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La política:
♦ Concepto: La palabra política deriva del vocablo polis (la ciudad- estado griega). Esta es
una actividad humana, ya que los animales no hacen política. No es un hecho, no está
en la naturaleza. Esta actividad se ocupa de cómo se organiza el gobierno de una
comunidad y de analizar como obtengo, conservo y distribuyo el poder o el
ordenamiento de una comunidad.
En la Politeia de Aristóteles, la polis surgía a partir de la concentración de aldeas, y es la
asociación más completa e importante.
♦ Concepciones:
o Visiones de la política: Existen dos visiones:
1- Amplia: La política tiene que ver con el poder, el poder organizado y humano, en todos
los aspectos de la vida. De este punto de vista la política analiza las relaciones de
mando y obediencia.
2- Estricta: Hay tres formas de analizar la política según Sánchez Agesta:
a- Analizar desde el punto de vista de cómo se crea y se actúa en el poder.
b- Analizar las luchas por el poder, las relaciones de amigos y enemigos.
c- Analizar la configuración del Estado.
En el punto estricto solo se analiza el poder en el Estado, pero según Heller, en este se incluyen
todas las demás relaciones de poder. Además, el poder del Estado es el único del cual
no se puede desvincular.
o Nociones prepolíticas: Existen dos nociones, que son:
1- Relación del individuo con la sociedad: En el mundo se pueden ver dos formas, como
una unidad o como una multiplicidad. Cada punto de vista tiene sus partidarios:
a- Partidarios de la unidad: Ven la realidad como algo único, como si todo fuera una sola
cosa. Esto se relaciona con el panteísmo, la creencia de que el universo, la naturaleza y
Dios son lo mismo.
Desde el punto de vista social, ellos creen que la sociedad es una sola cosa que los individuos
solo son partes que están al servicio del todo y pueden ser sacrificados por él.
b- Partidarios del a multiplicidad: Para ellos lo que importa es lo numérico, las cosas
individuales. A nivel social lo que importa es el individuo y la sociedad es solamente
una suma de individuos. De esta visión deriva el liberalismo.
-Problemas con los dos partidarios: Los partidarios de la multiplicidad pierden de vista la
naturaleza social del hombre, y los partidarios de la unidad olvidan que los individuos
están lógicamente antes de la sociedad, por eso existe un derecho natural social que
no está hecho por los individuos.
2- La naturaleza social del hombre: Según Aristóteles, el hombre es un zoom politikon
(ser político). El hombre tenía que vivir en la política de manera cotidiana, y el hombre
que no vivía así era un poco más considerado como un animal. Tambien distingue
entre las sociedades humanas y los grupos de animales que son agregaciones de
individuos, mientras que la sociedad humana tiene un carácter histórico y cultural, y se
encuentra en un tiempo y espacio determinado.
Bases sociológicas-Comunidad y sociedad:
♦ Sociedad política y comunidad organizada: La sociedad y la comunidad son grupos de
personas. La diferencia entre ellos está en el tipo de relación:
1- Comunidad: La relación en la comunidad es por afinidad, por la unión afectiva. Por
ejemplo, esto se ve en Aristóteles, donde decía que los hombres constituían una
comunidad intuitivamente por lo que el Estado era la formación natural. El hombre
tenía un pensamiento en grupo, y no era nada sin él.
2- Sociedad: La relación en la sociedad es por vinculo, racional-instrumental, es decir, a
través del uso de la razón y la utilidad entre la convivencia. Por ejemplo, esto se ve en
los contractualistas, donde el hombre forma la sociedad porque le conviene.
♦ Sociedad política y comunidad organizada, según TÖNNIES: Para el, todas las
relaciones sociales del hombre dependen de su voluntad, y dice que existen dos tipos,
que son:
1- Comunidad: Es una voluntad natural u orgánica.
2- Sociedad: Es una voluntad reflexiva o racional.
De una forma más detallada, se puede decir que
1- Comunidad:
Es un grupo humano viviendo en común, por los mismos orígenes, sentimientos,
aspiraciones, etc.
Se basa en relaciones orgánicas, vitales de reciprocidad o solidaridad, y construye un
centro de vida real.
Es un todo que posee características propias, una forma social cuya unidad resulta de
la relativa homogeneidad de cuantos la integran.
En la comunidad, la voluntad es el “motor” de las relaciones sociales.
Existen tres tipos de comunidades según TÖNNIES, que son:
a- De sangre y de mesa.
b- De lugar o vecindad.
c- De espíritu o por afinidad.
2- Sociedad:
Está formada por un grupo de hombres que conviven, pero que esencialmente están
separados.
Nadie hará algo para los demás si no es a cambio de una contraprestación.
La sociedad reúne a los individuos que no tienen entre sí, ninguna unión real, ya que su
único fundamento de unión es el tráfico mercantil.
La relación de los cuerpos que caracteriza la comunidad es reemplazada por una de
objetos; y las diferentes comunidades por relaciones de acreedor y deudor, vendedor
o comprador, etc.
Mientras que la comunidad es un organismo regido por las leyes de la vida, la sociedad
es una construcción abstracta. Esta última, está regida por un “contrato social”, donde
aquí se pueden observar el dinero y los objetos materiales que permiten procurarlos.
♦ La evolución humana según Kahler: Este autor señala que hay que analizar el espíritu
humano en términos culturales e históricos del hombre. Esto hay que hacerlo a través
de la evolutividad de las comunidades históricas hacia las comunidades modernas. En
esta evolución se ven dos aspectos en juego, que son:
1- Individuo: No existe comunidad sin la existencia de individuos y no hay individuos que
no vivan en comunidad. De esta forma, podemos decir que existe una relación
simbiótica.
El individuo es un ser organizado respecto de su comunidad, es algo único. Pero, según el
significado social, hay que tener en cuenta que no lo es lo mismo un individuo que una
persona. Una persona puede ser un individuo humano o una entidad, pero un
individuo es un humano únicamente.
2- Comunidad: Se trata del conjunto de individuos que viven unidos, los cuales tienen
ciertas reglas. Hay dos tipos de comunidades según Kahler, que son:
a- Comunidades preindividuales: Deriva el individuo. Por ejemplo: La familia.
b- Comunidades postindividuales: Deriva del individuo. Por ejemplo: Gremios, partidos
políticos, etc.
El desarrollo natural del individuo es evolucionar de las comunidades preindividuales hasta las
post individuales. El individuo para lograr esa evolutividad se mueve en tres planos
dialecticos, que son:
1- Hacia su interior: Se trata de la evolutividad interior, de conocerse a sí mismo, donde
él entiende que es un ser único e indivisible, autónomo.
2- Hacia el exterior: Entiende que conforma su existencia en un ambiente natural, en un
mundo, en un hábitat.
3- Variable: Puede ser que sea hacia el exterior, pero no hacia un plano natural, sino
hacia la comunidad conectándose.
Lo social deriva de lo dinámico, es decir, viene del dinamismo social. Aquí se puede observar
dos partidarios:
1- Partidarios del devenir: Es en contra del ser. El universo para esta filosofía esta en
continuo movimiento.
2- Partidarios del ser que el mundo es inmutable: El mundo no tiene movimiento. El
partidario es Parménides. Esto se refleja en lo social, pero aquí no hay nadie que
contenga esa postura.
Existe una discusión entre los individualistas y totalitaristas sobre de dónde deviene el
movimiento. Los individualistas dicen que el movimiento viene del individuo, ya que
este motoriza a la comunidad; en cambio, el totalitarismo dice que lo colectivo
motoriza a la sociedad. El punto de arranque está dado por la comunidad. Por otro
lado, continuando con el análisis del movimiento, hay que tener en cuenta que cuanto
más evolucionada o compleja está la sociedad, más movimiento tiene, en cambio,
cuanto más primitiva es la sociedad, menos movimiento tiene. La consecuencia de esto
tiene que ver con los factores del contraste social, los cuales producen la mayor
diferenciación en la sociedad, que es a partir del conflicto. Este último se puede
resolver mediante acuerdos o mediante la fuerza, pero no deja de ser una variable
universal de la existencia.
El instinto de convivencia se manifiesta a través de la noción de solidaridad, que es la empatía
que tiene un individuo con otros. El individuo se manifiesta en tres planos, que son:
1- Convivencia:
2- Sociabilidad: Se trata de un cargo mayor, que se da cuando la fraternidad se amplía y
las partes de la comunidad entienden que tienen un origen y un fin común.
3- Solidaridad: Implica que el hombre entiende que forma parte de la comunidad y
cumple con la misma.
Detrás de la dinámica social, existen acciones.
-Tener en cuenta la obra “Historia Universal del Hombre de Fondo de Cultura Económica-Erich
Kahler.
♦ Max weber:
Biografía: Su análisis se centra en aquellas áreas de interés y que la economía y la
sociología se relacionaban para así poder interpretar las motivaciones de la conducta.
A su vez, se lo considera el padre del individualismo metodológico. Este establece una
unidad básica para explicar los fenómenos sociales a través de la acción individual, la
cual está dirigida a otro individuo, dado la existencia de dos o más individuos.
Acción social: Según este autor, es de cuatro tipos:
1- Racional con arreglo a fines: La acción determina la expectativa del comportamiento,
los medios y las condiciones para llegar a la finalidad propuesta. Los medios están
sublimados a la finalidad.
2- Racional con arreglo a valores: La acción viene codeterminada por la creencia del
sujeto en el valor que la acción, que no está orientada a un resultado, sino que está
construida por el valor mismo de la acción.
3- Acción afectiva: Las acciones son esencialmente emotivas, es decir, las motorizan los
sentimientos. Por ejemplo: una acción por una descarga sentimental.
4- Acción tradicional: La acción está determinada por la costumbre ya arraigada. No
necesariamente tiene un sentido. Esta responde a un tipo de reacción habitual.
La acción con arreglo a valores tiene un planeamiento, en cambio, la acción afectiva se guía
por los valores de los sentimientos. Lo que tienen en común es que se basan en la
acción, no en el fin que se proponen.
Comunidad y sociedad:
1- Comunidad: Es una relación social integrada por sentimientos subjetivos. Los sujetos
entienden que conforman un todo, pero lo conforman por elementos naturales como,
por ejemplo, lo es la sangre.
La comunidad está determinada por acciones afectivas y tradicionales.
2- Sociedad: Se basa en compensaciones de intereses que tienen los sujetos entre sí. Lo
que motoriza a la sociedad son las acciones racionales con arreglo a fines o con arreglo
a valores. No es natural, sino que es espontanea. Tambien es artificial y racional,
depende de los intereses y acuerdos de los sujetos que están en juego.
♦ Maritain: Este autor hace una diferencia entre comunidad y sociedad. Dice que ambos
son dos realidades ético sociales, no biológicas. Más específicamente:
1- Comunidad:
Es un tipo de convivencia.
El objeto esta antes del individuo, independiente de él.
Sirve para crear sentimientos de pertenencia. Por ejemplo: grupos étnicos o religiosos.
La más compleja es la Nación.
2- Sociedad:
Es algo más que la obra de la razón del hombre.
No es un objeto de la naturaleza previo al individuo, sino que implica una tarea que
realiza el individuo, que depende de la voluntad y la razón del mismo.
Por ejemplo: La más compleja es el Estado.
♦ Etapa que nos llevan desde la comunidad a la sociedad:
1- Primera etapa:
El tipo de comunidad más elemental es la familia, en cambio, la más antigua son las
instituciones humanas.
El elemento más fundamental es la convivencia del hombre.
No se puede concebir la comunidad sin la familia.
Es el primer grupo colectivo primaria lo que vincula la consanguinidad.
No interesa la estructura de la familia, si no su naturaleza de lo que implica la misma.
2- Segunda etapa:
Es la religión, la cual implica la creencia en algo sobrenatural.
Tiene una doble función:
a- Desde lo individual: Ayuda a mitigar los temores de los individuos.
b- Desde lo social:Ayuda a vincular las personas a través de lazos sociales.
Genera un sistema de sentimientos, relaciones homogéneas y lazos sociales donde no
existe un sistema de valores, es decir, no hay leyes.
Es el “cemento” social que otorga la primera cohesión social.
Aparece con el sedentarismo y la cultura.
3- Tercera etapa:
Se da con la propiedad privada, la cual tiene la relevancia de dar la primera matriz
económica de las personas.
Las personas trabajan para generar una riqueza propia.
Implica el sedentarismo y la estratificación social.
Cada persona cumple un rol distinto.
4- Cuarta etapa:
Se trata de una sociedad más compleja, que es el Estado.
Regula la conducta humana.
Dicta e impone normas. Castiga el que las desobedece para mantener el orden social.
Aparece cuando una comunidad se asienta en un territorio y se individualiza el poder.
Esto implica cierta independencia con otros poderes externos de otras comunidades.
Precisa de un territorio.
Aparece como la consolidación de un sector que monopoliza las fuerzas.
Cuando se da el monopolio del ejercicio coercitivo, se puede decir que hay Estado.
♦ Tipos de convivencia: Dan lugar al hecho que vivamos en sociedad. Las relaciones
convivenciales pueden ser:
1- Relaciones voluntarias: Es el tipo de dominación más simple. Se basan en la voluntad
del individuo, donde suelen estar asignadas y explicadas desde las necesidades y
pasiones de los involucrados.
2- Relaciones espontaneas: Surgen de la necesidad de conversación del grupo y de la
necesidad de defensa reciproca de los individuos.
3- Relaciones necesarias o forzosas: Suelen ser relaciones que imponen la comunidad
hacia el individuo a través de las reglas ya sean morales, jurídicas o por costumbre.
PUNTO NUMERO 2
PUNTO NUMERO 3
Política y moral:La tradición filosófica ha rehusado en separar la reflexión de la política
respecto a la moral o a la religión. Es menester asociarlas a la condición de no ahogar la
realidad política en una ética inconsciente de sus contradicciones.
El maquiavelismo, según Julien Freund, se ha considerado, en este caso, puramente doctrinal
al referirse al ángulo de la política, haciendo abstracciones de otras actividades humanas,
entendiéndolas únicamente como útiles a la técnica política. Le asigna primacía a la política
excluyendo su verdadera significación, ya que es ella la que aclara numerosos aspectos de la
vida no siendo aprehender su sentido más que en el contexto global de la existencia humana.
También dice, que es por no haber entendido, si no la técnica de la acción, con abstracción de
otros aspectos de la actividad, y por exclusión de otras esencias y aspiraciones de la
humanidad, que Maquiavelo se ha hecho de una concepción pesimista de esta, en el sentido
que se debe “suponer desde el inicio a los hombres perversos, y siempre dispuestos a
demostrar su perversidad cuantas veces tienen ocasión”. El orden no tiene solamente la
significación negativa de la necesidad de comprimir los instintos agresivos o de reprimir las
conductas ilícitas y vituperables de los humanos, sino también una significación positiva: La de
la condición que permite al hombre responder a su vocación de ser social y expandirse como
individuos en el seno de la comunidad. Así, Maquiavelo asigna como tarea al príncipe
desarrollar una política que favorezca esas actividades. Sin embargo, es la lucha de opiniones e
intereses que provoca guerras y conflictos, pero si es la política la que lleva a los antagonismos
las razones de ellos, no solo son los políticos.
Por la misma razón, explicada con anterioridad, seria irrazonable concebir a la política como
una actividad decadente o de alienación, en el sentido marxista. La cuestión no es liberar al
hombre como anhelaba Marx, sino de encontrar en cada ocasión, en todas las épocas y en las
condiciones históricas dadas, el equilibrio entre la multiplicidad de las actividades humanas sin
desconocer que aquel será siempre precario en función de su naturaleza conflictual.
En cuanto a la razón se dice que no es más que un don del avenir que consiste en oscilaciones
perpetuas, de cambios y trasformaciones. Tan pronto como una comunidad política siente su
desaparición, es incapaz de canalizar su evolución. Además, confía en sus esperanzas en un
nuevo régimen, una revolución. La revolución es un concepto y no una idea. A su vez, la
obediencia requiere no solo una revolución sino también un mando. En este caso, la política
obedece al impulso de la vida y al crecimiento de la vida para su conservación. Cuando una
comunidad deja de luchar se dice que al mismo tiempo deja de existir.
La colectividad política requiere que el hombre político que se compromete como tal regle su
actividad según los imperativos de un objeto especifico de la política y no lo condena a menos
que use medios moralmente ilícitos por debilidad, haciendo que se debilite al mismo tiempo la
colectividad.Por otro lado, todo gobierno que se fija en la tarea de trabajar por el porvenir y la
posterioridad no puede rechazar la política porque estaría no creyendo en el futuro, en la
proferida de la humanidad. La verdad política no está en el justo medio sino en la exigencia de
audacia, la previsión.
La política retiene por objeto directo por velar por el bien común de la unidad política, y tiene
lo propio de cada miembro. La política es la dominación del hombre por el hombre y, como tal,
arriesga hacer desviar la educación de su propio sentido.
PUNTO NUMERO 4
Política y derecho:
El constitucionalismo:
♦ Concepto: Es un fenómeno político-jurídico que busca imponer la ley por sobre la
voluntad de los gobernantes. Este adquirió importancia a partir de fines del siglo XVII y
principios del siglo XVIII. El objetivo principal es que cada Estado tenga un cuerpo legal (una
constitución), que sea superior al resto de las normas que existen en él.
El constitucionalismo significa una concepción sobre la organización y ejercicio del poder antes
que una técnica jurídica. La constitución no es simplemente una ley fundamental, de hecho, las
leyes fundamentales las han tenido los monarcas. La constitución soviética, o las leyes
institucionales del franquismo español, las normas superiores de los nazis, se asemejan a las
constituciones de los países democráticos, pero no se inscriben en el capítulo del
constitucionalismo, ya que no son constituciones.
♦ Antecedentes del constitucionalismo: Estas declaraciones se orientan a perfilar un
Estado liberal. La construcción de una constitución responde a la necesidad de asegurar las
prioridades de los derechos de las personas por encima de la determinación de los órganos del
Estado. El fin de la asociación política es definido como la preservación de los derechos
fundamentales.
1) Bill of Right: 1689.
2) Constitución de EE. UU: 1787.
3) Declaración de Independencia de EE. UU: 1776.
4) Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano: Revolución francesa 1789.
Por ejemplo, el Art. 16 de esta declaración enuncia que toda sociedad en la que la garantía de
los derechos no esté asegurada, ni determinada la separación de poderes, carece de
constitución.
♦ Proceso evolutivo del constitucionalismo: Se distinguen diversas etapas debido a que
la constitución se ha ido adaptando a los cambios políticos, sociales y económicos:
1) Constitucionalismo clásico: Nace en el siglo XVIII en paralelo al surgimiento de la clase
burguesa, y persigue como fin la defensa de los derechos y libertades del hombre, y la
limitación del poder del Estado. El individuo es el centro del sistema, debiendo el Estado
abstenerse de interferir en la esfera privada y garantizar una serie de derechos civiles y
políticos, solo accesibles a la clase burguesa, ya que el proletariado no gozaba de derechos
políticos, ni del derecho a huelga. Se da gran importancia al derecho de propiedad privada, al
que consideran un límite al poder del Estado. Este periodo se extiende hasta fines de siglo XIX
y principios del siglo XX.
2) Constitucionalismo social:Nace en 1870 como consecuencia de la segunda Revolución
Industrial que sume a la clase trabajadora en condiciones indignas, y encuentra las primeras
expresiones en la constitución Rusa Bolchevique y Méxicana de 1917; y de la república de
Weimar (1919). Sin embargo, adquiere fuerza en la I posguerra mundial. El Estado asume un
rol interventor, armonizando lo individual con los requerimientos sociales, pues ve al hombre
no como un individuo aislado sino como miembro de una comunidad. Así, surge una nueva
concepción de los derechos, debiendo su ejercicio ser solidario y cumplir una función social; se
procura constitucionalizar los derechos sociales; y que el Estado persiga como fin la justicia
social (mejor redistribución de la riqueza). Abarca ámbitos como la educación, la familia, la
mujer, los niños y la ancianidad, el trabajo, la seguridad social, etc.
3) El constitucionalismo internacional: Se da desde 1980 y está relacionado con
problemas internacionales como la protección del medio ambiente y los derechos del
consumidor; y el derecho comunitario, que se ubica por encima de los Estados que conforman
la comunidad. La Unión Europea es la pionera de este fenómeno.
♦ Estado de derecho y constitucionalismo: El Estado de derecho se da cuando hay un
Estado basado totalmente en las normas. Para ello es esencial la existencia de una constitución
nacional, que sea respetada y conocida por todos.
Estado de derecho:
♦ ¿Qué es el Estado de derecho?: Es una concepción que constituye el núcleo del
movimiento histórico político conocido como constitucionalismo y es una forma política
moralmente determinada por el principio del imperio de la ley. Lo caracteriza la vigencia real o
formal de las normas jurídicas y la creencia en la santidad del ordenamiento jurídico.
♦ El Estado de derecho según autores:
1) Kelsen: El derecho no es un contenido peculiar de la expresión “Estado de Derecho”
sino la forma del orden estatal, de modo que no hay fin alguno que el Estado pueda perseguir
si no en la forma de derecho. Establece que todo Estado tiene que ser un Estado de derecho
en sentido formal, puesto que todo Estado tiene que constituir un orden coactivo, cualquiera
sea su método de creación, y su contenido tiene que concretarse gradualmente desde la forma
fundamental hipotética hasta los actos jurídicos individuales, a través de las normas generales.
- Concepción del Estado de Kelsen: El poder estatal concebido como la validez del
ordenamiento es una unidad indivisible razón por la cual la idea de partición de esta validez es
absurda, que no puede justificarse hablando de funciones (ejecutiva, legislativa, jurisdiccional)
en lugar de poderes.
El error, según Kelsen, consiste en considerar que estas funciones o poderes coexisten entre sí
sin tener la menor relación, lo que conduce a la destrucción del principio de unidad del poder
estatal; la verdad es que en la distribución de los órganos estatales se manifiesta a la
articulación esencial del proceso jurídico. Kelsen sostiene que en la función legislativa el Estado
establece reglas generales abstractas, mientras que en la jurisdicción y en la administración
despliega una actividad individualizada y resuelve directamente tareas concretas.
En relación a la separación de poderes expresa que responde a un postulado político según el
cual las tres funciones del Estado deben ser conferidas a tres órganos. El criterio de la
subordinación según Kelsen obedece a un poder superior (poder constituyente,
diferenciándolo de los poderes constituidos, los cuales están subordinados a aquel).
La unidad del Estado se ha realizado desde el primer momento por el poder constituyente,
colocado por encima de las autoridades constituidas, esa separación externa con esfera de
competencias propias, requiere una coordinación interfuncional por la situación de
subordinación al ordenamiento jurídico en el que se encuentran y por la relación de grado que
entre ellos existe, de este modo la separación de poderes tiene una nueva forma y contenido
distinto del de Montesquieu.
2) Robert Von Mohl: El Termino Estado de derecho tiene su significación histórica
originada en la enumeración por este autor, donde habla de las cinco formas de Estado
(Teocracia, Despotismo, Estado patriarcal, Estado patrimonial y Estado de derecho). Este
concepto fue entendido como que el Estado subordinaba al Derecho. El concepto es
equivalente al de Estado constitucional donde las esferas de la actividad del Estado y las del
individuo se encuentran jurídicamente determinadas.
3) Otros autores: Dicen que emplean los adjetivos materiales y formales para distinguir el
Estado de derecho, en el que impera la ley, en el cual termina siendo efectivo de otros que no
lo son.
♦ Condiciones para que exista el Estado de Derecho: Hay dos tipos:
1) Condición formal: Debe haber una constitución, declaración de derechos, división de
poderes, actividad estatal fundada en leyes y reglamentos.
2) Condición sustancial: Debe haber imperio de la ley y democracia.
No basta con tener una constitución aparentemente democrática, si en la realidad los
individuos no gozan de libertad, ni de justicia, no se respeta su dignidad y viven bajo la
opresión.
♦ Características del Estado de derecho:
1- Imperio de la ley.
2- Soberanía del pueblo.
3- División de poderes.
4- Distinción entre poder constituyente y el poder constituido.
5- Independencia del poder judicial.
6- Control de la actividad de los órganos estatales e institucionalización de la oposición.
7- Plena vigencia de los derechos y garantías individuales.
8- La dignidad de las personas como supremo valor terrenal.
♦ Justificación del Estado de derecho: Este se justifica por:
a- Derecho natural: Dice que existe derechos anteriores al Estado que son supremos,
inherentes a la naturaleza, inalienables, etc. El Estado está subordinado al orden impuesto por
la naturaleza o la razón.
b- Derecho individual: La actividad estatal está limitada por derechos cuyo
reconocimiento se ha impuesto al Estado.
c- Autolimitación: El Estado, que es anterior y el creador de las normas sociales, se
somete voluntariamente a ellas.
TEXTO DE VALLE
CAPITULO NUMERO 1 “¿QUE ES POLITICA?”
Política: un término familiar y controvertido
La política forma parte de nuestro lenguaje habitual: en las relaciones familiares, en las
conversaciones de negocios, en las informaciones de los medios. Se aplica el termino
para describir la conducta de muchos actores.
También podemos decir que es natural, cuando tratamos de quienes dicen de profesar
la actividad política como tarea principal y aparecen de un modo o de otro en el
escenario publico: los gobernantes de todos los niveles, los funcionarios, los
representantes de los grupos de intereses, de los partidos, de los medios de
comunicación, etc.
La política es un termino MULTIVOCO, dotado de sentidos diferentes según el ámbito y
el momento en que se emplea. Un buen ejercicio para comprobarlo consiste en
solicitar a un grupo de personas que den su definición espontanea de lo que entienden
por política
Política en tono DESPECTIVO O RECELOSO, suele asociarse a confusión, división,
engaño, favoritismo, manipulación, imposición y corrupción. Por lo mismo estar al
margen o por encima de la política se considera un valor. Politizar una cuestión o
tomar una decisión por razones políticas comporta generalmente un juicio
condenatorio incluso en boca de políticos o de otros actores públicos. La política pues
no esta libre de sospecha.
La política también es capas de MOVILIZAR en un momento dado a grandes sectores
de la ciudadanía, incluyendo a veces a los que la critican. Despierta emociones
positivas y con respecto a personajes, símbolos, banderas, himnos. Ha producido y
produce movimientos de solidaridad y de cooperación humana
Etapas de la politización
Son 4 las etapas que llevan la politización de una diferencia social:
- identificación de una distribución desigual de valores y recursos que es
percibida como inconveniente o arriesgada
- toma de conciencia por parte de los colectivos implicados y expresión de sus
demandas, exigencias y propuestas para corregir la situación y controlar el
riesgo que acarrea
- movilización de apoyos a las demandas y propuestas acumulando todo tipo de
recursos y buscando el mayor numero de aliados entre otros grupos y actores
- traslado del conflicto al escenario público, reclamando la adopción de
decisiones vinculantes para toda la comunidad. Estas decisiones que pretenden
modificar el desequilibrio anterior deben contar con el respaldo de la coacción
que administran las instituciones políticas
A lo largo de la historia y en la actualidad inmediata podemos identificar situaciones
que son objeto de politización o de despolitización según los casos. Cuando estas
situaciones entran en el ámbito de la política serán gestionadas mediante decisiones
vinculantes que pretenden revisar la situación inicial con el apoyo de una coacción
aceptada socialmente. En cambio, cuando las disputas dejan el ámbito de la política
tendrán que resolverse mediante acuerdo voluntario entre las partes. O si este
acuerdo no se consigue mediante la imposición de hecho de la parte mas fuerte sobre
las demás. La ausencia de política permitirá jugar con ventaja a los grupos que ocupan
las posiciones mas favorables.
¿sociedades sin política?
Los antropólogos y los prehistoriadores nos hablan de sociedades sin política cuando
describen la existencia de comunidades de tamaño reducido vinculadas por lazos de
parentesco en las que los bienes necesarios para subsistir son compartidos. En estos
grupos la generosidad mutua sustituye a la apropiación individual de los recursos
básicos. Se trata de comunidades igualitarias. En ellas la cooperación el la caza o en la
recolección es la mejor protección que un individuo puede obtener frente a las
amenazas de un entrono natural ante el que se siente muy vulnerable
El rol de liderazgo que aparece en algunos grupos no equivale a una posición de
superioridad o de dominio sobre los demás, su función se asemeja mas a la de un
portavoz de lo que la comunidad necesita y siente en cada momento responsable de
dar el ejemplo de la dedicación, del espíritu de servicio al colectivo y de la ayuda
mutua que son las pautas de conducta en tales grupos.
La historia nos enseña que a lo largo de los siglos las comunidades humanas se han
hecho cada vez mas complejas. La aparición de nuevos conocimientos y nuevas
técnicas y la progresiva especialización del trabajo que trajeron consigo incrementaron
en su momento la diferenciación interna de las comunidades. Con esta diferenciación
aumento el riesgo de conflictos y la necesidad de asegurarse contra ellos mediante el
recurso a la política
Tal vez pueda darse una sociedad sin política, una comunidad donde se hayan
eliminado determinadas diferencias consideradas como la raíz de las tensiones. Si tales
diferencias desaparecieran los conflictos se irían atenuando, el riesgo social disminuiría
y la política se iría haciendo cada vez menos necesaria hasta su completa evaporación.
Otros en cambio entienden que no es previsible una comunidad sin diferencias sean
las que hemos conocido hasta el momento presente, sean nuevas diferencias todavía
por apareces. Para estos por tanto persistirán las tensiones que hacen necesario el
recurso a la política aunque con formas y expresiones diversas de las que hemos
conocido.
Algunas definiciones clásicas de política
- como control sobre personas y recursos. Seria político todo fenómeno
vinculado a formas de poder o de dominio sobre los demás imponiéndoles
conductas que no serian espontáneamente adoptadas
- como actividad desarrollada a través de un sistema de instituciones publicas.
Seria política toda actividad inserta en instituciones estables autorizadas para
ejercer una coacción sobre la comunidad
- como actividad dirigida por valores de orden y de equilibrio social. Sería política
toda actividad encaminada al fomento del bien común o del interés general
mediante la redistribución de valores
- como actividad vinculada a la defensa de la comunidad contra una amenaza
exterior. La preparación para la guerra y la organización militar estarían en el
origen de la actividad política.
INTERPRETACIONES:
Ya no se trata de describir que paso sino de intentar dar un sentido o señalar una razón
de por qué pasa. Puede ser atribuido no a un solo factor sino a la combinación de
varios factores distinguiendo incluso el peso relativo de cada uno de ellos.
Identificar qué factores tienen influencia sobre una determinada situación y cuales
pueden transformarla constituye la parte mas atractiva y a la vez más difícil de la
ciencia política. Porque interpretar y pronosticar forman parte de la tarea básica del
conocimiento cientifico.
FORMULACION:
Finalmente la reflexión sobre la política produce propuestas y recomendaciones. A
veces son explicitas así sucede cuando se propone un cambio en la orientación de la
política gubernamental en materia medioambiental. Pero también hay recomendación
implícita cuando se formulan algunas interpretaciones.
Recomendar una política medioambiental mas estricta revela que se otorga mayor
importancia a la protección del medio ambiente natural y de sus recursos que a un
crecimiento económico incontrolado. Una propuesta para estimular el interés
ciudadano por la política indica que la participación del mayor numero se considera un
beneficio para cada individuo y para el conjunto de la comunidad.
¿ciencia de la política?
La existencia de estos tres planos ha complicado el desarrollo de la ciencia política. Con
frecuencia la ha puesto a la defensiva obligándola a justificar su carácter cientifico
frente a dudas y reservas de quienes se plantean una misma pregunta.
Un factor que explica esta desconfianza es de carácter histórico. La institucionalización
de la ciencia política se inicio en pleno apogeo del positivismo cientifico. La
aproximación positivista entendía que el conocimiento cientifico debía respetar tres
condiciones: la descripción objetiva de un hecho, una explicación sobre sus causas y
una confirmación de la misma mediante la repetición de experimentos. La delimitación
del hecho político no esta libre de prejuicios: cuando un investigador social describe un
hecho lo hace a partir de determinados sesgos teóricos o incluso éticos
Esta estrecha concepción de la ciencia que el positivismo representaba fue puesta en
duda. Y se llego a la conclusión de que las dificultades que experimentaban los
científicos sociales para cumplir aquellas condiciones no eran muy diferentes de las
que padecían los científicos naturales.
La conexión entre cientifico observador y el fenómeno observado pueden influirse
mutuamente. Los actores económicos y políticos están expuestos a la influencia de la
investigación económica o politológica que se transmite a través de los medios de
comunicación. Cuando reciben estos resultados pueden rectificar su conducta y con
ello reforzar o desmentir la descripción y la interpretación de los investigadores.
El saber sobre la política forma parte por tanto de un conocimiento reflexivo. Es decir
de un conocimiento en el que se refleja no tanto una conducta externa como la propia
posición de quien contempla dicha conducta.
En un cierto momento se consideró que esta reflexividad era exclusiva del
conocimiento social pero que no afectaba a las ciencias de la naturaleza se afirmaba
que los astros no leían artículos de astronomía ni las plantas se enteraban de lo que
decían de ellas las revistas de botánica.
Se ha aceptado que la función de la ciencia no es probar definitivamente la veracidad
de las hipótesis formuladas. Se señala en cambio que la ciencia no prueba verdades
sino que las descarta. No verifica sino que falsa o falsifica. Es decir deja sin sentido
ciertas afirmaciones e impulsa la formulación de otras que la sustituyan
El reconocimiento de la ciencia política como disciplina no significa ignorar los vínculos
que mantiene con las demás ciencias sociales. La división académica de las disciplinas y
su ubicación en diferentes facultades, departamentos o cátedras hace olvidar a veces
que la acción del hombre en sociedad solo puede ser comprendida si se examina desde
los diferentes ángulos que ofrece.
Es un error extremar la segregación entre ciencias sociales. Esta segregación solo tiene
una discutible justificación en la necesidad de organizar institucionalmente la
enseñanza y la investigación. En cambio una ventaja para todos fortalecer la conexión
entre todo lo que dichas ciencias no aportan
Los campos temáticos de la ciencia política
Los diferentes campos temáticos han generado una serie de subdisciplinas,
desarrolladas en los centros de investigación, en los departamentos docentes y en los
planes de estudio de las universidades.
Entre los campos tratados podemos reseñar:
- El desarrollo de los conceptos políticos elaborados por los autores y por las
doctrinas que han inspirado los grandes movimientos políticos. Se intenta dar
nuevas respuestas a las preguntas que dichos autores y movimientos se
plantearon en un momento. Algunos entienden que es la filosofía política la
que debe ocuparse de estas cuestiones y confían a la teoría política la tarea de
elaborar cuadros conceptuales generales que sirvan para interpretar el
funcionamiento de los sistemas políticos y la intervención de cada uno de esos
actores.
- El análisis comparativo que examina paralelamente las estructuras y los
procesos políticos de diferentes sistemas políticos corresponde a la
denominada política comparada.
- El examen de las instituciones políticas que atiende a la descripción de su
formación, evolución y procesos de actuación y se ocupa de actores como son
las instituciones del estado, los partidos políticos o los grupos de interés. El
estudio de las administraciones publicas o de los gobiernos locales constituyen
ámbitos particulares en este apartado
- El análisis del comportamiento político de individuos y grupos que examina la
formación de sus opiniones y actitudes y como estas influyen en sus conductas
- El examen de la política internacional dedicada a la descripción e interpretación
de las relaciones entre estados y del sistema político global, en el que
intervienen con otros actores
- El análisis de las políticas publicas centrado en la descripción de como se
elaboran y se aplican las respuestas a las demandas de intervención publica
sobre los conflictos colectivos: practicas sociales, de seguridad,
medioambientales, económicas. Para ello deben examinarse las aportaciones
de los diferentes actores en las etapas de definición de cada política, de su
discusión y aprobación y de su aplicación
Las tradiciones académicas y científicas de los diferentes países han dado lugar a
diferentes modos de organización de la disciplina que no siempre coinciden entre si.
Pero la constitución de organizaciones científicas internacionales que ponen en
relación frecuente a los especialistas tienden a disminuir las diferencias y a crear
pautas de trabajo similares
TEXTO SARTORI
¿Qué ES POLITICA? (FRAGMENTOS)
La idea de política
Por lo tanto la civitas, con respecto a la polis, es una ciudad de politicidad diluida; y
esto en dos aspectos. Primeramente, la civitas se configura como una civitas societas,
es decir, adquiere una calificación más elástica, que amplía sus límites. Y en un
segundo aspecto, la civitas se organiza jurídicamente, La civilis societas, en efecto, se
traduce a su vez en una iuris societas. Lo que permite sustituir la "politicidad" por la
juridicidad. Ya Cicerón (104-43 a.c.) sostenía que la civitas no es un conglomerado
humano cualquiera, sino aquel conglomerado que se basa en el consenso de la ley (De
Re Publica). Ya en tiempos de Cicerón estamos, pues, próximos a una civitas que no
tiene casi nada de "político" en el sentido griego del término: la iuris societas es a
la polis lo que la despolitización es a la politicidad. Y el ciclo se cierra con Séneca. Para
Séneca (4 a.c.-65 d.c), y en general para la visión estoica del mundo, el hombre no es
ya un animal político; es, por el contrario, un sociale animal
Si el mundo antiguo concluye su parábola dejando a la posteridad no sólo la imagen de
un animal político, sino también de un animal social, estas dos representaciones no
prefiguran de ninguna manera el desdoblamiento y la diada entre la esfera de lo
político y la esfera de lo social que caracteriza la polémica de nuestro tiempo. La pri-
mera diferencia reside en que el sociale animal no coexiste junto al politicum animal;
estas expresiones no aluden a dos facetas de un mismo hombre, sino a dos
antropologías que se sustituyen una a otra. La segunda diferencia —que pasaremos a
examinar en seguida— es que en todo el discurso desarrollado hasta ahora, la política
y la politicidad no fueron percibidas nunca verticalmente en una proyección en altura
que asocie la idea de política con la idea de poder, de mando, y en último análisis de
un Estado subordinado a la sociudad
La cuestión reside en que la problemática vertical es en gran medida extraña al
discurso basado en la nomenclatura griega —polis, polites, politikos, politike, y politéia
— en su traducción latina, y también a su desarrollo medieval
La idea horizontal es tomada también por el inglés common weal o, más
modernamente, commonwealth, que equivale a "bien común", lo que llamamos bien
público e interés general. Pero precisamente por esto, ha sido mal interpretado el tí-
tulo platónico, así como también el uso de res publica, en toda la literatura que va de
los romanos a Bodin
Que las complejas y tortuosas vicisitudes de la idea de política van más allá de
la palabra política, en todas las épocas y en mil aspectos[3]. La política de Aristóteles
era a la vez una antropología; una antropología ligada indisolublemente al "espacio" de
la polis. Caída la polis, la "politicidad" se atenúa, diluyéndose variadamente o
transformándose en otra. Por un lado, la política se juridiciza, desarrollándose en la
dirección indicada por el pensamiento romano. Por otro lado —que he tenido que
pasar por alto— la política se teologiza, primero adecuándose a la visión cristiana del
mundo, después en relación con la lucha entre el papado y el Imperio, y por último en
función de la ruptura entre el catolicismo y el protestantismo. En todos los casos, el
discurso sobre la política se configura —empezando por Platón y también por
Aristóteles— como un discurso que es, conjunta e indisolublemente, ético-político. La
ética en cuestión podrá ser naturalista y psicologista; o bien una ética teológica; o
incluso una ética juridicizada, que debate el problema del "bien" en nombre de lo que
es "justo", invocando la justicia y las leyes. La doctrina del derecho natural, en sus
sucesivas fases y versiones, resume bastante bien esta amalgama de normativa jurídica
y de normativa moral. En todos estos sentidos, y también en otros, la política no se
configura en su especificidad y autonomía hasta Maquiavelo.
Debe tenerse presente que las exiguas dimensiones de la polis la caracterizaban como
una red de relaciones "cara a cara". En este sentido, la verticalidad quedaba
sobreentendida. Las magistraturas y "los que estaban arriba" existían, por escrito; pero
cuando la base de la pirámide es estrecha, el vértice no está muy alto. El contraste
entre la idea horizontal y la idea vertical de la política debe entenderse, pues, con este
alcance: que la verticalidad griega era extremadamente reducida en comparación con
la de los Estados territoriales. Por ello resulta engañoso traducir polis por ciudad-
Estado, y mucho menos todavía por Estado.
UNIDAD NUMERO 2
PUNTO NUMERO 1: EL PODER SOCIAL: PODER ECONOMICO, PODER IDEOLOGICO Y
PODER POLITICO. COACCION, DOMINACION Y LEGITIMACION. TIPOS DE DOMINACION
LEGITIMA. EL CONCEPTO DE AUTORIDAD
PUNTO NUMERO 2: DEFINCION DE MAX WEBER. ELEMENTOS: TERRITORIO,
POBLACION, SOBERANIA. LA NACION
PUNTO NUMERO 3: LA JUSTIFICACION DEL PODER POLITICO: NATURALISMO Y
CONVENCIONALISMO. LA TRADICION ARISTOTÉLICA. LAS TEORIAS DEL CONTRATO
SOCIAL: CLASICAS Y CONTEMPORANEAS
PUNTO NUMERO 1
El poder social: Tiene que ver con:
1- Poder económico: Riqueza. Se trata de la posesión de los medios de producción que
tienen la capacidad de determinar el comportamiento ajeno.
Con la existencia de propietarios y no propietarios, el poder del propietario deriva de la
posibilidad que la posesión exclusiva de un bien le da de obtener que el no propietario trabaje
las condiciones que el imponga.
2- Poder ideológico: Saber. Se sirve de la posesión de ciertas formas de saber, doctrinas,
conocimientos e incluso de información o códigos, lo cual sirve para ejercer influencia en el
comportamiento ajeno o realizar alguna acción. Por ejemplo: los sacerdotes antiguos.
3- Poder político: Fuerza. Se trata de medios específicos de la fuerza. Es el poder
supremo cuya posesión se distingue al grupo dominante.
En las relaciones, a pesar del estado de subordinación con los medios de producción y de los
valores de la clase dominante, solo la utilización de la fuerza física sirve para impedir la
subordinación y apaciguar toda forma de desobediencia.
Los tres tienen en común que contribuyen conjuntamente a instituir y mantener las
desigualdades dividas en fuertes y débiles; ricos y pobres; sapientes y no sapientes; y
genéricamente superiores e inferiores, manifestando en diferentes maneras subsistemas de
organización de las fuerzas productivas, organizando el consenso y la organización del poder
coactivo.
Según Marx, la base real comprende sistemas económicos, mientras que la superestructura en
dos momentos, abarca el ideológico y el jurídico-político. En cambio, los demás autores han
diferenciado el poder espiritual, que hoy sería ideológico, del temporal que esta constituido
por un dominium, que es el poder sobre las cosas constituidas por el poder económico y el
imperium, que es el poder de mando sobre los hombres constituidos por el poder político.
Coacción, dominación y legitimación:
1- Coacción: Se da cuando se sanciona el incumplimiento de los súbditos, que es la
sanción, que puede ser:
a- Positiva: Cunado se da un incentivo tributario.
b- Negativa: Cuando se restringe la libertad.
Se utiliza como un medio de la política, que es la fuerza. Esto es así porque la paz no es posible
si no se apoya en la fuerza y sobre todo en un equilibrio en relación de las fuerzas, porque si
no, no se puede encontrar la paz, el orden, la estabilidad y la justicia. Sin ella, el Estado no
puede subsistir.
Tambien puede definirse como una forma de expresión de una autoridad o una agrupación
determinada que ejercen sobre sus miembros para llegar al orden.
2- Dominación: Según Max Weber, la dominación es la probabilidad de que un mandato
con contenido determinado sea obedecido por un conjunto de personas. Es una característica
del poder.
a- Legitimación: Es cuando las normas se adecuan a las convicciones de las personas. Es
el acatamiento a un orden.
-Hay autores como Habermas, Bobbio, Nino, etc. que exigen que para que haya legitimidad
además de haber legalidad debe llegarse al poder por un proceso democrático, pero el sistema
democrático no es el único que existe, y además de eso como hay diversos sistemas
democráticos para decidir cuál de ellos puede dar legitimidad se debe desarrollar una teoría de
la justicia. La justicia es un concepto metafísico difícil de positivizar.
-Diferencia entre legitimidad y legalidad: No toda la autoridad está contenida en la ley. Por
otro lado, no toda ley es legítima. La legalidad es el conjunto de normas que rigen en un
Estado, que fueron dictadas de forma valida de conformidad con los procedimientos que ese
Estado ha establecido. Esta es independiente de lo que las personas esta obedecida de lo que
debe obedecer. La natural y voluntariamente, tal vez harían otra cosa.
-Según Weber: La legalidad es aquello que nos hace referencia a las formas, a cosas
instrumentales. No siempre lo legitimo va a ser legal porque pueden ir juntos o separados. La
legalidad sin legitimidad produce un sistema político inestable, si perdura en el tiempo se hace
peligrosamente inestable. Un sistema legitimo puede no ser legal, si sigue siendo legitimo pasa
a ser legal. Esto es muy similar a lo que pasa con la eficacia. Si no hay eficacia en el gobierno,
no hay legitimidad y pasa a convertirse en peligrosamente inestable. A la inversa, si un sistema
es ilegal, ilegitimo, pero eficaz, entonces con el paso del tiempo adquiere legitimidad y luego
legalidad, La legalidad es una herramienta que debe estar unida a la eficacia y a la legitimidad
para que los gobiernos puedan ser estables.
-Para una tradición del pensamiento jurídico-político, "un poder es tanto más legítimo cuanto
más efectivo es"; justificando así la eficacia a la legitimidad del poder. Así, para Kelsen un
gobierno es legítimo cuando ejerce un control efectivo e independiente de todo otro gobierno
sobre la población de un cierto territorio. Cuando se produce una revolución (toda
modificación no legítima de la Constitución), y el antiguo orden pierde eficacia y por tanto
validez; surge un nuevo sistema normativo, en el cual la legitimidad se funda en la mera
eficacia del sistema. Sin embargo, según Bobbio, es discutible que la legitimidad del poder
dependa sólo de la obediencia habitual o del hecho de que las normas emanadas de él sean
observadas o hechas observar. No obstante, es indudable que la desobediencia habitual de las
normas (ineficacia) constituye, para quien detenta el poder de las razones principales de la
pérdida de legitimidad. Para Weber la legalidad hace referencia a las formas, pero lo legítimo
no va siempre de la mano con lo legal; pueden ir juntos o separados. La legalidad sin
legitimidad o sin eficacia prolongada en el tiempo produce un sistema político inestable. A la
inversa, si un sistema es ilegal e ilegitimo, pero es eficaz, entonces con el paso del tiempo
adquiere legitimidad y luego legalidad. Así, la legalidad es una herramienta que debe estar
unida a la eficacia y a la legitimidad para que los gobiernos puedan ser estables
Tipos de dominación legítima: Según Weber. Buscar foto cuadro.
El concepto de autoridad: El término “autoridad” deriva de un origen romano, el cual
era comúnmente concebido como parte de una trilogía que incluía la religión y la tradición. El
vocablo autoridad (autoritas), proviene del verbo augure, que significa aumentar. En este
primer significado, se considera, según Sartori, que los que están en posición de la autoridad
hacen cumplir, confirmar o sancionar una línea de acción o pensamiento.
En el sentido moderno del término, la autoridad se ha definido de varias formas: como
atributo de una persona, cargo u oficio que otorga un derecho a dar órdenes; como una
relación entre los cargos de superior y subordinado; como una cualidad que hace que una
orden se cumpla, y como base de un comportamiento.
Además de la variedad de definiciones, el concepto de autoridad también se puede abordar
desde varios niveles. En la amplitud del ámbito sociológico existen varias relaciones que
pueden ser consideradas de autoridad: dentro de una organización administrativa, dentro del
gobierno o corno autoridad académica (en este último sentido es sinónimo de "preparación" o
"competencia").
En el campo estrictamente político, la cuestión de la autoridad ha sido abordada en dos
dimensiones: en el terreno abstracto de la filosofía política (Platón, Aristóteles, MacKiver y
otros), donde frecuentemente el tratamiento de la autoridad se ha vinculado con la cuestión
de la libertad y la soberanía, y en el nivel más concreto de la ciencia política de los siglos XIX y
XX, que se ha preocupado por el problema de la distribución y de las diversas modalidades del
que adquiere el ejercicio de la autoridad (por ejemplo, tipos de autoridad en Weber).
Tanto en la sociología como en la ciencia política, el tratamiento de la autoridad
frecuentemente se vincula con otros conceptos, como los de poder, influencia y liderazgo.
PUNTO NUMERO 2
El Estado-definición de Max Weber: Es una comunidad humana que reclama con éxito
el monopolio del uso legítimo de la fuerza física en un territorio determinado.
Elementos del Estado: Este tiene dos:
1- Elementos esenciales: Determina la existencia del Estado. Acá se puede observar el
poder, la población y el territorio; (Algunos agregan los derechos. Dentro de estos, podemos
encontrar:
a- Territorio: Es el elemento natural, aquel que se lo considera como el espacio físico
donde se asienta la población y donde se realizan las actividades estatales.
Este comprende: espacio aéreo, mareas internas y externas, suelos, subsuelos, ficciones del
territorio (conforme al derecho internacional) y recursos.
También se lo considera el habitad de la población, el cual delimita el espacio donde el Estado
ejercerá sus acciones jurídico-políticas por fronteras (líneas naturales o ideales de separación).
Las condiciones geofísicas influyen en la economia, que van a determinar la organización
estatal.
A su vez, abarca dos aspectos:
Jurídico: Es el campo de la actividad estatal que da lugar a relaciones de soberanía
(suelo político).
Patrimonial: Es el medio físico del que depende la subsistencia de la población,
comprende las riquezas naturales y da lugar a relaciones de dominio (territorio-suelo
económico).
Dentro de este concepto están:
o Las fronteras: Son los límites que tienen el Estado, no importa su tamaño solo que está
limitada. Estas son importantes porque marca el espacio físico y político sobre donde tiene
“fuerza” la organización del Estado. Dentro de los límites están las personas que lo componen,
las instituciones, etc.
Hay un único factor que transciende la frontera que es la ley, ya que en ocasiones se puede
aplicar por la fuerza de un país.:
La naturaleza del territorio: El Estado puede tener distintos bienes, que pueden ser:
a- Bienes públicos: Como si fuera su propiedad privada.
b- Bienes privados: Que le pertenecen, pero no los puede vender.
c- Bienes políticos/soberanos: No son de su propiedad, pero puede ejercer el poder de
policía sobre ellos.
Conformación de las fronteras: Las fronteras se conforman gráficamente con la
unificación de grupos humanos y modificaciones territoriales como lo son las guerras, las
conquistas, etc.
b- Población: Es el centro humano. Es la totalidad de individuos que habitan en un
territorio de un Estado con permanencia y habitualidad.
La homogeneidad de la población no se dio naturalmente en los Estados, sino que fue una
obra de poder, según Jouvenel, ya que fue la suma de actividades de las distintas monarquías
la que logro la unidad racial, lingüística y religiosa.
Hay Estados donde la población no se da actualmente, como es el caso de Suiza, pero son
excepciones.
La población se compone de dos tipos, que son nacionales o extranjeros, y tiene dos aspectos:
Cuantitativo: Comprende el número de habitantes.
Cualitativo: Comprende costumbres, etnias, valores, etc.
c- Poder: Es el elemento moral y el más importante. El poder es una forma específica de
como la colectividad humana se estructura en una realidad territorial a través de órganos
dotados de poder de coerción. La coacción se da cuando se sanciona el incumplimiento de los
súbditos, que es la sanción, que puede ser:
Positiva: Cuando se da un incentivo tributario.
Negativa: Cuando se restringe la libertad.
Se tiene al poder no solo como fuerza física, sino también moral. Consiste en la relación de
subordinación que se coloca recíprocamente en los humanos, la cual requiere una relación de
mando y obediencia que se puede dar entre uno, dos o toda la comunidad entera.
El Poder, como elemento del Estado, puede ser movilizado por su titular, que puede ser
mediante diferentes funciones como:
Legislar: Normas jurídicas positivisadas, ya que son pautas que van a regir en toda la
vida humana.
Administración: De la cosa pública y la de juzgar y valer el cumplimiento del
ordenamiento.
Poder como concepto: Es indivisible. Weber cree que podemos decir que hay Estado
cuando una entidad reclama por sí el monopolio de la fuerza.
-Diferencia pueblo y población:El pueblo es la ciudadanía, es decir, aquellas personas con
derechos políticos (por ejemplo, el derecho al sufragio y el de ser elegido) y con derechos
civiles. Además, tienen el título de la soberanía; y la población es aquella persona que reside
con permanencia dentro de un territorio.
2- Elementos modales: No hacen la existencia misma del Estado, pero sí a sus
características actuales, es decir, que son elementos que condiciona. Aquí se puede observar la
soberanía como cualidad del poder y el imperio de la ley como cualidad del ordenamiento
jurídico.
-Según Kelsen, no se puede hablar de “elementos constitutivos”, ya que, para este autor, el
Estado es un orden jurídico, el cual se habla de esferas de validez, donde se puede apreciar:
a- Espacio: ¿Dónde?
b- Tiempo: ¿Cuándo?
c- Conducta humana: ¿Quiénes?
La Nación: La Nación no es lo mismo que un Estado, porque este último, es una forma
de sociedad, mientras que el primero es una forma de comunidad en la que los miembros
nacen. Además, está determinada por tres elementos, que son:
1- Histórico: Usos y costumbres.
2- Sociológico: El lenguaje, la religión, la cultura, etc.
3- Psicológico: La voluntad de permanencia y consciencia de origen y de un destino
común.
No todas las naciones tienen Estados propios porque hay naciones que están repartidas en
varios Estados, y Estados divididos en varias Naciones.
Esta idea de Nación surge en la edad media, en la cual se determinó que es una comunidad
determinada objetivamente por el nacimiento y subjetivamente por nexos sociológicos
(lenguaje, etnia, usos y costumbres, etc.) y psicológicos (voluntad de permanencia, conciencia
de poseer un origen y un destino común), que se desenvuelve en determinadas formas de vida
en común, cooperación y solidaridad.
Definición de “Nación” según diferentes autores:
1- Viamonte:La Nación es cuando está formada por grupos sociales, los cuales ofrecen
continuidad histórica, si han existido como un todo orgánico (una unidad), donde a pesar de
que existan otros con otras particularidades, son inherentes a este todo orgánico. Además, si a
través del tiempo pueden sobrellevar estas visitudes, pueden tener diversas razadas, religiones
e idiomas, pero siempre estando unidas con el pasado, solidarizados con el presente y
proyectados a futuro en una acción común.
2- Duverger: Para este autor la Nación se da con la cultura, la cual requiere un Estado
propio.
3- Ortega y Gasset: Ambos dicen que la Nación se da cuando se unifican las grandes
fuerzas preexistentes, ya que solo se da definitivamente con la unidad.
- El proceso de consolidación de las naciones comienza a caer en el Imperio Romano cuando se
dividió. Estaban los Feudos, como consecuencia de los acuerdos entre los pequeños grupos de
guerreros (que defendían y protegían) y los trabajadores (que producían). Luego, lentamente
fue surgiendo una clase social que era la encargada de ser intermediaria entre estos dos, que
fue la Burguesía, donde después terminaron incluyéndose, producto de una alianza, los
señores feudales. A medida que pasaba el tiempo, esta clase social se fue distinguiendo entre
los señores de mayor importancia como reyes y príncipes.
Mas tarde, con la ayuda de los primeros burgueses, los reyes lograron acabar con el
feudalismo y comenzaron a surgir los Estado-Nación.
La primera Nación moderna fue la española, donde logró unificar todo el territorio con la
incorporación de grandes empresas.Con esto España quedaba con un papel protagónico en
1500, pero luego, por falta de nobles en el periodo feudal, los cuales eran necesarios para
lograr la cohesión interior, España pierde a Cuba en 1898 donde decae la imagen que tenía
hasta ese entonces.
Jouvenel: La Nación se caracteriza por un espíritu de vocación política permanente, ya que
para que esta exista no basta con que haya un pueblo con igual lengua, etnia o religión, sino
que es necesario un acto de poder.
PUNTO NUMERO 3
La justificación del poder político: naturalismo y convencionalismo:
1- Punto de vista del naturalismo: Considera que la sociedad es connatural al ser
humano, que éste tiende por una inclinación natural inherente a su ser a vivir en sociedad.
Para Aristóteles, uno de los principales partidarios de esta postura, dice que el hombre es un
ser social. Según él, solo en sociedad puede el ser humano obtener todos los recursos
necesarios para vivir y ser feliz. Por otro lado, tenemos a Santo Tomás de Aquino, el cual cree
en la sociabilidad natural humana. Su teoría se denomina “iusnaturalismo”, donde dice que las
leyes del estado se fundamentan en nuestra inclinación natural hacia el bien o la felicidad. El
Estado justo, tambien para Aristóteles, sería aquel que hace felices a los ciudadanos.
2- Punto de vista del convencionalismo: Fue seguido por los sofistas que opinaban que
las leyes en las que se fundamenta el estado son arbitrarias. Estas pueden cambiar en
cualquier momento, debido a que se rigen en los usos y costumbres, principios y valores que
rigen en el comportamiento social o personal, entendiendo que éstos están basados en
acuerdos implícitos o explícitos de un grupo social, más que en la realidad externa.
La tradición Aristotélica: (348 a.c. – Grecia). Este autor fue el que dio origen a una
nueva manera de pensar. Es el primero que va a hablar de la naturaleza social del hombre.
Este dice que el hombre es un zoom politikon, es decir, un ser político.
En la antigua Grecia, un político no era como lo conocemos nosotros actualmente como aquel
que se dedica a la política, sino que todos se dedicaban a la política porque si no se los
consideraba un menos (porque podía vivir en un rebaño, comparado con un animal) o un más
(aquel que podía vivir fuera de la sociedad, con Dios). Por lo tanto, el hombre es el único que
podía vivir en sociedad, los animales no, y es por ello que viven en un rebaño, que es
solamente una agregación de individuos. En cambio, una sociedad es un concepto histórico-
cultural, y el hombre es como un ser político, un hombre de cultura ubicado en esa sociedad
en relación al contexto histórico. Además, el hombre es capaz de distinguir el bien y el mal,
donde a partir de allí va a distinguir lo justo de lo injusto.
Considera que la unión en comunidad es común en el hombre. Esta asociación natural y
permanente deviene de la familia. La asociación de muchas familias es el pueblo y la
asociación de muchos pueblos es un Estado. El Estado es un hecho natural que está por encima
de la familia y los individuos porque el todo supera a las partes. Además, justifica al Estado
como una unión institutiva de personas que debían vigilar la educación y el ordenamiento
familiar. Es aquí donde los hombres dejan de ser “bestias” para ser humanos, animales
políticos, donde alcanzan su desarrollo perfecto, sumiéndose a las leyes, de la que no escapan
ni los sabios. No solo debe someterse a la ley, sino que también debe perseguir el bien común.
Quien detenta el poder estatal debe ser sabio y virtuoso. Debe estar en un punto medio entre
lo extremo y los vicios.
Para Aristóteles, el poder se puede dividir en:
a- Supremo deliberante: Legislativo.
b- De los magistrados: Ejecutivo.
c- De los tribunales: Judicial.
Según la forma de gobierno, estos poderes se distribuirán de modo diferente y quienes lo
ejerzan pueden ser las mismas personas. También, hace una clasificación, que es:
Formas Puras de Gobierno:
Se gobierna en beneficio de los gobernados. Es el bien de la comunidad.
Monarquía: Aristocracia: Republica:
Es el gobierno de un solo Busca la práctica de la vida Busca mesura. Es el
individuo que es considerado noble y educada. Es el gobierno de todos.
como el mejor de todos, por gobierno de unos pocos,
eso es capaz de llegar a la pero de los mejores.
eficacia.
Formas Impuras de Gobierno:
Es la desviación de las formas puras. Se gobierna para el bien de los gobernantes.
Tiranía: Oligarquía: Democracia:
Forma de gobierno en la que El poder está en manos de Gobierna la muchedumbre,
el gobernante tiene un poder unas pocas personas de la plebe. Solo tiene en
total o absoluto, no limitado pertenecientes a una clase cuenta el interés de los
por unas leyes, social privilegiada. pobres.
especialmente cuando lo
tiene por medios ilícitos y
abusa de él.
-La constitución ideal/perfecta son todas las que están en equilibrio armónico. Está formada
por los ciudadanos de la clase media, la politeia o democracia.
-En un Estado sin clase, es posible de una tiranía u oligarquía.
-La palabra política se origina en Grecia y deriva de polis. La palabra polis deriva de polites
(ciudadano), que es el que vive en la polis, no quien reside en su territorio sino quien tiene el
poder de tomar parte la administración judicial o en la actividad derivada del Estado. La polites
tiene su contracara que son los idiotes (no ciudadanos).
Constractualistas clásicos:
o Antecedentes: Tradicionalmente se consideraba que el origen del poder era divino,
pero en los siglos XV/XVI.
Francisco Vittora y Francisco Suarez desarrollaron el contractualismo español, doctrina
cristiana del derecho, siguiendo a San Agustín y Santo Tomas de Aquino.
Para ellos, el poder viene de Dios directamente a la comunidad, ya que, si el hombre es una
creación divina, la comunidad también lo es, y por lo tanto, el poder que esta comunidad
necesita para gobernarse. También proviene de algo sobrenatural. Luego, la comunidad elige
su forma de gobierno y sus gobernantes. El poder que estos ejercen es limitado, ya que está
condicionado por el bien común de la comunidad. En el caso de que esto no se respete, se
acepta la resistencia por parte de la comunidad por el uso de la fuerza.
o Contexto de Hobbes y Locke: Estos dos pensadores van a estar escribiendo
principalmente en Inglaterra, aproximadamente en 1600. Mas específicamente:
1- Contexto histórico: El mundo está en época de pleno renacimiento y de reforma. Se
están quebrando la base política e ideológico de la edad media, es decir, está surgiendo el
quiebre del mundo medieval. La nobleza comenzó a exigir más derechos y garantías, por lo
que el rey comenzó a otorgar ciertas cartas y fueros, las cuales permitieron que terminen
siendo dueños de sus propias tierras, y debido a esto, con el paso del tiempo el Rey comenzó a
perder poder.
En Inglaterra hasta el 1600 gobernaron los Turdos, hasta que en 1602 muere la Reina Isabel I,
luego de gobernar 50 años. Lo que sucedió fue que esta mujer no dejo herederos. A partir de
esto, suben al poder los Estuardos, una rama no menor que los Turdos.
Como Isabel I no dejo herederos, el primer Estuardo fue Jacobo I. Su gobierno fue tranquilo,
aunque hubo algunas luchas internas entre los Perítanos y Puritanos. Jacobo I fue Rey hasta su
muerte, debido a esto asume al reinado su hijo Carlos I. Este si fue un gobierno escandaloso
porque todo lo que había logrado su padre, lo deshizo. También, este gobierno se caracterizó
por tener problemas con el parlamento. Aquí es necesario aclarar que el parlamento no existía
como un ente legislativo, sino que existía como un “freno” hacia el monarca para que no
hiciera lo que le plazca. Debido a los problemas que se desarrollaran a continuación, Carlos I
tuvo tres etapas con el parlamento: Una etapa donde gobernó con el parlamento, otra que
gobernó sin ellos, y, por último, una que gobernó sin el parlamento. Detalladamente, el
problema principal que llevo a Carlos I tener problemas con el parlamento fue algo que tenía
10 siglos de historia, que era la guerra con Francia e Inglaterra. Lo que sucedió fue que el Rey
necesitaba dinero para continuar la guerra con Francia, por lo que llevo a que tome la decisión
de cobrar impuestos. Lo que más cobraban impuestos porque eran los más ricos, eran los
nobles. El problema era que estos últimos formaban parte del parlamento y no estaban para
nada conformes con la decisión del Rey. Por ello, decidieron hacer la “petición de derechos” en
1628, en la cual le pudieron poner un “freno” al Rey en el cobro de impuestos. Si el parlamento
no estaba de acuerdo, los impuestos no se podían cobrar. Pero, mientras tanto, Carlos I le puso
impuestos a las ferias, a los buques, a los nobles, a las festividades, a la religión, etc. Esto
termino siendo un error grave de Carlos I, ya que se puso en contra a la religión y a las ferias,
los cuales eran sectores muy importantes de la sociedad inglesa, que estaba compuesta por
Perítanos y Puritanos. En este caso, estos dos se juntaron y se quejaron ante el Rey por los
impuestos que les impuso y le dijeron que debían estar exentos de ellos. Debido a esto, Carlos
I no sabe que hacer y decide consultar al parlamento, por lo que vuelve a convocar el
parlamento después de 11 años sin ser participe, el cual decide volver, pero estos deciden
vengarse aboliendo los impuestos.
Después de un tiempo, Carlos I decidió abolir nuevamente el parlamento y se creó un gran
conflicto. A partir de esto, se formaron dos grandes poderes del parlamento y el poder del Rey.
Esto llevo a la Primera Guerra Civil Inglesa, donde había dos mandos como se marcó
anteriormente, unos eran “los cabezas redondas”, ya que ellos usaban un casco de hierro en
forma de pelota y su comándate era Oliver Cromwell. Por otro lado, estaban los que defendían
al rey y eran llamados “caballeros” e iban a la guerra con sombreros con una pluma. Estos
últimos, estaban conformados por terratenientes, católicos y americanos.
En conclusión, esta guerra la gano el parlamento, es decir, los cabezas redondas. Esto se debió
a que estaban muy bien formados militarmente que los caballeros que defendían al Rey. A
partir de esto, sucede algo inédito en la historia que es que por primera vez se crea una ley,
donde el parlamento juzga al Rey por traicionar a la patria. Carlos I es condenado a
decapitación y es decapitado en 1649, lo único que pidió fue ponerse dos camisas para no
temblar, que el corte fuera directa para que no sufriera y ver quien lo mataba, o sea que la
persona no esté encapuchada. Luego, sucede al trono Oliver Cromwell, que se autodenomino
“El Lord protector de Inglaterra”, y gobernó hasta su muerte en 1658. Debido a su muerte,
asume al trono por herencia su hijo Richard Cromwell que gobernó solamente un año, es decir
hasta 1659, ya que los ingleses no estaban de acuerdo con él porque no tenía experiencia
política y había conflictos internos existentes, por lo que los ingleses decidieron que deje el
poder y se instaurara la monarquía nuevamente con Carlos II, el hijo del depuesto Rey Carlos I.
A diferencia de su padre, Carlos II fue hábil con su relación con el parlamento, y un detalle no
menor de Carlos II es que cuando asumió el reinado le dijo a su hijo que se vaya, donde fue a
Francia con muchos maestros, entre ellos Hobbes.
Lo único macabro de Carlos II fue que se encargó de que nadie encontrara el cadáver de Oliver
Cromwell, ya que se encargó que tiraran el cuerpo a los cerdos.
Este Rey, tuvo tres años de gobierno tranquilos hasta que falleció. Se recuerda a Carlos II por
tener un buen gobierno, ya que dejo todo perfectamente ordenado.
Después de la muerte de Carlos II, asume su hermano Jacobo II. Este comete dos grandes
errores al derogar la Petición de Derechos e implementar nuevamente la religión (el
catolicismo), lo que ocasiono un gran descontento en la población. Esto llevo a que en 1688 se
produzca la famosa Revolución gloriosa o Revolución Incuentra (llamada así porque no hubo
muerte ni guerras), con la que se le pidió a Jacobo II que de un paso al costado. También acá
aparece un personaje muy importante que es Guillermo de Orange, que era un noble que
estaba casado con la hija mayor de Jacobo II, el cual asume al poder y funda la Casa de Orange
como casa real de Inglaterra, pero a este al asumir le hicieron firmar la Declaración de
Derechos en 1689. Algunas cosas que le pidieron en esa declaración era que no fuera católico,
y más que nada que el parlamento debía tener cierto “poder”, como no derogar las leyes que
imponían, no podían cobrar impuestos si ellos no lo aceptaban, etc.
Guillermo de Orange decidió un día no participar más con el parlamento porque su poder en si
estaba muy acotado, por lo que empieza a mandar a su secretario que manejaba lo que era la
política ejecutiva. Hasta que un día ese secretario dejo de ser gobernado por el Rey y empezó a
ser gobernado por el parlamento. Ante esta situación, el parlamento se quebró en dos
sectores, que después dieron origen a dos partidos políticos, los Tories y los Whigs.
a) Tories: Era una fundación formada por Thomas Osborne, Conde de Dandy y Lord
Canciller de Carlos II. Estos apoyaban a Thomas. Era el partido conservador y defensor de los
intereses de los terratenientes.
b) Whigs: Eran los liberales que estaban en contra de Thomas Osborne. Estos apoyaban a
Jacobo de York. Estaba formado por la burguesía.
Esto implico la limitación de la monarquía. La monarquía absoluta llego a su fin con el ingreso
de Guillermo de Orange.
-En resumen: Gobiernos:
Isabel I: Turdos.
Jacobo I: Estuardo.
Carlos I: Estuardo.
Richard Cromwell.
Carlos II: Estuardo.
Jacobo II: Estuardo.
Guillermo de Orange:
Si nos preguntamos que caracterizaba al absolutismo como forma de gobierno, se puede decir
que era lo siguiente:
a- Unificación del soberano y el pueblo: La unidad territorial para quebrar con los
aristócratas.
b- La monarquía instituye la burocracia: Porque una persona no se puede ocupar de
muchas personas, por lo que se comienza a dividir las cuestiones de ministerio, económicos,
etc.
c- Justicia en el territorio: Se comienza a administrar. Comienza la administración de la
cosa pública.
d- Fin de la estratificación: Hay un surgimiento del principio de igualdad, es decir, todos
los ciudadanos son iguales, el único distinto es el Rey. Entonces, la noción de soberanía implica
el fundamento de la política moderna y la monarquía absoluta centralizada.
2- Contexto económico: Se está en el inicio de la revolución industrial. Hay un aumento
en la economía, en la mercadería y en la población. Aparece el capitalismo, con todo lo que
ello implica, que es la distribución, el cambio económico acelerado, la acumulación de
riquezas, etc. Empieza a parecer una enorme masa inexistente que es el asalariado y empiezan
a existir las grandes urbes. También, se produce la monitorización de la economia porque
comienzan a parecer los Estados-Nación. La máquina de la economía es el mercantilismo en el
mundo.
3- Contexto político: Políticamente se estaba bajo la monarquía absoluta, que es el eje
político de la época. Una monarquía un tanto civil como teológica. Esto terminaba implicando
la concentración del poder en una sola persona, por lo que no existen lo controles internos, ni
externos, salvo que haya un monarca más fuerte, sino el Rey es la fuerza que subordina todo,
es la clave de toda estructura política. El monarca es el quiebre con la aristocracia. Si bien el
Rey es el más aristócrata de los aristócratas, pero debía apoyarse en un sector, el cual era el
pueblo.
Es importante remarcar, que, en las primeras etapas de la monarquía, el poder divino
significaba que el poder de Dios derivaba directamente hacia el monarca. Es por esto, que el
Rey adquiría tanto respeto durante esa época. La idea de que Dios le daba poder al pueblo y
que el pueblo le daba poder al monarca, es posterior. Entonces, no hay nadie que esté por
encima del Rey en la tierra, si hay alguien, pero fuera, que es Dios. En conclusión, si el único
que tiene poder es Dios, el monarca no tiene que rendir cuentas a nadie en la tierra, por lo que
se rige a sí mismo. La soberanía es un concepto muy antiguo, es la base teórica, política y
jurídica que justifica la prominencia del Rey.
Un teórico muy importante para esta época es Bodin, el cual dice que es necesario explicar la
soberanía con el poder, aunque no es realmente lo mismo. Ese poder tiene carácter absoluto,
y es por esto, que el Rey es el soberano. Luego, en la edad media el poder si se reparte.
Algunas características de la edad media del soberano eran:
Tiene el poder concentrado
Es absoluto.
Es perpetuo.
Es temporalmente ilimitado.
Es indivisible.
Es irrevocable.
Estas características implican que en la última instancia es el soberano quien decide. Todo se
concentra en él. Esta concentración genero la unidad nacional, ya que antes no era así.
4- Contexto ideológico: Está época se caracterizó por una notable secularización de la
vida. La vida, o, mejor dicho, el individuo pasa a pensar en términos racionales y deja de lado la
religión, por lo que hay un quiebre con el cristianismo medieval.
Mas específicamente, en los siglos XVII y XVIII, se vive una gran revolución intelectual porque
aparecen dos grandes movimientos o escuelas filosóficas, que son:
a- El racionalismo: Esta surge en el siglo XVII, fue fundada por Rene Descartes. Lo que
guía a esta escuela es la razón, por lo que se excluye todo argumento de autoridad, es decir
que los argumentos no pesan por la autoridad, sino que deben ser racionalizados. El método
que se utiliza en esta época es esencialmente el método matemático, de la mano de un
método deductivo. Tienen una concepción mecanicista del universo, es decir todo es un
engranaje dentro del todo, hay un movimiento dinámico fruto al mecanismo. Y se empieza a
tener una visión del hombre dualista del hombre, dividido en cuerpo y mente. Acá va a estar
Hobbes.
b- La ilustración: Esta surge en el siglo XVIII, fue fundada por Newton. La ilustración es la
continuación del racionalismo porque sigue entendiendo que la base del conocimiento es la
razón y el universo es mecánico, pero esta escuela le va a sumar algo fundamental que es que
va a decir que el hombre es el origen de todo. Entonces, lo que cree la ilustración es la
posibilidad de la perfección ilimitada del hombre, es decir llegar a lo más alto posible. Acá va a
estar Locke.
5- Aparecen las nociones de:
a- Razón de Estado: Lo que guía a las políticas no son los intereses particulares de los
señores feudales, aristócratas sino lo que guían son las necesidades del Estado, por ejemplo, si
el Estado se quiere expandir en búsqueda de riquezas se va a expandir.
b- Equilibrio: Ya no es una lucha de Casas, por ejemplo, la Casa de Orange, la Casa de
Nassau, etc. Ahora son los Estados. Si un Estado adquiere mucho poder desequilibra a otro.
La clave de esta representación es demostrar que, así como Dios creo el mundo y la
naturaleza, el hombre lo ha imitado y creado su propio dios, el Estado, un dios artificial. Esta
idea es del racionalismo, la razón humana es la que crea a este dios artificial. El Leviatán,
llamado República o Estado, es un hombre artificial que es más grande que nosotros mismos,
porque está compuesto por todos nosotros.
El libro comienza con una grilla donde explica que ese ser artificial es un mecanismo. Tiene los
mismos atributos que tiene el hombre:
o La soberanía es su alma, lo que le da vida.
o Los magistrados o funcionarios son nexos artificiales que tiene el Estado.
o Las recompensas y castigos del Estado son su manera de hacer que la gente
cumpla con su deber. Son los nervios del Estado.
o La riqueza y la abundancia hacen a la potencia del Estado.
o La salud del Leviatán con los negocios.
o Su memoria son los consejeros del Estado.
o La equidad y las leyes son su razón y su voluntad.
o La concordia le da vitalidad.
o Como todo ser, tiene que enfermar y morir. La enfermedad del Leviatán es la
sedición, cuando hay sublevación. Y su muerte es la guerra civil.
La primera parte del libro de Hobbes habla sobre la persona.
En el libro, la palabra Leviatán aparece cuatro veces con significados diferentes: La primera
vez en el título, la segunda vez como sinónimo de Estado, la tercera como sinónimo de
gobierno, y la cuarta como sinónimo de potencia. Nos damos cuenta de lo que es el Leviatán
por sus atributos, es el Estado.
Para Hobbes, el hombre tiene una naturaleza racional, era muy importante analizar al
hombre y secularizarlo, cortar con todo lo ideológico y religioso. Analiza el aspecto
sentimental, dice que el hombre se guía por pasiones (temor, esperanza, deseos, etc.). Para
analizar la naturaleza del hombre artificial hay que analizar la del hombre natural. Las mismas
pasiones que tiene el hombre las tiene el Estado. La razón del Estado depende de qué pasiones
lo movilizan, dicen cómo está conformado el Estado.
Este autor usa un método mecanicista, analiza un artificio, un mecanismo. Lo social no es
natural en el hombre, es artificial. El método también es matemático, gran parte de la obra se
basa en conceptos y especulaciones. También el método es deductivo, los conceptos de
conectan lógicamente, generando axiomas y postulados que generan nuevas ideas.
Desarrollo del contrato social: Hobbes trata de analizar al hombre, donde para
él es muy importante analizarlo y secularizarlo, es decir, cortar con todo lo ideológico y
religioso. A partir de su análisis del hombre, dice que este se guía por las pasiones y que es
pesimista (Hobbes no tienen una noción de hombre bueno porque este es egoísta).
El hombre vive en un Estado de naturaliza a través del dominio y la guerra continua, por lo que
el Estado de naturaleza para él es guerra de todos contra todos. Este se guía por las pasiones,
que primordialmente es el egoísmo (Es una forma que tiene el hombre de asegurar su vida)
porque trae consigo otras emociones que son el dolor, el temor, etc., que son aquellas que
están más presentes en el Estado de naturaleza. Por otro lado, el hombre también es libre
dentro de este Estado, pero tiene obstáculos para satisfacer todos sus deseos, ya que no es
dueño de nada en particular, sino que todo es de todos y eso termina generando conflictos.
Para Hobbes, las pasiones llevan al conocimiento, y el conocimiento atrae a la razón. Esta
razón es el deseo de que todos vayan a procurar el bien propio y van a huir del mal, que es lo
que guía a la razón del hombre.
Además, en este Estado no hay derechos, salvo que tengamos en cuenta el derecho natural de
la vida, que se pierde con la muerte, ya que no hay vuelta atrás. Con la perdida de este
derecho se pierden todos los bienes, por lo que el hombre trata de conservar su propia vida.
Todos son iguales, no existe una diferencia entre individuos.
El primero en hablar del Estado civil y en distinguir el Estado naturaleza al Estado Civil es
Hobbes, ya que dentro de ese pasaje analiza que se logra formar un contrato social.
El contrato se celebra con todos aquellos que forman esa comunidad. Este tiene solo una
cláusula que es abandonar la ley natural, que es por el temor que tienen los individuos de
matarse unos con otros. A su vez, se tiene que entablar una autoridad, que tiene que ser tan
irresistible que debe asegurar la vida de todos los individuos y que pueda sacar a los individuos
de la guerra perpetua. Además, este contrato es inviolable. Al querer salir del Estado de
naturaleza, el hombre decide dejar la violencia de lado, ya que en el Estado Civil aparece el
poder controlado, que para Hobbes es de dos estilos:
1) Instrumental: Todo aquello que se adquiere después del poder natural, que
son instrumentos que adquiere el hombre para imponerse a otros, como la riqueza, los
secretos, etc.
2) Natural: La facultad que tiene el individuo de su propia naturaleza, por
ejemplo, la belleza, la inteligencia, etc.
Ambas características dan al poder el concepto de honor, la dignidad. Si el hombre hace creer
a las otras personas que él es digno de respeto, entonces va a obtener poder porque va a ser
respetado por todos (poder instrumental).
Al final del Estado de naturaleza, los hombres se dieron cuenta que era importante tener tres
leyes naturales para poder establecer el contrato, que son:
1) Buscar la paz: La mutua defensa.
2) Renunciar al derecho natural: Despojarse del Estado de naturaleza.
3) Tiene que ver con el concepto de justicia: No violar el pacto.
El que va a concentrar el contrato va a ser el Estado, porque Hobbes no confía en los
compromisos. Acá aparece el famoso leviatán para Hobbes, que es el ser más poderoso de
todos.
La meta del Estado es la seguridad. El individuo necesita que alguien lo proteja. Si alguien
violenta a otro individuo lo van a castigar porque ese individuo violo el pacto. A partir de
diversas personalidades en el Estado civil se va a buscar, crear una persona artificial con una
personalidad que va a identificar a todos, que va a ser el Leviatán, el Estado.
El contrato para Hobbes es racional, porque es voluntario y pensado. Las personas se pusieron
de acuerdo voluntariamente. Además, es hipotético porque no ha existido.
El soberano queda fuera del contrato. Quienes sí realizan el contrato, son los miembros de esa
comunidad porque si lo haría, este perdería poder, por lo que tiene que estar por encima de
todo. A su vez, el que se enfrenta al soberano, se enfrenta a todos, aunque no hay una forma
de enfrentarse porque él no forma parte del contrato. El soberano es el único que va a decidir
cuándo un individuo quebranta el pacto o no. Debido a esto, si el individuo causa un daño.
Hobbes dice que el mismo se provoca daño. También, el soberano se ocupa de las opiniones
problemáticas del Estado. Este va a decir que obras doctrinarias van a estar bien y que obras
doctrinarias van a estar mal, concede honores, privilegios, etc. El poder del soberano es único,
absoluto, indivisible.
Las leyes en el Estado Civil son para dar más libertad al individuo dentro del Estado, no para
restringirlo, sino para que sepa que es lo que puede hacer y que no.
¿Por qué el soberano no obedece las leyes?: Nadie obedece al soberano, ni el
soberano mismo. Esto se da así porque si el soberano desobedece las leyes o se pone debajo
de ellas, el mismo pierde poder porque se coloca en una situación de debilidad ante los
individuos.
El Estado para Hobbes: El Estado dura mientras el soberano lo pueda proteger,
por ejemplo, el soberano es quien protege la vida de los individuos. Si este no protege el
Estado, este se termina porque otro individuo recibe más obediencia que la que realmente
tiene que tener, que es el soberano.
Enfermedades del Estado: Hobbes dice que existen dos tipos de
enfermedades:
1) Menos poder: Cuando el soberano se conforma con el mínimo poder con tal de
asegurar la paz.
2) División del poder: Es el debilitamiento del poder.
Formas de Estado: Hay dos formas:
1) Por institución: Cuando el soberano se origina dentro del contrato.
2) Por adquisición: Por guerra.
Formas de gobierno: Hay que analizar donde está el poder:
1) Monarquía: Una persona.
2) Aristocracia: Varias personas.
3) Democracia: Todas las personas.
Notas importantes: Hobbes es partidario de la monarquía, pero no es
monárquico sino absolutista. Además, dice que no hay una mejor forma de gobierno que otra,
sino que todas son mejores por algo.
2- Locke:
Biografía: Locke nació en 1632 y falleció en 1704. Vivió en la época de
Guillermo de Orange. Su obra más importante fue los “Ensayos sobre el gobierno civil”, donde
el primer ensayo habla sobre Robert Filmer (familia <Adam y Eva> y el Rey), y el segundo
ensayo hace una crítica de Hobbes, que dice que el soberano no es responsable de nadie.
Además, este debe estar por debajo de las leyes.
Desarrollo del Contrato social: Locke dice que en el Estado de naturaleza
impera la paz y la ayuda mutua, que hay derechos naturales que son el derecho a la vida, a la
propiedad privada, a la libertad y a la seguridad, pero que nadie tutela estos derechos porque
no hay un Estado que realice ese trabajo. Cada individuo defiende sus derechos de la mejor
manera que puede, y tienen la libertad de castigar a quien los dañe.
Los derechos de la naturaleza nacen con el individuo, son inviolables e imprescriptibles. Estos
se pueden limitar por otros derechos, por ejemplo, el derecho a la vida que es el más
importante, que, por ejemplo, el derecho de la propiedad. Lo que, si le reconoce a Hobbes, es
que el motor del Estado de naturaleza es el egoísmo.
En sí, no está claro cómo surge el contrato social, si se sabe que surge con el Estado Civil o el
gobierno. Los individuos no ceden sus derechos a las autoridades, sino que solo ceden sus
derechos a la seguridad individual que defienden al individuo y a sus derechos, que es el
Estado. Cuando el Estado no está, el individuo se defiende así mismo. Pero Locke, dice que la
razón es lo que lo lleva al individuo a pactar.
En el contrato se prevé que existen dos derechos, que son:
1) Derecho de resistencia: Es el derecho que tienen los ciudadanos de derivar al
gobierno si este no respeta sus derechos.
2) Derecho de prerrogativa: Es el derecho que tiene el Estado de en caso de
emergencia usar el poder federativo.
En definitiva, Locke dice que en el Estado Civil las leyes dan más libertad a los individuos, y que
la ley más importante de todas es la pena de muerte. A su vez, las leyes civiles se extraen
directamente de las naturales. Las leyes solo exigen que no se dañen unos a otros.
El gobierno político es esencial para las leyes, aunque el gobierno también obedece a las leyes,
por lo tanto, todos están bajos las leyes, ninguno está por encima de ellas.
División de poderes: Para Locke el poder es divisible y lo hace de la siguiente
forma:
1) Poder legislativo: Hace las leyes.
2) Poder ejecutivo: Ejecuta las leyes.
3) Poder federativo: Surge cuando aparecen casos excepcionales e intenta
resolverlos.
Formas de gobierno:
1) Monarquía: Uno solo.
2) Aristocracia: Algunos.
3) Democracia: El parlamento.
3- Rousseau:
Biografía: Es un autor suizo, de religión calvinista. Este tuvo una gran influencia
en la revolución francesa. Sus obras más importantes fueron “El contrato social” y “Los
discursos sobre el fundamento de la desigualdad”.
Método: No es racionalista, ni historicista. Su obra es principalmente
especulativa, se basaba en conceptos teóricos.
Discurso sobre el fundamento de la desigualdad de los hombres: En esta obra
Rousseau hace un análisis del hombre, principalmente en su Estado Natural y primitivo. Dice
que cuando el hombre está en Estado de naturaleza se encuentra en paz y tranquilidad, y
satisface todas sus necesidades con lo que la naturaleza le da. Además, sus sentidos y atributos
son superiores y sus sentimientos son puros, no hay distinción entre el bien y el mal, sino que
tiene la libertad moral.
Cuando entra en civilización, el hombre se desnaturaliza, comienza a existir desigualdades,
surgen nuevas necesidades y empieza a haber malos sentimientos. Las leyes consolidan esas
desigualdades y quitan la libertad, usurpando los derechos.
Desarrollo del contrato social: Este autor tiene un pensamiento distinto con
respecto a otros autores, ya que su forma de ver es menos negativa sobre la civilización. Dice
que el Estado de naturaleza es igual que como lo describió en su obra anterior, pero que llega
un punto donde hay otros obstáculos para los hombres donde tienen que elegir entre esa
forma de Estado o morir. A su vez, como los hombres son capaces de adquirir nuevas fuerzas
para ellos mismos, la única solución es unirse para proteger sus vidas y propiedades, sin
renunciar a la libertad, en donde nace el contrato. Este contrato es igual para todas las
sociedades, en todo momento. En el mismo, cada persona entrega una parte de su libertad a
los demás, y recibe su propia libertad reforzada con un poco de la libertad de los demás. Si
analizamos las condiciones, estas son iguales para todos, nadie puede reservarse libertades sin
dárselas a los demás. Así la unión se vuelve perfecta, nadie puede ejercer el poder por sí
mismo sino todos juntos, ya que de esa forma nadie pierde ni recibe más que el otro.
Tras la realización del contrato social, nace el Estado Civil para proteger los derechos, donde
cada uno tiene un “voto” para que se tomen las decisiones en su conjunto.
Si alguien intenta salirse del contrato, este puede ser obligado a volver, porque se está
perjudicando así mismo porque está perdiendo parte de su libertad y sacando parte de su
libertad a otros. Así que el contrato nos quita la libertad natural, pero nos da una libertad más
fuerte, que es la libertad civil. Dentro de este Estado (civil), esta:
1) La propiedad: El hombre puede tomar cosas de la naturaleza mediante el
derecho del primer ocupante, pero solo puede tomar lo que necesita. El resto es propiedad de
toda la comunidad. La propiedad privada sirve solo para el bien público.
2) Soberanía: La soberanía es de todos, es la voluntad general que no se puede
transferir. Esa voluntad tiene como fin el bien común y se expresa a través de las leyes. Esta
voluntad no se puede dividir, ya que no existe la división de poderes, aunque si pueden dar
funciones a determinadas personas, y así la voluntad sería el poder legislativo, mientras que
las otras funciones son la fuerza del poder ejecutivo.
3) Leyes: Son actos que emanan de la voluntad general. Para Rousseau, todos los
Estados tienen que ser republicas, y todas las leyes tienen que tener como objeto el bien
común y haber sido votadas por todo el pueblo. Sus fines son la libertad y la igualdad. Es
importante que todos participen al hacer las leyes porque si no se están quitando la libertad a
sí mismo y a los demás. Hay tres tipos de leyes, además de las costumbres, que son:
a) Leyes políticas: Regulan las relaciones entre el individuo y el Estado.
b) Leyes civiles: Regulan las relaciones entre los individuos.
c) Leyes criminales: Sancionan la infracción de las demás leyes.
4) Estructura del cuerpo político: Existen distintos perfiles, que son:
a) Perfil pasivo: Es la voluntad general, el Estado.
b) Perfil activo: Es el soberano o el Gobierno, que es la fuerza y ejecuta las leyes.
Esta parte está subordinada a la voluntad general.
5) Formas de gobierno: Para este autor, los Estados son republicas. La voluntad
general o el Estado lo componen todos, pero la fuerza o el gobierno pueden delegarse. Cuanto
más grande sea el Estado, es más necesario concentrar el poder, por eso cuanta más personas
formen parte de ese Estado, menos libertad va a existir. Es por eso mismo, que se prefiere un
Estado pequeño. Las formas de gobierno para Rousseau son:
a) Democracia: Un Estado pequeño puede reunir todos sus habitantes para
gobernar.
b) Aristocracia: Un Estado mediano concentra el poder en algunos.
c) Monarquía: Un Estado grande concentra poder en uno.
TEXTO VALLE
CAPITULO NUMERO DOS ¿Qué ES EL PODER POLITICO?
Política y poder: dos perspectivas
Cuando se trata de la politica se hace inevitable la referencia a la idea de poder. ¿Cómo se
relaciona nuestra idea de la política con la noción de poder? Hemos descrito a la política como
gestión del conflicto social por medio de decisiones vinculantes.
Esta variedad de definiciones puede situarse en dos grandes perspectivas: la que entiende el
poder como un recurso disponible y la que concibe el poder como resultado de una relacion.
Cuando se interpreta el poder como un RECURSO se tiende a percibirlo como una cosa que se
tiene o se posee. Por tanto la cuestión importante en política es como apoderarse del poder si
se acepta la redundancia. Y a continuación como administrarlo echando mano de el como
quien administra una sustancia que se tiene almacenada en algún deposito
Cuando se interpreta el poder como EFECTO de una relación de poder no se posee: acompaña
a la situación de que se disfruta con relación a otra persona o grupo. No es tanto una sustancia
como una situación. Quien desea poder no debe apoderarse de nada: debe situarse. Por ello
se atribuye poder a quien esta bien situado o tiene una buena situación. Se presenta mas
como una oportunidad que como un recurso.
El poder ya no aparece como un instrumento que se aplica sobre otros para conseguir
determinados efectos. Es visto en cambio como la probabilidad de que se produzcan ciertos
resultados favorables para un determinado actor, a partir de la relación que este actor
mantiene con otros.
Puede decirse que la PRIMERA VISION (el poder como recurso o como sustancia) subraya el
elemento de imposición que va ajeno a toda idea de poder. El poder se identifica
especialmente con la capacidad de imponer limites y privaciones a la capacidad de decisión de
los demás obligándoles a conductas no requeridas por ellos. En cambio la SEGUNDA VISION (el
poder como resultado de una situación) descubre la relación de poder en el intercambio que
mantienen diversos actores, sin perder de visa que la imposición de unos se acompaña con la
aceptación de otros.
Una definición útil del poder político es la que lo equipara a la capacidad de intervenir en la
regulación coactiva del conflicto social. Según la perspectiva que adoptemos esta capacidad de
intervención de cada actor se fundará en el control de determinados recursos o en la situación
relativa que ocupa frente a los demás sujetos
Si el poder político equivale a esta aptitud para incidir en la regulación del conflicto podemos
atribuir poder político al gobierno que toma decisiones
El poder no se ejerce solamente desde las instituciones publicas ni puede decirse que reside de
forma exclusiva en el estado. La intervención en la regulación de conflictos sociales esta
abierta a un conjunto de actores diversos que se esfuerzan por orientar dicha regulación en
beneficio propio. En esta capacidad de propuesta y de impulsión de resistencia y de bloqueo la
que revela la existencia de poder político en manos de unos determinados sujetos sociales.
El poder político esta hecho de tres componentes: fuerza, influencia y autoridad. Son
componentes que reciben nombres diversos según autores y escuelas pero que están
presentes de un modo u otro en todas las concepciones del poder
Hablamos de FUERZA o de coacción cuando existe capacidad para negar o limitar a otros el
acceso a determinados bienes u oportunidades: la vida, la integridad física, la libertad, el
patrimonio, el trabajo. Son acciones que privan a algunos de bienes que poseen o de
oportunidades que pueden presentarse. Lo hacen los grupos terroristas cuando secuestran,
matan o torturan con un objetivo político. Pero también lo hacen otros actores sociales cuando
cortan una carretera, ocupan un local etc. Hay también posibilidades de ejercitar esta fuerza
de manera mas sutil y menos aparatosa cuando se impone a otros la privación de algunos
bienes u oportunidades.
El poder político también se manifiesta como autoridad cuando las indicaciones de un sujeto
individual o colectivo son atendidas por los demás porque cuenta con un crédito o una
solvencia que se le reconocen de antemano. Esta reputación inicial no solo hace innecesaria la
aplicación directa de la fuerza. También permite prescindir de argumentos racionales o del
estimulo de las emociones que están en la base de la influencia. Para algunos ciudadanos
quien ocupa un cargo publico puede contar de entrada por razón de su cargo con un deposito
de confianza: sus indicaciones son atendidas solamente por proceder de quien proceden. En
otros casos la auctoritas proviene del reconocimiento general de un prestigio moral, de una
competencia científica o de una experiencia en determinado ámbito de la vida social. Esta
autoridad también puede derivar de una trayectoria histórica conocida que exime a quien la
posee de presentar otras razones: basta la confianza que ha generado la acción pasada de un
partido, de un dirigente social, de un familiar o de un amigo para hacer caso de sus
advertencias y recomendaciones sin que le exijan pruebas ni razonamientos.
Cuando analizamos otros conceptos esta distinción entre componentes del poder político es
menos perceptible en la realidad que en el análisis teórico. La practica efectiva del poder ha de
recurrir con frecuencia a combinaciones que integran los tres elementos para que su
intervención sea lo mas eficaz posible. Incluso en los casos de aplicación directa de la fuerza se
intentara contar también con el apoyo de la influencia o de la auctoritas.
Cabe distinguir tres niveles de intervención política que van de lo mas visible a lo menos
perceptible
Cualquier actor que interviene en un conflicto aspira a que su intervención no tenga que
descansar exclusivamente en su capacidad de forzar la voluntad de los demás: aspira a que
estos admitan sus propuestas sin necesidad de acudir a la coacción. Para ello pretende
justificar su intervención es decir presentarla como justa y merecedora de la aceptación
voluntaria de todos los actores.
Esta capacidad para conseguir que sean aceptados los limites que el poder impone suele
conocerse como legitimidad. Incluso los regímenes dictatoriales o los promotores de un golpe
de estado violento no renuncian a dar argumentos para convencer a la opinión publica de lo
justificado de su actuación. Ciertamente para imponer sus pretensiones aplican la violencia.
Pero no solo la violencia. Intentan también ganarse el consentimiento de algunos sectores, en
otras palabras no renuncian a conquistar una relativa legitimidad por parcial y reducida que
sea.
La actividad política se esfuerza por mantener un cierto grado de cohesión social y disminuir
los riesgos de que la comunidad parezca como victima de los antagonismos y diferencias que
encierra.
El poder político aspira siempre a ofrecer dos caras indisociables. Con la primera exhibe
coacción y amenaza. Con la segunda la cara de la legitimidad aporta argumentos e intenta
convencer de que su presencia es conveniente y adecuada.
La noción de legitimidad por tanto vincula el poder con el mundo de las ideas y de los valores.
Es en este mundo donde se encuentran las raíces de la legitimidad de un sistema político
determinado y de cada una de las demandas y propuestas que propugnan los diferentes
actores. Max Weber elaboro una tipología que intentaba sintetizar en un esquema ideal los
diferentes modos de legitimidad del poder político. Una adaptación libre da la propuesta de
Weber nos permite distinguir tres fuentes de legitimidad del poder: la tradición, la racionalidad
y el carisma a las que puede añadirse también el rendimiento
LA TRADICION: lo que justifica las propuestas del poder es su adaptación a los usos y
costumbres del pasado. El precedente se convierte en el argumento decisivo para obtener la
aceptación de una decisión o de una propuesta. La interpretación de esta legitimidad
tradicional corresponde a los ancianos, los nobles o las castas dominantes.
EL CARISMA: puede conferir legitimidad a una propuesta o a una decisión una cualidad
extraordinaria o excepcional de quien la formula o la adopta. El carisma que acompaña a un
personaje puede producir tal admiración y confianza que sus opiniones o mandatos son
acatados sin necesidad de recurrir a un precedente tradicional o a un razonamiento legal. Se
atribuye esta legitimidad carismática a los lideres con dotes de seducción capaces de impulsar
una convincente visión de lo que ha de ser en el futuro colectivo.
La realidad nos revela que el poder intenta siempre obtener su legitimidad de todas las fuentes
posibles. En los sistemas políticos actuales, tradición, legalidad, carisma y rendimiento son
invocados para reforzar las correspondientes capacidades políticas. Incluso sistemas
tradicionales de carácter autoritario no dejan de tener en cuenta el rendimiento de sus
decisiones en materia de desarrollo económico y bienestar social. Por su parte las democracias
occidentales han contado con liderazgos carismáticos que les han permitido superar periodos
de crisis.
Legitimidad, legalidad y constitución
En la actualidad son las leyes y las constituciones las que contienen estas normas. La
constitución es justamente una norma suprema de la que derivan todas las demás. La
legitimidad del poder en los sistemas liberales se apoya en la existencia de una constitución en
la que una comunidad política establece las reglas fundamentales de su convivencia.
Cuando la ley refleja adecuadamente el predominio del sistema dominante de valores sociales
tiende a darse una coincidencia entre legalidad y legitimidad. Pero si la ley no se acomoda a la
evolución de estos valores sociales una decisión o una propuesta legal pueden ser percibidas
como no legitimas.
Las propuestas de reforma legal que afectan a cuestiones como las citadas responden a la
necesidad de acomodar las normas vigentes a los cambios que se producen en las ideas y los
valores sociales mayoritarios. La máxima coincidencia posible entre lo legitimo y lo legal es
garantía de que el poder político sea estable y aceptable por la comunidad.
Pensar la evolución histórica de la ciencia política como disciplina cognitiva exige por un lado
preguntarse si se produjo un avance en la cantidad y calidad de conocimientos de los estudios
políticos y por otro establecer una relación entre la forma en que se concibe la actividad
política y las herramientas que se proponen para su conocimiento.
Hoy la ciencia forma parte de las construcciones sociales y sus criterios de verdad dependen
tanto de los consensos de la comunidad científica como de los criterios de verdad derivados
intrínsicamente de sus teorías.
WOLIN afirma que los cambios que se produjeron en nuestras formas de pensar y analizar lo
político no son muy diferentes de los que sucedieron en otros campos de indagación ya que
tampoco en la física y en la química ha realidades autoevidentes a la espera de ser
descubiertas
PLATON se preocupó por la constitución de una polis justa es decir una sociedad donde cada
uno de los integrantes desempeñara la actividad para la que estuviera mas capacitado. Así
pues, frente a una democracia que identifica como el desorden y el caos propone en republica
una aristocracia basada en el conocimiento. Pero PLATON tenia poca confianza en los hombres
y creía que el gobierno de los filósofos podía fácilmente degenerar en otras especies de
regímenes de los cuales el mas perverso era la tiranía, el gobierno de uno solo que gobernara
para su propio provecho que en general sucedía al desorden de la sociedad democrática.
CICERON decía que estos derechos garantizaban la libertad de los ciudadanos de la republica
romana y los habilitaba para participar de la vida pública. La autoridad y el derecho se
encontraban sujetos siempre por un derecho natural universal, entendiendo como una norma
de justicia que trasciende a los hombres. Siguió la clasificación de las formas de gobierno de
POLIBIO para describir su forma ideal de gobierno como una combinación de monarquía,
aristocracia y democracia.
POLIBIO sostiene que la historia presentaba una inevitable ley de crecimiento y posterior
decadencia. Por eso las monarquías tendían a convertirse en tiranías, las aristocracias en
oligarquías y las democracias en oclocracias donde rige la demagogia y la tiranía de las
mayorías incultas y el uso indebido de la fuerza. Afirmaba que existía una séptima modalidad
mixta que combinaba elementos monárquicos, aristocráticos y democráticos según el tipo de
decisión que se debería tomar.
La secularización propia de la primera edad moderna conocida como RENACIMIENTO se
plasmo en el pensamiento de MAQUIAVELO quien produjo dos rupturas: una ideológica y otra
epistemológica. Por un lado señalo la distinción entre la lógica de la moral religiosa y la lógica
de la actividad política lo que permitió que la política se constituyera como actividad autónoma
y por el otro rompió con el idealismo del pensamiento neoplatónico predominante de la edad
media y postulo el realismo como principio para el estudio de la política.
COMTE: consagre un discurso que se plasmo en los trabajos y los métodos desarrollados por
otros fundadores de la disciplina como MARX o DURKHEIM y mas parcialmente WEBER quien
sin renegar de la necesidad de desarrollar instrumentos metodológicos para explicar la
realidad social, planteo la necesidad de avanzar en un tipo de conocimiento orientado mas
interpretativamente. Así el surgimiento de la sociología como campo de estudio especifico
implico una clara separación de lo social con respecto a lo político en donde el primero se
constituyo en un sistema independiente y autosuficiente.
Para poder contar con una ciencia de lo político que no se redujera al estudio del
funcionamiento formal de las instituciones hacían falta métodos y técnicas acordes. En ese
sentido el positivismo lógico y los epistemólogos de origen europeo que emigraron a los
Estados Unidos aportaron los elementos fundamentales para que se produjera la REVOLUCION
CONDUCTIVISTA. Desde entonces este enfoque y gran parte del desarrollo de la disciplina
estuvo asociado con las instituciones académicas y de investigación de la America anglosajona
Desde la década del 20 hasta los años 60 la ciencia política aparece como una disciplina
básicamente estadounidense debido en gran medida al quiebre que produjo la expansión del
nazismo y el fascismo y la explosión de la segunda guerra mundial en Europa continental. El
crecimiento social y político de ese país favoreció el desarrollo de un marco institucional
adecuado para la evolución de esta disciplina.
El área de estudios de política comparada buscó alejarse del formalismo del estudio de las
instituciones y desarrollar comparaciones generales en base a categorías universales. A tal fin,
los estudios de política comparada adoptaron el enfoque del estructural-funcionalismo, que
les permitió utilizar categorías con un alto nivel de abstracción y limitar las características
específicas de las instituciones a las nociones de rol, estructura y función.
El neoinstitucionalismo, en sus distintas vertientes, entiende que las instituciones tienen una
influencia autónoma en los fenómenos a explicar, aun cuando las instituciones analizadas ya
no sean simplemente las normas formales del viejo institucionalismo sino también redes
organizativas informales que condicionan la conducta individual.
El conductismo fue una corriente de renovación de la ciencia política surgida a mediados del
siglo XX en Estados Unidos que, basándose en la filosofía y la metodología de las ciencias
naturales, puso especial énfasis en el estudio de las conductas políticas de los individuos que
fueran empíricamente observables. De esta manera, el conductismo implicó dos cambios
sustantivos en el campo de la ciencia política: uno vinculado al objeto de estudio (se dejaron
de lado las instituciones formales para centrarse en las conductas y motivaciones del hombre
en tanto actor político) y el otro a la metodología (se puso énfasis en la necesidad de una
mayor rigurosidad científica basada en técnicas de investigación cuantitativas)
El conductismo tuvo una importante influencia del positivismo no sólo en el intento de reducir
todo a un núcleo empírico que pudiera ser verificable mediante la aplicación de metodologías
establecidas, sino también en la búsqueda de objetividad y en la acumulación de
conocimiento. En consecuencia, el conductismo implicó un quiebre con las corrientes jurídicas,
filosóficas e históricas que habían primado hasta ese momento en la ciencia política en tanto
no sólo rechazó el estudio de las instituciones y estructuras jurídicas, sino también se opuso a
las prescripciones normativas y a los presupuestos filosóficos no sustentables en la experiencia
Esta corriente tuvo una amplia influencia en la ciencia política norteamericana, pudiéndose
distinguir dos etapas: una primera etapa que se extiende entre 1920 y 1950 y una segunda
etapa que se corresponde con su momento de mayor auge en el período de posguerra, entre
1950 y 1970 (Almond), esta es fundamental no solo por la cantidad de datos empíricos
relevados y el aumento en la cantidad de profesionales dedicados a este tipo de estudios, sino
por los temas de estudio que se incorporaron.
Con la segunda guerra mundial comenzó el momento de auge de la revolución conductista que
se afianzó en el período de la posguerra hasta su crisis a fines de los años, las nuevas
necesidades de la economía y los imperativos políticos de los Estados Unidos al integrarse en la
coalición aliada contra el eje de la Alemania nazi crearon un clima favorable para la
cooperación entre las instituciones gubernamentales y los centros académicos.
El estructural funcionalismo es una corriente de las ciencias sociales que se basa en la idea de
que los sistemas cumplen con determinadas funciones que les permiten mantenerse en
equilibrio. El representante más destacado TALCOTT PARSONS. El sistema social es un sistema
de interacción entre actores en el cual la acción está orientada por reglas. Estas reglas son
expectativas complementarias referidas a los roles y a las sanciones. Las expectativas de rol
son lo que se espera que un actor haga en una determinada situación y son lo que organiza las
interacciones dentro del sistema. En la medida en que existe cierta discrepancia entre el
desempeño de los roles y las expectativas de rol, entonces el sistema social no se encuentra
completamente integrado.
Si bien entre 1920 y 1950 se había acumulado mucha información empírica, no se contaba con
un esquema explicativo general para ordenarla. Frente a esta falencia que Robert Dahl
denominó “hiperfactualismo” surgieron como reacción las teorías sistémicas de la política.
David Easton, un politólogo canadiense, introdujo en su libro el concepto de sistema político
tomando como fuente de inspiración la teoría estructural funcionalista del sociólogo Talcott
Parsons.
La principal preocupación de Easton era producir una teoría general que pudiera ligar el
conocimiento empírico con la teoría, en tanto el conductismo había mostrado una gran
capacidad para recolectar observaciones, pero no así para ligarlas a un marco teórico.
Los estudios sobre el desarrollo político tuvieron su origen en la década del ’60 y se proponían
analizar los factores que afectaban el desarrollo político de una sociedad. Esta área de estudios
estuvo fuertemente influenciada por el enfoque estructural-funcionalista descripto
anteriormente en el sentido de que los sistemas políticos eran vistos como compuestos por
estructuras que debían cumplir determinadas funciones. En el marco de los estudios sobre el
desarrollo político, el enfoque que predominó fue el de la teoría de la modernización. Esta
teoría partía de la premisa de que el desarrollo económico generaría una serie de cambios en
el orden social debido a procesos tales como la urbanización, la industrialización y el desarrollo
de medios de comunicación masiva que transformarían los sistemas políticos volviéndolos
necesariamente más pluralistas
LIPSET desarrolló una teoría que buscaba explicar las causas sociales del grado de estabilidad
de los sistemas políticos complejizando la relación ampliamente difundida en aquel tiempo
entre desarrollo económico y democracia. Para Lipset la estabilidad de una democracia no
dependía sólo de su eficacia (desarrollo económico), sino también de su legitimidad. Mientras
que la primera tiene un carácter instrumental en tanto se refiere al grado en que el sistema
satisface las funciones básicas de gobierno, la segunda presenta un carácter valorativo en
tanto se refiere a la capacidad del sistema para que las instituciones políticas existentes sean
consideradas como las más apropiadas para la sociedad. En base a estas dos variables, el autor
señaló que “un sistema altamente eficaz pero ilegítimo es más inestable que regímenes que
son relativamente bajos en eficacia y altos en legitimidad, pero a su vez una eficacia
prolongada durante varias generaciones puede proporcionar legitimidad a un sistema político”
La teoría de los sistemas políticos fue muy importante sobre todo para el desarrollo de la
política comparada orientada al estudio del desempeño de las instituciones políticas. Sin
embargo, las teorías culturalistas pusieron en evidencia la importancia de la cultura política
para comprender las diferencias entre los sistemas.
Estas orientaciones políticas pueden ser de tres tipos: orientaciones cognitivas (conocimientos
y creencias sobre el sistema político), orientaciones afectivas (sentimientos de apego,
compromisos y rechazos respecto al sistema político) y orientaciones valorativas (opiniones y
criterios de evaluación sobre el sistema político).
Uno de los principales aportes del estudio fue la identificación de tres tipos genéricos de
cultura política: parroquial, de súbdito y participante, y tres tipos mixtos producto de la
combinación de los anteriores
El surgimiento de los estudios sobre cultura política estuvo directamente asociado con la
preocupación por las causas que habían provocado que en países como Alemania e Italia no se
hubieran mantenido los regímenes democráticos. Lo que observaron es que, a diferencia de lo
que se había creído a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, no bastaba con transpolar
instituciones.
Para que la participación política se canalizara democráticamente era necesario contar con un
tipo específico de cultura política: la cultura cívica.
La cultura cívica es una cultura de participación sustentada en los presupuestos del liberalismo
político. Y aunque pervivan rasgos parroquiales o de súbditos (para los autores toda cultura
política es mixta), se define por ser una cultura leal de participación donde hay congruencia
entre la cultura política y las estructuras). En síntesis, los ciudadanos no sólo demandan y
tratan de influir a través del voto y otros medios en los cursos de acción de los gobiernos, sino
que respetan los procesos que regulan la toma de decisiones. No son manipulados por el
sistema político, pero tampoco violan las reglas de juego para obtener las orientaciones
políticas que desean.
Identificaron cuatro grandes clivajes sociales sobre los cuales se estructuraron los sistemas de
partidos europeos, partiendo de la base del esquema parsoniano de clasificación de las
funciones del sistema social (adaptación, integración, logro de objetivos y mantenimiento del
modelo) y de los intercambios entre las mismas.20 Estos cuatro clivajes cruciales fueron
ordenados en función de dos dimensiones que surgen del esquema de los intercambios antes
mencionado: la dimensión territorial (en un extremo se encuentran los conflictos emanados de
las luchas de la periferia contra los intentos centralizadores del estado nación y en el otro
extremo los conflictos emanados de las luchas entre las elites políticas por tener el control y
definir los objetivos del sistema) y la dimensión funcional (en un extremo se encuentran los
conflictos por la redistribución de recursos y en el otro extremo los conflictos surgidos a raíz de
concepciones morales e ideológicas).
Las cuatro grandes fracturas históricas en el desarrollo político europeo fueron: la fractura
entre centro y periferia, la fractura entre el estado y la iglesia, la fractura entre intereses
urbanos y rurales y la fractura entre trabajadores y capitalistas. Las dos primeras fracturas
surgieron durante los procesos de formación de los estados nacionales. La fractura entre
centro y periferia surgió de la oposición entre la cultura dominante de las elites políticas de los
nuevos estados nacionales y los grupos periféricos con características étnicas, lingüísticas y
religiosas propias. La fractura entre el estado y la iglesia, por su parte, alude a la oposición
entre los esfuerzos de estandarización de los estados nacionales y los privilegios tradicionales
de la iglesia. Las otras dos fracturas surgieron durante el proceso de la revolución industrial en
el siglo XIX. La primera de ellas hace referencia a la oposición entre los intereses urbanos
comerciales e industriales y los intereses agrarios terratenientes. La segunda fractura de la
revolución industrial marcó la oposición entre los trabajadores industriales y los capitalistas
propietarios de los medios de producción
Estas cuatro fracturas socio-políticas son las que, de acuerdo al análisis de Lipset y Rokkan,
determinaron el surgimiento de los partidos europeos. De la primera fractura entre centro y
periferia surgieron los partidos étnicos, lingüísticos y de protesta religiosa, de la fractura entre
estado e iglesia surgieron los partidos liberales y religiosos, de la fractura entre la ciudad y el
campo surgieron los partidos de defensa agraria y de la fractura entre trabajadores y
propietarios surgieron los partidos y movimientos obreros que luego se dividieron en
comunistas y socialistas.
Este tipo de racionalidad, que tiene su origen en el utilitarismo, sostiene que los individuos
eligen los cursos de acción que maximizan sus preferencias. El supuesto de una racionalidad
instrumental implica por lo menos la existencia de dos condiciones: que las preferencias en
base a las que se toman las decisiones son estables y que existe un nivel óptimo de
información en base a la que es posible tomar la decisión que realmente maximice la utilidad
del individuo
Su aplicación en escenarios políticos específicos, tal como es el caso de las interacciones entre
elites políticas, presenta una particular capacidad explicativa.
DOWNS demostró que desde el punto de vista de la racionalidad individual es lógico que la
gente no vote (si el voto es voluntario, por supuesto) puesto que es poco lo que el sufragio
individual incide en el resultado final del proceso comicial, por lo que resulta más costoso
votar que el improbable beneficio de que el propio voto sea decisivo para elegir al candidato
preferido.
Downs afirmó que en la democracia los partidos son maquinarias electorales cuya única
finalidad es obtener votos y que para ello deben persuadir (directamente o a través de los
medios o formadores de opinión) acerca del valor de sus propuestas, simplificando la
complejidad del proceso político.
Tomando como supuesto que la economía y la política son parte de una misma teoría del
equilibrio general, interpretó que las democracias estables son aquellas cuyos partidos se
alinean en un continuum izquierda-derecha (para que sea más fácil identificar las opciones
políticas) y donde la curva de distribución de los votantes tiene la forma aproximada de una
curva normal. Por ello, los sistemas bipartidistas son más estables, lo cual sería el caso del
sistema de partidos en los Estados Unidos.
Aplicó el razonamiento utilitarista para explicar por qué los individuos deciden participar de
acciones colectivas. existen los incentivos selectivos (negativos o positivos) que reciben
quienes participan de la acción para obtener un bien colectivo. De esta manera, los líderes
grupales utilizan desde beneficios materiales y hasta coerciones o amenazas para fomentar la
participación política. UN INCENTIVO SELECTIVO ES EL QUE SE APLICA SELECTIVMENTE A
INDIVIDUOS SEGÚN CONTRIBUYAN O NO A PREOCURAR EL BIEN COLECTIVO
Si bien la teoría de Olson se basa al igual que la de Downs en un análisis de la utilidad esperada
por los individuos al elegir un determinado curso de acción, ambas se diferencian por el rol
que tienen las interacciones con otros individuos. Para Olson resulta fundamental la
interacción para explicar los cursos de acción elegidos por los individuos. La teoría de Olson ha
sido criticada por otros politólogos, como Alessandro Pizzorno, quien sostiene que es
reduccionista interpretar la participación en acciones políticas colectivas con relación a los
beneficios o perjuicios directos que se pueden obtener. En el caso de las democracias
europeas, Pizzorno observa la importancia de un factor desdeñado por Olson: la identidad o
identificación del individuo con el grupo al que pertenece o en cuyas actividades participa.
La política como vocación es un ensayo del economista y sociólogo alemán Max Weber. En su
discurso, Weber se apoyó de notas escritas a mano, que luego serían transcritas por un
taquígrafo. El ensayo fue publicado como una versión extendida en julio de 1919,
traduciéndose al inglés sólo después de la Segunda Guerra Mundial. La política como
vocación es considerada actualmente como una obra clásica en sociología y ciencia política.
La definición clásica de Weber del Estado como una entidad la cual tiene un monopolio sobre
el uso del poder legítimo coercitivo en un territorio determinado se puede encontrar al
principio de La política como vocación. La política, en cambio, la define como la búsqueda del
poder sobre el estado.
La definición de Weber es la siguiente: "El Estado se ha visto como un único otorgante del
'derecho' de fuerza física. Por lo tanto, la 'política' en nuestro caso debería significar la
búsqueda de una porción de poder o para influenciar la división de poder ya sea entre estados,
o entre grupos de personas que el estado comprende." Siguiendo esta definición, Weber nota
que hay tres principios justificando la legitimidad de dominación política del estado, y estos
incluyen a la autoridad tradicional, autoridad carismática, y autoridad legal.
Mucha de la parte intermedia de La política como vocación consiste en las definiciones de
Weber de carisma y sobre líderes, y el tipo de personas que son llamadas a la profesión de la
política. Esto es desarrollado por descripciones históricas extensas de cómo la política
moderna hizo emerger ejemplos históricos. El énfasis es puesto sobre Gran Bretaña, Estados
Unidos, y Alemania, aunque los ejemplos de Francia, China, Roma, la antigua Grecia son
también mencionados. En desarrollar estos ejemplos, Weber demuestra su comprensión
de investigación histórica comparativa. Para esto, Weber describe la relación entre políticos,
partidos políticos, y las burocracias que ellos crean. En esta sección, el escrito de Weber en La
política como vocación es similar a su escrito en otro de sus famosos ensayos "Burocracia".
En la sección final, de La política como vocación, Weber regresa a la descripción del político.
Su punto principal es que el político necesita balancear una "ética de convicción moral", con
una "ética de responsabilidad". La ética de convicción moral se refiere a las creencias internas
inquebrantables que un político debe sostener. La ética de responsabilidad se refiere a la
necesidad diaria de usar los medios de la violencia de estado en una manera en la cual
preserve la paz para un bien mayor. Como Weber ha escrito, un político debe hacer
compromisos entre las dos éticas.
Llevando a cabo esto, Weber puntualiza que "La política está hecha con la cabeza, no con otras
partes del cuerpo, ni con el alma". El político más efectivo es aquel que puede excitar las
emociones de la gente que lo sigue, mientras gobierna estrictamente con una razón dura y fría
en la cabeza. Pero esta es una tarea normal que los humanos no pueden hacer, porque son
vanos.
Weber escribe que la vanidad crea problemas únicos para los políticos porque ellos de hecho
controlan las herramientas de violencia legítima. La vanidad común, según Weber, significa
que los políticos están tentados a tomar decisiones basados en ataduras emocionales con sus
seguidores y aduladores, y no en el razonamiento racional necesitado para gobernar justa y
efectivamente. Weber encuentra que esta es una característica común entre políticos. Como
un resultado de ellos, Weber afirma que el peligro de la política está enraizado en la relación
de un político a los medios de violencia que son intrínsecos para el estado, y los cuales serán
malversados por cualquier político vano. Esta es la razón de por qué Weber enfatiza que la
práctica de la política es muy difícil, y no una tarea para cualquiera que busca la salvación, para
su alma eterna a través de la práctica de la paz y la hermandad. En desarrollar estos puntos,
En las oraciones concluyentes del ensayo, Weber comenta sobre la Revolución Alemana de
1919 que justo estaba en camino cuando el escribía el ensayo. El autor tristemente predijo que
la excitación emocional del momento en 1919 sólo traerá "noches polares con una oscuridad y
dureza heladas, sin importar qué grupo tenga éxito en tomar el poder en el presente."
Después de esto, Weber culmina en una nota algo optimista, cuando escribe que "¡Sólo la
persona que está segura de no desesperar cuando el mundo, desde su punto de vista, es de
mente simple y debilitado para aceptar lo que sea que se tenga que ofrecer, y sólo la persona
que sea capaz de decir '¡A pesar de Todo!' tiene el llamado para la profesión de la política!"
La política consiste en una dura y prolongada penetración a través de tenaces resistencias para
la que se requiere al mismo tiempo pasión y mensura.
PODER Y DOMINACION
El eje de estudio de esta parcela del pensamiento político está dado por el poder como centro
de dominación en torno al cual tienen lugar las luchas políticas, esto no importa un
reduccionismo según el cual todo es voluntad de poder, concibiendo a la naturaleza humana
como uniforme y sin progreso, sino el apartar un fragmento de la onticidad política para su
examen.
El poder como una subespecie de las acciones sociales, importa en sí, como toda acción, la
factibilidad de interactuaciones: 1) racional con arreglo a fines: determinada por expectativas
en el comportamiento tanto de objetos del mundo exterior como de otros hombres, y
utilizando esas expectativas como condiciones o medios para el logro de fines propios
racionalmente sopesados y perseguidos; 2) racional con arreglo a valores: determinada por la
creencia consciente en el valor —ético, estético, religioso o de cualesquiera otra forma como
se le interprete— propio y absoluto de una determinada conducta, sin relación alguna con el
resultado, o sea puramente en méritos de ese valor; 3) afectiva: especialmente emotiva,
determinada por afectos y estados sentimentales actuales; y 4) tradicional: determinada por
una costumbre arraigada.
La acción estrictamente tradicional está en el límite de lo que puede llamarse una acción con
sentido, no siendo más que una oscura reacción a estímulos habituales en dirección de una
actitud arraigada. El conjunto de acciones cotidianas, habituales se aproxima a este tipo.
La acción afectiva y la racional con arreglo a valores se distinguen entre sí por la elaboración
consciente en la segunda de los propósitos últimos de la acción y por el planeamiento,
consecuente con su tenor, de la misma. Tienen de común el que el sentido de la acción no se
pone en el resultado, sino en la acción misma.
Por último, actúa racionalmente con arreglo a fines, quien oriente su acción por el fin, medios
y consecuencias implicadas en ella y para lo cual sopese racionalmente los medios con los
fines, los fines con las consecuencias y los diferentes fines posibles entre sí, quien, pues, no
actúe ni emotivamente ni con arreglo a la tradición. Debe tenerse presente que muy raras
veces la acción, especialmente la social, está exclusivamente orientada por uno solo de esos
tipos.
(b) En la legitimidad
Se ha sostenido que el poder legítimo para serlo precisa de algo más que del acatamiento
social, una vuelta más al poder otorgado por consenso. Se precisaría que el poder proviniera
de un acto legítimamente válido, de acuerdo con: a) los principios constitucionales que exigen
respeto por la, b) normativa electoral preexistente como el, c) derecho de las minorías, d) en
fin de todo el sistema que sirve de infraestructura a los detentadores del poder republicano.
Pero a esta ideación debe oponérsele que: a) el sistema republicano no es la única forma de
gobierno existente, y b) el consentimiento de los grupos humanos no precisa de los sostenes
legales (constitución nacional) para acatar el influjo de la autoridad.
Carece de sentido el tipo de autoridad que exista, ya que lo que cuenta es el respeto y la
obediencia. Esta última, en tanto se preste a la autoridad, aunque exista una minoría
disconforme. En esto radica la legitimidad del orden político.
El orden político para ser tal, precisa de una interacción correcta entre autoridad y poder (la
potestas y la auctoritas que Hobbes reclamaba unidas en el soberano), si la primera careciera
de la última estaría supeditada a procesos revolucionarios de coyuntura.
Lo relevante es que el grupo humano, con respecto a la autoridad, interioriza de algún modo
los motivos y razones de su acatamiento, los “hace suyos”.
Max Weber distinguía tres tipos puros de dominación o autoridad, que son tres formas
distintas en que un orden político tiene autoridad sobre la población y recibe legitimidad de
ella. Son: a) la racional legal, b) la tradicional y c) la carismática.
Ahora bien, en lo que hace a la relación con la legalidad, debe señalarse que son temas
diversos, pues, no toda la autoridad está contenida en la ley, y no necesariamente toda ley o
sistema jurídico es legítimo. En otras palabras existen casos de legitimidad sin legalidad y
viceversa.
Recién cuando las normas legales dictadas por el Estado, son obedecidas por la población, un
régimen obtiene acatamiento, significa que ha alcanzado legitimación
Esta tesis entiende que la legitimidad es la única fuente de la legalidad. Caso contrario la
legitimidad de un régimen no podría asegurar resultados justos. El sistema democrático es una
herramienta, el mejor procedimiento conocido para alcanzar los valores de justicia que ésta
sociedad promueve. Para nuestra concepción, si bien esto puede ser cierto, los conceptos de
legalidad y legitimidad van separados, pues conceptualizan nociones diversas e
inconmensurables.
Weber utiliza para distintos objetivos: los tipos de acción social (racional con arreglo a fines o
valores, tradicional y afectiva o emotiva), los tipos de legitimidad del poder (legal, tradicional y
carismática, cada uno relacionado con los tipos de acción social mencionados) y los tipos de
administración de esos poderes (a través de burocracias, de servidores personales o de
“nominados por el señor”, según sea el tipo puro de poder que se administra). Sin perjuicio de
ello, la tipología de administraciones comprende a la “burocracia”, que es, según el autor, el
modo más moderno y perfeccionado de administrar el poder en las sociedades modernas.
No toda dominación se sirve del medio económico. Y todavía menos tiene toda dominación
fines económicos. Pero toda dominación sobre una pluralidad de hombres requiere de un
modo normal (no absolutamente siempre) un cuadro administrativo; es decir, la probabilidad,
en la que se puede confiar, de que se dará una actividad, dirigida a la ejecución de sus
ordenaciones generales y mandatos concretos, por parte de un grupo de hombres cuya
obediencia se espera.
La dominación legal descansa en la validez de las siguientes ideas, entrelazadas entre sí:
1. Que todo derecho, ‘pactado’ u ‘otorgado’, puede ser estatuido de modo racional —racional
con arreglo a fines o racional con arreglo a valores (o ambas cosas)—, con la pretensión de ser
respetado, por lo menos, por los miembros de la asociación; y también regularmente por
aquellas personas que dentro del ámbito de poder de la asociación (en las territoriales: dentro
de su dominio territorial) realicen acciones sociales o entren en relaciones sociales declaradas
importantes por la asociación.
2. Que todo derecho según su esencia es un cosmos de reglas abstractas, por lo general
estatuidas intencionalmente; que la judicatura implica la aplicación de esas reglas al caso
concreto; y que la administración supone el cuidado racional de los intereses previstos por las
ordenaciones de la asociación, dentro de los límites de las normas jurídicas Y según principios
señalables que le tienen la aprobación o por lo menos carecen de la desaprobación de las
ordenaciones de la asociación.
3. Que el soberano legal típico, la ‘persona puesta a la cabeza’, en tanto que ordena y manda,
obedece por su parte al orden impersonal por el que orienta sus disposiciones. Lo cual vale
para el soberano legal que no es ‘funcionario’, por ejemplo: el presidente electivo de un
estado.
4. Que tal como se expresa habitualmente el que obedece solo lo hace en cuanto miembro de
la asociación y sólo obedece ‘al derecho’. Como miembro de la unión, del municipio, de la
iglesia; en el estado: ciudadano.
5. En relación con el tópico número 3 domina la idea de que los miembros de la asociación, en
tanto que obedecen al soberano, no lo hacen por atención a su persona, sino que obedecen a
aquel orden impersonal; y que solo están obligados a la obediencia dentro de la competencia
limitada, racional y objetiva, a él otorgada por dicho orden29.
Las ‘reglas’ según las cuales hay que proceder. Pueden ser: a) técnicas o b) normas. Su
aplicación exige en ambos casos, para que se logre la racionalidad, una formación profesional.
Rige (en el caso racional) el principio de la separación plena entre el cuadro administrativo y
los medios de administración y producción. Los funcionarios, empleados y trabajadores al
servicio de una administración no son propietarios de los medios materiales de administración
y producción, sino que reciben éstos en especie o dinero y están sujetos a rendición de
cuentas. Existe el principio de la separación completa entre el patrimonio público, del cargo y
el patrimonio privado (hacienda individual) y entre la ‘oficina’ y el ‘hogar’
En el caso más racional no existe apropiación de los cargos por quien los ejerce. Donde se da
un ‘derecho al cargo’ (como, por ejemplo, entre los jueces y actualmente en partes crecientes
de la burocracia. y el proletariado) no sirve generalmente a un fin de apropiación por parte del
funcionario, sino de aseguramiento del carácter puramente objetivo (independiente), sólo
sujeto a normas, de su trabajo en el cargo.
Rige el principio administrativo de atenerse al expediente, aun allí donde las declaraciones
orales sean de hecho la regla o estén hasta prescritas; por lo menos se fijan por escrito los
considerandos, propuestas y decisiones, así como las disposiciones y ordenanzas de toda clase.
El expediente y la actividad cEl tipo de la administración legal y racional es susceptibEl tipo de
la administración legal y racional es susceptible de aplicación universal, y es lo importante en la
vida cotidiana. Pues para la vida cotidiana dominación es primariamente ‘administración’. El
tipo más puro de dominación legal es aquel que se ejerce por medio de un cuadro
administrativo burocrático. Sólo el dirigente de la asociación posee su posición de imperio,
bien por apropiación, bien por elección o por designación de su predecesor. Pero sus
facultades de mando son también ‘competencias’ legales. La totalidad del cuadro
administrativo se compone, en el tipo más puro, de funcionarios individuales (‘monocracia’ en
oposición a ‘colegialidad’ de la que se hablará luego), los cuales son32: 1) personalmente
libres, se deben sólo a los deberes objetivos de su cargo, 2) en jerarquía administrativa
rigurosa, 3) con competencias rigurosamente fijadas, 4) en virtud de un contrato, o sea (en
principio) sobre la base de libre; selección según El tipo de la administración legal y racional es
susceptible de aplicación universal, y es lo importante en la vida cotidiana. Pues para la vida
cotidiana dominación es primariamente ‘administración’. El tipo más puro de dominación legal
es aquel que se ejerce por medio de un cuadro administrativo burocrático. Sólo el dirigente de
la asociación posee su posición de imperio, bien por apropiación, bien por elección o por
designación de su predecesor. Pero sus facultades de mando son también ‘competencias’
legales. La totalidad del cuadro administrativo se compone, en el tipo más puro, de
funcionarios individuales (‘monocracia’ en oposición a ‘colegialidad’ de la que se hablará
luego), los cuales son32: 1) personalmente libres, se deben sólo a los deberes objetivos de su
cargo, 2) en jerarquía administrativa rigurosa, 3) con competencias rigurosamente fijadas, 4)
en virtud de un contrato, o sea (en principio) sobre la base de libre; selección según le de
aplicación universal, y es lo importante en la vida cotidiana. Pues para la vida cotidiana
dominación es primariamente ‘administración’. El tipo más puro de dominación legal es aquel
que se ejerce por medio de un cuadro administrativo burocrático. Sólo el dirigente de la
asociación posee su posición de imperio, bien por apropiación, bien por elección o por
designación de su predecesor. Pero sus facultades de mando son también ‘competencias’
legales. La totalidad del cuadro administrativo se compone, en el tipo más puro, de
funcionarios individuales (‘monocracia’ en oposición a ‘colegialidad’ de la que se hablará
luego), los cuales son32: 1) personalmente libres, se deben sólo a los deberes objetivos de su
cargo, 2) en jerarquía administrativa rigurosa, 3) con competencias rigurosamente fijadas, 4)
en virtud de un contrato, o sea (en principio) sobre la base de libre; selección según ontinuada
por el funcionario hacen que la oficina sea la médula de toda forma moderna en la actividad de
las asociaciones.
El tipo más puro de dominación legal es aquel que se ejerce por medio de un cuadro
administrativo burocrático. Sólo el dirigente de la asociación posee su posición de imperio,
bien por apropiación, bien por elección o por designación de su predecesor. Pero sus
facultades de mando son también ‘competencias’ legales. La totalidad del cuadro
administrativo se compone, en el tipo más puro, de funcionarios individuales (‘monocracia’ en
oposición a ‘colegialidad’ de la que se hablará luego), los cuales son:
5) calificación profesional que fundamenta su nombramiento —en el caso más racional: por
medio de ciertas pruebas o del diploma que certifica su calificación-
6) son retribuidos en dinero con sueldos fijos, con derecho a pensión las más de las veces; son
revocables siempre a instancia del propio funcionario y en ciertas circunstancias
(particularmente en los establecimientos privados) pueden también ser revocados por parte
del que manda; su retribución está graduada primeramente en relación con el rango
jerárquico, luego según la responsabilidad del cargo y, en general, según el principio del
‘decoro estamental’ .
8) tienen ante si una ‘carrera’, o ‘perspectiva’ de ascensos y avances por años de ejercicio34, o
por servicios o por ambas cosas, según juicio de sus superiores,
9) trabajan con completa separación de los medios administrativos y sin apropiación del cargo,
10) y están sometidos a una rigurosa disciplina y vigilancia administrativa. Este orden puede,
en principio, aplicarse igualmente a establecimientos económicos, caritativos o cualesquiera
otros de carácter privado que persigan fines materiales o ideales, y a asociaciones políticas o
religiosas, lo que puede mostrarse históricamente (en aproximación mayor o menor al tipo
puro).
LA DENOMINACION TRADICIONAL
Los mandatos del soberano tradicional son legítimos por doble vía:
Dentro de la acción libre se encuentra el llamado favor, donde el imperante otorga su gracia
por inclinaciones o antipatías personales.
Los principios por los que se guía el soberano son justicia y equidad. Se trata de un contenido
ético material.
La dominación se orienta con la costumbre, de esta manera se evita la resistencia por parte de
los súbditos. La resistencia, como tal, surge contra la persona del señor o sus servidores que
desatendió los límites impuestos por la tradición, no contra el sistema.
El líder viene a ser un enviado de Dios o de la Providencia. Y los dominados serán adeptos.
Los tipos originarios de la dominación tradicional están constituidos por los casos en que no
existía cuadro administrativo personal del imperante:
1. Gerontocracia: donde la autoridad en la asociación se ejerce por los más viejos del sistema,
ya que son quienes mejor conocen las sagradas tradiciones.
Para Weber, el carisma es la gran fuerza revolucionaria en las épocas vinculadas a la tradición.
Dominación
Toda dominación aspira a fomentar la creencia en su legitimidad (aceptación por los destinatarios)
Legitimidad
La legitimidad difiere por el fundamento de la obediencia tanto como por el cuadro administrativo
encargado de garantizarla
Aunque el dominio sea absoluto la clase de relación entre soberano y cuadro administrativo es
distinta según sea la clase de fundamento de autoridad que exista
2. El interés más fuerte y el material todavía más intenso del cuadro administrativo en
continuar la existencia de la relación y esto, de tal modo, que quede cimentada en su propia
posición ideal y material sobre una base cotidiana y duradera.
Con la rutinización del carisma, se impone la eliminación del carácter peculiar del carisma. Esta
mecánica lleva la adaptación a lo cotidiano, la asociación de dominación carismática
desemboca en las formas de dominación cotidiana: patrimonial —en particular, estamental—,
o burocrática.
Este ensayo, explica el autor, es el último y desesperado intento para salvar el sistema
presidencialista de la Constitución de Weimar. A raíz de la situación, la legalidad de un partido
podrá negarse tan solo en el caso en que se limite la facultad de reformar la constitución.
La legalidad, no era en su origen otra cosa que un producto del racionalismo occidental y una
forma de legitimidad, mas no su absoluto contraste.
La legalidad es una de las tres formas típicas de la legitimidad en el sentido de Max Weber:
presupone una normalización racional. Cuando el Estado Legislativo se transforma en Estado
administrativo, predomina las disposiciones o medidas.
Schmitt distingue entre leyes jurídicas y leyes disposiciones normativas. Esta distinción señala
la evolución progresiva hacia el Estado administrativo.
En relación con los postulados de legalidad e igualdad de chances se han desarrollado tres
teorías de las primas:
a) presunción de legalidad,
Existen otras primas que han hallado en autores extranjeros aceptación en general, son las
llamadas primas electorales. Son algo ilusorias o artificiales, ya que tienen como objetivo una
mayoría legal, en tanto que las primas normales apuntan a la posesión legal del poder y
presuponen dicha posesión. Aparte de las primas normales y las electorales, existen otras de
carácter extraordinario que introducen la distinción en el seno de la constitución: constituyen
un sistema de normas de procedimiento y organización, y contienen principios de derecho
material.
Un breve resumen:
1. En la esfera de la Iglesia Romana no se diferencia entre legalidad y legitimidad. La distinción
es extraña al pensamiento eclesiástico. Gracias a la dirección divina, la jerarquía legal es
siempre también jerarquía legítima.
8. Se distingue entre legitimidad histórica de una dinastía restaurada y la legalidad del Código
Napoleónico.
9. Los liberales querían una monarquía constitucional como una forma de gobierno legal; los
realistas la querían como una forma de gobierno legítima.
12. Hitler se sirvió de la legalidad y la entendió como una fatalidad, de esta forma la utilizó
para su entronización como Canciller amenazando a Hindenburg con procesos ante los
Tribunales de Garantías Constitucionales, cuando precisamente Hindenburg no los entendía.
13. Para la época del texto schmittiano, entiendo el autor, que ya no se utilizaba el término
legal, se prefería legítimo, esto en el marco de las teorías de Weber en cuanto la primera era la
manifestación de la segunda en la democracia de masas de racionalidad axiológica.
14. Gehlen entendía que la legitimidad fue superada en la sociedad industrial de masas. Para él
la elevación en el nivel de vida es un derecho. Sería legítimo un Estado que dejara esferas de
libertad y satisficiera los deseos generales contra una apariencia rígida del Estado. Era
necesario unir seguridad y justicia.
15. Señalaba que Max Weber era pesimista y consideraba fatal e inevitable la transición a la
mera racionalidad teleológica, era un postulado desesperado de la separación entre valor
(¿legitimidad?) y fin (¿legalidad?).
Ya no hay poder soberano, el poder se ejerce en base a la ley. El poder soberano es ejercido
por un poder distinto al que crea las leyes (i.e. legislativo), el cual tan sólo elabora las normas.
En síntesis, la organización del Estado Legislativo importa la separación precisa entre: la ley
(poder legislativo) y su aplicación (poder ejecutivo). Este es el principio fundamental sobre el
que se levanta el Estado Legislativo. El principio último y fundamental del concepto de
legalidad estatal radica en que ya no se domina ni se manda, porque las normas vigentes sólo
se hacen valer de una manera impersonal. Este Estado se justifica por la legalidad.
La ley no precisa ser una regulación duradera y general, sino funcionalista y formalista. Carente
de valor, en tanto se continua exigiendo que el Derecho Administrativo tenga un carácter
general. Al eliminarse el dualismo entre Estado y sociedad, se identificó con lógica
democrática, la voluntad del Estado y de lo popular. Se calificó de ley toda manifestación de la
voluntad. El Estado Legislativo conoce un único Legislador que goza de la creación del Derecho
material: la constitución escrita de este Estado parlamentario se funda en regulaciones
orgánicas neutrales.
Habrá de reservarse la voz legalidad para un régimen cuyas normas fueron dictadas siguiendo
un procedimiento establecido por el Estado. Todo ordenamiento jurídico estructura su
legalidad, la aceptación o no de la misma es cuestión diversa, a la luz de aquel solo cabe
predicar su validez o invalidez. La legitimidad, en cambio, ha de reservarse para una obediencia
respecto del poder, que emane natural y espontáneamente. Debe analizarse el motivo del
acatamiento, la convicción de los que obedecen de que deben hacerlo (o cuanto menos que
así lo creen). No puede reservarse aquel término para un conjunto de valores que hagan
justificable una dominación. Caso contrario se caería en el reduccionismo de quienes solo
consideran legítimo al sistema democrático, en definitiva, quienes así discurren no logran
justificar ni explicar el por qué del acatamiento a monarquías, teocracias e infinidad de
sistemas políticos aun vigentes. Pero además, quienes sostienen la tesis de mentas terminan
teniendo que elaborar una teoría de la justicia que otorgue real satisfacción a las necesidades
de la sociedad; y lo cierto es que la legitimidad no tiene porque asegurar resultados justos, no
está en su lógica alcanzar valor de justicia alguno, sino brindar las explicaciones del por qué de
la obediencia.
UNIDAD NUMERO 3
PUNTO NUMERO 1: “ el estado moderno y su proceso histórico de formación:
crisis del orden político medieval y surgimiento del absolutismo monárquico.
Soberanía y monopolio de la coacción legitima”
PUNTO NUMERO 2: “el estado-nación. El estado liberal. El estado de bienestar.
Problemas del estado contemporáneo”.
PUNTO NUMERO 3: “formas de estado: centralización y descentralización
política. Federalismo.”
PUNTO NUMERO 4: “actividad teórico practica”
PUNTO NUMERO 2
Estado-Nación: Es un tipo de sociedad política surgida principalmente en Europa, en la que la
organización es política y el Estado coincide con determinados grupos culturales que habitan en
un determinado territorio, que es la Nación.
La diferencia entre ambos es que la Nación es un tipo de comunidad y el Estado es un tipo de
sociedad.
PUNTO NUMERO 3
El federalismo: Es una doctrina política que busca que una entidad política u organización esté
formada por organismos (estados, asociaciones, agrupaciones, sindicatos, etc.) que se asocian
delegando algunas libertades o poderes propios a otro organismo superior, a quien pertenece la
soberanía (Estado federado o federación) y que conservan una cierta autonomía, ya que algunas
competencias les pertenecen exclusivamente. En otras palabras, es un sistema político en el
cual las funciones del gobierno están repartidas entre un grupo de Estados asociados, en primer
lugar, que luego delegan competencias a un Estado federal central.
Sus principales características son:
1- Constitución escrita: También conocida como carta magna y, una necesidad de las
democracias que forman federaciones para regular los principios por los que se regirá el
gobierno, pues si éstas tuvieran que actuar sin un cuerpo de leyes específico produciría
enfrentamientos.
2- División territorial: El federalismo está constituido por la división de poderes sobre la
base geográfica de cada territorio.
3- Descentralización: En un sistema federal existe tanto un gobierno central como
unidades de gobierno inferiores al central, tomando decisiones cada uno respecto a la provisión
de ciertos servicios públicos en sus respectivas jurisdicciones geográficas.
4- Suprema Corte de Justicia: Para contrarrestar la rigidez de la constitución escrita, se
requiere la acción judicial para que interprete dicha constitución y se puedan efectuar cambios
necesarios.
TEXTO VALLE
CAPITULO NUMERO 5 “ LA POLITICA ANTES DEL ESTADO”
La construcción del estado equivale, pues, a un proceso gradual de expropiación de los medios
de dominación política: producción legal, administración de justicia, recaudación fiscal,
recursos militares, relación diplomática. Se trata de recursos que en las formas políticas
preestatales se hallaban dispersos entre diversos agentes y que ahora tenderán a ser confisca
dos por la autoridad del estado y atribuidos a su personificación: el soberano. Este proceso de
concentración por expropiación encuentra muchas resistencias: nadie se resigna a perder
situaciones de primacía o de privilegio. Genera conflictos, tanto legales, como diplomáticos y
militares
• Cada individuo tiene un campo de actuación definido por los privilegios reales. Se trata de
concesiones que el monarca absoluto otorga a particulares, a gremios, a ciudades, etc. Es
cierto que los individuos y los colectivos pueden invocar privilegios y concesiones históricas
ante la autoridad del rey. Pero no dejan de ser fueros o exenciones singulares cuya fuerza se
ampara justamente en una concesión real y no en otro título o razón.
• Por su parte, el derecho es expresión de la voluntad del rey como soberano: «Lo que place al
rey, tiene fuerza de ley.» Se señala así la desvinculación del imperativo le gal de otras fuentes.
El monopolio jurídico que el estado reclama frente a otras instancias es ejercido directamente
por el monarca.
• En esta misma dinámica, todas las funciones políticas son asumidas también por la
monarquía. La concentración de poder en el soberano puede ser compatible con la delegación
o cesión de estas funciones en otras autoridades. Pero estas autoridades ejercen su
competencia como meros vicarios o representan tes del monarca.
• El estado absoluto se ocupa de la economía y, especialmente, del tráfico mercantil. Otorga
monopolios, patentes y privilegios para producir determinados bienes y comerciar con ellos:
son concesiones que benefician a gremios, compañías o individuos. A la vez, el soberano regula
precios y retribuciones en algunos sectores de la actividad productiva. Lo que se conoce como
«mercantilismo» en la historia de las ideas económicas re fleja la convicción de que el
soberano político debe asegurar la riqueza colectiva y, con este fin, debe intervenir en las
relaciones económicas in ternas y externas que los particulares establecen.
• No corresponde al estado velar por el bienestar material de la población. Es función de la
Iglesia y de sus organizaciones ejercer la beneficencia en pro de los más desfavorecidos.
También el rey puede atender a las necesidades de sus súbditos, pero como muestra de su
caridad y generosidad personal, no como obligación política que se desprenda de su posición.
• El fundamento ideológico del Estado absoluto se encuentra en los autores que perciben las
transformaciones de los sistemas feudales y estamentales, contribuyendo a la elaboración de
una primera teoría del estado: Maquiavelo, Bodino, Hobbes.
• A esta defensa deben dedicarse las leyes. La producción de estas leyes sigue siendo
monopolio estatal. La racionalidad ha de presidir la deliberación ciudadana y ha de permitir
también que todo el aparato legal pueda ordenarse de forma sistemática, por escrito y con
publicidad: en la constitución y en los códigos.
• El derecho, por tanto, también obliga y compromete al poder estatal, que no es ilimitado ni
absoluto ni se sitúa por encima o al margen del derecho. El estado es ahora «estado de
derecho»: hace el derecho, pero también se somete al derecho. De esta manera, la
constitución y las demás leyes son autolimitaciones que se imponen, tanto los ciudadanos
como las autoridades que los representan.
• Garantía de esta limitación es la llamada separación de funciones estatales o división de
poderes. Las principales funciones estatales ya no se con centran en manos del monarca, sino
que se atribuyen a diferentes titula res, con el fin de que se compensen y equilibren. En su
primera etapa, el estado liberal define una división de poderes entre el rey y un parlamento
elegido: de ambas instituciones dependen los demás órganos del estado. El parlamento se
constituye en representante de los intereses sociales.
• ¿Qué papel juega el estado liberal en su contexto económico y social? En el contexto del
capitalismo competitivo en que se sitúa se rechaza como interferencia molesta el activismo
estatal y se confina únicamente en la competencia libre y espontánea del mercado para
aumentar la riqueza disponible y distribuirla de la mejor manera posible. Por tanto, el único
papel reservado al estado liberal es el de actuar como un guardián o gen darme que hace la
ronda de vigilancia por la plaza pública: el «estado- gendarme» sólo debe intervenir cuando ve
amenazado el funcionamiento del mercado o cuando alguien incumple el contrato pactado.
• Esta visión ignora las desigualdades de hecho con que se accede al intercambio mercantil y
las consecuencias desfavorables de este intercambio para una parte de la población. Sólo se
admiten acciones paliativas de los efectos más negativos del sistema económico; pobreza,
enfermedad. Es tas acciones paliativas corresponden a la caridad privada o a establecimientos
de beneficencia religiosa, que en algunos países fueron nacionalizados por el estado.
•¿Sobre qué referencias ideológicas se construye el estado liberal? Su inspiración se encuentra
en autores como Locke —tolerancia, derechos naturales, gobierno representativo—,
Montesquieu —división de poderes—, Rousseau —ley como expresión de la voluntad general
— o Kant —el derecho como garantía de la libertad y el estado como garantía del derecho.
Un espacio delimitado
En contraste con estas formas políticas anteriores, el estado se ha caracterizado por delimitar
claramente el espacio de su actuación: marca un ámbito físico mediante el trazado de
fronteras. Es en este ámbito en el que el estado se sitúa y pretende actuar con pretensiones de
exclusividad. La expansión de la forma estatal ha lleva do a que todo el planeta esté hoy
dividido en territorios estatales. No hay territorio que no esté controlado por un estado, con
una sola excepción.
• Este dominio estatal afecta tanto a la superficie como al subsuelo. Comprende también las
aguas interiores. Sólo escapan a este control las llamadas aguas internacionales y el espacio
estratosférico, que queda abierto a todos los estados para usos no militares.
• La delimitación del espacio estatal ha sido un asunto conflictivo. Se han justificado a menudo
las fronteras en función de los llamados «accidentes naturales o en base a medidas geográficas
Pero esta justificación de los límites estatales oculta razones políticas. Lo revela el hecho de
que un río puede constituir en algún caso una frontera y en otros un vínculo de unión entre
todos los pueblos de su cuenca.
• La importancia del factor espacio ha sido decisiva en la consolidación del sistema de estados.
En las monarquías preestatales de carácter patrimonial, el territorio quedaba sujeto a la libre
disposición de los monarcas: lo dividían en sus testamentos, lo intercambiaban en sus pactos o
lo concedían en dote en el matrimonio de sus hijos. En cambio, el estado hace del territorio un
elemento constitutivo e inalienable: no es, en principio, susceptible de per muta, venta o
cesión como si se tratara de un patrimonio privado. Desde el estado, se entiende que la
seguridad militar y la capacidad económica de la comunidad depende de un control efectivo
sobre un territorio delimitado.
• Las guerras entre estados han sido el agente principal de las modificaciones territoriales: los
perdedores se ven obligados a aceptar una modificación de sus fronteras en beneficios de los
vencedores.
La capacidad de coacción: el principio de la soberanía
Las federaciones o estados federales constituyen el caso más frecuente de estado compuesto,
agrupando entidades políticas que reciben nombres diferentes. Pero hay que advertir, ante
todo, que bajo el rótulo de federación o estado federal se incluyen configuraciones muy
dispares y prácticas muy diferentes. No existe un único modelo federal. Sin embargo, si
tomamos como referencia el federalismo de Esta dos Unidos o de Suiza, las principales
características de un estado federal serían las siguientes:
— Una distribución constitucional de competencias que especifica de modo estricto las que
corresponden a la federación y deja para los estados o cantones federados todas las demás. En
principio, se trata de señalar que las competencias de la federación son excepciones contadas
y bien establecidas: todo lo que no se confía a la federación se presupone competencia de las
entidades federadas que no han renunciado a ella.
— En esta distribución de competencias ocupa un papel relevante el re parto de la capacidad
tributaria, señalando cómo se distribuye entre la federación y los estados el derecho a
imponer tributos y el rendimiento de los mismos.
— La existencia de instituciones federales en cuya composición y actividad intervienen de
alguna manera los estados o entidades federadas.
— La existencia de una constitución propia en cada uno de los estados o entidades federadas,
en la que se precisan las instituciones de gobierno de cada una de ellas.
— El establecimiento de un tribunal central o federal con atribuciones para decidir sobre los
conflictos que enfrenten a la federación con los estados o a los estados entre sí.
¿Cuál es el origen de las federaciones y cómo han evolucionado? Tres factores principales
pueden influir en la construcción de un estado federal. En primer lugar, la voluntad de integrar
en una unidad política única a entidades previamente existentes, poniendo en común recursos
y competencias que aseguren mejor su viabilidad frente a desafíos exteriores. En otros casos,
la construcción del estado federal trata de organizar en una sola unidad estatal a un conjunto
de territorios diversos unidos por la dependencia colonial de una misma metrópoli.
Finalmente, la federación puede nacer de la voluntad política de dispersar un poder
excesivamente concentrado y dar respuesta a la diversidad territorial, cultural o religiosa de un
estado unitario.
Por lo que hace a su evolución, en los estados federales más consolida dos la dinámica política
ha conducido a intensificar la cooperación entre la federación y las entidades federadas, con el
fin de hacer frente a problemas colectivos que ya no son solubles con la sola intervención de
un único nivel territorial: grandes infraestructuras, asistencia sanitaria pública o conservación
medioambiental exigen la aportación de recursos de todo tipo y la coordinación de políticas,
tanto en su fase de elaboración como en la de aplicación. Esta evolución de los estados
federales se ha producido en paralelo a la que han seguido algunos estados unitarios
tradicionales.
Junto al modelo federal se dan otras variantes del estado compuesto. Se sitúan a medio
camino entre la federación y el estado unitario descentralizado. Sobre la base de acuerdos
políticos que implican a las poblaciones afectadas se confieren poderes y recursos a las
instituciones de determinados territorios subestatales: las diecisiete comunidades autónomas
en España o Escocia, Gales e Irlanda del Norte en Gran Bretaña. Al mismo tiempo se les
confiere la capacidad de imponer o modificar tributos en sus respectivos territorios. Pero, a
diferencia de los estados federales en los que las competencias atribuidas a las entidades
subestatales son la regla y las competencias de la federación son la excepción, en este modelo
se intentan delimitar las competencias asignadas a las entidades subestatales, las
competencias reservadas al estado e incluso en algún caso una relación de competencias
compartidas.
Las confederaciones
Hay también dispersión de poder político en las confederaciones. Pero no pueden ser
consideradas un tipo de estado. Las confederaciones constituyen agrupaciones de estados
previamente existentes que deciden actuar de manera mancomunada en materias políticas
determinadas. Cualquier decisión confederal debe contar siempre con la conformidad
unánime de todos los estados miembros. Esta unanimidad equivale a un reconocimiento del
derecho de veto para cada uno de ellos, porque la decisión no progresa si no se da dicha
unanimidad. El órgano máximo de gobierno de la confederación reúne a representantes de
cada estado, que actúan como embajadores de sus respectivos gobiernos
• La adopción de uno u otro de los modelos y su evolución suele justificar se en base a dos
tipos de argumentos: funcionales y simbólicos. Por un lado, se esgrimen razones de carácter
funcional, aduciendo las ventajas prácticas que una comunidad política obtiene según se
estructure de acuerdo con un modelo unitario más o menos centralizado o según se ajuste a la
pauta de un estado compuesto, federal o autonómico. El beneficio de la centralización puede
ser el tratamiento igual y equitativo entre todos los miembros de una misma comunidad o una
cierta reducción de costos en la gestión de determinados servicios o prestaciones. La ventaja
de la dispersión es la aproximación de las decisiones a sus destinatarios, adaptándolas de
manera más fiel a sus demandas y necesidades y evitan do desajustes provocados por el
desconocimiento y la distancia.
• Pero se invocan también a menudo razones de carácter simbólico o cultural. En esta línea se
afirma que la identidad colectiva de un grupo humano es uno de los factores que mayor
solidez aportan cuando se trata de dar estabilidad a la comunidad política. Por consiguiente, la
organización territorial del poder ha de tener en cuenta este sustrato cultural: de él puede
extraerse una mayor adhesión emocional de la comunidad a las decisiones que emanan de
aquel mismo poder
• Corresponde a los debates constitucionales definir la distribución territorial del poder en un
determinado estado. En estos debates, cada uno de los diferentes actores propone el modelo
de distribución que le permite ejercer mayor influencia. Para conseguirla utilizará los
argumentos y recursos de que dispone: capacidad económica, organización política, capital
simbólico o emocional, etcétera. El resultado final depende de la relación de que se haya
establecido entre dichos actores: quien haya contado con más recursos y los haya usado con
mayor inteligencia obtendrá un diseño institucional más ajustado a sus intereses. Es esta
misma dinámica la que influirá sobre la evolución práctica del diseño institucional: modelos
muy centralizados pueden derivar hacia prácticas más equilibradas y, en dirección opuesta,
estructuras federales pueden evolucionar hacia sistemas más integrados o centralizados.
• En algunas políticas, el ámbito territorial de intervención efectiva alcanza a la totalidad del
planeta o a grandes regiones del mismo: la conservación de los recursos naturales no
renovables, la lucha contra la delincuencia internacional organizada, la regulación de las
comunicaciones, etc. Por el contrario, está claro que en otros campos las comunidades locales
están en mejores condiciones para definir y ofrecer determinadas prestaciones. El llamado
principio de proximidad o de subsidiariedad presupone que una comunidad local es capaz de
resolver por sí misma las cuestiones de interés colectivo que se le plantean. Sólo cuando se
demuestre su incapacidad deberá recurrirse a la intervención de una instancia política
territorial de ámbito superior: gobierno regional, comunidad autónoma, estado, unión
supraestatal, etc. De este modo se invierte la «carga de la prueba» que, en los estados
unitarios, establecía la regla contraria: toda compe tencia se atribuía en principio al estado
como poder soberano y sólo de manera excepcional o residual se reconocían atribuciones
políticas propias a las entidades subestatales.
• Este doble movimiento —integración y distribución— configura en la actualidad un mapa
político más complejo y más borroso del que nos pre sentaba la tajante y antigua clasificación
entre modelos unitarios y modelos compuestos. En cierto modo, en esta nueva configuración
de la distribución territorial del poder se están combinando elementos de ambos modelos: se
intenta equilibrar la integración del modelo unitario y el pluralismo del modelo compuesto o
federal. La política se desarrolla cada vez más a través de redes de interdependencia e
intercambio. Los componentes de dichas redes no siempre mantienen entre sí una clara
organización jerárquica. Que esta pluralidad de intervenciones plantea problemas para hacer
efectiva la responsabilidad democrática.
TEXTO DE VALLE
CAPITULO NUMERO 1 “¿QUE ES POLITICA?”
Política: un término familiar y controvertido
La política forma parte de nuestro lenguaje habitual: en las relaciones familiares, en las
conversaciones de negocios, en las informaciones de los medios. Se aplica el termino
para describir la conducta de muchos actores.
También podemos decir que es natural, cuando tratamos de quienes dicen de profesar
la actividad política como tarea principal y aparecen de un modo o de otro en el
escenario publico: los gobernantes de todos los niveles, los funcionarios, los
representantes de los grupos de intereses, de los partidos, de los medios de
comunicación, etc.
La política es un termino MULTIVOCO, dotado de sentidos diferentes según el ámbito y
el momento en que se emplea. Un buen ejercicio para comprobarlo consiste en
solicitar a un grupo de personas que den su definición espontanea de lo que entienden
por política
Política en tono DESPECTIVO O RECELOSO, suele asociarse a confusión, división,
engaño, favoritismo, manipulación, imposición y corrupción. Por lo mismo estar al
margen o por encima de la política se considera un valor. Politizar una cuestión o
tomar una decisión por razones políticas comporta generalmente un juicio
condenatorio incluso en boca de políticos o de otros actores públicos. La política pues
no esta libre de sospecha.
La política también es capas de MOVILIZAR en un momento dado a grandes sectores
de la ciudadanía, incluyendo a veces a los que la critican. Despierta emociones
positivas y con respecto a personajes, símbolos, banderas, himnos. Ha producido y
produce movimientos de solidaridad y de cooperación humana
Etapas de la politización
Son 4 las etapas que llevan la politización de una diferencia social:
- identificación de una distribución desigual de valores y recursos que es
percibida como inconveniente o arriesgada
- toma de conciencia por parte de los colectivos implicados y expresión de sus
demandas, exigencias y propuestas para corregir la situación y controlar el
riesgo que acarrea
- movilización de apoyos a las demandas y propuestas acumulando todo tipo de
recursos y buscando el mayor numero de aliados entre otros grupos y actores
- traslado del conflicto al escenario público, reclamando la adopción de
decisiones vinculantes para toda la comunidad. Estas decisiones que pretenden
modificar el desequilibrio anterior deben contar con el respaldo de la coacción
que administran las instituciones políticas
A lo largo de la historia y en la actualidad inmediata podemos identificar situaciones
que son objeto de politización o de despolitización según los casos. Cuando estas
situaciones entran en el ámbito de la política serán gestionadas mediante decisiones
vinculantes que pretenden revisar la situación inicial con el apoyo de una coacción
aceptada socialmente. En cambio, cuando las disputas dejan el ámbito de la política
tendrán que resolverse mediante acuerdo voluntario entre las partes. O si este
acuerdo no se consigue mediante la imposición de hecho de la parte mas fuerte sobre
las demás. La ausencia de política permitirá jugar con ventaja a los grupos que ocupan
las posiciones mas favorables.
¿sociedades sin política?
Los antropólogos y los prehistoriadores nos hablan de sociedades sin política cuando
describen la existencia de comunidades de tamaño reducido vinculadas por lazos de
parentesco en las que los bienes necesarios para subsistir son compartidos. En estos
grupos la generosidad mutua sustituye a la apropiación individual de los recursos
básicos. Se trata de comunidades igualitarias. En ellas la cooperación el la caza o en la
recolección es la mejor protección que un individuo puede obtener frente a las
amenazas de un entrono natural ante el que se siente muy vulnerable
El rol de liderazgo que aparece en algunos grupos no equivale a una posición de
superioridad o de dominio sobre los demás, su función se asemeja mas a la de un
portavoz de lo que la comunidad necesita y siente en cada momento responsable de
dar el ejemplo de la dedicación, del espíritu de servicio al colectivo y de la ayuda
mutua que son las pautas de conducta en tales grupos.
La historia nos enseña que a lo largo de los siglos las comunidades humanas se han
hecho cada vez mas complejas. La aparición de nuevos conocimientos y nuevas
técnicas y la progresiva especialización del trabajo que trajeron consigo incrementaron
en su momento la diferenciación interna de las comunidades. Con esta diferenciación
aumento el riesgo de conflictos y la necesidad de asegurarse contra ellos mediante el
recurso a la política
Tal vez pueda darse una sociedad sin política, una comunidad donde se hayan
eliminado determinadas diferencias consideradas como la raíz de las tensiones. Si tales
diferencias desaparecieran los conflictos se irían atenuando, el riesgo social disminuiría
y la política se iría haciendo cada vez menos necesaria hasta su completa evaporación.
Otros en cambio entienden que no es previsible una comunidad sin diferencias sean
las que hemos conocido hasta el momento presente, sean nuevas diferencias todavía
por apareces. Para estos por tanto persistirán las tensiones que hacen necesario el
recurso a la política aunque con formas y expresiones diversas de las que hemos
conocido.
INTERPRETACIONES:
Ya no se trata de describir que paso sino de intentar dar un sentido o señalar una razón
de por qué pasa. Puede ser atribuido no a un solo factor sino a la combinación de
varios factores distinguiendo incluso el peso relativo de cada uno de ellos.
Identificar qué factores tienen influencia sobre una determinada situación y cuales
pueden transformarla constituye la parte mas atractiva y a la vez más difícil de la
ciencia política. Porque interpretar y pronosticar forman parte de la tarea básica del
conocimiento cientifico.
FORMULACION:
Finalmente la reflexión sobre la política produce propuestas y recomendaciones. A
veces son explicitas así sucede cuando se propone un cambio en la orientación de la
política gubernamental en materia medioambiental. Pero también hay recomendación
implícita cuando se formulan algunas interpretaciones.
Recomendar una política medioambiental mas estricta revela que se otorga mayor
importancia a la protección del medio ambiente natural y de sus recursos que a un
crecimiento económico incontrolado. Una propuesta para estimular el interés
ciudadano por la política indica que la participación del mayor numero se considera un
beneficio para cada individuo y para el conjunto de la comunidad.
¿ciencia de la política?
La existencia de estos tres planos ha complicado el desarrollo de la ciencia política. Con
frecuencia la ha puesto a la defensiva obligándola a justificar su carácter cientifico
frente a dudas y reservas de quienes se plantean una misma pregunta.
Un factor que explica esta desconfianza es de carácter histórico. La institucionalización
de la ciencia política se inicio en pleno apogeo del positivismo cientifico. La
aproximación positivista entendía que el conocimiento cientifico debía respetar tres
condiciones: la descripción objetiva de un hecho, una explicación sobre sus causas y
una confirmación de la misma mediante la repetición de experimentos.
La delimitación del hecho político no esta libre de prejuicios: cuando un investigador
social describe un hecho lo hace a partir de determinados sesgos teóricos o incluso
éticos
Esta estrecha concepción de la ciencia que el positivismo representaba fue puesta en
duda. Y se llego a la conclusión de que las dificultades que experimentaban los
científicos sociales para cumplir aquellas condiciones no eran muy diferentes de las
que padecían los científicos naturales.
La conexión entre cientifico observador y el fenómeno observado pueden influirse
mutuamente. Los actores económicos y políticos están expuestos a la influencia de la
investigación económica o politológica que se transmite a través de los medios de
comunicación. Cuando reciben estos resultados pueden rectificar su conducta y con
ello reforzar o desmentir la descripción y la interpretación de los investigadores.
El saber sobre la política forma parte por tanto de un conocimiento reflexivo. Es decir
de un conocimiento en el que se refleja no tanto una conducta externa como la propia
posición de quien contempla dicha conducta.
En un cierto momento se consideró que esta reflexividad era exclusiva del
conocimiento social pero que no afectaba a las ciencias de la naturaleza se afirmaba
que los astros no leían artículos de astronomía ni las plantas se enteraban de lo que
decían de ellas las revistas de botánica.
Se ha aceptado que la función de la ciencia no es probar definitivamente la veracidad
de las hipótesis formuladas. Se señala en cambio que la ciencia no prueba verdades
sino que las descarta. No verifica sino que falsa o falsifica. Es decir deja sin sentido
ciertas afirmaciones e impulsa la formulación de otras que la sustituyan
El reconocimiento de la ciencia política como disciplina no significa ignorar los vínculos
que mantiene con las demás ciencias sociales. La división académica de las disciplinas y
su ubicación en diferentes facultades, departamentos o cátedras hace olvidar a veces
que la acción del hombre en sociedad solo puede ser comprendida si se examina desde
los diferentes ángulos que ofrece.
Es un error extremar la segregación entre ciencias sociales. Esta segregación solo tiene
una discutible justificación en la necesidad de organizar institucionalmente la
enseñanza y la investigación. En cambio una ventaja para todos fortalecer la conexión
entre todo lo que dichas ciencias no aportan
Los campos temáticos de la ciencia política
Los diferentes campos temáticos han generado una serie de subdisciplinas,
desarrolladas en los centros de investigación, en los departamentos docentes y en los
planes de estudio de las universidades.
Entre los campos tratados podemos reseñar:
- El desarrollo de los conceptos políticos elaborados por los autores y por las
doctrinas que han inspirado los grandes movimientos políticos. Se intenta dar
nuevas respuestas a las preguntas que dichos autores y movimientos se
plantearon en un momento. Algunos entienden que es la filosofía política la
que debe ocuparse de estas cuestiones y confían a la teoría política la tarea de
elaborar cuadros conceptuales generales que sirvan para interpretar el
funcionamiento de los sistemas políticos y la intervención de cada uno de esos
actores.
- El análisis comparativo que examina paralelamente las estructuras y los
procesos políticos de diferentes sistemas políticos corresponde a la
denominada política comparada.
TEXTO SARTORI
¿Qué ES POLITICA? (FRAGMENTOS)
La idea de política
Sin adentrarnos en las variadas implicaciones de la concepción griega del hombre, lo que
importa subrayar es que el animal político, el polítes, no se distinguía en modo alguno de un
animal social, de ese ser que nosotros llamaríamos societario o sociable. El vivir "político" —en
y para la polis— era al mismo tiempo el vivir colectivo, el vivir asociado, y más intensamente, el
vivir en koinonia, en comunión y "comunidad".
Por lo tanto, no es exacto decir que Aristóteles incluía la socialidad en la política. En verdad, los
dos términos eran para él un único término, y ninguno de los dos se resolvía en el otro, por la
simple razón de que "político" significaba conjuntamente las dos cosas a la vez. De hecho, la
palabra "social" no es griega sino latina, y le fue adjudicada a Aristóteles por sus traductores y
comentaristas medievales.
Por lo tanto la civitas, con respecto a la polis, es una ciudad de politicidad diluida; y
esto en dos aspectos. Primeramente, la civitas se configura como una civitas societas,
es decir, adquiere una calificación más elástica, que amplía sus límites. Y en un
segundo aspecto, la civitas se organiza jurídicamente, La civilis societas, en efecto, se
traduce a su vez en una iuris societas. Lo que permite sustituir la "politicidad" por la
juridicidad. Ya Cicerón (104-43 a.c.) sostenía que la civitas no es un conglomerado
humano cualquiera, sino aquel conglomerado que se basa en el consenso de la ley (De
Re Publica). Ya en tiempos de Cicerón estamos, pues, próximos a una civitas que no
tiene casi nada de "político" en el sentido griego del término: la iuris societas es a
la polis lo que la despolitización es a la politicidad. Y el ciclo se cierra con Séneca. Para
Séneca (4 a.c.-65 d.c), y en general para la visión estoica del mundo, el hombre no es
ya un animal político; es, por el contrario, un sociale animal
Si el mundo antiguo concluye su parábola dejando a la posteridad no sólo la imagen de
un animal político, sino también de un animal social, estas dos representaciones no
prefiguran de ninguna manera el desdoblamiento y la diada entre la esfera de lo
político y la esfera de lo social que caracteriza la polémica de nuestro tiempo. La pri-
mera diferencia reside en que el sociale animal no coexiste junto al politicum animal;
estas expresiones no aluden a dos facetas de un mismo hombre, sino a dos
antropologías que se sustituyen una a otra. La segunda diferencia —que pasaremos a
examinar en seguida— es que en todo el discurso desarrollado hasta ahora, la política
y la politicidad no fueron percibidas nunca verticalmente en una proyección en altura
que asocie la idea de política con la idea de poder, de mando, y en último análisis de
un Estado subordinado a la sociudad
La cuestión reside en que la problemática vertical es en gran medida extraña al
discurso basado en la nomenclatura griega —polis, polites, politikos, politike, y politéia
— en su traducción latina, y también a su desarrollo medieval
La idea horizontal es tomada también por el inglés common weal o, más
modernamente, commonwealth, que equivale a "bien común", lo que llamamos bien
público e interés general. Pero precisamente por esto, ha sido mal interpretado el tí-
tulo platónico, así como también el uso de res publica, en toda la literatura que va de
los romanos a Bodin
Que las complejas y tortuosas vicisitudes de la idea de política van más allá de
la palabra política, en todas las épocas y en mil aspectos[3]. La política de Aristóteles
era a la vez una antropología; una antropología ligada indisolublemente al "espacio" de
la polis. Caída la polis, la "politicidad" se atenúa, diluyéndose variadamente o
transformándose en otra. Por un lado, la política se juridiciza, desarrollándose en la
dirección indicada por el pensamiento romano. Por otro lado —que he tenido que
pasar por alto— la política se teologiza, primero adecuándose a la visión cristiana del
mundo, después en relación con la lucha entre el papado y el Imperio, y por último en
función de la ruptura entre el catolicismo y el protestantismo. En todos los casos, el
discurso sobre la política se configura —empezando por Platón y también por
Aristóteles— como un discurso que es, conjunta e indisolublemente, ético-político. La
ética en cuestión podrá ser naturalista y psicologista; o bien una ética teológica; o
incluso una ética juridicizada, que debate el problema del "bien" en nombre de lo que
es "justo", invocando la justicia y las leyes.
La doctrina del derecho natural, en sus sucesivas fases y versiones, resume bastante
bien esta amalgama de normativa jurídica y de normativa moral. En todos estos
sentidos, y también en otros, la política no se configura en su especificidad y
autonomía hasta Maquiavelo.
Debe tenerse presente que las exiguas dimensiones de la polis la caracterizaban como
una red de relaciones "cara a cara". En este sentido, la verticalidad quedaba
sobreentendida. Las magistraturas y "los que estaban arriba" existían, por escrito; pero
cuando la base de la pirámide es estrecha, el vértice no está muy alto. El contraste
entre la idea horizontal y la idea vertical de la política debe entenderse, pues, con este
alcance: que la verticalidad griega era extremadamente reducida en comparación con
la de los Estados territoriales. Por ello resulta engañoso traducir polis por ciudad-
Estado, y mucho menos todavía por Estado.
TEXTO VALLE
CAPITULO NUMERO DOS ¿Qué ES EL PODER POLITICO?
Política y poder: dos perspectivas
Cuando se trata de la politica se hace inevitable la referencia a la idea de poder. ¿Cómo se
relaciona nuestra idea de la política con la noción de poder? Hemos descrito a la política como
gestión del conflicto social por medio de decisiones vinculantes.
Esta variedad de definiciones puede situarse en dos grandes perspectivas: la que entiende el
poder como un recurso disponible y la que concibe el poder como resultado de una relacion.
Cuando se interpreta el poder como un RECURSO se tiende a percibirlo como una cosa que se
tiene o se posee. Por tanto la cuestión importante en política es como apoderarse del poder si
se acepta la redundancia. Y a continuación como administrarlo echando mano de el como
quien administra una sustancia que se tiene almacenada en algún deposito
Cuando se interpreta el poder como EFECTO de una relación de poder no se posee: acompaña
a la situación de que se disfruta con relación a otra persona o grupo. No es tanto una sustancia
como una situación. Quien desea poder no debe apoderarse de nada: debe situarse. Por ello
se atribuye poder a quien esta bien situado o tiene una buena situación. Se presenta mas
como una oportunidad que como un recurso.
El poder ya no aparece como un instrumento que se aplica sobre otros para conseguir
determinados efectos. Es visto en cambio como la probabilidad de que se produzcan ciertos
resultados favorables para un determinado actor, a partir de la relación que este actor
mantiene con otros.
Puede decirse que la PRIMERA VISION (el poder como recurso o como sustancia) subraya el
elemento de imposición que va ajeno a toda idea de poder. El poder se identifica
especialmente con la capacidad de imponer limites y privaciones a la capacidad de decisión de
los demás obligándoles a conductas no requeridas por ellos. En cambio la SEGUNDA VISION (el
poder como resultado de una situación) descubre la relación de poder en el intercambio que
mantienen diversos actores, sin perder de visa que la imposición de unos se acompaña con la
aceptación de otros.
Una definición útil del poder político es la que lo equipara a la capacidad de intervenir en la
regulación coactiva del conflicto social. Según la perspectiva que adoptemos esta capacidad de
intervención de cada actor se fundará en el control de determinados recursos o en la situación
relativa que ocupa frente a los demás sujetos
Si el poder político equivale a esta aptitud para incidir en la regulación del conflicto podemos
atribuir poder político al gobierno que toma decisiones
El poder no se ejerce solamente desde las instituciones publicas ni puede decirse que reside de
forma exclusiva en el estado. La intervención en la regulación de conflictos sociales esta
abierta a un conjunto de actores diversos que se esfuerzan por orientar dicha regulación en
beneficio propio. En esta capacidad de propuesta y de impulsión de resistencia y de bloqueo la
que revela la existencia de poder político en manos de unos determinados sujetos sociales.
El poder político esta hecho de tres componentes: fuerza, influencia y autoridad. Son
componentes que reciben nombres diversos según autores y escuelas pero que están
presentes de un modo u otro en todas las concepciones del poder
Hablamos de FUERZA o de coacción cuando existe capacidad para negar o limitar a otros el
acceso a determinados bienes u oportunidades: la vida, la integridad física, la libertad, el
patrimonio, el trabajo. Son acciones que privan a algunos de bienes que poseen o de
oportunidades que pueden presentarse. Lo hacen los grupos terroristas cuando secuestran,
matan o torturan con un objetivo político. Pero también lo hacen otros actores sociales cuando
cortan una carretera, ocupan un local etc. Hay también posibilidades de ejercitar esta fuerza
de manera mas sutil y menos aparatosa cuando se impone a otros la privación de algunos
bienes u oportunidades.
El poder político también se manifiesta como autoridad cuando las indicaciones de un sujeto
individual o colectivo son atendidas por los demás porque cuenta con un crédito o una
solvencia que se le reconocen de antemano. Esta reputación inicial no solo hace innecesaria la
aplicación directa de la fuerza. También permite prescindir de argumentos racionales o del
estimulo de las emociones que están en la base de la influencia. Para algunos ciudadanos
quien ocupa un cargo publico puede contar de entrada por razón de su cargo con un deposito
de confianza: sus indicaciones son atendidas solamente por proceder de quien proceden. En
otros casos la auctoritas proviene del reconocimiento general de un prestigio moral, de una
competencia científica o de una experiencia en determinado ámbito de la vida social. Esta
autoridad también puede derivar de una trayectoria histórica conocida que exime a quien la
posee de presentar otras razones: basta la confianza que ha generado la acción pasada de un
partido, de un dirigente social, de un familiar o de un amigo para hacer caso de sus
advertencias y recomendaciones sin que le exijan pruebas ni razonamientos.
Cuando analizamos otros conceptos esta distinción entre componentes del poder político es
menos perceptible en la realidad que en el análisis teórico. La practica efectiva del poder ha de
recurrir con frecuencia a combinaciones que integran los tres elementos para que su
intervención sea lo mas eficaz posible. Incluso en los casos de aplicación directa de la fuerza se
intentara contar también con el apoyo de la influencia o de la auctoritas.
Cabe distinguir tres niveles de intervención política que van de lo mas visible a lo menos
perceptible
Cualquier actor que interviene en un conflicto aspira a que su intervención no tenga que
descansar exclusivamente en su capacidad de forzar la voluntad de los demás: aspira a que
estos admitan sus propuestas sin necesidad de acudir a la coacción. Para ello pretende
justificar su intervención es decir presentarla como justa y merecedora de la aceptación
voluntaria de todos los actores.
Esta capacidad para conseguir que sean aceptados los limites que el poder impone suele
conocerse como legitimidad. Incluso los regímenes dictatoriales o los promotores de un golpe
de estado violento no renuncian a dar argumentos para convencer a la opinión publica de lo
justificado de su actuación. Ciertamente para imponer sus pretensiones aplican la violencia.
Pero no solo la violencia. Intentan también ganarse el consentimiento de algunos sectores, en
otras palabras no renuncian a conquistar una relativa legitimidad por parcial y reducida que
sea.
La actividad política se esfuerza por mantener un cierto grado de cohesión social y disminuir
los riesgos de que la comunidad parezca como victima de los antagonismos y diferencias que
encierra.
El poder político aspira siempre a ofrecer dos caras indisociables. Con la primera exhibe
coacción y amenaza. Con la segunda la cara de la legitimidad aporta argumentos e intenta
convencer de que su presencia es conveniente y adecuada.
La noción de legitimidad por tanto vincula el poder con el mundo de las ideas y de los valores.
Es en este mundo donde se encuentran las raíces de la legitimidad de un sistema político
determinado y de cada una de las demandas y propuestas que propugnan los diferentes
actores. Max Weber elaboro una tipología que intentaba sintetizar en un esquema ideal los
diferentes modos de legitimidad del poder político. Una adaptación libre da la propuesta de
Weber nos permite distinguir tres fuentes de legitimidad del poder: la tradición, la racionalidad
y el carisma a las que puede añadirse también el rendimiento
LA TRADICION: lo que justifica las propuestas del poder es su adaptación a los usos y
costumbres del pasado. El precedente se convierte en el argumento decisivo para obtener la
aceptación de una decisión o de una propuesta. La interpretación de esta legitimidad
tradicional corresponde a los ancianos, los nobles o las castas dominantes.
EL CARISMA: puede conferir legitimidad a una propuesta o a una decisión una cualidad
extraordinaria o excepcional de quien la formula o la adopta. El carisma que acompaña a un
personaje puede producir tal admiración y confianza que sus opiniones o mandatos son
acatados sin necesidad de recurrir a un precedente tradicional o a un razonamiento legal. Se
atribuye esta legitimidad carismática a los lideres con dotes de seducción capaces de impulsar
una convincente visión de lo que ha de ser en el futuro colectivo.
La realidad nos revela que el poder intenta siempre obtener su legitimidad de todas las fuentes
posibles. En los sistemas políticos actuales, tradición, legalidad, carisma y rendimiento son
invocados para reforzar las correspondientes capacidades políticas. Incluso sistemas
tradicionales de carácter autoritario no dejan de tener en cuenta el rendimiento de sus
decisiones en materia de desarrollo económico y bienestar social. Por su parte las democracias
occidentales han contado con liderazgos carismáticos que les han permitido superar periodos
de crisis.
En la actualidad son las leyes y las constituciones las que contienen estas normas. La
constitución es justamente una norma suprema de la que derivan todas las demás. La
legitimidad del poder en los sistemas liberales se apoya en la existencia de una constitución en
la que una comunidad política establece las reglas fundamentales de su convivencia.
Las propuestas de reforma legal que afectan a cuestiones como las citadas responden a la
necesidad de acomodar las normas vigentes a los cambios que se producen en las ideas y los
valores sociales mayoritarios. La máxima coincidencia posible entre lo legitimo y lo legal es
garantía de que el poder político sea estable y aceptable por la comunidad.
Pensar la evolución histórica de la ciencia política como disciplina cognitiva exige por un lado
preguntarse si se produjo un avance en la cantidad y calidad de conocimientos de los estudios
políticos y por otro establecer una relación entre la forma en que se concibe la actividad
política y las herramientas que se proponen para su conocimiento.
Hoy la ciencia forma parte de las construcciones sociales y sus criterios de verdad dependen
tanto de los consensos de la comunidad científica como de los criterios de verdad derivados
intrínsicamente de sus teorías.
WOLIN afirma que los cambios que se produjeron en nuestras formas de pensar y analizar lo
político no son muy diferentes de los que sucedieron en otros campos de indagación ya que
tampoco en la física y en la química ha realidades autoevidentes a la espera de ser
descubiertas
PLATON se preocupó por la constitución de una polis justa es decir una sociedad donde cada
uno de los integrantes desempeñara la actividad para la que estuviera mas capacitado. Así
pues, frente a una democracia que identifica como el desorden y el caos propone en republica
una aristocracia basada en el conocimiento. Pero PLATON tenia poca confianza en los hombres
y creía que el gobierno de los filósofos podía fácilmente degenerar en otras especies de
regímenes de los cuales el mas perverso era la tiranía, el gobierno de uno solo que gobernara
para su propio provecho que en general sucedía al desorden de la sociedad democrática.
CICERON decía que estos derechos garantizaban la libertad de los ciudadanos de la republica
romana y los habilitaba para participar de la vida pública.
POLIBIO sostiene que la historia presentaba una inevitable ley de crecimiento y posterior
decadencia. Por eso las monarquías tendían a convertirse en tiranías, las aristocracias en
oligarquías y las democracias en oclocracias donde rige la demagogia y la tiranía de las
mayorías incultas y el uso indebido de la fuerza. Afirmaba que existía una séptima modalidad
mixta que combinaba elementos monárquicos, aristocráticos y democráticos según el tipo de
decisión que se debería tomar.
COMTE: consagre un discurso que se plasmo en los trabajos y los métodos desarrollados por
otros fundadores de la disciplina como MARX o DURKHEIM y mas parcialmente WEBER quien
sin renegar de la necesidad de desarrollar instrumentos metodológicos para explicar la
realidad social, planteo la necesidad de avanzar en un tipo de conocimiento orientado mas
interpretativamente. Así el surgimiento de la sociología como campo de estudio especifico
implico una clara separación de lo social con respecto a lo político en donde el primero se
constituyo en un sistema independiente y autosuficiente.
Para poder contar con una ciencia de lo político que no se redujera al estudio del
funcionamiento formal de las instituciones hacían falta métodos y técnicas acordes. En ese
sentido el positivismo lógico y los epistemólogos de origen europeo que emigraron a los
Estados Unidos aportaron los elementos fundamentales para que se produjera la REVOLUCION
CONDUCTIVISTA. Desde entonces este enfoque y gran parte del desarrollo de la disciplina
estuvo asociado con las instituciones académicas y de investigación de la America anglosajona
Desde la década del 20 hasta los años 60 la ciencia política aparece como una disciplina
básicamente estadounidense debido en gran medida al quiebre que produjo la expansión del
nazismo y el fascismo y la explosión de la segunda guerra mundial en Europa continental. El
crecimiento social y político de ese país favoreció el desarrollo de un marco institucional
adecuado para la evolución de esta disciplina.
El área de estudios de política comparada buscó alejarse del formalismo del estudio de las
instituciones y desarrollar comparaciones generales en base a categorías universales. A tal fin,
los estudios de política comparada adoptaron el enfoque del estructural-funcionalismo, que
les permitió utilizar categorías con un alto nivel de abstracción y limitar las características
específicas de las instituciones a las nociones de rol, estructura y función.
El neoinstitucionalismo, en sus distintas vertientes, entiende que las instituciones tienen una
influencia autónoma en los fenómenos a explicar, aun cuando las instituciones analizadas ya
no sean simplemente las normas formales del viejo institucionalismo sino también redes
organizativas informales que condicionan la conducta individual.
El conductismo fue una corriente de renovación de la ciencia política surgida a mediados del
siglo XX en Estados Unidos que, basándose en la filosofía y la metodología de las ciencias
naturales, puso especial énfasis en el estudio de las conductas políticas de los individuos que
fueran empíricamente observables. De esta manera, el conductismo implicó dos cambios
sustantivos en el campo de la ciencia política: uno vinculado al objeto de estudio (se dejaron
de lado las instituciones formales para centrarse en las conductas y motivaciones del hombre
en tanto actor político) y el otro a la metodología (se puso énfasis en la necesidad de una
mayor rigurosidad científica basada en técnicas de investigación cuantitativas)
El conductismo tuvo una importante influencia del positivismo no sólo en el intento de reducir
todo a un núcleo empírico que pudiera ser verificable mediante la aplicación de metodologías
establecidas, sino también en la búsqueda de objetividad y en la acumulación de
conocimiento. En consecuencia, el conductismo implicó un quiebre con las corrientes jurídicas,
filosóficas e históricas que habían primado hasta ese momento en la ciencia política en tanto
no sólo rechazó el estudio de las instituciones y estructuras jurídicas, sino también se opuso a
las prescripciones normativas y a los presupuestos filosóficos no sustentables en la experiencia
Esta corriente tuvo una amplia influencia en la ciencia política norteamericana, pudiéndose
distinguir dos etapas: una primera etapa que se extiende entre 1920 y 1950 y una segunda
etapa que se corresponde con su momento de mayor auge en el período de posguerra, entre
1950 y 1970 (Almond), esta es fundamental no solo por la cantidad de datos empíricos
relevados y el aumento en la cantidad de profesionales dedicados a este tipo de estudios, sino
por los temas de estudio que se incorporaron.
Con la segunda guerra mundial comenzó el momento de auge de la revolución conductista que
se afianzó en el período de la posguerra hasta su crisis a fines de los años, las nuevas
necesidades de la economía y los imperativos políticos de los Estados Unidos al integrarse en la
coalición aliada contra el eje de la Alemania nazi crearon un clima favorable para la
cooperación entre las instituciones gubernamentales y los centros académicos.
El estructural funcionalismo es una corriente de las ciencias sociales que se basa en la idea de
que los sistemas cumplen con determinadas funciones que les permiten mantenerse en
equilibrio. El representante más destacado TALCOTT PARSONS. El sistema social es un sistema
de interacción entre actores en el cual la acción está orientada por reglas. Estas reglas son
expectativas complementarias referidas a los roles y a las sanciones. Las expectativas de rol
son lo que se espera que un actor haga en una determinada situación y son lo que organiza las
interacciones dentro del sistema. En la medida en que existe cierta discrepancia entre el
desempeño de los roles y las expectativas de rol, entonces el sistema social no se encuentra
completamente integrado.
Si bien entre 1920 y 1950 se había acumulado mucha información empírica, no se contaba con
un esquema explicativo general para ordenarla. Frente a esta falencia que Robert Dahl
denominó “hiperfactualismo” surgieron como reacción las teorías sistémicas de la política.
David Easton, un politólogo canadiense, introdujo en su libro el concepto de sistema político
tomando como fuente de inspiración la teoría estructural funcionalista del sociólogo Talcott
Parsons.
La principal preocupación de Easton era producir una teoría general que pudiera ligar el
conocimiento empírico con la teoría, en tanto el conductismo había mostrado una gran
capacidad para recolectar observaciones, pero no así para ligarlas a un marco teórico.
Los estudios sobre el desarrollo político tuvieron su origen en la década del ’60 y se proponían
analizar los factores que afectaban el desarrollo político de una sociedad. Esta área de estudios
estuvo fuertemente influenciada por el enfoque estructural-funcionalista descripto
anteriormente en el sentido de que los sistemas políticos eran vistos como compuestos por
estructuras que debían cumplir determinadas funciones. En el marco de los estudios sobre el
desarrollo político, el enfoque que predominó fue el de la teoría de la modernización. Esta
teoría partía de la premisa de que el desarrollo económico generaría una serie de cambios en
el orden social debido a procesos tales como la urbanización, la industrialización y el desarrollo
de medios de comunicación masiva que transformarían los sistemas políticos volviéndolos
necesariamente más pluralistas
LIPSET desarrolló una teoría que buscaba explicar las causas sociales del grado de estabilidad
de los sistemas políticos complejizando la relación ampliamente difundida en aquel tiempo
entre desarrollo económico y democracia. Para Lipset la estabilidad de una democracia no
dependía sólo de su eficacia (desarrollo económico), sino también de su legitimidad. Mientras
que la primera tiene un carácter instrumental en tanto se refiere al grado en que el sistema
satisface las funciones básicas de gobierno, la segunda presenta un carácter valorativo en
tanto se refiere a la capacidad del sistema para que las instituciones políticas existentes sean
consideradas como las más apropiadas para la sociedad. En base a estas dos variables, el autor
señaló que “un sistema altamente eficaz pero ilegítimo es más inestable que regímenes que
son relativamente bajos en eficacia y altos en legitimidad, pero a su vez una eficacia
prolongada durante varias generaciones puede proporcionar legitimidad a un sistema político”
La teoría de los sistemas políticos fue muy importante sobre todo para el desarrollo de la
política comparada orientada al estudio del desempeño de las instituciones políticas. Sin
embargo, las teorías culturalistas pusieron en evidencia la importancia de la cultura política
para comprender las diferencias entre los sistemas.
Estas orientaciones políticas pueden ser de tres tipos: orientaciones cognitivas (conocimientos
y creencias sobre el sistema político), orientaciones afectivas (sentimientos de apego,
compromisos y rechazos respecto al sistema político) y orientaciones valorativas (opiniones y
criterios de evaluación sobre el sistema político).
Uno de los principales aportes del estudio fue la identificación de tres tipos genéricos de
cultura política: parroquial, de súbdito y participante, y tres tipos mixtos producto de la
combinación de los anteriores
El surgimiento de los estudios sobre cultura política estuvo directamente asociado con la
preocupación por las causas que habían provocado que en países como Alemania e Italia no se
hubieran mantenido los regímenes democráticos. Lo que observaron es que, a diferencia de lo
que se había creído a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, no bastaba con transpolar
instituciones.
Para que la participación política se canalizara democráticamente era necesario contar con un
tipo específico de cultura política: la cultura cívica.
La cultura cívica es una cultura de participación sustentada en los presupuestos del liberalismo
político. Y aunque pervivan rasgos parroquiales o de súbditos (para los autores toda cultura
política es mixta), se define por ser una cultura leal de participación donde hay congruencia
entre la cultura política y las estructuras). En síntesis, los ciudadanos no sólo demandan y
tratan de influir a través del voto y otros medios en los cursos de acción de los gobiernos, sino
que respetan los procesos que regulan la toma de decisiones. No son manipulados por el
sistema político, pero tampoco violan las reglas de juego para obtener las orientaciones
políticas que desean.
Identificaron cuatro grandes clivajes sociales sobre los cuales se estructuraron los sistemas de
partidos europeos, partiendo de la base del esquema parsoniano de clasificación de las
funciones del sistema social (adaptación, integración, logro de objetivos y mantenimiento del
modelo) y de los intercambios entre las mismas.20 Estos cuatro clivajes cruciales fueron
ordenados en función de dos dimensiones que surgen del esquema de los intercambios antes
mencionado: la dimensión territorial (en un extremo se encuentran los conflictos emanados de
las luchas de la periferia contra los intentos centralizadores del estado nación y en el otro
extremo los conflictos emanados de las luchas entre las elites políticas por tener el control y
definir los objetivos del sistema) y la dimensión funcional (en un extremo se encuentran los
conflictos por la redistribución de recursos y en el otro extremo los conflictos surgidos a raíz de
concepciones morales e ideológicas).
Las cuatro grandes fracturas históricas en el desarrollo político europeo fueron: la fractura
entre centro y periferia, la fractura entre el estado y la iglesia, la fractura entre intereses
urbanos y rurales y la fractura entre trabajadores y capitalistas. Las dos primeras fracturas
surgieron durante los procesos de formación de los estados nacionales. La fractura entre
centro y periferia surgió de la oposición entre la cultura dominante de las elites políticas de los
nuevos estados nacionales y los grupos periféricos con características étnicas, lingüísticas y
religiosas propias. La fractura entre el estado y la iglesia, por su parte, alude a la oposición
entre los esfuerzos de estandarización de los estados nacionales y los privilegios tradicionales
de la iglesia. Las otras dos fracturas surgieron durante el proceso de la revolución industrial en
el siglo XIX. La primera de ellas hace referencia a la oposición entre los intereses urbanos
comerciales e industriales y los intereses agrarios terratenientes. La segunda fractura de la
revolución industrial marcó la oposición entre los trabajadores industriales y los capitalistas
propietarios de los medios de producción
Estas cuatro fracturas socio-políticas son las que, de acuerdo al análisis de Lipset y Rokkan,
determinaron el surgimiento de los partidos europeos. De la primera fractura entre centro y
periferia surgieron los partidos étnicos, lingüísticos y de protesta religiosa, de la fractura entre
estado e iglesia surgieron los partidos liberales y religiosos, de la fractura entre la ciudad y el
campo surgieron los partidos de defensa agraria y de la fractura entre trabajadores y
propietarios surgieron los partidos y movimientos obreros que luego se dividieron en
comunistas y socialistas.
Las teorías con influencia de la elección racional
Este tipo de racionalidad, que tiene su origen en el utilitarismo, sostiene que los individuos
eligen los cursos de acción que maximizan sus preferencias. El supuesto de una racionalidad
instrumental implica por lo menos la existencia de dos condiciones: que las preferencias en
base a las que se toman las decisiones son estables y que existe un nivel óptimo de
información en base a la que es posible tomar la decisión que realmente maximice la utilidad
del individuo
Su aplicación en escenarios políticos específicos, tal como es el caso de las interacciones entre
elites políticas, presenta una particular capacidad explicativa.
Downs afirmó que en la democracia los partidos son maquinarias electorales cuya única
finalidad es obtener votos y que para ello deben persuadir (directamente o a través de los
medios o formadores de opinión) acerca del valor de sus propuestas, simplificando la
complejidad del proceso político.
Tomando como supuesto que la economía y la política son parte de una misma teoría del
equilibrio general, interpretó que las democracias estables son aquellas cuyos partidos se
alinean en un continuum izquierda-derecha (para que sea más fácil identificar las opciones
políticas) y donde la curva de distribución de los votantes tiene la forma aproximada de una
curva normal. Por ello, los sistemas bipartidistas son más estables, lo cual sería el caso del
sistema de partidos en los Estados Unidos.
Aplicó el razonamiento utilitarista para explicar por qué los individuos deciden participar de
acciones colectivas. existen los incentivos selectivos (negativos o positivos) que reciben
quienes participan de la acción para obtener un bien colectivo. De esta manera, los líderes
grupales utilizan desde beneficios materiales y hasta coerciones o amenazas para fomentar la
participación política. UN INCENTIVO SELECTIVO ES EL QUE SE APLICA SELECTIVMENTE A
INDIVIDUOS SEGÚN CONTRIBUYAN O NO A PREOCURAR EL BIEN COLECTIVO
Si bien la teoría de Olson se basa al igual que la de Downs en un análisis de la utilidad esperada
por los individuos al elegir un determinado curso de acción, ambas se diferencian por el rol
que tienen las interacciones con otros individuos. Para Olson resulta fundamental la
interacción para explicar los cursos de acción elegidos por los individuos. La teoría de Olson ha
sido criticada por otros politólogos, como Alessandro Pizzorno, quien sostiene que es
reduccionista interpretar la participación en acciones políticas colectivas con relación a los
beneficios o perjuicios directos que se pueden obtener. En el caso de las democracias
europeas, Pizzorno observa la importancia de un factor desdeñado por Olson: la identidad o
identificación del individuo con el grupo al que pertenece o en cuyas actividades participa.
La política como vocación es un ensayo del economista y sociólogo alemán Max Weber. En su
discurso, Weber se apoyó de notas escritas a mano, que luego serían transcritas por un
taquígrafo. El ensayo fue publicado como una versión extendida en julio de 1919,
traduciéndose al inglés sólo después de la Segunda Guerra Mundial. La política como
vocación es considerada actualmente como una obra clásica en sociología y ciencia política.
La definición clásica de Weber del Estado como una entidad la cual tiene un monopolio sobre
el uso del poder legítimo coercitivo en un territorio determinado se puede encontrar al
principio de La política como vocación. La política, en cambio, la define como la búsqueda del
poder sobre el estado.
La definición de Weber es la siguiente: "El Estado se ha visto como un único otorgante del
'derecho' de fuerza física. Por lo tanto, la 'política' en nuestro caso debería significar la
búsqueda de una porción de poder o para influenciar la división de poder ya sea entre estados,
o entre grupos de personas que el estado comprende." Siguiendo esta definición, Weber nota
que hay tres principios justificando la legitimidad de dominación política del estado, y estos
incluyen a la autoridad tradicional, autoridad carismática, y autoridad legal.
Mucha de la parte intermedia de La política como vocación consiste en las definiciones de
Weber de carisma y sobre líderes, y el tipo de personas que son llamadas a la profesión de la
política. Esto es desarrollado por descripciones históricas extensas de cómo la política
moderna hizo emerger ejemplos históricos. El énfasis es puesto sobre Gran Bretaña, Estados
Unidos, y Alemania, aunque los ejemplos de Francia, China, Roma, la antigua Grecia son
también mencionados. En desarrollar estos ejemplos, Weber demuestra su comprensión
de investigación histórica comparativa. Para esto, Weber describe la relación entre políticos,
partidos políticos, y las burocracias que ellos crean. En esta sección, el escrito de Weber en La
política como vocación es similar a su escrito en otro de sus famosos ensayos "Burocracia".
En la sección final, de La política como vocación, Weber regresa a la descripción del político.
Su punto principal es que el político necesita balancear una "ética de convicción moral", con
una "ética de responsabilidad". La ética de convicción moral se refiere a las creencias internas
inquebrantables que un político debe sostener. La ética de responsabilidad se refiere a la
necesidad diaria de usar los medios de la violencia de estado en una manera en la cual
preserve la paz para un bien mayor. Como Weber ha escrito, un político debe hacer
compromisos entre las dos éticas.
Llevando a cabo esto, Weber puntualiza que "La política está hecha con la cabeza, no con otras
partes del cuerpo, ni con el alma". El político más efectivo es aquel que puede excitar las
emociones de la gente que lo sigue, mientras gobierna estrictamente con una razón dura y fría
en la cabeza. Pero esta es una tarea normal que los humanos no pueden hacer, porque son
vanos.
Weber escribe que la vanidad crea problemas únicos para los políticos porque ellos de hecho
controlan las herramientas de violencia legítima. La vanidad común, según Weber, significa
que los políticos están tentados a tomar decisiones basados en ataduras emocionales con sus
seguidores y aduladores, y no en el razonamiento racional necesitado para gobernar justa y
efectivamente. Weber encuentra que esta es una característica común entre políticos. Como
un resultado de ellos, Weber afirma que el peligro de la política está enraizado en la relación
de un político a los medios de violencia que son intrínsecos para el estado, y los cuales serán
malversados por cualquier político vano. Esta es la razón de por qué Weber enfatiza que la
práctica de la política es muy difícil, y no una tarea para cualquiera que busca la salvación, para
su alma eterna a través de la práctica de la paz y la hermandad. En desarrollar estos puntos,
En las oraciones concluyentes del ensayo, Weber comenta sobre la Revolución Alemana de
1919 que justo estaba en camino cuando el escribía el ensayo. El autor tristemente predijo que
la excitación emocional del momento en 1919 sólo traerá "noches polares con una oscuridad y
dureza heladas, sin importar qué grupo tenga éxito en tomar el poder en el presente."
Después de esto, Weber culmina en una nota algo optimista, cuando escribe que "¡Sólo la
persona que está segura de no desesperar cuando el mundo, desde su punto de vista, es de
mente simple y debilitado para aceptar lo que sea que se tenga que ofrecer, y sólo la persona
que sea capaz de decir '¡A pesar de Todo!' tiene el llamado para la profesión de la política!"
La política consiste en una dura y prolongada penetración a través de tenaces resistencias para
la que se requiere al mismo tiempo pasión y mensura.
PODER Y DOMINACION
El eje de estudio de esta parcela del pensamiento político está dado por el poder como centro
de dominación en torno al cual tienen lugar las luchas políticas, esto no importa un
reduccionismo según el cual todo es voluntad de poder, concibiendo a la naturaleza humana
como uniforme y sin progreso, sino el apartar un fragmento de la onticidad política para su
examen.
El poder como una subespecie de las acciones sociales, importa en sí, como toda acción, la
factibilidad de interactuaciones: 1) racional con arreglo a fines: determinada por expectativas
en el comportamiento tanto de objetos del mundo exterior como de otros hombres, y
utilizando esas expectativas como condiciones o medios para el logro de fines propios
racionalmente sopesados y perseguidos; 2) racional con arreglo a valores: determinada por la
creencia consciente en el valor —ético, estético, religioso o de cualesquiera otra forma como
se le interprete— propio y absoluto de una determinada conducta, sin relación alguna con el
resultado, o sea puramente en méritos de ese valor; 3) afectiva: especialmente emotiva,
determinada por afectos y estados sentimentales actuales; y 4) tradicional: determinada por
una costumbre arraigada.
La acción estrictamente tradicional está en el límite de lo que puede llamarse una acción con
sentido, no siendo más que una oscura reacción a estímulos habituales en dirección de una
actitud arraigada. El conjunto de acciones cotidianas, habituales se aproxima a este tipo.
La acción afectiva y la racional con arreglo a valores se distinguen entre sí por la elaboración
consciente en la segunda de los propósitos últimos de la acción y por el planeamiento,
consecuente con su tenor, de la misma. Tienen de común el que el sentido de la acción no se
pone en el resultado, sino en la acción misma.
Por último, actúa racionalmente con arreglo a fines, quien oriente su acción por el fin, medios
y consecuencias implicadas en ella y para lo cual sopese racionalmente los medios con los
fines, los fines con las consecuencias y los diferentes fines posibles entre sí, quien, pues, no
actúe ni emotivamente ni con arreglo a la tradición. Debe tenerse presente que muy raras
veces la acción, especialmente la social, está exclusivamente orientada por uno solo de esos
tipos.
El que el grupo visualice al esfuerzo colectivo como fuerza en pro de una meta común bajo
alguien que coordina, aproxima a la idea de legitimidad. Por esta vena hay dos formas de ver el
orden político, al poder:
(a) Como coacción, que reside en la posibilidad de sanción.
(b) En la legitimidad
Se ha sostenido que el poder legítimo para serlo precisa de algo más que del acatamiento
social, una vuelta más al poder otorgado por consenso. Se precisaría que el poder proviniera
de un acto legítimamente válido, de acuerdo con: a) los principios constitucionales que exigen
respeto por la, b) normativa electoral preexistente como el, c) derecho de las minorías, d) en
fin de todo el sistema que sirve de infraestructura a los detentadores del poder republicano.
Pero a esta ideación debe oponérsele que: a) el sistema republicano no es la única forma de
gobierno existente, y b) el consentimiento de los grupos humanos no precisa de los sostenes
legales (constitución nacional) para acatar el influjo de la autoridad.
Carece de sentido el tipo de autoridad que exista, ya que lo que cuenta es el respeto y la
obediencia. Esta última, en tanto se preste a la autoridad, aunque exista una minoría
disconforme. En esto radica la legitimidad del orden político.
El orden político para ser tal, precisa de una interacción correcta entre autoridad y poder (la
potestas y la auctoritas que Hobbes reclamaba unidas en el soberano), si la primera careciera
de la última estaría supeditada a procesos revolucionarios de coyuntura.
Lo relevante es que el grupo humano, con respecto a la autoridad, interioriza de algún modo
los motivos y razones de su acatamiento, los “hace suyos”.
Max Weber distinguía tres tipos puros de dominación o autoridad, que son tres formas
distintas en que un orden político tiene autoridad sobre la población y recibe legitimidad de
ella. Son: a) la racional legal, b) la tradicional y c) la carismática.
Ahora bien, en lo que hace a la relación con la legalidad, debe señalarse que son temas
diversos, pues, no toda la autoridad está contenida en la ley, y no necesariamente toda ley o
sistema jurídico es legítimo. En otras palabras existen casos de legitimidad sin legalidad y
viceversa.
Recién cuando las normas legales dictadas por el Estado, son obedecidas por la población, un
régimen obtiene acatamiento, significa que ha alcanzado legitimación
Esta tesis entiende que la legitimidad es la única fuente de la legalidad. Caso contrario la
legitimidad de un régimen no podría asegurar resultados justos. El sistema democrático es una
herramienta, el mejor procedimiento conocido para alcanzar los valores de justicia que ésta
sociedad promueve. Para nuestra concepción, si bien esto puede ser cierto, los conceptos de
legalidad y legitimidad van separados, pues conceptualizan nociones diversas e
inconmensurables.
Weber utiliza para distintos objetivos: los tipos de acción social (racional con arreglo a fines o
valores, tradicional y afectiva o emotiva), los tipos de legitimidad del poder (legal, tradicional y
carismática, cada uno relacionado con los tipos de acción social mencionados) y los tipos de
administración de esos poderes (a través de burocracias, de servidores personales o de
“nominados por el señor”, según sea el tipo puro de poder que se administra). Sin perjuicio de
ello, la tipología de administraciones comprende a la “burocracia”, que es, según el autor, el
modo más moderno y perfeccionado de administrar el poder en las sociedades modernas.
No toda dominación se sirve del medio económico. Y todavía menos tiene toda dominación
fines económicos. Pero toda dominación sobre una pluralidad de hombres requiere de un
modo normal (no absolutamente siempre) un cuadro administrativo; es decir, la probabilidad,
en la que se puede confiar, de que se dará una actividad, dirigida a la ejecución de sus
ordenaciones generales y mandatos concretos, por parte de un grupo de hombres cuya
obediencia se espera.
En lo cotidiano domina la costumbre y con ella intereses materiales, utilitarios, tanto en esta
como en cualquiera otra relación. Pero la costumbre y la situación de intereses, no menos que
los motivos puramente afectivos y de valor (racionales con arreglo a valores), no pueden
representar los fundamentos en que la dominación confía. Normalmente se les añade otro
factor: la creencia en la legitimidad.
La dominación legal descansa en la validez de las siguientes ideas, entrelazadas entre sí:
1. Que todo derecho, ‘pactado’ u ‘otorgado’, puede ser estatuido de modo racional —racional
con arreglo a fines o racional con arreglo a valores (o ambas cosas)—, con la pretensión de ser
respetado, por lo menos, por los miembros de la asociación; y también regularmente por
aquellas personas que dentro del ámbito de poder de la asociación (en las territoriales: dentro
de su dominio territorial) realicen acciones sociales o entren en relaciones sociales declaradas
importantes por la asociación.
2. Que todo derecho según su esencia es un cosmos de reglas abstractas, por lo general
estatuidas intencionalmente; que la judicatura implica la aplicación de esas reglas al caso
concreto; y que la administración supone el cuidado racional de los intereses previstos por las
ordenaciones de la asociación, dentro de los límites de las normas jurídicas Y según principios
señalables que le tienen la aprobación o por lo menos carecen de la desaprobación de las
ordenaciones de la asociación.
3. Que el soberano legal típico, la ‘persona puesta a la cabeza’, en tanto que ordena y manda,
obedece por su parte al orden impersonal por el que orienta sus disposiciones. Lo cual vale
para el soberano legal que no es ‘funcionario’, por ejemplo: el presidente electivo de un
estado.
4. Que tal como se expresa habitualmente el que obedece solo lo hace en cuanto miembro de
la asociación y sólo obedece ‘al derecho’. Como miembro de la unión, del municipio, de la
iglesia; en el estado: ciudadano.
5. En relación con el tópico número 3 domina la idea de que los miembros de la asociación, en
tanto que obedecen al soberano, no lo hacen por atención a su persona, sino que obedecen a
aquel orden impersonal; y que solo están obligados a la obediencia dentro de la competencia
limitada, racional y objetiva, a él otorgada por dicho orden29.
Las ‘reglas’ según las cuales hay que proceder. Pueden ser: a) técnicas o b) normas. Su
aplicación exige en ambos casos, para que se logre la racionalidad, una formación profesional.
En el caso más racional no existe apropiación de los cargos por quien los ejerce. Donde se da
un ‘derecho al cargo’ (como, por ejemplo, entre los jueces y actualmente en partes crecientes
de la burocracia. y el proletariado) no sirve generalmente a un fin de apropiación por parte del
funcionario, sino de aseguramiento del carácter puramente objetivo (independiente), sólo
sujeto a normas, de su trabajo en el cargo.
Rige el principio administrativo de atenerse al expediente, aun allí donde las declaraciones
orales sean de hecho la regla o estén hasta prescritas; por lo menos se fijan por escrito los
considerandos, propuestas y decisiones, así como las disposiciones y ordenanzas de toda clase.
El expediente y la actividad cEl tipo de la administración legal y racional es susceptibEl tipo de
la administración legal y racional es susceptible de aplicación universal, y es lo importante en la
vida cotidiana. Pues para la vida cotidiana dominación es primariamente ‘administración’. El
tipo más puro de dominación legal es aquel que se ejerce por medio de un cuadro
administrativo burocrático. Sólo el dirigente de la asociación posee su posición de imperio,
bien por apropiación, bien por elección o por designación de su predecesor. Pero sus
facultades de mando son también ‘competencias’ legales. La totalidad del cuadro
administrativo se compone, en el tipo más puro, de funcionarios individuales (‘monocracia’ en
oposición a ‘colegialidad’ de la que se hablará luego), los cuales son32: 1) personalmente
libres, se deben sólo a los deberes objetivos de su cargo, 2) en jerarquía administrativa
rigurosa, 3) con competencias rigurosamente fijadas, 4) en virtud de un contrato, o sea (en
principio) sobre la base de libre; selección según El tipo de la administración legal y racional es
susceptible de aplicación universal, y es lo importante en la vida cotidiana. Pues para la vida
cotidiana dominación es primariamente ‘administración’. El tipo más puro de dominación legal
es aquel que se ejerce por medio de un cuadro administrativo burocrático. Sólo el dirigente de
la asociación posee su posición de imperio, bien por apropiación, bien por elección o por
designación de su predecesor. Pero sus facultades de mando son también ‘competencias’
legales. La totalidad del cuadro administrativo se compone, en el tipo más puro, de
funcionarios individuales (‘monocracia’ en oposición a ‘colegialidad’ de la que se hablará
luego), los cuales son32: 1) personalmente libres, se deben sólo a los deberes objetivos de su
cargo, 2) en jerarquía administrativa rigurosa, 3) con competencias rigurosamente fijadas, 4)
en virtud de un contrato, o sea (en principio) sobre la base de libre; selección según le de
aplicación universal, y es lo importante en la vida cotidiana. Pues para la vida cotidiana
dominación es primariamente ‘administración’. El tipo más puro de dominación legal es aquel
que se ejerce por medio de un cuadro administrativo burocrático. Sólo el dirigente de la
asociación posee su posición de imperio, bien por apropiación, bien por elección o por
designación de su predecesor. Pero sus facultades de mando son también ‘competencias’
legales.
El tipo más puro de dominación legal es aquel que se ejerce por medio de un cuadro
administrativo burocrático. Sólo el dirigente de la asociación posee su posición de imperio,
bien por apropiación, bien por elección o por designación de su predecesor. Pero sus
facultades de mando son también ‘competencias’ legales. La totalidad del cuadro
administrativo se compone, en el tipo más puro, de funcionarios individuales (‘monocracia’ en
oposición a ‘colegialidad’ de la que se hablará luego), los cuales son:
5) calificación profesional que fundamenta su nombramiento —en el caso más racional: por
medio de ciertas pruebas o del diploma que certifica su calificación-
6) son retribuidos en dinero con sueldos fijos, con derecho a pensión las más de las veces; son
revocables siempre a instancia del propio funcionario y en ciertas circunstancias
(particularmente en los establecimientos privados) pueden también ser revocados por parte
del que manda; su retribución está graduada primeramente en relación con el rango
jerárquico, luego según la responsabilidad del cargo y, en general, según el principio del
‘decoro estamental’ .
8) tienen ante si una ‘carrera’, o ‘perspectiva’ de ascensos y avances por años de ejercicio34, o
por servicios o por ambas cosas, según juicio de sus superiores,
9) trabajan con completa separación de los medios administrativos y sin apropiación del cargo,
10) y están sometidos a una rigurosa disciplina y vigilancia administrativa. Este orden puede,
en principio, aplicarse igualmente a establecimientos económicos, caritativos o cualesquiera
otros de carácter privado que persigan fines materiales o ideales, y a asociaciones políticas o
religiosas, lo que puede mostrarse históricamente (en aproximación mayor o menor al tipo
puro).
LA DENOMINACION TRADICIONAL
Los mandatos del soberano tradicional son legítimos por doble vía:
Dentro de la acción libre se encuentra el llamado favor, donde el imperante otorga su gracia
por inclinaciones o antipatías personales.
Los principios por los que se guía el soberano son justicia y equidad. Se trata de un contenido
ético material.
La dominación se orienta con la costumbre, de esta manera se evita la resistencia por parte de
los súbditos. La resistencia, como tal, surge contra la persona del señor o sus servidores que
desatendió los límites impuestos por la tradición, no contra el sistema.
El líder viene a ser un enviado de Dios o de la Providencia. Y los dominados serán adeptos.
Sobre la validez del carisma decide el reconocimiento: este es el reconocimiento al héroe, el
reconocimiento que se mantiene por la corroboración de las supuestas calidades carismáticas
del jefe.
Los tipos originarios de la dominación tradicional están constituidos por los casos en que no
existía cuadro administrativo personal del imperante:
1. Gerontocracia: donde la autoridad en la asociación se ejerce por los más viejos del sistema,
ya que son quienes mejor conocen las sagradas tradiciones.
Para Weber, el carisma es la gran fuerza revolucionaria en las épocas vinculadas a la tradición.
Dominación
Toda dominación aspira a fomentar la creencia en su legitimidad (aceptación por los destinatarios)
Legitimidad
La legitimidad difiere por el fundamento de la obediencia tanto como por el cuadro administrativo
encargado de garantizarla
Toda legitimidad es una probabilidad y no depende en su caracterización de intereses materiales,
fingimientos, debilidades individuales o desvalimientos
Aunque el dominio sea absoluto la clase de relación entre soberano y cuadro administrativo es
distinta según sea la clase de fundamento de autoridad que exista
2. El interés más fuerte y el material todavía más intenso del cuadro administrativo en
continuar la existencia de la relación y esto, de tal modo, que quede cimentada en su propia
posición ideal y material sobre una base cotidiana y duradera.
Con la rutinización del carisma, se impone la eliminación del carácter peculiar del carisma. Esta
mecánica lleva la adaptación a lo cotidiano, la asociación de dominación carismática
desemboca en las formas de dominación cotidiana: patrimonial —en particular, estamental—,
o burocrática.
Este ensayo, explica el autor, es el último y desesperado intento para salvar el sistema
presidencialista de la Constitución de Weimar. A raíz de la situación, la legalidad de un partido
podrá negarse tan solo en el caso en que se limite la facultad de reformar la constitución.
La legalidad, no era en su origen otra cosa que un producto del racionalismo occidental y una
forma de legitimidad, mas no su absoluto contraste.
La legalidad es una de las tres formas típicas de la legitimidad en el sentido de Max Weber:
presupone una normalización racional. Cuando el Estado Legislativo se transforma en Estado
administrativo, predomina las disposiciones o medidas.
Schmitt distingue entre leyes jurídicas y leyes disposiciones normativas. Esta distinción señala
la evolución progresiva hacia el Estado administrativo.
En relación con los postulados de legalidad e igualdad de chances se han desarrollado tres
teorías de las primas:
a) presunción de legalidad,
b) cumplimiento y obediencia propias
Existen otras primas que han hallado en autores extranjeros aceptación en general, son las
llamadas primas electorales. Son algo ilusorias o artificiales, ya que tienen como objetivo una
mayoría legal, en tanto que las primas normales apuntan a la posesión legal del poder y
presuponen dicha posesión. Aparte de las primas normales y las electorales, existen otras de
carácter extraordinario que introducen la distinción en el seno de la constitución: constituyen
un sistema de normas de procedimiento y organización, y contienen principios de derecho
material.
Un breve resumen:
8. Se distingue entre legitimidad histórica de una dinastía restaurada y la legalidad del Código
Napoleónico.
9. Los liberales querían una monarquía constitucional como una forma de gobierno legal; los
realistas la querían como una forma de gobierno legítima.
12. Hitler se sirvió de la legalidad y la entendió como una fatalidad, de esta forma la utilizó
para su entronización como Canciller amenazando a Hindenburg con procesos ante los
Tribunales de Garantías Constitucionales, cuando precisamente Hindenburg no los entendía.
13. Para la época del texto schmittiano, entiendo el autor, que ya no se utilizaba el término
legal, se prefería legítimo, esto en el marco de las teorías de Weber en cuanto la primera era la
manifestación de la segunda en la democracia de masas de racionalidad axiológica.
14. Gehlen entendía que la legitimidad fue superada en la sociedad industrial de masas. Para él
la elevación en el nivel de vida es un derecho. Sería legítimo un Estado que dejara esferas de
libertad y satisficiera los deseos generales contra una apariencia rígida del Estado. Era
necesario unir seguridad y justicia.
15. Señalaba que Max Weber era pesimista y consideraba fatal e inevitable la transición a la
mera racionalidad teleológica, era un postulado desesperado de la separación entre valor
(¿legitimidad?) y fin (¿legalidad?).
En Europa, explicaba, se ha entendido como Estado de Derecho desde el siglo XIX, al Estado
Legislativo; concretamente al Estado Legislativo Parlamentario. El Parlamento ocupa el lugar
de Legislador en este Estado, ya que es el que crea las normas. Este Estado legislativo está
dominado por normas: personales (generales), predeterminadas (duraderas), de contenido
mensurable y de contenido determinable (la ley está separa de su aplicación al caso concreto)
Ya no hay poder soberano, el poder se ejerce en base a la ley. El poder soberano es ejercido
por un poder distinto al que crea las leyes (i.e. legislativo), el cual tan sólo elabora las normas.
En síntesis, la organización del Estado Legislativo importa la separación precisa entre: la ley
(poder legislativo) y su aplicación (poder ejecutivo). Este es el principio fundamental sobre el
que se levanta el Estado Legislativo. El principio último y fundamental del concepto de
legalidad estatal radica en que ya no se domina ni se manda, porque las normas vigentes sólo
se hacen valer de una manera impersonal. Este Estado se justifica por la legalidad.
La ley no precisa ser una regulación duradera y general, sino funcionalista y formalista. Carente
de valor, en tanto se continua exigiendo que el Derecho Administrativo tenga un carácter
general. Al eliminarse el dualismo entre Estado y sociedad, se identificó con lógica
democrática, la voluntad del Estado y de lo popular. Se calificó de ley toda manifestación de la
voluntad. El Estado Legislativo conoce un único Legislador que goza de la creación del Derecho
material: la constitución escrita de este Estado parlamentario se funda en regulaciones
orgánicas neutrales.
Habrá de reservarse la voz legalidad para un régimen cuyas normas fueron dictadas siguiendo
un procedimiento establecido por el Estado. Todo ordenamiento jurídico estructura su
legalidad, la aceptación o no de la misma es cuestión diversa, a la luz de aquel solo cabe
predicar su validez o invalidez. La legitimidad, en cambio, ha de reservarse para una obediencia
respecto del poder, que emane natural y espontáneamente. Debe analizarse el motivo del
acatamiento, la convicción de los que obedecen de que deben hacerlo (o cuanto menos que
así lo creen). No puede reservarse aquel término para un conjunto de valores que hagan
justificable una dominación. Caso contrario se caería en el reduccionismo de quienes solo
consideran legítimo al sistema democrático, en definitiva, quienes así discurren no logran
justificar ni explicar el por qué del acatamiento a monarquías, teocracias e infinidad de
sistemas políticos aun vigentes. Pero además, quienes sostienen la tesis de mentas terminan
teniendo que elaborar una teoría de la justicia que otorgue real satisfacción a las necesidades
de la sociedad; y lo cierto es que la legitimidad no tiene porque asegurar resultados justos, no
está en su lógica alcanzar valor de justicia alguno, sino brindar las explicaciones del por qué de
la obediencia.
TEXTO VALLE
CAPITULO NUMERO 5 “ LA POLITICA ANTES DEL ESTADO”
• Cada individuo tiene un campo de actuación definido por los privilegios reales. Se trata de
concesiones que el monarca absoluto otorga a particulares, a gremios, a ciudades, etc. Es
cierto que los individuos y los colectivos pueden invocar privilegios y concesiones históricas
ante la autoridad del rey. Pero no dejan de ser fueros o exenciones singulares cuya fuerza se
ampara justamente en una concesión real y no en otro título o razón.
• Por su parte, el derecho es expresión de la voluntad del rey como soberano: «Lo que place al
rey, tiene fuerza de ley.» Se señala así la desvinculación del imperativo le gal de otras fuentes.
El monopolio jurídico que el estado reclama frente a otras instancias es ejercido directamente
por el monarca.
• En esta misma dinámica, todas las funciones políticas son asumidas también por la
monarquía. La concentración de poder en el soberano puede ser compatible con la delegación
o cesión de estas funciones en otras autoridades. Pero estas autoridades ejercen su
competencia como meros vicarios o representan tes del monarca.
• El estado absoluto se ocupa de la economía y, especialmente, del tráfico mercantil. Otorga
monopolios, patentes y privilegios para producir determinados bienes y comerciar con ellos:
son concesiones que benefician a gremios, compañías o individuos. A la vez, el soberano regula
precios y retribuciones en algunos sectores de la actividad productiva. Lo que se conoce como
«mercantilismo» en la historia de las ideas económicas re fleja la convicción de que el
soberano político debe asegurar la riqueza colectiva y, con este fin, debe intervenir en las
relaciones económicas in ternas y externas que los particulares establecen.
• No corresponde al estado velar por el bienestar material de la población. Es función de la
Iglesia y de sus organizaciones ejercer la beneficencia en pro de los más desfavorecidos.
También el rey puede atender a las necesidades de sus súbditos, pero como muestra de su
caridad y generosidad personal, no como obligación política que se desprenda de su posición.
• El fundamento ideológico del Estado absoluto se encuentra en los autores que perciben las
transformaciones de los sistemas feudales y estamentales, contribuyendo a la elaboración de
una primera teoría del estado: Maquiavelo, Bodino, Hobbes.
• A esta defensa deben dedicarse las leyes. La producción de estas leyes sigue siendo
monopolio estatal. La racionalidad ha de presidir la deliberación ciudadana y ha de permitir
también que todo el aparato legal pueda ordenarse de forma sistemática, por escrito y con
publicidad: en la constitución y en los códigos.
• El derecho, por tanto, también obliga y compromete al poder estatal, que no es ilimitado ni
absoluto ni se sitúa por encima o al margen del derecho. El estado es ahora «estado de
derecho»: hace el derecho, pero también se somete al derecho. De esta manera, la
constitución y las demás leyes son autolimitaciones que se imponen, tanto los ciudadanos
como las autoridades que los representan.
• Garantía de esta limitación es la llamada separación de funciones estatales o división de
poderes. Las principales funciones estatales ya no se con centran en manos del monarca, sino
que se atribuyen a diferentes titula res, con el fin de que se compensen y equilibren.
En su primera etapa, el estado liberal define una división de poderes entre el rey y un
parlamento elegido: de ambas instituciones dependen los demás órganos del estado. El
parlamento se constituye en representante de los intereses sociales.
• ¿Qué papel juega el estado liberal en su contexto económico y social? En el contexto del
capitalismo competitivo en que se sitúa se rechaza como interferencia molesta el activismo
estatal y se confina únicamente en la competencia libre y espontánea del mercado para
aumentar la riqueza disponible y distribuirla de la mejor manera posible. Por tanto, el único
papel reservado al estado liberal es el de actuar como un guardián o gen darme que hace la
ronda de vigilancia por la plaza pública: el «estado- gendarme» sólo debe intervenir cuando ve
amenazado el funcionamiento del mercado o cuando alguien incumple el contrato pactado.
• Esta visión ignora las desigualdades de hecho con que se accede al intercambio mercantil y
las consecuencias desfavorables de este intercambio para una parte de la población. Sólo se
admiten acciones paliativas de los efectos más negativos del sistema económico; pobreza,
enfermedad. Es tas acciones paliativas corresponden a la caridad privada o a establecimientos
de beneficencia religiosa, que en algunos países fueron nacionalizados por el estado.
•¿Sobre qué referencias ideológicas se construye el estado liberal? Su inspiración se encuentra
en autores como Locke —tolerancia, derechos naturales, gobierno representativo—,
Montesquieu —división de poderes—, Rousseau —ley como expresión de la voluntad general
— o Kant —el derecho como garantía de la libertad y el estado como garantía del derecho.
Un examen del mapa mundial nos muestra la existencia de situaciones diversas, cada una de
ellas generada por una dinámica histórica particular.
• En muy pocas ocasiones se da una correspondencia exacta entre una entidad estatal única y
una sola identidad nacional, asumida por toda la población. Hay que reconocer que son
excepcionales los estados que pueden exhibir esta correspondencia: Portugal, Islandia,
Uruguay, Suecia o el Japón se contarían entre ellos.
• En la mayoría de los casos, la población de un mismo estado expresa adhesión a identidades
colectivas diferentes. Ello ha permitido hablar de esta dos plurinacionales, que contienen una
diversidad de comunidades diferenciadas por rasgos culturales, étnicos o religiosos distintos
• Finalmente, puede darse la situación de identidades nacionales que son asumidas por toda
la población de más de un estado.
El ajuste entre organizaciones estatales e identidades nacionales es fuente de conflictos
políticos. El conflicto puede desencadenarse cuando se extrema el proceso de
homogeneización de la identidad nacional, ignorando la diversidad existente. Pero también se
genera conflicto cuan do el sentimiento de pertenencia a una comunidad nacional se
transforma en proyecto político propio, al margen del estado que la contiene.
Los factores que los han propiciado podrían sintetizarse del modo siguiente:
• La descolonización de las antiguas posesiones europeas en África, Asia y Oceanía, después de
la Segunda Guerra Mundial. Este proceso de descolonización dio lugar a la creación de
entidades políticas que no se sustentaban sobre una sola identidad nacional compartida, con
dificultades para integrar a su población en un mismo proyecto político.
• La desintegración de la URSS, a partir de 1989. Esta generó o reabrió procesos de ajuste
entre los estados y sus poblaciones en Europa central y oriental, en el seno de la propia Rusia y
en sus territorios de Asia central.
• La llamada globalización económica, cultural y estratégica, que en realidad vehicula un
modelo único. Esta globalización ha suscitado sentimientos de afirmación de la diferencia y del
sentimiento de identidad, ante la amenaza de desaparición de algunos de los rasgos propios de
cada grupo. Al mismo tiempo y paradójicamente, los nuevos instrumentos de comunicación y
de relación permiten a estas comunidades asumir con más eficacia algunas capacidades
políticas que la centralización estatal había acaparado. Esta dinámica se manifiesta en viejos
estados europeos, sometidos ahora a procesos de descentralización itnerna
• Las migraciones de masas, facilitadas por los actuales medios de trans porte y estimuladas
por la internacionalización de la economía. La relativa cohesión de las poblaciones de algunos
estados se ve ahora modificada por la presencia de poblaciones inmigradas con idiomas,
hábitos y religiones diferentes. Se trata de poblaciones diferencia das, con voluntad de
permanencia en su lugar de arribada y no de retorno a su país de origen. Su encaje social y
político plantea nuevos desafiaos a la adecuación entre entidades estatales e identidades
colectivas, expresados en las polémicas sobre ciudadanía y multiculturalismo.
Un espacio delimitado
En contraste con estas formas políticas anteriores, el estado se ha caracterizado por delimitar
claramente el espacio de su actuación: marca un ámbito físico mediante el trazado de
fronteras. Es en este ámbito en el que el estado se sitúa y pretende actuar con pretensiones de
exclusividad. La expansión de la forma estatal ha lleva do a que todo el planeta esté hoy
dividido en territorios estatales. No hay territorio que no esté controlado por un estado, con
una sola excepción.
• Este dominio estatal afecta tanto a la superficie como al subsuelo. Comprende también las
aguas interiores. Sólo escapan a este control las llamadas aguas internacionales y el espacio
estratosférico, que queda abierto a todos los estados para usos no militares.
• La delimitación del espacio estatal ha sido un asunto conflictivo. Se han justificado a menudo
las fronteras en función de los llamados «accidentes naturales o en base a medidas geográficas
Pero esta justificación de los límites estatales oculta razones políticas. Lo revela el hecho de
que un río puede constituir en algún caso una frontera y en otros un vínculo de unión entre
todos los pueblos de su cuenca.
• La importancia del factor espacio ha sido decisiva en la consolidación del sistema de estados.
En las monarquías preestatales de carácter patrimonial, el territorio quedaba sujeto a la libre
disposición de los monarcas: lo dividían en sus testamentos, lo intercambiaban en sus pactos o
lo concedían en dote en el matrimonio de sus hijos. En cambio, el estado hace del territorio un
elemento constitutivo e inalienable: no es, en principio, susceptible de per muta, venta o
cesión como si se tratara de un patrimonio privado. Desde el estado, se entiende que la
seguridad militar y la capacidad económica de la comunidad depende de un control efectivo
sobre un territorio delimitado.
• Las guerras entre estados han sido el agente principal de las modificaciones territoriales: los
perdedores se ven obligados a aceptar una modificación de sus fronteras en beneficios de los
vencedores.
Por su parte, lo que distingue a los estados compuestos es que el poder político se reparte
originariamente entre instituciones que controlan ámbitos territoriales diferentes. Hay, pues,
un acuerdo político de partida para compartir poder —y no sólo delegarlo— entre niveles de
gobierno, sin que un centro político único pueda imponerse a los demás actores institucionales
en todos los campos de intervención. En lugar del principio de jerarquía vertical propio de los
estados unitarios, predomina en este modelo el principio de coordinación horizontal entre
instituciones. A este modelo se ajustan las federaciones o estados federales.
Las federaciones o estados federales constituyen el caso más frecuente de estado compuesto,
agrupando entidades políticas que reciben nombres diferentes. Pero hay que advertir, ante
todo, que bajo el rótulo de federación o estado federal se incluyen configuraciones muy
dispares y prácticas muy diferentes. No existe un único modelo federal. Sin embargo, si
tomamos como referencia el federalismo de Esta dos Unidos o de Suiza, las principales
características de un estado federal serían las siguientes:
— Una distribución constitucional de competencias que especifica de modo estricto las que
corresponden a la federación y deja para los estados o cantones federados todas las demás.
En principio, se trata de señalar que las competencias de la federación son excepciones
contadas y bien establecidas: todo lo que no se confía a la federación se presupone
competencia de las entidades federadas que no han renunciado a ella.
— En esta distribución de competencias ocupa un papel relevante el re parto de la capacidad
tributaria, señalando cómo se distribuye entre la federación y los estados el derecho a
imponer tributos y el rendimiento de los mismos.
— La existencia de instituciones federales en cuya composición y actividad intervienen de
alguna manera los estados o entidades federadas.
— La existencia de una constitución propia en cada uno de los estados o entidades federadas,
en la que se precisan las instituciones de gobierno de cada una de ellas.
— El establecimiento de un tribunal central o federal con atribuciones para decidir sobre los
conflictos que enfrenten a la federación con los estados o a los estados entre sí.
¿Cuál es el origen de las federaciones y cómo han evolucionado? Tres factores principales
pueden influir en la construcción de un estado federal. En primer lugar, la voluntad de integrar
en una unidad política única a entidades previamente existentes, poniendo en común recursos
y competencias que aseguren mejor su viabilidad frente a desafíos exteriores. En otros casos,
la construcción del estado federal trata de organizar en una sola unidad estatal a un conjunto
de territorios diversos unidos por la dependencia colonial de una misma metrópoli.
Finalmente, la federación puede nacer de la voluntad política de dispersar un poder
excesivamente concentrado y dar respuesta a la diversidad territorial, cultural o religiosa de un
estado unitario.
Por lo que hace a su evolución, en los estados federales más consolida dos la dinámica política
ha conducido a intensificar la cooperación entre la federación y las entidades federadas, con el
fin de hacer frente a problemas colectivos que ya no son solubles con la sola intervención de
un único nivel territorial: grandes infraestructuras, asistencia sanitaria pública o conservación
medioambiental exigen la aportación de recursos de todo tipo y la coordinación de políticas,
tanto en su fase de elaboración como en la de aplicación. Esta evolución de los estados
federales se ha producido en paralelo a la que han seguido algunos estados unitarios
tradicionales.
Junto al modelo federal se dan otras variantes del estado compuesto. Se sitúan a medio
camino entre la federación y el estado unitario descentralizado. Sobre la base de acuerdos
políticos que implican a las poblaciones afectadas se confieren poderes y recursos a las
instituciones de determinados territorios subestatales: las diecisiete comunidades autónomas
en España o Escocia, Gales e Irlanda del Norte en Gran Bretaña. Al mismo tiempo se les
confiere la capacidad de imponer o modificar tributos en sus respectivos territorios. Pero, a
diferencia de los estados federales en los que las competencias atribuidas a las entidades
subestatales son la regla y las competencias de la federación son la excepción, en este modelo
se intentan delimitar las competencias asignadas a las entidades subestatales, las
competencias reservadas al estado e incluso en algún caso una relación de competencias
compartidas.
Las confederaciones
Hay también dispersión de poder político en las confederaciones. Pero no pueden ser
consideradas un tipo de estado. Las confederaciones constituyen agrupaciones de estados
previamente existentes que deciden actuar de manera mancomunada en materias políticas
determinadas. Cualquier decisión confederal debe contar siempre con la conformidad
unánime de todos los estados miembros. Esta unanimidad equivale a un reconocimiento del
derecho de veto para cada uno de ellos, porque la decisión no progresa si no se da dicha
unanimidad. El órgano máximo de gobierno de la confederación reúne a representantes de
cada estado, que actúan como embajadores de sus respectivos gobiernos
Tal vez la entidad política más próxima al modelo confederal sea actual mente la Unión
Europea. Los estados que la integran han cedido a la Unión la definición de políticas
importantes en materia de moneda, comercio interior y exterior, agricultura, cooperación
judicial y policial, inmigración y seguridad fronteriza, etc. Los acuerdos del Parlamento Euro
peo, del Consejo de Ministros y de la Comisión obligan a los estados miembros y su tribunal de
justicia dicta sentencias que deben ser acata das por ellos.
• La adopción de uno u otro de los modelos y su evolución suele justificar se en base a dos
tipos de argumentos: funcionales y simbólicos. Por un lado, se esgrimen razones de carácter
funcional, aduciendo las ventajas prácticas que una comunidad política obtiene según se
estructure de acuerdo con un modelo unitario más o menos centralizado o según se ajuste a la
pauta de un estado compuesto, federal o autonómico. El beneficio de la centralización puede
ser el tratamiento igual y equitativo entre todos los miembros de una misma comunidad o una
cierta reducción de costos en la gestión de determinados servicios o prestaciones. La ventaja
de la dispersión es la aproximación de las decisiones a sus destinatarios, adaptándolas de
manera más fiel a sus demandas y necesidades y evitan do desajustes provocados por el
desconocimiento y la distancia.
• Pero se invocan también a menudo razones de carácter simbólico o cultural. En esta línea se
afirma que la identidad colectiva de un grupo humano es uno de los factores que mayor
solidez aportan cuando se trata de dar estabilidad a la comunidad política. Por consiguiente, la
organización territorial del poder ha de tener en cuenta este sustrato cultural: de él puede
extraerse una mayor adhesión emocional de la comunidad a las decisiones que emanan de
aquel mismo poder
• Corresponde a los debates constitucionales definir la distribución territorial del poder en un
determinado estado. En estos debates, cada uno de los diferentes actores propone el modelo
de distribución que le permite ejercer mayor influencia. Para conseguirla utilizará los
argumentos y recursos de que dispone: capacidad económica, organización política, capital
simbólico o emocional, etcétera. El resultado final depende de la relación de que se haya
establecido entre dichos actores: quien haya contado con más recursos y los haya usado con
mayor inteligencia obtendrá un diseño institucional más ajustado a sus intereses. Es esta
misma dinámica la que influirá sobre la evolución práctica del diseño institucional: modelos
muy centralizados pueden derivar hacia prácticas más equilibradas y, en dirección opuesta,
estructuras federales pueden evolucionar hacia sistemas más integrados o centralizados.
• En algunas políticas, el ámbito territorial de intervención efectiva alcanza a la totalidad del
planeta o a grandes regiones del mismo: la conservación de los recursos naturales no
renovables, la lucha contra la delincuencia internacional organizada, la regulación de las
comunicaciones, etc. Por el contrario, está claro que en otros campos las comunidades locales
están en mejores condiciones para definir y ofrecer determinadas prestaciones. El llamado
principio de proximidad o de subsidiariedad presupone que una comunidad local es capaz de
resolver por sí misma las cuestiones de interés colectivo que se le plantean. Sólo cuando se
demuestre su incapacidad deberá recurrirse a la intervención de una instancia política
territorial de ámbito superior: gobierno regional, comunidad autónoma, estado, unión
supraestatal, etc. De este modo se invierte la «carga de la prueba» que, en los estados
unitarios, establecía la regla contraria: toda compe tencia se atribuía en principio al estado
como poder soberano y sólo de manera excepcional o residual se reconocían atribuciones
políticas propias a las entidades subestatales.
• Este doble movimiento —integración y distribución— configura en la actualidad un mapa
político más complejo y más borroso del que nos pre sentaba la tajante y antigua clasificación
entre modelos unitarios y modelos compuestos. En cierto modo, en esta nueva configuración
de la distribución territorial del poder se están combinando elementos de ambos modelos: se
intenta equilibrar la integración del modelo unitario y el pluralismo del modelo compuesto o
federal. La política se desarrolla cada vez más a través de redes de interdependencia e
intercambio. Los componentes de dichas redes no siempre mantienen entre sí una clara
organización jerárquica. Que esta pluralidad de intervenciones plantea problemas para hacer
efectiva la responsabilidad democrática.
Unidad IV
El liberalismo.
Las primeras ideas que pueden ser calificadas de liberales surgen a finales de
la Edad Media en correspondencia cultural con la aparición de nuevas formas de
riqueza fruto de la creciente importancia de las manufacturas urbanas y el
comercio y coartadas en su expansión por las que en siglos futuros se
denominarán trabas feudales
Con una determinada visión antropológica optimista del hombre, al que ve como
un ser individualmente autónomo, auto perfeccionable, materialista y dotado de
razón. Sólo la libertad es la condición natural del hombre y, por tanto, la única
fuente posible de legitimidad de la autoridad política es el convencimiento de los
ciudadanos de la utilidad para la sociedad de esa autoridad pública. De esta forma
los liberales no aceptan los privilegios feudales y propugnan, en cambio, la
igualdad jurídica de todos los hombres.
Libertad para competir por la posesión de medios materiales, como medio para
conseguir el éxito económico y social. Cada hombre puede hacer con su vida
privada lo que quiera y/o pueda. Incluso enajenar su libertad abstracta alquilando
a otro libre contratante su fuerza de trabajo.
Como despliegue doctrinal, político e ideológico de los tres grandes ejes en los que
se articula el mensaje liberal de todas las épocas, tendremos:
Es el parlamento, y no el rey, quien aprueba los impuestos, los jueces son inamovibles y
la libertad de conciencia se plasma en la libertad de imprenta.
Hobbes cree imprescindible el Leviatán porque no todos los hombres actúan segun los
dictados de la
recta razón, ya que si así lo hicieran el soberano sería inútil. Aunque las conclusiones políticas
a las que se ve abocado por deducción de sus propias premisas le apartan de los clásicos
esquemas liberales. Los propietarios de la época de Hobbes no pueden prescindir todavía del
soberano absoluto y por ello el poder no tiene límites. El Estado de derecho deberá esperar a
que el desarrollo de la sociedad civil auspiciado por el desarrollo económico exija al poder
político controles y frenos.
Mientras que Locke cree, por el contrario, que la autoridad del poder político debe limitarse
y que la sociedad civil es capaz de dotarse de los instrumentos políticos necesarios. Hobbes
sólo pretende asegurar la paz para poder negociar tranquilamente. Locke también, pero da
un paso más: que el Estado desde la esfera pública proteja al máximo la privada y que,
además, el propio Estado esté controlado desde el parlamento por los propietarios,
garantizándose así los derechos y libertades individuales. Los propietarios son los únicos que
al poseer propiedades están liberados de los trabajos manuales y al cultivar su espíritu
pueden vivir una vida plenamente racional .
Locke sentará las bases morales de la sociedad burguesa al justificar la propiedad privada
excluyente como pilar legítimo de la sociedad. Ya que si unos tienen propiedades y otros no
esto es consecuencia de las naturales desigualdades de los seres humanos, desigualdades
que se dan en una sociedad moderna que ha abolido los privilegios y que, mediante el
derecho, ha proclamado a todos los hombres iguales ante la ley. La propiedad privada, por
tanto, es justa y legítima... aunque sea ininoritaria.
"Para Kant la esencia del hombre es el auto desarrollo " y por eso aconseja a los hombres en
su famoso opúsculo ¿Qué son las luces? que se atrevan a diseñar, mediante la razón, su
propio destino. Una razón que es patrimonio de la humanidad y por eso el uso público de la
razón debe concederse a todo individuo.
De ahí que el conjunto de los individuos que componen la sociedad se deba poner de
acuerdo para constituir la comunidad política. Kant aboga por un pacto social libre y
voluntario que se concretizará en el Estado contractual. Y como que cada hombre es
intrínsecamente libre y dotado de unos derechos naturales inalienables y anteriores a ese
pacto social, el Estado debe proteger al máximo esos derechos. Libertad, derechos naturales,
pacto social voluntario, todos estos factores indican que el Estado ha de ser el servidor de la
sociedad y no al reves. Unas leyes coincidentes con la opinión pública, racionales y de
obligado cumplimiento para todos los miembros de la sociedad, incluidos los gobernantes.
Esto es, un estricto cumplimiento del Estado de derecho mediante el imperio de la ley.
El gran mérito de Kant no sólo está en haber teorizado el Estado de derecho como
culminación de las ideas ilustradas/liberales sino en habernos enseñado con toda claridad
que la libertad es la obediencia a las leyes.
Kant establecerá las bases teóricas para el desarrollo de la democracia a partir de los
esquemas políticos liberales del Estado de derecho: el constitucionalismo, la importancia de
la opinión pública del conjunto de los ciudadanos y el sufragio como instrumento de
legitimación. Por todo ello Kant enlazará con las corrientes más radicales del liberalismo,
partidarias del sufragio universal, la soberanía popular y la democracia. El Estado de derecho
cumple las necesidades de seguridad y previsibilidad que son necesarias a una sociedad
burguesa. Razón por la que se deja a las esferas económica y social que se regulen por sí
mismas. Esto supone que existe un consenso de base ideológico por parte de los grupos que
conforman la opinión pública y controlan todos los resortes de la sociedad.
El mercado, la división del trabajo tanto en un plano nacional como internacional, la ley de la
oferta y la demanda, la libre competencia y los afanes individuales se coordinan, no
consciente mente, en la famosa «mano invisible» correctora de la que habla A. Smith como
factor regulador de los desajustes que se producen.
La sociedad burguesa proclamaba la igualdad ante la ley y el fin de las restricciones al acceso
a la propiedad. Pero esa igualdad y esta libertad de libre acceso a la propiedad se
evidenciaron en seguida como meramente formales, ya que sólo accedían a la propiedad
quienes tenían medios económicos para ello. Las clases populares, fundamentalmente
campesinos pobres, quedaron al margen, política y económicamente, salvo en Francia, de las
profundas transformaciones que supusieron la implantación de sociedades que requerían
para su regulación el Código Civil napoleónico en su versión original o en las múltiples
adaptaciones que de él se hicieron.
Para este descontento social el liberalismo clásico no tenía respuesta. Y así los pobres eran
vistos como viciosos y derrochadores incapaces de aprovechar las múltiples oportunidades
para enriquecerse que ofrecía la sociedad burguesa-capitalista. Si, además de viciosos,
planteaban alternativas de tipo político, la única respuesta posible a su locura era la
represión. Hasta mediados del siglo XIX el armonicismo de Bastiat difundía con gran éxito
entre las clases sociales dominantes en Europa el mensaje filosófico de que no existía
contradicción alguna entre capital y trabajo sino una armonía querida y diseñada por Dios
para los hombres.
Al contrario que lo que afirmarán los liberales doctrinarios, para Constant la propiedad
privada no es anterior a la sociedad sino su consecuencia. Por esa razón los poderes públicos
podrán regular el derecho de pro- piedad, para así poder proteger los otros derechos
fundamentales.
Tras su desaparición, el liberalismo se divide en varias corrientes, en ocasiones políticamente
enfrentadas. De esta forma un liberalismo demócrata-radical se opondrá al liberalismo
doctrinario.
Por su parte, el liberalismo doctrinario se inspira en Burke, está influido por Locke, los
fisiócratas y los tradicionalistas franceses De Maistre y Bonald y defiende los principios del
liberalismo económico de forma fundamentalista.
En el terreno de las ideas, dentro de la órbita del liberalismo, las posturas de los autores se
decantarán o bien por la defensa de los principios clásicos del liberalismo económico, o bien
por proporcionar cobertura teórica y moral a los reformistas. En el primer caso podríamos
destacar la obra de Herbert Spencer , el autor más relevante del darwinismo social, que
defiende la extrapolación de los hallazgos de la biología al terreno de las sociedades
humanas, exponiendo así que en el hombre, como en el resto de los animales. Respecto a los
teóricos reformistas la influencia de los británicos John Stuart Mill y la de Thomas Hill Green
fue superior a la de otros autores. Por ello en sus obras On Liberty y Considera que se
reafirma en sus concepciones liberales, pero revisadas con una óptica social-reformista con
vistas a solucionar la Cuestión Social.
La puesta en práctica de sus teorías supuso el fin del liberalismo económico clásico y su
sustitución por economías mixtas en donde el Estado ejercía un papel económico decisivo
para reactivar la economía mediante inversiones públicas, corregir las disfunciones del
capitalismo, impedir otro «viernes negro de 1929» y redistribuir la renta por medio de una
fiscalidad progresiva para eliminar las desigualdades extremas y activar la demanda.
En un discurso titulado «Liberalismo y laborismo», sintetizó su pensamiento político liberal-
reformista: «El problema político de la humanidad consiste en combinar tres ingredientes:
Eficacia Económica, Justicia Social y Libertad Individual. El segundo ingrediente constituyó el
mayor logro del gran partido del proletariado, pero el primero y el segundo requieren las
cualidades del partido que por su tradición y añejas afinidades ha sido el hogar del
Individualismo Económico y de la Libertad Social». Otorgar mayores competencias al Estado
supone atentar contra los derechos individuales y debe ser rechazado.
obviamente con independencia de los costes sociales y el aumento de las desigualdades que
todo ello supondría. Hayek , los cuales propugnan una limitación estricta de los ámbitos de
las decisiones colectivas en nombre de la libertad individual y la ventajas y eficacia del
mercado como mecanismo justo mediador entre las relaciones de los individuos,
identificando como inseparables liberalismo político y liberalismo económico. El
individualismo capitalista se convierte así en una teoría de la sociedad y en el fundamento
para poder rechazar el utilitarismo como filosofía e incluso algunos aspectos de la
democracia en cuanto ésta puede implicar recortes en la libertad individual.
Como contraposición teórica y política a estas concepciones, otros autores, herederos, de las
ideas liberales radicales, propugnan la profundización de las pautas democratizadoras en los
Estados sociales y democráticos de derecho, con independencia de las reformas que fuera
necesario realizar de las difuncionalidades de los Estados de bienestar.
El conservadurismo
Pero la ideología política conservadora así delimitada adapta sus contenidos a cada lugar y a
cada época Y su evolución está ligada a la dinámica histórica del progresismo, su término
alternativo. Sin embargo, una y otra noción no pueden determinarse especulativamente.
Expresan complejas tendencias de la historia política y cultural, y su concreción sólo puede
fijarse en el cambiante curso histórico. De este modo el examen de su morfología necesita un
método específico, el método
histórico, capaz de poner de relieve las variaciones de ese peculiar sentido de la continuidad
temporal que encierra la ideología conservadora.
II. BURKE:
También el Estado, lejos de ser una máquina, un artefacto, como suponen los racionalistas,
es como un organismo. Las ilusiones y los prejuicios, tan denostados por los iluministas, pero
tan necesarios para un Burke profundamente pesimista acerca de la naturaleza humana, dan
unidad a este organismo. Pero los revolucionarios siembran la descomposición de tal
organismo armónico. Es más, llevados por la razón pura y su espíritu de revuelta, hasta han
concebido el propósito de una política constituyente y de tabla rasa, con la ayuda en todo
caso de la noción roussoniana de soberanía. La «bárbara filosofía» iluminista explicaba la
ruptura revolucionaria francesa.
El orden eterno y trascendente que postulaban con obstinación frente al desorden que
advertían en el curso histórico los sitfia extramuros del proceso de secularización que se
desarrollaba ante sus ojos, lo que no es el caso de Burke y los conservadores, quienes,
contradictoriamente, participaban de él. Para Burke, la propia duración de unas relaciones de
poder crea su legitimidad. Pero para Maistre y los contrarrevolucionarios, tal duración
expresa más bien la correspondencia de esas relaciones de poder con el orden perfecto e
inmutable, natural. Y bien, el protestantismo acarreó un alejamiento decisivo respecto del
orden natural y de esa concepción teocrática del poder.
Andando el tiempo, en el siglo xIX, la situación era ya tal que, en palabras de Donoso, « la
razón y la voluntad del hombre han llegado al apogeo de su independencia y de su
soberanía». Más aún, la creciente separación entre la política y la religión contribuyó decisiva
mente a la división y racionalización del poder, y de ella nació, además, el despotismo
moderno. De Lutero al racionalismo cartesiano y a Rousseau, del protestantismo a la liberal-
democracia, sin solución de continuidad. Más todavía, del espíritu de negación de la
Reforma, a la negación del gobierno por el socialismo y el comunismo.
Subyace en este modo de pensar la idea según la cual la Revolución francesa fue una ruptura
preparada en profundidad por el Iluminismo. Pero tal pretensión no podía resolverse sino
con el recurso a la excepcionalidad, a la vía susceptible de eliminar el enemigo político. Lo
que en el caso de Maistre supondría la glorificación de la guerra civil, y, en el caso de Donoso
Cortés, recurrir abiertamente a la dictadura.
La difusión de la palabra liberalismo en los años de la Restauración europea tuvo que ver con
la pretensión de estabilizar la sociedad surgida de las rupturas revolucionarias, sobre todo en
el caso francés. se agruparon en aquel entonces corrientes sensiblemente distintas
De modo explícito, el régimen político quería serlo de la gran burguesía en su conjunto, de las
classes moyennes. Y, en consecuencia, la política de los doctrinarios prescribía la resistélTtCe
frente a las restantes corrientes liberales que pretendían continuar el movimiento de
reforma. Depurada de su vertiente social abrupta mente conservadora y convenientemente
actualizada, la política de milieu sobreviviría a la caída del orleanismo, has- ta constituir una
tradición de pensamiento político perdurable hasta nuestros días .
En los decenios subsiguientes a la crisis europea de 1848, uno de los desarrollos relevantes
de la política de los conservadores tuvo que ver el rechazo del acrecentamiento del poder del
Estado y de la centralización del poder público. En efecto, tras el reconocimiento del sufragio
universal inorgánico en Francia, tras la experiencia plebiscitaria y el protagonismo del
aparato estatal en el II Imperio, un conglomerado heteróclito de conservadores y también de
reaccionarios fijaron en ese estatismo el peligro mayor. Tanto el radicalismo y el socialismo
como, por otra parte, el bonapartismo, suponían en común este peligro.
Todo lo cual nos sitúa ya, en el comienzo de otro desarrollo relevante del pensamiento
conservador en la segunda mitad del XIX. En efecto, en el período comprendido entre 1870 y
la Gran Guerra, aproximadamente, la expansión del nacionalismo en Europa fue enorme. Es
cierto que hubo entonces un renovado nacionalismo de significación liberal y democrática, y
también otro de significación filofascista, suscitado éste por la derecha radical. Pero el grueso
del nuevo nacionalismo tuvo una significación conservadora.
Hasta mediados del siglo, los conservadores habían sido ajenos por lo común al
nacionalismo. Hasta aquel entonces, éste estuvo asociado principalmente a la Revolución
francesa, al ideario democrático e iluminista, a la idea de nación entendida como fragmento
de la humanidad. Pero, a partir de los años setenta, en Francia, Alemania, Inglaterra... el
nacionalismo sufrió un cambio cualitativo que lo depuraría, de la mano de los conservadores,
de su contenido liberal y humanista.
Nunca en Europa habían sido tan influyentes el ideario y las prácticas democráticas como en
el cuarto de siglo que precedió a la Gran Guerra. Flotaba en el ambiente el interrogante
acerca de lo que cabía esperar de unas masas creciente mente emancipadas. En cualquier
caso, una fuente privilegiada de material para los usos del conservadurismo en ese Qu de
siécle fue la psicología colectiva, y más concreta mente la obra pionera de Gustave Le Bon .
La psychologie des foules, su obra de 1895, fue uno de los grandes éxitos de la literatura
científica de todos los tiempos, Influyó a Barrés y Sorel, Pareto y Michels.
Carentes de voluntad propia, las muchedumbres necesitan un líder que las seduzca, un líder
que satisfaga su necesidad religiosa de fe. Hasta el punto de que el arraigo en ellas del
ideario socialista tiene que ver con la habilidad de los líderes que la movilizan, pero en
absoluto con la bondad de la causa esgrimida. Las masas son constitucionalmente incapaces
de ejercer el poder y no cabe la posibilidad de educarlas. Una contribución análoga a ésta de
la psicología social procedió del campo de la politología y la sociología política, de los
«maquiavelistas», según la expresión de Bumhare.
La posguerra iniciada en 1918 dio paso a un denso pesimismo en los medios liberales y
conservadores, sobre todo en estos últimos. se expresaria en una densa proliferación de
reflexiones acerca de la crisis de la civilización, la decadencia de las naciones y la libertad, o la
decadencia de occidente.
Para Ortega y Gasset, Jaspers, la decadencia tenia un origen mas preciso: la rebelión de las
masas. Influido particularmente por Comte, Tocqueville, Jacob Burck- hart y, sobre todo, por
Nietzsche, Ortega contribuyó a transformar la idea política y social de aristocracia en el
concepto de
elite, aunque entendida ésta como «categoría del espíritu». La propia opinión pública de la
sociedad de masas, una opinión coactiva y despótica, amenazaba también a los individuos,
peligro éste que ya habían advertido muchos años antes el propio Tocqueville y John Stuart
Mill.
En este contexto, los conservadores han imprimido un viraje a su trayectoria histórica y han
hecho suya la racionalidad de la conducta social planificada y del desarrollo de las fuerzas
productivas.
El socialismo.
En general podemos decir, que si algo puede caracterizar en el terreno de las ideas políticas a
este primer socialismo pre-marxista es, precisamente, su apoliticismo. Saint-Simon y Fourier
consideraban que la solución del problema social no era una cuestión política. Sin embargo,
en la tradición comunista, en la que, salvando todas las diferencias y distancias, podríamos
incluir a Cabet, a los seguidores de Babeuf, y a nombres de «socialistas» como Louis Blanc o
Louis- Auguste Blanqui , si que se establecía un vínculo entre transformación social y acción
política. Posiblemente esta tradición estaba mucho más marcada por el recuerdo de la
Revolución francesa, y particularmente por el jacobinismo, lo que explica sus oscilaciones
entre una consideración positiva de la democracia y del ideal republicano y unos
planteamientos centrados en una concepción insurreccional de la revolución y una visión
autoritaria de la acción política. Blanqui esencialmente preocupado por los problemas de la
transición revolucionaria, en su pensamiento, más centrado en los medios que en los fines,
hay una serie de características que lo sitúan como una figura puente entre el pensamiento
revolucionario posterior a 1789 y ciertas concepciones políticas centrales tanto en la
estrategia revolucionaria mantenida por Marx en determinados períodos de su vida como en
la de diversas formulaciones del pensamiento revolucionario posterior. Ello hace que se
pueda hablar de blanquismo no solamente para referirse a sus inmediatos seguidores, sino
también para designar un modelo de estrategia revolucionaria que ha pervivido en el
movimiento obrero revolucionario, especialmente en la tradición leninista.
El anarquismo mantiene que la sociedad puede y debe ser organizada sin la autoridad del
Estado y que la acción revolucionaria debe dirigirse en primer lugar contra el Estado.
Cuando Karl Marx se vio obligado, a emprender el exilio desde su Alemania natal, orientó sus
pasos hacia la capital de Francia. Allí, en el período que va de 1843 a 1845, y en estrecho
contacto con los círculos obreros revolucionarios, se forjaron las ideas básicas de su ideario
político. Obrera de desterrados alemanes llamada Liga de los Justos, la cual contaba entre sus
dirigentes con Wilhem Weitling , uno de los primeros exponentes del comunismo alemán.
Era una sociedad secreta entre las tantas que por aquel entonces existían en París y que se
movía, como ellas, entre la conspiración y la
agitación propagandista, propugnando la comunidad de bienes como concreción de la idea
de igualdad, siguiendo así la tradición de Babeuf. Y, al menos en parte, de esta misma
materia se nutre el ideario político de Marx.
Resulta un tanto paradójico afirmar que, siendo Marx uno de los hombres que más ha
influido en el universo político de los últimos cien años, no exista en su obra un pensamiento
político en sentido positivo. Con esta expresión se nos viene a decir que es ahí, en el
encuentro conflictivo entre las clases, donde hay que situar la sustancia de la historia, aquello
de lo que la política es expresión distorsionada. En este mismo escrito Marx se distancia de
sus propias posturas anteriores cuando pugnaba por una revolución liberal en Alemania que
siguiera los pasos de la Revolución francesa. Aquí Marx considera ya a la Revolución de 1789
como una Engels, en 1885, escribió unas páginas en las que nos ofrece algunas notas que nos
permiten apreciar la significación de esta asociación.
Por esta época Marx ya consideraba que esta clase era el proletariado. Sin embargo, el
postulado materialista, la creencia en que el ser social determina la consciencia, no tiene por
qué interpretarse de una forma burdamente determinista y mecanicista. Si en una primera
aproximación su análisis consiste en mostrar al Estado como un instrumento de los intereses
de la clase dominante, cuando se encara con la realidad histórica concreta, desarrolla un tipo
de análisis más sutil en el que se vislumbra la independencia relativa del Estado respecto a
tales intereses. Tampoco cree Marx en la existencia de un modelo universal de Estado
capitalista. Sin embargo, considera que en todas partes mantiene un carácter común, el que
le viene dado por las relaciones sociales capitalistas. El distinto grado de desarrollo del
capitalismo es lo que haría que en unos casos el Estado fuera más o menos democrático.
En lo tocante a la revolución, Marx mantuvo, al menos en aquellos períodos en que creía ver
posibilidades reales a su proyecto revolucionario, un esquema de asalto al poder político de
matriz insurreccional, en línea con el jacobinismo y el blanquismo. Sin embargo, cuando a
partir de 1871 tales posibilidades se desvanecieron, aceptó la participación política del
movimiento obrero en las actividades del Estado burgués. Por lo que hace a los problemas
políticos pos-revolucionarios Marx no entra en demasiados detalles. En su reflexión sobre la
Comuna de París de 1871 parece interesarse por algunas de sus iniciativas tales como la
descentralización política, la sustitución del ejército por el pueblo armado, la elección de los
funcionarios y jueces, revocables en todo momento, etc. todo ello en la línea de superar la
división liberal entre Estado y sociedad civil.
En cambio, en el Manifiesto comunista y en la citada Crítica al programa de Gotha parece
inclinarse por un modelo más autoritario de Estado pos-revolucionario, la llamada dictadura
del proletariado. Este Estado, tendría por finalidad preparar las condiciones de su propia
extinción.
Sin embargo, lo cierto es que el propio Marx dio por segura una primera fase del comunismo,
luego por sus seguidores llamada socialismo, en la que la escasez relativa seguiría
condicionando la vida social y en la que debería retribuirse a los individuos «según su
trabajo». Pero nada, o casi nada, dijo sobre como debería ser la vida política en este período.
V. LA SOCIALDEMOCRACIA CLÁSICA:
Los orígenes de «socialdemocracia» hay que localizarlos en la tradición lasalleana y tuvo su
primera expresión teórica en los documentos del congreso de unificación de las asociaciones
obreras alemanas lideradas por Wilhelm Liebknecht y August Bebel.
Karl Kautsky fue la figura clave tanto del intento de síntesis de un «marxismo ortodoxo»
como de la formulación del «socialismo democrático» que caracterizaron el pensamiento
político de la II Internacional. A pesar de la ambigüedad de alguno de sus escritos, Kautsky, al
igual que Bernstein, con quien coincidió políticamente durante muchos años, nunca separó el
socialismo de la práctica democrática. Para Kautsky, la revolución o bien consistía en
instaurar la democracia plena en los países políticamente más atrasados, o en mutar la
estructura del poder Político entre las clases sociales como efecto de la toma del poder
mediante la lucha electoral y parlamentaria.
Los fabianos, teóricamente muy alejados del marxismo, eran explícitamente contrarios a la
revolución y defendían las reformas graduales por medio de la extensión del sufragio
universal y la participación en el Estado y, especialmente, la administración local.
En los últimos años del siglo XIX y primeros del XX, las ideas de Bernstein y la polémica sobre
el revisionismo fueron recibidas y desarrolladas por un notable grupo de intelectuales
austríacos que generaron una peculiar versión del marxismo reformista, el llamado austro
marxismo.
Lenin, es seguramente, en términos políticos, la figura más influyente del marxismo del siglo
xx. Hoy en día su pensamiento parece inseparable de la Revolución bolchevique de 1917 y de
la experiencia de las repúblicas socialistas que se han reclamado explícitamente orientadas
por el marxismo-leninismo. Sin embargo, el pensamiento político de Lenin se gestó
inmediatamente antes de la Revolución de Octubre a partir de la prolongación de algunas
ideas de Marx sobre el Estado.
Hasta comienzos del siglo XX la mayoría de los pensadores y dirigentes social-demócratas
creían, de acuerdo con muchas páginas de Marx, que las condiciones de una revolución
socialista, más o menos pacífica, más o menos violenta, se daban en los países capitalistas
desarrollados, en los cuales se había alcanzado un importante grado de desarrollo de las
fuerzas productivas y donde la clase obrera había crecido en número, en conciencia política y
organización.
A esta tesis se opusieron, sin embargo, algunos nombres importantes, entre los cuales
destacan Lenin, Trotski y Rosa Luxemburg, quienes por caminos distintos llegaron a la
conclusión de que la revolución era posible en países atrasados como Rusia. Así, Trotski
inicialmente creyó que la revolución socialista era posible con la ayuda de los soldados,
mientras que Lenin inicialmente consideraba que la revolución, en alianza con los
campesinos, debería tener netamente un carácter democrático burgués y dirigirse contra los
grandes propietarios.
Más allá de las múltiples disputas y puntos de vista divergentes, en la II Internacional existía
un amplio acuerdo en que el final del capitalismo, de una u otra forma, estaba cercano y
venía motivado por el desarrollo de sus propias contradicciones, entre las cuales se señalaba
especialmente su supuesta incapacidad para seguir desarrollando las fuerzas productivas.
Por otra parte, en El Estado y la Revolución recupera las ideas de Marx y Engels sobre el
Estado como instrumento de violencia y coerción a manos de la burguesía. De ahí que la
revolución socialista deba ser necesariamente violenta para romper y acabar con el Estado.
Esta ambigüedad es la que llevó a Lenin a teorizar, por una parte, la llamada dictadura del
proletariado y, por otra, a hablar, recogiendo también algunas ideas de Marx y Engels, del
Estado socialista como un semi Estado que prepara su propia extinción. Aun así, este Estado
seguiría siendo un instrumento de dominación, ahora de la mayoría sobre la minoría,
expresión en definitiva de la fuerza de una clase contra otra. En cualquier caso, en sus
escritos teóricos, Lenin mantiene con toda claridad la perspectiva de la extinción del Estado
en la fase comunista, de la que el socialismo sería la preparación.
Al menos hasta comienzos de los años veinte, la mayoría de los teóricos marxistas «no
revisionistas» creían que el proceso revolucionario que había de conducir en un tiempo más
o menos lejano a la sociedad comunista era, sin duda, un proceso internacional, o que, al
menos, el éxito de la Revolución rusa estaba enteramente condicionado a sucesivos procesos
revolucionarios en la Europa occidental. A partir de este momento, el centro de la discusión
entre los revolucionarios fue, ya no el de la «oportunidad» de la revolución en un país
atrasado como Rusia, sino el de la posibilidad de la revolución en un solo país.
Personificaron el debate, entre quienes creían que la revolución en un solo país era algo así
como un contrasentido que no podía más que degenerar en una estructura de dominación
de nuevo tipo, distinta del capitalismo, pero tampoco socialista o comunista, y quienes creían
que el proceso revolucionario mundial pasaba por consolidar el primer Estado obrero, aun a
costa de contener la revolución en otras partes del mundo, fueron: León Trotski (1879-1940),
con su teoría de la revolución permanente y José Stalin (1879-1953) y su teoría del socialismo
en un solo país.
Stalin además, elaboró una particular versión del marxismo que durante décadas pasó a ser
el punto de referencia ideológico de muchos revolucionarios de todas partes del mundo. Esta
versión dogmática del marxismo se desarrolló en estrecha relación con los intereses de las
burocracias estatales surgidas de la Revolución de Octubre y otras experiencias sucesivas,
convirtiéndose en algo así como una ideología de Estado, y como tal encubridora y
legitimadora de un nuevo sistema de jerarquía y desigualdad.
Así, a lo largo del siglo XX, el marxismo se ha desarrollado en varias direcciones, no siempre
congruentes entre si y, en algunos casos, mutuamente contradictorias.
En Europa, puede decirse que la actividad de los partidos comunistas se centró también en la
defensa y profundización de la democracia en lo político y en la promoción y fortalecimiento
de las conquistas del Estado de bienestar y la mejora de las condiciones de vida y salario de
las clases trabajadoras en lo social.
sin embargo, al menos hasta finales de los años sesenta, estos partidos siguieron fieles al
modelo soviético, especialmente en el campo de la teoría. No obstante, también en el
movimiento comunista hubo quienes rechazaron seguir miméticamente la experiencia
soviética y pasaron a considerar la especificidad de la revolución en sus distintos países.
Antonio Gramsci fue, tal vez, quien mejor expresó los problemas y dificultades que el
esquema político leninista suponía para impulsar transformaciones socialistas en los países
de Europa occidental. En los países atrasados, dominados por la apatía y la coerción, la
revolución podía plantearse como la acción de una minoría consciente y disciplinada que
accede por medio de a fuerza al control del Estado, que básicamente se correspondía con el
modelo blanquista.Pero en las modernas sociedades burguesas la cohesión social no sólo
viene dada por la coerción, sino, fundamentalmente, por la hegemonía de las clases
dirigentes, que, merced a la manipulación de la sociedad civil, consiguen inculcar sus propias
ideas y valores al conjunto de la población. Desde esta perspectiva, la revolución en los
países desarrollados con una densa sociedad civil presupondría, según Gramsci, una
transformación cultural de las masas, el establecimiento por parte de la clase obrera y sus
aliados de su propia hegemonía y la toma de pequeñas posiciones en el seno de la sociedad
civil.
Lo más interesante que en los últimos tiempos se está produciendo por parte de pensadores
de formación marxista está muy lejos de algunos de los desarrollos anteriormente citados,
particularmente de la concepción cientificista del marxismo y de las dogmáticas
formulaciones estalinistas. Por su relevancia académica se pueden citar dos escuelas o líneas
de pensamiento. La desarrollada por la llamada segunda generación de la Escuela de
Francfort, Habermas, y la constituida por el llamado marxismo analítico .
La racionalidad instrumental y la acción estratégica consisten, respectivamente, en
aplicaciones del conocimiento científico tendentes a facilitar el control racional de las
circunstancias del medio y en la adopción de decisiones racionales para desenvolvernos en
él. Junto a la categoría trabajo, Habermas considera la categoría de «interacción» o «acción
comunicativa», mediante la cual alude a otra necesidad de la especie no menos perentoria
que la de la supervivencia.
I. MARXISMO Y SOCIALISMO:
Aunque Marx reconoció las virtudes del capitalismo frente a los modos de producción
precedentes y lo ensalzó frente a las idealizaciones románticas de la sociedad preindustrial,
fue también uno de sus más se- veros críticos. El capitalismo admite dos tipos de definición,
una estructural y otra modal . Estructural mente, se caracteriza por sus relaciones de
producción dominantes, a saben aquéllas en que los productores directos sólo poseen su
fuerza de trabajo pero no los medios de producción. Modalmente, el capitalismo viene
definido por ser un modo de producción orientado a la acumulación y valorización del
capital.
En la definición estructural, está contenida la institución de un mercado de trabajo, mientras
que la definición modal no se entiende sin un mercado de bienes plenamente desarrollado y
sin la competencia entre capitalistas.
Pues bien, las críticas de Marx al capitalismo se dirigieron tanto a su dimensión estructural y
modal como a las inseparables instituciones del mercado y la propiedad privada. En uno y
otro caso, el resultado de estas críticas fue una sentencia condenatoria del capitalismo en
términos estrictamente económicos así como en términos morales. La principal acusación
económica que Marx lanzó al capitalismo fue la de su ineficiencia dinámica y su irracionalidad
global.
Marx aplica al capitalismo al menos las siguientes acepciones del término «alienación» :
1) como falta de control. En primer lugar, dadas las relaciones de producción capitalistas, el
obrero no tiene control sobre el producto de su trabajo ni sobre el proceso mismo de
producción.Por otro lado, dado que la economía está regulada en su conjunto por el
mecanismo del mercado, el individuo no tiene control sobre la producción social: la
causalidad social le es tan ajena como ininteligible.
2) como heteronomía del trabajo. desposeído de sus «medios de vida», el obrero se ve
forzado a vender la única mercancía que posee, su fuerza de trabajo, si quiere sobrevivir.
3)como falta de autorrealización. Tiene que ver no tanto con el capitalismo en cuanto tal
como con la división técnica del trabajo en el seno de la gran industria impulsada por él y que
acaba por convertir al obrero en un «apéndice viviente de la máquina».
Estos son los tres pilares —ineficiencia, alienación y explotación— sobre los que se levanta la
condena que Marx lanza al capitalismo. Mutatis mutandis, también son las tres grandes
coordenadas que estructuran su noción de socialismo. El socialismo es —para Marx y la
tradición marxista— superior al capitalismo en los tres aspectos mencionados. el socialismo
sería un modo de producción más eficiente, menos alienante y menos explotador que el
capitalismo.
aun si puede defenderse que el cálculo económico racional es posible en el socialismo, para
demostrar la factibilidad del mismo como modelo de sociedad no bastará con imitar el
funcionamiento ideal del mercado. Y es que, aparte del problema informativo y
computacional, todo sistema económico viable ha de basarse en un cierto equilibrio entre
motivación y coacción de los agentes económicos.
Hay tres tipos de problemas inherentes a la participación política directa y permanente:
temporales, informacionales y periciales. Pero, además de estos problemas, la concepción
político-revolucionaria del socialismo marxista es víctima de un fatal olvido. Puede decirse,
en efecto, que el socialismo es para el marxismo un Estado democrático de clase , no un
Estado democrático de derecho. Tanto el pensamiento marxista como el liberal conciben el
Estado como un aparato coercitivo. En efecto, el marxismo descubrio la naturaleza de clase
del Estado.
En efecto, hoy sabemos que el conflicto social no es reductible al conflicto de clase, como de
ello dan fe los conflictos de origen racial, o sexual, o nacionalista. De igual modo, podemos
decir también que las funciones del Estado no pueden reducirse a las de instrumento de la
clase dominante.
El modelo de socialismo factible más comentado de los últimos años es el propuesto por A.
Nove Constituye un intento de amalgamar planificación, mercado, socialismo y democracia
parlamentaria. El Estado es el encargado de tomar las decisiones macroeconómicas.
Marx siempre negó que tanto su crítica del capitalismo como su defensa del socialismo
estuvieran fundamentadas en valores morales.
Los criterios de justicia son, según Marx, intrínsecos a cada modo de producción, y no valores
trascendentes. Sin embargo, Marx recurrió de hecho a un lenguaje de indignación moral: el
capitalismo era un sistema basado en la explotación y en la alienación. En Marx hay pues lo
que, siguiendo a Lukes , puede llamarse una paradoja moral. A ella se debe, sin duda, que no
dedicara esfuerzo alguno a desarrollar una fundamentación ético-normativa del socialismo,
una teoría de la justicia socialista.
Los nacionalismos existirán mientras se mantenga la vigencia histórica del actual modelo de
Estado nacional. Cada vez que el equilibrio internacional se ha roto, el nacionalismo ha sido
utilizado como argumento para la legitimación de la violencia y la guerra abierta.
El nacionalismo debe vincularse en lo sustancial a la misma realidad del Estado. Todos los
Estados existentes han fomentado, con mayor o menor intensidad, la identidad estatal-
nacional de sus respectivas poblaciones.
El nacionalismo es una ideología con unas características muy distintas a otras ideologías que
podríamos calificar como «clásicas». El nacionalismo responde a la pregunta sobre cuál tiene
que ser
el objeto del gobierno y establece una identidad entre individuo y sociedad. Es por esta razón
que muchos nacionalismos hacen referencia al sentimiento de pertenecer a una colectividad.
En este sentido, puede afirmarse que el nacionalismo constituye una especie de religión
«nacional» del Estado moderno. Es una forma de identidad de las sociedades modernas y la
parte de irracionalidad que ello conlleva, le otorga una gran capacidad movilizadora sobre
todos los que participan del mismo sentimiento nacional.
El nacionalismo no hubiera existido sin estos requisitos históricos que están en la base de su
eclosión en los siglos XIX y XX y de la correspondiente extensión del modelo de Estado
nacional por todo el mundo. Conviene no confundir los precedentes del nacionalismo, que se
vinculan con la formación y evolución de la nación moderna, con su plenitud como ideología
que se desarrolla en los dos últimos siglos. Los primeros teóricos del Estado nacional
tendieron más bien a justificar el Estado como unidad de poder soberano que a ser
defensores de la unidad nacional .
Maquiavelo, Hobbes o Bodino plantearon, desde diferentes ángulos, la necesidad del Estado
soberano como unidad de poder. La identidad de la nación o la unidad nacional es una
consecuencia y no un antecedente de la unidad estatal. Tanto la idea que tenía Maquiavelo,
como la idea que tenía Hobbes, son un reflejo de un contrato de Estado y no de un contrato
nacional. Pero el nacionalismo es una consecuencia última de las premisas que estos autores
establecieron.
La pregunta sobre cuál debe ser la identidad de la colectividad moderna en la que tiene que
desarrollarse y protegerse la libertad de los individuos continúa sin respuesta. El principio
básico que debe tenerse en cuenta en el momento de definir las colectividades modernas: la
centralidad del individuo en la sociedad. La definición y delimitación de las naciones en las
que el individuo se integra debería partir de esta premisa.
La soberanía absoluta del monarca «el Estado soy yo», dio paso, a la soberanía de la nación,
«el Estado somos nosotros», único fundamento de la ley común que vinculaba a todos los
ciudadanos.
El Nación cultura: nació como una respuesta al cosmopolitismo abstracto y uniformador del
pensamiento racionalista: las ideas liberales tenían un valor universal, pero adquirían
proyección histórica en la medida que se adecuaban a las características culturales de cada
pueblo.
El nacionalismo cultural surgió como defensa contra la utilización del liberalismo para
justificar las invasiones y el expansionismo napoleónico. No existía una incompatabilidad de
principio entre liberalismo y nacionalismo cultural. Pero sí entre el nacionalismo estatal.
La nación política: tal como había sido formulada desde Sieyés hasta Renan, no resolvía el
problema de la identidad. Era un artificio que servía para legitimar el dominio territorial del
Estado. Personas de distintas etnias, religiones, lenguas o culturas podrían formar parte de la
misma nación política. Esa era la diferencia esencial entre nación «política» y nación
«cultural». Vico y Herder fueron probablemente los primeros en criticar el cosmopolitismo
abstracto y el falso universalismo de la nación política al destacar la singularidad de las
personas a partir de su lengua y cultura .
Para ambos, la historia, las costumbres, la religión, la cultura y, en especial, la lengua, eran
los rasgos diferenciales de un pueblo, aquellos que le dan identidad y permanencia. La nación
política era mudable y cambiante, mientras que la nación cultural permanecía en el tiempo.
Herder otorgó una especial relevancia a la lengua por considerarla el elemento principal que
distingue a un pueblo de otro y que, asimismo, expresa la cohesión de todos los miembros de
un pueblo determinado.
Fue Fichte quien, convirtió las tesis de Herder en un proyecto político nacionalista.Pueblo
y patria, sostenía Fitche, son portadores y garantía de la eternidad terrenal y, por su
naturaleza de cosas eternas en la tierra, están por encima del Estado. La nación cultural sería,
pues, la única base para construir la nación política.
Fichte fue el primer nacionalista que promovió el patriotismo de las naciones sin Estado para
que se convirtieran en Estados independientes. La confrontación entre nación cultural y
nación política como fundamento de los nacionalismos excluyentes fue una constante a lo
largo del siglo XIX.
Stuart Mill y Mancini representaron dos intentos paradigmáticos de conciliación, desde los
respectivos puntos de vista de primacía de la nación política y de la nación cultural.
Añadía Stuart Mill, tener la misma lengua, cultura o religión facilita la comunicación entre las
personas y favorece los vínculos y el sentimiento de pertenencia a una misma comunidad.
Esta sería la situación ideal, la coincidencia entre nación política y nación cultural.
Mancini planteaba la cuestión en el orden inverso y definía la nacionalidad como «la
sociedad natural de hombres constituida en una comunidad de vida y de consciencia social
por la unidad de territorio, de origen, de costumbres y de lengua». Mancini introdujo el filtro
de la voluntad política como elemento subjetivo de la conciencia nacional y que permite el
paso de la nación cultural a la nación política. El derecho de las nacionalidades no implicaría
la obligatoriedad de constituirse en nación política, sino la libertad de poder hacerlo si ésta
fuera la voluntad de sus miembros.
los conceptos de nación cultural y de nación política, sean o no compatibles, son ideas
justificadoras de la formación, consolidación, perpetuación o expansión del Estado nacional,
pero no elementos causales y, por consiguiente, no resultan suficientes como conceptos para
definir el fenómeno de la nación.
La consideración del Estado como un artificio frente a la nación cultural ha sido uno de los
errores o ingenuidades de los defensores de la nación en su acepción de «nación cultural». El
Estado es un ordenamiento jurídico que constituye y define los elementos del Estado, pero
también es un modo de organización social. Toda persona forma parte por origen de una
comunidad cultural, está vinculada jurídicamente a un Estado y no a otro y, además, puede
sentirse identificada en muy diferente grado con su Estado o con su comunidad cultural, sea
con los dos, con uno de los dos o con ninguno de los dos. El nacionalismo es aquello que crea
esta identidad, sea cuál sea el contenido de la misma. Es por ello por lo que es el
nacionalismo lo que crea la nación y no inversamente.
El nacionalismo implica la creación de una conciencia nacional —la nación política— con la
finalidad de constituir una nación jurídica por medio de la autodeterminación, o de defender
la nación jurídica constituida —el Estado—, que quiere consolidarse mediante el
establecimiento de unos mayores niveles de cohesión política y cultural. El nacionalismo
actua, pues, en dos direcciones: por un lado, todo Estado-nación jurídica quiere llegar a ser,
si no lo es ya, nación política y cultural; por otro, toda nación cultural que toma conciencia
política de su identidad quiere llegar a ser Estado-nación jurídica.
La nación jurídica es la reunión de personas que están vinculadas por derecho a un Estado.
Todos los Estados nacionales, desde aquellos que se han desarrollado gracias a un proceso
histórico interno de formación y consolidación hasta aquellos que han sido impuestos y
delimitados externamente por el colonialismo, han pretendido como objetivo central la
cohesión cultural. Los niveles de cohesión cultural varían segun el grado de desarrollo, el
asentamiento del mercado nacional, la ubicación en el centro o en la periferia del mercado
mundial, etc. La lengua pasa a ser un instrumento esencial de comunicación y cohesión
cultural y de vinculación o pertenencia a una comunidad estatal.
Relaciones entre nación jurídica, nación cultural y nación política y tipologias resultantes:
-Cuando el Estado o nación jurídica se corresponde con la nación cultural y la nación política:
nos encontramos ante un Estado-nación cohesionado donde los ciudadanos se sienten
plenamente miembros de la colectividad, hecho favorecido por la coincidencia entre
comunidad de cultura y nación jurídica.
-Cuando la nación jurídica coincide con la comunidad de cultura, pero el ámbito territorial de
esta última es mayor que el del Estado: pueden producirse fenómenos de pannacionalismo,
de tal manera que la nación jurídica y la nación política no coincidan o mantengan una
correspondencia inestable.
-La tercera tipología (3) es la más compleja,Se observa cuando la nación jurídica abarca un
territorio donde se produce una situación de multiculturalismo y, sin embargo, existe
también un nivel de correspondencia suficiente entre la nación política y la nación jurídica. La
identidad política o conciencia moral se ve facilitada y a la vez facilita una determinada
comunidad de cultura. El uso de los términos «suficiente» y «determinada» equivale a decir
que el Estado-nación no es un artificio impuesto, pero que no siempre la identidad política
primaria de todos los ciudadanos se corresponde necesariamente con el Estado-nación.
En general, puede afirmarse que estos conflictos se resuelven a favor del Estado y de quienes
ocupan el poder estatal si no se produce la injerencia interesada de otros Estados para
apoyar a los movimientos nacionalistas,
Al mismo tiempo, si relacionamos los casos mencionados con los nacionalismos sin Estado,
nos encontraremos con los resultados siguientes: la tipología (1) no comporta confrontación
porque no existe otro nacionalismo que no sea el del Estado; la tipología (2) puede
comportar la existencia de un nacionalismo supraestatal; en la tipología (3) el nacionalismo
de Estado se impone sobre los otros nacionalismos sin Estado; la tipología (4) comporta una
situación de conflicto entre el nacionalismo de Estado y los nacionalismos sin Estado
acompañada de la posibilidad de disolución del Estado-nación jurídica.
La nación, en su acepción jurídica y cultural, es un hecho que puede definirse a partir de unos
rasgos convencionales y que se sitúa al margen de la voluntad subjetiva de sus miembros.
voluntad de las personas. La nación política es, el ser o no ser del nacionalismo, el eje
vertebrador de la sociedad moderna. En los inicios del Estado liberal, la nación política era la
nación burguesa.
El primer liberalismo no contemplaba más que una sola nación política: la que nacía de la
consideración de que todos los individuos eran libres e iguales ante la ley y que ésta protegía
su libertad, seguridad y propiedad.
El universalismo y cosmopolitismo del liberalismo sufrió dos fisuras que pusieron en tela de
juicio la uniformidad de la nación política. La primera fue de carácter externo y está
relacionada con los límites territoriales que necesariamente tiene el Estado-nación. La
segunda fue de carácter interno y se refiere a la división de la nación política como reflejo de
la división social del trabajo.
VII. LAS FISURAS DE LA NACIÓN POLÍTICA:
A partir de características convencionales que pueden ser muy diferentes según los casos, la
voluntad subjetiva de las personas convierte en realidad las naciones. Desde este punto de
vista, una nación política puede nacer allí donde exista una comunidad de cultura o,
simplemente, en cualquier territorio cuyo pueblo, por alguna razón, quiera auto gobernarse.
Cuestión distinta será si se dispone de la fuerza suficiente para alcanzar el objetivo del
Estado. De alcanzarlo, el Estado nacional es el que fijará unas fronteras con otras naciones
políticas igualmente liberales y de características culturales que pueden ser comunes,
similares, diferentes o completamente diferentes.
El origen de la crítica marxista del Estado nacional es hegeliano. La nación política no sería
algo único ni homogéneo. La realidad de la división de la sociedad capitalista en clases
sociales, cuyos intereses son antagónicos, convertiría en imprescindible el Estado como
instrumento de un ordenamiento jurídico ficticiamente igualador y como ente que
monopoliza la fuerza. En el Manifiesto
Comunismo, Marx y Engels plantearon que el objetivo de la clase obrera era erigirse en clase
nacional al transformar la «nación» liberal en «nación» socialista.
Los marxistas no han dejado nunca de tener una posición pragmática sobre la cuestión
nacional, posición que se deriva de la concepción de las naciones como categorías históricas
vinculadas a la formación y evolución del Estado moderno y no como realidades absolutas o
eternas.
Nacionalismo y socialismo pueden ser confluyentes y también excluyentes; cada caso tendría
que analizarse, sin apriorismos, para saber si contribuye o no al avance del socialismo.
Sólo el austromarxismo y, en particular, Otto Bauer, intentaron elaborar una teoría marxista
de la nación. La centralidad del Estado en la teoría política de Marx comporta que se sitúe la
nación como una realidad histórica derivada donde se manifiestan las contradicciones que
pueden provocar la descomposición del Estado capitalista. Hasta aquí, el papel del
nacionalismo sólo sería subsidiario. Pero la introducción de la nación cultural en el marxismo
tuvo, tal como ya había sucedido en el liberalismo, el efecto de postular la nación política
como categoría independiente del Estado.
Esta fue la aportación innovadora del austromarxismo. Karl Kautsky, comparable a Herder, y
en mayor medida Otto Bauer, comparable a Fichte, introdujeron la lengua y la cultura como
elementos distintivos de la nacionalidad al margen de su configuración o no en Estado.
En resumen, los desacuerdos entre los pensadores marxistas sobre la definición material de
nación, vienen a reforzar el razonamiento, de que la nación no es definible de un modo rígido
y general, sino que posee rasgos convencionales que pueden variar y que necesita de la
conciencia nacional, del nacionalismo, para adquirir rasgos «nacionales».
Pero lo que ha distinguido y distingue al marxismo de otras corrientes ideológicas es la
división de la nación moderna, la consideración de que dentro de cada nación o Estado-
nación existe una confrontación entre la nación liberal y la nación socialista. La diferencia que
separa radicalmente el liberalismo del marxismo se encuentra en la unidad de la nación
política que proclama el primero y la división de la nación política que descubre el segundo.
Sin embargo, una vez constatada esta división, existen tantas posiciones como autores
marxistas que han estudiado la cuestión nacional.
Kautsky defendía que el Estado nacional era la forma de Estado que se correspondía mejor
con las exigencias del capitalismo moderno. La correspondencia entre nación cultural -
definida por la lengua-y Estado sería la mejor forma de organización territorial de las
sociedades modernas. Lenin consideraba a los movimientos nacionalistas como una
respuesta al nacionalismo panruso y a la lentitud de las transformaciones democráticas en
Rusia.
X. FEDERALISMO Y NACIONALISMO:
Los vientos nacionalistas de los siglos XIX y XX han superado fácilmente estas
concepciones originarias y han integrado las ideas federales dentro del modelo
dominante del Estado-nación. El federalismo ha quedado relegado a un doble destino:
el olvido como ideología alternativa al nacionalismo y su subordinación al proyecto
nacionalista como vehículo de construcción del Estado nacional.
Es conveniente distinguir entre las «viejas» monarquías europeas y las «nuevas»
repúblicas del Nuevo Mundo. En Europa el federalismo era un peligro revolucionario y
centrifugador frente a la tradición histórica de homogeneización religiosa, cultural-
lingüística y, al mismo tiempo, de centralización política. Este modelo fue dominante en
el continente europeo y se impuso en los tardíos procesos de formación de los Estados
nacionales de Alemania e Italia en la segunda mitad del siglo XIX, y en la resolución
política de la caída del imperio Austro-Húngaro como resultado de la Primera Guerra
Mundial.
La regla y la excepción
• ¿Qué ha caracterizado a la forma estatal? Sabemos que lo que la distingue de otras formas
políticas anteriores es la preocupación por constituir un poder político supremo y concentrado,
que se imponga sobre todos los miembros de la comunidad. Por su parte, ¿qué nos evoca la
noción de democracia? En principio sugiere la idea de una capacidad política igualitaria y
difusa, que es ejercida por todos los miembros de una comunidad. Si contrastamos ahora las
características nos encontramos con dos pares —superioridad/igualitarismo, por un lado, y
concentración/difusión, por otro— que parecen entrar en abierta contradicción.
De la propuesta de los clásicos a una tipología actual: dos modos de gestionar el conflicto.
ARISTOTELES había combinado dos criterios: en manos de quién reside el poder y con qué
finalidad se ejerce. De la combinación de ambos criterios obtenía seis tipos ideales, entre los
cuales Aristóteles distinguía tres como recomendables y desechaba los tres restantes como
formas corruptas o deformadas de los primeros.
La aparición del estado y la extensión del acceso a la política obligo a revisar ar los términos de
la tipología clásica. Los seis tipos fueron condensándose en dos: democracia y dictadura. Y, al
mismo tiempo, se modificaba el juicio de valor sobre los mismos: la dictadura es hoy
generalmente considerada como una forma política condenable, mientras que la democracia
se convertía ahora en la forma política más deseable.
Si hacer política equivale a gestionar los conflictos que se dan en la comunidad, monocracia y
democracia han de ser en tendidas como diferentes modos de hacerlo. Las diferencias residen
en las respuestas que se den a las tres preguntas siguientes:
• La monocracia o dictadura, como tipo ideal, se caracteriza porque su práctica política está
definida por
— un acceso difícil arbitrario y selectivo a los medios y recursos que permiten influir en las
diversas etapas del proceso político
— unas decisiones políticas que se adoptan sistemáticamente a favor del mismo grupo y se
apartan de las preferencias generales de los ciudadanos que deben cumplirlas
• Por SU parte, el tipo ideal de la democracia se traduce en una forma de gestión de los
conflictos que observa tres condiciones fundamentales:
— la toma de decisiones que respondan a las preferencias de la mayoría de los ciudadanos, sin
efectos discriminatorios permanentes para núcleos o sectores determinados.
Estos dos tipos ideales pueden contemplarse como los dos extremos o los dos polos de una
escala. Una democracia plena sería la que reuniría es tas tres últimas condiciones en su
intensidad máxima. En el otro polo de la escala figuraría la monocracia.
• concentración exclusiva del poder en núcleos muy reducidos o en una sola persona, negando
el derecho de la ciudadanía a la crítica y a la oposición y marginando a la mayoría de la
intervención eficaz en las decisiones políticas
Las dictaduras refuerzan los mecanismos de control sobre las ideas: estimulan la propaganda
de las que le favorecen y limitan o suprimen la libertad para difundir las que se le oponen.
Finalmente, las leyes y su aplicación se modifican al dictado de la conveniencia política del
poder político: el proceso de elaboración de leyes y la acción de los tribunales están
condicionados por el interés directo de la dictadura. En último término, lo que distingue a los
sistemas monocráticos o dictatoriales es la condición subordinada e insegura de los
ciudadanos: ni participan del poder o de sus decisiones, ni cuentan con medios efectivos para
protegerse de sus abusos.
Las variantes
• Respecto al segundo criterio, pueden distinguirse las dictaduras que se proponen como
objetivo la conservación de la situación socioeconómica y las dictaduras que afirman tener un
proyecto de transformación de dicha situación
• También se dan situaciones de transición cuando un sistema de este tipo acepta un cierto
grado de competición política: se tolera el ejercicio controlado de algunas libertades públicas,
se admiten expresiones críticas de la oposición e incluso se permite en algunos casos la
celebración de elecciones, siempre que no signifiquen un riesgo para quien controla el poder.
Los rasgos esenciales de los regímenes monocráticos que hemos definido anteriormente
pueden presentarse en grados variables de intensidad. Esta variación ha permitido desarrollar
una distinción entre sistemas totalitarios y sistemas autoritarios.
— el empleo sistemático del terror para eliminar cualquier forma de disidencia u oposición. El
recurso a los campos de internamiento y exterminio puede ser llevado a extremos que van
más allá de la «racionalidad»
Lo que permite calificar a estos sistemas como totalitarios ha sido su pretensión de convertir a
la política estatal en el mecanismo controlador de todas las demás esferas de relación humana
y de ocupar todo el espacio social.
• Por su parte, los sistemas autoritarios exhiben rasgos similares a los anteriores, pero con
menor grado de intensidad. Así, los rasgos que le diferencian de los sistemas totalitarios son
los siguientes:
— la concentración de poder en una coalición reducida de actores que mantienen entre sí una
cierta competencia por el reparto de dicho poder
La revolución rusa de 1917 puso en marcha una organización política que pretendía superar las
deficiencias del estado liberal. Encamado en el modelo socialista-soviético de la URSS, el
modelo presenta las características siguientes:
• La relación política fundamental se establece entre poder político y cada ciudadano como
miembro de una clase social, y no como individuo abstracto sin vinculaciones ni atributos. En
cierto modo, el actor político principal es el proletariado: los trabajadores asalariados se
convierten en protagonistas en el proceso de transformación revolucionaria de la economía y
de la política. Esta situación excepcional de cambio justifica la «dictadura del proletariado»,
que sustituye a la «dictadura de la burguesía» propia del estado liberal.
• Cuando se pertenece a esta clase se disfruta de derechos, no sólo civiles y políticos, sino
también sociales y económicos: las necesidades vitales deben ser garantizadas por el Estado.
Pero estos mismos derechos derivan, no de una presunta naturaleza humana o de la
pertenencia a la nación sino del mismo proyecto revolucionario.
• Por esta misma razón, el derecho son ahora la expresión de la voluntad transformadora de la
clase revolucionaria, que tiene un proyecto de cambio social radical. El derecho está
condicionado, por tanto, por este proyecto. La voluntad de la clase revolucionaria se elabora y
se expresa a través del partido revolucionario que ocupa una posición exclusiva o dominante
en el escena rio político.
•¿De dónde nace este modelo de estado? La inspiración se encuentra en las corrientes
socialistas del siglo XDC y, de modo particular, en la aportación de Marx al análisis de las
relaciones entre economía y política. Marx subrayó que lá organización económica y la
estructura social condicionan los modelos políticos
•la definición de política de Marx era poco precisa y no iba más allá de su referencia a la
experiencia revolucionaria de la Comuna de Paris
• La presencia activa en la política «totalitaria» queda, pues, reservada a los miembros de esta
comunidad nacional, cuyo interés general es interpretado por un líder inspirado y visionario.
Los derechos individua les que dan acceso a la vida política son precarios, porque están
condicionados al interés del «todo» estatal-nacional, tal como lo concibe en cada momento el
jefe supremo que lo personifica e interpreta.
• La permanencia o estabilidad del derecho queda supeditada a los designios del dirigente
supremo, con facultades ilimitadas para modificarlo cuando desee y sin tener que sujetarse a
complejos procedimientos de reforma. Este vigor contiene un elemento de violencia, que es
exaltada también en la ideología nazi-fascista como recurso indispensable para eliminar a los
opositores del interior y para imponerse sobre los competidores del exterior. De ahí la
importancia de una policía política, sometida a la voluntad del líder y de su camarilla, como
instrumento fundamental de represión.
• En esta concepción estatal no hay justificación para una división de poderes. Al contrario, la
base del sistema es la concentración de autoridad de una sola persona de la que desciende
godo poder en una escala claramente jerarquizada. A esta persona corresponde en ultimo
termino la designación y la destitución de todas las demás figuras que ocupan posiciones de
poder en el esquema estatal
• ¿Qué papel juega el estado en las relaciones económicas y sociales? En el ámbito económico,
el estado favorece el desarrollo del capital privado, mediante la promoción de infraestructuras
y mediante la inversión militar. En el orden social suprime los sindicatos obreros —
persiguiendo a sus militantes y dirigentes— y los convierte en organizaciones controladas por
el propio estado y supeditadas al interés del capital. Como contrapartida pone en marcha
algunos sistemas estatales de asistencia —seguridad social, higiene, vivienda, regulación de
condiciones laborales—, con el fin de atemperar las condiciones extremas de desempleo y
explotación que pudieran ser motivo de agitación social.
• ¿Dónde residen las bases ideológicas que explican este modelo estatal? Tampoco en este
caso hay que pensar en la existencia de un proyecto cerrado, construido por la mente de algún
pensador clarividente. El tipo estatal que describimos es resultado de la integración de
intereses de grupos sociales y de diversas aportaciones ideológicas. Otros elementos
doctrinales son fabricados para la ocasión y con el fin de justificar sobre la marcha el sistema
que se esta construyendo
. Para los clásicos, la democracia no era un régimen político aconsejable. Pero esta apreciación
negativa se modificó a lo largo del siglo XIX: se extendió entonces la exigencia de llevar a la
práctica la idea de la igualdad humana y del derecho de todos a intervenir en política.
Esta valoración positiva de la democracia ha dado lugar a una gran abundancia de definiciones,
cada una de las cuales pone el acento en alguno de los rasgos que se presentan como
característica de la política democrática. Son los siguientes:
— la titularidad última del poder atribuida a todos los miembros de la comunidad, aunque el
ejercicio de este poder sea confiado a una par te minoritaria de la misma (Rousseau,
Jefferson);
— la protección de los derechos de cualquier minoría frente a la mayoría, para evitar que una
voluntad mayoritaria acabe —política o físicamente— con los que no forman parte de ella y
para permitir que la minoría de hoy pueda convertirse en la mayoría de mañana (Bentham, J.
Mili);
— la capacidad de los ciudadanos para influir directamente sobre el con tenido de las
decisiones políticas, de tal manera que exista correspondencia entre las acciones del gobierno
y las aspiraciones de quienes resultan afectados por las mismas (Barber).
Otros autores prefieren sintetizar las diferentes versiones de la democracia en dos grandes
categorías; una más interesada en los medios de la política y otra más atenta a sus objetivos o
fines.
— La primera versión, conocida como democracia instrumental o procedimental, atiende
sobre todo a las reglas del proceso político que han de ser claras e iguales para todos los
participantes en el mismo. Esta perspectiva se orienta a la fase del input —según la visión
sistémica de la política— y su preocupación es asegurar el «juego limpio» entre to dos los
actores, garantizando que tengan su oportunidad de intervención. Las tres primeras
definiciones del apartado anterior pueden ser entendidas como variantes de la democracia
instrumental o procedimental.
— La segunda versión, calificada como sustantiva o material, toma como referencia los
objetivos políticos: el sistema será tanto más democrático, cuanto más disminuyan las
desigualdades económicas y sociales existentes entre los miembros de la comunidad. Esta
versión atiende más al output político: no se conforma con la fidelidad a re glas de
procedimiento, sino que reclama determinados resultados en el ámbito económico y social.
Las dos últimas definiciones del aparta do anterior se relacionan con esta visión sustantiva de
la democracia.
• Así pues, el mínimo común denominador de las democracias estaría constituido por:
1) el libre acceso a la actividad política de todos los miembros de la comunidad, sin excluir de
los derechos de ciudadanía por razones de género, clase, raza, lengua, religión, instrucción,
etc.
Desde esta perspectiva, cuando alguien sostiene una visión de la democracia estrictamente
limitada a las reglas —los medios— exhibe una cierta incoherencia interna, al rechazar la
consecuencia lógica del criterio principal que dice sostener.
El carácter de ideal exigente que tiene la democracia hace que no haya sistema político que
satisfaga totalmente sus requisitos
De acuerdo con esta perspectiva exigente el número de estados homologados como
democráticos no pasa de la treintena, sobre un total mundial que se aproxima a los doscientos.
• La relación política fundamental se define como una relación entre el po der y los miembros
de un grupo, ya sea una clase, un colectivo territorial, una organización política o sindical, etc.
El poder, por tanto, dialoga y negocia con actores colectivos, que tienen sus representantes en
diferentes órganos y escenarios.
• Por esta misma razón se amplía el contenido de los derechos civiles y polí ticos propios del
modelo liberal. No sólo se extiende el derecho al voto a todos los ciudadanos. También se
añaden otros derechos políticos y sociales, como propios de los miembros de un mismo grupo:
En especial, los derechos sociales se convierten en bandera y programa de este modelo.
• Se modifica a fondo la relación que el estado liberal mantenía con el ámbito social y
económico. El estado asume ahora responsabilidades económicas de importancia: regula las
crisis cíclicas del capitalismo con medidas de fomento de la actividad económica, redistribuye
recursos mediante el sistema impositivo, controla directa o indirectamente sectores
considerados estratégicos. Todo ello configura lo que se ha denominado un sistema de
«economía mixta». Es mixta porque en este modelo se combinan las intervenciones del sector
público y del sector privado, a diferencia del modelo liberal o del modelo socialista soviético
• el estado se compromete a cubrir algunos riesgos que amenazan a los grupos más
vulnerables de la comunidad. Para ello pone en marcha un sistema de previsión social para
afrontar situaciones de enfermedad, accidente, invalidez, paro laboral, etc.
El modelo empezó a dar señales de agotamiento hacia los años setenta del siglo XX.
Estas reacciones de frustración y descontento permitieron afirmar que el estado del bienestar
había dado paso, paradójicamente, a un «estado de malestar. Para explicar los síntomas
anteriores, los analistas han identificado algunos factores. Entre ellos pueden contarse los
cuatro siguientes:
• el cambio gradual de los valores sociales, desarrollado como una «revolución silenciosa»
(Inglehart) que ha puesto en primer plano la preocupación por la identidad y la realización
personal o la calidad de vida, fren te a estructuras familiares tradicionales, a la inercia del
crecimiento eco nómico ilimitado o a la explotación incontrolada del medio y los recursos
naturales, etc.
• Para quienes se inspiran en antiguas o nuevas versiones del pensamiento marxista o de las
corrientes libertarias, el desgaste del estado liberal-democrático es prueba de la imposibilidad
de conseguir una democracia política efectiva, mientras no sean eliminadas las desigualdades
provocadas por la estructura socioeconómica y, especialmente, las que resultan de la
propiedad privada de los medios de producción. a. En ella, todos los miembros de la
comunidad dispondrán efectivamente de las mismas condiciones de vida, se responsabilizarán
conjuntamente de los asuntos colectivos e incluso podrán prescindir del esta do como aparato
de coacción.
• En el extremo opuesto, otros sectores entienden que la evolución del estado liberal-
democrático ha confirmado los inconvenientes de confiar la conducción de los asuntos
públicos a todos los ciudadanos. Si se admite que el individuo se mue ve exclusivamente por su
afán de beneficio o utilidad personal, la mayo ría ciudadana acabará imponiendo su tiranía, en
perjuicio de la libertad y aun a costa de perjudicar el desarrollo general de sus propias co
munidades.
Esta visión manifiesta una fuerte desconfianza hacia las instituciones políticas y
administrativas, hacia los partidos y sus representantes, etc.
• Para otros analistas, finalmente, las crisis y las insuficiencias del estado liberal-democrático
reclaman una revisión realista de sus posibilidades. Desde esta perspectiva, hay que admitir la
persistencia de una desigualdad incorregible entre los ciudadanos cuando se trata de inter
venir en la política.
Una versión menos conformista respecto de la situación actual del esta do liberal-democrático
es la que aportan los sectores que podemos calificar como realistas críticos. En ellos se
incluyen quienes no aceptan como un dato insuperable las deficiencias del estado liberal-
democrático. Las toman como punto de partida para revisar las actuales instituciones de la
democracia y ampliar la capacidad de intervención individual y colectiva en los procesos de
decisión.
• Durante los años ochenta y noventa, estos países han reducido de manera decisiva la
intervención estatal en la economía, llevando a cabo la privatización de empresas y servicios
públicos, la liberalización de inter cambios financieros y comerciales o la desregulación parcial
de las relaciones laborales. Han rebajado moderadamente o han mantenido sin aumentarla la
presión fiscal y han limitado en medida variable algunas prestaciones sociales en materia de
subsidios o de asistencia sanitaria. Con estas medidas se han intentado combinar las exigencias
de la economía postindustrial y de la competencia internacional con la necesidad de conservar
equilibrios internos, nacidos del pacto social que dio origen al estado del bienestar.
• Con el fin de legitimar esta nueva distribución definiciones se señala que no basta
únicamente el gran pacto entre capital y asalariados, característico del estado social. La mayor
complejidad de las sociedades actuales y la diversidad de situaciones colectivas y personales
obliga a establecer una amplia serie de pactos que se suman al viejo pacto social.
• Para dar mayor fuerza a los pactos citados se ha propuesto también ampliar la participación
ciudadana directa en la toma de decisiones de interés público. Ello significa acercar los centros
donde se toman las decisiones a quienes son afectados por ellas y requiere, entre otras
condiciones, un acceso más fácil a la información, agilidad y transparencia en los sistemas de
consulta, coparticipación en la elaboración de políticas públicas y en su aplicación, rendimiento
de cuentas efectivo por parte de políticos y gestores, descentralización territorial de las
administraciones, etcétera.
Pero en el mundo globalizado de principios del siglo XXI, la situación de unos y otros es
interdependiente: ni los países más evolucionados pueden ignorar la competencia parcial que
representan algunos de los estados en desarrollo, ni éstos pueden decidir autónomamente
sobre su futuro sin contar con las decisiones de los primeros.
• Todas las políticas económicas estatales están estrechamente interrelacionadas: en los años
noventa, las crisis monetarias de México, Brasil o el Sudeste asiático o la recesión en el Japón o
en Rusia han afectado di rectamente a la evolución de las economías norteamericanas y
europeas. El hecho es que en este mundo eco nómicamente interdependiente de finales del
siglo XX se ha reforzado el papel de los organismos internacionales que elaboran e imponen
políticas económicas y comerciales de aplicación obligatoria para los estados.
Cabe concluir de todo ello que la llamada «crisis» del estado del bie nestar o liberal-
democrático coincide con una erosión del propio estado como forma de organización política.
Las características atribuidas al estado se han ido desdibujando: a principios del siglo xxi, pocos
estados son capaces de llevar a cabo por su cuenta y riesgo una determinada política
económica o una particular política de bienestar. Su papel se ha visto disminuido
progresivamente como efecto de la llamada globalización en todo tipo de relaciones e
intercambios. Al examinar, pues, las líneas de futuro de lo que puedan ser nuevas formas
políticas, hay que plantearse si en realidad no nos estamos moviendo hacia un modelo «post
estatal»
Esta búsqueda de separación y equilibrios entre instituciones o poderes del estado ha pasado
por etapas diferentes, como resultado de fenómenos no previstos por los teóricos liberales de
los siglos XVIII y XIX. • En una primera fase, la afirmación liberal de la división de poderes tenía
como objeto contrarrestar el poder absoluto de los monarcas hereditarios. Se buscaba una
separación equilibrada de poderes y funciones entre el rey —que conservaba la capacidad de
ejecución y de arbitraje judicial, al nombrar gobierno y jueces— y un parlamento con
capacidad legislativa, en el que sólo estaban representados los grupos sociales dominantes.
• Pero este modelo liberal original se vio alterado con la gradual expansión del derecho al
voto. Un parlamento elegido por sufragio universal expresaba la voluntad de todo el pueblo, al
que se reconocía el poder político originario. Una tradición democrática radical reclamaba, por
tanto, la supremacía parlamentaria, difícil de conciliar con el principio de la separación de
poderes y de su equilibrio. Esta reivindicación consiguió imponerse en algunos países europeos
a finales del siglo XIX, cuando el centro de gravedad del sistema político se situó efectivamente
en el ámbito parlamentario
• Finalmente, una nueva revisión del principio de la separación de poderes ha tenido lugar
como efecto de transformaciones políticas y económicas desarrolladas en la segunda mitad del
siglo XX. Entre tales transformaciones hay que señalar la consolidación de los partidos como
organizaciones que adquirieron el protagonismo en la vida política: se convirtieron en los
actores principales en todas las arenas. El papel activo del estado, interviniendo a fondo en un
amplio abanico de relaciones económicas, sociales, culturales, etc., mucho más allá de lo que
había previsto el liberalismo. Finalmente, en el orden de los fenómenos sociales hay que
resaltar el protagonismo adquirido por la comunicación de masas: los medios que la
desarrollan se han convertido no sólo en portavoces o tribuna de los actores po líticos, sino en
antagonistas de los mismos.
La acción política ha cambiado hoy de tal modo que un control efectivo del poder ya no puede
ejercerse únicamente mediante la tradicional separación y equilibrio entre las tres
instituciones clásicas del estado: ha de responder a las nuevas circunstancias y ha de contar
con otros agentes.
El criterio clave para la distinción entre las mismas es la diferente relación que se es tablece en
cada caso entre el ejecutivo y el parlamento.
Los cuatro tipos señalan grados diferentes de predominio de una de las dos instituciones:
parlamento o ejecutivo. El primer tipo —modelo de asamblea o directorio— presenta en
principio un ejecutivo sometido a la asamblea, mientras que el cuarto y último —modelo
presidencial— establece una separación entre ambos. Los dos modelos intermedios ofrecen
equilibrios de signo opuesto: el parlamentario se inclina del lado de la asamblea y el semi
presidencial del lado del ejecutivo.
Esta tipología clásica ignora algunos factores que ejercen hoy una gran influencia sobre la
dinámica de las instituciones. Recordemos algunos:
Pese a algunos análisis pesimistas, el hecho es que este predominio del ejecutivo ha traído
también la aparición de nuevos contrapesos: los poderes territoriales, los tribunales de justicia
y los medios de comunicación de masas. Con ellos se pretende reequilibrar el peso de las
diferentes instituciones.
• En otros casos, la actividad del parlamento se ha visto sometida al control del poder judicial.
Este control judicial de la labor del parlamento se ha convertido de hecho en control de las
iniciativas del ejecutivo, de quien proceden la inmensa mayoría de las decisiones
parlamentarias. La «judicialización de la política» parece querer compensar la debilidad de
unos parlamentos que han pasado de controladores a controlados, aunque esta compensación
no está exenta de efectos negativos
• Finalmente y fuera del ámbito institucional estatal, los medios de comunicación de masas se
han convertido también en fiscalizadores permanentes de la actividad del ejecutivo. En
algunos casos actúan como tribunas abiertas a las voces de la oposición, que tienen mucho
más eco cuan do se pronuncian desde la prensa, la televisión o la radio, que no desde el propio
parlamento. La importancia alcanzada por estos grupos mediáticos puede ahora desequilibrar
la balanza de poder en su favor, cuando todavía no se dispone de un modo claro y efectivo de
exigirles responsabilidades por su actuación
El concepto de régimen político remite a interrogarse sobre quién gobierna, y cómo lo hace, en
un estado-nación. A la hora de ensayar una definición del mismo, primeramente resulta
necesario distinguirlo de las nociones de sistema político y de gobierno. Como todo sistema, el
sistema político es un conjunto conformado por subconjuntos y elementos.
En este sentido, el régimen político es el conjunto de reglas del sistema político que define la
forma en que se toman y se implementan las decisiones y las formas de designación de las
personas que ocupan las estructuras de autoridad, así como también el conjunto de
instituciones desde las que se deciden y se implementan las decisiones.
Por último, en relación, a las estructuras de autoridad, es posible distinguir entre las que se
orientan a la adopción de decisiones y las dedicadas a la aplicación de las mismas. Estas
últimas conforman la burocracia pública, mientras que el gobierno es parte vital del conjunto
de estructuras de toma de decisiones.
Para O’Donnell entonces, el gobierno es la cúpula institucional del estado, mientras que el
régimen político es una mediación entre el estado y la sociedad en tanto regula el acceso
desde la sociedad a las más altas posiciones en el estado.
En su obra la Política, utiliza dos criterios, uno cuantitativo y otro cualitativo, para distinguir
entre distintas formas de constitución, es decir, entre distintas formas en las que se estructura
el funcionamiento de los cargos y la autoridad soberana.
El segundo criterio se basa en la orientación de las políticas adoptadas por cada uno de esos
gobiernos, en particular si las mismas persiguen el interés general o, por el contrario, el
beneficio de quien ejerce el poder. En tanto el fin de la comunidad política no es sólo vivir en
conjunto sino también vivir bien, cuando los gobernantes utilizan el poder que tienen para
alcanzar intereses particulares y no el bien común, entonces la comunidad política se desvía de
su objetivo y asume una forma política corrupta o degenerada con respecto a la pura (Bobbio,
1987). Así es posible distinguir entre las formas puras o buenas de gobierno de las
modalidades corruptas: la tiranía es la forma corrupta de la monarquía, la oligarquía constituye
la corrupción de la aristocracia y la democracia es la desviación de la Politeia.
La preocupación de Montesquieu no era sólo encontrar una categoría que encuadrara las
formas de gobierno características del mundo oriental sino también establecer la forma de
evitar este tipo de gobierno. Así argumenta que para evitar el despotismo y para garantizar un
gobierno moderado (ya sea una monarquía o una república), es fundamental establecer una
separación entre los órganos que desempeñan el poder, de modo que “el poder controle al
poder” y nadie pueda actuar de forma arbitraria. En efecto, la teoría de la “separación de
poderes” de Montesquieu y el desarrollo institucional británico son los factores históricos que
propiciaron el surgimiento y el desarrollo del constitucionalismo. El constitucionalismo es la
corriente política que en la modernidad ha permitido resguardar el principio del gobierno
moderado a través de tres mecanismos: i) la existencia de una constitución escrita que regula
el funcionamiento de las agencias del estado así como consagra los derechos de los
ciudadanos; ii) la superioridad de la constitución con respecto al resto de las normas legales
ordinarias existentes y su modificación requiere de mayorías calificadas; y iii) la existencia de
un órgano judicial que controle la conformidad de las normas legales a la constitución. De esta
manera, los gobiernos constitucionales, cuyas acciones se encuentran limitadas por las leyes y
por la división de poderes, se oponen a los gobiernos absolutistas, en los que el gobierno es
arbitrario e ilimitado.
El primer requisito apunta a que exista una probabilidad de que quienes están en el gobierno
al momento de llevar adelante las elecciones puedan perderlas, el segundo requisito se refiere
a que cualquiera sea que gane las elecciones podrá asumir el cargo obtenido, y, por último, el
tercer requisito establece que las elecciones se continuarán realizando a lo largo del tiempo.
De esta manera, los autores definen límites claros en tanto son conscientes de que no alcanza
sólo con que existan elecciones para que un régimen sea clasificado como democrático, sino
que estos procesos electorales deben cumplir con determinadas características.
Tres aspectos resultan particularmente apropiados a la hora de distinguir entre estos tipos de
regímenes democráticos. El primero es la fuente de legitimidad (directa o indirecta) del
ejecutivo. El segundo refiere a la estructura (colegiada o unipersonal) del ejecutivo o gobierno
en sentido estricto. El último aspecto destaca la relación entre las estructuras de toma de
decisiones, particularmente entre el ejecutivo y el legislativo y sus atribuciones (separación o
fusión).
Surgió entonces la figura del primer ministro, que era el consejero principal de la corona y que
adquirió la función de presidir el Consejo Real, y comenzó a desarrollarse la concepción de que
la responsabilidad política de dicho consejo o gabinete frente a la Asamblea sería mejor
asegurada si sus miembros fueran simultáneamente miembros del parlamento.
De esta manera, se pasó de un gobierno monista (con un solo centro de poder: el monarca) a
un gobierno de legitimidad dual: por un lado, la legitimidad tradicional representada por el rey,
que ejercía el gobierno a través de su primer ministro y su gabinete y aún preservaba el poder
de disolver la Asamblea; y por el otro, la legitimidad popular (aunque limitada), cristalizada en
el Parlamento, que estaba a cargo de la función legislativa y sin cuyo consentimiento ni las
decisiones reales podían entrar en vigor ni el Primer Ministro designado por el monarca podía
asumir su cargo. En consecuencia, se equiparó la jerarquía del Parlamento a la del rey.
Los sistemas parlamentarios, como su nombre lo indica, se caracterizan por la soberanía del
parlamento. Este principio implica que la relación entre el poder ejecutivo y el poder legislativo
se caracteriza por la fusión de ambos, es decir que los gobiernos son designados, apoyados y
destituidos a través del voto del parlamento (Sartori, 1994). El jefe del ejecutivo –que puede
adoptar diversos nombres como primer ministro, premier o canciller, pero al que nos
referiremos genéricamente como primer ministro– es elegido por el legislativo, poder ante el
cual es responsable junto a su gabinete, pues depende de su confianza y puede ver revocado
su mandato a través de un voto parlamentario de censura o de no confianza. Resulta entonces
lógico que la duración del mandato del ejecutivo no esté sujeta a plazo alguno, ya que se
mantiene mientras conserve el apoyo parlamentario. Como contrapartida a la potestad de
investir y destituir a los miembros del gabinete que posee el parlamento, el primer ministro
tiene a su vez la facultad de disolver el parlamento y convocar a elecciones para la
conformación de uno nuevo
La noción de fusión de poder no sólo sugiere que el ejecutivo está sujeto a la confianza del
legislativo, sino también que los parlamentarios pueden ser a la vez miembros del parlamento
y del gabinete. En consecuencia, la fuente de legitimidad del gobierno es indirecta en tanto el
primer ministro es elegido por el parlamento, cuyos integrantes a su vez son elegidos por
sufragio popular para cumplir funciones legislativas.
Por su parte, la designación de los integrantes del gabinete por lo general tiene lugar
posteriormente, en base a las propuestas del jefe de gobierno y depende también del
consentimiento del parlamento. En cuanto al mecanismo de investidura, éste puede adoptar
dos modalidades. La primera consiste en un voto de confianza del parlamento, es decir, una
votación en la cual la mayoría expresa su apoyo al candidato. La otra modalidad es implícita en
tanto el legislativo lo acepta de manera tácita no vetándolo.
En cuanto a la estructura del gobierno, en los parlamentarismos el cuerpo ejecutivo es de
carácter colectivo y está integrado por el primer ministro, que lo preside, y el gabinete o
consejo de ministros.
Finalmente, el modelo puro de parlamentarismo supone la soberanía del legislativo y por ende
la inexistencia de la revisión judicial de las leyes emitidas por éste. El parlamento tiene la
última palabra. Si bien en las últimas décadas este rasgo ha sido matizado (o incluso eliminado)
en prácticamente todos los países parlamentarios, se trata de una diferencia importante con
los presidencialismos.
El modelo Westminster
El modelo Westminster es el modelo inglés, que recibe ese nombre porque en Gran Bretaña el
parlamento se encuentra en el palacio de Westminster. La nota predominante de las
instituciones parlamentarias y gubernamentales británicas es el dominio de la mayoría. De
manera más rigurosa, este sistema se caracteriza, siguiendo a Lijphart (1991), por los
siguientes rasgos centrales.
Segundo, existe en este sistema cierta fusión entre los poderes ejecutivo y legislativo, con
preeminencia del gabinete sobre el Parlamento, ya que los miembros del gabinete, además de
tener su origen en el Parlamento, son líderes partidarios, por lo que conducen el
comportamiento del bloque político en el poder legislativo –que ya de por sí es mayoritario.
La cuarta característica es el bipartidismo, lo que implica que se observan dos partidos con
caudal electoral bastante parecido. Esto no significa que no haya más partidos, sino que hay
dos que, históricamente, tienen más peso que los otros y que se “alternan” en el poder.
En quinto lugar, el sistema electoral es de mayoría relativa. En este modelo los distritos están
representados en forma uninominal: quien obtiene la mayoría de los votos en un distrito se
lleva el total de la representación del distrito. Esto es diferente a los sistemas de
representación proporcional, los cuales le dan la posibilidad a la minoría de acceder a una
posición minoritaria dentro del parlamento.
El modelo Alemán
El modelo del parlamentarismo británico es el más conocido y el que ha inspirado a otros
parlamentarismos. En palabras de Loewenstein (1976), el modelo británico es el
parlamentarismo clásico. No obstante, es posible encontrar otros regímenes parlamentarios
que se distinguen del modelo clásico por la introducción de cambios institucionales
importantes. Este es el caso de Alemania, a partir de la Ley Fundamental de Bonn de 1949 (con
enmiendas), que pertenece a lo que el mencionado autor define como parlamentarismo
controlado.
Alemania es una república federal, organizada como un sistema parlamentario, donde existe
una división de las funciones entre el jefe de gobierno y el jefe de estado. El primer cargo es
desempeñado por el Canciller Federal y el segundo por el Presidente Federal, que se limita a
realizar tareas ceremoniales y representativas. Asimismo, presenta un parlamento bicameral.
La cámara baja se denomina Bundestag (o Dieta Federal) y sus miembros son elegidos cada
cuatro años por voto popular en un sistema electoral mixto, que combina la representación
directa y la proporcional. La Cámara Alta llamada Bundesrat (o Consejo Federal) representa a
los estados federados (o Länders) y sus miembros no son elegidos por sufragio popular, sino
que son delegados enviados por los gobiernos estaduales.
El modelo de Asamblea
IV.1.2. Presidencialismo
El caso de los Estados Unidos es paradigmático por ser el primer régimen presidencial.
La primera tenía que ver con cuáles iban a ser los poderes que se le otorgarían a la figura del
presidente. El principal temor residía en que este tipo de régimen estuviera cambiando un
tirano por otro. En este sentido, los fundadores de la constitución norteamericana se
preocuparon por diferenciar claramente al presidente del rey británico: el presidente tendría
origen en el consentimiento del pueblo, un mandato de cuatro años y una vez concluido el
mismo volvería a someterse a la voluntad popular. Además, mientras el poder de veto del rey
era absoluto, el del presidente sería limitado debido a la capacidad de insistencia del legislativo
que se proponía. Asimismo, el presidente, a diferencia del rey, podría ser acusado y removido
constitucionalmente, no podría declarar la guerra ni reclutar ejércitos unilateralmente y
necesitaría la aprobación del senado para la celebración de tratados internacionales
El hecho de que el presidente no sea miembro del parlamento nos lleva a uno de los rasgos
estructurales que define a un sistema presidencial, que es la elección popular del presidente,
sea de forma directa o a través del colegio electoral –como ocurre en Estados Unidos y como
sucedía en la Argentina antes de la reforma constitucional de 1994–. Lo distintivo reside en
que la fuente de legitimidad del gobierno, a diferencia de los parlamentarismos, es el pueblo y
no el parlamento. Esto contrasta con la estructura colegiada del esquema parlamentario,
donde el primer ministro y el resto de los integrantes del gabinete comparten la misma fuente
de legitimidad, que es el Parlamento.
En contraposición a esta postura, Linz (1990) señaló ciertas desventajas del presidencialismo al
sostener, sobre la base de que la mayoría de las democracias con más larga duración en el
mundo tienen sistemas parlamentarios, que éste era menos propicio que el parlamentarismo
para brindar estabilidad a los regímenes democráticos.
Las razones que destacó Linz de esta mayor inestabilidad son: i) la existencia de un conflicto
latente entre el poder ejecutivo y el poder legislativo en torno a la representación de la
voluntad popular en tanto el origen y la supervivencia de cada uno es independiente del otro,
ii) la rigidez producida por el período fijo de mandato que provoca que el presidente pueda
permanecer sin apoyo ya que resulta muy difícil removerlo o que éste pueda reforzar su
autoridad por medio de un voto de confianza o la disolución del parlamento, iii) la existencia
de una lógica de ganador único en tanto la elección popular directa del presidente debilita la
construcción de coaliciones y iv) la posible intolerancia con la oposición en tanto el presidente,
al ser jefe de estado y jefe de gobierno al mismo tiempo, se siente representante de toda la
nación.
IV.1.3. Semipresidencialismo
De acuerdo a Orlandi y Zelaznik (1995), es posible reconocer diferencias entre distintos tipos
de semipresidencialismo en función de tres elementos. El primero se refiere a las prerrogativas
constitucionales otorgadas al presidente. Donde las prerrogativas son escasas, el presidente se
asemeja a un jefe de estado parlamentario, como en Irlanda. Donde las prerrogativas son
mayores, como en Islandia y Finlandia, el presidente se torna un actor central de la dinámica
política. Otro elemento decisivo consiste en la disposición de los presidentes a la utilización de
las facultades habilitadas por el texto constitucional. En este contexto vale la pena mencionar
por ejemplo que Francia, donde las prerrogativas concedidas al presidente son menores, es el
caso que más se ha aproximado al presidencialismo. Por el contrario, aunque en Islandia el
presidente cuenta con mayores prerrogativas, la forma de funcionamiento del gobierno lo
acerca más al parlamentarismo. Finalmente, el tercer elemento que permite establecer
distinciones entre regímenes semipresenciales tiene que ver con la coincidencia de la mayoría
presidencial con la parlamentaria. En esta dirección, los autores proponen tres tipos de
interacción básica. En la primera, la mayoría presidencial y la parlamentaria son distintas, por
lo que la función del presidente se limita al rol de regulador del proceso político, cercano al rol
del jefe de estado parlamentario, pero con algo más de relevancia. En Francia, estos casos
reciben el nombre de cohabitación y tuvieron lugar entre 1986 y 1988 y entre 1992 y 1995. La
segunda interacción ocurre cuando la mayoría parlamentaria coincide con la presidencial, pero
el líder del partido mayoritario es el primer ministro y no el presidente. En esta situación, el
primer ministro hace efectivo su rol de jefe de gobierno y el jefe de estado se transforma en un
símbolo, asemejándose a su par parlamentario. Por último, cuando el presidente es el líder del
partido mayoritario en el parlamento, éste adquiere un poder similar a su par de cualquier
régimen presidencialista. En este caso, el primer ministro y el resto del gabinete se constituyen
en apéndices del jefe de estado, quien, en efecto, es el que ejerce el gobierno.
La distribución del poder entre los diferentes niveles de gobierno y autoridad (el gobierno
central o nacional y los gobiernos regionales o subnacionales) se organiza de diversas maneras.
Una modalidad es cuando el poder local o regional está directamente controlado y ejercido
por el poder central, que caracteriza a los gobiernos unitarios. Una segunda modalidad es la
delegación de facultades realizada por el gobierno central hacia los gobiernos locales o
regionales, que caracteriza a los gobiernos federales.
Los gobiernos unitarios generan una fusión del poder, unificando todas las instancias de
decisión de manera vertical. Esta forma de gobierno limita la capacidad de decisión de los
gobiernos subnacionales que se transforman en meros ejecutores de las decisiones tomadas
por el gobierno central. En los gobiernos federales, en cambio, los gobiernos centrales tienen
que compartir, aunque en grados diferentes, el poder con los gobiernos subnacionales. En este
sentido, Hueglin y Fenna (2006) sostienen que los sistemas federales de gobierno se
caracterizan por una soberanía compartida y por tener poderes divididos entre dos o más
niveles de gobierno, cada uno de los cuales disfruta de una relación directa con el pueblo. En
términos exclusivamente institucionalistas, un gobierno federal es aquel en el que las
estructuras de decisión de un estado (poder ejecutivo, legislativo y judicial) se encuentran
presentes en los dos niveles de gobierno federal y estatal, siendo garantizados por el texto
constitucional.
En cuanto a la segunda dimensión, la división de poderes entre los dos niveles de gobierno
puede ser legislativa o administrativa. La división legislativa de poderes implica que los
gobiernos subnacionales son responsables por la elaboración de políticas públicas, desde su
diseño a su implementación. En este tipo de federalismo se da una división de áreas de
injerencia. Por ejemplo, en Estados Unidos el gobierno central se ocupa de las políticas
monetarias, del comercio y de la defensa mientras que los gobiernos subnacionales se ocupan
de las políticas educativas, sociales, culturales y de infraestructura. En cambio, la división de
poderes administrativa implica que los gobiernos subnacionales no tienen potestad para
legislar en asuntos referidos al diseño de la política, sino sólo a la implementación y
administración de la misma.
Por último, la dimensión vinculada a la división de poder entre los gobiernos subnacionales
establece una diferenciación entre los federalismos simétricos y los asimétricos, basada en el
grado de heterogeneidad existente entre los distintos gobiernos subnacionales que integran la
federación. Esta asimetría puede ser de dos tipos: la asimetría política que surge de las
diferencias culturales, económicas, demográficas y sociales entre los gobiernos subnacionales
y la asimetría constitucional que surge de la asignación desigual de poderes a los gobiernos
subnacionales a través de la constitución.
En el caso del presidencialismo, donde el poder legislativo y el ejecutivo son elegidos de forma
separada, puede suceder que exista un gobierno unificado cuando el mismo partido obtiene
una mayoría de escaños en el congreso y a su vez gana la presidencia. Por su parte, un caso de
gobierno dividido se da cuando el partido que gana la presidencia no obtiene una mayoría en
el congreso. En cuanto al semipresidencialismo, la elección del primer ministro por parte de la
asamblea y el presidente por parte de los ciudadanos puede generar un gobierno unificado o la
también llamada cohabitación. El gobierno unificado surge cuando el partido del presidente
tiene también mayoría en la asamblea. La cohabitación se da cuando el presidente y el primer
ministro pertenecen a partidos políticos diferentes.
La división vertical del poder genera también posibilidades para un gobierno dividido. Existe un
gobierno unificado en el caso de los gobiernos unitarios y de los gobiernos federales cuando el
gobierno central controla una alta proporción de los gobiernos subnacionales. En el primer
caso, es posible afirmar que el gobierno unitario es unificado por definición en tanto un solo
partido es el que tiene el poder pues los encargados de los gobiernos subnacionales son
designados por el gobierno central. En el segundo caso, se da lo que se denomina un
federalismo centralizado que en la práctica se parece bastante a un gobierno unitario. La
conformación de un gobierno dividido, por su parte, surge en el caso de los federalismos
descentralizados en los que el gobierno central no controla una alta proporción de los
gobiernos subnacionales.
En resumen, entre los ejemplos de gobierno unificado es posible incluir el caso del gobierno
unipartidista del parlamentarismo unicameral que se define con regla de mayoría relativa, el
caso del dominio por parte del mismo partido del poder ejecutivo y del legislativo tanto en el
caso del presidencialismo como del semipresidencialismo, los gobiernos unitarios y los
federales centralizados. Por su parte, entre los ejemplos de gobierno dividido se encuentran el
caso del gabinete multipartidista o en minoría en el parlamentarismo de representación
proporcional, los gobiernos presidencialistas y semipresidencialistas (en el caso de la
cohabitación) así como el federalismo descentralizado, ya que en todos estos casos las
combinaciones implican que coexisten diferentes partidos y los ganadores parciales son
múltiples.
V. El caso argentino
En segundo lugar, las atribuciones legislativas del presidente fueron reforzadas con la reforma
constitucional al incluirse en el artículo 99 (inciso 3) la facultad del presidente de dictar
Decretos de Necesidad y Urgencia en circunstancias excepcionales y siempre que no se trate
de normas que regulen materia penal, tributaria, electoral o el régimen de los partidos
políticos. Esta incorporación en la Constitución le otorgó carácter legal a una práctica que los
presidentes argentinos llevaron adelante desde 1853 ante situaciones de notable gravedad
institucional o crisis económica (Ferreira Rubio y Goretti, 1996).
Si bien los decretos de necesidad y urgencia fueron incluidos en la Constitución Nacional con el
propósito de fortalecer el poder del presidente, resulta importante observar que el logro de tal
propósito depende tanto de factores políticos como institucionales. En este sentido, la
existencia de reglas de aprobación flexibles de los decretos y el nivel de apoyo partidario que
tiene el presidente en el Congreso influyen sobre la capacidad real que otorgan estos decretos
al poder ejecutivo para tener una mayor participación legislativa
El carácter centralista del federalismo se evidenció en el hecho de que el estado nacional era el
que definía los límites a la autonomía de las provincias. Así, la Constitución establece que “las
provincias conservan todo el poder no delegado por esta Constitución al Gobierno Federal...”
(artículo 121) y que las mismas “se dan sus propias instituciones locales y se rigen por ellas”
(artículo 122), pero cada una de las unidades provinciales dicta su propia Carta Magna
basándose en lo dispuesto por el artículo 5, que establece que las constituciones provinciales
deben estar de acuerdo con los principios, declaraciones y garantías de la Constitución
Nacional (artículo 123)
iles que se extendieron hasta 1880 imposibilitaron consolidar la soberanía del gobierno
nacional. El contexto político y social se caracterizó por el conflicto entre el gobierno federal y
las provincias más poderosas, encabezadas por Buenos Aires. Así, durante la primera etapa
posterior a la sanción de la Constitución, las provincias leales a Justo J. de Urquiza, líder de la
Confederación Argentina, que defendían la Constitución sancionada y la idea de participar de
los ingresos de la aduana, se enfrentaron con la provincia de Buenos Aires, gobernada por
Bartolomé Mitre, que defendía una mayor autonomía de Buenos Aires. Luego de la derrota del
ejército de Urquiza en la batalla de Pavón en 1861, los tres poderes del gobierno federal se
instalaron en la ciudad de Buenos Aires y Mitre fue elegido presidente de la nación. Sin
embargo, siguieron existiendo desafíos al monopolio del poder de coacción del gobierno
central, principalmente desde Entre Ríos, liderada por Urquiza, y desde la facción Autonomista
liderada por Adolfo Alsina en la provincia de Buenos Aires, que apelaba a una separación total
del resto del país. Recién en 1880, bajo la presidencia
El segundo proceso al que hacíamos referencia nos lleva a la dimensión política del
federalismo. ¿Qué ocurre con el mismo? Los gobernadores de provincia, valiéndose de su
presencia institucional en el senado nacional, cuentan con una considerable capacidad de
negociación a la hora de acompañar o rechazar las iniciativas del poder ejecutivo. Las
provincias menos habitadas, por la sobrerrepresentación que la Constitución les otorga en el
Senado, y también de distintas normas que ampliaron su participación en la Cámara de
Diputados, cuentan con un considerable poder en sus negociaciones con el gobierno central.
En la década del ’90, Carlos Menem formó una coalición de legisladores provenientes de estas
provincias para impulsar sus reformas en el Congreso Nacional, transfiriendo a cambio a estos
distritos (de “bajo mantenimiento”, por su menor población) recursos que sus gobernadores
demandaban. El aumento del número de senadores por provincia ha dado aún mayor poder a
las provincias más chicas, en tanto éstas suman el 80% de las bancas.
En la Argentina, el interés por la organización federal –de Rodolfo Rivarola a Natalio Botana–
es un tema clásico de la ciencia política. En tiempos más recientes, la consolidación
democrática y los procesos de descentralización de los años ’90 profundizaron el interés por
estas temáticas; es posible encontrar diversos textos que se ocupan de ello: la evolución
histórica de la relación entre niveles de gobierno, los impactos que distintas secuencias en los
procesos descentralizadores pueden tener sobre el balance intergubernamental, las causas de
la descentralización en los poderes relativos de uno y otro nivel, los contextos fiscales en los
que ocurrieron estas reformas, y los procesos de descentralización del nivel provincial al
municipal de gobierno, entre otros. A su vez, el federalismo electoral y partidario ha recibido
similar atención. Se han publicado artículos y libros sobre el sesgo mayoritario en las
legislaturas provinciales, los componentes territoriales de la reforma económica de los años
’90, la distribución clientelar de recursos a electorados subnacionales, las transformaciones del
sistema partidario, las reformas electorales subnacionales, entre otros temas.
CONCLUSION
Hemos visto a lo largo de este capítulo que el concepto de régimen político remite al conjunto
de reglas e instituciones que definen quién gobierna en un estado-nación y cómo lo hace. De
esta manera, el régimen político está conformado no sólo por el conjunto de reglas a través de
las cuales se establecen los mecanismos de acceso a las posiciones de gobierno y los
procedimientos a través de los cuales se toman las decisiones, sino también por un conjunto
de estructuras de autoridad tanto para la toma de decisiones como para su implementación.
Una definición procedimental de la democracia, que sin duda debe ser complementada por
otras variables que remitan a las condiciones sociales que la hacen posible, se centra en la
presencia o no de elecciones y permite así la clasificación de los regímenes políticos en
democracias (aquellos regímenes en que los representantes son elegidos por medio de
elecciones) y no-democracias, que abarcan a múltiples tipos de regímenes (autoritarismos,
totalitarismos, regímenes tradicionales). Con respecto a las clasificaciones de las formas de
gobierno de los regímenes democráticos, hemos distinguido a los parlamentarismos, los
presidencialismos y los semipresidencialismos, de acuerdo a cómo se eligen y qué garantiza la
continuidad en el cargo de los poderes ejecutivos: en los parlamentarismos la asamblea
designa y puede remover al primer ministro, mientras que en los presidencialismos la elección
y continuidad de ambos poderes es independiente; en el semipresidencialismo, en tanto, hay
un poder ejecutivo dual. Finalmente, diferenciamos los gobiernos unitarios de los federales, los
cuales se distinguen por la cantidad de niveles de gobierno electos en forma independiente y
con competencia para llevar adelante sus políticas en un determinado territorio. La Argentina
se rige por un régimen democrático representativo que adopta para su gobierno la forma
presidencialista y federal, inspirándose en el modelo estadounidense, en los escritos de Juan
Bautista Alberdi y en constituciones latinoamericanas previas. En este sentido, la Constitución
Nacional establece un poder ejecutivo unipersonal representado por el presidente, que es
elegido de forma directa por parte del electorado por un período fijo de cuatro años y es
independiente del Congreso. A un nivel subnacional, provincias y municipios cuentan con
competencias definidas constitucionalmente.
UNIDAD NUMERO 5
La regla y la excepción
De la propuesta de los clásicos a una tipología actual: dos modos de gestionar el conflicto.
ARISTOTELES había combinado dos criterios: en manos de quién reside el poder y con qué
finalidad se ejerce. De la combinación de ambos criterios obtenía seis tipos ideales, entre los
cuales Aristóteles distinguía tres como recomendables y desechaba los tres restantes como
formas corruptas o deformadas de los primeros.
La aparición del estado y la extensión del acceso a la política obligo a revisar ar los términos de
la tipología clásica. Los seis tipos fueron condensándose en dos: democracia y dictadura. Y, al
mismo tiempo, se modificaba el juicio de valor sobre los mismos: la dictadura es hoy
generalmente considerada como una forma política condenable, mientras que la democracia
se convertía ahora en la forma política más deseable.
Si hacer política equivale a gestionar los conflictos que se dan en la comunidad, monocracia y
democracia han de ser en tendidas como diferentes modos de hacerlo. Las diferencias residen
en las respuestas que se den a las tres preguntas siguientes:
— un acceso difícil arbitrario y selectivo a los medios y recursos que permiten influir en las
diversas etapas del proceso político
— unas decisiones políticas que se adoptan sistemáticamente a favor del mismo grupo y se
apartan de las preferencias generales de los ciudadanos que deben cumplirlas
• Por SU parte, el tipo ideal de la democracia se traduce en una forma de gestión de los
conflictos que observa tres condiciones fundamentales:
— el acceso libre e igual a los medios de intervención política por parte de todos los miembros
interesados de la comunidad, sin obstáculos ni privilegios para ninguno de ellos
— la toma de decisiones que respondan a las preferencias de la mayoría de los ciudadanos, sin
efectos discriminatorios permanentes para núcleos o sectores determinados.
Estos dos tipos ideales pueden contemplarse como los dos extremos o los dos polos de una
escala. Una democracia plena sería la que reuniría es tas tres últimas condiciones en su
intensidad máxima. En el otro polo de la escala figuraría la monocracia.
• concentración exclusiva del poder en núcleos muy reducidos o en una sola persona, negando
el derecho de la ciudadanía a la crítica y a la oposición y marginando a la mayoría de la
intervención eficaz en las decisiones políticas
Las variantes
• Respecto al segundo criterio, pueden distinguirse las dictaduras que se proponen como
objetivo la conservación de la situación socioeconómica y las dictaduras que afirman tener un
proyecto de transformación de dicha situación
• También se dan situaciones de transición cuando un sistema de este tipo acepta un cierto
grado de competición política: se tolera el ejercicio controlado de algunas libertades públicas,
se admiten expresiones críticas de la oposición e incluso se permite en algunos casos la
celebración de elecciones, siempre que no signifiquen un riesgo para quien controla el poder.
Los rasgos esenciales de los regímenes monocráticos que hemos definido anteriormente
pueden presentarse en grados variables de intensidad. Esta variación ha permitido desarrollar
una distinción entre sistemas totalitarios y sistemas autoritarios.
• Se denominan sistemas totalitarios a los que han llevado a su mayor intensidad
características como:
— el empleo sistemático del terror para eliminar cualquier forma de disidencia u oposición. El
recurso a los campos de internamiento y exterminio puede ser llevado a extremos que van
más allá de la «racionalidad»
Lo que permite calificar a estos sistemas como totalitarios ha sido su pretensión de convertir a
la política estatal en el mecanismo controlador de todas las demás esferas de relación humana
y de ocupar todo el espacio social.
• Por su parte, los sistemas autoritarios exhiben rasgos similares a los anteriores, pero con
menor grado de intensidad. Así, los rasgos que le diferencian de los sistemas totalitarios son
los siguientes:
— la concentración de poder en una coalición reducida de actores que mantienen entre sí una
cierta competencia por el reparto de dicho poder
La revolución rusa de 1917 puso en marcha una organización política que pretendía superar las
deficiencias del estado liberal. Encamado en el modelo socialista-soviético de la URSS, el
modelo presenta las características siguientes:
• La relación política fundamental se establece entre poder político y cada ciudadano como
miembro de una clase social, y no como individuo abstracto sin vinculaciones ni atributos. En
cierto modo, el actor político principal es el proletariado: los trabajadores asalariados se
convierten en protagonistas en el proceso de transformación revolucionaria de la economía y
de la política. Esta situación excepcional de cambio justifica la «dictadura del proletariado»,
que sustituye a la «dictadura de la burguesía» propia del estado liberal.
• Cuando se pertenece a esta clase se disfruta de derechos, no sólo civiles y políticos, sino
también sociales y económicos: las necesidades vitales deben ser garantizadas por el Estado.
Pero estos mismos derechos derivan, no de una presunta naturaleza humana o de la
pertenencia a la nación sino del mismo proyecto revolucionario.
• Por esta misma razón, el derecho son ahora la expresión de la voluntad transformadora de la
clase revolucionaria, que tiene un proyecto de cambio social radical. El derecho está
condicionado, por tanto, por este proyecto. La voluntad de la clase revolucionaria se elabora y
se expresa a través del partido revolucionario que ocupa una posición exclusiva o dominante
en el escena rio político.
•¿De dónde nace este modelo de estado? La inspiración se encuentra en las corrientes
socialistas del siglo XDC y, de modo particular, en la aportación de Marx al análisis de las
relaciones entre economía y política. Marx subrayó que lá organización económica y la
estructura social condicionan los modelos políticos
•la definición de política de Marx era poco precisa y no iba más allá de su referencia a la
experiencia revolucionaria de la Comuna de Paris
• La presencia activa en la política «totalitaria» queda, pues, reservada a los miembros de esta
comunidad nacional, cuyo interés general es interpretado por un líder inspirado y visionario.
Los derechos individua les que dan acceso a la vida política son precarios, porque están
condicionados al interés del «todo» estatal-nacional, tal como lo concibe en cada momento el
jefe supremo que lo personifica e interpreta.
• La permanencia o estabilidad del derecho queda supeditada a los designios del dirigente
supremo, con facultades ilimitadas para modificarlo cuando desee y sin tener que sujetarse a
complejos procedimientos de reforma. Este vigor contiene un elemento de violencia, que es
exaltada también en la ideología nazi-fascista como recurso indispensable para eliminar a los
opositores del interior y para imponerse sobre los competidores del exterior. De ahí la
importancia de una policía política, sometida a la voluntad del líder y de su camarilla, como
instrumento fundamental de represión.
• En esta concepción estatal no hay justificación para una división de poderes. Al contrario, la
base del sistema es la concentración de autoridad de una sola persona de la que desciende
godo poder en una escala claramente jerarquizada. A esta persona corresponde en ultimo
termino la designación y la destitución de todas las demás figuras que ocupan posiciones de
poder en el esquema estatal
• ¿Qué papel juega el estado en las relaciones económicas y sociales? En el ámbito económico,
el estado favorece el desarrollo del capital privado, mediante la promoción de infraestructuras
y mediante la inversión militar. En el orden social suprime los sindicatos obreros —
persiguiendo a sus militantes y dirigentes— y los convierte en organizaciones controladas por
el propio estado y supeditadas al interés del capital. Como contrapartida pone en marcha
algunos sistemas estatales de asistencia —seguridad social, higiene, vivienda, regulación de
condiciones laborales—, con el fin de atemperar las condiciones extremas de desempleo y
explotación que pudieran ser motivo de agitación social.
• ¿Dónde residen las bases ideológicas que explican este modelo estatal? Tampoco en este
caso hay que pensar en la existencia de un proyecto cerrado, construido por la mente de algún
pensador clarividente. El tipo estatal que describimos es resultado de la integración de
intereses de grupos sociales y de diversas aportaciones ideológicas. Otros elementos
doctrinales son fabricados para la ocasión y con el fin de justificar sobre la marcha el sistema
que se esta construyendo
. Para los clásicos, la democracia no era un régimen político aconsejable. Pero esta apreciación
negativa se modificó a lo largo del siglo XIX: se extendió entonces la exigencia de llevar a la
práctica la idea de la igualdad humana y del derecho de todos a intervenir en política.
Esta valoración positiva de la democracia ha dado lugar a una gran abundancia de definiciones,
cada una de las cuales pone el acento en alguno de los rasgos que se presentan como
característica de la política democrática. Son los siguientes:
— la titularidad última del poder atribuida a todos los miembros de la comunidad, aunque el
ejercicio de este poder sea confiado a una par te minoritaria de la misma (Rousseau,
Jefferson);
— la protección de los derechos de cualquier minoría frente a la mayoría, para evitar que una
voluntad mayoritaria acabe —política o físicamente— con los que no forman parte de ella y
para permitir que la minoría de hoy pueda convertirse en la mayoría de mañana (Bentham, J.
Mili);
— la capacidad de los ciudadanos para influir directamente sobre el con tenido de las
decisiones políticas, de tal manera que exista correspondencia entre las acciones del gobierno
y las aspiraciones de quienes resultan afectados por las mismas (Barber).
Otros autores prefieren sintetizar las diferentes versiones de la democracia en dos grandes
categorías; una más interesada en los medios de la política y otra más atenta a sus objetivos o
fines.
— La segunda versión, calificada como sustantiva o material, toma como referencia los
objetivos políticos: el sistema será tanto más democrático, cuanto más disminuyan las
desigualdades económicas y sociales existentes entre los miembros de la comunidad. Esta
versión atiende más al output político: no se conforma con la fidelidad a re glas de
procedimiento, sino que reclama determinados resultados en el ámbito económico y social.
Las dos últimas definiciones del aparta do anterior se relacionan con esta visión sustantiva de
la democracia.
• Así pues, el mínimo común denominador de las democracias estaría constituido por:
1) el libre acceso a la actividad política de todos los miembros de la comunidad, sin excluir de
los derechos de ciudadanía por razones de género, clase, raza, lengua, religión, instrucción,
etc.
Desde esta perspectiva, cuando alguien sostiene una visión de la democracia estrictamente
limitada a las reglas —los medios— exhibe una cierta incoherencia interna, al rechazar la
consecuencia lógica del criterio principal que dice sostener.
El carácter de ideal exigente que tiene la democracia hace que no haya sistema político que
satisfaga totalmente sus requisitos
• La relación política fundamental se define como una relación entre el po der y los miembros
de un grupo, ya sea una clase, un colectivo territorial, una organización política o sindical, etc.
El poder, por tanto, dialoga y negocia con actores colectivos, que tienen sus representantes en
diferentes órganos y escenarios.
• Por esta misma razón se amplía el contenido de los derechos civiles y polí ticos propios del
modelo liberal. No sólo se extiende el derecho al voto a todos los ciudadanos. También se
añaden otros derechos políticos y sociales, como propios de los miembros de un mismo grupo:
En especial, los derechos sociales se convierten en bandera y programa de este modelo.
• Se modifica a fondo la relación que el estado liberal mantenía con el ámbito social y
económico. El estado asume ahora responsabilidades económicas de importancia: regula las
crisis cíclicas del capitalismo con medidas de fomento de la actividad económica, redistribuye
recursos mediante el sistema impositivo, controla directa o indirectamente sectores
considerados estratégicos. Todo ello configura lo que se ha denominado un sistema de
«economía mixta». Es mixta porque en este modelo se combinan las intervenciones del sector
público y del sector privado, a diferencia del modelo liberal o del modelo socialista soviético
• el estado se compromete a cubrir algunos riesgos que amenazan a los grupos más
vulnerables de la comunidad. Para ello pone en marcha un sistema de previsión social para
afrontar situaciones de enfermedad, accidente, invalidez, paro laboral, etc.
El modelo empezó a dar señales de agotamiento hacia los años setenta del siglo XX.
• Finalmente, en lo político se hizo patente la creciente dificultad del esta do para procesar
otras nuevas y más complejas. Con ello se hacía más problemática la capacidad estatal para
gestionar viejos y nuevos conflictos y se dudaba por ello de la «gobernabilidad» de las
sociedades avanzadas.
Estas reacciones de frustración y descontento permitieron afirmar que el estado del bienestar
había dado paso, paradójicamente, a un «estado de malestar. Para explicar los síntomas
anteriores, los analistas han identificado algunos factores. Entre ellos pueden contarse los
cuatro siguientes:
• el cambio gradual de los valores sociales, desarrollado como una «revolución silenciosa»
(Inglehart) que ha puesto en primer plano la preocupación por la identidad y la realización
personal o la calidad de vida, fren te a estructuras familiares tradicionales, a la inercia del
crecimiento eco nómico ilimitado o a la explotación incontrolada del medio y los recursos
naturales, etc.
• Para quienes se inspiran en antiguas o nuevas versiones del pensamiento marxista o de las
corrientes libertarias, el desgaste del estado liberal-democrático es prueba de la imposibilidad
de conseguir una democracia política efectiva, mientras no sean eliminadas las desigualdades
provocadas por la estructura socioeconómica y, especialmente, las que resultan de la
propiedad privada de los medios de producción. a. En ella, todos los miembros de la
comunidad dispondrán efectivamente de las mismas condiciones de vida, se responsabilizarán
conjuntamente de los asuntos colectivos e incluso podrán prescindir del esta do como aparato
de coacción.
• En el extremo opuesto, otros sectores entienden que la evolución del estado liberal-
democrático ha confirmado los inconvenientes de confiar la conducción de los asuntos
públicos a todos los ciudadanos. Si se admite que el individuo se mue ve exclusivamente por su
afán de beneficio o utilidad personal, la mayo ría ciudadana acabará imponiendo su tiranía, en
perjuicio de la libertad y aun a costa de perjudicar el desarrollo general de sus propias co
munidades.
Esta visión manifiesta una fuerte desconfianza hacia las instituciones políticas y
administrativas, hacia los partidos y sus representantes, etc.
• Para otros analistas, finalmente, las crisis y las insuficiencias del estado liberal-democrático
reclaman una revisión realista de sus posibilidades. Desde esta perspectiva, hay que admitir la
persistencia de una desigualdad incorregible entre los ciudadanos cuando se trata de inter
venir en la política.
Una versión menos conformista respecto de la situación actual del esta do liberal-democrático
es la que aportan los sectores que podemos calificar como realistas críticos. En ellos se
incluyen quienes no aceptan como un dato insuperable las deficiencias del estado liberal-
democrático. Las toman como punto de partida para revisar las actuales instituciones de la
democracia y ampliar la capacidad de intervención individual y colectiva en los procesos de
decisión.
• Durante los años ochenta y noventa, estos países han reducido de manera decisiva la
intervención estatal en la economía, llevando a cabo la privatización de empresas y servicios
públicos, la liberalización de inter cambios financieros y comerciales o la desregulación parcial
de las relaciones laborales. Han rebajado moderadamente o han mantenido sin aumentarla la
presión fiscal y han limitado en medida variable algunas prestaciones sociales en materia de
subsidios o de asistencia sanitaria. Con estas medidas se han intentado combinar las exigencias
de la economía postindustrial y de la competencia internacional con la necesidad de conservar
equilibrios internos, nacidos del pacto social que dio origen al estado del bienestar.
• Estos equilibrios se rompen cuando la sociedad empieza a «dualizarse»: mientras un sector
conserva una situación razonablemente protegida de riesgos e inseguridades, otra parte queda
relegada a la marginalidad y a la precariedad. En el nuevo proyecto «postsocial», el estado se
limita a garantizar la competencia eficiente de los actores económicos privados, impidiendo las
situaciones de monopolio que puedan disminuir aquella eficiencia. Por su parte y en el campo
social, el estado ya no sería el proveedor exclusivo y casi monopolista de servicios y
prestaciones, se convertiría ahora en promotor y habilitador de la provisión de estos servicios,
confiados indistintamente a instituciones públicas, mercantiles y no lucrativas. La acción
concertada del estado con empresas privadas, organizaciones voluntarias o entidades
religiosas sería la regla y la acción estatal directa se ría la excepción.
• Con el fin de legitimar esta nueva distribución definiciones se señala que no basta
únicamente el gran pacto entre capital y asalariados, característico del estado social. La mayor
complejidad de las sociedades actuales y la diversidad de situaciones colectivas y personales
obliga a establecer una amplia serie de pactos que se suman al viejo pacto social.
• Para dar mayor fuerza a los pactos citados se ha propuesto también ampliar la participación
ciudadana directa en la toma de decisiones de interés público. Ello significa acercar los centros
donde se toman las decisiones a quienes son afectados por ellas y requiere, entre otras
condiciones, un acceso más fácil a la información, agilidad y transparencia en los sistemas de
consulta, coparticipación en la elaboración de políticas públicas y en su aplicación, rendimiento
de cuentas efectivo por parte de políticos y gestores, descentralización territorial de las
administraciones, etcétera.
Pero en el mundo globalizado de principios del siglo XXI, la situación de unos y otros es
interdependiente: ni los países más evolucionados pueden ignorar la competencia parcial que
representan algunos de los estados en desarrollo, ni éstos pueden decidir autónomamente
sobre su futuro sin contar con las decisiones de los primeros.
• Todas las políticas económicas estatales están estrechamente interrelacionadas: en los años
noventa, las crisis monetarias de México, Brasil o el Sudeste asiático o la recesión en el Japón o
en Rusia han afectado di rectamente a la evolución de las economías norteamericanas y
europeas. El hecho es que en este mundo eco nómicamente interdependiente de finales del
siglo XX se ha reforzado el papel de los organismos internacionales que elaboran e imponen
políticas económicas y comerciales de aplicación obligatoria para los estados.
Cabe concluir de todo ello que la llamada «crisis» del estado del bie nestar o liberal-
democrático coincide con una erosión del propio estado como forma de organización política.
Las características atribuidas al estado se han ido desdibujando: a principios del siglo xxi, pocos
estados son capaces de llevar a cabo por su cuenta y riesgo una determinada política
económica o una particular política de bienestar. Su papel se ha visto disminuido
progresivamente como efecto de la llamada globalización en todo tipo de relaciones e
intercambios. Al examinar, pues, las líneas de futuro de lo que puedan ser nuevas formas
políticas, hay que plantearse si en realidad no nos estamos moviendo hacia un modelo «post
estatal»
Esta búsqueda de separación y equilibrios entre instituciones o poderes del estado ha pasado
por etapas diferentes, como resultado de fenómenos no previstos por los teóricos liberales de
los siglos XVIII y XIX. • En una primera fase, la afirmación liberal de la división de poderes tenía
como objeto contrarrestar el poder absoluto de los monarcas hereditarios. Se buscaba una
separación equilibrada de poderes y funciones entre el rey —que conservaba la capacidad de
ejecución y de arbitraje judicial, al nombrar gobierno y jueces— y un parlamento con
capacidad legislativa, en el que sólo estaban representados los grupos sociales dominantes.
• Pero este modelo liberal original se vio alterado con la gradual expansión del derecho al
voto. Un parlamento elegido por sufragio universal expresaba la voluntad de todo el pueblo, al
que se reconocía el poder político originario. Una tradición democrática radical reclamaba, por
tanto, la supremacía parlamentaria, difícil de conciliar con el principio de la separación de
poderes y de su equilibrio. Esta reivindicación consiguió imponerse en algunos países europeos
a finales del siglo XIX, cuando el centro de gravedad del sistema político se situó efectivamente
en el ámbito parlamentario
• Finalmente, una nueva revisión del principio de la separación de poderes ha tenido lugar
como efecto de transformaciones políticas y económicas desarrolladas en la segunda mitad del
siglo XX. Entre tales transformaciones hay que señalar la consolidación de los partidos como
organizaciones que adquirieron el protagonismo en la vida política: se convirtieron en los
actores principales en todas las arenas. El papel activo del estado, interviniendo a fondo en un
amplio abanico de relaciones económicas, sociales, culturales, etc., mucho más allá de lo que
había previsto el liberalismo. Finalmente, en el orden de los fenómenos sociales hay que
resaltar el protagonismo adquirido por la comunicación de masas: los medios que la
desarrollan se han convertido no sólo en portavoces o tribuna de los actores po líticos, sino en
antagonistas de los mismos.
La acción política ha cambiado hoy de tal modo que un control efectivo del poder ya no puede
ejercerse únicamente mediante la tradicional separación y equilibrio entre las tres
instituciones clásicas del estado: ha de responder a las nuevas circunstancias y ha de contar
con otros agentes.
El criterio clave para la distinción entre las mismas es la diferente relación que se es tablece en
cada caso entre el ejecutivo y el parlamento.
Los cuatro tipos señalan grados diferentes de predominio de una de las dos instituciones:
parlamento o ejecutivo. El primer tipo —modelo de asamblea o directorio— presenta en
principio un ejecutivo sometido a la asamblea, mientras que el cuarto y último —modelo
presidencial— establece una separación entre ambos. Los dos modelos intermedios ofrecen
equilibrios de signo opuesto: el parlamentario se inclina del lado de la asamblea y el semi
presidencial del lado del ejecutivo.
Esta tipología clásica ignora algunos factores que ejercen hoy una gran influencia sobre la
dinámica de las instituciones. Recordemos algunos:
Pese a algunos análisis pesimistas, el hecho es que este predominio del ejecutivo ha traído
también la aparición de nuevos contrapesos: los poderes territoriales, los tribunales de justicia
y los medios de comunicación de masas. Con ellos se pretende reequilibrar el peso de las
diferentes instituciones.
• En otros casos, la actividad del parlamento se ha visto sometida al control del poder judicial.
Este control judicial de la labor del parlamento se ha convertido de hecho en control de las
iniciativas del ejecutivo, de quien proceden la inmensa mayoría de las decisiones
parlamentarias. La «judicialización de la política» parece querer compensar la debilidad de
unos parlamentos que han pasado de controladores a controlados, aunque esta compensación
no está exenta de efectos negativos
• Finalmente y fuera del ámbito institucional estatal, los medios de comunicación de masas se
han convertido también en fiscalizadores permanentes de la actividad del ejecutivo. En
algunos casos actúan como tribunas abiertas a las voces de la oposición, que tienen mucho
más eco cuan do se pronuncian desde la prensa, la televisión o la radio, que no desde el propio
parlamento. La importancia alcanzada por estos grupos mediáticos puede ahora desequilibrar
la balanza de poder en su favor, cuando todavía no se dispone de un modo claro y efectivo de
exigirles responsabilidades por su actuación
El concepto de régimen político remite a interrogarse sobre quién gobierna, y cómo lo hace, en
un estado-nación. A la hora de ensayar una definición del mismo, primeramente resulta
necesario distinguirlo de las nociones de sistema político y de gobierno. Como todo sistema, el
sistema político es un conjunto conformado por subconjuntos y elementos.
En este sentido, el régimen político es el conjunto de reglas del sistema político que define la
forma en que se toman y se implementan las decisiones y las formas de designación de las
personas que ocupan las estructuras de autoridad, así como también el conjunto de
instituciones desde las que se deciden y se implementan las decisiones.
Por último, en relación, a las estructuras de autoridad, es posible distinguir entre las que se
orientan a la adopción de decisiones y las dedicadas a la aplicación de las mismas. Estas
últimas conforman la burocracia pública, mientras que el gobierno es parte vital del conjunto
de estructuras de toma de decisiones.
Para O’Donnell entonces, el gobierno es la cúpula institucional del estado, mientras que el
régimen político es una mediación entre el estado y la sociedad en tanto regula el acceso
desde la sociedad a las más altas posiciones en el estado.
En su obra la Política, utiliza dos criterios, uno cuantitativo y otro cualitativo, para distinguir
entre distintas formas de constitución, es decir, entre distintas formas en las que se estructura
el funcionamiento de los cargos y la autoridad soberana.
El segundo criterio se basa en la orientación de las políticas adoptadas por cada uno de esos
gobiernos, en particular si las mismas persiguen el interés general o, por el contrario, el
beneficio de quien ejerce el poder. En tanto el fin de la comunidad política no es sólo vivir en
conjunto sino también vivir bien, cuando los gobernantes utilizan el poder que tienen para
alcanzar intereses particulares y no el bien común, entonces la comunidad política se desvía de
su objetivo y asume una forma política corrupta o degenerada con respecto a la pura (Bobbio,
1987). Así es posible distinguir entre las formas puras o buenas de gobierno de las
modalidades corruptas: la tiranía es la forma corrupta de la monarquía, la oligarquía constituye
la corrupción de la aristocracia y la democracia es la desviación de la Politeia.
La preocupación de Montesquieu no era sólo encontrar una categoría que encuadrara las
formas de gobierno características del mundo oriental sino también establecer la forma de
evitar este tipo de gobierno. Así argumenta que para evitar el despotismo y para garantizar un
gobierno moderado (ya sea una monarquía o una república), es fundamental establecer una
separación entre los órganos que desempeñan el poder, de modo que “el poder controle al
poder” y nadie pueda actuar de forma arbitraria. En efecto, la teoría de la “separación de
poderes” de Montesquieu y el desarrollo institucional británico son los factores históricos que
propiciaron el surgimiento y el desarrollo del constitucionalismo. El constitucionalismo es la
corriente política que en la modernidad ha permitido resguardar el principio del gobierno
moderado a través de tres mecanismos: i) la existencia de una constitución escrita que regula
el funcionamiento de las agencias del estado así como consagra los derechos de los
ciudadanos; ii) la superioridad de la constitución con respecto al resto de las normas legales
ordinarias existentes y su modificación requiere de mayorías calificadas; y iii) la existencia de
un órgano judicial que controle la conformidad de las normas legales a la constitución. De esta
manera, los gobiernos constitucionales, cuyas acciones se encuentran limitadas por las leyes y
por la división de poderes, se oponen a los gobiernos absolutistas, en los que el gobierno es
arbitrario e ilimitado.
El primer requisito apunta a que exista una probabilidad de que quienes están en el gobierno
al momento de llevar adelante las elecciones puedan perderlas, el segundo requisito se refiere
a que cualquiera sea que gane las elecciones podrá asumir el cargo obtenido, y, por último, el
tercer requisito establece que las elecciones se continuarán realizando a lo largo del tiempo.
De esta manera, los autores definen límites claros en tanto son conscientes de que no alcanza
sólo con que existan elecciones para que un régimen sea clasificado como democrático, sino
que estos procesos electorales deben cumplir con determinadas características.
Tres aspectos resultan particularmente apropiados a la hora de distinguir entre estos tipos de
regímenes democráticos. El primero es la fuente de legitimidad (directa o indirecta) del
ejecutivo. El segundo refiere a la estructura (colegiada o unipersonal) del ejecutivo o gobierno
en sentido estricto. El último aspecto destaca la relación entre las estructuras de toma de
decisiones, particularmente entre el ejecutivo y el legislativo y sus atribuciones (separación o
fusión).
IV.1.1 Parlamentarismo
Surgió entonces la figura del primer ministro, que era el consejero principal de la corona y que
adquirió la función de presidir el Consejo Real, y comenzó a desarrollarse la concepción de que
la responsabilidad política de dicho consejo o gabinete frente a la Asamblea sería mejor
asegurada si sus miembros fueran simultáneamente miembros del parlamento.
De esta manera, se pasó de un gobierno monista (con un solo centro de poder: el monarca) a
un gobierno de legitimidad dual: por un lado, la legitimidad tradicional representada por el rey,
que ejercía el gobierno a través de su primer ministro y su gabinete y aún preservaba el poder
de disolver la Asamblea; y por el otro, la legitimidad popular (aunque limitada), cristalizada en
el Parlamento, que estaba a cargo de la función legislativa y sin cuyo consentimiento ni las
decisiones reales podían entrar en vigor ni el Primer Ministro designado por el monarca podía
asumir su cargo. En consecuencia, se equiparó la jerarquía del Parlamento a la del rey.
Los sistemas parlamentarios, como su nombre lo indica, se caracterizan por la soberanía del
parlamento. Este principio implica que la relación entre el poder ejecutivo y el poder legislativo
se caracteriza por la fusión de ambos, es decir que los gobiernos son designados, apoyados y
destituidos a través del voto del parlamento (Sartori, 1994). El jefe del ejecutivo –que puede
adoptar diversos nombres como primer ministro, premier o canciller, pero al que nos
referiremos genéricamente como primer ministro– es elegido por el legislativo, poder ante el
cual es responsable junto a su gabinete, pues depende de su confianza y puede ver revocado
su mandato a través de un voto parlamentario de censura o de no confianza. Resulta entonces
lógico que la duración del mandato del ejecutivo no esté sujeta a plazo alguno, ya que se
mantiene mientras conserve el apoyo parlamentario. Como contrapartida a la potestad de
investir y destituir a los miembros del gabinete que posee el parlamento, el primer ministro
tiene a su vez la facultad de disolver el parlamento y convocar a elecciones para la
conformación de uno nuevo
La noción de fusión de poder no sólo sugiere que el ejecutivo está sujeto a la confianza del
legislativo, sino también que los parlamentarios pueden ser a la vez miembros del parlamento
y del gabinete. En consecuencia, la fuente de legitimidad del gobierno es indirecta en tanto el
primer ministro es elegido por el parlamento, cuyos integrantes a su vez son elegidos por
sufragio popular para cumplir funciones legislativas.
Por su parte, la designación de los integrantes del gabinete por lo general tiene lugar
posteriormente, en base a las propuestas del jefe de gobierno y depende también del
consentimiento del parlamento. En cuanto al mecanismo de investidura, éste puede adoptar
dos modalidades. La primera consiste en un voto de confianza del parlamento, es decir, una
votación en la cual la mayoría expresa su apoyo al candidato. La otra modalidad es implícita en
tanto el legislativo lo acepta de manera tácita no vetándolo.
Finalmente, el modelo puro de parlamentarismo supone la soberanía del legislativo y por ende
la inexistencia de la revisión judicial de las leyes emitidas por éste. El parlamento tiene la
última palabra. Si bien en las últimas décadas este rasgo ha sido matizado (o incluso eliminado)
en prácticamente todos los países parlamentarios, se trata de una diferencia importante con
los presidencialismos.
El modelo Westminster
El modelo Westminster es el modelo inglés, que recibe ese nombre porque en Gran Bretaña el
parlamento se encuentra en el palacio de Westminster. La nota predominante de las
instituciones parlamentarias y gubernamentales británicas es el dominio de la mayoría. De
manera más rigurosa, este sistema se caracteriza, siguiendo a Lijphart (1991), por los
siguientes rasgos centrales.
Segundo, existe en este sistema cierta fusión entre los poderes ejecutivo y legislativo, con
preeminencia del gabinete sobre el Parlamento, ya que los miembros del gabinete, además de
tener su origen en el Parlamento, son líderes partidarios, por lo que conducen el
comportamiento del bloque político en el poder legislativo –que ya de por sí es mayoritario.
La cuarta característica es el bipartidismo, lo que implica que se observan dos partidos con
caudal electoral bastante parecido. Esto no significa que no haya más partidos, sino que hay
dos que, históricamente, tienen más peso que los otros y que se “alternan” en el poder.
En quinto lugar, el sistema electoral es de mayoría relativa. En este modelo los distritos están
representados en forma uninominal: quien obtiene la mayoría de los votos en un distrito se
lleva el total de la representación del distrito. Esto es diferente a los sistemas de
representación proporcional, los cuales le dan la posibilidad a la minoría de acceder a una
posición minoritaria dentro del parlamento.
El modelo Alemán
Alemania es una república federal, organizada como un sistema parlamentario, donde existe
una división de las funciones entre el jefe de gobierno y el jefe de estado. El primer cargo es
desempeñado por el Canciller Federal y el segundo por el Presidente Federal, que se limita a
realizar tareas ceremoniales y representativas. Asimismo, presenta un parlamento bicameral.
La cámara baja se denomina Bundestag (o Dieta Federal) y sus miembros son elegidos cada
cuatro años por voto popular en un sistema electoral mixto, que combina la representación
directa y la proporcional. La Cámara Alta llamada Bundesrat (o Consejo Federal) representa a
los estados federados (o Länders) y sus miembros no son elegidos por sufragio popular, sino
que son delegados enviados por los gobiernos estaduales.
El modelo de Asamblea
IV.1.2. Presidencialismo
El caso de los Estados Unidos es paradigmático por ser el primer régimen presidencial.
La primera tenía que ver con cuáles iban a ser los poderes que se le otorgarían a la figura del
presidente. El principal temor residía en que este tipo de régimen estuviera cambiando un
tirano por otro. En este sentido, los fundadores de la constitución norteamericana se
preocuparon por diferenciar claramente al presidente del rey británico: el presidente tendría
origen en el consentimiento del pueblo, un mandato de cuatro años y una vez concluido el
mismo volvería a someterse a la voluntad popular. Además, mientras el poder de veto del rey
era absoluto, el del presidente sería limitado debido a la capacidad de insistencia del legislativo
que se proponía. Asimismo, el presidente, a diferencia del rey, podría ser acusado y removido
constitucionalmente, no podría declarar la guerra ni reclutar ejércitos unilateralmente y
necesitaría la aprobación del senado para la celebración de tratados internacionales
El hecho de que el presidente no sea miembro del parlamento nos lleva a uno de los rasgos
estructurales que define a un sistema presidencial, que es la elección popular del presidente,
sea de forma directa o a través del colegio electoral –como ocurre en Estados Unidos y como
sucedía en la Argentina antes de la reforma constitucional de 1994–. Lo distintivo reside en
que la fuente de legitimidad del gobierno, a diferencia de los parlamentarismos, es el pueblo y
no el parlamento. Esto contrasta con la estructura colegiada del esquema parlamentario,
donde el primer ministro y el resto de los integrantes del gabinete comparten la misma fuente
de legitimidad, que es el Parlamento.
En contraposición a esta postura, Linz (1990) señaló ciertas desventajas del presidencialismo al
sostener, sobre la base de que la mayoría de las democracias con más larga duración en el
mundo tienen sistemas parlamentarios, que éste era menos propicio que el parlamentarismo
para brindar estabilidad a los regímenes democráticos.
Las razones que destacó Linz de esta mayor inestabilidad son: i) la existencia de un conflicto
latente entre el poder ejecutivo y el poder legislativo en torno a la representación de la
voluntad popular en tanto el origen y la supervivencia de cada uno es independiente del otro,
ii) la rigidez producida por el período fijo de mandato que provoca que el presidente pueda
permanecer sin apoyo ya que resulta muy difícil removerlo o que éste pueda reforzar su
autoridad por medio de un voto de confianza o la disolución del parlamento, iii) la existencia
de una lógica de ganador único en tanto la elección popular directa del presidente debilita la
construcción de coaliciones y iv) la posible intolerancia con la oposición en tanto el presidente,
al ser jefe de estado y jefe de gobierno al mismo tiempo, se siente representante de toda la
nación.
IV.1.3. Semipresidencialismo
De acuerdo a Orlandi y Zelaznik (1995), es posible reconocer diferencias entre distintos tipos
de semipresidencialismo en función de tres elementos. El primero se refiere a las prerrogativas
constitucionales otorgadas al presidente. Donde las prerrogativas son escasas, el presidente se
asemeja a un jefe de estado parlamentario, como en Irlanda. Donde las prerrogativas son
mayores, como en Islandia y Finlandia, el presidente se torna un actor central de la dinámica
política. Otro elemento decisivo consiste en la disposición de los presidentes a la utilización de
las facultades habilitadas por el texto constitucional. En este contexto vale la pena mencionar
por ejemplo que Francia, donde las prerrogativas concedidas al presidente son menores, es el
caso que más se ha aproximado al presidencialismo. Por el contrario, aunque en Islandia el
presidente cuenta con mayores prerrogativas, la forma de funcionamiento del gobierno lo
acerca más al parlamentarismo. Finalmente, el tercer elemento que permite establecer
distinciones entre regímenes semipresenciales tiene que ver con la coincidencia de la mayoría
presidencial con la parlamentaria. En esta dirección, los autores proponen tres tipos de
interacción básica. En la primera, la mayoría presidencial y la parlamentaria son distintas, por
lo que la función del presidente se limita al rol de regulador del proceso político, cercano al rol
del jefe de estado parlamentario, pero con algo más de relevancia. En Francia, estos casos
reciben el nombre de cohabitación y tuvieron lugar entre 1986 y 1988 y entre 1992 y 1995. La
segunda interacción ocurre cuando la mayoría parlamentaria coincide con la presidencial, pero
el líder del partido mayoritario es el primer ministro y no el presidente. En esta situación, el
primer ministro hace efectivo su rol de jefe de gobierno y el jefe de estado se transforma en un
símbolo, asemejándose a su par parlamentario. Por último, cuando el presidente es el líder del
partido mayoritario en el parlamento, éste adquiere un poder similar a su par de cualquier
régimen presidencialista. En este caso, el primer ministro y el resto del gabinete se constituyen
en apéndices del jefe de estado, quien, en efecto, es el que ejerce el gobierno.
IV.2. División vertical del poder: gobiernos unitarios y gobiernos federales
La distribución del poder entre los diferentes niveles de gobierno y autoridad (el gobierno
central o nacional y los gobiernos regionales o subnacionales) se organiza de diversas maneras.
Una modalidad es cuando el poder local o regional está directamente controlado y ejercido
por el poder central, que caracteriza a los gobiernos unitarios. Una segunda modalidad es la
delegación de facultades realizada por el gobierno central hacia los gobiernos locales o
regionales, que caracteriza a los gobiernos federales.
Los gobiernos unitarios generan una fusión del poder, unificando todas las instancias de
decisión de manera vertical. Esta forma de gobierno limita la capacidad de decisión de los
gobiernos subnacionales que se transforman en meros ejecutores de las decisiones tomadas
por el gobierno central. En los gobiernos federales, en cambio, los gobiernos centrales tienen
que compartir, aunque en grados diferentes, el poder con los gobiernos subnacionales. En este
sentido, Hueglin y Fenna (2006) sostienen que los sistemas federales de gobierno se
caracterizan por una soberanía compartida y por tener poderes divididos entre dos o más
niveles de gobierno, cada uno de los cuales disfruta de una relación directa con el pueblo. En
términos exclusivamente institucionalistas, un gobierno federal es aquel en el que las
estructuras de decisión de un estado (poder ejecutivo, legislativo y judicial) se encuentran
presentes en los dos niveles de gobierno federal y estatal, siendo garantizados por el texto
constitucional.
En cuanto a la segunda dimensión, la división de poderes entre los dos niveles de gobierno
puede ser legislativa o administrativa. La división legislativa de poderes implica que los
gobiernos subnacionales son responsables por la elaboración de políticas públicas, desde su
diseño a su implementación. En este tipo de federalismo se da una división de áreas de
injerencia. Por ejemplo, en Estados Unidos el gobierno central se ocupa de las políticas
monetarias, del comercio y de la defensa mientras que los gobiernos subnacionales se ocupan
de las políticas educativas, sociales, culturales y de infraestructura. En cambio, la división de
poderes administrativa implica que los gobiernos subnacionales no tienen potestad para
legislar en asuntos referidos al diseño de la política, sino sólo a la implementación y
administración de la misma.
Por último, la dimensión vinculada a la división de poder entre los gobiernos subnacionales
establece una diferenciación entre los federalismos simétricos y los asimétricos, basada en el
grado de heterogeneidad existente entre los distintos gobiernos subnacionales que integran la
federación. Esta asimetría puede ser de dos tipos: la asimetría política que surge de las
diferencias culturales, económicas, demográficas y sociales entre los gobiernos subnacionales
y la asimetría constitucional que surge de la asignación desigual de poderes a los gobiernos
subnacionales a través de la constitución.
En el caso del presidencialismo, donde el poder legislativo y el ejecutivo son elegidos de forma
separada, puede suceder que exista un gobierno unificado cuando el mismo partido obtiene
una mayoría de escaños en el congreso y a su vez gana la presidencia. Por su parte, un caso de
gobierno dividido se da cuando el partido que gana la presidencia no obtiene una mayoría en
el congreso. En cuanto al semipresidencialismo, la elección del primer ministro por parte de la
asamblea y el presidente por parte de los ciudadanos puede generar un gobierno unificado o la
también llamada cohabitación. El gobierno unificado surge cuando el partido del presidente
tiene también mayoría en la asamblea. La cohabitación se da cuando el presidente y el primer
ministro pertenecen a partidos políticos diferentes.
La división vertical del poder genera también posibilidades para un gobierno dividido. Existe un
gobierno unificado en el caso de los gobiernos unitarios y de los gobiernos federales cuando el
gobierno central controla una alta proporción de los gobiernos subnacionales. En el primer
caso, es posible afirmar que el gobierno unitario es unificado por definición en tanto un solo
partido es el que tiene el poder pues los encargados de los gobiernos subnacionales son
designados por el gobierno central. En el segundo caso, se da lo que se denomina un
federalismo centralizado que en la práctica se parece bastante a un gobierno unitario. La
conformación de un gobierno dividido, por su parte, surge en el caso de los federalismos
descentralizados en los que el gobierno central no controla una alta proporción de los
gobiernos subnacionales.
En resumen, entre los ejemplos de gobierno unificado es posible incluir el caso del gobierno
unipartidista del parlamentarismo unicameral que se define con regla de mayoría relativa, el
caso del dominio por parte del mismo partido del poder ejecutivo y del legislativo tanto en el
caso del presidencialismo como del semipresidencialismo, los gobiernos unitarios y los
federales centralizados. Por su parte, entre los ejemplos de gobierno dividido se encuentran el
caso del gabinete multipartidista o en minoría en el parlamentarismo de representación
proporcional, los gobiernos presidencialistas y semipresidencialistas (en el caso de la
cohabitación) así como el federalismo descentralizado, ya que en todos estos casos las
combinaciones implican que coexisten diferentes partidos y los ganadores parciales son
múltiples.
V. El caso argentino
La reforma constitucional de 1994 introdujo dos cambios sustantivos con respecto al poder
ejecutivo. Por un lado, incorporó en el artículo 100 la figura del Jefe de Gabinete de Ministros
dentro del poder ejecutivo, con la pretensión de moderar el presidencialismo, otorgándole
funciones en parte semejantes a las de los primeros ministros en los sistemas parlamentarios,
actuando así simultáneamente como interlocutor frente al congreso y como ministro
coordinador dentro del poder ejecutivo.
En segundo lugar, las atribuciones legislativas del presidente fueron reforzadas con la reforma
constitucional al incluirse en el artículo 99 (inciso 3) la facultad del presidente de dictar
Decretos de Necesidad y Urgencia en circunstancias excepcionales y siempre que no se trate
de normas que regulen materia penal, tributaria, electoral o el régimen de los partidos
políticos. Esta incorporación en la Constitución le otorgó carácter legal a una práctica que los
presidentes argentinos llevaron adelante desde 1853 ante situaciones de notable gravedad
institucional o crisis económica (Ferreira Rubio y Goretti, 1996).
Si bien los decretos de necesidad y urgencia fueron incluidos en la Constitución Nacional con el
propósito de fortalecer el poder del presidente, resulta importante observar que el logro de tal
propósito depende tanto de factores políticos como institucionales. En este sentido, la
existencia de reglas de aprobación flexibles de los decretos y el nivel de apoyo partidario que
tiene el presidente en el Congreso influyen sobre la capacidad real que otorgan estos decretos
al poder ejecutivo para tener una mayor participación legislativa
El carácter centralista del federalismo se evidenció en el hecho de que el estado nacional era el
que definía los límites a la autonomía de las provincias. Así, la Constitución establece que “las
provincias conservan todo el poder no delegado por esta Constitución al Gobierno Federal...”
(artículo 121) y que las mismas “se dan sus propias instituciones locales y se rigen por ellas”
(artículo 122), pero cada una de las unidades provinciales dicta su propia Carta Magna
basándose en lo dispuesto por el artículo 5, que establece que las constituciones provinciales
deben estar de acuerdo con los principios, declaraciones y garantías de la Constitución
Nacional (artículo 123)
iles que se extendieron hasta 1880 imposibilitaron consolidar la soberanía del gobierno
nacional. El contexto político y social se caracterizó por el conflicto entre el gobierno federal y
las provincias más poderosas, encabezadas por Buenos Aires. Así, durante la primera etapa
posterior a la sanción de la Constitución, las provincias leales a Justo J. de Urquiza, líder de la
Confederación Argentina, que defendían la Constitución sancionada y la idea de participar de
los ingresos de la aduana, se enfrentaron con la provincia de Buenos Aires, gobernada por
Bartolomé Mitre, que defendía una mayor autonomía de Buenos Aires. Luego de la derrota del
ejército de Urquiza en la batalla de Pavón en 1861, los tres poderes del gobierno federal se
instalaron en la ciudad de Buenos Aires y Mitre fue elegido presidente de la nación. Sin
embargo, siguieron existiendo desafíos al monopolio del poder de coacción del gobierno
central, principalmente desde Entre Ríos, liderada por Urquiza, y desde la facción Autonomista
liderada por Adolfo Alsina en la provincia de Buenos Aires, que apelaba a una separación total
del resto del país. Recién en 1880, bajo la presidencia
El segundo proceso al que hacíamos referencia nos lleva a la dimensión política del
federalismo. ¿Qué ocurre con el mismo? Los gobernadores de provincia, valiéndose de su
presencia institucional en el senado nacional, cuentan con una considerable capacidad de
negociación a la hora de acompañar o rechazar las iniciativas del poder ejecutivo. Las
provincias menos habitadas, por la sobrerrepresentación que la Constitución les otorga en el
Senado, y también de distintas normas que ampliaron su participación en la Cámara de
Diputados, cuentan con un considerable poder en sus negociaciones con el gobierno central.
En la década del ’90, Carlos Menem formó una coalición de legisladores provenientes de estas
provincias para impulsar sus reformas en el Congreso Nacional, transfiriendo a cambio a estos
distritos (de “bajo mantenimiento”, por su menor población) recursos que sus gobernadores
demandaban. El aumento del número de senadores por provincia ha dado aún mayor poder a
las provincias más chicas, en tanto éstas suman el 80% de las bancas.
En la Argentina, el interés por la organización federal –de Rodolfo Rivarola a Natalio Botana–
es un tema clásico de la ciencia política. En tiempos más recientes, la consolidación
democrática y los procesos de descentralización de los años ’90 profundizaron el interés por
estas temáticas; es posible encontrar diversos textos que se ocupan de ello: la evolución
histórica de la relación entre niveles de gobierno, los impactos que distintas secuencias en los
procesos descentralizadores pueden tener sobre el balance intergubernamental, las causas de
la descentralización en los poderes relativos de uno y otro nivel, los contextos fiscales en los
que ocurrieron estas reformas, y los procesos de descentralización del nivel provincial al
municipal de gobierno, entre otros. A su vez, el federalismo electoral y partidario ha recibido
similar atención. Se han publicado artículos y libros sobre el sesgo mayoritario en las
legislaturas provinciales, los componentes territoriales de la reforma económica de los años
’90, la distribución clientelar de recursos a electorados subnacionales, las transformaciones del
sistema partidario, las reformas electorales subnacionales, entre otros temas.
CONCLUSION
Hemos visto a lo largo de este capítulo que el concepto de régimen político remite al conjunto
de reglas e instituciones que definen quién gobierna en un estado-nación y cómo lo hace. De
esta manera, el régimen político está conformado no sólo por el conjunto de reglas a través de
las cuales se establecen los mecanismos de acceso a las posiciones de gobierno y los
procedimientos a través de los cuales se toman las decisiones, sino también por un conjunto
de estructuras de autoridad tanto para la toma de decisiones como para su implementación.
Una definición procedimental de la democracia, que sin duda debe ser complementada por
otras variables que remitan a las condiciones sociales que la hacen posible, se centra en la
presencia o no de elecciones y permite así la clasificación de los regímenes políticos en
democracias (aquellos regímenes en que los representantes son elegidos por medio de
elecciones) y no-democracias, que abarcan a múltiples tipos de regímenes (autoritarismos,
totalitarismos, regímenes tradicionales). Con respecto a las clasificaciones de las formas de
gobierno de los regímenes democráticos, hemos distinguido a los parlamentarismos, los
presidencialismos y los semipresidencialismos, de acuerdo a cómo se eligen y qué garantiza la
continuidad en el cargo de los poderes ejecutivos: en los parlamentarismos la asamblea
designa y puede remover al primer ministro, mientras que en los presidencialismos la elección
y continuidad de ambos poderes es independiente; en el semipresidencialismo, en tanto, hay
un poder ejecutivo dual. Finalmente, diferenciamos los gobiernos unitarios de los federales, los
cuales se distinguen por la cantidad de niveles de gobierno electos en forma independiente y
con competencia para llevar adelante sus políticas en un determinado territorio. La Argentina
se rige por un régimen democrático representativo que adopta para su gobierno la forma
presidencialista y federal, inspirándose en el modelo estadounidense, en los escritos de Juan
Bautista Alberdi y en constituciones latinoamericanas previas. En este sentido, la Constitución
Nacional establece un poder ejecutivo unipersonal representado por el presidente, que es
elegido de forma directa por parte del electorado por un período fijo de cuatro años y es
independiente del Congreso. A un nivel subnacional, provincias y municipios cuentan con
competencias definidas constitucionalmente.
UNIDAD NUMERO 6
Democracia en la Antigüedad
Sistema de elección
Democracia ( Sartori)
Mis actuales investigaciones sugieren que los factores, más decisivos y permanentes en la
generación de diversos tipos de democracia no están relacionados con las características de los
regímenes autoritarios precedentes ni con el proceso de transición. Creo que debemos
concentrar la atención en diversos factores históricos de largo plazo y en la severidad de los
problemas socioeconómicos heredados por los nuevos gobiernos democráticos.
c) Nada garantiza que se lleve a cabo esta segunda transición. Las nuevas democracias
pueden regresar al gobierno autoritario o pueden permanecer en una situación frágil e
incierta. Esta situación puede prolongarse sin que se abran vías que conduzcan a tipos
altamente institucionalizados de democracia.
e) Para alcanzar ese resultado, las medidas de gobierno y las estrategias de varios
agentes deben reconocer un interés superior y compartido en la construcción y el
fortalecimiento de las instituciones democráticas. Estas instituciones han contribuido a encarar
los problemas sociales y económicos heredados del régimen autoritario.
Sobre instituciones
Las instituciones DEMOCRÁTICAS. Son instituciones políticas, tienen relación directa con los
principales temas de la política: la elaboración de decisiones gubernamentales obligatorias
dentro del territorio dado, los canales de acceso a los roles decisorios. Las fronteras que
separan lo que es de lo que no es una institución política son difusas y varían a los largo del
tiempo y según los países.
Algunas instituciones políticas son organizaciones formales que integran la red constitucional
de una poliarquía: el congreso, los tribunales y partidos políticos. Otras se, materializan de
forma intermitente pero no son menos indispensables. El principal interrogantes es cómo
funcionan ¿son instancias decisorias realmente importantes dentro del proceso de circulación
del poder, de influencia y de adopción de políticas públicas?
1. Las instituciones incorporan y excluyen. Ellas determinan qué agentes, sobre la base de
qué recursos, demandas y procedimientos, se aceptan como voces válidas en sus procesos de
elaboración e implementación de decisiones. Estos criterios son necesariamente selectivos: se
amoldan y favorecen a algunos agentes, inducen a otros a readaptarse. El alcance de una
institución es el grado en que incorpora y excluye al conjunto de agentes relevantes.
6. Las instituciones alargan los horizontes de tiempo de los actores. Se espera que las
interacciones institucionalizadas se mantengan en el futuro con el mismo grupo de agentes.
Esto junto con un alto nivel de agregación de la presentación y de control de los electorados,
es la base de la “cooperación competitiva” que caracteriza a las democracias institucionales:
los dilemas de prisionero se pueden resolver, se facilita la negociación. El establecimiento de
este tipo de este tipo de prácticas refuerza la disposición de todos los agentes relevantes a
reconocerse unos a otros como interlocutores válidos. Este círculo se completa cuando las
instituciones democráticas alcanzan una gran densidad de interrelaciones múltiples y
estabilizadas. Esto hace de esas instituciones nudos decisorios importantes en el proceso
político global, entonces emerge una democracia consolidada, propiamente institucionalizada.
Las democracias delegativas se basan en la premisa de que la persona que gana la elección
presidencial está autorizada a gobernar como él o ella crea conveniente. El presidente es
considerado la encarnación de la nación y el principal definidor y guardián de sus intereses. Las
medidas de gobierno no necesitan guardar ningún parecido con las promesas de su campaña.
Se supone que esta figura paternal ha de tomar a su cuidado el conjunto de la nación, su base
política debe ser un movimiento, la superación vibrante del faccionalismo y los conflictos
asociados con los partidos. Típicamente en las DD, los candidatos presidenciales victoriosos se
ven a sí mismos como figuras por encima de los partidos políticos y de los intereses
organizados. Desde esta perspectiva, otras instituciones (tribunales, legislaturas) son estorbos
que acompañan a las ventajas domésticas e internacionales resultantes de ser un presidente
democráticamente elegido. La accountability ante esas instituciones es vista como un meno
impedimento de la plena autoridad que se ha delegado al presidente.
El extremo individualismo que constituye el Poder Ejecutivo se combina con el organicismo del
Leviatán. El Líder tiene que guiar a la nación uniendo sus fragmentos dispersos dentro de un
todo armonioso. La delegación incluye el derecho (y el deber) del presidente de administrarlos
amargos remedios que recompondrían la salud de la nación. El presidente y sus colaboradores
son el alfa y el omega de la política. Pero algunos problemas solo se resuelven con criterios
“técnicos”, los cuales, deben ser políticamente protegidos por el presidente contra las
múltiples resistencias de la sociedad. El presidente se aísla de la mayoría de las instituciones
políticas y los intereses organizados y carga solo con la responsabilidad por los éxitos y
fracasos de “sus” medidas.
Si bien el lenguaje era diferente, estas concepciones dominaron los sistemas comunistas. En
las DD los partidos, el congreso y la prensa son libres para expresar sus críticas. En ocasiones
los tribunales, bloquean las medias inconstitucionales. Las asociaciones de trabajadores y
capitalistas suelen quejarse en voz alta. A veces, el partido que eligió al presidente se
desespera por la pérdida de oportunidad del gobierno y niega apoyo parlamentario de las
medidas que el presidente quiere imponerle. Esto aumenta el aislamiento político del
presidente, sus dificultades para formar una coalición legislativa estable y su tendencia a
soslayar, ignorar o corromper al C0ngreso y las demás instituciones.
Como las medidas gubernamentales deben atravesar una serie de poderes autónomos, el
proceso decisorio en las representativas tiende a ser lento e incremental. Pero esas medias
quedan vacunadas contra grandes errores y cuentan con una probabilidad relativamente alta
de ser implementadas; la responsabilidad por los errores tiende a ser ampliamente
compartida. La DD presupone una institucionalización débil y es indiferente en cuanto a su
fortalecimiento. La DD confiere al presidente la aparente ventaja de estar prácticamente
exento de la accountability horizontal. La DD tiene también la aparente ventaja de facilitar un
proceso decisorio rápido, pero esto puede aumentar las probabilidades que se cometan
errores. La popularidad de los presidentes de las DD tiene a sufrir reveses: un día se los aclama
como salvadores providenciales y el siguiente se los execra como dioses caídos.
En las transiciones de las décadas de setenta y ochenta, la victoria en la primera elección luego
de la caída del régimen autoritario casi garantizó la derrota, si no la desaparición en la
segunda. Así ocurrió en España, Portugal, Argentina, etc. La mayoría de estos países heredaron
serias dificultades socioeconómicas de sus respectivos regímenes autoritarios y se vieron
gravemente afectados por los problemas económicos mundiales de la década setenta y
principios de la del ochenta, incluyendo los impactos de la deuda externa. Estos problemas
alcanzaron proporciones críticas y requirió la adopción de medidas drásticas por parte del
gobierno. Altísimas tasas de inflación. Estancamiento económico, severa crisis financiera del
estado, una enorme deuda pública externa y doméstica, creciente desigualdad y pobreza y un
agudo deterioro de políticas sociales.
Surgen importantes diferencias entre los países latinoamericanos. Durante el primer gobierno
democrático, la economía uruguaya funcionó bastante bien: la tasa de inflación anual
descendió de tres a dos dígitos y el PBI, las inversiones y los salarios reales registraron
crecimientos graduales. Chile siguió el mismo camino. En contraste, la Argentina, Brasil y Perú
optaron por drásticos y sorpresivos “paquetes” de estabilización: el Plan Austral en Argentina,
el Plan Cruzado en Brasil y Plan Inti en Perú. Estos “paquetes” fueron desastrosos. No
solucionaron ninguno de los problemas heredados. Esto hace de Uruguay un caos interesante.
¿Por qué el gobierno no adoptó su paquete de estabilización? La diferencia es que Uruguay es
un caso de redemocratización, donde, apenas restaurada la democracia, el Congreso comenzó
a funcionar con efectividad. Enfrentado a una legislatura fuertemente institucionalizada, a una
serie de restricciones constitucionales y prácticas arraigadas históricamente, ningún presidente
uruguayo podría haber decretado un paquete de estabilización drástico. Para ello el presidente
de pasar por el Congreso y esto significa tener que negociar no sólo con los partidos y
legisladores, sino también con varios intereses organizados. En contra de las probables
preferencias de algunos de sus miembros más importantes, las políticas económicas del
gobierno estuvieron “condenadas” a ser incrementales y limitarse a metas bastante modestas.
Observando a Uruguay se reconoce la diferencia que existe entre tener y no tener una red de
poderes institucionalizados que haga de trama del proceso político. O la diferencia entre una
democracia representativa y otra delegativa.
El ciclo de la crisis
Algunos casos de democracia delegativa: Argentina, Brasil y Perú. Los problemas y las
demandas que disparan ante los inexpertos gobiernos de las nuevas democracias, que deben
arreglársela con una burocracia débil y desarticulada. Los presidentes son elegidos luego de
prometer que salvará al país. El suyo es el gobierno de salvadores de la patria. El mandato
delegativo supuestamente conferido por la mayoría, una firme voluntad política y el
conocimiento técnico deberían bastar para que el salvador cumpla su misión: los “paquetes”
se deducen como un corolario (razonamiento).
Una vez disipadas las esperanzas iniciales y fracasados los primeros paquetes, el descrédito de
la política, los políticos y el gobierno se generaliza. Si pretenden conservar parte del apoyo
popular, estos gobiernos deben controlar la inflación y al mismo tiempo implementar políticas
sociales que demuestran que, aun cuando no pueden resolver inmediatamente la mayoría de
los problemas existentes, al menos no se desentienden de la situación de los pobres y de los
segmentos recientemente empobrecidos de las clases medias. Por menor que sea, este es un
imperativo muy exigente; las dos metas son extremadamente difíciles de reconciliar, al menos
en el corto plazo, y para estos gobiernos pocos más que el corto plazo importa.
Todos los gobiernos quieren conservar un mayoritario apoyo popular y casi siempre los
politicos quieren ser reelectos. Solo si los delemas recien descritos pudieran ser resueltos
dentro del breve plazo de un mandato presidencial el éxito en las urnas seria un triunfo en
lugar de una condena. ¿Cómo ganar una eleccion y como, una vez electo, gobernar en este
tipo de situacion? Es diciendo una cosa durante la campaña y haciendo lo contrario una vez en
el gobierno. Los presidentes de Argentina, Bolivia, Ecuador y Peru ganaron las elecciones
prometiendo una politica economica expansionista y una larga lista de buenas cosas anexas,
solo para lanzar severos paquetes de estabilización al poco tiempo de asumidos sus cargos.
De la omnipotencia a la impotencia
Las democracias institucionalizadas son lentas para elaborar sus decisiones. Pero una vez
tomadas, estas tiene mayor probabilidad de ser implementadas. En las DD, es un proceso
decisorio frenético, un verdadero “decretismo”. Como estas decisiones del ejecutivo,
atropelladas y unilaterales, suelen perjudicar a intereses importantes y políticamente
movilizados, tienen poca probabilidad de ser implementadas. En medio de una severa crisis
socioeconomica, la reacción suele ser una nueva avalancha de decisiones que, debido a la
experiencia que muchos sectores han ganado al resistir las anteriores, tienen aun menos
probabilidad de ser implementadas.debido a la forma que se elaboran estas decisiones, la
mayoria de los agentes politicos, economicos y sociales pueden deslindar responsabilidades
por sus consecuencias: el poder para tomarlas fue delegado al presidente y él hixo lo que
consideró mejor. Cuando los fracasos se acumulan, el país se ecnuentra con un presidente que
a esa altura lo unico que pretemde es completar su mandato.
Este ensayo se dedicó principalmente a un ejercicio tipológico. Creo que es útil identificar una
nueva especie.
UNIDAD 6
DEMOCRACIA - SARTORI
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DEMOCRACIA DELEGATIVA – O´DONNELL.
Mis actuales investigaciones sugieren que los factores, más decisivos y permanentes en la
generación de diversos tipos de democracia no están relacionados con las características
de los regímenes autoritarios precedentes ni con el proceso de transición. Creo que
debemos concentrar la atención en diversos factores históricos de largo plazo y en la
severidad de los problemas socioeconómicos heredados por los nuevos gobiernos
democráticos.
3) algunas de las nuevas democracias ( Arg, peru, Brasil) son democracias, en el sentido de
que cumplen los criterios que propone Robert Dahl para definir la poliarquía; 3) pero estas
democracias no son democracias representativas; presentan características que me
inducen a llamarlas delegativas; 4) aunque no son democracias consolidadas
(institucionalizadas). Las DD pueden ser duraderas; 5) es posible detectar una importante
interacción: la profunda crisis social y económica que heredo la mayoría de estos países de
sus predecesores autoritarios refuerza ciertas prácticas y concepciones acerca del ejercicio
de la autoridad política que son más consonantes con la democracia delegativa que con la
representativa. Las siguientes consideraciones lo fundamentan.
Nada garantiza que se lleve a cabo esta segunda transición. Las nuevas democracias
pueden regresar al gobierno autoritario o pueden permanecer en una situación
frágil e incierta. Esta situación puede prolongarse sin que se abran vías que
conduzcan a tipos altamente institucionalizados de democracia.
Para alcanzar ese resultado, las medidas de gobierno y las estrategias de varios
agentes deben reconocer un interés superior y compartido en la construcción y el
fortalecimiento de las instituciones democráticas. Estas instituciones han
contribuido a encarar los problemas sociales y económicos heredados del régimen
autoritario.
Las instituciones DEMOCRÁTICAS. Son instituciones políticas, tienen relación directa con
los principales temas de la política: la elaboración de decisiones gubernamentales
obligatorias dentro del territorio dado, los canales de acceso a los roles decisorios. Las
fronteras que separan lo que es de lo que no es una institución política son difusas y
varían a los largo del tiempo y según los países.
6. Las instituciones alargan los horizontes de tiempo de los actores. Se espera que
las interacciones institucionalizadas se mantengan en el futuro con el mismo
grupo de agentes. Esto junto con un alto nivel de agregación de la presentación
y de control de los electorados, es la base de la “cooperación competitiva” que
caracteriza a las democracias institucionales: los dilemas de prisionero se
pueden resolver, se facilita la negociación. El establecimiento de este tipo de
este tipo de prácticas refuerza la disposición de todos los agentes relevantes a
reconocerse unos a otros como interlocutores válidos. Este círculo se completa
cuando las instituciones democráticas alcanzan una gran densidad de
interrelaciones múltiples y estabilizadas. Esto hace de esas instituciones nudos
decisorios importantes en el proceso político global, entonces emerge una
democracia consolidada, propiamente institucionalizada.
Las democracias delegativas se basan en la premisa de que la persona que gana la elección
presidencial está autorizada a gobernar como él o ella crea conveniente. El presidente es
considerado la encarnación de la nación y el principal definidor y guardián de sus
intereses. Las medidas de gobierno no necesitan guardar ningún parecido con las
promesas de su campaña. Se supone que esta figura paternal ha de tomar a su cuidado el
conjunto de la nación, su base política debe ser un movimiento, la superación vibrante del
faccionalismo y los conflictos asociados con los partidos. Típicamente en las DD, los
candidatos presidenciales victoriosos se ven a sí mismos como figuras por encima de los
partidos políticos y de los intereses organizados. Desde esta perspectiva, otras
instituciones (tribunales, legislaturas) son estorbos que acompañan a las ventajas
domésticas e internacionales resultantes de ser un presidente democráticamente elegido.
La accountability ante esas instituciones es vista como un meno impedimento de la plena
autoridad que se ha delegado al presidente.
Como las medidas gubernamentales deben atravesar una serie de poderes autónomos, el
proceso decisorio en las representativas tiende a ser lento e incremental. Pero esas
medias quedan vacunadas contra grandes errores y cuentan con una probabilidad
relativamente alta de ser implementadas; la responsabilidad por los errores tiende a ser
ampliamente compartida. La DD presupone una institucionalización débil y es indiferente
en cuanto a su fortalecimiento. La DD confiere al presidente la aparente ventaja de estar
prácticamente exento de la accountability horizontal. La DD tiene también la aparente
ventaja de facilitar un proceso decisorio rápido, pero esto puede aumentar las
probabilidades que se cometan errores. La popularidad de los presidentes de las DD tiene
a sufrir reveses: un día se los aclama como salvadores providenciales y el siguiente se los
execra como dioses caídos.
Las tendencias plebiscitarias de la DD son reconocibles en la mayoría de los países de
América Latina desde mucho antes de las actuales crisis sociales.
3. Con la suposición de que todos los demás harán lo mismo. Queda montada una
lucha generalizada por conseguir ventajas a corto plazo. Este dilema de
fortalecer las instituciones democráticas por un lado y a encontrar vías
razonablemente efectivas de encarar los problemas nacionales más acuciantes.
Una vez disipadas las esperanzas iniciales y fracasados los primeros paquetes, el
descrédito de la política, los políticos y el gobierno se generaliza. Si pretenden conservar
parte del apoyo popular, estos gobiernos deben controlar la inflación y al mismo tiempo
implementar políticas sociales que demuestran que, aun cuando no pueden resolver
inmediatamente la mayoría de los problemas existentes, al menos no se desentienden de
la situación de los pobres y de los segmentos recientemente empobrecidos de las clases
medias. Por menor que sea, este es un imperativo muy exigente; las dos metas son
extremadamente difíciles de reconciliar, al menos en el corto plazo, y para estos gobiernos
pocos más que el corto plazo importa.
Todos los gobiernos quieren conservar un mayoritario apoyo popular y casi siempre los
políticos quieren ser reelectos. Solo si los dilemas recién descritos pudieran ser resueltos
dentro del breve plazo de un mandato presidencial el éxito en las urnas sería un triunfo en
lugar de una condena. ¿Cómo ganar una elección y como, una vez electo, gobernar en
este tipo de situación? Es diciendo una cosa durante la campaña y haciendo lo contrario
una vez en el gobierno. Los presidentes de Argentina, Bolivia, Ecuador y Perú ganaron las
elecciones prometiendo una política económica expansionista y una larga lista de buenas
cosas anexas, solo para lanzar severos paquetes de estabilización al poco tiempo de
asumidos sus cargos.
La exclusión de los partidos y el Congreso de esas trascendentales decisiones genera
varias consecuencias muy negativas. Primero, cuando el ejecutivo final necesita apoyo
legislativo para proseguir sus políticas, suele encontrar un Congreso resentido que no se
siente responsable por políticas en cuyo diseño no intervino. Segundo, el Congreso se
debilita aún más por su reacción hostil y distante frente al ejecutivo, combinada con las
públicas condenas del ejecutivo por la “irresponsabilidad” de aquel. Tercero, estas
disputas promueven una aguda caída del prestigio de todos, como lo muestran
abundantemente numerosas encuestas de opinión de muchos países latinoamericanos y
poscomunistas. La debilidad institucional resultante restringe aún más las posibilidades de
hallar otra solución mágica cuando fracasan los paquetes: el pacto socioeconómico.
De la omnipotencia a la impotencia
Las democracias institucionalizadas son lentas para elaborar sus decisiones. Pero una vez
tomadas, estas tiene mayor probabilidad de ser implementadas. En las DD, es un proceso
decisorio frenético, un verdadero “decretismo”. Como estas decisiones del ejecutivo,
atropelladas y unilaterales, suelen perjudicar a intereses importantes y políticamente
movilizados, tienen poca probabilidad de ser implementadas. En medio de una severa
crisis socioeconómica, la reacción suele ser una nueva avalancha de decisiones que,
debido a la experiencia que muchos sectores han ganado al resistir las anteriores, tienen
aún menos probabilidad de ser implementadas, debido a la forma que se elaboran estas
decisiones, la mayoría de los agentes políticos, económicos y sociales pueden deslindar
responsabilidades por sus consecuencias: el poder para tomarlas fue delegado al
presidente y él hizo lo que consideró mejor. Cuando los fracasos se acumulan, el país se
encuentra con un presidente que a esa altura lo único que pretende es completar su
mandato.
Este ensayo se dedicó principalmente a un ejercicio tipológico. Creo que es útil identificar
una nueva especie.
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- Monarquía.
- Aristocracia.
- República.
- Tiranía.
- Oligarquía.
- Democracia.
Sistema de elección
- Elección mediante doble sorteo: sorteo para la selección de listas de candidatos
proporcionales a cada demos; sorteo entre los candidatos para la elección
definitiva.
- Elección directa de todos los ciudadanos: posibilidad ilimitada de reelección
- Por rotación de los miembros del Consejo de los 500
A comparación con el gobierno “popular”, el “mixto” establecía una división entre los
ciudadanos según su posibilidad de acceso a determinadas magistraturas, manteniendo
las barreras iniciales que se derivaban de la división entre “personas” y “esclavos”, dentro
de las “personas”, entre hombres y mujeres. El gobierno mixto se basaba en el principio
de que los conflictos de intereses que separaban a quienes tenían fortuna de quienes no,
se podrían superar mediante un sistema de frenos mutuos entre distintas magistraturas,
con poderes y cuerpos colegiados distintos, unas elegidas por una asamblea popular, otras
por los estratos superiores y otras de carácter excepcional o vitalicio.
Así, por ejemplo, segfin Dah1 (1989), si el gobierno popular sería aquel cuyas acciones
estuvieran siempre de acuerdo con la voluntad de todos los ciudadanos, la democracia
representativa, políarquía en su terminología, sería aquel régimen cuyos actos presentan
una relativamente estrecha correspondencia con los deseos de relativamente muchos de
sus ciudadanos durante un largo período de tiempo. Dah1 reformula la borrosa noción de
voluntad en términos de oportunidades para formular preferencias, expresar estas
preferencias a los otros y al gobierno mediante una acción individual y colectiva. Se
lograría así que las propias preferencias sean consideradas por igual, sin discriminación en
cuanto a contenido u origen, sosteniendo que las garantías para que ello se produzca
deben ser, al menos, las siete siguientes:
1- El control de las decisiones gubernamentales sobre las medidas oficiales
corresponde, por disposiciones constitucionales, a funcionarios electos;
Para considerar que una forma de gobierno era una democracia, pues, los individuos
debían tener una influencia decisiva y predominante a través de estas garantías en la
configuración y acción del Estado, una autoridad que tomaba equitativamente decisiones
que debían ser respetadas universalmente por la sociedad en su conjunto y que eran de
obligado cumplimiento para los individuos sobre los que se aplicaban. Las nociones de
respeto universal y obligado cumplimiento se derivaban de la premisa de influencia
decisiva y predominante de los individuos en la configuración y acción del Estado: en la
medida en que tal influencia existía y que las garantías eran respetadas, se consideraba
que aquello que distinguía una democracia de cualquier otra forma de gobierno era que
la autoridad de los que gobernaban era ejercida con el consentimiento de los gobernados
y que este consentimiento generaba la obligación política de los gobernados, es decir, el
sometimiento de los individuos al Estado y sus decisiones.
Entonces, si lo característico del Estado era la determinación sobre quiénes tenían poder o
competencia para la adopción de tales decisiones, la cuestión básica residía entonces en
delimitar el abanico de decisiones que correspondían a cada uno de estos “quienes”. El
entramado de normas que distribuían poderes y competencias y establecían
procedimientos era lo que se denominaba la constitución del Estado, que al menos debía
sancionar tanto las reglas sobre no interferencia en relación con terceros y la igualdad
ante la ley como las garantías. Sin embargo, la influencia de los individuos que formaban
la sociedad en las normas que regulaban tanto los ámbitos decisionales como los
procedimientos mediante los cuales se adoptaban las decisiones era un requisito
necesario, pero no suficiente, para que una forma de gobierno fuera una democracia. La
noción de participación denotaba que la influencia en las instancias del proceso decisional
era ejercida mediante la presencia de todos los individuos en la instancia decisional o
mediante algún procedimiento que permitiera que expresaran directamente su opinión,
como el referéndum o la consulta popular, mientras que la noción de representación
denotaba que la influencia en el proceso decisional era ejercida mediante un cuerpo
restringido de individuos que eran elegidos y actuaban en nombre del resto; ambos se
articulaban mediante un determinado esquema de prelación de las instancias decisionales
del Estado (la supremacía del legislativo sobre el ejecutivo y el judicial) y la vinculación de
las garantías con los procedimientos equitativos.
2. Que los contenidos de las decisiones incorporaban los deseos de los individuos
mediante su representación o participación en la instancia legislativa del
proceso. La influencia de los individuos definía tanto el grado de legitimidad
institucional del Estado (cuanta más influencia tuvieran los individuos en su
constitución, más legítimas serían las normas que lo rijan) como el grado de
legitimidad de las decisiones adoptadas (cuanta más influencia más legítimas
serían las decisiones adoptadas).
En primer lugar, la tradición liberal había planteado la libertad como ausencia de coacción,
es decir, como el reconocimiento por parte del Estado de las posibilidades de elección de los
individuos como seres independientes, limitadas sólo por la regla de no interferencia en
relación con la libertad de terceros; asimismo, se consideraba que los derechos civiles y
políticos, si bien debían ser sancionados por el ordenamiento jurídico del Estado, sólo
podían ser implementados si existía una voluntad individual en este sentido. Sin embargo,
pronto fue evidente que los derechos civiles y políticos, por sí mismos, no aseguraban el
autogobiemo moral de los individuos y, todavía más, que los propios derechos civiles y
políticos sólo podían justificarse recurriendo circularmente a la presunción de autogobiemo
moral, en la medida en que las posibilidades de elección o el
comportamiento activo en relación con tales derechos dependían en realidad del valor
que cada individuo pudiera asignar a la elección efectiva de un comportamiento y como
expresaba John Stuart Mil, el valor dependería de la capacidad, de la educación como
elemento determinante para el desarrollo de la capacidad y el talento y de las condiciones
vitales relacionadas con la subsistencia, la salud o la adquisición material.
En segundo lugar, la revolución industrial se aceleró con tal intensidad que cambió
completamente la estructura económica y social de Europa occidental, lo cual obligó a
plantear medidas institucionales que contribuyeran a mantener la estabilidad política y el
equilibrio social. Tales medidas, en forma de una legislación social, no deben vincularse
necesariamente a la instauración de sistemas de gobierno democráticos, pero sí que
correspondían, en parte, a la lógica de inclusión política de la extensión del sufragio, uno
de cuyos resultados fue la creciente inclinación reformista de los socialistas y el
establecimiento de alianzas entre la izquierda liberal-radical o republicana y los socialistas
moderados.
Entre 1880 y 1920, se configuraron dos modelos dentro del paradigma teórico de la
democracia liberal, uno tendente a conservar los elementos que caracterizaban la
tradición clásica del liberalismo y otro fuertemente influido tanto por la revisión del
liberalismo a partir de Mill y los presupuestos del republicanismo democrático, como
por los nuevos desafíos de la sociedad industrial y la práctica reformista del socialismo.
Mientras el primero concebía el Estado como un instrumento de protección de los
mínimos necesarios para asegurar la libertad de los individuos fuera del Estado y la
democracia como un proceso decisional formal, el segundo asumía que el Estado debía
fomentar determinados bienes colectivos que garantizaran la autonomía efectiva de los
individuos en cuanto a oportunidades sociales, en la medida en que se otorgaba a la
libertad un valor material que no debía ser mediatizado por la desigualdad, y que la
democracia no sólo era un proceso decisional formal, sino también sustantivo, como
una de las pautas configuradoras del desarrollo colectivo.
Los intentos de medición han sido numerosos y uno de los más significativos,
desarrollado por Gastil, se ha realizado mediante dos escalas relacionadas con las
garantías, una relativa a los derechos políticos y otra a los derechos civiles.
h) Si el régimen está libre del control de los militares, y si el régimen está libre
del control de otro país.
Su tesis de fondo era que en cualquier sociedad sólo una minoría detentaba el poder en
sus diversas formas. Aunque los elitistas coincidían con los marxistas en que las
sociedades pasadas habían estado dirigidas por minorías, discrepaban de ellos en dos
aspectos fundamentales:
Para Pareto, cualquier campo de la actividad humana generaba su propia elite y podía
inferirse de la observación que la historia se caracterizaba por su perpetua circulación de
las elites y las oligarquías. Las elites estaban sometidas a un circuito permanente de
renovación, circulación y reubicación que mostraba que la historia era un “cementerio” de
aristocracias, sostenía que el dominio de una elite era inevitable en cualquier sociedad
organizada y presentaba la democracia como una meta irrealizable: el advenimiento del
sufragio universal y de elecciones democráticas no podía comportar un cambio político
real.
Por su parte, Mosca sostenía que en toda sociedad concurrían una clase dominadora y
otra dominada. La primera se configuraba como una minoría organizada que perseguía
mantenerse en el poder mediante una formula política que empleaba en su beneficio.
Al igual que Pareto, Mosca veía las instituciones democráticas como completamente
impotentes, creía que la progresiva extensión del sufragio no convertía las sociedades en más
permeables al cambio político y dirigió constantes ataques contra todos aquellos que
consideraban que las mejores sociedades eran aquellas en las que gobernaba la mayoría.
Mosca fue partidario al final de su vida de una concepción de la democracia como
renovación gradual o total de la clase dirigente, dice que “…Debemos a la democracia, al
menos en parte, el régimen de discusión en que vivimos; le debemos las principales
libertades modernas: las de pensamiento, prensa, asociación. En la actualidad, el régimen
de libre discusión es el único que permite a la clase renovarse, que la mantiene a raya,
que la elimina casi automáticamente cuando no corresponde ya a los intereses del país”.
Por su parte Michels perseguía demostrar que todas las organizaciones estaban sujetas a
dominación oligárquica, y para ello examinó un caso extremo: los partidos socialistas, que
teóricamente pretendían regir su actividad por el principio de democracia interna, donde
coexistirían dos fenómenos interrelacionados: la jerarquía y la burocracia.
Esta nueva visión de la democracia sería mucho más realista, puesto que:
4- Evita el problema de igualar la voluntad del pueblo con la voluntad de una mayoría
de personas;
5- Incluye la inevitabilidad de fenómenos competitivos “fraudulentos” y la de una
tendencia constante, en toda democracia, al método autocrático, y
El solapamiento y conexión entre los líderes de estas instituciones creaba una elite
relativamente coherente, cuya cohesión se basaba, no sólo en las coincidencias
estructurales de las posiciones de mando y de sus respectivos intereses objetivos, sino
también en la acción directa que unos y otros llevaban a cabo para coordinar sus
actuaciones a través de una red de relaciones sociales compartida: idénticos orígenes
sociales, etc.
Mills sugirió que existía una estrecha interrelación entre las elites económicas y las
gubernamentales, exponía que la creciente centralización del poder en el ejecutivo federal
había estado acompañada por el decreciente papel de los políticos profesionales y el
ascenso de outside de procedentes del mundo de los negocios. “el Estado estaba
realmente dominado por una red de políticos, militares y directivos de multinacionales
que moldeaban las políticas públicas en orden a conseguir sus fines.”
Por su parte, Miliband subraya que el Estado no es un agente neutral, sino, como había
afirmado Marx en el Manifiesto comunista, en instrumento para la dominación de clase.
Miliband aduce tres razones para apoyar este aserto:
1- Existe una continuidad en el origen social entre la burguesía y los miembros de las
elites del Estado: ocupan posiciones clave en el gobierno, la administración, el
ejército y la judicatura;
El pluralismo
Los máximos representantes a Truman, Dahl y Polsby. La concepción pluralista de la
democracia está relacionada con la visión elitista. La diferencia principal entre los dos
modelos reside en que el elitista postula una elite unida que atiende a las demandas de
los ciudadanos como concesión prudencial, mientras que el pluralista afirma que la
capacidad de respuesta es una condición estructural de la existencia de distintas elites
en competencia. Todo este planteamiento está contenido en el concepto de poder
compensador, la idea es que si un grupo demuestra ser más fuerte que los demás, éstos
desarrollan estrategias diversas como contrapeso al poder e influencia del grupo original.
Otro aspecto interesante de la doctrina pluralista es el uso del concepto de solidaridades
cruzadas: los individuos pertenecen simultáneamente a diferentes organizaciones y
grupos con lealtades y demandas no siempre compatibles.
En el pluralismo, los gobiernos reflejan las demandas de la sociedad civil mediante una
serie de procesos de intercambio de duración e intensidad variables de los que saldrían
las decisiones de las instituciones políticas. No hay un centro de gravedad fijo en la toma
de decisiones políticas: “hay múltiples centros de poder, ninguno de los cuales es
completamente soberano”.
5- Asimismo, los críticos subrayan que en Estados Unidos los grupos de interés
desempeñan un papel muy relevante en el sistema político, algo que no es
aplicable a Europa. La importancia del poder local y federal y la competencia entre
los poderes ejecutivo, legislativo y judicial reducen considerablemente la fuerza del
Estado. Asimismo, la debilidad de los partidos, el fracaso de los sindicatos y las
fuertes divisiones étnicas y económicas contribuyen a que el sistema
estadounidense otorgue un papel mucho más importante a los grupos de presión
que a los partidos políticos. Judge y Tant, señalan que las teorías pluralistas no
pueden aplicarse con facilidad al análisis de la política británica. donde la soberanía
parlamentaria es indiscutible.
Según Rawls, el segundo estadio tras la elección de los principios generales sería el de
acordar una constitución justa, luego, en el tercer estadio se requeriría una política
gubernamental económica y social que intentara maximizar las expectativas a largo plazo
de los menos aventajados, bajo las condiciones de igualdad de oportunidades y sujeción a
la inviolabilidad del principio de iguales libertades básicas. Y, finalmente, en el cuarto
estadio, se eliminaría totalmente el velo de la ignorancia y se cerraría el ciclo con la
aplicación de las leyes por parte de administradores y jueces, es decir, con la práctica
continuada de la acción gubernamental y del derecho procesal en consonancia con las
reglas descritas.
Dworkin ha desarrollado una refinada teoría sobre cómo debe entenderse la igualdad
liberal en una sociedad democrática, podemos decir que sus rasgos esenciales son cuatro.
- Tercero, la igualdad liberal tiene en cuenta las diferencias que existen en las
circunstancias personales de cada individuo intentando compensar a aquellas
personas que se ven afectadas por discapacidades físicas o mentales, pero no a
la gente cuyos gustos o ambiciones son particularmente caros.
- Cuarto, la igualdad liberal es tolerante: condena el uso de cualquier procedimiento
coercitivo cuando éste se justifica por la supuesta inferioridad ética de la vida que
algunos miembros de la comunidad desean llevar.
La igualdad liberal, así considerada, concibe la igualdad, la libertad y la
comunidad fundidas una con otra en un ideal político global.
La crítica comunitarista
Sus críticas se han centrado en dos aspectos:
Walzer afirma que la sujeción a principios morales abstractos lleva a olvidar dos
aspectos esenciales en la consideración del problema de la igualdad distributiva: la
multiplicidad de dimensiones y esferas sobre las que incide y la dependencia
- radical de los criterios de la justicia del contexto social en que se inscriben.
Hayek propone volver a hacer de la democracia un modelo de ejercicio limitado del poder,
algo que se conseguiría separando de nuevo ejecutivo y legislativo.
Establecerá que los únicos principios válidos de la justicia son, en primer lugar, que todos
los individuos deben ser considerados propietarios de ellos mismos y que todo el mundo
debe tener derecho a apropiarse de cualquier cosa que no tenga propietario, mientras
con ello no se perjudique a nadie y, en segundo lugar, que todo el mundo puede ser
propietario legítimo de una cosa si ello resulta de una transacción voluntaria. Una
sociedad entonces, será justa sólo en el caso de que las transacciones que se produzcan
estén reguladas por estos dos principios. De lo que se trata es de asegurar un sistema
de transacciones legítimo, marco en el cual cada individuo podrá realizar sus planes de
vida de acuerdo con su concepción del bien.
El modelo político que postula es, en consecuencia, el de un Estado mínimo cuya razón
de ser es garantizar el cumplimiento de los contratos, la protección conntra los robos y
otros atentados contra las apropiaciones ilegítimas y el establecimiento de un sistema no
violento de resolución de conflictos. Cualquier Estado que se autootorgue más funciones,
como, por ejemplo, funciones de carácter redistributivo, es un Estado ilegítimo.
Democracia y globalización
a) El debilitamiento› del Estado-nación, que implica una creciente pérdida de autonomía por
parte de los gobiernos, al dejar de ser el Estado territorial el protagonista exclusivo del
orden social. Al insertarse los Estados en una compleja red de colaboración y competencia
con otras organizaciones internacionales, sistemas subnacionales de gobierno, actores
económicos o agentes sociales, la democracia, se ve seriamente afectada en lo que se
refiere a la confección de su agenda de actuación. Como resultado, aparecen nuevos
asuntos de dimensión planetaria, como la defensa de los derechos humanos o del medio
ambiente, la promoción de la paz y del orden mundial, o el trato del desarrollo desigual,
sobre los cuales los ciudadanos parecen ejercer sólo un control indirecto y difuso a través
de sus gobiernos respectivos.
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