encargados de la toma de decisiones, permitiendo pre-
sentar sus ideas y garantizar una recepción positiva de las recomendacio-
nes. El énfasis recae sobre los contenidos de la agenda gubernamental y
parlamentaria, donde los asuntos reciben un tratamiento técnico por parte
de los think tanks, bajo la forma de análisis de coyuntura política, comenta-
rios y propuestas específicas.
Los centros partidarios, por su parte, representan una especializa-
ción de las formas organizacionales anteriores. Su aparición se vincula a
requerimientos de gestión de saber experto para apoyar a los representan-
tes de partidos políticos, y a la profesionalización del ejercicio de la políti-
ca en general (Silva, 2006; Joignant, 2004). En efecto, los party think tanks
se configuran cubriendo el espectro ideológico y partidario del país. Sus

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esfuerzos se canalizan en la síntesis y reelaboración de asuntos de política,


más que llevar a cabo investigaciones originales. Dado que existe la idea
de un proyecto político compartido, los think tanks deben poder generar
una identidad propia, conservando su autonomía y carácter pese a la rela-
ción que mantienen con un partido político en concreto. Con este fin se han
adoptado estrategias para generar una imagen pública propia, así como es-
fuerzos para la consecución de financiamiento y un patrimonio indepen-
diente.

El partido provee a los think tanks de acceso a parlamentarios y


miembros de Gobierno a nivel central y local. En este sentido, la gestión de
su experticia recorre redes que tienen menos relación con la opinión públi-
ca y una mayor concentración en autoridades políticas. Especialmente rele-
vante es llegar a los formuladores de política, a los cuales el centro ofrece
una asesoría confiable y puntual sobre asuntos de la coyuntura. En conjun-
to con los centros de apoyo, los think tanks partidarios han trabajado de
cerca en la agenda parlamentaria. Con este objeto organizaciones como el
Instituto Liberad, la Fundación Jaime Guzmán y Libertad y Desarrollo par-
ticipan en la asesoría a parlamentarios de coaliciones políticas afines.

Ahora bien, el rasgo distintivo de los centros partidarios se juega en


una prestación proactiva, asociada a intervenciones y trabajo de formación
con jóvenes. Como sostiene un informante,

“nosotros, a diferencia de otros centros de estudio ‘puros’ por decir-


lo así, no somos un tradicional think tank, sino que somos un think
‘and do’ tank. Somos un think tank que tiene esta otra pata en el do,
algo ‘ejecutivo’ por llamarlo así” (Jaime Bellolio, Fundación Jaime
Guzmán).

Los medios para influir en la agenda política no se limitan entonces


a la provisión de ideas y recomendaciones, sino que además existe una
colaboración práctica en candidaturas, campañas electorales, enrolamiento
de personas para cargos en el Gobierno, entre otras actividades. Puede sos-
tenerse, en este sentido, que los think tanks partidarios gozan de capacida-
des instaladas para la generación y renovación de capital político. Centros
de distinto color organizan periódicamente talleres, cursos de verano, se-
minarios y actividades de extensión para difundir concepciones políticas.
Ejemplo de ello es Jóvenes al Servicio de Chile, un programa de la Funda-
ción Jaime Guzmán destinado a jóvenes que deseen trabajar voluntaria-
mente en municipalidades e instituciones públicas, y el Bachillerato en Ser-
vicio Público, curso complementario a la formación universitaria basado
en los ideales de la fundación.

En síntesis, la labor de estos think tanks se ha especializado en el


establecimiento de vínculos de co-dependencia con partidos políticos
(Baier & Bakvis, 2007). La gestión de la experticia se halla aquí ligada
a la formación de capital político y a acciones que vinculan líderes uni-
versitarios, dirigentes sociales y sindicales. En esta tarea, ICAL, Insti-

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tuto Libertad, Avance y Fundación Jaime Guzmán han logrado una im-
portante experiencia.

Los centros de gestión guardan fuertes similitudes con organizacio-


nes que, bajo la oferta de saber técnico, trabajan en asesorías de imagen,
comunicación y consultoría a organismos públicos y privados. Tal es el
caso de firmas como Imaginaccion Consultores y Asesorías para el Desa-
rrollo. Sin embargo, en el caso de los contract think tanks existen dos ras-
gos que permiten su discriminación: el interés por los asuntos públicos más
allá de lo que la contraparte pueda solicitar, y su carácter no orientado al
lucro. Son estas dos características las que hacen de Fundación Paz Ciuda-
dana un centro de gestión.
Si bien la organización surge en un comienzo como un centro de
apoyo, con un fuerte sesgo ideológico imprimido por la elite empresarial –
principalmente por su presidente y fundador, Agustín Edwards Eastman–, a
mediados de los noventa comienza a adquirir mayor interés por la política
pública desde un punto de vista técnico. Su labor recae hoy sobre la inves-
tigación, evaluación y asesoría en materia de políticas de prevención del
delito y la criminalidad. Como declara un informante:

“el lugar que ocupa la fundación es el de un ente de una trayectoria


tal que apunta a contribuir, independientemente del color político de la
autoridad en el Gobierno, técnicamente con conocimiento e información. Y
estoy usando dos palabras que no son azarosas para nosotros: conocimien-
to e información. Información: encuestas, datos. Pero también conocimien-
to, que tiene que ver con aquello que se ha aprendido y que contribuye a
hacer mejor las cosas” (Patricio Tudela, Fundación Paz Ciudadana).

Los centros de gestión se caracterizan por respaldar su trabajo en


estudios técnicos, muchos de ellos especializados, con lo cual evalúan in-
tervenciones gubernamentales y realizan sugerencias de diseño a un nivel
de especificidad que otros centros difícilmente pueden alcanzar. Las activi-
dades de las organizaciones por lo general se coordinan con agencias de
gobierno especializadas en ciertas áreas de política. En el caso citado, a
través de colaboraciones con el Ministerio del Interior, el Ministerio de
Justicia y el SENAME.

Los denominados centros académicos, por último, se distinguen por


un desenvolvimiento público fuerte, que conjuga preceptos ideológicos
débiles con elementos de producción e investigación similares al trabajo de
centros de estudio universitarios. No obstante, a diferencia de estos últi-
mos, los think tanks no poseen restricciones disciplinarias ni de acceso a
actores políticos. Por otro lado, si bien manifiestan lineamientos ideológi-
cos, las normas profesionales que rigen la gestión de su experticia suelen
ser mayores en relación a los centros de apoyo. Al igual que los centros de
gestión, los academic think tanks desarrollan cierta especialización temáti-
ca. Tal es el caso, por ejemplo, del CEM y las investigaciones aplicadas en
género; el CENDA y los temas de coyuntura económica y laboral; y la CPU

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para el área de educación. No obstante, tanto la cobertura como las pers-


pectivas para abordar sus campos de interés suelen ser más amplias y trans-
versales que el filtro técnico de los centros anteriores.
Tal vez el rasgo que mejor representa a los centros académicos sea
su capacidad para instalar agendas de trabajo propias, con extensiones de
mediano y largo plazo. Esto representa un logro importante, si se considera
que los tiempos de la política pública y el debate político suelen fundarse
en sucesivas coyunturas. La extensión temporal de la labor de los centros
académicos les ha dotado de continuidad en sus propuestas, además de
investigadores con dedicación completa y gran experiencia en los temas de
su experticia. Como afirma una voz experta,
“si tú revisas nuestras revistas y nuestras publicaciones en general
no son tan coyunturales. El mayor evento coyuntural es la encuesta
CEP. Pero desde el punto de vista de nuestra investigación, salvo
excepciones, cuando un investigador tiene ventajas comparativas
en un área específica, esta es pensada en el mediano y largo plazo”
(Harald Beyer, Centro de Estudios Públicos).

Con independencia de los énfasis de cada organización, los centros


académicos invierten ingentes recursos en la realización de las actividades
de extensión y difusión. Suelen ser anfitriones recurrentes de foros, debates
y seminarios, especialmente para audiencias académicas, investigadores en
formación y estudiantes universitarios.

En Chile, los centros académicos han encontrado nuevas oportuni-


dades para influir en los temas de la agenda política desde la apertura de
comisiones tanto a nivel presidencial como ministerial. En efecto, estas
instancias han dado espacio a la inclusión de expertos de diverso signo en
la discusión de problemas públicos (Aguilera, 2009, 2007), entre ellos a
miembros de equipos directivos e investigadores asociados a los think tanks
locales. Uno de los casos mejor estudiados corresponde a los Consejos
Asesores Presidenciales, convocados durante la presidencia de M. Bachelet
para el estudio y construcción de propuestas de política en ámbitos clave
de la agenda país. Su composición cuenta con la presencia de figuras de
renombre de los principales centros académicos y de apoyo; donde los think
tanks intervienen incorporando a sus expertos, aportando con informes y
artículos de los puntos en debate, delineando propuestas y participando en
las audiencias.

Think tanks, sus vías de influencia y principales productos


Un ambiente altamente competitivo, demandas de experticia y pro-
visión de recursos, incentiva a los think tanks locales a desarrollar estrate-
gias para hacer valer sus intereses en las distintas instancias del proceso de
políticas, garantizando la gestión exitosa de su experticia. Cabe constatar
que existen particularidades en los medios de intervención utilizados por
los distintos tipos de centros. Variaciones que, desde luego, van asociadas

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al tamaño y disponibilidad de recursos financieros y humanos; aunque des-


de un punto de vista operativo, el esquema de clasificación propuesto pro-
porciona una panorama de sus vías de influencia y productos.
Los think tanks pueden mejorar sus oportunidades de influencia en
la medida que los productos de su experticia sean utilizados de manera
directamente relevante a los propósitos para los cuáles han sido diseñados
(Campbell, 1998: 154). De este modo, los centros poseen variaciones no
sólo a nivel de sus orientaciones políticas e ideológicas, sino además res-
pecto a la función preponderante que desempeñan. Ejemplo de ello son sus
prácticas a nivel de la comunicación y difusión de las ideas. Un buen mane-
jo de las estrategias comunicacionales puede ayudar a acortar las brechas
entre la investigación desarrollada en los centros y la toma de decisiones en
políticas (Bellettini, 2007). En efecto, el desarrollo de capacidades
comunicativas y el mantenimiento de equipos periodísticos constituyen
una de las innovaciones de los think tanks. Esto les ha permitido la
exposición actualizada de sus actividades en la Web, su coordinación
con medios de prensa, la publicitación de sus propuestas y la
visibilización de sus expertos.

Mantener una imagen tal vez sea el principal valor comunicativo a


la hora de presentar ideas en el debate público. Para ello se vuelve funda-
mental que los centros ideológicos logren guardar cierta autonomía de los
grupos que los sostienen; de manera tal que su experticia sea evaluada en
sus propios términos. Asimismo, los centros de cariz académico intentan
cultivar una noción de imparcialidad frente a los asuntos que les competen.
Para ello echan mano a una serie de recursos, ligados a una presentación
rigurosa de los temas y a la apertura hacia diversas perspectivas. Las orga-
nizaciones partidarias, en cambio, por estar vinculadas a partidos políticos,
tienen asegurado un mayor acceso a actores con poder de veto. El manejo
de imagen pasa aquí menos por una noción de neutralidad que por la con-
fianza que puedan brindar a los actores que apoyan. Un ejemplo de esto
radica en la calidad y puntualidad de las asesorías ofrecidas a los parlamen-
tarios de bancadas afines. Situación distinta a la que experimentan, por
ejemplo, los centros de gestión, que deben mantener una imagen que mues-
tre equilibrio entre la calidad de sus estudios, el respaldo en certificaciones
y un perfil técnico.

Otro rasgo a destacar corresponde a la capacidad del centro para


establecer una agenda de trabajo propia. Ya se ha mencionado que la plani-
ficación estratégica es transversal a estas organizaciones. Sin embargo, los
think tanks se hallan sujetos a limitaciones de distinta índole. Los centros
de gestión por lo general poseen una agenda fuertemente vinculada a los
programas de las agencias ministeriales e instituciones encargadas de áreas
de política. Los think tanks partidarios, por su parte, ven comprometida su
agenda a las líneas programáticas de partidos y a actividades de formación
de capital político. Los centros de apoyo y académicos en general logran
construir agendas de trabajo de mediano plazo, aunque ciertamente condi-
cionadas por la coyuntura.

130
Juan Pablo Pinilla

Ahora bien, no cualquier producto es óptimo para toda ocasión. La


experticia como medio simbólico no posee un valor intrínseco, sino que es
actualizado según su eficacia. Los productos ofrecidos deben poder hacer
sentido entre los participantes de una controversia, y por lo tanto se some-
ten a escrutinio en cada ocasión (Limoges, 1993). Por este motivo, los think
tanks se han abocado a la elaboración de determinado tipo de recursos
según sus propósitos y capacidades. Lo que se denomina gestión de la in-
vestigación pasa a jugar un rol fundamental (Braun et. al., 2007).

Los criterios de selección temática, procedimientos investigativos y


características de los productos guardan diferencias entre los centros. Al-
gunas de las publicaciones más populares de los think tanks pueden aso-
ciarse a las categorías que Rich (2004) ha utilizado en su análisis del ámbi-
to norteamericano. Así, se observa un grueso de productos elaborados con
fines preventivos o de interés cognitivo frente a temas, y otros que contie-
nen connotaciones mayormente normativas sobre políticas específicas. Cada
uno de ellos aporta información relevante respecto a la cualidad de la
experticia gestionada en las organizaciones (Fig. 2).

Figura 2. Esquema productos en think tanks

Fuente: Elaboración propia

En las líneas de productos que exhiben los centros académicos


puede observarse la edición de revistas periódicas y libros con estudios
detallados de determinadas áreas de política. Las investigaciones pre-
ventivas (priming research) gozan de cierta popularidad al proveer per-
cepciones generales de cómo problemáticas sociales, políticas o econó-
micas pueden ser conducidas por los formuladores de políticas. De este
modo, su experticia constituye una fuente de ideas para el debate, popu-
larizando tópicos que en el corto plazo no siempre son factibles de re-

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Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 11, Nº 32, 2012

solución desde el punto de vista técnico y político. A través de la visua-


lización de problemas los documentos buscan concitar la atención de
autoridades; de modo que sus esfuerzos incluso preceden la incorpora-
ción de asuntos a la agenda. Los think tanks se valen así de símbolos de
autonomía y neutralidad, y sobresalen de otras organizaciones partidis-
tas.
En esta línea de trabajos se identifican productos de centros aca-
démicos y de apoyo, entre los que destacan Estudios Públicos del CEP,
Colección de Libros de CIEPLAN, Revista Proposiciones de SUR, y
Estudios Sociales de CPU. Las colecciones son utilizadas para catapultar
asuntos a la opinión pública y llamar la atención de las autoridades res-
ponsables.

Otra vertiente de productos se vincula mayormente a centros de


apoyo. Está representada por lo que se denomina investigaciones sobre
asuntos y opciones (issues and options research), y se definen por ope-
rar sintetizando dimensiones de problemas, para lo cual identifican ran-
gos de alternativas plausibles. Ofrecen un mayor contenido normativo,
en la medida que sus propuestas específicas suelen plantear justifica-
ciones sobre opciones políticas preexistentes. Caracterizados por una
menor extensión que los anteriores y por poseer un lenguaje simplifica-
do, destacan aquí documentos como Serie en Foco de Expansiva, Te-
mas Públicos del CEP, Revistas de la Fundación Paz Ciudadana, Asun-
tos Públicos del CED, Estudios y Propuestas de CIEPLAN, y Propues-
tas Públicas de Chile 21.

Think tanks partidarios y centros de apoyo elaboran además in-


vestigaciones de empuje (prodding research), que son aprovechadas para
alentar a los formuladores de política en ciertas direcciones. Bajo la
forma de columnas de opinión, reportes breves, apuntes y minutas, ofre-
cen recursos para respaldar u oponerse a determinados temas de la co-
yuntura, especialmente relativos a reformas a la legislación. Estudios
con estas connotaciones, son Ideas y Propuestas de la Fundación Jaime
Guzmán, Temas Públicos de Libertad y Desarrollo, Ensayos y Comen-
tarios de CIEPLAN y la Colección Ideas de Chile 21.
Los centros de gestión, por su parte, han implementado criterios
de especialización temática en sus productos. Estos a menudo fungen
como evaluaciones a propuestas y programas de gobierno, aportando
tanto en el monitoreo de las tareas como en el diseño de alternativas.
Documentos como Conceptos de Fundación Paz Ciudadana, Informe
Técnico Urbano de Fundación Jaime Guzmán y Serie Estudios de Li-
bertar y Desarrollo, poseen estos atributos.

132
Juan Pablo Pinilla

Figura 3. Principales productos de think tanks en Chile

Fuente: Elaboración propia

Como se observa, ciertos think tanks han logrado maximizar sus


oportunidades estableciendo líneas de trabajo con diferentes característi-
cas y prioridades (Fig. 3). Esto sirve tanto para relativizar un esquema de-
masiado rígido de clasificación, como para enfatizar la idea de apertura
cognitiva de estas instituciones; esto es, su capacidad de aprendizaje y son-
deo del medio político en que actúan.

Conclusiones
La proliferación de centros de estudio privados o think tanks, y su
asentamiento en cuanto actor con relativa participación en el proceso polí-
tico, representa una tendencia consolidada en el país. Aunque lejos de la
situación anglosajona, la experiencia chilena parece confirmar la influen-
cia estable que han alcanzado estas organizaciones durante las últimas tres
décadas. Esto se debe, entre otras causas, a la participación que tuvieron
durante el proceso de transición democrática y su apoyo a la consolidación
institucional de gobiernos posteriores.

El artículo ha puesto en relieve la situación de lo que puede denomi-


narse la tercera generación think tanks en el país; destacando cómo estas
organizaciones logran albergan actores heterogéneos desde el punto de vis-
ta ideológico y operativo. En efecto, los centros de estudio privados han
ganado no sólo en diversidad ideológica sino también en la dimensión fun-
cional: dando origen a think tanks con prioridades distintas, capaces de
desarrollar estrategias diferenciadas, además de canales y recursos espe-
cializados para codificar su experticia e incrementar sus oportunidades de
influencia.

133
Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 11, Nº 32, 2012

En breve, la investigación sugiere que la intervención de los think


tanks en el proceso de política pública se explica en buena medida por la
gestión de una determinada experticia, la que es cursada por vías y recursos
particulares según las características e intereses de las organizaciones. Para
ilustrar este mecanismo es revelador observar su participación en el esta-
blecimiento de agendas.
En centros de apoyo, los medios de influencia se hallan estrecha-
mente asociados a una experticia que funge como dispositivo para la sim-
plificación y orientación de la evidencia disponible, y su transmisión a au-
diencias amplias a través de medios de difusión –prensa escrita, radio,
internet. Aquí, la exposición mediática, el prestigio institucional y la ima-
gen del think tank poseen un valor crítico a la hora de legitimar ofertas de
experticia, dando así impresión de autonomía e independencia en sus labo-
res. A esto se añade la capacidad de vínculo con expertos y actores políti-
cos de cierto prestigio, como forma de conseguir acceso e influir sobre la
toma de decisiones.

Como organizaciones derivadas de las anteriores, los centros parti-


darios han encontrado en el país instituciones y partidos políticos estables
a los cuáles asesorar en materias de interés. La experticia desarrollada per-
mite seleccionar y sintetizar materias complejas, reelaborando los asuntos
de política con objeto de alimentar el debate interno de partidos, así como
brindar asesoría a representantes parlamentarios y de gobierno afines. Los
think tanks dotan a grupos políticos de la reflexividad requerida para el
posicionamiento en controversias donde, la mayor parte de las veces, auto-
ridades y actores tradicionales declaran ignorancia. A diferencia de los an-
teriores, sus prestaciones tienden a circular en redes menos publicitadas,
facilitadas por el acceso a jugadores con poder de veto. No obstante, su
rasgo distintivo refiere a un uso eminentemente “interventor” de la experticia,
escenificado en instancias diseñadas para la formación y capitalización
política de sus audiencias.

Los centros de gestión, por su parte, generan una experticia centra-


da en la producción de informes técnicos y evaluaciones de intervenciones
de política. Las características de esta labor impelen una especialización
temática en áreas acotadas de la política pública, por lo que su impacto
tiende a limitarse a campos exclusivos. Como contraparte, el nivel de deta-
lle de las sugerencias que prestan suele concitar una importante atención en
la elaboración de alternativas para agendas sectoriales.

Centros académicos, finalmente, han destacado por desenvolverse


en medios que convocan una cultura académica, ligada a la investigación
aplicada en ciencias económicas y sociales, con directrices ideológicas
débiles o difusas. De este modo, su experticia se canaliza vía la instalación
de agendas de trabajo propias, la formación de equipos de investigación
estables y una legitimidad relativamente favorable a sus productos entre la
opinión pública.

134
Juan Pablo Pinilla

Como puede constatarse, existe una diferenciación a nivel de la ges-


tión de experticia de los think tanks y los recursos que utilizan para
operacionalizar sus pretensiones de influencia. Esto no debe tomarse, em-
pero, como un esquema rígido de comportamiento. Si bien manifiestan prio-
ridades, las organizaciones pueden manejar más de un único recurso para
alcanzar sus objetivos. Con esto, los think tanks cultivan capacidades para
desplegar su experticia en múltiples ámbitos del ciclo de políticas, obte-
niendo en sus intervenciones distintos grados de efectividad.

Finalmente, es necesario reflexionar sobre sesgos y definiciones que


imprime el saber experto en la toma de decisiones sobre políticas, así como
por el impacto que tienen los think tanks en la vida democrática. En térmi-
nos amplios, el debate se ha enfocado en cómo y en qué medida la gestión
de determinada experticia puede llegar a constituir un insumo valioso para
la formación de políticas de calidad. En torno a este tema han surgido al
menos dos problemas. El primero de ellos dice relación con las “premisas
de participación” involucradas en la toma de decisiones. En efecto, los pro-
cesos deliberativos en una democracia suponen la apertura de ámbitos
decisionales a la ciudadanía, tanto de manera directa como a través de re-
presentantes electos. En la actualidad, la gestión de experticia por parte de
think tanks particulares puede afectar las premisas con las cuáles se discri-
mina la participación política, generando un sesgo en la diversidad de vi-
siones que debiese estar plasmada en la definición de los asuntos públicos.
En un nivel discursivo ello ha contribuido a generar una importante carga
de valoración negativa sobre el saber experto, especialmente por parte de
movimientos sociales y políticos que aspiran a ampliar los espacios de par-
ticipación y deliberación.
El segundo foco problemático estriba en las “premisas de legitimi-
dad”. El cuestionamiento surge cuando se observa que el saber experto es
colocado como un elemento para justificar técnicamente decisiones
vinculantes de carácter eminentemente político. Es parte de la crítica que
versa sobre los programas tecnocráticos, donde la contribución experta
propende a oscurecer y ocultar voluntades normativas e ideológicas. Para
esto el medio de la experticia ha parasitado los códigos del conocimiento
científico, presentándose a sí mismo en forma de argumentos verdaderos e
indubitables. Las consecuencias de estos fenómenos relevan preguntas fun-
damentales sobre las normas y valores que orientan la definición de los
asuntos públicos en democracia.

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Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 11, Nº 32, 2012

Notas
*
El artículo fue presentado como ponencia en el 6º Congreso Chileno de Sociología y
Encuentro PreAlAS Chile 2011. Sociología y Sociedad en Chile: Escenarios y Diálogos
Contemporáneos, Universidad de Playa Ancha, Universidad de Valparaíso, Sociored Chile,
Santiago, 13-15 de Abril de 2011. El autor agradece a los asistentes a la exposición, así
como a Francisco Godoy y Marcelo Arnold Cathalifaud por sus inestimables observaciones
durante el proceso de investigación.

1
Para una explicación metodológica del esquema, y la discusión entre “criterios ideológi-
cos” y “criterios operativos” de clasificación, consultar Pinilla y Godoy (2010).

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Juan Pablo Pinilla

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Entrevistas

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Harald Beyer, Centro de Estudios Públicos.
Jaime Bellolio, Fundación Jaime Guzmán.
Manuel Riesco, CENDA.

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Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 11, Nº 32, 2012

Patricio Tudela, Fundación Paz Ciudadana.


Rafael Urriola, Fundación Chile 21.
Tomás Flores, Libertad y Desarrollo.

***

Recibido: 26.08.2011 Aceptado: 25.07.2012

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