Você está na página 1de 10

Estado del arte:

«La sociología, universalismo y una


paradoja»
VI Congreso Chileno de Sociología
Abril, 2011

Felipe Torres
Sociólogo, minor en Filosofía

Universidad Alberto Hurtado

Resumen

El trabajo que se presenta a continuación versa sobre el cómo cierta paradoja al interior de la
sociología constituye parte importante de su operar sin por ello afectar su despliegue: el
trabajo habitual de los sociólogos –todo aquél inmenso ámbito que escapa al mundo
académico y que a la vez lo incorpora- apunta a desarrollar explicaciones especializadas de la
realidad social que a estos se les encomienda realizar ya sea por motivos técnico-económicos,
políticos, sectoriales, utópicos, etc.; mientras que de otra parte las pretensiones de base de la
sociología como ciencia –en este caso aquellas que se pregonan principalmente desde el
mundo académico- parecen fundarse en la explicación de la sociedad como fenómeno de
carácter general que, por lo mismo, merece un tipo de dilucidación de carácter universal,
abstraído de lo particular. En base a esto, el propósito de esta ponencia se separa en tres
dimensiones: por un lado en la presentación misma de esta paradoja que atañe directamente
al operar de la sociología; por otro lado en el análisis que se puede extraer sobre la ciencia en
general, y la sociología en particular, a la luz de los argumentos de Max Weber quien
principalmente en La ciencia como vocación esboza ciertas líneas de comprensión muy útiles
para la paradoja en cuestión, en relación a la particularidad y generalidad de toda respuesta
científica. Por último, para abarcar el fenómeno en su real dimensión y no establecer
especulaciones arbitrarias, resulta necesario dar una mirada a ciertas condiciones del devenir
de la sociedad que posibilitan la situación socio-epistémica que describimos, para ello un
breve recorrido por puntos estructurales de la modernidad –tales como el lugar del saber y la
integración social que ello trae consigo- son aspectos dignos de considerar para entender los
resultados que de ahí proceden.*

*
Este documento forma parte de la línea de investigación que vengo desarrollando desde el trabajo de
seminario de grado que fue presentado en el pregrado. El núcleo se mantiene, pero ha sido condimentado y
corregido en innumerables lugares.

1
I. Paradoja

Cuando la sociología se vuelve una descripción atomizada de las diversas esferas de


lo social, sin sopesar criterios dentro de un marco de sentido general, la explicación
desarrollada se vuelve no sólo deficiente como dilucidación descriptivo-explicativa, sino
evidentemente poco sociológica, pues una de las labores de esta disciplina es posibilitar la
conexión de una pluralidad de elementos que forman parte de la complejidad de relaciones
que supone la sociedad como conjunto. Si nos ponemos en el primer plano, parece ser que la
utilización del término «sociología» sirve como decoración antojadiza de la propuesta
explicativa que se propone: en tanto «ciencia de la sociedad» se espera que la sociología
aporte respuestas de conductas generales al interior de la realidad social, a fin de lograr un
conocimiento que dé cuenta de las razones que llevan a desarrollar modos de ser y actuar
específicos en condiciones históricas determinadas, y no explicaciones acotadas a una
partícula contingente de este acontecer. Cuando las soluciones autodenominadas sociológicas
se proponen identificar conjuntos de explicación social acotados como si fueran extrapolables
a la sociedad entera, se comete el error de mutilar a la explicación sociológica de lo que ella
posee de grandiosa, a saber, la configuración polívoca de elementos que sin poseer relación
de conexión directa aparente pueden ser condensados en marcos generales de comprensión
que permiten cruzar una múltiple frontera de sentido en relación a un mismo fenómeno.

Contra las explicaciones atomizadas Weber argumenta, por ejemplo, que toda historia
bancaria que sólo adujera motivos económicos para su explicación resultaría tan segmentada
como una explicación de la capilla Sixtina a partir de las bases socio‐económicas de la vida
cultural en tiempos de su creación; como también derivar el capitalismo de ciertas
transformaciones de los contenidos religiosos de la conciencia, o bien derivar una estructura
política de determinados condicionamientos geográficos.2 Por lo tanto, para la medición de la
importancia que debemos conceder a los condicionamientos sociales en un determinado
momento, resulta decisivo saber a qué tipo de causas deben atribuirse aquellos elementos
específicos del fenómeno en cuestión que nos importa, a los que concedemos importancia en
un caso particular, diferenciándolos de aquellos que reconocemos como propios de la
sociedad en su conjunto.

Si pensamos un caso concreto podemos notar, por ejemplo, que los estudios sobre las
condiciones socioculturales y económicas en que se desarrollan las asesoras de hogar de la
zona oriente de Santiago propone una línea descriptiva-explicativa del fenómeno de género

2
Weber, Max. Sobre la Teoría de las Ciencias Sociales. Ediciones Península, Barcelona. Pág. 35

2
que se ve implicado en tal situación y cómo esto afecta sus condiciones de posibilidad o
emergencia. Si bien este tipo de práctica no busca desarrollar una teoría general de la
sociedad, a su modo busca el logro de una generalización: todas aquellas asesoras de hogar
que cumplan con las características de la muestra de estudio utilizada deberían poder
entenderse como materializaciones diferentes de aquello que se ha estipulado como su
explicación. En otras palabras, lo que esta clase de estudios genera es un tipo de
“universalismo reducido” que busca poder plantear un modelo explicativo en el cual queden
incorporadas todas, o al menos la gran mayoría, de los casos que cumplan con los criterios de
operacionalización que se han definido en el estudio. Ahora bien, el punto en cuestión es si,
reconociendo la importancia práctica de este tipo de investigación social, puede definirse a
esto como sociología en los términos de una ciencia de la sociedad en general. Aquí
entonces es donde comienza a resultar patente la paradoja en cuestión: por un lado se
constata la realización de estudios orientados a problemas particulares –principalmente fuera
del campo académico- y de otro la búsqueda por generar un modelo de explicación general
del contexto en que estas respuestas específicas se alojan, a saber, una teoría general de la
sociedad.

La noción de un conocimiento que pretenda explicaciones de tipo universal no es la


vuelta a consideraciones de la realidad ‐en este caso social‐ que apunten a la idea de una
absolutización del conocimiento sociológico como planteamiento omniabarcante. Atrás quedó
la idea del intelectual que, abordando una esfera determinada de las relaciones humanas,
pretende explicar la totalidad del entramado social sin considerar la especificidad de cada área
de investigación. Pienso por ejemplo en principios de la conducta humana que puedan ser
considerados dogmas del acontecer jurídico, político y económico como lo pretendió en algún
momento Rousseau con la definición de un contrato social tácito, transversal al devenir de la
evolución social. Tampoco se trata de establecer parámetros de entendimiento que
monopolicen la comprensión de la sociedad por medio de la adopción de un modelo
epistémico predeterminado, ya sea utilitarista, materialista, idealista, etc. La sociología llegó
hace bastante a un punto en el cual puede abordar cada una de dichas explicaciones al
interior de un marco general que, sin negar absolutamente ninguno de tales supuestos, puede
incorporarlos de manera relativamente armónica al interior de una gama de descripciones de
segundo orden que favorezcan una capacidad asociativa y den cuenta del efecto que cada
una de dichas explicaciones tiene al interior de la comprensión general de la sociedad. En ese
sentido la consideración de la labor sociológica como una tarea de observación lo más
aproximada posible a una totalidad de sentido, o mejor dicho, de fenómenos que se esconden
en una totalidad de sentido, sólo puede ser abordada como una empresa que busca dilucidar

3
las causas sociales que dan vida, de modo complementario y autónomo, al conjunto de
fenómenos que acontecen en el espectro social.

En pocas palabras, la problematización de las explicaciones sociológicas –y más en


general, científicas‐ que se abocan a una pregunta acotada, y junto a ello lanzándose a la
solución de aquella sucinta problemática, no radica en la puesta en duda de la legitimidad de
su objetivo específico, sino en la pretensión de universalizar una respuesta. Conocido es el
caso de investigaciones que, descubriendo un hecho importante como la existencia de las
urbs para la civilización, reducen a ella prácticamente todo el acontecer posterior de la
humanidad ‐ejemplo de esto son los estudios sociológicos urbanos de la Escuela de Chicago.3
Sin desconocer la importancia de poner énfasis en ciertos elementos característicos de cierta
sociedad para comprender a la misma,4 es un precepto sociológico no menor que ninguna de
dichas consideraciones puede agotar la explicación de la totalidad social.5 Por tanto, una
suerte de «conciencia sociológica» de vital importancia sería la adopción de un modo de
abordaje a las cuestiones sociales que incorpore cúmulos de elementos que se relacionan o
encadenan entre sí para de esa manera gestar la posibilidad de dar vida a redes polívocas de
interpretación. Ejemplos de este modo de abordar la sociedad son 2 teorías contemporáneas
de fuerte impacto: Actor Network Theory y Systemtheorie. Un hecho clave para entender esto
es introducir lo que Weber menciona como el sentido de la ciencia,6 es decir, en qué dirección
o en busca de qué objetivo se orienta su actuar, ya sea en lo particular o en lo universal.

II. Generalidad y particularidad

Para Weber la parcelación de las temáticas a investigar por la ciencia no presenta


necesariamente un carácter negativo. Es más, según el autor, la creencia de que la tarea de
todo estudio científico progresivo consiste en curar la «parcialidad» de la perspectiva mediante
su ampliación en una ciencia social general adolece del defecto de que la perspectiva de «lo

3
A este respecto cabe preguntarse si el sociólogo de lo urbano se acerca sociológicamente al problema
urbano o urbanológicamente al problema social. Ver en Antología de la sociología urbana. UNAM, México.
1989: Burgess, Mackenzie, Park. La Ecología humana. Pp. ‐ ; y Wi th, L. El urbanismo como modo de
vida. Págs. 6 ‐
Ya lo de ía We e e : E la a tualidad la situa ió i te io de la vo a ió ie tífica está
4

condicionada, en primer lugar, por el hecho de que la ciencia ha entrado en un estadio de especialización
a tes des o o ido y e el ue se va a a te e pa a sie p e… E uest o tie po la o a eal e te
importante y definitiva es siempre obra de espe ialistas. El Político y el Científico. La ciencia como vocación.
Editorial Alianza, Madrid. 2000. Pág.192
Adorno, Theodor W. Epistemología y Ciencias Sociales. Ediciones Cátedra, Madrid. 2001. Págs. ‐
5
6
Weber, Max. El Político y el Científico. La ciencia como vocación. Editorial Alianza, Madrid. 2000. Pág. 199

4
social» sólo posee una precisión suficiente para delimitar problemas científicos cuando está
provista de algún predicado especial de contenido.7 Es por esto que no es ninguna casualidad
que el concepto de «lo social», que parece tener un sentido muy amplio,

“adquiera, tan pronto como se somete a control su empleo, un significado muy


especial y específico, aunque por lo general, indefinido. Lo «general» se debe, en
efecto, a su indeterminación porque si se le toma en su significado «general», no
ofrece ningún punto de vista específico con el cual se pudiera aclarar la
importancia de determinados elementos culturales.”8

Por consiguiente, no debe ser visto como algo «negativo» el que las descripciones de
la sociedad posean un predicado –sociología de la religión, del derecho, de la ciencia, de la
economía, del sujeto, etc.- puesto que desde esta perspectiva los límites de la ciencia son los
límites humanos, en los cuales se instala la necesidad de acotar elementos para el estudio
acabado de ciertos aspectos y desde allí establecer consideraciones generales.

Si luego consideramos la conexión existente entre el planteamiento que sigue Weber y


el que desarrolla Georg Simmel en relación al «punto de partida» de toda ciencia y el «punto
de llegada» de sus explicaciones, veremos que existe un fuerte grado de similitud. Simmel
establece que toda ciencia se funda en una abstracción, por cuanto considera en uno de sus
aspectos y desde el punto de vista conceptual, en cada caso diferente, la totalidad de una
cosa que no puede ser abarcada por ninguna otra ciencia.9 El argumento expone que “ante la
totalidad de la cosa y de las cosas, crece cada ciencia por división de aquella totalidad en
diversas cualidades y funciones, una vez que se ha hallado el concepto que separa estas
últimas, y permite comprobar metódicamente su presencia en las cosas reales.”10 Esto
conduce a Simmel a concluir que si ha de erguirse una sociología como ciencia particular,

“será necesario que el concepto de sociedad como tal, por encima de la


agrupación exterior de esos fenómenos, someta los hechos sociales históricos a
una nueva abstracción y ordenamiento, de manera que se reconozcan como
conexas y formando por consiguiente parte de una ciencia, ciertas notas que
hasta entonces sólo han sido observadas en otras y varias relaciones.”11
[Cursivas propias]

7
Ibíd. Pág. 30
8
Ibíd. Pág. 30-31
9
Simmel, Georg. Sociología. Estudios sobre las formas de socialización. Vol. I. alianza, Madrid. 1986. Pág. 14
10
Ibíd.
11
Ibíd. Pág. 15

5
Lo último posiciona al surgimiento de la sociología como ciencia en el marco de una
abstracción que busca desarrollar análisis particulares a la luz de orientaciones de sentido
generales. En otras palabras, si bien toda ciencia se ocupa de conocer relaciones y funciones
ocultas en un fenómeno particular, la especificidad de la sociología radica en la adopción de
dicho planteamiento y en la agregación que otorga el ubicar a todo fenómeno individual como
parte integrante de un plexo de relaciones que dan una mayor comprensión sobre el porqué
de su existencia. Así, por tanto, la relevancia de cada fenómeno se anida en su especificidad
al interior de un horizonte de sentido, lo cual llevaría, tanto a Weber como a Simmel, a
destacar la importancia de la explicación parcial que apunta al develamiento de dicha
particularidad siempre bajo el alero de una totalidad, en este caso, al interior de la sociedad.

A riesgo de desviarnos un poco de la observación sociológica, el interés por el


problema que aquí se pretende abordar remite necesariamente a un conjunto de conceptos y
teorizaciones que escapan a una concepción netamente sociológica para anidarse en ciertos
planteamientos que fundan la gnoseología moderna. Desde la filosofía cartesiana hasta los
más recientes sucesos históricos de la sociedad mundial, no puede entenderse el estado del
conocimiento sin reconstruir –o deconstruir si se prefiere- el devenir del mundo moderno y su
momento actual.

III. Autoobservaciones en la sociedad

De lo anterior se desprende que la necesidad de establecer un conocimiento que


integre la multiplicidad de conexiones de la realidad moderna se aloje en alguna de las
explicaciones que la modernidad desarrolla de sí misma. La tradición de pensamiento
occidental ha concluido bajo el concepto de sociedad ese cúmulo de relaciones que
conforman compleja e interdependientemente la totalidad de las esferas que componen la
vida social. Este concepto llevado a la categoría de objeto permite abordar la realidad desde
sus numerosos compartimentos. A la luz de los argumentos que apelan a la constitución de
una modernidad que no encuentra un horizonte de sentido satisfactorio en universalizar
explicaciones, pues ello supondría validar ciertos principios que parecen estar más acordes
con eslabones subjetivos que objetivos12, la ciencia que se aboca al estudio de la sociedad
aportaría una constante revitalización de una frontera explicativa universal, pues su quehacer
se fundaría en gran medida en la comprensión de aquél fenómeno que una vez aparecido se
transforma en medida de todo el globo, a saber, la propia modernidad. Todos aquellos

12
En el sentido de invariables, de cierto modo válidos de una manera trascendente.

6
acontecimientos subalternos de la modernidad, potencialmente podrían ser explicados por la
fundamentación sociológica. De ahí que una de las bases de la sociología se asiente en la
capacidad que ella posea para generar tipos de descripciones universales y no particulares –
sin por ello negar que estas puedan ser el paso previo de las generalizaciones.

De esta manera, si nos situamos en una posición que entiende el conocimiento como
espejo de las condiciones del mundo humano en que se anida, no podemos menos que
intentar desarrollar una pequeña revisión de ciertas condiciones que ampliamente se han
reconocido como bases del mundo moderno. En este sentido el elemento de disidencia
intelectual que surgió, por ejemplo, con la Lebensphilosphie a fines del siglo 1913, se presenta
como una muestra del malestar que significa el concebir un nuevo mundo donde la integración
social viene dada por mecanismos de socialización despersonalizados, deshumanizados. En
la misma línea, justamente lo que luego se planteará desde el existencialismo y los
neohumanismos es una revitalización del individuo como punto de base para configurar una
trascendencia, del mismo modo que se pretende en una actualidad que perdió la ingenuidad
con respecto a revitalizaciones de este tipo. No obstante, más allá del argumento
existencialista o de la situación de desconfianza frente a respuestas centradas en el ser
humano como valor trascendente, lo que me interesa rescatar es la porfía con que la filosofía
continúa la pretensión por generar parámetros universales de comprensión, a fin de otorgar
ciertos pilares en la orientación de la vida fundados en la razón. Karl Löwith, siguiendo a
Jaspers, señala que «si bien la filosofía se produce en contraposición a la religión, esto sólo
ocurre porque ella misma también está a la busca de un ser-en-sí absoluto. Pues sin la
trascendencia, tanto la orientación en el mundo como la dilucidación de la existencia perderían
su sentido definitivo y su profundidad.»14

Así, a grandes rasgos, lo que ocurre con la filosofía al culminar el idealismo, sumado a
la adopción que hacen del sistema hegeliano sus discípulos fundando con ello la emergencia
de una teoría social, y cómo ello después es autorrogado por el positivismo bajo el concepto
de sociología, son claras muestras del proceso de racionalización que empieza a instalarse en
el mundo moderno desde la Ilustración con un resultado que gatilla una pérdida de fe en la
razón como ideal unificador por más que existieran intentos contrarios, como los que hemos
mencionado. Incluso el planteamiento puede ir más lejos al señalar que uno de los puntos
fundantes para rematar la creencia en la razón como ideal integrativo se aloja en la apología

13
Que en último término tiene una raíz común con el marxismo, a saber, la negación de la realidad tal como
ha terminado configurada luego de la Ilustración.
14
Löwith, Karl. El hombre en el centro de la Historia: Filosofía de la Existencia. Herder, Barcelona. 1998. Pág.
20

7
de los hechos que, con justa razón histórica, la ciencia moderna comienza a implementar. El
problema se anidaría en que el pragmatismo que acompañó al surgimiento de la ciencia opacó
la posibilidad de otorgarle respuestas universales a la misma dando pie a sentencias de
profundo relativismo –la pregunta pragmática probablemente replicaría: ¿y por qué debemos
temer al relativismo?

El sabor que entregó la sensación de poder dominar la naturaleza y las relaciones


sociales produjo en el humano moderno la creencia en que ya no sería necesario otorgarle
una dirección al progreso, pues de alguna manera por sí sólo éste encontraría las bases para
mantener y hacer florecer la vida humana. Este fenómeno fue acompañado y agudizado por el
descrédito de las explicaciones trascendentales y metafísicas, puesto que aquella “apología
de los hechos” no aceptaba recursos explicativos inmutables para el acontecer de la realidad
moderna. Ello, extrapolado a nuestros días, podría traducirse en la pérdida del interés por
explicaciones filosóficas y científicas que supongan una pretensión de validez universal.

Protofinal

En último término lo que se aprecia en el mundo moderno podría definirse como una
búsqueda por la obtención de conocimiento que se supone necesaria en sí, en detrimento de
la orientación que se le otorga a dicho conocimiento –para el caso de este trabajo: nociones
de pretensión universal. En otras palabras se conoce lo que se necesita, pero no se sabe
cómo conducir universalmente aquello. Si nos remitimos al significado, conocimiento es estar
al tanto de algo, tener conciencia de una cosa, mientras que sabiduría es «saber» qué hacer
con aquello que se conoce. Estar en una sociedad del conocimiento no conduce por sí sola a
un direccionamiento del saber, aunque sí es el paso previo que permite la autorreflexión de la
modernidad, que a su vez otorga la posibilidad de orientar su camino bajo el primado de un
concepto, tal vez, anacrónico: sabiamente.

La noción de universalismo que aquí se piensa no apunta a un develamiento de


condiciones estructurales aespaciales y atemporales, sino justamente acotadas y situadas
espacio-temporalmente. El universalismo que se piensa es el de la teorización de la sociedad
como esquema de comprensión en contextos históricos determinados.

Claves

Unidad del pensar lo social: Mencionar la pregunta por la sociología misma: todo este
campo diverso ¿puede llamarse a sí mismo sin problemas “sociología”? ¿Se deben definir
criterios de delimitación en que no toda investigación social sea necesariamente sociológica
en términos de explicaciones generales? Este “universalismo reducido” del que hablan los

8
estudios particulares se reconocen como paso previo para explicaciones generales, pero eso
¿puede debilitar una pretensión sociológica? El trabajo posee una suerte de búsqueda por una
definición de lo que se entiende por sociología y esboza una respuesta que percibe a las
investigaciones sociales como ingrediente de las respuestas sociológicas generales, pero no
necesariamente como respuestas sociológicas en sí.

Universalismo: no como verdad trascendente, sino como descripción que se propone una
consideración relativamente general de los procesos que configuran la sociedad en un
momento determinado.

- En relación a esto quizás resultaría más oportuno hablar de paradigma gnoseológico y


no de universalismo a secas. Sin embargo el apuntar sólo a una perspectiva
epistémica no es el objetivo del argumento, pues justamente lo que se intenta
demostrar es cómo la situación determinada del conocimiento en un momento
histórico dado resulta como consecuencia y, a la vez, determinante del modo
específico en que se lleva a cabo la cultura de la misma época. [un modo de ser
determinado]

¿Particularismo sinónimo de especialización? Especialización: como profundización en un


área concreta de una disciplina; particularismo: como abordaje epistémico resultante de una
sociedad entendida polisémicamente, multiculturalmente.

Se entiende a la ciencia como una esfera dividida en incontables áreas ¿Esto atenta
necesariamente contra nociones de universalismo? ¿Porqué tendría que hacerlo? La forma de
generación de realidad universal es, por ejemplo en Latour, justamente el estudio de lo más
particular, aquello que ocurre en el laboratorio de los científicos para desde allí conectar con
nociones contemporáneas de la relación sujeto/objeto, aquella que precisamente pretende
abolir la distinción. Todo ello da cuenta del marco de sentido general que se pretende
demostrar.

9
Bibliografía

Adorno, Theodor W. 2001. Epistemología y Ciencias Sociales. Ediciones Cátedra, Madrid.

Burgess, Mackenzie, Park, Wirth,. 1989. Antología de la sociología urbana. UNAM, México

Löwith, Karl. El hombre en el centro de la Historia: Filosofía de la Existencia. Herder,


Barcelona. 1998

Simmel, Georg. Sociología. Estudios sobre las formas de socialización. Vol. I. alianza, Madrid.
1986

Weber, Max. El Político y el Científico. La ciencia como vocación. Editorial Alianza, Madrid.
2000

Weber, Max. Sobre la Teoría de las Ciencias Sociales. Ediciones Península, Barcelona

10

Você também pode gostar