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* Diretor do Centro de Estudos de Direito Penal, Fac. Ciências Jurídicas e Sociais U. de Talca –
Santiago do Chile.
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LAS RECIENTES REFORMAS PENALES
EN COLOMBIA: UN EJEMPLO DE
IRRACIONALIDAD LEGISLATIVA *
J UAN O BERTO S OTOMAYOR A COSTA **
1 – I NTRODUCCIÓN
Aproximarse a los problemas del derecho en América Latina supone casi
siempre una empresa difícil, por las dificultades que surgen al advertir sus
altos índices de ineficacia y la consiguiente brecha entre derecho y realidad1,
que en algún grado convierte al primero no en un hecho más o menos cierto
que acompaña la convivencia de un número importante de individuos sino
en un objetivo político a alcanzar, en un futuro que de acuerdo con los
vaivenes de los acontecimientos del presente se podrá visualizar más o
menos lejano o cercano pero siempre como un proyecto de futuro.
De otra parte, si bien puede admitirse la existencia de ciertas
características comunes al derecho en Latinoamérica, también es posible
encontrar diferencias importantes entre países o grupos de países, que
hacen difícilmente trasladables las perspectivas de un lugar a otro. En tal
sentido suele destacarse por su complejidad el caso colombiano, pues se
trata de un país en el que durante muchos años ha sido posible la
coexistencia – inclusive en las convulsionadas décadas del 70 y 80 – de altos
*
Este trabajo fue realizado en gran parte durante la estancia de investigación del autor en el Área de
Derecho penal de la Universidad de Málaga, financiada por el Ministerio de Educación y Ciencia
de España (Programa de Estancias de Profesores e Investigadores Extranjeros en régimen de año
sabático en España). En la recopilación legislativa el autor recibió la colaboración de Susana
Escobar Vélez, investigadora del Grupo de Estudios Penales de la Universidad EAFIT (Medellín,
Colombia).
** Universidad EAFIT Medellín, Colombia.
1 Al respecto, GARZÓN VALDÉS, E., “Las funciones del derecho en América Latina”, en Derecho, ética
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7 Así, OROZCO ABAD, I., “Soberanía interior y garantismo: sobre la guerra y el derecho en
Colombia”, en SOTOMAYOR ACOSTA, J. O. (Coordinador), Garantismo y derecho penal, Bogotá,
Temis, 2006, pp. 37-56; en especial, pp. 50-54.
8 En septiembre de 2004 el entonces director del DANE, César Caballero, debió renunciar por
mencionar las realizadas por FSD, “Criminalidad y victimización…” y los datos ofrecidos por
GORDON ATEHORTÚA, L. y KURY, H., “Victimización como hecho cotidiano. Un estudio
victimológico en Colombia”, en RDPC, 2006 (18), pp. 401-532.
11 Cfr. SOZZO, M., “¿Contando el delito? Análisis crítico y comparativo de las encuestas de
victimización en Argentina”, en Cartapacio, No, 5, Buenos Aires, 2003, pp. 1-143, consultado en:
http://www.cartapacio.edu.ar pp. 30 y ss.; SILVA GARCÍA, G. y PACHECO, I., “El crimen y la
justicia en Colombia según la misión Alesina”, en REI, 2001 (5), pp. 191-192; DÍEZ RIPOLLÉS, J. L. y
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de los ciudadanos afectados por alguna acción delictiva, en Medellín el 71,92% y en Cali el
84,65%; en Bogotá, el 43,05% del total de víctimas que no denunciaron explicaron que no lo
hicieron porque “las autoridades no hacen nada”, razón que alegó el 41,10 por ciento en Cali y el
23 por ciento en Medellín. Aún más, de conformidad con una anterior encuesta de hogares (1991),
aún frente a un delito tan grave como el homicidio, como comenta RUBIO, M., “Crimen con
misterio. La calidad de la información sobre criminalidad y violencia en Colombia”, Bogotá,
CEDE, Universidad de los Andes, 1998, p. 14 [consultado en: http://economia.uniandes.edu.co],
“más de la mitad de los hogares que habían sido víctimas manifestaron no haber hecho nada y
únicamente el 38% reportó haber puesto la respectiva denuncia”. Por supuesto de este hecho no
puede deducirse, como parece insinuar este autor, que el 62% de homicidios restante no llega a
conocimiento del sistema penal, pues bien se sabe que se trata de un delito investigable de oficio y
por las cifras que ofrece el INMLCF es de suponer que la mayoría de ellos al menos alcanza a ser
conocido por la fiscalía, así en la mayoría de casos el autor del hecho nunca llegue a ser conocido
y mucho menos procesado. El dato, sin embargo, sí resulta suficiente para indicar el grado de
desconfianza de la mayoría de los encuestados hacia el sistema judicial en general, así como
también la poca confiabilidad de los datos policiales sobre la criminalidad, los cuales suelen
reflejar sobre todo el número de denuncias recibidas, cosa que por demás en Colombia lo más
común es que se haga directamente en la fiscalía.
13 Ver RUBIO, M., “Crimen sin sumario. Análisis económico de la justicia penal colombiana”, Bogotá,
análisis crítico del manejo de datos por parte de este autor ha sido realizado por SILVA GARCÍA G.,
y Pacheco, I., “El crimen y la justicia…”, pp. 188-196. pp. 188-196.
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75. En valores porcentuales las cifras de homicidios de la policía para el año 2005 no difiere
mucho de las del INMLCF, aunque dicha diferencia fue mayor en el año 2004.; según los registros
policiales la tasa de homicidios durante 2005 se situó en 39 y la de 2004 en 45; cfr. Policía
Nacional, “Estadística delincuencia y contravencional”, RC, 2005 (48), pp. 98 y ss.
21 Policía Nacional, “Estadística delincuencial…”, p. 15; los datos correspondientes al año 2006 se
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hechos, según la información policial, murieron en 2005 un total de 252 personas, frente a 263 que
lo hicieron en 2004 en las mismas circunstancias.
22 Según fuentes policiales citadas en http://www.eltiempo.com, julio 17 de 2007 a junio de 2007 se
tenía noticia de 94 homicidios más que en los primeros seis meses del 2006.
23 Cfr. PECAUT, D., “Presente, pasado y futuro de la violencia”, en AP, 1997 (30), p. 1; para el caso
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Cabe aclarar que estos datos no excluyen una importante cifra negra,
pues en muchos lugares del país no funcionan oficinas del INMLCF y las
necropsias corren a cargo de médicos rurales, pero bien se sabe que no son
pocas las poblaciones colombianas que ni siquiera cuentan con este servicio.
Así mismo, no es descabellado pensar que en las zonas rurales la
confrontación interna produzca numerosos hechos que no son recogidos
por las estadísticas, no sólo por la razón antes mencionada sino, sobro todo,
porque los mismos se producen en zonas de fuerte presencia guerrillera o
paramilitar24; tal situación sólo recientemente ha comenzado a salir a la luz
pública, a raíz de las denuncias sobre la existencia de un número
24 Cfr. RUBIO, M., “Crimen con misterio…”, p. 25, nota 69. Así también lo resalta ASFADDES,
“Análisis Coyuntural. Estadísticas de la Desaparición Forzada en Colombia” [consultado en
www.asfaddes.org.co].
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importantes documentos sobre el problema del desplazamiento interno en el país, entre ellos una
importante sentencia de la Corte Constitucional (T-025/2004), en la cual declara la situación de los
desplazados como un “estado de cosas inconstitucional”.
27 Conforme a los datos del INMLCF, “Colombia. Homicidios 2005”, p. 60, del total de 17.331
muertes violentas ocurridas en 2005, 2.004 son atribuibles de forma directa al conflicto armado
(enfrentamiento, acción ofensiva, actos de terrorismo, homicidio con fines políticos); no obstante,
el número de muertes sin conocimiento del móvil es muy alto (11.138), lo cual hace suponer que
las muertes directas atribuibles al conflicto armado sean incluso mayores. Para la CCJ, “Colombia:
2002-2006…”, pp. 1-2, entre julio de 2002 y julio de 2006, “se registraron 11.084 personas
asesinadas o desaparecidas por fuera de combate (o sea en su casa, en la calle o en su trabajo), por
violencia sociopolítica… Si se incluyen las personas que perdieron la vida en medio de combates,
el total de personas muertas o desaparecidas por violencia sociopolítica en el mismo período fue
de casi veinte mil personas: 19.875. Se registraron 8.791 personas que perdieron la vida en medio
de combates. Esto significa que en total durante el período en estudio el promedio de personas
muertas o desaparecidas por violencia sociopolítica fue de cerca de catorce personas cada día,
semejante al promedio diario registrado durante los seis años precedentes…”.
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28 Cfr. ACNUDHC, “Informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos sobre la situación de los derechos humanos en Colombia”, 2006, [consultado en
http://www.hchr.org.co], pp. 5 y ss.; también el informe de la CCJ, “Colombia: 2002-2006…”, pp.
1-13.
29 Cfr. SÁNCHEZ, F., DÍAZ, A. M. y FORMISANO, M., “Conflicto, violencia y actividad criminal en
Colombia: un análisis espacial”, Documento CEDE 2003-05, Bogotá, Universidad de los Andes,
2003 (consultado en http://economia.uniandes.edu.co), p. 34.
30 Cfr. datos del INMLCF, “Homicidios. Colombia 2005”, pp. 67-71. Esto también es destacado por
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pasado y futuro…”, pp. 34-36; RESTREPO, E. M. y MARTÍNEZ CUÉLLAR, M., “Impunidad penal…”,
pássim; UPRIMNY R., “La justicia colombiana…”, p. 2; RUBIO, M, “Crimen sin sumario…”, pp. 11 y
ss.; RODRÍGUEZ, C., UPRIMNY, R. y GARCÍA VILLEGAS, M., “Entre el protagonismo y la rutina:
análisis sociojurídico de la justicia en Colombia”, pp. 44-49, en http://www.djs.org.co
[consultado 21/06/2007]; GAITÁN DAZA, F., “Multicausalidad, impunidad y violencia: una visión
alternativa”, en REI, 2001 (5), pp. 78-105.
35 RUBIO, M., “Crimen sin sumario…”, p. 40.
36 Cfr. RESTREPO, E. M., SÁNCHEZ TORRES, F. y MARTÍNEZ, M., “¿Impunidad o castigo? Análisis e
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37 RODRÍGUEZ, C., UPRIMNY, R. y GARCÍA VILLEGAS, M., “Entre el protagonismo y la rutina…”, pp.
48-49. Para SILVA GARCÍA, G. y PACHECO, I., “El crimen y la justicia…”, pp. 196-197, no es cierto
“que los delitos menores sean los más fáciles y que los graves (como el homicidio) sean más
difíciles. La dificultad no depende del tipo de infracción sino de los rastros del delito y de sus
circunstancias específicas, de la posibilidad de probar los hechos y de la acción de los sujetos
procesales”.
38 RUBIO, M., “Crimen sin sumario…”, p. 22. Críticos de los planteamientos de este autor, SILVA
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40 La más reciente fue introducida por el art. 531 transitorio del nuevo código de procedimiento
penal (Ley 906/2004), que prevé no sólo la reducción en una cuarta parte de los términos de
prescripción para todos los hechos ocurridos antes de la entrada en vigencia de dicho código, sino
la prescripción de las investigaciones previas (con algunas excepciones que no incluyen el
homicidio simple) con más de cuatro años.
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41Esta parece ser sin embargo la posición de RUBIO, M., “Crimen sin sumario…”, pp. 37-45.
42 URIBE DE HINCAPIÉ, M. T., “Las soberanías en vilo en un contexto de guerra y paz”, en EP, 1998
(13), p. 19.
43 SILVA GARCÍA, G., “Una revisión del análisis económico del derecho. Una lectura crítica a
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44 De lo cual ilustra el dramático caso de La Rochela; sobre ello, SUÁREZ NIÑO, A., “Colombia: la
masacre de la Rochela y la justicia interamericana”, en JD, 2007 (58), pp. 124-136.
45 Cfr. OROZCO ABAD, I., Combatientes, rebeldes y terroristas. Guerra y derecho en Colombia,
de enemigo, Bogotá, Ibáñez, 2006, pp. 370-424; sobre la evolución legislativa en esta materia véase
también a PÉREZ TORO, W. F., VANEGAS YEPES, A. L. y ALVAREZ MARTÍNEZ, C. M., Estado de derecho
y sistema penal (la emergencia permanente de la reacción penal en Colombia), Medellín, Diké e Instituto
de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia, 1997, pp. 53 y ss.
47 Al respecto, APONTE, A., Guerra y derecho penal de enemigo…pp. 486-519. Destaca la militarización y
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49 Cfr. RODRÍGUEZ, C., UPRIMNY, R. y GARCÍA VILLEGAS, M., “Entre el protagonismo y la rutina…”,
pp. 7-9; URIBE DE HINCAPIÉ, M. T., “Crisis política y gobernabilidad en Colombia 1980-1995”, en
EP, 1996 (7/8), p. 39-59; OCAMPO, J. A., “Economía, conflicto y gobernabilidad en Colombia”, en
EC, 2004 (302), pp. 25-49.
50 Sobre el tema, UPRIMNY, R. “La justicia colombiana…”, pp. 1-6; RODRÍGUEZ, C., UPRIMNY, R. y
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51 Entre otras, las sentencias sobre la despenalización del consumo de drogas (C-221/1994), la
permisión de algunos casos de eutanasia (C-239/1997), la defensa técnica (C-049/1996), la
limitación de la detención preventiva (C-774/2001) y más recientemente la admisión de algunos
supuestos de justificación del aborto (C-355/2006). Los fallos más trascendentales de los últimos
años han sido la declaración de inconstitucionalidad de la ley 684/2001 (“Estatuto para la
seguridad y defensa nacional”) y del acto legislativo 02/2003 (“Estatuto antiterrorista”), mediante
lo cuales se pretendió imponer un “estado de excepción” permanente, lo que de hecho implicaba
un cambio en el modelo de Estado (sentencias C-251/2002 y C-816/2004, respectivamente). Así
mismo debe mencionarse la sentencia C-370/2006, que limitó los alcances de la denominada “ley
de justicia y paz” (ley 975/2005).
52 También sólo a manera de ejemplo, la Corte Constitucional declaró ajustadas a la Constitución las
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del habeas corpus (ley 1095/2006)56 y algunas cuantas leyes que reformaron el
CP, como el art. 42 de la ley 633/2000, que mantuvo la vigencia después de
la expedición del nuevo CP de la exención de responsabilidad penal por el
pago o acuerdo de pago de las sumas adeudadas por concepto de IVA o
retención en la fuente, a su vez reformado por el 21 de ley 1066/2006; la ley
685/2001 (código de minas), en cuyos arts. 159 a 165 se amplían los
supuestos del delito de explotación de yacimiento minero y otros materiales
(actual art. 338 CP) y se crea una pena accesoria de inhabilidad especial; la
ley 747/2002 que modificó sustancialmente el delito de trata de personas
(ya no restringido a la prostitución); y finalmente la ley 750/2002, que
consagra la prisión domiciliaria y el trabajo comunitario para la “mujer
cabeza de familia”57.
1. El “Código Penal de La Constitución” (ley 599/2000)
El CP de 2000 surgió inicialmente de la necesidad de unificar la
legislación penal, ante la gran cantidad de leyes especiales y
complementarias del CP de 1980 hasta entonces vigentes58. No obstante, el
proyecto presentado por el fiscal general de la nación no se circunscribió a
simplemente recopilar la dispersa legislación existente sino que introdujo
importantes modificaciones tanto en la parte general como especial,
argumentando fundamentalmente la necesidad adecuar la legislación penal
a los postulados de la Constitución de 1991 y a las “necesidades de
modernización y adecuación de la legislación para una sociedad cambiante
que ha evolucionado considerablemente desde la década del ochenta”59. Y
aunque en ningún momento se explicitaron los artículos del CP anterior
considerados contrarios a la nueva carta constitucional o se expusieron las
transformaciones sociales que ameritaban la modificación de las normas
56 La acción de habeas corpus fue regulada en el CPP de 2000, en sus arts. 4 y 382 a 389. No obstante,
dichos artículos fueron declarados inconstitucionales mediante la sentencia C-760/2001, por
considerar la Corte Constitucional que dicha acción debía ser objeto de ley estatutaria.
57 Dado que la ley justificaba dicha medida en la protección de la familia y muy en especial de los
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penales, lo cierto del caso fue que se presentó y aprobó, casi sin discusión
alguna60.
En general puede decirse que se trata de un código ecléctico, tanto en su
orientación político criminal como en su parte dogmática, aunque con un
predominio, en el primer caso, de una concepción ampliamente
intervencionista en materia penal y con una fuerte presencia de las
funciones simbólicas del derecho penal. Sobresale también su excesivo
tecnicismo, a lo cual suma una muy descuidada redacción, propia de la
forma improvisada como se elaboró61.
a) En lo tocante a la estructura del delito, se reformularon muchos de los
conceptos centrales de la teoría del delito (error, autoría, participación,
omisión impropia, dolo eventual, culpa, inimputabilidad, comunicabilidad
de circunstancias, entre otros)62, a veces de forma innecesaria y casi siempre
de espaldas a los desarrollos de la propia doctrina nacional63, hasta el punto
que algunos de los cambios y normas introducidos parecieran orientarse
más a zanjar debates sobre la teoría del delito que a resolver problemas
concretos de la aplicación de la ley colombiana.
b) Respecto de la parte especial, pese a que supuestamente la tipificación
de conductas se hizo consultando el principio de intervención mínima64, el
de vista, Procuraduría General de la Nación, La reforma al sistema penal, Bogotá, 1999; VELÁSQUEZ,
F., “La teoría de la conducta punible en el nuevo código penal”, en NFP, 2000 (63), pp. 15 y ss.; el
mismo, “La teoría del error en el proyecto de código penal colombiano de 1998”, en ARROYO
ZAPATERO, L. y BERDUGO GÓMEZ DE LA TORRE, I. (Directores), Homenaje al Dr. Marino Barbero
Santos. In Memoriam, Cuenca, U. de Castilla-La Mancha y U. de Salamanca, 2001, pp. 1375-1387;
CADAVID QUINTERO, A., “El delito imprudente en el proyecto de reforma a la legislación penal”,
en NFP, 1999 (61), pp. 57-87; GÓMEZ PAVAJEAU, C. A., Estudios de dogmática en el nuevo código penal,
Bogotá, Gustavo Ibáñez, 2002; DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, M., “La problemática de la
codelincuencia en el código penal colombiano (complicidad y acuerdo previo; el ‘interviniente’
del art. 30, párrafo final)”, en DPC, 2005 (77) pp. 57 a 61; ARIAS HOLGUÍN, D. P. y SOTOMAYOR
ACOSTA, J. O., “Consideraciones críticas sobre la recepción en Colombia de la teoría de los delitos
de infracción del deber”, en DPCRI, 2006 (15), pp. 133-190; y ESCOBAR VÉLEZ, S., El “actuar en
lugar de otro” en el código penal colombiano (Aproximación al fundamento, ámbito de aplicación
y problemas más relevantes de la fórmula del art. 29 inciso 3), Cuadernos de Investigación, No.
44, Medellín, Universidad EAFIT, 2006.
63 De otra opinión, VELÁSQUEZ, F., “La teoría de la conducta punible…”, p. 30.
64 “Exposición de motivos”, p. 13.
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fondo, las cuales sólo se adujeron después para justificar la reforma. Los dos
estatutos regulan de manera comprensiva los distintos aspectos usuales de
un código procesal penal, aunque dadas las diferencias de perspectiva los
cambios desde el punto de vista de la dogmática procesal entre ellos son de
mucha importancia.
Como se trata sólo de destacar la orientación político criminal y los
rasgos ideológicos de las reformas, quizás sea suficiente con resaltar, por
sus desastrosos efectos en la legislación sustantiva, la creciente autonomía
del proceso penal como mecanismo de control68, en tanto pareciera que
ahora el objetivo de la persecución penal no fuera ya (o al menos no sólo) la
imposición de una pena por el delito cometido, sino procesar a quien se cree
que lo ha cometido. Tal hecho se manifiesta principalmente a través de un
predominio de la detención preventiva como objetivo concreto de la
persecución penal, que la está convirtiendo en un equivalente funcional de
las medidas de seguridad predelictuales, con un claro predominio de las
nociones de peligrosidad y defensa social69.
Lo anterior está provocando a su vez, de manera indirecta, un
generalizado y desmesurado incremento del mínimo de las penas, toda vez
que los dos códigos de procedimiento penal vigentes (leyes 600/2001 y
906/2004), hacen depender la procedencia de la detención preventiva de
que el delito imputado tenga una pena mínima igual o superior a los 4 años
de prisión; cosa parecida ocurre con la detención domiciliaria, que sólo
procede por delitos sancionados con una pena mínima de 5 años. Pues bien,
para obligar a la detención preventiva (o evitar la procedencia de la
detención domiciliaria) en desarrollo de la tendencia legislativa que se
comenta, el legislador penal colombiano ha optado por el camino más fácil:
ha aumentado la pena mínima de los delitos hasta el tope exigido por la ley
procesal para imponer la medida cautelar. El resultado: un inimaginable
endurecimiento punitivo con fines exclusivamente procesales, que se
comentará más adelante.
68 Lo cual no es ninguna novedad, aunque antes, como ha ocurrido en otros lugares, se había dado
en el marco de la legislación penal de emergencia; al respecto, MUÑAGORRI, I., “Algunas notas
sobre el proceso penal como momento de criminalización y de control social, con comentarios a la
reciente normativa española”, en BERGALLI, R. y BUSTOS, J., El poder penal del Estado. Homenaje a
Hilde Kaufmann, Buenos Aires, Desalma, 1985, pp. 299-319, en especial, pp. 303-305.
69 Cf. HERNÁNDEZ, T., La ideologización del delito y de la pena, Caracas, Universidad Central de
Venezuela, 1977; TERRADILLOS, J., Peligrosidad social y Estado de Derecho, Madrid, Akal, 1981; y
SOTOMAYOR ACOSTA, J. O., Inimputabilidad y sistema penal, Bogotá, Temis, 1996, pp. 119-129.
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70 El nuevo CIA reemplaza al anterior código del menor (decreto 2737/1989), que permanecía
anclado en la ideología de la situación irregular; cfr. LONDOÑO BERRÍO, H. L. y SOTOMAYOR
ACOSTA, J. O., “El código del menor: ¿una nueva política criminal?”, en NFP, 1990 (49), pp. 16-40;
SOTOMAYOR ACOSTA, J. O., “Responsabilidad o irresponsabilidad penal del menor en Colombia:
un falso dilema”, en ED, 1998 (130), pp.143-156; GALLEGO GARCÍA, G. M., “El tratamiento jurídico-
penal del menor en Colombia, en JD, No. 29, Madrid, 1997, pp. 94-104; y HALL GARCÍA, A. P.,
“Aproximación al problema de la responsabilidad penal del menor en Colombia”, en RIDP, 2004
1-2 (75), pp. 231-262.
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71 Los interesantes antecedentes del proyecto de CIA son relatados de forma minuciosa en la
“Exposición de motivos”, en GC, 2005 (551), pp. 25-26 [consultable también en
http://www.secretariasenado.gov.co].
72 Ver GARCÍA MÉNDEZ, E., Derecho de la infancia-adolescencia en América Latina. De la situación
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1998.
76 Al respecto la sentencia T-153/1998, en la cual la Corte Constitucional declaró la situación de las
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77 Un amplio análisis de la jurisprudencia en esta materia, en LONDOÑO BERRÍO, H. L., “La detención
preventiva en las jurisprudencias de la Corte Constitucional y de la Corte Suprema de Justicia
(Reflexiones a propósito de la sentencia C-744 de 2001)”, en NFP, 2003 (65), pp. 191-270.
78 Cfr. APONTE, A., Guerra y derecho penal de enemigo…, pp. 415.
79 CALLE CALDERÓN, A. L., “Acerca de la reforma procesal penal…”, pp. 157-158. Sobre algunas
características del proceso penal norteamericano, SCHÜNEMANN, B., “¿Crisis del procedimiento
penal? (¿Marcha triunfal del procedimiento penal americano en el mundo?)”, en, el mismo, Temas
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actuales y permanentes del Derecho penal después del milenio, Madrid, Tecnos, 2002, pp. 288-302; y
GUERRERO PERALTA, O. J., “El difícil encuentro entre el proceso penal anglosajón y el proceso
penal continental”, en ADCL, 2006, pp. 1047-1069.
80 Tomadas de CEJ, “Observatorio ciudadano del sistema acusatorio”, pp. 45 y 54, en
http://www.cej.org.co.
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Fuente: CEJOSPA
Según estos datos, el nuevo sistema penal acusatorio ha comenzado a
funcionar como una máquina de producción de condenas, con lo cual, en
razón del alto porcentaje de sentencias con aceptación de cargos (como
puede apreciarse en la gráfica 2), el sistema está cumpliendo a cabalidad
con el objetivo para el que al parecer fue creado: producir condenas sin
proceso81.
A esta máquina eficientista hay que sumarle el nuevo motor que en tal
sentido puede significar el principio de oportunidad (arts. 321 a 330), que
pese a su todavía escasa aplicación82 amenaza con aumentar aún más la
selectividad del sistema penal colombiano, con el riesgo adicional que un
mecanismo como este supone en un país en el que la utilización (y no
utilización) estatal del derecho penal con fines políticos no es ninguna
novedad83.
Como el problema de la justicia penal colombiana es sin embargo
estructural y no de las formas del proceso o de configuración formal de la
ley sustantiva, lo que parece estar sucediendo es simplemente la
acomodación del nuevo sistema acusatorio a la realidad existente. No ha
habido cambios en los resultados pues al igual que el “viejo sistema” en la
práctica el sistema acusatorio sólo está funcionando para los casos de
flagrancia o con imputado conocido, es decir, para los casos más fáciles de
resolver desde el punto de vista investigativo.
En otras palabras, el sistema se muestra especialmente eficiente con la
criminalidad de bagatela84, frente a la cual la verdad es que todos los
sistemas penales suelen funcionar demasiado bien. Por el contrario, el
problema de fondo, es decir, la debilidad investigativa generalizada y muy
81 Así por lo demás lo expresa la gran impulsora e ideóloga de la reforma, la Corporación Excelencia
en la Justicia, en CEJ, “Observatorio ciudadano…”, p. 46: “El 80%, aproximadamente, de
sentencias con aceptación de cargos representa un gran avance en comparación con la proporción
de sentencias anticipadas en el sistema anterior que sólo alcanzaba el 29%. Este resultado indica que
el modelo se está desarrollando de la manera en que fue concebido pues se esperaba que un alto número de
procesos concluyera de esta manera” (cursivas fuera de texto).
82 Según los datos de CEJ, “Observatorio ciudadano…”, p. 40, entre enero de 2005 y junio de 2006, se
años de expedición del código de procedimiento penal”, Documento SA-0101, pp. 13-14
[disponible en www.ramajudicial.gov.co].
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juzgados conforme a la ley 600/2000, que no prevé posibilidad de negociación entre fiscalía y
defensa y que consagra para la sentencia anticipada una rebaja de pena menor a la del nuevo
CPP; situación que ha dado lugar a graves problemas de aplicación práctica, por la evidente
desigualdad punitiva entre las personas juzgadas conforme al “viejo” y el “nuevo” sistema
procesal. Cfr. CSJ, Sentencias de 14/12/2005 y 7/02/2006.
88 Véase la exposición de motivos de los autores de la iniciativa, el ministro del interior y el fiscal
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89 Véase el completo análisis realizado por APONTE, A., Guerra y derecho penal de enemigo…pp. 335-
519.
90 Ambos estatutos fueron declarados inconstitucionales por la Corte Constitucional, mediante las
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por lo menos una vez a la semana”, los nombres completos y foto reciente “de las personas que
hayan sido condenadas en el último mes por cualquiera de los delitos contemplados en el Título
IV, ‘Delitos contra la Libertad, Integridad y Formación Sexuales’, cuando la víctima haya sido un
menor de edad”. A su vez el Concejo de Bogotá, sin ninguna competencia para ello y
supuestamente en “desarrollo” de este artículo del CIA autorizó la publicación de las fotografías
de abusadores de niños en muros y vallas de la capital, en lo que antes de ponerse en práctica ya
se conoce como el “muro de la infamia”.
94 Sobre el particular GARLAND, D., La cultura del control. Crimen y orden social en la sociedad
contemporánea, Barcelona, Gedisa, 2005, pp. 31-70. También, para el caso europeo, WACQUANT, L.,
Las cárceles de la miseria, Madrid, Alianza, 2000, pp. 75-156; ALBRECHT, P.- A., “El derecho penal en
la intervención de la política populista”, en Instituto de Ciencias Criminales de Frankfurt (Ed.), La
insostenible situación del Derecho penal, Granada, Comares, 2000, págs. 471 a 487; DÍEZ RIPOLLÉS, J.
L., “El nuevo modelo penal de la seguridad ciudadana”, en RECPC, 2004 (06-03), pp. 1-6;
LARRAURI, E., “Populismo punitivo…”, pp. 15-17.
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95 Cfr. APONTE, A., Guerra y derecho penal de enemigo…pp. 292-331; y PÉREZ TORO, W. F., “Orden
jurídico, negociación, paz y reinserción. La constante imbricación entre política y derecho en
Colombia”, en EP, 2005 (27), pp. 67-100.
96 Referencias legislativas más amplias en PÉREZ TORO, W. F., “Orden jurídico, negociación…”,
pp.74-95, en especial.
97 Véase el informe de HRW, Mutilando al pueblo. El uso de minas antipersonal y otras armas
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sus disposiciones”, fija el marco jurídico de las negociaciones de paz con los
grupos armados ilegales. Entre múltiples aspectos esta ley permite la
suspensión de las órdenes de captura de los representantes y voceros de los
grupos que inicien un proceso de negociación con el gobierno, así como el
indulto por delitos políticos en favor de los miembros de grupos ilegales
que culminen dicha negociación o se desmovilicen de manera individual.
3) La ley 971/2005, aprobada por iniciativa del Defensor del pueblo,
reglamenta el mecanismo de “búsqueda urgente” de personas
desaparecidas previsto en el CPP (ley 600/2005).
4) Finalmente, habría que mencionar también la polémica ley 975/2005,
conocida como “ley de justicia y paz” pero que en realidad no parece
satisfacer las exigencias de la una ni de la otra98. La ley fue producto del
proceso de negociación del gobierno del presidente Uribe Vélez con algunos
grupos paramilitares y pese a que la Corte Constitucional, mediante la
sentencia C-306/2006, declaró la inconstitucionalidad (o la
constitucionalidad condicionada) de algunos de sus disposiciones más
polémicas, se teme que genere la impunidad de graves violaciones a los
derechos humanos, dado que con el procedimiento previsto será
prácticamente imposible llevar a cabo una investigación que vaya más allá
de los hechos que las personas involucradas hayan querido confesar. En
efecto, ya se comentó que la debilidad investigativa del Estado colombiano
constituye uno de los mayores problemas de su aparato de justicia penal,
por el gran número de delitos graves que no alcanza a superar la fase de
investigación previa; pues si eso es así en el campo de la justicia ordinaria,
no se puede esperar que en un lapso de tiempo mucho más breve y sin
recursos técnicos ni humanos se puedan esclarecer dolorosos episodios que
no han podido investigarse durante años99, la mayoría de las veces ocurridos
en regiones muy apartadas de las ciudades donde se realizan los “juicios”.
98 La ley ha sido criticada desde diversos sectores, en especial por los organismos nacionales e
internacionales defensores de derechos humanos: HRW, “Colombia: librando a los paramilitares
de sus responsabilidades”, enero de 2005 [disponible en http://www.hrw.org]; Amnistía
Internacional, “Colombia: la Ley de Justicia y Paz garantizará la impunidad para los autores de
abusos contra los derechos humanos”, abril 26 de 2005 [disponible en http://www.amnesty.org];
ACNUDHC, “Consideraciones sobre la ley de ‘Justicia y Paz’”, junio 27 de 2005; CCJ, “Sin paz y
sin justicia”, Boletín No. 6, junio 29 de 2005; CIDH, “La CIDH se pronuncia frente a la aprobación
de la ley de justicia y paz en Colombia”, julio 15 de 2005 [los tres últimos documentos están
disponibles en http://www.coljuristas.org].
99 En este sentido, GONZÁLEZ ZAPATA, J., “Verdad, justicia, paz y reparación en la mitología penal. A
propósito de la ley 975 de 2005”, en EP, 2005 (27), p. 50; así también lo han manifestado las
organizaciones citadas en la nota anterior.
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100 Este hecho también lo resalta GONZÁLEZ ZAPATA, J., “Verdad, justicia, paz…”, p. 58.
101 GONZÁLEZ ZAPATA, J., “Verdad, justicia, paz…”, p. 45.
102 Como lo manifestaron en su momento, entre otros, la ACNUDHC, junio 27 de 2005, p. 2 y la CCJ,
“Sin paz y sin justicia”, p. 2. De hecho ya se informa del surgimiento de “nuevos” grupos
paramilitares, en http://www.elespectador.com, “El vuelo de las águilas negras”, 27 de enero de
2007; http://www.eltiempo.com, “Grupos criminales ligados a narcotráfico y paramilitarismo
tienen copada media Colombia de nuevo”, julio 16 de 2007.
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se puede dar por la utilización por parte del Estado tanto de mecanismos
positivos como negativos; vale decir, tanto cuando se usa la ley para golpear
directamente al adversario, como también cuando a través de la ley se crean
mecanismos que aseguran inmunidad frente al sistema penal institucional,
bien de los propios agentes estatales o de sus aliados, a través de
instrumentos tales como la justicia penal militar, la obediencia debida o
leyes especiales como la 975/2005.
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104 La fundación “País Libre” fue creada por el periodista Francisco Santos Calderón, después del
secuestro del cual fue víctima por parte de las mafias del narcotráfico. Su creación y el impulso de
la mencionada ley se debieron fundamentalmente al hecho de contar con el apoyo del diario El
Tiempo (de propiedad de la familia Santos), de notable influencia en el ámbito gubernamental y
político en general; de hecho en la actualidad dos miembros de dicha familia ocupan altos cargos
en el gobierno: el mismo Francisco Santos es el actual vicepresidente de la república y su primo
Juan Manuel Santos es el ministro de defensa y ya antes había sido designado a la presidencia y
ministro de Hacienda. Un interesante análisis de las circunstancias que han rodeado la legislación
contra el secuestro en Colombia, en LOPERA MESA, G. P., “La lucha antisecuestro en Colombia (o
el extravía de la razón punitiva)”, en JD, 1998 (31), pp. 89-98, en especial 92-93.
105 Por ejemplo, en la exposición de motivos de la la ley 919/2004 que creó el delito de tráfico de
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106 Díez Ripollés, J. L., La racionalidad de las leyes penales, Madrid, Trotta, 2003, pp. 36-41.
107 Cfr. PECAUT, D., “Presente, pasado y futuro…”, p. 37.
108 PECAUT, D., “Presente, pasado y futuro…”, p. 2.
109 GARLAND, D., La cultura del control…, pp. 275-312.
110 Cfr. FSD, “Criminalidad y victimización…”, p. 21. Según esta encuesta realizada en las seis
ciudades más grandes del país, en promedio la gente considera como la principal causa de la
inseguridad de sus ciudades, las siguientes: pobreza (41%), falta de programas para ocupar el
tiempo libre de los jóvenes (25%), falta de justicia (15%), falta de policía (14%), falta de empleo
(8%) y otros (3%). En ciudades como Cali el porcentaje de quienes valoran a la pobreza como la
principal causa alcanza el 64% y en Cartagena la cifra de quienes consideran que es el desempleo
llega al 21%; la falta de policía tuvo el porcentaje más alto en Cúcuta, donde llegó al 24%, aun
cuando en todo caso muy por debajo a la suma de las causas sociales.
111 Según explica DÍEZ RIPOLLÉS, J. L., La racionalidad de las leyes penales, pp. 40-41, algunos de los
factores sociales que fomentan el “protagonismo de la plebe” serían: el consenso social sobre las
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norma que permaneció en esencia igual en el CP de 2000; con el objetivo declarado de prevenir el
hurto de automotores, se aprobó la ley 738/2002, que sancionaba con la misma pena del delito de
receptación a “Quien comercie con autopartes usadas de vehículos automotores y no demuestre
su procedencia lícita” (ley declarada inexequible por la Corte Constitucional, mediante la
sentencia C-205/2003); por su parte la ley 813/2003 convirtió dicha circunstancia en calificante del
hurto (lo cual implicó un automático aumento punitivo y posibilidades de detención preventiva);
finalmente, la ley 1142 de 2007 aumentó la pena para esta modalidad del hurto calificado,
quedando de 7 a 15 años de prisión, lo cual excluye la detención y prisión domiciliarias.
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113En relación con las reformas de 2000 véanse las enjundiosas críticas de GROSSO GARCÍA, M. S., La
reforma del sistema penal…, pp. 76 y ss.
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motivación alguna, pues se consideró por parte de los ponentes que “la
redacción de estos tipos habla por sí misma”115.
Hoy en día lo apreciable es que en relación con las propuestas más
relevantes (por ejemplo, CPP, ley 890/2004, acto legislativo 02/2003, ley
975/2005, ley 1121/2006 y ley 1142/2007), el Congreso haga casi de simple
tramitador de las propuestas presentadas por el gobierno (de ahí que el
fiscal general de la nación prefiera presentar sus propuestas debidamente
respaldadas por el ministerio del interior y justicia), con la excepción de
aquellas leyes con una orientación política más clara, como la de “justicia y
paz” (ley 975/2005) o el “estatuto antiterrorista” (acto legislativo 02/2003) y
otras en las que los aspectos políticos involucrados suelen generar debates
por la oposición. Luego, la “aproximación simplista a la realidad y la
pérdida de oportunidades de reelaboración reflexiva y compartida de los
análisis” que suelen entenderse como manifestaciones propias del
“protagonismo de la plebe”116, en Colombia son más bien características del
populismo legislativo de sus congresistas.
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119Véase a LOPERA MESA, G. P., “Principio de proporcionalidad y control constitucional de las leyes
penales”, en JD, 2005 (53), pp. 39-53; más ampliamente, de la misma autora, Principio de
proporcionalidad y ley penal. Bases para un modelo de control de constitucionalidad de las leyes
penales, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 2006.
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A BREVIATURAS
ACNUDHC – Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en
Colombia
ADCL – Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano
AP – Análisis Político
ASFADDES – Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos
CCJ – Comisión Colombiana de Juristas
CEJ – Corporación Excelencia en la Justicia
CEJOSPA – Corporación Excelencia en la Justicia Observatorio del Sistema Penal
Acusatorio
CIA – Código de la Infancia y la adolescencia
CIDH – Comisión Interamericana de Derechos Humanos
CP – Código Penal
CPP – Código de Procedimiento Penal
CSJ – Corte Suprema de Justicia
DANE – Departamento Administrativo Nacional de Estadística
DPC – Derecho Penal y Criminología (Bogotá)
DPCRI – Derecho Penal Contemporáneo. Revista Internacional
EC – Economía Colombiana
ED – Estudios de Derecho
EP – Estudios Políticos
FSD – Fundación Seguridad y Democracia
GC – Gaceta del Congreso
HRW – Human Rights Watch
INMLCF – Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses
INPEC – Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario
JD – Jueces para la Democracia
NFP – Nuevo Foro Penal
RC – Revista Criminalidad
RDPC – Revista de Derecho Penal y Criminología (Madrid)
RECPC – Revista Electrónica de Ciencia Penal y Criminología
REI – Revista de Economía Institucional
REIC – Revista Española de Investigación Criminológica
RIDP – Revue Internationale de Droit Pénal
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CONSTITUIÇÃO, BEM JURÍDICO E CONTROLE
SOCIAL: A CRIMINALIZAÇÃO DA POBREZA
OU DE COMO “LA LEY ES COMO LA
SERPIENTE; SOLO PICA A LOS DESCALZOS”
L ENIO L UIZ S TRECK *
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1 Texto e norma não existem separadamente. Este é o ponto de estofo da própria compreensão do
fenômeno hermenêutico: não basta distinguir texto e norma. Esta simples distinção transforma a
norma em um mero enunciado lingüístico, enfim, paradoxalmente, em um “mero texto”. O texto
só é na (sua) norma e a norma só é no (seu) texto. Nem cisão e nem identificação (equiparação): apenas a
diferença, pois. Daí que o texto não existirá (ou subsistirá) como texto, ou, em outras palavras, o
texto não existe na sua “textitude” (em si). A norma é que será condição de possibilidade do texto.
A norma será sempre o produto da interpretação do texto (atribuição de sentido – Sinngebung). E
este “produto” ocorre na applicatio (GADAMER). É momento uno; indivisível. Não interpretamos
em partes.
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2 Nada mais, nada menos que o velho problema da discricionariedade positivista (lembremos do
debate DWORKI-HART). O direito continua refém do esquema sujeito-objeto, apostando tudo no
protagonismo dos juízes (essa questão vem desde OSCAR VON BÜLLOW, atravessando os séculos até
chegar na escola instrumentalista do processo no Brasil e na permanência do caráter inquisitivo
do processo penal). O “drama” da discricionariedade aqui criticado é que esta transforma os
juízes em legisladores. E mais do que transformar os juízes em legisladores, o “poder discricionário” –
que KELSEN e HART “delegaram” a eles, juízes – propicia a “criação” do próprio objeto de “conhecimento”,
típica problemática que remete a questão ao solipsismo próprio da filosofia da consciência no seu mais
exacerbado grau. Ou seja, concebe-se a razão humana como “fonte iluminadora” do significado de tudo o
que pode ser enunciado sobre a realidade. As coisas são reduzidas aos nossos conceitos e às nossas
concepções de mundo. As “coisas” ficam à dis-posição de um protagonista (no caso, o juiz, enfim,
o Poder Judiciário).
Veja-se, nesse exato sentido, recente decisão do Supremo Tribunal Federal, que, em uma de suas
Turmas, por maioria de votos, indeferiu habeas corpus em que se alegava falta de demonstração da
urgência na produção antecipada de prova testemunhal de acusação, decretada nos termos do art.
366 do Código de Processo Penal, ante a revelia do paciente/réu (Art. 366 do CPP: “Se o acusado,
citado por edital, não comparecer, nem constituir advogado, ficarão suspensos o processo e o
curso do prazo prescricional, podendo o juiz determinar a produção antecipada das provas consideradas
urgentes e, se for o caso, decretar a prisão preventiva, nos termos do art. 312”). O STF deixou
assentado que a determinação de produção antecipada de prova está ao alvedrio do juiz, que pode
ordenar a sua realização se considerar existentes condições urgentes para que isso ocorra (Cf. HC 93.157,
23.09.2008 – grifei). O Min. Ricardo Lewandowski (relator) votou vencido, concedendo a ordem,
porque vislumbrou ofensa ao dever de fundamentar as decisões judiciais e às garantias do
contraditório e da ampla defesa, uma vez que a decisão que determinou a produção de prova
esteve “fundamentada” tão-somente no fato de o paciente não ter sido localizado (nas palavras do
Ministro, “a decisão fora determinada de modo automático”). Como se pode perceber, em pleno
Estado Democrático de Direito, que consagra o sistema acusatório, o STF fortalece o
protagonismo judicial, apostando na “boa escolha” discricionária do magistrado.
3 O assunto “concursos públicos” mereceria uma análise apartada. De todo modo, reproduzindo um
determinado imaginário, algumas perguntas beiram ao folclórico, como a que foi feita em
concurso público de âmbito nacional, pela qual o examinador queria saber a solução a ser dada na
hipótese de um gêmeo xifópago ferir o outro...! Com certeza, gêmeos xifópagos (na verdade, o
enunciado da questão referia “xipófagos” – sic), encontrados em qualquer esquina, andam
armados e são perigosos (a propósito, o que os gêmeos xifópagos acharam do referendum sobre o
desarmamento? Votaram sim ou não?) Pois não é que a pergunta voltou a ser feita, desta vez em
concurso público de importante carreira no Estado do Rio Grande do Sul? A questão de direito
penal que levou o número 46 dizia: “André e Carlos, gêmeos xipófagos (sic), nasceram em 20.01.79.
Amadeu é inimigo capital de André. Pretendendo por (sic) fim a (sic) vida de André, desfere-lhe um tido
mortal, que também acerta Carlos, que graças a uma intervenção cirúrgica eficaz, sobrevive”. E seguiam
várias alternativas. Sintomas da crise, pois.
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4 Por isso GADAMER vai sustentar que essa cisão/divisão é incorreta (metafísica): na verdade,
sempre aplicamos (o que ele chama de applicatio).
5 Cfe. HESSE, Konrad. Escritos de derecho constitucional. Madrid, Centro de Estudios Constitucionales,
1983.
6 Cfe. BONAVIDES, Paulo. Direito Constitucional. São Paulo, Malheiros, 1996, p. 34.
7 A cultura standard do direito toma proporções inimagináveis. É a “indústria” que mais cresce no
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teórico (ou que expressam “contundentes obviedades”), como, por exemplo, que a interpretação
doutrinária é aquela realizada por estudiosos do direito, “os quais emitem suas opiniões pessoais
(sic) sobre a lei” e que interpretação judicial é aquela realizada pelos aplicadores do direito, ou
seja, pelos juízes (sic)? Pergunta-se: hermenêutica jurídica seria algo tão singelo (ou simplista)
quanto proferir uma “opinião pessoal”? Alguém duvida que a interpretação judicial é feita pelos
juízes e tribunais? Mais: qual é a importância reflexiva contida na assertiva, constante em um
importante manual de direito penal, de que o desenvolvimento mental incompleto é aquele que
ainda não se concluiu e o desenvolvimento retardado é o que não pode chegar à maturidade
psíquica? E o que o autor queria dizer com o enunciado “o motivo torpe é aquele que, por sua
manifesta repugnância, ofende os princípios da moralidade social”? Ou com a “proposição”: a
torpeza é uma “qualidade” (sic) que ofende a nobreza do espírito humano? Veja-se a
definitividade do “conceito” de grave ameaça, caracterizada em um importante manual como “o
prenúncio de um acontecimento desagradável...” E o campo penal é o locus privilegiado desse
tipo de afirmações. Veja-se mais: “coisa alheia” no crime de furto “é aquela que não pertence à
pessoa” e “coisa móvel” é aquela que se desloca de um lugar para outro; agressão atual, na
caracterização da legítima defesa, é “aquela que está acontecendo” e a iminente é a “que está por
acontecer”; “aquele que escreveu a carta não pode ser sujeito ativo do crime de violação de
correspondência”; “a água do mar não pode ser objeto de furto...”. A lista é interminável... Por
derradeiro, observe-se que os exemplos sempre tratam de delitos que dizem respeito ao “andar de
baixo”, reproduzindo o imaginário liberal-individualista. Os “melhores” e “conhecidos”
exemplos são de furto, homicídio e roubo. Não há muitos exemplos sobre os crimes de lavagem
de dinheiro, gestão temerária ou tráfico de influências ou até mesmo sobre alta corrupção. Talvez
até mesmo pela falta de julgados a respeito...!
8 Deixo aqui de analisar a crise nos demais campos do direito.
9 Observe-se como tem fundamento a frase “o código civil é feito para os que têm e o código penal é
feito para os que não têm”. Historicamente, sempre foi mais fácil e rápido elaborar um código
penal. Vejamos: Constituição de 1824, Código Criminal já em 1830; com proclamação da
República e mesmo antes da nova Constituição, já tínhamos um novo código penal em 1890;
novas “clientelas” exigiram nas décadas de 40 (do século XX) em diante, não só um Código novo
(1940) como também um conjunto de leis “ad hoc”. Enquanto isso, no “campo cível”, mantivemos
as Ordenações Filipinas (1603) até o ano de 1916; e a história se repetiu (como uma farsa) com o
advento da Constituição de 1988: novamente passaram-se quase 30 anos para “mexer” com as
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Amary, que tramita no Congresso Nacional. O projeto altera os arts. 11, 12, parágrafo único, 21 e
23 da Lei nº 8.429, de 2 de junho de 1992, e art. 18 da Lei nº 7.347, de 24 de julho de 1985,
determinando a existência de dolo para a configuração de ato de improbidade administrativa;
prevê também a prescrição do processo judicial de improbidade em 5 (cinco) anos; além disso, o
projeto inclui a aferição pelo juiz do motivo, circunstâncias e conseqüências do ato improbo.
Vale lembrar também que menos de dez por cento dos projetos de lei que tramita(ra)m nos
últimos anos no Congresso Nacional tratam dos crimes do “andar de cima”; isto é, cerca de
noventa por cento dos projetos preocupam-se com a criminalização dos delitos interindividuais (a
maioria buscando enrijecer o tratamento penal).
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11 Lei 10.741/2003, art. 97: Deixar de prestar assistência ao idoso, quando possível fazê-lo sem risco
pessoal, em situação de iminente perigo, ou recusar, retardar ou dificultar sua assistência à saúde,
sem justa causa, ou não pedir, nesses casos, o socorro de autoridade pública: Pena – detenção de 6
(seis) meses a 1 (um) ano e multa. Parágrafo único. A pena é aumentada de metade, se da omissão
resulta lesão corporal de natureza grave, e triplicada, se resulta a morte.
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12 Lei 10.684/03, Art. 9º É suspensa a pretensão punitiva do Estado, referente aos crimes previstos
nos arts. 1º e 2º da Lei nº 8.137, de 27 de dezembro de 1990, e nos arts. 168-A e 337-A do Decreto-
Lei nº 2.848, de 7 de dezembro de 1940 – Código Penal, durante o período em que a pessoa
jurídica relacionada com o agente dos aludidos crimes estiver incluída no regime de
parcelamento.
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14 Consultar CASTILHO, Ela Volkmer de. O controle penal dos crimes contra o sistema financeiro nacional.
Belo Horizonte, Del Rey, 1998.
15 A situação, aliás, repete-se também nos Estados Unidos. Segundo COLEMAN, as cifras anuais
concernentes à sonegação fiscal, a fraudes nos sistemas de saúde e à violação às leis antitruste
alcançam 500 bilhões de dólares, ao passo que, nos crimes convencionais, o valor atinge 13,3
bilhões de dólares, cifra que não atinge, portanto, sequer 3% do dano patrimonial causado pela
mencionada criminalidade de elite (Cf. COLEMAN, James Wiliam. A Elite do Crime: Para entender o
crime do colarinho branco. 5. Ed. Barueri: Manole, 2005).
16 Disponível em: http://www.mj.gov.br/depen/data/Pages/MJD574E9CEITEMIDC37B2AE
94C6840068B1624D28407509CPTBRNN.htm
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4 – C ONSIDERAÇÕES F INAIS
Se os Códigos de 1830, 1890 e 1940 continham essa característica de
proteção aos bens jurídicos de cariz (proto) liberal-individualista, parece
razoável concluir que, a partir de 1988, deveria ter havido uma “virada” na
legislação penal, na linha do que indica o constitucionalismo
compromissório e social. Entretanto, não foi isso que ocorreu. Dito de outro
modo, continuamos mergulhados em uma crise que envolve a concepção de
bem jurídico em pleno Estado Democrático de Direito17. Urge, pois, um
redimensionamento na hierarquia dos bens jurídicos como forma de
adaptá-los à sua dignidade constitucional18. Afinal, como bem lembra
FIGUEIREDO DIAS, “os bens jurídicos protegidos pelo direito penal devem
considerar-se concretizações dos valores constitucionais expressa ou
17 Sobre o assunto, consultar STRECK, Lenio Luiz e FELDENS, Luciano. Crime e Constituição: a
legitimidade da função investigatória do Ministério Público. 1ª. e 2ª. Edições. Rio de Janeiro, Forense,
2003.
18 Nesse tom, anota MARIA DA CONCEIÇÃO FERREIRA DA CUNHA que “seria inconstitucional criar
uma ordem de bens jurídico-penais de forma a inverter a ordem de valores constitucional”. Cfe.
CUNHA, Maria da Conceição Ferreira da. Constituição e Crime: Uma Perspectiva da Criminalização e
da Descriminalização. Porto: Universidade Católica Portuguesa, 1995, p. 328.
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19 Cfe. FIGUEIREDO DIAS, Jorge de. Temas Básicos da Doutrina Penal, Coimbra: Coimbra, 2001. pp. 47-
48.
20 Cfe. LUISI, Luiz. Os princípios constitucionais penais. Porto Alegre, Sérgio Fabris Editores, 2003, p.
57.
21 Cfe. PUIG, Santiago Mir. Derecho Penal: parte general. 5ª. Ed. Barcelona, Reppertor, 1998, p. 135. No
mesmo sentido, veja-se MIGUEL POLAINO NAVARRETE (Derecho penal, parte general. Tomo III. Teoría
jurídica del delito. Volumen I. Barcelona, Editora Bosch AS, 2000, p. 131), para quem “la sociedad o
comunidad, global y genericamente considerada, aparecen reconocidas como sujeto pasivo de
bienes jurídicos que son afectados por delitos que atentan a la propia comunidad social, em
cuanto titular de intereses colectivos. Así acontece, v.g., en tipos de delitos que afectan a bienes
colectivos, como el orden público, la seguridad, el trafico rodado, la fé pública o la salud pública,
frente a comportamientos típicos ya de lesión, ya de peligro o riesgo general o concreto.”
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22 Nesse sentido, ver STRECK, Lenio Luiz e COPETTI, André. “O direito penal e os influxos
legislativos pós-Constituição de 1988: um modelo normativo e eclético consolidado ou em fase de
transição?”. In: Anuário do Programa de Pós-Graduação em Direito da UNISINOS. São Leopoldo,
Editora Unisinos, 2003, pp. 255 e segs.
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standard no Brasil – são aqueles ligados aos movimentos de lei e ordem, mas que, paradoxalmente
não incluem no rol de suas “preocupações repressivistas” as condutas que ofendem bens jurídicos
supra-individuais (pelo menos não o fazem sob a ótica da Constituição).
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26 Observe-se, por exemplo, que, na medida em que o legislador utiliza o direito penal de forma
diferenciada para os crimes de sonegação de tributos, o que pode ser visto pelo art. 9º da Lei
10.684, poder-se-ia propor – como aliás, venho fazendo de há muito (por todos, veja-se acórdãos
70.018.891.119, 70.016.803.967 e 297.019.937, todos do Tribunal de Justiça do Estado do Rio Grande
do Sul), na medida em que a fórmula adotada pela Lei 10.826/03 (pagamento do valor sonegado –
portanto, de forma indireta, subtraída/apropriada/obtida ilicitamente) se mostre eficaz para a
proteção do bem jurídico, a extensão dessa fórmula aos demais crimes contra o patrimônio, desde que
cometidos sem violência ou grave ameaça...! Ou seja, poder-se-ia também permitir que o ladrão e o
estelionatário devolvessem a res furtivae – até em suaves prestações (espécie de REFIS da patuléia) –
extinguindo-se, ipso facto, a punibilidade, nos mesmos termos dos crimes fiscais! Ou isso ou
teremos que assumir que, efetivamente, praticamos – e permito-me insistir nessa tecla – um
direito penal “de classe”...! No fundo, a previsão do art. 9º da Lei 10.684/03 nada mais faz do que
estabelecer a possibilidade de converter a conduta criminosa em pecúnia, favor que é negado a
outras condutas. Neste ponto, calha registrar a objeção feita por FERRAJOLI – corifeu do garantismo
penal – a “monetarização” do direito penal:
“ningún bien considerado fundamental hasta el punto de justificar la tutela penal puede ser
monetarizado, de modo que la previsión misma de delitos sancionados con penas pecuniarias
evidencia o un defecto de punición (si el bien protegido es considerado fundamental) o, más
frecuentemente, un exceso de prohibición (si tal bien no es fundamental). (Cfe. FERRAJOLI, Luigi,
Derecho y Razón – Teoria del Galantismo Penal. 2ª ed. Madrid: Trotta, p. 477.)
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27 Nesse sentido, ver a interessante abordagem feita por PAULO FERREIRA DA CUNHA, no seu A
Constituição do Crime. Coimbra: Coimbra Editora, 1998, pp. 89 e 90.
28 Cfe. ROXIN, Claus. Derecho Penal – Parte General, Tomo I. Madrid, Civitas, pp. 72 e 73.
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assumirá foros qualitativos. E é neste ponto que a Constituição deve ser o topos
conformador dos critérios de aferição do conceito de “delitos puníveis com
pena de prisão, substituíveis por restritivas de direito ou não, e as condutas
que podem ficar no âmbito contravencional ou no terreno da transação
penal”. Nesse sentido, veja-se a lição de MAURACH e ZIPF, que, com
fundamento da jurisprudência do Bundesverfassungsgericht, assinalam que el
legislador debe respetar los limites establecidos por el derecho constitucional en sus
decisiones relativas a penalizar o amenazar con multas a ciertos tipos de conducta,
pois que la idea de justicia, inserta en el principio de Estado de Derecho, exige que el
tipo y la consecuencia jurídica (pena o multa) estén ‘adecuadamente armonizados
entre si’ (BVerfGE 27, 18, 29). Nesse mesmo contexto, na definição entre uma
e/ou outra sanção – seguem os autores – resta claro que sería inadmisible
desde el punto de vista del derecho constitucional, que ciertos ilícitos
indudablemente pertenecientes al núcleo del derecho penal fueren castigados con
multa y, a la inversa, que contravenciones propias del ilícito administrativo, lo
fueren con pena criminal. Em complementação, sustentam, em referência à
dicção do Tribunal Constitucional alemão, que aun cuando no se pueda trazar
una línea divisoria exacta para el mencionado núcleo, ‘basándose em la escala de
valores contenida em la ley fundamental’, es posible ‘indagar com certeza suficiente’
cuál ilícito pertenece inequívocamente a este núcleo y cuál no (BVerfGE, loc. cit.)29.
Ora, é evidente que, se por um lado, um crime não é um crime porque
o tipo penal, ontologicamente (sic)30, refletiria a essência (sic) da coisa
designada (concepção realista das palavras de Platão, a partir da qual, por
exemplo, na palavra estupro estaria a “essência” da “estuprez” – sic), por
outro, também parece evidente que um delito não tem sua concepção de
ofensividade alterada simplesmente porque recebeu nova denominação (no caso,
veja-se o exemplo do epíteto de menor potencial ofensivo atribuído pela Lei
10.259). Para não ir muito longe, até mesmo a semiologia de SAUSSURE
poderia dar uma resposta ao problema. Afinal, como dizia o mestre
genebrino, se queres saber o significado de um significante, pergunta por aí...!
Para ficar no exemplo dos crimes de “menor potencial ofensivo”(sic):
perguntemos por aí se o cidadão considera que a exposição a perigo da vida
de um idoso ou a sua privação de alimentos é uma infração de natureza,
29 Cfe. MAURACH, Reinhart; ZIPF, Heinz, Derecho Penal – Parte General 1, Buenos Aires, Astrea,
tradução da 7ª edição alemã, 1994, p. 23.
30 Quem utiliza a expressão “ontologicamente” deve estar se referindo, à evidência, à ontologia
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31 Ressalte-se, aqui, que há autores que chegam a colocar em dúvida essa “alternativa” entre direito
penal e outras medidas aptas para proteção do bem jurídico, pela simples razão de que,
relativamente aos bens constitucionais “significativos”, a sanção penal deve ser adotada mesmo que
se pudessem conseguir os interesses da disciplina recorrendo a outras sanções; em caso contrário
acentuar-se-ia o papel pragmático do direito penal e instrumental da pena, com prejuízo de sua
função estigmatizante e da reafirmação do valor tutelado. DOLCINI, Emilio e MARINUCCI, Giorgio,
Constituição..., p. 184.
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32 Não é novidade dizer que os presídios são “máquinas de triturar seres humanos”, como bem
aponta MARCOS ROLIM: manter um preso no Brasil não sai por menos de R$ 1,5 mil mensais e
construir uma nova vaga custa em torno de R$ 40 mil. Chegamos a meio milhão de presos; o
déficit estimado é superior a 250 mil e há 500 mil mandados por cumprir (Cf. Mudar o paradigma,
in Zero Hora, 12 de out 2008, p.18). A questão levantada diz respeito ao futuro de nossa política
criminal. Continuar prendendo como agora, fará com que continuemos a colocar na cadeia percentual
enorme de pessoas que cometem crimes que não colocam em xeque (em risco) bens jurídicos relevantes.
Observem-se, a propósito, dados do censo penitenciário realizado, em junho de 2008 pelo
Departamento Penitenciário Nacional (órgão do Ministério da Justiça) no sentido de que o sistema
prisional do Estado de São Paulo opera, atualmente, com uma população 50% acima de sua
capacidade – 96.540 vagas para 145.096 presos (Cf. Prisões de São Paulo têm 50% mais detentos do
que vagas, in Folha de São Paulo, 13 de out. 2008, p. C1). Nesse mesmo sentido, cumpre
mencionar levantamento feito recentemente pela Brigada Militar do Estado do Rio Grande do Sul
(e publicado no jornal Zero Hora do dia 05 de outubro de 2008) que revela a absoluta superlotação
de todos os 06 pavilhões do Presídio Central de Porto Alegre. O Pavilhão C, por exemplo, que
conta com 254 vagas, alberga 1.037 presos, o que configura uma superlotação equivalente a
308,3%. Porém, o que parece ainda mais preocupante é que dos 4.705 detentos que compõem a
população do cárcere, há uma maior quantidade de presos provisórios (2.606) do que de presos
condenados (2.099).
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33 A partir da jurisdição constitucional, esse é o caminho que venho trilhando. Nesse sentido, alguns
exemplos de construção de soluções para os “impasses” desse direito penal, constantes em
acórdãos especialmente da 5ª Câmara do TJ-RS e em pareceres à disposição no site
www.leniostreck.com.br (deixo de relatar as soluções que venho apontando no campo do processo
penal – em especial poderia falar da luta pela obrigatoriedade da presença de advogado no
interrogatório, tese que vinha sendo admitida quase que isoladamente por duas Câmara do TJ-RS
e rejeitada pelo STJ; como se sabe, somente em 2004 é que os juízes passaram a admitir a tese, mas não em
face do princípio da ampla defesa previsto na Constituição, e, sim, porque foi determinado por lei
ordinária, o que apenas demonstra que preferimos obedecer à lei do que a Constituição). Assim: I – a
extensão dos benefícios concedidos aos sonegadores em geral para os crimes contra o patrimônio
(tese não aceita pelos tribunais superiores e sem apoio na doutrina); II – nos casos de furto
qualificado pelo concurso de pessoas, a aplicação da causa especial de aumento do roubo (1/3) –
tese, aliás, rejeitada pelos tribunais superiores e sem apoio na doutrina penal; III – a redefinição
do preceito secundário do artigo 180, § 1º, do Código Penal por uma questão de
desproporcionalidade na punição de condutas que exigem o dolo direto e de condutas que
exigem o dolo eventual; IV – a inconstitucionalidade da reincidência, igualmente sem apoio da
expressiva maioria da doutrina e rejeitada em especial pelo STJ; V – a não recepção constitucional
das contravenções penais com base no princípio da secularização do direito; VI – a aplicação da
técnica da Teilnichtigerklarung ohne Normtextreduzierung (nulidade parcial sem redução de texto)
para os casos de porte de arma e disparo de arma de fogo sem que haja comprovação de bem
jurídico violado (princípio da presunção da inocência); VII – a inconstitucionalidade (não
recepção) de delitos como casa de prostituição, ato obsceno, dano e todos os demais que tenham
relação com uma indevida utilização do direito penal no Estado Democrático de Direito; VIII – a
aplicação da técnica da verfassungskonforme Aulegung (interpretação conforme a Constituição) no
art. 299 do CP; IX – a releitura constitucional do artigo 25 do Dec-Lei – 3.688/41; X – nulidade
parcial sem redução de texto do crime previsto no art. 89, caput, da Lei 8.666/93, com a exigência
de ofensa ao bem jurídico para a tipo penal; XI – a aplicação da técnica verfassunsgskonforme
Auslegung (interpretação conforme à Constituição) quando da invocação às súmulas 21 e 52 do
Superior Tribunal de Justiça, que dizem respeito à prejudicialidade das alegações de excesso de
prazo quando do encerramento da instrução. Trata-se, pois, de uma necessária filtragem
hermenêutico-constitucional, feita a partir, modo geral, da utilização do princípio da proibição de
excesso (Übermassverbot).
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ORIENTAÇÃO POLÍTICO-CRIMINAL DO
ESTADO BRASILEIRO: UMA ANÁLISE DE LEIS
PROMULGADAS NO PERÍODO DE 1998 A 2002 *
C AMILA C ARDOSO DE M ELLO P RANDO * *
* Este texto é resultado de uma pesquisa realizada pelo Grupo de Estudos de Direito Penal e
Criminologia no ano de 2007. A pesquisa legislativa foi realizada pelos seguintes acadêmicos:
Camila Petry, Eliana Brissac, Helena Fávero, Maria de Fátima Tadeu.
** Doutoranda em Direito na UFSC. Mestre em Direito pela UFSC. Bolsista do CNPq.
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I NTRODUÇÃO
No período da atividade legislativa do ano de 1998 a 2002 foram
estudadas 24 leis promulgadas, que versam sobre temas relativos à matéria
penal e processual penal. O objetivo desta pesquisa foi apontar o
movimento que o Estado brasileiro contemporâneo vem realizando no
desenvolvimento de orientações político-criminais.
A delimitação temporal da pesquisa justifica-se por ser esse um
período recente de nossa história, no qual a nova ordem jurídica
constitucional, implementada em 1988, já cumpre mais de uma década de
construção.
Para tal objetivo o texto se propõe a, primeiramente, revisar as
principais linhas de política criminal, contextualizadas a partir da estrutura
político-econômica desenvolvida a partir da década de 1970.
1 Cf. a sustentação do modelo de justiça penal de defesa social em ENRICO FERRI, [s.d.].
2 A Escola Clássica surgiu no Século XVIII, acompanhando a formação política do Estado de Direito.
Ela foi responsável pela construção de princípios tais como a culpabilidade, a igualdade, e a
legitimidade de punição do Estado. Estes princípios visavam à delimitação do poder punitivo do
Estado e compuseram o discurso da segurança jurídica desenvolvida posteriormente pelo Direito
Penal. A Escola Positiva surgiu no Século XIX, já vinculada a um Estado de perspectiva mais
intervencionista, em um período de crise econômica e social. Esta Escola deu ensejo à formação de
princípios tais como o da periculosidade, o da prevenção e do bem e do mal, que compuseram,
por sua vez, o discurso etiológico da Criminologia Positivista.
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3 A Criminologia da Reação Social, surgida entre as décadas de 1960 e 1970, promove uma ruptura
no conhecimento etiológico da Criminologia Positivista. A partir de então, a Criminologia tem
como objetivo, não mais a busca das causas da criminalidade ou das características do criminoso,
e sim o estudo do funcionamento do processo de criminalização levado a cabo pelo sistema penal.
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A Criminologia Crítica, por sua vez, assimila este novo paradigma e acrescenta a ele a perspectiva
da sociedade de conflito e a perspectiva do materialismo histórico, buscando, a partir de então, o
entendimento do funcionamento do sistema penal, vinculado às estruturas econômicas e políticas
respectivas.
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5 As idéias que compuseram a política neoliberal – que atingiu seu ponto propulsor máximo com o
Consenso de Washington, impondo uma “nova ordem mundial”, em novembro de 1989 – surgem
a partir do final da Segunda Guerra Mundial e têm como marco a obra de FRIEDRICH HAYEK, “O
caminho da servidão”. Posteriormente, fundou-se a Sociedade de Mont Pèlerin, que teve como
um dos integrantes KARL POPPER, que preparou as bases políticas para um novo capitalismo,
sustentando a idéia de que a desigualdade era um valor positivo, imprescindível às sociedades
ocidentais. Finalmente, em 1989, liderado por MARGARET THATCHER e RONALD REAGAN, impôs-se
o receituário neoliberal aos países subdesenvolvidos, qual seja: a contenção de gastos públicos
bem como a redução drástica do Estado; a máxima abertura das importações e a entrada do
capital de risco.
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6 Estas políticas de quebra de garantias individuais e de expansão penal do Estado são denominadas
atualmente de Movimento de Lei e Ordem. Pois neste binômio, as políticas buscam fazer valer a
lei aos indivíduos vulneráveis ao controle penal e garantir a ordem para a sociedade de bem (cf.
FRANCO, 2000).
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7 Leis 9.605, 9.609, 9.613, 9.615, 9.677, 9.695, 9.714, 9.777/98; 9.807, 9.841/99; 9.975, 9.983, 10.028,
9.985, 10.149/2000; 10.268, 10.300, 10.259, 10.217, L.Complementar 105/2001; 10.455, 10.409,
10.467, 10.610/2002.
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8 Sobre a crítica à criminalização de condutas que ferem bens jurídicos “coletivos” e a função
limitadora do bem jurídico na teoria do delito, ao invés da função tradicional da fundamentação
da criminalização, cf. BARATTA, Alessandro. Funções instrumentais e simbólicas do Direito Penal.
Lineamentos de uma teoria do bem jurídico. Trad. Ana Lucia Sabadell. Universidade de Saarland.
Alemanha. Mimeo. BARATTA também entende que esta extensão dos bens jurídicos corresponde a
um verdadeiro desvio de funções, atribuindo a indivíduos concretos a responsabilidade por
lesões que antes tem relação com o déficit de desenvolvimento de políticas públicas que deveriam
ser realizadas pelo Estado, veja-se o caso das lei de crimes ambientais (BARATTA, Alessandro.
Integración-Prevención: una “nueva” fundamentación de la pena dentro de la teoria sistémica.
Doctrina Penal .Buenos Aires, n. 29, pp.3-26 ene./mar.1985.)
9 Entende-se como criminalização primária a seleção de condutas a serem tipificadas em lei;
enquanto a criminalização secundária é representada pela seleção de indivíduos violadores da lei
penal. (cf. BARATTA, Alessandro. Criminologia Crítica e Crítica do Direito Penal: introdução à
sociologia do direito penal. Rio de Janeiro: Revan, 1998; ANDRADE, Vera Regina Pereira de. A
ilusão de segurança jurídica. Do controle da violência à violência do controle penal. Porto Alegre:
Livraria do Advogado, 1997.)
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10 Caso que pode ser exemplificado na previsão de extinção de punibilidade nos crimes de
apropriação indébita previdenciária, quando ocorre confissão espontânea e pagamento da dívida
(Lei 9.983/2000).
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Mas vale anotar que, entre estas leis, existem preceitos processuais
que beneficiam os atores sociais envolvidos nestas condutas típicas. Se eles
já, dificilmente, são selecionados pelo sistema penal, quando o são, têm à
disposição, dependendo da conduta típica, instrumentos que garantem a
absolvição ou impedem a própria denúncia, como, por exemplo, o chamado
acordo de leniência criado por lei (Lei 10.149/2000).
Percebe-se, analisando o processo penal relativo à grande parte destas
condutas, que o Estado preocupa-se sobremaneira na garantia dos direitos
dos envolvidos durante o processo punitivo. O que não significa uma
atitude equivocada, mas evidencia a seletiva forma de criminalização.
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11 ANDRADE exemplifica esta ambigüidade nas demandas feministas pelo recurso punitivo. A autora
demonstra que a tentativa de solução desta opressão masculina no âmbito penal apenas agrava o
processo de desigualdade, uma vez que, durante o processo e a investigação, as vítimas de crimes
sexuais tornam-se as suspeitas perante o julgamento. Elas devem, perante uma instituição que
funciona a partir de uma lógica patriarcal, demonstrar que são mulheres honestas e que merecem
a tutela do Estado. Caso contrário, serão, também pelo recurso punitivo, consideradas culpadas.
Cf. ANDRADE, Vera Regina Pereira de. Sistema Penal Máximo e Cidadania Mínima. Códigos da
violência na era da globalização. Porto Alegre: Livraria do Advogado, 2003.
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que o aparato estatal, a despeito de não obter sucesso nas políticas sociais e
econômicas, demonstre que está atuando em defesa da sociedade.
São leis que possuem rara aplicabilidade prática, mas que
correspondem à reação imediata do Legislativo em relação às demandas da
sociedade.
Entre elas pode se exemplificar três de interessante casuísmo
legislativo. A Lei 9.695/98 classificou como crime hediondo a alteração de
substâncias químicas na produção de medicamentos. Ela foi produzida logo
após a venda de anticoncepcionais produzidos com farinha, fato que foi
exaustivamente alarmado pela mídia.
No mesmo sentido, a Lei 9.983/2000 tipificou a conduta de inserção
de dados falsos no sistema de informação público. Não por acaso, havia se
tornado escândalo, meses antes, o famoso caso da alteração dos dados do
painel eletrônico do Senado, na contagem de votos.
A Lei 10.300/2001, por sua vez, previu a proibição de venda, compra
e utilização de minas terrestres no território brasileiro. Embora muito
distante de uma preocupação real com o contexto brasileiro, a lei foi
promulgada no embalo das campanhas contra as minas terrestres
promovidas pela Princesa de Gales, que à época do projeto de lei (1997) teve
sua morte exaustivamente reproduzida pela mídia.
Assim, o legislador penal utiliza-se do apelo populista e traz o Direito
Penal como a grande solução. A absurda produção legislativa penal leva a
uma percepção distorcida da pena, dando a essa uma finalidade simbólica,
retirando o seu real caráter de excepcionalidade.
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4 – C ONSIDERAÇÕES F INAIS
A partir das considerações apresentadas, observa-se que neste
período de produção legislativa houve um aumento de criminalizações e,
portanto, houve um processo de expansão do sistema penal, dando
continuidade ao processo que vem ocorrendo desde final da década de
1980. Das 24 leis promulgadas, apenas duas delas trataram da
despenalização, e nenhuma delas tratou da descriminalização de condutas.
Entre as criminalizações, sobressaltaram-se as condutas realizadas por
grupos de classe social alta, normalmente menos vulneráveis ao sistema
punitivo, e as condutas violadoras de direitos humanos, vinculadas às
demandas de movimentos políticos de esquerda.
Este indicativo poderia conduzir à seguinte conclusão: o sistema
penal tem se democratizado e produzido uma aplicação mais igualitária,
bem como tem conseguido contribuir com a proteção aos direitos humanos.
Tal conclusão seria viável caso não se estivesse tratando aqui do
sistema punitivo do Estado. Porque, embora esta movimentação estatal
tenha produzido um reflexo simbólico importante, os efeitos reais destas
criminalizações não são observados na aplicação da produção legal.
Em primeiro lugar, porque em diversas leis a técnica legislativa é
bastante sofrível e acaba por comprometer a própria eficácia normativa
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120
DOLO E SIGNIFICADO
P AULO C ÉSAR B USATO *
I NTRODUÇÃO
A transformação semiótico-significativa da filosofia afetou todos os
campos do conhecimento humano em um ponto comum, a redefinição dos
fenômenos mentais, essencialmente cognitivos, através da categoria central
da semiótica, o signo, com o que toda atividade mental se redefine como
atividade semiótica1.
A partir disso, se pode falar que, em direito penal, os elementos
subjetivos da teoria do delito estão merecendo uma revisão. Entre eles,
desde logo, destaca-se o dolo. Chegou o momento de revisar o dolo como
categoria delitiva que esteve sempre ancorada ou em uma pretensão de
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diferentes classes de dolo possíveis. Estas como se sabe, são: Dolo direto de primeiro grau –
requer que o autor persiga a realização do resultado. Assim, nesta classe de dolo predomina o
elemento volitivo. O sujeito quer o resultado produzido ou que tentou realizar. Dolo direto de
segundo grau – exige que o autor represente o resultado como conseqüência necessária ou
inevitável de sua atividade. Nesta classe de dolo, pois, não se exige a vontade dirigida ao
resultado e, porém, ninguém discute o caráter doloso dos fatos cometidos. Dolo eventual – como
terceira classe do dolo não se discute, mas as divergências surgem ao determinar seu conceito [...]
ou seja, em que elementos terão que concorrer necessariamente para poder qualificar fatos como
dolosos”. In CORCOY BIDASOLO, Mirentxu. “El limite entre dolo e imprudência” in Comentários a la
Jurisprudencia Penal del Tribunal Supremo. Barcelona: José Maria Bosch Editor, 1992, pp. 48-49.
Ciente ou não da análise tripartida, a doutrina brasileira em geral acomodou-se à denominação
legal em que incorreu o Código (art. 18, inciso I – art. 15 do CP de 1940). Assim, os autores vêm
repetindo uma idéia de que o Código assumiu uma concepção bipartida do (direto e eventual)
associada respectivamente com a teoria da vontade e a teoria do consentimento cujas subdivisões
e variantes sequer são mencionadas. Há, no entanto, exceções, como SANTOS, Juarez Cirino dos. A
moderna teoria do fato punível. 4ª ed., Curitiba – Rio de Janeiro: ICPC-Lumen Juris, 2005, pp. 64 e ss
e BITENCOURT, Cezar Roberto. Tratado de Direito penal. Parte Geral. 11ª ed., São Paulo: Saraiva, 2007,
p. 270, que não só apresentam algumas das teorias sobre o dolo, como também a concepção
tripartida.
4 Por exemplo, nos casos de atentados terroristas em que, além do destinatário do atentado, morrem
outras pessoas, que se encontravam perto, como a morte do motorista do chefe de Estado contra
cujo automóvel se dirige o ataque.
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5 Para um panorama entre as teorias do dolo, veja-se, por todos, ROXIN, Claus. Derecho penal. Parte
General. Tomo I. Trad. de Diego-Manuel Luzón Peña, Miguel Díaz y García Conlledo e Javier de
Vicente Remesal, Madrid: Civitas, 1997, pp. 430-446.
6 Veja-se, a respeito RAGUÉS I VALLÉS, Ramón. El dolo y su prueba en el proceso penal. Barcelona:
agora não procedem, é se nos atemos, ou devemos nos ater, a uma configuração realista,
naturalista, de tais elementos, ou é necessário dar-lhes, ou se lhes dá, um conteúdo
fundamentalmente normativo”. In DÍEZ RIPOLLÉS, José Luis. Los elementos subjetivos del delito.
Valencia: Tirant lo Blanch, 1990, p. 21. no mesmo sentido, RAGUÉS I VALLÉS, Ramón. El dolo... op.
cit., especialmente p. 190.
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1 – O D OLO O NTOLÓGICO
As teorias do delito de fundo ontológico, assim consideradas aquelas
que se sustentam sobre a determinação ontológica de suas categorias
fundamentais8, pretenderam reconhecer o dolo através da afirmação de
determinados dados de natureza psicológica, cuja existência no momento
de realização do delito fica demonstrada no processo9. Na verdade, tal
concepção arranca desde os primórdios da formulação da estrutura analítica
do sistema de imputação, a ponto de ser comum na doutrina a afirmação de
que “sempre se sustentou o caráter eminentemente psicológico do dolo”10.
Tanto é assim que para o causal-naturalismo, o dolo era uma forma de
culpabilidade que representava o vínculo de ordem subjetiva entre o autor e
o fato delitivo que permitia a imputação (Zurechenbarkeit) do ato11. De forma
também ontológica, para o finalismo, o dolo, como elemento subjetivo da
própria ação típica, configurava sua nota distintiva. A ação delitiva era
fundamentalmente orientada a um fim, que poderia ser justamente a
intenção de realização de um delito, ou seja, consciência e vontade
orientadas à realização de um propósito delitivo12.
O dolo, aqui, se situa na cabeça do autor. Ou seja, o dolo é uma
realidade ontológica e existe como dado psicológico que compete ao jurista
identificar.
el nuevo siglo. Libro Homenaje al prof. Dr. Don José Cerezo Mir. Madrid: Tecnos, 2002, p. 672.
11 VON LISZT, Franz. Tratado de Derecho penal. Tomo II, Trad. de Luis Jiménez de Asúa, 4a ed. Madrid:
Editorial Reus, 1999, p. 389. Entre os autores brasileiros, é interessante citar uma passagem de
BASILEU GARCIA, que, apoiado nas lições de CARRARA, afirma que o dolo pressupõe “no agente,
condições psíquicas que lhe permitissem avaliar o ato a ser praticado. O dolo o faria passar, do
estado geral de imputabilidade, nele produzido pela sua capacidade de entender e de querer, a
um estado especial de imputabilidade, referente a determinado fato”. GARCIA, Basileu. Instituições
de Direito penal. vol. I, tomo I, 3ª ed., São Paulo: Max Limonad, 1956, p. 249.
12 WELZEL, Hans. Derecho penal alemán. Trad. de Juan Bustos Ramírez e Sergio Yáñez Pérez, 4ª ed.,
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13 “Para o problema aqui discutido deve-se eliminar toda a classe de valorações, pela única razão de
que a questão está proposta ontologicamente. Mas tampouco dogmaticamente faz prosperar a
questão o recurso a uma valoração como elemento de diferenciação: este recurso contém em si
mesmo um problema: o saber quando deve ser valorado algo ‘como dolo’. Mas acontece que,
dogmaticamente, do que se trata é da determinação do que é dolo, e porque o dolo está sujeito a
um juízo de valor”. KAUFMANN, Armin. “El dolo eventual en la estructura del delito”. Anuario de
Derecho Penal y Ciencias Penales, trad. R.F. Suárez Montes, Madrid: Instituto Nacional de Estudios
Jurídicos, 1969, p. 188.
14 HASSEMER, Winfried. “Los elementos característicos del dolo”. ADCP, trad. de María del Mar Díaz
valorativo proveniente de fora para delimitá-la, e com isso delimitar o nexo final; tampouco é
necessário um recurso ao sentimento, que só pode ser entendido como atitude jurídica ou
antijurídica ante o fato. Se contemplarmos a vontade de realização em seu âmbito total, então
resulta claro que a mesma pode dirigir-se, ao mesmo tempo, à realização de vários objetivos, e
que, portanto, podem ser propostas, ao mesmo tempo, tanto a obtenção de um objetivo desejado
como a evitação de um resultado acessório”. KAUFMANN, Armin. “El dolo eventual”... op. cit., p.
198.
16 Cf. HASSEMER, Winfried. Los elementos característicos del dolo... Op. cit., p.910.
17 HASSEMER, Winfried. Los elementos característicos del dolo... Op. cit., p. 912.
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18 “Contra esta teoria se objeta que conduz a resultados inaceitáveis, dependentes além do mais das
peculiaridades de cada caso: quem realiza uma vontade de evitação, que desde seu ponto de vista
suprime qualquer risco adicional, não atua dolosamente [...] porque não leva em consideração a
possibilidade de um dano; quem, apesar de uma vontade ativa de evitação, observa um risco
adicional e, porém, atua, tem por isso um dolo referido a esse risco adicional [...]; quem não
diminui um risco insignificante – evitável – deve responder, segundo esta teoria, por dolo,
enquanto que àquele que reduz ao mesmo grau de risco em um risco elevado – evitável – só se
pode imputar a título de imprudência”. HASSEMER, Winfried. “Los elementos característicos del
dolo”... Op. cit., p. 911.
19 HASSEMER, Winfried. Los elementos característicos del dolo... Op. cit., p. 914.
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Por outro lado, é necessário ter em conta que justamente por ser
imprescindível a referência aos elementos externos, o dolo guarda estreita
relação com o processo penal, ou seja, com a teoria da prova. O dolo se
resume ao dolo que se pode demonstrar. Comenta DÍEZ RIPOLLÉS20 que
dentro desta proposta, os elementos subjetivos do delito seriam “realidades
psíquicas previamente dadas e suscetíveis de descobrimento a partir de um
processo de averiguação”.
Por isso, o dolo sempre dependerá de uma demonstração objetiva da
intenção subjetiva. Deste modo, a idéia do que fundamenta o dolo está
completamente conectada com sua demonstração, definitivamente, com sua
prova. Quando se propõe um dolo como realidade ontológica, não é
possível esquecer que é necessário demonstrar quais são os meios que
tornam possível a identificação do dolo como tal realidade.
A demonstração do dolo como realidade psicológica, porém, revelou-
se totalmente impossível. E isso não deriva unicamente de uma
impossibilidade física de acesso à intenção subjetiva, mas também e,
principalmente, em face de que a verdade real no processo penal não
existe21. Mas a impossibilidade deriva não só da falta de instrumentos
jurídicos aptos a realizar tal tarefa, mas, por sua própria característica: os
fenômenos psíquicos resultam inacessíveis.
Na opinião de RAGUÉS I VALLÉS é nesse ponto que aparece uma
enorme dificuldade já que
“Para afirmar a validade desta perspectiva, à sua plena
legitimidade deve-se acrescentar a possibilidade de averiguar
aqueles dados psicológicos aos quais se vincula uma correta
‘determinação do dolo’. De não ser possível tal averiguação, a
perspectiva se encontra em tal encruzilhada que leva a duvidar
seriamente de sua validade.”22
E é justamente esta realidade que não se logrou afirmar.
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de uns fenômenos psíquicos cuja existência se tem por impossível desde a ótica de sua disciplina
científica”. RAGUÉS I VALLÉS, Ramón. El dolo... Op. cit., p.218.
26 Cf. DÍEZ RIPOLLÉS, José Luis. Los elementos... Op. cit., p. 258 e também RAGUÉS I VALLÉS, Ramón. El
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2 – O D OLO N ORMATIVO
Os problemas de prova que afetam a concepção ontológica do dolo
levaram parte da doutrina27 a admitir que o dolo não é uma realidade
psicológica, mas o resultado de uma atribuição28. O fato já tinha sido
percebido e advertido por HASSEMER, em sua obra sobre os fundamentos do
direito penal, com um exemplo que espanca qualquer dúvida:
“Se pergunta como pode o juiz constatar a intenção de defraudar,
falsificando um documento. E agora se pergunta como pode o juiz
constatar tal intenção em um processo, como pode produzir o
dado intenção de defraudar. O juiz pode observar os livros de
comércio, os informes fiscais, os dados de um computador (ou
fazê-los serem observados, caso necessário, por peritos ou se
certificar das observações feitas por testemunhas). Ninguém pode,
porém, observar uma intenção de defraudar, que somente se pode
imputar (...).”29
Ou seja, o dolo não é algo que existe, que seja constatável, mas sim o
resultado de uma avaliação a respeito dos fatos que faz com que se impute a
responsabilidade penal.
Para esta tendência, o que se faz para determinar o dolo não é mais
que atribuir ou imputar a alguém o conhecimento e a vontade de realização
do fato delitivo. É que “os segmentos de realidade que são manejados já não
podem qualificar-se como realidade empírica, senão como realidade
valorada, dado o papel determinante das perspectivas axiológicas em sua
configuração e comprovação”30. Ou seja, se não é possível afirmar mais que
a possibilidade de existência real do dolo, o dolo será sempre, ao menos em
parte, produto de uma valoração.
Obviamente, esta perspectiva encontra receptividade nas propostas
teóricas que defendem a separação entre as ciências naturais e as ciências
sociais. Na perspectiva kelseniana de uma ciência referida a valores, fica sem
27 Para ficar tão-somente com dois exemplos, veja-se HASSEMER, Winfried. Introdução aos
Fundamentos do Direito Penal. Trad. de Pablo Rodrigo Alflen da Silva, Porto Alegre: Sérgio Fabris
Editor, 2005, p. 298 e FLETCHER, George. Basics Concepts of Criminal Law. New York-Oxford:
Oxford University Press, 1998, p. 82-85.
28 Trata-se da segunda mudança, que aparece concomitantemente com a perspectiva de rejeição do
elemento volitivo, no direito penal moderno, consoante alude EDGARDO DONNA, em DONNA,
Edgardo Alberto. El concepto objetivado de dolo… Op cit., p. 672.
29 HASSEMER, Winfried. Fundamentos del Derecho penal. Trad. de Francisco Muñoz Conde e Luis
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sentido tentar buscar nas ciências naturais conceitos jurídicos. Por isso,
sustentou KELSEN31 que categorias como a vontade ou intenção, por
pertencerem ao tipo de injusto não podem ser tomadas como realidades a
serem demonstradas, mas simplesmente como fatores que incumbe ao juiz
reconhecer com o objetivo de estabelecer as responsabilidades penais
correspondentes.
A partir disso, muitos autores seguiram esta tendência, reconhecendo,
desde distintos pontos de vista, que o dolo se reduz a uma forma de
atribuição.
Nesse sentido, por exemplo, DETLEF KRAUΒ32 defende que é a
valoração social de uma expressão objetiva da ação que delimita o dolo e a
imprudência. Também HRUSCHKA33 afirma que quando dizemos que
alguém atua dolosamente, o que fazemos é emitir um juízo que não é
passível de descrição, mas de adscrição.
Uma construção bastante debatida no Brasil, especialmente em face
da tradução de um livro sobre a matéria34, é a de PUPPE, para quem a
questão sobre o dolo resulta ser completamente normativa, devendo ser
completamente recusada a idéia de dolo psicológico35.
Em seu peculiar método de propor o tema, GEORGE FLETCHER36
também adota um conceito normativo de dolo, ao comentar que a
atribuição de ordem subjetiva foi abordada desde distintos pontos de vista,
desde uma teoria psicológica e desde uma teoria “moral”. A teoria psicológica é
a que “busca saber em que medida o delito se encontra refletido na
consciência do sujeito”, enquanto que a teoria moral se baseia em
considerações de justiça para afirmar a responsabilidade do sujeito pelo ato
31 KELSEN, Hans. Hauptprobleme der Staatsrechtslehre: entwickelt aus der Lehre vom Rechtssatze, Tübingen:
J.C.B. Mohr, 1923, p. 156-157.
32 KRAUΒ, Detlef. “Der psycologische Gehalt subjektiver Elemente im Strafrecht’’. In: Festschrift für
Hans Jürgen Bruns zum 70. Wolfgang Frisch und Werner Schmid (eds.), Köln – Berlin – Bonn –
München: Heymann, 1978, p. 26-27.
33 HRUSCHKA, Joachim. “Über Scwierigkeiten mit dem Beweis des Vorsatzes”. In: Strafverfahren im
Rechtsstaat. Festschrift für Theodor Kleinknecht. Karl Heinz Gössel, Hans Kaufmann (eds.). München:
C.H. Beck, 1985, pp. 200-201.
34 Refiro-me a PUPPE, Ingeborg. A distinção entre Dolo e Culpa. Trad. de Luís Greco, São Paulo:
Manole, 2002.
35 “Essa compreensão afinal de contas psicológica do dolo deve ser rechaçada, hoje com ainda maior
razão do que no início do século XX. Pois, neste meio tempo, consolidou-se o conceito normativo
de culpabilidade, e o dolo sequer é compreendido como momento da culpabilidade, e sim como
aspecto subjetivo do injusto”. PUPPE, Ingeborg. A distinção entre Dolo e Culpa... Op. cit., p. 67.
36 FLETCHER, George. Basics Concepts... Op. cit., p. 82.
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em que cada vez mais se aprimoram os estudos relacionando a aproximação das disciplinas do
direito penal e do processo penal, antes estudadas de modo demasiado compartimentalizado.
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42 HASSEMER, Winfried. Los elementos característicos del dolo... Op. cit., p. 914.
43 HASSEMER, Winfried. Los elementos característicos del dolo... Op. cit., p.914.
44 DÍAZ PITA, María del Mar. El dolo eventual. Valencia: Tirant lo Blanch, 1994, p. 190. Além deste
trabalho, na doutrina espanhola há várias contribuições importantes sobre o dolo, nos trabalhos
de Feijóo Sánchez, Laurenzo Copello e Ragués I Vallès, por exemplo.
45 HASSEMER, Winfried. Los elementos característicos del dolo... Op. cit., p. 914.
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46 Assim também ocorre em outros sistemas, como os do Common Law, mesmo que nestes existam
categorias intermediárias como a recklessness. Vide, a respeito, PIÑA ROCHEFORT, Juan Ignacio. La
estructura de la teoría del delito en el ámbito jurídico del “Common Law”. Granada: Comares, 2002,
pp. 78 e ss.
47 HASSEMER, Winfried. Los elementos característicos del dolo... Op. cit., p. 915.
48 HASSEMER, Winfried. Los elementos característicos del dolo... Op. cit., p. 915-916.
49 “Para a caracterização conceitual do dolo (e a demarcação de seus limites para com a
imprudência) ressalta a necessidade e o caráter central dos elementos volitivos. Que o agente – de
um modo cognitivo – só estava informado do acontecer, que só tinha a exata representação da
periculosidade de sua ação e sua omissão é um argumento demasiado débil e não basta para a
aceitação de uma ‘assunção pessoal’”. HASSEMER, Winfried. Los elementos característicos del dolo...
Op. cit., p. 918.
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50 HASSEMER, Winfried. Los elementos característicos del dolo... Op. cit., p. 925.
51 HASSEMER, Winfried. Los elementos característicos del dolo... Op. cit., p. 927.
52 HASSEMER, Winfried. Los elementos característicos del dolo... Op. cit., p. 929.
53 Tanto é assim que existem autores, como MUÑOZ CONDE, que sustentam que o elemento subjetivo
do tipo depende sempre de uma dedução, já que não é simplesmente observável. MUNÕZ CONDE,
Francisco e GARCÍA ARÁN, Mercedes. Derecho penal. Parte General, 6.ed., 2004, p. 267.
54 HASSEMER, Winfried. Los elementos característicos del dolo... Op. cit., p. 931.
55 HASSEMER, Winfried. Los elementos característicos del dolo... Op. cit., p. 931.
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56 “O legislador está sempre sujeito a determinados limites imanentes ao direito positivo. A primeira
limitação se encontra nas estruturas lógico-objetivas que atravessam integralmente a matéria
jurídica...” WELZEL, Hans. Más Allá del Derecho Natural y del Positivismo Jurídico. Trad. de Ernesto
Garzón Valdéz, Córdoba: Universidad Nacional de Córdoba, 1962, p. 35.
57 ROXIN, Claus. Derecho penal. Parte General… cit., p. 427.
58 ROXIN, Claus. Derecho penal. Parte General… cit., p. 426.
59 JAKOBS, Günther. Derecho penal. Parte General. 2ª ed., corrigida, trad. de Joaquín Cuello Contreras e
José Luis Serrano Gonzáles de Murillo, Madrid: Marcial Pons, 1997, p. 309.
60 Nesse sentido o comentário que aparece em DONNA, Edgardo Alberto. El concepto objetivado de
dolo... Cit., p. 677, quem critica também a HERZBERG, BOTTKE e PUPPE, em face do que ele qualifica
de uma objetivização do conceito de dolo.
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61 Além do próprio VIVES e de CARLOS MARTINEZ-BUJÁN PÉREZ, TAMBÉM ENRIQUE ORTS BERENGUER,
JOSÉ LUIS GONZÁLEZ CUSSAC, JUAN CARLOS CARBONELL MATTEU e, em Portugal, MARIA
FERNANDA PALMA, estes dois últimos com trabalhos referidos especialmente à questão do dolo.
62 Nesse sentido o comentário de MARIA FERNANDA PALMA: “Por que é que uma realidade
psicológica análoga à dolo é decisiva para a atribuição de um mais grave merecimento da conduta
em termos de culpa? [...] A resposta a esta questão orienta-nos para uma abordagem do
pensamento filosófico sobre o comportamento intencional a que se tem dedicado a chamada
filosofia da acção, em articulação com a filosofia da linguagem. Essa abordagem é decisivamente
elucidativa em alguns aspectos essenciais: o aspecto da desarticulação entre a intencionalidade e
uma vivência explicitamente consciente e causal de um estado mental anterior à acção, a
referenciação do comportamento intencional a uma racionalidade implícita no agir constatável
exteriormente e a essencial coincidência entre o reconhecimento da linguagem de um
comportamento e a sua identificação social”. PALMA, Maria Fernanda. “Dolo eventual e culpa em
Direito penal”. In Problemas Fundamentais de Direito Penal. Lisboa: Universidade Lusíada, 2002, pp.
49-50.
63 Veja-se um resumo sobre a distribuição das categorias do delito segundo as propostas de VIVES
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64 VIVES ANTÓN, Tomás Salvador. Fundamentos del Sistema Penal. Valencia: Tirant lo Blanch, 1996, p.
484.
65 VIVES ANTÓN, Tomás Salvador. Fundamentos ... Op. cit., p. 484.
66 VIVES ANTÓN, Tomás Salvador. Fundamentos ... Op. cit., p. 485.
67 VIVES ANTÓN, Tomás Salvador. Fundamentos ... Op. cit., p. 485.
68 Com idêntica opinião BORJA JIMÉNEZ, Emiliano. “Algunas reflexiones sobre el objeto, el sistema y
la función del Derecho penal”. En Homenaje al Dr. Marino Barbero Santos. Coord. Adán Nieto
Martín, Cuenca: Ediciones de la Universidad de Castilla la Mancha y Ediciones Universidad
Salamanca, 2001, p. 885.
69 VIVES ANTÓN, Tomás Salvador. Fundamentos ... Op. cit., p. 24
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70 Para detalhes, ver BUSATO, Paulo César. Direito penal e Ação Significativa. Rio de Janeiro: Lumen
Juris, 2005, cuja versão espanhola, de breve publicação, já está no prelo pela editora Tirant lo
Blanch.
71 VIVES ANTÓN, Tomás Salvador. Fundamentos... Op. cit., p. 233.
72 VIVES comenta: “não se vê bem que elemento ou estado psicológico pode ser comum a quem mata
seu inimigo porque deseja sua morte (dolo direto de primeiro grau), a quem, com absoluta
indiferença à vida de seu motorista, coloca una bomba no carro de um Chefe de Estado, com a
segurança de que também morrerá aquele (dolo direto de segundo grau) e a quem, por satisfazer um
afã de risco, joga roleta-russa com os amigos a que mais aprecia e que, por conseguinte, menos
deseja que morram (dolo eventual)”. VIVES ANTÓN, Tomás Salvador. Fundamentos... Op. cit., p. 234.
73 VIVES ANTÓN, Tomás Salvador. Fundamentos... Op. cit., p. 234.
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74 CARBONELL MATTEU, Juan Carlos. “Sobre tipicidad e imputación: reflexiones básicas en torno a la
imputación del dolo y la imprudencia”. In: Estudios penales en recuerdo del Prof. Ruiz Antón.
Valencia: Tirant lo Blanch, 2004, p. 150.
75 VIVES ANTÓN, Tomás Salvador. Fundamentos... Op. cit., p. 237.
76 VIVES ANTÓN, Tomás Salvador. Fundamentos ... Op. cit., p. 237.
77VIVES ANTÓN, Tomás Salvador. Fundamentos ... Op. cit., p. 237.
78 CARBONELL MATTEU, Juan Carlos. Sobre tipicidad e imputación… Cit., p. 151.
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na opinião de KÖHLER. Vide, a respeito, KÖHLER, Michael. La imputación subjetiva... Cit., p. 86.
82 Nesse sentido PALMA, Maria Fernanda. Dolo eventual e culpa em Direito penal... Cit., p. 49.
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83 DÍEZ RIPOLLÉS, José Luis. Los elementos... Op. cit., pp. 191 e ss.
84 DÍEZ RIPOLLÉS, José Luis. Los elementos... Op. cit., p. 192.
85 HABERMAS, Jürgen. “Ciências sociais reconstrutivas versus Ciências sociais compreensivas”. In:
Consciência Moral e Agir Comunicativo. Trad. de Guido A. de Almeida, Rio de Janeiro: Tempo
Brasileiro, 1989, p. 38.
86 HABERMAS, Jürgen. Ciências sociais reconstrutivas... Op. cit., p. 38.
87 DÍEZ RIPOLLÉS, José Luis. Los elementos... Op. cit., p. 192.
88 DÍEZ RIPOLLÉS, José Luis. Los elementos... Op. cit., p. 193.
89 DÍEZ RIPOLLÉS, José Luis. Los elementos... Op. cit., p. 194.
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97 HASSEMER, Winfried. Introdução aos Fundamentos do Direito Penal... Op. cit., pp. 245-246.
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C ONSIDERAÇÕES F INAIS
O dolo não pode ser considerado uma categoria ontológica,
representada por uma realidade psicológica, entre muitas razões, pela
impossibilidade de sua identificação, o que gera um nível de insegurança
das decisões que não tem por que entender-se menor que o obtido em um
processo de atribuição.
O dolo não existe, se atribui.
Para a atribuição do dolo, porém, é necessário o estabelecimento de
critérios que possam ter mais validade que aqueles obtidos pelas teorias
subjetivas ou ontológicas do dolo.
A tese de HASSEMER, de verificação dos elementos externos, é uma
das teorias normativas cuja elaboração conduz, obrigatoriamente, a uma
análise da idéia de sentido, já que o que justifica o dolo, segundo tal teoria, é
uma idéia central de capturar uma realidade subjetiva através da avaliação
de elementos objetivos.
A comunicação entre o objetivo e o subjetivo conduz, de modo
necessário, a uma dupla revisão, por um lado, da organização da teoria do
delito, que permita retirar as vinculações entre o dolo e a dimensão
substantiva da imputação; e por outro, a identificação de uma nota
distintiva que permita afirmar que a uma determinada conduta se lhe pode
afirmar dolosa.
Para isso, o recurso adequado é o brilhante trabalho de VIVES ANTÓN,
no qual se organiza a teoria do delito segundo distintas pretensões
normativas, separando o dolo do tipo de ação e, ademais, identificando-o
com o compromisso de atuar contra o bem jurídico.
Finalmente, para determinar a existência de tal compromisso, parece
necessário acudir aos fundamentos do processo de comunicação de um
sentido que deriva de propostas da filosofia da linguagem que propõe,
através da pragmática, a dimensão comunicativa que une o dolo e sua
prova em uma conjunção entre o direito penal e o processo penal que
resulta, por um lado, tão demonstrável quanto é possível nas demais
propostas e, por outro, encontra-se melhor legitimado, uma vez que se
baseia em uma proposição inclusiva – no sentido de inclusão do outro –,
que é a verdade do discurso.
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O FANTASMA DE LINDBERGH E CATIVEIRO
COM MORTE EM SÃO PAULO
C ARLOS R OBERTO B ACILA *
2008.
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2 GOFFMAN, Erving. Estigma – notas sobre a manipulação da identidade deteriorada. 4.ed. Tradução de
Márcia Bandeira de Mello Leite Nunes. Rio de Janeiro: Guanabara Koogan S.A., 1988, p.11. Na
verdade esta constatação de GOFFMAN é tão surpreendente ao atingirmos o Século XXI, depois de
tanta luta e discussão em torno dos preconceitos que transcreverei para o leitor o trecho em que
GOFFMAN constata tal lacuna no que se refere aos ESTIGMAS: “Atualmente, o termo é
amplamente usado de maneira um tanto semelhante ao sentido literal original, porém é mais
aplicado à própria desgraça do que à sua evidência corporal. Além disso, houve alterações nos
tipos de desgraças que causam preocupação. Os estudiosos, entretanto, não fizeram muito esforço
para descrever as precondições estruturais do estigma, ou mesmo para fornecer uma definição do
próprio conceito” (GOFFMAN, E. Op. cit., p. 11).
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3 Informações obtidas na revista Época, número 544, de 20 de outubro de 2008. Editora Globo, p.
124-130.
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libertada. Neste mesmo dia (terça-feira, dia 14) Lindemberg forneceu mais
uma prova do que era capaz de fazer. Ele atirou na direção da multidão.
Mais tarde, ele atirou novamente. Este tipo de agressão, que coloca em risco
a vida de pessoas em geral e também dos policiais, pode ser uma indicação
de que a polícia deva invadir o cativeiro e procurar salvar a refém que ali se
encontra e cessar mais riscos. A explicação é lógica: se o risco está
aumentando, para que esperar que as coisas piorem? Evidentemente que se
o autor do cárcere privado estiver calmo, então as regras recomendam que
se mantenha a situação estável para tentar desenvolver a ‘Síndrome de
Estocolmo’, uma técnica para propiciar simpatia entre seqüestrador e refém
gerada pela crise, mas que se torna discutível no caso em discussão já que
ambos se conhecem bem e foi justamente a relação continuada que
propiciou a crise. Porém, é preciso pensar que o comandante da operação
tinha informações que poderiam recomendar aguardar mais, embora, os
indícios iniciais (agredir os dois primeiros reféns, agredir Eloá, atirar duas
vezes contra pessoas, afirmar que só sairia morto e que não seria preso) não
eram nada bons. Entretanto, não há como esconder a realidade. O segundo
fato que chama a atenção é trazer novamente para o local uma refém que já
havia sido libertada. Nayara é uma adolescente de quinze anos e quando
saiu do cativeiro a polícia conseguiu diminuir o risco, retirando um refém
do cativeiro. Mas trazê-la novamente para a área do conflito e permitir que
ela voltasse para o cativeiro, talvez tenha sido o primeiro caso no mundo
em que a polícia fez a reinserção de um refém num cativeiro. No dia em que
isto ocorreu eu estava lecionando e comentei com meus alunos: como é que
ficaria a situação de Nayara se ela fosse ferida? Como explicar que a polícia
deixou que ela voltasse para o cativeiro? Infelizmente, horas depois ela
levou um tiro na cabeça, sobrevivendo por muito pouco. Algumas outras
coisas ainda não me parecem claras, por exemplo, o representante do
Ministério Público garantiu a integridade de Lindemberg, mas frisou o
suficiente que isto dependeria da salvação das reféns? Outra alegação do
promotor, interessante, no sentido de que a munição dos policiais para a
invasão do cativeiro era de borracha, se comprovada, traz outro fato inédito,
que seria utilizar deliberadamente armas inferiores contra um agressor com
arma de fogo e munição real. Se isto fez parte do evento, poderia ter
permitido que Lindemberg matasse Eloá e ainda atirasse contra a cabeça de
Nayara, o que de fato ocorreu. Enfim, o resultado final foi o seguinte: os
dois primeiros reféns teriam sofrido algumas violências menos graves.
Lindemberg atirou contra a população duas vezes. Nayara foi feita refém,
conseguiu sair, a polícia reinseriu a adolescente no cativeiro e depois ela
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4 Integrei como Delegado de Polícia o Grupo TIGRE da Polícia Civil do Paraná, fundei a Delegacia
contra Seqüestros de Crianças (SICRIDE), atuei em plantões no interior do Estados nos quais tive
que lidar com seqüestros sem policiais treinados para isto e trabalhei por duas vezes na Delegacia
de Homicídios na Capital do Estado. Além disto, treinei com policiais de outros estados
brasileiros, da América Latina, Estados Unidos e Europa. Contudo, se tivesse que retornar para
esta área deveria efetuar novos treinamentos, pois novas técnicas foram aprendidas.
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5 HERMANN, Leda Maria. Maria da Penha com Nome de Mulher. Campinas: Servanda, 2007, p. 13 e
segs.
6 Sobre a influência das metarregras/estigmas nas decisões dos magistrados, veja-se, por exemplo, o
excelente trabalho de ALMEIDA, Camila Martins de. Estigmas como Metarregras da Atuação
Jurisdicional. In: Revista Jurídica Themis. Edição n. 19 – Curitiba: Centro Acadêmico Hugo Cimas,
2007/2008, p. 141-149. Sobre os estigmas e a questão das drogas: RANGEL, Paulo e Carlos Roberto
Bacila. Comentários Penais e Processuais Penais à Lei de Drogas. Rio de Janeiro: Lumen Juris, 2007. Se
pensarmos bem, de que adianta tanto progresso na dogmática penal e processual penal se a
seleção de pessoas para o sistema penal é vinculada a estigmas?
7 BACILA, Carlos Roberto. Estigmas: Um Estudo Sobre os Preconceitos. Op. cit., p. 125 e seguintes. Por
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pleno, isto é, não seria ‘tão capaz’ de praticar um crime tanto quanto o homem, na visão
estigmatizadora (Op. cit., p. 122 e segs.).
8 Assim como queriam os nazistas condenar as pessoas pela conduta de vida, raça, aparência, etc.
(CONDE, Muñoz Francisco. Edmund Mezger e o Direito Penal de seu Tempo. Estudos Sobre o
Direito Penal no Nacional-Socialismo. Tradução de Paulo César Busato. Rio de Janeiro: Editora
Lumen Juris, 2005, p. 180. Na referida página, transcreve-se parte do acordo dos Promotores
Gerais da Baviera, no ano de 1944: “Nas diferentes visitas aos centros penitenciários se observam
sempre reclusos que, por sua constituição corporal, nem sequer merecem o nome de pessoas;
parecem abortos do inferno. Seria desejável que se lhes fotografasse. Também deveria ponderar-
se sua eliminação, independentemente da gravidade do delito e da pena a que hajam sido
condenados. Só devem exibir-se as fotografias que permitam ver claramente a deformidade.”).
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possuía automóvel, etc., não foi levado a sério. Precisou matar em torno de
setenta mulheres (note bem: mulheres + prostitutas) e esperar décadas até a
ciência descobrir o método de leitura do DNA9 para “descobrir” o autor.
Mas se as suspeitas fossem levadas a sério na época, uma testemunha que
quase foi morta por ele e o reconheceu, e a vigilância sobre o assassino
teriam produzido provas suficientes para incriminá-lo e proteger as vítimas
potenciais.
Com isto, quero dizer que na ausência do estigma do criminoso,
Lindemberg fez o que quis e ficou “invisível para o crime”. Afinal, ele “não
era parecido com um criminoso”.
Escolhi o título para este artigo como o “Fantasma de Lindbergh...”
para relembrar o trágico seqüestro do recém-nascido filho de Charles
Augustus Lindbergh que fez a mais famosa travessia aérea de Nova York a
Paris no avião monomotor Spirit of St. Louis. No referido seqüestro,
Lindbergh assumiu a investigação paralela ao trabalho policial10, mas depois
de um empenho descomunal dele e da polícia e de pagamento de resgate
descobriu-se que o seu filhinho morrera logo após o seqüestro. O suspeito
de tão monstruoso crime, Bruno Richard Hauptmann, foi preso e
condenado à morte na cadeira elétrica. Ele jurou inocência e as autoridades
públicas, incluindo o governador do estado, prometeram que a pena seria
comutada se ele declarasse a culpa. Mas Hauptmann preferiu morrer
alegando inocência. Até hoje existem fortes dúvidas sobre sua autoria. A
expressão “fantasma”, no caso do famoso aviador, faz alusão aos inúmeros
desencontros e fracassos que envolveram as pessoas e as instituições
públicas envolvidas, relembrado até hoje como um trauma norte-americano.
No caso brasileiro de Lindemberg, o “fantasma” simboliza as metarregras
estigmas que influenciaram a tragédia paulista, como verdadeiros
fantasmas a assombrar a atuação das autoridades públicas.
9 Acredito que no Paraná um dos primeiros casos de utilização do exame de DNA para investigação
policial foi feito quando eu presidia o Inquérito Policial de investigação do desaparecimento de
Leandro Bossi da cidade de Guaratuba e pude comprovar que a criança que havia sido localizada
e noticiada amplamente na imprensa nacional como Leandro Bossi, na verdade, não era filho dos
pais de Leandro, gerando grande comoção social ao constatar-se que se não tratava de Leandro
Bossi.
10 Sobre o tema: DOUGLAS, John e OLSHAKER, Mark. Mentes Criminosas & Crimes Assustadores. 2.ed.
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C ONCLUSÃO
1) Nas academias de polícia a inclusão de um estudo sobre as
metarregras/estigmas e o seu induzimento em erro da polícia nas
investigações e operações seria muito útil para incrementar o nível de
acertos e de solução de casos graves, protegendo as vítimas atuais ou
potenciais. A quantidade de casos para estudo é imensa, como por exemplo
literatura sobre serial killer e o caso acima tratado. 2) Na ausência de estigma
não se deve subestimar o suspeito; na presença, deve-se respeitar os direitos
humanos e conferir as mesmas oportunidades que outras pessoas,
desconstituindo ou negando o estigma. 3) A vítima deve ser protegida
sempre, independentemente de sua condição. No caso comentado, dever-se-
ia negar o estigma da mulher como ‘vítima aceitável’ por tratar-se de
conflito de relações afetivas.
Gostaria de dedicar este artigo aos meus grandes amigos de São
Paulo, Doutoras Maria Thereza Rocha de Assis Moura, Maria Elizabeth
Queijo e Ana Choukr e Doutores Maurício Zanóide, Fauzi Hassan Choukr,
Vicente Maggio, Baldan e Badaró.
B IBLIOGRAFIA
ALMEIDA, Camila Martins de. Estigmas como Meta-Regras da Atuação Jurisdicional. In:
Revista Jurídica Themis. Edição n. 19 – Curitiba: Centro Acadêmico Hugo Cimas,
2007/2008.
BACILA, Carlos Roberto. ESTIGMAS: Um Estudo Sobre os Preconceitos. 2ª edição. Rio de
Janeiro: Lumen Juris, 2008.
Cem Horas de Agonia. Época, número 544, de 20 de outubro de 2008. Editora Globo.
CONDE, Muñoz Francisco. Edmund Mezger e o Direito Penal de seu Tempo. Estudos
Sobre o Direito Penal no Nacional-Socialismo. Tradução de Paulo César Busato. Rio de
Janeiro: Editora Lumen Juris, 2005.
DOUGLAS, John e OLSHAKER, Mark. Mentes Criminosas & Crimes Assustadores. 2ª ed.
Tradução de Octávio Marcondes. Rio de Janeiro: Ediouro, 2002.
GOFFMAN, Erving. Estigma – notas sobre a manipulação da identidade deteriorada. 4ª ed.
Tradução de Márcia Bandeira de Mello Leite Nunes. Rio de Janeiro: Guanabara
Koogan S.A., 1988.
HERMANN, Leda Maria. Maria da Penha com Nome de Mulher. Campinas: Servanda,
2007.
RANGEL, Paulo e Carlos Roberto Bacila. Comentários Penais e Processuais Penais à Lei de
Drogas. Rio de Janeiro: Lumen Juris, 2007.
159
CONSIDERAÇÕES SOBRE O
CONTROLE PENAL DAS DROGAS
M ARCELO M AYORA *
*
Advogado criminalista. Especialista e Mestrando em Ciências Criminais pela PUCRS.
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1 MELMAN, Charles. O homem sem gravidade. RJ: Companhia de Freud, 2003, p. 107.
2 BAUMAN, Zigmunt. Mal-estar na pós-modernidade. SP: Jorge Zahar, 2003, p. 10.
3 LIPOVETSKI, Gilles. A sociedade da decepção. SP: Manole, 2007, p. 14.
4 GAUER. Ruth Maria Chittó. Uma leitura antropológica do uso de drogas. In: Drogas: abordagem
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9 BIRMAN, p. 239.
10 MELMAN. Ob. cit., pp. 101/102. No mesmo sentido, refere Birman: “Nesse contexto, a
psicofarmacologia fornece os instrumentos básicos para que essas individualidades possam se
inscrever nos trâmites brilhosos da cultura do narcisismo. Os psicofármacos, pelo enorme efeito
antidepressivo e tranqüilizante, visam a transformar esses miseráveis e sofredores em seres
efetivos da sociedade do espetáculo. Com isso, silenciam-se as cavilações pesadas e as ruminações
‘excessivamente interiorizadas’ dos deprimidos, e eles são transformados em seres ‘legais’ do
universo espetacular” (BIRMAN. Ob. cit., p. 247). Ainda que a arte muitas vezes transgrida o
“clima” de uma época, em outras traduz poeticamente aquilo o que em determinada
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temporalidade as pessoas estão vivenciando e sobre o que os intelectuais estão teorizando. Neste
sentido, o “pedido de socorro” de Arnaldo Antunes parece refletir bem essa mumificação da
existência contemporânea: “Socorro não estou sentindo nada, nem medo, nem calor, nem fogo,
nem vontade de chorar, nem de rir. (...) Socorro alguém me dê um coração, que este já não bate
nem apanha, por favor, alguma emoção pequena, qualquer coisa, qualquer coisa que se sinta, têm
tantos sentimentos deve ter algum que sirva”.
11 BIRMAN, p. 243.
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proibição legitima-se. Contudo, sabe-se que as funções reais do proibicionismo em muito diferem
das funções expressas, pois, em realidade, a proibição tem como escopo principal proporcionar às
agências punitivas um espaço de poder ilimitado (poder configurador) no qual é possível
controlar de maneira eficaz as denominadas “classes perigosas”, representadas atualmente pelos
grupos de jovens moradores das periferias do Brasil e do mundo.
17 Neste sentido, vale citar que o Brasil está implantando um novo modelo de gerenciamento de
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Controlados (SNGPC), que é um instrumento informatizado para captura e tratamento de dados sobre
produção, comércio e uso de substâncias ou medicamentos sujeitos a controle especial. Em sua fase inicial, o
Sistema possibilitará um controle efetivo da movimentação da dispensação (entradas e saídas) dos
medicamentos sujeitos ao controle especial, conforme o regime da Portaria nº SVS/MS 344/98 e Portaria
SVS/MS 06/99, e suas atualizações, nas drogarias e farmácias comerciais do País. – Objetivos: gerar
informação fidedigna e atualizada sobre a comercialização e uso de medicamentos e substâncias sobre
controle especial; aperfeiçoar o processo de escrituração em drogarias e farmácias comerciais; dinamizar as
ações e fiscalização da vigilância sanitária dirigida por dados, informação e conhecimento; permitir a
rastreabilidade de produtos e substâncias controladas; permitir o monitoramento permanente. – O sistema: o
desenho informático do SNGPC adotado nesta versão privilegia a adoção de padrões na transmissão de
dados proporcionando meios de realizar a escrituração das movimentações, de forma totalmente digital e
buscando a integração com os sistemas de gerenciamento já existentes nas farmácias. Para garantir esta
característica, foi estabelecido um padrão de transmissão de dados, com o qual os sistemas das farmácias e
drogarias deverão ser compatíveis para permitir a transmissão eletrônica à Anvisa. Cada estabelecimento
deverá ter um programa de computador que irá adaptar um software já existente, de acordo com os manuais
disponíveis no hotsite do SNGPC. O Sistema Nacional de Gerenciamento de Produtos Controlados
(SNGPC) vai possibilitar a transmissão eletrônica, via internet, que é adaptável a qualquer tipo de
estabelecimento e condições de operação. Basta, apenas, a existência de um computador com capacidade de
conexão e uma linha telefônica. O responsável pela farmácia ou drogaria deverá repassar dados sobre
compra, venda, transferência e até perda de medicamentos, com detalhes como nome do médico prescritor e
do estabelecimento distribuidor, forma farmacêutica, concentração, quantidade na embalagem, lote, classe
terapêutica, estado físico e unidade de medida dos produtos. O SNGPC é constituído por um ambiente de
recebimento de dados da Anvisa. Estes dados deverão conter as movimentações diárias de medicamentos e
substâncias sujeitas a controle especial que deverão ser enviadas eletronicamente para a Anvisa” (Revista
Pharmacia Brasileira, publicação do Conselho Federal de Farmácia. Ano XI, número 63, janeiro e
fevereiro de 2008). Não se desconhece que trata-se de modelo que recém está sendo implantado.
Contudo, em razão da tecnologia empregada, pode, no mínimo, indicar que existem outras
possibilidades para o controle das drogas, aptas a produzir menos custos humanos e mais
efetividade reguladora do que a guerra.
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II – O C ONTEXTO P UNITIVO
Antes de adentrar na problemática do proibicionismo e de suas
conseqüências, necessário inseri-la em um contexto maior, que diz respeito
à atual configuração da resposta punitiva em âmbito mundial, caracterizada
por diversas transformações, tanto de grau quanto de qualidade. É vasta a
literatura criminológica que denuncia que a punição contemporânea possui
funções diferentes daquelas observadas no passado. Isso porque, conforme
JACK YOUNG:
“A transição da modernidade à modernidade recente pode ser
vista como um movimento que se dá de uma sociedade inclusiva
para uma sociedade excludente. Isto é, de uma sociedade cuja
tônica estava na assimilação e na incorporação para uma que
separa e exclui.”19
A análise macrocriminológica mais difundida, ancorada em fatores
econômicos presentes no atual momento do capitalismo – globalização
neoliberal – dispõe que em uma sociedade na qual nem todos podem ser
assimilados ao mercado de trabalho – existindo, em razão disso, parcelas da
população que estão “sobrando” e que por isso são “descartáveis” – a
punição perde sua função corretiva de disciplinar os trabalhadores20. Por
este motivo, diz-se que estamos em uma fase pós-corretiva ou pós-
panóptica, na qual a função da pena não é mais ressocializar as massas
18 ZAFFARONI, Eugênio Raul; BATISTA, Nilo. Direito Penal Brasileiro. I. RJ: Revan. 2ª ed. 2003. p. 68.
19 YOUNG, Jack. A sociedade excludente: exclusão social, criminalidade e diferença na modernidade recente.
Tradução de Renato Aguiar. RJ: Revan, ICC, 2002, p. 23.
20 Sobre o outro desviante na sociedade inclusiva, Young refere: “Trata-se de uma sociedade que
não abomina o ‘outro’, nem o vê como inimigo externo, mas muito mais como alguém que deve
ser socializado, reabilitado, curado, até ficar como ‘nós’” (YOUNG, Ob. cit., p.21). No mesmo
sentido, BAUMAN ressalta: “O controle panóptico teve uma importante função: as instituições
panópticas foram todas concebidas como casas de correção. O propósito ostensivo da correção era
tirar os internos do caminho da perdição moral em que embarcaram por vontade própria ou para
a qual foram empurrados sem culpa direta, desenvolver hábitos que por fim lhes permitiriam
retornar ao convívio da ‘sociedade normal’, interromper a ‘decadência moral’, combater e extirpar
a preguiça, a inépcia ou o desrespeito pelas normas sociais, todas essas aflições que se
combinavam para tornar os internos incapazes de uma ‘vida normal’” (BAUMAN, Zigmunt.
Globalização: as conseqüências humanas. Tradução de Marcus Penchel. RJ: Jorge Zahar, 1999, p. 117).
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24 WACQUANT, Löic. As prisões da miséria. Tradução de André Telles. RJ: Jorge Zahar, 2001, p. 7. No
mesmo sentido, leciona Rivera Beiras: “La tendência es clara: gestion punitiva de la pobreza, mercado
econômico de total flexibilización, criminalización cada vez mayor de la disidencia y reducción del Estado.
(RIVERA BEIRAS, Iñaki. Historia y legitimación del castigo. Hacia donde vamos? In: Sistema Penal
y Problemas Sociales. Org. BERGALI, Roberto. Valência: Tirant lo bllanch, 2003, p. 125.
25 WACQUANT. Ob. cit., p. 7.
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pena26 – mas sim no poder de vigiar e controlar movimentos27, claro está que
é sobre a parcela menos favorecida da população que tal poder atua
constantemente, por meio de verificações policiais sobre o corpo (revistas) e
observação constante de determinadas áreas.
O paradoxo é que tal fenômeno ocorre com a aprovação daqueles
sobre quem toda sua violência recai, pois:
“Nas sociedades mais desfavorecidas pela globalização, como
as latino-americanas, a exclusão social constitui o principal
problema, pois não costuma ser controlada por repressão direta,
mas sim neutralizada, o que aprofunda as contradições internas. A
mensagem vindicativa é funcional para reproduzir conflitos entre
excluídos, pois os criminalizados, os vitimizados e os policizados
são recrutados nesse segmento, ocorrendo uma relação inversa
entre a violência dos conflitos entre eles e a capacidade de coalizão
e protagonismo desses mesmos atores.”28
A problemática da proibição da venda de drogas e da conseqüente
formação de um mercado ilegal em torno do produto, bem como do
controle penal que atua sobre este, está inserida no contexto punitivo
exposto, mas possui especificidades que merecem abordagem própria.
2007, p. 72.
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29 Nesse sentido, MICHEL MISSE nos fornece importante chave de leitura sobre a questão da
corrupção policial e do tráfico de drogas, utilizando o conceito de ‘mercadorias políticas’: “Se
todo mercado informal está necessariamente sujeito ao custo político de sua insubmissão à
regulamentação estatal, o mercado informal que negocia com mercadorias ilícitas é
fundamentalmente constituído, em seus custos e em seus benefícios, pela lógica de sua dupla
ilegalidade. É um mercado criminalizado mais amplo que surge necessariamente quando seu
núcleo informal mais visível se expande. Não há como dissociar, funcionalmente, a expansão
regular do comércio de mercadorias ilegais, o emprego da violência na base das relações de poder
e a expansão do mercado potencial de mercadorias políticas. Diferentes redes sociais de violência
e transação atravessam seja o ‘território’, seus agentes criminais e sua população, seja os agentes
encarregados pelo Estado de prover a ordem pública e a preservação efetiva do monopólio do
emprego legítimo de violência. Enquanto ‘agência formal’, o Estado não foge, entretanto, às
mesmas condições econômicas que podem impor a seus agentes o estabelecimento de um
mercado informal de serviços e mercadorias, cujo fundamento seja exatamente o controle,
individualizado e ilegal, dos meios de administração da violência que a posição de agente do
Estado dá acesso. A ‘economia da corrupção’ constitui, assim, outras redes de economia informal
ilegal, que, diferentemente das redes de tráfico, negocia com ‘mercadorias políticas’ ilícitas e não
apenas com mercadorias econômicas criminalizadas” (MISSE, Michel. Crime e Violência no Brasil
Contemporâneo. Estudos de Sociologia do Crime e da Violência Urbana. RJ: Lumen Juris, 2006, p.
199.
30 Sobre o tema, entre várias outras obras, ver: BARCELOS, Caco. Abusado. O Dono do Morro Dona
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do Dendê é ruim de invadir, nós com os alemão vamos nos divertir. Porque no Dendê eu vou
dizer como é que é, aqui não tem mole nem pra DRE. Pra subir aqui no morro até a BOPE treme,
não tem mole pro exército, civil, nem pra PM”.
34 ZAFFARONI. Hacia um realismo jurídico penal marginal. Caracas: Monte Ávila Latinoamericana
Editores, 1993.
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R EFERÊNCIAS
ABREU. Caio Fernando. Morangos Mofados. RJ: Agir, 2005.
AGAMBEM, Giorgio. Estado de exceção. Tradução de Iraci Poleti. SP: Boitempo, 2004.
BARCELOS, Caco. Abusado. O Dono do Morro Dona Marta. RJ: Record, 2003.
BAUMAN, Zigmunt. Mal-estar na pós-modernidade. SP: Jorge Zahar, 2003.
35 AGAMBEM, Giorgio. Estado de exceção. Tradução de Iraci Poleti. SP: Boitempo, 2004, p.13.
36 CARVALHO, Ob. cit., p. 84.
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PRISÃO PREVENTIVA, DURAÇÃO
RAZOÁVEL DO PROCESSO E REPARAÇÃO
POR DANOS MORAIS E MATERIAIS
N ESTOR E DUARDO A RARUNA S ANTIAGO *
I NTRODUÇÃO
Uma das conseqüências da decretação de prisão preventiva menos
vista e debatida em doutrina e jurisprudência é a possibilidade de
* Doutor em Direito Tributário pela Universidade Federal de Minas Gerais (UFMG). Mestre e
Especialista em Ciências Penais (UFMG). Professor de Direito e Processo Penal do Curso de
Direito da Faculdade Christus. Professor Adjunto de Direito Processual Penal da Universidade
Federal do Ceará (UFC). Professor de Cursos de Pós-Graduação. Coordenador dos Cursos de Pós-
Graduação da Fundação Escola de Advocacia do Estado do Ceará (FESAC-OAB/CE). Advogado
criminalista. E-mail: nestorsantiago@globo.com.
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1 – P RISÃO P REVENTIVA
Assim como no Processo Civil, o Processo Penal prevê medidas
cautelares, a fim de garantir o resultado prático do processo. A decretação
destas referidas medidas deve, então, ter profunda e íntima relação com o
objeto central do debate levado a juízo, sob pena de serem desproporcionais
àquilo que se propõe. Servem, portanto, de instrumento, de modo e meio
para se atingir a medida principal1. E estas medidas cautelares podem ser
restritivas de liberdade (prisão cautelar ou processual) ou patrimoniais
(seqüestro, arresto, etc.)
Embora haja divergências na doutrina acerca das espécies de prisão
cautelar, entende-se majoritariamente que são cinco: prisão preventiva,
prisão temporária, prisão em flagrante, prisão decorrente de sentença de
pronúncia e prisão decorrente de sentença penal condenatória recorrível. As
três primeiras são utilizadas no curso do processo ou do inquérito policial;
as duas últimas, quando há manifestação judicial, total ou parcial, acerca do
mérito da causa2.
1 Cf. RANGEL, Paulo. Direito processual penal. 11. ed. Rio de Janeiro: Lumen Juris, 2006, p. 559.
2 Entretanto, não é irrazoável se pensar que elas podem ser reduzidas a três espécies, pois é inegável
que a prisão decorrente de sentença penal condenatória recorrível e a prisão decorrente de
sentença de pronúncia têm caráter nítido de prisão preventiva. Contudo, este não é o
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posicionamento mais recente do Supremo Tribunal Federal. Cf. ainda, RANGEL, op. cit., p. 609, em
que fala sobre a natureza jurídica da prisão decorrente de sentença penal condenatória recorrível
como execução provisória de pena, baseando-se, para seu raciocínio, na Súmula 716 do STF.
3 Sobre a legitimidade do assistente do Ministério Público requerer a prisão preventiva,
desenvolveremos o assunto em outro trabalho mais abrangente.
4 Na doutrina, discute-se a possibilidade de decretação da prisão preventiva ex officio no curso do
inquérito policial. Entende-se que a regra contida no art. 311 do CPP é inadequada ao sistema
acusatório, adotado pela CF; por isso, a decretação de ofício pelo juiz somente seria válida no
curso da ação penal. Neste sentido, cf. OLIVEIRA, Eugênio Pacelli de. Curso de processo penal. 5. ed.
Belo Horizonte: Del Rey, 2005, p. 429-430; RANGEL, op. cit., p. 589; CRUZ, Diogo Tebet da.
Decretação de prisão preventiva ex officio. Violação ao princípio da inércia da jurisdição e ao
princípio acusatório Boletim IBCCrim, São Paulo, a. 14. n. 163, p. 14, jun. 2006. Em sentido
contrário: TOURINHO FILHO, Fernando da Costa. Processo penal. 25. ed. São Paulo: Saraiva, 2003, v.
3, p. 589; NUCCI, Guilherme de Souza. Manual de processo penal e execução penal. 2. ed. São Paulo:
RT, 2006, p. 562.
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5 Há que se fazer menção ao art. 30 da Lei nº 7.492/86, que trata da decretação de prisão preventiva
em crimes contra o sistema financeiro nacional em razão da magnitude da lesão causada. Vale
notar que o entendimento atual do Supremo Tribunal Federal aponta na direção da
impossibilidade de decretação da medida cautelar restritiva baseado, unicamente, na magnitude
da lesão causada, que é elemento do tipo penal (cf. HC n. 86.620/PE. 1ª Turma. Relator Ministro
Eros Grau. Brasília, 13.dez.2005. DJU I, 17.fev.2006, p. 59).
6 Cf. a recente decisão do Superior Tribunal de Justiça:
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medida constritiva. 2. Na hipótese em tela, não se vislumbra presentes nem os indícios da autoria,
tanto que ainda não oferecida a denúncia exatamente por essa razão, tampouco a necessidade da
prisão, seja para garantia da ordem pública, da aplicação da lei penal ou para fins de instrução. 3.
Também assiste razão à súplica no que se refere ao excesso de prazo para a formação da culpa,
uma vez que, ao que consta dos autos, até o momento – já transcorridos quase 10 meses da prisão
dos Recorrentes –, não foi sequer oferecida a denúncia, inexistindo qualquer justificativa plausível
para tanto. 4. Recurso conhecido e provido para deferir a liberdade provisória aos ora Pacientes,
com a conseqüente expedição do alvará de soltura, se por outro motivo não estiverem presos, sem
prejuízo de eventual decretação de custódia cautelar, devidamente fundamentada.” (BRASIL.
Superior Tribunal de Justiça. Recurso Ordinário em Habeas Corpus n. 20.118/PA. 5ª Turma.
Relatora Ministra Laurita Vaz. Brasília, 19.out.2006. Publicado no DJU I, 20.nov.2006, p. 344.). Na
doutrina pátria, cf. por todos, TOURINHO FILHO, op. cit., p. 485.
7 SILVA, José Afonso da. Curso de direito constitucional positivo. 25. ed. rev. e atual. São Paulo:
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9 Contudo, em decisão de 2004, o STF reafirmou o entendimento de que o Estado somente seria
responsável por atos de seus juízes nos casos expressamente declarados em lei, e que o decreto de
prisão preventiva não se confunde com o erro judiciário (BRASIL. Supremo Tribunal Federal.
Agravo Regimental no Recurso Extraordinário n. 429.518/SC. 2ª Turma. Relator Ministro Carlos
Velloso. Julgamento em 5.out.2004. Publicado no DJU I, 28.out.2004, p. 49).
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10 Embora discordemos in totum do posicionamento do autor, cf. RIZZARDO, op. cit., p. 380-381.
11 CASTRO, Guilherme Couto de. A responsabilidade civil objetiva no direito brasileiro. 3. ed. Rio de
Janeiro: Forense, 2005, p. 64.
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12 DERGINT, Augusto do Amaral. Responsabilidade do estado por atos judiciais. São Paulo: Revista dos
Tribunais, 1994, p. 166.
13 Ibid., p. 164-165.
14 CRETELLA JÚNIOR, José. Comentários à constituição de 1988: artigo 5° (LXVII a LXXVII) a 17. Rio de
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15 MEDAUAR, Odete. Direito administrativo brasileiro. 9. ed. São Paulo: RT, 2005, p. 653.
16 Ibid., p. 653.
17 MEIRELLES, Hely Lopes. Direito administrativo brasileiro. 31. ed. São Paulo: Saraiva, 2005, p. 437-438.
18 MOREIRA NETO, Diego de Figueiredo. Curso de direito administrativo. 14. ed. Rio de Janeiro:
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ilegal, sendo inconcebível pensar que um ato judicial eivado de erro como é
a prisão indevida ou por excesso de prazo não possa ser considerada erro
judiciário.
Pode-se perceber claramente que o legislador constituinte foi
extremamente cauteloso ao diferenciar as situações somente por uma
questão de interpretação do texto constitucional, de forma a evitar que o
Estado se eximisse de responsabilidade pelas prisões realizadas ou
mantidas fora de seus aspectos legais formais. Entretanto, se a prisão é
ilegal, o erro judiciário é evidente, pelo que deve existir a indenização. E não
há argumentos de soberania ou de independência dos atos judiciais que
justifique a negativa, como se o Poder Judiciário fosse constituído por
semideuses ou de extraterrestres: significaria a legitimação do arbítrio e da
restrição indevida de liberdade.
19 Contudo, há Projeto de Lei do Deputado Moreira Franco, dando nova redação ao artigo 311 do
Código de Processo Penal, estabelecendo que o prazo de prisão preventiva durante o inquérito
policial será de 30 dias, e de 120 dias durante a instrução criminal, prorrogável por igual prazo em
caso de extrema e comprovada necessidade. (Íntegra disponível em
<http://www.camara.gov.br/sileg/integras/401537.pdf>. Acesso em 19 fev. 2007, 18:12).
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20 Sobre a construção jurisprudencial do prazo legal de prisão preventiva, cf. por todos, OLIVEIRA,
op. cit., p. 426-429.
21 Ibid., p. 427
22 BRASIL. Supremo Tribunal Federal. Habeas Corpus n. 89.168/RO. 1ª Turma. Relatora Ministra
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24 BRASIL. Supremo Tribunal Federal. Habeas Corpus n. 87.721/PE. 1ª Turma. Relatora Ministra
Carmen Lúcia. Brasília, 15 ago. 2006. DJU I, 07 dez. 2006, p. 52.
25 BRASIL. Supremo Tribunal Federal. Habeas Corpus n. 87.241/RJ. 1ª Turma. Relator Ministro Cezar
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R EFERÊNCIAS
BANDEIRA DE MELLO, Celso Antônio. Curso de direito administrativo. 19. ed. São Paulo:
Malheiros, 2005.
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CAHALI, Yussef Said. Dano moral. 3. ed. rev., ampl. e atual. conforme o Código Civil de
2002. São Paulo: RT, 2005.
CARVALHO FILHO, José dos Santos. Manual de direito administrativo. 11. ed. Rio de Janeiro:
Lumen Juris, 2004.
CASTRO, Guilherme Couto de. A responsabilidade civil objetiva no direito brasileiro. 3. ed. Rio
de Janeiro: Forense, 2005.
CRETELLA JÚNIOR, José. Comentários à constituição de 1988: artigo 5° (LXVII a LXXVII) a 17.
Rio de Janeiro: Forense Universitária, v. 2, 1989.
CRUZ, Diogo Tebet da. Decretação de prisão preventiva ex officio. Violação ao princípio
da inércia da jurisdição e ao princípio acusatório Boletim IBCCrim, São Paulo, a. 14. n.
163, p. 14, jun. 2006.
DERGINT, Augusto do Amaral. Responsabilidade do estado por atos judiciais. São Paulo:
Revista dos Tribunais, 1994.
DI PIETRO, Maria Sylvia Zanella. Direito administrativo. 18. ed. São Paulo: Atlas, 2005.
GASPARINI, Diógenes. Direito administrativo. 10. ed. São Paulo: Saraiva, 2005.
GONÇALVES, Carlos Roberto. Responsabilidade civil. 9. ed. São Paulo: Saraiva, 2005.
JUSTEN FILHO, Marçal. Curso de direito administrativo. São Paulo: Saraiva, 2005.
MEDAUAR, Odete. Direito administrativo brasileiro. 9. ed. São Paulo: RT, 2005.
MEIRELLES, Hely Lopes. Direito administrativo brasileiro. 31. ed. São Paulo: Saraiva, 2005.
MOREIRA NETO, Diego de Figueiredo. Curso de direito administrativo. 14. ed. Rio de Janeiro:
Forense, 2005,
NUCCI, Guilherme de Souza. Manual de processo penal e execução penal. 2. ed. São Paulo:
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OLIVEIRA, Eugênio Pacelli de. Curso de processo penal. 5. ed. Belo Horizonte: Del Rey, 2005.
RANGEL , Paulo. Direito processual penal. 11. ed. Rio de Janeiro: Lumen Juris, 2006.
RIZZARDO, Arnaldo. Responsabilidade civil. Rio de Janeiro: Forense, 2005.
SILVA, José Afonso da. Curso de direito constitucional positivo. 25. ed. rev. e atual. São
Paulo: Malheiros, 2005.
TOURINHO FILHO, Fernando da Costa. Processo penal. 25. ed. São Paulo: Saraiva, 2003, v. 3.
192
Jurisprudência Comentada:
*
Advogada, especialista em Direito Penal e Processual Penal pela Faculdade IDC, integrante do
grupo de estudos de Direito Penal da mesma instituição, sob a coordenação do Prof. Me. Daniel
Gerber.
**
Advogado, especialista em Direito Público pela Faculdade IDC, integrante do grupo de estudos
de Direito Penal da mesma instituição, sob a coordenação do Professor Me. Daniel Gerber.
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I – I NTRODUÇÃO
No julgamento do Habeas Corpus nº 46.525, o Superior Tribunal de Justiça
trancou ação penal que tramitava contra integrantes da Comissão de Formatura
do Curso de Medicina da Universidade de Cuiabá (UNIC), pela prática, em
tese, de homicídio culposo. Na exordial acusatória, abordou-se que havia
indícios de que a vítima fora jogada na piscina por seus colegas e que os
acusados não foram diligentes e não obedeceram às normas de segurança
necessárias para a realização do evento.
O acórdão traz uma vasta fundamentação doutrinária e jurisprudencial.
E a sua análise possibilita uma discussão atual e necessária sobre importantes
institutos do direito penal e processual penal.
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1 Importante salientar que a decisão não necessitaria adentrar na discussão acerca dos axiomas que
norteiam a teoria da imputação objetiva. Isso porque a atipicidade da conduta é flagrante pela
ausência de culpa por parte dos denunciados, o que é fundamental para a consolidada teoria
finalista (culpa, tecnicamente, caracteriza-se pela ausência de previsibilidade subjetiva de um
resultado objetivamente previsível, situação que, in casu, resta totalmente afastada, haja vista a
impossibilidade de previsão do resultado por parte dos denunciados e de qualquer pessoa
consciente). Entretanto, é exatamente aí que reside a importância da decisão. Rompendo com
paradigmas até então absolutos, o julgamento do presente habeas corpus inaugura, ao menos de
forma cristalina, a recepção da moderna teoria da imputação objetiva pelos Tribunais Superiores
brasileiros.
2 Neste sentido: TJRS, Embargos de Declaração nº 70018883355, 2ª Câmara Criminal, Rel. Marco
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3 D’ÁVILA, Fábio Roberto. Crime Culposo e a Teoria da Imputação Objetiva. São Paulo: Editora Revista
dos Tribunais, 2001, p. 41.
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4 BAUMAN, Zigmunt. Comunidade: a busca por segurança no mundo atual. Tradução de Plínio Dentzien.
Rio de Janeiro: Jorge Zahar, 2003, p. 73 e ss.
5 Conforme referido, a teoria da imputação objetiva não apresenta linearidade entre seus principais
autores. CLAUS ROXIN entende que tudo converge à imputação do resultado. GÜNTHER JAKOBS e
CÂNCIO MELIÁ, por sua vez, conferem maior importância à imputação do comportamento. Nesse
sentido, conferir: ROXIN, Claus. Estudos de Direito Penal. Trad. Luís Greco. Rio de Janeiro: Renovar,
2006. JAKOBS, Günther. A imputação objetiva no Direito Penal. Trad. André Luis Callegari. São Paulo:
Editora Revista dos Tribunais, 2000. MELIÁ, Manuel Câncio e CALLEGARI, André Luis.
Aproximação à Teoria da Imputação Objetiva no Direito Penal. Revista da AJURIS. Porto Alegre,
ano XXXI, nº 95, setembro de 2004, p. 341 – 364, p. 347
6 MELIÁ, Manuel Câncio e CALLEGARI, André Luis. Aproximação à Teoria da Imputação Objetiva no
Direito Penal. Revista da AJURIS. Porto Alegre, ano XXXI, nº 95, setembro de 2004, p. 341-364, p.
347
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7 KREBS, Pedro. Teoria jurídica do delito: noções introdutórias: tipicidade objetiva e subjetiva.
Barueri, SP, Manole, 2006, p. 140/143.
8 TAVARES, Juarez. Teoria do Injusto Penal. Belo Horizonte: Del Rey, 2000, p. 232/233.
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9 MELIÁ, Manuel Câncio e CALLEGARI, André Luis. Aproximação à Teoria da Imputação Objetiva no
Direito Penal. Revista da AJURIS. Porto Alegre, ano XXXI, nº 95, setembro de 2004, p. 341-364,
353/354
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A CÓRDÃO
Processual Penal – Habeas Corpus – Homicídio Culposo – Morte por
Afogamento na Piscina – Comissão de Formatura – Inépcia da Denúncia – Acusação
Genérica – Ausência de Previsibilidade, de Nexo de Causalidade e da Criação de Um
Risco Não Permitido – Princípio da Confiança – Trancamento da Ação Penal –
Atipicidade da Conduta – Ordem Concedida
1. Afirmar na denúncia que “a vítima foi jogada dentro da piscina por
seus colegas, assim como tantos outros que estavam presentes, ocasionando seu
óbito” não atende satisfatoriamente aos requisitos do art. 41 do Código de
Processo Penal, uma vez que, segundo o referido dispositivo legal, “A denúncia
ou queixa conterá a exposição do fato criminoso, com todas as suas
circunstâncias, a qualificação do acusado ou esclarecimentos pelos quais se
possa identificá-lo, a classificação do crime e, quando necessário, o rol das
testemunhas”.
2. Mesmo que se admita certo abrandamento no tocante ao rigor da
individualização das condutas, quando se trata de delito de autoria coletiva,
não existe respaldo jurisprudencial para uma acusação genérica, que impeça o
exercício da ampla defesa, por não demonstrar qual a conduta tida por
delituosa, considerando que nenhum dos membros da referida comissão foi
apontado na peça acusatória como sendo pessoa que jogou a vítima na piscina.
3. Por outro lado, narrando a denúncia que a vítima afogou-se em virtude
da ingestão de substâncias psicotrópicas, o que caracteriza uma autocolocação
em risco, excludente da responsabilidade criminal, ausente o nexo causal.
4. Ainda que se admita a existência de relação de causalidade entre a
conduta dos acusados e a morte da vítima, à luz da teoria da imputação
objetiva, necessária é a demonstração da criação pelos agentes de uma situação de
risco não permitido, não-ocorrente, na hipótese, porquanto é inviável exigir de
uma Comissão de Formatura um rigor na fiscalização das substâncias ingeridas
por todos os participantes de uma festa.
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Relatório
Ministro ARNALDO ESTEVES LIMA: Trata-se de habeas corpus substitutivo
de recurso ordinário, com pedido de liminar, impetrado em favor de Marcelo
André de Matos – denunciado, juntamente com outras pessoas integrantes da
Comissão de Formatura do Curso de Medicina da Universidade de Cuiabá
(UNIC), pela suposta prática do delito tipificado no art. 121, § 3º, c.c. o art. 29,
ambos do Código Penal –, impugnando acórdão da Primeira Câmara Criminal
do Tribunal de Justiça do Estado do Mato Grosso, que denegou a ordem ali
impetrada (HC 11.662⁄2005), nos termos da seguinte ementa (fls. 427⁄428):
“Habeas Corpus – Homicídio Culposo em Concurso de Pessoas –
Afogamento – Pretendido Trancamento da Ação Penal por Ausência de Justa
Causa – Pretextado Exame Aprofundado de Provas – Inviabilidade na Via
Eleita – Denúncia Que Preenche os Requisitos Legais – Ausência de Justa
Causa Indemonstrada – Indícios de Culpa In Omittendo Que Autorizam o
Prosseguimento da Ação Penal e Exigem Farta Instrução Criminal,
Respeitados o Contraditório e a Ampla Defesa
Impossível a análise aprofundada de provas, no augusto âmbito do
habeas corpus, visando ao trancamento de ação penal que apura a
morte de jovem, por afogamento, em circunstâncias não esclarecidas,
em confraternização realizada para número expressivo de pessoas, em
que se atribui conduta culposa dos pacientes, membros da comissão
organizadora, pela falta dos cuidados e medidas necessárias para festa
de tamanha magnitude.
Se a denúncia preenche os requisitos legais, descrevendo os
indícios da existência de fato típico e antijurídico que possa ter
decorrido de conduta culposa dos pacientes, na forma omissiva, não
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É o relatório.
Voto
Ministro ARNALDO ESTEVES LIMA (Relator): Busca o Ministério Público a
responsabilização criminal dos membros da Comissão de Formatura
mencionada no relatório, da qual faz parte o paciente, sob a alegação de que
não foram diligentes e não obedeceram às normas de segurança necessárias
para a realização da festa de confraternização do Curso de Medicina da
Universidade de Cuiabá, onde havia cerca de setecentas pessoas, concorrendo,
assim, para o resultado morte da vítima.
Narra a denúncia que:
“Há indícios nos autos que revelam que a vítima foi jogada dentro
da piscina por seus colegas, assim como tantos outros que estavam
presentes, ocasionando seu óbito.
Sabe-se também que os acusados disponibilizaram para os
participantes da festa grande quantidade de bebidas alcoólicas, sem o
menor controle, assim como substâncias ilícitas, entorpecentes e
psicotrópicas, agindo com imprudência e negligência.
Outrossim, também não se preocuparam em obter alvará de
autorização, necessário nos casos de realização de eventos de grande
magnitude, visto que estavam presentes na festa cerca de 700 pessoas.
O crime em comento deve ser enquadrado como crime de
homicídio na modalidade culposa, onde todos os representantes da
comissão de realização de eventos deram causa ao resultado por
imprudência e negligência” (art. 18, II, do CP).
Inicialmente, penso que a afirmação contida na denúncia de que “a
vítima foi jogada dentro da piscina por seus colegas, assim como tantos outros
que estavam presentes, ocasionando seu óbito”, não atende satisfatoriamente
aos requisitos do art. 41 do Código de Processo Penal, uma vez que, segundo o
referido dispositivo legal, “A denúncia ou queixa conterá a exposição do fato
criminoso, com todas as suas circunstâncias, a qualificação do acusado ou
esclarecimentos pelos quais se possa identificá-lo, a classificação do crime e,
quando necessário, o rol das testemunhas”.
Ainda que se admita certo abrandamento no tocante ao rigor da
individualização das condutas, quando se trata de delitos de autoria coletiva,
não existe respaldo jurisprudencial para uma acusação genérica, que impeça o
exercício da ampla defesa, por não demonstrar qual a conduta tida por
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No mesmo sentido:
“... é necessário precisar se há uma relação de risco entre a conduta
e o resultado produzido, i.e., há que se determinar, sob o aspecto
normativo, se o risco criado pelo sujeito é o mesmo que se realizou na
produção do resultado, ou, em outros termos, se o evento pode ser
explicado pela violação da norma de cuidado, uma vez que, se a
norma infringida não guarda relação com o resultado, este não é
imputável. Se não existe a relação risco-resultado, a questão se resolve
em termos de tentativa ou atipicidade. Com outras palavras, é
indeclinável a verificação ex post facto se o fim de proteção da norma
incriminadora violada tinha realmente a destinação de impedir a
produção de um resultado normativo como o provocado pelo agente.
O evento jurídico deve ser plasmado pelo risco causado pelo autor. Se
produzido por outros riscos, como pela conduta de um terceiro, pela
própria vítima ou por força da natureza, há exclusão da imputação
objetiva” (DÍAZ, Claudia López. Introducion a la imputación objetiva.
Bogotá: Centro de Investigaciones de Derecho Penal y Filosofia del
Derecho, Universidad Externado de Colombia, 1996, p.49 e 174. Apud
JESUS, Damásio de. O risco de tomar uma sopa. Revista Síntese de
Direito Penal e Processual Penal, n.16, out.-nov. 2002, p.11).
Ainda que se admita a existência de relação de causalidade entre a
conduta dos acusados e a morte da vítima, à luz da teoria da imputação objetiva
necessária é a demonstração da criação pelos agentes de uma situação de risco
não permitido, não-ocorrente, na hipótese, uma vez que é inviável exigir de
uma Comissão de Formatura um rigor na fiscalização das substâncias ingeridas
por todos os participantes de uma festa.
Ademais, uma eventual falta de atendimento aos pressupostos
necessários para a organização da festa por parte da Comissão de Formatura
está fora dos limites do que a doutrina denomina de risco juridicamente
relevante, caracterizando um risco permitido, isto é, um risco geral da vida,
pois, conforme registrado no primeiro voto vogal, “é fato corriqueiro, de todos
sabido, que há uso e abuso de substâncias entorpecentes nas festas promovidas
por jovens, inclusive e principalmente no âmbito universitário, em todo o país”
(fl.447).
Portanto, de acordo com SELMA PEREIRA DE SANTANA:
“... a tradicional observação da relação causal naturalística passa a
constituir o primeiro momento na apuração da imputação objetiva.
Uma vez constatado o vínculo causal, o passo seguinte será a
verificação da existência de critérios de natureza normativa,
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