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PUNTO 1

 La política:
♦ Concepto: La palabra política deriva del vocablo polis (la ciudad- estado griega). Esta es
una actividad humana, ya que los animales no hacen política. No es un hecho, no está
en la naturaleza. Esta actividad se ocupa de cómo se organiza el gobierno de una
comunidad y de analizar como obtengo, conservo y distribuyo el poder o el
ordenamiento de una comunidad.
En la Politeia de Aristóteles, la polis surgía a partir de la concentración de aldeas, y es la
asociación más completa e importante.
♦ Concepciones:
o Visiones de la política: Existen dos visiones:
1- Amplia: La política tiene que ver con el poder, el poder organizado y humano, en todos
los aspectos de la vida. De este punto de vista la política analiza las relaciones de
mando y obediencia.
2- Estricta: Hay tres formas de analizar la política según Sánchez Agesta:
a- Analizar desde el punto de vista de cómo se crea y se actúa en el poder.
b- Analizar las luchas por el poder, las relaciones de amigos y enemigos.
c- Analizar la configuración del Estado.
En el punto estricto solo se analiza el poder en el Estado, pero según Heller, en este se incluyen
todas las demás relaciones de poder. Además, el poder del Estado es el único del cual
no se puede desvincular.
o Nociones prepolíticas: Existen dos nociones, que son:
1- Relación del individuo con la sociedad: En el mundo se pueden ver dos formas, como
una unidad o como una multiplicidad. Cada punto de vista tiene sus partidarios:
a- Partidarios de la unidad: Ven la realidad como algo único, como si todo fuera una sola
cosa. Esto se relaciona con el panteísmo, la creencia de que el universo, la naturaleza y
Dios son lo mismo.
Desde el punto de vista social, ellos creen que la sociedad es una sola cosa que los individuos
solo son partes que están al servicio del todo y pueden ser sacrificados por él.
b- Partidarios del a multiplicidad: Para ellos lo que importa es lo numérico, las cosas
individuales. A nivel social lo que importa es el individuo y la sociedad es solamente
una suma de individuos. De esta visión deriva el liberalismo.
-Problemas con los dos partidarios: Los partidarios de la multiplicidad pierden de vista la
naturaleza social del hombre, y los partidarios de la unidad olvidan que los individuos
están lógicamente antes de la sociedad, por eso existe un derecho natural social que
no está hecho por los individuos.
2- La naturaleza social del hombre: Según Aristóteles, el hombre es un zoom politikon
(ser político). El hombre tenía que vivir en la política de manera cotidiana, y el hombre
que no vivía así era un poco más considerado como un animal. Tambien distingue
entre las sociedades humanas y los grupos de animales que son agregaciones de
individuos, mientras que la sociedad humana tiene un carácter histórico y cultural, y se
encuentra en un tiempo y espacio determinado.
 Bases sociológicas-Comunidad y sociedad:
♦ Sociedad política y comunidad organizada: La sociedad y la comunidad son grupos de
personas. La diferencia entre ellos está en el tipo de relación:
1- Comunidad: La relación en la comunidad es por afinidad, por la unión afectiva. Por
ejemplo, esto se ve en Aristóteles, donde decía que los hombres constituían una
comunidad intuitivamente por lo que el Estado era la formación natural. El hombre
tenía un pensamiento en grupo, y no era nada sin él.
2- Sociedad: La relación en la sociedad es por vinculo, racional-instrumental, es decir, a
través del uso de la razón y la utilidad entre la convivencia. Por ejemplo, esto se ve en
los contractualistas, donde el hombre forma la sociedad porque le conviene.
♦ Sociedad política y comunidad organizada, según TÖNNIES: Para el, todas las
relaciones sociales del hombre dependen de su voluntad, y dice que existen dos tipos,
que son:
1- Comunidad: Es una voluntad natural u orgánica.
2- Sociedad: Es una voluntad reflexiva o racional.
De una forma más detallada, se puede decir que
1- Comunidad:
 Es un grupo humano viviendo en común, por los mismos orígenes, sentimientos,
aspiraciones, etc.
 Se basa en relaciones orgánicas, vitales de reciprocidad o solidaridad, y construye un
centro de vida real.
 Es un todo que posee características propias, una forma social cuya unidad resulta de
la relativa homogeneidad de cuantos la integran.
 En la comunidad, la voluntad es el “motor” de las relaciones sociales.
 Existen tres tipos de comunidades según TÖNNIES, que son:
a- De sangre y de mesa.
b- De lugar o vecindad.
c- De espíritu o por afinidad.
2- Sociedad:
 Está formada por un grupo de hombres que conviven, pero que esencialmente están
separados.
 Nadie hará algo para los demás si no es a cambio de una contraprestación.
 La sociedad reúne a los individuos que no tienen entre sí, ninguna unión real, ya que su
único fundamento de unión es el tráfico mercantil.
 La relación de los cuerpos que caracteriza la comunidad es reemplazada por una de
objetos; y las diferentes comunidades por relaciones de acreedor y deudor, vendedor
o comprador, etc.
 Mientras que la comunidad es un organismo regido por las leyes de la vida, la sociedad
es una construcción abstracta. Esta última, está regida por un “contrato social”, donde
aquí se pueden observar el dinero y los objetos materiales que permiten procurarlos.
♦ La evolución humana según Kahler: Este autor señala que hay que analizar el espíritu
humano en términos culturales e históricos del hombre. Esto hay que hacerlo a través
de la evolutividad de las comunidades históricas hacia las comunidades modernas. En
esta evolución se ven dos aspectos en juego, que son:
1- Individuo: No existe comunidad sin la existencia de individuos y no hay individuos que
no vivan en comunidad. De esta forma, podemos decir que existe una relación
simbiótica.
El individuo es un ser organizado respecto de su comunidad, es algo único. Pero, según el
significado social, hay que tener en cuenta que no lo es lo mismo un individuo que una
persona. Una persona puede ser un individuo humano o una entidad, pero un
individuo es un humano únicamente.
2- Comunidad: Se trata del conjunto de individuos que viven unidos, los cuales tienen
ciertas reglas. Hay dos tipos de comunidades según Kahler, que son:
a- Comunidades preindividuales: Deriva el individuo. Por ejemplo: La familia.
b- Comunidades postindividuales: Deriva del individuo. Por ejemplo: Gremios, partidos
políticos, etc.
El desarrollo natural del individuo es evolucionar de las comunidades preindividuales hasta las
post individuales. El individuo para lograr esa evolutividad se mueve en tres planos
dialecticos, que son:
1- Hacia su interior: Se trata de la evolutividad interior, de conocerse a sí mismo, donde
él entiende que es un ser único e indivisible, autónomo.
2- Hacia el exterior: Entiende que conforma su existencia en un ambiente natural, en un
mundo, en un hábitat.
3- Variable: Puede ser que sea hacia el exterior, pero no hacia un plano natural, sino
hacia la comunidad conectándose.
Lo social deriva de lo dinámico, es decir, viene del dinamismo social. Aquí se puede observar
dos partidarios:
1- Partidarios del devenir: Es en contra del ser. El universo para esta filosofía esta en
continuo movimiento.
2- Partidarios del ser que el mundo es inmutable: El mundo no tiene movimiento. El
partidario es Parménides. Esto se refleja en lo social, pero aquí no hay nadie que
contenga esa postura.
Existe una discusión entre los individualistas y totalitaristas sobre de dónde deviene el
movimiento. Los individualistas dicen que el movimiento viene del individuo, ya que
este motoriza a la comunidad; en cambio, el totalitarismo dice que lo colectivo
motoriza a la sociedad. El punto de arranque está dado por la comunidad. Por otro
lado, continuando con el análisis del movimiento, hay que tener en cuenta que cuanto
más evolucionada o compleja está la sociedad, más movimiento tiene, en cambio,
cuanto más primitiva es la sociedad, menos movimiento tiene. La consecuencia de esto
tiene que ver con los factores del contraste social, los cuales producen la mayor
diferenciación en la sociedad, que es a partir del conflicto. Este último se puede
resolver mediante acuerdos o mediante la fuerza, pero no deja de ser una variable
universal de la existencia.
El instinto de convivencia se manifiesta a través de la noción de solidaridad, que es la empatía
que tiene un individuo con otros. El individuo se manifiesta en tres planos, que son:
1- Convivencia:
2- Sociabilidad: Se trata de un cargo mayor, que se da cuando la fraternidad se amplía y
las partes de la comunidad entienden que tienen un origen y un fin común.
3- Solidaridad: Implica que el hombre entiende que forma parte de la comunidad y
cumple con la misma.
Detrás de la dinámica social, existen acciones.
-Tener en cuenta la obra “Historia Universal del Hombre de Fondo de Cultura Económica-Erich
Kahler.
♦ Max weber:
 Biografía: Su análisis se centra en aquellas áreas de interés y que la economía y la
sociología se relacionaban para así poder interpretar las motivaciones de la conducta.
A su vez, se lo considera el padre del individualismo metodológico. Este establece una
unidad básica para explicar los fenómenos sociales a través de la acción individual, la
cual está dirigida a otro individuo, dado la existencia de dos o más individuos.
 Acción social: Según este autor, es de cuatro tipos:
1- Racional con arreglo a fines: La acción determina la expectativa del comportamiento,
los medios y las condiciones para llegar a la finalidad propuesta. Los medios están
sublimados a la finalidad.
2- Racional con arreglo a valores: La acción viene codeterminada por la creencia del
sujeto en el valor que la acción, que no está orientada a un resultado, sino que está
construida por el valor mismo de la acción.
3- Acción afectiva: Las acciones son esencialmente emotivas, es decir, las motorizan los
sentimientos. Por ejemplo: una acción por una descarga sentimental.
4- Acción tradicional: La acción está determinada por la costumbre ya arraigada. No
necesariamente tiene un sentido. Esta responde a un tipo de reacción habitual.
La acción con arreglo a valores tiene un planeamiento, en cambio, la acción afectiva se guía
por los valores de los sentimientos. Lo que tienen en común es que se basan en la
acción, no en el fin que se proponen.
 Comunidad y sociedad:
1- Comunidad: Es una relación social integrada por sentimientos subjetivos. Los sujetos
entienden que conforman un todo, pero lo conforman por elementos naturales como,
por ejemplo, lo es la sangre.
La comunidad está determinada por acciones afectivas y tradicionales.
2- Sociedad: Se basa en compensaciones de intereses que tienen los sujetos entre sí. Lo
que motoriza a la sociedad son las acciones racionales con arreglo a fines o con arreglo
a valores. No es natural, sino que es espontanea. Tambien es artificial y racional,
depende de los intereses y acuerdos de los sujetos que están en juego.
♦ Maritain: Este autor hace una diferencia entre comunidad y sociedad. Dice que ambos
son dos realidades ético sociales, no biológicas. Más específicamente:
1- Comunidad:
 Es un tipo de convivencia.
 El objeto esta antes del individuo, independiente de él.
 Sirve para crear sentimientos de pertenencia. Por ejemplo: grupos étnicos o religiosos.
La más compleja es la Nación.
2- Sociedad:
 Es algo más que la obra de la razón del hombre.
 No es un objeto de la naturaleza previo al individuo, sino que implica una tarea que
realiza el individuo, que depende de la voluntad y la razón del mismo.
 Por ejemplo: La más compleja es el Estado.
♦ Etapa que nos llevan desde la comunidad a la sociedad:
1- Primera etapa:
 El tipo de comunidad más elemental es la familia, en cambio, la más antigua son las
instituciones humanas.
 El elemento más fundamental es la convivencia del hombre.
 No se puede concebir la comunidad sin la familia.
 Es el primer grupo colectivo primaria lo que vincula la consanguinidad.
 No interesa la estructura de la familia, si no su naturaleza de lo que implica la misma.
2- Segunda etapa:
 Es la religión, la cual implica la creencia en algo sobrenatural.
 Tiene una doble función:
a- Desde lo individual: Ayuda a mitigar los temores de los individuos.
b- Desde lo social:Ayuda a vincular las personas a través de lazos sociales.
 Genera un sistema de sentimientos, relaciones homogéneas y lazos sociales donde no
existe un sistema de valores, es decir, no hay leyes.
 Es el “cemento” social que otorga la primera cohesión social.
 Aparece con el sedentarismo y la cultura.
3- Tercera etapa:
 Se da con la propiedad privada, la cual tiene la relevancia de dar la primera matriz
económica de las personas.
 Las personas trabajan para generar una riqueza propia.
 Implica el sedentarismo y la estratificación social.
 Cada persona cumple un rol distinto.
4- Cuarta etapa:
 Se trata de una sociedad más compleja, que es el Estado.
 Regula la conducta humana.
 Dicta e impone normas. Castiga el que las desobedece para mantener el orden social.
 Aparece cuando una comunidad se asienta en un territorio y se individualiza el poder.
Esto implica cierta independencia con otros poderes externos de otras comunidades.
 Precisa de un territorio.
 Aparece como la consolidación de un sector que monopoliza las fuerzas.
 Cuando se da el monopolio del ejercicio coercitivo, se puede decir que hay Estado.
♦ Tipos de convivencia: Dan lugar al hecho que vivamos en sociedad. Las relaciones
convivenciales pueden ser:
1- Relaciones voluntarias: Es el tipo de dominación más simple. Se basan en la voluntad
del individuo, donde suelen estar asignadas y explicadas desde las necesidades y
pasiones de los involucrados.
2- Relaciones espontaneas: Surgen de la necesidad de conversación del grupo y de la
necesidad de defensa reciproca de los individuos.
3- Relaciones necesarias o forzosas: Suelen ser relaciones que imponen la comunidad
hacia el individuo a través de las reglas ya sean morales, jurídicas o por costumbre.

 Formas históricas de unidad política: ciudad, imperio y estado:


1- Ciudad: Es un asentamiento de población con atribuciones y funciones políticas,
administrativas, económicas y religiosas, a diferencia de los núcleos rurales que
carecen de ellas, total o parcialmente. Esto tiene su reflejo material en la presencia de
edificios específicos y en su configuración urbanística.
Se trata de un espacio urbano con alta densidad de población, en la que predomina el
comercio, la industria y los servicios. Se diferencia de otras entidades urbanas por
diversos criterios, entre los que se incluye la población, densidad población o estatuto
legal, aunque su distinción varia en países.
2- Imperio:
3- Estado:
 Definición general: Muchos definen al Estado como “la nación políticamente
organizada”, pero esta noción tiene ciertas contradicciones, que son:
1- Hay Naciones que no tienen Estado, pero si tienen un organismo político que son
similar a los Estados, por ejemplo, los Gitanos y los Kurdos.
2- Hay Estados que no son Naciones, por ejemplo, Uruguay y el Vaticano.
3- Hay Estados que albergan Naciones, por ejemplo, Rumania se divide en húngara y
Transilvana.
4- Hay Naciones que se dividen en varios Estados, por ejemplo, Alemania se dividió en 3.
Si bien, el Estado y la Nación están relacionados entre sí, no se pueden definir uno con el otro.
En definitiva, el Estado es la organización del poder de una comunidad nacional, la cual
se hace mediante instituciones que declaran derechos donde lo sostiene y lo conserva
mediante el, por medio de una dirección política y un cuadro administrativo
diferenciado. También, se lo puede concebir de dos formas:
1- Formación social: Resulta de una conducta humana organizada, una forma de vida
social, de convivencia.
2- Forma de organización política moderna: Se caracteriza por la institucionalización del
poder, cualificado por la soberanía y el imperio de la ley como orden fundado en una
institución.

 Definición de Estado, según diferentes autores:


1- Weber: Es una comunidad humana que reclama con éxito el monopolio del uso
legítimo de la fuerza física en un territorio determinado.
2- Kelsen: Es un orden social, un conjunto de normas que regulan la conducta mutua de
los individuos
3- Jouvenel: El Estado no es un grado de organización de la Nación, sino que es quien la
crea. Además, la palabra “Estado” es una palabra ambigua porque se puede hablar de:
a- El Estado de “nosotros”: los formamos todos como miembros de un cuerpo político.
b- El Estado de “ellos”: Es un cuerpo de gobierno, un órgano donde los individuos no se
identifican con él.
Ante esta ambigüedad, Jouvenel prefiere el término “poder” porque considera que este es
quien construye el Estado, no la Nación. A su vez, el hecho de que haya un pueblo con
el mismo idioma, etnia o religión no tiene como consecuencia la formación de un
Estado. Para que un Estado y una Nación surjan, es necesario una clara determinación
política de ese grupo, es decir, un acto de poder.
 Evolución histórica del Estado:
1- Grecia: Ciudad-Estado (Polis).
2- Roma: Estado-Imperio (Civitas).
3- Edad media: Estado-Feudo.
4- Edad moderna: Estado-Nación. (Acá es cuando Nicolás Maquiavelo introduce el
término “status”.
 Diferencia entre Estado e Imperio: El Imperio está formado por territorios. Este no
tiene un pueblo homogéneo ni un gobierno central, sino que son varios pueblos y
varios gobiernos locales, cuyo factor unitivo es el emperador, que es la autoridad
espiritual (no religiosa), la cual es respetada sin necesidad que se haga respetar.
Además, el imperio es más centralista y federal porque articula distintos poderes
independientes con vínculos en común.
 Naturaleza del Estado: Si analizamos esto, podemos ver que es un concepto ambiguo y
cambiante de acuerdo en las esferas en la cual se analice, de la cual puede ser desde
una óptica sociológica, jurídica, etc.
En sí, no se puede definir al Estado como un concepto psicológico, ya que no se trata de algo
que analizamos internamente porque no es un ente ideal, sino que sobre todas las
cosas es un ente cultural. A partir de esto, se puede decir que existen distintas teorías
sobre la naturaleza del Estado, que son:
1- Teorías sociológicas: Son de índole sociológico porque ven al Estado como un
fenómeno social. Dentro de él hay varias subteorias que son:
a- Teorías marxistas: Ven al Estado como una categoría histórica, es decir, el Estado no
tiene que existir en todo tiempo y en todo lugar, sino que es un fenómeno moderno
porque se trata de una categoría política que tiende mediante la coacción, asegurar la
producción. En este sentido, el Estado es importante en una sociedad que tiene clases
porque logra mantener ciertos peligros a partir de ellas.
b- Teorías funcionalistas: Esta teoría implica reducir al Estado al concepto de
instituciones. Las instituciones sirven para cumplir una función social y humana que
cumple roles dentro de esas funciones. El Estado es el que integra todas estas
funciones que son sociológicas. Este triunfa porque sirve.
c- Teoría Convivencial: Analiza que hay convivencias específicamente generales. El
Estado se justifica por esa convivencia y las personas se reúnen porque tienen
funciones comunes. Aquí lo que se destaca es el Estado en su forma social.
d- Teoría de dominación: Acentúan las relaciones de mando y obediencia.
2- Teorías jurídicas: Estas son teorías formales. El Estado es de iure. Hay dos subteorias
que son:
a- Kelsen: El Estado para este autor es un sujeto de derecho. Es un ente ideal, pero sobre
todo es un ente jurídico, o sea que todo el fundamento del Estado está en el derecho.
b- Autores constitucionales: Son aquellas que exigen algo más al Estado que
simplemente un orden jurídico, por ejemplo, que el Estado garantice los derechos
individuales, permitir el control de la legalidad de los actos, etc.
3- Teorías políticas: Existen tres subteorías:
a- Unidad de decisión: Apoyada por Heller. Este autor sostiene que el Estado es una
convivencia ordenada. Tenemos una convivencia ordenada porque hay una unidad de
acción y alguien nos dice como coordinamos esa convivencia, que es el Estado.
b- Soberanía: El Estado es aquel que tiene el poder originario. No hay otra instancia de
poder arriba de él, sino que el último decide.
c- Empresa: lo que se destaca es que hay un hacer común de las personas que tienen un
fin entre todos. Hay gobernantes y gobernados, solo que el gobernante es el que va a
indicar lo que hay que hacer para llegar a ese fin y eso es lo que une a todos.
4- Teorías que explican la naturaleza del Estado desde su finalidad: Estas tienen un
objeto o una finalidad especifica que es que, si la organización no obtiene ese fin
específico, se niega al Estado, ya que este no existe.
 Distintas formas de Estado: Existen distintas formas de Estado, las cuales están
vinculadas al territorio y tienen que ver con la mayor o menor concentralización del
poder de acuerdo a la conformación territorial. Estas son:
1- Estado unitario: En este tipo de Estado la centralización política es total, por lo que hay
un solo Estado. Aquí la facultad de legislar y administrar está concentrada en el Estado.
Entonces, podemos decir, que el unitarismo hay un gobierno único y después de él hay
delegaciones administrativas. Por ejemplo, Uruguay y Francia.
2- Estado federativo: En este tipo de Estado la centralización del poder es de punto
medio, esto quiere decir que la soberanía se distribuye en varios niveles. La federación
se compone de varios Estados que tienen el poder de tomar decisiones a nivel local,
pero en otras cosas están ligados a lo que decida el gobierno central. Estos Estados
tienen la autonomía, pero no la soberanía.
3- Estado confederacional: Está compuesto por un conjunto de Estados independientes
unidos a través de un pacto. El gobierno central solamente se encarga de la defensa
exterior y la seguridad interior. Los Estados tienen dos derechos, que son:
a- Nulificación: El derecho a declarar que una ley de la confederación no se aplicara en su
territorio.
b- Secesión: El derecho a abandonar la confederación.

 La justificación del Estado:Se basa en explicar porque una persona se va a subordinar a


otra, ya que, hay personas que obedecen y personas que mandan. Existen diferentes
teorías:
1- La justificación por la función: (Laski). El Estado se justifica porque asegura la mayor
satisfacción de todos con el menor sacrificio posible, es decir, que las necesidades
humanas se ven mejor satisfechas adentro del Estado, que afuera de este.
2- La justificación por la seguridad: (Kant, Hobbes, etc.) El Estado se justifica por la
obediencia, por el orden que se logra. Gracias a esto, evitamos la anarquía. Entonces,
el Estado impone una organización en la sociedad.
3- La justificación por el derecho: (Heller). El Estado se justifica porque estamos
dispuestos a subordinarnos, no va a un poder sino al derecho. Entonces, al
subordinamos al derecho entendemos que las sociedades son más justas.
4- La justificación por obediencia: (Jouvenel). El Estado se justifica por la obediencia, y la
obediencia se justifica por el mismo acto de hacerlo, es decir que el Estado se justifica
por un conjunto de creencias.
5- -Esta teoría apunta a la irracionalidad de los actos, ya que obedecemos porque así lo
mandan nuestros sentimientos. Las personas no se ponen a pensar porque lo hacen,
sino que lo hacen porque así lo deben hacer.
6- La justificación por la fuerza: El Estado se justifica por el sometimiento de los débiles
por los fuertes, por ejemplo, la idea de que los Estados se generaron después de las
guerras.
7- La justificación por la naturaleza social del hombre: (Aristóteles). El Estado existe
porque asegura la mera convivencia. El hombre naturalmente es sociable, pero
necesitamos que alguien asegure esa sociabilidad, ya que puede ser manipulada.
8- La justificación contractualista del Estado: El Estado se justifica por la voluntad de las
personas, es decir, que el Estado existe porque los hombres decidieron que exista.

PUNTO NUMERO 2

 El conocimiento de la política. Ciencia política y filosofía política: Los primeros en


estudiar la política fueron los filósofos, a partir del S. XV, donde analizaron el poder y sobre
todo en términos ideales, es decir, como debería ser.
El primero en analizar la política real de manera científica fue Maquiavelo. Luego, esta fue
evolucionando en diferentes etapas:
1- Aristóteles fue el primero en observar y estudiar la política.
2- Maquiavelo analizo objetivamente la política sin mezclarla con la moral.
3- Luego, se perfecciono el método de Aristóteles, con lo que la ciencia de la política se
volvió mucho más técnica y asistemática.
4- Se introdujo el método positivo, que incluyo los valores del análisis político.
5- Surgió la ciencia política propiamente dicha de la mano de Adam Muller.
A partir de esto, podemos preguntarnos ¿Qué es la ciencia política?
Recién en el S. XIX, comenzaron a aparecer políticos que se dedicaron a estudiar ciencia
política en concreto como, por ejemplo:
1- Adam Muller: Su análisis se centra en el Estado y la Nación, y en las acciones políticas.
2- Kelsen: Para este autor el Estado es el objeto de la política, y a su vez, deriva del
derecho, es decir, que Kelsen reduce la política a las normas.
3- Campos: Para él hay que analizar tanto el poder como el derecho. El poder es el
elemento subjetivo y dinámico de la política y el derecho es el elemento objetivo y estático.
4- Carnota: Dice que hay que analizar tanto los fines del Estado como la forma en que
funciona la realidad.
Con respecto al método, se analiza según el punto de vista de cada autor, ya que cada uno
utilizo un método diferente a lo largo de la historia:
1- Platón: Utilizaban el método deductivo y veía a la política como teórica.
2- Aristóteles: Utilizaba el método inductivo y consideraba a la política como
experimental, por eso utilizaba la observación de la política en la realidad.
3- Kelsen: Utilizaba el método jurídico normativo, que reducía la política a los términos
de la ciencia jurídica.
Por otro lado, el objeto del estudio de la ciencia política paso a ser la acción política, que
tambien fue discutida por varios autores como:
1- Duverger: La ciencia política puede verse en tres escenarios:
a- Ciencia encrucijada: Trata de todas las demás ciencias sociales cuando estas hablan del
poder.
b- Ciencia residual: Se ocupa de los temas que no entran en las otras ciencias sociales.
c- Ciencia síntesis: Analiza las conclusiones de todas las demás ciencias sociales.
2- Unesco: En 1948 define a la ciencia política a partir de tres ejes temáticos:
a- Teoría política: Análisis de los conceptos e ideas políticas.
b- Instituciones políticas: Análisis de la constitución, el gobierno y la administración
pública.
c- Partidos, grupos y opinión pública: Analiza lo que tiene que ver con la participación
ciudadana.
d- Relaciones internacionales: Es todo lo que tiene que ver con la organización
internacional de la política.
e- Problemas de las ciencias políticas: Al igual que las demás ciencias sociales, es
ambigua y vaga.
3- Freund: El autor dice que para analizar la política hay que analizar la acción. Una acción
siempre opera de un medio a un fin, y puede verse de tres maneras:
a- Como categoría del bien y del mal: Esto implica confundir la política y la moral, pero
son dos conceptos separados que no tienen ninguna relación necesaria. La moral responde a
necesidades interiores de un individuo y la política responde a necesidades exteriores de la
comunidad.
b- Desde consideraciones practicas: Como si fuera una especie de arte o un conjunto de
técnicas para obtener, conservar o expandir el poder y usarlo para un fin determinado. Pero
entonces, esto no sería el objeto sino un medio.
c- Como fenomenológica: Esto considera que la política es una disciplina independiente
de las demás, y aunque puede tener varios fines secundarios tiene que tener un objeto que
sea propio de la política, que no sea analizado por otras ciencias. Esto significa que el objeto de
la política no tiene que cambiar en distintos momentos y lugares, sino que tiene que ser
distintos a los objetos de otras ciencias y de los fines circunstanciales de un Estado.
4- Weber: Este autor habla del módulo de la política, que dice que es el poder. Weber
logra ver que hay una dirección realista del análisis político, es decir, no va a intentar explicar
los fenómenos políticos desde el punto teórico si no que va a tratar de ver las causas, las
condiciones y los impulsos de la dinámica de la acción política. Si esto último no se logra, se
pierde de vista el verdadero enfoque de la política. Lo que importa es la relación que se va a
encontrar en el:
a- Grupo que gobierna: El que manda, tienen el monopolio de la fuerza. El Estado no
tiene una personalidad moral propia, sino que se manifiesta a través de los sujetos que lo
componen. El que decide en última instancia es el soberano. Los gobernantes son una elite que
asegura el control de la educación.
b- Grupo de los gobernados: Los que obedecen. Son objetos de la dominación.
Esta dualidad existe porque parten de un resultado, y además son el mantenimiento de la
estratificación y división en clases de la sociedad. También, esto se da porque los que mandan
tienen más en claro cómo deben actuar en esas relaciones, entonces, se dotan de los medios
que sirven para adquirir poder y lo conservan, lo cual esta situación se vuelve familiar, ya que
lo buscan día a día.

PUNTO NUMERO 3
 Política y moral:La tradición filosófica ha rehusado en separar la reflexión de la política
respecto a la moral o a la religión. Es menester asociarlas a la condición de no ahogar la
realidad política en una ética inconsciente de sus contradicciones.
El maquiavelismo, según Julien Freund, se ha considerado, en este caso, puramente doctrinal
al referirse al ángulo de la política, haciendo abstracciones de otras actividades humanas,
entendiéndolas únicamente como útiles a la técnica política. Le asigna primacía a la política
excluyendo su verdadera significación, ya que es ella la que aclara numerosos aspectos de la
vida no siendo aprehender su sentido más que en el contexto global de la existencia humana.
También dice, que es por no haber entendido, si no la técnica de la acción, con abstracción de
otros aspectos de la actividad, y por exclusión de otras esencias y aspiraciones de la
humanidad, que Maquiavelo se ha hecho de una concepción pesimista de esta, en el sentido
que se debe “suponer desde el inicio a los hombres perversos, y siempre dispuestos a
demostrar su perversidad cuantas veces tienen ocasión”. El orden no tiene solamente la
significación negativa de la necesidad de comprimir los instintos agresivos o de reprimir las
conductas ilícitas y vituperables de los humanos, sino también una significación positiva: La de
la condición que permite al hombre responder a su vocación de ser social y expandirse como
individuos en el seno de la comunidad. Así, Maquiavelo asigna como tarea al príncipe
desarrollar una política que favorezca esas actividades. Sin embargo, es la lucha de opiniones e
intereses que provoca guerras y conflictos, pero si es la política la que lleva a los antagonismos
las razones de ellos, no solo son los políticos.
Por la misma razón, explicada con anterioridad, seria irrazonable concebir a la política como
una actividad decadente o de alienación, en el sentido marxista. La cuestión no es liberar al
hombre como anhelaba Marx, sino de encontrar en cada ocasión, en todas las épocas y en las
condiciones históricas dadas, el equilibrio entre la multiplicidad de las actividades humanas sin
desconocer que aquel será siempre precario en función de su naturaleza conflictual.
En cuanto a la razón se dice que no es más que un don del avenir que consiste en oscilaciones
perpetuas, de cambios y trasformaciones. Tan pronto como una comunidad política siente su
desaparición, es incapaz de canalizar su evolución. Además, confía en sus esperanzas en un
nuevo régimen, una revolución. La revolución es un concepto y no una idea. A su vez, la
obediencia requiere no solo una revolución sino también un mando. En este caso, la política
obedece al impulso de la vida y al crecimiento de la vida para su conservación. Cuando una
comunidad deja de luchar se dice que al mismo tiempo deja de existir.
La colectividad política requiere que el hombre político que se compromete como tal regle su
actividad según los imperativos de un objeto especifico de la política y no lo condena a menos
que use medios moralmente ilícitos por debilidad, haciendo que se debilite al mismo tiempo la
colectividad.Por otro lado, todo gobierno que se fija en la tarea de trabajar por el porvenir y la
posterioridad no puede rechazar la política porque estaría no creyendo en el futuro, en la
proferida de la humanidad. La verdad política no está en el justo medio sino en la exigencia de
audacia, la previsión.
La política retiene por objeto directo por velar por el bien común de la unidad política, y tiene
lo propio de cada miembro. La política es la dominación del hombre por el hombre y, como tal,
arriesga hacer desviar la educación de su propio sentido.

 La doble moral:Maquiavelo es iniciador de esta teoría, aunque no ha dicho nada sobre


las relaciones entre a política y la ética abordando su problema en sí. Es conocida su
admiración por la republica romana condensándola en una suerte de virtú que apela al ethos
del hombre político pudiendo resumir su posición en esta frase: No hay política moral, pero no
hay una moral de la política. Es decir, no puede tener la política por objeto cumplir un fin
moral, peor el fin de la política ya sea la paz interior y la seguridad exterior de un Estado sin
realizar torcimiento de la moral personal.
A su vez, no negó los valores morales, pero rehúsa considerarlos en el solo criterio de juzgar al
hombre del Estado. El valor de este reside en la eficacia con la que promueve con autoría de la
grandeza de la ciudad cuyo gobierno asume. Y en esto reside la moral política asumir lo mejor
posible los deberes que el cargo político. En caso contrario, atentaría contra la moral a su
cargo si no se comportara como se debe seguía esta finalidad de la política.
El mérito de Maquiavelo es haber elaborado una filosofía política humanamente lucida que se
esfuerza por aprehender los defensores y confines de la actividad política. Concibe que el
príncipe no debe proceder con sabiduría y humanidad habiendo dos formas de combatir las
leyes y la fuerza. El hombre político así no es diferente de sus gobernados, aunque debe
cumplir con todos los riesgos que le son inherentes. De allí, se dice que lo más honesto desde
la moral no sea lo más conveniente desde la política. Es la acción del hombre político la que
prueba que esta moralmente a la altura de la tarea confiada. Por eso se dice que la torpeza del
político tiene origen no en la política, sino en las actividades de los nobles como la religión, la
ciencia o la moral. Así la política se convierte en el pretexto que permite disimular un mal que
corresponde imputar a las otras actividades humanas, en el sentido que es las instancias
usadas para procurar sus fines.
Toda acción puede devenir éticamente censurable o por el contrario loable o meritoria, de allí
que se conciba que el error de la doble moral consiste en oponer una ética profesional de la
conciencia a otra ética que debería obedecer a la necesidad y a las variaciones de las
circunstancias. No existe moral totalmente hecha y acabada, inmutable en sus principios. La
moral está dirigida a los antagonismos y conflictos, porque ninguna actividad humana puede
escapar a sus vicisitudes y la ética está toda ligada.
Toda acción implica una realización de medios a fin comportando no solamente cambios sino
también riegos. Así la política hace elecciones y afronta esos riesgos más el futuro, mientras
que la moral es la instancia jurisdiccional que reflota del pasado y de la experiencia humana.
La pregunta que se plantea en la doble moral es si existe un tipo de moral del ciudadano medio
que sea distinta de la moral del político, por lo que varios autores respondieron a esta
pregunta diciendo lo siguiente:
a- Hegel: Habla de esta cuestión en su obra “Principios de la filosofía del derecho”. Para Hegel
la legitimidad del Estado tiene un bien que difiere del bien del ciudadano medio. El Estado, para
Hegel, tiene una función en algo concreto, es decir, su existencia se debe a mandatos morales
concretos. Él dice que los individuos nos guiamos por mandatos morales abstractos. La moral estatal
es distinta de la moral del individuo: el plano de análisis está entre estado e individuo. La moral del
Estado para Hegel es objetiva, para Kant (relativista moral) es imposible.
b- Maquiavelo: Habla de esta cuestión en su obra “El príncipe”. El nunca enuncia en su teoría
que hay una doble moral, pero si se extrae de su obra.
c- Aristóteles: Es el primero en hacer un análisis de que existirá una doble moral. Dice que la
distinción está en el plano de individuo. La moral del individuo como tal, es completa y absoluta. La
moral política en cambio se vincula con el ámbito político. Aristóteles dice que no hay hombre que
no sea político, por lo tanto, esta distinción se da en el hombre que interactúa de acuerdo a la esfera
en la que opera el individuo. Esta moral se altera con las formas de gobierno y es la función que
cumplimos dentro de la polis.
A partir del siglo XVII, se filtra la moral y los siguientes autores opinaron lo siguiente:
a- Richelieu:Lo que pasaba en Francia en esta época es que este país estaba reducido a un
poco menos de lo que es el centro del país y el franco imperio germánico era muy fuerte en ese
momento, pero tenía grandes dislocaciones internas: los protestantes luchaban contra el sacro
imperador romano germánico. Richelieu apoyaba a los protestantes contra un emperador cristiano.
El papa lo sancionaba, pero Richelieu tenía sus justas excusas. Cinco años después del fallecimiento
de este autor, el sacro imperio romano germánico es derrotado y lo desarticula entero. Luego, en
1870, Alemania derrota a Francia.
También sostiene que hay que entender que la justificación de Estado es a través de la teoría divina
de los reyes: el rey posee su poder dado por Dios. Y si esto es así, no podemos separar la política de
la religión, pero algunas nociones sí. El único que puede separar las nociones de conciencia en el
individuo es el rey, porque es diferente la relación del ciudadano medio con dios que es mediata y
en cambio la del rey es directa. Nuestro comportamiento individual es una noción de conciencia
individual. La salvación del hombre se da o se pierde acá, pero el gobierno no tiene esta misma
razón de ser porque la policía no es una cuestión de conciencia individual, es una cuestión de
conciencia colectiva y tiene sus propias obligaciones. Por lo tanto, la doble moral no está en el
individuo como en Aristóteles, sino que está en el gobernante. El gobernarte es un individuo y lo
que realice como individuo es una cuestión de conciencia individual, ahora lo que realice como
gobernarte es conciencia colectiva.El gobernante como político es responsable ante los ciudadanos
de lograr lo mejor para los ciudadanos. El papa califico esta doctrina inapropiada pero la causa era
unir al pueblo francés para derrotar al imperio germánico.
Dice Freund, que la doble moral no tiene más que un sentido de un contexto polémico, en tanto que
se busca justificar el propio partido político o combatir el adversario, en detrimento de un análisis de
la moral y la política. El resultado es una desfigura por satisfacción ideológica de una y otra. Si existe
una “esencia” de la moral, no puede haber dos morales diferentes o contradictorias en sus
principios. Está, en efecto, admite que la política es una actividad que roza fácilmente el mal, la
corrupción y la violencia. Raramente se hace el mal por razones políticas, pero frecuentemente se
hace por razones religiosas o ideológicas. La política deviene así en el pretexto que permite
disminuir un mal que corresponde a imputar a las otras actividades humanas, en el sentido que es la
instancia que ellas utilizan para procurar sus fines.
En sí, la política abarca numerosas impurezas y perversiones, pero es el caso de preguntarse si la
religión, la técnica o la moral son más purgas. Si la moral define el bien, define igualmente el mal. Es
por esto último que de lo contrario sería un engaño. El mal está en el corazón de la moral, que es
idéntico título que el bien.
 La autonomía de la política: Tiene que ver con la ética de la convicción y
la ética de la responsabilidad, que se dio al comienzo del S. XVII en Francia y Alemania, en
donde edificaron la teoría de la doble moral a partir de la impresión de la política de Richelieu.
La cuestión planteada en esa época fue de la autonomía de la actividad política y, por
consecuencia, su separación de la moral (sobre todo de la religión), por lo que el absolutismo
era la doctrina que reivindicaba la autonomía de la política frente a la religión y a la moral.

PUNTO NUMERO 4
 Política y derecho:
 El constitucionalismo:
♦ Concepto: Es un fenómeno político-jurídico que busca imponer la ley por sobre la
voluntad de los gobernantes. Este adquirió importancia a partir de fines del siglo XVII y
principios del siglo XVIII. El objetivo principal es que cada Estado tenga un cuerpo legal (una
constitución), que sea superior al resto de las normas que existen en él.
El constitucionalismo significa una concepción sobre la organización y ejercicio del poder antes
que una técnica jurídica. La constitución no es simplemente una ley fundamental, de hecho, las
leyes fundamentales las han tenido los monarcas. La constitución soviética, o las leyes
institucionales del franquismo español, las normas superiores de los nazis, se asemejan a las
constituciones de los países democráticos, pero no se inscriben en el capítulo del
constitucionalismo, ya que no son constituciones.
♦ Antecedentes del constitucionalismo: Estas declaraciones se orientan a perfilar un
Estado liberal. La construcción de una constitución responde a la necesidad de asegurar las
prioridades de los derechos de las personas por encima de la determinación de los órganos del
Estado. El fin de la asociación política es definido como la preservación de los derechos
fundamentales.
1) Bill of Right: 1689.
2) Constitución de EE. UU: 1787.
3) Declaración de Independencia de EE. UU: 1776.
4) Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano: Revolución francesa 1789.
Por ejemplo, el Art. 16 de esta declaración enuncia que toda sociedad en la que la garantía de
los derechos no esté asegurada, ni determinada la separación de poderes, carece de
constitución.
♦ Proceso evolutivo del constitucionalismo: Se distinguen diversas etapas debido a que
la constitución se ha ido adaptando a los cambios políticos, sociales y económicos:
1) Constitucionalismo clásico: Nace en el siglo XVIII en paralelo al surgimiento de la clase
burguesa, y persigue como fin la defensa de los derechos y libertades del hombre, y la
limitación del poder del Estado. El individuo es el centro del sistema, debiendo el Estado
abstenerse de interferir en la esfera privada y garantizar una serie de derechos civiles y
políticos, solo accesibles a la clase burguesa, ya que el proletariado no gozaba de derechos
políticos, ni del derecho a huelga. Se da gran importancia al derecho de propiedad privada, al
que consideran un límite al poder del Estado. Este periodo se extiende hasta fines de siglo XIX
y principios del siglo XX.
2) Constitucionalismo social:Nace en 1870 como consecuencia de la segunda Revolución
Industrial que sume a la clase trabajadora en condiciones indignas, y encuentra las primeras
expresiones en la constitución Rusa Bolchevique y Méxicana de 1917; y de la república de
Weimar (1919). Sin embargo, adquiere fuerza en la I posguerra mundial. El Estado asume un
rol interventor, armonizando lo individual con los requerimientos sociales, pues ve al hombre
no como un individuo aislado sino como miembro de una comunidad. Así, surge una nueva
concepción de los derechos, debiendo su ejercicio ser solidario y cumplir una función social; se
procura constitucionalizar los derechos sociales; y que el Estado persiga como fin la justicia
social (mejor redistribución de la riqueza). Abarca ámbitos como la educación, la familia, la
mujer, los niños y la ancianidad, el trabajo, la seguridad social, etc.
3) El constitucionalismo internacional: Se da desde 1980 y está relacionado con
problemas internacionales como la protección del medio ambiente y los derechos del
consumidor; y el derecho comunitario, que se ubica por encima de los Estados que conforman
la comunidad. La Unión Europea es la pionera de este fenómeno.
♦ Estado de derecho y constitucionalismo: El Estado de derecho se da cuando hay un
Estado basado totalmente en las normas. Para ello es esencial la existencia de una constitución
nacional, que sea respetada y conocida por todos.
 Estado de derecho:
♦ ¿Qué es el Estado de derecho?: Es una concepción que constituye el núcleo del
movimiento histórico político conocido como constitucionalismo y es una forma política
moralmente determinada por el principio del imperio de la ley. Lo caracteriza la vigencia real o
formal de las normas jurídicas y la creencia en la santidad del ordenamiento jurídico.
♦ El Estado de derecho según autores:
1) Kelsen: El derecho no es un contenido peculiar de la expresión “Estado de Derecho”
sino la forma del orden estatal, de modo que no hay fin alguno que el Estado pueda perseguir
si no en la forma de derecho. Establece que todo Estado tiene que ser un Estado de derecho
en sentido formal, puesto que todo Estado tiene que constituir un orden coactivo, cualquiera
sea su método de creación, y su contenido tiene que concretarse gradualmente desde la forma
fundamental hipotética hasta los actos jurídicos individuales, a través de las normas generales.
- Concepción del Estado de Kelsen: El poder estatal concebido como la validez del
ordenamiento es una unidad indivisible razón por la cual la idea de partición de esta validez es
absurda, que no puede justificarse hablando de funciones (ejecutiva, legislativa, jurisdiccional)
en lugar de poderes.
El error, según Kelsen, consiste en considerar que estas funciones o poderes coexisten entre sí
sin tener la menor relación, lo que conduce a la destrucción del principio de unidad del poder
estatal; la verdad es que en la distribución de los órganos estatales se manifiesta a la
articulación esencial del proceso jurídico. Kelsen sostiene que en la función legislativa el Estado
establece reglas generales abstractas, mientras que en la jurisdicción y en la administración
despliega una actividad individualizada y resuelve directamente tareas concretas.
En relación a la separación de poderes expresa que responde a un postulado político según el
cual las tres funciones del Estado deben ser conferidas a tres órganos. El criterio de la
subordinación según Kelsen obedece a un poder superior (poder constituyente,
diferenciándolo de los poderes constituidos, los cuales están subordinados a aquel).
La unidad del Estado se ha realizado desde el primer momento por el poder constituyente,
colocado por encima de las autoridades constituidas, esa separación externa con esfera de
competencias propias, requiere una coordinación interfuncional por la situación de
subordinación al ordenamiento jurídico en el que se encuentran y por la relación de grado que
entre ellos existe, de este modo la separación de poderes tiene una nueva forma y contenido
distinto del de Montesquieu.
2) Robert Von Mohl: El Termino Estado de derecho tiene su significación histórica
originada en la enumeración por este autor, donde habla de las cinco formas de Estado
(Teocracia, Despotismo, Estado patriarcal, Estado patrimonial y Estado de derecho). Este
concepto fue entendido como que el Estado subordinaba al Derecho. El concepto es
equivalente al de Estado constitucional donde las esferas de la actividad del Estado y las del
individuo se encuentran jurídicamente determinadas.
3) Otros autores: Dicen que emplean los adjetivos materiales y formales para distinguir el
Estado de derecho, en el que impera la ley, en el cual termina siendo efectivo de otros que no
lo son.
♦ Condiciones para que exista el Estado de Derecho: Hay dos tipos:
1) Condición formal: Debe haber una constitución, declaración de derechos, división de
poderes, actividad estatal fundada en leyes y reglamentos.
2) Condición sustancial: Debe haber imperio de la ley y democracia.
No basta con tener una constitución aparentemente democrática, si en la realidad los
individuos no gozan de libertad, ni de justicia, no se respeta su dignidad y viven bajo la
opresión.
♦ Características del Estado de derecho:
1- Imperio de la ley.
2- Soberanía del pueblo.
3- División de poderes.
4- Distinción entre poder constituyente y el poder constituido.
5- Independencia del poder judicial.
6- Control de la actividad de los órganos estatales e institucionalización de la oposición.
7- Plena vigencia de los derechos y garantías individuales.
8- La dignidad de las personas como supremo valor terrenal.
♦ Justificación del Estado de derecho: Este se justifica por:
a- Derecho natural: Dice que existe derechos anteriores al Estado que son supremos,
inherentes a la naturaleza, inalienables, etc. El Estado está subordinado al orden impuesto por
la naturaleza o la razón.
b- Derecho individual: La actividad estatal está limitada por derechos cuyo
reconocimiento se ha impuesto al Estado.
c- Autolimitación: El Estado, que es anterior y el creador de las normas sociales, se
somete voluntariamente a ellas.

♦ El Estado de derecho puede ser:


a- Estado de derecho liberal: Aquel que predica los derechos individuales de los
ciudadanos y da garantías, escritas en una constitución para hacer cumplir esos derechos.
b- Estado de derecho social: Se inclina al llamado “estado de bienestar”, en donde se
pone predicamento para satisfacer necesidades de la población (educación, salud, etc.).
♦ Distinción del Estado del derecho: Son dos:
a- Estado legal: Se convierte en un instrumento defensivo del orden económico y se
traduce en Estado guardián, cuya finalidad es la seguridad jurídica.
b- Estado constitucional: Aparece constituido como un sistema de garantías de la
libertad, en virtud de la separación y equilibrio de poderes.

TEXTO DE VALLE
CAPITULO NUMERO 1 “¿QUE ES POLITICA?”
Política: un término familiar y controvertido
La política forma parte de nuestro lenguaje habitual: en las relaciones familiares, en las
conversaciones de negocios, en las informaciones de los medios. Se aplica el termino
para describir la conducta de muchos actores.
También podemos decir que es natural, cuando tratamos de quienes dicen de profesar
la actividad política como tarea principal y aparecen de un modo o de otro en el
escenario publico: los gobernantes de todos los niveles, los funcionarios, los
representantes de los grupos de intereses, de los partidos, de los medios de
comunicación, etc.
La política es un termino MULTIVOCO, dotado de sentidos diferentes según el ámbito y
el momento en que se emplea. Un buen ejercicio para comprobarlo consiste en
solicitar a un grupo de personas que den su definición espontanea de lo que entienden
por política
Política en tono DESPECTIVO O RECELOSO, suele asociarse a confusión, división,
engaño, favoritismo, manipulación, imposición y corrupción. Por lo mismo estar al
margen o por encima de la política se considera un valor. Politizar una cuestión o
tomar una decisión por razones políticas comporta generalmente un juicio
condenatorio incluso en boca de políticos o de otros actores públicos. La política pues
no esta libre de sospecha.
La política también es capas de MOVILIZAR en un momento dado a grandes sectores
de la ciudadanía, incluyendo a veces a los que la critican. Despierta emociones
positivas y con respecto a personajes, símbolos, banderas, himnos. Ha producido y
produce movimientos de solidaridad y de cooperación humana

La política como gestión del conflicto social


La política como una practica o actividad colectiva que los miembros de una
comunidad llevan a cabo. La finalidad de esta actividad es regular conflictos entre
grupos. Y su resultado es la adopción de decisiones que obligan a los miembros de la
comunidad.
El punto de partida es la existencia de conflictos sociales y de los intentos para
sofocarlos o para regularlos. La especie humana se presenta como una de las
físicamente mas desvalidas entre los animales. Los titulares informativos nos hablan
todos los días de desacuerdos y tensiones. Tienen alcance colectivo porque implican a
grupos humanos numerosos identificados por posiciones comunes
El origen de los conflictos se sitúa en la existencia de diferencias sociales que se
convierten a menudo en desigualdades. La distribución de recursos y oportunidades
coloca a individuos y grupos en situaciones asimétricas. No todos los miembros de la
comunidad tienen un acceso razonablemente equilibrado a la riqueza material, a la
instrucción, a la capacidad de difusión de sus ideas. No todos comparten de manera
sensiblemente equitativa las obligaciones y las cargas. Quienes creen disfrutar de
situaciones mas ventajosas se esfuerzan generalmente por asegurarlas y luchan por no
perderlas. Por parte de quienes se sienten más perjudicados aspiran por hacer realidad
sus expectativas de mejora.
Esta combinación de resistencias, expectativas, reivindicaciones y proyectos genera
sentimientos de incertidumbre, de incomodidad o de peligro. De aquí la tensión que
esta presente en nuestras sociedades: afecta a muchas áreas de relación social y se
expresa en versiones de diferente intensidad. La política aparece como una respuesta
colectiva al desacuerdo. Se confía a la política la regulación de la tensión social porque
no parecen suficientemente eficaces otras posibilidades de tratarla. Estos mecanismos
de regulación social se basan respectivamente en los vínculos de sangre, la ayuda
mutua o el intercambio económico. Cuando estos mecanismos no funcionan de
manera satisfactoria para alguno de los actores empieza el ámbito de la política. Lo
que caracteriza a la política es el intento de resolver las diferencias mediante una
decisión que obligará a todos los miembros de la comunidad. Es este carácter
vinculante o forzoso de la decisión adoptada lo que distingue a la política de otros
acuerdos que se adoptan en función de una relación de familia, de una amistad o de
un intercambio económico.
Esta decisión vinculante se ajusta a un conjunto de reglas o pautas. La combinación
entre reglas y decisiones obligatorias aproxima a la practica política a determinadas
formas de juego o de competición
Hemos aludido al cumplimiento obligado de las decisiones políticas. Este cumplimento
obligado presupone que la capacidad de obligar incluye el uso de la fuerza. Esta
posibilidad de usar la fuerza física es característica de la política frente a otras formas
de control social
El termino solución evoca la idea de una salida satisfactoria para todos los implicados
en la competición. Parece claro que es muy difícil de conseguir esta satisfacción
universal. De la acción política puede derivarse una alteración profunda de la situación
anterior que no dejara convencidos a quienes antes disfrutaban de las mejores
condiciones. En otras ocasiones la política reequilibrará las posiciones con
modificaciones que contaran con la aceptación de los diferentes afectados. Pero esta
acción política puede desembocar también en una ratificación del status quo anterior
dejando inalteradas las sensaciones de agravio o de amenaza.
Cuando se gestiona o maneja de una determinada disputa lo que se procura es
preservar una relativa cohesión social. Incluso la política autoritaria de los regímenes
dictatoriales tiene como objetivo mantener un agregado social, aunque sea sobre la
base del dominio despótico de unos pocos sobre todos los demás. En cierto modo, la
política busca reducir el riesgo de desintegración social. Esta desintegración social solo
se produce cunado cada grupo decide tomarse la justicia por su mano acudiendo por
sistema a la venganza privada.
La política es ante todo constructora de sociedad, constituye la argamasa que
cohesiona a los grupos, mas allá de sus relaciones y diferencias familiares, afectivas,
económicas, simbólicas, vecinales, etc
Es probable que este agregado social que la política contribuye a conservar no se
ajuste al modelo ideal que algunos desearían.
En la raíz del conflicto social
Es considerada como la gestión de desigualdades sociales.
1)Dichas desigualdades se originan en el hecho de que no todos los miembros de una
comunidad gozan de las mimas oportunidades para acceder a los recursos básicos que
facilitan el desarrollo máximo de sus capacidades personales. Esta diferencia de
situación se expresa de múltiples modos:
- en el disfrute de habilidades y talentos considerados a veces como naturales
- en los roles desempeñados en las funciones reproductiva y familiar según el
genero, la edad y el parentesco
- en la posición ocupada en la división social del trabajo productivo en la que los
sujetos pueden desempeñar oficios o profesiones catalogados como manuales
o como intelectuales y en las que asumen papeles de dirección o posiciones
subalternas
- en la capacidad de intervenir en las decisiones que se toman en los procesos
culturales, económicos o de la comunicación
- en el acceso a los recursos o a las rentas generados por la actividad económica
o al estatus o privilegios derivados del reconocimiento social
- en la adscripción a identidades simbólicas de carácter étnico, nacional o
religioso con todas las connotaciones culturales que comportan
- en la ubicación en el territorio que da lugar a un acceso diferenciado a recursos
de todo tipo
2)Tales diferencias de situación marcan unas fracturas entre grupos, cada uno de los
cuales comparte unas determinadas condiciones: sociales, de género, culturales,
económicas, etc. De las relaciones asimétricas entre estos grupos nacen
constantemente tensiones que pueden requerir un tratamiento político.
3)No importa solo que las diferencias tengan un fundamento objetivo o cuantificable
que pueda medirse en términos monetarios: por ejemplo, la diferencia entre
patrimonios o rentas. También importa la percepción social de la diferencia. Es decir
que la sociedad atribuya valor o prestigio a determinadas situaciones mientras que
otras sean vistas como negativas o de menor valor. El valor o el desvelador que la
sociedad imputa a cada situación origina discrepancias y enfrentamientos porque
quienes ocupan posiciones no valoradas no suelen conformarse con ellas y quienes
disfrutan posiciones de prestigio no quieren perderlas. El origen de la política puede
atribuirse también a una desigual distribución de valores en una determinada sociedad
y a los intentos de corregirla
4)El contexto se modifica, es posible que diferencias o fracturas de gran importancia
en un momento dado se vean sustituidas por otras siguiendo la evolución de las
condiciones sociales y culturales

Las fronteras variables de la política


El ámbito de la política tiene contornos variables. Las partes en conflicto defenderán
respectivamente la POLITIZACION o la DESPOLITIZACION de sus discrepancias según
consideren que esta intervención política va a favorecer o a perjudicar sus propias
pretensiones. Quienes se creen perjudicados denunciaran la politización como
innecesaria. La reclamaran en cambio cuando les convenga.
Puede decirse por tanto que las fronteras de la política se van ALTERNANDO a lo largo
de la historia de los pueblos. Y que esta alteración dependerá tanto de cambios
técnicos y culturales como de la capacidad de los actores para someter sus disputas a
esta gestión de carácter vinculante

Etapas de la politización
Son 4 las etapas que llevan la politización de una diferencia social:
- identificación de una distribución desigual de valores y recursos que es
percibida como inconveniente o arriesgada
- toma de conciencia por parte de los colectivos implicados y expresión de sus
demandas, exigencias y propuestas para corregir la situación y controlar el
riesgo que acarrea
- movilización de apoyos a las demandas y propuestas acumulando todo tipo de
recursos y buscando el mayor numero de aliados entre otros grupos y actores
- traslado del conflicto al escenario público, reclamando la adopción de
decisiones vinculantes para toda la comunidad. Estas decisiones que pretenden
modificar el desequilibrio anterior deben contar con el respaldo de la coacción
que administran las instituciones políticas
A lo largo de la historia y en la actualidad inmediata podemos identificar situaciones
que son objeto de politización o de despolitización según los casos. Cuando estas
situaciones entran en el ámbito de la política serán gestionadas mediante decisiones
vinculantes que pretenden revisar la situación inicial con el apoyo de una coacción
aceptada socialmente. En cambio, cuando las disputas dejan el ámbito de la política
tendrán que resolverse mediante acuerdo voluntario entre las partes. O si este
acuerdo no se consigue mediante la imposición de hecho de la parte mas fuerte sobre
las demás. La ausencia de política permitirá jugar con ventaja a los grupos que ocupan
las posiciones mas favorables.
¿sociedades sin política?
Los antropólogos y los prehistoriadores nos hablan de sociedades sin política cuando
describen la existencia de comunidades de tamaño reducido vinculadas por lazos de
parentesco en las que los bienes necesarios para subsistir son compartidos. En estos
grupos la generosidad mutua sustituye a la apropiación individual de los recursos
básicos. Se trata de comunidades igualitarias. En ellas la cooperación el la caza o en la
recolección es la mejor protección que un individuo puede obtener frente a las
amenazas de un entrono natural ante el que se siente muy vulnerable
El rol de liderazgo que aparece en algunos grupos no equivale a una posición de
superioridad o de dominio sobre los demás, su función se asemeja mas a la de un
portavoz de lo que la comunidad necesita y siente en cada momento responsable de
dar el ejemplo de la dedicación, del espíritu de servicio al colectivo y de la ayuda
mutua que son las pautas de conducta en tales grupos.
La historia nos enseña que a lo largo de los siglos las comunidades humanas se han
hecho cada vez mas complejas. La aparición de nuevos conocimientos y nuevas
técnicas y la progresiva especialización del trabajo que trajeron consigo incrementaron
en su momento la diferenciación interna de las comunidades. Con esta diferenciación
aumento el riesgo de conflictos y la necesidad de asegurarse contra ellos mediante el
recurso a la política
Tal vez pueda darse una sociedad sin política, una comunidad donde se hayan
eliminado determinadas diferencias consideradas como la raíz de las tensiones. Si tales
diferencias desaparecieran los conflictos se irían atenuando, el riesgo social disminuiría
y la política se iría haciendo cada vez menos necesaria hasta su completa evaporación.
Otros en cambio entienden que no es previsible una comunidad sin diferencias sean
las que hemos conocido hasta el momento presente, sean nuevas diferencias todavía
por apareces. Para estos por tanto persistirán las tensiones que hacen necesario el
recurso a la política aunque con formas y expresiones diversas de las que hemos
conocido.
Algunas definiciones clásicas de política
- como control sobre personas y recursos. Seria político todo fenómeno
vinculado a formas de poder o de dominio sobre los demás imponiéndoles
conductas que no serian espontáneamente adoptadas
- como actividad desarrollada a través de un sistema de instituciones publicas.
Seria política toda actividad inserta en instituciones estables autorizadas para
ejercer una coacción sobre la comunidad
- como actividad dirigida por valores de orden y de equilibrio social. Sería política
toda actividad encaminada al fomento del bien común o del interés general
mediante la redistribución de valores
- como actividad vinculada a la defensa de la comunidad contra una amenaza
exterior. La preparación para la guerra y la organización militar estarían en el
origen de la actividad política.

CAPITULO NUMERO 3 “LAS TRES DIMENSIONES DE LA POLITICA”


La política: estructura, proceso, resultado.
Puede ser percibida la política como una estructura, como un proceso o como un
resultado.
Cuando observamos la política como ESTRUCTURA fijamos nuestra atención en el
modo estable en que una comunidad determinada organiza sus actuaciones políticas.
Intentamos identificar a que estructuras permanentes se ajustan aquellas actuaciones.
En esa estructura se revela la arquitectura fija por la que transitan los
comportamientos políticos. Tienen acá su lugar los análisis del estado y de otras
formas preestatales de organización política, el examen de las instituciones estatales o
el estudio de las organizaciones políticas internacionales
Cuando examinamos a la política como un PROCESO observamos una secuencia de
conductas individuales y colectivas que se encadenan dinámicamente. Desde esta
perspectiva entendemos de manera particular a los comportamientos de diferentes
sujetos examinando sus motivaciones y sus formas de intervención. Nos lleva a
entender que lleva a unos ciudadanos inclinarse por una candidatura en lugar de otra
en el momento de unas elecciones. Si la estructura nos ofrece la cara estable de la
política, el proceso nos presenta su cara dinámica: la política en acción.
Cuando la contemplamos como RESULTADO el punto de atención principal lo
constituyen las respuestas que la combinación de proceso y estructura da a cada
conflicto. Acá interesan menos el proceso de actuaciones previas o el conjunto de
reglas e instituciones: lo que resalta ahora es en que medida incide la política sobre las
relaciones sociales y sus momentos conflictivos. En esta dimensión de la política se
pone de relieve lo que la política es capaz de aportar a la necesaria cohesión de una
comunidad.
La política como estructura ¿maquina, organismo, mercado?
A lo largo de la historia cada formación social ha generado su propio modo de
estructurar la actividad política. Estas formas históricas de organización política se han
sucedido unas a otras como resultado de cambios económicos, sociales, técnicos y
culturales. La forma política en la que se organizan las sociedades agrarias, cerradas
sobre si mismas con una población mayoritariamente analfabeta no es la misma que la
que adoptan las sociedades postindustriales globalmente comunicadas e
informáticamente instruidas
En cada una de estas estructuras se da una combinación de instituciones, reglas y
pautas de conducta que ofrece un perfil característico. Así varían las normas que
regulan la relación entre economía y política o los modos de seleccionar el personal
que se dedica a la política de manera exclusiva
Metáforas o imágenes que permiten visualizar algo que no se nos presenta de manera
sensible:
- la estructura política es percibida de modo semejante a una MAQUINA en la
que se ensamblan una serie de resortes, engranajes y palancas. El reloj
mecánico inspira esta aproximación. Siguiendo el automatismo propio de una
maquina lo que daría movimiento a la estructura seria la acción causal de unos
sujetos sobre otros.
- La imagen adoptada es el ORGANISMO VIVIENTE. Para subsistir va dotándose
de órganos que ejercer diferentes funciones. Debe adaptarse al medio en que
habita del que obtiene los medios de subsistencia y al que aporta algo que
justifique su supervivencia. La inspiración aquí no es la mecánica sino la
biología que nos revela de que modo las diferentes especies vivas se
configuran, se transforman y desaparecen. Lo que activa la estructura es aquí
su necesidad funcional de adaptación al medio
- Una tercera aproximación es la se inspira en la metáfora del MERCADO. Un
mercado es un ámbito de encuentro basado en un conjunto de hábitos y reglas.
Los que acuden a él se guían por la búsqueda de su interés o beneficio. Para
ello intercambian bienes y servicios ya sea directamente, ya sea recurriendo al
dinero. Este intercambio movido por el interés sirve de modelo para entender
las relaciones entre los actores políticos y en ultima instancia para explicar la
actividad de la estructura política que nacería del ajuste permanente entre los
intereses de sus actores
El sistema político
Se ha aplicado a la estructura política un modelo inspirado en la cibernética. Desde
esta perspectiva la estructura de la política es concebida como un sistema. Un sistema
será cualquier organización compleja que recoge o transmite información, genera
actividades y controla resultados. Tiene su autonomía pero esta vinculada a un
entrono del que recibe informaciones y sobre el cual a su vez actúa
El sistema político desempeña estas funciones: recibe de su entorno social distintos
mensajes en forma de noticias, demandas, reivindicaciones o apoyos de los distintos
actores. Luego procesa esta información y la contrasta con los valores y las ideológicas
dominantes en aquella sociedad. Emite una orden de intervención en forma de política
publica que contenga disposiciones legales, mandatos de gobierno, acciones
administrativas, campañas de propaganda, etc. Con ello pretende incidir sobre la
realidad, corrigiendo la situación registrada o en otros casos refrozandola con nuevos
recursos. El impacto de esta política publica sobre el entorno dará lugar a nuevas
informaciones que alimentaran otra vez la acción del sistema y desencadenaran
intervenciones posteriores.
Los elementos del sistema: entorno, imputs, outputs, retoralimentacion
Una descripción mas detallada del modelo sistémico ha de tener en cuenta el conjunto
de elementos con que se constituye para comprender su función global.
- Nos referimos al ENTORNO del sistema político para describir el conjunto de
interacciones que se da en la sociedad. Estas interacciones reflejan situaciones
de desigualdad y a menudo de tensión entre diferentes actores. La distribución
desigual de recursos y posiciones entre individuos, grupos y comunidades
motiva el desacuerdo entre ellos y reclama la intervención política. Este
entorno es el que presiona sobre la política sea en el ámbito local, en el estatal
o en el planetario.
- La conexión entre este entorno y el núcleo del sistema político se hace
mediante la expresión de demandas y apoyos: se les denomina IMPUTS para
evocar que acceden al sistema desde el exterior. Proceden de actores
colectivos e individuales. Pueden adoptar la forma de demandas o
reivindicaciones. Aquí actitudes y opiniones positivas o negativas respecto del
gobierno, del parlamento, de los partidos y de sus líderes. O respecto del
sistema fiscal, del sistema educativo o del sistema de transporte público.
- El conjunto de mensajes que el entorno social genera es procesado por el
sistema hasta producir una reacción a las demandas y apoyos planteados. Esta
reacción puede consistir en decisiones circunstanciales o en políticas sectoriales
mas estructuradas y de mayor alcance. En algunos casos es útil distinguir la
respuesta del sistema del efecto que esta respuesta produce realmente sobre
la realidad. Cuando se pone en marcha una acción política no siempre se
alcanzan los objetivos deseados a veces se consiguen de manera parcial y otras
se produce el fracaso. Es importante por consiguiente averiguar si la reacción
política ha modificado significativamente la realidad previa.
- El modelo sistémico no ofrece una respuesta propia a esta pregunta. Deja
abierto un espacio que cada analista ha de completar echando mano de alguna
de las propuestas que ha formulado la teoría política
- La retroalimentación del sistema es resultado del impacto que la reacción del
sistema tiene sobre el entorno. Si una acción política determinada tiene como
efecto un cambio en las rutas del narcotráfico o en los hábitos del consumo, la
nueva situación generara con toda probabilidad nuevas demandas y apoyos
que reclamaran otra vez reacciones políticas para hacer frente a las exigencias
de esta nueva situación
¿Por qué es útil la noción de sistema político?
La noción de sistema político como modelo tiene ventajas importantes que explican su
éxito desde que David Easton lo introdujo en el análisis de la política. Entre estas
ventajas pueden señalarse:
- Pone de manifiesto la relación permanente entre el entorno y la política porque
ni el primero ni la segunda puede explicarse por separado
- Deja claro que la política ha de ser entendida como un efecto de las tensiones y
conflictos que afectan a diferentes colectivos sociales
- Describe una secuencia ideal que permite poner un cierto orden en la
pluralidad y diversidad de intervenciones políticas.
- Señala la interdependencia de los diversos elementos que integran la
estructura política entre sus funciones y sus instituciones
- Subraya el aspecto dinámico de la estructura política obligada a reformarse
para ejercer adecuadamente su papel de conservadora de la cohesión social
- Es aplicable a todo tipo de estructuras políticas facilitando las comparaciones
entre ellas
Sin embargo todos los modelos presentan limitaciones por el mismo hecho de la
simplificación que exigen. En el caso de nuestro modelo sistémico algunos
componentes de una estructura política pueden ser difíciles de encajar en una de las
categorías del sistema. Por otra parte se ha señalado también que la visión sistémica
tiende a privilegiar un concepto estático de la política como si no tuviera otra función
que la de mantener un equilibrio inalterable las relaciones sociales, culturales o
económicas que gestiona.
La noción de sistema político es útil para analizar la estructura política siempre y
cuando sea entendida como un instrumento de apoyo y no como un modelo cerrado y
autosuficiente

CAPITULO 4 ¿Cómo PODEMOS ENTENDER LA POLITICA?


La ciencia política utiliza términos y conceptos que son de uso común. Los medios de
comunicación de masas contribuye a su divulgación con apoyo de expertos a los que se
recurre para ampliar o comentar informaciones políticas
Sin embargo esta familiaridad con los términos no evita la extendida impresión de que
la política es una actividad difícilmente comprensible. Paradójicamente muchos de los
que se confiesan ignorantes en política no dudan en dar opiniones tajantes sobre
problemas complicados o en ofrecer soluciones milagrosas.
Esta doble actitud (confusión por un lado y contundente seguridad en muchas
opiniones por otro) es menos contradictoria de lo que parece. A pesar de su apariencia
de caos indescifrable existe la convicción de que la política obedece a algunos criterios
regulares que pueden llegar a ser conocidos aunque sea de modo aproximado.
Objetivo de una ciencia política es identificar aquellos criterios, ordenarlos y con ello
poner a prueba las intuiciones de una pretendida sabiduría común sobre política
La ciencia de la política se convierte en algo así como la gramática de una lengua
vagamente conocida que nos es útil en un doble sentido:
- En primer lugar nos da claves para interpretar determinados fenómenos de la
escena política. Pero también nos permite intervenir en esta escena con mejor
conocimiento de causa sea cual sea nuestro papel
- Deberá averiguar cuales son las organizaciones mas influyentes, quienes son
sus lideres, que relaciones mantienen con los medios de comunicación, etc.
¿Cómo se ha desarrollado el conocimiento sobre política?
Lo que hoy conocemos como ciencia política es el resultado de un largo proceso de
desarrollo histórico. Cuatro son las grandes etapas de esta reflexión sistémica sobre
política:
1) En la Grecia Clásica, Platón y Aristóteles se propusieron examinar de que
manera se comportan los sujetos humanos en comunidad y averiguar cual es el
modo de vida colectiva mas satisfactorio y mejor adaptado a la naturaleza
humana. Para ello analizaron como eran las sociedades de su tiempo,
pretendieron explicar por que se organizaban de determinada manera y
valoraron hasta que punto era mejorable dicha organización para conseguir un
orden político ideal. Este saber ordenado sobre la polis constituyo la primera
versión de una ciencia política claramente vinculada a la ética. El carácter
primordial de la ciencia de la política que para algunos era la mas antigua de las
ciencias sociales
2) En el mundo medieval la atención a la política estuvo condicionada por la
hegemonía del pensamiento cristiano sobre la moral y la ley. La política pues
era analizada desde los presupuestos de la reología moral y la ley. La política
era analizada desde los presupuestos de la teología moral y del derecho
natural. La obra de Tomas de Aquino inspiro esta orientación a partir de su
posición dominante en la doctrina escolástica.
3) Esta dependencia de la reflexión política respecto de la religión y de la moral se
debilito gradualmente. El renacimiento redescubrió el mundo clásico
grecorromano. Al mismo tiempo empezó a dibujarse una organización política
que se distinguía de los dos grandes poderes medievales: la iglesia romana y el
imperio germánico. El estado se convirtió en objeto autónomo de reflexión
política. Los imperativos de la política ya no podían supeditarse a criterios
religiosos o éticos, necesitaban su propia justificación. Por ello se plantearon
algunas preguntas sin recurrir ya a las respuestas que habían dado hasta
entonces la teología o la filosofía moral
4) Desde principios de siglo XIX cuatro factores fueron potenciando la expansión
del conocimiento sobre la sociedad y la política: en primer lugar, las
REVOLUCIONES LIBERALES y la INDUSTRIALIZACION de algunas sociedades
despertaron la conciencia de que la sociedad no era inmutable, sino que
experimentaba cambios radicales. En el terreno especifico de lo político
surgieron nuevas preguntas. En segundo lugar, la afirmación del individualismo
fragmento la visión integrada de la sociedad. Cada individuo era contemplado
ahora como sujeto de una serie de relaciones en las que desempeñaba roles
diferentes. De este modo se tendió a parcelar la observación sobre las
conductas humanas en cada uno de estos roles y se dio lugar a reflexiones
paralelas sobre cada uno de ellos. En tercer lugar, el conocimiento cientifico
sobre la naturaleza que había avanzado de manera espectacular desde finales
del siglo XVIII estimulo un esfuerzo paralelo por conocer científicamente la
sociedad. Se impuso una aproximación positivista a la realidad social y política a
la que se intentaba aplicar el método experimental que había conseguido tanto
éxito en el campo de la física, la química o la medicina. Finalmente, en cuarto
lugar, se produjo una revitalización de las universidades europeas y
norteamericanas. Después de siglos de anquilosamiento y desconfianza ante el
progreso cientifico las universidades se convirtieron en el espacio donde las
diferentes disciplinas desarrollaban su investigación y llevaban a cabo la
formación de sus especialistas
La institucionalización de la ciencia política: dos momentos cruciales
- ULTIMO TERCIO DEL SIGLO XIX (1870-1900)
- PERIODO POSTERIOR A LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL (1945-1970)
En ambas etapas se dan fuertes presiones para introducir reformas de carácter político
y social.
En el ULTIMO TERCIO DEL SIGLO XIX tienen lugar una serie de iniciativas político-
académicas que conducen a la institucionalización de la ciencia política en los países
mas avanzados. Se trata de contextos diferentes, pero con un rasgo común: la
existencia de movimientos de opinión que promueven la reforma de la política, la
administración y el estado. Con este fin se institucionaliza la enseñanza de la política y
para ello se crean centros académicos especializados.
Una segunda oleada histórica favorable a la institucionalización de la ciencia política
tuvo lugar en los AÑOS POSTERIORES A LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL. El ascenso
del fascismo, la consolidación del comunismo en la URSS, la gran depresión capitalista
de los años treinta y el desenlace de la guerra de 1939-1945 habia dejado maltrechas
las bases sociopolíticas y económicas de las democracias europeas. En esta
reconstrucción de la posguerra jugaron un papel importante las ciencias sociales y
entre ellas la ciencia política. A ellos contribuyo también la hegemonía política y
cultural de los Estados Unidos donde la ciencia política se había beneficiado de la
existencia de un sistema universitario menos rígido y más abierto a la introducción de
nuevas disciplinas. En 1949 se fundó bajo los auspicios de la UNESCO la Asociación
Internacional de Ciencia Política que potencio la expansión de la ciencia política en
Europa Occidental.
Esta panorámica confirma que la institucionalización de la ciencia política no es
resultado del empeño de algunos eruditos. Es en buena medida el producto de un
proyecto social. La reflexión ordenada sobre la política contiene el propósito de influir
sobre la realidad: conocer mejor no por mero afán de contemplación sino como
condición indispensable para intervenir de manera mas eficaz sobre la misma realidad.
Es un conocimiento orientado a la práctica. Es bueno por tanto encuadrar la historia de
la ciencia política en el marco de la evolución de cada sociedad y no tratarla como un
fruto de generación espontanea dependiente del azar o de la genialidad de algunas
mentes solitarias.
¿con que elementos se elabora el conocimiento sobre la política?
TRES COMPONENTES:
- DESCRIPCION DE LOS HECHOS
- LA CONSTRUCCION DE INTERPRETACIONES
- LA FORMULACION
HECHOS:
La ciencia política debe ayudar al establecimiento de los hechos, acumulando
información e indicando donde y como encontrarla. Así lo hacían los autores clásicos,
Aristóteles acumulo información sobre los sistemas de gobierno de su tiempo.
Maquiavelo se propuso describir cómo actuaba un dirigente del renacimiento
empeñado en dar una base estable a la organización política de sus dominios
Se trata de afirmaciones que pretenden describir situaciones, algunas son difícilmente
discutibles porque remiten a datos fácilmente contrastables. Pero otras pueden ser
controvertidas porque dependen de la percepción subjetiva del observador que las
formula.

INTERPRETACIONES:
Ya no se trata de describir que paso sino de intentar dar un sentido o señalar una razón
de por qué pasa. Puede ser atribuido no a un solo factor sino a la combinación de
varios factores distinguiendo incluso el peso relativo de cada uno de ellos.
Identificar qué factores tienen influencia sobre una determinada situación y cuales
pueden transformarla constituye la parte mas atractiva y a la vez más difícil de la
ciencia política. Porque interpretar y pronosticar forman parte de la tarea básica del
conocimiento cientifico.
FORMULACION:
Finalmente la reflexión sobre la política produce propuestas y recomendaciones. A
veces son explicitas así sucede cuando se propone un cambio en la orientación de la
política gubernamental en materia medioambiental. Pero también hay recomendación
implícita cuando se formulan algunas interpretaciones.
Recomendar una política medioambiental mas estricta revela que se otorga mayor
importancia a la protección del medio ambiente natural y de sus recursos que a un
crecimiento económico incontrolado. Una propuesta para estimular el interés
ciudadano por la política indica que la participación del mayor numero se considera un
beneficio para cada individuo y para el conjunto de la comunidad.

¿ciencia de la política?
La existencia de estos tres planos ha complicado el desarrollo de la ciencia política. Con
frecuencia la ha puesto a la defensiva obligándola a justificar su carácter cientifico
frente a dudas y reservas de quienes se plantean una misma pregunta.
Un factor que explica esta desconfianza es de carácter histórico. La institucionalización
de la ciencia política se inicio en pleno apogeo del positivismo cientifico. La
aproximación positivista entendía que el conocimiento cientifico debía respetar tres
condiciones: la descripción objetiva de un hecho, una explicación sobre sus causas y
una confirmación de la misma mediante la repetición de experimentos. La delimitación
del hecho político no esta libre de prejuicios: cuando un investigador social describe un
hecho lo hace a partir de determinados sesgos teóricos o incluso éticos
Esta estrecha concepción de la ciencia que el positivismo representaba fue puesta en
duda. Y se llego a la conclusión de que las dificultades que experimentaban los
científicos sociales para cumplir aquellas condiciones no eran muy diferentes de las
que padecían los científicos naturales.
La conexión entre cientifico observador y el fenómeno observado pueden influirse
mutuamente. Los actores económicos y políticos están expuestos a la influencia de la
investigación económica o politológica que se transmite a través de los medios de
comunicación. Cuando reciben estos resultados pueden rectificar su conducta y con
ello reforzar o desmentir la descripción y la interpretación de los investigadores.
El saber sobre la política forma parte por tanto de un conocimiento reflexivo. Es decir
de un conocimiento en el que se refleja no tanto una conducta externa como la propia
posición de quien contempla dicha conducta.
En un cierto momento se consideró que esta reflexividad era exclusiva del
conocimiento social pero que no afectaba a las ciencias de la naturaleza se afirmaba
que los astros no leían artículos de astronomía ni las plantas se enteraban de lo que
decían de ellas las revistas de botánica.
Se ha aceptado que la función de la ciencia no es probar definitivamente la veracidad
de las hipótesis formuladas. Se señala en cambio que la ciencia no prueba verdades
sino que las descarta. No verifica sino que falsa o falsifica. Es decir deja sin sentido
ciertas afirmaciones e impulsa la formulación de otras que la sustituyan
El reconocimiento de la ciencia política como disciplina no significa ignorar los vínculos
que mantiene con las demás ciencias sociales. La división académica de las disciplinas y
su ubicación en diferentes facultades, departamentos o cátedras hace olvidar a veces
que la acción del hombre en sociedad solo puede ser comprendida si se examina desde
los diferentes ángulos que ofrece.
Es un error extremar la segregación entre ciencias sociales. Esta segregación solo tiene
una discutible justificación en la necesidad de organizar institucionalmente la
enseñanza y la investigación. En cambio una ventaja para todos fortalecer la conexión
entre todo lo que dichas ciencias no aportan
Los campos temáticos de la ciencia política
Los diferentes campos temáticos han generado una serie de subdisciplinas,
desarrolladas en los centros de investigación, en los departamentos docentes y en los
planes de estudio de las universidades.
Entre los campos tratados podemos reseñar:
- El desarrollo de los conceptos políticos elaborados por los autores y por las
doctrinas que han inspirado los grandes movimientos políticos. Se intenta dar
nuevas respuestas a las preguntas que dichos autores y movimientos se
plantearon en un momento. Algunos entienden que es la filosofía política la
que debe ocuparse de estas cuestiones y confían a la teoría política la tarea de
elaborar cuadros conceptuales generales que sirvan para interpretar el
funcionamiento de los sistemas políticos y la intervención de cada uno de esos
actores.
- El análisis comparativo que examina paralelamente las estructuras y los
procesos políticos de diferentes sistemas políticos corresponde a la
denominada política comparada.
- El examen de las instituciones políticas que atiende a la descripción de su
formación, evolución y procesos de actuación y se ocupa de actores como son
las instituciones del estado, los partidos políticos o los grupos de interés. El
estudio de las administraciones publicas o de los gobiernos locales constituyen
ámbitos particulares en este apartado
- El análisis del comportamiento político de individuos y grupos que examina la
formación de sus opiniones y actitudes y como estas influyen en sus conductas
- El examen de la política internacional dedicada a la descripción e interpretación
de las relaciones entre estados y del sistema político global, en el que
intervienen con otros actores
- El análisis de las políticas publicas centrado en la descripción de como se
elaboran y se aplican las respuestas a las demandas de intervención publica
sobre los conflictos colectivos: practicas sociales, de seguridad,
medioambientales, económicas. Para ello deben examinarse las aportaciones
de los diferentes actores en las etapas de definición de cada política, de su
discusión y aprobación y de su aplicación
Las tradiciones académicas y científicas de los diferentes países han dado lugar a
diferentes modos de organización de la disciplina que no siempre coinciden entre si.
Pero la constitución de organizaciones científicas internacionales que ponen en
relación frecuente a los especialistas tienden a disminuir las diferencias y a crear
pautas de trabajo similares

TEXTO SARTORI
¿Qué ES POLITICA? (FRAGMENTOS)
La idea de política

Hoy estamos habituados a distinguir entre lo político y lo social, entre el Estado y la


sociedad. Pero son estas distinciones y contraposiciones que se consolidan en su
significado actual recién en el siglo XIX. A menudo se oye decir que mientras en el
pensamiento griego la politicidad incluía la socialidad, hoy nos sentimos inclinados a
invertir esta diada, e incluir lo político en lo social y la esfera de lo político en la esfera
de la sociedad. Pero este discurso contiene cuando menos tres errores. Primer error:
tal diada no existía en el pensamiento griego. Segundo error: la socialidad no es en
absoluto "la sociedad". Tercer error: nuestra sustantivación "la política" no tiene en
absoluto el significado del término griego politiké, así como hoy hablamos de un
hombre político que está en las antípodas del "animal político" de Aristóteles
Si para Aristóteles el hombre era un zoon polilikón, la sutileza que con
frecuencia se omite es que Aristóteles definía de esta manera al hombre, no a la
política. Sólo porque el hombre vive en la polis, y porque la polis vive en él, el hombre
se realiza completamente como tal. Al decir "animal político", Aristóteles expresaba,
pues, la concepción griega de la vida. Una concepción que hacía de la polis la unidad
constitutiva (indescomponible) y la dimensión completa (suprema) de la existencia. Por
lo tanto, en el vivir "político" y en la "politicidad", los griegos no veían una parte o un
aspecto de la vida; la veían en su totalidad y en su esencia. Por el contrario, el hombre
"no político" era un ser defectuoso, un idion, un ser carente (el significado originario
de nuestro término "idiota"), cuya insuficiencia consistía precisamente en haber
perdido, o en no haber adquirido, la dimensión y la plenitud de la simbiosis con la
propia polis. Brevemente, un hombre "no político" era simplemente un ser inferior, un
menos-que-hombre.
Sin adentrarnos en las variadas implicaciones de la concepción griega del
hombre, lo que importa subrayar es que el animal político, el polítes, no se distinguía
en modo alguno de un animal social, de ese ser que nosotros llamaríamos societario o
sociable. El vivir "político" —en y para la polis— era al mismo tiempo el vivir colectivo,
el vivir asociado, y más intensamente, el vivir en koinonia, en comunión y
"comunidad". Por lo tanto, no es exacto decir que Aristóteles incluía la socialidad en la
política. En verdad, los dos términos eran para él un único término, y ninguno de los
dos se resolvía en el otro, por la simple razón de que "político" significaba
conjuntamente las dos cosas a la vez. De hecho, la palabra "social" no es griega sino
latina, y le fue adjudicada a Aristóteles por sus traductores y comentaristas
medievales.

Por lo tanto la civitas, con respecto a la polis, es una ciudad de politicidad diluida; y
esto en dos aspectos. Primeramente, la civitas se configura como una civitas societas,
es decir, adquiere una calificación más elástica, que amplía sus límites. Y en un
segundo aspecto, la civitas se organiza jurídicamente, La civilis societas, en efecto, se
traduce a su vez en una iuris societas. Lo que permite sustituir la "politicidad" por la
juridicidad. Ya Cicerón (104-43 a.c.) sostenía que la civitas no es un conglomerado
humano cualquiera, sino aquel conglomerado que se basa en el consenso de la ley (De
Re Publica). Ya en tiempos de Cicerón estamos, pues, próximos a una civitas que no
tiene casi nada de "político" en el sentido griego del término: la iuris societas es a
la polis lo que la despolitización es a la politicidad. Y el ciclo se cierra con Séneca. Para
Séneca (4 a.c.-65 d.c), y en general para la visión estoica del mundo, el hombre no es
ya un animal político; es, por el contrario, un sociale animal
Si el mundo antiguo concluye su parábola dejando a la posteridad no sólo la imagen de
un animal político, sino también de un animal social, estas dos representaciones no
prefiguran de ninguna manera el desdoblamiento y la diada entre la esfera de lo
político y la esfera de lo social que caracteriza la polémica de nuestro tiempo. La pri-
mera diferencia reside en que el sociale animal no coexiste junto al politicum animal;
estas expresiones no aluden a dos facetas de un mismo hombre, sino a dos
antropologías que se sustituyen una a otra. La segunda diferencia —que pasaremos a
examinar en seguida— es que en todo el discurso desarrollado hasta ahora, la política
y la politicidad no fueron percibidas nunca verticalmente en una proyección en altura
que asocie la idea de política con la idea de poder, de mando, y en último análisis de
un Estado subordinado a la sociudad
La cuestión reside en que la problemática vertical es en gran medida extraña al
discurso basado en la nomenclatura griega —polis, polites, politikos, politike, y politéia
— en su traducción latina, y también a su desarrollo medieval
La idea horizontal es tomada también por el inglés common weal o, más
modernamente, commonwealth, que equivale a "bien común", lo que llamamos bien
público e interés general. Pero precisamente por esto, ha sido mal interpretado el tí-
tulo platónico, así como también el uso de res publica, en toda la literatura que va de
los romanos a Bodin
Que las complejas y tortuosas vicisitudes de la idea de política van más allá de
la palabra política, en todas las épocas y en mil aspectos[3]. La política de Aristóteles
era a la vez una antropología; una antropología ligada indisolublemente al "espacio" de
la polis. Caída la polis, la "politicidad" se atenúa, diluyéndose variadamente o
transformándose en otra. Por un lado, la política se juridiciza, desarrollándose en la
dirección indicada por el pensamiento romano. Por otro lado —que he tenido que
pasar por alto— la política se teologiza, primero adecuándose a la visión cristiana del
mundo, después en relación con la lucha entre el papado y el Imperio, y por último en
función de la ruptura entre el catolicismo y el protestantismo. En todos los casos, el
discurso sobre la política se configura —empezando por Platón y también por
Aristóteles— como un discurso que es, conjunta e indisolublemente, ético-político. La
ética en cuestión podrá ser naturalista y psicologista; o bien una ética teológica; o
incluso una ética juridicizada, que debate el problema del "bien" en nombre de lo que
es "justo", invocando la justicia y las leyes. La doctrina del derecho natural, en sus
sucesivas fases y versiones, resume bastante bien esta amalgama de normativa jurídica
y de normativa moral. En todos estos sentidos, y también en otros, la política no se
configura en su especificidad y autonomía hasta Maquiavelo.
Debe tenerse presente que las exiguas dimensiones de la polis la caracterizaban como
una red de relaciones "cara a cara". En este sentido, la verticalidad quedaba
sobreentendida. Las magistraturas y "los que estaban arriba" existían, por escrito; pero
cuando la base de la pirámide es estrecha, el vértice no está muy alto. El contraste
entre la idea horizontal y la idea vertical de la política debe entenderse, pues, con este
alcance: que la verticalidad griega era extremadamente reducida en comparación con
la de los Estados territoriales. Por ello resulta engañoso traducir polis por ciudad-
Estado, y mucho menos todavía por Estado.

UNIDAD NUMERO 2
PUNTO NUMERO 1: EL PODER SOCIAL: PODER ECONOMICO, PODER IDEOLOGICO Y
PODER POLITICO. COACCION, DOMINACION Y LEGITIMACION. TIPOS DE DOMINACION
LEGITIMA. EL CONCEPTO DE AUTORIDAD
PUNTO NUMERO 2: DEFINCION DE MAX WEBER. ELEMENTOS: TERRITORIO,
POBLACION, SOBERANIA. LA NACION
PUNTO NUMERO 3: LA JUSTIFICACION DEL PODER POLITICO: NATURALISMO Y
CONVENCIONALISMO. LA TRADICION ARISTOTÉLICA. LAS TEORIAS DEL CONTRATO
SOCIAL: CLASICAS Y CONTEMPORANEAS
PUNTO NUMERO 1
 El poder social: Tiene que ver con:
1- Poder económico: Riqueza. Se trata de la posesión de los medios de producción que
tienen la capacidad de determinar el comportamiento ajeno.
Con la existencia de propietarios y no propietarios, el poder del propietario deriva de la
posibilidad que la posesión exclusiva de un bien le da de obtener que el no propietario trabaje
las condiciones que el imponga.
2- Poder ideológico: Saber. Se sirve de la posesión de ciertas formas de saber, doctrinas,
conocimientos e incluso de información o códigos, lo cual sirve para ejercer influencia en el
comportamiento ajeno o realizar alguna acción. Por ejemplo: los sacerdotes antiguos.
3- Poder político: Fuerza. Se trata de medios específicos de la fuerza. Es el poder
supremo cuya posesión se distingue al grupo dominante.
En las relaciones, a pesar del estado de subordinación con los medios de producción y de los
valores de la clase dominante, solo la utilización de la fuerza física sirve para impedir la
subordinación y apaciguar toda forma de desobediencia.
Los tres tienen en común que contribuyen conjuntamente a instituir y mantener las
desigualdades dividas en fuertes y débiles; ricos y pobres; sapientes y no sapientes; y
genéricamente superiores e inferiores, manifestando en diferentes maneras subsistemas de
organización de las fuerzas productivas, organizando el consenso y la organización del poder
coactivo.
Según Marx, la base real comprende sistemas económicos, mientras que la superestructura en
dos momentos, abarca el ideológico y el jurídico-político. En cambio, los demás autores han
diferenciado el poder espiritual, que hoy sería ideológico, del temporal que esta constituido
por un dominium, que es el poder sobre las cosas constituidas por el poder económico y el
imperium, que es el poder de mando sobre los hombres constituidos por el poder político.
 Coacción, dominación y legitimación:
1- Coacción: Se da cuando se sanciona el incumplimiento de los súbditos, que es la
sanción, que puede ser:
a- Positiva: Cunado se da un incentivo tributario.
b- Negativa: Cuando se restringe la libertad.
Se utiliza como un medio de la política, que es la fuerza. Esto es así porque la paz no es posible
si no se apoya en la fuerza y sobre todo en un equilibrio en relación de las fuerzas, porque si
no, no se puede encontrar la paz, el orden, la estabilidad y la justicia. Sin ella, el Estado no
puede subsistir.
Tambien puede definirse como una forma de expresión de una autoridad o una agrupación
determinada que ejercen sobre sus miembros para llegar al orden.
2- Dominación: Según Max Weber, la dominación es la probabilidad de que un mandato
con contenido determinado sea obedecido por un conjunto de personas. Es una característica
del poder.
a- Legitimación: Es cuando las normas se adecuan a las convicciones de las personas. Es
el acatamiento a un orden.
-Hay autores como Habermas, Bobbio, Nino, etc. que exigen que para que haya legitimidad
además de haber legalidad debe llegarse al poder por un proceso democrático, pero el sistema
democrático no es el único que existe, y además de eso como hay diversos sistemas
democráticos para decidir cuál de ellos puede dar legitimidad se debe desarrollar una teoría de
la justicia. La justicia es un concepto metafísico difícil de positivizar.
-Diferencia entre legitimidad y legalidad: No toda la autoridad está contenida en la ley. Por
otro lado, no toda ley es legítima. La legalidad es el conjunto de normas que rigen en un
Estado, que fueron dictadas de forma valida de conformidad con los procedimientos que ese
Estado ha establecido. Esta es independiente de lo que las personas esta obedecida de lo que
debe obedecer. La natural y voluntariamente, tal vez harían otra cosa.
-Según Weber: La legalidad es aquello que nos hace referencia a las formas, a cosas
instrumentales. No siempre lo legitimo va a ser legal porque pueden ir juntos o separados. La
legalidad sin legitimidad produce un sistema político inestable, si perdura en el tiempo se hace
peligrosamente inestable. Un sistema legitimo puede no ser legal, si sigue siendo legitimo pasa
a ser legal. Esto es muy similar a lo que pasa con la eficacia. Si no hay eficacia en el gobierno,
no hay legitimidad y pasa a convertirse en peligrosamente inestable. A la inversa, si un sistema
es ilegal, ilegitimo, pero eficaz, entonces con el paso del tiempo adquiere legitimidad y luego
legalidad, La legalidad es una herramienta que debe estar unida a la eficacia y a la legitimidad
para que los gobiernos puedan ser estables.
-Para una tradición del pensamiento jurídico-político, "un poder es tanto más legítimo cuanto
más efectivo es"; justificando así la eficacia a la legitimidad del poder. Así, para Kelsen un
gobierno es legítimo cuando ejerce un control efectivo e independiente de todo otro gobierno
sobre la población de un cierto territorio. Cuando se produce una revolución (toda
modificación no legítima de la Constitución), y el antiguo orden pierde eficacia y por tanto
validez; surge un nuevo sistema normativo, en el cual la legitimidad se funda en la mera
eficacia del sistema. Sin embargo, según Bobbio, es discutible que la legitimidad del poder
dependa sólo de la obediencia habitual o del hecho de que las normas emanadas de él sean
observadas o hechas observar. No obstante, es indudable que la desobediencia habitual de las
normas (ineficacia) constituye, para quien detenta el poder de las razones principales de la
pérdida de legitimidad. Para Weber la legalidad hace referencia a las formas, pero lo legítimo
no va siempre de la mano con lo legal; pueden ir juntos o separados. La legalidad sin
legitimidad o sin eficacia prolongada en el tiempo produce un sistema político inestable. A la
inversa, si un sistema es ilegal e ilegitimo, pero es eficaz, entonces con el paso del tiempo
adquiere legitimidad y luego legalidad. Así, la legalidad es una herramienta que debe estar
unida a la eficacia y a la legitimidad para que los gobiernos puedan ser estables
 Tipos de dominación legítima: Según Weber. Buscar foto cuadro.
 El concepto de autoridad: El término “autoridad” deriva de un origen romano, el cual
era comúnmente concebido como parte de una trilogía que incluía la religión y la tradición. El
vocablo autoridad (autoritas), proviene del verbo augure, que significa aumentar. En este
primer significado, se considera, según Sartori, que los que están en posición de la autoridad
hacen cumplir, confirmar o sancionar una línea de acción o pensamiento.
En el sentido moderno del término, la autoridad se ha definido de varias formas: como
atributo de una persona, cargo u oficio que otorga un derecho a dar órdenes; como una
relación entre los cargos de superior y subordinado; como una cualidad que hace que una
orden se cumpla, y como base de un comportamiento.
Además de la variedad de definiciones, el concepto de autoridad también se puede abordar
desde varios niveles. En la amplitud del ámbito sociológico existen varias relaciones que
pueden ser consideradas de autoridad: dentro de una organización administrativa, dentro del
gobierno o corno autoridad académica (en este último sentido es sinónimo de "preparación" o
"competencia").
En el campo estrictamente político, la cuestión de la autoridad ha sido abordada en dos
dimensiones: en el terreno abstracto de la filosofía política (Platón, Aristóteles, MacKiver y
otros), donde frecuentemente el tratamiento de la autoridad se ha vinculado con la cuestión
de la libertad y la soberanía, y en el nivel más concreto de la ciencia política de los siglos XIX y
XX, que se ha preocupado por el problema de la distribución y de las diversas modalidades del
que adquiere el ejercicio de la autoridad (por ejemplo, tipos de autoridad en Weber).
Tanto en la sociología como en la ciencia política, el tratamiento de la autoridad
frecuentemente se vincula con otros conceptos, como los de poder, influencia y liderazgo.

PUNTO NUMERO 2
 El Estado-definición de Max Weber: Es una comunidad humana que reclama con éxito
el monopolio del uso legítimo de la fuerza física en un territorio determinado.
 Elementos del Estado: Este tiene dos:
1- Elementos esenciales: Determina la existencia del Estado. Acá se puede observar el
poder, la población y el territorio; (Algunos agregan los derechos. Dentro de estos, podemos
encontrar:
a- Territorio: Es el elemento natural, aquel que se lo considera como el espacio físico
donde se asienta la población y donde se realizan las actividades estatales.
Este comprende: espacio aéreo, mareas internas y externas, suelos, subsuelos, ficciones del
territorio (conforme al derecho internacional) y recursos.
También se lo considera el habitad de la población, el cual delimita el espacio donde el Estado
ejercerá sus acciones jurídico-políticas por fronteras (líneas naturales o ideales de separación).
Las condiciones geofísicas influyen en la economia, que van a determinar la organización
estatal.
A su vez, abarca dos aspectos:
 Jurídico: Es el campo de la actividad estatal que da lugar a relaciones de soberanía
(suelo político).
 Patrimonial: Es el medio físico del que depende la subsistencia de la población,
comprende las riquezas naturales y da lugar a relaciones de dominio (territorio-suelo
económico).
Dentro de este concepto están:
o Las fronteras: Son los límites que tienen el Estado, no importa su tamaño solo que está
limitada. Estas son importantes porque marca el espacio físico y político sobre donde tiene
“fuerza” la organización del Estado. Dentro de los límites están las personas que lo componen,
las instituciones, etc.
Hay un único factor que transciende la frontera que es la ley, ya que en ocasiones se puede
aplicar por la fuerza de un país.:
 La naturaleza del territorio: El Estado puede tener distintos bienes, que pueden ser:
a- Bienes públicos: Como si fuera su propiedad privada.
b- Bienes privados: Que le pertenecen, pero no los puede vender.
c- Bienes políticos/soberanos: No son de su propiedad, pero puede ejercer el poder de
policía sobre ellos.
 Conformación de las fronteras: Las fronteras se conforman gráficamente con la
unificación de grupos humanos y modificaciones territoriales como lo son las guerras, las
conquistas, etc.
b- Población: Es el centro humano. Es la totalidad de individuos que habitan en un
territorio de un Estado con permanencia y habitualidad.
La homogeneidad de la población no se dio naturalmente en los Estados, sino que fue una
obra de poder, según Jouvenel, ya que fue la suma de actividades de las distintas monarquías
la que logro la unidad racial, lingüística y religiosa.
Hay Estados donde la población no se da actualmente, como es el caso de Suiza, pero son
excepciones.
La población se compone de dos tipos, que son nacionales o extranjeros, y tiene dos aspectos:
 Cuantitativo: Comprende el número de habitantes.
 Cualitativo: Comprende costumbres, etnias, valores, etc.
c- Poder: Es el elemento moral y el más importante. El poder es una forma específica de
como la colectividad humana se estructura en una realidad territorial a través de órganos
dotados de poder de coerción. La coacción se da cuando se sanciona el incumplimiento de los
súbditos, que es la sanción, que puede ser:
 Positiva: Cuando se da un incentivo tributario.
 Negativa: Cuando se restringe la libertad.
Se tiene al poder no solo como fuerza física, sino también moral. Consiste en la relación de
subordinación que se coloca recíprocamente en los humanos, la cual requiere una relación de
mando y obediencia que se puede dar entre uno, dos o toda la comunidad entera.
El Poder, como elemento del Estado, puede ser movilizado por su titular, que puede ser
mediante diferentes funciones como:
 Legislar: Normas jurídicas positivisadas, ya que son pautas que van a regir en toda la
vida humana.
 Administración: De la cosa pública y la de juzgar y valer el cumplimiento del
ordenamiento.
 Poder como concepto: Es indivisible. Weber cree que podemos decir que hay Estado
cuando una entidad reclama por sí el monopolio de la fuerza.
-Diferencia pueblo y población:El pueblo es la ciudadanía, es decir, aquellas personas con
derechos políticos (por ejemplo, el derecho al sufragio y el de ser elegido) y con derechos
civiles. Además, tienen el título de la soberanía; y la población es aquella persona que reside
con permanencia dentro de un territorio.
2- Elementos modales: No hacen la existencia misma del Estado, pero sí a sus
características actuales, es decir, que son elementos que condiciona. Aquí se puede observar la
soberanía como cualidad del poder y el imperio de la ley como cualidad del ordenamiento
jurídico.
-Según Kelsen, no se puede hablar de “elementos constitutivos”, ya que, para este autor, el
Estado es un orden jurídico, el cual se habla de esferas de validez, donde se puede apreciar:
a- Espacio: ¿Dónde?
b- Tiempo: ¿Cuándo?
c- Conducta humana: ¿Quiénes?
 La Nación: La Nación no es lo mismo que un Estado, porque este último, es una forma
de sociedad, mientras que el primero es una forma de comunidad en la que los miembros
nacen. Además, está determinada por tres elementos, que son:
1- Histórico: Usos y costumbres.
2- Sociológico: El lenguaje, la religión, la cultura, etc.
3- Psicológico: La voluntad de permanencia y consciencia de origen y de un destino
común.
No todas las naciones tienen Estados propios porque hay naciones que están repartidas en
varios Estados, y Estados divididos en varias Naciones.
Esta idea de Nación surge en la edad media, en la cual se determinó que es una comunidad
determinada objetivamente por el nacimiento y subjetivamente por nexos sociológicos
(lenguaje, etnia, usos y costumbres, etc.) y psicológicos (voluntad de permanencia, conciencia
de poseer un origen y un destino común), que se desenvuelve en determinadas formas de vida
en común, cooperación y solidaridad.
 Definición de “Nación” según diferentes autores:
1- Viamonte:La Nación es cuando está formada por grupos sociales, los cuales ofrecen
continuidad histórica, si han existido como un todo orgánico (una unidad), donde a pesar de
que existan otros con otras particularidades, son inherentes a este todo orgánico. Además, si a
través del tiempo pueden sobrellevar estas visitudes, pueden tener diversas razadas, religiones
e idiomas, pero siempre estando unidas con el pasado, solidarizados con el presente y
proyectados a futuro en una acción común.
2- Duverger: Para este autor la Nación se da con la cultura, la cual requiere un Estado
propio.
3- Ortega y Gasset: Ambos dicen que la Nación se da cuando se unifican las grandes
fuerzas preexistentes, ya que solo se da definitivamente con la unidad.
- El proceso de consolidación de las naciones comienza a caer en el Imperio Romano cuando se
dividió. Estaban los Feudos, como consecuencia de los acuerdos entre los pequeños grupos de
guerreros (que defendían y protegían) y los trabajadores (que producían). Luego, lentamente
fue surgiendo una clase social que era la encargada de ser intermediaria entre estos dos, que
fue la Burguesía, donde después terminaron incluyéndose, producto de una alianza, los
señores feudales. A medida que pasaba el tiempo, esta clase social se fue distinguiendo entre
los señores de mayor importancia como reyes y príncipes.
Mas tarde, con la ayuda de los primeros burgueses, los reyes lograron acabar con el
feudalismo y comenzaron a surgir los Estado-Nación.
La primera Nación moderna fue la española, donde logró unificar todo el territorio con la
incorporación de grandes empresas.Con esto España quedaba con un papel protagónico en
1500, pero luego, por falta de nobles en el periodo feudal, los cuales eran necesarios para
lograr la cohesión interior, España pierde a Cuba en 1898 donde decae la imagen que tenía
hasta ese entonces.
Jouvenel: La Nación se caracteriza por un espíritu de vocación política permanente, ya que
para que esta exista no basta con que haya un pueblo con igual lengua, etnia o religión, sino
que es necesario un acto de poder.

PUNTO NUMERO 3
 La justificación del poder político: naturalismo y convencionalismo:
1- Punto de vista del naturalismo: Considera que la sociedad es connatural al ser
humano, que éste tiende por una inclinación natural inherente a su ser a vivir en sociedad.
Para Aristóteles, uno de los principales partidarios de esta postura, dice que el hombre es un
ser social. Según él, solo en sociedad puede el ser humano obtener todos los recursos
necesarios para vivir y ser feliz. Por otro lado, tenemos a Santo Tomás de Aquino, el cual cree
en la sociabilidad natural humana. Su teoría se denomina “iusnaturalismo”, donde dice que las
leyes del estado se fundamentan en nuestra inclinación natural hacia el bien o la felicidad. El
Estado justo, tambien para Aristóteles, sería aquel que hace felices a los ciudadanos.
2- Punto de vista del convencionalismo: Fue seguido por los sofistas que opinaban que
las leyes en las que se fundamenta el estado son arbitrarias. Estas pueden cambiar en
cualquier momento, debido a que se rigen en los usos y costumbres, principios y valores que
rigen en el comportamiento social o personal, entendiendo que éstos están basados en
acuerdos implícitos o explícitos de un grupo social, más que en la realidad externa.

 La tradición Aristotélica: (348 a.c. – Grecia). Este autor fue el que dio origen a una
nueva manera de pensar. Es el primero que va a hablar de la naturaleza social del hombre.
Este dice que el hombre es un zoom politikon, es decir, un ser político.
En la antigua Grecia, un político no era como lo conocemos nosotros actualmente como aquel
que se dedica a la política, sino que todos se dedicaban a la política porque si no se los
consideraba un menos (porque podía vivir en un rebaño, comparado con un animal) o un más
(aquel que podía vivir fuera de la sociedad, con Dios). Por lo tanto, el hombre es el único que
podía vivir en sociedad, los animales no, y es por ello que viven en un rebaño, que es
solamente una agregación de individuos. En cambio, una sociedad es un concepto histórico-
cultural, y el hombre es como un ser político, un hombre de cultura ubicado en esa sociedad
en relación al contexto histórico. Además, el hombre es capaz de distinguir el bien y el mal,
donde a partir de allí va a distinguir lo justo de lo injusto.
Considera que la unión en comunidad es común en el hombre. Esta asociación natural y
permanente deviene de la familia. La asociación de muchas familias es el pueblo y la
asociación de muchos pueblos es un Estado. El Estado es un hecho natural que está por encima
de la familia y los individuos porque el todo supera a las partes. Además, justifica al Estado
como una unión institutiva de personas que debían vigilar la educación y el ordenamiento
familiar. Es aquí donde los hombres dejan de ser “bestias” para ser humanos, animales
políticos, donde alcanzan su desarrollo perfecto, sumiéndose a las leyes, de la que no escapan
ni los sabios. No solo debe someterse a la ley, sino que también debe perseguir el bien común.
Quien detenta el poder estatal debe ser sabio y virtuoso. Debe estar en un punto medio entre
lo extremo y los vicios.
Para Aristóteles, el poder se puede dividir en:
a- Supremo deliberante: Legislativo.
b- De los magistrados: Ejecutivo.
c- De los tribunales: Judicial.
Según la forma de gobierno, estos poderes se distribuirán de modo diferente y quienes lo
ejerzan pueden ser las mismas personas. También, hace una clasificación, que es:
Formas Puras de Gobierno:
Se gobierna en beneficio de los gobernados. Es el bien de la comunidad.
Monarquía: Aristocracia: Republica:
Es el gobierno de un solo Busca la práctica de la vida Busca mesura. Es el
individuo que es considerado noble y educada. Es el gobierno de todos.
como el mejor de todos, por gobierno de unos pocos,
eso es capaz de llegar a la pero de los mejores.
eficacia.
Formas Impuras de Gobierno:
Es la desviación de las formas puras. Se gobierna para el bien de los gobernantes.
Tiranía: Oligarquía: Democracia:
Forma de gobierno en la que El poder está en manos de Gobierna la muchedumbre,
el gobernante tiene un poder unas pocas personas de la plebe. Solo tiene en
total o absoluto, no limitado pertenecientes a una clase cuenta el interés de los
por unas leyes, social privilegiada. pobres.
especialmente cuando lo
tiene por medios ilícitos y
abusa de él.

-La constitución ideal/perfecta son todas las que están en equilibrio armónico. Está formada
por los ciudadanos de la clase media, la politeia o democracia.
-En un Estado sin clase, es posible de una tiranía u oligarquía.
-La palabra política se origina en Grecia y deriva de polis. La palabra polis deriva de polites
(ciudadano), que es el que vive en la polis, no quien reside en su territorio sino quien tiene el
poder de tomar parte la administración judicial o en la actividad derivada del Estado. La polites
tiene su contracara que son los idiotes (no ciudadanos).

 Las teorías del contrato social: Clásica y contemporáneas:

 Constractualistas clásicos:
o Antecedentes: Tradicionalmente se consideraba que el origen del poder era divino,
pero en los siglos XV/XVI.
Francisco Vittora y Francisco Suarez desarrollaron el contractualismo español, doctrina
cristiana del derecho, siguiendo a San Agustín y Santo Tomas de Aquino.
Para ellos, el poder viene de Dios directamente a la comunidad, ya que, si el hombre es una
creación divina, la comunidad también lo es, y por lo tanto, el poder que esta comunidad
necesita para gobernarse. También proviene de algo sobrenatural. Luego, la comunidad elige
su forma de gobierno y sus gobernantes. El poder que estos ejercen es limitado, ya que está
condicionado por el bien común de la comunidad. En el caso de que esto no se respete, se
acepta la resistencia por parte de la comunidad por el uso de la fuerza.
o Contexto de Hobbes y Locke: Estos dos pensadores van a estar escribiendo
principalmente en Inglaterra, aproximadamente en 1600. Mas específicamente:
1- Contexto histórico: El mundo está en época de pleno renacimiento y de reforma. Se
están quebrando la base política e ideológico de la edad media, es decir, está surgiendo el
quiebre del mundo medieval. La nobleza comenzó a exigir más derechos y garantías, por lo
que el rey comenzó a otorgar ciertas cartas y fueros, las cuales permitieron que terminen
siendo dueños de sus propias tierras, y debido a esto, con el paso del tiempo el Rey comenzó a
perder poder.
En Inglaterra hasta el 1600 gobernaron los Turdos, hasta que en 1602 muere la Reina Isabel I,
luego de gobernar 50 años. Lo que sucedió fue que esta mujer no dejo herederos. A partir de
esto, suben al poder los Estuardos, una rama no menor que los Turdos.
Como Isabel I no dejo herederos, el primer Estuardo fue Jacobo I. Su gobierno fue tranquilo,
aunque hubo algunas luchas internas entre los Perítanos y Puritanos. Jacobo I fue Rey hasta su
muerte, debido a esto asume al reinado su hijo Carlos I. Este si fue un gobierno escandaloso
porque todo lo que había logrado su padre, lo deshizo. También, este gobierno se caracterizó
por tener problemas con el parlamento. Aquí es necesario aclarar que el parlamento no existía
como un ente legislativo, sino que existía como un “freno” hacia el monarca para que no
hiciera lo que le plazca. Debido a los problemas que se desarrollaran a continuación, Carlos I
tuvo tres etapas con el parlamento: Una etapa donde gobernó con el parlamento, otra que
gobernó sin ellos, y, por último, una que gobernó sin el parlamento. Detalladamente, el
problema principal que llevo a Carlos I tener problemas con el parlamento fue algo que tenía
10 siglos de historia, que era la guerra con Francia e Inglaterra. Lo que sucedió fue que el Rey
necesitaba dinero para continuar la guerra con Francia, por lo que llevo a que tome la decisión
de cobrar impuestos. Lo que más cobraban impuestos porque eran los más ricos, eran los
nobles. El problema era que estos últimos formaban parte del parlamento y no estaban para
nada conformes con la decisión del Rey. Por ello, decidieron hacer la “petición de derechos” en
1628, en la cual le pudieron poner un “freno” al Rey en el cobro de impuestos. Si el parlamento
no estaba de acuerdo, los impuestos no se podían cobrar. Pero, mientras tanto, Carlos I le puso
impuestos a las ferias, a los buques, a los nobles, a las festividades, a la religión, etc. Esto
termino siendo un error grave de Carlos I, ya que se puso en contra a la religión y a las ferias,
los cuales eran sectores muy importantes de la sociedad inglesa, que estaba compuesta por
Perítanos y Puritanos. En este caso, estos dos se juntaron y se quejaron ante el Rey por los
impuestos que les impuso y le dijeron que debían estar exentos de ellos. Debido a esto, Carlos
I no sabe que hacer y decide consultar al parlamento, por lo que vuelve a convocar el
parlamento después de 11 años sin ser participe, el cual decide volver, pero estos deciden
vengarse aboliendo los impuestos.
Después de un tiempo, Carlos I decidió abolir nuevamente el parlamento y se creó un gran
conflicto. A partir de esto, se formaron dos grandes poderes del parlamento y el poder del Rey.
Esto llevo a la Primera Guerra Civil Inglesa, donde había dos mandos como se marcó
anteriormente, unos eran “los cabezas redondas”, ya que ellos usaban un casco de hierro en
forma de pelota y su comándate era Oliver Cromwell. Por otro lado, estaban los que defendían
al rey y eran llamados “caballeros” e iban a la guerra con sombreros con una pluma. Estos
últimos, estaban conformados por terratenientes, católicos y americanos.
En conclusión, esta guerra la gano el parlamento, es decir, los cabezas redondas. Esto se debió
a que estaban muy bien formados militarmente que los caballeros que defendían al Rey. A
partir de esto, sucede algo inédito en la historia que es que por primera vez se crea una ley,
donde el parlamento juzga al Rey por traicionar a la patria. Carlos I es condenado a
decapitación y es decapitado en 1649, lo único que pidió fue ponerse dos camisas para no
temblar, que el corte fuera directa para que no sufriera y ver quien lo mataba, o sea que la
persona no esté encapuchada. Luego, sucede al trono Oliver Cromwell, que se autodenomino
“El Lord protector de Inglaterra”, y gobernó hasta su muerte en 1658. Debido a su muerte,
asume al trono por herencia su hijo Richard Cromwell que gobernó solamente un año, es decir
hasta 1659, ya que los ingleses no estaban de acuerdo con él porque no tenía experiencia
política y había conflictos internos existentes, por lo que los ingleses decidieron que deje el
poder y se instaurara la monarquía nuevamente con Carlos II, el hijo del depuesto Rey Carlos I.
A diferencia de su padre, Carlos II fue hábil con su relación con el parlamento, y un detalle no
menor de Carlos II es que cuando asumió el reinado le dijo a su hijo que se vaya, donde fue a
Francia con muchos maestros, entre ellos Hobbes.
Lo único macabro de Carlos II fue que se encargó de que nadie encontrara el cadáver de Oliver
Cromwell, ya que se encargó que tiraran el cuerpo a los cerdos.
Este Rey, tuvo tres años de gobierno tranquilos hasta que falleció. Se recuerda a Carlos II por
tener un buen gobierno, ya que dejo todo perfectamente ordenado.
Después de la muerte de Carlos II, asume su hermano Jacobo II. Este comete dos grandes
errores al derogar la Petición de Derechos e implementar nuevamente la religión (el
catolicismo), lo que ocasiono un gran descontento en la población. Esto llevo a que en 1688 se
produzca la famosa Revolución gloriosa o Revolución Incuentra (llamada así porque no hubo
muerte ni guerras), con la que se le pidió a Jacobo II que de un paso al costado. También acá
aparece un personaje muy importante que es Guillermo de Orange, que era un noble que
estaba casado con la hija mayor de Jacobo II, el cual asume al poder y funda la Casa de Orange
como casa real de Inglaterra, pero a este al asumir le hicieron firmar la Declaración de
Derechos en 1689. Algunas cosas que le pidieron en esa declaración era que no fuera católico,
y más que nada que el parlamento debía tener cierto “poder”, como no derogar las leyes que
imponían, no podían cobrar impuestos si ellos no lo aceptaban, etc.
Guillermo de Orange decidió un día no participar más con el parlamento porque su poder en si
estaba muy acotado, por lo que empieza a mandar a su secretario que manejaba lo que era la
política ejecutiva. Hasta que un día ese secretario dejo de ser gobernado por el Rey y empezó a
ser gobernado por el parlamento. Ante esta situación, el parlamento se quebró en dos
sectores, que después dieron origen a dos partidos políticos, los Tories y los Whigs.
a) Tories: Era una fundación formada por Thomas Osborne, Conde de Dandy y Lord
Canciller de Carlos II. Estos apoyaban a Thomas. Era el partido conservador y defensor de los
intereses de los terratenientes.
b) Whigs: Eran los liberales que estaban en contra de Thomas Osborne. Estos apoyaban a
Jacobo de York. Estaba formado por la burguesía.
Esto implico la limitación de la monarquía. La monarquía absoluta llego a su fin con el ingreso
de Guillermo de Orange.
-En resumen: Gobiernos:
 Isabel I: Turdos.
 Jacobo I: Estuardo.
 Carlos I: Estuardo.
 Richard Cromwell.
 Carlos II: Estuardo.
 Jacobo II: Estuardo.
 Guillermo de Orange:
Si nos preguntamos que caracterizaba al absolutismo como forma de gobierno, se puede decir
que era lo siguiente:
a- Unificación del soberano y el pueblo: La unidad territorial para quebrar con los
aristócratas.
b- La monarquía instituye la burocracia: Porque una persona no se puede ocupar de
muchas personas, por lo que se comienza a dividir las cuestiones de ministerio, económicos,
etc.
c- Justicia en el territorio: Se comienza a administrar. Comienza la administración de la
cosa pública.
d- Fin de la estratificación: Hay un surgimiento del principio de igualdad, es decir, todos
los ciudadanos son iguales, el único distinto es el Rey. Entonces, la noción de soberanía implica
el fundamento de la política moderna y la monarquía absoluta centralizada.
2- Contexto económico: Se está en el inicio de la revolución industrial. Hay un aumento
en la economía, en la mercadería y en la población. Aparece el capitalismo, con todo lo que
ello implica, que es la distribución, el cambio económico acelerado, la acumulación de
riquezas, etc. Empieza a parecer una enorme masa inexistente que es el asalariado y empiezan
a existir las grandes urbes. También, se produce la monitorización de la economia porque
comienzan a parecer los Estados-Nación. La máquina de la economía es el mercantilismo en el
mundo.
3- Contexto político: Políticamente se estaba bajo la monarquía absoluta, que es el eje
político de la época. Una monarquía un tanto civil como teológica. Esto terminaba implicando
la concentración del poder en una sola persona, por lo que no existen lo controles internos, ni
externos, salvo que haya un monarca más fuerte, sino el Rey es la fuerza que subordina todo,
es la clave de toda estructura política. El monarca es el quiebre con la aristocracia. Si bien el
Rey es el más aristócrata de los aristócratas, pero debía apoyarse en un sector, el cual era el
pueblo.
Es importante remarcar, que, en las primeras etapas de la monarquía, el poder divino
significaba que el poder de Dios derivaba directamente hacia el monarca. Es por esto, que el
Rey adquiría tanto respeto durante esa época. La idea de que Dios le daba poder al pueblo y
que el pueblo le daba poder al monarca, es posterior. Entonces, no hay nadie que esté por
encima del Rey en la tierra, si hay alguien, pero fuera, que es Dios. En conclusión, si el único
que tiene poder es Dios, el monarca no tiene que rendir cuentas a nadie en la tierra, por lo que
se rige a sí mismo. La soberanía es un concepto muy antiguo, es la base teórica, política y
jurídica que justifica la prominencia del Rey.
Un teórico muy importante para esta época es Bodin, el cual dice que es necesario explicar la
soberanía con el poder, aunque no es realmente lo mismo. Ese poder tiene carácter absoluto,
y es por esto, que el Rey es el soberano. Luego, en la edad media el poder si se reparte.
Algunas características de la edad media del soberano eran:
 Tiene el poder concentrado
 Es absoluto.
 Es perpetuo.
 Es temporalmente ilimitado.
 Es indivisible.
 Es irrevocable.
Estas características implican que en la última instancia es el soberano quien decide. Todo se
concentra en él. Esta concentración genero la unidad nacional, ya que antes no era así.
4- Contexto ideológico: Está época se caracterizó por una notable secularización de la
vida. La vida, o, mejor dicho, el individuo pasa a pensar en términos racionales y deja de lado la
religión, por lo que hay un quiebre con el cristianismo medieval.
Mas específicamente, en los siglos XVII y XVIII, se vive una gran revolución intelectual porque
aparecen dos grandes movimientos o escuelas filosóficas, que son:
a- El racionalismo: Esta surge en el siglo XVII, fue fundada por Rene Descartes. Lo que
guía a esta escuela es la razón, por lo que se excluye todo argumento de autoridad, es decir
que los argumentos no pesan por la autoridad, sino que deben ser racionalizados. El método
que se utiliza en esta época es esencialmente el método matemático, de la mano de un
método deductivo. Tienen una concepción mecanicista del universo, es decir todo es un
engranaje dentro del todo, hay un movimiento dinámico fruto al mecanismo. Y se empieza a
tener una visión del hombre dualista del hombre, dividido en cuerpo y mente. Acá va a estar
Hobbes.
b- La ilustración: Esta surge en el siglo XVIII, fue fundada por Newton. La ilustración es la
continuación del racionalismo porque sigue entendiendo que la base del conocimiento es la
razón y el universo es mecánico, pero esta escuela le va a sumar algo fundamental que es que
va a decir que el hombre es el origen de todo. Entonces, lo que cree la ilustración es la
posibilidad de la perfección ilimitada del hombre, es decir llegar a lo más alto posible. Acá va a
estar Locke.
5- Aparecen las nociones de:
a- Razón de Estado: Lo que guía a las políticas no son los intereses particulares de los
señores feudales, aristócratas sino lo que guían son las necesidades del Estado, por ejemplo, si
el Estado se quiere expandir en búsqueda de riquezas se va a expandir.
b- Equilibrio: Ya no es una lucha de Casas, por ejemplo, la Casa de Orange, la Casa de
Nassau, etc. Ahora son los Estados. Si un Estado adquiere mucho poder desequilibra a otro.

o Desarrollo de contractualistas contemporáneos:


1- Hobbes:
 Biografía: Este autor nace en 1588-1679, es decir en el siglo XVII. La obra en realidad
se llama “la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil”. Hobbes, fue un
filósofo ingles cuya obra el Leviatán en 1651. Su obra se va a empapar de la escuela filosófica
racionalista, que está en el medio de los Estuardos. Esta obra influyo de manera importante en
el desarrollo de la filosofía política occidental. Es un teórico por excelencia del absolutismo
político. Fue maestro de Carlos II, Barón de Cambridge y Jacobo II. También, es de moral
puritana. Es escolástico, es decir que quiebra con el pensamiento teológico. Es cartesiano. Es el
más importante teórico del absolutismo, esto implica que a este autor le gusta una forma
secular de gobierno, no divina; por lo que este autor no es monárquico, aunque la prefiere.
A Hobbes lo que le importa es la ilimitación del poder. Esta puede estar en un hombre o en un
grupo de hombres.
ElLibro “El leviathan”fue escrito en 1651 y consta de cuatro grandes secciones, que son:
1) Parte uno: Del hombre.
2) Parte dos: Del Estado civil.
3) Parte tres: Del Estado cristiano. Se dedica a criticar a la teología
4) Parte cuatro: Del reino de la oscuridad. política.
En la tapa aparece:
1) El título: El leviathan es un monstruo bíblico. Viene del mal.
2) Un hombre artificial: Es un hombre compuesto por una multiplicidad de hombres.
3) La corona: Significa que es un ser coronado, es el soberano, el que todo lo domina.
Este es un artificio, no es algo natural. Lo natural es el hombre que ha sido creado por Dios. El
hombre que con su artificio crea con su razón ese ser gigantesco que es coronado. Este es el
símbolo temporal.
4) A los pies del levitan aparece: Por un lado, el campo y la ciudad, quiere decir que el
Leviatán gobernaba ambas cosas.
5) La espada: Es el poder temporal.
6) El báculo: Es el poder espiritual.
7) En los costados hay cinco compartimientos: Estos muestran la dualidad del Leviatán.
En uno de los costados hay un fuerte y en el otro una catedral. El fuerte simboliza lo militar-
temporal y la catedral es el templo espiritual. También, hay un parlamento y un concilio, o sea
la reunión de lo temporal y la reunión de lo espiritual. Hay un cañón y unos rayos, que son los
rayos de la excomunión, es decir cuando expulsaban a alguien de la iglesia católica y los
ciudadanos dejaban de deberle obediencia.
8) Mitra: Es el símbolo religioso.
9) Banderas y símbolos religiosos: Muestran todo el eje de lo temporal y lo espiritual.

La clave de esta representación es demostrar que, así como Dios creo el mundo y la
naturaleza, el hombre lo ha imitado y creado su propio dios, el Estado, un dios artificial. Esta
idea es del racionalismo, la razón humana es la que crea a este dios artificial. El Leviatán,
llamado República o Estado, es un hombre artificial que es más grande que nosotros mismos,
porque está compuesto por todos nosotros.
El libro comienza con una grilla donde explica que ese ser artificial es un mecanismo. Tiene los
mismos atributos que tiene el hombre:
o La soberanía es su alma, lo que le da vida.
o Los magistrados o funcionarios son nexos artificiales que tiene el Estado.
o Las recompensas y castigos del Estado son su manera de hacer que la gente
cumpla con su deber. Son los nervios del Estado.
o La riqueza y la abundancia hacen a la potencia del Estado.
o La salud del Leviatán con los negocios.
o Su memoria son los consejeros del Estado.
o La equidad y las leyes son su razón y su voluntad.
o La concordia le da vitalidad.
o Como todo ser, tiene que enfermar y morir. La enfermedad del Leviatán es la
sedición, cuando hay sublevación. Y su muerte es la guerra civil.
La primera parte del libro de Hobbes habla sobre la persona.
En el libro, la palabra Leviatán aparece cuatro veces con significados diferentes: La primera
vez en el título, la segunda vez como sinónimo de Estado, la tercera como sinónimo de
gobierno, y la cuarta como sinónimo de potencia. Nos damos cuenta de lo que es el Leviatán
por sus atributos, es el Estado.
Para Hobbes, el hombre tiene una naturaleza racional, era muy importante analizar al
hombre y secularizarlo, cortar con todo lo ideológico y religioso. Analiza el aspecto
sentimental, dice que el hombre se guía por pasiones (temor, esperanza, deseos, etc.). Para
analizar la naturaleza del hombre artificial hay que analizar la del hombre natural. Las mismas
pasiones que tiene el hombre las tiene el Estado. La razón del Estado depende de qué pasiones
lo movilizan, dicen cómo está conformado el Estado.
Este autor usa un método mecanicista, analiza un artificio, un mecanismo. Lo social no es
natural en el hombre, es artificial. El método también es matemático, gran parte de la obra se
basa en conceptos y especulaciones. También el método es deductivo, los conceptos de
conectan lógicamente, generando axiomas y postulados que generan nuevas ideas.
 Desarrollo del contrato social: Hobbes trata de analizar al hombre, donde para
él es muy importante analizarlo y secularizarlo, es decir, cortar con todo lo ideológico y
religioso. A partir de su análisis del hombre, dice que este se guía por las pasiones y que es
pesimista (Hobbes no tienen una noción de hombre bueno porque este es egoísta).
El hombre vive en un Estado de naturaliza a través del dominio y la guerra continua, por lo que
el Estado de naturaleza para él es guerra de todos contra todos. Este se guía por las pasiones,
que primordialmente es el egoísmo (Es una forma que tiene el hombre de asegurar su vida)
porque trae consigo otras emociones que son el dolor, el temor, etc., que son aquellas que
están más presentes en el Estado de naturaleza. Por otro lado, el hombre también es libre
dentro de este Estado, pero tiene obstáculos para satisfacer todos sus deseos, ya que no es
dueño de nada en particular, sino que todo es de todos y eso termina generando conflictos.
Para Hobbes, las pasiones llevan al conocimiento, y el conocimiento atrae a la razón. Esta
razón es el deseo de que todos vayan a procurar el bien propio y van a huir del mal, que es lo
que guía a la razón del hombre.
Además, en este Estado no hay derechos, salvo que tengamos en cuenta el derecho natural de
la vida, que se pierde con la muerte, ya que no hay vuelta atrás. Con la perdida de este
derecho se pierden todos los bienes, por lo que el hombre trata de conservar su propia vida.
Todos son iguales, no existe una diferencia entre individuos.
El primero en hablar del Estado civil y en distinguir el Estado naturaleza al Estado Civil es
Hobbes, ya que dentro de ese pasaje analiza que se logra formar un contrato social.
El contrato se celebra con todos aquellos que forman esa comunidad. Este tiene solo una
cláusula que es abandonar la ley natural, que es por el temor que tienen los individuos de
matarse unos con otros. A su vez, se tiene que entablar una autoridad, que tiene que ser tan
irresistible que debe asegurar la vida de todos los individuos y que pueda sacar a los individuos
de la guerra perpetua. Además, este contrato es inviolable. Al querer salir del Estado de
naturaleza, el hombre decide dejar la violencia de lado, ya que en el Estado Civil aparece el
poder controlado, que para Hobbes es de dos estilos:
1) Instrumental: Todo aquello que se adquiere después del poder natural, que
son instrumentos que adquiere el hombre para imponerse a otros, como la riqueza, los
secretos, etc.
2) Natural: La facultad que tiene el individuo de su propia naturaleza, por
ejemplo, la belleza, la inteligencia, etc.
Ambas características dan al poder el concepto de honor, la dignidad. Si el hombre hace creer
a las otras personas que él es digno de respeto, entonces va a obtener poder porque va a ser
respetado por todos (poder instrumental).
Al final del Estado de naturaleza, los hombres se dieron cuenta que era importante tener tres
leyes naturales para poder establecer el contrato, que son:
1) Buscar la paz: La mutua defensa.
2) Renunciar al derecho natural: Despojarse del Estado de naturaleza.
3) Tiene que ver con el concepto de justicia: No violar el pacto.
El que va a concentrar el contrato va a ser el Estado, porque Hobbes no confía en los
compromisos. Acá aparece el famoso leviatán para Hobbes, que es el ser más poderoso de
todos.
La meta del Estado es la seguridad. El individuo necesita que alguien lo proteja. Si alguien
violenta a otro individuo lo van a castigar porque ese individuo violo el pacto. A partir de
diversas personalidades en el Estado civil se va a buscar, crear una persona artificial con una
personalidad que va a identificar a todos, que va a ser el Leviatán, el Estado.
El contrato para Hobbes es racional, porque es voluntario y pensado. Las personas se pusieron
de acuerdo voluntariamente. Además, es hipotético porque no ha existido.
El soberano queda fuera del contrato. Quienes sí realizan el contrato, son los miembros de esa
comunidad porque si lo haría, este perdería poder, por lo que tiene que estar por encima de
todo. A su vez, el que se enfrenta al soberano, se enfrenta a todos, aunque no hay una forma
de enfrentarse porque él no forma parte del contrato. El soberano es el único que va a decidir
cuándo un individuo quebranta el pacto o no. Debido a esto, si el individuo causa un daño.
Hobbes dice que el mismo se provoca daño. También, el soberano se ocupa de las opiniones
problemáticas del Estado. Este va a decir que obras doctrinarias van a estar bien y que obras
doctrinarias van a estar mal, concede honores, privilegios, etc. El poder del soberano es único,
absoluto, indivisible.
Las leyes en el Estado Civil son para dar más libertad al individuo dentro del Estado, no para
restringirlo, sino para que sepa que es lo que puede hacer y que no.
 ¿Por qué el soberano no obedece las leyes?: Nadie obedece al soberano, ni el
soberano mismo. Esto se da así porque si el soberano desobedece las leyes o se pone debajo
de ellas, el mismo pierde poder porque se coloca en una situación de debilidad ante los
individuos.
 El Estado para Hobbes: El Estado dura mientras el soberano lo pueda proteger,
por ejemplo, el soberano es quien protege la vida de los individuos. Si este no protege el
Estado, este se termina porque otro individuo recibe más obediencia que la que realmente
tiene que tener, que es el soberano.
 Enfermedades del Estado: Hobbes dice que existen dos tipos de
enfermedades:
1) Menos poder: Cuando el soberano se conforma con el mínimo poder con tal de
asegurar la paz.
2) División del poder: Es el debilitamiento del poder.
 Formas de Estado: Hay dos formas:
1) Por institución: Cuando el soberano se origina dentro del contrato.
2) Por adquisición: Por guerra.
 Formas de gobierno: Hay que analizar donde está el poder:
1) Monarquía: Una persona.
2) Aristocracia: Varias personas.
3) Democracia: Todas las personas.
 Notas importantes: Hobbes es partidario de la monarquía, pero no es
monárquico sino absolutista. Además, dice que no hay una mejor forma de gobierno que otra,
sino que todas son mejores por algo.

2- Locke:
 Biografía: Locke nació en 1632 y falleció en 1704. Vivió en la época de
Guillermo de Orange. Su obra más importante fue los “Ensayos sobre el gobierno civil”, donde
el primer ensayo habla sobre Robert Filmer (familia <Adam y Eva> y el Rey), y el segundo
ensayo hace una crítica de Hobbes, que dice que el soberano no es responsable de nadie.
Además, este debe estar por debajo de las leyes.
 Desarrollo del Contrato social: Locke dice que en el Estado de naturaleza
impera la paz y la ayuda mutua, que hay derechos naturales que son el derecho a la vida, a la
propiedad privada, a la libertad y a la seguridad, pero que nadie tutela estos derechos porque
no hay un Estado que realice ese trabajo. Cada individuo defiende sus derechos de la mejor
manera que puede, y tienen la libertad de castigar a quien los dañe.
Los derechos de la naturaleza nacen con el individuo, son inviolables e imprescriptibles. Estos
se pueden limitar por otros derechos, por ejemplo, el derecho a la vida que es el más
importante, que, por ejemplo, el derecho de la propiedad. Lo que, si le reconoce a Hobbes, es
que el motor del Estado de naturaleza es el egoísmo.
En sí, no está claro cómo surge el contrato social, si se sabe que surge con el Estado Civil o el
gobierno. Los individuos no ceden sus derechos a las autoridades, sino que solo ceden sus
derechos a la seguridad individual que defienden al individuo y a sus derechos, que es el
Estado. Cuando el Estado no está, el individuo se defiende así mismo. Pero Locke, dice que la
razón es lo que lo lleva al individuo a pactar.
En el contrato se prevé que existen dos derechos, que son:
1) Derecho de resistencia: Es el derecho que tienen los ciudadanos de derivar al
gobierno si este no respeta sus derechos.
2) Derecho de prerrogativa: Es el derecho que tiene el Estado de en caso de
emergencia usar el poder federativo.
En definitiva, Locke dice que en el Estado Civil las leyes dan más libertad a los individuos, y que
la ley más importante de todas es la pena de muerte. A su vez, las leyes civiles se extraen
directamente de las naturales. Las leyes solo exigen que no se dañen unos a otros.
El gobierno político es esencial para las leyes, aunque el gobierno también obedece a las leyes,
por lo tanto, todos están bajos las leyes, ninguno está por encima de ellas.
 División de poderes: Para Locke el poder es divisible y lo hace de la siguiente
forma:
1) Poder legislativo: Hace las leyes.
2) Poder ejecutivo: Ejecuta las leyes.
3) Poder federativo: Surge cuando aparecen casos excepcionales e intenta
resolverlos.
 Formas de gobierno:
1) Monarquía: Uno solo.
2) Aristocracia: Algunos.
3) Democracia: El parlamento.

3- Rousseau:
 Biografía: Es un autor suizo, de religión calvinista. Este tuvo una gran influencia
en la revolución francesa. Sus obras más importantes fueron “El contrato social” y “Los
discursos sobre el fundamento de la desigualdad”.
 Método: No es racionalista, ni historicista. Su obra es principalmente
especulativa, se basaba en conceptos teóricos.
 Discurso sobre el fundamento de la desigualdad de los hombres: En esta obra
Rousseau hace un análisis del hombre, principalmente en su Estado Natural y primitivo. Dice
que cuando el hombre está en Estado de naturaleza se encuentra en paz y tranquilidad, y
satisface todas sus necesidades con lo que la naturaleza le da. Además, sus sentidos y atributos
son superiores y sus sentimientos son puros, no hay distinción entre el bien y el mal, sino que
tiene la libertad moral.
Cuando entra en civilización, el hombre se desnaturaliza, comienza a existir desigualdades,
surgen nuevas necesidades y empieza a haber malos sentimientos. Las leyes consolidan esas
desigualdades y quitan la libertad, usurpando los derechos.
 Desarrollo del contrato social: Este autor tiene un pensamiento distinto con
respecto a otros autores, ya que su forma de ver es menos negativa sobre la civilización. Dice
que el Estado de naturaleza es igual que como lo describió en su obra anterior, pero que llega
un punto donde hay otros obstáculos para los hombres donde tienen que elegir entre esa
forma de Estado o morir. A su vez, como los hombres son capaces de adquirir nuevas fuerzas
para ellos mismos, la única solución es unirse para proteger sus vidas y propiedades, sin
renunciar a la libertad, en donde nace el contrato. Este contrato es igual para todas las
sociedades, en todo momento. En el mismo, cada persona entrega una parte de su libertad a
los demás, y recibe su propia libertad reforzada con un poco de la libertad de los demás. Si
analizamos las condiciones, estas son iguales para todos, nadie puede reservarse libertades sin
dárselas a los demás. Así la unión se vuelve perfecta, nadie puede ejercer el poder por sí
mismo sino todos juntos, ya que de esa forma nadie pierde ni recibe más que el otro.
Tras la realización del contrato social, nace el Estado Civil para proteger los derechos, donde
cada uno tiene un “voto” para que se tomen las decisiones en su conjunto.
Si alguien intenta salirse del contrato, este puede ser obligado a volver, porque se está
perjudicando así mismo porque está perdiendo parte de su libertad y sacando parte de su
libertad a otros. Así que el contrato nos quita la libertad natural, pero nos da una libertad más
fuerte, que es la libertad civil. Dentro de este Estado (civil), esta:
1) La propiedad: El hombre puede tomar cosas de la naturaleza mediante el
derecho del primer ocupante, pero solo puede tomar lo que necesita. El resto es propiedad de
toda la comunidad. La propiedad privada sirve solo para el bien público.
2) Soberanía: La soberanía es de todos, es la voluntad general que no se puede
transferir. Esa voluntad tiene como fin el bien común y se expresa a través de las leyes. Esta
voluntad no se puede dividir, ya que no existe la división de poderes, aunque si pueden dar
funciones a determinadas personas, y así la voluntad sería el poder legislativo, mientras que
las otras funciones son la fuerza del poder ejecutivo.
3) Leyes: Son actos que emanan de la voluntad general. Para Rousseau, todos los
Estados tienen que ser republicas, y todas las leyes tienen que tener como objeto el bien
común y haber sido votadas por todo el pueblo. Sus fines son la libertad y la igualdad. Es
importante que todos participen al hacer las leyes porque si no se están quitando la libertad a
sí mismo y a los demás. Hay tres tipos de leyes, además de las costumbres, que son:
a) Leyes políticas: Regulan las relaciones entre el individuo y el Estado.
b) Leyes civiles: Regulan las relaciones entre los individuos.
c) Leyes criminales: Sancionan la infracción de las demás leyes.
4) Estructura del cuerpo político: Existen distintos perfiles, que son:
a) Perfil pasivo: Es la voluntad general, el Estado.
b) Perfil activo: Es el soberano o el Gobierno, que es la fuerza y ejecuta las leyes.
Esta parte está subordinada a la voluntad general.
5) Formas de gobierno: Para este autor, los Estados son republicas. La voluntad
general o el Estado lo componen todos, pero la fuerza o el gobierno pueden delegarse. Cuanto
más grande sea el Estado, es más necesario concentrar el poder, por eso cuanta más personas
formen parte de ese Estado, menos libertad va a existir. Es por eso mismo, que se prefiere un
Estado pequeño. Las formas de gobierno para Rousseau son:
a) Democracia: Un Estado pequeño puede reunir todos sus habitantes para
gobernar.
b) Aristocracia: Un Estado mediano concentra el poder en algunos.
c) Monarquía: Un Estado grande concentra poder en uno.

o Los contractualistas contemporáneos: Esta presenta dos formas básicas. Si bien


ambas aceptan la concepción contractual clásica de que las personas son iguales por
naturaleza, tienen concepciones diferentes de nuestra igualdad natural. Un enfoque subraya
una igualdad natural de fuerza física, que hace que sea mutuamente beneficioso para las
personas aceptar convenciones que reconocen y protegen los intereses y posesiones de cada
cual; y el otro enfoque subraya una igualdad natural del status moral, que hace de los
intereses de cada persona objeto de interés común o imparcial. Este interés imparcial se
expresa en acuerdos que reconocen los intereses y el status moral de cada persona. Los
siguientes autores son considerados contractualistas clásicos:
1- Rawls:
 Biografía: Este autor nació el 21 de febrero de 1921 en Estados Unidos y falleció el 24
de noviembre de 2002 en Massachussets, Estados Unidos. Fue un filósofo estadounidense,
profesor de filosofía política en la Universidad de Harvard y autor de “Teoría de la justicia”,
“Liberalismo político”, “El derecho de las personas”, etc.
Este autor pretende superar el positivismo jurídico y la filosofía práctica, involucrándose en
problemas conceptuales y éticos. Para ello, intenta justificar una teoría de la justicia a partir
del contrato social.
 La teoría de la justicia: Esta obra está diseñada para un tipo especificado de sociedad,
que son las sociedades occidentales pluralistas, democráticas y medianamente ricas. Este
autor se enfoca en uno de los problemas principales de este tipo de sociedad, que es la
contradicción entre libertad e igualdad. Además, intenta dar una respuesta alternativa que es
al utilitarismo.
Para Rawls, los individuos tienen derechos inviolables que no están sujetos a un balance de
utilidades, hay ciertas libertades básicas que no se pueden sacrificar por el bienestar común.
La teoría de Rawls es el perfeccionismo moral, que implica que se puede establecer cuáles son
los principios básicos y universales de la perfección humana.
Para justificar su teoría de la justicia, este autor construye un contrato social, y dice que la
justicia o la perfección no está en los individuos, sino en la estructura social. La comunidad es
la que distribuye los deberes y derechos haciendo que los individuos sean mejores. Esta es una
justicia procedimental, lo que significa que, si los procesos de distribución son justos, los
resultados también lo serán.
 Desarrollo del contrato social: Para Rawls, el hombre en el Estado de naturaleza es un
sujeto auto interesado, un egoísta racional, que busca sus propios intereses mediante la razón.
Este busca los mayores beneficios para sí mismo. Para que estos individuos que buscan el
beneficio propio puedan unirse, es necesario la visión de un tercero imparcial que analice
como hacer el contrato. Allí cada individuo se pone en la posición del tercero imparcial para
asegurarse de que cuando se arme el contrato ningun otro saque más ventaja, ni se otorgue
que no estaría dispuesto a darle a otros en las mismas circunstancias. Todo se pone en una
situación pacificada, una posición originaria.
Rawls dice que las personas que hacen el contrato son agentes racionales, lo que quieren son
planes de vida coherentes y mutuamente compatibles. Para que hagan el pacto sin tratar de
sacar ventaja de los demás se hallas detrás de un velo de la ignorancia. Este velo no permite
que las personas conozcan cuál es su situación particular, cuáles son sus habilidades y en qué
posición social va a quedar después del contrato. O sea, que ninguno sabe que es lo que tiene
que ceder y que tiene que exigir, por eso no van a aplicar su egoísmo en el contrato, por miedo
a que los deje en una mala posición. Por esto mismo, los contratantes van a tratar de armar
sociedades en las que puedan quedar lo mejor posicionados posible, aunque les toque la
posición más baja. Además, del velo de la ignorancia, los contratantes se encuentran en
circunstancia de justicia, los bienes son relativamente abundantes, todos poseen más o menos
las mismas facultades mentales, viven en el mismo territorio, tienen planes de vida diversos y
competitivos, con ganas de superación. Por eso la mayoría de los sujetos van a intentar
obtener la mayor cantidad posible de los bienes primarios: libertad, riqueza, poder y
oportunidades.
En la sociedad para evitar que los planes auto interesados y competitivos hagan que las
personas choquen entre sí, se necesitan restricciones formales para asignar los deberes y
derechos, estos son muy parecidos a la forma republicana de gobierno:
1) Publicidad: Los actos no deben ser secretos.
2) Universalidad:El sistema se debe aplicar a todos.
3) Completitud: No puede haber deberes ni derechos, que unos tengan y otros no.
 Definiciones para Rawls:
 Regla Maximin: Para decidir la mejor sociedad posible se busca maximizar los
mínimos, es decir que las personas más excluidas del reparto de utilidades estén mejor de lo
que estarían en cualquier otro tipo de sociedad.
 Principio de justicia: Son los dos principios en los que se basa la sociedad, que debe
darse el primero antes de que se dé el segundo. Estos son:
1) Libertad: Este principio implica que todas las personas deben tener acceso al mismo
sistema de libertades básicas que los demás.
2) Diferencia: Este principio entiende que no todos son iguales, sino que hay diferencias,
y esas diferencias deben estar dispuestas de tal manera que los menos aventajados también
puedan acceder a los beneficios mediante la regla del justo ahorro, que los más aventajados
generen tantos beneficios que estos se vayan filtrando en el resto de la sociedad. Además,
todos tiene que tener la misma oportunidad de acceder a los cargos de privilegios (Cargos
públicos), en base a sus méritos.
 Leyes: Las leyes van levantando el velo de la ignorancia haciendo que cada persona se
ubique en su posición social. Esto hace que los hombres busquen preservar el pacto porque
saben que, si lo rompen, van a estar peor. Además, los hombres son naturalmente morales, y
como el pacto es eliminar la envidia, que es fruto de una mala distribución social, solo quedan
los buenos sentimientos.
 Justicia: Una vez que las personas se encuentren en este mundo estable, con buenos
sentimientos y las mismas libertades para todos, entenderán que incluso los que están peor,
están mejor de lo que estarían fuera del pacto, por lo que no hará falta la coerción para que
respeten esa sociedad justa.
2- Nozick:
 Biografía:
 Desarrollo del contrato social: Nozick dice que cualquier Estado que establezca una
política redistributiva, carece de justificación, porque implica sacarles a unos para darles a
otros. Busca demostrar que los seres humanos son “valiosos”, ya que por eso vale la pena
darles la libertad, fundamentando la concepción política del liberalismo. Este considera que
algo tiene:
1) Valor instrumental: Si sirve para otra cosa que es valiosa.
2) Valor intrínseco: Si tiene valor por sí mismo, es valioso en sí (el
hombre).
3) Valor contributivo: Cuando contribuye a la formación de un
valor.
4) Valor originario: Si aporta un nuevo valor (el hombre).
El valor de cada uno lo define a partir de que comportamiento debería realizar la persona para
que este a la altura de lo que realmente vale él y los demás, es decir, el respeto por el valor. En
el caso de que una persona no se comporte de esta manera, de acuerdo con la moral, no
necesariamente será menos feliz, pero si va a valer menos.
Este autor define al valor como una unidad orgánica, que refleja la medida en que se
consiguen unir lo diverso, sin destruirlo. Dice que hay tres tipos de valores, que son:
1) Valores instrumentales: Son valores que aportan algo que es valioso, por ejemplo, la
libertad.
2) Valores intrínsecos: Son valiosos en sí mismo, por ejemplo, el hombre.
3) Valores contribuyentes: Se suman a algo que ya tiene valor, por ejemplo, los
privilegios.
A su vez, el valor tiene características, que son:
1) Contagiosos: Las personas se apoyan entre sí.
2) Objetivos: Hay cosas que son malas y otras que son buenas, lo subjetivo es la mezcla
que cada uno logra de forma única.
El hombre para Nozick es tan valioso que logra que su propia existencia haga una diferencia en
el mundo, por eso este autor está en contra del suicidio, y dice que para que algo sea ético y
tenga valor debe tener dos elementos:
1) Empuje moral: El hombre debe comportarse de acuerdo con lo que vale.
2) Reclamo moral: El hombre debe exigir respeto de acuerdo con su valor.
Otra dimensión del ser humano es el sentido, que dice que proviene de la relación del hombre
con entidades más amplias (familia, patria), ya que una persona tiene un sentido cuando liga
su valor a entidades más amplias. La suma de valor y sentido da lo que él denomina merecer,
que es cuando alguien merece en la medida en que florece como un ser diverso que, además,
dejo su huella.
Este autor dice que las personas son libres cuando respetan sus diferencias, si no lo hacen
reciben una sanción y se les quita el valor. Los valores son objetivos y siguen un progreso
moral, es decir, que van creciendo con el tiempo y son dados por el individuo, no por la
sociedad. Esto se da a partir de lo que admitimos, que luego ya no lo admitimos más. Esto es
así porque los hombres no se dan cuenta que algo es inmoral algo que parecía moral. Además,
para que haya progreso moral hay que respetar todas las formas de vidas racionales y libres.
Los hombres son tan libres que tienen que decidir su propio valor. Estos pueden elegir no
respetar su propio valor y vivir una vida miserable. En cambio, si un hombre decide reconocer
su propio valor debe respetarse a sí mismo y exigir el respeto de los demás. El sentido de su
vida es descubrir y crear nuevos valores para sí mismo.
Como las personas son valiosas, deben ser respetadas y tienen derechos que no les pueden ser
negados legítimamente. La dignidad del hombre es tal que no puede permitir que no se
respeten sus derechos. Retoma una idea de Adler: lo que puede hacer el individuo, nadie debe
hacerlo por él.
 Hombre y Estado de Naturaleza: Plantea que lo natural en el hombre es la anarquía,
por lo que se debe justificar a la existencia del Estado, el cual nace de un monopolio del poder.
Además, supone un Estado de naturaleza en el que reina la anarquía, que es el que propone
Locke. Este Estado es el mejor desde el punto de vista de la moral porque contiene los
derechos a la vida, la propiedad, la libertad y se imponen restricciones morales, límites para
que se respete a los derechos de las personas. Cuando ese límite no se cumple, el individuo
que resulte dañado tiene derecho a reprimir para ser compensado.
El problema de este Estado es la aplicación y ejecución de las leyes naturales, cuando la
compensación es excesiva, ya que los individuos no son imparciales y podría haber personas
que por sí mismas no pudieran imponer su derecho para castigar a otros por su inferioridad
física o se de la circunstancia del predominio del más fuerte.
 Agencias de protección:Nozick plantea formas para solucionar los problemas sin crear
una sociedad civil y establece que se pueden solucionar por medio de agencias de protección
diferentes y reciprocas, entonces antes de crear un Estado, dice que las personas tratan de
pactar entre un grupo una cooperativa de protección, puede haber más de una agencia. Una
persona no puede ejecutar su derecho, pero si pertenece a las agencias, ésta puede ejecutarlo;
las personas libradas a su autodefensa se agruparían en agencias de protección recíproca,
aunque aún quedaran hombres que no se quieren adherir y se valen por su derecho de
autodefensa.Cuando haya varias agencias en un mismo espacio es posible que se den
conflictos entre los miembros de cada una, que son:
1) Conflictos entre dos asociados: La agencia debe crear un procedimiento para la
solución del conflicto.
2) Conflictos entre un asociado de una agencia y otro de otra agencia : Las agencias
pueden enfrentarse u oponerse de acuerdos en un procedimiento para decidir la cuestión.
La solución se da cuando una de ellas se convierte naturalmente en dominante (primero es un
grupo de personas el que ejerce la protección y luego la delegan a ciertas personas para que lo
hagan y estas se convertirán en agencias a cambio de una remuneración).
 Estado:Nozick dice que naturalmente por un proceso de mano invisible, se convertirá
en una agencia dominante. Esta agencia va a sobrevivir por su competencia y se impone al
resto, naciendo así el Estado.Este hace una distinción de Estado, que son:
1) Estado Ultra mínimo: Existe un monopolio de la fuerza, sólo se protegen a aquellos
que pagan por estos servicios de protección. No hay justicia, ya que es injusto imponer reglas
al resto de la población cuando no se la compensa con protección. (Se dedica a proteger a sus
integrantes y a nadie más).
2) Estado Mínimo:Pero como también es injusto que se brinde defensa a todos por igual,
inclusive a los no asociados, se debe crear un Estado mínimo. Éste abarca a todos ya que
también protege a los que han quedado fuera de la agencia dominante, a cambio de quitarle
su derecho de autodefensa. Un estado más extenso que este viola los derechos individuales de
las personas. (Se dedica a a la protección de sus miembros y también de otras agencias. Para
los miembros de esas otras agencias opera la justicia conmutativa. Además, cualquier Estado
más grande que estos dos, viola los derechos individuales).
 Funciones del Estado mínimo: Protege la vida, la libertad, la propiedad, es decir que
garantiza los derechos naturales. Es un modelo estatal que se identifica con el estado de
gendarme al garantizar la protección por la policía, tribunales el cumplimiento de los
contratos, vela por su seguridad.
 ¿Por qué Nozick no usa la idea de pacto sino la de justo título? ¿Es contractualista?:
En su teoría no hay un pacto sino una teoría de justo título porque toda distribución es justa si
cada uno obtuvo lo que tiene a través de un título justo. A diferencia de Rawls, el considera
que todos llegan a la sociedad con algo, no ignorantes y desnudos, y sostiene que la justicia la
impone el Estado mínimo.
Además, es contractualista, ya que, ve la “intención voluntaria para pasar al Estado mínimo”, si
se pierde el Estado ultra mínimo se vuelve al derecho natural.
 La envidia para Nozick: La envidia, para este autor, es buena y es natural porque
permite que las personas se comparen, compitan y quieran superarse. Por eso no es bueno
que haya una sociedad subdesarrollada donde nadie tenga nada que envidiarse, ni una super
desarrollada, donde todos tienen tanto que nadie envidia a los demás.
 Nota de este autor:
1) El Estado solo debe reglar el derecho negativo, limitar el accionar.
2) El Estado debe ser mínimo para garantizar los derechos.
3) El contrato no es voluntario, porque por ejemplo tengo como derecho natural a la
propiedad, pero va a haber individuos que quieran sacarme esa propiedad, por lo tanto, para
evitar esto se utiliza la coerción, que surge de la “agencia de seguridad”.
4) Surge el Estado por Necesidad.
 Critica a Rawls: Critica a Rawls en el concepto del “velo de la ignorancia”, ya que para
él no existe. Este no cree que sea la sociedad la que mejora los individuos, sino que es al revés,
porque los individuos no son un medio, sino el fin. Además, critica los aspectos igualitarios y
redistributivos de su teoría.

 Posición de Max Weber:


 Biografía: Se lo considera el padre de la sociología, partidario del individualismo
metodológico. Este establece que la unidad básica para explicar los fenómenos sociales es a
través de la acción individual. La acción está dirigida a otro individuo, dado la existencia de dos
o más individuo.
 Definiciones según el autor:
1) El proceso de formación del Estado: Es un proceso de centralización de la política. Se
construye cuando un centro expropia el poder de diversas instancias (por ejemplo, de
asambleas) los medios medios de coacción y administración, hasta crear un organismo
centralizado que obtiene el monopolio de la coacción física legitima.
2) Proceso del Estado moderno: Es paralelo al capitalismo, ya que la empresa capitalista
expropia los medios de producción del artesano, etc., pero no es monopólico. En la economía
se dan procesos de centralización de los medios de producción, donde es por ello que es
importante que regulen los procesos de monopolización (Estado).
3) Poder: Es la probabilidad de imponer la voluntad propia en una relación social contra
cualquier tipo de resistencia por parte de otros particulares. La idea de poder es amorfa ya que
hay tres tipos de poder, que son:
a) Económico: Se da cuando se adquiere o acumula medios de producción.
b) Político: Se da cuando se adquiere o acumula los medios de producción.
c) Hierocratico o poder ideológico: Se da cuando se acumula o adquieren medios de
significación. Son aquellos que logran imponer su propia concepción del mundo (modo de
concebir la realidad).
4) Dominación: Es la probabilidad de que un mandato con contenido determinado sea
obedecido por un conjunto de personas. Es una característica del poder.
5) Estado: “Es la comunidad humana que reclama con éxito el monopolio legítimo de la
fuerza física en un determinado territorio”. Este concepto desaparecería si solo hubiera
formaciones sociales que ignoraran el recurso de la violencia. Por supuesto que la violencia no
es el medio normal o el único utilizado por el Estado, pero sí su medio específico. A las demás
agrupaciones o individuos sólo se les da el derecho a la violencia física cuando el Estado lo
consiente.
6) La política:Es la aspiración a participar en el poder o la aspiración a influir en el reparto
del poder entre los diversos Estados, o entre los grupos de individuos que lo constituyen. El
Estado, al igual que todas las agrupaciones políticas anteriores, es una relación de dominio de
unos hombres sobre otros, relación mantenida por la violencia legítima (considerada como
tal). Necesita, pues, que los dominados se sometan a la autoridad que reclaman como propia
los dominantes del momento. Este dominio puede estar basado en:
a) La costumbre como dominio “tradicional”: Ejercido por los patriarcas y por los
antiguos príncipes patrimoniales.
b) El carisma personal y excepcional del líder: La fe en la aptitud que un individuo
singular posee. Este poder “carismático” fue practicado por profetas, o, en el campo de lo
político, por jefes guerreros designados, por grandes gobernantes surgidos de plebiscitos, por
grandes demagogos, o por los jefes de partidos políticos.
c) La legalidad: En la fe de normas legales y en su “idoneidad” objetiva basada en
preceptos de origen racional. Este es el tipo de dominación que se practica en los Estados
Modernos.
 Posición de Max Weber:
 Biografía: Su análisis se centra en aquellas áreas de interés e que la economía y la
sociología se relacionaban para así poder interpretar las motivaciones de la conducta. A su vez,
se lo considera el padre del individualismo metodológico. Este establece una unidad básica
para explicar los fenómenos sociales a través de la acción individual, la cual está dirigida a otro
individuo, dado la existencia de dos o más individuos.
 Distintas definiciones del autor:
1- El proceso de formación del Estado : Es un proceso de centralización de la política. Se
construye cuando un centro expropia el poder de diversas instancias (por ejemplo, de
asambleas) los medios medios de coacción y administración, hasta crear un organismo
centralizado que obtiene el monopolio de la coacción física legitima.
2- Proceso del Estado moderno: Es paralelo al capitalismo, ya que la empresa capitalista
expropia los medios de producción del artesano, etc., pero no es monopólico. En la economía
se dan procesos de centralización de los medios de producción, donde es por ello que es
importante que regulen los procesos de monopolización (Estado).
3- Poder: Es la probabilidad de imponer la voluntad propia en una relación social contra
cualquier tipo de resistencia por parte de otros particulares. La idea de poder es amorfa ya que
hay tres tipos de poder, que son:
a) Económico: Se da cuando se adquiere o acumula medios de producción.
b) Político: Se da cuando se adquiere o acumula los medios de producción.
c) Hierocratico o poder ideológico: Se da cuando se acumula o adquieren medios de
significación. Son aquellos que logran imponer su propia concepción del mundo (modo de
concebir la realidad).
4- Dominación: Es la probabilidad de que un mandato con contenido determinado sea
obedecido por un conjunto de personas. Es una característica del poder.
5- Obediencia: Se da cuando los miembros de una comunidad política ejecutan una
orden independientemente de su voluntad para obedecer.
6- Mando: Es por su naturaleza, el cual es el factor de organización del grupo.
-La obediencia y el mando son la base de la dominación política.
7- Estado: “Es la comunidad humana que reclama con éxito el monopolio legítimo de la
fuerza física en un determinado territorio”. Este concepto desaparecería si solo hubiera
formaciones sociales que ignoraran el recurso de la violencia. Por supuesto que la violencia no
es el medio normal o el único utilizado por el Estado, pero sí su medio específico. A las demás
agrupaciones o individuos sólo se les da el derecho a la violencia física cuando el Estado lo
consiente.
8- La política:Es la aspiración a participar en el poder o la aspiración a influir en el reparto
del poder entre los diversos Estados, o entre los grupos de individuos que lo constituyen. El
Estado, al igual que todas las agrupaciones políticas anteriores, es una relación de dominio de
unos hombres sobre otros, relación mantenida por la violencia legítima (considerada como
tal). Necesita, pues, que los dominados se sometan a la autoridad que reclaman como propia
los dominantes del momento. Este dominio puede estar basado en:
a- La costumbre como dominio “tradicional”: Ejercido por los patriarcas y por los
antiguos príncipes patrimoniales.
b- El carisma personal y excepcional del líder: La fe en la aptitud que un individuo
singular posee. Este poder “carismático” fue practicado por profetas, o, en el campo de lo
político, por jefes guerreros designados, por grandes gobernantes surgidos de plebiscitos, por
grandes demagogos, o por los jefes de partidos políticos.
c- La legalidad: En la fe de normas legales y en su “idoneidad” objetiva basada en
preceptos de origen racional. Este es el tipo de dominación que se practica en los
Estados Modernos.

TEXTO VALLE
CAPITULO NUMERO DOS ¿Qué ES EL PODER POLITICO?
Política y poder: dos perspectivas
Cuando se trata de la politica se hace inevitable la referencia a la idea de poder. ¿Cómo se
relaciona nuestra idea de la política con la noción de poder? Hemos descrito a la política como
gestión del conflicto social por medio de decisiones vinculantes.

Esta variedad de definiciones puede situarse en dos grandes perspectivas: la que entiende el
poder como un recurso disponible y la que concibe el poder como resultado de una relacion.
Cuando se interpreta el poder como un RECURSO se tiende a percibirlo como una cosa que se
tiene o se posee. Por tanto la cuestión importante en política es como apoderarse del poder si
se acepta la redundancia. Y a continuación como administrarlo echando mano de el como
quien administra una sustancia que se tiene almacenada en algún deposito

El poder es un recurso controlado por individuos, grupos, clases o elites. O depositando en


manos de las instituciones. Con frecuencia se tiende a considerar el poder como algo exclusivo,
controlado monopolísticamente por un actor determinado: el estado, la clase, la elite y la
burocracia.

Cuando se interpreta el poder como EFECTO de una relación de poder no se posee: acompaña
a la situación de que se disfruta con relación a otra persona o grupo. No es tanto una sustancia
como una situación. Quien desea poder no debe apoderarse de nada: debe situarse. Por ello
se atribuye poder a quien esta bien situado o tiene una buena situación. Se presenta mas
como una oportunidad que como un recurso.

El poder ya no aparece como un instrumento que se aplica sobre otros para conseguir
determinados efectos. Es visto en cambio como la probabilidad de que se produzcan ciertos
resultados favorables para un determinado actor, a partir de la relación que este actor
mantiene con otros.

Puede decirse que la PRIMERA VISION (el poder como recurso o como sustancia) subraya el
elemento de imposición que va ajeno a toda idea de poder. El poder se identifica
especialmente con la capacidad de imponer limites y privaciones a la capacidad de decisión de
los demás obligándoles a conductas no requeridas por ellos. En cambio la SEGUNDA VISION (el
poder como resultado de una situación) descubre la relación de poder en el intercambio que
mantienen diversos actores, sin perder de visa que la imposición de unos se acompaña con la
aceptación de otros.

Una definición útil del poder político es la que lo equipara a la capacidad de intervenir en la
regulación coactiva del conflicto social. Según la perspectiva que adoptemos esta capacidad de
intervención de cada actor se fundará en el control de determinados recursos o en la situación
relativa que ocupa frente a los demás sujetos

Si el poder político equivale a esta aptitud para incidir en la regulación del conflicto podemos
atribuir poder político al gobierno que toma decisiones

El poder no se ejerce solamente desde las instituciones publicas ni puede decirse que reside de
forma exclusiva en el estado. La intervención en la regulación de conflictos sociales esta
abierta a un conjunto de actores diversos que se esfuerzan por orientar dicha regulación en
beneficio propio. En esta capacidad de propuesta y de impulsión de resistencia y de bloqueo la
que revela la existencia de poder político en manos de unos determinados sujetos sociales.

Fuerza, influencia, autoridad.

El poder político esta hecho de tres componentes: fuerza, influencia y autoridad. Son
componentes que reciben nombres diversos según autores y escuelas pero que están
presentes de un modo u otro en todas las concepciones del poder

Hablamos de FUERZA o de coacción cuando existe capacidad para negar o limitar a otros el
acceso a determinados bienes u oportunidades: la vida, la integridad física, la libertad, el
patrimonio, el trabajo. Son acciones que privan a algunos de bienes que poseen o de
oportunidades que pueden presentarse. Lo hacen los grupos terroristas cuando secuestran,
matan o torturan con un objetivo político. Pero también lo hacen otros actores sociales cuando
cortan una carretera, ocupan un local etc. Hay también posibilidades de ejercitar esta fuerza
de manera mas sutil y menos aparatosa cuando se impone a otros la privación de algunos
bienes u oportunidades.

Hablamos de INFLUENCIA cuando el poder político se basa en la capacidad para persuadir a


otros de que convive adoptar o abandonar determinadas conductas. Esa aptitud para la
persuasión depende del manejo y difusión de datos y argumentos, con los que se persigue
modificar o reforzar las opiniones y las actitudes de los demás. Pero también se manifiesta en
la aptitud para despertar emociones respecto de las expectativas positivas y negativas de los
individuos y de los grupos. Con la influencia se intenta convencer y con ello movilizar el apoyo
del mayor numero de ciudadanos para sostener o para resistir a determinadas propuestas. Se
trata de obtener su cooperación eficaz en pro o en contra de alguna causa común. Los
instrumentos pueden condenarse en dos: PROPAGANDA Y ORGANIZACIÓN. PROPAGANDA: en
su sentido mas amplio con ella se difunden las ideas y las propuestas de un grupo para captar
apoyos basados en la convicción y en la emoción. La ORGANIZACIÓN se funda en la
cooperación voluntaria de un grupo que se moviliza de forma estable para alcanzar
determinados objetivos de interés común. Una organización solida constituye uno de los mas
eficaces instrumentos de persuasión para influir sobre sus propios miembros y sobre quienes
están en contacto con la misma

El poder político también se manifiesta como autoridad cuando las indicaciones de un sujeto
individual o colectivo son atendidas por los demás porque cuenta con un crédito o una
solvencia que se le reconocen de antemano. Esta reputación inicial no solo hace innecesaria la
aplicación directa de la fuerza. También permite prescindir de argumentos racionales o del
estimulo de las emociones que están en la base de la influencia. Para algunos ciudadanos
quien ocupa un cargo publico puede contar de entrada por razón de su cargo con un deposito
de confianza: sus indicaciones son atendidas solamente por proceder de quien proceden. En
otros casos la auctoritas proviene del reconocimiento general de un prestigio moral, de una
competencia científica o de una experiencia en determinado ámbito de la vida social. Esta
autoridad también puede derivar de una trayectoria histórica conocida que exime a quien la
posee de presentar otras razones: basta la confianza que ha generado la acción pasada de un
partido, de un dirigente social, de un familiar o de un amigo para hacer caso de sus
advertencias y recomendaciones sin que le exijan pruebas ni razonamientos.

Cuando analizamos otros conceptos esta distinción entre componentes del poder político es
menos perceptible en la realidad que en el análisis teórico. La practica efectiva del poder ha de
recurrir con frecuencia a combinaciones que integran los tres elementos para que su
intervención sea lo mas eficaz posible. Incluso en los casos de aplicación directa de la fuerza se
intentara contar también con el apoyo de la influencia o de la auctoritas.

¿Cómo se manifiesta el poder político?

Cabe distinguir tres niveles de intervención política que van de lo mas visible a lo menos
perceptible

- Un primer nivel el poder se manifiesta abiertamente cuando lo diferentes actores se


esfuerzan por incidir sobre el desenlace final del conflicto abierto por la implantación
de aquella factoría. Para ello discutirán públicamente sobre la convivencia o no
convivencia de ubicar aquella instalación en una determinada localidad. Plantearan
propuestas, debatirán sobre ellas y finalmente se adoptara una decisión: autorizar la
apertura de la instalación bajo determinadas condiciones o denegarla.
- En un segundo nivel el poder político adopta formas menos visibles. Así ocurre cuando
se dan actuaciones destinadas a evitar que un determinado conflicto se politice es
decir, que sea incluido entre las cuestiones sometidas a una decisión vinculante para
toda la comunidad. El poder aquí no busca una decisión sino una no-decisión. Por ello
se ha llegado a definir la política como el arte de impedir que la gente participe en los
asuntos que les conciernen. O en sentido contrario, la capacidad de facilitar su
intervención en dichos asuntos. Los primeros (sectores empresariales interesados en el
proyecto) argüirán que es preferible que la cuestión se resuelva mediante el libre
juego de los intereses sociales y económicos y sin interferencia política. Sus
antagonistas (las asociaciones de vecinos y los grupos ecologistas) entenderán en
cambio que el proyecto no puede seguir adelante.
- Un tercer nivel desde el que se condiciona de manera todavía mas encubierta la
actividad política. Así sucede cuando un actor consigue que una situación de
desigualdad o desequilibrio no sea vista como una problemática. En el primer nivel el
poder se ejerce impulsando una determinada decisión colectiva sobre un problema
social. En el segundo nivel el poder se aplica para evitar que el problema sea sometido
a decisión política dejándolo al acuerdo libre de las partes o a la imposición de hecho
de una parte sobre la otra. En un tercer nivel se procura que pase socialmente
desapercibida la existencia misma del problema

NIVELES POSICION DE ACTORES


Primer nivel Todos los actores participan con sus respectivos recursos, exigencias y
propuestas, en un conflicto político sobre la cuestión. X, percibida como
problemática
Segundo nivel Uno o varios actores son capaces de impedir que la cuestión X se
convierta en un conflicto político, porque controlan la agenda
institucional e impiden con ello que la cuestión sea objeto de regulación
vinculante
Tercer nivel Uno o varios actores son capaces de influir sobre la conciencia de otros
mediante la conservación de mitos e ideologías consiguiendo que la
cuestión X no sea percibida como problemática

La otra cara del poder: la legitimidad

Cualquier actor que interviene en un conflicto aspira a que su intervención no tenga que
descansar exclusivamente en su capacidad de forzar la voluntad de los demás: aspira a que
estos admitan sus propuestas sin necesidad de acudir a la coacción. Para ello pretende
justificar su intervención es decir presentarla como justa y merecedora de la aceptación
voluntaria de todos los actores.

Esta capacidad para conseguir que sean aceptados los limites que el poder impone suele
conocerse como legitimidad. Incluso los regímenes dictatoriales o los promotores de un golpe
de estado violento no renuncian a dar argumentos para convencer a la opinión publica de lo
justificado de su actuación. Ciertamente para imponer sus pretensiones aplican la violencia.
Pero no solo la violencia. Intentan también ganarse el consentimiento de algunos sectores, en
otras palabras no renuncian a conquistar una relativa legitimidad por parcial y reducida que
sea.
La actividad política se esfuerza por mantener un cierto grado de cohesión social y disminuir
los riesgos de que la comunidad parezca como victima de los antagonismos y diferencias que
encierra.

El poder político aspira siempre a ofrecer dos caras indisociables. Con la primera exhibe
coacción y amenaza. Con la segunda la cara de la legitimidad aporta argumentos e intenta
convencer de que su presencia es conveniente y adecuada.

De donde nace la legitimidad.

La noción de legitimidad por tanto vincula el poder con el mundo de las ideas y de los valores.
Es en este mundo donde se encuentran las raíces de la legitimidad de un sistema político
determinado y de cada una de las demandas y propuestas que propugnan los diferentes
actores. Max Weber elaboro una tipología que intentaba sintetizar en un esquema ideal los
diferentes modos de legitimidad del poder político. Una adaptación libre da la propuesta de
Weber nos permite distinguir tres fuentes de legitimidad del poder: la tradición, la racionalidad
y el carisma a las que puede añadirse también el rendimiento

LA TRADICION: lo que justifica las propuestas del poder es su adaptación a los usos y
costumbres del pasado. El precedente se convierte en el argumento decisivo para obtener la
aceptación de una decisión o de una propuesta. La interpretación de esta legitimidad
tradicional corresponde a los ancianos, los nobles o las castas dominantes.

LA RACIONALIDAD: el fundamento de una orden o de una demanda es aquí la adecuación


entre los fines que pretende y los medios que se propone. Esta congruencia entre medios y
fines suele establecerse en una regla estable. Cuando esta regla toma la forma de una norma
escrita dicha norma se convierte en el fundamento exclusivo del poder. El que puede exhibir
una razón legal de su poder es quien cuenta con la legitimidad

EL CARISMA: puede conferir legitimidad a una propuesta o a una decisión una cualidad
extraordinaria o excepcional de quien la formula o la adopta. El carisma que acompaña a un
personaje puede producir tal admiración y confianza que sus opiniones o mandatos son
acatados sin necesidad de recurrir a un precedente tradicional o a un razonamiento legal. Se
atribuye esta legitimidad carismática a los lideres con dotes de seducción capaces de impulsar
una convincente visión de lo que ha de ser en el futuro colectivo.

EL RENDIMIENTO: finalmente el poder puede fundar su legitimidad en el resultado de sus


propias actuaciones. Si este resultado es percibido como satisfactorio y se ajusta a las
expectativas generales, su legitimidad queda reforzada y los mensajes y ordenes que emite son
bien recibidos. En cambio su ineficiencia o su bajo rendimiento le hacen perder credibilidad. Es
pues el éxito o el fracaso el que refuerza o erosiona respectivamente la aptitud para obtener el
asentimiento a los mandatos y propuestas del poder.

La realidad nos revela que el poder intenta siempre obtener su legitimidad de todas las fuentes
posibles. En los sistemas políticos actuales, tradición, legalidad, carisma y rendimiento son
invocados para reforzar las correspondientes capacidades políticas. Incluso sistemas
tradicionales de carácter autoritario no dejan de tener en cuenta el rendimiento de sus
decisiones en materia de desarrollo económico y bienestar social. Por su parte las democracias
occidentales han contado con liderazgos carismáticos que les han permitido superar periodos
de crisis.
Legitimidad, legalidad y constitución

En la actualidad son las leyes y las constituciones las que contienen estas normas. La
constitución es justamente una norma suprema de la que derivan todas las demás. La
legitimidad del poder en los sistemas liberales se apoya en la existencia de una constitución en
la que una comunidad política establece las reglas fundamentales de su convivencia.

El concepto de LEGITIMIDAD es mas amplio que el de legalidad. Mientras que la legalidad


comporta la adecuación de una decisión o de una propuesta a la ley vigente, la legitimidad nos
señala el ajuste de esta misma decisión a un sistema de valores sociales que van mas allá de la
propia ley escrita incluida a la constitución

Cuando la ley refleja adecuadamente el predominio del sistema dominante de valores sociales
tiende a darse una coincidencia entre legalidad y legitimidad. Pero si la ley no se acomoda a la
evolución de estos valores sociales una decisión o una propuesta legal pueden ser percibidas
como no legitimas.

Los movimientos de desobediencia civil a determinadas obligaciones legales son la expresión


de este conflicto

Las propuestas de reforma legal que afectan a cuestiones como las citadas responden a la
necesidad de acomodar las normas vigentes a los cambios que se producen en las ideas y los
valores sociales mayoritarios. La máxima coincidencia posible entre lo legitimo y lo legal es
garantía de que el poder político sea estable y aceptable por la comunidad.

LA CIENCIA POLITICA: EVOLUCION HISTORICA, PRINCIPALES ENFOQUES TEORICOS Y


METODOLOGICOS (MANUAL)

LOS CRITERIOS DE CIENTIFICIDAD: PROGRESIVIDAD Y ECLECTICISMO

Pensar la evolución histórica de la ciencia política como disciplina cognitiva exige por un lado
preguntarse si se produjo un avance en la cantidad y calidad de conocimientos de los estudios
políticos y por otro establecer una relación entre la forma en que se concibe la actividad
política y las herramientas que se proponen para su conocimiento.

ALMOND sostiene que el rasgo principal de la disciplina es un progresivo ecléctico es decir, la


posibilidad de acumular y mejorar los saberes acerca de como se producen los fenómenos
políticos en un contexto teórico plural

Hoy la ciencia forma parte de las construcciones sociales y sus criterios de verdad dependen
tanto de los consensos de la comunidad científica como de los criterios de verdad derivados
intrínsicamente de sus teorías.

SCHUSTER: es posible distinguir tres enfoques predominantes: el neopositivismo o positivismo


lógico (1920-1950), el racionalismo critico o falsacionismo popperiano (1950-1970) y el
posempirismo cuyos autores mas emblemáticos fueron Kuhn, Feyerabend, Laudan y Lakatos.
Brevemente mientras que el positivismo lógico buscaba los criterios de verdad de la ciencia en
la contrastación empírica y propugnaba por el inductivismo como forma de adquisición del
conocimiento, el racionalismo critico recupero el valor de las teorías t de las deducciones para
ofrecer no la comprobación sino el intento de refutación de la hipótesis científicas como
criterio de verdad.
En las ciencias sociales no existe una teoría general sino solo una acumulación de enfoques es
decir, muchas formas de explicar los comportamientos humanos sin que ninguna de ellas
prime sobre la otra. Es a partir de estos criterios, progresividad del conocimiento y pluralismo
teórico, además de la institucionalización de los ámbitos de investigación y enseñanza que
hemos reconstruido la historia de la ciencia política.

LOS ORIGENES DE LOS ESTUDIOS SOBRE LA POLITICA

WOLIN afirma que los cambios que se produjeron en nuestras formas de pensar y analizar lo
político no son muy diferentes de los que sucedieron en otros campos de indagación ya que
tampoco en la física y en la química ha realidades autoevidentes a la espera de ser
descubiertas

En el caso de la ciencia política denominamos enfoques o perspectivas acerca de lo político.


Desde PLATON Y ARISTOTELES en adelante quienes encontraron en la crisis de la polis
democrática el origen de sus teorizaciones pasando por THOMAS HOBBES Y JOHN LOCKE en el
momento del desarrollo del estado moderno hasta la invención de la noción de modelo
burocrático autoritario por parte del politólogo argentino DONELL para explicar la combinación
tan propia de Sudamérica en los años 60 entre modernización y autoritarismo

PLATON se preocupó por la constitución de una polis justa es decir una sociedad donde cada
uno de los integrantes desempeñara la actividad para la que estuviera mas capacitado. Así
pues, frente a una democracia que identifica como el desorden y el caos propone en republica
una aristocracia basada en el conocimiento. Pero PLATON tenia poca confianza en los hombres
y creía que el gobierno de los filósofos podía fácilmente degenerar en otras especies de
regímenes de los cuales el mas perverso era la tiranía, el gobierno de uno solo que gobernara
para su propio provecho que en general sucedía al desorden de la sociedad democrática.

Para ARISTOTELES la mejor constitución de la polis era la mixta, mezcla de aristocracia,


democracia y oligarquía pero sobre todo aquella donde las fuerzas sociales se encontraban en
una posición de paridad: básicamente donde ricos y pobres compartían el gobierno y no se
oprimían políticamente entre si. En las ciudades romanas existía un fuerte vinculo entre el
derecho y el estado pues la republica era considerada como un conglomerado social que se
encontraba sujeto a las leyes. Todos los ciudadanos se encontraban sujetos a la ley, la cual les
otorgaba un conjunto de derechos cívicos que constituían un cuerpo de derecho positivo, en
un principio plasmado en costumbres no escritas que era respaldado por las instituciones de la
republica romana.

CICERON decía que estos derechos garantizaban la libertad de los ciudadanos de la republica
romana y los habilitaba para participar de la vida pública. La autoridad y el derecho se
encontraban sujetos siempre por un derecho natural universal, entendiendo como una norma
de justicia que trasciende a los hombres. Siguió la clasificación de las formas de gobierno de
POLIBIO para describir su forma ideal de gobierno como una combinación de monarquía,
aristocracia y democracia.

POLIBIO sostiene que la historia presentaba una inevitable ley de crecimiento y posterior
decadencia. Por eso las monarquías tendían a convertirse en tiranías, las aristocracias en
oligarquías y las democracias en oclocracias donde rige la demagogia y la tiranía de las
mayorías incultas y el uso indebido de la fuerza. Afirmaba que existía una séptima modalidad
mixta que combinaba elementos monárquicos, aristocráticos y democráticos según el tipo de
decisión que se debería tomar.
La secularización propia de la primera edad moderna conocida como RENACIMIENTO se
plasmo en el pensamiento de MAQUIAVELO quien produjo dos rupturas: una ideológica y otra
epistemológica. Por un lado señalo la distinción entre la lógica de la moral religiosa y la lógica
de la actividad política lo que permitió que la política se constituyera como actividad autónoma
y por el otro rompió con el idealismo del pensamiento neoplatónico predominante de la edad
media y postulo el realismo como principio para el estudio de la política.

ALMOND indica que desde el renacimiento a la ilustración se observó una preocupación


creciente en los estudios políticos por la búsqueda de pruebas, la evaluación de las evidencias
y la estructura de la ineficiencia

Con el surgimiento de los estados-nación aparecieron reflexiones en torno a la soberanía, el


origen del poder, y el funcionamiento real del mismo pero sobre todo surgió la necesidad de
vincular al conocimiento político con los avances de las ciencias mas desarrolladas en el
momento. En este contexto HOBBES pretendía una política inspirada en la matemática con sus
axiomas y su principio de la racionalidad. Y LOCKE asociado con la tradición empirista sin negar
los supuestos o ideas innatas buscaba relacionar a la teoría política con el mundo de la
experiencia sensible. Tanto HOBBES como LOCKE forman parte de los autores que dieron
origen al CONTRACTUALISMO. La preocupación de HOBBES quien escribió durante las guerras
civiles inglesas era la violencia y el desorden existentes en las relaciones entre los hombres
cuando no había gobierno a lo cual denomino ESTADO DE NATURALEZA

CONTRACTUALISMO: es una corriente de las ciencias sociales que definió el surgimiento de la


sociedad y del poder político a partir de un contrato entre los individuos. Este contrato era la
herramienta que permitía poner fin al estado de naturaleza en el que vivían los individuos
caracterizado por la ausencia de un poder legalmente instituido que tuviera la capacidad de
controlar a todos los miembros de una sociedad. En consecuencia, en el estado de naturaleza
cada individuo tenia una completa independencia y autonomía. El contrato que ponía fin al
estado de naturaleza podía definir distintas formas políticas: el absolutismo que otorgaba a la
autoridad soberana (LEVIATAN), el poder absoluto para establecer y garantizar la paz (HOBBES
Y SPINOZA), el liberalismo que establecía limitaciones al poder del soberano a fin de proteger
los derechos naturales de los individuos (LOCKE Y KANT) y la democracia radical que afirmaba
la preeminencia de la voluntad general (ROSSEAU)

La ciencia política en el siglo XX

COMTE: consagre un discurso que se plasmo en los trabajos y los métodos desarrollados por
otros fundadores de la disciplina como MARX o DURKHEIM y mas parcialmente WEBER quien
sin renegar de la necesidad de desarrollar instrumentos metodológicos para explicar la
realidad social, planteo la necesidad de avanzar en un tipo de conocimiento orientado mas
interpretativamente. Así el surgimiento de la sociología como campo de estudio especifico
implico una clara separación de lo social con respecto a lo político en donde el primero se
constituyo en un sistema independiente y autosuficiente.

Para poder contar con una ciencia de lo político que no se redujera al estudio del
funcionamiento formal de las instituciones hacían falta métodos y técnicas acordes. En ese
sentido el positivismo lógico y los epistemólogos de origen europeo que emigraron a los
Estados Unidos aportaron los elementos fundamentales para que se produjera la REVOLUCION
CONDUCTIVISTA. Desde entonces este enfoque y gran parte del desarrollo de la disciplina
estuvo asociado con las instituciones académicas y de investigación de la America anglosajona

Política comparada: del conductismo al neoinstitucionalismo

Desde la década del 20 hasta los años 60 la ciencia política aparece como una disciplina
básicamente estadounidense debido en gran medida al quiebre que produjo la expansión del
nazismo y el fascismo y la explosión de la segunda guerra mundial en Europa continental. El
crecimiento social y político de ese país favoreció el desarrollo de un marco institucional
adecuado para la evolución de esta disciplina.

El área de estudios de política comparada buscó alejarse del formalismo del estudio de las
instituciones y desarrollar comparaciones generales en base a categorías universales. A tal fin,
los estudios de política comparada adoptaron el enfoque del estructural-funcionalismo, que
les permitió utilizar categorías con un alto nivel de abstracción y limitar las características
específicas de las instituciones a las nociones de rol, estructura y función.

El neoinstitucionalismo, en sus distintas vertientes, entiende que las instituciones tienen una
influencia autónoma en los fenómenos a explicar, aun cuando las instituciones analizadas ya
no sean simplemente las normas formales del viejo institucionalismo sino también redes
organizativas informales que condicionan la conducta individual.

El cambio de paradigma: el conductismo

El conductismo fue una corriente de renovación de la ciencia política surgida a mediados del
siglo XX en Estados Unidos que, basándose en la filosofía y la metodología de las ciencias
naturales, puso especial énfasis en el estudio de las conductas políticas de los individuos que
fueran empíricamente observables. De esta manera, el conductismo implicó dos cambios
sustantivos en el campo de la ciencia política: uno vinculado al objeto de estudio (se dejaron
de lado las instituciones formales para centrarse en las conductas y motivaciones del hombre
en tanto actor político) y el otro a la metodología (se puso énfasis en la necesidad de una
mayor rigurosidad científica basada en técnicas de investigación cuantitativas)

El conductismo tuvo una importante influencia del positivismo no sólo en el intento de reducir
todo a un núcleo empírico que pudiera ser verificable mediante la aplicación de metodologías
establecidas, sino también en la búsqueda de objetividad y en la acumulación de
conocimiento. En consecuencia, el conductismo implicó un quiebre con las corrientes jurídicas,
filosóficas e históricas que habían primado hasta ese momento en la ciencia política en tanto
no sólo rechazó el estudio de las instituciones y estructuras jurídicas, sino también se opuso a
las prescripciones normativas y a los presupuestos filosóficos no sustentables en la experiencia

Esta corriente tuvo una amplia influencia en la ciencia política norteamericana, pudiéndose
distinguir dos etapas: una primera etapa que se extiende entre 1920 y 1950 y una segunda
etapa que se corresponde con su momento de mayor auge en el período de posguerra, entre
1950 y 1970 (Almond), esta es fundamental no solo por la cantidad de datos empíricos
relevados y el aumento en la cantidad de profesionales dedicados a este tipo de estudios, sino
por los temas de estudio que se incorporaron.
Con la segunda guerra mundial comenzó el momento de auge de la revolución conductista que
se afianzó en el período de la posguerra hasta su crisis a fines de los años, las nuevas
necesidades de la economía y los imperativos políticos de los Estados Unidos al integrarse en la
coalición aliada contra el eje de la Alemania nazi crearon un clima favorable para la
cooperación entre las instituciones gubernamentales y los centros académicos.

Las teorías con influencia del estructural-funcionalismo

El estructural funcionalismo es una corriente de las ciencias sociales que se basa en la idea de
que los sistemas cumplen con determinadas funciones que les permiten mantenerse en
equilibrio. El representante más destacado TALCOTT PARSONS. El sistema social es un sistema
de interacción entre actores en el cual la acción está orientada por reglas. Estas reglas son
expectativas complementarias referidas a los roles y a las sanciones. Las expectativas de rol
son lo que se espera que un actor haga en una determinada situación y son lo que organiza las
interacciones dentro del sistema. En la medida en que existe cierta discrepancia entre el
desempeño de los roles y las expectativas de rol, entonces el sistema social no se encuentra
completamente integrado.

Este proceso es garantizado a través de dos funciones: la función de SOCIALIZACION ( que


implica la internalización de valores comunes a través de instituciones como la familia o la
escuela) y la función de CONTROL SOCIAL (que implica la enunciación de expectativas de rol
prescriptivas o prohibitivas es decir, el establecimiento de leyes y normas). El mismo sistema
social es el que garantiza el mantenimiento de sus limites y en este sentido se constituye en
una unidad totalizadora y autosuficiente. Dentro de la CIENCIA POLITICA se han desarrollado
teorías que han sido influenciadas por este enfoque.

EASTON: LAS TEORIAS SISTEMICAS

Si bien entre 1920 y 1950 se había acumulado mucha información empírica, no se contaba con
un esquema explicativo general para ordenarla. Frente a esta falencia que Robert Dahl
denominó “hiperfactualismo” surgieron como reacción las teorías sistémicas de la política.
David Easton, un politólogo canadiense, introdujo en su libro el concepto de sistema político
tomando como fuente de inspiración la teoría estructural funcionalista del sociólogo Talcott
Parsons.

La principal preocupación de Easton era producir una teoría general que pudiera ligar el
conocimiento empírico con la teoría, en tanto el conductismo había mostrado una gran
capacidad para recolectar observaciones, pero no así para ligarlas a un marco teórico.

La vida política es considerada como un sistema de conducta y lo que distingue a las


interacciones o conductas políticas de otras de otro tipo es que están orientadas a la
asignación de valores sociales a través de personas o instituciones con la autoridad necesaria
para conseguir su aplicación.

El sistema político se encuentra compuesto por tres elementos: la comunidad política


conformada por actores que pujan por determinadas ideologías, el régimen que constituye
una estructura de autoridad y los titulares de los cargos de esa estructura de autoridad.

Easton: el sistema politico

DEMANDAS PROCESO DE TOMA DE


DECISIÓN DECISIONES
APOYO SISTEMA POLITICO
Las demandas y apoyos son los inputs que van de la sociedad al sistema político mientras que
las decisiones que emanan del sistema político son los outputs. El sistema político implica un
proceso de “retroalimentación” basado en la conversión de demandas, en tanto recibe las
demandas de la sociedad y responde a ellas a través de decisiones. La debilidad que presenta
este enfoque es que no es posible saber a través de qué mecanismos las demandas son
seleccionadas y se transforman en productos, por lo que se dice que el sistema político es una
“caja negra”, pues poco se sabe acerca del proceso de toma de decisiones en su interior ni del
régimen e instituciones implicados en el mismo.

El trabajo de Easton significó un gran aporte a la disciplina porque permitió incorporar un


concepto general para ser utilizado en el desarrollo teórico que permitiera superar el
hiperfactualismo del conductismo, tal vez se minimice la capacidad de los poderes públicos
para generar cursos de acción por si mismos e impulsar de este modo procesos de cambio que
impactan en el entorno social

LOS ESTUDIOS DE DESARROLLO POLITICO: LA TEORIA DE LA MODERNIZACION

Los estudios sobre el desarrollo político tuvieron su origen en la década del ’60 y se proponían
analizar los factores que afectaban el desarrollo político de una sociedad. Esta área de estudios
estuvo fuertemente influenciada por el enfoque estructural-funcionalista descripto
anteriormente en el sentido de que los sistemas políticos eran vistos como compuestos por
estructuras que debían cumplir determinadas funciones. En el marco de los estudios sobre el
desarrollo político, el enfoque que predominó fue el de la teoría de la modernización. Esta
teoría partía de la premisa de que el desarrollo económico generaría una serie de cambios en
el orden social debido a procesos tales como la urbanización, la industrialización y el desarrollo
de medios de comunicación masiva que transformarían los sistemas políticos volviéndolos
necesariamente más pluralistas

LIPSET desarrolló una teoría que buscaba explicar las causas sociales del grado de estabilidad
de los sistemas políticos complejizando la relación ampliamente difundida en aquel tiempo
entre desarrollo económico y democracia. Para Lipset la estabilidad de una democracia no
dependía sólo de su eficacia (desarrollo económico), sino también de su legitimidad. Mientras
que la primera tiene un carácter instrumental en tanto se refiere al grado en que el sistema
satisface las funciones básicas de gobierno, la segunda presenta un carácter valorativo en
tanto se refiere a la capacidad del sistema para que las instituciones políticas existentes sean
consideradas como las más apropiadas para la sociedad. En base a estas dos variables, el autor
señaló que “un sistema altamente eficaz pero ilegítimo es más inestable que regímenes que
son relativamente bajos en eficacia y altos en legitimidad, pero a su vez una eficacia
prolongada durante varias generaciones puede proporcionar legitimidad a un sistema político”

HUNTINGTON sostuvo que la modernización socioeconómica no siempre desembocaba en un


mayor desarrollo político en tanto el desarrollo económico puede llevar a un aumento de la
participación política debido a cambios en las actitudes, valores y expectativas de las personas
y a la insatisfacción de las mismas. De esta manera, si el sistema político no tiene la capacidad
de procesar las demandas y conflictos que son producto de la propia modernización, esto
puede conllevar a una inestabilidad política (golpes de estado, revueltas, conflictos étnicos,
guerras civiles). Para Huntington, son las instituciones del sistema político las que median
entre el desarrollo económico y el desarrollo político, diluyendo de esta manera la relación
teleológica establecida por el paradigma de la modernización: “el desarrollo económico y la
estabilidad política son dos objetivos independientes y el progreso hacia uno de ellos no tiene
una conexión necesaria con el progreso hacia el otro”

O’DONNELL, centrándose en el tipo de régimen político y no sólo en la estabilidad del mismo


como lo hace Huntington, criticó la ecuación optimista de la democracia que sostiene la teoría
de la modernización en tanto observó que la relación determinística entre desarrollo
económico y democracia no se cumple siempre. En este sentido, América Latina ofreció
contraejemplos contundentes a esta relación, pues durante los años ’70 varios países con un
alto desarrollo económico desembocaron en regímenes autoritarios y no en democracias
consolidadas.

ALMOND Y VERBA: LAS TEORIAS CULTURALISTAS

La teoría de los sistemas políticos fue muy importante sobre todo para el desarrollo de la
política comparada orientada al estudio del desempeño de las instituciones políticas. Sin
embargo, las teorías culturalistas pusieron en evidencia la importancia de la cultura política
para comprender las diferencias entre los sistemas.

Estas orientaciones políticas pueden ser de tres tipos: orientaciones cognitivas (conocimientos
y creencias sobre el sistema político), orientaciones afectivas (sentimientos de apego,
compromisos y rechazos respecto al sistema político) y orientaciones valorativas (opiniones y
criterios de evaluación sobre el sistema político).

Uno de los principales aportes del estudio fue la identificación de tres tipos genéricos de
cultura política: parroquial, de súbdito y participante, y tres tipos mixtos producto de la
combinación de los anteriores

El surgimiento de los estudios sobre cultura política estuvo directamente asociado con la
preocupación por las causas que habían provocado que en países como Alemania e Italia no se
hubieran mantenido los regímenes democráticos. Lo que observaron es que, a diferencia de lo
que se había creído a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, no bastaba con transpolar
instituciones.

Para que la participación política se canalizara democráticamente era necesario contar con un
tipo específico de cultura política: la cultura cívica.

La cultura cívica es una cultura de participación sustentada en los presupuestos del liberalismo
político. Y aunque pervivan rasgos parroquiales o de súbditos (para los autores toda cultura
política es mixta), se define por ser una cultura leal de participación donde hay congruencia
entre la cultura política y las estructuras). En síntesis, los ciudadanos no sólo demandan y
tratan de influir a través del voto y otros medios en los cursos de acción de los gobiernos, sino
que respetan los procesos que regulan la toma de decisiones. No son manipulados por el
sistema político, pero tampoco violan las reglas de juego para obtener las orientaciones
políticas que desean.

La cultura se transforma en la principal variable explicativa de las estructuras y procesos


políticos, lo que hace que estos estudios sean englobados dentro de las teorías culturalistas. Al
respecto, Almond y Verba afirman que tiene mucha más relevancia la socialización política de
los adultos que la socialización de los niños en la conformación de una cultura política. En el
caso específico de la cultura cívica, su surgimiento se encuentra fuertemente condicionado por
la extensión de las afiliaciones a distintas organizaciones, lo cual permite una mayor pluralidad
en la sociedad.

LIPSET Y ROKKAN: TEORIAS SOBRE LOS ORIGENES DE LOS PARTIDOS POLITICOS

Identificaron cuatro grandes clivajes sociales sobre los cuales se estructuraron los sistemas de
partidos europeos, partiendo de la base del esquema parsoniano de clasificación de las
funciones del sistema social (adaptación, integración, logro de objetivos y mantenimiento del
modelo) y de los intercambios entre las mismas.20 Estos cuatro clivajes cruciales fueron
ordenados en función de dos dimensiones que surgen del esquema de los intercambios antes
mencionado: la dimensión territorial (en un extremo se encuentran los conflictos emanados de
las luchas de la periferia contra los intentos centralizadores del estado nación y en el otro
extremo los conflictos emanados de las luchas entre las elites políticas por tener el control y
definir los objetivos del sistema) y la dimensión funcional (en un extremo se encuentran los
conflictos por la redistribución de recursos y en el otro extremo los conflictos surgidos a raíz de
concepciones morales e ideológicas).

Las cuatro grandes fracturas históricas en el desarrollo político europeo fueron: la fractura
entre centro y periferia, la fractura entre el estado y la iglesia, la fractura entre intereses
urbanos y rurales y la fractura entre trabajadores y capitalistas. Las dos primeras fracturas
surgieron durante los procesos de formación de los estados nacionales. La fractura entre
centro y periferia surgió de la oposición entre la cultura dominante de las elites políticas de los
nuevos estados nacionales y los grupos periféricos con características étnicas, lingüísticas y
religiosas propias. La fractura entre el estado y la iglesia, por su parte, alude a la oposición
entre los esfuerzos de estandarización de los estados nacionales y los privilegios tradicionales
de la iglesia. Las otras dos fracturas surgieron durante el proceso de la revolución industrial en
el siglo XIX. La primera de ellas hace referencia a la oposición entre los intereses urbanos
comerciales e industriales y los intereses agrarios terratenientes. La segunda fractura de la
revolución industrial marcó la oposición entre los trabajadores industriales y los capitalistas
propietarios de los medios de producción

Estas cuatro fracturas socio-políticas son las que, de acuerdo al análisis de Lipset y Rokkan,
determinaron el surgimiento de los partidos europeos. De la primera fractura entre centro y
periferia surgieron los partidos étnicos, lingüísticos y de protesta religiosa, de la fractura entre
estado e iglesia surgieron los partidos liberales y religiosos, de la fractura entre la ciudad y el
campo surgieron los partidos de defensa agraria y de la fractura entre trabajadores y
propietarios surgieron los partidos y movimientos obreros que luego se dividieron en
comunistas y socialistas.

Las teorías con influencia de la elección racional


LA TEORIA DE LA ELECCION RACIONAL

Su preocupación por el conocimiento empírico y sus supuestos inspirados en el individualismo


metodológico de la teoría económica utilitarista, el enfoque de la Teoría de la Elección
Racional incorpora una nueva perspectiva del conocimiento político que pone en cuestión
otras formas de concebir la epistemología y la historia de la Ciencia Política como disciplina
autónoma.

La teoría de la elección racional es un enfoque de la economía política comparada que ha


buscado desarrollar modelos formales para el conocimiento de lo político inspirados en la
teoría microeconómica . Este enfoque se basa en la idea de que los individuos son actores
racionales, es decir, eligen los medios que son consistentes con los fines que persiguen.

Este tipo de racionalidad, que tiene su origen en el utilitarismo, sostiene que los individuos
eligen los cursos de acción que maximizan sus preferencias. El supuesto de una racionalidad
instrumental implica por lo menos la existencia de dos condiciones: que las preferencias en
base a las que se toman las decisiones son estables y que existe un nivel óptimo de
información en base a la que es posible tomar la decisión que realmente maximice la utilidad
del individuo

La teoría de la elección racional es problemática no sólo porque presupone la racionalidad


instrumental de los actores sino también porque no especifica cómo se forman las
preferencias de los individuos. “El problema del razonamiento es que si cualquier y todo
comportamiento está basado en preferencias y las mismas son independientes del ambiente
en el que el agente está inmerso, no existe posible predicción de comportamiento: no se sabe
cómo un agente se comportará y, haga lo que haga, se imputará su condición de resultado de
preferencias individuales explicables por funciones de utilidad”

La teoría de la elección racional presenta algunas limitaciones para abordar la complejidad de


los procesos políticos y comprender el impacto de las tradiciones culturales en el desempeño
de las prácticas e instituciones.

Su aplicación en escenarios políticos específicos, tal como es el caso de las interacciones entre
elites políticas, presenta una particular capacidad explicativa.

SHUMPETER: Orientado ideológicamente a defender lo que posteriormente Dahl llamará


“democracias verdaderamente existentes”, Schumpeter, un pensador austríaco que se exilió
en EEUU huyendo del nazismo, criticó la teoría normativa de la democracia y se propuso
comprender cómo funcionaba efectivamente este régimen político tomando como punto de
partida la experiencia anglosajona. Para ello introdujo la analogía entre el mercado económico
y el mercado político. Las ideologías son operativas en tal sentido porque facilitan la opción
para electores que no pueden conocer por falta de información y de interés (es necesario
invertir tiempo y dinero en informarse) cómo funciona el sistema político

DOWNS: LA TEORIA ECONOMICA DE LA DEMOCRACIA

DOWNS demostró que desde el punto de vista de la racionalidad individual es lógico que la
gente no vote (si el voto es voluntario, por supuesto) puesto que es poco lo que el sufragio
individual incide en el resultado final del proceso comicial, por lo que resulta más costoso
votar que el improbable beneficio de que el propio voto sea decisivo para elegir al candidato
preferido.
Downs afirmó que en la democracia los partidos son maquinarias electorales cuya única
finalidad es obtener votos y que para ello deben persuadir (directamente o a través de los
medios o formadores de opinión) acerca del valor de sus propuestas, simplificando la
complejidad del proceso político.

Tomando como supuesto que la economía y la política son parte de una misma teoría del
equilibrio general, interpretó que las democracias estables son aquellas cuyos partidos se
alinean en un continuum izquierda-derecha (para que sea más fácil identificar las opciones
políticas) y donde la curva de distribución de los votantes tiene la forma aproximada de una
curva normal. Por ello, los sistemas bipartidistas son más estables, lo cual sería el caso del
sistema de partidos en los Estados Unidos.

OLSON: LA TEORIA DE LA ACCION COLECTIVA

Aplicó el razonamiento utilitarista para explicar por qué los individuos deciden participar de
acciones colectivas. existen los incentivos selectivos (negativos o positivos) que reciben
quienes participan de la acción para obtener un bien colectivo. De esta manera, los líderes
grupales utilizan desde beneficios materiales y hasta coerciones o amenazas para fomentar la
participación política. UN INCENTIVO SELECTIVO ES EL QUE SE APLICA SELECTIVMENTE A
INDIVIDUOS SEGÚN CONTRIBUYAN O NO A PREOCURAR EL BIEN COLECTIVO

Si bien la teoría de Olson se basa al igual que la de Downs en un análisis de la utilidad esperada
por los individuos al elegir un determinado curso de acción, ambas se diferencian por el rol
que tienen las interacciones con otros individuos. Para Olson resulta fundamental la
interacción para explicar los cursos de acción elegidos por los individuos. La teoría de Olson ha
sido criticada por otros politólogos, como Alessandro Pizzorno, quien sostiene que es
reduccionista interpretar la participación en acciones políticas colectivas con relación a los
beneficios o perjuicios directos que se pueden obtener. En el caso de las democracias
europeas, Pizzorno observa la importancia de un factor desdeñado por Olson: la identidad o
identificación del individuo con el grupo al que pertenece o en cuyas actividades participa.

MAX WEBER (1919): LA POLITICA COMO VOCACION

La política como vocación es un ensayo del economista y sociólogo alemán Max Weber. En su
discurso, Weber se apoyó de notas escritas a mano, que luego serían transcritas por un
taquígrafo. El ensayo fue publicado como una versión extendida en julio de 1919,
traduciéndose al inglés sólo después de la Segunda Guerra Mundial. La política como
vocación es considerada actualmente como una obra clásica en sociología y ciencia política.
La definición clásica de Weber del Estado como una entidad la cual tiene un monopolio sobre
el uso del poder legítimo coercitivo en un territorio determinado se puede encontrar al
principio de La política como vocación. La política, en cambio, la define como la búsqueda del
poder sobre el estado.
La definición de Weber es la siguiente: "El Estado se ha visto como un único otorgante del
'derecho' de fuerza física. Por lo tanto, la 'política' en nuestro caso debería significar la
búsqueda de una porción de poder o para influenciar la división de poder ya sea entre estados,
o entre grupos de personas que el estado comprende." Siguiendo esta definición, Weber nota
que hay tres principios justificando la legitimidad de dominación política del estado, y estos
incluyen a la autoridad tradicional, autoridad carismática, y autoridad legal.
Mucha de la parte intermedia de La política como vocación consiste en las definiciones de
Weber de carisma y sobre líderes, y el tipo de personas que son llamadas a la profesión de la
política. Esto es desarrollado por descripciones históricas extensas de cómo la política
moderna hizo emerger ejemplos históricos. El énfasis es puesto sobre Gran Bretaña, Estados
Unidos, y Alemania, aunque los ejemplos de Francia, China, Roma, la antigua Grecia son
también mencionados. En desarrollar estos ejemplos, Weber demuestra su comprensión
de investigación histórica comparativa. Para esto, Weber describe la relación entre políticos,
partidos políticos, y las burocracias que ellos crean. En esta sección, el escrito de Weber en La
política como vocación es similar a su escrito en otro de sus famosos ensayos "Burocracia".
En la sección final, de La política como vocación, Weber regresa a la descripción del político.
Su punto principal es que el político necesita balancear una "ética de convicción moral", con
una "ética de responsabilidad". La ética de convicción moral se refiere a las creencias internas
inquebrantables que un político debe sostener. La ética de responsabilidad se refiere a la
necesidad diaria de usar los medios de la violencia de estado en una manera en la cual
preserve la paz para un bien mayor. Como Weber ha escrito, un político debe hacer
compromisos entre las dos éticas.
Llevando a cabo esto, Weber puntualiza que "La política está hecha con la cabeza, no con otras
partes del cuerpo, ni con el alma". El político más efectivo es aquel que puede excitar las
emociones de la gente que lo sigue, mientras gobierna estrictamente con una razón dura y fría
en la cabeza. Pero esta es una tarea normal que los humanos no pueden hacer, porque son
vanos.
Weber escribe que la vanidad crea problemas únicos para los políticos porque ellos de hecho
controlan las herramientas de violencia legítima. La vanidad común, según Weber, significa
que los políticos están tentados a tomar decisiones basados en ataduras emocionales con sus
seguidores y aduladores, y no en el razonamiento racional necesitado para gobernar justa y
efectivamente. Weber encuentra que esta es una característica común entre políticos. Como
un resultado de ellos, Weber afirma que el peligro de la política está enraizado en la relación
de un político a los medios de violencia que son intrínsecos para el estado, y los cuales serán
malversados por cualquier político vano. Esta es la razón de por qué Weber enfatiza que la
práctica de la política es muy difícil, y no una tarea para cualquiera que busca la salvación, para
su alma eterna a través de la práctica de la paz y la hermandad. En desarrollar estos puntos,
En las oraciones concluyentes del ensayo, Weber comenta sobre la Revolución Alemana de
1919 que justo estaba en camino cuando el escribía el ensayo. El autor tristemente predijo que
la excitación emocional del momento en 1919 sólo traerá "noches polares con una oscuridad y
dureza heladas, sin importar qué grupo tenga éxito en tomar el poder en el presente."
Después de esto, Weber culmina en una nota algo optimista, cuando escribe que "¡Sólo la
persona que está segura de no desesperar cuando el mundo, desde su punto de vista, es de
mente simple y debilitado para aceptar lo que sea que se tenga que ofrecer, y sólo la persona
que sea capaz de decir '¡A pesar de Todo!' tiene el llamado para la profesión de la política!"
La política consiste en una dura y prolongada penetración a través de tenaces resistencias para
la que se requiere al mismo tiempo pasión y mensura.

LEGALIDAD, LEGITIMIDAD Y EFICACIA. APROXIMACIONES A LA PROBLEMÁTICA DE ESTOS


CONCEPTOS
INTRODUCCION. EL PODER COMO ELEMENTO DEL ESTADO.
Los conceptos de LEGALIDAD y LEGITIMIDAD se tratan de términos poco claros y discutidos en
el campo de las ciencias políticas y sociales.
Así, el concepto de legalidad pareciera asociarse con el cumplimiento de las formas y el
acatamiento de las prescripciones normativas en general, o de manera restringida la
aceptación de cierto procedimiento en la creación de un ordenamiento jurídico dado.
En tanto que la idea de legitimidad suele emparentarse con la justificación del poder y de los
regímenes de gobierno dados, particularmente con la noción de consenso.
Para BERTAND DE JOUVENEL el Poder, para el autor citado, posee una duración, un
ascendiente fuera de razón, no justificado por la lógica del pensamiento, se distinguen en él
tres propiedades: a) la fuerza; b) la legitimidad; y c) la beneficencia.
Las propiedades mencionadas no tienen cualidades ni existencia por sí mismas, sólo llegan a
adquirir su real entidad en la mente humana. El Poder se manifiesta y proyecta en la sociedad,
“...es el campo de la tensión social, el centro hacia el cual convergen las actividades y las
fuerzas políticas que ellas engendran. El Poder siempre permanece idén-tico en su esencia
como voluntad de dominio y como centro cristalizador del mando y la obediencia, la cuantía
de la obediencia, variable en sí, denota la cantidad de poder.
Luego, la Ciencia Política, estudia los mecanismos que utiliza el hombre a efectos de alcanzar,
retener y construir el poder, elemento éste que posee referencia respecto de la institución
organizativa más equilibrada que creara el ser humano, esto es, el Estado.
La historia política del hombre halla su raíz en una sencilla ecuación con dos elementos: mando
y obediencia.
El Estado carece de personalidad tanto jurídica como moral, pues no es otra cosa que una
abstracción, una fórmula. Solo existen hombres, unos pocos, que poseen el poder en sus
manos, ejercen el mando y exigen obediencia. “Sus decisiones constituyen el derecho, pues se
imponen a los demás regulando el comportamiento colectivo”. El que decide, entonces, es el
titular efectivo de la soberanía y del poder público, que se identifica con el sujeto que adopta
las decisiones últimas. Los gobernados obedecen dichas decisiones que se les imponen
coactivamente, deviene no ya el sujeto sino el objeto de la dominación. Esta división —
dualidad entre gobernantes y gobernados— es una consecuencia de la voluntad de poder
desarrollada en los integrantes del primer grupo, dotados de los medios suficientes para
adquirir y conservar el poder. La élite gobernante, se asegura mediante el sistema su
perpetuación en los puestos de mando y dirección, más allá de haberse ampliado la
participación en el poder y la base de legitimidad que le sirve de sustentación

PODER Y DOMINACION
El eje de estudio de esta parcela del pensamiento político está dado por el poder como centro
de dominación en torno al cual tienen lugar las luchas políticas, esto no importa un
reduccionismo según el cual todo es voluntad de poder, concibiendo a la naturaleza humana
como uniforme y sin progreso, sino el apartar un fragmento de la onticidad política para su
examen.

El poder como una subespecie de las acciones sociales, importa en sí, como toda acción, la
factibilidad de interactuaciones: 1) racional con arreglo a fines: determinada por expectativas
en el comportamiento tanto de objetos del mundo exterior como de otros hombres, y
utilizando esas expectativas como condiciones o medios para el logro de fines propios
racionalmente sopesados y perseguidos; 2) racional con arreglo a valores: determinada por la
creencia consciente en el valor —ético, estético, religioso o de cualesquiera otra forma como
se le interprete— propio y absoluto de una determinada conducta, sin relación alguna con el
resultado, o sea puramente en méritos de ese valor; 3) afectiva: especialmente emotiva,
determinada por afectos y estados sentimentales actuales; y 4) tradicional: determinada por
una costumbre arraigada.

La acción estrictamente tradicional está en el límite de lo que puede llamarse una acción con
sentido, no siendo más que una oscura reacción a estímulos habituales en dirección de una
actitud arraigada. El conjunto de acciones cotidianas, habituales se aproxima a este tipo.

La conducta estrictamente afectiva, a su vez se halla en la frontera de la acción consciente con


sentido, apareciendo muchas veces como descarga consciente de un estado sentimental.

La acción afectiva y la racional con arreglo a valores se distinguen entre sí por la elaboración
consciente en la segunda de los propósitos últimos de la acción y por el planeamiento,
consecuente con su tenor, de la misma. Tienen de común el que el sentido de la acción no se
pone en el resultado, sino en la acción misma.

Actúa afectivamente quien satisface su necesidad actual de venganza, de goce, de beatitud


contemplativa o de dar rienda suelta a sus pasiones del momento, sean estas toscas o
sublimes en su género. Actúa estrictamente de un modo racional con arreglo a valores, quien,
sin consideración a las consecuencias previsibles, obra al servicio de sus convicciones sobre lo
que el deber, la dignidad, la sapiencia, la piedad o la trascendencia de una causa cualquiera sea
su género, parecen ordenarlo.

Por último, actúa racionalmente con arreglo a fines, quien oriente su acción por el fin, medios
y consecuencias implicadas en ella y para lo cual sopese racionalmente los medios con los
fines, los fines con las consecuencias y los diferentes fines posibles entre sí, quien, pues, no
actúe ni emotivamente ni con arreglo a la tradición. Debe tenerse presente que muy raras
veces la acción, especialmente la social, está exclusivamente orientada por uno solo de esos
tipos.

EN TORNO A LA NOCION DE LEGITIMIDAD

El poder es un fenómeno bilateral, que no precisa de la violencia ni la arbitrariedad, aunque


siempre implica una cuota de coacción por parte de quien manda. De todas formas, la mayor
eficacia se obtiene cuando quien influye, obtiene el acatamiento por convicción, por el
consentimiento de las partes más allá de los objetivos comunes del grupo liderante. El que el
grupo visualice al esfuerzo colectivo como fuerza en pro de una meta común bajo alguien que
coordina, aproxima a la idea de legitimidad. Por esta vena hay dos formas de ver el orden
político, al poder:

(a) Como coacción, que reside en la posibilidad de sanción.

(b) En la legitimidad

Se ha sostenido que el poder legítimo para serlo precisa de algo más que del acatamiento
social, una vuelta más al poder otorgado por consenso. Se precisaría que el poder proviniera
de un acto legítimamente válido, de acuerdo con: a) los principios constitucionales que exigen
respeto por la, b) normativa electoral preexistente como el, c) derecho de las minorías, d) en
fin de todo el sistema que sirve de infraestructura a los detentadores del poder republicano.
Pero a esta ideación debe oponérsele que: a) el sistema republicano no es la única forma de
gobierno existente, y b) el consentimiento de los grupos humanos no precisa de los sostenes
legales (constitución nacional) para acatar el influjo de la autoridad.

Carece de sentido el tipo de autoridad que exista, ya que lo que cuenta es el respeto y la
obediencia. Esta última, en tanto se preste a la autoridad, aunque exista una minoría
disconforme. En esto radica la legitimidad del orden político.

Tampoco importa el origen de la legitimidad: a) si es rutinaria en el acatamiento, b) si ha


habido socialización educativa en los miembros de la comunidad, c) u otras subvariantes. Por
el contrario, la permanencia en el tiempo demostrará (incluso en órdenes políticos impuestos
por la fuerza) que la autoridad posee un poder legítimo.

El orden político para ser tal, precisa de una interacción correcta entre autoridad y poder (la
potestas y la auctoritas que Hobbes reclamaba unidas en el soberano), si la primera careciera
de la última estaría supeditada a procesos revolucionarios de coyuntura.

Lo relevante es que el grupo humano, con respecto a la autoridad, interioriza de algún modo
los motivos y razones de su acatamiento, los “hace suyos”.

LA LEGITIMIDAD Y SU VINCULACION CON OTRAS NOCIONES

Pensando en el poder y en la forma violenta o pacifica de obtenerlo, reflexionaba Bertand


Rusell distinguiendo entre:

(a) Poder tradicional (en el que imperaba el consentimiento).

(b) Poder revolucionario (en el que primaba la ideología, la utopía y el mito).

(c) Poder desnudo (que era pura coacción).

Max Weber distinguía tres tipos puros de dominación o autoridad, que son tres formas
distintas en que un orden político tiene autoridad sobre la población y recibe legitimidad de
ella. Son: a) la racional legal, b) la tradicional y c) la carismática.

Ahora bien, en lo que hace a la relación con la legalidad, debe señalarse que son temas
diversos, pues, no toda la autoridad está contenida en la ley, y no necesariamente toda ley o
sistema jurídico es legítimo. En otras palabras existen casos de legitimidad sin legalidad y
viceversa.

Un ordenamiento goza de legalidad, debemos entender que se trata de un régimen cuyas


normas han sido dictadas siguiendo un procedimiento establecido por el Estado. En ese marco
las normas resultan válidas. La legalidad es tan sólo el derecho positivo vigente y exigible en
una sociedad dada, en determinado momento histórico, que posee independencia con aquello
que se ajusta a lo que la gente obedecería natural o voluntariamente sin coacción sobre sus
decisiones.

Recién cuando las normas legales dictadas por el Estado, son obedecidas por la población, un
régimen obtiene acatamiento, significa que ha alcanzado legitimación

La legitimidad es el conjunto de valores que permiten hacer justificable un orden de


dominación. En esta línea de distinción se encuentran autores como Habermas, Bobbio,
Laporta y Garzón Valdés, para quienes el único sistema capaz de brindar legitimidad a un
ordenamiento es el sistema democrático.
Allí, la legitimidad de un régimen estaría dada por la adscripción a un sistema de valores
defendido por la sociedad en su conjunto. El problema consiste en fijar los límites precisos del
sistema democrático. De allí que todos estos autores avanzan un paso más y procuran efectuar
una teoría de la justicia.

Esta tesis entiende que la legitimidad es la única fuente de la legalidad. Caso contrario la
legitimidad de un régimen no podría asegurar resultados justos. El sistema democrático es una
herramienta, el mejor procedimiento conocido para alcanzar los valores de justicia que ésta
sociedad promueve. Para nuestra concepción, si bien esto puede ser cierto, los conceptos de
legalidad y legitimidad van separados, pues conceptualizan nociones diversas e
inconmensurables.

La idea de legitimidad es utilizada, sobre todo, cuando la noción de legalidad es insuficiente,


cuando se perciben resoluciones desde el poder carentes de viabilidad política.

La idea de legitimidad es una percepción de los sometidos en el sentido de que aceptan la


autoridad que se establece. Existe cuando el orden político es reconocido, el orden de
dominación depende de su reconocimiento de hecho. Esta es la noción que postula Max
Weber.

La legitimidad entonces puede presentar grados.

Maurice Bertrand restringe la idea de legitimidad y su relación a la legalidad, al concepto de


eficacia: a) eficacia material: si se produce el acatamiento general de la comunidad; b) eficacia
política: si el fin de lo decidido y especialmente la sanción, es útil, es decir, si se produce el
cambio de orientación que se pretende desde el gobierno.

La legitimidad orientada a la eficacia, puede llegar a divorciarse de la justicia una conducta


puede ser legal, y ser ilegítima o viceversa. Por el contrario, pensamientos opuestos a esta
línea entiende que la justicia es un orden preexistente a la legitimidad

LA DENOMINACION Y LA LEGITIMIDAD EN MAX WEBER

Weber aborda el concepto de sociología, cuyo objeto es la “comprensión de la acción social”,


el “sentido subjetivo” que debe poseer esta acción para el actor, sin el cual la acción deja de
ser social; a partir de allí el autor diseña sus tipologías.

Weber utiliza para distintos objetivos: los tipos de acción social (racional con arreglo a fines o
valores, tradicional y afectiva o emotiva), los tipos de legitimidad del poder (legal, tradicional y
carismática, cada uno relacionado con los tipos de acción social mencionados) y los tipos de
administración de esos poderes (a través de burocracias, de servidores personales o de
“nominados por el señor”, según sea el tipo puro de poder que se administra). Sin perjuicio de
ello, la tipología de administraciones comprende a la “burocracia”, que es, según el autor, el
modo más moderno y perfeccionado de administrar el poder en las sociedades modernas.

Debe entenderse por ‘dominación’, de acuerdo con la definición ya dada, la probabilidad de


encontrar obediencia dentro de un grupo determinado para mandatos específicos.

No toda dominación se sirve del medio económico. Y todavía menos tiene toda dominación
fines económicos. Pero toda dominación sobre una pluralidad de hombres requiere de un
modo normal (no absolutamente siempre) un cuadro administrativo; es decir, la probabilidad,
en la que se puede confiar, de que se dará una actividad, dirigida a la ejecución de sus
ordenaciones generales y mandatos concretos, por parte de un grupo de hombres cuya
obediencia se espera.

La naturaleza de estos motivos determina en gran medida el tipo de dominación. Motivos


puramente materiales y racionales con arreglo a fines como vínculo entre el imperante y su
cuadro implican aquí, como en todas partes, una relación relativa-mente frágil. Por regla
general se le añaden otros motivos: afectivos o racionales con arreglo a valores. En casos fuera
de lo normal pueden éstos ser los decisivos. En lo cotidiano domina la costumbre y con ella
intereses materiales, utilitarios, tanto en esta como en cualquiera otra relación. Pero la
costumbre y la situación de intereses, no menos que los motivos puramente afectivos y de
valor (racionales con arreglo a valores), no pueden representar los fundamentos en que la
dominación confía. Normalmente se les añade otro factor: la creencia en la legitimidad.

LOS TIPOS DE DOMINACION DE MAX WEBER

Existen tres tipos puros de dominación legítima. El fundamento primario de su legitimidad


puede ser:

1. De carácter racional: que descansa en la creencia en la legalidad de ordenaciones estatuidas


y de los derechos de mando de los llamados por esas ordenaciones a ejercer la autoridad
(autoridad legal).

2. De carácter tradicional: que descansa en la creencia cotidiana en la santidad de las


tradiciones que rigieron desde lejanos tiempos y en la legitimidad de los señalados por esa
tradición para ejercer la autoridad (autoridad tradicional).

3. De carácter carismático: que descansa en la entrega extracotidiana a la santidad, heroísmo o


ejemplaridad de una persona y a las ordenaciones por ella creadas o reveladas (llamada)
(autoridad carismática).

En el caso de la autoridad legal se obedecen las ordenaciones impersonales y objetivas


legalmente estatuidas y las personas por ellas designadas, en méritos éstas de la legalidad
formal de sus disposiciones dentro del círculo de su competencia. En el caso de la autoridad
tradicional se obedece a la persona del señor llamado por la tradición y vinculado por ella (en
su ámbito), en el círculo de lo que es consuetudinario. En el caso de la autoridad carismática se
obedece al caudillo carismáticamente calificado por razones de confianza personal en la
revelación, heroicidad o ejemplaridad, dentro del círculo en que la fe en su carisma tiene
validez.

LA DOMINACION LEGAL CON ADMINISTRACION BUROCRATICA

La dominación legal descansa en la validez de las siguientes ideas, entrelazadas entre sí:

1. Que todo derecho, ‘pactado’ u ‘otorgado’, puede ser estatuido de modo racional —racional
con arreglo a fines o racional con arreglo a valores (o ambas cosas)—, con la pretensión de ser
respetado, por lo menos, por los miembros de la asociación; y también regularmente por
aquellas personas que dentro del ámbito de poder de la asociación (en las territoriales: dentro
de su dominio territorial) realicen acciones sociales o entren en relaciones sociales declaradas
importantes por la asociación.
2. Que todo derecho según su esencia es un cosmos de reglas abstractas, por lo general
estatuidas intencionalmente; que la judicatura implica la aplicación de esas reglas al caso
concreto; y que la administración supone el cuidado racional de los intereses previstos por las
ordenaciones de la asociación, dentro de los límites de las normas jurídicas Y según principios
señalables que le tienen la aprobación o por lo menos carecen de la desaprobación de las
ordenaciones de la asociación.

3. Que el soberano legal típico, la ‘persona puesta a la cabeza’, en tanto que ordena y manda,
obedece por su parte al orden impersonal por el que orienta sus disposiciones. Lo cual vale
para el soberano legal que no es ‘funcionario’, por ejemplo: el presidente electivo de un
estado.

4. Que tal como se expresa habitualmente el que obedece solo lo hace en cuanto miembro de
la asociación y sólo obedece ‘al derecho’. Como miembro de la unión, del municipio, de la
iglesia; en el estado: ciudadano.

5. En relación con el tópico número 3 domina la idea de que los miembros de la asociación, en
tanto que obedecen al soberano, no lo hacen por atención a su persona, sino que obedecen a
aquel orden impersonal; y que solo están obligados a la obediencia dentro de la competencia
limitada, racional y objetiva, a él otorgada por dicho orden29.

Una actividad establecida de esa suerte se llama ‘magistratura’ o ‘autoridad’. ‘Autoridades’ en


este sentido existen, lo mismo que en el estado y la iglesia, en las grandes explotaciones
privadas, ejércitos y partidos. Una magistratura en el sentido de esta terminología es el
presidente electivo de la república (o el gabinete ministerial, o los diputados por elección).
Estas categorías no nos interesan, sin embargo, ahora. No toda ‘magistratura’ posee en igual
sentido ‘poderes de mando’; pero esta separación no interesa aquí.

El principio de jerarquía administrativa, o sea la ordenación de autoridades fijas con facultades


de regulación e inspección y con el derecho de queja o apelación ante las autoridades
superiores por parte de las inferiores.

Las ‘reglas’ según las cuales hay que proceder. Pueden ser: a) técnicas o b) normas. Su
aplicación exige en ambos casos, para que se logre la racionalidad, una formación profesional.

Sólo participa en el cuadro administrativo de una asociación el calificado profesionalmente


para ello mediante pruebas realizadas con éxito; de modo que sólo el que posea esas
condiciones puede ser empleado como funcionario. Los ‘funcionarios’ forman el cuadro
administrativo típico de las asociaciones racionales, sean éstas políticas, religiosas, económicas
(especialmente, capitalistas) o de otra clase.

Rige (en el caso racional) el principio de la separación plena entre el cuadro administrativo y
los medios de administración y producción. Los funcionarios, empleados y trabajadores al
servicio de una administración no son propietarios de los medios materiales de administración
y producción, sino que reciben éstos en especie o dinero y están sujetos a rendición de
cuentas. Existe el principio de la separación completa entre el patrimonio público, del cargo y
el patrimonio privado (hacienda individual) y entre la ‘oficina’ y el ‘hogar’

En el caso más racional no existe apropiación de los cargos por quien los ejerce. Donde se da
un ‘derecho al cargo’ (como, por ejemplo, entre los jueces y actualmente en partes crecientes
de la burocracia. y el proletariado) no sirve generalmente a un fin de apropiación por parte del
funcionario, sino de aseguramiento del carácter puramente objetivo (independiente), sólo
sujeto a normas, de su trabajo en el cargo.

Rige el principio administrativo de atenerse al expediente, aun allí donde las declaraciones
orales sean de hecho la regla o estén hasta prescritas; por lo menos se fijan por escrito los
considerandos, propuestas y decisiones, así como las disposiciones y ordenanzas de toda clase.
El expediente y la actividad cEl tipo de la administración legal y racional es susceptibEl tipo de
la administración legal y racional es susceptible de aplicación universal, y es lo importante en la
vida cotidiana. Pues para la vida cotidiana dominación es primariamente ‘administración’. El
tipo más puro de dominación legal es aquel que se ejerce por medio de un cuadro
administrativo burocrático. Sólo el dirigente de la asociación posee su posición de imperio,
bien por apropiación, bien por elección o por designación de su predecesor. Pero sus
facultades de mando son también ‘competencias’ legales. La totalidad del cuadro
administrativo se compone, en el tipo más puro, de funcionarios individuales (‘monocracia’ en
oposición a ‘colegialidad’ de la que se hablará luego), los cuales son32: 1) personalmente
libres, se deben sólo a los deberes objetivos de su cargo, 2) en jerarquía administrativa
rigurosa, 3) con competencias rigurosamente fijadas, 4) en virtud de un contrato, o sea (en
principio) sobre la base de libre; selección según El tipo de la administración legal y racional es
susceptible de aplicación universal, y es lo importante en la vida cotidiana. Pues para la vida
cotidiana dominación es primariamente ‘administración’. El tipo más puro de dominación legal
es aquel que se ejerce por medio de un cuadro administrativo burocrático. Sólo el dirigente de
la asociación posee su posición de imperio, bien por apropiación, bien por elección o por
designación de su predecesor. Pero sus facultades de mando son también ‘competencias’
legales. La totalidad del cuadro administrativo se compone, en el tipo más puro, de
funcionarios individuales (‘monocracia’ en oposición a ‘colegialidad’ de la que se hablará
luego), los cuales son32: 1) personalmente libres, se deben sólo a los deberes objetivos de su
cargo, 2) en jerarquía administrativa rigurosa, 3) con competencias rigurosamente fijadas, 4)
en virtud de un contrato, o sea (en principio) sobre la base de libre; selección según le de
aplicación universal, y es lo importante en la vida cotidiana. Pues para la vida cotidiana
dominación es primariamente ‘administración’. El tipo más puro de dominación legal es aquel
que se ejerce por medio de un cuadro administrativo burocrático. Sólo el dirigente de la
asociación posee su posición de imperio, bien por apropiación, bien por elección o por
designación de su predecesor. Pero sus facultades de mando son también ‘competencias’
legales. La totalidad del cuadro administrativo se compone, en el tipo más puro, de
funcionarios individuales (‘monocracia’ en oposición a ‘colegialidad’ de la que se hablará
luego), los cuales son32: 1) personalmente libres, se deben sólo a los deberes objetivos de su
cargo, 2) en jerarquía administrativa rigurosa, 3) con competencias rigurosamente fijadas, 4)
en virtud de un contrato, o sea (en principio) sobre la base de libre; selección según ontinuada
por el funcionario hacen que la oficina sea la médula de toda forma moderna en la actividad de
las asociaciones.

El tipo de la administración legal y racional es susceptible de aplicación universal, y es lo


importante en la vida cotidiana. Pues para la vida cotidiana dominación es primariamente
‘administración’.

El tipo más puro de dominación legal es aquel que se ejerce por medio de un cuadro
administrativo burocrático. Sólo el dirigente de la asociación posee su posición de imperio,
bien por apropiación, bien por elección o por designación de su predecesor. Pero sus
facultades de mando son también ‘competencias’ legales. La totalidad del cuadro
administrativo se compone, en el tipo más puro, de funcionarios individuales (‘monocracia’ en
oposición a ‘colegialidad’ de la que se hablará luego), los cuales son:

1) personalmente libres, se deben sólo a los deberes objetivos de su cargo,

2) en jerarquía administrativa rigurosa,

3) con competencias rigurosamente fijadas,

4) en virtud de un contrato, o sea (en principio)

5) calificación profesional que fundamenta su nombramiento —en el caso más racional: por
medio de ciertas pruebas o del diploma que certifica su calificación-

6) son retribuidos en dinero con sueldos fijos, con derecho a pensión las más de las veces; son
revocables siempre a instancia del propio funcionario y en ciertas circunstancias
(particularmente en los establecimientos privados) pueden también ser revocados por parte
del que manda; su retribución está graduada primeramente en relación con el rango
jerárquico, luego según la responsabilidad del cargo y, en general, según el principio del
‘decoro estamental’ .

7) ejercen el cargo como su única o principal profesión.

8) tienen ante si una ‘carrera’, o ‘perspectiva’ de ascensos y avances por años de ejercicio34, o
por servicios o por ambas cosas, según juicio de sus superiores,

9) trabajan con completa separación de los medios administrativos y sin apropiación del cargo,
10) y están sometidos a una rigurosa disciplina y vigilancia administrativa. Este orden puede,
en principio, aplicarse igualmente a establecimientos económicos, caritativos o cualesquiera
otros de carácter privado que persigan fines materiales o ideales, y a asociaciones políticas o
religiosas, lo que puede mostrarse históricamente (en aproximación mayor o menor al tipo
puro).

La administración burocrática pura, o sea, la administración burocrático, atenida al expediente,


es a tenor de toda la experiencia la forma más racional de ejercerse una dominación; y lo es en
los sentidos siguientes: en precisión, continuidad, disciplina, rigor y confianza; calculabilidad,
por tanto, para el soberano y los interesados; intensidad y extensión en el servicio;
aplicabilidad formalmente universal a toda suerte de tareas; y susceptibilidad técnica de
perfección para alcanzar el óptimo en sus resultados.

El gran instrumento de la superioridad de la administración burocrática es éste: el saber


profesional especializado, cuyo carácter imprescindible está condicionado por los caracteres
de la técnica y economía modernas de la producción de bienes, siendo completamente
indiferente que tal producción sea en la forma capitalista o en la socialista.

LA DENOMINACION TRADICIONAL

El tipo de dominación tradicional descansa en la creencia cotidiana en la santidad de las


tradiciones que rigieron desde lejanos tiempos y en la legitimidad de los señalados por dicha
tradición para ejercer la autoridad.

Una dominación es tradicional cuando descansa su legitimidad en dichas tradiciones sacras. El


soberano no es un superior, sino un “señor”; y su cuadro administrativo no lo componen
funcionarios sino “servidores”, de allí que los dominados devengan no ya miembros de la
asociación sino “súbditos” o “compañeros tradicionales”

Los mandatos del soberano tradicional son legítimos por doble vía:

1. Por la fuerza de la tradición, que señala inequívocamente el contenido de los


ordenamientos, así como su amplitud y sentido, transgredirlos es un peligro para la situación
tradicional imperante.

2. Por el libre arbitrio del señor, delimitado por la tradición.

Dentro de la acción libre se encuentra el llamado favor, donde el imperante otorga su gracia
por inclinaciones o antipatías personales.

Los principios por los que se guía el soberano son justicia y equidad. Se trata de un contenido
ético material.

La dominación se orienta con la costumbre, de esta manera se evita la resistencia por parte de
los súbditos. La resistencia, como tal, surge contra la persona del señor o sus servidores que
desatendió los límites impuestos por la tradición, no contra el sistema.

En el tipo puro de dominación tradicional no se “crean” nuevos principios jurídicos o


administrativos. Las nuevas creaciones se legitiman en tanto y en cuanto son reconocidas por
la “sabiduría tradicional”. En el derecho solo existe la tradición enmarcada en los precedentes
y en la jurisprudencia.

El cuadro administrativo es un engranaje esencial de todo tipo de dominación en la concepción


weberiana. Sin embargo, en la modalidad tradicional, el imperante puede dominar con o sin él.

LA DENOMINACION DE CARÁCTER CARISMATICO

El tipo de dominación carismático descansa en la entrega extracotidiana a la santidad,


heroísmo o ejemplaridad de una persona o de las ordenaciones por ella creadas o reveladas.

El carisma es una cualidad de la personalidad, sobrenatural o sobrehumana, del jefe, caudillo,


líder o guía.

El líder viene a ser un enviado de Dios o de la Providencia. Y los dominados serán adeptos.

Sobre la validez del carisma decide el reconocimiento: este es el reconocimiento al héroe, el


reconocimiento que se mantiene por la corroboración de las supuestas calidades carismáticas
del jefe.

El reconocimiento es psicológicamente una entrega personal, llena de fe, surgida del


entusiasmo y la esperanza.

Los tipos originarios de la dominación tradicional están constituidos por los casos en que no
existía cuadro administrativo personal del imperante:

1. Gerontocracia: donde la autoridad en la asociación se ejerce por los más viejos del sistema,
ya que son quienes mejor conocen las sagradas tradiciones.

2. Patriarcalismo originario: donde el dominio de la asociación lo ejerce una sola persona de


acuerdo con determinadas reglas hereditarias fijas.
Cuando aparece finalmente un cuadro administrativo, entonces la dominación tradicional
tenderá a alguno de los siguientes supuestos:

1. Patrimonialismo: la dominación está orientada por la tradición pero se ejerce por un


derecho propio.

2. Sultanato: cuando la dominación tradicional se mueve dentro de la esfera de libre arbitrio


del imperante, libre de la tradición.

En estos casos los compañeros se convierten en súbditos.

Finalmente, debe entenderse por dominación estamental, aquella forma de dominación


patrimonial en la que el poder está en manos del cuadro administrativo. En estos casos puede
dominar una asociación o un individuo. Como única explicación, la dominación estamental
tomó los derechos patrimoniales como economía del tipo privado.

Para Weber, el carisma es la gran fuerza revolucionaria en las épocas vinculadas a la tradición.

ESQUEMA EN EL CONTEXTO DE PENSAMIENTO WEBERIANO

Dominación

Probabilidad de encontrar obediencia dentro de un grupo determinado para mandatos específicos


o para todo tipo de mandatos

No toda dominación es económica

Toda dominación aspira a fomentar la creencia en su legitimidad (aceptación por los destinatarios)

Legitimidad

La legitimidad difiere por el fundamento de la obediencia tanto como por el cuadro administrativo
encargado de garantizarla

Toda legitimidad es una probabilidad y no depende en su caracterización de intereses materiales,


fingimientos, debilidades individuales o desvalimientos

Aunque el dominio sea absoluto la clase de relación entre soberano y cuadro administrativo es
distinta según sea la clase de fundamento de autoridad que exista

TIPO DE ACCION TIPO DE AUTORIDAD LEGITIMIDAS TIPO DE CUADRO


SOCIAL BASADA EN ADMINISTRATIVO
Tradicional Tradicional Santidad de las Circulo de servidores
costumbres personales
designados por
costumbre
Emotiva o afectiva Carismática Entrega a la Personas designadas
santidad, heroísmo o por el portador
ejemplaridad de un
caudillo
Racional respecto de Racional legal Ordenaciones Burocracia en
fines impersonales sentido moderno
(normas abstractas y
formales)

Rutinización del carisma

En su forma elemental, el carisma es un tipo de dominación extraordinaria y fuera de lo


cotidiano. Representa una relación social rigurosamente personal, que se halla unida a la
validez carismática de cualidades personales de un individuo y a su corroboración. Si este tipo
de dominación no es efímera, sino que deviene duradera, la dominación carismática variará:
habrá de racionalizarse o tradicionalizarse o ambas cosas. Los motivos para ello son los
siguientes:

1. El interés ideal o material de los seguidores en la persistencia y permanente reanimación de


la comunidad;

2. El interés más fuerte y el material todavía más intenso del cuadro administrativo en
continuar la existencia de la relación y esto, de tal modo, que quede cimentada en su propia
posición ideal y material sobre una base cotidiana y duradera.

Con la rutinización del carisma, se impone la eliminación del carácter peculiar del carisma. Esta
mecánica lleva la adaptación a lo cotidiano, la asociación de dominación carismática
desemboca en las formas de dominación cotidiana: patrimonial —en particular, estamental—,
o burocrática.

La rutinización o adaptación a lo cotidiano no se realiza, por lo general, sin luchas. No se


olvidan en los inicios de esta gesta, las exigencias personales del carisma del jefe y la lucha del
carisma personal con el hereditario y el objetivado —carisma del cargo— constituye un
proceso típico en la historia

LA TRANSFORMACION ANTIAUTORITARIA DEL CARISMA

El principio carismático de legitimidad interpretado según su sentido originario de modo


autoritario, puede ser reinterpretado en forma antiautoritaria, pues la validez de hecho de la
autoridad carismática descansa en realidad por completo sobre el reconocimiento,
condicionado por la corroboración de los dominados, que ciertamente tiene el carácter de
deber frente a los calificados, y por ello, legítimos.

En este sentido, el señor legítimo en méritos de su propio carisma, se transforma en imperante


por la gracia de los dominados, que por su arbitrio, y formalmente, eligen y ponen —y
eventualmente deponen— al jefe.

El imperante es ahora jefe libremente elegido. El reconocimiento de los pronunciamientos


jurídicos emanados del líder carismático ha evolucionado en el sentido de que la comunidad —
por su arbitrio— puede declarar, reconocer o derogar el derecho, tanto en general como en el
caso concreto.

El tipo de transición más importante es la denominación plebiscitaria. Encuentra su


representación en las “jefaturas de partido”, dentro del Estado moderno. Existe allí donde el
imperante se sienta legitimado como el hombre de confianza de las masas y sea reconocido
como tal.

LEGALIDAD Y LEGITIMIDAD EN CARL SHMITT

Este ensayo, explica el autor, es el último y desesperado intento para salvar el sistema
presidencialista de la Constitución de Weimar. A raíz de la situación, la legalidad de un partido
podrá negarse tan solo en el caso en que se limite la facultad de reformar la constitución.

Un partido accede al poder “por la puerta de la legalidad”, cerrándola a posteriori, en


detrimento de sus enemigos. Las reformas a la constitución no pueden destruir la sustancia
política de la misma, no se puede transformar su estructura.

El positivismo jurídico está basado en la creencia en el poder omnímodo del Legislador y en la


plausible consecuencia de que el Legislador ha de tener un gran poder, las facultades de aquel
que puede introducir reformas en la constitución han de ser forzosamente mayores

La legalidad, no era en su origen otra cosa que un producto del racionalismo occidental y una
forma de legitimidad, mas no su absoluto contraste.

La legalidad es una de las tres formas típicas de la legitimidad en el sentido de Max Weber:
presupone una normalización racional. Cuando el Estado Legislativo se transforma en Estado
administrativo, predomina las disposiciones o medidas.

Schmitt distingue entre leyes jurídicas y leyes disposiciones normativas. Esta distinción señala
la evolución progresiva hacia el Estado administrativo.

La legalidad, entonces, constituye un modo de operar en la burocracia, encami-nada a


conseguir la previsión social de las masas.

En relación con los postulados de legalidad e igualdad de chances se han desarrollado tres
teorías de las primas:

a) presunción de legalidad,

b) cumplimiento y obediencia propias

c) interpretación de las cláusulas generales.

Existen otras primas que han hallado en autores extranjeros aceptación en general, son las
llamadas primas electorales. Son algo ilusorias o artificiales, ya que tienen como objetivo una
mayoría legal, en tanto que las primas normales apuntan a la posesión legal del poder y
presuponen dicha posesión. Aparte de las primas normales y las electorales, existen otras de
carácter extraordinario que introducen la distinción en el seno de la constitución: constituyen
un sistema de normas de procedimiento y organización, y contienen principios de derecho
material.

Un breve resumen:
1. En la esfera de la Iglesia Romana no se diferencia entre legalidad y legitimidad. La distinción
es extraña al pensamiento eclesiástico. Gracias a la dirección divina, la jerarquía legal es
siempre también jerarquía legítima.

2. El desarrollo histórico constitucional del Estado europeo continental acentuó la divergencia


entre legalidad y legitimidad, convirtiéndose en destino del Estado mismo.

3. La divergencia comienza con el llamado principio de legitimidad de la restauración


monárquica de 1814 y 1815.

4. La legitimidad monárquico-dinástica valió hasta entrado el siglo XX por legitimidad


antonomásica.

5. El principio democrático de legitimidad tuvo vigencia en los Estados Unidos de


Norteamérica, con fulcro en la doctrina de su presidente Woodrow Wilson.

6. La divergencia entre legalidad y legitimidad tuvo su origen en la Francia monárquica de la


época de la Restauración.

7. Lamennais (1829/1831) diseñó por primera vez la distinción.

8. Se distingue entre legitimidad histórica de una dinastía restaurada y la legalidad del Código
Napoleónico.

9. Los liberales querían una monarquía constitucional como una forma de gobierno legal; los
realistas la querían como una forma de gobierno legítima.

10. En los procesos revolucionarios la legalidad es la suprema expresión de la racionalidad, no


así la legitimidad.

11. La cuestión de la legalidad e ilegalidad se convierte en un simple ítem de las estrategias y


tácticas de la guerra civil comunista. Se la utiliza peyorativamente.

12. Hitler se sirvió de la legalidad y la entendió como una fatalidad, de esta forma la utilizó
para su entronización como Canciller amenazando a Hindenburg con procesos ante los
Tribunales de Garantías Constitucionales, cuando precisamente Hindenburg no los entendía.

13. Para la época del texto schmittiano, entiendo el autor, que ya no se utilizaba el término
legal, se prefería legítimo, esto en el marco de las teorías de Weber en cuanto la primera era la
manifestación de la segunda en la democracia de masas de racionalidad axiológica.

14. Gehlen entendía que la legitimidad fue superada en la sociedad industrial de masas. Para él
la elevación en el nivel de vida es un derecho. Sería legítimo un Estado que dejara esferas de
libertad y satisficiera los deseos generales contra una apariencia rígida del Estado. Era
necesario unir seguridad y justicia.

15. Señalaba que Max Weber era pesimista y consideraba fatal e inevitable la transición a la
mera racionalidad teleológica, era un postulado desesperado de la separación entre valor
(¿legitimidad?) y fin (¿legalidad?).

Schmitt redirecciona el estudio a la caída del Estado legislativo parlamentario en la Alemania


de 1932. Por Estado Legislativo entendía un determinado tipo de comunidad política, en la que
veía la expresión suprema de la voluntad común en la proclamación de una especie
“cualificada de normas que pretenden ser Derecho”. Como consecuencia, son reducibles todas
las demás funciones, competencias y esferas de actividad del dominio público.
En Europa, explicaba, se ha entendido como Estado de Derecho desde el siglo XIX, al Estado
Legislativo; concretamente al Estado Legislativo Parlamentario. El Parlamento ocupa el lugar
de Legislador en este Estado, ya que es el que crea las normas. Este Estado legislativo está
dominado por normas: personales (generales), predeterminadas (duraderas), de contenido
mensurable y de contenido determinable (la ley está separa de su aplicación al caso concreto)

Ya no hay poder soberano, el poder se ejerce en base a la ley. El poder soberano es ejercido
por un poder distinto al que crea las leyes (i.e. legislativo), el cual tan sólo elabora las normas.

En síntesis, la organización del Estado Legislativo importa la separación precisa entre: la ley
(poder legislativo) y su aplicación (poder ejecutivo). Este es el principio fundamental sobre el
que se levanta el Estado Legislativo. El principio último y fundamental del concepto de
legalidad estatal radica en que ya no se domina ni se manda, porque las normas vigentes sólo
se hacen valer de una manera impersonal. Este Estado se justifica por la legalidad.

La ley no precisa ser una regulación duradera y general, sino funcionalista y formalista. Carente
de valor, en tanto se continua exigiendo que el Derecho Administrativo tenga un carácter
general. Al eliminarse el dualismo entre Estado y sociedad, se identificó con lógica
democrática, la voluntad del Estado y de lo popular. Se calificó de ley toda manifestación de la
voluntad. El Estado Legislativo conoce un único Legislador que goza de la creación del Derecho
material: la constitución escrita de este Estado parlamentario se funda en regulaciones
orgánicas neutrales.

Habrá de reservarse la voz legalidad para un régimen cuyas normas fueron dictadas siguiendo
un procedimiento establecido por el Estado. Todo ordenamiento jurídico estructura su
legalidad, la aceptación o no de la misma es cuestión diversa, a la luz de aquel solo cabe
predicar su validez o invalidez. La legitimidad, en cambio, ha de reservarse para una obediencia
respecto del poder, que emane natural y espontáneamente. Debe analizarse el motivo del
acatamiento, la convicción de los que obedecen de que deben hacerlo (o cuanto menos que
así lo creen). No puede reservarse aquel término para un conjunto de valores que hagan
justificable una dominación. Caso contrario se caería en el reduccionismo de quienes solo
consideran legítimo al sistema democrático, en definitiva, quienes así discurren no logran
justificar ni explicar el por qué del acatamiento a monarquías, teocracias e infinidad de
sistemas políticos aun vigentes. Pero además, quienes sostienen la tesis de mentas terminan
teniendo que elaborar una teoría de la justicia que otorgue real satisfacción a las necesidades
de la sociedad; y lo cierto es que la legitimidad no tiene porque asegurar resultados justos, no
está en su lógica alcanzar valor de justicia alguno, sino brindar las explicaciones del por qué de
la obediencia.

UNIDAD NUMERO 3
PUNTO NUMERO 1: “ el estado moderno y su proceso histórico de formación:
crisis del orden político medieval y surgimiento del absolutismo monárquico.
Soberanía y monopolio de la coacción legitima”
PUNTO NUMERO 2: “el estado-nación. El estado liberal. El estado de bienestar.
Problemas del estado contemporáneo”.
PUNTO NUMERO 3: “formas de estado: centralización y descentralización
política. Federalismo.”
PUNTO NUMERO 4: “actividad teórico practica”
PUNTO NUMERO 2
Estado-Nación: Es un tipo de sociedad política surgida principalmente en Europa, en la que la
organización es política y el Estado coincide con determinados grupos culturales que habitan en
un determinado territorio, que es la Nación.
La diferencia entre ambos es que la Nación es un tipo de comunidad y el Estado es un tipo de
sociedad.

Estado liberal: Es el que surge como resultado de la Revolución Liberal en sustitución de


la Monarquía absoluta propia del Antiguo Régimen. Es el político propio del comienzo de
la Edad Contemporánea, en la nueva formación económico social que puede
denominarse Nuevo Régimen o Régimen Liberal. Su duración en el tiempo puede entenderse
como continua hasta la actualidad. Las características principales son:
1. En lo político:La democracia representativa a través del sufragio universal masculino,
para la integración de los poderes administrador y legislativo; constitución del Poder Judicial
con total independencia para la Administración de Justicia; el pluripartidismo para la promoción
de los cargos electivos en elecciones regulares, que garanticen a su vez la alternancia en el
ejercicio del poder.
2. En lo social:Plena vigencia y respeto irrestricto al ejercicio de las libertades individuales
consagradas en los Derechos Humanos Universales, conforme a las leyes que reglamenten su
ejercicio.
3. En lo económico: Respeto irrestricto a la propiedad privada y comunitaria con
inmueble o mueble, tanto en lo que se refiere a habitación, como así mismo a fuente o medio
de producción. Instauración del sistema de economía de Libre Mercado, a través del libre juego
de la oferta y la demanda. Tendencia predominante a la privatización de fuentes y medios de
producción con escasa o mínima intervención estatal, acotando ésta, exclusivamente a la
mediación en los conflictos que se generen entren los particulares.

Estado de bienestar:Se denomina Estado de Bienestar al conjunto de acciones y ejercicios


por parte del Estado (a través del Gobierno) en búsqueda de una mayor atención a la
redistribución y bienestar general de la población.
En ciencias sociales, el Estado de Bienestar se basa en el ejercicio de la función pública, es decir,
la intervención del estado en la economía y sociedad, para una mayor redistribución de la
riqueza que mejora las condiciones socioeconómicas y de salud de la población.
Con respecto a su implementación, naturalmente, la principal vía de redistribución de la riqueza
con la que cuentan los estados son los impuestos y tasas (política fiscal). A través de ello,
obtiene ingresos de la renta, patrimonio y actividades económicas con las que luego puede
desarrollar políticas públicas orientadas al interés general. De ahí que no toda la gente esté de
acuerdo con el estado de bienestar, ya que supone retirar fondos de algunos agentes para
invertirlos en otros, denominados clases pasivas.
Los pilares fundamentales se dan entre las medidas más habituales del estado de bienestar y
que aún hoy están presentes, podemos encontrar la gratuidad y universalidad de los servicios
de salud y educación, de alta calidad y a disposición de todas las personas que lo necesiten.
Desde el ámbito laboral, las prestaciones son una de las medidas principales, ya que los
subsidios a las personas que pierden el empleo o las pensiones de jubilación, invalidez y
orfandad son mecanismos que tratan de otorgar unos ingresos mínimos de subsistencia y
dignidad a aquellas personas que podrían quedar en la marginalidad.
Con el tiempo, el fortalecimiento de los estados ha ocasionado que el estado de bienestar
pueda extenderse más allá de lo anterior, como a ayudas a la vivienda, juventud, conciliación
laboral y familiar y subvenciones a la actividad económica.
Por otro lado, si quisiéramos determinar su origen podríamos decir que el concepto nace en el
siglo XIX en relación a las condiciones laborales y reivindicaciones de los trabajadores, y guarda
gran relación con los movimientos obreros, el establecimiento del liberalismo y nacimiento de
los partidos socialdemócratas.
Después de la II Guerra Mundial, los países occidentales implementaron un modelo Keynesiano
de economía mixta, a través de los cuales la población pudiera mejorar sus condiciones de vida
y crear una clase media que diera estabilidad a la economía y sus países.

PUNTO NUMERO 3

Formas de Estado: Se le atribuye lo relativo a la distribución de los órganos políticos capaces


de expresar la voluntad del Estado. Atribuyéndole a la forma de Estado lo referente a la
distribución espacial de esa voluntad. Según la evolución histórica, se da desde la época feudal
hasta el siglo XV, en el cual se estaba frente a un Estado patrimonial, ya que se confundía todo
el derecho público con el privado. El gobernante manejaba todo como si fuera de su propio
bolsillo. Todo dependía del rey, el patrimonio del Estado se confundía con el de su gobernante.
Con el tiempo, aparece el “Estado de policía”, en el que se separa el patrimonio del Estado del
patrimonio del de su gobierno. Igualmente, las razones del Estado las tiene el monarca, donde
“El Estado soy yo”. Por último, tenemos el “Estado moderno” donde se pasa de ser súbdito a ser
ciudadano. Esto se da luego de la Revolución Francesa. En definitiva, las formas de Estado se
pueden clasificar:
1) Según su distribución del poder:
a) Unitario:
b) Federal:
2) Según el funcionamiento del poder:
a) Democracia: Soberanía del pueblo, participando del pueblo en el gobierno por medio
del sufragio y el control que ejerce sobre lo obrado por el Estado. Gobierno del pueblo, por el
pueblo y para el pueblo.
b) Autocracia: Es el gobierno absoluto ejercido por una sola persona, cuya voluntad es la
suprema ley.
3) Según la filosofía política o los fines perseguidos:
a) Liberalismo: Pone al individuo sobre el Estado. Este interviene solo para conservar el
orden.
b) Socialismo: Entiende que la acción del Estado es fundamentalmente para el desarrollo
de la persona.
c) Nacionalismo: No participa del concepto de solidaridad universal.
4) Según la dimensión del poder político:
a) Soberanos:
b) Semisoberanos:
5) Según la capacidad para ser sujetos de derecho:
a) Estado persona:
b) Estado sin personería:
6) Según la especie de normas que expresan la voluntad comunitaria:
a) Estado legislativo:
b) Estado jurisdiccional:
c) Estado gubernativo:
d) Estado administrativo:

El federalismo: Es una doctrina política que busca que una entidad política u organización esté
formada por organismos (estados, asociaciones, agrupaciones, sindicatos, etc.) que se asocian
delegando algunas libertades o poderes propios a otro organismo superior, a quien pertenece la
soberanía (Estado federado o federación) y que conservan una cierta autonomía, ya que algunas
competencias les pertenecen exclusivamente. En otras palabras, es un sistema político en el
cual las funciones del gobierno están repartidas entre un grupo de Estados asociados, en primer
lugar, que luego delegan competencias a un Estado federal central.
Sus principales características son:
1- Constitución escrita: También conocida como carta magna y, una necesidad de las
democracias que forman federaciones para regular los principios por los que se regirá el
gobierno, pues si éstas tuvieran que actuar sin un cuerpo de leyes específico produciría
enfrentamientos.
2- División territorial: El federalismo está constituido por la división de poderes sobre la
base geográfica de cada territorio.
3- Descentralización: En un sistema federal existe tanto un gobierno central como
unidades de gobierno inferiores al central, tomando decisiones cada uno respecto a la provisión
de ciertos servicios públicos en sus respectivas jurisdicciones geográficas.
4- Suprema Corte de Justicia: Para contrarrestar la rigidez de la constitución escrita, se
requiere la acción judicial para que interprete dicha constitución y se puedan efectuar cambios
necesarios.

TEXTO VALLE
CAPITULO NUMERO 5 “ LA POLITICA ANTES DEL ESTADO”

Diez mil años de organización política.

La ciencia política se ocupará de recomponer una imagen de conjunto. In tentará dibujar


algunos modelos de organización o estructura, a los que se han acogido las diferentes
experiencias políticas que la historia registra. Así, podremos distinguir los rasgos propios del
Imperio egipcio de los de la polis griega. O los que separan a una monarquía absoluta de un
estado democrático.

¿Por qué cambian las estructuras políticas?


A lo largo de 10.000 años de experiencia política, los humanos se han organizado de maneras
diferentes; desde elementales mecanismos de arbitraje y de presión para resolver disputas
vecinales hasta la complejidad de las grandes organizaciones internacionales que se ocupan hoy
de gestionar los grandes conflictos planetarios y que implican a estados, empresas
transnacionales, movimientos sociales y medios de comunicación.
• El factor de cambio reside en el perfeccionamiento de la división social del trabajo, que se
produce en una comunidad de actores interdependientes. La especialización de tareas afecta
también a las funciones de control de los conflictos colectivos. Ello lleva a la aparición de nuevos
órganos y a su combinación en estructuras diferentes. Cuando más se avanza hacia esta
especialización de la función política, más se progresa en la definición de un ámbito en el que el
sujeto individual es actor político y, en cierto modo, se emancipa y se libera de una situación en
la que persis te la confusión entre dependencias económicas, culturales y políticas. Durkheim
inspiraría esta aproximación.
• El motor de la evolución de formas políticas es la modificación de la forma de organización
económica o modo de producción. Cada tipo de organización económica exige instrumentos
coactivos suficientes para asegurar una determinada distribución de los recursos producidos y
para legitimar dicha distribución desigual entre los miembros de la comunidad. Cuando se da un
desajuste entre las exigencias del modo de producción económica y el funcionamiento del
modo de dominación política se provoca una crisis o ruptura revolucionaria, de la que nace la
nueva forma política de organización. Esta visión rupturista del cambio en las formas históricas
puede asociarse a Marx.
• La transformación de las estructuras políticas puede imputarse también a la evolución de los
propios medios de dominación, que cambian en paralelo a los modos de producción económica.
Así, la racionalización del capitalismo se inspiraría y a su vez reforzaría la racionalización política:
ley escrita, burocracia especializada, unificación tributaria y legal, etcétera. En esta visión —que
se aprecia en Weber y Parsons—, la dinámica del cambio sería más adaptativa que rupturista o
revolucionaria.
• Finalmente, una cuarta perspectiva entiende que es la competición entre comunidades por el
control de los recursos naturales y, más adelante, el dominio de los flujos y rutas comerciales lo
que obliga a la puesta en marcha de un aparato militar. Para constituir se y mantenerse, este
aparato militar requiere, a su vez, de una estructura política adaptada a las condiciones
variables de la competición. La guerra y los modos de hacerla condicionan, pues, en buena
medida los cambios en las estructuras políticas. Un regusto darwinista se desprende de esta
visión, cuyos elementos se encuentran en autores como Gumplowicz y Spencen

Autonomía de la política y concentración de la coacción: dos criterios para la clasificación


Dos criterios: el grado de autonomía institucional que se otorga a la política y el modo en que la
coacción se distribuye en el seno de la comunidad.
Imaginemos una escala, sobre la cual vamos a situar diferentes formas de organización política.
Un extremo de la escala corresponde a una situación en la que la gestión de los conflictos
colectivos no se distingue de otras actividades colectivas. Puede afirmarse entonces que la
política no existe.
En el otro extremo de esta escala aparecen situaciones donde la gestión de los conflictos
sociales se desarrolla en un ámbito específico de la acción colectiva. Sobresalen agentes
especializados a los que se confía un papel singular en este ámbito político, regido por normas
estables y bien definidas. En este caso reconocemos claramente la existencia de un espacio
propio de la política, que se ajusta a instituciones y pautas específicas. Es decir, se da una
autonomía institucional de la política respecto de otras interacciones sociales. Entre estos dos
extremos de la escala —con fusión/disolución de la política, por un lado, y
autonomía/institucionalización, por otro— pueden ubicarse las diferentes organizaciones
políticas conocidas.
Por otra parte sabemos que la política incorpora como recurso esencial la capacidad de
coacción: la eficacia de su intervención al gestionar un conflicto depende de su capacidad de
obligar por la fuerza si es necesario
En un extremo de esta segunda escala se situarán las estructuráis políticas en las que la
capacidad de obligar a la fuerza es reclamada y ejercida por una pluralidad de actores, que se
arrogan el derecho a usar la fuerza cuando lo consideren necesario. En el otro extremo de la
escala se sitúan los sistemas políticos donde el recurso a la fuerza es exclusiva o monopolio de
un actor único, que ha conseguido hacerse con él mediante la acumulación de recursos
económicos, técnicos o ideológicos.

Una tipología ideal


Se trata de formas ideales, reconstruidas a partir de interpretaciones de la información histórica
disponible. Además, hay que reconocer de entrada que la selección de características y la
construcción de la tipología están determinadas por nuestra propia experiencia, centrada en
tor no al estado como estructura política dominante de los últimos siglos. Dicho de otra manera:
partiendo del estado que conocemos hemos ido construyendo los demás tipos. Señalemos las
características de cuatro de ellos.
1) sociedades tribales o prepolíticas se situarían en el punto cero de las dos dimensiones: la
política no presenta autonomía institucional ni la coacción está reservada a ningún agente
particular. Corresponde a la situación de tribus o agrupaciones de carácter nómada, que
hasta hace muy pocos años se mantenían al margen de las sociedades llamadas
«civilizadas» y de las que quedan pocos vestigios entre pobladores del África subsahariana,
la Amazonia, Nueva Guinea o las zonas árticas. Se trata de colectividades articuladas sobre
la base del parentesco, en las que las amenazas a la supervivencia del grupo son
neutralizadas por la acción colectiva y solidaria de todos sus miembros. De modo que si en
algún caso es necesaria la aplicación de la violencia, corresponde administrarla a todo el
colectivo. Son sociedades igualitarias en las que la conflictividad interna es escasa, porque
es demasiado evidente para todos sus miembros que sin cohesión no habrá supervivencia
para un grupo tan vulnerable. A veces se percibe la presencia de algún «jefe» o «líder»,
pero su posición no es de superioridad jerárquica permanente: se comporta en realidad
como portavoz intermitente que recuerda a los demás las necesidades y las obligaciones
colectivas, animándoles a hacerse cargo de ellas
2) la ciudad es la forma política que acompaña a la expansión de la agricultura y a la
sedentarización de las poblaciones que esta consolida y exige. Los pequeños asentamientos
preagricolas se convierten ahora en núcleos mas poblados a los que llamamos ciudades.
Esta revolución urbana se sitúa en MEDIO ORIENTE. La búsqueda de mejores condiciones
para los cultivos y la dependencia de su rendimiento aplazado reforzaran la tendencia al
asentamiento. En estos núcleos suelen concentrarse un deposito para los excedentes
agrícolas, un santuario dedicado a las divinidades protectoras, un mercado para el
intercambio y un palacio- guarnición para las necesidades defensivas del enclave. En estas
sociedades productoras de un excedente económico se ponen en marcha mecanismos de
acumulación y redistribución que exigen también actividades y reglas que hoy
denominamos políticas: es decir, las que han de regular los conflictos sobre aquella
acumulación y redistribución.
3) Imperio: en la cúspide de esta organización se sitúa una figura al que se atribuye el control
ultimo de la coacción y que se rodea de instrumentos de dominación, básicamente
integrados por ejércitos y burocracias de apoyo. En la gran variedad de experiencias
imperiales pueden distinguirse dos subtipos:
El primero —que puede calificarse como «clientelar-patrimonial»— es propio de los imperios
de conquista, cuyo núcleo de origen —el grupo conquistador— mantiene entre sí fuertes
vínculos personales. Su cultura es esencialmente militar y su objetivo es ofrecer protección a
las ciudades a cambio de sumisión y tributos, estableciendo una relación clientelar con las
autoridades de los pueblos dominados. Son organizaciones territorialmente poco definidas:
sus fronteras son móviles en función de los pueblos y ciudades incorporados al sistema
imperial y su centro es itinerante: donde está el líder, allí está el centro.
El segundo tipo puede calificarse como BUROCRATICO- TERRITORIAL. Aquí, el centro político
se propone una tarea de alcance universal, empeñada en integrar territorios y poblaciones
mediante su sujeción a pautas comunes. Se entiende que esta tentativa de integración afecta
sobre todo a las elites o grupos dominantes, puesto que los grupos sociales subordinados
siguen igualmente marginados. Para llevar a cabo esta tarea de colonización, el debe dotarse
no sólo de un aparato militar, sino también de un consistente aparato político-burocrático,
encargado de administrar comunicaciones y obras públicas desarrollar el derecho común y
gestionar el Tesoro público. En este modelo cabe incluir las formas políticas del Egipto
faraónico, de la Persia sasánida, de China, de la Roma imperial o del califato. Este segundo tipo
imperial difiere del anterior, tanto por una distinción más marca-’ da entre el ámbito de la
política y el de otros intercambios sociales.
Las poliarquías feudales constituyen también una experiencia histórica de organización
política, desarrollada con características específicas en determinadas zonas. En la doble
dimensión de nuestro gráfico, los feudalismos se sitúan en intensidades bajas, tanto en la
distinción entre política y economía, como en la concentración de la capacidad de coacción.
Desde el punto de vista de la estructura política nos interesa subrayar algunos rasgos que le
dan singularidad.
Se trata, en primer lugar, de un sistema con varios centros de poder de carácter
fundamentalmente militar, ligados entre sí por pactos de auxilio recíproco. Pese a reconocer la
preeminencia simbólica de un vértice, cada uno de estos centros cuenta con sus propios
instrumentos de coacción: fuerza armada, administración de justicia, imposición de tributos y
de todo tipo de cargas y peajes. De modo que la diferenciación entre ámbito económico y
ámbito político se diluye mucho más que en otras formas de dominación. Esta dominación
corresponde en exclusiva a una minoría, definida por su nacimiento y reforzada por sus
relaciones de parentesco.
En el feudalismo del Occidente europeo, la pluralidad de centros políticos coexiste con una
referencia simbólica común al cristianismo, que actúa como factor integrador. Por un doble
motivo: en primer lugar, porque el cristianismo es una doctrina de vocación universalista que
se predica sin discriminación entre etnias, géneros o condiciones sociales, aunque luego pueda
relegar a algunas de ellas a posiciones subalternas. En segundo lugar, porque el cristianismo
descansa en la única organización centralizada que sobrevive a la caída del Imperio romano,
con su red de comunidades locales vinculadas jerárquicamente a la Iglesia de Roma.

Las monarquías estamentales se configuran como un paso intermedio entre la estructura


feudal anterior y el estado absoluto que tomará forma más adelante. Se caracterizan por el
papel político otorgado a los estamentos o colectivos que cuentan con un reconocimiento
jurídico-social: nobleza hereditaria, representantes de los intereses comerciales de las
ciudades, algunos propietarios agrarios libres, jerarquías de la Iglesia.
El feudalismo comportaba una conexión política vertical y jerárquica. La ciudad, en cambio,
dibuja una relación de tipo horizontal entre vecinos que se agrupan en un colectivo. Las
ciudades —por separado o en coalición— entran en un juego hasta entonces reservado a los
señores feudales: a veces luchan contra ellos, a veces se alían con uno de los más fuertes —el
rey— para sus traerse al dominio del señor que tienen más cerca.
En la monarquía estamental se asiste a los primeros intentos de concentrar mayor capacidad
coactiva en el poder del rey, en detrimento de la posición ocupada por los señores feudales. En
este proceso se dan episodios de violenta confrontación provocados por las resistencias de
unos y el afán de imposición de otros, tal como nos revela la agitada historia de la Baja Edad
Media en muchos países europeos.

CAPITULO NUMERO 6 “EL ESTADO COMO ORGANIZACIÓN POLITICA”


Los rasgos esenciales del estado
Para definir al estado frente a otras formas políticas es necesario tener en cuenta el espacio
delimitado por las dos dimensiones a que aludíamos en el capítulo anterior.
En primer lugar, el estado delimita la política como un ámbito diferenciado respecto del
parentesco familiar, de la relación económica, de la creencia religiosa o de otras formas de
interacción social. Pero en el modelo estatal, la política crea y mantiene sus propios circuitos
de decisión. Una gran compañía multinacional puede ser determinante en la política de un
pequeño estado, pero éste mantiene sus instituciones y sus reglas por contaminadas que estén
por la influencia del actor económico.
En segundo lugar, el estado tiende a la máxima institucionalización de la relación política. En el
esta do, lo que otorga la capacidad de mandar y lo que fomenta la disposición a obedecer ya
no es la tradición. Tampoco son las características personales del que manda o del que
obedece. En la forma política estatal, lo que cuentan son las reglas que sitúan a unos en la
capacidad de tomar decisiones políticas y a otros en la obligación de acatar tales de cisiones.
Esta institucionalización conduce a la profesionalización de los agentes políticos en su sentido
más amplio: políticos y funcionarios.
En tercer lugar, el estado reivindica la exclusiva de la coacción. Para ello se dota de un doble
monopolio: en la producción del derecho y en la administración de la violencia física. En este
doble terreno no admite competencia de otros centros de poder, como ocurría en otras
formas políticas históricas: imperios, poliarquías feudales. Es cierto que el esta do puede
distribuir el ejercicio de estas facultades. Pero no renuncia al principio de que sólo al estado le
corresponden en última instancia.
Finalmente, el estado entiende que su capacidad de regulación de conflictos tiene como marco
de actuación un territorio claramente delimitado. La vinculación política tiene, sobre todo, una
base territorial. La frontera territorial se con vierte en una visualización de la forma política
estatal. En este aspecto se diferencia de las poliarquías feudales o de algunos imperios
clientelares, donde las fronteras territoriales eran menos importantes y mucho más
imprecisas.
Los rasgos que acabamos de enumerar son tendencias: el estado tiende a conquistarlos en su
máxima intensidad, aunque no todos los estados llegan a adquirirlos en el mismo grado. Todo
estado que se precie no dejará de afirmarlos y de luchar contra quienes se oponen a ellos.

¿Cuándo nace el estado?


Todas las formas de organización política se han ido gestando a lo largo de un proceso
prolongado, en el que han ido perfilándose las características del modelo.
Podemos agrupar estas condiciones en cuatro apartados:
• En el orden económico se consolida un comercio a larga distancia centra do en las ciudades,
que amplía el marco territorial de las transacciones mercantiles. Se hace cada vez más
necesario garantizar la seguridad de este tráfico y disponer de una instancia eficaz para regular
los conflictos que plantea.
• En el orden cultural e ideológico, el Renacimiento difunde una determinada visión del mundo
clásico y de sus organizaciones políticas: Atenas y el Imperio de Alejandro, la Roma republicana
y la Roma imperial. Contra la fragmentación de los poderes feudales se evoca la unidad política
que puede asegurar un poder político único y concentrado en un soberano absoluto, es decir,
desligado de los pactos feudales y de la tutela de la religión, que debe ponerse ahora al
servicio del monarca.
• Por lo que hace a la administración de la coacción, se va imponiendo una visión monopolista:
sólo al estado corresponde la producción de la ley y su aplicación. No es la tradición la que
hace la ley, aunque algunas normas sigan teniendo un origen tradicional. Pero, en todo caso,
corresponde al rey promulgarlas, interpretarlas y aplicarlas. Ello facilita la aparición de una
burocracia profesional entregada al servicio del estado y que no se recluta ya exclusivamente
entre la nobleza o el clero.
• En el ámbito de la violencia tiene lugar el paso de una fuerza armada temporal a una fuerza
permanente dotada con armas de fuego ligeras y pesadas. Esta nueva organización militar
requiere otras condiciones de financiación. Costear las nuevas tecnologías de la violencia sólo
es asequible a unos pocos con capacidad de imponer tributos sobre una base personal y
territorial más amplia. Por otro lado, la artillería hace vulnerables las defensas de los señores
feudales y de las ciudades: de este modo, señores y ciudades ven cómo se debilita su
capacidad de resistir a adversarios mejor dotados.

La construcción del estado equivale, pues, a un proceso gradual de expropiación de los medios
de dominación política: producción legal, administración de justicia, recaudación fiscal,
recursos militares, relación diplomática. Se trata de recursos que en las formas políticas
preestatales se hallaban dispersos entre diversos agentes y que ahora tenderán a ser confisca
dos por la autoridad del estado y atribuidos a su personificación: el soberano. Este proceso de
concentración por expropiación encuentra muchas resistencias: nadie se resigna a perder
situaciones de primacía o de privilegio. Genera conflictos, tanto legales, como diplomáticos y
militares

La legitimación del estado


Pero la hegemonía del estado no se basa únicamente en la dominación militar de un poder
central sobre otros poderes. Es también el triunfo de una determinada concepción ideológica,
capaz de justificar esta dominación centralizada. En las tensiones y conflictos que la
emergencia del esta do provoca jugarán un papel esencial los argumentos a favor de la nueva
forma de organización política.
• Nicolás Maquiavelo (1469-1527) observa y teoriza que las monarquías centralizadas y
unitarias son los modelos políticos de futuro. Frente a la dispersión feudal y a la injerencia del
Papado en la acción política, el escritor y diplomático florentino señala la importancia de
concentrar atribuciones en un Príncipe dotado de los instrumentos básicos para ejercer su
dominio.
• Jean Bodin fue testigo de las guerras de religión que asolaban la Europa de su tiempo y que,
de modo especial, dividieron a Francia entre católicos y hugonotes. A partir de esta experiencia
que puso en peli gro la misma subsistencia de la monarquía francesa, Bodin elaboró el
principio de la soberanía estatal. La comunidad sólo puede mantenerse integrada si cuenta con
«un poder absoluto y perpetuo», ilimitado y des ligado de toda condición. La existencia de este
poder soberano es la única garantía de cohesión que tiene una comunidad atravesada por
antagonismos y diferencias de todas clases. La aplicación de este poder soberano debe
confiarse a uno solo, porque la «naturaleza» así lo enseña: un solo Dios gobierna el mundo, un
único padre dirige la familia. La soberanía, por tanto, ya no se atribuye solamente a la
organización política estatal. En el seno de este estado se confiere al prín cipe único que lo
personifica y ejerce: el rey es, pues, el único soberano y el foco central de la monarquía
absoluta.
• Thomas Hobbes es también espectador de una turbulenta etapa histórica. La Inglaterra de
su tiempo padece casi un siglo de enfrentamientos entre los monarcas de la dinastía Estuardo
y la representación de nobles y ciudades que, desde el parlamento, sostienen la necesidad de
marcar límites a este poder monárquico. Hobbes había tomado partido por la monarquía
absolu ta, lo cual le acarreó persecución y exilio. La crueldad de la guerra civil, la anarquía
social que conlleva y la incertidumbre que despierta llevaron a Hobbes a la convicción de que
una comunidad política sólo tiene garantizada su seguridad y su conservación si sus miembros
renuncian a gobernarse a sí mismos en beneficio de un soberano. Este soberano ha de estar
dotado de fuerza irresistible para imponer su voluntad y, con ello, garantizar la seguridad de
todos sus súbditos frente a la amenaza que cada uno de ellos puede representar para los
demás.
Maquiavelo, Bodin y Hobbes contribuyeron, pues, de modo decisivo y sobresaliente a la
construcción teórica del estado: autonomía de lo político, importancia de la fuerza militar,
principio de la soberanía y poder absoluto en todos los ámbitos de la vida política. Con ello
dieron argumentos para reforzar la posición central del monarca, que personifica el estado
absoluto. Es cierto que esta posición no dejará de ser impugnada desde ángulos diferentes: los
beneficiarios de los privilegios tradicionales o la Iglesia.

La evolución del estado: una biografía


El estado ha experimentado transformaciones de importancia a lo largo de sus cinco siglos de
existencia. Una biografía del estado nos permite advertir de qué modo se han alterado algu
nos de sus rasgos. Entre los rasgos que registran diferencias podemos señalar:
• el vínculo entre el poder político y el individuo
• el estatuto reconocido a este individuo
• la creación del derecho
• la organización de las funciones políticas estatales
• la relación con el entorno económico y social
• las bases de su legitimación ideológica
La alteración de estos componentes comporta una sucesión de tipos de estado. Entre los siglos
XVI y XIX, cabe identificar dos grandes modelos —el estado absoluto y el estado liberal—, a los
que seguirán en el siglo XX el esta do socialista-soviético, el estado nazi y el estado
democrático-liberal.

El estado absoluto o el soberano sin limites


La primera versión del estado es la que identificamos como estado absoluto. Su perfil se dibuja
gradualmente en las monarquías del norte y oeste de Europa en las que el rey va consolidan
do su dominio supremo a costa de otros centros de poder e imponiéndose en las luchas
nobiliarias, guerras civiles y conflictos religiosos que se suceden entre los siglos XV y XVII
• La relación política básica es la que se establece entre el soberano y el súbdito. Estado y
monarquía acaban siendo una misma cosa, porque la soberanía del estado como forma de
organización política se confunde con el dominio supremo de un único titular del poder: el rey.

• Cada individuo tiene un campo de actuación definido por los privilegios reales. Se trata de
concesiones que el monarca absoluto otorga a particulares, a gremios, a ciudades, etc. Es
cierto que los individuos y los colectivos pueden invocar privilegios y concesiones históricas
ante la autoridad del rey. Pero no dejan de ser fueros o exenciones singulares cuya fuerza se
ampara justamente en una concesión real y no en otro título o razón.
• Por su parte, el derecho es expresión de la voluntad del rey como soberano: «Lo que place al
rey, tiene fuerza de ley.» Se señala así la desvinculación del imperativo le gal de otras fuentes.
El monopolio jurídico que el estado reclama frente a otras instancias es ejercido directamente
por el monarca.
• En esta misma dinámica, todas las funciones políticas son asumidas también por la
monarquía. La concentración de poder en el soberano puede ser compatible con la delegación
o cesión de estas funciones en otras autoridades. Pero estas autoridades ejercen su
competencia como meros vicarios o representan tes del monarca.
• El estado absoluto se ocupa de la economía y, especialmente, del tráfico mercantil. Otorga
monopolios, patentes y privilegios para producir determinados bienes y comerciar con ellos:
son concesiones que benefician a gremios, compañías o individuos. A la vez, el soberano regula
precios y retribuciones en algunos sectores de la actividad productiva. Lo que se conoce como
«mercantilismo» en la historia de las ideas económicas re fleja la convicción de que el
soberano político debe asegurar la riqueza colectiva y, con este fin, debe intervenir en las
relaciones económicas in ternas y externas que los particulares establecen.
• No corresponde al estado velar por el bienestar material de la población. Es función de la
Iglesia y de sus organizaciones ejercer la beneficencia en pro de los más desfavorecidos.
También el rey puede atender a las necesidades de sus súbditos, pero como muestra de su
caridad y generosidad personal, no como obligación política que se desprenda de su posición.
• El fundamento ideológico del Estado absoluto se encuentra en los autores que perciben las
transformaciones de los sistemas feudales y estamentales, contribuyendo a la elaboración de
una primera teoría del estado: Maquiavelo, Bodino, Hobbes.

El estado liberal: la aparición del ciudadano


En el mismo siglo XVII, la guerra civil en Inglaterra y la independencia de los Países Bajos
habían revelado ya las resistencias al estado absoluto de algunos sectores sociales que
pretendían una mayor intervención en las decisiones políticas. El poder absoluto desligado de
cualquier atadura era difícil de aceptar para ciertos grupos inspirados en las convicciones
religiosas de la Reforma protestante que subrayaban la autonomía de la conciencia individual
frente a injerencias externas. Y también lo era para los acto res sociales que no querían que
sus propiedades y sus intereses económicos estuvieran desamparados frente a las
intervenciones arbitrarías del poder político.
• En el estado liberal, la relación política principal no se establece ya entre un soberano
omnipotente y un súbdito sumiso. Ante el poder estatal apa rece ahora la figura del ciudadano,
como sujeto protegido, vigilante y dispuesto a intervenir en la vida política.

• La posición de este ciudadano no depende ni de su origen familiar, ni de los privilegios


concedidos por el soberano. Lo que en principio le protege de una intervención desmesurada
del poder es la existencia de unos derechos fundamentales, que el propio poder debe
respetar: derecho a la vida, a la integridad física, a la libertad de conciencia y a la propiedad

• A esta defensa deben dedicarse las leyes. La producción de estas leyes sigue siendo
monopolio estatal. La racionalidad ha de presidir la deliberación ciudadana y ha de permitir
también que todo el aparato legal pueda ordenarse de forma sistemática, por escrito y con
publicidad: en la constitución y en los códigos.
• El derecho, por tanto, también obliga y compromete al poder estatal, que no es ilimitado ni
absoluto ni se sitúa por encima o al margen del derecho. El estado es ahora «estado de
derecho»: hace el derecho, pero también se somete al derecho. De esta manera, la
constitución y las demás leyes son autolimitaciones que se imponen, tanto los ciudadanos
como las autoridades que los representan.
• Garantía de esta limitación es la llamada separación de funciones estatales o división de
poderes. Las principales funciones estatales ya no se con centran en manos del monarca, sino
que se atribuyen a diferentes titula res, con el fin de que se compensen y equilibren. En su
primera etapa, el estado liberal define una división de poderes entre el rey y un parlamento
elegido: de ambas instituciones dependen los demás órganos del estado. El parlamento se
constituye en representante de los intereses sociales.
• ¿Qué papel juega el estado liberal en su contexto económico y social? En el contexto del
capitalismo competitivo en que se sitúa se rechaza como interferencia molesta el activismo
estatal y se confina únicamente en la competencia libre y espontánea del mercado para
aumentar la riqueza disponible y distribuirla de la mejor manera posible. Por tanto, el único
papel reservado al estado liberal es el de actuar como un guardián o gen darme que hace la
ronda de vigilancia por la plaza pública: el «estado- gendarme» sólo debe intervenir cuando ve
amenazado el funcionamiento del mercado o cuando alguien incumple el contrato pactado.
• Esta visión ignora las desigualdades de hecho con que se accede al intercambio mercantil y
las consecuencias desfavorables de este intercambio para una parte de la población. Sólo se
admiten acciones paliativas de los efectos más negativos del sistema económico; pobreza,
enfermedad. Es tas acciones paliativas corresponden a la caridad privada o a establecimientos
de beneficencia religiosa, que en algunos países fueron nacionalizados por el estado.
•¿Sobre qué referencias ideológicas se construye el estado liberal? Su inspiración se encuentra
en autores como Locke —tolerancia, derechos naturales, gobierno representativo—,
Montesquieu —división de poderes—, Rousseau —ley como expresión de la voluntad general
— o Kant —el derecho como garantía de la libertad y el estado como garantía del derecho.

La política de masas y la crisis del estado liberal


El liberalismo concebía la comunidad como una asociación de propietarios: el orden político
liberal se basaba en el respeto a la propiedad privada, fundamento de la independencia de los
individuos. El estado, por tanto, debía garantizar el derecho de propiedad y, con ella, la
libertad de sus transacciones. No debía inmiscuirse en estas transacciones ni promover
alteración alguna en el orden económico y social. Pero esta visión no se correspondía con la
realidad de las sociedades más desarrolladas del momento. Veamos por qué motivos.
• En primer lugar, el desarrollo técnico y económico alteraba este panorama ideal. El mismo
éxito del capitalismo llevaba a la concentración de la propiedad y de la influencia económica.
Con ello, las desigualdades entre los actores se agudizaban. Los efectos negativos de la
explotación eco nómica se hacían más insoportables y evidentes en las nuevas
concentraciones urbanas, donde estallaban movimientos de protesta social. El equilibrio
armónico atribuido al libre juego del mercado se presentaba en la práctica como un resultado
dudoso: las crisis cíclicas de la economía capitalista comportaban desempleo masivo, bajos
salarios y marginación social.
• Al mismo tiempo, la afirmación de una teórica igualdad entre todos los miembros de la
comunidad había puesto en marcha una dinámica de considerable fuerza política. En virtud de
esta afirmación igualitaria se hacía inadmisible para muchos que la actividad política estuviera
reservada a una minoría social.
• En este nuevo contexto, la separación equilibrada de poderes entre la monarquía y el
parlamento entró en crisis. La monarquía cedió gradual mente el control del gobierno y quedó
relegada a funciones simbólicas. Por su parte, el parlamento era visto como el coto cerrado de
las elites socioeconómicas y perdía capacidad para obtener un consenso social suficiente. No
era infrecuente, además, que el estado liberal tuviera que echar mano de la corrupción y el
fraude electoral o de su capacidad represiva para controlar a los sectores ciudadanos que no
se conformaban con el status quo político y social.
La llamada política de masas dio origen a las nuevas versiones del estado que sucedieron al
modelo liberal y pusieron otra vez en primer plano una distinción clásica: la diferencia entre
democracia y monocracia, que examinamos en el capítulo siguiente.

CAPITULO NUMERO 10 “ LOS ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL ESTADO:


POBLACION, TERRITORIO, SOBERANIA”
Los elementos básicos de la arquitectura estatal
Estos tres elementos plantean una serie de interrogantes mayores. La tendencia a identificar la
comunidad humaina con la categoría de nación, el alcance del dominio territorial estatal y los
límites del derecho a utilizar la fuerza siguen siendo cuestiones controvertidas, tanto en el
terreno de la teoría política como en el de la práctica

Una población identificada


A diferencia de lo que ocurre en una ciudad, los «ciudadanos del estado» no son todos los que
viven en su territorio: están excluidos de esta condición los extranjeros, sin tener en cuenta los
años que llevan en el país. Por otra parte, hay también ciudadanos que no son habitantes,
porque residen habitualmente fuera del territorio estatal. Ello se explica porque es el estado el
que establece lo que hace a un individuo miembro de la comunidad.
Los miembros de la comunidad estatal se distinguen por gozar de ciertos derechos y estar
sujetos a determinadas obligaciones. Esta comunidad de derechos y deberes define a los
ciudadanos de un estado, frente a los extranjeros que pertenecen a otra entidad estatal. Sin
embargo, en una época de fáciles comunicaciones y grandes migraciones esta distinción entre
ciudadanos y extranjeros va perdiendo nitidez. Los extranjeros están sometidos a obligaciones
del estado en que residen, a veces desde hace muchos años: en materia fiscal, en materia
laboral, en materia penal, etc.
La pertenencia a un estado equivale a disfrutar de un estatuto o posición que comparten todos
los miembros de la comunidad política. Este estatuto de ciudadanía es calificado a menudo
como «nacionalidad». Esta relación entre ciudadanía y nacionalidad se explica por el hecho de
que —desde hace doscientos años— estado y nación aparecen como conceptos vinculados a
veces en armonía y a veces en conflicto.

Construyendo naciones y fabricando estados


Este uso político del término es, pues, posterior a la aparición del mismo estado. Sin embargo y
pese a su divulgación, el concepto de nación y su contenido han sido motivo de discrepancias
teóricas y de conflictos políticos que han llegado hasta hoy.
Dos son los contenidos que se han atribuido al concepto de nación.
• Para una tradición de origen francés, la nación está constituida por todos aquellos que
manifiestan —directa o indirectamente— la voluntad de convivir en una misma comunidad
política, al margen y por encima de diferencias religiosas, culturales, lingüísticas o étnicas. Por
esta razón, se afirma que la nación equivale a «un plebiscito cotidiano» en el que se manifiesta
este deseo colectivo de vivir en común. La nación tiene, pues, un fundamento sujetivo en la
voluntad política de sus miembros, que se afirman sobre todo contra la monarquía absoluta:
es la nación que se levanta frente al rey absoluto.
• Para la tradición de origen germánico, la nación tiene en cambio un fundamento sustantivo.
Incluso sin tener conciencia de ello, quienes participan de determinados rasgos constituirían
una nación, porque estos elementos objetivos son la expresión de un «espíritu o alma
colectiva». Para esta visión, la fuerza de este espíritu es tal que quienes participan de aquellas
características pueden ser nación, casi sin saberlo ni quererlo. Aquí no es ya la nación frente al
monarca absoluto: es la nación frente a «otras» naciones.

Se distinguen dos procesos diferentes: en el primero el estado precede a la conciencia de


nación mientras que en el segundo es la nación la que conduce hacia el estado.
• Allí donde el estado se constituyó antes de que la política echara mano del concepto de
nación fueron los poderes estatales los que impulsaron la construcción de la nación como una
«comunidad imaginaria, a la que se adjudicaban determinados atributos diferenciadores. Entre
estos atributos se seleccionaban determinadas características étnicas, una lengua, unos
valores religiosos o laicos, unas tradiciones folclóricas y culturales, etc.
• En otras situaciones, en cambio, la comunidad nacional ha precedido a la existencia del
estado. La movilización de un colectivo en tomo a determinadas señas compartidas de
identidad se convierte en algún momento en reivindicación de personalidad política. Esta
aspiración se expresa en dos afirmaciones de carácter político-jurídico: el principio de las
nacionalidades —formulado por los líderes nacionalistas Mazzini y Mancini durante la lucha
por la unificación italiana proclamado por el presiden te norteamericano. De este proceso
nacieron como unidades estatales Italia y Alemania en el último tercio del siglo XDC y los
estados centroeuropeos surgidos de la desintegración del Imperio austro-húngaro a partir de
1918.
En el primer caso , la consigna implícita es que «cada estado debe contar con su propia
nación». Predomi na, por tanto, el esfuerzo por construir la nación a partir de los
instrumentos estatales con que cuentan el grupo o los grupos hegemónicos. En el segundo
caso se trata de que «cada nación consiga su propio esta do». Por ello se persigue la
constitución de un estado propio y de sus instituciones, a partir de la capacidad de
movilización que poseen los grupos dinamizadores del sentimiento de identidad nacional.
Lo importante es constatar en ambos casos que ni la nación ni el estado son realidades
naturales o predeterminadas. No cabe contraponer una «nación natural» a un «estado
artificial». Tanto la nación como el estado son entidades «artificiales», es decir, construidas por
la acción humana a lo largo de la historia. En política, como se señaló ya, todo es creación
humana y nada corresponde a la naturaleza física. Este carácter artificial de la nación no le
resta importancia política, porque la conciencia de pertenencia a un grupo sigue siendo un
importante recurso de movilización de energías sociales a favor o en contra de determinadas
estrategias políticas.

El difícil ajuste entre estados y naciones


Un examen del mapa mundial nos muestra la existencia de situaciones diversas, cada una de
ellas generada por una dinámica histórica particular.
• En muy pocas ocasiones se da una correspondencia exacta entre una entidad estatal única y
una sola identidad nacional, asumida por toda la población. Hay que reconocer que son
excepcionales los estados que pueden exhibir esta correspondencia: Portugal, Islandia,
Uruguay, Suecia o el Japón se contarían entre ellos.
• En la mayoría de los casos, la población de un mismo estado expresa adhesión a identidades
colectivas diferentes. Ello ha permitido hablar de esta dos plurinacionales, que contienen una
diversidad de comunidades diferenciadas por rasgos culturales, étnicos o religiosos distintos
• Finalmente, puede darse la situación de identidades nacionales que son asumidas por toda
la población de más de un estado.
El ajuste entre organizaciones estatales e identidades nacionales es fuente de conflictos
políticos. El conflicto puede desencadenarse cuando se extrema el proceso de
homogeneización de la identidad nacional, ignorando la diversidad existente. Pero también se
genera conflicto cuan do el sentimiento de pertenencia a una comunidad nacional se
transforma en proyecto político propio, al margen del estado que la contiene.
Los factores que los han propiciado podrían sintetizarse del modo siguiente:
• La descolonización de las antiguas posesiones europeas en África, Asia y Oceanía, después de
la Segunda Guerra Mundial. Este proceso de descolonización dio lugar a la creación de
entidades políticas que no se sustentaban sobre una sola identidad nacional compartida, con
dificultades para integrar a su población en un mismo proyecto político.
• La desintegración de la URSS, a partir de 1989. Esta generó o reabrió procesos de ajuste
entre los estados y sus poblaciones en Europa central y oriental, en el seno de la propia Rusia y
en sus territorios de Asia central.
• La llamada globalización económica, cultural y estratégica, que en realidad vehicula un
modelo único. Esta globalización ha suscitado sentimientos de afirmación de la diferencia y del
sentimiento de identidad, ante la amenaza de desaparición de algunos de los rasgos propios de
cada grupo. Al mismo tiempo y paradójicamente, los nuevos instrumentos de comunicación y
de relación permiten a estas comunidades asumir con más eficacia algunas capacidades
políticas que la centralización estatal había acaparado. Esta dinámica se manifiesta en viejos
estados europeos, sometidos ahora a procesos de descentralización itnerna
• Las migraciones de masas, facilitadas por los actuales medios de trans porte y estimuladas
por la internacionalización de la economía. La relativa cohesión de las poblaciones de algunos
estados se ve ahora modificada por la presencia de poblaciones inmigradas con idiomas,
hábitos y religiones diferentes. Se trata de poblaciones diferencia das, con voluntad de
permanencia en su lugar de arribada y no de retorno a su país de origen. Su encaje social y
político plantea nuevos desafiaos a la adecuación entre entidades estatales e identidades
colectivas, expresados en las polémicas sobre ciudadanía y multiculturalismo.

¿estados nacionales o estados laicos?

En la actualidad la mayor conciencia de diversidad que experimentan las poblaciones de un


mismo estado está llevando a otras interpretaciones de la relación entre estados y naciones.
• Una primera interpretación subraya que la relación entre el estado y su población debe
fundarse en una comunidad de derechos y deberes de ciudadanía. Esta comunidad de
derechos y deberes ha de superar las crecientes diferencias de carácter lingüístico, cultural,
étnico u otras, que se dan entre miembros de una misma población estatal. Por tanto, no
puede pedirse a la población una identificación con un modelo único de usos culturales,
religiosos, lingüísticos, folclóricos, etc. La única lealtad compartida es la que debe prestarse al
estado como garante de unos mismos de hechos y deberes para todos. El estado debería
ignorar las identidades nacionales y hacerse «laico» en materia nacional, del mismo modo que
ignora hoy las creencias de cada uno y ha llegado a hacerse laico en materia religiosa.
• Una segunda línea constata que el estado está perdiendo su condición de escenario político
principal y afirma la pluralidad de las identidades «postestatales». Desde este punto de vista,
la relación de la población con su estado va equiparándose en importancia a otras identidades:
la que surge de la relación que un individuo mantiene con la ciudad en que vive, con el marco
supraestatal en que se integra, con la comunidad de religión a la que se adhiere, con el ámbito
lingüístico en que se comunica, con el grupo gene racional al que pertenece, etc. La visión
tradicional de la nación-estado exigía una lealtad exclusiva y preferente de cada sujeto a una
determina da comunidad estatal, una lealtad que se imponía jerárquicamente por encima de
otras identidades. En cambio, en una nueva visión pluralista de las identidades «postestatales»
se harían compatibles lealtades de dis tinto tipo que no entrarían en conflicto con la
vinculación estatal, pero que tampoco estarían subordinadas a ella.
La asociación automática entre estado y nación seguirá siendo utilizada para movilizar energías
políticas. En algunos casos, para dar legitimidad al poder estatal, como ocurre con los llamados
«nacionalismos de estado»; en otros, para erosionar dicha legitimidad, como sucede con los
«nacionalismos sin estado» que apelan a identidades nacionales diferentes de la dominante en
un mismo estado y aspiran a dotarse de estado propio.

Un espacio delimitado

En contraste con estas formas políticas anteriores, el estado se ha caracterizado por delimitar
claramente el espacio de su actuación: marca un ámbito físico mediante el trazado de
fronteras. Es en este ámbito en el que el estado se sitúa y pretende actuar con pretensiones de
exclusividad. La expansión de la forma estatal ha lleva do a que todo el planeta esté hoy
dividido en territorios estatales. No hay territorio que no esté controlado por un estado, con
una sola excepción.
• Este dominio estatal afecta tanto a la superficie como al subsuelo. Comprende también las
aguas interiores. Sólo escapan a este control las llamadas aguas internacionales y el espacio
estratosférico, que queda abierto a todos los estados para usos no militares.
• La delimitación del espacio estatal ha sido un asunto conflictivo. Se han justificado a menudo
las fronteras en función de los llamados «accidentes naturales o en base a medidas geográficas
Pero esta justificación de los límites estatales oculta razones políticas. Lo revela el hecho de
que un río puede constituir en algún caso una frontera y en otros un vínculo de unión entre
todos los pueblos de su cuenca.
• La importancia del factor espacio ha sido decisiva en la consolidación del sistema de estados.
En las monarquías preestatales de carácter patrimonial, el territorio quedaba sujeto a la libre
disposición de los monarcas: lo dividían en sus testamentos, lo intercambiaban en sus pactos o
lo concedían en dote en el matrimonio de sus hijos. En cambio, el estado hace del territorio un
elemento constitutivo e inalienable: no es, en principio, susceptible de per muta, venta o
cesión como si se tratara de un patrimonio privado. Desde el estado, se entiende que la
seguridad militar y la capacidad económica de la comunidad depende de un control efectivo
sobre un territorio delimitado.
• Las guerras entre estados han sido el agente principal de las modificaciones territoriales: los
perdedores se ven obligados a aceptar una modificación de sus fronteras en beneficios de los
vencedores.
La capacidad de coacción: el principio de la soberanía

El tercer elemento constitutivo que caracteriza al estado es la capacidad exclusiva de tomar


decisiones vin culantes para esta población y en el marco de aquel territorio. La soberanía es,
pues, la cualidad que dota a la entidad estatal de un poder originario, no de pendiente ni
interna ni externamente de otra autoridad, confiriéndole un derecho indiscutido a usar la
violencia.
En su vertiente interna, se entiende que el estado es soberano —es «superior»— porque, en
principio, puede y debe imponerse a cualquier otra fuente de autoridad: civil, eclesiástica,
económica, etc. Este poder se traduce en el monopolio del derecho y de la violencia que el
estado se atribuye frente a otros actores, tal como vimos al examinar las características que
diferencian a la forma estatal de otras formas de organización política.
Al mismo tiempo, en su vertiente extrema, el estado en cuanto soberano no admite el dominio
de otra autoridad ajena: el Imperio, el Papado o cualquiera otra entidad política exterior. Por
esta razón, la soberanía iguala sobre el papel a todos los estados: en sus relaciones recíprocas
y en el control de sus territorios respectivos. En principio, Etiopía, Ecuador, España y Estados
Unidos se hallan en pie de igualdad como estados soberanos.
Sin embargo, el concepto de la soberanía estatal ha sido también uno de los más discutidos y,
según algún autor, uno de los que más confusión ha producido en la política y en el derecho.
Son varias las razones de esta confusión.
• En primer lugar y en su dimensión exterior, es fácil comprobar la existen cia de restricciones
que se imponen desde fuera a la acción del estado. Es tas restricciones corrigen la idea original
de la soberanía como un poder insuperable e ilimitado. Tales límites pueden atribuirse, en
ocasiones, a una aceptación voluntaria del propio estado, cuando se sujeta a tratados
internacionales o se incorpora a organizaciones internacionales y se somete a sus reglas.
Igualmente, el ingreso en la Unión Europea ha representado para sus miembros la renuncia a
la capacidad estatal de regular determinadas actividades económicas y comerciales, llegando a
la renuncia de la moneda propia a favor del euro como moneda única.
• Pero la reducción de la soberanía se produce también de facto cuando otros poderes
externos son capaces de modificar las políticas de un esta do pretendidamente soberano, ya
sea mediante la violencia armada o su amenaza, ya sea mediante la presión económica o
mediática. La forma más directa de limitación es la intervención que en un territorio estatal
llevan a cabo otros estados o una organización internacional.

• Finalmente, el concepto de soberanía también plantea problemas cuando se examina la


aplicación del poder político en el propio territorio estatal. En un mismo territorio, es cada vez
más frecuente la coincidencia entre autoridades con diferentes ámbitos de competencia:
locales, regionales, estatales, de alcance general y de alcance especializado. La noción de
soberanía había nacido con los estados absolutos, que pugnaban por con centrar y centralizar
el poder político disperso de los feudalismos. En cambio, cuando el poder político se distribuye
en los estados federales, se hace más difícil señalar dónde reside o a quién debe atribuirse la
soberanía como poder originario, ilimitado y concentrado.
En conclusión, pues, cabe señalar que una visión tradicional de la polí tica sigue considerando
la soberanía como componente esencial del estado. En los debates legales y en las polémicas
políticas abundan las referencias a esta característica del poder estatal. Pero también es cierto
que un examen realista de las manifestaciones del poder político en el mundo actual —tanto
entre estados, como en el seno de un mismo estado— nos descubre la interdependencia que
se da hoy entre entidades políticas: cada vez aparece más debilitada la capacidad del estado
para producir decisiones coactivas sin límite interno ni interferencia exterior.

CAPITULO NUMERO 12 “ LA DISTRIBUCION TERRIOTRIAL DEL PODER: ESTADOS


UNITARIOS Y ESTADOS COMPUESTOS”

Los estados unitarios


En estados de extensión muy reducida, el poder estatal actúa en exclu siva sobre la totcilidad
del territorio. Pero en la mayoría de los casos, cuando una misma organización estatal abarca
territorios y poblaciones de mayor magnitud, la acción del poder tiene en cuenta la existencia
de ámbitos territoriales subestatales.
Esta conexión entre poder político organizado y territorio ha dado lugar a la configuración de
diferentes modelos de estado, según el grado de dispersión o concentración que presenta el
ejercicio del poder. Un intento de simplificación permite distinguir dos grandes tipos ideales:
estados unitarios y estados compuestos. A su vez, en cada uno de ellos se dan variantes que se
adaptan a realidades históricas diferentes.
• En el estado unitario, el poder político reside en un único centro, desde el cual se proyecta
sobre todo el territorio. Para su ejercicio más eficaz, este poder central puede delegar
competencias y distribuir recursos entre instituciones que se ocupan de gobernar
demarcaciones subestatales: municipios, comarcas, condados, provincias, departamentos,
regiones. Pero el dato importante es que estas competencias pueden ser revocadas por el
centro mediante decisión unilateral. Los recursos que controlan —materia les, financieros,
personales— dependen también de la voluntad del centro político, que los cede o transfiere a
su arbitrio.
• Los estados liberales tendieron inicialmente a adoptar este modelo unitario, uniforme y
centralizado para asegurar la igualdad de trato de todos los ciudadanos y con el fin de no
discriminar entre ciudadanos por razón de su lugar de residencia. Cuando se habla de modelo
jacobino de estado para referirse a esta orientación se está aludiendo a una versión extrema
de esta centralización.
• Con todo, los estados unitarios han albergado desde siempre entidades políticas locales: son
las entidades que constituyen lo que se denomina gobierno o administración locales. En estas
entidades políticas subestatales existe un órgano elegido encargado de desarrollar las
funciones políticas que la ley estatal les tiene atribuidas. Ya hemos señalado que estas
funciones pueden ser más o menos extensas, según la tradición política de cada sociedad: en
algunas de ellas. Pero estas funciones están siempre definidas por el estado, tuteladas por las
autoridades del estado y financiadas con recursos que, en gran parte, provienen de una
dotación o subvención estatal.
• Con todo, la emergencia de necesidades sociales más complejas —en materia de educación,
sanidad, ordenación territorial, promoción económica, servicios sociales, etc.— y la dificultad
de satisfacerlas siguiendo un patrón uniforme para todo el territorio ha llevado a muchos
estados unitarios con temporáneos a moderar el centralismo de sus orígenes y a buscar
fórmulas de cooperación interterritorial y de descentralización. Este nuevo equilibrio centro-
periferia en el seno del propio estado unitario no quita que la titularidad última del poder
político corresponda de modo pleno a las instituciones centrales del estado, desde las que se
decide el ámbito de actuación permitido a las instituciones locales o territoriales.

Los estados compuestos: federación y autonomía


Por su parte, lo que distingue a los estados compuestos es que el poder político se reparte
originariamente entre instituciones que controlan ámbitos territoriales diferentes. Hay, pues,
un acuerdo político de partida para compartir poder —y no sólo delegarlo— entre niveles de
gobierno, sin que un centro político único pueda imponerse a los demás actores institucionales
en todos los campos de intervención. En lugar del principio de jerarquía vertical propio de los
estados unitarios, predomina en este modelo el principio de coordinación horizontal entre
instituciones. A este modelo se ajustan las federaciones o estados federales.

Las federaciones o estados federales constituyen el caso más frecuente de estado compuesto,
agrupando entidades políticas que reciben nombres diferentes. Pero hay que advertir, ante
todo, que bajo el rótulo de federación o estado federal se incluyen configuraciones muy
dispares y prácticas muy diferentes. No existe un único modelo federal. Sin embargo, si
tomamos como referencia el federalismo de Esta dos Unidos o de Suiza, las principales
características de un estado federal serían las siguientes:
— Una distribución constitucional de competencias que especifica de modo estricto las que
corresponden a la federación y deja para los estados o cantones federados todas las demás. En
principio, se trata de señalar que las competencias de la federación son excepciones contadas
y bien establecidas: todo lo que no se confía a la federación se presupone competencia de las
entidades federadas que no han renunciado a ella.
— En esta distribución de competencias ocupa un papel relevante el re parto de la capacidad
tributaria, señalando cómo se distribuye entre la federación y los estados el derecho a
imponer tributos y el rendimiento de los mismos.
— La existencia de instituciones federales en cuya composición y actividad intervienen de
alguna manera los estados o entidades federadas.
— La existencia de una constitución propia en cada uno de los estados o entidades federadas,
en la que se precisan las instituciones de gobierno de cada una de ellas.
— El establecimiento de un tribunal central o federal con atribuciones para decidir sobre los
conflictos que enfrenten a la federación con los estados o a los estados entre sí.

¿Cuál es el origen de las federaciones y cómo han evolucionado? Tres factores principales
pueden influir en la construcción de un estado federal. En primer lugar, la voluntad de integrar
en una unidad política única a entidades previamente existentes, poniendo en común recursos
y competencias que aseguren mejor su viabilidad frente a desafíos exteriores. En otros casos,
la construcción del estado federal trata de organizar en una sola unidad estatal a un conjunto
de territorios diversos unidos por la dependencia colonial de una misma metrópoli.
Finalmente, la federación puede nacer de la voluntad política de dispersar un poder
excesivamente concentrado y dar respuesta a la diversidad territorial, cultural o religiosa de un
estado unitario.
Por lo que hace a su evolución, en los estados federales más consolida dos la dinámica política
ha conducido a intensificar la cooperación entre la federación y las entidades federadas, con el
fin de hacer frente a problemas colectivos que ya no son solubles con la sola intervención de
un único nivel territorial: grandes infraestructuras, asistencia sanitaria pública o conservación
medioambiental exigen la aportación de recursos de todo tipo y la coordinación de políticas,
tanto en su fase de elaboración como en la de aplicación. Esta evolución de los estados
federales se ha producido en paralelo a la que han seguido algunos estados unitarios
tradicionales.
Junto al modelo federal se dan otras variantes del estado compuesto. Se sitúan a medio
camino entre la federación y el estado unitario descentralizado. Sobre la base de acuerdos
políticos que implican a las poblaciones afectadas se confieren poderes y recursos a las
instituciones de determinados territorios subestatales: las diecisiete comunidades autónomas
en España o Escocia, Gales e Irlanda del Norte en Gran Bretaña. Al mismo tiempo se les
confiere la capacidad de imponer o modificar tributos en sus respectivos territorios. Pero, a
diferencia de los estados federales en los que las competencias atribuidas a las entidades
subestatales son la regla y las competencias de la federación son la excepción, en este modelo
se intentan delimitar las competencias asignadas a las entidades subestatales, las
competencias reservadas al estado e incluso en algún caso una relación de competencias
compartidas.

Las confederaciones
Hay también dispersión de poder político en las confederaciones. Pero no pueden ser
consideradas un tipo de estado. Las confederaciones constituyen agrupaciones de estados
previamente existentes que deciden actuar de manera mancomunada en materias políticas
determinadas. Cualquier decisión confederal debe contar siempre con la conformidad
unánime de todos los estados miembros. Esta unanimidad equivale a un reconocimiento del
derecho de veto para cada uno de ellos, porque la decisión no progresa si no se da dicha
unanimidad. El órgano máximo de gobierno de la confederación reúne a representantes de
cada estado, que actúan como embajadores de sus respectivos gobiernos

La confederación no suele disponer de mecanismos capaces de obligar a un estado miembro


que se niega a respetar una decisión adoptada: la única reacción posible es la expulsión del
miembro desobediente.
Todo ello hace que las confederaciones históricas hayan sido poco estables. Se han disgregado
cuando la conciliación entre intereses estatales e intereses confederales no ha sido posible. En
otros casos, las confederaciones se han convertido únicamente en una etapa de paso para
avanzar hacia un mayor grado de integración, adoptando generalmente el modelo federal.
Tal vez la entidad política más próxima al modelo confederal sea actual mente la Unión
Europea. Los estados que la integran han cedido a la Unión la definición de políticas
importantes en materia de moneda, comercio interior y exterior, agricultura, cooperación
judicial y policial, inmigración y seguridad fronteriza, etc. Los acuerdos del Parlamento Euro
peo, del Consejo de Ministros y de la Comisión obligan a los estados miembros y su tribunal de
justicia dicta sentencias que deben ser acata das por ellos.

Hacia una distribución multinivel del poder

• La adopción de uno u otro de los modelos y su evolución suele justificar se en base a dos
tipos de argumentos: funcionales y simbólicos. Por un lado, se esgrimen razones de carácter
funcional, aduciendo las ventajas prácticas que una comunidad política obtiene según se
estructure de acuerdo con un modelo unitario más o menos centralizado o según se ajuste a la
pauta de un estado compuesto, federal o autonómico. El beneficio de la centralización puede
ser el tratamiento igual y equitativo entre todos los miembros de una misma comunidad o una
cierta reducción de costos en la gestión de determinados servicios o prestaciones. La ventaja
de la dispersión es la aproximación de las decisiones a sus destinatarios, adaptándolas de
manera más fiel a sus demandas y necesidades y evitan do desajustes provocados por el
desconocimiento y la distancia.
• Pero se invocan también a menudo razones de carácter simbólico o cultural. En esta línea se
afirma que la identidad colectiva de un grupo humano es uno de los factores que mayor
solidez aportan cuando se trata de dar estabilidad a la comunidad política. Por consiguiente, la
organización territorial del poder ha de tener en cuenta este sustrato cultural: de él puede
extraerse una mayor adhesión emocional de la comunidad a las decisiones que emanan de
aquel mismo poder
• Corresponde a los debates constitucionales definir la distribución territorial del poder en un
determinado estado. En estos debates, cada uno de los diferentes actores propone el modelo
de distribución que le permite ejercer mayor influencia. Para conseguirla utilizará los
argumentos y recursos de que dispone: capacidad económica, organización política, capital
simbólico o emocional, etcétera. El resultado final depende de la relación de que se haya
establecido entre dichos actores: quien haya contado con más recursos y los haya usado con
mayor inteligencia obtendrá un diseño institucional más ajustado a sus intereses. Es esta
misma dinámica la que influirá sobre la evolución práctica del diseño institucional: modelos
muy centralizados pueden derivar hacia prácticas más equilibradas y, en dirección opuesta,
estructuras federales pueden evolucionar hacia sistemas más integrados o centralizados.
• En algunas políticas, el ámbito territorial de intervención efectiva alcanza a la totalidad del
planeta o a grandes regiones del mismo: la conservación de los recursos naturales no
renovables, la lucha contra la delincuencia internacional organizada, la regulación de las
comunicaciones, etc. Por el contrario, está claro que en otros campos las comunidades locales
están en mejores condiciones para definir y ofrecer determinadas prestaciones. El llamado
principio de proximidad o de subsidiariedad presupone que una comunidad local es capaz de
resolver por sí misma las cuestiones de interés colectivo que se le plantean. Sólo cuando se
demuestre su incapacidad deberá recurrirse a la intervención de una instancia política
territorial de ámbito superior: gobierno regional, comunidad autónoma, estado, unión
supraestatal, etc. De este modo se invierte la «carga de la prueba» que, en los estados
unitarios, establecía la regla contraria: toda compe tencia se atribuía en principio al estado
como poder soberano y sólo de manera excepcional o residual se reconocían atribuciones
políticas propias a las entidades subestatales.
• Este doble movimiento —integración y distribución— configura en la actualidad un mapa
político más complejo y más borroso del que nos pre sentaba la tajante y antigua clasificación
entre modelos unitarios y modelos compuestos. En cierto modo, en esta nueva configuración
de la distribución territorial del poder se están combinando elementos de ambos modelos: se
intenta equilibrar la integración del modelo unitario y el pluralismo del modelo compuesto o
federal. La política se desarrolla cada vez más a través de redes de interdependencia e
intercambio. Los componentes de dichas redes no siempre mantienen entre sí una clara
organización jerárquica. Que esta pluralidad de intervenciones plantea problemas para hacer
efectiva la responsabilidad democrática.
TEXTO DE VALLE
CAPITULO NUMERO 1 “¿QUE ES POLITICA?”
Política: un término familiar y controvertido
La política forma parte de nuestro lenguaje habitual: en las relaciones familiares, en las
conversaciones de negocios, en las informaciones de los medios. Se aplica el termino
para describir la conducta de muchos actores.
También podemos decir que es natural, cuando tratamos de quienes dicen de profesar
la actividad política como tarea principal y aparecen de un modo o de otro en el
escenario publico: los gobernantes de todos los niveles, los funcionarios, los
representantes de los grupos de intereses, de los partidos, de los medios de
comunicación, etc.
La política es un termino MULTIVOCO, dotado de sentidos diferentes según el ámbito y
el momento en que se emplea. Un buen ejercicio para comprobarlo consiste en
solicitar a un grupo de personas que den su definición espontanea de lo que entienden
por política
Política en tono DESPECTIVO O RECELOSO, suele asociarse a confusión, división,
engaño, favoritismo, manipulación, imposición y corrupción. Por lo mismo estar al
margen o por encima de la política se considera un valor. Politizar una cuestión o
tomar una decisión por razones políticas comporta generalmente un juicio
condenatorio incluso en boca de políticos o de otros actores públicos. La política pues
no esta libre de sospecha.
La política también es capas de MOVILIZAR en un momento dado a grandes sectores
de la ciudadanía, incluyendo a veces a los que la critican. Despierta emociones
positivas y con respecto a personajes, símbolos, banderas, himnos. Ha producido y
produce movimientos de solidaridad y de cooperación humana

La política como gestión del conflicto social


La política como una practica o actividad colectiva que los miembros de una
comunidad llevan a cabo. La finalidad de esta actividad es regular conflictos entre
grupos. Y su resultado es la adopción de decisiones que obligan a los miembros de la
comunidad.
El punto de partida es la existencia de conflictos sociales y de los intentos para
sofocarlos o para regularlos. La especie humana se presenta como una de las
físicamente mas desvalidas entre los animales. Los titulares informativos nos hablan
todos los días de desacuerdos y tensiones. Tienen alcance colectivo porque implican a
grupos humanos numerosos identificados por posiciones comunes
El origen de los conflictos se sitúa en la existencia de diferencias sociales que se
convierten a menudo en desigualdades. La distribución de recursos y oportunidades
coloca a individuos y grupos en situaciones asimétricas. No todos los miembros de la
comunidad tienen un acceso razonablemente equilibrado a la riqueza material, a la
instrucción, a la capacidad de difusión de sus ideas. No todos comparten de manera
sensiblemente equitativa las obligaciones y las cargas. Quienes creen disfrutar de
situaciones mas ventajosas se esfuerzan generalmente por asegurarlas y luchan por no
perderlas. Por parte de quienes se sienten más perjudicados aspiran por hacer realidad
sus expectativas de mejora.
Esta combinación de resistencias, expectativas, reivindicaciones y proyectos genera
sentimientos de incertidumbre, de incomodidad o de peligro. De aquí la tensión que
esta presente en nuestras sociedades: afecta a muchas áreas de relación social y se
expresa en versiones de diferente intensidad. La política aparece como una respuesta
colectiva al desacuerdo. Se confía a la política la regulación de la tensión social porque
no parecen suficientemente eficaces otras posibilidades de tratarla. Estos mecanismos
de regulación social se basan respectivamente en los vínculos de sangre, la ayuda
mutua o el intercambio económico. Cuando estos mecanismos no funcionan de
manera satisfactoria para alguno de los actores empieza el ámbito de la política. Lo
que caracteriza a la política es el intento de resolver las diferencias mediante una
decisión que obligará a todos los miembros de la comunidad. Es este carácter
vinculante o forzoso de la decisión adoptada lo que distingue a la política de otros
acuerdos que se adoptan en función de una relación de familia, de una amistad o de
un intercambio económico.
Esta decisión vinculante se ajusta a un conjunto de reglas o pautas. La combinación
entre reglas y decisiones obligatorias aproxima a la practica política a determinadas
formas de juego o de competición
Hemos aludido al cumplimiento obligado de las decisiones políticas. Este cumplimento
obligado presupone que la capacidad de obligar incluye el uso de la fuerza. Esta
posibilidad de usar la fuerza física es característica de la política frente a otras formas
de control social
El termino solución evoca la idea de una salida satisfactoria para todos los implicados
en la competición. Parece claro que es muy difícil de conseguir esta satisfacción
universal. De la acción política puede derivarse una alteración profunda de la situación
anterior que no dejara convencidos a quienes antes disfrutaban de las mejores
condiciones. En otras ocasiones la política reequilibrará las posiciones con
modificaciones que contaran con la aceptación de los diferentes afectados. Pero esta
acción política puede desembocar también en una ratificación del status quo anterior
dejando inalteradas las sensaciones de agravio o de amenaza.
Cuando se gestiona o maneja de una determinada disputa lo que se procura es
preservar una relativa cohesión social. Incluso la política autoritaria de los regímenes
dictatoriales tiene como objetivo mantener un agregado social, aunque sea sobre la
base del dominio despótico de unos pocos sobre todos los demás. En cierto modo, la
política busca reducir el riesgo de desintegración social. Esta desintegración social solo
se produce cunado cada grupo decide tomarse la justicia por su mano acudiendo por
sistema a la venganza privada.
La política es ante todo constructora de sociedad, constituye la argamasa que
cohesiona a los grupos, mas allá de sus relaciones y diferencias familiares, afectivas,
económicas, simbólicas, vecinales, etc
Es probable que este agregado social que la política contribuye a conservar no se
ajuste al modelo ideal que algunos desearían.

En la raíz del conflicto social


Es considerada como la gestión de desigualdades sociales.
1)Dichas desigualdades se originan en el hecho de que no todos los miembros de una
comunidad gozan de las mimas oportunidades para acceder a los recursos básicos que
facilitan el desarrollo máximo de sus capacidades personales. Esta diferencia de
situación se expresa de múltiples modos:
- en el disfrute de habilidades y talentos considerados a veces como naturales
- en los roles desempeñados en las funciones reproductiva y familiar según el
genero, la edad y el parentesco
- en la posición ocupada en la división social del trabajo productivo en la que los
sujetos pueden desempeñar oficios o profesiones catalogados como manuales
o como intelectuales y en las que asumen papeles de dirección o posiciones
subalternas
- en la capacidad de intervenir en las decisiones que se toman en los procesos
culturales, económicos o de la comunicación
- en el acceso a los recursos o a las rentas generados por la actividad económica
o al estatus o privilegios derivados del reconocimiento social
- en la adscripción a identidades simbólicas de carácter étnico, nacional o
religioso con todas las connotaciones culturales que comportan
- en la ubicación en el territorio que da lugar a un acceso diferenciado a recursos
de todo tipo
2)Tales diferencias de situación marcan unas fracturas entre grupos, cada uno de los
cuales comparte unas determinadas condiciones: sociales, de género, culturales,
económicas, etc. De las relaciones asimétricas entre estos grupos nacen
constantemente tensiones que pueden requerir un tratamiento político.
3)No importa solo que las diferencias tengan un fundamento objetivo o cuantificable
que pueda medirse en términos monetarios: por ejemplo, la diferencia entre
patrimonios o rentas. También importa la percepción social de la diferencia. Es decir
que la sociedad atribuya valor o prestigio a determinadas situaciones mientras que
otras sean vistas como negativas o de menor valor. El valor o el desvelador que la
sociedad imputa a cada situación origina discrepancias y enfrentamientos porque
quienes ocupan posiciones no valoradas no suelen conformarse con ellas y quienes
disfrutan posiciones de prestigio no quieren perderlas. El origen de la política puede
atribuirse también a una desigual distribución de valores en una determinada sociedad
y a los intentos de corregirla
4)El contexto se modifica, es posible que diferencias o fracturas de gran importancia
en un momento dado se vean sustituidas por otras siguiendo la evolución de las
condiciones sociales y culturales

Las fronteras variables de la política


El ámbito de la política tiene contornos variables. Las partes en conflicto defenderán
respectivamente la POLITIZACION o la DESPOLITIZACION de sus discrepancias según
consideren que esta intervención política va a favorecer o a perjudicar sus propias
pretensiones. Quienes se creen perjudicados denunciaran la politización como
innecesaria. La reclamaran en cambio cuando les convenga.
Puede decirse por tanto que las fronteras de la política se van ALTERNANDO a lo largo
de la historia de los pueblos. Y que esta alteración dependerá tanto de cambios
técnicos y culturales como de la capacidad de los actores para someter sus disputas a
esta gestión de carácter vinculante

Etapas de la politización
Son 4 las etapas que llevan la politización de una diferencia social:
- identificación de una distribución desigual de valores y recursos que es
percibida como inconveniente o arriesgada
- toma de conciencia por parte de los colectivos implicados y expresión de sus
demandas, exigencias y propuestas para corregir la situación y controlar el
riesgo que acarrea
- movilización de apoyos a las demandas y propuestas acumulando todo tipo de
recursos y buscando el mayor numero de aliados entre otros grupos y actores
- traslado del conflicto al escenario público, reclamando la adopción de
decisiones vinculantes para toda la comunidad. Estas decisiones que pretenden
modificar el desequilibrio anterior deben contar con el respaldo de la coacción
que administran las instituciones políticas
A lo largo de la historia y en la actualidad inmediata podemos identificar situaciones
que son objeto de politización o de despolitización según los casos. Cuando estas
situaciones entran en el ámbito de la política serán gestionadas mediante decisiones
vinculantes que pretenden revisar la situación inicial con el apoyo de una coacción
aceptada socialmente. En cambio, cuando las disputas dejan el ámbito de la política
tendrán que resolverse mediante acuerdo voluntario entre las partes. O si este
acuerdo no se consigue mediante la imposición de hecho de la parte mas fuerte sobre
las demás. La ausencia de política permitirá jugar con ventaja a los grupos que ocupan
las posiciones mas favorables.
¿sociedades sin política?
Los antropólogos y los prehistoriadores nos hablan de sociedades sin política cuando
describen la existencia de comunidades de tamaño reducido vinculadas por lazos de
parentesco en las que los bienes necesarios para subsistir son compartidos. En estos
grupos la generosidad mutua sustituye a la apropiación individual de los recursos
básicos. Se trata de comunidades igualitarias. En ellas la cooperación el la caza o en la
recolección es la mejor protección que un individuo puede obtener frente a las
amenazas de un entrono natural ante el que se siente muy vulnerable
El rol de liderazgo que aparece en algunos grupos no equivale a una posición de
superioridad o de dominio sobre los demás, su función se asemeja mas a la de un
portavoz de lo que la comunidad necesita y siente en cada momento responsable de
dar el ejemplo de la dedicación, del espíritu de servicio al colectivo y de la ayuda
mutua que son las pautas de conducta en tales grupos.
La historia nos enseña que a lo largo de los siglos las comunidades humanas se han
hecho cada vez mas complejas. La aparición de nuevos conocimientos y nuevas
técnicas y la progresiva especialización del trabajo que trajeron consigo incrementaron
en su momento la diferenciación interna de las comunidades. Con esta diferenciación
aumento el riesgo de conflictos y la necesidad de asegurarse contra ellos mediante el
recurso a la política
Tal vez pueda darse una sociedad sin política, una comunidad donde se hayan
eliminado determinadas diferencias consideradas como la raíz de las tensiones. Si tales
diferencias desaparecieran los conflictos se irían atenuando, el riesgo social disminuiría
y la política se iría haciendo cada vez menos necesaria hasta su completa evaporación.
Otros en cambio entienden que no es previsible una comunidad sin diferencias sean
las que hemos conocido hasta el momento presente, sean nuevas diferencias todavía
por apareces. Para estos por tanto persistirán las tensiones que hacen necesario el
recurso a la política aunque con formas y expresiones diversas de las que hemos
conocido.

Algunas definiciones clásicas de política


- como control sobre personas y recursos. Seria político todo fenómeno
vinculado a formas de poder o de dominio sobre los demás imponiéndoles
conductas que no serian espontáneamente adoptadas
- como actividad desarrollada a través de un sistema de instituciones publicas.
Seria política toda actividad inserta en instituciones estables autorizadas para
ejercer una coacción sobre la comunidad
- como actividad dirigida por valores de orden y de equilibrio social. Sería política
toda actividad encaminada al fomento del bien común o del interés general
mediante la redistribución de valores
- como actividad vinculada a la defensa de la comunidad contra una amenaza
exterior. La preparación para la guerra y la organización militar estarían en el
origen de la actividad política.

CAPITULO NUMERO 3 “LAS TRES DIMENSIONES DE LA POLITICA”


La política: estructura, proceso, resultado.
Puede ser percibida la política como una estructura, como un proceso o como un
resultado.
Cuando observamos la política como ESTRUCTURA fijamos nuestra atención en el
modo estable en que una comunidad determinada organiza sus actuaciones políticas.
Intentamos identificar a que estructuras permanentes se ajustan aquellas actuaciones.
En esa estructura se revela la arquitectura fija por la que transitan los
comportamientos políticos. Tienen acá su lugar los análisis del estado y de otras
formas preestatales de organización política, el examen de las instituciones estatales o
el estudio de las organizaciones políticas internacionales
Cuando examinamos a la política como un PROCESO observamos una secuencia de
conductas individuales y colectivas que se encadenan dinámicamente. Desde esta
perspectiva entendemos de manera particular a los comportamientos de diferentes
sujetos examinando sus motivaciones y sus formas de intervención. Nos lleva a
entender que lleva a unos ciudadanos inclinarse por una candidatura en lugar de otra
en el momento de unas elecciones. Si la estructura nos ofrece la cara estable de la
política, el proceso nos presenta su cara dinámica: la política en acción.
Cuando la contemplamos como RESULTADO el punto de atención principal lo
constituyen las respuestas que la combinación de proceso y estructura da a cada
conflicto. Acá interesan menos el proceso de actuaciones previas o el conjunto de
reglas e instituciones: lo que resalta ahora es en que medida incide la política sobre las
relaciones sociales y sus momentos conflictivos. En esta dimensión de la política se
pone de relieve lo que la política es capaz de aportar a la necesaria cohesión de una
comunidad.
La política como estructura ¿maquina, organismo, mercado?
A lo largo de la historia cada formación social ha generado su propio modo de
estructurar la actividad política. Estas formas históricas de organización política se han
sucedido unas a otras como resultado de cambios económicos, sociales, técnicos y
culturales. La forma política en la que se organizan las sociedades agrarias, cerradas
sobre si mismas con una población mayoritariamente analfabeta no es la misma que la
que adoptan las sociedades postindustriales globalmente comunicadas e
informáticamente instruidas
En cada una de estas estructuras se da una combinación de instituciones, reglas y
pautas de conducta que ofrece un perfil característico. Así varían las normas que
regulan la relación entre economía y política o los modos de seleccionar el personal
que se dedica a la política de manera exclusiva
Metáforas o imágenes que permiten visualizar algo que no se nos presenta de manera
sensible:
- la estructura política es percibida de modo semejante a una MAQUINA en la
que se ensamblan una serie de resortes, engranajes y palancas. El reloj
mecánico inspira esta aproximación. Siguiendo el automatismo propio de una
maquina lo que daría movimiento a la estructura seria la acción causal de unos
sujetos sobre otros.
- La imagen adoptada es el ORGANISMO VIVIENTE. Para subsistir va dotándose
de órganos que ejercer diferentes funciones. Debe adaptarse al medio en que
habita del que obtiene los medios de subsistencia y al que aporta algo que
justifique su supervivencia. La inspiración aquí no es la mecánica sino la
biología que nos revela de que modo las diferentes especies vivas se
configuran, se transforman y desaparecen. Lo que activa la estructura es aquí
su necesidad funcional de adaptación al medio
- Una tercera aproximación es la se inspira en la metáfora del MERCADO. Un
mercado es un ámbito de encuentro basado en un conjunto de hábitos y reglas.
Los que acuden a él se guían por la búsqueda de su interés o beneficio. Para
ello intercambian bienes y servicios ya sea directamente, ya sea recurriendo al
dinero. Este intercambio movido por el interés sirve de modelo para entender
las relaciones entre los actores políticos y en ultima instancia para explicar la
actividad de la estructura política que nacería del ajuste permanente entre los
intereses de sus actores
El sistema político
Se ha aplicado a la estructura política un modelo inspirado en la cibernética. Desde
esta perspectiva la estructura de la política es concebida como un sistema. Un sistema
será cualquier organización compleja que recoge o transmite información, genera
actividades y controla resultados. Tiene su autonomía pero esta vinculada a un
entrono del que recibe informaciones y sobre el cual a su vez actúa
El sistema político desempeña estas funciones: recibe de su entorno social distintos
mensajes en forma de noticias, demandas, reivindicaciones o apoyos de los distintos
actores. Luego procesa esta información y la contrasta con los valores y las ideológicas
dominantes en aquella sociedad. Emite una orden de intervención en forma de política
publica que contenga disposiciones legales, mandatos de gobierno, acciones
administrativas, campañas de propaganda, etc. Con ello pretende incidir sobre la
realidad, corrigiendo la situación registrada o en otros casos refrozandola con nuevos
recursos. El impacto de esta política publica sobre el entorno dará lugar a nuevas
informaciones que alimentaran otra vez la acción del sistema y desencadenaran
intervenciones posteriores.
Los elementos del sistema: entorno, imputs, outputs, retoralimentacion
Una descripción mas detallada del modelo sistémico ha de tener en cuenta el conjunto
de elementos con que se constituye para comprender su función global.
- Nos referimos al ENTORNO del sistema político para describir el conjunto de
interacciones que se da en la sociedad. Estas interacciones reflejan situaciones
de desigualdad y a menudo de tensión entre diferentes actores. La distribución
desigual de recursos y posiciones entre individuos, grupos y comunidades
motiva el desacuerdo entre ellos y reclama la intervención política. Este
entorno es el que presiona sobre la política sea en el ámbito local, en el estatal
o en el planetario.
- La conexión entre este entorno y el núcleo del sistema político se hace
mediante la expresión de demandas y apoyos: se les denomina IMPUTS para
evocar que acceden al sistema desde el exterior. Proceden de actores
colectivos e individuales. Pueden adoptar la forma de demandas o
reivindicaciones.
Aquí actitudes y opiniones positivas o negativas respecto del gobierno, del
parlamento, de los partidos y de sus líderes. O respecto del sistema fiscal, del
sistema educativo o del sistema de transporte público.
- El conjunto de mensajes que el entorno social genera es procesado por el
sistema hasta producir una reacción a las demandas y apoyos planteados. Esta
reacción puede consistir en decisiones circunstanciales o en políticas sectoriales
mas estructuradas y de mayor alcance. En algunos casos es útil distinguir la
respuesta del sistema del efecto que esta respuesta produce realmente sobre
la realidad. Cuando se pone en marcha una acción política no siempre se
alcanzan los objetivos deseados a veces se consiguen de manera parcial y otras
se produce el fracaso. Es importante por consiguiente averiguar si la reacción
política ha modificado significativamente la realidad previa.
- El modelo sistémico no ofrece una respuesta propia a esta pregunta. Deja
abierto un espacio que cada analista ha de completar echando mano de alguna
de las propuestas que ha formulado la teoría política
- La retroalimentación del sistema es resultado del impacto que la reacción del
sistema tiene sobre el entorno. Si una acción política determinada tiene como
efecto un cambio en las rutas del narcotráfico o en los hábitos del consumo, la
nueva situación generara con toda probabilidad nuevas demandas y apoyos
que reclamaran otra vez reacciones políticas para hacer frente a las exigencias
de esta nueva situación
¿Por qué es útil la noción de sistema político?
La noción de sistema político como modelo tiene ventajas importantes que explican su
éxito desde que David Easton lo introdujo en el análisis de la política. Entre estas
ventajas pueden señalarse:
- Pone de manifiesto la relación permanente entre el entorno y la política porque
ni el primero ni la segunda puede explicarse por separado
- Deja claro que la política ha de ser entendida como un efecto de las tensiones y
conflictos que afectan a diferentes colectivos sociales
- Describe una secuencia ideal que permite poner un cierto orden en la
pluralidad y diversidad de intervenciones políticas.
- Señala la interdependencia de los diversos elementos que integran la
estructura política entre sus funciones y sus instituciones
- Subraya el aspecto dinámico de la estructura política obligada a reformarse
para ejercer adecuadamente su papel de conservadora de la cohesión social
- Es aplicable a todo tipo de estructuras políticas facilitando las comparaciones
entre ellas
Sin embargo todos los modelos presentan limitaciones por el mismo hecho de la
simplificación que exigen. En el caso de nuestro modelo sistémico algunos
componentes de una estructura política pueden ser difíciles de encajar en una de las
categorías del sistema. Por otra parte se ha señalado también que la visión sistémica
tiende a privilegiar un concepto estático de la política como si no tuviera otra función
que la de mantener un equilibrio inalterable las relaciones sociales, culturales o
económicas que gestiona.
La noción de sistema político es útil para analizar la estructura política siempre y
cuando sea entendida como un instrumento de apoyo y no como un modelo cerrado y
autosuficiente

CAPITULO 4 ¿Cómo PODEMOS ENTENDER LA POLITICA?


La ciencia política utiliza términos y conceptos que son de uso común. Los medios de
comunicación de masas contribuye a su divulgación con apoyo de expertos a los que se
recurre para ampliar o comentar informaciones políticas
Sin embargo esta familiaridad con los términos no evita la extendida impresión de que
la política es una actividad difícilmente comprensible. Paradójicamente muchos de los
que se confiesan ignorantes en política no dudan en dar opiniones tajantes sobre
problemas complicados o en ofrecer soluciones milagrosas.
Esta doble actitud (confusión por un lado y contundente seguridad en muchas
opiniones por otro) es menos contradictoria de lo que parece. A pesar de su apariencia
de caos indescifrable existe la convicción de que la política obedece a algunos criterios
regulares que pueden llegar a ser conocidos aunque sea de modo aproximado.
Objetivo de una ciencia política es identificar aquellos criterios, ordenarlos y con ello
poner a prueba las intuiciones de una pretendida sabiduría común sobre política
La ciencia de la política se convierte en algo así como la gramática de una lengua
vagamente conocida que nos es útil en un doble sentido:
- En primer lugar nos da claves para interpretar determinados fenómenos de la
escena política. Pero también nos permite intervenir en esta escena con mejor
conocimiento de causa sea cual sea nuestro papel
- Deberá averiguar cuales son las organizaciones mas influyentes, quienes son
sus lideres, que relaciones mantienen con los medios de comunicación, etc.
¿Cómo se ha desarrollado el conocimiento sobre política?
Lo que hoy conocemos como ciencia política es el resultado de un largo proceso de
desarrollo histórico. Cuatro son las grandes etapas de esta reflexión sistémica sobre
política:
5) En la Grecia Clásica, Platón y Aristóteles se propusieron examinar de que
manera se comportan los sujetos humanos en comunidad y averiguar cual es el
modo de vida colectiva mas satisfactorio y mejor adaptado a la naturaleza
humana. Para ello analizaron como eran las sociedades de su tiempo,
pretendieron explicar por que se organizaban de determinada manera y
valoraron hasta que punto era mejorable dicha organización para conseguir un
orden político ideal. Este saber ordenado sobre la polis constituyo la primera
versión de una ciencia política claramente vinculada a la ética. El carácter
primordial de la ciencia de la política que para algunos era la mas antigua de las
ciencias sociales
6) En el mundo medieval la atención a la política estuvo condicionada por la
hegemonía del pensamiento cristiano sobre la moral y la ley. La política pues
era analizada desde los presupuestos de la reología moral y la ley. La política
era analizada desde los presupuestos de la teología moral y del derecho
natural. La obra de Tomas de Aquino inspiro esta orientación a partir de su
posición dominante en la doctrina escolástica.
7) Esta dependencia de la reflexión política respecto de la religión y de la moral se
debilito gradualmente. El renacimiento redescubrió el mundo clásico
grecorromano. Al mismo tiempo empezó a dibujarse una organización política
que se distinguía de los dos grandes poderes medievales: la iglesia romana y el
imperio germánico. El estado se convirtió en objeto autónomo de reflexión
política. Los imperativos de la política ya no podían supeditarse a criterios
religiosos o éticos, necesitaban su propia justificación. Por ello se plantearon
algunas preguntas sin recurrir ya a las respuestas que habían dado hasta
entonces la teología o la filosofía moral
8) Desde principios de siglo XIX cuatro factores fueron potenciando la expansión
del conocimiento sobre la sociedad y la política: en primer lugar, las
REVOLUCIONES LIBERALES y la INDUSTRIALIZACION de algunas sociedades
despertaron la conciencia de que la sociedad no era inmutable, sino que
experimentaba cambios radicales. En el terreno especifico de lo político
surgieron nuevas preguntas. En segundo lugar, la afirmación del individualismo
fragmento la visión integrada de la sociedad. Cada individuo era contemplado
ahora como sujeto de una serie de relaciones en las que desempeñaba roles
diferentes. De este modo se tendió a parcelar la observación sobre las
conductas humanas en cada uno de estos roles y se dio lugar a reflexiones
paralelas sobre cada uno de ellos. En tercer lugar, el conocimiento cientifico
sobre la naturaleza que había avanzado de manera espectacular desde finales
del siglo XVIII estimulo un esfuerzo paralelo por conocer científicamente la
sociedad. Se impuso una aproximación positivista a la realidad social y política a
la que se intentaba aplicar el método experimental que había conseguido tanto
éxito en el campo de la física, la química o la medicina. Finalmente, en cuarto
lugar, se produjo una revitalización de las universidades europeas y
norteamericanas. Después de siglos de anquilosamiento y desconfianza ante el
progreso cientifico las universidades se convirtieron en el espacio donde las
diferentes disciplinas desarrollaban su investigación y llevaban a cabo la
formación de sus especialistas
La institucionalización de la ciencia política: dos momentos cruciales
- ULTIMO TERCIO DEL SIGLO XIX (1870-1900)
- PERIODO POSTERIOR A LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL (1945-1970)
En ambas etapas se dan fuertes presiones para introducir reformas de carácter político
y social.
En el ULTIMO TERCIO DEL SIGLO XIX tienen lugar una serie de iniciativas político-
académicas que conducen a la institucionalización de la ciencia política en los países
mas avanzados. Se trata de contextos diferentes, pero con un rasgo común: la
existencia de movimientos de opinión que promueven la reforma de la política, la
administración y el estado. Con este fin se institucionaliza la enseñanza de la política y
para ello se crean centros académicos especializados.
Una segunda oleada histórica favorable a la institucionalización de la ciencia política
tuvo lugar en los AÑOS POSTERIORES A LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL. El ascenso
del fascismo, la consolidación del comunismo en la URSS, la gran depresión capitalista
de los años treinta y el desenlace de la guerra de 1939-1945 habia dejado maltrechas
las bases sociopolíticas y económicas de las democracias europeas. En esta
reconstrucción de la posguerra jugaron un papel importante las ciencias sociales y
entre ellas la ciencia política. A ellos contribuyo también la hegemonía política y
cultural de los Estados Unidos donde la ciencia política se había beneficiado de la
existencia de un sistema universitario menos rígido y más abierto a la introducción de
nuevas disciplinas. En 1949 se fundó bajo los auspicios de la UNESCO la Asociación
Internacional de Ciencia Política que potencio la expansión de la ciencia política en
Europa Occidental.
Esta panorámica confirma que la institucionalización de la ciencia política no es
resultado del empeño de algunos eruditos. Es en buena medida el producto de un
proyecto social. La reflexión ordenada sobre la política contiene el propósito de influir
sobre la realidad: conocer mejor no por mero afán de contemplación sino como
condición indispensable para intervenir de manera mas eficaz sobre la misma realidad.
Es un conocimiento orientado a la práctica. Es bueno por tanto encuadrar la historia de
la ciencia política en el marco de la evolución de cada sociedad y no tratarla como un
fruto de generación espontanea dependiente del azar o de la genialidad de algunas
mentes solitarias.

¿con que elementos se elabora el conocimiento sobre la política?


TRES COMPONENTES:
- DESCRIPCION DE LOS HECHOS
- LA CONSTRUCCION DE INTERPRETACIONES
- LA FORMULACION
HECHOS:
La ciencia política debe ayudar al establecimiento de los hechos, acumulando
información e indicando donde y como encontrarla. Así lo hacían los autores clásicos,
Aristóteles acumulo información sobre los sistemas de gobierno de su tiempo.
Maquiavelo se propuso describir cómo actuaba un dirigente del renacimiento
empeñado en dar una base estable a la organización política de sus dominios
Se trata de afirmaciones que pretenden describir situaciones, algunas son difícilmente
discutibles porque remiten a datos fácilmente contrastables. Pero otras pueden ser
controvertidas porque dependen de la percepción subjetiva del observador que las
formula.

INTERPRETACIONES:
Ya no se trata de describir que paso sino de intentar dar un sentido o señalar una razón
de por qué pasa. Puede ser atribuido no a un solo factor sino a la combinación de
varios factores distinguiendo incluso el peso relativo de cada uno de ellos.
Identificar qué factores tienen influencia sobre una determinada situación y cuales
pueden transformarla constituye la parte mas atractiva y a la vez más difícil de la
ciencia política. Porque interpretar y pronosticar forman parte de la tarea básica del
conocimiento cientifico.
FORMULACION:
Finalmente la reflexión sobre la política produce propuestas y recomendaciones. A
veces son explicitas así sucede cuando se propone un cambio en la orientación de la
política gubernamental en materia medioambiental. Pero también hay recomendación
implícita cuando se formulan algunas interpretaciones.
Recomendar una política medioambiental mas estricta revela que se otorga mayor
importancia a la protección del medio ambiente natural y de sus recursos que a un
crecimiento económico incontrolado. Una propuesta para estimular el interés
ciudadano por la política indica que la participación del mayor numero se considera un
beneficio para cada individuo y para el conjunto de la comunidad.

¿ciencia de la política?
La existencia de estos tres planos ha complicado el desarrollo de la ciencia política. Con
frecuencia la ha puesto a la defensiva obligándola a justificar su carácter cientifico
frente a dudas y reservas de quienes se plantean una misma pregunta.
Un factor que explica esta desconfianza es de carácter histórico. La institucionalización
de la ciencia política se inicio en pleno apogeo del positivismo cientifico. La
aproximación positivista entendía que el conocimiento cientifico debía respetar tres
condiciones: la descripción objetiva de un hecho, una explicación sobre sus causas y
una confirmación de la misma mediante la repetición de experimentos.
La delimitación del hecho político no esta libre de prejuicios: cuando un investigador
social describe un hecho lo hace a partir de determinados sesgos teóricos o incluso
éticos
Esta estrecha concepción de la ciencia que el positivismo representaba fue puesta en
duda. Y se llego a la conclusión de que las dificultades que experimentaban los
científicos sociales para cumplir aquellas condiciones no eran muy diferentes de las
que padecían los científicos naturales.
La conexión entre cientifico observador y el fenómeno observado pueden influirse
mutuamente. Los actores económicos y políticos están expuestos a la influencia de la
investigación económica o politológica que se transmite a través de los medios de
comunicación. Cuando reciben estos resultados pueden rectificar su conducta y con
ello reforzar o desmentir la descripción y la interpretación de los investigadores.
El saber sobre la política forma parte por tanto de un conocimiento reflexivo. Es decir
de un conocimiento en el que se refleja no tanto una conducta externa como la propia
posición de quien contempla dicha conducta.
En un cierto momento se consideró que esta reflexividad era exclusiva del
conocimiento social pero que no afectaba a las ciencias de la naturaleza se afirmaba
que los astros no leían artículos de astronomía ni las plantas se enteraban de lo que
decían de ellas las revistas de botánica.
Se ha aceptado que la función de la ciencia no es probar definitivamente la veracidad
de las hipótesis formuladas. Se señala en cambio que la ciencia no prueba verdades
sino que las descarta. No verifica sino que falsa o falsifica. Es decir deja sin sentido
ciertas afirmaciones e impulsa la formulación de otras que la sustituyan
El reconocimiento de la ciencia política como disciplina no significa ignorar los vínculos
que mantiene con las demás ciencias sociales. La división académica de las disciplinas y
su ubicación en diferentes facultades, departamentos o cátedras hace olvidar a veces
que la acción del hombre en sociedad solo puede ser comprendida si se examina desde
los diferentes ángulos que ofrece.
Es un error extremar la segregación entre ciencias sociales. Esta segregación solo tiene
una discutible justificación en la necesidad de organizar institucionalmente la
enseñanza y la investigación. En cambio una ventaja para todos fortalecer la conexión
entre todo lo que dichas ciencias no aportan
Los campos temáticos de la ciencia política
Los diferentes campos temáticos han generado una serie de subdisciplinas,
desarrolladas en los centros de investigación, en los departamentos docentes y en los
planes de estudio de las universidades.
Entre los campos tratados podemos reseñar:
- El desarrollo de los conceptos políticos elaborados por los autores y por las
doctrinas que han inspirado los grandes movimientos políticos. Se intenta dar
nuevas respuestas a las preguntas que dichos autores y movimientos se
plantearon en un momento. Algunos entienden que es la filosofía política la
que debe ocuparse de estas cuestiones y confían a la teoría política la tarea de
elaborar cuadros conceptuales generales que sirvan para interpretar el
funcionamiento de los sistemas políticos y la intervención de cada uno de esos
actores.
- El análisis comparativo que examina paralelamente las estructuras y los
procesos políticos de diferentes sistemas políticos corresponde a la
denominada política comparada.

- El examen de las instituciones políticas que atiende a la descripción de su


formación, evolución y procesos de actuación y se ocupa de actores como son
las instituciones del estado, los partidos políticos o los grupos de interés. El
estudio de las administraciones publicas o de los gobiernos locales constituyen
ámbitos particulares en este apartado
- El análisis del comportamiento político de individuos y grupos que examina la
formación de sus opiniones y actitudes y como estas influyen en sus conductas
- El examen de la política internacional dedicada a la descripción e interpretación
de las relaciones entre estados y del sistema político global, en el que
intervienen con otros actores
- El análisis de las políticas publicas centrado en la descripción de como se
elaboran y se aplican las respuestas a las demandas de intervención publica
sobre los conflictos colectivos: practicas sociales, de seguridad,
medioambientales, económicas. Para ello deben examinarse las aportaciones
de los diferentes actores en las etapas de definición de cada política, de su
discusión y aprobación y de su aplicación
Las tradiciones académicas y científicas de los diferentes países han dado lugar a
diferentes modos de organización de la disciplina que no siempre coinciden entre si.
Pero la constitución de organizaciones científicas internacionales que ponen en
relación frecuente a los especialistas tienden a disminuir las diferencias y a crear
pautas de trabajo similares

TEXTO SARTORI
¿Qué ES POLITICA? (FRAGMENTOS)
La idea de política

Hoy estamos habituados a distinguir entre lo político y lo social, entre el Estado y la


sociedad. Pero son estas distinciones y contraposiciones que se consolidan en su
significado actual recién en el siglo XIX. A menudo se oye decir que mientras en el
pensamiento griego la politicidad incluía la socialidad, hoy nos sentimos inclinados a
invertir esta diada, e incluir lo político en lo social y la esfera de lo político en la esfera
de la sociedad. Pero este discurso contiene cuando menos tres errores. Primer error:
tal diada no existía en el pensamiento griego. Segundo error: la socialidad no es en
absoluto "la sociedad". Tercer error: nuestra sustantivación "la política" no tiene en
absoluto el significado del término griego politiké, así como hoy hablamos de un
hombre político que está en las antípodas del "animal político" de Aristóteles
Si para Aristóteles el hombre era un zoon polilikón, la sutileza que con frecuencia se omite es
que Aristóteles definía de esta manera al hombre, no a la política. Sólo porque el hombre vive
en la polis, y porque la polis vive en él, el hombre se realiza completamente como tal. Al decir
"animal político", Aristóteles expresaba, pues, la concepción griega de la vida. Una concepción
que hacía de la polis la unidad constitutiva (indescomponible) y la dimensión completa
(suprema) de la existencia. Por lo tanto, en el vivir "político" y en la "politicidad", los griegos no
veían una parte o un aspecto de la vida; la veían en su totalidad y en su esencia. Por el
contrario, el hombre "no político" era un ser defectuoso, un idion, un ser carente (el
significado originario de nuestro término "idiota"), cuya insuficiencia consistía precisamente en
haber perdido, o en no haber adquirido, la dimensión y la plenitud de la simbiosis con la propia
polis. Brevemente, un hombre "no político" era simplemente un ser inferior, un menos-que-
hombre.

Sin adentrarnos en las variadas implicaciones de la concepción griega del hombre, lo que
importa subrayar es que el animal político, el polítes, no se distinguía en modo alguno de un
animal social, de ese ser que nosotros llamaríamos societario o sociable. El vivir "político" —en
y para la polis— era al mismo tiempo el vivir colectivo, el vivir asociado, y más intensamente, el
vivir en koinonia, en comunión y "comunidad".

Por lo tanto, no es exacto decir que Aristóteles incluía la socialidad en la política. En verdad, los
dos términos eran para él un único término, y ninguno de los dos se resolvía en el otro, por la
simple razón de que "político" significaba conjuntamente las dos cosas a la vez. De hecho, la
palabra "social" no es griega sino latina, y le fue adjudicada a Aristóteles por sus traductores y
comentaristas medievales.

Por lo tanto la civitas, con respecto a la polis, es una ciudad de politicidad diluida; y
esto en dos aspectos. Primeramente, la civitas se configura como una civitas societas,
es decir, adquiere una calificación más elástica, que amplía sus límites. Y en un
segundo aspecto, la civitas se organiza jurídicamente, La civilis societas, en efecto, se
traduce a su vez en una iuris societas. Lo que permite sustituir la "politicidad" por la
juridicidad. Ya Cicerón (104-43 a.c.) sostenía que la civitas no es un conglomerado
humano cualquiera, sino aquel conglomerado que se basa en el consenso de la ley (De
Re Publica). Ya en tiempos de Cicerón estamos, pues, próximos a una civitas que no
tiene casi nada de "político" en el sentido griego del término: la iuris societas es a
la polis lo que la despolitización es a la politicidad. Y el ciclo se cierra con Séneca. Para
Séneca (4 a.c.-65 d.c), y en general para la visión estoica del mundo, el hombre no es
ya un animal político; es, por el contrario, un sociale animal
Si el mundo antiguo concluye su parábola dejando a la posteridad no sólo la imagen de
un animal político, sino también de un animal social, estas dos representaciones no
prefiguran de ninguna manera el desdoblamiento y la diada entre la esfera de lo
político y la esfera de lo social que caracteriza la polémica de nuestro tiempo. La pri-
mera diferencia reside en que el sociale animal no coexiste junto al politicum animal;
estas expresiones no aluden a dos facetas de un mismo hombre, sino a dos
antropologías que se sustituyen una a otra. La segunda diferencia —que pasaremos a
examinar en seguida— es que en todo el discurso desarrollado hasta ahora, la política
y la politicidad no fueron percibidas nunca verticalmente en una proyección en altura
que asocie la idea de política con la idea de poder, de mando, y en último análisis de
un Estado subordinado a la sociudad
La cuestión reside en que la problemática vertical es en gran medida extraña al
discurso basado en la nomenclatura griega —polis, polites, politikos, politike, y politéia
— en su traducción latina, y también a su desarrollo medieval
La idea horizontal es tomada también por el inglés common weal o, más
modernamente, commonwealth, que equivale a "bien común", lo que llamamos bien
público e interés general. Pero precisamente por esto, ha sido mal interpretado el tí-
tulo platónico, así como también el uso de res publica, en toda la literatura que va de
los romanos a Bodin
Que las complejas y tortuosas vicisitudes de la idea de política van más allá de
la palabra política, en todas las épocas y en mil aspectos[3]. La política de Aristóteles
era a la vez una antropología; una antropología ligada indisolublemente al "espacio" de
la polis. Caída la polis, la "politicidad" se atenúa, diluyéndose variadamente o
transformándose en otra. Por un lado, la política se juridiciza, desarrollándose en la
dirección indicada por el pensamiento romano. Por otro lado —que he tenido que
pasar por alto— la política se teologiza, primero adecuándose a la visión cristiana del
mundo, después en relación con la lucha entre el papado y el Imperio, y por último en
función de la ruptura entre el catolicismo y el protestantismo. En todos los casos, el
discurso sobre la política se configura —empezando por Platón y también por
Aristóteles— como un discurso que es, conjunta e indisolublemente, ético-político. La
ética en cuestión podrá ser naturalista y psicologista; o bien una ética teológica; o
incluso una ética juridicizada, que debate el problema del "bien" en nombre de lo que
es "justo", invocando la justicia y las leyes.
La doctrina del derecho natural, en sus sucesivas fases y versiones, resume bastante
bien esta amalgama de normativa jurídica y de normativa moral. En todos estos
sentidos, y también en otros, la política no se configura en su especificidad y
autonomía hasta Maquiavelo.
Debe tenerse presente que las exiguas dimensiones de la polis la caracterizaban como
una red de relaciones "cara a cara". En este sentido, la verticalidad quedaba
sobreentendida. Las magistraturas y "los que estaban arriba" existían, por escrito; pero
cuando la base de la pirámide es estrecha, el vértice no está muy alto. El contraste
entre la idea horizontal y la idea vertical de la política debe entenderse, pues, con este
alcance: que la verticalidad griega era extremadamente reducida en comparación con
la de los Estados territoriales. Por ello resulta engañoso traducir polis por ciudad-
Estado, y mucho menos todavía por Estado.
TEXTO VALLE
CAPITULO NUMERO DOS ¿Qué ES EL PODER POLITICO?
Política y poder: dos perspectivas
Cuando se trata de la politica se hace inevitable la referencia a la idea de poder. ¿Cómo se
relaciona nuestra idea de la política con la noción de poder? Hemos descrito a la política como
gestión del conflicto social por medio de decisiones vinculantes.

Esta variedad de definiciones puede situarse en dos grandes perspectivas: la que entiende el
poder como un recurso disponible y la que concibe el poder como resultado de una relacion.

Cuando se interpreta el poder como un RECURSO se tiende a percibirlo como una cosa que se
tiene o se posee. Por tanto la cuestión importante en política es como apoderarse del poder si
se acepta la redundancia. Y a continuación como administrarlo echando mano de el como
quien administra una sustancia que se tiene almacenada en algún deposito

El poder es un recurso controlado por individuos, grupos, clases o elites. O depositando en


manos de las instituciones. Con frecuencia se tiende a considerar el poder como algo exclusivo,
controlado monopolísticamente por un actor determinado: el estado, la clase, la elite y la
burocracia.

Cuando se interpreta el poder como EFECTO de una relación de poder no se posee: acompaña
a la situación de que se disfruta con relación a otra persona o grupo. No es tanto una sustancia
como una situación. Quien desea poder no debe apoderarse de nada: debe situarse. Por ello
se atribuye poder a quien esta bien situado o tiene una buena situación. Se presenta mas
como una oportunidad que como un recurso.
El poder ya no aparece como un instrumento que se aplica sobre otros para conseguir
determinados efectos. Es visto en cambio como la probabilidad de que se produzcan ciertos
resultados favorables para un determinado actor, a partir de la relación que este actor
mantiene con otros.

Puede decirse que la PRIMERA VISION (el poder como recurso o como sustancia) subraya el
elemento de imposición que va ajeno a toda idea de poder. El poder se identifica
especialmente con la capacidad de imponer limites y privaciones a la capacidad de decisión de
los demás obligándoles a conductas no requeridas por ellos. En cambio la SEGUNDA VISION (el
poder como resultado de una situación) descubre la relación de poder en el intercambio que
mantienen diversos actores, sin perder de visa que la imposición de unos se acompaña con la
aceptación de otros.

Una definición útil del poder político es la que lo equipara a la capacidad de intervenir en la
regulación coactiva del conflicto social. Según la perspectiva que adoptemos esta capacidad de
intervención de cada actor se fundará en el control de determinados recursos o en la situación
relativa que ocupa frente a los demás sujetos

Si el poder político equivale a esta aptitud para incidir en la regulación del conflicto podemos
atribuir poder político al gobierno que toma decisiones

El poder no se ejerce solamente desde las instituciones publicas ni puede decirse que reside de
forma exclusiva en el estado. La intervención en la regulación de conflictos sociales esta
abierta a un conjunto de actores diversos que se esfuerzan por orientar dicha regulación en
beneficio propio. En esta capacidad de propuesta y de impulsión de resistencia y de bloqueo la
que revela la existencia de poder político en manos de unos determinados sujetos sociales.

Fuerza, influencia, autoridad.

El poder político esta hecho de tres componentes: fuerza, influencia y autoridad. Son
componentes que reciben nombres diversos según autores y escuelas pero que están
presentes de un modo u otro en todas las concepciones del poder

Hablamos de FUERZA o de coacción cuando existe capacidad para negar o limitar a otros el
acceso a determinados bienes u oportunidades: la vida, la integridad física, la libertad, el
patrimonio, el trabajo. Son acciones que privan a algunos de bienes que poseen o de
oportunidades que pueden presentarse. Lo hacen los grupos terroristas cuando secuestran,
matan o torturan con un objetivo político. Pero también lo hacen otros actores sociales cuando
cortan una carretera, ocupan un local etc. Hay también posibilidades de ejercitar esta fuerza
de manera mas sutil y menos aparatosa cuando se impone a otros la privación de algunos
bienes u oportunidades.

Hablamos de INFLUENCIA cuando el poder político se basa en la capacidad para persuadir a


otros de que convive adoptar o abandonar determinadas conductas. Esa aptitud para la
persuasión depende del manejo y difusión de datos y argumentos, con los que se persigue
modificar o reforzar las opiniones y las actitudes de los demás. Pero también se manifiesta en
la aptitud para despertar emociones respecto de las expectativas positivas y negativas de los
individuos y de los grupos. Con la influencia se intenta convencer y con ello movilizar el apoyo
del mayor numero de ciudadanos para sostener o para resistir a determinadas propuestas. Se
trata de obtener su cooperación eficaz en pro o en contra de alguna causa común. Los
instrumentos pueden condenarse en dos: PROPAGANDA Y ORGANIZACIÓN. PROPAGANDA: en
su sentido mas amplio con ella se difunden las ideas y las propuestas de un grupo para captar
apoyos basados en la convicción y en la emoción. La ORGANIZACIÓN se funda en la
cooperación voluntaria de un grupo que se moviliza de forma estable para alcanzar
determinados objetivos de interés común. Una organización solida constituye uno de los mas
eficaces instrumentos de persuasión para influir sobre sus propios miembros y sobre quienes
están en contacto con la misma

El poder político también se manifiesta como autoridad cuando las indicaciones de un sujeto
individual o colectivo son atendidas por los demás porque cuenta con un crédito o una
solvencia que se le reconocen de antemano. Esta reputación inicial no solo hace innecesaria la
aplicación directa de la fuerza. También permite prescindir de argumentos racionales o del
estimulo de las emociones que están en la base de la influencia. Para algunos ciudadanos
quien ocupa un cargo publico puede contar de entrada por razón de su cargo con un deposito
de confianza: sus indicaciones son atendidas solamente por proceder de quien proceden. En
otros casos la auctoritas proviene del reconocimiento general de un prestigio moral, de una
competencia científica o de una experiencia en determinado ámbito de la vida social. Esta
autoridad también puede derivar de una trayectoria histórica conocida que exime a quien la
posee de presentar otras razones: basta la confianza que ha generado la acción pasada de un
partido, de un dirigente social, de un familiar o de un amigo para hacer caso de sus
advertencias y recomendaciones sin que le exijan pruebas ni razonamientos.

Cuando analizamos otros conceptos esta distinción entre componentes del poder político es
menos perceptible en la realidad que en el análisis teórico. La practica efectiva del poder ha de
recurrir con frecuencia a combinaciones que integran los tres elementos para que su
intervención sea lo mas eficaz posible. Incluso en los casos de aplicación directa de la fuerza se
intentara contar también con el apoyo de la influencia o de la auctoritas.

¿Cómo se manifiesta el poder político?

Cabe distinguir tres niveles de intervención política que van de lo mas visible a lo menos
perceptible

- Un primer nivel el poder se manifiesta abiertamente cuando lo diferentes actores se


esfuerzan por incidir sobre el desenlace final del conflicto abierto por la implantación
de aquella factoría. Para ello discutirán públicamente sobre la convivencia o no
convivencia de ubicar aquella instalación en una determinada localidad. Plantearan
propuestas, debatirán sobre ellas y finalmente se adoptara una decisión: autorizar la
apertura de la instalación bajo determinadas condiciones o denegarla.
- En un segundo nivel el poder político adopta formas menos visibles. Así ocurre cuando
se dan actuaciones destinadas a evitar que un determinado conflicto se politice es
decir, que sea incluido entre las cuestiones sometidas a una decisión vinculante para
toda la comunidad. El poder aquí no busca una decisión sino una no-decisión. Por ello
se ha llegado a definir la política como el arte de impedir que la gente participe en los
asuntos que les conciernen. O en sentido contrario, la capacidad de facilitar su
intervención en dichos asuntos.

Los primeros (sectores empresariales interesados en el proyecto) argüirán que es


preferible que la cuestión se resuelva mediante el libre juego de los intereses sociales
y económicos y sin interferencia política. Sus antagonistas (las asociaciones de vecinos
y los grupos ecologistas) entenderán en cambio que el proyecto no puede seguir
adelante.
- Un tercer nivel desde el que se condiciona de manera todavía mas encubierta la
actividad política. Así sucede cuando un actor consigue que una situación de
desigualdad o desequilibrio no sea vista como una problemática. En el primer nivel el
poder se ejerce impulsando una determinada decisión colectiva sobre un problema
social. En el segundo nivel el poder se aplica para evitar que el problema sea sometido
a decisión política dejándolo al acuerdo libre de las partes o a la imposición de hecho
de una parte sobre la otra. En un tercer nivel se procura que pase socialmente
desapercibida la existencia misma del problema

NIVELES POSICION DE ACTORES


Primer nivel Todos los actores participan con sus respectivos recursos, exigencias y
propuestas, en un conflicto político sobre la cuestión. X, percibida como
problemática
Segundo nivel Uno o varios actores son capaces de impedir que la cuestión X se
convierta en un conflicto político, porque controlan la agenda
institucional e impiden con ello que la cuestión sea objeto de regulación
vinculante
Tercer nivel Uno o varios actores son capaces de influir sobre la conciencia de otros
mediante la conservación de mitos e ideologías consiguiendo que la
cuestión X no sea percibida como problemática

La otra cara del poder: la legitimidad

Cualquier actor que interviene en un conflicto aspira a que su intervención no tenga que
descansar exclusivamente en su capacidad de forzar la voluntad de los demás: aspira a que
estos admitan sus propuestas sin necesidad de acudir a la coacción. Para ello pretende
justificar su intervención es decir presentarla como justa y merecedora de la aceptación
voluntaria de todos los actores.

Esta capacidad para conseguir que sean aceptados los limites que el poder impone suele
conocerse como legitimidad. Incluso los regímenes dictatoriales o los promotores de un golpe
de estado violento no renuncian a dar argumentos para convencer a la opinión publica de lo
justificado de su actuación. Ciertamente para imponer sus pretensiones aplican la violencia.
Pero no solo la violencia. Intentan también ganarse el consentimiento de algunos sectores, en
otras palabras no renuncian a conquistar una relativa legitimidad por parcial y reducida que
sea.

La actividad política se esfuerza por mantener un cierto grado de cohesión social y disminuir
los riesgos de que la comunidad parezca como victima de los antagonismos y diferencias que
encierra.

El poder político aspira siempre a ofrecer dos caras indisociables. Con la primera exhibe
coacción y amenaza. Con la segunda la cara de la legitimidad aporta argumentos e intenta
convencer de que su presencia es conveniente y adecuada.

De donde nace la legitimidad.

La noción de legitimidad por tanto vincula el poder con el mundo de las ideas y de los valores.
Es en este mundo donde se encuentran las raíces de la legitimidad de un sistema político
determinado y de cada una de las demandas y propuestas que propugnan los diferentes
actores. Max Weber elaboro una tipología que intentaba sintetizar en un esquema ideal los
diferentes modos de legitimidad del poder político. Una adaptación libre da la propuesta de
Weber nos permite distinguir tres fuentes de legitimidad del poder: la tradición, la racionalidad
y el carisma a las que puede añadirse también el rendimiento

LA TRADICION: lo que justifica las propuestas del poder es su adaptación a los usos y
costumbres del pasado. El precedente se convierte en el argumento decisivo para obtener la
aceptación de una decisión o de una propuesta. La interpretación de esta legitimidad
tradicional corresponde a los ancianos, los nobles o las castas dominantes.

LA RACIONALIDAD: el fundamento de una orden o de una demanda es aquí la adecuación


entre los fines que pretende y los medios que se propone. Esta congruencia entre medios y
fines suele establecerse en una regla estable. Cuando esta regla toma la forma de una norma
escrita dicha norma se convierte en el fundamento exclusivo del poder. El que puede exhibir
una razón legal de su poder es quien cuenta con la legitimidad

EL CARISMA: puede conferir legitimidad a una propuesta o a una decisión una cualidad
extraordinaria o excepcional de quien la formula o la adopta. El carisma que acompaña a un
personaje puede producir tal admiración y confianza que sus opiniones o mandatos son
acatados sin necesidad de recurrir a un precedente tradicional o a un razonamiento legal. Se
atribuye esta legitimidad carismática a los lideres con dotes de seducción capaces de impulsar
una convincente visión de lo que ha de ser en el futuro colectivo.

EL RENDIMIENTO: finalmente el poder puede fundar su legitimidad en el resultado de sus


propias actuaciones. Si este resultado es percibido como satisfactorio y se ajusta a las
expectativas generales, su legitimidad queda reforzada y los mensajes y ordenes que emite son
bien recibidos. En cambio su ineficiencia o su bajo rendimiento le hacen perder credibilidad. Es
pues el éxito o el fracaso el que refuerza o erosiona respectivamente la aptitud para obtener el
asentimiento a los mandatos y propuestas del poder.

La realidad nos revela que el poder intenta siempre obtener su legitimidad de todas las fuentes
posibles. En los sistemas políticos actuales, tradición, legalidad, carisma y rendimiento son
invocados para reforzar las correspondientes capacidades políticas. Incluso sistemas
tradicionales de carácter autoritario no dejan de tener en cuenta el rendimiento de sus
decisiones en materia de desarrollo económico y bienestar social. Por su parte las democracias
occidentales han contado con liderazgos carismáticos que les han permitido superar periodos
de crisis.

Legitimidad, legalidad y constitución

En la actualidad son las leyes y las constituciones las que contienen estas normas. La
constitución es justamente una norma suprema de la que derivan todas las demás. La
legitimidad del poder en los sistemas liberales se apoya en la existencia de una constitución en
la que una comunidad política establece las reglas fundamentales de su convivencia.

El concepto de LEGITIMIDAD es mas amplio que el de legalidad. Mientras que la legalidad


comporta la adecuación de una decisión o de una propuesta a la ley vigente, la legitimidad nos
señala el ajuste de esta misma decisión a un sistema de valores sociales que van mas allá de la
propia ley escrita incluida a la constitución
Cuando la ley refleja adecuadamente el predominio del sistema dominante de valores sociales
tiende a darse una coincidencia entre legalidad y legitimidad. Pero si la ley no se acomoda a la
evolución de estos valores sociales una decisión o una propuesta legal pueden ser percibidas
como no legitimas.

Los movimientos de desobediencia civil a determinadas obligaciones legales son la expresión


de este conflicto

Las propuestas de reforma legal que afectan a cuestiones como las citadas responden a la
necesidad de acomodar las normas vigentes a los cambios que se producen en las ideas y los
valores sociales mayoritarios. La máxima coincidencia posible entre lo legitimo y lo legal es
garantía de que el poder político sea estable y aceptable por la comunidad.

LA CIENCIA POLITICA: EVOLUCION HISTORICA, PRINCIPALES ENFOQUES TEORICOS Y


METODOLOGICOS (MANUAL)

LOS CRITERIOS DE CIENTIFICIDAD: PROGRESIVIDAD Y ECLECTICISMO

Pensar la evolución histórica de la ciencia política como disciplina cognitiva exige por un lado
preguntarse si se produjo un avance en la cantidad y calidad de conocimientos de los estudios
políticos y por otro establecer una relación entre la forma en que se concibe la actividad
política y las herramientas que se proponen para su conocimiento.

ALMOND sostiene que el rasgo principal de la disciplina es un progresivo ecléctico es decir, la


posibilidad de acumular y mejorar los saberes acerca de como se producen los fenómenos
políticos en un contexto teórico plural

Hoy la ciencia forma parte de las construcciones sociales y sus criterios de verdad dependen
tanto de los consensos de la comunidad científica como de los criterios de verdad derivados
intrínsicamente de sus teorías.

SCHUSTER: es posible distinguir tres enfoques predominantes: el neopositivismo o positivismo


lógico (1920-1950), el racionalismo critico o falsacionismo popperiano (1950-1970) y el
posempirismo cuyos autores mas emblemáticos fueron Kuhn, Feyerabend, Laudan y Lakatos.
Brevemente mientras que el positivismo lógico buscaba los criterios de verdad de la ciencia en
la contrastación empírica y propugnaba por el inductivismo como forma de adquisición del
conocimiento, el racionalismo critico recupero el valor de las teorías t de las deducciones para
ofrecer no la comprobación sino el intento de refutación de la hipótesis científicas como
criterio de verdad.
En las ciencias sociales no existe una teoría general sino solo una acumulación de enfoques es
decir, muchas formas de explicar los comportamientos humanos sin que ninguna de ellas
prime sobre la otra. Es a partir de estos criterios, progresividad del conocimiento y pluralismo
teórico, además de la institucionalización de los ámbitos de investigación y enseñanza que
hemos reconstruido la historia de la ciencia política.

LOS ORIGENES DE LOS ESTUDIOS SOBRE LA POLITICA

WOLIN afirma que los cambios que se produjeron en nuestras formas de pensar y analizar lo
político no son muy diferentes de los que sucedieron en otros campos de indagación ya que
tampoco en la física y en la química ha realidades autoevidentes a la espera de ser
descubiertas

En el caso de la ciencia política denominamos enfoques o perspectivas acerca de lo político.


Desde PLATON Y ARISTOTELES en adelante quienes encontraron en la crisis de la polis
democrática el origen de sus teorizaciones pasando por THOMAS HOBBES Y JOHN LOCKE en el
momento del desarrollo del estado moderno hasta la invención de la noción de modelo
burocrático autoritario por parte del politólogo argentino DONELL para explicar la combinación
tan propia de Sudamérica en los años 60 entre modernización y autoritarismo

PLATON se preocupó por la constitución de una polis justa es decir una sociedad donde cada
uno de los integrantes desempeñara la actividad para la que estuviera mas capacitado. Así
pues, frente a una democracia que identifica como el desorden y el caos propone en republica
una aristocracia basada en el conocimiento. Pero PLATON tenia poca confianza en los hombres
y creía que el gobierno de los filósofos podía fácilmente degenerar en otras especies de
regímenes de los cuales el mas perverso era la tiranía, el gobierno de uno solo que gobernara
para su propio provecho que en general sucedía al desorden de la sociedad democrática.

Para ARISTOTELES la mejor constitución de la polis era la mixta, mezcla de aristocracia,


democracia y oligarquía pero sobre todo aquella donde las fuerzas sociales se encontraban en
una posición de paridad: básicamente donde ricos y pobres compartían el gobierno y no se
oprimían políticamente entre si. En las ciudades romanas existía un fuerte vinculo entre el
derecho y el estado pues la republica era considerada como un conglomerado social que se
encontraba sujeto a las leyes. Todos los ciudadanos se encontraban sujetos a la ley, la cual les
otorgaba un conjunto de derechos cívicos que constituían un cuerpo de derecho positivo, en
un principio plasmado en costumbres no escritas que era respaldado por las instituciones de la
republica romana.

CICERON decía que estos derechos garantizaban la libertad de los ciudadanos de la republica
romana y los habilitaba para participar de la vida pública.

La autoridad y el derecho se encontraban sujetos siempre por un derecho natural universal,


entendiendo como una norma de justicia que trasciende a los hombres. Siguió la clasificación
de las formas de gobierno de POLIBIO para describir su forma ideal de gobierno como una
combinación de monarquía, aristocracia y democracia.

POLIBIO sostiene que la historia presentaba una inevitable ley de crecimiento y posterior
decadencia. Por eso las monarquías tendían a convertirse en tiranías, las aristocracias en
oligarquías y las democracias en oclocracias donde rige la demagogia y la tiranía de las
mayorías incultas y el uso indebido de la fuerza. Afirmaba que existía una séptima modalidad
mixta que combinaba elementos monárquicos, aristocráticos y democráticos según el tipo de
decisión que se debería tomar.

La secularización propia de la primera edad moderna conocida como RENACIMIENTO se


plasmo en el pensamiento de MAQUIAVELO quien produjo dos rupturas: una ideológica y otra
epistemológica. Por un lado señalo la distinción entre la lógica de la moral religiosa y la lógica
de la actividad política lo que permitió que la política se constituyera como actividad autónoma
y por el otro rompió con el idealismo del pensamiento neoplatónico predominante de la edad
media y postulo el realismo como principio para el estudio de la política.

ALMOND indica que desde el renacimiento a la ilustración se observó una preocupación


creciente en los estudios políticos por la búsqueda de pruebas, la evaluación de las evidencias
y la estructura de la ineficiencia

Con el surgimiento de los estados-nación aparecieron reflexiones en torno a la soberanía, el


origen del poder, y el funcionamiento real del mismo pero sobre todo surgió la necesidad de
vincular al conocimiento político con los avances de las ciencias mas desarrolladas en el
momento. En este contexto HOBBES pretendía una política inspirada en la matemática con sus
axiomas y su principio de la racionalidad. Y LOCKE asociado con la tradición empirista sin negar
los supuestos o ideas innatas buscaba relacionar a la teoría política con el mundo de la
experiencia sensible. Tanto HOBBES como LOCKE forman parte de los autores que dieron
origen al CONTRACTUALISMO. La preocupación de HOBBES quien escribió durante las guerras
civiles inglesas era la violencia y el desorden existentes en las relaciones entre los hombres
cuando no había gobierno a lo cual denomino ESTADO DE NATURALEZA

CONTRACTUALISMO: es una corriente de las ciencias sociales que definió el surgimiento de la


sociedad y del poder político a partir de un contrato entre los individuos. Este contrato era la
herramienta que permitía poner fin al estado de naturaleza en el que vivían los individuos
caracterizado por la ausencia de un poder legalmente instituido que tuviera la capacidad de
controlar a todos los miembros de una sociedad. En consecuencia, en el estado de naturaleza
cada individuo tenia una completa independencia y autonomía. El contrato que ponía fin al
estado de naturaleza podía definir distintas formas políticas: el absolutismo que otorgaba a la
autoridad soberana (LEVIATAN), el poder absoluto para establecer y garantizar la paz (HOBBES
Y SPINOZA), el liberalismo que establecía limitaciones al poder del soberano a fin de proteger
los derechos naturales de los individuos (LOCKE Y KANT) y la democracia radical que afirmaba
la preeminencia de la voluntad general (ROSSEAU)

La ciencia política en el siglo XX

COMTE: consagre un discurso que se plasmo en los trabajos y los métodos desarrollados por
otros fundadores de la disciplina como MARX o DURKHEIM y mas parcialmente WEBER quien
sin renegar de la necesidad de desarrollar instrumentos metodológicos para explicar la
realidad social, planteo la necesidad de avanzar en un tipo de conocimiento orientado mas
interpretativamente. Así el surgimiento de la sociología como campo de estudio especifico
implico una clara separación de lo social con respecto a lo político en donde el primero se
constituyo en un sistema independiente y autosuficiente.

Para poder contar con una ciencia de lo político que no se redujera al estudio del
funcionamiento formal de las instituciones hacían falta métodos y técnicas acordes. En ese
sentido el positivismo lógico y los epistemólogos de origen europeo que emigraron a los
Estados Unidos aportaron los elementos fundamentales para que se produjera la REVOLUCION
CONDUCTIVISTA. Desde entonces este enfoque y gran parte del desarrollo de la disciplina
estuvo asociado con las instituciones académicas y de investigación de la America anglosajona

Política comparada: del conductismo al neoinstitucionalismo

Desde la década del 20 hasta los años 60 la ciencia política aparece como una disciplina
básicamente estadounidense debido en gran medida al quiebre que produjo la expansión del
nazismo y el fascismo y la explosión de la segunda guerra mundial en Europa continental. El
crecimiento social y político de ese país favoreció el desarrollo de un marco institucional
adecuado para la evolución de esta disciplina.

El área de estudios de política comparada buscó alejarse del formalismo del estudio de las
instituciones y desarrollar comparaciones generales en base a categorías universales. A tal fin,
los estudios de política comparada adoptaron el enfoque del estructural-funcionalismo, que
les permitió utilizar categorías con un alto nivel de abstracción y limitar las características
específicas de las instituciones a las nociones de rol, estructura y función.

El neoinstitucionalismo, en sus distintas vertientes, entiende que las instituciones tienen una
influencia autónoma en los fenómenos a explicar, aun cuando las instituciones analizadas ya
no sean simplemente las normas formales del viejo institucionalismo sino también redes
organizativas informales que condicionan la conducta individual.

El cambio de paradigma: el conductismo

El conductismo fue una corriente de renovación de la ciencia política surgida a mediados del
siglo XX en Estados Unidos que, basándose en la filosofía y la metodología de las ciencias
naturales, puso especial énfasis en el estudio de las conductas políticas de los individuos que
fueran empíricamente observables. De esta manera, el conductismo implicó dos cambios
sustantivos en el campo de la ciencia política: uno vinculado al objeto de estudio (se dejaron
de lado las instituciones formales para centrarse en las conductas y motivaciones del hombre
en tanto actor político) y el otro a la metodología (se puso énfasis en la necesidad de una
mayor rigurosidad científica basada en técnicas de investigación cuantitativas)

El conductismo tuvo una importante influencia del positivismo no sólo en el intento de reducir
todo a un núcleo empírico que pudiera ser verificable mediante la aplicación de metodologías
establecidas, sino también en la búsqueda de objetividad y en la acumulación de
conocimiento. En consecuencia, el conductismo implicó un quiebre con las corrientes jurídicas,
filosóficas e históricas que habían primado hasta ese momento en la ciencia política en tanto
no sólo rechazó el estudio de las instituciones y estructuras jurídicas, sino también se opuso a
las prescripciones normativas y a los presupuestos filosóficos no sustentables en la experiencia

Esta corriente tuvo una amplia influencia en la ciencia política norteamericana, pudiéndose
distinguir dos etapas: una primera etapa que se extiende entre 1920 y 1950 y una segunda
etapa que se corresponde con su momento de mayor auge en el período de posguerra, entre
1950 y 1970 (Almond), esta es fundamental no solo por la cantidad de datos empíricos
relevados y el aumento en la cantidad de profesionales dedicados a este tipo de estudios, sino
por los temas de estudio que se incorporaron.

Con la segunda guerra mundial comenzó el momento de auge de la revolución conductista que
se afianzó en el período de la posguerra hasta su crisis a fines de los años, las nuevas
necesidades de la economía y los imperativos políticos de los Estados Unidos al integrarse en la
coalición aliada contra el eje de la Alemania nazi crearon un clima favorable para la
cooperación entre las instituciones gubernamentales y los centros académicos.

Las teorías con influencia del estructural-funcionalismo

El estructural funcionalismo es una corriente de las ciencias sociales que se basa en la idea de
que los sistemas cumplen con determinadas funciones que les permiten mantenerse en
equilibrio. El representante más destacado TALCOTT PARSONS. El sistema social es un sistema
de interacción entre actores en el cual la acción está orientada por reglas. Estas reglas son
expectativas complementarias referidas a los roles y a las sanciones. Las expectativas de rol
son lo que se espera que un actor haga en una determinada situación y son lo que organiza las
interacciones dentro del sistema. En la medida en que existe cierta discrepancia entre el
desempeño de los roles y las expectativas de rol, entonces el sistema social no se encuentra
completamente integrado.

Este proceso es garantizado a través de dos funciones: la función de SOCIALIZACION ( que


implica la internalización de valores comunes a través de instituciones como la familia o la
escuela) y la función de CONTROL SOCIAL (que implica la enunciación de expectativas de rol
prescriptivas o prohibitivas es decir, el establecimiento de leyes y normas). El mismo sistema
social es el que garantiza el mantenimiento de sus limites y en este sentido se constituye en
una unidad totalizadora y autosuficiente. Dentro de la CIENCIA POLITICA se han desarrollado
teorías que han sido influenciadas por este enfoque.

EASTON: LAS TEORIAS SISTEMICAS

Si bien entre 1920 y 1950 se había acumulado mucha información empírica, no se contaba con
un esquema explicativo general para ordenarla. Frente a esta falencia que Robert Dahl
denominó “hiperfactualismo” surgieron como reacción las teorías sistémicas de la política.
David Easton, un politólogo canadiense, introdujo en su libro el concepto de sistema político
tomando como fuente de inspiración la teoría estructural funcionalista del sociólogo Talcott
Parsons.

La principal preocupación de Easton era producir una teoría general que pudiera ligar el
conocimiento empírico con la teoría, en tanto el conductismo había mostrado una gran
capacidad para recolectar observaciones, pero no así para ligarlas a un marco teórico.

La vida política es considerada como un sistema de conducta y lo que distingue a las


interacciones o conductas políticas de otras de otro tipo es que están orientadas a la
asignación de valores sociales a través de personas o instituciones con la autoridad necesaria
para conseguir su aplicación.

El sistema político se encuentra compuesto por tres elementos: la comunidad política


conformada por actores que pujan por determinadas ideologías, el régimen que constituye
una estructura de autoridad y los titulares de los cargos de esa estructura de autoridad.

Easton: el sistema politico

DEMANDAS PROCESO DE TOMA DE


DECISIÓN DECISIONES
APOYO SISTEMA POLITICO
Las demandas y apoyos son los inputs que van de la sociedad al sistema político mientras que
las decisiones que emanan del sistema político son los outputs. El sistema político implica un
proceso de “retroalimentación” basado en la conversión de demandas, en tanto recibe las
demandas de la sociedad y responde a ellas a través de decisiones. La debilidad que presenta
este enfoque es que no es posible saber a través de qué mecanismos las demandas son
seleccionadas y se transforman en productos, por lo que se dice que el sistema político es una
“caja negra”, pues poco se sabe acerca del proceso de toma de decisiones en su interior ni del
régimen e instituciones implicados en el mismo.

El trabajo de Easton significó un gran aporte a la disciplina porque permitió incorporar un


concepto general para ser utilizado en el desarrollo teórico que permitiera superar el
hiperfactualismo del conductismo, tal vez se minimice la capacidad de los poderes públicos
para generar cursos de acción por si mismos e impulsar de este modo procesos de cambio que
impactan en el entorno social

LOS ESTUDIOS DE DESARROLLO POLITICO: LA TEORIA DE LA MODERNIZACION

Los estudios sobre el desarrollo político tuvieron su origen en la década del ’60 y se proponían
analizar los factores que afectaban el desarrollo político de una sociedad. Esta área de estudios
estuvo fuertemente influenciada por el enfoque estructural-funcionalista descripto
anteriormente en el sentido de que los sistemas políticos eran vistos como compuestos por
estructuras que debían cumplir determinadas funciones. En el marco de los estudios sobre el
desarrollo político, el enfoque que predominó fue el de la teoría de la modernización. Esta
teoría partía de la premisa de que el desarrollo económico generaría una serie de cambios en
el orden social debido a procesos tales como la urbanización, la industrialización y el desarrollo
de medios de comunicación masiva que transformarían los sistemas políticos volviéndolos
necesariamente más pluralistas

LIPSET desarrolló una teoría que buscaba explicar las causas sociales del grado de estabilidad
de los sistemas políticos complejizando la relación ampliamente difundida en aquel tiempo
entre desarrollo económico y democracia. Para Lipset la estabilidad de una democracia no
dependía sólo de su eficacia (desarrollo económico), sino también de su legitimidad. Mientras
que la primera tiene un carácter instrumental en tanto se refiere al grado en que el sistema
satisface las funciones básicas de gobierno, la segunda presenta un carácter valorativo en
tanto se refiere a la capacidad del sistema para que las instituciones políticas existentes sean
consideradas como las más apropiadas para la sociedad. En base a estas dos variables, el autor
señaló que “un sistema altamente eficaz pero ilegítimo es más inestable que regímenes que
son relativamente bajos en eficacia y altos en legitimidad, pero a su vez una eficacia
prolongada durante varias generaciones puede proporcionar legitimidad a un sistema político”

HUNTINGTON sostuvo que la modernización socioeconómica no siempre desembocaba en un


mayor desarrollo político en tanto el desarrollo económico puede llevar a un aumento de la
participación política debido a cambios en las actitudes, valores y expectativas de las personas
y a la insatisfacción de las mismas. De esta manera, si el sistema político no tiene la capacidad
de procesar las demandas y conflictos que son producto de la propia modernización, esto
puede conllevar a una inestabilidad política (golpes de estado, revueltas, conflictos étnicos,
guerras civiles). Para Huntington, son las instituciones del sistema político las que median
entre el desarrollo económico y el desarrollo político, diluyendo de esta manera la relación
teleológica establecida por el paradigma de la modernización: “el desarrollo económico y la
estabilidad política son dos objetivos independientes y el progreso hacia uno de ellos no tiene
una conexión necesaria con el progreso hacia el otro”

O’DONNELL, centrándose en el tipo de régimen político y no sólo en la estabilidad del mismo


como lo hace Huntington, criticó la ecuación optimista de la democracia que sostiene la teoría
de la modernización en tanto observó que la relación determinística entre desarrollo
económico y democracia no se cumple siempre. En este sentido, América Latina ofreció
contraejemplos contundentes a esta relación, pues durante los años ’70 varios países con un
alto desarrollo económico desembocaron en regímenes autoritarios y no en democracias
consolidadas.

ALMOND Y VERBA: LAS TEORIAS CULTURALISTAS

La teoría de los sistemas políticos fue muy importante sobre todo para el desarrollo de la
política comparada orientada al estudio del desempeño de las instituciones políticas. Sin
embargo, las teorías culturalistas pusieron en evidencia la importancia de la cultura política
para comprender las diferencias entre los sistemas.

Estas orientaciones políticas pueden ser de tres tipos: orientaciones cognitivas (conocimientos
y creencias sobre el sistema político), orientaciones afectivas (sentimientos de apego,
compromisos y rechazos respecto al sistema político) y orientaciones valorativas (opiniones y
criterios de evaluación sobre el sistema político).

Uno de los principales aportes del estudio fue la identificación de tres tipos genéricos de
cultura política: parroquial, de súbdito y participante, y tres tipos mixtos producto de la
combinación de los anteriores

El surgimiento de los estudios sobre cultura política estuvo directamente asociado con la
preocupación por las causas que habían provocado que en países como Alemania e Italia no se
hubieran mantenido los regímenes democráticos. Lo que observaron es que, a diferencia de lo
que se había creído a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, no bastaba con transpolar
instituciones.

Para que la participación política se canalizara democráticamente era necesario contar con un
tipo específico de cultura política: la cultura cívica.

La cultura cívica es una cultura de participación sustentada en los presupuestos del liberalismo
político. Y aunque pervivan rasgos parroquiales o de súbditos (para los autores toda cultura
política es mixta), se define por ser una cultura leal de participación donde hay congruencia
entre la cultura política y las estructuras). En síntesis, los ciudadanos no sólo demandan y
tratan de influir a través del voto y otros medios en los cursos de acción de los gobiernos, sino
que respetan los procesos que regulan la toma de decisiones. No son manipulados por el
sistema político, pero tampoco violan las reglas de juego para obtener las orientaciones
políticas que desean.

La cultura se transforma en la principal variable explicativa de las estructuras y procesos


políticos, lo que hace que estos estudios sean englobados dentro de las teorías culturalistas. Al
respecto, Almond y Verba afirman que tiene mucha más relevancia la socialización política de
los adultos que la socialización de los niños en la conformación de una cultura política. En el
caso específico de la cultura cívica, su surgimiento se encuentra fuertemente condicionado por
la extensión de las afiliaciones a distintas organizaciones, lo cual permite una mayor pluralidad
en la sociedad.

LIPSET Y ROKKAN: TEORIAS SOBRE LOS ORIGENES DE LOS PARTIDOS POLITICOS

Identificaron cuatro grandes clivajes sociales sobre los cuales se estructuraron los sistemas de
partidos europeos, partiendo de la base del esquema parsoniano de clasificación de las
funciones del sistema social (adaptación, integración, logro de objetivos y mantenimiento del
modelo) y de los intercambios entre las mismas.20 Estos cuatro clivajes cruciales fueron
ordenados en función de dos dimensiones que surgen del esquema de los intercambios antes
mencionado: la dimensión territorial (en un extremo se encuentran los conflictos emanados de
las luchas de la periferia contra los intentos centralizadores del estado nación y en el otro
extremo los conflictos emanados de las luchas entre las elites políticas por tener el control y
definir los objetivos del sistema) y la dimensión funcional (en un extremo se encuentran los
conflictos por la redistribución de recursos y en el otro extremo los conflictos surgidos a raíz de
concepciones morales e ideológicas).

Las cuatro grandes fracturas históricas en el desarrollo político europeo fueron: la fractura
entre centro y periferia, la fractura entre el estado y la iglesia, la fractura entre intereses
urbanos y rurales y la fractura entre trabajadores y capitalistas. Las dos primeras fracturas
surgieron durante los procesos de formación de los estados nacionales. La fractura entre
centro y periferia surgió de la oposición entre la cultura dominante de las elites políticas de los
nuevos estados nacionales y los grupos periféricos con características étnicas, lingüísticas y
religiosas propias. La fractura entre el estado y la iglesia, por su parte, alude a la oposición
entre los esfuerzos de estandarización de los estados nacionales y los privilegios tradicionales
de la iglesia. Las otras dos fracturas surgieron durante el proceso de la revolución industrial en
el siglo XIX. La primera de ellas hace referencia a la oposición entre los intereses urbanos
comerciales e industriales y los intereses agrarios terratenientes. La segunda fractura de la
revolución industrial marcó la oposición entre los trabajadores industriales y los capitalistas
propietarios de los medios de producción

Estas cuatro fracturas socio-políticas son las que, de acuerdo al análisis de Lipset y Rokkan,
determinaron el surgimiento de los partidos europeos. De la primera fractura entre centro y
periferia surgieron los partidos étnicos, lingüísticos y de protesta religiosa, de la fractura entre
estado e iglesia surgieron los partidos liberales y religiosos, de la fractura entre la ciudad y el
campo surgieron los partidos de defensa agraria y de la fractura entre trabajadores y
propietarios surgieron los partidos y movimientos obreros que luego se dividieron en
comunistas y socialistas.
Las teorías con influencia de la elección racional

LA TEORIA DE LA ELECCION RACIONAL

Su preocupación por el conocimiento empírico y sus supuestos inspirados en el individualismo


metodológico de la teoría económica utilitarista, el enfoque de la Teoría de la Elección
Racional incorpora una nueva perspectiva del conocimiento político que pone en cuestión
otras formas de concebir la epistemología y la historia de la Ciencia Política como disciplina
autónoma.

La teoría de la elección racional es un enfoque de la economía política comparada que ha


buscado desarrollar modelos formales para el conocimiento de lo político inspirados en la
teoría microeconómica . Este enfoque se basa en la idea de que los individuos son actores
racionales, es decir, eligen los medios que son consistentes con los fines que persiguen.

Este tipo de racionalidad, que tiene su origen en el utilitarismo, sostiene que los individuos
eligen los cursos de acción que maximizan sus preferencias. El supuesto de una racionalidad
instrumental implica por lo menos la existencia de dos condiciones: que las preferencias en
base a las que se toman las decisiones son estables y que existe un nivel óptimo de
información en base a la que es posible tomar la decisión que realmente maximice la utilidad
del individuo

La teoría de la elección racional es problemática no sólo porque presupone la racionalidad


instrumental de los actores sino también porque no especifica cómo se forman las
preferencias de los individuos. “El problema del razonamiento es que si cualquier y todo
comportamiento está basado en preferencias y las mismas son independientes del ambiente
en el que el agente está inmerso, no existe posible predicción de comportamiento: no se sabe
cómo un agente se comportará y, haga lo que haga, se imputará su condición de resultado de
preferencias individuales explicables por funciones de utilidad”

La teoría de la elección racional presenta algunas limitaciones para abordar la complejidad de


los procesos políticos y comprender el impacto de las tradiciones culturales en el desempeño
de las prácticas e instituciones.

Su aplicación en escenarios políticos específicos, tal como es el caso de las interacciones entre
elites políticas, presenta una particular capacidad explicativa.

SHUMPETER: Orientado ideológicamente a defender lo que posteriormente Dahl llamará


“democracias verdaderamente existentes”, Schumpeter, un pensador austríaco que se exilió
en EEUU huyendo del nazismo, criticó la teoría normativa de la democracia y se propuso
comprender cómo funcionaba efectivamente este régimen político tomando como punto de
partida la experiencia anglosajona. Para ello introdujo la analogía entre el mercado económico
y el mercado político. Las ideologías son operativas en tal sentido porque facilitan la opción
para electores que no pueden conocer por falta de información y de interés (es necesario
invertir tiempo y dinero en informarse) cómo funciona el sistema político

DOWNS: LA TEORIA ECONOMICA DE LA DEMOCRACIA


DOWNS demostró que desde el punto de vista de la racionalidad individual es lógico que la
gente no vote (si el voto es voluntario, por supuesto) puesto que es poco lo que el sufragio
individual incide en el resultado final del proceso comicial, por lo que resulta más costoso
votar que el improbable beneficio de que el propio voto sea decisivo para elegir al candidato
preferido.

Downs afirmó que en la democracia los partidos son maquinarias electorales cuya única
finalidad es obtener votos y que para ello deben persuadir (directamente o a través de los
medios o formadores de opinión) acerca del valor de sus propuestas, simplificando la
complejidad del proceso político.

Tomando como supuesto que la economía y la política son parte de una misma teoría del
equilibrio general, interpretó que las democracias estables son aquellas cuyos partidos se
alinean en un continuum izquierda-derecha (para que sea más fácil identificar las opciones
políticas) y donde la curva de distribución de los votantes tiene la forma aproximada de una
curva normal. Por ello, los sistemas bipartidistas son más estables, lo cual sería el caso del
sistema de partidos en los Estados Unidos.

OLSON: LA TEORIA DE LA ACCION COLECTIVA

Aplicó el razonamiento utilitarista para explicar por qué los individuos deciden participar de
acciones colectivas. existen los incentivos selectivos (negativos o positivos) que reciben
quienes participan de la acción para obtener un bien colectivo. De esta manera, los líderes
grupales utilizan desde beneficios materiales y hasta coerciones o amenazas para fomentar la
participación política. UN INCENTIVO SELECTIVO ES EL QUE SE APLICA SELECTIVMENTE A
INDIVIDUOS SEGÚN CONTRIBUYAN O NO A PREOCURAR EL BIEN COLECTIVO

Si bien la teoría de Olson se basa al igual que la de Downs en un análisis de la utilidad esperada
por los individuos al elegir un determinado curso de acción, ambas se diferencian por el rol
que tienen las interacciones con otros individuos. Para Olson resulta fundamental la
interacción para explicar los cursos de acción elegidos por los individuos. La teoría de Olson ha
sido criticada por otros politólogos, como Alessandro Pizzorno, quien sostiene que es
reduccionista interpretar la participación en acciones políticas colectivas con relación a los
beneficios o perjuicios directos que se pueden obtener. En el caso de las democracias
europeas, Pizzorno observa la importancia de un factor desdeñado por Olson: la identidad o
identificación del individuo con el grupo al que pertenece o en cuyas actividades participa.

MAX WEBER (1919): LA POLITICA COMO VOCACION

La política como vocación es un ensayo del economista y sociólogo alemán Max Weber. En su
discurso, Weber se apoyó de notas escritas a mano, que luego serían transcritas por un
taquígrafo. El ensayo fue publicado como una versión extendida en julio de 1919,
traduciéndose al inglés sólo después de la Segunda Guerra Mundial. La política como
vocación es considerada actualmente como una obra clásica en sociología y ciencia política.
La definición clásica de Weber del Estado como una entidad la cual tiene un monopolio sobre
el uso del poder legítimo coercitivo en un territorio determinado se puede encontrar al
principio de La política como vocación. La política, en cambio, la define como la búsqueda del
poder sobre el estado.
La definición de Weber es la siguiente: "El Estado se ha visto como un único otorgante del
'derecho' de fuerza física. Por lo tanto, la 'política' en nuestro caso debería significar la
búsqueda de una porción de poder o para influenciar la división de poder ya sea entre estados,
o entre grupos de personas que el estado comprende." Siguiendo esta definición, Weber nota
que hay tres principios justificando la legitimidad de dominación política del estado, y estos
incluyen a la autoridad tradicional, autoridad carismática, y autoridad legal.
Mucha de la parte intermedia de La política como vocación consiste en las definiciones de
Weber de carisma y sobre líderes, y el tipo de personas que son llamadas a la profesión de la
política. Esto es desarrollado por descripciones históricas extensas de cómo la política
moderna hizo emerger ejemplos históricos. El énfasis es puesto sobre Gran Bretaña, Estados
Unidos, y Alemania, aunque los ejemplos de Francia, China, Roma, la antigua Grecia son
también mencionados. En desarrollar estos ejemplos, Weber demuestra su comprensión
de investigación histórica comparativa. Para esto, Weber describe la relación entre políticos,
partidos políticos, y las burocracias que ellos crean. En esta sección, el escrito de Weber en La
política como vocación es similar a su escrito en otro de sus famosos ensayos "Burocracia".
En la sección final, de La política como vocación, Weber regresa a la descripción del político.
Su punto principal es que el político necesita balancear una "ética de convicción moral", con
una "ética de responsabilidad". La ética de convicción moral se refiere a las creencias internas
inquebrantables que un político debe sostener. La ética de responsabilidad se refiere a la
necesidad diaria de usar los medios de la violencia de estado en una manera en la cual
preserve la paz para un bien mayor. Como Weber ha escrito, un político debe hacer
compromisos entre las dos éticas.
Llevando a cabo esto, Weber puntualiza que "La política está hecha con la cabeza, no con otras
partes del cuerpo, ni con el alma". El político más efectivo es aquel que puede excitar las
emociones de la gente que lo sigue, mientras gobierna estrictamente con una razón dura y fría
en la cabeza. Pero esta es una tarea normal que los humanos no pueden hacer, porque son
vanos.
Weber escribe que la vanidad crea problemas únicos para los políticos porque ellos de hecho
controlan las herramientas de violencia legítima. La vanidad común, según Weber, significa
que los políticos están tentados a tomar decisiones basados en ataduras emocionales con sus
seguidores y aduladores, y no en el razonamiento racional necesitado para gobernar justa y
efectivamente. Weber encuentra que esta es una característica común entre políticos. Como
un resultado de ellos, Weber afirma que el peligro de la política está enraizado en la relación
de un político a los medios de violencia que son intrínsecos para el estado, y los cuales serán
malversados por cualquier político vano. Esta es la razón de por qué Weber enfatiza que la
práctica de la política es muy difícil, y no una tarea para cualquiera que busca la salvación, para
su alma eterna a través de la práctica de la paz y la hermandad. En desarrollar estos puntos,
En las oraciones concluyentes del ensayo, Weber comenta sobre la Revolución Alemana de
1919 que justo estaba en camino cuando el escribía el ensayo. El autor tristemente predijo que
la excitación emocional del momento en 1919 sólo traerá "noches polares con una oscuridad y
dureza heladas, sin importar qué grupo tenga éxito en tomar el poder en el presente."
Después de esto, Weber culmina en una nota algo optimista, cuando escribe que "¡Sólo la
persona que está segura de no desesperar cuando el mundo, desde su punto de vista, es de
mente simple y debilitado para aceptar lo que sea que se tenga que ofrecer, y sólo la persona
que sea capaz de decir '¡A pesar de Todo!' tiene el llamado para la profesión de la política!"
La política consiste en una dura y prolongada penetración a través de tenaces resistencias para
la que se requiere al mismo tiempo pasión y mensura.

LEGALIDAD, LEGITIMIDAD Y EFICACIA. APROXIMACIONES A LA PROBLEMÁTICA DE ESTOS


CONCEPTOS
INTRODUCCION. EL PODER COMO ELEMENTO DEL ESTADO.
Los conceptos de LEGALIDAD y LEGITIMIDAD se tratan de términos poco claros y discutidos en
el campo de las ciencias políticas y sociales.
Así, el concepto de legalidad pareciera asociarse con el cumplimiento de las formas y el
acatamiento de las prescripciones normativas en general, o de manera restringida la
aceptación de cierto procedimiento en la creación de un ordenamiento jurídico dado.
En tanto que la idea de legitimidad suele emparentarse con la justificación del poder y de los
regímenes de gobierno dados, particularmente con la noción de consenso.
Para BERTAND DE JOUVENEL el Poder, para el autor citado, posee una duración, un
ascendiente fuera de razón, no justificado por la lógica del pensamiento, se distinguen en él
tres propiedades: a) la fuerza; b) la legitimidad; y c) la beneficencia.
Las propiedades mencionadas no tienen cualidades ni existencia por sí mismas, sólo llegan a
adquirir su real entidad en la mente humana. El Poder se manifiesta y proyecta en la sociedad,
“...es el campo de la tensión social, el centro hacia el cual convergen las actividades y las
fuerzas políticas que ellas engendran. El Poder siempre permanece idén-tico en su esencia
como voluntad de dominio y como centro cristalizador del mando y la obediencia, la cuantía
de la obediencia, variable en sí, denota la cantidad de poder.
Luego, la Ciencia Política, estudia los mecanismos que utiliza el hombre a efectos de alcanzar,
retener y construir el poder, elemento éste que posee referencia respecto de la institución
organizativa más equilibrada que creara el ser humano, esto es, el Estado.
La historia política del hombre halla su raíz en una sencilla ecuación con dos elementos: mando
y obediencia.
El Estado carece de personalidad tanto jurídica como moral, pues no es otra cosa que una
abstracción, una fórmula. Solo existen hombres, unos pocos, que poseen el poder en sus
manos, ejercen el mando y exigen obediencia. “Sus decisiones constituyen el derecho, pues se
imponen a los demás regulando el comportamiento colectivo”.
El que decide, entonces, es el titular efectivo de la soberanía y del poder público, que se
identifica con el sujeto que adopta las decisiones últimas. Los gobernados obedecen dichas
decisiones que se les imponen coactivamente, deviene no ya el sujeto sino el objeto de la
dominación. Esta división —dualidad entre gobernantes y gobernados— es una consecuencia
de la voluntad de poder desarrollada en los integrantes del primer grupo, dotados de los
medios suficientes para adquirir y conservar el poder. La élite gobernante, se asegura
mediante el sistema su perpetuación en los puestos de mando y dirección, más allá de haberse
ampliado la participación en el poder y la base de legitimidad que le sirve de sustentación

PODER Y DOMINACION
El eje de estudio de esta parcela del pensamiento político está dado por el poder como centro
de dominación en torno al cual tienen lugar las luchas políticas, esto no importa un
reduccionismo según el cual todo es voluntad de poder, concibiendo a la naturaleza humana
como uniforme y sin progreso, sino el apartar un fragmento de la onticidad política para su
examen.

El poder como una subespecie de las acciones sociales, importa en sí, como toda acción, la
factibilidad de interactuaciones: 1) racional con arreglo a fines: determinada por expectativas
en el comportamiento tanto de objetos del mundo exterior como de otros hombres, y
utilizando esas expectativas como condiciones o medios para el logro de fines propios
racionalmente sopesados y perseguidos; 2) racional con arreglo a valores: determinada por la
creencia consciente en el valor —ético, estético, religioso o de cualesquiera otra forma como
se le interprete— propio y absoluto de una determinada conducta, sin relación alguna con el
resultado, o sea puramente en méritos de ese valor; 3) afectiva: especialmente emotiva,
determinada por afectos y estados sentimentales actuales; y 4) tradicional: determinada por
una costumbre arraigada.

La acción estrictamente tradicional está en el límite de lo que puede llamarse una acción con
sentido, no siendo más que una oscura reacción a estímulos habituales en dirección de una
actitud arraigada. El conjunto de acciones cotidianas, habituales se aproxima a este tipo.

La conducta estrictamente afectiva, a su vez se halla en la frontera de la acción consciente con


sentido, apareciendo muchas veces como descarga consciente de un estado sentimental.

La acción afectiva y la racional con arreglo a valores se distinguen entre sí por la elaboración
consciente en la segunda de los propósitos últimos de la acción y por el planeamiento,
consecuente con su tenor, de la misma. Tienen de común el que el sentido de la acción no se
pone en el resultado, sino en la acción misma.

Actúa afectivamente quien satisface su necesidad actual de venganza, de goce, de beatitud


contemplativa o de dar rienda suelta a sus pasiones del momento, sean estas toscas o
sublimes en su género. Actúa estrictamente de un modo racional con arreglo a valores, quien,
sin consideración a las consecuencias previsibles, obra al servicio de sus convicciones sobre lo
que el deber, la dignidad, la sapiencia, la piedad o la trascendencia de una causa cualquiera sea
su género, parecen ordenarlo.

Por último, actúa racionalmente con arreglo a fines, quien oriente su acción por el fin, medios
y consecuencias implicadas en ella y para lo cual sopese racionalmente los medios con los
fines, los fines con las consecuencias y los diferentes fines posibles entre sí, quien, pues, no
actúe ni emotivamente ni con arreglo a la tradición. Debe tenerse presente que muy raras
veces la acción, especialmente la social, está exclusivamente orientada por uno solo de esos
tipos.

EN TORNO A LA NOCION DE LEGITIMIDAD

El poder es un fenómeno bilateral, que no precisa de la violencia ni la arbitrariedad, aunque


siempre implica una cuota de coacción por parte de quien manda. De todas formas, la mayor
eficacia se obtiene cuando quien influye, obtiene el acatamiento por convicción, por el
consentimiento de las partes más allá de los objetivos comunes del grupo liderante.

El que el grupo visualice al esfuerzo colectivo como fuerza en pro de una meta común bajo
alguien que coordina, aproxima a la idea de legitimidad. Por esta vena hay dos formas de ver el
orden político, al poder:
(a) Como coacción, que reside en la posibilidad de sanción.

(b) En la legitimidad

Se ha sostenido que el poder legítimo para serlo precisa de algo más que del acatamiento
social, una vuelta más al poder otorgado por consenso. Se precisaría que el poder proviniera
de un acto legítimamente válido, de acuerdo con: a) los principios constitucionales que exigen
respeto por la, b) normativa electoral preexistente como el, c) derecho de las minorías, d) en
fin de todo el sistema que sirve de infraestructura a los detentadores del poder republicano.
Pero a esta ideación debe oponérsele que: a) el sistema republicano no es la única forma de
gobierno existente, y b) el consentimiento de los grupos humanos no precisa de los sostenes
legales (constitución nacional) para acatar el influjo de la autoridad.

Carece de sentido el tipo de autoridad que exista, ya que lo que cuenta es el respeto y la
obediencia. Esta última, en tanto se preste a la autoridad, aunque exista una minoría
disconforme. En esto radica la legitimidad del orden político.

Tampoco importa el origen de la legitimidad: a) si es rutinaria en el acatamiento, b) si ha


habido socialización educativa en los miembros de la comunidad, c) u otras subvariantes. Por
el contrario, la permanencia en el tiempo demostrará (incluso en órdenes políticos impuestos
por la fuerza) que la autoridad posee un poder legítimo.

El orden político para ser tal, precisa de una interacción correcta entre autoridad y poder (la
potestas y la auctoritas que Hobbes reclamaba unidas en el soberano), si la primera careciera
de la última estaría supeditada a procesos revolucionarios de coyuntura.

Lo relevante es que el grupo humano, con respecto a la autoridad, interioriza de algún modo
los motivos y razones de su acatamiento, los “hace suyos”.

LA LEGITIMIDAD Y SU VINCULACION CON OTRAS NOCIONES

Pensando en el poder y en la forma violenta o pacifica de obtenerlo, reflexionaba Bertand


Rusell distinguiendo entre:

(a) Poder tradicional (en el que imperaba el consentimiento).

(b) Poder revolucionario (en el que primaba la ideología, la utopía y el mito).

(c) Poder desnudo (que era pura coacción).

Max Weber distinguía tres tipos puros de dominación o autoridad, que son tres formas
distintas en que un orden político tiene autoridad sobre la población y recibe legitimidad de
ella. Son: a) la racional legal, b) la tradicional y c) la carismática.

Ahora bien, en lo que hace a la relación con la legalidad, debe señalarse que son temas
diversos, pues, no toda la autoridad está contenida en la ley, y no necesariamente toda ley o
sistema jurídico es legítimo. En otras palabras existen casos de legitimidad sin legalidad y
viceversa.

Un ordenamiento goza de legalidad, debemos entender que se trata de un régimen cuyas


normas han sido dictadas siguiendo un procedimiento establecido por el Estado. En ese marco
las normas resultan válidas. La legalidad es tan sólo el derecho positivo vigente y exigible en
una sociedad dada, en determinado momento histórico, que posee independencia con aquello
que se ajusta a lo que la gente obedecería natural o voluntariamente sin coacción sobre sus
decisiones.

Recién cuando las normas legales dictadas por el Estado, son obedecidas por la población, un
régimen obtiene acatamiento, significa que ha alcanzado legitimación

La legitimidad es el conjunto de valores que permiten hacer justificable un orden de


dominación. En esta línea de distinción se encuentran autores como Habermas, Bobbio,
Laporta y Garzón Valdés, para quienes el único sistema capaz de brindar legitimidad a un
ordenamiento es el sistema democrático.

Allí, la legitimidad de un régimen estaría dada por la adscripción a un sistema de valores


defendido por la sociedad en su conjunto. El problema consiste en fijar los límites precisos del
sistema democrático. De allí que todos estos autores avanzan un paso más y procuran efectuar
una teoría de la justicia.

Esta tesis entiende que la legitimidad es la única fuente de la legalidad. Caso contrario la
legitimidad de un régimen no podría asegurar resultados justos. El sistema democrático es una
herramienta, el mejor procedimiento conocido para alcanzar los valores de justicia que ésta
sociedad promueve. Para nuestra concepción, si bien esto puede ser cierto, los conceptos de
legalidad y legitimidad van separados, pues conceptualizan nociones diversas e
inconmensurables.

La idea de legitimidad es utilizada, sobre todo, cuando la noción de legalidad es insuficiente,


cuando se perciben resoluciones desde el poder carentes de viabilidad política.

La idea de legitimidad es una percepción de los sometidos en el sentido de que aceptan la


autoridad que se establece. Existe cuando el orden político es reconocido, el orden de
dominación depende de su reconocimiento de hecho. Esta es la noción que postula Max
Weber.

La legitimidad entonces puede presentar grados.

Maurice Bertrand restringe la idea de legitimidad y su relación a la legalidad, al concepto de


eficacia: a) eficacia material: si se produce el acatamiento general de la comunidad; b) eficacia
política: si el fin de lo decidido y especialmente la sanción, es útil, es decir, si se produce el
cambio de orientación que se pretende desde el gobierno.

La legitimidad orientada a la eficacia, puede llegar a divorciarse de la justicia una conducta


puede ser legal, y ser ilegítima o viceversa. Por el contrario, pensamientos opuestos a esta
línea entiende que la justicia es un orden preexistente a la legitimidad

LA DENOMINACION Y LA LEGITIMIDAD EN MAX WEBER

Weber aborda el concepto de sociología, cuyo objeto es la “comprensión de la acción social”,


el “sentido subjetivo” que debe poseer esta acción para el actor, sin el cual la acción deja de
ser social; a partir de allí el autor diseña sus tipologías.

Weber utiliza para distintos objetivos: los tipos de acción social (racional con arreglo a fines o
valores, tradicional y afectiva o emotiva), los tipos de legitimidad del poder (legal, tradicional y
carismática, cada uno relacionado con los tipos de acción social mencionados) y los tipos de
administración de esos poderes (a través de burocracias, de servidores personales o de
“nominados por el señor”, según sea el tipo puro de poder que se administra). Sin perjuicio de
ello, la tipología de administraciones comprende a la “burocracia”, que es, según el autor, el
modo más moderno y perfeccionado de administrar el poder en las sociedades modernas.

Debe entenderse por ‘dominación’, de acuerdo con la definición ya dada, la probabilidad de


encontrar obediencia dentro de un grupo determinado para mandatos específicos.

No toda dominación se sirve del medio económico. Y todavía menos tiene toda dominación
fines económicos. Pero toda dominación sobre una pluralidad de hombres requiere de un
modo normal (no absolutamente siempre) un cuadro administrativo; es decir, la probabilidad,
en la que se puede confiar, de que se dará una actividad, dirigida a la ejecución de sus
ordenaciones generales y mandatos concretos, por parte de un grupo de hombres cuya
obediencia se espera.

La naturaleza de estos motivos determina en gran medida el tipo de dominación. Motivos


puramente materiales y racionales con arreglo a fines como vínculo entre el imperante y su
cuadro implican aquí, como en todas partes, una relación relativa-mente frágil. Por regla
general se le añaden otros motivos: afectivos o racionales con arreglo a valores. En casos fuera
de lo normal pueden éstos ser los decisivos.

En lo cotidiano domina la costumbre y con ella intereses materiales, utilitarios, tanto en esta
como en cualquiera otra relación. Pero la costumbre y la situación de intereses, no menos que
los motivos puramente afectivos y de valor (racionales con arreglo a valores), no pueden
representar los fundamentos en que la dominación confía. Normalmente se les añade otro
factor: la creencia en la legitimidad.

LOS TIPOS DE DOMINACION DE MAX WEBER

Existen tres tipos puros de dominación legítima. El fundamento primario de su legitimidad


puede ser:

1. De carácter racional: que descansa en la creencia en la legalidad de ordenaciones estatuidas


y de los derechos de mando de los llamados por esas ordenaciones a ejercer la autoridad
(autoridad legal).

2. De carácter tradicional: que descansa en la creencia cotidiana en la santidad de las


tradiciones que rigieron desde lejanos tiempos y en la legitimidad de los señalados por esa
tradición para ejercer la autoridad (autoridad tradicional).

3. De carácter carismático: que descansa en la entrega extracotidiana a la santidad, heroísmo o


ejemplaridad de una persona y a las ordenaciones por ella creadas o reveladas (llamada)
(autoridad carismática).

En el caso de la autoridad legal se obedecen las ordenaciones impersonales y objetivas


legalmente estatuidas y las personas por ellas designadas, en méritos éstas de la legalidad
formal de sus disposiciones dentro del círculo de su competencia. En el caso de la autoridad
tradicional se obedece a la persona del señor llamado por la tradición y vinculado por ella (en
su ámbito), en el círculo de lo que es consuetudinario. En el caso de la autoridad carismática se
obedece al caudillo carismáticamente calificado por razones de confianza personal en la
revelación, heroicidad o ejemplaridad, dentro del círculo en que la fe en su carisma tiene
validez.
LA DOMINACION LEGAL CON ADMINISTRACION BUROCRATICA

La dominación legal descansa en la validez de las siguientes ideas, entrelazadas entre sí:

1. Que todo derecho, ‘pactado’ u ‘otorgado’, puede ser estatuido de modo racional —racional
con arreglo a fines o racional con arreglo a valores (o ambas cosas)—, con la pretensión de ser
respetado, por lo menos, por los miembros de la asociación; y también regularmente por
aquellas personas que dentro del ámbito de poder de la asociación (en las territoriales: dentro
de su dominio territorial) realicen acciones sociales o entren en relaciones sociales declaradas
importantes por la asociación.

2. Que todo derecho según su esencia es un cosmos de reglas abstractas, por lo general
estatuidas intencionalmente; que la judicatura implica la aplicación de esas reglas al caso
concreto; y que la administración supone el cuidado racional de los intereses previstos por las
ordenaciones de la asociación, dentro de los límites de las normas jurídicas Y según principios
señalables que le tienen la aprobación o por lo menos carecen de la desaprobación de las
ordenaciones de la asociación.

3. Que el soberano legal típico, la ‘persona puesta a la cabeza’, en tanto que ordena y manda,
obedece por su parte al orden impersonal por el que orienta sus disposiciones. Lo cual vale
para el soberano legal que no es ‘funcionario’, por ejemplo: el presidente electivo de un
estado.

4. Que tal como se expresa habitualmente el que obedece solo lo hace en cuanto miembro de
la asociación y sólo obedece ‘al derecho’. Como miembro de la unión, del municipio, de la
iglesia; en el estado: ciudadano.

5. En relación con el tópico número 3 domina la idea de que los miembros de la asociación, en
tanto que obedecen al soberano, no lo hacen por atención a su persona, sino que obedecen a
aquel orden impersonal; y que solo están obligados a la obediencia dentro de la competencia
limitada, racional y objetiva, a él otorgada por dicho orden29.

Una actividad establecida de esa suerte se llama ‘magistratura’ o ‘autoridad’. ‘Autoridades’ en


este sentido existen, lo mismo que en el estado y la iglesia, en las grandes explotaciones
privadas, ejércitos y partidos.

Una magistratura en el sentido de esta terminología es el presidente electivo de la república (o


el gabinete ministerial, o los diputados por elección). Estas categorías no nos interesan, sin
embargo, ahora. No toda ‘magistratura’ posee en igual sentido ‘poderes de mando’; pero esta
separación no interesa aquí.

El principio de jerarquía administrativa, o sea la ordenación de autoridades fijas con facultades


de regulación e inspección y con el derecho de queja o apelación ante las autoridades
superiores por parte de las inferiores.

Las ‘reglas’ según las cuales hay que proceder. Pueden ser: a) técnicas o b) normas. Su
aplicación exige en ambos casos, para que se logre la racionalidad, una formación profesional.

Sólo participa en el cuadro administrativo de una asociación el calificado profesionalmente


para ello mediante pruebas realizadas con éxito; de modo que sólo el que posea esas
condiciones puede ser empleado como funcionario. Los ‘funcionarios’ forman el cuadro
administrativo típico de las asociaciones racionales, sean éstas políticas, religiosas, económicas
(especialmente, capitalistas) o de otra clase.
Rige (en el caso racional) el principio de la separación plena entre el cuadro administrativo y
los medios de administración y producción. Los funcionarios, empleados y trabajadores al
servicio de una administración no son propietarios de los medios materiales de administración
y producción, sino que reciben éstos en especie o dinero y están sujetos a rendición de
cuentas. Existe el principio de la separación completa entre el patrimonio público, del cargo y
el patrimonio privado (hacienda individual) y entre la ‘oficina’ y el ‘hogar’

En el caso más racional no existe apropiación de los cargos por quien los ejerce. Donde se da
un ‘derecho al cargo’ (como, por ejemplo, entre los jueces y actualmente en partes crecientes
de la burocracia. y el proletariado) no sirve generalmente a un fin de apropiación por parte del
funcionario, sino de aseguramiento del carácter puramente objetivo (independiente), sólo
sujeto a normas, de su trabajo en el cargo.

Rige el principio administrativo de atenerse al expediente, aun allí donde las declaraciones
orales sean de hecho la regla o estén hasta prescritas; por lo menos se fijan por escrito los
considerandos, propuestas y decisiones, así como las disposiciones y ordenanzas de toda clase.
El expediente y la actividad cEl tipo de la administración legal y racional es susceptibEl tipo de
la administración legal y racional es susceptible de aplicación universal, y es lo importante en la
vida cotidiana. Pues para la vida cotidiana dominación es primariamente ‘administración’. El
tipo más puro de dominación legal es aquel que se ejerce por medio de un cuadro
administrativo burocrático. Sólo el dirigente de la asociación posee su posición de imperio,
bien por apropiación, bien por elección o por designación de su predecesor. Pero sus
facultades de mando son también ‘competencias’ legales. La totalidad del cuadro
administrativo se compone, en el tipo más puro, de funcionarios individuales (‘monocracia’ en
oposición a ‘colegialidad’ de la que se hablará luego), los cuales son32: 1) personalmente
libres, se deben sólo a los deberes objetivos de su cargo, 2) en jerarquía administrativa
rigurosa, 3) con competencias rigurosamente fijadas, 4) en virtud de un contrato, o sea (en
principio) sobre la base de libre; selección según El tipo de la administración legal y racional es
susceptible de aplicación universal, y es lo importante en la vida cotidiana. Pues para la vida
cotidiana dominación es primariamente ‘administración’. El tipo más puro de dominación legal
es aquel que se ejerce por medio de un cuadro administrativo burocrático. Sólo el dirigente de
la asociación posee su posición de imperio, bien por apropiación, bien por elección o por
designación de su predecesor. Pero sus facultades de mando son también ‘competencias’
legales. La totalidad del cuadro administrativo se compone, en el tipo más puro, de
funcionarios individuales (‘monocracia’ en oposición a ‘colegialidad’ de la que se hablará
luego), los cuales son32: 1) personalmente libres, se deben sólo a los deberes objetivos de su
cargo, 2) en jerarquía administrativa rigurosa, 3) con competencias rigurosamente fijadas, 4)
en virtud de un contrato, o sea (en principio) sobre la base de libre; selección según le de
aplicación universal, y es lo importante en la vida cotidiana. Pues para la vida cotidiana
dominación es primariamente ‘administración’. El tipo más puro de dominación legal es aquel
que se ejerce por medio de un cuadro administrativo burocrático. Sólo el dirigente de la
asociación posee su posición de imperio, bien por apropiación, bien por elección o por
designación de su predecesor. Pero sus facultades de mando son también ‘competencias’
legales.

La totalidad del cuadro administrativo se compone, en el tipo más puro, de funcionarios


individuales (‘monocracia’ en oposición a ‘colegialidad’ de la que se hablará luego), los cuales
son32: 1) personalmente libres, se deben sólo a los deberes objetivos de su cargo, 2) en
jerarquía administrativa rigurosa, 3) con competencias rigurosamente fijadas, 4) en virtud de
un contrato, o sea (en principio) sobre la base de libre; selección según ontinuada por el
funcionario hacen que la oficina sea la médula de toda forma moderna en la actividad de las
asociaciones.

El tipo de la administración legal y racional es susceptible de aplicación universal, y es lo


importante en la vida cotidiana. Pues para la vida cotidiana dominación es primariamente
‘administración’.

El tipo más puro de dominación legal es aquel que se ejerce por medio de un cuadro
administrativo burocrático. Sólo el dirigente de la asociación posee su posición de imperio,
bien por apropiación, bien por elección o por designación de su predecesor. Pero sus
facultades de mando son también ‘competencias’ legales. La totalidad del cuadro
administrativo se compone, en el tipo más puro, de funcionarios individuales (‘monocracia’ en
oposición a ‘colegialidad’ de la que se hablará luego), los cuales son:

1) personalmente libres, se deben sólo a los deberes objetivos de su cargo,

2) en jerarquía administrativa rigurosa,

3) con competencias rigurosamente fijadas,

4) en virtud de un contrato, o sea (en principio)

5) calificación profesional que fundamenta su nombramiento —en el caso más racional: por
medio de ciertas pruebas o del diploma que certifica su calificación-

6) son retribuidos en dinero con sueldos fijos, con derecho a pensión las más de las veces; son
revocables siempre a instancia del propio funcionario y en ciertas circunstancias
(particularmente en los establecimientos privados) pueden también ser revocados por parte
del que manda; su retribución está graduada primeramente en relación con el rango
jerárquico, luego según la responsabilidad del cargo y, en general, según el principio del
‘decoro estamental’ .

7) ejercen el cargo como su única o principal profesión.

8) tienen ante si una ‘carrera’, o ‘perspectiva’ de ascensos y avances por años de ejercicio34, o
por servicios o por ambas cosas, según juicio de sus superiores,

9) trabajan con completa separación de los medios administrativos y sin apropiación del cargo,
10) y están sometidos a una rigurosa disciplina y vigilancia administrativa. Este orden puede,
en principio, aplicarse igualmente a establecimientos económicos, caritativos o cualesquiera
otros de carácter privado que persigan fines materiales o ideales, y a asociaciones políticas o
religiosas, lo que puede mostrarse históricamente (en aproximación mayor o menor al tipo
puro).

La administración burocrática pura, o sea, la administración burocrático, atenida al expediente,


es a tenor de toda la experiencia la forma más racional de ejercerse una dominación; y lo es en
los sentidos siguientes: en precisión, continuidad, disciplina, rigor y confianza; calculabilidad,
por tanto, para el soberano y los interesados; intensidad y extensión en el servicio;
aplicabilidad formalmente universal a toda suerte de tareas; y susceptibilidad técnica de
perfección para alcanzar el óptimo en sus resultados.
El gran instrumento de la superioridad de la administración burocrática es éste: el saber
profesional especializado, cuyo carácter imprescindible está condicionado por los caracteres
de la técnica y economía modernas de la producción de bienes, siendo completamente
indiferente que tal producción sea en la forma capitalista o en la socialista.

LA DENOMINACION TRADICIONAL

El tipo de dominación tradicional descansa en la creencia cotidiana en la santidad de las


tradiciones que rigieron desde lejanos tiempos y en la legitimidad de los señalados por dicha
tradición para ejercer la autoridad.

Una dominación es tradicional cuando descansa su legitimidad en dichas tradiciones sacras. El


soberano no es un superior, sino un “señor”; y su cuadro administrativo no lo componen
funcionarios sino “servidores”, de allí que los dominados devengan no ya miembros de la
asociación sino “súbditos” o “compañeros tradicionales”

Los mandatos del soberano tradicional son legítimos por doble vía:

1. Por la fuerza de la tradición, que señala inequívocamente el contenido de los


ordenamientos, así como su amplitud y sentido, transgredirlos es un peligro para la situación
tradicional imperante.

2. Por el libre arbitrio del señor, delimitado por la tradición.

Dentro de la acción libre se encuentra el llamado favor, donde el imperante otorga su gracia
por inclinaciones o antipatías personales.

Los principios por los que se guía el soberano son justicia y equidad. Se trata de un contenido
ético material.

La dominación se orienta con la costumbre, de esta manera se evita la resistencia por parte de
los súbditos. La resistencia, como tal, surge contra la persona del señor o sus servidores que
desatendió los límites impuestos por la tradición, no contra el sistema.

En el tipo puro de dominación tradicional no se “crean” nuevos principios jurídicos o


administrativos. Las nuevas creaciones se legitiman en tanto y en cuanto son reconocidas por
la “sabiduría tradicional”. En el derecho solo existe la tradición enmarcada en los precedentes
y en la jurisprudencia.

El cuadro administrativo es un engranaje esencial de todo tipo de dominación en la concepción


weberiana. Sin embargo, en la modalidad tradicional, el imperante puede dominar con o sin él.

LA DENOMINACION DE CARÁCTER CARISMATICO

El tipo de dominación carismático descansa en la entrega extracotidiana a la santidad,


heroísmo o ejemplaridad de una persona o de las ordenaciones por ella creadas o reveladas.

El carisma es una cualidad de la personalidad, sobrenatural o sobrehumana, del jefe, caudillo,


líder o guía.

El líder viene a ser un enviado de Dios o de la Providencia. Y los dominados serán adeptos.
Sobre la validez del carisma decide el reconocimiento: este es el reconocimiento al héroe, el
reconocimiento que se mantiene por la corroboración de las supuestas calidades carismáticas
del jefe.

El reconocimiento es psicológicamente una entrega personal, llena de fe, surgida del


entusiasmo y la esperanza.

Los tipos originarios de la dominación tradicional están constituidos por los casos en que no
existía cuadro administrativo personal del imperante:

1. Gerontocracia: donde la autoridad en la asociación se ejerce por los más viejos del sistema,
ya que son quienes mejor conocen las sagradas tradiciones.

2. Patriarcalismo originario: donde el dominio de la asociación lo ejerce una sola persona de


acuerdo con determinadas reglas hereditarias fijas.

Cuando aparece finalmente un cuadro administrativo, entonces la dominación tradicional


tenderá a alguno de los siguientes supuestos:

1. Patrimonialismo: la dominación está orientada por la tradición pero se ejerce por un


derecho propio.

2. Sultanato: cuando la dominación tradicional se mueve dentro de la esfera de libre arbitrio


del imperante, libre de la tradición.

En estos casos los compañeros se convierten en súbditos.

Finalmente, debe entenderse por dominación estamental, aquella forma de dominación


patrimonial en la que el poder está en manos del cuadro administrativo. En estos casos puede
dominar una asociación o un individuo. Como única explicación, la dominación estamental
tomó los derechos patrimoniales como economía del tipo privado.

Para Weber, el carisma es la gran fuerza revolucionaria en las épocas vinculadas a la tradición.

ESQUEMA EN EL CONTEXTO DE PENSAMIENTO WEBERIANO

Dominación

Probabilidad de encontrar obediencia dentro de un grupo determinado para mandatos específicos


o para todo tipo de mandatos

No toda dominación es económica

Toda dominación aspira a fomentar la creencia en su legitimidad (aceptación por los destinatarios)

Legitimidad

La legitimidad difiere por el fundamento de la obediencia tanto como por el cuadro administrativo
encargado de garantizarla
Toda legitimidad es una probabilidad y no depende en su caracterización de intereses materiales,
fingimientos, debilidades individuales o desvalimientos

Aunque el dominio sea absoluto la clase de relación entre soberano y cuadro administrativo es
distinta según sea la clase de fundamento de autoridad que exista

TIPO DE ACCION TIPO DE AUTORIDAD LEGITIMIDAS TIPO DE CUADRO


SOCIAL BASADA EN ADMINISTRATIVO
Tradicional Tradicional Santidad de las Circulo de servidores
costumbres personales
designados por
costumbre
Emotiva o afectiva Carismática Entrega a la Personas designadas
santidad, heroísmo o por el portador
ejemplaridad de un
caudillo
Racional respecto de Racional legal Ordenaciones Burocracia en
fines impersonales sentido moderno
(normas abstractas y
formales)
Rutinización del carisma

En su forma elemental, el carisma es un tipo de dominación extraordinaria y fuera de lo


cotidiano. Representa una relación social rigurosamente personal, que se halla unida a la
validez carismática de cualidades personales de un individuo y a su corroboración. Si este tipo
de dominación no es efímera, sino que deviene duradera, la dominación carismática variará:
habrá de racionalizarse o tradicionalizarse o ambas cosas. Los motivos para ello son los
siguientes:

1. El interés ideal o material de los seguidores en la persistencia y permanente reanimación de


la comunidad;

2. El interés más fuerte y el material todavía más intenso del cuadro administrativo en
continuar la existencia de la relación y esto, de tal modo, que quede cimentada en su propia
posición ideal y material sobre una base cotidiana y duradera.

Con la rutinización del carisma, se impone la eliminación del carácter peculiar del carisma. Esta
mecánica lleva la adaptación a lo cotidiano, la asociación de dominación carismática
desemboca en las formas de dominación cotidiana: patrimonial —en particular, estamental—,
o burocrática.

La rutinización o adaptación a lo cotidiano no se realiza, por lo general, sin luchas. No se


olvidan en los inicios de esta gesta, las exigencias personales del carisma del jefe y la lucha del
carisma personal con el hereditario y el objetivado —carisma del cargo— constituye un
proceso típico en la historia
LA TRANSFORMACION ANTIAUTORITARIA DEL CARISMA

El principio carismático de legitimidad interpretado según su sentido originario de modo


autoritario, puede ser reinterpretado en forma antiautoritaria, pues la validez de hecho de la
autoridad carismática descansa en realidad por completo sobre el reconocimiento,
condicionado por la corroboración de los dominados, que ciertamente tiene el carácter de
deber frente a los calificados, y por ello, legítimos.

En este sentido, el señor legítimo en méritos de su propio carisma, se transforma en imperante


por la gracia de los dominados, que por su arbitrio, y formalmente, eligen y ponen —y
eventualmente deponen— al jefe.

El imperante es ahora jefe libremente elegido. El reconocimiento de los pronunciamientos


jurídicos emanados del líder carismático ha evolucionado en el sentido de que la comunidad —
por su arbitrio— puede declarar, reconocer o derogar el derecho, tanto en general como en el
caso concreto.

El tipo de transición más importante es la denominación plebiscitaria. Encuentra su


representación en las “jefaturas de partido”, dentro del Estado moderno. Existe allí donde el
imperante se sienta legitimado como el hombre de confianza de las masas y sea reconocido
como tal.

LEGALIDAD Y LEGITIMIDAD EN CARL SHMITT

Este ensayo, explica el autor, es el último y desesperado intento para salvar el sistema
presidencialista de la Constitución de Weimar. A raíz de la situación, la legalidad de un partido
podrá negarse tan solo en el caso en que se limite la facultad de reformar la constitución.

Un partido accede al poder “por la puerta de la legalidad”, cerrándola a posteriori, en


detrimento de sus enemigos. Las reformas a la constitución no pueden destruir la sustancia
política de la misma, no se puede transformar su estructura.

El positivismo jurídico está basado en la creencia en el poder omnímodo del Legislador y en la


plausible consecuencia de que el Legislador ha de tener un gran poder, las facultades de aquel
que puede introducir reformas en la constitución han de ser forzosamente mayores

La legalidad, no era en su origen otra cosa que un producto del racionalismo occidental y una
forma de legitimidad, mas no su absoluto contraste.

La legalidad es una de las tres formas típicas de la legitimidad en el sentido de Max Weber:
presupone una normalización racional. Cuando el Estado Legislativo se transforma en Estado
administrativo, predomina las disposiciones o medidas.

Schmitt distingue entre leyes jurídicas y leyes disposiciones normativas. Esta distinción señala
la evolución progresiva hacia el Estado administrativo.

La legalidad, entonces, constituye un modo de operar en la burocracia, encami-nada a


conseguir la previsión social de las masas.

En relación con los postulados de legalidad e igualdad de chances se han desarrollado tres
teorías de las primas:

a) presunción de legalidad,
b) cumplimiento y obediencia propias

c) interpretación de las cláusulas generales.

Existen otras primas que han hallado en autores extranjeros aceptación en general, son las
llamadas primas electorales. Son algo ilusorias o artificiales, ya que tienen como objetivo una
mayoría legal, en tanto que las primas normales apuntan a la posesión legal del poder y
presuponen dicha posesión. Aparte de las primas normales y las electorales, existen otras de
carácter extraordinario que introducen la distinción en el seno de la constitución: constituyen
un sistema de normas de procedimiento y organización, y contienen principios de derecho
material.

Un breve resumen:

1. En la esfera de la Iglesia Romana no se diferencia entre legalidad y legitimidad. La distinción


es extraña al pensamiento eclesiástico. Gracias a la dirección divina, la jerarquía legal es
siempre también jerarquía legítima.

2. El desarrollo histórico constitucional del Estado europeo continental acentuó la divergencia


entre legalidad y legitimidad, convirtiéndose en destino del Estado mismo.

3. La divergencia comienza con el llamado principio de legitimidad de la restauración


monárquica de 1814 y 1815.

4. La legitimidad monárquico-dinástica valió hasta entrado el siglo XX por legitimidad


antonomásica.

5. El principio democrático de legitimidad tuvo vigencia en los Estados Unidos de


Norteamérica, con fulcro en la doctrina de su presidente Woodrow Wilson.

6. La divergencia entre legalidad y legitimidad tuvo su origen en la Francia monárquica de la


época de la Restauración.

7. Lamennais (1829/1831) diseñó por primera vez la distinción.

8. Se distingue entre legitimidad histórica de una dinastía restaurada y la legalidad del Código
Napoleónico.

9. Los liberales querían una monarquía constitucional como una forma de gobierno legal; los
realistas la querían como una forma de gobierno legítima.

10. En los procesos revolucionarios la legalidad es la suprema expresión de la racionalidad, no


así la legitimidad.

11. La cuestión de la legalidad e ilegalidad se convierte en un simple ítem de las estrategias y


tácticas de la guerra civil comunista. Se la utiliza peyorativamente.

12. Hitler se sirvió de la legalidad y la entendió como una fatalidad, de esta forma la utilizó
para su entronización como Canciller amenazando a Hindenburg con procesos ante los
Tribunales de Garantías Constitucionales, cuando precisamente Hindenburg no los entendía.

13. Para la época del texto schmittiano, entiendo el autor, que ya no se utilizaba el término
legal, se prefería legítimo, esto en el marco de las teorías de Weber en cuanto la primera era la
manifestación de la segunda en la democracia de masas de racionalidad axiológica.
14. Gehlen entendía que la legitimidad fue superada en la sociedad industrial de masas. Para él
la elevación en el nivel de vida es un derecho. Sería legítimo un Estado que dejara esferas de
libertad y satisficiera los deseos generales contra una apariencia rígida del Estado. Era
necesario unir seguridad y justicia.

15. Señalaba que Max Weber era pesimista y consideraba fatal e inevitable la transición a la
mera racionalidad teleológica, era un postulado desesperado de la separación entre valor
(¿legitimidad?) y fin (¿legalidad?).

Schmitt redirecciona el estudio a la caída del Estado legislativo parlamentario en la Alemania


de 1932. Por Estado Legislativo entendía un determinado tipo de comunidad política, en la que
veía la expresión suprema de la voluntad común en la proclamación de una especie
“cualificada de normas que pretenden ser Derecho”. Como consecuencia, son reducibles todas
las demás funciones, competencias y esferas de actividad del dominio público.

En Europa, explicaba, se ha entendido como Estado de Derecho desde el siglo XIX, al Estado
Legislativo; concretamente al Estado Legislativo Parlamentario. El Parlamento ocupa el lugar
de Legislador en este Estado, ya que es el que crea las normas. Este Estado legislativo está
dominado por normas: personales (generales), predeterminadas (duraderas), de contenido
mensurable y de contenido determinable (la ley está separa de su aplicación al caso concreto)

Ya no hay poder soberano, el poder se ejerce en base a la ley. El poder soberano es ejercido
por un poder distinto al que crea las leyes (i.e. legislativo), el cual tan sólo elabora las normas.

En síntesis, la organización del Estado Legislativo importa la separación precisa entre: la ley
(poder legislativo) y su aplicación (poder ejecutivo). Este es el principio fundamental sobre el
que se levanta el Estado Legislativo. El principio último y fundamental del concepto de
legalidad estatal radica en que ya no se domina ni se manda, porque las normas vigentes sólo
se hacen valer de una manera impersonal. Este Estado se justifica por la legalidad.

La ley no precisa ser una regulación duradera y general, sino funcionalista y formalista. Carente
de valor, en tanto se continua exigiendo que el Derecho Administrativo tenga un carácter
general. Al eliminarse el dualismo entre Estado y sociedad, se identificó con lógica
democrática, la voluntad del Estado y de lo popular. Se calificó de ley toda manifestación de la
voluntad. El Estado Legislativo conoce un único Legislador que goza de la creación del Derecho
material: la constitución escrita de este Estado parlamentario se funda en regulaciones
orgánicas neutrales.

Habrá de reservarse la voz legalidad para un régimen cuyas normas fueron dictadas siguiendo
un procedimiento establecido por el Estado. Todo ordenamiento jurídico estructura su
legalidad, la aceptación o no de la misma es cuestión diversa, a la luz de aquel solo cabe
predicar su validez o invalidez. La legitimidad, en cambio, ha de reservarse para una obediencia
respecto del poder, que emane natural y espontáneamente. Debe analizarse el motivo del
acatamiento, la convicción de los que obedecen de que deben hacerlo (o cuanto menos que
así lo creen). No puede reservarse aquel término para un conjunto de valores que hagan
justificable una dominación. Caso contrario se caería en el reduccionismo de quienes solo
consideran legítimo al sistema democrático, en definitiva, quienes así discurren no logran
justificar ni explicar el por qué del acatamiento a monarquías, teocracias e infinidad de
sistemas políticos aun vigentes. Pero además, quienes sostienen la tesis de mentas terminan
teniendo que elaborar una teoría de la justicia que otorgue real satisfacción a las necesidades
de la sociedad; y lo cierto es que la legitimidad no tiene porque asegurar resultados justos, no
está en su lógica alcanzar valor de justicia alguno, sino brindar las explicaciones del por qué de
la obediencia.

TEXTO VALLE
CAPITULO NUMERO 5 “ LA POLITICA ANTES DEL ESTADO”

Diez mil años de organización política.

La ciencia política se ocupará de recomponer una imagen de conjunto. In tentará dibujar


algunos modelos de organización o estructura, a los que se han acogido las diferentes
experiencias políticas que la historia registra. Así, podremos distinguir los rasgos propios del
Imperio egipcio de los de la polis griega. O los que separan a una monarquía absoluta de un
estado democrático.

¿Por qué cambian las estructuras políticas?


A lo largo de 10.000 años de experiencia política, los humanos se han organizado de maneras
diferentes; desde elementales mecanismos de arbitraje y de presión para resolver disputas
vecinales hasta la complejidad de las grandes organizaciones internacionales que se ocupan hoy
de gestionar los grandes conflictos planetarios y que implican a estados, empresas
transnacionales, movimientos sociales y medios de comunicación.
• El factor de cambio reside en el perfeccionamiento de la división social del trabajo, que se
produce en una comunidad de actores interdependientes. La especialización de tareas afecta
también a las funciones de control de los conflictos colectivos. Ello lleva a la aparición de nuevos
órganos y a su combinación en estructuras diferentes. Cuando más se avanza hacia esta
especialización de la función política, más se progresa en la definición de un ámbito en el que el
sujeto individual es actor político y, en cierto modo, se emancipa y se libera de una situación en
la que persis te la confusión entre dependencias económicas, culturales y políticas. Durkheim
inspiraría esta aproximación.
• El motor de la evolución de formas políticas es la modificación de la forma de organización
económica o modo de producción. Cada tipo de organización económica exige instrumentos
coactivos suficientes para asegurar una determinada distribución de los recursos producidos y
para legitimar dicha distribución desigual entre los miembros de la comunidad. Cuando se da un
desajuste entre las exigencias del modo de producción económica y el funcionamiento del
modo de dominación política se provoca una crisis o ruptura revolucionaria, de la que nace la
nueva forma política de organización. Esta visión rupturista del cambio en las formas históricas
puede asociarse a Marx.
• La transformación de las estructuras políticas puede imputarse también a la evolución de los
propios medios de dominación, que cambian en paralelo a los modos de producción económica.
Así, la racionalización del capitalismo se inspiraría y a su vez reforzaría la racionalización política:
ley escrita, burocracia especializada, unificación tributaria y legal, etcétera. En esta visión —que
se aprecia en Weber y Parsons—, la dinámica del cambio sería más adaptativa que rupturista o
revolucionaria.
• Finalmente, una cuarta perspectiva entiende que es la competición entre comunidades por el
control de los recursos naturales y, más adelante, el dominio de los flujos y rutas comerciales lo
que obliga a la puesta en marcha de un aparato militar. Para constituir se y mantenerse, este
aparato militar requiere, a su vez, de una estructura política adaptada a las condiciones
variables de la competición. La guerra y los modos de hacerla condicionan, pues, en buena
medida los cambios en las estructuras políticas. Un regusto darwinista se desprende de esta
visión, cuyos elementos se encuentran en autores como Gumplowicz y Spencen

Autonomía de la política y concentración de la coacción: dos criterios para la clasificación


Dos criterios: el grado de autonomía institucional que se otorga a la política y el modo en que la
coacción se distribuye en el seno de la comunidad.
Imaginemos una escala, sobre la cual vamos a situar diferentes formas de organización política.
Un extremo de la escala corresponde a una situación en la que la gestión de los conflictos
colectivos no se distingue de otras actividades colectivas. Puede afirmarse entonces que la
política no existe.
En el otro extremo de esta escala aparecen situaciones donde la gestión de los conflictos
sociales se desarrolla en un ámbito específico de la acción colectiva. Sobresalen agentes
especializados a los que se confía un papel singular en este ámbito político, regido por normas
estables y bien definidas. En este caso reconocemos claramente la existencia de un espacio
propio de la política, que se ajusta a instituciones y pautas específicas.
Es decir, se da una autonomía institucional de la política respecto de otras interacciones
sociales. Entre estos dos extremos de la escala —con fusión/disolución de la política, por un
lado, y autonomía/institucionalización, por otro— pueden ubicarse las diferentes
organizaciones políticas conocidas.
Por otra parte sabemos que la política incorpora como recurso esencial la capacidad de
coacción: la eficacia de su intervención al gestionar un conflicto depende de su capacidad de
obligar por la fuerza si es necesario
En un extremo de esta segunda escala se situarán las estructuráis políticas en las que la
capacidad de obligar a la fuerza es reclamada y ejercida por una pluralidad de actores, que se
arrogan el derecho a usar la fuerza cuando lo consideren necesario. En el otro extremo de la
escala se sitúan los sistemas políticos donde el recurso a la fuerza es exclusiva o monopolio de
un actor único, que ha conseguido hacerse con él mediante la acumulación de recursos
económicos, técnicos o ideológicos.

Una tipología ideal


Se trata de formas ideales, reconstruidas a partir de interpretaciones de la información histórica
disponible. Además, hay que reconocer de entrada que la selección de características y la
construcción de la tipología están determinadas por nuestra propia experiencia, centrada en
tor no al estado como estructura política dominante de los últimos siglos. Dicho de otra manera:
partiendo del estado que conocemos hemos ido construyendo los demás tipos. Señalemos las
características de cuatro de ellos.
4) sociedades tribales o prepolíticas se situarían en el punto cero de las dos dimensiones: la
política no presenta autonomía institucional ni la coacción está reservada a ningún agente
particular. Corresponde a la situación de tribus o agrupaciones de carácter nómada, que
hasta hace muy pocos años se mantenían al margen de las sociedades llamadas
«civilizadas» y de las que quedan pocos vestigios entre pobladores del África subsahariana,
la Amazonia, Nueva Guinea o las zonas árticas. Se trata de colectividades articuladas sobre
la base del parentesco, en las que las amenazas a la supervivencia del grupo son
neutralizadas por la acción colectiva y solidaria de todos sus miembros. De modo que si en
algún caso es necesaria la aplicación de la violencia, corresponde administrarla a todo el
colectivo. Son sociedades igualitarias en las que la conflictividad interna es escasa, porque
es demasiado evidente para todos sus miembros que sin cohesión no habrá supervivencia
para un grupo tan vulnerable. A veces se percibe la presencia de algún «jefe» o «líder»,
pero su posición no es de superioridad jerárquica permanente: se comporta en realidad
como portavoz intermitente que recuerda a los demás las necesidades y las obligaciones
colectivas, animándoles a hacerse cargo de ellas
5) la ciudad es la forma política que acompaña a la expansión de la agricultura y a la
sedentarización de las poblaciones que esta consolida y exige. Los pequeños asentamientos
preagricolas se convierten ahora en núcleos mas poblados a los que llamamos ciudades.
Esta revolución urbana se sitúa en MEDIO ORIENTE. La búsqueda de mejores condiciones
para los cultivos y la dependencia de su rendimiento aplazado reforzaran la tendencia al
asentamiento. En estos núcleos suelen concentrarse un deposito para los excedentes
agrícolas, un santuario dedicado a las divinidades protectoras, un mercado para el
intercambio y un palacio- guarnición para las necesidades defensivas del enclave. En estas
sociedades productoras de un excedente económico se ponen en marcha mecanismos de
acumulación y redistribución que exigen también actividades y reglas que hoy
denominamos políticas: es decir, las que han de regular los conflictos sobre aquella
acumulación y redistribución.
6) Imperio: en la cúspide de esta organización se sitúa una figura al que se atribuye el control
ultimo de la coacción y que se rodea de instrumentos de dominación, básicamente
integrados por ejércitos y burocracias de apoyo. En la gran variedad de experiencias
imperiales pueden distinguirse dos subtipos:
El primero —que puede calificarse como «clientelar-patrimonial»— es propio de los imperios
de conquista, cuyo núcleo de origen —el grupo conquistador— mantiene entre sí fuertes
vínculos personales. Su cultura es esencialmente militar y su objetivo es ofrecer protección a
las ciudades a cambio de sumisión y tributos, estableciendo una relación clientelar con las
autoridades de los pueblos dominados. Son organizaciones territorialmente poco definidas:
sus fronteras son móviles en función de los pueblos y ciudades incorporados al sistema
imperial y su centro es itinerante: donde está el líder, allí está el centro.
El segundo tipo puede calificarse como BUROCRATICO- TERRITORIAL. Aquí, el centro político
se propone una tarea de alcance universal, empeñada en integrar territorios y poblaciones
mediante su sujeción a pautas comunes. Se entiende que esta tentativa de integración afecta
sobre todo a las elites o grupos dominantes, puesto que los grupos sociales subordinados
siguen igualmente marginados.
Para llevar a cabo esta tarea de colonización, el debe dotarse no sólo de un aparato militar,
sino también de un consistente aparato político-burocrático, encargado de administrar
comunicaciones y obras públicas desarrollar el derecho común y gestionar el Tesoro público.
En este modelo cabe incluir las formas políticas del Egipto faraónico, de la Persia sasánida, de
China, de la Roma imperial o del califato. Este segundo tipo imperial difiere del anterior, tanto
por una distinción más marca-’ da entre el ámbito de la política y el de otros intercambios
sociales.
Las poliarquías feudales constituyen también una experiencia histórica de organización
política, desarrollada con características específicas en determinadas zonas. En la doble
dimensión de nuestro gráfico, los feudalismos se sitúan en intensidades bajas, tanto en la
distinción entre política y economía, como en la concentración de la capacidad de coacción.
Desde el punto de vista de la estructura política nos interesa subrayar algunos rasgos que le
dan singularidad.
Se trata, en primer lugar, de un sistema con varios centros de poder de carácter
fundamentalmente militar, ligados entre sí por pactos de auxilio recíproco. Pese a reconocer la
preeminencia simbólica de un vértice, cada uno de estos centros cuenta con sus propios
instrumentos de coacción: fuerza armada, administración de justicia, imposición de tributos y
de todo tipo de cargas y peajes. De modo que la diferenciación entre ámbito económico y
ámbito político se diluye mucho más que en otras formas de dominación. Esta dominación
corresponde en exclusiva a una minoría, definida por su nacimiento y reforzada por sus
relaciones de parentesco.
En el feudalismo del Occidente europeo, la pluralidad de centros políticos coexiste con una
referencia simbólica común al cristianismo, que actúa como factor integrador. Por un doble
motivo: en primer lugar, porque el cristianismo es una doctrina de vocación universalista que
se predica sin discriminación entre etnias, géneros o condiciones sociales, aunque luego pueda
relegar a algunas de ellas a posiciones subalternas. En segundo lugar, porque el cristianismo
descansa en la única organización centralizada que sobrevive a la caída del Imperio romano,
con su red de comunidades locales vinculadas jerárquicamente a la Iglesia de Roma.

Las monarquías estamentales se configuran como un paso intermedio entre la estructura


feudal anterior y el estado absoluto que tomará forma más adelante. Se caracterizan por el
papel político otorgado a los estamentos o colectivos que cuentan con un reconocimiento
jurídico-social: nobleza hereditaria, representantes de los intereses comerciales de las
ciudades, algunos propietarios agrarios libres, jerarquías de la Iglesia.
El feudalismo comportaba una conexión política vertical y jerárquica. La ciudad, en cambio,
dibuja una relación de tipo horizontal entre vecinos que se agrupan en un colectivo. Las
ciudades —por separado o en coalición— entran en un juego hasta entonces reservado a los
señores feudales: a veces luchan contra ellos, a veces se alían con uno de los más fuertes —el
rey— para sus traerse al dominio del señor que tienen más cerca.
En la monarquía estamental se asiste a los primeros intentos de concentrar mayor capacidad
coactiva en el poder del rey, en detrimento de la posición ocupada por los señores feudales. En
este proceso se dan episodios de violenta confrontación provocados por las resistencias de
unos y el afán de imposición de otros, tal como nos revela la agitada historia de la Baja Edad
Media en muchos países europeos.

CAPITULO NUMERO 6 “EL ESTADO COMO ORGANIZACIÓN POLITICA”


Los rasgos esenciales del estado
Para definir al estado frente a otras formas políticas es necesario tener en cuenta el espacio
delimitado por las dos dimensiones a que aludíamos en el capítulo anterior.
En primer lugar, el estado delimita la política como un ámbito diferenciado respecto del
parentesco familiar, de la relación económica, de la creencia religiosa o de otras formas de
interacción social. Pero en el modelo estatal, la política crea y mantiene sus propios circuitos
de decisión. Una gran compañía multinacional puede ser determinante en la política de un
pequeño estado, pero éste mantiene sus instituciones y sus reglas por contaminadas que estén
por la influencia del actor económico.
En segundo lugar, el estado tiende a la máxima institucionalización de la relación política. En el
esta do, lo que otorga la capacidad de mandar y lo que fomenta la disposición a obedecer ya
no es la tradición. Tampoco son las características personales del que manda o del que
obedece. En la forma política estatal, lo que cuentan son las reglas que sitúan a unos en la
capacidad de tomar decisiones políticas y a otros en la obligación de acatar tales de cisiones.
Esta institucionalización conduce a la profesionalización de los agentes políticos en su sentido
más amplio: políticos y funcionarios.
En tercer lugar, el estado reivindica la exclusiva de la coacción. Para ello se dota de un doble
monopolio: en la producción del derecho y en la administración de la violencia física. En este
doble terreno no admite competencia de otros centros de poder, como ocurría en otras
formas políticas históricas: imperios, poliarquías feudales. Es cierto que el esta do puede
distribuir el ejercicio de estas facultades. Pero no renuncia al principio de que sólo al estado le
corresponden en última instancia.
Finalmente, el estado entiende que su capacidad de regulación de conflictos tiene como marco
de actuación un territorio claramente delimitado. La vinculación política tiene, sobre todo, una
base territorial. La frontera territorial se con vierte en una visualización de la forma política
estatal. En este aspecto se diferencia de las poliarquías feudales o de algunos imperios
clientelares, donde las fronteras territoriales eran menos importantes y mucho más
imprecisas.
Los rasgos que acabamos de enumerar son tendencias: el estado tiende a conquistarlos en su
máxima intensidad, aunque no todos los estados llegan a adquirirlos en el mismo grado. Todo
estado que se precie no dejará de afirmarlos y de luchar contra quienes se oponen a ellos.

¿Cuándo nace el estado?


Todas las formas de organización política se han ido gestando a lo largo de un proceso
prolongado, en el que han ido perfilándose las características del modelo.
Podemos agrupar estas condiciones en cuatro apartados:
• En el orden económico se consolida un comercio a larga distancia centra do en las ciudades,
que amplía el marco territorial de las transacciones mercantiles. Se hace cada vez más
necesario garantizar la seguridad de este tráfico y disponer de una instancia eficaz para regular
los conflictos que plantea.
• En el orden cultural e ideológico, el Renacimiento difunde una determinada visión del mundo
clásico y de sus organizaciones políticas: Atenas y el Imperio de Alejandro, la Roma republicana
y la Roma imperial. Contra la fragmentación de los poderes feudales se evoca la unidad política
que puede asegurar un poder político único y concentrado en un soberano absoluto, es decir,
desligado de los pactos feudales y de la tutela de la religión, que debe ponerse ahora al
servicio del monarca.
• Por lo que hace a la administración de la coacción, se va imponiendo una visión monopolista:
sólo al estado corresponde la producción de la ley y su aplicación. No es la tradición la que
hace la ley, aunque algunas normas sigan teniendo un origen tradicional. Pero, en todo caso,
corresponde al rey promulgarlas, interpretarlas y aplicarlas. Ello facilita la aparición de una
burocracia profesional entregada al servicio del estado y que no se recluta ya exclusivamente
entre la nobleza o el clero.
• En el ámbito de la violencia tiene lugar el paso de una fuerza armada temporal a una fuerza
permanente dotada con armas de fuego ligeras y pesadas. Esta nueva organización militar
requiere otras condiciones de financiación. Costear las nuevas tecnologías de la violencia sólo
es asequible a unos pocos con capacidad de imponer tributos sobre una base personal y
territorial más amplia. Por otro lado, la artillería hace vulnerables las defensas de los señores
feudales y de las ciudades: de este modo, señores y ciudades ven cómo se debilita su
capacidad de resistir a adversarios mejor dotados.
La construcción del estado equivale, pues, a un proceso gradual de expropiación de los medios
de dominación política: producción legal, administración de justicia, recaudación fiscal,
recursos militares, relación diplomática. Se trata de recursos que en las formas políticas
preestatales se hallaban dispersos entre diversos agentes y que ahora tenderán a ser confisca
dos por la autoridad del estado y atribuidos a su personificación: el soberano. Este proceso de
concentración por expropiación encuentra muchas resistencias: nadie se resigna a perder
situaciones de primacía o de privilegio. Genera conflictos, tanto legales, como diplomáticos y
militares

La legitimación del estado


Pero la hegemonía del estado no se basa únicamente en la dominación militar de un poder
central sobre otros poderes. Es también el triunfo de una determinada concepción ideológica,
capaz de justificar esta dominación centralizada. En las tensiones y conflictos que la
emergencia del esta do provoca jugarán un papel esencial los argumentos a favor de la nueva
forma de organización política.
• Nicolás Maquiavelo (1469-1527) observa y teoriza que las monarquías centralizadas y
unitarias son los modelos políticos de futuro. Frente a la dispersión feudal y a la injerencia del
Papado en la acción política, el escritor y diplomático florentino señala la importancia de
concentrar atribuciones en un Príncipe dotado de los instrumentos básicos para ejercer su
dominio.
• Jean Bodin fue testigo de las guerras de religión que asolaban la Europa de su tiempo y que,
de modo especial, dividieron a Francia entre católicos y hugonotes. A partir de esta experiencia
que puso en peli gro la misma subsistencia de la monarquía francesa, Bodin elaboró el
principio de la soberanía estatal. La comunidad sólo puede mantenerse integrada si cuenta con
«un poder absoluto y perpetuo», ilimitado y des ligado de toda condición. La existencia de este
poder soberano es la única garantía de cohesión que tiene una comunidad atravesada por
antagonismos y diferencias de todas clases. La aplicación de este poder soberano debe
confiarse a uno solo, porque la «naturaleza» así lo enseña: un solo Dios gobierna el mundo, un
único padre dirige la familia. La soberanía, por tanto, ya no se atribuye solamente a la
organización política estatal. En el seno de este estado se confiere al prín cipe único que lo
personifica y ejerce: el rey es, pues, el único soberano y el foco central de la monarquía
absoluta.
• Thomas Hobbes es también espectador de una turbulenta etapa histórica. La Inglaterra de
su tiempo padece casi un siglo de enfrentamientos entre los monarcas de la dinastía Estuardo
y la representación de nobles y ciudades que, desde el parlamento, sostienen la necesidad de
marcar límites a este poder monárquico. Hobbes había tomado partido por la monarquía
absolu ta, lo cual le acarreó persecución y exilio. La crueldad de la guerra civil, la anarquía
social que conlleva y la incertidumbre que despierta llevaron a Hobbes a la convicción de que
una comunidad política sólo tiene garantizada su seguridad y su conservación si sus miembros
renuncian a gobernarse a sí mismos en beneficio de un soberano. Este soberano ha de estar
dotado de fuerza irresistible para imponer su voluntad y, con ello, garantizar la seguridad de
todos sus súbditos frente a la amenaza que cada uno de ellos puede representar para los
demás.
Maquiavelo, Bodin y Hobbes contribuyeron, pues, de modo decisivo y sobresaliente a la
construcción teórica del estado: autonomía de lo político, importancia de la fuerza militar,
principio de la soberanía y poder absoluto en todos los ámbitos de la vida política. Con ello
dieron argumentos para reforzar la posición central del monarca, que personifica el estado
absoluto. Es cierto que esta posición no dejará de ser impugnada desde ángulos diferentes: los
beneficiarios de los privilegios tradicionales o la Iglesia.

La evolución del estado: una biografía


El estado ha experimentado transformaciones de importancia a lo largo de sus cinco siglos de
existencia. Una biografía del estado nos permite advertir de qué modo se han alterado algu
nos de sus rasgos. Entre los rasgos que registran diferencias podemos señalar:
• el vínculo entre el poder político y el individuo
• el estatuto reconocido a este individuo
• la creación del derecho
• la organización de las funciones políticas estatales
• la relación con el entorno económico y social
• las bases de su legitimación ideológica
La alteración de estos componentes comporta una sucesión de tipos de estado. Entre los siglos
XVI y XIX, cabe identificar dos grandes modelos —el estado absoluto y el estado liberal—, a los
que seguirán en el siglo XX el esta do socialista-soviético, el estado nazi y el estado
democrático-liberal.

El estado absoluto o el soberano sin limites


La primera versión del estado es la que identificamos como estado absoluto. Su perfil se dibuja
gradualmente en las monarquías del norte y oeste de Europa en las que el rey va consolidan
do su dominio supremo a costa de otros centros de poder e imponiéndose en las luchas
nobiliarias, guerras civiles y conflictos religiosos que se suceden entre los siglos XV y XVII

• La relación política básica es la que se establece entre el soberano y el súbdito. Estado y


monarquía acaban siendo una misma cosa, porque la soberanía del estado como forma de
organización política se confunde con el dominio supremo de un único titular del poder: el rey.

• Cada individuo tiene un campo de actuación definido por los privilegios reales. Se trata de
concesiones que el monarca absoluto otorga a particulares, a gremios, a ciudades, etc. Es
cierto que los individuos y los colectivos pueden invocar privilegios y concesiones históricas
ante la autoridad del rey. Pero no dejan de ser fueros o exenciones singulares cuya fuerza se
ampara justamente en una concesión real y no en otro título o razón.
• Por su parte, el derecho es expresión de la voluntad del rey como soberano: «Lo que place al
rey, tiene fuerza de ley.» Se señala así la desvinculación del imperativo le gal de otras fuentes.
El monopolio jurídico que el estado reclama frente a otras instancias es ejercido directamente
por el monarca.
• En esta misma dinámica, todas las funciones políticas son asumidas también por la
monarquía. La concentración de poder en el soberano puede ser compatible con la delegación
o cesión de estas funciones en otras autoridades. Pero estas autoridades ejercen su
competencia como meros vicarios o representan tes del monarca.
• El estado absoluto se ocupa de la economía y, especialmente, del tráfico mercantil. Otorga
monopolios, patentes y privilegios para producir determinados bienes y comerciar con ellos:
son concesiones que benefician a gremios, compañías o individuos. A la vez, el soberano regula
precios y retribuciones en algunos sectores de la actividad productiva. Lo que se conoce como
«mercantilismo» en la historia de las ideas económicas re fleja la convicción de que el
soberano político debe asegurar la riqueza colectiva y, con este fin, debe intervenir en las
relaciones económicas in ternas y externas que los particulares establecen.
• No corresponde al estado velar por el bienestar material de la población. Es función de la
Iglesia y de sus organizaciones ejercer la beneficencia en pro de los más desfavorecidos.
También el rey puede atender a las necesidades de sus súbditos, pero como muestra de su
caridad y generosidad personal, no como obligación política que se desprenda de su posición.
• El fundamento ideológico del Estado absoluto se encuentra en los autores que perciben las
transformaciones de los sistemas feudales y estamentales, contribuyendo a la elaboración de
una primera teoría del estado: Maquiavelo, Bodino, Hobbes.

El estado liberal: la aparición del ciudadano


En el mismo siglo XVII, la guerra civil en Inglaterra y la independencia de los Países Bajos
habían revelado ya las resistencias al estado absoluto de algunos sectores sociales que
pretendían una mayor intervención en las decisiones políticas. El poder absoluto desligado de
cualquier atadura era difícil de aceptar para ciertos grupos inspirados en las convicciones
religiosas de la Reforma protestante que subrayaban la autonomía de la conciencia individual
frente a injerencias externas. Y también lo era para los acto res sociales que no querían que
sus propiedades y sus intereses económicos estuvieran desamparados frente a las
intervenciones arbitrarías del poder político.
• En el estado liberal, la relación política principal no se establece ya entre un soberano
omnipotente y un súbdito sumiso. Ante el poder estatal apa rece ahora la figura del ciudadano,
como sujeto protegido, vigilante y dispuesto a intervenir en la vida política.

• La posición de este ciudadano no depende ni de su origen familiar, ni de los privilegios


concedidos por el soberano. Lo que en principio le protege de una intervención desmesurada
del poder es la existencia de unos derechos fundamentales, que el propio poder debe
respetar: derecho a la vida, a la integridad física, a la libertad de conciencia y a la propiedad

• A esta defensa deben dedicarse las leyes. La producción de estas leyes sigue siendo
monopolio estatal. La racionalidad ha de presidir la deliberación ciudadana y ha de permitir
también que todo el aparato legal pueda ordenarse de forma sistemática, por escrito y con
publicidad: en la constitución y en los códigos.
• El derecho, por tanto, también obliga y compromete al poder estatal, que no es ilimitado ni
absoluto ni se sitúa por encima o al margen del derecho. El estado es ahora «estado de
derecho»: hace el derecho, pero también se somete al derecho. De esta manera, la
constitución y las demás leyes son autolimitaciones que se imponen, tanto los ciudadanos
como las autoridades que los representan.
• Garantía de esta limitación es la llamada separación de funciones estatales o división de
poderes. Las principales funciones estatales ya no se con centran en manos del monarca, sino
que se atribuyen a diferentes titula res, con el fin de que se compensen y equilibren.
En su primera etapa, el estado liberal define una división de poderes entre el rey y un
parlamento elegido: de ambas instituciones dependen los demás órganos del estado. El
parlamento se constituye en representante de los intereses sociales.
• ¿Qué papel juega el estado liberal en su contexto económico y social? En el contexto del
capitalismo competitivo en que se sitúa se rechaza como interferencia molesta el activismo
estatal y se confina únicamente en la competencia libre y espontánea del mercado para
aumentar la riqueza disponible y distribuirla de la mejor manera posible. Por tanto, el único
papel reservado al estado liberal es el de actuar como un guardián o gen darme que hace la
ronda de vigilancia por la plaza pública: el «estado- gendarme» sólo debe intervenir cuando ve
amenazado el funcionamiento del mercado o cuando alguien incumple el contrato pactado.
• Esta visión ignora las desigualdades de hecho con que se accede al intercambio mercantil y
las consecuencias desfavorables de este intercambio para una parte de la población. Sólo se
admiten acciones paliativas de los efectos más negativos del sistema económico; pobreza,
enfermedad. Es tas acciones paliativas corresponden a la caridad privada o a establecimientos
de beneficencia religiosa, que en algunos países fueron nacionalizados por el estado.
•¿Sobre qué referencias ideológicas se construye el estado liberal? Su inspiración se encuentra
en autores como Locke —tolerancia, derechos naturales, gobierno representativo—,
Montesquieu —división de poderes—, Rousseau —ley como expresión de la voluntad general
— o Kant —el derecho como garantía de la libertad y el estado como garantía del derecho.

La política de masas y la crisis del estado liberal


El liberalismo concebía la comunidad como una asociación de propietarios: el orden político
liberal se basaba en el respeto a la propiedad privada, fundamento de la independencia de los
individuos. El estado, por tanto, debía garantizar el derecho de propiedad y, con ella, la
libertad de sus transacciones. No debía inmiscuirse en estas transacciones ni promover
alteración alguna en el orden económico y social. Pero esta visión no se correspondía con la
realidad de las sociedades más desarrolladas del momento. Veamos por qué motivos.
• En primer lugar, el desarrollo técnico y económico alteraba este panorama ideal. El mismo
éxito del capitalismo llevaba a la concentración de la propiedad y de la influencia económica.
Con ello, las desigualdades entre los actores se agudizaban. Los efectos negativos de la
explotación eco nómica se hacían más insoportables y evidentes en las nuevas
concentraciones urbanas, donde estallaban movimientos de protesta social. El equilibrio
armónico atribuido al libre juego del mercado se presentaba en la práctica como un resultado
dudoso: las crisis cíclicas de la economía capitalista comportaban desempleo masivo, bajos
salarios y marginación social.
• Al mismo tiempo, la afirmación de una teórica igualdad entre todos los miembros de la
comunidad había puesto en marcha una dinámica de considerable fuerza política. En virtud de
esta afirmación igualitaria se hacía inadmisible para muchos que la actividad política estuviera
reservada a una minoría social.
• En este nuevo contexto, la separación equilibrada de poderes entre la monarquía y el
parlamento entró en crisis. La monarquía cedió gradual mente el control del gobierno y quedó
relegada a funciones simbólicas. Por su parte, el parlamento era visto como el coto cerrado de
las elites socioeconómicas y perdía capacidad para obtener un consenso social suficiente. No
era infrecuente, además, que el estado liberal tuviera que echar mano de la corrupción y el
fraude electoral o de su capacidad represiva para controlar a los sectores ciudadanos que no
se conformaban con el status quo político y social.
La llamada política de masas dio origen a las nuevas versiones del estado que sucedieron al
modelo liberal y pusieron otra vez en primer plano una distinción clásica: la diferencia entre
democracia y monocracia, que examinamos en el capítulo siguiente.
CAPITULO NUMERO 10 “ LOS ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL ESTADO:
POBLACION, TERRITORIO, SOBERANIA”
Los elementos básicos de la arquitectura estatal
Estos tres elementos plantean una serie de interrogantes mayores. La tendencia a identificar la
comunidad humaina con la categoría de nación, el alcance del dominio territorial estatal y los
límites del derecho a utilizar la fuerza siguen siendo cuestiones controvertidas, tanto en el
terreno de la teoría política como en el de la práctica

Una población identificada


A diferencia de lo que ocurre en una ciudad, los «ciudadanos del estado» no son todos los que
viven en su territorio: están excluidos de esta condición los extranjeros, sin tener en cuenta los
años que llevan en el país. Por otra parte, hay también ciudadanos que no son habitantes,
porque residen habitualmente fuera del territorio estatal. Ello se explica porque es el estado el
que establece lo que hace a un individuo miembro de la comunidad.
Los miembros de la comunidad estatal se distinguen por gozar de ciertos derechos y estar
sujetos a determinadas obligaciones. Esta comunidad de derechos y deberes define a los
ciudadanos de un estado, frente a los extranjeros que pertenecen a otra entidad estatal. Sin
embargo, en una época de fáciles comunicaciones y grandes migraciones esta distinción entre
ciudadanos y extranjeros va perdiendo nitidez. Los extranjeros están sometidos a obligaciones
del estado en que residen, a veces desde hace muchos años: en materia fiscal, en materia
laboral, en materia penal, etc.
La pertenencia a un estado equivale a disfrutar de un estatuto o posición que comparten todos
los miembros de la comunidad política. Este estatuto de ciudadanía es calificado a menudo
como «nacionalidad». Esta relación entre ciudadanía y nacionalidad se explica por el hecho de
que —desde hace doscientos años— estado y nación aparecen como conceptos vinculados a
veces en armonía y a veces en conflicto.

Construyendo naciones y fabricando estados


Este uso político del término es, pues, posterior a la aparición del mismo estado. Sin embargo y
pese a su divulgación, el concepto de nación y su contenido han sido motivo de discrepancias
teóricas y de conflictos políticos que han llegado hasta hoy.
Dos son los contenidos que se han atribuido al concepto de nación.
• Para una tradición de origen francés, la nación está constituida por todos aquellos que
manifiestan —directa o indirectamente— la voluntad de convivir en una misma comunidad
política, al margen y por encima de diferencias religiosas, culturales, lingüísticas o étnicas. Por
esta razón, se afirma que la nación equivale a «un plebiscito cotidiano» en el que se manifiesta
este deseo colectivo de vivir en común. La nación tiene, pues, un fundamento sujetivo en la
voluntad política de sus miembros, que se afirman sobre todo contra la monarquía absoluta:
es la nación que se levanta frente al rey absoluto.
• Para la tradición de origen germánico, la nación tiene en cambio un fundamento sustantivo.
Incluso sin tener conciencia de ello, quienes participan de determinados rasgos constituirían
una nación, porque estos elementos objetivos son la expresión de un «espíritu o alma
colectiva». Para esta visión, la fuerza de este espíritu es tal que quienes participan de aquellas
características pueden ser nación, casi sin saberlo ni quererlo. Aquí no es ya la nación frente al
monarca absoluto: es la nación frente a «otras» naciones.

Se distinguen dos procesos diferentes: en el primero el estado precede a la conciencia de


nación mientras que en el segundo es la nación la que conduce hacia el estado.
• Allí donde el estado se constituyó antes de que la política echara mano del concepto de
nación fueron los poderes estatales los que impulsaron la construcción de la nación como una
«comunidad imaginaria, a la que se adjudicaban determinados atributos diferenciadores. Entre
estos atributos se seleccionaban determinadas características étnicas, una lengua, unos
valores religiosos o laicos, unas tradiciones folclóricas y culturales, etc.
• En otras situaciones, en cambio, la comunidad nacional ha precedido a la existencia del
estado. La movilización de un colectivo en tomo a determinadas señas compartidas de
identidad se convierte en algún momento en reivindicación de personalidad política. Esta
aspiración se expresa en dos afirmaciones de carácter político-jurídico: el principio de las
nacionalidades —formulado por los líderes nacionalistas Mazzini y Mancini durante la lucha
por la unificación italiana proclamado por el presiden te norteamericano.
De este proceso nacieron como unidades estatales Italia y Alemania en el último tercio del
siglo XDC y los estados centroeuropeos surgidos de la desintegración del Imperio austro-
húngaro a partir de 1918.
En el primer caso , la consigna implícita es que «cada estado debe contar con su propia
nación». Predomi na, por tanto, el esfuerzo por construir la nación a partir de los
instrumentos estatales con que cuentan el grupo o los grupos hegemónicos. En el segundo
caso se trata de que «cada nación consiga su propio esta do». Por ello se persigue la
constitución de un estado propio y de sus instituciones, a partir de la capacidad de
movilización que poseen los grupos dinamizadores del sentimiento de identidad nacional.
Lo importante es constatar en ambos casos que ni la nación ni el estado son realidades
naturales o predeterminadas. No cabe contraponer una «nación natural» a un «estado
artificial». Tanto la nación como el estado son entidades «artificiales», es decir, construidas por
la acción humana a lo largo de la historia. En política, como se señaló ya, todo es creación
humana y nada corresponde a la naturaleza física. Este carácter artificial de la nación no le
resta importancia política, porque la conciencia de pertenencia a un grupo sigue siendo un
importante recurso de movilización de energías sociales a favor o en contra de determinadas
estrategias políticas.

El difícil ajuste entre estados y naciones

Un examen del mapa mundial nos muestra la existencia de situaciones diversas, cada una de
ellas generada por una dinámica histórica particular.
• En muy pocas ocasiones se da una correspondencia exacta entre una entidad estatal única y
una sola identidad nacional, asumida por toda la población. Hay que reconocer que son
excepcionales los estados que pueden exhibir esta correspondencia: Portugal, Islandia,
Uruguay, Suecia o el Japón se contarían entre ellos.
• En la mayoría de los casos, la población de un mismo estado expresa adhesión a identidades
colectivas diferentes. Ello ha permitido hablar de esta dos plurinacionales, que contienen una
diversidad de comunidades diferenciadas por rasgos culturales, étnicos o religiosos distintos
• Finalmente, puede darse la situación de identidades nacionales que son asumidas por toda
la población de más de un estado.
El ajuste entre organizaciones estatales e identidades nacionales es fuente de conflictos
políticos. El conflicto puede desencadenarse cuando se extrema el proceso de
homogeneización de la identidad nacional, ignorando la diversidad existente. Pero también se
genera conflicto cuan do el sentimiento de pertenencia a una comunidad nacional se
transforma en proyecto político propio, al margen del estado que la contiene.
Los factores que los han propiciado podrían sintetizarse del modo siguiente:
• La descolonización de las antiguas posesiones europeas en África, Asia y Oceanía, después de
la Segunda Guerra Mundial. Este proceso de descolonización dio lugar a la creación de
entidades políticas que no se sustentaban sobre una sola identidad nacional compartida, con
dificultades para integrar a su población en un mismo proyecto político.
• La desintegración de la URSS, a partir de 1989. Esta generó o reabrió procesos de ajuste
entre los estados y sus poblaciones en Europa central y oriental, en el seno de la propia Rusia y
en sus territorios de Asia central.
• La llamada globalización económica, cultural y estratégica, que en realidad vehicula un
modelo único. Esta globalización ha suscitado sentimientos de afirmación de la diferencia y del
sentimiento de identidad, ante la amenaza de desaparición de algunos de los rasgos propios de
cada grupo. Al mismo tiempo y paradójicamente, los nuevos instrumentos de comunicación y
de relación permiten a estas comunidades asumir con más eficacia algunas capacidades
políticas que la centralización estatal había acaparado. Esta dinámica se manifiesta en viejos
estados europeos, sometidos ahora a procesos de descentralización itnerna
• Las migraciones de masas, facilitadas por los actuales medios de trans porte y estimuladas
por la internacionalización de la economía. La relativa cohesión de las poblaciones de algunos
estados se ve ahora modificada por la presencia de poblaciones inmigradas con idiomas,
hábitos y religiones diferentes. Se trata de poblaciones diferencia das, con voluntad de
permanencia en su lugar de arribada y no de retorno a su país de origen. Su encaje social y
político plantea nuevos desafiaos a la adecuación entre entidades estatales e identidades
colectivas, expresados en las polémicas sobre ciudadanía y multiculturalismo.

¿estados nacionales o estados laicos?

En la actualidad la mayor conciencia de diversidad que experimentan las poblaciones de un


mismo estado está llevando a otras interpretaciones de la relación entre estados y naciones.
• Una primera interpretación subraya que la relación entre el estado y su población debe
fundarse en una comunidad de derechos y deberes de ciudadanía. Esta comunidad de
derechos y deberes ha de superar las crecientes diferencias de carácter lingüístico, cultural,
étnico u otras, que se dan entre miembros de una misma población estatal. Por tanto, no
puede pedirse a la población una identificación con un modelo único de usos culturales,
religiosos, lingüísticos, folclóricos, etc. La única lealtad compartida es la que debe prestarse al
estado como garante de unos mismos de hechos y deberes para todos. El estado debería
ignorar las identidades nacionales y hacerse «laico» en materia nacional, del mismo modo que
ignora hoy las creencias de cada uno y ha llegado a hacerse laico en materia religiosa.
• Una segunda línea constata que el estado está perdiendo su condición de escenario político
principal y afirma la pluralidad de las identidades «postestatales». Desde este punto de vista,
la relación de la población con su estado va equiparándose en importancia a otras identidades:
la que surge de la relación que un individuo mantiene con la ciudad en que vive, con el marco
supraestatal en que se integra, con la comunidad de religión a la que se adhiere, con el ámbito
lingüístico en que se comunica, con el grupo gene racional al que pertenece, etc. La visión
tradicional de la nación-estado exigía una lealtad exclusiva y preferente de cada sujeto a una
determina da comunidad estatal, una lealtad que se imponía jerárquicamente por encima de
otras identidades. En cambio, en una nueva visión pluralista de las identidades «postestatales»
se harían compatibles lealtades de dis tinto tipo que no entrarían en conflicto con la
vinculación estatal, pero que tampoco estarían subordinadas a ella.
La asociación automática entre estado y nación seguirá siendo utilizada para movilizar energías
políticas. En algunos casos, para dar legitimidad al poder estatal, como ocurre con los llamados
«nacionalismos de estado»; en otros, para erosionar dicha legitimidad, como sucede con los
«nacionalismos sin estado» que apelan a identidades nacionales diferentes de la dominante en
un mismo estado y aspiran a dotarse de estado propio.

Un espacio delimitado

En contraste con estas formas políticas anteriores, el estado se ha caracterizado por delimitar
claramente el espacio de su actuación: marca un ámbito físico mediante el trazado de
fronteras. Es en este ámbito en el que el estado se sitúa y pretende actuar con pretensiones de
exclusividad. La expansión de la forma estatal ha lleva do a que todo el planeta esté hoy
dividido en territorios estatales. No hay territorio que no esté controlado por un estado, con
una sola excepción.
• Este dominio estatal afecta tanto a la superficie como al subsuelo. Comprende también las
aguas interiores. Sólo escapan a este control las llamadas aguas internacionales y el espacio
estratosférico, que queda abierto a todos los estados para usos no militares.
• La delimitación del espacio estatal ha sido un asunto conflictivo. Se han justificado a menudo
las fronteras en función de los llamados «accidentes naturales o en base a medidas geográficas
Pero esta justificación de los límites estatales oculta razones políticas. Lo revela el hecho de
que un río puede constituir en algún caso una frontera y en otros un vínculo de unión entre
todos los pueblos de su cuenca.
• La importancia del factor espacio ha sido decisiva en la consolidación del sistema de estados.
En las monarquías preestatales de carácter patrimonial, el territorio quedaba sujeto a la libre
disposición de los monarcas: lo dividían en sus testamentos, lo intercambiaban en sus pactos o
lo concedían en dote en el matrimonio de sus hijos. En cambio, el estado hace del territorio un
elemento constitutivo e inalienable: no es, en principio, susceptible de per muta, venta o
cesión como si se tratara de un patrimonio privado. Desde el estado, se entiende que la
seguridad militar y la capacidad económica de la comunidad depende de un control efectivo
sobre un territorio delimitado.
• Las guerras entre estados han sido el agente principal de las modificaciones territoriales: los
perdedores se ven obligados a aceptar una modificación de sus fronteras en beneficios de los
vencedores.

La capacidad de coacción: el principio de la soberanía

El tercer elemento constitutivo que caracteriza al estado es la capacidad exclusiva de tomar


decisiones vin culantes para esta población y en el marco de aquel territorio. La soberanía es,
pues, la cualidad que dota a la entidad estatal de un poder originario, no de pendiente ni
interna ni externamente de otra autoridad, confiriéndole un derecho indiscutido a usar la
violencia.
En su vertiente interna, se entiende que el estado es soberano —es «superior»— porque, en
principio, puede y debe imponerse a cualquier otra fuente de autoridad: civil, eclesiástica,
económica, etc. Este poder se traduce en el monopolio del derecho y de la violencia que el
estado se atribuye frente a otros actores, tal como vimos al examinar las características que
diferencian a la forma estatal de otras formas de organización política.
Al mismo tiempo, en su vertiente extrema, el estado en cuanto soberano no admite el dominio
de otra autoridad ajena: el Imperio, el Papado o cualquiera otra entidad política exterior. Por
esta razón, la soberanía iguala sobre el papel a todos los estados: en sus relaciones recíprocas
y en el control de sus territorios respectivos. En principio, Etiopía, Ecuador, España y Estados
Unidos se hallan en pie de igualdad como estados soberanos.
Sin embargo, el concepto de la soberanía estatal ha sido también uno de los más discutidos y,
según algún autor, uno de los que más confusión ha producido en la política y en el derecho.
Son varias las razones de esta confusión.
• En primer lugar y en su dimensión exterior, es fácil comprobar la existen cia de restricciones
que se imponen desde fuera a la acción del estado. Es tas restricciones corrigen la idea original
de la soberanía como un poder insuperable e ilimitado. Tales límites pueden atribuirse, en
ocasiones, a una aceptación voluntaria del propio estado, cuando se sujeta a tratados
internacionales o se incorpora a organizaciones internacionales y se somete a sus reglas.
Igualmente, el ingreso en la Unión Europea ha representado para sus miembros la renuncia a
la capacidad estatal de regular determinadas actividades económicas y comerciales, llegando a
la renuncia de la moneda propia a favor del euro como moneda única.
• Pero la reducción de la soberanía se produce también de facto cuando otros poderes
externos son capaces de modificar las políticas de un esta do pretendidamente soberano, ya
sea mediante la violencia armada o su amenaza, ya sea mediante la presión económica o
mediática. La forma más directa de limitación es la intervención que en un territorio estatal
llevan a cabo otros estados o una organización internacional.

• Finalmente, el concepto de soberanía también plantea problemas cuando se examina la


aplicación del poder político en el propio territorio estatal. En un mismo territorio, es cada vez
más frecuente la coincidencia entre autoridades con diferentes ámbitos de competencia:
locales, regionales, estatales, de alcance general y de alcance especializado. La noción de
soberanía había nacido con los estados absolutos, que pugnaban por con centrar y centralizar
el poder político disperso de los feudalismos. En cambio, cuando el poder político se distribuye
en los estados federales, se hace más difícil señalar dónde reside o a quién debe atribuirse la
soberanía como poder originario, ilimitado y concentrado.
En conclusión, pues, cabe señalar que una visión tradicional de la polí tica sigue considerando
la soberanía como componente esencial del estado. En los debates legales y en las polémicas
políticas abundan las referencias a esta característica del poder estatal. Pero también es cierto
que un examen realista de las manifestaciones del poder político en el mundo actual —tanto
entre estados, como en el seno de un mismo estado— nos descubre la interdependencia que
se da hoy entre entidades políticas: cada vez aparece más debilitada la capacidad del estado
para producir decisiones coactivas sin límite interno ni interferencia exterior.
CAPITULO NUMERO 12 “ LA DISTRIBUCION TERRIOTRIAL DEL PODER: ESTADOS
UNITARIOS Y ESTADOS COMPUESTOS”

Los estados unitarios


En estados de extensión muy reducida, el poder estatal actúa en exclu siva sobre la totcilidad
del territorio. Pero en la mayoría de los casos, cuando una misma organización estatal abarca
territorios y poblaciones de mayor magnitud, la acción del poder tiene en cuenta la existencia
de ámbitos territoriales subestatales.
Esta conexión entre poder político organizado y territorio ha dado lugar a la configuración de
diferentes modelos de estado, según el grado de dispersión o concentración que presenta el
ejercicio del poder. Un intento de simplificación permite distinguir dos grandes tipos ideales:
estados unitarios y estados compuestos. A su vez, en cada uno de ellos se dan variantes que se
adaptan a realidades históricas diferentes.
• En el estado unitario, el poder político reside en un único centro, desde el cual se proyecta
sobre todo el territorio. Para su ejercicio más eficaz, este poder central puede delegar
competencias y distribuir recursos entre instituciones que se ocupan de gobernar
demarcaciones subestatales: municipios, comarcas, condados, provincias, departamentos,
regiones. Pero el dato importante es que estas competencias pueden ser revocadas por el
centro mediante decisión unilateral. Los recursos que controlan —materia les, financieros,
personales— dependen también de la voluntad del centro político, que los cede o transfiere a
su arbitrio.
• Los estados liberales tendieron inicialmente a adoptar este modelo unitario, uniforme y
centralizado para asegurar la igualdad de trato de todos los ciudadanos y con el fin de no
discriminar entre ciudadanos por razón de su lugar de residencia. Cuando se habla de modelo
jacobino de estado para referirse a esta orientación se está aludiendo a una versión extrema
de esta centralización.
• Con todo, los estados unitarios han albergado desde siempre entidades políticas locales: son
las entidades que constituyen lo que se denomina gobierno o administración locales. En estas
entidades políticas subestatales existe un órgano elegido encargado de desarrollar las
funciones políticas que la ley estatal les tiene atribuidas. Ya hemos señalado que estas
funciones pueden ser más o menos extensas, según la tradición política de cada sociedad: en
algunas de ellas. Pero estas funciones están siempre definidas por el estado, tuteladas por las
autoridades del estado y financiadas con recursos que, en gran parte, provienen de una
dotación o subvención estatal.
• Con todo, la emergencia de necesidades sociales más complejas —en materia de educación,
sanidad, ordenación territorial, promoción económica, servicios sociales, etc.— y la dificultad
de satisfacerlas siguiendo un patrón uniforme para todo el territorio ha llevado a muchos
estados unitarios con temporáneos a moderar el centralismo de sus orígenes y a buscar
fórmulas de cooperación interterritorial y de descentralización. Este nuevo equilibrio centro-
periferia en el seno del propio estado unitario no quita que la titularidad última del poder
político corresponda de modo pleno a las instituciones centrales del estado, desde las que se
decide el ámbito de actuación permitido a las instituciones locales o territoriales.

Los estados compuestos: federación y autonomía

Por su parte, lo que distingue a los estados compuestos es que el poder político se reparte
originariamente entre instituciones que controlan ámbitos territoriales diferentes. Hay, pues,
un acuerdo político de partida para compartir poder —y no sólo delegarlo— entre niveles de
gobierno, sin que un centro político único pueda imponerse a los demás actores institucionales
en todos los campos de intervención. En lugar del principio de jerarquía vertical propio de los
estados unitarios, predomina en este modelo el principio de coordinación horizontal entre
instituciones. A este modelo se ajustan las federaciones o estados federales.

Las federaciones o estados federales constituyen el caso más frecuente de estado compuesto,
agrupando entidades políticas que reciben nombres diferentes. Pero hay que advertir, ante
todo, que bajo el rótulo de federación o estado federal se incluyen configuraciones muy
dispares y prácticas muy diferentes. No existe un único modelo federal. Sin embargo, si
tomamos como referencia el federalismo de Esta dos Unidos o de Suiza, las principales
características de un estado federal serían las siguientes:
— Una distribución constitucional de competencias que especifica de modo estricto las que
corresponden a la federación y deja para los estados o cantones federados todas las demás.
En principio, se trata de señalar que las competencias de la federación son excepciones
contadas y bien establecidas: todo lo que no se confía a la federación se presupone
competencia de las entidades federadas que no han renunciado a ella.
— En esta distribución de competencias ocupa un papel relevante el re parto de la capacidad
tributaria, señalando cómo se distribuye entre la federación y los estados el derecho a
imponer tributos y el rendimiento de los mismos.
— La existencia de instituciones federales en cuya composición y actividad intervienen de
alguna manera los estados o entidades federadas.
— La existencia de una constitución propia en cada uno de los estados o entidades federadas,
en la que se precisan las instituciones de gobierno de cada una de ellas.
— El establecimiento de un tribunal central o federal con atribuciones para decidir sobre los
conflictos que enfrenten a la federación con los estados o a los estados entre sí.

¿Cuál es el origen de las federaciones y cómo han evolucionado? Tres factores principales
pueden influir en la construcción de un estado federal. En primer lugar, la voluntad de integrar
en una unidad política única a entidades previamente existentes, poniendo en común recursos
y competencias que aseguren mejor su viabilidad frente a desafíos exteriores. En otros casos,
la construcción del estado federal trata de organizar en una sola unidad estatal a un conjunto
de territorios diversos unidos por la dependencia colonial de una misma metrópoli.
Finalmente, la federación puede nacer de la voluntad política de dispersar un poder
excesivamente concentrado y dar respuesta a la diversidad territorial, cultural o religiosa de un
estado unitario.
Por lo que hace a su evolución, en los estados federales más consolida dos la dinámica política
ha conducido a intensificar la cooperación entre la federación y las entidades federadas, con el
fin de hacer frente a problemas colectivos que ya no son solubles con la sola intervención de
un único nivel territorial: grandes infraestructuras, asistencia sanitaria pública o conservación
medioambiental exigen la aportación de recursos de todo tipo y la coordinación de políticas,
tanto en su fase de elaboración como en la de aplicación. Esta evolución de los estados
federales se ha producido en paralelo a la que han seguido algunos estados unitarios
tradicionales.
Junto al modelo federal se dan otras variantes del estado compuesto. Se sitúan a medio
camino entre la federación y el estado unitario descentralizado. Sobre la base de acuerdos
políticos que implican a las poblaciones afectadas se confieren poderes y recursos a las
instituciones de determinados territorios subestatales: las diecisiete comunidades autónomas
en España o Escocia, Gales e Irlanda del Norte en Gran Bretaña. Al mismo tiempo se les
confiere la capacidad de imponer o modificar tributos en sus respectivos territorios. Pero, a
diferencia de los estados federales en los que las competencias atribuidas a las entidades
subestatales son la regla y las competencias de la federación son la excepción, en este modelo
se intentan delimitar las competencias asignadas a las entidades subestatales, las
competencias reservadas al estado e incluso en algún caso una relación de competencias
compartidas.

Las confederaciones
Hay también dispersión de poder político en las confederaciones. Pero no pueden ser
consideradas un tipo de estado. Las confederaciones constituyen agrupaciones de estados
previamente existentes que deciden actuar de manera mancomunada en materias políticas
determinadas. Cualquier decisión confederal debe contar siempre con la conformidad
unánime de todos los estados miembros. Esta unanimidad equivale a un reconocimiento del
derecho de veto para cada uno de ellos, porque la decisión no progresa si no se da dicha
unanimidad. El órgano máximo de gobierno de la confederación reúne a representantes de
cada estado, que actúan como embajadores de sus respectivos gobiernos

La confederación no suele disponer de mecanismos capaces de obligar a un estado miembro


que se niega a respetar una decisión adoptada: la única reacción posible es la expulsión del
miembro desobediente.
Todo ello hace que las confederaciones históricas hayan sido poco estables. Se han disgregado
cuando la conciliación entre intereses estatales e intereses confederales no ha sido posible. En
otros casos, las confederaciones se han convertido únicamente en una etapa de paso para
avanzar hacia un mayor grado de integración, adoptando generalmente el modelo federal.

Tal vez la entidad política más próxima al modelo confederal sea actual mente la Unión
Europea. Los estados que la integran han cedido a la Unión la definición de políticas
importantes en materia de moneda, comercio interior y exterior, agricultura, cooperación
judicial y policial, inmigración y seguridad fronteriza, etc. Los acuerdos del Parlamento Euro
peo, del Consejo de Ministros y de la Comisión obligan a los estados miembros y su tribunal de
justicia dicta sentencias que deben ser acata das por ellos.

Hacia una distribución multinivel del poder

• La adopción de uno u otro de los modelos y su evolución suele justificar se en base a dos
tipos de argumentos: funcionales y simbólicos. Por un lado, se esgrimen razones de carácter
funcional, aduciendo las ventajas prácticas que una comunidad política obtiene según se
estructure de acuerdo con un modelo unitario más o menos centralizado o según se ajuste a la
pauta de un estado compuesto, federal o autonómico. El beneficio de la centralización puede
ser el tratamiento igual y equitativo entre todos los miembros de una misma comunidad o una
cierta reducción de costos en la gestión de determinados servicios o prestaciones. La ventaja
de la dispersión es la aproximación de las decisiones a sus destinatarios, adaptándolas de
manera más fiel a sus demandas y necesidades y evitan do desajustes provocados por el
desconocimiento y la distancia.
• Pero se invocan también a menudo razones de carácter simbólico o cultural. En esta línea se
afirma que la identidad colectiva de un grupo humano es uno de los factores que mayor
solidez aportan cuando se trata de dar estabilidad a la comunidad política. Por consiguiente, la
organización territorial del poder ha de tener en cuenta este sustrato cultural: de él puede
extraerse una mayor adhesión emocional de la comunidad a las decisiones que emanan de
aquel mismo poder
• Corresponde a los debates constitucionales definir la distribución territorial del poder en un
determinado estado. En estos debates, cada uno de los diferentes actores propone el modelo
de distribución que le permite ejercer mayor influencia. Para conseguirla utilizará los
argumentos y recursos de que dispone: capacidad económica, organización política, capital
simbólico o emocional, etcétera. El resultado final depende de la relación de que se haya
establecido entre dichos actores: quien haya contado con más recursos y los haya usado con
mayor inteligencia obtendrá un diseño institucional más ajustado a sus intereses. Es esta
misma dinámica la que influirá sobre la evolución práctica del diseño institucional: modelos
muy centralizados pueden derivar hacia prácticas más equilibradas y, en dirección opuesta,
estructuras federales pueden evolucionar hacia sistemas más integrados o centralizados.
• En algunas políticas, el ámbito territorial de intervención efectiva alcanza a la totalidad del
planeta o a grandes regiones del mismo: la conservación de los recursos naturales no
renovables, la lucha contra la delincuencia internacional organizada, la regulación de las
comunicaciones, etc. Por el contrario, está claro que en otros campos las comunidades locales
están en mejores condiciones para definir y ofrecer determinadas prestaciones. El llamado
principio de proximidad o de subsidiariedad presupone que una comunidad local es capaz de
resolver por sí misma las cuestiones de interés colectivo que se le plantean. Sólo cuando se
demuestre su incapacidad deberá recurrirse a la intervención de una instancia política
territorial de ámbito superior: gobierno regional, comunidad autónoma, estado, unión
supraestatal, etc. De este modo se invierte la «carga de la prueba» que, en los estados
unitarios, establecía la regla contraria: toda compe tencia se atribuía en principio al estado
como poder soberano y sólo de manera excepcional o residual se reconocían atribuciones
políticas propias a las entidades subestatales.
• Este doble movimiento —integración y distribución— configura en la actualidad un mapa
político más complejo y más borroso del que nos pre sentaba la tajante y antigua clasificación
entre modelos unitarios y modelos compuestos. En cierto modo, en esta nueva configuración
de la distribución territorial del poder se están combinando elementos de ambos modelos: se
intenta equilibrar la integración del modelo unitario y el pluralismo del modelo compuesto o
federal. La política se desarrolla cada vez más a través de redes de interdependencia e
intercambio. Los componentes de dichas redes no siempre mantienen entre sí una clara
organización jerárquica. Que esta pluralidad de intervenciones plantea problemas para hacer
efectiva la responsabilidad democrática.
Unidad IV
El liberalismo.

 Las primeras ideas que pueden ser calificadas de liberales surgen a finales de
la Edad Media en correspondencia cultural con la aparición de nuevas formas de
riqueza fruto de la creciente importancia de las manufacturas urbanas y el
comercio y coartadas en su expansión por las que en siglos futuros se
denominarán trabas feudales

Son ideas enfrentadas a una sociedad radicalmente no liberal. La sociedad feudal,


una sociedad dirigista y reglamentista en la que no se hace distinción entre el
plano público y el privado ni entre lo económico y lo político. El liberalismo cobrará
gradual fuerza social a medida que en las zonas más desarrolladas de Europa
occidental y sus colonias, en la Edad Moderna, determinados grupos sociales
orientan sus estrategias económicas hacia la economía de mercado y necesitan
una nueva concepción del mundo que sustituya a la tradicional y no obstaculice a
la nueva realidad socio económica emergente.

Con una determinada visión antropológica optimista del hombre, al que ve como
un ser individualmente autónomo, auto perfeccionable, materialista y dotado de
razón. Sólo la libertad es la condición natural del hombre y, por tanto, la única
fuente posible de legitimidad de la autoridad política es el convencimiento de los
ciudadanos de la utilidad para la sociedad de esa autoridad pública. De esta forma
los liberales no aceptan los privilegios feudales y propugnan, en cambio, la
igualdad jurídica de todos los hombres.

Libertad para competir por la posesión de medios materiales, como medio para
conseguir el éxito económico y social. Cada hombre puede hacer con su vida
privada lo que quiera y/o pueda. Incluso enajenar su libertad abstracta alquilando
a otro libre contratante su fuerza de trabajo.

Como despliegue doctrinal, político e ideológico de los tres grandes ejes en los que
se articula el mensaje liberal de todas las épocas, tendremos:

 El naturalismo hedonista que establece que la felicidad consiste en poseer,


acumular y disfrutar bienes materiales y, por tanto, el hombre está dotado de un
instinto de apropiación natural siendo el interés individual el motor de la sociedad.

 El racionalismo: La razón como medio de eliminar el oscurantismo y conseguir una


actuación eficaz respecto a los fines propuestos
 Finalmente, como componente preponderante, el individualismo libertario: El
individuo como principio y fin del mensaje liberal.

II DEL ABSOLUTISMO DE HOBBES A LA PLURALIDAD DE PODERES EN LOCKE:

Es el parlamento, y no el rey, quien aprueba los impuestos, los jueces son inamovibles y
la libertad de conciencia se plasma en la libertad de imprenta.

El liberalismo como doctrina filosófico-política se desarrolló paralelo al británico en


otras zonas geográficas de la cultura occidental pero de un modo mucho más lento y
con rupturas. Ambos autores defienden lo que podría ser considerado como
individualismo radical , pero en Hobbes, a diferencia de Locke, sus conclusiones
políticas no son liberales pero sí sus postulados. Compartiendo los dos pensadores una
radical concepción elitista y patriarcal de la sociedad y una visión de la naturaleza
humana a la que creen dotada de un insaciable instinto de apropiación como derecho
natural, sólo matizado en el autor del Leviathan por el ansia de poder y en Locke por su
novedosa teoría de que cada individuo es propietario de su propia persona y de sus
capacidades y que nada debe por ellas a la sociedad. ambos opinan que el interés
propio es y debe ser el motor de la sociedad, reverencian la propiedad privada, creen
que el único estado legítimo es el que surge de un libre contrato de sus individuos
integrantes disociados por la competencia y que la única razón de existir del poder
estatal radica en asegurar el cumplimiento de las leyes. Los súbditos enajenan su
libertad y abandonan el terrible estado de naturaleza, en el que todos guerrean contra
todos, para regirse por unas leyes promulgadas por el soberano y de obligado
cumplimiento que harán previsible su comportamiento. Por ello aplican esquemas
racionales y deciden libremente renunciar a la plena libertad del estado de naturaleza y
que un poder soberano, único, concentre todas las atribuciones individuales.

Hobbes cree imprescindible el Leviatán porque no todos los hombres actúan segun los
dictados de la
recta razón, ya que si así lo hicieran el soberano sería inútil. Aunque las conclusiones políticas
a las que se ve abocado por deducción de sus propias premisas le apartan de los clásicos
esquemas liberales. Los propietarios de la época de Hobbes no pueden prescindir todavía del
soberano absoluto y por ello el poder no tiene límites. El Estado de derecho deberá esperar a
que el desarrollo de la sociedad civil auspiciado por el desarrollo económico exija al poder
político controles y frenos.

Mientras que Locke cree, por el contrario, que la autoridad del poder político debe limitarse
y que la sociedad civil es capaz de dotarse de los instrumentos políticos necesarios. Hobbes
sólo pretende asegurar la paz para poder negociar tranquilamente. Locke también, pero da
un paso más: que el Estado desde la esfera pública proteja al máximo la privada y que,
además, el propio Estado esté controlado desde el parlamento por los propietarios,
garantizándose así los derechos y libertades individuales. Los propietarios son los únicos que
al poseer propiedades están liberados de los trabajos manuales y al cultivar su espíritu
pueden vivir una vida plenamente racional .

Locke sentará las bases morales de la sociedad burguesa al justificar la propiedad privada
excluyente como pilar legítimo de la sociedad. Ya que si unos tienen propiedades y otros no
esto es consecuencia de las naturales desigualdades de los seres humanos, desigualdades
que se dan en una sociedad moderna que ha abolido los privilegios y que, mediante el
derecho, ha proclamado a todos los hombres iguales ante la ley. La propiedad privada, por
tanto, es justa y legítima... aunque sea ininoritaria.

III. KANT Y EL ESTADO DE DERECHO:

"Para Kant la esencia del hombre es el auto desarrollo " y por eso aconseja a los hombres en
su famoso opúsculo ¿Qué son las luces? que se atrevan a diseñar, mediante la razón, su
propio destino. Una razón que es patrimonio de la humanidad y por eso el uso público de la
razón debe concederse a todo individuo.

De ahí que el conjunto de los individuos que componen la sociedad se deba poner de
acuerdo para constituir la comunidad política. Kant aboga por un pacto social libre y
voluntario que se concretizará en el Estado contractual. Y como que cada hombre es
intrínsecamente libre y dotado de unos derechos naturales inalienables y anteriores a ese
pacto social, el Estado debe proteger al máximo esos derechos. Libertad, derechos naturales,
pacto social voluntario, todos estos factores indican que el Estado ha de ser el servidor de la
sociedad y no al reves. Unas leyes coincidentes con la opinión pública, racionales y de
obligado cumplimiento para todos los miembros de la sociedad, incluidos los gobernantes.
Esto es, un estricto cumplimiento del Estado de derecho mediante el imperio de la ley.

El gran mérito de Kant no sólo está en haber teorizado el Estado de derecho como
culminación de las ideas ilustradas/liberales sino en habernos enseñado con toda claridad
que la libertad es la obediencia a las leyes.

Kant establecerá las bases teóricas para el desarrollo de la democracia a partir de los
esquemas políticos liberales del Estado de derecho: el constitucionalismo, la importancia de
la opinión pública del conjunto de los ciudadanos y el sufragio como instrumento de
legitimación. Por todo ello Kant enlazará con las corrientes más radicales del liberalismo,
partidarias del sufragio universal, la soberanía popular y la democracia. El Estado de derecho
cumple las necesidades de seguridad y previsibilidad que son necesarias a una sociedad
burguesa. Razón por la que se deja a las esferas económica y social que se regulen por sí
mismas. Esto supone que existe un consenso de base ideológico por parte de los grupos que
conforman la opinión pública y controlan todos los resortes de la sociedad.

IV. LIBERALISMO Y ECONOMÍA DE MERCADO:

En la Antigüedad y en la Edad Media la propiedad y la riqueza iban acompañadas de


determinadas funciones sociales. La Inglaterra del siglo XVIII y la Europa del siglo XIX en
donde los códigos burgueses regulaban las relaciones de los ciudadanos entre si y respecto al
Estado había supuesto la puesta en práctica de la teoría política liberal no democrática, tal y
como la entendía Locke. Esto supuso que el liberalismo se volvió aún más pragmático y, salvo
en los países en los que todavía se enfrentaba violentamente contra el absolutismo, más
realista y menos ideológico. Del plano político se pasaría a
incidir con mayor fuerza en los aspectos directamente económicos.

A la teoría política se le añadiría la teoría económica en lo que se denominaría liberalismo


económico o economía política clásica con una influencia cultural e ideológica de enorme
magnitud sólo comparable a la que ejercerá el marxismo.

El mercado, la división del trabajo tanto en un plano nacional como internacional, la ley de la
oferta y la demanda, la libre competencia y los afanes individuales se coordinan, no
consciente mente, en la famosa «mano invisible» correctora de la que habla A. Smith como
factor regulador de los desajustes que se producen.

En el plano filosófico la aceptación plena de los presupuestos y postulados del liberalismo


económico dará lugar a la aparición y divulgación del utilitarismo de Bentham y J. Mill que
pretende calcular como lograr la mayor felicidad para el mayor número. Felicidad máxima,
óptimo social que se lograría a partir de la libre interacción de los sujetos sociales siempre y
cuando se dieran las condiciones necesarias para ello. Esto es: la máxima libertad individual.

V. LOS LIBERALISMOS DEL SIGLO XIX:

Las revoluciones burguesas permitieron el acceso al poder de la burguesía. Desde el control


del Estado las burguesías europeas hicieron su revolución. Que básicamente consistió en
sentar las bases jurídicas, administrativas, culturales e institucionales para hacer posible un
desarrollo económico capitalista. Teniendo un cuidado extremo en excluir a las capas
populares de todos los centros e instancias de decisión política. El modelo fue Inglaterra y el
instrumento fundamental la codificación burguesa, en lo fundamental los códigos
mercantiles, civiles y penales.

Eliminado el feudalismo, sentadas las bases de un Estado capaz de garantizar el


cumplimiento de leyes y contratos y promulgado un ordenamiento jurídico que consagra a la
propiedad privada como núcleo del sistema, la burguesía se siente satisfecha de su obra.

La sociedad burguesa proclamaba la igualdad ante la ley y el fin de las restricciones al acceso
a la propiedad. Pero esa igualdad y esta libertad de libre acceso a la propiedad se
evidenciaron en seguida como meramente formales, ya que sólo accedían a la propiedad
quienes tenían medios económicos para ello. Las clases populares, fundamentalmente
campesinos pobres, quedaron al margen, política y económicamente, salvo en Francia, de las
profundas transformaciones que supusieron la implantación de sociedades que requerían
para su regulación el Código Civil napoleónico en su versión original o en las múltiples
adaptaciones que de él se hicieron.

En resumen, el Estado liberal es concebido como la forma en cuyo interior se ejercitan en


armonía las libertades individuales, es, y sólo, la forma de la sociedad política y civil.
Todo ello ocasionó un creciente descontento popular: la sobre explotación capitalista de la
fuerza de trabajo en el campo e industria.

Para este descontento social el liberalismo clásico no tenía respuesta. Y así los pobres eran
vistos como viciosos y derrochadores incapaces de aprovechar las múltiples oportunidades
para enriquecerse que ofrecía la sociedad burguesa-capitalista. Si, además de viciosos,
planteaban alternativas de tipo político, la única respuesta posible a su locura era la
represión. Hasta mediados del siglo XIX el armonicismo de Bastiat difundía con gran éxito
entre las clases sociales dominantes en Europa el mensaje filosófico de que no existía
contradicción alguna entre capital y trabajo sino una armonía querida y diseñada por Dios
para los hombres.

Vocación de unidad en el pensamiento de Constant que lo llevaría a intentar reconciliar el


individuo y el Estado, así como el Estado y la sociedad. Ya que, oponiéndose a Rousseau,
afirma que los derechos individuales no están debidamente protegidos por la voluntad
general.

Al contrario que lo que afirmarán los liberales doctrinarios, para Constant la propiedad
privada no es anterior a la sociedad sino su consecuencia. Por esa razón los poderes públicos
podrán regular el derecho de pro- piedad, para así poder proteger los otros derechos
fundamentales.
Tras su desaparición, el liberalismo se divide en varias corrientes, en ocasiones políticamente
enfrentadas. De esta forma un liberalismo demócrata-radical se opondrá al liberalismo
doctrinario.

El liberalismo radical desarrollado por los federalistas norteamericanos, Tocqueville o John


Stuart Mill es heredero de Kant y de la Ilustración y de autores británicos como Thomas Paine
, que trasplantaron al Nuevo Mundo concepciones democráticas sobre los derechos del
hombre, la superstición de la religión y la necesidad de separarla de la política.

Los liberales demócratas propugnaban la libertad de pensamiento, de expresión y de


asociación, la seguridad jurídica y política de la propiedad y el control de las instituciones
políticas mediante una opinión pública informada.

Por su parte, el liberalismo doctrinario se inspira en Burke, está influido por Locke, los
fisiócratas y los tradicionalistas franceses De Maistre y Bonald y defiende los principios del
liberalismo económico de forma fundamentalista.

La Monarquía de Julio en Francia y las Restauraciones en Francia y España marcan el apogeo


del liberalismo doctrinario. En Francia los maestros de escuela homogeneizaron
educacionalmente la nación y conseguirán que los principios básicos del liberalismo se
conviertan en una filosofía social. Todo ello comportará que los gobernantes más lúcidos de
los países desarrollados, como Gran Bretaña, Francia, Alemania, Bélgica, Suiza, iniciarán
decididas políticas intervencionistas que se plasmarán en legislaciones laborales y sociales
que eliminarán los aspectos más hirientes del capitalismo, tendentes a desactivar la lucha de
clases, integrando en el sistema a los sindicatos obreros y aislando del grueso de las capas
populares a los revolucionarios que propugnan soluciones políticas radicales.

En el terreno de las ideas, dentro de la órbita del liberalismo, las posturas de los autores se
decantarán o bien por la defensa de los principios clásicos del liberalismo económico, o bien
por proporcionar cobertura teórica y moral a los reformistas. En el primer caso podríamos
destacar la obra de Herbert Spencer , el autor más relevante del darwinismo social, que
defiende la extrapolación de los hallazgos de la biología al terreno de las sociedades
humanas, exponiendo así que en el hombre, como en el resto de los animales. Respecto a los
teóricos reformistas la influencia de los británicos John Stuart Mill y la de Thomas Hill Green
fue superior a la de otros autores. Por ello en sus obras On Liberty y Considera que se
reafirma en sus concepciones liberales, pero revisadas con una óptica social-reformista con
vistas a solucionar la Cuestión Social.

Green, por su parte, representa en el terreno de la filosofía política unas concepciones


idealistas. Influido por la filosofía clásica griega y los filósofos alemanes Kant y Hegel,
defiende en su obra que la naturaleza humana es en esencia social, y que la participación del
hombre en la vida en sociedad es la superior forma de desarrollo individual.

VI. LOS LIBERALISMOS DEL SIGLO XX:


Las concepciones teóricas social-liberales y el éxito integrador del intervencionismo estatal
propiciaría que el liberalismo del siglo xx se desarrollara según unos parámetros muy
diferentes a los decimonónicos. Finalmente, las consecuencias de la mayor crisis que ha
sufrido el capitalismo en 1929 comportarán el abandono de las políticas basadas en
parámetros liberales clásicos. El economista inglés Keynes se convierte en el autor más
influyente en Occidente, propugna una teoría económica que proporciona las bases
económicas de desarrollo capaces de sostener esas políticas social redistributivas. Logró
convencer a los grupos sociales dominantes occidentales de que la mejor forma de contener
al movimiento obrero y estabilizar el sistema consistía en reformar el sistema en una vía
gradualista y posibilista.

La puesta en práctica de sus teorías supuso el fin del liberalismo económico clásico y su
sustitución por economías mixtas en donde el Estado ejercía un papel económico decisivo
para reactivar la economía mediante inversiones públicas, corregir las disfunciones del
capitalismo, impedir otro «viernes negro de 1929» y redistribuir la renta por medio de una
fiscalidad progresiva para eliminar las desigualdades extremas y activar la demanda.
En un discurso titulado «Liberalismo y laborismo», sintetizó su pensamiento político liberal-
reformista: «El problema político de la humanidad consiste en combinar tres ingredientes:
Eficacia Económica, Justicia Social y Libertad Individual. El segundo ingrediente constituyó el
mayor logro del gran partido del proletariado, pero el primero y el segundo requieren las
cualidades del partido que por su tradición y añejas afinidades ha sido el hogar del
Individualismo Económico y de la Libertad Social». Otorgar mayores competencias al Estado
supone atentar contra los derechos individuales y debe ser rechazado.

Su oponente es John Rawls, el cuál, en su Teoría de la Justicia , rechaza también el


utilitarismo y defiende los derechos individuales pero supeditándolos al bien común. Siendo
el núcleo de sus propuestas el poner fin a la tutela social por parte del Estado y eliminar
gradualmente los mecanismos de redistribución de la renta. Además de des-regularizar el
mercado de trabajo, privatizar el sector público y dejar que las leyes del mercado libre
autorregulen la vida económica de la sociedad. De esta forma, afirman, se crearía más
riqueza, sería rentable invertir, se acabaría con la cultura del subsidio, se motivaría a los
individuos y se generaría más riqueza social.

obviamente con independencia de los costes sociales y el aumento de las desigualdades que
todo ello supondría. Hayek , los cuales propugnan una limitación estricta de los ámbitos de
las decisiones colectivas en nombre de la libertad individual y la ventajas y eficacia del
mercado como mecanismo justo mediador entre las relaciones de los individuos,
identificando como inseparables liberalismo político y liberalismo económico. El
individualismo capitalista se convierte así en una teoría de la sociedad y en el fundamento
para poder rechazar el utilitarismo como filosofía e incluso algunos aspectos de la
democracia en cuanto ésta puede implicar recortes en la libertad individual.

Como contraposición teórica y política a estas concepciones, otros autores, herederos, de las
ideas liberales radicales, propugnan la profundización de las pautas democratizadoras en los
Estados sociales y democráticos de derecho, con independencia de las reformas que fuera
necesario realizar de las difuncionalidades de los Estados de bienestar.

El conservadurismo

El concepto de conservadurismo es una de las claves del pensamiento político moderno y


contemporáneo. En uno de los primeros estudios relevantes sobre el tema, El pensamiento
conservador de Mannheim, el autor parte de la distinción entre tradicionalismo y
conservadurismo. El primero es un concepto socio- lógico general que alude a un fenómeno
tan antiguo como la humanidad. El segundo, por el contrario, es un concepto político y
sociológico que designa una realidad específicamente moderna, históricamente
determinada. Y, en efecto, el uso lingüístico nos ofrece pistas sobre tal origen histórico.

El conservadurismo rechazó ante todo el concepto iusnaturalista y burgués de igualdad. Para


los conservadores, los hombres son, en lo más esencial, desiguales. «Nada puede contradecir
más la libertad que el concepto de igualdad», escribió Adam Müller, el más notorio pensador
del romanticismo político. Los conservadores todos abogan francamente por una sociedad
clasista y jerárquica, desigual, y defienden las ventajas derivadas de ello.
El origen histórico del conservadurismo es opuesto al del liberalismo. Sin embargo hay otros
liberalismos, alejados de tal perspectiva y que, con el tiempo, han venido a confluir con los
conservadores. En suma, la historia parece oponer el conservadurismo al progresismo, sea
éste de signo liberal o de signo socialista. Ciertamente, todos ellos se oponen a los
progresistas, y desde luego a la revolución. Conservadores y progresistas establecen entre sí
un género de dialéctica asentado en un terreno común, cosa ésta que no sucede cuando
intervienen los contrarrevolucionarios stricto sensu en los años subsiguientes a la Revolución
francesa, o cuando surgen, ya en el siglo XX, los fascismos y los filo-fascismos .

Pero la ideología política conservadora así delimitada adapta sus contenidos a cada lugar y a
cada época Y su evolución está ligada a la dinámica histórica del progresismo, su término
alternativo. Sin embargo, una y otra noción no pueden determinarse especulativamente.
Expresan complejas tendencias de la historia política y cultural, y su concreción sólo puede
fijarse en el cambiante curso histórico. De este modo el examen de su morfología necesita un
método específico, el método
histórico, capaz de poner de relieve las variaciones de ese peculiar sentido de la continuidad
temporal que encierra la ideología conservadora.

II. BURKE:

En el cúmulo de reacciones suscitadas por la Revolución francesa descolló precozmente la


violenta diatriba anti revolucionaria protagonizada por Edmund Burke. En efecto, la situación
europea era tal que ese compendio de buena parte del pensamiento conservador y
reaccionario de la época que es su Refletions on the Revolution in France tuvo una gran
difusión e influencia, seguramente superior al valor intrínseco de la obra. Burke no era un
reaccionario puro. Su ataque esencial se dirigió contra la doctrina revolucionaria de los
derechos naturales y, más globalmente, contra la trama conceptual del pensamiento político
de la Ilustración. El hombre entendido como ente pre-social no tiene sentido alguno. Y
tampoco lo tienen, por consiguiente, los derechos naturales. Burke se alejaba de Locke en di-
versos puntos esenciales; en particular, no veía a los gobernados como individuos singulares
dotados de voluntad propia, y por tanto como fuentes de derecho, sino más bien como
elementos integrantes de una sociedad política ya constituida y regulada por sus normas
legales y consuetudinarias.

Las instituciones políticas son convenciones que descansan en el uso y la costumbre, y


derivan de un complicado sistema integrado por observancias heredadas del pasado y por
derechos prescriptivos Las instituciones políticas se adaptan sin rupturas al presente. La
tradición política y social constituye, por tanto, un depósito de inteligencia colectiva y
merece por ello ser reverenciada. Es obvio, por lo demás, que sólo existen los derechos
concretos, legados por los antepasados, vinculados a la condición social de cada cual y
profundamente desiguales.

También el Estado, lejos de ser una máquina, un artefacto, como suponen los racionalistas,
es como un organismo. Las ilusiones y los prejuicios, tan denostados por los iluministas, pero
tan necesarios para un Burke profundamente pesimista acerca de la naturaleza humana, dan
unidad a este organismo. Pero los revolucionarios siembran la descomposición de tal
organismo armónico. Es más, llevados por la razón pura y su espíritu de revuelta, hasta han
concebido el propósito de una política constituyente y de tabla rasa, con la ayuda en todo
caso de la noción roussoniana de soberanía. La «bárbara filosofía» iluminista explicaba la
ruptura revolucionaria francesa.

Por ultimo, y en este punto la polémica de Burke acentúa su estridencia, el racionalismo


iluminista desemboca en la «democracia absoluta», que pone en peligro la propiedad
privada, da alas al ateísmo y alienta la propensión a una igualdad antinatural e imposible. El
derecho a participar en el gobierno y la autoridad estatal es absurdo. La democracia, por lo
demás, otorga la preponderancia a los más, privilegia a los economistas y a la eficacia, en
detrimento de lo histórico, la gloria, el honor y el rango.
III. DIFUSIÓN DEL IDEARIO POLÍTICO ANTIRREVOLUCIONARIO:

Friedrich von Gentz traduciría al alemán las Refiections de Burke.


El romanticismo, especialmente frondoso en Alemania, sería el vehículo privilegiado para la
difusión de las ideas antirrevolucionarias. Su negación del mundo «moderno» se asociaría a
su rechazo de la revolución, el racionalismo y el iluminismo. Y en él proliferarían temas
análogos a los de Burke. También aquí lo «concreto», rico en sabiduría e historia, frente a lo
«abstracto».

Friedrich Schlegel, Schelling, Novalis... estimularán con su producción la política antimodema


y anti democrática. Y con Adam Müller y su perspectiva historicista, la reflexión sobre el
organismo político adquirirá la dimensión de un sistema, conciliando en el seno del Estado la
presencia de la aristocracia y la burguesía. Por lo demás, en la elaboración del pensamiento
conservador alemán tuvieron una especial relevancia los juristas y los historiadores. En
Alemania, la polémica antirrevolucionaria se desarrollaría también de la mano de un liberal
de la talla de Wilhelm von Humboldt , ajeno al romanticismo.
Gentz se reprocha a la Asamblea Nacional francesa su pretensión de construir un orden
estatal completamente nuevo, con la guía de los principios de la razón. Aunque alejado de las
posiciones reaccionarias de los románticos, este liberal aristocratizante formularía, en sus
consideraciones acerca de una constitución prusiana basada en una suerte de estamentos
modernizados, una dialéctica entre conservación y reforma con la primacía del primero de
ambos términos. La significación política del romanticismo fue cambiante, y en cada país los
escritores románticos adoptaron posiciones sensiblemente distintas.

El pensamiento antirrevolucionario conservador brotó en uno y otro país. En Inglaterra,


Coleridge no fue tan extremadamente antirracionalista como Burke, pero participó de su
tradicionalismo y de una similar concepción organicista de la sociedad y de la historia
inglesas. Influido por el romanticismo y poniendo la religión en el centro de su ideario,
Coleridge fue el principal conservador británico del siglo XIX. En opinión de John Stuart Mill,
el pensamiento de ambos dominaría gran parte del siglo XIX en el Reino Unido.

En efecto, Maistre, Bonald o Lamennais son exponentes, no ya de un pensamiento


conservador, sino contrarrevolucionario en estado puro, extremo. Pero la tendencia
expresada por estos últimos tendría un ulterior desarrollo con los contrarrevolucionarios
stricto sensu. Contrarrevolucionaria y la orientación de Burke y los restantes autores arriba
referidos.

IV. LOS CONTRARREVOLUCIONARIOS:

El orden eterno y trascendente que postulaban con obstinación frente al desorden que
advertían en el curso histórico los sitfia extramuros del proceso de secularización que se
desarrollaba ante sus ojos, lo que no es el caso de Burke y los conservadores, quienes,
contradictoriamente, participaban de él. Para Burke, la propia duración de unas relaciones de
poder crea su legitimidad. Pero para Maistre y los contrarrevolucionarios, tal duración
expresa más bien la correspondencia de esas relaciones de poder con el orden perfecto e
inmutable, natural. Y bien, el protestantismo acarreó un alejamiento decisivo respecto del
orden natural y de esa concepción teocrática del poder.

Andando el tiempo, en el siglo xIX, la situación era ya tal que, en palabras de Donoso, « la
razón y la voluntad del hombre han llegado al apogeo de su independencia y de su
soberanía». Más aún, la creciente separación entre la política y la religión contribuyó decisiva
mente a la división y racionalización del poder, y de ella nació, además, el despotismo
moderno. De Lutero al racionalismo cartesiano y a Rousseau, del protestantismo a la liberal-
democracia, sin solución de continuidad. Más todavía, del espíritu de negación de la
Reforma, a la negación del gobierno por el socialismo y el comunismo.

Subyace en este modo de pensar la idea según la cual la Revolución francesa fue una ruptura
preparada en profundidad por el Iluminismo. Pero tal pretensión no podía resolverse sino
con el recurso a la excepcionalidad, a la vía susceptible de eliminar el enemigo político. Lo
que en el caso de Maistre supondría la glorificación de la guerra civil, y, en el caso de Donoso
Cortés, recurrir abiertamente a la dictadura.

V. OTRA MATRIZ DEL CONSERVADURISMO: LOS DOCTRINARIOS:

La difusión de la palabra liberalismo en los años de la Restauración europea tuvo que ver con
la pretensión de estabilizar la sociedad surgida de las rupturas revolucionarias, sobre todo en
el caso francés. se agruparon en aquel entonces corrientes sensiblemente distintas

La de los doctrinarios tendría una peculiar significación para el conservadurismo moderno. En


efecto, Royer Collard y otros venían postulando una política de compromiso, una política a
medio camino, entre los partidarios de la más completa restauración posible del Antiguo
Régimen y la actitud de otros liberales enérgicamente opuestos a la monarquía restaurada.
Su principal cabeza visible en aquel régimen, François Guizot proclamaría entonces la política
del «juste milieu», una
política de centro, alejada a un tiempo del espíritu revolucionario y del contrarrevolucionario.
Pero el liberal Guizot no fundamenta ya la necesidad de tales garantías en una concepción de
los derechos derivados de la naturaleza de los hombres, sino en la convicción de que el poder
no es infalible.

De modo explícito, el régimen político quería serlo de la gran burguesía en su conjunto, de las
classes moyennes. Y, en consecuencia, la política de los doctrinarios prescribía la resistélTtCe
frente a las restantes corrientes liberales que pretendían continuar el movimiento de
reforma. Depurada de su vertiente social abrupta mente conservadora y convenientemente
actualizada, la política de milieu sobreviviría a la caída del orleanismo, has- ta constituir una
tradición de pensamiento político perdurable hasta nuestros días .

VI. NACIONALISMO CONSERVADOR:

En los decenios subsiguientes a la crisis europea de 1848, uno de los desarrollos relevantes
de la política de los conservadores tuvo que ver el rechazo del acrecentamiento del poder del
Estado y de la centralización del poder público. En efecto, tras el reconocimiento del sufragio
universal inorgánico en Francia, tras la experiencia plebiscitaria y el protagonismo del
aparato estatal en el II Imperio, un conglomerado heteróclito de conservadores y también de
reaccionarios fijaron en ese estatismo el peligro mayor. Tanto el radicalismo y el socialismo
como, por otra parte, el bonapartismo, suponían en común este peligro.

El catolicismo social conservador afianzó su presencia a través de tales concepciones . Por


tanto, el ideario liberal conservador y la perspectiva tradicionalista, sus temas y sus
preocupaciones, se imbricaban, con frecuencia estrechamente, a fin de rechazar el legado
revolucionario en nombre del orden natural, y naturalmente jerárquico. su Réforme
intellectuelle et morale, de Ernest Renan , y Les Origines de la France cniempiraíne, de aquel
admirador de Burke que fue Hippolyte Taine , expresaron y nutrieron aquel conjunto de
convicciones referidas en las líneas precedentes. Publicadas tras la derrota militar francesa
de 1870 a manos del ejército prusiano y tras la Commune de 1871, e imbuidas ambas de
espíritu positivista , estas obras pretendían dar cuenta de las causas de la decadencia de la
nación.

Todo lo cual nos sitúa ya, en el comienzo de otro desarrollo relevante del pensamiento
conservador en la segunda mitad del XIX. En efecto, en el período comprendido entre 1870 y
la Gran Guerra, aproximadamente, la expansión del nacionalismo en Europa fue enorme. Es
cierto que hubo entonces un renovado nacionalismo de significación liberal y democrática, y
también otro de significación filofascista, suscitado éste por la derecha radical. Pero el grueso
del nuevo nacionalismo tuvo una significación conservadora.

Hasta mediados del siglo, los conservadores habían sido ajenos por lo común al
nacionalismo. Hasta aquel entonces, éste estuvo asociado principalmente a la Revolución
francesa, al ideario democrático e iluminista, a la idea de nación entendida como fragmento
de la humanidad. Pero, a partir de los años setenta, en Francia, Alemania, Inglaterra... el
nacionalismo sufrió un cambio cualitativo que lo depuraría, de la mano de los conservadores,
de su contenido liberal y humanista.

La petición de revancha tras la derrota militar francesa de 1870, el boulangismo y el affaire


Dreyfus son eslabones de un acrecentamiento del nacionalismo en este país.

En Alemania, la política bismarckiana de gran potencia dio impulso al nacionalismo alemán.


Treitschke lo haría en nombre de la razón de Estado, y esto sería rápidamente asimilado por
el nacionalismo derechista. En suma, del conservadurismo cosmopolita y aristocratizante de
la primera mitad del siglo, al conservadurismo nacionalista y burgués del último tercio de
éste. Con tal renovación, la política conservadora amplió su influencia entre las masas y su
capacidad para captar aliados, y algunos gobernantes la utilizarían con gran eficacia para sus
fines. Un nacionalismo, es claro, no siempre alejado del despeñadero que desembocaría un
poco después en el nacionalismo de signo fascista, abruptamente contrarrevolucionario.
También al otro lado del Atlántico adquiriría vigor la creencia en un Manifest Destiny, y la
guerra con España en 1898 mostraría la fuerza de un mito
que, como éste, no encerraba otra pretensión que la de dominar e incluso ocupar un vasto
territorio americano. En Alemania, el pangermanismo y la creencia en la superioridad de la
raza alemana y su supuesto destino dieron remate a decenios de un nacionalismo
profusamente cultivado y arraigado en extensas capas de la sociedad.

VII. MUCHEDUMBRES Y DEMOCRACIA:

Nunca en Europa habían sido tan influyentes el ideario y las prácticas democráticas como en
el cuarto de siglo que precedió a la Gran Guerra. Flotaba en el ambiente el interrogante
acerca de lo que cabía esperar de unas masas creciente mente emancipadas. En cualquier
caso, una fuente privilegiada de material para los usos del conservadurismo en ese Qu de
siécle fue la psicología colectiva, y más concreta mente la obra pionera de Gustave Le Bon .
La psychologie des foules, su obra de 1895, fue uno de los grandes éxitos de la literatura
científica de todos los tiempos, Influyó a Barrés y Sorel, Pareto y Michels.

Carentes de voluntad propia, las muchedumbres necesitan un líder que las seduzca, un líder
que satisfaga su necesidad religiosa de fe. Hasta el punto de que el arraigo en ellas del
ideario socialista tiene que ver con la habilidad de los líderes que la movilizan, pero en
absoluto con la bondad de la causa esgrimida. Las masas son constitucionalmente incapaces
de ejercer el poder y no cabe la posibilidad de educarlas. Una contribución análoga a ésta de
la psicología social procedió del campo de la politología y la sociología política, de los
«maquiavelistas», según la expresión de Bumhare.

El concepto de elite de Pareto en particular, es frontal mente opuesto a la noción de


democracia; ésta sería literalmente irrealizable. La caracterización de la «clase política» en la
obra de Mosca, por el contrario, es menos incompatible con la noción de democracia. Es
difícil negar la significación ideológica conservadora de este pensamiento elitista en una
época en que el fenómeno político dominante era precisamente la entrada de las masas en la
sociedad política, la democratización de ésta. Su revisión «antimateríalista» del marxismo, el
influjo evidente de la filosofía vitalista de Nietzsche y, sobre todo, de Bergson, y la aceptación
de las reflexiones de Le Bon, provocaron en su ideario un abrupto irracionalismo. No es
sorprendente que, algo después, los sorelianos desecharan en su discurso la noción de
proletariado y la sustituyeran por la de nación, ni que se produjera una aproximación a
Action Française y tuviera un éxito notorio en los me- dios incipientes del fascismo italiano.

VIII. EN EL PERÍODO DE ENTREGUERRAS:

El ideario nacionalista y antidemocrático reseñado en las páginas precedentes saltaría la línea


divisoria trazada por la Gran Guerra y la revolución rusa, interviniendo en las grandes
confrontaciones del siglo XX. A veces conservó su inicial significación conservadora. Pero a
veces, en manos de fascistas y filofascistas, adquirió una profundidad contrarrevolucionaria.
En los años de entre guerras, el espacio cultural y político para la subsistencia y renovación
del viejo conservadurismo varió sensiblemente.
La antigua dialéctica decimonónica entre conservadores y liberales adquirió perfiles
borrosos. Una parte del liberalismo progresista perdió tal cualificación y se diluyó en el
conservadurismo. El liberalismo en su conjunto, en la medida en que estaba enraizado en los
Estados liberales de aquel entonces, estuvo abocado cada vez más a transformarse en una
forma de conservadurismo económico y social confrontada al socialismo. Por su parte, los
propios conservadores, que propendían a abandonar viejas concepciones organicistas,
acortaban distancias con los liberales.

La posguerra iniciada en 1918 dio paso a un denso pesimismo en los medios liberales y
conservadores, sobre todo en estos últimos. se expresaria en una densa proliferación de
reflexiones acerca de la crisis de la civilización, la decadencia de las naciones y la libertad, o la
decadencia de occidente.

Para Ortega y Gasset, Jaspers, la decadencia tenia un origen mas preciso: la rebelión de las
masas. Influido particularmente por Comte, Tocqueville, Jacob Burck- hart y, sobre todo, por
Nietzsche, Ortega contribuyó a transformar la idea política y social de aristocracia en el
concepto de
elite, aunque entendida ésta como «categoría del espíritu». La propia opinión pública de la
sociedad de masas, una opinión coactiva y despótica, amenazaba también a los individuos,
peligro éste que ya habían advertido muchos años antes el propio Tocqueville y John Stuart
Mill.

En sus manos, la antinomia existente entre liberalismo y democracia se acentuó en extremo.

IX. EVOLUCIONES RECIENTES:

La actualización del conservadurismo tras la Segunda Guerra Mundial ha supuesto una


modificación cualitativa de su ideario. En los años de entre guerras, no era infrecuente que
éste contuviese elementos organicistas e historicistas.

En este contexto, los conservadores han imprimido un viraje a su trayectoria histórica y han
hecho suya la racionalidad de la conducta social planificada y del desarrollo de las fuerzas
productivas.

En el plano de la gestión económica y social, e incluso en el ámbito de las propias ciencias


sociales, la tecnocracia se ha venido ofreciendo como si fuese un fin en si misma, sin
necesidad de legitimarse en sistemas ideológicos de mayor alcance. Según la teoría de la
sociedad industrial, elaborada sobre todo por la sociología funcionalista norteamericana, una
sociedad avanzada no puede ya desenvolverse si prescinde de los rígidos imperativos de
carácter técnico y económico. Los anteriores idearios para la emancipación humana
carecerían de sentido en este contexto, y habría sobrevenido ya «el fin de las ideologías» . La
técnica marginaría la confrontación ideológica en la resolución de los problemas económicos
y sociales . En los recientes años setenta y ochenta, una corriente neoconservadora y
conservadora liberal de orígenes principalmente norteamericanos ha hegemonizado en
buena medida la escena ideológica y superpuesto sus puntos de vista al tecnocratismo
precedente.

La preocupación principal de los conservadores había sido durante decenios la eventual


tiranía de la mayoría y la defensa a ultranza de la libertad individual frente a la expansión de
la esfera pública. Esta se manifestaría como incapacidad de los gobiernos democráticos para
dominar convenientemente los conflictos de una sociedad compleja. EL CONSERVADURISMO
estimula una tendencia que menoscaba el sector privado del sistema.

El socialismo.

El termino socialismo comenzó a utilizarse, aunque de una forma un tanto imprecisa, en


Francia e Inglaterra, entre los años 1830 y 1840. Tales autores recogían el espíritu de algunas
utopías ilustradas del siglo XVIII ' y en general expresan la idea de que la sociedad debe y
puede ser reformada. Sin embargo, dicha reforma no se entiende como el resultado de la
acción política o de la toma del poder por métodos revolucionarios.

Si bien la distinción entre «socialismo» y «comunismo» no era en aquel período tampoco


demasiado clara y a menudo ambos eran términos intercambiables, parece ser que en el
lenguaje de la época ya se establecía algún tipo de distinción.
Por «socialismo» se entendía más bien una reflexión, con ciertas pretensiones de
cientificidad, sobre la sociedad, sus condiciones y sus posibilidades de mejora, mientras que
la palabra «comunismo» se asociaba a menudo a afanes más revolucionarios. Según la
definición de un diccionario político publicado en París en el año 1842, «socialistas» es el
nombre con que se designa a aquellos hombres que considerando indignas de sus esfuerzos
las reformas parciales, tanto en el orden político como en el industrial, sólo ven salvación
para nuestro mundo en la reconstrucción completa del orden social . Son al mismo tiempo
filósofos, legisladores. Una tal caracterización abona la idea de que el socialismo en aquel
momento era más bien «cosa de intelectuales» que no de activistas o trabajadores.

Por el contrario, el término «comunista», a pesar de que a menudo se ha sobrepuesto y


confundido con «socialista», parecía referirse más bien, y a pesar de que fuera un «socialista
utópico» a la tradición, más activista y revolucionaria iniciada por Gracchus Babeuf
inmediatamente después de la Revolución de 1789. Esta distinción es la que posteriormente
seguirían Marx y Engels para auto proclamarse «comunistas». Así, el viejo Engels, en un
prólogo de 1890 al Manifiesto del Partido Comunista, en un intento de explicar por qué él y
su amigo Marx no habían calificado de socialista al célebre manifiesto, expone un panorama
político en el cual socialismo y comunismo eran corrientes de pensamiento perfectamente
distinguibles a partir de su relación con el movimiento obrero. « En ambos casos se trataba
de gentes situadas fuera del movimiento obrero y que buscaban antes bien
apoyo entre las clases ilustradas». De hecho, tal y como señala Engels, la identidad
comunista venía marcada por su carácter de clase, por la actitud revolucionaria y por la
escasa simpatía que sus ideas y actitudes despertaban en los grupos y clases socialmente
establecidas. Era éste un comunismo al que tanto Marx como Engels calificaron de tosco,
instintivo, poco cultivado, etc., pero que, a diferencia del socialismo, no era «presentable en
sociedad».

En general podemos decir, que si algo puede caracterizar en el terreno de las ideas políticas a
este primer socialismo pre-marxista es, precisamente, su apoliticismo. Saint-Simon y Fourier
consideraban que la solución del problema social no era una cuestión política. Sin embargo,
en la tradición comunista, en la que, salvando todas las diferencias y distancias, podríamos
incluir a Cabet, a los seguidores de Babeuf, y a nombres de «socialistas» como Louis Blanc o
Louis- Auguste Blanqui , si que se establecía un vínculo entre transformación social y acción
política. Posiblemente esta tradición estaba mucho más marcada por el recuerdo de la
Revolución francesa, y particularmente por el jacobinismo, lo que explica sus oscilaciones
entre una consideración positiva de la democracia y del ideal republicano y unos
planteamientos centrados en una concepción insurreccional de la revolución y una visión
autoritaria de la acción política. Blanqui esencialmente preocupado por los problemas de la
transición revolucionaria, en su pensamiento, más centrado en los medios que en los fines,
hay una serie de características que lo sitúan como una figura puente entre el pensamiento
revolucionario posterior a 1789 y ciertas concepciones políticas centrales tanto en la
estrategia revolucionaria mantenida por Marx en determinados períodos de su vida como en
la de diversas formulaciones del pensamiento revolucionario posterior. Ello hace que se
pueda hablar de blanquismo no solamente para referirse a sus inmediatos seguidores, sino
también para designar un modelo de estrategia revolucionaria que ha pervivido en el
movimiento obrero revolucionario, especialmente en la tradición leninista.

II. EL PRIMER ANARQUISMO:

El anarquismo mantiene que la sociedad puede y debe ser organizada sin la autoridad del
Estado y que la acción revolucionaria debe dirigirse en primer lugar contra el Estado.

El objetivo final de la revolución y la visión de la sociedad futura son bastante parecidas en


Marx y en el primer anarquismo por mucho que, especialmente después de la publicación en
1846 de la Miseria de la Filosofía , las relaciones entre marxistas y anarquistas hayan sido
duras e incluso violentas. Este enfrentamiento se exacerbó en el seno de la I Internacional,
donde Marx y Bakunin lucharon por el control de la organización hasta su disolución en 1872.

III. EL SOCIALISMO INGLÉS:

También en Inglaterra, entre 1830 y 1840, se desarrollaron doctrinas comúnmente calificadas


de socialistas. Durante estos años socialismo era prácticamente sinónimo de owenismo.
Como se ha dicho, Owen y sus seguidores, al igual que los utópicos franceses, despreciaban
la acción política y creían en la reforma de la sociedad a partir del progresivo establecimiento
de comunidades ejemplares. El pensamiento de Owen recorrió distintas fases, del
comunismo agrario hasta una especie de mesianismo social, pasando por un socialismo
mutualista y cooperativista, pero nunca llegó a arraigar en un movimiento obrero.

IV. LA TEORÍA POLÍTICA DE MARX:

EL PRIMER IDEARIO POLÍTICO DE MARX:

Cuando Karl Marx se vio obligado, a emprender el exilio desde su Alemania natal, orientó sus
pasos hacia la capital de Francia. Allí, en el período que va de 1843 a 1845, y en estrecho
contacto con los círculos obreros revolucionarios, se forjaron las ideas básicas de su ideario
político. Obrera de desterrados alemanes llamada Liga de los Justos, la cual contaba entre sus
dirigentes con Wilhem Weitling , uno de los primeros exponentes del comunismo alemán.
Era una sociedad secreta entre las tantas que por aquel entonces existían en París y que se
movía, como ellas, entre la conspiración y la
agitación propagandista, propugnando la comunidad de bienes como concreción de la idea
de igualdad, siguiendo así la tradición de Babeuf. Y, al menos en parte, de esta misma
materia se nutre el ideario político de Marx.

DE LA CRÍTICA DE MARX A LA «FILOSOFÍA» DEL ESTADO:

Resulta un tanto paradójico afirmar que, siendo Marx uno de los hombres que más ha
influido en el universo político de los últimos cien años, no exista en su obra un pensamiento
político en sentido positivo. Con esta expresión se nos viene a decir que es ahí, en el
encuentro conflictivo entre las clases, donde hay que situar la sustancia de la historia, aquello
de lo que la política es expresión distorsionada. En este mismo escrito Marx se distancia de
sus propias posturas anteriores cuando pugnaba por una revolución liberal en Alemania que
siguiera los pasos de la Revolución francesa. Aquí Marx considera ya a la Revolución de 1789
como una Engels, en 1885, escribió unas páginas en las que nos ofrece algunas notas que nos
permiten apreciar la significación de esta asociación.

Por esta época Marx ya consideraba que esta clase era el proletariado. Sin embargo, el
postulado materialista, la creencia en que el ser social determina la consciencia, no tiene por
qué interpretarse de una forma burdamente determinista y mecanicista. Si en una primera
aproximación su análisis consiste en mostrar al Estado como un instrumento de los intereses
de la clase dominante, cuando se encara con la realidad histórica concreta, desarrolla un tipo
de análisis más sutil en el que se vislumbra la independencia relativa del Estado respecto a
tales intereses. Tampoco cree Marx en la existencia de un modelo universal de Estado
capitalista. Sin embargo, considera que en todas partes mantiene un carácter común, el que
le viene dado por las relaciones sociales capitalistas. El distinto grado de desarrollo del
capitalismo es lo que haría que en unos casos el Estado fuera más o menos democrático.

En cualquier caso, el pensamiento político de Marx se centra en la crítica al capitalismo, y a


señalar la necesidad de su transformación revolucionaria.

LA TEORÍA DE LA REVOLUCIÓN DE MARX:

En lo tocante a la revolución, Marx mantuvo, al menos en aquellos períodos en que creía ver
posibilidades reales a su proyecto revolucionario, un esquema de asalto al poder político de
matriz insurreccional, en línea con el jacobinismo y el blanquismo. Sin embargo, cuando a
partir de 1871 tales posibilidades se desvanecieron, aceptó la participación política del
movimiento obrero en las actividades del Estado burgués. Por lo que hace a los problemas
políticos pos-revolucionarios Marx no entra en demasiados detalles. En su reflexión sobre la
Comuna de París de 1871 parece interesarse por algunas de sus iniciativas tales como la
descentralización política, la sustitución del ejército por el pueblo armado, la elección de los
funcionarios y jueces, revocables en todo momento, etc. todo ello en la línea de superar la
división liberal entre Estado y sociedad civil.
En cambio, en el Manifiesto comunista y en la citada Crítica al programa de Gotha parece
inclinarse por un modelo más autoritario de Estado pos-revolucionario, la llamada dictadura
del proletariado. Este Estado, tendría por finalidad preparar las condiciones de su propia
extinción.

El objetivo final de Marx es el establecimiento del comunismo como sociedad de hombres


libres, y es ahí donde hay que situar sus tesis acerca de la disolución del Estado. Este objetivo
está ligado al postulado marxiano del comunismo como sociedad de la abundancia, esto es,
como una sociedad en la que regiría el principio «de cada uno según su capacidad, a cada
uno según sus necesidades».

Sin embargo, lo cierto es que el propio Marx dio por segura una primera fase del comunismo,
luego por sus seguidores llamada socialismo, en la que la escasez relativa seguiría
condicionando la vida social y en la que debería retribuirse a los individuos «según su
trabajo». Pero nada, o casi nada, dijo sobre como debería ser la vida política en este período.

V. LA SOCIALDEMOCRACIA CLÁSICA:
Los orígenes de «socialdemocracia» hay que localizarlos en la tradición lasalleana y tuvo su
primera expresión teórica en los documentos del congreso de unificación de las asociaciones
obreras alemanas lideradas por Wilhelm Liebknecht y August Bebel.

Con todo, la socialdemocracia de impronta lassalleana se impuso como la concepción política


dominante en el movimiento obrero europeo prácticamente hasta 1914. sin embargo,
siempre se produjo una cierta tensión entre las tendencias más radicales y revolucionarias.
Del primer grupo surgió finalmente el leninismo y los partidos que formaron la Tercera
Internacional, que mayoritariamente pasaron a llamarse comunistas.

La concepción reformista del llamado socialismo democrático o socialdemocracia tiene sus


antecedentes más lejanos en algunas formulaciones del viejo Engels, especialmente en lo
que ha venido a considerarse su testamento político, la «Introducción» a la edición de 1895
de la obra de Marx los luchas de clases en Francia.

VI EL «MARXISMO ORTODOXO» DE KAUTSKY:

Karl Kautsky fue la figura clave tanto del intento de síntesis de un «marxismo ortodoxo»
como de la formulación del «socialismo democrático» que caracterizaron el pensamiento
político de la II Internacional. A pesar de la ambigüedad de alguno de sus escritos, Kautsky, al
igual que Bernstein, con quien coincidió políticamente durante muchos años, nunca separó el
socialismo de la práctica democrática. Para Kautsky, la revolución o bien consistía en
instaurar la democracia plena en los países políticamente más atrasados, o en mutar la
estructura del poder Político entre las clases sociales como efecto de la toma del poder
mediante la lucha electoral y parlamentaria.

VII. EL «REVISIONISMO» DE BERNSTEIN:

Kautsky se pretendía fiel al legado de Marx, a pesar de sus orientaciones pragmáticamente


reformistas, Bernstein encarnó la voluntad explícita de «revisar» importantes aspectos del
marxismo. Influido por la filosofía neokantiana, valoró los elementos éticos del socialismo
que él consideraba relegados en el marxismo por una visión «economicista» y determinista
del proceso revolucionario. se vieron también influidas por el llamado «socialismo fabiano»

Los fabianos, teóricamente muy alejados del marxismo, eran explícitamente contrarios a la
revolución y defendían las reformas graduales por medio de la extensión del sufragio
universal y la participación en el Estado y, especialmente, la administración local.

El socialismo ya no era para Bernstein un estadio que se implantara bruscamente tras la


toma del poder por la clase obrera, sino un horizonte al cual se habría de llegar
gradualmente y no como consecuencia de una catástrofe económica o política. La forma
imprescindible de este proceso había de ser la democracia. De hecho la polémica entre
reformistas y revolucionarios parecía centrarse e los medios para alcanzar el socialismo, pero
no a los fines, al socialismo propiamente dicho. Pero está claro que la consideración de tales
medios afectaba también al Estado socialista, al menos a su forma política.

En los últimos años del siglo XIX y primeros del XX, las ideas de Bernstein y la polémica sobre
el revisionismo fueron recibidas y desarrolladas por un notable grupo de intelectuales
austríacos que generaron una peculiar versión del marxismo reformista, el llamado austro
marxismo.

VIII. LENIN Y LA REVOLUCIÓN RUSA:

Lenin, es seguramente, en términos políticos, la figura más influyente del marxismo del siglo
xx. Hoy en día su pensamiento parece inseparable de la Revolución bolchevique de 1917 y de
la experiencia de las repúblicas socialistas que se han reclamado explícitamente orientadas
por el marxismo-leninismo. Sin embargo, el pensamiento político de Lenin se gestó
inmediatamente antes de la Revolución de Octubre a partir de la prolongación de algunas
ideas de Marx sobre el Estado.
Hasta comienzos del siglo XX la mayoría de los pensadores y dirigentes social-demócratas
creían, de acuerdo con muchas páginas de Marx, que las condiciones de una revolución
socialista, más o menos pacífica, más o menos violenta, se daban en los países capitalistas
desarrollados, en los cuales se había alcanzado un importante grado de desarrollo de las
fuerzas productivas y donde la clase obrera había crecido en número, en conciencia política y
organización.

A esta tesis se opusieron, sin embargo, algunos nombres importantes, entre los cuales
destacan Lenin, Trotski y Rosa Luxemburg, quienes por caminos distintos llegaron a la
conclusión de que la revolución era posible en países atrasados como Rusia. Así, Trotski
inicialmente creyó que la revolución socialista era posible con la ayuda de los soldados,
mientras que Lenin inicialmente consideraba que la revolución, en alianza con los
campesinos, debería tener netamente un carácter democrático burgués y dirigirse contra los
grandes propietarios.

Más allá de las múltiples disputas y puntos de vista divergentes, en la II Internacional existía
un amplio acuerdo en que el final del capitalismo, de una u otra forma, estaba cercano y
venía motivado por el desarrollo de sus propias contradicciones, entre las cuales se señalaba
especialmente su supuesta incapacidad para seguir desarrollando las fuerzas productivas.

En El imperialismo, fase superior del capitalismo estudió las últimas transformaciones


habidas en el capitalismo a escala mundial, situando al imperialismo y las guerras como
consecuencia necesaria de su desarrollo.

Por otra parte, en El Estado y la Revolución recupera las ideas de Marx y Engels sobre el
Estado como instrumento de violencia y coerción a manos de la burguesía. De ahí que la
revolución socialista deba ser necesariamente violenta para romper y acabar con el Estado.
Esta ambigüedad es la que llevó a Lenin a teorizar, por una parte, la llamada dictadura del
proletariado y, por otra, a hablar, recogiendo también algunas ideas de Marx y Engels, del
Estado socialista como un semi Estado que prepara su propia extinción. Aun así, este Estado
seguiría siendo un instrumento de dominación, ahora de la mayoría sobre la minoría,
expresión en definitiva de la fuerza de una clase contra otra. En cualquier caso, en sus
escritos teóricos, Lenin mantiene con toda claridad la perspectiva de la extinción del Estado
en la fase comunista, de la que el socialismo sería la preparación.

Al menos hasta comienzos de los años veinte, la mayoría de los teóricos marxistas «no
revisionistas» creían que el proceso revolucionario que había de conducir en un tiempo más
o menos lejano a la sociedad comunista era, sin duda, un proceso internacional, o que, al
menos, el éxito de la Revolución rusa estaba enteramente condicionado a sucesivos procesos
revolucionarios en la Europa occidental. A partir de este momento, el centro de la discusión
entre los revolucionarios fue, ya no el de la «oportunidad» de la revolución en un país
atrasado como Rusia, sino el de la posibilidad de la revolución en un solo país.

IX. LA COSIFICACIÓN DOGMÁTICA DEL PENSAMIENTO DE MARX:

Personificaron el debate, entre quienes creían que la revolución en un solo país era algo así
como un contrasentido que no podía más que degenerar en una estructura de dominación
de nuevo tipo, distinta del capitalismo, pero tampoco socialista o comunista, y quienes creían
que el proceso revolucionario mundial pasaba por consolidar el primer Estado obrero, aun a
costa de contener la revolución en otras partes del mundo, fueron: León Trotski (1879-1940),
con su teoría de la revolución permanente y José Stalin (1879-1953) y su teoría del socialismo
en un solo país.

Stalin además, elaboró una particular versión del marxismo que durante décadas pasó a ser
el punto de referencia ideológico de muchos revolucionarios de todas partes del mundo. Esta
versión dogmática del marxismo se desarrolló en estrecha relación con los intereses de las
burocracias estatales surgidas de la Revolución de Octubre y otras experiencias sucesivas,
convirtiéndose en algo así como una ideología de Estado, y como tal encubridora y
legitimadora de un nuevo sistema de jerarquía y desigualdad.

X. LOS MARXISMOS DEL SIGLO XX:

Así, a lo largo del siglo XX, el marxismo se ha desarrollado en varias direcciones, no siempre
congruentes entre si y, en algunos casos, mutuamente contradictorias.

Junto a su sacralización y conversión en un conjunto sistemático y ordenado


escolásticamente, la obra de Marx también ha sido abordada con espíritu crítico, como
fuente de inspiración para encarar los problemas del presente. También ha sido objeto de
estudio académico y de instrumentalización
política. El marxismo también ha sido visto como una concepción del mundo de base
científica, la cual no aceptaría explicaciones según principios trascendentes a la realidad
(materialismo), admitiría la complejidad de lo real y la «parcialidad» del conocimiento
científico y la necesidad de integrar dicho conocimiento parcial en una síntesis concreta
(dialéctica) y pretendería proseguir la milenaria lucha contra el mal social y todos los intentos
emancipadores habidos a lo largo de la historia, ahora con el conocimiento adquirido
mediante la moderna ciencia social

XI. EL SOCIALISMO EN OCCIDENTE:

Históricamente la Revolución de Octubre y el triunfo de Lenin supuso la división del


movimiento obrero internacional, hasta el momento encuadrado en la II Internacional.

En la práctica, la mayoría de los partidos socialistas y socialdemócratas de la Europa


occidental fueron alejándose del objetivo socialista, a la vez que del marxismo, para
centrarse en conseguir mejoras para las condiciones de vida de los trabajadores dentro del
sistema capitalista. En general la actuación de los partidos socialistas, laboristas y
socialdemócratas se ha circunscrito, salvo períodos excepcionales, a la creación, ampliación y
mantenimiento de los Estados de bienestar, sin cuestionar prácticamente las bases
capitalistas de la sociedad. Algo parecido ocurrió también con los partidos comunistas
inicialmente vinculados a la experiencia soviética.

En Europa, puede decirse que la actividad de los partidos comunistas se centró también en la
defensa y profundización de la democracia en lo político y en la promoción y fortalecimiento
de las conquistas del Estado de bienestar y la mejora de las condiciones de vida y salario de
las clases trabajadoras en lo social.
sin embargo, al menos hasta finales de los años sesenta, estos partidos siguieron fieles al
modelo soviético, especialmente en el campo de la teoría. No obstante, también en el
movimiento comunista hubo quienes rechazaron seguir miméticamente la experiencia
soviética y pasaron a considerar la especificidad de la revolución en sus distintos países.

Antonio Gramsci fue, tal vez, quien mejor expresó los problemas y dificultades que el
esquema político leninista suponía para impulsar transformaciones socialistas en los países
de Europa occidental. En los países atrasados, dominados por la apatía y la coerción, la
revolución podía plantearse como la acción de una minoría consciente y disciplinada que
accede por medio de a fuerza al control del Estado, que básicamente se correspondía con el
modelo blanquista.Pero en las modernas sociedades burguesas la cohesión social no sólo
viene dada por la coerción, sino, fundamentalmente, por la hegemonía de las clases
dirigentes, que, merced a la manipulación de la sociedad civil, consiguen inculcar sus propias
ideas y valores al conjunto de la población. Desde esta perspectiva, la revolución en los
países desarrollados con una densa sociedad civil presupondría, según Gramsci, una
transformación cultural de las masas, el establecimiento por parte de la clase obrera y sus
aliados de su propia hegemonía y la toma de pequeñas posiciones en el seno de la sociedad
civil.

XII. LOS ÚLTIMOS DESARROLLOS NEOMARXISTAS:


En los últimos tiempos, y después de un período de cierta euforia durante los años sesenta y
comienzos de los setenta, el marxismo, en cualquiera de sus variantes, parece haber entrado
en una situación de crisis, para algunos de carácter terminal. Muchos son los factores que
han incidido en esta situación. desde un punto de vista teórico, hay dos grupos de cuestiones
a considerar. En primer lugar, los problemas de orden metodológico (materialismo
mecanicista, determinismo economicista, holismo, etc.). En segundo lugar, problemas de
contenido: el marxismo ha sido mucho más eficaz como instrumento crítico del capitalismo
que como generador de alternativas económicas, sociales y políticas.

Lo más interesante que en los últimos tiempos se está produciendo por parte de pensadores
de formación marxista está muy lejos de algunos de los desarrollos anteriormente citados,
particularmente de la concepción cientificista del marxismo y de las dogmáticas
formulaciones estalinistas. Por su relevancia académica se pueden citar dos escuelas o líneas
de pensamiento. La desarrollada por la llamada segunda generación de la Escuela de
Francfort, Habermas, y la constituida por el llamado marxismo analítico .
La racionalidad instrumental y la acción estratégica consisten, respectivamente, en
aplicaciones del conocimiento científico tendentes a facilitar el control racional de las
circunstancias del medio y en la adopción de decisiones racionales para desenvolvernos en
él. Junto a la categoría trabajo, Habermas considera la categoría de «interacción» o «acción
comunicativa», mediante la cual alude a otra necesidad de la especie no menos perentoria
que la de la supervivencia.

La racionalidad de esa acción comunicativa, escapa a la simple racionalidad instrumental


orientándose hacia la comprensión intersubjetiva y desarrollando su plenitud en el ejercicio
sin trabas de la comunicación.

Una reestructuración de nuestras sociedades habría de venir, según Habermas, de la mano


de la expansión de áreas de acción coordinada por acuerdo alcanzados comunicativamente.
La preocupación por la racionalidad y la acción individual en relación a las constricciones
sistémicas están en la base de los desarrollos del llamado marxismo analítico. A menudo se
ha considerado que el elemento diferenciador del marxismo respecto de la ciencia social
estándar era su peculiaridad metodológica.

El marxismo metodológicamente hablando era antipositivista, holista, dialéctico e histórico.


Sin embargo, esta visión ha sido rota en los últimos tiempos por la aparición del llamado
«marxismo analítico».

Un aspecto fundamental del marxismo analítico es su antidogmatismo, es decir, el dar


prioridad a los argumentos empíricos, lógicos y racionales sobre los ideológicos. Sin embargo,
parecen haber llegado al acuerdo de que lo que realmente distingue al marxismo
(reconstruido analíticamente) de las otras ciencias sociales ya no son tanto las cuestiones de
método, ni las afirmaciones de hecho, sino su sustrato ético- moral, precisamente aquella
parte menos considerada y aun despreciada del legado de Marx.
El marxismo y la utopia socialista.
la noción de socialismo de mayor calado e influencia histórica, la defendida por la tradición
marxista. Para marx la idea de socialismo tiene una naturaleza residual, es un concepto
filtrado a partir de su acerba critica del capitalismo. Es una definición derivada, obtenida por
contraste. No hay en la tradición marxista una teoría del socialismo minimamente
desarrollada.

I. MARXISMO Y SOCIALISMO:

Aunque Marx reconoció las virtudes del capitalismo frente a los modos de producción
precedentes y lo ensalzó frente a las idealizaciones románticas de la sociedad preindustrial,
fue también uno de sus más se- veros críticos. El capitalismo admite dos tipos de definición,
una estructural y otra modal . Estructural mente, se caracteriza por sus relaciones de
producción dominantes, a saben aquéllas en que los productores directos sólo poseen su
fuerza de trabajo pero no los medios de producción. Modalmente, el capitalismo viene
definido por ser un modo de producción orientado a la acumulación y valorización del
capital.
En la definición estructural, está contenida la institución de un mercado de trabajo, mientras
que la definición modal no se entiende sin un mercado de bienes plenamente desarrollado y
sin la competencia entre capitalistas.

Pues bien, las críticas de Marx al capitalismo se dirigieron tanto a su dimensión estructural y
modal como a las inseparables instituciones del mercado y la propiedad privada. En uno y
otro caso, el resultado de estas críticas fue una sentencia condenatoria del capitalismo en
términos estrictamente económicos así como en términos morales. La principal acusación
económica que Marx lanzó al capitalismo fue la de su ineficiencia dinámica y su irracionalidad
global.

Esta es la conclusión lógica de su celebrada, y para muchos insostenible, ley de la tendencia


decreciente de la tasa de ganancia, según la cual es la constante innovación tecnológica
inherente al capitalismo.

Marx aplica al capitalismo al menos las siguientes acepciones del término «alienación» :

1) como falta de control. En primer lugar, dadas las relaciones de producción capitalistas, el
obrero no tiene control sobre el producto de su trabajo ni sobre el proceso mismo de
producción.Por otro lado, dado que la economía está regulada en su conjunto por el
mecanismo del mercado, el individuo no tiene control sobre la producción social: la
causalidad social le es tan ajena como ininteligible.
2) como heteronomía del trabajo. desposeído de sus «medios de vida», el obrero se ve
forzado a vender la única mercancía que posee, su fuerza de trabajo, si quiere sobrevivir.
3)como falta de autorrealización. Tiene que ver no tanto con el capitalismo en cuanto tal
como con la división técnica del trabajo en el seno de la gran industria impulsada por él y que
acaba por convertir al obrero en un «apéndice viviente de la máquina».

Asimismo el capitalismo es para Marx un sistema basado en la


explotación del proletariado.

Estos son los tres pilares —ineficiencia, alienación y explotación— sobre los que se levanta la
condena que Marx lanza al capitalismo. Mutatis mutandis, también son las tres grandes
coordenadas que estructuran su noción de socialismo. El socialismo es —para Marx y la
tradición marxista— superior al capitalismo en los tres aspectos mencionados. el socialismo
sería un modo de producción más eficiente, menos alienante y menos explotador que el
capitalismo.

II. LA POSIBILIDAD DEL SOCIALISMO:

¿Es económicamente posible el socialismo?

el economista austriaco L. von Mises En ausencia de un mecanismo de precios —


argumentaba— sería imposible calcular racionalmente el valor de los diferentes bienes, la
producción no se ajustaría al imperativo del coste mínimo y, por lo tanto, jamás se
conseguiría una asignación óptima de recursos. el socialismo —concluía— no podría ser un
tema económico eficiente. Aunque el análisis fue contestado o incluso refutado, marcó los
límites y las coordenadas del debate subsiguiente. A Lange (1936-37) y Taylor (1929)
corresponde dicha refutación.

El problema que se le plantea a la Junta Central de Planificación en una economía socialista


es entonces el de cómo resolver dicho sistema de ecuaciones en ausencia de mercados
libres. El mercado era el único mecanismo computacional capaz de manejar esa ingente
cantidad de información y resolver aquel sistema de ecuaciones. La tarea que la Junta Central
tenía ante sí no era otra que la de maximizar una función objetivo sujeta a las restricciones
impuestas por la tecnología existente y los recursos disponibles.

Se demostró, en otras palabras, que el cálculo económico racional era posible en el


socialismo. Sin embargo, la influencia de Von Mises fue honda, los modelos de socialismo
propuestos pueden considerarse como modelos de socialismo de mercado idealizado, con un
grado importante de descentralización informacional y de descentralización de la autoridad
para la toma de decisiones. De otra forma, la Junta Central sería, primero, incapaz de recabar
toda la información necesaria para enunciar formalmente el problema entero de la
planificación y, segundo, aun teniendo dicha información a su disposición sería incapaz de
utilizarla y manipularla adecuadamente .

aun si puede defenderse que el cálculo económico racional es posible en el socialismo, para
demostrar la factibilidad del mismo como modelo de sociedad no bastará con imitar el
funcionamiento ideal del mercado. Y es que, aparte del problema informativo y
computacional, todo sistema económico viable ha de basarse en un cierto equilibrio entre
motivación y coacción de los agentes económicos.
Hay tres tipos de problemas inherentes a la participación política directa y permanente:
temporales, informacionales y periciales. Pero, además de estos problemas, la concepción
político-revolucionaria del socialismo marxista es víctima de un fatal olvido. Puede decirse,
en efecto, que el socialismo es para el marxismo un Estado democrático de clase , no un
Estado democrático de derecho. Tanto el pensamiento marxista como el liberal conciben el
Estado como un aparato coercitivo. En efecto, el marxismo descubrio la naturaleza de clase
del Estado.

En efecto, hoy sabemos que el conflicto social no es reductible al conflicto de clase, como de
ello dan fe los conflictos de origen racial, o sexual, o nacionalista. De igual modo, podemos
decir también que las funciones del Estado no pueden reducirse a las de instrumento de la
clase dominante.

III. LA FACTIBILIDAD DEL SOCIALISMO:

El modelo de socialismo factible más comentado de los últimos años es el propuesto por A.
Nove Constituye un intento de amalgamar planificación, mercado, socialismo y democracia
parlamentaria. El Estado es el encargado de tomar las decisiones macroeconómicas.

El modelo de Nove, admite diversas formas de propiedad, pero da prioridad a la socializada


sobre la privada. 5 son los modos posibles: 1) sociedades estatales centralizadas (que
controlan las
instituciones crediticias y financieras así como el suministro de los tradicionales servicios
públicos: electricidad, teléfonos, correos, transporte, etc.); 2) empresas socializadas: son
empresas de propiedad estatal, autónomas y con una dirección responsable ante los
trabajadores. Hay en ellas un grado importante de democracia económica, mas son
empresas que compiten entre sí en el mercado y actúan a nivel «local»; 3) cooperativas:
tienen las mismas características que 2) pero la propiedad no es estatal sino que pertenece a
los obreros; 4) empresas privadas: que pueden emplear a obreros asalariados hasta un
límite, sobrepasado el cual pueden ser obligadas administrativamente a convertirse en
cooperativas previa indemnización al empresario; y, finalmente, 5) individuos o profesionales
autónomos. El elemento decisivo de la propuesta de Nove, desde una perspectiva socialista,
es la auto-gestión.

funcionarían en un contexto de mercado controlado. Uno de los aspectos más


controvertidos de la organización cooperativa de la empresa es la de su compatibilidad con la
eficiencia económica.

IV. LA DESEABILIDAD DEL SOCIALISMO Y MÁS ALLÁ:

Marx siempre negó que tanto su crítica del capitalismo como su defensa del socialismo
estuvieran fundamentadas en valores morales.

Los criterios de justicia son, según Marx, intrínsecos a cada modo de producción, y no valores
trascendentes. Sin embargo, Marx recurrió de hecho a un lenguaje de indignación moral: el
capitalismo era un sistema basado en la explotación y en la alienación. En Marx hay pues lo
que, siguiendo a Lukes , puede llamarse una paradoja moral. A ella se debe, sin duda, que no
dedicara esfuerzo alguno a desarrollar una fundamentación ético-normativa del socialismo,
una teoría de la justicia socialista.

¿Es explotador el socialismo? la teoría general de la explotación desarrollada por J. Roemer .


Según la misma, el socialismo habría eliminado los tipos de explotación inherentes a los
anteriores modos de producción, pero en él subsistiría una explotación específica: la basada
en la desigual distribución de los bienes inalienables de cualificación o capacidades.

¿Y la alienación? En principio cabe suponer que la organización autogestionaria de la


producción haga disminuir sustancialmente los niveles de alienación como falta de control
del proceso laboral por parte del trabajador. Ahora bien, tanto si introducimos el mecanismo
de mercado como si no, habrá una amplia gama de decisiones o de resultados económicos
sobre los que la mayoría de la población no tendrá control alguno. Una vez más, sin embargo,
es de esperar que el mayor nivel de participación en la propiedad y en la gestión haga del
trabajo una actividad intrínsecamente más satisfactoria y, por ende, más autónoma. ¿Qué
decir, Finalmente, de la autorrealización ? Desde luego, si su carencia nace de la división
técnica del trabajo engendrada por la gran industria, no hay motivo para pensar que una
economía socialista compleja e industrialmente avanzada garantizará mayores cuotas de
autorrealización en el trabajo.

De la misma forma, era prioritario para Marx el valor de la autorrealización sobre el de la


ausencia de explotación.
El nacionalismo.
Uno de los fenómenos fundamentales de la historia contemporánea, puesto que es
consustancial a la misma formación y evolución del Estado moderno.

Los nacionalismos existirán mientras se mantenga la vigencia histórica del actual modelo de
Estado nacional. Cada vez que el equilibrio internacional se ha roto, el nacionalismo ha sido
utilizado como argumento para la legitimación de la violencia y la guerra abierta.

El nacionalismo debe vincularse en lo sustancial a la misma realidad del Estado. Todos los
Estados existentes han fomentado, con mayor o menor intensidad, la identidad estatal-
nacional de sus respectivas poblaciones.

Puede afirmarse, que el nacionalismo es un fenómeno moderno, nacido alrededor y en


relación al Estado. Existe una relación de contraposición entre los nacionalismos «estatal-
nacionales» y los «otros» nacionalismos. Tienen el mismo fin: de cada Estado una nación, a
cada nación un Estado. Pero sólo los primeros han realizado sus aspiraciones como Estado-
nación.

II. EL NACIONALISMO COMO IDEOLOGÍA:

El nacionalismo es una ideología con unas características muy distintas a otras ideologías que
podríamos calificar como «clásicas». El nacionalismo responde a la pregunta sobre cuál tiene
que ser
el objeto del gobierno y establece una identidad entre individuo y sociedad. Es por esta razón
que muchos nacionalismos hacen referencia al sentimiento de pertenecer a una colectividad.

En este sentido, puede afirmarse que el nacionalismo constituye una especie de religión
«nacional» del Estado moderno. Es una forma de identidad de las sociedades modernas y la
parte de irracionalidad que ello conlleva, le otorga una gran capacidad movilizadora sobre
todos los que participan del mismo sentimiento nacional.

es necesario diferenciar el sentimiento de pertenecer a una colectividad de la razón por la


cual se pertenece a la misma. El nacionalismo no es unicamente un sentimiento de
pertenencia a una comunidad. En primera instancia, es el resultado de un proceso histórico
vinculado a la formación de la nación moderna. La primera respuesta a la pregunta sobre qué
tiene que ser el objeto de gobierno procede de la razón de ser histórica de la nación. su razón
de ser se relaciona indisolublemente con la razón de ser del Estado moderno. En el origen del
nacionalismo deben existir, razones objetivas que fundamenten la identidad de la nación.

El nacionalismo no hubiera existido sin estos requisitos históricos que están en la base de su
eclosión en los siglos XIX y XX y de la correspondiente extensión del modelo de Estado
nacional por todo el mundo. Conviene no confundir los precedentes del nacionalismo, que se
vinculan con la formación y evolución de la nación moderna, con su plenitud como ideología
que se desarrolla en los dos últimos siglos. Los primeros teóricos del Estado nacional
tendieron más bien a justificar el Estado como unidad de poder soberano que a ser
defensores de la unidad nacional .

Maquiavelo, Hobbes o Bodino plantearon, desde diferentes ángulos, la necesidad del Estado
soberano como unidad de poder. La identidad de la nación o la unidad nacional es una
consecuencia y no un antecedente de la unidad estatal. Tanto la idea que tenía Maquiavelo,
como la idea que tenía Hobbes, son un reflejo de un contrato de Estado y no de un contrato
nacional. Pero el nacionalismo es una consecuencia última de las premisas que estos autores
establecieron.

III. LA NACIÓN POLÍTICA Y LA NACIÓN CULTURAL:

La pregunta sobre cuál debe ser la identidad de la colectividad moderna en la que tiene que
desarrollarse y protegerse la libertad de los individuos continúa sin respuesta. El principio
básico que debe tenerse en cuenta en el momento de definir las colectividades modernas: la
centralidad del individuo en la sociedad. La definición y delimitación de las naciones en las
que el individuo se integra debería partir de esta premisa.

El pensamiento político ha utilizado dos vías para relacionar individuo y colectividad: la


voluntad y la identidad.

la teoría de la voluntad política fue la que apareció primero. El fundamento de la nación


radicaría en la voluntad de los individuos que la integran. Sin embargo la voluntad era
todavía representativa y no democratica. Nos encontramos, así, ante la voluntad de los
propietarios, que no se planteaban otra cosa que la limitación y el control del gobierno
representativo.
La voluntad política, entendida de este modo, sería la única base constitucional de la nación
política y legitimadora del Estado. No existirían otros elementos constitutivos de la nación y
legitimadores del Estado. «la existencia de una nación es, si me disculpan la metáfora, un
plebiscito cotidiano, de la misma manera que la existencia del individuo es una perpetua
afirmación de la vida» (Renan)

El hombre no es, decía Renan, esclavo de su raza, ni de su lengua, ni de su religión, ni del


curso de los ríos, ni de las «fronteras naturales» de las montañas. El sentido histórico de esta
concepción permitía legitimar el presente en razón del pasado y permitía estar abierto a la
posibilidad futura de que la voluntad política cambiara y apareciera una nueva conciencia
moral. La nación sería, por consiguiente, una categoría histórica fruto de una conciencia
moral que se legitimaría «cotidianamente» por la voluntad de las personas.

La soberanía absoluta del monarca «el Estado soy yo», dio paso, a la soberanía de la nación,
«el Estado somos nosotros», único fundamento de la ley común que vinculaba a todos los
ciudadanos.
El Nación cultura: nació como una respuesta al cosmopolitismo abstracto y uniformador del
pensamiento racionalista: las ideas liberales tenían un valor universal, pero adquirían
proyección histórica en la medida que se adecuaban a las características culturales de cada
pueblo.

El nacionalismo cultural surgió como defensa contra la utilización del liberalismo para
justificar las invasiones y el expansionismo napoleónico. No existía una incompatabilidad de
principio entre liberalismo y nacionalismo cultural. Pero sí entre el nacionalismo estatal.

El nacionalismo cultural que constituyó un freno al liberalismo si éste pretendía encubrir la


pregunta sobre cuál era la sociedad objeto de autogobierno.

La nación política: tal como había sido formulada desde Sieyés hasta Renan, no resolvía el
problema de la identidad. Era un artificio que servía para legitimar el dominio territorial del
Estado. Personas de distintas etnias, religiones, lenguas o culturas podrían formar parte de la
misma nación política. Esa era la diferencia esencial entre nación «política» y nación
«cultural». Vico y Herder fueron probablemente los primeros en criticar el cosmopolitismo
abstracto y el falso universalismo de la nación política al destacar la singularidad de las
personas a partir de su lengua y cultura .

Para ambos, la historia, las costumbres, la religión, la cultura y, en especial, la lengua, eran
los rasgos diferenciales de un pueblo, aquellos que le dan identidad y permanencia. La nación
política era mudable y cambiante, mientras que la nación cultural permanecía en el tiempo.
Herder otorgó una especial relevancia a la lengua por considerarla el elemento principal que
distingue a un pueblo de otro y que, asimismo, expresa la cohesión de todos los miembros de
un pueblo determinado.

Fue Fichte quien, convirtió las tesis de Herder en un proyecto político nacionalista.Pueblo
y patria, sostenía Fitche, son portadores y garantía de la eternidad terrenal y, por su
naturaleza de cosas eternas en la tierra, están por encima del Estado. La nación cultural sería,
pues, la única base para construir la nación política.

Fichte fue el primer nacionalista que promovió el patriotismo de las naciones sin Estado para
que se convirtieran en Estados independientes. La confrontación entre nación cultural y
nación política como fundamento de los nacionalismos excluyentes fue una constante a lo
largo del siglo XIX.

Stuart Mill y Mancini representaron dos intentos paradigmáticos de conciliación, desde los
respectivos puntos de vista de primacía de la nación política y de la nación cultural.

Añadía Stuart Mill, tener la misma lengua, cultura o religión facilita la comunicación entre las
personas y favorece los vínculos y el sentimiento de pertenencia a una misma comunidad.
Esta sería la situación ideal, la coincidencia entre nación política y nación cultural.
Mancini planteaba la cuestión en el orden inverso y definía la nacionalidad como «la
sociedad natural de hombres constituida en una comunidad de vida y de consciencia social
por la unidad de territorio, de origen, de costumbres y de lengua». Mancini introdujo el filtro
de la voluntad política como elemento subjetivo de la conciencia nacional y que permite el
paso de la nación cultural a la nación política. El derecho de las nacionalidades no implicaría
la obligatoriedad de constituirse en nación política, sino la libertad de poder hacerlo si ésta
fuera la voluntad de sus miembros.

IV. LA NACIÓN JURÍDICA:

los conceptos de nación cultural y de nación política, sean o no compatibles, son ideas
justificadoras de la formación, consolidación, perpetuación o expansión del Estado nacional,
pero no elementos causales y, por consiguiente, no resultan suficientes como conceptos para
definir el fenómeno de la nación.

La consideración del Estado como un artificio frente a la nación cultural ha sido uno de los
errores o ingenuidades de los defensores de la nación en su acepción de «nación cultural». El
Estado es un ordenamiento jurídico que constituye y define los elementos del Estado, pero
también es un modo de organización social. Toda persona forma parte por origen de una
comunidad cultural, está vinculada jurídicamente a un Estado y no a otro y, además, puede
sentirse identificada en muy diferente grado con su Estado o con su comunidad cultural, sea
con los dos, con uno de los dos o con ninguno de los dos. El nacionalismo es aquello que crea
esta identidad, sea cuál sea el contenido de la misma. Es por ello por lo que es el
nacionalismo lo que crea la nación y no inversamente.
El nacionalismo implica la creación de una conciencia nacional —la nación política— con la
finalidad de constituir una nación jurídica por medio de la autodeterminación, o de defender
la nación jurídica constituida —el Estado—, que quiere consolidarse mediante el
establecimiento de unos mayores niveles de cohesión política y cultural. El nacionalismo
actua, pues, en dos direcciones: por un lado, todo Estado-nación jurídica quiere llegar a ser,
si no lo es ya, nación política y cultural; por otro, toda nación cultural que toma conciencia
política de su identidad quiere llegar a ser Estado-nación jurídica.

La nación jurídica es la reunión de personas que están vinculadas por derecho a un Estado.

Tanto es así, que desde diferentes posiciones, federalistas o unitaristas, se ha aceptado


identificar la nación como la reunión de todos los ciudadanos sujetos al ordenamiento
jurídico estatal, con independencia de si un Estado es «plurinacional» y de si el Estado se
organiza de un modo unitario o compuesto.
Ello ha conducido a un uso generalizado e indistinto de las palabras «Estado» y «nación»
como términos sinónimos.

Todos los Estados nacionales, desde aquellos que se han desarrollado gracias a un proceso
histórico interno de formación y consolidación hasta aquellos que han sido impuestos y
delimitados externamente por el colonialismo, han pretendido como objetivo central la
cohesión cultural. Los niveles de cohesión cultural varían segun el grado de desarrollo, el
asentamiento del mercado nacional, la ubicación en el centro o en la periferia del mercado
mundial, etc. La lengua pasa a ser un instrumento esencial de comunicación y cohesión
cultural y de vinculación o pertenencia a una comunidad estatal.

La estabilización de un Estado-nación a largo plazo no es concebible si no se consigue un


determinado nivel de cohesión como comunidad cultural.

La obligatoriedad de pertenecer por nacimiento a una nación jurídica o Estado-nación y la


inevitabilidad de quedar vinculado a la comunidad cultural que todo Estado es, o quiere ser,
necesitan complementarse con un tercer factor que constituye el objetivo último de todo
poder estatal: la voluntad subjetiva de sentirse miembro de un Estado-nación.

V. EL NACIONALISMO Y LA RELACIÓN ENTRE LAS TRES ACEPCIONES DEL CONCEPTO NACIÓN:

El nacionalismo crea la nación y el nacionalismo puede impedir que un Estado se convierta


plenamente en nación. El nacionalismo estatal busca una identidad única, común o superior,
de todos los ciudadanos con el Estado-nación. Un ciudadano de California, Cerdeña o Baviera
tiene que sentirse norteamericano, italiano o alemán para que pueda hablarse efectivamente
de nación.

El problema nacional, la cuestión de las nacionalidades, surge cuando en un Estado-nación


determinado existe más de una «conciencia moral». se produce conflicto nacional porque en
tal Estado sólo se admite un nacionalismo, el estatal-nacional. Los nacionalismos son
incompatibles y excluyentes entre ellos.
Los nacionalismos sin Estado han nacido históricamente como imágenes especulares de un
Estado-nación constituido. El nacionalismo, pues, convierte al Estado en nación en la medida
que consigue crear una conciencia nacional. Al mismo tiempo, el nacionalismo es la
«ideología» que sostiene el proyecto político de una nación para constituirse en Estado. Es
necesario el elemento subjetivo de la conciencia nacional para que podamos afirmar
plenamente la realidad de la nación y su voluntad de realización en Estado.

Relaciones entre nación jurídica, nación cultural y nación política y tipologias resultantes:

-Cuando el Estado o nación jurídica se corresponde con la nación cultural y la nación política:
nos encontramos ante un Estado-nación cohesionado donde los ciudadanos se sienten
plenamente miembros de la colectividad, hecho favorecido por la coincidencia entre
comunidad de cultura y nación jurídica.
-Cuando la nación jurídica coincide con la comunidad de cultura, pero el ámbito territorial de
esta última es mayor que el del Estado: pueden producirse fenómenos de pannacionalismo,
de tal manera que la nación jurídica y la nación política no coincidan o mantengan una
correspondencia inestable.
-La tercera tipología (3) es la más compleja,Se observa cuando la nación jurídica abarca un
territorio donde se produce una situación de multiculturalismo y, sin embargo, existe
también un nivel de correspondencia suficiente entre la nación política y la nación jurídica. La
identidad política o conciencia moral se ve facilitada y a la vez facilita una determinada
comunidad de cultura. El uso de los términos «suficiente» y «determinada» equivale a decir
que el Estado-nación no es un artificio impuesto, pero que no siempre la identidad política
primaria de todos los ciudadanos se corresponde necesariamente con el Estado-nación.

-Finalmente, existen aquellos Estados plurinacionales en los que la nación jurídica no


coincide con la nación cultural ni con la nación política (4). En muchos Estados del Tercer
Mundo con estructuras políticas no democráticas tal situación se resuelve en sangrientos
conflictos interétnicos. La coacción, la persecución y la expulsión de las poblaciones que
forman parte de una etnia distinta a la dominante son un resultado del proceso de
homogeneización estatal-nacional.

En general, puede afirmarse que estos conflictos se resuelven a favor del Estado y de quienes
ocupan el poder estatal si no se produce la injerencia interesada de otros Estados para
apoyar a los movimientos nacionalistas,

Al mismo tiempo, si relacionamos los casos mencionados con los nacionalismos sin Estado,
nos encontraremos con los resultados siguientes: la tipología (1) no comporta confrontación
porque no existe otro nacionalismo que no sea el del Estado; la tipología (2) puede
comportar la existencia de un nacionalismo supraestatal; en la tipología (3) el nacionalismo
de Estado se impone sobre los otros nacionalismos sin Estado; la tipología (4) comporta una
situación de conflicto entre el nacionalismo de Estado y los nacionalismos sin Estado
acompañada de la posibilidad de disolución del Estado-nación jurídica.

VI. LAS NACIONES POLÍTICAS:

La nación, en su acepción jurídica y cultural, es un hecho que puede definirse a partir de unos
rasgos convencionales y que se sitúa al margen de la voluntad subjetiva de sus miembros.

La nación política, por el contrario, es una realidad subjetiva. Forma parte de la

voluntad de las personas. La nación política es, el ser o no ser del nacionalismo, el eje
vertebrador de la sociedad moderna. En los inicios del Estado liberal, la nación política era la
nación burguesa.

El primer liberalismo no contemplaba más que una sola nación política: la que nacía de la
consideración de que todos los individuos eran libres e iguales ante la ley y que ésta protegía
su libertad, seguridad y propiedad.

El universalismo y cosmopolitismo del liberalismo sufrió dos fisuras que pusieron en tela de
juicio la uniformidad de la nación política. La primera fue de carácter externo y está
relacionada con los límites territoriales que necesariamente tiene el Estado-nación. La
segunda fue de carácter interno y se refiere a la división de la nación política como reflejo de
la división social del trabajo.
VII. LAS FISURAS DE LA NACIÓN POLÍTICA:

En el momento que una colectividad decide separarse de un Estado o se resiste a ser


conquistada por un Estado, a pesar de inspirarse en los mismos valores liberales, nace una
nueva nación política. Este «nacimiento» puede legitimarse por la identidad cultural.

A partir de características convencionales que pueden ser muy diferentes según los casos, la
voluntad subjetiva de las personas convierte en realidad las naciones. Desde este punto de
vista, una nación política puede nacer allí donde exista una comunidad de cultura o,
simplemente, en cualquier territorio cuyo pueblo, por alguna razón, quiera auto gobernarse.
Cuestión distinta será si se dispone de la fuerza suficiente para alcanzar el objetivo del
Estado. De alcanzarlo, el Estado nacional es el que fijará unas fronteras con otras naciones
políticas igualmente liberales y de características culturales que pueden ser comunes,
similares, diferentes o completamente diferentes.

VIII. LA NACIÓN LIBERAL Y LA NACIÓN SOCIALISTA:

El origen de la crítica marxista del Estado nacional es hegeliano. La nación política no sería
algo único ni homogéneo. La realidad de la división de la sociedad capitalista en clases
sociales, cuyos intereses son antagónicos, convertiría en imprescindible el Estado como
instrumento de un ordenamiento jurídico ficticiamente igualador y como ente que
monopoliza la fuerza. En el Manifiesto
Comunismo, Marx y Engels plantearon que el objetivo de la clase obrera era erigirse en clase
nacional al transformar la «nación» liberal en «nación» socialista.

Desde su origen, el marxismo fue una ideología de proyección universalista, cosmopolita e


internacional, como el liberalismo, y tenía también a Europa como «centro» del mundo. Por
consiguiente, dentro de cada Estado-nación, como a escala mundial, existirían dos clases
irreconciliables en lucha, dos «naciones», definidas así en la medida que sus intereses
específicos serían vistos como intereses generales. En este contexto, el fenómeno del
nacionalismo es difícilmente integrable en el marxismo.

Los marxistas no han dejado nunca de tener una posición pragmática sobre la cuestión
nacional, posición que se deriva de la concepción de las naciones como categorías históricas
vinculadas a la formación y evolución del Estado moderno y no como realidades absolutas o
eternas.

Nacionalismo y socialismo pueden ser confluyentes y también excluyentes; cada caso tendría
que analizarse, sin apriorismos, para saber si contribuye o no al avance del socialismo.

Sólo el austromarxismo y, en particular, Otto Bauer, intentaron elaborar una teoría marxista
de la nación. La centralidad del Estado en la teoría política de Marx comporta que se sitúe la
nación como una realidad histórica derivada donde se manifiestan las contradicciones que
pueden provocar la descomposición del Estado capitalista. Hasta aquí, el papel del
nacionalismo sólo sería subsidiario. Pero la introducción de la nación cultural en el marxismo
tuvo, tal como ya había sucedido en el liberalismo, el efecto de postular la nación política
como categoría independiente del Estado.

Esta fue la aportación innovadora del austromarxismo. Karl Kautsky, comparable a Herder, y
en mayor medida Otto Bauer, comparable a Fichte, introdujeron la lengua y la cultura como
elementos distintivos de la nacionalidad al margen de su configuración o no en Estado.

Para Bauer existe un «materialismo nacional» en el sentido de la adecuación del


materialismo histórico a las realidades nacionales específicas generadoras de una
«comunidad de carácter nacional». Kautsky también insistió en esta concepción histórica y
permanentemente cambiante de la nación cuando la comparó con Proteo, la divinidad
marina que cambiaba constantemente de formas: «la nacionalidad es una relación social que
se modifica constantemente y que adquiere significados muy diferentes en condiciones
distintas, un Proteo que se nos escapa de las manos cuando queremos atraparlo y que, a la
vez, está siempre presente e influye constantemente en nosotros».

En resumen, los desacuerdos entre los pensadores marxistas sobre la definición material de
nación, vienen a reforzar el razonamiento, de que la nación no es definible de un modo rígido
y general, sino que posee rasgos convencionales que pueden variar y que necesita de la
conciencia nacional, del nacionalismo, para adquirir rasgos «nacionales».
Pero lo que ha distinguido y distingue al marxismo de otras corrientes ideológicas es la
división de la nación moderna, la consideración de que dentro de cada nación o Estado-
nación existe una confrontación entre la nación liberal y la nación socialista. La diferencia que
separa radicalmente el liberalismo del marxismo se encuentra en la unidad de la nación
política que proclama el primero y la división de la nación política que descubre el segundo.
Sin embargo, una vez constatada esta división, existen tantas posiciones como autores
marxistas que han estudiado la cuestión nacional.

Kautsky defendía que el Estado nacional era la forma de Estado que se correspondía mejor
con las exigencias del capitalismo moderno. La correspondencia entre nación cultural -
definida por la lengua-y Estado sería la mejor forma de organización territorial de las
sociedades modernas. Lenin consideraba a los movimientos nacionalistas como una
respuesta al nacionalismo panruso y a la lentitud de las transformaciones democráticas en
Rusia.

La interpretación de Bauer fue, justamente, la inversa. El principio territorial, la


autodeterminación y la superación de las diferencias nacionales en el socialismo eran sus
principales discrepancias en relación a la realización política de los nacionalismos sin Estado.
Bauer distinguió entre el principio territorial que era inherente al Estado y el principio
personal que era propio de las naciones.
La nación puede estar territorialmente dividida porque aquello que la unífica es el principio
personal de pertenencia a una comunidad de carácter. Bauer resolvió está diferenciación
entre Estado y nación sustituyendo el principio de autodeterminación. Finalmente, debe
señalarse que, para Bauer, la realización del socialismo no comportaría la desaparición de las
identidades nacionales.
IX. LIBERALISMO, SOCIALISMO Y NACIONALISMO:

Si partimos de la base de que el Estado-nación jurídica puede coincidir o no con

la nación política e introducimos las nuevas variables del liberalismo y el socialismo,


veremos que pueden darse cuatro tipologías: (1) la nación política coincide con la
nación jurídica y se organiza en base al paradigma liberal; (2) la nación política coincide
con la nación jurídica, pero se manifiesta dividida por la alternativa del proyecto
socialista; (3) la nación política no coincide con la nación jurídica, pero se legitima por
un paradigma liberal de raíces cultural-nacionales; y (4), la nación política no coincide
con la nación jurídica y se manifiesta dividida por la alternativa del proyecto socialista.

Se ha destacado la división de la nación política —tanto si se refiere al Estado


constituido como a la voluntad de realizarlo en base a la confrontación liberalismo—
socialismo porque ésta ha sido la línea divisoria que ha definido a los dos campos
principales que se han enfrentado en los últimos ciento cincuenta años. La pluralidad
de las naciones políticas se ha puesto de manifiesto en el proceso de democratización
del Estado liberal.

X. FEDERALISMO Y NACIONALISMO:

El nacionalismo no sólo es compatible con el Estado federal, sino que es posible la


existencia de Estados federales tan nacionalistas o más que los propios Estados
unitarios. Todos los Estados-nación tienen por naturaleza una identidad nacionalista
que puede manifestarse externamente en mayor o menor grado.
el federalismo ha sucumbido hasta hoy como ideología alternativa de organización
política de las sociedades multiculturales, para transformarse en una concepción
político-técnica al servicio del Estado-nación y de su proceso histórico de unificación y
centralización.

En sus orígenes el federalismo tenía dos fundamentos teóricos radicalmente distintos:


a) las teorías federalistas influidas por la políarquía medieval que defendían un
equilibrio territorial de los poderes frente a la soberanía absoluta del Estado y b) las
teorías federalistas fundadas en la soberanía del individuo frente a la soberanía del
Estado-nación, partidarias de la división territorial del poder y de la subordinación de la
autoridad central a las partes federadas. Las primeras chocaban frontalrnente con la
construcción y consolidación de los Estados nacionales, que evolucionaron desde la
monarquía soberana a la nación soberana; las segundas eran una crítica anticipada del
Estado-nación y de la sumisión del individuo al dictado de sus representantes en el
parlamento o en el gobierno.

Los vientos nacionalistas de los siglos XIX y XX han superado fácilmente estas
concepciones originarias y han integrado las ideas federales dentro del modelo
dominante del Estado-nación. El federalismo ha quedado relegado a un doble destino:
el olvido como ideología alternativa al nacionalismo y su subordinación al proyecto
nacionalista como vehículo de construcción del Estado nacional.
Es conveniente distinguir entre las «viejas» monarquías europeas y las «nuevas»
repúblicas del Nuevo Mundo. En Europa el federalismo era un peligro revolucionario y
centrifugador frente a la tradición histórica de homogeneización religiosa, cultural-
lingüística y, al mismo tiempo, de centralización política. Este modelo fue dominante en
el continente europeo y se impuso en los tardíos procesos de formación de los Estados
nacionales de Alemania e Italia en la segunda mitad del siglo XIX, y en la resolución
política de la caída del imperio Austro-Húngaro como resultado de la Primera Guerra
Mundial.

El federalismo, sin embargo, fue inevitable e imprescindible en aquellos territorios


estatales del Nuevo Mundo —EEUU (1776), Canadá (1864), Brasil (189 1)—, o bien en
colonias pluriculturales que accedieron a la independencia política —India (1947),
Nigeria(1960). La unión sólo era posible con el reconocimiento de las partes federadas
y el federalismo constituía la terapéutica adecuada para construir y proteger la unidad
de la nación. En este sentido, la constitución federal americana de 1787 y los escritos
políticos de Hamilton, Madison y Jay, reunidos en The Federalist (1789), han tenido una
gran influencia como teorización empírica y positiva del federalismo. Las características
centrales

de este federalismo unitario son dos: a) la subordinación de las partes


federadas al proyecto político común liberal-democrático, b) la construcción
de la nación liberal-federal frente a la Confederación de Estados.
UNIDAD NUMERO 5

CAPITULO NUMERO 7: “ESTADO, MONOCRACIA Y DEMOCRACIA: (1) LAS DICTADURAS.

La regla y la excepción

La llamada «política de masas» iniciaba su historia y ponía a prueba la organización estatal, al


enfrentarla a la idea de democracia, inspirada en la reflexión política de la Grecia clásica.

La asociación estado-democracia no es obvia desde un punto de vista conceptual, ni es fácil


desde el punto de vista de la práctica política:

• ¿Qué ha caracterizado a la forma estatal? Sabemos que lo que la distingue de otras formas
políticas anteriores es la preocupación por constituir un poder político supremo y concentrado,
que se imponga sobre todos los miembros de la comunidad. Por su parte, ¿qué nos evoca la
noción de democracia? En principio sugiere la idea de una capacidad política igualitaria y
difusa, que es ejercida por todos los miembros de una comunidad. Si contrastamos ahora las
características nos encontramos con dos pares —superioridad/igualitarismo, por un lado, y
concentración/difusión, por otro— que parecen entrar en abierta contradicción.

• En la práctica política, la conciliación de ambas propuestas —estatal y democrática—


también presenta problemas. Ya hemos dicho que la in mensa mayoría de los estados se
proclaman hoy democráticos. Pero esta condición les es negada a menudo por otros
observadores, que les acusan de ser monocracias o dictaduras, alejadas de las características
democráticas. La excepción la constituyen la minoría de estados inspirados en principios
liberal-democráticos. La regla estaría, en cambio, en la mayoría de dictaduras, que
contemplamos a lo largo y a lo ancho del planeta.

• ¿Cómo distinguimos a la regla de la excepción? ¿Qué elementos permiten calificar,


respectivamente, como monocracia o como democracia a determinados sistemas políticos?
Hay que señalar de entrada que se trata de nociones controvertidas. La razón de su carácter
polémico es que su definición no es mera descripción de las características de un modelo, sino
que encierra también un juicio de valor, una apuesta a favor o en contra del modelo que se
describe. Y esta valoración engendra inevitablemente la polémica y discusión

De la propuesta de los clásicos a una tipología actual: dos modos de gestionar el conflicto.

ARISTOTELES había combinado dos criterios: en manos de quién reside el poder y con qué
finalidad se ejerce. De la combinación de ambos criterios obtenía seis tipos ideales, entre los
cuales Aristóteles distinguía tres como recomendables y desechaba los tres restantes como
formas corruptas o deformadas de los primeros.

La aparición del estado y la extensión del acceso a la política obligo a revisar ar los términos de
la tipología clásica. Los seis tipos fueron condensándose en dos: democracia y dictadura. Y, al
mismo tiempo, se modificaba el juicio de valor sobre los mismos: la dictadura es hoy
generalmente considerada como una forma política condenable, mientras que la democracia
se convertía ahora en la forma política más deseable.

¿Qué contenido cabe dar en la política contemporánea a los conceptos de dictadura y


democracia?

Si hacer política equivale a gestionar los conflictos que se dan en la comunidad, monocracia y
democracia han de ser en tendidas como diferentes modos de hacerlo. Las diferencias residen
en las respuestas que se den a las tres preguntas siguientes:

— ¿en qué medida se distribuye la capacidad de hacer política?

— ¿cómo se accede a los recursos e instrumentos para hacer política?

— ¿qué grado de concordancia existe entre decisiones políticas y preferencias ciudadanas?

• La monocracia o dictadura, como tipo ideal, se caracteriza porque su práctica política está
definida por

— la concentración de la capacidad política decisiva en pocas manos: una sola persona, un


pequeño grupo, una sola organización, un solo partido

— un acceso difícil arbitrario y selectivo a los medios y recursos que permiten influir en las
diversas etapas del proceso político

— unas decisiones políticas que se adoptan sistemáticamente a favor del mismo grupo y se
apartan de las preferencias generales de los ciudadanos que deben cumplirlas

• Por SU parte, el tipo ideal de la democracia se traduce en una forma de gestión de los
conflictos que observa tres condiciones fundamentales:

— la atribución de la capacidad de hacer política a todos los miembros de la comunidad, sin


reservarla a categorías de ciudadanos seleccionados por su nacimiento, su clase o profesión, su
competencia técnica, su tendencia ideológica, su etnia, su religión, su lengua, etc.
— el acceso libre e igual a los medios de intervención política por parte de todos los miembros
interesados de la comunidad, sin obstáculos ni privilegios para ninguno de ellos

— la toma de decisiones que respondan a las preferencias de la mayoría de los ciudadanos, sin
efectos discriminatorios permanentes para núcleos o sectores determinados.

Estos dos tipos ideales pueden contemplarse como los dos extremos o los dos polos de una
escala. Una democracia plena sería la que reuniría es tas tres últimas condiciones en su
intensidad máxima. En el otro polo de la escala figuraría la monocracia.

Las características comunes

Es posible establecer cuatro características propias de todos los sistemas monocráticos o


dictatoriales:

• concentración exclusiva del poder en núcleos muy reducidos o en una sola persona, negando
el derecho de la ciudadanía a la crítica y a la oposición y marginando a la mayoría de la
intervención eficaz en las decisiones políticas

• personalización de la autoridad, atribuyendo unas condiciones singulares y extraordinarias al


titular del poder, al que hay que prestar sumisión

• papel decisivo y central de los mecanismos de control de la ciudadanía, para reprimir


resistencias o manipular adhesiones al poder: censura y control de los medios de
comunicación, policía, tribunales y ejército sujetos a disciplina política, afiliación obligatoria a
determinadas organizaciones

• inestabilidad de las normas legales y arbitrariedad en su interpretación, provocando la


inseguridad de los ciudadanos ante un poder imprevisible que no se sujeta a reglas o que las
interpreta de modo variable.

Las dictaduras refuerzan los mecanismos de control sobre las ideas: estimulan la propaganda
de las que le favorecen y limitan o suprimen la libertad para difundir las que se le oponen.
Finalmente, las leyes y su aplicación se modifican al dictado de la conveniencia política del
poder político: el proceso de elaboración de leyes y la acción de los tribunales están
condicionados por el interés directo de la dictadura. En último término, lo que distingue a los
sistemas monocráticos o dictatoriales es la condición subordinada e insegura de los
ciudadanos: ni participan del poder o de sus decisiones, ni cuentan con medios efectivos para
protegerse de sus abusos.

Las variantes

Las dictaduras presentan variaciones de cierta importancia. Para ordenarlas pueden


construirse algunas tipologías. Dos criterios principales permiten clasificar estos sistemas. El
primero es la identificación del actor colectivo que acapara el poder político. El segundo es la
ideología declarada del grupo en el poder.

• Un primer criterio de clasificación consiste en determinar cuál es el actor que acapara el


poder político. Ello permite clasificar a las dictaduras con temporáneas, según dicho papel
corresponda a:
— algunas familias, clanes o propietarios tradicionales, que concentran poder económico y
poder político

— el ejército, actuando directamente o ejerciendo su tutela sobre el poder político

— una coalición de militares y burócratas

— una burocracia civil, organizada como partido o frente único

— una organización o jerarquía religiosa.

• Respecto al segundo criterio, pueden distinguirse las dictaduras que se proponen como
objetivo la conservación de la situación socioeconómica y las dictaduras que afirman tener un
proyecto de transformación de dicha situación

• La combinación de ambos criterios permite construir un cuadro, en el que se clasifican


algunas monocracias contemporáneas. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que toda
clasificación.

• También se dan situaciones de transición cuando un sistema de este tipo acepta un cierto
grado de competición política: se tolera el ejercicio controlado de algunas libertades públicas,
se admiten expresiones críticas de la oposición e incluso se permite en algunos casos la
celebración de elecciones, siempre que no signifiquen un riesgo para quien controla el poder.

Sistemas totalitarios y sistemas autoritarios

Los rasgos esenciales de los regímenes monocráticos que hemos definido anteriormente
pueden presentarse en grados variables de intensidad. Esta variación ha permitido desarrollar
una distinción entre sistemas totalitarios y sistemas autoritarios.

• Se denominan sistemas totalitarios a los que han llevado a su mayor intensidad


características como:

— la concentración de poder en una sola persona o en un grupo muy reducido, compacto y


monolítico que se atribuye la interpretación exclusiva de la voluntad de la raza, la nación o la
clase. Esta concentración se convierte en un «culto a la personalidad» del dirigente máximo,
que adopta formas cuasi-religiosas

— la justificación de su actuación política mediante el recurso a una doctrina global, que


pretende influir sobre todas las expresiones de la existencia humana.

— el empleo sistemático del terror para eliminar cualquier forma de disidencia u oposición. El
recurso a los campos de internamiento y exterminio puede ser llevado a extremos que van
más allá de la «racionalidad»

Lo que permite calificar a estos sistemas como totalitarios ha sido su pretensión de convertir a
la política estatal en el mecanismo controlador de todas las demás esferas de relación humana
y de ocupar todo el espacio social.
• Por su parte, los sistemas autoritarios exhiben rasgos similares a los anteriores, pero con
menor grado de intensidad. Así, los rasgos que le diferencian de los sistemas totalitarios son
los siguientes:

— la concentración de poder en una coalición reducida de actores que mantienen entre sí una
cierta competencia por el reparto de dicho poder

— la legitimación del sistema dictatorial mediante la invocación de grandes principios, sin


proclamar una ideología estructurada de carácter global y sin pretensiones de atender a todos
los aspectos de la vida colectiva;

— el recurso a la acción con elementos de arbitrariedad y discontinuidad y sin llevarla a la


práctica exterminio sistemático del opositor o disidente.

El estado soviético: de la dictadura del proletariado al partido-estado

La revolución rusa de 1917 puso en marcha una organización política que pretendía superar las
deficiencias del estado liberal. Encamado en el modelo socialista-soviético de la URSS, el
modelo presenta las características siguientes:

• La relación política fundamental se establece entre poder político y cada ciudadano como
miembro de una clase social, y no como individuo abstracto sin vinculaciones ni atributos. En
cierto modo, el actor político principal es el proletariado: los trabajadores asalariados se
convierten en protagonistas en el proceso de transformación revolucionaria de la economía y
de la política. Esta situación excepcional de cambio justifica la «dictadura del proletariado»,
que sustituye a la «dictadura de la burguesía» propia del estado liberal.

• Cuando se pertenece a esta clase se disfruta de derechos, no sólo civiles y políticos, sino
también sociales y económicos: las necesidades vitales deben ser garantizadas por el Estado.
Pero estos mismos derechos derivan, no de una presunta naturaleza humana o de la
pertenencia a la nación sino del mismo proyecto revolucionario.

• Por esta misma razón, el derecho son ahora la expresión de la voluntad transformadora de la
clase revolucionaria, que tiene un proyecto de cambio social radical. El derecho está
condicionado, por tanto, por este proyecto. La voluntad de la clase revolucionaria se elabora y
se expresa a través del partido revolucionario que ocupa una posición exclusiva o dominante
en el escena rio político.

• La organización del estado está también supeditada al proyecto revolucionario y a la


voluntad de llevarlo a la práctica. Por consiguiente, se prefiere una concentración de poder
eficiente a una división o separación de poderes, que debilite el indispensable impulso
transformador. Cuando la capacidad de movilización revolucionaria no es suficiente, este
«partido-estado» ha de contar con la colaboración indispensable de un aparato represivo que
criminaliza la discrepancia política y la somete a represión sistemática.

•¿Cómo se relaciona el estado soviético con el contexto económico y social? En su concepción


revolucionaria, el estado soviético es el actor económico cuasi exclusivo para transformar la
sociedad. Se convierte en propietario de los medios de producción, planifica su actuación y los
dirige mediante personal de designación política.
• Esta misma posición de control o monopolio estatal se da en el campo de la intervención
social: es el estado el que asume la prestación de bienes y servicios subvencionados a los
ciudadanos: sanitarias, educativas, culturales, deportivas y de ocio, etc. En esta tarea de
protección social está la misma justificación de la existencia del estado, mientras la sociedad
no asegure por sí misma la cobertura igualitaria de las necesidades de la población.

•¿De dónde nace este modelo de estado? La inspiración se encuentra en las corrientes
socialistas del siglo XDC y, de modo particular, en la aportación de Marx al análisis de las
relaciones entre economía y política. Marx subrayó que lá organización económica y la
estructura social condicionan los modelos políticos

•la definición de política de Marx era poco precisa y no iba más allá de su referencia a la
experiencia revolucionaria de la Comuna de Paris

El estado nazi-fascista: la sumisión de la nación al líder

¿Qué caracteriza a este modelo?

• En primer lugar, la relación política fundamentad se establece entre el poder concentrado en


un líder supremo y una comunidad nacional. No es el ciudadano individual del modelo liberal,
ni el miembro de la clase social del modelo soviético quien aparece como sujeto de la acción
política. Esta «totalidad» se define por rasgos étnicos o históricos: quienes no comparten estos
rasgos son ignorados. O son apartados de la vida política, como cuerpos extraños a la misma
que deben ser violentamente marginados: los programas de exterminio genocida de la
Alemania nazi constituyen la expresión extrema de esta visión.

• La presencia activa en la política «totalitaria» queda, pues, reservada a los miembros de esta
comunidad nacional, cuyo interés general es interpretado por un líder inspirado y visionario.
Los derechos individua les que dan acceso a la vida política son precarios, porque están
condicionados al interés del «todo» estatal-nacional, tal como lo concibe en cada momento el
jefe supremo que lo personifica e interpreta.

• La permanencia o estabilidad del derecho queda supeditada a los designios del dirigente
supremo, con facultades ilimitadas para modificarlo cuando desee y sin tener que sujetarse a
complejos procedimientos de reforma. Este vigor contiene un elemento de violencia, que es
exaltada también en la ideología nazi-fascista como recurso indispensable para eliminar a los
opositores del interior y para imponerse sobre los competidores del exterior. De ahí la
importancia de una policía política, sometida a la voluntad del líder y de su camarilla, como
instrumento fundamental de represión.

• En esta concepción estatal no hay justificación para una división de poderes. Al contrario, la
base del sistema es la concentración de autoridad de una sola persona de la que desciende
godo poder en una escala claramente jerarquizada. A esta persona corresponde en ultimo
termino la designación y la destitución de todas las demás figuras que ocupan posiciones de
poder en el esquema estatal

• ¿Qué papel juega el estado en las relaciones económicas y sociales? En el ámbito económico,
el estado favorece el desarrollo del capital privado, mediante la promoción de infraestructuras
y mediante la inversión militar. En el orden social suprime los sindicatos obreros —
persiguiendo a sus militantes y dirigentes— y los convierte en organizaciones controladas por
el propio estado y supeditadas al interés del capital. Como contrapartida pone en marcha
algunos sistemas estatales de asistencia —seguridad social, higiene, vivienda, regulación de
condiciones laborales—, con el fin de atemperar las condiciones extremas de desempleo y
explotación que pudieran ser motivo de agitación social.

• ¿Dónde residen las bases ideológicas que explican este modelo estatal? Tampoco en este
caso hay que pensar en la existencia de un proyecto cerrado, construido por la mente de algún
pensador clarividente. El tipo estatal que describimos es resultado de la integración de
intereses de grupos sociales y de diversas aportaciones ideológicas. Otros elementos
doctrinales son fabricados para la ocasión y con el fin de justificar sobre la marcha el sistema
que se esta construyendo

CAPITULO NUMERO 8 “ ESTADO, MONOCRACIA Y DEMOCRACIA: (2) LAS POLIARQUIAS

De la democracia de los clásicos a las poliarquías contemporáneas.

. Para los clásicos, la democracia no era un régimen político aconsejable. Pero esta apreciación
negativa se modificó a lo largo del siglo XIX: se extendió entonces la exigencia de llevar a la
práctica la idea de la igualdad humana y del derecho de todos a intervenir en política.

Esta valoración positiva de la democracia ha dado lugar a una gran abundancia de definiciones,
cada una de las cuales pone el acento en alguno de los rasgos que se presentan como
característica de la política democrática. Son los siguientes:

— la titularidad última del poder atribuida a todos los miembros de la comunidad, aunque el
ejercicio de este poder sea confiado a una par te minoritaria de la misma (Rousseau,
Jefferson);

— la protección de los derechos de cualquier minoría frente a la mayoría, para evitar que una
voluntad mayoritaria acabe —política o físicamente— con los que no forman parte de ella y
para permitir que la minoría de hoy pueda convertirse en la mayoría de mañana (Bentham, J.
Mili);

— la selección de los gobernantes mediante decisión popular, en un pro ceso de competencia


abierta entre pluralidad de contendientes: en otras palabras, una selección basada en
elecciones periódicas y competitivas (Schumpeter, Dahl);

— la intervención popular en las decisiones socioeconómicas —y no sólo políticas—, con el


objetivo de promover el pleno desarrollo de las capacidades individuales y garantizar la
progresiva igualdad de condiciones entre ciudadanos (Marx, Macpherson);

— la capacidad de los ciudadanos para influir directamente sobre el con tenido de las
decisiones políticas, de tal manera que exista correspondencia entre las acciones del gobierno
y las aspiraciones de quienes resultan afectados por las mismas (Barber).

Otros autores prefieren sintetizar las diferentes versiones de la democracia en dos grandes
categorías; una más interesada en los medios de la política y otra más atenta a sus objetivos o
fines.
— La primera versión, conocida como democracia instrumental o procedimental, atiende
sobre todo a las reglas del proceso político que han de ser claras e iguales para todos los
participantes en el mismo. Esta perspectiva se orienta a la fase del input —según la visión
sistémica de la política— y su preocupación es asegurar el «juego limpio» entre to dos los
actores, garantizando que tengan su oportunidad de intervención. Las tres primeras
definiciones del apartado anterior pueden ser entendidas como variantes de la democracia
instrumental o procedimental.

— La segunda versión, calificada como sustantiva o material, toma como referencia los
objetivos políticos: el sistema será tanto más democrático, cuanto más disminuyan las
desigualdades económicas y sociales existentes entre los miembros de la comunidad. Esta
versión atiende más al output político: no se conforma con la fidelidad a re glas de
procedimiento, sino que reclama determinados resultados en el ámbito económico y social.
Las dos últimas definiciones del aparta do anterior se relacionan con esta visión sustantiva de
la democracia.

Medios y fines en la democracia

Sería discutible la condición democrática de un sistema que produjera de forma sistemática


decisiones con resultados discriminatorios para ciertos individuos o grupos, en lugar de
favorecer la equiparación de condiciones entre todos ellos.

• Así pues, el mínimo común denominador de las democracias estaría constituido por:

1) el libre acceso a la actividad política de todos los miembros de la comunidad, sin excluir de
los derechos de ciudadanía por razones de género, clase, raza, lengua, religión, instrucción,
etc.

2) la designación electoral de las autoridades en competición libre, equilibrada y periódica

3) la existencia de un control permanente sobre la actuación de dichas autoridades, para


hacerlas responsables de su actuación

4) la capacidad para asociarse en organizaciones autónomas e independientes de las


autoridades

5) la garantía efectiva de la libertad de expresión, que permita la crítica y la oposición a las


autoridades y a sus decisiones

6) la pluralidad de fuentes de información asequibles a la ciudadanía.

Desde esta perspectiva, cuando alguien sostiene una visión de la democracia estrictamente
limitada a las reglas —los medios— exhibe una cierta incoherencia interna, al rechazar la
consecuencia lógica del criterio principal que dice sostener.

El mapa de las poliarquías contemporáneas: el estado liberal-democrático.

El carácter de ideal exigente que tiene la democracia hace que no haya sistema político que
satisfaga totalmente sus requisitos
De acuerdo con esta perspectiva exigente el número de estados homologados como
democráticos no pasa de la treintena, sobre un total mundial que se aproxima a los doscientos.

¿Qué cambios presenta respecto del estado liberal?

• La relación política fundamental se define como una relación entre el po der y los miembros
de un grupo, ya sea una clase, un colectivo territorial, una organización política o sindical, etc.
El poder, por tanto, dialoga y negocia con actores colectivos, que tienen sus representantes en
diferentes órganos y escenarios.

• Por esta misma razón se amplía el contenido de los derechos civiles y polí ticos propios del
modelo liberal. No sólo se extiende el derecho al voto a todos los ciudadanos. También se
añaden otros derechos políticos y sociales, como propios de los miembros de un mismo grupo:
En especial, los derechos sociales se convierten en bandera y programa de este modelo.

• En este contexto, la elaboración de las leyes no es resultado de un debate entre individuos


ilustrados o de la inspiración de un dirigente genial. Es el re sultado de pactos negociados
entre los intereses de los grupos, que los partidos trasladan al parlamento. Cada grupo
participa por medio de sus representantes en las diferentes fases de la toma de decisiones e
intenta que sus propuestas sean aceptadas por los demás.

• El poder se comparte y distribuye: entre los partidos de la mayoría y de la oposición, entre


los diversos grupos activos en el escenario político. De esta resultan equilibrios más o menos
duraderos, que evitan la imposición absoluta de unos sobre otros. Los colectivos más
poderosos no pueden ignorar de manera permanente o sistemática los intereses de los menos
dotados: en alguna medida, deben atenderlos para no poner en riesgo su posición dominante
o para deslegitimar el propio sistema en su conjunto.

• Se modifica a fondo la relación que el estado liberal mantenía con el ámbito social y
económico. El estado asume ahora responsabilidades económicas de importancia: regula las
crisis cíclicas del capitalismo con medidas de fomento de la actividad económica, redistribuye
recursos mediante el sistema impositivo, controla directa o indirectamente sectores
considerados estratégicos. Todo ello configura lo que se ha denominado un sistema de
«economía mixta». Es mixta porque en este modelo se combinan las intervenciones del sector
público y del sector privado, a diferencia del modelo liberal o del modelo socialista soviético

• el estado se compromete a cubrir algunos riesgos que amenazan a los grupos más
vulnerables de la comunidad. Para ello pone en marcha un sistema de previsión social para
afrontar situaciones de enfermedad, accidente, invalidez, paro laboral, etc.

El desgaste del estado liberal-democrático

El modelo empezó a dar señales de agotamiento hacia los años setenta del siglo XX.

• En lo económico se registró una creciente inestabilidad monetaria, un estancamiento


económico combinado con alta tasa de inflación, el hundimiento masivo de sectores
industriales tradicionales y, como resultado, el crecimiento del paro crónico, especialmente
entre mujeres y jóvenes.

• En lo social aumentaron las expresiones de malestar y de protesta frente a situaciones que


hasta aquel momento se habían aceptado sin gran discusión
• Finalmente, en lo político se hizo patente la creciente dificultad del esta do para procesar
otras nuevas y más complejas. Con ello se hacía más problemática la capacidad estatal para
gestionar viejos y nuevos conflictos y se dudaba por ello de la «gobernabilidad» de las
sociedades avanzadas.

Estas reacciones de frustración y descontento permitieron afirmar que el estado del bienestar
había dado paso, paradójicamente, a un «estado de malestar. Para explicar los síntomas
anteriores, los analistas han identificado algunos factores. Entre ellos pueden contarse los
cuatro siguientes:

• el efecto combinado de la caída demográfica y del incremento de la ex pectativa de vida: la


población de los países avanzados se estanca o disminuye y, como consecuencia, envejece. Ello
la hace menos productiva y, a la vez, más necesitada de atenciones sociales, especialmente en
pensiones y sanidad;

• el cambio gradual de los valores sociales, desarrollado como una «revolución silenciosa»
(Inglehart) que ha puesto en primer plano la preocupación por la identidad y la realización
personal o la calidad de vida, fren te a estructuras familiares tradicionales, a la inercia del
crecimiento eco nómico ilimitado o a la explotación incontrolada del medio y los recursos
naturales, etc.

• la evolución del sistema productivo hacia una situación en la que el co nocimiento y la


información se convierten en las «materias primas» más valiosas. En esta «sociedad del
conocimiento» se modifican las formas de organización del trabajo propias de la sociedad
industrial.

• el impacto de las nuevas tecnologías de la comunicación, que reduce distancias y encoge


espacios territoriales. La internacionalización de las finanzas, de la producción y del comercio
establece ahora una competición a escala planetaria, en la que disminuyen algunas ventajas
comparativas de las viejas sociedades desarrolladas. La redistribución de recursos de todo tipo
y los conflictos que esta redistribución genera se plantean ahora en un plano mundial, en el
que los estados ceden parte de su protagonismo a otros actores no estatales.

Viajes y nuevas respuestas a las exigencias democráticas

• Para quienes se inspiran en antiguas o nuevas versiones del pensamiento marxista o de las
corrientes libertarias, el desgaste del estado liberal-democrático es prueba de la imposibilidad
de conseguir una democracia política efectiva, mientras no sean eliminadas las desigualdades
provocadas por la estructura socioeconómica y, especialmente, las que resultan de la
propiedad privada de los medios de producción. a. En ella, todos los miembros de la
comunidad dispondrán efectivamente de las mismas condiciones de vida, se responsabilizarán
conjuntamente de los asuntos colectivos e incluso podrán prescindir del esta do como aparato
de coacción.

• En el extremo opuesto, otros sectores entienden que la evolución del estado liberal-
democrático ha confirmado los inconvenientes de confiar la conducción de los asuntos
públicos a todos los ciudadanos. Si se admite que el individuo se mue ve exclusivamente por su
afán de beneficio o utilidad personal, la mayo ría ciudadana acabará imponiendo su tiranía, en
perjuicio de la libertad y aun a costa de perjudicar el desarrollo general de sus propias co
munidades.

Esta visión manifiesta una fuerte desconfianza hacia las instituciones políticas y
administrativas, hacia los partidos y sus representantes, etc.

• Para otros analistas, finalmente, las crisis y las insuficiencias del estado liberal-democrático
reclaman una revisión realista de sus posibilidades. Desde esta perspectiva, hay que admitir la
persistencia de una desigualdad incorregible entre los ciudadanos cuando se trata de inter
venir en la política.

Una versión menos conformista respecto de la situación actual del esta do liberal-democrático
es la que aportan los sectores que podemos calificar como realistas críticos. En ellos se
incluyen quienes no aceptan como un dato insuperable las deficiencias del estado liberal-
democrático. Las toman como punto de partida para revisar las actuales instituciones de la
democracia y ampliar la capacidad de intervención individual y colectiva en los procesos de
decisión.

¿democracia postsocial o postestatal?

• Durante los años ochenta y noventa, estos países han reducido de manera decisiva la
intervención estatal en la economía, llevando a cabo la privatización de empresas y servicios
públicos, la liberalización de inter cambios financieros y comerciales o la desregulación parcial
de las relaciones laborales. Han rebajado moderadamente o han mantenido sin aumentarla la
presión fiscal y han limitado en medida variable algunas prestaciones sociales en materia de
subsidios o de asistencia sanitaria. Con estas medidas se han intentado combinar las exigencias
de la economía postindustrial y de la competencia internacional con la necesidad de conservar
equilibrios internos, nacidos del pacto social que dio origen al estado del bienestar.

• Estos equilibrios se rompen cuando la sociedad empieza a «dualizarse»: mientras un sector


conserva una situación razonablemente protegida de riesgos e inseguridades, otra parte queda
relegada a la marginalidad y a la precariedad. En el nuevo proyecto «postsocial», el estado se
limita a garantizar la competencia eficiente de los actores económicos privados, impidiendo las
situaciones de monopolio que puedan disminuir aquella eficiencia. Por su parte y en el campo
social, el estado ya no sería el proveedor exclusivo y casi monopolista de servicios y
prestaciones, se convertiría ahora en promotor y habilitador de la provisión de estos servicios,
confiados indistintamente a instituciones públicas, mercantiles y no lucrativas. La acción
concertada del estado con empresas privadas, organizaciones voluntarias o entidades
religiosas sería la regla y la acción estatal directa se ría la excepción.

• Con el fin de legitimar esta nueva distribución definiciones se señala que no basta
únicamente el gran pacto entre capital y asalariados, característico del estado social. La mayor
complejidad de las sociedades actuales y la diversidad de situaciones colectivas y personales
obliga a establecer una amplia serie de pactos que se suman al viejo pacto social.

• Para dar mayor fuerza a los pactos citados se ha propuesto también ampliar la participación
ciudadana directa en la toma de decisiones de interés público. Ello significa acercar los centros
donde se toman las decisiones a quienes son afectados por ellas y requiere, entre otras
condiciones, un acceso más fácil a la información, agilidad y transparencia en los sistemas de
consulta, coparticipación en la elaboración de políticas públicas y en su aplicación, rendimiento
de cuentas efectivo por parte de políticos y gestores, descentralización territorial de las
administraciones, etcétera.

Pero en el mundo globalizado de principios del siglo XXI, la situación de unos y otros es
interdependiente: ni los países más evolucionados pueden ignorar la competencia parcial que
representan algunos de los estados en desarrollo, ni éstos pueden decidir autónomamente
sobre su futuro sin contar con las decisiones de los primeros.

• Todas las políticas económicas estatales están estrechamente interrelacionadas: en los años
noventa, las crisis monetarias de México, Brasil o el Sudeste asiático o la recesión en el Japón o
en Rusia han afectado di rectamente a la evolución de las economías norteamericanas y
europeas. El hecho es que en este mundo eco nómicamente interdependiente de finales del
siglo XX se ha reforzado el papel de los organismos internacionales que elaboran e imponen
políticas económicas y comerciales de aplicación obligatoria para los estados.

• No ocurre lo mismo en el campo de las políticas sociales. Se admite a me nudo que ya no es


posible desarrollar el «estado del bienestar en un solo país», pero no existe aún una instancia
internacional para la elaboración y aplicación de políticas sociales a escala planetaria.

Cabe concluir de todo ello que la llamada «crisis» del estado del bie nestar o liberal-
democrático coincide con una erosión del propio estado como forma de organización política.
Las características atribuidas al estado se han ido desdibujando: a principios del siglo xxi, pocos
estados son capaces de llevar a cabo por su cuenta y riesgo una determinada política
económica o una particular política de bienestar. Su papel se ha visto disminuido
progresivamente como efecto de la llamada globalización en todo tipo de relaciones e
intercambios. Al examinar, pues, las líneas de futuro de lo que puedan ser nuevas formas
políticas, hay que plantearse si en realidad no nos estamos moviendo hacia un modelo «post
estatal»

CAPITULO NUMERO 16 “LAS RELACIONES ENTRE INSITUTUCIONES Y LAS FORMAS DE


GOBIERNO”

Esta búsqueda de separación y equilibrios entre instituciones o poderes del estado ha pasado
por etapas diferentes, como resultado de fenómenos no previstos por los teóricos liberales de
los siglos XVIII y XIX. • En una primera fase, la afirmación liberal de la división de poderes tenía
como objeto contrarrestar el poder absoluto de los monarcas hereditarios. Se buscaba una
separación equilibrada de poderes y funciones entre el rey —que conservaba la capacidad de
ejecución y de arbitraje judicial, al nombrar gobierno y jueces— y un parlamento con
capacidad legislativa, en el que sólo estaban representados los grupos sociales dominantes.

• Pero este modelo liberal original se vio alterado con la gradual expansión del derecho al
voto. Un parlamento elegido por sufragio universal expresaba la voluntad de todo el pueblo, al
que se reconocía el poder político originario. Una tradición democrática radical reclamaba, por
tanto, la supremacía parlamentaria, difícil de conciliar con el principio de la separación de
poderes y de su equilibrio. Esta reivindicación consiguió imponerse en algunos países europeos
a finales del siglo XIX, cuando el centro de gravedad del sistema político se situó efectivamente
en el ámbito parlamentario

• Finalmente, una nueva revisión del principio de la separación de poderes ha tenido lugar
como efecto de transformaciones políticas y económicas desarrolladas en la segunda mitad del
siglo XX. Entre tales transformaciones hay que señalar la consolidación de los partidos como
organizaciones que adquirieron el protagonismo en la vida política: se convirtieron en los
actores principales en todas las arenas. El papel activo del estado, interviniendo a fondo en un
amplio abanico de relaciones económicas, sociales, culturales, etc., mucho más allá de lo que
había previsto el liberalismo. Finalmente, en el orden de los fenómenos sociales hay que
resaltar el protagonismo adquirido por la comunicación de masas: los medios que la
desarrollan se han convertido no sólo en portavoces o tribuna de los actores po líticos, sino en
antagonistas de los mismos.

La acción política ha cambiado hoy de tal modo que un control efectivo del poder ya no puede
ejercerse únicamente mediante la tradicional separación y equilibrio entre las tres
instituciones clásicas del estado: ha de responder a las nuevas circunstancias y ha de contar
con otros agentes.

Formas de gobierno: los modelos clásicos

El criterio clave para la distinción entre las mismas es la diferente relación que se es tablece en
cada caso entre el ejecutivo y el parlamento.

• Los modelos de directorio o de asamblea. En este modelo, la asamblea interviene de modo


decisivo y exclusivo en el nacimiento de un ejecutivo colegiado porque elige individualmente a
cada uno de sus miembros para un período determinado

• Los modelos parlamentarios. El apoyo de la mayoría parlamentaria es condición para la


existencia y continuidad de un gobierno. Este apoyo puede ser explícito —cuando se formula
mediante un voto de investidura o de confianza— o implícito —cuando la mayoría
parlamentaria se abstiene de recurrir a una votación de censura—. En todo caso, el gobierno
está sujeto al control del parlamento que puede poner término a su existencia con un voto de
censura. En contrapartida, el ejecutivo pue de disolver el parlamento y convocar nuevas
elecciones. El jefe de estado desempeña un papel básicamente ceremonial. El modelo
parlamentario es muy frecuente en los países de tradición liberal-democrática: entre los
veintisiete miembros actuales de la Unión Europea.

• Los modelos semipresenciales. El parlamento influye parcialmente —pero no de modo


exclusivo— en el nacimiento de un gobierno, puesto que el jefe del estado interviene también
en su designación y en su cese. El jefe del estado —o presidente de la república— no es una
figura meramente re presentativa: es elegido por sufragio universal, participa de algunas
atribuciones del ejecutivo y comparte con el gobierno la facultad de disolver el parlamento. El
parlamento controla la actividad del gobierno y puede igualmente poner en termino a su
existencia mediante un voto de censura.

• Los modelos presidenciales. Parlamento y ejecutivo tienen existencias independientes. El


parlamento no ejerce intervención alguna en la designación del ejecutivo, elegido
directamente por el pueblo mediante sufragio universal. El parlamento no puede ser disuelto
por el presidente, ni el presidente puede ser relevado de sus funciones por el parlamento,
salvo en caso de actividades delictivas y mediante un proceso de acusación conocido como
imputación. Sin embargo, el parlamento supervisa las actividades del ejecutivo y debe dar su
asentimiento a algunas de sus iniciativas o nombramientos. Por su parte, el presidente puede
vetar leyes aprobadas por el parlamento. El modelo presidencial tiene en Estados Unidos su
ejemplo más consolidado. Las imitaciones del modelo estadounidense, especialmente
abundantes en América Latina, no han conocido la misma estabilidad.

Los cuatro tipos señalan grados diferentes de predominio de una de las dos instituciones:
parlamento o ejecutivo. El primer tipo —modelo de asamblea o directorio— presenta en
principio un ejecutivo sometido a la asamblea, mientras que el cuarto y último —modelo
presidencial— establece una separación entre ambos. Los dos modelos intermedios ofrecen
equilibrios de signo opuesto: el parlamentario se inclina del lado de la asamblea y el semi
presidencial del lado del ejecutivo.

Formas de gobierno: la realidad actual

Esta tipología clásica ignora algunos factores que ejercen hoy una gran influencia sobre la
dinámica de las instituciones. Recordemos algunos:

— la aparición de los partidos como organizaciones protagonistas en las elecciones y en la


acción parlamentaria

— la expansión de la actividad del estado, convertido en actor económico y proveedor de


servicios; — el control judicial de las leyes

— la tendencia a la dispersión territorial del poder, reforzando la posición de los gobiernos


subestatales: comunidades autónomas, regiones

— el papel eminente de los medios de comunicación de masas y de las técnicas de sondeo de


la opinión pública.

Pese a algunos análisis pesimistas, el hecho es que este predominio del ejecutivo ha traído
también la aparición de nuevos contrapesos: los poderes territoriales, los tribunales de justicia
y los medios de comunicación de masas. Con ellos se pretende reequilibrar el peso de las
diferentes instituciones.

• En algunos sistemas de orientación democrática se ha registrado una tendencia a la


dispersión territorial del poder político, atribuyendo más recursos y más competencias a
instituciones de ámbito subestatal: comunidades, regiones, municipios. En este proceso de
federalización o semifederalización se establecen nuevos equilibrios de poder entre el
ejecutivo central y los ejecutivos territoriales que a veces compiten y a veces cooperan entre
sí.

• En otros casos, la actividad del parlamento se ha visto sometida al control del poder judicial.
Este control judicial de la labor del parlamento se ha convertido de hecho en control de las
iniciativas del ejecutivo, de quien proceden la inmensa mayoría de las decisiones
parlamentarias. La «judicialización de la política» parece querer compensar la debilidad de
unos parlamentos que han pasado de controladores a controlados, aunque esta compensación
no está exenta de efectos negativos

• Finalmente y fuera del ámbito institucional estatal, los medios de comunicación de masas se
han convertido también en fiscalizadores permanentes de la actividad del ejecutivo. En
algunos casos actúan como tribunas abiertas a las voces de la oposición, que tienen mucho
más eco cuan do se pronuncian desde la prensa, la televisión o la radio, que no desde el propio
parlamento. La importancia alcanzada por estos grupos mediáticos puede ahora desequilibrar
la balanza de poder en su favor, cuando todavía no se dispone de un modo claro y efectivo de
exigirles responsabilidades por su actuación

MANUAL DE CIENCIA POLITICA

CAPÍTULO IV EL RÉGIMEN POLÍTICO DEMOCRÁTICO

II. Sistema político, régimen político y gobierno

El concepto de régimen político remite a interrogarse sobre quién gobierna, y cómo lo hace, en
un estado-nación. A la hora de ensayar una definición del mismo, primeramente resulta
necesario distinguirlo de las nociones de sistema político y de gobierno. Como todo sistema, el
sistema político es un conjunto conformado por subconjuntos y elementos.

En su conceptualización del sistema político, Easton distinguió tres elementos que lo


componen y que son objeto de apoyo del mismo: la comunidad política, el régimen político y
las autoridades. La comunidad política está conformada por las ideologías, valores o creencias,
las personas y grupos que pueden llegar a influir en el sistema y las estructuras intermedias
como los partidos políticos. El régimen político, por su parte, hace referencia al conjunto de
valores que justifican el tipo de régimen, al conjunto de normas (formales o no) que
determinan la manera en que los miembros del sistema pueden participar en el proceso
político y resolver los conflictos (derechos civiles y políticos, mecanismos electorales, normas
de tolerancia y moderación), y a las estructuras de autoridad que definen el rol y el
comportamiento de aquellos que tienen la capacidad de ordenar y obligar. Por último, las
autoridades son aquellas personas que ocupan las estructuras de autoridad.

En función de la conceptualización recién señalada, se observa que el sistema político es el


concepto con mayor grado de generalidad pues incluye al régimen político. Así pues, abarca a
un conjunto de instituciones y a todas sus relaciones con factores sociales, sean o no de
naturaleza política: económicos, culturales, ideológicos, históricos, etc.

En este sentido, el régimen político es el conjunto de reglas del sistema político que define la
forma en que se toman y se implementan las decisiones y las formas de designación de las
personas que ocupan las estructuras de autoridad, así como también el conjunto de
instituciones desde las que se deciden y se implementan las decisiones.

Por último, en relación, a las estructuras de autoridad, es posible distinguir entre las que se
orientan a la adopción de decisiones y las dedicadas a la aplicación de las mismas. Estas
últimas conforman la burocracia pública, mientras que el gobierno es parte vital del conjunto
de estructuras de toma de decisiones.

Para O’Donnell entonces, el gobierno es la cúpula institucional del estado, mientras que el
régimen político es una mediación entre el estado y la sociedad en tanto regula el acceso
desde la sociedad a las más altas posiciones en el estado.

III. Hacia una clasificación de los regímenes políticos

En su obra la Política, utiliza dos criterios, uno cuantitativo y otro cualitativo, para distinguir
entre distintas formas de constitución, es decir, entre distintas formas en las que se estructura
el funcionamiento de los cargos y la autoridad soberana.

El primer criterio se basa en el número de gobernantes o de personas a cargo de la actividad


de gobernar. En este sentido, distingue entre el gobierno ejercido por una sola persona o
monarquía; el gobierno que reside en unos pocos o aristocracia; y el gobierno de muchos, al
que Aristóteles denomina politeia.

El segundo criterio se basa en la orientación de las políticas adoptadas por cada uno de esos
gobiernos, en particular si las mismas persiguen el interés general o, por el contrario, el
beneficio de quien ejerce el poder. En tanto el fin de la comunidad política no es sólo vivir en
conjunto sino también vivir bien, cuando los gobernantes utilizan el poder que tienen para
alcanzar intereses particulares y no el bien común, entonces la comunidad política se desvía de
su objetivo y asume una forma política corrupta o degenerada con respecto a la pura (Bobbio,
1987). Así es posible distinguir entre las formas puras o buenas de gobierno de las
modalidades corruptas: la tiranía es la forma corrupta de la monarquía, la oligarquía constituye
la corrupción de la aristocracia y la democracia es la desviación de la Politeia.

El criterio numérico o cuantitativo es el que ha logrado perdurar hasta la actualidad, aunque


levemente modificado, y sobre el que se construyó una clasificación tripartita básica que
consiste en: el gobierno de uno o monarquía, el gobierno de pocos o aristocracia y el gobierno
de la mayoría o democracia. Sin embargo, este criterio resulta totalmente inadecuado para
captar en su esencia la variedad de los regímenes políticos.

La preocupación de Montesquieu no era sólo encontrar una categoría que encuadrara las
formas de gobierno características del mundo oriental sino también establecer la forma de
evitar este tipo de gobierno. Así argumenta que para evitar el despotismo y para garantizar un
gobierno moderado (ya sea una monarquía o una república), es fundamental establecer una
separación entre los órganos que desempeñan el poder, de modo que “el poder controle al
poder” y nadie pueda actuar de forma arbitraria. En efecto, la teoría de la “separación de
poderes” de Montesquieu y el desarrollo institucional británico son los factores históricos que
propiciaron el surgimiento y el desarrollo del constitucionalismo. El constitucionalismo es la
corriente política que en la modernidad ha permitido resguardar el principio del gobierno
moderado a través de tres mecanismos: i) la existencia de una constitución escrita que regula
el funcionamiento de las agencias del estado así como consagra los derechos de los
ciudadanos; ii) la superioridad de la constitución con respecto al resto de las normas legales
ordinarias existentes y su modificación requiere de mayorías calificadas; y iii) la existencia de
un órgano judicial que controle la conformidad de las normas legales a la constitución. De esta
manera, los gobiernos constitucionales, cuyas acciones se encuentran limitadas por las leyes y
por la división de poderes, se oponen a los gobiernos absolutistas, en los que el gobierno es
arbitrario e ilimitado.

El primer requisito apunta a que exista una probabilidad de que quienes están en el gobierno
al momento de llevar adelante las elecciones puedan perderlas, el segundo requisito se refiere
a que cualquiera sea que gane las elecciones podrá asumir el cargo obtenido, y, por último, el
tercer requisito establece que las elecciones se continuarán realizando a lo largo del tiempo.
De esta manera, los autores definen límites claros en tanto son conscientes de que no alcanza
sólo con que existan elecciones para que un régimen sea clasificado como democrático, sino
que estos procesos electorales deben cumplir con determinadas características.

IV. Las distintas formas de gobierno de los regímenes democráticos

Existen dos dimensiones principales de concentración-descentralización del poder de decisión:


la horizontal y la vertical. La horizontal hace referencia al principio jurídico de separación de
los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, los cuales son independientes entre sí y ninguno de
ellos puede usurpar el ámbito de actuación del otro. La particular relación entre el poder
ejecutivo y el legislativo (completa separación o mayor fusión) dio origen a la distinción entre
gobiernos presidenciales y gobiernos parlamentarios. Con respecto a la dimensión vertical o
territorial, la modalidad de descentralización más importante está dada por el federalismo que
supone la delegación de facultades a subunidades territoriales. Esta dimensión dio origen a la
diferenciación entre gobiernos unitarios y gobiernos federales.

IV.1 División horizontal del poder: parlamentarismo – presidencialismo

Tres aspectos resultan particularmente apropiados a la hora de distinguir entre estos tipos de
regímenes democráticos. El primero es la fuente de legitimidad (directa o indirecta) del
ejecutivo. El segundo refiere a la estructura (colegiada o unipersonal) del ejecutivo o gobierno
en sentido estricto. El último aspecto destaca la relación entre las estructuras de toma de
decisiones, particularmente entre el ejecutivo y el legislativo y sus atribuciones (separación o
fusión).

En términos generales se puede decir que en el parlamentarismo, el legislativo, que es elegido


por sufragio popular, nombra al primer ministro, por lo cual este último tiene legitimidad
indirecta y posee la facultad de designar a los miembros del gabinete. En el presidencialismo,
tanto los miembros del parlamento como el presidente son elegidos por el pueblo de manera
separada y el presidente tiene a su cargo el nombramiento de los ministros del gabinete. Por lo
tanto, la legitimidad independiente de ambos poderes en el presidencialismo implica una
mayor dispersión del poder en este sistema, mientras que la fusión de poderes del
parlamentarismo supone una mayor concentración. Finalmente, en el régimen semipresencial,
también el parlamento y el presidente son elegidos separadamente, pero es la asamblea la que
designa a los integrantes del gabinete.
IV.1.1 Parlamentarismo

Origen del parlamentarismo

El origen del parlamentarismo está asociado con el pasaje de la monarquía absoluta a la


monarquía constitucional, de la mano de la Revolución Gloriosa que tuvo lugar en Inglaterra en
1688, producto de la cual fueron eliminadas las prerrogativas reales. En efecto, a partir de
entonces tanto las decisiones del rey como las de su Consejo de Estado quedaron sujetas a la
aprobación del parlamento.

Surgió entonces la figura del primer ministro, que era el consejero principal de la corona y que
adquirió la función de presidir el Consejo Real, y comenzó a desarrollarse la concepción de que
la responsabilidad política de dicho consejo o gabinete frente a la Asamblea sería mejor
asegurada si sus miembros fueran simultáneamente miembros del parlamento.

De esta manera, se pasó de un gobierno monista (con un solo centro de poder: el monarca) a
un gobierno de legitimidad dual: por un lado, la legitimidad tradicional representada por el rey,
que ejercía el gobierno a través de su primer ministro y su gabinete y aún preservaba el poder
de disolver la Asamblea; y por el otro, la legitimidad popular (aunque limitada), cristalizada en
el Parlamento, que estaba a cargo de la función legislativa y sin cuyo consentimiento ni las
decisiones reales podían entrar en vigor ni el Primer Ministro designado por el monarca podía
asumir su cargo. En consecuencia, se equiparó la jerarquía del Parlamento a la del rey.

Características del parlamentarismo

Los sistemas parlamentarios, como su nombre lo indica, se caracterizan por la soberanía del
parlamento. Este principio implica que la relación entre el poder ejecutivo y el poder legislativo
se caracteriza por la fusión de ambos, es decir que los gobiernos son designados, apoyados y
destituidos a través del voto del parlamento (Sartori, 1994). El jefe del ejecutivo –que puede
adoptar diversos nombres como primer ministro, premier o canciller, pero al que nos
referiremos genéricamente como primer ministro– es elegido por el legislativo, poder ante el
cual es responsable junto a su gabinete, pues depende de su confianza y puede ver revocado
su mandato a través de un voto parlamentario de censura o de no confianza. Resulta entonces
lógico que la duración del mandato del ejecutivo no esté sujeta a plazo alguno, ya que se
mantiene mientras conserve el apoyo parlamentario. Como contrapartida a la potestad de
investir y destituir a los miembros del gabinete que posee el parlamento, el primer ministro
tiene a su vez la facultad de disolver el parlamento y convocar a elecciones para la
conformación de uno nuevo

La noción de fusión de poder no sólo sugiere que el ejecutivo está sujeto a la confianza del
legislativo, sino también que los parlamentarios pueden ser a la vez miembros del parlamento
y del gabinete. En consecuencia, la fuente de legitimidad del gobierno es indirecta en tanto el
primer ministro es elegido por el parlamento, cuyos integrantes a su vez son elegidos por
sufragio popular para cumplir funciones legislativas.

Por su parte, la designación de los integrantes del gabinete por lo general tiene lugar
posteriormente, en base a las propuestas del jefe de gobierno y depende también del
consentimiento del parlamento. En cuanto al mecanismo de investidura, éste puede adoptar
dos modalidades. La primera consiste en un voto de confianza del parlamento, es decir, una
votación en la cual la mayoría expresa su apoyo al candidato. La otra modalidad es implícita en
tanto el legislativo lo acepta de manera tácita no vetándolo.
En cuanto a la estructura del gobierno, en los parlamentarismos el cuerpo ejecutivo es de
carácter colectivo y está integrado por el primer ministro, que lo preside, y el gabinete o
consejo de ministros.

Finalmente, el modelo puro de parlamentarismo supone la soberanía del legislativo y por ende
la inexistencia de la revisión judicial de las leyes emitidas por éste. El parlamento tiene la
última palabra. Si bien en las últimas décadas este rasgo ha sido matizado (o incluso eliminado)
en prácticamente todos los países parlamentarios, se trata de una diferencia importante con
los presidencialismos.

El modelo Westminster

El modelo Westminster es el modelo inglés, que recibe ese nombre porque en Gran Bretaña el
parlamento se encuentra en el palacio de Westminster. La nota predominante de las
instituciones parlamentarias y gubernamentales británicas es el dominio de la mayoría. De
manera más rigurosa, este sistema se caracteriza, siguiendo a Lijphart (1991), por los
siguientes rasgos centrales.

El primero es la alta concentración de poder en el ejecutivo, debido a que el gabinete


normalmente está compuesto solamente por miembros del partido que tiene la mayoría de
bancas en la Cámara de los Comunes, excluyendo de las decisiones ejecutivas a una
importante minoría.

Segundo, existe en este sistema cierta fusión entre los poderes ejecutivo y legislativo, con
preeminencia del gabinete sobre el Parlamento, ya que los miembros del gabinete, además de
tener su origen en el Parlamento, son líderes partidarios, por lo que conducen el
comportamiento del bloque político en el poder legislativo –que ya de por sí es mayoritario.

El tercer elemento es el bicameralismo asimétrico, donde la asimetría está asociada con el


poder de decisión que tiene cada una de las dos cámaras. En Inglaterra la Cámara de los
Comunes posee mayor poder de decisión, ya que sus miembros representan a los ciudadanos,
en oposición a la Cámara de los Lores, cuyos miembros acceden a su cargo por herencia, que
sólo cumple funciones de acompañamiento.

La cuarta característica es el bipartidismo, lo que implica que se observan dos partidos con
caudal electoral bastante parecido. Esto no significa que no haya más partidos, sino que hay
dos que, históricamente, tienen más peso que los otros y que se “alternan” en el poder.

Además, el sistema británico presenta partidos unidimensionales, porque tienen como


principal punto de discrepancia una única dimensión: los asuntos socio-económicos.

En quinto lugar, el sistema electoral es de mayoría relativa. En este modelo los distritos están
representados en forma uninominal: quien obtiene la mayoría de los votos en un distrito se
lleva el total de la representación del distrito. Esto es diferente a los sistemas de
representación proporcional, los cuales le dan la posibilidad a la minoría de acceder a una
posición minoritaria dentro del parlamento.

En sexto lugar, el sistema de gobierno británico es unitario y centralizado. Las distintas


regiones tienen gobiernos que tienden a tener poca autonomía, es decir un bajo nivel de
decisión con respecto a su forma de obtener recursos y de utilizarlos.

El modelo Alemán
El modelo del parlamentarismo británico es el más conocido y el que ha inspirado a otros
parlamentarismos. En palabras de Loewenstein (1976), el modelo británico es el
parlamentarismo clásico. No obstante, es posible encontrar otros regímenes parlamentarios
que se distinguen del modelo clásico por la introducción de cambios institucionales
importantes. Este es el caso de Alemania, a partir de la Ley Fundamental de Bonn de 1949 (con
enmiendas), que pertenece a lo que el mencionado autor define como parlamentarismo
controlado.

Alemania es una república federal, organizada como un sistema parlamentario, donde existe
una división de las funciones entre el jefe de gobierno y el jefe de estado. El primer cargo es
desempeñado por el Canciller Federal y el segundo por el Presidente Federal, que se limita a
realizar tareas ceremoniales y representativas. Asimismo, presenta un parlamento bicameral.
La cámara baja se denomina Bundestag (o Dieta Federal) y sus miembros son elegidos cada
cuatro años por voto popular en un sistema electoral mixto, que combina la representación
directa y la proporcional. La Cámara Alta llamada Bundesrat (o Consejo Federal) representa a
los estados federados (o Länders) y sus miembros no son elegidos por sufragio popular, sino
que son delegados enviados por los gobiernos estaduales.

El mecanismo innovador que se introduce en este modelo es el voto constructivo de censura


el cual implica que el parlamento puede destituir por un voto de censura al canciller sólo si se
ha aprobado por la mayoría absoluta de los parlamentarios quién será su sucesor. Esta
herramienta otorga estabilidad al régimen en tanto resulta más fácil reunir una mayoría para
expulsar a un gobierno que reunir una mayoría para nombrar a un nuevo canciller (Sartori,
1994).

El modelo de Asamblea

Finalmente, Sartori (1994) refiere a un tipo de parlamentarismo que considera


particularmente disfuncional, al que denomina “de Asamblea”. En estos casos (que incluyen a
la III y IV Repúblicas Francesas y a la I República Italiana, principalmente), el sistema de
partidos está fragmentado y el ejecutivo está formado por una amplia coalición de gobierno.
Por lo tanto, el gobierno no prima sobre el Parlamento, sino que cada uno de los partidos que
integran la coalición posee el poder para derribarlo, retirando su apoyo legislativo. Aquí, el
retiro de un partido de la coalición (expresado, por ejemplo, en la renuncia de un ministro)
alcanza para disolver a un gobierno. Este modelo, que es el de un parlamentarismo más puro
(aquel donde el parlamento es auténticamente soberano) conduce a recurrentes crisis y caídas
de los gobiernos, que no cuentan con mayorías estables y disciplinadas en el legislativo. Según
Sartori, los países latinoamericanos (que no cuentan con partidos políticos fuertes y
disciplinados, en la mayoría de los casos) se convertirían en parlamentarismos de asamblea, si
optaran por este sistema de gobierno.

IV.1.2. Presidencialismo

El origen del presidencialismo:

el caso estadounidense El presidencialismo estadounidense es el modelo original a partir del


cual esta forma de gobierno ha ejercido su influencia, principalmente limitada a los países
latinoamericanos. Sartori (1994) argumenta que el motivo por el que Europa carece de
regímenes presidenciales puros obedece más bien a cuestiones históricas y no a una decisión
deliberada. En este sentido, cuando los estados europeos comenzaron a adoptar gobiernos
constitucionales eran monarquías, por lo que ya contaban con un jefe de estado hereditario.
Por el contrario, en el continente americano, cuando los nuevos países conquistaron su
independencia principalmente como repúblicas, debieron elegir a sus jefes de estado, es decir
a sus presidentes.

El caso de los Estados Unidos es paradigmático por ser el primer régimen presidencial.

En el marco de las discusiones que tuvieron lugar de cara a la formulación de la constitución


estadounidense en 1787 existían dos preocupaciones centrales para los intelectuales de la
época.

La primera tenía que ver con cuáles iban a ser los poderes que se le otorgarían a la figura del
presidente. El principal temor residía en que este tipo de régimen estuviera cambiando un
tirano por otro. En este sentido, los fundadores de la constitución norteamericana se
preocuparon por diferenciar claramente al presidente del rey británico: el presidente tendría
origen en el consentimiento del pueblo, un mandato de cuatro años y una vez concluido el
mismo volvería a someterse a la voluntad popular. Además, mientras el poder de veto del rey
era absoluto, el del presidente sería limitado debido a la capacidad de insistencia del legislativo
que se proponía. Asimismo, el presidente, a diferencia del rey, podría ser acusado y removido
constitucionalmente, no podría declarar la guerra ni reclutar ejércitos unilateralmente y
necesitaría la aprobación del senado para la celebración de tratados internacionales

En segundo lugar, les preocupaba el riesgo de que la república representativa se convirtiera en


un despotismo del poder legislativo. Así pues, consideraron que el mejor antídoto frente a este
peligro era fortalecer la figura presidencial. Con este objetivo propusieron la condición
unipersonal del cargo, su elección indirecta y su facultad de oponerse al congreso a través del
veto en el trámite legislativo. De esta forma quedó definido un sistema con tres poderes
independientes –los poderes ejecutivo, legislativo y judicial–, que atienden áreas específicas,
que interactúan en diferentes ámbitos, con capacidad para ejercer controles mutuos, en
algunos casos logrando así un equilibrio de poder.

Características del presidencialismo

Una de las características predominantes del sistema presidencialista es la separación de


poderes que conlleva la independencia de las ramas ejecutiva y legislativa, en abierta
oposición a la fusión de las mismas que se constata en el parlamentarismo. Esta separación de
poderes se evidencia en que la elección del presidente y su perdurabilidad en el cargo son
independientes del congreso. En este sentido, el período de mandato del presidente es por un
tiempo constitucionalmente prescrito –el cual puede variar de cuatro a ocho años– y en
circunstancias normales no puede ser obligado a dimitir por voto parlamentario de censura
(aunque es posible destituir a un presidente a través del proceso de impeachment)

El hecho de que el presidente no sea miembro del parlamento nos lleva a uno de los rasgos
estructurales que define a un sistema presidencial, que es la elección popular del presidente,
sea de forma directa o a través del colegio electoral –como ocurre en Estados Unidos y como
sucedía en la Argentina antes de la reforma constitucional de 1994–. Lo distintivo reside en
que la fuente de legitimidad del gobierno, a diferencia de los parlamentarismos, es el pueblo y
no el parlamento. Esto contrasta con la estructura colegiada del esquema parlamentario,
donde el primer ministro y el resto de los integrantes del gabinete comparten la misma fuente
de legitimidad, que es el Parlamento.

En cuanto a la estructura del poder ejecutivo, en los sistemas presidenciales el presidente es


quien dirige el ejecutivo y los miembros del gabinete son nombrados y destituidos de manera
discrecional por el primer mandatario, el cual adquiere una absoluta predominancia (Sartori,
1994). Este ejecutivo unipersonal se encarna en la figura del presidente, quien concentra en su
persona los roles de jefe de estado, de carácter ceremonial, y de jefe de gobierno. Por último,
en relación al proceso de revisión judicial, en los presidencialismos la separación de poderes
implica la existencia de un poder judicial capaz de revisar la constitucionalidad de las normas.

En contraposición a esta postura, Linz (1990) señaló ciertas desventajas del presidencialismo al
sostener, sobre la base de que la mayoría de las democracias con más larga duración en el
mundo tienen sistemas parlamentarios, que éste era menos propicio que el parlamentarismo
para brindar estabilidad a los regímenes democráticos.

Las razones que destacó Linz de esta mayor inestabilidad son: i) la existencia de un conflicto
latente entre el poder ejecutivo y el poder legislativo en torno a la representación de la
voluntad popular en tanto el origen y la supervivencia de cada uno es independiente del otro,
ii) la rigidez producida por el período fijo de mandato que provoca que el presidente pueda
permanecer sin apoyo ya que resulta muy difícil removerlo o que éste pueda reforzar su
autoridad por medio de un voto de confianza o la disolución del parlamento, iii) la existencia
de una lógica de ganador único en tanto la elección popular directa del presidente debilita la
construcción de coaliciones y iv) la posible intolerancia con la oposición en tanto el presidente,
al ser jefe de estado y jefe de gobierno al mismo tiempo, se siente representante de toda la
nación.

IV.1.3. Semipresidencialismo

El semipresidencialismo es una forma de gobierno que combina elementos del régimen


presidencial y el parlamentario. Dicha categoría está asociada al modelo francés de la V
República que surgió en 1958 con Charles De Gaulle. El objetivo de la nueva constitución era
dotar al país de la estabilidad y la eficiencia de las que había carecido durante las anteriores
repúblicas. Con tal propósito, se reforzó el papel del presidente y del primer ministro,
reduciendo el poder del parlamento.

El semipresidencialismo comparte con el presidencialismo la elección directa y popular del


presidente, o por lo menos éste no es electo por el parlamento. No obstante, el régimen
semipresencial se aleja del presidencialismo en la medida en que se define como una
estructura de autoridad dual, con dos cabezas, asemejándose más en este aspecto al modelo
parlamentario. De esta manera, el presidente, en tanto jefe de estado, debe compartir el
poder con un primer ministro, que es el jefe de gobierno y que está sujeto a la confianza del
parlamento. Así, el gobierno es ejercido por el primer ministro y los miembros del gabinete,
cuyos integrantes también son parlamentarios.

Cabe advertir que en el semipresidencialismo la legitimidad del jefe de estado es democrática


al igual que la del parlamento, contraponiéndose al modelo parlamentario donde el jefe de
estado presenta una legitimidad tradicional. Adicionalmente, en el marco del régimen
semipresidencial, el presidente no cumple un rol meramente ceremonial y simbólico sino que
adopta un poder regulador, adquiriendo una mayor relevancia en comparación con el jefe de
estado de los sistemas parlamentarios, aunque su gravitación es menor en relación a la función
del presidente en los sistemas presidenciales.

De acuerdo a Orlandi y Zelaznik (1995), es posible reconocer diferencias entre distintos tipos
de semipresidencialismo en función de tres elementos. El primero se refiere a las prerrogativas
constitucionales otorgadas al presidente. Donde las prerrogativas son escasas, el presidente se
asemeja a un jefe de estado parlamentario, como en Irlanda. Donde las prerrogativas son
mayores, como en Islandia y Finlandia, el presidente se torna un actor central de la dinámica
política. Otro elemento decisivo consiste en la disposición de los presidentes a la utilización de
las facultades habilitadas por el texto constitucional. En este contexto vale la pena mencionar
por ejemplo que Francia, donde las prerrogativas concedidas al presidente son menores, es el
caso que más se ha aproximado al presidencialismo. Por el contrario, aunque en Islandia el
presidente cuenta con mayores prerrogativas, la forma de funcionamiento del gobierno lo
acerca más al parlamentarismo. Finalmente, el tercer elemento que permite establecer
distinciones entre regímenes semipresenciales tiene que ver con la coincidencia de la mayoría
presidencial con la parlamentaria. En esta dirección, los autores proponen tres tipos de
interacción básica. En la primera, la mayoría presidencial y la parlamentaria son distintas, por
lo que la función del presidente se limita al rol de regulador del proceso político, cercano al rol
del jefe de estado parlamentario, pero con algo más de relevancia. En Francia, estos casos
reciben el nombre de cohabitación y tuvieron lugar entre 1986 y 1988 y entre 1992 y 1995. La
segunda interacción ocurre cuando la mayoría parlamentaria coincide con la presidencial, pero
el líder del partido mayoritario es el primer ministro y no el presidente. En esta situación, el
primer ministro hace efectivo su rol de jefe de gobierno y el jefe de estado se transforma en un
símbolo, asemejándose a su par parlamentario. Por último, cuando el presidente es el líder del
partido mayoritario en el parlamento, éste adquiere un poder similar a su par de cualquier
régimen presidencialista. En este caso, el primer ministro y el resto del gabinete se constituyen
en apéndices del jefe de estado, quien, en efecto, es el que ejerce el gobierno.

IV.2. División vertical del poder: gobiernos unitarios y gobiernos federales

La distribución del poder entre los diferentes niveles de gobierno y autoridad (el gobierno
central o nacional y los gobiernos regionales o subnacionales) se organiza de diversas maneras.
Una modalidad es cuando el poder local o regional está directamente controlado y ejercido
por el poder central, que caracteriza a los gobiernos unitarios. Una segunda modalidad es la
delegación de facultades realizada por el gobierno central hacia los gobiernos locales o
regionales, que caracteriza a los gobiernos federales.

Los gobiernos unitarios generan una fusión del poder, unificando todas las instancias de
decisión de manera vertical. Esta forma de gobierno limita la capacidad de decisión de los
gobiernos subnacionales que se transforman en meros ejecutores de las decisiones tomadas
por el gobierno central. En los gobiernos federales, en cambio, los gobiernos centrales tienen
que compartir, aunque en grados diferentes, el poder con los gobiernos subnacionales. En este
sentido, Hueglin y Fenna (2006) sostienen que los sistemas federales de gobierno se
caracterizan por una soberanía compartida y por tener poderes divididos entre dos o más
niveles de gobierno, cada uno de los cuales disfruta de una relación directa con el pueblo. En
términos exclusivamente institucionalistas, un gobierno federal es aquel en el que las
estructuras de decisión de un estado (poder ejecutivo, legislativo y judicial) se encuentran
presentes en los dos niveles de gobierno federal y estatal, siendo garantizados por el texto
constitucional.

En cuanto a las configuraciones institucionales existentes, analizaremos a continuación


distintos tipos de federalismo en función de tres dimensiones que consideramos son las de
mayor relevancia: el tipo de bicameralismo, la división de poder entre el gobierno central y los
gobiernos subnacionales y la división de poder entre los gobiernos subnacionales. En cuanto a
la primera dimensión, los gobiernos federales se caracterizan por tener legislaturas
bicamerales en las que la cámara baja representa al conjunto de la población nacional y la
cámara alta o segunda cámara representa a las unidades regionales. Es posible marcar
distintos tipos de federalismo según sea que la segunda cámara represente al pueblo de las
regiones (senado) o a los gobiernos de las regiones (concejo). Existe también un tipo híbrido,
en el que las legislaturas de las regiones eligen a los representantes de la región en la segunda
cámara (Hueglin y Fenna, 2006).

En cuanto a la segunda dimensión, la división de poderes entre los dos niveles de gobierno
puede ser legislativa o administrativa. La división legislativa de poderes implica que los
gobiernos subnacionales son responsables por la elaboración de políticas públicas, desde su
diseño a su implementación. En este tipo de federalismo se da una división de áreas de
injerencia. Por ejemplo, en Estados Unidos el gobierno central se ocupa de las políticas
monetarias, del comercio y de la defensa mientras que los gobiernos subnacionales se ocupan
de las políticas educativas, sociales, culturales y de infraestructura. En cambio, la división de
poderes administrativa implica que los gobiernos subnacionales no tienen potestad para
legislar en asuntos referidos al diseño de la política, sino sólo a la implementación y
administración de la misma.

Por último, la dimensión vinculada a la división de poder entre los gobiernos subnacionales
establece una diferenciación entre los federalismos simétricos y los asimétricos, basada en el
grado de heterogeneidad existente entre los distintos gobiernos subnacionales que integran la
federación. Esta asimetría puede ser de dos tipos: la asimetría política que surge de las
diferencias culturales, económicas, demográficas y sociales entre los gobiernos subnacionales
y la asimetría constitucional que surge de la asignación desigual de poderes a los gobiernos
subnacionales a través de la constitución.

IV.3. Gobiernos divididos y gobiernos unificados

En los diferentes modelos institucionales tanto de acuerdo a la dimensión horizontal de


distribución del poder, que define los tipos de gobierno parlamentario, presidencial y
semipresidencial, como de acuerdo a la dimensión vertical de poder, que define los tipos de
gobierno unitario y federal, se dan los casos de gobierno dividido o unificado. Colomer
considera gobiernos unificados a aquellos donde un solo partido controla todas las
instituciones políticas, mientras que los gobiernos divididos son aquellos en los que distintos
partidos tienen control sobre distintas instituciones por lo que hay una coexistencia de
ganadores parciales.

En el caso del parlamentarismo, existe un gobierno unificado cuando el mismo partido


controla el parlamento y el gabinete. Esta situación caracteriza al Reino Unido, donde alguno
de los dos grandes partidos alcanza una mayoría unipartidista en el parlamento lo cual le
permite conformar un gabinete de un solo partido (monocolor). Pero es posible que en el
parlamentarismo exista un gobierno dividido en el caso en que ningún partido obtenga una
mayoría absoluta de escaños en el parlamento, lo cual conduce a la conformación de un
gabinete de coalición o en minoría, como en la mayoría de los países de Europa Occidental. La
conformación de un gobierno unificado o dividido en el parlamentarismo depende en gran
medida del tipo de sistema electoral. Los sistemas electorales mayoritarios (gana el candidato
que obtiene más votos) favorecen la conformación de gobiernos unificados en tanto tienden a
prevalecer los partidos mayoritarios, llevando a una sobrerrepresentación de los grandes
partidos y a una subrepresentación de los pequeños partidos en el parlamento. En cambio, los
sistemas electorales proporcionales favorecen la conformación de gobiernos divididos en
tanto los escaños parlamentarios se distribuyen entre los partidos de forma proporcional a los
votos que obtiene cada uno, por lo que los partidos más pequeños tienen posibilidades de ser
representados en el parlamento y conformar una coalición de gobierno

En el caso del presidencialismo, donde el poder legislativo y el ejecutivo son elegidos de forma
separada, puede suceder que exista un gobierno unificado cuando el mismo partido obtiene
una mayoría de escaños en el congreso y a su vez gana la presidencia. Por su parte, un caso de
gobierno dividido se da cuando el partido que gana la presidencia no obtiene una mayoría en
el congreso. En cuanto al semipresidencialismo, la elección del primer ministro por parte de la
asamblea y el presidente por parte de los ciudadanos puede generar un gobierno unificado o la
también llamada cohabitación. El gobierno unificado surge cuando el partido del presidente
tiene también mayoría en la asamblea. La cohabitación se da cuando el presidente y el primer
ministro pertenecen a partidos políticos diferentes.

La división vertical del poder genera también posibilidades para un gobierno dividido. Existe un
gobierno unificado en el caso de los gobiernos unitarios y de los gobiernos federales cuando el
gobierno central controla una alta proporción de los gobiernos subnacionales. En el primer
caso, es posible afirmar que el gobierno unitario es unificado por definición en tanto un solo
partido es el que tiene el poder pues los encargados de los gobiernos subnacionales son
designados por el gobierno central. En el segundo caso, se da lo que se denomina un
federalismo centralizado que en la práctica se parece bastante a un gobierno unitario. La
conformación de un gobierno dividido, por su parte, surge en el caso de los federalismos
descentralizados en los que el gobierno central no controla una alta proporción de los
gobiernos subnacionales.

En resumen, entre los ejemplos de gobierno unificado es posible incluir el caso del gobierno
unipartidista del parlamentarismo unicameral que se define con regla de mayoría relativa, el
caso del dominio por parte del mismo partido del poder ejecutivo y del legislativo tanto en el
caso del presidencialismo como del semipresidencialismo, los gobiernos unitarios y los
federales centralizados. Por su parte, entre los ejemplos de gobierno dividido se encuentran el
caso del gabinete multipartidista o en minoría en el parlamentarismo de representación
proporcional, los gobiernos presidencialistas y semipresidencialistas (en el caso de la
cohabitación) así como el federalismo descentralizado, ya que en todos estos casos las
combinaciones implican que coexisten diferentes partidos y los ganadores parciales son
múltiples.

V. El caso argentino

V.1. El presidencialismo argentino


La reforma constitucional de 1994 introdujo dos cambios sustantivos con respecto al poder
ejecutivo. Por un lado, incorporó en el artículo 100 la figura del Jefe de Gabinete de Ministros
dentro del poder ejecutivo, con la pretensión de moderar el presidencialismo, otorgándole
funciones en parte semejantes a las de los primeros ministros en los sistemas parlamentarios,
actuando así simultáneamente como interlocutor frente al congreso y como ministro
coordinador dentro del poder ejecutivo.

En segundo lugar, las atribuciones legislativas del presidente fueron reforzadas con la reforma
constitucional al incluirse en el artículo 99 (inciso 3) la facultad del presidente de dictar
Decretos de Necesidad y Urgencia en circunstancias excepcionales y siempre que no se trate
de normas que regulen materia penal, tributaria, electoral o el régimen de los partidos
políticos. Esta incorporación en la Constitución le otorgó carácter legal a una práctica que los
presidentes argentinos llevaron adelante desde 1853 ante situaciones de notable gravedad
institucional o crisis económica (Ferreira Rubio y Goretti, 1996).

Si bien los decretos de necesidad y urgencia fueron incluidos en la Constitución Nacional con el
propósito de fortalecer el poder del presidente, resulta importante observar que el logro de tal
propósito depende tanto de factores políticos como institucionales. En este sentido, la
existencia de reglas de aprobación flexibles de los decretos y el nivel de apoyo partidario que
tiene el presidente en el Congreso influyen sobre la capacidad real que otorgan estos decretos
al poder ejecutivo para tener una mayor participación legislativa

V.2. El federalismo argentino

El carácter centralista del federalismo se evidenció en el hecho de que el estado nacional era el
que definía los límites a la autonomía de las provincias. Así, la Constitución establece que “las
provincias conservan todo el poder no delegado por esta Constitución al Gobierno Federal...”
(artículo 121) y que las mismas “se dan sus propias instituciones locales y se rigen por ellas”
(artículo 122), pero cada una de las unidades provinciales dicta su propia Carta Magna
basándose en lo dispuesto por el artículo 5, que establece que las constituciones provinciales
deben estar de acuerdo con los principios, declaraciones y garantías de la Constitución
Nacional (artículo 123)

iles que se extendieron hasta 1880 imposibilitaron consolidar la soberanía del gobierno
nacional. El contexto político y social se caracterizó por el conflicto entre el gobierno federal y
las provincias más poderosas, encabezadas por Buenos Aires. Así, durante la primera etapa
posterior a la sanción de la Constitución, las provincias leales a Justo J. de Urquiza, líder de la
Confederación Argentina, que defendían la Constitución sancionada y la idea de participar de
los ingresos de la aduana, se enfrentaron con la provincia de Buenos Aires, gobernada por
Bartolomé Mitre, que defendía una mayor autonomía de Buenos Aires. Luego de la derrota del
ejército de Urquiza en la batalla de Pavón en 1861, los tres poderes del gobierno federal se
instalaron en la ciudad de Buenos Aires y Mitre fue elegido presidente de la nación. Sin
embargo, siguieron existiendo desafíos al monopolio del poder de coacción del gobierno
central, principalmente desde Entre Ríos, liderada por Urquiza, y desde la facción Autonomista
liderada por Adolfo Alsina en la provincia de Buenos Aires, que apelaba a una separación total
del resto del país. Recién en 1880, bajo la presidencia

de Avellaneda y luego de la primera intervención federal a Buenos Aires ante la insurrección


de su gobernador, el gobierno nacional logró establecer su predominio por sobre las
provincias. En este contexto, y para salvar los problemas existentes entre las provincias y el
poder central, se federalizó el territorio de la ciudad de Buenos Aires, convirtiéndola en capital
de la Nación e incluyendo en ella la aduana, y se definió que existiera un parlamento
bicameral, donde estuvieran representados los ciudadanos del estado nacional (cámara de
diputados) y los estados provinciales (cámara de senadores).

Con la reforma constitucional de 1994 se realizaron cambios en el órgano federal por


excelencia, la cámara alta del Congreso, elevando el número de senadores de 2 a 3 por
provincia, reforzando de esta manera el papel de las provincias más pequeñas. Del mismo
modo la forma de elección de los senadores fue modificada, pasando de una forma indirecta a
una directa, lo cual ha sido puesto en debate. Otra modificación que fue hecha en este órgano
fue el acortamiento del mandato de los senadores, pasando de 9 a 6 años.

El primer proceso reforzó el centralismo económico. Argentina presenta un alto nivel de


centralización de los ingresos, donde más del 80% de la recaudación impositiva la realiza el
gobierno federal. En paralelo, se ha ido manifestando en las últimas décadas un proceso de
descentralización sobre todo en las áreas de salud y educación por el cual las provincias
adquirieron mayor responsabilidad en términos del gasto público, llegando en la actualidad a
ser responsables por casi el 50% del gasto público total. En pocas palabras, existe un acuerdo
en la literatura sobre que Argentina presenta un alto nivel de centralización de la recaudación
y altos niveles de descentralización del gasto provincial (Jones, Sanguinetti y Tommassi, 2000;
Tommassi, Saiegh y Sanguinetti, 2001). Dados los niveles de centralización de la recaudación y
descentralización del gasto, más de un 70% del gasto provincial es financiado mediante
transferencias realizadas por el gobierno federal, y menos del 30% es financiado con recursos
propios de las provincias. Argentina afronta este desequilibrio a través de un sistema complejo
de transferencias intergubernamentales, siendo el principal componente de dicho sistema el
régimen de coparticipación federal de impuestos.

El segundo proceso al que hacíamos referencia nos lleva a la dimensión política del
federalismo. ¿Qué ocurre con el mismo? Los gobernadores de provincia, valiéndose de su
presencia institucional en el senado nacional, cuentan con una considerable capacidad de
negociación a la hora de acompañar o rechazar las iniciativas del poder ejecutivo. Las
provincias menos habitadas, por la sobrerrepresentación que la Constitución les otorga en el
Senado, y también de distintas normas que ampliaron su participación en la Cámara de
Diputados, cuentan con un considerable poder en sus negociaciones con el gobierno central.
En la década del ’90, Carlos Menem formó una coalición de legisladores provenientes de estas
provincias para impulsar sus reformas en el Congreso Nacional, transfiriendo a cambio a estos
distritos (de “bajo mantenimiento”, por su menor población) recursos que sus gobernadores
demandaban. El aumento del número de senadores por provincia ha dado aún mayor poder a
las provincias más chicas, en tanto éstas suman el 80% de las bancas.

En la Argentina, el interés por la organización federal –de Rodolfo Rivarola a Natalio Botana–
es un tema clásico de la ciencia política. En tiempos más recientes, la consolidación
democrática y los procesos de descentralización de los años ’90 profundizaron el interés por
estas temáticas; es posible encontrar diversos textos que se ocupan de ello: la evolución
histórica de la relación entre niveles de gobierno, los impactos que distintas secuencias en los
procesos descentralizadores pueden tener sobre el balance intergubernamental, las causas de
la descentralización en los poderes relativos de uno y otro nivel, los contextos fiscales en los
que ocurrieron estas reformas, y los procesos de descentralización del nivel provincial al
municipal de gobierno, entre otros. A su vez, el federalismo electoral y partidario ha recibido
similar atención. Se han publicado artículos y libros sobre el sesgo mayoritario en las
legislaturas provinciales, los componentes territoriales de la reforma económica de los años
’90, la distribución clientelar de recursos a electorados subnacionales, las transformaciones del
sistema partidario, las reformas electorales subnacionales, entre otros temas.

CONCLUSION

Hemos visto a lo largo de este capítulo que el concepto de régimen político remite al conjunto
de reglas e instituciones que definen quién gobierna en un estado-nación y cómo lo hace. De
esta manera, el régimen político está conformado no sólo por el conjunto de reglas a través de
las cuales se establecen los mecanismos de acceso a las posiciones de gobierno y los
procedimientos a través de los cuales se toman las decisiones, sino también por un conjunto
de estructuras de autoridad tanto para la toma de decisiones como para su implementación.
Una definición procedimental de la democracia, que sin duda debe ser complementada por
otras variables que remitan a las condiciones sociales que la hacen posible, se centra en la
presencia o no de elecciones y permite así la clasificación de los regímenes políticos en
democracias (aquellos regímenes en que los representantes son elegidos por medio de
elecciones) y no-democracias, que abarcan a múltiples tipos de regímenes (autoritarismos,
totalitarismos, regímenes tradicionales). Con respecto a las clasificaciones de las formas de
gobierno de los regímenes democráticos, hemos distinguido a los parlamentarismos, los
presidencialismos y los semipresidencialismos, de acuerdo a cómo se eligen y qué garantiza la
continuidad en el cargo de los poderes ejecutivos: en los parlamentarismos la asamblea
designa y puede remover al primer ministro, mientras que en los presidencialismos la elección
y continuidad de ambos poderes es independiente; en el semipresidencialismo, en tanto, hay
un poder ejecutivo dual. Finalmente, diferenciamos los gobiernos unitarios de los federales, los
cuales se distinguen por la cantidad de niveles de gobierno electos en forma independiente y
con competencia para llevar adelante sus políticas en un determinado territorio. La Argentina
se rige por un régimen democrático representativo que adopta para su gobierno la forma
presidencialista y federal, inspirándose en el modelo estadounidense, en los escritos de Juan
Bautista Alberdi y en constituciones latinoamericanas previas. En este sentido, la Constitución
Nacional establece un poder ejecutivo unipersonal representado por el presidente, que es
elegido de forma directa por parte del electorado por un período fijo de cuatro años y es
independiente del Congreso. A un nivel subnacional, provincias y municipios cuentan con
competencias definidas constitucionalmente.

UNIDAD NUMERO 5

CAPITULO NUMERO 7: “ESTADO, MONOCRACIA Y DEMOCRACIA: (1) LAS DICTADURAS.

La regla y la excepción

La llamada «política de masas» iniciaba su historia y ponía a prueba la organización estatal, al


enfrentarla a la idea de democracia, inspirada en la reflexión política de la Grecia clásica.

La asociación estado-democracia no es obvia desde un punto de vista conceptual, ni es fácil


desde el punto de vista de la práctica política:
• ¿Qué ha caracterizado a la forma estatal? Sabemos que lo que la distingue de otras formas
políticas anteriores es la preocupación por constituir un poder político supremo y concentrado,
que se imponga sobre todos los miembros de la comunidad. Por su parte, ¿qué nos evoca la
noción de democracia? En principio sugiere la idea de una capacidad política igualitaria y
difusa, que es ejercida por todos los miembros de una comunidad. Si contrastamos ahora las
características nos encontramos con dos pares —superioridad/igualitarismo, por un lado, y
concentración/difusión, por otro— que parecen entrar en abierta contradicción.

• En la práctica política, la conciliación de ambas propuestas —estatal y democrática—


también presenta problemas. Ya hemos dicho que la in mensa mayoría de los estados se
proclaman hoy democráticos. Pero esta condición les es negada a menudo por otros
observadores, que les acusan de ser monocracias o dictaduras, alejadas de las características
democráticas. La excepción la constituyen la minoría de estados inspirados en principios
liberal-democráticos. La regla estaría, en cambio, en la mayoría de dictaduras, que
contemplamos a lo largo y a lo ancho del planeta.

• ¿Cómo distinguimos a la regla de la excepción? ¿Qué elementos permiten calificar,


respectivamente, como monocracia o como democracia a determinados sistemas políticos?
Hay que señalar de entrada que se trata de nociones controvertidas. La razón de su carácter
polémico es que su definición no es mera descripción de las características de un modelo, sino
que encierra también un juicio de valor, una apuesta a favor o en contra del modelo que se
describe. Y esta valoración engendra inevitablemente la polémica y discusión

De la propuesta de los clásicos a una tipología actual: dos modos de gestionar el conflicto.

ARISTOTELES había combinado dos criterios: en manos de quién reside el poder y con qué
finalidad se ejerce. De la combinación de ambos criterios obtenía seis tipos ideales, entre los
cuales Aristóteles distinguía tres como recomendables y desechaba los tres restantes como
formas corruptas o deformadas de los primeros.

La aparición del estado y la extensión del acceso a la política obligo a revisar ar los términos de
la tipología clásica. Los seis tipos fueron condensándose en dos: democracia y dictadura. Y, al
mismo tiempo, se modificaba el juicio de valor sobre los mismos: la dictadura es hoy
generalmente considerada como una forma política condenable, mientras que la democracia
se convertía ahora en la forma política más deseable.

¿Qué contenido cabe dar en la política contemporánea a los conceptos de dictadura y


democracia?

Si hacer política equivale a gestionar los conflictos que se dan en la comunidad, monocracia y
democracia han de ser en tendidas como diferentes modos de hacerlo. Las diferencias residen
en las respuestas que se den a las tres preguntas siguientes:

— ¿en qué medida se distribuye la capacidad de hacer política?

— ¿cómo se accede a los recursos e instrumentos para hacer política?

— ¿qué grado de concordancia existe entre decisiones políticas y preferencias ciudadanas?


• La monocracia o dictadura, como tipo ideal, se caracteriza porque su práctica política está
definida por

— la concentración de la capacidad política decisiva en pocas manos: una sola persona, un


pequeño grupo, una sola organización, un solo partido

— un acceso difícil arbitrario y selectivo a los medios y recursos que permiten influir en las
diversas etapas del proceso político

— unas decisiones políticas que se adoptan sistemáticamente a favor del mismo grupo y se
apartan de las preferencias generales de los ciudadanos que deben cumplirlas

• Por SU parte, el tipo ideal de la democracia se traduce en una forma de gestión de los
conflictos que observa tres condiciones fundamentales:

— la atribución de la capacidad de hacer política a todos los miembros de la comunidad, sin


reservarla a categorías de ciudadanos seleccionados por su nacimiento, su clase o profesión, su
competencia técnica, su tendencia ideológica, su etnia, su religión, su lengua, etc.

— el acceso libre e igual a los medios de intervención política por parte de todos los miembros
interesados de la comunidad, sin obstáculos ni privilegios para ninguno de ellos

— la toma de decisiones que respondan a las preferencias de la mayoría de los ciudadanos, sin
efectos discriminatorios permanentes para núcleos o sectores determinados.

Estos dos tipos ideales pueden contemplarse como los dos extremos o los dos polos de una
escala. Una democracia plena sería la que reuniría es tas tres últimas condiciones en su
intensidad máxima. En el otro polo de la escala figuraría la monocracia.

Las características comunes

Es posible establecer cuatro características propias de todos los sistemas monocráticos o


dictatoriales:

• concentración exclusiva del poder en núcleos muy reducidos o en una sola persona, negando
el derecho de la ciudadanía a la crítica y a la oposición y marginando a la mayoría de la
intervención eficaz en las decisiones políticas

• personalización de la autoridad, atribuyendo unas condiciones singulares y extraordinarias al


titular del poder, al que hay que prestar sumisión

• papel decisivo y central de los mecanismos de control de la ciudadanía, para reprimir


resistencias o manipular adhesiones al poder: censura y control de los medios de
comunicación, policía, tribunales y ejército sujetos a disciplina política, afiliación obligatoria a
determinadas organizaciones

• inestabilidad de las normas legales y arbitrariedad en su interpretación, provocando la


inseguridad de los ciudadanos ante un poder imprevisible que no se sujeta a reglas o que las
interpreta de modo variable.
Las dictaduras refuerzan los mecanismos de control sobre las ideas: estimulan la propaganda
de las que le favorecen y limitan o suprimen la libertad para difundir las que se le oponen.
Finalmente, las leyes y su aplicación se modifican al dictado de la conveniencia política del
poder político: el proceso de elaboración de leyes y la acción de los tribunales están
condicionados por el interés directo de la dictadura. En último término, lo que distingue a los
sistemas monocráticos o dictatoriales es la condición subordinada e insegura de los
ciudadanos: ni participan del poder o de sus decisiones, ni cuentan con medios efectivos para
protegerse de sus abusos.

Las variantes

Las dictaduras presentan variaciones de cierta importancia. Para ordenarlas pueden


construirse algunas tipologías. Dos criterios principales permiten clasificar estos sistemas. El
primero es la identificación del actor colectivo que acapara el poder político. El segundo es la
ideología declarada del grupo en el poder.

• Un primer criterio de clasificación consiste en determinar cuál es el actor que acapara el


poder político. Ello permite clasificar a las dictaduras con temporáneas, según dicho papel
corresponda a:

— algunas familias, clanes o propietarios tradicionales, que concentran poder económico y


poder político

— el ejército, actuando directamente o ejerciendo su tutela sobre el poder político

— una coalición de militares y burócratas

— una burocracia civil, organizada como partido o frente único

— una organización o jerarquía religiosa.

• Respecto al segundo criterio, pueden distinguirse las dictaduras que se proponen como
objetivo la conservación de la situación socioeconómica y las dictaduras que afirman tener un
proyecto de transformación de dicha situación

• La combinación de ambos criterios permite construir un cuadro, en el que se clasifican


algunas monocracias contemporáneas. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que toda
clasificación.

• También se dan situaciones de transición cuando un sistema de este tipo acepta un cierto
grado de competición política: se tolera el ejercicio controlado de algunas libertades públicas,
se admiten expresiones críticas de la oposición e incluso se permite en algunos casos la
celebración de elecciones, siempre que no signifiquen un riesgo para quien controla el poder.

Sistemas totalitarios y sistemas autoritarios

Los rasgos esenciales de los regímenes monocráticos que hemos definido anteriormente
pueden presentarse en grados variables de intensidad. Esta variación ha permitido desarrollar
una distinción entre sistemas totalitarios y sistemas autoritarios.
• Se denominan sistemas totalitarios a los que han llevado a su mayor intensidad
características como:

— la concentración de poder en una sola persona o en un grupo muy reducido, compacto y


monolítico que se atribuye la interpretación exclusiva de la voluntad de la raza, la nación o la
clase. Esta concentración se convierte en un «culto a la personalidad» del dirigente máximo,
que adopta formas cuasi-religiosas

— la justificación de su actuación política mediante el recurso a una doctrina global, que


pretende influir sobre todas las expresiones de la existencia humana.

— el empleo sistemático del terror para eliminar cualquier forma de disidencia u oposición. El
recurso a los campos de internamiento y exterminio puede ser llevado a extremos que van
más allá de la «racionalidad»

Lo que permite calificar a estos sistemas como totalitarios ha sido su pretensión de convertir a
la política estatal en el mecanismo controlador de todas las demás esferas de relación humana
y de ocupar todo el espacio social.

• Por su parte, los sistemas autoritarios exhiben rasgos similares a los anteriores, pero con
menor grado de intensidad. Así, los rasgos que le diferencian de los sistemas totalitarios son
los siguientes:

— la concentración de poder en una coalición reducida de actores que mantienen entre sí una
cierta competencia por el reparto de dicho poder

— la legitimación del sistema dictatorial mediante la invocación de grandes principios, sin


proclamar una ideología estructurada de carácter global y sin pretensiones de atender a todos
los aspectos de la vida colectiva;

— el recurso a la acción con elementos de arbitrariedad y discontinuidad y sin llevarla a la


práctica exterminio sistemático del opositor o disidente.

El estado soviético: de la dictadura del proletariado al partido-estado

La revolución rusa de 1917 puso en marcha una organización política que pretendía superar las
deficiencias del estado liberal. Encamado en el modelo socialista-soviético de la URSS, el
modelo presenta las características siguientes:

• La relación política fundamental se establece entre poder político y cada ciudadano como
miembro de una clase social, y no como individuo abstracto sin vinculaciones ni atributos. En
cierto modo, el actor político principal es el proletariado: los trabajadores asalariados se
convierten en protagonistas en el proceso de transformación revolucionaria de la economía y
de la política. Esta situación excepcional de cambio justifica la «dictadura del proletariado»,
que sustituye a la «dictadura de la burguesía» propia del estado liberal.

• Cuando se pertenece a esta clase se disfruta de derechos, no sólo civiles y políticos, sino
también sociales y económicos: las necesidades vitales deben ser garantizadas por el Estado.
Pero estos mismos derechos derivan, no de una presunta naturaleza humana o de la
pertenencia a la nación sino del mismo proyecto revolucionario.
• Por esta misma razón, el derecho son ahora la expresión de la voluntad transformadora de la
clase revolucionaria, que tiene un proyecto de cambio social radical. El derecho está
condicionado, por tanto, por este proyecto. La voluntad de la clase revolucionaria se elabora y
se expresa a través del partido revolucionario que ocupa una posición exclusiva o dominante
en el escena rio político.

• La organización del estado está también supeditada al proyecto revolucionario y a la


voluntad de llevarlo a la práctica. Por consiguiente, se prefiere una concentración de poder
eficiente a una división o separación de poderes, que debilite el indispensable impulso
transformador. Cuando la capacidad de movilización revolucionaria no es suficiente, este
«partido-estado» ha de contar con la colaboración indispensable de un aparato represivo que
criminaliza la discrepancia política y la somete a represión sistemática.

•¿Cómo se relaciona el estado soviético con el contexto económico y social? En su concepción


revolucionaria, el estado soviético es el actor económico cuasi exclusivo para transformar la
sociedad. Se convierte en propietario de los medios de producción, planifica su actuación y los
dirige mediante personal de designación política.

• Esta misma posición de control o monopolio estatal se da en el campo de la intervención


social: es el estado el que asume la prestación de bienes y servicios subvencionados a los
ciudadanos: sanitarias, educativas, culturales, deportivas y de ocio, etc. En esta tarea de
protección social está la misma justificación de la existencia del estado, mientras la sociedad
no asegure por sí misma la cobertura igualitaria de las necesidades de la población.

•¿De dónde nace este modelo de estado? La inspiración se encuentra en las corrientes
socialistas del siglo XDC y, de modo particular, en la aportación de Marx al análisis de las
relaciones entre economía y política. Marx subrayó que lá organización económica y la
estructura social condicionan los modelos políticos

•la definición de política de Marx era poco precisa y no iba más allá de su referencia a la
experiencia revolucionaria de la Comuna de Paris

El estado nazi-fascista: la sumisión de la nación al líder

¿Qué caracteriza a este modelo?

• En primer lugar, la relación política fundamentad se establece entre el poder concentrado en


un líder supremo y una comunidad nacional. No es el ciudadano individual del modelo liberal,
ni el miembro de la clase social del modelo soviético quien aparece como sujeto de la acción
política. Esta «totalidad» se define por rasgos étnicos o históricos: quienes no comparten estos
rasgos son ignorados. O son apartados de la vida política, como cuerpos extraños a la misma
que deben ser violentamente marginados: los programas de exterminio genocida de la
Alemania nazi constituyen la expresión extrema de esta visión.

• La presencia activa en la política «totalitaria» queda, pues, reservada a los miembros de esta
comunidad nacional, cuyo interés general es interpretado por un líder inspirado y visionario.
Los derechos individua les que dan acceso a la vida política son precarios, porque están
condicionados al interés del «todo» estatal-nacional, tal como lo concibe en cada momento el
jefe supremo que lo personifica e interpreta.
• La permanencia o estabilidad del derecho queda supeditada a los designios del dirigente
supremo, con facultades ilimitadas para modificarlo cuando desee y sin tener que sujetarse a
complejos procedimientos de reforma. Este vigor contiene un elemento de violencia, que es
exaltada también en la ideología nazi-fascista como recurso indispensable para eliminar a los
opositores del interior y para imponerse sobre los competidores del exterior. De ahí la
importancia de una policía política, sometida a la voluntad del líder y de su camarilla, como
instrumento fundamental de represión.

• En esta concepción estatal no hay justificación para una división de poderes. Al contrario, la
base del sistema es la concentración de autoridad de una sola persona de la que desciende
godo poder en una escala claramente jerarquizada. A esta persona corresponde en ultimo
termino la designación y la destitución de todas las demás figuras que ocupan posiciones de
poder en el esquema estatal

• ¿Qué papel juega el estado en las relaciones económicas y sociales? En el ámbito económico,
el estado favorece el desarrollo del capital privado, mediante la promoción de infraestructuras
y mediante la inversión militar. En el orden social suprime los sindicatos obreros —
persiguiendo a sus militantes y dirigentes— y los convierte en organizaciones controladas por
el propio estado y supeditadas al interés del capital. Como contrapartida pone en marcha
algunos sistemas estatales de asistencia —seguridad social, higiene, vivienda, regulación de
condiciones laborales—, con el fin de atemperar las condiciones extremas de desempleo y
explotación que pudieran ser motivo de agitación social.

• ¿Dónde residen las bases ideológicas que explican este modelo estatal? Tampoco en este
caso hay que pensar en la existencia de un proyecto cerrado, construido por la mente de algún
pensador clarividente. El tipo estatal que describimos es resultado de la integración de
intereses de grupos sociales y de diversas aportaciones ideológicas. Otros elementos
doctrinales son fabricados para la ocasión y con el fin de justificar sobre la marcha el sistema
que se esta construyendo

CAPITULO NUMERO 8 “ ESTADO, MONOCRACIA Y DEMOCRACIA: (2) LAS POLIARQUIAS

De la democracia de los clásicos a las poliarquías contemporáneas.

. Para los clásicos, la democracia no era un régimen político aconsejable. Pero esta apreciación
negativa se modificó a lo largo del siglo XIX: se extendió entonces la exigencia de llevar a la
práctica la idea de la igualdad humana y del derecho de todos a intervenir en política.

Esta valoración positiva de la democracia ha dado lugar a una gran abundancia de definiciones,
cada una de las cuales pone el acento en alguno de los rasgos que se presentan como
característica de la política democrática. Son los siguientes:

— la titularidad última del poder atribuida a todos los miembros de la comunidad, aunque el
ejercicio de este poder sea confiado a una par te minoritaria de la misma (Rousseau,
Jefferson);

— la protección de los derechos de cualquier minoría frente a la mayoría, para evitar que una
voluntad mayoritaria acabe —política o físicamente— con los que no forman parte de ella y
para permitir que la minoría de hoy pueda convertirse en la mayoría de mañana (Bentham, J.
Mili);

— la selección de los gobernantes mediante decisión popular, en un pro ceso de competencia


abierta entre pluralidad de contendientes: en otras palabras, una selección basada en
elecciones periódicas y competitivas (Schumpeter, Dahl);

— la intervención popular en las decisiones socioeconómicas —y no sólo políticas—, con el


objetivo de promover el pleno desarrollo de las capacidades individuales y garantizar la
progresiva igualdad de condiciones entre ciudadanos (Marx, Macpherson);

— la capacidad de los ciudadanos para influir directamente sobre el con tenido de las
decisiones políticas, de tal manera que exista correspondencia entre las acciones del gobierno
y las aspiraciones de quienes resultan afectados por las mismas (Barber).

Otros autores prefieren sintetizar las diferentes versiones de la democracia en dos grandes
categorías; una más interesada en los medios de la política y otra más atenta a sus objetivos o
fines.

— La primera versión, conocida como democracia instrumental o procedimental, atiende


sobre todo a las reglas del proceso político que han de ser claras e iguales para todos los
participantes en el mismo. Esta perspectiva se orienta a la fase del input —según la visión
sistémica de la política— y su preocupación es asegurar el «juego limpio» entre to dos los
actores, garantizando que tengan su oportunidad de intervención. Las tres primeras
definiciones del apartado anterior pueden ser entendidas como variantes de la democracia
instrumental o procedimental.

— La segunda versión, calificada como sustantiva o material, toma como referencia los
objetivos políticos: el sistema será tanto más democrático, cuanto más disminuyan las
desigualdades económicas y sociales existentes entre los miembros de la comunidad. Esta
versión atiende más al output político: no se conforma con la fidelidad a re glas de
procedimiento, sino que reclama determinados resultados en el ámbito económico y social.
Las dos últimas definiciones del aparta do anterior se relacionan con esta visión sustantiva de
la democracia.

Medios y fines en la democracia

Sería discutible la condición democrática de un sistema que produjera de forma sistemática


decisiones con resultados discriminatorios para ciertos individuos o grupos, en lugar de
favorecer la equiparación de condiciones entre todos ellos.

• Así pues, el mínimo común denominador de las democracias estaría constituido por:

1) el libre acceso a la actividad política de todos los miembros de la comunidad, sin excluir de
los derechos de ciudadanía por razones de género, clase, raza, lengua, religión, instrucción,
etc.

2) la designación electoral de las autoridades en competición libre, equilibrada y periódica


3) la existencia de un control permanente sobre la actuación de dichas autoridades, para
hacerlas responsables de su actuación

4) la capacidad para asociarse en organizaciones autónomas e independientes de las


autoridades

5) la garantía efectiva de la libertad de expresión, que permita la crítica y la oposición a las


autoridades y a sus decisiones

6) la pluralidad de fuentes de información asequibles a la ciudadanía.

Desde esta perspectiva, cuando alguien sostiene una visión de la democracia estrictamente
limitada a las reglas —los medios— exhibe una cierta incoherencia interna, al rechazar la
consecuencia lógica del criterio principal que dice sostener.

El mapa de las poliarquías contemporáneas: el estado liberal-democrático.

El carácter de ideal exigente que tiene la democracia hace que no haya sistema político que
satisfaga totalmente sus requisitos

De acuerdo con esta perspectiva exigente el número de estados homologados como


democráticos no pasa de la treintena, sobre un total mundial que se aproxima a los doscientos.

¿Qué cambios presenta respecto del estado liberal?

• La relación política fundamental se define como una relación entre el po der y los miembros
de un grupo, ya sea una clase, un colectivo territorial, una organización política o sindical, etc.
El poder, por tanto, dialoga y negocia con actores colectivos, que tienen sus representantes en
diferentes órganos y escenarios.

• Por esta misma razón se amplía el contenido de los derechos civiles y polí ticos propios del
modelo liberal. No sólo se extiende el derecho al voto a todos los ciudadanos. También se
añaden otros derechos políticos y sociales, como propios de los miembros de un mismo grupo:
En especial, los derechos sociales se convierten en bandera y programa de este modelo.

• En este contexto, la elaboración de las leyes no es resultado de un debate entre individuos


ilustrados o de la inspiración de un dirigente genial. Es el re sultado de pactos negociados
entre los intereses de los grupos, que los partidos trasladan al parlamento. Cada grupo
participa por medio de sus representantes en las diferentes fases de la toma de decisiones e
intenta que sus propuestas sean aceptadas por los demás.

• El poder se comparte y distribuye: entre los partidos de la mayoría y de la oposición, entre


los diversos grupos activos en el escenario político. De esta resultan equilibrios más o menos
duraderos, que evitan la imposición absoluta de unos sobre otros. Los colectivos más
poderosos no pueden ignorar de manera permanente o sistemática los intereses de los menos
dotados: en alguna medida, deben atenderlos para no poner en riesgo su posición dominante
o para deslegitimar el propio sistema en su conjunto.

• Se modifica a fondo la relación que el estado liberal mantenía con el ámbito social y
económico. El estado asume ahora responsabilidades económicas de importancia: regula las
crisis cíclicas del capitalismo con medidas de fomento de la actividad económica, redistribuye
recursos mediante el sistema impositivo, controla directa o indirectamente sectores
considerados estratégicos. Todo ello configura lo que se ha denominado un sistema de
«economía mixta». Es mixta porque en este modelo se combinan las intervenciones del sector
público y del sector privado, a diferencia del modelo liberal o del modelo socialista soviético

• el estado se compromete a cubrir algunos riesgos que amenazan a los grupos más
vulnerables de la comunidad. Para ello pone en marcha un sistema de previsión social para
afrontar situaciones de enfermedad, accidente, invalidez, paro laboral, etc.

El desgaste del estado liberal-democrático

El modelo empezó a dar señales de agotamiento hacia los años setenta del siglo XX.

• En lo económico se registró una creciente inestabilidad monetaria, un estancamiento


económico combinado con alta tasa de inflación, el hundimiento masivo de sectores
industriales tradicionales y, como resultado, el crecimiento del paro crónico, especialmente
entre mujeres y jóvenes.

• En lo social aumentaron las expresiones de malestar y de protesta frente a situaciones que


hasta aquel momento se habían aceptado sin gran discusión

• Finalmente, en lo político se hizo patente la creciente dificultad del esta do para procesar
otras nuevas y más complejas. Con ello se hacía más problemática la capacidad estatal para
gestionar viejos y nuevos conflictos y se dudaba por ello de la «gobernabilidad» de las
sociedades avanzadas.

Estas reacciones de frustración y descontento permitieron afirmar que el estado del bienestar
había dado paso, paradójicamente, a un «estado de malestar. Para explicar los síntomas
anteriores, los analistas han identificado algunos factores. Entre ellos pueden contarse los
cuatro siguientes:

• el efecto combinado de la caída demográfica y del incremento de la ex pectativa de vida: la


población de los países avanzados se estanca o disminuye y, como consecuencia, envejece. Ello
la hace menos productiva y, a la vez, más necesitada de atenciones sociales, especialmente en
pensiones y sanidad;

• el cambio gradual de los valores sociales, desarrollado como una «revolución silenciosa»
(Inglehart) que ha puesto en primer plano la preocupación por la identidad y la realización
personal o la calidad de vida, fren te a estructuras familiares tradicionales, a la inercia del
crecimiento eco nómico ilimitado o a la explotación incontrolada del medio y los recursos
naturales, etc.

• la evolución del sistema productivo hacia una situación en la que el co nocimiento y la


información se convierten en las «materias primas» más valiosas. En esta «sociedad del
conocimiento» se modifican las formas de organización del trabajo propias de la sociedad
industrial.

• el impacto de las nuevas tecnologías de la comunicación, que reduce distancias y encoge


espacios territoriales. La internacionalización de las finanzas, de la producción y del comercio
establece ahora una competición a escala planetaria, en la que disminuyen algunas ventajas
comparativas de las viejas sociedades desarrolladas. La redistribución de recursos de todo tipo
y los conflictos que esta redistribución genera se plantean ahora en un plano mundial, en el
que los estados ceden parte de su protagonismo a otros actores no estatales.

Viajes y nuevas respuestas a las exigencias democráticas

• Para quienes se inspiran en antiguas o nuevas versiones del pensamiento marxista o de las
corrientes libertarias, el desgaste del estado liberal-democrático es prueba de la imposibilidad
de conseguir una democracia política efectiva, mientras no sean eliminadas las desigualdades
provocadas por la estructura socioeconómica y, especialmente, las que resultan de la
propiedad privada de los medios de producción. a. En ella, todos los miembros de la
comunidad dispondrán efectivamente de las mismas condiciones de vida, se responsabilizarán
conjuntamente de los asuntos colectivos e incluso podrán prescindir del esta do como aparato
de coacción.

• En el extremo opuesto, otros sectores entienden que la evolución del estado liberal-
democrático ha confirmado los inconvenientes de confiar la conducción de los asuntos
públicos a todos los ciudadanos. Si se admite que el individuo se mue ve exclusivamente por su
afán de beneficio o utilidad personal, la mayo ría ciudadana acabará imponiendo su tiranía, en
perjuicio de la libertad y aun a costa de perjudicar el desarrollo general de sus propias co
munidades.

Esta visión manifiesta una fuerte desconfianza hacia las instituciones políticas y
administrativas, hacia los partidos y sus representantes, etc.

• Para otros analistas, finalmente, las crisis y las insuficiencias del estado liberal-democrático
reclaman una revisión realista de sus posibilidades. Desde esta perspectiva, hay que admitir la
persistencia de una desigualdad incorregible entre los ciudadanos cuando se trata de inter
venir en la política.

Una versión menos conformista respecto de la situación actual del esta do liberal-democrático
es la que aportan los sectores que podemos calificar como realistas críticos. En ellos se
incluyen quienes no aceptan como un dato insuperable las deficiencias del estado liberal-
democrático. Las toman como punto de partida para revisar las actuales instituciones de la
democracia y ampliar la capacidad de intervención individual y colectiva en los procesos de
decisión.

¿democracia postsocial o postestatal?

• Durante los años ochenta y noventa, estos países han reducido de manera decisiva la
intervención estatal en la economía, llevando a cabo la privatización de empresas y servicios
públicos, la liberalización de inter cambios financieros y comerciales o la desregulación parcial
de las relaciones laborales. Han rebajado moderadamente o han mantenido sin aumentarla la
presión fiscal y han limitado en medida variable algunas prestaciones sociales en materia de
subsidios o de asistencia sanitaria. Con estas medidas se han intentado combinar las exigencias
de la economía postindustrial y de la competencia internacional con la necesidad de conservar
equilibrios internos, nacidos del pacto social que dio origen al estado del bienestar.
• Estos equilibrios se rompen cuando la sociedad empieza a «dualizarse»: mientras un sector
conserva una situación razonablemente protegida de riesgos e inseguridades, otra parte queda
relegada a la marginalidad y a la precariedad. En el nuevo proyecto «postsocial», el estado se
limita a garantizar la competencia eficiente de los actores económicos privados, impidiendo las
situaciones de monopolio que puedan disminuir aquella eficiencia. Por su parte y en el campo
social, el estado ya no sería el proveedor exclusivo y casi monopolista de servicios y
prestaciones, se convertiría ahora en promotor y habilitador de la provisión de estos servicios,
confiados indistintamente a instituciones públicas, mercantiles y no lucrativas. La acción
concertada del estado con empresas privadas, organizaciones voluntarias o entidades
religiosas sería la regla y la acción estatal directa se ría la excepción.

• Con el fin de legitimar esta nueva distribución definiciones se señala que no basta
únicamente el gran pacto entre capital y asalariados, característico del estado social. La mayor
complejidad de las sociedades actuales y la diversidad de situaciones colectivas y personales
obliga a establecer una amplia serie de pactos que se suman al viejo pacto social.

• Para dar mayor fuerza a los pactos citados se ha propuesto también ampliar la participación
ciudadana directa en la toma de decisiones de interés público. Ello significa acercar los centros
donde se toman las decisiones a quienes son afectados por ellas y requiere, entre otras
condiciones, un acceso más fácil a la información, agilidad y transparencia en los sistemas de
consulta, coparticipación en la elaboración de políticas públicas y en su aplicación, rendimiento
de cuentas efectivo por parte de políticos y gestores, descentralización territorial de las
administraciones, etcétera.

Pero en el mundo globalizado de principios del siglo XXI, la situación de unos y otros es
interdependiente: ni los países más evolucionados pueden ignorar la competencia parcial que
representan algunos de los estados en desarrollo, ni éstos pueden decidir autónomamente
sobre su futuro sin contar con las decisiones de los primeros.

• Todas las políticas económicas estatales están estrechamente interrelacionadas: en los años
noventa, las crisis monetarias de México, Brasil o el Sudeste asiático o la recesión en el Japón o
en Rusia han afectado di rectamente a la evolución de las economías norteamericanas y
europeas. El hecho es que en este mundo eco nómicamente interdependiente de finales del
siglo XX se ha reforzado el papel de los organismos internacionales que elaboran e imponen
políticas económicas y comerciales de aplicación obligatoria para los estados.

• No ocurre lo mismo en el campo de las políticas sociales. Se admite a me nudo que ya no es


posible desarrollar el «estado del bienestar en un solo país», pero no existe aún una instancia
internacional para la elaboración y aplicación de políticas sociales a escala planetaria.

Cabe concluir de todo ello que la llamada «crisis» del estado del bie nestar o liberal-
democrático coincide con una erosión del propio estado como forma de organización política.
Las características atribuidas al estado se han ido desdibujando: a principios del siglo xxi, pocos
estados son capaces de llevar a cabo por su cuenta y riesgo una determinada política
económica o una particular política de bienestar. Su papel se ha visto disminuido
progresivamente como efecto de la llamada globalización en todo tipo de relaciones e
intercambios. Al examinar, pues, las líneas de futuro de lo que puedan ser nuevas formas
políticas, hay que plantearse si en realidad no nos estamos moviendo hacia un modelo «post
estatal»

CAPITULO NUMERO 16 “LAS RELACIONES ENTRE INSITUTUCIONES Y LAS FORMAS DE


GOBIERNO”

Esta búsqueda de separación y equilibrios entre instituciones o poderes del estado ha pasado
por etapas diferentes, como resultado de fenómenos no previstos por los teóricos liberales de
los siglos XVIII y XIX. • En una primera fase, la afirmación liberal de la división de poderes tenía
como objeto contrarrestar el poder absoluto de los monarcas hereditarios. Se buscaba una
separación equilibrada de poderes y funciones entre el rey —que conservaba la capacidad de
ejecución y de arbitraje judicial, al nombrar gobierno y jueces— y un parlamento con
capacidad legislativa, en el que sólo estaban representados los grupos sociales dominantes.

• Pero este modelo liberal original se vio alterado con la gradual expansión del derecho al
voto. Un parlamento elegido por sufragio universal expresaba la voluntad de todo el pueblo, al
que se reconocía el poder político originario. Una tradición democrática radical reclamaba, por
tanto, la supremacía parlamentaria, difícil de conciliar con el principio de la separación de
poderes y de su equilibrio. Esta reivindicación consiguió imponerse en algunos países europeos
a finales del siglo XIX, cuando el centro de gravedad del sistema político se situó efectivamente
en el ámbito parlamentario

• Finalmente, una nueva revisión del principio de la separación de poderes ha tenido lugar
como efecto de transformaciones políticas y económicas desarrolladas en la segunda mitad del
siglo XX. Entre tales transformaciones hay que señalar la consolidación de los partidos como
organizaciones que adquirieron el protagonismo en la vida política: se convirtieron en los
actores principales en todas las arenas. El papel activo del estado, interviniendo a fondo en un
amplio abanico de relaciones económicas, sociales, culturales, etc., mucho más allá de lo que
había previsto el liberalismo. Finalmente, en el orden de los fenómenos sociales hay que
resaltar el protagonismo adquirido por la comunicación de masas: los medios que la
desarrollan se han convertido no sólo en portavoces o tribuna de los actores po líticos, sino en
antagonistas de los mismos.

La acción política ha cambiado hoy de tal modo que un control efectivo del poder ya no puede
ejercerse únicamente mediante la tradicional separación y equilibrio entre las tres
instituciones clásicas del estado: ha de responder a las nuevas circunstancias y ha de contar
con otros agentes.

Formas de gobierno: los modelos clásicos

El criterio clave para la distinción entre las mismas es la diferente relación que se es tablece en
cada caso entre el ejecutivo y el parlamento.

• Los modelos de directorio o de asamblea. En este modelo, la asamblea interviene de modo


decisivo y exclusivo en el nacimiento de un ejecutivo colegiado porque elige individualmente a
cada uno de sus miembros para un período determinado
• Los modelos parlamentarios. El apoyo de la mayoría parlamentaria es condición para la
existencia y continuidad de un gobierno. Este apoyo puede ser explícito —cuando se formula
mediante un voto de investidura o de confianza— o implícito —cuando la mayoría
parlamentaria se abstiene de recurrir a una votación de censura—. En todo caso, el gobierno
está sujeto al control del parlamento que puede poner término a su existencia con un voto de
censura. En contrapartida, el ejecutivo pue de disolver el parlamento y convocar nuevas
elecciones. El jefe de estado desempeña un papel básicamente ceremonial. El modelo
parlamentario es muy frecuente en los países de tradición liberal-democrática: entre los
veintisiete miembros actuales de la Unión Europea.

• Los modelos semipresenciales. El parlamento influye parcialmente —pero no de modo


exclusivo— en el nacimiento de un gobierno, puesto que el jefe del estado interviene también
en su designación y en su cese. El jefe del estado —o presidente de la república— no es una
figura meramente re presentativa: es elegido por sufragio universal, participa de algunas
atribuciones del ejecutivo y comparte con el gobierno la facultad de disolver el parlamento. El
parlamento controla la actividad del gobierno y puede igualmente poner en termino a su
existencia mediante un voto de censura.

• Los modelos presidenciales. Parlamento y ejecutivo tienen existencias independientes. El


parlamento no ejerce intervención alguna en la designación del ejecutivo, elegido
directamente por el pueblo mediante sufragio universal. El parlamento no puede ser disuelto
por el presidente, ni el presidente puede ser relevado de sus funciones por el parlamento,
salvo en caso de actividades delictivas y mediante un proceso de acusación conocido como
imputación. Sin embargo, el parlamento supervisa las actividades del ejecutivo y debe dar su
asentimiento a algunas de sus iniciativas o nombramientos. Por su parte, el presidente puede
vetar leyes aprobadas por el parlamento. El modelo presidencial tiene en Estados Unidos su
ejemplo más consolidado. Las imitaciones del modelo estadounidense, especialmente
abundantes en América Latina, no han conocido la misma estabilidad.

Los cuatro tipos señalan grados diferentes de predominio de una de las dos instituciones:
parlamento o ejecutivo. El primer tipo —modelo de asamblea o directorio— presenta en
principio un ejecutivo sometido a la asamblea, mientras que el cuarto y último —modelo
presidencial— establece una separación entre ambos. Los dos modelos intermedios ofrecen
equilibrios de signo opuesto: el parlamentario se inclina del lado de la asamblea y el semi
presidencial del lado del ejecutivo.

Formas de gobierno: la realidad actual

Esta tipología clásica ignora algunos factores que ejercen hoy una gran influencia sobre la
dinámica de las instituciones. Recordemos algunos:

— la aparición de los partidos como organizaciones protagonistas en las elecciones y en la


acción parlamentaria

— la expansión de la actividad del estado, convertido en actor económico y proveedor de


servicios; — el control judicial de las leyes

— la tendencia a la dispersión territorial del poder, reforzando la posición de los gobiernos


subestatales: comunidades autónomas, regiones
— el papel eminente de los medios de comunicación de masas y de las técnicas de sondeo de
la opinión pública.

Pese a algunos análisis pesimistas, el hecho es que este predominio del ejecutivo ha traído
también la aparición de nuevos contrapesos: los poderes territoriales, los tribunales de justicia
y los medios de comunicación de masas. Con ellos se pretende reequilibrar el peso de las
diferentes instituciones.

• En algunos sistemas de orientación democrática se ha registrado una tendencia a la


dispersión territorial del poder político, atribuyendo más recursos y más competencias a
instituciones de ámbito subestatal: comunidades, regiones, municipios. En este proceso de
federalización o semifederalización se establecen nuevos equilibrios de poder entre el
ejecutivo central y los ejecutivos territoriales que a veces compiten y a veces cooperan entre
sí.

• En otros casos, la actividad del parlamento se ha visto sometida al control del poder judicial.
Este control judicial de la labor del parlamento se ha convertido de hecho en control de las
iniciativas del ejecutivo, de quien proceden la inmensa mayoría de las decisiones
parlamentarias. La «judicialización de la política» parece querer compensar la debilidad de
unos parlamentos que han pasado de controladores a controlados, aunque esta compensación
no está exenta de efectos negativos

• Finalmente y fuera del ámbito institucional estatal, los medios de comunicación de masas se
han convertido también en fiscalizadores permanentes de la actividad del ejecutivo. En
algunos casos actúan como tribunas abiertas a las voces de la oposición, que tienen mucho
más eco cuan do se pronuncian desde la prensa, la televisión o la radio, que no desde el propio
parlamento. La importancia alcanzada por estos grupos mediáticos puede ahora desequilibrar
la balanza de poder en su favor, cuando todavía no se dispone de un modo claro y efectivo de
exigirles responsabilidades por su actuación

MANUAL DE CIENCIA POLITICA

CAPÍTULO IV EL RÉGIMEN POLÍTICO DEMOCRÁTICO

II. Sistema político, régimen político y gobierno

El concepto de régimen político remite a interrogarse sobre quién gobierna, y cómo lo hace, en
un estado-nación. A la hora de ensayar una definición del mismo, primeramente resulta
necesario distinguirlo de las nociones de sistema político y de gobierno. Como todo sistema, el
sistema político es un conjunto conformado por subconjuntos y elementos.

En su conceptualización del sistema político, Easton distinguió tres elementos que lo


componen y que son objeto de apoyo del mismo: la comunidad política, el régimen político y
las autoridades. La comunidad política está conformada por las ideologías, valores o creencias,
las personas y grupos que pueden llegar a influir en el sistema y las estructuras intermedias
como los partidos políticos. El régimen político, por su parte, hace referencia al conjunto de
valores que justifican el tipo de régimen, al conjunto de normas (formales o no) que
determinan la manera en que los miembros del sistema pueden participar en el proceso
político y resolver los conflictos (derechos civiles y políticos, mecanismos electorales, normas
de tolerancia y moderación), y a las estructuras de autoridad que definen el rol y el
comportamiento de aquellos que tienen la capacidad de ordenar y obligar. Por último, las
autoridades son aquellas personas que ocupan las estructuras de autoridad.

En función de la conceptualización recién señalada, se observa que el sistema político es el


concepto con mayor grado de generalidad pues incluye al régimen político. Así pues, abarca a
un conjunto de instituciones y a todas sus relaciones con factores sociales, sean o no de
naturaleza política: económicos, culturales, ideológicos, históricos, etc.

En este sentido, el régimen político es el conjunto de reglas del sistema político que define la
forma en que se toman y se implementan las decisiones y las formas de designación de las
personas que ocupan las estructuras de autoridad, así como también el conjunto de
instituciones desde las que se deciden y se implementan las decisiones.

Por último, en relación, a las estructuras de autoridad, es posible distinguir entre las que se
orientan a la adopción de decisiones y las dedicadas a la aplicación de las mismas. Estas
últimas conforman la burocracia pública, mientras que el gobierno es parte vital del conjunto
de estructuras de toma de decisiones.

Para O’Donnell entonces, el gobierno es la cúpula institucional del estado, mientras que el
régimen político es una mediación entre el estado y la sociedad en tanto regula el acceso
desde la sociedad a las más altas posiciones en el estado.

III. Hacia una clasificación de los regímenes políticos

En su obra la Política, utiliza dos criterios, uno cuantitativo y otro cualitativo, para distinguir
entre distintas formas de constitución, es decir, entre distintas formas en las que se estructura
el funcionamiento de los cargos y la autoridad soberana.

El primer criterio se basa en el número de gobernantes o de personas a cargo de la actividad


de gobernar. En este sentido, distingue entre el gobierno ejercido por una sola persona o
monarquía; el gobierno que reside en unos pocos o aristocracia; y el gobierno de muchos, al
que Aristóteles denomina politeia.

El segundo criterio se basa en la orientación de las políticas adoptadas por cada uno de esos
gobiernos, en particular si las mismas persiguen el interés general o, por el contrario, el
beneficio de quien ejerce el poder. En tanto el fin de la comunidad política no es sólo vivir en
conjunto sino también vivir bien, cuando los gobernantes utilizan el poder que tienen para
alcanzar intereses particulares y no el bien común, entonces la comunidad política se desvía de
su objetivo y asume una forma política corrupta o degenerada con respecto a la pura (Bobbio,
1987). Así es posible distinguir entre las formas puras o buenas de gobierno de las
modalidades corruptas: la tiranía es la forma corrupta de la monarquía, la oligarquía constituye
la corrupción de la aristocracia y la democracia es la desviación de la Politeia.

El criterio numérico o cuantitativo es el que ha logrado perdurar hasta la actualidad, aunque


levemente modificado, y sobre el que se construyó una clasificación tripartita básica que
consiste en: el gobierno de uno o monarquía, el gobierno de pocos o aristocracia y el gobierno
de la mayoría o democracia. Sin embargo, este criterio resulta totalmente inadecuado para
captar en su esencia la variedad de los regímenes políticos.

La preocupación de Montesquieu no era sólo encontrar una categoría que encuadrara las
formas de gobierno características del mundo oriental sino también establecer la forma de
evitar este tipo de gobierno. Así argumenta que para evitar el despotismo y para garantizar un
gobierno moderado (ya sea una monarquía o una república), es fundamental establecer una
separación entre los órganos que desempeñan el poder, de modo que “el poder controle al
poder” y nadie pueda actuar de forma arbitraria. En efecto, la teoría de la “separación de
poderes” de Montesquieu y el desarrollo institucional británico son los factores históricos que
propiciaron el surgimiento y el desarrollo del constitucionalismo. El constitucionalismo es la
corriente política que en la modernidad ha permitido resguardar el principio del gobierno
moderado a través de tres mecanismos: i) la existencia de una constitución escrita que regula
el funcionamiento de las agencias del estado así como consagra los derechos de los
ciudadanos; ii) la superioridad de la constitución con respecto al resto de las normas legales
ordinarias existentes y su modificación requiere de mayorías calificadas; y iii) la existencia de
un órgano judicial que controle la conformidad de las normas legales a la constitución. De esta
manera, los gobiernos constitucionales, cuyas acciones se encuentran limitadas por las leyes y
por la división de poderes, se oponen a los gobiernos absolutistas, en los que el gobierno es
arbitrario e ilimitado.

El primer requisito apunta a que exista una probabilidad de que quienes están en el gobierno
al momento de llevar adelante las elecciones puedan perderlas, el segundo requisito se refiere
a que cualquiera sea que gane las elecciones podrá asumir el cargo obtenido, y, por último, el
tercer requisito establece que las elecciones se continuarán realizando a lo largo del tiempo.
De esta manera, los autores definen límites claros en tanto son conscientes de que no alcanza
sólo con que existan elecciones para que un régimen sea clasificado como democrático, sino
que estos procesos electorales deben cumplir con determinadas características.

IV. Las distintas formas de gobierno de los regímenes democráticos

Existen dos dimensiones principales de concentración-descentralización del poder de decisión:


la horizontal y la vertical. La horizontal hace referencia al principio jurídico de separación de
los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, los cuales son independientes entre sí y ninguno de
ellos puede usurpar el ámbito de actuación del otro. La particular relación entre el poder
ejecutivo y el legislativo (completa separación o mayor fusión) dio origen a la distinción entre
gobiernos presidenciales y gobiernos parlamentarios. Con respecto a la dimensión vertical o
territorial, la modalidad de descentralización más importante está dada por el federalismo que
supone la delegación de facultades a subunidades territoriales. Esta dimensión dio origen a la
diferenciación entre gobiernos unitarios y gobiernos federales.
IV.1 División horizontal del poder: parlamentarismo – presidencialismo

Tres aspectos resultan particularmente apropiados a la hora de distinguir entre estos tipos de
regímenes democráticos. El primero es la fuente de legitimidad (directa o indirecta) del
ejecutivo. El segundo refiere a la estructura (colegiada o unipersonal) del ejecutivo o gobierno
en sentido estricto. El último aspecto destaca la relación entre las estructuras de toma de
decisiones, particularmente entre el ejecutivo y el legislativo y sus atribuciones (separación o
fusión).

En términos generales se puede decir que en el parlamentarismo, el legislativo, que es elegido


por sufragio popular, nombra al primer ministro, por lo cual este último tiene legitimidad
indirecta y posee la facultad de designar a los miembros del gabinete. En el presidencialismo,
tanto los miembros del parlamento como el presidente son elegidos por el pueblo de manera
separada y el presidente tiene a su cargo el nombramiento de los ministros del gabinete. Por lo
tanto, la legitimidad independiente de ambos poderes en el presidencialismo implica una
mayor dispersión del poder en este sistema, mientras que la fusión de poderes del
parlamentarismo supone una mayor concentración. Finalmente, en el régimen semipresencial,
también el parlamento y el presidente son elegidos separadamente, pero es la asamblea la que
designa a los integrantes del gabinete.

IV.1.1 Parlamentarismo

Origen del parlamentarismo

El origen del parlamentarismo está asociado con el pasaje de la monarquía absoluta a la


monarquía constitucional, de la mano de la Revolución Gloriosa que tuvo lugar en Inglaterra en
1688, producto de la cual fueron eliminadas las prerrogativas reales. En efecto, a partir de
entonces tanto las decisiones del rey como las de su Consejo de Estado quedaron sujetas a la
aprobación del parlamento.

Surgió entonces la figura del primer ministro, que era el consejero principal de la corona y que
adquirió la función de presidir el Consejo Real, y comenzó a desarrollarse la concepción de que
la responsabilidad política de dicho consejo o gabinete frente a la Asamblea sería mejor
asegurada si sus miembros fueran simultáneamente miembros del parlamento.

De esta manera, se pasó de un gobierno monista (con un solo centro de poder: el monarca) a
un gobierno de legitimidad dual: por un lado, la legitimidad tradicional representada por el rey,
que ejercía el gobierno a través de su primer ministro y su gabinete y aún preservaba el poder
de disolver la Asamblea; y por el otro, la legitimidad popular (aunque limitada), cristalizada en
el Parlamento, que estaba a cargo de la función legislativa y sin cuyo consentimiento ni las
decisiones reales podían entrar en vigor ni el Primer Ministro designado por el monarca podía
asumir su cargo. En consecuencia, se equiparó la jerarquía del Parlamento a la del rey.

Características del parlamentarismo

Los sistemas parlamentarios, como su nombre lo indica, se caracterizan por la soberanía del
parlamento. Este principio implica que la relación entre el poder ejecutivo y el poder legislativo
se caracteriza por la fusión de ambos, es decir que los gobiernos son designados, apoyados y
destituidos a través del voto del parlamento (Sartori, 1994). El jefe del ejecutivo –que puede
adoptar diversos nombres como primer ministro, premier o canciller, pero al que nos
referiremos genéricamente como primer ministro– es elegido por el legislativo, poder ante el
cual es responsable junto a su gabinete, pues depende de su confianza y puede ver revocado
su mandato a través de un voto parlamentario de censura o de no confianza. Resulta entonces
lógico que la duración del mandato del ejecutivo no esté sujeta a plazo alguno, ya que se
mantiene mientras conserve el apoyo parlamentario. Como contrapartida a la potestad de
investir y destituir a los miembros del gabinete que posee el parlamento, el primer ministro
tiene a su vez la facultad de disolver el parlamento y convocar a elecciones para la
conformación de uno nuevo

La noción de fusión de poder no sólo sugiere que el ejecutivo está sujeto a la confianza del
legislativo, sino también que los parlamentarios pueden ser a la vez miembros del parlamento
y del gabinete. En consecuencia, la fuente de legitimidad del gobierno es indirecta en tanto el
primer ministro es elegido por el parlamento, cuyos integrantes a su vez son elegidos por
sufragio popular para cumplir funciones legislativas.

Por su parte, la designación de los integrantes del gabinete por lo general tiene lugar
posteriormente, en base a las propuestas del jefe de gobierno y depende también del
consentimiento del parlamento. En cuanto al mecanismo de investidura, éste puede adoptar
dos modalidades. La primera consiste en un voto de confianza del parlamento, es decir, una
votación en la cual la mayoría expresa su apoyo al candidato. La otra modalidad es implícita en
tanto el legislativo lo acepta de manera tácita no vetándolo.

En cuanto a la estructura del gobierno, en los parlamentarismos el cuerpo ejecutivo es de


carácter colectivo y está integrado por el primer ministro, que lo preside, y el gabinete o
consejo de ministros.

Finalmente, el modelo puro de parlamentarismo supone la soberanía del legislativo y por ende
la inexistencia de la revisión judicial de las leyes emitidas por éste. El parlamento tiene la
última palabra. Si bien en las últimas décadas este rasgo ha sido matizado (o incluso eliminado)
en prácticamente todos los países parlamentarios, se trata de una diferencia importante con
los presidencialismos.

El modelo Westminster

El modelo Westminster es el modelo inglés, que recibe ese nombre porque en Gran Bretaña el
parlamento se encuentra en el palacio de Westminster. La nota predominante de las
instituciones parlamentarias y gubernamentales británicas es el dominio de la mayoría. De
manera más rigurosa, este sistema se caracteriza, siguiendo a Lijphart (1991), por los
siguientes rasgos centrales.

El primero es la alta concentración de poder en el ejecutivo, debido a que el gabinete


normalmente está compuesto solamente por miembros del partido que tiene la mayoría de
bancas en la Cámara de los Comunes, excluyendo de las decisiones ejecutivas a una
importante minoría.

Segundo, existe en este sistema cierta fusión entre los poderes ejecutivo y legislativo, con
preeminencia del gabinete sobre el Parlamento, ya que los miembros del gabinete, además de
tener su origen en el Parlamento, son líderes partidarios, por lo que conducen el
comportamiento del bloque político en el poder legislativo –que ya de por sí es mayoritario.

El tercer elemento es el bicameralismo asimétrico, donde la asimetría está asociada con el


poder de decisión que tiene cada una de las dos cámaras. En Inglaterra la Cámara de los
Comunes posee mayor poder de decisión, ya que sus miembros representan a los ciudadanos,
en oposición a la Cámara de los Lores, cuyos miembros acceden a su cargo por herencia, que
sólo cumple funciones de acompañamiento.

La cuarta característica es el bipartidismo, lo que implica que se observan dos partidos con
caudal electoral bastante parecido. Esto no significa que no haya más partidos, sino que hay
dos que, históricamente, tienen más peso que los otros y que se “alternan” en el poder.

Además, el sistema británico presenta partidos unidimensionales, porque tienen como


principal punto de discrepancia una única dimensión: los asuntos socio-económicos.

En quinto lugar, el sistema electoral es de mayoría relativa. En este modelo los distritos están
representados en forma uninominal: quien obtiene la mayoría de los votos en un distrito se
lleva el total de la representación del distrito. Esto es diferente a los sistemas de
representación proporcional, los cuales le dan la posibilidad a la minoría de acceder a una
posición minoritaria dentro del parlamento.

En sexto lugar, el sistema de gobierno británico es unitario y centralizado. Las distintas


regiones tienen gobiernos que tienden a tener poca autonomía, es decir un bajo nivel de
decisión con respecto a su forma de obtener recursos y de utilizarlos.

El modelo Alemán

El modelo del parlamentarismo británico es el más conocido y el que ha inspirado a otros


parlamentarismos. En palabras de Loewenstein (1976), el modelo británico es el
parlamentarismo clásico. No obstante, es posible encontrar otros regímenes parlamentarios
que se distinguen del modelo clásico por la introducción de cambios institucionales
importantes. Este es el caso de Alemania, a partir de la Ley Fundamental de Bonn de 1949 (con
enmiendas), que pertenece a lo que el mencionado autor define como parlamentarismo
controlado.

Alemania es una república federal, organizada como un sistema parlamentario, donde existe
una división de las funciones entre el jefe de gobierno y el jefe de estado. El primer cargo es
desempeñado por el Canciller Federal y el segundo por el Presidente Federal, que se limita a
realizar tareas ceremoniales y representativas. Asimismo, presenta un parlamento bicameral.
La cámara baja se denomina Bundestag (o Dieta Federal) y sus miembros son elegidos cada
cuatro años por voto popular en un sistema electoral mixto, que combina la representación
directa y la proporcional. La Cámara Alta llamada Bundesrat (o Consejo Federal) representa a
los estados federados (o Länders) y sus miembros no son elegidos por sufragio popular, sino
que son delegados enviados por los gobiernos estaduales.

El mecanismo innovador que se introduce en este modelo es el voto constructivo de censura


el cual implica que el parlamento puede destituir por un voto de censura al canciller sólo si se
ha aprobado por la mayoría absoluta de los parlamentarios quién será su sucesor. Esta
herramienta otorga estabilidad al régimen en tanto resulta más fácil reunir una mayoría para
expulsar a un gobierno que reunir una mayoría para nombrar a un nuevo canciller (Sartori,
1994).

El modelo de Asamblea

Finalmente, Sartori (1994) refiere a un tipo de parlamentarismo que considera


particularmente disfuncional, al que denomina “de Asamblea”. En estos casos (que incluyen a
la III y IV Repúblicas Francesas y a la I República Italiana, principalmente), el sistema de
partidos está fragmentado y el ejecutivo está formado por una amplia coalición de gobierno.
Por lo tanto, el gobierno no prima sobre el Parlamento, sino que cada uno de los partidos que
integran la coalición posee el poder para derribarlo, retirando su apoyo legislativo. Aquí, el
retiro de un partido de la coalición (expresado, por ejemplo, en la renuncia de un ministro)
alcanza para disolver a un gobierno. Este modelo, que es el de un parlamentarismo más puro
(aquel donde el parlamento es auténticamente soberano) conduce a recurrentes crisis y caídas
de los gobiernos, que no cuentan con mayorías estables y disciplinadas en el legislativo. Según
Sartori, los países latinoamericanos (que no cuentan con partidos políticos fuertes y
disciplinados, en la mayoría de los casos) se convertirían en parlamentarismos de asamblea, si
optaran por este sistema de gobierno.

IV.1.2. Presidencialismo

El origen del presidencialismo:

el caso estadounidense El presidencialismo estadounidense es el modelo original a partir del


cual esta forma de gobierno ha ejercido su influencia, principalmente limitada a los países
latinoamericanos. Sartori (1994) argumenta que el motivo por el que Europa carece de
regímenes presidenciales puros obedece más bien a cuestiones históricas y no a una decisión
deliberada. En este sentido, cuando los estados europeos comenzaron a adoptar gobiernos
constitucionales eran monarquías, por lo que ya contaban con un jefe de estado hereditario.
Por el contrario, en el continente americano, cuando los nuevos países conquistaron su
independencia principalmente como repúblicas, debieron elegir a sus jefes de estado, es decir
a sus presidentes.

El caso de los Estados Unidos es paradigmático por ser el primer régimen presidencial.

En el marco de las discusiones que tuvieron lugar de cara a la formulación de la constitución


estadounidense en 1787 existían dos preocupaciones centrales para los intelectuales de la
época.

La primera tenía que ver con cuáles iban a ser los poderes que se le otorgarían a la figura del
presidente. El principal temor residía en que este tipo de régimen estuviera cambiando un
tirano por otro. En este sentido, los fundadores de la constitución norteamericana se
preocuparon por diferenciar claramente al presidente del rey británico: el presidente tendría
origen en el consentimiento del pueblo, un mandato de cuatro años y una vez concluido el
mismo volvería a someterse a la voluntad popular. Además, mientras el poder de veto del rey
era absoluto, el del presidente sería limitado debido a la capacidad de insistencia del legislativo
que se proponía. Asimismo, el presidente, a diferencia del rey, podría ser acusado y removido
constitucionalmente, no podría declarar la guerra ni reclutar ejércitos unilateralmente y
necesitaría la aprobación del senado para la celebración de tratados internacionales

En segundo lugar, les preocupaba el riesgo de que la república representativa se convirtiera en


un despotismo del poder legislativo. Así pues, consideraron que el mejor antídoto frente a este
peligro era fortalecer la figura presidencial. Con este objetivo propusieron la condición
unipersonal del cargo, su elección indirecta y su facultad de oponerse al congreso a través del
veto en el trámite legislativo. De esta forma quedó definido un sistema con tres poderes
independientes –los poderes ejecutivo, legislativo y judicial–, que atienden áreas específicas,
que interactúan en diferentes ámbitos, con capacidad para ejercer controles mutuos, en
algunos casos logrando así un equilibrio de poder.

Características del presidencialismo

Una de las características predominantes del sistema presidencialista es la separación de


poderes que conlleva la independencia de las ramas ejecutiva y legislativa, en abierta
oposición a la fusión de las mismas que se constata en el parlamentarismo. Esta separación de
poderes se evidencia en que la elección del presidente y su perdurabilidad en el cargo son
independientes del congreso. En este sentido, el período de mandato del presidente es por un
tiempo constitucionalmente prescrito –el cual puede variar de cuatro a ocho años– y en
circunstancias normales no puede ser obligado a dimitir por voto parlamentario de censura
(aunque es posible destituir a un presidente a través del proceso de impeachment)

El hecho de que el presidente no sea miembro del parlamento nos lleva a uno de los rasgos
estructurales que define a un sistema presidencial, que es la elección popular del presidente,
sea de forma directa o a través del colegio electoral –como ocurre en Estados Unidos y como
sucedía en la Argentina antes de la reforma constitucional de 1994–. Lo distintivo reside en
que la fuente de legitimidad del gobierno, a diferencia de los parlamentarismos, es el pueblo y
no el parlamento. Esto contrasta con la estructura colegiada del esquema parlamentario,
donde el primer ministro y el resto de los integrantes del gabinete comparten la misma fuente
de legitimidad, que es el Parlamento.

En cuanto a la estructura del poder ejecutivo, en los sistemas presidenciales el presidente es


quien dirige el ejecutivo y los miembros del gabinete son nombrados y destituidos de manera
discrecional por el primer mandatario, el cual adquiere una absoluta predominancia (Sartori,
1994). Este ejecutivo unipersonal se encarna en la figura del presidente, quien concentra en su
persona los roles de jefe de estado, de carácter ceremonial, y de jefe de gobierno. Por último,
en relación al proceso de revisión judicial, en los presidencialismos la separación de poderes
implica la existencia de un poder judicial capaz de revisar la constitucionalidad de las normas.

En contraposición a esta postura, Linz (1990) señaló ciertas desventajas del presidencialismo al
sostener, sobre la base de que la mayoría de las democracias con más larga duración en el
mundo tienen sistemas parlamentarios, que éste era menos propicio que el parlamentarismo
para brindar estabilidad a los regímenes democráticos.

Las razones que destacó Linz de esta mayor inestabilidad son: i) la existencia de un conflicto
latente entre el poder ejecutivo y el poder legislativo en torno a la representación de la
voluntad popular en tanto el origen y la supervivencia de cada uno es independiente del otro,
ii) la rigidez producida por el período fijo de mandato que provoca que el presidente pueda
permanecer sin apoyo ya que resulta muy difícil removerlo o que éste pueda reforzar su
autoridad por medio de un voto de confianza o la disolución del parlamento, iii) la existencia
de una lógica de ganador único en tanto la elección popular directa del presidente debilita la
construcción de coaliciones y iv) la posible intolerancia con la oposición en tanto el presidente,
al ser jefe de estado y jefe de gobierno al mismo tiempo, se siente representante de toda la
nación.
IV.1.3. Semipresidencialismo

El semipresidencialismo es una forma de gobierno que combina elementos del régimen


presidencial y el parlamentario. Dicha categoría está asociada al modelo francés de la V
República que surgió en 1958 con Charles De Gaulle. El objetivo de la nueva constitución era
dotar al país de la estabilidad y la eficiencia de las que había carecido durante las anteriores
repúblicas. Con tal propósito, se reforzó el papel del presidente y del primer ministro,
reduciendo el poder del parlamento.

El semipresidencialismo comparte con el presidencialismo la elección directa y popular del


presidente, o por lo menos éste no es electo por el parlamento. No obstante, el régimen
semipresencial se aleja del presidencialismo en la medida en que se define como una
estructura de autoridad dual, con dos cabezas, asemejándose más en este aspecto al modelo
parlamentario. De esta manera, el presidente, en tanto jefe de estado, debe compartir el
poder con un primer ministro, que es el jefe de gobierno y que está sujeto a la confianza del
parlamento. Así, el gobierno es ejercido por el primer ministro y los miembros del gabinete,
cuyos integrantes también son parlamentarios.

Cabe advertir que en el semipresidencialismo la legitimidad del jefe de estado es democrática


al igual que la del parlamento, contraponiéndose al modelo parlamentario donde el jefe de
estado presenta una legitimidad tradicional. Adicionalmente, en el marco del régimen
semipresidencial, el presidente no cumple un rol meramente ceremonial y simbólico sino que
adopta un poder regulador, adquiriendo una mayor relevancia en comparación con el jefe de
estado de los sistemas parlamentarios, aunque su gravitación es menor en relación a la función
del presidente en los sistemas presidenciales.

De acuerdo a Orlandi y Zelaznik (1995), es posible reconocer diferencias entre distintos tipos
de semipresidencialismo en función de tres elementos. El primero se refiere a las prerrogativas
constitucionales otorgadas al presidente. Donde las prerrogativas son escasas, el presidente se
asemeja a un jefe de estado parlamentario, como en Irlanda. Donde las prerrogativas son
mayores, como en Islandia y Finlandia, el presidente se torna un actor central de la dinámica
política. Otro elemento decisivo consiste en la disposición de los presidentes a la utilización de
las facultades habilitadas por el texto constitucional. En este contexto vale la pena mencionar
por ejemplo que Francia, donde las prerrogativas concedidas al presidente son menores, es el
caso que más se ha aproximado al presidencialismo. Por el contrario, aunque en Islandia el
presidente cuenta con mayores prerrogativas, la forma de funcionamiento del gobierno lo
acerca más al parlamentarismo. Finalmente, el tercer elemento que permite establecer
distinciones entre regímenes semipresenciales tiene que ver con la coincidencia de la mayoría
presidencial con la parlamentaria. En esta dirección, los autores proponen tres tipos de
interacción básica. En la primera, la mayoría presidencial y la parlamentaria son distintas, por
lo que la función del presidente se limita al rol de regulador del proceso político, cercano al rol
del jefe de estado parlamentario, pero con algo más de relevancia. En Francia, estos casos
reciben el nombre de cohabitación y tuvieron lugar entre 1986 y 1988 y entre 1992 y 1995. La
segunda interacción ocurre cuando la mayoría parlamentaria coincide con la presidencial, pero
el líder del partido mayoritario es el primer ministro y no el presidente. En esta situación, el
primer ministro hace efectivo su rol de jefe de gobierno y el jefe de estado se transforma en un
símbolo, asemejándose a su par parlamentario. Por último, cuando el presidente es el líder del
partido mayoritario en el parlamento, éste adquiere un poder similar a su par de cualquier
régimen presidencialista. En este caso, el primer ministro y el resto del gabinete se constituyen
en apéndices del jefe de estado, quien, en efecto, es el que ejerce el gobierno.
IV.2. División vertical del poder: gobiernos unitarios y gobiernos federales

La distribución del poder entre los diferentes niveles de gobierno y autoridad (el gobierno
central o nacional y los gobiernos regionales o subnacionales) se organiza de diversas maneras.
Una modalidad es cuando el poder local o regional está directamente controlado y ejercido
por el poder central, que caracteriza a los gobiernos unitarios. Una segunda modalidad es la
delegación de facultades realizada por el gobierno central hacia los gobiernos locales o
regionales, que caracteriza a los gobiernos federales.

Los gobiernos unitarios generan una fusión del poder, unificando todas las instancias de
decisión de manera vertical. Esta forma de gobierno limita la capacidad de decisión de los
gobiernos subnacionales que se transforman en meros ejecutores de las decisiones tomadas
por el gobierno central. En los gobiernos federales, en cambio, los gobiernos centrales tienen
que compartir, aunque en grados diferentes, el poder con los gobiernos subnacionales. En este
sentido, Hueglin y Fenna (2006) sostienen que los sistemas federales de gobierno se
caracterizan por una soberanía compartida y por tener poderes divididos entre dos o más
niveles de gobierno, cada uno de los cuales disfruta de una relación directa con el pueblo. En
términos exclusivamente institucionalistas, un gobierno federal es aquel en el que las
estructuras de decisión de un estado (poder ejecutivo, legislativo y judicial) se encuentran
presentes en los dos niveles de gobierno federal y estatal, siendo garantizados por el texto
constitucional.

En cuanto a las configuraciones institucionales existentes, analizaremos a continuación


distintos tipos de federalismo en función de tres dimensiones que consideramos son las de
mayor relevancia: el tipo de bicameralismo, la división de poder entre el gobierno central y los
gobiernos subnacionales y la división de poder entre los gobiernos subnacionales. En cuanto a
la primera dimensión, los gobiernos federales se caracterizan por tener legislaturas
bicamerales en las que la cámara baja representa al conjunto de la población nacional y la
cámara alta o segunda cámara representa a las unidades regionales. Es posible marcar
distintos tipos de federalismo según sea que la segunda cámara represente al pueblo de las
regiones (senado) o a los gobiernos de las regiones (concejo). Existe también un tipo híbrido,
en el que las legislaturas de las regiones eligen a los representantes de la región en la segunda
cámara (Hueglin y Fenna, 2006).

En cuanto a la segunda dimensión, la división de poderes entre los dos niveles de gobierno
puede ser legislativa o administrativa. La división legislativa de poderes implica que los
gobiernos subnacionales son responsables por la elaboración de políticas públicas, desde su
diseño a su implementación. En este tipo de federalismo se da una división de áreas de
injerencia. Por ejemplo, en Estados Unidos el gobierno central se ocupa de las políticas
monetarias, del comercio y de la defensa mientras que los gobiernos subnacionales se ocupan
de las políticas educativas, sociales, culturales y de infraestructura. En cambio, la división de
poderes administrativa implica que los gobiernos subnacionales no tienen potestad para
legislar en asuntos referidos al diseño de la política, sino sólo a la implementación y
administración de la misma.

Por último, la dimensión vinculada a la división de poder entre los gobiernos subnacionales
establece una diferenciación entre los federalismos simétricos y los asimétricos, basada en el
grado de heterogeneidad existente entre los distintos gobiernos subnacionales que integran la
federación. Esta asimetría puede ser de dos tipos: la asimetría política que surge de las
diferencias culturales, económicas, demográficas y sociales entre los gobiernos subnacionales
y la asimetría constitucional que surge de la asignación desigual de poderes a los gobiernos
subnacionales a través de la constitución.

IV.3. Gobiernos divididos y gobiernos unificados

En los diferentes modelos institucionales tanto de acuerdo a la dimensión horizontal de


distribución del poder, que define los tipos de gobierno parlamentario, presidencial y
semipresidencial, como de acuerdo a la dimensión vertical de poder, que define los tipos de
gobierno unitario y federal, se dan los casos de gobierno dividido o unificado. Colomer
considera gobiernos unificados a aquellos donde un solo partido controla todas las
instituciones políticas, mientras que los gobiernos divididos son aquellos en los que distintos
partidos tienen control sobre distintas instituciones por lo que hay una coexistencia de
ganadores parciales.

En el caso del parlamentarismo, existe un gobierno unificado cuando el mismo partido


controla el parlamento y el gabinete. Esta situación caracteriza al Reino Unido, donde alguno
de los dos grandes partidos alcanza una mayoría unipartidista en el parlamento lo cual le
permite conformar un gabinete de un solo partido (monocolor). Pero es posible que en el
parlamentarismo exista un gobierno dividido en el caso en que ningún partido obtenga una
mayoría absoluta de escaños en el parlamento, lo cual conduce a la conformación de un
gabinete de coalición o en minoría, como en la mayoría de los países de Europa Occidental. La
conformación de un gobierno unificado o dividido en el parlamentarismo depende en gran
medida del tipo de sistema electoral. Los sistemas electorales mayoritarios (gana el candidato
que obtiene más votos) favorecen la conformación de gobiernos unificados en tanto tienden a
prevalecer los partidos mayoritarios, llevando a una sobrerrepresentación de los grandes
partidos y a una subrepresentación de los pequeños partidos en el parlamento. En cambio, los
sistemas electorales proporcionales favorecen la conformación de gobiernos divididos en
tanto los escaños parlamentarios se distribuyen entre los partidos de forma proporcional a los
votos que obtiene cada uno, por lo que los partidos más pequeños tienen posibilidades de ser
representados en el parlamento y conformar una coalición de gobierno

En el caso del presidencialismo, donde el poder legislativo y el ejecutivo son elegidos de forma
separada, puede suceder que exista un gobierno unificado cuando el mismo partido obtiene
una mayoría de escaños en el congreso y a su vez gana la presidencia. Por su parte, un caso de
gobierno dividido se da cuando el partido que gana la presidencia no obtiene una mayoría en
el congreso. En cuanto al semipresidencialismo, la elección del primer ministro por parte de la
asamblea y el presidente por parte de los ciudadanos puede generar un gobierno unificado o la
también llamada cohabitación. El gobierno unificado surge cuando el partido del presidente
tiene también mayoría en la asamblea. La cohabitación se da cuando el presidente y el primer
ministro pertenecen a partidos políticos diferentes.

La división vertical del poder genera también posibilidades para un gobierno dividido. Existe un
gobierno unificado en el caso de los gobiernos unitarios y de los gobiernos federales cuando el
gobierno central controla una alta proporción de los gobiernos subnacionales. En el primer
caso, es posible afirmar que el gobierno unitario es unificado por definición en tanto un solo
partido es el que tiene el poder pues los encargados de los gobiernos subnacionales son
designados por el gobierno central. En el segundo caso, se da lo que se denomina un
federalismo centralizado que en la práctica se parece bastante a un gobierno unitario. La
conformación de un gobierno dividido, por su parte, surge en el caso de los federalismos
descentralizados en los que el gobierno central no controla una alta proporción de los
gobiernos subnacionales.

En resumen, entre los ejemplos de gobierno unificado es posible incluir el caso del gobierno
unipartidista del parlamentarismo unicameral que se define con regla de mayoría relativa, el
caso del dominio por parte del mismo partido del poder ejecutivo y del legislativo tanto en el
caso del presidencialismo como del semipresidencialismo, los gobiernos unitarios y los
federales centralizados. Por su parte, entre los ejemplos de gobierno dividido se encuentran el
caso del gabinete multipartidista o en minoría en el parlamentarismo de representación
proporcional, los gobiernos presidencialistas y semipresidencialistas (en el caso de la
cohabitación) así como el federalismo descentralizado, ya que en todos estos casos las
combinaciones implican que coexisten diferentes partidos y los ganadores parciales son
múltiples.

V. El caso argentino

V.1. El presidencialismo argentino

La reforma constitucional de 1994 introdujo dos cambios sustantivos con respecto al poder
ejecutivo. Por un lado, incorporó en el artículo 100 la figura del Jefe de Gabinete de Ministros
dentro del poder ejecutivo, con la pretensión de moderar el presidencialismo, otorgándole
funciones en parte semejantes a las de los primeros ministros en los sistemas parlamentarios,
actuando así simultáneamente como interlocutor frente al congreso y como ministro
coordinador dentro del poder ejecutivo.

En segundo lugar, las atribuciones legislativas del presidente fueron reforzadas con la reforma
constitucional al incluirse en el artículo 99 (inciso 3) la facultad del presidente de dictar
Decretos de Necesidad y Urgencia en circunstancias excepcionales y siempre que no se trate
de normas que regulen materia penal, tributaria, electoral o el régimen de los partidos
políticos. Esta incorporación en la Constitución le otorgó carácter legal a una práctica que los
presidentes argentinos llevaron adelante desde 1853 ante situaciones de notable gravedad
institucional o crisis económica (Ferreira Rubio y Goretti, 1996).

Si bien los decretos de necesidad y urgencia fueron incluidos en la Constitución Nacional con el
propósito de fortalecer el poder del presidente, resulta importante observar que el logro de tal
propósito depende tanto de factores políticos como institucionales. En este sentido, la
existencia de reglas de aprobación flexibles de los decretos y el nivel de apoyo partidario que
tiene el presidente en el Congreso influyen sobre la capacidad real que otorgan estos decretos
al poder ejecutivo para tener una mayor participación legislativa

V.2. El federalismo argentino

El carácter centralista del federalismo se evidenció en el hecho de que el estado nacional era el
que definía los límites a la autonomía de las provincias. Así, la Constitución establece que “las
provincias conservan todo el poder no delegado por esta Constitución al Gobierno Federal...”
(artículo 121) y que las mismas “se dan sus propias instituciones locales y se rigen por ellas”
(artículo 122), pero cada una de las unidades provinciales dicta su propia Carta Magna
basándose en lo dispuesto por el artículo 5, que establece que las constituciones provinciales
deben estar de acuerdo con los principios, declaraciones y garantías de la Constitución
Nacional (artículo 123)

iles que se extendieron hasta 1880 imposibilitaron consolidar la soberanía del gobierno
nacional. El contexto político y social se caracterizó por el conflicto entre el gobierno federal y
las provincias más poderosas, encabezadas por Buenos Aires. Así, durante la primera etapa
posterior a la sanción de la Constitución, las provincias leales a Justo J. de Urquiza, líder de la
Confederación Argentina, que defendían la Constitución sancionada y la idea de participar de
los ingresos de la aduana, se enfrentaron con la provincia de Buenos Aires, gobernada por
Bartolomé Mitre, que defendía una mayor autonomía de Buenos Aires. Luego de la derrota del
ejército de Urquiza en la batalla de Pavón en 1861, los tres poderes del gobierno federal se
instalaron en la ciudad de Buenos Aires y Mitre fue elegido presidente de la nación. Sin
embargo, siguieron existiendo desafíos al monopolio del poder de coacción del gobierno
central, principalmente desde Entre Ríos, liderada por Urquiza, y desde la facción Autonomista
liderada por Adolfo Alsina en la provincia de Buenos Aires, que apelaba a una separación total
del resto del país. Recién en 1880, bajo la presidencia

de Avellaneda y luego de la primera intervención federal a Buenos Aires ante la insurrección


de su gobernador, el gobierno nacional logró establecer su predominio por sobre las
provincias. En este contexto, y para salvar los problemas existentes entre las provincias y el
poder central, se federalizó el territorio de la ciudad de Buenos Aires, convirtiéndola en capital
de la Nación e incluyendo en ella la aduana, y se definió que existiera un parlamento
bicameral, donde estuvieran representados los ciudadanos del estado nacional (cámara de
diputados) y los estados provinciales (cámara de senadores).

Con la reforma constitucional de 1994 se realizaron cambios en el órgano federal por


excelencia, la cámara alta del Congreso, elevando el número de senadores de 2 a 3 por
provincia, reforzando de esta manera el papel de las provincias más pequeñas. Del mismo
modo la forma de elección de los senadores fue modificada, pasando de una forma indirecta a
una directa, lo cual ha sido puesto en debate. Otra modificación que fue hecha en este órgano
fue el acortamiento del mandato de los senadores, pasando de 9 a 6 años.

El primer proceso reforzó el centralismo económico. Argentina presenta un alto nivel de


centralización de los ingresos, donde más del 80% de la recaudación impositiva la realiza el
gobierno federal. En paralelo, se ha ido manifestando en las últimas décadas un proceso de
descentralización sobre todo en las áreas de salud y educación por el cual las provincias
adquirieron mayor responsabilidad en términos del gasto público, llegando en la actualidad a
ser responsables por casi el 50% del gasto público total. En pocas palabras, existe un acuerdo
en la literatura sobre que Argentina presenta un alto nivel de centralización de la recaudación
y altos niveles de descentralización del gasto provincial (Jones, Sanguinetti y Tommassi, 2000;
Tommassi, Saiegh y Sanguinetti, 2001). Dados los niveles de centralización de la recaudación y
descentralización del gasto, más de un 70% del gasto provincial es financiado mediante
transferencias realizadas por el gobierno federal, y menos del 30% es financiado con recursos
propios de las provincias. Argentina afronta este desequilibrio a través de un sistema complejo
de transferencias intergubernamentales, siendo el principal componente de dicho sistema el
régimen de coparticipación federal de impuestos.

El segundo proceso al que hacíamos referencia nos lleva a la dimensión política del
federalismo. ¿Qué ocurre con el mismo? Los gobernadores de provincia, valiéndose de su
presencia institucional en el senado nacional, cuentan con una considerable capacidad de
negociación a la hora de acompañar o rechazar las iniciativas del poder ejecutivo. Las
provincias menos habitadas, por la sobrerrepresentación que la Constitución les otorga en el
Senado, y también de distintas normas que ampliaron su participación en la Cámara de
Diputados, cuentan con un considerable poder en sus negociaciones con el gobierno central.
En la década del ’90, Carlos Menem formó una coalición de legisladores provenientes de estas
provincias para impulsar sus reformas en el Congreso Nacional, transfiriendo a cambio a estos
distritos (de “bajo mantenimiento”, por su menor población) recursos que sus gobernadores
demandaban. El aumento del número de senadores por provincia ha dado aún mayor poder a
las provincias más chicas, en tanto éstas suman el 80% de las bancas.

En la Argentina, el interés por la organización federal –de Rodolfo Rivarola a Natalio Botana–
es un tema clásico de la ciencia política. En tiempos más recientes, la consolidación
democrática y los procesos de descentralización de los años ’90 profundizaron el interés por
estas temáticas; es posible encontrar diversos textos que se ocupan de ello: la evolución
histórica de la relación entre niveles de gobierno, los impactos que distintas secuencias en los
procesos descentralizadores pueden tener sobre el balance intergubernamental, las causas de
la descentralización en los poderes relativos de uno y otro nivel, los contextos fiscales en los
que ocurrieron estas reformas, y los procesos de descentralización del nivel provincial al
municipal de gobierno, entre otros. A su vez, el federalismo electoral y partidario ha recibido
similar atención. Se han publicado artículos y libros sobre el sesgo mayoritario en las
legislaturas provinciales, los componentes territoriales de la reforma económica de los años
’90, la distribución clientelar de recursos a electorados subnacionales, las transformaciones del
sistema partidario, las reformas electorales subnacionales, entre otros temas.

CONCLUSION

Hemos visto a lo largo de este capítulo que el concepto de régimen político remite al conjunto
de reglas e instituciones que definen quién gobierna en un estado-nación y cómo lo hace. De
esta manera, el régimen político está conformado no sólo por el conjunto de reglas a través de
las cuales se establecen los mecanismos de acceso a las posiciones de gobierno y los
procedimientos a través de los cuales se toman las decisiones, sino también por un conjunto
de estructuras de autoridad tanto para la toma de decisiones como para su implementación.
Una definición procedimental de la democracia, que sin duda debe ser complementada por
otras variables que remitan a las condiciones sociales que la hacen posible, se centra en la
presencia o no de elecciones y permite así la clasificación de los regímenes políticos en
democracias (aquellos regímenes en que los representantes son elegidos por medio de
elecciones) y no-democracias, que abarcan a múltiples tipos de regímenes (autoritarismos,
totalitarismos, regímenes tradicionales). Con respecto a las clasificaciones de las formas de
gobierno de los regímenes democráticos, hemos distinguido a los parlamentarismos, los
presidencialismos y los semipresidencialismos, de acuerdo a cómo se eligen y qué garantiza la
continuidad en el cargo de los poderes ejecutivos: en los parlamentarismos la asamblea
designa y puede remover al primer ministro, mientras que en los presidencialismos la elección
y continuidad de ambos poderes es independiente; en el semipresidencialismo, en tanto, hay
un poder ejecutivo dual. Finalmente, diferenciamos los gobiernos unitarios de los federales, los
cuales se distinguen por la cantidad de niveles de gobierno electos en forma independiente y
con competencia para llevar adelante sus políticas en un determinado territorio. La Argentina
se rige por un régimen democrático representativo que adopta para su gobierno la forma
presidencialista y federal, inspirándose en el modelo estadounidense, en los escritos de Juan
Bautista Alberdi y en constituciones latinoamericanas previas. En este sentido, la Constitución
Nacional establece un poder ejecutivo unipersonal representado por el presidente, que es
elegido de forma directa por parte del electorado por un período fijo de cuatro años y es
independiente del Congreso. A un nivel subnacional, provincias y municipios cuentan con
competencias definidas constitucionalmente.

UNIDAD NUMERO 6

Democracia en la Antigüedad

No tenía connotaciones positivas ya que consideraban el interés general de la comunidad


como expresión de un bien superior encarnado en la virtud y en la ley y permitía el desarrollo
del individuo y de la polis. Paradójicamente el gobierno de muchos fue un sistema
fuertemente participativo y exclusivista. La democracia ateniense restringía la ciudadanía a un
número reducido de individuos en la medida en que la población estaba dividida en tres
grupos (varones atenienses, mujeres y esclavos). Los ciudadanos concentraban todo el poder
gracias a la soberanía casi ilimitada de la asamblea popular y la participación directa de los
ciudadanos en funciones legislativas, judiciales y ejecutivas.

Sistema de elección

Elección mediante doble sorteo: sorteo para la selección de listas de candidatos


proporcionales a cada demos; sorteo entre los candidatos para la elección definituva
Elección directa de todos los ciudadanos; posibilidad ilimitada de reelección
Por rotación de los miembros del Consejo de los 500

De la Democracia antigua a la teoría y práctica de la democracia moderna


Para la teoría política griega y romana, la ciudadanía comportaba automáticamente el ejercicio
de deberes cívicos en relación con la ciudad. El gobierno no se fundamentaba en la separación
entre comunidad política y comunidad civil. En cambio, el entorno histórico se caracteriza por
una estructura institucional y administrativa pública, el Estado.

Democracia ( Sartori)

3 aspectos hay que analizar al definir el término democracia:


1. Principio de legitimidad
2. Ejercicio y titularidad del poder
3. Ideal de la Democracia

1. La legitimidad democrática se encuentra en el pueblo. No se aceptan investiduras y


mucho menos el poder por la fuerza.
2. Con las fórmulas de democracias representativas el ciudadano ejercita por sí mismo el
poder del cual es titular.
3. Sin democracia ideal no existe democracia real. El ideal liberal es el verdadero ideal de
las democracias

Democracia política, social y económica.


La noción de democracia social surge con Tocquevile caracterizada por la igualdad de
condiciones y guiada por un espíritu igualito. Se trata de una sociedad multigrupal.democracia
social es sinónimo de infraestructura de micro democracia la cual sostiene a la macro
democracia de conjunto a la superestructura política.
La democracia social busca la emancipación del individuo de todas las cadenas que la oprimen.

La democracia económica significa igualdad económica para el equiparamiento de los


extremos de la pobreza y la riqueza y por lo tanto para las redistribuciones que persiguen el
bienestar generalizado. Esta es la primera definición intuitiva del término pero democracia
económica adquiere un significado preciso como una subespecie de la democracia industrial.
Se define a la democracia económica Cómo democracia en el lugar de trabajo y en la
organización y gestión del trabajo en la sociedad industrial. El trabajo se concentra en las
fábricas y es allí donde hay que introducir la democracia.

aAclaradas estas distinciones la relación es que la democracia política es la condición necesaria


para las otras. Lla democracia en sentido social y económico extienden y completan la
democracia en sentido político.

La democracia de los griegos


hay que enmarcar la democracia de los antiguos en la clásica clasificación aristotélica. Para
Aristóteles la democracia es la forma corrupta del gobierno de los muchos. Es una forma de
mal gobierno porque se sustenta en el interés propio.

O DONNELL, DEMOCRACIA DELEGATIVA.

Mis actuales investigaciones sugieren que los factores, más decisivos y permanentes en la
generación de diversos tipos de democracia no están relacionados con las características de los
regímenes autoritarios precedentes ni con el proceso de transición. Creo que debemos
concentrar la atención en diversos factores históricos de largo plazo y en la severidad de los
problemas socioeconómicos heredados por los nuevos gobiernos democráticos.

Los principales puntos de mi argumento son: 1) las actuales teorías y tipologías de la


democracia tienen como referente empírico a la democracia representativa, de acuerdo con
las características que esta adopta, en los países capitalistas altamente desarrollados; 2)
algunas de las nuevas democracias ( Arg, peru, Brasil) son democracias, en el sentido de que
cumplen los criterios que propone Robert Dahl para definir la poliarquía; 3) pero estas
democracias no son democracias representativas; presentan características que me inducen a
llamarlas delegativas; 4) aunque no son democracias consolidadas (institucionalizadas). Las DD
pueden ser duraderas; 5) es posible detectar una importante interacción: la profunda crisis
social y económica que heredo la mayoría de estos países de sus predecesores autoritarios
refuerza ciertas prácticas y concepciones acerca del ejercicio de la autoridad política que son
mas consonantes con la democracia delegativa que con la representativa. Las siguientes
consideraciones lo fundamentan.
a) La instalación de un gobierno democráticamente electo abre el camino de una
“segunda transición”, más larga y compleja que la primera desde el régimen autoritario.

b) En la segunda transición se parte de un gobierno democráticamente electo y se llega a


un régimen democrático institucionalizado o equivalentemente consolidado.

c) Nada garantiza que se lleve a cabo esta segunda transición. Las nuevas democracias
pueden regresar al gobierno autoritario o pueden permanecer en una situación frágil e
incierta. Esta situación puede prolongarse sin que se abran vías que conduzcan a tipos
altamente institucionalizados de democracia.

d) El elemento crucial que determina el éxito de la siguiente transición es la construcción


y el fortalecimiento de diversas instituciones que se convierten en nudos de decisión
importantes dentro del proceso de circulación del poder político.

e) Para alcanzar ese resultado, las medidas de gobierno y las estrategias de varios
agentes deben reconocer un interés superior y compartido en la construcción y el
fortalecimiento de las instituciones democráticas. Estas instituciones han contribuido a encarar
los problemas sociales y económicos heredados del régimen autoritario.

f) Los casos de democracia delegativa no han mostrado progresos institucionales ni han


sido muy efectivos en el tratamiento de sus crisis sociales y económicas.

Sobre instituciones

Son pautas regularizadas de interacción que son conocidas practicadas y regularmente


aceptadas, por agentes sociales que mantienen la expectativa de seguir interactuando
conforme a las reglas y normas que rigen esas pautas.

Las instituciones DEMOCRÁTICAS. Son instituciones políticas, tienen relación directa con los
principales temas de la política: la elaboración de decisiones gubernamentales obligatorias
dentro del territorio dado, los canales de acceso a los roles decisorios. Las fronteras que
separan lo que es de lo que no es una institución política son difusas y varían a los largo del
tiempo y según los países.

Algunas instituciones políticas son organizaciones formales que integran la red constitucional
de una poliarquía: el congreso, los tribunales y partidos políticos. Otras se, materializan de
forma intermitente pero no son menos indispensables. El principal interrogantes es cómo
funcionan ¿son instancias decisorias realmente importantes dentro del proceso de circulación
del poder, de influencia y de adopción de políticas públicas?

Otros factores indispensables para el funcionamiento de la democracia en las sociedades


contemporáneas, pueden o no estar institucionalizados o pueden ser operativos sólo para una
parte de los sectores potencialmente relevantes. En las democracias representativas, esas
pautas se hallan explícitamente institucionalizadas y se materializan en arreglos pluralistas o
neo corporativistas. Algunas características del sistema institucional operativo son:

1. Las instituciones incorporan y excluyen. Ellas determinan qué agentes, sobre la base de
qué recursos, demandas y procedimientos, se aceptan como voces válidas en sus procesos de
elaboración e implementación de decisiones. Estos criterios son necesariamente selectivos: se
amoldan y favorecen a algunos agentes, inducen a otros a readaptarse. El alcance de una
institución es el grado en que incorpora y excluye al conjunto de agentes relevantes.

2. Las instituciones establecen las probabilidades de distribución de sus resultados.


Przeworski: las instituciones “procesan” sólo ciertos actores y recursos, y lo hacen conforme a
las reglas que ellas mismas establecen. Ellos influyen sobre el espectro de resultados posibles y
las probabilidades de ocurrencia de cada uno de ellos. Las instituciones democráticas, excluyen
el uso o la amenaza de la fuerza y los resultados que éstos generarían. El subconjunto de las
instituciones democráticas basadas en la universalidad del voto, como Schmitter y Streeeck
han afirmado, no es muy útil para procesar la intensidad de las preferencias. Las instituciones
de representación de intereses son más adecuadas para procesar la intensidad de las
preferencias.

3. Las instituciones tienden a agregar y a estabilizar la agregación de los niveles de acción


y organización de los agentes que interactúan con ellas. Las reglas establecidas por las
instituciones influyen en las decisiones estratégicas que los agentes adoptan en relación con el
grado de agregación que les resulta más eficaz en función de las probabilidades de un
resultado favorable. Las personas que ocupan los roles decisorios dentro de ellas, tienen
limitada capacidad para procesar la información y concentrar su atención. En consecuencia,
esas personas prefieren interactuar con pocos agentes y tratar con pocos por vez.

4. Las instituciones inducen pautas de representación. Las instituciones favorecen la


transformación de muchas voces potenciales en unas pocas a las que aceptan como
representativas. La representación implica, el reconocimiento del derecho de algunos de
hablar en nombre de los que dicen representar y la capacidad de los representantes de lograr
que los representados concuerden con lo que aquellos deciden. Esta capacidad es demostrada
y los atores respetan las reglas del juego.

5. Las instituciones estabilizan a los agentes /representantes y sus expectativas. Los


representantes y líderes institucionales llegan a esperar una gama estrecha de
comportamientos por parte del conjunto de actores con quienes tienen la expectativa de
volver a encontrarse en la próxima ronda de interacción. Se puede decir que una institución es
“fuerte”, la institución está en equilibrio, a nadie le interesa cambiarla, a menos que el cambio
se produzca incremental y consensuada.

6. Las instituciones alargan los horizontes de tiempo de los actores. Se espera que las
interacciones institucionalizadas se mantengan en el futuro con el mismo grupo de agentes.
Esto junto con un alto nivel de agregación de la presentación y de control de los electorados,
es la base de la “cooperación competitiva” que caracteriza a las democracias institucionales:
los dilemas de prisionero se pueden resolver, se facilita la negociación. El establecimiento de
este tipo de este tipo de prácticas refuerza la disposición de todos los agentes relevantes a
reconocerse unos a otros como interlocutores válidos. Este círculo se completa cuando las
instituciones democráticas alcanzan una gran densidad de interrelaciones múltiples y
estabilizadas. Esto hace de esas instituciones nudos decisorios importantes en el proceso
político global, entonces emerge una democracia consolidada, propiamente institucionalizada.

En el funcionamiento de las sociedades complejas contemporáneas, las instituciones


democráticas proveen un nivel crucial de mediación entre los factores estructurales y no solos
los individuos sino también diversos agrupamientos por medio de los cuales la sociedad
organiza sus intereses e identidades. Este nivel intermedio tiene un importante impacto sobre
las partas de organización de la sociedad, se ven representados unos en el proceso político y
excluyen a otros. La institucionalización implica costos, no solo la exclusión sino también la
recurrente. La alternativa, sumerge a la vida social y política en el infierno de un colosal dilema
de prisionero. Ésta es una descripción típico-ideal, pero me parece útil para esbozar, por medio
del contraste, las peculiaridades de una situación en la que diversas instituciones democráticas
son muy débiles. Una democracia no institucionalizada se caracteriza por el poco alcance, la
debilidad y la baja densidad de las instituciones políticas existentes. El lugar de esas
instituciones queda ocupado por otras prácticas no formalizadas pero firmemente afirmadas
(el clientelismo, el patrimonialismo y la corrupción).

Hacia una caracterización de la democracia delegativa

Las democracias delegativas se basan en la premisa de que la persona que gana la elección
presidencial está autorizada a gobernar como él o ella crea conveniente. El presidente es
considerado la encarnación de la nación y el principal definidor y guardián de sus intereses. Las
medidas de gobierno no necesitan guardar ningún parecido con las promesas de su campaña.
Se supone que esta figura paternal ha de tomar a su cuidado el conjunto de la nación, su base
política debe ser un movimiento, la superación vibrante del faccionalismo y los conflictos
asociados con los partidos. Típicamente en las DD, los candidatos presidenciales victoriosos se
ven a sí mismos como figuras por encima de los partidos políticos y de los intereses
organizados. Desde esta perspectiva, otras instituciones (tribunales, legislaturas) son estorbos
que acompañan a las ventajas domésticas e internacionales resultantes de ser un presidente
democráticamente elegido. La accountability ante esas instituciones es vista como un meno
impedimento de la plena autoridad que se ha delegado al presidente.

La democracia delegativa no es ajena a la tradición democrática. Es más democrática pero


menos liberal, que la representativa. La DD es fuertemente mayoritaria. Consiste en producir
una mayoría que autoriza a alguien a convertirse, por cierto número de años, en la exclusiva
corporación e intérprete de los más altos intereses de la nación. Con frecuencia las delegativas
recurren a mecanismos como el ballotage si en la primera rueda de elecciones no llegó a
conformarse una mayoría. La DD es fuertemente individualista, pero en un sentido más
Hobbesiano: se supone que los votantes eligen, independientemente de sus identidades y
afiliaciones. En las elecciones de DD los candidatos compiten por la oportunidad de gobernar
virtualmente exentos de todo tipo de restricción salvo las impuestas por relaciones de poder
desnudas, no institucionalizadas.

El extremo individualismo que constituye el Poder Ejecutivo se combina con el organicismo del
Leviatán. El Líder tiene que guiar a la nación uniendo sus fragmentos dispersos dentro de un
todo armonioso. La delegación incluye el derecho (y el deber) del presidente de administrarlos
amargos remedios que recompondrían la salud de la nación. El presidente y sus colaboradores
son el alfa y el omega de la política. Pero algunos problemas solo se resuelven con criterios
“técnicos”, los cuales, deben ser políticamente protegidos por el presidente contra las
múltiples resistencias de la sociedad. El presidente se aísla de la mayoría de las instituciones
políticas y los intereses organizados y carga solo con la responsabilidad por los éxitos y
fracasos de “sus” medidas.

Si bien el lenguaje era diferente, estas concepciones dominaron los sistemas comunistas. En
las DD los partidos, el congreso y la prensa son libres para expresar sus críticas. En ocasiones
los tribunales, bloquean las medias inconstitucionales. Las asociaciones de trabajadores y
capitalistas suelen quejarse en voz alta. A veces, el partido que eligió al presidente se
desespera por la pérdida de oportunidad del gobierno y niega apoyo parlamentario de las
medidas que el presidente quiere imponerle. Esto aumenta el aislamiento político del
presidente, sus dificultades para formar una coalición legislativa estable y su tendencia a
soslayar, ignorar o corromper al C0ngreso y las demás instituciones.

La representación incluye necesariamente un elemento de delegación: por medio de cierto


procedimiento, una colectividad autoriza a ciertos individuos a hablar por ella y se
compromete a aceptar lo que decida el representante. La representación y la delegación no
son oposiciones polares.

La representación implica accountability: de alguna manera el representante es responsable


por sus acciones ante quienes lo autorizan a hablar en su nombre. En las institucionalizadas, la
acountability no es solo vertical (la aplicada en el hecho que periódicamente los gobernantes
deben rendir cuentas ante las urnas) sino también horizontal. Ella opera mediante una red de
poder relativamente autónomos que pueden examinar y cuestionar y sancionar actos
irregulares cometidos durante cargos públicos. La representación y la accountability
conforman la dimensión republicana de la democracia: la existencia y vigencia de una clara
distinción entre los intereses públicos y privados de los funcionarios. La accountability vertical,
forma parte de la representativa como de la delegativa. Pero la horizontal es característica de
la democracia representativa y no existe en las delegativas. Los presidentes delegativos ven a
las instituciones que efectivizan la accountability horizontal como impedimentos contra su
“misión”, hacen esfuerzos por trabar su funcionamiento.

Los funcionarios están en una red de relación de poder institucionalizadas.

Como las medidas gubernamentales deben atravesar una serie de poderes autónomos, el
proceso decisorio en las representativas tiende a ser lento e incremental. Pero esas medias
quedan vacunadas contra grandes errores y cuentan con una probabilidad relativamente alta
de ser implementadas; la responsabilidad por los errores tiende a ser ampliamente
compartida. La DD presupone una institucionalización débil y es indiferente en cuanto a su
fortalecimiento. La DD confiere al presidente la aparente ventaja de estar prácticamente
exento de la accountability horizontal. La DD tiene también la aparente ventaja de facilitar un
proceso decisorio rápido, pero esto puede aumentar las probabilidades que se cometan
errores. La popularidad de los presidentes de las DD tiene a sufrir reveses: un día se los aclama
como salvadores providenciales y el siguiente se los execra como dioses caídos.

Las tendencias plebiscitarias de la DD son reconocibles en la mayoría de los países de América


Latina desde mucho antes de las actuales crisis sociales.

Comparaciones con el pasado

La gran ola de democratizaciones previa a la que actualmente presenciamos se produjo


después de la Segunda Guerra Mundial. Las condiciones resultantes fueron considerablemente
diferentes de las que enfrentan los países latinoamericanos y poscomunistas: 1) como secuela
de la destrucción de los tiempos de guerra., las expectativas de la población fueran muy
moderadas; 2) hubo inyecciones masivas de capital, principal pero no exclusivamente; 3) como
consecuencia, las viejas potencias de Eje pronto alcanzaron veloces tasas de crecimiento
económico. Estos no fueron los únicos factores en juego pero contribuyeron a la consolidación
de la democracia en esos países. Esos factores contribuyeron a la estabilidad de esos
regímenes y de las coaliciones que los sustentaron.

En las transiciones de las décadas de setenta y ochenta, la victoria en la primera elección luego
de la caída del régimen autoritario casi garantizó la derrota, si no la desaparición en la
segunda. Así ocurrió en España, Portugal, Argentina, etc. La mayoría de estos países heredaron
serias dificultades socioeconómicas de sus respectivos regímenes autoritarios y se vieron
gravemente afectados por los problemas económicos mundiales de la década setenta y
principios de la del ochenta, incluyendo los impactos de la deuda externa. Estos problemas
alcanzaron proporciones críticas y requirió la adopción de medidas drásticas por parte del
gobierno. Altísimas tasas de inflación. Estancamiento económico, severa crisis financiera del
estado, una enorme deuda pública externa y doméstica, creciente desigualdad y pobreza y un
agudo deterioro de políticas sociales.

Surgen importantes diferencias entre los países latinoamericanos. Durante el primer gobierno
democrático, la economía uruguaya funcionó bastante bien: la tasa de inflación anual
descendió de tres a dos dígitos y el PBI, las inversiones y los salarios reales registraron
crecimientos graduales. Chile siguió el mismo camino. En contraste, la Argentina, Brasil y Perú
optaron por drásticos y sorpresivos “paquetes” de estabilización: el Plan Austral en Argentina,
el Plan Cruzado en Brasil y Plan Inti en Perú. Estos “paquetes” fueron desastrosos. No
solucionaron ninguno de los problemas heredados. Esto hace de Uruguay un caos interesante.
¿Por qué el gobierno no adoptó su paquete de estabilización? La diferencia es que Uruguay es
un caso de redemocratización, donde, apenas restaurada la democracia, el Congreso comenzó
a funcionar con efectividad. Enfrentado a una legislatura fuertemente institucionalizada, a una
serie de restricciones constitucionales y prácticas arraigadas históricamente, ningún presidente
uruguayo podría haber decretado un paquete de estabilización drástico. Para ello el presidente
de pasar por el Congreso y esto significa tener que negociar no sólo con los partidos y
legisladores, sino también con varios intereses organizados. En contra de las probables
preferencias de algunos de sus miembros más importantes, las políticas económicas del
gobierno estuvieron “condenadas” a ser incrementales y limitarse a metas bastante modestas.
Observando a Uruguay se reconoce la diferencia que existe entre tener y no tener una red de
poderes institucionalizados que haga de trama del proceso político. O la diferencia entre una
democracia representativa y otra delegativa.

El ciclo de la crisis

Algunos casos de democracia delegativa: Argentina, Brasil y Perú. Los problemas y las
demandas que disparan ante los inexpertos gobiernos de las nuevas democracias, que deben
arreglársela con una burocracia débil y desarticulada. Los presidentes son elegidos luego de
prometer que salvará al país. El suyo es el gobierno de salvadores de la patria. El mandato
delegativo supuestamente conferido por la mayoría, una firme voluntad política y el
conocimiento técnico deberían bastar para que el salvador cumpla su misión: los “paquetes”
se deducen como un corolario (razonamiento).

Cuanto más prolongada y profunda es la crisis y cuanto menor es la expectativa de que el


gobierno podrá paliarla, más racional resulta para todos los involucrados actuar: 1) de un
modo altamente desagregado, especialmente en relación con las agencias estatales que
pueden contribuir a aliviar las consecuencias de la crisis para un grupo o sector específico; 2)
con horizontes de tiempo extremadamente cortos, y 3) con la suposición de que todos los
demás harán lo mismo. Queda montada una lucha generalizada por conseguir ventajas a corto
plazo. Este dilema de fortalecer las instituciones democráticas por un lado y a encontrar vías
razonablemente efectivas de encarar los problemas nacionales más acuciantes.

Una vez disipadas las esperanzas iniciales y fracasados los primeros paquetes, el descrédito de
la política, los políticos y el gobierno se generaliza. Si pretenden conservar parte del apoyo
popular, estos gobiernos deben controlar la inflación y al mismo tiempo implementar políticas
sociales que demuestran que, aun cuando no pueden resolver inmediatamente la mayoría de
los problemas existentes, al menos no se desentienden de la situación de los pobres y de los
segmentos recientemente empobrecidos de las clases medias. Por menor que sea, este es un
imperativo muy exigente; las dos metas son extremadamente difíciles de reconciliar, al menos
en el corto plazo, y para estos gobiernos pocos más que el corto plazo importa.

Todos los gobiernos quieren conservar un mayoritario apoyo popular y casi siempre los
politicos quieren ser reelectos. Solo si los delemas recien descritos pudieran ser resueltos
dentro del breve plazo de un mandato presidencial el éxito en las urnas seria un triunfo en
lugar de una condena. ¿Cómo ganar una eleccion y como, una vez electo, gobernar en este
tipo de situacion? Es diciendo una cosa durante la campaña y haciendo lo contrario una vez en
el gobierno. Los presidentes de Argentina, Bolivia, Ecuador y Peru ganaron las elecciones
prometiendo una politica economica expansionista y una larga lista de buenas cosas anexas,
solo para lanzar severos paquetes de estabilización al poco tiempo de asumidos sus cargos.

La exclusión de los partidos y el Congreso de esas trascendentales decisiones genera varias


consecuencias muy negativas. Primero, cuando el ejecutivo final necesita apoyo legislativo
para proseguir sus politicas, suele encontrar un Congreso resentido que no se siente
responsable por politicas en cuyo diseño no intervino. Segundo, el Congreso se debilita aun
mas por su reaccion hostil y distante frente al ejecutivo, combinada con las publicas condenas
del ejecutivo por la “irresponsabilidad” de aquel. Tercero, estas disputas promueven una
aguda caida del prestigio de todos, como lo muestran abundantemente numerosas encuestas
de opinion de muchos paises latinoamericanos y poscomunistas. La debilidad institucional
resultante restringe aun mas las posibilidades de hallar otra solucion magica cuando fracasan
los paquetes: el pacto socieconomico.

De la omnipotencia a la impotencia

La consiguiente ausencia de instituciones efectivas y autónomas coloca sobre el presidente


enorme, responsabilidad por la situación del país. La omnipotencia comienza con la
espectacular sanción de los primeros paquetes y prosigue con la avalancha de decisiones
destinadas a complementar esos paquetes y corregir sus múltiples consecuencias no deseadas.
Esto acentúa las tendencias anti institucionales de las DD y ratifica tradiciones de fuerte
personalización y concentración del poder en el ejecutivo. El otro lado de la moneda es una
dificultad para transformar esas decisiones en regulaciones efectivas de la vida social.

Las democracias institucionalizadas son lentas para elaborar sus decisiones. Pero una vez
tomadas, estas tiene mayor probabilidad de ser implementadas. En las DD, es un proceso
decisorio frenético, un verdadero “decretismo”. Como estas decisiones del ejecutivo,
atropelladas y unilaterales, suelen perjudicar a intereses importantes y políticamente
movilizados, tienen poca probabilidad de ser implementadas. En medio de una severa crisis
socioeconomica, la reacción suele ser una nueva avalancha de decisiones que, debido a la
experiencia que muchos sectores han ganado al resistir las anteriores, tienen aun menos
probabilidad de ser implementadas.debido a la forma que se elaboran estas decisiones, la
mayoria de los agentes politicos, economicos y sociales pueden deslindar responsabilidades
por sus consecuencias: el poder para tomarlas fue delegado al presidente y él hixo lo que
consideró mejor. Cuando los fracasos se acumulan, el país se ecnuentra con un presidente que
a esa altura lo unico que pretemde es completar su mandato.

El resultado “natural” en el pasado latinoamericano habría sido un golpe de estado exitoso.


Por su debilidad constitucional y sus erráticas pautas decisorias, las DD son mas propensas a
interrupciones que las representativas. Las DD exhiben una notable persistencia: con la
excepción de Perú, donde el quiebre democratico fue perpetrado por su propio presidente
delegativo, no se ha registrado ningún golpe de estado exitoso.
La política económica implementada por las DD no siempre esta condenada a que la opinión
pública la considere un fracaso. Este es el caso de Argentina con la presidencia de Menem.
Pero estos logros economicos, asi como los mas efímeros de Collor (brasil) Alfonsin (argentina)
y García (peru), en el apice de los aparentes éxitos de sus paquetes económicos, pueden llevar
a un presidente a producir lo que tal vez sea la mejor prueba de la existencia de una
democracia delegativa. Los presidentes delegativos encuentran inaceptable que sus mandatos
esten constitucionalmente limitados; ¿Qué sentido tiene que estas limitaciones formales
imposibiliten la continuidad de su misión salvadora? Promueven reformas constitucionales que
permitan su reelección o, su permanencia en la cúspide del gobierno como primeros ministros
de un régimen semiparlamentario. En contraste, este tipo de maniobra es inconcebible en los
caos del relativamente exitoso presidente de uruguay y chile.

Este ensayo se dedicó principalmente a un ejercicio tipológico. Creo que es útil identificar una
nueva especie.

UNIDAD 6

DEMOCRACIA - SARTORI

3 aspectos hay que analizar al definir el término democracia:


 Principio de legitimidad
 Ejercicio y titularidad del poder
 Ideal de la Democracia

 La legitimidad democrática se encuentra en el pueblo. No se aceptan


investiduras y mucho menos el poder por la fuerza.

 Con las fórmulas de democracias representativas el ciudadano ejercita por


sí mismo el poder del cual es titular.

 Sin democracia ideal no existe democracia real. El ideal liberal es el


verdadero ideal de las democracias

Democracia política, social y económica.

La noción de democracia social surge con Tocquevile caracterizada por la


igualdad de condiciones y guiada por un espíritu igualito. Se trata de una
sociedad multigrupal. Democracia social es sinónimo de infraestructura de micro
democracia la cual sostiene a la macro democracia de conjunto a la
superestructura política.
La democracia social busca la emancipación del individuo de todas las cadenas
que la oprimen.

La democracia económica significa igualdad económica para el equiparamiento


de los extremos de la pobreza y la riqueza y por lo tanto para las redistribuciones
que persiguen el bienestar generalizado. Esta es la primera definición intuitiva del
término pero democracia económica adquiere un significado preciso como una
subespecie de la democracia industrial.

Se define a la democracia económica Cómo democracia en el lugar de trabajo y


en la organización y gestión del trabajo en la sociedad industrial. El trabajo se
concentra en las fábricas y es allí donde hay que introducir la democracia.

Aclaradas estas distinciones la relación es que la democracia política es la


condición necesaria para las otras. La democracia en sentido social y económico
extienden y completan la democracia en sentido político.

La democracia de los griegos

hay que enmarcar la democracia de los antiguos en la clásica clasificación


aristotélica. Para Aristóteles la democracia es la forma corrupta del gobierno de
los muchos. Es una forma de mal gobierno porque se sustenta en el interés
propio.

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DEMOCRACIA DELEGATIVA – O´DONNELL.

Mis actuales investigaciones sugieren que los factores, más decisivos y permanentes en la
generación de diversos tipos de democracia no están relacionados con las características
de los regímenes autoritarios precedentes ni con el proceso de transición. Creo que
debemos concentrar la atención en diversos factores históricos de largo plazo y en la
severidad de los problemas socioeconómicos heredados por los nuevos gobiernos
democráticos.

Los principales puntos de mi argumento son: 1) las actuales teorías y tipologías de la


democracia tienen como referente empírico a la democracia representativa, de acuerdo
con las características que esta adopta, en los países capitalistas altamente desarrollados;

3) algunas de las nuevas democracias ( Arg, peru, Brasil) son democracias, en el sentido de
que cumplen los criterios que propone Robert Dahl para definir la poliarquía; 3) pero estas
democracias no son democracias representativas; presentan características que me
inducen a llamarlas delegativas; 4) aunque no son democracias consolidadas
(institucionalizadas). Las DD pueden ser duraderas; 5) es posible detectar una importante
interacción: la profunda crisis social y económica que heredo la mayoría de estos países de
sus predecesores autoritarios refuerza ciertas prácticas y concepciones acerca del ejercicio
de la autoridad política que son más consonantes con la democracia delegativa que con la
representativa. Las siguientes consideraciones lo fundamentan.

La instalación de un gobierno democráticamente electo abre el camino de una

“segunda transición”, más larga y compleja que la primera desde el régimen


autoritario.

En la segunda transición se parte de un gobierno democráticamente electo y se llega a


un régimen democrático institucionalizado o equivalentemente consolidado.

Nada garantiza que se lleve a cabo esta segunda transición. Las nuevas democracias
pueden regresar al gobierno autoritario o pueden permanecer en una situación
frágil e incierta. Esta situación puede prolongarse sin que se abran vías que
conduzcan a tipos altamente institucionalizados de democracia.

El elemento crucial que determina el éxito de la siguiente transición es la construcción


y el fortalecimiento de diversas instituciones que se convierten en nudos de
decisión importantes dentro del proceso de circulación del poder político.

Para alcanzar ese resultado, las medidas de gobierno y las estrategias de varios
agentes deben reconocer un interés superior y compartido en la construcción y el
fortalecimiento de las instituciones democráticas. Estas instituciones han
contribuido a encarar los problemas sociales y económicos heredados del régimen
autoritario.

Los casos de democracia delegativa no han mostrado progresos institucionales ni han


sido muy efectivos en el tratamiento de sus crisis sociales y económicas.
 Sobre instituciones

Son pautas regularizadas de interacción que son conocidas practicadas y regularmente


aceptadas, por agentes sociales que mantienen la expectativa de seguir interactuando
conforme a las reglas y normas que rigen esas pautas.

Las instituciones DEMOCRÁTICAS. Son instituciones políticas, tienen relación directa con
los principales temas de la política: la elaboración de decisiones gubernamentales
obligatorias dentro del territorio dado, los canales de acceso a los roles decisorios. Las
fronteras que separan lo que es de lo que no es una institución política son difusas y
varían a los largo del tiempo y según los países.

Algunas instituciones políticas son organizaciones formales que integran la red


constitucional de una poliarquía: el congreso, los tribunales y partidos políticos. Otras se,
materializan de forma intermitente pero no son menos indispensables. El principal
interrogantes es cómo funcionan ¿son instancias decisorias realmente importantes dentro
del proceso de circulación del poder, de influencia y de adopción de políticas públicas?

Otros factores indispensables para el funcionamiento de la democracia en las sociedades


contemporáneas, pueden o no estar institucionalizados o pueden ser operativos sólo para
una parte de los sectores potencialmente relevantes. En las democracias representativas,
esas pautas se hallan explícitamente institucionalizadas y se materializan en arreglos
pluralistas o neo corporativistas. Algunas características del sistema institucional operativo
son:

1. Las instituciones incorporan y excluyen. Ellas determinan qué agentes, sobre la


base de qué recursos, demandas y procedimientos, se aceptan como voces
válidas en sus procesos de elaboración e implementación de decisiones. Estos
criterios son necesariamente selectivos: se amoldan y favorecen a algunos
agentes, inducen a otros a readaptarse. El alcance de una institución es el
grado en que incorpora y excluye al conjunto de agentes relevantes.

2. Las instituciones establecen las probabilidades de distribución de sus


resultados. Przeworski: las instituciones “procesan” sólo ciertos actores y
recursos, y lo hacen conforme a las reglas que ellas mismas establecen. Ellos
influyen sobre el espectro de resultados posibles y las probabilidades de
ocurrencia de cada uno de ellos. Las instituciones democráticas, excluyen el uso
o la amenaza de la fuerza y los resultados que éstos generarían. El subconjunto
de las instituciones democráticas basadas en la universalidad del voto, como
Schmitter y Streeeck han afirmado, no es muy útil para procesar la intensidad
de las preferencias. Las instituciones de representación de intereses son más
adecuadas para procesar la intensidad de las preferencias.
3. Las instituciones tienden a agregar y a estabilizar la agregación de los niveles de
acción y organización de los agentes que interactúan con ellas. Las reglas
establecidas por las instituciones influyen en las decisiones estratégicas que los
agentes adoptan en relación con el grado de agregación que les resulta más
eficaz en función de las probabilidades de un resultado favorable. Las personas
que ocupan los roles decisorios dentro de ellas, tienen limitada capacidad para
procesar la información y concentrar su atención. En consecuencia, esas
personas prefieren interactuar con pocos agentes y tratar con pocos por vez.

4. Las instituciones inducen pautas de representación. Las instituciones favorecen


la transformación de muchas voces potenciales en unas pocas a las que
aceptan como representativas. La representación implica, el reconocimiento
del derecho de algunos de hablar en nombre de los que dicen representar y la
capacidad de los representantes de lograr que los representados concuerden
con lo que aquellos deciden. Esta capacidad es demostrada y los atores
respetan las reglas del juego.

5. Las instituciones estabilizan a los agentes /representantes y sus expectativas.


Los representantes y líderes institucionales llegan a esperar una gama estrecha
de comportamientos por parte del conjunto de actores con quienes tienen la
expectativa de volver a encontrarse en la próxima ronda de interacción. Se
puede decir que una institución es “fuerte”, la institución está en equilibrio, a
nadie le interesa cambiarla, a menos que el cambio se produzca incremental y
consensuada.

6. Las instituciones alargan los horizontes de tiempo de los actores. Se espera que
las interacciones institucionalizadas se mantengan en el futuro con el mismo
grupo de agentes. Esto junto con un alto nivel de agregación de la presentación
y de control de los electorados, es la base de la “cooperación competitiva” que
caracteriza a las democracias institucionales: los dilemas de prisionero se
pueden resolver, se facilita la negociación. El establecimiento de este tipo de
este tipo de prácticas refuerza la disposición de todos los agentes relevantes a
reconocerse unos a otros como interlocutores válidos. Este círculo se completa
cuando las instituciones democráticas alcanzan una gran densidad de
interrelaciones múltiples y estabilizadas. Esto hace de esas instituciones nudos
decisorios importantes en el proceso político global, entonces emerge una
democracia consolidada, propiamente institucionalizada.

En el funcionamiento de las sociedades complejas contemporáneas, las instituciones


democráticas proveen un nivel crucial de mediación entre los factores estructurales y no
solos los individuos sino también diversos agrupamientos por medio de los cuales la
sociedad organiza sus intereses e identidades. Este nivel intermedio tiene un importante
impacto sobre las partas de organización de la sociedad, se ven representados unos en el
proceso político y excluyen a otros. La institucionalización implica costos, no solo la
exclusión sino también la recurrente. La alternativa, sumerge a la vida social y política en
el infierno de un colosal dilema de prisionero. Ésta es una descripción típico-ideal, pero
me parece útil para esbozar, por medio del contraste, las peculiaridades de una situación
en la que diversas instituciones democráticas son muy débiles. Una democracia no
institucionalizada se caracteriza por el poco alcance, la debilidad y la baja densidad de las
instituciones políticas existentes. El lugar de esas instituciones queda ocupado por otras
prácticas no formalizadas pero firmemente afirmadas (el clientelismo, el patrimonialismo
y la corrupción).

 Hacia una caracterización de la democracia delegativa

Las democracias delegativas se basan en la premisa de que la persona que gana la elección
presidencial está autorizada a gobernar como él o ella crea conveniente. El presidente es
considerado la encarnación de la nación y el principal definidor y guardián de sus
intereses. Las medidas de gobierno no necesitan guardar ningún parecido con las
promesas de su campaña. Se supone que esta figura paternal ha de tomar a su cuidado el
conjunto de la nación, su base política debe ser un movimiento, la superación vibrante del
faccionalismo y los conflictos asociados con los partidos. Típicamente en las DD, los
candidatos presidenciales victoriosos se ven a sí mismos como figuras por encima de los
partidos políticos y de los intereses organizados. Desde esta perspectiva, otras
instituciones (tribunales, legislaturas) son estorbos que acompañan a las ventajas
domésticas e internacionales resultantes de ser un presidente democráticamente elegido.
La accountability ante esas instituciones es vista como un meno impedimento de la plena
autoridad que se ha delegado al presidente.

La democracia delegativa no es ajena a la tradición democrática. Es más democrática pero


menos liberal, que la representativa. La DD es fuertemente mayoritaria. Consiste en
producir una mayoría que autoriza a alguien a convertirse, por cierto número de años, en
la exclusiva corporación e intérprete de los más altos intereses de la nación. Con
frecuencia las delegativas recurren a mecanismos como el ballotage si en la primera rueda
de elecciones no llegó a conformarse una mayoría. La DD es fuertemente individualista,
pero en un sentido más Hobbesiano: se supone que los votantes eligen,
independientemente de sus identidades y afiliaciones. En las elecciones de DD los
candidatos compiten por la oportunidad de gobernar virtualmente exentos de todo tipo
de restricción salvo las impuestas por relaciones de poder desnudas, no
institucionalizadas.

El extremo individualismo que constituye el Poder Ejecutivo se combina con el


organicismo del Leviatán. El Líder tiene que guiar a la nación uniendo sus fragmentos
dispersos dentro de un todo armonioso. La delegación incluye el derecho (y el deber) del
presidente de administrarlos amargos remedios que recompondrían la salud de la nación.
El presidente y sus colaboradores son el alfa y el omega de la política. Pero algunos
problemas solo se resuelven con criterios “técnicos”, los cuales, deben ser políticamente
protegidos por el presidente contra las múltiples resistencias de la sociedad. El presidente
se aísla de la mayoría de las instituciones políticas y los intereses organizados y carga solo
con la responsabilidad por los éxitos y fracasos de “sus” medidas.
Si bien el lenguaje era diferente, estas concepciones dominaron los sistemas comunistas.
En las DD los partidos, el congreso y la prensa son libres para expresar sus críticas. En
ocasiones los tribunales, bloquean las medias inconstitucionales. Las asociaciones de
trabajadores y capitalistas suelen quejarse en voz alta. A veces, el partido que eligió al
presidente se desespera por la pérdida de oportunidad del gobierno y niega apoyo
parlamentario de las medidas que el presidente quiere imponerle. Esto aumenta el
aislamiento político del presidente, sus dificultades para formar una coalición legislativa
estable y su tendencia a soslayar, ignorar o corromper al C0ngreso y las demás
instituciones.

La representación incluye necesariamente un elemento de delegación: por medio de


cierto procedimiento, una colectividad autoriza a ciertos individuos a hablar por ella y se
compromete a aceptar lo que decida el representante. La representación y la delegación
no son oposiciones polares.

La representación implica accountability: de alguna manera el representante es


responsable por sus acciones ante quienes lo autorizan a hablar en su nombre. En las
institucionalizadas, la acountability no es solo vertical (la aplicada en el hecho que
periódicamente los gobernantes deben rendir cuentas ante las urnas) sino también
horizontal. Ella opera mediante una red de poder relativamente autónomos que pueden
examinar y cuestionar y sancionar actos irregulares cometidos durante cargos públicos. La
representación y la accountability conforman la dimensión republicana de la democracia:
la existencia y vigencia de una clara distinción entre los intereses públicos y privados de
los funcionarios. La accountability vertical, forma parte de la representativa como de la
delegativa. Pero la horizontal es característica de la democracia representativa y no existe
en las delegativas. Los presidentes delegativos ven a las instituciones que efectivizan la
accountability horizontal como impedimentos contra su “misión”, hacen esfuerzos por
trabar su funcionamiento.

Los funcionarios están en una red de relación de poder institucionalizadas.

Como las medidas gubernamentales deben atravesar una serie de poderes autónomos, el
proceso decisorio en las representativas tiende a ser lento e incremental. Pero esas
medias quedan vacunadas contra grandes errores y cuentan con una probabilidad
relativamente alta de ser implementadas; la responsabilidad por los errores tiende a ser
ampliamente compartida. La DD presupone una institucionalización débil y es indiferente
en cuanto a su fortalecimiento. La DD confiere al presidente la aparente ventaja de estar
prácticamente exento de la accountability horizontal. La DD tiene también la aparente
ventaja de facilitar un proceso decisorio rápido, pero esto puede aumentar las
probabilidades que se cometan errores. La popularidad de los presidentes de las DD tiene
a sufrir reveses: un día se los aclama como salvadores providenciales y el siguiente se los
execra como dioses caídos.
Las tendencias plebiscitarias de la DD son reconocibles en la mayoría de los países de
América Latina desde mucho antes de las actuales crisis sociales.

 Comparaciones con el pasado


La gran ola de democratizaciones previa a la que actualmente presenciamos se produjo
después de la Segunda Guerra Mundial. Las condiciones resultantes fueron
considerablemente diferentes de las que enfrentan los países latinoamericanos y
poscomunistas: 1) como secuela de la destrucción de los tiempos de guerra., las
expectativas de la población fueran muy moderadas; 2) hubo inyecciones masivas de
capital, principal pero no exclusivamente; 3) como consecuencia, las viejas potencias de
Eje pronto alcanzaron veloces tasas de crecimiento económico. Estos no fueron los únicos
factores en juego pero contribuyeron a la consolidación de la democracia en esos países.
Esos factores contribuyeron a la estabilidad de esos regímenes y de las coaliciones que los
sustentaron.

En las transiciones de las décadas de setenta y ochenta, la victoria en la primera elección


luego de la caída del régimen autoritario casi garantizó la derrota, si no la desaparición en
la segunda. Así ocurrió en España, Portugal, Argentina, etc. La mayoría de estos países
heredaron serias dificultades socioeconómicas de sus respectivos regímenes autoritarios y
se vieron gravemente afectados por los problemas económicos mundiales de la década
setenta y principios de la del ochenta, incluyendo los impactos de la deuda externa. Estos
problemas alcanzaron proporciones críticas y requirió la adopción de medidas drásticas
por parte del gobierno. Altísimas tasas de inflación. Estancamiento económico, severa
crisis financiera del estado, una enorme deuda pública externa y doméstica, creciente
desigualdad y pobreza y un agudo deterioro de políticas sociales.

Surgen importantes diferencias entre los países latinoamericanos. Durante el primer


gobierno democrático, la economía uruguaya funcionó bastante bien: la tasa de inflación
anual descendió de tres a dos dígitos y el PBI, las inversiones y los salarios reales
registraron crecimientos graduales. Chile siguió el mismo camino. En contraste, la
Argentina, Brasil y Perú optaron por drásticos y sorpresivos “paquetes” de estabilización:
el Plan Austral en Argentina, el Plan Cruzado en Brasil y Plan Inti en Perú. Estos “paquetes”
fueron desastrosos. No solucionaron ninguno de los problemas heredados. Esto hace de
Uruguay un caos interesante. ¿Por qué el gobierno no adoptó su paquete de
estabilización? La diferencia es que Uruguay es un caso de redemocratización, donde,
apenas restaurada la democracia, el Congreso comenzó a funcionar con efectividad.
Enfrentado a una legislatura fuertemente institucionalizada, a una serie de restricciones
constitucionales y prácticas arraigadas históricamente, ningún presidente uruguayo podría
haber decretado un paquete de estabilización drástico. Para ello el presidente de pasar
por el Congreso y esto significa tener que negociar no sólo con los partidos y legisladores,
sino también con varios intereses organizados. En contra de las probables preferencias de
algunos de sus miembros más importantes, las políticas económicas del gobierno
estuvieron “condenadas” a ser incrementales y limitarse a metas bastante modestas.
Observando a Uruguay se reconoce la diferencia que existe entre tener y no tener una red
de poderes institucionalizados que haga de trama del proceso político. O la diferencia
entre una democracia representativa y otra delegativa.
 El ciclo de la crisis
Algunos casos de democracia delegativa: Argentina, Brasil y Perú. Los problemas y las
demandas que disparan ante los inexpertos gobiernos de las nuevas democracias, que
deben arreglársela con una burocracia débil y desarticulada. Los presidentes son elegidos
luego de prometer que salvará al país. El suyo es el gobierno de salvadores de la patria. El
mandato delegativo supuestamente conferido por la mayoría, una firme voluntad política
y el conocimiento técnico deberían bastar para que el salvador cumpla su misión: los
“paquetes” se deducen como un corolario (razonamiento).

Cuanto más prolongada y profunda es la crisis y cuanto menor es la expectativa de que el


gobierno podrá paliarla, más racional resulta para todos los involucrados actuar:

1. De un modo altamente desagregado, especialmente en relación con las


agencias estatales que pueden contribuir a aliviar las consecuencias de la crisis
para un grupo o sector específico,
2. Con horizontes de tiempo extremadamente cortos, y

3. Con la suposición de que todos los demás harán lo mismo. Queda montada una
lucha generalizada por conseguir ventajas a corto plazo. Este dilema de
fortalecer las instituciones democráticas por un lado y a encontrar vías
razonablemente efectivas de encarar los problemas nacionales más acuciantes.

Una vez disipadas las esperanzas iniciales y fracasados los primeros paquetes, el
descrédito de la política, los políticos y el gobierno se generaliza. Si pretenden conservar
parte del apoyo popular, estos gobiernos deben controlar la inflación y al mismo tiempo
implementar políticas sociales que demuestran que, aun cuando no pueden resolver
inmediatamente la mayoría de los problemas existentes, al menos no se desentienden de
la situación de los pobres y de los segmentos recientemente empobrecidos de las clases
medias. Por menor que sea, este es un imperativo muy exigente; las dos metas son
extremadamente difíciles de reconciliar, al menos en el corto plazo, y para estos gobiernos
pocos más que el corto plazo importa.

Todos los gobiernos quieren conservar un mayoritario apoyo popular y casi siempre los
políticos quieren ser reelectos. Solo si los dilemas recién descritos pudieran ser resueltos
dentro del breve plazo de un mandato presidencial el éxito en las urnas sería un triunfo en
lugar de una condena. ¿Cómo ganar una elección y como, una vez electo, gobernar en
este tipo de situación? Es diciendo una cosa durante la campaña y haciendo lo contrario
una vez en el gobierno. Los presidentes de Argentina, Bolivia, Ecuador y Perú ganaron las
elecciones prometiendo una política económica expansionista y una larga lista de buenas
cosas anexas, solo para lanzar severos paquetes de estabilización al poco tiempo de
asumidos sus cargos.
La exclusión de los partidos y el Congreso de esas trascendentales decisiones genera
varias consecuencias muy negativas. Primero, cuando el ejecutivo final necesita apoyo
legislativo para proseguir sus políticas, suele encontrar un Congreso resentido que no se
siente responsable por políticas en cuyo diseño no intervino. Segundo, el Congreso se
debilita aún más por su reacción hostil y distante frente al ejecutivo, combinada con las
públicas condenas del ejecutivo por la “irresponsabilidad” de aquel. Tercero, estas
disputas promueven una aguda caída del prestigio de todos, como lo muestran
abundantemente numerosas encuestas de opinión de muchos países latinoamericanos y
poscomunistas. La debilidad institucional resultante restringe aún más las posibilidades de
hallar otra solución mágica cuando fracasan los paquetes: el pacto socioeconómico.

 De la omnipotencia a la impotencia

La consiguiente ausencia de instituciones efectivas y autónomas coloca sobre el


presidente enorme, responsabilidad por la situación del país. La omnipotencia comienza
con la espectacular sanción de los primeros paquetes y prosigue con la avalancha de
decisiones destinadas a complementar esos paquetes y corregir sus múltiples
consecuencias no deseadas. Esto acentúa las tendencias anti institucionales de las DD y
ratifica tradiciones de fuerte personalización y concentración del poder en el ejecutivo. El
otro lado de la moneda es una dificultad para transformar esas decisiones en regulaciones
efectivas de la vida social.

Las democracias institucionalizadas son lentas para elaborar sus decisiones. Pero una vez
tomadas, estas tiene mayor probabilidad de ser implementadas. En las DD, es un proceso
decisorio frenético, un verdadero “decretismo”. Como estas decisiones del ejecutivo,
atropelladas y unilaterales, suelen perjudicar a intereses importantes y políticamente
movilizados, tienen poca probabilidad de ser implementadas. En medio de una severa
crisis socioeconómica, la reacción suele ser una nueva avalancha de decisiones que,
debido a la experiencia que muchos sectores han ganado al resistir las anteriores, tienen
aún menos probabilidad de ser implementadas, debido a la forma que se elaboran estas
decisiones, la mayoría de los agentes políticos, económicos y sociales pueden deslindar
responsabilidades por sus consecuencias: el poder para tomarlas fue delegado al
presidente y él hizo lo que consideró mejor. Cuando los fracasos se acumulan, el país se
encuentra con un presidente que a esa altura lo único que pretende es completar su
mandato.

El resultado “natural” en el pasado latinoamericano habría sido un golpe de estado


exitoso. Por su debilidad constitucional y sus erráticas pautas decisorias, las DD son más
propensas a interrupciones que las representativas. Las DD exhiben una notable
persistencia: con la excepción de Perú, donde el quiebre democrático fue perpetrado por
su propio presidente delegativo, no se ha registrado ningún golpe de estado exitoso.

La política económica implementada por las DD no siempre está condenada a que la


opinión pública la considere un fracaso. Este es el caso de Argentina con la presidencia de
Menem. Pero estos logros económicos, así como los más efímeros de Collor (brasil)
Alfonsín (argentina) y García (Perú), en el ápice de los aparentes éxitos de sus paquetes
económicos, pueden llevar a un presidente a producir lo que tal vez sea la mejor prueba
de la existencia de una democracia delegativa. Los presidentes delegativos encuentran
inaceptable que sus mandatos estén constitucionalmente limitados; ¿Qué sentido tiene
que estas limitaciones formales imposibiliten la continuidad de su misión salvadora?
Promueven reformas constitucionales que permitan su reelección o, su permanencia en la
cúspide del gobierno como primeros ministros de un régimen semiparlamentario. En
contraste, este tipo de maniobra es inconcebible en los caos del relativamente exitoso
presidente de Uruguay y Chile.

Este ensayo se dedicó principalmente a un ejercicio tipológico. Creo que es útil identificar
una nueva especie.

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LAS DEMOCRACIAS - GONZALO Y REQUEJO (PÁGS. 179 A 235, EXCEPTO


PUNTO 3 (PÁGS. 209 A 222)

 Fundamentos históricos de la democracia


o Democracia en la antigüedad

En la antigüedad, democracia significaba gobierno de “muchos”, o gobierno “popular”,


donde el término no tenía connotaciones positivas. Aristóteles, al elaborar una tipología
sobre los tipos de gobierno de su tiempo discriminó tres tipos “puros”:

- Monarquía.
- Aristocracia.
- República.

- Tiranía.
- Oligarquía.
- Democracia.

Siendo la república el gobierno ejercido por muchos en pos de del interés de la


comunidad, y la democracia una variante degenerada del mismo gobierno de “muchos”,
donde éstos ejercían el poder en interés propio. Antiguamente se consideraba al interés
general de la comunidad como expresión de un bien superior, (no meramente la suma de
intereses particulares), encarnado en la virtud y en la ley y permitía el desarrollo del
individuo y de la polis; es por eso que creían que un gobierno justo era aquel en que los
gobernantes se subordinaban a este ethos, que se situaba por encima y al margen de los
intereses particulares. Creían que el gobierno de la multitud, en cuanto a gobierno de
aquellos que no tenían independencia económica ni medios de vida suficientes, conducía
a inevitablemente la destrucción de toda posibilidad de vida social organizada, ya que,
directa o indirectamente se creía a los “pobres” incapaces de gobernar porque eran
incapaces de tener fines que trascendieran sus propios intereses.

Paradójicamente el gobierno de muchos fue un sistema fuertemente participativo y


exclusivista. La democracia ateniense, por ejemplo, por un lado presuponía que los
ciudadanos debían disfrutar de la igualdad política, pero por otro lado restringía la
ciudadanía a un número reducido de individuos en la medida en que la población estaba
dividida en tres grupos (varones atenienses, mujeres y esclavos). Los ciudadanos
concentraban todo el poder gracias a la soberanía casi ilimitada de la asamblea popular y
la participación directa de los ciudadanos en funciones legislativas, judiciales y ejecutivas.

 Sistema de elección
- Elección mediante doble sorteo: sorteo para la selección de listas de candidatos
proporcionales a cada demos; sorteo entre los candidatos para la elección
definitiva.
- Elección directa de todos los ciudadanos: posibilidad ilimitada de reelección
- Por rotación de los miembros del Consejo de los 500

A comparación con el gobierno “popular”, el “mixto” establecía una división entre los
ciudadanos según su posibilidad de acceso a determinadas magistraturas, manteniendo
las barreras iniciales que se derivaban de la división entre “personas” y “esclavos”, dentro
de las “personas”, entre hombres y mujeres. El gobierno mixto se basaba en el principio
de que los conflictos de intereses que separaban a quienes tenían fortuna de quienes no,
se podrían superar mediante un sistema de frenos mutuos entre distintas magistraturas,
con poderes y cuerpos colegiados distintos, unas elegidas por una asamblea popular, otras
por los estratos superiores y otras de carácter excepcional o vitalicio.

El gobierno mixto, consistía en un complejo mecanismo de distribución de poderes y


funciones que reservaba la dirección real del gobierno al pequeño grupo del Senado, pero
que admitía que un grupo más numeroso de individuos, los “plebeyos” que gozarán de la
condición de miembros de la república y estuvieran representados mediante los tribunos
de la plebe, con capacidad de veto sobre determinadas decisiones del Senado.

o De la democracia antigua a la teoría y práctica de la democracia


moderna

Para la teoría política griega y romana, la ciudadanía comportaba automáticamente el


ejercicio de deberes cívicos en relación con la ciudad. El gobierno mixto y el popular, no se
fundamentaba en la separación entre comunidad política y comunidad civil, ni eran
imaginables en otro horizonte que no fuera el de una pequeña comunidad que se
comunicaba oralmente y donde los varones adultos que componían el cuerpo ciudadano
podían tener una presencia personal en el gobierno o en una parte del mismo.. En cambio,
el entorno histórico se caracteriza por una estructura institucional y administrativa
pública, el Estado.

A diferencia de este escenario de unidad irreductible de lo político y lo social en la civitas y


de pequeños asentamientos poblacionales, el entorno histórico de la democracia
moderna se caracteriza por una estructura institucional y administrativa «publica», el
Estado, que es percibida como una realidad diferenciada del agregado de individuos
«privados», la sociedad, y por la necesidad de aplicar técnicas de gobierno eficientes a una
escala demográfica mucho mayor. El concepto de democracia que se ha impuesto
progresivamente desde el siglo xix se refiere a las relaciones entre Estado y sociedad y no
a los deberes en relación con la comunidad, y denota una forma de gobierno en que el
poder político del Estado pertenecería en derecho a toda la población, es decir, al
“pueblo” entendido como el conjunto universal de ciudadanos sin exclusiones por razones
de clase social o sexo, y no meramente aun grupo específico y limitado de gentes. La
finalidad última de la democracia sería que los ciudadanos controlaran, intervinieran y
definieran objetivos en relación con este poder político cuya titularidad, supuestamente,
les correspondería a partes iguales, de acuerdo con el principio de que el gobierno debe
reflejar y expresar la voluntad del pueblo. El texto explica que si bien el concepto presenta
gran vaguedad, aportó una poderosa “palanca” intelectual para justificar la democracia
representativa como régimen político caracterizado por la existencia de un conjunto de
garantías institucionales en la toma de decisiones colectivas. En un sistema de gobierno
democrático, la soberanía popular sería siempre una soberanía delegada en las
instituciones gubernamentales, que ejercerían la autoridad en nombre de quienes
delegan, en la práctica, dicho esquema se consolidó en el siglo XIX fundado en tres
órganos: legislativo, ejecutivo y judicial. Lo característico de este esquema funcional es
que se ajusta a un complejo ordenamiento jurídico, cuya espina dorsal es la centralidad
del órgano legislativo como representante de los ciudadanos y depositario de la soberanía
popular, mientras que el órgano ejecutivo y el órgano judicial se derivan del legislativo o
se subordinan a él.

Existen confusiones derivadas de la ambigüedad de la palabra «voluntad». Cuando se


enuncia que un gobierno democrático debe reflejar y expresar la voluntad popular, el
sentido de la afirmación es metafórico. En realidad, la voluntad popular es establecida
siempre por el órgano legislativo, no por los ciudadanos mismos y, por consiguiente, el
enunciado no precisa cuál debe ser la interrelación entre la voluntad del órgano legislativo
y la voluntad de los ciudadanos. En este sentido, la idea de representación mediante
elecciones periódicas sólo puede convertirse en algo tangible en la medida en que la
libertad de acción de los representantes esté jurídicamente limitada a los deseos de los
representados y siempre que los representantes dispongan de recursos para exigir que se
respeten sus deseos.

Así, por ejemplo, segfin Dah1 (1989), si el gobierno popular sería aquel cuyas acciones
estuvieran siempre de acuerdo con la voluntad de todos los ciudadanos, la democracia
representativa, políarquía en su terminología, sería aquel régimen cuyos actos presentan
una relativamente estrecha correspondencia con los deseos de relativamente muchos de
sus ciudadanos durante un largo período de tiempo. Dah1 reformula la borrosa noción de
voluntad en términos de oportunidades para formular preferencias, expresar estas
preferencias a los otros y al gobierno mediante una acción individual y colectiva. Se
lograría así que las propias preferencias sean consideradas por igual, sin discriminación en
cuanto a contenido u origen, sosteniendo que las garantías para que ello se produzca
deben ser, al menos, las siete siguientes:
1- El control de las decisiones gubernamentales sobre las medidas oficiales
corresponde, por disposiciones constitucionales, a funcionarios electos;

2- Los funcionarios electos son elegidos y pacíficamente sustituidos por otros


mediante elecciones libres e imparciales relativamente frecuentes, en las
que haya sólo un grado limitado de coacción;

3- Prácticamente todos los adultos tienen derecho a votar en tales elecciones,

4- La mayoría de los adultos, asimismo, tienen derecho a ocupar cargos

públicos presentándose como candidatos en dichas elecciones para tal fin;


5- Los ciudadanos gozan de derecho efectivo a la libertad de expresión, en

particular la libertad de expresión política, incluida la crítica a los


funcionarios, a la conducción del Estado, al sistema político, económico y
social prevaleciente y a la ideología dominante;

6- Tienen además acceso a diversas fuentes de información que no estén


monopolizadas por el gobierno ni por ningún otro grupo y

7- Gozan de derechos efectivos a formar asociaciones autónomas, incluidas


las asociaciones políticas (por ejemplo, partidos políticos y grupos de
interés), que procuren influir en el gobierno rivalizando en las elecciones y
por otras vías pacíficas.

Debe subrayarse que la evolución de la democracia como noción genérica —gobierno


popular— y como práctica – democracia representativa— no ha sido convergente. La
génesis del concepto moderno de democracia se originó en un período de tiempo
relativamente corto, con la Revolución inglesa, la Declaración de Independencia de los
Estados Unidos y la Revolución francesa. Es durante este período, entre mediados del siglo
XVIII y principios del siglo xix, que se configura, mediante repetidas exploraciones, la idea
de que un orden político legítimo no puede fundarse ni operar sin incorporar la voluntad
popular. Los orígenes ideológicos de la democracia representativa se confunden
históricamente con los de la democracia directa: en ambos casos se asumía una
correlación entre igualdad política e igualdad social. Sin embargo, la democracia
representativa tal como hoy la fue el fruto de una creación, en la que desempeñó un papel
fundamental el liberalismo y las profundas mutaciones que caracterizaron el paso de una
sociedad agraria a una sociedad industrial. En un principio, la preocupación fundamental
era el control y la limitación del poder en lo que concierne al ejercicio discrecional del
mismo que había sido característico de las monarquías absolutas en los siglos XVII y XVIII.
Para la corriente dominante del liberalismo primigenio desde fines del siglo XVII hasta la
década de 1830, es decir, desde Locke hasta Constant, el sistema de gobierno óptimo era
un Estado con atribuciones limitadas y, en la medida de lo posible, dirigido por una
minoría capaz que sólo podía reclutarse en el vértice superior de la pirámide social. Su
principal preocupación era la instauración de la fórmula de separación de poderes, que
Montesquieu creyó identificar al estudiar la monarquía constitucional, como la separación
de las instancias del Estado en tres órganos funcionales interdependientes, donde el
poder soberano del legislativo reemplazaba el antiguo principio de poder soberano del
rey. En este contexto, la representación no era, como en el republicanismo democrático,
un mecanismo de adaptación del gobierno popular, sino una idea diseñada con el fin
exactamente opuesto: dotar de legitimidad a un parlamento esencialmente oligárquico.
Sólo el utilitarismo de Bentham, proporcionaría el utillaje intelectual para reconciliar el
liberalismo con la democracia. Al imaginar a los hombres como maximizadores de
utilidades y a la sociedad como una suma de intereses conflictivos, posibilitó reconciliar el
principio ético de igualdad subyacente en la noción de gobierno popular con las reglas que
supuestamente regían una economía capitalista, separando así la igualdad política de la
igualación de posiciones sociales y presentando la democracia representativa como un
sistema de gobierno del que resultaban decisiones al mismo tiempo neutrales y
beneficiosas para la mayoría y que no tenía necesariamente por qué alterar la división de
la sociedad en clases.

Luego, con la revolución industrial y los cambios socioeconómicos que acompañaron la


emergencia del capitalismo, la democracia directa se asociaría con diversas corrientes
ideológicas del socialismo temprano y, en consecuencia, con la comunidad de bienes, la
igualación de rentas y el desarrollo de la producción para la satisfacción de las
necesidades de todos. La democracia directa era vista intuitivamente como algo
consustancial a la organización política de una sociedad sin diferencias sociales y, por lo
tanto, sin intereses en conflicto. Marx fue todavía más lejos y pensaba en la democracia
directa no ya como un sistema de gobierno, sino más bien como una técnica de gestión
colectiva al final del largo camino hacia una sociedad sin clases, infiriendo que el corolario
lógico de la misma era la disolución del Estado y el fin de la política como dominación.

o El paradigma teórico de la democracia liberal desde una


perspectiva formal

La democracia en el período entre 1830 y los prolegómenos de la Primera Guerra Mundial


podemos advertir una determinada concepción del Estado, que denominaremos el
paradigma teórico de la democracia liberal: el Estado era una realidad artificial y
convencional, necesaria para resolver los conflictos de una sociedad caracterizada por
intereses contrapuestos y asegurar la libertad y la autonomía moral de los individuos. Las
relaciones entre Estado y sociedad se fundaban en la creencia de que, ante la
imposibilidad de que convenciones y códigos sociales espontáneos evitaran que se
produjeran enfrentamientos entre los individuos, el Estado ordenaba las relaciones entre
los individuos mediante reglas de no interferencia en relación con la libertad de terceros y
la igualdad de los ciudadanos ante la ley. El objetivo del Estado democrático era, o bien
proteger derechos de la persona que se consideraban universales y consustanciales a la
naturaleza humana y, en consecuencia, anteriores al Estado, e inalienables (en la versión
contractualista del liberalismo), o bien la esfera de acción de los individuos como seres
sociales libres frente a la amenaza de sus semejantes o la arbitrariedad de los gobernantes (en
la versión utilitarista del liberalismo), o bien ambas cosas al mismo tiempo.

Para realizar estos objetivos, se postulaban un conjunto de garantías de los ciudadanos


frente al Estado, unas en la esfera social (como la libertad de expresión, de reunión y de
asociación) y otras en la esfera estatal (sufragio activo y pasivo).

Para considerar que una forma de gobierno era una democracia, pues, los individuos
debían tener una influencia decisiva y predominante a través de estas garantías en la
configuración y acción del Estado, una autoridad que tomaba equitativamente decisiones
que debían ser respetadas universalmente por la sociedad en su conjunto y que eran de
obligado cumplimiento para los individuos sobre los que se aplicaban. Las nociones de
respeto universal y obligado cumplimiento se derivaban de la premisa de influencia
decisiva y predominante de los individuos en la configuración y acción del Estado: en la
medida en que tal influencia existía y que las garantías eran respetadas, se consideraba
que aquello que distinguía una democracia de cualquier otra forma de gobierno era que
la autoridad de los que gobernaban era ejercida con el consentimiento de los gobernados
y que este consentimiento generaba la obligación política de los gobernados, es decir, el
sometimiento de los individuos al Estado y sus decisiones.

Entonces, si lo característico del Estado era la determinación sobre quiénes tenían poder o
competencia para la adopción de tales decisiones, la cuestión básica residía entonces en
delimitar el abanico de decisiones que correspondían a cada uno de estos “quienes”. El
entramado de normas que distribuían poderes y competencias y establecían
procedimientos era lo que se denominaba la constitución del Estado, que al menos debía
sancionar tanto las reglas sobre no interferencia en relación con terceros y la igualdad
ante la ley como las garantías. Sin embargo, la influencia de los individuos que formaban
la sociedad en las normas que regulaban tanto los ámbitos decisionales como los
procedimientos mediante los cuales se adoptaban las decisiones era un requisito
necesario, pero no suficiente, para que una forma de gobierno fuera una democracia. La
noción de participación denotaba que la influencia en las instancias del proceso decisional
era ejercida mediante la presencia de todos los individuos en la instancia decisional o
mediante algún procedimiento que permitiera que expresaran directamente su opinión,
como el referéndum o la consulta popular, mientras que la noción de representación
denotaba que la influencia en el proceso decisional era ejercida mediante un cuerpo
restringido de individuos que eran elegidos y actuaban en nombre del resto; ambos se
articulaban mediante un determinado esquema de prelación de las instancias decisionales
del Estado (la supremacía del legislativo sobre el ejecutivo y el judicial) y la vinculación de
las garantías con los procedimientos equitativos.

El conjunto de normas sobre la organización política del Estado en el paradigma liberal


implicaba:

1. Que la constitución, respondía a la transferencia de una autoridad que en último


término radicaba en los individuos, transferencia que se realizaba en el momento
que los individuos influyen de un modo decisivo o predominante en la constitución
del Estado

2. Que los contenidos de las decisiones incorporaban los deseos de los individuos
mediante su representación o participación en la instancia legislativa del
proceso. La influencia de los individuos definía tanto el grado de legitimidad
institucional del Estado (cuanta más influencia tuvieran los individuos en su
constitución, más legítimas serían las normas que lo rijan) como el grado de
legitimidad de las decisiones adoptadas (cuanta más influencia más legítimas
serían las decisiones adoptadas).

o El paradigma teórico de la democracia liberal desde una


perspectiva sustantiva

Si el paradigma de la democracia liberal, desde una perspectiva formal, no suponía que la


democracia debía articularse de un modo más concreto, desde una perspectiva sustantiva
se plantearon, en cambio, dos modelos distintos dentro del paradigma, el “protector” y el
“desarrollista”, según la terminología por McPherson y Held , que corresponderían al
modelo liberal democrático y al modelo democrático republicano, se extraen de ellos
prescripciones muy distintas.

En primer lugar, la tradición liberal había planteado la libertad como ausencia de coacción,
es decir, como el reconocimiento por parte del Estado de las posibilidades de elección de los
individuos como seres independientes, limitadas sólo por la regla de no interferencia en
relación con la libertad de terceros; asimismo, se consideraba que los derechos civiles y
políticos, si bien debían ser sancionados por el ordenamiento jurídico del Estado, sólo
podían ser implementados si existía una voluntad individual en este sentido. Sin embargo,
pronto fue evidente que los derechos civiles y políticos, por sí mismos, no aseguraban el
autogobiemo moral de los individuos y, todavía más, que los propios derechos civiles y
políticos sólo podían justificarse recurriendo circularmente a la presunción de autogobiemo
moral, en la medida en que las posibilidades de elección o el
comportamiento activo en relación con tales derechos dependían en realidad del valor
que cada individuo pudiera asignar a la elección efectiva de un comportamiento y como
expresaba John Stuart Mil, el valor dependería de la capacidad, de la educación como
elemento determinante para el desarrollo de la capacidad y el talento y de las condiciones
vitales relacionadas con la subsistencia, la salud o la adquisición material.

En segundo lugar, la revolución industrial se aceleró con tal intensidad que cambió
completamente la estructura económica y social de Europa occidental, lo cual obligó a
plantear medidas institucionales que contribuyeran a mantener la estabilidad política y el
equilibrio social. Tales medidas, en forma de una legislación social, no deben vincularse
necesariamente a la instauración de sistemas de gobierno democráticos, pero sí que
correspondían, en parte, a la lógica de inclusión política de la extensión del sufragio, uno
de cuyos resultados fue la creciente inclinación reformista de los socialistas y el
establecimiento de alianzas entre la izquierda liberal-radical o republicana y los socialistas
moderados.

Entre 1880 y 1920, se configuraron dos modelos dentro del paradigma teórico de la
democracia liberal, uno tendente a conservar los elementos que caracterizaban la
tradición clásica del liberalismo y otro fuertemente influido tanto por la revisión del
liberalismo a partir de Mill y los presupuestos del republicanismo democrático, como
por los nuevos desafíos de la sociedad industrial y la práctica reformista del socialismo.
Mientras el primero concebía el Estado como un instrumento de protección de los
mínimos necesarios para asegurar la libertad de los individuos fuera del Estado y la
democracia como un proceso decisional formal, el segundo asumía que el Estado debía
fomentar determinados bienes colectivos que garantizaran la autonomía efectiva de los
individuos en cuanto a oportunidades sociales, en la medida en que se otorgaba a la
libertad un valor material que no debía ser mediatizado por la desigualdad, y que la
democracia no sólo era un proceso decisional formal, sino también sustantivo, como
una de las pautas configuradoras del desarrollo colectivo.

Si en el modelo de la democracia liberal CLÁSICA el proceso decisional tenía la función básica de


limitar el poder de los gobernantes gracias a la representación de los ciudadanos en un Estado
que debía tender a ser neutro frente a la sociedad, en el modelo de la democracia liberal POSITIVA
tenía la función de asegurar el comportamiento y compromiso activo de los ciudadanos con un
Estado orientado hacia la justicia redistributiva, anunciando las tendencias que, después de la
Segunda Guerra Mundial, conducirían al Estado de bienestar.
 Las teorías de la democracia en el siglo XX
o Introducción

El reconocimiento del derecho al voto a la población adulta masculina ha sido considerado


tradicionalmente un indicador de la existencia de un sistema de gobierno democrático.
Sin embargo, no lograrían consolidar regímenes democráticos hasta después de 1945. La
adscripción de muchos otros países a la democracia hasta la actualidad y los colapsos y
oscilaciones de los regímenes democráticos es lo que ha llevado a algunos estudiosos,
como Dahl, a fijar un criterio que permitiera un tratamiento tanto sincrónico como
diacrónico para ubicar los sistemas de gobierno democráticos, esta estrategia de
definición de un umbral, si bien poco adecuada para comprender los supuestos
legitimadores de la democracia desde el punto de vista de su contextualización histórica y
filosófica, posibilita, una medición escalar.

Los intentos de medición han sido numerosos y uno de los más significativos,
desarrollado por Gastil, se ha realizado mediante dos escalas relacionadas con las
garantías, una relativa a los derechos políticos y otra a los derechos civiles.

La primera escala (DERECHOS POLÍTICOS) se establece de acuerdo con la respuesta a


las siguientes cuestiones:

a) Si las elecciones con sufragio universal prueban la existencia de competencia


y relevantes.
b) Si la oposición ha ganado recientemente las elecciones; existencia de diversos
partidos políticos,

c) Si existen candidatos independientes.

d) Si los candidatos y las votaciones son auténticos.

e) Si los elegidos tienen un poder efectivo.

f) Si los líderes en el poder han sido elegidos recientemente.

g) Si existen auténticas elecciones locales.

h) Si el régimen está libre del control de los militares, y si el régimen está libre
del control de otro país.

La segunda escala (DERECHOS CIVILES) se establece de acuerdo con las siguientes:

a) Si existe una tasa alta de alfabetización.

b) Si existen medios de comunicación independientes.

c) Si existe tradición de libertad de prensa.

d) Si los medios de comunicación están libres de censura o equivalentes.

e) Si se producen discusiones públicas abiertas, y

f) Si el poder judicial es efectivamente independiente.

Aunque, la estrategia de Gastil, presenta la dificultad de lo ambiguo de muchas de estas


cuestiones.

En este capítulo, se agrupan las teorías de la democracia en el siglo xx en 2 grandes grupos


que denominaremos teorías sociológicas y filosóficas. El objetivo fundamental de las
primeras, ejemplificado en el debate entre elitistas y pluralistas, se centra
fundamentalmente en el estudio de cómo se distribuye el poder en las sociedades
democráticas avanzadas, el segundo grupo de teorías recoge algunas aportaciones
anteriores sobre los fines de la democracia para ubicarlas en el marco de los actuales
Estados de bienestar, centrándose especialmente en la justicia distributiva, la neutralidad
del Estado frente a las diferentes concepciones de la vida buena y la necesidad de afrontar
nuevas formas de participación que contribuyan a la mejor gobernabilidad de nuestras
complejas sociedades e instituciones.
o Las teorías sociológicas

Aunque tanto el elitismo como el pluralismo son concepciones generales sobre la


estructura y naturaleza de las democracias representativas en el siglo XX, sus principales
diferencias pueden resumirse en su diferente forma de analizar la distribución del poder
en las sociedades con sistemas de gobierno democráticos. Ambos modelos se
caracterizan por un elevado grado de realismo y prestan una especial atención al
funcionamiento efectivo de las instituciones y a los procesos de decisión.
 El elitismo
Ostrogorski: “La función política de las masas en una democracia no es la de gobernar,
probablemente nunca serán capaces de hacerlo [...]. Siempre gobernará una pequeña
minoría, en democracia lo mismo que en autocracia. La propiedad natural de todo
poder es concentrarse, es como la ley de gravitación del orden social. Pero es necesario
que la minoría dirigente sea mantenida en jaque. La función de las masas en democracia
no es gobernar, sino intimidar a los gobiernos”.

Se distinguirán tres etapas en la evolución del elitismo: clásico, democrático o competitivo


y el neoelitismo.

 El elitismo clásico: Pareto, Mosca y Michels

Su tesis de fondo era que en cualquier sociedad sólo una minoría detentaba el poder en
sus diversas formas. Aunque los elitistas coincidían con los marxistas en que las
sociedades pasadas habían estado dirigidas por minorías, discrepaban de ellos en dos
aspectos fundamentales:

1- no creían que la desigualdad del poder político estuviera asociada directamente


con las diferencias en los recursos económicos y,

2- Consideraban que cualquier sociedad futura estaría también sometida a un


gobierno minoritario.

Para Pareto, cualquier campo de la actividad humana generaba su propia elite y podía
inferirse de la observación que la historia se caracterizaba por su perpetua circulación de
las elites y las oligarquías. Las elites estaban sometidas a un circuito permanente de
renovación, circulación y reubicación que mostraba que la historia era un “cementerio” de
aristocracias, sostenía que el dominio de una elite era inevitable en cualquier sociedad
organizada y presentaba la democracia como una meta irrealizable: el advenimiento del
sufragio universal y de elecciones democráticas no podía comportar un cambio político
real.
Por su parte, Mosca sostenía que en toda sociedad concurrían una clase dominadora y
otra dominada. La primera se configuraba como una minoría organizada que perseguía
mantenerse en el poder mediante una formula política que empleaba en su beneficio.

Al igual que Pareto, Mosca veía las instituciones democráticas como completamente
impotentes, creía que la progresiva extensión del sufragio no convertía las sociedades en más
permeables al cambio político y dirigió constantes ataques contra todos aquellos que
consideraban que las mejores sociedades eran aquellas en las que gobernaba la mayoría.
Mosca fue partidario al final de su vida de una concepción de la democracia como
renovación gradual o total de la clase dirigente, dice que “…Debemos a la democracia, al
menos en parte, el régimen de discusión en que vivimos; le debemos las principales
libertades modernas: las de pensamiento, prensa, asociación. En la actualidad, el régimen
de libre discusión es el único que permite a la clase renovarse, que la mantiene a raya,
que la elimina casi automáticamente cuando no corresponde ya a los intereses del país”.

Por su parte Michels perseguía demostrar que todas las organizaciones estaban sujetas a
dominación oligárquica, y para ello examinó un caso extremo: los partidos socialistas, que
teóricamente pretendían regir su actividad por el principio de democracia interna, donde
coexistirían dos fenómenos interrelacionados: la jerarquía y la burocracia.

 El elitismo democrático: Max Weber y Joshep A.


Schumpeter.
o Max Weber (1864-1920)

Weber consideraba que el creciente protagonismo de las masas en la política no


modificaba la realidad de la dominación de la minoría: “la acción política se rige siempre
por el principio del pequeño número, esto es, el de la superior capacidad política de
maniobra de los pequeños grupos dirigentes”. La justificación weberiana de la democracia
se basaba, pues, en que el papel de las masas adoptaba, gracias a la democracia, una
forma ordenada, lejos de la agitación y la irracionalidad. Pensaba que si bien la extensión
del sufragio universal fuera inevitable, dado que toda limitación del mismo era
incompatible con la naturaleza intrínseca de las instituciones modernas, ello no significaba
necesariamente que las masas asumieran el protagonismo político. Sin embargo, el
fenómeno que Weber consideraba más importante para analizar el devenir político de las
sociedades de su tiempo no era tanto la extensión del sufragio como la creciente
burocratización del aparato del Estado y la progresiva oligarquización de las
organizaciones políticas. El carácter ambivalente que Weber atribuía a la burocracia, por
un lado, un cuerpo indispensable para la realización de las funciones que requería la
compleja administración del Estado y, por otro, un cuerpo que tendía a sobrepasar su
ámbito de acción, le llevó a plantear uno de los problemas fundamentales de la política
moderna: mantener la burocracia bajo control, lo cual sería posible mediante un
parlamento fuerte, no sólo necesario para reclutar a los líderes políticos, sino también
porque éste era el lugar en el que los líderes contarían con los medios necesarios para su
formación, gracias al debate político y la actitud negociadora propias de la actividad
parlamentaria.
En este sentido, su defensa de la democracia parlamentaria se basaba en la confianza de
que las instituciones democráticas constituían la mejor garantía para la selección de un
líder eficaz. …”Un presidente elegido por el pueblo como jefe del ejecutivo, patrocinador
de cargos y eventualmente titular de un veto suspensivo y con competencias para
disolver el parlamento y apelar al pueblo es el paladín de la auténtica democracia”.

o Joshep A. Schumpeter (1883 – 1946)

Schumpeter distinguía lo que él llamaba la teoría clásica de la democracia de la suya propia,


que entendía como competencia por el liderazgo político., donde la primera, dominante en el
siglo XVIII, veía la democracia como un método de generar decisiones políticas a partir de las
nociones de bien común y voluntad popular, lo cual consideraba mítico y engañoso, por un
lado, ya que consideraba inconsistente la idea de bien común, puesto que implicaba que
todas las personas llegarían a estar de acuerdo gracias a un argumento racional y por otro,
aunque el bien común pudiera definirse de forma satisfactoria, no por ello resolvería los
problemas particulares. Estas conclusiones lo llevaron a proponer una teoría alternativa,
según la cual el método democrático sería “aquel sistema institucional para llegar a las
decisiones políticas en que los ciudadanos adquieren el poder de decidir por medio de una
lucha competitiva por el voto del pueblo”.

Esta nueva visión de la democracia sería mucho más realista, puesto que:

1- Establece una analogía entre la competencia por el liderazgo y la competencia


económica, que revela una variedad de caminos en los cuales esta competición
puede expresarse;

2- Refleja la relación entre democracia y libertad individual, dado que la competición


presupone libertad de expresión y de prensa para que la gente pueda escoger sus
líderes;

3- Señala un criterio de distinción entre los gobiernos democráticos y los que no lo


son;

4- Evita el problema de igualar la voluntad del pueblo con la voluntad de una mayoría
de personas;
5- Incluye la inevitabilidad de fenómenos competitivos “fraudulentos” y la de una
tendencia constante, en toda democracia, al método autocrático, y

6- Reconoce que el electorado tiene tanto la función de crear un gobierno como la de

despedirlo, (en el sentido de que acepta o deja de aceptar a un dirigente o a un


grupo de dirigentes), aunque reconociendo que a eso se reduce todo el
“control” que pueda tener sobre ellos.
En fin, la democracia “no significa ni puede significar que el pueblo gobierne
efectivamente en ninguno de los sentidos evidentes de las expresiones pueblo y gobernar,
sino, tan sólo que el pueblo tiene la oportunidad de aceptar o rechazar a los hombres que
han de gobernarle, pero como el pueblo puede decidir esto también por medios no
democráticos en absoluto hemos tenido que estrechar nuestra definición añadiendo otro
criterio identificador del método democrático, a saber, la libre competencia entre los
pretendientes al liderazgo por el voto del electorado. Ahora puede expresarse un aspecto
de este criterio diciendo que la democracia es el gobierno del político”.

 Nuevas perspectivas del elitismo

Mills establecía una gradación de la distribución del poder en tres niveles.

En el superior, se situaba una elite de poder, el ejecutivo, las multinacionales más


poderosas y el ejército.

El solapamiento y conexión entre los líderes de estas instituciones creaba una elite
relativamente coherente, cuya cohesión se basaba, no sólo en las coincidencias
estructurales de las posiciones de mando y de sus respectivos intereses objetivos, sino
también en la acción directa que unos y otros llevaban a cabo para coordinar sus
actuaciones a través de una red de relaciones sociales compartida: idénticos orígenes
sociales, etc.

Mills sugirió que existía una estrecha interrelación entre las elites económicas y las
gubernamentales, exponía que la creciente centralización del poder en el ejecutivo federal
había estado acompañada por el decreciente papel de los políticos profesionales y el
ascenso de outside de procedentes del mundo de los negocios. “el Estado estaba
realmente dominado por una red de políticos, militares y directivos de multinacionales
que moldeaban las políticas públicas en orden a conseguir sus fines.”

Por su parte, Miliband subraya que el Estado no es un agente neutral, sino, como había
afirmado Marx en el Manifiesto comunista, en instrumento para la dominación de clase.
Miliband aduce tres razones para apoyar este aserto:
1- Existe una continuidad en el origen social entre la burguesía y los miembros de las
elites del Estado: ocupan posiciones clave en el gobierno, la administración, el
ejército y la judicatura;

2- La burguesía es capaz de ejercer el poder como un grupo de presión a través de los


contactos personales y de intereses y a través de las asociaciones empresariales y

3- La dependencia estructural de los gobiernos en el proceso de acumulación


capitalista.
Éste señaló que los lazos interpersonales entre miembros de la clase dominante eran en
gran medida irrelevantes porque el Estado y la clase social son estructuras objetivas y no
pueden reducirse a las características personales de sus miembros. La organización y el
funcionamiento de las instituciones políticas estaría determinado por el papel que las
estructuras capitalistas de la sociedad hacen desempeñar al Estado con el fin de
mantener y reproducir la hegemonía de las clases dominantes.

 El pluralismo
Los máximos representantes a Truman, Dahl y Polsby. La concepción pluralista de la
democracia está relacionada con la visión elitista. La diferencia principal entre los dos
modelos reside en que el elitista postula una elite unida que atiende a las demandas de
los ciudadanos como concesión prudencial, mientras que el pluralista afirma que la
capacidad de respuesta es una condición estructural de la existencia de distintas elites
en competencia. Todo este planteamiento está contenido en el concepto de poder
compensador, la idea es que si un grupo demuestra ser más fuerte que los demás, éstos
desarrollan estrategias diversas como contrapeso al poder e influencia del grupo original.
Otro aspecto interesante de la doctrina pluralista es el uso del concepto de solidaridades
cruzadas: los individuos pertenecen simultáneamente a diferentes organizaciones y
grupos con lealtades y demandas no siempre compatibles.

En el pluralismo, los gobiernos reflejan las demandas de la sociedad civil mediante una
serie de procesos de intercambio de duración e intensidad variables de los que saldrían
las decisiones de las instituciones políticas. No hay un centro de gravedad fijo en la toma
de decisiones políticas: “hay múltiples centros de poder, ninguno de los cuales es
completamente soberano”.

 Críticas al modelo pluralista

1- El pluralismo mantiene una visión de la democracia que le conduce a sobreestimar


la facilidad de acceso de ciertos grupos al proceso político. Los grupos pequeños
en los que un individuo puede esperar tener mayor influencia, ofrecen mayores
incentivos para la cooperación de sus miembros. Por lo tanto, estarán más
organizados y serán más influyentes en las decisiones colectivas que los grupos
grandes como los sindicatos de asalariados, las organizaciones de consumidores o
los jubilados.
2- La influencia de los grupos de presión no deriva exclusivamente de sus recursos,
sino también del contexto ideológico, histórico e institucional en que se toman las
decisiones. Los pluralistas se concentran en el comportamiento observable y eso
les impide evaluar cómo la ideología puede determinar las acciones de los
decisores. Su fracaso en comprender la ideología les lleva a considerar que las
sociedades contemporáneas mantienen un amplio consenso de valores que
es visto como políticamente neutral y producto de intereses compartidos.

3- Para Bachrach y Baratz, el problema estriba en creer que el poder se circunscribe a


aquellos temas que son discutidos: el poder en muchas ocasiones tiene la
capacidad de no permitir la entrada de una serie de conflictos en la agenda
pública. Lukes consideraba que lo relevante es la capacidad de determinados
grupos para evitar que ciertas cuestiones sean vistas como conflictivas en el seno
de la sociedad civil, es decir, que en muchas ocasiones, los agentes pueden tener
creencias erróneas sobre cuáles son sus verdaderos intereses.

4- El pluralismo tiende a menospreciar la enorme influencia que las grandes


corporaciones económicas ejercen sobre el Estado y sobre la naturaleza de los
resultados de las democracias. Las acciones de los grupos económicos suelen
determinar el éxito de la economía, lo que les otorga una posición privilegiada, pues
los gobiernos necesitan políticas exitosas para conservar el poder y por ello son
especialmente receptivos a los intereses de los empresarios. Estos grupos suelten
ostentar también la propiedad de los medios de comunicación, lo que les permite
influir determinantemente en la opinión pública. Finalmente, los grupos económicos
operan dentro de un marco ideológico favorable y sus intereses son vistos
automáticamente como legítimos e inscritos dentro de las reglas del juego.

5- Asimismo, los críticos subrayan que en Estados Unidos los grupos de interés
desempeñan un papel muy relevante en el sistema político, algo que no es
aplicable a Europa. La importancia del poder local y federal y la competencia entre
los poderes ejecutivo, legislativo y judicial reducen considerablemente la fuerza del
Estado. Asimismo, la debilidad de los partidos, el fracaso de los sindicatos y las
fuertes divisiones étnicas y económicas contribuyen a que el sistema
estadounidense otorgue un papel mucho más importante a los grupos de presión
que a los partidos políticos. Judge y Tant, señalan que las teorías pluralistas no
pueden aplicarse con facilidad al análisis de la política británica. donde la soberanía
parlamentaria es indiscutible.

 Nuevos enfoques pluralistas

El enfoque neopluralista trató de integrar las críticas precedentes, se reconoce la


importancia estructural del poder económico, se reconoce que existen múltiples grupos,
pero que existe el predominio de una tendencia corporativa. Sin embargo, se mantiene la
integridad del enfoque pluralista al considerar que ningún grupo domina todas las “policy
networks”.

 Una alternativa al pluralismo: neocorporativismo


Supuso una alternativa a la concepción pluralista sobre la distribución del poder en las
democracias avanzadas, los representantes de esta corriente se centraron en subrayar la
incapacidad del pluralismo para dar cuenta del creciente papel del Estado en las
democracias avanzadas. Caracterizaron las democracias contemporáneas por una férrea
articulación de intereses entre el Estado, las organizaciones empresariales y los sindicatos
para conformar la formación de políticas, especialmente las económicas.

o Las teorías filosóficas


 El liberalismo social de Rawls y Dworkin

La estrategia intelectual de RAWLS se basa en una reconstrucción del contractualismo


clásico. Su objetivo es diseñar una concepción pública de la justicia aplicable a la
estructura básica de la sociedad, partiendo de una visión de los individuos como seres
libres e iguales, así como racionales, en el sentido de que son capaces de perseguir sus
propios intereses, y razonables, en el sentido de que son capaces de perseguir aquellos
fines morales que dan lugar a la cooperación social. La finalidad sería establecer una
concepción de la justicia que pueda ser asumida por todos los individuos de una
colectividad, sean cuales fueran sus concepciones de la vida buena. Para ello comienza por
establecer un conjunto de principios que constituyan el marco normativo de lo que
denomina “la estructura básica de la sociedad”, que deben regular la asignación de
derechos y debe res así como la distribución de ventajas económicas y sociales. Estos
principios serían el resultado de un acuerdo colectivo al que los individuos llegarían de un
modo imparcial, ya que estarían situados hipotéticamente en lo que Rawls denomina la
“posición original” bajo el velo de la ignorancia, es decir, ignorarían el lugar que podrían
llegar a ocupar en la sociedad, pero si sabrían, en cambio, que podría serles útil disfrutar
de ciertos bienes primarios que, según Rawls, son aquellos que se supone que un ser
racional desearía cualesquiera que fueran sus otros deseos. Rawls asocia estos bienes
primarios con los derechos y libertades, las oportunidades y los poderes, la renta y la
riqueza y las bases sociales del autorrespeto. Tratarán entonces, de desarrollar principios
distributivos que no les perjudiquen esencialmente en el caso de que no ocupen las
posiciones más deseadas en la sociedad. Situados en esta posición y bajo estas premisas,
los individuos escogerían una concepción pública de la justicia que estaría definida por los
siguientes principios:
1- Toda persona tiene derecho al más extenso sistema de libertades básicas iguales
compatible con un sistema similar de libertades para todos príncípio de igual
distribución de la libertad.

2- Las desigualdades socioeconómicas han de estar ordenadas de manera que:


a. Estén dirigidas al mayor beneficio de los más desaventajados, (príncípio de
la diferencia.

b. Estén vinculadas a cargos abiertos a todos bajo las condiciones de una


equitativa igualdad de oportunidades, (principio de distribución equitativa
de oportunidades).

Donde 1 se encuentra en prelación de importancia sobre 2 y de 2b) respecto de 2a)

Según Rawls, el segundo estadio tras la elección de los principios generales sería el de
acordar una constitución justa, luego, en el tercer estadio se requeriría una política
gubernamental económica y social que intentara maximizar las expectativas a largo plazo
de los menos aventajados, bajo las condiciones de igualdad de oportunidades y sujeción a
la inviolabilidad del principio de iguales libertades básicas. Y, finalmente, en el cuarto
estadio, se eliminaría totalmente el velo de la ignorancia y se cerraría el ciclo con la
aplicación de las leyes por parte de administradores y jueces, es decir, con la práctica
continuada de la acción gubernamental y del derecho procesal en consonancia con las
reglas descritas.

En el plano legislativo, Rawls propugna una asamblea de representación proporcional


pura, en la que estén limitados de algún modo los poderes de la mayoría y donde la
participación de cada ciudadano tendría un valor similar mediante un acceso equitativo
a la información y elaboración de propuestas para la agenda política.

En el plano ejecutivo, Rawls otorga al gobierno aquellos cometidos más directamente


relacionados con la estructura social propiamente dicha: la asignación, consistente en
mantener el sistema de precios en un nivel eficaz de competitividad, corrigiendo mediante
subsidios e impuestos las desviaciones de los precios respecto a los beneficios y los costos
sociales y evitando la concentración de un poder abusivo en el mercado; la estabilización,
cuya finalidad es la consecución de la plena ocupación y de la libre elección de ocupación;
la transferencia, que tendría que garantizar que los ingresos totales de los menos
aventajados permitan maximizar sus expectativas a largo plazo y, por último, la
distribución, que conservaría una igualdad aproximada entre las cuotas distributivas a
través de los impuestos y de los ajustes necesarios en los derechos de propiedad. Además,
sería un fin del gobierno relacionado con las funciones anteriores conseguir una igualdad
de oportunidades eficaz.
Al igual que Rawls, DWORKIN inscribe su proyecto en el marco de un liberalismo igualitarista.
Para Dworkin, los individuos deben ser considerados «como iguales» Pero la igualdad no
significa mera igualdad formal ante la ley, sino igualdad de los individuos en la persecución de
sus fines en el marco de aquellos ideales, convicciones y cursos de acción
que consideren más oportunos para desarrollar sus planes de vida de una manera
satisfactoria. Para que ello sea posible, “el gobierno debe tratar a quienes gobierna con
consideración, esto es, como seres humanos capaces de sufrimiento y frustración, y con
respeto, o sea como seres humanos capaces de llegar a concepciones inteligentes de
cómo han de vivir su vida y de actuar de acuerdo con ellas”. Es decir, que “el gobierno no
sólo ha de tratar a los ciudadanos con respeto, sino con igual consideración y respeto”, lo
que equivale a decir, que no debe distribuir bienes u oportunidades de manera desigual,
basándose en que algunos ciudadanos tienen derecho a más porque son dignos de
mayor consideración, y que no debe restringir la libertad sobre la base de que la
concepción que tiene un ciudadano de lo que es la vida de un grupo, es más noble que la
de otro o superior a ella.

Dworkin ha desarrollado una refinada teoría sobre cómo debe entenderse la igualdad
liberal en una sociedad democrática, podemos decir que sus rasgos esenciales son cuatro.

- Primero, la igualdad liberal construye la justicia en el espacio de los recursos y no


del bienestar, por lo tanto, la sociedad ideal no estará dada por la bondad de las
vidas que la gente vive, sino en términos de la porción de recursos que tienen a
su disposición.

- Segundo, la igualdad liberal es igualitarista y, por lo tanto, insiste en que la parte


de recursos que cada uno debe tener en una sociedad ideal es idéntica. Es decir,
la igualdad liberal sostiene que sólo se consigue una distribución ideal de recursos
cuando los recursos que controlan las diversas personas son iguales en relación
con sus costes de oportunidad, es decir, en relación con el valor que tendrían en
manos de otras personas. Esto les proporcionará una igual libertad con la que
alcanzar sus objetivos. La igualdad ideal se alcanza cuando la distribución final
satisface el test de la envidia. ninguno de los participantes estaría dispuesto a
cambiar su cesta de bienes por la de otro. Este resultado podría conseguirse
imaginando una subasta ideal a la que todos los individuos acudieran con idéntica
capacidad adquisitiva.

- Tercero, la igualdad liberal tiene en cuenta las diferencias que existen en las
circunstancias personales de cada individuo intentando compensar a aquellas
personas que se ven afectadas por discapacidades físicas o mentales, pero no a
la gente cuyos gustos o ambiciones son particularmente caros.
- Cuarto, la igualdad liberal es tolerante: condena el uso de cualquier procedimiento
coercitivo cuando éste se justifica por la supuesta inferioridad ética de la vida que
algunos miembros de la comunidad desean llevar.
La igualdad liberal, así considerada, concibe la igualdad, la libertad y la
comunidad fundidas una con otra en un ideal político global.

 La crítica comunitarista
Sus críticas se han centrado en dos aspectos:

- Por un lado, la asunción liberal de la prioridad del individuo sobre la comunidad:

Sandel señala la imposibilidad de imaginar un “yo sin ataduras” capaz de


constituirse independientemente de sus fines y valores. El sujeto no puede ser
anterior a sus fines, puesto que se halla inserto en el conjunto de prácticas propias
de su comunidad de referencia, prácticas de las que no puede desvincularse dado
que configuran el sustrato mismo de su identidad. Es decir, toda persona extrae
los presupuestos necesarios para la comprensión de sí misma a través de un
núcleo cultural de valores intersubjetivamente compartidos.

También critican la estricta separación liberal entre lo público y lo privado al


señalar que los aspectos éticos de la privacidad son inseparables de los aspectos
morales de la esfera pública.

Por otro, el intento de derivar pautas distributivas de principios abstractos:

Walzer afirma que la sujeción a principios morales abstractos lleva a olvidar dos
aspectos esenciales en la consideración del problema de la igualdad distributiva: la
multiplicidad de dimensiones y esferas sobre las que incide y la dependencia
- radical de los criterios de la justicia del contexto social en que se inscriben.

 La teoría de la democracia de Jürgen Habermas


La concepción habermasiana de la democracia pretende evitar que el acto de delegación
política que exige la democracia representativa se convierta en una enajenación entre
gobernantes y gobernados, definiendo a la democracia, como la forma política derivada
de un libre proceso comunicativo dirigido a lograr acuerdos consensuales en la toma de
decisiones colectivas. El problema reside en encontrar, mecanismos institucionales que
justifiquen la presunción de que las decisiones políticas básicas contarían con el acuerdo
de todos los afectados por las mismas si pudieran alcanzar el consenso respecto a las
cuestiones políticas básicas mediante su participación en una comunidad ideal de diálogo.
Habermas busca explicitar qué condiciones deben satisfacerse para que exista una
argumentación plenamente racional. Entre estas condiciones se encuentra la de que los
participantes en una comunidad ideal de diálogo deben reconocerse recíprocamente
como interlocutores con los mismos derechos.
Para Habermas, el principio de que la legitimidad racional se encuentra en el diálogo que
busca un acuerdo, es inseparable de la historia de la democracia, subraya a su vez, que los
procedimientos sólo adquieren legitimidad en la medida en que se hallen vinculados a una
dimensión normativa. La democracia, como aproximación a esta exigencia ideal (la
realización de una comunidad ideal de comunicación) es, por lo tanto, algo más que un
conjunto de procedimientos neutrales a cuyo seguimiento nos decidimos en virtud de
motivos pragmáticos.

 El neoliberalismo de Hayek y Nozik


Hayek insistía en que la condición fundamental de la libertad es que se permitiera a todos
los individuos usar su conocimiento para llevar a cabo sus propósitos, obstaculizado
solamente por una normativa de la conducta justa de aplicación universal. Estimaba que
el Estado democrático debe tener un papel limitado. Sólo un gobierno mínimo puede ser
un gobierno decente, porque no existen ni pueden existir reglas generales para la
asignación de beneficios particulares. La obligación de la autoridad política no es perseguir
sus propios fines, sino proveer, dentro del marco del imperio de la ley, las condiciones
adecuadas para que la catalaxia (neologismo que empleaba para describir la especial
forma de orden espontáneo producido por el mercado), pueda producirse. Por lo tanto,
las únicas funciones del Estado son:

- El mantenimiento de la seguridad colectiva contra agresiones externas (el ejército,


la preservación del imperio de la ley y del orden público, la policía) ,y

- La provisión de un número limitado de bienes públicos que no pueden ser


eficientemente suministrados por el mercado.

Hayek propone volver a hacer de la democracia un modelo de ejercicio limitado del poder,
algo que se conseguiría separando de nuevo ejecutivo y legislativo.

Nozick ataca la pretensión de los sistemas de gobierno democráticos de presentar las


intervenciones redistributivas como dotadas de un contenido más justo. Por el
contrario, estas intervenciones pueden considerarse ilegítimas ya que no pueden ser
justificadas racionalmente.

Establecerá que los únicos principios válidos de la justicia son, en primer lugar, que todos
los individuos deben ser considerados propietarios de ellos mismos y que todo el mundo
debe tener derecho a apropiarse de cualquier cosa que no tenga propietario, mientras
con ello no se perjudique a nadie y, en segundo lugar, que todo el mundo puede ser
propietario legítimo de una cosa si ello resulta de una transacción voluntaria. Una
sociedad entonces, será justa sólo en el caso de que las transacciones que se produzcan
estén reguladas por estos dos principios. De lo que se trata es de asegurar un sistema
de transacciones legítimo, marco en el cual cada individuo podrá realizar sus planes de
vida de acuerdo con su concepción del bien.

El modelo político que postula es, en consecuencia, el de un Estado mínimo cuya razón
de ser es garantizar el cumplimiento de los contratos, la protección conntra los robos y
otros atentados contra las apropiaciones ilegítimas y el establecimiento de un sistema no
violento de resolución de conflictos. Cualquier Estado que se autootorgue más funciones,
como, por ejemplo, funciones de carácter redistributivo, es un Estado ilegítimo.

 Democracia y globalización

Deben señalarse algunas cuestiones relacionadas con la creciente internacionalización de


las sociedades contemporáneas, que suponen nuevos retos para los sistemas de
gobierno democráticos, los cuales pueden agruparse en tres apartados:

a) El debilitamiento› del Estado-nación, que implica una creciente pérdida de autonomía por
parte de los gobiernos, al dejar de ser el Estado territorial el protagonista exclusivo del
orden social. Al insertarse los Estados en una compleja red de colaboración y competencia
con otras organizaciones internacionales, sistemas subnacionales de gobierno, actores
económicos o agentes sociales, la democracia, se ve seriamente afectada en lo que se
refiere a la confección de su agenda de actuación. Como resultado, aparecen nuevos
asuntos de dimensión planetaria, como la defensa de los derechos humanos o del medio
ambiente, la promoción de la paz y del orden mundial, o el trato del desarrollo desigual,
sobre los cuales los ciudadanos parecen ejercer sólo un control indirecto y difuso a través
de sus gobiernos respectivos.

b) La redefinición de la interrelación entre ámbito público y ámbito privado sobre la que se


habían construido históricamente los sistemas de gobierno democráticos, hasta el punto
de que los cambios políticos de los que ha sido testigo el siglo xx podrían muy bien
interpretarse en función de los respectivos reajustes sufridos por ambos ámbitos. Sin
embargo, la tendencia dominante en la actualidad comporta una profunda alteración de
las fronteras entre Estado y sociedad civil. Hoy, se argumenta que tanto el gobierno como
la sociedad civil comparten responsabilidades en la gobernación del continuo que va
desde las instituciones hasta los individuos. Se produce un desplazamiento desde la
intervención unilateral el gobierno y la sociedad separados a la interacción entre el
gobierno y la sociedad. De este modo, la creciente interrelación entre Estado y sociedad
civil difuminaría muchos de los supuestos normativos sobre los que ha pretendido
asentarse la democracia. El problema radicaría en la dificultad de articular e implementar
políticas capaces de dirigir y controlar las transformaciones sociales.

c) La gobernabilidad democrática en sociedades étnicamente divididas se ha convertido en


uno de los más destacados problemas políticos del nuevo orden mundial. Los conflictos
entre identidad política y fragmentación étnica representan una
amenaza para la consolidación de la democracia o su estabilidad.

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