El término "materialismo histórico" ocupa un lugar peculiar dentro de la tradición marxista.
Aunque se ha convertido en sinónimo de marxismo, la frase en sí nunca fue utilizada por Marx. Engels la acuñó por primera vez después de la muerte de Marx como un sinónimo de una noción anterior, la "concepción materialista de la historia", que él había utilizado por primera vez en su reseña de 1859 sobre la Contribución a la Crítica de la Economía Política de Marx. Aunque algunos críticos argumentan que Engels redujo de manera mecánica y fatalista el método de Marx, es crucial reconocer que ni Marx ni Engels adoptaron un enfoque reduccionista o mecánico. Contrario a la percepción de algunos críticos, el método de Marx permite la integración de evidencia en un todo no reduccionista y sintético. A diferencia de la tendencia hacia descripciones eclécticas en la historiografía no marxista, el enfoque de Marx facilita la explicación del proceso histórico con el propósito de informar la práctica revolucionaria. Georg Lukács ofreció una crítica filosóficamente sofisticada de las limitaciones del pensamiento no marxista y la historiografía no marxista. Argumentó que desde el punto de vista burgués, era imposible comprender el capitalismo como una totalidad histórica. Lukács sostuvo que la visión burguesa naturaliza las relaciones sociales capitalistas, lo que impide a los intelectuales concebir adecuadamente "el presente como historia". Por el contrario, las luchas colectivas del proletariado contra la alienación ofrecen un punto de vista desde el cual los intelectuales pueden entender el capitalismo como una totalidad histórica. El materialismo histórico, en esta perspectiva, se entiende mejor como "la teoría de la revolución proletaria" porque sintetiza la existencia social que produce y determina fundamentalmente al proletariado. La influencia del marxismo ha fluctuado con los cambios en la lucha de clases, siendo más popular en la academia durante la radicalización de la década de 1960, pero experimentando un retroceso en la década de 1970 con lo que Ellen Meiksins Wood llamó un "retiro de la clase". Algunos intelectuales radicales justificaron su abrazo de nuevos movimientos sociales definidos culturalmente a expensas de la política de clase estructurada socialmente, argumentando que el marxismo no podía comprender formas no económicas de opresión y dominación. Este artículo desafía esta caricatura del marxismo, refutando la afirmación falsa de que el método de Marx es reductor y ofreciendo una interpretación más completa de su intento de conceptualizar la complejidad del mundo real como un todo sintético. La aproximación dialéctica de Marx no es reduccionista, desafiando la tendencia dominante a describir la realidad superficialmente como la interacción en evolución de una multiplicidad de factores. Marx trasciende la teoría de factores no reduciendo todo a la clase, sino a través de una "visión sintética de la vida social" que facilita la comprensión de la totalidad como una compleja totalidad centrada en la participación productiva de la humanidad con la naturaleza. Este enfoque sustenta su concepción orgánica de la política revolucionaria. La concepción materialista de la historia En 1859, Marx y Engels presentaron los contornos de su metodología básica en dos trabajos: el prefacio de Marx a "Contribución a la crítica de la economía política" y la reseña de Engels sobre este libro. Ambas obras son algo opacas, en parte debido a la censura y a la quiebra de la revista en la que se publicó la reseña de Engels. El párrafo central del prefacio de Marx resume densamente temas de la "Ideología Alemana", destacando la idea de que las relaciones de producción, determinadas por las fuerzas productivas, constituyen la estructura económica de la sociedad. Aunque algunos lo interpretan como determinista y fatalista, se argumenta que Marx y sus seguidores entendieron el materialismo histórico de manera diferente. Se destaca que la metodología de Marx no es positivista, sino más bien precursora de la filosofía crítica realista de las ciencias sociales. Se argumenta que Marx no redujo todo a la clase, sino que ofreció una síntesis compleja de la vida social. La distinción analítica entre fuerzas y relaciones de producción, y entre base y superestructura, no indica un progreso automático, sino un mapa de coordenadas para la política revolucionaria. En "La Ideología Alemana", Marx y Engels sostienen que los seres humanos se hacen a sí mismos a través del trabajo para satisfacer sus necesidades, y la conciencia está moldeada por la producción. Su concepción de la propiedad privada como un modo de producción histórico con características progresivas y regresivas constituye un avance teórico. Aunque la teoría de la crisis y conflicto social como impulsores de la revolución es central, no garantiza la victoria de las fuerzas revolucionarias. Se destaca que el análisis de Marx y Engels sobre la propiedad privada y el socialismo no es un ideal abstracto, sino una solución históricamente concreta propuesta por individuos constituidos en su tiempo. Marx diferenció su materialismo de formas anteriores al resaltar la importancia de la actividad humana práctica y la superación de la oposición entre materialismo e idealismo. Su materialismo práctico, centrado en cambiar el mundo existente, se considera sinónimo de comunismo en la lucha contra las limitaciones del materialismo mecánico y el idealismo impotente. La existencia de ideas revolucionarias presupone la existencia de una clase revolucionaria, en este caso, la clase trabajadora. Coqueteando con Hegel En la década de 1850, Marx desarrolló una comprensión más matizada de cómo concebir el mundo social como una totalidad de procesos interdependientes. Su método implicaba un enfoque dialectical distinto al de Hegel. Mientras Hegel desarrollaba sus conceptos de manera deductiva, Marx profundizaba conceptualmente introduciendo determinaciones más complejas al pasar de lo abstracto a lo concreto. Aunque compartía con Hegel la idea de que la verdad es el todo, Marx y Engels enfatizaban que la reproducción del todo en el pensamiento como una totalidad concreta era un proceso científico arduo y continuo. Marx buscaba integrar procesos no económicos de opresión y dominación en una totalidad compleja. Su objetivo no era reducir estas procesos a relaciones de clase, sino incorporarlos en un contexto explicativo más amplio. La esencia de su método residía en comprender el sistema como la forma dominante en la que se extrae el excedente de los productores directos, sin reducir otros aspectos del conjunto social a estas relaciones subyacentes. Aunque las relaciones de producción constituían la esencia interna de un modo de producción para Marx, él subrayaba que otros aspectos del conjunto social no podían reducirse a estas relaciones subyacentes y debían entenderse mediante un compromiso activo con la evidencia empírica. Su teoría histórica partía del análisis del trabajo asalariado en las sociedades capitalistas modernas, ya que esta forma históricamente novedosa y dominante diferenciaba al capitalismo de modos de producción anteriores. Frente a modelos descriptivos de la historia, que tienden a reducir eventos a sucesos aleatorios, Marx abogaba por una comprensión más profunda que revelara la dinámica esencial subyacente. La ciencia social, según Marx, era un ejercicio teórico destinado a conocer el mundo en el que vivimos, y su contribución reveló que la sociedad capitalista tiende necesariamente a la dinámica y a la crisis, imponiendo un proceso de envejecimiento en el sistema. Aunque este enfoque es esencialista, la crítica a menudo malinterpreta su alcance y capacidad para explicar la complejidad histórica. Un ejemplo de aplicación concreta de este método es el libro "La lucha de clases en el mundo griego antiguo" de Geoffrey de Ste. Croix, que ilustra cómo la esencia cambiante de la extracción de excedente subyacía a la evolución histórica de la antigua Grecia. ¿Revolución burguesa en Inglaterra? El texto discute las limitaciones de la historia descriptiva al abordar la interpretación mainstream de la Guerra Civil Inglesa. Mientras que la corriente principal la enmarca como una lucha entre dos sectores de la clase dominante sin relación con el surgimiento del capitalismo, los marxistas la han caracterizado como una revolución burguesa, aunque con discrepancias sobre el significado de este término. Brian Manning destaca la profundidad del método esencialista de Marx al contrastarlo con la superficialidad de la historiografía convencional. Manning examina la Revolución Inglesa, resaltando el papel crucial de intervenciones externas a la clase dominante. Analiza la creciente división dentro de la aristocracia y destaca el papel de las luchas populares en la formación de facciones opuestas en la clase dominante. Manning argumenta que la independencia de la multitud estaba arraigada en la creciente independencia económica de la "clase media" en el siglo anterior al conflicto. Este análisis sigue la idea de Maurice Dobb de que el capitalismo inglés surgió de los productores directos y que la nación se dividió en la década de 1640 a lo largo de líneas socioeconómicas. Manning sugiere que la Revolución Inglesa se comprende mejor como una revolución burguesa en el marco del "ascenso del capitalismo". Sin embargo, esta idea de una revolución burguesa en Inglaterra es disputada incluso entre los marxistas. Robert Brenner rechaza la noción de una revolución burguesa, argumentando que el quiebre entre feudalismo y capitalismo precedió a la Guerra Civil. Brenner sostiene que el capitalismo no surgió de una victoria de la clase campesina o burguesa, sino como una consecuencia no intencionada de la lucha de clases bajo el feudalismo. El texto también aborda críticas a interpretaciones fatalistas del materialismo histórico, como las de G.A. Cohen, y destaca intentos de preservar el núcleo racional de estas ideas. Alasdair MacIntyre, por ejemplo, argumenta que Marx comprendió la relación entre la base económica y la superestructura no como causal, sino como un marco dentro del cual surgen las superestructuras. En resumen, el texto examina interpretaciones de la Revolución Inglesa desde una perspectiva marxista, destacando las tensiones y debates dentro de esta corriente teórica sobre la naturaleza de la revolución y el papel de las fuerzas de producción en la transición de sistemas económicos. Conclusión C. L. R. James elogió la Historia de Trotsky como el mejor libro de historia jamás escrito, destacando su aplicación creativa de la síntesis de Marx de la cultura europea. James apreció cómo Trotsky evitó reducir a los individuos a simples productos de las fuerzas sociales o elevarlos como "grandes hombres" separados. La Historia de Trotsky ejemplificó la "historia total", comprendiendo las actividades humanas como interconectadas dentro de una red indivisible. Este enfoque se alinea con el objetivo de Marx de reconstruir la totalidad social en la mente, un aspecto clave de los esfuerzos marxistas contemporáneos. El artículo argumenta que, contrario a las caricaturas, el materialismo histórico, con su enfoque en comprender el presente como un todo históricamente constituido, es crucial para una práctica revolucionaria coherente, contrarrestando las críticas seudo-radicales de esencialismo, necesidad y totalidad. Ideas Principales: 1. Materialismo Histórico: Concepto clave en el marxismo, aunque Marx nunca utilizó la frase. Engels la acuñó como sinónimo de la "concepción materialista de la historia," criticada por algunos como mecánica y fatalista. 2. Crítica de Lukács: Lukács criticó el punto de vista burgués por no comprender el capitalismo como una totalidad histórica. La visión burguesa naturaliza las relaciones sociales capitalistas, mientras que la lucha del proletariado ofrece una perspectiva para entender el capitalismo históricamente. 3. Visión de la Revolución: El materialismo histórico se presenta como la "teoría de la revolución proletaria," vinculada a la existencia social que produce y determina al proletariado. Su influencia ha fluctuado en la academia, siendo más popular en la década de 1960. 4. Crítica a Descripciones Eclécticas: Se critica la historiografía no marxista por su tendencia a descripciones eclécticas. Se argumenta que el enfoque de Marx facilita la explicación del proceso histórico con el propósito de informar la práctica revolucionaria. 5. Desafío a Caricaturas del Marxismo: El artículo desafía la caricatura del marxismo como reductor y ofrece una interpretación más completa de su intento de conceptualizar la complejidad del mundo real como un todo sintético. 6. Concepción Materialista de la Historia: Se explora la evolución del pensamiento de Marx sobre la historia, destacando la importancia de la actividad humana práctica y la superación de la oposición entre materialismo e idealismo. 7. Desarrollo Dialéctico: Marx desarrolla una comprensión más matizada del mundo social como una totalidad de procesos interdependientes, empleando un enfoque dialéctico que difiere del de Hegel. 8. Interpretación de la Revolución Inglesa: Se examina la interpretación marxista de la Revolución Inglesa, especialmente la controversia sobre si fue una revolución burguesa. Diferentes perspectivas, como la de Manning y Brenner, se presentan y discuten. 9. Crítica a Interpretaciones Fatalistas: Se aborda la crítica a interpretaciones fatalistas del materialismo histórico, como las de G.A. Cohen, y se destaca la importancia de preservar el núcleo racional de estas ideas. 10. Conclusión: C.L.R. James elogió la Historia de Trotsky como un ejemplo destacado de aplicación creativa del materialismo histórico. El artículo concluye reiterando la importancia de este enfoque para la práctica revolucionaria y contrarrestando críticas seudo-radicales.
Resenha Crítica Do Capítulo Iii - o Marxismo Ou o Desafio Do "Principio Da Carruagem" Do Livro As Aventuras de Karl Marx Contra o Barão de Munchhausen, de Michel Löwy.