Você está na página 1de 3

Explique la afirmación "En Colombia hay facultades discrecionales y no actos

administrativos discrecionales"

Para garantizar la eficiencia en la actuación administrativa, a la motivación de los


actos reglados tradicionalmente no le ha sido exigible una exposición de razones
exhaustivas, sino se ha reducido simplemente a la indicación de la fuente que da
origen a la actuación. La distinción entre actos reglados y discrecionales permitiría
afirmar, en principio -contrario de lo exigido para los primeros-, que la expedición
de actos discrecionales es más exigente en su motivación.
La existencia de facultades discrecionales de la Administración pública es una
consecuencia inherente e inevitable de la misma actividad legislativa en un Estado
de derecho Si bien la regulación de las actividades cotidianas del tráfico jurídico
viene acompañada de seguridad jurídica y certeza en el grupo social, resulta
ingenuo y poco eficiente que sea el legislador el encargado de prever todas las
conductas que -a su juicio- considere pertinente regular , Por tanto, la ductilidad y
flexibilidad del sistema les permite a las autoridades administrativas, en aquellos
escenarios donde el legislador no reguló o reguló parcialmente, dotar de contenido
los enunciados normativos ya previstos, o a través de su ejercicio interpretativo
crear nuevas normas jurídicas.
La regla general sobre el ejercicio de las actuaciones administrativas resulta ser el
sometimiento de estas a la primacía y reserva de ley., hay varias tipologías de
dirección normativa de la actividad administrativa, existiendo en unos casos -más
que en otros- una mayor densidad de esa dirección por el derecho. Por un lado, se
encuentra la programación condicional, existente en los actos reglados, donde
ante la ocurrencia de un supuesto de hecho, debe aplicarse una consecuencia
jurídica determinada. Por otro lado, en los actos discrecionales responden a una
dirección normativa finalista, puesto que su planificación se realiza mediante "la
determinación de fines o mandatos de optimización que la Administración debe
ponderar en atención a las circunstancias dadas.
En algunas ocasiones, el poder discrecional de la Administración pública se ha
equiparado a actuaciones arbitrarias o actuaciones que no responden propiamente
al cumplimiento de intereses generales. No obstante, la existencia de la
discrecionalidad no significa libertad total de decisión para la autoridad
administrativa en concreto Tradicionalmente, la existencia de una potestad
discrecional para numerosos autores se ha considerado como una multiplicidad de
elecciones que tiene la Administración para la aplicación del caso que conoce. Por
ejemplo, Santamaría Pastor habla de la discrecionalidad como la creación de un
ámbito de indiferencia jurídica relativa en el que "la Administración puede elegir
entre diferentes soluciones, todas ellas igualmente válidas" o Parejo, quien afirma
que la discrecionalidad "consiste en la atribución a la Administración por el
legislador de un ámbito de elección dentro del cual pueden darse varias
actuaciones administrativas igualmente válidas, la discrecionalidad "es
esencialmente una libertad de elección entre alternativas igualmente justas o, si se
prefiere, entre indiferentes jurídicos".
Ajeno a nuestro propósito, que consiste en explicar por qué razones los actos
administrativos tienen una carga mayor en la motivación al momento de su
expedición, es conveniente afirmar que existe una discusión alrededor de la
igualdad entre las posibles alternativas de solución para la toma de decisión en el
ejercicio de una potestad discrecional. Se trata de las posibilidades y alternativas
que tiene en su conocimiento la autoridad administrativa, las cuales no deben
resultar indiferentes para ella. Afirmar lo contrario conduciría correlativamente a
aceptar que cualquier exposición de razones serían válidas como motivación de
un acto administrativo y no la más adecuada, ni la más idónea. En otras palabras,
el cumplimiento de lineamientos y conductas para la materialización de una buena
administración es el resultado de tomar buenas y fundamentadas decisiones, no
un indiferente jurídico como tradicionalmente se ha concebido.
Es así como la elección entre la alternativa de soluciones posibles en el ejercicio
discrecional de la Administración pública responde, al menos en un plano ideal, a
un proceso lógico-argumentativo de una dirección normativa finalista. De esta
manera, resulta necesaria la implementación de una ponderación de intereses,
además de la sumatoria de otros criterios que permitan escoger cuál -dentro de las
alternativas posibilidades de solución del caso- posibilidad atiende a la búsqueda
de interés general de la manera más idónea y adecuada.
Finalmente, el deber de motivar de manera suficiente las decisiones tomadas en el
ejercicio de potestades discrecionales tiene una serie de limitaciones al momento
de su construcción.
como, por ejemplo, los principios que abarcan el ordenamiento jurídico, límites
internos de directivas de funcionamiento de las mismas autoridades
administrativas, la experiencia y experticia de los mismos funcionarios que
pretender expedir un acto administrativo y los precedentes jurisprudenciales
expedidos anteriormente por los jueces, además de la ponderación existentes en
cada caso en concreto. Estos son, a grandes rasgos, los que debería tener en
cuenta el funcionario público al momento de expedir el acto administrativo y
justificar la decisión que este contiene.
La construcción de la decisión administrativa, cuando se deriva del ejercicio de
potestades discrecionales, comporta un ejercicio mucho más comprometido en el
proceso de escogencia entre la pluralidad de posibles soluciones. A pesar de la
presencia de alternativas, ellas no resultan indiferentes para la autoridad
administrativa, toda vez que en la exposición de motivos de su decisión debe
reflejar los fundamentos de por qué tal alternativa es la más idónea, adecuada y
proporcional el caso en concreto, y no ha atendido a actuaciones arbitrarias
BIBLIOGRAFIA
- Corte Constitucional de Colombia, Sentencia SU-250 de 1998, M.P. Alejandro
Martínez Caballero.
-Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Segunda,
Sentencia del 14 de julio de 2005, M.P. Ana Margarita Olaya, Sección 2, Rad.
76001-23-31-0002000-02891-01 (2891-

Você também pode gostar