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Psicopatología de niños y adolescentes.

Caso clínico.
Paciente de 14 años llevado a consulta por su madre y padre, ambos preocupados por la
conducta agresiva de su hijo, no respeta a la autoridad, además.
Ambos padres son médicos, el paciente es hijo único. En consulta se muestra siempre con
brazos cruzados y siempre pregunta al terapeuta: “¿Cuánto te van a pagar por esto?”.
Menciona angustiado que sus padres lo llevaron a una psicóloga anterior, la cual le
pagaron dos millones de pesos por sus terapias sin tener éxito, por lo que insiste en
preguntar cuanto cobrará el nuevo. Presume sus zapatos de manera modesta indicando
que no los pidió pero que fueron muy costosos, muestra una aparente preocupación por
lo que gasten sus padres, siempre expresando lo mucho que gastan con él.
Señala insistentemente al terapeuta que no quiere estar en consulta, y que está ahí por
obligación, mostrando progresivamente actitud hostil que empeora con el transcurrir de
la consulta. El paciente se va y no regresa hasta dentro de 3 semanas para su segunda
consulta junto con sus padres ya que su madre llamó muy angustiada por la situación de
su hijo. En consulta el padre refiere que tiene actitudes agresivas cuando lo mencionan
algo o le llaman la atención, además refiere que quiere que su hijo salga, se distraiga,
socialice con jóvenes de su edad ya que no tiene amigos, ya que pasa el mayor tiempo en
videojuegos y no interactúa con sus compañeros.
El paciente en medio de la segunda consulta, con el terapeuta y su madre presente, le
pide enérgicamente a su padre: “Dime como quieres que yo sea y lo seré, descríbeme
cómo deseas que me comporte y lo haré inmediatamente, así te ahorras el dinero. Si me
lo dices, saliendo de aquí inmediatamente me comportaré como tu deseas que sea”.
En la tercera sesión se presenta con mejor actitud que las anteriores incluso llega a
sonreír, cosa que nunca había hecho. El terapeuta le pregunta por sus nuevos zapatos
(diferentes a los primeros) e indica estos son menos costosos pero que también se los
regalaron. Sonriendo indica que el no tiene nada haciendo alusión a que no está enfermo
y le pide airosamente al terapeuta que lo diagnostica en esa misma sesión.

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