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MARCO REFERENCIAL
2. Bases Teóricas
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Es de hacer notar, que estas competencias para ser asumidas por los
estados, es necesario que las Asambleas Legislativas, dicten una ley,
especial. Por lo tanto, hasta que no se produzcan estas leyes, estas
competencias no serán asumidas. Estas competencias son fundamentales
para el proceso de descentralización, y por ende, para la tarea de reformar el
Estado. Debido a que ellas son fuente de recursos propios y de desarrollo de
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experiencia de gestión en las que el pago de tarifas por parte de los usuarios
ha favorecido la creación de una orientación institucional de servicios
públicos.
Competencias Concurrentes
- La investigación científica.
- La defensa civil.
De allí que los niveles de federalismo tributario parten del sistema político
de organización, basado en distribución territorial del poder, Nacional,
Estadal y Municipal. Sobre la base de la división vertical del poder como
esquema de ordenación de los diferentes entes territoriales que lo
conforman.
La función pública tendrá como objetivo hacer uso de los medios del
Estado para garantizar que todos/as lleguen a alcanzar una plena calidad de
vida de acuerdo con objetivos de universalidad, democracia y justicia social”
(D’Elia: 2003) Del mismo modo, y más allá de lo expresado en su Preámbulo,
la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela fortalece, desde el
punto de vista jurídico, el proceso de descentralización político-administrativa
iniciada en 1989, con la elección directa de gobernadores y alcaldes. Esta
afirmación es corroborada por el texto de los siguientes Artículos: El Artículo
6, Título I, referido a los Principios Fundamentales que reafirma la
descentralización como modelo de gestión: “El gobierno de la República
Bolivariana de Venezuela y de las entidades políticas que la componen es y
será siempre democrático, participativo, electivo, descentralizado, alternativo,
responsable, pluralista y de mandatos revocables”.
El Artículo 16, Capítulo II, de la división política que destaca la forma de
organizar políticamente la República: “Con el fin de organizar políticamente la
República, el territorio nacional se divide en el de los Estados, el del Distrito
Capital, el de las dependencias federales y el de los territorios federales. El
territorio se organiza en municipios”. En el Título IV, relativo al Poder Público,
se le otorga a la declaración de principios expuesta en el Artículo 16 más
fuerza y claridad; adicionalmente, en el mencionado Título se reitera la
autonomía de los distintos niveles de gobierno y se define con mayor
precisión el significado de la integralidad territorial mencionada en el
Preámbulo, al hacer obligante la colaboración y coordinación de los poderes
para el logro de los fines del Estado.
Por otro lado en el Artículo 158, Capítulo II, se hace explícita la vinculación
existente entre el modelo federal y descentralizado y la calidad de la
democracia: “La Descentralización, como política nacional, debe profundizar
la democracia, acercando el poder a la población y creando mejores
condiciones, tanto para el ejercicio de la democracia como para la prestación
eficaz y eficiente de los cometidos estatales” También la Constitución de
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Morales (2016), señala que en la historia del siglo XIX se pueden ver
varios intentos de formar una entidad federal venezolana, plasmados incluso
en la Constitución de 1864, pero no se llevó a cabo como para justificar tal
nombre. La nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de
(1999) contiene una serie de innovaciones de singular importancia en lo que
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específicas del proceso. Tal vez por esto la literatura empírica no presenta
evidencias concluyentes sobre un impacto social positivo de la
descentralización, a pesar de los muchos y consistentes argumentos teóricos
que lo señalan.
Este principio básicamente refleja que los estados, en virtud, del poder
tributario deben crear tributos siempre dentro del ordenamiento jurídico
correspondiente con la finalidad de que le sean respetos los deberes y
derechos a los sujetos obligados. En efecto, Brewer (2012) refiere que el
principio de legalidad exige que los impuestos solo se creen mediante ley,
por los órganos legislativos de representación popular. Por ello, representa la
garantía de la legalidad del impuesto constituye un límite a la tributación
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confiscatoria ya que el tributo debe ser establecido por una norma creada por
el órgano legislativo.
Por su parte Morales (2016), considera que el principio de legalidad
implica que la administración pública se organiza y actúa de acuerdo a la ley,
por lo cual la asignación distribución y ejercicio de sus competencias se
sujeta a lo establecido en la Constitución (1999), las leyes y los actos
administrativos. Así mismo, Guerrero (2013) afirma que la razón de ser de
este principio confirma la íntima relación existente entre los principios de
legalidad tributaria y de seguridad jurídica, en el sentido de la certeza del
contribuyente ante el impuesto.
Por tanto, la legalidad como principio tributario se traduce en un clima de
confianza de las personas receptoras de las medidas fiscales del Estado
venezolano, de tal manera que no exista un clima desfavorable que
propenda a crear incertidumbre en el entorno económico; a fomentar la
discrecionalidad en las actuaciones de la Administración Tributaria y a
menoscabar la capacidad económica del sujeto pasivo. Al mismo tiempo,
afirma Pérez (2001) que el principio de legalidad exige la existencia de un
orden jurídico creado y organizado que consigne derechos fundamentales a
favor de los gobernados los cuales deben ser respetados por el Estado. De
ahí, la vinculación estrecha existente entre el principio de legalidad y el
derecho tributario, por cuanto las normas jurídicas tributarias emanan de la
carta magna y por consiguiente deben sujetarse a sus principios y
disposiciones, por lo tanto no basta que esta relación se rija por lo
expresamente determinado por la ley.
Mientras que Ramírez y Col (2000) comentan que el principio de legalidad
está real y ampliamente vinculado con la noción misma del tributo como
elemento fundamental de la relación jurídica tributaria establecida en los
estados, y en ese sentido, lo dispuso el legislador venezolano en el artículo
317 de la Constitución Nacional (1999). Para Crespo (2000) afirma que no
solo se basa en que el impuesto emane del poder legislativo, sino también,
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hacer frente al pago del impuesto, una vez cubiertos lo pagos vitales e
ineludibles del sujeto.
Este principio trae consigo la equidad en el repartimiento de la carga
tributaria, en efecto, los sujetos que obtengan mayores ingresos, mayor será
su contribución con el Estado. Al mismo tiempo, comenta Fraga (2006) que
el referido principio es un concepto jurídico utilizado por el contribuyente para
referirse a la posibilidad de las personas de pagar tributos. De allí que con la
capacidad económica el contribuyente puede atender sus necesidades y
compromisos económicos; mientras que la capacidad contributiva tiene la
posibilidad de soportar el pago del tributo.
A su vez, asegura Palacios (2009) que la capacidad económica es
individual y única para cada sujeto, por lo que los supuestos que integran el
hecho imponible deben ser valorados atendiendo al conjunto de principios
que junto al de capacidad contributiva forman los principios de justicia del
sistema tributario como el de no confiscatoriedad. Por su parte Navarro
(2009), considera que la capacidad económica conlleva a cada contribuyente
a pagar de acuerdo a sus riquezas. Este principio se encuentra establecido
en el ordenamiento jurídico venezolano en el artículo 316 de la Constitución
(1999) que establece textualmente: El sistema tributario procurará la justa
distribución de las cargas públicas según la capacidad económica del o la
contribuyente, atendiendo al principio de progresividad, así como la
protección de la economía nacional y la elevación del nivel de vida de la
población; para ello se sustentará en un sistema eficiente para la
recaudación de los tributos.
En consonancia con los párrafos anteriores se puede expresar que el
principio de capacidad contributiva obliga al Estado a tomar en cuenta la
posibilidad económica del sujeto obligado al pago del tributo creado mediante
leyes.