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CAPÍTULO I. EL ÁMBITO DE LA MORALIDAD.

ÉTICA Y
MORAL.

1. APROXIMACIÓN SEMÁNTICA. .................................................................................... 2

2. LA ESTRUCTURA CONSTITUTIVAMENTE MORAL DEL HOMBRE. .................... 3


2.1. MORAL – AMORAL. ................................................................................................ 3
2.2. MORAL – DESMORALIZADO. ............................................................................... 3
2.2.1. EL ÁNIMO COMO MORAL. ............................................................................. 3
2.2.2. MORAL COMO ESTRUCTURA. ...................................................................... 3
2.2.3. DETERMINISMO Y LIBERTAD. ..................................................................... 4

3. MORAL – INMORAL: MORAL COMO CONTENIDO. ................................................ 4


3.1. MORALIDAD Y ETICIDAD. .................................................................................... 4
3.2. «BUENO» EN SENTIDO INSTRUMENTAL Y EN SENTIDO MORAL.
(TÉCNICA Y PRÁCTICA). ....................................................................................... 4
3.2.1. LA RAZÓN TEORICA Y LA RAZÓN PRÁCTICA (KANT)........................... 5
3.3. ÉTICAS MATERIALES Y FORMALES. ................................................................. 5

4. MORAL COMO ACTITUD. ............................................................................................. 6


4.1. EL INDIVIDUALISMO ÉTICO Y LA ÉTICA SOCIAL. ......................................... 6
4.2. ÉTICA DE LA CONVICCIÓN Y ÉTICA DE LA RESPONSABILIDAD. .............. 6

5. ÉTICA Y METAÉTICA. ................................................................................................... 6


5.1. ÉTICA NORMATIVA: ÉTICAS TEOLÓGICAS, DEONTOLÓGICAS Y
AXIOLÓGICAS..................................................................................................................... 6
5.2. ÉTICA CRÍTICA O MATAÉTICA: TEORÍAS DESCRIPTIVAS Y NO –
DESCRIPTIVAS. ................................................................................................................... 7
5.3. LA FILOSOFÍA ANALÍTICA. .................................................................................. 8

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CAPÍTULO I. EL ÁMBITO DE LA MORALIDAD. ÉTICA Y
MORAL.

Ética: disciplina filosófica que trata sobre la conducta humana clasificándola en ideas
como bien o mal, correcta o incorrecta, positiva o negativa, etc. Se distingue por significado
etimológico la ética de la moral.

1. APROXIMACIÓN SEMÁNTICA.
Ética deriva de las palabras griegas êthos y éthos, la primera a su vez posee dos
significados:
I) El primero, desde la antigua Grecia, ‘estancia’ o ‘lugar dónde se habita’, este
significado fue evolucionando hasta llegar a la designación metafórica del lugar interior
donde reside la conducta del ser humano, es decir, su carácter.
II) Platón y Aristóteles acercaron el sentido de éthos (el carácter de la costumbre) al héxis
(talante o temperamento), hábito adquirido mediante la repetición.
El carácter sería entonces como una “segunda naturaleza” fuente de nuestros actos y, a
su vez, resultado de ellos. Frente al mero talante o temperamento (significado originario de
héxis), que nos es dado y, contando con él, hemos de forjar nuestra personalidad moral.
Ambos términos, êthos y éthos, fueron traducidos al latín con la palabra mos, de la que
provendría «moral». Pero, en la traducción, prevaleció el sentido de costumbre o hábito en
detrimento de las otras acepciones, con lo que la reflexión ética se fue deslizando desde el plano
del carácter moral a centrarse en los actos (buenos o malos) tomados aisladamente, lo que
difumina la unidad de la vida moral. Pues, si bien es cierto que ciertos actos pueden
considerarse definitorios (decisiones tomadas en momentos particularmente relevantes o en las
que se revela «toda una vida»), esos actos no se entienden, en realidad, sino emergiendo de un
trasfondo y una cierra unidad que les da sentido. Así, entre los actos, los hábitos y el carácter
se establece una especie de círculo: nuestros hábitos y actos dependen de nuestro carácter, pero
el carácter se forja a través de sucesivas elecciones y decisiones. Y el modo de ser será el
resultado de nuestra disposición o talante, elaborado por el carácter que, a través del
comportamiento, nos vamos apropiando.
Según lo dicho anteriormente, podemos decir que la ética y moral vendrían a ser
sinónimos y en él se interconectarían tanto la moral vivida, ethica utens, como la reflexión
filosófica sobre ella, ethica docens, (ética aplicada y susceptible de ser enseñada). La tradición
moral occidental no se centraba simplemente en el aumento en el conocimiento, sino el
perfeccionamiento del hombre, así pues, podemos mantener una conducta sin disonancias entre
el dicho y el acto.
Durante mucho tiempo las fronteras entre el filósofo moral (cuya labor es
principalmente teórica, aunque referida a la práctica) y el moralista (cuya labor es ante todo la
de reformar y alentar la práctica moral de los humanos) han sido difusas pero las diferencias
entre uno y otro permiten asimismo diferenciar, pese a la sinonimia hasta ahora destacada, entre
«ética» y «moral». Esta distinción se basa en que mientras la moral hace referencia al
comportamiento humano y su clasificación, la ética es la rama de la filosofía que piensa
en la vida moral: la reflexión sobre los principios morales de forma atemporal; es decir, no
tiene incidencia directa en la vida cotidiana.

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CAPÍTULO I. EL ÁMBITO DE LA MORALIDAD. ÉTICA Y
MORAL.

Resumiendo, «ética» y «moral», escritas con minúscula y como sinónimos, se refieren


a la moral vivida, mientras que «Ética», «Moral» o «filosofía moral» se refieren a la reflexión
filosófica sobre la moralidad, sobre las diversas formas de moral vivida.

2. LA ESTRUCTURA CONSTITUTIVAMENTE MORAL DEL HOMBRE.


Para adentrarnos en el análisis de la vida moral, vamos a considerar la moral en el
sentido más obvio de su significado donde entiende la vida humana en términos de su bondad
o maldad. Diferentes autores han encontrado el predicado central de la vida moral en el bien
(Aristóteles), en el deber (Kant) o en el valor (Max Scheler) pero todos coinciden en que es el
adquirido por su contraposición a lo inmoral (como algo malo, indebido, no valioso o menos
valioso). Sin embargo, antes que inmoral, el término «moral» puede contraponerse a otros que
nos revelan significados más radicales, como, por ejemplo, «amoral» y «desmoralizado».

2.1. MORAL – AMORAL.


Un sujeto amoral es aquel que realiza sus elecciones desde la indiferencia y sin que
ninguna de sus decisiones comprometa su existencia, es decir, no busca una plenitud mental y
elige no elegir. Esto supone que el hombre entre en un estadio estético (lo contrario a un
estadio ético) donde no es que elija mal o bien, sino que no quiere hacerse cargo de la cuestión
dejándose a merced del capricho o dejándose hacer por el tiempo y la sociedad. El ejemplo más
histórico sería el conocido mito de Don Juan quien es una clara figura del hombre estético,
desapasionado e indiferente que, al negarse a realizar su libertad de elegir, se abandona a la
cosificación. Desde un punto de vista más moderno, se sitúa Nietzsche en su obra “Más allá
del bien y del mal” quien intenta reestablecer una nueva jerarquía ante los valores normativos
de la sociedad moderna y defiende la figura del superhombre frente a la moral del rebaño y el
propio querer frente a normas universales. Así pues, el fenómeno de la amoralidad habría de
entenderse como un problema más psicopatológico que ético.

2.2. MORAL – DESMORALIZADO.


2.2.1. EL ÁNIMO COMO MORAL.
Cuando decimos que alguien está desmoralizado, no pretendemos aludir a su
comportamiento ético, por lo que este significado es previo al de moral como «bueno».
Entendemos entonces que la vida moral no solo consiste en obrar bien sino también en
mantener en medio de las dificultades el suficiente ánimo para afrontarla. La alegría, para
autores como Nietzsche o Spinoza es una de las formas más altas de virtud y es necesaria para
tener la fuerza, el ánimo y el coraje que luego habremos de emplear en el bien o en el mal, pero
sin los cuales ni uno ni otro pueden realizarse.

2.2.2. MORAL COMO ESTRUCTURA.


Antes estímulos y circunstancias similares, se puede predecir la respuesta de los
animales ya que estos actúan de forma instintiva, es decir, estas respuestas son genéticamente
adquiridas y estereotipadas. Sin embargo, el ser humano tiene el poder de interpretar la realidad

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CAPÍTULO I. EL ÁMBITO DE LA MORALIDAD. ÉTICA Y
MORAL.

y elegir entre las posibilidades que se le ofrecen lo que supone una vida inestable que no es
más que el riesgo de su propia libertad. Este tener que decidir es lo que llaman Zubiri y
Aranguren moral como estructura.
Antropológicamente, la naturaleza del hombre se encuentra mediada por la cultura y esto es a
lo que se refería Ortega cuando decía que un tigre siempre es un primer tigre, mientras que el
hombre no es ya nunca Adán. Para él la vida no nos es dada hecha, sino que la vida es un
quehacer y somos libres y responsables de lo que hagamos con ella. Sin embargo, hay algo de
lo que los hombres no somos libres y es de dejar de serlo, pues, como Sartre decía, estamos
condenados a la libertad.

2.2.3. DETERMINISMO Y LIBERTAD.


Aunque el hombre se piense libre, su conducta se encuentra sometida a un estricto
determinismo social y cultural. Aborda Kant esta problemática en su Crítica a la razón pura
donde concluye que la libertad es un asunto de la razón práctica ya que teóricamente no somos
capaces de encontrarle un significado real. Sin embargo, no sería posible culpar de
responsabilidad moral a alguien que careciese de ella ya que se considera un requisito
indispensable para la vida moral.
Frente a lo dado, el hombre establece el deber ser que está compuesto de múltiples
condicionamientos, pero no de determinismos. La libertad, por tanto, debe entenderse como la
ausencia de todo condicionamiento y no como la indeterminación o la ausencia de límites
(“vivir sin límites”) que supondría una conducta coaccionada.

3. MORAL – INMORAL: MORAL COMO CONTENIDO.


3.1.MORALIDAD Y ETICIDAD.
Decíamos que el ser humano trata de ajustarse a la realidad con justeza a lo que Zuribi
y Aranguren denominaba «moral como contenido» que son contenidos de la moralidad
derivados del contexto sociohistórico y de los códigos culturales. Esta es la conocida eticidad.
El hombre deberá asumirla personalmente, para seguirla o modificarla, si es que no quiere ser
un mero producto de la presión social.
El recurso a la conciencia crítica parece ser inevitable, pues en el simple abandono a la vigencia
social, el hombre se hace esclavo en vez de dueño de sí. Pero puede suceder otra cosa: que el
espíritu de un pueblo sea alimentado hasta producir una eticidad mortífera. Frente a ello, el
espíritu desertor de las instituciones se refugia en la conciencia moral de un pequeño número
de individuos que no son susceptibles a la corrupción (Ricoeur).

3.2. «BUENO» EN SENTIDO INSTRUMENTAL Y EN SENTIDO MORAL.


(TÉCNICA Y PRÁCTICA).
En este contexto cabe la pregunta, ¿es que el hombre puede, alguna vez, elegir mal, lo menos
bueno, lo no preferible o lo no deseable? A lo que Aristóteles en La Ética a Nicómano declara:
‘’El bien es aquello hacia lo que todas las cosas aspiran’’ y, según esto, parecería que el
hombre no puede obrar mal. Kant, desbarata este equívoco en su Crítica a la razón práctica

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CAPÍTULO I. EL ÁMBITO DE LA MORALIDAD. ÉTICA Y
MORAL.

donde dice que el hombre se comporta sub ratione boni (bajo la razón del bien, de lo bueno),
pero esto no significa que su comportamiento sea siempre moralmente bueno y no siempre
optamos, ya por desidia o por interés, a la mejor solución.
Las expresiones bonum y malum entrañan una ambigüedad que las hace susceptibles de un
doble sentido, e introducen confusiones en las leyes prácticas: cuando ponderamos lo bueno y
lo malo inherente a una acción, o si por el contrario esta consideración gira en torno a nuestro
provecho y perjuicio (relacionados con nuestro agrado o desagrado). Pero el bien y el mal se
relacionan con la voluntad en tanto que ésta se vea determinada por la ley de la razón a hacer
de algo un objeto suyo. El bien o el mal deben quedar referidos a acciones, por lo tanto, y no
al estado sensitivo de una persona. Por ello si existe algo bueno o malo, solo lo podría ser la
persona que actúa, más no cabría calificar así a una cosa (Kant).

3.2.1. LA RAZÓN TEORICA Y LA RAZÓN PRÁCTICA (KANT)


Parar Kant hay dos tipos de razón: la teórica y la práctica. La primera determina un objeto y su
concepto; la segunda lo convierte en realidad. La primera es conocimiento teórico de la razón
mientras el segunda es conocimiento práctico. Aquí lo «práctico» es aquello que es posible
mediante la libertad. En este sentido, lo «práctico» abarca la aplicación práctica de la razón
teórica (la técnica), que son los medios para conseguir un fin.
Kant diferenció entre imperativos hipotéticos: «Si A, entonces B»; y los categóricos:
«Debes (o no debes) tal o cual cosa». Los imperativos categóricos pueden ser:
a) Problemáticos. Cuando el fin o la condición a la que se encuentran sometidos pueden
ser sustituidos por otros, dando lugar a las reglas de habilidad técnica
b) Asertóricos. Cuando el fin al que se atiende es al que tienden todos los seres humanos,
por ejemplo, a la felicidad (si bien a ella ya nos sentimos inclinados por naturaleza, la moral lo
que se ocupa es de hacernos dignos de la felicidad a que aspiramos).
Kant solo considera prácticos los imperativos categóricos, que se expresan como
mandatos de la moralidad, donde se ejerce verdaderamente la libertad del hombre, es decir:
donde obra conforme a su naturaleza y a las leyes que él mismo se dicta. Y esos mandatos se
expresan mediante leyes práctico-morales (no mediante reglas técnico-prácticas). Cierto que a
veces no es fácil separar las cuestiones técnicas de las éticas, pues la ética también se preocupa
de los medios, y la técnica está teñida de implicaciones morales.

3.3. ÉTICAS MATERIALES Y FORMALES.


La «moral como contenido» no es necesariamente una «ética material», sino que puede
venir constituida por una «ética formal». Mientras que algunos códigos morales prescriben de
modo bastante concreto lo que se debe hacer, otros son puramente formales y representan una
«ética sin código». De nuevo Kant, en su filosofía moral, se preocupó más en el cómo y no en
el qué, es decir, cómo debemos obrar para que nuestro comportamiento sea moral. Esto es un
ejemplo de moral formal, vacía de contenido pero que no se limita a la pura estructura
antropológica; es el “contenido” ético del “imperativo categórico”, una “formalidad”
propiamente ética.

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CAPÍTULO I. EL ÁMBITO DE LA MORALIDAD. ÉTICA Y
MORAL.

Para aclarar esta contradicción, podemos establecer dos perspectivas:


a) Desde una psicológico-antropológica, que es la forma moral de la vida humana, que
debe buscar ayuda en cosas que no están en nuestro equipamiento genético (moral como
estructura).
b) Desde lo bueno, lo debido o lo valioso, hablamos de moral como contenido.

4. MORAL COMO ACTITUD.


4.1. EL INDIVIDUALISMO ÉTICO Y LA ÉTICA SOCIAL.
La guía de la moral es la consciencia que puede y debe abrirse al diálogo con los demás,
aunque esté sometida a condicionamientos. Esto permite generar una ética social o
transpersonal ya que no hay individuo moral sin mediación social, es decir, la ética es
inexcusablemente comunitaria. El individualismo ético insiste en que el individuo es el único
e insustituible protagonista de la moral, aunque no pretende que este sea lo único existente ya
que la individualización se produce a través de la socialización. Para poder hablar de una actitud
realmente ética no podemos olvidar que aunque la decisión moral se ejerza en última instancia
de manera solitaria e individualizada, no quiere decir que no pueda ser solidaria.

4.2. ÉTICA DE LA CONVICCIÓN Y ÉTICA DE LA RESPONSABILIDAD.


Se trata de una contraposición de Max Weber que, a grosso modo, podría contraponerle
a la ética kantiana. Aunque esto debe ser matizado, en último término de trata de las
complicadas relaciones entre ética y política. Max Weber contrapone la ética de la intención (o
de la convicción), a la ética de la responsabilidad donde la primera de ellas se movería solo por
principios incondicionados, es decir, sin entrar en el cálculo de las consecuencias derivadas de
su actuación. El político, para Weber, debe, por tanto, (aunque no tenga principios) estar atento
a las consecuencias de sus actos y moverse en la ética de la responsabilidad.
Sin embargo, quizás el dilema de Weber sea un falso dilema ya que, para Kant, la
moralidad de una acción no reside en el resultado sino en la intención. Esa insistencia en la
intención, en la incondicionalidad de los principios o en las propias convicciones no trataría
sino de desmarcar a la «ética del éxito» o de los resultados la cual haría acopio de todos los
recursos que se encuentren a su alcance para conseguir su fin y que, en realidad, acaba con
cualquier tipo de ética.
No se trataría, entonces, de dos tipos de ética: una para los políticos y otra para el común
de los mortales. El mismo Weber reconoce que un político honrado ha de regirse también por
principios. Se trataría más bien de las no fáciles relaciones entre ética y política.

5. ÉTICA Y METAÉTICA.
5.1.ÉTICA NORMATIVA: ÉTICAS TEOLÓGICAS, DEONTOLÓGICAS Y
AXIOLÓGICAS.
La ética normativa sería aquella disciplina filosófica que trata de señalar lo bueno o lo
malo en la vida humana. La Ética, al reflexionar y criticar la moral como forma de vida, trata

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CAPÍTULO I. EL ÁMBITO DE LA MORALIDAD. ÉTICA Y
MORAL.

de investigar en qué medida lo moral es una dimensión constitutiva del hombre (rasgos
personales que conforma la realidad de cada uno) y las categorías en que puede expresarse. Los
principales modelos de ética normativa son:
• Teleológicos (télos, fin) ejemplificados por la ética aristotélica donde advierte que el
Bien es aquello a lo que todas las cosas tienden siendo la eudaimonía (felicidad) el fin
buscado por los humanos.
• Deontológicos (déon, deber) ejemplificados por Kant el cual no se preocupa tanto por
la felicidad sino de que nos hagamos dignos de ella a través de una buena voluntad y
esta buena voluntad es asimilada al cumplimiento del deber.
• Axiológica (áxiom, valor) ejemplificados por Max Scheler quien otorga al concepto de
«valor» la centralidad que antes habían ocupado el «fin» y el «deber».

5.2. ÉTICA CRÍTICA O MATAÉTICA: TEORÍAS DESCRIPTIVAS Y NO –


DESCRIPTIVAS.
Más allá de los problemas normativos, la Ética, trata también de analizar el significado
de los términos y enunciados éticos e indagar el método de justificación de esos enunciados y
principios. Esta ética se conoce como metaética, ética de segundo grado o ética crítica y se han
clasificado en:
• Descriptivistas (también denominadas realistas o cognitivas).
o Naturalistas. Estiman que las condiciones de verdad de los enunciados morales
son similares a las ciencias empíricas, por lo que lo métodos de estas serían
suficientes para aclarar su verdad o falsedad sin tener que definir ninguna
premisa ética.
o Intuicionistas. Visión opuesta a las teorías naturalistas. Las propiedades de los
enunciados éticos no son definibles ni empíricamente observables, sino sólo
alcanzables a la intuición.
• No – descriptivistas. Ni los términos éticos se refieren a propiedades ni los enunciados
éticos pueden ser parafraseados metalingüísticamente en el lenguaje de la verdad o la
falsedad. Es decir, si alguien dice: «Esta mesa es blanca», esa proposición puede ser
metalingüísticamente parafraseada, diciendo: «"Esta mesa es blanca" es una
proposición verdadera (o falsa)», pero no cabe hacer lo mismo respecto a una
afirmación del tipo: «Matar es malo», descriptiva aparentemente, pero en realidad
prescriptiva, pues «malo» no es ningún hecho del mundo, sino un valor introducido por
el sujeto que juzga, por lo que, suponiendo que lo malo ha de evitarse, es equivalente a
«No se debe matar», proposición de la que únicamente cabe decir que nos parece
correcta o incorrecta. También dentro del no – descriptivismo encontramos:
o Emotivismo. Según el cual un enunciado ético no describe nada del mundo,
sino que expresa las actitudes o emociones del hablante, haciéndose imposible
un discurso racional en ética.
o Prescriptivismo. Establece que la función de los enunciados éticos, aun no
siendo descriptiva, se asimila a otros enunciados no fácticos (como ordenar,
prescribir, aconsejar), donde las convicciones éticas deberían identificarse con
las actitudes impersonales o «morales».

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CAPÍTULO I. EL ÁMBITO DE LA MORALIDAD. ÉTICA Y
MORAL.

5.3. LA FILOSOFÍA ANALÍTICA.


El paso del «es» al «debe», que está en todo esto como trasfondo, se suavizó un poco,
desde el primer momento en que lo había denunciado como ilegítimo D. Hume. Hay, por
ejemplo, autores, como Habermas, que consideran ilegítima tal transición, pero sin embargo
defienden el contenido cognitivo de la moral. No parece que la filosofía moral analítica haya
conseguido su intención de neutralidad valorativa, por medio de un trabajo que sería
simplemente el de esclarecimiento del lenguaje de la moral con el riesgo de renunciar a la labor
crítica de la filosofía y, por tanto, a la propia razón en la implícita aceptación del orden de cosas
dado. Por lo demás, la metaética no tendría por qué concebirse sólo desde el corsé a ella
impuesto por la filosofía moral analítica.

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