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David Hume fue un filósofo escocés del siglo XVIII, asociado con el empirismo. Su objetivo principal fue cuestionar
la idea de la causalidad, argumentando que nuestras ideas al respecto eran hábitos mentales sin base sólida. Fue
una figura clave en la Ilustración, influyendo en la epistemología de su época.
Una vez que adquirimos la idea (como ya hemos visto, a partir de impresiones), podemos establecer sobre ella
DOS TIPOS DE CONOCIMIENTO:
- las relaciones de ideas: proposiciones analíticas y necesarias, como las de la Lógica o la Matemática, a las
que se llega mediante el entendimiento, se alcanza por deducción.
- cuestiones de hecho: sintéticas y probables que provienen directamente de lo que ocurre en la experiencia,
de ahí su contingencia, se alcanza por inducción.
Ambos tipos de conocimiento, están originados de un modo u otro de la experiencia.
Este referente empírico, será justamente lo que le falte a la Metafísica, y en esta carencia basará su CRÍTICA A LA
METAFÍSICA.
Dirá Hume: ninguno de los contenidos de la Metafísica cumplen con el principio de correspondencia (a ninguna de
sus ideas les corresponde una impresión), por eso son proposiciones sin sentido. Para ejemplificar, se va a centrar
en la crítica de los tres conceptos metafísicos más significativos: el concepto de DEFINICIÓN GENERAL (no son
más que generalizaciones, sin impresión alguna que le corresponda), concepto de SUSTANCIA (no tenemos
conocimiento de la idea de sustancia, solo impresiones de un conjunto de cualidades, por lo que la sustancia no es
más que un nombre bajo el que se representa el conjunto de cualidades), y por último, el concepto de
CAUSALIDAD (las relaciones causales no constituyen un principio racional sino que se fundamentan en la fuerza
de la costumbre, en la mera creencia).
La triple crítica de la metafísica le conduce a una posición FENOMENISTA: la realidad queda reducida a
impresiones, a meros fenómenos. Este fenomenismo parece desembocar en un ESCEPTICISMO, no en el sentido
tradicional (que se contradice con la vida cotidiana), sino en un escepticismo moderado, que nos remite a la
tolerancia: si no podemos asegurar ningún conocimiento, debemos mantener la libertad de acción y de
pensamiento en nuestros comportamientos.