Você está na página 1de 6

A acção desenrola-se entre 1622 e 1643, durante a guerra entre a Espanha de Filipe IV (na

verdade, até Dezembro de 1640, a monarquia dual ibérica – e mesmo depois dessa data, com
a participação de muitos portugueses) e a França de Luís XIII. É uma história de intriga, traição,
duelos e batalhas, com uma fotografia soberba. A reconstituição da batalha de Rocroi será,
porventura, a parte menos conseguida do filme, devido ao reduzido número de figurantes,
mas é um pormenor perfeitamente desculpável no conjunto da obra. Edição em DVD, da
Lusomundo, para maiores de 12 anos e legendado em português. Recomendado.

Neste livro, nós acompanhamos a história do capitão Diego Alatriste, um ex-soldado que acaba
virando espadachim de aluguel em Madri, tendo como seu pajem, aprendiz e amigo nas horas
vagas, o filho de um amigo dos tempos de soldado: Iñigo Balboa. Iñigo inclusive é o
responsável por nos contar essa história.

Madri era a grande joia da Europa nesta época, mas a verdade é que tudo isso era uma grande
fachada. A Espanha estava ferrada, sem dinheiro devido a guerra com os holandeses e vivia
das aparências.

Eis que um dia Alatriste é contratado por pessoas muito misteriosas e ligadas a Santa Igreja
Católica (isso nunca é boa coisa nessa época...) para primeiramente assustar uma dupla de
viajantes ingleses. Porém, assim que um dos contratantes deixa o recinto, ele recebe uma nova
ordem: os viajantes não devem sobreviver ao ataque. Para complicar a situação, ele tem um
companheiro italiano que deveria ajuda-lo no cumprimento desta tarefa, mas Alatriste não vai
muito com a cara do sujeito...

O dia da emboscada chega e tudo teria corrido muito bem se um dos ingleses não tivesse
pedido "Guarda" ao companheiro de viagem, uma espécie de clemência entre soldados e que
quando solicitada deve ser honrada (por soldados que levam sua honra em conta, é claro...)

Alatriste pode ser um mercenário, mas é um mercenário honrado e sente-se compelido a


atender o pedido, contrariando as ordens que ele e seu companheiro italiano receberam. Além
disso, toda essa história com duas ordens conflitantes esta cheirando mal...

Após um embate com seu companheiro italiano que não fica nada satisfeito com a mudança
de planos e promete se vingar, Alatriste descobre que ele acaba de ganhar inimigos poderosos
(eu disse que mexer com a Igreja nessa época não era uma boa ideia, né?), mas que se tivesse
executado o plano combinado, provavelmente não só ele, como toda a Espanha, teriam
arrumado inimigos muito piores. Afinal, nem sempre os meros viajantes são o que pensamos
ser...

Primeiramente o que me chamou a atenção neste livro foi o cenário ricamente descrito. Nele
podemos entender perfeitamente como era a Espanha na época de Velásquez (o pintor), que
inclusive faz participação especial, descobrimos que a Espanha e a Holanda viviam em guerra
(vocês sabiam disso??? Eu não) e como era a vida de um espadachim espanhol, que é bem
diferente da vida de um cavalheiro inglês.

A segunda coisa é que eu esperava uma leitura mais arrastada pois apesar de não ser um
português arcaico (na verdade espanhol arcaico, né? Já que o título original é em espanhol),
ele é um livro com uma linguagem bem diferente dos livros contemporâneos. Porém,
conforme você vai lendo, a leitura flui tranquilamente. É como se você lesse Machado de Assis.
No início requer um pouco mais de esforça, mas no momento que ele lhe fisga você vai
embora e nem sente o virar de páginas.
A los que nos gusta la historia nunca nos viene mal apasionarnos leyendo una novela histórica
o viendo una película histórica, sobre todo cuando está bien hecha y te queda la impresión de
que se ha retratado fielmente el período histórico en que se desarrollaba la acción.
Algo así me ha ocurrido con Alatriste.

Me gustaba Pérez-Reverte. Siempre lo he considerado un gran narrador de batallas, un gran


conocedor de las técnicas militares y del arte de las guerras de todos los tiempos, como tuve a
bien comprobar con El húsar y más tarde con El maestro de esgrima. Fue mi escritor favorito
durante mucho tiempo. Cada vez que leía un libro suyo me daba la impresión de que Pérez-
Reverte conocía el tema como la palma de su mano (El Club Dumas, La tabla de Flandes…) y
eso era un revulsivo a la hora de decidirme por sus obras, siempre tan bien documentadas.

Sin embargo, todo en esta vida tiene sus más y sus menos. Después de leer La piel del tambor
y La Reina del Sur (supongo que esperaba otra cosa) lo arrinconé por un tiempo y tardé en
engancharme de nuevo, esta vez con la serie del Capitán Alatriste.

Aunque ya había leído novelas ambientadas en esa misma época (Decidnos, ¿quién mató al
conde? y Por ver mi estrella María, ambas de Néstor Luján, editadas por Plaza y Janés), me
interesaba el Siglo de Oro y fue una suerte conocerlo de mano de unos personajes imaginarios
tan sugerentes y con tantas posibilidades que convivían con otros que existieron realmente
(Felipe IV, el conde-duque de Olivares, Quevedo, Carlos, príncipe de Gales, el duque de
Buckingham, …), de manera que me convertí en asidua lectora de las aventuras de Alatriste
publicadas por la Editorial Alfaguara: El Capitán Alatriste, Limpieza de Sangre, El Sol de Breda,
El oro del rey y El caballero del jubón amarillo.

Saber que iban a adaptarse sus cinco novelas para rodar una de las mayores producciones
cinematográficas españolas hasta el momento (con un presupuesto de más de 24 millones de
euros y producida por Universal Pictures) picó mi curiosidad, más que nada por saber qué
historias se contarían o, en su caso, cómo se resolvería el problema de enlazar las cinco
publicadas. Sin embargo, saber que sería Viggo Mortensen el protagonista fue la guinda;
teniendo en cuenta que he ido tres veces al cine para ver cada parte de El señor de los anillos,
no podría pensar en un actor más idóneo para el papel de un soldado del tercio español, con el
rostro de haber vivido mil batallas; cansado, pero no vencido; un soldado que nunca deja de
serlo, lo es al principio, en el sitio de Breda, al final, en la batalla de Rocroi, y durante toda la
película, cuando no es sino un mercenario que trabaja por dinero pero que no deja de lado el
honor.

Viggo está genial, a pesar del choque que supone escuchar el sonido de su propia voz
hablando en castellano. No te gusta al principio, pero luego piensas que es la que corresponde
a un personaje “parco en palabras”, ronca y contundente.

Genial está también Juan Echanove en su papel de Quevedo. Lo recrea francamente bien


(aunque “No queda más que batirse”), con esa forma de caminar tan peculiar y esos
“quevedos” tan bien puestos. Si tuviera que decidirme por otro actor elegiría a Eduard
Fernández (Sebastián Copons, el amigo de Diego Alatriste); es uno de mis favoritos, desde que
hacía series para TV3.

A mí, el guión de Agustín Díaz Yanes me parece redondo (aunque te deja la duda de cómo y
con qué material se va a hacer la segunda parte que se está deseando ver) y no deja lugar a
dudas ni su gran trabajo como director ni su formación como historiador. Con la colaboración
de un equipo técnico de grandes profesionales, es increíble cómo ha conseguido ambientar de
manera tan verosímil la España barroca del XVII, del inicio de la decadencia y del fin de su
hegemonía política. Todo ello, conseguir la ambientación que retrate el Siglo de oro español,
ha sido posible gracias al vestuario del equipo de Francesca Sartori, el maquillaje de José Luis
Pérez, la dirección fotográfica de Francisco Femenía, la dirección artística de Benjamín
Fernández, el montaje de las escenas de guerra de Bob Anderson, los miles de extras, la
localización de unos exteriores perfectamente escogidos (hasta 97 localizaciones distintas),…

Y eso es lo que recuerdas cuando acaba la película: Que has estado viendo todo el tiempo una
sucesión de cuadros de pintura barroca. No sólo por las obras de Velázquez (Se nos muestran
claramente La rendición de Breda y El aguador de Sevilla, pero ¿cuántas secuencias nos
recuerdan a Velázquez? Casi todas las que representan escenas de la vida popular y palaciega:
los mendigos, los enanos y bufones, las meninas y las dueñas,… hasta Felipe IV de caza, o
personajes vistos a lo lejos, enmarcados en los dinteles de las puertas), sino por aquellas
secuencias en las que el claroscuro y el estudio de la luz son los protagonistas. La luz de las
velas estratégicamente colocadas, la luz que entra por la ventana e ilumina la habitación en la
que cada elemento está colocado, no por azar, sino como parte fundamental de la
composición, como en un bodegón, como en una naturaleza muerta que crea contrastes, que
hace resaltar colores, reflejos y sombras. Toda la película es eso: un gran cuadro del barroco
español.

Para terminar, hacer referencia a la secuencia final de la batalla de Rocroi. A todos los que
estábamos viendo la película nos extrañó escuchar una música que sonaba a paso de Semana
Santa y luego averiguamos que, efectivamente, lo era. Es la marcha fúnebre de “La Madrugá”,
compuesta por el coronel Abel Moreno para la Semana Santa de Sevilla. En este caso concreto,
la música era la idónea, porque marcaba aún más si cabe la sensación de sacrificio de los
hombres que constituían los Viejos Tercios y, evidentemente, su derrota y su muerte. Un
acierto.

Dirigida por Agustín Díaz Yanes y protagonizada por el esplendoroso Aragorn Viggo Mortensen,


el cual sorprende a sus fans demostrando que no solo maneja la lengua élfica sino que posee
un  “perfecto” acento español. Alatriste cuenta  las aventuras de un soldado español que
malvive a las ordenes de la realeza española o de cualquiera que solicite de sus servicios como
espadachín a sueldo en esos maravillosos años donde en España no se ponía el sol. Para
colmo, como si su precaria situación no fuera suficiente, le encasquetan a Íñigo de Balboa, hijo
de un antiguo amigo del capitán que a su muerte le pide a este que cuide de él. Entre batallas
en el sucio lodo de los Países Bajos, sospechosas peticiones de Blanca del Portillo e
intercambios de golpes de espadas con un italiano traicionero, el pobre e incansable soldado
español harto de tanta batalla guarda una relación amorosa pero imposible con una atractiva
actriz de teatro, relación de la cual saldrá malparado (él y el italiano traicionero).

A estas alturas el lector se preguntará que demonios tendrá que ver esta extraordinaria
película con el contenido general del blog en el cual está publicado. Esta película no ha sido
elegida solo porque aparece una interpretación en vivo de la Rendición de Breda de Velázquez
y encima mostrar el momento en el que el pintor acaba el cuadro y se explica que cambió unos
estandartes por picas.

Algunas escenas de esta obra cinematográfica han sido  compuestas como si se trataran de
pinturas hechas en la misma época en la que tiene lugar la historia, es decir, del barroco. Nos
ofrecen fotografías con efectos tenebristas, muy inspiradas en las obras de Caravaggio donde
predomina un gran oscuro en el cual una tenue luz hace que los elementos que salgan en la
pantalla, por muy pocos o muy quietos que sean cobren una inmensa importancia a los ojos
del espectador.

Así que ya sabe, la próxima vez que vea esta película fíjese en la genial contribución que ha
hecho la pintura barroca al cine español y no le de tanta importancia al marcado acento del
protagonista.

La película además de narrarnos la emocionante historia de Alatriste, soldado esporádico y


espadachín a sueldo, puede ser aprovechada para ilustrar varios aspectos:

Acontecimientos históricos del reinado de Felipe IV.

Escenarios reales y recreados del Madrid de los Austrias.

Protagonistas de la historia, encarnados por actores caracterizados para parecerse a las


imágenes que nos proporcionan los pintores de la época, fundamentalmente de Velázquez, el
gran retratista de la Corte.

La pintura de la época, puesto que la película utiliza desde la luz hasta cuadros concretos para
estructurar varias escenas.

La película se ubica cronológicamente en un periodo que va desde los primeros años del
reinado de Felipe IV (1621-1665) hasta mediados de su reinado. Dos son los hechos históricos
que nos permiten precisar fechas.
- El episodio folletinesco, pero que ocurrió realmente, protagonizado por el  heredero de la
corona británica, el príncipe Carlos, y su amigo y valido del rey inglés George Villiers, el duque
de Buckingham. En 1623 se presentaron en Madrid de incógnito para conocer a la prometida
del primero, Ana María de Austria, hermana de Felipe IV, y negociar su matrimonio. El enlace
al final no se produjo por las extralimitaciones de la pareja inglesa que escandalizaron a la
corte española, puesto que en su apasionamiento romántico llegaron a escalar una tapia para
ver a la princesa. Arturo Pérez-Reverte utiliza este curioso episodio para dar arranque a las
aventuras de Alatriste, un hombre con un pasado importante detrás.

El acontecimiento que cierra la película es la batalla de Rocroi en 1643 entre las tropas
españolas, donde combate Alatriste, y el ejército francés. Esta batalla es considerada el punto
de inflexión del poder militar de España en Europa porque por primera vez en doscientos años
los Tercios españoles eran derrotados en batalla a campo abierto

Hay más episodios históricos como los lances de la guerra en los Países Bajos, entre los que
destaca la caída de la ciudad de Breda en 1625.

ESCENARIOS REALES Y RECREADOS DEL MADRID DE LOS AUSTRIAS

La película Alatriste se ambienta en escenarios reales y en escenarios posibles pero recreados


donde discurre la acción.

El escenario real del que más partido se saca es del palacio de El Escorial, que sin nombrarlo
viene a ser la localización de varias escenas. La más reconocible es la dependencia de la
Biblioteca (que hemos destacado en el vídeo), pero también aparecen un plano en picado de la
fachada de la basílica, los pasillos porticados de uno de los claustros y las dependencias de los
archivos. El edificio también sale como fondo de una escena de cacería del monarca.
Se recrearon las callejuelas, las plazas, los palacios y los conventos del Madrid de los Austrias
filmando en otras localizaciones repartidas por la geografía española, entre ellas Úbeda, Cádiz,
Sevilla y Valencia.

También aparecen recreaciones de otros espacios interiores que sirven para ilustrar la España
del siglo XVII, como un corral de comedias, la Cárcel de Corte, diversas tabernas, palacios
nobiliarios y varias habitaciones.

PROTAGONISTAS DE LA HISTORIA

A lo largo de la película aparecen personajes reales y ficticios. La inspiración para la recreación


de los reales suelen ser los retratos de Diego de Velázquez como podemos comprobar en esta
selección de planos comparados con los cuadros que sirvieron de inspiración a los
caracterizadores.

Don Diego de Barberana por Velázquez (1631) y el secretario Luis de Alquézar.

LA PINTURA DE LA ÉPOCA

A través de la película también podemos analizar la pintura de la época desde distintos puntos
de vista.

El coleccionismo.

Uno de los personajes centrales de la historia, el duque de Guadalmedina, es soldado, político


y amante del arte. Este Grande de España se ufana de tener una buena colección de pintura y
de tener buen ojo para los pintores jóvenes. En el vídeo podemos ver que dice que ha
comprado a Velázquez el cuadro conocido como El aguador de Sevilla, que tiempo después
cuelga junto a La Dama del Armiño de El Greco entre otros. Las salas de su palacio es un
auténtico museo.

El tenebrismo de Caravaggio.

La fotografía de la película emula en todo momento la obra de pintores de la primera mitad


del sigo XVII.

A menudo la iluminación de los interiores nos recuerda la teatral técnica del tenebrismo que
populariza Caravaggio al comienzo de siglo. Las luces asoman por una esquina superior, como
si estuviéramos en un semisótano, atrapando con un extraño color amarillento el polvo del
ambiente. En el vídeo o en la foto de abajo podemos ver además como con la luz selecciona los
objetos y los detalles que le interesa resaltar, dejando en penumbra lo secundario.
Premeditadamente el director quiere crear la impresión al comenzar ciertas escenas de que el
espectador está contemplando un cuadro costumbrista de la época que gracias a la magia del
cine poco a poco comienza a tomar movimiento y vida.

Este mismo plano nos puede servir también para explicar otro concepto pictórico de la época
como es el naturalismo. Por otra parte el "cuadro" es en sí una naturaleza muerta.

La obra de Velázquez.

Como hemos podido comprobar gran parte del ambiente y de los personajes de la película
están montados sobre los cuadros de Velázquez. Sin embargo, hay dos que tienen
protagonismo por sí mismos en varias secuencias (ver el vídeo) y que marcan la luz y el color
de distintos momentos de la película.
- El Aguador de Sevilla marca el estilo preciosista y realista. En él se inspiran también la
iluminación de interiores con tonos amarronados y amarillentos, así como los tremendos
claroscuros tenebristas.

- La Rendición de Breda sirve para ambientar el colorismo frío de azules y la neblina de los
hechos narrados en los Países Bajos.

Você também pode gostar