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Nombre: Eliana Beatriz Yagual Gutiérrez

Diplomado de ética para profesionistas

¿SER MUJER ME QUITA VALOR?


INTRODUCCIÓN

Comenzaré este ensayo con la paradoja muy conocida “todos los seres humanos
somos muy parecidos, pero al mismo tiempo muy diferentes” ya que existen
diferentes formas de ver al ser humano, desde lo biológico, genético, social, político
o cultural, cada una de ellas ha hecho que siendo una misma especie, nos sintamos
o veamos diferencias entre nosotros, creándonos estereotipos y prejuicios que han
ido pasando de generación a generación.

Desde el siglo XVIII se escuchó la terminología “raza” que fue acuñado por el
francés George Louis Leclerc, Conde de Buffón (1707-1788), quién dio el término
como referencia a las variaciones somáticas que observó entre las personas
provenientes del continente africano y los europeos; años más tarde el alemán
Johann F. Blumembach (1752- 1840) propuso dividir a la humanidad con base en
el color de la piel, donde el hombre blanco, colonial, conquistador y esclavista
(provenientes en su mayoría de Europa), se sentía superior ante los demás por
tener piel clara, ya que ellos mismos estaban en proceso de establecer el nuevo
orden mundial, un nuevo orden donde se aprecia la pureza racial (en especial la
blanca), en donde lo blanco es “puro” y lo que difiere del blanco es “impuro” o
“salvaje”, con un desprecio hacia lo oscuro e incluso, hacia lo híbrido… -¿será que
esto contribuyó a que se fomentaran los prejuicios raciales y el racismo?-.

En la actualidad esta división por el color de la piel, científicamente hablando, no


tiene relevancia alguna, sin embargo, la sociedad le sigue dando un valor
considerable; como lo dice Sergio Peña “Las razas humanas no existen, pero si
existen como interpretaciones sociales” lo que ha usado la humanidad para poder
mostrar grados de jerarquía, superioridad o poder en todo el planeta Tierra. En la
actualidad, en la mayoría de los países de Latinoamérica está marcada la diferencia
social originada por la variedad de colores de piel, lo cual se deriva en el Clasismo.

Si al término “raza” le sumamos “género” y nos enfocamos en las diferencias y


controversias que generan ambos, podremos encontrar una gran diversidad de
anécdotas discriminatorias, pero generalmente, a lo largo de la historia al género
femenino se le ha dado un menor valor, en todos los ámbitos existentes, esto debido
a la supuesta inferioridad generalizada de fuerza, habilidad e inteligencia por parte
de los hombres, hacia con las mujeres; a esto se le atribuye el término “misoginia”.
Este término viene del vocablo griego antiguo “misogunia”, que apareció por primera
vez en el tratado moral Sobre el Matrimonio (150 a.C.), escrito por el filósofo estoico
Antípatro de Tarso, donde cita los escritos de Eurípides, el cual, odia a las mujeres
(pero irónicamente, elogia a las esposas) (Will Deming, pp. 221-226).

Enma Deffina refiere que “hay una estrecha relación entre el racismo, el
colonialismo, la opresión de género y de clase” los cuales han sido apoyados desde
tiempos de la conquista, el Estado quien debe regir el orden en la sociedad, ha sido
quienes han apoyado que está transgresión a los derechos humanos se sigan
permitiendo de una u otra manera.
Abordar en particular a las mujeres bajo la sombra de la opresión étnica-racial es
explorar el mundo en que las mujeres vemos, actuamos y reproducimos un conjunto
de valores y actitudes, a través de las cuales nosotras mismas en cierta forma
hemos contribuido a perpetuar esa situación de desigualdad.
Por lo tanto, es importante conocer las raíces históricas, económicas, políticas y
culturales para poder dar respuesta a las distintas causas de opresión que ocurren
en nuestro medio.

DESARROLLO

Día a día de manera consciente o inconsciente estamos inmersos en prácticas y


costumbres discriminatorias, desde el hogar nuestros padres bajo su carga de
prejuicios y estereotipos incorporados por lo socialmente “correcto”, nos enseñan
que: “los hombres no lloran”, “ las mujeres deben usar faldas”, “ el color rosa es para
mujer y el azul para hombre”, a medida que crecemos hemos escuchado frases
falaces como “mujer al volante, peligro constante”, “Hombre que cuida su figura, es
un afeminado”, “negro corriendo ladrón, blanco corriendo maratonista”.

La mujer ha sido oprimida, menospreciada y se la ha colocado en niveles inferiores


con relación al hombre, la mujer desde tiempo atrás se ha interesado por la ciencia,
pero este campo se consideraba “que no era asunto de mujeres”. A pesar de la
revolución sexual en los años sesenta, alcanzar algunos peldaños en aún un poco
complejo, sobre todo en el área quirúrgica.
Existen también frases médicas falaces como: “Si eres mujer médico quedaras
bien para ginecóloga, oftalmóloga, anestesióloga, médico familiar, pero las
áreas quirúrgicas las liderarán los hombres” ¿acaso los cromosomas XY le dan
más habilidad a un hombre para poder ejercer, llevar a cabo un procedimiento
quirúrgico?, la mujer demuestra sus conocimientos en todos los campos, pero aún
existe el machismo que obstruye su carrera hacia el éxito y reconocimiento, incluso
las mismas mujeres dudan de sus congéneres, cuando buscan consulta médica de
hombres, pues desconfían de las especialistas o cirujanas.
En especialidades quirúrgicas como cirugía general, cirugía cardiotorácica,
neurocirugía, ortopedia, donde siempre ha liderado el género masculino, la
presencia del “género débil” no es bien visto, por lo que nos ha tocado trabajar el
doble para poder demostrar nuestras capacidades.

“Cuando comencé la residencia médica en Cirugía Cardiotorácica en México,


el primer año de residencia pude observar el grado de discriminación que se
le otorgaba a la mujer, durante un pase de visita mi residente de mayor
jerarquía me indicó: para que te den oportunidades los médicos adscritos y
nosotros, tienes que trabajar el doble que tus compañeros, demuéstranos
que te mereces que te dejemos operar” yo le pregunté ¿Por qué? ¿por qué
debo esforzarme más? su respuesta fue: porque eres mujer y no sabemos
como trabajas. En otra ocasión durante una comida con mis compañeros, al
solicitar la cuenta, uno de ellos refirió: no te pagaremos a ti porque eres de
Ecuador, y allá ganan en dólares, pero a la compañera de Bolivia si le
pagaremos, porque ella es pobre”.

Estos actos de discriminatorios no son realmente cuestionados por las autoridades


o acaso son formas de vida en la que un residente se desenvuelve durante su
formación académica.

“La discriminación se aprende, no es una conducta innata” (Enma Deffina; 2014;


p.214), si desde la niñez estamos inmersos en prácticas discriminatorias, es nuestra
responsabilidad auto cuestionarnos, lo cual será el inicio para conocer que es ético
y que no lo es, para así reconocer y poder dar una solución a la problemática.

CONCLUSIÓN.

Según la autora peruana Emma Deffina, “tocar la humillación y el menosprecio por


ser diferentes es palpar el dolor”, hace énfasis en las consecuencias recibidas por
los individuos que poseen ciertas características individuales, que, al momento de
encontrarse en un grupo de más individuos, marcan una diferencia respecto a la
apariencia y por ende reciben acoso, faltas de respeto e incluso, marginación por
sus homólogos, lo cual lo hemos leído a lo largo de la historia esta opresión y
violencia por el solo hecho de ser mujeres, a pesar de las organizaciones mundiales
a favor de la lucha contra la violencia de género, esto aún no acaba.

La solución más notoria es implementar o impulsar el respeto y la aceptación de la


diversidad; educar a las nuevas generaciones con base en la tolerancia, empatía y
amistad, hacerles saber que las diferencias físicas, culturales, étnicas, etc, nos
permiten coexistir en un ambiente variable, lo cual, a largo plazo, será enriquecedor
y generará un mayor conocimiento (por el intercambio de tradiciones y costumbres,
de pensamiento y hábitos).
No por ser mujer se tiene menor valor respecto a los hombres, ya que ambos sexos
se pueden desarrollar en todas las facultades, habiendo mujeres más fuertes,
veloces, inteligentes, hábiles, elocuentes, prácticas, entre otras actividades, que
empatan o que superan a algunos hombres; aunque este artículo no es propiamente
una comparación, es importante resaltar el punto anterior; sabiendo esto, podemos
decir que tanto hombres y mujeres (sin ninguna distinción étnica), merecen y deben
de recibir un trato digno, equitativo y humano.

BIBLIOGRAFIA
1.- Will Deming, “Paul on Marriage and Celibacy: The Hellenistic Background of 1
Corinthians 7”, pp. 221- 226.
2.- Feminismo, epistemología y apuestas descoloniales en Abya Yala; Yuderkys
Espinoza Minoso, 20114, Editorial Universidad del Cauca.
3.- Mujeres raza y clase; Angela David; Libro 127; colecccion socialismo y libertad.

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