Você está na página 1de 4

Duerme negrito – roteiro

Pergunta do Enem.. peça de teatro.. livro..

Atahualpa Yupanqui, que adotou este nome em homenagem ao último Imperador Inca.

O pseudônimo do cantor, compositor e escritor argentino Héctor Roberto Chavero foi emprestado de dois
imperadores incas: Atahualpa (1532-1533) e Túpac Yupanqui (1471-1493). Em quíchua, significa “aquele que vem
de terras distantes para dizer algo”. Sua obra fez jus ao nome.

https://www.youtube.com/watch?v=0Jo5mBZZGqU
Atahualpa Yupanqui afirmou ter ouvido esta canção sendo cantada por uma mulher negra, na região
do Caribe, entre a fronteira da Venezuela com a Colômbia, onde ficou encantado, a aprendeu, e a
recopilou tornando-se seu primeiro intérprete. Alguns atribuem a autoria da canção a Bola de
Nieve (Ignacio Jacinto Villa Fernandez, músico, compositor, cantor e pianista cubano, nascido 11 de
setembro de 1911 em Guanabacoa, e falecido em 02 de outubro de 1971, na Cidade do México),
tido como um dos maiores músicos cubanos. Outros dizem que pertence aEliseo Grenet Sánchez,
compositor, arranjador e pianista cubano, nascido 12 de junho de 1893, em Havana, e falecido em
04 de novembro de 1959, na mesma cidade, autor de várias obras populares da ilha caribenha.

A mãe da criança foi trabalhar e a deixou com uma vizinha. A vizinha pede que a criança durma e
promete que sua mãe irá trazer coisas pra ele comer.

Por sua vez, neste caso, a música tem um ritmo maior que o seu próprio ritmo, alcançado pelo uso
de onomatopeias, como esse "¡zas!", "chacapumba-chacapún", recursos raros neste gênero, mas eles
lhes dão uma âncora precisa: é uma canção que não poderia vir de outras partes do mundo.

A canção conta a história de uma mãe que deixa seu filho sob os cuidados de um amigo ou vizinho enquanto
sai para trabalhar nos campos sem receber pagamento.

É cantada por uma negra escrava para a criança que foi deixada sob seus cuidados, e diz para que ela
adormeça pois sua mãe está trabalhando nos campos e vai trazer-lhe guloseimas e que se ela não adormecer
o diabo branco, ou seja, ofeitor de escravos, virá para comer seus pequenos pés.[1]

com referência principalmente à exploração do homens e mulheres do campo.


Nos versos "Trabajando, trabajando duramente, trabajando sí. // Trabajando y no le pagan, // trabajando sí." fica evidente que existe uma
mãe que trabalha "duramente" no campo e não recebe nada por isso. Na opção correta, há menção às precárias relações laborais do
campo, principalmente no caso da mulher

retratar a precariedade das relações do trabalho no campo.

Todas as mães dizem que cantar essa canção para seus filhos cria uma atmosfera de grande intimidade e
que o aspecto assustador dos versos, que também acontece em várias canções de ninar brasileiras (como o
“Boi da Cara Preta”), é quebrado pela deliciosa onomatopeia final.
Prestem atenção na letra, onde diz que a mamãe da criança está trabalhando a roça, mas não lhe pagam, é
viúva e está doente, tossindo, e continua trabalhando e prometendo trazer gostosuras pra o filho. O canto em
voz baixa normalmente não é acompanhado por instrumentos, mas apenas pela batida num tamborzinho.

Se la cantaban en Colombia y Venezuela a los niños cuando los padres se iban a trabajar, a los
cafetales mayormente. En vez de decirles que viene el coco o el hombre del saco les cantaban que
viene el hombre blanco. Significativo.
“Y si yo no me duermo, aparecerá ese diablo blanco? ¿y por qué el diablo es blanco? Yo siempre creí que los diablos
eran rojos y los angelitos eran blancos… no lo entiendo.”

“Hoy encuentro muchos significados sublimes y tristes, profundos e injustos, dulces y a la vez amargos.Todo ello
se encuentra en la canción de cuna del Negrito. La canción está tatuada en mi alma, los ojitos añorantes del negrito, la
tos de la mamá, el diablo blanco y la patita chicapumba chicapumba apumba chicapum!

Estuve escuchando una sublime versión a cargo de un mártir: Víctor Jara. Su interpretación es dulce con una voz llena
de ternura y también de dolor. En este caso el chicapumba es yacapumba yacapumba apumba apumba! Colocar su
interpretación aquí, también significa expresar mi incomprensión y mi dolor por la tortura que Víctor Jara sufrió antes de
morir.”

“Hoy también veo a mi Esperancita y le digo: Mamá, no puedo creer que me hayas criado con canciones de
protesta para dormir, ¿te imaginas las implicancias psicoanalíticas que ello trae consigo? Y río por dentro y por fuera…
Ayayay! No puedo evitar sonreirle y llenarla de besos nuevamente… mi mamá fue una verdadera mujer luchadora que
me cantaba canciones de protesta como canciones de cuna. Y las consecuencias las ando viviendo en carne propia
últimamente… ¿Qué mamá no es una mujer luchadora, perseverante y aguerrida por sus hijos?

Mamá, hoy no me quiero dormir con esa canción, hoy me quiero despertar con ella. Hoy quiero despertar.”

“Duerme, duerme, negrito” es una canción anónima que Atahualpa trajo, según contaba, de la frontera entre Venezuela y

Colombia. Tuvo infinitas versiones: Zitarrosa, Viglietti, Víctor Jara, Mercedes Sosa, pero creo que ninguna versión es

mejor o peor que las otras: esta canción es tan buena que se impone sobre su intérprete. Es, sencillamente, una canción

perfecta, una canción de cuna, como el acto de dar la teta hecho canción; crea un lugar íntimo, privado, casi secreto de la

madre o el padre con el niño, no necesita más. Su economía de recursos impresiona: no precisa instrumentos; alcanza

con la voz, cantando bajito, para crear un momento casi epifánico. A su vez, en este caso, la música tiene una rítmica

mayor al propio ritmo logrado por el uso de onomatopeyas, ese “¡zas!”, esos “chiquipún-chiquipún”, recursos raros en este
género, pero que le dan un anclaje preciso: es una canción que no podría venir de muchas otras partes del mundo.

La letra me alucina. Ahí están la persona que enuncia, aquella a la cual se remite y la persona a la cual se dirige la

canción. La que enuncia podría existir o no; suponemos que es otra mujer que está guardando al negrito mientras la

madre está ocupada trabajando, trabajando y trabajando. Sabemos que la madre está trabajando la tierra de otro para

otro, sabemos que está sola, que es viuda, que está enferma y lejos. Sabemos que no le pagan, pero que de alguna

forma va a traerle al niño frutas, cerdo, codornices; le va a traer manjares, regalos como una reina maga visitando a su

propio santito. La situación de esta mujer que debe irse lejos de la casa para poder mantenerse y alimentar a su hijo es

dramática, pero en la canción no hay espacio para la tragedia decorada sino que se mantiene siempre simple, sencilla. Y

ahí reside en parte su genialidad: dentro de esa cáscara de simpleza, de su melodía sencilla y de su aparente austeridad
de recursos, “Duerme, duerme, negrito” dice muchas cosas. En unos cuantos versos toca tres cuestiones que
comenzaron a tratarse simultáneamente en el cruce de estos últimos dos siglos: raza, clase y género. La clase, en la

pobreza de esa mujer que trabaja explotada en el campo. El género, porque son –en apariencia– dos mujeres las que se

ocupan del niño. El hombre adulto queda colocado en el lugar del mal, el diablo como hombre maduro, blanco y caníbal:

“Te va a comer la patita”, amenaza dulcemente quien le canta al niño. El hombre blanco comerá la patita del negro si no

cae dormido. Esa capacidad para decir tanto con tan poco: ésa es la gran gema de la canción. Letra y música en

consonancia con el escenario al que remite y con la historia que cuenta. Es lo que tengo como modelo, lo que me gusta

laburar en mis canciones, mi deseo. Como artista sería un gil si no aspirara a escribir cosas tan bellas como ésta. No

recuerdo haber escuchado la canción cuando era chiquito. Cuando empecé a aprender guitarra me enseñaron a cantar y

a tocar con otras canciones, con el folklore más tradicional, con el Yupanqui de “Luna tucumana”. Creo que conocí

“Duerme, duerme, negrito” cuando estaba en la escuela secundaria y fue impresionante para mí desde entonces. Pero fue

después de haber escuchado y leído otras cosas, en especial después de haber estudiado Historia y de ponerme a

trabajar con mis propias canciones, que empecé a pensar en ella cada vez más. Aparecía sola, sin buscarla o buscando

otras canciones para crear las mías, buscando referencias, modelos a seguir o a comparar, precedentes para, en

definitiva, sentirme en compañía. “Duerme, duerme, negrito” marcó un momento importante para mí como músico. Nunca

le hice un trabajo sesudo, ni la convertí en un solemne objeto de estudio: simplemente la disfruto, la pienso, la canto. Me

gusta pensarla y mientras más la pienso, más me gusta. Y la vuelvo a pensar ahora y me quedo colgado en detalles como

el de la voz de quien la dice, en quién será o si acaso, tal vez, no haya existido nunca. Si no será, simplemente, una

narración y al negrito no lo está cuidando nadie, está solo y sólo ha sido nombrado por un diminutivo amoroso que remite
al color de su piel y no por su nombre propio.

El hecho de que la canción también sea anónima es hoy un gesto elocuente. En general son los nombres y no la música

los que hacen y venden los discos o disponen y ponen en las radios. Darle luz al anónimo es un gesto que corresponde y
tira una señal para detenerse a pensar hoy la figura del autor y la industria.

Si nunca me animé a hacer mi propia versión de “Duerme, duerme, negrito” es probablemente porque no se me ocurre
que pueda aportarle nada a este tesoro: es una canción que se luce sola y no necesita divulgación. No siento que pueda

ofrecerle nada hoy; tal vez cuando sea padre, pero no ahora mismo. Mientras tanto, cada vez que la escucho de nuevo y

la canto para mí –yo soy mi propio negrito– se revelan frecuencias que me conmueven; temas como el lugar del hijo, la

maternidad y la paternidad tocan fibras atávicas que se corresponden con la especie, con lo que fuimos y desconocemos

que aún somos. Imagino que probablemente la canción de cuna pudo haber sido uno de los primeros géneros que creó el

hombre cuando descubrió cantar. Tenemos registro de cuándo y dónde nació la ópera, pero no de cuándo y dónde nació

la canción de cuna. Imagino a un ser humano –o hasta un homo anterior– hace miles de años cantándole a su crío para

paliarle un dolor o para distraer el hambre. Pienso en cuál habrá sido el primer gesto de nuestra primera canción e

imagino una melodía relacionada con la contemplación, con la belleza, la muerte, el eros; una de amor, una de guerra y
una canción de cuna.

https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/17-6852-2011-02-20.html
Duerme Negrito Dorme, menino

Duerme, duerme negrito, Dorme, dorme, menino,


que tu mama está en el campo, negrito… que sua mãe está na roça, menino…
Duerme, duerme mobila, Dorme, dorme, minha vida,
que tu mama está en el campo, mobila… que sua mãe está na roça, minha vida…

Te va a traer codornices para ti, Vai trazer codornas pra você,


te va a traer rica fruta para ti, vai trazer fruta gostosa pra você,
te va a traer carne de cerdo para ti, vai trazer carne de porco pra você,
te va a traer muchas cosas para ti. vai trazer muitas coisas pra você.

Y si negro no se duerme, E se o menino não dorme,


viene diablo blanco vem o diabo branco
y ¡zas! le come la patita, e zás! Te come o pezinho,
¡chacapumba, chacapún…! chacapumba, chacapum…!
apumba, chacapumba, chacapumba, Apumba, chacapumba, chacapumba,
chacapún! chacapum!

Duerme, duerme negrito, Dorme, dorme, menino,


que tu mama está en el campo, negrito… que sua mãe está na roça, menino…

Trabajando, Trabalhando,
trabajando duramente, trabajando sí, trabalhando duramente, trabalhando sim,
trabajando y no le pagan, trabajando sí, trabalhando e não lhe pagam, trabalhando sim,
trabajando y va tosiendo, trabajando sí, trabalhando e vai tossindo, trabalhando sim,
trabajando y va de luto, trabajando sí, trabalhando e vai de luto, trabalhando sim,
pa’l negrito chiquitito, trabajando sí, pro menino pequenino, trabalhando sim,
pa’l negrito chiquitito, trabajando sí, vai de luto sim, vai tossindo sim, duramente sim.
va de luto sí, va tosiendo sí, duramente sí.
Dorme, dorme, menino,
Duerme, duerme negrito, que sua mãe está na roça, menino…
que tu mama está en el campo, negrito.

Você também pode gostar