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Introducción
Alguna de las enseñanzas que nos va a dejar la crisis es que para superar el bache
las empresas necesitan, además de una buena estrategia y un buen
posicionamiento, contar con un equipo, una organización bien alineada, gestionada
por directivos capaces, valientes y comprometidos. Estoy convencido de que los
equipos con talento son como nunca antes, el factor clave de éxito de las empresas,
mientras estas acabarán compitiendo en términos de calidad directiva, como ventaja
competitiva diferenciadora en sus mercados.
El cambio en la organización
El cambio no es un fin en sí, sino el medio por el cual una empresa busca adaptarse
a un entorno que le obliga a reaccionar bajo pena de poner en peligro su
continuidad. El cambio no deja de ser una estrategia reactiva y, por ello, debe
llevarse a cabo con cierta velocidad porque el entorno de los mercados va a seguir
cambiando.
Por otra parte, un proceso de cambio debe compaginar acciones a corto plazo, que
van a buscar la mejora de los procesos claves del negocio haciéndolos de manera
diferente para ser más competitivos con otras acciones más profundas que buscan
alterar la naturaleza del negocio en busca de su transformación, para anticiparse al
mercado. Tanto unas como otras, estas acciones requieren mucho más que solo
reingenierías de los procesos del negocio, suponen adaptar la cultura, los valores y
las actitudes y movilizar la organización en ese sentido.
El papel de los directivos y mandos intermedios
Los principales roles que deben exigirse a directivos y mandos intermedios para
estas situaciones son, entre otros, los siguientes:
El primer punto del decálogo, y más importante, es crear una visión, un propósito,
un sueño o una ilusión hacia donde se quiere llegar, para inspirar nuestras
personas. Hay que buscar este propósito, más allá de la sola supervivencia del
proyecto empresarial que no tiene por qué ser motivación suficiente para los
empleados con más talento, hacia el sueño de lo que queremos ser y aportar a la
sociedad.
Cada persona reacciona de manera distinta ante los cambios, es bueno dejar un
tiempo (una semana, unos pocos meses), que “haya duelo” para emprender el
nuevo camino, entendiendo sin embargo que el ritmo del equipo lo marca la
velocidad del más lento. Para ello, hay que trabajar tanto la parte racional (status,
desarrollo personal, económicos…) como la parte emocional (miedos,
incertidumbres, egos…) de las personas.
Para cambiar cualquiera de las situaciones descritas, resulta más decisivo contar
con un plan de acción bien ejecutado por parte de un equipo directivo absolutamente
comprometido, que un minucioso plan, pero lentamente aplicado por parte de
ejecutivos deprimidos.
5. Focalizar el equipo
Esto es elevar las expectativas de las personas hacia prestar atención a las
cuestiones que aportan más valor, y no perderse en cuestiones y tareas
intrascendentes. ¿Dónde poner el foco? Sin lugar a dudas, que todos los miembros
de nuestra organización queden preparados, organizados y enfocados a prestar una
atención y servicio excepcionales a los clientes y de la forma más rentable posible,
es la máxima prioridad directiva. El resto es secundario.
7. Cuidar la comunicación
No hay nada peor para causar un pésimo impacto que las promesas no cumplidas.
Hay que cumplir con los compromisos adquiridos, o no hacerlos. Enfrentarse a uno
mismo o a cualquier otro que obstaculice el progreso por no ser suficientemente
confiable, sin recurrir a echar la culpa a otros, ya que provocará desconfianza.
Conclusión
Estamos ante una oportunidad única para construir con nuestras organizaciones su
futuro. Los retos organizativos son en muchos casos inmensos, y las ventajas
competitivas no se pueden construir hoy con dinero, con patentes, o invirtiendo en
tecnologías, sino movilizando las personas y su compromiso alrededor de una idea
poderosa bien ejecutada. Las compañías que piensan que pueden “seguir tirando”
con gente mediocre (es más fácil de gestionar) podrán engañarse durante un tiempo
pero progresivamente perderán su cuota de mercado en detrimento de compañías
mejor adaptadas. Como trabajador del cambio, te animo a cambiar con ilusión, la
otra alternativa que tienes es resignarte, lo que no deja de ser morir un poco cada
día.
¿Cómo organizar las tareas en una empresa?
Por:Economía 3
• Importancia de las tareas: no todas las tareas son igual de importantes. Igual
que en el caso anterior, aquellas que sean más importantes porque confieren
un valor añadido mayor, hay que acabarlas en el menor plazo de tiempo
posible.
• Tiempo estimado de finalización de las tareas: para cada tarea hay que
estimar cuánto tiempo se tardará en finalizarla. Este punto es muy importante
especialmente en aquellos procesos en los cuales no se pueden empezar
unas tareas hasta que se han terminado otras anteriores.
Se pueden dar una serie de problemas que provoquen una desviación respecto el
plan previsto. Son los siguientes:
• Que no se haya escogido a las personas o grupo adecuado: puede que las
personas que realizan la tarea no dispongan de la formación o experiencia
necesaria para ello. Eso no significa que no sean útiles, pueden ser válidas
en otro puesto de trabajo distinto.
Gestión de conflictos
Por: IONOS
Mantener la calma para evitar que el conflicto se haga más grande es una de las
principales tareas asociadas a la gestión de conflictos. Si se detectan conflictos en
el ámbito laboral o, incluso, cuando se detectan riesgos de que se vayan a producir,
es necesario actuar lo antes posible. Los conflictos afectan al ambiente laboral y,
también, a la productividad. Por eso, hay que intervenir cuanto antes. La gestión de
conflictos implica disponer de un plan de actuación para que los conflictos que
surjan en las organizaciones tengan una respuesta rápida y efectiva y, así, poder
evitar que una discusión sin importancia se acabe convirtiendo en un problema más
serio. A veces, no es posible confiar en las partes involucradas para que resuelvan
el problema por ellos mismos. Que un tercero intervenga como mediador y ayude a
resolver el conflicto antes de que se haga más grande es en estos casos muy buena
idea.
En este tipo de conflicto no participan varias partes. Imagina que un empleado tiene
un problema que solo le afecta a él y acaba generando un conflicto oculto. Esto les
ocurre a muchos empleados, por ejemplo, cuando se ven en la postura de tener que
tomar decisiones difíciles. Les produce una lucha interna. La razón radica en el
hecho de sentir que las dos decisiones posibles les resultan, bien igual de buenas,
bien igual de malas o que al menos van a suponer las mismas ventajas o
inconvenientes. Esta forma de conflicto no suele desembocar en disputas de ningún
tipo, pero sí que ocasiona problemas. Cuando un trabajador está experimentando
una lucha interna, tiene dudas a la hora de evaluar las cosas y en consecuencia no
se siente bien, además de estar haciéndose daño a sí mismo, acabará provocando
consecuencias negativas a largo plazo para toda la empresa.
Conflictos interpersonales
Puede darse otra situación totalmente diferente en aquellos casos en los que no es
posible encontrar razones suficientemente razonables para explicar el conflicto. Por
ejemplo, cuando hay dos empleados que literalmente “no se tragan”. A veces, los
conflictos surgen simplemente porque se juntan personalidades que no encajan y a
las que les cuestas trabajar juntas. Se habla entonces de conflictos relacionales.
Este tipo de conflictos es propio de la naturaleza humana y son muy difíciles de
evitar. Por eso, es especialmente importante que haya un trabajo significativo de
gestión de conflictos en todos aquellos casos en los que dos personalidades
diferentes chocan.
En estos casos hay que enfrentarse con una situación parecida a la del conflicto de
poder: este tipo de conflictos surgen a menudo cuando varios empleados con el
mismo rango tienen que trabajar juntos al mismo tiempo. La raíz de estos conflictos
radica en el hecho de que una persona pueda pensar que debería tener un rango
superior que otra. Y, por supuesto, esa otra persona piensa exactamente lo mismo.
El problema es que ninguna de las dos partes quiere abandonar esa percepción que
han creado ellas mismas.
Por su parte, un conflicto de valores tiene que ver con las actitudes y convicciones
de las partes involucradas. Este tipo puede darse cuando surgen preguntas del tipo
“¿de qué manera deberíamos gestionar esta situación?” o “¿cuáles son las medidas
más apropiadas?”, cuyas respuestas ponen de manifiesto diferentes escalas de
valores. A su vez, esto conduce a conflictos, ya que es muy difícil hacer que una
persona renuncie a sus valores. Se crea una difícil situación en la que nadie quiere
dar su brazo a torcer. La gestión de conflictos tiene que intervenir en un caso como
este para que el conflicto no se haga más y más grande.
Lo primero y más importante: quedarse mirando sin hacer nada no es una solución.
Todos los empleados (y no solo los encargados) deberían reaccionar ante la
aparición de un conflicto importante entre dos compañeros. Si no puedes o no
quieres involucrarte, es necesario informar a alguien con responsabilidad suficiente.
Los conflictos van acompañados de una serie de señales:
• Rumores: cuando hay conflictos desde hace mucho tiempo, lo normal es que
no solo afecte a las partes involucradas, sino que empiecen a circular
rumores entre el resto de compañeros.
Los conflictos latentes acaban activándose con el tiempo. Para evitarlo, es crucial
intervenir lo antes posible, en cuanto se perciban las señales que indican que hay
un riesgo de conflicto. Un conflicto es mucho más fácil de solucionar cuando se
encuentra en la fase inicial, dado que en ese momento es más sencillo llegar a una
solución satisfactoria para las dos partes. Cuanto más crece un conflicto, más difícil
es conseguir llegar a una solución amistosa. Al menos, hay más probabilidades de
que una de las partes muestre su desacuerdo con la solución propuesta. Cuando el
conflicto crece tanto que se llega a una disputa abierta, es imposible llegar a un
resultado satisfactorio para ninguna de las partes. Llegado ese punto, las dos partes
habrán experimentado pérdidas demasiado importantes.
• Disposición para ceder: cualquiera que tome parte en una discusión sin tener
disposición para entender a la otra parte bloqueará cualquier posible solución
al conflicto. Para poder resolver un conflicto, es necesario apreciar los
aspectos compartidos y trabajar a partir de ahí.
Modelo CCST
• Causas: el problema se analiza para identificar las causas del conflicto. Este
paso puede llevar un tiempo determinado y, a veces, es necesario contar con
la ayuda de otras personas. En esta fase, los participantes intentan desvelar
las causas del conflicto de la forma más objetiva posible.
• Soluciones: cuando se cuenta con todas las causas del conflicto, ha llegado
el momento de intentar llegar a una solución. Todas las partes deben acordar
un plan concreto para solucionar el conflicto.
El método Harvard
El método Harvard ofrece una serie de directrices muy claras que deben ser
respetadas por las partes en conflicto:
Por desgracia, no siempre es posible contar con la colaboración de las dos partes
para que colaboren con el método Harvard cuando surge un conflicto. Si una o las
dos partes consideran que no quieren seguir las directrices del método Harvard,
existen otros métodos que pueden aplicarse para intentar llegar a una solución
exitosa. Algo esencial es dejar claro que bajo ninguna circunstancia se puede
abandonar el debate objetivo ni recurrir a insultos. Si una de las partes no cumple
con estas normas, el método Harvard establece que lo mejor es interrumpir las
negociaciones: solo cuando la parte que no está dispuesta a cooperar muestre
voluntad para participar en un debate constructivo y razonable, se podrán retomar
las negociaciones.
Hecho
¿Qué pasa si una de las partes presenta exigencias que, sencillamente, no son
aceptables? Cuando se da una situación así, el método Harvard establece que lo
mejor es aceptar esas exigencias como hipótesis en vez de rechazarlas
directamente. Al tratar las consecuencias de esas exigencias, es posible explicar
por qué son inaceptables. Cuando surgen dudas, el método Harvard aconseja que
participe un tercero: un mediador o moderador de conflictos que ayude a garantizar
que las conversaciones se están llevando a cabo de forma objetiva.
Mediación y supervisión
Consejo
Una vez finalizada la gestión de conflictos, lo ideal es que la paz vuelva a estar
restaurada. Pero hay que tener en cuenta que no siempre es posible cumplir con
las expectativas y deseos de las dos partes al 100 %. El posible resultado de la
gestión de un conflicto puede categorizarse en uno de los siguientes 4 tipos: