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Arquetipo Ludi: Un estudio del juego desde la psicología analítica.

Conference Paper · January 2009

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Alvaro Carrasco

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Afrodite. Outras deusas se manifestam, mas as citadas são as mais significativas, e ao fim desta
história Joana consegue realizar todos aqueles “desejos” da deusa: hoje se considera
uma vitoriosa.

Conclusão
Entendemos que o fenômeno da violência conjugal vai muito além do ato de violentar e ser
violentado, envolvendo uma rede de significação que interfere em sua vivência e no modo
de tornar relações hierárquicas mais simétricas, rompendo a díade algoz-vítima. Este estudo
confirma também que é preciso estar de olhos abertos para as muitas possibilidades que
existem, para que não se busque apenas confirmar uma relação causal pressuposta de início
pela pesquisa. A violência conjugal está associada a muitos outros fenômenos, como a gravidez
precoce na vida do homem e da mulher, a falta de suporte familiar, a idealização da relação
amorosa e da parentalidade. Foi visto que a mulher, enxergada, na maioria das vezes, como
passiva apenas, pode se defender à sua maneira, revertendo ao menos em parte a desigualdade
de gênero que causa o abuso e a violência. Entretanto, o curso da vida é muito mais complexo e
profundo do que conseguimos transmitir.

Arquetipo Ludi:
Un estudio del juego desde la psicología analítica 
Álvaro Carrasco G.
Grupo de Desarrollo C. G. Jung-Chile

Resumen
Se presenta una exploración teórica sobre el juego en la literatura, mitología,
antropología y psicología, según reconocidos aportes de algunos autores.
El estudio recopila y articula descripciones y reflexiones que permiten
argumentar que tras la conducta lúdica existe un arquetipo del juego o
arquetipo ludi.

Cuando en 1994 leí la obra de Huizinga “Homo Ludens”, me pareció que los arquetipos
jungianos y el juego eran fenómenos relacionados. Desde entonces comencé la exploración de
este vínculo. En la literatura jungiana, sin embargo, descubrí pocas páginas. Las reflexiones que
allí encontré me parecieron intuitivas, muy valiosas pero breves y con una incipiente articulación
teórica de la relación entre juego, arquetipo y dinamismo psíquico. Este trabajo busca ayudar a
incorporar el fenómeno de lo lúdico en el cuerpo teórico de la psicología analítica.
Arquetipo como un patrón dinámico de comportamiento

Infiriendo a partir de sus efectos, el arquetipo sería un dinamismo organizador, un principio de


organización (McDowell, 2001) o un principio formativo (Jung, 1959/1993, p. 93) actuando en el
plano de la psique. Como principio organizador, el arquetipo no se encuentra solamente en
los fenómenos psíquicos, sino también en los físicos y biológicos (Jung & Pauli, 2001, pp. 98

 El trabajo que aquí se presenta es una versión resumida de mi tesis de Magister titulada: “Exploración teórica para la conceptua-
lización del arquetipo del juego”. Universidad Adolfo Ibáñez, 2007. Para revisar en línea la versión completa de este trabajo visitar
http://cgjung.cl

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y 126,). Cuando estos patrones de organización operan el dominio de la psique, ellos son los
organizadores dinámicos de imágenes, ideas y comportamientos; cuando operan en el ámbito de
la física, ellos son los principios formativos de la materia y la energía (Card, 1996).

Stevens en su libro Archetype Revisited (2003) destaca las congruencias entre la hipótesis
arquetípica de Jung y nociones similares provenientes de la biología, etología y sociobiología.
Mientras Jung registró similitudes en los símbolos estas otras ciencias han rastreado
patrones anatómicos, de comportamiento y recurrencias en los modos de organización social
(Stevens, 2003, p. 25). Estas perspectivas resaltan que, tras la aparente diversidad de modos
de organización social y comportamiento humano, se encuentra una remarcable uniformidad
(Stevens, pp. 25, 45, 69). Stevens indica que tras estos patrones de comportamientos observables
se encuentra una matriz arquetípica. Así entendidos, los arquetipos serían “sistemas de
disposiciones para la acción”, pudiendo ser concebidos como el “origen común de eventos
comportamentales y psíquicos” (Stevens, p. 59 y 71).

Dioses que juegan


En el Hinduismo los dioses poseen todas las características clásicas de la divinidad pero, además,
son caracterizados por su naturaleza lúdica. Los dioses son enteramente completos, no tienen
aspiraciones, deseos ni necesidades. Si esto es así, ¿cómo puede ser entendida la creación? La
acción de los dioses solo puede ser llamada lilâ, que puede ser traducido como deporte o juego y,
como tal, es una expresión de libertad, de regocijo, intrínsecamente satisfactoria, una actividad
sin un propósito ulterior, no instrumental, fuera del mundo del aquí y ahora que es dominado
por la causa y el efecto donde el hombre es obligado a actuar por necesidad (Kinsley, 1979, p. xi).

En el repleto panteón Hindú hay varios dioses que sobresalen en hacer al mundo girar en
los ritmos de la creación, mantenimiento y destrucción. Hay muchos dioses que juegan pero
“sin Krsna -dice un verso Bengali- no hay canción” (Kinsley, 119-120). En toda la India pero
especialmente en Bengal y el Norte de la India, Krsna es adorado en la forma de un niño. Es en
esa forma que Krsna expresa el juego espontáneo y puro de lo divino (Kinsley, 1979, p. 61). En la
adultez Krsna es protagonista de una épica batalla por su nación, la cual , como siempre, es vista
como un juego, en este caso Su Uttama Lilâ o Juego Supremo.

El Popol Vuh, el libro que narra la creación según los mayas, también cuenta un episodio en
que los dioses juegan (adaptado de Rogers, 2002 y Ximénez s/f). Los hermanos Hun Hunahpu
y Vucub Hunahpu, prole de las deidades creadoras, jugaban a la pelota incesantemente en un
mundo en que todavía no existía el hombre, ni los astros. Jugando en un campo que estaba en
la tierra pero también camino a Xibalba (el mundo subterráneo) molestaron a los dioses del
inframundo quienes les ordenaron que bajaran a jugar con ellos. Los hermanos superan las
pruebas y se les permite jugar contra los dioses, a quienes ganan y dominan con ingenio. Una
vez finalizada su travesía por el mundo subterráneo, Ixbalanqué y Hunahpú ascendieron a los
cielos donde uno se convirtió en el sol y el otro en la luna.

Por toda Mesoamérica se han encontrado restos arqueológicos campo de pelota Maya de hasta
2,500 años de antigüedad (ORBE, 2006). Aunque ahora no se conoce el significado religioso
y social exacto del juego de pelota hay evidencia que sugiere, al menos en parte, un propósito
ritual. Qué el juego o actividades lúdicas tengan un significado ritual-religioso no es algo
exclusivo de los mayas (Huizinga, 1938/1968, p. 31, 37; Kinsley, 1979, capítulo III;
Gabriel, 2000).

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Homo ludens
La lectura del “Homo Ludens” de Johan Huizinga me llevó a especular sobre la naturaleza
arquetípica del juego: “Todos los pueblos juegan y lo hacen de manera extrañamente parecida…”
(Huizinga , 1938/1968, p. 50). Huizinga plantea que las diversas teorías psicológicas y
biológicas del fenómeno lúdico explican el juego en su función utilitaria (Huizinga, pp. 12 y 13).
Acertadamente, Huizinga nota que estas teorías no son excluyentes y por lo tanto cada una es
parcialmente correcta.

El investigador holandés se centra en el juego social, de mayor elaboración y lo define como:


“una acción libre ejecutada ‘como si’ y sentida como situada fuera de la vida corriente, pero que, a
pesar de todo, puede absorber por completo al jugador, sin que haya en ella provecho alguno, que
va acompañada de un sentimiento de tensión y alegría, que se ejecuta dentro de un determinado
tiempo y de un determinado espacio, que se desarrolla en un orden sometido a reglas y que da
origen a asociaciones que propenden a rodearse de misterio o a disfrazarse para destacarse del
mundo habitual” (p. 29). Estos juegos son de dos tipos generales, bien una pugna por algo o una
representación de algo; pudiendo ambos tipos fundirse o mezclarse.

Huizinga propone, y este es el argumento central de su obra, que el juego (específicamente


el juego social y simbólico) constituye un fundamento y un factor de la cultura (p. 17). El
espectáculo sagrado y la fiesta agonal son las dos formas universales en las que la cultura surge
dentro del juego y como juego (Huizinga, p. 78).

No se juega por un fin, no se juega para conseguir algo sin embargo en lo lúdico o durante el
juego aparecen dinamismos que parecen tener un propósito propio, es autotélico (Guttmann,
1978 en Green, 1994, p. 41) o, al menos, una autonomía que no podemos atribuir a la acción
de la conciencia. Esto parece ser reconocido también por Schenk (1994) quien, refiriéndonos a
Gadamer, nos dice que el juego solo es juego cuando uno se pierde a sí mismo o se
olvida de sí mismo.

El Juego de los Abalorios


Herman Hesse, el renombrado escritor alemán, premio Nóbel de Literatura 1946, publicó, por
primera vez en 1943, la novela “El Juego de los Abalorios.” Los eventos principales se desarrollan
en el futuro, en Castalia, una comunidad dedicada al conocimiento, las artes y el espíritu.

El símbolo que nos entrega Hesse nos ofrece varios elementos que notar. Primero, destaca
que el Juego de los Abalorios es un lenguaje, es decir, un sistema simbólico. También resalta
el claro vínculo que se establece entre el Juego y la música. La dinámica del Juego descansa en
una oposición antitética que busca una síntesis siguiendo un curso armónico, rítmico y alegre.
Es notable además como Hesse describe el Juego como conocido y a la vez siempre nuevo. Da
cuenta de que el juego depende del jugador de modo decisivo. Lo que Hesse dice del juego
es que muestra una dependencia sensitiva a las condiciones iniciales, una característica de
muchos sistemas dinámicos complejos. Hesse también describe prácticas del juego que sugieren
seriación, repetición de patrones, es decir “fractalidad”.

Juego Simbólico
Bateson (1972/2000) destaca la importancia del juego en el proceso de desarrollo del lenguaje
humano. El juego es una instancia metacomunicativa, un patrón comportamental, pre-verbal,
en el cual las acciones de juego están intencionalmente relacionadas con, o denotando, otras
acciones que no son juegos. El juego marca un paso adelante en la evolución de la comunicación,
el paso crucial en el descubrimiento de las relaciones mapa/territorio, de las palabras y las cosas.

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Es importante percatarse que el juego no es el único tipo de comportamiento en que
encontramos este progreso del lenguaje, en este sentido Bateson reconoce la semejanza de lo
lúdico con el rito, la amenaza, la dramatización y el engaño, que se observan, ya también, en
algunos animales. Pero si lo que se hace es observar la conducta infantil, es fácil encontrar que
todas esas conductas forman, más bien, un solo fenómeno complejo: juego dramático, amenaza
juguetona, juegos de burla en respuesta a una amenaza, amenaza histriónica y juegos rituales
(Bateson, 1972/2000, p. 182).

Vygotsky reconoce en el juego una de las influencias más importantes para la separación del
pensamiento de las acciones y objetos, lo que constituye una de las condiciones iniciales para el
desarrollo de la representación mental y el funcionamiento simbólico. La situación simulada del
juego crea una dimensión imaginativa en la cual los niños usan substitutos de cosas y actos. La
separación del significado del objeto promueve el desarrollo de ideas abstractas y el pensamiento
verbal abstracto. Se puede decir que el juego es una de las primeras moradas del símbolo.

Deportes
Cooper afirma que el deporte nos provee de formas que hacen presente fuerzas arquetípicas
(1998, p. 16). Así mismo, Green (1994, p. 35) postula que la pasión que desata el deporte tiene
raíces arquetípicas, llega incluso a reconocer, coincidentemente con esta tesis, un arquetipo
del juego (archetype of the game). Este autor argumenta que un evento deportivo puede alcanzar
capas arquetípicas y, por lo tanto, evocar en muchas personas un sentimiento numinoso y una
experiencia que es religiosa en el sentido amplio de la palabra (p. 37). Los deportes modernos han
avanzado fuera de la institucionalidad y el formalismo de las religiones actuales pero el poder
para conmover a grandes masas es una prueba de que jugar un juego continua proveyendo una
fuente arquetípica para la activación de la libido, sostiene Green (p. 38).

La vivencia religiosa para muchos no se encuentra ahora en la iglesia sino el coliseo deportivo
moderno, allí se despierta el fervor comunal y se abandona la vida cotidiana (Marlan, 1994, p.
73; Byington, 1982/2000, p. 1). El espectador se identifica con el drama que presencia, con la
lucha de vida o muerte de sus héroes modernos; lucha que, al menos por el tiempo que dura
un encuentro, es su propia lucha (Marlan, 1994, p. 79). La clave para esta agonía y éxtasis se
encuentra en la raíz del significado de la palabra fanático que proviene del Latin fanum que
significa: “perteneciente al templo de dios del lugar, ser inspirado por la divinidad local” (Walker
1980, p. 53 citado en Green, 1994, p. 35).

Juegos que curan


Luego de separarse de Freud, Jung entró en un período de desorientación y de opresión interior
tan grave que él mismo consideró que tal vez padecía de algún trastorno mental. Al hacer una
introspección de su vida infantil no encontró razones que explicaran su estado y, por más que se
aproximaba conscientemente al análisis de su situación, no hallaba salida. Ante este bloqueo se
abandonó a las fantasías del inconsciente y surgieron recuerdos, acompañados de emoción, de
sus juegos de infancia: “’Vaya’, me dije, ‘¡aquí hay vida! El chiquillo está todavía aquí y posee una
vida fecunda que a mi me falta. ¿Pero cómo puedo conseguirlo?’ Me pareció imposible cruzar la
distancia entre la actualidad, el hombre adulto y mis once años. Pero si quería volver a establecer
contacto con aquel tiempo, no me quedaba sino regresar allí y volver a acoger al azar al niño con
sus juegos infantiles. Este instante constituyó un momento decisivo en mi destino, pues, tras
una inacabable resistencia, consentí finalmente en jugar” (Jung 1964/1989, p. 181). Jung en esos
días jugaba cotidianamente y sentía que “se aclaraban” sus ideas y “podía captar las fantasías que
sospechaba iba a sentir en mí”. Jung, en su autobiografía, reconoce el valor de estos juegos que

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consideraba como rites d’entrée para las ideas y trabajos subsiguientes. Jung dice que, siempre
que en su vida posterior quedaba atascado, recurría al juego.

Freud, ya veía el juego como una ventana al inconsciente, como una actividad en la cual los
niños eran capaces de mostrar, en la fantasía, un dominio aliviador sobre circunstancias que
en la realidad se experimentan como traumáticas o estresantes (Millar, 1974).Los psicoanalistas
han postulado que el juego también parece servir para compensar déficit originados en la vida
real. Vygotsky (1933/2002) también concibe el juego como la realización imaginaria, ilusoria
de deseos no realizados. Aclara Vygotsky que en el juego no se trata necesariamente de la
realización de deseos particulares ante situaciones específicas sino la realización de tendencias
afectivas generalizadas.

Winnicott (s/f). y Axline (1983) plantearon que el juego es por sí mismo una terapia y no es
necesaria la interpretación para lograr los beneficios.

La psicología analítica también ha alojado al juego en la terapia; siendo en esta orientación una
de las técnica prominente el sandplay. En el sandplay se le da al paciente la posibilidad de recrear
su estado interno (Kalff, 1986). Solo en los momentos iniciales de juego la conciencia es la
responsable de lo que se hace, luego “parece que algo más que el terapeuta y el cliente -un tercer
ojo- entra en el contenedor analítico. Es casi como si un otro -un curador interno de un nivel
más profundo del inconsciente- ha creado las imágenes” (Dean s/f). Para Bradway el sandplay es
propiamente un juego (Bradway & McCoard, p. 6), un juego terapéutico que permite que actúe el
potencial auto-curativo de la psique (Bradway & McCoard, p. 1).

Interesantemente, tal como el juego guarda un potencial sanador, alberga también una atracción
nefasta que podemos observar en el caso de los ludópatas. Estos parecen quedar atrapados en el
circulo formado por ganar-perder, crear-destruir, nacer-morir.

Arquetipo Ludi
Por todas partes encontramos vínculos entre el juego y la creación. El juego es un fenómeno
pre-verbal, que precede al logos, a la conciencia, es un principio formativo de la naturaleza. La
actividad lúdica tiene una forma inherente que se revela al jugar, es un fenómeno que implica
la acción autónoma de factores organizadores disponibles más allá de las facultades del yo. No
se juega por un fin, no se juega para conseguir algo sin embargo en lo lúdico o durante el juego
aparecen dinamismos que parecen tener un propósito propio.

Encontramos el juego como un factor del desarrollo cultural, como un promotor de procesos
psicológicos superiores. El juego es un agente motor de la capacidad representativa, que, a su
vez, es la base de la vida espiritual y cultural de las personas. Además en el juego se da un paso
adelante en el desarrollo de la comunicación (tanto en la filogenia como en la ontogenia), es
un dinamismo organizador del potencial de simbolización humana. El juego curativo ayuda a
mantener el equilibrio dinámico de la psique. En el trabajo clínico se ha notado que el juego
en sí mismo es una experiencia terapéutica. Ciertas prácticas deportivas muestran un potencial
favorable al proceso de individuación.
Estimo que a lo largo del trabajo he presentado diversas ideas e información que permiten
sustentar la afirmación de que la conducta de jugar tiene una matriz arquetípica, que tras la
conducta lúdica existe un arquetipo del juego o arquetipo ludi. En todos los tiempos y en todas
partes las personas juegan y lo hacen en forma parecida. Hemos visto como en ciertas tradiciones
religiosas el juego es una actividad propia de los dioses, el juego divino o lilâ. Se ha notado,
también, que el juego guarda una intensa emotividad y que tiene un aspecto numinoso.

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El juego parece depender sensitivamente de las condiciones iniciales, una característica
de muchos sistemas dinámicos complejos. Dentro de la estructura interna del juego hay
seriaciones, los juegos se repiten siguiendo un patrón pero en una gran gama de posibilidades de
variación.
Hay una íntima relación entre el arquetipo del juego y el arquetipo del Self. Dentro de una visión
de la psique más tradicional el Self como arquetipo central controlaría la acción del arquetipo del
juego. Este puede ser el caso pero yo veo que esta relación se encuentra también en que ambos
tienen aspectos comunes, comparten el dinamismo de lo primordial. Ambos arquetipos nos
ofrecen símbolos que dan cuenta de una lucha de opuestos, de síntesis-antitesis, de creatividad y
de totalidad. La capacidad para organizar del juego, no se debe a su subordinación al arquetipo
central sino a una característica de los sistemas que se auto-organizan a sí mismos, tal como
se encuentra en otros sistemas naturales. El juego es una propiedad emergente del dinamismo
psíquico. Mi posición es que, dado ciertos elementos o condiciones (conciencia, inconsciente,
libertad, límites, seguridad, potencial de simbolización, etc.), el dinamismo lúdico emerge,
siguiendo un curso formativo promotor de la vida psíquica y biológica.

Muchos juegos tienen un carácter antitético. El enfrentamiento lúdico-agonal lo encontramos


como un motor de formas culturales primitivas. La dinámica del juego descansa en una
oposición antitética que busca una síntesis siguiendo un curso armónico, rítmico y alegre. El
enfrentamiento lúdico no es uno real, sino que se da como una transformación simbólica de la
energía. En el juego el conflicto implica una transformación de la energía psíquica en formas
simbólicas estructurantes de la psique y de la cultura. El juego es un vivero de símbolos.

En distintos lugares de este trabajo encontramos varias opiniones que vinculan al juego con
varios otros patrones comportamentales afines. El juego está estrechamente vinculado con la
música, la poesía, la danza, el soñar, la fantasía y el rito. Todas estas conductas refieren a un
fenómeno complejo, a una matriz indiferenciada común, a la libido y al inconsciente colectivo.

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Winnicott, D. W. (s/f). Realidad y Juego. (E-book).

Casamentos inter-religiosos: uma analise sob a


perspectiva da psicologia analitica
Mariana Simão Taliba Chalfon
PUC-SP, Brasil

Objetivo
Este estudo busca compreender o fenômeno do ritual de casamento inter-religioso católico-
judaico por meio de alguns conceitos da Psicologia Analítica. Cerimônias de casamentos inter-
religiosos são aqueles nos quais o casal não partilha da mesma crença religiosa e optaram pela
não conversão, que pode ou não, contar com a participação de sacerdotes de ambas religiões.
Para o presente estudo, a cerimônia analisada é aquela celebrada por padre e rabino, perante
ambas comunidades.
Desenvolvimento
Foi realizada uma leitura simbólica das cerimônias de casamento judaica e católica, por meio da
qual foi possível identificar suas peculiaridades.
A função psicológica do ritual, do casamento e da religião são apresentadas com base nas
fundamentações teóricas da Psicologia Analítica.
Os conceitos de individuação e alteridade são utilizados para tecer a discussão.

Conclusão
A cerimônia inter-religiosa é apresentada como uma proposta de ritual que contém aspectos de
tradições diversas, ao mesmo tempo que, preserva alguns elementos dessas tradições. Em termos
psicológicos é um sincretismo que, possibilita, abarcar a tensão gerada pelo confronto entre a
tendência comunitária e coletiva (acentuada na tradição judaica) e a tendência à individualização

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